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FISIOLOGIA DEL APARATO GENITAL FEMENINO 
Conferencia dictada por el Profesor Arturo Aparicio J. en el Primer Curso 
de Ginecología para PosLgraduados. Hospital de San Juan de Dios. 1956. 
I PARTE 
Iniciamos este ciclo de conferencias con el estudio de la Fi-
siología femenina . . pues es de todos sabido que de su conocimien-
to detallado, podemos adentrarnos en el estudio de lo patológico 
o anormal. 
El viejo aforismo de Van Helmont que sintetizaba en el úte-
ro toda la esencia de la mujer. modificado más tarde por Ché-
r,eau en el sentido de concederl,e toda la primac'. a al ovario, ha 
sido r·eemplazado en nuestros días por Bl'air Bell que al decir: 
"Propter secretiones internas mullier est quod est", sintetiza, a 
nuestra manera de sentir. todo el progr,eso alcanzado por nues-
tra especialidad en las últimas décadas. 
En efecto, el avance de la endocrinología y en especial de la 
endocrinología sexual, nos ha permitido conocer a fono.o las fun-
ciones propias a cada sexo y comprobar que e l organismo feme-
nino presenta oscilaci,ones cíclicas más profundas y un equilibrio 
hormonal más ondulante y compl,ejo que el organismo mascull-
no. Quiere decir esto que en la mujer la función sexual tiene 
un papel dominant·e y que ia reproducción de !la especie. r.0nsti-
tuye su funci-ón específica. 
P,ero. para cumplir esta importante función, la mujer está 
supeditada a una serie de factores, destacándose entre todos ellos 
la influencia reguladora de las glándulas de secr,eción interna- El 
.:,istema endocrino. ·en efecto, desarrolla y mantiene los caracte-
res tanto anatómicos como fisiológicos y psíquicos d,e la muj er, 
diferenciados previamente por influencias meramente genéticas. 
Con razón, dice Houssay que la Ginecología en su sentido 
má.s amplio, significa "el estudio científico o sea el conocimiento 
verdadero de la mujer sana o enferma". Y como estudiar la mu-
340 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
j er sana es nuestro propósito, quiero antes de tratar de la fisiolo-
gía de cada uno de los órganos que forman el aparato genital, 
estudiarla a través de las diversas etapas por 1as que discurre la 
vida normal de la mujer. 
Etapas de la vida sexual de 1.a muj,er 
La muj er es semejante al hombre por los caracteres comu-
r..es propios de la especie, pero difiere de él fundamentalmente 
tanto desde ,ei punto de vis ta anatómico, como del psíquico o fun-
cional. 
Desde el punto de vista funcional, ·el aparato gen ital de la 
mujer tiene por objeto el perpetuar la especie. Pero, para cum-
plir -esta importante función , el orga nismo materno tiene que pre-
pararse de una manera periódica; engendrar el nuevo ser; ali-
mentarlo y mantenerlo durante ia g8stación y finalmente ha-
cerse e-argo de su nutrición durante los prim2ros mes,es de la vida 
extrauterina. Ahora bien: ,en el desarrollo y mant2nimiento de 
todas estas funciones desempeña un papel primordial el equili-
brio de varias hormonas, elaboradas por las glándulas endocri-
nas en intima relación con la ganada femenina . Y así podemos 
afirmar que el ovario tiene relaciones estrechas con todas las 
glándulas endocrinas (timo, tiroides, epifisis, corteza suprarre-
nal). pero especialmente interesantes con el lóbulo anterior de 
la hipófisis. 
Las r·elaciones con las primeras de estas glándulas son to-
davía mal conocidas; la coincidencia de la regresión del timo 
con el despertar funcional del ovario permite sospechar una ac-
ción frenadora de aquél sobre éste; en cambio, el tiroides esti-
mula por int~rmedio del recambio g1eneral 1el funcionamiento 
del ganado femenino. 
En cuanto a las relaciones con el sistema córticosuprarr·enal, 
todo induce a suponer que -ellas se efectúan por intermedio del 
,ébulo anterior de la hipófisis. 
Pero la función sexual femenin a, en su triple aspecto game-
tog,énico, estrogénico y progestac;ional, está regulada por el sis-
tema hipófiso-ovárico , o sea ,el conjunto formado por el lóbu-
lo anterior de la hipófisis y el ovario. A su vez, ·el lóbulo anterior 
sufr,e la influencia reguladora de un mecanismo hipotalámico, 
que aunque no bi,en conocido en los detalles de su fisiología, es 
a no dudarlo, de gran importancia. 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 341 
Sistema hipófi'so-ovárico 
Aun cuando las interrelaciones fun cionales de es te sist ema 
~ólo se han eomproba do en animaies de experimenta ción es pe-
cialmente •en la rata, ya que la exploración en la mujer resulta 
a todas luces casi inaccesible, aceptamos en la a ct ualidad y como 
elementos básicos los siguientes: 
l. Las células basófilas del lóbulo anterior de la hipófi sis. que 
f' laboran 1as gonadotrofinas A, B y pr obablemente también la C; 
2'- Las célu1a.s de la teca y de la granulosa y el cuerpo ama-
r illo en la primera parte d e su desarroilo , que elaboran los e:stró-
genos, y 
3. El cuerpo amarillo, qu,e elabora la progesterona. Pero an-
t es de estudiar sus ínter-relaciones, cre_am-os conveni,ente aclarar 
r.ues tro concepto en relación con la nomenclatura adoptada por 
nosotros ,en el presente trabaj-o. 
En efecto: llamamos "gonadotrofinas" a las hormonas del 
~óbulo anterior de la hipófisis. por indicar que e jercen una ac-
ción trófica sobre las ganadas, tanto femeninas como m a.scuii-
nas. El nombre de Hormón folículo-estimulante , F . S. H. , de la 
escuela norteamericana, nos parece inapropiado o al menos s·e 
puede prestar a confusión ya que si bien ,es cierto qua en la hem-
bra ej,erce una acción de maduración foiicular , en el varón la 
misma hormona provoca la maduración del epitelio germinati-
vo espermático. Llamamos, pues a este hormón : Gonadotrofina A. 
Igual sucede con el factor luteinizantie, represantado por las 
letras L. H. , de la nomenclatura americana, que tan sólo indica 
su acción sobre ,eJ desarrollo del cuerpo amariLlo en la h embra. 
pero omite tácitament·e su acción trófica sobre las células de 
Leydig, que regula la producción de andrógenos en ·al varón. Lla-
mamos a este hormón: Gonadotrofina B . 
En cuanto al tercer hormón, conocido con los nombres de 
"prol-actina", mamatrofina, galactina u hormona lactogénica y 
más tarde con el nombre de lúteotrofina u hormona luteotrófica, 
cr,eemos que deba llamarse también Gonadotrofina C, para evitar 
la confusión con e l factor luteinizante, mencionado en el párrafo 
ant·erior. 
Hecha esta salvedad, mencionaremos a continuación las in-
terrelaciones entre los elementos integrant·es del sistema hipófiso 
ovárico . Las podemos sintetizar como sigue: 
342 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
1- Gonadotrofina A: u hormón folículo-estimulante. G. 
T . A., en abreviatura española; "F. S. H . o H . F ¡ E" en abreviatu-
ra ingle;,c:a. Producida al parec,er , por las células basófilas del ló-
bulo anterior, estimula el desarroilo de los folículos h asta su ma-
duración y m anti-ene el trofismo del fol ículo de Graaf. La falta 
de es te hormón, ·impide la maduración folicula r y por consiguien-
te los folículos madurantes se atre.sian- La gonadotrofina A, no 
provoca ninguna .secreción hormona i y por consiguiente, no tiene 
acción sobre la producción de estrógenos en e-1 ovario . 
2. Gonadotrofina B: u hormón luteinizante. Abreviatura "G. 
T. B" en nuestra lengua; "H. L. o L. H. en lengua inglesa, llama-
da también "metak·entrina", prolan B o gonadotrofina Gi, provo -
ca en la h embra fa ovulación, y lut1~~'n ización de los fÓ i culos ma-
duro.s -e induce la secreción de estrógenos, por las células de la 
teca. Sobre el cuerpo amarillo, aparte de provocar su desarrollo , 
no puede mantener su trofismo y por consiguiente no logra pro-
vocar la secreción de prog-est~rona. 
3. Gonadotrofina C: hormona luteotrófica o lúteotrof ina, abr·e-
viatur ::i, española "G . T. O.", de efectos hasta la fecha reconoci-
dos únicamente en la hembra, mantiene el trofhmo de,l cuerpo 
amarí1lo ya desa rrollado por acción de la gonadotrofina B, y pro-
voca la .secr eción de progesterona. En el puerperio, induce -ade-más , la secNción de leche, por la mama previamente desarrolla-
da y sensibiliza da por acción de los estrógenos. 
4. Los estrógenos, o mejor dicho, el estrad:iol, inhiben la pro-
ducción de G. T. A. y estimulan la secreción de gonadotrofinas 
B. y C. 
5·. La progesteronl:1 inhibe ia producción G. T . B- y probable -
men t e estimula la producción de G. T . A. 
Los aspectos precedentes integran pues, el mecanismo in-
trín seco del sistem a hipófiso-ovárico. La acción extrínseca del 
sistem a .se rea liza por medio de las gonadotrofinas que rigen la 
ovulación, la producción de e.str-adiol y de progesterona. 
IEll sistema hipófi.so-ová rico cumple su func ión en forma cí-
clica proporcionando cada 218 días un óvulo fecundable y la pre-
paración uterina adecuada para su nidación. Este fenómeno cons-
tituye ·el ciclo men struaJl. Es claro, que durante los primeros años 
de la vida, el sist em a h ipófiso-ovario no funciona en form a de-
finida por lo cua l su d·esarroHo paulatino y su integración deben 
ser es tudiados previamente. Por otra parte, si el óvulo es fecun-
dado , el organismo sufre profundas alteraciones al ser invadido 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 343 
por hormones de orig,en cor~o-placentario para participar , más 
tarde, ,en la iniciación y mantenimiento de la lactancia. 
Por último. el sistema hipófiso-ovárico agota definitivamen-
te su funcionamiento cíclico, al anularse su polo ovárico duran-
te la m enopausia. 
Aclarados ·estos conceptos, sigamos a la mujer a lo largo de 
sus diversas etapas precisando, en cada una de ellas, los rasgos 
hormonales y fisiológicos más sobresalientes. 
En la vida d:e la mujer , podemos distinguir desde su naci-
miento h asta la senectud, •las siguientes etapas crono1'ógicas : ni-
ñez, infancia. adolescencia, madurez sexual y climaterio . 
En la niña recién nacida se produc,en evidentemente a lgu-
nas alteraciones ováricas, uterinas. vaginales, vulvares y mama-
rias, independientes del sistema hipófiso-ovárico y provocadas por 
las gonadotrofinas y estróg·enos placentarios o por su supresión 
brusca acaecida a l nacimi-ento. Por eso no debe aiarmarnos la 
presencia de discreta metrorragia o la producción de leche o ca-
lostro que se observa en algunas niñas al nacer y que en a lgunas 
religiones es signo de predestinación o bu,en augurio. 
Todas estas manifes taciones son de breve duración y duran 
tie tr-es dias a tres semanas. Una v•ez de.saparecidas. el aparato 
genital qu eda en reposo y el sistema hipófi.so-ovárico no ejerce 
influencia alguna sobre el organismo h as ta que se ac-ercan i·os 
años prepuberales. 
Niñez. La niñez es el período de la vida que &f!I inicia después 
del nacimiento y se prolonga h asta la adolescencia. Durante esta 
época cuya caracteristica dominante ,es el crecimiento, debemos 
distinguir dos etapas: la primera o infancia, que se extiende des-
de el n acimiento h asta los siete a ocho años, épo,ca ·en ia cual ,el 
aparato genital permanece en estado de absoluto reposo, y la se-
gunda, llamada puericia, se prolonga desde los ocho hasta los doce 
años, época durante la cual, principia a esbozarse la diferenciación 
sexual. precursora de la adolesc,encia . Significa ésto que el sistema 
hipófiso-ovárico hasta entonc,es ,en reposo principia a func ionar 
activamente , condicionando modificaciones importantes tanto en 
los genitales como en los caracteres sexuales accesorios, que por 
es t a época principian a florecer. En ef.ecto: durante este período 
asistimos al desarroHo del útero, a la diferenciación neta de la 
ampolla de la trompa, al desarrollo armónico de los labios de la 
vulva y del clitoris y los senos principian a esbozarse. Hormonai -
mente, comprobamos la presencia de gonadotrofinas y estróge-
nos en la orina y sangre respectivamente. 
344 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
Adolescencia 
Constituye el per íodo de la vida que se extiende desde la pue-
ricia hasta la compi.eta madurez sexual , o s,ea aproximadamente 
entre los doce y ios diez y ocho años. Dentro de[ per odo ele la 
adolescencia, el momento mejor definido ·es la pubertad ( del la-
t ín "pubertas", que significa, aparición del vello) , pern que no 
debe confundirse con la ado j.esc·encia, ni con la m enarca o pri-
mera m,enstruación. En efecto : entendemos por adolescencia aque-
lia época de la vida en la cua l y ele una manera gradua1 se rea!i-
,:an y completan las transformaciones que harán de la niña una 
muj er; por puberta d, entendemos , el momento en que e1 conjunto 
de cambios omáticos y s•exuales implican la aptitud para la r e-
producción, pero que no es posible d•elimitar de una manera ,exac-
ta. La m enarca en cambio, implica un h echo fisiológico definido , 
cuai es la primera hemorragia vaginal. Partiendo de- la menar-
ca, como hecho fisiológico fundamental, dividimos la a dolescen-
cia en dos períodos claros y definidos: pre y postmenárquico. 
cons tituyendo el prime ro, la continuación casi insensibl,e de la 
puericia. mi,entras que el segundo s,e prolonga gra dualmente con 
la madurez sexua'1. 
Ei período priemenárquico y no prepuberal como equivocada-
m ente solemos llamarlo - ya que éste forma parte integrante de 
la a dolescencia- dura de uno a dos años caracterizán dose por 
la a parición de ciertos caracteres sexuaj.es .secundarios, por la 
acentua ción de otros ya esbozados anteriormente, por el aumen-
to de la talla y por la iniciación de importantes cambios psíqui-
cos. En el periodo postmenárquico - no postp-uberail- se acentúa 
y compl,em entan las trans formaciones antes citadas pero el r asgo 
más característico ,está dado por la aparición y r·epetición c~clica 
de la menstruación . 
Modificaciones somátioas en la adolescencia 
El comienzo de la ado,j.escencia está marcado por una acele-
rac i,ón del crecimiento que hace que las mujeres excedan en ta -
lla a los varones de la misma edad, situación que se mantiene 
hasta la aparición de la menarca. Este crecimiento acelerado for-
ma parte de la modalidad del desarrollo somático de la muj er, 
que hasta los cuatro años s,e desarroUa preferentemente en an-
cho; de los cinco a los siete años, en alto; de los ocho a los diez , 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA . 34á 
en ancho; de 1os once a los quinc,e ,en alto y de los quince a los 
veinte, nuevamente en ancho (Stratz). 
La conformación somática, que a partir de los seis o si<ete 
años muestra difer,encias definidas entre el varón y la mujer, su-
fre, en esta última, alteraciones profundas a partir de los diez u 
once años. El tórax se ensancha, el tronco se alarga en relación 
con los mi<embros; 'la talla iguala a la braza; la distancia vér-
tex-púbis iguala a la distancia púbis-planta. El cabello aumenta 
y comi,enza a insinuarse el vello pubiano primero y axilar des-
pués (pubertad). La cara se redondea; el tejido adiposo se acu-
mula en regiones electivas: hombros, regiones mamarias, abdó-
men, nalgas, r·egiones trocantéreas y muslos. 
A su vez, la pelvis se ensancha para dar cabida al útero en 
pleno desarroHo, y el contorno del cuerpo se redondea contras-
tando con el contorno anguloso d•el varón. 
Todos estos cambios se van estableciendo con ritmo varia-
ble, relacionados con múltiples factores y en tanto, que en algu-
nas niñas se completan rápidamente, en otras, se desarrollan de 
manera más },enta y gradual. Por lo general. ,estos cambios sue-
len ser tanto más rápidos, cuanto más precoz se presente la me-
narca. 
Modificaciones del aparato genital 
A la vez que estos cambios somáticos aparecen en la niña 
adolescente, los genitales, tanto internos como ,externos adquie-
ren .su mayor florecimi-ento. La vulva adquiere sus característi-
cas normales, colocándose en situación más posterior; la vagina 
se alarga; su epiteli-o aumenta de espesor; sus células se cargan 
de glucóg·eno para adquirir sus caract.ieristicas anatómicas y fi-
siológicas normales. 
El útero continúa aumentando de tamaño a expensas del 
cuerpo y no solamentecrece en longitud, sino también, en sus 
diámetros transversos por el mayor desarrollo del parametrio. El 
predominio del cuerpo sobre el cuello se acentúa y la anteversión 
comienza a esbozarse. El -endometrio aumenta de espesor obser-
vándose ya la diferenciación de sus dos capas : basal y funcional. 
Durante este período y bajo la acción de los estróg•enos cir-
culantes, se desarrolla el tejido conjuntivo sub-peritoneal que 
constituirá el retículo periuterino, de tanta importancia en el 
mantenimiento ,q.e la posición normal del órgano. 
346 . , ,RBV~S'¡'A COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
Las trompas, presentan en la adolescencia un verdadero bro-
te de crecimiento caracterizado .por la desaparición de las ondu-
laciones del período infantil y por la modificación del epitelio 
que toma ahora las características propias de la mujer adulta. 
El .oviario, durante este periodo continúa su desarrollo, au-
mentado de peso y de tamaño de acuerdo con la curva de tipo 
g,enital. Desde el punto de vista histológico, se •efectúan una se-
ri·e de cambios importantes que podemos resumir así: 
a) El estroma prolifera intensamente separando, por así de-
cirlo, a los folículos pr-imordiales que se encuentran agrupados en 
el ovario infantil. 
b) Disminución progresiva del número de folículos. 
c) Maduración de numerosos folículos que terminan en atre-
sia folícular. 
d) Marcada ingurgitación vascular , y 
e) Ausencia de cuerpo lúteo. 
Modificaciones hormonales: Los cambios característicos de 
la adolescencia son debidos ai• aumento de la actividad hipofisia-
ria -suj eta a su vez a estímulos todavía no bien establecidos-
que se traduce en el aumento de producción de gonadotrofinas, 
que estimulan en forma marcada ,el ovario. ,En éste se produce. 
como ya hemos visto, proliferación del estroma y aumento del 
número de fol ículos que maduran, los cuales en su totaiidad. du-
rant,e los años premenárquicos terminan en la atresia. hasta 
que en un momento determinado, uno de los folículos maduran-
tes alcanza la madurez (folículo de Graaf) , estalla y la granulo-
sa se transforma en cuerpo amarillo. Este ciclo termina, pues, en 
la primera menstruación, es decir, ,en la menarca. 
Simultáneamente con estos cambios ováricos y como conse -
cuencia directa de ellos, la producción de ·estradiol y prog,estero-
na va en aum ento. hasta alcanzar los umbrales necesa rios para 
provocar los cambios somáticos y sexuales que sufre el organis-
mo durante la adol-escencia. 
Al aproximarse la menarca, la excreción de gonadotrofinas 
que a los diez años apenas liega a 1'0 unidades. asciende hasta 
2,0 o más para alcanzar paulatinamente, los valores normales de 
la mujer adulta (5'0 unidades ratón aproximadamente, al pro-
mediar el ciclo ) . 
Los estrógenos ováricos también aumentan a partir de los 
once años, variando la excreción diaria entre 510 y 2'50 unidades 
internacionales en las 2'4 horas. Entre los trece y quince años, la 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 347 
excreción se acen.túa, con valores que pueden fluctuar entre 200 
y 40<0 unidades. Los andrógenos y los 1.7 cetosteroides también 
aumentan y son la expresión de los cambios que ocurren duran-
te esta época, en la suprarrenal. Los primeros se eliminan en can-
tidad de 0.5 a l,2 mg. y ·los segundos ascienden lentamente has-
ta alcanzar •en el momento de la menarca una ,excreción diaria 
de 7 a 8 mg. 
Modificaciones psicológicas 
Las modificaciones psicológicas que tienen lugar durante la 
adolescencia son siempr,e profundas y afectan al conjunto de la 
vida psíquica de la mujer. Unas, ,están directamente relaciona-
das con los fenómenos de la maduración sexual y otras en cam-
bio, pueden ser independientes aunque pueden mostrar cierto 
paralelismo. 
A decir verdad, estas alteraciones psí.quicas constituyen un 
tema de vastos alcances imposibles de abordar en este somero 
estudio, pero podemos adelantar que sus desviaciones patol-ógi-
cas pueden ser numerosas incluyendo complejos de inferioridad, 
reacciones histéricas, inclinaciones hetero u homosexuales, mas-
turbaciún, etc. 
Men1arca 
Con esta ,palabra, originada del griego y que etimológicamen-
te significa: comienzo deil mes, designamos la aparición de la 
primera h emorragia genital, que clínicamente corresponde a la 
primera menstruación. Constituye el' rasgo más característico de 
la adolescencia y reviste excepci·onal importancia puesto que es 
la manifestación más objetiva e impresionante, tanto para la 
n iña , como para los famHiares que la rodean. La edad en que se 
presenta ,en nuestro medio, puede dejarse entre los once y me-
dio a los catorc-e años, pero con numerosas dzsviaciones que no 
llegan a constituir anormalidad. La primera menstruación no 
significa ovulación y el1 mecanismo de su producción puede ser 
el bi-fásico normal, pero corrienremente como no existe ovula-
ción, ni formación d·e cuerpo amarillo, el ciclo ,es monofásico, lo 
que constituye un período de esterilidad fisiológica, que dura un 
tiempo más o menos variable. 
La aparición de la menarca fuera de los términos físio1'ógi-
cos, da lugar a la pubertad o menarca precoz, cuyos límites se 
348 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
han fijado por debajo de los füez aüos, y a la pubertad o menar-
ca tardía, cuando ésta se retrasa. Estas desviaciones forman par-
te de diversos síndromes, cuyo análisis será objeto de comenta-
rios posteriores. 
Maqurez sexual 
La madurez sexual, es el período de la vida femenina que sin 
límites bi>en precisos, continúa a la .adolescencia y se extiende 
hasta •el climaterio, del cual tampoco se separa de una manera 
bien definida. En edad, se extiende aproximadamente entre los 
diez y ocho y los cuarenta y cinco .años. Lo típico de ,esta época 
en la vida de la mujer, es el ciclo sexual ya estabilizado, después 
de los habituales titubeos de la adolescencia. 
Como ciclo sexual, dresígnase a un conjunto de modificacio-
nes psísosomáticas condicionadas por estímulos hormonales que. 
aunque se ejernen sobre todo el organismo, tienen su expr,esión 
más evidente en el aparato genital. por lo cual lo llamamos tam-
bién ciclo genital. El objeto de este ciclo es trasoendental puesto 
que, al preparar a la mujer para cumplir su función específica 
que es '1a reproducción, asegura la perpetuación de la especie. 
Múltiples factores intervienen en la vida de la mujer, para que 
la finalidad de este ciclo no sea rigurosamente cumplida, la fe-
cundaci,ón no tenga lugar y el ciclo termina entonces, con la 
menstruación. La frecuencia con que obs•ervamos este ciclo no 
reproductivo, hace, que en la práctica lo consideremos como fi-
sio,1.ógico. 
' 
Existe además, -otro tipo de ciclo caracterizado por una he-
morragia uterina, similar a una menstruación, pero que .presen-
ta una falla en una de sus etapas. lo que impide la fecundación. 
Por lo tanto, en la mujer que ha alcanzado su plena madurez 
sexual, podemos observar tres tipos de ciclos sexuales a saber: 
a) El cicl'O fértil o trifásico, que termina con el parto. 
b) El ciclo difásico, potencialmente fértil que termina con 
la menstruación, y 
c) El ciclo monofásico, fatalmente infértil, que termina con 
una metrorragia. 
Desde el punto de vista de nuestro estudio, interesa que es-
tudiemos y en algún detalle , el· ciclo difásico cuya exterioriza-
ción clínica es la menstruación. 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 349 
Cicfo menstrual 
Podemos pues, llamar ciclo mens~ual al conjunto de mo-
dificaciones cíclicas que tienen Iugar en el- sistema hipófiso-ová-
rico y caracterizadas por: a) maduración del folículo y ovula-
ción; b) formación del cuerpo amariHo; c) cambios marcados 
en los ór~anos sexuales accesorios, especialment,e en el endome-
trio y d) disgr,egación y desprendimiento de este último, ·es de-
cir, la menstruación. Simu'1táneamente con ,estos cambios básicos, 
se producen ciertas modificaciones cíclicas en el resto del orga-
nismo. 
1 
En la mujer el cielo menstrualdura W días, pero se pueden 
considerar como límites extremos de lo normal 211: a 36 días. Co-
m1enza con la menarca, o más frecuentemente a continuación 
de los ciclos monofásicos que siguen al ésta, se interrumpe duran-
te el embarazo y desaparece definitivamente con la menopausia. 
Al estudiar el ciclo difásico v,eremos que la mestruación, no 
es sino la resultante de cuatro ciclos fisiológicos, metódica y or-
denadamente superpuestos a saber: un ciclo hipofisiario, un ci-
clo ovárico, un ciclo hormonal ovárico y un ciclo uterino. Estu-
cliémoslos brevemente: 
l. Ciclo hipofisiiario: Plenamente demostrado por los traba-
jos ,experimentales de B . Aschner, Cushing, Zondek y otros, se 
caracteriza por la producdón de hormonas que van a estimular 
la gonada femenina. En la actualidad se aceptan dentro de es-
tas gonadotrofinas hipofisiarias, tres hormones identificados co-
mo entidades químicas y funcionales que son las que van a dar 
lugar al llamado ciclo hipofisiario estudiadas ya en párrafos 
anteriores. Por intermedio pues, de las gonadotrofinas A, B y C 
el ovario se pone ,en marcha para constituir ,el segundo · eslabón 
de la cadena. 
2. Ciclo ovárico: Esencial ,e histopatológicamente hablando. 
este ciclo se caracteriza por el desarrollo del folículo de Graaf, 
su maduración y la transformación del folículo en cuerpo ama-
rillo-
En el folículo que madura se observan, hablando de una ma-
nera esquemática, los siguientes procesos: 
a) Proliferación de las células de la granulosa; 
b) Formación de una cavidad que contiene líquido folicular , y 
c) Aparición de las tecas interna y externa y desar!'.9110 de ca-
pas conjuntivas y vasculares. 
35Ó REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
Al producirse la ruptura ovular, los vasos capilares de la te-
ca invaden la capa de células de •la granulosa, las cuales aumen-
tan de volumen y se cargan die inclusiones lipoídicas -células 
Iuteínicas- quedando constituido el cuerpo amarillo. Modifica-
ciones similar,es obsérvan.se en la.s células teca'1es: algunas, po-
liédricas y claras se individualizan con el nombre de células Iu-
teínicas granulosas, (granulosa ' lutein cells) y otras, más peque-
ñas y dispuestas en trab,éculas o espolones conocidos con el nom-
bre de células luteínicas-tee;ales (theca lutein o paralutein-ce1ls) . 
Hacia el 2'2: o 2,3 d ía del ciclo. el cuerpo amarillo empieza a re-
gresar, pero lo hace de una manera :lenta y gradual. 
3·. Ciclo hormonal ovárico: Está netamente caracterizado, por 
la producci,ón Jenta y metódica de dos hormones producidos a 
expensas del o de varios folículos y del cuerpo amaril~o. Los fo-
lículos producen ,el, estradiol y el· cuerpo amarillo produce la pro-
gesterona. La curva de producción de estos hormones podemos 
relacionarla con la ovulación, observando en la fase pre-ovula-
toria un aumento progresivo de estrógenos, cuyo pico más alto 
se encuentra momentos antes de la ovulación, y la segunda fase, 
o post-ovulatoria regida en su mayor parte por accióil; de la pro-
gesterona. Y decimos,1 en su mayor parte. porque es erróneo pen-
sa r que durante ,esta fase desapareoe la producción de estróge-
nos que, aun cuando •en grado menor. continúan produciéndose 
a expensas po,siblemente de las células luteínicas tecale.s del 
cuerpo amarillo. 
4. Ciclo uterino: Las modificaciones que experimenta el úte-
ro durante el ciclo menstrua}, son a no dudarlo, las más pronun-
ciadas de todas las que ocurren en el organismo. Las que se pro.-
duoen e.n el endometrio; son con todo. las más significativas co-
mo que constituyen la causa directa de la menstruación. 
Modificaciones del endometrio: Bajo el imperio del estímulo 
hormonal ovárico •el endometrio ,experimenta un constante y pe-
riódico proceso de proliferación y de .secreción que pasamos a es-
tudiar en seguida. 
Fase de prolif.eración: Se inicia prácticamente al terminar 
la menstruación y se extiende hasta el momento de la ovulación, 
Corresponde pues, a la fase pre-ovulatoria y está condicionada 
por el estímulo poderoso del estradiol, constituyendo en conse-
cuencia, la fas,e estrogénica d•el cicLo. 
En el comienzo, desd·e el 5 al 7 dia, las dos capas endometria-
les -basal y funcional- muestran poca diferenciación. Su •espe-
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 351 
,sor ,es de uno a dos milímetros y sus elementos histológicos se 
caracterizan por la presencia de células columnares, cilíndricas; 
de núcleo basal que se disponen en formaciones glandulares tu-
bulares, de trayecto rnctilíneo, perpendiculares u oblicuas a la 
superficie interior del útero. 
A partir de esta etapa inicial las dos capas ,endometria1'es 
ti<enen funciones diversas. En tanto que la basal sufr,e: pocos cam-
bios y muestra pocas alteraciones aparentes al cambiante equi-
librio hormonal. la funcional se modifica profundamente. !En efec-
to : bajo la acción del estradiol, sus célul•as presentan mitosis en 
número creciente. proliferan y las glándulas. de rectilí.neas, se 
hacen tortuosas. Al final de esta fase , el ,epitelio alcanza un es-
pesor de 3 miHmetros y medio y en este momento. debe produ-
cirse la ovulación. 
Fase de secreción: Después de la ovulación se inicia la fase 
de secreción, regida por la progesterona cuya producción inicia 
el cuerpo amarillo. Corresponde pues. a la fase post-ovulatoria 
del ciclo o fase progestacional, durante 1,a cual el endometrio su-
fre las modificaciones que la harán apta para la nidación del 
óvulo fecundado. 
En un principio la mucosa conserva el mismo espesor, pero 
las células comienzan a vacuolizarse, aumentan de volumen y 
se manifiestan los signos secretorios que quedan retenidos den-
tro de la propia célula. Su carga de glucógeno aumenta (fase 
folicu'loluteínica con glucógeno masivo de Moricard) y a partir 
del 21 día del' ciclo, el espesor ·endometrial, está muy aumenta-
do. En el ápice ceJular se observa el producto de secreción que 
pasa a ocupar la luz de la glándula que t·erminan por plegarse 
ante el aumento de número y tamaño. En este momento, la ca-
pa funcional muestra dos porciones netamente diferenciabl'es: 
la primera. más superficial que se llama compacta y la segunda, 
más profunda, intermedia entre la primera y 'la basal y consti-
tuye la capa esponjosa. La compacta · queda constituida por los 
cuellos glandul<ares con abundante edema y vasos sanguíneos di-
latados. La esponjosa está formada por los cuerpos glandulares. 
con menor edema y vasodilatación. 
Al final de la fase' de secreción, el espesor del endometrio al-
canza hasta W milímetros y por su forma particular. se la cono-
ce con el nombre de glándula en serrucho. 
Modificaciones vascular•es: Desde los trabajos clásicos de 
Daron, Bartelmez y Markee, -no podemos dejar pasar inadverti-
352 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
do el importante papel que, en el fenómeno de la menstruación, 
de.semp·eña el sistema vascular del endometrio. En efecto: está hoy 
plenamente demostrado que los vasos sanguíneos que irrigan al 
endometrio, sufren una serie de modificaciones, relacionadas di-
rectamente con el juego1 hormonal del ovario, que importa cono-
cer a fondo . 
La irrigación del endometrio es proporcionada por ramas 
arteriales procedentes del miometrio que forman un arco sub-
yacente y paralelo a la mucosa uterina. De este arco, se despren-
den y perpendicularmente, arterias radiales muy cortas. que, al 
llegar al endometrio se sub-dividen en dos ramas: arteriolas des-
tinadas a la capa basal -no funcional del endometrio- y arte-
riolas espiriladas, llamadas también helicinas ( coiled arteries de 
los autores ingleses), destinadas a irrigar la porción funcional 
del endometrio. Durante la fase de proliferación se puede obser-
var ya. modificaciones rítmicas en las arterias espiriladas depen-
dientes de la acción de los estr,ógenos, que desaparecen bajo la 
acción de la progesterona durante la fase de secreción. 
Ahora bien, como en la fase premenstrual el espesor de la 
func~onal se reduce, las arteriolasespiriladas se ven obligadas a 
acentuar de una manera impresionante sus espiras, y horas an-
tes de la menstruaci,ón ( 4· a 24 horas) . se observa una vaso-cons-
tricción tan intensa, que expl'ica satisfactoriamente la anoxemia 
y la consecutiva necrobiosis con extravasación sanguínea. Pos-
teriormente a la vaso-constricci-ón, se forma un pequeño hema-
toma que, subepitelial al principio, hace luego hernia en la super-
ficie , rompiéndose finalmente y dando lugar a la salida de san-
gre oscura incoagulable. Los hematomas se producen sucesiva-
mente en distintas zonas, . de tal manera que las leves hemorra-
gias se van sucediendo paulatinamente, durante un lapso de 48 
a 5,0 horas. 
La mucosa se necro.sa. únicamente hasta la capa basal, por 
que los vasos que irrigan a ésta no modifican su caudal vascu-
lar. Aunque no hay pruebas clínicas que expliquen específica-
mente el origen de las alteraciones vasculares. lo evidente es 
que son la causa inmediata de la hemorragia. La constricción 
de la arteriola se efectuaría por la contracción de las fibras 
musculares de la porción má.s interna del miometrio ( cono de 
contracci,ón de Daron); para Hamblen, obedecería a un princi-
pio vasoconstrictor presente en la sangre durante la menstrua-
ción, que afectaría únicamente a estas arterias. Bartelmez su-
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 353 
giere la existencia de un hormón especial. Cua lquiera sea el me-
canismo. es evidente que la tortuosidad de las arteriolas espi-
riladas contribuye a retardar la corriente sanguínea con el con-
secutivo edema y diapedesis. 
Fase d,e descamación y de regene~.ación: El rasgo hormonal 
caracter:stico de esta fase , que es el que rige su determinismo, 
e& ia supresión de la acción hormonal. Dejan de actuar sobre 
e1 endometrio, tanto el estradiol como la progesterona. 
La fase de descamación corres ponde, pues a la menstrua-
ción. En una etapa premenstrual, que precede en horas a la apa-
rición de esta última, se observa en toda la capa funcional las 
sigui·entes alteraciones: infiltraciún leucocitaria , degeneración 
ceiular. colapso de las glándulas. reducción a la . mitad del es-
pesor de la funcional y ruptura de capilares y venas. 
Este último fenómeno . la isquemi'a y la necrosis del epite-
lio, condicionan la aparición de la hemorragia menstrual. Toda 
la capa funcional -algunos autores consideran que no es nece-
sariamente toda- se desintegra, y se desprende en fragmentos. 
Simuitáneamente con estos cambios, que ocurren entre el 2:8 
y el 4 día del ciclo, se inicia la regeneración endometrial a partir 
de la capa basal ,en distintas porciones de la superficie uterina , 
dándose comienzo a las fases iniciales del ciclo siguiente. 
Mecanismo hormonal: Para que estos cuatro ciclos que aca-
bamos de estudiar puedan sucederse de una manera regular, pe-
::íodica y coordinadamente, es n ecesario un ajuste hormonal per-
fecto . cuya interpreta ción más aceptada pasamos en seguida a 
comentar : 
l. Bajo el estímulo de la Gonadotrofina A. se produce la ma-
duración de ,un ci'erto número de folículos, uno de los cuales tan 
solo. alcanzará la madurez completa para condicionar la ovu]¡a-
ción. Al mismo tiempo, la secreción progresivamente creciente de 
Gonadotrofina B, estimula la secreción paula tina de estradiol, 
cuyo máximo se alcanza poco antes de la ovulación (Fase pre-
ovulatoria, regida por acción de los estrógenos y aumento primi-
tivo de G. T. A -). 
2. El estradiol inhibe la producciún de G . T . A. , y por lo tan-
to, mientras él aumenta ésta decrece, y estimUJla la producción 
de gonadotrofinas B. y C. Su aumento al nivel máximo sería la 
causa de la ovulación. A continuación de 1'a ovu1'ación, la Gona-
dotrofina B, ,estimula el desarrollo del cuerpo amarillo, en tanto 
que la gonadotrofina C, promueve la secreción de progesterona. 
354 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
Estos cambios condicionan la fase postovulatoria, regida por la 
secreción predominante de progesterona, pero durante la cual se 
vuelve a producir un nuevo aumento de estrógenos, procedentes 
del cuerpo amarillo. 
3·. La progesterona; cuya secreciún va en aumento progresi-
vo, inhibe la secreci,ón de gonadotrofina B. Cuando ésta disminu-
ye, disminuye a su vez el estímulo de la secreción de estrógenos 
que son los que frenan la secreción de gonadotrofina A- En con-
secuencia, la Gonadotrofina A libre de su freno , aumenta su pro-
ducción, actúa sobre los folículos madurnntes y el ciclo vuelve a 
comenzar. 
Las modificacione.s hormonales que acabamos de estudiar, 
bastarían para explicar de una manera teórica al menos, e.l rit-
mo del ciclo menstrual pero es seguro que sobr,e •ella obran tam-
bién otra clase de influencias, especialmente de orig,en nervio-
so. El hipotálamo merced a su vecindad anatómica y a sus co-
ne~ones nerviosas, podría modificar este ritmo mediante ·estimu-
las nacidos de este importante órgano, cuya consecuencia puede 
ser fenómenos d,e inhibici,ón o de exitación, lo que trner ;a apare-
jada s alteraciones varias en el ritmo menstrual. 
Mecanismo de la m:enstruación: La causa que provoca la he-
morragia menstrual ,está r•elacionada .primero, con los cambios 
sufridos por la mucosa uterina durante las fases de proliferación 
y de secreción, y ,en segundo lugar, con modificacionei;¡ die las ar-
teriolas ,espiriladas. Después de las fases preparatorias ,la necro-
sis endometrial está relacionada con la desaparición brusca de 
la circulación de los dos hormones ováricos. 
Pero saber con precisión cuál de éllas tiene el papel predo-
minante, y cuál es el mecanismo íntimo del fenómeno de la ne-
crosis es cuestiúri hasta la fecha muy debatida. No obstante , por 
experiencias practicadas en animal,es y por el conocimiento que 
tenemos de la aplicación de hormones ováricos en clínica, pode-
mos dar a este fenómeno la .sigui,en te interpretación: 
Todo se inicia con la supresión de los ,estrógenos ; 1a desapa-
rición de la progesterona tiene un papel secundario. La dismi-
nución del es tradiol provoca en efecto, la deshidrataciún y la re-
ducción de la capa funcional del ehdometrio como ya lo hemos 
visto. Como consecuencia de esa disminución en su espesor, las 
arterias espiriladas acentúan :sus circunvalaciones y se produ-
ce el ,éstasis sanguíneo, que desempeña como sabemos, un papel 
fundamental. 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 355 
El papel de los estrógenos y de la progesterona se pone en 
evidencia cuando, al faltar la, menstruación, ovariectomía por 
ejemplo , administramos dichas hormonas. 
Administrando una cantidad sufidente de estrógenos para 
llevar el endometrio a su fase de proliferación, se producirá una 
hemorragia endometrial -no menstruación- al suspender la me-
dicación, lo que puede ocurrir en un lapso de tiempo variable. A 
esta hemorragia la llamamos, hemorragia de supresión. 
El papel de la progesterona en cambio, se pone de manifies-
to cuando se admi,nistra con ,el endometrio en fase de prolifera-
ción natural o artificialmente provocada, desencadenándose una 
hemorragia, ésta sí de tipo menstrual que ocurre más precozmen-
te que en el caso anterior. 
Caracteres de la menstruación: Estudiado lo anterior pode-
mos pues, definir la menstruación "(:omo una hemorragia uteri-
na periódica condicionada por la desintegra ción de un endome-
trio progestacional, consecutivo a la ovulación y a la formación 
de cuerpo amarillo". Quiere esto decir, que para que se produzca 
una verdadera menstruación es necesario la concurrencia de los 
siguientes factore.s: a) maduración folicular y fase estrogénica; 
b) ovulación; c) formación de cuerpo amarillo y fa.se progesta-
cional, y d) necrosis del endometrio ,pro·eg-estacional. En esta for-
ma quedan excluidas de esta definición, las seudomenstruacio-
nes debidas a ciclos anovulatorios aún cuando en la práctica re-
sulta casi imposible establecer si se trata o nó de una v•erdadera 
menstruación, mientras no utilicemos m étodos especiales de diag-
nóstico.Vimos ya. que la pérdida de sangre se produce en distintos 
sectores de la superficie endometrial, en forma sucesiva, de lo 
cual depende la prolongación de la hemorragia. Dura un térmi-
no medio de 4 días aceptando como variaciones extremas. perío-
dos hasta de 8 d í.as. ·En este último caso, la hemorragia ef-ectiva 
dura 3 a 5 dias; lo demás es solo fluido .sanguinolento. 
Por lo demás, la sangre menstrual no es coagulable, debido a 
la pr,esencia de fermentos fibrinolíticos o .proteol íticos que ata-
can al fibrinógeno o a la fibrina; se mezcla con los restos del en-
dometrio descamado acumulándose en la cavidad uterina, y for-
mando una masa fluida y modelable que estimula· la contracción 
uterina. 
El miometrio, libre por su parte de la acción frenadora de l 
cuerpo amarillo, se contrae rítmicamente y al mismo tiempo que 
356 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
expulsa el contenido uterino, dilata el cuello por acción de sus 
fibras longitudinales. La sangre menstrual es así expulsada -en for-
ma de pequeñas eyaculaciones que se suceden a intervalos más o 
menos regulares. 
La sangre menstrual posee una marcada acción tóxica la que 
ha sido ·identificada como una toxina menstrual o menotoxina, 
por algunos autores, similar o semejante a la necrosina de otros, 
responsable, según estas hipótesis, de la necrosis epitelial. 
La suspensión de la hemorragia menstrual está regida en 
primer lugar, por la contracción del miometrio que actúa como 
una ligadura viviente y en segundo lugar por la epitelización de 
la herida menstrual debida a la proliferación d·el epitelio de los 
fondos de saco glandulares de la capa basal desnuda. mediante 
la acción estrogénica que se inicia con el nuevo ciclo. 
Modificacionies cíclicas en el resto de los genitales: Los hor-
mones del ovario ejercen una acción de carácter periférico lo 
cual quiere decir, que no ,solamente actúan sobre el endometrio. 
sino también y de manera rítmica sobre los demás órganos del 
aparato genital y el organismo, en g,eneral. Estudiémoslos sepa-
radamente. 
l. Miometrio: En la fase preovulatoria y bajo la acción del 
estradiol. las célula.s del miometrio son más cortas y su contrac-
tilidad parece estar aumentada, en tanto que durante la fase pro-
gestaciona1 o postovulatoria, las células se encuentran más alar-
gadas y su contractilidad está francamente disminuida por ac-
ción directa de la progesterona. 
2. Modificaciones oervica.Ies : En e1 cuello uterino también se 
han descrito algunos cambios cíclicos ,en sus elementos celulares 
que es interesante conocer. Durante la fase estrogénica las célu-
las epiteliales son chatas, pobres en citoplasma, con núcleos pe-
queños de ubicación basal en un principio. Después, se hacen más 
voluminosas. más altas y ricas en proto·plasma, con núcleo cen-
tral presentando en una etapa ulterior, signos evidentes de se-
creción. 
En la fase .progestacional, las células se hacen más irregula-
res y voluminosas con núcleo claro y fusiforme . Se desprenden 
durante la menstruación y en seguida comienza la r.aepitelización. 
3- Modificaciones tubarias. Aunque en grado menor que en el 
endometrio, la trompa participa igualmente de las modificacio-
nes hormonales del ovario, observándose durante la fas·e estro-
g.énica el aumento paulatino en altura, de todas las células bien 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 357 
sean ciliadas o nó y durante la fase progestacional, disminuyen 
de tamaño y adquieren apariencia secretoria. Durante la mens-
truación, la altura del epitelio se reduce, y adquiere nuevamente 
su aspecto inicial. 
4,. Modificaciones vaginales. El ciclo bifásico que preside el 
funcionamiento del aparato sexual haJ sido también tesoneramen-
te estudiado en la vagina, órgano en el que fue demostrado en 
forma concluyente en los animales de laboratorio : cobaya, rata. 
ratona y mona. 
Dierks empleando el procedimiento de las biopsias. fue el pri-
.;!lero en afirmar la existencia de modificaciones cíclicas vagina-
les en la mujer, durante las diferentes fases del ciclo sexual, go-
bernadas por el ovario. 
La mayor parte de los trabajos realizados posteriormente, 
coinciden en aceptar la aparición de cambios en la estructura 
del epitelio vaginal en el transcurso del ciclo sexual, pero la dis-
crepancia se pone de manifiesto cuando se trata de establec,er la 
.:-onstancia y periodicidad de dichas transformaciones o su corre-
lación con el ciclo ovárico . 
En 11933, Papanicolau pre.sentó su trabajo clásico, estudiando 
por medio de extendidos o frotis, las variaciones del contenido 
vaginaL en mujeres sanas, aporte científico de extraordinaria im-
portancia en nuestra práctica ginecológica. 
Sin entrar en detalle de los elementos celular,es del conteni-
do vaginal y de cuya variación cuanti y cualitativa nos valemos 
para estudiar el ciclo sexual en la vagina, aceptamos con Allen -
de. Shorr y Hartman, la existencia de 5 períodos que llamamos 
sucesivamente: menstrual. post-menstrual, pre-ovulatorio, post-
ovulatorio y luteínico. Dentro de esta sucesión, los períodos más 
característicos son los pre y post-ovulatorios, separados por lo 
que se ha llamado el pico de la ovulación. Su estudio en detalle, 
será objeto de otra conferencia. Podemos sí adelantar, y como he-
cho práctico fundamental que bajo la acción de los estrógenos 
el ,epitelio vaginal aumenta su ,espesor, las células aumentan de 
~amaño, el contenido de glucógeno ·es mayor y la capa superfi-
cial alcanza su pleno desarrollo. El epitelio muestra un excelen-
te estado trófico. Cuando faltan los estrógenos el trofismo es de-
ficiente , la maduración celular es incompleta. su tamaño dismi-
nuye y las capas más superficiales no se desarrollan. 
Las células del epitelio vaginal se descaman en la luz conser-
vando sus · características citológicas y ello se aprovecha para el 
358 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRI.CIA Y GINECOLOGÍA 
examen mediante el extendido vaginal. Este se llama trófico, 
cuando predominan las células más superficiales -cariopicnó-
ticas cornificadas, acidófilas- y es Ia expresión de una inten-
sa acción estrogénica. El extendido se denomina atr-ófico, cuan-
do predominan las células más profµndas -basófilas- y repre-
senta ia consecuencia vaginal de la falta de estrógenos lo que fa-
vorece además, la invasión leucocitaria. 
5. Modificaciones mamarias. De todos es sabido que días an-
tes de la menstruación las mamas se tornan más turgentes y pro-
ducen sensación de tensión o pesadez. En efecto, su estructura 
sufre modificaciones durante el ciclo: en los primeros días su es-
tructura es hipo·trófica ; a partir del 7 dí,a se va acentuando la 
proliferadón d,e los conductos y de los acinos, que pueden llegar 
a producir secreción en los últimos d;as del ciclo. 
6. Alteracíones psíquicas. Durante ~os primeros días corres-
pondientes a la menstruación. existe por lo g,eneral estado de de-
presión, inquietud irritabilidad, impulso de intemperancia y dis-
minución o abolición de la libido. Se acentúa la tendencia al re-
poso y existe cierta disminución de la capacidad intelectual y fí-
sica. 
Al aproximarse la ovulación, la mujer está en su período de 
mayor •euforia, aumenta por lo general la libido•, continuando es-
te bienestar hasta poco antes de la próxima menstruación . 
7. Alteraciones metab~li'cas. Es importante recordar, que se-
gún el momento del ciclo en que se observe a ,ia mujer, existen 
cambios metabólicos de alg:una importancia que pueden condu-
cirnos a falsas interpretaciones. En ef,ecto: durante la fase pro-
ge.stacional, por ej,emplo, se observa un ascenso del metabolismo 
basa1I, que desciende durante la menstruación. El colesterol des-
ciente durante la hemo,rragia menstrual y aumenta cuando ésta 
cesa. El sodio y los cloruros del plasma, aumentan durante la fa-
se estrogénica y descienden durante la fase progestacional. An-
tes y durante la menstruación, se produce retención de. sodio y 
agua, que condicionan aumentos de peso capaces de llegar a unkilogramo. Du¡rante la menstruacion. aumentan .igualmente ia 
e;afoemia y la fostatemia. 
8. Alteraciones cardiovasculares. Son, en general, poco signi-
ficativas , y entre lo que parece mejor demostrado puede citarse 
el aumento de la fragilidad capilar durante la menstruación. Eilas 
serian responsables de las hemorragias que se producen simultá-
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA ,359 
neamente con la menstruación en distintos territorios vasculares 
(menstruaciones complementarias), o reempiazando a la verda-
dera menstruación que falta para constituir las llamadas mens-
tru,aciones vicariantes. Estas hemorragias se producen preferen-
temente ,en tejidos de vascularización alterada, tales como mu-
cosa nasal, tejido celular sub-c,utáneo, vejiga, mama, etc. 
9. Alteraciones hematológicas. Es "igualmente interesante re-
cordar que durante la menstruación el número de glóbulos rojos 
y la hemoglobina disminuyen, aumentando durante la fase es-
t rogénica, La eritrosedimentadón, el ti-empo de coagulación y los 
anticuerpos en cambio, aumentan durante la menstruación. 
1:0. Tensión premensti:u.al. La tensión premenstrual. no es 
otra cosa que la exageración de las alteraciones psí.quicas que 
suelen presentarse antes de la menstruación- En esta forma las 
~nfermas experimentan cefalea, insomnio o neuralgias div·ersas; 
los fenómenos de t ensión mamaria se acentúan y existe una ma-
yor retención de sodio y agua lo que. puede provocar dolores pél-
vicos, meteorismo y otros trastornos menores. Estos fenómenos 
de tensión pr,emenstrual se deben posiblemente a una acción exa-
gerada de los estrógenos o a un mal m etabolismo de los mismos. 
Climaterio 
El "climaterio" (del latín: climactericus) que significa: es-
calón, es un período de la vida femenina de cierta extensión y de 
~imites imprecisos, que transcurre entre la madurez sexual y la 
senectud. época durante la cual. se produce la supresión progre-
siva de la función ovárica y se establece un nuevo equilibrio en-
docrino. Y así como ,en la adolescencia ,el síntoma más llamati-
vo es la aparición de la primera menstruaciún o menarca, en el 
climaterio, el hecho más significativo es la desaparición de la 
menstrua ción o menopausia (Palabra tomada del griego, y que 
etimológicamente, significa: cesación d1e1 mes). 
El término climaterio, significa perfodo crítico en la vida de 
la mujer y por consiguiente, podría ser aplicado a otras etapas 
en donde e l organismo f,emenino sufre mutaciones igualmente 
críticas, pero la costumbre lo ha consagrado para referirse de 
manera casi exclusiva, a la época de la declinación sexual de ,la 
mujer, 
Durante mucho tiempo e igualmente por costumbre, se han 
considerado s inónimos los dos términos: c,limaterio y menopau-
360 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
sia, lo que en rigor es ine~a cto, puesto qu,e la menopausia es tan 
solo un accidente en el complejo problema de ,la regresión sexual. 
Y de la misma manera que en la adolescencia, la menarca nos 
sirve d,e pauta para dividirla en dos períodos, la menopausia, en 
el climaterio, nos sirve de jalón para dividir en dos etapas este 
período de 1a vida d,e la mujer : pre y Post-menopáusica. 
Resulta interesante recordar, una vez aclarados estos con-
ceptos, que si bien es cierto que en el climaterio el hecho funda-
mental está constituido por el ocaso funcional del ovario y la atro-
fia consecutiva del aparato genital, en 1el resto del organismo se 
producen igua,lmente, modificaciones importantes que condicio-
nan una variada sintomatologia. 
Igualmente es curioso observar, que la regresión cronológica 
de las diversas etapas que originan la regresión sexual, se reali-
zan, siguiendo un orden estrictamente inverso del observado en 
la adolescencia, como si e l organismo descendiera ordenadamen-
te los peldaños que había ascendido a,l iniciarse en la madurez 
rexual. Y así, a l pre.sentarse el balbuceo d el ovario. observamos 
en ,esta época, alteraciones menstruales, cambios nerviosos y psí-
quicos que nos recuerdan aquéllos observados en la época del des-
pertar funcional de,l órgano. 
Pre-menopausia. Meses o años antes de presentarse la me-
nopausia, o desa parición definitiva de la menstruación, el orga-
nismo femenino experimenta una serte de cambios tanto psíqui-
cos como funcionales, que obligan a consultar al médico. En el 
orden psíquico y nervioso presentan alteraciones vago-simpáti-
cas, e n ocasiones intensas, caracterizadas por sudoraciones, an-
gustia, cefaleas, irritabilidad, etc. a lo cual podemns agregar e1 
temor fundamental o no de llegar a esta nueva etapa de la vida. 
En 1el orden funcional, presentan alteraciones m enstruales 
carcaterizadas por adelantos o retardos, hemorragias. vaginitis, 
etc. índiee del desfallecimiento progresivo del ovario. 
Como primera manifestación funcional en este período de la 
vida de la mujer. comprobamos 1a disminución y luego la anula-
ción de la capacidad de procrear, lo que significa una alteración 
en su función generativa que clínicamente se hace evidente, por 
las alteraciones del ciolo, anotadas anteriormente . Por eso es fre-
cuente observar durante la premenopausia, reglas cada 1,7 o 211 
nías (poli-menorrea), lo que induce a pensar en una falla o de-
ficiencia de la fase progestacional. aún cuando histológicamente 
podamos comprobar la existencia de un ciclo todavía difásico . 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 361 
A este período sigue e•l' de los ciclos monofásicos cuyas carac-
terísticas clínicas varían de acuerdo con su intensidad hormonal, 
pudiendo ser prolongados medianamente alargados o brev,es. 
En los cicolos monofásicos prolongados, se comprueba en el 
ovario la persistencia de un folículo madurante con hipertrofia 
granulosa y teca! y ausencia de cuerpo lúteo, lo que constituye el 
substrato histo-patológico de la metropatía hemorrágica clima-
térica ,como lo estableció Schróder. Todo lo cual se traduce clíni-
camente por metrorragias acíclicas prolongadas. 
En los ciclos monofásicos medianamente prolongados, se ob-
serva en los ovarios fenómenos de maduración incompleta, y atre-
.;,ia folicular recidivante que se suc:eden más o menos cíclicamen-
te, lo que se traduce en la colinica, por metrorragias periódicas se-
mejantes a menstruaciones, aunque algo más prolongadas. Lógi-
camente hay ausencia de cuerpo amarillo y e.n el endometrio en-
contraremos hiperplasia glandular discreta o recidivante. 
Finalmente, en los ciclos monofásicos bréves, los fenómenos 
de atresia folicular se inician más precozmente y en el endome-
trio se observa tan solo un comienzo de proliferacóin que corres-
pondería a un endometrio al 89 día del ciclo. Clínicamente se 
traduce por una amenorrea. 
Post-menopausia. En el período post-menopáusico y a medi-
da que aumenta la edad, obsérvase en ·los ovarios la desaparición 
progresiva de los folículos; el ade•lgazamiento, de la zona cortical 
que se pliega semejando circunvoluciones y el aumento de 1a zo-
na medular con proliferación del estroma. Los vasos presentan 
:gualmente signos claros de escloerosis. Durante este período en 
que asistimos a..l declinar histológico y funcional del ovario, com-
probamos también la regresión paulatina de todos los segmentos 
del aparato genital que demuestran un trasto·rno en su metabo-
lismo celular, condicionado por el déficit hormonal progresivo. 
En los genitales externos observamos el aplanamiento del monte 
de venus; pérdida de la elasticidad y atrofia de la vulva; dismi-
nución de los medios locales defensivos frente a la agresión mi-
crobiana, con lo que se favorece la aparición de vu,lvitis y de un 
síntoma tan molesto como es el prurito vu,lvar, tan frecuente en 
esta edad. En casos de atrofia más avanzada puede observarse la 
craurosis vulvar que se inicia por el borramiento progresivo de 
los pequeños labios y del clítoris. 
Viagi'na. En este órgano, sensible como ninguno a la activi-
dad estro,génica, podemos observar cambios muy interesantes du-~62 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
rante este período que demuestran, como ·la íncreción de estróge-
nos continúa aún después de establecida la menopausia. En efec-
to: los frotis vaginales post-menopáusicos corresponden ,en un 
todo a los frotis obtenidos en la fase premenárquica' de la adoles-
cencia, observándose que el epitelio vaginal presenta un aspecto 
casi normal, 2· y hasta 4 años después de establecida la meno-
pausia. 
Cuando la ausencia de estrógenos se hace evidente la vagi-
na se estrecha y pierde ,elasticida<!; los fór~ices se aplanan y en 
los grados avanzados de involución, el tercio superior se hace in-
fundibuliforme. El frotis vaginal, nos demostrará un estado fun-
cional nétamente atrófico. con ausencia de células superficiales 
y predominio de las espinosas profundas; gran cantidad de leu-
rocitos y una abigarrada flora cocoide. Estos cambios traen como 
consecuencia una alteración marcada del Ph que se hace más al-
calino y •el mecanismo . de autodepuración se altera, favoreciendo 
la asc,ención y colonización de g,érmenes que ocasionan las colpi-
tis ,seniles de observación frecuente . 
Otero. Durante este período el útero suf,ee un proceso de re-
gresión que se hace aparente en todas sus capas: en el miome-
trio , se produce la atrofia de las fibras musculares y la esclero-
sis de los vasos. Los. cambios del .endometrio son más aparentes y 
corren parejo:S con los del aparato folicular. observando en los 
primeros tiempos una funcional ,en reposo, adelgazada, pero ne-
tamente diferenciable de la basal. Más tarde, al atrofiarse com-
pletamente el aparato folicular, ·el ,endometrio se reduce a una 
fina película en donde es imposible diferenciar, la basa,l de la 
funcional. Finalmente, .en plena vejez, las glándulas desapare-
cen casi por completo. pudiéndose producir debido a la destruc-
ción total de la mucosa, ,la obliteración parcial o total de la ca-
vidad uterina. 
Durante esta fase y como consecuencia de la relajación y 
atrofia de sus medios de suspensión, la matriz se coloca a menu-
do en retroversión o desciende para constituir ·el histerocele. 
Modifi'~ciones somáticas. Durante el climaterio se produc,en 
llamativas alteraciones somáticas condicionadas por el estable-
cimiento del nuevo equilibrio endocrino, que marca el comienzo 
de la involución general- Con cierta frecuencia ,se produce el au-
mento de peso corporal con distribución del tejido adiposo en las 
caderas y tórax, adquiriendo .ia mujer. el tipo clásico tántas ve-
c·es descrito. de la matrona. 
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 363 
"~ 
La piel se adelgaza y arruga, perdiendo la tersura caracte-
r ística. El cabello cae parcialmente, pero sin llegar a la calvicie 
típica del hombre ; los pelos pubiano y axilar ralean, al mismo 
tiempo que se observa la aparición de pelos en regiones glabras, 
y la sustitución del vell~ de la cara, especialmente en el mentón, 
labios y mejiHas por pelos gruesos lo que confiere a la mujer, un 
aspecto de tipo viriloide. 
Las glándulas mamarias también participan de esta involu-
ción, aplanándose y volviéndose flácidas por r,eabsorción del te-
jido céluloadiposo, dejando de .ser eréctil el pezón. 
En ,la fase post-menopáusica han sido también descritas al-
teraciones osteoarticulares, caracterizadas ·especialmente por os-
teoporosis, a nivel de los hueso,s pélvicos y vértebras y artropa-
tías evid.enciadas por dolores localizados en las rodillas, columna 
vertebral y pequeñas articulaciones de •las manos. Dichas alte-
raciones si bien pueden estar influenciadas por la disminución 
de los estrogénos, pueden tener otras causas de tipo infeccioso 
que no debemos olvidar. 
Síntomas circulatorios. Las alteraciones cardiovasculares de 
comprobación más constante, son las perturbaciones vasomoto-
ras llamadas habitualmente sofocos, llamaradas o c:a11oradas, que 
pueden persistir durante meses y aún años. Consisten en una sen-
sación súbita de calor intenso que asciende en forma de ol'eada des-
de el cuello o tronco hacia lai cabeza, acompañada de rubefacción 
segmentaria, palpitaciones, opresión y asfixia, que dura habitual-
mente algunos minutos. 
\Este desagradable síntoma suele repetirse con intervalos va-
riables ·en las 24 horas y en ocasiones las Hamaradas son segui-
das de sudoración que al evaporarse, deja una desagradable sen-
sación de frío. 
Al estudiar este síntoma, es importante determinar si los .so-
focos se presentan en el día, en la noche o combinados. En el 
primer caso, el facton psíquico puede tener una intervención pre-
ponderante en su aparición, en tanto que si se presentan de no-
che, debemos descartar este factor e interpretarlo como un esta-
do más avanzado de perturbación cHmatérica. 
A pesar de que este importante síntoma ha sido relacionado 
con la disminución de estrógenos circulantes, determinaciones 
hormonales han podido d,emostrar que los sofocos pueden apare-
cer aún en presencia de buena cantidad de ellos, como ocurre en 
la premenopausia y aún en la adolescencia. De donde· podemos 
364 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
deducir, que en su patogenia intervienen otros factor,es no des-
pr·eciables, tal,es como el estado temperamental de la enferma o 
la intervención de otras glándulas, posiblemente las suprarrena-
les. De todas maneras, es evidente que estos síntomas se obser-
van de preferencia .en; mujeres de temperamento nervioso, de po-
sición social e intelectual elevada, en contraste con los pocos si.n-
tomas observados ·en mujer,es de nuestro bajo pueblo, o que no 
sienten mayores síntomas, o no tienen tiempo para consultarnos. 
En algunos casos existen dolores precordiales que suelen ser 
de cierta intensidad con pr.opagación al hombro y brazo izquier.-
do, acompañándose en ocas iones de extras:stol,es y sensación an-
gustiosa. Su exacta patogenia no ha sido totalmente aclarada, pe-
ro es atribuible a perturbaciones en la irrigación del miocardio. 
En cuanto a la comprobación frecuente de la hipertensión 
arteria}, en el climaterio, permite suponer una relación entre ella 
y la supresión d,e la funci-ón ovárica, pero como lo demuestra la 
clínica, la modificación tensiona:l más importante no es tanto la 
hipertensión, cuanto la aparición de grandes oscilaciones. Como 
ia administración de estrógenos no mejora en realidad, esta al-
teración, ha hecho suponer a varios autores, que la hipertensión 
no .sería una consecuencia directa de la falla ovárica, sino que 
resultaría más bien de una compleja perturbación pluriglandular. 
Síntomas nerviosos y psíquicos. Ciertas mujeres se quejan, 
durante el climaterio, de cefaleas más o menos intensas de loca-
lización variables, de pref,er,encia en la nuca, que obligarán a prac-
ticar un examen clínico cuidadoso, antes de imputarlas exclusi-
vamente a fenómenos relacionados con este estado- Es igualmen-
te frecuente el observar insomnio, par,estesias diversas y nervio-
sidad, lo que unido a la creencia popul>ar tan difundida de que en 
esta época de la vida, la menopausia trae aparejadas fatalmen-
te graves alteraciones orgánicas ·y mentales, hace que muchas 
mujeres vean llegar con a:nsi,edad y temor esta época de su vida. 
Esta falsa apreciaci-ón, determina, en las predispues tas un 
e•stado psíquico particular caracterizado fundamentalmente por 
irritabilidad, h iperemotividad y tristez,a' más o menos acentuadas. 
Se comprueba igualmente una reacción desmesurada a toda cla-
se de estímulos así sean ,los más triviales, que las llevan a crisis 
de nanto, angustia o intol,erancia. 
Desde el punto de vista psíquico, la caracteristica fundamen-
tal es la ansiedad, que requiere en ocasiones la consulta con el 
,especialista. Es pues, importante, que el médico prepar,e a '1a mu-
REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 365 
j er al negar a esta época al igual que lo debemos hacer con la 
niña en las vecindades de la adolescencia. Hemos observado los 
resultados altamente benéfücos ,en nuestras pacientes, cuando 
lesexplicamos de una manera clara -yr precisa los cambios que de-
ben experimentar al llegar a esta fase de su vida, haciéndoles lle-
gar a su conciencia que el cambio de vida no significa un fraca-
so en su vida sexual o amorosa, s ino que, por el contrario, el des-
preocuparse de la maternidad, adquirirá una mayor y serena ca-
pacidad tanto en 10 intelectual, en lo físico y en lo moral, que les 
permitirá desarrollar p1enamente sus capacidades. 
Para cerrar e.ste capítulo podemos decir, que a pesar de la 
vari,edad y nutrida sintomatología que acabamos de describir, no 
podemos suponer que ella sea constante en todas las mujeres cli-
matéricas, ni siquiera en grados variables, pues existe afortuna-
damente un buen número de porcentaje de mujeres, en las cuales 
este período discurre sin mayores perturbaciones, constituyendo 
el crepúsculo armonio.so de una vida equilibrada. 
Edad de la menopausia. En términos g,enerales podemos de-
cir que la supresión de la menstruación se produce entre los cua-
renta y cinco y los cincuenta años, aún cuando en condiciones 
absolutamente normales es factible observar variaciones más o 
menos amplias. Los factores hereditarios, psíquicos o económi-
co sociales tienen al parecer gran influencia y así, es dable ob-
servar cómo en determinadas familias, la menopausia puede es-
tablecerse, precoz o tardíamente; cómo en los estados de paupe-
rismo o de intensos traumas psíquicos, puede presentarse y de 
una manera brusca la ·amenorrea definitiva. 
Si la menopausia se establece antes de los cuarenta años, 
debemos considerarla como precoz, y si se establec,e por encima 
de los cincuenta y cinco año·s, debemos considerarla como tar-
día. Con respecto a esta última variedad, sólo queremos recordar, 
el peligro que entraña la confusiónJ de hemorragias genitales más 
o menos períodicas que aparecen en la postmenopausia y origi-
nadas por carcinomas, con la posible pero rara persistencia de 
la menstruación •en esta edad. 
Determinismo del climaterio. Es indudable, que la supresión 
de la menstruación está directamente condicionada por la falla 
fundonal del ovario. En un principio se creyó que así como en la 
adolescencia el ovario es puesto en marcha por acción directa 
de la hipófisis, la menopausia ·estaba igualmente condicionada 
por ,el agotamiento fisiológico de esta misma glándula. Esta hi-
366 REVISTA COLOMBIANA DE OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA 
pótesis ha sido plenamente descartada tanto por la comproba-
ción inclusive de mayores cantidades de hormonas ipofisiarios 
en la mujer menopásica o castrada, como por las modificacio-
nes histológicas observadas en la hipófisis durante el climate-
rio. De ésto podemos deducir, que el ovario deja de responder 
al estímulo gonadotrófico hipofisiario a una edad más o menos 
constante, es decir, que su vida funcional, se halla genéticamen-
te limitada, lo que ha hecho decir a Kurzrok que la menopau_ 
sia, debe ser considerada como una am¡enorrea ovárica fisio-
lógica. 
En efecto: si recordamos el proceso de la regresión funcio-
nal del ovario, podremos comprender claramente el determinis-
mo de la menopausia y de los cambios funcionales que sufre el 
organismo. La primera señal del agotamiento ovárico se tradu-
ce en su incapacidad de ovular, ,lo que trae como consecuencia 
la falta de cuerpo amarillo con la consiguiente disminución o 
ausencia de progesterona. Los ciclos se hac,en difásicos breves 
y más tarde monofásicos. lo que quiere decir que el ritmo fun-
cional del ovario se trastorna, al incretar exclusivament·e estró-
genos. Esta increción paulatina de estrógenos repercute fatal-
mente sobre la antero-hipófisis que sufre una modificación si-
milar, pues funciona entonces de manera constante. también 
monofásica y con un tono más elevado. Desgraciadamente, el 
ovario se hace cada vez más refractario a la estimulación hipo-
fisiaria y los ciclos monofásicos se hacen cada vez más cortos, 
con lo que sobreviene la menopausia. 
Ahora bien: el déficit estrogénico determina una acentua-
ción progresivamente mayor de la alteración cuanti y cuaUta-
tiva de la anterohipófisis, manif.estada no sólo por el aumento 
de gonadotrofinas, sino también de los factores tiro y adreno-
tróficos. La repercusión de este desequilibrio hormonal sobre las 
suprarrenales ha sido puesto de manifiesto por la producción ma-
yor de sus hormonas esteroides, exteriorizada por la excreción 
aumentada de los 17 cetoesteroid,e~. 
Las suprarr,enales, así estimuladas, sustituyen a los ovarios 
en el mecanismo de regulación hipofisiaria. con lo que las gona-
ctotrofinas disminuyen paulatinamente, se reducen nuevamente 
10s ,esteroides corticales, restableciéndose en esta forma un nue-
vo equilibrio hormoJJ¡al, razón por la cual la corteza suprarrenal· 
ha sido llamada, con justa razón "el gonado de las viiejas". 
(Continuará) 
j_

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