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EDITADA Y PUBLICADA POR
DAVID VALENZUELA GALVÁN
CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN BIODIVERSIDAD Y CONSERVACIÓN
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS
ALFREDO CUARÓN
SACBÉ - SERVICIOS AMBIENTALES, CONSERVACIÓN
BIOLÓGICA Y EDUCACIÓN
MAPACHE COMÚN: BRUCE IRSCHICK
El mapache es un animal simpático, curioso e inteligen-
te. Es un mamífero de la familia Procyonidae, exclusiva 
de América, en la que también encontramos a los tejo-
nes (Nasua narica), los cacomixtles (Bassariscus spp.) 
y la martucha (Potos flavus).
Este enmascarado animal es de tamaño mediano 
(un poco mayor que un gato), de cuerpo robusto y pa-
tas cortas. Los adultos pesan normalmente entre dos 
y 12 kg dependiendo de la zona geográfica; los machos 
son entre 10 y 15 % más pesados que las hembras. Tie-
nen un pelaje largo, de una coloración que va de grisá-
cea a negruzca con matices amarillentos o pardos, so-
bre todo en las partes dorsales. Su característica más 
distintiva, es la mancha negra que rodea los ojos, como 
un antifaz, que está enmarcada en pelaje blanco y gris. 
La cola tiene claramente anillos negros o pardo oscuros 
alternados con zonas de pelaje grisáceo. Tanto la pun-
ta de la cola como las puntas de las patas son negras. 
Caminan sobre la planta de sus patas y en cada pata 
tienen cinco dedos con garras cortas; la pata posterior 
es más grande que la anterior y esta última tiene una 
forma característica que le da apariencia de mano.
Los mapaches 
pueden doblar 
parcialmente hacia 
atrás su tobillo, 
una característica 
muy útil para subir 
a los árboles, 
que les permite 
incluso, descender 
de los mismos 
cabeza abajo
Las hembras son 
madres solícitas, 
que cuidan a sus 
crías usualmente 
durante el primer 
año de vida hasta 
que éstas se 
independizan. En 
este periodo las 
crías aprenden 
de su madre 
dónde encontrar 
alimento o refugio 
y a escapar de 
peligros como 
depredadores 
potenciales
Consumen todo 
tipo de alimentos, 
entre ellos 
fruta silvestre 
que buscan 
ávidamente, 
incluso subiendo 
a los árboles 
por ella. Cuando 
las crías tienen 
pleno control de 
sus habilidades 
motoras, pueden 
acompañar a su 
madre en estas 
excursiones 
arbóreas
Viven en diferentes hábitats, pero normalmente 
están asociados a cuerpos de agua permanente. Son 
habitantes comunes y abundantes en zonas de man-
glar o zonas de selva tropical, cerca de los cauces de 
agua. Son más abundantes en las planicies costeras. 
Los mapaches concentran su actividad al atardecer y 
en la noche y hacen sus madrigueras en grietas, peque-
ñas cuevas en paredes rocosas, madrigueras abando-
nadas por otros animales o en huecos de árboles.
Comen prácticamente cualquier cosa, es decir son 
omnívoros y comen tanto alimentos animales, como ve-
getales (estos últimos pueden ser hasta el 70% de su 
dieta, por ejemplo las frutas). Su preferencia por con-
sumir cultivos como maíz, trigo, sorgo y avena es bien 
conocida y uno de los motivos por los que en algunas 
zonas rurales puede ser perseguido. En cuanto a los ani-
males que consume, se incluyen diferentes especies de 
invertebrados acuáticos (entre ellos cangrejos, cama-
rones de río, moluscos); insectos terrestres (chapuli-
nes, escarabajos y sus larvas, entre otros); y vertebrados 
como peces, ranas, aves pequeñas, ratones y lagartijas. 
Pero no olvidemos su bien ganada fama de ser ladrones 
de huevos de nidos de cangrejos, aves y tortugas, los 
cuales disfruta comer.
En la época de celo (entre diciembre y marzo), los 
machos patrullan sus áreas de actividad en busca de 
hembras receptivas y copulan con tantas como even-
tualmente pueden encontrar. Después de una gestación 
cercana a los dos meses, nacen entre una y siete crías 
por camada; los pequeños mapaches dependen fuerte-
mente de su madre los primeros dos meses. Viven nor-
malmente menos de siete años, aunque hay registros de 
animales que han llegado a más de 15 años.
Se les considera solitarios, pero durante la crianza 
las crías viven con la madre y en algunas circunstancias 
pueden formar grupos temporales con hembras, ma-
chos adultos y juveniles (p.e. grupos de alimentación o 
para ocupar temporalmente zonas de refugio en luga-
res con inviernos muy fríos).
Estos animales tienen una gran variación en las 
necesidades de espacio, aunque es frecuente que el ta-
maño de sus áreas de actividad, en diferentes condicio-
nes, sea entre 30 y 400 hectáreas. No se le considera 
territorial. Sus densidades, también son variables (y 
ello depende mucho de la disponibilidad de alimentos); 
se han reportado con mayor frecuencia de dos a 20 
individuos por cada 100 hectáreas.
Por su papel depredador, pueden ser importan-
tes reguladores poblacionales de algunas especies, 
como aves. También se les considera reservorios im-
portantes de varias enfermedades y parásitos, algu-
nas de interés para la salud humana como la rabia, la 
leptospirosis o el mal de Chagas, por lo que en algunas 
quizá sea uno de los carnívo-
ros más populares del plane-
ta, pero es bastante probable que pocos conozcan que en 
México tenemos ¡tres especies de mapaches! Una, la más 
común, Procyon lotor, se distribuye de manera natural en 
buena parte del continente americano (desde el sur de 
Canadá hasta Panamá), aunque también ha sido un colo-
nizador, con ayuda de los humanos, de otras zonas del 
planeta, como Alemania, Francia, Holanda y el territorio 
de lo que fue la Unión Soviética, donde ha sido introduci-
do. En México se le encuentra en todo el país en lugares 
con ríos o cuerpos de agua permanentes, por lo que es 
unos de los carnívoros más fácilmente identificables.
Las otras dos especies de mapaches que hay en Mé-
xico son, como se dice popularmente, “tan mexicanas 
como el nopal” y es que son endémicas o exclusivas de 
nuestro país. Estas dos especies mexicanas son el ma-
pache de las Islas Tres Marías (Procyon insularis) y el 
mapache pigmeo (Procyon pygmaeus), habitante dis-
tinguidísimo de la Isla Cozumel.
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INFOGRAFÍA ELABORADA EN NATURALIA CON INFORMACIÓN PROPORCIONADA POR EL AUTOR
zonas puede ser importante estudiar sus poblaciones 
y determinar estrategias de control. Además, dado que 
su piel tiene alto valor para la industria peletera, en al-
guna regiones puede ser de gran importancia local para 
esta actividad y también es posible que por ello, se pre-
sione fuertemente a sus poblaciones.
No se le considera amenazado, aunque en diferen-
tes regiones sus poblaciones han disminuido conside-
rablemente, por una combinación de los efectos de la so-
breexplotación y el deterioro de los ambientes naturales 
en los que vive. Sin embargo, es un animal muy adaptable, por lo que según algunos especialistas, se ha conver-
tido en el carnívoro urbano más extendido y de ma-
yor abundancia (las mayores densidades de mapaches 
se han reportado en ambientes urbanos y semiurbanos, 
lo que se ha explicado por el consumo de los restos de 
alimentos encontrados en la basura). Puede ser presa 
de varias especies de depredadores entre ellas puma 
(Puma concolor), gato montés (Lynx rufus), coyote 
(Canis latrans), caimán (Caiman crocodilus) y cocodri-
los de río (Crocodylus acutus) y de pantano (Crocodylus 
moreletti). Debido a su alta presencia en ciudades y 
zonas conurbadas, también es víctima de perros do-
mésticos y ferales.
El mapache 
pigmeo vive 
solo en la isla 
de Cozumel, 
Quintana Roo. La 
diferencia más 
evidente con las 
otras dos especies 
de mapaches 
de México es 
su tamaño 
notoriamente 
reducido. Por 
lo poco que se 
sabe, parece 
tener hábitos 
similares a los 
de los mapaches 
continentales
Glifo maya que 
representa al 
mapache. El área 
negra y alargada 
encima de los ojos 
recuerda la 
máscara o antifaz 
característica de 
este carnívoro
Es una creencia popular que este animal toma sus ali-
mentos entre sus manos y los lava, sumergiéndolos en 
agua, suposición errónea que se ha derivado de obser-
vaciones hechas sobre todoen cautiverio. Lo cierto es 
que las palmas de las patas delanteras de los mapaches 
tienen una extraordinaria cantidad de terminaciones 
nerviosas, lo que les permite una sensibilidad táctil y una 
habilidad discriminatoria ¡similar a la de las manos huma-
nas! Esta habilidad resulta muy útil cuando busca su ali-
mento con sus patas delanteras, bajo el agua en arro-
yos o lagunas someras.
Así, más que lavar su comida, en realidad manipu-
la objetos bajo el agua hasta identificar aquello que pue-
de comer, como moluscos o cangrejos y el hábito de 
sumergir sus alimentos en agua, observado en cauti-
verio, es una forma de comportamiento que sustitu-
ye la búsqueda y captura de su propio alimento.
Los nombres comunes con los que se conoce al 
mapache común (Procyon lotor) en diferentes lugares, 
hacen referencia más o menos directa a esta conduc-
ta y a algunas de sus características más evidentes. Así, 
es conocido como raton laveur en francés, que quiere 
decir “ratón lavador”, raccoon en inglés, que es una 
derivación del vocablo indígena de origen algonquino 
aroughcun o arakun, que se puede traducir como “que 
tiene manos” o la misma palabra mapache, de origen 
náhuatl, que según la interpretación más socorrida quie-
re decir “que tiene manos”; en otros idiomas este animal 
se conoce con nombres que significan oso lavador. De 
hecho, su binomio latino o nombre científico puede tra-
ducirse como “casi perro lavador”. Estos nombres ha-
cen alusión a la forma particular de sus patas delante-
ras (que recuerdan las manos humanas) y a cómo las 
usa para manipular objetos.
Los depredadores 
como el cocodrilo 
de pantano, pueden 
representar una 
importante causa 
de mortalidad entre 
las poblaciones 
de mapaches, 
particularmente 
porque viven cerca 
de manglares. A su 
vez los mapaches 
pueden llegar a ser 
depredadores de 
ciertas especies 
de aves, de las que 
consumen con 
avidez sus huevos
Se han vuelto ciudadanos cosmopolitas, y se adaptan muy bien 
a los ambientes alterados por las actividades humanas. Invaden 
campos de cultivo o cohabitan con los humanos en las 
inmediaciones de sus hogares, siempre dispuestos a caer 
bien para recibir alimento, o en caso contrario, robarlo
Que estos carnívoros han sido y son un componente im-
portante y emblemático de nuestra fauna, se refleja en 
su presencia en nuestra cultura. Así por ejemplo, exis-
te el glifo maya del mapache. Y hay poblados o regiones 
cuya denominación hace referencia a ellos, como en Mo-
relos, donde el municipio de Ayala antes era conocido 
como San José de Mapachtlan, que quiere decir literal-
mente “San José, lugar donde hay muchos mapaches”. En 
Veracruz, existe el municipio Temapache, cuyo signifi-
cado es “en el mapache de piedra”. En Chiapas, el muni-
cipio de Mapastepec, en su origen era Mapachtépec, 
que quiere decir el “cerro del mapache”. En el municipio 
de Tomatlán, Jalisco hay un poblado llamado El Mapache 
y así en prácticamente cada estado del país.
Por otra parte, el mapache es ya un componente 
inseparable de nuestra “fauna electoral”, pues así se co-
noce a aquél que roba votos en una elección y en este 
caso la denominación se debe tanto por la semejanza 
con el “robo” (depredación) de huevos que forma parte 
de los hábitos de los mapaches, como por su antifaz o 
máscara ocular, que recuerda el “uniforme” usado por 
los ladrones para sus fechorías en las caricaturas.
Así pues, tenemos dos especies mexicanas de mapa-
ches que viven en islas. Tanto el mapache de Islas Tres 
Marías, como el mapache pigmeo de Cozumel, son muy 
parecidos en características y, por lo poco que se sabe 
de ellos, en hábitos, a los mapaches comunes presentes 
en nuestro territorio continental; sin embargo, su dife-
rencia más notoria radica en el tamaño, particularmen-
te evidente en el mapache pigmeo, que es la más peque-
ña de las especies de Procyon y cerca de 45% menos 
pesada y 18% menos larga que el mapache común, su 
congénere de tierra firme.
Pese a ser especies exclusivas de México, con una 
distribución geográfica realmente restringida (el ma-
pache de Islas Tres Marías se distribuye sólo en Isla 
María Madre e Isla María Magdalena que suman unos 
340 kilómetros cuadrados de superficie, y el mapache 
pigmeo se distribuye sólo en Isla Cozumel que tiene 
unos 478 kilómetros cuadrados), prácticamente no han 
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Es común observar a los mapaches frotando entre sus patas delanteras 
su alimento, para conocer sus características, incluso bajo el agua. 
También las usan para acicalarse o acicalar a sus crías. Aún cuando 
recuerdan una mano, son patas y no tienen el pulgar oponible de ésta
sido estudiados hasta hace muy poco y desde luego, 
se ha hecho muy poco para conservarlos.
El mapache de las Islas Tres Marías, es considera-
do por el gobierno mexicano, como especie en peligro 
de extinción. Incluso algunos investigadores llegaron a 
sugerir que podría haberse extinto. Recientemente, un 
equipo de investigadores del Instituto Nacional de 
Ecología, hizo estudios en las Islas Marías, que gene-
raron algunos datos sobre este carnívoro y sobre todo 
la confirmación de que aún está presente en estas is-
las, aunque en números bajos, por lo que su situación a 
largo plazo es incierta.
En el caso de la fauna de la Isla Cozumel, desde 
hace unos seis años hemos tenido la oportunidad de 
formar parte de un grupo numeroso de investigadores 
enfocado a estudiar la fauna endémica de Cozumel, 
(entre ellos la Dra. Ella Vázquez, del Instituto de Ecolo-
gía-UNAM; el Dr. Miguel Martínez, de CIB-UAEH; la M. en 
C. Lorena Orozco de CIByC-UAEM). Hemos llevado a 
cabo estudios muy detallados sobre el mapache pigmeo 
(también en colaboración con el Dr. Matt Gompper, de la 
Universidad de Minnesota, USA) que nos han permitido 
acumular mucha información valiosa. Ahora, entre otras 
cosas, podemos afirmar, basándonos en evidencia mor-
fométrica y molecular, que su condición de enanismo 
(muy característica en los carnívoros que viven en islas) 
es real y que sí se puede reconocer como especie y por 
lo tanto debe manejarse independientemente de las po-
blaciones de mapache de la zona continental.
Por otra parte, también sabemos ahora, que en 
total ¡sólo existen entre 323 y 955 individuos de esta 
especie!, que sus poblaciones no se distribuyen en toda 
la isla y que se restringen cerca de la zona costera de 
Cozumel, sobre todo en su porción noreste (por ello se 
vuelve imprescindible conservar los ambientes coste-
ros de esta isla, como los manglares). Con toda la infor-
mación que hemos generado, nos fue posible sustentar 
y lograr que se cambiara su estatus de conservación, 
en la lista roja de especies amenazada de la Unión 
Internacional para la Conservación de la Naturaleza 
y ahora se considera como una especie críticamente 
amenazada, por lo que es urgente instrumentar accio-
nes para su conservación.
Ojalá podamos contribuir todos para que estos sim-
páticos animales mexicanos, que han sido testigos del 
surgimiento de nuestras culturas prehispánicas y que 
habrán presenciado y acompañado el surgimiento de 
nuestro México actual, celebren los aniversarios cen-
tenarios con una mayor atención y protección de sus 
poblaciones. Perderlas sería terrible.
Es fácil 
identificarse con 
estos animalitos 
simpáticos e 
inteligentes 
que juegan un 
importante papel 
ecológico en los 
sitios en los que 
viven. Y aunque 
se adaptan con 
facilidad a zonas 
semiurbanas o a 
ciudades, muchas 
de sus poblaciones 
silvestres se han 
visto reducidas 
o gravemente 
afectadas por el 
deterioro de sus 
hábitats naturales. 
Conocerlos mejor 
es una forma 
de empezar a 
contribuir a su 
conservación
LECTURAS RECOMENDADAS
• RACCOONS. A NATURAL HISTORY. Zeveloff, Samuel. 2002. 
Smithsonian Books.
• LOS MAMÍFEROS SILVESTRES DE MÉXICO.Ceballos, G. y G. 
Oliva. (Coords.). Fondo de Cultura Económica / CONABIO.
• CONSERVATION OF THE ENDEMIC DWARF CARNIVORES OF 
COZUMEL ISLAND, MÉXICO. Cuarón, A., Valenzuela-Galván, D., 
et al. 2009. Small Carnivore Conservation 41: 15–21.
• FAUNA SILVESTRE DE MÉXICO. Leopold, A.S. 1959. Pax México. 
Segunda edición. México.
DAVID VALENZUELA GALVÁN. Doctor en Ecología por el 
Instituto de Ecología-UNAM, es profesor-investigador del 
Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación 
de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Se 
especializa en ecología y conservación de vertebrados y selvas 
secas. Ha desarrollado varios trabajos sobre conservación de 
carnívoros en México. <dvalen@uaem.mx>
ALFREDO CUARÓN OROZCO. Doctor por la Universidad de 
Cambridge, Inglaterra, es investigador independiente con una 
larga trayectoria en el estudio y conservación de fauna 
silvestre. Ha trabajado con primates, roedores y carnívoros, 
entre otros grupos. <cuaron@gmail.com>
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