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1 Guia KANT

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Universidad de Buenos Aires 
Facultad de Ciencias Sociales 
Carrera de Ciencia Política 
Filosofía - Cátedra Naishtat 
I Cuatrimestre 2020 
 
Guía de lectura 1 
Kant, I. (2015) Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Buenos Aires: 
Losada. (Prólogo y cap. 1) 
 
Desarrolle las siguientes consignas: 
 
Prólogo 
1. ¿Cómo se divide el conocimiento racional en general, y cómo se divide la ética en 
particular? 
Todo conocimiento racional se divide en material y formal. El conocimiento racional 
formal se ocupa sólo de la forma del entendimiento y de la razón; esto es, de la forma del 
pensamiento en general sin considerar objeto alguno. La filosofía formal es, pues, lógica. 
La filosofía material, en cambio, considera siempre objetos, así como las leyes que los 
rigen. Ésta se divide en dos categorías: la primera de ellas es la física –o teoría de la 
naturaleza-, y se caracteriza por estudiar las leyes de la naturaleza a las que están 
sometidos los objetos. La física se refiere a las leyes según las cuales todo, de hecho, 
sucede. Es decir, determina las leyes de la naturaleza y los objetos de la experiencia. La 
segunda categoría de la filosofía material es la ética -o teoría de las costumbres-, y se 
caracteriza por estudiar las leyes de la libertad a las que se ven sometidas las costumbres. 
La ética se refiere a las leyes según las cuales todo debe suceder. Es decir, determina las 
leyes de la voluntad como determinantes de acciones. 
Tanto la física como la ética tienen una parte empírica, que arraiga en fundamentos de 
la experiencia, y una parte pura, es decir, dada a priori en la razón. La parte pura o 
racional de la física se llama metafísica de la naturaleza, mientras que su parte empírica 
se llama física, a secas. En cambio, la parte pura de la ética se llama moral –o metafísica 
de las costumbres-, mientras que su parte empírica se llama antropología práctica. De 
aquí se deriva una nueva diferenciación: si bien toda filosofía formal es pura, no toda 
filosofía pura es meramente formal; la filosofía pura que se aboca al estudio de 
determinados objetos del entendimiento, se llama metafísica. 
 
2. ¿Qué ventajas reviste la elaboración de una filosofía moral pura? ¿Dónde debe 
hallarse el fundamento de una obligación? 
Una ley para valer moralmente –es decir, para constituirse en el fundamento de una 
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obligación- tiene que comportar necesidad absoluta; es decir, tiene que valer sin 
excepción para todo tiempo y lugar. Ahora bien, semejante necesidad no puede hallarse 
en la empiria, que sólo me da casos, como mucho reglas prácticas, pero nunca leyes. 
Semejante fundamento absoluto de la obligación no puede buscarse, pues, sino a priori, 
es decir, exclusivamente en conceptos de la razón pura –esto es, independientes de la 
experiencia-. Sólo una filosofía moral pura, aquella que se emancipa de todo elemento 
empírico perteneciente a la antropología, puede aportar semejante fundamento. 
 
3. ¿Por qué se hace necesario elaborar una fundamentación de la metafísica de las 
costumbres? 
Una metafísica de las costumbres es indispensable, afirma Kant, no sólo por motivos 
especulativos –es decir, por el afán de saber cómo está constituida nuestra razón-, sino 
también y sobre todo porque nos permite descubrir a priori, en nuestra razón, el origen 
de los principios prácticos según los cuales hemos de regirnos. Sólo el descubrimiento de 
esos principios puros nos permitirá fundamentar una norma suprema válida como 
criterio para el enjuiciamiento moral de las acciones. Ahora bien, mientras falte dicha 
norma suprema, no contaremos con un “hilo conductor” que evite la corrupción de 
nuestras costumbres. Esta norma suprema es llamada ley moral por Kant, quien afirma 
que no puede buscarse más que en una filosofía pura. 
 
4. ¿Cuál es el objetivo general de la obra? 
Una fundamentación de la metafísica de las costumbres consiste en una investigación 
acerca de la idea y los principios de una voluntad pura posible, con lo cual se diferencia 
del mero racconto de acciones y condiciones del querer humano en general, de los que se 
ocupa la psicología. No se trata de describir meramente lo que de hecho sucede en el 
campo de las costumbres, sino de lo que de derecho es lícito esperar como posible. Esto 
es: se trata de una “fundamentación” en la medida en que el autor pretende dar cuenta 
de las condiciones de posibilidad de una ética fundada en principios puros y, por tanto, 
con pretensión de universalidad. Es en tal sentido que se trata de una investigación sobre 
el principio supremo de la moralidad. 
 
 
Capítulo 1 
1. ¿Qué es la “buena voluntad”? ¿Por qué es buena? ¿Cuál es su relación con la 
razón? 
Kant comienza el capítulo 1 exponiendo que la buena voluntad es lo único bueno sin 
restricción, que dirige y acomoda a un fin universal el principio general de la acción. Es 
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absoluta y sin contradicción, por tanto tiene un valor intrínseco e incondicional, lo que 
implica que es buena por sí misma sin un propósito exterior. Por un lado, que sea buena 
“en sí misma” indica su a priori, esto significa que siempre es así, en todo tiempo y lugar, 
independientemente de lo que suceda en la experiencia. Por otro lado, “sin un propósito 
exterior” quiere decir que se encuentra incondicionada, que no está determinada. En 
este sentido, es buena no por lo que efectúe o realice, ni por su aptitud para alcanzar un 
determinado fin. Sólo es buena por el querer, es decir por su intención. No se encuentra 
condicionada por su efectividad, la utilidad no es un criterio para medirla, incluso si 
fallara sería buena. En esta línea, Kant expone que cuanto más la razón se ocupa de 
alcanzar la felicidad, más se aleja de la verdadera satisfacción. La razón está destinada 
propiamente para otro propósito, su destino verdadero es justamente producir una 
buena voluntad, buena en sí misma (y no como medio). La razón en tanto capacidad 
práctica tiene influjo sobre la voluntad. Esto es así porque la naturaleza ha procedido con 
un sentido de finalidad en la distribución de las capacidades, se encuentra ya en el 
entendimiento, por lo que no precisa ser enseñado, sino ilustrado. 
 
2. Explique el concepto del deber en sus tres aplicaciones: contrario al deber, 
conforme al deber y por deber. 
El concepto de buena voluntad se relaciona íntimamente con el de deber. Esto es así 
porque el “deber” significa que una acción es necesaria por respeto a la ley: objeto de 
respeto (o mandato) sólo es aquello que se relaciona con mi voluntad como fundamento. 
El término respeto alude entonces a la conciencia de la subordinación de mi voluntad 
bajo una ley sin la mediación de otros influjos. ¿Qué se puede relacionar con mi voluntad 
como fundamento? La ley moral. El obrar, expone Kant, se puede relacionar con el deber 
de forma contraria, conforme o por él, conllevando así la acción una determinada 
relación con la moral. 
-El obrar puede ser contrario al deber, siguiendo las propias inclinaciones, por lo cual no 
es moral. 
- Conforme al deber: Exteriormente coincide con una acción moral, pero la motivación 
es una inclinación egoísta, al igual que el obrar contrario al deber, no responde a la Ley 
de la Razón o a la Ley moral, por más que exteriormente parezca que sí. 
-Por deber: Es una acción que no depende de las inclinaciones o de la sensibilidad. El 
contenido moral de la acción es la motivación interna de la misma, no como medio, sino 
como fin en sí misma. Kant la llama “inmediata” inclinación. No tiene su valor moral en 
el propósito que por medio de ella se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual ha 
sido resuelta, esto es la ley de la razón, la ley moral. No depende de la realidad del objeto 
de la acción, sino por el principio del querer según el cual sucedió la acción. Los 
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propósitos o fines no proporcionan valor moral,sino que este reside en el principio de 
voluntad, que es el que determina el principio formal del querer en general cuando una 
acción sucede por deber. Esto implica además que una acción moral no depende de la 
realidad del objeto de la acción, lo cual significa que no se mide por sus efectos (lo 
empírico, la experiencia, lo resultante) sino por su principio (a priori, puro, 
independientemente de cómo resulte esa acción). 
Ejemplo de Kant (p.15): Un comerciante que cobra fijo su producto, sin importan quién 
le compre (ej., un niño que no sabe el valor de lo que quiere comprar). Es una acción que 
si es realizada por principios de honradez, sería por mor del deber (por deber, es lo 
mismo), pero si la realiza por su propio beneficio (en tanto que si le modifica el precio, 
luego no le volverían a comprar, por ej.) es conforme al deber. Exteriormente, 
formalmente, ambas acciones coinciden, pero no así íntimamente en su inclinación o 
motivación, que es lo que determina qué tipo de acción es. 
 
3. ¿Cuál es la relación entre la ley moral y la razón? 
Si el valor moral de la acción no reside ni en el efecto de ella ni tampoco en una 
motivación que sea medio para un efecto buscado, esto implica para Kant que reside sólo 
en “la representación de la ley en sí misma”, que sólo tiene lugar en seres racionales, en 
tanto que esa representación es el bien moral, el motivo de la voluntad. En este sentido, 
la ley moral se encuentra ya en la razón del hombre, y por tanto todos los hombres la 
portan. La moral es universal tanto porque forma parte de la estructura trascendental 
del sujeto como también porque no depende de la experiencia, es puro, de esta manera 
se opone a lo contingente, a lo empírico. De esta manera, la moral no puede anclar en lo 
empírico, ni en la búsqueda de felicidad, ni en las virtudes, sino en la propia razón, bajo 
la forma de ley. La ley en sí misma objetivamente determina mi voluntad, en tanto ley 
que nos imponemos a nosotros mismos, en tanto que proviene de la razón misma, en 
este sentido legalidad y moralidad se encuentran íntimamente unidas, y esto implica una 
autonomía, es una auto determinación. 
 
4. ¿Cómo podemos saber si nuestro querer es moralmente bueno? Especifique la 
legalidad universal como principio de la voluntad. 
Que la ley moral ancle en la razón y por tanto en todo ser racional, por un lado, y que la 
moral tenga que despojarse de todo elemento contingente, por otro, implica 
necesariamente una legalidad universal de las acciones en general, que tiene que valer 
como único principio de la voluntad. Es decir, es la legitimidad en general lo que sirve de 
principio de moralidad, por lo tanto para asegurarme de que actúo moralmente debería 
actuar de modo que pueda querer que mi máxima se convierta en ley universal. Entonces, 
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si me pregunto ¿puedo querer que mi máxima se convierta en ley universal?, lo que me 
estoy preguntando es si racionalmente puedo pretender, es decir no caer en la 
contradicción lógica de, que lo que guía mi querer sea universalmente válido. Si no es así, 
no puede incluirse como principio en una legislación universal posible. Kant pone como 
ejemplo para explicar esto a la promesa y la mentira. Si uno aplica el “poder querer 
convertirse en ley universal” a la mentira, o a una promesa que no se piensa cumplir, si 
uno se pregunta si mi máxima debiera valer como una ley universal, para cualquier sujeto 
racional, la pregunta es si la mentira vale tanto para mí como para los demás. Ahora bien, 
expone Kant, si uno quiere la mentira es por la excepción, pero no vale en tanto 
universalización, porque sino entraría en contradicción. Si todos mienten, nadie creería, 
razón por la cual se autodestruiría. 
 
 
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