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Diálogos Culturales na Literatura

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Diálogos culturales en la 
literatura iberoamericana 
Actas del XXXIX Congreso del 
Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana
Concepción Reverte Bernal (ed.)
© concepción reverte bernal, 2013
© la cubierta reproduce el cartel del congreso, 
procedente de un cuadro del artista peruano luis arias Vera 
© editorial Verbum, s.l., 2013
calle manzana 9, bajo único - 28015, madrid
 teléf: (34) 91 446 88 41
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subversión del género en La muerte me da, de 
cristina rivera garza, y Efectos secundarios, 
de rosa beltrán
ivonne sánChez beCerril
universidad naCional autónoMa de MéxiCo
la situación política y social por la que atraviesa méxico es la 
más crítica de su historia reciente. el predominio de la pobreza, la 
injusticia y la violencia en el panorama nacional es solo síntoma de 
múltiples y complejos problemas y conlictos. El fenómeno ha per-
meado todas las esferas de nuestra realidad, se ha desbordado e ins-
taurado una lógica de la violencia en las relaciones humanas del día a 
día; la violencia de género, de añeja raigambre en la sociedad mexi-
cana, se ha visto dramáticamente expuesta desde los noventa con la 
epidemia de feminicidios particularmente crítica en ciudad Juárez y 
el estado de méxico, y al mismo tiempo diluida en el predominio 
—social y mediático— de la violencia generalizada impuesta por el 
narcotráico en los últimos años. En este contexto, la literatura mexi-
cana, particularmente la novela, enfrenta, al representar nuestra in-
mediatez histórica, un gran reto en múltiples sentidos, no solo porque 
la violenta situación social ha sido abordada por varios narradores 
nacionales y extranjeros que han visto en la temática tanto una veta 
de cuestionamiento social como una moda mercadotécnica, también 
porque representar ya sea la violencia de género o las pugnas entre 
los cárteles del narcotráico en el seno de un Estado inoperante, cons-
tituye para muchos narradores mexicanos un dilema ético-estético 
trascendente en su escritura. 
a lo largo de este trabajo analizaremos las novelas La muerte me 
da (2006), de cristina rivera garza, y Efectos secundarios (2011), 
de rosa beltrán, para rastrear cómo es problematizada la violencia 
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de género, así como las estrategias narrativas de las que se valen las 
autoras para ello, en el entendido de que, a decir de thomas Pavel, 
ambos textos, a través del universo iccional representado y los pro-
cedimientos formales que emplean para evocarlo, con el afán no de 
describir la realidad sino reinventarla para comprenderla, lanzan una 
hipótesis sustancial sobre la naturaleza y organización del mundo (pp. 
42-43). nuestro objetivo será, pues, dilucidar qué hipótesis sustan-
cial de mundo nos proponen. Para lo anterior, primero exploraremos 
cómo ambas novelas subvierten el género al problematizar su violen-
tación para, posteriormente, identiicar las estrategias que emplean 
para proponer su hipótesis sustancial del mundo y lanzar una serie de 
cuestionamientos al lector.
género
La muerte me da (2007) está escrita bajo la fórmula genérica de 
la novela policial. una serie de hombres castrados han aparecido en 
los callejones de la ciudad; los cuerpos parecen piezas de una puesta 
en escena o de un rompecabezas, fragmentos de un mensaje para des-
cifrar, mediante los textos poéticos de alejandra Pizarnik que acom-
pañan a las víctimas en el lugar del crimen. cristina rivera garza, 
una profesora de literatura, descubre el primero de cinco homicidios 
y se convierte en una informante y consultora de la Detective que 
investiga el caso. Destaca en la novela la apropiación de un género 
literario dominado históricamente por ambientes y personajes mascu-
linos. la inversión de roles es doble, detective, informante y criminal 
son mujeres; las víctimas, hombres. el criterio de selección de los 
blancos obedece a su género. los cuerpos exánimes son doblemente 
castrados, física y simbólicamente, sexual y genéricamente han sido 
privados de su miembro y son denominados víctimas, pues, como 
airma la voz narrativa de la novela, “La víctima es siempre femeni-
na” (énfasis del original) (rivera garza p. 30), condenados así a una 
continua castración discursiva. 
1266
la novela presenta, pues, un caso difícil a decir de la Detective, 
“lleno de recovecos psicológicos. De oscuridades poéticas. trampas 
de género. metáforas. metonimias” (p. 54). Primero, porque se invita 
a una relexión en torno a las trampas que residen en la representa-
ción del género que, como señala Judith butler, es la función norma-
tiva del lenguaje que se impone sobre la base de cuerpos sexuados. 
segundo, porque para ello se “literaliza” (seltzer)1 en la diégesis la 
tesis freudiana del miedo y el complejo de castración masculino, así 
como la envidia femenina del pene. tercero, porque se problemati-
za una retroalimentación entre los crímenes factuales y los crímenes 
iccionales. Finalmente, porque se pone de relieve la recurrencia de 
la imposición social de comportamientos diferenciados entre los gé-
neros. en “algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual 
anatómica”, entre otros textos de s. Freud, el psicoanalista plantea la 
envidia fálica y el complejo de castración en los sujetos femeninos y 
masculinos respectivamente, como determinantes en sus desarrollos 
psicológicos bajo la premisa de “la anatomía es destino” (Freud p. 
498). la asesina de La muerte me da literaliza estos planteamientos 
y los resigniica con fragmentos de la obra de Pizarnik. Completa la 
sentencia freudiana, cinco sujetos son castrados y sus miembros con-
servados en formol como fetiches. 
los cuerpos de los castrados aparecen dispuestos para ser com-
pletados con algunos versos de la obra de la poeta argentina, que pa-
recen en ocasiones una amenaza —“cuídate de mí amor mío”—, un 
reclamo — “Quién dejará hundir la mano en busca del tributo para 
la pequeña olvidada”—, un llamado de atención —“dice que el amor 
es muerte es miedo”—. un cuestionamiento al tipo de relaciones im-
puestas discursivamente entre sujetos femeninos y masculinos, al lle-
varlos al límite de su tangibilidad, su literalización. Por lo anterior, la 
novela entera es un ensayo, como lo deine Montaigne, como examen, 
1 mark seltzer usa el término para subrayar, por un lado, la eliminación de la 
metáfora en el empleo del lenguaje; por otro, como constitutivo de un orden en que 
el ejercicio de la violencia es producto de una retroalimentación entre lo iccional 
y lo factual. Vid. “serial Killers (ii): the Pathological Public sphere”, “the crime 
system” y “Wound culture: trauma in the Pathological Public sphere”. 
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una disección del género (textual y sexual) hecha (de/por) fragmentos 
como estrategia de búsqueda; el verso de alejandra Pizarnik que da 
nombre al libro conjuga en este sentido la preocupación central de la 
novela: “es verdad, la muerte me da en pleno sexo”. 
el acto de castración, la mise en scène del lugar del crimen y el 
carácter serial de los asesinatos refuerza la persecución de género. 
La muerte me da expone cómo la sociedad ha sido alterada por la 
serie de asesinatos: se impone un régimen de sospecha generaliza-
da; los sujetos se someten a interrogatorios sobre comportamientos 
o preferencias; los lugares son rebautizados; los hombres empiezan a 
tener más cuidado con la selección de parejas ocasionales; Detective 
e informante cavilan sobre el caso desde sus esferas de interés; la 
periodista se interesa por las relexiones de la Informante; la Asesina 
se convierteen poeta. la novela presenta un cuestionamiento de la 
dinámica social que produce el crimen, fundamentado en los plantea-
mientos de mark seltzer sobre una esfera pública patológica basada 
en la herida. los tres elementos constitutivos de la tesis de seltzer son 
la literalización, la compulsión mimética —se reiere a la tendencia 
de los individuos para disolverse en la masa y la habilidad del asesino 
de mimetizarse— y la superposición de deseos privados y espacios 
públicos (“the crime system” y “serial Killers ii”). la escena del 
crimen como espacio público irrumpido y en el que se expone el de-
seo de la asesina que suscita “public fascination with torn and ope-
ned bodies and torn and open persons, a collective gathering around 
shock, trauma and the wound” (“Wound culture” p. 3).
el texto se nutre explícitamente de los planteamientos del in-
vestigador norteamericano, en particular sus señalamientos sobre el 
comportamiento de los asesinos seriales. en la diégesis, la narrado-
ra implícita, cristina rivera garza, focalizada en el discurrir interno 
de la Detective, parafrasea a seltzer: “hay un vínculo entre los actos 
violentos (repetitivos, mecánicos y compulsivos) del asesino serial y 
los estilos de producción y reproducción de la cultura de las máqui-
nas. […] un asesino serial es una máquina de cortar” (rivera garza 
p. 144), para postular que “el crimen desnuda”; esa superposición 
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del deseo privado y el espacio público delata a la sociedad en que se 
produce, a la víctima por la herida, al asesino por el arma, y revela la 
complicidad de la mirada. 

en la novela Efectos secundarios (2011) se problematiza el gé-
nero como “medio discursivo/cultural mediante el cual la ‘naturaleza 
sexuada’ o ‘un sexo natural’ se produce y se establece como ‘pre-
discursivo’, previo a la cultura, una supericie políticamente neutral 
sobre la cual actúa la cultura” (el énfasis es del original) (butler El 
género en disputa p. 40); la voz narrativa construye su subjetividad a 
partir de la actividad que desarrolla, leer, y que entra en conlicto con 
su sexo biológico cuando tras 50 páginas de narración descubrimos 
que nuestro lector es una lectora que lucha con los reclamos de su 
madre por su falta de feminidad. Por un lado, destaca que en Efectos 
secundarios la lectura se constituye como actividad que moldea la 
subjetividad, que otorga identidad: “leer es lo único que me hace iel 
a mí mismo. lo único que he sido y soy es esta loca pasión por leer 
[…] leo, luego existo” (beltrán p. 15). 
la novela emplea esta identidad lectora para problematizar una 
de las convenciones de la tradición literaria, la masculinidad del lec-
tor implícito de toda obra y la recurrencia de personajes masculinos 
como héroes. Al mismo tiempo se reairma desde la diégesis la cen-
tralidad del proceso de lecto-escritura en la construcción de los suje-
tos, sus límites, las nociones de individualidad (Havelock), intimidad 
(Petit), continuidad y sentido (bruner),2 y se desautomatizan una serie 
de premisas falogocéntricas del canon literario occidental. la narra-
2 en La musa aprende a escribir e.a. Havelock señala que “cuando el lenguaje 
se separó visualmente de la persona que lo hablaba […] la persona, fuente del len-
guaje, adquirió unos contornos más nítidos, y nació el concepto de individualidad” 
(p. 152). m. Petit, en Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, plantea la cen-
tralidad de la lectura en el proceso de establecer un espacio de intimidad. J. bruner, 
en La fábrica de historias, enfatiza que la narración funge como elemento que brinda 
sentido a la experiencia y continuidad a la identidad de los sujetos. 
1269
dora elude un conlicto de exclusión derivado de la empatía que desa-
rrolla con los héroes literarios (masculinos) y su naturaleza sexuada 
(femenina) mediante lo que ella denomina una especie de travestismo 
literario cuando airma que, “Al leer el Quijote, yo era el caballero 
de la triste igura y no Dulcinea del Toboso […] Era Leopold Bloom, 
gregor samsa, Jekyll y mr. Hyde y aun raskólnikov…” (beltrán p. 
52). este travestismo literario como lectora se extiende a su calidad 
de narrador, lo que a nosotros, lectores (o lectoras) de Efectos secun-
darios nos obliga a concientizar este recurso como estrategia medular 
del texto, pues pone de maniiesto que, como señala Néstor Brauns-
tein, el sujeto es siempre una entidad abstracta únicamente aprehen-
sible mediante el soporte del lenguaje, del discurso. Por otro lado, 
este travestismo se presenta, no solo como una estrategia de lectura, 
también de supervivencia. cuando este lector-narrador, se presenta 
a sí mismo como sujeto masculino y no existe para nosotros como 
lectores elemento prediscursivo alguno de su naturaleza sexuada, po-
dríamos sentir defraudada la credibilidad que demanda todo pacto de 
lectura; sin embargo, generamos una nueva empatía con la voz narra-
tiva cuando problematiza su elección de la siguiente manera:
Caliicarme por primera vez como […] alguien poseedor de un 
cuerpo especíico, como una mujer […] tiene el inconveniente de […] 
ser vista como un cuerpo, el cuerpo del delito. como alguien dispuesto 
a ser enjuiciado o victimizado por su sexo […] ser mujer en este país 
es ser una cifra descendente; ser mujer es atroz. Pero leer me salvaba 
de esa limitación. me borraba la necesidad de mí. me borraba la po-
sición desde la que debía observar, actuar, existir y ser vista. sin ese 
acto elemental de travestismo no habría sido posible entrar a ninguna 
historia (beltrán pp. 81-82).
se hace evidente de esta forma, tanto lo señalado por butler y 
braunstein como el carácter fatídico del sexo femenino en determi-
nados contextos sociales, en el caso de la novela de beltrán, el méxi-
co contemporáneo que aparece de manera implícita, cuando en estos 
contextos se presentan comportamientos sexistas. a los asesinatos de 
mujeres se suman la impunidad, la corrupción, los secuestros, el nar-
1270
cotráico, para exhibir “un país que se hace experto en la recolección 
de cadáveres” (beltrán p. 16) y “las ciudades empiezan a competir 
por ver quién gana el mejor epíteto” (p. 96). nuevamente, la violen-
cia de género está íntimamente vinculada con problemáticas sociales 
más amplias. Para beltrán, la identidad cultural de estas ciudades está 
en función de la explotación de su capacidad para producir muertos 
y donde los asesinos conforman un nuevo modelo social con tintes 
heroicos. si en La muerte me da se señalaba, siguiendo a m. seltzer, 
que el comportamiento del asesino serial imitaba los principios de 
producción, en Efectos secundarios se problematiza su generaliza-
ción a nivel social y su valor como moneda de cambio.
los sujetos violentados están fuera de sí, arrastrados por la siner-
gia de una nueva estructura social, no encuentran su lugar, se trans-
forman, se trastornan: “la ciudades se infestan de muertos o se des-
pueblan”, “los padres se quedan sin saber qué son cuando asesinan a 
uno de sus hijos” (p. 43), pues no hay término que registre su pérdida, 
los habitantes son expulsados en tiempo y en espacio “empezamos 
a ser exiliados de nosotros mismos” (p. 75), y, a partir de la muerte 
de los seres queridos, los sujetos empiezan a volverse “nómadas ex-
pertos”. esto es, por un lado, la dinámica social impuesta rediseña 
geográica y poblacionalmente el territorio, arrojando a los sujetos 
de sus lugares de residencia; por otro, arrebata a las personas sus la-
zos afectivos y las abandona en la desesperación de una búsqueda 
por resigniicarse desde la ausencia (de los parientes y de los vacíos 
del lenguaje). Desarraigados y sin nexos familiares, se convierten en 
nómadas, en exiliados, en parias dentro de su propio país. la novela 
releja un movimiento paradójico, por un lado, a partir de un estado 
de guerra no declarado, el miedo instaura una lógica de desconianza 
y paranoia en la que los personajes tienden a retraerse, pues su único 
poder de acción es la indignación o violencia(beltrán p. 76); hay una 
tendencia a la desociabilización. sin embargo, ante la normalización 
de esta situación social, emerge una condición colectiva que supedita 
el individuo y genera otro tipo de sociabilización que tiene base en la 
empatía que genera compartir la condición del dolor. 
1271
subVersiÓn
nos centraremos ahora en el análisis de procedimientos formales 
que las novelas emplean para crear el universo narrativo y generar 
la hipótesis sustancial del mundo del que nos habla t. Pavel. Dichos 
recursos tienen como objetivo la problematización de las relaciones 
entre realidad y icción; ello se desprende de la coniguración general 
de ambas obras como metaicciones, esto es, que dicha problemati-
zación es resultado directo de la puesta en marcha de una serie de 
estrategias literarias que funcionan a nivel estructural, narrativo y dis-
cursivo. Más que seguir la deinición más sencilla del término como 
icciones sobre icciones (textos en los que se tematiza la escritura 
y/o la lectura y donde son protagonistas escritores, lectores y/o per-
sonajes de otras icciones), diremos que las metaicciones son textos 
narrativos que mediante diversas estrategias (que no son exclusivas 
de las metaicciones, sino que retoman de la vasta tradición literaria 
y que se pueden presentar de muy diversas formas y combinaciones), 
exploran (en muchas ocasiones desautomatizando o dramatizando) y 
relexionan sobre el proceso de construcción discursivo de la realidad 
(y los discursos de verdad) o la icción y en los que la participación 
activa del lector es fundamental.3 La muerte me da y Efectos secunda-
rios, en este sentido, son metaicciones que subvierten las nociones de 
realidad y icción para invitar a sus lectores a participar activamente 
en el proceso de lectura.
en La muerte me da podemos encontrar una especie de conti-
nuidad, inluencia y/o contaminación entre la icción literaria y las 
acciones de la diégesis. Primero, porque los crímenes parecen estar 
motivados por la poesía de alejandra Pizarnik y los escritos de sig-
mund Freud; segundo, la narración enfoca la búsqueda de la criminal 
mediante la interpretación de la escena del crimen como objeto que 
comparte muchos elementos con la esfera artística, como montaje, y 
3 esta es una búsqueda de reformulación del término que parte de las investi-
gaciones de Patricia Waugh, linda Hutcheon, michael boyd y mark currie, princi-
palmente, y parte del primer capítulo de mi tesis doctoral, Subversión literaria: la 
metaicción en la novela mexicana y cubana contemporánea, en preparación. 
1272
de la lectura que hace la informante de los versos que acompañan a 
los cuerpos exánimes. tercero, porque la perpetradora de los críme-
nes toma estos y sus inluencias teórico-literarias como motivo para 
su poemario. el poemario “la muerte me da”, inserto en el texto, 
podría condensar la dinámica de la novela, pues genera una mise en 
abyme con el libro que leemos. el efecto especular que se produce es 
el de la confrontación de la imagen real y virtual; uno de los textos en 
prosa, el otro en verso, uno escrito por la asesina, otro por la escritora 
empírica (y iccional). Ambos tematizan la aparición de los hombres 
castrados y el proceso de investigación que desencadenan (policial, 
literaria, sociológica); ambos problematizan la difusión de los géne-
ros (textuales y sexuales) en busca de una dislocación de los mismos 
mediante la fragmentación. 
Dividida en 8 capítulos, la voz narrativa, una cristina rivera 
Garza iccional, asume diversas focalizaciones para darnos cuenta de 
los acontecimientos. la narración se interrumpe con textos literarios 
y expositivos que se intercalan y presentan como una especie de evi-
dencia relacionada con el crimen. la novela presenta así al lector el 
expediente del caso para su interpretación, para que ejerza de lector-
detective como un asesor externo. es precisamente el lector la fronte-
ra siguiente; La muerte me da como metaicción busca subvertir tanto 
los elementos oscuros como brillantes de la mutua contaminación 
entre icción y realidad, con el objetivo de, paradójicamente, también 
traspasar sus páginas desde una indagación escritural. 

Efectos secundarios postula una relación de continuidad entre 
realidad y icción a partir de la lectura. A diferencia de la novela de 
rivera garza, en la de beltrán es más evidente la preocupación por 
una relexión metaiccional, pues por el protagonismo de la voz na-
rrativa (que se autodeine como lector) podemos encontrar múltiples 
metacomentarios,4 es decir, fragmentos que cavilan críticamente en 
4 el término es acuñado por Fredric Jameson, en “metacommentary”, en el mar-
co de la Filosofía; es linda Hutcheon, quien en Narcissistic Narrative, adopta el 
vocablo para hacer referencia al comentario crítico que la narrativa metaiccional 
1273
torno a la naturaleza de la icción o del proceso literario, inclusive so-
bre el texto en el que se insertan, desde la diégesis. Podríamos resumir 
en tres puntos las principales estrategias que la novela despliega para 
problematizar las fronteras entre realidad y icción: la posibilidad de 
interpretar la realidad a partir de las convenciones de un pacto de lectu-
ra; la complicidad entre el mercado editorial y los males sociales, y la 
conveniencia de dotar de sentido a la realidad a partir de la literatura. 
la lectora-narradora de Efectos secundarios advierte el mismo 
principio de construcción empleado por sus escritores predilectos en 
la realidad y lo interpreta como una extensión del texto literario, por 
ende, una indicación para continuar con el pacto de lectura adecuado. 
En este caso, la narradora identiica que para descifrar lo que sucede a 
su alrededor es necesario emplear la misma lógica de lectura que en el 
absurdo o el nonsense. el pasaje es referido, no de manera crítica, sino 
airmando complacida que el estilo de un autor querido puede existir 
más allá de la página, para subrayar que la realidad que vive no tiene 
sentido: “¿no es una sorpresa mayúscula encontrarlo en cualquier 
parte menos en sus libros?” (p. 60). el narrador encuentra el nonsense 
en la realidad, en el absurdo de tres libros que se anuncian como el 
más leído del mundo en un país en el que el promedio de lectura es 
de medio libro por año, así como en la proliferación de cadáveres y 
la forma en que los números de muertos toman el lugar de los ciuda-
danos desmembrados. la complicidad entre editores, mandatarios y 
asesinos (beltrán p. 61) se plantea bajo la hipótesis del secuestro de la 
literatura perpetrado por los autores de libros de autoayuda, pues “el 
sistema en que se basaban los mensajes” buscaba el ocultamiento de 
la realidad —o brindar estrategias de evasión—, estos “no eran falsos, 
sino que hablaban de la falsedad a gritos”. su única salida es pensar 
que si “El mundo había perdido toda signiicación [él] encontraría su 
lógica. ¿o no es eso leer? ¿encontrar el sentido oculto detrás de las 
palabras, buscar el signiicado entre líneas?” (p. 61). Nuestra lectora-
narradora encuentra la clave de lectura de la realidad mexicana en la 
propia literatura mexicana, “nos hemos convertido” todos, cito la úl-
despliega, como trasgresión discursiva y como instrucción de lectura.
1274
tima frase de la novela, “en un rencor vivo”, somos los hijos de Pedro 
Páramo habitando una tierra de muertos.
La muerte me da, de cristina rivera garza, y Efectos secunda-
rios, de rosa beltrán, problematizan la violencia de género mediante 
una red de estrategias metaiccionales. El carácter metaliterario de la 
narración y la atención que suscitan en el lector hacia la construcción 
de los textos, tiene como objetivo lanzar una hipótesis sustancial del 
mundo que ponga en continuidad los planteamientos tanto dentro como 
fuera de las novelas, esto es, se impele al lector a establecer puntos de 
contacto entre lo intra y extratextual. ambas novelas, mediante la con-
vergencia del mundo iccional representado y los recursos formalesque 
despliegan, perturban la trampa de la violencia de género mediante su 
reconocimiento, subvierten desde lo literario el género.
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