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Diálogos culturales en la literatura iberoamericana Actas del XXXIX Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana Concepción Reverte Bernal (ed.) © concepción reverte bernal, 2013 © la cubierta reproduce el cartel del congreso, procedente de un cuadro del artista peruano luis arias Vera © editorial Verbum, s.l., 2013 calle manzana 9, bajo único - 28015, madrid teléf: (34) 91 446 88 41 e-mail: editorialverbum@gmail.com www.verbumeditorial.com i.s.b.n: 978-84-7962-965-6 Depósito legal: m-33169-2013 todos los derechos reservados. cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográicos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. 1264 subversión del género en La muerte me da, de cristina rivera garza, y Efectos secundarios, de rosa beltrán ivonne sánChez beCerril universidad naCional autónoMa de MéxiCo la situación política y social por la que atraviesa méxico es la más crítica de su historia reciente. el predominio de la pobreza, la injusticia y la violencia en el panorama nacional es solo síntoma de múltiples y complejos problemas y conlictos. El fenómeno ha per- meado todas las esferas de nuestra realidad, se ha desbordado e ins- taurado una lógica de la violencia en las relaciones humanas del día a día; la violencia de género, de añeja raigambre en la sociedad mexi- cana, se ha visto dramáticamente expuesta desde los noventa con la epidemia de feminicidios particularmente crítica en ciudad Juárez y el estado de méxico, y al mismo tiempo diluida en el predominio —social y mediático— de la violencia generalizada impuesta por el narcotráico en los últimos años. En este contexto, la literatura mexi- cana, particularmente la novela, enfrenta, al representar nuestra in- mediatez histórica, un gran reto en múltiples sentidos, no solo porque la violenta situación social ha sido abordada por varios narradores nacionales y extranjeros que han visto en la temática tanto una veta de cuestionamiento social como una moda mercadotécnica, también porque representar ya sea la violencia de género o las pugnas entre los cárteles del narcotráico en el seno de un Estado inoperante, cons- tituye para muchos narradores mexicanos un dilema ético-estético trascendente en su escritura. a lo largo de este trabajo analizaremos las novelas La muerte me da (2006), de cristina rivera garza, y Efectos secundarios (2011), de rosa beltrán, para rastrear cómo es problematizada la violencia 1265 de género, así como las estrategias narrativas de las que se valen las autoras para ello, en el entendido de que, a decir de thomas Pavel, ambos textos, a través del universo iccional representado y los pro- cedimientos formales que emplean para evocarlo, con el afán no de describir la realidad sino reinventarla para comprenderla, lanzan una hipótesis sustancial sobre la naturaleza y organización del mundo (pp. 42-43). nuestro objetivo será, pues, dilucidar qué hipótesis sustan- cial de mundo nos proponen. Para lo anterior, primero exploraremos cómo ambas novelas subvierten el género al problematizar su violen- tación para, posteriormente, identiicar las estrategias que emplean para proponer su hipótesis sustancial del mundo y lanzar una serie de cuestionamientos al lector. género La muerte me da (2007) está escrita bajo la fórmula genérica de la novela policial. una serie de hombres castrados han aparecido en los callejones de la ciudad; los cuerpos parecen piezas de una puesta en escena o de un rompecabezas, fragmentos de un mensaje para des- cifrar, mediante los textos poéticos de alejandra Pizarnik que acom- pañan a las víctimas en el lugar del crimen. cristina rivera garza, una profesora de literatura, descubre el primero de cinco homicidios y se convierte en una informante y consultora de la Detective que investiga el caso. Destaca en la novela la apropiación de un género literario dominado históricamente por ambientes y personajes mascu- linos. la inversión de roles es doble, detective, informante y criminal son mujeres; las víctimas, hombres. el criterio de selección de los blancos obedece a su género. los cuerpos exánimes son doblemente castrados, física y simbólicamente, sexual y genéricamente han sido privados de su miembro y son denominados víctimas, pues, como airma la voz narrativa de la novela, “La víctima es siempre femeni- na” (énfasis del original) (rivera garza p. 30), condenados así a una continua castración discursiva. 1266 la novela presenta, pues, un caso difícil a decir de la Detective, “lleno de recovecos psicológicos. De oscuridades poéticas. trampas de género. metáforas. metonimias” (p. 54). Primero, porque se invita a una relexión en torno a las trampas que residen en la representa- ción del género que, como señala Judith butler, es la función norma- tiva del lenguaje que se impone sobre la base de cuerpos sexuados. segundo, porque para ello se “literaliza” (seltzer)1 en la diégesis la tesis freudiana del miedo y el complejo de castración masculino, así como la envidia femenina del pene. tercero, porque se problemati- za una retroalimentación entre los crímenes factuales y los crímenes iccionales. Finalmente, porque se pone de relieve la recurrencia de la imposición social de comportamientos diferenciados entre los gé- neros. en “algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”, entre otros textos de s. Freud, el psicoanalista plantea la envidia fálica y el complejo de castración en los sujetos femeninos y masculinos respectivamente, como determinantes en sus desarrollos psicológicos bajo la premisa de “la anatomía es destino” (Freud p. 498). la asesina de La muerte me da literaliza estos planteamientos y los resigniica con fragmentos de la obra de Pizarnik. Completa la sentencia freudiana, cinco sujetos son castrados y sus miembros con- servados en formol como fetiches. los cuerpos de los castrados aparecen dispuestos para ser com- pletados con algunos versos de la obra de la poeta argentina, que pa- recen en ocasiones una amenaza —“cuídate de mí amor mío”—, un reclamo — “Quién dejará hundir la mano en busca del tributo para la pequeña olvidada”—, un llamado de atención —“dice que el amor es muerte es miedo”—. un cuestionamiento al tipo de relaciones im- puestas discursivamente entre sujetos femeninos y masculinos, al lle- varlos al límite de su tangibilidad, su literalización. Por lo anterior, la novela entera es un ensayo, como lo deine Montaigne, como examen, 1 mark seltzer usa el término para subrayar, por un lado, la eliminación de la metáfora en el empleo del lenguaje; por otro, como constitutivo de un orden en que el ejercicio de la violencia es producto de una retroalimentación entre lo iccional y lo factual. Vid. “serial Killers (ii): the Pathological Public sphere”, “the crime system” y “Wound culture: trauma in the Pathological Public sphere”. 1267 una disección del género (textual y sexual) hecha (de/por) fragmentos como estrategia de búsqueda; el verso de alejandra Pizarnik que da nombre al libro conjuga en este sentido la preocupación central de la novela: “es verdad, la muerte me da en pleno sexo”. el acto de castración, la mise en scène del lugar del crimen y el carácter serial de los asesinatos refuerza la persecución de género. La muerte me da expone cómo la sociedad ha sido alterada por la serie de asesinatos: se impone un régimen de sospecha generaliza- da; los sujetos se someten a interrogatorios sobre comportamientos o preferencias; los lugares son rebautizados; los hombres empiezan a tener más cuidado con la selección de parejas ocasionales; Detective e informante cavilan sobre el caso desde sus esferas de interés; la periodista se interesa por las relexiones de la Informante; la Asesina se convierteen poeta. la novela presenta un cuestionamiento de la dinámica social que produce el crimen, fundamentado en los plantea- mientos de mark seltzer sobre una esfera pública patológica basada en la herida. los tres elementos constitutivos de la tesis de seltzer son la literalización, la compulsión mimética —se reiere a la tendencia de los individuos para disolverse en la masa y la habilidad del asesino de mimetizarse— y la superposición de deseos privados y espacios públicos (“the crime system” y “serial Killers ii”). la escena del crimen como espacio público irrumpido y en el que se expone el de- seo de la asesina que suscita “public fascination with torn and ope- ned bodies and torn and open persons, a collective gathering around shock, trauma and the wound” (“Wound culture” p. 3). el texto se nutre explícitamente de los planteamientos del in- vestigador norteamericano, en particular sus señalamientos sobre el comportamiento de los asesinos seriales. en la diégesis, la narrado- ra implícita, cristina rivera garza, focalizada en el discurrir interno de la Detective, parafrasea a seltzer: “hay un vínculo entre los actos violentos (repetitivos, mecánicos y compulsivos) del asesino serial y los estilos de producción y reproducción de la cultura de las máqui- nas. […] un asesino serial es una máquina de cortar” (rivera garza p. 144), para postular que “el crimen desnuda”; esa superposición 1268 del deseo privado y el espacio público delata a la sociedad en que se produce, a la víctima por la herida, al asesino por el arma, y revela la complicidad de la mirada. en la novela Efectos secundarios (2011) se problematiza el gé- nero como “medio discursivo/cultural mediante el cual la ‘naturaleza sexuada’ o ‘un sexo natural’ se produce y se establece como ‘pre- discursivo’, previo a la cultura, una supericie políticamente neutral sobre la cual actúa la cultura” (el énfasis es del original) (butler El género en disputa p. 40); la voz narrativa construye su subjetividad a partir de la actividad que desarrolla, leer, y que entra en conlicto con su sexo biológico cuando tras 50 páginas de narración descubrimos que nuestro lector es una lectora que lucha con los reclamos de su madre por su falta de feminidad. Por un lado, destaca que en Efectos secundarios la lectura se constituye como actividad que moldea la subjetividad, que otorga identidad: “leer es lo único que me hace iel a mí mismo. lo único que he sido y soy es esta loca pasión por leer […] leo, luego existo” (beltrán p. 15). la novela emplea esta identidad lectora para problematizar una de las convenciones de la tradición literaria, la masculinidad del lec- tor implícito de toda obra y la recurrencia de personajes masculinos como héroes. Al mismo tiempo se reairma desde la diégesis la cen- tralidad del proceso de lecto-escritura en la construcción de los suje- tos, sus límites, las nociones de individualidad (Havelock), intimidad (Petit), continuidad y sentido (bruner),2 y se desautomatizan una serie de premisas falogocéntricas del canon literario occidental. la narra- 2 en La musa aprende a escribir e.a. Havelock señala que “cuando el lenguaje se separó visualmente de la persona que lo hablaba […] la persona, fuente del len- guaje, adquirió unos contornos más nítidos, y nació el concepto de individualidad” (p. 152). m. Petit, en Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura, plantea la cen- tralidad de la lectura en el proceso de establecer un espacio de intimidad. J. bruner, en La fábrica de historias, enfatiza que la narración funge como elemento que brinda sentido a la experiencia y continuidad a la identidad de los sujetos. 1269 dora elude un conlicto de exclusión derivado de la empatía que desa- rrolla con los héroes literarios (masculinos) y su naturaleza sexuada (femenina) mediante lo que ella denomina una especie de travestismo literario cuando airma que, “Al leer el Quijote, yo era el caballero de la triste igura y no Dulcinea del Toboso […] Era Leopold Bloom, gregor samsa, Jekyll y mr. Hyde y aun raskólnikov…” (beltrán p. 52). este travestismo literario como lectora se extiende a su calidad de narrador, lo que a nosotros, lectores (o lectoras) de Efectos secun- darios nos obliga a concientizar este recurso como estrategia medular del texto, pues pone de maniiesto que, como señala Néstor Brauns- tein, el sujeto es siempre una entidad abstracta únicamente aprehen- sible mediante el soporte del lenguaje, del discurso. Por otro lado, este travestismo se presenta, no solo como una estrategia de lectura, también de supervivencia. cuando este lector-narrador, se presenta a sí mismo como sujeto masculino y no existe para nosotros como lectores elemento prediscursivo alguno de su naturaleza sexuada, po- dríamos sentir defraudada la credibilidad que demanda todo pacto de lectura; sin embargo, generamos una nueva empatía con la voz narra- tiva cuando problematiza su elección de la siguiente manera: Caliicarme por primera vez como […] alguien poseedor de un cuerpo especíico, como una mujer […] tiene el inconveniente de […] ser vista como un cuerpo, el cuerpo del delito. como alguien dispuesto a ser enjuiciado o victimizado por su sexo […] ser mujer en este país es ser una cifra descendente; ser mujer es atroz. Pero leer me salvaba de esa limitación. me borraba la necesidad de mí. me borraba la po- sición desde la que debía observar, actuar, existir y ser vista. sin ese acto elemental de travestismo no habría sido posible entrar a ninguna historia (beltrán pp. 81-82). se hace evidente de esta forma, tanto lo señalado por butler y braunstein como el carácter fatídico del sexo femenino en determi- nados contextos sociales, en el caso de la novela de beltrán, el méxi- co contemporáneo que aparece de manera implícita, cuando en estos contextos se presentan comportamientos sexistas. a los asesinatos de mujeres se suman la impunidad, la corrupción, los secuestros, el nar- 1270 cotráico, para exhibir “un país que se hace experto en la recolección de cadáveres” (beltrán p. 16) y “las ciudades empiezan a competir por ver quién gana el mejor epíteto” (p. 96). nuevamente, la violen- cia de género está íntimamente vinculada con problemáticas sociales más amplias. Para beltrán, la identidad cultural de estas ciudades está en función de la explotación de su capacidad para producir muertos y donde los asesinos conforman un nuevo modelo social con tintes heroicos. si en La muerte me da se señalaba, siguiendo a m. seltzer, que el comportamiento del asesino serial imitaba los principios de producción, en Efectos secundarios se problematiza su generaliza- ción a nivel social y su valor como moneda de cambio. los sujetos violentados están fuera de sí, arrastrados por la siner- gia de una nueva estructura social, no encuentran su lugar, se trans- forman, se trastornan: “la ciudades se infestan de muertos o se des- pueblan”, “los padres se quedan sin saber qué son cuando asesinan a uno de sus hijos” (p. 43), pues no hay término que registre su pérdida, los habitantes son expulsados en tiempo y en espacio “empezamos a ser exiliados de nosotros mismos” (p. 75), y, a partir de la muerte de los seres queridos, los sujetos empiezan a volverse “nómadas ex- pertos”. esto es, por un lado, la dinámica social impuesta rediseña geográica y poblacionalmente el territorio, arrojando a los sujetos de sus lugares de residencia; por otro, arrebata a las personas sus la- zos afectivos y las abandona en la desesperación de una búsqueda por resigniicarse desde la ausencia (de los parientes y de los vacíos del lenguaje). Desarraigados y sin nexos familiares, se convierten en nómadas, en exiliados, en parias dentro de su propio país. la novela releja un movimiento paradójico, por un lado, a partir de un estado de guerra no declarado, el miedo instaura una lógica de desconianza y paranoia en la que los personajes tienden a retraerse, pues su único poder de acción es la indignación o violencia(beltrán p. 76); hay una tendencia a la desociabilización. sin embargo, ante la normalización de esta situación social, emerge una condición colectiva que supedita el individuo y genera otro tipo de sociabilización que tiene base en la empatía que genera compartir la condición del dolor. 1271 subVersiÓn nos centraremos ahora en el análisis de procedimientos formales que las novelas emplean para crear el universo narrativo y generar la hipótesis sustancial del mundo del que nos habla t. Pavel. Dichos recursos tienen como objetivo la problematización de las relaciones entre realidad y icción; ello se desprende de la coniguración general de ambas obras como metaicciones, esto es, que dicha problemati- zación es resultado directo de la puesta en marcha de una serie de estrategias literarias que funcionan a nivel estructural, narrativo y dis- cursivo. Más que seguir la deinición más sencilla del término como icciones sobre icciones (textos en los que se tematiza la escritura y/o la lectura y donde son protagonistas escritores, lectores y/o per- sonajes de otras icciones), diremos que las metaicciones son textos narrativos que mediante diversas estrategias (que no son exclusivas de las metaicciones, sino que retoman de la vasta tradición literaria y que se pueden presentar de muy diversas formas y combinaciones), exploran (en muchas ocasiones desautomatizando o dramatizando) y relexionan sobre el proceso de construcción discursivo de la realidad (y los discursos de verdad) o la icción y en los que la participación activa del lector es fundamental.3 La muerte me da y Efectos secunda- rios, en este sentido, son metaicciones que subvierten las nociones de realidad y icción para invitar a sus lectores a participar activamente en el proceso de lectura. en La muerte me da podemos encontrar una especie de conti- nuidad, inluencia y/o contaminación entre la icción literaria y las acciones de la diégesis. Primero, porque los crímenes parecen estar motivados por la poesía de alejandra Pizarnik y los escritos de sig- mund Freud; segundo, la narración enfoca la búsqueda de la criminal mediante la interpretación de la escena del crimen como objeto que comparte muchos elementos con la esfera artística, como montaje, y 3 esta es una búsqueda de reformulación del término que parte de las investi- gaciones de Patricia Waugh, linda Hutcheon, michael boyd y mark currie, princi- palmente, y parte del primer capítulo de mi tesis doctoral, Subversión literaria: la metaicción en la novela mexicana y cubana contemporánea, en preparación. 1272 de la lectura que hace la informante de los versos que acompañan a los cuerpos exánimes. tercero, porque la perpetradora de los críme- nes toma estos y sus inluencias teórico-literarias como motivo para su poemario. el poemario “la muerte me da”, inserto en el texto, podría condensar la dinámica de la novela, pues genera una mise en abyme con el libro que leemos. el efecto especular que se produce es el de la confrontación de la imagen real y virtual; uno de los textos en prosa, el otro en verso, uno escrito por la asesina, otro por la escritora empírica (y iccional). Ambos tematizan la aparición de los hombres castrados y el proceso de investigación que desencadenan (policial, literaria, sociológica); ambos problematizan la difusión de los géne- ros (textuales y sexuales) en busca de una dislocación de los mismos mediante la fragmentación. Dividida en 8 capítulos, la voz narrativa, una cristina rivera Garza iccional, asume diversas focalizaciones para darnos cuenta de los acontecimientos. la narración se interrumpe con textos literarios y expositivos que se intercalan y presentan como una especie de evi- dencia relacionada con el crimen. la novela presenta así al lector el expediente del caso para su interpretación, para que ejerza de lector- detective como un asesor externo. es precisamente el lector la fronte- ra siguiente; La muerte me da como metaicción busca subvertir tanto los elementos oscuros como brillantes de la mutua contaminación entre icción y realidad, con el objetivo de, paradójicamente, también traspasar sus páginas desde una indagación escritural. Efectos secundarios postula una relación de continuidad entre realidad y icción a partir de la lectura. A diferencia de la novela de rivera garza, en la de beltrán es más evidente la preocupación por una relexión metaiccional, pues por el protagonismo de la voz na- rrativa (que se autodeine como lector) podemos encontrar múltiples metacomentarios,4 es decir, fragmentos que cavilan críticamente en 4 el término es acuñado por Fredric Jameson, en “metacommentary”, en el mar- co de la Filosofía; es linda Hutcheon, quien en Narcissistic Narrative, adopta el vocablo para hacer referencia al comentario crítico que la narrativa metaiccional 1273 torno a la naturaleza de la icción o del proceso literario, inclusive so- bre el texto en el que se insertan, desde la diégesis. Podríamos resumir en tres puntos las principales estrategias que la novela despliega para problematizar las fronteras entre realidad y icción: la posibilidad de interpretar la realidad a partir de las convenciones de un pacto de lectu- ra; la complicidad entre el mercado editorial y los males sociales, y la conveniencia de dotar de sentido a la realidad a partir de la literatura. la lectora-narradora de Efectos secundarios advierte el mismo principio de construcción empleado por sus escritores predilectos en la realidad y lo interpreta como una extensión del texto literario, por ende, una indicación para continuar con el pacto de lectura adecuado. En este caso, la narradora identiica que para descifrar lo que sucede a su alrededor es necesario emplear la misma lógica de lectura que en el absurdo o el nonsense. el pasaje es referido, no de manera crítica, sino airmando complacida que el estilo de un autor querido puede existir más allá de la página, para subrayar que la realidad que vive no tiene sentido: “¿no es una sorpresa mayúscula encontrarlo en cualquier parte menos en sus libros?” (p. 60). el narrador encuentra el nonsense en la realidad, en el absurdo de tres libros que se anuncian como el más leído del mundo en un país en el que el promedio de lectura es de medio libro por año, así como en la proliferación de cadáveres y la forma en que los números de muertos toman el lugar de los ciuda- danos desmembrados. la complicidad entre editores, mandatarios y asesinos (beltrán p. 61) se plantea bajo la hipótesis del secuestro de la literatura perpetrado por los autores de libros de autoayuda, pues “el sistema en que se basaban los mensajes” buscaba el ocultamiento de la realidad —o brindar estrategias de evasión—, estos “no eran falsos, sino que hablaban de la falsedad a gritos”. su única salida es pensar que si “El mundo había perdido toda signiicación [él] encontraría su lógica. ¿o no es eso leer? ¿encontrar el sentido oculto detrás de las palabras, buscar el signiicado entre líneas?” (p. 61). Nuestra lectora- narradora encuentra la clave de lectura de la realidad mexicana en la propia literatura mexicana, “nos hemos convertido” todos, cito la úl- despliega, como trasgresión discursiva y como instrucción de lectura. 1274 tima frase de la novela, “en un rencor vivo”, somos los hijos de Pedro Páramo habitando una tierra de muertos. La muerte me da, de cristina rivera garza, y Efectos secunda- rios, de rosa beltrán, problematizan la violencia de género mediante una red de estrategias metaiccionales. El carácter metaliterario de la narración y la atención que suscitan en el lector hacia la construcción de los textos, tiene como objetivo lanzar una hipótesis sustancial del mundo que ponga en continuidad los planteamientos tanto dentro como fuera de las novelas, esto es, se impele al lector a establecer puntos de contacto entre lo intra y extratextual. ambas novelas, mediante la con- vergencia del mundo iccional representado y los recursos formalesque despliegan, perturban la trampa de la violencia de género mediante su reconocimiento, subvierten desde lo literario el género. bibliograFÍa beltrán, rosa, Efectos secundarios, méxico, mondadori, 2011. braunstein, néstor y saal, Frida, “el sujeto en el psicoanálisis, el materialismo histórico y la lingüística”, Psiquiatría, Teoría del sujeto. Psicoanálisis (hacia Lacan), méxico, s. XXi, 1999, pp. 80-150. bruner, Jerome, La fabrica de historias. Derecho, literatura, vida, méxico, Fce, 2003. butler, Judith, Cuerpos que importan. 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