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50 Cuadernos de Pedagogía / N.0 253 /Diciembre L a relación entre la psicología y la educa- ción se comenzó a cubrir, en un primer momento, traspasando los procesos de aprendizaje animal al comportamiento humano; después, con los estudios sobre el desarrollo vin- culados al aprendizaje y, en los últimos años, im- plicándose más directamente en problemas prác- ticos como las decisiones relativas a los objetivos de la educación, la elaboración del currículo o la mejora de los métodos de enseñanza (Cole y Wa- kai, citados por Coll, 1991). La visión histórica del aprendizaje como preo- cupación de la psicología viene marcada, en pri- mer lugar, por su orientación biológica. Así, aprender es una cualidad evolutiva vinculada al desarrollo de los individuos y derivada de su ne- cesidad de adaptación al medio (físico y cultural). Ningún otro ser vivo depende tanto del aprendi- zaje y del grupo para poder desarrollar su poten- cial evolutivo. A su vez, el grupo (clan, comuni- dad, sociedad) necesita garantizar su superviven- cia a través de la perpetuación y ampliación de sus construcciones culturales y científicas y de sus de- M Psicología y educación Fernando Hernández La relación entre estas dos disciplinas ha estado siempre presente para que el aprendizaje fuera eficaz, evitar el fracaso escolar y lograr la adaptación de las personas a la escuela. En este recorrido por diversas secuencias y concepciones psicológicas, se hace una parada más detenida en el constructivismo y otras visiones cognitivas que hoy sirven de guía a las reformas educativas. David D. Ausubel, constructivismo, historia de la educación, Jean Piaget, psicología y educación, tendencias educativas, teoría de la elaboración, Lev Semynovich Vygotski Psicologías J.P. Pavlov (izquierda) y B.F. Skinner (derecha): Los orígenes de la psicología conductista. Diciembre / N.0 253 / Cuadernos de Pedagogía 51 T E N D E N C I A S E D U C A T I V A S A C T U A L E S sarrollos técnicos. De esta forma, fomentar y controlar el aprendizaje y facilitar la enseñanza son elementos inseparables de un mismo fenó- meno. La explicación de cómo se realiza este proceso ya no sólo en el ámbito de lo que podríamos de- nominar el desarrollo natural, sino en el de la búsqueda de cómo producir una mejor adapta- ción a través de la información que se organiza en la enseñanza formal, ha sido una preocupa- ción constante de todas las tendencias y escuelas psicológicas. Motivados para el éxito y la estabilidad Quizá Pavlov o Thordinke se evocan en la le- janía de la anécdota. Skinner, cubierto de otras capas, sigue siendo una presencia. Todos ellos forman parte de una corriente que hoy se pre- senta con nuevos ropajes, pero que sigue presen- te entre quienes creen que para aprender hay que desmenuzar el conocimiento en partes, adaptar- las a una secuencia y plasmarlas en materiales y acciones que retuercen lo que se trata de enseñar. Todo ello en un ambiente motivador en el que el estímulo, la recompensa, la presión medida sobre el alumno, contribuyan a que aprenda lo que se le pretende enseñar. Ahora, las máquinas de enseñanza de Skinner se han transformado, siguiendo sus principios, en programas de ordenador en los que el proceso ensayo-error tiene su recompensa con el avance de nivel y con cubrir el objetivo de logro. Tam- bién los materiales escalonados para los agrupa- mientos flexibles que están presentes en muchos centros participan de este enfoque. El pensamiento que guiaba los planteamientos conductivos de Skinner siguen estando presentes en la educación, con nuevos nombres y bajo nuevos enfoques. Ahora el prisma de la teoría del procesamiento de la información y la idea de mente como ordenador son los que iluminan muchas concepciones sobre el aprendizaje; la planificación de la enseñanza y el apren- dizaje a partir de una secuencia de tare- as de entrenamiento está presente en al- gunos programas de estrategias de aprendizaje; la autocorrección de cada estudiante se cubre de una capa de me- tacognición; el aprendizaje programado diseñado por un experto se transforma en la secuencia instruccional de la teoría de la elaboración. Eso sí, todo con una nueva mirada: la conducta como res- puesta a un estímulo ya no es el foco de interés. Ahora lo es el proceso interno de la mente reflejado no en acciones, si- no en elementos discursivos y plasmado en el lenguaje ordenado y estructurado de las secuencias de programación. Sin embargo, estos enfoques (los de antes y los de ahora) tienden a considerar al estu- diante como un mero ejecutor de lo programado por el profesorado o el especialista, no tienen en cuenta las conductas y los aprendizajes divergen- tes o relacionales; tienden a centrarse en la acu- mulación y procesamiento de información y no en su interpretación, a fomentar comportamien- tos y respuestas homogeneizadoras... Sin embar- go, el individuo no es una caja negra y la lineali- dad de las relaciones causa-efecto con frecuencia no se cumple, y más en contextos complejos co- mo el de la escuela. A pesar de ello, antes como ahora ofrece seguridad y apoyo, por eso tienen éxito y se adaptan de manera camaleónica a nue- vos momentos y circunstancias. La importancia de la comprensión Otra idea sobre el aprendizaje que ha resurgido de nuevo está vinculada a algunos de los princi- pios que desarrollaron los psicólogos de la Ges- talt, allá por los años 20. Se trata de principios que iban en la dirección opuesta a los del con- ductismo: miraban hacia el pensamiento del in- dividuo y no hacia la conducta observable, en un momento en que la hegemonía de la psicología (y los valores culturales) comenzaba a pasar de Europa a Estados Unidos. Hablaron de penetración comprensiva como forma de explicar cómo un individuo logra su- perar una dificultad o encontrar la solución a un problema de estudio: el logro no era fruto de la recompensa, la repetición o el entrenamiento (como decían los conductistas y se mantiene ahora con otros términos), sino que se conseguía mediante una «ocurrencia», «la comprensión re- pentinas» o «la intuición». Para llegar a esta for- mulación, se parte de que los seres humanos no suelen realizar las conductas de ensayo-error to- talmente a ciegas, incluso pueden descartar la manipulación física mediante la contemplación de la situación. Lo que se aprende por comprensión no ha de ser mecanizado, pues la asociación ha sido reali- S. Freud. El psicoanálisis está muy presente en la educación.BI B L IO T E C A N U E V A . 52 Cuadernos de Pedagogía / N.0 253 /Diciembre zada intelectualmente, con lo cual se facilita su re- producción. Finalmente, lo que se ha aprendido de manera comprensiva puede ser transferido mejor a otras situaciones. Desde esta concepción se hace indispensable que el aprendiz se responsa- bilice de la situación de aprendizaje. Esto supone que ha de percibir la estructura y las relaciones existentes entre los elementos que constituyen el problema a resolver o la situación de aprendizaje. Si el que aprende no tiene una visión global de estas relaciones, la situación resulta inconexa, confusa, caótica y no hay comprensión ni pene- tración posibles. Algunas de las actuales visiones constructivas y algunos reflejos del aprendizaje significativo ver- bal de Ausubel conectan con estos principios, pe- ro dejan sin resolver las preguntas de cómo crear situaciones comprensivas y cómo evaluar el grado y la calidad de comprensión del alumnado. Relevancia de la afectividad: el psicoanálisis Si hay una teoría psicológica que está presente y ausente en la educación es el psicoanálisis. Pre- sente porque nadie se atreve a dejar de lado el pa- pel de la afectividad como mediador del aprendi- zaje (del desarrollo, escribió Piaget); ausente por- que es algo que está ahí, pero que no encaja no tanto con visiones sobre el aprender, sino con la manera de crear situaciones de enseñanza. Muchos docentes y personal de apoyo a la edu- cación utilizan nociones psicoanalíti- cas en su trabajo. Nocionescomo transferencia, valor simbólico, regre- sión, mecanismos de defensa... están presentes para explicar (o excusar) al- gunos conflictos entre el profesorado y los alumnos (sobre todo con los adolescentes) y el desajuste motiva- cional que puede llegar a existir entre ellos y el aprendizaje. Es cierto que tener en cuenta los factores emocionales y efectivos pue- de representar un valor inapreciable a la hora de planificar y llevar a la prác- tica la enseñanza y de comprender las dificultades del alumno para apren- der; sin embargo, una utilización ina- decuada de las aportaciones del psico- análisis conduce, por una parte, a pa- tologizar las situaciones de clase con explicaciones fáciles sobre el com- portamiento y el papel del entorno (familiar, sobre todo) y, por otra, a no realizar las influencias de la propia or- ganización de la enseñanza y de la escuela en la conducta que se trata de explicar. Se aprende lo que se descubre por sí mismo Quizá sea ésta una de las visiones sobre el apren- dizaje que ha tenido más vigencia y que sigue pre- sente en la educación escolar. Los nombres de la Escuela Nueva, a los que hay que añadir persona- jes tan dispares como Dewey (Cómo pensamos), Bruner (Hacia una Teoría de la Instrucción, don- de se recoge su proyecto sobre «El Hombre») y, sin ser psicólogo, Freinet, han configurado por vías diferentes una visión sobre el aprendizaje y la enseñanza en la que subyace la idea de que ésta ha de basarse en la acción, en la solución de proble- mas cotidianos y en la creencia de que el niño y la niña aprenden aquello que descubren por sí mis- mos, aquello que han de investigar. El método inductivo, apoyado en la acción y dirigido hacia el mundo próximo, es la base de la construcción del conocimiento y de la realidad de esta visión sobre el aprendizaje (véase, en este mismo número, «Entorno. Del activismo a la investigación»). Supone una visión del aprendizaje que es útil para el alumnado en los primeros años de escola- ridad, pero resulta poco provechosa para que los estudiantes que ya dominan unos procedimien- tos y una serie de conceptos básicos puedan ela- borar por sí mismos los contenidos de una mate- ria. M J. Piaget. Su teoría sobre el desarrollo intelectual se asocia al constructivismo. JE A N -P IE R R E L A N D E N B E R G . Diciembre / N.0 253 / Cuadernos de Pedagogía 53 T E N D E N C I A S E D U C A T I V A S A C T U A L E S Además, si todo lo que tiene valor como aprendizaje ha de ser descubier- to por el individuo, esto significa que no se tiene en cuenta que el conoci- miento procede de forma interrela- cionada y requiere tener informacio- nes previas que en su momento pue- den ser utilizadas por el alumnado. Pero, estos comentarios no impiden reconocer la importancia de la acción, y no sólo de la verbalización, en el aprendizaje hay que tener en cuenta lo que el alumnado está en disposición de aprender, el momento personal, cognitivo y afectivo que vive frente a los conocimientos, para, a partir de él, planificar la enseñanza y ponerle en relación con nuevas experiencias. El aprendizaje como proceso constructivo Vamos a hacer una parada más deteni- da en esta visión del aprendizaje, pues cuando en el futuro se hable de las ac- tuales reformas del sistema escolar en España y en otros países latinoameri- canos, casi con toda seguridad una de las referencias que aparecerá como emblema será el constructivismo. De manera explícita, el nuevo currículo español señala que los prin- cipios psicopedagógicos en los que se asienta se enmarcan en una concep- ción constructiva del aprendizaje escolar y de la intervención pedagógica. Esta opción no se iden- tifica con ninguna teoría en concreto (Wallon, Piaget, Vygotski, Ausubel, Bruner, los teóricos del procesamiento de la información ... ), sino más bien con enfoques presentes en distintos marcos teóricos que confluyen en una serie de principios. Estos enfoques, señala Coll (1991), coinciden en la idea de que «el desarrollo y el aprendizaje son básicamente el resultado de un proceso de construcción, que el hecho humano no puede entenderse como el despliegue de un programa escrito en el código genético ni tampo- co como el resultado de una acumulación y ab- sorción de experiencias». A pesar de que los autores señalados repre- sentan concepciones dispares sobre el desarro- llo y su interés por el aprendizaje escolar, coinciden en la idea de que el conocimiento escolar no entra en el alumno como en una ca- ja vacía, pues posee referencias previas, desde las cuales está en disposición de organizar su propio aprendizaje. La enseñanza basada en el aprendizaje constructivista pone el énfasis en que los alumnos necesitan estar activamente implicados para reflexionar sobre su propio aprendizaje, realizar inferencias y experimen- tar conflicto cognitivo. Desde este punto de vista, el constructivismo es una noción vinculada al desarrollo cognitivo y su visión más conocida es la que se fundamenta en la visión que subyace a la teoría de Piaget sobre el desarrollo intelectual y que destaca la impor- tancia de las competencias del niño y la niña en su desarrollo. Esta visión en la actualidad se tiende a completar (ante las críticas al individualismo cog- nitivo piagetiano) con la recuperación del pensa- miento de Vygotski, vía Estados Unidos, ya que recupera el papel del lenguaje como mediador de significados sociales y la interdicción grupal en la construcción de los aprendizajes y reafirma la im- portancia de los procesos y de la actividad en la relación pedagógica. Sin embargo, no puede hablarse de una visión única o genuina del constructivismo, pues, como señala Phillips (1995), el constructivismo tiene diferentes caras, algunas de las cuales se recogen en la recopilación de Steffe y Gale (1995). Otras las presenta Prawat (1989; 1991), que añade a lo que denomina el conocimiento base (que tiene mayor amplitud que nuestra idea de conocimien- tos iniciales, pues, no se limita sólo a las materias, sino a las experiencias personales), las estrategias para seguir aprendiendo y la disponibilidad para el aprendizaje como los tres factores que influyen en la construcción de nuevos conocimientos. Los L.S. Vygotski. Una contribución emblématica sobre la incidencia de los procesos sociales. 54 Cuadernos de Pedagogía / N.0 253 /Diciembre trabajos sobre la cognición situada y la cultura del aprendizaje (Brown, Collins y Duguid, 1989; Anderson, Reder y Herbert, 1996) están tenien- do una fuerte incidencia, por ejemplo, en la en- señanza de las matemáticas. Están también las po- siciones de Gergen (1994) y Shotter (1994), quie- nes tratan de reconciliar la relación entre lo individual y lo social desde un enfoque construc- tivista que denominan «radical». Que existan versiones del constructivismo no ha de ser un problema, pues ofrecen riqueza de puntos de vista; pero sí puede llegar a serio que en la aplicación del constructivismo a la educa- ción se presente a éste como teoría sustantivo de todo el proceso de escolarización y como referen- cia única para organizar la enseñanza. Sin embar- go, no hay que perder de vista que el constructi- vismo (a pesar del tamiz social progresista deriva- do de la incorporación de la perspectiva vygotskiana) tiende a ofrecer una representación de la realidad, vigente hasta la modernidad, que separa mente y cuerpo, sujeto y objeto; se trata de una visión centrada en la racionalidad occidental, basada en la acumulación y clasificación de evi- dencias, fundada en la aplicación del método ex- perimental como forma única y válida de conoci- miento, favorecedora de un cierto individualismo cognitivo y competitivo y que presenta una sin- tonía con el modelo de gobierno y de economía neoliberal que se afianza en la actualidad en mu- chos países. No hacer mención de estas implicaciones y de su relación con ciertos valores contemporáneos constituye un olvido difícil de explicar; así suce- de en las decisiones que fundamentan el currícu- lo español, en el que seapunta, pero no se plas- man, las referencias sociales y culturales que le sir- ven de apoyo. O en las pautas que guían la selec- ción y ordenación de los contenidos en los currí- culos de Argentina, Chile y otros países del Cono Sur. Partir de lo que el alumno conoce Relacionado con la visión anterior y con la del procesamiento de la información, una de las referencias con mayor impacto en la actualidad es la del aprendizaje significativo. Ausubel (1976) plantea esta orientación como respues- ta a las deficiencias de las aplicaciones dema- siado ingenuas y espontaneistas del aprendiza- je por descubrimiento. Una de las aportaciones de esta concepción, presentes en la cultura docente, es la impor- tancia del diagnóstico inicial sobre el conoci- miento que posee el alumnado para la organi- zación de la experiencia o situación de en- señanza por parte del docente; otra de las aportaciones es la observación evaluativa sobre la transferencia o no de lo aprendido a otras si- tuaciones, desde la que se inicia una nueva se- cuencia de diagnóstico-aprendizaje-enseñan- za. Seguir esta teoría del aprendizaje requiere, por parte del profesorado, una gran flexibili- dad interpretativa sobre las ideas previas de los estudiantes, una buena capacidad para crear si- tuaciones de aprendizaje significativo y un ba- gaje de recursos pedagógicos para corregir so- bre la marcha las interpretaciones inadecuadas sobre el aprendizaje de los estudiantes. M J. Bruner. Uno de los representantes más lucidos de la psicología cognitiva. A N A P E Y R Í. Diciembre / N.0 253 / Cuadernos de Pedagogía 55 T E N D E N C I A S E D U C A T I V A S A C T U A L E S En esta perspectiva, cobra una importancia ca- pital la organización previa de la información, la significatividad de los contenidos presentados a los estudiantes y su potencialidad estructuradora. Esta posición ha llevado a Ausubel a desarrollar el concepto de «organizadores previos», que en tér- minos de enseñanza consistiría en el material in- troductorio que se presenta al alumnado antes de la tarea de aprendizaje y que ha de poseer un ma- yor nivel de abstracción e inclusividad que la pro- pia tarea. Retomaremos el papel de los organiza- dores previos, en el apartado dedicado a la teoría de la elaboración. La relación entre la enseñanza y aprendizaje Las perspectivas sobre el aprendizaje son descrip- ciones o explicaciones del aprender que, cuando se aplican a situaciones de enseñanza, sufren in- terferencias y variaciones. Sobre todo si tenemos en cuenta que el fenómeno de la educación esco- lar es una construcción social totalmente ligada al contexto en el que se desarrolla, a las particulari- dades biológicas y biográficas de estudiantes y docentes, o al entorno cultural, a la coyuntura económica, a los intereses de los grupos de po- der, etc. En esta problemática se encuentran las deno- minadas teorías de la instrucción, que responden a planteamientos psicopedagógicos que están vinculados a las teorías del aprendizaje. Ambas están unidas, aunque en las propuestas de la psi- cología a la educación se muestren con frecuen- cia sin mucha relación. Las visiones que hemos visto muestran situa- ciones de las que derivan principios sobre el aprendizaje del alumno, mientras que las de la instrucción intentan proporcionar criterios de ra- cionalidad para selec- cionar y organizar el conocimiento escolar de modo que el alum- nado pueda adquirir y utilizar una parte del conocimiento científi- co y la cultura de la so- ciedad en la que vive. Entre las teorías so- bre la enseñanza tiene una presencia destacada la teoría de la elabora- ción de Reigeluth y Merril, que guía acerca de los criterios para or- ganizar el currículo en las actuales reformas de la enseñanza en España y Latinoamérica. La organización de los contenidos La teoría de la elaboración de Reigeluth y Merrill (1980) parte de los planteamientos cognitivos de Piaget, Bruner, Ausubel, etc.; los modelos expli- cativos del aprendizaje se plantean a partir del procesamiento de la información... Recogen además otras aportaciones como la teoría de la asimilación, la especificidad de las estrategias de aprendizaje, la teoría del desarrollo de aptitudes, etc. Sin embargo, lo que pretende esta mezcla es cubrir de cognitivismo lo que es una visión ins- truccional deudora del conductismo, pues trata de prescribir la mejor forma de seleccionar, es- tructurar y organizar los contenidos de instruc- ción para provocar y facilitar una óptima adquisi- ción, retención y transferencia de los mismos. No hay que tomar esta reconversión como un invento del autor de este artículo, sino que afec- ta a una parte del cognitivismo, tal como recono- ce Bruner en Actos de significado. La teoría de la elaboración es, sobre todo, un procedimiento para representar la estructura de contenidos y la secuencia ideal, y determinar la mejor estrategia de presentación de algunas ma- terias disciplinaras. Esta teoría fue especialmente concebida como una herramienta de diseño de la instrucción para enseñar disciplinas que requie- ren, por parte de los estudiantes, la utilización de un conjunto de principios y procedimientos in- terrelacionados para producir algún tipo de pro- ducto conceptual o resolver algún problema. Si tenemos en cuenta que en el diseño curricu- lar de la Reforma se ha adoptado la teoría de la elaboración como referencia organizadora de la secuenciación de los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales de las materias, conviene plantear una reflexión sobre los proble- mas que esta decisión puede comportar. Sobre todo, porque se pretende organizar una previsión de todos los aspectos que pueden llegar a confi- gurar una secuencia de enseñanza transfiriendo al conocimiento escolar lo que sólo es válido para algunos contenidos del conocimiento disciplinar. Pero, además, esta visión de la enseñanza pre- senta al conocimiento escolar como algo estático, estructurable y ordenable en una secuencia casi perfecta, con lo cual deja de lado todo el conjun- to de interacciones y relaciones simbólicas y co- municativas que hacen posible la relación en- señanza y aprendizaje. Así, en este diseño, la iniciativa intelectual del alumnado no tiene prácticamente cabida. La pla- nificación minuciosa de todo el proceso de ins- trucción lo puede convertir en un eterno recep- tor. Esto puede llevar a una cierta homogeneiza- ción del alumnado, al asimilar sus procesos de construcción del conocimiento a las materias que estudian, o a las pautas de organización preesta- blecidas por el profesorado y centradas en el mo- delo disciplinar. Lo cual hace difícil inferir otras posibilidades de organización del conocimiento. La psicología como solución de los problemas de la educación Hasta aquí hemos presentado un recorrido que ni es completo ni se ha mostrado en todos sus mati- ces y detalles. Por ejemplo, poco se ha dicho so- bre los procedimientos vinculados a las estrategias de aprendizaje, sobre el papel de la metacogni- ción como refuerzo de lo aprendido o sobre la presencia de ambos aspectos en el éxito de la psi- cología. Tampoco se ha tratado la constitución de la psicopedagogía corno referencia sustantiva del quehacer educativo. Sin embargo, queda una puntualización por hacer. La psicología hoy constituye una parte pre- eminente del discurso (como conformador de concepciones y regulador de prácticas) en la edu- cación. Tiene, por decirlo en otros términos, un carácter hegemónico. Las razones de este hecho desbordan la finalidad de este artículo, lo que no impide introducir un elemento de sospecha. La psicología es una disciplina que tiene su lugar fue- ra de la escuela, o del discurso pedagógico, como diría Bernstein (1996). La transposición que se ha hecho de autores, como Piaget, Vygotski y otros, no deja de ser descontextualizada, por más que hayan contribuido a mirar al niño y a la niña y al contexto del aprendizaje con una nueva mirada. Pero, sobre todo, esta hegemonía encierra en la actualidad, bajoel prisma del cognitivismo cons- tructivista, un reduccionismo de la complejidad del papel y la función de la escuela (como institu- ción) y de la enseñanza (como proceso socializa- dor y no sólo de transmisión de contenidos orga- nizados) al desarrollo de los aprendizajes y la or- ganización de una secuencia de contenidos. No hay que olvidar que hay demasiadas cosas en jue- go en la educación, como para dejarla sólo en ma- nos de la psicología. Referencias bibliográficas Anderson, J.; Reder, L., y Simon, H. 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(comps) (1990): Desarrollo y educación II.. Psicología de la Educación, Madrid: Alianza Psi- cología. - Pozo, J.I.; Sarabia, B., y Valls, E. (1992): Los contenidos en la Reforma, Madrid: Santillana. - Delval, J. (1983): Crecer y pensar. La construcción del conoci- miento en la escuela, Barcelotia: Laia. Edición de Paidós, 1991. Pozo, J.I. (1989): Teorías cognitivas del aprendizaje, Madrid: Morata.
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