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1 
El “Padre del Federalismo y Protector de los Pueblos Libres”. José Gervasio Artigas y la 
creación del ideario nacional en Uruguay, 1856 
 
Cristina Mazzeo 
Pontificia Universidad Católica del Perú 
 
“Ha tenido lugar el jueves 20 del corriente una bella y espléndida 
ceremonia fúnebre conforme al programa dictado por el señor ministro de la 
guerra. Una parte de los funcionarios públicos y una gran concurrencia de 
otros ciudadanos se dirigieron a las 9 de la mañana hasta la iglesia, a la 
capitanía del Puerto, para acompañar los restos del ilustre finado. A las 
nueve y media el cortejo fúnebre se puso en movimiento en el orden 
siguiente: Un piquete de lanceros rompía la marcha, una brigada de 
artillería y el cuerpo municipal de infantería antecedido de su música; 
después del carro fúnebre escoltado por la guardia nacional de funcionarios 
y empleados públicos, el vicario apostólico y su clero, los generales y el 
estado mayor de esa plaza lo precedían, un batallón de infantería de línea 
con su música a la cabeza y finalmente un escuadrón de dragones cerraba la 
marcha” (El Comercio del Plata 20 /11/1856) 
 
Así describía El Comercio del Plata, periódico de Montevideo, la mañana del 20 de 
septiembre de 1856 la ceremonia que rodeó el entierro de José Gervasio Artigas. ¿Quién 
había sido ese hombre que fallecido lejos de su tierra era reconocido como héroe de la 
Nación Uruguaya? El general José Gervasio Artigas fue un personaje muy controvertido, 
que despertó tanto idolatrías como odios intensos. Como dice Eduardo Acevedo, sus 
detractores fueron aquellos que, durante años, monopolizaron la prensa periódica, los 
folletos y los libros. Los ilustrados que ocupaban los principales puestos en el gobierno 
estaban, por lo tanto, a cargo de dictar los fallos y las acusaciones. Artigas tuvo que luchar 
durante diez años contra la oligarquía monárquica frente al gobierno de las Provincias 
Unidas del Río de la Plata; contra los españoles que ejercían el gobierno de Montevideo y 
contra los portugueses que se habían trazado el plan de conquista de la provincia Oriental. 
En ese proceso fue acusado de bandido, asesino, contrabandista y, asimismo, todos sus 
adversarios se unieron para persuadir a la población con decretos, folletos y tradiciones que 
Artigas vivía en un antro de corrupción, matando y robando a los porteños, los españoles, 
los portugueses y a sus propios compatriotas. A pesar de ello, la defensa de Artigas fue la 
regla del silencio
1
. 
Al igual que José de San Martín y Simón Bolívar, Artigas no fue reconocido en su 
época; por el contrario, durante mucho tiempo su figura permaneció en el olvido, siendo 
desprestigiada por sus congéneres y maltratada por los políticos. No obstante, diferentes 
circunstancias permitieron que dicho personaje fuera elevado a la categoría de héroe y, más 
aún, bajo la denominación de “Padre del Federalismo y Protector de los pueblos libres”. 
Artigas, de esta manera, pasó de la marginalidad más absoluta a ser el instrumento estatal 
necesario para crear un sentimiento de unidad nacional y aglutinar, al mismo tiempo, a 
 
1
 Eduardo Acevedo, Obras Históricas. José Artigas jefe de los orientales y protector de los pueblos libres 
(Montevideo: Casa Barreiro, 1933), p. 15. 
 
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 2 
distintos grupos políticos: él era, pues, el elemento necesario para la construcción de una 
nación. 
Por lo tanto, para desentrañar cómo se construye un ideario nacional, en este caso el de 
Uruguay, y cómo se crea la cultura del héroe, en este artículo se describirá la trayectoria de 
Artigas desde aquellas primeras acusaciones que lo tildaron de “bandido” hasta su posterior 
transformación en “Padre de la Patria”. Es nuestro objetivo averiguar cómo se creó la 
llamada “leyenda negra” que rodeó a dicho personaje por muchos años, para que luego 
llegara a ocupar el lugar principal entre los forjadores de la Nación uruguaya. Cabe señalar 
que este acto de “alquimia política” ocurre en un momento histórico en que el país estaba 
dividido entre fuerzas contrapuestas y, en ese ámbito, Artigas pasó a ser el artífice de la 
unión entre blancos y colorados: “ni vencedores ni vencidos” fue la política de fusión 
promovida por los intelectuales que querían eliminar las diferencias entre los bandos 
políticos. En este sentido la utilización de la imagen y del espectáculo tendrían como 
objetivo promover la emotividad, además de sorprender, para embargar con la emoción a 
los ciudadanos y lograr la unidad de la nación
2
. Es por eso que este trabajo, además, 
pretende analizar la manipulación ideológica de un personaje a través de un ritual público 
(el funeral) que sirve a los fines de crear un mito histórico para construir un ideario 
nacional. 
 
1. Artigas y los ideales de mayo 
 
Los hombres que integraron la junta Provisional Gubernativa, el 25 de mayo de 1810, en 
Buenos Aires, representaban el “patriciado porteño” que desde hacía tiempo aspiraba a 
tomar el poder. En ella confluyeron dos corrientes: la “criolla” integrada por la mayoría del 
pueblo y las de los cuerpos de milicias, una encabezada por Cornelio Saavedra y otra 
constituida por el grupo de intelectuales. Ambas coincidían en un programa común: 
gobierno propio y comercio libre, contando para ello con el entusiasta apoyo de los 
comerciantes británicos residentes en la ciudad. La junta estaba rodeada de fuertes centros 
contrarrevolucionarios constituidos por el Cabildo y los comerciantes vinculados a Cádiz, 
los miembros de la Audiencia y la provincia de Montevideo, Paraguay, Córdoba y el Alto 
Perú
3
. 
Por su parte, Montevideo guardaba una antigua rivalidad con Buenos Aires. En dicha 
ciudad también se había escindido la clase política en dos bandos: el de los defensores el 
orden establecido y el de los que querían adoptar algunas innovaciones. En este contexto y 
dos días después de que el gobernador de Montevideo Domingo Elío declarara la guerra a 
la Junta de Buenos Aires, Artigas -quien se desempeñaba como ayudante Mayor del Cuerpo 
de Blandengue- abandonó la causa “regentista” y pasó a ofrecer sus servicios al gobierno 
porteño y a la “Junta Grande”
4
. Al respecto, cabe recordar que Artigas era hijo de un 
patricio español vinculado al linaje de las familias fundadoras de la ciudad. Luego de pasar 
los primeros años de instrucción en el Convento de San Bernardino de los padres 
 
2
 Serge Gruzinski, La guerra de las imágenes de Cristóbal Colón a Blade Runner (1492–2019) (México D.F., 
Fondo de cultura Económica, 2001, 3ª Impresión). Este autor explica la importancia de la imagen como 
promotora de un sentimiento que transforma lo irreal en verdadero; lo que está inerme, en vivo. p. 95. 
3
 Para ver en detalle el proceso revolucionario, especialmente la visión uruguaya, consultar Washington Reyes 
Abadie, Historia uruguaya. Tomo 2. Artigas y el Federalismo en el Río de la Plata 1811-1820 (Uruguay, 
Ediciones de la Banda Oriental, 1985), cap. I, p. 7-47. 
4
 Ibidem, p. 68. 
 3 
Franciscanos se dedicó a la vida de campaña. Como hijo de su tiempo, Artigas centró su 
actuación en la zona limítrofe con el Brasil al norte del Río Negro conduciendo ganado, de 
uno a otro lado, y participando en actividades clandestinas y de contrabando. En esa época 
los límites entre ambas regiones no estaban muy constituidos y, asimismo, eran comunes 
las vaquerías en la región llevadas a cabo por el joven Artigas; esta, pues, era una actividad 
reconocida por varios historiadores
5
. Al ingresar como soldado al Cuerpo de Blandengues, 
en la Frontera de Montevideo, se acogió a los beneficios del indulto y a partir de ese 
momento se ocupó de contener las incursiones tanto de los changadores portugueses como 
de los malones indígenas. Como hombre aguerrido, es descrito por el general Nicolás de 
Vediade la siguiente manera: 
 
. . . muchacho travieso e inquieto dispuesto a solo usar de su 
voluntad.....(gustaba) correr alegremente los campos, changuear y comprar 
ganados mayores y caballadas para irlos a vender a la frontera del Brasil, 
algunas veces contrabandear cuero secos y siempre haciendo la primera 
figura entre los muchos compañeros. . .
6
 
 
Las primera acción de Artigas a favor de los revolucionarios de Buenos Aires se conoce 
como el “grito de Asencio” y, poco a poco, este fue incorporando a la causa 
independentista a otras villas. Ya en 1811 exigió a Elío la rendición de la plaza de 
Montevideo, iniciando desde ese momento el sitio de la ciudad
7
. Un hecho significativo fue 
la actuación de Artigas en la Asamblea del Año XIII a la cual intentó incorporar a los 
diputados de la Banda Oriental. Su objetivo era obtener “la soberanía del pueblo oriental 
por la Asamblea”. De esta manera se concretaba en este personaje el ideario federal. 
 
2. Pensamiento político de Artigas 
 
El pensamiento político de Artigas no sufrió cambios a lo largo de su existencia. Los 
mismos conceptos que se apuntan en 1812 se mantienen en 1813 y continúan hasta el fin de 
sus días. Ana Frega al igual que Lucía Sala consideran a Artigas como el impulsor de una 
línea democrática que no llegó a consolidarse
8
. 
En las instrucciones que hizo a la Asamblea General Constituyente de Buenos Aires, 
Artigas pone en claro que las exigencias del pueblo oriental no eran “ni por asomos una 
 
5
 Carlos, Machado, Historia de los Orientales, Tomo I (Uruguay, Ediciones la Banda Oriental, 1984), p. 39. 
El autor señala a varios contemporáneos de Artigas que lo muestran como un contrabandista, entre ellos el 
británico Street, así como otros documentos de la época que constatan el mismo hecho. Ana Frega en su 
artículo sobre caudillos y montoneras en la revolución artiguista”, publicado el 2002, nos dice que Artigas 
abandonó muy tempranamente la casa paterna para dedicarse al tráfico de cueros en la frontera al mando de 
una banda de “hombres sueltos”. Luego en 1797 se acogió al indulto y se incorporó al Cuerpo de Blandengues 
de la Frontera de Montevideo obteniendo al poco tiempo el grado de capitán, p. 99. 
6
 Washington Reyes Abadie, Historia uruguaya, p. 63. 
7
 Artigas logró el 18 de mayo de 1811 la famosa batalla de Las Piedras, en la cual los realistas fueron 
derrotados y, a partir de entonces, la junta bonaerense confirió a Artigas el grado de Coronel y, a su vez, 
decretó el ascenso a los oficiales orientales por las victorias obtenidas. El gobernador Elío quedó reducido a la 
ciudad de Montevideo; fue este quien pidió ayuda a los portugueses. Véase Reyes Abadie, Historia uruguaya, 
p. 78. 
8
 Ana Frega, “Caudillos y montoneras en la revolución radical artiguista”, Andes 13 (Salta, Argentina, 2002), 
y Lucía Sala, “Artigas y la democracia”, Conferencia inédita, 2002 
 4 
separación nacional” sino que las provincias estarían ligadas por medio de pactos 
recíprocos. Artigas proponía una confederación de estados y los textos que impregnaron las 
famosas instrucciones del año XIII fueron La independencia de la Costa Firme justificada 
por Thomas Payne treinta años ha, versión española incluida en la obra de Manuel García 
de Sena, publicada en Filadelfia en 1811, en la cual se incluyen los artículos de crítica 
constitucional que Thomas Payne escribió como el Common Sense y los textos íntegros de 
la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos; los artículos de la 
Confederación y Perpetua Unión de 1777; la constitución federal de 1789 y las 
constituciones de los estados de Massachussets, Nueva Yersey, Pensilvania, Virginia y, 
finalmente, una relación de Connecticut
9
. Todo esto evidencia la fuerte influencia del 
liberalismo norteamericano en la obra de Artigas. 
Su propuesta contenía: la independencia absoluta de las colonias, las cuales estaban 
absueltas de toda obligación de fidelidad a la corona de España; la organización 
republicana garantizada por la constitución -mientras que los dirigentes porteños buscaban 
un candidato para la corona-, postura que tres años después ratificaban en el congreso de 
Tucumán. En tercer término incluía el pacto federal, por el cual, cada provincia formaría su 
gobierno y a su vez una sola nación tomando como modelo a los Estados Unidos; la 
promoción de libertades civiles a través de la cual el despotismo militar sería aniquilado; 
libertades económicas (especialmente la apertura de los puertos de Maldonado y Colonia), 
y libertades religiosas que tenían que ver más con la liberación de la Iglesia de su 
dependencia de las jerarquías eclesiásticas de la capital
10
. Lo anterior generó el rechazo de 
los diputados de la Banda Oriental en la Asamblea General del año XIII, siendo la razón 
fundamental del mismo la decisión de sus miembros de declarar la Independencia absoluta 
de las colonias a lo cual se oponían los diputados bonaerenses por cuestiones de política 
internacional
11
. Esta actitud terminó por separar a Artigas de Buenos Aires y configurarse 
la Banda Oriental como “Provincia compuesta por pueblos libres”. 
 
3. La guerra contra Buenos Aires 
 
El desarrollo de los acontecimientos, a partir de ese momento, ejemplifican la lucha de 
Artigas representando el republicanismo frente a la legitimidad monárquica que de alguna 
manera mantenía el círculo dirigido por Posadas y Alvear. El Estatuto Provisional del año 
1815, nos dice Reyes Abadie, era prácticamente una copia de la Constitución de Cádiz y 
fue tajantemente rechazado por Artigas en un congreso convocado en el Arroyo de la China 
o Concepción del Uruguay. El nuevo Directorio establecido en Buenos Aires pronunciaba 
un bando por el cual se declaraba “un tejido de imputaciones las más execrables contra el 
ilustre y benemérito Jefe de los Orientales don José Artigas con bandos proclamas y gacetas 
 
9
 Washington Reyes Abadie, Historia Uruguaya p. 114 La Asamblea estaba inspirada en los principios 
fundamentales de las Cortes de Cádiz del año anterior y, en ese momento, aún no se hablaba de 
Independencia, sino de autonomía. Las instrucciones orientales era muy radicales y las Provincias Unidas no 
querían tomar una posición imprudente frente a Inglaterra, en ese momento aliada a España frente a la guerra 
contra Francia. 
10
 Washington Reyes Abadie, Historia uruguaya, pp. 114-122, y Carlos Machado, Historia de los Orientales, 
pp. 55-62 
11
 En ese momento Inglaterra aliada a España presionaba a través de Lord Strangford. La Asamblea estaba 
dominada por los Alvearistas y la incorporación de los diputados de la Banda Oriental hubieran dado apoyo a 
San Martín. 
 5 
que lo declaraban asesino, traidor bandolero etc.”
12
. La política de Buenos Aires, ratificada 
en el rechazo de los diputados orientales y en la reunión del Congreso de Maciel, produjo la 
ruptura irremediable de Artigas al frente de su pueblo con respecto a los porteños. De esta 
manera, comenzaba a perfilarse la llamada “Leyenda Negra sobre Artigas”. 
En el año 1815 los orientales obtuvieron una victoria contra los porteños al vencer a 
Manuel Dorrego en Guayabos. Era tal el pavor que se había apoderado de la tropa que esta 
huía tan solo por la algarabía del enemigo. Relataba Dorrego: “Yo he visto cerca de sesenta 
hombres corridos por sólo cinco que los acuchillaban sin que siquiera se defendiesen” y, de 
esta manera, comienzan a tejerse las primeras historias sobre los atropellos y la barbarie de 
la frontera. Tras la nueva ofensiva de Artigas y la derrota de Alvear, Buenos Aires decide 
reconocer la independencia de la Banda Oriental, la cual es rechazada tajantemente por el 
caudillo. Buenos Aires lo quiere afuera, no obstante Artigas no va a cejar tan fácilmente
13
. 
La descripción del inglés Robertson del campamentodesde donde dirige a sus seguidores, 
muestra una imagen elocuente en cuanto de su dominio y actitud: “El protector sentado en 
su cabeza de buey , fumaba, comía, bebía, dictaba, conversaba y despachaba sucesivamente 
todos los asuntos. Mil quinientos secuaces lo acompañaban. . .” Otro personaje relatando su 
entrevista en aquellos meses, dice que “el vino se le sirve en una taza por falta de vasos de 
vidrios, y califica de pobres y viejas sus ropas”
14
. 
 
4. El gobierno de Artigas en la Banda Oriental 
 
El gobierno de Artigas en la Provincia Oriental es definido por dos características básicas: 
una de orientación popular, que consistía en “mirar a los desamparados sin más delito que 
su miseria” y la otra que muestra tanto la severidad como la firmeza revolucionaria. Una de 
las medidas revolucionaras que él decretó en el reglamento de septiembre de 1815 fue la 
del reparto de tierras. El cónsul inglés en esos años elevaba un informe al gobierno de 
Londres sobre el sistema de Artigas y decía que “. . . es una destrucción y división de 
posiciones y propiedades y la igualdad sobre la base de hacer a todos igualmente pobres”. 
Los terrenos sujetos a repartición eran aquellos que habían pertenecido a los emigrados, 
definidos como “malos europeos y peores americanos”; se confiscaron sin indemnización; 
se repartieron con la prevención de que los infelices eran los más privilegiados; es decir, los 
necesitados, negros libres, zambos, indios y criollos pobres todos ellos pudieron ser 
agraciados por el reparto de estancias. La otra medida que acompañaba a ésta era la del 
“reglamento para la recaudación de los derechos del puerto” con un agudo tinte 
proteccionista que impedía el comercio a los extranjeros no avecindados y casados y 
levantaba las barreras arancelarias para crear un mercado común regional. Estas medidas 
pudieron haber creado las bases para el desarrollo y un mercado en el cual artesanías 
domésticas caseras asegurarían el trabajo y el pan de los pobladores. En el sistema 
artiguista, la nación estaba formada idealmente por todos los americanos sin distinción de 
clases.
15
 Sin embargo, esta política no podía ser aprobada por los señores de Buenos Aires. 
En 1816 La Banda Oriental, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos estaban en pugna contra 
Buenos Aires. Pueyrredón, amenazado por Artigas y temiendo que una expedición española 
 
12
 Washington Reyes Abadie, Historia uruguaya, p. 186 
13
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 65. 
14
 Ibidem 
15
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 74. 
 6 
se acercase a Buenos Aires, consintió y aceptó que una invasión portuguesa fuera a la 
Banda Oriental para destruir al caudillo. Esa misma expedición y el monarca que la envía 
(Juan VI) se comprometían a defender el Río de la Plata de cualquier ataque español, en 
vista de que dicho monarca estaba en pugna con Fernando VII
16
. El defensor de los pueblos 
libres se veía acorralado por fuerzas extranjeras; Artigas defendía una tierra que lo 
castigaba permitiendo el ataque del enemigo. Buenos Aires lo había querido aniquilar y no 
lo consiguió; luego lo quiso engañar con la oferta de la independencia, pero tampoco lo 
logró, entonces, decidió traicionarlo
17
. 
Detrás del ataque portugués estaban los ingleses: Lord Strangford el embajador inglés 
en Río había convencido a don Juan de que la política británica era la más segura y 
honorable que se podía seguir. A ello se sumaba la complicidad de los unitarios, lo cual le 
hacía decir a Artigas que “todos tramoyan contra nosotros”. A su vez, Manuel García, el 
embajador argentino en Río de Janeiro, decía: 
 
“Necesitamos la fuerza de un poder extraño no sólo para terminar 
nuestra contienda sino para formarnos un centro común de autoridad, 
capaz de organizar el caos en que están convertidas estas provincias. . . 
la extinción de ese poder ominoso es igualmente necesario a la 
salvación de país”. 
 
Más tarde en 1819 Rondeau escribiría a García lo siguiente: “He propuesto al barón de 
la Laguna que acometa con sus fuerzas y persiga al enemigo (se refería a Artigas) hasta 
Entre Ríos y Paraná en combinación con nosotros”
18
. 
Artigas para entonces era temido por los hacendados que se quedaban sin tierras, 
quienes eran infieles a su causa, pero fieles a los intereses de clase, y estos, por su parte, 
eran los que estaban a favor de los invasores, quienes de alguna manera les aseguraban el 
derecho de propiedad. Aquellos enemigos de Artigas eran los que habían estado a favor de 
España en un primer momento, luego a favor de Buenos Aires que quería contener el poder 
del caudillo, más tarde estarán a favor de los invasores y serán los que estén de acuerdo con 
la independencia de la Banda Oriental. Sin embargo, no todos eran enemigos, el agente de 
Estados Unidos comentaba que si José de San Martín viniera y asumiera la dictadura se 
uniría a Artigas contra los portugueses; por su parte, Manuel Belgrano se quejaba de que no 
había cantidad de caballos para correr por todos los puntos para pelear contra Artigas; Juan 
Bautista Bustos, a su vez, decía que desde el litoral hasta Córdoba todos son montoneros 
con excepción de cinco o seis sujetos por todo esto la opinión era que Artigas cuya 
popularidad era muy fuerte especialmente entre la gente baja iba a prevalecer
19
. Ante estas 
circunstancias y teniendo tantos frentes que controlar, consciente además de las necesidades 
económicas, Artigas abrió el comercio a los ingleses pero ciertas restricciones. Los 
comerciantes y buques que arribaban a Montevideo podían comerciar libremente previo 
pago de los derechos de importación y exportación y quedaban inhabilitados de pasar a las 
puertos del Río de la Plata con los cuales estaban en guerra
20
. 
 
16
 José Luis Busaniche, San Martín Vivo (Nuevo Siglo 1995), pp. 121 y 122. 
17
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 65 
18
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 84. 
19
 Carlos Machado, Historia de los orientales, pp. 86 - 87. 
20
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 77-78. 
 7 
 
5. La derrota y el exilio de Artigas 
 
Para 1820 se produjo el desastre de Tacuarembó, y los portugueses lograron dominar la 
situación debido a que robaban la caballada y dejaban desmontada a la guerrilla. Artigas 
fue, además, traicionado por el general Rivera, jefe de Entre Ríos, que había luchado 
anteriormente por la causa artiguista y le ofreció en ese momento sus servicios al general 
portugués. Artigas, ya vencido, pidió apoyo a Estanislao López y Francisco Ramírez, pero 
estos no aceptaron y optaron por seguir a Buenos Aires. Fue el año de la anarquía en el Río 
de la Plata, en el que se disolvió el Directorio y fue elegido un nuevo interlocutor Manuel 
de Sarratea, quien junto con López y Ramírez acordaron el pacto del Pilar que establecía: a) 
el cese de hostilidades, b) la evacuación del ejército federal, c) el pacto entre las provincias 
que se manifestaban a favor del federalismo, y d) la invitación al general Artigas para que 
se sumase a la convocatoria. No obstante, nada se expuso sobre la situación de la Banda 
Oriental aún ocupada por el enemigo. Artigas decidió declarar la guerra a los portugueses, 
pero Ramírez no lo apoyó debido a la situación de crisis que se vivía y a la falta de 
recursos
21
. Fue entonces que Artigas se encontró cercado: por un lado estaban los 
portugueses, por el otro Ramírez; hacia el otro estaba la laguna de Iberá con sus anchos 
bañados correntinos imposibles de transitar, y por el otro Paraguay el único camino que 
pudo elegir y eligió
22
. 
Perseguido después de la derrota de Cambay, escribió a Gaspar Rodríguez de Francia, 
dictador paraguayo, pidiéndole asilo: “un bosque donde vivir”. Por su parte, Francia relató 
de la siguiente manera el hecho: “reducidoa la última fatalidad, vino como fugitivo al paso 
de Itapuá y me hizo decir que le permitiese pasar el resto de sus días en algún punto de la 
República, por verse perseguido aún de los suyos y que si no se le concedía este refugio, 
iría a meterse en los bosques”
23
. En 1833, Francia rememoraba aquel episodio de la 
siguiente manera: “viniendo últimamente sin rubor después de tanto ruido, alboroto y 
afectada valentía, o fanfarronadas, ya que se vio arruinado y perseguido de la muerte aún de 
los suyos por consecuencia y efecto natural de sus desórdenes, locuras y desatinados 
procedimientos . . . he gastado liberalmente centenares de pesos en socorrerlo y vestirlo, 
habiendo venido desnudo, sin más vestuario ni equipaje que una chaqueta colorada, y una 
alforja... Además lo llamaba „caporal de ladrones‟”
24
. 
Luego de esperar 15 días, llegó el asilo concedido y el Dictador autorizó el ingreso de 
los refugiados, a quienes internó en el país. El jefe fue alojado en un convento y todos los 
días Francia enviaba a uno de sus empleados a preguntarle cómo estaba. Algunos de los 
negros que lo acompañaron quedaron reducidos a los yerbatales de la Candelaria. Fueron 
seleccionadas las mejores tierras de los alrededores de la capital para lotearlas entre Artigas 
y sus seguidores. Por su parte, Ramírez pidió su extradición para que respondiera en juicio 
público, porque se lo acusaba de “todos los males de la América del Sur”. Ofrecía a cambio 
ventajas comerciales para el Paraguay. No solo no se le contestó, sino que su emisario fue 
tomado prisionero
25
. El Dictador no quería tomar contacto con ninguno de los caudillos del 
 
21
 Para datos sobre la guerra entre Artigas y Ramírez véase Washington Reyes Abadie, Historia Uruguaya, p. 
294. 
22
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 91. 
23
 Ibidem p. 92. 
24
 Ibidem p. 92. 
25
 Carlos Machado, Historia de los orientales, pp. 76 - 92. 
 8 
Río de la Plata y, por ello, tomó medidas rápidas, ya que pensó que Artigas estaba en 
connivencia con Ramírez para invadir Paraguay
26
. 
En diciembre de 1820 se resolvió que pasara a la villa de San Isidro Labrador con su 
asistente Joaquín Lencina. Las actividades agrícolas ganaderas desarrolladas por Artigas en 
su chacra lo transformaron en poco tiempo en el “padre de los pobres”. A la muerte del 
dictador Francia, en setiembre de 1840, Artigas fue detenido y engrillado por temor a lo 
que pudiera suceder. Tenía en ese entonces 76 años. En esas circunstancias, Carlos Antonio 
López le ofrecerá regresar a Montevideo, sin embargo Artigas decidió permanecer en esa 
villa el resto de sus días
27
. En 1845 fue enviado a buscar y lo designaron “Instructor del 
ejército del Paraguay”; cargo que inicialmente aceptó, pero cuando llegó a la capital y 
recabó información de la situación advirtió que se buscaba reunir fuerzas en contra de Juan 
Manuel Rosas y entonces renunció. No aceptaba combatir contra el federalismo
28
. 
 
6. La leyenda negra 
 
Carlos Machado, uno de los historiadores más renombrados de Uruguay, ha relatado con 
mucha precisión de qué manera se fue conformando la leyenda negra sobre Artigas. Esta 
nace con el juicio de los unitarios cuando ya Artigas está en Paraguay. El principal ejecutor 
de la misma fue Cavia, quien redactó un panfleto con apelativos muy duros como los de 
“lobo devorador”, “sangriento”, “azote de la patria”, “afrenta del género humano”, “origen 
de todos los desastres”, para desprestigiarlo ante emisarios norteamericanos. De esa 
manera, Graham y Bland informaba que “tiene toda la población de la Banda Oriental así 
comprimida bajo una incalificable sumisión a su voluntad; y así se le suministra el 
plausible pretexto de gobernarlos a todos tan arbitrariamente como un cacique indio”. 
Brackenridge, su secretario, agregaba que “él sentencia a muerte y ordena la ejecución con 
tan poca formalidad como un rey de Argel”. Asimismo, Ramírez en el año 1820 decía que 
“es de necesidad disolver las fuerzas del general Artigas (...) así se salvará la humanidad de 
su más sanguinario perseguidor” y además agregó que “[n]o tiene otro sistema que el 
desorden, fiereza y despotismo”. Estos juicios fueron avalados por aquellos que lo 
abandonaron. Santiago Vázquez decía: “como lobos o tigres hambrientos a la vista de la 
presa, así se lanzaron aquellos caudillos sobre los pueblos y campañas; la violencia, el robo, 
la desolación, y el terror, marcaban sus pisadas; así, al volver ellos de su comisión, Artigas 
se vio rodeado de diez mil almas”. Bartolomé Mitre puso también de su parte, lo odiaba 
como a todos los federales, y decía que Artigas “tenía los instintos feroces ... la hipocresía 
solapada del gaucho malo y el orgullo exagerado de sus facultades bajo las apariencias 
humildes.” Por su parte, Domingo Sarmiento lo definió como “el patriarca de los caudillos 
del degüello y la barbarie”. Esta, pues, fue la imagen que se divulgó al exterior. ¿No es, 
acaso, la imagen que se dio de todos los caudillos? Incluso la historia editada por 
Cambridge en 1949 define a Artigas como “un bandido y un degollador”
29
. La 
 
26
 Washington Reyes Abadie, Historia Uruguaya, p. 297. Este autor considera que la ida de Artigas a 
Paraguay tenía por objetivo rehacer sus fuerzas con un virtual apoyo de Asunción. No obstante, no existen 
declaraciones de Artigas al respecto. 
27
 Daniel Hamerly Dupuy, “Rasgos biográficos de Artigas en el Paraguay”, en Naranjo, Edmundo (ed.), 
Estudios publicados como homenaje al Jefe de los Orientales en el Centenario de su muerte 1850-1950 
(Montevideo, Ediciones El País, 1955), p. 249. 
28
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 95. 
29
 Carlos Machado, Historia de los orientales, pp. 96-97 
 9 
reivindicación del viejo patriota llegó de la mano de un cubano apellidado Valdez, quien 
escribió en El Censor de Buenos Aires y que refutando a Mitre dijo que Artigas era 
“caudillo de las masas y por eso expresión verdadera de la democracia”. Fue recién en 1860 
que comenzó la revalorización de Artigas: Isidro de María, Francisco Frageiro, Francisco 
Bauzá, Máximo Santos y, por supuesto, Eduardo Acevedo todos contribuyeron a promover 
una nueva revisión del juicio negativo
30
 que condicionaban los estudios al respecto. 
Es evidente que Artigas no concordaba con los intereses de las clases altas que se 
encargaron no solo de sacarlo del medio, sino de destruir su memoria. Artigas era un 
hombre de su tiempo, era un gaucho y peleaba por sus ideales y representaba a las clases 
menos poderosas opuestas a la de los hombres de levita. Sin embargo, cuando fue necesario 
crear el ideario nacional, se recurrirá a su memoria y se construirá una nueva imagen del 
héroe, ya no visto como lobo devorador ni bandido degollador. Entonces, su figura servirá a 
los fines de la clase dirigente para atraer a las masas y crear así la idea de una nación unida. 
Artigas murió el 23 de septiembre de 1850, cuando tenía 86 años de edad. Hamerly Dupuy 
relata así sus últimos momentos: “El prócer se mostró amable con cuantos le rodeaban en 
aquel atardecer primaveral que sería el último. Las horas de la noche fueron sucediéndose 
unas a otras sin el anuncio de lo que estaba por acontecer. En las primeras horas del lunes 
23 el negro Ansina ( quien lo acompañaba) comprobaba con espanto que Artigas espiraba 
en el silencio. Al amanecer corrió la voz entre los pocos vecinos que había fallecido el 
patriarca que supo ganar la buena voluntad de todos con su simpatía. El cadáver fue 
transportado en una carreta arrastrada por bueyes en dirección al cementerio de la Recoleta. 
El cortejo fue formado por un hijo del Presidente del Paraguay, Benigno López, Julián 
Ayala, Alejandro García, Ramón de la Paz, Rodríguez Martínez y por los negros libertos, 
Joaquín Lenzima y Manuel Martínez.”
31. 
En el semanario oficial El Paraguayo Independiente del sábado 28 de septiembre de 
1850, aparecía la siguiente nota necrológica: “Artigas ha resistido con pocos recursos todo 
el poder de Buenos Aires y disputó la superioridad de las fuerzas del Brasil. Su ascendiente 
dominaba al indio charrúa, al peón de las estancias, a los oficiales instruidos, a los 
elementos de la guerra. . .” Artigas fue un “hombre-idea”, tal y como lo define Pivel 
Devoto, que lejos de desaparecer con el destierro -e incluso con su muerte física- siguió 
siendo un personaje militante, razón por la cual Francia lo mantuvo a bien recaudo
32
. 
En 1832 hubo un intento por obtener el regreso de Artigas, intento frustrado que dio 
lugar a que se dijera por un lado que había sido “el campeón de la Independencia”. Pero la 
hora de la reparación estaba aún lejos. En 1835 el Universal decía que Artigas era “un 
desgraciado que hacía 20 años había desaparecido de la escena de este país.” En 1841 El 
Constitucional sostenía que Artigas fue el “ primero que dio el grito sagrado que inflamó 
los corazones de todos y aterrorizó a los enemigos de nuestra independencia. . . y agregaba 
¿quién hubiera dado aquel primer paso para la libertad de nuestra provincia? . .”
33
 Como 
definió Machado “esa leyenda negra será después celeste. . .borrados su afanes 
revolucionarios, olvidadas sus reivindicaciones, lavado su programa, le harán una mortaja 
de retórica y bronce”
34
. 
 
30
 Carlos Machado, Historia de los orientales, pp. 96-98. 
31
 Daniel Hamerly, Dupuy, Rasgos biográficos de Artigas en el Paraguay (Montevideo: Ediciones el País, 
1955), p. 259. 
32
 Semanario Marcha, 532 (1950). 
33
 Ibidem, p. 3 
34
 Carlos Machado, Historia de los orientales, p. 98. 
 10 
 
7. La repatriación de los restos a Montevideo 
 
No fue sino luego de cinco años después de su muerte que se designó una comisión para la 
repatriación de sus restos. Las guerras civiles habían desangrado al país Oriental, los 
generales Flores y Oribe habían decidido ponerse de acuerdo frente a los movimientos de 
concordia y ambos se comprometían a sostener al candidato presidencial que fuera votado 
por la Asamblea. “Ni vencedores ni vencidos” era el lema que proponía la fusión de los dos 
partidos en pugna, blancos y colorados. De esa manera, surgió un nuevo jefe de Estado que 
lejos de limar las asperezas terminó renunciando al poco tiempo. Las tensiones subsistían, 
nuevamente los caudillos fueron los que tomaron el poder. En 1855 se firmó el Pacto de 
Unión con Manuel Oribe (blanco) y de las elecciones surgió Antonio Pereira. Nuevamente 
afloró con este gobierno la idea de fusión de fuerzas políticas por encima de los intereses 
partidarios destinada a erradicar el caudillismo, no obstante hubo varios levantamientos 
armados
35
. En este contexto es que se decide la repatriación de los restos de Artigas como 
un intento de unión entre las fuerzas disidentes. Pero las vicisitudes que pasó Artigas en 
vivo las habría de pasar también de muerto. 
Desde mediados de 1853 obraba en el Ministerio de Gobierno una solicitud a favor de 
la repatriación de los restos de Artigas promovida por los deudos del prócer. El ambiente 
político estaba muy agitado y la solicitud quedó olvidada hasta enero del año siguiente, en 
el que el gobierno de Flores resolvió atenderla y enviar con ese objeto una misión especial 
al Paraguay presidida por don Manuel Acosta y Lara de la que luego no volvió a hablarse 
por haber sido llamado dicho ciudadano a ocupar el Ministerio de Hacienda. En abril de 
1855 fue nombrado el doctor Estanislao Vega agente confidencial ante el gobierno 
paraguayo con un pliego de instrucciones en que figuraba la repatriación de los restos de 
Artigas. El doctor Vega marchó de inmediato para su destino y a mediados de septiembre 
estaba de regreso con las preciosas reliquias confiadas a su celo patriótico. Artigas, decía al 
dar cuenta al Gobierno del cumplimiento de su misión “es el primero sin disputa en cuyo 
corazón se alzó poderoso e indomable el sentimiento de nuestra independencia nacional”
36
. 
La exhumación, de acuerdo con las actas acompañadas, tuvo lugar el 20 de agosto de 
1855. El solar estaba señalado “con una piedra de las que este país produce con la 
inscripción General don José Artigas año 1850”. Luego de levantada la piedra “se cavó 
como vara y media hasta que apareció el cadáver”. Los huesos fueron bañados en cloruro 
de cal por el doctor en medicina don Luis Echeverría y colocados, luego de ser oreados, en 
una urna que fue depositada en la Iglesia, a la espera de su conducción al vapor Uruguay, 
encargado del transporte. El cura don Cornelio Contreras hizo constar que por resolución 
del gobierno paraguayo ningún otro cadáver había sido enterrado en aquel solar
37
. La 
Nación de Montevideo describió el acontecimiento de la siguiente manera: “Ayer fondeó en 
nuestro puerto el Menai conduciendo a bordo los restos del General José G. Artigas 
fallecido en el Paraguay en 1850 y cuya misión fue encargada al Dr. Estanislao Vega 
enviado a este respecto por la administración del General Venancio Flores. El general 
 
35
 Manuel Lucena Salmoral (Coordinador), Historia de Iberoamérica. Tomo III (Madrid, Cátedra, 1988), p. 
303. 
36
 Anales históricos del Uruguay. Tomo II (Montevideo, Casa Barreiro y Ramos, 1933). 
37
 Washington Reyes Abadie y Andrés Vázquez Romero, Crónica general del Uruguay. Tomo III. La 
Emancipación (Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, junio 1985), p. 262. 
 11 
Artigas es una de las glorias de este país y esperamos que el gobierno le hará unos funerales 
dignos de un héroe cuya memoria venerarán siempre los orientales. El presidente de la 
República es uno de los hombres de aquella época y ese documento vivo de nuestra historia 
debe recordar hoy con orgullo lo que sin duda alguna lo envanecía en su juventud”
38
. 
El doctor Vega desembarcó los restos de Artigas pero a raíz de la caída del gobierno de 
Flores, era el año 1855, nadie se acordó en esos momentos terribles de las exequias ni de 
los honores y la urna quedó olvidada en un rincón de la Capitanía del Puerto. Un mes 
después del desembarco Leandro Gómez pedía al nuevo gobierno desde las columnas 
editoriales de La Nación que sacara los restos de Artigas “del rincón de la oficina pública” 
en que estaban abandonados, les decretara “unos funerales modestos” y los hiciera conducir 
al Cementerio mandando esculpir “en la misma losa que servía de mausoleo en la 
Asunción” estas palabras “siempre patriota, siempre honrado, siempre pobre hasta en el 
sepulcro”. Se trata, exclamaba el futuro héroe de Paysandú, “del primero y más heroico 
campeón del primero y más eminente ciudadano de la primera y más grande de nuestras 
glorias del que fue siempre modelo de abnegación y del más puro patriotismo.” 
Pero el país estaba en crisis, la diplomacia brasileña acababa de armar a los orientales 
unos contra otros para que se despedazaran; una nueva contienda con Brasil se iniciaba, se 
atizaba el fuero con la esperanza de hacerse dueños nuevamente de la plaza que habían 
conquistado en 1816, mientras tanto, los huesos de Artigas continuaron arrinconados en la 
Capitanía del puerto sin que la voz de Leandro Gómez encontrara eco alguno en el 
Gobierno ni en el pueblo
39
. 
 
8. Los funerales de Artigas 
 
Un año después y el día acordado, tuvieron lugar los funerales del General Artigas. En la 
primera plana del diario se reprodujo una composición dedicada a la memoria del general, 
por el señor Mayor Don Pedro Bermúdez, y luego se relata el acto de la siguiente manera: 
 
Los funerales del Gral. Artigas tuvieron lugar en el orden que estaba 
anunciado por el último decreto del gobierno. A las ocho de la mañana del 
día 20 formaron las tropas de línea la guardia nacionaly la policía 
municipal en el punto donde se hallaban depositados los restos del 
General. Estos habían sido colocados el lunes último en una urna destinada 
para el efecto, cuyo acto fue ejecutado por la comisión nombrada por el 
gobierno y compuesta por el Brigadier General D. Anselmo Medina y los 
coroneles D. Gabriel Velazco y D. Pedro Melilla y el escribano del 
Gobierno levantó el acta del acto
40
. 
 
Según la invitación hecha por el Sr. Jefe Político a los ciudadanos, estos se presentaron 
en la aduana nueva donde se hallaban depositados los restos. Recibidos estos, el jefe del 
Estado Mayor ordenó a los dos jefes que tenía a su orden que dirigieran la colocación de las 
autoridades eclesiásticas y civiles. En aquel momento, se puso en marcha el cortejo 
siguiente: “un oficial con seis batidores formaba la vanguardia, seguían las cuatro piezas de 
 
38
 Diario La Nación Montevideo, n° 211, jueves 20 de septiembre de 1855 
39
 Anales históricos del Uruguay Tomo II. Montevideo: Casa Barreiro y Ramos, 1933: p. 593 y ss. 
40
 La República de Montevideo, 20 de noviembre de 1856, año 2 N° 312 
 12 
artillería con sus dotaciones correspondientes, después cien infantes de policía en columna 
con la banda de música de la Guardia Nacional. A esta seguía el féretro conducido por los 
generales y coroneles y, a la derecha e izquierda, se habían colocado algunos individuos de 
la guardia nacional que protegían el féretro que iba acompañado por el clérigo y el señor 
del Estado. Cerraba la marcha de acompañamiento, el escuadrón de artillería y cien 
hombres de caballería. El general del Estado Mayor comandaba las fuerzas. Los jefes y 
oficiales francos asistieron en traje de particular entre los ciudadanos. Al recibirse los restos 
y ponerse en marcha las columnas, los soldados pusieron las armas y la banda de música 
tocó la marcha fúnebre y las piezas de artillería dispararon siete tiros. En aquel momento, el 
fuerte San José contestó con un cañonazo que se repitió cada media hora hasta la entrada 
del sol y el templo de la patria colocó el pabellón nacional a media asta”
41
. 
Las dos bandas militares de música ejecutaron alternativamente sinfonías fúnebres, 
entre tanto, todo el cortejo se dirigía directamente a la iglesia Matriz encabezada por los 
señores ministros de Hacienda y Guerra que representaban a S.E., el Señor Presidente de la 
República, a quien una indisposición grave impidió la asistencia. A la llegada del cortejo 
fúnebre a la iglesia los generales Medina, Freire y Don Antonio Díaz en gran uniforme 
colocaron la urna que contenía los restos del ilustre campeón sobre el catafalco que se le 
había destinado. La bandera -símbolo de las hazañas del héroe oriental- con la cual tantas 
victorias alcanzó, cubría las insignes cenizas del general Artigas. Durante el oficio divino 
los cantores de la Matriz acompañados por la orquesta ejecutaron en el coro cantos 
sagrados de réquiem. Después de la misa, la retirada del funeral fue indicada con una 
descarga maravillosamente ejecutada y la marcha se efectuó en el orden siguiente: los 
dragones, la artillería, el carro que conducía los restos escoltados por la guardia nacional, el 
coche del gobierno, el de los doloridos y el de varios generales. Después la infantería y la 
guardia municipal precedidas de un numeroso pueblo. Los coches que conducían a las 
personas que asistieron al funeral, ya sea por mala inteligencia de los cocheros o sea por la 
conveniencia propia, desfilaron la mayor parte por la calle Ituzaingó, lo que quitó gran 
parte del esplendor que correspondía a la fiesta. Al llegar al cementerio, la urna fue 
depuesta en el pedestal de la cruz, cuyo lugar se le había reservado, y este depósito sagrado 
fue anunciado por una salva de artillería a la que contestó el fuerte de San José con trece 
disparos. Allí, al pie de la tumba, y antes de cubrir el cadáver con la losa yerta que debía de 
guardarlo, el señor ministro de gobierno tomó la palabra para tributar un justo y sincero 
homenaje al padre de la nacionalidad oriental; en seguida el Dr. José Vázquez Sagastume 
depuso también su ofrenda sentimental en un discurso pronunciado con toda la energía y 
profusión que el caso reclamaba. Finalmente, el señor José Francisco Aguilar, leyó en 
nombre de su padre una reseña de la vida y hechos del invicto campeón padre de la 
independencia uruguaya
42
. 
Al igual que las fiestas y ceremonias en la época de los virreyes, los funerales fueron 
ceremonias públicas llenas de contenidos y fórmulas estereotipadas, cuyos elementos como 
la música, los cañonazos, el pabellón nacional, las autoridades, conformaron un espacio 
simbólico que permitió crear un ambiente de recogimiento y a la vez sensibilizar el 
sentimiento patrio. Pero los homenajes oficiales tributados a Artigas en 1856 por el 
gobierno de Pereira, no suponían que desde aquel momento se hubiese formado en el país 
un concepto nuevo acerca del personaje, como escribía Pivel Devoto en el Semanario 
 
41
 La República de Montevideo, 21 de noviembre de 1856, año 2 N° 312 
42
 El Comercio del Plata, 20 de noviembre de 1856. 
 13 
Marcha a cien años de su muerte. Las opiniones y juicios favorables vertidos en esa 
ocasión reflejaban el parecer de una minoría compuesta por personas que no pertenecían a 
lo que se consideraba entonces como la clase ilustrada
43
. La política de fusión iniciada en 
1851 y aún no lograda movió todos los resortes y recurrió a la tradición nacional. 
Proclamada la restauración del “orientalismo” en oposición a todo elemento extranjero que 
había predominado durante tantos años, hubo un retorno a las fuentes originarias, al 
sentimiento patrio que sacó del olvido el nombre de Artigas, asociándolo a todo intento de 
restauración nacionalista
44
. Ello se puede comprobar en los discursos pronunciados durante 
el sepelio del que ahora se llamaba prócer de la independencia. Entre los oradores a cargo 
de la ceremonia se encontraba Joaquín Requena, quien llamó a Artigas “ilustre campeón de 
nuestra libertad, patriarca de la independencia, fundador de la nacionalidad, padre de la 
patria”, y esperaba que sus cenizas fueran el vínculo de unión entre todos los orientales. La 
composición poética del señor Acha aludió al hecho de que el cuerpo de Artigas fue 
recuperado para la causa nacional. 
 
 “Tus restos que se helaron en extranjera fosa, 
De hoy más ya los ampara la tierra de tu amor; 
Depósito sagrado para la patria hermosa 
Que un día tu bandera gloriosa cobijó.” 
 
Por su parte, el coronel José María Reyes nombró a Artigas “fundador de la 
nacionalidad Oriental”. El orador se expresó en términos generales sobre su personalidad 
manifestando que no es “la edad del presente la que puede asumir todavía la misión de 
hacer apoteosis del ilustre soldado”
45
. En esa misma línea Juan José F. Aguiar hizo una 
semblanza de Artigas desde la época en que estaba al servicio de España hasta su abandono 
del país. Aguiar recordaba haber servido bajo las órdenes del Jefe de los Orientales y haber 
hecho tremolar por primera vez “ese venerado pabellón tricolor que sustituyó al de los 
Reyes y la conquista”. Así, llama a Artigas “fundador de la Nacionalidad Oriental”
46
. Pero 
Artigas no estaba llamado aún a descansar en paz; su memoria sería nuevamente traída a la 
conciencia pública en circunstancias políticas críticas, en vísperas de la guerra de la Triple 
Alianza. 
 
8. Artigas nuevamente en el tapete político 
 
En 1862 el presidente Bernardo Berro dispuso la inhumación de los restos de Artigas en la 
rotonda del cementerio central
47
. Al año siguiente, el movimiento revolucionario iniciado 
en 1863 por el general Venancio Flores contra el gobierno de dicho presidente, dio lugar a 
que se renovaran las opiniones y las controversias apasionadas sobre el caudillo.Los 
 
43
 Semanario Marcha, 8 de septiembre de 1950. Nota de Pivel Devoto sobre Artigas. En este artículo dicho 
autor destaca aquellos escritores que intentaron rescatar lo positivo de Artigas como José Pedro Pintos, 
Isidoro de María y los detractores como la opinión de Bartolomé Mitre de 1859. 
44
 Semanario Marcha, 21 de julio de 1950. Nota de Pivel Devoto. 
45
 La Nación, 21 y 22 de noviembre de 1856, p. 2, col.2 
46
 La Nación 21 y 22 de noviembre 1856 Nro. 211. Discurso leído por Juan José Aguiar en ocasión del sepelio 
de los restos de Artigas. También, en el periódico El bien público, Montevideo, 7 de octubre de 1884 . 
47
 Washington Reyes Abadie, Crónica general del Uruguay (Montevideo, Ediciones de la banda Oriental, 
junio 1985,4ª Edición), pp. 262-263. 
 14 
liberales del partido colorado en un principio no se adhirieron a la revolución y el doctor 
José Ramírez aludió al pensamiento de la Revolución de Mayo para expresar que la unidad 
se había quebrado por los esfuerzos de los caudillos de la antigua civilización
48
. En 1864 la 
reclamación diplomática del Imperio del Brasil ante el Estado Oriental y la inmediata 
intervención armada a favor del movimiento acaudillado por Flores, provocaron una 
reacción del sentimiento nacional contra aquella actitud expansionista. Los periódicos que 
atacaban la política del Imperio en las proclamas y en las poesías, invocaron como un 
recurso heroico la tradición de Artigas, recordando la aguerrida conducta de este jefe 
durante la resistencia de 1816. El país se sumió en la guerra contra Paraguay y la ciudad de 
Paysandú fue bombardeada por las naves brasileñas. En 1865 el caudillo Venancio Flores 
tomó Montevideo después de derrocar el gobierno constitucional, Flores firmó entonces la 
alianza con Brasil y Argentina contra Paraguay. Dentro de este contexto, Artigas quedó 
sumido en el olvido, siendo a partir de 1865 que su personalidad fue nuevamente 
deformada. Sin embargo, el agrarista junto con el concepto de patria que nació con él ya 
estaba incorporado en la conciencia colectiva. Artigas era el defensor heroico del pueblo 
frente a la conquista portuguesa, quien había mantenido la soberanía de los orientales y 
quien se opuso a la subordinación de Buenos Aires
49
. 
En ocasión de organizarse una gran procesión el 19 de junio de 1894 conmemorando su 
natalicio, Francisco Bauzá decía en la ceremonia cívica del mismo día: 
 
La generación de Artigas se educó en medio de la lucha de los cabildos con 
los gobernadores (...) la reivindicación de la personalidad de Artigas para 
colocarla sobre el pedestal que le corresponde no es un simple acto de 
justicia póstuma sino un tributo que el criterio de los tiempos actuales paga a 
los tiempos legendarios de nuestra emancipación política. La gloria de 
Artigas consiste no solamente en haber encabezado el movimiento que echó 
las bases de una nacionalidad sobre el terreno convulsionado y movedizo 
sino en haber franqueado la frontera de los pueblos vecinos. . . para 
proclamar el gobierno republicano. . . Y aunque vencido al fin y expatriado 
a las soledades del Paraguay donde nuestra ingratitud lo dejó morir, 
mendicante pudo consolarse antes de entrar a la eternidad con el triunfo 
visible de sus ideas que contribuyendo a alejar para siempre todo dominio 
europeo de entre nosotros había hecho de su país una Nación y de los 
argentinos una República. . . Artigas tuvo una visión más clara de los 
dominios de la América del Sur que la que tuvieron sus rivales y una 
concepción mental adecuada a buscar donde únicamente podían encontrarse 
que era entre las masas populares los elementos capaces de realizar el gran 
ideal de la independencia y de la república. 
 
Terminaba el orador su discurso indicando la idea de que sobre la estatua de Artigas se 
inscriba aquella gran frase con que sintetizó en el primer escudo de la patria su actitud y 
nuestro derecho: “con libertad ni ofendo ni temo”
50
. 
 
48
 Semanario Marcha, 23 de septiembre de 1950, p. 10, nota de Pivel Devoto. 
49
 Semanario Marcha, 6 de octubre de 1950, parte V, nota de Pivel Devoto. 
50
 Eduardo Acevedo, Obras Históricas José Artigas, jefe de los orientales y protector de los pueblos libres 
(Montevideo, Casa Barreiro, 1933), pp. 135-136. 
 15 
A los cien años de su muerte se publicó una edición de El País como homenaje al héroe 
de los Orientales, y en el Semanario Marcha se publicaron una serie de artículos de Pivel 
Devoto, quien hace un análisis, a lo largo de los años, tanto de sus detractores como de sus 
seguidores, de cómo se fue conformando la leyenda negra y cómo se llegó al culto del 
héroe. En ese tiempo se erigió también el primer mausoleo en su memoria. Era la época de 
la Convención batallista que aprobaba la reforma propuesta por los dos partidos, creando un 
Consejo de Gobierno, sustitutivo de la presidencia, formado por nueve consejeros. 
Nuevamente una conciliación política tenía como respaldo ideológico la figura de Artigas. 
Pero la historia de su manipulación por razones políticas no cesó. En el año 1962, el fracaso 
de la política legal de conciliación dio paso al surgimiento de grupos armados cuya 
organización de izquierda más conocida fue Tupamaros. Ante esto y como una alternativa 
que proponía un camino pacifista se llamó, en 1970, a una concertación general de 
diferentes grupos políticos creándose para ello “El Frente Amplio”, una unidad sin 
exclusiones donde convergían partidos de izquierda con sectores de extracción blanco y 
colorada y ciudadanos independientes. Su objetivo era “la acción política permanente” para 
lograr un programa común, plena vigencia de las libertades, derechos y garantías 
constitucionales y legales, una serie de transformaciones económicas y sociales entre las 
que incluían la reforma agraria, la nacionalización de la banca y el fomento del 
cooperativismo. Esta nueva concertación política, tomaba como insignia la bandera roja, 
blanca y azul que había sido el estandarte de Artigas
51
. 
El 19 de junio de 1977 en conmemoración de su natalicio, nuevamente la figura de 
Artigas fue traída a la memoria. Esta vez por los militares que gobernaban el país. Sus 
restos fueron depositados en un nuevo mausoleo construido debajo del monumento ecuestre 
que hoy exalta su imagen en la Plaza de la Independencia de Montevideo, manifestando la 
vigencia de sus “ideales a través del tiempo y reconociéndolo como el “primero de los 
generales Uruguayos”. Se le recordaba como “ejemplo de lección de dignidad y entereza 
siempre viva”. En ese momento que el país estaba militarizado volvía la imagen de Artigas 
a servir, esta vez, a los fines del ejército, que consideraban que dicha institución era el 
sostén de la patria y de la identidad nacional
52
. 
 
9. Conclusiones 
 
El momento histórico en el que se realizan los funerales de Artigas, en 1856, coincide con 
la caída del gobierno de Flores, época en la que se abría una nueva etapa en la historia del 
Uruguay, la del partido con un programa nuevo el de la Unión Liberal. Las ideas básicas 
del mismo eran: tolerancia política, sostenimiento de los gobiernos regulares, hacer del 
principio de la autoridad la ley y dentro de la ley un punto cardinal, las creencias políticas; 
desconocer la posibilidad legal de las facultades extraordinarias de los poderes públicos; 
proclamar para las elecciones populares la más amplia libertad; exigir la moralidad 
administrativa, propender al desarrollo del régimen municipal emplear como medios para 
conseguir los fines de la sociedad la libertad de prensa y la discusión en la tribuna, 
promover el adelanto de la educación, dedicar una atención especial a las cuestiones 
 
51
 Benjamín Nahum, Ana Frega, Mónica Maronna e Yvette Trochón. Historia Uruguaya.Tomo 8: 1959-1973, 
El fin del Uruguay liberal (Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1990), pp. 71 - 73. 
52
 Teniente Gral. P. Amado, Historia del Ejército de la República Oriental del Uruguay , Montevideo, 
Imprenta del Ejército, 1999, pp. 7-9. 
 16 
económicas y propender en todo sentido a la mejora material del país; además de atraer al 
inmigrante extranjero. Este programa liberal necesitaba consenso, acuerdo entre partes, 
terminar con las divisiones internas, y para ello, la figura de un personaje histórico, servía a 
los fines de dicha unión
53
. Artigas poseía la verdadera fuerza histórica reflexiva necesaria 
para la construcción del imaginario colectivo. 
La figura del héroe, que es necesaria para crear el mito nacional y lograr la unidad del 
país, es el elemento clave para recrear en el imaginario colectivo la conciencia de unidad de 
nación, que cada tanto es necesario reafirmar. Es, así, a mediados del siglo XIX, que se van 
conformando en casi todos los países latinoamericanos ese sentido de pertenencia a una 
nación a partir de un personaje que, aunque con muchas contradicciones permite la 
reformulación de la nación a través de un ritual simbólico que transforma lo malo en lo 
bueno. En este sentido, los funerales públicos son el artífice a partir del cual la composición 
del escenario, la parafernalia que rodea al féretro, la música, los discursos, la indumentaria 
de los presentes, los cañonazos, la presencia viva de las principales fuerzas políticas como 
militares del país, dispuestas de una manera especial, según su jerarquía, promueven el 
sentimiento de pertenencia a un momento histórico que se proyecta al presente y va 
conformado la identidad nacional. 
El héroe es creado y recreado. Es traído a la memoria de un país cada vez que se 
necesita de un clima de unidad. Para ello, las fiestas, las procesiones, la creación de nuevos 
mausoleos, las plazas públicas con su nombre, son elementos visuales que permiten 
mantener viva la construcción del ideario de nación. Es por ello que la construcción del 
héroe nacional no está lejos de la manipulación política y sirven a los fines de los distintos 
gobiernos, cualquiera sea la línea de acción. Los esfuerzos por consolidar las unidades 
nacionales en América Latina tuvieron lugar a mediados del siglo XIX pero a mediados del 
siglo XX también buscaron la reafirmación del ser nacional frente al avance de los 
movimientos de izquierda más internacionalistas. 
 
 
10 – Bibliografía 
 
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de los pueblos libres. Montevideo: Casa Barrerio y Ramos, 1933. 
- .../ Anales Históricos del Uruguay Tomos I y II. Montevideo: Casa Barrerio y Ramos, 
1933. 
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Centenario de su muerte. Ediciones de El País, Montevideo 1950. 
- BUSANICHE, José Luis San Martín Vivo. Ediciones de Enrique Mayochi Nuevo Siglo 
1995. 
- FREGA, Ana. Caudillos y Montoneras en la revolución radical artiguista en Andes N° 
13 . Salta: 2002 
- GRUZINSKI, Serge. La guerra de las Imágenes – De Cristóbal Colón a “Blade 
Runner” ( 1492 – 2019) México: F.C.E., 2001. 
- Instituto de Investigaciones Históricas 
 
53
 ACEVEDO, Eduardo. Anales históricos del Uruguay, Tomo II. Montevideo: Casa Barreiro y Llano, 1933. 
p. 538. 
 17 
- MACHADO, Carlos. Historia de los Orientales. Tomo I Montevideo: Ediciones Banda 
Oriental, 1984. 
- .../ Historia de los Orientales. Tomo III Montevideo: Ediciones Banda Oriental, 1985. 
- NAHUM Benjamín, Ana Frega, Mónica Maronna e Ivette Trochón. Historia Uruguaya. 
Tomo 8, El fin del Uruguay Liberal 1959 – 1973. Montevideo: Ediciones Banda 
Oriental,1990. 
- PETIT MUÑOZ, Eugenio. Artigas y su Ideario a través de seis series documentales. 
Montevideo: Instituto de Investigaciones Históricas N° III, Universidad de la República 
Oriental del Uruguay y Ed. Colombino Hnos., 1956 
- PIVEL DEVOTO, Juan E. “De la Leyenda Negra al culto Artiguista”. Artículos 
publicados en el Semanario Marcha entre 1950 y 1951. 
- .../ “Prólogo”. En: Archivo Artigas Tomo II. Montevideo: Impresores A Monteverde y 
Cía,1951. 
- REYES ABADIE, Washington. Historia Uruguaya Tomo II, Artigas y el federalismo 
en el Río de la Plata 1811 – 1820. Ediciones de la banda Oriental, junio 1985. 
- .../ y Vázquez Romero Andrés. Crónica General del Uruguay – Tomo III La 
Emancipación. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental. 
 
Periódicos 
 
- El Comercio del Plata. 1856. 
- La República. 1856. 21 y 22 de noviembre n°. 312-313 
- La Nación Montevideo n°. 211. jueves 20 y viernes 21 de noviembre de 1856 
- Semanario Marcha desde el 23 de junio de 1950 a julio de 1951.

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