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TP - Fracaso argentino segun Waisman y Vitelli

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A lo largo de su obra “El enigma argentino y la sociología del desarrollo”, Carlos Waisman intenta resolver lo que él llama “la cuestión argentina”, e intenta contestar la pregunta de por qué Argentina, teniendo las posibilidades, no se convirtió en una democracia industrial, comparándose con otras países de asentamiento reciente, como EEUU. Nuestro país aparece como un caso especial donde teniendo un vasto territorio, una población no muy abundante e infinidad de recursos, se ve inmerso en un estancamiento económico. 
El autor sostiene que a la hora de analizar el caso argentino, el mismo puede dividirse en tres períodos, donde la imagen sobre República fue variando: en un primer lugar, la imagen latente era la de un país nuevo. Posteriormente se pasó a una imagen de país subdesarrollado, y finalmente a una imagen de país dual, combinando las dos anteriores con heterogeneidad estructural. 
La imagen de país nuevo tuvo una fuerte influencia hasta la gran Depresión: las élites creían que el país tenía un destino de grandeza, que debía ejercer la hegemonía y el imperialismo sobre el cono sur. Esta visión se derrumba cuando se produce la crisis del ’29. 
La imagen como país subdesarrollado es una imagen más reciente, que ha adquirido mucha más fuerza luego de la Depresión. Tanto la derecha como la izquierda argentina coinciden en que gran parte del estancamiento de la economía tiene relación con el imperialismo y extranjerización de la economía, pero la izquierda agrega además que una parte de la responsabilidad la llevan la élite, cómplice del imperialismo.
La imagen dualista debe su nombre a la existencia de dos vertientes: por un lado, los modernistas, y por otro, los nativistas. En un primer lugar, la imagen modernista era la predominante: los criollos eran “indios, negros o españoles amantes de la pereza”, y el verdadero poderío se encontraba en, por un lado, la educación de los habitantes nativos y, por otro, en la inmigración de los países centrales. Esta visión tenía relación con una mirada de país nuevo. 
Sin embargo, los extranjeros que inmigraron al país no provenían de los países más desarrollados de Europa, sino principalmente de España e Italia, considerados como los países atrasados del viejo continente. Al observar este fenómeno, fue necesario hacer un cambio radical: ya los inmigrantes no eran los “salvadores” de antaño, sino gente que debía ser evitada. Se pasó así a una imagen nativista: el gaucho pasa de una demonización a simbolizar diversos valores como coraje, valentía y honradez. Optaron por reivindicar al gaucho antes que al inmigrante, ya que las élites tenían una visión distorsionada de la realidad y creían, por la falta de integración de los inmigrantes, que era muy plausible una revolución comunista. 
Waisman realiza un análisis de los aspectos políticos, sociales y económicos del país y expone características que lo asemejan a un país de asentamiento reciente y otras que lo asemejan a un país típico latinoamericano. 
En cuanto al trabajo, Argentina se asemeja a países de asentamiento recientes por la poca reserva de trabajo (poca mano de obra, lo que conlleva altos salarios). 
En materia migratoria, es necesario analizar 4 variantes: la proporción entre inmigrantes y población nativa lo asemeja a países nuevos, al ser una proporción enorme. En cuanto a la concentración geográfica, se asemeja al espejo latinoamericano, al concentrarse en mayor medida en las zonas urbanas. En cuanto al impacto que tuvieron en la estructura social, formaron la llamada clase media, y en cuanto a los países de origen, se alejan del espejo de país nuevo, ya que en éstos los inmigrantes provenían de sus madres patrias 
En la tierra, el país se asemeja a los países nuevos por la vasta extensión de territorio, y por la alta fertilidad del mismo, pero se asemeja a los países latinoamericanos por la concentración a manos de unos pocos terratenientes: los inmigrantes no tienen la posibilidad de adueñarse de las tierras, ya que éstas son únicamente arrendadas.
En materia económica, el continuo crecimiento pre-Depresión podría hacer pensar en la existencia de una economía de país nuevo. Sin embargo, luego de la Depresión, comienza a asemejarse a los países latinoamericanos: la industria depende exclusivamente del sector agrario para movilizarse, y, a partir de la década del ’50, se fomenta el consumo interno en detrimento de insertarse en el sistema económico mundial. Si bien hay una semejanza con los países nuevos al haber una gran diversificación industrial, también se produce una manufacturación de bienes de consumo. Argentina produce lo mismo que se consume dentro del mismo mercado interno, por lo que se vuelve imposible una exportación eficiente y por lo tanto, queda rezagada de las otras economías mundiales, produciéndose un estancamiento económico. 
Al hablar de dependencia, Waisman sostiene que hay tres tipos de dependencia: la comercial, la de los medios de producción y la financiera. Esta última aparece a mediados de 1980. Al hacer un análisis histórico, se observa que la dependencia con el extranjero ha ido variando: antes de la década del ’50 y del gobierno peronista, había un una importante dependencia comercial (con Gran Bretaña), y una dependencia de los medios de producción no tan emergente. Durante el gobierno de Perón, ambos tipos de dependencia disminuyen en gran medida por el giro hacia dentro que da el país, pero luego del mismo, vuelve a aparecer, con una mucha más importante influencia del dominio de los medios de producción por parte de los extranjeros. Concluye diciendo que Argentina es dependiente, tanto comercialmente como en los medios de producción, pero no es más dependiente que otros países de asentamiento reciente, y por cierto, mucho menos que los países latinoamericanos.
Por otra parte, en materia social, Argentina se asemeja en varios aspectos a los países de asentamiento reciente, por ejemplo, con los altos salarios, la nutrición y la educación. Difiere de ellos en otros, por ejemplo, en la alta mortalidad infantil.
En cuanto a la política, la Argentina se vio envuelta en un proceso que se dio en todos los países, ya sea de asentamiento reciente o latinoamericanos: la movilización social, y la exigencia de las clases de comenzar a participar en la vida política. Frente a esto, existen 3 posibilidades: la inclusión en los países nuevos, o la exclusión y/o la cooptación (participación pero bajo el control de la elite) en los países latinoamericanos. Hasta 1930, el caso argentino se adhería a la inclusión política (si bien con algunas restricciones, en líneas generales había una coexistencia pacífica entre los Radicales –fuerza política opositora- y los conservadores), que se puede observar con la formulación de la ley Saenz Peña de apertura política en 191). Si bien los radicales ganaron las elecciones, las relaciones de poder seguían siendo las mismas: las élites eran quienes tenían la hegemonía, no se modificó el orden ni social, ni económico. Al producirse la Depresión, los oligarcas dieron un golpe de Estado que derrumbó el gobierno radical. Se debate si el motivo del golpe fue la Depresión y la consecuente crisis económica en sí, o si fue la negativa de los radicales de compartir un poder tradicionalmente compartido. Sea cual fuere el caso, existe una relación entre la crisis del ’29 y el golpe de estado de 1930. 
Aun así, si bien los golpistas proscribieron al radicalismo, mantuvieron un sistema político relativamente incluyente, había una contestación de las exigencias tanto políticas como sociales. Había cierta legitimidad social, cierta aceptación por parte de la sociedad de que los militares tomaran el poder. Sin embargo, esta legitimidad fue decayendo, debido a (sostiene Waisman) que no pudieron mantenerse en el poder el tiempo suficiente para conseguir la legitimidad necesaria (aunque la eficacia la tenían).
Es a partir de 1943 cuando comienza la inestabilidad política. Debido a la industrialización, aparece una nueva clase poderosa: la burguesía industrial,con intereses contrapuestos a los de la burguesía agraria. Frente a este panorama, Perón creó un estado corporativista: dividió a la sociedad por sectores donde el Estado era quién los regulaba. Esto fue posible en tanto que la distribución de ingresos fue posible, pero cuando la economía se estancó, esto ya no fue posible. Cuando Perón finalmente es derrocado, su legado es un sector obrero con demasiado poder.
En conclusión, a lo largo de toda su obra Waisman realiza una fuerte crítica al gobierno peronista y a sus medidas económicas, sociales y políticas, sosteniendo que conlleva la mayor responsabilidad del estancamiento argentino y del no desarrollo del máximo potencial del país, y es partidario defensor de la Argentina previa a la Depresión del ’30, considerando a esta etapa como la de mayor desarrollo nacional.
Por su parte, al igual que Waisman, Guillermo Vitelli, en su obra “Los retrasos de la economía argentina frente a las naciones más ricas e industrializadas”, analiza las razones por las cuales Argentina, teniendo el potencial y la posibilidad de convertirse en una potencia a nivel mundial y de estar a la par de países como Australia y Canadá, se encuentra sumida más bien en una situación de país subdesarrollado. Su libro es una crítica implícita a la hipótesis que maneja Waisman, principalmente sosteniendo que las principales causas del atraso económico de Argentina se dieron en los períodos de desindustrialización de 1976 y de 1990, en un proceso que comienza en 1930. 
Vitelli habla de ciclos económicos, llamados stop and go, en los cuales existe una merma en la economía (stop) y un posterior impulso (go). Estas caídas se dan cuando se producen las políticas de ajuste liberales: aumenta la inflación devaluando la moneda, se produce una caída de los salarios reales de la población y se produce un endeudamiento extranjero. Con ello aumentan las reservas del país, que reactiva la economía y se vuelve a producir el ciclo.
Este proceso de caída e impulso de la economía fue posible hasta 1976, año en el que comienza la desindustrialización desmedida (potenciada en 1990), que imposibilitó la reactivación de la economía.
Existen varias teorías que intentan explicar el rezago argentino frente a los demás países. 
La primera justificación hace hincapié en un legado tanto político como social, remarcando la gran importancia de las colonizaciones en el retraso del país, con una poca predisposición a la innovación.
La segunda sostiene que el rezago argentino se deviene de una falta de recursos naturales, como la minería o la riqueza forestal.
La tercera tiene como referencia al determinismo histórico al sostener que la responsable del atraso es la misma historia que Argentina arrastra.
Estas tres teorías pueden explicar la forma en la que Argentina queda relegada del sistema mundial, pero ninguna de las 3 posturas critica la solución de políticas de ajustes llevadas a cabo, en teoría, para solucionar dicho problema
Una cuarta teoría, sin embargo, hace una fuerte crítica a estas políticas económicas. Frente a las hipótesis de que la culpable del estancamiento argentino fueron las políticas proteccionistas, sostiene que es un sinsentido, que respondiendo a los números que arrojan las estadísticas, se puede observar que el mayor impulso a la economía vino de la mano con las medidas industrialistas de la época del 45.
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