Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
El poder del espíritu II: Más allá de los límites de la materia, el espacio y el tiempo La Percepción Extrasensorial (PES): Telepatía, Clarividencia y Precognición (FENÓMENOS PSI-GAMMA) Por Gabriel Wüldenmar Ortiz© Registro de la Propiedad Intelectual Nº: MA-575-14 ©La Casa de la Sabiduría No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión o difusión por cualquier forma o cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor (La Casa de la Sabiduría). La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 del Código Penal y Tratados Internacionales de Propiedad Intelectual). La totalidad de los beneficios de esta obra pertenece a las personas sin recursos y en peligro de exclusión social; cualquier copia o difusión no autorizada de esta obra redunda en perjuicio de estas personas desfavorecidas. Índice - Percepción Extra-Sensorial (PES) De mente a mente: La telepatía - Telepatía experimental voluntaria y consciente (I. Hasta Rhine) - Telepatía experimental voluntaria y consciente (II. Después de Rhine) - Telepatía espontánea y en situación de crisis - Telepatía y fisiología - Telepatía y relaciones emocionales - Telepatía e inconsciente - Telepatía y animales - Telepatía y sueños - Telepatía y relajación - Telepatía e hipnosis - Telepatía y estado Ganzfeld - Telepatía y materia Clarividencia: cuando la mente conoce el mundo más allá del espacio - Definición y clases - Casos documentados y asombrosos - La clarividencia en el laboratorio - Los grandes dotados - La psicometría - La clarividencia aplicada a la criminología - La clarividencia aplicada al diagnóstico médico - La clarividencia aplicada a la prospección arqueológica y minera - Radiestesia y teleradiestesia La mente más allá de la barrera del tiempo: Precognición - ¿Podemos ver el futuro?: fuentes de error y criterios de admisión - Precognición: tipos y teorías - Casos de precognición espontáneos y documentados - La precognición como intuición universal y útil - Precognición y estados alterados de conciencia - La precognición en el laboratorio (I) - La precognición en el laboratorio (II) - La astrología ¿puede predecir el futuro? - Percepción Extra-Sensorial (PES) Durante nuestra vida terrenal, el ente espiritual autoconsciente y autónomo que esencialmente somos (alma) está relacionado con el mundo material mediante un íntimo vínculo con el cuerpo y, en particular, con el cerebro. Aun así, como vimos en la primera parte de esta trilogía sobre el alma [1] , muestra cierto grado de distinción y de autonomía respecto a lo cerebral, que lo hacen reconocible como algo distinto e irreductible a lo neurológico. Allí, presentamos las primeras evidencias de que hay algo más (de hecho, “alguien más”) que materia en lo que somos. Sin embargo, con esto no está, ni mucho menos, todo dicho al respecto. Donde mejor se percibe nuestra naturaleza esencialmente espiritual es en el modo en que el alma, sin desligarse del cuerpo, es capaz de captar/enviar información más allá de los límites que imponen las leyes materiales . Esto es lo que conocemos como Percepción Extra-Sensorial (que en adelante denominaremos por sus siglas PES), para diferenciarla de la PS (Percepción Sensorial), la que todos conocemos de manera más constante, pero que no es menos misteriosa e irreductible. Por eso, la PES se define esencialmente en términos de conocimiento, de información. Es la percepción, por parte de un sujeto, de una información que no pudo haber adquirido por medio de los sentidos ni por extrapolación de otra información lograda por medio de los mismos. Sin embargo, el término PES no es una explicación del fenómeno designado, sino basado en las condiciones de experimentación (concretamente en la eliminación de la variable “percepción de los sentidos”). En efecto, la información, en el mundo material, emplea un sustrato material y se transmite mediante vehículos energéticos convencionales de manera local y por contacto; en nuestro caso, mediante los sentidos. Pero hay veces que, gracias a nuestra naturaleza esencialmente trascendente, la información puede prescindir de estas limitaciones y comportarse como lo que realmente es: puro significado, idea adimensional, relación abstracta, y transmitirse de acuerdo con esta naturaleza, de manera no local, sin contacto, sin que importen la distancia o el tiempo, la potencia energética, la masa o cualquier otro parámetro material. La PES muestra que la mente es adimensional, porque no tiene posición en el espacio; la información no se ve limitada por la distancia, no viaja por el espacio ni le detiene el tiempo, simplemente se capta. Sin embargo, la PES no es algo radicalmente extraño, antinatural e imposible, como quisiera el materialista. En realidad, en lo psicológico, la PES no se diferencia sustancialmente de la PS, tiene la misma forma en cuanto a las dinámicas psicológicas (desde las sensaciones sensoriales hasta el papel del inconsciente). Ambas nos dan información suficientemente fidedigna o, por el contrario algo borrosa, de los asuntos del mundo exterior a distancia. PS y PES no son sólo ni esencialmente transmisión de formas, sino captación repentina de significados en la conciencia, en el contexto de un esquema psicológico o de significado. PES y PS siguen las mismas leyes sobre la estructura del campo perceptivo, la motivación, el simbolismo, las maneras de estructurar estímulos (agrupando por proximidad, carácter, parecido y pregnancia), la saturación de motivos, los sesgos de la personalidad, los estilos cognitivos de la memoria, las leyes del aprendizaje, la influencia de condiciones favorecedoras y desfavorecedoras, la distorsión interpretativa debida a los propios intereses y creencias, la importancia del contexto, la existencia de mejores puntuaciones al principio y al final de las series, etc. Así pues, lo que aprendemos respecto a una de ellas nos sirve para conocer a la otra. Ambas responden positivamente a la motivación y a las condiciones que favorecen la concentración [2] . Destaquemos que, en el laboratorio, tanto en la PES como en la PS son importantes factores como la empatía del experimentador y hacia él, y la actitud favorable, tanto de los sujetos como de los experimentadores, hacia la capacidad demostrada. Esto indica que la necesidad de un ambiente psicológico favorable no es una invención o una excusa barata de los partidarios de PES, como alegan los escépticos, sino un hecho real y general a la percepción humana (sea PES o PS). La Dra. Gertrude Schmeidler, profesora de psicología en el City College de Nueva York, de la Universidad de Nueva York, determinó que la PES es igual que la PS en el nivel más básico, el de la discriminación de la figura respecto a su contexto. Por eso, el grado de procesamiento de la información PES, lo mismo que el de la PS, dependerá de la fuerza emocional del mensaje, siendo mayor el procesamiento si éste es más fuerte, y menor si es más débil. Otro dato en favor de la realidad de PES es que correlaciona de manera típica con las actitudes, calificaciones escolares, cociente intelectual, extroversión, etc. con suficiente coherencia como para asegurar que tras la PES trabaja la misma mente personal que sostiene la percepción normal (PS). En definitiva, las condiciones psicológicas y sociales que favorecen/desfavorecen la percepción “normal”, influyen igualmente en la percepción “paranormal”. Por ejemplo, la gente usualmente obtiene mejores resultados en PES cuando se usan símbolos relevantes para ellos, como ocurre en la percepción normal [3] . De hecho, las dos formas de percepción son igual de “paranormales”, porque nadie sabe ni entiende cómo se produce en ambas el salto entre los eventos neuro-químicos del cerebro y la experienciaconsciente, niveles cualitativamente radicalmente distintos. Por eso, si el psicólogo exige al parapsicólogo que le muestre o explique cómo llega a la conciencia la información de la PES, el parapsicólogo puede hacerle al psicólogo la misma exigencia. El parapsicólogo puede exigir que el psicólogo resuelva el problema de la PS, antes de aceptar que la PES debe ser rechazada por incompresible. Si incomprensible es cómo se comunican dos conciencias (o una conciencia y una realidad física) sin mediación física, no menos misterioso es cómo lo hace algo material como el cerebro, con algo inmaterial, como la conciencia. LeShan [4] recogiendo trabajos de William Roll y Gardner Murphy, señala que la PES (como cualquier otro fenómeno de la conciencia) no sucede en el espacio geométrico, sino en el psicológico; no hay, por tanto, transmisión retardada a distancia causa-efecto y luego descodificada, sino sintonía sistémica instantánea, significativa y no espacial de la información. La idea no es que exista una transmisión de un emisor a un receptor, sino una participación de varios sujetos en una unión interactiva mutua (sincronización). No hay reacción, sino acción compartida. Como la mística o la física cuántica, la PES nos enseña la íntima conexión esencial que existe entre todos los seres del universo, nos ilustra que no debemos ver a los seres como unidades individuales esencialmente separadas unas de otras, sino compartiendo un mismo espacio adimensional-mental. LeShan [5] ilustra que este fenómeno no es exclusivo de la PES, sino compartido y aceptado por la teoría de la comunicación aplicada a numerosas áreas de conocimiento no paranormales relacionadas con las comunicaciones y las relaciones humanas. Esta homología PS con PES respecto a las variables de relaciones humanas que influyen en la percepción, permite enunciar una serie de hipótesis de trabajo auténticamente científicas para guiar experimentos futuros, como hace LeShan [6] , por ejemplo: 1) Los episodios PES son más frecuentes entre personas cuyas relaciones han sido cooperativas, que entre otras cuyas relaciones han sido competitivas. 2) La PES será más frecuente entre grupos igualitarios que entre grupos autoritarios. 3) Los episodios PES son más frecuentes entre sujetos que se agradan mutuamente que entre aquéllos en los que esto no ocurre. 4) Las personas que pertenecen a un mismo grupo al que consideran importante, tendrán más episodios PES. 5) Los episodios PES entre miembros de una misma clase social serán mucho más abundantes que entre otros de clase distinta. 6) Un episodio PES estará en conformidad, tanto sociológica como psicológicamente, con el papel que juegue o haya jugado el emisor con respecto al receptor. 7) Los episodios PES son más frecuentes cuando la estabilidad de una relación importante está amenazada y se necesita la comunicación para mantenerla, pero ésta no puede hacerse por vía sensorial. 8) Las comunicaciones verbales son de cuatro clases: positivas, tentativas, interrogativas y negativas; pues bien, en las comunicaciones verbales que preceden a los episodios PSI, son más frecuentes las tres primeras clases que la última. 9) Un episodio PES ayudará a un sujeto a mantener patrones importantes frente al cambio, es decir, le ayudará a mantener su identidad, la consistencia entre acción y percepción. Un capítulo importante en la relación PES y PS es que ambas son sensibles a las mismas variables psicológicas y de personalidad. Una prueba de ello es e l “efecto ovejas-cabras”: las “ovejas” (sujetos que creen en la PES según test de preferencia o aversión) obtienen mejores resultados (psiquismo positivo), mientras que los que no creen (“cabras”) fallan más de lo esperable al azar (“psi-missing” o psiquismo negativo), confirmando así, curiosamente, la existencia de aquello en lo que no creen. Este fenómeno fue descubierto por la psicóloga del City College de Nueva York, Gertrude Schmeidler, que escribió su libro “ESP and Personality Patterns” en colaboración con el biofísico de la Universidad de Pittsburgh, R. A. McConnell. El descubrimiento de este efecto se produjo a partir de experimentos sencillos de laboratorio consistentes en que los sujetos adivinaran por medio de PES naipes que se hallaban en el interior de sobres opacos. La PES se manifestaría en un mayor número de respuestas acertadas que las esperables por azar, umbral que puede ser determinado mediante el cálculo estadístico. Completada la prueba y antes de evaluar los resultados de los sujetos, eran separados en dos grupos: los que creían en la PES y los que no creían. Para asignar a los sujetos a cada uno de estos grupos no bastaba la simple declaración, pues uno puede ser creyente y no querer admitirlo (aunque en tal caso no participaría en un experimento de esta clase) o ser incrédulo y decir lo contrario para agradar al experimentador; así que se les separó mediante un cuestionario detallado validado previamente. Hecho esto, se evaluaban los resultados en PES de cada grupo por separado. Los creyentes mostraban un número de aciertos superior al azar y los no creyentes presentaban un número de aciertos inferior a lo que sería esperable al azar, es decir, fallaban más veces que las que serían propias del azar. Lo que sucedió es que, durante la prueba, los sujetos incrédulos deseaban demostrar que su actitud era la correcta, o sea, que la PES no existe, y trataban de que sus respuestas mostraran que la PES estaba ausente de sus datos. Lo que no sabían era que el signo de ausencia de la PES era un número de aciertos explicables por azar y no, como tendían a pensar inconscientemente, una ausencia máxima de aciertos. En efecto, se les dijo que la presencia de PES se reconocería por un número de aciertos superiores al azar, y, como eran incrédulos, trataban de evitar los aciertos lo más posible haciendo un esfuerzo inconsciente excesivo que logró inhibir PES por debajo de lo esperable por azar. Por tanto, la PES también operó en los sujetos incrédulos, pero éstos la utilizaron inconscientemente para evadir las respuestas correctas y producir respuestas erróneas en número excesivo. “Psi-missing” demuestra que la PES puede funcionar tan distorsionadamente que provoca respuestas erróneas y está vinculada con elementos psicológicamente adversos: incredulidad, falta de autoconfianza, expectativas negativas, duda e indeterminación, falta de fe en el éxito, momento emocional desagradable, etc. Por tanto, en tales situaciones, la PES puede fallar o actuar incluso contra el sujeto. La PES puede pasar inadvertida, camuflada en situaciones de la vida corriente que parecen golpes de suerte o casualidades asombrosas y que no podemos considerar como PES al carecer de un control que garantice que no han intervenido estímulos o evaluaciones de datos puramente convencionales. A veces actúa incluso como un factor que, desde el inconsciente, afecta a la conducta sin que la conciencia conozca el origen de ese cambio de comportamiento, que bien puede consistir en producir una conducta o en suprimirla. Este tipo de influencia inconsciente, tanto del emisor como del receptor, y de carácter telepático ha sido documentado por el psicoanalista N. Fodor. A veces, en la percepción normal rechazamos o ignoramos una determinada interpretación del hecho percibido simplemente porque, desde nuestras creencias, eso nos parece imposible, no encaja con nuestra manera de pensar-percibir. Pues bien, igualmente, en la PES es posible que la información que nos llega sea rechazada y no surja a la conciencia simplemente porque, desde nuestra incredulidad, nuestro inconsciente la considera imposible, o bien porque es algo que nos desagrada admitir. El “efecto ovejas-cabras” ha sido repetido muchas veces por investigadores independientes, siendo uno de los descubrimientos más estables de la parapsicología experimental. Por ejemplo, Braud, un prestigioso científico y experimentador, confirmó el “efecto ovejas-cabras” (creyentes e incrédulos) de G. Schmeidler [7]. Un experimento PES realizado por Robert Brier con miembros de la asociación de personas más inteligentes “Mensa” demostró un psiquismo negativo muy claro (puntuaciones por debajo del azar). Los sujetos tenían CI altos, pero también una actitud muy escéptica hacia las facultades psíquicas, de modo que los resultados podrían atribuirse al “efecto ovejas-cabras”, y no al CI. En 1971, el Dr. John Palmer analizó los resultados de una amplia serie de experimentos, y sus resultados se han actualizado y confirmado posteriormente. Basándose en los resultados de Schmeidler, Palmer predijo que el 84% de los experimentos siguientes demostraría que las “ovejas” alcanzarían una puntuación superior a la de las “cabras”, según el concepto de dispersión estadística, aunque es de esperar que no ocurrirá lo mismo en todos los experimentos (en algunos casos, la dispersión dará resultados anómalos). Al examinar los resultados de experimentos realizados por otros investigadores distintos de Schmeidler, Palmer comprobó que las “ovejas” puntuaban más alto que las “cabras” en un 76% de los casos, frente al 84% que él había previsto (en los 20 años siguientes, el porcentaje se fue aproximando más a esta última cifra, por ejemplo, en un estudio del propio Palmer publicado en 1976). Si sólo interviniese el azar, las “ovejas” obtendrían una puntuación mayor que las “cabras” en torno a un 50% de las veces. Según un análisis estadístico indiscutible, la diferencia es del 76 al 84%. Palmer comprobó así que los resultados de Schmeidler eran correctos, mostraban una diferencia real entre creyentes e incrédulos, y que esos resultados se confirmaron después. El complejo análisis de Palmer es intachable desde el punto de vista estadístico, y nunca recibió crítica alguna que lo acusara de falta de lógica o de deducción falsa. Por tanto, el “efecto ovejas-cabras” ha superado la prueba del paso del tiempo y del cambio de metodología. Sin embargo, el fenómeno descrito no se ha observado en algunos experimentos, y un estudio de 1991 llevado a cabo en Islandia, dio un resultado contrario, pues las “cabras” obtuvieron una puntuación mucho más alta que las “ovejas”. Pese a ello, el que se mantenga el “efecto ovejas- cabras” a pesar de las diferentes medidas de credulidad indica que el efecto debe ser bastante sólido. De hecho, la gran mayoría de los experimentos ha arrojado resultados confirmatorios. Curiosamente los resultados confirmatorios obtenidos, si fueran todavía más nítidos, no serían coherentes con los informes de la Dra. Schmeidler, porque les faltaría cierto grado de dispersión. En efecto, en un gran número de experimentos siempre aparecerá cierto efecto de dispersión, que a veces produce algunos resultados negativos, y, de vez en cuando, resultados contrarios a la amplia mayoría. Citemos otra constante: la relación entre PES y el continuo “extroversión-introversión”. Los buenos sujetos experimentales en PES son notoriamente más extrovertidos que introvertidos (en esto parece existir acuerdo unánime). En efecto, las variables de personalidad son importantes en la PES. PES depende de factores como creer o no en la posibilidad de generar dichos fenómenos, la edad, el estado de salud, la adaptación social, la simpatía entre el experimentador y el sujeto, pero sobre todo de la personalidad. LeShan [8] confirma que las adivinaciones más correctas suceden en rachas, que influyen la actitud del investigador y las creencias del sujeto sobre la existencia o no de PSI. Ciertamente se sabe que PSI depende en buena parte de factores psicológicos, como la personalidad. Según Rhine y el respetado psicólogo Hans Eysenck, los extrovertidos obtienen mejores puntuaciones que los introvertidos, quizá porque tienen mayor actividad cortical y son capaces de suspender la actividad de las células nerviosas de la médula dejando paso a las señales sensoriales que llegan al cerebro [9] . Según la prestigiosa psicóloga Gertrude Schmeidler (1974), los sujetos receptivos a la PES suelen caracterizarse por ser relajados, extrovertidos, espontáneos, simpáticos, tendentes a la percepción global y no fragmentaria, con imaginación viva, gran curiosidad, creatividad, autotrascendencia. Chris Roe A., Sarah J. Henderson y Jason Matthews [10] realizaron dos estudios para explorar la relación de la extroversión (medida con pruebas profesionales) y el desempeño en una tarea de elección forzosa PES (FC-ESP), evitando posibles “artefactos” asociados con las pruebas de grupo y con retroalimentación de la prueba antes de completar las medidas de personalidad. Obtuvieron una correlación positiva con las cartas Zener pero no con las pruebas verbales (r = 0,36, p = 0,01). Los psicólogos argentinos Alejandro Parra y Jorge Villanueva [11] , del Instituto de Psicología Paranormal de Buenos Aires, realizaron un estudio de dos factores de personalidad (extraversión-introversión y neuroticismo) en relación con PES en estado Ganzfeld, con 30 sujetos receptores. Cada receptor respondió a dos cuestionarios antes de la sesión Ganzfeld: Inventario de Personalidad de Eysenck (EPI), que mide dos rasgos de la personalidad (neuroticismo y extraversión), y el Cuestionario de Pre-Ganzfeld, que midió su nivel de relajación, el estado de ánimo, la expectativa de éxito y la motivación. Villanueva era en todo momento el emisor. Cada receptor tenía que “adivinar” una fotografía procedente de un CD que tenía 3.500 fotos a color en alta resolución. Se encontró una relación significativa entre las puntuaciones de extraversión y PES (p. test exacto de Fisher = 0,008, de una cola, phi = 0,482) (N = 25). No se observaron efectos significativos entre las puntuaciones de PES y el neuroticismo (p. test exacto de Fisher = 0,56 [una cola]). Tampoco se observaron efectos significativos entre las puntuaciones de PES y la relajación, la motivación del estado de ánimo, y la expectativa de éxito antes de la sesión Ganzfeld. Existe la posibilidad de que la técnica Ganzfeld interactúe de alguna manera con la extraversión y otras variables que puedan explicar el efecto significativo que se obtuvo con respecto a la extroversión-introversión. Según las investigaciones efectuadas por los psicólogos Hans J. Eysenck y Carl Sargent, existen tres factores que correlacionan positivamente con la PES: 1) la creencia en la existencia de los poderes psíquicos, 2) la extroversión y 3) los niveles bajos de neurosis o ansiedad. De ahí que los sujetos con mayor capacidad extrasensorial sean extrovertidos, no neuróticos, espontáneos y humanitarios, mientras que las personas escépticas e introvertidas tienden a inhibir o distorsionar sus facultades psíquicas. Otras investigaciones, llevadas a cabo en India por los parapsicólogos doctores B. K. Kanithamani y K. Ramakrishna Rao, pusieron de manifiesto que los sujetos más dotados para la PES eran: cálidos y sociables, de buen carácter y apacibles, confiados y seguros de sí mismos, constantes, entusiastas, habladores, alegres y despiertos, aventureros impulsivos, emotivos, despreocupados, realistas y prácticos, relajados y serenos. La Dra. Betty Humphreys, del Laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Duke, tras analizar la PES en una serie de sujetos, le dio a cada uno una hoja en blanco y le pidió que dibujase lo que quisiese. Los dibujos grandes y atrevidos, que llenaron la mayor parte de las hojas, indicaba que las personas eran de tipo “expansivo”; los dibujos pequeños, tímidos y convencionales eran señal de una persona “compresiva”. Los análisis de los resultados de PES mostraron que los sujetos expansivos obtenían mejor puntuación que los compresivos. La correlación positiva de la PES con sujetos extrovertidos-expansivos y su correlación negativa con sujetos introvertidos-compresivos se ha corroborado por otros científicos desde la década de 1980 con métodos ligeramente diferentes para medir la personalidad. Humphreys dividió a los sujetos experimentales en extravertidos e introvertidos. Luego les pasó una prueba de adivinación decartas, y los extravertidos obtuvieron repetidamente una puntuación por encima del azar y los introvertidos por debajo. Sin embargo, juntó los resultados de todos los extravertidos y de todos los introvertidos en grupos comparativos, con lo que no pudo estudiar las diferencias individuales. Para corregir esto, en 1953, publicó, junto a J. Fraser Nicol, un trabajo que recogía estas diferencias. Se usaron las mejores medidas de personalidad que existían por entonces y se aplicaron a 30 sujetos antes de una prueba de adivinación de cartas. De nuevo se halló una clara diferencia entre extrovertidos e introvertidos, como en anteriores trabajos. Esta diferencia se ha confirmado en estudios independientes realizados en países tan dispares como Sudáfrica, Suecia, Gran Bretaña, Estados Unidos, India, etc. En 1981, el psicólogo Carl Sargent revisó todos los estudios publicados hasta entonces y señaló las “diferencias nítidas” halladas, como ya hicieran Palmer en 1977 y Eysenck en 1967. Las diferencias nítidas son las que se dan cuando, en un experimento, el promedio de puntuación hallado supone una diferencia significativa entre ambos grupos. De no existir una verdadera diferencia entre extrovertidos e introvertidos, aquéllos deberían sobrepasar a éstos en la puntuación de las pruebas de PES con la misma frecuencia que los introvertidos sobrepasarían a los extrovertidos. Pero Sargent descubrió que de 19 estudios con diferencias nítidas, los extravertidos sobrepasaban a los introvertidos en 18 casos: la única excepción confirma la regla. Los experimentos realizados en distintos países con millares de personas demuestran que se trata de una diferencia real. Ahora bien, sólo algo real (en este caso la PES) presenta correlaciones especiales con fenómenos reales (las creencias, las expectativas, las variables de personalidad). El psicólogo estadounidense Daryl Bem y los parapsicólogos Charles Honorton y Diane Ferrari actualizaron los análisis de Sargent en 1990. Sugieren que, si bien algunos de los resultados de los experimentos de extraversión-PES pueden atribuirse a un error en el método seguido para registrar las medidas de extraversión (se hizo después de la prueba de PES, de modo que los sujetos sabían cómo habían actuado en ella, conocimiento que quizá influyera en sus respuestas al cuestionario), en un número importante de experimentos de respuesta libre el efecto continuó siendo nítido y muy significativo. K. Ramakrishna Rao, colaborador de Rhine en la Universidad de Duke, opina que la diferencia en las puntuaciones PES entre extravertidos e introvertidos es de naturaleza social, está basada en el ambiente en que se desarrolla el experimento. Éste funciona mejor cuando existe un trato amistoso y relativamente informal, lo cual se consigue mejor con los extrovertidos, que son cordiales y sociales, y más difícilmente con los introvertidos, porque suelen ser reservados y tímidos. En un estudio concreto, se comprobó que los que se comportaban de manera cordial obtenían mejores resultados en PES que los que actuaban con poca cordialidad, algo que apoya la teoría de Rao. Sin embargo, si la teoría social fuera cierta, sería de esperar que disminuyese la diferencia entre extravertidos e introvertidos al repetirse las pruebas, ya que, al principio, estos últimos pueden sentirse inseguros en un experimento (parte de la definición de la introversión consiste precisamente en la inseguridad en situaciones sociales nuevas), pero a medida que se acostumbran al entorno extraño de los experimentos en un laboratorio, se sentirán más relajados y cómodos y, por tanto, obtendrán mejores puntuaciones. Por otra parte, los extravertidos, que inician los experimentos con entusiasmo, quizá se aburran tras una serie larga de experimentos y, por consiguiente, empiecen a realizar peores actuaciones (la predisposición al aburrimiento es un rasgo comprobado de los extravertidos). Por tanto, sería de esperar que, con el paso del tiempo, se redujera la diferencia entre unos y otros. Sin embargo no existen pruebas concluyentes de que así ocurra. Humphreys y Nicol observaron que los extravertidos tienden a mejorar con el paso del tiempo en los experimentos de clarividencia. Sin embargo, en los experimentos de respuesta libre, la diferencia no parece desaparecer con el tiempo. Notables investigadores [12] realizaron un meta-análisis para examinar la relación entre las puntuaciones en las pruebas de extroversión y las puntuaciones en tareas PSI. Encontraron 60 estudios realizados por 17 investigadores distintos, desde 1945 hasta 1983. La medida del tamaño del efecto utilizado para este análisis fue la correlación entre la puntuación de cada sujeto en extroversión y su puntuación PES. Se obtuvo una media de 0,19 y una desviación típica de 0,26, con un valor atípico adicional en r = 0,91. Al medir los grados de libertad de las medias ponderadas de “r” se halló 0,14, con un intervalo de confianza del 95% (de 0,10 a 0,19). Claramente, el fenómeno existe y es real. Dado que las pruebas de elección forzada y las de respuestas libres difieren cualitativamente, los investigadores decidieron examinar su relación con la extroversión por separado. Había una correlación significativa entre la extroversión y las puntuaciones de PES en pruebas de respuesta libre (“r” media 0,20 y “z” 4,46). Además, este efecto fue homogéneo entre los distintos investigadores y entre las diferentes escalas de extraversión. Para los estudios de elección forzada hubo una correlación significativa entre el PES y la extroversión, pero sólo en aquellos estudios que informaron de los resultados de PES a los sujetos antes de medir la extroversión, por lo que esta relación podría ser un artefacto (la extroversión pudo verse reforzada temporalmente por una retroalimentación positiva en el rendimiento de PES). Los autores también intentaron analizar la relación PES-extroversión mediante el meta-análisis de una base de datos autoganzfeld (extraversión medida con la escala Myers-Briggs, disponible para 221 de los 241 sujetos que habían participado en estudios autoganzfeld). La correlación entre las puntuaciones de extraversión y puntajes de calificación ganzfeld fue de r = 0,18, con un intervalo de confianza del 95% (0,05 a 0,30). Esto es consistente con la media de correlación de r = 0,20 para los experimentos de respuesta libre, determinada a partir del meta-análisis. Estas correlaciones indican que los sujetos extrovertidos pueden producir mayores puntuaciones en las pruebas PES de respuesta libre. En general, está bien establecido que existen relaciones entre diversas variables psicológicas y la PES. Para el fisiólogo y físico L. L. Vasiliev, de la Universidad de Leningrado (antigua URSS), el estudio de la telepatía se ve favorecida por ciertos factores psicológicos: en primer lugar, es preciso hacer una selección preliminar de los sujetos sensitivos; en segundo lugar, el método hipnógeno es útil para posteriores experimentos; en tercer lugar, la telepatía se realiza mejor si el emisor conoce al menos de vista al receptor y puede visualizarlo claramente, pero no es preciso que el emisor sepa dónde se encuentra el receptor; de hecho, es mejor que no lo sepa, si no se quiere que el miedo a fallar por la distancia perturbe los resultados (de nuevo vemos el poder de las creencias, porque, en realidad, la distancia no afecta a PSI). Por su parte, el psiquiatra Arthur Guirdham ha señalado que las dotes psíquicas suelen manifestarse en aquellas personas con mayor capacidad para comunicarse. Dentro de este grupo, existen, sin embargo, personas que presentan un perfil psicológico claramente obsesivo, necesitado de tratamiento psiquiátrico. Estas personas son ambiciosas, minuciosas, meticulosas, rigurosas, maníacas de la exactitud y disfrutan de gran éxito social. Empero, este psiquiatra afirma que tras muchos años de observación clínica ha comprobado que, en una elevada proporción de pacientes, las tendencias obsesivas están asociadas con la inhibición de las dotespsíquicas. Los síntomas que experimentan son máscaras compensatorias por la culpa que experimentan en relación con los atributos psíquicos latentes o rechazados (uno de ellos puede ser PSI). El psicólogo Dr. Kastembaum confirma que los individuos con una adaptación emocional normal a la vida suelen mostrar más dotes PSI que los neuróticos y ansiosos, que se sienten más incómodos al ser sometidos a prueba; de hecho, los resultados de las investigaciones científicas no apoyan la idea de que PSI se produzca más entre neuróticos y ansiosos [13] . Este investigador racionalista confirma que el estado emocional del transmisor y receptor puede influir en los resultados, que éstos no sólo dependen de sus habilidades psíquicas, sino de sus emociones respecto al entorno o a las personas que participan en el experimento. En cambio, el dinero, usado como recompensa (como se hace en muchos otros experimentos de otras ciencias), no mejora los resultados, algo que debería hacer meditar a los que creen que todos los sujetos PSI son individuos sin escrúpulos en busca de dinero. Otra dimensión clave de la personalidad es el continuo “neurosis- estabilidad”. La ansiedad en una situación de prueba suele disminuir el rendimiento psicológico-conductual, sobre todo si la persona es de tipo ansioso o neurótico. Pues bien, los experimentos de PES individuales indican que las personas con alto grado de neurosis actúan peor inicialmente que las de bajo grado de neurosis. El Dr. John Palmer evaluó todos los experimentos PES sobre neurosis y ansiedad publicados hasta ese momento. Descubrió que todos los experimentos que mostraban una diferencia nítida (estadísticamente significativa) entre individuos con un grado de neurosis alto y otros con grado bajo, indicaban que estos últimos puntuaban mejor en PES. Sin embargo, el efecto neurosis-PES sólo aparece nítidamente en las pruebas individuales (con una persona cada vez). Si se evalúan en grupos, desaparece el efecto. En experimentos individuales, los sujetos estables puntúan significativamente por encima, y los muy neuróticos significativamente por debajo de la probabilidad del azar. Cuando se aplica en grupo, los poco neuróticos puntúan en torno al azar, mientras que los muy neuróticos puntúan bastante por encima. Esto tiene mucha lógica: las situaciones de grupo permiten a los muy neuróticos liberarse algo de su ansiedad, disimulándose en el grupo y repartiendo con él la presión de la prueba. Esta conclusión se corrobora por una investigación de Sargent y Trevor Haerley, en 1982. Se pasaba a los sujetos una breve prueba de personalidad y a continuación otra de PES en la que se les pedía que imaginaran un dado que caía por una rampa y al detenerse mostraba una de las caras; entonces, ellos tenían que adivinar cuál era. El nivel de puntuación por azar se elevó a 4,17 aciertos (1/6 multiplicado por 25). Se pasó la prueba a 186 personas, 36 individualmente y 150 divididas en dos grupos. En las pruebas individuales, los sujetos con alto grado de neurosis lograron una media superior en más de tres aciertos. En cambio, los sujetos con bajo grado de neurosis, lograron una superioridad de algo más de cinco puntos. En las pruebas con grupos no se observó tal diferencia: de hecho, el grupo de neuróticos obtuvo una puntuación ligeramente superior al grupo de personas con baja neurosis. El Dr. Palmer interpreta estos datos de la siguiente manera: las personas neuróticas sienten ansiedad ante las pruebas individuales, incluso si el experimentador se muestra cordial y las alienta, ya que estarán obsesionados con la presión de estar siendo sometidos a una prueba o examen, por mucho que el experimentador trate de mostrarles que se trata de una simple exploración. La ansiedad que sienten produce en ellos “ruido neurológico-mental” dificultando la manifestación de PES. Los individuos poco neuróticos no tienen esta actitud, o si la tienen, la ansiedad no les afecta tanto. Sin embargo, el neurótico puede disimularse en un grupo, ya que no se le singulariza ni despierta una atención especial e individual, y así no experimenta angustia, con lo que su PES no se debilita. Sin embargo, Sargent realizó algunos experimentos en colegios, en los que mantuvo la diferencia en neurosis entre grupos en los que existe una minoría claramente definida. Por ejemplo, una minoría de chicos entre chicas mostrará dicha diferencia, al igual que ocurre en una prueba individual. El hecho de pertenecer a un subgrupo de características evidentes, probablemente no permite a un sujeto altamente neurótico pasar inadvertido entre la multitud. De hecho, si separamos a los sujetos entre “altamente neuróticos” y “con baja neurosis” y, a su vez, los separamos por sexos, aparecen diferencias interesantes en la media de aciertos en pruebas de PES, en las que las mujeres suelen superar ampliamente a los hombres. Esto indica que los varones, consciente o inconscientemente amenazados por una situación en la cual están en minoría, puntúan peor que las mujeres. Además, la puntuación de los muy neuróticos, por debajo del azar, ocurrió únicamente entre varones. Un rasgo típico de los neuróticos consiste en un Sistema Nervioso Autónomo (SNA) muy activo y reactivo (sensible). El SNA es el encargado de las actividades automáticas e involuntarias del organismo, tales como la producción de hormonas, la relajación y la contracción de los intestinos y otros músculos involuntarios, el ritmo de los latidos del corazón, la respiración, las descargas de epinefrina (adrenalina y noradrenalina), la sudoración, etc. Por eso, los sujetos con un elevado grado de neurosis tienden a sudar más copiosamente, a reaccionar de un modo excesivo a estímulos de sorpresa o alarma y a dar muestras de tensión más fácilmente. Estos factores de activación pueden constituir ruido para la señal PES, al igual que la excitación excesiva del cerebro. Esta teoría tiene apoyo de experimentos en los que se han utilizado ejercicios de relajación, meditación y otras técnicas de apaciguamiento con el fin de mejorar la PES, de los cuales nos ocuparemos. En definitiva, la credulidad, la extraversión y la neurosis mantienen una relación experimental clara con PES. Hay demasiados experimentos con resultados demasiado sólidos, como para descartar las pruebas que demuestran la existencia de una relación entre PES y personalidad. Estos experimentos son una prueba de la existencia de los fenómenos PSI, porque los pone en relación con un fenómeno convencional reconocido científicamente, como son las variables de personalidad, y porque se refieren a personas normales y corrientes y pueden repetirse. El psicólogo escéptico Ray Hyman escribió en “Contemporany Psychology”: “tales resúmenes de los datos ‘duros’ de laboratorio me convencen de que ocurre ‘algo’... si quieren ser justos, los críticos deben encontrar una forma de explicar los centenares de estudios experimentales aquí resumidos antes de descartar sumariamente la parapsicología y tacharla de pseudociencia”. Hoy en día, los escépticos informados ya no alegan que los resultados de los experimentos PES se deben a la casualidad, porque sabemos que algunos de los efectos son, en palabras del escéptico psicólogo Ray Hyman “astronómicamente significativos”. Sin embargo, no sólo hay similitudes, sino importantes diferencias entre PS y PES. Por ejemplo, en la PS, la fuente de información está al alcance de los sentidos y esa información la captamos a través de ellos (es un caso de acción local parcial, pero no totalmente, justificado por la mecánica tradicional), mientras que la PES ocurre desde una fuente remota de información, lejos del alcance (consciente o inconsciente) de nuestros sentidos (es un caso de acción no local, justificada quizá por la mecánica cuántica). Por otro lado, la PS no nos sorprende porque es habitual (no porque sea menos misteriosa, como ya hemos visto), y, en cambio, PES es relativamente infrecuente, y por eso nos resulta sorprendente. PES presenta otras características diferentes de lapercepción normal (PS). El Dr. Milan Ryzl las enumera: 1) es independiente de las variables físicas de la situación, 2) actúa a través de cualquier distancia sin pérdida o intensidad en función de la misma, puede actuar a través de una pantalla aislante, puede viajar a través del tiempo, al pasado o al futuro, o bien en una dimensión ajena al tiempo. Esto no lo puede hacer ninguna señal energética física. Suponemos que la información PES es transportada por señales basadas en un tipo de energía desconocida, cuya relación con otras formas de energía (cinética, térmica, electrónica) es desconocida. Se postula la existencia de esta energía porque la experiencia enseña que la energía transporta información, y que el fenómeno es de naturaleza energética (lo que explica que PES sea más fácil que PK, o sea, que requiere menos energía y esfuerzo) a la vez que psíquica. En la PS hay dos fases: 1) La sensación: la energía con información llega al órgano sensorial (perfectamente explicable por la fisiología) y 2) La percepción: la interpretación psicológica de dicha información, su procesamiento y toma de conciencia (inexplicable para la fisiología). En la PES no hay sensación: la información llega directamente al cerebro y se produce inmediatamente la segunda fase. La llegada de la información es la que diferencia a las distintas clases de PES (que luego enumeraremos), y sabemos poco de sus leyes, pues éstas son las propias de la propagación de la energía psíquica adimensional, inmaterial. Sabemos más de la segunda fase, que depende de la psicología individual del receptor, responsable de la gran variedad de formas que adopta la PES. En la PS, la información pasa desde los órganos sensoriales a la corteza cerebral (visual, auditiva, etc.) primaria, luego a la secundaria y, por último, a la terciaria, desde donde está lista para adquirir un significado para la mente. En la PES, la mente, sin el concurso del cerebro, recibe la información y la procesa directamente (la PES inconsciente es mayoritaria). Naturalmente también afecta en mayor o medida al cerebro, que la procesa lógicamente en sentido inverso: de la terciaria a la primaria pasando por la secundaria. Esto puede ser experimentado mediante alucinaciones formadas por una composición entre la información real obtenida por PES y los contenidos simbólicos del inconsciente dramatizados en una historia alucinatoria u onírica, sin que dicha corteza esté recibiendo aferencias desde los órganos sensoriales. Este modo de procesar puede permitirnos construir un modelo para entender la vía extrasensorial de percepción. La PES carece de un órgano sensorial propio; se recibe en el cerebro de forma no mediada por los sentidos. Por eso, la PES se presenta como visiones, audiciones, olores, reacciones motoras, etc. indistintamente, carece de una sensación típica, y no hay un umbral por debajo del cual uno pueda decidir de forma bastante segura que la percepción no es fiable como sucede con la PS. Igualmente, la PES carece de vehículo propio, debe usar cualquiera para saltar a la conciencia: impresiones visuales, voces internas, sueños, reacciones musculares, según la actividad o las preferencias sensoriales del sujeto. Estas modalidades de expresión se pueden combinar entre sí, con las creencias y con elementos simbólicos internos del individuo. Por ejemplo es posible ver dónde está enterrado un tesoro, o bien tener una visión en que un difunto nos conduce allí. En la experiencia visual normal vemos dónde está el tesoro enterrado, en la experiencia visual extraordinaria vemos cómo un difunto nos señala el emplazamiento del tesoro. También es posible tener una experiencia visual y auditiva combinadas: el sujeto “ve” un difunto y éste dice dónde está enterrado el tesoro. O una experiencia auditiva: el sujeto oye una voz que le dice dónde está enterrado el tesoro. También es posible que se produzca una distorsión de la experiencia debida al sistema de creencias previo de una persona: el sujeto, que cree en la reencarnación, “recuerda” de repente haber enterrado allí ese tesoro en su vida anterior, o ve un “extraterrestre” que le indica el lugar del enterramiento. No faltan las distorsiones simbólicas con elementos visuales ordinarios: el sujeto ve un resplandor surgir del suelo en el lugar donde está oculto el tesoro. La distorsión, en los sueños, puede ser aún más aguda en lo simbólico: el sujeto sueña que en un lugar hay heces y luego, en la realidad, cava allí (las heces equivalen al dinero en el simbolismo popular). Es posible también una expresión simbólica con experiencias olfativas: el sujeto tan sólo percibe el olor de las heces pero no ve nada. Así como también la distorsión simbólica religiosa: sueña que Dios le revela dónde está el tesoro. Es factible la asociación de PES con una reacción fisiológica: cuando pasa por el lugar donde está el tesoro, el sujeto suda copiosamente. Una reacción motora inconsciente asociado a PES sería un impulso imperioso de cavar en un lugar, o bien el sujeto es un zahorí y sus movimientos musculares inconscientes le indican el lugar, o capta la ubicación mediante escritura automática. La PES no sólo varía en la forma, sino también en la intensidad de la experiencia de menor a mayor grado de conciencia, desde la simple corazonada hasta abrumadoras experiencias extremadamente detalladas, emotivas y vívidas, pasando por sueños precognitivos y angustiosas premoniciones. Otra característica de la PES que la diferencia de PS es que no se asocia prioritariamente con el estado normal de vigilia, sino con un estado alterado de conciencia, entendiendo por éste todo a aquel estado en que nuestras facultades mentales actúan de una forma no plena sino parcial (distracción, ensueño, sueño, hipnosis, trance, meditación, estados de alerta decreciente como los anteriores o como la relajación, fiebre o fatiga), sea de forma fugaz o prolongada. En estos estados pasamos la mayor parte de nuestra vida, más tiempo que en los estados de plena conciencia. PES ocurre también en estado de vigilia normal, de alerta dinámica propia del pensamiento lógico activo o del trabajo mental rutinario, pero es mucho más fácil y frecuente en estados alterados de conciencia. Alterados significa inhabituales, subconscientes, no significa patológicos. Ya el Dr. Richet, Servadio y otros científicos comprobaron que la PES no es una anormalidad ni tiene relación con enfermedades mentales, según numerosos estudios con pacientes psiquiátricos evaluados en PES. Más modernamente, el psicólogo Dr. Kastembaum [14] confirma que los enfermos mentales parecen tener las mismas habilidades PSI que cualquier otra persona. Algunos señalan que alucinaciones, depresiones, pensamientos obsesivos, psicopatía, epilepsia, histerismo, etc. son síntomas y cuadros clínicos que se parecen bastante a algunos fenómenos observados en la parapsicología. Sin embargo, la facultad psíquica es experimentada por personas que normalmente están física y psíquicamente sanas, no se halla en ellos ninguna patología que cause tales síntomas o cuadros. Investigadores reconocidos como el Dr. Koch o los psicólogos profesor Bender, Dr. Schmeing y W. Prince muestran repetidamente este hecho. En la psicopatología, la despersonalización es una disrupción de la personalidad, una ruptura y alejamiento de uno mismo en un síndrome mórbido, mientras que en parapsicología, la disociación es una capacidad psíquica extraordinaria de un individuo sano. En psiquiatría el propio enfermo es el objeto del proceso disociativo; en parapsicología es el yo sano el que se disocia, siendo a veces objeto y sujeto a la vez. Esto lo certifica el psicólogo Dr. Bender, que señala que los sujetos de sus experimentos son completamente sanos clínicamente, y los fenómenos que producen en sus disociaciones no se asocian a ningún síntoma patológico. El Dr. Schmeing separa claramente las visiones paranormales de las alucinaciones esquizofrénicas. Explica que los clarividentes no son enfermos de esquizofrenia, se relacionanperfectamente con la realidad y en todo los asuntos cotidianos de la vida salen adelante, muchas veces con éxito. El psicólogo Prince diferencia también la disociación paranormal en personas sanas objeto de experimentos, de los casos observados en enfermos mentales. Cita a la médium Doris Fischner, cuyo estudio contradice plenamente la opinión de que la mediumnidad sea patológica. El profesor Öesterreich, con miles de casos recopilados mediante un riguroso método descriptivo-analítico detallado y programado, opina que los fenómenos de disociación son distintos según sean patológicos o mediúmnicos. Las observaciones independientes de estos cuatro psicólogos coinciden con los cientos de casos del catálogo del Dr. Koch. Los problemas patológicos y los fenómenos paranormales ofrecen enfoques muy distintos, diagnosis y terapias perfectamente distinguibles. Lo paranormal supone un incremento de la información sobre lo real, y en cambio, lo patológico disminuye nuestra relación con lo real. Por otra parte, cuando se agudiza lo psicopatológico, el paciente se encuentra peor, pero una buena puntuación en PES correlaciona con el buen estado de salud física, emocional, con euforia y motivación. El psicólogo W. Prince subraya que la médium que estudió el Dr. Fischer dio pruebas contundentes de sus facultades mediúmnicas estando bien de salud mental, mientras que durante un episodio disociativo-amnésico mostró muy poco su facultad. El profesor Öesterrreich documenta que la esquizofrenia no se relaciona con la disociación mediúmnica, y el profesor Schmeing explica que la telestesia nada tiene que ver con las alucinaciones esquizofrénicas. No debemos, por tanto, identificar apriori los estados alterados de conciencia con lo psicopatológico. Lógicamente, los estados “crepusculares” de la conciencia dan salida a material del inconsciente, por lo cual, a menudo, la PES puede mezclarse con imágenes fantásticas, escenas ilógicas y símbolos, cadenas preceptivas anómalas (raudas, deformadas, etc.); a veces hay que rescatar la información verificable de la maraña simbólica, y no siempre cabe esperar el mismo grado de coherencia lógica que en cualquier realidad externa o consciente. También aquí se produce sinestesia, o sea, mezcla de diversas impresiones sensoriales en una sola: imagen visual sumada a una imagen táctica (ej: “un vapor transparente, ligero y tibio”). La mayor parte de los símbolos de PES no son psicodinámicos, arquetípicos ni culturales, sino propios del estado psicológico de la persona, de su mentalidad, sus experiencias pasadas, sus pautas de pensamiento, deseos, temores, etc., diferentes en cada individuo. El subconsciente puede pasar información a la conciencia disfrazándose de un personaje familiar en una visión privada o en una sesión espiritista, y aportar una información correcta sin que eso signifique que ese personaje se haya presentado realmente. O bien, en un sueño se puede ver que un familiar difunto aporta una auténtica información PES al sujeto, pero eso no significa que sea una manifestación de ese pariente muerto, sino meramente que el inconsciente ha usado ese disfraz simbólico emotivo. En todo caso, la PES no es “de este mundo”, sino que nos remite a superar el materialismo hacia lo trascendente. La PES no funciona como un sentido físico, no parece tener una localización definida dentro del cuerpo ni en ninguno de los cinco sentidos físicos. Tampoco depende de factores como la geografía, el tiempo, la inteligencia, la edad o la educación, nos explica Alejandro Parra, psicólogo y profesor universitario de psicología. Hay muchas razones por las cuales la PES no puede ser un fenómeno físico, material, por lo que no es compatible con el materialismo (doctrina que sostiene que la materia es lo único que existe). No sigue las leyes de las ondas físicas, que son las formas de energía conocidas que transportan información, por ejemplo, la ley de disminución del cuadrado de las distancias. A este respecto, Pushkin y Dubrov [15] explican el fracaso del fisiólogo soviético profesor L. Vasiliev en su intento de explicar la PES por medio de ondas electromagnéticas. La investigación experimental demuestra que las propiedades físicas de los objetivos usados en las pruebas de laboratorio de PES no tienen prácticamente ningún efecto sobre la puntuación (independientemente de cualquier factor psicológico asociado con las diferencias físicas). LeShan y Charles Honorton han comprobado independientemente que la variación de las propiedades del objetivo experimental (tamaño, lenguaje comprensible o no, color, complejidad de tarea, distancia, situación) no altera las puntuaciones de PES. Hay evidencia de exitosos experimentos PES realizados, por ejemplo, con microfilmes demasiado pequeños para ser captados por los sentidos. El biólogo de la Sorbona y experto parapsicólogo, Remy Chauvin experimentó con dos grupos de cartas: el primero con símbolos de tamaño normal, y el segundo con símbolos microfilmados sólo visibles con lupa. Descubrió que mezclando ambos grupos al azar, los sujetos adivinaban mejor los símbolos microfilmados que los de tamaño visible. En uno y otro grupo, las cartas estaban dentro de un sobre opaco, y ni el sujeto ni el experimentador podían verlas hasta el final de la experiencia. En esta línea conviene citar que desde los primeros experimentos PES de laboratorio se obtuvieron buenos resultados con el procedimiento llamado prueba de “hasta abajo”, en que los sujetos han de adivinar mediante PES, el orden de 25 cartas colocadas una encima de la otra y ocultas en un paquete precintado. En este diseño experimental resulta difícil imaginar que cualquier tipo de señal transportadora sensorial o física pudiera existir y escapar a la gran confusión producida por la proximidad de los objetivos [16] . Todas y cada una de las teorías que se han propuesto para explicar la PES han acabado desechadas si son compatibles con el materialismo, o si no lo son, han sido consideradas como asuntos pendientes y prometedores. Los intentos se llevan realizando desde la antigüedad. Ya Demócrito, con su teoría corpuscular, intentó explicar la telepatía. En la Biblia, Eliseo conocía las conversaciones del rey de Siria. Creso, en Lidia, puso a prueba la PES del oráculo de Delfos. También citan la existencia Cicerón, en “De Divinatione”, Aulo Gelio (48 a. C.), y se dice que Pío V conoció mediante PES el resultado de la batalla de Lepanto. San Agustín puso a prueba a su alumno, el adivino cartaginés Albicerio, para ver si estaba pensando unos versos de Virgilio. Se ocuparon de la telepatía los filósofos Schelemberger, Fitche, Hegel y Schopenhauer. Ninguno consiguió más que corroborar el fenómeno y hacer algunas propuestas metafóricas. Modernamente, la teoría crucial para reducir la PES a los parámetros materialistas es la teoría electromagnética , según la cual, como el cerebro tiene actividad eléctrica y emite radiación electromagnética, ése es el vehículo para la PES. Pero esta explicación es insuficiente. En primer lugar, porque, como hemos dicho, PES no sigue la ley del inverso del cuadrado de la distancia (al doble de distancia, la telepatía quedaría reducida a un cuarto de su fuerza original); en realidad, la distancia no le afecta. En segundo lugar, el tiempo no es obstáculo para la PES, y no hay radiación física que sea capaz de actuar al margen del mismo. En tercer lugar, la radiación electromagnética requerida sería mucho más fuerte y más extensa que la débil señal eléctrica del cerebro, que apenas emana a unos milímetros del cuero cabelludo; tendría que ser tan fuerte que el cerebro no sólo no podría producirla sino que, si lo lograse, se incineraría. En cuarto lugar, si se explicara por radiación electromagnética, la PES no funcionaría blindando al sujeto dentro de un recinto apantallado frente a las radiaciones electromagnéticas, y el caso es que sí funciona. En quinto lugar, esta teoría deja sin explicar un factor crucial: el factor “información codificada”, ya que una simpleseñal, sin información codificada, no podría diferenciar entre contenidos (mensajes) diferentes. Así pues, la energía que vehiculiza la información PES debe ser una frecuencia modulada, pero ¿modulada por qué o por quién? y ¿cómo? Por otra parte existen variables. Se habla de un campo de energía física desconocida, formada por una partícula tan pequeña que no interactúa con la materia. No hay ninguna prueba de la existencia real de esta energía física. Además, si no interactúa con la materia ¿cómo puede ser recibida y procesada esa información por el cerebro? Nótese que esta teoría viene a ser una nueva apelación a la teoría de la variable oculta, que ya hemos descartado. Se habla también de una partícula material elemental que apenas interactúa con la materia, como los neutrinos, taquiones, etc. llamada “psitrón”. Al viajar más rápido que la luz podría explicar la precognición. Sin embargo, no se sabe cómo el SNC podría detectar estas partículas, generarlas y usarlas para codificar información, lo que es aun más difícil si vivimos en un mar de partículas de ese tipo. Están también las teorías observacionales (de naturaleza cuántica). En 1975, el físico teórico Evan Harris Walker dijo que la conciencia del observador o su intención produce el colapso de la función onda, y que la PES consiste en eso; la selección de los objetivos colapsa, en parte, debido a su relación con la conciencia del receptor. En este modelo cuántico no hay transferencia de energía, sólo acción no local, transferencia de información. Dado que el colapso cuántico es independiente del espacio y el tiempo, los fenómenos PSI no están relacionados tampoco con estas variables. La ventaja de esta explicación es que las propiedades adimensionales de lo cuántico sitúan a PES más allá del materialismo. La desventaja es que reducir lo mental a lo cuántico supone olvidar el factor más importante: el significado, la información y la cualidad personal del ser autoconsciente. Otra versión, la de Walter von Lucadou, combina los eventos cuánticos con la Teoría General de Sistemas. Admite que la información obtenida en un sistema puede relacionarse con el proceso de observación o medición que produce el colapso (la decisión), pero no reduce los procesos mentales a los cuánticos. Por su parte, la teoría experiencial no se interesa por cómo llega la información, sino por dónde se recibe, elabora y envía. Cree que la mente procesa la información PSI de la misma manera que la información sensorial normal (véanse arriba las similitudes PES-PS). Descuida, sin embargo, un primer aspecto clave: el cómo y por qué de la llegada de esa información. También olvida las severas diferencias entre PES y PS. La teoría no cibernética se centra en la sincronicidad de dos sistemas mentales separados sin relación causa-efecto ni interacción. Habla de sincronicidades o coincidencias significativas (vinculan intenciones con objetos y explican así PES y PK). Según esta propuesta no hay flujo de energía ni de información. Sin embargo, la información PES es tan específica, exacta, concreta, confirmada y estadísticamente significativa que no puede explicarse por coincidencias. Es evidente que la información sí se capta, aunque de manera inmaterial (no local, instantánea, sin movimiento, sin vehículo energético). El modelo de un universo hiperconectado, holográfico, articulado en el concepto de campo morfogenético de Sheldrake, podría explicar la PES, pero a costa del materialismo. Están por último las teorías biológicas y evolutivas . Aseguran que la PES no es una cualidad espiritual, sino una consecuencia de la evolución primitiva de una especie de radar (automático, inconsciente) para detectar peligros, facultad que actualmente estaría casi ocluida por la mente racional. Según esto, la PES actúa desde el inconsciente (para no interferir la atención consciente) con el fin de satisfacer necesidades biológicas. Robin Taylor, de la Universidad del Pacífico Sur (Fidji), insiste en la utilidad evolutiva de la PES como forma de alerta ante el peligro y de comunicación entre los individuos. Esta teoría da cuenta de una posible utilidad de la PES, pero no explica nada más (ni su mecanismo, ni su inmaterialidad…). Además, la PES viola incluso los principios del neodarwinismo, porque si se considera que es una conquista de la evolución como mecanismo de defensa (alerta) y supervivencia, y no una cualidad esencial del espíritu por razón de su adimensionalidad, no se explica por qué en nuestro medio material dimensional PSI es débil e inconsciente (con lo cual no sirve de mucho para la supervivencia). Ni siquiera atribuyéndola a la satisfacción de una necesidad se la puede explicar en términos materialistas. Nótese que la PES no es imposible, no contradice ninguna ley científica conocida y claramente establecida. Muchos dicen que lo hace, pero nadie dice qué leyes son ésas. Se han propuesto varias, pero examinadas de cerca nada tienen qué ver con la PES. El físico H. Margenau y el psicólogo experimental L. LeShan analizan detenidamente algunas [17] . La Ley de conservación de la energía tolera excepciones y admite fenómenos que alteran ese principio básico: la equivalencia de masa y energía modifica su sentido clásico cuando advierte la necesidad de introducir “estados de energía cinética negativa” o agujeros en su distribución para representar partículas, extendiendo así su alcance enormemente y diluyendo su significado. Es más, los electrones atraviesan barreras de forma no permitida por la versión clásica de esta ley. En la teoría cuántica de la dispersión, el científico se ve obligado a introducir “estados virtuales” que la violan. Y, por otra parte, la PES ni siquiera viola la conservación de la energía como lo hacen estas innovaciones, pues la transmisión de información no tiene por qué ser identificada con la de energía o masa . En cuanto a la ley de acción a distancia, prohibida por la física mecanicista clásica, parece ser violada por la PES, pero dicha ley no es inmutable, pues hay numerosos ejemplos científicos de acción no local en la física cuántica, y los físicos consideran la existencia de “campos sin masa” en los cuales los fenómenos se transmiten de forma instantánea. La PES no es más extraña que ese campo. Como parece que no se puede hallar la contradicción de la PES con ninguna ley bien asentada para sostener la imposibilidad de aquélla, Margenau y LeShan recomiendan observar más cuidadosamente los informes sobre estos fenómenos extraños y molestos que proceden de científicos bien preparados y que “cumplen las reglas básicas de la investigación científica”, pues el número de estos informes altamente cualificados es alto y va en aumento. Para el físico Michael Talbot, el principio de acción no local instantánea que sucede entre las partículas es el mismo principio que funciona en la PES. De hecho, Einstein ya había predicho el principio de acción no local que comunica el comportamiento y estado entre dos partículas independientes de forma instantánea, y precisamente se sentía molesto por el hecho de que “de ser cierto, ello implicaría la telepatía”. Las opiniones de especialistas tan distintos como el neurofisiólogo Karl Pribram y el físico David Bohm coinciden en admitir el papel de la acción de la conciencia sobre la realidad, y señalan que la mente y el universo están unidos como piezas de un holograma, en el que cada parte contiene el conjunto, lo que abre las puertas a la PES. En el dominio de la geometría reinmanniana ocurren eventos que son imposibles en el dominio de la geometría euclidiana (la clásica, la del sentido común): las líneas paralelas se encuentran, la distancia más corta entre dos puntos no es la línea recta, y el espacio finito tiene un diámetro infinito. Ninguna de ambas geometrías es más cierta que la otra, cada una tiene su propio nivel explicativo de la realidad en que funciona. La ley del cuadrado de las distancias, que la PES viola, encontró limitaciones a su validez con el invento del láser y cuando se diferencióla intensidad de una señal de la cantidad de información que transporta. De la misma manera, la teoría común sobre la realidad es válida, pero hay algo más, un campo de realidad muy diferente donde esa teoría ya no es válida; esto es perfectamente admisible en ciencia, y, de hecho, ocurre con la física cuántica respecto a la newtoniana clásica, diferentes y contrapuestas pero ambas válidas, cada una en su nivel de realidad. Nadie dice que, al admitir la PES, tengamos que abandonar nuestra percepción de la realidad, sólo es preciso admitirle limitaciones procedentes de la interacción con una realidad distinta pero compatible. El problema no procede de que lo paranormal sea imposible, sino de que una única visión de la realidad -en realidad limitada- quiere imponerse como la única posible, excluyente y absoluta. En vez de decir, “los sucesos PSI no ocurren porque son imposibles”, hay que admitir que, si ocurren, nuestra definición de “imposible” debe ser modificada. Esa modificación consiste precisamente en dejar atrás los límites impuestos por el materialismo- mecanicismo. Es lógico desconfiar de algo inmaterial, lleno de subjetividad y que ninguna teoría material puede explicar. Pero el caso es que PES existe, ocurre, y, además, hay manera de poner orden separando el grano de la paja. Toda verdadera experiencia PES debe satisfacer ciertos criterios, según el Dr. Milan Ryzl [18] . En primer lugar, la experiencia debe aportar alguna información válida-verificable (conocimiento) sobre el mundo exterior. La información, por impredecible y rica en detalles que sea, ha de ser verificable, si no, no podemos hablar de PES. Sin embargo, la exactitud de la PES, por sí sola, no es, en sentido estricto, una prueba de su realidad. En segundo lugar, la información debe recibirse por un canal distinto de los sentidos somáticos y de la inferencia racional . Esto parece obvio y sencillo, pero, en realidad, impone límites muy detallados. Hay que descartar lo que haya podido adivinarse por gestos e indicios (lenguaje no verbal), lo que se haya podido captar por hiperestesia de los sentidos, o haya sido olvidado conscientemente. Tampoco son admisibles datos demasiado vagos y explicables por una coincidencia, ni predecibles a partir de datos conocidos como una proyección esperable (probable) de los mismos. Hay que evitar la posibilidad de que, por sugestión, el sujeto sobre el que recae la predicción facilite el cumplimiento de ésta consciente o inconscientemente. En cambio, es valorable si se aportan detalles muy concretos sobre el tiempo, la naturaleza y el contexto de lo captado, incluyendo elementos que no pueden ser deducidos de la información actual, sino que pertenecen a una detallada cadena causal impredecible, inesperada en el futuro del individuo o situación, o son datos demasiado específicos de una situación o persona para poder ser predichos por casualidad o deducidos. Las normas para el estudio de la PES deben tener en cuenta todos estos elementos. Por ejemplo, en los casos de PES espontáneos hay que descartar el fraude voluntario o involuntario, hay que eliminar cualquier explicación sensorial o basada en el conocimiento racional, es decir, deben ser hechos inesperados, imprevisibles (a partir de indicios sensoriales) e indeducibles (a partir de razonamientos sobre datos previos, es decir, de inferencias lógicas). Tampoco se debe poder atribuir esa información a la casualidad (su conocimiento u ocurrencia han de ser improbables), deberán ser datos objetivos (no subjetivos, arbitrarios, ambiguos o ilusiones sensoriales o mentales), que no hayan sido deformados o adornados por la memoria con el paso del tiempo sino que hayan sido registrados documentalmente de forma temprana o sean apoyados por testigos independientes. En cuanto al estudio controlado, el diseño experimental debe 1) excluir los sentidos convencionales en la obtención de la información, 2) excluir el fraude, 3) excluir problemas de memoria y testimonio (dejar constancia objetiva del experimento, por medio de un registro sistemático objetivo por alguien independiente que no sepa los resultados del sujeto), 4) comparar ambos grupos de información, verificar si hay diferencias y evaluarlas estadísticamente. Precisamente en el estudio de la PES controlado en laboratorio, se han obtenido una serie de constantes que nos permiten comprobar que el fenómeno tiene una estructura real. Uno es la ya mencionada curva de aciertos (eje de abscisas) en función del tiempo (eje de ordenadas), que forma a menudo una “U”; se trata del llamado “efecto de exposición”, muy frecuente en parapsicología. Se ha probado que regularmente, los telépatas tienen mayor capacidad para adivinar al comienzo de un experimento, menos en la parte media del experimento y más de nuevo hacia el final [19] . Aunque se han registrado series de actuaciones excepcionales en condiciones de control, el dotado no mantiene, por lo general, un alto nivel de resultados durante largo tiempo; tarde o temprano desciende su competencia, bien por aburrimiento ante las largas series experimentales de ensayos iguales, bien por inhibición psicológica ante el temor que suscita tomar conciencia de la intensidad de las capacidades de uno. En cualquier caso, este efecto (y otros) es una evidencia a favor de la realidad de PSI, ya que el azar no se fatiga, aburre, motiva ni confunde (las personas, sí), sino que actúa de manera uniforme a lo largo del tiempo. El “efecto diferencial” es otra constante: al entregar simultáneamente a un sujeto dos tipos de test, los resultados son positivos en una de las pruebas y negativos en la otra, siendo la diferencia entre ambas pruebas estadísticamente significativa (la probabilidad de que este efecto se deba al azar es mínima); este efecto es uno de los más constantes en las experiencias. En las pruebas de laboratorio de PES, el porcentaje de acierto de los sujetos en telepatía suele correlacionar con su porcentaje de aciertos en clarividencia; las diferencias [20] son explicables psicológicamente por la mayor creencia de un sujeto en uno, y no en otro, de los fenómenos mencionados (telepatía o clarividencia). Esto sugiere que telepatía y clarividencia descansan en las mismas bases y son análogas (Rhine). En la Universidad de Duke, informa Rhine [21] , se comparaban los resultados de sujetos notables en telepatía y clarividencia. En 8 de los 9 sujetos notablemente dotados elegidos por la Universidad, el nivel de éxito fue el mismo en las dos modalidades de PES. En un solo sujeto, una señora, aparecieron siempre mejores resultados en telepatía que en clarividencia, pero ello se explica por factores psicológicos motivacionales (la señora expresó repetidas veces que prefería intentar PES con una persona viva, y declaró que le parecía muy monótono tratar de averiguar fríos e insensibles naipes; por otra parte, siempre le habían repugnado los juegos de cartas). Según los experimentos, la concordancia entre ambas formas de PES (telepatía y clarividencia) es asombrosa, fluctuando incluso en los mismos días: cuando el sujeto tenía un mal día para una de las modalidades, también lo tenía para la otra, y lo mismo si tenía un buen día. El efecto de las drogas era el mismo en los dos casos: el sedante amital hizo bajar mucho los resultados de ambas modalidades, mientras que el excitante cafeína tuvo un efecto favorable tanto para la telepatía como para la clarividencia. En ambos tipos de PES se obtuvo un récord en una serie de ensayos (25/25), aunque obtenido por sujetos distintos. Aun más: cuando en una prueba deben actuar conjuntamente telepatía y clarividencia, los resultados no mejoran en comparación con los resultados de cada modalidad por separado. Posteriormente, la Dra. Margaret Pegram empleó como sujetos a un grupo de niños en diseños experimentales de telepatía pura, clarividencia pura y de ambos fenómenos en conjunto. Obtuvo un alto número de resultados experimentales significativos prácticamente idénticos para los tres tipos de experiencias.Sumando los resultados de todas las series de cada tipo, la suma total es prácticamente idéntica para los tres. Así, se obtuvieron diferencias no significativas de apenas decenas o unidades en millares de ensayos. Pero, incluso si tales diferencias hubieran sido significativas, eso no indicaría que la telepatía y la clarividencia son fenómenos desconectados, ya que, de menor a mayor significación estadística, se situaba la puntuación de clarividencia, luego la puntuación de ambos fenómenos en conjunto, y por último la puntuación de telepatía. Estos resultados serían absurdos si telepatía y clarividencia fueran fenómenos esencialmente diversos, pues, en tal caso, la suma mayor (con una diferencia del doble o, al menos, bastante pronunciada) sería la obtenida por la puntuación en que se mezclan ambos fenómenos, y eso no ocurre. Todo esto sugiere un mismo y único ente personal capaz de transmitir y recibir el pensamiento sin contacto sensorial y de captar la realidad sin contacto físico o acción local. Por tanto, cuando la parapsicología incluye telepatía y clarividencia bajo el apartado de PES obra científicamente, y confirma una analogía lógica-teórica previa: la co-pertenencia de telepatía y clarividencia a los fenómenos subjetivos (PSI-GAMMA). Otro es el “efecto de desplazamiento”, descubierto por W. Carrington (U.K.): los sujetos adivinan el naipe anterior o posterior al propuesto. Veamos ahora el “efecto de variación”. Las puntuaciones de un sujeto en un experimento, sean explicables por azar o por una facultad PSI, tendrán un valor teóricamente previsible. A esta previsión la denominamos “variación”, y estima la medida de los resultados más numerosos y más significativos mediante la suma de los cuadrados de las desviaciones típicas dividida por el número de grados de libertad. Este cálculo permite descubrir si el promedio de aciertos está por encima del azar y, por tanto, detecta la presencia del factor PSI, permitiendo aislar la variabilidad debida a los efectos de fatiga durante las pruebas, o sea, eliminar los incidentes fortuitos o las variables extrañas. El “efecto focalización” consiste en la fijación de una señal invisible. No sólo el sujeto adivina el símbolo representado en la carta, sino la carta misma, pues percibe las ínfimas diferencias de dos cartas con idéntico símbolo por medio de un “marcaje psíquico” sobre dicha carta o su sobre, que la hace diferenciable y reconocible después, como si llevara una señal invisible. Este efecto lo descubrieron Pratt y Ryzl [22] por medio de cartas con una cara blanca y otra coloreada introducidas en un sobre opaco. El sujeto debía determinar cuál era el color de la cara del naipe (dentro del sobre opaco). Cada sobre tenía un número de código, lo que permitiría conocer los resultados del sujeto para cada sobre. El sujeto mostraba con regularidad resultados muy buenos sobre ciertos naipes y una cantidad de errores también constante sobre ciertos otros. En un tercer lote, los resultados constantes no diferían del azar. Es como si ciertos lotes de cartas hubieran sido “marcados” por el sujeto, y que el sujeto no sintiera nada especial hacia otros lotes. Los resultados se mantuvieron cuando se colocaron los primeros envoltorios dentro de otros nuevos, que carecían de número de código que el sujeto hubiera podido retener. El sujeto ignoraba en todo momento lo que se estaba haciendo en el experimento, y los resultados que iba obteniendo. Creía que sólo se trataba de acumular un gran número de datos. El efecto de focalización sigue manteniendo indecisos a los parapsicólogos. Roll, en 1959, atribuye a los objetos ciertas “propiedades PSI” subliminales. Otro psicólogo [23] nos explica la existencia de otra serie de constantes presentes en la experimentación PES en laboratorio. Uno es que los resultados son mejores cuando el sujeto trata de actuar con espontaneidad , es decir, al primer impulso, sin meditarlo ni razonarlo mucho (no se olvide que PES es un fenómeno sobre todo del inconsciente). Otro es que el sujeto mejora sus puntuaciones al responder del modo preferido y elegido por él, en vez del impuesto por el experimentador. También se ha descubierto que es más sencillo acertar el blanco general que los detalles específicos ( percepción holística ); aunque también es posible captar respuestas muy exactas y específicas. Igualmente se ha comprobado que la reducción del ruido (tanto exterior-ambiental-sensorial como interno- mental) aumenta la magnitud del efecto PES. Los factores de personalidad y entorno social influyen sobre la dirección del efecto PES [24] . Una condición “sine qua non” de PES es una relación psicológica, preferentemente con carga emocional. Hay tres tipos de PES, según la relación establecida: hay algunos episodios PES psicológicamente significativos, importantes y dinámicos, definidos por un propósito y una orientación hacia una meta, determinados por una necesidad o un “estado de crisis”. Luego hay otros caracterizados por la inconsciencia, que no se refieren a cuestiones psicológicamente importantes o significativas, y que se deben a una deficiencia temporal del filtro inconsciente/consciente ocasionada por un estado alterado de conciencia (sueño, trance, privación sensorial, meditación...). Por último, hay otros que son mixtos de los dos tipos anteriores. Pero la clasificación más importante de los tipos de PES es la que divide estas experiencias y fenómenos en tres clases (téngase en cuenta que en ninguna de ellas, por definición, pueden participar los sentidos normales). La primera es la telepatía , que consiste en el paso de información cognitiva (datos) verificable entre dos mentes. La segunda es la clarividencia , que sucede cuando una mente es capaz de recibir información verificable del entorno sin participación de otras mentes emisoras e intermediarias. La tercera es la precognición/retrocognición , cuando la mente es capaz de recibir información que no existe en el presente, sino en el futuro o en el pasado. Se trata de una clasificación experimental (para el laboratorio) que, sin embargo, se ha popularizado. En el laboratorio, telepatía y clarividencia pueden separarse tomando ciertas precauciones. Por ejemplo, el receptor puede obtener la información tanto de un sobre sellado que contiene el dibujo (clarividencia) como del inconsciente del experimentador (telepatía), si éste lo conoce, por lo que, obviamente, el experimentador no debe conocerla. En las experiencias espontáneas, esta clasificación no es tan clara y separable, los fenómenos están muy mezclados. Así, a veces, telepatía y precognición se confunden: por ejemplo, un estudiante sueña la noche antes del examen que su profesor le pregunta un apartado concreto entre muchos posibles. Se levanta, lo estudia bien, seguro de que caerá ese apartado en el examen. A la mañana siguiente, el profesor le pregunta justa y únicamente eso. Suponiendo nula la casualidad, caben varias explicaciones: 1) precognición: el sueño era premonitorio sobre lo que el profesor preguntaría; 2) clarividencia: el alumno captó información del examen; 3) telepatía: el alumno captó la mente del profesor; 4) telebulia: el sueño fue por azar, pero el alumno se sugestionó tanto sobre ese apartado que sugestionó telepáticamente al profesor cuando al día siguiente, libro en mano, eligió la pregunta. Como veremos, la propia motivación es un factor muy importante para desencadenar un episodio PES. Hay casos que sugieren que es parte de nuestra naturaleza espiritual-adimensional (ajena al tiempo y al espacio), puesto que ella misma, y no sólo la PES en sí, está “desplazada en el tiempo”, o sea, dicha motivación ¡no existe en el momento en que se produce la PES! pero existirá después. Veamos un caso anecdótico que nos ofrece toda garantía. En la clase de una niña de 10 años -a la que llamaremos “A”- había una compañera nueva (a diferencia de todos los demás compañeros, a los que conocía desde mucho tiempo atrás) -a la que llamaremos “B”- y que se sentaba cerca de “A”.
Compartir