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O Mistério de Jesus Cristo

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A	Jesús,	mi	Señor
todo	honor	y	toda	gloria
EL	ORIGEN	DE	LAS	PREGUNTAS
Hace	muchos	años,	en	el	momento	en	el	que	mi	Maestro	iniciara	a	darme	luces
acerca	del	significado	espiritual	de	la	vida	de	Jesús,	recordé	a	mi	padre,	hombre
serio,	honesto	y	objetivo,	que	en	épocas	muy	difíciles	investigaba	todas	las
ciencias	místicas	sin	desfallecer	y,	en	la	medida	en	la	que	lo	hacía,	nos
comentaba	sus	averiguaciones,	dudas	y	certezas,	en	la	gran	libertad	de	su	alma
libre	de	prejuicios.
Aún	me	pregunto	si	es	probable	que	sea	necesaria	la	mezcla	de	ideologías	para
forjar	la	libertad	de	investigar	y	admitir.	Podríamos	considerarnos	en	esa
convicción	como	imprudentes	y	pretenciosos.	Soy	producto	de	la	unión	de	dos
culturas	hermanas	cuasi	opuestas:	mi	madre,	de	familia	ancestralmente	hebrea,	y
mi	padre,	de	cuna	austriaca	bávara,	posteriormente	alemana	y	de	educación
rigurosamente	luterana,	quienes	al	reunirse	en	la	costa	de	Colombia,	nos
formarían	en	un	hogar	pasivo	y	relativamente	católico.	Esas	circunstancias
causan	un	impacto	positivo	en	la	mente	y	propician	un	natural	desapego	de	los
arraigos	filosóficos	y	religiosos	especiales,	haciendo	que	se	abra	el	panorama	de
lo	que	nos	rodea	y	logrando	que	nos	concentremos	en	lo	general.
Mi	padre	conocía	el	mensaje	hermético	de	Jesús	y	entendía	perfectamente	las
alegorías.	Los	libros	viejos,	traídos	de	su	Bremen	de	juventud,	eran	su	debilidad
y	entre	esos,	los	más	extraños	y	complejos	eran	sus	preferidos.	De	allí	obtendría
valiosos	datos	que	nos	diera	en	esos	años,	apuntes	que	en	aquel	tiempo	no
sabríamos	apreciar	en	debida	forma.	Tuvimos	que	crecer	para	enlazar	sus
palabras	con	otros	conocimientos	y	así	llegar	a	pensar	que	estaríamos
aproximándonos	a	la	luz	de	la	verdad.
Recuerdo	mis	notas	de	radio,	muchas	de	ellas	tomadas	de	las	palabras	de	mi
Maestro,	que	versaban	sobre	el	grial,	el	grado	de	Cristo	y	la	misión	de	los	seres
de	luz.	Ese	sería	el	fundamento	sagrado	para	hacer	el	ejercicio	de	retrospección	y
regresar	a	los	libros	de	mi	padre,	bellamente	descuadernados.	En	esos	libros	de
Chrétien	de	Troyes	regresé	a	las	historias	de	Perceval,	Lancelot	y	el	Romance
del	Grial,	y	junté	mis	anotaciones	a	las	de	los	templarios,	los	cátaros	y	las
escrituras	misteriosas	de	Gérard	de	Séde,	para	emprender	un	viaje	lleno	de
descubrimientos	y,	de	alguna	manera,	aproximarme	a	la	simbología	mística	del
Adorable	Mesías.
Los	tiempos	han	cambiado.	En	épocas	pasadas	las	voces	se	silenciaban	y	la
quietud	y	el	temor	guardaban	las	fuentes	de	nuevo	en	las	bibliotecas	ocultas,	y
hasta	las	tradiciones	hablaban	en	voz	baja	para	eliminar	el	riesgo.	La	vida
moderna	impone	un	cambio	formidable,	las	palabras	se	alzan	y	salen	a	la	luz	las
verdades	más	insospechadas,	por	mes,	por	día,	por	minuto;	y	en	ese	mismo
momento,	es	muy	posible	que	el	mundo	conozca	algo	en	tiempo	real.	Por	esto,	la
evidencia	no	puede	ocultarse,	porque	se	ha	diseminado	en	la	malla	global	de	las
comunicaciones;	y	en	este	escenario,	lo	incuestionable	coincide,	se	corrobora,	se
impone,	recobra	vida	y	prevalece.
Ha	finalizado	la	absurda	era	del	miedo	y	en	la	investigación	de	la	verdad	todos
dan	un	paso	al	lado,	frente	a	sus	convicciones	y	costumbres,	para	abrirse	camino
ante	la	maravilla	de	lo	que	se	descubre.	Y	en	estas	revelaciones,	personas	de
todos	los	credos	y	costumbres	guardan	un	homenaje	de	silencio	ante	los	mudos
testimonios	de	las	piedras,	los	papiros	e	inscripciones.	Es	como	reencontrarse
con	la	memoria	de	los	padres.	Los	inseguros	dudan	más	de	su	fe	y	se
decepcionan,	los	crédulos	se	llenan	de	incertidumbre,	a	los	incrédulos	les	nace
por	primera	vez	una	pequeña	llama	de	probabilidad	y	los	místicos	afianzan	su
camino	y	se	acercan	a	la	sabiduría	universal	que	van	conquistando	paso	a	paso,
pero	que	desde	el	principio	ya	tendrían	apropiada	por	intuición.
La	historia	está	mal	fechada	y	equivocadamente	contada,	es	una	colcha
desordenada	de	retazos	que	le	tiene	miedo	a	la	verdad.	Pudiéramos	pensar	que	si
por	arte	de	magia	saliera	la	realidad	a	la	luz,	tendríamos	que	desaparecer	los
libros	de	historia	y	las	enciclopedias.	Esto	ya	está	ocurriendo,	es	increíble	lo	que
se	replantea	todos	los	días,	lo	que	se	desbanca	y	revisa;	nada	ha	quedado	intacto,
la	historia	toda	está	en	tela	de	juicio.	La	realidad	no	coincide	con	la	historia	y	la
memoria	conocida	del	tiempo	no	se	teje	con	realidad,	sino	con	hechos
acomodados	de	los	que	ostentan	el	poder.
La	historia	de	Jesús	no	solamente	no	es	la	excepción,	sino	que	es	uno	de	los
casos	más	exagerados	en	cambios	y	tergiversaciones.	Ningún	suceso	histórico,
por	trascendental	que	fuera,	ha	generado	tal	movilización	de	mudanzas,
intereses,	conveniencias,	prohibiciones,	guerras,	cortinas	de	humo,	pretextos,
odios,	egoísmos,	persecuciones,	sectarismos,	discriminaciones	y	creencias
dañinas;	la	sagrada	imagen	de	El	Redentor	ha	sido	explotada	de	maneras
insospechadas	a	lo	largo	de	dos	mil	años.
La	esencia	mística	del	mensaje	que	impartiera	el	Adorable	Salvador	Jesús	el
Cristo	ha	desaparecido	de	las	traducciones	y	de	los	textos	de	los	copistas,	no	está
en	los	registros	oficiales,	ha	sido	borrada	por	inconveniente	en	las	centurias	de
mercadeo	para	los	fieles,	se	ha	desvanecido	en	las	discusiones	y	en	la	institución
corporativa	de	las	opiniones	con	referencia	a	Jesús.	La	mística	cristiana	está
solapada	con	el	velo	de	los	dogmas,	de	los	símbolos	fríos	sin	la	memoria
profunda	de	los	significados,	y	ha	estado	envuelta	en	una	espiritualidad	material.
Los	signos	sagrados	que	evocan	el	poder	de	cerrar	los	ojos	y	viajar	hacia	el
interior	han	sido	escondidos	por	los	agentes	defensores	de	la	máquina	mental.
Los	conceptos	que	sueltan	las	alarmas	positivas	para	el	despertar	de	la
conciencia	han	estado	guardados	en	estos	dos	milenios	por	los	avaros	de	un
conocimiento	que	ni	siquiera	ellos	mismos	tienen.	Han	ocultado	la	majestad	del
Ser	Átmico	o	del	Cristo	interno,	dueño	de	la	magia	de	la	luz	del	corazón	y
contestador	interno	de	todas	las	preguntas.
¿Cómo	entender	que	la	vida	de	un	Cristo	es	un	libro	de	enseñanza?	Ese
conocimiento	es	misterioso,	tiene	muchas	vertientes	y,	al	mismo	tiempo,	se
asimila	a	la	evolución	humana.	Comprende	la	visión	interior,	la	facultad	del
éxtasis	y	del	desdoblamiento,	en	la	milagrosa	facultad	humana	de	viajar	en	otras
dimensiones;	es	la	Navidad	de	la	energía	ascendente	que	ilumina	el	árbol	de	luz
de	la	médula	espinal,	es	la	muerte	búdica	de	los	vicios	y	los	apegos,	la	revisión
universal	de	la	sabiduría	del	alma,	el	poder	de	unión	del	corazón	y	la
compenetración	de	amor	en	el	tejido	tántrico	del	Cosmos.	La	vida	de	un	Cristo
tiene	en	cada	pasaje	y	circunstancia	el	significado	fundamental	de	estos	pasos	de
conciencia,	desde	que	nace	hasta	que	desaparece,	en	su	enseñanza	y	en	la
prevalencia	de	su	mensaje	en	la	extensión	de	los	siglos.
Los	autodenominados	expertos	en	materia	espiritual	pregonan	que	la	Era	del
Mesías	está	llegando	a	su	fin,	que	la	supremacía	de	Jesús	sería	desplazada	por
los	artificios	esotéricos	de	los	tiempos	modernos,	de	angelitos	de	porcelana,
agüeros	inventados,	adivinaciones	asustadoras	y	maestros	pomposos	sólo	de
hábito.	Se	ha	llegado	a	afirmar	que	llegaría	la	forma	de	sustituir	la	regia	imagen
del	Adorable	con	magia	simpática	de	salón.	Todos	estos	son,	desde	luego,
sofismas	y	mentiras	que	se	desgajan	de	la	mal	entendida	New	Age	milenarista,
que	vendía	la	nueva	posibilidad	de	ser	espirituales	en	las	interpretaciones	ligeras
de	la	salvación	colectiva,	heredadas	por	la	recién	nacida	Next	Age	más	centrada
en	la	persona,	más	egoísta,	más	egocéntrica,	de	culto	y	bienestar	individual,	sin
pensar	en	la	tela	humana	que	existe	alrededor.
Está	ocurriendo	todo	lo	contrario.	La	enseñanza	de	Jesús	estaba	dormida	en	la
“forma”	durante	20	siglos	y	ahora	despierta	en	el	“fondo”,	en	la	esencia.	El
verdadero	aguador	es	Cristo	mismo,	que	llega	en	toda	su	majestad,	cabalgando
en	el	tiempo,	en	el	corcel	blanco	de	Sagitario,	destapando	los	tesoros	y	secretos,
recobrando	el	esplendor	de	la	doctrina	consciente.	Transcurría	en	el	pasado	el
tiempo	de	la	sabiduría	escondidade	Jesús,	en	el	oscurantismo	de	los	arcanos.	Y
ha	llegado	el	momento	de	la	enseñanza	iluminada	del	Cristo.	Esta,	en	verdad,	es
la	edad	dorada	del	Cristo	que	regresa.
¿Quién	puede	dictar	cátedra	acerca	de	Jesús?,	¿quién	tiene	la	última	palabra?	La
respuesta	es:	nadie.	No	existe	un	ser	humano,	por	estudioso	o	docto	que	parezca,
que	pueda	entender	la	dimensión	monumental	de	la	vida	mística	del	Mesías.
Crecerán	en	número	y	cantidad	los	descubrimientos,	se	desencadenarán
investigaciones	imparciales	y	amañadas,	grandes	grupos	se	dedicarán	a	toda
clase	de	estudios,	discutirán	las	corrientes	religiosas	sobre	los	motivos	de	la
condenación	por	hablar	de	lo	descubierto;	y	le	adjudicarán	palabras	al	Salvador
para	sentenciar,	desaprobar,	maldecir	y	condenar.	Pero	todo	será	en	vano,	la	luz
de	Cristo	Jesús	triunfará	en	el	amor	desinteresado	por	la	humanidad,	sin	sesgos
ni	discriminaciones	religiosas,	culturales,	sociales	o	geográficas.
Nosotros,	entre	tanto,	grandes	desconocedores	de	Jesús	y	de	su	extraordinaria
enseñanza,	sólo	podremos	concebir	levemente	su	grandeza,	haciendo	incontables
preguntas	alrededor	de	su	mensaje	Y	tratar	de	encontrar	la	respuesta	en	las
ciencias	místicas	del	alma.
CAPÍTULO	I
LA	HISTORIA	DE	JESÚS
El	tema	de	Jesús	es	muy	extenso	y	su	abordaje	exige	investigación	en	todas	las
direcciones.	Es	indispensable	conocer	la	tradición	oculta	de	las	grandes	culturas,
ya	que	Él	podría	estar	relacionado	con	la	sabiduría	védica,	con	el	budismo,	la
selva,	el	fenómeno	ovni,	con	la	India	milenaria,	con	los	lamas	tibetanos	o	con	los
mayas.	Jesús	está	más	allá	de	los	escándalos,	del	ego	de	los	escritores,	de	los
traumas	humanos	y	de	los	sesgos	mentales	de	los	líderes	religiosos.	La	majestad
espiritual	de	Jesús	supera	la	distorsión	y	el	ruido	mental	de	todos.	Su	vida	tiene
muchos	secretos	y	enigmas,	la	parte	pública,	la	parte	secreta	y	los	momentos
importantes	de	su	apostolado.	Esa	es	la	razón	por	la	que	todo	lo	escrito	acerca	de
Él	es	novelado,	influenciado	por	la	tradición	de	las	normas	y	por	las	corrientes
religiosas.
La	vida	de	Jesús,	con	toda	seguridad,	fue	más	importante	de	lo	que	sabemos	o
podemos	concebir;	en	el	Sagrado	Corazón	del	Adorable	solamente	debe	existir
el	interés	genuino	por	la	evolución	de	la	especie	humana.	Para	Él,	por	el	sentido
lógico	de	la	iluminación,	no	existen	sectas,	escritores,	revistas	o	escándalos	de
noticiero,	todos	generalmente	equivocados,	frecuentemente	sesgados	con	su
propia	opinión	y	su	propia	inclinación.
La	verdadera	misión	de	Cristo	ha	descendido	a	un	nivel	equivocadamente
psicofísico.	Su	memoria	se	ha	entendido	como	bálsamo	“calmante”	de	los	males
mentales	y	no	como	“curativa”	o	guía	de	la	vida	espiritual.	La	enseñanza
indirecta	de	Cristo	(a	través	de	los	alumnos	de	sus	discípulos)	se	ha
distorsionado,	las	sagradas	escrituras	han	sido	transformadas	arbitrariamente	por
seres	que	jamás	entendieron	su	valioso	significado	y	que	vieron	inconveniencia
en	las	palabras	del	Señor,	durante	más	de	dos	mil	años;	y,	como	si	fuera	poco,	el
pequeño	remanente	de	originalidad	que	aún	existe,	es	malentendido,	leído	a	letra
muerta.
Esta	posición	ante	la	interpretación	ha	sido	recomendada	y	avalada	por	jerarcas,
directores	y	miembros	activos	de	los	diferentes	grupos	cristianos.	Cristo	es
actualmente	una	figura	utilizada	a	manera	de	comodín	por	parte	de	los	religiosos
mentales,	quienes	se	amparan	en	lo	que	quieren	entender	para	seguir	cometiendo
barbaridades.	El	hombre,	en	su	inocencia	destructiva,	aún	está	convencido	de
que	puede	obrar	desequilibradamente,	y	para	ello	sigue	la	secuencia
estandarizada	e	intencional	de	pecado	y	arrepentimiento,	una	y	otra	vez.
La	historia	conocida	de	Jesús	es	una	ilusión	muy	alejada	de	la	realidad;	difícil
decirlo,	pero	es	cierto.	Ha	sido	tergiversada	y	cambiada	por	poderosos,	sesgada
para	favorecer	sectas	y	organizaciones	mundiales,	cambiada	para	desorientar,
recortada	para	no	comunicar	la	verdad,	traducida	a	un	lenguaje	confuso	para	que
las	verdaderas	palabras	fuesen	propiedad	de	una	élite	que	ya	desapareció,
simplificada	para	eliminar	las	explicaciones	y	las	preguntas,	y	para	reunir	a	la
gente	en	una	gran	fuerza	más	mental	que	espiritual.	Porque	en	eso	se	han
convertido	hoy	en	día	los	fanáticos,	apegados	a	un	dogma	mental	al	que	se
aferran,	sin	opinión,	sin	análisis	y	sin	crítica,	y	al	que	dan	crédito	de	manera
irreflexiva.	En	este	club	entran	también	todas	las	pequeñas	sectas	esotéricas	que
nacieron	en	el	siglo	XX,	muchas	de	ellas	con	la	mejor	intención	de	lograr	la
evolución	espiritual,	pero	que	se	estancan	en	el	dogma,	al	igual	que	todos,
dogmas	paralizantes	que	no	dejan	avanzar.
Así	nació	el	cristianismo,	en	grupos	de	puristas	y	detractores,	que	luego
murieron	o	se	fortalecieron.	Sectas	a	las	que	les	aplicaron	estrategias	de
marketing,	como	en	cualquier	empresa	del	mundo	moderno.	Hermandades	a	las
que	no	les	convenía	la	verdadera	historia	de	Jesús,	a	las	que	no	les	convenía	la
verdad,	por	eso	el	cambio,	el	recorte	y	el	maquillaje	de	los	libros	sagrados
ocurridos	hace	1.800,	1.700	y	1.600	años.
Las	fuentes
La	verdadera	historia	de	Jesús,	definitivamente,	no	está	del	todo	en	los
Evangelios.	En	ellos	solamente	encontramos	pequeños	apartes	y	pequeñas
situaciones	de	la	vida	de	Jesús	que,	por	estar	escritas	en	clave,	se	han	conservado
a	través	de	los	años.	Era	tan	difícil	la	situación	religiosa	y	política	del	tiempo	de
Jesús,	que	se	vio	obligado	a	idear	una	forma	de	enseñar,	con	ejemplos	ocultos,
las	leyes	de	la	energía	y	de	la	evolución,	y	luego	dar	en	secreto	las	explicaciones
a	sus	discípulos.	Hablaba	en	parábolas	que	posteriormente	aclaraban	los	seres	de
luz	que	lo	acompañaban,	pero	los	Evangelios	solamente	contienen	algunas	de
esas	parábolas	muy	transformadas	y	algunas	interpretaciones	apostólicas	al
respecto.
Con	El	código	Da	Vinci	se	formó	un	escándalo	sorprendente	en	el	que	su	autor,
Dan	Brown,	figuraba	aparentemente	como	gran	investigador.	El	escritor	creó
hábilmente	una	historia	para	la	que	siempre	ha	tenido	dos	respuestas:	en	la
primera	y	para	vender	el	libro,	decía	que	todo	estaba	sustentado	en
investigaciones	serias,	pero	si	era	muy	atacado	y	veía	que	estaba	en	dificultades,
esgrimía	la	segunda	respuesta:	“Esto	no	es	más	que	una	novela”,	sólo	que	la
historia	es	más	compleja.	Dan	Brown	elaboró	El	código	Da	Vinci	con	base	en
más	de	cien	estudios	de	grandes	investigadores	sobre	la	vida	de	Jesús,	las
introdujo	todas	en	una	bolsa	y	“utilizó	partes	al	azar”,	creando	un	adefesio	que
mezcla	una	cosa	con	la	otra,	con	la	sola	finalidad	comercial.
La	otra	supuesta	fuente	son	los	apócrifos;	pero	¿cuáles	apócrifos?	Muy
seguramente	puede	pensarse	en	los	libros	nombrados	como	tales,	que	se	editan
desde	mediados	del	siglo	XX,	con	evangelios,	historias,	cartas	y	diversos
Apocalipsis	que	hablan	supuestamente	de	la	vida	de	Jesús.	Libros	desconectados
e	incompletos	que	no	relatan	su	verdadera	historia	y	tampoco	encontramos	sus
enseñanzas	y	la	grandeza	de	Jesús,	el	Maestro	de	los	Cristos.
Investigaciones	sobre	Jesús	hay	muchas,	dos	mil	años	escudriñando	en	todos	los
parajes	en	donde	se	encontrara	la	verdad.	Pero,	particularmente	en	la	segunda
mitad	del	siglo	XX,	investigadores	sensatos	y	notables	han	logrado	llegar	“al
borde	del	mantel”.	Son	muchos	y	sería	difícil	mencionarlos	a	todos,	grupos
enormes	que	indagan	acerca	de	la	Tierra	Santa	en	época	de	Jesús,	y	las	más
recientes	se	hicieron	desde	los	estudios	de	la	Orden	de	Temple	que	hiciera	Digot
después	de	1890.	Bastantes	son	los	descubrimientos,	algunos	accesorios,	otros
sustanciales,	unos	bien	sustentados,	otros	sin	ninguna	base,	pero	en	todo	esto	hay
una	característica	notable:	muy	pocos	son	los	precursores	o	los	iniciadores	de	la
búsqueda,	los	demás	simplemente	plagian	lo	descubierto.	Es	una	verdad
desagradable,	pero	evidente.
Los	siglos	XX	y	XXI	forman	la	era	del	descubrimiento	de	la	vida	y	obra	de
Jesús,	particularmente	desde	1920,	y	en	años	recientes,	intensos	en	hallazgos,
uno	tras	otro,	no	solamente	lo	encontrado	en	Francia,	sino	en	todos	los
asentamientos	abiertos	de	TierraSanta:	Nag	Hammadi,	Qumram,	las	cuatro
excavaciones	importantes	en	los	suburbios	de	Jerusalem,	las	situadas	en	las
cercanías	de	Egipto,	las	del	Mar	Muerto	y	distintas	a	las	de	Qumram,	las	del
Alto	Egipto	diferentes	a	las	de	Nag	Hammadi,	y	muchas	otras.
¿Qué	ha	pasado	con	esto?	Las	circunstancias	han	“distribuido”	lo	encontrado
para	los	aparentes	análisis,	entre	diversas	organizaciones	internacionales	y
grupos	religiosos	que	rondan	las	excavaciones	con	distintos	intereses.	Ellos	no
están	ocasionalmente,	vigilan	a	los	expertos	y	a	las	universidades	que	hacen	las
investigaciones	con	la	intención	de	intervenir.	Esas	participaciones	tienen	efectos
secundarios	negativos	que	avanzan	y	que	desinforman,	se	está	tejiendo	una
historia	paralela	de	Jesús,	supuestamente	mística,	pero	que	también	es	falsa,
historia	que	encaja	con	la	locura	insensata	de	la	nueva	era,	que	inventa	absurdos
y	conspiraciones,	que	son	sólo	imaginación.
Es	imposible	creer	que	se	tienen	todas	las	respuestas	acerca	de	Jesús,	con	toda
seguridad,	nadie	goza	de	ese	privilegio,	probablemente	no	existe	ser	humano	o
sobrenatural	que	tenga	un	conocimiento	completo	acerca	del	tema.	Sin	embargo,
en	la	tradición	mística,	tanto	en	los	conocimientos	ancestrales	como	en	la
experiencia	directa	de	los	seres	iluminados,	se	conocen	muchos	datos	y	se	sabe
mucho	sobre	la	misión	de	Jesús	el	Cristo.
La	primera	pregunta	que	nos	formulamos	es	si	la	única	fuente	de	conocimiento
sobre	Jesús	es	el	Nuevo	Testamento,	es	decir,	los	Evangelios;	pero	no	son	la
única	referencia	que	nos	habla	sobre	Jesús.	Bastantes	escritos	antiguos	que	datan
de	su	época	narran	historias	maravillosas,	evangelios	legítimos,	prohibidos	por
las	comunidades	cristianas	primitivas,	desde	el	siglo	III	hasta	nuestros	días,	gran
cantidad	de	libros	sagrados,	muchos	de	ellos	desaparecidos	para	siempre,
lamentablemente;	pero	“así	tenía	que	ser”.	Son	los	evangelios	apócrifos,	textos
ocultos,	no	autorizados	y	considerados	heréticos,	por	contener	información	de
prácticas	y	dogmas	secretos	que,	según	quienes	los	prohibieron	en	el	siglo	III,
“se	prestarían	para	equivocadas	y	desviadas	interpretaciones”.	También	existen
narraciones	oficiales	y	extraoficiales	del	Imperio	Romano	que	en	esos	años
invadió	Tierra	Santa;	escritos	como	el	de	Publio	Léntulo,	gobernador	de	Judea;
los	manuscritos	del	Mar	Muerto,	encontrados	en	vasijas	de	arcilla	en	cuevas	y
pequeñas	ciudades	enterradas,	algunos	de	ellos	en	estado	perfecto	de
conservación	y	legibilidad;	también	los	papiros	de	Nag	Hammadi,	encontrados
en	Egipto,	que	constatan	la	educación	superior	de	Jesús	en	los	misterios	mayores
de	la	evolución;	y	por	último,	tantas	investigaciones	acerca	de	Él,	que	sería
imposible	nombrarlas.	Búsquedas	de	científicos,	arqueólogos,	historiadores,
expertos	en	idiomas	antiguos,	etc.,	algunas	muy	acertadas,	objetivas	y	reales;
otras	sesgadas,	tendenciosas	y	desviadas,	pero	en	gran	parte	de	ellas	es	posible
corroborar	la	misión	mística	y	oculta	de	Jesús,	con	los	días,	más	imposible	de
ocultar,	porque	siempre	hay	algo	que	sale	a	la	luz	y	que	es	tan	aplastante	y
contundente,	que	deja	sin	argumentos	a	los	que	niegan	la	verdad.
Existen	más	evangelios,	el	Nuevo	Testamento	no	es	ni	el	uno	por	ciento	de	los
libros	que	se	candidatizaron	en	la	época	de	su	formación.	Existen	evangelios	de
todo	tipo,	contemporáneos	a	Jesús	y	de	pocos	años	después	de	que	Él	partiera,
tal	como	ocurre	con	los	cuatro	Evangelios	que	conocemos,	y	otros	posteriores.
Los	historiadores	han	comprobado	que	los	evangelistas,	Mateo,	Marcos,	Lucas	y
Juan,	no	conocieron	a	Jesús,	aunque	algunos	digan	que	por	lo	menos	dos	de	ellos
sí	eran	apóstoles.	De	cualquier	forma,	eran	narradores	de	la	época,	pero	esto	no
es	grave	ni	extraño,	es	común	de	esos	tiempos.	Recordemos	libros	tan
importantes	como	La	Odisea	y	La	Iliada,	atribuidos	a	Homero,	que	se	sabe	que
nunca	los	escribió,	pero	contaba	estas	historias	de	pueblo	en	pueblo.
Posteriormente	se	realizó	la	compilación	de	lo	que	contaba	Homero	y	se
formaron	los	dos	libros	más	grandes	de	la	épica	de	todos	los	tiempos.
Los	apóstoles,	o	discípulos	de	Jesús,	eran	almas	desarrolladas,	lo	sabemos	por	la
grandeza	de	su	Maestro;	no	eran	seres	ignorantes,	insensibles	y	desconocedores
de	los	misterios	ocultos,	como	nos	los	han	querido	presentar,	y	no	eran	doce,
eran	más.
Doce	es	un	número	cabalístico	que	significa	“misión”	o	“apostolado”,	los
discípulos	eran	más	de	cincuenta,	todos	ellos	desarrollados	y	conscientes,
algunos	escribieron	textos	muy	difíciles	de	interpretar	por	su	profundidad	y
contenido	esotérico,	enseñanza	encaminada	a	la	formación	espiritual	de	quienes
los	seguían,	conocimiento	místico,	solamente	interpretado	por	los	que	conocen
los	códigos	evolutivos.	Fueron	discípulos	de	Jesús	sus	propios	hermanos,
quienes,	según	cuenta	la	tradición,	eran	numerosos	por	parte	de	José,	que	ya
tenía	hijos	antes	de	unirse	a	la	Virgen.
Existen	evangelios	de	dogma	místico,	como	el	de	Pedro;	con	detalles	de	su	vida,
como	los	de	sus	hermanos	Santiago	y	Jaime;	llenos	de	simbologías	y
conocimientos	divinos,	como	el	del	“otro	Juan”,	el	que	sí	conoció	a	Jesús	(uno
diferente	al	evangelista);	y	los	hay	polémicos,	como	el	de	Felipe,	confundido	con
las	sectas	místicas	de	aquellos	tiempos.	Todos	libros	prohibidos,	pero	utilizados
también	por	quienes	los	prohibieron.	El	evento	ejemplo	que	señala	esa	doble
conveniencia	es	la	Asunción	de	la	Virgen	María,	que	no	está	en	el	Nuevo
Testamento,	sin	embargo,	es	un	dogma	proclamado	por	Pío	XII	en	1950.	Este
episodio	del	tránsito,	o	Asunción	de	Nuestra	Señora,	se	encuentra	en	los
evangelios	apócrifos,	así	como	muchas	otras	tradiciones	que	no	se	encuentran	en
los	Evangelios	que	conocemos	y	que	se	han	difundido	ampliamente	en	la
tradición	popular.
Jesús
Jesús	no	fue	un	hombre	común,	un	ser	de	su	estatura	espiritual	no	puede	ser
ordinario,	el	grado	de	Cristo	es	el	máximo	en	la	escala	evolutiva	material,	astral
y	mental.	Seres	como	Él	se	funden	con	el	corazón	de	la	humanidad.	Él	tiene	las
mejores	características	de	los	guías	de	la	raza	humana,	su	presencia	y	doctrina
pertenecería	a	todos,	más	allá	de	las	religiones	y	de	los	fanatismos;	por
definición,	es	la	encarnación	de	la	perfección	y	del	amor.
Al	hablar	de	Jesús,	recordamos	a	los	grandes	seres	espirituales,	los	yoguis	en
India,	los	chamanes	en	América,	los	sacerdotes	faraones	de	Egipto	o	los	druidas
de	Europa	del	norte.	Vinculamos	a	Jesús	con	las	historias	extraordinarias	de	los
seres	conscientes,	como	Siddharta,	Babaji	o	Zoroastro;	para	ellos,	así	como	para
Jesús,	lo	de	menos	es	caminar	sobre	las	aguas,	ser	tan	pesados	como	una
montaña	o	tan	livianos	como	una	pluma;	para	ellos,	es	natural	aparecer	en	varias
partes,	recorrer	distancias	enormes	en	un	segundo,	revibrar	la	materia	o	viajar	en
vórtices	interdimensionales,	sólo	para	citar	algunos	ejemplos.
Jesús	no	era	un	ser	común	o	un	simple	maestro,	como	dicen	muchos,	su	majestad
se	manifestaba	sobre	su	infinita	humildad	y	sencillez.	Todos	estos	seres
sorprendentes	han	sido	calumniados,	segregados	y	maltratados	por	propios	y
ajenos,	por	fuerzas	opuestas	a	su	misión;	pero	su	doctrina	de	ayuda	y	amor
siempre	sale	adelante	y	es	un	éxito.	“Por	sus	obras	los	conoceréis”,	nos	enseño
Él	mismo.
Jesús	es	presencia	viva	y	actual,	en	el	sentido	literal	de	las	palabras.	Para	hacer
tal	afirmación,	es	necesario	comprender	el	verdadero	significado	de
resurrección.
¿Qué	diferencia	hay	entre	resurrección,	longevidad	y	reencarnación?	En	Oriente
se	conocen	las	sendas	y	las	metas	de	la	disciplina	espiritual,	los	rigurosos
caminos	para	alcanzar	los	objetivos	de	la	conciencia,	las	vías	para	el	despertar	o
la	iluminación.	Los	monjes	que	han	alcanzado	altos	grados	de	espiritualidad,
cuando	desencarnan	en	Tíbet,	India,	China	o	Tailandia,	se	autoincineran	o
permanecen	con	sus	cuerpos	incorruptos	durante	años.	Algunos	de	ellos
desaparecen	en	el	momento	de	desencarnar;	casos	extraordinarios,	pero	que	no
son	ni	resurrección	ni	eternidad	del	cuerpo.	Más	allá	de	esto	se	encuentra	el
insondable	misterio	de	Jesús,	con	su	categoríade	evolución;	las	tradiciones
místicas	hablan	de	su	existencia	en	Cuerpo	Glorioso	o	en	estado	de	resurrección.
Resurrección	es	una	palabra	compleja	que	pertenece	a	los	dogmas	de	las	grandes
religiones,	incluidas	las	cristianas,	pero	pocos	parecen	conocer	en	profundidad	lo
que	significa	el	término	“resurrecto”.	Para	entenderlo,	es	necesario	nombrar
casos	de	otros	grandes	guías,	seres	extraordinarios	escasamente	conocidos	en
Occidente.	Citemos	el	caso	de	Babaji,	el	yogui	inconmensurable	de	India,	un	ser
inconcebible	para	la	mente	común,	que	ha	estado	apareciendo	desde	hace	cientos
de	años	con	el	mismo	cuerpo	atlético	y	joven	de	30	años.	Existen	muchas
pinturas	de	él	en	siglos	pasados,	con	su	cabello	largo	y	en	posición	perfecta	de
“Padmasana”	(con	los	pies	cruzados).	Él	es	el	padre	del	Kriya	Yoga,	disciplina
que	combina	la	meditación	con	la	repetición,	el	mantra	y	el	poder	mental.	La
gente	en	India	suele	decir:	“Mi	abuelo	vio	a	Babaji	en	1910”.	En	otro	relato	del
siglo	XVIII,	existe	una	pintura	en	aceite	de	Babaji,	otras	que	no	tienen	fecha	y,
hace	poco,	en	una	fiesta	espiritual	de	India,	apareció	de	nuevo.	Babaji	tiene
muchos	nombres,	aunque	en	sí	significa	“padrecito”,	en	otros	lugares	se	le
denomina	el	“Atman	viviente”,	o	el	“Atman	que	no	muere”,	en	otras	palabras,
Babaji	es	considerado	por	las	religiones	orientales	como	un	Cristo	encarnado
durante	miles	de	años.
También	sus	discípulos	son	considerados	seres	de	luz,	su	discípulo	Lahiri
Mahasaya	es	conocido	en	India	como	un	elevado	maestro	espiritual,	no	con
atributos	semejantes	a	los	de	Babaji,	pero	el	sólo	hecho	de	ser	su	aprendiz	dice
algo	extraordinario	de	él.	Todo	lo	que	existe	alrededor	de	Babaji	es	mágico:
apariciones	y	desapariciones	súbitas;	instrucciones	dadas	a	muchas	personas	en
sueños	y	en	cuerpo	físico	acerca	del	Kriya;	narraciones	extraordinarias	de	sus
seguidores,	etc.	Como	Babaji,	otros	seres	de	menor	rango	han	vivido	durante
mucho	tiempo.	Recordemos	a	Saint	Germain,	que	apareció	en	toda	Europa
durante	500	años,	hasta	1880,	cuando	perdió	el	cuerpo	para	encarnar
normalmente	y	ayudar	a	la	humanidad	en	el	camino	de	la	evolución.
Recordemos	también	al	conde	Cagliostro,	que	no	solamente	vivió	cientos	de
años,	sino	que	podía	estar	simultáneamente	en	varios	sitios:	aparecía	en	París,
Venecia,	Insbruck	y	Caláis	al	mismo	tiempo,	en	una	época	en	la	que	el	avión	aún
no	existía	ni	estaban	desarrolladas	las	comunicaciones.	Además,	aquí,	en	la
América	prehispánica,	las	narraciones	que	se	han	encontrado	acerca	de	Bochica,
su	sola	descripción	corresponde	a	un	maestro	celta;	o	del	sur	de	India,	donde	de
él	también	se	dice	que	tenía	el	don	de	la	ubicuidad.	Entre	los	incas	podemos
encontrar	los	poderes	extraordinarios	de	Viracocha,	que	dominaba	los	elementos,
enseñaba	curación	y	magia	en	todos	los	Andes	y	en	la	selva.
Examinando	la	historia	de	Jesús,	encontramos	que	caminaba	sobre	las	aguas,
hacía	sanaciones,	impartía	enseñanza	mística,	protagonizaba	hechos	milagrosos,
manejaba	los	elementos,	etc.	Se	habla	de	su	resurrección	al	tercer	día	(como	en
tantos	otros	casos	de	seres	extraordinarios)	y	en	distintas	escrituras	espirituales
está	consignado	que	su	ser	iluminado	vive	eternamente	y	que	su	Sagrado
Corazón	está	unido	al	de	toda	la	humanidad.
Las	ciudades	perdidas
Jesús,	por	su	condición	de	grado	crístico,	es	actual,	viviría	eternamente	en	las
ciudades	secretas,	unidas	por	el	poder	del	corazón	a	los	centros	evolucionados
del	Cosmos,	en	planos	superiores	de	conciencia,	en	espacios	que	se	encuentran
en	otras	dimensiones	que	se	concentran	en	algunos	puntos	del	planeta.	Así,	por
ejemplo,	se	encontraría	la	verdadera	Tule	(que	está	cerca	de	Chile	en	una	isla	y
no	en	el	norte	como	siempre	se	ha	creído).	Así	se	cuenta	que	está	Teotihuacán,
en	México.	Así	estaría	el	templo	astral	de	la	sierra	de	la	Macarena	en	Colombia,
justo	sobre	el	río	de	los	Siete	Colores.	En	estado	astral	estaría	la	ciudad	sagrada
de	Müspellheim,	que	se	encuentra	al	norte	de	Escocia.	Y	también,	la	ciudad	de
Heimdall,	en	todo	el	centro	de	Greenland.	Cada	uno	de	estos	puntos	no	son	más
que	la	entrada	al	gran	centro-corazón	de	la	Tierra,	en	donde	vivirían,	con	sus
cuerpos	incorruptos,	los	grandes	guías	de	la	humanidad,	a	este	centro	se	podría
llegar	por	ciudades	sagradas,	portales,	entradas	o	vórtices.
Un	ejemplo,	infortunadamente	conocido	por	catastrófico,	es	el	famoso	triángulo
formado	entre	Florida,	las	Islas	de	las	Bermudas	y	la	isla	de	Saint	John,	en	el
Océano	Atlántico,	y	que	es	conocido	como	el	mar	de	los	Sargazos,	entre	los
meridianos	65	y	70,	longitud	27.	Allí	existiría	un	vórtice,	regido	por	los	rectores
del	karma,	quienes	pasaron	por	este	y	desaparecieron	como	por	encanto.	Como
tantos	barcos,	buques,	aviones	y	pequeñas	embarcaciones,	serían	seres
agrupados	de	manera	consciente	y	dirigida,	ellos	deberían	dar	un	salto	natural	y
cambiar	su	karma	en	otras	dimensiones,	para	ayudar	a	la	humanidad.
También	al	norte	de	Calcuta	y	cerca	de	una	población	en	India,	denominada
Chandarnagar,	nos	dice	la	tradición	que	existe	una	de	las	grandes	entradas	al
Templo	de	Agarti,	o	Shamballa,	antesala	central	del	centro-corazón	de	la	Tierra.
Más	al	norte,	en	Nepal,	está	la	población	de	Gorkha;	al	occidente	de	Katmandú
estaría	el	vórtice	de	entrada	de	los	Himalayas;	y	aun,	entre	el	Potala,	que	está
situado	en	Lhassa	y	la	ciudad	de	Dagzé,	los	monjes	poderosos	del	pasado	acaso
hicieron	un	vórtice	en	esas	regiones	montañosas	inaccesibles,	para	recibir
instrucción	directa	de	los	grandes	maestros.	Hoy,	esta	región	pertenece	a	la
China	himaláyica.
Y	existirían	otras	entradas,	como	la	que	se	encuentra	en	una	sierra	del	Tíbet,
llamada	Gangdise	Shan,	en	donde	nacen	los	ríos	Indo	y	Brahmaputra,	también
pertenecientes	actualmente	a	China;	en	Brasil,	cerca	de	Belén	de	Pará,	habría
otra;	y	en	Yucatán,	en	las	cuevas	situadas	cerca	de	Cancún,	se	hallaría	otro
vórtice,	desde	mucho	tiempo	antes	de	que	aparecieran	los	mayas.
Quizá	los	vórtices	o	portales	más	famosos	y	publicitados	son	los	polares.	Al	del
Polo	Sur,	dicen	los	místicos,	se	llega	desde	Nueva	Zelanda,	hasta	el	monte
Kirkpatrick	en	la	Antártida.	También	aquí	han	desaparecido	muchos	aviones
porque	habrían	entrado	en	una	cortina	interdimensional.	A	las	puertas	del	Polo
Norte	se	llegaría	desde	una	isla	conocida	como	Tierra	de	Francisco	José,	cerca
del	mar	de	Kara,	en	Escandinavia;	y	al	norte	de	la	desaparecida	Unión	Soviética
podrían	existir	dos	vórtices	de	entrada	al	corazón	terrestre.	En	muchas	ocasiones
han	fotografiado	estas	puertas,	cuando	se	encuentran	abiertas,	y	las	han
confundido	con	los	agujeros	de	la	capa	de	ozono,	pero	no	habría	forma	de
explicar	cómo	pueden	salir	en	una	placa	fotográfica	normal.
Los	místicos	relacionan	profundamente	a	Jesús	con	las	ciudades	y	templos	de
otros	planos.	Él	tendría	el	poder	de	hacer	presencia	en	las	ciudades	sagradas,	en
el	centro-corazón	de	la	Tierra.	Su	ser	pertenece	a	la	humanidad	entera,	junto	a	Él
vivirían	las	almas	más	excelsas	de	todas	las	culturas	y	corrientes	espirituales,	en
permanente	comunicación	con	seres	iluminados	del	Cosmos.	Su	ser	es	crístico,
como	el	de	otros	pocos	que	tienen	sus	cuerpos	resurrectos,	allí	también	están	las
almas	en	estado	búdico	y	que	en	Occidente	son	llamados	ángeles,	todos	ellos	en
permanente	comunicación	con	nosotros,	con	el	poder	del	corazón.	Por	esta
razón,	la	comunicación	en	oración	con	Jesús	jamás	sería	infructuosa,	pues	su
relación	de	conexión	con	la	red	humana	mundial	sería	indudable.
Los	esenios	eran	una	secta	hebrea	que	se	desarrolló	cerca	del	año	150	antes	de
Jesús,	a	partir	de	otro	grupo	más	antiguo	y	que	data	de	cientos	de	años	más	atrás.
Era	una	comunidad	muy	estricta:	bautizaban	con	agua,	practicaban	el	celibato,
pero	hacían	ejercicios	de	luz	y	energía	psicofísica;	sus	tenencias,	bienes	y
posesiones	eran	comunitarios;	no	aceptaban	la	poligamia,	es	decir,	condenaban
la	infidelidad	o	deslealtad	con	su	pareja.	Estas	son	razones	que	siempre	han
llevado	a	los	investigadores	a	afiliar	a	Jesús	dentro	de	la	secta	esenia,	no
obstante,	aunque	Jesús	era	compatiblecon	ellos,	parecía	no	pertenecer	del	todo	a
esta	organización.	No	era	completamente	esenio,	probablemente	porque	era	un
grupo	manifiestamente	agresivo	con	los	que	consideraban	paganos,	y	pensaban
que	la	ocupación	romana	estaba	aceptada	y	avalada	por	los	mismos	sacerdotes
judíos,	aunque	ellos,	al	igual	que	los	judíos,	esperaban	un	Mesías	político	y
social	que	los	liberara	de	la	esclavitud.	Jesús	no	cumplía	con	estas	expectativas,
dado	que	su	revolución	era	netamente	espiritual,	las	proporciones	monumentales
de	su	mensaje	no	se	restringían	únicamente	a	Palestina,	cambiarían	al	mundo	y
lo	dividirían	en	eras.	Jesús	tampoco	estaba	de	acuerdo	con	la	violencia	y	el
exterminio	de	los	paganos;	para	Él,	todos	somos	potencialmente	divinos	y
evolucionados,	y	sus	leyes	de	evolución	pertenecen	a	la	humanidad	entera.	Esta
es	una	característica	de	los	grandes	seres,	de	los	salvadores	y	de	las	almas	que
han	logrado	su	cristificación;	su	enseñanza	no	está	afiliada	a	una	secta	en
particular	ni	está	dirigida	a	un	grupo	específico	de	personas:	su	sabiduría	es
universal	y	es	aplicable	a	todos	los	seres	humanos.
CAPÍTULO	II
EL	NACIMIENTO	DE	JESÚS
Es	necesario	recordar	el	misterio	del	advenimiento	de	Jesús	antes	de	repasar
aspectos	de	su	vida.	En	primera	instancia,	encontrar	el	registro	del	significado
profundamente	espiritual	de	la	Navidad	y	algunos	elementos	asociados	que	se
encuentran	en	libros	que,	rechazados	por	considerarse	inconvenientes,	no	son
menos	sagrados.
La	Navidad	no	es	física,	es	espiritual.	Sus	galas,	luces	y	colores	pertenecen	a	las
dimensiones	superiores,	la	mente	en	su	aspecto	elevado	las	percibe,	las	traduce,
las	acomoda	y,	por	último,	las	cristaliza	en	el	mundo	tridimensional.	El	hombre
viste	inconscientemente	la	imagen	del	ser	espiritual	interior	con	los	hermosos
ropajes	de	la	luz	crística,	con	la	existencia	de	reyes,	palacios,	terciopelos,	sedas,
suntuosos	muebles,	espléndidos	jardines	llenos	de	flores,	linda	música,
comodidad;	es	la	abstracción	que	hace	el	ser	humano	con	materia	de	su
profundidad	interior,	de	su	única	realidad.
Luces	y	campanas	nos	invitan	al	desarrollo	de	la	conciencia,	el	espíritu	saca	a
relucir	sus	símbolos	en	la	Navidad	para	anunciar,	tal	como	dijo	el	adorable
Salvador,	que	es	necesario	el	nacimiento	de	Cristo,	del	Niño	de	Oro,	en	el
interior	del	humano,	en	la	caverna	fría	y	contemplativa	del	ermitaño;	en	invierno
crecerá	entre	mercaderes	y	murmuradores,	y	superará	la	muerte	en	primavera,
luego	vestirá	los	majestuosos	ropajes	de	los	reyes	de	invierno,	viviendo	para
siempre	en	lo	más	puro	y	sublime	de	todos	los	seres	que	habitan	el	universo.
La	Navidad	es	mística
El	25	de	diciembre,	día	de	Navidad,	es	cuando	se	conmemora	el	nacimiento	de
Nuestro	Señor	Jesucristo,	hace	más	de	dos	mil	años.	Esta	afirmación	es	correcta
para	los	cristianos,	quienes	aceptan	en	su	fe	y	en	su	devoción	un	dictamen	que
no	fue	impartido	por	el	hecho	de	su	nacimiento	en	esa	fecha,	sino	por	jerarcas
religiosos	de	la	época.
Es	interesante	investigar	la	causa	exacta	de	la	celebración	en	ese	preciso	día,	por
lo	que	vale	la	pena	mencionar	algo	sobre	ello.	El	25	de	diciembre	no	siempre	ha
sido	el	día	de	Navidad,	más	de	cien	veces	el	hombre	ha	cambiado	la
conmemoración	del	nacimiento	de	Cristo.	Sólo	hasta	el	año	336	se	fijó	la	fecha
actual,	no	porque	el	Señor	hubiese	nacido	en	ese	día,	sino	por	dos	razones
fundamentales:
Coincide	con	el	solsticio	de	invierno,	momento	en	el	que	nacen	todos	los	seres
más	elevados	de	la	espiritualidad.
Se	celebraba	en	Roma	y	en	algunas	comarcas	del	Mediterráneo,	la	fiesta	de	la
Brumalia,	dedicada	al	dios	Dionisos.	En	esta	celebración	se	hacía	honor	al
nacimiento	del	Sol	Invicti,	o	Sol	Invicto,	asociado	siempre	con	Jesús.	Dicha
fiesta	pagana	era	muy	vistosa,	había	comidas,	música,	colorido,	espectáculos	y
competencias	deportivas;	era	el	día	“del	que	no	pierde”,	del	Invencible.
Posteriormente,	la	misma	Iglesia	de	la	época	declaró	el	Día	del	Señor,	para
opacar	el	recuerdo	de	las	costumbres	paganas,	mencionado	como	Sol	de	la
Justicia,	y	de	esta	forma	hacer	la	celebración	el	mismo	día,	con	lo	que	fomentó
un	sincretismo	religioso.
Jamás	se	pudo	calcular	el	día	exacto	del	nacimiento,	apenas	se	ha	podido	saber
algo	del	año	en	que	ocurrió	una	gran	conjunción	planetaria,	seis	años	antes	de	la
fecha	oficial.	Navidad	es	el	día	en	que	nace	Nuestro	Señor	Jesucristo	en
Bethlehem.	Tal	aseveración	en	parte	es	cierta:	su	importancia	y	gran	significado
evocan	y	simbolizan	muchos	aspectos	que	la	humanidad	ha	olvidado.
Navidad	es	el	gran	acontecimiento	de	la	vida	espiritual,	es	el	registro	anual	que
se	celebra	en	este	planeta	del	nacimiento	del	Cristo-Espíritu-Puro	en	el	interior
de	cada	ser	humano,	después	de	haber	trabajado	en	la	construcción	de	su	camino
de	iniciación.	Ese	fue	el	mensaje	del	Señor,	enseñado	con	su	propia	vida	en	una
de	las	épocas	más	oscuras	de	la	humanidad.
La	tendencia	general	es	señalar	esta	fecha	como	una	celebración	únicamente
histórica,	perdiéndose	con	esto	la	esencia	del	suceso.	Existe,	obviamente,	la
persona	de	la	cristificación,	que	es	Jesús,	figura	suprema	aun	entre	los	seres
elevados	de	otras	tradiciones	religiosas.	Existen	también	las	características	de	los
maestros	iluminados	que	han	logrado	el	estado	de	la	cristificación	y	que,	en
mucho,	coinciden	en	su	advenimiento	con	las	circunstancias	que	se	presentaron
el	día	del	nacimiento	de	Nuestro	Señor	Jesucristo.
Y	existe	el	verdadero	mensaje	del	Señor,	la	cristificación	de	los	seres
espirituales,	de	los	que	practican	la	senda	de	las	cuatro	vías	de	la	conciencia:
	La	vía	de	la	educación	mental,	el	cambio	profundo	del	error	colectivo	y	del
error	individual.	Esencialmente,	la	misma	doctrina	budista.
	La	vía	de	la	ascensión	de	la	luz,	el	mismo	conocimiento	de	la	energía	de	los
alquimistas,	tantristas,	drávidas,	taoístas	y	druidas.
	La	vía	de	la	conciencia	en	la	meditación.
	La	vía	de	la	conciencia	en	la	presencia	de	la	superalma	de	Dios	en	toda	criatura
existente.
Cristo	como	persona	histórica
Jesús	es	el	ser	más	grande	que	ha	estado	entre	nosotros,	en	el	plano	material	y	en
las	dimensiones	superiores.	Es	la	suprema	manifestación	del	Padre	en	una	sola
persona,	es	el	maestro	de	los	seres	cristificados	en	este	sistema,	es	la	síntesis	de
la	espiritualidad,	la	devoción,	la	rectitud,	la	recta	moral,	el	equilibrio,	el	sendero
correcto,	la	pureza,	la	veracidad,	la	perfección	y	el	amor.
Su	ser	crístico	inmaculado	se	encuentra	disperso	en	todos	los	seres	del	mundo,
su	infinito	amor	es	para	todos:	americanos,	asiáticos,	oceánicos,	europeos,
africanos,	negros,	blancos,	amarillos,	etc.	Para	su	corazón	no	existe	criatura
alguna	que	no	merezca	su	presencia,	es	la	síntesis	de	las	síntesis,	la
espiritualidad	más	elevada	y	el	misterio	de	los	misterios.	Nació	hace	más	de	dos
mil	años	(seis	años	antes	de	nuestra	era,	más	los	agregados	por	el	cambio	de	los
calendarios)	en	Bethlehem	de	Judea	(Palestina),	de	Nuestra	Señora	la	Virgen
María	y	el	venerable	sacerdote	José,	descendiente	del	rey	David,	por	lo	cual,	es
de	suponer	la	sangre	real	de	Jesús;	era	hijo	de	reyes.
En	libros	apócrifos,	que	no	se	incluyeron	entre	las	Sagradas	Escrituras,	se	cuenta
que	una	mujer	partera		ayudó	en	el	alumbramiento	de	la	Virgen	María.	Dicha
mujer	habla	claramente	y	da	testimonio	del	misterio	de	la	virginidad	de	Nuestra
Señora	y	cuenta,	además,	algunos	prodigios	de	gran	importancia:
La	Virgen	María	iluminaba	la	cueva”.	Se	sabe	por	las	tradiciones	hindúes	que
todo	ser	trascendental	es	refulgente.	Es	de	suponer,	entonces,	que	seres	tan
grandes	como	Jesús,	María	y	José	hayan	trabajado	intensamente	con	su	mente	y
energía,	generando	en	el	aura	de	sus	cuerpos	destellos	de	luz	astral	que	realzaban
y	ensanchaban	la	irradiación	áurica	de	semejantes	almas	de	tan	alta
espiritualidad.	No	es	de	extrañar	que	las	antiguas	escrituras	hablen	de	la	luz	que
emanan	los	grandes	guías	de	la	humanidad,	sabiendo,	además,	el	desarrollo
espiritual	de	sus	vidas,	como	consecuencia	de	la	instrucción	recibida	por
maestros	de	perfección.	Las	divinas	personas	de	laSagrada	Familia	están
configuradas	por	seres	crísticos,	jerarcas	de	las	dimensiones	superiores	y	que
pueden	ser	considerados	como	referencia	entre	la	sabiduría	suprema	de	cualquier
civilización.	Son	super	almas	que	tienen	un	alto	desarrollo	interno	y,	por	tanto,
despiertos	todos	sus	poderes	y	centros	energéticos.	En	la	gruta	de	Bethlehem	se
hallaban	tres	seres	de	elevada	espiritualidad,	con	sus	chakras	iluminados
(especialmente	el	centro	superior	de	los	mil	pétalos,	el	Sahasrara	Chakra),	en	ese
momento	grande	para	la	humanidad,	la	caverna	alegórica	resplandecía,	física	y
espiritualmente,	con	la	gloria	de	su	evolución.
En	el	sitio	se	percibía	un	suave	y	fino	aroma”.	Quienes	han	tenido	el	privilegio
de	acercarse	a	grandes	seres	espirituales,	reconocidos	por	su	santidad,	verdad	y
pureza,	han	estado	de	acuerdo	en	afirmar	que	despiden	un	agradable	olor	que
llena	el	recinto	donde	se	encuentran.	Ejemplos	hay	miles:	santa	Teresa	de	Jesús,
san	Francisco	de	Asís,	Jesús,	Buda,	Mahoma,	Babaji,	Ramakrishna,	etc.;	su	ser
atrae	las	fuerzas	elementales	de	la	naturaleza,	que	se	presentan	con	esencias
volátiles	de	las	plantas	y	llenan	el	ambiente	con	lo	mejor	y	más	sutil	de	sus
cuerpos	vegetales.
María	sonreía	antes	y	durante	el	alumbramiento”.	Esto	demuestra	que	Nuestro
Señor	es	hijo	de	seres	de	luz,	concebido	por	obra	y	gracia	del	Espíritu	Santo.	Y,
¿quién	es	el	Espíritu	Santo?	La	fuerza	crística	latente	dentro	de	cada	ser	humano,
la	herencia	divina	que	tiene	el	hombre,	el	estado	de	Adán	antes	de	cometer	el
pecado	original	(la	degeneración	sexual),	la	perfección	interior	del	fluido
energético.	Nuestro	Señor	fue	formado	en	profundo	estado	de	meditación,	por
verdaderos	iluminados	del	universo	(seres	de	rango	elevado	en	el	Cosmos).	Un
hijo	concebido	de	esta	forma	no	nace	con	dolor	ni	con	angustia,	la	madre	y	el
hijo	no	sufren,	no	lloran,	son	conscientes	desde	el	primer	instante	de	su	vida,	y
para	ellos	el	advenimiento	de	un	genuino	sumo	sacerdote	de	los	misterios
mayores,	maestro	y	guía	iluminado	como	Jesús	el	Cristo,	es	motivo	de
introspección	y	recogimiento	interior	elevado.
Durante	el	nacimiento	hubo	un	gran	silencio”.	La	meditación	consta	de	varios
estados:	dos	físicos,	la	posición	y	la	relajación;	uno	mental,	que	es	la
concentración;	y	dos	espirituales,	la	contemplación	y	el	samadhi.	Para	lograr
buenos	resultados	en	cada	uno	de	estos	pasos,	es	necesario	el	absoluto	“silencio
mental”.	Los	esenios,	grupo	al	que	pertenecía	Jesús,	eran	conocidos	como
expertos	meditadores	y	cuando	desarrollaban	una	práctica	sagrada	o	un	rito
especial,	observaban	las	normas	estrictas	de	la	meditación.	Un	yogui	puede
concentrar	su	mente	aunque	se	encuentre	en	la	ruidosa	ciudad;	sin	embargo,	para
el	nacimiento	de	Cristo,	seres	tan	altos	como	sus	padres	pueden	expandir	su
ilimitado	poder	mental	en	el	lugar	donde	se	encuentran	e	inducir,	incluso	en	la
misma	naturaleza,	a	un	silencio	necesario,	con	el	fin	de	esperar	y	participar,	en
estado	de	contemplación	consciente,	la	venida	del	Rey	de	Reyes.
Es	interesante	saber	que	los	esenios	tenían	características	paralelas	con	los
yoguis	de	India	y	con	los	sacerdotes	egipcios.
Toda	la	familia	del	Señor	pertenecía	a	la	orden	de	los	esenios,	grupo	hebreo	que
se	distinguía	de	los	demás	por	sus	rituales	hermosos,	llenos	de	ocultismo	y
simbología.	El	sistema	de	vida	esenio	era	bastante	riguroso:	tenían	voto	de
pobreza,	tal	como	los	franciscanos;	debían	practicar	la	transmutación	mental
diaria,	es	decir,	todo	el	día	trabajaban	con	sus	propios	errores;	observaban
conocimiento	y	profunda	sabiduría	en	lo	referente	al	manejo	de	la	energía	sexual
y	otras	energías;	meditaban	de	la	misma	forma	que	lo	hacen	los	lamas;	conocían
y	practicaban	rituales	egipcios	e	hindúes;	realizaban	rituales	completos	de
purificación,	comprendían	perfectamente	la	transmigración	de	las	almas
(reencarnación);	sabían	del	tránsito	del	hombre	por	la	senda	de	la	evolución
hacia	la	conciencia	y	la	iluminación;	e	iniciaron	la	costumbre	del	bautismo,
tomada	de	ritos	sagrados	antiquísimos.
Desde	el	mismo	nacimiento,	Jesús	mostró	su	ser	sobrenatural	y	poco	a	poco
adoptó	una	vida	absolutamente	esenia.	En	los	años	ocultos	de	su	vida,	fue
iniciado	por	egipcios,	himaláyicos,	indos	y	esenios,	acumulando	el	conocimiento
de	las	grandes	doctrinas	de	la	antigüedad.	Él	es	el	Cristo	del	que	nos	habla	la
historia,	la	personificación	del	perfecto	espiritualismo,	la	vivencia	del	proceso
interno	de	la	cristificación,	encarnado	por	el	más	grande	de	todos	los	seres
celestiales.	Seres	enormes	en	su	espiritualidad,	también	han	encarnado	en
condiciones	similares.
¿Cuáles	son	estas	circunstancias	y	qué	significan?	El	Señor	nació	de	una	virgen,
pero	¿de	qué	virginidad	habla	la	tradición?	Jesús,	al	igual	que	otros	seres	de
similar	magnitud,	nació	de	una	virgen,	de	una	mujer	purísima,	iniciada	en	los
grandes	misterios	y	con	la	conciencia	despierta.	El	nacimiento	de	Jesús	es	un
hecho	importante	que	no	pudo	haber	sido	improvisado:	los	seres	que	lo
rodearían,	sus	padres,	sus	discípulos,	la	época	en	que	nació,	todo	se	reunió	y
planeó	con	antelación	para	que	se	presentara	el	acontecimiento.
Según	los	textos	antiguos	del	cristianismo	primitivo,	que	no	fueron
contemplados	en	el	Nuevo	Testamento,	Nuestra	Señora	la	Virgen	María,	para	ser
merecedora	de	llamarse	madre	de	Cristo,	debía	ser	un	espíritu	excepcional.
Nuestra	Señora	observó	con	seguridad	cada	uno	de	los	estrictos	mandatos	de	la
orden	esenia.	En	su	infinita	pureza	tenía	sus	sentidos	y	poderes	despiertos,	y	su
comunicación	con	las	esferas	elevadas	era	permanente.	La	Virgen	María	gozaba
de	la	sabiduría	de	los	esenios	más	iluminados,	por	ello,	su	cuerpo	estaba
preparado	en	materia	y	aura	para	recibir	al	Hijo	del	Cielo.
He	aquí	algo	raro	en	los	misterios	que	acompañaban	la	venida	de	un	ser	crístico
como	Jesús,	algo	que	no	sólo	ocurre	en	el	caso	de	Nuestro	Señor,	también	sucede
en	otros	sagrados	advenimientos.	El	padre	adoptivo,	o	el	que	hace	las	veces	de
padre,	es	una	figura	necesaria,	pero	secundaria	en	las	Sagradas	Escrituras,
aparece	como	actor	de	varios	sucesos	en	la	historia,	pero	de	su	vida	personal	no
existe	narración	escrita,	excepto	en	los	libros	apócrifos,	elaborados	por	personas
cercanas	a	Jesús,	tan	genuinos	como	la	Biblia,	pero	tan	ricos	en	escritos	ocultos
que	provocarían	toda	clase	de	polémicas.
En	dichas	obras,	y	específicamente	en	el	libro	denominado	“Evangelio	de	la
Natividad	de	María”,	existen	varios	capítulos	dedicados	a	san	José	y,	entre	ellos,
el	que	se	refiere	a	su	escogencia	para	esposo	de	la	Virgen.	Es	el	que	contiene
más	elementos	esotéricos	y	dice	bastante	sobre	quién	era	José	y	por	qué	fue
elegido.	Veamos:
Capítulo	VIII:	“Y	había,	entre	otros,	un	hombre	de	la	casa	de	la	familia	de
David,	llamado	José,	y	ya	entrado	en	años.	Y,	al	paso	que	todos	fueron
ordenadamente	a	llevar	sus	varas,	él	omitió	llevar	la	suya.	Y,	como	nada	apareció
que	correspondiera	al	oráculo	divino	(ninguna	produjo	flores),	el	gran	sacerdote
pensó	que	había	que	consultar	de	nuevo	al	Señor,	el	cual	respondió	que	de	todos
los	que	habían	sido	designados,	sólo	el	que	no	había	entregado	su	vara	era	aquél
con	quien	debería	casarse	la	Virgen.	José	fue	así	descubierto.	Y,	cuando	hubo
llevado	su	vara	y	en	su	extremidad	reposó	una	paloma	venida	del	Cielo	(es	de
suponer	que	también	floreció	la	vara),	todos	estuvieron	de	acuerdo	con	que	a	él
le	pertenecía	el	derecho	de	desposarse	con	María.	Y,	una	vez	celebrados	los
desposorios,	se	retiró	a	Bethlehem,	su	patria,	para	disponer	su	casa	y	preparar
todo	lo	necesario	para	las	nupcias;	en	cuanto	a	María	la	Virgen	del	Señor,	volvió
a	Galilea,	a	casa	de	sus	padres,	con	otras	siete	vírgenes	de	su	edad	y	educadas
con	ella,	que	le	había	otorgado	el	gran	sacerdote”.
Del	anterior	texto	se	podría	obtener	las	siguientes	conclusiones:
Es	innegable	que	José	es	de	la	familia	real,	que	proviene	del	rey	David	y	del	rey
Salomón.
Tanto	María	como	José	son	personas	de	elevado	rango	dentro	de	la	congregación
a	la	que	pertenecen.
La	vara	que	florece,	no	sólo	en	esta	tradición,	sinotambién	en	otras,	es	la	médula
espinal	con	sus	centros	o	chakras	florecidos	(despiertos).	La	paloma	que	se	posa
sobre	la	vara	revela	que	es	un	ser	iluminado,	con	todos	sus	cuerpos	solares	y	la
energía	crística	ascendida.	El	ave	sobre	la	cabeza	(como	en	el	caso	de	Jesús),
sobre	la	vara	o	el	báculo	del	sacerdote	implica	superioridad	espiritual	y	alto
grado	de	desarrollo	interno.	Esenio	que	se	respetara	era	flexible	como	un	hatha
yoga	hindú,	devoto	como	un	bakthi	yoga	y	conductor	experto	de	las	energías
como	un	tantra	yoga.	Esa	es	la	forma	de	ser	casto	aun	después	de	la	concepción
de	un	hijo,	y	la	formación	de	un	hijo	es	de	índole	absolutamente	sexual;	sin
embargo,	de	un	ser	como	Jesús	es	diferente,	su	tránsito	en	el	tiempo	de	la
concepción,	espera	y	nacimiento	es	especial,	son	dos	maestros	de	luz	que
conciben	el	guía	más	grande	y	excelso	de	la	humanidad.	Su	entrenamiento	es
diferente	al	de	nosotros,	ellos	son	espíritu	manifestado	en	cuerpo,	su	mente	es
libre	de	error	y	su	energía	prima;	sólo	conduce	a	recibir	los	cuerpos	superiores
de	ese	magnífico	ser	que	ya	se	acerca.
Un	participante	de	los	misterios	mayores	puede	concebir	y	dar	a	luz	un	hijo	y
seguir	siendo	casto,	eso	lo	sabe	toda	persona	versada	en	las	ciencias	espirituales.
La	Virgen	María	es	uno	de	los	seres	más	grandes	de	las	dimensiones	superiores	o
planos	superiores,	es	un	ser	consciente	y	perfecto,	destinado	para	grandes
misiones.	Ella	al	igual	que	los	santos	maestros,	participa	en	el	cosmos	de	los
misterios	mayores,	su	alma	siguió	el	camino	de	la	cristificación	tal	como	lo
enseñó	el	mismo	Jesús.	El	misterio	de	la	ascensión	es	muy	ilustrativo,	sólo
puede	mantener	su	cuerpo	por	un	segmento	indefinido	de	tiempo-espacio,	un	ser
que	ha	alcanzado	un	grado	superior	de	cristificación.	La	Virgen	María	es	un
espíritu	cristificado,	por	eso,	los	apóstoles	hablan	del	desarrollo	de	Cristo	en	el
corazón	de	los	hombres.
Signos	y	símbolos	ocultos	del	nacimiento	místico
Jesús,	al	igual	que	los	grandes	seres-guías,	nació	de	una	virgen.	El	señor	Buda
nació	de	una	virgen.	En	la	historia	antigua	de	India,	el	señor	Krishna	nació	de	la
virgen	Devaki	y	sufrió	todas	las	persecuciones	del	Divino	Niño	Jesús.	En	la
mitología	grecorromana,	Perseo	también	nació	de	una	virgen,	para	luego
ejemplarizar	con	su	vida	el	desarrollo	de	sus	dones:	la	espada	(la	fuerza	mental
de	la	voluntad)	y	el	escudo	(el	análisis	permanente	del	error)	para	destruir	a
Medusa	(transmutación	del	error	mental).	Otra	figura	importante	es	Isis,	en
Egipto,	representada	en	aquellos	tiempos	de	forma	muy	parecida	a	la	Virgen
María.	Isis	concibió	a	Horus,	el	dios	Sol,	el	Cristo	de	los	egipcios.	Istar,	o	Astart,
en	Babilonia,	tuvo	a	su	hijo	Tammuz,	gran	figura	entre	los	babilonios	y	muy
similar	a	Jesús	en	su	enseñanza	y	representación.	Y	como	los	grandes	seres	antes
mencionados,	hay	otros	que	nacieron	de	una	virgen.
El	solsticio	de	Cristo
Otra	circunstancia	especial	es	la	celebración	cerca	del	día	correspondiente	al
punto	solsticial	de	invierno.
Pero	¿qué	importancia	tiene	el	solsticio	de	invierno?	Examinemos	la	situación
del	Cielo	en	el	día	de	la	actual	Navidad.	En	el	hemisferio	astrológico	del	norte,
sobre	nuestras	cabezas	se	hacen	visibles	dos	constelaciones	que	tienen	cierta
particularidad:	la	del	Can	Mayor,	que	contiene	a	la	estrella	Sirio	(una	de	las	más
luminosas	observables	desde	este	planeta,	debido	a	su	relativa	proximidad),	y	la
galaxia	Orión,	que	contiene	las	famosas	tres	estrellas	seguidas,	llamadas
popularmente	los	Tres	Magos,	las	Tres	Marías	o	los	Tres	Reyes.	Hay	que	aclarar
que	estas	estrellas	nada	tienen	que	ver	con	la	estrella	que	siguieron	los	Magos
para	llegar	a	Bethlehem.	Posiblemente,	estas	se	han	relacionado
coincidencialmente	con	una	conjunción	planetaria	que	ocurrió	seis	años	antes	de
nuestra	era.
Astrológicamente,	es	absolutamente	comprobable	que	hace	pocos	años	entró	a
regir	en	el	espacio	la	constelación	de	Acuario,	evento	que	tiene	explicación	en	la
precesión	de	los	equinoccios	y	en	el	recorrido	del	punto	vernal,	no	en	los	30
grados	rígidos	de	cada	constelación,	sino	en	los	sectores	del	Cielo	coincidentes
para	todas	las	civilizaciones	antiguas,	de	tal	forma	que	los	segmentos	de	arco	no
son	idénticos	para	cada	grupo	de	estrellas,	ni	los	límites	son	los	establecidos	por
la	astronomía	clásica.	Piscis	regía	anteriormente,	y	en	esta	constelación
exactamente	ocurrió	dicha	conjunción	planetaria	del	Sistema	Solar,	interpuesta
entre	el	planeta	y	Piscis.	Las	tres	estrellas	de	Orión	corresponden	a	los	tres
planetas	de	la	conjunción,	y	la	situación	de	estas	en	el	Cielo	durante	la	fecha
actual	de	celebración	se	constituye	en	un	signo	que	recuerda	el	acontecimiento
astrológico	de	aquel	tiempo.	Ese	mismo	día	apareció,	en	el	extremo	del	cielo
visible,	allí	donde	parece	unirse	el	Cielo	y	la	Tierra,	la	constelación	de	Virgo	que
es	extensa	y	larga,	y	algo	de	la	constelación	de	Leo.	La	presencia	de	la
constelación	de	Virgo	se	relaciona	con	el	misterio	de	la	Virgen	antes	explicado,	y
en	el	caso	de	Jesús	con	la	Virgen	María,	representando	siempre	la	figura
femenina	que	actúa	como	la	madre	del	ser	iluminado,	el	alma	humana	y	el	Hijo-
Sol,	el	espíritu.
Veamos	con	más	detalle	qué	es	el	punto	solsticial	de	invierno.	Las	estaciones
ocurren	por	la	inclinación	del	eje	de	rotación	con	respecto	al	plano	imaginario
generado	por	la	trayectoria	del	movimiento	de	traslación.	En	palabras	más
sencillas,	este	planeta	se	mueve	básicamente	de	tres	formas	diferentes:	alrededor
del	Sol,	y	esto	es	lo	que	determina	los	años;	rota	sobre	sí	misma,	lo	que	produce
la	existencia	del	día	y	de	la	noche;	el	eje	de	la	Tierra	está	inclinado	en	referencia
a	la	traslación,	lo	cual	genera	un	movimiento	de	cabeceo.	Adicionalmente,	la
Tierra	no	se	traslada	alrededor	del	Sol	en	círculo	perfecto,	sino	en	óvalo.	Estos
factores	reunidos,	hacen	que	en	algunos	periodos,	sectores	del	planeta	se	alejen	o
se	acerquen	al	Sol,	y	hay	puntos	en	ciertos	días	del	año	que	indican	la	máxima
cercanía	o	el	máximo	alejamiento	del	Sol;	el	21	de	diciembre,	por	ejemplo,	el
Sol	se	aleja	más	del	hemisferio	norte	y	el	día	es	conocido	como	solsticio	de
invierno.
El	invierno	es	época	de	observación,	de	quietud,	de	trabajo	duro	con	el	espíritu,
de	reflexión	y	de	culminación	de	los	trabajos	antes	preparados,	por	eso,	en
términos	espirituales	o	simbólicos,	Cristo-Niño	nació	en	pleno	solsticio	de
invierno,	después	de	haberse	preparado	todas	las	condiciones	para	que	sucediera
el	gran	acontecimiento.	Nació	además	bajo	el	signo	del	cabro,	que	se	relaciona
con	el	macho	cabrío,	o	sea,	la	lucha	a	muerte	contra	las	fuerzas	del	mal	y	los
errores	psicológicos.	Capricornio	es	el	signo	del	anciano	asceta	que	medita	en
una	cueva	acerca	del	desarrollo	humano,	es	el	signo	de	la	gruta	y	la	decisión
definitiva	de	trabajar	con	los	misterios	de	la	naturaleza.
También	Jesús	tiene	estrecha	relación	con	el	cordero,	que	es	el	símbolo	del	amor,
la	libertad	y	el	sacrificio.	Por	eso,	el	Niño	Dios	nació	de	una	virgen	en	una	gruta
o	establo,	dispuesto	a	trabajar	con	los	misterios	de	la	naturaleza.	Cerca	de	él
había	dos	animales.	Un	borrico,	que	representa	la	mente,	y	no	sólo	en	este	caso:
en	todas	las	alegorías	y	sucesos	históricos,	el	burro	representa	el	estado	mental;
recordemos	al	mismo	Jesús	el	Día	de	Ramos	entrando	a	un	poblado,	montado	en
un	jumento,	esto	significa	que	es	un	Cristo,	que	su	mente	es	totalmente
iluminada	y	perfecta,	que	ya	tiene	dominio	total	sobre	la	mente.	El	otro	animal
es	el	buey,	que	en	todas	las	culturas	siempre	ha	representado	la	semilla	o	la
fuerza	no	elaborada,	o	no	transformada,	de	donde	proviene	todo.	El	Adhara
Chakra	también	es	equivalente	al	mundo	de	los	sentidos.
Estos	animales	le	ayudan	al	Niño-Cristo,	calientan	con	su	aliento	el	ambiente	de
la	cueva,	esto	significa	que	la	evolución	utiliza	todo	lo	que	encuentre	con	el	fin
de	lograr	su	cometido,	en	este	caso,	el	borrico	y	el	buey,	la	mente	y	la	fuerza,	que
generadas	por	las	sensaciones	de	los	sentidos,	también	forman	el	Cristo.
Invierno	y	Capricornio	son	sinónimos	de	trabajo	duro	conel	error,	con	el
dominio	de	la	energía	mental,	y	así	mismo	son	sinónimos	de	cristalización	y
purificación.
¿Qué	significa	el	conjunto	del	pesebre,	la	gruta	o	la	cueva?	Los	cuerpos
inferiores,	principalmente	el	cuerpo	físico,	es	el	sitio	que	carece	de	cosas
suntuosas	e	innecesarias,	allí	lo	que	impera	es	la	reflexión,	la	meditación	y	la
sagrada	misión	de	protección	hacia	ese	Cristo	que	acaba	de	nacer,	que	tiene	que
crecer	y	dominar	a	la	muerte.
De	la	estrella	se	ha	hablado	mucho.	Es	raro	que	guíe	solamente	a	unos	cuantos,
desplazándose	a	mucha	velocidad	y	deteniéndose	totalmente	en	un	sitio
determinado	con	un	brillo	superintenso,	nunca	observado	en	otra	estrella.	Esto
deja	muchos	interrogantes,	pero	la	respuesta	más	probable	está	en	la	presunta
existencia	de	civilizaciones	extraterrestres.	De	cualquier	forma,	la	estrella	es
parte	fundamental	del	significado	místico	de	la	Natividad,	porque	representa	la
iluminación,	la	iniciación	en	los	misterios	mayores	de	la	evolución,	la
santificación,	la	conquista	de	la	inmortalidad.	Es	algo	que	nos	recuerda
permanentemente	que	no	moriremos	jamás	porque	hemos	sido	creados	a	imagen
y	semejanza	de	un	Dios	inmortal,	con	la	materia	incorruptible	de	las	estrellas.
La	epifanía
¿Qué	son	los	Magos	y	qué	significan	sus	regalos?	Históricamente,	siempre	se	ha
sabido	que	existieron	en	la	antigüedad	diversos	escritos,	tanto	entre	los	hebreos
como	en	Oriente,	en	los	que	se	comentaba	que	debería	nacer	el	Maestro	de
Maestros,	el	ser	más	grande	de	la	humanidad,	en	Judea,	exactamente,	en
Bethlehem.
El	término	mago	significa	“sabio”,	“astrólogo”,	“que	hace	milagros	o	prodigios”.
Obviamente,	se	trataba	de	jerarcas	de	órdenes	ocultistas	antiguas,	asirias,	persas
y	caldeas,	que	sabían	calcular	perfectamente	la	alineación	anteriormente	descrita,
y	sus	profecías	tenían	un	objetivo	más	profundo	y	espiritual	que	la	de	su	propio
pueblo.
Los	hebreos	esperaban	otro	Mesías,	un	héroe-líder	que	los	liberara	de	la
dominación	extranjera	y	que	les	diera	dirección	e	identidad	como	pueblo	libre	y
autónomo.	Ellos	pretendían	que	Jesús	fuese	un	profeta	sociopolítico	que
alcanzara	para	su	región	logros	sociales,	progreso	físico	e	independencia;	de
ninguna	manera	esperaban	un	revolucionario	del	espíritu.
En	Oriente	estaban	mejor	encaminados:	sabían	por	sus	profecías	que	estaba	por
nacer	un	guía	extraordinario	del	espíritu,	el	Cristo	de	los	maestros,	ángeles	y
magos	de	las	doctrinas	secretas;	un	ser	que	reuniría	en	su	propia	vida	la	síntesis
de	todos	los	caminos	y	enseñanzas	místicas	y	profanas.
Cuando	visualizaron	con	sus	observaciones	astrológicas	que	había	llegado	el
momento,	se	encaminaron,	sabiendo	exactamente	lo	que	deberían	encontrar.
Melchor,	Gaspar	y	Baltasar	fueron,	supuestamente,	reyes	sabios	que	llegaron
desde	Oriente	para	adorar	a	Nuestro	Señor.	Ellos	también	encarnan	un	aspecto
importante	en	el	camino	de	la	evolución,	representan	la	personalidad	y	la	actitud
general	de	quien	trabaja	seriamente	con	la	conciencia.	Los	peligros	que	ellos	y	el
Niño	Jesús	tienen	que	afrontar,	son	los	constantes	ataques	del	mundo	de	las
tinieblas	que	el	iniciado	debe	soportar,	el	cambio	de	dirección	de	los	Magos	y	su
silencio	sobre	dónde	se	encuentra	el	Niño	señalan	claramente	el	cambio	total	que
experimenta	el	ser	humano	cuando	encuentra	la	verdad,	y	el	silencio	equivale	a
la	prudencia,	el	justo	equilibrio	de	lo	que	se	puede	compartir,	la	conciencia	del
poder	del	sonido,	la	ciencia	sagrada	de	saber	callar.
El	incienso	que	lleva	al	Niño	uno	de	los	Magos,	significa	que	el	Cristo	es	el	más
alto	grado	de	la	mística,	maestría,	sacerdocio	y	santidad;	es	una	sustancia
sagrada	destinada	únicamente	a	la	divinidad.	Muchos	años	antes	de	Cristo	se
quemaba	en	los	templos	sagrados	de	las	más	antiguas	culturas	y	era	elemento
irremplazable	en	los	ritos	y	oráculos;	en	resumen,	el	incienso	es	símbolo	del
ministerio.
El	oro	significa	majestad	y	realeza,	es	el	metal	más	noble,	el	que	menos
reacciona,	el	más	estable	y	el	único	que	puede	representar	el	brillo	dorado	del
espíritu.	Significa	que	lo	superior	dirige	la	materia	y	sitúa	la	presencia	de	Cristo
en	lo	más	alto.	Cristo	es	Rey	de	Reyes,	y	sobre	Él	no	existen	jerarquías,	pues	es
la	cúspide	de	la	pirámide	en	poder	y	mando.
La	mirra	aparece	tres	veces	en	la	vida	de	Jesús:	san	Mateo	escribe	en	su
evangelio	que	fue	uno	de	los	presentes	de	los	Magos;	san	Marcos	habla	de	una
mezcla	de	vino	y	mirra	dada	a	tomar	al	Señor	en	el	momento	de	la	crucifixión;	y
san	Juan	narra	que	también	Nicodemo	utilizó	mirra	para	embalsamar	el	cuerpo
del	Señor.	En	otros	casos	antes	de	Cristo,	también	aparece	en	el	momento	de	la
muerte,	porque	siempre	ha	sido	el	símbolo	de	la	inmortalidad:	la	mirra	es	el
triunfo	sobre	la	muerte,	es	la	resurrección	y	la	perpetuidad	del	espíritu,	indica
que	Cristo	es	eterno,	que	el	alma	se	viste	eternamente	con	diferentes	cuerpos,
pero	es	inmortal	en	esencia	y	sabiduría.
La	existencia	de	los	Reyes	Magos	es,	indudablemente,	uno	de	los	grandes
misterios	de	la	Navidad.	Tres	reyes	de	tierras	lejanas	fueron	guiados	por	una
estrella	hasta	llegar	al	sitio	de	nacimiento	de	Jesús,	es	la	tradición	y	lo	que
comúnmente	oímos	en	los	novenarios,	pero	más	allá	de	lo	común,	es	un	hecho
trascendental	en	la	historia	de	los	evangelios,	una	comunicación	directa	entre	la
existencia	de	Jesús	y	las	grandes	civilizaciones	antiguas.
En	este	punto,	tendremos	que	analizar	la	relación	de	los	antiguos	judíos	con	la
gran	cultura	indoaria	de	Irán,	basada	en	el	conocimiento	del	fuego	de	Ahura
Mazda.	no	solamente	esto,	si	refinamos	nuestra	investigación,	llegamos	al
Imperio	Bactrio	y	al	culto	solar	de	Mitras,	y	en	sus	fronteras	tendremos
necesariamente	que	relacionar	a	los	Magos	con	el	budismo,	que	ya	existía	en
Asia	500	años	antes.
La	historia	de	los	Magos	nunca	fue	bien	acogida	por	los	hebreos	ni	por	los
católicos,	al	contrario,	se	trataba	siempre	de	un	pasaje	que	relacionaba	el
reconocimiento	de	la	figura	del	salvador	por	parte	de	otras	culturas,
posiblemente	paganas.	Además,	teniendo	en	cuenta	la	difícil	situación	política	de
Tierra	Santa	en	aquel	tiempo,	resulta	inadmisible	pensar	por	lo	menos	en	ciertas
palabras:	¿reyes?,	¿de	otras	religiones?,	¿magos?,	¿brujos?	Y	el	asunto	se
complica	si	consideramos	que	los	judíos	sufrieron	la	dominación	persa,
recordemos	que	fueron	deportados	a	Babilonia	siete	siglos	antes	de	Cristo,	con
lo	cual	nacieron	las	famosas	juderías.	Con	este	antecedente,	no	era	bien	recibido
un	jerarca	persa	entre	los	hebreos,	por	cuanto	los	libros	del	cristianismo
primitivo	fueron	escritos	para	ellos	y	para	los	gentiles.
¿Cómo	se	llegó	a	pensar	que	eran	reyes?	Desde	hacía	cientos	de	años	antes	del
nacimiento	de	Jesús	se	sabía.	En	el	salmo	72	podemos	leer	claramente:	“Ante	Él
se	postrarán	los	moradores	del	desierto,	los	reyes	del	Tarsis,	y	de	las	costas
traerán	presentes,	los	reyes	de	Saba	y	de	Seba	ofrecerán	dones,	todos	los	reyes	se
postrarán	delante	de	Él”.	Esta	profecía	fue	escrita	por	David	mil	años	antes	de
Jesús,	y	en	el	nacimiento	se	conoce	la	tradición	de	la	visita	de	grandes	jerarcas
espirituales,	algo	así	como	reyes-sacerdotes.
En	este	punto,	cabe	otra	pregunta:	¿fueron	tres?	Indudablemente,	el	número	de
tres	se	ha	concluido	por	los	presentes	(incienso,	mirra	y	oro),	pero	al	parecer
fueron	más.	Algunas	tradiciones	ocultas	muy	dudosas	nos	plantean	la	posibilidad
de	las	tres	corrientes	derivadas	de	los	hijos	de	Noé:	Sem,	Cam	y	Jafet.	Esto	es
absurdo,	porque	estas	culturas	se	derivan	del	mismo	hebraísmo	antiguo.
Los	reyes	eran	en	verdad	extranjeros.	Lo	que	es	complicado	en	esta	historia,	es
su	calidad	de	“paganos”	o	“herejes”.	Este	fue	un	incidente	tan	“molesto”	para	los
cristianos,	que	más	adelante	se	inventó	todo	un	dispositivo	increíble	para	hacer
saber	que	los	Reyes	Magos	no	eran	herejes,	y	se	creó	un	pasaje	casi	mitológico
en	el	que	el	apóstol	Tomás	los	bautizó	en	sus	muchos	viajes	de	evangelización.
Luego,	Helena,	la	madre	de	Constantino,	declarada	después	santa,
supuestamente	transportó	los	restos	de	los	magos	a	lo	que	hoy	es	Estambul.
Despuésfueron	llevados	a	Italia	y	más	adelante,	en	una	invasión,	fueron	robados
y	llevados	a	Colonia,	en	donde	son	protegidos	en	una	urna.	Para	guardarlos	se
fabricó	una	hermosa	catedral,	aunque	se	diga,	aun	hoy,	que	los	Magos	están	en
Irán	y	que	sus	cuerpos	permanecen	incorruptos;	hechos	por	demás	absurdos.	Por
lo	menos	en	estudios	formales	y	sensatos	a	escala	oculta,	esto	no	puede	ser
tomado	como	serio.
¿Los	nombres	de	Melchor,	Gaspar	y	Baltasar	de	dónde	salieron?	En	la
Antigüedad	existió	un	rey	llamado	Gondofares	(en	griego),	que	reinó	las	tierras
que	hoy	se	conocen	como	Irán,	Pakistán	y	parte	de	India,	allí	se	conocía	como
Vindafarmi,	y	en	Irán,	Gaspar,	rey	místico	y	secreto	del	cual	se	sabe	muy	poco,
pero	con	seguridad	él	es	uno	de	los	Magos:	la	tradición	y	la	educación	de	los
persas	en	astrología	y	conocimientos	herméticos	pueden	afianzar	esta
conclusión.
En	cuanto	a	Baltasar,	el	rey	negro,	existen	teorías	absurdas	y	otras	cercanas	a	la
realidad.	Absurdas,	como	la	de	que	era	un	rey	camita	de	África,	que	resultó	en
Belén	por	accidente;	o	que	fuera	un	monarca	que	reinaba	una	pequeña	tierra	en
las	riveras	del	mar	Rojo.
En	las	tradiciones	ocultas	es	conocido	que	dos	príncipes	dogones	partieron	hacia
Samaria	para	conocer	personalmente	al	hijo	de	Amma,	y	que	su	magnífica
caravana	tardaría	cuatro	años	en	llegar.	En	libros	viejos	apócrifos	se	habla	de	los
dogones,	los	antiquísimos	pueblos	relacionados	con	los	emperadores
extraterrestres	egipcios,	venidos	de	las	dos	estrellas	más	grandes	del	complejo	de
Sirio,	de	allí	llegaron	y	sembraron	la	primera	raza	raíz	negra-azul;	los	padres
originales	de	las	migraciones	azules.	Los	dogones	todavía	hablan	del	principio
de	la	gente,	creada	a	partir	del	“huevo	del	mundo”,	su	tradición	oral	aún	hoy	es
tan	fiel,	que	casi	se	puede	oír	sin	necesidad	de	interpretaciones,	que
desembarcaron	de	naves	esféricas.	Esos	príncipes	son	los	que	posiblemente
encajan	con	Baltasar,	nombre	que	seguramente	se	deriva	de	Baratoras,	según	los
etíopes,	o	del	Badadakarida	de	los	sirios,	que	luego	se	convertiría	en	Bithisarea	y
posteriormente	en	Baltasar.
En	cuanto	a	Melchor,	al	parecer	puede	estar	relacionado	con	los	medos.	Sería	el
seudónimo	del	heredero	del	trono	de	Sargón,	la	famosa	y	oculta	al	mismo	tiempo
Hermandad	de	Sarmán,	curiosa	por	sus	conocimientos	energéticos	de	chinos,
hindúes	e	himalayos,	mezclados	con	el	culto	mazdeísta.	En	sus	tradiciones	más
ocultas	se	habla	del	“delegado	de	Sargón,	emisario	del	fuego	de	Sarmán”,	son
hermosas	historias	de	los	verdaderos	Reyes	Magos	en	los	que	las	líneas
divisorias	de	China,	India,	Egipto	y	Grecia	se	hacen	borrosas	porque	la	esencia
de	la	espiritualidad,	en	las	distintas	latitudes,	es	lo	mismo.
Para	el	común	de	la	gente,	la	historia	de	los	Magos	se	remite,	o	se	resume,	en	las
escasas	líneas	o	pistas	que	aparecen	en	la	Biblia,	en	la	que,	dicho	sea	de	paso,	no
aparece	en	todos	los	evangelios.	La	razón	es	obvia,	esto	de	los	Reyes	es
considerado	misterioso	e	indefinido,	y	al	involucrar	a	otras	tradiciones	puede
avalar	otros	métodos	de	salvación	y	llegar	a	la	temida	herejía.	Sin	embargo,	para
el	cristianismo	primitivo	ese	miedo	no	existía,	¿cómo	podría	Clemente	de
Alejandría,	conocido	padre	de	la	Iglesia	primitiva,	doscientos	años	después	de
Cristo,	negar	las	predicciones	exactas	acerca	de	la	llegada	de	Jesús,	claras	y
perfectas,	pero	de	origen	mazdeísta?	Jamás	las	negó,	al	contrario,	recomendaba	a
los	jerarcas	averiguar	por	los	famosos	“Oráculos	de	Jistaspe”,	en	los	que
quedaría	manifiesta	la	alianza	de	algunos	a	Jesús,	y	la	oposición	de	muchos.
No	solamente	los	“Oráculos	de	Jistaspe”,	también	los	apócrifos	y	otros	textos,
declarados	heréticos	después	del	año	300,	dejan	en	evidencia	grandes
organizaciones	ocultas	negativas,	manipuladoras	de	masas	y	gobiernos,	con	gran
poder	económico	e	ideológico;	y	en	contraposición,	también	las	hermandades
blancas,	portaestandartes	de	la	verdad	y	de	la	evolución	del	género	humano.
Muchos	han	estudiado	los	“Oráculos	de	Jistaspe”	y	han	tratado	de	averiguar	su
autenticidad,	es	un	documento	genuino.	Se	ha	verificado	que	es	precristiano,	por
lo	menos	data	de	500	años	antes	de	Cristo.	Del	texto	se	habla	de	un	autor:	el
mismo	Zoroastro	o	Zarathustra	fue	quien	se	lo	dictó	a	sus	discípulos,	esto	es
conocido	por	los	parsis,	hoy	en	día	en	Oriente	entero,	tanto	en	Irán	como	en
India	y	Pakistán.
En	el	oráculo	se	habla	claramente	de	la	llegada	del	Salvador	o	Rey	del	Mundo.
Dice	la	profecía	que	nacerá	de	una	virgen	purísima	y	la	señal	de	su	nacimiento
aparecerá	en	el	cielo	en	forma	de	una	estrella.	Y	dice	algo	más:	esa	luz	más
brillante	que	el	Sol	se	detendrá	sobre	su	cabeza,	luz	que	proviene	de	sus	propios
padres	del	Cielo	negro	y	azul.
En	la	misma	profecía	se	da	el	mandato	expreso	de	ir	a	visitarlo.	Los	mismos
descendientes	de	Zoroastro	fueron	mandados	a	Tierra	Santa	a	llevarle	presentes.
Sacerdotes	y	reyes	parsis,	de	las	antiquísimas	tradiciones	del	Avesta	y	del	culto
de	Ahura-Mazda,	se	refieren	al	mismo	Dios	al	que	los	cristianos	llamarían	el
Padre	de	la	Santa	Trinidad,	o	Jehová,	o	Ieve	de	los	judíos.	Se	da	la	orden,	en	el
manuscrito	de	Jistaspe,	de	llevar	el	conocimiento	del	fuego	y	un	misterioso
“libro	del	hijo”	del	que	nunca	se	ha	sabido,	solamente	se	sospecha	que	puede	ser
el	oculto	“Libro	de	Set”.	No	solamente	entre	los	parsis	se	habla	de	este	presente
misterioso.	Existe	un	libro	bellísimo	que	tiene	1.600	años	de	antigüedad,	es
decir,	400	años	después	de	Cristo.	Se	llama	“El	libro	de	Jesús	Niño”,	conocido
por	los	ocultistas,	es	armenio	y	nos	habla	del	viaje	de	parte	de	los	Magos	y	del
misterioso	objeto	hecho	de	oro	y	pigmentos	rojos	y	azules	sobre	vitela	de	cabra
entregado	a	la	Virgen	María	y	al	patriarca	José.
Este	“Libro	de	Set”	no	tiene	origen	egipcio,	como	suelen	decir	muchos
investigadores.	Recordemos	que	en	la	tradición	oculta	antigua	existen	dos
figuras	a	las	que	se	dio	el	nombre	de	Set:	en	Egipto	era	el	dios	Set,	cabeza	y
representante	de	las	fuerzas	del	mal	y	de	la	furia	de	la	naturaleza;	en	las
tradiciones	hebreas	era	el	tercer	hijo	de	Adán	y	Eva,	nacido	después	de	la	muerte
de	Abel.
Es	prudente	aclarar	que	cuando	hablamos	de	Adán	y	Eva,	estamos	refiriéndonos
a	una	civilización-raza	y	sus	hijos	son	subrazas	de	esos	grupos	humanos.	Cuando
se	hace	alusión	al	“Libro	de	Set”,	llevado	por	los	Magos	hasta	el	lugar	de
nacimiento	del	Señor	Jesús,	se	trata	del	Set	hebreo,	que	no	tiene	ninguna
relación	con	el	egipcio.
¿Qué	dice	ese	libro	de	los	hijos	de	Adán	que	fue	llevado	a	Jesús	por	los	Magos?,
¿qué	relación	existía	entre	los	hebreos	y	los	parsis,	y	cuál	entre	los	Magos?,
¿cuántos	eran	los	Magos	y	de	dónde	provenían?;	esa	estrella	de	la	que	hablaban
los	“Oráculos	de	Jistaspe”,	¿qué	era?;	¿a	quién	se	le	ocurrió	que	serían	los
presentes?
Generalmente	se	piensa	que	el	tema	de	los	Magos	es	mencionado
tangencialmente	en	la	Biblia	y	que	no	tiene	una	plataforma	de	historia	ni
continuidad.	Esto,	como	podemos	ver	no	es	cierto:	es	entendible	el	miedo	de	las
grandes	religiones	al	pensar	que	en	el	análisis	de	las	tradiciones	y	sucesos	salga	a
la	luz	algo	que	pueda	ser	considerado	como	herético,	obviamente,	sin	serlo.	Y	es
que	las	grandes	corrientes	religiosas	nacieron	de	hechos	extraordinarios,
catalogados	en	casi	todas	las	oportunidades	como	magia;	los	ejemplos	están	en
la	historia.	Basta	sólo	con	recordar	la	cábala	entre	los	hebreos,	el	sufismo	y	los
islámicos,	el	hinduismo,	reafirmado	y	seguido	por	el	budismo	y	los	libros	y
tradiciones	ocultas	del	cristianismo	primitivo,	sus	concilios	secretos	y	la
estructura	religiosa	inicial,	absolutamente	distinta	a	las	frías	normas	actuales	de
inspiración	exclusivamente	mental	y	humana.
Regresando	al	misterioso	libro	encargado	a	los	Magos	para	entregar	a	Jesús,	el
“Libro	de	Set”,	también	llamado	“Apocalipsis	de	Adán”,	es	un	escrito	que
recoge	las	enseñanzas	de	Adán	a	su	hijo	Set.	Dicho	de	forma	que	se	entienda:	es
la	civilización	denominada	“adámica”	que	pasa	su	sabiduría	energética	a	sus
pueblos	derivados.
El	“Libro	de	Set”	es	un	texto	absolutamente	oculto	yextraño	en	su	estructura,	su
filiación	es	mazdeísta.	Resulta	curioso	que	un	libro	hebreo	que	habla	sobre	Adán
y	su	hijo	sea	rechazado	por	los	cristianos,	no	obstante,	en	las	tradiciones	místicas
se	constituye	en	uno	de	los	presentes	del	pesebre	y,	sin	explicación	alguna,	habla
de	las	encarnaciones	de	Zoroastro.
¿Creerían	ellos	que	Jesús	era	una	encarnación	de	Zoroastro?	Esa	puede	ser	una
obvia	interpretación,	el	error	de	leer	los	textos	a	letra	muerta.	¿Por	qué	han
interpretado	esto?	Porque	justo	en	la	sección	central	del	“Libro	de	Set”
encontramos	algo	que	se	denomina	el	“escrito	de	los	sellos”,	y	en	él	se	señala	a
las	personas	que	en	el	futuro	se	encargarían	de	la	custodia	de	fuego	de	Aura
Mazda.	En	ese	libro	se	encuentran	los	patriarcas	que	recibirán	de	labios	a	oídos
los	secretos	del	conocimiento	sagrado	de	la	alquimia.
Los	Magos	no	eran	solamente	tres,	provenían	de	diversos	sitios	y	eran	varios.
Eran	originarios	de	Siria,	Persia	y	Caldea,	pero	también	llegaron	desde	India,
Bactria,	Babilonia,	Grecia,	Armenia	y	desde	África,	de	la	tierra	de	los	dogones,
también	de	Etiopía	y	de	Egipto	y,	aunque	su	origen	era	distinto	y	lejano,	los
mazdeístas	tendrían	los	mapas	y	los	listados	de	todos	los	Reyes	Magos	y	los
respectivos	presentes	que	deberían	entregar	al	Señor	Soshyans,	es	decir,	a	Jesús.
¿Por	qué	tanta	relación	entre	los	mazdeístas	y	el	cristianismo	primitivo,
exactamente	con	la	visita	de	los	Magos?	La	razón	es	obvia:	en	el	mazdeísmo
existía	la	antigua	creencia	de	que,	después	de	doce	jerarcas,	Zoroastro	encarnaría
de	nuevo	en	la	tierra	de	Sem,	cuando	la	constelación	de	Virgo	primara	en	el
medio	cielo	y	la	estrella	guía	llegara	y	anunciara	a	todos	“por	separado”	el
momento,	y	luego	de	que	se	encaminarán,	la	estrella	brillaría	en	la	tierra
correspondiente	a	Palestina.
Una	luz	extraterrestre
¿Qué	era	esa	estrella?	Un	suceso	cósmico	de	esas	características	es	imposible,
sin	embargo,	en	dos	mil	años,	muchos	se	han	interesado	por	el	asunto.	Kepler,
por	ejemplo,	a	principios	del	siglo	XVII,	intentó	explicar	una	súper	conjunción
de	Júpiter,	que	luego	sería	corroborada	en	el	siglo	XX.	Este	fenómeno	estelar,
que	en	vedad	ocurrió,	no	coincide	con	las	particularidades	de	la	estrella,	tampoco
es	un	cometa	que	apareció	en	la	época	del	nacimiento	de	Jesús:	un	cometa
simplemente	describe	un	arco	de	observación	en	el	Cielo,	pero	jamás	tiene	la
maniobrabilidad	de	presentarse	en	varios	sitios	y	luego	desplazarse	en	un	solo
sentido	hasta	quedar	en	un	punto	fijo.	Esto	lo	podemos	leer	claramente	en	el
“Evangelio	Apócrifo	de	la	Infancia”,	de	origen	armenio,	es	más,	en	él	podemos
ver	que	la	estrella	desaparecería	convenientemente	en	momentos	de	peligro.	Los
evangelios,	tanto	el	de	la	Infancia,	como	el	Apocalipsis	de	Adán,	estaban
escritos	en	lengua	semítica,	pasaron	luego	a	copto	y	se	tradujeron	después	al
griego,	pero,	¿cómo	saber	que	esos	libros	tan	viejos	eran	auténticos?	Todas	las
dudas	se	disolvieron	cuando	aparecieron	en	el	año	1945	los	libros	de	Nag
Hammadi	de	indiscutible	autenticidad,	uno	de	ellos	era	precisamente	el
Apocalipsis	de	Adán.
Por	más	que	tratemos	de	dar	interpretaciones	a	la	estrella,	siempre	llegaremos	a
la	conclusión	del	ovni;	es	la	explicación	que	más	concuerda	con	esta	realidad.
Algunos,	inclusive,	por	miedo	a	tener	que	admitir	la	intervención	de
inteligencias	extraterrestres,	han	asociado	la	estrella	que	aparece	en	varios	libros
apócrifos,	con	la	columna	de	fuego	que	guió	al	pueblo	elegido	en	el	desierto,
descrita	en	el	Éxodo,	comparación	que	no	viene	al	caso,	por	su	gran	diferencia.
El	asunto	de	la	estrella	es	por	demás	interesante,	pero	lo	es	más	la	relación	que
tienen	los	Magos	en	la	educación	de	Jesús	en	sus	años	ocultos,	y	su	concepto	de
unión	de	las	grandes	corrientes	espirituales.
La	esencia	de	los	Magos,	en	su	visita	a	quien	partiría	en	dos	la	historia	de	las
civilizaciones,	nos	lleva	inmediatamente	a	formular	la	pregunta:	¿los	Magos
visitaron	al	Niño,	le	entregaron	los	presentes	y	desaparecieron?,	¿no	se
contactaron	de	nuevo	con	la	Sagrada	Familia?	Estamos	tan	acostumbrados	a
pensar	en	la	historia	fría	y	rígida	que	nos	han	contado	durante	años	y	años,	que
para	nosotros	es	difícil	imaginar	algo	diferente.	Recordemos	que	tanto	la	Virgen
María	como	san	José	provenían	del	linaje	real	del	rey	Salomón.	La	Virgen	María
tenía	la	educación	exquisita	que	las	familias	hebreas	destinaban	para	sus	hijas,	y
san	José	era	un	sacerdote	y	patriarca,	conocedor	de	la	cultura	mosaica.	Los	dos
crecieron	en	medio	de	la	mística	sabiduría	de	la	Cábala,	sus	almas	alcanzaban	un
nivel	de	evolución	muy	alto	en	el	momento	de	la	llegada	de	Jesús.	Algunos
discuten,	o	aún	se	preguntan	que,	si	eran	descendientes	de	reyes,	¿era	posible
que	fueran	tan	pobres?	Hoy	se	sabe	que	cada	figura	del	establo	o	pesebre	es	una
alegoría,	pero	más	allá	de	esto,	¿qué	puede	importar	algo	tan	insignificante	como
la	riqueza	material	para	seres	tan	evolucionados	como	la	Virgen,	san	José	y
Jesús?
Al	visitar	al	recién	nacido,	los	Magos	conocían	de	sobra	su	procedencia	y	la
estatura	espiritual	de	sus	padres.	Iniciaban	en	esa	visita	la	entrega	del	registro
espiritual	destinado	al	Señor,	ellos	serían	los	encargados	de	presentar	al
Adorable	Salvador	del	mundo	las	diversas	corrientes	evolutivas	o	los	distintos
caminos	para	llegar	a	la	realización,	incluido	el	camino	oculto	de	la	suma	de	las
viejas	enseñanzas	estudiadas	durante	los	últimos	tres	mil	años	por	alquimistas	de
todas	las	latitudes.
Esta	es	la	Suma	de	Nuristán,	el	pueblo	secreto	de	Afganistán	que	permaneció	en
las	cavernas	de	las	inmediaciones	de	Kabul,	hasta	el	principio	de	la	revolución
rusa,	hace	casi	cien	años.	Hoy	viven	en	secreto	entre	India	y	Birmania	(en	la
frontera),	ellos	también	fueron	emisarios	de	la	época	de	Jesús,	se	contactaron
con	la	Sagrada	Familia	para	llevar	las	Tablas	de	los	Puntos	en	Común	y	los
Libros	de	las	Equivalencias,	también	las	Palmas	del	Destino	de	Jesús
provenientes	de	Bangla	Desh.	En	este	punto	se	unen	todas	las	tradiciones
indoarias:	drávidas,	hindúes	posteriores,	iraníes	y	hebreos.	Del	pueblo	de
Zoroastro,	toda	la	sabiduría	de	la	alquimia	de	aura	mazda,	el	conocimiento	del
tantra	sagrado,	puro,	sin	interpretaciones	y	sin	sesgos.	De	Babilonia	lo	iniciaron
en	el	camino	de	las	tablas	y	medidas	astrológicas,	dejadas	por	civilizaciones
extraterrestres	hace	miles	de	años	en	épocas	de	Marduk.	De	los	mismos	hebreos
recibió	las	bases	de	la	sabiduría	de	la	magia	blanca,	que	podemos	leerlo	en	el
apócrifo	de	la	infancia,	en	su	primigenio	lenguaje	armenio,	de	donde
probablemente	se	deriva	la	tradición	de	la	Adoración	de	los	Reyes	Magos	o	de	la
Epifanía.	Aquí	encontramos	a	Melkor,	de	donde	viene	Melchor,	uno	de	los
conocidos	Reyes	Magos,	más	exactamente	en	armenio	Melkión	o	Melkisén,
nombre	que	se	deriva	claramente	de	Melkisedek,	el	famoso	rey-	sacerdote	de
Shalém,	que	creó	entre	los	antiguos	hebreos	una	hermandad	secreta	en	tiempos
de	Abraham,	su	escuela	se	dedicó	a	estudiar	los	secretos	profundos	de	la	Cábala
y	su	coincidencia	con	los	chakras	y	los	mantras	védicos.	De	esta	escuela	era
Melkisén,	Melkión	o	Melchor,	como	lo	conocemos,	quien	fue	el	emisario	de	la
magia	hebrea.	De	los	dogones	recibió	el	conocimiento	de	los	secretos	de	Sirio.
De	los	egipcios,	la	sabiduría	del	desdoblamiento	y	de	la	muerte.	De	Grecia	y
Siria,	las	claves	atlantes	secretas	de	la	mente.
Coincidencias	en	los	nacimientos
Durante	toda	su	vida	oculta	(desde	la	presentación	en	el	templo	hasta	la
aparición	en	las	Bodas	de	Canaá),	Jesús	viajó	a	distintos	sitios	de	Oriente,
África,	Asia	Menor	y	sur	de	Europa,	para	registrar	el	akásico	evolutivo	de	la
Tierra.	Él	no	tendría	que	aprender,	sólo	registrar	esas	ciencias	del	alma	y	de	la
iluminación,	recorrer	los	espacios	y	la	sabiduría	del	conocimiento	milenario	de
la	conciencia,	las	tierras	de	los	Reyes	Magos,	las	pautas	de	la	evolución	y	del
despertar;	esa	era	la	esencia	y	la	clave	de	su	misión.
Los	misterios	que	rodearon	al	nacimiento	del	Redentor	se	han	repetido,	no	con
los	mismos	hechos,	pero	sí	con	otros	asombrosamente	correspondientes

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