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LA IMPORTANCIA DEL CUICACALLI EN EL SISTEMA EDUCATIVO DEL IMPERIO MEXICA INTRODUCCIóN El presente trabajo estrí basado exclusivamente en la información que encontramos presente en los autores del siglo XVI que trataron del Imperio Afeca o Mexic4 dest¿cando que todos ellos ensalzan la importancia de la educación y mencionan sus principales cenÍos educati- vos. Ninguna cosa mqs me hq admirado ni parecido más digna de alabaraa y memoria, que el cuidado y ordm que en criar a sus hijos tenían los mexica. Porque en- tiendo bien que en Ia crianza e institución de la niñez y juvenlud consisfe tada la buena esperanza de tma repú- blica (...) dieron en apartqr sus hijos de regalo y liber- Íad, que son las dos pestes de aquella edad, y en ocapar- Ios en ejercicios provechosos y honestos,l Consideradas las cosas dichas en este capítulo con ánimo justo, bien hay cosas en que tomen ejemplo los cristianos de estos infeles, como los señores criaban a sus hijos é hijas en buena disciplina, é honestidad é castigo.z La educación de h juventud (...) fue tal entre los mesi- canos que ella por sí basla a confundir el orgulloso desprecio de ciertos críticos que ímaginan reducido a los Iímites de Europa el inperio de la razón (...) el celo que tenían en h educación de sus hijos debe confundir Ia negligencia de nuestros padres de fanilia, y muchos de los doclmenlos que daban a su juvenlud Wedan servir de lecciones a Ia nuestra.3 Los gobemantes mexicas, conscientes de la importan- cia de la educación para el sostenimiento de su Imperio, impartieron una serie de normas y leyes que les permitie- ron controlar ésta, e inculcar en sus súbditos un nuevo concepto de Ia vida y una nueva versión de la historia de su pueblo. Así, durant€ el gobierno de Itzcóatl, una vez vencidos los tepanecas de Azcapotzalco y sometidos los señoríos de Xochimilco, Cuitláhuac y Chalco; se decidió consolidar el poder mexica por medio de una reforma ideológica que consistió en la supresión de los datos historicos existentes hasta entonces, y la creación de una historia nueva donde los mexica ocupasen el lugar pre- ponderante. Para ello, se ordenó quemar todos los códi- ces o libms de pinturas que recogieran la historia de los I Acost¡, Joseph dei Histofia Natural ! moral de tas Indiat, FCE, México, 1985, p.315. 'z Motolinia, F¡ly To.ibio de Benavente Meño¡i¿ler. Ediciorcs Atla3, Madrid, 1970, p. 135. I Clavijero, Fraocisco lavidi Hbtoria Antígua de Merico. Editoial PomiE Mexico, 1982, p. 201. JUAN JosÉ BATALLA RosADo Universidad Complutense de Madrid pueblos vencidos y los propios códices mexicas que reflejasen la poca importancia de su pueblo, con el fm de sustituirlos por otros en los cuales se ensalzase el nuevo poder actual, pero dotrindolo de una nueva "conciencia histórica". Es decir, modificaron simple y llanamente la historia. Debido a este deseo del Estado por dar una nuev¿ ver- sión de su historia a su pueblo, durante el reinado del q|iD'to tlatoani, Motecubzoma Ilhuicamin4 sucesor de Itzcoatl, se dicto la siguiente ley: 'Aunque la corte real de México estaba en policía, orden y concierto, y se vivía con gran crianza y temor, y con gran cuidado de que no hubiese males ni desorden, quiso y fue la voluntad del rey que hubiese ordenanzas y leyes y premáticas particulares, por donde los demás reyes se rigiesen y gobemasen, dejando ordenado lo que en adelante se habia de guardar, las condiciones y mane- ras de vivir que cada uno en su estado había de guardar y cumplir, ordenando su república cuanto mejor fue posi- ble, conforme a sus antiguas costumbres. (...) Ordena¡on que hubiese ert todos los barrios escuelas y recogimientos de mancebos, donde se ejercitasen en la religión y buena crianza en penitencia y aspereza y en buenas costumbr€s, y en ejercicios de guerra y en traba- jos corporales, en ayunos y disciplinas, en sacrificane, en velar de noche; y que hubiese maestros y hombres ancianos que los reprendiesen y corrigiesen y castigasen y mandasen y ocupasen en cosas de ordinarios ejercicios y que no los dejasen estar ociosos, ni perder tiempo, y que todos estos mozos guardasen castidad en gfandísimo rigor, so pena de la vida'¡. Con ella, la enseñanza estatal mexica quedaba oficial- nente constituida y conholada por el Estado, con lo cual podemos afrmar que nos encontramos con unos gober- nantes conscientes de la importancia que la educación tenla y tiene para el m¿ntenimiento del poder y el orden establecido. TIPOS DE EDUCACIÓN Los mexicas comenzaban a educar a sus hijos desde edades muy tempranas, por ello podemos hablar de dos tipos de enseña¡za: doméstica y escolar o estatal. La educación doméstica s€ da en cualquier cultura po¡ poco desarollada socialmente que esté, y no es mrás que 4 Du¡in, fi'ay Dicgo: ¡¡i¡ loria de las Indias de N eva España e Islas de la Tierra F¡rt te.2 voh. Editorial Pomia, México, 1984. Histori4 cap. )O(VI, p.213. JUAN JosÉ BATAI.L"A RosADo el aprendizaje que un niño recibe por parte de sus mayo- ¡es con el fin de que se sienta incluido en la sociedad donde va a desarrolla¡ su existencia y no se encuentre inadaptado a la misma. Consiste en adquirir aquellos rasgos culturales que definen una sociedad, como por ejemplo el idioma, costumbres, compofamientos socia- les, sexuales, familiares, etc. En cambio, en la educación escola¡ interviene directa- mente el Estado, con lo cual puede y suele estar dirigida a una serie de intereses, tanto por parte del propio go biemo, que siempre tenderá a que el educando favorezca su funcionamiento; como por parte de la persona.a edu- car, que intentará sacar el miíximo partido a su educa- ción. Así, en la sociedad mexica el homb¡e nacía predestina. do por decisión estat¿l para la guena'. "tu oficio y facul- tad es la guerra, tu ofnio es dar a beber al sol con san- gre de los enemigos, y dar de comer a la tierra (...) con los cterpos de tus enemigos"s; mientras que la mujer tenía como función principal el cuidado de su hogar y familia'. "habéis de estar dentro de la casa (...) habéis de ser Ia ceniza con que se cabre el fuego en el hogar; habéis de ser la trébedes donde se pone la olla (...) oquí habéis de trabajar; vaestro ofcio ha de ser traer agua y moler el maíz en el metale; allí habéis de sudar, cqbe la ceniza y cabe el hoga/6. El paclre se hacía cargo de la educación doméstica de su hijo, mientras la maclre lo hacía de su hija. A los varones se les enseñaba a a',udax a sus padres en la agricultur4 pesca, cazq conducción de canoas y cualquier otro tipo de actividad económica necesaria para la subsistencia alimenticia de la sociedad. Los hijos de artesanos se dedicaban al aprendizaje de los oficios de los padres, ya que "lo más común era darles el olicio y trabajo de que su padre usaba'tr. Las madres enseñaban a sus hijas a hilar, tejer, moler, barrer, hacer la comid4 etc.; es decir, las labores propias de un hogarE. Pero en este tipo de educación los padres no se limita- b¿n a enseñar a los hijos e hijas los medios necesarios para desenvolverse en la economía de la sociedad, sino que existía una enseñanza moral respecto a los modos de comportarse tanto en el hogar como en la comunidad. Este sistema pedagógico se basaba e¡ los huehuetlatolli o 'lalabras de los viejos". En ellos, se observan los con- ceptos que poseían los mexicas del mundo, del hombre, de la vida, de las virtudes y bajezas humanas, de la sexualidad, etc. Estas pláticas no eran algo irnprovisado, sino discursos que se transmitían o¡almente de padres a hijos, como uno de los mejores métodos de educar mo- 5 Saha8riq ñ¡y Bema¡dino dei Eistofio Generul de las cosas de Nueva España. Editonal PoÍi?.. México, 1982, Libro Vl, cap. )OOí, p. 384. 6 lbíden, p. 385 . 1 Motoliñiai Memoriales, 2' pafte, aap. 4, p, 135, 3 La m€jor fu€nte con la que contamos para comprcnder el sistema educativo doméstico y escola¡ de los tnexicas es el denornrnado Códice Mendoza (rcalizzdohacia 1542). En su tercem parte (folios 57v a 7lv) plasm& mediaEte piDtu¡'as y comentarios escritos de las mismas, la vida delhdividuo mexica desde qüe nacia hasta que alcanzaba la vejez. Codex Meidozo. Fra¡ces F. Berd¿D y pabicia A¡awalr (edi!ores), 4 vols. University of Cslifomiá Pr€ss, B€¡keley, Los A¡geles, Oxfo¡d, 1992. r¿lmenie a los niños. De este modo, en todos subyacen pautas de comportamiento que la sociedad mexica consi- deraba como idóne¿s pam su continuidad. Respecto a la educación escolar se impartia en centros docentes o "escuelas" estatales con la pa¡ticipación de sabios, sacerdotes especializados en materias que se enseñaban en los mismos y militares. Conforme a la opinión de los especialistas, las dos instituciones de enseñanza más importánies del México Antiguo eran el calmecac y el telpochcalli. El primero de ellos bajo la admonición del dios Quetzalcoatl, dedicado a la educa- ción superior artística y religiosa, y el segundo bajo la protección del dios Tezcatlipoc4 como centro de ins- trucción guerrera. En cuarito a la edad en que los niños eran enviados a ambas escuelas, no existe conformidad entre las fuentes, ya que se encuenfan edades muy dispares. Así, Motoli- nía sostiene qve "en destefanlo los niños, ó a los cinco años, luego mandaba el señor que sus h{os varones fuesen llevado al templo a servir a los ídolos y allífuesen doctrinados (...)"e. Por otra parte, &ay Bemardino de Sahagún indica que "cuando el niño llegaba a diez o doce años metiánle en la casa del regimimto que se llamaba calmecac"¡o. Por último el Códice Mendoza especifica que cuando los niños tenían quince años de edad eran entregados por sus padres, bien al calmecac o bien aI telpochcallit\ . Los calmecac se repartían por lodas las provincias dominadas por los mexicas¡2, con lo cual no existía el centralismo educativo en México-Tenochtitlan, lo que nos hace pensar que, en cuanto una región quedaba suje- ta a su dorninio, se establecían en la misma centros edu- cativos para, con toda seguridad, enseñar a los hijos del pueblo conquistado de acuerdo con la ideología mexica y evitar así posibles rebeliones. Al mismo podían asistir tanto los hijos de los nobles como los de macehuales, aunque lógicament€ estos últimos acudían en su mayor parte al otro centro educativo, el Telpochcalli; pues la educación que se impartía en el calmecac tenía por obje- to tres fnalidades claras: es la institución donde se "crl- an los que rigm, sefiores y senadores y gente noble, que tienen cargo de los pueblos; de allí salen los que poseen ahoro los estrados y siltas de la Repúbtica"r3, es el lugar donde se educan "/os gue están en los ofcios militares"ta y es el centro de formación de donde salían "los minis- tros de los ídolos"ts. Parece claro que los alumnos de esta institución, una vez terminado su aprendizaje, se convefían en dirigentes del pueblo, oficiales del ejército o sac€rdotes de los templos, es decir, eran los más altos dirigentes de la nación. e Moto\i¡iai Memoriaks,2' pafE, cap. 3, p. 133. r0 S¿hagún: It¡rtor¡¿. Libro VIII, cap. XX, p. 4??. tt Códíce Mendoza: folio 6l¡. Aul4ue Ia glosa de esie folio los d€fme como cabnecac y c icacallí, como ver€mos posterio¡úente, los edifi- cios representados son el calmecac y el telpochcalli. t' sahaeún: Ilbtoria.Liwo II, apéndice Iv, p. 169. t1 lbíden,Libto Yl, cap. xL, p. 403. to Ibídarr. ts [bídem,Libto lll, cap$ IV y VIf, p. 208 y 2l l. 28 La iñportancía del d/lcacalli en el sittema educatiw del imperio ñexica La vida en el calmecac tenía dos aspectos, el discipli- nario y el educativo propiamente dicho. Dentro del pri- mero se puede distinguir a su vez el adiestramienio fisico de la disciplina de canácter religiosa. A través de diversos cronistas, como fray Bernardino de Sahagún y Francisco Hemández sabemos qué materias se impartían en el mismo. "(...) Ies mos*aban a los muchachos (a) hablar bim y saludar, y hacer reverencia, y el que no hablaba bien o no saludaba a los que se encontraba, o estabqn úasenta- dos, Iuego le punzaban con espinqs de naguey. (...) les enseñaban todos los versos de canto, para cantar, que se llanaban divinos canlos, los cltales versos estabqn escri- to_s en sus líbros por caracteres; y más les enseñaban Iq astrología indiana, y las inferpretaciones de los sueños y la cllenta de los años"t6. "Eran reseñados allí a decir la verdad y o hablar con elocuencia; a saludar a los que se encontraban: a reve- renciar a los ma)nres y los viejos, y ctando hacían esns cosas de mala gana o ho praclicqban la enseñataa con Ios hechos, eran pinchados con aguijones; se les instruía ademas en los ainticos que llaman dívínos, que conser- vabon escrítos en papel con letas jetoglíJicas (que tam- bün les enseñaban a dibujar). Aprendían ssimismo la caenta del tiempo, el arte de augurar y aquella parte de la astrología que da respuesla a la,s cosas futuras y pre- üce los acontecimientos lejanos. Y mós aún, de bs sacerdotes la doctrina de ínlerpretar los sueños, tal aaql éstos Ia habían recibido de los mayres (...1'. Finalmente, hemos de reseñar que los jóvenes dejaban el calmecac para contraer mafimonio, hacia los veinte años de edad, o para ir a la guerra. El celibato sólo lo practicaban si decidían dedicarse a la vida sacerdotal, ya que man¡enerse soltero después de haber cumplido esos años estaba muy mal visto por la sociedad mexicar8. Respecto al telpochcallí, era un centso que tenia por objeto preparar a los muchachos "para las cosas de la guerra"t", Fray Toribio de Benavente indica que cada calpulli disponia de ss telpochcalli¿o y para Sahagún "cqda parroguia tenla quhce o diez casas del telpochca- llf"' . En la misma lfnea, Francisco Hemández nos da la información referente a que '?aá ía en caalquier poblado mexicono cinco casas del telpochcallf'zz . En cuanto a los alumnos que recibían su educación en el telpochcalli, se puede afmnar que al contrario de lo que ocurría en el calmecac, la mayoría eran hijos del pueblo llano, pero las fuentes también mencionan que los hijos de nobles se educaban en estos centros: "os roga- mos que le recibáis y que toméis por hlo, para entrar y t6 lb{den, Libro lll, cap. VIII, p, 2 14. tt Hefrtá¡d.z, Frar¡ciJrcot tntigúedada de la Nueva España. Hist{trit 16, Mad¡i4 19E6, Libfo I, cap. V, p. 59. t3 Motolmí¿i Hbtoria,T p¡ne. cap.4, p. 136. re Sahagútr: ¡¡irro¡¡a, Libro m, c¿p. W, p. 20E, n MoaolíAiti Menoriata,? pat1rc, cap,4,p. 136. 2r S¡hagi¡: ¡1irro¡¡¿, Libro lll, oap. V, p.210. 4 Heútud.zi Añtigúedada, Libro I, cap. V, p. 57. vivir con los otros hüos de princip-ales y otta gente que se crían en cosa del telpochcallf"'. ^En esm casa lteL- pochcalli] había muchos, de todo género de personas, así hijos de principales como de gente baja (...)"t". Esto puede ser debido a que el telpochcalli no ceraba el as- censo social, máxime siendo hijo de principal, lo único que impedía era ocupar directamente los cargos más altos de la sociedad mexica; pero indirectamente también podríafl ser ejercidos por indiüduos educados en este centro. Asi, los alumnos del telpochcalli no eran tratados por igual "y qunque todos estaban de una puerla para adentro, los hijos de los reyes y los grandes siempre estaban más respetados y mirados, trqrendoles las co- midqs de sus casas, en particttlar y especialmente a bs hüos de Montezuma y de otros valerosos y principales señores que tenían allí sus hijos (--.)'ü - La vida en el telpochcalli era menos dura y severa que en el calmecac, pero no dejaba de ser rígida, ya que la finalidad de la institución era la de formar buenos y va- lienies guerreros. Por ello, las actividades que se realiza- ban estaban encaminadas al fortalecimiento fisico y al mantenimiento de una disciplina. Se les obligaba a lim- piar el cento, hacer lumbre, trabajar comunalmente en la reparación de templos y hacer las casas de los señores; también tenfan que pmcticar ayunos y autosacrificarse a sus dioses, etc.26. Cuando el muchacho cumplía quince años, comenzaba a aprender todo lo ref€rente a la guerra; le €nseñaban a pelear y a defenderse. Posteriormente, lo llevaban a alguna batalla donde "in situ" le moshaban con mucho cuidado "todas lascosas necesarias, así para su delensión como pata la oJensión de los enemigos, y trabándose Ia banlla, no Ie perdían de vista, y enseñó- banles, mostnindole a los que cautil)aban a los enemi- gos, para que así Io h¡c¡ese él (...)"27.Parece claro que el mayor énfasis de la educ¿ción que se impartía en el rel- pochcalli se ponía an las artes militares, mientras que la ens€ñanza de religión, de retórica y de hisioria no tenía tanta importancia. Esto, unido a la permisividad de rela- ciones sexuales, hace señalar a fray Bema¡dino de Saha- gún que estos jóvenes "no tenían buena vido, por ser amancebados y osaban decir palabras livianas y cosas de burla, y hablaban con soberbia y osadamente'zE, Respecto a las mujeres, también podlan entrar en uno de estos ce ros educativos. Siguiendo a fray Bemardino de SahagúoD parece ser que era la madre quien decidía si su hija ingresaba et eI calmecac o en el telpochcalli. Como es lógico supone4 en el telpochcalfi no se educaba para la guerra, sino para servir al dios Tezcatlipoca, aprendiendo a cantar y danzar en su honor y el Égimen era de externado, ya que ¿unque "era de esta religión, estaba de sus padres y sus madres" Las que ingresaban 23 sahagin: ,¡t¿rro¡ra, Libro IU, cap. fv, p. 209. 2a Dlurá¡.: Híttoia,Libro de Rito6, c¡p. v, p. 49. 75 lbidem. '?ó Sa¡a$¡n: ¡I&roli¿, Libro üI, cap. V, p. 210 y Morohrlís]- tr4emoriales, T parc, cap. 4, p. 136, 27 Salt¿gfut Ehtoría,Librc vnl, cap. Xx, p. 47?. 2¡ lbíden, Libro lrr, as.p.vl, p.2ll. 2e lbíden. LiWo vl, cap. PO(D( p. 40 I 402. 29 JUAN JosÉ BATATL{ RosAI,o en el calmecac debían barrer y limpiar el templo, hacer penitencia y orar al dios Quetzalcoatl. Por otro lado, €staban intemas y tenían que permanecer vírgenes hasta que abandonasen la Institución para casarce, y "había de vivir en caslidad y guardarse de todo deleite carnal y vivir con las vírgenes religiosas que llamaban las her- manas, que vivían en el monasterio que llamaban calme- cac, que vivían enceradas". La vida en el calmecac tambien era mrís du¡a para las mujeres que ingresaban en él que para las que lo hacían en el telpochcalli y no se menciona ningún tipo de e¡señanza superior, pues parece ser que sólo estaban para el servicio de los dioses. Francisco Hernández dedica un capítulo de su obra3o a tatar de los monasterios de mujeres, que él situa cerca del templo mayor de toda ciudad de impo¡tancia y que. bien podían ser los calmecac o telpochcalli a los que Sahagun se refie¡e. Los datos que se pueden obtener del texto de este autor son los siguientes- En primer lugar, los motivos por los cuales las mucha- chas ingresaban en estas casas e¡an los siguientes: '?or aquellos a quienes {ligíon las enJermedades; otras obligadas por lo penuria de Ia familía: otras por virtxd y santidad; otras para conseguir de los dioses riquezas o vida sana y larga; pero la mayor parte por el deseo de los buenos casamientos que se obtendrían de los dioses, y oblígadas por el de la copiosa plebd'. Parece claro que el ingreso de las muchachas en estos cenÍos no eta en ningún caso obligatorio, tal y como ocuría en el caso de los muchachos. Por otro lado, es normal pensar que estas mujeres fuesen deseadas por todos los padres, tanto no- bles como macehuales para casarlas con sus hijos, y lógico creer que ellas deseasen celebrar su matrimonio con el hijo de un noble. En segundo lugar, los aspectos mrás importantes de su estancia en el centro eran que se quedaban en el templo, cuato, cinco o más años, y pasado este tiempo se casa- ban, lo cual implica a su vez que la edad de su incorpora- ción a la disciplina del centro rondaría los quince años. A su ingreso se cortaban el pelo para distinguirse de los sacerdotes, que lo llevaban largo, hilaban algodón y entretejían plumas de múltiples aves con las que hacían "lienzos" para los dioses, llevaban a cabo autosacrificios y en l¿s fiestas solemnes salían en procesión con los sacerdotes, colociíndose a su izquierda; pero no cantaban himnos, ni ascendían las gradas del templo. Se mantení- an de las donaciones de los ciudadanos o de sus familia- res y nunca se quitaban los vestidos que se ponlan al ingresar en el Centro. Finalmente, si tenían relación con u¡ hombre, ambos eran condenados a la pena de rnuerte, o bien ella era obligada a quedarse de por vida en el centro. En'estas Instituciones, calmecac y telpochcalli, se alojaban tanto hijas de principales como de macehua- les3r, y como co¡clusión general podemos decir que las mujeres eran educadas en estos centros para el servicio ,.|!!arlátu AnagAeúdes, Libro I, c¡p. Vf, p- óG61. de los dioses, y que eran muy bien consideradas para el matrimonio. EL CAICACALLI Todas las fuentes que tratan del mundo mexica men- cionan las instituciones educativas del calmecac y tel- pochcalli como las más importantes denfo de su sistema pedagógico, pero en ocasiones se encuentran referencias de otros centros que podemos considerar como auxiliares cuya trascendencia formativa no puede considerarse i¡ferior, este es el caso deI cuicacalli o "Casa de los C¿ntos". De acuerdo con fray Diego Durán32, en todas las ciu- dades había junto a los templos, unas casas grandes, donde rcsidían maestros que enseñaban a bailar y a can- tzr: "A bs cuales cqsas llamaban aicacalli que quiere decir 'casa de canto"'. También se les enseñaba a tocar instrumentos y este tipo de enseñanz¿s se impartían t¿nto a muchachos como a muchachas, castigándose, como veremos, la no asistencia al centro, La edad para enseñarles, según fray Bema¡dino de Sahagún3r, era de diez o doce años, y en la casa de los cantofes "encomendábanle a los principales de ellos, los anles Ie imponían en barrer en el templo, o aprmder a cantar, y en adas las moneras de penitencia que se ¿saáan". No obstante, es fray Diego Durán quien mejor explica el funcionamientn del cuicacalli. 'Tornando a nuestro propósito de bs que se venían a enseñar a bailar, que eran mozos y moza¡ muchas de a calorce, de a doce años, poco mas o menos, es de saber que, para juntarse, no se venían ellos, como aqi nuestos espa'noles que se vqn y vienm, anando se les antoja, a las escuelas a danzar. Empero había para estos natuta- les un orden mtq de notar y era que, para recoget y traer estos mozos a enseñarse, había hombres ancianos, diputados y electos para solo aquel oficío, en todos los barios, a los cuales (ancianos) llamaban leanque, que quiere decir 'hombres que andan a traer mozos'- Para recoger las mozas había indias vieja señaladas por todos los barrios, a las anles llamaban cihuatepixque, que quiere decir 'guarda mujeres', o amas. Después de recogidos los mozos de cada barrio, ecká- banlos los viejos por delante y venían con ellos a la casa de canto. Lo mesmo hacían aquellas amas úejas, que cada una venía con sus mozos por delane. Eslos viejos y yiejas tenían grandísima cuenta de volyer los mozos a los colegios y recogimientos donde semían y deprendían crianza, o a casa de sus padres, y ellas, a las mozas, muy guardadas y miradas, teniendo gran cuenla en que enÍe ellos no hubiese ninguna deshonestidad, ni burla, ni señal de ella, porque si en alguno o en algtna lo sentían, los castigaban ásperamente'34 . Del texto de este autor se desprende el control absoluto que había respecto a la asistencia al caicacalli y del 'Durá¡: ¡lirto¡i¿, Libro de los Ritos, c¿p. XXl, p. 189. '! Sahagúni f/úrori¿, Lib[o VIII, cap. )OC p. 4??. I DuñiD: ¡lirro¡¡,a, Libro de los Ritos, cap. XXI, p. 189-190. : : :! l 3 I ;! i I 1 - .: , | .\i,tlol@ljmfu MenoAates. 2¡ p.ne, c¿p. 3,?; 134: 1: :.30 "-¡¡--a-- La intportancto del cuícacalli en el sisteña educativo del imperio metica comport¿miento en el mismo, destacando que los alum- nos del calmecac y del telpochcalli también asistían, pues los devolvían " a los colegios y recogimientos donde semían", aspecto que se encuentra conoborado e_n fray Berna¡clino áe Sahágun en cuanto al telpochcalli3s, y de nuevo con fray Diego Dunín, quien además de informar- nos de que había casas de danzas en las ciudades deMéxico, Tezcoco y Tacuba, con grandes aposentos y muy espaciosos, que tenían un gran patio donde se im- partían las clases de canto y baile, indica que: "El orden que había para acudir a ella era que, una hora antes que el sol se pusiese, salían bs vieios pot un cabo y las vie¡as por otro y recogían los mozos. y mozds (...) y aposentando a los mqncebos en salas por sí, y a ellas en otros apartados, después de todos ya iuntos, salían los maestros de las escuelas de danzar y caniar y ponían sus instrumentos pqrq tañer en medio de aquel patio, y salían los mozos y tomaban a todas aquellas mozas de lqs manos, llegando ellos a las de sus barrios y conocidas (..) tonando a los maestros que tenían en medio, empezaban su canto y bailes, donde el que no ocertaba a hacer los conffapqsos a son y compás' lo enseñaban con mucho caidado')6. Así estos, el concierto que hacían allí era de casarse a su tiempo y así todas las veces que venían a aquel lugar miraba por ella y procuraba traerla siempre de la mano y no a otra, teniendo ella el mesmo respeto, (...) Y así andaban los cabezas bajas lodos los mozos y todos los que semían en el templo, que no osaban alzar la cabeza a mirar las mujeres, especialmente los sacerdotes que ya no tenían esperanzq de casarse, leniendo pena de muerte el que se descuidaba"3l . Hemos incluido este texto porque de él se pueden ex- traer dos datos importantes, En primer lugar, corrobora la asistencia de los alumnos del calmecac a las clases de danza y baile ("todos los que semían en los templos"), extremo que no hemos encontr¿do claramente expresado en ninguno de los cronistas consultados. En segundo lugar, describe que los sace¡dotes acudían también a estas clases p¿ra vigilar que los alumnos de la enseñanza superior no entablasen relación con muchachas, ya que esto les estaba terminantemente prohibido. En cuanto a los cantos que se enseñaban a los educan' dos del cuic(lcalli eran compuestos por poetas, que co- braban por su trabajo, y había de diversos tipos: "Así tenían éstos diferencias en sus cantos y bailes, pues canlaban unos muy reposados y graves, los cuales bailaban y canlabqn los señores y en las solemnidqdes grandes, y de mucha autoridqd, (...). Otros había de menos gravedad y más agudos, que eran bailes y cantos de placer (..) cantares de amores y de requiebros (..). También había otro baile, tan agudillo y deshonesto, (...) con lanlos meneos y visajes y deshonestos monería, que fticilmente se veró ser baile de mujeres deshonestas y de r5 sahdgltú: ¡I¡toni¿, Lib¡o IlI, cap. v, p. 2 I 0-2 I I . 16 Duni¡: ¡I¡sron¿, Libro de los Ritos, cap. XXl, 190. t7 lbídeñ, p. l9t . ho¡nbres livianos. Llamábanle'cuecuechcuicatl' (..'). Otras muchas maneras de bailes y regocijos tenían estos indios para las solemnidades de sus díoses, componíen- do a cada ídolo sus diferentes cantares, según sus exce' lencias y grandezas (...)- Había un baile y canto de truhanes (,.,). Muy ordinario era el baila¡ en los templos, pero era en las solemnidades, y mucho mrís ordinario era en las casas reales y de los señotes, pues todos ellos t€nían sus c¿nto- res que les componían cartares de las grandezas de sus antepasados y suyas. Especialmente a Motecuhzoma, que es el señor de quien más noticia se tiene y de Nezahual- piltzintli de Tezcoco, les tenían compuestos en sus reinos cantares de sus grandezas y de sus victorias y vencimien- tos, y linajes. y de sus extrañas riquezas (...). Había otros cantores que componían cantares divinos de las grandezas y alabanzas de los dioses, y éstos esta- ban en los templos; los cuales, así los unos como los otros, tenían sus salarios, y a los cuales llamaban 'cuica- picque'(...) Todos los cantares de éstos son compuestos por una metáforas tan oscaras que apenas hay quíen lqs entíen' da, si muy de propósíto no se estudian y Platican para entender el sentido de ellas- Yo me he puesto de propósi' to a escuchar con mucha atención lo que cantan y entre Ias palabras y tér-ninos de la metáfora, y paréceme dis- pqrate y, después, platicado y conferido, son admirables sentenciqs, así en lo divino que agora componen, como en los canlqres humanos que componen"38. A través de la información aportada por fray Diego Durán, comprobamos la impofancia que los cantos y bailes tenian en el sistema educativo mexica y que había composiciones sobre los dioses, los acontecimientos históricos y meras diversiones. Además, cabe resaltar la afirmación de Dr¡r¡ín sobre la profundidad de las met/fo' ras incluidas en los mismos, de manera que p¿ra un occidental como él resultan incomprensibles. El mismo autor, señala que durante el día el cuicacalli era utilizado por los "caballeros" y soldados, donde iban a bailar por pasatiempo, celebrando apuestas enfe sí, sobre quién se iría con las muchas "rameras" o "canto- nqas" que aatdian a verlos danzar, durando "este placer hiasta qie era hora de que los mozos y mozas viníesen')e. Esto implica que estos centros eran de libre acceso y cualquiera podía enaar er¡ ellos. Así, duranle la noche los maestros del felpochcalli teniar¡ por costumbre ir desnu- dos al caicacalli par¿ cantar y bailarao. Por otra parte, también era utilizado por los mexicas para practicar.sus cantos con anteri.oridad a la celebración de las fiestas''. Sin lugar a dudas, las actividades del cuicqcalli ¡o erart de carácter recreativo (salvo los bailes y cantos de los soldados y maestros del telpochcallí),ya que los cantos y pasos del baile servían para aprender de fo¡na mnemo- 3a lbíden,p.192 a 195, 1e lbíden, p. 19+195. 40 Sahagúni ¡I¡slo/ír, Libro VIII, cap. XtV.4, p. 466 4t lbíden, Llbto ll, cap. lll, p, 79. 3l ¡UAN JosÉ BATAU"{ RosADo técnica la historia del pueblo mexica y quiénes eran sus dioses; de ahi que, como ya hemos señalado, la no asis- tencia a estas actividades implicaba unas sanciones esta- blecidas para el caso que se ü¿tase: "(...) y era lan cierto acudir ellos y elkx a estas escuelas lcuícaczllil y guardabánla tan estrechamenle que tenían el hacer falla como coso de criman 'lessae maiestatis', pues había penas señaladas para bs que no aadían y, demth de haber pena, en algunas partes había dios de los bailes, a qaien taníqn ofender si hacíanfahdA2. De este modo, para aquellos jóvenes que eran recogidos en sus casas para asistir a las clases (lo cual nos induce a psnsar que no estaban iniemados ni st el calmecac ni en el telpochcalli), srspondría no quedar totalmente apartados del aprendizaje de la historia de su pueblo y de sus dioseó y gobemantes. De 'ahi la obligatoriedad de asistir a esta escrela. No hemos encontrado nin$ln cronista que afi¡me esta obligación respecto del calmecac o del telpochcalli. Así, tay Bernardino de Sahagrlna3 recoge que cr¡¡ndo llegaba la edad de intemar al niño en el calmecac o el telpochcalli, si los padres no podian hacerlo "metíqnb m la casa de los cantores, y encomendábanle a los principa- les de ellos, los amles le imponían an baner en el templo, o m aprander a cantor, y en todas las naneras de pmí- tmcia que se usaban (..)". En resumen, el cuicacolli no solo era un cenfo de diversión sino que gracias a los cantos servía de com- plemento para el aprendizaje del modo de tatar y dirigir- se a los dioses y de la historia mexica, sobre todo pa¡a { [¡mán: ¡/¿rro¡¿, Libro de 106 Riros, cap. )Ofl, p. 189. 43 Sahaglnr ¡¡rto¡t¿, Libro VtI[, cap. )O( p.4?7. los alumnos del telpochcalli como apéndice a su instruc- ción militar y para aquellos muchachos y muchachas cuyos padrcs no podían enviarlos a uno de los dos cen- aos superiores de enseñanza. De aquí posiblernentre la obligatoriedad de la asistencia al cuicacalli, ya que el estado mexica controlaba así a la totalidad de los miembros de su comrmidad y los educaba en el culto a sus dioses y en una historia oficial común. A manera de conclusión e incidiendo aún más en la importancia del caicacalli denfro del sistema educativo estatsl mexica, hemos de hacer referencia a un supuesio "error" que se aprecia enel folio 6l-r del Códice Mendo- za (véanse notas 8 y ll), donde en su parte superior podemos ver dos edificios pintados que se corresponden, conforrne a la opinión generalizada, con el calmecac y el telpochcaUi, pues todas las referencias iconográficas así lo indican. Por ello, en el anri,lisis de esta pintur4 el investigador Edward E. Calneka rnanifiesta que el glosador de las imágenes se equivocó y escribió denüo de una de las construcciones el término ctticacalli, en lug¿r de /e/- pochcalli. En nuesta opinión no hubo tal error, puesto que el interpretador del documento se limitaba a plasmar lo que le indicaban los indígenas que lelan las pinturas para que él las pudiera explicar en escritura alfaEtica. Por ello, mantenemos que realmente lo que ocurrió es que los informantes equipararon el calmecac y el cuica- cal/i, destacando de este modo la importancia que este último tenía. s Cal¡eh Edw¡ld E.: The Ethhographíc Content of the Third Part oÍ the Cod6 Mendoza, en Ft!úces F. B€rdan y Paficia Anawalt (edi- túes)i Cod* Menúza,¡ol. I, UDiversity of Cálifomia Press, Bcrteley, t.os A¡geles, Oxford, I 992, p. 89. a) Manuel Casado Arboniés Pedro Manuel Alonso M¡r¡ñón (Coordiladores) IIISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN AMÉRICA Madrld, 2ü17 Y "----ry Asociación Española de Americanistas Con la colaboración de: ffilfll^cls^L ibercoio Asociación Complutense de Investigaciones Socioeconómicas sobre América Latina (ACISAL) Excelentísimo Ayuntamiento de Sigüenza IbeCaja Obra Social y Cultural Unive¡sidad de Alcalá @ Asociación Española de Americanistas Página web: htp://www.americanistas.es ISBN: 978-8,f-61 l -8079-0 Cubi€rta: Ideario y diseño de Águeda Rodríguez Cruz, O.P. Mapa que representa "La proyección de la Universidad de Salamanca en Hispanoamérica", con una línea di¡ectamente salmantina, destaca¡dó en t¡am gnreso los influjos copiosos e intensos y en trazo fino los influjos escasos y débiles, pero señalando también los influjos salmantinos indirectos con distintas líneas discontinuas para apunt¿r los que son a través de Lim4 a través de México, a través de Caracas, a través de Santo Domingo y a través de Alcalá. Edición coordilada por: Manuel Casado Arboniés y Pedro Manuel Alonso Marañón
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