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Métodos de investigación y 
estadística en psicología 
 
Hugh Coolican 
 
Editorial Manual Moderno
México, 2005
ISBN: 970-729-160-5
 
Este material se utiliza con fines 
exclusivamente didácticos
 
MÉTODOS CUALITATIVOS: PROB LEMAS CON EL POSITIVISMO 
Este capítulo presenta un resumen de las objeciones cualitativas de los investigadores al actual modelo de 
investigación (empirista, hipotético-deductivo y cuantitativo) y se compendian los esfuerzos recientes por 
introducir en la psicología un nuevo paradigma general de investigación. Aquí, los métodos no son sólo un 
conjunto de procedimientos alternos, sino que se incorpora una crítica filosófica fundamental al punto de 
vista predominante. 
 • Los métodos cuantitativos tradicionales con frecuencia han producido resultados relativamente 
artificiales y estériles, inaplicables a las realidades de la vida humana cotidiana. 
 • Los métodos alternos que aquí se presentan acentúan la cercanía con los participantes y la riqueza de 
información producida cuando se emplean procedimientos de recopilación de datos que permiten respuestas 
libres y naturales de los participantes, a menudo a manera de plática irrestricta. Casi todos los métodos hacen 
hincapié en que debe permitirse que surjan nuevos temas y teorías de los datos cualitativos. 
 • La teoría fundamentada exige análisis exhaustivos de los datos para extraer el marco explicativo 
“local” más completo (es decir, no generalizado, sino peculiar de estos datos específicos). 
 • El análisis fenomenológico interpretativo intenta describir la perspectiva y comprensión que un 
individuo tiene del mundo y al mismo tiempo reconoce la función constructiva del investigador en la 
interpretación de la experiencia de ese individuo. 
 • La psicología del discurso (versión del análisis del discurso) se enfoca en las formas en que las personas 
construyen versiones individuales de los sucesos y realizan “actos verbales” en sus conversaciones. 
 • El análisis temático reúne datos cualitativos y reconoce la mayor parte de las objeciones cualitativas al 
paradigma cuantitativo, pero analiza datos cualitativos a la luz de la teoría anterior y puede utilizarlos para 
probar una hipótesis. 
 • La etnografía procede de la sociología y es la base de la observación participante. 
 • La investigación participativa hace que los participantes incidan en el proceso de investigación y valida 
los hallazgos en función de su reconocimiento. En la investigación en colaboración, los participantes 
realizan en buena medida su propia investigación bajo la orientación del investigador, quien actúa más como 
consultor. 
 • La investigación de la acción supone la intervención en los sistemas humanos y reconoce la facultad del 
investigador para efectuar el cambio benéfico. 
 • La reflexividad supone la reflexión del investigador sobre la función de sus propias premisas y sesgos 
previos, en la elaboración y redacción del proyecto de investigación y exige que el autor medite sobre la 
influencia que la metodología y el análisis adoptados pueden haber tenido en la construcción de los 
hallazgos de la investigación. 
 • La investigación psicológica feminista subraya y ha promovido sustancialmente los métodos de 
investigación cualitativa y participativa arguyendo que éstos han sido relativamente descuidados por la 
corriente masculina que imperó en el desarrollo de la investigación psicológica, antes de que la psicología 
feminista empezara a influir. 
 
 
LA PSICOLOGÍA Y EL PARADIGMA POSITIVISTA 
 
En el capítulo 2 se hizo surgir una controversia. Al principio de ese capítulo se adoptó el punto de vista 
convencional de que los métodos en la psicología tienen mucho que ver con la búsqueda de indicadores 
2 
apropiados de las variables psicológicas, de modo que sea factible poner a prueba las hipótesis en forma 
cuantitativa. El método sigue el modelo de las exitosas ciencias “naturales”, que en buena medida incorporan 
un punto de vista filosófico de la ciencia conocido como positivismo. Este planteamiento sostiene que las 
únicas cosas dignas de estudio científico son las que pueden ser observadas y medidas. También incorpora 
una premisa fundamental del REALISMO, el planteamiento de que allá afuera hay una sola realidad concreta 
y que todo lo que se debe hacer como científicos es ser tan objetivos e imparciales en los métodos de 
investigación utilizados como sea posible y se encontrará la verdad. 
Sin embargo, algunos pensadores adoptan un punto de vista CONSTRUCTIVISTA del 
conocimiento, incluido el científico; señalan que todos tienen una construcción perceptual ligeramente 
diferente de, por decir algo, un bolardo de concreto. Para la mayoría de la gente se trata de un pilar de 
cemento, aunque la imagen mental de cada persona será ligeramente distinta; para algunos (pocos) podría ser 
un monstruo fálico; para un niño, un respiradero de barco; empero, aun para los relativamente sobrios, será 
diferente. Para mí es un objeto que no debo impactar con el parachoques de mi auto; para otro es una plaga, 
una monstruosidad y que es necesario sólo por la lacra del auto. Para los constructivistas, esta postura sobre 
la percepción del mundo lleva a la conclusión de que todo conocimiento es relativo y una construcción única 
de cada persona –postura cercana al idealismo de Berkeley, en el siglo XVIII–. Desde esta perspectiva, toda 
actividad científica necesitaría reevaluarse. Los científicos, como cualquiera, construyen significados a partir 
de la experiencia; de modo que, por ejemplo, los cultivos genéticamente manipulados pueden presentarse ya 
sea como la solución a la hambruna o como una peligrosa amenaza ecológica. No obstante, hay quienes 
consideran que el problema del conocimiento relativo sólo es agudo en las ciencias sociales. En la 
psicología, por ejemplo, la objeción para algunos no es a la ciencia positivista “dura” en si, sino a la 
transferencia, sobre todo, de esos métodos e ideas del conocimiento y la elaboración de teorías al mundo de 
las personas y sus ideas. En concreto, uno puede medir públicamente un bolardo a satisfacción de la mayoría 
de la gente, pero la idea de medir de igual manera la “extroversión” o de alcanzar un acuerdo sobre las 
observaciones de la “dependencia” es algo completamente distinto. 
Los psicólogos que realizan investigaciones en la actualidad, deben hacer a un lado tal critica, 
arguyendo que si todos operacionalizaran cuidadosamente las variables y publicaran los resultados precisos, 
con las depuraciones hechas por las replicaciones y modificaciones de la comunidad de investigadores, al 
final la verdad saldría a la luz. Desde cierta perspectiva, esto puede considerarse como el caso de quienes 
detentan el poder aferrándose al statu quo y se resisten al cambio negando su necesidad, de lo cual se 
desprende la política... 
Una demostración ahora muy aceptada de este conservadurismo intrínseco, disfrazado de 
investigación objetiva, fue la crítica feminista de Gilligan (1982) a la obra de Kohlberg (1976), otrora muy 
respetada y apoyada, sobre el desarrollo moral. Pidiendo a sus participantes que respondieran a dilemas 
morales, Kohlberg había descubierto que los niños se desarrollan en varias etapas hacia, lo que él denominó, 
orientación de la justicia. Dio la casualidad de que eran más varones que mujeres los que parecían llegar a 
esta etapa a cierta edad. Entonces Gilligan arguyó que las etapas se inclinaban hacia la clase de pensamiento 
en el que se socializaba a los muchachos. Las chicas preferían una de las “primeras” etapas de Kohlberg, la 
cual se inclinaba más hacia una orientación de cuidado individual. Gilligan opinaba que la orientación hacia 
la justicia no era más madura que una de cuidado; era sólo que Kohlberg, por ser varón y trabajar con 
participantes varones, había dado por hecho que la etapa de la justicia era naturalmente más avanzada. 
Gilligan afirmó que el pensamiento moral femenino no era menos avanzado, sino sólo diferente. 
Estedebate no es nuevo en psicología, existía ya desde 1894 cuando Dilthey criticó la psicología 
experimental de la época por copiar el modelo de las ciencias naturales y por su consiguiente reduccionismo 
al explicar los procesos mentales. A veces baja de tono, pero ha sido particularmente fuerte durante los 
últimos 20 años. La preocupación extrema de la psicología por ser cabalmente científica, contrasta a menudo 
con la despreocupación de la ciencia tradicional sobre asuntos similares. En ocasiones, parece como si la 
psicología hubiera reaccionado de manera excesiva en su apremiante deseo de ser reconocida como una 
ciencia “verdadera” y se hubiera preocupado de cosas en las que ni siquiera los científicos “duros” son tan 
rígidos. Woolgar (1996) analiza este aspecto y sostiene que la psicología ha sido culpable de perseguir una 
explicación idealizada de lo que los científicos hacen realmente en su labor de investigación cotidiana. He 
intentado reflejar esto en varias partes de este libro, un claro ejemplo se encuentra en el acalorado debate 
sobre la utilización de pruebas de 1 o 2 colas (pp. 227-231). Los científicos son pragmáticos en su progreso 
del conocimiento y no siguen el rígido código que suele presentarse como el ideal de trabajo en los cursos de 
métodos de psicología. 
Hablar de investigadores “cualitativos” en contraposición a cuantitativos polariza aún más el debate. 
Muchos investigadores cualitativos no ponen mayor reparo a cuantificar cuando así conviene, y los 
 3
investigadores cuantitativos tradicionales han utilizado en su propio paradigma muchos de los argumentos 
planteados contra el modelo científico convencional en la investigación psicológica (p. ej., véase el 
comentario sobre Neisser en la página 71). Los investigadores cualitativos suelen hacer planteamientos 
cuantitativos tácitos, acaso sin percatarse de ello, al comparar las fortalezas de las categorías o cuando dan 
una idea de la frecuencia con que los participantes mencionaron cierto concepto. Por ejemplo, en la página 
412, en el artículo sobre la muestra cualitativa de Abrahamsson y colaboradores, ellos declaran: “En nuestro 
estudio, los informantes que mencionaron un fuerte apoyo social de sus familias manifestaron menos 
emociones negativas” (2002, 662; las negritas son nuestras). Este planteamiento no hace sino pedir a gritos 
evidencias empíricas cuantitativas. Es preciso conocer cuántos mencionaron un fuerte apoyo social y luego 
cuántas emociones negativas manifestó cada uno. Si la diferencia es minúscula, entonces quizá se tome esta 
información con cierto escepticismo. 
En tanto que los investigadores cualitativos sin querer se meten fácilmente en la arena cuantitativa, 
los investigadores cuantitativos, en cambio, casi siempre resumen su trabajo analizando su valor, pertinencia 
y aportación sobre todo en forma cualitativa. Para facilitar la comunicación emplearé en general el término 
“investigador cualitativo” para referir a un fuerte partidario de los métodos cualitativos y que comúnmente 
rechaza el paradigma científico convencional como restrictivo del progreso dentro de la psicología. Un 
investigador “cuantitativo” es el que acepta en general el statu quo y no percibe una gran ventaja en los 
métodos cualitativos, quizá manteniendo una postura bastante escéptica respecto de su valor y preocupada 
por cómo pueden verificarse la confiabilidad y validez de los hallazgos. 
 
 
EL PROBLEMA DE LA CUANTIFICACIÓN EN LA INVESTIGACIÓN PSICOLÓGICA 
 
Una objeción importante al uso del paradigma cuantitativo en la psicología es la siguiente: si se realizan 
investigaciones empleando los procedimientos sumamente controlados y la cuantificación exacta de las 
variables operacionalizadas que recomienda la ciencia “tradicional”, ¿no se obtendrá acaso sólo un 
conocimiento muy estrecho (quizá a veces inútil) de la conducta y la experiencia humanas? Allport (1963), a 
quien se suele citar como un fuerte promotor de la psicología como ciencia convencional, dice: “Debemos, 
hasta donde podamos, adaptar nuestros métodos al objeto y no definir éste en términos de nuestros 
defectuosos métodos” (citado en Smith, Harré, Langenhove, 1995, 2). 
Considere un experimento en el que la variable independiente consiste en 20 palabras comunes y no 
comunes, mezcladas en una lista, que se presentan en pantalla de computadora a razón de una por segundo. 
El cuadro de resultados finales será de dos series de números, un par por cada participante, que representan 
la cantidad de palabras que recordaron correctamente durante los 60 segundos después de la exposición del 
último reactivo. Esto proporciona la información nada sorprendente de que es más difícil recordar las 
palabras con las que uno no se topa con frecuencia. El investigador cuantitativo arguye que, no obstante (y 
en el espíritu de las observaciones hechas en el capítulo 1 sobre las afirmaciones de sentido común), es 
necesario que la investigación respalde lo que de otra forma sólo es observación casual, sin sustento. Un 
crítico podría argüir lo siguiente: sólo en los experimentos de psicología y en algún juego de mesa la gente se 
ve precisada a tratar de aprender una lista de 20 palabras no relacionadas. ¿Cómo se relaciona esto con el uso 
normal de la memoria humana que opera en un contexto social y significativo? La diferencia de los datos 
puede ser elocuente, pero dice poco que sea importante. El estudio no ofrece información en absoluto sobre 
la experiencia de los participantes; sin duda, todos emplearon métodos ideados en forma personal y 
encontraron cierto sentido único personal en la combinación de palabras presentadas. Esta información es 
sólida y “pertenece” a los participantes, sin embargo se considera inútil y no se solicita, lo cual incluso 
podría constituir en cierto grado un insulto a los “sujetos”, quienes participaron en lo que, para ellos, fue 
estar en “un experimento interesante”. 
 
 
EJEMPLOS DE ESTRECHEZ Y ARTIFICIALIDAD EN EL PARADIGMA ESTABLECIDO 
 
Las mediciones en la psicología son en realidad muy estrechas. En muchos estudios se mide la actitud con 
una escala como la que se presentó en el capítulo 7, donde cada participante acaba con un solo valor 
numérico. En actitud política, por ejemplo, la postura de una persona puede representarse como 34, donde 40 
es el valor más alto que una persona “conservadora” podría obtener como puntuación, y el otro extremo de la 
escala sería “radical” (de izquierda). Este sistema supone actitudes políticas ubicadas en una dimensión 
unitaria siendo que, de hecho, si se pregunta a fondo a la gente por sus ideas y principios, uno descubre 
 4
diversas combinaciones únicas de puntos de vista de izquierda y derecha que no podrían, de manera 
significativa, promediarse hasta un punto medio en una escala bipolar. 
Pidgeon y Henwood (1997) sostienen que tal estrechez es, con mucho, un producto inevitable del 
paradigma convencional, que suele reducir el enfoque de investigación y limitar las posibilidades de nuevas 
perspectivas, al poner a prueba siempre las hipótesis desde la teoría previamente establecida, en lugar de 
generar hipótesis mediante nuevos trabajos. Esto no es estrictamente cierto, de lo contrario, la psicología no 
hubiera podido desarrollar nunca nuevas ideas. No obstante, sin duda es cierto que, habiendo establecido los 
ámbitos temáticos definitivos de la investigación psicológica, ha resultado muy difícil discrepar e investigar 
fenómenos completamente nuevos. 
También es verdad que el paradigma cuantitativo obliga a limitar las variables a un grado tal que la 
propuesta de un tema de investigación original se vuelve diferente hasta ser irreconocible e intrínsecamente 
menos interesante que como fue concebida en un inicio. Los estudiantes suelen interesarse mucho, lo que es 
comprensible, por la investigación de constructos cotidianos significativos. Tal vez los fascine el 
autoconcepto del adolescente, aunque podrían descubrir que los requisitos del cursoles exigen hacer 
cuantificaciones (p. ej., contar cuántas veces más emplean las chicas términos sociales para describirse a sí 
mismas, en comparación con los varones, debido a que este indicador puede utilizarse en una prueba para 
verificar una hipótesis, aun cuando el resultado carezca completamente de interés). 
Es esencial ser claro sobre lo que se desea observar, de lo contrario se deteriora la comunicación y 
puede acusarse a los investigadores de charlatanería y de manejar un estilo periodístico; aunque cabe 
distinguir entre ser claro y ser poco realista. El requisito de la claridad de pensamiento se logra sin una 
reducción refleja automática a los números. Los astrónomos, químicos y biólogos no siempre cuentan, más 
bien, buscan patrones, así lo hicieron Freud, Piaget, Bartlett y muchos otros psicólogos cuyas dilucidaciones 
no dependen de manera fundamental de datos estrictamente cuantificados. 
 
 
PRINCIPALES OBJECIONES AL PARADIGMA TRADICIONAL 
 
Algunas de las objeciones a los métodos cuantitativos ya se mencionaron al tratar los aspectos más 
cualitativos de la entrevista y la observación, así como en la sección sobre el estudio de casos y en el 
argumento anterior. Ahora considere juntos todos los argumentos “en contra”. 
 
1. La investigación tradicional trata a las personas como elementos que pueden ser aislados de su 
contexto social, incluso atiende “partes” de las personas (p. ej., su memoria o actitud) como algo que 
pudiera separarse. Se trata a los “sujetos” como unidades idénticas para demostrar las nociones 
preconcebidas del investigador sobre los seres humanos, nociones que los “sujetos” no pueden poner en 
duda. A éstos se les manipula dentro y fuera del contexto de investigación. 
2. Si bien uno se percata de que para conocer y entender a la gente es preciso estar cerca, el 
investigador, en aras de la objetividad, se esfuerza por mantenerse distante. Las actitudes y motivaciones 
del investigador no se reconocen ni revelan ni consideran pertinentes para el proceso de investigación. 
Este distanciamiento frío es una clase de relación social a la que responden los participantes en los 
experimentos, pero que no suelen reconocer los investigadores cuantitativos, a quienes les preocupa el 
control de las variables y la reducción de la “varianza de error”. 
3. La objetividad mencionada en el punto anterior se ve como algo mítico. El esfuerzo por mantenerse 
fríamente distante ciega al investigador con respecto a su propia influencia e intervención activa en el 
proceso de investigación que, en realidad, es un contexto social. Cuando los estudiantes aplican 
cuestionarios estructurados a sus compañeros, por ejemplo, los entrevistados normalmente desean saber 
qué piensa el estudiante y si éste cree todos esos enunciados que el entrevistado tuvo que revisar. 
4. La situación experimental o la entrevista de sondeo sólo permiten la recopilación de información 
superficial. En el estudio de la percepción personal y la atracción interpersonal, por ejemplo, las primeras 
o más tempranas impresiones se han investigado con métodos tradicionales. Casi ningún diseño de 
investigación permite un análisis de los cambios de largo plazo en la atracción, aunque los programas de 
televisión “reales” (los llamados reality shows) ofrecen ahora cierto material interesante. 
5. Los procedimientos experimentales limitan las facultades normales de los “sujetos” para planear, 
reaccionar y expresar conductas sociales apropiadas en el contexto del tema de investigación. No 
obstante, el investigador utiliza los resultados para hacer afirmaciones sobre la naturaleza humana en ese 
ámbito; el modelo resultante de la persona es simplista y mecanicista. Heather afirma que “los psicólogos 
 5
siguen considerando a los seres humanos como una especie de marioneta mecánica indefensa, que cobra 
vida sólo cuando algo le sucede” (1976, 20). 
6. El engaño sólo falsea el contexto de investigación y ofrece resultados bastante irreales, además de 
tratar al participante con desdén. Los estudiantes perciben esto en ocasiones cuando tienen que” rendir un 
informe” a los participantes después de una prueba. El mensaje que deben dar se lee como: “Le hicimos 
trampa, queríamos ver si lo engañábamos con esto, pero en realidad es algo difícil explicarlo con 
detalle”. 
7. La relación entre el experimentador y el “sujeto” es como la del patrón y el empleado: es dominante 
y elitista, por consiguiente, la conducta que se manifiesta reflejará este tipo particular de interacción 
social. 
8. Los métodos de investigación sumamente estructurados predeterminan la naturaleza de la 
información resultante. Así, las escalas psicológicas no suelen preguntar lo que la gente sabe o piensa; 
sólo piden una respuesta limitada a enunciados inesperados y a veces inusitados sobre un tema. Por ende, 
la información obtenida es limitada, enrarecida y poco realista. Los investigadores cualitativos sostienen 
que el uso de variables predeterminadas impone marcos teóricos a los participantes y excluye la 
posibilidad de que éstos proporcionen información de cómo le dan sentido al mundo y cómo lo 
interpretan ellos mismos. 
 
 
¿QUÉ PROPONEN ENTONCES LOS MÉTODOS CUALITATIVOS? 
 
Thomas Kuhn (1962) popularizó el término PARADIGMA, al analizar los cambios radicales que 
experimenta la ciencia en su concepción general de los modelos y la metodología apropiados. Ocurrió un 
“cambio de paradigma”, por ejemplo, cuando la física einsteniana sustituyó a la newtoniana. El paradigma 
que los investigadores cualitativos buscan reemplazar es el positivista y cuantitativo, que abarca el modelo 
científico (hipotético-deductivo) tradicional. Pero no sólo hay una nueva metodología, el llamado al cambio 
surge en varios contextos; ocurre entre grupos que tienen diversos antecedentes, principios y objetivos, pero 
que también comparten casi todas las objeciones anteriores. Las psicólogas feministas ejercieron una 
influencia particular en el desarrollo de la crítica de la psicología tradicionalmente científica, a ese llamado al 
cambio se unieron después muchos que trabajaban en campos aplicados, como la salud y la discapacidad. Si 
bien hay grandes divisiones entre los diversos métodos cualitativos que existen ahora, es probable que 
coincidan en los siguientes aspectos: 
 
1. La investigación psicológica debe concentrarse en los significados de las acciones en un contexto 
social, no en unidades aisladas, “objetivas” de conducta –es una aproximación “holística” y no 
“atomista”. 
2. La investigación es una relación entre el investigador y el participante, no una vista objetiva a través 
de un microscopio. El producto de la investigación es una construcción derivada de la interacción y 
negociación entre el investigador y lo investigado. 
3. Los investigadores cualitativos reconocen en general la función medular del investigador en el 
proceso de investigación como influencia directa en el participante y en la interpretación de los datos, 
para crear una construcción particular en la que influyen su propia perspectiva y sesgos. Por tanto, en la 
medida en que esto se aplique, se recurre abiertamente a la REFLEXIVIDAD –de modo que los artículos 
de investigación suelen incluir una reflexión del autor sobre su función e influencia durante el proceso de 
investigación, y en el análisis y las conclusiones finales. 
4. A los investigadores cualitativos no suele importarles el descubrimiento de las relaciones de causa y 
efecto. Les interesan las personas y sus percepciones del mundo y experiencias; preguntan a los 
individuos cómo dan sentido a su mundo, de qué manera manejan sus relaciones en éste y lo que sienten 
al hacer todo esto. 
5. A fin de captar la vida tal como es y dar a los participantes la mayor libertad para actuar de manera 
normal, es necesario llevar a cabo la investigación en entornos naturalistas. Sin embargo, Hammersley y 
Atkinson señalan que “distinguir los entornos del ‘laboratorio artificial’ de los ‘naturalistas’ es 
‘considerarcomo real la retórica de los positivistas’, tratarlos como si realmente hubieran logrado 
convertirse en marcianos que ven a la sociedad desde afuera” (1983, 11). El laboratorio mismo es un 
entorno social: está dentro de la sociedad. No hay una situación experimental “pura”, exenta de variables 
sociales “molestas”, en la que uno consiguiera obtener por fin la conducta humana “verdadera”, sin 
contaminar. 
 6
6. La investigación se realiza lo más cerca posible del participante. A este respecto, es elocuente una 
cita de Hall: 
 
Las investigaciones de las ciencias sociales al parecer producen una situación en la que el médico intenta 
diagnosticar los síntomas de un paciente desde el otro lado de la calle y fuera de su vista. El científico 
social emplea sus “instrumentos” para medir la respuesta del paciente como si fueran una especie de largo 
estetoscopio. El enfoque del investigador ha consistido en desarrollar un estetoscopio cada vez mejor, que 
llega hasta el otro lado de la calle y entra en las casas; cuando la necesidad real es que el investigador 
cruce la calle, entre en esos hogares y empiece a charlar con quienes viven allí. [1975, 30] 
 
7. Los términos e interpretaciones de los participantes son los datos más importantes o al menos el 
punto de partida más importante. Esto evita el “falseamiento de la realidad” que mencionan De Waele y 
Harré (1979) (p. 100). 
8. Se prefiere la inducción al método hipotético-deductivo, el cual empieza con una hipótesis que debe 
ser sustentada, confirmada o refutada. La lógica deductiva actúa al decir “si esta hipótesis es verdadera 
entonces debe ocurrir…”, como se explicó en el capítulo 1. Se ha afirmado (p. ej., Henwood, Pidgeon, 
1977) que esto hace que la investigación se concentre en la descalificación de las teorías existentes y no 
en la generación de hipótesis nuevas. La mayor parte de las investigaciones cualitativas buscan nueva 
información por derecho propio. Se valen sobre todo de la inducción para pasar de los casos individuales 
a una comprensión más amplia de los fenómenos humanos. En consecuencia, los hallazgos y teorías que 
desarrollan comienzan siendo muy “locales”, es decir, pertinentes sólo en relación con el contexto de 
quienes contribuyeron con el proyecto de investigación. Los investigadores cualitativos no hacen (o no 
deben hacer) generalizaciones masivas acerca de la naturaleza del pensamiento o la personalidad 
humanos. En este libro ya se ha advertido sobre los trabajos (incluidos los proyectos del estudiante) que 
borran por completo la pregunta crucial de “¿A quién, en esté mundo, podrían aplicársele estos 
resultados?”. El modelo “científico” utilizado en buena parte del trabajo práctico, apenas si toca esta 
interrogante y da la impresión de que lo “descubierto” es válido para el mundo entero. En muchos libros 
de texto sobre desarrollo, por ejemplo, se da por hecho que la pulsión por independizarse de los padres es 
una característica universal del desarrollo humano y no una característica de muchas sociedades 
individualistas, principalmente industrializadas. Muchos efectos estudiados en la investigación 
psicológica son todavía bastante más limitados, desde el punto de vista cultural, que esta referencia (p. 
ej., Smith, Bond, 1998). 
9. En algunas versiones más radicales del trabajo cualitativo, hay un elevado grado de participación de 
los investigados en alguna parte o en todo el desarrollo, ejecución y análisis del proyecto de 
investigación. Quizá incluso el grupo objetivo actúe como un grupo de investigadores colaboradores, 
donde, el investigador principal se convierte más en un consultor y organizador o analista de datos; 
cualquier resultado o interpretación lo analiza y modifica el grupo en su conjunto, bajo sus propios 
términos; la realidad es “negociada”. La razón de este énfasis en las perspectivas de los participantes no 
es una cuestión de cortesía o mero humanismo. Hammersley y Atkinson hacen aquí esta distinción entre 
el positivista y lo que ellos denominan “naturalista” (sin mucho rigor, el partidario del modelo 
cualitativo): 
 
El positivismo trata al investigador –en virtud del método científico– como si éste tuviera acceso a un 
conocimiento superior. El naturalista radical, por otra parte, considera que el científico social es incapaz de 
generar explicaciones válidas de sucesos que compitan con cualquiera que proporcione la gente que es estudiada. [1983: 234] 
 
 
MÉTODOS CUALITATIVOS 
 
Aquí se emplea diversas técnicas de recopilación de datos cualitativos. La utilización de cualquiera de ellas 
no garantiza que el método aplicado sea por completo cualitativo, pues en sí mismas no pertenecen a algún 
método específico y en cada uno de éstos podría recurrirse a varias. Ya se han considerado algunos de los 
aspectos más técnicos relacionados con estos procedimientos cuando se vislumbraron detalles sobre 
diferentes técnicas de recopilación de datos en algunos avances de capítulos anteriores. Entre las que podrían 
contarse como cualitativas se incluyen: 
 
 7
• cuestionarios de preguntas abiertas • entrevistas no estructuradas y semiestructuradas • observación cualitativa • Observación participante 
método del diario 
método clínico (hasta cierto punto) 
role play y la simulación (dependiendo de la investigación de que se trate) • estudios de casos individuales 
 
Aunque estos métodos recaban datos cualitativos, no poseen lo que uno pudiera llamar una perspectiva 
“cualitativa”, lo cual significa que el objetivo de la investigación es utilizar los datos en su forma cualitativa 
y no extraer de ellos sólo lo que de alguna manera puede representarse en forma numérica. En los métodos 
cualitativos, los datos se retienen en su forma original de significados; no se cuantifican en modo alguno. 
Algunos métodos de análisis tradicionales han aceptado datos cualitativos como un producto legítimo de 
investigación, pero han reducido luego a valores cuantitativos con el fin de efectuar un análisis estadístico. El 
análisis de contenido es un ejemplo de ello y se aborda brevemente en el capítulo 19. 
Si bien éstos son principios generalmente aceptados en todos los niveles, seria tan erróneo considerar 
que los métodos cualitativos son un movimiento unificado, como creer que la religión cristiana es un frente 
armónico y unido. Ha habido divisiones infranqueables y cismas entre los fundadores originales, y hay gratas 
sorpresas cuando investigadores de ámbitos muy apartados, varios de fuera de la psicología, llegan a darse 
cuenta de que han estado diciendo en buena medida lo mismo. Cabría esperar que todas las aproximaciones 
respetaran la apertura y honestidad con sus participantes. Pero, una vez más, esto no es del todo así. Los 
subterfugios y secretos de algunos estudios de observación participante van en contra de varios de los 
principios ya resumidos aquí: en repetidas ocasiones las personas estudiadas no suelen ser participantes en la 
investigación ni se les informa lo que está sucediendo, a grado tal que ni siquiera llegan a sentirse 
traicionadas cuando el investigador finalmente les rinde un informe completo. La presentación de los 
resultados a veces transmite el mensaje de “qué personas tan fascinantemente extrañas y, además, hasta son 
organizadas”. Así que no hay gran homogeneidad entre los métodos cualitativos, ya desde 1990, Tesch logró 
identificar al menos 26 variedades; no obstante, aunque haya serias diferencias políticas entre éstas, hay 
principios vinculantes casi universales –como el énfasis en el significado, en las experiencias propias de la 
gente y en la postura propia del investigador en el contexto de la investigación. 
 
 
PARA EMPEZAR: MODALIDADES DEL MÉTODO CUALITATIVO 
 
El propósito de la siguiente sección es presentar las características principales de varios de los métodos 
cualitativos más populares, que en la actualidad se aplican en las investigaciones psicológicas. No es posible 
incluir todo, he omitido, por ejemplo, el análisis narrativo(p. ej., Murray, citado en Smith, 2003), los 
estudios de casos generales, el análisis del discurso foucaultiano (Willig, 2001) y algunos otros. Si alguno de 
los métodos presentados a continuación resulta atractivo o apropiado para el lector, sería recomendable que 
busque más detalles en algunas de las lecturas adicionales incluidas al final de este capítulo y del 19 (en ese 
capítulo, en el que se abordan los aspectos más prácticos de la recopilación y análisis de datos, se hará 
referencia de nuevo a los principios aquí esbozados). 
Lo que es realmente crucial es que no empiece usted a recabar datos antes de que haya tomado una 
decisión sobre qué método utilizará. Esto es similar al principio, en los estudios cuantitativos, de que antes 
de recabar los datos usted conoce el tipo de análisis al que se dirige, ya que éste posiblemente exija un 
determinado tipo de método de recopilación de datos. Seguramente no querrá un montón de datos a los 
cuales le sea imposible darles uso para el propósito que se había fijado. 
 
 
TEORÍA FUNDAMENTADA 
 
La teoría fundamentada es popular y se importó de la sociología, donde Glaser y Strauss (1967) la 
introdujeron por primera vez en un esfuerzo por contrarrestar el efecto, ya descrito, del predominio, según el 
modelo de comprobación de hipótesis actual, de algunas teorías demasiado amplias. Sostenían que surgirían 
teorías nuevas, más locales, si se “fundamentaban” en los datos cualitativos de los cuales se habían 
desarrollado. La teoría fundamentada es un método para crear categorías que resumen las características 
 8
medulares de los datos y es también un análisis que presenta una teoría al final de la investigación. Esta 
perspectiva es en esencia el marco explicativo que proporcionan las categorías que han surgido de los datos y 
estas categorías son algo más que meras clasificaciones (como “felicidad”). Son analíticas en tanto explican 
agrupaciones de categorías más descriptivas (p. ej., “autoestima” como agrupación de “felicidad”, “éxito” y 
“mejoramiento”). El ANÁLISIS COMPARATIVO CONSTANTE se emplea para verificar las agrupaciones 
de categorías, tal vez deshaciendo y reconstruyendo la red de categorías que surgen. La TEORÍA 
EMERGENTE es la que se desarrolla a medida que se analizan los datos y, por ende, conforme se prosigue 
con la recopilación de más datos. 
La teoría fundamentada puede llevarse a cabo con los datos recabados mediante cualquiera de las 
técnicas ya mencionadas, pero su versión completa exige que el investigador pase del análisis de categorías a 
la recopilación de datos como parte del proceso general de investigación. La posterior recopilación de datos 
se utiliza para comprobar que las categorías emergentes en efecto se ajustan a la realidad; de ahí que se 
emplee el MUESTREO INTENCIONAL merced al cual el investigador busca sólo ciertas clases de datos de 
ciertas clases de personas en un proceso conocido como MUESTREO TEÓRICO; también podría efectuarse 
con base en el ANÁLISIS DE CASO NEGATIVO, que es la búsqueda de casos que no se adecuan al sistema 
de categorías, de modo que puede corregirse y depurarse más adelante. Este análisis se realiza hasta el punto 
de SATURACIÓN, que es en el cual (de modo ideal y no con frecuencia en la práctica) no surgen nuevas 
categorías; cualquier nueva modificación es trivial, pero en este punto ya se ha dado cuenta de buena parte de 
los datos. Cuando la teoría fundamentada se utiliza con una serie de datos obtenidos previamente (p, ej., 
viejas transcripciones de entrevistas, discursos políticos, anotaciones de observación participante), entonces 
se emplea la versión abreviada, en la que el investigador no puede regresar y reunir más datos del mismo tipo 
de fuentes para comprobar la teoría emergente. Una característica más de la versión completa es que la 
pregunta de investigación no está inscrita en piedra, si el análisis comparativo y el muestreo teórico apuntan 
a nuevas direcciones o muestran que la pregunta original era demasiado amplia, muy limitada o estaba fuera 
de curso, la teoría fundamentada permite reformularla con base en la teoría emergente. 
Una última observación que debe tener presente el estudiante interesado en la teoría fundamentada 
como método prospectivo es que ésta ha tenido su propio cisma interno. A fines del decenio de 1981-89, 
Strauss produjo una guía “práctica” para llevar a cabo el proceso de esta teoría (Strauss, Corbin, 1990), la 
cual incorporaba el consejo de buscar ciertas clases de patrón en los datos. Las categorías podían relacionarse 
mediante códigos de orden superior (sobre todo “proceso” y “cambio”) para organizarlas en una estructura. 
Glaser objetó esto (1992), arguyendo que la versión original sólo permitía reconocer patrones de categorías 
si surgían a partir del análisis. Con los criterios a priori de Strauss del procedimiento analítico, Glaser 
sostuvo que el método se había comprometido y que ahora limitaba (o “forzaba”) las formas en que podían 
analizarse los datos (una versión de la historia se presenta en Glaser, 1992). 
 
 
ANÁLISIS FENOMENOLÓGICO INTERPRETATIVO 
 
Considere por favor que lo siguiente es como salirse del camino a tomarse una cerveza. El método, que no 
sorprenda, depende de manera muy evidente de los principios filosóficos de la fenomenología, así que he 
aquí sus generalidades. 
Según la postura fenomenológica, la percepción del mundo que tenga la persona es lo fundamental. 
Este planteamiento influyó, por ejemplo, en la terapia centrada en el cliente de Carl Rogers, pues en ella se 
afirma que cualquier cosa que el cliente informe como su experiencia en una sesión terapéutica, por más 
excéntrica o paranoica que sea desde un punto de vista racional, es una óptica que debe ser validada por el 
terapeuta como la perspectiva genuina del cliente y ser investigada como tal. El análisis interpretativo 
fenomenológico busca preservar cabalmente esa validación de las percepciones del mundo que tiene la gente, 
tratando de introducirse en su mente y reflejar esa perspectiva única hasta donde sea posible. Al mismo 
tiempo, los principios mismos de la fenomenología dictan que cualquier esfuerzo por informar sobre la 
experiencia de otro individuo será irremediablemente distorsionado por la fenomenología del informante. De 
ahí la importancia que se da en la investigación del análisis interpretativo fenomenológico a la función 
reflexiva (véase más adelante) del investigador en la interpretación de la percepción y experiencia del 
participante. 
Los principales datos crudos para el análisis interpretativo fenomenológico son el contenido de las 
transcripciones de la entrevista. Este análisis favorece la utilización de técnicas de entrevista 
semiestructurada (véase el capítulo. 6), aunque a veces se utilizan también los diarios y autobiografías de los 
participantes; su fundador, Jonathan Smith, proporciona una guía excelente y detallada para la realización de 
 9
tales entrevistas (Smith, 1995a; 2003). A diferencia del análisis del discurso, el análisis interpretativo 
fenomenológico se interesa en los procesos mentales e intenta registrar lo que es real en la mente de los 
participantes, pero estrictamente desde su propia perspectiva fenomenológica (Smith, 2003). Adopta un 
punto de vista relativista en el sentido de que el individuo (investigador) construye en forma única el 
conocimiento; en consecuencia, el análisis de transcripciones supone identificar temas que se repiten y que 
cobran sentido juntos, pero siempre de manera conscientemente reflexiva. 
Los siguientes pasos en el análisis los da sobre todo Smith (2003). El investigador del análisis 
interpretativo fenomenológico en un inicio lee la transcripción varias veces, haciendo anotaciones 
descriptivas, un registro de las asociaciones del investigador o una primera interpretación. La segunda etapa 
consiste en identificar temas que surgen de la transcripción y las primeras anotaciones para, en una etapa 
posterior, reordenarlos y organizarlosen los que se agrupan juntos, o los que están en un nivel superior e 
incorporan más temas primarios. En cada una de estas dos últimas etapas debe retomarse constantemente la 
transcripción y, de preferencia, se pone títulos a los temas utilizando las palabras reales del participante. Por 
último, se elabora una tabla de temas organizados, con la mejor agrupación y jerarquía posibles y, a 
diferencia de la teoría fundamentada, permitiendo que se descarten algunos de los primeros temas que 
resultaron débiles o inconexos de la estructura final. 
La metodología del análisis interpretativo fenomenológico suele abarcar entrevistas con varios 
participantes, quienes colaboran con alguna forma de muestreo intencional. Todos los participantes de alguna 
manera tendrán en común el tema de interés de la investigación. Así, quizá todas las participantes hayan sido 
gravemente acosadas o a todos se les ha diagnosticado diabetes en fecha reciente; aquí, el tema de 
investigación tal vez sería las perspectivas de los participantes sobre su imagen personal en cualquiera de los 
casos o la imagen que se hacen de cómo está a punto de cambiar su vida. Los temas que surgen de cada 
participante pueden integrarse unos con otros para lograr una mayor comprensión del fenómeno, o tal vez se 
empleen los del primer participante para analizar las transcripciones de examinandos posteriores. 
 
 
ANÁLISIS DEL DISCURSO 
 
Los investigadores cualitativos se interesan en los significados, el significado humano se transmite 
principalmente a través del lenguaje. El ANÁLISIS CONVERSACIONAL es un método desarrollado en la 
sociología específicamente con el propósito de analizar lo que Hutchby y Woffitt (1998) llaman interacción 
en la plática. El énfasis seguía los argumentos de los filósofos, en el sentido de que la conversación podía 
analizarse a menudo como si se tratara de “actos de habla” (Austin, 1962, citado en Hutchby, Woffitt, 1998). 
Así, por ejemplo, cuando uno promete hacer algo, establece un contrato verbal. Muy probablemente la 
persona que inicia un enunciado con la frase “No soy racista, pero...”, está a punto de decir algo con tintes 
racistas, pero anticipa una cláusula de exención de responsabilidad para distanciarse de las interpretaciones 
negativas de lo que pronunciará; otra argucia es “No me lo tomen a mal, pero...”. El análisis conversacional 
no se aborda aquí, pero el lector podría consultar el texto citado (Sacks, 1992; Have, 1999; o Drew, en 
Smith, 2003) para leer explicaciones completas. 
El análisis del discurso desciende en cierta medida del análisis conversacional, pero se ha 
desarrollado en forma independiente y, como sucede con la teoría fundamentada, tiene dos corrientes 
definidas (Willig, 2001). La corriente más antigua es la del discurso de Foucault, mientras que el 
planteamiento posterior, inspirado en el análisis conversacional y la etnometodología, también lleva el título 
de Psicología del discurso (véase Edwards, Potter, 1992). Este último planteamiento es el que se aborda aquí, 
aunque ambos métodos comparten varios de los principios más importantes. 
El análisis del discurso, como la mayor parte de los métodos cualitativos, se basa en una perspectiva 
filosófica más amplia. Adopta una postura construccionista sólida, arguyendo que el lenguaje es un 
constructor de versiones de la verdad, como suele suceder. Hay una cantidad infinita de formas en que puedo 
describir mis puntos de vista (negativos), por ejemplo, sobre el conductismo tradicional o la privatización de 
los servicios de bienestar social. Desde la perspectiva del análisis del discurso, esto no significa que todas 
éstas sean versiones de alguna realidad definitiva dentro de mi cabeza, sino que yo redefiniría y negociaría 
mi punto de vista cada vez que tratara de explicarlo, dependiendo de los retos que se me planteen, de los 
puntos de vista de quienes me escuchan, de que alguien más pueda oírme, de cuán formal sea la situación, 
etc. Sobre todo, mi producción es una acción social, al análisis del discurso se refiere a hablantes que tienen 
un interés y que se valen del lenguaje para promoverlo dentro del discurso social. Lo anterior no significa 
que la gente sea permanentemente sinuosa, sino tan solo que dentro de la naturaleza del uso del lenguaje está 
el crear una “versión” cada vez que uno habla. En cierto sentido esto recuerda el punto de vista de Bartlett 
 10
sobre la memoria. Cada vez que alguien narra un acontecimiento (p. ej., en una fiesta de la oficina) el relato 
es diferente, y dependerá íntimamente de la condición y función de las personas con quienes se construye la 
exposición. 
El análisis del discurso amplia esta noción de lenguaje como construcción social a algunos de los 
centros actuales de la psicología, incluida la psicología cognitiva y social; esa es otra diferencia del análisis 
conversacional, que en algunas partes puede considerarse como neutral en su contenido. Los principales 
partidarios del análisis del discurso (p. ej., Edwards, Potter, 1992; Potter Wetherell, 1987) armaron lo que 
viene a ser un ataque frontal a la psicología cognitiva y social predominante. Temas como la teoría de la 
memoria y la atribución se tratan como procesos del discurso entre la gente, no como sucesos que ocurren en 
la mente de las personas. Los recuerdos no se consideran como intentos rigurosos por evocar “los hechos” (el 
punto de vista de la psicología cognitiva predominante), sino como reconstrucciones en un contexto social. 
Los recuerdos son construcciones motivadas por quienes se interesan en producir una explicación que se 
adapte a las circunstancias. No son necesariamente construcciones conscientes pero pueden levantar, por 
ejemplo, defensas contra la culpa o la responsabilidad social, o promover una perspectiva de una situación. 
Lo que la gente dice, al evocar, no puede ser considerado como una ventana opaca que mira a procesos reales 
de la memoria cognitiva dentro del organismo. En el análisis del discurso la evocación es una construcción 
en un contexto social (cuando yo le cuento sobre mi fin de semana, lo construyo con usted y en el contexto 
de cómo nos relacionamos, nuestras premisas culturales compartidas, nuestras funciones y condición, entre 
otros). 
Buena parte del controvertido debate en torno del análisis del discurso rebasa el alcance de este libro, 
de hecho, en ocasiones recuerda la imagen de David y Goliat. El acalorado debate que la rama discursiva de 
este análisis generó en sus primeros días se plasma en una lectura de The Psychologist (octubre del 992). Los 
textos especializados citados aquí y en el capítulo 19 ofrecen detalles; lo importante es apreciar algunos de 
los principios característicos de la investigación con aplicación del análisis del discurso, para que usted 
decida si es un método que desee emplear. 
 
 
Principios de la investigación del análisis del discurso 
 
Se obtiene un mejor análisis del discurso a partir de la charla que ocurre de manera natural o en el texto que 
se ha obtenido sin que el hablante supiera que era observado, es decir, en el discurso natural. Sin embargo, 
los estudios suelen efectuarse sobre transcripciones de entrevistas y de grupos focales, no obstante, debe 
tenerse presente que el análisis podría revelar en cierta medida las formas que tienen los participantes de 
manejar su interés en el contexto específico de investigación. Silverman (1993) ha sostenido que el análisis 
del discurso tiene que ver a menudo con intercambios “exóticos” o institucionalizados, y no con la 
conversación cotidiana. Gran parte del trabajo de Edwards y Potter (1992), por ejemplo, trata de 
intercambios entre Margaret Thatcher, Nigel Lawson (entonces ministro de Hacienda británico) y los medios 
de comunicación. Por “intercambios institucionalizados” Silverman alude a los intercambios que se rigen 
estrechamente por las normas sociales (como los de maestro y alumno o médico y paciente) y recomienda 
atender a intercambios menos regidospor normas sociales en las conversaciones diarias entre personas de 
igual condición. 
El análisis del discurso “interroga” la transcripción (véase la p. 391) de la interacción social bajo 
estudio. El énfasis no se centra en lo que dice el guión sino en lo que hace; se trata de un principio 
absolutamente medular que hay que establecer si usted quiere “hacer análisis del discurso”. Suponga que no 
se interesa tanto, por ejemplo, en lo que dicen las nuevas madres sobre su experiencia, cómo se sintieron y 
cuáles fueron sus temores y alegrías; lo que a usted le interesa es cómo construyen la nueva función de 
madre, la manera en que restan importancia a los problemas y hablan del lado positivo (su interés). En el 
análisis del discurso son importantes el tono y el énfasis. Cuando una nueva madre dice, de manera irónica, 
“Me emociona tanto saludar al lechero a las 5 am”, se considera la forma en que construye su nuevo modo de 
vida. 
Un criterio importante para realizar el análisis del discurso es que el investigador debe 
compenetrarse muy bien con la filosofía implicada. Los especialistas en este método verían con horror los 
intentos de los estudiantes por hacer una “práctica discursiva” después de 2 o 3 semanas de conferencias 
(algo parecido a que usted dejara que en su auto se pasearan solos unos niños exploradores). Este aspecto se 
analiza más a fondo en el capítulo 19, pero el punto central aquí son los principios de investigación del 
análisis del discurso; el investigador debe concebir los datos y el procedimiento completamente desde la 
perspectiva de este método, es importante que investigue a fondo los estudios publicados. En la actualidad, 
 11
buena parte de las investigaciones que figuran en la bibliografía empiezan con una denuncia de la historia de 
ataques que predomina en un área de la psicología, como las limitaciones de los modelos de atribución 
cognitivos. Sin embargo, Willig (2001) señala que esta disciplina ha madurado lo suficiente como para que 
los autores de las investigaciones empiecen a incluir, en la introducción a sus artículos, una revisión de los 
estudios de análisis del discurso pertinentes para su tema. 
 
 
ANÁLISIS TEMÁTICO (ORIENTADO POR LA TEORÍA) 
 
Se trata de un planteamiento definido de modo poco riguroso y de uso menos frecuente, que difiere de casi 
todos los demás que se han considerado hasta aquí porque utiliza datos cualitativos para comprobar 
hipótesis. En consecuencia, no desarrolla una teoría desde cero al ir avanzando, sino que comprueba si los 
datos que recaba son congruentes con una hipótesis planteada desde la perspectiva de investigaciones y 
argumentos anteriores, como se haría en una investigación cuantitativa tradicional. 
El modelo hipotético-deductivo convencional en que se basan tantas investigaciones cuantitativas 
quizá puede hacer pensar que sólo pueden comprobar las hipótesis utilizando datos empíricos cuantificados. 
Con todo, uno utiliza datos cualitativos muy a menudo para sustentar o contradecir las predicciones y 
explicaciones; buena parte del razonamiento de uno sobre las motivaciones y la toma de decisiones de la 
gente se basa en evidencias cualitativas. Es factible explicar la conducta inusitada o depresiva de una amiga 
en términos de su situación única como madre soltera y por haber perdido recientemente a la pareja que le 
ayudaba. En un tribunal hay pocos análisis puramente cuantitativos (aunque tal vez se presenten detalles 
numéricos); no obstante, el jurado está allí para ponderar las evidencias en una situación que tiene un 
asombroso parecido con la comprobación de una hipótesis nula. El jurado debe llegar a un veredicto, acaso 
debido a que queda excesivamente impresionado por las diferencias que respaldan sus percepciones iniciales 
de culpabilidad o inocencia, debe aplicar el cuidado prudente, atento y asesorado profesionalmente; además 
será “conservador” cuando exista duda. Sin embargo, las decisiones se basan principalmente en significados 
y argumentos, no en una prueba de significancia estadística. 
Es posible predecir que los delincuentes juveniles reincidentes se sentirán más alienados que otros 
jóvenes de clase media en la sociedad, lo cual se demuestra con la mera fuerza y animosidad del contenido 
de sus relatos, no simplemente limitándose a contar la cantidad de respuestas agresivas. Sin duda se debatirá 
queda “fuerza y animosidad” deben emanar de la comparación con otras relatos, pero lo que nos informa 
aquí son las diferencias cualitativas en el contenido. El positivista tal vez se sienta tentado a crear un 
cuestionario estandarizado a partir de los datos de los delincuentes a fin de usarlo con infractores de 
cualquier otra parte, o en un grupo control. Sin embargo, es el significado inesperado contenido en los relatos 
de los delincuentes el que será de utilidad, no el hecho trivial (aunque cierto) de que sus narraciones diferirán 
de algún modo de los generados por quienes no son delincuentes. Es lo que dicen los delincuentes, algo que 
quizá el investigador nunca haya oído antes, lo que la investigación cualitativa descubre y en lo que hace 
hincapié para el debate. 
Un claro ejemplo de comprobación de hipótesis en la investigación cualitativa seria la investigación 
de Hayes (1991) en dos compañías de paquetería de cómputo, a lo que ella denominó ANÁLISIS 
TEMÁTICO ORIENTADO POR LA TEORÍA. Utilizando teorías precedentes –entre las que se hallaban la 
de identidad social y la investigación de aspectos de la cultura organizacional– logró analizar datos de 
entrevistas de una manera en que la teoría la fue guiando y que le permitió organizar las atribuciones 
causales que los empleados hicieron sobre su ambiente de trabajo y sus patrones, a fin de sustentar las 
hipótesis de la teoría. Este estudio (para un informe al respecto, véase Hayes, 1997) demuestra con claridad 
la forma en que los enunciados significativos y no las pruebas de significancia, pueden respaldar 
colectivamente las predicciones teóricas. 
 
 
ETNOGRAFÍA 
 
La etnografía es una importación de la sociología y, sobre todo, de la antropología, ambas precursoras de la 
observación participante a gran escala. La ETNOGRAFÍA, como método de investigación reconocido, parte 
de los intentos de los antropólogos sociales por generar una comprensión de una sociedad a partir de la 
experiencia sustancial de vivir en ella. El método fue adoptado por varios sociólogos, como recurso para 
contrarrestar premisas estereotipadas sobre los grupos bajo estudio; acercarse a ellos ayudaría a poner freno a 
las ideas preconcebidas y generar empatía en la comunidad desde su propia perspectiva. En su momento, en 
 12
la sociología se consideró a este método como se ve el trabajo cualitativo en la psicología contemporánea: 
una especie de “rebelión en palacio”; desde entonces, la psicología ha heredado en gran medida la tradición 
de la observación participante. Los métodos específicos que conlleva están muy próximos a los de la teoría 
fundamentada y, desde luego, el modelo de Glaser y Strauss puede verse como un resultado directo. 
 
 
INVESTIGACIÓN DE LA ACCIÓN 
 
No se trata de otro método de recopilación y análisis de datos, sino de un tema implícito en muchos trabajos 
cualitativos, promovido en un inicio por Kurt Lewin a mediados del decenio 1941-49. El pedía que la 
investigación se aplicara a asuntos prácticos que ocurren en el mundo social de todos los días; la idea era 
entrar en una situación social, intentar un cambio y observar los resultados. Esto podría consistir en 
establecer o contribuir con un programa diseñado, por ejemplo, para hacer que se cobrara conciencia de las 
necesidades dietéticas o los peligros del tabaquismo. El método se ha empleado a menudo en el ámbito de la 
psicología ocupacional interesada en el cambio organizacional. Los ejemplos asociados provienen del trabajo 
del Tavistock Institute y de su concentración en los sistemas sociotécnicos, en los que se enfatiza la 
mediación de un grupo detrabajo para desarrollar sistemas humanos que contrarresten la influencia (de otro 
modo deshumanizante) de la maquinaria y la tecnología. Un principio rector es que el investigador hace que 
el grupo de trabajo, o los representantes de éste, se compenetren en el proceso de cambio, para que el 
proyecto sea colaborativo (véase más adelante). Hay ejemplos ya desde Trist y Bamforth (1951), quienes 
reorganizaron a los trabajadores de los campos mineros de carbón de Durham, y Rice (1958) quien hizo lo 
mismo en Ahmedabad, India. Es obvio que aquí se trata de una aproximación en la que el objetivo y el 
ámbito de investigación se prestan para un método cualitativo y participativo. Es probable verlo llevado a la 
práctica en ámbitos de la psicología aplicada, como la educación, el trabajo y la salud. Hayes (1997, 98) 
llamó a su estudio (ya descrito) investigación de la acción. 
 
 
INVESTIGACIONES PARTICIPATIVA Y COLABORATIVA 
 
Algunos de los métodos considerados, sobre todo la investigación de la acción, incorporan también, en lo 
posible, la idea de que la gente se involucre o incluso colabore en el proceso de investigación (término este 
último que implica que los participantes realmente realizan parte del proyecto). La idea no es tan nueva, 
desde 1953 Madge sostenía que con la colaboración: 
 
Ya no hay entonces un investigador y sus sujetos pasivos, sino un conjunto de seres humanos, uno de los cuales 
es más experimentado que los otros y tiene finalidades ligeramente más complejas, pero todos colaboran en 
forma consciente en un proyecto de investigación. 
 
La idea de la “participación”, para describir la intervención de las personas como indagadores activos en el 
proceso de investigación se convirtió en el statu quo en el decenio de 1990-99, cuando la British 
Psychological Society recomendó (en 1992) que se eliminara el término “sujetos” en favor de 
“participantes”. Sin embargo, la investigación participativa es más que sólo participación es la idea de que 
los participantes saben todo sobre el objetivo de la investigación y coadyuvan en la indagación a través de las 
entrevistas que conceden o de la conducta que permiten sea estrechamente observada. 
De la antropología se importó el concepto de INVESTIGACIÓN ENDÓGENA, en la que el 
investigador, en lugar de vivir con una comunidad durante un año más o menos, salir y luego publicar un 
informe, hace partícipes a los miembros de esa comunidad en un proyecto de investigación sobre sus propias 
costumbres, normas y organización, en sus propios términos. Esto se ha combinado a menudo con la 
investigación de la acción para convertirse en lo que se conoce como INVESTIGACIÓN COLABORATIVA 
(muy similar a la COOPERATIVA) (véase, p. ej., Reason, citado en Smith, 2003), donde los participantes se 
compenetran lo más que pueden con la investigación sobre su propia organización o grupo. El profesional tal 
vez deba dirigirlos al principio, pero conforme los participantes entienden la naturaleza del juego se 
relacionan de manera más estrecha con el progreso de la investigación. En algunos casos, el proceso es 
iniciado por un miembro que ya estaba en la organización o grupo. La postura se parece mucho a la de la cita 
(véase antes) de Madge (1953). 
Este método es particularmente conveniente cuando el grupo planea o atraviesa por un cambio y 
necesita evaluación: los participantes adoptan ideas sobre recopilación de datos, desarrollan las propias, 
 13
consideran los hallazgos del investigador o analizan los de ellos mismos, y discuten el progreso, las 
directrices y los resultados en reuniones de grupo. La investigación colaborativa no está exenta de 
confrontaciones, pero la idea es basarse, de manera constructiva, en estas diferencias naturales. Una de las 
principales metas es que los participantes dirijan su propio cambio y no que un experto externo, después de 
investigarlos, les indique qué está equivocado y qué podría cambiarse. Sims (1981) estudió de lleno “la 
generación de problemas” en los equipos del servicio de salud y descubrió que, cuando los participantes se 
interesaban en los asuntos, adoptaban sus propias líneas de investigación. Esto creó una atmósfera de 
despertar de conciencia y cambio constructivo, que además generó una perspectiva sobre la resolución de 
problemas que podría transferirse, con modificaciones, a otras situaciones de grupo. 
 
 
REFLEXIVIDAD 
 
Una de las corrientes más sólidas dentro de las aproximaciones cualitativas, que en cierta medida protege los 
hallazgos de las investigaciones de las afirmaciones de que carecen de validez o credibilidad, es una fuerte 
relación y compromiso con el tema autocrítico de la REFLEXIVIDAD. Se trata de un tema creado en la 
sociología moderna en el ámbito de los estudios del conocimiento científico (Woolgar, 1988), pero que ahora 
es un punto medular de trabajo cualitativo en la psicología. Un texto reflexivo es el que informa o recuerda a 
los lectores que el autor ha interpretado datos para construir la versión que están leyendo, y que el lector 
participa y tiene una postura sobre el tema investigado. Para apreciar la necesidad que se percibe de la 
reflexividad en la investigación conviene regresar una vez más a la noción del conocimiento del mundo 
como algo construido socialmente, no como algo que está “ahí afuera” y que se mantiene fijo y accesible si 
se siguen los métodos apropiados. 
Los sociólogos (sobre todo Woolgar) que estudian el proceso de hacer ciencias naturales (producción 
de teorías, estudios, conferencias, artículos para revistas y demás) llegaron a la conclusión de que la noción 
de un individuo que estudia y descubre “hechos” naturales y objetivos era una ilusión, y que cualquier 
conjunto de conocimientos científicos es producto de procesos sociales, culturales, históricos y políticos. 
Cuando uno intenta describir o explicar algo, en especial algo nuevo, se ve precisado a emplear analogías, 
modelos, semejanzas que identifique con facilidad. Es seguro que habrá un vínculo cultural entre todos ellos 
y serán los conceptos contemporáneos del propio grupo cultural en particular, en el que la cultura quizá se 
englobe en una escala bastante circunscrita (quizá el vecindario local, el grupo con el que uno se asocia en la 
escuela y así por el estilo). Piense en cómo se ha infiltrado el lenguaje de la computación en las 
descripciones comunes de la gente en general: “virtual”, “chips”, “programado”, “mega”, “micro”, 
“interfaz”, “en línea” y otras voces por el estilo. Las “explicaciones” nuevas dependen de los constructor 
disponibles: la esquizofrenia es una “enfermedad”, a las personas las “controlan sus genes”, los átomos son 
“bolas”, entre otros. 
En la filosofía construccionista, que sustenta el método de Woolgar, se afirmaba que los científicos 
no descubren hechos puros, fríos, irrefutables a distancia, sino que más bien construyen versiones de los 
hechos en función de esquemas, estereotipos, presiones, valores socialmente aceptados y así por el estilo. 
Después de haber analizado de esta manera el discurso y pensamiento de los científicos naturales, hubo una 
consecuencia inevitable: en lugar de hacer lo que el monstruo de aquella película de los Beatles, Yellow 
Submarine, el cual succiona su propia cola y por ende a sí mismo, los reflectores cayeron más bien en la 
construcción de las ciencias sociales. Los autores se volvieron sensibles a su propia construcción de 
conocimientos al investigarlos e informarlos. Los intimidó el proceso de análisis porque pudieron ver que 
eran culpables de producir conocimiento “clasificado en compartimientos” y “objetivo”, con un sello de 
autoridad, cuando su propio entendimiento debía ser tan “relativo” como cualquier otro. Una técnica para 
impedir que los lectores aceptaran como un hecho lo que se estaba produciendo socialmente, era hacerlos 
conscientes de esto mientras iban leyendo; de modo que surgieron textos que resaltaban la participación y 
perspectiva del investigador. 
Un principio general,entonces, es tomar “precauciones metodológicas” que aseguren de alguna 
forma que los lectores no son conscientes de la función de usted en la construcción de lo que están leyendo, 
de su posible “interés” personal, etc. Desafiando la pose de neutralidad del investigador convencional, 
Reinharz (1983) sostiene que las actitudes de los investigadores deben analizarse por completo, y que es 
indispensable revelar y ubicar con claridad sus valores. Tal filosofía reflexiva es un tema de peso en la 
investigación psicológica feminista. Algunos textos incluyen comentarios de autores o coetáneos después de 
de cada sección. Como muestra el capítulo 19, la teoría fundamentada y métodos similares recomiendan que 
los investigadores lleven un diario de sus pensamientos al recabar datos, que los analicen y elaboren una 
 14
teoría durante su proyecto de investigación; que comenten sobre sus propias actitudes y posibles sesgos al 
llegar a esta o aquella conclusión, o al proceder de tal o cual manera en el proceso de investigación. Más que 
como notas a pie de página o dudas admitidas ante colegas de confianza en un bar, este material se considera 
equivalente en importancia a los datos brutos, resumidos y analizados. 
Algunos autores (véase capítulo 19) también utilizan el término “reflexividad” para referirse a un 
proceso de autovaloración por parte de los participantes en la investigación (p. ej., quienes llevan diarios de 
tiempo atrás o que intervienen en formas de investigación participativa o colaborativa). Willig (2001) alude a 
la reflexividad personal –la influencia que probablemente ejercen los puntos de vista y actitudes del 
investigador sobre su investigación y el cambio que pudo haber ocurrido en él al realizarla– y a la 
reflexividad epistemológica –las formas en que el diseño y análisis construyeron el hallazgo; las otras formas 
en que pudo haberse llevado a cabo el estudio, las repercusiones de las premisas hechas durante la 
investigación que incidieron en la interpretación y presentación finales del conocimiento. 
 
 
PERSPECTIVA FEMINISTA 
 
Una poderosa fuerza en los métodos de la investigación psicológica, por lo menos desde finales del decenio 
de 1970-79 en adelante, fue el aumento de los cuestionamientos serios al paradigma de investigación 
tradicional desde el punto de vista de la política e ideología del movimiento feminista. Algunos afirman que 
gran parte de la fuerza que impulsó la rápida “normalización” de los métodos de investigación cualitativa ha 
sido lo apropiado que fueron éstos para las investigadoras feministas en sus ámbitos particulares de 
investigación y análisis. 
Ahora es difícil de creer que no fue sino hasta fecha bastante reciente que las mujeres realizaron 
investigaciones “propias” sobre ellas mismas. Es casi tan increíblemente inadecuado que un varón sea el 
autor de la investigación en The Psychology of Women (aún conservo el folleto de Penguin) como que 
psicólogos de raza blanca conduzcan estudios sobre “el Negro” (como lo hizo, hace poco, Richard Lynn; 
véase el capítulo 8). Las primeras etapas de la investigación sobre las mujeres comprendieron estudios, según 
un paradigma convencional, en los que se atacaban los estereotipos tradicionales de la naturaleza de las 
mujeres o las deficiencias en relación con los varones. Las investigaciones publicadas contienen ahora una 
buena cantidad de trabajos en los que se cuestionan los estereotipos y que despiertan conciencias. Este 
periodo “orientado por el contenido” también cuestionó la falta de autoras y su presencia visible en la 
comunidad de investigación. Había un paralelismo con el racismo en cuanto a que, cuando las mujeres 
habían producido buenos trabajos de erudición, éstos de alguna manera habían sido marginados u 
oscurecidos; la comunidad investigador abrumadoramente orientada hacia los varones y dominada por ellos 
había empujado esos trabajos a la periferia. 
Sin embargo, aunque continuaba tal periodo de orientación de contenido, dio lugar a que las mujeres 
que participaban en el proceso de investigación se percataran de que los métodos convencionales que habían 
estado aplicando para desarrollar el contenido eran en gran medida producto de una perspectiva de 
investigación y base de pensamiento masculinas. Esto no significa que las mujeres tuvieran que pensar, 
razonar y llevar a cabo sus investigaciones de manera completamente diferente, dada la oportunidad. Se 
caería de nuevo en viejos estereotipos, al insinuar que las mujeres no suelen cuantificar o sentirse felices al 
comprobar hipótesis estadísticamente. La lógica que subyace al ajedrez, la programación de computadoras y 
las pruebas estadísticas en este libro es esencialmente neutral, pero los hombres han sido “dueños” de ella y 
la han promovido durante tanto tiempo que no sorprende que cuando las mujeres llegaron a evaluar sus 
valores en el proceso de investigación, se pusieran en guardia contra los métodos y las relaciones de 
investigación que los investigadores habían descuidado o que nunca habían tomado en cuenta, y que muchas 
investigadoras habían considerado como más válidos y auténticos para representar la experiencia de las 
mujeres. Esta postura se ejemplifica en Feminist Social Psychology (1986), de Sue Wilkinson. 
Algunos aspectos que se ubican como característicos de la aproximación masculina a la 
investigación y comprensión del mundo: la preocupación por cuantificar las variables; el énfasis en el 
control, dominio y manipulación; la tendencia a mantenerse distantes en lugar de compenetrarse con los 
participantes en la investigación; la preferencia por la investigación orientada a los artefactos, en lugar de la 
indagación naturalista; la competencia; el reforzamiento del ego. Ya se planteó en este texto la cuestión del 
poder, cuando se abordó la investigación participativa. El reconocimiento contemporáneo de las relaciones 
de poder en el contexto de investigación es en buena medida producto de la psicología feminista. Consulte 
Paludi (2001), cuyo título es The Psychology of Women, pero esta vez obra de una mujer, aquí, la autora 
sostiene que los términos “control”, “manipular” y “sujeto” son sintomáticos de la naturaleza “masculinista” 
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de la imagen de la ciencia fría, distante, de bata blanca, que el conjunto principal de investigaciones 
psicológicas trató de proyectar, sobre todo en el periodo medio del siglo XX. 
Keller (1986) sostuvo en forma elocuente que ser objetivo se ha asociado con ser varón y que para 
manifestar esta cualidad se debe tomar una posición distante e imparcial. Las investigadoras feministas 
refutan esta premisa, como lo hacen los investigadores cualitativos en general, afirmando que proyecta una 
imagen engañosa de neutralidad; se aprovecha del punto de vista socialmente aceptado de la ciencia como un 
mundo de “verdad” de experto, en el que los cuestionamientos a este método están en cierta forma 
“sesgados”; de ahí que se crea que compenetrarse, escuchar e intentar interactuar con el participante en la 
investigación como en un encuentro social cotidiano, “contaminará” el proceso y los hallazgos de la 
investigación. A las mujeres les resultará muy familiar que se les diga que sus juicios son incorrectos porque 
permiten que la emoción nuble su percepción de la situación. 
Así como la investigación cualitativa a menudo se define en función de los métodos cuantitativos 
como norma, las investigadoras feministas señalan que deben especificar su posición en función de la norma 
de la masculinidad (la agresividad es normal, pero da la casualidad de que las mujeres sencillamente tienen 
“menos” de ella). Una norma en relación con los antecedentes en las investigaciones de sexo y género ha 
sido la búsqueda de diferencias; por tanto, los diversos estudios que en realidad se han realizado en los que 
no se encuentran diferencias, además de los no se intentan porque ni siquiera se sospecha que pudiera 
haberlas, no están en la bibliografía (Tavris, 1993). El estudiantede psicología incauto sólo advertirá las 
investigaciones sobre “diferencias de sexo” y no de los hallazgos sobre las semejanzas sexuales. 
Otra trampa conceptual bastante relacionada que se forma por esta perspectiva es que por diseñar 
pruebas en busca de una diferencia significativa, se crea una impresión de diferencia de grupo. Esto es 
inherente a la decisión de realizar investigaciones en esta forma de hacer pruebas de significancia. En el 
capítulo 4 intenté destacar en forma técnica las ideas terriblemente engañosas que se generan al efectuar un 
estudio de diferencias de grupo, sobre todo si a tal estudio se le da respaldo “científico” al denominarlo 
“experimento”. Incluso con una diferencia significativa puede haber un traslape muy grande de dos 
poblaciones (véanse los capítulos 11 y 12). ¿Qué es más importante, el traslape o la diferencia? Si se deja a 
los usuarios y lectores informales de psicología con la impresión de que las mujeres se desempeñan en X 
peor que los hombres, ¿actuarán entonces en alguna futura posición de poder sobre el supuesto de que casi 
todas las mujeres son deficientes en X? No son sólo las psicólogas feministas y los antirracistas los que 
deben estar al tanto de los sesgos inherentes a los distintos enfoques metodológicos –todos los investigadores 
tienen esta obligación y deberían interesarse particularmente en los métodos y sistemas aparentemente 
“libres de valor”, “neutrales” y “universalmente aplicables”. 
 
 
MÉTODOS CUALITATIVOS CONTEMPORÁNEOS 
 
Hace apenas unos 10 años que Henwood y Pidgeon (1992) publicaron un artículo fundamental, Qualitative 
research and psychological theorising en la revista British Journal of Psychology, que Richardson (1996, 5) 
describió como “uno de los primeros trabajas sobre métodos de investigación cualitativa que se publican en 
una revista de psicología establecida en el Reino Unido”. Smith puede dar cuenta ahora de “una explosión de 
interés por la psicología cualitativa” (2003, 1) y vaya que tiene razón. Desde que se publicó el artículo de 
Henwood y Pidgeon, la investigación cualitativa se ha “normalizado” bastante bien dentro de la psicología; 
los consejos de evaluación pública incluyen ahora preguntas sobre métodos cualitativos; la mayoría de los 
estudiantes de psicología de licenciatura pasan por un módulo o semestre sobre esta materia, hay una 
cantidad cada vez mayor de tesis de doctorado en las que se utilizan métodos cualitativos y ahora hay una 
gama bastante amplia de artículos cualitativos en publicaciones revisadas por coetáneos para orientar a los 
estudiantes sobre cómo abordar los métodos cualitativos. Existe un desequilibrio en el hecho de que la mayor 
parte de estos artículos se encontrará en las revistas de psicología aplicada o en las series más especializadas. 
De hecho, en el año 2004 se vio el primer volumen de una nueva publicación en el Reino Unido: Qualitative 
Research in Psychology (Hodder, Stoughton). En 1989, los trabajos cualitativos en psicología eran 
“radicales”; ahora en los cursos en que califican a los estudiantes para la Graduate Basis for Registration con 
la British Psychological Society se exige que incluyan algún contenido sobre métodos cualitativos. 
Es interesante ver cómo los otrora investigadores cualitativos más radicales se las arreglan para 
normalizarse, dado que los métodos cualitativos se volvieron parte de los métodos de investigación estándar 
en las universidades, cursos y programas de los exámenes públicos, los maestros deben volverse competentes 
para calificar trabajos y coincidir en cuanto a normas. Este aspecto ya ha dado lugar a cierto debate y varios 
talleres y conferencias. Trae a colación el asunto entero de la confiabilidad y la validez en la investigación 
 16
(en el capítulo 19 se aborda esto más a fondo). Si bien es fácil determinar si un diseño de 2 x 3 entre sujetos 
se instrumentó apropiadamente, si las variables están bien definidas y si los resultados se analizaron con 
precisión y en la forma debida, resulta relativamente difícil comparar interpretaciones alternas de datos 
cualitativos (pero véase Madill et al. [2000] para comparaciones de informes de la teoría fundamentada sobre 
los mismos datos). 
Los principios mismos de esos métodos construccionistas y reflexivos no basados en el realismo 
científico pronosticarían análisis diferentes, dependiendo de los distintos investigadores que los realizaran. 
¿Cómo sabrá entonces que este o aquel es un trabajo bueno y válido? ¿Cómo distinguir entre un buen trabajo 
y lo que podría realizar cualquier periodista sin formación en psicología? ¿Cuáles son, en realidad, los 
criterios de validez si se descarta el concepto de validez convencional? Se trata de preguntas que apenas 
empiezan a abordarse (este tema se retorna en el capítulo 19), no obstante, los estudiantes desean tener la 
confianza de que sabrán qué hacer y que serán debidamente asesorados antes de iniciar un proyecto 
cualitativo. Les resulta desconcertante descubrir que no hay sólo un método o paradigma cualitativo sino 
varios, en su mayoría diferentes del resto por su particular postura sobre la investigación que es relevante y 
válida. 
La perspectiva de algunos de los métodos es que sería contrario a su filosofía de investigación 
extraer criterios de calidad o incluso calificar y decidir si un trabajo es “bueno”. Creo que para el estudiante 
que tenga en mente un proyecto de investigación cualitativa sería aconsejable que revisara los criterios 
relevantes que haya, que se asegurara de que su posible supervisor esté bien versado en métodos cualitativos 
y, tal vez, que averiguara en cuáles de éstos se especializa. 
El debate sobre métodos cualitativos y cuantitativos probablemente se intensifique y pase a nuevos 
territorios antes de que los métodos cualitativos se integren por completo en la metodología de la 
investigación psicológica predominante, pero han recorrido un largo trecho con rapidez. Cabe esperar que la 
atmósfera en que se debatan las cuestiones, sobre todo (en interés del estudiante) las concernientes a la 
validez e integridad de los informes de investigación cualitativa, sea menos adversa que lo que ha sido con 
frecuencia en el último decenio. La cooperación y mutua comprensión pueden llevarnos a todos 
precisamente a una síntesis constructiva y provechosa. 
 
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LECTURAS ADICIONA LES RECOMENDADAS 
 
 
Al final del capítulo 19, aparece una lista completa de textos con orientación más práctica. Los textos de la 
lista siguiente son los que no figuran en aquella relación y que son en buena medida teóricos. 
 
Banister, P., Burman, E., Parker, I., Taylor, M., Tindall, C. (1994) Qualitative methods in 
psycholob7.Buckingham: Open University Press. 
Edwards, D., Potter, J. (1992) Discursive psychology. London: Sage. 
Henwood, K., Pidgeon, N. (1992) Qualitative research and psychological theorising. British Journal of 
Psychology, 83, 97-111. 
Morris, P. E., Sykes, R. N. (eds.) Practical aspects of memory. London: Academic Press. 
Smith, J. A., Harré, R., Van Langenhove, L. (eds.) (1995) Rethinking methods in psychology. London: Sage. 
Strauss, A. L., Corbin, J. (1990) Basics of qualitative research: grounded theory procedures and techniques. 
Newbury Park, CA: Sage. 
Tavris, C. (1993) The mismeasure of woman. Feminism and Psychology, 3(2), 149-168. 
The Psychologist (1995) Special Issue on Qualitative Methods, 8(3), 115-118. 
Ussher J. M. (1991) Women’s madness: misogyny or mental illness? London: Harvester Wheatsheaf. 
Wetherell, M., Potter, J. (1993) Mapping the language of racism: discourse and the legitimation of 
exploitation. London: Harvester Wheatsheaf. 
Wilkinson, S. (1986) Feminist social psychology. Milton Keynes: Open University Press. 
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GLOSARIO 
 
 
Análisis comparativo 
constante 
–––– Verificación regular del sistema de categorías emergente (en la teoría 
fundamentada) con datos constante brutos y subcategorías para 
reordenarlos y generar el ajuste más preciso 
 
Análisis

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