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La biogeografía de islas en la conservación de refugios o áreas naturales.
Article · January 2013
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Sergio Godínez-Cortés
Colegio de Postgraduados
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Año 9, No. 2, 2013.
MEMORIAS DE UN 
HERPETÓLOGO
CONTROL DE ESPECIES INDESEABLES. El caso del 
MURCIÉLAGO VAMPIRO
EL ARTE DE
LA GUERRA (III)
Hibernación
¿CÓMO ES AFECTADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO?
LA BIOLOGÍA SINTÉTICA
Y LA CONSERVACIÓN DE LA NATURALEZA
JOHN JAMES AUDUBON
& THE BIRDS OF AMERICA
¿ESPECIALIZACIÓN O 
INTEGRACIÓN?
LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS EN LA CONSERVACIÓN 
DE REFUGIOS O ÁREAS NATURALES
Índice
Memorias de un Herpetólogo
Hibernación, ¿Cómo es Afectada por
el Cambio Climático?
Control de Especies Indeseables: 
El Caso del Murciélago Vampiro
La Biología Sintética y la Conservación de la Naturaleza
John James Audubon & The Birds of America
Especialización o Integración
La Biogeografía de Islas en la Conservación de 
Refugios o Áreas Naturales
El Arte de la Guerra III
Editorial
Normas Editoriales y Directorio
En algún momento en la década de 1980, principalmente en los 
Estados Unidos se puso de moda el aplicar la teoría del Equilibrio 
dinámico de la biogeografía de islas para diseñar áreas naturales 
protegidas (Diamond, 1975; Simberloff, 1983; Shafer, 1990). A 
pesar de que esta teoría puede ser enriquecedora y algo didáctica 
(Akatov, 2013), se debe tener cuidado cuando llega a las manos 
de la gente que se encarga de diseñar áreas naturales, pues no sólo 
es una teoría caduca, sino inadecuada para diseñar refugios, ya que 
sus simples reglas no cumplen con lo requerido para una adecuada 
elección de sitios para conservar (Simberloff, 1983). Revisemos 
cuál es el principio de esta teoría, veamos por qué se utilizó tanto 
y analicemos por qué es inadecuado usarla para dicho fin. En el 
año de 1967, un par de reconocidos ecólogos pertenecientes a las 
Universidades de Pensilvania y Harvard, en los Estados Unidos, Robert 
MacArthur y Edward Wilson, postularon lo que se conoce como teoría 
de Biogeografía de islas, una teoría biológica muy famosa en aquellas 
épocas e incluso en la actualidad y que en un sentido general explica 
que “… el número de especies que se encuentran en una isla o en 
un lugar aislado se debe al balance o equilibrio entre el índice de 
migración y el índice de extinción…” y “…se asume como un evento 
que está ocurriendo constantemente, entran, salen, desaparecen y se 
remplazan individuos y especies (aunque no las mismas), pero siempre 
se mantiene el equilibrio de las poblaciones…” (Shafer, 1990; Murray 
et al., 2002; Akatov, 2013) (Figura 1). Dicha teoría se fundamenta en 
explicar la dinámica poblacional en islas lejanas y cercanas, y en islas 
grandes y pequeñas (Murray et al., 2002). 
Debido al gran impacto obtenido en la comunidad científica en aquella 
época y al aparente equilibrio satisfactorio obtenido de sus resultados 
LA BIOGEOGRAFÍA DE ISLAS 
EN LA CONSERVACIÓN DE 
REFUGIOS O ÁREAS NATURALES
Sergio Godínez-Cortés y Abigail Mayled González-Zúñiga
Egresados de la Licenciatura en Biología, ICBI, UAEH
y de sus postulados, muchos profesionales de la biología no tardaron 
en afirmar que se podían hacer estudios de conservación de áreas 
naturales utilizando dicha teoría, realizando diseños y planes para 
elaborar refugios naturales en distintos tipos de hábitats, incluyendo 
las ciudades (Diamond, 1975; Shafer, 1990; Akatov, 2013). Basándose 
en los principios de la biogeografía de islas y al tratar de aplicar dicha 
teoría a determinadas áreas continentales (terrestres) diseñados para 
refugios biológicos, que según ellos son similares a las islas (Diamond, 
1975; Murray et al., 2002).
La biogeografía de islas se ha utilizado principalmente para medir la 
biodiversidad, hacer predicciones y tratar de comprender la relación 
entre la diversidad de especies y el tamaño del área, mediante sus 
Esquema que representa de manera general la teoría de la biogeografía de islas. 
Tomado de Murray et al., 2002. 
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métodos cuantitativos; sin embargo, algunos han pensado que se 
es capaz de aplicar dichas estimaciones para hacer propuestas para 
preservar sitios mediante la identificación de la distribución de las 
especies (Diamond, 1975; Murray et al., 2002; Akatov, 2013).
No conformes con forzar una teoría basada en áreas de tierra rodeadas 
por agua en áreas de tierra fragmentadas y rodeadas por más tierra, 
estos conservacionistas retomaron ideas de otras fuentes para 
hacerlas pasar como resultados de la biogeografía de islas; tal es el 
caso de los postulado para diseñar refugios naturales propuestos por 
Simberloff en 1983, conocidos como SLOSS “single large or several 
small” (una grande o muchas pequeñas) (Simberloff, 1983; Murray 
et al., 2002) (Figura 2).
Para saber mejor de qué se trata, tenemos que considerar que 
en todos los casos en los que se ha hecho un estudio para tratar 
de conservar áreas utilizando la biogeografía de islas, se ve muy 
claramente que se repiten constantemente dos supuestos que 
no son propiamente surgidos de esta teoría (Diamond, 1975; 
Simberloff, 1983), los cuales son: 
1.- Un solo refugio grande es preferible que dos o más áreas pequeñas 
con un área total igual que la grande.
2.- Para un área dada, una forma redonda es más óptima siempre.
Si bien estos dos enunciados suenan atractivos y funcionan como 
estandarte para decir que la biogeografía de islas ayuda a crear áreas 
naturales protegidas, esto es mentira, pues los dos supuestos, basados 
en la insularidad y en el efecto de borde NO provienen de dicha teoría 
(Simberloff, 1983).
Esta distorsión de principios se debe aque muchos de los biólogos 
que se dedicaron a la conservación o al diseño de refugios, observaron 
una similitud de los espacios terrestres insulares (aislados) destinados 
para conservación con las islas (Diamond, 1975; Shafer, 1990; 
Akatov, 2013). Comparación aparentemente similar, pero errónea, ya 
que las reservas naturales a menudo (al no ser tan grandes como las 
islas) no consideran aspectos de la biodiversidad gama ni beta para su 
conservación, sino sólo alfa. Y no nada más eso, sino que las reservas 
o áreas naturales, a menudo son manchas aisladas del hábitat natural 
rodeadas por paisajes modificados por el ser humano, en las cuales 
no se abarcan todos los componentes de la biodiversidad; ni mucho 
menos se controla el mismo componente alfa en el sitio, puesto que 
Foto: Ricardo Giaviti
Representación de la SLOSS (single large or several small) propuesta por Simberloff 
(1983), en la cual se ejemplifican los dos postulados, y complementada con la 
ilustración de los corredores biológicos. 
Tomado y editado de http://tinyurl.com/loy78ad
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algunos de los organismos escapan o entran algunos que no estaban 
ahí antes, lo que no pasa en las islas, o según la biogeografía de islas, 
no debería de ocurrir (Shafer, 1990; Murray et al., 2002). 
Si bien las reservas naturales que se protegen actualmente 
efectivamente son islas terrestres (áreas fragmentadas con efecto 
de borde), su dinámica poblacional no actúa igual que la de una isla 
volcánica o una isla continental, como nos lo han querido hacer ver 
(Murray et al., 2002). Se pueden ver los defectos de la aplicación 
de la teoría de dos formas principales posibles. Primero: ¿La teoría 
de la biogeografía de islas está tan firmemente establecida como 
para depender de ella y tomar decisiones tan importantes como la 
conservación de áreas? No, puesto que los estudios llevados hasta 
ahora son insuficientes o agregan variables a los resultados que 
propician el equilibrio deseado y no la dinámica poblacional natural, 
lo que conlleva a tomar decisiones equivocadas a la hora de elegir 
un área para protección. Segundo: ¿Los diseños lógicos que se 
recomiendan se obtienen de la biogeografía de islas? No, puesto que 
los dos supuestos basados en la insularidad y en el efecto de borde 
provienen del trabajo de Simberloff (1983).
Hasta estos momentos, la SLOSS (Figura 2) es lo más acertado 
posible para basarnos en el diseño de refugios o áreas naturales. Y 
sin embargo, aunque es muy atractivo el modelo, sólo es una utopía 
más que no considera distintos aspectos variables que nos impiden 
elegir el refugio idóneo, pros y contras tales como el tamaño y la 
forma del área (en la actualidad muchos biólogos creen que una 
forma circular es preferible que un área de cualquier otra forma; sin 
embargo, a estas alturas no es posible discernir si es mejor conservar 
un área grande o varias pequeñas que en su conjunto sean del mismo 
tamaño que la grande, o si es necesario o no unir dichas áreas con 
corredores biológicos); las catástrofes naturales (incendios, plagas, 
competidores, especies introducidas, que sin lugar a dudas es preferible 
que ocurran en un área pequeña, que en una sola de gran tamaño); el 
costo de adquisición del área (entre más grande o exclusiva, se vuelve 
más costosa); el espacio mínimo requerido para cada especie (cada 
especie en particular requiere de distintas condiciones exclusivas, que 
muchas veces no abarca el área protegida considerada, por lo tanto 
quedan a la vez protegidas y desprotegidas); el número de hábitats 
(la riqueza de cada área biológica destinada para conservación 
dependerá en gran medida de los distintos hábitats que presente; 
la conservación de pequeñas áreas con diferentes tipos de hábitats 
presentarán mayor número de especies que una sola área grande con 
un solo tipo de hábitat); el costo de mantenimiento (la manutención 
y logística de organización es más barato para un solo refugio 
grande que para varios pequeños de la misma área que el grande); 
el flujo génico (la endogamia intensa presentada en pequeñas áreas 
acarreará la extinción de la fauna, lo que preocupa a algunos, aunque 
sabemos que la endogamia puede favorecer la variación y la expresión 
Foto: Ricardo Giaviti
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genética escondida en los organismos) (Diamond, 1975; Simberloff, 
1983; Akatov, 2013).
Al analizar éstos y muchos más datos, se puede afirmar que la 
biogeografía de islas NO sirve para diseñar áreas naturales protegidas 
(Simberloff, 1983); ya que si bien es un buen modelo, muchos 
ecólogos de la conservación la han alterado y le han agregado distintas 
variables y partes de otros postulados para que los resultados sobre 
biodiversidad asemejen un equilibrio inexistente, es decir, la maquillan 
para obtener los resultados deseados (Murray et al., 2002).
En un contexto simple, podemos decir que la biogeografía de islas 
es una técnica inadecuada para diseñar áreas naturales o refugios. Es 
una hipótesis débil y pobre que ha llevado a algunos investigadores 
a ajustar el efecto de borde e insularidad al modelo de biogeografía 
de islas para hacerlo autosuficiente, pero nada de eso sustenta 
su diseño; es decir no está bien establecida. No se puede tratar de 
resolver un problema tan complejo como lo es el diseño de un área 
de conservación con una teoría que únicamente sirve para estimar 
la abundancia de la biota y su modo de dispersión en una isla, que 
apuesta a un falso equilibrio de sus poblaciones, sin una verificación 
confiable de sus datos y sus resultados que nos indique que dichas 
aproximaciones hechas a los hábitats continentales es confiable. 
Simplemente no se puede pensar en una reserva como si fuera una 
isla. 
Incluso es triste saber que en algún momento de la historia, 
la International Union for Conservation of Nature and Natural 
Resources, líder internacional en conservación en la primera mitad 
del siglo XX, propuso las reglas básicas para diseñar áreas naturales 
protegidas basándose en la obsoleta teoría de la biogeografía de 
islas (Simberloff, 1983; Akatov, 2013). Y aún en estos días, hay 
profesionales en el campo que nos han engañado o hecho creer con 
argumentos ecológicos que la biogeografía de islas es una herramienta 
útil, cuando en realidad todavía no existe un método adecuado para 
los complejos requerimientos que se necesitan para diseñar un lugar 
como refugio o área de conservación (Simberloff, 1983; Shafer, 1990; 
Akatov, 2013); tanto es así que el mal diseño de muchas de ellas, en 
sentido metafórico, significan islas rodeadas de tierra no adecuadas 
para sobrevivir, es decir, trampas naturales. Así, creemos que en la 
actualidad, ningún biogeógrafo o conservacionista serio trataría 
de adecuar la biogeografía de islas para designar áreas naturales de 
protección biológica.
Agradecimientos. Nuestro más sincero agradecimiento a la Dra. Irene 
Goyenechea Mayer-Goyenechea y al M. en C. Miguel Ángel Cabral 
Perdomo, que en algún momento contribuyeron a la revisión y mejora 
de este ensayo.
Referencias
Akatov, V. V. 2013. The 60th Anniversary of the equilibrium theory in island 
biogeography: Problems of testing, results of field studies, and applied importance. 
Biology Bulletin Reviews 3: 1-16.
Diamond, J. M. 1975. The island dilemma: lessons of modern biogeographic studies 
for the design of natural reserves. Biological Conservation 7: 129-146.
Murray, K. G., Winnett-Murray, K. y L. Hertel. 2002. Species diversity, island 
biogeography, and the design of nature reserves. Pp. 125-144. En: O’Donnell, M. A. 
(ed.).Tested studies for laboratory teaching, Volumen 23. Proceedings of the 23rd 
Workshop/Conference of the Association for Biology Laboratory Education (ABLE), 
Florida. 
Shafer, C. L. 1990. Nature reserves: island theory and conservation practice. 
Smithsonian Institution Press, Washington, 208 pp.
Simberloff, D. 1983. Island biogeographic theoryand the design of wildlife refuges. 
Soviet Journal of Ecology, 13: 215-225.
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