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Música para escuchar, recordar, evocar… durante la lectura de este libro 
Estamos en 1963. Sobre el escenario de la Washington March, antes de que 
Martin Luther King suba a él para dar su discurso, tocan artistas como 
Peter, Paul & Mary, Joan Baez, Bob Dylan, Mahalia Jackson… 
http://www.gutierrez-rubi.es/istillhaveadream/la-musica-de-i-have-a-dream/ 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fotografía de la portada: ‘I have a dream’ Toni Fischer  
ISBN: 978-84-695-8497-2 
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Introducción 
 
Contexto histórico 
Discurso I have a dream de Martin Luther King 
Miradas al discurso 50 años después 
▪ Federico Mayor Zaragoza 
Martin Luther King, la palabra 
▪ Juan María Hernández-Puértolas 
Los renglones torcidos de una revolución imparable 
▪ Rafael Vilasanjuan 
En busca de un sueño que pueda cambiar el mundo 
▪ Gumersindo Lafuente 
«He called me…Madame» 
▪ Francesc Pujol 
Las imágenes asociadas a Martin Luther King Jr. 
El peso de I have a dream 
▪ Carlos Páez 
Discurso-metría del I have a dream 
▪ Yago de Marta 
In Crescendo 
▪ Fran Carrillo 
Estructura del discurso y su impacto en la actualidad 
▪ Ángela Paloma Martín 
Ellas también tenían un sueño. El discurso de MLK desde la 
perspectiva de género 
▪ Xavier Peytibi 
Del mito MLK al primer Presidente negro en EE.UU. 
▪ Roberto Trad 
Martin Luther King desde la consultoría política 
▪ Antoni Gutiérrez-Rubí 
Un discurso al corazón 
Recursos y referencias 
 
 
 
 
 
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Introducción 
Coincidiendo con el día del 50 aniversario del discurso, el 28 de 
agosto, ve la luz este libro electrónico gratuito. Diferentes autores 
plasman en él su mirada y análisis sobre la figura de Martin Luther 
King, el momento del discurso, el contexto en el que fue pronunciado, 
el impacto que tuvo hasta nuestros días, etc. 
Todos los autores, personalidades y expertos en distintos ámbitos, 
han participado de manera desinteresada para aportar sus visiones. 
Ellos son: Federico Mayor Zaragoza, Juan María Hernández-Puértolas, 
Gumersindo Lafuente, Fran Carrillo, Rafael Vilasanjuan, Carlos Páez, 
Roberto Trad, Francesc Pujol, Yago de Marta, Xavier Peytibi, Ángela 
Paloma Martín y Antoni Gutiérrez-Rubí (coordinador). 
He tenido el placer de contribuir con un texto y de coordinar la 
iniciativa que se suma a esta página web: http://www.gutierrez-
rubi.es/istillhaveadream. 
En ella, analizamos el contexto que rodeó la March on Washington y 
los movimientos por los derechos civiles; presentamos la biografía de 
Martin Luther King, contextualizando las influencias que impactaron 
en su figura y trayectoria; se puede leer el discurso íntegro; y 
conocer el impacto que tuvieron los distintos movimientos con 
visualizaciones originales que hemos realizado específicamente para 
la página web, que nos ofrecen una visión de cómo ha ido fluctuando 
la incorporación de ciudadanos de las comunidades negra y latina en 
puestos de responsabilidad pública, por ejemplo, además de otros 
recursos (fotografías, canciones significativas, enlaces de interés…). 
Hemos explorado conceptos transmedia en todo el proyecto: textos, 
audios, vídeos, visualizaciones, infografías… Y todo este trabajo ha 
sido posible gracias a la colaboración de todo el equipo (Xavier, 
5 
 
Ricard, Ángela, Estrella, Cristina, David, Belén, Chus y Jaume) al que 
se han sumado de manera especial para este proyecto: Eduard Güell 
y Edu Martín-Borregón (que ha llevado a cabo las visualizaciones de 
la página web). 
Dos iniciativas con un denominador común: conmemorar el 50 
aniversario del discurso I have a dream, uno de los discursos políticos 
más bellos y más trascendentales de la historia; un momento 
histórico que no ha perdido su poder inspirador y su fuerza 
movilizadora. 
Explicar qué fue ‘el sueño’, qué razones había para pedir que todos 
soñaran, qué impacto tuvo…y por qué sigue vivo y siendo necesario 
hoy son los ejes del proyecto. La suma de contribuciones de los 
distintos autores hace del ebook un documento interesante. Voces 
muy distintas se trenzan ofreciendo miradas al discurso desde el 
punto de vista del análisis histórico, del análisis del discurso, la 
oratoria, la comunicación política, la visión de género, las relaciones 
internacionales o los derechos humanos… en definitiva, cada autor ha 
querido poner el acento en un aspecto distinto, y el resultado no 
podría ser más enriquecedor. Todos los textos son originales y se han 
escrito de manera especial para este libro y, en cada caso, las 
imágenes y/o gráficos que acompañan los distintos artículos han sido 
aportados o sugeridos por cada uno de los autores. 
En mi caso, hay dos razones personales que me han llevado a 
impulsar este proyecto. Son dos razones pequeñas, pero importantes 
en lo vital: pertenezco a la generación de los 60 y mi primer recuerdo 
político tiene que ver con aquel discurso. Fue, en lo personal, de gran 
influencia para mí, en la creación de mi marco de referencias y mi 
escala de valores. En el ámbito profesional, me dedico a la 
6 
 
comunicación política y la construcción de textos y discursos es parte 
de nuestro trabajo. 
El de MLK resulta una obra maestra. Inagotable. Con todos los 
elementos clave para conseguir que sea memorable e histórico. Un 
sueño aislado es una quimera o una fantasía, a veces el preludio de 
una alucinación. Pero un sueño compartido es una utopía colectiva, 
un reto posible. Un desafío. La política como utopía necesaria y, en 
consecuencia, que debe ser posible y realizable. La utopía como 
proyecto. 
Esperamos que disfruten de estos contenidos tanto aquellos que 
están familiarizados con la figura de Martin Luther King como aquellos 
que se aproximan a su obra ahora. 
A todos los que lo han hecho posible, ¡gracias! 
 
 
Antoni Gutiérrez-Rubí 
@antonigr 
7 
 
Contexto histórico 
A principios de la década de 1960, se produjeron en Estados Unidos 
varias revueltas relacionadas con la llamada «cuestión racial». Pese a 
la entrada en vigor de varias leyes antisegregacionistas, la 
comunidad negra no disfrutaba del reconocimiento merecido y se 
mantenía el racismo institucionalizado en algunas partes del país. En 
este contexto, donde empezaban a aparecer movimientos 
reivindicativos organizados, Martin Luther King fundó, a raíz del 
boicot a los autobuses de Montgomery, la Southern Christian 
Leadership Conference (SCLC) con la intención de promover el 
activismo político no violento (es importante destacar la relevancia 
del pacifismo que promovía King dado el arraigo y el prestigio con el 
que contaban en ese momento los Panteras Negras y la Nation of 
Islam, partidarios de acciones más contundentes). 
El año 1963 fue especialmente relevante por el clima reivindicativo 
general y la cantidad de protestas y manifestaciones que se estaban 
produciendo. Destaca, por su significado, la Birmingham campaign en 
Birmingham, Alabama, «probablemente la ciudad más segregada de 
los Estados Unidos», según Martin Luther King en Letter from 
Birmingham Jail. King fue arrestado y encarcelado por su 
participación en las protestas y acentuó su compromiso con la 
desobediencia civil pacífica contra las leyes injustas de segregación 
racial. A partir de ese momento, se sucedieron manifestaciones y 
organizaciones de activismo político en defensa de los derechos 
civiles y en contra de las leyes Jim Crow a lo largo y ancho de los 
Estados Unidos, de San Francisco a Nueva York. 
El 28 de agosto de 1963, se reunieron más de 200.000 personas en 
una marcha por la libertad y el empleo que tomó las calles de 
Washington. La ‘Marcha sobre Washington’ representó la unión de 
muchas organizaciones y movimientos sociales distintos, con 
8 
 
objetivos y agendas diferentes. Los seis organizadores, el «Big Six», 
fueron James Farmer del Congress of Racial Equality, John Lewis 
del Student Nonviolent Coordinating Comitee, A. Philip Randolphde la 
Brotherhood of Sleeping Car Porters, Roy Wilkins de la National 
Association for the Advancement of Colored People, Whitney Young 
de la National Urban League y Martin Luther King de la SCLC. 
Las demandas de la marcha se concretaban en cambios específicos 
en la legislación: (1) la eliminación de la segregación racial en las 
escuelas públicas; (2) la protección de los manifestantes ante la 
brutalidad policial; (3) un gran programa de inversiones públicas para 
generar empleo; (4) la promulgación de una ley que prohibiera la 
discriminación racial en la contratación pública y privada; (5) un 
salario mínimo de 2$ la hora; y (6) autogobierno para el Distrito de 
Columbia, con una mayoría de ciudadanos negros. 
El evento incluyó actuaciones musicales de Marian Anderson, Joan 
Baez, Bob Dylan, Mahalia Jackson… e incluso Charlton Heston 
participó en el evento. Al finalizar el acto, Martin Luther King 
pronunció uno de los discursos más recordados del siglo XX, en el 
que desgrana su ideal de acción política, enumera las reivindicaciones 
de la comunidad negra y afirma su convicción de poder llevarlas a 
cabo. 
9 
 
Discurso I have a dream de Martin Luther King 
 
Tengo un sueño 
Estoy contento de reunirme hoy con vosotros y con vosotras en la que 
pasará a la historia como la mayor manifestación por la libertad en la 
historia de nuestra nación. Hace un siglo, un gran americano, bajo cuya 
simbólica sombra nos encontramos, firmó la Proclamación de Emancipación. 
Este trascendental decreto llegó como un gran faro de esperanza para 
millones de esclavos negros y esclavas negras, que habían sido quemados 
en las llamas de una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer 
dichoso para acabar con la larga noche de su cautividad. 
Pero cien años después, las personas negras todavía no son libres. Cien 
años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente 
atenazada por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la 
discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla 
solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. 
Cien años después, las personas negras todavía siguen languideciendo en 
los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su 
propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones 
vergonzosas. 
Hemos venido a la capital de nuestra nación en cierto sentido para cobrar 
un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las 
magnificientes palabras de la Constitución y de la Declaración de 
Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo americano iba a 
ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres —
sí, a los hombres negros y también a los hombres blancos— se les 
garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la 
búsqueda de la felicidad. 
Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se 
refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de color. En vez de cumplir con esta 
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sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un 
cheque que ha sido devuelto marcado «sin fondos». 
Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. 
Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas 
bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a 
cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las 
riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También hemos venido a 
este santo lugar para recordar a América la intensa urgencia de este 
momento. No es tiempo de darse al lujo de refrescarse o de tomar el 
tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de hacer que las promesas 
de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y 
desolado valle de la segregación al soleado sendero de la justicia racial. 
Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las arenas movedizas de la 
injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer 
que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios. 
Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y 
subestimar la determinación de las personas negras. Este asfixiante verano 
del legítimo descontento de las personas negras no pasará hasta que haya 
un estimulante otoño de libertad e igualdad. Mil novecientos sesenta y tres 
no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que las personas negras 
necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un brusco 
despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. 
No habrá descanso ni tranquilidad en América hasta que las personas 
negras tengan garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. 
Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra 
nación hasta que nazca el día brillante de la justicia. 
Pero hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral 
que lleva al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir 
nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. 
No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del 
encarnizamiento y del odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el 
elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que 
11 
 
nuestra fecunda protesta degenere en violencia física. Una y otra vez 
debemos ascender a las majestuosas alturas donde se hace frente a la 
fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha 
envuelto a la comunidad negra no debe llevarnos a desconfiar de todas las 
personas blancas, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como su 
presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su 
destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su 
libertad está inextricablemente unida a nuestra libertad. No podemos 
caminar solos. 
Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre 
caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están 
preguntando a los defensores de los derechos civiles: «¿Cuándo estaréis 
satisfechos?» No podemos estar satisfechos mientras las personas negras 
sean víctimas de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No 
podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la 
fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las 
autopistas ni en los hoteles de las ciudades. No podemos estar satisfechos 
mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto más 
pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras 
nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su 
dignidad por letreros que digan «solo para blancos». No podemos estar 
satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una 
persona negra en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, 
no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia 
corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente. 
No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido 
aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y 
vosotras habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. 
Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra 
búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la 
persecución y tambaleantes por los vientos de la brutalidad de la policía. 
Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando 
con la fe de que el sufrimiento inmerecido es redención. 
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Volved a Mississippi, volved a Alabama, volved a Carolina del Sur, volved a 
Georgia, volved a Luisiana, volved a los suburbios y a los ghettos de 
nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de un modo u otro esta situación 
puede y va a ser cambiada.No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos 
delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía 
tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño 
americano. 
Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el 
verdadero significado de su credo: «Sostenemos que estas verdades son 
evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales». 
Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de 
quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de 
esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad. 
Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado 
sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, 
se transformará en un oasis de libertad y justicia. 
Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la 
que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación. 
Tengo un sueño hoy. 
Tengo un sueño: que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas 
despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las 
palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama 
niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y 
niñas blancas, como hermanas y hermanos. 
Tengo un sueño hoy. 
Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña 
será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos 
13 
 
se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente 
la verá. 
Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que yo vuelvo al Sur. Con 
esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una 
piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las 
chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de 
fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar 
juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos 
por la libertad, sabiendo que un día seremos libres. 
Este será el día, este será el día en el que todos los hijos de Dios podrán 
cantar con un nuevo significado «Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, 
a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del 
peregrino, desde cada ladera suene la libertad». 
Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y 
así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New 
Hampshire. Suene la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. 
Suene la libertad desde los elevados Alleghenies de Pennsylvania. 
Suene la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Suene 
la libertad desde las curvas vertientes de California. 
Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia. 
Suene la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee. 
Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada 
ladera. 
Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la 
libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, 
desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día 
en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, 
judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las 
14 
 
manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: «¡Al fin libres! 
¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!» 
Vídeo del discurso: 
http://www.youtube.com/watch?v=0h1tZCCdWOM&feature=player_embed
de 
 
 
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Miradas al discurso 50 años después
16 
 
Martín Luther King, la palabra 
Federico Mayor Zaragoza 
 
Por fin, la palabra y no la fuerza. Por fin, la reivindicación de la igual 
dignidad de todos los seres humanos sin violencia. 
Delante del monumento dedicado a Abraham Lincoln en el Mall de 
Washington, D. C., el 28 de agosto del año 1963, el pastor Martin 
Luther King inició su discurso haciendo referencia al trascendental 
Decreto sobre la Emancipación que, hacía 100 años, había firmado el 
Presidente Lincoln y que significó la llegada de «un precioso 
amanecer al final de una larga noche de cautiverio». Sin embargo, 
añadió, «cien años después, el negro aún no es libre… y se 
encuentra desterrado en su propia tierra…». En la Constitución de los 
Estados Unidos y en la Declaración de Independencia figuraba 
explícitamente «la promesa de que a todos los hombres les serían 
garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la 
búsqueda de la felicidad». 
«1963 no es un fin, sino el principio…. Ahora es el momento de hacer 
realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir 
del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado 
de la justicia racial… No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad 
bebiendo de la copa de la amargura y el odio… No debemos permitir 
que nuestra protesta creativa degenere en violencia física… Muchos 
de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí 
hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y 
su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra». 
 
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Amigos míos, a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo 
un sueño… Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el 
verdadero significado de su credo: ‘Afirmamos que estas verdades 
son evidentes: que todos los hombres son creados iguales’. Sueño 
que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos 
esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan 
sentar juntos a la mesa de la hermandad». 
«¡Hoy tengo un sueño!». 
¡La fuerza de la palabra! El sueño de Martin Luther King se ha 
convertido en realidad. Sin violencia, la mano tendida y nunca más 
alzada. Cambiando actitudes, plantando semillas de amor, de 
cercanía y amistad en corazones y mentes todavía inmersos en la 
animadversión y en la desconfianza. 
Cuando vi, el 20 de enero del año 2009 al presidente Barack Obama 
jurando como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, 
pensé que se había cumplido, por fin, el sueño de Martin Luther King. 
El sueño por el que había dado su vida, el sueño que contribuyeron a 
hacer realidad una costurera de Montgomery, en Alabama y un 
prisionero sudafricano, que, durante 27 años, supo germinar 
conciliación y brazos abiertos en lugar de sentimientos de venganza y 
de rencor. 
Fue Rosa Parks, en efecto, quien tuvo el coraje, de regreso a su casa, 
el día 1 de diciembre de 1955, en aquel pueblo de Alabama donde la 
segregación llegaba a los límites de tener que levantarse si en los 
autobuses −blancos en la parte delantera, negros en la de atrás− 
subía una persona de raza blanca y no había sitio. Rosa Parks no se 
levantó. No llegó a su casa, es cierto, sino a la Comisaría de Policía. 
Después fue expulsada de Alabama y tuvo que ir a residir a Detroit, 
Michigan, estado no segregacionista. 
18 
 
 
Pero su ejemplo había cundido. Aquella valiente actitud de Rosa 
Parks hizo realidad la frase de Edmond Burke que me gusta tanto 
repetir: «¡Qué pena que pensando que puedes hacer poco, no hagas 
nada!». 
Martin Luther King tomó rápidamente el relevo y decretó el boicot al 
uso por ciudadanos negros de los autobuses de Alabama. Aquel 
boicot, hizo que −como sucede siempre que hay dinero por el medio− 
los intereses económicos prevalecieran sobre las actitudes e 
ideologías: después de más de 300 días se permitió el uso 
indiscriminado de los servicios de transporte en Alabama, sentándose 
las bases para la Ley Antisegregacionista de 1964, precedida por el 
formidable discurso del 28 de agosto de 1963. En el Mall de 
Washington, Rosa Parks pensaba, seguramente, en el inmenso efecto 
multiplicador de su valiente decisión de aquel atardeceren 
Montgomery. 
Unos días antes, el 23 de junio de 1963, el presidente John Fitzgerald 
Kennedy se había dirigido a la Universidad Internacional de 
Washington, proclamando su esperanza de resolución de los grandes 
desafíos de la humanidad en virtud de las facultades que distinguen a 
la especie humana en su conjunto. En efecto, el gran Presidente 
norteamericano, unos meses antes de que fuera asesinado, dijo con 
firmeza y convencimiento que el desarme era posible, que la paz era 
posible porque «ningún reto se sitúa más allá de la facultad creadora 
distintiva de todo ser humano». 
Ahora hace 50 años de ambos discursos, que tanto han influido en la 
preparación de los cambios radicales que se avecinan, en la inflexión 
histórica de la fuerza −«si quieres la paz, prepara la guerra»− a la 
19 
 
palabra. Ahora hemos comprendido, por fin, que «si quieres la paz, 
ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano». «Sé tú el 
cambio», exclamó Mahatma Gandhi, otro gran promotor del diálogo, 
la paz y la igual dignidad, otro igualmente asesinado por las turbias 
manos de quienes han procurado a toda costa mantener las riendas 
del poder absoluto masculino. 
Poder ciudadano: el clamor popular, la voz de muchos y no de uno 
cuantos. En efecto, ahora hace 68 años que el presidente Roosevelt 
inició un sistema de gobernación mundial basado en «Nosotros, los 
pueblos». Eran los pueblos y no los Estados o los gobiernos los que 
decidían, en el luminoso inicio de la Carta de las Naciones Unidas, 
«evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra». No cabe 
duda de que esta primera fase de la Carta constituye todo un 
programa de acción que hoy debemos, como ha sucedido con el 
sueño de Martin Luther King, procurar poner en práctica: son los 
pueblos de quienes emana el poder; el gran compromiso supremo 
con las generaciones venideras; y evitar la guerra, es decir construir 
la paz con nuestra conducta diaria. 
Repitiendo las palabras de Martin Luther King, «ahora es el momento 
de hacer realidad las promesas de democracia». Ahora es el 
momento en que sean, ya era hora, los pueblos los que asuman el 
poder y lleven a la práctica la Declaración Universal de los Derechos 
Humanos que ahora cumple 65 años. Llegó el momento. Ahora, con 
la posibilidad de sustituir el Mall de Washington por la avenida infinita 
del ciberespacio; ahora muchas más mujeres en la toma de decisión; 
ahora, con la posibilidad de ver al mundo en su conjunto y tener una 
conciencia global,… ahora es el momento de hace realidad el sueño 
de una democracia auténtica en la que el derecho a una vida digna no 
sea privilegio de unos cuantos. 
 
20 
 
Martin Luther King, la palabra, la transición desde una cultura de 
imposición, dominio y confrontación a una cultura de conversación, 
conciliación, alianza y paz. 
El discurso de Martin Luther King fue el principio de muchos cambios 
profundos. Utilizando de nuevo sus propias expresiones, hoy, a los 50 
años, sabemos claramente que los «remolinos de la rebelión 
continuarán sacudiendo los cimientos hasta que surja el esplendoroso 
día de la justicia». Una justicia que, como antes indicaba, hoy es 
posible porque hemos vivido recientemente ejemplos de que los 
conflictos pueden dirimirse sin el uso de la fuerza, de que la 
gobernación mundial debe disponer de instituciones que comprendan 
al conjunto de la humanidad y no solo a unos pocos países prósperos 
y poderosos. Si hemos comprendido las palabras de Martin Luther 
King, cuyo sueño se ha realizado, pueden ahora fijarse igualmente los 
anhelos de la humanidad entera para evitar las presentes 
desigualdades, discriminaciones, intolerables asimetrías… 
En 1989, segundo centenario de la Revolución Francesa y de la 
Declaración de los Derechos del Ciudadano, todo clamaba paz: la 
«guerra fría» había concluido, con el hundimiento −con el símbolo del 
muro de Berlín− del inmenso imperio soviético, sin una sola gota de 
sangre, en virtud del liderazgo extraordinario de Mikhail Sergeyevich 
Gorbachev. Y, como antes ya he mencionado, en Sudáfrica, el 
aborrecible apartheid racial se superaba gracias a la sabiduría y 
bondad sin límites de Nelson Mandela, que en complicidad con el 
presidente Frederic De Clerk, logró en muy pocos meses convencer a 
todos los sudafricanos de que era posible vivir en armonía, 
fraternalmente, todos distintos, todos iguales en dignidad. 
A Nelson Mandela le escribí en 1988, al cumplir 70 años, 26 de los 
cuales en prisión por el único delito de haber nacido con la piel 
morena: «Queremos hoy que sepas / que nuestras alas / tienen en 
21 
 
cada pluma / la marca de tus rejas; /… que desde tu celda / liberas y 
excarcelas / a tanto corazón anclado / en la tibieza… / Ahí estás, 
aherrojado, / dándonos libertad / a manos llenas». 
No cabe duda de que el discurso del pastor bautista y promotor del 
Movimiento por los Derechos Civiles de los Afroamericanos dejó para 
siempre dispuesta la gran transición, de la violencia a la conciliación y 
a la solución pacífica de los conflictos. 
Martín Luther King subrayó que peor que la acción de los malévolos 
es el asombroso silencio de los bondadosos. «Alcemos, pues, nuestra 
voz, / nuestra fuerza… / porque será al fin la palabra / la que guiará 
los pasos / del mundo». 
«Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, 
plantaría un árbol». Dejó plantado un árbol para siempre, un árbol 
frondoso. Murió asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis, 
Tennessee, pero su luz sigue iluminando los caminos del mañana. 
Hoy mismo, la comunidad negra de los Estados Unidos recuerda que 
todavía quedan rescoldos de animadversión y de injusticia: miles de 
afroamericanos acaban de manifestarse en todo el país para exigir 
igualdad tras la polémica absolución judicial del hombre blanco que 
mató al joven Trayvon Martin… Todavía quedan sedimentos del 
pasado racista. «Yo hubiera podido ser, hace 35 años, Trayvon 
Martin», exclamó el presidente Barack Obama, dejando traslucir su 
profunda emoción y sentimiento. 
Y resolución, como es habitual en él. Obama, que es el sueño de 
Martin Luther King convertido en realidad, comparte no solo los 
mismos anhelos sino la manera de llevarlos a la práctica. 
Sí: frente a las dificultades que hoy aquejan al conjunto de la 
humanidad, germinará en todas las mujeres y hombres de la Tierra la 
palabra de Martin Luther King y, en poco tiempo, el clamor del mundo 
22 
 
superará pacíficamente, firmemente, las reticencias de quienes 
siguen conteniendo la revolución inaplazable del espíritu. 
Dediqué a Piedad Córdoba, hace pocos años, este poema: «Será la 
palabra, / al fin, / la que libere… Sí, será la voz / la que concilie, / la 
que traiga la paz, / la que endulce / en nuestros hijos / el agrio sabor 
/ de la contienda / que no cesa / ni repara. / Sí, será la voz. / Voz 
debida / tanto tiempo, / voz de vida…» 
 
 
Federico Mayor Zaragoza 
Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la 
UNESCO (1987-1999) 
www.federicomayor.blogspot.com.es 
@FMayorZaragoza 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
23 
 
Los renglones torcidos de una revolución imparable 
Juan M. Hernández-Puértolas 
 
Los hombres de la Nueva Frontera, con el presidente Kennedy y su 
hermano el ministro de Justicia al frente, no tenían nada claro qué 
podía deparar esa concentración convocada para finales de agosto de 
1963 ante el Lincoln Memorial. Es verdad que las organizaciones 
convocantes acreditaban un sólido historial pacifista y que los 
grandes disturbios raciales que sacudirían a las principales urbes 
estadounidenses aún no se habían producido, pero los episodios de 
violencia, especialmente en el sur del país, eran recurrentes, 
mientras que los ensabanados del Ku Klux Klan campaban a sus 
anchas, especialmente –pero no únicamente– en los estados que 
habían integrado la antigua Confederación.Apenas un año antes, en octubre de 1962, James Meredith se había 
convertido en el primer estudiante negro en poder matricularse en la 
Universidad de Mississippi, pero hicieron falta 3.000 soldados para 
contener las protestas de la población local. Unos meses más tarde, 
el 11 de junio de 1963, la Universidad de Alabama también era 
desegregada, pero no antes de que el gobernador del estado, George 
Wallace, montara su particular numerito ante la militarizada Guardia 
Nacional. Al día siguiente, unas horas después de que el presidente 
Kennedy pronunciara uno de sus discursos más importantes sobre 
derechos civiles, uno de los principales líderes de ese movimiento, el 
afroamericano Medgar Evers, era asesinado ante el portal de su 
propia casa en Jackson, Mississippi. Tendrían que transcurrir más de 
30 años para que su asesino, un racista blanco, ingresara en prisión, 
tras haber sido absuelto en un par de ocasiones por un jurado 
popular, integrado obvia y exclusivamente por ciudadanos de raza 
blanca. 
24 
 
Pero, por supuesto, lo que ni Martin Luther King ni ninguno de los 
más de 200.000 participantes en esa histórica manifestación en la 
capital del país podía prever en esa calurosa jornada del 28 de agosto 
es que, menos de tres meses después, el presidente de la nación 
fuera asimismo asesinado. Ese magnicidio, que cambió la historia del 
país y quién sabe si la del mundo, introdujo una dinámica 
radicalmente nueva en el movimiento de los derechos civiles y en el 
modo con el que los norteamericanos se iban a aproximar a las urnas 
a partir de entonces. De alguna manera, el asesinato de Kennedy 
supuso el epílogo de la guerra civil que había enfrentado a los 
abolicionistas con los partidarios de la permanencia de la esclavitud 
casi un siglo antes, ya que su sucesor, Lyndon Johnson, aprovechó la 
catarsis en la que se sumió el país para sacar adelante una legislación 
reformista que el Congreso, dominado en sus principales comités por 
legisladores procedentes del derrotado sur, había hasta entonces 
desechado sistemáticamente. 
Johnson se aplicó a la tarea con el furor de un converso. Bajo su 
poderoso liderazgo de la mayoría demócrata en el Senado, el 
Congreso había aprobado en 1957 una tímida reforma en materia de 
derechos civiles, pero sus propios colegas de partido le habían 
reprochado no poner su corazón en el tema. 
Esta vez sería distinto. A su abrumadora mayoría en el Colegio 
Electoral en las elecciones presidenciales de 1964 –su rival, el 
republicano Barry Goldwater, solo consiguió imponerse en seis 
estados, cinco de ellos en la antigua Confederación– se unieron 
holgadas mayorías del Partido Demócrata en ambas cámaras del 
Congreso. Aunque muchos de esos senadores y congresistas 
demócratas eran del sur y, por lo tanto, reacios a la integración 
racial, el presidente Johnson aprovechó eficazmente esa ventana de 
oportunidad para tramitar en un tiempo récord la legislación que 
25 
 
permitiría ejercer su derecho al voto a la población negra de los 
estados del sur. Esa ley, aprobada el 8 de agosto de 1965, alteraría 
radicalmente el mapa político de Estados Unidos, con dos derivadas 
trascendentales. Por un lado, el Partido Republicano, al que había 
pertenecido el presidente Abraham Lincoln, se hizo hegemónico en el 
sur del país, donde antes su presencia había sido simbólica. Por el 
otro, la población negra, que en aquellos estados donde podía votar 
repartía su apoyo entre republicanos y demócratas, se hizo casi 
unánimemente demócrata. 
No había transcurrido ni una semana de la aprobación de la 
mencionada ley cuando Watts, el barrio negro de Los Angeles, entró 
en erupción. Los disturbios se prolongaron a lo largo de seis 
interminables días, ocasionando 34 muertos y más de 200 millones 
de dólares en pérdidas materiales. Esa infernal dinámica de los 
saqueos e incendios en el centro de las grandes ciudades 
estadounidenses –Newark, Detroit, etc.– se tornó endémica a lo largo 
de los siguientes años, propiciando un éxodo masivo de la población 
blanca desde el downtown hasta el extrarradio (suburbs) de las 
grandes ciudades. Al ¿qué más quiere esta gente? proclamado por el 
establishment blanco se oponía –de hecho, aún se opone– aquella 
frase particularmente atinada del discurso de King: «Cien años 
después (de la emancipación de los esclavos), el negro vive en una 
isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad 
material». 
Y es que el derecho al voto era condición necesaria pero no suficiente 
para sacar a la minoría negra de su ancestral postración social y 
económica. El lenguaje se fue haciendo políticamente correcto, del 
negro utilizado por King en su histórico discurso se pasó al black de 
las últimas décadas del siglo XX hasta culminar en el afroamerican 
actual. Ya no hay, ni siquiera en el sur, políticos como George 
26 
 
Wallace, gobernador de Alabama y competitivo candidato en las 
elecciones presidenciales de 1968, que se permitía utilizar para 
referirse a este segmento de la población epítetos despectivos como 
nigger. 
Aplicando el imprescindible coeficiente corrector de la poesía y la 
lírica que impregnan el histórico discurso de King, es evidente que 
alguno de sus sueños se ha hecho realidad: los negros de Mississippi 
ya pueden votar, como pueden hacerlo también sus brothers de 
Alabama, Georgia, Carolina del Sur o Louisiana, lo que no sucedía 
cuando pronunció ese discurso. Lo que no podía imaginar ni en sus 
sueños más ambiciosos es que un afroamericano fuera el inquilino de 
la Casa Blanca tan solo 45 años después. Dicho esto, hay que 
convenir que en el irresistible ascenso de Barack Obama a la primera 
magistratura del país concurrieron muchos más factores que el simple 
color de su piel, destacando en primer lugar el progresivo alejamiento 
del Partido Republicano de grandes segmentos de la población; de los 
negros, sin lugar a dudas, pero también de los hispanos, los jóvenes 
y las mujeres. Por hacer servir un tópico ampliamente utilizado en la 
última campaña presidencial, el americano medio «se parece» mucho 
más a Obama que a su rival en esa contienda, el ex gobernador Mitt 
Romney. 
Con todo, el poder político de la minoría afroamericana es real, a 
años luz de su presencia en las grandes instituciones del país hace 50 
años, cuando su situación en el sur era similar a la de los 
sudafricanos negros en la era del apartheid. Hay miembros 
afroamericanos de la Cámara de Representantes procedentes de 
estados antaño tan segregados racialmente como Alabama, 
Louisiana, Georgia o Carolina del Sur, por no hablar de alcaldes de 
grandes ciudades en todo el país o de jueces, presidentes de 
universidades, grandes empresarios o altos directivos. Sin embargo, 
27 
 
el sueño de King de que «un día en las colinas rojas de Georgia los 
hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los propietarios de los 
esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la 
hermandad» no se ha hecho del todo realidad, aunque esté más 
cercano. 
Es verdad que muchos blancos adoran a un presidente negro como 
Barack Obama y que muchos negros adoraron y siguen adorando a 
un presidente blanco como Bill Clinton, pero las suspicacias y los 
temores permanecen. A raíz del veredicto de inocencia emitido por un 
jurado popular de Florida sobre un ciudadano blanco que mató a un 
chico negro desarmado por advertir en este una actitud 
«sospechosa», Obama, aun mostrándose respetuoso con la justicia, 
efectuó un comentario muy revelador: «No saben lo humillante que 
es notar el clic del cierre de los seguros del coche cuando advierten 
tu presencia, a mí me pasó hasta que fui elegido senador». 
La trayectoria del pastor King tuvo un estrambote trágico, 
especialmente para una persona que había sido galardonada con el 
Premio Nobel de la Paz y que había hecho del pacifismo su razón de 
vida. A raízde su asesinato, el 4 de abril de 1968, hubo disturbios 
violentos y saqueos en más de un centenar de ciudades 
norteamericanas, con especial virulencia en Washington D.C., 
Chicago, Baltimore, Kansas City y Louisville. En las tres primeras el 
Ejército hubo de patrullar las calles, un baldón para la imagen 
internacional de Estados Unidos, y en docenas de ellas intervino la 
Guardia Nacional. Hubo decenas de muertos, la inmensa mayoría 
afroamericanos, y miles de millones de dólares en pérdidas 
económicas. En el plano urbanístico, eso representó una auténtica 
revolución, puesto que la inmensa mayoría de la población blanca y la 
incipiente burguesía negra abandonó el centro de las ciudades, 
privándolas de su base fiscal. El caso más dramático ha sido el de 
28 
 
Detroit, que en los años cincuenta del pasado siglo llegó a los dos 
millones de habitantes y que ahora cuenta con apenas 700.000. No 
deja de ser irónico que la reciente suspensión de pagos de esa 
ciudad, la de mayor importe registrada por una urbe norteamericana 
en toda la historia, haya coincidido casi exactamente con el 50º 
aniversario del histórico discurso de King. 
En definitiva, el progreso de la población afroamericana ha sido desde 
entonces espectacular en lo político, pero aún le queda un largo 
trecho por recorrer en la igualdad económica y un trecho un poco 
más corto en lo que respecta a la igualdad sociológica. 
 
 
Juan María Hernández-Puértolas 
Periodista y economista, lleva publicando artículos sobre política y economía 
estadounidense desde hace más de 40 años, fundamentalmente en el diario 
La Vanguardia (Barcelona). Colaborador de la cadena SER, en la actualidad 
desempeña la dirección de comunicación de una gran empresa 
multinacional de infraestructuras y telecomunicaciones. Autor del libro 
Objetivo: la Casa Blanca. 
29 
 
En busca de un sueño que pueda cambiar el mundo 
 
Rafael Vilasanjuan 
 
Puede que las palabras no muevan montañas, pero cuando escuchas 
discursos llenos de coraje y capaces de impregnar de sentido la 
indiferencia social, el tiempo se acelera. El sueño de Martin Luther 
King fue mucho más que un discurso, mucho más que la suma de 
voluntades de quienes tenían reservado un papel de segunda en un 
país que pretendía liderar el mundo. Y es que su sueño no recogía 
solo el grito de liberación de millones de americanos negros, lo que 
acabó despertando fue una revolución inacabada, la que se había 
iniciado con la Declaración de Independencia de EE.UU. (1776), su 
Constitución (http://www.archives.gov) y la posterior Declaración de 
los Derechos del Hombre y del ciudadano de la Revolución Francesa 
(1789). 
 
Curiosamente los pilares que alumbraron el mundo moderno, 
reconociendo «que todos los hombres nacen libres y son iguales ante 
la ley», de manera prácticamente simultánea establecieron unas 
clasificaciones de la especie humana que definían diferencias 
insalvables y condenaron a una parte de la humanidad a una 
pesadilla interminable. El valor del sueño de Luther King, casi 
doscientos años después fue el grito de libertad que finalmente 
30 
 
proyectaría a un país, Estados Unidos y a la sociedad occidental al 
liderazgo mundial de las libertades… Ahora sí, para todos. 
Cinco décadas después no hay duda de que el sueño de Martin Luther 
King sigue vivo. El racismo, no solo hacia el color de la piel, sino por 
el desprecio del poder hacia todo el que no lo tiene adquiere múltiples 
manifestaciones: raza, género, religión, cultura… En cada una de 
estas expresiones el sueño de Martin Luther King renace y −como a 
él− nos invita a pensar, y a compartir su valor insólito a no transigir 
con un ideal. Ideal que definía a sus interlocutores con las siguientes 
palabras: 
En algunas tomas de posición, la cobardía hace esta pregunta: «¿Es 
peligroso?» 
El oportunismo hace esta pregunta: «¿Es político?» 
Y la vanidad se les une y hace esta pregunta. «¿Es popular?» 
Pero la conciencia hace esta pregunta: «¿Es justo?» 
Ahora cumple 50 años, pero el sueño de Luther King forjado en siglos 
de injusticia hacia los negros americanos, se concretó solo unos años 
antes con otra imagen que permanecerá en la memoria colectiva. El 1 
de diciembre de 1955, Rosa Parks una ciudadana negra, se niega a 
obedecer a un chófer de autobús y ceder su lugar a un blanco. 
 
 
31 
 
Para un pastor protestante esa es la revelación. En Montgomery, 
donde vive, y en toda la comunidad negra, este episodio se celebra 
como una victoria contra la segregación en los autobuses. La 
combinación de resistencia y no violencia son los elementos que 
harían de Martin Luther King un líder capaz de hacernos soñar: 
«… Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán algún día en un país 
donde no se los juzgue por el color de su piel, sino por la naturaleza 
de su carácter... 
… Today, I have a dream!» 
¿Tiene vigencia, cincuenta años después, aquel sueño? En gran 
medida el diálogo racial ha superado buena parte de sus barreras, 
incluida la de sentar al primer presidente negro, Barack Obama, en la 
silla reservada a los hombres más poderosos del mundo. Existen 
múltiples muestras de racismo, en América, en Europa o incluso en 
países donde el racismo puede tener manifestaciones entre negros, 
como Sudáfrica. Siempre habrá extremos, sin embargo el triunfo que 
buscaba Luther King, su lucha, estaba no tanto en acabar con 
movimientos como el Ku Klux Clan, o los grupos más radicales, sino 
en conectar con el americano medio, anestesiado y pasivo que puede 
mirar hacia otro lado como el pasajero que viajaba detrás de Rosa 
Parks en la imagen más famosa de un autobús americano. 
En siglo XXI tal vez la palabra «racismo», sin más, no sirva para 
denotar todas las hostilidades y opresiones que viajan a nuestro 
alrededor. Es cierto que el principal problema de las relaciones 
humanas en el mundo actual quizá no sea principalmente el racismo. 
Aunque no está muerto, su intensidad es menor y el apoyo intelectual 
se ha reducido a los extremos. Sin embargo los seres humanos 
siguen maltratando a otros seres humanos bajo múltiples formas de 
dominación: la pobreza, la salud, la educación, las guerras o la 
32 
 
justificación del mercado como único mecanismo de funcionamiento 
global producen millones de víctimas, creando nuevos apartheids. 
Apartheid Global 
Hoy el sueño sigue estando vigente. La pregunta es: ¿Cómo cambiar 
una situación que oprime a millones y millones de personas? 
¿Podemos cambiar el mundo? 
Tendemos a pensar que solo los grandes hombres como Gandhi, 
Luther King o Mandela son capaces de cambiar el mundo; que el 
poder solo está en lo más alto: la ONU, los Gobiernos de los países 
ricos, el G-20, el Banco Mundial… 
 
 
 
Pero, ¿y nosotros? Hasta los años cincuenta y sesenta las relaciones 
internacionales eran minimalistas. Los asuntos de la agenda global se 
lidiaban entre gobiernos y Estados, en parte porque estaban alejados 
del interés y la preocupación de la opinión pública. El ciudadano 
33 
 
medio no se interesaba por asuntos de política exterior 
fundamentalmente porque los consideraban lejos de sus intereses 
inmediatos. Pero la realidad ha cambiado. Hoy cada uno de nosotros 
también podemos ser actores del cambio global. 
Los principales problemas a los que hacemos frente han dejado de 
pertenecer a la esfera local: la crisis económica, las guerras, el 
terrorismo, la seguridad, los efectos del mercado en la vida de 
millones y millones de personas han pasado a formar parte de las 
preocupaciones cotidianas de todos nosotros. Los gobiernos han 
dejado de estar solos. Nuestra relación con el poder ha cambiado y 
en el ámbito internacional se ha hecho todavía más evidente. 
La globalización tiene mucho que ver. Para empezar nos permite 
observar el mundo de una manera más próxima. Lo que ocurre lejos 
nos parece que está aquí al lado. Eso es muy importanteporque si 
realmente queremos cambiar el mundo, es necesario observarlo. 
Tenemos que tener en cuenta en primer lugar que hay personas. 
El mundo que queremos cambiar está compuesto de gente y como 
Martin Luther King todos tenemos causas cercanas o lejanas en las 
que creemos que la dignidad debe mejorar. Lo primero que tenemos 
que tener en cuenta es que si no estamos interesados −a veces 
incluso indignados− no podemos hacer mucho por mejorar una 
situación. 
¿Qué ha hecho posible que un genocidio como el del pueblo armenio, 
a principios del siglo XX, pasara totalmente desapercibido y que en 
cambio el genocidio de Ruanda movilizara a toda la comunidad 
internacional? En el mundo global la información, como el trasporte o 
las finanzas, circula libremente. Tenemos mucho más conocimiento 
de la realidad que nos rodea que la que tenían nuestros antepasados. 
Y eso se traduce en mucho más poder para decir a nuestros 
34 
 
gobiernos que no queremos seguir así, que queremos evitar ese 
sufrimiento y que estamos dispuestos a actuar. 
En las guerras actuales está en juego un buena parte de la 
humanidad. El fin de la Guerra fría relanzó la idea de una política 
internacional capaz de prevenir las guerras, encuadrar las 
negociaciones, interponerse entre los beligerantes y a veces hasta 
imponer la paz y la justicia por la fuerza. La guerra contra el terror es 
solo una continuación de la lógica iniciada. La predilección por la 
acción militar en defensa de valores e intereses que se defienden 
como humanitarios ha llevado a la ONU a realizar tantas acciones en 
una década como en los 50 años anteriores. 
 
 
 
35 
 
1992 en Somalia, 1994 en Ruanda, 1995 en Bosnia, 1998 en Kosovo, 
1999 Timor Oriental, 2000 Sierra Leona y desde el 11 de septiembre: 
2001 Afganistán, 2002 Irak… Libia, por ahora, ha sido el último 
escenario. 
 
 
Progresivamente hemos pasado de la vieja doctrina de injerencia a la 
de las guerras justas para acabar en la guerra preventiva. Y todo en 
función de un bien colectivo. En resumen, nos enfrentamos a una 
nueva doctrina moral universal que moviliza sus recursos para 
pretendidamente mejorar la condición humana universal, en algunos 
casos bajo la intervención de Naciones Unidas, en otros bajo la 
bandera de la OTAN y finalmente en coaliciones agrupadas bajo la 
bandera de los EE.UU. 
 
36 
 
La cuestión es ¿hasta qué punto la proliferación de las denominadas 
guerras justas y el entusiasmo por valores éticos y humanitarios ha 
beneficiado a las poblaciones expuestas a una violencia masiva? 
¿Sabemos qué les ocurre a las personas? Si el sueño sigue vivo es ahí 
donde podemos pensar que hay espacio para un mundo más justo. 
Solo el peso de la sociedad civil y la presión acaban sacando a las 
víctimas del silencio. Por eso, en todos estos escenarios, el papel 
determinante de la sociedad civil es dar a conocer la situación de 
injusticia que rodea a millones de personas. Contar lo que ocurre es 
la primera victoria entre la memoria y el olvido. 
Pero la guerra no es la única circunstancia donde está en juego la 
desaparición de una parte importante de la humanidad. La distinción 
entre la guerra y la paz pasa menos por el uso o no de la violencia 
que por la diferencia entre violencia abierta o violencia encubierta, 
integrada en la construcción de un nuevo orden internacional. 
Éticamente, ¿qué diferencia hay entre bombardear a una población o 
negarle un medicamento que existe y que podría salvar su vida? Las 
guerras del siglo XX han matado a decenas de millones de personas. 
En el siglo XXI, solo el SIDA ha matado al menos a 10 veces más 
personas que las guerras (cifras de la OMS en: 
http://www.who.int/hiv/pub/progress_report2011/global_facts/es) 
Y el SIDA es solo una parte de las muertes evitables por 
enfermedades infecciosas. 
La tuberculosis, la malaria o enfermedades completamente olvidadas 
matan cada año a millones de personas. Como el hambre, que en un 
planeta capaz de producir calorías suficientes para más del doble de 
la población mundial, deja a más de mil millones de personas sin 
acceso a ningún alimento. ¿Por qué no se toman las decisiones para 
37 
 
salvar a toda esa gente excluida y condena a una muerte tan indigna 
como innecesaria? 
El mundo global no tiene capacidad de decidir globalmente. Pero es 
ahí donde la sociedad civil puede decidir. No hay un gobierno global, 
pero la sociedad cada vez lo es más… Y cada vez está mejor 
preparada para reaccionar. 
 
Un cuento afgano 
Un ejemplo que lo explica mucho mejor. En marzo de 2001, George 
Bush acaba de tomar posesión del cargo de presidente de EE.UU. Yo 
estaba en Afganistán trabajando con la Organización Médicos Sin 
Fronteras (http://www.msf.org). Visualmente esa época se recuerda 
porque fue cuando el gobierno talibán destruyó las estatuas de dos 
Budas inmensos esculpidos en roca en Bamiyan, en el sur del país. 
 
 
 
38 
 
Aquella noche hubo toque de queda y el personal local afgano que 
trabajaba con nosotros, en vez de regresar a sus casas, se quedó en 
los hospitales y en los campos de desplazados donde la organización 
trabajaba. 
Fue una noche mágica, al menos para mí. Charlamos, después de 
cenar, con un enfermero. Yo hablaba de la brutalidad de aquel 
Gobierno cruel de los Talibán que había destruido las estatuas. Él 
comentaba lo que tenían que pasar cada día al salir del trabajo y ser 
interrogados por esas mismas autoridades bárbaras. Tratados como 
espías trabajando para organizaciones occidentales como MSF, al salir 
del trabajo eran sometidos a interrogatorios a veces hasta de dos 
horas. ¡Cada día! 
La complicidad del atardecer afgano nos dio para mucho, incluso para 
sincerarnos. 
A mí me interesaba saber si tenía sentido trabajar en aquel país, 
ayudarles para que luego un Gobierno déspota, salvaje y autoritario 
sometiera a toda la población. Pero para mi sorpresa la conversación 
de repente dio un giro. 
Para mi amigo enfermero, los Talibán eran una consecuencia para la 
que se sentían preparados a enfrentarse en el día a día, milicias para 
las que creían tener capacidad de replicar ellos mismos. Fue entonces 
cuando el enfermero me comentó que lo verdaderamente importante 
para él y para los afganos era poder escoger al Presidente de EE.UU. 
Una sorpresa enorme, ¿cómo fijaba su orden de prioridades aquel 
chaval formado y trabajando en un país hundido por un régimen 
bárbaro? Muy sencillo, decía: «En Afganistán, primero los soviéticos 
pusieron un Gobierno, tan cruel como el actual. Luego fueron los 
americanos quienes acabaron dando la alternativa a este Gobierno 
bárbaro. Nuestra suerte inmediata −decía− seguro que está más en 
39 
 
aquellas manos lejanas, que en Afganistán. Y frente a ellas no 
podemos hacer nada, ni siquiera elegir a aquel que más nos 
convenga.» Solo 6 meses después caían las torres gemelas y aquel 
presidente, George Bush, −al que él no había podido elegir− lideraba 
una guerra sin precedentes precisamente en Afganistán. Cuatro 
miembros de la familia de mi interlocutor de aquella noche murieron 
durante los tres primeros meses de la intervención. Solo entonces 
comprendí el sentido de aquella intuición. La idea de que quien dirigía 
buena parte de su destino estaba demasiado lejos para entenderle. 
 
Mientras se globalizan los transportes, la comunicación, el comercio o 
las guerras, las decisiones que afectan a la mayoría de la población 
mundial se toman lejos de los lugares en donde se registran sus 
peores consecuencias. La distancia que hay entre la Casa Blanca −el 
lugar donde se toma la decisión de iniciar la guerra de Afganistán− y 
las víctimas que producirá ese conflicto es enorme. 
Como las víctimas de las guerras, el apartheid que condena a 
millones de personas a vivir sin alimentos y morir de desnutrición, o a 
no proporcionar un tratamiento a millones de personas conSIDA por 
el hecho de que están fuera del mercado y no pueden pagar, son solo 
algunos ejemplos de lo lejos que se toman las decisiones con 
respecto a las víctimas que generan. Si le damos la vuelta, ¿se 
imaginan que ocurriría si las principales víctimas de las decisiones de 
la Organización Mundial del Comercio o del Banco Mundial con 
respecto al precio y al acceso a los alimentos o a las medicinas, se 
cobraran diariamente cientos de miles de vidas en el corazón de 
Manhattan? Probablemente la respuesta sería inmediata y el sentido 
de urgencia se instalaría en los grandes centros de decisión. 
 
40 
 
 
Y es precisamente ahí donde la sociedad civil tiene un papel decisivo, 
porque si bien es cierto que ni somos responsables ni estamos 
capacitados para dar respuesta política a las grandes crisis, sí lo 
estamos para formular las preguntas. En este sentido es donde 
podemos trabajar para provocar cambios y revelar las injusticias. 
Acortar la distancia entre la información que tienen quienes tomas las 
decisiones y quienes padecen sus principales consecuencias es la 
principal aportación. 
Partamos de una idea compartida, una causa concreta, saber que 
todavía quedan espacios humanos en donde tratar a la gente como 
personas, incluso cuando la barbarie se apodera de su entorno, de su 
vida y les despoja de toda su dignidad. A través de las asociaciones, 
de las organizaciones, donde el interés individual que nace de la 
indignación, del interés particular y de la experiencia puede 
transformarse en un sentido de interés público. 
¿Cómo actuar? Empecemos por aceptar que las cosas no suceden por 
casualidad, y que en nuestro mundo globalizado todo tiene conexión, 
por lo tanto no estamos exentos de buscar aquellas preguntas para 
las que el poder solo ofrece gestos. La democracia no es solo una 
cuestión de elecciones y gobiernos, básicamente es una cuestión de 
sociedad civil, de organizarnos y pensar cómo podemos resolver 
aquellos problemas donde la política falla. 
41 
 
Dicho de otra manera, tenemos una responsabilidad: no ser 
cómplices del olvido y la negligencia política. Tienen que ser los 
Estados quienes aporten las respuestas y ni queremos ni podemos 
disputarles esa responsabilidad. Lo que sí tienen que saber es que ya 
no están solos para formular las preguntas. En ese espacio ahora 
también estamos nosotros abriendo la puerta a una sociedad que 
quiera participar desde la riqueza de una mirada crítica. El bailarín 
que sale cuando la pista está vacía y poco a poco los demás le van 
siguiendo, muestra el camino. Un mundo donde vayamos 
promoviendo la capacidad de decidir cada vez de más gente, no solo 
será un mundo más justo, también mucho más seguro. Por eso, 
mientras haya gente que vive en un apartheid, el sueño seguirá vivo. 
Es el mismo que lanzó Luther King hace medio siglo, basta con 
abrazar una causa. 
 
 
Rafael Vilasajuan 
Director del Laboratorio de Ideas y de Comunicación del Instituto de Salud 
Global de Barcelona (ISGlobal) desde marzo de 2011. En el periodo 2006-
2011 fue subdirector gerente del Centro Cultural Contemporáneo de 
Barcelona (CCCB). Ha trabajado durante doce años en Médicos Sin 
Fronteras (MSF), comenzando como director de comunicación en 1995, 
después secretario general de MSF-España y finalmente, en 1999, cuando la 
organización fue premiada con el Premio Nobel de la Paz, fue nombrado 
secretario general de MSF Internacional, organización en la que trabajó 
hasta 2006 
www.isglobal.org 
@rvilasanjuan 
42 
 
«He called me… Madame» 
Gumersindo Lafuente* 
 
Birmingham es hoy la ciudad más grande del estado de Alabama. En 
1960 era una de las más violentamente racistas de los Estados 
Unidos. Las leyes locales imponían la segregación racial en todas las 
facetas de la vida. Tan sólo un 10 por ciento de su población negra 
estaba inscrita para poder votar y su salario para un mismo trabajo 
era muy inferior al de los blancos. En la Pascua de 1963 Birmingham 
fue el escenario de un boicot masivo en defensa de los derechos 
civiles que desencadenó una brutal represión. Martin Luther King 
participó activamente en las protestas, fue detenido en abril y 
escribió Carta desde la cárcel de Birmingham, un alegato contra la 
segregación y en defensa de su lucha por la justicia. La intervención 
del presidente John Fitzgerald Kennedy logró la liberación de Luther 
King y quizá dio el impulso definitivo al gran éxito de la Marcha sobre 
Washington apenas cuatro meses después. 
Hazel Mangle Rivers, nacida en Athens, Georgia, el sur del sur 
profundo, se crió y vivió en Birmingham. Allí tuvo a sus seis hijos y, a 
sus ochenta años, esta anciana negra de pelo grisáceo, víctima 
durante toda su vida de humillaciones por el color de su piel, pudo 
ser testigo de cómo la policía blanca utilizaba perros adiestrados y 
mangueras a presión para disolver sin misericordia a los 
manifestantes, incluidos jóvenes y niños, que salían literalmente 
volando por la fuerza del agua. 
El reportero español Enrique Meneses vivía en Nueva York en 1963. 
Le asqueaba el racismo y estaba siguiendo con especial atención 
cámara en mano la evolución del movimiento por los derechos civiles. 
El 11 de junio presenció en primera fila en la entrada de la 
Universidad de Tuscaloosa, también en Alabama, cómo unos 
43 
 
representantes federales obligaron al gobernador George Wallace a 
franquear la entrada a Vivian Malone y James Hood, los dos primeros 
estudiantes negros en la historia de la institución. Pocas semanas 
después, el 27 de agosto, llegó a Washington a bordo de un autobús 
Greyhound. Quería ser testigo directo de lo que allí iba a suceder al 
día siguiente. Se encontró un campamento perfectamente 
organizado, con carpas para alojar a los dirigentes del movimiento 
por los derechos civiles y a los 2.200 periodistas acreditados. Había 
mesas, sillas, catres, máquinas de escribir, sándwiches, café… Y a las 
10 de la noche empezaron a llegar celebridades. Joan Baez, Bob 
Dylan, Woody Allen, Sydney Poitier, Josephine Baker. Blowing in the 
wind fue la banda sonora del momento. 
 
44 
 
 
 
Autor: Enrique Meneses 
Fotografía cedida para su publicación por la Fundación Enrique Meneses 
45 
 
Y llegó el 28 de agosto de 1963. Martin Luther King jr estaba a punto 
de dar el discurso de su vida, de pronunciar una de las frases más 
influyentes y repetidas de la historia. Meneses se afanaba entre la 
multitud por alcanzar cuanto antes el Lincoln Memorial para lograr un 
buen lugar desde el que disparar sus cámaras y de pronto se cruzó 
con una mujer mayor que lloraba silenciosamente apoyada en un 
árbol. Se acercó y le preguntó qué le sucedía. 
- Es la primera vez que salgo de Birmingham, Alabama, tengo 
ochenta años y hace un momento un hombre blanco que iba con 
prisas me ha pegado un empujón… 
- ¿Le ha hecho daño?−interrogó creyéndola herida. 
- ¡Oh, noooo!, pero me dijo: «Excuse me, Madam!» (Perdón, señora). 
«He called me… Madam» (Me llamó señora). Nunca me había pedido 
perdón un blanco y me han empujado muchas veces. El largo viaje ha 
merecido la pena. 
Así se juntaron las vidas de Enrique Meneses y Hazel Mangle Rivers 
unos minutos antes del I have a dream (Tengo un sueño) de Martin 
Luther King. Y así la anciana que acababa de recibir la primera 
disculpa de un blanco en su larga existencia pudo escuchar a 
continuación una parte del discurso del líder negro que multiplicó su 
emoción: «Tengo un sueño, que un día allá abajo en Alabama, con 
sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios 
goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, 
justo allí en Alabama, niños negros y niñas negras podrán darse la 
mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y 
hermanos». 
Han pasado 50 años y la lucha por los derechos básicos de las 
personas sigue hoy más vigente que nunca. Se ha avanzadomucho y 
46 
 
los sacrificios de activistas como Luther King no han sido en vano, 
pero si no estamos atentos los retrocesos pueden ser aterradores. 
Hoy toca pelear por seguir adelante, pero también por conservar lo 
ya logrado. Y no hay que mirar muy lejos para sentir la amenaza. 
España se ha convertido en una zona de riesgo. Los gobiernos, con la 
disculpa de la crisis, están reduciendo las protecciones sociales de los 
más desfavorecidos. Las redadas policiales racistas son moneda 
común en determinados barrios. La sanidad se empieza a convertir 
en un lujo inalcanzable para muchos. La educación corre el mismo 
peligro. Mientras se desahucia a familias sin recursos los bancos 
logran que se les perdonen sus multimillonarias deudas. Los Centros 
de Internamiento de Extranjeros (CIEs) se han convertido en cárceles 
encubiertas en las que casi no hay derechos. Y el Poder se empeña 
en criminalizar el activismo. Este no era el sueño de Luther King. Este 
no es nuestro sueño. 
 
* Los testimonios de Enrique Meneses están recogidos de su 
autobiografía «Hasta aquí hemos llegado» Ediciones del Viento. Sus 
fotos sobre este y otros acontecimientos de la época se pueden ver 
en «Meneses, la vida de un reportero», editado por La Fábrica. 
 
Gumersindo Lafuente 
Periodista. Uno de los líderes globales en periodismo online. Responsable 
del último cambio digital de El País, periódico online líder en castellano. 
Director de elmundo.es cuando su plataforma se convirtió en la más vista 
en habla hispana. Creador de SOITU, el único medio español incluido en la 
colección permanente del Newseum de Washington. Es maestro en la 
Fundación Gabriel García Márquez. 
www.porCausa.org 
@sindolafuente 
47 
 
Las imágenes asociadas a Martin Luther King Jr. 
El peso de I have a dream 
Francesc Pujol 
 
¿Quién es Martin Luther King Jr? ¿Qué hizo? ¿Cuál es su legado en 
2013, 45 años después de fu fallecimiento? 
La bibliografía ya disponible para intentar dar respuesta cabal es ya 
actualmente casi inabarcable. Sin embargo, la amplitud y variedad de 
estudios sobre MLK son necesarios y, por lo tanto, no son 
redundantes, dada la riqueza de la biografía del personaje y del 
poliédrico impacto de su vida, tanto en su tiempo como ahora. 
En esta obra intentamos aportar elementos de comprensión del 
discurso de MLK del 28 de agosto de 1963 en Washington. La 
contribución que proponemos aquí se basa en la aplicación de la 
metodología de análisis de imágenes. Con este método intentamos 
aportar una vía complementaria para aportar elementos de respuesta 
a las cuestiones planteadas. 
 
La imagen en la era de la cultura visual 
El sentido de una metodología de análisis basada en la monitorización 
sistemática de las imágenes asociadas a una persona, institución o 
evento radica en la relevancia del componente visual en la 
configuración de la marca, reputación y memoria personal o 
institucional. Cuando no es posible el contacto directo y experiencial, 
podemos tener contacto y conocer a personas, eventos o 
instituciones a través de mediaciones, orales, escritas y visuales. Lo 
que recibamos a través de esas mediaciones configurará de manera 
muy determinante la opinión y valoración que hagamos de ellos. 
48 
 
Aunque sea una expresión muy manida, bien vale aquí el que en 
nuestra era globalizada e interconectada gracias a los avances 
tecnológicos, la cultura visual juega un papel cada vez más 
determinante como transmisora de conocimiento. En el acceso digital 
a la información, el componente visual ocupa un lugar destacado en 
los contenidos. 
Las técnicas de análisis de contenido de los textos son herramientas 
de uso común, extendido y asentado para analizar las percepciones 
que genera una persona, institución o evento. Si eso sucede con el 
análisis de contenido de textos, mucho más escaso e incipiente es, 
sin embargo, la metodología de medición de percepciones basada en 
el análisis sistemático de las imágenes asociadas a lo que se quiere 
investigar. 
En nuestro centro de Medios, Reputación e Intangibles de la 
Universidad de Navarra hemos desarrollado nuestra propia 
metodología y técnica de análisis sistemático de imágenes. Consiste 
en seleccionar los artículos de prensa en los que se menciona 
explícitamente el término que queremos investigar. Seleccionamos 
las imágenes que acompañan el texto del artículo. Procedemos a 
continuación a una codificación de los significados que desprende 
cada imagen en relación con el objeto que investigamos. Esa 
codificación es incorporada a una matriz de registros. Del análisis 
cuantitativo de los datos se generan resultados que permiten 
claramente una lectura cualitativa, ya que introducen a un mejor 
conocimiento de la percepción que se tiene de una realidad concreta. 
El periodista puede dar muchas tonalidades al contenido del texto del 
artículo, pero se ve confrontado a la elección de una o dos fotografías 
que acompañarán la lectura. Junto con el titular del artículo, la 
imagen juega un papel simbólico de primer orden que genera, 
consciente o inconscientemente, claves de lectura de la noticia o 
49 
 
análisis. La utilidad y relevancia del análisis de imágenes emerge 
cuando se puede contar con un número muy abundante de noticias 
que cubren el tema que nos interesa investigar. Puede que la elección 
de esta o esa foto sea casi mecánica y anodina, sin ninguna 
intencionalidad simbólica. Lo interesante es que, independientemente 
de la intención de cada medio, la suma de las elecciones del conjunto 
de medios genera un cuadro dotado de significado sobre la 
percepción que se tiene de esa persona, evento o institución. La 
intuición científica y los resultados ya alcanzados en investigaciones 
anteriores nos indican que esta apuesta metodológica es valiosa para 
generar inteligencia sobre la percepción y reputación de las cosas, 
personas e instituciones. 
Hemos aplicado el método de análisis de imágenes para, por ejemplo, 
• identificar la imagen exterior de España en 2012 
http://reputation-metrics.org/marca-espana/ 
• Las imágenes de la convención del Partido Demócrata en 2012 
http://reputation-metrics.org/2012/09/06/the-images-of-2012-
democratic-convention-news-content-analysis/ 
• La representación de la mujer en la ceremonia de clausura de 
los Juegos Olímpicos de Londres 2012 
http://reputation-metrics.org/2012/08/12/women-in-the-
media-london-2012-olympics-opening-ceremony-media-
coverage/ 
 
Campo de análisis 
Para el estudio de las imágenes asociadas a Martin Luther King 
hemos optado por una perspectiva internacional. Hemos seleccionado 
medios de comunicación de varios países además de los de Estados 
Unidos. Para el caso de Estados Unidos hemos seleccionado un 
número escogido y limitado de medios de referencia. Al contar con 
impactos suficientes provenientes de cada medio, hemos podido 
50 
 
almacenar los registros de resultados individualmente para cada uno 
de los medios seleccionados, que son: 
• The New York Times 
• The Wall Street Journal 
• The Washington Post 
• USA Today 
• Los Angeles Times 
• Chicago Tribune 
• The Boston Globe 
Los otros países que hemos incluido en el estudio son: 
• Alemania 
• Francia 
• España 
• México 
• India 
• China 
• África del Sur 
El período de análisis cubierto son las noticias publicadas entre el 1 
de enero y el 30 de junio de 2013. 
Aunque el período de seis meses es suficiente para generar un 
número abundante y representativo de imágenes, es evidente que la 
ampliación del marco temporal de análisis a años anteriores a 2013 
amplía la riqueza de resultados. Esperamos proceder a tal ampliación 
de análisis en un futuro cercano, pero el análisis de resultados de un 
abanico temporal más amplio excede los parámetros de la presente 
obra. 
51 
 
Resultados de contexto 
Hemos sido capaces de identificar 1.666 fotografías provenientesde 
artículos de prensa en las que se menciona explícitamente a Martin 
Luther King. Todas esas fotografías están ligadas de manera directa o 
indirecta a la biografía o al legado de MLK. 
Tal como se indica en el gráfico, el 35 % de las imágenes provienen 
de medios de Estados Unidos. Los tres países europeos seleccionados 
producen otro 37 %. El país en el que contamos con menos imágenes 
asociadas a MLK es India, con un 2,4 %. El primer resultado básico es 
que MLK genera atención y noticias en todos los países analizados, 
aunque de desigual manera. Se trata, por lo tanto, de una marca 
personal de alcance internacional y, probablemente, global. 
 
Con respecto a los medios de Estados Unidos, el periódico que genera 
más imágenes es The Washington Post. La cantidad total de 
imágenes que aporta cada medio depende de su posición editorial. 
Sin embargo, y de manera previa, es necesario estimar el número 
52 
 
total de imágenes que cada periódico incorpora en sus ejemplares. Es 
la cantidad relativa de imágenes sobre MLK la que es relevante. 
Como no hemos calculado este dato, no podemos extraer 
conclusiones sobre la política editorial de cada periódico con respecto 
a la intensidad de publicación de imágenes ligadas a MLK. 
 
Los componentes básicos de la imagen asociada a Martín 
Luther King 
Pasamos en este apartado a mostrar los resultados sobre la 
percepción actual de la obra y legado de MLK, basado en el peso de 
las imágenes que la prensa concede a cada uno de los componentes 
asociados a la marca personal «Martin Luther King». 
Evidentemente, para generar los resultados, hemos procedido 
previamente a una codificación de los contenidos de las imágenes, 
como ya se ha explicado. Esa codificación supone siempre una 
elección por parte del investigador, sujeta a cuestionamiento por 
parte de observadores externos. No pretendemos por lo tanto 
considerar como definitiva la calificación de los componentes de la 
imagen de MKL, que presentamos a continuación. 
La estructura de contenidos que hemos definido es la siguiente: 
1. Imágenes de MKL 
2. Imágenes del tiempo de MKL (en las que no aparece MLK) 
3. Imágenes sobre el estudio e impacto directo de MLK: libros, citas, 
obras artísticas 
4. El legado de MLK hoy: asociación con políticos y personalidades 
actuales 
5. El legado de MLK hoy: asociación con causas sociales 
53 
 
El análisis y clasificación de las 1.666 imágenes ligadas a MKL nos 
indican, tal como se recoge en el gráfico siguiente, la siguiente 
estructura: 
• El 30,4 % de las imágenes tienen como protagonista directo a 
MLK. A ellas se podrían añadir muchas de las imágenes que 
hemos incluido en la categoría «Impacto directo», porque se 
trata de imágenes de libros sobre MKL, murales o cuadros, así 
como citas. En muchos de esos casos se incluye algún tipo de 
imagen real o artística de MKL. 
• El 12,2 % de las imágenes corresponden a eventos o personas 
del tiempo de vida y acción política de MLK, que la prensa liga a 
su figura o legado. 
• El 33,5 % de las imágenes que se usan en los artículos que 
mencionan a MKL son actuales. Corresponden a personas vivas 
o a eventos presentes o recientes. 
 
 
54 
 
La distribución de la estructura de imágenes que acabamos de 
presentar, y cuyo contenido detallado mostraremos más adelante, es 
generada por el cuadro global procedente de todos los países 
analizados. 
Como es de esperar, en cada país se incide en aspectos distintos 
ligados a la obra y legado de MLK. Sin poder entrar en detalles por la 
limitación de espacio, apuntamos que la diferencia de 
comportamiento más notable se produce entre la cobertura dada por 
la prensa de Estados Unidos y la del resto de países. En el lado 
opuesto, los tres países de Europa muestran unas pautas de selección 
de imágenes de MLK muy similares. Hemos desagregado los datos del 
gráfico anterior en tres áreas: Estados Unidos, Europa y Resto (que 
incluye México, India, China y África del Sur). 
Los resultados son claros. La principal divergencia de tratamiento 
estriba en que en Estados Unidos el peso de las imágenes que 
reportan directamente a MLK (vía componentes MKL + «Impacto 
directo») son notoriamente más bajas que en el resto de países. En 
consecuencia, en Estados Unidos prima, por comparación, el peso 
que se da al significado del legado actual de MKL. Sin duda pesa en 
esta divergencia de percepción el hecho de que en Estados Unidos 
cuentan con la fiesta laboral Martin Luther King Day, de fuerte 
componente memorial e inspiradora. Es el tercer lunes de enero. 
55 
 
 
 
Análisis de las imágenes directamente asociadas a MLK. El 
peso de I have a dream 
Pasamos ahora a desglosar el contenido de las imágenes 
directamente ligadas a MLK. Corresponde a la suma de los contenidos 
«MLK» e «Impacto directo». Suman el 56,9 % de todas las imágenes 
de la base de datos, es decir, 948 fotografías. 
El análisis del peso de esas imágenes que muestran directamente a 
MLK proporcionan información valiosa sobre la percepción en 2013 de 
lo que fueron los hitos principales de la vida de MLK, así como de las 
facetas más determinantes de su obra. Son las fuentes que nos 
permiten valorar la percepción de MLK como orador y, en especial, el 
peso histórico que ocupa el discurso del 28 de agosto de 1963 en 
Washington, que sintetizamos con la legendaria cita I have a dream. 
Nuestros datos, reflejados en el siguiente gráfico, muestran que la 
imagen de MKL como orador aparece en el 26,3 % de todas las 
imágenes directas sobre MKL. De ellas, más de la mitad (14,3 %) 
56 
 
pertenecen al discurso del que celebramos los 50 años. Por lo tanto, 
el análisis de imagen nos permite confirmar el papel destacado y 
ejemplar que juega el discurso que se analiza en esta obra colectiva: 
es la pieza vital más usada 50 años después para referirse a la 
persona y papel de MLK. En 2013 entendemos y recibimos a MLK de 
una manera principal a partir y a través del mensaje y la simbólica 
generada en el memorable discurso. 
Otro 17,6 % de las imágenes personales corresponden a lo que 
hemos categorizado como «Retrato». Se trata de las imágenes de 
primer plano en las que no interviene en ningún acto público ni 
político. Incluyen también las fotos de carácter familiar. 
El 9,7 % de las imágenes provienen de su actividad política no ligada 
a discursos. Corresponden a imágenes de él en manifestaciones, 
visitas, encuentros con políticos o con otros activistas como Rosa 
Parks y Malcom X. 
Finalmente, el 4,2 % de las imágenes están ligadas a su asesinato el 
4 de abril de 1968. 
El resto de imágenes directas sobre MLK están de alguna manera 
ligadas a su impacto. 13,9 % corresponden a imágenes de 
monumentos sobre MLK. Casi todas ellas corresponden a la gigante 
obra inaugurada en Washington. Otro 6,5 % de las imágenes 
contienen citas de algunos de sus discursos. Este componente 
refuerza la fortaleza de la oratoria inspiradora en la percepción de la 
marca personal asociada a MLK. Hasta el 13,5 % de las imágenes de 
MLK se refieren a libros que analizan su vida, obra y legado. Este 
componente juega un peso menor en las imágenes generadas en los 
medios americanos. El 8,1 % final corresponden a imágenes artísticas 
que tienen a MLK como protagonistas. Son murales, cuadros o 
películas sobre él. 
57 
 
 
Análisis de las otras imágenes del tiempo de MLK, y sobre su 
legado 
Cerramos este capítulo con el análisis de los resultados de los otros 
dos componentes principales que configuran la actual percepción de 
la imagen de MKL en la prensa internacional: las imágenes del tiempo 
de MKL y las imágenes actuales, que sugieren el legado que se le 
atribuye hoy en día. 
De nuevo, debido a las restricciones de espacio, renunciamos a 
presentar un análisis de detalle de nuestros resultados. Nos 
quedamos con el apunte de las principales enseñanzas que extraigo

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