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1 2 Música para escuchar, recordar, evocar… durante la lectura de este libro Estamos en 1963. Sobre el escenario de la Washington March, antes de que Martin Luther King suba a él para dar su discurso, tocan artistas como Peter, Paul & Mary, Joan Baez, Bob Dylan, Mahalia Jackson… http://www.gutierrez-rubi.es/istillhaveadream/la-musica-de-i-have-a-dream/ Fotografía de la portada: ‘I have a dream’ Toni Fischer ISBN: 978-84-695-8497-2 3 Introducción Contexto histórico Discurso I have a dream de Martin Luther King Miradas al discurso 50 años después ▪ Federico Mayor Zaragoza Martin Luther King, la palabra ▪ Juan María Hernández-Puértolas Los renglones torcidos de una revolución imparable ▪ Rafael Vilasanjuan En busca de un sueño que pueda cambiar el mundo ▪ Gumersindo Lafuente «He called me…Madame» ▪ Francesc Pujol Las imágenes asociadas a Martin Luther King Jr. El peso de I have a dream ▪ Carlos Páez Discurso-metría del I have a dream ▪ Yago de Marta In Crescendo ▪ Fran Carrillo Estructura del discurso y su impacto en la actualidad ▪ Ángela Paloma Martín Ellas también tenían un sueño. El discurso de MLK desde la perspectiva de género ▪ Xavier Peytibi Del mito MLK al primer Presidente negro en EE.UU. ▪ Roberto Trad Martin Luther King desde la consultoría política ▪ Antoni Gutiérrez-Rubí Un discurso al corazón Recursos y referencias 4 Introducción Coincidiendo con el día del 50 aniversario del discurso, el 28 de agosto, ve la luz este libro electrónico gratuito. Diferentes autores plasman en él su mirada y análisis sobre la figura de Martin Luther King, el momento del discurso, el contexto en el que fue pronunciado, el impacto que tuvo hasta nuestros días, etc. Todos los autores, personalidades y expertos en distintos ámbitos, han participado de manera desinteresada para aportar sus visiones. Ellos son: Federico Mayor Zaragoza, Juan María Hernández-Puértolas, Gumersindo Lafuente, Fran Carrillo, Rafael Vilasanjuan, Carlos Páez, Roberto Trad, Francesc Pujol, Yago de Marta, Xavier Peytibi, Ángela Paloma Martín y Antoni Gutiérrez-Rubí (coordinador). He tenido el placer de contribuir con un texto y de coordinar la iniciativa que se suma a esta página web: http://www.gutierrez- rubi.es/istillhaveadream. En ella, analizamos el contexto que rodeó la March on Washington y los movimientos por los derechos civiles; presentamos la biografía de Martin Luther King, contextualizando las influencias que impactaron en su figura y trayectoria; se puede leer el discurso íntegro; y conocer el impacto que tuvieron los distintos movimientos con visualizaciones originales que hemos realizado específicamente para la página web, que nos ofrecen una visión de cómo ha ido fluctuando la incorporación de ciudadanos de las comunidades negra y latina en puestos de responsabilidad pública, por ejemplo, además de otros recursos (fotografías, canciones significativas, enlaces de interés…). Hemos explorado conceptos transmedia en todo el proyecto: textos, audios, vídeos, visualizaciones, infografías… Y todo este trabajo ha sido posible gracias a la colaboración de todo el equipo (Xavier, 5 Ricard, Ángela, Estrella, Cristina, David, Belén, Chus y Jaume) al que se han sumado de manera especial para este proyecto: Eduard Güell y Edu Martín-Borregón (que ha llevado a cabo las visualizaciones de la página web). Dos iniciativas con un denominador común: conmemorar el 50 aniversario del discurso I have a dream, uno de los discursos políticos más bellos y más trascendentales de la historia; un momento histórico que no ha perdido su poder inspirador y su fuerza movilizadora. Explicar qué fue ‘el sueño’, qué razones había para pedir que todos soñaran, qué impacto tuvo…y por qué sigue vivo y siendo necesario hoy son los ejes del proyecto. La suma de contribuciones de los distintos autores hace del ebook un documento interesante. Voces muy distintas se trenzan ofreciendo miradas al discurso desde el punto de vista del análisis histórico, del análisis del discurso, la oratoria, la comunicación política, la visión de género, las relaciones internacionales o los derechos humanos… en definitiva, cada autor ha querido poner el acento en un aspecto distinto, y el resultado no podría ser más enriquecedor. Todos los textos son originales y se han escrito de manera especial para este libro y, en cada caso, las imágenes y/o gráficos que acompañan los distintos artículos han sido aportados o sugeridos por cada uno de los autores. En mi caso, hay dos razones personales que me han llevado a impulsar este proyecto. Son dos razones pequeñas, pero importantes en lo vital: pertenezco a la generación de los 60 y mi primer recuerdo político tiene que ver con aquel discurso. Fue, en lo personal, de gran influencia para mí, en la creación de mi marco de referencias y mi escala de valores. En el ámbito profesional, me dedico a la 6 comunicación política y la construcción de textos y discursos es parte de nuestro trabajo. El de MLK resulta una obra maestra. Inagotable. Con todos los elementos clave para conseguir que sea memorable e histórico. Un sueño aislado es una quimera o una fantasía, a veces el preludio de una alucinación. Pero un sueño compartido es una utopía colectiva, un reto posible. Un desafío. La política como utopía necesaria y, en consecuencia, que debe ser posible y realizable. La utopía como proyecto. Esperamos que disfruten de estos contenidos tanto aquellos que están familiarizados con la figura de Martin Luther King como aquellos que se aproximan a su obra ahora. A todos los que lo han hecho posible, ¡gracias! Antoni Gutiérrez-Rubí @antonigr 7 Contexto histórico A principios de la década de 1960, se produjeron en Estados Unidos varias revueltas relacionadas con la llamada «cuestión racial». Pese a la entrada en vigor de varias leyes antisegregacionistas, la comunidad negra no disfrutaba del reconocimiento merecido y se mantenía el racismo institucionalizado en algunas partes del país. En este contexto, donde empezaban a aparecer movimientos reivindicativos organizados, Martin Luther King fundó, a raíz del boicot a los autobuses de Montgomery, la Southern Christian Leadership Conference (SCLC) con la intención de promover el activismo político no violento (es importante destacar la relevancia del pacifismo que promovía King dado el arraigo y el prestigio con el que contaban en ese momento los Panteras Negras y la Nation of Islam, partidarios de acciones más contundentes). El año 1963 fue especialmente relevante por el clima reivindicativo general y la cantidad de protestas y manifestaciones que se estaban produciendo. Destaca, por su significado, la Birmingham campaign en Birmingham, Alabama, «probablemente la ciudad más segregada de los Estados Unidos», según Martin Luther King en Letter from Birmingham Jail. King fue arrestado y encarcelado por su participación en las protestas y acentuó su compromiso con la desobediencia civil pacífica contra las leyes injustas de segregación racial. A partir de ese momento, se sucedieron manifestaciones y organizaciones de activismo político en defensa de los derechos civiles y en contra de las leyes Jim Crow a lo largo y ancho de los Estados Unidos, de San Francisco a Nueva York. El 28 de agosto de 1963, se reunieron más de 200.000 personas en una marcha por la libertad y el empleo que tomó las calles de Washington. La ‘Marcha sobre Washington’ representó la unión de muchas organizaciones y movimientos sociales distintos, con 8 objetivos y agendas diferentes. Los seis organizadores, el «Big Six», fueron James Farmer del Congress of Racial Equality, John Lewis del Student Nonviolent Coordinating Comitee, A. Philip Randolphde la Brotherhood of Sleeping Car Porters, Roy Wilkins de la National Association for the Advancement of Colored People, Whitney Young de la National Urban League y Martin Luther King de la SCLC. Las demandas de la marcha se concretaban en cambios específicos en la legislación: (1) la eliminación de la segregación racial en las escuelas públicas; (2) la protección de los manifestantes ante la brutalidad policial; (3) un gran programa de inversiones públicas para generar empleo; (4) la promulgación de una ley que prohibiera la discriminación racial en la contratación pública y privada; (5) un salario mínimo de 2$ la hora; y (6) autogobierno para el Distrito de Columbia, con una mayoría de ciudadanos negros. El evento incluyó actuaciones musicales de Marian Anderson, Joan Baez, Bob Dylan, Mahalia Jackson… e incluso Charlton Heston participó en el evento. Al finalizar el acto, Martin Luther King pronunció uno de los discursos más recordados del siglo XX, en el que desgrana su ideal de acción política, enumera las reivindicaciones de la comunidad negra y afirma su convicción de poder llevarlas a cabo. 9 Discurso I have a dream de Martin Luther King Tengo un sueño Estoy contento de reunirme hoy con vosotros y con vosotras en la que pasará a la historia como la mayor manifestación por la libertad en la historia de nuestra nación. Hace un siglo, un gran americano, bajo cuya simbólica sombra nos encontramos, firmó la Proclamación de Emancipación. Este trascendental decreto llegó como un gran faro de esperanza para millones de esclavos negros y esclavas negras, que habían sido quemados en las llamas de una injusticia aniquiladora. Llegó como un amanecer dichoso para acabar con la larga noche de su cautividad. Pero cien años después, las personas negras todavía no son libres. Cien años después, la vida de las personas negras sigue todavía tristemente atenazada por los grilletes de la segregación y por las cadenas de la discriminación. Cien años después, las personas negras viven en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años después, las personas negras todavía siguen languideciendo en los rincones de la sociedad americana y se sienten como exiliadas en su propia tierra. Así que hemos venido hoy aquí a mostrar unas condiciones vergonzosas. Hemos venido a la capital de nuestra nación en cierto sentido para cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magnificientes palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, estaban firmando un pagaré del que todo americano iba a ser heredero. Este pagaré era una promesa de que a todos los hombres — sí, a los hombres negros y también a los hombres blancos— se les garantizarían los derechos inalienables a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Hoy es obvio que América ha defraudado en este pagaré en lo que se refiere a sus ciudadanos y ciudadanas de color. En vez de cumplir con esta 10 sagrada obligación, América ha dado al pueblo negro un cheque malo, un cheque que ha sido devuelto marcado «sin fondos». Pero nos negamos a creer que el banco de la justicia está en bancarrota. Nos negamos a creer que no hay fondos suficientes en las grandes arcas bancarias de las oportunidades de esta nación. Así que hemos venido a cobrar este cheque, un cheque que nos dé mediante reclamación las riquezas de la libertad y la seguridad de la justicia. También hemos venido a este santo lugar para recordar a América la intensa urgencia de este momento. No es tiempo de darse al lujo de refrescarse o de tomar el tranquilizante del gradualismo. Ahora es tiempo de hacer que las promesas de democracia sean reales. Ahora es tiempo de subir desde el oscuro y desolado valle de la segregación al soleado sendero de la justicia racial. Ahora es tiempo de alzar a nuestra nación desde las arenas movedizas de la injusticia racial a la sólida roca de la fraternidad. Ahora es tiempo de hacer que la justicia sea una realidad para todos los hijos de Dios. Sería desastroso para la nación pasar por alto la urgencia del momento y subestimar la determinación de las personas negras. Este asfixiante verano del legítimo descontento de las personas negras no pasará hasta que haya un estimulante otoño de libertad e igualdad. Mil novecientos sesenta y tres no es un fin, sino un comienzo. Quienes esperaban que las personas negras necesitaran soltar vapor y que ahora estarán contentos, tendrán un brusco despertar si la nación vuelve a su actividad como si nada hubiera pasado. No habrá descanso ni tranquilidad en América hasta que las personas negras tengan garantizados sus derechos como ciudadanas y ciudadanos. Los torbellinos de revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que nazca el día brillante de la justicia. Pero hay algo que debo decir a mi pueblo, que está en el caluroso umbral que lleva al interior del palacio de justicia. En el proceso de conseguir nuestro legítimo lugar, no debemos ser culpables de acciones equivocadas. No busquemos saciar nuestra sed de libertad bebiendo de la copa del encarnizamiento y del odio. Debemos conducir siempre nuestra lucha en el elevado nivel de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que 11 nuestra fecunda protesta degenere en violencia física. Una y otra vez debemos ascender a las majestuosas alturas donde se hace frente a la fuerza física con la fuerza espiritual. La maravillosa nueva militancia que ha envuelto a la comunidad negra no debe llevarnos a desconfiar de todas las personas blancas, ya que muchos de nuestros hermanos blancos, como su presencia hoy aquí evidencia, han llegado a ser conscientes de que su destino está atado a nuestro destino. Han llegado a darse cuenta de que su libertad está inextricablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y mientras caminamos, debemos hacer la solemne promesa de que siempre caminaremos hacia adelante. No podemos volver atrás. Hay quienes están preguntando a los defensores de los derechos civiles: «¿Cuándo estaréis satisfechos?» No podemos estar satisfechos mientras las personas negras sean víctimas de los indecibles horrores de la brutalidad de la policía. No podemos estar satisfechos mientras nuestros cuerpos, cargados con la fatiga del viaje, no puedan conseguir alojamiento en los moteles de las autopistas ni en los hoteles de las ciudades. No podemos estar satisfechos mientras la movilidad básica de las personas negras sea de un ghetto más pequeño a otro más amplio. No podemos estar satisfechos mientras nuestros hijos sean despojados de su personalidad y privados de su dignidad por letreros que digan «solo para blancos». No podemos estar satisfechos mientras una persona negra en Mississippi no pueda votar y una persona negra en Nueva York crea que no tiene nada por qué votar. No, no, no estamos satisfechos y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como las aguas y la rectitud como un impetuoso torrente. No soy inconsciente de que algunos de vosotros y vosotras habéis venido aquí después de grandes procesos y tribulaciones. Algunos de vosotros y vosotras habéis salido recientemente de estrechas celdas de una prisión. Algunos de vosotros y vosotras habéis venido de zonas donde vuestra búsqueda de la libertad os dejó golpeados por las tormentas de la persecución y tambaleantes por los vientos de la brutalidad de la policía. Habéis sido los veteranos del sufrimiento fecundo. Continuad trabajando con la fe de que el sufrimiento inmerecido es redención. 12 Volved a Mississippi, volved a Alabama, volved a Carolina del Sur, volved a Georgia, volved a Luisiana, volved a los suburbios y a los ghettos de nuestras ciudades del Norte, sabiendo que de un modo u otro esta situación puede y va a ser cambiada.No nos hundamos en el valle de la desesperación. Aun así, aunque vemos delante las dificultades de hoy y mañana, amigos míos, os digo hoy: todavía tengo un sueño. Es un sueño profundamente enraizado en el sueño americano. Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: «Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales». Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la fraternidad. Tengo un sueño: que un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocante por el calor de la injusticia, sofocante por el calor de la opresión, se transformará en un oasis de libertad y justicia. Tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel sino por su reputación. Tengo un sueño hoy. Tengo un sueño: que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos. Tengo un sueño hoy. Tengo un sueño: que un día todo valle será alzado y toda colina y montaña será bajada, los lugares escarpados se harán llanos y los lugares tortuosos 13 se enderezarán y la gloria del Señor se mostrará y toda la carne juntamente la verá. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que yo vuelvo al Sur. Con esta fe seremos capaces de cortar de la montaña de desesperación una piedra de esperanza. Con esta fe seremos capaces de transformar las chirriantes disonancias de nuestra nación en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de ponernos de pie juntos por la libertad, sabiendo que un día seremos libres. Este será el día, este será el día en el que todos los hijos de Dios podrán cantar con un nuevo significado «Tierra mía, es a ti, dulce tierra de libertad, a ti te canto. Tierra donde mi padre ha muerto, tierra del orgullo del peregrino, desde cada ladera suene la libertad». Y si América va a ser una gran nación, esto tiene que llegar a ser verdad. Y así, suene la libertad desde las prodigiosas cumbres de las colinas de New Hampshire. Suene la libertad desde las enormes montañas de Nueva York. Suene la libertad desde los elevados Alleghenies de Pennsylvania. Suene la libertad desde las Rocosas cubiertas de nieve de Colorado. Suene la libertad desde las curvas vertientes de California. Pero no sólo eso; suene la libertad desde la Montaña de Piedra de Georgia. Suene la libertad desde el Monte Lookout de Tennessee. Suene la libertad desde cada colina y cada topera de Mississippi, desde cada ladera. Suene la libertad. Y cuando esto ocurra y cuando permitamos que la libertad suene, cuando la dejemos sonar desde cada pueblo y cada aldea, desde cada estado y cada ciudad, podremos acelerar la llegada de aquel día en el que todos los hijos de Dios, hombres blancos y hombres negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de juntar las 14 manos y cantar con las palabras del viejo espiritual negro: «¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso, somos al fin libres!» Vídeo del discurso: http://www.youtube.com/watch?v=0h1tZCCdWOM&feature=player_embed de 15 Miradas al discurso 50 años después 16 Martín Luther King, la palabra Federico Mayor Zaragoza Por fin, la palabra y no la fuerza. Por fin, la reivindicación de la igual dignidad de todos los seres humanos sin violencia. Delante del monumento dedicado a Abraham Lincoln en el Mall de Washington, D. C., el 28 de agosto del año 1963, el pastor Martin Luther King inició su discurso haciendo referencia al trascendental Decreto sobre la Emancipación que, hacía 100 años, había firmado el Presidente Lincoln y que significó la llegada de «un precioso amanecer al final de una larga noche de cautiverio». Sin embargo, añadió, «cien años después, el negro aún no es libre… y se encuentra desterrado en su propia tierra…». En la Constitución de los Estados Unidos y en la Declaración de Independencia figuraba explícitamente «la promesa de que a todos los hombres les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». «1963 no es un fin, sino el principio…. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia. Ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación hacia el camino soleado de la justicia racial… No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura y el odio… No debemos permitir que nuestra protesta creativa degenere en violencia física… Muchos de nuestros hermanos blancos, como lo evidencia su presencia aquí hoy, han llegado a comprender que su destino está unido al nuestro y su libertad está inextricablemente ligada a la nuestra». 17 Amigos míos, a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño… Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: ‘Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales’. Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad». «¡Hoy tengo un sueño!». ¡La fuerza de la palabra! El sueño de Martin Luther King se ha convertido en realidad. Sin violencia, la mano tendida y nunca más alzada. Cambiando actitudes, plantando semillas de amor, de cercanía y amistad en corazones y mentes todavía inmersos en la animadversión y en la desconfianza. Cuando vi, el 20 de enero del año 2009 al presidente Barack Obama jurando como Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, pensé que se había cumplido, por fin, el sueño de Martin Luther King. El sueño por el que había dado su vida, el sueño que contribuyeron a hacer realidad una costurera de Montgomery, en Alabama y un prisionero sudafricano, que, durante 27 años, supo germinar conciliación y brazos abiertos en lugar de sentimientos de venganza y de rencor. Fue Rosa Parks, en efecto, quien tuvo el coraje, de regreso a su casa, el día 1 de diciembre de 1955, en aquel pueblo de Alabama donde la segregación llegaba a los límites de tener que levantarse si en los autobuses −blancos en la parte delantera, negros en la de atrás− subía una persona de raza blanca y no había sitio. Rosa Parks no se levantó. No llegó a su casa, es cierto, sino a la Comisaría de Policía. Después fue expulsada de Alabama y tuvo que ir a residir a Detroit, Michigan, estado no segregacionista. 18 Pero su ejemplo había cundido. Aquella valiente actitud de Rosa Parks hizo realidad la frase de Edmond Burke que me gusta tanto repetir: «¡Qué pena que pensando que puedes hacer poco, no hagas nada!». Martin Luther King tomó rápidamente el relevo y decretó el boicot al uso por ciudadanos negros de los autobuses de Alabama. Aquel boicot, hizo que −como sucede siempre que hay dinero por el medio− los intereses económicos prevalecieran sobre las actitudes e ideologías: después de más de 300 días se permitió el uso indiscriminado de los servicios de transporte en Alabama, sentándose las bases para la Ley Antisegregacionista de 1964, precedida por el formidable discurso del 28 de agosto de 1963. En el Mall de Washington, Rosa Parks pensaba, seguramente, en el inmenso efecto multiplicador de su valiente decisión de aquel atardeceren Montgomery. Unos días antes, el 23 de junio de 1963, el presidente John Fitzgerald Kennedy se había dirigido a la Universidad Internacional de Washington, proclamando su esperanza de resolución de los grandes desafíos de la humanidad en virtud de las facultades que distinguen a la especie humana en su conjunto. En efecto, el gran Presidente norteamericano, unos meses antes de que fuera asesinado, dijo con firmeza y convencimiento que el desarme era posible, que la paz era posible porque «ningún reto se sitúa más allá de la facultad creadora distintiva de todo ser humano». Ahora hace 50 años de ambos discursos, que tanto han influido en la preparación de los cambios radicales que se avecinan, en la inflexión histórica de la fuerza −«si quieres la paz, prepara la guerra»− a la 19 palabra. Ahora hemos comprendido, por fin, que «si quieres la paz, ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano». «Sé tú el cambio», exclamó Mahatma Gandhi, otro gran promotor del diálogo, la paz y la igual dignidad, otro igualmente asesinado por las turbias manos de quienes han procurado a toda costa mantener las riendas del poder absoluto masculino. Poder ciudadano: el clamor popular, la voz de muchos y no de uno cuantos. En efecto, ahora hace 68 años que el presidente Roosevelt inició un sistema de gobernación mundial basado en «Nosotros, los pueblos». Eran los pueblos y no los Estados o los gobiernos los que decidían, en el luminoso inicio de la Carta de las Naciones Unidas, «evitar a las generaciones venideras el horror de la guerra». No cabe duda de que esta primera fase de la Carta constituye todo un programa de acción que hoy debemos, como ha sucedido con el sueño de Martin Luther King, procurar poner en práctica: son los pueblos de quienes emana el poder; el gran compromiso supremo con las generaciones venideras; y evitar la guerra, es decir construir la paz con nuestra conducta diaria. Repitiendo las palabras de Martin Luther King, «ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia». Ahora es el momento en que sean, ya era hora, los pueblos los que asuman el poder y lleven a la práctica la Declaración Universal de los Derechos Humanos que ahora cumple 65 años. Llegó el momento. Ahora, con la posibilidad de sustituir el Mall de Washington por la avenida infinita del ciberespacio; ahora muchas más mujeres en la toma de decisión; ahora, con la posibilidad de ver al mundo en su conjunto y tener una conciencia global,… ahora es el momento de hace realidad el sueño de una democracia auténtica en la que el derecho a una vida digna no sea privilegio de unos cuantos. 20 Martin Luther King, la palabra, la transición desde una cultura de imposición, dominio y confrontación a una cultura de conversación, conciliación, alianza y paz. El discurso de Martin Luther King fue el principio de muchos cambios profundos. Utilizando de nuevo sus propias expresiones, hoy, a los 50 años, sabemos claramente que los «remolinos de la rebelión continuarán sacudiendo los cimientos hasta que surja el esplendoroso día de la justicia». Una justicia que, como antes indicaba, hoy es posible porque hemos vivido recientemente ejemplos de que los conflictos pueden dirimirse sin el uso de la fuerza, de que la gobernación mundial debe disponer de instituciones que comprendan al conjunto de la humanidad y no solo a unos pocos países prósperos y poderosos. Si hemos comprendido las palabras de Martin Luther King, cuyo sueño se ha realizado, pueden ahora fijarse igualmente los anhelos de la humanidad entera para evitar las presentes desigualdades, discriminaciones, intolerables asimetrías… En 1989, segundo centenario de la Revolución Francesa y de la Declaración de los Derechos del Ciudadano, todo clamaba paz: la «guerra fría» había concluido, con el hundimiento −con el símbolo del muro de Berlín− del inmenso imperio soviético, sin una sola gota de sangre, en virtud del liderazgo extraordinario de Mikhail Sergeyevich Gorbachev. Y, como antes ya he mencionado, en Sudáfrica, el aborrecible apartheid racial se superaba gracias a la sabiduría y bondad sin límites de Nelson Mandela, que en complicidad con el presidente Frederic De Clerk, logró en muy pocos meses convencer a todos los sudafricanos de que era posible vivir en armonía, fraternalmente, todos distintos, todos iguales en dignidad. A Nelson Mandela le escribí en 1988, al cumplir 70 años, 26 de los cuales en prisión por el único delito de haber nacido con la piel morena: «Queremos hoy que sepas / que nuestras alas / tienen en 21 cada pluma / la marca de tus rejas; /… que desde tu celda / liberas y excarcelas / a tanto corazón anclado / en la tibieza… / Ahí estás, aherrojado, / dándonos libertad / a manos llenas». No cabe duda de que el discurso del pastor bautista y promotor del Movimiento por los Derechos Civiles de los Afroamericanos dejó para siempre dispuesta la gran transición, de la violencia a la conciliación y a la solución pacífica de los conflictos. Martín Luther King subrayó que peor que la acción de los malévolos es el asombroso silencio de los bondadosos. «Alcemos, pues, nuestra voz, / nuestra fuerza… / porque será al fin la palabra / la que guiará los pasos / del mundo». «Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol». Dejó plantado un árbol para siempre, un árbol frondoso. Murió asesinado el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, pero su luz sigue iluminando los caminos del mañana. Hoy mismo, la comunidad negra de los Estados Unidos recuerda que todavía quedan rescoldos de animadversión y de injusticia: miles de afroamericanos acaban de manifestarse en todo el país para exigir igualdad tras la polémica absolución judicial del hombre blanco que mató al joven Trayvon Martin… Todavía quedan sedimentos del pasado racista. «Yo hubiera podido ser, hace 35 años, Trayvon Martin», exclamó el presidente Barack Obama, dejando traslucir su profunda emoción y sentimiento. Y resolución, como es habitual en él. Obama, que es el sueño de Martin Luther King convertido en realidad, comparte no solo los mismos anhelos sino la manera de llevarlos a la práctica. Sí: frente a las dificultades que hoy aquejan al conjunto de la humanidad, germinará en todas las mujeres y hombres de la Tierra la palabra de Martin Luther King y, en poco tiempo, el clamor del mundo 22 superará pacíficamente, firmemente, las reticencias de quienes siguen conteniendo la revolución inaplazable del espíritu. Dediqué a Piedad Córdoba, hace pocos años, este poema: «Será la palabra, / al fin, / la que libere… Sí, será la voz / la que concilie, / la que traiga la paz, / la que endulce / en nuestros hijos / el agrio sabor / de la contienda / que no cesa / ni repara. / Sí, será la voz. / Voz debida / tanto tiempo, / voz de vida…» Federico Mayor Zaragoza Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO (1987-1999) www.federicomayor.blogspot.com.es @FMayorZaragoza 23 Los renglones torcidos de una revolución imparable Juan M. Hernández-Puértolas Los hombres de la Nueva Frontera, con el presidente Kennedy y su hermano el ministro de Justicia al frente, no tenían nada claro qué podía deparar esa concentración convocada para finales de agosto de 1963 ante el Lincoln Memorial. Es verdad que las organizaciones convocantes acreditaban un sólido historial pacifista y que los grandes disturbios raciales que sacudirían a las principales urbes estadounidenses aún no se habían producido, pero los episodios de violencia, especialmente en el sur del país, eran recurrentes, mientras que los ensabanados del Ku Klux Klan campaban a sus anchas, especialmente –pero no únicamente– en los estados que habían integrado la antigua Confederación.Apenas un año antes, en octubre de 1962, James Meredith se había convertido en el primer estudiante negro en poder matricularse en la Universidad de Mississippi, pero hicieron falta 3.000 soldados para contener las protestas de la población local. Unos meses más tarde, el 11 de junio de 1963, la Universidad de Alabama también era desegregada, pero no antes de que el gobernador del estado, George Wallace, montara su particular numerito ante la militarizada Guardia Nacional. Al día siguiente, unas horas después de que el presidente Kennedy pronunciara uno de sus discursos más importantes sobre derechos civiles, uno de los principales líderes de ese movimiento, el afroamericano Medgar Evers, era asesinado ante el portal de su propia casa en Jackson, Mississippi. Tendrían que transcurrir más de 30 años para que su asesino, un racista blanco, ingresara en prisión, tras haber sido absuelto en un par de ocasiones por un jurado popular, integrado obvia y exclusivamente por ciudadanos de raza blanca. 24 Pero, por supuesto, lo que ni Martin Luther King ni ninguno de los más de 200.000 participantes en esa histórica manifestación en la capital del país podía prever en esa calurosa jornada del 28 de agosto es que, menos de tres meses después, el presidente de la nación fuera asimismo asesinado. Ese magnicidio, que cambió la historia del país y quién sabe si la del mundo, introdujo una dinámica radicalmente nueva en el movimiento de los derechos civiles y en el modo con el que los norteamericanos se iban a aproximar a las urnas a partir de entonces. De alguna manera, el asesinato de Kennedy supuso el epílogo de la guerra civil que había enfrentado a los abolicionistas con los partidarios de la permanencia de la esclavitud casi un siglo antes, ya que su sucesor, Lyndon Johnson, aprovechó la catarsis en la que se sumió el país para sacar adelante una legislación reformista que el Congreso, dominado en sus principales comités por legisladores procedentes del derrotado sur, había hasta entonces desechado sistemáticamente. Johnson se aplicó a la tarea con el furor de un converso. Bajo su poderoso liderazgo de la mayoría demócrata en el Senado, el Congreso había aprobado en 1957 una tímida reforma en materia de derechos civiles, pero sus propios colegas de partido le habían reprochado no poner su corazón en el tema. Esta vez sería distinto. A su abrumadora mayoría en el Colegio Electoral en las elecciones presidenciales de 1964 –su rival, el republicano Barry Goldwater, solo consiguió imponerse en seis estados, cinco de ellos en la antigua Confederación– se unieron holgadas mayorías del Partido Demócrata en ambas cámaras del Congreso. Aunque muchos de esos senadores y congresistas demócratas eran del sur y, por lo tanto, reacios a la integración racial, el presidente Johnson aprovechó eficazmente esa ventana de oportunidad para tramitar en un tiempo récord la legislación que 25 permitiría ejercer su derecho al voto a la población negra de los estados del sur. Esa ley, aprobada el 8 de agosto de 1965, alteraría radicalmente el mapa político de Estados Unidos, con dos derivadas trascendentales. Por un lado, el Partido Republicano, al que había pertenecido el presidente Abraham Lincoln, se hizo hegemónico en el sur del país, donde antes su presencia había sido simbólica. Por el otro, la población negra, que en aquellos estados donde podía votar repartía su apoyo entre republicanos y demócratas, se hizo casi unánimemente demócrata. No había transcurrido ni una semana de la aprobación de la mencionada ley cuando Watts, el barrio negro de Los Angeles, entró en erupción. Los disturbios se prolongaron a lo largo de seis interminables días, ocasionando 34 muertos y más de 200 millones de dólares en pérdidas materiales. Esa infernal dinámica de los saqueos e incendios en el centro de las grandes ciudades estadounidenses –Newark, Detroit, etc.– se tornó endémica a lo largo de los siguientes años, propiciando un éxodo masivo de la población blanca desde el downtown hasta el extrarradio (suburbs) de las grandes ciudades. Al ¿qué más quiere esta gente? proclamado por el establishment blanco se oponía –de hecho, aún se opone– aquella frase particularmente atinada del discurso de King: «Cien años después (de la emancipación de los esclavos), el negro vive en una isla solitaria de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material». Y es que el derecho al voto era condición necesaria pero no suficiente para sacar a la minoría negra de su ancestral postración social y económica. El lenguaje se fue haciendo políticamente correcto, del negro utilizado por King en su histórico discurso se pasó al black de las últimas décadas del siglo XX hasta culminar en el afroamerican actual. Ya no hay, ni siquiera en el sur, políticos como George 26 Wallace, gobernador de Alabama y competitivo candidato en las elecciones presidenciales de 1968, que se permitía utilizar para referirse a este segmento de la población epítetos despectivos como nigger. Aplicando el imprescindible coeficiente corrector de la poesía y la lírica que impregnan el histórico discurso de King, es evidente que alguno de sus sueños se ha hecho realidad: los negros de Mississippi ya pueden votar, como pueden hacerlo también sus brothers de Alabama, Georgia, Carolina del Sur o Louisiana, lo que no sucedía cuando pronunció ese discurso. Lo que no podía imaginar ni en sus sueños más ambiciosos es que un afroamericano fuera el inquilino de la Casa Blanca tan solo 45 años después. Dicho esto, hay que convenir que en el irresistible ascenso de Barack Obama a la primera magistratura del país concurrieron muchos más factores que el simple color de su piel, destacando en primer lugar el progresivo alejamiento del Partido Republicano de grandes segmentos de la población; de los negros, sin lugar a dudas, pero también de los hispanos, los jóvenes y las mujeres. Por hacer servir un tópico ampliamente utilizado en la última campaña presidencial, el americano medio «se parece» mucho más a Obama que a su rival en esa contienda, el ex gobernador Mitt Romney. Con todo, el poder político de la minoría afroamericana es real, a años luz de su presencia en las grandes instituciones del país hace 50 años, cuando su situación en el sur era similar a la de los sudafricanos negros en la era del apartheid. Hay miembros afroamericanos de la Cámara de Representantes procedentes de estados antaño tan segregados racialmente como Alabama, Louisiana, Georgia o Carolina del Sur, por no hablar de alcaldes de grandes ciudades en todo el país o de jueces, presidentes de universidades, grandes empresarios o altos directivos. Sin embargo, 27 el sueño de King de que «un día en las colinas rojas de Georgia los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los propietarios de los esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad» no se ha hecho del todo realidad, aunque esté más cercano. Es verdad que muchos blancos adoran a un presidente negro como Barack Obama y que muchos negros adoraron y siguen adorando a un presidente blanco como Bill Clinton, pero las suspicacias y los temores permanecen. A raíz del veredicto de inocencia emitido por un jurado popular de Florida sobre un ciudadano blanco que mató a un chico negro desarmado por advertir en este una actitud «sospechosa», Obama, aun mostrándose respetuoso con la justicia, efectuó un comentario muy revelador: «No saben lo humillante que es notar el clic del cierre de los seguros del coche cuando advierten tu presencia, a mí me pasó hasta que fui elegido senador». La trayectoria del pastor King tuvo un estrambote trágico, especialmente para una persona que había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz y que había hecho del pacifismo su razón de vida. A raízde su asesinato, el 4 de abril de 1968, hubo disturbios violentos y saqueos en más de un centenar de ciudades norteamericanas, con especial virulencia en Washington D.C., Chicago, Baltimore, Kansas City y Louisville. En las tres primeras el Ejército hubo de patrullar las calles, un baldón para la imagen internacional de Estados Unidos, y en docenas de ellas intervino la Guardia Nacional. Hubo decenas de muertos, la inmensa mayoría afroamericanos, y miles de millones de dólares en pérdidas económicas. En el plano urbanístico, eso representó una auténtica revolución, puesto que la inmensa mayoría de la población blanca y la incipiente burguesía negra abandonó el centro de las ciudades, privándolas de su base fiscal. El caso más dramático ha sido el de 28 Detroit, que en los años cincuenta del pasado siglo llegó a los dos millones de habitantes y que ahora cuenta con apenas 700.000. No deja de ser irónico que la reciente suspensión de pagos de esa ciudad, la de mayor importe registrada por una urbe norteamericana en toda la historia, haya coincidido casi exactamente con el 50º aniversario del histórico discurso de King. En definitiva, el progreso de la población afroamericana ha sido desde entonces espectacular en lo político, pero aún le queda un largo trecho por recorrer en la igualdad económica y un trecho un poco más corto en lo que respecta a la igualdad sociológica. Juan María Hernández-Puértolas Periodista y economista, lleva publicando artículos sobre política y economía estadounidense desde hace más de 40 años, fundamentalmente en el diario La Vanguardia (Barcelona). Colaborador de la cadena SER, en la actualidad desempeña la dirección de comunicación de una gran empresa multinacional de infraestructuras y telecomunicaciones. Autor del libro Objetivo: la Casa Blanca. 29 En busca de un sueño que pueda cambiar el mundo Rafael Vilasanjuan Puede que las palabras no muevan montañas, pero cuando escuchas discursos llenos de coraje y capaces de impregnar de sentido la indiferencia social, el tiempo se acelera. El sueño de Martin Luther King fue mucho más que un discurso, mucho más que la suma de voluntades de quienes tenían reservado un papel de segunda en un país que pretendía liderar el mundo. Y es que su sueño no recogía solo el grito de liberación de millones de americanos negros, lo que acabó despertando fue una revolución inacabada, la que se había iniciado con la Declaración de Independencia de EE.UU. (1776), su Constitución (http://www.archives.gov) y la posterior Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano de la Revolución Francesa (1789). Curiosamente los pilares que alumbraron el mundo moderno, reconociendo «que todos los hombres nacen libres y son iguales ante la ley», de manera prácticamente simultánea establecieron unas clasificaciones de la especie humana que definían diferencias insalvables y condenaron a una parte de la humanidad a una pesadilla interminable. El valor del sueño de Luther King, casi doscientos años después fue el grito de libertad que finalmente 30 proyectaría a un país, Estados Unidos y a la sociedad occidental al liderazgo mundial de las libertades… Ahora sí, para todos. Cinco décadas después no hay duda de que el sueño de Martin Luther King sigue vivo. El racismo, no solo hacia el color de la piel, sino por el desprecio del poder hacia todo el que no lo tiene adquiere múltiples manifestaciones: raza, género, religión, cultura… En cada una de estas expresiones el sueño de Martin Luther King renace y −como a él− nos invita a pensar, y a compartir su valor insólito a no transigir con un ideal. Ideal que definía a sus interlocutores con las siguientes palabras: En algunas tomas de posición, la cobardía hace esta pregunta: «¿Es peligroso?» El oportunismo hace esta pregunta: «¿Es político?» Y la vanidad se les une y hace esta pregunta. «¿Es popular?» Pero la conciencia hace esta pregunta: «¿Es justo?» Ahora cumple 50 años, pero el sueño de Luther King forjado en siglos de injusticia hacia los negros americanos, se concretó solo unos años antes con otra imagen que permanecerá en la memoria colectiva. El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks una ciudadana negra, se niega a obedecer a un chófer de autobús y ceder su lugar a un blanco. 31 Para un pastor protestante esa es la revelación. En Montgomery, donde vive, y en toda la comunidad negra, este episodio se celebra como una victoria contra la segregación en los autobuses. La combinación de resistencia y no violencia son los elementos que harían de Martin Luther King un líder capaz de hacernos soñar: «… Sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán algún día en un país donde no se los juzgue por el color de su piel, sino por la naturaleza de su carácter... … Today, I have a dream!» ¿Tiene vigencia, cincuenta años después, aquel sueño? En gran medida el diálogo racial ha superado buena parte de sus barreras, incluida la de sentar al primer presidente negro, Barack Obama, en la silla reservada a los hombres más poderosos del mundo. Existen múltiples muestras de racismo, en América, en Europa o incluso en países donde el racismo puede tener manifestaciones entre negros, como Sudáfrica. Siempre habrá extremos, sin embargo el triunfo que buscaba Luther King, su lucha, estaba no tanto en acabar con movimientos como el Ku Klux Clan, o los grupos más radicales, sino en conectar con el americano medio, anestesiado y pasivo que puede mirar hacia otro lado como el pasajero que viajaba detrás de Rosa Parks en la imagen más famosa de un autobús americano. En siglo XXI tal vez la palabra «racismo», sin más, no sirva para denotar todas las hostilidades y opresiones que viajan a nuestro alrededor. Es cierto que el principal problema de las relaciones humanas en el mundo actual quizá no sea principalmente el racismo. Aunque no está muerto, su intensidad es menor y el apoyo intelectual se ha reducido a los extremos. Sin embargo los seres humanos siguen maltratando a otros seres humanos bajo múltiples formas de dominación: la pobreza, la salud, la educación, las guerras o la 32 justificación del mercado como único mecanismo de funcionamiento global producen millones de víctimas, creando nuevos apartheids. Apartheid Global Hoy el sueño sigue estando vigente. La pregunta es: ¿Cómo cambiar una situación que oprime a millones y millones de personas? ¿Podemos cambiar el mundo? Tendemos a pensar que solo los grandes hombres como Gandhi, Luther King o Mandela son capaces de cambiar el mundo; que el poder solo está en lo más alto: la ONU, los Gobiernos de los países ricos, el G-20, el Banco Mundial… Pero, ¿y nosotros? Hasta los años cincuenta y sesenta las relaciones internacionales eran minimalistas. Los asuntos de la agenda global se lidiaban entre gobiernos y Estados, en parte porque estaban alejados del interés y la preocupación de la opinión pública. El ciudadano 33 medio no se interesaba por asuntos de política exterior fundamentalmente porque los consideraban lejos de sus intereses inmediatos. Pero la realidad ha cambiado. Hoy cada uno de nosotros también podemos ser actores del cambio global. Los principales problemas a los que hacemos frente han dejado de pertenecer a la esfera local: la crisis económica, las guerras, el terrorismo, la seguridad, los efectos del mercado en la vida de millones y millones de personas han pasado a formar parte de las preocupaciones cotidianas de todos nosotros. Los gobiernos han dejado de estar solos. Nuestra relación con el poder ha cambiado y en el ámbito internacional se ha hecho todavía más evidente. La globalización tiene mucho que ver. Para empezar nos permite observar el mundo de una manera más próxima. Lo que ocurre lejos nos parece que está aquí al lado. Eso es muy importanteporque si realmente queremos cambiar el mundo, es necesario observarlo. Tenemos que tener en cuenta en primer lugar que hay personas. El mundo que queremos cambiar está compuesto de gente y como Martin Luther King todos tenemos causas cercanas o lejanas en las que creemos que la dignidad debe mejorar. Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que si no estamos interesados −a veces incluso indignados− no podemos hacer mucho por mejorar una situación. ¿Qué ha hecho posible que un genocidio como el del pueblo armenio, a principios del siglo XX, pasara totalmente desapercibido y que en cambio el genocidio de Ruanda movilizara a toda la comunidad internacional? En el mundo global la información, como el trasporte o las finanzas, circula libremente. Tenemos mucho más conocimiento de la realidad que nos rodea que la que tenían nuestros antepasados. Y eso se traduce en mucho más poder para decir a nuestros 34 gobiernos que no queremos seguir así, que queremos evitar ese sufrimiento y que estamos dispuestos a actuar. En las guerras actuales está en juego un buena parte de la humanidad. El fin de la Guerra fría relanzó la idea de una política internacional capaz de prevenir las guerras, encuadrar las negociaciones, interponerse entre los beligerantes y a veces hasta imponer la paz y la justicia por la fuerza. La guerra contra el terror es solo una continuación de la lógica iniciada. La predilección por la acción militar en defensa de valores e intereses que se defienden como humanitarios ha llevado a la ONU a realizar tantas acciones en una década como en los 50 años anteriores. 35 1992 en Somalia, 1994 en Ruanda, 1995 en Bosnia, 1998 en Kosovo, 1999 Timor Oriental, 2000 Sierra Leona y desde el 11 de septiembre: 2001 Afganistán, 2002 Irak… Libia, por ahora, ha sido el último escenario. Progresivamente hemos pasado de la vieja doctrina de injerencia a la de las guerras justas para acabar en la guerra preventiva. Y todo en función de un bien colectivo. En resumen, nos enfrentamos a una nueva doctrina moral universal que moviliza sus recursos para pretendidamente mejorar la condición humana universal, en algunos casos bajo la intervención de Naciones Unidas, en otros bajo la bandera de la OTAN y finalmente en coaliciones agrupadas bajo la bandera de los EE.UU. 36 La cuestión es ¿hasta qué punto la proliferación de las denominadas guerras justas y el entusiasmo por valores éticos y humanitarios ha beneficiado a las poblaciones expuestas a una violencia masiva? ¿Sabemos qué les ocurre a las personas? Si el sueño sigue vivo es ahí donde podemos pensar que hay espacio para un mundo más justo. Solo el peso de la sociedad civil y la presión acaban sacando a las víctimas del silencio. Por eso, en todos estos escenarios, el papel determinante de la sociedad civil es dar a conocer la situación de injusticia que rodea a millones de personas. Contar lo que ocurre es la primera victoria entre la memoria y el olvido. Pero la guerra no es la única circunstancia donde está en juego la desaparición de una parte importante de la humanidad. La distinción entre la guerra y la paz pasa menos por el uso o no de la violencia que por la diferencia entre violencia abierta o violencia encubierta, integrada en la construcción de un nuevo orden internacional. Éticamente, ¿qué diferencia hay entre bombardear a una población o negarle un medicamento que existe y que podría salvar su vida? Las guerras del siglo XX han matado a decenas de millones de personas. En el siglo XXI, solo el SIDA ha matado al menos a 10 veces más personas que las guerras (cifras de la OMS en: http://www.who.int/hiv/pub/progress_report2011/global_facts/es) Y el SIDA es solo una parte de las muertes evitables por enfermedades infecciosas. La tuberculosis, la malaria o enfermedades completamente olvidadas matan cada año a millones de personas. Como el hambre, que en un planeta capaz de producir calorías suficientes para más del doble de la población mundial, deja a más de mil millones de personas sin acceso a ningún alimento. ¿Por qué no se toman las decisiones para 37 salvar a toda esa gente excluida y condena a una muerte tan indigna como innecesaria? El mundo global no tiene capacidad de decidir globalmente. Pero es ahí donde la sociedad civil puede decidir. No hay un gobierno global, pero la sociedad cada vez lo es más… Y cada vez está mejor preparada para reaccionar. Un cuento afgano Un ejemplo que lo explica mucho mejor. En marzo de 2001, George Bush acaba de tomar posesión del cargo de presidente de EE.UU. Yo estaba en Afganistán trabajando con la Organización Médicos Sin Fronteras (http://www.msf.org). Visualmente esa época se recuerda porque fue cuando el gobierno talibán destruyó las estatuas de dos Budas inmensos esculpidos en roca en Bamiyan, en el sur del país. 38 Aquella noche hubo toque de queda y el personal local afgano que trabajaba con nosotros, en vez de regresar a sus casas, se quedó en los hospitales y en los campos de desplazados donde la organización trabajaba. Fue una noche mágica, al menos para mí. Charlamos, después de cenar, con un enfermero. Yo hablaba de la brutalidad de aquel Gobierno cruel de los Talibán que había destruido las estatuas. Él comentaba lo que tenían que pasar cada día al salir del trabajo y ser interrogados por esas mismas autoridades bárbaras. Tratados como espías trabajando para organizaciones occidentales como MSF, al salir del trabajo eran sometidos a interrogatorios a veces hasta de dos horas. ¡Cada día! La complicidad del atardecer afgano nos dio para mucho, incluso para sincerarnos. A mí me interesaba saber si tenía sentido trabajar en aquel país, ayudarles para que luego un Gobierno déspota, salvaje y autoritario sometiera a toda la población. Pero para mi sorpresa la conversación de repente dio un giro. Para mi amigo enfermero, los Talibán eran una consecuencia para la que se sentían preparados a enfrentarse en el día a día, milicias para las que creían tener capacidad de replicar ellos mismos. Fue entonces cuando el enfermero me comentó que lo verdaderamente importante para él y para los afganos era poder escoger al Presidente de EE.UU. Una sorpresa enorme, ¿cómo fijaba su orden de prioridades aquel chaval formado y trabajando en un país hundido por un régimen bárbaro? Muy sencillo, decía: «En Afganistán, primero los soviéticos pusieron un Gobierno, tan cruel como el actual. Luego fueron los americanos quienes acabaron dando la alternativa a este Gobierno bárbaro. Nuestra suerte inmediata −decía− seguro que está más en 39 aquellas manos lejanas, que en Afganistán. Y frente a ellas no podemos hacer nada, ni siquiera elegir a aquel que más nos convenga.» Solo 6 meses después caían las torres gemelas y aquel presidente, George Bush, −al que él no había podido elegir− lideraba una guerra sin precedentes precisamente en Afganistán. Cuatro miembros de la familia de mi interlocutor de aquella noche murieron durante los tres primeros meses de la intervención. Solo entonces comprendí el sentido de aquella intuición. La idea de que quien dirigía buena parte de su destino estaba demasiado lejos para entenderle. Mientras se globalizan los transportes, la comunicación, el comercio o las guerras, las decisiones que afectan a la mayoría de la población mundial se toman lejos de los lugares en donde se registran sus peores consecuencias. La distancia que hay entre la Casa Blanca −el lugar donde se toma la decisión de iniciar la guerra de Afganistán− y las víctimas que producirá ese conflicto es enorme. Como las víctimas de las guerras, el apartheid que condena a millones de personas a vivir sin alimentos y morir de desnutrición, o a no proporcionar un tratamiento a millones de personas conSIDA por el hecho de que están fuera del mercado y no pueden pagar, son solo algunos ejemplos de lo lejos que se toman las decisiones con respecto a las víctimas que generan. Si le damos la vuelta, ¿se imaginan que ocurriría si las principales víctimas de las decisiones de la Organización Mundial del Comercio o del Banco Mundial con respecto al precio y al acceso a los alimentos o a las medicinas, se cobraran diariamente cientos de miles de vidas en el corazón de Manhattan? Probablemente la respuesta sería inmediata y el sentido de urgencia se instalaría en los grandes centros de decisión. 40 Y es precisamente ahí donde la sociedad civil tiene un papel decisivo, porque si bien es cierto que ni somos responsables ni estamos capacitados para dar respuesta política a las grandes crisis, sí lo estamos para formular las preguntas. En este sentido es donde podemos trabajar para provocar cambios y revelar las injusticias. Acortar la distancia entre la información que tienen quienes tomas las decisiones y quienes padecen sus principales consecuencias es la principal aportación. Partamos de una idea compartida, una causa concreta, saber que todavía quedan espacios humanos en donde tratar a la gente como personas, incluso cuando la barbarie se apodera de su entorno, de su vida y les despoja de toda su dignidad. A través de las asociaciones, de las organizaciones, donde el interés individual que nace de la indignación, del interés particular y de la experiencia puede transformarse en un sentido de interés público. ¿Cómo actuar? Empecemos por aceptar que las cosas no suceden por casualidad, y que en nuestro mundo globalizado todo tiene conexión, por lo tanto no estamos exentos de buscar aquellas preguntas para las que el poder solo ofrece gestos. La democracia no es solo una cuestión de elecciones y gobiernos, básicamente es una cuestión de sociedad civil, de organizarnos y pensar cómo podemos resolver aquellos problemas donde la política falla. 41 Dicho de otra manera, tenemos una responsabilidad: no ser cómplices del olvido y la negligencia política. Tienen que ser los Estados quienes aporten las respuestas y ni queremos ni podemos disputarles esa responsabilidad. Lo que sí tienen que saber es que ya no están solos para formular las preguntas. En ese espacio ahora también estamos nosotros abriendo la puerta a una sociedad que quiera participar desde la riqueza de una mirada crítica. El bailarín que sale cuando la pista está vacía y poco a poco los demás le van siguiendo, muestra el camino. Un mundo donde vayamos promoviendo la capacidad de decidir cada vez de más gente, no solo será un mundo más justo, también mucho más seguro. Por eso, mientras haya gente que vive en un apartheid, el sueño seguirá vivo. Es el mismo que lanzó Luther King hace medio siglo, basta con abrazar una causa. Rafael Vilasajuan Director del Laboratorio de Ideas y de Comunicación del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) desde marzo de 2011. En el periodo 2006- 2011 fue subdirector gerente del Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona (CCCB). Ha trabajado durante doce años en Médicos Sin Fronteras (MSF), comenzando como director de comunicación en 1995, después secretario general de MSF-España y finalmente, en 1999, cuando la organización fue premiada con el Premio Nobel de la Paz, fue nombrado secretario general de MSF Internacional, organización en la que trabajó hasta 2006 www.isglobal.org @rvilasanjuan 42 «He called me… Madame» Gumersindo Lafuente* Birmingham es hoy la ciudad más grande del estado de Alabama. En 1960 era una de las más violentamente racistas de los Estados Unidos. Las leyes locales imponían la segregación racial en todas las facetas de la vida. Tan sólo un 10 por ciento de su población negra estaba inscrita para poder votar y su salario para un mismo trabajo era muy inferior al de los blancos. En la Pascua de 1963 Birmingham fue el escenario de un boicot masivo en defensa de los derechos civiles que desencadenó una brutal represión. Martin Luther King participó activamente en las protestas, fue detenido en abril y escribió Carta desde la cárcel de Birmingham, un alegato contra la segregación y en defensa de su lucha por la justicia. La intervención del presidente John Fitzgerald Kennedy logró la liberación de Luther King y quizá dio el impulso definitivo al gran éxito de la Marcha sobre Washington apenas cuatro meses después. Hazel Mangle Rivers, nacida en Athens, Georgia, el sur del sur profundo, se crió y vivió en Birmingham. Allí tuvo a sus seis hijos y, a sus ochenta años, esta anciana negra de pelo grisáceo, víctima durante toda su vida de humillaciones por el color de su piel, pudo ser testigo de cómo la policía blanca utilizaba perros adiestrados y mangueras a presión para disolver sin misericordia a los manifestantes, incluidos jóvenes y niños, que salían literalmente volando por la fuerza del agua. El reportero español Enrique Meneses vivía en Nueva York en 1963. Le asqueaba el racismo y estaba siguiendo con especial atención cámara en mano la evolución del movimiento por los derechos civiles. El 11 de junio presenció en primera fila en la entrada de la Universidad de Tuscaloosa, también en Alabama, cómo unos 43 representantes federales obligaron al gobernador George Wallace a franquear la entrada a Vivian Malone y James Hood, los dos primeros estudiantes negros en la historia de la institución. Pocas semanas después, el 27 de agosto, llegó a Washington a bordo de un autobús Greyhound. Quería ser testigo directo de lo que allí iba a suceder al día siguiente. Se encontró un campamento perfectamente organizado, con carpas para alojar a los dirigentes del movimiento por los derechos civiles y a los 2.200 periodistas acreditados. Había mesas, sillas, catres, máquinas de escribir, sándwiches, café… Y a las 10 de la noche empezaron a llegar celebridades. Joan Baez, Bob Dylan, Woody Allen, Sydney Poitier, Josephine Baker. Blowing in the wind fue la banda sonora del momento. 44 Autor: Enrique Meneses Fotografía cedida para su publicación por la Fundación Enrique Meneses 45 Y llegó el 28 de agosto de 1963. Martin Luther King jr estaba a punto de dar el discurso de su vida, de pronunciar una de las frases más influyentes y repetidas de la historia. Meneses se afanaba entre la multitud por alcanzar cuanto antes el Lincoln Memorial para lograr un buen lugar desde el que disparar sus cámaras y de pronto se cruzó con una mujer mayor que lloraba silenciosamente apoyada en un árbol. Se acercó y le preguntó qué le sucedía. - Es la primera vez que salgo de Birmingham, Alabama, tengo ochenta años y hace un momento un hombre blanco que iba con prisas me ha pegado un empujón… - ¿Le ha hecho daño?−interrogó creyéndola herida. - ¡Oh, noooo!, pero me dijo: «Excuse me, Madam!» (Perdón, señora). «He called me… Madam» (Me llamó señora). Nunca me había pedido perdón un blanco y me han empujado muchas veces. El largo viaje ha merecido la pena. Así se juntaron las vidas de Enrique Meneses y Hazel Mangle Rivers unos minutos antes del I have a dream (Tengo un sueño) de Martin Luther King. Y así la anciana que acababa de recibir la primera disculpa de un blanco en su larga existencia pudo escuchar a continuación una parte del discurso del líder negro que multiplicó su emoción: «Tengo un sueño, que un día allá abajo en Alabama, con sus racistas despiadados, con su gobernador que tiene los labios goteando con las palabras de interposición y anulación, que un día, justo allí en Alabama, niños negros y niñas negras podrán darse la mano con niños blancos y niñas blancas, como hermanas y hermanos». Han pasado 50 años y la lucha por los derechos básicos de las personas sigue hoy más vigente que nunca. Se ha avanzadomucho y 46 los sacrificios de activistas como Luther King no han sido en vano, pero si no estamos atentos los retrocesos pueden ser aterradores. Hoy toca pelear por seguir adelante, pero también por conservar lo ya logrado. Y no hay que mirar muy lejos para sentir la amenaza. España se ha convertido en una zona de riesgo. Los gobiernos, con la disculpa de la crisis, están reduciendo las protecciones sociales de los más desfavorecidos. Las redadas policiales racistas son moneda común en determinados barrios. La sanidad se empieza a convertir en un lujo inalcanzable para muchos. La educación corre el mismo peligro. Mientras se desahucia a familias sin recursos los bancos logran que se les perdonen sus multimillonarias deudas. Los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) se han convertido en cárceles encubiertas en las que casi no hay derechos. Y el Poder se empeña en criminalizar el activismo. Este no era el sueño de Luther King. Este no es nuestro sueño. * Los testimonios de Enrique Meneses están recogidos de su autobiografía «Hasta aquí hemos llegado» Ediciones del Viento. Sus fotos sobre este y otros acontecimientos de la época se pueden ver en «Meneses, la vida de un reportero», editado por La Fábrica. Gumersindo Lafuente Periodista. Uno de los líderes globales en periodismo online. Responsable del último cambio digital de El País, periódico online líder en castellano. Director de elmundo.es cuando su plataforma se convirtió en la más vista en habla hispana. Creador de SOITU, el único medio español incluido en la colección permanente del Newseum de Washington. Es maestro en la Fundación Gabriel García Márquez. www.porCausa.org @sindolafuente 47 Las imágenes asociadas a Martin Luther King Jr. El peso de I have a dream Francesc Pujol ¿Quién es Martin Luther King Jr? ¿Qué hizo? ¿Cuál es su legado en 2013, 45 años después de fu fallecimiento? La bibliografía ya disponible para intentar dar respuesta cabal es ya actualmente casi inabarcable. Sin embargo, la amplitud y variedad de estudios sobre MLK son necesarios y, por lo tanto, no son redundantes, dada la riqueza de la biografía del personaje y del poliédrico impacto de su vida, tanto en su tiempo como ahora. En esta obra intentamos aportar elementos de comprensión del discurso de MLK del 28 de agosto de 1963 en Washington. La contribución que proponemos aquí se basa en la aplicación de la metodología de análisis de imágenes. Con este método intentamos aportar una vía complementaria para aportar elementos de respuesta a las cuestiones planteadas. La imagen en la era de la cultura visual El sentido de una metodología de análisis basada en la monitorización sistemática de las imágenes asociadas a una persona, institución o evento radica en la relevancia del componente visual en la configuración de la marca, reputación y memoria personal o institucional. Cuando no es posible el contacto directo y experiencial, podemos tener contacto y conocer a personas, eventos o instituciones a través de mediaciones, orales, escritas y visuales. Lo que recibamos a través de esas mediaciones configurará de manera muy determinante la opinión y valoración que hagamos de ellos. 48 Aunque sea una expresión muy manida, bien vale aquí el que en nuestra era globalizada e interconectada gracias a los avances tecnológicos, la cultura visual juega un papel cada vez más determinante como transmisora de conocimiento. En el acceso digital a la información, el componente visual ocupa un lugar destacado en los contenidos. Las técnicas de análisis de contenido de los textos son herramientas de uso común, extendido y asentado para analizar las percepciones que genera una persona, institución o evento. Si eso sucede con el análisis de contenido de textos, mucho más escaso e incipiente es, sin embargo, la metodología de medición de percepciones basada en el análisis sistemático de las imágenes asociadas a lo que se quiere investigar. En nuestro centro de Medios, Reputación e Intangibles de la Universidad de Navarra hemos desarrollado nuestra propia metodología y técnica de análisis sistemático de imágenes. Consiste en seleccionar los artículos de prensa en los que se menciona explícitamente el término que queremos investigar. Seleccionamos las imágenes que acompañan el texto del artículo. Procedemos a continuación a una codificación de los significados que desprende cada imagen en relación con el objeto que investigamos. Esa codificación es incorporada a una matriz de registros. Del análisis cuantitativo de los datos se generan resultados que permiten claramente una lectura cualitativa, ya que introducen a un mejor conocimiento de la percepción que se tiene de una realidad concreta. El periodista puede dar muchas tonalidades al contenido del texto del artículo, pero se ve confrontado a la elección de una o dos fotografías que acompañarán la lectura. Junto con el titular del artículo, la imagen juega un papel simbólico de primer orden que genera, consciente o inconscientemente, claves de lectura de la noticia o 49 análisis. La utilidad y relevancia del análisis de imágenes emerge cuando se puede contar con un número muy abundante de noticias que cubren el tema que nos interesa investigar. Puede que la elección de esta o esa foto sea casi mecánica y anodina, sin ninguna intencionalidad simbólica. Lo interesante es que, independientemente de la intención de cada medio, la suma de las elecciones del conjunto de medios genera un cuadro dotado de significado sobre la percepción que se tiene de esa persona, evento o institución. La intuición científica y los resultados ya alcanzados en investigaciones anteriores nos indican que esta apuesta metodológica es valiosa para generar inteligencia sobre la percepción y reputación de las cosas, personas e instituciones. Hemos aplicado el método de análisis de imágenes para, por ejemplo, • identificar la imagen exterior de España en 2012 http://reputation-metrics.org/marca-espana/ • Las imágenes de la convención del Partido Demócrata en 2012 http://reputation-metrics.org/2012/09/06/the-images-of-2012- democratic-convention-news-content-analysis/ • La representación de la mujer en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 http://reputation-metrics.org/2012/08/12/women-in-the- media-london-2012-olympics-opening-ceremony-media- coverage/ Campo de análisis Para el estudio de las imágenes asociadas a Martin Luther King hemos optado por una perspectiva internacional. Hemos seleccionado medios de comunicación de varios países además de los de Estados Unidos. Para el caso de Estados Unidos hemos seleccionado un número escogido y limitado de medios de referencia. Al contar con impactos suficientes provenientes de cada medio, hemos podido 50 almacenar los registros de resultados individualmente para cada uno de los medios seleccionados, que son: • The New York Times • The Wall Street Journal • The Washington Post • USA Today • Los Angeles Times • Chicago Tribune • The Boston Globe Los otros países que hemos incluido en el estudio son: • Alemania • Francia • España • México • India • China • África del Sur El período de análisis cubierto son las noticias publicadas entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2013. Aunque el período de seis meses es suficiente para generar un número abundante y representativo de imágenes, es evidente que la ampliación del marco temporal de análisis a años anteriores a 2013 amplía la riqueza de resultados. Esperamos proceder a tal ampliación de análisis en un futuro cercano, pero el análisis de resultados de un abanico temporal más amplio excede los parámetros de la presente obra. 51 Resultados de contexto Hemos sido capaces de identificar 1.666 fotografías provenientesde artículos de prensa en las que se menciona explícitamente a Martin Luther King. Todas esas fotografías están ligadas de manera directa o indirecta a la biografía o al legado de MLK. Tal como se indica en el gráfico, el 35 % de las imágenes provienen de medios de Estados Unidos. Los tres países europeos seleccionados producen otro 37 %. El país en el que contamos con menos imágenes asociadas a MLK es India, con un 2,4 %. El primer resultado básico es que MLK genera atención y noticias en todos los países analizados, aunque de desigual manera. Se trata, por lo tanto, de una marca personal de alcance internacional y, probablemente, global. Con respecto a los medios de Estados Unidos, el periódico que genera más imágenes es The Washington Post. La cantidad total de imágenes que aporta cada medio depende de su posición editorial. Sin embargo, y de manera previa, es necesario estimar el número 52 total de imágenes que cada periódico incorpora en sus ejemplares. Es la cantidad relativa de imágenes sobre MLK la que es relevante. Como no hemos calculado este dato, no podemos extraer conclusiones sobre la política editorial de cada periódico con respecto a la intensidad de publicación de imágenes ligadas a MLK. Los componentes básicos de la imagen asociada a Martín Luther King Pasamos en este apartado a mostrar los resultados sobre la percepción actual de la obra y legado de MLK, basado en el peso de las imágenes que la prensa concede a cada uno de los componentes asociados a la marca personal «Martin Luther King». Evidentemente, para generar los resultados, hemos procedido previamente a una codificación de los contenidos de las imágenes, como ya se ha explicado. Esa codificación supone siempre una elección por parte del investigador, sujeta a cuestionamiento por parte de observadores externos. No pretendemos por lo tanto considerar como definitiva la calificación de los componentes de la imagen de MKL, que presentamos a continuación. La estructura de contenidos que hemos definido es la siguiente: 1. Imágenes de MKL 2. Imágenes del tiempo de MKL (en las que no aparece MLK) 3. Imágenes sobre el estudio e impacto directo de MLK: libros, citas, obras artísticas 4. El legado de MLK hoy: asociación con políticos y personalidades actuales 5. El legado de MLK hoy: asociación con causas sociales 53 El análisis y clasificación de las 1.666 imágenes ligadas a MKL nos indican, tal como se recoge en el gráfico siguiente, la siguiente estructura: • El 30,4 % de las imágenes tienen como protagonista directo a MLK. A ellas se podrían añadir muchas de las imágenes que hemos incluido en la categoría «Impacto directo», porque se trata de imágenes de libros sobre MKL, murales o cuadros, así como citas. En muchos de esos casos se incluye algún tipo de imagen real o artística de MKL. • El 12,2 % de las imágenes corresponden a eventos o personas del tiempo de vida y acción política de MLK, que la prensa liga a su figura o legado. • El 33,5 % de las imágenes que se usan en los artículos que mencionan a MKL son actuales. Corresponden a personas vivas o a eventos presentes o recientes. 54 La distribución de la estructura de imágenes que acabamos de presentar, y cuyo contenido detallado mostraremos más adelante, es generada por el cuadro global procedente de todos los países analizados. Como es de esperar, en cada país se incide en aspectos distintos ligados a la obra y legado de MLK. Sin poder entrar en detalles por la limitación de espacio, apuntamos que la diferencia de comportamiento más notable se produce entre la cobertura dada por la prensa de Estados Unidos y la del resto de países. En el lado opuesto, los tres países de Europa muestran unas pautas de selección de imágenes de MLK muy similares. Hemos desagregado los datos del gráfico anterior en tres áreas: Estados Unidos, Europa y Resto (que incluye México, India, China y África del Sur). Los resultados son claros. La principal divergencia de tratamiento estriba en que en Estados Unidos el peso de las imágenes que reportan directamente a MLK (vía componentes MKL + «Impacto directo») son notoriamente más bajas que en el resto de países. En consecuencia, en Estados Unidos prima, por comparación, el peso que se da al significado del legado actual de MKL. Sin duda pesa en esta divergencia de percepción el hecho de que en Estados Unidos cuentan con la fiesta laboral Martin Luther King Day, de fuerte componente memorial e inspiradora. Es el tercer lunes de enero. 55 Análisis de las imágenes directamente asociadas a MLK. El peso de I have a dream Pasamos ahora a desglosar el contenido de las imágenes directamente ligadas a MLK. Corresponde a la suma de los contenidos «MLK» e «Impacto directo». Suman el 56,9 % de todas las imágenes de la base de datos, es decir, 948 fotografías. El análisis del peso de esas imágenes que muestran directamente a MLK proporcionan información valiosa sobre la percepción en 2013 de lo que fueron los hitos principales de la vida de MLK, así como de las facetas más determinantes de su obra. Son las fuentes que nos permiten valorar la percepción de MLK como orador y, en especial, el peso histórico que ocupa el discurso del 28 de agosto de 1963 en Washington, que sintetizamos con la legendaria cita I have a dream. Nuestros datos, reflejados en el siguiente gráfico, muestran que la imagen de MKL como orador aparece en el 26,3 % de todas las imágenes directas sobre MKL. De ellas, más de la mitad (14,3 %) 56 pertenecen al discurso del que celebramos los 50 años. Por lo tanto, el análisis de imagen nos permite confirmar el papel destacado y ejemplar que juega el discurso que se analiza en esta obra colectiva: es la pieza vital más usada 50 años después para referirse a la persona y papel de MLK. En 2013 entendemos y recibimos a MLK de una manera principal a partir y a través del mensaje y la simbólica generada en el memorable discurso. Otro 17,6 % de las imágenes personales corresponden a lo que hemos categorizado como «Retrato». Se trata de las imágenes de primer plano en las que no interviene en ningún acto público ni político. Incluyen también las fotos de carácter familiar. El 9,7 % de las imágenes provienen de su actividad política no ligada a discursos. Corresponden a imágenes de él en manifestaciones, visitas, encuentros con políticos o con otros activistas como Rosa Parks y Malcom X. Finalmente, el 4,2 % de las imágenes están ligadas a su asesinato el 4 de abril de 1968. El resto de imágenes directas sobre MLK están de alguna manera ligadas a su impacto. 13,9 % corresponden a imágenes de monumentos sobre MLK. Casi todas ellas corresponden a la gigante obra inaugurada en Washington. Otro 6,5 % de las imágenes contienen citas de algunos de sus discursos. Este componente refuerza la fortaleza de la oratoria inspiradora en la percepción de la marca personal asociada a MLK. Hasta el 13,5 % de las imágenes de MLK se refieren a libros que analizan su vida, obra y legado. Este componente juega un peso menor en las imágenes generadas en los medios americanos. El 8,1 % final corresponden a imágenes artísticas que tienen a MLK como protagonistas. Son murales, cuadros o películas sobre él. 57 Análisis de las otras imágenes del tiempo de MLK, y sobre su legado Cerramos este capítulo con el análisis de los resultados de los otros dos componentes principales que configuran la actual percepción de la imagen de MKL en la prensa internacional: las imágenes del tiempo de MKL y las imágenes actuales, que sugieren el legado que se le atribuye hoy en día. De nuevo, debido a las restricciones de espacio, renunciamos a presentar un análisis de detalle de nuestros resultados. Nos quedamos con el apunte de las principales enseñanzas que extraigo
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