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1 UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES DOCTORADO EN CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS ARQUEOLOGÍA E IDENTIDADES: PROCESOS DE INTEGRACIÓN SOCIOCULTURAL DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO (PROVINCIA DE SAN JUAN) Autora: Lic. Soledad Biasatti Director: Dr. Diego Escolar _____________________________________________________________________ Rosario, marzo 2016. 2 INDICE Agradecimientos PARTE I. PRESENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN. Capítulo 1. Introducción…………………………………………………………………….Pág.9 1a) Reconstrucción de una problemática. 1b) La materialidad arqueológica (también) en el presente. Relaciones entre cosas y personas/personas y cosas. 1c) El pasado arqueológico utilizado para construir el presente: patrimonio, memorias e identidades. 1d) Breve descripción de la estructura de la tesis. Capítulo 2. Aproximaciones al área de estudio…………………………………………...Pág.42 2a) Algunos ―supuestos básicos subyacentes‖ de este recorrido. 2b) Descripción del área de estudio y problemáticas asociadas. 2c) Antecedentes de trabajos arqueológicos y antropológicos en San Juan. PARTE II. PROCESOS DE PATRIMONIALIZACION EN SAN JUAN. Capítulo 3. Patrimonio y legislación. Las miradas tutelares en San Juan…………... Pág.66 3a) Patrimonio y legislación internacional. 3b) Las miradas tutelares en Argentina y en la Provincia de San Juan. 3c) Legislaciones y restituciones: el tratamiento de restos humanos indígenas. Capítulo 4. Configuraciones en torno a “lo arqueológico” en San Juan………………..Pág.86 4a) Áreas protegidas/áreas amenazadas en San Juan y las intervenciones comunitarias en Iglesia. 4b) Configuración del patrimonio como ―aquello que no se puede tocar‖. 3 4c) Re-configuración del patrimonio como “esto es nuestro, queremos que se quede aquí” Capítulo 5. Imágenes y representaciones de lo arqueológico………………………...…Pág.121 5a) Arqueotipos: imágenes y representaciones de lo arqueológico a través de los textos. 5b) Las imágenes dentro de algunos textos específicos de la Provincia de San Juan. 5c) Paisajes inalterables. 5d) Objetos poco comunes, piezas enteras y en desuso. 5e) Algunas representaciones que nos ofrecen estos textos arqueotípicos. RECAPITULACION SOBRE LA PARTE II: La “guerra del patrimonio”: distintas prácticas, representaciones y conflictividades en torno a la protección del patrimonio. PARTE III. MUSEOS, COLECCIONES Y COLECCIONISTAS DE SAN JUAN. Capítulo 6. Apropiaciones y expropiaciones del pasado arqueológico sanjuanino. El caso de la Colección Gnecco…………………………..…………………………………………..Pág.150 6a) Objetos viajeros: los objetos que se llevaron ¿dónde están? Redes de coleccionismo en Argentina. 6b) El devenir de la Colección Gnecco en la Provincia de San Juan. 6c) Tratativas y traspaso de la Colección Gnecco desde San Juan hacia Luján: de lo inconmensurable y sus dificultades. 6d) El Museo de Luján: colecciones sanjuaninas llamadas a responder a una identidad criolla-colonial. 6e) La Colección Gnecco en el Museo de Luján. 6f) Desde la inauguración del Pabellón Gnecco en Luján hasta la actualidad. 6g) Mismos objetos: identidades refractadas. 4 Capítulo 7. Museos, colecciones y coleccionistas en San Juan…………….………….Pág.198 7a) Museos, colecciones y coleccionistas. 7b) Coleccionar objetos: exhibir(se) en los museos. 7c) Museos y Colecciones en San Juan. 7d) Colecciones y museos del interior: lo arqueológico narrado en clave local. RECAPITULACION SOBRE LA PARTE III: Materialidades y territorios encarnando identidades. PARTE IV. OTRAS PRÁCTICAS EN TORNO A LO ARQUEOLÓGICO Capítulo 8. Las personas y las cosas. Prácticas en torno a los objetos arqueológicos……………………………………….………..…………………………….Pág.242 8a) ―Yo era huaquero, para qué le voy a mentir‖: lo arqueológico y la práctica de la huaquería en San Juan. 8b) Memorias situadas: lugares de ofrendas, luces y apariciones. 8c) ―Era una tradición para Semana Santa… de salir a buscar cosas indígenas…‖ 8d) La casa de las cosas: el resguardo en los rincones del recuerdo. Capítulo 9. Las personas y las personas. Prácticas en torno a los restos humanos indígenas…………………………………….……………………………………………Pág.285 9a) Prácticas en torno a restos humanos indígenas. 9b) Las partes un todo: la restitución de los cuerpos, la restitución de las cosas. RECAPITULACION SOBRE LA PARTE IV: Reciprocidad, respeto y protección en torno a lo arqueológico: nexos entre pasado y presente. PARTE V. CONSIDERACIONES FINALES. Capítulo 10. Conclusiones: de lo arqueológico y su poética…………………………......Pág.305 Referencias bibliográficas………………………………………………………………...Pág.309 5 Agradecimientos A Pablo Aroca y a mi familia: Mariel, Lucila, Jeny y Ricardo. Sin ustedes, nada. A mi director Diego Escolar y a Claudia Gotta, quienes me apoyaron para presentarme a la Beca de Posgrado Tipo I y Tipo II. A CONICET por el incentivo para iniciar esta investigación. A Carina Jofré en particular y a todos y cada uno de los amigos y compañeros con que compartimos Cayana Colectivo de Arqueología y el Centro de Estudios e Investigaciones en Antropología y Arqueología (CEIAA); especialmente Valeria Martin Silva, Soledad Llovera, Ana Bertazzo, Cristian Naranjo, Luciano Bonfatti, Eduardo Bonfatti, Claudio Revuelta, María Belén Guirado, Luis Rodríguez Mamby con quienes transitamos (junto con otros colegas también nombrados en estas páginas) innumerables experiencias en los trabajos de campo, en los proyectos, en los congresos, en los talleres en escuelas y en distintas acciones, con energía, esfuerzo y corazón. Agradezco enormemente a todas las personas que, en San Juan, compartieron sus saberes, sus historias y su valioso tiempo conmigo, ayudándome a sentir y a comprender lo arqueológico desde muchas miradas: Alberto ‗Varilla‘ Ramirez y su familia, a Rogelio Castillo, Mariela Morales, Manolo Esquivel y Oscar Varela del Museo de la Unión Vecinal de Rodeo, a María Godoy, Ricardo Rodríguez (hijo), Cipriano Aguilera, Tomasa Montaño, Mercedes Aciar, Alcides Poblete, Nivaldo y Ricardo Poblete, Juan Díaz, Juan Guevara, Oscar Carrizo, Hugo Espejo, Osvaldo Fernández y señora, Eugenia Salinas, Ana Schlögl, Pablo Schlögl, Rubén y Gladis Vidal, Cora Esquivel, Ramón Ossa (padre) y Ramón Ossa (hijo), Aristóbulo Varas, Rubén Vidal, Ramón Pujado y familia, entre otros tantos vecinos, maestros, baqueanos, coleccionistas, alumnos de las escuelas. A Amta Paz Argentina Quiroga y Nahuel Sánchez de la Comunidad Warpe del Territorio del Cuyúm. A Eduardo Rodríguez, amigo y docente de la escuela rural de Pachimoco. A Oscar ‗Tito‘ Damiani. A la familia Prieto, familia Herrera, familia Manzini y a todos los museos que nos abrieron amablemente sus puertas para conocer la tarea que hacen, las colecciones que conservan y sus historias. A integrantes de Parque Nacional El Leoncito y San Guillermo. 6 A los amigos y colegas Francisco Pazzarelli, José Siles, Marcos Gastaldi, Henrik Lindskuog, Bernarda Marconetto, Gabriela Borrotzu y Laura Piazze mi red de contención afectiva en Córdoba y en Mendoza. A Gonzalo Compañy, Germán Giordano, María Belén Molinengo, Jaquelina Salinas, David Rossetto, Carlos Marín Suárez, María Soledad Galimberti, Fernando Lucero, Bruno Rosignoli, Fausto Battaggia, Cecilia Arias Morales, Gustavo Fernetti, Julián Antonigni, Fernán García, Gabriela Gonzalez, Silvia Alucin, María Victoria Tarusselli, Julio Risso, Carla Guirado, Georgina Vaiana, amigos de la vida con quienes siempre estamos imaginando otras arqueologías posibles, otras disciplinas más inclusivas. A los compañeros del Centrode Estudios e Investigaciones en Arqueología y Memoria (CEAM) de la Universidad Nacional de Rosario. A Mirta Bonnin e Irene Brichetti con quienes compartimos enriquecedoras charlas en Buenos Aires durante un curso. A Javier Nastri y Ben Alberti que alentaron mi investigación desde la corrección de los trabajos de los seminarios doctorales en la Universidad de Córdoba. A Ana Butto, Patricia Salatino y Verónica Greca que me ayudaron con trámites en momentos justos. Al Complejo Museográfico Enrique Udaondo, en particular a Mariana Luchetti del Archivo Estanislao Zeballos. Al Museo de la Facultad de Filosofía y Letras Prof. Salvador Canals Frau de Mendoza. Al Museo Provincial de Cs. Naturales Dr. A. Gallardo de Rosario. Al Programa ACERCA de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) del Ministerio de Cultura de España por las ayudas para asistir al Curso Patrimonio Inmaterial, Museos y Sociedad realizado en el Centro Cultural de España en Lima, Perú (octubre de 2010) y al Curso El Patrimonio Inmaterial. Criterios y Metodología para su protección y difusión que tuvo lugar en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa, Honduras (septiembre de 2011). Ambos me posibilitaron acceder a distintas líneas de debates en torno al patrimonio y formar parte de redes de intercambio con colegas de otros países del Cono Sur y de Centroamérica. 7 El trabajo de campo fue realizado en el marco de los siguientes proyectos: Beca Interna de Postgrado Tipo I y II del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Becas otorgadas desde Abril de 2009 hasta Abril de 2014, dirigidas por el Dr. Diego Escolar (CONICET - UNCuyo), y co-dirigida por la Lic. Claudia Gotta (CEEMI-UNR). Lugar de trabajo: Centro Estudios Espacio, Memoria e Identidad, Universidad Nacional de Rosario. Proyecto Federal de Innovación Productiva 2006-2008: ―Transferencia Educativa en relación a la Arqueología para la promoción sociocultural en San Juan‖ de la Escuela de Arqueología. Dirigido por: Lic. Carina Jofré, UNCa.-Conicet. Acreditado y financiado por la Secretaria de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Proyecto de Voluntariado Universitario: ―Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra Arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)‖. Proyecto avalado y financiado por el Ministerio de Educación de la Nación- Secretaría de Políticas Universitarias, Programa Nacional de Voluntariado Universitario a través de la Resolución SPU Nº 347/09, Expediente Nª 4335/09. Duración: 12 meses. Dirigido por: Lic. Carina Jofré. Proyecto ―Creación del Museo Arqueológico de la Unión Vecinal de Rodeo‖, proyecto impulsado por el Colectivo de Arqueología Cayana y la Unión Vecinal de Rodeo, Departamento Iglesia, Provincia de San Juan. Con apoyo de la Comisión Directiva de la Unión Vecinal de Rodeo y financiamiento Fundación AVON. Premio Mujer Solidaria 2009. Proyecto del Fondo Nacional de las Artes, denominado ―Historias locales narradas a través de los objetos. Muestra Arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo, San Juan‖ financiado por el Fondo Nacional de las Artes en la categoría Becas Proyectos Grupales convocatoria 2009. Duración 12 meses. Dirigido por: Lic. Carina Jofré. Proyecto - Documental ―Hijo de la Montaña‖ del director Mario Bertazzo (Doble Zeta Producciones) y se llevó a cabo con un subsidio obtenido en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Concurso Nosotros 2009. http://cda.gob.ar/serie/241/capitulos/hijos-de-la-montana Proyecto de Voluntariado Universitario ―Ensayos para una construcción colectiva de conocimientos y saberes ligados a la memoria indígena: Creación de una Asociación de Amigos del Museo Vecinal y realización de un documental en Rodeo, Departamento Iglesia (Provincia de San Juan)‖, Ministerio de Educación de la Nación, Secretaría de Políticas Universitarias. 2010-2011 Dirigido por: Lic. Carina Jofré. Proyecto PIP11220090100482 2010-2012GI, CONICET denominado ―Patrimonialización, institucionalización y políticas de lo Real en la etnogénesis huarpe‖. Dirigido por: Dr. Diego Escolar. Proyecto de Investigación y Desarrollo EDA-25995603: ―Territorios en Disputa‖: Procesos ee patrimonialización y contra-patrimonialización de lugares de memoria indígena en la Provincia de San Juan (Rep. Argentina)‖. Proyecto acreditado y financiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Catamarca. Resolución Rectoral 265/12. Dirigido por: Lic. Carina Jofré. Proyecto ―Quería contarles un poquito…así no quedo en el olvido. Relatos, historias locales y música (Rodeo, San Juan)‖ presentado por Cayana Colectivo de Arqueología ante el Programa Puntos de Cultura(Nº1290)-Secretaría de Cultura, Presidencia de la Nación. Convocatoria 2012. 8 Parte I PRESENTACION DE LA INVESTIGACION ______________________________________________________________________________________ Dibujo de vasija en Salvador Debenedetti (1917) 9 Capítulo 1 INTRODUCCIÓN El mundo es difícil de percibir. La percepción es difícil de comunicar. Lo subjetivo es inverificable. La descripción es imposible. Experiencia y memoria son inseparables. Escribir es sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen determinada, del mismo modo que con pedacitos de hilos de diferentes colores, combinados con paciencia, se puede bordar un dibujo sobre una tela blanca. Juan José Saer (1986) Razones 10 1a) Reconstrucción de una problemática. Esta investigación se centra en distintas problemáticas y usos del pasado indígena en torno a objetos y sitios arqueológicos partiendo del caso de la Provincia de San Juan en localidades de los Departamentos de Iglesia y Calingasta (centrándonos en Rodeo y en Barreal, respectivamente) aunque también se contemplan procesos que provienen de otras localidades de los Departamentos de Jáchal, Zonda y Capital específicamente para el análisis de museos y colecciones. Asimismo, algunas líneas de investigación relacionadas con colecciones ‗que se fueron‘ nos trasladan fuera de la provincia. 1 En este sentido, nos detendremos en la exploración de una parte de la colección Gnecco que se encuentra en el Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján (Provincia de Buenos Aires). La materialidad arqueológica es un elemento sumamente importante y presente en la Provincia y existen diversos sujetos (más allá de los arqueólogos) que se ocupan de ella. En primer lugar, las comunidades indígenas que demandan el reconocimiento de sus identidades, la restitución de sus ancestros albergados en museos y el respeto por sus sitios sagrados. En segundo lugar, los ‗coleccionistas‘, directores de museos privados, sujetos que han colectado piezas y las exhiben muchas veces organizados en salas que llevan las cronologías y nominaciones puestas por los arqueólogos. Finalmente, los pobladores locales que también interpretan y cohabitan con ese pasado-presente. Sin embargo, al ocuparnos de vestigios arqueológicos, elementos que por definición provienen del pasado, se nos torna casi inevitable referirnos a éstos como patrimonio ya que lo arqueológico 2 (objetos o cosas, sitios y restos óseos humano relacionados con ‗lo indígena‘ en la zona) se encuentra muchas veces inmerso en procesos de 1 Utilizaremos las ‗comillas simples‘ para señalar expresiones y categorías nativas, las cursivas para enfatizar o relativizar algunas palabras o categorías propias y las ―comillas dobles‖ en el caso de las citas textuales: de autores, de fragmentos de entrevistas o de documentos. 2 En esta tesis nosreferiremos a lo arqueológico en sentido amplio para incluir objetos o cosas, sitios y restos óseos humanos relacionados con ‗lo indígena‘ en la zona. La expresión patrimonio arqueológico es utilizada desde punto de vista disciplinar y normativo, como conjunto de bienes definidos y legislados por el Estado, aunque entendemos que aquello que encierra el patrimonio es una construcción social, cultural e histórica que excede ese conjunto de bienes acotados. Cuando utilicemos la categoría objetos arqueológicos, no estaremos incluyendo los restos óseos humanos. 11 patrimonialización debido a un conjunto de leyes de protección y conservación (nacionales e internacionales) que así lo dictaminan desde un discurso científico y disciplinar. Esa categoría de ―patrimonio‖, muchas veces, implica aspectos hegemónicos y preterizantes sobre la cultura material que excluye las interpretaciones de estos otros sujetos. Dichos procesos, entonces, no son unilineales, conclusivos, ni homogéneos y los elementos que provienen del pasado están en el presente siendo utilizados y significados por diversos actores sociales: el Estado y sus instituciones, los arqueólogos e intelectuales y las comunidades (incluyendo aficionados o amateurs, coleccionistas privados, baqueanos, huaqueros, entre otros). 3 Precisamente, de esas tensiones, apropiaciones y re- significaciones en torno a los objetos arqueológicos trataremos en este trabajo posando la mirada en esos puntos de fuga en donde lo arqueológico puede formar parte de otras prácticas de lucha entre epistemes no-disciplinarias y aquellas disciplinarias que pretenden ―preterizarlo‖ (Haber 2010; 2011b) buscando responder a una serie de preguntas. ¿Cómo se construye el ―patrimonio arqueológico‖? ¿De qué modo se desplegaron las legislaciones patrimoniales sobre estos territorios? ¿Cómo las comunidades no académicas se apropian de lo arqueológico? ¿qué aporta la mirada local a la construcción del patrimonio?¿Qué sentidos tienen esas prácticas? ¿Cómo se llevan adelante? ¿Quiénes son las personas que coleccionan? ¿Por qué? ¿Son prácticas individuales o colectivas? ¿Qué se disputa a través de esa materialidad? ¿Ellos mismos enuncian su práctica como coleccionismo? ¿Todos ellos declararon las colecciones? ¿Todos ellos podrían o querrían tener museos? ¿Qué sucedió con las colecciones o piezas ‗que se fueron‘ de la Provincia? En estos contextos, comenzaron a surgir los matices a través de sujetos que no habían sido atravesados tan fuertemente por los discursos de los arqueólogos (o, posiblemente, sí): pobladores locales que tienen en sus casas piezas arqueológicas. ¿Dónde las guardan? ¿En qué lugar de la casa? ¿En qué tipo de cajas? ¿Con qué otros objetos (personales, 3 En este texto usaremos la forma genérica del masculino de modo inclusivo para referirnos tanto al género masculino como al femenino (por ejemplo, cuando decimos «los arqueólogos», nos referimos tanto a los arqueólogos como a las arqueólogas). 12 familiares)? ¿Las mismas aglutinan clasificaciones? ¿De qué tipo? ¿Cómo obtuvieron esos objetos? ¿Los tienen a la vista, los muestran, los esconden? ¿Frente a quiénes? Para ello, mostraremos cómo se generan diferentes procesos de identificación a partir de prácticas de apropiación y configuraciones de valor del entorno y de la cultura material indígena (Rivera Fellner 2012). Para decirlo en pocas palabras, a través del recorrido de investigación pude visualizar con claridad aquello que se suele pronunciar desde distintas esferas (académicas, legalistas, conservacionistas) acerca del hecho de que existen diferentes miradas y usos sociales del patrimonio arqueológico (y cultural en general). Aquí me interesa argumentar que, más allá de la preeminencia del Estado sobre este aspecto, existen diferentes miradas y usos proteccionistas sobre el patrimonio. El patrimonio, tal como indicamos, es definido como una ―herencia‖ o ―legado que recibimos del pasado‖ y que ―debemos proteger para futuras generaciones‖ (Ballart 1997; Prats 1998, 2005; González Méndez 2000; Ballart 2012) sin embargo en esas definiciones no se agota la complejidad de sentidos, valores y usos que confluyen en el hecho de denominar, demarcar y/o señalar algo como patrimonio (que -por definición- ya existía desde el pasado); siendo re-definido en ese acto tutelar. Detrás de esta noción encontramos usos como recurso identitario, económico, político ya que no todos los elementos que provienen del pasado son patrimonio en sí mismos sino que requieren de un proceso de activación (Prats 1998, 2005) o de ―institucionalización, significación, selección, catalogación, investigación, conservación y protección de los bienes patrimoniales (…) a cargo de especialistas e instituciones estatales que definen la frontera de lo patrimonial, ya que desde su perspectiva se decide qué debe patrimonializarse y qué no, se legitima e institucionaliza qué instrumentos normativos y ejecutivos deben aplicarse en relación al patrimonio.‖ (Ayala Rocabado 2008: 35, el resaltado es mío). La legislación y la disciplina arqueológica, son las encargadas de circunscribir conceptual, espacial y temporalmente qué es el patrimonio (aunque en oportunidades con cierta vaguedad o imprecisión) y cómo se debe proceder: cómo investigarlo, manipularlo, 13 archivarlo e inventariarlo; diluyendo -en gran medida- las diferencias culturales. En tal sentido: ―Un requisito indispensable para que el registro arqueológico se convierta en propiedad de la nación es la disolución de toda diferencia cultural en favor de la nacionalidad; así, los objetos que pueden evocar diversas conexiones con el pasado son inducidos por la retórica oficial a convertirse en alegoría de la república y en material científico; este proceso de normalización no deja de crear tensiones, traumatismos e imposiciones.‖ (Londoño 2003: 5) La definición que ofrece la legislación sobre el patrimonio a través de este ―proceso de normalización‖ no es un dato menor ya que es el mismo Estado el que genera los criterios y reglamenta su propia custodia (en concordancia con lineamientos a nivel internacional) a través de instituciones como museos o universidades que constituyen efectivos ―dispositivos de domesticación de la memoria‖ (Londoño 2010). El patrimonio arqueológico se encuentra comprendido dentro del patrimonio cultural, refiriendo a un conjunto específico de bienes que –para el caso sanjuanino- son definidos como aquellos bienes o sitios procedentes de la ―pre-historia‖ provincial 4 . De este tipo de definiciones, por ejemplo en los casos que aquí analizaremos, surgen indefectiblemente prácticas específicas y conflictos, producto de una configuración normativa que se posa sobre elementos que forman parte del paisaje y de la vida cotidiana de las personas desde mucho tiempo antes de que se legislara, o se definiera una ―frontera patrimonial‖, sobre ellos: ―Antes que lo arqueológico fuese demarcado como los vestigios mediante los cuales los arqueólogos construyen el conocimiento del pasado, era, pues, otra cosa, suscitaba otras relaciones, movilizaba otros sujetos y vinculaba otras realidades. (…) Eran relaciones ontológicas de ancestralidad, sacralidad, mundificación. ‖ (Haber 2010:256, resaltado en el original). Aquí abordaremos las relaciones que se establecen entre las personas y lo arqueológico en el presente, en localidades de la Provincia de San Juan, para indagar sobre sus usos y 4 Ley Provincial 6.801 de Protección, Conservación, restauración, Acrecentamiento y Difusión de todos aquellos bienes que conforman el Patrimonio Cultural y Natural de la Provincia de San Juan sancionada en 1997. 14 apropiaciones. Los objetos y sitios analizados se encuentran enmuy diversos contextos que incluyen desde los mismos yacimientos arqueológicos, museos públicos o privados y colecciones, casas de familias, cajones, roperos y cajitas, imágenes, entre otros. Por eso, en esta investigación abarcaremos esos distintos ámbitos donde los objetos arqueológicos son contextualizados y/o re-contextualizados adquiriendo significados particulares tanto como soportes para la elaboración y disputa de memorias (y olvidos) e identificaciones colectivas, como aquellos que ponen en cuestión discursos hegemónicos de patrimonialización o expresan marcaciones de apropiación de la materialidad arqueológica. Abordaremos además, los distintos patrimonios a los que es convocado a responder lo arqueológico detrás de identidades locales, provinciales o nacionales hasta su nivel más abstracto (supra-nacional) que es aquel denominado patrimonio de todos. Las preguntas sobre las que descansa este recorrido etnográfico, que nos permitimos ubicarlo como un trabajo antropológico – arqueológico, surgen de varios supuestos: 1) Los procesos de normalización en torno al patrimonio, iniciados en Argentina a principios del Siglo XX -y viabilizados a través de museos e instituciones nacionales- se han acentuado con una serie de legislaciones internacionales, nacionales y provinciales sobre todo desde la década del '70 en adelante. Sin embargo, será a partir de los procesos de emergencia indígena durante la década del '90, cuando dichos discursos entrarán en disputas crecientes acerca del uso y la apropiación del patrimonio arqueológico por parte de distintos actores: comunidades, arqueólogos, Estado; adquiriendo cada vez mayor complejidad. 2) El patrimonio arqueológico y las intervenciones que los arqueólogos hacen sobre éste, operan en las construcciones de sentidos sobre el pasado, el presente y el futuro, activándose -desde la disciplina- como recurso simbólico, identitario, económico. Es por ello que repensar lo arqueológico es importante no solamente desde y para el ámbito disciplinar sino para poder construir una historia local, una historia propia. 3) Algunas miradas disciplinares desestiman los objetos y sitios arqueológicos que no han sido excavados por los mismos arqueólogos o que no se encuentran en un museo público y los señalan como elementos ―sin procedencia‖ o ―descontextualizados‖. Sostenemos 15 que estos objetos arqueológicos no se encuentran descontextualizados sino que han sido re-contextualizados en redes de significaciones sociales cambiantes, coyunturales, históricas que los pueden llevar a emerger en un instante o caer en el olvido (Achim y Podgorny 2014). Dichas re-contextualizaciones forman parte de construcciones de sentido y de prácticas otras por parte de distintos actores sociales aunque generalmente quedan segregadas de las investigaciones arqueológicas. 4) Las intervenciones del Estado sobre el patrimonio arqueológico detentan una competencia de carácter dual de protección-sanción por sobre las comunidades. Sin embargo, otras prácticas, usos y apropiaciones de los objetos arqueológicos despliegan instancias que (también) podrían llamarse de conservación y preservación locales que no han sido contempladas en la legislación o en medidas en torno al patrimonio arqueológico o cultural vigentes. A los fines de realizar este recorrido etnográfico nos centramos en localidades cercanas a sitios arqueológicos y/o donde se encuentran museos que poseen colecciones arqueológicas. El trabajo de campo fue realizado desde un enfoque antropológico (Achilli 2005) entre marzo de 2006 e inicios de 2015 en sucesivas campañas, algunas de ellas en el marco de trabajos grupales de Cayana Colectivo de Arqueología además de investigaciones individuales para esta Tesis. 5 La aproximación al problema de investigación estuvo organizada en torno a la construcción de tres tipos de información: material, oral y escrita, para luego entrecruzarlas. En estos trabajos buscamos contactarnos y generar situaciones de entrevistas con sujetos pertenecientes a diferentes sectores de la sociedad que tuvieran alguna relación activa - más o menos directa- con lo arqueológico (pobladores locales, guías o ‗baqueanos‘ reconocidos en la región, coleccionistas, docentes y alumnos de escuelas rurales y urbanas, universidades, público visitante de museos, directores y personal de museos privados y estatales, representantes de comunidades indígenas, miembros de centros 5 Las entrevistas han sido realizadas en contextos de trabajos de campo tanto individual como grupal. En la mayoría de los casos, las entrevistas son citadas de modo de resguardar los nombres de los entrevistados al tratarse de prácticas que involucran la manipulación de restos humanos y materiales arqueológicos que se encuentran bajo normas específicas de protección del patrimonio. 16 culturales, asociaciones, municipalidades, organizaciones no-gubernamentales, parques nacionales, áreas protegidas, operadores turísticos, guardaparques, funcionarios públicos, etc) o que hubieran impulsado prácticas y/o tareas en relación a la historia local (actividades de educación no-formal a través de museos u otras instituciones culturales, reivindicaciones en relación al pasado indígena, reclamos por restituciones de restos humanos o ‗momias‘, prácticas de coleccionismo, turismo arqueológico, equipos de investigación, etc). 6 La metodología utilizada en estos encuentros (tanto individuales como grupales) estuvo basada en la noción freireana de ―diálogo‖ que entiende que todos los sujetos somos portadores de saberes (Freire 1970 [2001]) pero centrando la investigación en el entrevistado, es decir, aceptando ―los marcos de referencia de su interlocutor para explorar juntos los aspectos del problema en discusión y del universo cultural en cuestión‖ (Thiollent 1982: 93 en Guber 2001). Esto fue particularmente relevante al entablar las primeras relaciones con algunos pobladores que desconfiaban de nuestras intenciones (es decir que, como parte de ese universo cultural, nosotros debimos cargar con las intervenciones de otros arqueólogos que nos antecedieron) así como también al momento de establecer las categorías para referir a lo arqueológico. Asimismo se realizaron ―observaciones participantes‖ (Guber 2001) en estos distintos ámbitos o espacios de encuentro en torno a lo arqueológico como por ejemplo: museos, reuniones entre vecinos, charlas de profesionales, recorridos por sitios arqueológicos con pobladores locales, auditorías de empresas mineras o de áreas protegidas, jornadas para docentes, visitas escolares a museos, entre otras. Por otra parte, el trabajo de investigación fue acompañado en muchas ocasiones por intervenciones por parte de nuestro Colectivo Cayana, desde un posicionamiento de investigación-acción (Aroca et.al. 2009; Biasatti et.al. 2009; Jofré et.al. 2010a) que 6 Los museos visitados fueron el Museo Enzo V. Manzini (Dpto. Zonda), el Museo El Hombre y la Naturaleza (Dpto. Capital), el Museo Geográfico Einstein (Dpto. Zonda), el Museo Provincial Agustín Gnecco (Dpto. Santa Lucía), el Museo Arqueológico Prof. Mariano Gambier (Dpto. Rawson), el Museo Hnos. Nassif Weiss de la Universidad Católica de Cuyo, el Museo Ricardo Prieto (Jáchal, Dpto. Jáchal), el Museo Indígena José Debenedetti (Angualasto, Dpto. Iglesia), el Museo de la Unión Vecinal de Rodeo (Rodeo, Dpto. Iglesia), el Museo Arqueológico de la Unión Vecinal de Calingasta (Calingasta, Dpto. Calingasta), el Museo Renzo Herrera (Barreal, Dpto. Calingasta), el Museo Indigenista Pachamalui (San Agustín, Dpto. Valle Fértil), el Museo Histórico Regional Municipal (Caucete) y el Museo y Biblioteca Casa Natal de Sarmiento (Capital). Algunos de ellos serán analizados en profundidad enel Capítulo 7. 17 generalmente era crítico (y activo) frente a aquellas realidades que nos tocaba observar, registrar e interpretar; llevándonos a ocupar el rol de ―participantes observadores‖ (Guber 2001). En estas acciones, en el marco de distintos proyectos, 7 generamos actividades como talleres en la universidad (Arroyo et.al. 2008), reuniones y charlas con vecinos, maestros y directores de museos (Jofré et.al. 2008a; 2008b; Rodríguez y Biasatti 2008; Galimberti et.al. 2010), actividades lúdicas con niños (Hope y Salinas 2010), conservación preventiva de piezas arqueológicas de colecciones privadas, inventarios y legalizaciones de colecciones (Biasatti y Aroca 2007; Jofré et.al. 2008a; Biasatti y Jofré 2010), guiones y montaje de muestras para el Museo de la Unión Vecinal de Rodeo (Biasatti et.al. 2015a), guión para un documental (Jofré et. al. 2011; Biasatti et.al. 2011), informes sobre alguna situación puntual desde la que podíamos aportar como profesionales como es el caso de un pedido de restitución de restos humanos alojados en museos (Jofré et.al. 2009; Jofré et.al. 2010c), una recopilación de relatos locales de un poblador que fue plasmada en un CD musical y que se ha distribuido en las escuelas de la zona (Biasatti et.al. 2014), un concurso escolar que culminaba con el recorrido por sitios arqueológicos del Departamento de Iglesia (Poblete y Jofré 2007), la redacción de varios trabajos académicos en co-autoría con pobladores o docentes, el pedido de protección del Sitio Pachimoco de Jáchal, recomendaciones a la Municipalidad de Jáchal acerca de la instalación de un basural en el sitio arqueológico (Rodríguez et.al. 2010), contra-informes de los trabajos de impacto arqueológico realizados por las empresas mineras (Jofré et.al. 2010b), entre otros. La ―tensión fundante‖ entre los usos e interpretaciones del ―estar allí‖ (Guber 2001) como investigadora y los entrevistados (coleccionistas, baqueanos) se vieron aún más tensados por ser mujer, foránea y ‗arqueóloga‘ (nos señalaban constantemente como arqueólogos a todos los integrantes de Cayana más allá de nuestras distintas formaciones). Esa tensión fue trabajada en algunos artículos donde reflexionamos sobre 7 Los proyectos fueron dirigidos por Dra. Carina Jofré y contaron con el apoyo de diferentes entidades y organismos tales como Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Catamarca, Fondo Nacional de las Artes, AVON, Secretaría de Políticas Universitarias a través de Voluntariados Universitarios, Programa Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura de la Nación, entre otras. Todos fueron mencionados detalladamente en los Agradecimientos de esta Tesis. 18 el proceso de recolección de información y la construcción del conocimiento en el trabajo de campo. La primera línea fue sobre la desconfianza con la que son señalados todos los arqueólogos por sus prácticas en la región y la segunda, con el extrañamiento de hallar una mujer indagando en ‗temas de hombres‘ como son las experiencias en el campo o de la Cordillera. Este proceso, sin duda, me implicó un mayor esfuerzo al momento de objetivar la experiencia de campo (Pallma y Sinisi 2004) y escribir este trabajo (nacido en y desde contextos colectivos) de forma individual ya que, entendemos que tanto los enunciados como los textos son inherentemente intertextuales, siguiendo a Barthes (1989) quien, ―se refiere a lo intertextual como lo que hace al texto; en otras palabras, lo que funda al texto no es un significado cerrado, interno, que se puede explicar, sino la apertura del texto a otros textos, otros códigos, otros signos (de aquí que este autor sostenga que deberíamos hablar de partidas de significado, no de llegadas)‖ (en Marinkovich 1998-1999:732-733; resaltado en el original). Esta tesis se encuentra ―entrelazada‖ (Fairclough 1995) con aquel recorrido de trabajos colectivos. Paralelamente a este trabajo etnográfico se realizaron una serie de análisis y relevamiento de información escrita considerando los trabajos arqueológicos y antropológicos no sólo como Antecedentes o Estado del Arte sino también revisando qué tipo de construcciones de sentidos en torno al pasado se desprenden de ellos (continuistas o rupturistas). Se repasaron legislaciones, estatutos, declaraciones y reglamentos acerca del patrimonio cultural, natural, arqueológico y de áreas protegidas tanto a nivel nacional como internacional. Se consultaron páginas web oficiales y documentos de distintas entidades e instituciones, organizaciones sociales y no-gubernamentales, museos, empresas de turismo, mega-emprendimientos y áreas protegidas para recabar datos específicos (fechas, cifras, etc) y también las representaciones que poseen sobre algunos de los temas que se tratan en esta investigación. Dentro de este conjunto, se encuentra la prensa escrita local y nacional, consultada en distintos archivos. Los archivos y documentos fueron particularmente útiles para el caso de los museos, se consultaron los libros de visitas, los folletos, los inventarios y la cartelería impresa a modo de guión museográfico, también al 19 momento de examinar el traspaso de la Colección Gnecco desde San Juan hacia la ciudad de Luján en Buenos Aires se revisaron detalladamente cartas personales enviadas como correspondencia entre los encargados de las instituciones, telegramas, comunicaciones acerca del despacho de vagones, inventarios de piezas, discursos, planos y fotografías que forman parte del fondo documental analizado. A esto se agrega el material didáctico para docentes y los manuales escolares. Por todo lo referido, consideramos que esta investigación -partiendo desde el caso sanjuanino- puede aportar elementos ―más sutiles o simbólicos‖ (Lemonnier 1992: 2) en torno a los usos sociales del patrimonio arqueológico, complejizando la mirada sobre su regulación y normativa, buscando modos sensibles e inclusivos de las realidades socioculturales locales y regionales que, a su vez, se podrían plasmar en modos más efectivos (y afectivos) de protección y conservación del patrimonio. Desde nuestra perspectiva, la antropología y la arqueología pueden ofrecer elementos para identificar esos elementos sutiles, colaborando en la construcción colectiva de una historia narrada en clave local en donde el pasado sea parte constitutiva del presente. 20 1b) La materialidad arqueológica (también) en el presente. Relaciones entre cosas y personas/personas y cosas. El territorio sanjuanino se encuentra sobre la cordillera de los Andes siendo un espacio donde se han emplazado numerosas y sucesivas poblaciones indígenas a través del tiempo hasta la actualidad. De estas reiteradas ocupaciones en la región se han conservado importantes yacimientos o sitios arqueológicos siendo frecuente hallar materiales en superficie al recorrer determinadas zonas (fragmentos de cerámica, lítico, restos de viviendas, corrales, petroglifos, tumbas, textiles, etc). Aquellas áreas donde es habitual encontrar restos arqueológicos son reconocidas por los pobladores locales, quienes suelen referirse a las mismas como ‗antigales‘, ‗tamberías‘ o simplemente como lugares donde hay ‗cosas de indios‘. Por su parte, estos restos arqueológicos cuando se hallan en excavaciones sistemáticas, pueden ser abordados desde distintas teorías. 21 Sitios como la Aldea de Angualasto poseen gran visibilidad y cercanía con las casas de los vecinos. En esos lugares se pueden hallar ‗cosas arqueológicas‘ (tales como esta conana) a simple vista. Septiembre 2007. Archivo Cayana. El pensamiento científico occidental desde el siglo XVII ha estado influenciado por las postulaciones cartesianas bajo la lógica de las ideas ―claras y distintas‖. Ese ―paradigmade la simplificación‖ trajo como consecuencia la desarticulación del conocimiento científico por un lado y la reflexión filosófica por el otro. Dicho proceso fue acompañado con una separación del conocimiento científico en tres grandes áreas: la biología, la física y las ciencias del hombre, que simplificaron la complejidad reduciendo los fenómenos biológicos a los físicos y lo humano a lo biológico (Morin 2003). Proceso que luego se acentuará con la especialización de las disciplinas científicas que promueven la división del trabajo intelectual bajo una apariencia de naturalidad que habilita al conocimiento para su reproducción (Haber 1999a). En esta compartimentarización, la arqueología se conformó como una disciplina generadora de explicaciones acerca de la materialidad del pasado: 22 ―Con el disciplinamiento, lo arqueológico se delimita en dos tipos de relaciones: entre tiempos y entre sujetos. Ambas relaciones son entre términos diferenciados y distanciados: tiempos pasados conocidos en tiempos presentes, sujetos conocedores que conocen sujetos (objetos) de conocimiento. Los términos (el pasado, el presente, lo arqueológico, los arqueólogos) se consolidan, se estabilizan, en la demarcación disciplinaria, en la consagración de su objeto y método. Los términos devienen cosas en sí mismas como efecto del lenguaje disciplinario (devienen sujetos u objetos de conocimiento, devienen pasado-a-conocer o presente-que- conoce) y, al mismo tiempo, el conocimiento resulta la privilegiada manera de relación entre esos términos. Un conocimiento comprendido de acuerdo con el modelo del conocimiento científico: el sujeto, distanciado del objeto, lo conoce y, eventualmente, lo modifica para su beneficio.‖ (Haber 2010: 256, resaltado en el original) Pero ¿desde qué miradas se construye ese ―pasado disciplinado‖ en San Juan? Desde una teoría histórico-cultural con fuertes influencias del evolucionismo y el difusionismo, algunos autores definieron la cultura como unidad de estudio e interpretaron la historia como un mosaico de culturas donde cada unidad tenía sus propios límites temporales y espaciales posibles de comparar a través de los hallazgos (Trigger 1989 [1992]:163) esto se tradujo en una serie de cuadros cronológicos regionales, tipologías y sucesiones culturales con ciertas dificultades para explicar el cambio en las sociedades (Willey y Phillips 1958). Esta corriente tuvo gran influencia en nuestro país desde la década del '30 en adelante (Politis 1992) y es la línea que ha signado la arqueología sanjuanina prácticamente desde sus orígenes disciplinares hasta nuestros días siendo el libro ―Prehistoria de San Juan‖ (Gambier 1993 [2000]) un claro ejemplo del intento de aplicar estas interpretaciones en la Provincia. 8 Por su parte, desde la corriente sistémica o procesual, la cultura es definida como una forma extrasomática de adaptación al medio y los hallazgos son analizados para obtener datos sobre el contexto en que fueron hechos y sus consecuentes utilidades adaptativas al ambiente (Binford 1965) así como también los procesos tafonómicos y de formación de sitios (Schiffer 1976, 1987) o los patrones de asentamientos de las poblaciones (Flannery 1968), entre otros investigadores que buscaban plasmar las dinámicas sociales en 8 A modo de ejemplo, sobre cada corriente teórica arqueológica mencionaremos algún trabajo o investigación dentro de la arqueología sanjuanina para referenciar el impacto local de las diferentes líneas que llegaron a nuestro país. Esas citas no tienen intención de agotar los Antecedentes locales, que serán retomados más adelante. 23 modelos basados en generalizaciones (dejando a un lado la idea de individuos). En nuestro país estos trabajos -de la denominada Nueva Arqueología- llegaron para la década del ‗80 (Fernández 1982) y fueron bien recibidos por los jóvenes arqueólogos egresados post-dictadura (Politis 1992). En la Provincia de San Juan también es posible encontrar expresiones de esta línea teórica de la mano de autores como por ejemplo el Dr. Alejandro García (2003). Para la corriente contextual o posprocesual encarnada en Ian Hodder como su máximo exponente, la cultura está constituida de modo significativo y no se trata de un mero reflejo adaptativo. El ―objeto arqueológico no nos dice nada de sí mismo‖ (Hodder 1988 [1994]: 19) sino que el arqueólogo debe interpretar o leer su contexto para captar sus significados y acciones. La cultura material no existe por sí misma sino que alguien la produce para algo. Esta línea considera al individuo como un agente activo, capaz de transformar las estructuras en determinadas situaciones (Giddens 1979, Bourdieu 1977). Esta corriente ha llegado más tardíamente a nuestro país y tuvo adhesiones puntuales por parte de algunos investigadores hacia finales de la década del ‗90 (por ejemplo Zarankin 1999) y, aunque actualmente se encuentra más difundida, tiene escasas líneas de expresión en San Juan. A estas líneas tradicionales, y como parte de una mirada etnográfica y meta-arqueológica, se agregan las investigaciones del Dr. Diego Escolar y la Dra. Carina Jofré en la provincia, sobre las cuales regresaremos en reiteradas oportunidades durante este escrito. Sin embargo aquí, señalaremos que los dos trabajos de D. Escolar ―Arqueólogos y brujos...‖ (2003) y ―Los dones étnicos de la nación…‖ (2007) pueden ser considerados emblemáticos para entrelazar lo arqueológico y los procesos de re-emergencia de identificaciones indígenas huarpes en la región de Cuyo. Y, en el caso de C. Jofré podemos mencionar ―Arqueología de las sociedades capayanas…‖ (2008) y su Tesis Doctoral ―Los pájaros nocturnos…‖ (2013) donde propone revisitar críticamente las secuencias culturales locales, buscando un quiebre epistemológico y ontológico con las interpretaciones arqueológicas previas y sus categorías de análisis. Dentro de este recorrido, es preciso señalar las acciones, investigaciones y etnografías realizadas desde nuestro grupo de trabajo Colectivo Cayana (mencionados anteriormente) 24 los cuales no se inscriben de lleno en ninguna de estas corrientes teórico-metodológicas de la arqueología tradicional. En este sentido, indagamos en los significados sociales más allá de los objetos en sí mismos posicionados fuertemente desde la noción freireana de ―diálogo‖ como instancia de construcción de saberes y retomamos críticamente las investigaciones histórico-culturales y sistémicas hechas en la zona ya que éstas circunscriben lo arqueológico a un pasado cerrado y acabado sin continuidades con el presente. El artículo ―La cayana entre lo arqueológico y lo cotidiano...‖ (e. g. Jofré et. al. 2009) puede tomarse como un trabajo que condensa algunas de las líneas desarrolladas. En esta tesis, consideramos que las personas y las cosas interrelacionan sus biografías de tal modo que, en ocasiones, se hace difícil separarlas (Appadurai 1991). Tal como menciona Daniel Miller ―nuestra humanidad no es anterior a lo que ésta crea.‖ (2005:6) pero hay un proceso de objetivación propio de la modernidad que da forma y establece la posibilidad de entendernos como sujetos y objetos autónomos, es decir como sujetos manipulando objetos. Esta tajante escisión de personas entre sí y objetos entre sí - ofrecida como tal en el mundo occidental- a modo de entidades con características esenciales, es puesta en duda a través de los trabajos de Bruno Latour (1993, 2005) que han sido retomados por varios arqueólogos (Webmoor 2007; Shanks 2007; Olsen 2007) que denominaron a esta línea como ―arqueología simétrica‖. Esta perspectiva entiende que nos hallamos inmersos en un mundo de personas, animales y cosas que mantienen diferentes tipos de transacciones entre ellas, buscando deshacer la división radical entre naturaleza y cultura(González Ruibal 2007). Dicha corriente aún es bastante novedosa en nuestro país y ha sido foco de una serie de críticas por reproducir una dicotomía colonialista entre nosotros/otros (Haber 2011a). Preferimos, entonces, retomar la ―teoría de la relacionalidad‖ (Haber 1999b; 2011c) a partir de la cual indagar en las relaciones recíprocas entre los seres –sujetos y objetos –en tanto redes de relaciones: ―Ni el ambiente, ni la estructura social, ni la agencia, ni los significantes, ni la tecnología, representan una supuesta línea de base a partir de la cual el resto de los objetos —reales o teóricos— pueda ser convenientemente interpretado. Palas, casas, canales, parcelas, sujetos, han llegado a ser en las relaciones de unos con otros, en el fluir del tiempo. Sus materialidades y sus significados, sus funciones y sus acciones, sus objetividades y sus subjetividades, sus prácticas y sus identidades, se constituyeron mutua, heterogénea, fluida y activamente en el tiempo.‖ (Haber y Gastaldi 2006: 291). 25 Alejandro Haber ha interpretado que, en el mundo andino, los seres humanos, los animales y las cosas se relacionan de tal manera que una pala o una casa no son objetos aislados sino que forman una red de relaciones junto con animales, paisajes, seres humanos y otros objetos, que se conforman recíprocamente. O, en palabras de Viveiros de Castro: ―los artefactos poseen esa ontología ambigua; son objetos pero necesariamente indican un sujeto, porque son como acciones congeladas, encarnaciones materiales de una intencionalidad no material‖ (2010: 43, el resaltado es mío). Ya veremos que esta teorías serán útiles, por ejemplo, para considerar cómo los museos desconectan de la red de relaciones a los objetos y los convierten en cosas plausibles de ser exhibidas (Haber 2008b; Londoño 2012) aceptando/reproduciendo esa ―distribución diferencial‖ entre lo dado y lo construido (Viveiros de Castro 2010). Sin embargo, en (casi) todos los casos, el trabajo arqueológico tradicional se basa en la excavación y en la recuperación de elementos que han quedado depositados a través de sucesivas acciones (ambientales, geológicas, antrópicas) y que se preservaron en mayor o menor medida hasta la actualidad. Este método presupone la posibilidad de volver sobre esas acciones de depositación pero en sentido inverso, como parte de la reconstrucción del modo en que esta acción aconteció (Harris 1979; Carandini 1997). El arqueólogo debe proceder hacia atrás ―de forma antinatural‖ (Carandini 1997: 12) hacia lo desconocido, mediante métodos estratigráficos arqueológicos (Harris 1979) con el fin de obtener una secuencia estratigráfica del sitio. Es por ello que detrás del trabajo del arqueólogo -más allá de las líneas teóricas en que se inscriban- hay un sentido implícito, arraigado y detentado desde la disciplina, de una potencialidad propia de sus herramientas metodológicas de volver el tiempo atrás, dotando de pruebas materiales a un sentido unidireccional de la historia (Haber 2011c) a través de las ―proyecciones‖ (Binford 1965) o de las ―interpretaciones‖ (Hodder 1988) de los propios arqueólogos. Estos materiales que están en los sitios arqueológicos, en su ―contexto sistémico‖ (Schiffer 1976, 1987) son factibles de ingresar en distintos ámbitos de circulación hegemónicos (tales como museos o universidades) en un proceso de patrimonialización disciplinar ligado desde sus orígenes a la investigación científica. Muchos de estos objetos, obtenidos por metodología arqueológica, pueden ir acompañados de discursos 26 patrimoniales naturalizados (Lacarrieu 2004) que destacan la importancia de ―conocer el pasado para protegerlo‖ pero parten del supuesto (no siempre explicitado) de que esos objetos solamente pertenecen al pasado y llegan al presente en tanto legado. Por su parte la legislación patrimonial descansa generalmente sobre este mismo principio preocupada en resguardar (a través de los museos o zonas protegidas) un acervo que nos llega del pasado para las generaciones futuras detrás de una ―razón patrimonialista‖ que se presenta como necesaria, sistematizadora y útil (Rochietti 2006). El único modo, entonces, en que ese patrimonio arqueológico entra/llega/irrumpe en el presente sería detrás de discursos legalistas, academicistas, museográficos y/o patrimonialistas que los inscriben en el contexto que esos elementos poseen por ser parte de un pasado ―digno de ser conservado‖. Siguiendo con esta línea podemos preguntarnos respecto a lo arqueológico en torno a la construcción de significados actuales ¿A quiénes se dirigen los arqueólogos en sus trabajos? ¿Quiénes adoptan sus interpretaciones? ¿Quedan dentro de contornos científico-académicos? ¿Cómo impactan en otros ámbitos? Los profesionales (más allá de algunas actividades de divulgación en las comunidades donde investigan) suelen dirigir sus escritos especializados hacia otros colegas, papers presentados en eventos científicos y difundidos entre pares, sin embargo las investigaciones, en el caso sanjuanino, trascienden estos espacios y forman parte de circuitos sociales más amplios como escuelas, museos, comunidad en general(que los utilizan por carecer de un material didáctico específico) dejando una impronta en las representaciones locales sobre la historia provincial. No obstante, tanto en la Provincia de San Juan como en otros lugares del país, existen objetos arqueológicos que se encuentran fuera de estos circuitos formales ya que son señalados como ―objetos descontextualizados‖, son conjuntos de ―objetos segregados‖ (sensu Baudrillard 1968 [1990]) de este devenir académico-científico ya que no serían plausibles de ser investigados porque se encuentran por fuera del ―contexto sistémico‖, se han perdido datos de su procedencia, están entremezclados con otros objetos o rotos. 27 Conanas en una finca en Rodeo (Departamento Iglesia). Enero 2012. Archivo Personal. Podemos referir que estos elementos, a su vez, se dividen en dos grandes grupos, por un lado objetos segregados dentro de instituciones: piezas fuera de inventario o ―sin procedencia‖ que han llegado a los museos por donaciones de particulares, colecciones no declaradas, cajas sin rótulos que han quedado en los estantes de un depósito, conjuntos confinados a la apatía porque han sido extraídos por ‗huaqueros‘, pequeños fragmentos acumulados en una bolsa, cajones llenos de materiales excavados sistemáticamente pero que se encuentran sin analizar y que -a lo largo de los años- han perdido sus referencias, colecciones reunidas con fines didácticos dentro de una escuela, entre otros. Por otro lado, están los objetos segregados fuera de instituciones: cosas que han sido encontradas por pobladores en el campo y llevadas a sus viviendas, cajitas con puntas de flecha o cerámicas como recuerdos de familia, petroglifos reubicados en el patio de una casa 28 (como ilustra la fotografía anterior) o tomados como elementos constructivos, piezas enteras que se colocan como elemento decorativo en el hogar, conanas y morteros reutilizados, entre otros. De estos objetos segregados surgen otra serie de interpelaciones debido a que se trataría de elementos que, en esta etapa de sus biografías, se encuentran en un estado de ―liminalidad‖ (Van Gennep 1960): potenciales piezas arqueológicas que carecen de información científica que las acompañe, potenciales bienes patrimonializables que por algún motivo no llegan a serlo, potenciales hallazgos para investigar que han perdido ciertos atributos por haber sido trasladados de sus lugares originales, etc. ¿Qué se puede hacer con ellos? Es por ello que este trabajo, ―en lugar de excavar los contextos materiales de los objetos, excava los contextos significativos de los sujetos‖ (Haber 2008a:11) buscando atender la problemática de la materialidad arqueológica y sus usos (o desusos)actuales, sus ámbitos de circulación, su agrupamiento en disímiles colecciones, los discursos detrás de su disposición en las salas de los museos, las disputas identitarias 29 en relación a los sentidos otorgados por distintos sujetos en el presente. Aunque trataremos de alejarnos de miradas que buscan conocer aquello que los objetos arqueológicos representan ya que, si consideramos que dichos objetos solamente representan algo del pasado ¿no estamos negando a los sujetos que tienen detrás? ¿no estamos quitando - en cierto modo - algo lo que estos objetos son en el presente? Nos preguntamos entonces ¿los objetos arqueológicos invisten, únicamente, la capacidad de evocar? Y, en todo caso, los objetos arqueológicos ¿invisten solamente la capacidad de evocar un pasado indígena? ¿qué otra cosa son? ¿qué otras prácticas propician? ¿qué otras miradas, otros contextos u otras biografías podemos ofrecerles? Dentro de lo arqueológico también se han incluido tradicionalmente a ciertos restos humanos, tanto desde la ciencia como desde la legislación, manipulados como ―objeto de estudio‖ en el primer caso o como ―bienes patrimoniales‖ en el segundo. En este trabajo preferimos no incluir a los restos humanos indígenas dentro del conjunto de objetos arqueológicos abandonando una mirada política y epistemológica que ha objetivado e irrespetado su condición humana. Pondremos atención en aquellas especiales relaciones que se tejen entre los sujetos y los objetos arqueológicos cuando estos no son tales sino que son sujetos (es decir, restos humanos) y desde ese lugar colocaremos en tensión los distintos modos de relacionarse entre esos sujetos/sujetos, por parte de los pobladores, de los museos, de los arqueólogos, las comunidades indígenas. 30 1c) El pasado arqueológico utilizado para construir el presente: patrimonio, memorias e identidades. Según el Diccionario de la Real Academia Española 9 , el término patrimonio se define -en su acepción histórica- como ―Conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación.‖ Aunque también posee otros alcances que se refieren a su herencia y tenencia individual como a la posibilidad de adquisición y valoración monetaria de esos elementos: ―Conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica, o afectos a un fin, susceptibles de estimación económica.‖ Pero más específicamente el patrimonio arqueológico está ―constituido por todos los restos materiales de culturas del pasado que puedan ser estudiados con metodología arqueológica, su contexto de depositación, así como la información que se obtengan de dichas investigaciones‖ (Endere 2000:216) es decir que, serían elementos que han permanecido en la tierra, han subsistido sus restos materiales, son los vestigios ―del pasado‖ que debemos cuidar/conservar/proteger para el futuro. En este tipo de miradas, las sociedades pasadas creadoras y las futuras generaciones receptoras parecen dejarnos -en el presente- en un lugar de incómodos pasamanos. Pero por su parte, Alejandro Haber define críticamente: ―el patrimonio arqueológico es aquello que señala materialmente la ausencia presente, en el mismo lugar, de un pasado de unas poblaciones de las cuales tomamos conocimiento por su intermedio. El pasado pasó y ya nada puede cambiarlo: lo arqueológico significa esa estabilidad, una fijación imaginaria que sirve de referencia para la colonialidad y la modernidad, para sus relatos del pasado y del futuro, de nosotros y de otros.‖ (2010: 255, resaltado en el original). Al mismo tiempo afirma que el patrimonio arqueológico no existe como tal antes de la configuración disciplinaria que comienza a conformarse (dependiendo de cada país) entre finales del Siglo XIX e inicios del XX implicando un período de consolidación de discursos, demarcación de fronteras y objetos de estudio. 9 Diccionario de la lengua española (DRAE), 22º edición (2001). Término patrimonio enmendado con avances de la 23º edición: http://lema.rae.es/drae/?val=patrimonio página consultada por última vez el 11 de noviembre de 2013. http://lema.rae.es/drae/?val=patrimonio 31 Los debates (sociales, disciplinares e interdisciplinares) por aquello que es o no es patrimonio arqueológico siempre están abiertos y comprenden aspectos temporales, espaciales, políticos, económicos, culturales, entre otros. Por ejemplo en nuestro país, hasta hace pocos años, existía un fuerte debate acerca de la pertinencia de la arqueología contemporánea para investigar temas del pasado reciente como los ex Centros Clandestinos de Detención de la dictadura siendo la cercanía temporal con el período uno de los ejes conflictivos, actualmente se ha superado la discusión y la temática es abordada por un creciente número de profesionales que, además, se preocupan por la conservación y preservación de estos espacios del horror (ver por ejemplo: Funari y Zarankin 2006; Bianchi 2008; Biasatti y Compañy 2010) y lo mismo sucede con otras líneas de trabajo novedosas dentro de la disciplina. Esto se debe, en gran medida, a que los objetos arqueológicos provienen ―del pasado‖ (de un pasado definido como tal) y ello posibilita que se puedan configurar como materia prima simbólica de distintas formas de apropiaciones e interpretaciones. En este juego de apropiaciones, los objetos arqueológicos operan como soportes de memoria; 10 es decir como marcas materiales donde pueden aferrarse y transmitirse distintas memorias e identidades (Groppo 2002). Teniendo en cuenta que las identidades son construidas de múltiples maneras a través de discursividades, prácticas y posiciones diferentes, en ocasiones cruzadas y antagónicas y están sujetas a una historización, a un constante proceso de cambio y transformación (Hall 1996 [2003]). La memoria ocupa un lugar central en la vida social ya que posibilita los vínculos, la conceptualización, la identificación entre las personas (Candau 2002, Groppo 2002, entre otros). Según Paul Ricoeur, el pasado deja huellas, en las ruinas y marcas materiales, pero esas huellas en sí mismas, no constituyen memoria a menos que sean evocadas y ubicadas en un marco que les dé sentido (1999). Por ello consideramos que los objetos o lugares patrimonializados y/o monumentalizados, en tanto enraízan en el presente la memoria histórica de un grupo (Gil García 2003) están destinados a conservar pero también a instalar nuevas narraciones y sentidos sobre el pasado. La principal tarea de la memoria (junto con su contra-parte: el 10 Me permito retomar aquí esta categoría de ―soportes de la memoria‖ desarrollada por Ludmila Da Silva Catela (2001), en el sentido de que son elementos que dan cuenta de la variedad de formas existentes para representar y transportar expresiones de memoria. Son modos de fijar el recuerdo. 32 olvido), no es la de preservar el pasado sino adecuarlo de un modo que sea favorable y conveniente para determinados intereses del presente. Así como el pasado no se transforma en patrimonio por sí mismo, sus huellas materiales tampoco se constituyen en memorias por sí mismas. Diremos entonces que los objetos arqueológicos son invitaciones materiales para construir distintos pasados. Los intereses detrás de la noción de patrimonio están ligados a la construcción de los Estados modernos (Ballart 1997), puestos al servicio de la invención de las identidades nacionales (Ayala Rocabado 2008). Aunque las representaciones patrimoniales pueden ser funcionales a todo tipo de identidades, éstas han sido utilizadas principalmente por intereses afines con los momentos de su surgimiento, relacionado con el ascenso de la burguesíaen Europa -con la Revolución Francesa y la Revolución Industrial mediante- que precisaron una política económica liberal a fin de explotar mercados, expandir y colonizar nuevos ámbitos bajo una ideología de libertad individual. En estos contextos, son impulsados los nacionalismos y las ideas patrióticas de los cuales las empresas y los capitales privados formarán parte constitutiva. Estas construcciones políticas hegemónicas necesitan ser formalizadas, explicadas, representadas y legitimadas ideológicamente y para garantizar su eficacia dentro de la sociedad utilizan diferentes mecanismos en los que el patrimonio juega un rol importante (Prats 1998) al encontrarse ―naturalizado‖ dentro de los valores nacionales: “La razón de Estado conduce siempre (y en todo lugar) a la naturalización de la formación histórica particular que ella gobierna. El Estado realiza este portento a partir de situaciones históricas coyunturales, contingentes. Su eficacia se realiza por dos dimensiones: la intensidad del consenso que genera y la eficacia con que encubre su práctica real‖ (Rochietti 2006: 4). Este proceso se puede visualizar en Europa en el transcurso del Siglo XIX (conocido como ―el siglo de los museos‖ por su proliferación y la exaltación de los valores nacionales a través de ellos) y en América Latina a fines del mismo Siglo e inicios del XX (de la mano de la consolidación de los distintos proyectos de Estado-Nación). Dicha consolidación, en Argentina y en muchos países americanos, se basó en la negación de una identidad aborigen incluida dentro de la historia viva de la Nación, y en la búsqueda de la eliminación física e invisibilización simbólica de las comunidades nativas que 33 habitaban previamente aquellos territorios apenas integrados (Oszlak 2009), las cuales fueron trocadas o asimiladas por poblaciones de origen externo/europeo (Briones 1998; Escolar 2007; De la Cadena 2004) a través de la delimitación de recortes espacio - temporales y de algunos componentes socio - culturales (más o menos) arbitrarios, ya que: ―La esencia de una nación es que todos los individuos tengan muchas cosas en común y también que todos hayan olvidado muchas cosas‖ (Renan 1882 [1992]: 42). Los museos e instituciones estatales, surgidas en estos contextos, expropiaron lo arqueológico y lo utilizaron para crear ―la imagen de su comunión‖ (Anderson 1983[2007]: 23) es decir, legitimar la historia de la Nación detrás de la ―potencia unificadora‖ de una idea o de un pasado común (Shumway 2005; Brow 1999). En este sentido, las representaciones en torno al patrimonio arqueológico – y los arqueólogos como sus privilegiados portavoces - poseen un rol político porque las discusiones sobre el pasado afectan las relaciones de poder (Rochietti 2006). Es por ello que, para la arqueología, W. Londoño propone la noción de des-patrimonialización: ―…se hace necesario que la arqueología reinvente el pasado y para ello debemos des- patrimonializar el patrimonio nacional. No se trata de abandonar los objetos sino de darles una nueva significación que los relacione directamente con las políticas de los movimientos sociales actuales.‖ (Londoño 2010: 35). Sin embargo, eso no significa que el Estado deba abandonar su envestidura tutelar sino que debería contemplar la configuración del patrimonio arqueológico como una propiedad colectiva. El patrimonio parte, a su vez, de un principio necesario y universal que lo construye como algo real en donde el poder hegemónico funciona como articulador o legitimador de ese orden como tal (Laclau 1996; Laclau y Mouffe 1987). Éste se basa, según Prats (1998), en una legitimación extracultural sobre tres motivos generales que provienen del modo (occidental) de pensar el mundo y la sociedad desde el romanticismo europeo: la naturaleza (como elemento que posee fuerzas que escapan al orden social), la historia (el pasado y el futuro, un fuera-de-tiempo inexorable) y la genialidad (asociada a rasgos o dones individuales); aspectos que cargan y confieren una autoridad y una especificidad desde-fuera. Este conjunto de referentes simbólicos conforman un pool patrimonial, que 34 proveerán de criterios referentes al ―patrimonio cultural‖, es decir que los componentes de este triángulo (naturaleza, historia, genialidad) son ―potencialmente patrimonializables‖ pero para ello deben ―ser activados‖ (Prats 1998: 65) Estos patrimonios serán activados por ―versiones ideológicas de la identidad‖ (Prats 1998: 67). El patrimonio y sus distintas activaciones en ciertos referentes patrimoniales (o patrimonializaciones) ―son representaciones simbólicas de estas versiones de identidad‖ (Prats 1998: 67). Josep Ballart (2012) considera que la patrimonialización ha sido la adjudicación a ciertos objetos del pasado de un estatus excepcional que les garantiza un reconocimiento público superior. Dicha condición se reconoce en base a una serie de ―supuestos méritos‖ relacionados con el significado del bien en cuestión, siendo importante indagar en el modo en que se produce la selección y la recepción. Finalmente, afirma que ―la patrimonialización tiene una parte importante de sacralización‖ (Ballart 2012: 108). En este sentido, Cruces refiere a ésta como un proceso que supone la separación o escisión de ―objetos, lugares y expresiones del flujo de la vida social ordinaria para luego tratar de retornarlos a ella, ya codificados, normalizados e interpretados por un trabajo de mediación‖ (Cruces 1998:76). Coincidimos con Prats (1998) en que los encargados de activar estos repertorios, es decir, aquellos que patrimonializan son, mayormente, los poderes constituidos: el poder político, los gobiernos locales, regionales, nacionales. En este sentido, el patrimonio se erige como un modo hegemónico de normalizar el pasado. Tal como propone Gramsci (1975) el aparato hegemónico del Estado opera no sólo sobre la estructura económica y la organización política de la sociedad, sino también, específicamente, sobre el modo de pensar, sobre las orientaciones teóricas y el modo de conocer. No obstante, el patrimonio también puede ser activado por otros sectores de la sociedad, es decir por sujetos o colectivos sociales que mediante diversos mecanismos logran constituir un acuerdo social sobre el valor de determinado elemento para que éste finalmente ingrese a las listas e inventarios legitimados (desde el poder) y siga su 35 recorrido por los caminos burocráticos garantizándose, en alguna medida, su conservación y contemplación. Sin embargo, disentimos con Prats (1998) en que los poderes económicos queden fuera de esta lógica y estén ―escasamente interesados en proponer versiones de una determinada identidad‖ (Prats 1998: 68) ya que, en ocasiones, el patrimonio puede ser una vía para obtener distintos tipos de legitimaciones políticas o consensos sociales así como también entorpecer determinados tipos de emprendimientos productivos, construcciones o explotaciones mineras, ya que requieren de un relevamiento de impacto ambiental entre los cuales se encuentra el patrimonio. Cuando lo arqueológico adquiere valor de cambio se convierte en un recurso económico regido por las reglas del mercado (Rochietti 2006) que genera ganancias, por ejemplo, relacionadas con el turismo y el ocio a través de la afluencia de visitantes, merchandising, ventas de servicios, etc. En el caso sanjuanino, Carina Jofré define la patrimonialización como un acto de memoria ―en el cual se implican fuerzas de luchas políticas, cuya finalidad es la producción de un patrimonio significativo para el Estado provincial y nacional, a través del cual determinados actores sociales pretenden conservar particulares memorias de su pasado.‖ (2013:245). Esto cobra especial interés en estos contextos transnacionales donde las subjetividades ciudadanas y otras identidades quedansujetadas a la construcción de soberanías territoriales supranacionales (por ejemplo, a través del Pacto Binacional Argentino-Chileno). En este punto, la arqueología y sus discursos acerca del pasado- presente, juegan un rol fundamental a los fines de la apropiación-expropiación de patrimonios y territorios (Jofré et. al. 2010b, Jofré 2013). Finalmente, diremos que el patrimonio puede ir en otro sentido –marcha atrás en este recorrido hegemónico hacia su normativización- y pueden existir elementos o bienes que son reclamados o resistidos socialmente a entrar en los panteones de la historia, en los inventarios de las naciones y en las vitrinas de los museos. Estos procesos, que podemos definir como contra-patrimonialización siguiendo con la idea de contra-hegemonía de R. Williams que la define como procesos dinámicos y complementarios de resistencia y redefinición que son reales en las prácticas (1980: 134) en donde, por un lado, los bienes ya constituidos como patrimonio son reclamados para dejar de ser envestidos de tales 36 méritos y atributos o, por otro lado, los elementos que son plausibles de ser patrimonializables cuentan con un anclaje social que los retiene en otras esferas. 37 1d) Breve descripción de la estructura de la tesis. Desde una mirada conceptual, el trabajo transcurre sobre distintos niveles de acercamiento a lo arqueológico en la provincia, que pueden dividirse en tres esferas de deslegitimación y/o apropiación sobre ese ―pasado‖ a modo de una pirámide de autoridad 11 : 1) Desde los procesos más generales de patrimonialización, es decir de construcción de discursos patrimoniales y disciplinares hegemónicos que recaen sobre territorios nacionales, provinciales y locales. Dentro de este primer grupo tenemos las investigaciones arqueológicas académicas que se vienen desarrollando desde la década del ‗60 desde el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Prof. Mariano Gambier (IIAM) de la Universidad Nacional de San Juan, proponiendo una sucesión cultural compuesta por ―culturas arqueológicas‖ normalizadas secuencialmente a través de un conjunto de rasgos o elementos tipológicos acotados siguiendo una línea evolutiva de menor a mayor grado de complejidad que terminaría en la actual sociedad sanjuanina. 2) Atraviesa una serie de disputas de esas configuraciones normativas provinciales o nacionales y de re-apropiaciones en clave local. Este grupo tiene como eje las colecciones y los museos del interior. La historia de la arqueología académica en la provincia se solapa con la del segundo conjunto que serían los coleccionistas locales, aquellos que se conforman como un grupo de profesionales (ingenieros, periodistas, abogados, etc) de la capital provincial que se dedican como hobby en su tiempo libre a recorrer sitios conocidos y recolectar piezas arqueológicas que acumulan en sus casas particulares y que posteriormente a la legislación provincial sobre ―patrimonio arqueológico‖ declaran sus colecciones y pasan a exhibirlas en museos privados como sus poseedores. Este sector de los coleccionistas entra en una nueva esfera de legalidad ya que ahora son ―tenedores legales‖ de piezas arqueológicas y directores de museos con una larga trayectoria y 11 Esta idea de ―pirámide‖ fue elaborada junto con Gonzalo Compañy en el marco de proyectos de investigación dirigidos por la Lic. Carina Jofré. Sin embargo, no fue profundizada en los sentidos aquí presentados. 38 conocimiento sobre los sitios y sobre la bibliografía especializada (proveniente del primer grupo de académicos 3) Alcanza procesos particulares que – entendidos como prácticas ―otras‖- se salen de estas esferas patrimonializantes-contrapatrimonializantes para recalar en espacios liminares por su poder como nexo entre pasado-presente (huacas, salamancas, sitios) o más íntimos (la casa, los rincones) donde lo arqueológico adquiere sentidos subjetivos (como recuerdo, amuleto, talismán). Se trata de la base de la pirámide, donde se encuentran los pobladores locales (o ‗huaqueros‘) de localidades rurales o del interior, que han llevado adelante un proceso de recolección de piezas y resguardo en sus casas pero que no han declarado sus colecciones (ya sea por desconocimiento sobre esta posibilidad, ya sea por falta de recursos económicos y medios técnicos para hacerlo). Este grupo sabe que sus piezas archivadas están en una esfera de ilegalidad debido, por ejemplo, a cursos y talleres que se dictan desde las instituciones, a que han tomado relevancia en los medios de comunicación aquellos casos de allanamientos y operativos policiales en relación a piezas arqueológicas 12 o que han tenido alguna experiencia directa con un procedimiento de ―rescate arqueológico‖ por parte de profesionales en su zona. Por todo ello, las resguardan o tienen algún cuidado especial acerca de a quienes se las muestran, donde las colocan, etc. De esta manera, los coleccionistas deslegitimados por la academia, deslegitiman a su vez a los pobladores locales que poseen piezas en sus casas. Las mismas prácticas en distintos ámbitos, cargan diferentes sentidos. Siendo cada vez más acotado el sector que tendría autoridad para poseer, usar, exhibir y narrar ese pasado. 12 Puede verse, por ejemplo: Diario de Cuyo de los días 5 de diciembre de 2003 y 1 diciembre de 2007. 39 Posiblemente, cada uno de estos tres niveles podría haber sido una tesis en sí misma, motivo por el cual en cada Parte (excluyendo las Partes I de Presentación y V de Consideraciones Finales) me ví obligada a hacer un paso por antecedentes específicos y a acotar el enfoque teórico-metodológico. Desde el punto de vista formal de la organización interna, la tesis se divide en cinco Partes, que a su vez cuentan con Capítulos. La Parte I se divide en dos Capítulos, en donde comienza a presentar la problemática, el área seleccionada, mis supuestos básicos subyacentes como sujeto-investigadora y los antecedentes de la investigación. La Parte II Procesos de patrimonialización en San Juan separado en tres apartados, el Capítulo 3 se detiene en una descripción crítica de las miradas tutelares internacionales- nacionales-provinciales en torno a lo arqueológico y los restos humanos indígenas demostrando que la categoría de ―patrimonio‖ implica aspectos excluyentes y centralistas de posesión de la cultura en referencia con un sistema más o menos arbitrario de definición de qué es y qué no es arqueológico o indígena. Luego, partiendo de la idea de que los lugares y sus historias son co-constitutivos (Browne Ribeiro 2011), el Capítulo 4 analiza las configuraciones de lo arqueológico como ―aquello que se llevan‖ y ―aquello que no se puede tocar‖ a partir de una relación que se construye con los arqueólogos, el 40 pasado, con los sitios y los objetos arqueológicos en donde los discursos disciplinares- legalistas y los mecanismos de la empresa minera Barrick Gold S.A. y de instituciones como Parques Nacionales juegan un papel central en la sedimentación de sentidos que se despliegan sobre el territorio, sus seres, sus plantas, sus animales y sus ―recursos‖. El Capítulo 5 profundiza en los modos disciplinares de representación del pasado analizando las imágenes de algunos textos arqueológicos de trabajos realizados en la Provincia. 13 La Parte III Museos, colecciones y coleccionistas de San Juan, en el Capítulo 6, describe detalladamente desde los inicios de la conformación de la emblemática Colección Gnecco en la provincia y el proceso de su traslado hacia el Museo de Luján de Buenos Aires. Dicho proceso se articula en un nivel nacional de redes de coleccionismo
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