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1 
 UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y HUMANIDADES 
DOCTORADO EN CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS 
 
 
 
 
 
ARQUEOLOGÍA E IDENTIDADES: PROCESOS DE INTEGRACIÓN SOCIOCULTURAL DEL 
PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO (PROVINCIA DE SAN JUAN) 
Autora: Lic. Soledad Biasatti 
 
Director: Dr. Diego Escolar 
_____________________________________________________________________ 
 
Rosario, marzo 2016. 
 2 
INDICE 
Agradecimientos 
 
PARTE I. PRESENTACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN. 
 
Capítulo 1. Introducción…………………………………………………………………….Pág.9 
 
 1a) Reconstrucción de una problemática. 
 
1b) La materialidad arqueológica (también) en el presente. Relaciones entre cosas y 
personas/personas y cosas. 
 
 1c) El pasado arqueológico utilizado para construir el presente: patrimonio, 
 memorias e identidades. 
 
 1d) Breve descripción de la estructura de la tesis. 
 
Capítulo 2. Aproximaciones al área de estudio…………………………………………...Pág.42 
 
 2a) Algunos ―supuestos básicos subyacentes‖ de este recorrido. 
 
 2b) Descripción del área de estudio y problemáticas asociadas. 
 
 2c) Antecedentes de trabajos arqueológicos y antropológicos en San Juan. 
 
PARTE II. PROCESOS DE PATRIMONIALIZACION EN SAN JUAN. 
Capítulo 3. Patrimonio y legislación. Las miradas tutelares en San Juan…………... Pág.66 
 3a) Patrimonio y legislación internacional. 
3b) Las miradas tutelares en Argentina y en la Provincia de San Juan. 
3c) Legislaciones y restituciones: el tratamiento de restos humanos indígenas. 
 
Capítulo 4. Configuraciones en torno a “lo arqueológico” en San Juan………………..Pág.86
 
4a) Áreas protegidas/áreas amenazadas en San Juan y las intervenciones comunitarias en 
Iglesia. 
 
4b) Configuración del patrimonio como ―aquello que no se puede tocar‖. 
 
 3 
4c) Re-configuración del patrimonio como “esto es nuestro, queremos que se quede 
aquí” 
 
Capítulo 5. Imágenes y representaciones de lo arqueológico………………………...…Pág.121 
5a) Arqueotipos: imágenes y representaciones de lo arqueológico a través de los textos. 
5b) Las imágenes dentro de algunos textos específicos de la Provincia de San Juan. 
 5c) Paisajes inalterables. 
 5d) Objetos poco comunes, piezas enteras y en desuso. 
 5e) Algunas representaciones que nos ofrecen estos textos arqueotípicos. 
 
RECAPITULACION SOBRE LA PARTE II: La “guerra del patrimonio”: distintas 
prácticas, representaciones y conflictividades en torno a la protección del patrimonio. 
 
PARTE III. MUSEOS, COLECCIONES Y COLECCIONISTAS DE SAN JUAN. 
 
Capítulo 6. Apropiaciones y expropiaciones del pasado arqueológico sanjuanino. El caso de 
la Colección Gnecco…………………………..…………………………………………..Pág.150
 
6a) Objetos viajeros: los objetos que se llevaron ¿dónde están? Redes de 
 coleccionismo en Argentina. 
 
 6b) El devenir de la Colección Gnecco en la Provincia de San Juan. 
 
6c) Tratativas y traspaso de la Colección Gnecco desde San Juan hacia Luján: de lo 
inconmensurable y sus dificultades. 
 
 6d) El Museo de Luján: colecciones sanjuaninas llamadas a responder a una identidad 
criolla-colonial. 
 
 6e) La Colección Gnecco en el Museo de Luján. 
 
 6f) Desde la inauguración del Pabellón Gnecco en Luján hasta la actualidad. 
 
 6g) Mismos objetos: identidades refractadas. 
 
 
 4 
Capítulo 7. Museos, colecciones y coleccionistas en San Juan…………….………….Pág.198 
 
7a) Museos, colecciones y coleccionistas. 
 
 7b) Coleccionar objetos: exhibir(se) en los museos. 
 
 7c) Museos y Colecciones en San Juan. 
 
7d) Colecciones y museos del interior: lo arqueológico narrado en clave local. 
 
RECAPITULACION SOBRE LA PARTE III: Materialidades y territorios encarnando 
identidades. 
 
 
PARTE IV. OTRAS PRÁCTICAS EN TORNO A LO ARQUEOLÓGICO 
 
Capítulo 8. Las personas y las cosas. Prácticas en torno a los objetos 
arqueológicos……………………………………….………..…………………………….Pág.242 
 
8a) ―Yo era huaquero, para qué le voy a mentir‖: lo arqueológico y la práctica de la 
huaquería en San Juan. 
 
8b) Memorias situadas: lugares de ofrendas, luces y apariciones. 
 
8c) ―Era una tradición para Semana Santa… de salir a buscar cosas indígenas…‖ 
 
8d) La casa de las cosas: el resguardo en los rincones del recuerdo. 
 
Capítulo 9. Las personas y las personas. Prácticas en torno a los restos humanos 
indígenas…………………………………….……………………………………………Pág.285 
 
9a) Prácticas en torno a restos humanos indígenas. 
 
9b) Las partes un todo: la restitución de los cuerpos, la restitución de las cosas. 
 
RECAPITULACION SOBRE LA PARTE IV: Reciprocidad, respeto y protección en torno 
a lo arqueológico: nexos entre pasado y presente. 
 
PARTE V. CONSIDERACIONES FINALES. 
Capítulo 10. Conclusiones: de lo arqueológico y su poética…………………………......Pág.305 
Referencias bibliográficas………………………………………………………………...Pág.309 
 5 
Agradecimientos 
A Pablo Aroca y a mi familia: Mariel, Lucila, Jeny y Ricardo. Sin ustedes, nada. 
A mi director Diego Escolar y a Claudia Gotta, quienes me apoyaron para presentarme a la 
Beca de Posgrado Tipo I y Tipo II. A CONICET por el incentivo para iniciar esta 
investigación. 
A Carina Jofré en particular y a todos y cada uno de los amigos y compañeros con que 
compartimos Cayana Colectivo de Arqueología y el Centro de Estudios e Investigaciones en 
Antropología y Arqueología (CEIAA); especialmente Valeria Martin Silva, Soledad Llovera, 
Ana Bertazzo, Cristian Naranjo, Luciano Bonfatti, Eduardo Bonfatti, Claudio Revuelta, 
María Belén Guirado, Luis Rodríguez Mamby con quienes transitamos (junto con otros 
colegas también nombrados en estas páginas) innumerables experiencias en los trabajos de 
campo, en los proyectos, en los congresos, en los talleres en escuelas y en distintas acciones, 
con energía, esfuerzo y corazón. 
Agradezco enormemente a todas las personas que, en San Juan, compartieron sus saberes, sus 
historias y su valioso tiempo conmigo, ayudándome a sentir y a comprender lo arqueológico 
desde muchas miradas: Alberto ‗Varilla‘ Ramirez y su familia, a Rogelio Castillo, Mariela 
Morales, Manolo Esquivel y Oscar Varela del Museo de la Unión Vecinal de Rodeo, a María 
Godoy, Ricardo Rodríguez (hijo), Cipriano Aguilera, Tomasa Montaño, Mercedes Aciar, 
Alcides Poblete, Nivaldo y Ricardo Poblete, Juan Díaz, Juan Guevara, Oscar Carrizo, Hugo 
Espejo, Osvaldo Fernández y señora, Eugenia Salinas, Ana Schlögl, Pablo Schlögl, Rubén y 
Gladis Vidal, Cora Esquivel, Ramón Ossa (padre) y Ramón Ossa (hijo), Aristóbulo Varas, 
Rubén Vidal, Ramón Pujado y familia, entre otros tantos vecinos, maestros, baqueanos, 
coleccionistas, alumnos de las escuelas. A Amta Paz Argentina Quiroga y Nahuel Sánchez de 
la Comunidad Warpe del Territorio del Cuyúm. A Eduardo Rodríguez, amigo y docente de la 
escuela rural de Pachimoco. A Oscar ‗Tito‘ Damiani. A la familia Prieto, familia Herrera, 
familia Manzini y a todos los museos que nos abrieron amablemente sus puertas para conocer 
la tarea que hacen, las colecciones que conservan y sus historias. A integrantes de Parque 
Nacional El Leoncito y San Guillermo. 
 6 
A los amigos y colegas Francisco Pazzarelli, José Siles, Marcos Gastaldi, Henrik Lindskuog, 
Bernarda Marconetto, Gabriela Borrotzu y Laura Piazze mi red de contención afectiva en 
Córdoba y en Mendoza. 
A Gonzalo Compañy, Germán Giordano, María Belén Molinengo, Jaquelina Salinas, David 
Rossetto, Carlos Marín Suárez, María Soledad Galimberti, Fernando Lucero, Bruno 
Rosignoli, Fausto Battaggia, Cecilia Arias Morales, Gustavo Fernetti, Julián Antonigni, 
Fernán García, Gabriela Gonzalez, Silvia Alucin, María Victoria Tarusselli, Julio Risso, 
Carla Guirado, Georgina Vaiana, amigos de la vida con quienes siempre estamos imaginando 
otras arqueologías posibles, otras disciplinas más inclusivas. A los compañeros del Centrode 
Estudios e Investigaciones en Arqueología y Memoria (CEAM) de la Universidad Nacional 
de Rosario. 
A Mirta Bonnin e Irene Brichetti con quienes compartimos enriquecedoras charlas en Buenos 
Aires durante un curso. 
A Javier Nastri y Ben Alberti que alentaron mi investigación desde la corrección de los 
trabajos de los seminarios doctorales en la Universidad de Córdoba. 
A Ana Butto, Patricia Salatino y Verónica Greca que me ayudaron con trámites en momentos 
justos. 
Al Complejo Museográfico Enrique Udaondo, en particular a Mariana Luchetti del Archivo 
Estanislao Zeballos. Al Museo de la Facultad de Filosofía y Letras Prof. Salvador Canals 
Frau de Mendoza. Al Museo Provincial de Cs. Naturales Dr. A. Gallardo de Rosario. 
Al Programa ACERCA de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el 
Desarrollo (AECID) del Ministerio de Cultura de España por las ayudas para asistir al Curso 
Patrimonio Inmaterial, Museos y Sociedad realizado en el Centro Cultural de España en 
Lima, Perú (octubre de 2010) y al Curso El Patrimonio Inmaterial. Criterios y Metodología 
para su protección y difusión que tuvo lugar en el Centro Cultural de España en Tegucigalpa, 
Honduras (septiembre de 2011). Ambos me posibilitaron acceder a distintas líneas de debates 
en torno al patrimonio y formar parte de redes de intercambio con colegas de otros países del 
Cono Sur y de Centroamérica. 
 
 7 
El trabajo de campo fue realizado en el marco de los siguientes proyectos: 
Beca Interna de Postgrado Tipo I y II del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas 
(CONICET). Becas otorgadas desde Abril de 2009 hasta Abril de 2014, dirigidas por el Dr. Diego Escolar 
(CONICET - UNCuyo), y co-dirigida por la Lic. Claudia Gotta (CEEMI-UNR). Lugar de trabajo: Centro 
Estudios Espacio, Memoria e Identidad, Universidad Nacional de Rosario. 
Proyecto Federal de Innovación Productiva 2006-2008: ―Transferencia Educativa en relación a la 
Arqueología para la promoción sociocultural en San Juan‖ de la Escuela de Arqueología. Dirigido por: Lic. 
Carina Jofré, UNCa.-Conicet. Acreditado y financiado por la Secretaria de Ciencia, Tecnología e 
Innovación Productiva del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. 
 
Proyecto de Voluntariado Universitario: ―Historias locales narradas a través de los objetos: Muestra 
Arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo (San Juan)‖. Proyecto avalado y financiado por el Ministerio 
de Educación de la Nación- Secretaría de Políticas Universitarias, Programa Nacional de Voluntariado 
Universitario a través de la Resolución SPU Nº 347/09, Expediente Nª 4335/09. Duración: 12 meses. 
Dirigido por: Lic. Carina Jofré. 
 
Proyecto ―Creación del Museo Arqueológico de la Unión Vecinal de Rodeo‖, proyecto impulsado por el 
Colectivo de Arqueología Cayana y la Unión Vecinal de Rodeo, Departamento Iglesia, Provincia de San 
Juan. Con apoyo de la Comisión Directiva de la Unión Vecinal de Rodeo y financiamiento Fundación 
AVON. Premio Mujer Solidaria 2009. 
 
Proyecto del Fondo Nacional de las Artes, denominado ―Historias locales narradas a través de los objetos. 
Muestra Arqueológica en la Unión Vecinal de Rodeo, San Juan‖ financiado por el Fondo Nacional de las 
Artes en la categoría Becas Proyectos Grupales convocatoria 2009. Duración 12 meses. Dirigido por: Lic. 
Carina Jofré. 
 
Proyecto - Documental ―Hijo de la Montaña‖ del director Mario Bertazzo (Doble Zeta Producciones) y se 
llevó a cabo con un subsidio obtenido en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Concurso 
Nosotros 2009. http://cda.gob.ar/serie/241/capitulos/hijos-de-la-montana 
 
Proyecto de Voluntariado Universitario ―Ensayos para una construcción colectiva de conocimientos y 
saberes ligados a la memoria indígena: Creación de una Asociación de Amigos del Museo Vecinal y 
realización de un documental en Rodeo, Departamento Iglesia (Provincia de San Juan)‖, Ministerio de 
Educación de la Nación, Secretaría de Políticas Universitarias. 2010-2011 Dirigido por: Lic. Carina Jofré. 
 
Proyecto PIP11220090100482 2010-2012GI, CONICET denominado ―Patrimonialización, 
institucionalización y políticas de lo Real en la etnogénesis huarpe‖. Dirigido por: Dr. Diego Escolar. 
 
Proyecto de Investigación y Desarrollo EDA-25995603: ―Territorios en Disputa‖: Procesos ee 
patrimonialización y contra-patrimonialización de lugares de memoria indígena en la Provincia de San Juan 
(Rep. Argentina)‖. Proyecto acreditado y financiado por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la 
Universidad Nacional de Catamarca. Resolución Rectoral 265/12. Dirigido por: Lic. Carina Jofré. 
 
Proyecto ―Quería contarles un poquito…así no quedo en el olvido. Relatos, historias locales y música 
(Rodeo, San Juan)‖ presentado por Cayana Colectivo de Arqueología ante el Programa Puntos de 
Cultura(Nº1290)-Secretaría de Cultura, Presidencia de la Nación. Convocatoria 2012. 
 8 
Parte I 
PRESENTACION DE LA INVESTIGACION 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
______________________________________________________________________________________ 
Dibujo de vasija en Salvador Debenedetti (1917) 
 9 
Capítulo 1 
INTRODUCCIÓN 
 
 
El mundo es difícil de percibir. 
La percepción es difícil de comunicar. 
Lo subjetivo es inverificable. 
La descripción es imposible. 
Experiencia y memoria son inseparables. 
Escribir es sondear y reunir briznas 
o astillas de experiencia y de memoria 
para armar una imagen determinada, 
del mismo modo que con pedacitos 
de hilos de diferentes colores, 
combinados con paciencia, se puede bordar 
un dibujo sobre una tela blanca. 
 
Juan José Saer (1986) 
Razones 
 
 
 
 
 
 
 10 
1a) Reconstrucción de una problemática. 
Esta investigación se centra en distintas problemáticas y usos del pasado indígena en 
torno a objetos y sitios arqueológicos partiendo del caso de la Provincia de San Juan en 
localidades de los Departamentos de Iglesia y Calingasta (centrándonos en Rodeo y en 
Barreal, respectivamente) aunque también se contemplan procesos que provienen de otras 
localidades de los Departamentos de Jáchal, Zonda y Capital específicamente para el 
análisis de museos y colecciones. Asimismo, algunas líneas de investigación relacionadas 
con colecciones ‗que se fueron‘ nos trasladan fuera de la provincia.
 1
 En este sentido, nos 
detendremos en la exploración de una parte de la colección Gnecco que se encuentra en 
el Complejo Museográfico Enrique Udaondo de Luján (Provincia de Buenos Aires). 
La materialidad arqueológica es un elemento sumamente importante y presente en la 
Provincia y existen diversos sujetos (más allá de los arqueólogos) que se ocupan de ella. 
En primer lugar, las comunidades indígenas que demandan el reconocimiento de sus 
identidades, la restitución de sus ancestros albergados en museos y el respeto por sus 
sitios sagrados. En segundo lugar, los ‗coleccionistas‘, directores de museos privados, 
sujetos que han colectado piezas y las exhiben muchas veces organizados en salas que 
llevan las cronologías y nominaciones puestas por los arqueólogos. Finalmente, los 
pobladores locales que también interpretan y cohabitan con ese pasado-presente. Sin 
embargo, al ocuparnos de vestigios arqueológicos, elementos que por definición 
provienen del pasado, se nos torna casi inevitable referirnos a éstos como patrimonio ya 
que lo arqueológico 
2
 (objetos o cosas, sitios y restos óseos humano relacionados con ‗lo 
indígena‘ en la zona) se encuentra muchas veces inmerso en procesos de 
 
1
 Utilizaremos las ‗comillas simples‘ para señalar expresiones y categorías nativas, las cursivas para 
enfatizar o relativizar algunas palabras o categorías propias y las ―comillas dobles‖ en el caso de las citas 
textuales: de autores, de fragmentos de entrevistas o de documentos. 
 
2
 En esta tesis nosreferiremos a lo arqueológico en sentido amplio para incluir objetos o cosas, sitios y 
restos óseos humanos relacionados con ‗lo indígena‘ en la zona. La expresión patrimonio arqueológico es 
utilizada desde punto de vista disciplinar y normativo, como conjunto de bienes definidos y legislados por 
el Estado, aunque entendemos que aquello que encierra el patrimonio es una construcción social, cultural e 
histórica que excede ese conjunto de bienes acotados. Cuando utilicemos la categoría objetos 
arqueológicos, no estaremos incluyendo los restos óseos humanos. 
 
 11 
patrimonialización debido a un conjunto de leyes de protección y conservación 
(nacionales e internacionales) que así lo dictaminan desde un discurso científico y 
disciplinar. Esa categoría de ―patrimonio‖, muchas veces, implica aspectos hegemónicos 
y preterizantes sobre la cultura material que excluye las interpretaciones de estos otros 
sujetos. 
Dichos procesos, entonces, no son unilineales, conclusivos, ni homogéneos y los 
elementos que provienen del pasado están en el presente siendo utilizados y significados 
por diversos actores sociales: el Estado y sus instituciones, los arqueólogos e intelectuales 
y las comunidades (incluyendo aficionados o amateurs, coleccionistas privados, 
baqueanos, huaqueros, entre otros).
3
 Precisamente, de esas tensiones, apropiaciones y re-
significaciones en torno a los objetos arqueológicos trataremos en este trabajo posando la 
mirada en esos puntos de fuga en donde lo arqueológico puede formar parte de otras 
prácticas de lucha entre epistemes no-disciplinarias y aquellas disciplinarias que 
pretenden ―preterizarlo‖ (Haber 2010; 2011b) buscando responder a una serie de 
preguntas. ¿Cómo se construye el ―patrimonio arqueológico‖? ¿De qué modo se 
desplegaron las legislaciones patrimoniales sobre estos territorios? ¿Cómo las 
comunidades no académicas se apropian de lo arqueológico? ¿qué aporta la mirada local 
a la construcción del patrimonio?¿Qué sentidos tienen esas prácticas? ¿Cómo se llevan 
adelante? ¿Quiénes son las personas que coleccionan? ¿Por qué? ¿Son prácticas 
individuales o colectivas? ¿Qué se disputa a través de esa materialidad? ¿Ellos mismos 
enuncian su práctica como coleccionismo? ¿Todos ellos declararon las colecciones? 
¿Todos ellos podrían o querrían tener museos? ¿Qué sucedió con las colecciones o piezas 
‗que se fueron‘ de la Provincia? 
En estos contextos, comenzaron a surgir los matices a través de sujetos que no habían 
sido atravesados tan fuertemente por los discursos de los arqueólogos (o, posiblemente, 
sí): pobladores locales que tienen en sus casas piezas arqueológicas. ¿Dónde las guardan? 
¿En qué lugar de la casa? ¿En qué tipo de cajas? ¿Con qué otros objetos (personales, 
 
3
 En este texto usaremos la forma genérica del masculino de modo inclusivo para referirnos tanto al género 
masculino como al femenino (por ejemplo, cuando decimos «los arqueólogos», nos referimos tanto a los 
arqueólogos como a las arqueólogas). 
 
 12 
familiares)? ¿Las mismas aglutinan clasificaciones? ¿De qué tipo? ¿Cómo obtuvieron 
esos objetos? ¿Los tienen a la vista, los muestran, los esconden? ¿Frente a quiénes? Para 
ello, mostraremos cómo se generan diferentes procesos de identificación a partir de 
prácticas de apropiación y configuraciones de valor del entorno y de la cultura material 
indígena (Rivera Fellner 2012). 
Para decirlo en pocas palabras, a través del recorrido de investigación pude visualizar con 
claridad aquello que se suele pronunciar desde distintas esferas (académicas, legalistas, 
conservacionistas) acerca del hecho de que existen diferentes miradas y usos sociales del 
patrimonio arqueológico (y cultural en general). Aquí me interesa argumentar que, más 
allá de la preeminencia del Estado sobre este aspecto, existen diferentes miradas y usos 
proteccionistas sobre el patrimonio. 
El patrimonio, tal como indicamos, es definido como una ―herencia‖ o ―legado que 
recibimos del pasado‖ y que ―debemos proteger para futuras generaciones‖ (Ballart 1997; 
Prats 1998, 2005; González Méndez 2000; Ballart 2012) sin embargo en esas 
definiciones no se agota la complejidad de sentidos, valores y usos que confluyen en el 
hecho de denominar, demarcar y/o señalar algo como patrimonio (que -por definición- ya 
existía desde el pasado); siendo re-definido en ese acto tutelar. Detrás de esta noción 
encontramos usos como recurso identitario, económico, político ya que no todos los 
elementos que provienen del pasado son patrimonio en sí mismos sino que requieren de 
un proceso de activación (Prats 1998, 2005) o de ―institucionalización, significación, 
selección, catalogación, investigación, conservación y protección de los bienes 
patrimoniales (…) a cargo de especialistas e instituciones estatales que definen la 
frontera de lo patrimonial, ya que desde su perspectiva se decide qué debe 
patrimonializarse y qué no, se legitima e institucionaliza qué instrumentos normativos y 
ejecutivos deben aplicarse en relación al patrimonio.‖ (Ayala Rocabado 2008: 35, el 
resaltado es mío). 
La legislación y la disciplina arqueológica, son las encargadas de circunscribir 
conceptual, espacial y temporalmente qué es el patrimonio (aunque en oportunidades con 
cierta vaguedad o imprecisión) y cómo se debe proceder: cómo investigarlo, manipularlo, 
 13 
archivarlo e inventariarlo; diluyendo -en gran medida- las diferencias culturales. En tal 
sentido: 
―Un requisito indispensable para que el registro arqueológico se convierta en propiedad de la 
nación es la disolución de toda diferencia cultural en favor de la nacionalidad; así, los objetos 
que pueden evocar diversas conexiones con el pasado son inducidos por la retórica oficial a 
convertirse en alegoría de la república y en material científico; este proceso de normalización 
no deja de crear tensiones, traumatismos e imposiciones.‖ (Londoño 2003: 5) 
La definición que ofrece la legislación sobre el patrimonio a través de este ―proceso de 
normalización‖ no es un dato menor ya que es el mismo Estado el que genera los criterios 
y reglamenta su propia custodia (en concordancia con lineamientos a nivel internacional) 
a través de instituciones como museos o universidades que constituyen efectivos 
―dispositivos de domesticación de la memoria‖ (Londoño 2010). 
El patrimonio arqueológico se encuentra comprendido dentro del patrimonio cultural, 
refiriendo a un conjunto específico de bienes que –para el caso sanjuanino- son definidos 
como aquellos bienes o sitios procedentes de la ―pre-historia‖ provincial
4
. De este tipo de 
definiciones, por ejemplo en los casos que aquí analizaremos, surgen indefectiblemente 
prácticas específicas y conflictos, producto de una configuración normativa que se posa 
sobre elementos que forman parte del paisaje y de la vida cotidiana de las personas desde 
mucho tiempo antes de que se legislara, o se definiera una ―frontera patrimonial‖, sobre 
ellos: 
―Antes que lo arqueológico fuese demarcado como los vestigios mediante los cuales los 
arqueólogos construyen el conocimiento del pasado, era, pues, otra cosa, suscitaba otras 
relaciones, movilizaba otros sujetos y vinculaba otras realidades. (…) Eran relaciones 
ontológicas de ancestralidad, sacralidad, mundificación. ‖ (Haber 2010:256, resaltado en el 
original). 
 
Aquí abordaremos las relaciones que se establecen entre las personas y lo arqueológico 
en el presente, en localidades de la Provincia de San Juan, para indagar sobre sus usos y 
 
4 Ley Provincial 6.801 de Protección, Conservación, restauración, Acrecentamiento y Difusión de todos 
aquellos bienes que conforman el Patrimonio Cultural y Natural de la Provincia de San Juan sancionada 
en 1997. 
 14 
apropiaciones. Los objetos y sitios analizados se encuentran enmuy diversos contextos 
que incluyen desde los mismos yacimientos arqueológicos, museos públicos o privados y 
colecciones, casas de familias, cajones, roperos y cajitas, imágenes, entre otros. Por eso, 
en esta investigación abarcaremos esos distintos ámbitos donde los objetos arqueológicos 
son contextualizados y/o re-contextualizados adquiriendo significados particulares tanto 
como soportes para la elaboración y disputa de memorias (y olvidos) e identificaciones 
colectivas, como aquellos que ponen en cuestión discursos hegemónicos de 
patrimonialización o expresan marcaciones de apropiación de la materialidad 
arqueológica. Abordaremos además, los distintos patrimonios a los que es convocado a 
responder lo arqueológico detrás de identidades locales, provinciales o nacionales hasta 
su nivel más abstracto (supra-nacional) que es aquel denominado patrimonio de todos. 
Las preguntas sobre las que descansa este recorrido etnográfico, que nos permitimos 
ubicarlo como un trabajo antropológico – arqueológico, surgen de varios supuestos: 
1) Los procesos de normalización en torno al patrimonio, iniciados en Argentina a 
principios del Siglo XX -y viabilizados a través de museos e instituciones nacionales- se 
han acentuado con una serie de legislaciones internacionales, nacionales y provinciales 
sobre todo desde la década del '70 en adelante. Sin embargo, será a partir de los procesos 
de emergencia indígena durante la década del '90, cuando dichos discursos entrarán en 
disputas crecientes acerca del uso y la apropiación del patrimonio arqueológico por parte 
de distintos actores: comunidades, arqueólogos, Estado; adquiriendo cada vez mayor 
complejidad. 
2) El patrimonio arqueológico y las intervenciones que los arqueólogos hacen sobre éste, 
operan en las construcciones de sentidos sobre el pasado, el presente y el futuro, 
activándose -desde la disciplina- como recurso simbólico, identitario, económico. Es por 
ello que repensar lo arqueológico es importante no solamente desde y para el ámbito 
disciplinar sino para poder construir una historia local, una historia propia. 
3) Algunas miradas disciplinares desestiman los objetos y sitios arqueológicos que no han 
sido excavados por los mismos arqueólogos o que no se encuentran en un museo público 
y los señalan como elementos ―sin procedencia‖ o ―descontextualizados‖. Sostenemos 
 15 
que estos objetos arqueológicos no se encuentran descontextualizados sino que han sido 
re-contextualizados en redes de significaciones sociales cambiantes, coyunturales, 
históricas que los pueden llevar a emerger en un instante o caer en el olvido (Achim y 
Podgorny 2014). Dichas re-contextualizaciones forman parte de construcciones de 
sentido y de prácticas otras por parte de distintos actores sociales aunque generalmente 
quedan segregadas de las investigaciones arqueológicas. 
4) Las intervenciones del Estado sobre el patrimonio arqueológico detentan una 
competencia de carácter dual de protección-sanción por sobre las comunidades. Sin 
embargo, otras prácticas, usos y apropiaciones de los objetos arqueológicos despliegan 
instancias que (también) podrían llamarse de conservación y preservación locales que no 
han sido contempladas en la legislación o en medidas en torno al patrimonio 
arqueológico o cultural vigentes. 
A los fines de realizar este recorrido etnográfico nos centramos en localidades cercanas a 
sitios arqueológicos y/o donde se encuentran museos que poseen colecciones 
arqueológicas. El trabajo de campo fue realizado desde un enfoque antropológico (Achilli 
2005) entre marzo de 2006 e inicios de 2015 en sucesivas campañas, algunas de ellas en 
el marco de trabajos grupales de Cayana Colectivo de Arqueología además de 
investigaciones individuales para esta Tesis.
5
 La aproximación al problema de 
investigación estuvo organizada en torno a la construcción de tres tipos de información: 
material, oral y escrita, para luego entrecruzarlas. 
 
En estos trabajos buscamos contactarnos y generar situaciones de entrevistas con sujetos 
pertenecientes a diferentes sectores de la sociedad que tuvieran alguna relación activa -
más o menos directa- con lo arqueológico (pobladores locales, guías o ‗baqueanos‘ 
reconocidos en la región, coleccionistas, docentes y alumnos de escuelas rurales y 
urbanas, universidades, público visitante de museos, directores y personal de museos 
privados y estatales, representantes de comunidades indígenas, miembros de centros 
 
5
 Las entrevistas han sido realizadas en contextos de trabajos de campo tanto individual como grupal. En la 
mayoría de los casos, las entrevistas son citadas de modo de resguardar los nombres de los entrevistados al 
tratarse de prácticas que involucran la manipulación de restos humanos y materiales arqueológicos que se 
encuentran bajo normas específicas de protección del patrimonio. 
 16 
culturales, asociaciones, municipalidades, organizaciones no-gubernamentales, parques 
nacionales, áreas protegidas, operadores turísticos, guardaparques, funcionarios públicos, 
etc) o que hubieran impulsado prácticas y/o tareas en relación a la historia local 
(actividades de educación no-formal a través de museos u otras instituciones culturales, 
reivindicaciones en relación al pasado indígena, reclamos por restituciones de restos 
humanos o ‗momias‘, prácticas de coleccionismo, turismo arqueológico, equipos de 
investigación, etc).
6
 La metodología utilizada en estos encuentros (tanto individuales 
como grupales) estuvo basada en la noción freireana de ―diálogo‖ que entiende que todos 
los sujetos somos portadores de saberes (Freire 1970 [2001]) pero centrando la 
investigación en el entrevistado, es decir, aceptando ―los marcos de referencia de su 
interlocutor para explorar juntos los aspectos del problema en discusión y del universo 
cultural en cuestión‖ (Thiollent 1982: 93 en Guber 2001). Esto fue particularmente 
relevante al entablar las primeras relaciones con algunos pobladores que desconfiaban de 
nuestras intenciones (es decir que, como parte de ese universo cultural, nosotros debimos 
cargar con las intervenciones de otros arqueólogos que nos antecedieron) así como 
también al momento de establecer las categorías para referir a lo arqueológico. Asimismo 
se realizaron ―observaciones participantes‖ (Guber 2001) en estos distintos ámbitos o 
espacios de encuentro en torno a lo arqueológico como por ejemplo: museos, reuniones 
entre vecinos, charlas de profesionales, recorridos por sitios arqueológicos con 
pobladores locales, auditorías de empresas mineras o de áreas protegidas, jornadas para 
docentes, visitas escolares a museos, entre otras. 
 
Por otra parte, el trabajo de investigación fue acompañado en muchas ocasiones por 
intervenciones por parte de nuestro Colectivo Cayana, desde un posicionamiento de 
investigación-acción (Aroca et.al. 2009; Biasatti et.al. 2009; Jofré et.al. 2010a) que 
 
6
 Los museos visitados fueron el Museo Enzo V. Manzini (Dpto. Zonda), el Museo El Hombre y la 
Naturaleza (Dpto. Capital), el Museo Geográfico Einstein (Dpto. Zonda), el Museo Provincial Agustín 
Gnecco (Dpto. Santa Lucía), el Museo Arqueológico Prof. Mariano Gambier (Dpto. Rawson), el Museo 
Hnos. Nassif Weiss de la Universidad Católica de Cuyo, el Museo Ricardo Prieto (Jáchal, Dpto. Jáchal), el 
Museo Indígena José Debenedetti (Angualasto, Dpto. Iglesia), el Museo de la Unión Vecinal de Rodeo 
(Rodeo, Dpto. Iglesia), el Museo Arqueológico de la Unión Vecinal de Calingasta (Calingasta, Dpto. 
Calingasta), el Museo Renzo Herrera (Barreal, Dpto. Calingasta), el Museo Indigenista Pachamalui (San 
Agustín, Dpto. Valle Fértil), el Museo Histórico Regional Municipal (Caucete) y el Museo y Biblioteca 
Casa Natal de Sarmiento (Capital). Algunos de ellos serán analizados en profundidad enel Capítulo 7. 
 17 
generalmente era crítico (y activo) frente a aquellas realidades que nos tocaba observar, 
registrar e interpretar; llevándonos a ocupar el rol de ―participantes observadores‖ (Guber 
2001). En estas acciones, en el marco de distintos proyectos,
7
 generamos actividades 
como talleres en la universidad (Arroyo et.al. 2008), reuniones y charlas con vecinos, 
maestros y directores de museos (Jofré et.al. 2008a; 2008b; Rodríguez y Biasatti 2008; 
Galimberti et.al. 2010), actividades lúdicas con niños (Hope y Salinas 2010), 
conservación preventiva de piezas arqueológicas de colecciones privadas, inventarios y 
legalizaciones de colecciones (Biasatti y Aroca 2007; Jofré et.al. 2008a; Biasatti y Jofré 
2010), guiones y montaje de muestras para el Museo de la Unión Vecinal de Rodeo 
(Biasatti et.al. 2015a), guión para un documental (Jofré et. al. 2011; Biasatti et.al. 2011), 
informes sobre alguna situación puntual desde la que podíamos aportar como 
profesionales como es el caso de un pedido de restitución de restos humanos alojados en 
museos (Jofré et.al. 2009; Jofré et.al. 2010c), una recopilación de relatos locales de un 
poblador que fue plasmada en un CD musical y que se ha distribuido en las escuelas de la 
zona (Biasatti et.al. 2014), un concurso escolar que culminaba con el recorrido por sitios 
arqueológicos del Departamento de Iglesia (Poblete y Jofré 2007), la redacción de varios 
trabajos académicos en co-autoría con pobladores o docentes, el pedido de protección del 
Sitio Pachimoco de Jáchal, recomendaciones a la Municipalidad de Jáchal acerca de la 
instalación de un basural en el sitio arqueológico (Rodríguez et.al. 2010), contra-informes 
de los trabajos de impacto arqueológico realizados por las empresas mineras (Jofré et.al. 
2010b), entre otros. 
 
La ―tensión fundante‖ entre los usos e interpretaciones del ―estar allí‖ (Guber 2001) 
como investigadora y los entrevistados (coleccionistas, baqueanos) se vieron aún más 
tensados por ser mujer, foránea y ‗arqueóloga‘ (nos señalaban constantemente como 
arqueólogos a todos los integrantes de Cayana más allá de nuestras distintas 
formaciones). Esa tensión fue trabajada en algunos artículos donde reflexionamos sobre 
 
7 Los proyectos fueron dirigidos por Dra. Carina Jofré y contaron con el apoyo de diferentes entidades y 
organismos tales como Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Catamarca, Fondo 
Nacional de las Artes, AVON, Secretaría de Políticas Universitarias a través de Voluntariados 
Universitarios, Programa Puntos de Cultura del Ministerio de Cultura de la Nación, entre otras. Todos 
fueron mencionados detalladamente en los Agradecimientos de esta Tesis. 
 18 
el proceso de recolección de información y la construcción del conocimiento en el trabajo 
de campo. La primera línea fue sobre la desconfianza con la que son señalados todos los 
arqueólogos por sus prácticas en la región y la segunda, con el extrañamiento de hallar 
una mujer indagando en ‗temas de hombres‘ como son las experiencias en el campo o de 
la Cordillera. 
 
Este proceso, sin duda, me implicó un mayor esfuerzo al momento de objetivar la 
experiencia de campo (Pallma y Sinisi 2004) y escribir este trabajo (nacido en y desde 
contextos colectivos) de forma individual ya que, entendemos que tanto los enunciados 
como los textos son inherentemente intertextuales, siguiendo a Barthes (1989) quien, ―se 
refiere a lo intertextual como lo que hace al texto; en otras palabras, lo que funda al texto 
no es un significado cerrado, interno, que se puede explicar, sino la apertura del texto a 
otros textos, otros códigos, otros signos (de aquí que este autor sostenga que deberíamos 
hablar de partidas de significado, no de llegadas)‖ (en Marinkovich 1998-1999:732-733; 
resaltado en el original). Esta tesis se encuentra ―entrelazada‖ (Fairclough 1995) con 
aquel recorrido de trabajos colectivos. 
 
Paralelamente a este trabajo etnográfico se realizaron una serie de análisis y relevamiento 
de información escrita considerando los trabajos arqueológicos y antropológicos no sólo 
como Antecedentes o Estado del Arte sino también revisando qué tipo de construcciones 
de sentidos en torno al pasado se desprenden de ellos (continuistas o rupturistas). Se 
repasaron legislaciones, estatutos, declaraciones y reglamentos acerca del patrimonio 
cultural, natural, arqueológico y de áreas protegidas tanto a nivel nacional como 
internacional. Se consultaron páginas web oficiales y documentos de distintas entidades e 
instituciones, organizaciones sociales y no-gubernamentales, museos, empresas de 
turismo, mega-emprendimientos y áreas protegidas para recabar datos específicos 
(fechas, cifras, etc) y también las representaciones que poseen sobre algunos de los temas 
que se tratan en esta investigación. Dentro de este conjunto, se encuentra la prensa escrita 
local y nacional, consultada en distintos archivos. Los archivos y documentos fueron 
particularmente útiles para el caso de los museos, se consultaron los libros de visitas, los 
folletos, los inventarios y la cartelería impresa a modo de guión museográfico, también al 
 19 
momento de examinar el traspaso de la Colección Gnecco desde San Juan hacia la ciudad 
de Luján en Buenos Aires se revisaron detalladamente cartas personales enviadas como 
correspondencia entre los encargados de las instituciones, telegramas, comunicaciones 
acerca del despacho de vagones, inventarios de piezas, discursos, planos y fotografías que 
forman parte del fondo documental analizado. A esto se agrega el material didáctico para 
docentes y los manuales escolares. 
 
Por todo lo referido, consideramos que esta investigación -partiendo desde el caso 
sanjuanino- puede aportar elementos ―más sutiles o simbólicos‖ (Lemonnier 1992: 2) en 
torno a los usos sociales del patrimonio arqueológico, complejizando la mirada sobre su 
regulación y normativa, buscando modos sensibles e inclusivos de las realidades 
socioculturales locales y regionales que, a su vez, se podrían plasmar en modos más 
efectivos (y afectivos) de protección y conservación del patrimonio. Desde nuestra 
perspectiva, la antropología y la arqueología pueden ofrecer elementos para identificar 
esos elementos sutiles, colaborando en la construcción colectiva de una historia narrada 
en clave local en donde el pasado sea parte constitutiva del presente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 20 
1b) La materialidad arqueológica (también) en el presente. Relaciones entre cosas y 
personas/personas y cosas. 
El territorio sanjuanino se encuentra sobre la cordillera de los Andes siendo un espacio 
donde se han emplazado numerosas y sucesivas poblaciones indígenas a través del 
tiempo hasta la actualidad. De estas reiteradas ocupaciones en la región se han 
conservado importantes yacimientos o sitios arqueológicos siendo frecuente hallar 
materiales en superficie al recorrer determinadas zonas (fragmentos de cerámica, lítico, 
restos de viviendas, corrales, petroglifos, tumbas, textiles, etc). Aquellas áreas donde es 
habitual encontrar restos arqueológicos son reconocidas por los pobladores locales, 
quienes suelen referirse a las mismas como ‗antigales‘, ‗tamberías‘ o simplemente como 
lugares donde hay ‗cosas de indios‘. Por su parte, estos restos arqueológicos cuando se 
hallan en excavaciones sistemáticas, pueden ser abordados desde distintas teorías. 
 
 21 
 
Sitios como la Aldea de Angualasto poseen gran visibilidad y cercanía con las casas de los vecinos. 
En esos lugares se pueden hallar ‗cosas arqueológicas‘ (tales como esta conana) a simple vista. 
Septiembre 2007. Archivo Cayana. 
 
 
El pensamiento científico occidental desde el siglo XVII ha estado influenciado por las 
postulaciones cartesianas bajo la lógica de las ideas ―claras y distintas‖. Ese ―paradigmade la simplificación‖ trajo como consecuencia la desarticulación del conocimiento 
científico por un lado y la reflexión filosófica por el otro. Dicho proceso fue acompañado 
con una separación del conocimiento científico en tres grandes áreas: la biología, la física 
y las ciencias del hombre, que simplificaron la complejidad reduciendo los fenómenos 
biológicos a los físicos y lo humano a lo biológico (Morin 2003). Proceso que luego se 
acentuará con la especialización de las disciplinas científicas que promueven la división 
del trabajo intelectual bajo una apariencia de naturalidad que habilita al conocimiento 
para su reproducción (Haber 1999a). En esta compartimentarización, la arqueología se 
conformó como una disciplina generadora de explicaciones acerca de la materialidad del 
pasado: 
 22 
―Con el disciplinamiento, lo arqueológico se delimita en dos tipos de relaciones: entre tiempos 
y entre sujetos. Ambas relaciones son entre términos diferenciados y distanciados: tiempos 
pasados conocidos en tiempos presentes, sujetos conocedores que conocen sujetos (objetos) de 
conocimiento. Los términos (el pasado, el presente, lo arqueológico, los arqueólogos) se 
consolidan, se estabilizan, en la demarcación disciplinaria, en la consagración de su objeto y 
método. Los términos devienen cosas en sí mismas como efecto del lenguaje disciplinario 
(devienen sujetos u objetos de conocimiento, devienen pasado-a-conocer o presente-que-
conoce) y, al mismo tiempo, el conocimiento resulta la privilegiada manera de relación entre 
esos términos. Un conocimiento comprendido de acuerdo con el modelo del conocimiento 
científico: el sujeto, distanciado del objeto, lo conoce y, eventualmente, lo modifica para su 
beneficio.‖ (Haber 2010: 256, resaltado en el original) 
Pero ¿desde qué miradas se construye ese ―pasado disciplinado‖ en San Juan? Desde una 
teoría histórico-cultural con fuertes influencias del evolucionismo y el difusionismo, 
algunos autores definieron la cultura como unidad de estudio e interpretaron la historia 
como un mosaico de culturas donde cada unidad tenía sus propios límites temporales y 
espaciales posibles de comparar a través de los hallazgos (Trigger 1989 [1992]:163) esto 
se tradujo en una serie de cuadros cronológicos regionales, tipologías y sucesiones 
culturales con ciertas dificultades para explicar el cambio en las sociedades (Willey y 
Phillips 1958). Esta corriente tuvo gran influencia en nuestro país desde la década del '30 
en adelante (Politis 1992) y es la línea que ha signado la arqueología sanjuanina 
prácticamente desde sus orígenes disciplinares hasta nuestros días siendo el libro 
―Prehistoria de San Juan‖ (Gambier 1993 [2000]) un claro ejemplo del intento de aplicar 
estas interpretaciones en la Provincia.
8
 
Por su parte, desde la corriente sistémica o procesual, la cultura es definida como una 
forma extrasomática de adaptación al medio y los hallazgos son analizados para obtener 
datos sobre el contexto en que fueron hechos y sus consecuentes utilidades adaptativas al 
ambiente (Binford 1965) así como también los procesos tafonómicos y de formación de 
sitios (Schiffer 1976, 1987) o los patrones de asentamientos de las poblaciones (Flannery 
1968), entre otros investigadores que buscaban plasmar las dinámicas sociales en 
 
8
 A modo de ejemplo, sobre cada corriente teórica arqueológica mencionaremos algún trabajo o 
investigación dentro de la arqueología sanjuanina para referenciar el impacto local de las diferentes líneas 
que llegaron a nuestro país. Esas citas no tienen intención de agotar los Antecedentes locales, que serán 
retomados más adelante. 
 23 
modelos basados en generalizaciones (dejando a un lado la idea de individuos). En 
nuestro país estos trabajos -de la denominada Nueva Arqueología- llegaron para la 
década del ‗80 (Fernández 1982) y fueron bien recibidos por los jóvenes arqueólogos 
egresados post-dictadura (Politis 1992). En la Provincia de San Juan también es posible 
encontrar expresiones de esta línea teórica de la mano de autores como por ejemplo el Dr. 
Alejandro García (2003). 
Para la corriente contextual o posprocesual encarnada en Ian Hodder como su máximo 
exponente, la cultura está constituida de modo significativo y no se trata de un mero 
reflejo adaptativo. El ―objeto arqueológico no nos dice nada de sí mismo‖ (Hodder 1988 
[1994]: 19) sino que el arqueólogo debe interpretar o leer su contexto para captar sus 
significados y acciones. La cultura material no existe por sí misma sino que alguien la 
produce para algo. Esta línea considera al individuo como un agente activo, capaz de 
transformar las estructuras en determinadas situaciones (Giddens 1979, Bourdieu 1977). 
Esta corriente ha llegado más tardíamente a nuestro país y tuvo adhesiones puntuales por 
parte de algunos investigadores hacia finales de la década del ‗90 (por ejemplo Zarankin 
1999) y, aunque actualmente se encuentra más difundida, tiene escasas líneas de 
expresión en San Juan. 
A estas líneas tradicionales, y como parte de una mirada etnográfica y meta-arqueológica, 
se agregan las investigaciones del Dr. Diego Escolar y la Dra. Carina Jofré en la 
provincia, sobre las cuales regresaremos en reiteradas oportunidades durante este escrito. 
Sin embargo aquí, señalaremos que los dos trabajos de D. Escolar ―Arqueólogos y 
brujos...‖ (2003) y ―Los dones étnicos de la nación…‖ (2007) pueden ser considerados 
emblemáticos para entrelazar lo arqueológico y los procesos de re-emergencia de 
identificaciones indígenas huarpes en la región de Cuyo. Y, en el caso de C. Jofré 
podemos mencionar ―Arqueología de las sociedades capayanas…‖ (2008) y su Tesis 
Doctoral ―Los pájaros nocturnos…‖ (2013) donde propone revisitar críticamente las 
secuencias culturales locales, buscando un quiebre epistemológico y ontológico con las 
interpretaciones arqueológicas previas y sus categorías de análisis. 
Dentro de este recorrido, es preciso señalar las acciones, investigaciones y etnografías 
realizadas desde nuestro grupo de trabajo Colectivo Cayana (mencionados anteriormente) 
 24 
los cuales no se inscriben de lleno en ninguna de estas corrientes teórico-metodológicas 
de la arqueología tradicional. En este sentido, indagamos en los significados sociales más 
allá de los objetos en sí mismos posicionados fuertemente desde la noción freireana de 
―diálogo‖ como instancia de construcción de saberes y retomamos críticamente las 
investigaciones histórico-culturales y sistémicas hechas en la zona ya que éstas 
circunscriben lo arqueológico a un pasado cerrado y acabado sin continuidades con el 
presente. El artículo ―La cayana entre lo arqueológico y lo cotidiano...‖ (e. g. Jofré et. al. 
2009) puede tomarse como un trabajo que condensa algunas de las líneas desarrolladas. 
En esta tesis, consideramos que las personas y las cosas interrelacionan sus biografías de 
tal modo que, en ocasiones, se hace difícil separarlas (Appadurai 1991). Tal como 
menciona Daniel Miller ―nuestra humanidad no es anterior a lo que ésta crea.‖ (2005:6) 
pero hay un proceso de objetivación propio de la modernidad que da forma y establece la 
posibilidad de entendernos como sujetos y objetos autónomos, es decir como sujetos 
manipulando objetos. Esta tajante escisión de personas entre sí y objetos entre sí -
ofrecida como tal en el mundo occidental- a modo de entidades con características 
esenciales, es puesta en duda a través de los trabajos de Bruno Latour (1993, 2005) que 
han sido retomados por varios arqueólogos (Webmoor 2007; Shanks 2007; Olsen 2007) 
que denominaron a esta línea como ―arqueología simétrica‖. Esta perspectiva entiende 
que nos hallamos inmersos en un mundo de personas, animales y cosas que mantienen 
diferentes tipos de transacciones entre ellas, buscando deshacer la división radical entre 
naturaleza y cultura(González Ruibal 2007). Dicha corriente aún es bastante novedosa en 
nuestro país y ha sido foco de una serie de críticas por reproducir una dicotomía 
colonialista entre nosotros/otros (Haber 2011a). Preferimos, entonces, retomar la ―teoría 
de la relacionalidad‖ (Haber 1999b; 2011c) a partir de la cual indagar en las relaciones 
recíprocas entre los seres –sujetos y objetos –en tanto redes de relaciones: 
―Ni el ambiente, ni la estructura social, ni la agencia, ni los significantes, ni la tecnología, 
representan una supuesta línea de base a partir de la cual el resto de los objetos —reales o 
teóricos— pueda ser convenientemente interpretado. Palas, casas, canales, parcelas, sujetos, 
han llegado a ser en las relaciones de unos con otros, en el fluir del tiempo. Sus materialidades 
y sus significados, sus funciones y sus acciones, sus objetividades y sus subjetividades, sus 
prácticas y sus identidades, se constituyeron mutua, heterogénea, fluida y activamente en el 
tiempo.‖ (Haber y Gastaldi 2006: 291). 
 25 
Alejandro Haber ha interpretado que, en el mundo andino, los seres humanos, los 
animales y las cosas se relacionan de tal manera que una pala o una casa no son objetos 
aislados sino que forman una red de relaciones junto con animales, paisajes, seres 
humanos y otros objetos, que se conforman recíprocamente. O, en palabras de Viveiros 
de Castro: ―los artefactos poseen esa ontología ambigua; son objetos pero necesariamente 
indican un sujeto, porque son como acciones congeladas, encarnaciones materiales de 
una intencionalidad no material‖ (2010: 43, el resaltado es mío). Ya veremos que esta 
teorías serán útiles, por ejemplo, para considerar cómo los museos desconectan de la red 
de relaciones a los objetos y los convierten en cosas plausibles de ser exhibidas (Haber 
2008b; Londoño 2012) aceptando/reproduciendo esa ―distribución diferencial‖ entre lo 
dado y lo construido (Viveiros de Castro 2010). 
Sin embargo, en (casi) todos los casos, el trabajo arqueológico tradicional se basa en la 
excavación y en la recuperación de elementos que han quedado depositados a través de 
sucesivas acciones (ambientales, geológicas, antrópicas) y que se preservaron en mayor o 
menor medida hasta la actualidad. Este método presupone la posibilidad de volver sobre 
esas acciones de depositación pero en sentido inverso, como parte de la reconstrucción 
del modo en que esta acción aconteció (Harris 1979; Carandini 1997). El arqueólogo 
debe proceder hacia atrás ―de forma antinatural‖ (Carandini 1997: 12) hacia lo 
desconocido, mediante métodos estratigráficos arqueológicos (Harris 1979) con el fin de 
obtener una secuencia estratigráfica del sitio. Es por ello que detrás del trabajo del 
arqueólogo -más allá de las líneas teóricas en que se inscriban- hay un sentido implícito, 
arraigado y detentado desde la disciplina, de una potencialidad propia de sus 
herramientas metodológicas de volver el tiempo atrás, dotando de pruebas materiales a 
un sentido unidireccional de la historia (Haber 2011c) a través de las ―proyecciones‖ 
(Binford 1965) o de las ―interpretaciones‖ (Hodder 1988) de los propios arqueólogos. 
Estos materiales que están en los sitios arqueológicos, en su ―contexto sistémico‖ 
(Schiffer 1976, 1987) son factibles de ingresar en distintos ámbitos de circulación 
hegemónicos (tales como museos o universidades) en un proceso de patrimonialización 
disciplinar ligado desde sus orígenes a la investigación científica. Muchos de estos 
objetos, obtenidos por metodología arqueológica, pueden ir acompañados de discursos 
 26 
patrimoniales naturalizados (Lacarrieu 2004) que destacan la importancia de ―conocer el 
pasado para protegerlo‖ pero parten del supuesto (no siempre explicitado) de que esos 
objetos solamente pertenecen al pasado y llegan al presente en tanto legado. Por su parte 
la legislación patrimonial descansa generalmente sobre este mismo principio preocupada 
en resguardar (a través de los museos o zonas protegidas) un acervo que nos llega del 
pasado para las generaciones futuras detrás de una ―razón patrimonialista‖ que se 
presenta como necesaria, sistematizadora y útil (Rochietti 2006). El único modo, 
entonces, en que ese patrimonio arqueológico entra/llega/irrumpe en el presente sería 
detrás de discursos legalistas, academicistas, museográficos y/o patrimonialistas que los 
inscriben en el contexto que esos elementos poseen por ser parte de un pasado ―digno de 
ser conservado‖. Siguiendo con esta línea podemos preguntarnos respecto a lo 
arqueológico en torno a la construcción de significados actuales ¿A quiénes se dirigen los 
arqueólogos en sus trabajos? ¿Quiénes adoptan sus interpretaciones? ¿Quedan dentro de 
contornos científico-académicos? ¿Cómo impactan en otros ámbitos? Los profesionales 
(más allá de algunas actividades de divulgación en las comunidades donde investigan) 
suelen dirigir sus escritos especializados hacia otros colegas, papers presentados en 
eventos científicos y difundidos entre pares, sin embargo las investigaciones, en el caso 
sanjuanino, trascienden estos espacios y forman parte de circuitos sociales más amplios 
como escuelas, museos, comunidad en general(que los utilizan por carecer de un material 
didáctico específico) dejando una impronta en las representaciones locales sobre la 
historia provincial. 
No obstante, tanto en la Provincia de San Juan como en otros lugares del país, existen 
objetos arqueológicos que se encuentran fuera de estos circuitos formales ya que son 
señalados como ―objetos descontextualizados‖, son conjuntos de ―objetos segregados‖ 
(sensu Baudrillard 1968 [1990]) de este devenir académico-científico ya que no serían 
plausibles de ser investigados porque se encuentran por fuera del ―contexto sistémico‖, se 
han perdido datos de su procedencia, están entremezclados con otros objetos o rotos. 
 
 27 
 
Conanas en una finca en Rodeo (Departamento Iglesia). Enero 2012. Archivo Personal. 
 
 
Podemos referir que estos elementos, a su vez, se dividen en dos grandes grupos, por un 
lado objetos segregados dentro de instituciones: piezas fuera de inventario o ―sin 
procedencia‖ que han llegado a los museos por donaciones de particulares, colecciones 
no declaradas, cajas sin rótulos que han quedado en los estantes de un depósito, conjuntos 
confinados a la apatía porque han sido extraídos por ‗huaqueros‘, pequeños fragmentos 
acumulados en una bolsa, cajones llenos de materiales excavados sistemáticamente pero 
que se encuentran sin analizar y que -a lo largo de los años- han perdido sus referencias, 
colecciones reunidas con fines didácticos dentro de una escuela, entre otros. Por otro 
lado, están los objetos segregados fuera de instituciones: cosas que han sido encontradas 
por pobladores en el campo y llevadas a sus viviendas, cajitas con puntas de flecha o 
cerámicas como recuerdos de familia, petroglifos reubicados en el patio de una casa 
 28 
(como ilustra la fotografía anterior) o tomados como elementos constructivos, piezas 
enteras que se colocan como elemento decorativo en el hogar, conanas y morteros 
reutilizados, entre otros. 
 
De estos objetos segregados surgen otra serie de interpelaciones debido a que se trataría 
de elementos que, en esta etapa de sus biografías, se encuentran en un estado de 
―liminalidad‖ (Van Gennep 1960): potenciales piezas arqueológicas que carecen de 
información científica que las acompañe, potenciales bienes patrimonializables que por 
algún motivo no llegan a serlo, potenciales hallazgos para investigar que han perdido 
ciertos atributos por haber sido trasladados de sus lugares originales, etc. ¿Qué se puede 
hacer con ellos? Es por ello que este trabajo, ―en lugar de excavar los contextos 
materiales de los objetos, excava los contextos significativos de los sujetos‖ (Haber 
2008a:11) buscando atender la problemática de la materialidad arqueológica y sus usos (o 
desusos)actuales, sus ámbitos de circulación, su agrupamiento en disímiles colecciones, 
los discursos detrás de su disposición en las salas de los museos, las disputas identitarias 
 29 
en relación a los sentidos otorgados por distintos sujetos en el presente. Aunque 
trataremos de alejarnos de miradas que buscan conocer aquello que los objetos 
arqueológicos representan ya que, si consideramos que dichos objetos solamente 
representan algo del pasado ¿no estamos negando a los sujetos que tienen detrás? ¿no 
estamos quitando - en cierto modo - algo lo que estos objetos son en el presente? Nos 
preguntamos entonces ¿los objetos arqueológicos invisten, únicamente, la capacidad de 
evocar? Y, en todo caso, los objetos arqueológicos ¿invisten solamente la capacidad de 
evocar un pasado indígena? ¿qué otra cosa son? ¿qué otras prácticas propician? ¿qué 
otras miradas, otros contextos u otras biografías podemos ofrecerles? 
Dentro de lo arqueológico también se han incluido tradicionalmente a ciertos restos 
humanos, tanto desde la ciencia como desde la legislación, manipulados como ―objeto de 
estudio‖ en el primer caso o como ―bienes patrimoniales‖ en el segundo. En este trabajo 
preferimos no incluir a los restos humanos indígenas dentro del conjunto de objetos 
arqueológicos abandonando una mirada política y epistemológica que ha objetivado e 
irrespetado su condición humana. Pondremos atención en aquellas especiales relaciones 
que se tejen entre los sujetos y los objetos arqueológicos cuando estos no son tales sino 
que son sujetos (es decir, restos humanos) y desde ese lugar colocaremos en tensión los 
distintos modos de relacionarse entre esos sujetos/sujetos, por parte de los pobladores, de 
los museos, de los arqueólogos, las comunidades indígenas. 
 
 
 
 
 
 
 
 30 
1c) El pasado arqueológico utilizado para construir el presente: patrimonio, 
memorias e identidades. 
Según el Diccionario de la Real Academia Española
9
, el término patrimonio se define -en 
su acepción histórica- como ―Conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de 
los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección 
especial por la legislación.‖ Aunque también posee otros alcances que se refieren a su 
herencia y tenencia individual como a la posibilidad de adquisición y valoración 
monetaria de esos elementos: ―Conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o 
jurídica, o afectos a un fin, susceptibles de estimación económica.‖ 
Pero más específicamente el patrimonio arqueológico está ―constituido por todos los 
restos materiales de culturas del pasado que puedan ser estudiados con metodología 
arqueológica, su contexto de depositación, así como la información que se obtengan de 
dichas investigaciones‖ (Endere 2000:216) es decir que, serían elementos que han 
permanecido en la tierra, han subsistido sus restos materiales, son los vestigios ―del 
pasado‖ que debemos cuidar/conservar/proteger para el futuro. En este tipo de miradas, 
las sociedades pasadas creadoras y las futuras generaciones receptoras parecen dejarnos 
-en el presente- en un lugar de incómodos pasamanos. 
Pero por su parte, Alejandro Haber define críticamente: 
―el patrimonio arqueológico es aquello que señala materialmente la ausencia presente, en el 
mismo lugar, de un pasado de unas poblaciones de las cuales tomamos conocimiento por su 
intermedio. El pasado pasó y ya nada puede cambiarlo: lo arqueológico significa esa 
estabilidad, una fijación imaginaria que sirve de referencia para la colonialidad y la 
modernidad, para sus relatos del pasado y del futuro, de nosotros y de otros.‖ (2010: 255, 
resaltado en el original). 
Al mismo tiempo afirma que el patrimonio arqueológico no existe como tal antes de la 
configuración disciplinaria que comienza a conformarse (dependiendo de cada país) 
entre finales del Siglo XIX e inicios del XX implicando un período de consolidación de 
discursos, demarcación de fronteras y objetos de estudio. 
 
9 Diccionario de la lengua española (DRAE), 22º edición (2001). Término patrimonio enmendado con 
avances de la 23º edición: http://lema.rae.es/drae/?val=patrimonio página consultada por última vez el 11 
de noviembre de 2013. 
http://lema.rae.es/drae/?val=patrimonio
 31 
Los debates (sociales, disciplinares e interdisciplinares) por aquello que es o no es 
patrimonio arqueológico siempre están abiertos y comprenden aspectos temporales, 
espaciales, políticos, económicos, culturales, entre otros. Por ejemplo en nuestro país, 
hasta hace pocos años, existía un fuerte debate acerca de la pertinencia de la arqueología 
contemporánea para investigar temas del pasado reciente como los ex Centros 
Clandestinos de Detención de la dictadura siendo la cercanía temporal con el período uno 
de los ejes conflictivos, actualmente se ha superado la discusión y la temática es abordada 
por un creciente número de profesionales que, además, se preocupan por la conservación 
y preservación de estos espacios del horror (ver por ejemplo: Funari y Zarankin 2006; 
Bianchi 2008; Biasatti y Compañy 2010) y lo mismo sucede con otras líneas de trabajo 
novedosas dentro de la disciplina. Esto se debe, en gran medida, a que los objetos 
arqueológicos provienen ―del pasado‖ (de un pasado definido como tal) y ello posibilita 
que se puedan configurar como materia prima simbólica de distintas formas de 
apropiaciones e interpretaciones. 
En este juego de apropiaciones, los objetos arqueológicos operan como soportes de 
memoria;
10
 es decir como marcas materiales donde pueden aferrarse y transmitirse 
distintas memorias e identidades (Groppo 2002). Teniendo en cuenta que las identidades 
son construidas de múltiples maneras a través de discursividades, prácticas y posiciones 
diferentes, en ocasiones cruzadas y antagónicas y están sujetas a una historización, a un 
constante proceso de cambio y transformación (Hall 1996 [2003]). La memoria ocupa un 
lugar central en la vida social ya que posibilita los vínculos, la conceptualización, la 
identificación entre las personas (Candau 2002, Groppo 2002, entre otros). Según Paul 
Ricoeur, el pasado deja huellas, en las ruinas y marcas materiales, pero esas huellas en sí 
mismas, no constituyen memoria a menos que sean evocadas y ubicadas en un marco que 
les dé sentido (1999). Por ello consideramos que los objetos o lugares patrimonializados 
y/o monumentalizados, en tanto enraízan en el presente la memoria histórica de un grupo 
(Gil García 2003) están destinados a conservar pero también a instalar nuevas narraciones 
y sentidos sobre el pasado. La principal tarea de la memoria (junto con su contra-parte: el 
 
10 Me permito retomar aquí esta categoría de ―soportes de la memoria‖ desarrollada por Ludmila Da Silva 
Catela (2001), en el sentido de que son elementos que dan cuenta de la variedad de formas existentes para 
representar y transportar expresiones de memoria. Son modos de fijar el recuerdo. 
 32 
olvido), no es la de preservar el pasado sino adecuarlo de un modo que sea favorable y 
conveniente para determinados intereses del presente. Así como el pasado no se 
transforma en patrimonio por sí mismo, sus huellas materiales tampoco se constituyen en 
memorias por sí mismas. Diremos entonces que los objetos arqueológicos son 
invitaciones materiales para construir distintos pasados. 
Los intereses detrás de la noción de patrimonio están ligados a la construcción de los 
Estados modernos (Ballart 1997), puestos al servicio de la invención de las identidades 
nacionales (Ayala Rocabado 2008). Aunque las representaciones patrimoniales pueden 
ser funcionales a todo tipo de identidades, éstas han sido utilizadas principalmente por 
intereses afines con los momentos de su surgimiento, relacionado con el ascenso de la 
burguesíaen Europa -con la Revolución Francesa y la Revolución Industrial mediante- 
que precisaron una política económica liberal a fin de explotar mercados, expandir y 
colonizar nuevos ámbitos bajo una ideología de libertad individual. En estos contextos, 
son impulsados los nacionalismos y las ideas patrióticas de los cuales las empresas y los 
capitales privados formarán parte constitutiva. Estas construcciones políticas 
hegemónicas necesitan ser formalizadas, explicadas, representadas y legitimadas 
ideológicamente y para garantizar su eficacia dentro de la sociedad utilizan diferentes 
mecanismos en los que el patrimonio juega un rol importante (Prats 1998) al encontrarse 
―naturalizado‖ dentro de los valores nacionales: 
 
“La razón de Estado conduce siempre (y en todo lugar) a la naturalización de la formación 
histórica particular que ella gobierna. El Estado realiza este portento a partir de situaciones 
históricas coyunturales, contingentes. Su eficacia se realiza por dos dimensiones: la intensidad 
del consenso que genera y la eficacia con que encubre su práctica real‖ (Rochietti 2006: 4). 
 
Este proceso se puede visualizar en Europa en el transcurso del Siglo XIX (conocido 
como ―el siglo de los museos‖ por su proliferación y la exaltación de los valores 
nacionales a través de ellos) y en América Latina a fines del mismo Siglo e inicios del 
XX (de la mano de la consolidación de los distintos proyectos de Estado-Nación). Dicha 
consolidación, en Argentina y en muchos países americanos, se basó en la negación de 
una identidad aborigen incluida dentro de la historia viva de la Nación, y en la búsqueda 
de la eliminación física e invisibilización simbólica de las comunidades nativas que 
 33 
habitaban previamente aquellos territorios apenas integrados (Oszlak 2009), las cuales 
fueron trocadas o asimiladas por poblaciones de origen externo/europeo (Briones 1998; 
Escolar 2007; De la Cadena 2004) a través de la delimitación de recortes espacio - 
temporales y de algunos componentes socio - culturales (más o menos) arbitrarios, ya 
que: ―La esencia de una nación es que todos los individuos tengan muchas cosas en 
común y también que todos hayan olvidado muchas cosas‖ (Renan 1882 [1992]: 42). Los 
museos e instituciones estatales, surgidas en estos contextos, expropiaron lo arqueológico 
y lo utilizaron para crear ―la imagen de su comunión‖ (Anderson 1983[2007]: 23) es 
decir, legitimar la historia de la Nación detrás de la ―potencia unificadora‖ de una idea o 
de un pasado común (Shumway 2005; Brow 1999). En este sentido, las representaciones 
en torno al patrimonio arqueológico – y los arqueólogos como sus privilegiados 
portavoces - poseen un rol político porque las discusiones sobre el pasado afectan las 
relaciones de poder (Rochietti 2006). Es por ello que, para la arqueología, W. Londoño 
propone la noción de des-patrimonialización: 
 
―…se hace necesario que la arqueología reinvente el pasado y para ello debemos des-
patrimonializar el patrimonio nacional. No se trata de abandonar los objetos sino de darles una 
nueva significación que los relacione directamente con las políticas de los movimientos 
sociales actuales.‖ (Londoño 2010: 35). 
 
Sin embargo, eso no significa que el Estado deba abandonar su envestidura tutelar sino 
que debería contemplar la configuración del patrimonio arqueológico como una 
propiedad colectiva. 
 
El patrimonio parte, a su vez, de un principio necesario y universal que lo construye 
como algo real en donde el poder hegemónico funciona como articulador o legitimador 
de ese orden como tal (Laclau 1996; Laclau y Mouffe 1987). Éste se basa, según Prats 
(1998), en una legitimación extracultural sobre tres motivos generales que provienen del 
modo (occidental) de pensar el mundo y la sociedad desde el romanticismo europeo: la 
naturaleza (como elemento que posee fuerzas que escapan al orden social), la historia (el 
pasado y el futuro, un fuera-de-tiempo inexorable) y la genialidad (asociada a rasgos o 
dones individuales); aspectos que cargan y confieren una autoridad y una especificidad 
desde-fuera. Este conjunto de referentes simbólicos conforman un pool patrimonial, que 
 34 
proveerán de criterios referentes al ―patrimonio cultural‖, es decir que los componentes 
de este triángulo (naturaleza, historia, genialidad) son ―potencialmente 
patrimonializables‖ pero para ello deben ―ser activados‖ (Prats 1998: 65) Estos 
patrimonios serán activados por ―versiones ideológicas de la identidad‖ (Prats 1998: 67). 
El patrimonio y sus distintas activaciones en ciertos referentes patrimoniales (o 
patrimonializaciones) ―son representaciones simbólicas de estas versiones de identidad‖ 
(Prats 1998: 67). 
 
Josep Ballart (2012) considera que la patrimonialización ha sido la adjudicación a ciertos 
objetos del pasado de un estatus excepcional que les garantiza un reconocimiento público 
superior. Dicha condición se reconoce en base a una serie de ―supuestos méritos‖ 
relacionados con el significado del bien en cuestión, siendo importante indagar en el 
modo en que se produce la selección y la recepción. Finalmente, afirma que ―la 
patrimonialización tiene una parte importante de sacralización‖ (Ballart 2012: 108). En 
este sentido, Cruces refiere a ésta como un proceso que supone la separación o escisión 
de ―objetos, lugares y expresiones del flujo de la vida social ordinaria para luego tratar de 
retornarlos a ella, ya codificados, normalizados e interpretados por un trabajo de 
mediación‖ (Cruces 1998:76). 
Coincidimos con Prats (1998) en que los encargados de activar estos repertorios, es decir, 
aquellos que patrimonializan son, mayormente, los poderes constituidos: el poder 
político, los gobiernos locales, regionales, nacionales. En este sentido, el patrimonio se 
erige como un modo hegemónico de normalizar el pasado. Tal como propone Gramsci 
(1975) el aparato hegemónico del Estado opera no sólo sobre la estructura económica y la 
organización política de la sociedad, sino también, específicamente, sobre el modo de 
pensar, sobre las orientaciones teóricas y el modo de conocer. 
 No obstante, el patrimonio también puede ser activado por otros sectores de la sociedad, 
es decir por sujetos o colectivos sociales que mediante diversos mecanismos logran 
constituir un acuerdo social sobre el valor de determinado elemento para que éste 
finalmente ingrese a las listas e inventarios legitimados (desde el poder) y siga su 
 35 
recorrido por los caminos burocráticos garantizándose, en alguna medida, su 
conservación y contemplación. 
Sin embargo, disentimos con Prats (1998) en que los poderes económicos queden fuera 
de esta lógica y estén ―escasamente interesados en proponer versiones de una 
determinada identidad‖ (Prats 1998: 68) ya que, en ocasiones, el patrimonio puede ser 
una vía para obtener distintos tipos de legitimaciones políticas o consensos sociales así 
como también entorpecer determinados tipos de emprendimientos productivos, 
construcciones o explotaciones mineras, ya que requieren de un relevamiento de impacto 
ambiental entre los cuales se encuentra el patrimonio. Cuando lo arqueológico adquiere 
valor de cambio se convierte en un recurso económico regido por las reglas del mercado 
(Rochietti 2006) que genera ganancias, por ejemplo, relacionadas con el turismo y el ocio 
a través de la afluencia de visitantes, merchandising, ventas de servicios, etc. 
En el caso sanjuanino, Carina Jofré define la patrimonialización como un acto de 
memoria ―en el cual se implican fuerzas de luchas políticas, cuya finalidad es la 
producción de un patrimonio significativo para el Estado provincial y nacional, a través 
del cual determinados actores sociales pretenden conservar particulares memorias de su 
pasado.‖ (2013:245). Esto cobra especial interés en estos contextos transnacionales donde 
las subjetividades ciudadanas y otras identidades quedansujetadas a la construcción de 
soberanías territoriales supranacionales (por ejemplo, a través del Pacto Binacional 
Argentino-Chileno). En este punto, la arqueología y sus discursos acerca del pasado-
presente, juegan un rol fundamental a los fines de la apropiación-expropiación de 
patrimonios y territorios (Jofré et. al. 2010b, Jofré 2013). 
Finalmente, diremos que el patrimonio puede ir en otro sentido –marcha atrás en este 
recorrido hegemónico hacia su normativización- y pueden existir elementos o bienes que 
son reclamados o resistidos socialmente a entrar en los panteones de la historia, en los 
inventarios de las naciones y en las vitrinas de los museos. Estos procesos, que podemos 
definir como contra-patrimonialización siguiendo con la idea de contra-hegemonía de R. 
Williams que la define como procesos dinámicos y complementarios de resistencia y 
redefinición que son reales en las prácticas (1980: 134) en donde, por un lado, los bienes 
ya constituidos como patrimonio son reclamados para dejar de ser envestidos de tales 
 36 
méritos y atributos o, por otro lado, los elementos que son plausibles de ser 
patrimonializables cuentan con un anclaje social que los retiene en otras esferas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 37 
1d) Breve descripción de la estructura de la tesis. 
 
Desde una mirada conceptual, el trabajo transcurre sobre distintos niveles de 
acercamiento a lo arqueológico en la provincia, que pueden dividirse en tres esferas de 
deslegitimación y/o apropiación sobre ese ―pasado‖ a modo de una pirámide de 
autoridad
11
: 
 
1) Desde los procesos más generales de patrimonialización, es decir de construcción de 
discursos patrimoniales y disciplinares hegemónicos que recaen sobre territorios 
nacionales, provinciales y locales. Dentro de este primer grupo tenemos las 
investigaciones arqueológicas académicas que se vienen desarrollando desde la década 
del ‗60 desde el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo Prof. Mariano 
Gambier (IIAM) de la Universidad Nacional de San Juan, proponiendo una sucesión 
cultural compuesta por ―culturas arqueológicas‖ normalizadas secuencialmente a través 
de un conjunto de rasgos o elementos tipológicos acotados siguiendo una línea evolutiva 
de menor a mayor grado de complejidad que terminaría en la actual sociedad sanjuanina. 
 
 
2) Atraviesa una serie de disputas de esas configuraciones normativas provinciales o 
nacionales y de re-apropiaciones en clave local. Este grupo tiene como eje las colecciones 
y los museos del interior. La historia de la arqueología académica en la provincia se 
solapa con la del segundo conjunto que serían los coleccionistas locales, aquellos que se 
conforman como un grupo de profesionales (ingenieros, periodistas, abogados, etc) de la 
capital provincial que se dedican como hobby en su tiempo libre a recorrer sitios 
conocidos y recolectar piezas arqueológicas que acumulan en sus casas particulares y que 
posteriormente a la legislación provincial sobre ―patrimonio arqueológico‖ declaran sus 
colecciones y pasan a exhibirlas en museos privados como sus poseedores. Este sector de 
los coleccionistas entra en una nueva esfera de legalidad ya que ahora son ―tenedores 
legales‖ de piezas arqueológicas y directores de museos con una larga trayectoria y 
 
11
 Esta idea de ―pirámide‖ fue elaborada junto con Gonzalo Compañy en el marco de proyectos de 
investigación dirigidos por la Lic. Carina Jofré. Sin embargo, no fue profundizada en los sentidos aquí 
presentados. 
 38 
conocimiento sobre los sitios y sobre la bibliografía especializada (proveniente del primer 
grupo de académicos 
 
3) Alcanza procesos particulares que – entendidos como prácticas ―otras‖- se salen de 
estas esferas patrimonializantes-contrapatrimonializantes para recalar en espacios 
liminares por su poder como nexo entre pasado-presente (huacas, salamancas, sitios) o 
más íntimos (la casa, los rincones) donde lo arqueológico adquiere sentidos subjetivos 
(como recuerdo, amuleto, talismán). Se trata de la base de la pirámide, donde se 
encuentran los pobladores locales (o ‗huaqueros‘) de localidades rurales o del interior, 
que han llevado adelante un proceso de recolección de piezas y resguardo en sus casas 
pero que no han declarado sus colecciones (ya sea por desconocimiento sobre esta 
posibilidad, ya sea por falta de recursos económicos y medios técnicos para hacerlo). Este 
grupo sabe que sus piezas archivadas están en una esfera de ilegalidad debido, por 
ejemplo, a cursos y talleres que se dictan desde las instituciones, a que han tomado 
relevancia en los medios de comunicación aquellos casos de allanamientos y operativos 
policiales en relación a piezas arqueológicas
12
 o que han tenido alguna experiencia 
directa con un procedimiento de ―rescate arqueológico‖ por parte de profesionales en su 
zona. Por todo ello, las resguardan o tienen algún cuidado especial acerca de a quienes se 
las muestran, donde las colocan, etc. 
 
De esta manera, los coleccionistas deslegitimados por la academia, deslegitiman a su vez 
a los pobladores locales que poseen piezas en sus casas. Las mismas prácticas en distintos 
ámbitos, cargan diferentes sentidos. Siendo cada vez más acotado el sector que tendría 
autoridad para poseer, usar, exhibir y narrar ese pasado. 
 
 
12
 Puede verse, por ejemplo: Diario de Cuyo de los días 5 de diciembre de 2003 y 1 diciembre de 2007. 
 39 
 
 
 
Posiblemente, cada uno de estos tres niveles podría haber sido una tesis en sí misma, 
motivo por el cual en cada Parte (excluyendo las Partes I de Presentación y V de 
Consideraciones Finales) me ví obligada a hacer un paso por antecedentes específicos y a 
acotar el enfoque teórico-metodológico. 
 
Desde el punto de vista formal de la organización interna, la tesis se divide en cinco 
Partes, que a su vez cuentan con Capítulos. La Parte I se divide en dos Capítulos, en 
donde comienza a presentar la problemática, el área seleccionada, mis supuestos básicos 
subyacentes como sujeto-investigadora y los antecedentes de la investigación. La Parte 
II Procesos de patrimonialización en San Juan separado en tres apartados, el Capítulo 
3 se detiene en una descripción crítica de las miradas tutelares internacionales-
nacionales-provinciales en torno a lo arqueológico y los restos humanos indígenas 
demostrando que la categoría de ―patrimonio‖ implica aspectos excluyentes y centralistas 
de posesión de la cultura en referencia con un sistema más o menos arbitrario de 
definición de qué es y qué no es arqueológico o indígena. Luego, partiendo de la idea de 
que los lugares y sus historias son co-constitutivos (Browne Ribeiro 2011), el Capítulo 4 
analiza las configuraciones de lo arqueológico como ―aquello que se llevan‖ y ―aquello 
que no se puede tocar‖ a partir de una relación que se construye con los arqueólogos, el 
 40 
pasado, con los sitios y los objetos arqueológicos en donde los discursos disciplinares-
legalistas y los mecanismos de la empresa minera Barrick Gold S.A. y de instituciones 
como Parques Nacionales juegan un papel central en la sedimentación de sentidos que se 
despliegan sobre el territorio, sus seres, sus plantas, sus animales y sus ―recursos‖. El 
Capítulo 5 profundiza en los modos disciplinares de representación del pasado analizando 
las imágenes de algunos textos arqueológicos de trabajos realizados en la Provincia.
13
 La 
Parte III Museos, colecciones y coleccionistas de San Juan, en el Capítulo 6, describe 
detalladamente desde los inicios de la conformación de la emblemática Colección 
Gnecco en la provincia y el proceso de su traslado hacia el Museo de Luján de Buenos 
Aires. Dicho proceso se articula en un nivel nacional de redes de coleccionismo

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