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MEDIR Medir es esencial para el diseño de la ciudad ecológica. Stefano Boeri resume en cinco los retos de las políticas urbanas a gran escala y propone nuevas ideas que vinculen la ecología urbana con el desarrollo económico de las ciudades. El urbanismo ecológico debe crear híbridos, superar las fronteras interdisciplinarias y equilibrar las dicotomías establecidas entre el entorno y la economía, la tecnología y lo humano, lo racional y lo irracional, y, tal como sugiere Kathryn Moore, entre la naturaleza y la cultura. Kristin Frederickson, Gary Hildebrand y sus alumnos demuestran que en Estados Unidos, el típico árbol urbano, que a menudo se percibe como sostenible, tiene una huella de carbono bastante grande y se preguntan si los árboles deben cultivarse localmente en lugar de traerlos desde lejos. Mientras tanto, Bill Rankin nos explica que los cultivos locales no son siempre convenientes: dependiendo de cómo se mida la sostenibilidad, las respuestas serán particulares a cada cuestión y contexto. SlaveCity, de Atelier Van Lieshout, es una parodia del fenómeno contemporáneo de la ecociudad que inserta la lógica de la sostenibilidad –con su ávida adhesión al reciclaje, los programas rígidos y el compromiso con la energía cero– en el marco de un régimen económico estricto para llegar a una solución extrema: “SlaveCity es una ciudad ecológica que no gasta ni malgasta los recursos mundiales”. Así, Atelier Van Lieshout presenta una ciudad rentable y sostenible según ciertas dimensiones, pero ¿a qué coste para la humanidad? Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea Stefano Boeri Re(e)volucionar la arquitectura Jeremy Rifkin El proyecto Canary Susannah Sayler “Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo Susannah Hagan Cultura natural Kathryn Moore Investigar la importancia de la información de modelos energéticos a medida: un estudio del Gund Hall Holly A. Wasilowski y Christoph Reinhart Percepción de la densidad urbana Vicky Cheng y Koen Steemers La región del estuario de Londres Terry Farrell Planeta Urbano: Londres Daniel Raven-Ellison Iniciativas sostenibles para Londres Camilla Ween Más allá de LEED: evaluación ecológica a escala urbana Thomas Schroepfer Paisajes de la especialización Bill Rankin INVESTIGACIÓN DE LA GSD Medio millón de árboles: prototipos de lugares y sistemas para las ciudades sostenibles Kristin Frederickson y Gary Hildebrand SlaveCity Atelier Van Lieshout ECOBox/Red ecourbana autogestionada atelier d’architecture autogérée Acción urbana: playa en la plaza Luna Ecosistema Urbano MEDIR 8 MEDIR Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea Stefano Boeri Al imaginar la ciudad del futuro, una que haya dejado de explo- tar indiscriminadamente la Tierra y que esté en armonía con la naturaleza, el problema de las políticas urbanas contemporá- neas se torna ineludible. Si partimos del enfrentamiento dia- léctico entre los distintos temas, las siguientes notas –una antesala de las estrategias propuestas para la Expo Milán 2015– sugieren cinco políticas urbanas de gran escala que no solo promueven un nuevo concepto de ecología urbana, sino que además presentan un modelo innovador de desarrollo económi- co urbano.1 1. Sostenibilidad y democracia Actualmente, en lo tocante al medio ambiente, nos encontramos en una situación de emergencia medioambiental tan grave y tan generalizada que el problema sería irresoluble si se dejase a merced de las políticas centralizadas “de arriba abajo”. Al reflexionar sobre la contaminación, el consumo del oxígeno y la producción de CO2, debemos enfrentarnos el hecho de que los responsables no son solo los grandes edificios, instituciones, fábricas y centros comerciales, sino que buena parte de la culpa recae en los cientos de miles de pequeños edificios solitarios y aglomerados que integran el tejido conectivo de nuestras zonas urbanas y suburbanas: millones de microorganismos de hormi- gón, piedra y acero que consumen agua, electricidad y petróleo, y que producen carbono y suciedad. La llamada que hace Jeremy Rifkin para que los arquitectos y los constructores se comprometan a realizar edificios que, ade- más de consumir menos energía, puedan recolectar y producir más energía de la que necesitan, y aportarla a las redes energéti- cas locales, parece ofrecernos una nueva perspectiva. Según Rif- kin, la emergencia medioambiental debe afrontarse necesaria- mente mediante una revolución molecular y democrática que reside en los incontables procesos de renovación y construcción de nuestras ciudades. Por supuesto, la idea de edificios recolectores de ingentes can- tidades de energía eólica y solar no es nueva. Sí son nuevas, sin embargo, las posibilidades técnicas (factibles gracias a la evolu- ción más reciente del almacenaje de hidrógeno) de llevar a cabo de un modo eficaz una arquitectura más “generosa”, que absorba y guarde más energía de la que necesita, para luego abastecer a sus alrededores. También es nueva la responsabilidad indivi- 4 dual de invertir la relación entre naturaleza y ciudad mediante el diseño y la construcción de una nueva arquitectura. Además de estar cargada de artefactos tecnológicos (paneles fotovoltaicos, molinos de viento, baterías de hidrógeno, bombas de calor), esta arquitectura utiliza superficies vegetales –prados, campos de cultivo, árboles– para revestir sus cubiertas y pare- des verticales y disminuir así el consumo de energía para la cli- matización de interiores. Se trata de una arquitectura que alber- ga pequeñas centrales para el control de la energía y que diseña estos espacios de servicio transformándolos en lugares para el encuentro y la proximidad de ciudadanos y barrios. En Europa y Estados Unidos, y en muchos países asiáticos, algunas empresas e instituciones han comprendido la necesidad de esta política medioambiental democrática y sus ventajas eco- nómicas. Roma, San Antonio y Madrid van a arrancar proyectos de sostenibilidad difusa que, nacidos de la hipótesis propuesta por Rifkin, incluyen empresas, instituciones, profesionales y técnicos con diferentes perfiles. 2. La agricultura y el consumo de la Tierra Un estudio comparado del crecimiento extensivo de las ciudades italianas respecto a otras ciudades europeas muestra que, en las tres últimas décadas, Italia ha incorporado el doble de terreno a sus áreas urbanas que, por ejemplo, las ciudades francesas o ale- manas. Nos queda claro que algo no funciona, sobre todo cuando esta expansión no concuerda con las tendencias demográficas negativas del país. Es necesario encontrar un modelo de desarrollo que ya no esté ligado a la expansión horizontal permanente, que no solo ha devorado enormes superficies de tierra cultivable, sino que tam- bién ha arrasado con hábitats de plantas y animales. La alterna- tiva es una ciudad que crezca dentro de ella misma, un modelo que, de hecho, es típico de las ciudades europeas y que, en otros momentos de la historia (como en la Edad Media), evolucionó mediante procesos de densificación, estratificación o con la sus- titución de partes antiguas por otras nuevas. El modelo forma parte integral de la historia europea, y deberíamos reconsiderar- lo para nuestras ciudades actuales. Sin embargo, para que esto pueda producirse, deberá vincu- larse al futuro de la agricultura periurbana, para que las tierras cultivadas alrededor y entre las ciudades puedan, una vez más, convertirse en un recurso crítico para nuestras economías urba- nas, si estamos dispuestos a defender el campo de la urbaniza- ción expansiva y a darle un fuerte valor y uso económico. Tene- mos que demostrar que los espacios agrícolas periurbanos pueden convertirse en espacios habitables y activos, que la agricultura no se corresponde con el desierto biológico del maíz y los cereales,sino con un paisaje articulado con cultivos múlti- ples que promueva la biodiversidad. También es importante 5 MEDIR demostrar que la actividad agrícola puede volver a ser una fuen- te significativa de empleos para los jóvenes y un recurso único para un abastecimiento de alimentos mejor controlado y más sano. En el marco de la Expo Milán 2015 –cuyo tema es, de hecho, Alimentar el planeta: energía para la vida– ya está en marcha un proyecto para trabajar con unas cincuenta granjas municipa- les. El proyecto incluye la revitalización de las estructuras exis- tentes para convertirlas en lugares donde se practique la agri- cultura urbana y donde se ofrezca a los jóvenes la oportunidad de formar parte del mercado agrario. No obstante, el tema tam- bién tiene su vertiente urbana, que pasa por la posibilidad de introducir áreas biológicas y orgánicas por toda la ciudad (jardi- nes urbanos), idea que encaja con las políticas promotoras de la desmineralización de los entornos urbanos mediante superficies verdes, tanto verticales como horizontales, sobre todo en los sec- tores más densos de la ciudad. 3. Naturaleza y control Pero incluso desde la perspectiva de una relación distinta entre naturaleza y ciudad, las políticas de proximidad agrícola y des- mineralización urbana no son suficientes. Debemos pensar en aceptar una relación entre naturaleza y ciudad en términos igua- litarios para garantizar que la primera goce de autonomía sin 6 tener que verse continuamente influenciada por las necesidades humanas. Debemos comenzar a anticipar espacios para una naturaleza próxima a nosotros, pero no controlada, limitada ni artificializada. Dicho de otro modo, debemos comenzar a conce- bir la posibilidad de territorios donde ya no tengamos el control, incluso cerca de las áreas habitadas. Este no es un proyecto visionario, sino que ya se ha produci- do a nuestro alrededor. El paisajista francés Gilles Clément lle- va años afirmando la necesidad de reconocer la difusión de lo que él llama un “tercer paisaje”; es decir, zonas donde la natura- leza ha reconquistado de forma gradual edificios o infraestruc- turas abandonadas. En cierto sentido es inevitable que así sea: nuestras ciudades han crecido hasta el punto de que encierran zonas que tradicionalmente pertenecen a otras especies. Los venados se pasean por el centro de Bolzano, aparecen zorros en el metro de Londres, los jabalíes invaden las afueras de Floren- cia, y esto no son más que síntomas de una nueva suerte de proximidad con el reino animal que debemos aprender a mane- jar, sabiendo que a menudo la mejor manera de actuar es renun- ciar al control, la suspensión voluntaria de cualquier forma de intervención. En las siguientes décadas tendremos que afrontar el desafío de una ética urbana que ya no es completamente antropocéntri- ca, una ética que, al bajar a nuestra especie de su pedestal, razo- na con ideas de cohabitación de diferentes especies en el mismo territorio, incluso si estas no son domésticas. Ya existen ciudades encaminadas en esta dirección, como Bombay o Nueva Delhi, donde las antiguas tradiciones de respe- to por las demás especies se manifiestan aún hoy en la conviven- cia entre humanos y animales en el espacio público. Pero tam- bién ciudades, como Vancouver y Boston, donde la política urbana tiene por objetivo aprovechar todos los sistemas natura- les y naturalistas, anticipando corredores verdes y parques sin acceso para el hombre. Y los casos de ciudades como Múnich, Madrid o Milán, donde los grandes bosques que rodean las ciu- dades y las considerables superficies metropolitanas reforesta- das se han pensado como lugares que den cabida a la biodiversi- dad, ya sea animal o vegetal. 4. Compactación y descarte Tanto en Europa como en Estados Unidos, existe un riesgo cons- tante de que grandes porciones de áreas construidas en las últi- mas décadas con un tipo de urbanización difusa entren irremisi- blemente en crisis. Grandes superficies de urbanizaciones de baja densidad han comenzado a dar señales de decadencia, inse- guridad y una habitabilidad limitada. Interminables extensio- nes de viviendas unifamiliares, centros comerciales y almacenes presentan condiciones en las que ya no puede contemplarse la posibilidad de generar una infraestructura pública, ya sea por- Proyecto de acueductos, estudios preliminares para el plan conceptual de la Expo Milán 2015 por la Consultoría Internacional de Arquitectura (Stefano Boeri, Richard Burdett, Jacques Herzog y William McDonough) 7Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea MEDIR que no merezca la pena por la baja densidad de la población, o porque el espacio ya no existe dentro de la alfombra intermina- ble y la profusión difusa de pequeños objetos y recintos priva- dos. Pensar cómo afrontar esta crisis implica también imaginar alternativas que, dentro de la compacidad del centro de las ciu- dades, ofrezcan las condiciones de vida, el confort y la economía de los suburbios. Una densificación urbana que incorpore el crecimiento com- pacto y en altura en determinadas partes de la ciudad –y por ende, un desarrollo demográfico circunscrito a espacios particu- lares– es una posible solución a la crisis de viviendas de la que Metrobosque, multiplicity.lab (Stefano Boeri, con Isa Inti, Giovanni La Varra y Camilla Ponzano), auspiciado por la provincia de Milán, 2007 8 adolecen los territorios de urbanización difusa. Debemos pensar en una densificación limitada, dirigida y selectiva en nodos don- de el transporte público funcione como un elemento disuasivo contra el uso del automóvil y, en consecuencia, que el tráfico pri- vado no aumente. También es importante que esta densificación –que además puede incluir procesos de reutilización, sustitución o implantación de edificios existentes– se traduzca en una alter- nativa rentable y de calidad que sustituya a la vivienda unifami- liar tradicional. La idea de proponer edificios altos llenos de superficies y espacios verdes comunes –como el proyecto del Bosque Vertical en Milán– se inscribe dentro de las políticas de desmineraliza- ción de la ciudad, idealmente combinadas con proyectos de den- sificación demográfica y reforestación urbana. No se trata de una propuesta para sustituir la presencia de parques y bosques en la ciudad, sino que se basa en la posibilidad de aportar a la ciudad el equivalente a casi cuatro hectáreas de bosque en plantas y árboles (más de 2.100 plantas en los 43 pisos de las dos torres). Y en cuanto que superficie compacta habitable –las dos torres del Bosque Vertical cuentan con casi 18.000 m2 de espacio inte- rior y 6.000 m2 de terrazas arboladas con sombra– funciona como un modelo alternativo a la urbanización difusa de un barrio de 45.000 m2, pero con una huella de carbono de tan solo 1.200 m2. Asociar los proyectos de densificación urbana con políticas para descartar territorios periurbanos en desuso mediante incentivos fiscales y de crédito es hoy una elección osada, aun- que fundamental si lo que queremos es reducir de manera efecti- va la extensión urbana desmedida y propiciar una nueva rela- ción entre la esfera vegetal y la antropocéntrica en el corazón de nuestras ciudades. 5. Desertificación y subsidios Nada de esto tiene sentido si no activamos inmediatamente polí- ticas para reducir drásticamente la actual “desertificación” urbana. Aunque vivimos en ciudades vacías, nos obstinamos en querer expandirlas aún más. Estamos rodeados de miles de viviendas vacías, pero solo pensamos en construir y reconstruir casas nuevas, en cómo ampliarlas, hacerlas más altas y repetir- las. Ya no podemos permitirnos ignorar esta evidente paradoja. Tendría que bastar con mirar a nuestro alrededor: ser cons- cientes de cuántos carteles de “se vende” o “se alquila” hay en las fachadas de los edificios y del gran númerode casas, apartamen- tos y oficinas vacíos que nos encontramos en nuestros itinera- rios diarios. De las 1.715.000 viviendas que hay en Roma, 245.000 (una de cada siete) están vacías. De las 1.640.000 viviendas que hay en Milán, más de 80.000 están vacías, y casi 900.000 m2 de espacio de oficinas –el equivalente a la superficie de treinta torres Pirelli– están desocupados. 9Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea MEDIR La poca atención que se presta a las causas de esta desertifica- ción es realmente alarmante. En Italia, las razones son tres: la desconfianza en un sistema inmobiliario que no garantiza cier- tas reglas, el miedo a perder inmuebles valiosos debido a inquili- nos endeudados o inmóviles, y, por último (y específicamente en lo que se refiere a los edificios de oficinas), normativas rígidas que prohíben usos mixtos o diversificados (vivir y trabajar en un mismo edificio, por ejemplo). La desertificación urbana no es solo un problema urbano, sino un fenómeno generalizado que, si se afronta, podría cubrir las necesidades de millones de familias, pequeñas constructoras y profesionales, constituyendo así un gran laboratorio para las políticas urbanas. En este sentido, los espacios vacíos de nues- tras ciudades son el reflejo físico del abismo que hoy separa a las instituciones públicas de la energía vital que caracteriza a la sociedad civil. Tampoco es casual que hayan aparecido una serie de agencias “sociales privadas” para llenar este vacío con progra- mas de subsidios y acciones públicas: inmobiliarias sin ánimo de lucro –como las que pueden encontrarse en Barcelona, Turín y Milán– que garantizan un ingreso a los propietarios y ofrecen alquilar espacios a precios bajos (aproximadamente un 30 % por debajo que los precios de mercado) para quienes los necesiten (no solo inmigrantes y personas en situaciones inciertas, sino tam- bién estudiantes, trabajadores temporales y familias jóvenes). El Bosque Vertical, Studio Boeri (Stefano Boeri, Gianandrea Barreca, Giovanni La Varra), 2009 10 11Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea MEDIR Para que estas experiencias se conviertan en una realidad más generalizada, tienen que superarse los miedos y la inercia, al tiempo que se promueve un mercado para las intervenciones de recuperación y reestructuración del stock inmobiliario. Es nece- sario fomentar políticas públicas que impulsen a que nuestras autoridades locales ofrezcan fondos de garantía que respalden las intervenciones inmobiliarias. Y es más importante aún crear políticas urbanas capaces de instigar una recuperación creativa de nuestros territorios urba- nos. Las ciudades tienen que dejar de crecer a base de consumir naturaleza y territorio agrícola y, en lugar de ello, preocuparse por su entorno, dedicarse a regenerar y recuperar los desiertos urbanos que señalan la verdadera medida de la miope política actual. 1 Establecida en marzo de 2009 por el alcalde de Milán, la Consultoría Internacio- nal de Arquitectura para la Expo 2015 – cuyo alcance incluye su plan maestro– está integrada por Stefano Boeri, Joan Busquets, Richard Burdett, Jacques Her- zog y William McDonough. Registro de los edificios abandonados en Milán. Proyecto de tesis de Camilla Ramírez y Hana Narváez en el marco del multiplicity.lab (tutores: Stefano Boeri y Salvatore Porcaro), 2009 25 0, 0 m 25 0, 0 m 50 0, 0 m 50 0, 0 m 0,0 m 250,0 m 500,0 m 750,0 m 1000,0 m 1250,0 m 1500,0 m 0, 0 m 0, 0 m 75 0, 0 m 75 0, 0 m 10 00 ,0 m 10 00 ,0 m 12 50 ,0 m 12 50 ,0 m 15 00 ,0 15 00 ,0 17 50 ,0 17 50 ,0 Viale Giovanni Battista Pirelli Viale Giovanni Battista Pirelli V ia F ili pp o Tu ra ti duomo cordusio cairoli cadorna montenapoleone turati lanza missori Milano cadorna Station Duomo Square Via Giuseppe verdi Vi a S an ta M ar gh er ita Via MercantiVia Orefici Via Grossi V ia Broletto Via dei Boss i Via Clerici Vi a S . D alm az io Via S. Pr ospero Via del Lauro Via dell’Orso Vi a T or in o Via Spadari V ia G ui se pp e M az zi ni Vi a Ca pp ell ari Via Alberico Albrici Vi a Pa olo da C . Site visit final point Site visit begining point Under reconstruction Empty building [2] [1] [3] [4] [5] [6] [7] [9] [8] [10] [11] [12] [13] [14] 12 13Cinco retos ecológicos para la ciudad contemporánea MEDIR Re(e)volucionar la arquitectura Jeremy Rifkin Esta declaración, presentada en la XI Bienal de Arquitectura de Venecia, sostiene que la arquitectura debe desarrollar nuevas estrategias de diseño y construcción que tengan en cuenta las futuras crisis energéticas y el calentamiento global. Es el pro- ducto de un intenso debate entre cuatro arquitectos activa- mente comprometidos en la incorporación de soluciones soste- nibles en sus proyectos: Enric Ruiz-Geli (Cloud 9), José Luis Vallejo (Ecosistema Urbano), Jan Jongert (2012 Architekten) y Stefano Boeri (Boeri Studio).1 NOSOTROS, los arquitectos del mundo, somos conscientes de que el aumento de los costes energéticos está llevando a una des- aceleración de la economía global y, como consecuencia, fami- lias de todo el mundo atraviesan dificultades. NOSOTROS somos conscientes de que el aumento drástico de las emisiones de dióxido de carbono producido por el uso de combustibles fósiles está elevando la temperatura de la Tierra, y amenaza con un cambio sin precedentes en la bioquímica de las plantas y el clima global, que tendría consecuencias funestas para el futuro de la civilización humana y de los ecosistemas terrestres. NOSOTROS somos conscientes de que los edificios son los mayores consumidores de energía; son el elemento que más con- tribuye al calentamiento global inducido por los humanos al consumir entre un 30 y un 40 % de toda la energía generada y pro- ducir un porcentaje similar de emisiones de CO2. NOSOTROS somos conscientes de que la comunidad global necesita una nueva y potente narrativa económica, para abordar el debate y la agenda sobre la crisis energética global y el cambio climático no desde el miedo sino desde la esperanza, y no desde las limitaciones económicas que acarrean sino desde las posibi- lidades que abren. NOSOTROS somos conscientes de que, por primera vez en la historia, las innovaciones tecnológicas hacen posible reconfigu- rar los edificios existentes y construir otros nuevos que generen su propia energía a partir de fuentes de energía renovables y locales, permitiendo que volvamos a conceptualizar nuestros edificios como “centrales productoras de energía”. NOSOTROS somos conscientes de que los mismos principios de diseño y las tecnologías inteligentes que hicieron posible Internet y las grandes redes de comunicación global “horizonta- les” apenas han comenzado a ser utilizadas para reconfigurar las 14 redes eléctricas del mundo, pero que lo harán, de modo que la gente podrá producir energía renovable en sus edificios y com- partirla peer-to-peer a través de regiones y hasta de continentes, tal como ya se produce y se comparte la información, para crear una nueva forma descentralizada de usar la energía. NOSOTROS somos conscientes de que volver a conceptualizar los edificios como centrales productoras de energía y transfor- mar las redes eléctricas del mundo en redes inteligentes para su distribución abrirá la puerta a una Tercera Revolución Indus- trial, cuyos efectos en la economía del siglo xxi serán tan impor- tantes como lo fueron los efectos de la primera y la segunda Revolución Industrial para los siglos xix y xx, respectivamente. POR TANTO, RESOLVEMOS comprometernos con un nuevo concepto revolucionario de la arquitectura, en el que se renova- rán o construirán viviendas, oficinas, centros comerciales, fábri-cas y parques tecnológicos e industriales como hábitats y cen- trales productoras de energía. RESOLVEMOS que dichos edificios recogerán o producirán energía localmente a partir del sol, del viento, de la basura, de los desechos forestales y agrícolas y de las fuentes hidro y geotérmicas, así como de las olas y las mareas, y que esa energía será suficiente para abastecer sus propias necesidades energéti- cas y generar un excedente que pueda compartirse. RESOLVEMOS colaborar con las industrias químicas e inge- nierías para desarrollar métodos –como el hidrógeno, las baterías de flujo, el almacenamiento en bombas, etc.– que puedan alma- cenar formas intermitentes de energía renovable para garantizar el abastecimiento ininterrumpido a la energía eléctrica. RESOLVEMOS colaborar con las industrias logísticas y de transporte con el fin de establecer las interfaces adecuadas para que los edificios puedan proporcionar energía renovable destina- da a la propulsión de vehículos eléctricos y baterías combustibles. RESOLVEMOS que esta transformación radical del papel de la arquitectura se apoyará en el confinamiento del crecimiento urbano a los límites actuales de nuestras ciudades y en la refo- restación de las extensas áreas urbanas limítrofes todavía sin construir. NOSOTROS, por tanto, apelamos a nuestros colegas arquitec- tos de todo el mundo para que se unan a esta re(e)volución de la arquitectura, con el objeto de empoderar a millones de personas en sus negocios, instituciones públicas y hogares para que gene- ren su propia energía limpia y renovable y para que compartan sus excedentes en redes inteligentes, con el fin de impulsar una Tercera Revolución Industrial y una nueva era poscarbono basa- da en la democratización de la energía y en el desarrollo econó- mico sostenible. 1 The Reader #11 (suplemento de Abitare, núm. 485, Milán, septiembre de 2008). 15 MEDIR La geografía y la población de Perú hacen que el país sea extremada- mente vulnerable a los impactos del cambio climático. Más del 70 % de la población vive en la franja desértica de la costa donde casi no hay fuen- tes naturales de agua. Para estas personas (unos ocho millones solo en Lima), el agua procede de los gla- ciares andinos del centro del país y, durante la temporada de lluvias, del agua de lluvia. Los científicos y el Panel Interregional sobre Cambio Climático predicen que los glaciares peruanos habrán desaparecido den- tro de quince años. Perú ya ha comenzado a prepararse para esta eventualidad con proyectos de inge- niería a gran escala, esfuerzos para la conservación del agua y una ree- valuación de las tecnologías utiliza- das por las sociedades antiguas para su conservación y almacenaje. En Lima y en sus alrededores se están construyendo comunidades en las áridas laderas y las dunas cerca- nas al mar. Muchas de ellas no cuen- tan con agua corriente, de modo que se abastecen a diario mediante camiones cisterna que rellenan barri- les de plástico frente a las casas. En esas zonas, el agua es más cara que en los barrios más pudientes de la ciudad, que cuentan con un servicio de agua entubada municipal. A medi- da que el agua se vuelva más escasa, los precios subirán más y la pobla- ción con menos recursos para pagarla será la más afectada. En la laguna de Parón, en los Andes perua- nos, se hace acopio de agua durante la temporada de lluvias y se extrae con sifón en la temporada seca, un ejemplo del tipo de proyecto necesa- rio para asegurar el abastecimiento de agua futuro en Perú. El proyecto Canary Susannah Sayler Almacenaje de agua, laguna de Parón, Perú, 2008 16 17 MEDIR “Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo Susannah Hagan Cuando el diseño medioambiental amenazó con volverse la corriente predominante en la arquitectura europea hace una década –en parte porque las directrices de la Unión Europea se empeñaron en que así fuera–, circularon oscuras profecías sobre la muerte de la arquitectura, el estrangulamiento de la estética y la apropiación del discurso teórico por parte de gente que lle- vaba calcetines con sandalias y cuya motivación era solo ética. Lo que recibimos a cambio fue una serie de arquitecturas emer- gentes muy variadas en su posicionamiento ante la tecnología y la naturaleza; una minoría son muy ingenieriles y están determi- nadas por su función medioambiental; la mayor parte de ellas son hijas de la convención y la invención. De la misma manera, el diseño medioambiental a escala urba- na está hoy provocando alarma y suscitando la caricatura: la nueva ciudad será informal, anticorporativista y antidiseño, o una masa de ecosistemas “naturales” excesivamente planifica- dos y diseñados que interrumpen la geometría y la materialidad de la ciudad. Si la “ecoarquitectura” pudiera servirnos de ejem- plo, entonces ambas versiones aparecerían a la escala del “urba- nismo ecológico”, aunque la mayor parte de los proyectos sea una mezcla entre lo emergente y lo planificado, lo biótico y lo geométrico, y a esta síntesis le falte aún tiempo para evolucio- nar. La narrativa ecológica y sus prácticas aún se encuentran en estado embrionario. La narrativa del urbanismo es vieja, sus prácticas son diversas y las tenemos asumidas. Estas discipli- nas nunca habían estado antes en contacto, y no es un matrimo- nio que vaya a avenirse de un día para otro. Ambas establecen relaciones distintas dependiendo de las culturas, los climas, las políticas y las economías donde se llevan a cabo. Así, aunque aquí vaya a tratar del potencial de diseño de las medidas medioambientales, también trataré de sus limitaciones. Quienes estén formados en materia de diseño medioambiental se tomarán el “urbanismo ecológico” de forma bastante literal. Con tantas ciudades que sufren patologías medioambientales –aunque estas se deban a causas y efectos socioeconómicos–, esta literalidad se hace necesaria. Además, para quienes estén dispuestos a reflexionar, el urbanismo ecológico ofrece una perspectiva interesante sobre la idea de un “urbanismo metabó- lico”, una metáfora que ya ha dejado de serlo. A escala urbana, en la actualidad el objetivo medioambiental consiste en crear “eco- sistemas artificiales”, ciudades capaces de lograr las mismas eficiencias interdependientes que los ecosistemas naturales: 18 Un ecosistema puede caracterizarse por sus constituyentes abióti- cos, que incluyen minerales, clima, suelo, agua, luz natural, etc., y por los bióticos, sus miembros vivos. Dos importantes fuerzas vin- culan estos elementos constituyentes: el flujo de energía a través del ecosistema y el ciclo de nutrientes en el mismo.1 Las ciudades pueden verse de exactamente la misma manera. Hay pocos ejemplos a escala urbana, pero la ciudad danesa de Kalund- borg es uno de ellos: sus flujos y sus ciclos de recursos y sus dese- chos se reconfiguran como un metabolismo más integrado y toda- vía en evolución.2 Convertir la ciudad en un ecosistema artificial es un proceso bastante más complejo, a la par que interesante, para cubrir todas las superficies disponibles de vegetación. Mientras que hay mucha gente en el mundo de la arquitectura que celebra el glorioso derrocamiento del binomio naturaleza y cultura, no hay suficientes profesionales preparados para acep- tar todas las consecuencias que comporta. Además de teorizar y estetizar las relaciones entre arquitectura, ciudades y naturale- za, cabe considerar que el rendimiento de la naturaleza está comprometido por el rendimiento medioambiental de la cultura construida. En ambos casos, este rendimiento se entiende mejor, y se mejora, mediante medidas. El proceso es descaradamente utilitario, empírico, cuantificador y políticamente tendencioso. Se cuantifica lo cualitativo, y el entorno construido cuantificado esun indicador básico de la calidad de vida, o su ausencia,3 si no, pregúntenle al habitante de una favela. Si el binomio naturaleza y cultura puede analizarse hasta el infinito, lo mismo puede decirse del binomio cantidad y calidad. Si la naturaleza es cultura, entonces ha llegado la hora de que la cultura se convierta en naturaleza; es necesario que sea recípro- co. El concepto medioambiental de un paisaje “performativo” o “productivo” para la biomasa, la agricultura urbana, la gestión Un aspecto hasta ahora desatendido de las ciudades: la ciudad como metabolismo que debe modelarse sobre el ecosistema, más que sobre un Cadillac de la década de 1950 ECOSISTEMA flujo de energía abiótico minerales, clima, suelo, agua, luz natural biótico todos los seres vivos minerales, clima, suelo, agua, luz natural abiótico todos los seres vivos biótico ciclo de nutrientes CIUDAD COMO ECOSISTEMA 19 MEDIR La antigua favela de Paraisópolis, São Paulo, ahora incorporada a la ciudad El lugar de 70 hectáreas en Barra Funda, São Paulo, dividido por una línea férrea regional y con el río Tiete al norte 20 del agua, etc., propone una forma muy distinta de concebir la ciudad y la no ciudad, y como tal supone implicaciones cultura- les. Los terrenos sin construir ya no pueden considerarse vacíos, sino que están llenos de otra cosa. Lo no construido es potencial- mente una condición que tiene la misma intensidad que lo cons- truido. Haciendo un guiño a Patrick Geddes, dentro de una conti- nuidad regional hoy podemos deslizarnos conceptualmente entre zonas de una mayor intensidad ecosistémica (los subur- bios, la campiña) y zonas de mayor intensidad construida (las ciudades).4 En un futuro, lo ideal sería poder deslizarnos entre ecosistemas naturales (sin importar cuánto los hayamos reconfi- gurado) y artificiales (sin importar cuán naturales sean). Mien- tras tanto, el número creciente de ciudades no puede mantener el ritmo de su propia urbanización, y en estos casos –donde los pro- blemas económicos, sociales y medioambientales son indisocia- bles– puede abogarse por no comenzar por las causas (gobernan- za) sino por los efectos medioambientales. Podría argumentarse que es necesaria una buena gobernanza para ser capaces de comenzar a actuar de manera efectiva a cualquier escala y, aun- que esto es indiscutible, en la práctica podría estarse discutien- do indefinidamente con un único departamento municipal acer- ca de la buena gobernanza de un único lugar, lo que lo convierte en una tarea abrumadora. Por ejemplo, en los lugares con un cli- ma subtropical lo bastante frío durante el invierno como para necesitar calentadores eléctricos y lo bastante cálido en verano como para tener aire acondicionado, podría discutirse con los departamentos de urbanismo que las familias con bajos recur- sos deban gastar dinero y energía en aparatos que serían innece- sarios si las viviendas utilizaran energía solar pasiva y estuvie- ran bien aisladas. Por otro lado, los gobiernos municipales contarían con más recursos para invertir en este tipo de vivien- das si no tuvieran que reparar los daños de las inundaciones de cada año, resultado de un incumplimiento del porcentaje míni- mo de porosidad en la superficie urbana y de la falta de limpieza de los ríos urbanos contaminados. Los costes económicos de la energía son cuantificables; los costes sociales no. En consecuencia, en el diseño medioambiental la opción del proyectista es saber hasta dónde llevar estas medidas: pueden utilizarse sencillamente para evaluar los inputs y outputs de un determinado lugar, o para evaluarlos al comienzo de un proceso de proyecto para, al final, medir el éxito si se ha conseguido minimizarlos. O, lo que resulta más controvertido aún, pueden utilizarse como partes del proceso de diseño en sí. El análisis de medidas de un lugar mostrará las prioridades medioambientales específicas de ese lugar, y entre estas algunas podrán generar un primer nivel de un proyecto, una superficie performativa conti- nua sobre el plano horizontal por la que abogaba el urbanismo del paisaje y Kenneth Frampton.5 El rendimiento medioambien- tal particularizado puede introducirse en cualquier otra parte: 21“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo MEDIR edificios, infraestructuras, lo biótico, lo abiótico, lo denso, lo vacío. Después, tendrán que producirse negociaciones entre el historial de encarnaciones de la ciudad, su vida actual y este pai- saje medioambiental de datos. Las medidas medioambientales también pueden utilizarse para generar parámetros, hoy muy presentes en el diseño experi- mental, sobre todo en la vanguardia digital. En este caso el inte- rés se divide entre encontrar formas y la relación entre forma y rendimiento en aras de una nueva y elegante economía de medios. Como Haresh Lalvani observa: “Esta aproximación […] está profundamente conectada con la sostenibilidad, puesto que los recursos limitados requieren maximizar su rendimiento”.6 Allí donde quienes innovan en materia digital han tendido a inventar sus propias ecologías electrónicas, quienes innovan en materia medioambiental han tratado con ecologías de hecho, regresando del ciberespacio para aplicar este trabajo paramétri- La morfología ajerárquica de São Paulo, con edificios y densidades altas y bajas dispersas por la ciudad Barra Funda: típicos terrenos industriales abandonados 22 co al mundo material. Buena parte del diseño digital experimen- tal está lejos de su realización material. En palabras de Karl Chu, la “incorporación de la vida artificial y los sistemas inteligentes […] mediante la mutación biomaquínica de sustancias orgánicas e inorgánicas”7 es muy remota, como lo son los edificios que encontrarían y adaptarían sus formas en respuesta a presiones internas (genéticas) y externas (medioambientales). En el contexto medioambiental, esta postura paramétrico-per- formativa resulta más fácil de ver y ejecutar a escala arquitectó- nica,8 pero a escala urbana, donde lo medioambiental tiene un bagaje económico y cultural comparativamente mayor, no existe una relación directa y similar entre las causas medioambienta- les y los efectos de diseño. Una cubierta puede ser simplemente un refugio, pero una ciudad no. Aun así, podría ser útil comenzar a recurrir a paramétricas medioambientales a escala urbana, porque la reacción a estos datos medioambientales puede influenciar enormemente la construcción del lugar. La elección de la estrategia medioambiental (pues, en efecto, se trata de una elección) llevará a una de las varias relaciones posibles entre los edificios y el lugar, y entre el lugar y la ciudad. En São Paulo, junto con Joana Gonçalves y Denise Duarte de la Universidade de São Paulo, y Swen Geiss de R/E/D, examinamos la interrelación entre las medidas medioambientales y los resul- tados socialmente beneficiosos.9 En Londres, R/E/D se centra en las relaciones entre las medidas medioambientales y el urbanis- mo para desarrollar un proceso de diseño transferible dirigido por el rendimiento medioambiental, por más difícil que resulte implementarlo en una cultura de gobernanza a corto plazo. El Laboratorio de Confort Ambiental y Eficiencia Energética (LCAEE)10 escogió un lugar de prueba de 70 hectáreas en Barra Funda, São Paulo, porque tipificaba muchas de las condiciones de la ciudad: estar situada cerca del casco viejo, estar perdiendo población, sufrir inundaciones anuales, ubicarse lejos de la infraestructura ferroviaria y/o viaria y tener parches de solares industriales abandonados. Hacia el sur hay un parque y unos bloques de viviendas de clase media; hacia el norte, literalmente al otro lado de las vías férreas –puesto que una línea regional divide el lugar en dos–, hay favelas, viviendas obreras del siglo xix y un río contaminado. Una gran estaciónde autobuses y tre- nes se encuentra entre las vías en el centro del lugar, y hacia el este de la estación hay un parque diseñado por Oscar Niemeyer, o más bien una colección de pabellones sin parque. El gobierno municipal anterior clasificó Barra Funda como una de sus “operaciones urbanas”, pero las difíciles condiciones del lugar han dificultado su regeneración. Como muchas de estas dificultades eran medioambientales –aunque con causas y efec- tos socioeconómicos–, nos pareció apropiado sugerir una apro- ximación justamente medioambiental. Aunque comenzamos con el mismo tipo de usos de tierras, tipologías y análisis de densi- 23“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo MEDIR dad que cualquier otro profesional, pasamos luego a identificar los recursos y problemas medioambientales en el lugar y sus alrededores para concentrarnos en escenarios medioambienta- les de primer orden. Barra Funda goza de buenas condiciones de luz natural y régimen de lluvias, aunque estas últimas sean esta- cionales. El río contaminado al norte se inunda una vez al año, y hay niveles muy altos de contaminación acústica y del aire a causa de las vías férreas, que parten el lugar en dos, y de las arte- rias viarias circundantes. El asoleo sugiere el uso de tecnologías solares pasivas (calefacción gratuita) y paneles solares para agua caliente, al menos para las viviendas más pobres, y, en el caso de mayores recursos, paneles fotovoltaicos para producir electricidad. Debería recogerse el agua de las lluvias estaciona- les para soportar las épocas de sequía sin necesidad de traer agua desde fuera de la ciudad, y deberían gestionarse las inun- daciones y aumentar la porosidad del lugar. De todos estos parámetros medioambientales, la tecnología solar pasiva y la gestión de las inundaciones tienen un efecto directo en el diseño del lugar. La energía solar pasiva afecta directamente a la distribución de los edificios, mientras que la gestión de las inundaciones afecta a la distribución de los edifi- cios y a la propia construcción del lugar. Al tener como objetivo una densidad específica de viviendas por hectárea y utilizar diferentes combinaciones de un catálogo acordado de tipologías, generamos una serie de diagramas para entender las consecuen- cias espaciales iniciales de un rango de estrategias medioam- bientales (y decimos iniciales porque, aunque uno o más de los escenarios resultantes puedan cumplir nuestros objetivos, estos podrían ser menos aceptables como lugares urbanos, e incluso completamente inaceptables). Este es el punto en el que deben negociar ambas narrativas, la ecológica y la urbana, y tratar de igual modo las distintas prioridades en un proyecto. Contexto ambiental del lugar: las medidas de los recursos acuíferos in situ Precipitación anual 1.455 l/m2 14.550 m3/ha 1.047.600 m3/a in situ Demanda anual de agua potable 43,8 m3/pp a 17.520 m3/ha 919.800 m3 in situ Potencial reducción anual de agua potable 25 % 4.380 m3/ha 229.950 m3/a in situ 24 50 m de distancia a calles principales 100 m de distancia a calles principales 50 m de distancia a vías férreas 100 m de distancia a vías férreas Contexto medioambiental del lugar: diagrama de condiciones acústicas zona de amortiguación de inundaciones zonas porosas terrenos bajos terrenos altos Contexto medioambiental del lugar: diagrama de inundaciones del río Tiete riesgo de inundación por el río tóxico cercano riesgo de inundación por calles cuesta abajo Estrategia contra inundaciones: incremento de un 48 % de la porosidad del lugar 25“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo MEDIR Un método preeminente medioambiental como este puede miti- gar los peores problemas medioambientales de un lugar y gene- rar beneficios sociales, pero no necesariamente refleja las con- diciones sociales de una ciudad. Barra Funda cuenta con muchos pequeños negocios que a duras penas sobreviven en un área de alquileres bajos. Al norte hay favelas o asentamientos autoconstruidos. Esta actividad “de abajo arriba” no encaja con la creación de ecosistemas artificiales, que exigen un conoci- miento especializado para ser efectivos, y una intervención gubernamental para abrir un espacio dentro de la economía de mercado, sin la cual no se puede llevar a cabo este tipo de expe- rimentos. Esto no tiene nada que ver con las corporaciones que crean mercados nuevos para ellas mismas. Se trata de una reforma medioambiental a gran escala en ciudades donde exis- tan importantes problemas ecológicos. La intención del LCAEE y R/E/D consistía, pues, en reservar parte del lugar para la autoconstrucción de unidades de trabajo/vivienda con compo- nentes fabricados según estándares medioambientales. Aun- que puede que esto sirva para salvaguardar la tradición de la autosuficiencia, solo puede garantizarse un rendimiento medioambiental suficiente si se regula, aunque sea parcial- mente, la distribución. Las unidades autoconstruidas tendrán que respetar ciertas distancias entre ellas para garantizar la suficiente luz natural y beneficiarse del diseño solar pasivo, y el apelotonamiento típico de las favelas no se reproduciría en las nuevas urbanizaciones. En otras palabras, en muchas ciu- dades se necesita una síntesis diferente a partir del urbanismo ecológico –a caballo entre la autosuficiencia “de abajo arriba” y la gestión “de arriba abajo”– para proteger el rendimiento medioambiental. Esto debería ser aceptable para todos, salvo aquellos con una actitud más romántica hacia las favelas, siempre y cuando la gestión se haga consultando a quienes son Estrategia acústica: bermas plantadas a lo largo de las grandes carreteras y vías férreas (su porosidad se incrementa un 48 % de lo requerido para contrarrestar las inundaciones) 10,5 ha 8 ha 26 gestionados para que puedan discutirse y entenderse los cam- bios espaciales. El proyecto EnLUDe (Environmentally Led Urban Design, urbanismo dirigido desde un punto de vista medioambiental) de R/E/D difiere de obras actuales de sesgo enfáticamente medioam- biental –como pueden ser Dongtan, de Arup, o Masdar, de Nor- man Foster–, pues no empieza a proyectar sobre una tabla rasa, sino que va dirigido a ciudades existentes con problemas reales. Aunque los beneficios de las llamadas ecociudades incluyen la trasferencia de conocimiento, no ponderan la mitigación directa de las patologías de las ciudades existentes. R/E/D investiga si algún tipo de “performalismo” –alguna relación directa entre la forma urbana y el rendimiento medioambiental– puede unir un diseño medioambiental culturalmente desinformado con un diseño urbano medioambientalmente desinformado, sobre todo en ciudades de crecimiento muy rápido. Densidad deseada 21.000 p 400 p/ha Superficie construida bruta 740.000 m2 Volumen construido bruto 2.190.000 m3 Huella construida deseada 170.000 m2 < 33 % Infraestructura deseada 100.000 m2 < 19,2 % Espacio verde/porosidad deseados 250.000 m2 Densidad actual 18.500 p 356 p/ha Superficie construida bruta 649.500 m2 Volumen construido bruto 1.495.300 m3 Huella construida actual 115.700 m2 < 22,2 % Infraestructura actual 118.000 m2 < 22,6 % Espacio verde/porosidad actuales 248.000 m2 < 47,7 % Edificios existentes Edificios de 4 plantas de crujía simple, norte-sur Edificios de 8 plantas de crujía simple, este-oeste Edificios de 20 plantas de crujía simple, norte-sur Escenario 1: objetivos de porosidad: conseguido; vivienda mixta (60 % social, 40 % para ingresos más altos): conseguido; grandes superficies de cubierta para recoger agua: conseguido; objetivo de densidad: no del todo satisfecho al privilegiarse el rendimiento urbano sobre la densidad. Otro escenario podría invertir estas prioridades para generar una configuración diferente del lugar. 1 Encyclopaedia Britannica,vol. 4, Encyclopaedia Britannica, Chicago, 1985, págs. 358-359. 2 Véase: www.symbiosis.dk/industrial- symbiosis.aspx. 3 Véase: Thomas, Randall (ed.), Sustaina- ble Urban Design, Spon, Londres/Nueva York, 2003. 4 Geddes, Patrick, Cities in Evolution, Rout- ledge, Londres, 1997 (versión castellana: Ciudades en evolución, KRK, Oviedo, 2009). 5 Frampton, Kenneth, “Toward an Urban Landscape”, Columbia Documents, núm. 4, 1994, págs. 83-93. 6 Lalvani, Haresh, “The Milgo Experiment: An Interview with Haresh Lalvani”, Architec- tural Design, núm. 76 (Programming Cultu- res, editado por John Lobell), 2006, pág. 53. 7 Chu, Karl, “Metaphysics of Genetic Archi- tecture and Computation”, Ibíd., pág. 53. 8 Véase: www.ecologicstudio.com. 9 Véase: Hagan, Susannah, Digitalia: Architecture and the Digital, the Environ- mental, and the Avant-Garde, Routledge, Londres/Nueva York, 2008, págs. 115-124. 10 Laboratorio de Confort Ambiental y Efi- ciencia Energética (LCAEE), Faculdade de Arquitectura e Urbanismo, Universidade de São Paulo. 27“Performalismo”: medidas medioambientales y urbanismo www.symbiosis.dk/industrialsymbiosis. www.ecologicstudio.com. MEDIR Cultura natural Kathryn Moore El paisaje no es solo el contexto físico, el espacio público cons- truido, los parques naturales, litorales, plazas, paseos y calles, ni los lugares para caminar, sentarse o ver pasar la vida. El pai- saje se refleja también en nuestros recuerdos y valores, en las experiencias que tenemos de un lugar, ya sea como ciudadanos, trabajadores, visitantes, estudiantes o turistas. El paisaje es el contexto material, cultural y social de nuestras vidas. Esta perspectiva exige que redefinamos la naturaleza y que nos sobrepongamos a la dicotomía que tradicionalmente nos ha separado de ella. Esta dualidad perniciosa le otorga un estatus casi místico y es una de las razones principales por las que se sigue asociando el paisaje a la tecnología más que a las ideas. Sin embargo, ¿qué entendemos exactamente por naturaleza? ¿Por qué creemos que la “naturaleza” es buena para nosotros, si por naturaleza nos referimos a lo verde, a las cosas que crecen? Pre- gúntenle al ciudadano medio qué entiende por naturaleza en la ciudad, por ejemplo, y mencionará los árboles, los zorros urba- nos y las ratas, no necesariamente en ese orden y sin considerar- los a todos intrínsecamente buenos para nuestro espíritu. ¿Es acaso nuestro supuesto afecto por la naturaleza algo que com- partimos cultural, e incluso universalmente, como muchos nos harían creer? ¿Son su eficacia y su valor cuestiones de hecho, fuera de todo debate? Para salvar el planeta, ¿es una prerrogati- va científica descubrir todo cuanto podamos de la naturaleza? ¿Hay que dejarla a su aire, o alterarla y falsificarla para que se ajuste a nuestros designios? Si descuidamos un jardín crecerá la maleza, pero si permitimos que un bosque crezca tenemos “bio- diversidad”. La naturaleza es lo que hagamos de ella, y el proble- ma es que en la ciudad la naturaleza (el paisaje, “lo verde”, lláme- se como se quiera) es una idea a posteriori: árboles y arbustos importados y un césped que plantamos una vez que los arquitec- tos ya han acabado el edificio. Adoptar una postura fría, objetiva y científica, o bien o alegre- mente metafísica respecto a la naturaleza le hace un flaco favor al propio concepto. Ambas visiones aíslan la naturaleza de una perspectiva mayor, la disocian de la cultura, de los costes, del valor y de la rentabilidad. Reducir la naturaleza a sistemas natu- rales produce la impresión de que sencillamente puede separar- se de la toma de decisiones estratégicas y espaciales. Fácil de marginar, se la deja fuera del cuadro, es difícil de justificar, de confirmar, y acusa las consecuencias de las acciones a posteriori, 28 más que desde un inicio. Y todos hemos visto los resultados. Relegada a disputados metros cuadrados de césped, árboles, setos y acequias, “la naturaleza” se intercala después de haber tomado las importantes decisiones económicas, se encaja pul- cramente entre urbanizaciones y calles –por lo general a lo largo de arroyos, ríos o en esquinas de parques o de “espacios verdes informales”–, reducida a poco más que un bordado viviente. Vis- ta así, a menudo se asume con cinismo que la naturaleza es sufi- ciente para tratar cuestiones de calidad, y que el espacio verde se justifica en términos de su beneficio para la vida silvestre. No importa la estructura espacial del espacio público construido, la facilidad de movimiento, el sentido de pertenencia, la identidad cultural del lugar o la experiencia social y física de la gente que vive y trabaja en los lugares que diseñamos. Al margen de cuánta espiritualidad revolotee en torno al concepto de naturaleza, en El plan maestro para los jardines evolucionó a partir de un estudio inicial sobre la organización y fisiología de la orquídea hasta convertirse en una red tridimensional muy sofisticada de horticultura, ingeniería y arquitectura 29 MEDIR realidad nos es muy difícil no relacionarla con la tecnología. En un escenario más amplio resulta crítico dejar de dividir las cosas en pequeñas piezas, ya sean estas biológicas o culturales, de interés científico o artístico. Todo esto significa deshacerse tan- to de las posturas frente a la naturaleza inflexiblemente científi- cas como de las desbocadamente subjetivas. Más que ideas contra la naturaleza, lo que tenemos son ideas de la naturaleza. En lugar de considerar la naturaleza como algo separado de la cultura, hemos de reconocer que, por cómo vivi- mos, con cada intervención que hacemos expresamos (conscien- te o inconscientemente) una actitud hacia el mundo físico. La elección no es si trabajamos con el arte o la ecología, con la natu- raleza o la cultura… La pregunta es en qué medida nuestro com- portamiento resulta considerado, imaginativo y responsable, porque por cada una de nuestras acciones hay una reacción en el mundo físico. Dónde decidimos construir nuevas ciudades o ampliar las antiguas, o dónde colocamos calles, plazas, parques y jardines refleja el valor que le damos a la calidad de nuestro entorno físico. Dados los retos globales a los que nos enfrenta- mos, trabajar con los procesos naturales es un imperativo ecoló- gico, no hay otra alternativa. Pero lo que nos define es todo en conjunto, nuestras ideas y nuestros valores y sus manifestacio- nes físicas, sean verdes, azules o grises. Esto es lo que enmarca la experiencia que todos tenemos de los lugares en que vivimos, El Bosque de los Amantes, jardín del pabellón del Reino Unido, Expo Aichi 2005. Un jardín floral cambiante e iluminado, con una cerca de cal y plantado secuencialmente con dedaleras, helechos y césped bajo las copas de los árboles cambiantes. 30 y esta experiencia es la que constituye adecuadamente una defi- nición relevante de la naturaleza. Al fin y al cabo, los sistemas naturales no se detienen ahí donde empieza lo construido. Nuestras ideas sobre el paisaje son un tema de discusión y también una explicación que afecta a los clientes, a la comuni- dad y a las diversas profesiones. Las ideas pueden ser cohesivas y aglutinar todo tipo de cosas: argumentos, opiniones y valores. No hay mejor manera para ganarse los corazones y las mentes de todo el mundo implicado que una gran idea. Lo que examinamos hoy son formas de proporcionar al paisaje una impronta sostenible y duradera para brindarle una perspec- tiva fresca, no solo para reforzar las prácticas vigentes. Debe- mos conectar las estrategias espaciales a lugares reales y desa- rrollar formas de trabajar que estimulen y exijan la expresión de ideas fundamentales para lograr la excelencia en el diseño y la capacidad de generar lugares atractivos, pues la calidad del entorno es directamente proporcional a la calidad de vida. La ecuaciónes tan sencilla como incuestionable. En el centro del jardín se encuentran los superárboles, una fusión de naturaleza, tecnología y arte. Los espectaculares jardines tropicales verticales contienen helechos, orquídeas y plantas trepadoras, así como máquinas medioambientales equipadas con celdas fotovoltaicas, colectores térmicos solares, aparatos para recoger el agua de lluvia y conductos de ventilación. 31Cultura natural MEDIR Investigar la importancia de la información de modelos energéticos a medida: un estudio del Gund Hall Holly A. Wasilowski y Christoph Reinhart En la industria norteamericana de la construcción las simulacio- nes computarizadas de energía, o “modelado energético”, susci- tan cada vez mayor interés. Estas se emplean en la toma de deci- siones de diseño e informan de cuánto ahorro de energía proporciona un rendimiento superior de la inversión. Hasta aho- ra, normalmente eran los ingenieros mecánicos o consultores especializados quienes realizaban el modelado energético, pero una nueva generación sofisticada de interfaces de usuarios grá- ficas (IUG) comerciales parecen apuntar a las necesidades de los estudios de arquitectura, y sus desarrolladores insinúan que dichas herramientas se han vuelto tan intuitivas que “cualquie- ra, hasta los arquitectos” puede usarlas. Este proyecto se pre- gunta: ¿con qué grado de éxito puede un grupo de estudiantes de arquitectura aprender a construir un modelo energético para un edificio comercial complejo? Un aspecto clave de estas sofisticadas interfaces es que ofre- cen bibliotecas de valores por defecto para cargas de energía internas. Por ejemplo, si uno fuera a modelar un aula sin saber anticipar cuántos vatios por metro cuadrado de aparatos enchu- fados hay, el modelador puede buscar los valores por defecto incorporados en el software para un aula universitaria típica. Esto suscita otra pregunta: ¿en qué circunstancias estos valores por defecto son un atajo aceptable, y en qué situación merece la pena el esfuerzo de generar inputs a medida? Al margen de los inputs de cargas internas, los modelos ener- géticos también requieren inputs climáticos. En muchas partes del mundo hay archivos disponibles del año meteorológico tipo (AMT) que se utilizan para el modelado energético. Sin embargo, esta información normalmente no es específica de la ubicación de un edificio o del período de tiempo en cuestión, de modo que se nos presenta otra pregunta más: ¿qué efectos tienen estos archivos climáticos en la precisión del modelo energético, y qué debe hacer el modelador en aquellas geografías donde dicha información no está disponible? Cada una de estas preguntas formó parte de un seminario de investigación sobre simulación energética del rendimiento en edi- ficios celebrado en la Graduate School of Design (GSD) de la Har- vard University. El caso de estudio fue el propio edificio de la GSD, el Gund Hall, uno de los “peores escenarios” concebibles para esta investigación, dados sus horarios de ocupación atípicos y la 32 diversidad de las actividades de sus ocupantes. Once alumnos de posgrado estudiaron y confeccionaron un modelado del Gund Hall mediante el IUG DesignBuilder para el buscador de simula- ciones EnergyPlus del Departamento de Energía de Estados Unidos.1 Los estudiantes prepararon cuestionarios para los ocupantes, llevaron a cabo observaciones empíricas, entrevistaron al encar- gado de mantenimiento e instalaron medidores de voltaje para crear inputs modelo a medida.2 Estos incluían los horarios de funcionamiento del sistema de climatización, información sobre densidades (personas/m2 o W/m2), distribución horaria de los ocupantes, los enchufes y la iluminación. Después efectuaron una simulación energética valiéndose de todos los inputs a medi- da, seguida de una serie de simulaciones donde sustituían estos por los valores por defecto proporcionados por DesignBuilder. También crearon dos archivos climáticos a medida, uno a partir de una estación meteorológica que los propios alumnos instalaron en la cubierta del Gund Hall,3 y otro a partir de infor- mación meteorológica recopilada por otras estaciones meteoro- lógicas locales.4 Se ensayaron múltiples simulaciones energéti- cas utilizando estos archivos meteorológicos y los valores por defecto de los archivos AMT.5 Por último, se compararon los resultados simulados entre sí y con los datos medidos de las instalaciones. Gund Hall, sede de la GSD, Harvard University 33 MEDIR El consumo mensual de electricidad del Gund Hall se comparó con simulaciones que utilizaban diferentes combinaciones de cargas internas a medida o por defecto. A nadie sorprendió que las cargas completamente a medida se acercaran más al consu- mo medido de electricidad que las simulaciones basadas en suposiciones por defecto. Para las cargas completamente a medida, el margen de error anual fue de un 0,2 %, a diferencia del 18 % que puede observarse para una simulación completamente por defecto (véase la primera gráfica). Además de las cargas de electricidad, se estudiaron las de cale- facción y climatización, y, de nuevo, la simulación a medida superó con creces la simulación por defecto. Es más, cada tipo de input (ocupación, carga para tomas, iluminación y horario de cli- matización) tuvo un impacto significativo en la precisión de los resultados de la simulación. Las cargas mensuales de calefacción para el Gund Hall se compararon con simulaciones que utilizaban archivos meteoro- lógicos diferentes (véase la segunda gráfica), donde puede apre- ciarse que cada archivo tiene una precisión similar. Lo mismo sucede con el consumo de aire acondicionado. Después de la experiencia de modelar el Gund Hall, se pregun- tó a los alumnos si se sentían cómodos con sus aptitudes para el modelado y si volverían a usar el software. Parecían estar razo- nablemente satisfechos con los resultados de la simulación, y había una expectativa general de que, con mínimos ajustes, los resultados podrían acercarse aún más a la información medida. Sin embargo, los alumnos expresaron su malestar al trabajar con un modelo demasiado complejo, e indicaron que se siguen nece- sitando especialistas, sobre todo en las fases avanzadas del diseño. En el caso del Gund Hall, cada uno de los inputs de carga internas estudiados tuvo un impacto significativo en la preci- Cargas de electricidad mensuales: medidas versus simuladas 250 MWh 200 MWh 150 MWh Aug Gund Measured 2007/2008 Simulation with Custom Inputs Simulation with Default Occupany & Plug Loads Simulation with Default inputs Sep Oct Nov Dec Jan Feb Mar Apr May Jun Jul Simulación con inputs por defecto Ago Sep Oct Nov Dic En Feb Mar Abr May Jun Jul Medidas en el Gund Hall, 2007-2008 Simulación con inputs a medida Simulación con ocupación por defecto y cargas 34 Los autores quieren agradecer a los siguientes alumnos su dedicación a este proyecto: Diego Ibarra, James Kallaos, Anthony Kane, Cynthia Kwan, David Lewis, Elli Lobach, Jeff Laboskey, Sydney Mains- ter, Rohit Manudhane, Natalie Pohlman y Jennifer Sze. Quisieran también expresar su agradecimiento a la GSD y al Real Estate Academic Initiative de la Harvard University. 1 Se eligió este paquete de software por su extensa biblioteca de plantillas por defecto. DesignBuilder versión 1.9.0.003BETA, acceso en febrero de 2009, www.designbuildersoftware.com, Departa- mento de Energía de Estados Unidos, EnergyPlus versión 2.2.0.025, acceso en febrero de 2009. Versión DLL por defecto inscrita en DesignBuilder, apps1.eere. energy. gov/buildings/energyplus. 2 Medidores de voltaje empleados: watts up? Pro ES, de Electronic Education Devi- ces; www.wattsupmeters.com y Kill A Watt EZ P4460, de P3 International Corporation, www.p3international.com. 3 Estaciones meteorológicas utilizadas: HOBO,Onset Computer Corporation, Bourne (Mass.), www.onsetcomp.com. Incluye: kit de estación meteorológica para principiantes, software HOBO, sensor de radiación solar, nivel para sensor solar y juego de trípodes. 4 Ubicación de las estaciones meteorológi- cas: Massachusetts Institute of Technology Green Building, ubicación: a 2,6 km del Gund Hall. Hardware de la estación meteorológica: Davis Vantage Pro 2; software: VWS V12.08. University of Massachusetts en Boston, ubi- cación: a 9,4 km dle Gund Hall. Hardware de la estación meteorológica: Davis Vantage ProPlus; software: no disponible. 5 Departamento de Energía de Estados Unidos, EnergyPlus Climate File Database, acceso en febrero de 2009, apps1.eere. energy.gov/buildings/energyplus/cfm/ weather_data. 6 La estación meteorológica del Gund Hall costó menos de 2.500 dólares y produjo resultados adecuados y pudo proveer de información satisfactoria a diversos pro- yectos de construcción. Cargas de calentamiento mensuales: medidas versus simuladas Simulation with EPW2, Gund Weather (Nov 2008) & Boston TMY Weather Simulation with EPW1, MIT & UMass Weather 2007/2008 Gund Measured 2007/2008 600 MWh 400 MWh 200 MWh 0 MWh Aug Sep Oct Nov Dec Jan Feb Mar Apr May Jun Jul sión de la simulación. Este ejemplo es solo un edificio, pero nos sugiere que registrar inputs de carga internos y fiables es un ejercicio muy valioso para la actualización de proyectos, y que, en el caso de proyectos nuevos, los supuestos presentados por las simulaciones deben revisarse con detalle con el propietario del edificio. Finalmente, este proyecto indica que confeccionar archivos meteorológicos a medida es innecesario allí donde los haya por defecto, lo que incluye la mayor parte de las ciudades norteamericanas; en otros lugares crear unos archivos propios es viable y relativamente económico.6 Ago Sep Oct Nov Dic En Feb Mar Abr May Jun Jul Medidas en el Gund Hall, 2007-2008 Simulación con EPW1, MIT y UMass Weather, 2007-2008 Simulación con EPW2, Gund Weather (nov. 2008) & Boston TMY Weather 35Investigar la importancia de la información de modelos energéticos www.onsetcomp.com. www.designbuildersoftware.com, www.wattsupmeters.com MEDIR Percepción de la densidad urbana Vicky Cheng y Koen Steemers En décadas recientes, a medida que las sociedades globales se han vuelto cada vez más urbanas, la densidad urbana ha pasado a ser un asunto muy controvertido. En el Reino Unido, por ejem- plo, los presuntos beneficios de la compactación urbana –usos de tierras, transporte e infraestructuras más eficientes– han sido la base de cierto número de iniciativas de planificación, entre ellas, el Urban Task Force de 19991 y el subsiguiente plan para Londres de la Greater London Authority.2 Parecería que la densificación es inevitable. Sin embargo, cuando los planifica- dores hablan de aumentar la edificabilidad,3 ¿cómo afecta a nuestro confort perceptual? En otras palabras, ¿es posible aumentar la densidad física al tiempo que se limita la percep- ción de densidad? A diferencia de cuestiones como el valor de los terrenos, el pre- cio de la vivienda o la demanda de servicios, que pueden mode- larse razonablemente con respecto a la densidad, el efecto de nuestro confort perceptivo no está bien entendido. Nuestra per- cepción no solo depende de la densidad física, sino que también entran en juego otros factores del entorno. Si somos capaces de manipularlos, podrían abrirse oportunidades para integrar el Edificabilidad, ocupación y factor de visión del cielo 0,55 0,5 0,45 0,4 0,35 0,3 0,25 0,2 0,15 0,1 0,05 0 Vi st a ab ie rt a Densidad alta (Aleatorio, Aleatorio) O: 9 % (Aleatorio, Uniforme) O: 9 % (Uniforme, Aleatorio) O: 9 % (Uniforme, Uniforme) O: 9 % (Uniforme, Aleatorio) O: 36 % (Uniforme, Uniforme) O: 36 % 0,36 0,11 0,3 0,06 0,5 0,2 * O.: ocupación Vi st a ob st ru id a Densidad baja Fa ct or d e vi si ón d el c ie lo 3,61,44 7,2 Edificabilidad 36 análisis urbano a desarrollos futuros y a la regeneración urbana, de modo que la incomodidad perceptiva pueda aliviarse. Tomando Hong Kong como un laboratorio urbano, estudiamos las principales variables de la percepción de la densidad urbana, explorando parámetros alternativos a aquellos que normalmen- te se emplean para expresar la densidad. En este contexto muy denso, examinamos la percepción de la gente y su satisfacción respecto de la densidad urbana con dos métodos: 1) respuestas a fotografías de escenarios urbanos reales; y 2) respuestas a ubi- caciones urbanas reales. Ambos métodos se administraron mediante cuestionarios. Seleccionamos ocho lugares, todos ellos dentro de Hong Kong, como contexto de nuestro estudio. Cada uno de estos lugares expresa densidades y disposiciones distin- tas, con un amplio abanico de características urbanas asociadas a la forma construida.4 Los resultados presentan una fuerte correlación negativa entre satisfacción y densidad percibida,5 lo que sugiere que la percepción de las altas densidades se considera un aspecto negativo de la vida urbana de Hong Kong. Por tanto, crear un entorno urbano satisfactorio implicaría reducir la percepción de la densidad. Seguidamente investigamos un número de pará- metros urbanos y calibramos sus efectos en la percepción de la densidad. La edificabilidad, una de las medidas de densidad más utiliza- das en urbanismo, tiene una relación importante, aunque débil, con la densidad percibida y sugiere que la densidad física real tiene una influencia menor en la percepción de la densidad. Urbanizaciones con edificabilidad similar pueden mostrar for- S1 Battery Street S3 Wai Ching Street S2 Parklane S4 Southwall Road S5 TST East S7 Hillwood Road S6 Granville Road S8 Man Wah Estate Factor de visión del cielo 0, 9 0, 8 0, 7 0, 6 0, 5 0, 4 0, 3 0, 2 0, 1 Hong Kong desde lo alto: uno de los tejidos urbanos más densos del mundo Mapa del factor de visión del cielo para ocho casos de estudio en Hong Kong que presenta la distribución de dicho factor medio en diversos entornos urbanos 37 MEDIR mas urbanas distintas y, por tanto, percibirse de maneras com- pletamente diferentes. Dos de nuestros lugares de estudio, Southwall Road y TST East, tienen edificabilidades similares (aprox. 5), pero expresan formas urbanas muy diferentes. Southwall Road es un típico ejemplo de edificios de baja altura y alta ocupación, mientras que TST East muestra lo contrario, de modo que los encuestados percibieron Southwall Road como un lugar más agradable. Sin embargo, lo que hace que TST East se percibía como algo más deseable que Southwall Road es su aper- tura espacial. Utilizamos el factor de visión del cielo como medida de aper- tura especial; un factor 1 de visión de cielo implica una visión completa del cielo (por ejemplo, a campo abierto) y un factor 0 implica una visión nula. Según nuestro estudio, la percepción de la densidad disminuye al incrementarse la visión del cielo. TST East cuenta con un factor de visión de cielo mucho mayor que Southwall Road6 por baja ocupación, lo que produce como resul- tado un amplio campo de visión del cielo. Debe hacerse hincapié en la importancia tanto de la cantidad como de la calidad de ese espacio abierto. Aunque la relación S1 Battery Street S3 Wai Ching Street S2 Parklane S4 Southwall Road FV C Lu ga r E A V Ocho lugares estudiados. La EAV es un espacio abierto visible, la relación del espacio visible total respecto a la superficie en un radio de referencia de 100 m. FVC es el factor de visión del cielo, la proporción de cielo visible en un punto respecto a la bóveda celeste. 38 entre la calidad del espacio abierto y la percepción de densidad no se investigó en detalle, nuestros resultados sobre un número de propiedades no morfológicas en la percepciónde la densidad pueden arrojar luz sobre la materia. Según nuestro estudio, el tráfico rodado, la intensidad del trá- fico peatonal y la señalética fueron rasgos que aumentaban la densidad percibida. El efecto de la vegetación fue ambiguo y, aunque en general parecería reducir la sensación de densidad, hubo quien mostró preocupación por que la vegetación ocupara los escasos espacios peatonales, haciendo que las calles parecie- ran más densas. De modo similar, el efecto del arte urbano públi- co –como las esculturas– no se aprecia claramente en nuestros resultados, aunque parece que no se valora demasiado y se regis- traron muchos comentarios sobre las calles de Hong Kong, demasiado congestionadas y angostas. El factor de visión del cielo es un parámetro muy utilizado para definir la apertura del cielo en estudios urbanos microcli- máticos, y es fácil de computar.7 Se ha relacionado con cuestio- nes medioambientales como el rendimiento de la luz natural y el fenómeno de la isla de calor urbana. S5 TST East S7 Hillwood Road S6 Granville Road S8 Man Wah Estate 39Percepción de la densidad urbana MEDIR Como cabría esperar, los estudios teóricos de disposiciones urbanas muestran que el factor medio de visión del cielo se redu- ce a medida que aumenta la densidad física. Aun así, esos mis- mos estudios también ponen de manifiesto que para una densi- dad determinada (edificabilidad) el factor de visión del cielo varía mucho más en función de la ocupación. Esto demuestra que pueden crearse disposiciones urbanas físicamente densas – con una edificabilidad de 7,2, por ejemplo– donde el factor de visión del cielo pueda variar desde un pobre 0,06 a un 0,3 más aceptable. Como resultado, en teoría la densidad urbana con una edificabilidad de 7,2 puede tener una densidad percibida menor que una zona con una edificabilidad de 1,44. Este estudio introduce una nueva dimensión, el confort per- ceptivo humano, a la aplicación del factor de visión del cielo y deja ver el potencial de la integración global y sinérgica de la percepción humana y el conocimiento microclimático urbano, sobre todo en un contexto muy denso. El factor de visión del cielo puede ser un indicador para evaluar los rendimientos del urba- nismo, tanto en términos de percepción como de microclima urbano, y puede arrojar luz para la creación de una nueva políti- ca de planificación urbana. 1 Rogers, Richard, Towards an Urban Renaissance: Final Report of the Urban Task Force, Department of the Environ- ment, Transport, and the Regions, Londres, 1999. 2 The London Plan: Spatial Development Strategy for Greater London, Greater Lon- don Authority, Londres, 2004. 3 La edificabilidad es la proporción entre la superficie construida y la del solar. Con fines comparativos, en este estudio la superficie del área se define como la super- ficie del terreno en un radio de 100 m desde un punto de referencia preestablecido. 4 La edificabilidad osciló entre 2,9 y 7,8; la ocupación entre el 29 y 49 % aproximada- mente. 5 La densidad percibida se tasó sobre una escala de siete puntos, donde el 1 y el 7 representaban las densidades más bajas y altas respectivamente. 6 Los factores de visión media del cielo para TST East y Southwall Road son de 0,4 y 0,23 respectivamente. 7 Cheng, V.; Steemers, K.; Montavon, M. y Compagnon, R., “Urban Form, Density, and Solar Potential”, PLEA 2006: Twenty-Third International Conference on Passive and Low Energy Architecture, Ginebra, Suiza, 6-8 de septiembre de 2006, págs. 701-706; Ratti, C.; Baker, N. y Steemers, K., “Energy Consumption and Urban Texture”, Energy and Buildings, vol. 37, núm. 7, 2005, págs. 762-776. 40 Vistas de la calle desde cada lugar de Hong Kong estudiado 41Percepción de la densidad urbana MEDIR La región del estuario de Londres Terry Farrell Últimamente he invertido mucho tiempo en pensar y trabajar sobre la interrelación entre la ciudad de Londres y su periferia suburbana y rural. Siete millones de personas viven dentro de los límites metropolitanos de esta gran ciudad pero, aun así, sor- prendentemente en esta “esfera urbana” existen quinientas gran- jas en funcionamiento, así como grandes parques y numerosos ríos y lagos. Esta interrelación es en parte física –e incluye el suministro de agua, el drenaje y la producción de alimentos–, pero también en parte sociocultural (una agencia gubernamental establece el acceso a los espacios abiertos como un tema de cali- dad de vida, y cualquiera, incluso las clases pobres, que esté a más de 300 metros de un espacio abierto entra a formar parte de la categoría de los “privados de espacio abierto”). El estuario del Támesis, una subregión natural de la metrópo- lis, poco a poco se ha ido convirtiendo en la sala de máquinas de Londres, pues gestiona sus residuos, su producción de electrici- 42 dad y sus puertos, y constituye el frente de defensa contra la subida del nivel del mar. La experiencia nos dice que la necesi- dad agudiza el ingenio; el potencial del estuario londinense para convertirse en una fuente de innovación para las industrias eco- lógicas ha sido reconocido por múltiples agencias y e importan- tes medioambientalistas como Nick Stern, de la London School of Economics. Stern ha ayudado a cuantificar los efectos econó- micos de preparar a una mano de obra empobrecida y marginada para regenerar el parque agrario y la ecología de un paisaje post- industrial. La gestión de residuos y el reciclaje, las nuevas for- mas de producción eléctrica, la gestión del suministro de agua, etc., son una base sólida para la regeneración económica en el siglo xxi, y también la base para una zona que el Gobierno britá- nico ha declarado como la primera ecorregión del país. El objeti- vo no es buscar un resultado a corto plazo, sino utilizar lo que el Gobierno designó como “el mayor proyecto de regeneración en Europa” como ejemplo y como un banco de pruebas para la futu- ra planificación urbana y regional del país. La clave de la rele- vancia de esta ecorregión no tiene que ver ya con edificios nove- dosos y utópicos, sino con reaprovechar y mejorar lo que ya existe (1,5 millones de personas viven en la región del estuario de Londres). No obstante, el otro objetivo importante es conectar a los ciu- dadanos con la naturaleza y ofrecer, mediante la educación y la Estrategia para la Isle of Dogs, al este de Londres 43 MEDIR práctica, unos cimientos más firmes para la cultura rural. Hubo un tiempo en que el estuario de Londres desempeñó un impor- tante papel en el acceso al paisaje de los obreros de la industria. Los barcos de vapor y los ferries llevaban a las masas a sus tra- bajos de verano en los campos de lúpulo de Kent y los fresales de Essex, y la clase trabajadora pasaba sus vacaciones en los embar- caderos y en los paseos de las riberas del Támesis. Todo esto resulta difícil de creer ahora que el estuario está repleto de alma- cenes de petróleo, naves y muelles industriales, fábricas de auto- móviles, centrales de electricidad a base de petróleo, gas y carbón del siglo pasado, y la mayor parte de las plantas de tratamiento del Londres metropolitano que contamina el Támesis. Cuando trabajé hace años en el proyecto de parques para la isla de Chongming, en Shanghái, me quedé impresionado por cómo las nuevas culturas urbanas emergentes ya estaban pen- sando en el equilibrio entre lo urbano y lo rural. En Europa, par- Plan de parques de Thames Gateway 44 ques como el Emscher, en Alemania, han sido ejemplares para la planificación de paisajes postindustriales. Londres, la gran capi- tal y metrópolis británica, fácilmente cuenta con el peor acceso a la naturaleza y las zonas verdes de todo el país. Las ciudades otrora industriales del centro y norte de Inglaterra están rodea- das de grandes
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