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CAPÍTULO 10 LA PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL: EL ANÁLISIS ECOLÓGICO-CULTURAL Y ESPACIAL 10.1. Marco epistemológico A finales de los años 1960 se inician dentro de la Arqueología europea y norteamericana una serie de importantes cambios que, partiendo de la crítica al paradigma histórico-cultural que había dominado la disciplina prácticamente desde comienzos del siglo xx, producirán como resultado una configuración disciplinar enteramente nueva. Algunos de los trabajos más decisivos en la gestación de esta nueva etapa son los del arqueólogo norteamericano Lewis Binford (1930-), un discípulo de Leslie White en la Universidad de Chicago que irrumpe en la escena arqueológica con un célebre artículo publicado en 1962 con el título «Archaeology as Anthropology». Los trabajos más influyentes de Binford serían New Perspectives in Archaeology (Nuevas Perspectivas en Arqueología, publicado en 1968) y An Archaeological Perspective (Una Perspectiva Arqueológica, pu blicado en 1972), los cuales son considerados fundacionales de la deno minada Nueva Arqueología. Igualmente influyente es el trabajo del ar queólogo británico David Clarke (1937-1976), quien, a pesar de su prematuro fallecimiento antes del alcanzar los 40 años de edad, logra un amplio re conocimiento por sus libros Analytical Archaeology (Arqueología Analítica, también publicado en 1968) y Spatial Archaeology (Arqueología Espacial, aparecido póstumamente en 1977), este último de extraordinaria signifi cación para el tema del análisis arqueológico del territorio como se verá más adelante. A partir de esos y otros trabajos se define un renovador enfoque epistemológico de la Arqueología que recibe influencias de un conjunto bastante amplio de desarrollos intelectuales contemporáneos, entre los que destacan las filosofías científicas del neopositivismo lógico y la teoría de sistemas, así como las teorías antropológicas neoevolucionista, ecológico cultural y funcionalista. Aunque los planteamientos derivados de esas dis pares influencias no fueron nunca enteramente consistentes y muchos fue ron objetos de fuertes críticas, lo cierto es que la disciplina arqueológica dio un paso cualitativo enorme en su consolidación, alcanzando un ver dadero punto de no retorno (Zubrow, 1980: 21; Watson, 1991: 278). El 188 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO proceso de gestación y consolidación del enfoque procesual mediante la síntesis de todos esos elementos ha sido narrado en bastantes ocasiones en una amplia bibliografía y no será necesario entrar aquí en su descrip ción pormenorizada. Por lo tanto se hará tan sólo una breve síntesis de las principales claves epistemológicas del mismo al objeto de facilitar la explicación y discusión de la concepción novedosa del análisis arqueoló gico territorial que conlleva. a) Una de las influencias epistemológicas más notables del enfoque procesual es el de la escuela filosófica del neopositivismo lógico, especial mente a través del trabajo de Carl Hempel (1905-1997), filósofo de origen alemán asociado al círculo vienés de empiricistas lógicos. La filosofía hem peliana tendrá una extraordinaria influencia en la vocación cientifista del enfoque procesual, a través del trabajo de L. Binford. En su obra Philosophy of Natural Science (Filosofía de la Ciencia Natural, aparecida en 1966), Hempe\ plantea \as daves c\e su aproximación a\ prob\ema O.e \a cons trucción del conocimiento científico, delineando su teoría cientifista, ra cionalista y nomológica. En síntesis, Hempel asume una postura optimista y robusta con res pecto a la posibilidad de construir un conocimiento científico del mundo cierto y fiable y con respecto a la posibilidad de delimitar el mismo frente al conocimiento seudocientífico o acientífico (Hempel, 1989: 54). Tres elementos de su propuesta tienen especial relevancia en la Nueva Ar queología. Por una parte el énfasis en el método hipotético-deductivo, donde la parte empírica de la investigación (trabajo de campo, recogida y análi sis de datos) está guiada y ordenada por una serie de enunciados o gene ralizaciones teóricas de carácter hipotético. Por otra parte, el carácter no mológico del tonocimiento científico, esto es, que las hipótesis y teorías más confirmadas por las evidencias empíricas se subsumen en leyes cien tíficas, de tipo universal o de tipo estadístico, mientras que el grado de cre dibilidad de las teorías científicas es mesurable en términos de sus con trastaciones empíricas y del grado de conocimiento sobre esa materia en un momento dado. Finalmente, rechazando el falsacionismo popperiano, Hempel plantea que la comparación entre diferentes teorías científicas es posible y necesaria y se verifica, más allá de la existencia de diferentes en foques teóricos o paradigmas, a través de indicadores tales como la canti dad de evidencias confirmatorias, la variedad de las evidencias confirmato rias, el apoyo lógico-teórico, la consistencia con hipótesis o teorías bien demostradas, la simplicidad en el enunciado, etc. (Hempel, 1989). b) Una segunda influencia de importancia en la reacción epistemo lógica de la Nueva Arqueología es la Te01ia General de Sistemas*. Propuesta por el biólogo alemán Ludwig von Bertalanffy ( 1901-1972) en la década de los cuarenta, la TGS propone el estudio transdisciplinar de la organización abstracta de los fenómenos con independencia de su sustancia, tipo o es cala espacio-temporal de existencia, investigando tanto los principios co munes de todas las entidades complejas como los modelos (normalmente matemáticos) que se pueden utilizar para describirlas (Audi, 1999: 898). PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 189 La TGS propone un heurístico universal de análisis que conceptúa los pro blemas científicos en términos de conjuntos de partes interactivas que se retroalimentan, bien con objetos, energía o información (o bien con una combinación de los tres) siguiendo pautas y reglas de funcionamiento y comportamiento que pueden ser expresadas en modelos matemáticos. Aunque la TGS nunca ha llegado a ser aplicada en Arqueología con todo el rigor matemático exigido por su planteamiento seminal, es cierto que ha logrado mejorar notablemente el grado de formalización y sistemati zación de los análisis arqueológicos con respecto al paradigma histórico cultural (Trigger, 1992: 284). Asimismo, uno de los postulados principales de la TGS es que los sistemas del mundo real (organismos biológicos, por ejemplo) están en constante interacción abierta con sus entornos (p. ej., medio ambientes) y que mediante esa interacción pueden adquirir nuevas propiedades, lo que constituye un proceso de evolución continua, por lo que no es extraño que llegase a alcanzar un fuerte ascendiente sobre la Ecología Cultural, dentro de la cual llega a configurarse un enfoque eco sistémico (véase discusión más adelante). La influencia de la TGS en Arqueología, por tanto, llega también indirectamente por el interés del enfoque arqueológico procesual en el análisis ecológico. c) Una tercera influencia epistemológica que actúa sobre el enfoque procesual como consecuencia de su interés por el neopositivismo lógico y la TGS es la formalización estadística y matemática del análisis arqueoló gico. Dado su énfasis en la definición de las tendencias y patrones (leyes estadísticas) del comportamiento social humano (según su reflejo en el re gistro arqueológico) mediante modelos sistémicos, el procesualismo re clama el comienzo de un auténtico análisis de las relaciones entre varia bles arqueológicas, más allá de la descripción semiformalizada de las mismas que hasta la fecha había predominado dentro del paradigma de investiga ción histórico-cultural. Por la repercusión que tuvo y la polémica que ge neró, posiblemente sea el estudio de L. Binford (Binford y Binford, 1966) sobre la variabilidad funcional de los conjuntos líticos musterienses en Francia, el auténtico iniciode los estudios estadísticos de la variabilidad de datos arqueológicos. Además, hay que señalar que la rápida extensión del uso de los ordenadores desde finales de los años sesenta facilita enor memente la extensión del cálculo estadístico dentro de la Arqueología; el análisis estadístico es el propósito para el cual se introduce inicialmente la computación en Arqueología (Shennan, 1988: 2). Durante toda la década de los setenta se importan numerosas técni cas de análisis cuantitativo de otras disciplinas, como la Biología, la Sociología o la Geografía y se comienza a experimentar su aplicabilidad en investiga ción arqueológica: análisis de conglomerados, análisis de factores, análisis de componentes principales, técnicas de seriación y muestreo, pruebas de significación, etc. Los años 1980 (al menos en Estados Unidos, Francia o el Reino Unido) suponen la consolidación del razonamiento estadístico en Arqueología. Cada vez más estudios arqueológicos incorporan técnicas analí ticas de tratamiento de los datos, lo que se ha reflejado en la proliferación de revistas y conferencias, en una abundante literatura teórica y metodo- 190 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO lógica (Orton, 1980; Whallon y Brown, 1982; Carr, 1985; Aldenderfer, 1987, Madsen 1988; Shennan, 1988; Voorrips, 1990; Fletcher y Lock, 1991) y en una inabarcable literatura de aplicaciones empíricas. Por supuesto, aparte de la influencia de los postulados epistemológi cos del neopositivismo lógico y la teoría general de sistemas, con la con secuente tendencia a la formalización estadística y matemática del análi sis arqueológico, el enfoque procesualista incorpora una propuesta teórica y conceptual que estaba teniendo un enorme desarrollo en la antropolo gía norteamericana durante los años 1960: la Ecología Cultural. 10.2. El análisis ecológico-cultural 10.2.1. ÜRIGEN Y CONSOLIDACIÓN Puesto que este libro no asume ningún conocimiento previo por parte del lector o lectora, la explicación del enfoque teórico ecológico-cultural es abordada de una forma genérica. Por ello la Ecología Cultural es tra tada como un conjunto de principios y métodos de gran relevancia para la comprensión de cómo la Arqueología estudia las relaciones de las so ciedades humanas con su entorno. Se procede estableciendo i) los prece dentes de los que surge la Ecología Cultural, ii) su origen y consolidación, iii) sus principios epistemológicos básicos y iv) su impacto arqueológico. a) Antes de entrar en la discusión de sus principios teóricos y (espe cialmente) del impacto de la Ecología Cultural en el análisis territorial ar queológico es necesario tener en cuenta una serie de precedentes. Durante mucho tiempo, el estudio filosófico y científico de las relaciones entre las sociedades humanas y la naturaleza (lo que hoy designarnos con frecuen cia corno el medio ambiente) estuvo presidido por un enfoque determi nista rnedioarnbiental que es de hecho casi tan antiguo corno la filosofía occidental. De acuerdo con el deterrninisrno, las variables condiciones de la naturaleza son responsables de la distinta configuración cultural y so cial de las comunidades humanas, desde la economía hasta las costumbres y el folclore. Cuando las condiciones medioambientales cambian, la socie dad humana cambia también. Así, por ejemplo, desde Hipócrates y Platón, una larga tradición intelectual occidental especulaba con el grado de in fluencia que las condiciones climáticas tienen sobre la configuración aní mica y psicológica de los individuos y de los pueblos (Hardesty, 1977: 2-4). Expresión contemporánea del determinismo medioambiental fue el trabajo del geógrafo y antropólogo alemán Friedrich Ratzel (1844-1904), quien en su magna obra Anthropo-Geographie oder Grundzüge der Anwendung der Erdkunde auf die Geschichte (Antropo-Geografía o Principios Básicos de la Aplicación de la Geografía en la Historia, publicada en dos volúmenes en 188,2 y 1891) intentó demostrar de forma sistemática la relación entre los rasgos culturales y los factores geográficos en sociedades de todo el pla neta (Stora, 1994: 12). PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 191 A lo largo de las primeras décadas del siglo xx se fue configurando el posibilismo, una teoría alternativa al determinismo. Los avances de la Antropología Cultural permitieron ir acumulando un mejor conocimiento de la enorme variabilidad de comportamientos y pautas culturales exis tentes entre las sociedades humanas a escala planetaria. Ello dio lugar a que se reflexionara sobre el excesivo simplismo con que el determinismo medioambiental trataba la delicada cuestión de las relaciones entre las so ciedades humanas y su medio. De esta reflexión surgió un nuevo plantea miento, el posibilismo, de acuerdo con el cual el medio ambiente impone una serie de límites a la conformación y la evolución cultural de las co munidades humanas, pero no determina mecánicamente todos sus aspec tos concretos (Hardesty, 1977: 4; Alcina, 1989: 152; Stora, 1994: 13). La configuración medioambiental posibilita unos potenciales de desarrollo cultural y deniega otros, pero nunca llega a explicar todos los aspectos de la configuración particular de las culturas. b) El origen y consolidación de la perspectiva ecológica del análisis de las relaciones sociedad-medio se sitúa en las décadas de los cincuenta y los sesenta a través fundamentalmente de una serie de antropólogos nor teamericanos cuyos trabajos alcanzan una fuerte repercusión internacio nal en Antropología y Arqueología. El primero de estos teóricos es Julian Steward (1902-1972), autor de obras influyentes como Theory of Culture Change (Teoría del Cambio Cultural, publicado en 1955) o Evolution and Ecology (Evolución y Ecología, editado póstumamente en 1977). En estos trabajos, Steward toma el concepto de Ecología, que se venía manejando en biología desde finales del siglo XIX y acuña la noción de Ecología Cultural, a la que interpreta como el estudio de los procesos a través de los cuales una sociedad se adapta a su medio ambiente, siendo su principal objeto la determinación de si esas adaptaciones inician transformaciones socia les internas o cambios evolutivos. Sobre la base de un enfoque materia lista'" de la cultura y la sociedad, la aplicación de la teoría de sistemas y un robusto cientifismo, el planteamiento stewardiano de la Ecología Cultural alcanza rápidamente una amplia aceptación en Antropología y Arqueología, logrando la superación de la precedente dicotomía determinismo vs. po sibilismo. Una segunda corriente de pensamiento teórico que contribuye pode rosamente a la extensión de los principios epistemológicos de la Ecología Cultural es el neoevolucionismo de Leslie White (1900-1975), autor de obras no menos reconocidas internacionalmente como The Science of Culture (La Ciencia de la Cultura, 1969) o The Concept of Cultural Systems (El Concepto de los Sistemas Culturales, aparecido en 1975). La teoria neoevolucionista de L. White parte de una crítica del evolucionismo decimonónico y del par ticularismo histórico boasiano, defendiendo un concepto multilineal de evolución social donde las formaciones sociales no atraviesan necesaria mente los mismos estadios evolutivos. Sobre la base de un robusto cienti fismo, el análisis antropológico de White considera clave la utilización de la energía, a través de una tecnología en constante evolución, por parte de las culturas humanas. Cuanto más desarrollada tecnológicamente se halle 192 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO una cultura, más energía puede extraer de la Naturaleza; es decir, el desa rrollo de las culturas debe ser medido en términos del grado de aprove chamiento de la energía potencialmente disponible en la naturaleza, en función de la eficiencia de la tecnología disponible. La tercera gran corriente de abierta inspiración ecológico-cultural es el denominado materialismo culturalde M. Harris (1927-2001). A partir de una lectura crítica de la historia de la Antropología y muy especial mente de las propuestas derivadas del trabajo de K. Marx (1818-1893), Harris construye una teoría antropológica reflejada en sus obras princi pales, The Rise of Anthropological Theory (El Surgimiento de la Teoría Antropológica, publicado por primera vez en 1968), Cannibals and Kings: The Origins of Cultures (Caníbales y Reyes: Los Orígenes de las Culturas, pu blicado en 1977) y Cultural Materialism: The Struggle for a Science of Culture (El Materialismo Cultural. La Lucha por una Ciencia de la Cultura, publi cado en 1979). A semejanza de White, Harris propuga el fortalecimiento cientifista del estudio antropológico de las culturas hasta el extremo de proclamar la ciencia de la cultura, para lo cual rechaza explícitamente va riantes del marxismo tales como el materialismo histórico o dialéctico por su excesiva afinidad y dependencia con respecto de agendas ideológicas y políticas y por el fuerte componente teleológico1 ' de sus propuestas (cf. dis cusión de este tema en Bloch, 1983: 131, y Kohl, 1981: 97). La importan cia concedida a los procesos de adaptación a nichos ecológicos específi cos, la tecnología y la demografía (el siempre creciente volumen de población a escala mundial constituye un factor determinante de la evolución social y cultural) configuran la propuesta de carácter materialista y explícita mente determinista-infraestructura! de Harris. Con el paso del tiempo, quizá como resultado de su propio éxito, el concepto de Ecología Cultural ha acabado englobando una amplia diver sidad de planteamientos que en muchos casos comparten unos funda mentos epistemológicos básicos, pero que en otras ocasiones muestran un cierto grado de incoherencia o incluso desorden (Ellen, 1978: 121). Naturalmente, una discusión en profundidad de la epistemología de la Ecología Cultural, expresada en toda su complejidad de matices ( cf. bue nas discusiones en Trigger, 1971; Hardesty, 1977; Kirch, 1980; Butzer, 1989, o Stora, 1994), queda fuera del alcance de este libro. Por ello se plantea a continuación una síntesis sucinta de los principales conceptos implicados en este marco teórico con el propósito de sentar las bases de una poste rior valoración de su impacto e instrumentalización en la metodología ar queológica de análisis del territorio. 10.2.2. PRINCIPIOS ANALÍTICOS Los principios epistemológico-analíticos básicos de la Ecología Cultural son su carácter explícitamente materialista, su conexión con la teoría de sistemas, la centralidad del concepto de adaptación, así como la tenden cia al determinismo infraestructural. PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 193 El carácter materialista de la Ecología Cultural se expresa en la con sistente preferencia dada a los factores materiales en la explicación e in terpretación del comportamiento humano y el cambio social y cultural. La prioridad dada por los teóricos de esta corriente a la adaptación a las condiciones medioambientales mediante ajustes tecnológicos, demográfi cos, sociales y económicos pone a la Ecología Cultural en una línea de clara afinidad con otras grandes corrientes materialistas de pensamiento social de los siglos XIX y xx como el funcionalismo o el marxismo. Así, al deter minismo tecnológico de White se le ha asignado a menudo un implícito origen o inspiración marxista, mientras que el materialismo cultural de Harris parte de una aceptación explícita del marxismo como teoría cientí fica (Trigger, 1992: 273). Es preciso tener en cuenta a este respecto que du rante los años más duros de la Guerra Fría, el marxismo sufrió una clara proscripción académica en Estados Unidos que hizo que numerosas teo rías sólo pudieran incorporar de forma implícita y no declarada algunos de sus conceptos fundamentales (McGuire, 1992: 73). Un segundo principio epistemológico-analítico básico de la Ecología Cultural es la recurrente utilización de la Teoría General de Sistemas como heurística de análisis. Desde esta perspectiva, que ya está presente en los trabajos de J. Steward, se considera la existencia de dos grandes clases de sistemas, los socioculturales y los ambientales, en constante interacción dinámica. Ambos se componen de una serie de subsistemas, que en el caso del sistema sociocultural son el tecnológico, el económico, el social, el re ligioso y el psicológico, mientras que en el caso del sistema natural son el geológico-litológico, el climático y el biológico (faunístico y vegetacional) (Alcina, 1989: 148). Quizá donde la influencia de la teoría de sistemas en la Ecología Cultural alcance su expresión más refinada sea en la teoría eco sistémica de Clifford Geertz (1923-). Dentro de este enfoque, el ecosis tema es el marco natural de cooperación dinámica entre la cultura, la biología y el medio ambiente, siendo la cuestión esencial a establecer, no ya si las condiciones medioambientales provocan o sólo limitan la cul tura, sino la forma en que el ecosistema se organiza y cuáles son los me canismos que regulan sus funciones (Stora, 1994: 17). El ecosistema hu mano debe ser cuidadosamente descrito, primero desde el punto de vista de sus componentes inorgánicos y orgánicos, y segundo en términos de los patrones de circulación de la energía (es decir, de la energía obtenida y consumida por la sociedad humana mediante la tecnología y a partir de los recursos biofísicos). Central asimismo para la propuesta ecológico-cultural es el concepto de adaptación. Para Steward, la adaptación cultural es distinta de la bio lógica: dado que las pautas sociales y culturales no se transmiten genéti camente, el principio biológico de la supervivencia de los más aptos no puede ser trasladado de forma mecánica al ámbito del análisis de la cul tura. Los procesos de adaptación entre el medio ambiente y las socieda des humanas son recíprocos, de forma que sólo el análisis empírico de la interacción existente en cada caso específico (y no un sistema de reglas universales) permite establecer la forma de la adaptación de cada cultura. 194 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO De hecho, la propia definición científica de la cultura consiste en el des cubrimiento y formulación de las respuestas adaptativas del grupo hu mano a los estímulos recibidos del medio circundante (Alcina, 1989: 152). Siendo la adaptación cultural el ajuste no genético de las culturas a sus respectivos medioambientes, dos conceptos asociados de gran relevancia son los de estrategia adaptativa y éxito adaptativo. De acuerdo con la for mulación de K. Butzer (1989: 270-272), las estrategias adaptativas se de finen como conjuntos de comportamientos simultáneos o secuenciales mediante los cuales el sistema se ajusta tanto a los cambios internos como a los externos, mientras que el éxito adaptativo (o inversamente el fra caso) de las culturas sólo puede medirse a largo plazo, con las caídas o extinciones demográficas como únicos fenómenos capaces de medir la inadaptación. La tendencia al determinismo infraestructura! (que no al determi nismo medioambiental) en el enfoque de la causalidad del cambio so cial y cultural es una característica bastante perceptible de la Ecología Cultural, aunque pueden encontrarse significativas diferencias de matiz entre los diversos teóricos de esta corriente. En el caso de Steward ca bría quizás hablar de un determinismo infraestructura! laxo, donde las crí ticas relaciones sociedad-medio ambiente se verifican en la esfera de lo económico-subsistencia! y tecnológica, lo que Steward denomina el nú cleo cultural (Alcina, 1989: 153; Trigger, 1992: 273; Stora, 1994: 14). La adaptación de un grupo humano a su medio ambiente, un proceso dia léctico que determinará sus rasgos culturales y la evolución de los mis mos en el tiempo, se produce dentro del núcleo cultural, por lo que puede hablarse de una determinación de lo económico y subsistencia!en última instancia. Similarmente, para White la forma y evolución de las cultu ras está determinada por los sistemas tecnológicos que actúan como in terfaz de los seres humanos frente a la naturaleza para la obtención y procesamiento de energía, de forma que tanto las experiencias cogniti vas como la superestructura (la filosofía, las artes) dependen directamente de la articulación entre la tecnología y la organización socioeconómica (Trigger, 1992: 272). Por su parte, el materialismo cultural de Harris se vertebra en torno a la idea de una conexión causal directa entre medio ambiente y la superes tructura social. El conocido aforismo marxista de que el modo de pro ducción de la vida material determina el carácter general de los procesos de la vida social, política y espiritual, no siendo la conciencia de los hom bres lo que determina su ser, sino su ser social lo que determina su con ciencia, es modificado por M. Harris con el propósito de reforzar la fuerza causal determinista de la demografía como parte de la infraestructura pro ductiva al tiempo que adecuarla a los conceptos de enfoque etic/emic* de la cultura por él propuestos (Harris, 1987: 71-72). El materialismo cultu ral busca por tanto el comienzo de las cadenas causales que afectan a la evolución sociocultural en el complejo de actividades corporales consu midoras de energía. Estas actividades inciden sobre el equilibrio entre el tamaño de cada población humana, la cantidad de energía dedicada a la PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 195 producción y la provisión de recursos necesarios para el sostenimiento de la vida. Dentro de esa tendencia general, rnás o menos subyacente, a conce der la primacía a los factores infraestructurales en la evolución social y cultural, la Ecología Cultural pone gran interés en la importancia causal de la demografía. Un concepto importante a este respecto es el de capaci dad sustentadora o capacidad de carga ( carrying capacity), correspondiente con el tamaño teórico rnáxirno que un grupo humano puede alcanzar sin sobrepasar los límites productivos críticos de su nicho ecológico (hay una amplia literatura sobre este terna: cf. definiciones teóricas en Zubrow, 1975; Glassow, 1978; Bayliss-Srnith, 1978). En síntesis, la noción de capacidad de carga demográfica se inserta en una contradicción inherente a la evo lución humana: por una parte, según indican los estudios antropológicos, las comunidades humanas precapitalistas y prehistóricas tienden a que darse bastante por debajo de la capacidad sustentadora teórica de un te rritorio, en una mayoría de casos ni siquiera sobrepasando el 70 % de la rnisrna (Bayliss-Srnith, 1978: 129 y 145; Harris, 1987: 86). Por otra parte, la Prehistoria y la Historia cuentan con numerosas instancias de procesos en los que determinadas formaciones sociales en tran en crisis por una ruptura de la capacidad de carga del nicho ecoló gico sobre el que se encuentran asentadas. La resolución a la aparente contradicción se encuentra en la constatación de que, sobrepasado el lí mite demográfico impuesto por la capacidad sustentadora se desencade nan procesos compensatorios, sean bien tendentes a reducir los efectivos poblacionales, corno por ejemplo la reducción de la natalidad, el incre mento de los decesos por conflictos (derivados de la competición por los recursos) o la salida de excedentes poblacionales mediante la expansión (migración y colonización de nuevas tierras si ello es posible, es decir si existen tierras libres), sean tendentes a incrementar la eficacia produc tiva, corno por ejemplo la introducción de innovaciones tecnológicas (Hardesty, 1977: 12). El factor demográfico alcanza asirnisrno gran primacía causal dentro del rnaterialisrno cultural. Para Harris, K. Marx menospreció la impor tancia de la obra de Thornas R. Malthus (1766-1834) y no se interesó por los aspectos rnás positivos de ésta, cuando en realidad el hecho rnás nota ble e inmediato en la evolución de la especie humana ha sido su cons tante crecimiento cuantitativo. El factor demográfico debe ser tenido en cuenta para la explicación de grandes procesos prehistóricos e históricos corno por ejemplo el surgimiento de la economía productora (neolitiza ción). Así, Harris cuestiona la teoría marxista de que la evolución de un modo de producción a otro se produce por el desarrollo y agudización crítica de contradicciones internas insalvables (entre los medios de pro ducción y las relaciones de producción) y plantea a cambio que los facto res demográficos contribuyen a explicar la expansión histórica de las fuer zas productivas, por lo cual es necesario hablar de un modo de reproducción cuyo efecto sobre las estructuras sociales y la ideología es tan importante como el del rnodo de producción (Harris, 1987: 83). 196 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO 10.2.3. APLICACIÓN ARQUEOLÓGICA El impacto de la Ecología Cultural en Arqueología comenzó realmente en los años 1950 a través del propio Steward, uno de los antropólogos de su tiempo que más consciente fue del valor de los datos arqueológicos para el estudio de la evolución cultural y social en el sentido más amplio (Trigger, 1992: 262). Más tarde fueron igualmente relevantes las contribuciones del propio L. Binford y, sobre todo, del arqueólogo norteamericano K. Butzer (1934-), autor del conocido trabajo Archaeology as Human Ecology (Ar queología como Ecología Humana, aparecido en 1982). Posiblemente, las tres repercusiones arqueológicas más significativas de la Ecología Cultural son i) la aparición de la Arqueología de asentamientos y, ulteriormente, del análisis arqueológico espacial, ii) la definición metodológica del análisis paleoambiental y la Geoarqueología y iii) la renovación materialista del concepto de cultura. En lo que se refiere al desarrollo de la Arqueología de asentamien tos, fue Steward quien persuadió al arqueólogo Gordon Willey (1913-) para que, como parte del proyecto de estudio de la sociedad preincaica de Perú que dirigía a comienzos de los cincuenta, aplicase un enfoque de aná lisis ecológico basado en el examen de la distribución de asentamientos respecto de las principales variables medioambientales (Alcina, 1989: 158; Trigger, 1992: 264). A partir de esa experiencia, el análisis de la dis tribución de asentamientos humanos en sus diferentes categorías funcio nales y a través de sus distintas fases cronológicas se convierte en un mé todo fundamental de analizar la implantación de una sociedad o cultura en un nicho ecológico dado y por tanto su relación dinámica con el me dio ambiente, superándose completamente el estatismo implícitamente de terminista con que el paradigma histórico-cultural había abordado las re laciones grupo-medio durante décadas. El paso epistemológico dado en ese momento es de enorme trascendencia y supone una gran innovación, ya que pasa a asumirse que el registro arqueológico, o mejor dicho el re gistro arqueológico de asentamientos, refleja directamente las pautas de inte racción que una cultura (o una sucesión de ellas) tuvo en su día con la na turaleza. El análisis e interpretación de pautas de asentamiento de las sociedades del Pasado se convierte en una inmensa tarea científica de la cual son responsables los arqueólogos y arqueólogas: ¿Cuáles fueron los criterios de acuerdo con los cuales una comunidad dada decide emplazarse y asentarse en un punto concreto del paisaje? ¿Cuál es la proximidad o le janía a determinados recursos naturales desde un asentamiento? ¿Cuál es la población de un asentamiento y de un territorio? ¿De cuánta tierra ara ble o cultivable dispone un asentamiento en su radio de acción? ¿Cuál es el radio de acción de un asentamiento y cómo se estima? Desde el mo mento en que la influencia de la Ecología Cultural se afianza en la Arqueología surge todo un nuevo ámbito disciplinar, todo un nuevo con junto de problemas y preguntas que la Arqueologíanunca se había plan teado y que a partir de ese momento debe responder. La investigación ar queológica de las pautas de asentamiento se convierte en,µna herramienta PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 197 fundamental de análisis de la ecología humana (Butzer, 1989: 204). La di mensión del cambio operado va incluso más allá de la aparición de esa Arqueología de los asentamientos, ya que el nuevo modo de concebir la in vestigación arqueológica recién inaugurado impulsa la búsqueda de otros modelos de referencia. Así será como se introduzcan en la Arqueología de los años 1960 y 1970 la denominada Arqueología espacial, un conjunto de principios, modelos y técnicas de análisis de la Geografía, o habría que decir de la Nueva Geografía, ya que esta disciplina estaba experimentando su propia revolución epistemológica entonces. La segunda gran contribución del enfoque ecológico-cultural a la Arqueología es la definición metodológica del análisis paleoambiental y geoarqueológico consecuencia lógica del desarrollo del análisis espacial y de asentamientos. Puesto que su propósito es la reconstrucción de las re laciones entre las comunidades que habitaron esos asentamientos y su me dio natural, se hace precisa alguna noción sobre las características de ese medio y sus cambios a lo largo del tiempo. Partiendo de la observación de que la naturaleza no es una entidad estática sino que todos sus elemen tos, sean orgánicos o inorgánicos, cambian y evolucionan (en buena me dida también a partir de la influencia antrópica), el planteamiento ecoló gico-cultural requiere de una lectura arqueológica sistemática de las cambiantes dinámicas del paisaje natural. Ello ha favorecido la paulatina introducción en la Arqueología de metodologías procedentes de ciencias duras como la Biología, la Geología, la Física y la Química, lo que dará lugar a la gestación de dos de las tres subdisciplinas principales de la Arqueología anteriormente descritas: la Arqueozoología y la Arqueobotánica. Después de la Ecología Cultural, los criterios estándar de recogida y análisis de datos cambian completamente, y vestigios materiales que an teriormente apenas habían recibido atención serán ahora sistemáticamente recogidos y analizados. Así es como se incorporan al cuerpo disciplinar es pecialidades como la Tafonomía, la Palinología, la Carpología, la Antracología y otras que permiten una aproximación a la reconstrucción de los paisa jes del Pasado y la evolución dinámica de todas sus variables, desde el clima, a la vegetación, la fauna y las características del suelo (figura 88). El medio ambiente no es estático, fluye y evoluciona constantemente, de forma que la reconstrucción de esas dinámicas de cambio se convierte en una tarea primordial en el análisis arqueológico del territorio. La figura 89 muestra de forma diagramática la evolución de la cobertura vegetal de un paisaje prehistórico español, concretamente de la depresión de Baza-Huéscar (Jaén), donde a lo largo de la Prehistoria Reciente se da una gradual evo lución hacia un paisaje más abierto y deforestado, en parte como conse cuencia de la acción humana. La Geoarqueología, por su parte, tiene como objeto la investigación de las pautas de evolución geológica del territorio y puede ser considerada complementaria de la Arqueozoología y la Arqueobotánica en la recons trucción de los paisajes primitivos. Los paisajes no sólo cambian y evolu cionan en cuanto a su dimensión climática y biótica, sino también en su dimensión abiótica (morfología, topografía, hidrología, edafología), con- 198 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO Atmósfera Pérdidas de energía FIGURA 88. Flujo de energía en un ecosistema humano. Fuente: adaptado de Butzer, 1989: 31. cretamente por i) las pautas de erosión, transporte y sedimentación de ma teriales geológicos y ii) por la presencia de fenómenos puntuales de tipo catastrófico (erupciones volcánicas, terremotos, etc.). Además de ser fun damental para la reconstrucción de la dimensión abiótica del paisaje y su evolución para una correcta comprensión de las relaciones grupo-medio, la Geoarqueología contribuye al estudio de los procesos de formación del registro arqueológico según se discutió anteriormente. En ambas versio nes, el impacto de la Geoarqueología sobre la producción arqueológica de conocimiento ha quedado reflejado en una amplia literatura (cf. por ejem plo Vita-Finzi, 1969; Davidson y Shackley, 1976; Gladfelter, 1977; Hassan, 1979; Rapp y Gifford, 1985; Butzer, 1989; Stafford, 1995; Waters y Kuehn, 1996; etc.). La tercera gran repercusión de la Ecología Cultural será la incorpo ración de una definición materialista de la cultura. En el historicismo cultural'' se da un sólido predominio de una concepción idealista* de la cul tura humana de forma que el cambio cultural y social, si no es mecánica mente determinado por el medio ambiente (determinismo), es producto del surgimiento de ideas o creaciones tecnológicas o artísticas (luego ex tendidas por mecanismos de difusión) en las que la acción individual (y muy especialmente la de individuos geniales) juega un papel determinante. Desde esta óptica, la investigación arqueológica tiende a centrarse en lo excepcional y único (individual) y no en lo general y recurrente (es decir, PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 199 COBRE PLENO-REOENTE . ~ ~:ANTIGUO •. ~ . ·~~ .J • ,;...__u~ _,,J;. ~ ·.. · 'ª ?,l..V J . BRONCE PLENO 91<lm ACTUAL ... ENCINA COSCOJA QUEJOGO PINO FRESNO ÁLAMO SAUCE CARRASCO •¡. ~· " TARAY ALMENDRO RETAMA ESPARTO ROMERO JARA CEREAL HABAS FIGURA 89. Evolución del paisaje vegetal en la depresión de Baza-Huéscar (Jaén) durante la Prehistoria Reciente. Fuente: AA. VV, 2000: 49. lo nomológico, columna vertebral de la epistemología del enfoque proce sual), sosteniendo por tanto una concepción particularista de los objetivos de la disciplina. El enfoque procesualista rechaza esta aproximación y en fatiza en cambio el valor del contexto ecológico en la esencia de la cultura y del cambio cultural. Para Binford, la cultura se define como el sistema total de medios extrasomáticos con que los seres humanos buscan su adap tación al medio físico y social que les rodea, e incluye series complejas de relaciones entre gente, lugares y cosas que pueden expresarse de forma multivariada (Binford, 1962: 218). Esta definición integra los elementos 200 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO fundamentales de la epistemología ecológico-cultural y procesualista se ñalados antes (la cultura es una noción sistémica, adaptativa y cuantifica ble). Consecuentemente, la tecnología se define como el conjunto de he rramientas y relaciones sociales que articulan a un organismo dentro de un entorno físico (Binford, 1962). Un enfoque ecológico casi idéntico se encuentra en la definición but zeriana del registro arqueológico como « ... parte de un ecosistema humano en el que las comunidades del pasado se interrelacionaban espacial, econó mica y socialmente con la trama medioambiental donde estaban integrados adaptativamente» (Butzer, 1989: 203). La existencia de los aspectos ideales o ideológicos de las culturas no es negada por el procesualismo, pero, in discutiblemente, su posición en la agenda teórica es bastante baja, un punto sobre el que se desenvolverá posteriormente la crítica posprocesualista. 10.2.4. LECTURAS RECOMENDADAS INTRODUCTORIAS Butzer, K. (1989): Arqueología. Una Ecología del Hombre. Barcelona, Bellaterra. Trigger, B. G. (1971): «Archaeology and Ecology», World Archaeology, 2, 321-336. Londres. - (1992): Historia del Pensamiento Arqueológico. Barcelona, Crítica, capítulos 7 y 8. AVANZADAS Dimbleby, G. W. (1977): Ecology and Archaeology. Londres, Edward Arnold. Hardesty, D. L. (1980): «The use of general ecological principles in archaeology», en Schiffer, M. B. (ed.): Advances in Archaeological Method and Theory,3, 158-188. Nueva York, Academic Press. (1983): Antropología Ecológica. Barcelona, Bellaterra (l.ª edición inglesa 1977). Kirch, P. V. (1980): «The archaeological study of adaptation: theoretical and me thodological issues», Schiffer, M. B. (ed.): Advances in Archaeological Method and Theory, 3, 101-156. Nueva York. Nissinaho, A. (ed.) (1994): Cultural Ecology. One Theory? University of Turku. Steward, J. H. (1955): Theory of Culture Change. The Methodology of Multilinear Evolution. Chicago. 1O.3. El análisis espacial 10.3.1. DEFINICIÓN Como se dijo anteriormente, una consecuencia indirecta de la in fluencia de la Ecología Cultural en el enfoque procesualista es el surgi miento en los años 1970 de la Arqueología espacial (o análisis espacial ar queológico, como es denominado aquí según el criterio expuesto a~hablar PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 201 de la Arqueología y las arqueologías), alumna aventajada de la Arqueología de asentamientos de los años 1950 y 1960. La definición básica del análi sis espacial arqueológico se encuentra en los trabajos esenciales de Hodder y Orton ( 197 6) y Clarke (1977), aunque las monografías y volúmenes de dicados a este tema no han dejado de producirse regularmente desde en tonces, despertando gran interés internacional (cf. planteamientos gene rales del tema en Hodder, 1984; 1988b; Burillo Mozota, 1984b; Simek, 1984; Hodges, 1987; Kroll y Price, 1991; Ebert, 1992; etc.). En una definición sencilla, el análisis espacial sería de modo gene ral aquel «conjunto de técnicas cuyos resultados son dependientes de la localización de los objetos analizados» (Goodchild, 1996: 241). Más es pecíficamente, el análisis espacial arqueológico puede ser definido como la « ... recuperación de información relativa a las relaciones espaciales ar queológicas y estudio de las consecuencias espaciales de las pautas de ac tividad homínida del pasado dentro y entre contextos y estructuras, así como su articulación dentro de asentamientos, sistemas de asentamien tos y sus entornos naturales» (Clarke, 1977: 9). La Arqueología espacial no atañe sólo a los asentamientos, sino a cualquier tipo de yacimientos (es decir, contempla la presencia humana en el paisaje y la naturaleza en su totalidad, aunque el estudio de los asentamientos tenga un indudable protagonismo) y se desenvuelve en tres escalas de análisis espacial deno minadas micro, semimicro y macro (Clarke, 1977: 11-14). Estas tres esca las o niveles de análisis espacial son arbitrarias (es decir, constituyen un heurístico destinado a facilitar la investigación), ya que en realidad las re laciones espaciales conforman un continuo fluido y constante. La escala micro se desenvuelve en el nivel de estructuras y contextos individuales, es decir, el nivel del espacio social y personal donde los fac tores culturales e individuales son dominantes. El objeto del análisis espa cial en este nivel es la determinación de la dimensión espacial (diagnóstico funcional especialmente) de los vestigios materiales circunscritos a es tructuras individuales, es decir, una casa, una tumba, un depósito, un silo, un basurero. La figura 90 muestra un buen ejemplo de análisis a nivel mi croespacial: una cabaña del poblado prehistórico de Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería), en la que la pauta de dispersión de medios de pro ducción y desechos permitió inferir que se trataba de un taller de produc ción de herramientas líticas. La escala semimicro se desenvuelve en el ni vel de yacimientos individuales (agregaciones de estructuras, contextos, depósitos estratigráficos y artefactos), espacios de actividad grupal y co lectiva donde los factores sociales y culturales se expresan en la organiza ción espacial de los vestigios materiales. La figura 91 (color) muestra la tí pica distribución de un atributo a nivel semimicro, en este caso el número de objetos localizado en cada una de las tumbas de una necrópolis de la Edad del Bronce de la provincia de Sevilla. Aunque en esta obra no es tra tado, el análisis de las relaciones espaciales a nivel micro y semi-micro ha dado lugar en los últimos veinticinco años a una fecunda literatura ar queológica (cf. por ejemplo Whallon, 1973; 1974; Fletcher, 1977; Hietala, 1984; Burillo Mozota, 1986; Djindjian, 1988; Blankholm, 1991b; etc.). 202 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO Presionador de cobre Percutor Sílex quemados y carbón Microdesechos de talla por presión FIGURA 90. Ejemplo de escala micro de análisis espacial. Cabaña-taller de puntas de fiecha del fortín 1 de Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería). Fuente: Ramos Millán, 1998: 24. La escala macro explora las relaciones entre los asentamientos y en tre los asentamientos y el medio ambiente, lo que en la práctica equivale (al menos en parte) a decir las relaciones de las comunidades humanas en tre sí y entre las comunidades humanas y el medio ambiente en el que se desenvuelven. Se trata de una escala regional de análisis que pone el én fasis principal en las estrategias de ocupación y explotación económica de la naturaleza, así como en la territorialidad teórica, es decir, las rela ciones grupo-grupo (desigualdad, conflictividad, cooperación, comuni caciones, comercio, etc.). En este caso, una influencia determinante pro viene de la escuela de la Geografía Locacional de Cambridge, uno de cuyos máximos exponentes es Peter Haggett (1933-), autor de un influyente li bro, todavía utilizado como obra de referencia en este campo y titulado Locational Analysis in Human Geography (Análisis Locacional en Geografía Humana, publicado en 1965). Los distintos modelos y métodos dr análisis PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 203 espacial a escala macro, que han generado una gran masa de bibliografía especializada, son discutidos en profundidad a lo largo de las secciones siguientes. Un ejemplo previo es ofrecido en la figura 92 (color), donde se muestra la distribución de asentamientos de la Edad del Cobre en Sierra Morena occidental contra el conjunto de lugares descritos com9 recursos minero-metalíferos por parte de la administración de minas de Andalucía. Como es natural, las escalas micro, semimicro y macro operan den tro de escalas y magnitudes cartográficas muy diferentes. La cabaña del for tín 1 de Los Millares tiene apenas unos metros cuadrados de extensión, mientras que la región que en la figura anterior es designada como Sierra Morena occidental tiene unos 120 km de eje máximo Este-Oeste por unos 60 de eje máximo Norte-Sur y unos 5.000 km2 de extensión. La tabla 6 mues tra una síntesis de las escalas espacio-temporales de representación y aná lisis espacial desde lo micro hasta lo macro. 10.3.2. ANÁLISIS DE CAPTACIÓN DE RECURSOS Posiblemente es el Análisis de Captación de Recursos (de ahora en ade lante ACR, aunque también es referido en la bibliografía como Análisis de Captación Económica) el modelo de análisis territorial de la Arqueología contemporánea donde la influencia de la Ecología Cultural resulta más evi dente. El ACR deriva en parte de aquella Arqueología de los asentamientos que aplicara G. Willey a comienzos de la década de los cincuenta en el es tudio de las pautas de asentamiento de las comunidades preincaicas del valle del Viru (Perú), y entra de lleno en el análisis de las relaciones grupo medio que constituye la columna vertebral del enfoque ecológico-cultural. El concepto sería retomado y definido por el arqueólogo británico Eric Higgs ( 1908-197 6), líder de la denominada escuela paleoeconómica de Cambridge y responsable de la primera utilización del concepto de territorio en la lite ratura arqueológica. Al estudio realizado por E. Higgs y el geólogo C. Vita Finzi de los territorios de las comunidades paleolíticas y epipaleolíticas de Monte Carmelo, en Israel (Vita-Finzi y Higgs, 1970) se debe la acuñación de la misma noción de análisis de captación. Puede decirse que,en la ac tualidad, es un modelo de análisis consolidado que cuenta con una amplia literatura teórica de referencia (cf. Vita-Finzi y Higgs, 1970; Higgs, 1972; Jarman y otros, 1972; Gamble, 1978; Roper, 1979; Findlow y Ericson, 1980; Davidson y Bailey, 1984; Vicent García, 1991; Hunt, 1992; etc.). a) El propósito del ACR es la reconstrucción arqueológica de las pautas de interacción dinámica entre un nicho ecológico dado (la natura leza y sus recursos) y una comunidad humana dada (su tecnología, po blación, organización socioeconómica). Desde el punto de vista del en torno, la interacción dinámica resultará en paulatinos cambios y adaptaciones de los distintos elementos del medio ante las manipulacio nes del ser humano. Desde el punto de vista del grupo humano, la inter acción dinámica resulta en la obtención, procesamiento y consumo de ener- 204 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO gía y su transformación en dinámicas sociales y culturales. La propia no ción de captación, tomada de la hidrología, describe metafóricamente el concepto: al igual que un río de orden superior capta el agua de una serie de arroyos y cursos de menor entidad ubicados dentro de su cuenca, la co munidad pumana capta los recursos existentes dentro de su área econó mica (Higgs y Vita-Finzi, 1972: 28; Vita-Finzi, 1978: 25; Roper; 1979: 120). b) El ACR se basa en una serie de principios teóricos propuestos por el economista alemán Johann Heinrich von Thünen (1783-1850), exponente de la escuela marginalista de la teoría económica y uno de los precurso res de la Econometría (Vicent García, 1991: 56). En su libro Der lsolierte Staat (El Estado Aislado, publicado en 1826), Von Thünen desarrolla un mo delo de las relaciones existentes entre la distribución espacial y uso del suelo en torno a un asentamiento por una parte y la ley de rendimientos decre cientes con la distancia por otra (Clarke, 1977: 1). De acuerdo con este modelo, un asentamiento aislado tiende espontáneamente a desarrollar una pauta de utilización del espacio mediante círculos concéntricos especiali zados en la explotación de recursos concretos (Butzer, 1989: 209). La apli cación de la teoría de Von Thünen para el ACR puede desglosarse en tres principios fundamentales (Roper, 1979: 121), que son los siguientes: - Cuanto más lejos se desplaza alguien desde un asentamiento para realizar una actividad económica, mayor es el gasto de energía invertido en la obtención de esos recursos. - Este principio de racionalidad económica es aplicable al Pasado en general y a la Prehistoria en particular, de forma que las sociedades pre históricas seguían estrategias de ubicación de los asentamientos que mi nimizaban los costes de desplazamiento (distancia) y maximizaban el ren dimiento energético obtenido. - Dependiendo del carácter de los recursos, los habitantes del asen tamiento estaban dispuestos a pagar un coste u otro por su obtención. No todos los recursos son de la misma importancia: la obtención de agua es fundamental para la vida humana, mientras que la captación de rocas exó ticas para la elaboración de ornamentos no lo es. e) Desde el punto de vista de la metodología de su aplicación, el ACR comporta dos estadios fundamentales: primero la delimitación del área de captación a tener en cuenta, y segundo la evaluación cuantitativa de los recursos contenidos dentro de la misma. - La delimitación del área de captación (es decir, su forma y exten sión) en torno al asentamiento in1plica posiblemente la decisión más crí tica en la aplicación de este método de análisis, ya que de ella depende en buena medida la evaluación de los recursos disponibles para la comuni dad que lo habitaba y por tanto las conclusiones del estudio. En este caso la propiedad fundamental a tener en cuenta es la distancia entre un asen tamiento humano y los recursos naturales: como se ha dicho, la distancria es una de las propiedades más básicas y fundamentales a tener en cuenta PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 205 por cualquier análisis espacial (Wheatley y Gillings, 2002: 147). Para eva luar la forma y extensión del territorio de captación de recursos se han pro puesto varios métodos, de distinta complejidad y elaboración. El más sim ple es la delimitación en torno a los asentamientos de círculos de radio fijo, bien sea en términos temporales, por ejemplo dos horas para asentamientos de cazadores-recolectores y una hora para los asentamientos agrícolas, bien sea en términos de distancia, por ejemplo 1 O km para las primeras y círculos concéntricos de 1, 2 y 5 km para las segundas (Vita-Finzi, 1978: 26; Butzer, 1989: 209). En la agricultura de subsistencia moderna no tecnifi cada el declive en la ratio transporte-ingresos comienza a ser significativo a partir de 1 km, haciéndose intolerable a partir de 3-4 km (Higgs y Vita Finzi, 1972: 31; Vita-Finzi, 1978: 26). La figura 93 (color) muestra un ejem plo de ACR mediante la delimitación de un área de radio fijo. Una pro puesta algo más elaborada plantea la necesidad de estimar con precisión las líneas isocronas en torno a los asentamientos de acuerdo con la topo grafía circundante, lo cual da lugar a áreas de forma irregular (no circu lar) pero más representativas de la distancia recorrible en un tiempo dado. La estimación de las líneas isocronas en torno a los asentamientos se puede realizar mediante trabajo de campo, es decir recorriendo físicamente (a pie) una serie de radios desde el asentamiento (por ejemplo en varias di recciones cardinales) y comprobando la distancia recorrida en un tiempo dado (una hora, dos horas, etc.), pero este método puede ser costoso y lento. En la figura 94 se muestra el ejemplo de las áreas de captación por líneas isocronas de los asentamientos en cueva del Paleolítico Superior va lenciano de Les Mallaetes y El Parpalló. Una alternativa que no requiere el concurso de trabajo de campo se basa en la utilización de cartografía topográfica y la aplicación del deno minado principio de Naismith. Según este principio (cf. una descripción en Davidson y Bailey, 1984: 30-31), un adulto humano en buen estado de sa lud puede recorrer 5 km de terreno llano en una hora, lo que supone cu brir 1 km cada 12 minutos. Normalmente, sin embargo, el terreno no es perfectamente llano, existiendo desniveles que ralentizan la marcha, por lo cual a cada variación extra de altitud de hasta 300 metros es preciso aña dir un mínimo de 30 minutos. Trasladados a una cartografía 1 :50.000 como la habitualmente utilizada en el reconocimiento y análisis arqueológico de territorio, estos principios suponen que cada centímetro de distancia (500 metros) requiere 6 minutos de desplazamiento, mientras que cada curva de nivel (20 metros de desnivel) supone 2 minutos adicionales de desplazamiento. Para delimitar el área de captación para el ACR es posi ble, por tanto, realizar estimaciones cartográficas sobre tiempos de des plazamiento que sean sencillas, económicas y fiables. Los experimentos realizados demuestran que existe una buena correlación positiva entre el tiempo de desplazamiento predicho por el principio de Naismith y el con sumido en un recorrido a pie. Un problema de los cálculos de líneas isocronas a partir de tiempos de desplazamiento a pie es que ignoran diversos factores que optimizan el factor desplazamiento, como por ejemplo lfl utilización de cursos flu- 206 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO N f FIGURA 94. Definición del ACR mediante líneas isocronas. Territorios de explota ción de dos horas de las cuevas del Paleolítico Superior de Les Mallaetes y El Parpalló (Valencia}. Fuente: Davidson y Bailey, 1984: 39. viales o el empleo de animales de carga y transporte como el caballo, cuya domesticación se atestigua en la Prehistoria del Viejo Mundo a par tir de comienzos del IV milenio. Actualmente, además, la delimitación de líneas isocronas en torno a asentamientos se puederealizar mediante al goritmos informáticos basados en cartografía topográfica digital de alto nivel de detalle que evitan tanto ensayos de campo como cálculos manuales. - El segundo estadio en la aplicación del ACR lo constituye la eva luación cuantitativa de los recursos contenidos dentro del área de capta ción. Esta evaluación comporta normalmente el cálculo de la superficie correspondiente a los distintos estados de unas variables que serán dife rentes si el sistema de poblamiento que se está analizando es de comuni dades cazadoras y recolectores o agropecuarias. En el caso de las prime ras, las variables utilizadas son clases de vegetación, especies animales salvajes disponibles, etc., mientras que en el caso de sociedades campesi nas las más habituales son el potencial agrológico del suelo y las clases li tológicas (Roper, 1979: 127-129). Las categorías básicas de potencialidad de uso de la tierra utilizadas en el trabajo clásico sobre territorios prehis- PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 207 VALORACiÓN AGRICOLA "--' . . . 2 5 6 8 '~ ... ,,,~ 1 411 ' ; ~ '"'.~r--:__.. -' ' ~ ,- FIGURA 95. La valoración comparativa de la potencialidad agraria del suelo dentro del ACR en Calañas de Mannolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 109. tóricos de la zona de Monte Carmelo eran «arable, potencialmente ara ble/pastizal bueno, pastizal malo e improductivo» (Vita-Finzi, 1978: 86). En las figuras 95 y 96 se muestra el ejemplo de la clasificación empleada en el estudio del asentamiento protohistórico de Calañas de Marmolejo (Jaén), donde el suelo es clasificado en ocho categorías según su produc tividad agraria potencial. Esta información e~ luego tabulada y analizada estadísticamente para, en conjunción con los datos paleoeconómicos (Arqueozoología y Arqueobotánica), posibilitar una comparación de las pautas de aprovechamiento de recursos de una serie de asentamientos 208 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO FIGURA 96. La valoración comparativa de la potencialidad agraria del suelo dentro del ACR en Calañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 110. individuales. Aspectos fundamentales para la reconstrucción demográfica tales como la capacidad de sustentación dependen asimismo de la estima ción de los recursos disponibles en el área de captación. d) Las principales criticas al ACR se han centrado en aspectos tanto epistemológicos como metodológicos. En relación con los primeros, se ha apuntado que el modelo de costes mínimos (optimización de la ubicación del asentamiento en términos de distancia a los recursos críticos) presu pone la extrapolación a las sociedades precapitalistas y prehistóricas de una racionalidad económica esencialmente capitalista y presente en el pen samiento económico clásico (Vicent García, 1991: 55), una debilidad que ciertamente no pasó desapercibida al propio Clarke (1977: 23-24). Este pro blema sitúa de lleno al ACR en el debate epistemológico entre sustanti vismo *y formalismo* habido en el seno de la Antropología Económica. Como es bien sabido, según la teoría formalista, los mismos principios y leyes económicas (incluida la oferta y la demanda como sistema regulador PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 209 del mercado) operan en todo tipo de sociedades, con independencia de su complejidad o antigüedad, mientras que desde el enfoque sustantivista, las sociedades precapitalistas funcionan dentro de parámetros económicos di ferentes de los capitalistas y no pueden, por tanto, ser analizadas con los mismos criterios. Para Butzer, en el caso de las sociedades campesinas, la selección del emplazamiento para la ubicación de un asentamiento es una decisión esencialmente racional, raramente óptima (son demasiados los imponderables físicos) y algo idiosincrásica (existen múltiples facto res endógenos, desde criterios de percepción del paisaje hasta intereses so ciopolíticos faccionales), pero sin duda susceptible de definición (y carac terización empírica) como parte de una pauta general de comportamiento (Butzer, 1989: 247). Las críticas metodológicas a la aplicación del ACR se han derivado i) de la utilización mecánica de datos contemporáneos (actuales) sobre po tencialidad agraria y uso del suelo sin el adecuado soporte de evidencias de carácter paleoambiental (Butzer, 1989: 209), ii) de la reducción del modelo a la mera descripción de las características del medio físico en tomo a un asentamiento o serie de ellos (Roper, 1979: 132) y iii) de la uti lización sistemática, y no argumentada teóricamente, de círculos concén tricos de un radio fijo para delimitar el área de captación. En cualquier caso, a pesar de las críticas a que ha sido sometido (en parte como respuesta a su aplicación abusiva o simplista), el ACR cons tituye una buena herramienta exploratoria para la valoración de los re cursos bióticos disponibles en el entorno de un asentamiento y su poten cial en términos alimenticios: no hay que olvidar que el ACR fue inicialmente concebido como un dispositivo para el reconocimiento del territorio (Vita Finzi, 1978: 29), lo que debe ser tenido en cuenta a la hora de su apli cación. 10.3.3. ANÁLJSIS DE TERRITORIALIDAD TEÓRICA Si en el análisis de ACR el propósito principal es reconstruir las pau tas de explotación de recursos, los diversos modelos teóricos de la Geografía Locacional discutidos a continuación son aplicados a la estimación de las áreas de influencia y control de los asentamientos en el territorio, así como límites y fronteras entre comunidades. Entre ellos los principales son el modelo del lugar central, el de polígonos de Thiessen1 ', el modelo X-TENT y otros modelos y coeficientes como el de gravedad, el de equilibro espa cio-población o el del vecino más próximo. Además se incluye aquí una discusión sobre los métodos de análisis de las cuencas visuales teóricas, que no derivan estrictamente de la Geografía Locacional pero que sí tie nen una fuerte relación con el análisis de las áreas de influencia de los asentamientos y sus límites. a) La Teoría del Lugar Central (TLC en adelante) es uno de los mo delos de análisis de territorialidad teórica que más aplicación ha tenido en 210 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO Arqueología, generando una considerable literatura teórica; cf. discusio nes enJohnson, 1972; Butzer, 1989: 209-213; Crurnley, 1976; Clarke, 1977: 21-22; Burillo Mozota, 1984a; Wagstaff, 1986; Collis, 1986; Haselgrove, 1986; Vicent García, 1991: 56-59; etc. - En su concepción original, la TLC es propuesta por el geógrafo alemán Walter Christaller (1893-1969) en su libro Die Zentralen Orte in Süddeutchsland (Los Lugares Centrales en el Sur de Alemania, publicado en 1933) como parte de un análisis de la distribución de los centros urbanos en el sur de Alemania. Básicamente, se trata de un modelo de Geografía Humana de análisis de la distribución de poblaciones y sus áreas de in fluencia y atracción, que busca explicar la jerarquización del territorio a través de los factores de tamaño, densidad y proximidad de los núcleos de población. La TLC asume que el mercado funciona como principio orga nizador del territorio, de forma que cada población proporciona bienes y servicios a la población de su área de influencia, para la que juega un pa pel central. El centro de mayor nivel abastece bienes y servicios del má ximo nivel (que no son ofertados por ningún otro centro de nivel inferior) al área de máximo tamaño. Un lugar central del máximo nivel se define, por tanto, como una localización que ofrece bienes o servicios que los asen tamientos de rango menor no pueden ofrecer. La malla de delimitaciones territoriales resultante es expresable matemáticamente, isotrópica* y ri gurosamente hexagonal, ya que, aunque en principio las áreas de influen cia de los lugares centrales tendrían forma circular, la presencia en el en torno de otros centros del mismo rangohace que sus fronteras se ajusten y recorten, adoptando finalmente esa planta (Burillo Mozota, 1984a: 433) (figuras 97 -color- y 99). De acuerdo con Christaller, el número de je rarquías existentes (parámetro K) en el territorio variaría de acuerdo con el principio regulador considerado, de los cuales en su estudio de caso exis ten tres tipos, esto es, el mercado (K = 3: aldea, pueblo y ciudad), el trans porte (K = 4) y la organización político-administrativa (K = 7). - Las múltiples aplicaciones arqueológicas de la TLC se producen en el contexto de sociedades con un fuerte componente de mercado y con un desarrollado carácter urbano, como por ejemplo la sociedad romana europea o la predinástica mesopotámica (Clarke, 1977: 24). Su aplicación, en todo caso, se ha circunscrito a las sociedades campesinas sedentarias, no habiéndose trasladado su aplicación al marco de los cazadores y reco lectores. Así, por ejemplo, l. Hodder estudió la territorialidad de los nú cleos urbanos de época romano-imperial en el sur del Reino Unido utili zando diversos criterios para establecer las jerarquías de mercado tales como la presencia de cecas, el tamaño de los asentamientos, su rango ad ministrativo, o la presencia de fortificaciones, para proponer finalmente una malla de territorios teóricos (Hodder, 1972). El concepto de Lugar Central ha sido aplicado en la investigación arqueológica de los sistemas de asentamiento prehistóricos de una forma más o menos laxa, en refe rencia a cualquier asentamiento que por su tamaño u otras característi cas parezca haber jugado un papel central, especialmente en el análisis PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 211 del surgimiento del Estado. Efectivamente, como asentamiento que satis face funciones no igualmente disponibles en ninguna otra parte (Crumley, 1976: 67), el centro del territorio estatal realiza i) funciones recaudadoras y de gestión del producto apropiado por las élites a los productores, ii) fun ciones coercitivas físicas para la protección de las propiedades del Estado (la tierra y el producto recaudado), expresado en la presencia de una clase militar especializada y iii) funciones coercitivas ideológicas para la reproducción del statu qua social, todas las cuales podrían ser observables arqueológicamente. - La crítica a la aplicación arqueológica de la TLC se ha centrado sobre todo en la relevancia y operatividad de trasladar a sociedades pre capitalistas e incluso prehistóricas un modelo concebido para el análisis de la plasmación territorialidad de la economía capitalista que se basa en factores como el precio y el mercado (Wagstaff, 1986: 121). Es precisamente en base a este razonamiento que, años después, el propio Hodder haría una autocrítica respecto de la relevancia de sus resultados con respecto a las ciudades romanas del sur de Inglaterra (Hodder, 1988b: 11). Ello, na turalmente, ha conducido el debate sobre la TLC al mismo terreno de la dicotomía entre sustantivismo y formalismo donde se sitúa el ACR. Otra lí nea crítica con respecto a la aplicabilidad de la TLC es de carácter empí rico. En el análisis geográfico, las evidencias sobre número, densidad y localización de asentamientos son fáciles de obtener, como lo son los da tos sobre productos y servicios demandados y abastecidos desde los asen tamientos a sus territorios. Pero en Arqueología, en cambio, la obtención de estas evidencias no es ni mucho menos sencilla ni inmediata, y en todo caso la disponibilidad y alcance de los datos está sujeta a importantes li mitaciones (Burillo Mozota, 1984a: 441; Collis, 1986: 37-38; Butzer, 1989: 211-212). Por una parte, para disponer de información sobre la cantidad, densidad y atributos de los asentamientos de un territorio es preciso que dicho territorio haya sido prospectado intensivamente, lo cual, por ser al tamente costoso, suele constituir un caso infrecuente. En segundo lugar, la TLC parte de la base de la coetaneidad entre los asentamientos anali zados, lo cual en Arqueología requiere de dataciones precisas derivadas de excavaciones practicadas en los mismos. En realidad, ni siquiera en las re giones del mundo que han sido sujetas a investigaciones más intensivas, como Europa o Norteamérica, hay muchos territorios donde los sistemas de asentamiento primitivos cumplan tan exigente condición. En tercer y último lugar está la determinación de los diferentes niveles funcionales y jerárquicos. En el reconocimiento arqueológico del territorio es perfec tamente posible establecer en qué puntos hubo asentamientos de qué época: establecer cuáles asentamientos eran aldeas, cuáles villas y cuáles ciuda des, y qué productos eran ofrecidos por cada uno de ellos a sus respecti vos mercados o áreas de influencia, en cambio, puede requerir algo más que una prospección de superficie, lo cual, de nuevo, comporta años de costosas investigaciones. - Haciendo una valoración general, en conjunto las críticas empíri cas señalan más la dificultad que la imposibilidad de la aplicación de la 212 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO FIGURA 98. Polígonos de Thiessen. Mapa de ciudades británico-romanas amuralla das del sur de Inglaterra. Los arcos de círculos en línea discontinua muestran el te rritorio de las ciudades de rango principal Fuente: Hodder y Orton, 1976: 59. TLC en el análisis arqueológico del territorio. En este sentido, la crítica empírica ha venido a decir que la disciplina arqueológica sería todavía demasiado joven para que la aplicación de modelos como la TLC fuese efec tiva, pero no se niega que en algunos casos concretos, donde la acumula ción de resultados de investigación tenga la calidad suficiente, esta apli cación pueda ser teóricamente efectiva. Otra cosa es el conjunto de premisas teóricas que se asuman con respecto al funcionamiento de las economías precapitalistas, pero evidentemente, y al igual que en el caso del ACR, se trata de un debate epistemológico de carácter general, y no específico del modelo de Christaller. En general, a pesar de las acertadas críticas que se han planteado, puede decirse que la TLC ha tenido un papel positivo al estimular la formalización teórica del análisis arqueológico del territorio, incluso aunque se haya utilizado una versión algo simplificada del mismo. b) El modelo de Análisis de Polígonos de Thiessen (APT en adelante, también son conocidos como Polígonos Voronoi) es una alternativa senci lla a la TLC. Utilizado fundamentalmente para establecer áreas teóricas de influencia y/o servicios dentro de una distribución de asentamientos, el APT es estrictamente locac1· 1, es decir, estima el territorio teórico de LINMRSKJAD AIJTONOMA .. DE SAN UJIS POTOSI \'11 SIS1- DE 8l8UOTECAS CIHBvP PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 213 cada asentamiento únicamente en base a la proximidad y densidad de los que le rodean sin presuponer jerarquías de forma apriorística (Hodder Orton, 1976: 59-60). En el APT las delimitaciones (o fronteras) entre asen tamientos se calculan trazando la mediatriz de la línea que une cada asentamiento con sus vecinos, de forma que los territorios resultantes tie nen la propiedad de que cualquier punto situado dentro de ellos estará más cerca del asentamiento a cuyo territorio pertenece que a cualquier otro ve cino. Dicho de otra forma, cada polígono engloba tan sólo el territorio que queda más cerca de su asentamiento que de cualquier otro. La figura 98 muestra uno de los primeros mapas de polígonos de Thiessen que se pu blicaron, un estudio, ya clásico, de la distribución de centros urbanos ro manos en el sur de Inglaterra. Como se vio anteriormente, este modelo ha sido utilizado para esti mar las áreas de captación de recursos en ausencia de datos relativos a dis tancias recorridas por unidad de tiempo. En efecto, una vez delimitada la trama de polígonos es posible estimar el territorio atribuible a cada asen tamiento y cuantificar así los recursos disponiblesen su interior de una forma semejante al ACR (porcentaje de suelo arable, recursos hídricos, etc.). Esta utilización de los polígonos de Thiessen es plausible en tanto que de terminados procesos de colonización y ocupación del territorio pueden dar lugar de forma espontánea a una malla hexagonal de saturación del espa cio. Una reproducción de un proceso semejante es mostrada en la figura 99. En una primera fase los asentamientos se encuentran dispersos, espacia dos, y existe una gran cantidad de terreno libre entre ellos, de forma que carecen de fronteras comunes. Con el paso del tiempo y el crecimiento demográfico acumulado, todo el espacio se va poblando, de forma que desaparece el territorio libre, aunque los asentamientos siguen dispo niendo de su territorio tradicional. En el siguiente paso se produce un em paquetamiento de los territorios, cuyas delimitaciones o fronteras optimi zan ahora la superficie disponible mediante una disposición hexagonal en la que cada asentamiento ha visto reducida una parte de su territorio. En una fase ulterior la forma hexagonal del territorio se exacerba, con un empaquetamiento aún mayor de los territorios, que diminuyen de tamaño, lo que provoca un proceso de tensión y competencia por los recursos en tre las comunidades. Los polígonos de Thiessen también han sido utilizados para valorar la posible presencia, dentro del territorio teórico estimado, de asociacio nes significativas entre el asentamiento y otras localizaciones especializa das en la producción de determinados bienes, con lugares rituales o fune rarios, y con otros asentamientos que puedan encontrarse en una situación de subordinación jerárquica. Asimismo se ha afirmado que una propiedad potencialmente ilustrativa de los polígonos de Thiessen es la posible coin cidencia de las delimitaciones con accidentes o eventos paisajísticos na turales tales como ríos o cadenas montañosas que actúen como fronteras. Los polígonos de Thiessen han sido a veces utilizados en combina ción con la denominada triangulación de Delaunay, en la que los puntos de una distribución son unidos por líneas de forma que los triángulos re- 214 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO o o A B e D FIGURA 99. Polígonos de Thiessen. Proceso de saturación del territorio de una lla nura aluvial como consecuencia del crecimiento demográfico. A) Asentamientos dis persos y sin fronteras comunes. B) Asentamientos agrupados y con fronteras comu nes, manteniendo su territorio tradicional. C) Empaquetamiento del territorio con formación de territorios hexagonales, agotamiento del suelo disponible y universali zación de fronteras comunes. C) Saturación del territorio y disminución drástica del territorio disponible para cada asentamiento. Fuente: Haggett, 1976: 67. sultantes se aproximen lo más posible a la equilateralidad (Wheatley y Gillings, 2002: 150). Las circunferencias que pasan por los vértices de los triángulos resultantes tienen la propiedad de que no contienen ningún otro punto de la distribución, de forma que la triangulación puede ser útil para valorar relaciones de proximidad de asociación entre grupos de asen tamientos. Un problema consustancial del APT es la ausencia de delimitación de los asentamientos que se encuentran en los márgenes de la región es tudiada (ya que carecen de vecinos en alguna dirección). Un criterio pro puesto para paliar este inconveniente es la fusión de las delimitaciones de los polígonos con buffers de radio fijo, de forma que allí donde no haya delimitación poligonal, el arco del buffer actúe de delimitación teórica (figura 100). La principal crítica planteada al APT se ha centrado en su carácter exclusivamente locacional y en la falta de criterios de ponderación1 ' en tér- PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 215 0 b 0 d FIGURA 100. Polígonos de Thiessen. Alternativa al problema de los márgenes. Fuente: elaboración propia. minos del factor tamaño de los asentamientos (Butzer, 1989: 213), por lo que subestima sistemáticamente las áreas de servicios (o de servidumbre) y de captación de recursos de los asentamientos de mayor tamaño y po blación. No obstante, aun con sus limitaciones, el modelo ha contribuido, en combinación con otros métodos de análisis espacial, a establecer con mayor rigor la verosimilitud y significación de los sistemas de territoriali dad de las sociedades prehistóricas. e) El Modelo X-TENT parte precisamente de esa debilidad del APT, planteando una alternativa estrictamente arqueológica sobre la base del principio o regla rango-tamaño* (cf. Renfrew y Level, 1979: 145-167; Grant, 1986: 19-21; Renfrew y Bahn, 1991: 159-160 para una discusión de este método). El principio rango-tamaño establece que el rango político (in fluencia, capacidad de acción territorial) de una comunidad tiende a co variar positivamente con el tamaño del asentamiento que ocupa, es decir, a mayor la población, mayor la superficie del asentamiento y tanto mayor el territorio controlado por la comunidad (figura 101). Aunque ha sido cuestionado sobre la base de que el rango y el tamaño de los asentamien tos no ofrecen siempre una covariación positiva perfecta (Cherry, 1987: 154), lo cierto es que este principio cuenta con el sólido respaldo de una 216 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO abrumadora casuística etnográfica que demuestra que el rango político y el tamaño de los asentamientos muestran una fortísima tendencia a co variar positivamente entre las sociedades sedentarias prehistóricas (Terrell, 1986: 210; Webster, 1990: 339), aunque naturalmente haya excepciones. La ecuación rango-tamaño, dicho sea de paso, ha jugado un importante papel en el análisis de la jerarquización entre asentamientos que acom paña al proceso de jerarquización social y surgimiento del estado (Wason, 1994: 131). En todo caso, sobre la base de la aceptación de dicho principio, el Modelo X-TENT plantea que para aproximarse a la estructura territorial de influencia política entre comunidades a partir de datos relativos al ta maño de sus asentamientos, es preciso reflejar o proyectar en el espacio el tamaño de cada centro de habitación considerado. Si los menores que dan absorbidos bajo la esfera de influencia de los mayores, ello significa, en teoría, una falta de independencia política y consiguientemente una de pendencia del centro de tamaño superior. Este planteamiento posibilita una robusta aproximación al tema de la jerarquización entre asentamien tos sobre la base de unos datos (los relativos a su extensión) que son me nos difíciles y costosos de obtener que los que se requieren para la TLC. En todo caso, la exigencia de una cobertura sistemática del territorio y de una comprobación empírica de la coetaneidad de los asentamientos se mantiene como en los casos anteriores de la TLC y el APT. d) Otra alternativa ponderada al estudio de la territorialidad teórica en base al tamaño de los asentamientos es el denominado Coeficiente del Punto de Equilibrio Espacio-Población. El punto de equilibrio entre dos asentamientos define el lugar donde se sitúa el límite o frontera entre am bos, y su ubicación es una función del tamaño de cada asentamiento (Mayoral, 1984: 76). El coeficiente que calcula el punto de equilibrio en tre dos asentamientos A1 y A2 se obtiene como el cociente entre la distan cia entre los mismos (D1_2) y la raíz cuadrada del cociente entre sus ex tensiones: Este modelo supera la limitación del APT (que parte únicamente de considerar la posición de los asentamientos), aportando un factor de pon deración (tamaño del asentamiento) que lo hace más al Modelo X-TENT. e) De un supuesto muy parecido parte el Coeficiente de Gravedad, que ha sido utilizado para producir modelos de pautas de interacción tales como intercambio o migración. El supuesto básico es que el grado de atrac ción entre dos asentamientos dados funciona como la gravedad física,in crementándose con el producto del tamaño de los dos asentamientos y de creciendo como función de la distancia (Blankholm, 1991a: 36). Expresado de otra forma, la intensidad de la interacción entre dos asentamientos es PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 217 directamente proporcional al número de personas que viven en ellos e in versamente proporcional a la distancia que existe entre ambos (Hodder y Orton, 1976: 187-195; Butzer, 1989: 206). El primer vecino gravitatorio de cualquier asentamiento es el asentamiento con respecto al que muestra más atracción. Existen diversas versiones del coeficiente de gravedad, aun que una ecuación sencilla es I = P¡P2 R donde I es una medida de interacción, P 1 P2 son las poblaciones de los asentamientos y R la distancia entre ellos. f) El Coeficiente del Vecino Más Próximo deriva originalmente de la Ecología (Clark y Evans, 1954) y ofrece una medida del grado de agru pamiento o dispersión de una distribución de puntos, por lo que en el caso del análisis territorial arqueológico se ha aplicado al estudio de den sidades de asentamientos (que a su vez pueden ser considerados pará metros proxy de densidades de población). El CVMP fue objeto de di versas aproximaciones y modificaciones desde la Arqueología espacial, existiendo actualmente varias versiones del mismo (Whallon, 1974; Hodder y Orton, 1976: 38-51; Pinder y otros, 1979; McNutt, 1981; Blankholm, 1991a: 36; etc.). En su definición original por Clark y Evans (en Estébanez y Bradshaw, 1979: 422), el CVMP (R) es el cociente entre el promedio de las distancias observadas entre los puntos (d 0 ) y la distancia media (da) obtenida a su vez como cociente entre los parámetros de número total de puntos (n) y ex tensión de la región bajo estudio (A): 1 d, = 2{¡ En la versión arqueológica del mismo discutida por l. Hodder y C. Orton (1976: 38-51), el CVMP (expresado como grado de aleatoriedad de la distribución) R resulta del cociente de la densidad media de puntos r 0 y la distancia media de cada punto a su vecino más próximo re. Aquí r 0 es el sumatorio de la distancia de cada asentamiento a su vecino más próximo (r) dividido por el número de asentamientos (n). por otro lado re resulta de la fórmula - r r = I.- º n 218 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO A, Área de influencia de A, Área de influencia de A5 FIGURA 101. Modelo X-Tent. Fuente: elaboración propia. 1 re= (Zf¡;) (n-1) p=- A donde p es la densidad de puntos para un área de superficie A. En otras versiones, el CVMP (Rn) es el producto de la distancia me dia entre cada núcleo y su vecino más próximo (d) y la raíz cuadrada del cociente entre el número de núcleos y la extensión de la superficie de es tudio: Finalmente, en la versión propuesta por los geógrafos J. A. Barnes y A. H. Robinson para el estudio de poblaciones rurales dispersas (Estébanez y Puyol, 1976: 40-43), en primer lugar se calcula el promedio de distancia entre los puntos si se distribuyesen uniformemente sobre el terreno (pa rámetro D) y posteriormente se contrasta ese índice con las distancias reales entre cada punto con respecto al más próximo@). Las fórmulas en cues tión son: En la primera de ellas, Des el promedio de distancias en caso de una distribución uniforme, S la superficie que se estudia y N el número de asen- PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 219 tamientos. En la segunda, a es la distancia promedio real entre cada punto y su vecino más próximo, d la distancia de cada núcleo con respecto a su vecino más próximo y N el número total de núcleos estudiados. g) El modelo de regresión* lineal ha sido asimismo utilizado para es tablecer áreas de influencia económica de asentamientos, y específicamente el alcance de la distribución de artefactos producidos por centros manu facturadores. Este modelo de análisis cuantitativo bivariado fue original mente incorporado a la Arqueología por el enfoque procesualista como he rramienta con la que estimar la forma y fuerza de las asociaciones entre pares de variables medidas a escala continua (Cuadras, 1988; Shennan, 1989: 114-134). El modelo de regresión se basa en la conocida ecuación [y= a+ bx], donde y es la variable reconocida apriorísticamente como de pendiente, x la variable independiente y donde a y b son, respectivamente, los denominados coeficientes de corte y pendiente, calculados a partir de las fórmulas: n - - L,.Cx;-x)(y¡-y) b = ~i=~I ____ _ n L,.Cx;-~/ i=I Coeficiente de corte a= i=I i=I n Coeficiente de pendiente La popularidad de este método en la investigación arqueológica ac tual reside en la potencia explicativa de los coeficientes asociados al modelo de regresión lineal, esto es, el coeficiente de correlación (r) y el coeficiente de determinación (r2), que ofrecen medidas numéricas de, respectivamente, el grado de asociación de la/s variable/s (que oscila entre +1 para una cova riación positiva perfecta y -1 para una covariación negativa perfecta, con O como expresión de inexistencia total de asociación) y el porcentaje de va riabilidad de la variable dependiente que puede ser atribuido a variacio nes en la independiente. En análisis territorial el modelo ha sido aplicado para observar la caída (fall off) de la densidad o frecuencia de un pro ducto desde un centro productor dado, sobre la premisa de que, a mayor proximidad del mismo, mayor sería la frecuencia y cantidad de los arte factos producidos, mientras que cualquier incremento en la distancia re sultaría en una disminución lineal de dicha frecuencia (Hodder y Orton, 1976: 98-125). h) Una aproximación muy interesante al tema de la territorialidad teórica deriva del análisis de la preponderancia topográfica. Estos coefi cientes inciden directamente en el estudio de la variabilidad de la topo grafía como factor de primer orden en la estrategia de elección del em plazamiento tanto de los asentamientos (control y dominio visual del territorio) como de los monumentos y sitios de importancia simbólica (lugares especialmente visibles). En el caso de las distribuciones de asen tamientos, se entiende que el factor topografía está directamente relacio- 220 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO nado con la ratio de costes decrecientes en el acceso a los recursos más distantes o inaccesibles. Estos coeficientes han sido utilizados especial mente para el análisis de pautas de asentamiento en la Prehistoria Reciente europea, cuando en determinadas regiones comienzan a aparecer asenta mientos fortificados en altura que muestran la clara preocupación defen siva de las comunidades que los habitaban. La decisión de ubicar un há bitat en altura y no en llano comporta una estrategia de asentamiento que generalmente da mayor prioridad a la seguridad que a la cercanía a las tie rras cultivables. Así, se han propuesto diversos índices de altitud relativa para expre sar numéricamente el grado de preponderancia topográfica de un asenta miento con respecto a su entorno (Nocete, 1989: 55-56; Molinos y otros, 1994: 107-108). Estos índices resultan de los cocientes entre la altitud del asentamiento (Aa) y las altitudes máxima (A 111 x) y mínima (A 11111 ) de la re gión considerada (o del área de captación de recursos) AR¡= Aas A,,ix AR _ Aas 2- A/111'1 El coeficiente AR1 alcanza un valor máximo de 1 cuando el asenta miento se encuentra localizado en la altura máxima del entorno, apro ximándose a 0,5 si la altitud del asentamiento es la mitad que la altitud máxima, por lo cual es especialmente útil como indicador de la preemi nencia de criterios defensivos y/o de visibilidad en la elección del asen tamiento. Otro indicador evidente para analizar la influencia de la topografía en la pauta de asentamiento de un grupo social dado es la pendiente. Como ya se definió anteriormente, es una medida del desnivel entre dos puntos expresado en grados o en porcentaje. Los índicesde pendiente pueden ser interpretados desde un punto de vista económico en tanto que tienen implicaciones para el potencial agrológico de un terreno. En términos agrológicos las pendientes pueden pueden ser clasificadas en intervalos fundamentales, esto es, pendientes entre O y 12 % (Oº a 6º 51 ')para sue los cultivables, pendientes entre 12 y 20 % ( 6° 51' a 11° 19') para suelos ocasionalmente cultivables y pendientes mayores del 20 % para suelos no cultivables, aptas sólo para usos ganaderos y forestales (López Cadenas y Blanco, 1976; Aguiló y otros, 1993). Actualmente, la extensión de los SIG ha hecho que el cálculo de pendientes a partir de topografía digital (y especialmente de los MDT) sea muy eficiente y rápido, por lo que es posible producir mapas de pendiente con diferentes intervalos y contras tarlos con la distribución de los asentamientos y otros tipos de localiza ciones. La figura 102 (color) muestra un ejemplo de ello. En el mapa (a) de esta figura se muestra un MDT de las hojas 918-12 y 918-22 del MTA del ICA para el entorno del embalse de Aracena con los sitios arqueoló gicos de la Edad del Bronce, un ejemplo ya utilizado anteriormente. El mapa (b) muestra las pendientes agrupadas en cinco intervalos. Finalmente, PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 221 FIGURA 103. Hipótesis de trazado del acueducto romano de Cádiz en base a la pen diente. Fuente: Roldán Gómez y otros, 1997: 267. en el mapa (c) se ha hecho una discriminación de las zonas con pendiente por encima y por debajo del 12 % sobre la base precisamente del argu mento de que por debajo de ese umbral la potencialidad agraria del suelo es más alta. Otro interesante ejemplo de aplicación arqueológica del análisis de pendientes es el de la investigación del trazado de antiguas conduccio nes de agua. En el ámbito mediterráneo, los acueductos romanos son un buen ejemplo de infraestructura humana que se ajusta a la evolucion de la pendiente, optimizando las condiciones topográficas del terreno con el fin de hacer que el agua siempre vaya en sentido descendente. En España se han realizado estudios de esta naturaleza en los acueductos de las ciudades romanas de Mérida (Álvarez y otros, 1991; Rodríguez Pereña y otros, 1997) y Cádiz (Roldán Gómez y otros, 1997). La figura 103 muestra el mapa con el trazado teórico del acueducto que abastecía a la ciudad de Cádiz, según se estimó mediante un algoritmo SIG. Este estudio parte de la premisa de que el trazado del conducto debía ser siem pre en descenso, aunque fuera por una fracción decimal de pendiente, para que el agua se mantuviese en movimiento. Así, conociendo algunos tramos de este acueducto por prospección de superficie y teniendo en consideración el mapa de pendientes de la región, fue posible calcular la (o las) ruta que pudo tener, sirviendo de guía a nuevos trabajos de pros pección. 222 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO 10.3.4. ANÁLISIS DE INTERVISIBILIDAD Y CUENCA VISUAL Dentro del capítulo del análisis del factor topográfico en la definición de la territorialidad, el estudio de las pautas de intervisibilidad y cuencas visuales ha jugado un papel especialmente importante. En este sentido, la visibilidad es entendida en el sentido empírico de accesibilidad sensorial de los ítems antrópicos y naturales del paisaje bajo determinadas condi ciones de distancia, topografía y ambiente atmosférico (Aguiló y otros, 1993: 544-546) y no ya en el sentido de visibilidad superficial del registro a efectos de prospección de superficie, como se discutió anteriormente. Como demuestra una amplia casuística prehistórica e histórica, la búsqueda del dominio visual como instrumento de control y gestión te rritorial se encuentra íntimamente ligada a situaciones de conflicto o ten sión entre comunidades donde se da primacía del factor defensivo. Por otra parte, los estudios de inspiración fenomenológica han puesto un gran én fasis en el estudio de las propiedades visuales de los monumentos prehis tóricos en términos de su dimensión escénica y panorámica, es decir en tanto que atributos que pueden hacer un monumento más fácilmente perceptible, destacando su presencia y provocando determinados efectos y reacciones en los agentes sociales (Villoch Vázquez, 2001: 16). A este respecto, antes de la extensión de los SIG se aplicaron diver sas técnicas de estimación manual del factor visibilidad, tanto a .partir de experiencias directas (examen de campo) como mediante la utilización de datos cartográficos (examen manual y automático). Un procedimiento manual de bajo costo parte de la base de que, aunque no existen normas fijas para el establecimiento del radio de visión (máxime en zonas de mon taña donde la visibilidad potencial se incrementa), en los estudios de medio físico y planificación se suele establecer (sin tener en cuenta la posible utilización de señales y signos de comunicación visibles desde más distancia) un umbral de entre 2 y 3 km como límite máximo de la visibi lidad humana fiable. A partir de ese presupuesto es posible establecer el porcentaje de preponderancia o dominio visual de un asentamiento dado utilizando cartografía 1 :50.000 o 1: 10.000 para medir en una serie de ra dios concéntricos la distancia máxima visible sin interferencia de una al titud superior (es decir, sin sombras de 0-180°). Naturalmente en terrenos N s FIGURA 104. Cuenca visual. Procedimiento de cálcu lo manual. Ejemplo estudio Cabañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 115. PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 223 FIGURA 105. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo manual. Ejemplo estudio Cabañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 115. de orografía muy accidentada incluso las sombras en ángulos de entre 180-360° podrían producir ocultaciones sensibles. A partir de estos datos es posible producir diagramas de las direcciones y extensiones de las cuen cas de dominio visual de un conjunto de asentamientos. Buenos ejemplos de la aplicación de estos procedimientos los tenemos en sendos estudios espaciales de poblaciones protohistóricas en Valencia (Bernabeu y otros, 1987) y en Jaén (Molinos y otros, 1994); véanse figuras 104, 105 y 106. Más recientemente se han venido realizando en Arqueología cálculos mucho más precisos de la cuenca visual a partir de la utilización de algo ritmos informáticos y cartografía topográfica digital de gran nivel de de talle, dentro de los Sistemas de Información Geográfica; cf. ejemplos de ta les aplicaciones en Wheatley, 1995; Gillings y Goodrick, 1996; Ruggles y Medyckyj-Scott, 1996; Baena Preysler y Blasco Bosqued, 1997; Lake y otros, 1998; González Acuña, 2001; etc. La metodología de cálculo de cuenca vi sual en un análisis territorial arqueológico mediante los algoritmos de un SIG es explicada por Wheatley y Gillings (2002: 201-216). Se parte de una imagen raster de la topografía del territorio en el que se quiere estudiar qué parte del mismo es visible desde un punto concreto, por ejemplo desde un 224 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO 1<( FIGURA 106. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo manual. Ejemplo estudio Cabañas de Marmolejo (Jaén). Fuente: Molinos y otros, 1994: 149. asentamiento. Una vez que se señala el punto de origen el algoritmo cal cula un nuevo mapa raster binario donde las celdas con valor 1 son visi bles desde el punto de partida mientras que las celdas con valor O son invisibles (figura 107). La mayor parte de los SIG permiten que se esta blezca una altura añadida a la de la topografía en el punto de observación para tener en cuenta, por ejemplo, la altura de un individuo en pie o, si se trata de un asentamiento fortificado, la altura de una torre de observación, haciendo así más realista el resultado del análisis. Las figuras 108a y 108b (color) muestran un ejemplo de aplicación de los SIG para valorar la di mensión visual-territorial del torreónde Peel Gap de la muralla de Adriano (Northumbria, Reino Unido). Como es sabido, la muralla de Adriano era un sistema defensivo que atravesaba Inglaterra de este a oeste a lo largo de un recorrido de más de 100 km y que contaba con numerosas torres construidas a intervalos variables sobre la muralla principal. Estas torres han sido generalmente interpretadas como torres de observación y vigilancia de los movimientos al otro lado de la frontera del imperio. En el caso de PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL e Localización arqueológica O Terreno visible O Terreno no visible L=:J Terreno visible - Terreno no visible A+B O Valoro O Valor1 111 Valor 2 225 FtGURA 107. Cuenca visual. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIC me diante representación raster del terreno. Fuente: Wheatley y Gillings, 2002: 205. Peel Gap, sin embargo, la torre se encuentra en el fondo de una vaguada donde, según el análisis de cuenca visual realizado (Gillings y Goodrick, 1996; resumen en Wheatley y Gillings, 2002: 213), su campo visual es estrecho y reducido, de lo que se deduciría que tuvo otra función completamente dis tinta, posiblemente actuar de control aduanero para una vía de paso. Una variedad de análisis de visibilidad que se ha comenzado a apli car en el análisis arqueológico del territorio a partir de la introducción de los SIG es la de cuenca visual acumulativa (cumulative viewshed en la li teratura internacional). En este caso se realizan primero mapas indivi duales de cuenca visual desde una serie de asentamientos o puntos en el territorio, de forma que luego, mediante un sencillo procedimiento de ál gebra de mapas, esos mapas son sumados, obteniéndose así una nueva co bertura raster donde el valor de cada celda expresa el número de sitios desde la que la misma es visible. Si se ha calculado la visibilidad indivi dual de 15 asentamientos, entonces, lógicamente, el valor de las celdas de la cobertura de visibilidad acumulativa resultante oscilará entre O y 15, sig nificando un valor de 15 que un punto concreto del paisaje es visible desde todas las localizaciones estudiadas (Wheatley y Gillings, 2002: 206-207). Este tipo de análisis ha sido aplicado por ejemplo al estudio de paisajes sa grados, al objeto de valorar si determinados monumentos (por ejemplo, construcciones megalíticas) están emplazados en lugares estratégicos en los que son especialmente visibles y donde, por tanto, adquieren una es pecial prominencia paisajística y simbólica. En su análisis SIG de la cuenca visual de los túmulos y recintos neolíticos de la planicie de Salisbury, Wheatley concluye que, para sus constructores originales, un factor de terminante de la ubicación de un monumento concreto pudo ser la posi- 226 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO bilidad de contemplar o dominar visualmente otros monumentos preexis tentes (construidos por las generaciones precedentes), ya que ello habría añadido un valor de autoridad y legitimación al nuevo monumento (Wheatley, 1996: 92). En el capítulo 11 de este libro se incide de forma más detenida en el marco epistemológico y teórico de este tipo de análisis de inspiración fenomenológica. Para ser estadísticamente riguroso, el análisis SIG de las cuencas vi suales de una serie de puntos de interés arqueológico debe ser contrastado con el análisis de las cuencas visuales de una serie de puntos elegidos alea toriamente, de forma que, mediante las oportunas pruebas de significa ción, se pueda determinar si el tamaño y alcance de las cuencas visuales de los primeros es manifiestamente distinto de lo que se puede esperar de forma general de la unidad de paisaje en cuestión dada su configuración topográfica (Lake y otros, 1998: 28; Wheatley y Gillings, 2002: 11). Aparte de los métodos de análisis de cuenca visual y de cuenca vi sual acumulativa, en los últimos años se han propuesto diversas técnicas novedosas de análisis en este campo. La cuenca visual total (CVT) es ge nerada de la misma forma que la acumulativa, con la diferencia funda mental de que se emplean todas las localizaciones (celdas, en el caso de un MDT raster) del territorio estudiado. Mientras que la cuenca visual acu mulativa proporciona una imagen de la estructura visual de una serie de localizaciones seleccionadas por cualesquiera razones, la CVT supone una descripción de la estructura visual inherente a un territorio en su totali dad en base a su topografía. Naturalmente, este tipo de análisis requiere un procesamiento masivo de datos (mayor cuanto más grande sea el área estudiada) que sólo es concebible en un entorno SIG. Desde un punto de vista arqueológico, M. Llobera (2003: 34-37) ha realizado una serie de in teresantes experimentos examinando los valores obtenidos en análisis de cuencas visuales totales de diferentes tipos de terrenos (una cresta, un va lle y una zona de elevaciones y tierras bajas) con el objeto de identificar áreas y localizaciones con magnitudes de visibilidad semejantes (figura 109). En este análisis se identifican pautas en la estructura visual de los distin tos tipos de terreno, lo cual es de enorme significación para el análisis de las propiedades de ciertos tipos de sitios arqueológicos (por ejemplo, mo numentos, rutas y vías de comunicación, etc.). Otra variante del concepto de cuenca visual es la de cuenca visual pró xima (o cuenca visual continua), que hace referencia al área de visibili dad continua definible en tomo a un punto de observación concreto (Llobera 2003: 30). Normalmente, un mapa SIG de cuenca visual muestra tanto las zonas visibles en tomo al punto de observación como las invisibles. En este caso, por tanto, el concepto de cuenca visual continua persigue definir el espacio que puede ser visible sin interrupciones o zonas oscuras en el en torno inmediato del punto de observación, es decir, una cuenca de domi nio visual. Otra interesante técnica propuesta recientemente es la deno minada cuenca visual de Higuchi, que combina los factores de visibilidad y distancia (Wheatley y Gillings, 2000: 16-18). En este caso se parte de una cuenca visual raster binaria para un punto de observación dado. A conti- t1l fo ~ f > o ~ E f e'.> °'º .9 ~ (/) :C PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 227 Crestas Tierras altas/bajas Valle TOTALVIEW Ridge TOTALVIEW Upland/Lowland TOTALVIEW Valley ~-' 1 1 ... ..., MAGNITUD VISUAL r=Jsaja CJMedia - Alta FIGURA 109. Cuenca visual total. Procedimiento de cálculo automatizado en un SIC mediante representación raster del terreno. Fuente: Llobera, 2003: 35. nuación se calcula una capa o cobertura de distancias desde dicho punto de observación, cobertura que es luego reclasificada en una serie de in tervalos simples (localizaciones próximas, intermedias y lejanas, por ejem plo) a partir de la altura media de los árboles dentro de la zona de estu dio. Finalmente se superponen la capa de la cuenca visual binaria y la capa de distancias para extraer los valores de distancia que caen dentro de zo nas visibles. Otras propuestas han planteado nociones como la de cuenca visual borrosa (fuzzy viewsheds) para tener en cuenta la disminución de la nitidez y calidad de la visión con la distancia (Loots, 1997; Nackaerts y Govers, 1997; Nackaerts y otros, 1999) o la de exposición visual de los ele mentos del paisaje visual y de su relación con la prominencia topográfica (Llobera, 2001: 1007; 2003: 39). El factor movimiento ha sido asimismo 228 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO objeto de consideración en el análisis de la visibilidad mediante la inte gración de mapas topográficos digitales y reconstrucciones virtuales de monumentos prehistóricos (Exon y otros, 2000). Los análisis SIG de cuencas visuales son por supuesto mucho más ro bustos y potentes que los procedimientos manuales mencionados ante riormente, ya que define superficies continuas y completas (y cuantifica bles)de visibilidad e invisibilidad. Además, gracias a la capacidad de procesamiento de los ordenadores el análisis SIG permite repetir el análi sis para un elevado número de localizaciones y representar los resultados de una forma cartográfica apropiada (colores, tres dimensiones, etc.). Ahora bien, el análisis de cuencas visuales en un entorno SIG no está exento de problemas y limitaciones. Algunos de estos problemas son comunes al aná lisis manual de la visibilidad, pero otros son específicos del análisis SIG. Estas limitaciones pueden ser agrupadas en dos bloques: las que hacen referencia a la propia complejidad física o medioambiental de la percep ción visual y las que derivan de las propias limitaciones técnicas de los SIG. Entre las primeras, son importantes variables tales como la cobertura ve getacional del terreno (las coberturas de tipo arbóreo pueden limitar drás ticamente la visibilidad, haciendo irrelevante el análisis desde la óptica de la topografía), la curvatura de la tierra (un factor que debe ser tenido en cuenta para áreas de estudio de gran tamaño), la definición del límite de visión (que depende del caso específico estudiado, ya que no es lo mismo el control visual directo del ojo humano sobre un territorio que la utiliza ción de señales desde torres-vigía y atalayas) y los propios efectos de los límites del área de estudio designada (los asentamientos cercanos a los re bordes pierden parte de sus cuencas visuales de forma artificial simple mente porque no se considera todo el territorio que los circunda). Entre las limitaciones de los análisis de cuenca visual a partir de he rramientas SIG, destacan las que se derivan de la cartografía utilizada como fuente y de los algoritmos de cálculo del MDT. Diferentes algoritmos pue den proporcionar distintas representaciones de la altitud de un punto dado, lo que puede tener un importante impacto en el resultado del análisis de cuenca visual, sobre todo si los errores se producen en la altitud de las ci mas de los cerros y montañas. Se ha señalado que los MDT de base TIN son preferibles a los de base raster, ya que aquéllos permiten representar de forma más fidedigna las crestas y cimas de las elevaciones, permitiendo incrementar la densidad de datos en áreas con oscilaciones especialmente intensas de la altitud (Wheatley y Gillings, 2000: 10). Otra solución pro puesta a este problema pasa por repetir varias veces el cálculo de la cuenca de visibilidad para cada punto de observación, introduciendo cada vez un pequeño error aleatorio en el Modelo Digital del Terreno, de forma que los diferentes resultados obtenidos son luego combinados en forma de la más probable cuenca visual potencial (Wheatley y Gillings 2002: 209). Por otro lado, los algoritmos de cálculo de la cuenca visual propiamente di cha también pueden producir variaciones en los resultados: a este respecto, los estudios del geógrafo P. Fisher (1993) han demostrado la existencia de variaciones de hasta el 50 % en el tamaño de una misma cuenca visual PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 229 dependiendo del algoritmo empleado. Por ello resulta altamente reco mendable acompañar estos estudios de metadatos relativos a las caracte rísticas y criterios aplicados en los programas de cálculo para establecer el grado de homologación entre unos resultados y otros, así como emplear las observaciones directas de campo como método de corroboración de los resultados obtenidos. 10.3.5. INTERPRETACIÓN DE LÍMITES Y FRONTERAS No sería oportuno terminar la sección dedicada al análisis espacial y territorial sin entrar en un comentario, siquiera breve, acerca del aspecto interpretativo sobre el que han incidido distintos modelos interpretativos a partir de las técnicas y procedimientos descritos en las páginas prece dentes: la cuestión de los límites y fronteras. Tanto el análisis de captación de recursos como la teoría del lugar central, como las distintas técni cas de análisis de la territorialidad teórica tratadas (polígonos de Thiessen, modelo X-TENT, coeficientes del vecino más próximo, de equilibrio espa cio-población, de gravedad, de preponderancia topográfica y visibilidad, etcétera) han sido utilizados en los últimos treinta años para mejorar nues tro conocimiento de las sociedades prehistóricas. Es cierto que todo este arsenal metodológico tiene limitaciones e inconvenientes, como no ha de jado de señalarse en la literatura científica (críticas que han sido también objeto de discusión aquí), y que otros enfoques posteriores han aportado valiosas contribuciones, como es el caso de la Arqueología posprocesual con su énfasis en los paisajes rituales, o la propia teoría de sistemas mun diales, que son objeto de una discusión pormenorizada en las siguientes secciones de este manual. Sin embargo, a pesar de esas limitaciones, una valoración global ho nesta de los resultados del enfoque procesualista del análisis territorial tiene que empezar por admitir que, como conjunto metodológico, ha pro ducido una verdadera revolución interpretativa en Arqueología, más que evidente si se tiene en cuenta el estado en el que se encontraba el tema con anterioridad a los años 1960, cuando aún predominaba de forma casi ab soluta el enfoque histórico-cultural. Ello es particularmente obvio en el caso de la Arqueología Prehistórica europea. Naturalmente, la aplicación de dichos métodos ha diferido bastante de tratarse de las sociedades de cazadores y recolectores del Paleolítico y del Mesolítico o de las sociedades sedentarias y campesinas de la Prehistoria Reciente (Neolítico, y edades del Cobre, Bronce y Hierro). Las formas de vida de los cazadores-recolectores y de los campesinos son tan diametral mente diferentes que la forma de aplicación y los resultados deparados por el análisis espacial no podían dejar de ser algo distintos. Por la naturaleza de sus sistemas de aprovechamiento de recursos y su organización socioeconómica, las sociedades de cazadores y recolec tores muestran unas pautas de territorialidad móviles y abiertas. Los análisis de captación de recursos han mostrado la amplitud del abanico 230 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO • . __. . / ~ / . . //• ______... •• ,¿:•// .~e e Campamento efimero • Campamento temporal • Campamento estacional FIGURA 110. Pautas móviles de territorialidad de cazadores y recolectores. A) Circular anual. B) Circular, estacional y multianual. C) Pulsatorio estacional. Fuente: Butzer, 1989: 229. de recursos y de los territorios utilizados por las sociedades del Paleolítico Superior para obtener sus recursos en el marco de su forma de vida mó vil, así como la variedad de asentamientos temporales generados en el proceso (Gamble, 1999: 352-362; Moure Romanillo y González Morales, 1992: 105-108). Se han planteado diversas hipótesis sobre la naturaleza de las distintas clases de lugares de asentamiento de las sociedades caza doras y su articulación en pautas de movilidad relacionadas con distintas estrategias de explotación impuestas por la concentración y variabilidad estacional de los recursos. Estos asentamientos pueden variar desde cam pamentos semipermanentes hasta campamentos efímeros (para unas pocas noches), pasando por campamentos temporales y estacionales. La articulación entre esas clases de asentamientos nómadas con respecto a la distribución de los recursos resulta en pautas de movimiento de los cuales se han elaborado clasificaciones precisas (Butzer, 1989: 228-231) (figura 110). El carácter abierto de los territorios de las bandas de cazadores se manifiesta en la ausencia de delimitaciones o fronteras estrictas y perma nentes: inexistentes los sistemas de apropiación privada de la tierra, los ca- PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 231 Distrito administrativo A Asentamiento • No-productores O Productores .... Flujo de la tributación Distrito administrativo B Nivel jerárquico 1 Distritoadministrativo e Nivel FIGURA 111. Pauta jerarquizada de territorialidad de una sociedad campesina se dentaria. Fuente: elaboración propia. zadores consideran a toda la naturaleza como un marco abierto de exis tencia, un marco que no puede ser poseído por nadie y del que todos los seres humanos son parte inherente. El comunalismo económico se expresa en unas pautas abiertas de comportamiento territorial, de forma que, aun que existe una noción de cuál es el territorio en el que se desenvuelve la comunidad, ello no comporta una territorialidad exclusivista o disuasoria. Se distinguen grados de permisividad de acceso en función de que los ex traños sean amigos/parientes o enemigos/extraños, pero los conflictos 232 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO FIGURA 112. Asentamientos cerrados. Nuraga de Su Nuraxi di Barumini (Cerdeña). Fuente: Lilliu y Zueca, 1999: 85. territoriales y la guerra tienen una dimensión más simbólica que real en tre los cazadores (Service, 1984: 73-74). Por ello, el modelo de análisis es pacial más aplicado al estudio de las sociedades de banda ha sido el ACR, mientras que los orientados al estudio de la jerarquización y control del territorio han tenido mayor aplicación en el estudio de las sociedades cam pesinas. Efectivamente, las sociedades campesinas que comienzan a exten derse por toda Europa desde la neolitización mostrarán a lo largo de la Prehistoria Reciente pautas fijas y cerradas de territorialidad. Mediante la intensificación de la producción por unidad de territorio, la economía campesina sedentaria sustituye (y, literalmente, arrincona) la economía de carácter extensivo y móvil de los cazadores. Si ésta se basaba en la movi lidad (seguimiento de manadas de grandes mamíferos, movimientos esta cionales), la segunda depende de la ocupación y el control constante de un espacio fijo. No es sorprendente, por tanto, que a lo largo de la Prehistoria PROPUESTA DE LA ARQUEOLOGÍA PROCESUAL 233 FIGURA 113. Paisajes cerra dos. Parcelaciones agrarias de la Edad del Bronce en Dorset (Reino Unido). Fuente: Coles y Harding, 1997: 247. Reciente se observe por toda Europa un sostenido proceso de cerramiento y jerarquización del territorio (figura 111). Este cerramiento se observa a nivel semimicro en la aparición en el perímetro de los asentamientos de estructuras de delimitación y protec ción que, quizás en un primer momento, estuvieron concebidas para man tener protegido el ganado y apartadas a las alimañas, pero que sin duda a partir de un cierto punto se convierten en un esencial mecanismo de de fensa contra competidores y vecinos hostiles. La figura 112 muestra uno de los ejemplos más espectaculares de asentamientos cerrados de toda la Prehistoria europea: las nuragas de Cerdeña (otros ejemplos son los forti nes de la Edad del Cobre de la península Ibérica). La aparición de los pri meros sistemas de parcelación agraria y de sistemas de zonificación social (asentamientos con estructuras murarias y otras delimitaciones físicas in ternas que parecen sugerir procesos de segregación entre los miembros de una misma comunidad), de los cuales los más antiguos actualmente co nocidos corresponden a la Edad del Bronce, expresan espacialmente los procesos de creciente privatización de la producción y jerarquización so cial (en definitiva, extensión de las desigualdades) en que se encuentran inmersos los campesinos del algunas regiones europeas. La figura 113 muestra un ejemplo de algunas de las primeras parcelas agrarias docu mentadas en la Prehistoria de Europa. 234 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA DEL TERRITORIO A escala macro, el desarrollo de instalaciones defensivas en el perí metro de sistemas de asentamientos o en las proximidades de las fuentes de materias primas y recursos básicos es un rasgo común entre las socie dades agrarias (Butzer, 1989: 240). En el caso de la Prehistoria Reciente eu ropea, el proceso de paulatina densificación (en algunos casos hasta lasa turación) humana del territorio como resultado del crecimiento demográfico a largo plazo hace que algunas formaciones sociales acaben desarrollando sistemas territoriales muy definidos y exclusivos (como el mostrado en el modelo de empaquetamiento de hexágonos discutido anteriormente). Este proceso se agudiza notablemente con el proceso de jerarquización social y surgimiento del Estado, en un proceso que culmina con la fortificación y militarización de las fronteras territoriales por parte de los estados territo riales históricos. De ello existen abundantes ejemplos antiguos, desde la Gran Muralla china (cuya construcción comienza en el siglo XII a.n.e.) hasta la ya citada muralla de Adriano (construida en el siglo n d.n.e. para im permeabilizar la frontera norte del imperio romano en las islas Británicas), como contemporáneos, desde la Línea Maginot (construida por Francia des pués de la Primera Guerra Mundial para defender su frontera con Alemania) hasta el Muro de Berlín, resultado de la Guerra Fría. La figura 114 (color) muestra de forma diagramática varios modelos de relaciones fronterizas con distintos tipos de frontera (cadena, barrera, ecológica, etc.). Los métodos de análisis de la territorialidad teórica discutidos ante riormente han tenido una gran aplicación en la definición de modelos fron terizos, surgiendo un importante debate sobre la formación de fronteras y delimitaciones políticas y los métodos para su identificación arqueoló gica, lo que ha generado una considerable literatura especializada (véase, por ejemplo, Alexander, 1977; 1978; De Atley y Findlow, 1984; Green y Perlman, 1985; Burillo Mozota, 1989; Lighfoot y Martínez, 1995; etc.). 10.3.6. LECTURAS RECOMENDADAS DEFINICIÓN: INTRODUCTORIAS Fernández Martínez, V. y Ruiz Zapatero, G. (1984): «El análisis de territorios arqueológicos: una introducción crítica», Arqueología Espacial, 1, 55-71. Colegio Universitario de Teruel. Orejas, A. (1998): «El estudio del paisaje. Visiones desde la Arqueología», Arqueología del Paisaje. Actas del Coloquio Celebrado en Teruel (septiembre, 1998). Arqueología Espacial 19-20, 9-20. Teruel, Instituto de Estudios Turolenses. 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