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Cuaderno del Alumno2021 TRABAJO Y TIEMPO LIBRE CAPÍTULO 15 Sistema circulatorio "El corazón de los animales es el fundamento de sus vidas, el soberano de todo su interior, el sol de su microcosmos, aquello de lo cual depende todo crecimiento, de lo cual proviene todo poder". Fig. 15-1. Dibujo es quemático del sistema circulatorio. (Según Gardner, Gray y O'Rahilly). El sistema circulatorio comprende el corazón y el conjunto de los vasos sanguíneos y linfáticos. El corazón bombea la sangre a las arterias, que la distribuyen al territorio microvascular en los distintos tejidos y órganos (Fig. 15- l) . El territorio microvascular comienza con las ar teriolas, que conducen la sangre a una red densa de capilares, desde donde la sangre es recogida en vénulas. En el territorio microvascular ocurre el intercambio de gases, agua, sales, metabolitos y hormonas entre los capilares y las vénulas y los tejidos circundantes. Algunos tipos celulares de la sangre pueden atravesar las vénulas más pequeñas y llegar hasta los tejidos. Las venas transportan la Ganglio linfático Arteriola -~ ...._",.-t::::1~::D Capilares ----"I!...'Jl:'..~ linfático WiUiam Harvey sangre de regreso desde el territorio microvascular hacia el corazón. Con este órgano como punto de partida, los vasos sanguíneos conforman dos circulaciones (Fig. 15-1), de las cuales la circu lación pulmonar (circulación menor o circuito menor) transporta la sangre hacia los pulmones y de regreso al corazón, mientras que la circulación sistémica (circulación mayor o circuito mayor) transporta la sangre hacia todos los demás tejidos del organismo y de regreso al corazón. El sistema de vías linfáticas se compone de capilares linfáticos y vasos linfáticos. Este sistema drena el líquido tisular de los espacios intercelulares y desemboca en las venas de la base del cueHo (véase la Fig. 15-1). En su recorrido, la linfa atraviesa los ganglios linfáticos, desde los cuales transporta linfocitos hacia la sangre. Muchas moléculas, corno Iípidos y proteínas de alto peso molecular, también son transportadas por las vías linfáticas a la sangre. Estructura de los vasos sanguíneos La pared vascular de todo el sistema circulatorio posee un revestimiento interno liso compuesto por una única capa de células endoteliales. Los capilares están constituidos exclusivamente por esta capa de células endoteliales, mientras que los demás vasos presentan capas complementarias de tejido alrededor del endotelio. Estas capas contienen cantidades variables de tejido conectivo y células musculares lisas, y todos los vasos de diámetro mayor que los capilares poseen una tú nica íntima interna, una túnica media intermedia y una túnica adventicia externa (Fig. 15-2). Por lo general, estas 3 capas presentan la siguiente composición: la túnica Íntima posee una única capa de células endoteliales rodeada por una capa de tejido conectivo subendotelial; la túnica media se compone de una disposición concéntrica de tejido conectivo y células musculares lisas; la túnica adventicia es un revestimiento externo de tejido conectivo, que se continúa con el tejido conectivo circundante. Al hablar del diámetro de los vasos sanguíneos, siempre se hace referencia al diámetro luminal. Sistema circulatorio I '363 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Fig. 15-2. Dibujo esquemático de la división his tológica general de la pared vascular en tres capas o túnicas concéntricas (como ejemplo, se muestra una arteria muscular). Arterias Las arterias (gr. arteria , tubo aéreo; los antiguos ,griegos creían que las arterias eran vasos portadores de aire) transportan la sangre hacia el ten'itorio mi crovascular en los tejidos y órganos (véase la Fig. 15-1). Comienzan con la aorta (la arteria principal) y el tronco pulmonar (la arteria pulmonar), que parten desde los ventrículos izquierdo y derecho, respectivamente. De estos vasos parten, por rami ficaciones sucesivas, gran número de arterias de diámetro decreciente en el sentido del flujo san guíneo. Sin embargo, la capacidad acumulada de todas las ramificaciones aumenta en forma gradual, lo cual causa disminución de la velocidad de flujo y de la presión sistólica (la presión en el sistema arterial durante la sístole o contracción cardíaca). La pared arterial es fuerte debido a contenido de músculo liso y elastina (véase la Fig. 15-2). Por lo general, en los cortes histológicos las arterias se diferencian con facilidad de las venas, porque la gruesa pared impide el colapso del vaso durante la preparación, mientras que las venas de paredes finas a menudo están más o menos colapsadas. Las arterias más grandes contienen numerosas membranas elásticas en la pared y se denominan ar terias elásticas. Al ramificarse se continúan como arterias más pequeñas, las arterias musculares, en cuyas paredes predominan las células musculares lisas. Las arterias más pequeñas o arteriolas se consideran parte del territorio microvascular. La pared de las arterias se caracteriza porque una membrana elástica diferenciada, la membra na o lámina elástica interna, separa la túnica ínti ma de la túnica media, mientras que por lo general una membrana o lámina elástica externa, menos definida, separa la túnica media de la adventicia. Arterias elásticas Las arterias elásticas tienen un diámetro superior a 10 mm e incluyen la aorta, el tronco pulmonar con las arterias pulmonares, la arteria carótida común y la arteria subclavia. La arteria elástica más grande es la aorta (Fig. 15-3). La túnica Íntima presenta en su interior células endoteliales poligonales y tan aplanadas que, en condiciones normales, en preparados para el microscopio óptico sólo se distingue el núcleo (también aplanado) como un abultamiento luminal. Mediante microscopia electrónica, se observa que las células endoteliales están unidas por medio de zonulae occludentes. El citoplasma 36 ICapítulo 15 contiene vesículas que se cree que tienen actividad de transporte transendotelial (las características citológicas generales de las células endoteliales y sus funciones se verán con mayor detalle al estudiar los capilares). Una lámina basal separa el endotelio de una capa subendotelial de tej ido conectivo laxo. que contiene células musculares lisas ai sladas y fibroblastos dispersos. La capa elástica más interna de la túnica media recibe el nombre de membrana elástica interna . La túnica media de la aorta de un humano adulto contiene unas 50 membranas elásticas Fig. 15-3. Imagen con microscopio óptico de una parte de un corte transversal de la pared de una arteria elástica (aorta). Corte teñido con hematoxilina-eosina. x65. Barra: 1 00 ~m. .. - Túnica media - ' -Túnica adventicia Túnica íntima Túnica media Túnica adventicia , BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Membranas elásticas fenestradas Fenestración Células musculares lisas Fig. 15-4. Imagen con microscopio óptico de la túnica media de una arteria elástica (aorta). Corte teñido con orceína. x440. Barra: 20 fJm. fenestradas dispuestas en círculo alrededor de la luz (Figs. 15-3~F15-4) . Entre las membranas elásticas. se encuentran células musculares lisas que se fijan a las membranas. Además, se ob servan fibras elásticas y colágenas incluidas en una sustancia fundamental basófila compuesta en su mayor parte por proteoglucanos ácidos. Túnica íntima (endotelio) ---,,I--'--':;:':='" Membrana elástica .....c............ .,...-...... .:r.,~~ interna Fibras elásticas ....¡;"""!i=--~~_. Células musculares lisas ...,¡;....:.--=~_'--. Túnica media externa Túnica adventicia Fig. 15-5. Imagen con microscopio óptico de una parte de un corte transversal de la pared de una arteria muscular. Corte teñido con hema toxilina-eosina.x350. Barra: 20 fJm. Las células musculares lisas constituyen el único tipo celular en la túnica media y producen todos sus componentes extracelulares. La túnica adventicia es bastante delgada en las arterias elásticas (véase la Fig. 15-3) Y se com pone de tejido conectivo que, en su mayor parte, contiene fibras colágenas. La membrana elástica externa se define corno la lámina elástica fenestra da más externa de la túnica media. La adventicia y la porción externa de la túnica media contienen pequeños vasos sanguíneos y linfáticos, vasa vasorum, mientras que la porción más luminal de la pared vascular se nutre por difusión desde la luz, proceso facilitado por las fenestraciones de las membranas elásticas. Los vas a vasorum están acompañados por pequeños nervios. La sangre es impulsada por las contracciones rítmicas del corazón hacia las arterias, por lo que tienen pulso. En cada sístole (contracción de los ventrícu los cardíacos), aumenta pasivamente el calibre de las arterias elásticas, dado que las membranas elásticas de la pared arterial retienen por cierto tiempo la energía de la contracción cardíaca. Durante la diástole cardíaca (fase de relajación), se libera esta energía cuando las paredes arteriales elásticas se contraen , por lo que el flujo de la sangre se mantiene durante la diástole. De este modo, la pared elástica <IIterial modera las variaciones de presión y favorece un flujo sanguíneo más uniforme en las porciones más periféricas del sistema arterial. Arterias musculares Las arterias musculares constituyen la mayor parte de las arterias del organismo. El diámetro varía entre 10 mm y 0,1 mm. La pared es relati vamente gruesa en comparación con el diámetro vascular, debido a la gran cantidad de músculo liso que posee la túnica media y que le da el nombre a este tipo de arterias (Fig. 15-5). En las arterias musculares pequeñas, la túnica Íntima se compone sólo de las células endoteliales aplanadas que se ubican directamente sobre la membrana elástica interna (Fig. 15-5), apenas sepa radas por una lámina ba~al. Las células endoteliales poseen evaginaciones basales que se extienden a ; través de la lámina basal y la membrana elástica interna, y entran en contacto con las células mus culares lisas subyacentes. En la región de contacto, pueden encontrarse nexos. El endotelio es igual que en las arterias elásticas y también aquí las células están unidas mediante zonulae occludentes y nexos. En las arterias musculares más grandes, se observa una capa de tejido conectivo subendotelial. La membrana elástica interna está bien desa rrollada en las arterias musculares, y en los cortes teñidos con hematoxilina-eosina se distingue como una línea ondeada refringente (Figs. 15-5 y 15-6). Sistema circulatorio I 365 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Fig. 15-6. Imagen con microscopio óptico de una arteria muscular pequeña. Corte teñido co~ orceína. x165. Barra: 50 IJm. El borde ondulado se debe a que el músculo liso de la túnica media se retrae después de producida la muerte por contracción agónica (gr. agonia, lucha [a muerte]), lo cual causa pliegues longitudinales en la membrana elástica interna. En las arterias musculares grandes, la túnica media contiene más de 10 capas de células mus culares lisas en disposición concéntrica (véase la Fig. 15-5), mientras que en las arterias peque ñas se observan 4 a 10 capas . Entre las células musculares aparecen fibras colágenas y elásticas incluidas en una matriz glucoproteica que se tiñe con intensidad con la reacción de PASo Al igual que en las arterias elásticas, las musculares son las únicas células de la túnica media y también aquí producen todos los componentes extracelulares. En la transición a la túnica adventicia, la mem brana elástica externa de las arterias musculares grandes forma una línea limitante, aunque menos definida que la membranaelástica interna, y a veces está dividida en varias capas. A menudo, las arterias pequeñas carecen por completo de membrana elástica externa. La túnica adventicia es gruesa en las arterias musculares (Figs. 15-5 y 15-6). Se compone de tejido conectivo laxo y contiene vasa vasorum y numerosos nervios que penetran en la porción más externa de la túnica media. Las arterias musculares regulan el flujo sanguí neo a un tejido u órgano determinado, por lo que también son denominadas arterias de distribu ción. El fundamento estructural de este proceso se encuentra en las células musculares lisas de la túnica media que , por contracción, causan 36 I Capítulo 15 estrechamiento de la luz. Las células de la túnica media son inervadas por fibras noradrenérgicas vasoconstrictoras y, en algunos casos, también por fibras colinérgicas vasodilatadoras (véase con más detalle la regulación del flujo sanguíneo, más adelante). Por lo general, las células musculares se encuentran en un estado de contracción parcial denominado tono. Sistema microvascular El intercambio de sustancias entre la sangre y los tejidos tiene lugar en el sistema microvascular, y sobre todo en los capilares. Por su túnica media bastante gruesa, las arteriolas regulan el flujo de sangre hacia el territorio capilar y reducen la presión arterial hasta alcanzar un nivel que soporta la pared capilar, por lo que se denominan vasos de resistencia. Los capilares se continúan en las vénulas poscapilares, que se unen para formar vénulas más grandes. Las vénulas poscapilares son la porción más importante del conjunto de vasos en lo referido a la migración de linfocitos y granulocitos a través de la pared vascular; además, allí tiene lugar la mayor parte del intercambio de las moléculas hidrosolubles más grandes, en especial, proteínas. Arteriolas La transición desde una arteria de pequeño calibre a una arteriola es gradual; se define arbitrariamen te a la arteriola como el vaso sanguíneo arterial de diámetro l11enor de 100 fll11. La túnica Íntima se compone de células endoteliales aplanadas (Fig. 15-7), relacionadas mediante zonulae occludentes y nexos. Desde la porción basal de las células endoteliales, se Células musculares lisas en la túnica media Endotelio Membrana elástica interna Fig. 15-7. Imagen con microscopio óptico de una arteriola. Corte teñido con hematoxili na-eosina. x540. Barra: 10 IJm. BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Estructura de la pared arterial en relación con la edad La estructura histológica descrita de las distintas partes del sistema circulatorio corresponde a las condiciones en el adulto joven. A medida que se envejece se producen cambios estructurales en los vasos, en especial en las arterias, cuyas paredes se toman más rígidas. Este aumento de rigidez se denomina arteriosclerosis, con independencia de la causa. Las modificaciones normales por el envejecimiento incluyen engro samientos de la íntima, duplicación de la lámina elástica interna, aparición de colágeno en lugar de células musculares lisas y fibras elásticas en la túnica media, con la consiguiente mayor rigidez de la pared vascular, que contribuye al aumento "normal" de la presión arterial sistóli ca relacionada con la mayor edad. Salvo estos cambios, la arteriosclerosis no produce síntomas por sí misma. Por el contrario, la aterosclerosis (o atero matosis) tiene gran importancia clínica, dado que en la sociedad occidental moderna es la patología arterial más frecuente y produce más de la mitad de todas las muertes, pues es la principal causa de cardiopatía isquémica y de apoplejía (accidente vascular encefálico). Las modificaciones ateroscleróticas comienzan en la túnica íntima y se caracterizan por engrosamien tos o placas como consecuencia de la prolifera ción de células musculares lisas (que migraron a la túnica íntima después de atravesar la lámina elástica interna), acumulación de lípidos en estascélulas y en macrófagos, y fibrosis como consecuencia del depósito de fibras colágenas. Después de cierto tiempo, las células llenas de lípido mueren, por lo que el contenido lipídico con colesterol abundante se deposita sobre el tejido de la íntima, donde causa inflamación crónica. La denominación aterosclerosis (gr. athere, espeso; skleros, duro) se debe a la apari extienden prolongaciones que forman contactos mioendoteliales con las células musculares lisas de la túnica media, al igual que en las arterias musculares. Por lo general, en las arteriolas hay una membrana elástica interna bien definida, que falta en las ramificaciones terminales, denomina das metarteriolas (véase más adelante). La túnica media se compone de 1-3 capas de células musculares lisas, dispuestas en círculos concéntricos (Figs. 15-7 y 15-8). La túnica adventicia se compone de tejido conectivo laxo. Las arteriolas carecen de mem brana elástica externa definida. ción del componente blando con abundancia de lípidos y al componente fibroso duro de la placa aterosclerótica, también denominado ateroma. Las placas ateroscleróticas se encuentran espe cialmente en las arterias coronarias, cerebrales y de los miembros inferiores. En las arterias de pequeño calibre, por ejemplo las coronarias, pueden causar estrechamiento de la luz con disminución de la irrigación sanguínea, pero además la condición puede complicarse si la placa aterosclerótica produce lesión del endo telio, lo cual lleva a la formación de trombos como consecuencia del contacto directo de los trombocitos sanguíneos con las fibras colágenas de la pared vascular (véase la sección sobre función de los trombocitos en el Capítulo 10, pág. 242) . La formación de trombos puede pro vocar la oclusión total del vaso y la consecuente muerte tisular o infarto (Iat. infarcere, ocluir, introducir) en la zona irrigada por las arterias en cuestión. En particular, la elevada frecuencia de oclusión coronaria con infarto agudo del miocardio (IAM) contribuye al muy alto índice de mortalidad de la aterosclerosis. La causa de la mayor frecuencia de ate rosclerosis en la sociedad occidental sólo se conoce en parte, pero existen evidencias bien documentadas de la relación entre las concen traciones elevadas de colesterol plasmático y el riesgo de cardiopatía isquémica. En las placas ateroscleróticas, se captan sobre todo los lípidos LDL (ing.low density lipoprotein, Iipoproteínas de baja densidad) y los riesgos se incrementan en especial con los aumentos de esta fracción Iipoproteica con abundancia de colesterol (véase LDL en la sección de hígado, en el Capítulo 18). Otros factores de riesgo importantes son el hábito de fumar, la hipertensión arterial y la predisposición genética. Las ramificaciones terminales de las arterio , las, denominadas metarteriolas con esfínter precapilar (Fig. 15-9), regulan de modo preciso el flujo sanguíneo en el territorio capilar. El diá metro luminal disminuye gradualmente hasta el diámetro del capilar, es decir, unos 10 11m. Aquí, las células endoteliales sólo están rodeadas por algunas célu las musculares lisas, alrededor de las cuales hay tejido conectivo perivascular. Las arteriolas, incluso las metarteriolas, están inervadas por fibras simpáticas noradrenérgicas vasoconstrictoras, pero también actúan los pro ductos metabólicos locales (véase más adelante). Sistema circulatorio I 367 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Fig. 15-8. Imagen captada con microscopio elec trónico de transmisión de una arteriola pequeña, con una capa de músculo liso en la túnica media. x2500. Barra: 5 ~m. (Cedida por S.-O. Bohman). Las arteriolas se denominan vasos de resistencia, dado que el grado de contracción tónica del músculo liso de estos vasos determina el grado de resistencia periférica y, en consecuencia, la presión sanguínea diastólica. Capilares Los capilares (Iat. capillus, cabello) son los vasos sanguíneos más pequeños, con un diámetro lumi nal en promedio inferior a 10 ].lm. Los capilares se anastomosan y forman una red continua, el lecho o territorio capilar (véase la Fig. 15-9), que recibe sangre de varias arteriolas. Su confor mación presenta gran variación en los distintos tejidos y órganos. Por lo general, hay menor cantidad de sangre en el lecho capilar de lo que éste puede contener. Esto se debe a que, en condiciones normales, un territorio capilar presenta "canales o vías prefe renciales" que son capilares con diámetro algo más grande que el de los demás capilares y que representan una vía directa entre una metarteriola y una vénula poscapilar (véase la Fig. 15-9). El resto de los capilares son ramificaciones desde la vía preferencial y forman una red anastomosada que relaciona las metarteriolas con las vénulas poscapilares. En su inicio en la metarteriola, los capilares están rodeados por células musculares lisas, los esfínteres precapilares. Por la vía preferencial siempre fluye sangre, mientras que los demás capilares no se abren todos al mismo tiempo, salvo en casos de gran demanda de oxígeno. La cantidad de sangre que atraviesa la vía preferencial varía de acuerdo con el grado de contracción de la metarteriola, mientras que la cantidad de sangre que llega hasta los demás ca pilares del lecho capilar es controlada por el grado de constricción de los esfínteres precapilares. La pared capilar está compuesta por una capa de células endoteliales y una lámina basal que incluye pericitos (células pericapilares) dispersos (Figs. 15-11 y 15-14). Una sola célula endotelial puede extenderse alrededor de toda la luz del vaso en los capilares pequeños, mientras que 2 o 3 células rodean la luz de los capilares más grandes. Fig. 15-9. Dibujo esquemático de la conforma ción general de un territorio capilar (véase el texto para los detalles). (Según Bailey, en Copen haver, Kelly y Wood). 36 ICapítulo 15 Luz · Célula muscular lisa Vénula Arteriola E 1 / I Anastomosis Meterteriola "Vía preferencial" Esfínteres ............... !l'-------::7 precapilares Capilares arteriales Vénula poscapilar - ________ BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Fig. 15-10. Imagen con microscopio óptico de arteriolas pequeñas, un capilar y una vénu la poscapilar, es decir, vasos pertenecientes a la región de la mi crovasculatura. Corte teñido con hematoxili na-eosina. x440. Barra: 20 IJm. Fig . 15-12. Imagen cap tada con microscopio electrónico de trans misión de un capilar continuo del músculo esquelético. x25.000. Barra: 500 nm (Cedida por J.P. Kroustrup). Capilar Arteriolas pequeñas Vénula poscapilar Se considera que la superficie endotelial de los capilares representa alrededor del 85% de la super ficie total de endotelio en el sistema circulatorio. Mediante microscopia óptica,~bserva que el aspecto de los capilares de distintos tejidos y órganos es muy similar (Fig. 15-10), pero con microscopia electrónica se diferencian tres tipos Pericito Capilar continuo Fig. 15-11. Dibujo esquemático de un capilar continuo. (Según Fawcett, en Orbison y Smith). principales de capilares: continuos, fenestrados y sinusoides. Los capilares continuos son los más comunes y se encuentran en los tres tipos de tejido muscular y en el tejido pulmonar, el encéfalo y el tejido conectivo. El espesor de la pared de los capilares totalmente abiertos es de unos 0,2 flm, salvo a la altura del núcleo celular, donde es más gruesa (Figs. 15- 11 y 15- 12). El citoplasma contiene los orgánulos habituales, pero sólo en pequeña cantidad. Un rasgo ultraestructural característico es la presencia de gran cantidad de pequeñas inva ginaciones, fositas o cavéolas (lat. caveola, cueva pequeña) con diámetro bastante uniforme de unos 70 nm en el plasmaJema luminal (hacia la sangre) o abluminal (hacia la lámina basal) (Fig. 15-13).Las cavéolas pueden estar ramificadas y formar cadenas que posiblemente den origen a canales transendoteLiales. En el interior de la célula se distingue gran cantidad de siluetas vesiculares pequeñas, muchas de las cuales no corresponden a Cavéolas Lámina basal Fig. 15-13. Imagen captada con microscopio elec trónico de transmisión de un pequeño corte de la pared de un capilar continuo. x78.000. Barra: 100 nm (Cedido por J.P. Kroustrup). Sistema circulatorio I 369 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Vesícula-_lil'aA vesículas verdaderas, sino a cortes entre cavéolas ramificadas, relacionadas por la superficie. Han sido denominadas vesículas de pinocitosis, pero su función no es la pinocitosis sino posiblemente la transcitosis, es decir, el transporte transendo telial de ciertas moléculas hidrosolubles. Las vesículas pueden realizar esta función por fusión y formación de canales transendoteliales o como vesículas aisladas con movimiento pendular entre las superficies externa e interna de las células endoteliales . No se conoce con certeza la función de las cavéolas. Las propiedades y las funciones de las células endoteliales se verán con mayor detalle más adelante. Las células endoteliales están relacionadas mediante contactos oclusivos, entre los cuales las células están separadas por un espacio intercelular de 10-20 nm de ancho. En su parte externa, el endotelio está limitado por una lámina basal con tinua similar a la lámina basal de otros epitelios. Capilares fenestrados. A diferencia de los capilares continuos, que poseen un citoplasma coherente sin discontinuidades, los capilares fe nestrados presentan fenestraciones (Iat.fenestra, ventana) en las células endoteliales. Los capilares fenestrados se encuentran en la lámina propia del tubo digestivo, en los riñones y en las glándulas endocrinas. Estos capilares se caracterizan por la presen cia de células endoteliales muy aplanadas, de un espesor de 0,1 ¡.¡m o menos, en las que hay fenestraciones redondeadas de un diámetro de 70 nm en promedio (Figs. 15-14 y 15-15). Las fenestraciones están cerradas por un diafragma más delgado que una membrana tri laminar densa mente cubierta de proteoglucanos (véase capilares de los glomérulos renales, pág. 452). El citoplas ma contiene escasas vesículas. Las células están unidas mediante contactos oclusivos, como en los capilares continuos, y la lámina basal es continua. Sinusoides. El diámetro luminal de los capi lares de ciertos órganos es de unos 30-40 ¡.¡m o incluso mayor, es decir, bastante más grande que el de los capilares comunes. Estos capilares grandes se encuentran en hígado, bazo y médula ósea. Por lo general no son cilíndricos, sino que se adaptan a los espacios entre las placas o cordones epiteliales de los órganos donde se encuentran. En consecuen cia, a menudo presentan un recorrido retorcido y sinuoso, por lo que se denominan sinusoides (laL sinus, onda o giro). Además del mayor calibre y la forma más irregular, las paredes de los sinusoides de hígado, bazo y médula ósea se diferencian porque hay aberturas regulares entre las células endoteliales. En los sinusoides hepáticos, las células endoteliales de algunos sitios están unidas mediante contactos oclusivos localizados y nexos. No obstante, como característica especial de estos 37 I Capítulo 15 Fenestraciones Iu..,.-----Hendidura intercelular Capilar fenestrado Fig. 15-14. Dibujo esquemático de un capilar fenestrado. (Según Fawcett, en Orbison y Smith). sinusoides, aparecen agujeros citoplasmáticos en las células endoteLiales, con un diámetro de 0,1 ¡.¡m en promedio. Estos orificios no están cerrados por un diafragma, por 10 que se diferen cian con claridad de los poros de los capilares fenestrados debido a su tamaño y las caracterís ticas de verdaderos agujeros. En los tres tipos de sinusoides, la membrana basal es incompleta o está ausente. Los distintos tipos de sinusoides se describen con mayor detalle en relación con los órganos correspondientes. En la hipófisis y las Fenestraciones 'to'.--- Lámina basal Fig. 15-15. Imagen cap itoplasma endotelial Luz capilar tada con microscopio electrónico de transmi sión de una parte de la pared de un capilar fenestrado. x38.000. Barra: 200 nm. (Cedido por A.B. Maunsbach). BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Vénula Vénula poscapilar Arteria muscular pequeña Fig. 15-16. Imagen con microscopio óptico que muestra una vénula poscapilar y una vénula muscular. Además, se observa una arteria mus cular pequeña. Corte teñido con hematoxilina eosina. x440. Barra: 20 J.lm. suprarrenales, se encuentran capilares fenestrados de diámetro inusualmente grande. En ocasiones, también se denominan sinusoides, aunque por su estructura no pueden compararse con los anteriores. Los pericitos son células alargadas cuyo citoplasma ramificado rodea el endotelio capi lar sin formar una capa continua (véase la Fig. 15-11). Se ubican en una división de la lámina basal. Mediante métodos inmunohistoquímicos se demostró que contienen los componentes de un aparato contráctil (entre ellos, actina, miosina y tropomiosina), por 10 que podrían influir sobre el flujo sanguíneo a través de los capilares y las vénulas poscapilares . Representan un tipo de células madre para las células de la túnica media de los vasos más grandes y desempeñan un papel importante en la regeneración y la neoformación de vasos sanguíneos (véase la pág. 383). Vénulas Por unión de capilares se forman las vénulas poscapilares más pequeñas, con un diámetro de lOa 50 ¡.¡m. La pared se compone de una delgada capa de endotelio, en la cual las células están relacionadas mediante contactos oclusivos menos desarrollados que en las arterias y los capilares. Esta forma de contacto oclusivos de organización laxa se encuentra en todas las vénulas y representa el contacto endotelial menos denso de todo el sistema de vasos sanguíneos, salvo ciertos sin usoides antes mencionados. El endotelio descansa sobre una lámina basal rodeada por una capa de pericitos que gradual mente se hace más continua, con el diámetro cre ciente de las vénulas. Cuando el diámetro alcanza más de 50 ¡.¡m, aparecen células musculares lisas alrededor del endotelio, por lo que estas vénulas se denominan vénulas musculares (Fig. 15-16) Y a menudo acompañan a las arteriolas. A diferencia de las arteriolas, la luz de las vénulas musculares de los preparados histológicos comunes suele estar colapsada. Nunca se encuentran membranas elásticas interna o externa. Funciones reguladoras de las células endoteliales Además de constituir una barrera de permeabi lidad selectiva para el intercambio de sustancias entre la sangre y los tejidos (véase más adelante), el endotelio de los vasos sanguíneos tiene muchas otras funciones, dado que sintetiza y secreta va rias sustancias que influyen sobre la coagulación sanguínea, la tensión arterial, el flujo sanguíneo local, la migración de células a través de la pared vascular y los factores de crecimiento. La activi dad secretora de las células endoteliales contrasta con el modesto contenido de orgánulos secretores (RER, aparato de Golgi y gránulos de secreción), pero se compensa con su inmensa cantidad en todo el organismo. La superficie luminal de las células endotelia les normalmente no puede activar los tromboci tos, lo cual conduciría a la formación de trombos plaquetarios (véase la función de los trombocitos en el Capítulo 10, p. 240). La causa de las propie dades 110 trombogénicas de la superficie endoteliaJ se relaciona con su producción de sustancias anti coagulantes, por ejemplo, el glucosaminoglucano heparansulfato, que se fija al plasmalema en la superficie luminal de las células endoteliales . Además, las células endoteliales secretan otras sustancias que influyensobre la coagulación sanguínea, por ejemplo el derivado de las pros taglandinas prostaciclina (PGI) y óxido nítrico (NO), que inhiben la adhesión entre los trombo citos, por lo que son anticoagulantes (además, ambos tienen acción vasodilatadora; véase más adelante). Por el contrario, en el caso de daño del endotelio, las células endoteliales intervienen activamente en la adhesión y la activación de las plaquetas, por ejemplo, por liberación de factor de von Willebrand (factor de coagulación VIIa) almacenado en los gránulos de Weibel-Palade, que desde el punto de vista estructural son vesí culas alargadas limitadas por membrana que sólo se encuentran en el endotelio de las arterias. Estos Sistema circulatorio I 371 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org gránulos se vacían en los casos de lesión de la pared vascular y favorecen así la formación de un trombo plaquetario y la consecuente hemostasia de un vaso lesionado (véase el Capítulo 10, pág. 240). Además, el endotelio de todo el sistema de vasos sanguíneos secreta el factor de von Wille brand sin previo almacenamiento en gránulos de Weibel-Palade. En caso de lesión, el endotelio se regenera por mitosis de las células endoteliales circundantes no lesionadas, que migran hacia la zona destruida, reemplazan las células lesionadas y restablecen el revestimiento endotelial. Ante la neoformación de vasos sanguíneos (angiogénesis), el endotelio también prolifera y fonna prolongaciones macizas que después se canalizan (véase más adelante). En condiciones normales, el endotelio es una población celular que se renueva muy lentamente. Las células endoteliales secretan numerosas sustancias que afectan el músculo liso de los vasos y, en consecuencia su grado de contrac ción, por ejemplo, las sustancias vasodiJatadoras prostacicIina CPGI2) y óxido nítrico (NO) y la vasoconstrictora endotelina 1. La cantidad y el tipo de sustancias secretadas son regulados, entre otros factores, por mecanorreceptores de las células endoteliales, que reaccionan ante el estiramiento y las tensiones por desplazamiento a lo largo del endotelio (fuerzas de cizalla) des encadenados por la presión y el flujo sanguíneos. La secreción también es afectada por sustancias disueltas en la sangre, por ejemplo, el contenido de 0 2 y de CO2• Las sustancias secretadas son moléculas de señal con efecto paracrino y tie nen gran importancia para la regulación de la irrigación sanguínea local en un tejido. Al actuar sobre el grado de constricción de las arteriolas, también influyen sobre la tensión arterial general. Las células endoteliales producen este efecto al secretar la enzima convertidora de angiotensi na CACE, angiotensin-converting enzyme) , que transforma la angiotensina 1 en angiotensina lI, de fuerte efecto vasoconstrictor y, en consecuen cia, estimulante de la tensión arterial (véase la síntesis de angiotensina 1 con mayor detalle en el Capítulo 20). Las células endoteliales también sintetizan sustancias que controlan la migración de leu cocitos a través de la pared vascular. Son mo léculas de adhesión celular que se incorporan al plasmalema luminal, donde se unen a ligandos en la superficie de los leucocitos, que así se fijan al endotelio de la correspondiente sección del vaso, como inicio de la migración a través de la pared vascular (véase también inflamación en el Capítulo 8, pág. 220). Esta migración celular tiene lugar sobre todo en las vénulas poscapila res. El pasaje de linfocitos ocurre siempre en las 37' ICapítulo 15 vénulas poscapilares especiales con endotelio cúbico denominadas vénulas de endotelio alto (HEV, high endothelial venules) de los órganos linfáticos secundarios, como una parte del pro ceso de recirculación de los linfocitos entre la sangre y los tejidos durante su "patrullaje" del organismo (véase el Capítulo 16). Estas vénulas especiales expresan permanentemente moléculas de adhesión celular denominadas adresinas, que son "números postales" especiales para los linfo citos circulantes. En presencia de inflamación las vénulas poscapilares "comunes" son activadas por citocinas (p. ej. , IL-l) para expresar moléculas de adhesión celular específicas, aquí pertenecientes al grupo de las selectinas, que se unen a los ligan dos de la superficie de granulocitos neutrófilos, primero, y de monocitos y algunos linfocitos , después (véase el Capítulo 8, pág. 221). Mientras que la recirculación de los linfocitos implica el retorno al torrente sanguíneo a través del siste ma de vías linfáticas (véase el Capítulo 16), la migración de los granulocitos y los monocitos relacionados con la inflamación es en un solo sentido, dado que estas células terminan su ciclo vital en la región inflamada. Intercambio de sustancias entre la sangre y el medio en el sistema microcirculatorio El intercambio de sustancias disueltas entre la sangre y los otros tejidos es el objetivo primor dial del sistema circulatorio. La mayor parte del intercambio tiene lugar a través de .Ia pared capilar, pero también intervienen las vénulas poscapilares. En conjunto, los capilares y las vénulas poscapilares se denominan vasos de intercambio. A continuación, se analizará la permeabilidad capilar. La nutrición de las células del organismo ocurre por difusión a través del líquido que les rodea, el líquido intersticial o tisular, cuya com posición depende de la relación de permeabilidad de los capilares y las vénulas poscapilares. Por lo general, la concentración de moléculas pequeñas y de iones corresponde aproximadamente a las concentraciones en el plasma como consecuencia de su rápido intercambio, mientras que por regla general sólo hay concentraciones bajas de pro teína, debido a la escasa permeabilidad normal de los capilares y las vénulas poscapilares para las proteínas plasmáticas (véase más adelante). Desde el punto de vista cuantitativo, la di fusión es el mecanismo más importante para el intercambio de agna y solutos entre la sangre y los tejidos. Las sustancias liposolubles y otras sustancias que atraviesan sin dificultad las mem branas celulares, entre ellas 0 2' COl Y H20 , pasan con facilidad la barrera celular y los espacios in BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Formación del líquido intersticial (líquido tisular) La presión hidrostática en los capilares obliga al agua y los solutos capaces de atravesar la pared capilar a hacerlo hacia el espacio intersticial, mientras que, por el contrario, la presión osmó tica debida a las proteínas plasmáticas (presión coloidosmótica) atrae líquido con solutos hacia el interior del capilar. En el extremo arterial, la presión hidrostática es máxima, mientras que la presión coloidosmótica predomina en el extremo venoso. Esto se debe a que la presión hidrostática disminuye en dirección venosa, mientras que la presión coloidosmótica se mantiene en valores casi constantes (Fig. 15-17). En consecuencia, hay transporte neto de agua y solutos desde el capilar hacia el intersticio en el extremo arterial, fenómeno denominado filtración, pero este líquido y los componentes disueltos en su mayor parte retornan al capilar en el extremo venoso, por reabsorción (tanto la filtración como la reabsorción son resultados netos de desplazamientos de agua y solutos en ambas direcciones a través de la membrana, por ejemplo, por difusión). En condiciones norma les, sólo se fi Itra el 0,3% del plasma en el extre mo arterial del capilar, y 9/1 O de este volumen se reabsorbe en el extremo venoso. Este cuasi equilibrio entre la filtración y la reabsorción se denomina equilibrio de Starling (por el fisiólogo inglés Emest Henry Starling). Hay un pasaje constante, aunque lento, de una cantidad mínima de proteínas plasmáticas desde el capilar hacia el líquido tisular, que presenta una concentración proteica del orden de 1-2 g/lOO mi,mientras que la concentración plasmática es de alrededor de 7 gil 00 mi. Estas proteínas son transportadas con el exceso de líquido (que para todo el organismo representa alrededor de 1,7 mI por minuto) hacia la sangre por el sistema linfático. Fig. 15-17. Dibujo esquemático del intercam bio de agua y moléculas disueltas entre los capilares sanguíneos, el espacio intersticial y los capilares linfáticos (véase el texto para los detalles). Espacio intersti '~. ' "' cial (contiene líquido tisular) . . . . tercelulares. Las sustancias insolubles en lípidos (es decir, hidrosolubles) de hasta 5 nm de diá metro (PM < JO.OOO) , por ejemplo iones sodio, potasio, cloro y proteínas pequeñas, atraviesan la pared capilar por difusión por los espac ios intercelulares, por vías inespecíficas de diámetro de 4 a 6 nm que se encuentran en los contactos Capilar sanguí neo (extremo arterial) oclusivos no muy densos que aparecen en la mayoría de los capilares. Esta forma de pasaje parece que corresponde al concepto fisiológico de transporte por poros pequeños, cuya base es tructural no se ha identificado con seguridad. No obstante, el pasaje de ciertas moléculas pequeñas, p. ej. , glucosa y aminoácidos, es facilitada por Sistema circulatorio I 373 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org diversas proteínas transportadoras de membrana específicas; véase Capítulo 3, pág. 69. Las sus tancias insolubles en lípidos con diámetro mayor de unos 5 nm (macromoléculas), por ejemplo las proteínas plasmáticas, sólo podrán atravesar por los llamados "poros grandes" , cuya naturaleza es muy discutida. Existen razones suficientes para considerar que son contactos oclusivos aun menos densos, de un tipo que se encuentra en el extremo venoso de los capilares y en las vénulas poscapilares, precisamente donde tiene lugar, de preferencia, el pasaje de proteínas (si bien en cantidad moderada). Reconstrucciones muy cuidadosas de los contactos oclusivos en el endotelio sugieren con fuerza la presencia de los pasajes descritos a través de los tipos moderadamente densos y menos densos de estos contactos. Además, es razonable suponer que no es una división bimodal en un sistema de dos poros, con poros grandes y pequeños, sino, por el contrario, una continuidad de tamaFios de poros, donde todos están representados en los contactos oclusivos de los espacios intercelulares y donde sólo los menos densos , en el extremo venoso de la microcirculación , pueden ser atravesados por las macromoléculas. Como se mencionó al describir los tipos de capilares, las grandes cantidades de vesículas en el citoplasma y de cavéolas en el plasmalema luminal y abluminal se han interpretado como expresión de transporte vesicular transcelular, lo cual también surge de muchos experimentos realizados con moléculas marcadas. Sin embargo, investigaciones cuidadosas han demostrado que la mayoría de las vesículas se relacionan con la membrana superficial, por lo que no representan vesículas libres y son estructuras estáticas cuya función se desconoce. Otro posible origen de los poros grandes son las fenestraciones de los capilares fenestrados , pero datos fisiológicos sugieren que, por lo general, la permeabilidad para las macromolé culas es similar en los capilares fenestrados y continuos, quizá porque los delgados diafragmas de las fenestraciones son una barrera para las macromoléculas. No obstante, las fenestraciones aumentan la difusión de agua y pequeñas molé culas hidrosolubles. Como se mencionó antes, cabe destacar que no existe unidad de criterio ni seguridad completa sobre laforma en que las macromoléculas atra viesan el endotelio capilar. Lo mismo es válido también, a grandes rasgos, para los ácidos grasos y otros lípidos. Valen relaciones especiales para los capilares del encéfalo, donde la barrera hematoencefálica mencionada en el Capítulo 14 se debe exclusiva mente a la presencia de zonulae occludentes muy 37 ICapítulo 15 densas entre las células endoteliales, además de la ausencia de transporte vesicular (sólo hay escasas vesículas en el citoplasma endotelial). También existen una barrera hematotímica que impide el pasaje de macromoléculas a través del endotelio capilar de la corteza del timo (véase el Capítulo 16) y una barrera hematotesticular (véase el Capítulo 22). Por último, hay una barrera hematoacuosa en el ojo (véase el Capítulo 25). Una función importante en algunos vasos es la eliminación de partículas del torrente sanguíneo porfagocitosis, debida a macrófagos fijados en la pared de los s.inusoides del hígado, el bazo y la médula ósea, donde eliminan eritrocitos dañados, restos celulares, bacterias y virus. Estos macrófa gos residentes representan uno de los mecanismos defensivos fundamentales del organismo frente a las infecciones . Venas Las venas (lat. vena, tubo, conducto) conducen la sangre de regreso al corazón. Por lo general, acompañan a las arterias correspondientes, pero tienen mayor diámetro. A menudo, una arteria es acompañada por varias venas, las venas satélite, que drenan la sangre de la región irrigada por la arteria. La superficie del corte transversal del con junto de estas venas se caracteriza por ser mucho mayor que la arterial. Las venas también tienen paredes más delgadas que las arterias del mismo tamaí10, lo cual debe considerarse a la luz de la presión venosa mucho menor. La presión hidros tática algo superior en los miembros inferiores, comparada con la de los miembros superiores, se traduce en el espesor de la pared venosa, que por lo general es un poco más gruesa en las venas de los miembros inferiores. Por último, la pared contiene más tejido conectivo y menos músculo liso que las arterias. Debido a la pared más del gada, en los cortes histológicos es característico observar las venas colapsadas en parte. La pared venosa se compone de las mismas tres capas fundamentales de las arterias: las túnicas íntima, media y adventicia, pero carece de membranas elásticas interna y externa, y los límites entre las tres capas son menos nítidos que en las arterias. Las venas presentan más diferen cias que las arterias. Suelen agruparse en venas pequeñas, medianas y grandes. Venas pequeñas y medianas Las venas pequeñas tienen un diámetro de 0,1-1 mm, mientras que las medianas varían entre 1 y 10 mm e incluyen, por ejemplo, la mayoría de las venas superficiales y profundas de los miembros superiores e inferiores. BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Fig. 15-18. Imagen con microscopio óptico de un corte transversal de una vena pequeña. Nótese la luz parcial mente colapsada. Corte teñido con hematoxili na-eosina. x65. Barra: 100 ~m. Fig. 15-19. Imagen con microscopio óptico de una parte de un corte transversal de la pared de una vena grande (vena cava inferior). Nótese la túnica adventicia muy gruesa, que contiene haces de células mus culares lisas orientadas en sentido longitudinal. Corte teñido con he matoxilina-eosina. x65. Barra: 1 00 ~m. Endotelio Túnica media Túnica adventicia Células muscula res lisas de trans curso longitudinal Endotelio Túnica adventicia Túnica media La túnica Íntima se compone de células endoteliales (Fig. 15-18) que, en las venas me dianas, están rodeadas por una delgada capa de tejido conectivo subendotelial. La túnica media es mucho más delgada que la arterial y contiene 3-4 capas de células musculares lisas dispuestas en forma circular. La túnica adventicia se com pone de tejido conectivo y, en las venas medianas, representa la mayor parte de la pared. Venas grandes Se incluyen aquí todas las venas con diámetro superior a 10 mm, por ejemplo, las venas cava. La túnica Íntima presenta una estructura similar a la de las venas medianas (Fig. 15-19). La capa de tejido conectivo subendotelial puede tener un espesorconsiderable, comparado con la capa respectiva en las venas medianas. La túnica media es muy delgada o puede estar ausente. Está compuesta por unas pocas capas de células musculares lisas dispuestas en forma circular. La túnica adventicia es muy gruesa, a menudo varias veces más gruesa que la túnica media. Se compone de tejido conectivo y células musculares lisas longitudinales, por lo que suele denominarse adventicia muscular. Se encuentran también nu merosos vasa vasorum y vasos linfáticos, además de fibras nerviosas amielínicas. Válvulas venosas En muchas venas medianas con diámetro supe rior a 2 mm se encuentran válvulas a intervalos regulares compuestas por repliegues con forma de semiluna que sobresalen en la luz.Por lo ge neral cada una está formada por un par de valvas enfrentadas (Fig. 15-20) . El borde libre está orientado hacia el corazón. Es posible considerar --Válvula abierta Músculo contraído Válvula cerrada ------'!~:'-lI.....-1¡ '& Rama colateral ---~~::;..:=",. Fig. 15-20. Dibujo esquemático de la función de las válvulas venosas. Por contracción de la musculatura circundante, las válvulas aseguran el flujo sanguíneo unidireccional hacia el corazón. Este efecto de los músculos vecinos ("bomba muscular") sobre el flujo venoso tiene especial importancia en los miembros inferiores, en los cuales el retorno suele tener lugar contra la fuer za de la gravedad. (Según Grollman). Sistema circulatorio I 375 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org las válvulas como pliegues de la túnica íntima con un núcleo de tejido conectivo recubierto por una capa de endotelio. En el sitio de fijación, la pared venosa es más delgada que lo normal y el músculo liso circular de la túnica media es reemplazado en todo o en parte por músculo liso longitudinal. Las válvulas venosas impiden el reflujo de la sangre. Cuando el flujo de sangre tiene dirección hacia el corazón, las válvulas se abren; con el reflujo, se llenan los repliegues y se obstruye el flujo retrógrado de la sangre. Debido a que la pared es más delgada frente a las valvas, al mismo tiempo se produce un ensanchamiento de la pared venosa sobre la cara de la valva orientada hacia el corazón, denominada seno de la valva. Se encuentran válvulas sobre todo en las venas que transportan la sangre contra la fuerza de la gravedad, donde tiene importancia el efecto de válvula de las valvas constituyentes. Las venas del tórax, el abdomen, la columna vertebral y el encéfalo no poseen válvulas. , Organos y estructuras vasculares especiales Sistemas de vasos porta Por lo general, una red capilar es continuada por vénulas que se unen para formar vasos venosos mayores, pero en algunos sitios especiales se forman los sistemas de vasos porta, compuestos por un sistema de vasos interpuesto entre dos lechos capilares. Lo inusual es la aparición de un territorio capilar "adicional", relacionado con el primer lecho capilar del sistema de vasos porta, que puede estar formado por venas o por arterias. Un ejemplo de sistema porta venoso es el de la vena porta, que da origen a la denominación sistema de vasos porta. La vena porta transporta la sangre desde los territorios capilares del tubo digestivo, el páncreas, la vesícula biliar y el bazo hacia el hígado, donde se ramifica para formar un sistema de sinusoides que conforma la otra red capilar. Desde los sinusoides, la sangre es transportada mediante un sistema venoso eferente hepático, las venas hepáticas, hacia la vena cava inferior y de aUí al corazón. Como consecuencia de esta disposición, las sustancias nutritivas ab sorbidas en el tubo digestivo entran en contacto directo con los hepatocitos antes de ser distribui das a todo el organismo por el torrente sanguíneo. Otro sistema porta venoso se encuentra en la hipófisis (véase el Capítulo 21). Un ejemplo de sistema porta arterial se encuen tra en los riñones, donde los corpúsculos renales contienen ovillos de capilares enrollados y anasto mosados que reciben el nombre de glomérulos. Es 37 ICapítulo 15 tos capilares se unen para dar origen a una arteriola eferente que luego forma una segunda red capilar alrededor de los túbulos renales. Así, la arteriola eferente y los capilares mencionados representa un sistema porta arterial (véase el Capítulo 20). Anastomosis arteriovenosas Además de la red capilar común, en determinados sitios existen comunicaciones directas de mayor calibre entre las arteriolas y las vénulas pequeñas (véase la Fig. 15-9). Estas anastomosis arteriove nosas poseen una túnica media excepcionalmente gruesa. La estimulación simpática causa fuerte contracción de las anastomosis arteriovenosas, por lo que la sangre pasa desde la arteriola hacia la red capilar común. Por el contrario, la relajación de la anastomosis hace que la sangre sea desviada fuera de la red capilar, directamente a la vénula. Las anastomosis arteriovenosas tienen gran importan cia para la regulación del flujo que irriga muchos tejidos. En los dedos de los pies y de las manos, la nariz, los labios y las orejas, donde hay gran can tidad de anastomosis arteriovenosas, éstas tienen gran importancia en la regulación de la pérdida de calor y. por lo tanto, de la temperatura general del cuerpo. Las anastomosis arteriovenosas de los dedos de los pies y de las manos son retorcidas y forman pequeños ovillos vasculares, los glomos (lat. gI0111I1S, ovillo). Seno carotídeo y glomo aórtico Como seno carotídeo se denominan los primeros 2 cm de la al1eria carótida interna, que con tensión arterial nonnal se distinguen como una dilatación ahusada del vaso. por ejemplo, en una arteriografía. Es un órgano receptor de vigilancia de la presión sanguínea arterial. La pared arterial se caracteriza por una túnica media delgada y mayor contenido de elastina, además de un contenido equivalente menor de músculo liso, respecto del resto de la arteria (Fig. 15-21). La túnica adventicia es relati vamente gruesa y tiene gran cantidad de elastina, lo cual implica que esta porción de la arteria se ensancha en forma pasiva y proporcional con el nivel de presión sanguínea arterial. Esta túnica contiene numerosas fibras nerviosas sensitivas sensibles al estiramiento, provenientes del nervio glosofaríngeo, que desde aquí envían de inmediato la información sobre la presión sanguínea arterial al centro que regula la circulación en la médula oblongada. El seno carotídeo tiene gran importan cia para la hiperregulación y la hiporregulación de la tensión arterial mediante rápidas variaciones de la circulación, pero es menos importante para establecer la tensión arterial de reposo habitual. Por lo tanto, la desnervación del seno carotídeo no produce modificaciones permanentes de la tensión arterial de reposo, pero la torna más lábil. BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Arteria carótida interna Seno carotídeo Glomo carotídeo Capilares Células principales del glomo Bifurcación Arteria carótida El glomo carotídeo es un pequeño cuerpo ubi cado en la bifurcación de la arteria carótida común. El órgano es un quimiorreceptor que registra de inmediato lafalta de oxígeno y, por reflejo, desen cadena un aumento de la ventilación (respiración) por descenso de la presión de oxígeno (P02) en la sangre arterial. El glomo carotídeo también reacciona con aumento de la ventilación ante un incremento de la presión de dióxido de carbono o una disminución del pH de la sangre, pero en esta función tiene menor importancia que los qui mion'eceptores ubicados en la médula oblongada. El glomo o cuerpo carotídeo es un órgano neuroepitelial desarrollado de la cresta neura!. Las células parenquimatosas pueden clasificarse en dos tipos: las células glómicas o principales (células tipo 1) forman cúmulos densos rodeados por células de sostén (células tipo II) parecidas a la neuroglia.Comparado con la masa de tejido, el del glomo tiene gran abundancia de capilares, por lo que la sangre capilar es representativa de la arterial en lo que respecta a su presión de oxígeno y de dióxido de carbono (Fig. 15-21). Las células tipo 1 poseen vesículas que contienen dopamina e histamina en el citoplasma, y también produ cen varias otras moléculas de señal, entre ellas, NO y CO. Las células tipo 11 son una población de células madre a partir de las cuales pueden Fig. 15-21. Imagen con microscopio óptico del seno carotídeo y el 910mO carotídeo. El material proviene de un conejo, por lo que ambas estruc turas pueden ubicarse en un preparado para mi croscopia óptica. a Bifurcación de la carótida con el glomo ubicado entre las arterias carótidas externa e interna. Nótese la muy delgada túnica media del seno carotídeo, cuyo diámetro es pequeño la falta de presión arterial. b Giomo carotídeo visto con más aumento. Las células principales del glomo están ubicadas en contacto estrecho con los capi lares. Tinción de van Gieson-Hansen. desarrollarse nuevas células de tipo I. El cuerpo carotídeo contiene numerosas fibras nerviosas , cuyas terminaciones establecen contacto sináptico con las células tipo 1 del glomo. La mayoría son fibras aferentes que abandonan el cuerpo carotídeo con el "nervio del seno carotídeo". Las células tipo 1 registran las presiones de oxígeno y dióxido de carbono y liberan neuro transmisores que actúan sobre las terminaciones nerviosas aferentes para que, a través del nervio glosofaríngeo, informen al centro de la respira ción en la médula oblongada las presiones de 0 2 y CO2 de la sangre. El glomo carotídeo es de fundamental importancia para regular la respira ción, y por lo tanto, la presión de oxígeno de la sangre. Ante una hipoxia prolongada, aumenta la cantidad y el tamaño de las células glómicas, así como la sensibilidad del órgano ante las varia ciones del pOl de la sangre arterial, por ejemplo, como parte de la aclimatación a grandes alturas. La extirpación del glomo carotídeo o la sección del nervio del seno causan hipoventilación e hipoxemia permanentes. El glomo aórtico comprende pequeñas estruc turas similares ubicadas sobre las caras derecha e izquierda del arco de la aorta. Se cree que el cuerpo aórtico tiene la misma función que el cuerpo carotídeo. Sistema circulatorio I 377 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Corazón El corazón es una bomba muscular que mediante contracciones rítmicas bombea la sangre a través del sistema vascular. Representa alrededor del 0,5% del peso corporal en el adulto, pero varía con el nivel de actividad física del individuo. El corazón está dividido en un atrio izquierdo y uno derecho, y un ventrículo izquierdo y otro derecho. La sangre venosa es transportada por las venas cava superior e inferior hacia el atrio derecho, desde donde continúa hacia el ventrícu lo derecho, que bombea la sangre por las arterias pulmonares hacia los pulmones. Aquí, la sangre se oxigena y Libera CO2, y luego vuelve al atrio izquierdo, desde donde continúa al ventrículo izquierdo, qne bombea la sangre a la aorta. Los orificios entre los atrios y los ventrículos están cerrados durante la contracción del corazón (sístole), sobre el lado derecho por la válvula tricúspide y sobre el lado izquierdo por la vál vula mitral. Los orificios de comunicación con la aorta y el tronco pnlmonar se cierran durante la relajación del corazón (diástole) mediante las válvulas semilunares. La pared del corazón se compone de un en docardio interno, un miocardio intermedio y un epicardio externo. El miocardio representa la mayor parte de la masa de la pared. Endocardio El endocardio es una membrana delgada que recubre la superficie interna de los atrios y los Miocardio Célula muscular lisa Fig. 15-22. Imagen con microscopio óptico del endocardio y de la parte más interna del miocar dio en el atrio izquierdo. Nótese la gruesa capa subendocárdica de tejido conectivo. Corte teñido con hematoxilina-eosina. x275. Barra: 20 ~m. 378 ICapítulo 15 ventrículos. Es más gruesa en los atrios, por 10 que su interior es más blanco que el de los ventrículos, donde el músculo cardíaco se distingue a través. En la transición a las arterias y las venas, el en docardio se continúa en la túnica íntima vascular. El endocardio se compone de una capa de células endoteliales poligonales aplanadas (Fig. 15-22). Por debajo del endotelio, se encuentra una capa de tejido conectivo denso que contiene muchas fib ras elásticas y células musculares li sas. En la mayor parte del corazón, por debajo hay una capa subendocárdica de tejido conectivo que falta en los músculos papilares y las cuerdas tendinosas . Esta capa fija el resto del endocardio al miocardio, donde se continúa en el tejido conectivo que hay entre las fibras musculares cardíacas. La capa subendocárdica contiene vasos sanguíneos, nervios y ramificaciones del sistema de conducción de los impulsos, las fibras de Purkinje (véase más adelante). Miocardio Como se mencionó en el Capítulo 13, las fi bras musculares cardíacas se mantienen unidas me diante tejido conectivo para formar el tejido firme del mi ocardio (Fig. 15-23). Sobre la superfi cie interna de las paredes ventriculares, el miocardio forma un relieve de haces de fibras musculares aisladas recubiertos por endocardio denomina dos trabéculas carnosas. El miocardio de los ventrículos sólo contiene cantidades ínfimas de fi bras elásticas, mientras que en el miocardio de los atrios aparece una red extendida. Como se mencionó en el Capítulo 13, en al gl1mrs oelas céiubs muscuiares caraÍacas atrwl es , Fig. 15-23. Imagen con microscopio óptico del miocardio. x275. Barra: 20 ~m. Las flechas señalan algunos de los muchos discos inter calares que relacionan las células musculares cardíacas ramificadas. Corte teñido con ácido fosfotúngstico-hematoxi li na. BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Péptido natriurético atrial (ANP) Los gránulos atriales contienen los precursores de una hormona denominada péptido natri urético atrial (ANP), sintetizado y secretado por las células musculares atriales como reacción ante el estiramiento. El nombre se debe a que el ANP aumenta la diuresis de sodio (diuresis es la canti dad de orina emitida en un período determinado, por ejemplo 24 horas), es decir, aumenta la elimi nación de sodio por la orina. En consecuencia, el ANP es la sustancia con efecto natriurético más intenso demostrado en el organismo. Hay una secreción continua (constitutiva) de pequeñas cantidades deANP al torrente sanguíneo, pero la secreción aumenta cuando hay mayor volumen minuto cardíaco por estimulación debida al estiramiento de las células musculares atriales, cuando se incrementa la cantidad de sangre en los atrios. Se secreta mayor cantidad de ANP en las cardiopatías con insuficiencia ventricular, que induce una mayor presión retrógrada y aumento (yen menor grado también en las ventriculares) aparecen gránulos limitados por membrana de un diámetro de unos 0,4 11m, los gránulos atriales, que sufren exocitosis cuando se expanden los atrios. Las células que contienen estos gránulos se denominan mioendocrinas . Los gránu los atriales contienen precursores de la hormona péptido natriurético atrial (ANP), que causa aumento de la eliminación de sodio yagua por la orina y Nervios Adi pocitos Arteria coronaria pequeña ---~,..--4.L...-mrr ------.! ..... ~__:_,:-+- -------..¡;jIiiF'+.H~9_.;, de tamaño de los atrios. También se secreta más ANP en la hipertensión arterial. El ANP contri buye a restablecer el equilibrio hidroelectrolítico y la tensión arterial normales, dado que favorece la mayor eliminación de cloruro de sodio yagua por los riñones, la vasodilatación por relajamien to del músculo liso de las paredes vasculares,la inhibición de la liberación de renina por los riñones (véase con mayor detalle en el Capítulo 20), y la inhibición de la secreción de aldos terona por las glándulas suprarrenales (véase aldosterona con más detalle en el Capítulo 21). En correspondencia con las acciones del ANP, se han demostrado receptores para este agente en las paredes de los vasos sanguíneos, los riñones y las glándulas suprarrenales. También se ha demostrado que ANP afecta las neuronas del encéfalo, en especial las hipotalámicas, donde se encuentran los centros para la regulación de la tensión arterial y del equilibrio hidroelectrolítico. disminución de la tensión arterial. El ANP juega un papel importante en la regulación del volumen de sangre circulante. Epicardio El epicardio es la hoja o lámina visceral del peri cardio y recubre la superficie externa del corazón en la forma de una membrana serosa delgada que, j unto con la hoja parietal, constituye el saco pericárdico donde se encuentra el corazón. El epicardio está compuesto por una única capa de células mesoteliales y una capa delgada submeso telial de tejido conectivo laxo que contiene vasos sanguíneos y nervios, a menudo en gran cantidad (Fig. 15-24). La hoja parietal del pericardio es una mem brana serosa común, es decir, una capa de células mesoteliales con una delgada capa subyacente de tejido conectivo. Debido a las superficies lisas y húmedas, el epicardio y el pericard.io parietal se deslizan casi sin fricciones entre sí durante los movimientos cardíacos. Estructuras de tejido conectivo en el corazón En el endocardio, el miocardio y el ep icardi o se encuentran elementos de tejido conectivo. Además existen estructuras de tejido conectivo Fig. 15-24. Imagen con microscopio óptico del epicardio (pericardio visceral) y la porción más externa del miocard io. Corte teñido con van Gieson-Hansen. Sistema circulatorio I 379 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http:pericard.io http://booksmedicos.org muy denso, como las válvulas cardíacas, los anillos fibrosos , los trígonos fibrosos , la porción membranosa del tabique interventricular y las cuerdas tendinosas . Válvulas cardíacas. Las válvulas semiluna res de los orificios de comunicación con la aorta y la arteria pulmonar y las válvulas cuspídeas de los dos orificios atrioventriculares están compuestas por repliegues del endocardio que contienen una placa central de tejido conectivo denso. Los anillos fibrosos son estructuras anulares de tejido conectivo denso fibroso que rodean los orificios internosdel corazón; en ellos se insertan las válvulas. Los trígonos fibrosos son dos zonas de tejido conectivo denso con características de cartílago fibroso que comunican los anillos fibrosos y, con ellos, separan el miocardio de los atrios y los ventrículos. El trígono fibroso derecho es per forado por el haz atrioventricuJar del sistema de Arteria pulmonar (túnica media) Miocardio Endocardio Fig. 15-25. Imagen con microscopio óptico de la válvula semilunar frente a la inserción en el ori ficio de la pulmonar. La válvula consta de un nú cleo de tejido conectivo colágeno. El endocardio y parte de la túnica muscular de la arteria pulmonar se continúan y se extienden sobre las caras valvu lares inferior y superior, respectivamente, donde se adelgazan gradualmente hacia el borde de la válvula. Corte teñido con van Gieson-Hansen. 38 ICapítulo 15 conducción de los impulsos (haz de His) (véase más adelante). La porción membranosa del tabique inter ventricular es la porción de este tabique que se forma en último término; también está compuesta por tejido conectivo denso. Las cuerdas tendinosas son cordones que comunican la punta de cada músculo papilar con el borde o la superficie ventricular de las cúspides de las válvulas mitral y tricúspide. Las cuerdas están recubiertas por endocardio y contienen haees densos de fibras colágenas. Sistema de conducción de los impulsos cardíacos j:1corazón posee un sistema de fibras musculares especializadas, el sistema de conducción de los impulsos cardíacos, que inicia y regula las con tracciones de los atrios y los ventrículos en una secuencia adecuada para la función de bomba. Parte de este sistema comunica el atrio derecho con los ventrículos y se demuestra con la disección macroscópica. Se denomina haz atrioventricular (haz de His) y se origina en el nódulo atrioven tricular, que se localiza en la capa subendocárdica de la pared septal del atrio derecho. El haz de His parte del nódulo atrioventricular, a través del trígo no fibroso derecho y a lo largo del borde inferior del tabique membranoso entre los ventrículos. El tronco se divide en dos ramas que pasan a los ventrículos izquierdo y derecho, respectivamen te, y que por fin se dividen en numerosas ramas menores para formar una red de fibras en la capa de tej ido conectivo subendocárdico de los ven trículos, desde donde numerosas ramificaciones pasan al miocardio y se relacionan con las fibras musculares cardíacas comunes. Fibras de Purkinje Endotelio Fig. 15-26. Imagen con microscopio óptico de un haz de fibras de Purkinje. El corte proviene de un cora zón de ternera, donde las fibras de Purkinje tienen un diámetro notablemente mayor que en corazones humanos. Teñido con hematoxilina-eosina. Barra: 50 f.lm. _..--,- .._~--. '" :. ,- .., E1"IdocardiQ ' ... BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org Las fibras musculares cardíacas modificadas o fibras de Purkinje que conforman el haz atrioventricular y sus ramificaciones conducen los impulsos con mayor velocidad que las fibras musculares cardíacas comunes (velocidad de conducción de 2-3 m/seg, comparado con unos 0,6 m/seg en las fibras musculares cardíacas comunes) . Las fibras de Purkinje se diferencian por contener menor cantidad de miofibrillas y ser más gruesas (Fig. 15-26). Por último, las fibras de Purkinje contienen más glucógeno que las fibras musculares cardíacas comunes. Al igual que éstas, las fibras de Purkinje están compuestas por células individuales dispuestas en hileras, donde las cé.lulas hacen contacto entre sí extremo a extremo y lado a lado, con formación de nexos grandes. El nódulo sinoatrial, a menudo abreviado a nódulo sinusal, se encuentra en el tejido subepi cárdico, en el ángulo entre la vena cava superior y el atrio derecho, justo por encima del surco terminal. El nódulo está compuesto por células musculares nodales, de menor tamaño que las células musculares cardíacas atriales comunes y con escaso contenido de miofibrillas. Las células musculares nodales sólo fonnan unos pocos nexos pequeños entre sr, se contraen de manera rítmica y generan impulsos con funciones de marcapaso cardíaco (véase más adelante). Al igual que el nódulo sinusal , el nódulo atrioventricular se compone de células muscu lares nodales que forman pequeños nexos entre sÍ. En la transición entre estas células y el haz atrioventricular, existe una zona con células de aspecto intermedio entre las células musculares nodales y las musculares cardíacas comunes. Es probable que estas células sean responsables del retraso en la propagación del impulso en el nódulo atrioventricular. Existían divergencias respecto de la estructura de la conexión entre el nódulo sinusal y el nódulo atrioventricular, pero las investigaciones más re cientes indican que son fibras musculares atriales comunes, con una disposición regular especial. El músculo cardíaco posee la capacidad de efectuar contracciones rítmicas sin requerir la acción de estímulos externos. Cabe destacar que todos los distintos tipos de células musculares cardíacas (las células musculares cardíacas comu nes, las fibras de Purkinje y las células musculares nodales) son excitables y capaces de generar impulsos espontáneos, conducirlos y transmi tirlos a través de nexos a las células muscularescardíacas adyacentes. Pero las células musculares nodales del nódulo sinusal generan impulsos con la frecuencia más alta, por lo que el nódulo sinusal establece la frecuencia de contracción para todo el miocardio y se denomina marcapaso cardíaco. El ritmo propio del corazón (determinado por el nódulo sinusal) puede ser modificado por el sistema nervioso autónomo. El nódulo sinusal posee abundante inervación por fibras simpáti cas y parasimpáticas; la estimulación simpática aumenta la frecuencia cardíaca, mientras que la parasimpática (nervio vago) la disminuye. El impulso es conducido hasta el nódulo atrioventricular por las fibras musculares atriales comunes. Como se mencionó antes, el impulso se conduce con cierta lentitud a través del nódulo atrioventricular. Una vez atravesado este nódulo, el impulso es transmitido con rapidez al miocardio ventricular por las fibras de Purkin je del haz atrio ventricular. Si este último se deteriora, se pierde el ritmo normal, primero con contracción de los atrios, y después, de los ventrículos. Irrigación sanguínea, vasos linfáticos y nervios del corazón Vasos sanguíneos . La irrigación sanguinea propia del corazón tiene lugar a través de las dos arterias coronarias, que en su inicio en la aorta están conformadas como arterias elásticas y se transforman gradualmente en arterias musculares. Las arterias coronarias emiten numerosas ramas hacia las paredes ventriculares, donde se forma una red capilar muy extensa en el miocardio. Las ramas más grandes de las arterias coronarias se encuentran en el epicardio y emiten ramificacio nes perpendiculares menores hacia el interior del miocardio, por lo que presentan un recorrido Jo más corto posible dentro de esta capa. De esta manera, el período en el que son aplastadas en la sístole es lo más corto posible. Los capilares se unen para formar venas tributarias de las venas cardíacas, que a través del seno coronario des embocan en el atrio derecho . La mayor parte de la sangre de la superficie anterior del ventrículo derecho se vacía directamente en el atrio derecho a través de las venas cardíacas anteriores. Algunas venas pequeñas , las venas cardíacas mínimas, se vacían directamente en las cavidades cardíacas, a través del endocardio. Durante toda la vida, hay una renovación constante de pequeños vasos en el tejido adiposo , epicárdico, que genera anastomosis entre las rami ficaciones más delgadas de las arterias coronarias locales. También se han descrito anastomosis entre las ramas del miocardio, pero la mayor parte de las investigaciones se han efectuado mediante modelos macroscópicos y no se conoce con exac titud la estructura histológica de las anastomosis. Las posibles anastomosis no son capaces de mantener una circulación colateral efectiva en el caso de una repentina obstrucción de una rama de una arteria coronaria (oclusión coronaria). En consecuencia, desde un punto de vistafuncional Sistema circulatorio I 81 BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org las arterias coronarias son arterias terminales, es decir, cada una ilTiga su región sin anastomosis efectiva con las ramas vecinas. Por lo tanto, la oclusión coronaria causa necrosis de la región irrigada del miocardio o infarto, y en los casos en los que el paciente sobrevive a la oclusión se forma después una cicatriz de tejido conectivo (véase el Recuadro, pág. 367). Vasos linfáticos. Los vasos linfáticos son muy abundantes en los tejidos subendocárdico y sube picárdico, mientras que no está bien establecido su recorrido en el miocardio. Nervios. El corazón está inervado por fibras parasimpáticas (vía el nervio vago) y simpáticas. Las fibras forman plexos cardíacos cerca de la base del corazón. Las fibras del vago establecen sinap sis con las células gangJjonares parasimpáticas, ubicadas en los plexos y en las paredes atriales. Las fibras pos ganglionares adrenérgicas y colinérgicas entregan terminaciones sobre todo a los nódulos sinusal y atrioventricular. Además, las arterias coronarias y las venas cardíacas son inervadas por fibras adrenérgicas. Se encuentran fibras aferentes como recepto res específicos de estiramiento y como noc.ine ceptores que transmiten el dolor relacionado con la angina de pecho, es decir, un intenso dolor en la región anterior del tórax debido al insuficiente suministro de ox ígeno al miocardio (hipoxia). Sistema de vías linfáticas Las vías linfáticas comienzan en el tejido conec tivo intersticial en forma de capilares linfáticos ciegos o anastomosados, que se fusionan para dar origen a vasos colectores que, tras unirse con otros similares, forman dos troncos principales que se vacían en las grandes venas del cuello (véase más adelante). En consecuencia, las vías linfáticas no ./órman una circulación (véase la Fig. 15-1). La función principal de las vías linfáticas es drenar el exceso de líquido ti sular (cedido por los capilares sanguíneos) hacia el tOlTente sanguíneo (Fig. 15-17). Los capilares linfáticos son más numerosos en la piel, las mucosas y el tejido subseroso, y en los dos primeros sitios suelen formar un plexo superficial y uno profundo. El sistema nervioso central, la médula ósea y el oído interno no con tienen vías linfáticas. Estructura de las vías linfáticas Los capilares linfáticos ti enen un diámetro bastante más grande que los sanguíneos (hasta 100 flm de diámetro). La pared se compone de una capa de células endoteliales muy aplanadas (Fig. 15-27), de las cuales por lo general sólo se 3S'" ICapítulo 15 Vaso linfático colector Capilar linfático ~ I , , , , r ~ di stinguen los núcleos en los preparados para microscopia óptica . Están rodeados por tejido conectivo, donde fi nos filamentos de anclaje se ramifican desde las cercanas fibras colágenas para fij arse a la superficie externa de las células endoteliales (Fig. 15- 28). Si la presión alrededor de los capilares linfáticos aumenta, por ejemplo por acumulación de líquido por inflamación, los filamentos de anclaje contribuyen a mantener abiertos dichos capilares. Los capi lares linfáticos carecen de lámina basal o ésta es discontinua. Por lo general, tam poco hay complejos de unión entre las células endoteliales. Por lo tanto, los capilares linfáticos permiten el fácil pasaje de líquido intersticial. Vasos colectores. Los capilares linfáticos se vacían en vasos colectores de paredes finas, similares a venas pequeñas. Sin embargo, estos vasos las paredes son muy poco nítidas (véase la Fig. 15-27). Los vasos colectores presentan gran número de anastomosis y suelen rodear como una red a las venas, a las que con frecuencia acompa ñan. Los vasos colectores contienen válvulas muy cercanas entre sí, y su recorrido se ve interrumpido por ganglios linfáticos. Después de atravesar los ganglios linfáticos, la linfa continúa su flujo por vías linfáticas menos numerosas pero de mayor ta maño (véase con mayor detalle enel Capítulo 16). La pared endotelial de los vasos colectores está rodeada por cantidades variables de tejido conectivo y músculo liso. En los vasos colec- Fig. 15-27. Imagen con microscopio óptico de un capilar linfático y un vaso linfático co lector. Nótese la túnica media muy delgada en el vaso linfático colec tor. Corte teñido con hematoxilina-eosina. x275. Barra: 20 ~m. BO O K´ S C O PI C EN TR O U SA C / 20 16 http://booksmedicos.org U N ID A D III 101© 2011. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos CApítUlo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas Con este capítulo comenza- mos el análisis del corazón y del aparato circulatorio. El corazón, que se muestra en la figura 9-1, está formado real- mente por dos bombas sepa- radas: un corazón derecho que bombea sangre hacia los pul- mones y uncorazón izquierdo que bombea sangre hacia los órganos periféricos. A su vez, cada uno de estos corazones es una bomba bicameral pulsátil formada por una aurícula y un ventrículo. Cada una de las aurículas es una bomba débil de cebado del ventrículo, que contribuye a transportar sangre hacia el ventrículo correspondiente. Los ventrículos después aportan la principal fuerza del bombeo que impulsa la sangre: 1) hacia la circulación pulmonar por el ventrículo derecho o 2) hacia la circulación periférica por el ventrículo izquierdo. Mecanismos especiales del corazón producen una sucesión continuada de contracciones cardíacas denominada ritmici- dad cardíaca, que transmite potenciales de acción por todo el músculo cardíaco y determina su latido rítmico. Este sistema de control rítmico se explica en el capítulo 10. En este capítulo se explica la función de bomba del corazón, comenzando con las características especiales del propio músculo cardíaco. Fisiología del músculo cardíaco El corazón está formado por tres tipos principales de mús- culo cardíaco: músculo auricular, músculo ventricular y fibras musculares especializadas de excitación y de conduc- ción. El músculo auricular y ventricular se contrae de manera muy similar al músculo esquelético, excepto que la duración de la contracción es mucho mayor. No obstante, las fibras especializadas de excitación y de conducción se contraen sólo débilmente porque contienen pocas fibrillas contrácti- les; en cambio, presentan descargas eléctricas rítmicas auto- máticas en forma de potenciales de acción o conducción de los potenciales de acción por todo el corazón, formando así un sistema excitador que controla el latido rítmico cardíaco. Anatomía fisiológica del músculo cardíaco La figura 9-2 muestra la histología del músculo cardíaco, que presenta las fibras musculares cardíacas dispuestas en un retículo, de modo que las fibras se dividen, se vuelven a com- binar y se separan de nuevo. Se puede ver fácilmente a partir de esta imagen que el músculo cardíaco es estriado igual que el músculo esquelético. Además, el músculo cardíaco tiene las miofibrillas típicas que contienen filamentos de actina y de miosina casi idénticos a los que se encuentran en el múscu- lo esquelético; estos filamentos están unos al lado de otros y se deslizan entre sí durante la contracción de la misma manera que ocurre en el músculo esquelético (v. capítulo 6), aunque en otros aspectos el músculo cardíaco es bastante diferente del músculo esquelético, como se verá. Músculo cardíaco como sincitio. Las zonas oscuras que atraviesan las fibras musculares cardíacas de la figura 9-2 se denominan discos intercalados; realmente son membranas celulares que separan las células musculares cardíacas indivi- duales entre sí. Es decir, las fibras musculares cardíacas están formadas por muchas células individuales conectadas entre sí en serie y en paralelo. En cada uno de los discos intercalados las membranas celulares se fusionan entre sí de tal manera que forman unio- nes «comunicantes» (en hendidura) permeables que permi- ten una rápida difusión. Por tanto, desde un punto de vista funcional los iones se mueven con facilidad en el líquido Figura 9-1 Estructura del corazón y trayecto del flujo sanguíneo a través de las cavidades cardíacas y de las válvulas cardíacas. Unidad III El corazón 102 intracelular a lo largo del eje longitudinal de las fibras muscu- lares cardíacas, de modo que los potenciales de acción viajan fácilmente desde una célula muscular cardíaca a la siguiente, a través de los discos intercalados. Por tanto, el músculo car- díaco es un sincitio de muchas células musculares cardíacas en el que las células están tan interconectadas entre sí que cuando una de ellas se excita el potencial de acción se pro- paga a todas, propagándose de una célula a otra a través de las interconexiones en enrejado. El corazón realmente está formado por dos sincitios: el sincitio auricular, que forma las paredes de las dos aurícu- las, y el sincitio ventricular, que forma las paredes de los dos ventrículos. Las aurículas están separadas de los ventrícu- los por tejido fibroso que rodea las aberturas de las válvulas auriculoventriculares (AV) entre las aurículas y los ventrícu- los. Normalmente los potenciales no se conducen desde el sincitio auricular hacia el sincitio ventricular directamente a través de este tejido fibroso. Por el contrario, sólo son con- ducidos por medio de un sistema de conducción especiali- zado denominado haz AV, que es un fascículo de fibras de conducción de varios milímetros de diámetro que se analiza en detalle en el capítulo 10. Esta división del músculo del corazón en dos sincitios fun- cionales permite que las aurículas se contraigan un pequeño intervalo antes de la contracción ventricular, lo que es impor- tante para la eficacia del bombeo del corazón. Potenciales de acción en el músculo cardíaco El potencial de acción que se registra en una fibra muscular ventricular, que se muestra en la figura 9-3, es en promedio de aproximadamente 105 mV, lo que significa que el poten- cial intracelular aumenta desde un valor muy negativo, de aproxi madamente –85 mV, entre los latidos hasta un valor ligeramente positivo, de aproximadamente + 20 mV, durante cada latido. Después de la espiga inicial la membrana per- manece despolarizada durante aproximadamente 0,2 s, mos- trando una meseta, como se muestra en la figura, seguida al final de la meseta de una repolarización súbita. La presencia de esta meseta del potencial de acción hace que la contrac- ción ventricular dure hasta 15 veces más en el músculo car- díaco que en el músculo esquelético ¿Qué produce el potencial de acción prolongado y la meseta? En este punto debemos preguntarnos por qué el potencial de acción del músculo cardíaco es tan prolon- gado y por qué tiene una meseta, mientras que el del mús- culo esquelético no la tiene. Las respuestas biof ísicas básicas a esas preguntas se presentaron en el capítulo 5, aunque merece la pena resumirlas aquí. Al menos dos diferencias importantes entre las propie- dades de la membrana del músculo cardíaco y esquelético son responsables del potencial de acción prolongado y de la meseta del músculo cardíaco. Primero, el potencial de acción del músculo esquelético está producido casi por completo por la apertura súbita de grandes números de los denominados canales rápidos de sodio que permiten que grandes cantidades de iones sodio entren en la fibra muscular esquelética desde el líquido extracelular. A estos canales se les denomina canales «rápidos» porque permanecen abiertos sólo algunas milésimas de segundo y después se cierran súbitamente. Al final de este cierre se produce la repolarización y el potencial de acción ha terminado en otra milésima de segundo aproximadamente. En el músculo cardíaco, el potencial de acción está pro- ducido por la apertura de dos tipos de canales: 1) los mis- mos canales rápidos de sodio que en el músculo esquelético y 2) otra población totalmente distinta de canales lentos de calcio, que también se denominan canales de calcio-sodio. Esta segunda población de canales difiere de los canales rápi- dos de sodio en que se abren con mayor lentitud y, lo que es incluso más importante, permanecen abiertos durante varias décimas de segundo. Durante este tiempo fluye una gran cantidad de iones tanto calcio como sodio a través de estos canales hacia el interior de la fibra muscular cardíaca, y esto mantiene un período prolongado de despolarización, dando lugar a la meseta del potencial de acción. Además, los iones calcio que entran durante esta fase de meseta activan el proceso contráctil del músculo, mientras que los iones calcio que producen la contracción del músculo esquelético proce- den del retículo sarcoplásmico intracelular. La segunda diferencia funcional importante entre el mús- culo cardíaco y el músculo esquelético que ayuda a explicar tanto el potencialde acción prolongado como su meseta es este: inmediatamente después del inicio del potencial de Figura 9-2 Naturaleza interconectada, «sincitial», de las fibras del músculo cardíaco. Figura 9-3 Potenciales de acción rítmicos (en mV) de una fibra de Purkinje y de una fibra muscular ventricular, registrados por medio de microelectrodos. Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 103 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. acción, la permeabilidad de la membrana del músculo car- díaco a los iones potasio disminuye aproximadamente cinco veces, un efecto que no aparece en el músculo esquelético. Esta disminución de la permeabilidad al potasio se puede deber al exceso de flujo de entrada de calcio a través de los canales de calcio que se acaba de señalar. Independientemente de la causa, la disminución de la permeabilidad al potasio reduce mucho el flujo de salida de iones potasio de carga positiva durante la meseta del potencial de acción y, por tanto, impide el regreso rápido del voltaje del potencial de acción a su nivel de reposo. Cuando los canales lentos de calcio-sodio se cie- rran después de 0,2 a 0,3 s y se interrumpe el flujo de entrada de iones calcio y sodio, también aumenta rápidamente la per- meabilidad de la membrana a los iones potasio; esta rápida pérdida de potasio desde la fibra inmediatamente devuelve el potencial de membrana a su nivel de reposo, finalizando de esta manera el potencial de acción. Velocidad de la conducción de las señales en el mús- culo cardíaco. La velocidad de la conducción de la señal del potencial de acción excitador a lo largo de las fibras muscula- res auriculares y ventriculares es de aproximadamente 0,3 a 0,5 m/s, o aproximadamente 1/250 de la velocidad en las fibras nerviosas grandes y aproximadamente 1/10 de la velocidad en las fibras musculares esqueléticas. La velocidad de conduc- ción en el sistema especializado de conducción del corazón, en las fibras de Purkinje, es de hasta 4 m/s en la mayoría de las partes del sistema, lo que permite una conducción razonable- mente rápida de la señal excitadora hacia las diferentes partes del corazón, como se explica en el capítulo 10. Período refractario del músculo cardíaco. El músculo cardíaco, al igual que todos los tejidos excitables, es refractario a la reestimulación durante el potencial de acción. Por tanto, el período refractario del corazón es el intervalo de tiempo, como se muestra en la parte izquierda de la figura 9-4., durante el cual un impulso cardíaco normal no puede reexcitar una zona ya excitada de músculo cardíaco. El período refracta- rio normal del ventrículo es de 0,25 a 0,30 s, que es aproxi- madamente la duración del potencial de acción en meseta prolongado. Hay un período refractario relativo adicional de aproximadamente 0,05 s, durante el cual es más dif ícil de lo normal excitar el músculo pero, sin embargo, se puede exci- tar con una señal excitadora muy intensa, como se demues- tra por la contracción «prematura» temprana del segundo ejemplo de la figura 9-4. El período refractario del músculo auricular es mucho más corto que el de los ventrículos (apro- ximadamente 0,15 s para las aurículas, en comparación con 0,25 a 0,30 s para los ventrículos). Acoplamiento excitación-contracción: función de los iones calcio y de los túbulos transversos El término «acoplamiento excitación-contracción» se refiere al mecanismo mediante el cual el potencial de acción hace que las miofibrillas del músculo se contraigan. Esto se analizó para el músculo esquelético en el capítulo 7. Una vez más hay diferencias en este mecanismo en el músculo cardíaco que tienen efectos importantes sobre las características de su contracción. Al igual que en el músculo esquelético, cuando un poten- cial de acción pasa sobre la membrana del músculo cardíaco el potencial de acción se propaga hacia el interior de la fibra muscular cardíaca a lo largo de las membranas de los túbulos transversos (T). Los potenciales de acción de los túbulos T, a su vez, actúan sobre las membranas de los túbulos sarco- plásmicos longitudinales para producir la liberación de iones calcio hacia el sarcoplasma muscular desde el retículo sarco- plásmico. En algunas milésimas de segundo más estos iones calcio difunden hacia las miofibrillas y catalizan las reaccio- nes químicas que favorecen el deslizamiento de los filamentos de actina y de miosina entre sí, lo que da lugar a la contracción muscular. Hasta ahora este mecanismo de acoplamiento exci- tación-contracción es el mismo que el del músculo esque- lético, aunque hay un segundo efecto que es bastante dife- rente. Además de los iones calcio que se liberan hacia el sarcoplasma desde las cisternas del retículo sarcoplásmico, también difunde una gran cantidad de iones calcio adicio- nales hacia el sarcoplasma desde los propios túbulos T en el momento del potencial de acción, que abre los canales de calcio dependientes del voltaje a la membrana del túbulo T (fig. 9-5). El calcio que entra en la célula activa después los canales de liberación de calcio, también denominados cana- les de receptor de rianodina, en la membrana del retículo sarcoplásmico, para activar la liberación de calcio en el sar- coplasma. Los iones calcio en el sarcoplasma interaccionan después con la troponina para iniciar la formación y contrac- ción de puente transversal mediante el mismo mecanismo básico que se ha descrito para el músculo esquelético en el capítulo 6. Sin el calcio procedente de los túbulos T la fuerza de la contracción del músculo cardíaco se reduciría de manera considerable porque el retículo sarcoplásmico del músculo cardíaco está peor desarrollado que el del músculo esquelé- tico y no almacena suficiente calcio para generar una con- tracción completa. No obstante, los túbulos T del músculo cardíaco tienen un diámetro cinco veces mayor que los túbu- los del músculo esquelético, lo que significa un volumen 25 veces mayor. Además, en el interior de los túbulos T hay una gran cantidad de mucopolisacáridos que tienen carga nega- tiva y que se unen a una abundante reserva de iones calcio, manteniéndolos siempre disponibles para su difusión hacia el interior de la fibra muscular cardíaca cuando aparece un potencial de acción en un túbulo T. Figura 9-4 Fuerza de la contracción del músculo cardíaco ven- tricular, que muestra también la duración del período refractario y del período refractario relativo, más el efecto de una extrasístole. Obsérvese que las extrasístoles no producen sumación de ondas, como ocurre en el músculo esquelético. Unidad III El corazón 104 La fuerza de la contracción del músculo cardíaco depende en gran medida de la concentración de iones calcio en los líqui- dos extracelulares. De hecho, un corazón situado en una solu- ción sin calcio dejará rápidamente de latir. La razón de esto es que las aberturas de los túbulos T atraviesan directamente la membrana de la célula muscular cardíaca hacia los espacios extracelulares que rodean las células, lo que permite que el mismo líquido extracelular que está en el intersticio del mús- culo cardíaco se introduzca también en los túbulos T. En conse- cuencia, la cantidad de iones calcio en el sistema de los túbu - los T (es decir, la disponibilidad de iones calcio para producir la contracción del músculo cardíaco) depende en gran medida de la concentración de iones calcio en el líquido extracelular. En cambio, la fuerza de la contracción del músculo esque- lético apenas se ve afectada por cambios moderados de la concentración de calcio en el líquido extracelular porque la contracción del músculo esquelético está producida casi por completo por los iones calcio que son liberados por el retí- culo sarcoplásmico del interior de la propia fibra muscular esquelética. Al final de la meseta del potencial de acción cardíaco se interrumpesúbitamente el flujo de entrada de iones calcio hacia el interior de la fibra muscular y los iones calcio del sarcoplasma se bombean rápidamente hacia el exterior de las fibras musculares, hacia el retículo sarcoplásmico y hacia el espacio de los túbulos T-líquido extracelular. El transporte de calcio de nuevo al retículo sarcoplásmico se consigue con la ayuda de una bomba de calcio ATPasa (v. fig. 9-5). Los iones calcio se eliminan también de la célula mediante un inter- cambiador de sodio-calcio. El sodio que entra en la célula durante este intercambio se transporta después fuera de la célula por acción de la bomba de sodio-potasio ATPasa. En consecuencia, se interrumpe la contracción hasta que llega un nuevo potencial de acción. Duración de la contracción. El músculo cardíaco comienza a contraerse algunos milisegundos después de la llegada del poten- cial de acción y sigue contrayéndose hasta algunos milisegundos después de que finalice. Por tanto, la duración de la contracción del músculo cardíaco depende principalmente de la duración del potencial de acción, incluyendo la meseta, aproximadamente 0,2 s en el músculo auricular y 0,3 s en el músculo ventricular. El ciclo cardíaco Los fenómenos cardíacos que se producen desde el comienzo de un latido cardíaco hasta el comienzo del siguiente se deno- minan ciclo cardíaco. Cada ciclo es iniciado por la gene ración espontánea de un potencial de acción en el nódulo sinusal, como se explica en el capítulo 10. Este nódulo está localizado en la pared superolateral de la aurícula derecha, cerca del ori- ficio de la vena cava superior, y el potencial de acción viaja desde aquí rápidamente por ambas aurículas y después a tra- vés del haz AV hacia los ventrículos. Debido a esta disposi- ción especial del sistema de conducción desde las aurículas hacia los ventrículos, hay un retraso de más de 0,1 s durante el paso del impulso cardíaco desde las aurículas a los ventrí- culos. Esto permite que las aurículas se contraigan antes de la contracción ventricular, bombeando de esta manera san- gre hacia los ventrículos antes de que comience la intensa Figura 9-5 Mecanismos para acoplamiento de excitación-contracción y relajación en el músculo cardíaco. Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 105 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. contracción ventricular. Por tanto, las aurículas actúan como bombas de cebado para los ventrículos, y los ventrículos a su vez proporcionan la principal fuente de potencia para mover la sangre a través del sistema vascular del cuerpo. Diástole y sístole El ciclo cardíaco está formado por un período de relajación que se denomina diástole, seguido de un período de contrac- ción denominado sístole. La duración del ciclo cardíaco total, incluidas la sístole y la diástole, es el valor inverso de la frecuencia cardíaca. Por ejem- plo, si la frecuencia cardíaca es de 72 latidos por minuto, la duración del ciclo cardíaco es de 1/72 latidos por minuto, aproxi- madamente 0,0139 min por latido, o 0,833 s por latido. La figura 9-6 muestra los diferentes acontecimientos que se producen durante el ciclo cardíaco para el lado izquierdo del corazón. Las tres curvas superiores muestran los cambios de presión en la aorta, en el ventrículo izquierdo y en la aurí- cula izquierda, respectivamente. La cuarta curva representa los cambios del volumen ventricular izquierdo, la quinta el electrocardiograma y la sexta un fonocardiograma, que es un registro de los ruidos que produce el corazón (principal- mente las válvulas cardíacas) durante su función de bombeo. Es especialmente importante que el lector estudie en detalle esta figura y que comprenda las causas de todos los aconteci- mientos que se muestran. Efecto de la frecuencia cardíaca en la duración del ciclo cardíaco. Cuando aumenta la frecuencia cardíaca, la duración de cada ciclo cardíaco disminuye, incluidas las fases de contracción y relajación. La duración del potencial de acción y el período de contracción (sístole) también decrece, aunque no en un porcentaje tan elevado como en la fase de relajación (diástole). Para una frecuencia cardíaca normal de 72 latidos por minuto, la sístole comprende aproximadamente 0,4 del ciclo cardíaco completo. Para una frecuencia cardíaca triple de lo normal, la sístole supone aproximadamente 0,65 del ciclo cardíaco completo. Esto significa que el corazón que late a una frecuencia muy rápida no permanece relajado el tiempo suficiente para permitir un llenado completo de las cámaras cardíacas antes de la siguiente contracción. Relación del electrocardiograma con el ciclo cardíaco El electrocardiograma de la figura 9-6 muestra las ondas P, Q, R, S y T, que se analizan en los capítulos 11, 12 y 13. Son los voltajes eléctricos que genera el corazón, y son registra- dos mediante el electrocardiógrafo desde la superficie del cuerpo. La onda P está producida por la propagación de la des- polarización en las aurículas, y es seguida por la contrac- ción auricular, que produce una ligera elevación de la curva de presión auricular inmediatamente después de la onda P electrocardiográfica. Aproximadamente 0,16 s después del inicio de la onda P, las ondas QRS aparecen como consecuencia de la despolari- zación eléctrica de los ventrículos, que inicia la contracción de los ventrículos y hace que comience a elevarse la presión ventricular, como también se muestra en la figura. Por tanto, el complejo QRS comienza un poco antes del inicio de la sís- tole ventricular. Finalmente, en el electrocardiograma se observa la onda T ventricular, que representa la fase de repolarización de los ventrículos, cuando las fibras del músculo ventricular comienzan a relajarse. Por tanto, la onda T se produce un poco antes del final de la contracción ventricular. Figura 9-6 Acontecimientos del ciclo cardíaco para la función del ventrículo izquierdo, que muestran los cambios de la presión auricular izquierda, de la presión ventricular izquierda, de la presión aórtica, del volumen ventricular, del electrocardiograma y del fonocardiograma. Unidad III El corazón 106 Función de las aurículas como bombas de cebado La sangre normalmente fluye de forma continua desde las grandes ventas hacia las aurículas; aproximadamente el 80% de la sangre fluye directamente a través de las aurículas hacia los ventrículos incluso antes de que se contraigan las aurícu- las. Después, la contracción auricular habitualmente produce un llenado de un 20% adicional de los ventrículos. Por tanto, las aurículas actúan simplemente como bombas de cebado que aumentan la eficacia del bombeo ventricular hasta un 20%. Sin embargo, el corazón puede seguir funcionando en la mayor parte de las condiciones incluso sin esta eficacia de un 20% adicional porque normalmente tiene la capacidad de bombear entre el 300 y el 400% más de sangre de la que necesita el cuerpo en reposo. Por tanto, cuando las aurículas dejan de funcionar es poco probable que se observe esta dife- rencia salvo que la persona haga un esfuerzo; en este caso de manera ocasional aparecen síntomas agudos de insuficiencia cardíaca, especialmente disnea. Cambios de presión en las aurículas: las ondas a, c y v. En la curva de presión auricular de la figura 9-6 se observan tres pequeñas elevaciones de presión, denominadas curvas de pre- sión auricular a, c y v. La onda a está producida por la contracción auricular. Habitualmente la presión auricular derecha aumenta de 4 a 6 mmHg durante la contracción auricular y la presión auricular izquierda aumenta aproximadamente de 7 a 8 mmHg. La onda c se produce cuando los ventrículos comienzan a contraerse; está producida en parte por un ligero flujo retró- grado de sangre hacia las aurículas al comienzo de la contracción ventricular, pero principalmente por la protrusión de las válvulas AV retrógradamentehacia las aurículas debido al aumento de presión de los ventrículos. La onda v se produce hacia el final de la contracción ventricular; se debe al flujo lento de sangre hacia las aurículas desde las venas mientras las válvulas AV están cerradas durante la contracción ventricular. Después, cuando ya ha finalizado la contracción ven- tricular, las válvulas AV se abren, y permiten que esta sangre auri- cular almacenada fluya rápidamente hacia los ventrículos, lo que hace que la onda v desaparezca. Función de los ventrículos como bombas Llenado de los ventrículos durante la diástole. Durante la sístole ventricular se acumulan grandes cantidades de san- gre en las aurículas derecha e izquierda porque las válvulas AV están cerradas. Por tanto, tan pronto como ha finalizado la sístole y las presiones ventriculares disminuyen de nuevo a sus valores diastólicos bajos, el aumento moderado de pre- sión que se ha generado en las aurículas durante la sístole ventricular inmediatamente abre las válvulas AV y permite que la sangre fluya rápidamente hacia los ventrículos, como se muestra en la elevación de la curva de volumen ventricular izquierdo de la figura 9-6. Esto se denomina período de lle- nado rápido de los ventrículos. El período de llenado rápido dura aproximadamente el primer tercio de la diástole. Durante el tercio medio de la diástole normalmente sólo fluye una pequeña cantidad de sangre hacia los ventrículos; esta es la sangre que continúa drenando hacia las aurículas desde las venas y que pasa a tra- vés de las aurículas directamente hacia los ventrículos. Durante el último tercio de la diástole las aurículas se con- traen y aportan un impulso adicional al flujo de entrada de sangre hacia los ventrículos; este fenómeno es responsable de aproximadamente el 20% del llenado de los ventrículos durante cada ciclo cardíaco. Vaciado de los ventrículos durante la sístole Período de contracción isovolumétrica (isométrica). Inmediatamente después del comienzo de la contracción ventricular se produce un aumento súbito de presión ven- tricular, como se muestra en la figura 9-6, lo que hace que se cierren las válvulas AV. Después son necesarios otros 0,02 a 0,03 s para que el ventrículo acumule una presión suficiente para abrir las válvulas AV semilunares (aórtica y pulmonar) contra las presiones de la aorta y de la arteria pulmonar. Por tanto, durante este período se produce contracción en los ventrículos, pero no vaciado. Esto se denomina período de contracción isovolumétrica o isométrica, lo que quiere decir que se produce aumento de la tensión en el músculo, pero con un acortamiento escaso o nulo de las fibras musculares. Período de eyección. Cuando la presión ventricular izquierda aumenta ligeramente por encima de 80 mmHg (y la presión ventricular derecha ligeramente por encima de 8 mmHg), las presiones ventriculares abren las válvulas semilu- nares. Inmediatamente comienza a salir la sangre de los ven- trículos, de modo que aproximadamente el 70% del vaciado de la sangre se produce durante el primer tercio del período de eyección y el 30% restante del vaciado durante los dos tercios siguientes. Por tanto, el primer tercio se denomina período de eyec- ción rápida y los dos tercios finales período de eyección lenta. Período de relajación isovolumétrica (isométrica). Al final de la sístole comienza súbitamente la relajación ven- tricular, lo que permite que las presiones intraventriculares derecha e izquierda disminuyan rápidamente. Las presiones elevadas de las grandes arterias distendidas que se acaban de llenar con la sangre que procede de los ventrículos que se han contraído empujan inmediatamente la sangre de nuevo hacia los ventrículos, lo que cierra súbitamente las válvulas aórtica y pulmonar. Durante otros 0,03 a 0,06 s el músculo cardíaco sigue relajándose, aun cuando no se modifica el volu men ventricular, dando lugar al período de relajación isovolumé- trica o isométrica. Durante este período las presiones intra- ventriculares disminuyen rápidamente y regresan a sus bajos valores diastólicos. Después se abren las válvulas AV para comenzar un nuevo ciclo de bombeo ventricular. Volumen telediastólico, volumen telesistólico y volu- men sistólico. Durante la diástole, el llenado normal de los ventrículos aumenta el volumen de cada uno de los ven- trículos hasta aproximadamente 110 a 120 ml. Este volumen se denomina volumen telediastólico. Después, a medida que los ventrículos se vacían durante la sístole, el volumen dismi- nuye aproximadamente 70 ml, lo que se denomina volumen sistólico. El volumen restante que queda en cada uno de los ventrículos, aproximadamente 40 a 50 ml, se denomina volu- men telesistólico. La fracción del volumen telediastólico que es propulsada se denomina fracción de eyección, que habi- tualmente es igual a aproximadamente el 60%. Cuando el corazón se contrae con fuerza el volumen tele- sistólico puede disminuir hasta un valor tan bajo como 10 a 20 ml. Por el contrario, cuando fluyen grandes cantidades de sangre hacia los ventrículos durante la diástole, los volúmenes telediastólicos ventriculares pueden llegar a ser tan grandes como 150 a 180 ml en el corazón sano. Mediante el aumento Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 107 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. del volumen telediastólico y la reducción del volumen telesis- tólico se puede aumentar el volumen sistólico hasta más del doble de lo normal. Función de las válvulas Válvulas auriculoventriculares. Las válvulas AV (las válvulas tricúspide y mitral) impiden el flujo retrógrado de sangre desde los ventrículos hacia las aurículas durante la sístole, y las válvulas semilunares (las válvulas aórtica y de la arteria pulmonar) impiden el flujo retrógrado desde las arterias aorta y pulmonar hacia los ventrículos durante la diástole. Estas válvulas, que se muestran en la figura 9-7 para el ventrículo izquierdo, se cierran y abren pasivamente. Es decir, se cierran cuando un gradiente de presión retrógrada empuja la sangre hacia atrás, y se abren cuando un gradiente de presión anterógrada fuerza la sangre en dirección anteró- grada. Por motivos anatómicos, las válvulas AV, que están formadas por una película delgada, casi no precisan nin- gún flujo retrógrado para cerrarse, mientras que las válvulas semilunares, que son mucho más fuertes, precisan un flujo retrógrado bastante rápido durante algunos milisegundos. Función de los músculos papilares. La figura 9-7 tam- bién muestra los músculos papilares que se unen a los velos de las válvulas AV mediante las cuerdas tendinosas. Los múscu- los papilares se contraen cuando se contraen las paredes ven- triculares, pero, al contrario de lo que se podría esperar, no contribuyen al cierre de las válvulas. Por el contrario, tiran de los velos de las válvulas hacia dentro, hacia los ventrículos, para impedir que protruyan demasiado hacia las aurículas durante la contracción ventricular. Si se produce la rotura de una cuerda tendinosa o si se produce parálisis de uno de los músculos papilares, la válvula protruye mucho hacia las aurí- culas durante la contracción ventricular, a veces tanto que se produce una fuga grave y da lugar a una insuficiencia car- díaca grave o incluso mortal. Válvula aórtica y de la arteria pulmonar. Las válvulas semilunares aórtica y pulmonar funcionan de una manera bastante distinta de las válvulas AV. Primero, las elevadas pre- siones de las arterias al final de la sístole hacen que las vál- vulas semilunares se cierren súbitamente, a diferencia del cierre mucho más suave de las válvulas AV. Segundo, debido a sus orificios más pequeños, la velocidad de la eyección de la sangre a través de las válvulas aórtica y pulmonar es mucho mayor que a través de las válvulas AV, que son mucho mayo- res. Además, debido al cierre rápido ya la eyección rápida, los bordes de las válvulas aórtica y pulmonar están sometidos a una abrasión mecánica mucho mayor que las válvulas AV. Las válvulas AV tienen el soporte de las cuerdas tendinosas, lo que no ocurre en el caso de las válvulas semilunares. A partir de la anatomía de las válvulas aórtica y pulmonar (que se muestra para la válvula aórtica en la parte inferior de la figura 9-7) es evidente que deben estar situadas sobre una base de un tejido fibroso especialmente fuerte, pero muy flexible para soportar las tensiones f ísicas adicionales. Curva de presión aórtica Cuando el ventrículo izquierdo se contrae, la presión ven- tricular aumenta rápidamente hasta que se abre la válvula aórtica. Posteriormente, después de que se haya abierto la válvula, la presión del ventrículo aumenta mucho menos rápi- damente, como se muestra en la figura 9-6, porque la sangre sale inmediatamente del ventrículo hacia la aorta y después hacia las arterias de distribución sistémica. La entrada de sangre en las arterias hace que las paredes de las mismas se distiendan y que la presión aumente hasta aproximadamente 120 mmHg. Después, al final de la sístole, después de que el ventrículo izquierdo haya dejado de impulsar sangre y se haya cerrado la válvula aórtica, las paredes elásticas de las arterias man- tienen una presión elevada en las arterias, incluso durante la diástole. Se produce la denominada incisura en la curva de presión aórtica cuando se cierra la válvula aórtica; está producida por un corto período de flujo retrógrado de sangre inmediata- mente antes del cierre de la válvula, seguido por la interrup- ción súbita del flujo retrógrado. Después de que se haya cerrado la válvula aórtica, la pre- sión en el interior de la aorta disminuye lentamente durante toda la sístole porque la sangre que está almacenada en las arterias elásticas distendidas fluye continuamente a través de los vasos periféricos de nuevo hacia las venas. Antes de que se contraiga de nuevo el ventrículo, la presión aórtica habitual- mente ha disminuido hasta aproximadamente 80 mmHg (presión diastólica), que es dos tercios de la presión máxima de 120 mmHg (presión sistólica) que se produce en la aorta durante la contracción ventricular. Las curvas de presión del ventrículo derecho y de la arte- ria pulmonar son similares a las de la aorta, excepto que las presiones tienen una magnitud de sólo aproximadamente 1/6, como se analiza en el capítulo 14. Relación de los tonos cardíacos con el bombeo cardíaco Cuando se ausculta el corazón con un estetoscopio no se oye la apertura de las válvulas porque este es un proceso relativamente lento que normalmente no hace ruido. Sin embargo, cuando las Figura 9-7 Válvulas mitral y aórtica (válvulas del ventrículo izquierdo). Unidad III El corazón 108 válvulas se cierran, los velos de las válvulas y los líquidos cir- cundantes vibran bajo la influencia de los cambios súbitos de presión, generando un sonido que viaja en todas las direcciones a través del tórax. Cuando se contraen los ventrículos primero se oye un ruido que está producido por el cierre de las válvulas AV. La vibración tiene un tono bajo y es relativamente prolongada, y se conoce como el primer tono cardíaco. Cuando se cierran las válvulas aórtica y pulmonar al final de la sístole se oye un golpe seco y rápido porque estas válvulas se cierran rápidamente, y los líqui- dos circundantes vibran durante un período corto. Este sonido se denomina segundo tono cardíaco. Las causas precisas de los tonos cardíacos se analizan con más detalle en el capítulo 23, en relación con la auscultación de los tonos con el estetoscopio. Generación de trabajo del corazón El trabajo sistólico del corazón es la cantidad de energía que el corazón convierte en trabajo durante cada latido cardíaco mien- tras bombea sangre hacia las arterias. El trabajo minuto es la cantidad total de energía que se convierte en trabajo en 1 min; este parámetro es igual al trabajo sistólico multiplicado por la frecuencia cardíaca por minuto. El trabajo del corazón se utiliza de dos maneras. Primero, con mucho la mayor proporción se utiliza para mover la sangre desde las venas de baja presión hacia las arterias de alta presión. Esto se denomina trabajo volumen-presión o trabajo externo. Segundo, una pequeña proporción de la energía se utiliza para acelerar la sangre hasta su velocidad de eyección a través de las válvulas aórtica y pulmonar. Este es el componente de energía cinética del flujo sanguíneo del trabajo cardíaco. El trabajo externo del ventrículo derecho es normalmente aproximadamente la sexta parte del trabajo del ventrículo izquier- do debido a la diferencia de seis veces de las presiones sistólicas que bombean los dos ventrículos. El trabajo adicional de cada uno de los ventrículos necesario para generar la energía cinética del flujo sanguíneo es proporcional a la masa de sangre que se expulsa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de eyección. Habitualmente el trabajo del ventrículo izquierdo necesario para crear la energía cinética del flujo sanguíneo es de sólo apro- ximadamente el 1% del trabajo total del ventrículo y, por tanto, se ignora en el cálculo del trabajo sistólico total. Pero en ciertas situaciones anormales, como en la estenosis aórtica, en la que la sangre fluye con una gran velocidad a través de la válvula este- nosada, puede ser necesario más del 50% del trabajo total para generar la energía cinética del flujo sanguíneo. Análisis gráfico del bombeo ventricular La figura 9-8 muestra un diagrama que es especialmente útil para explicar los mecanismos de bombeo del ventrículo izquierdo. Los componentes más importantes del diagrama son las dos curvas denominadas «presión diastólica» y «presión sistólica». Estas curvas son curvas volumen-presión. La curva de presión diastólica se determina llenando el corazón con volúmenes de sangre progresivamente mayores y midiendo la presión diastólica inmediatamente antes de que se produzca la contracción ventricular, que es la presión tele- diastólica del ventrículo. La curva de presión sistólica se determina registrando la pre- sión sistólica que se alcanza durante la contracción ventricular a cada volumen de llenado. Hasta que el volumen del ventrículo que no se está contra- yendo no aumenta por encima de aproximadamente 150 ml, la presión «diastólica» no aumenta mucho. Por tanto, hasta este vo- lumen la sangre puede fluir con facilidad hacia el ventrículo desde la aurícula. Por encima de 150 ml la presión diastólica ventricular aumenta rápidamente, en parte porque el tejido fibroso del cora- zón ya no se puede distender más y en parte porque el pericardio que rodea el corazón se ha llenado casi hasta su límite. Durante la contracción ventricular, la presión «sistólica» aumenta incluso a volúmenes ventriculares bajos y alcanza un máximo a un volumen ventricular de 150 a 170 ml. Después, a medida que sigue aumentando el volumen, la presión sistólica llega a disminuir en algunas situaciones, como se muestra por la disminución de la curva de presión sistólica de la figura 9-8, porque a estos volúmenes elevados los filamentos de actina y de miosina de las fibras musculares cardíacas están tan separados que la fuerza de la contracción de cada una de las fibras cardíacas se hace menos óptima. Obsérvese especialmente en la figura que la presión sis- tólica máxima del ventrículo izquierdo normal está entre 250 y 300 mmHg, aunque esto varía mucho con la fuerza del corazón de cada persona y con el grado de la estimulación del corazón por los nervios cardíacos. Para el ventrículo derecho normal la presión sistólica máxima está entre 60 y 80 mmHg. «Diagrama volumen-presión» durante el ciclo cardíaco; trabajo cardíaco. Las líneas rojas de la figura 9-8 forman un bucle denominado diagrama volumen-presión del ciclo cardíaco para la función normal del ventrículo izquierdo. En la figura 9-9 se muestrauna versión más detallada de este bucle. Está dividido en cuatro fases. Fase I: Período de llenado. Esta fase del diagrama volumen- presión comienza a un volumen ventricular de aproximadamente 50 ml y una presión diastólica próxima a 2 a 3 mmHg. La cantidad de sangre que queda en el ventrículo después del latido previo, 50 ml, se denomina volumen telesistólico. A medida que la san- gre venosa fluye hacia el ventrículo desde la aurícula izquierda, el volumen ventricular normalmente aumenta hasta aproximada- mente 120 ml, el denominado volumen telediastólico, un aumento de 70 ml. Por tanto, el diagrama volumen-presión durante la fase I se extiende a lo largo de la línea señalada «I», desde el punto A al punto B, en la que el volumen aumenta hasta 120 ml y la presión diastólica aumenta hasta aproximadamente 5 a 7 mmHg. Fase II: Período de contracción isovolumétrica. Durante la contracción isovolumétrica el volumen del ventrículo no se modifica porque todas las válvulas están cerradas. Sin embargo, Figura 9-8 Relación entre el volumen ventricular izquierdo y la presión intraventricular durante la diástole y la sístole. Las líneas rojas gruesas muestran el «diagrama volumen-presión», que pre- senta los cambios del volumen y de la presión intraventriculares durante el ciclo cardíaco normal. TE, trabajo externo neto. Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 109 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. la presión en el interior del ventrículo aumenta hasta igualarse a la presión que hay en la aorta, hasta un valor de presión de aproxi- madamente 80 mmHg, como se señala mediante el punto C. Fase III: Período de eyección. Durante la eyección la presión sistólica aumenta incluso más debido a una contracción aún más intensa del ventrículo. Al mismo tiempo, el volumen del ventrí- culo disminuye porque la válvula aórtica ya se ha abierto y la san- gre sale del ventrículo hacia la aorta. Por tanto, la curva señalada «III», o «período de eyección», registra los cambios del volumen y de la presión sistólica durante este período de eyección. Fase IV: Período de relajación isovolumétrica. Al final del período de eyección (punto D) se cierra la válvula aórtica, y la presión ventricular disminuye de nuevo hasta el nivel de la pre- sión diastólica. La línea marcada como «IV» refleja esta dismi- nución de la presión intraventricular sin cambios de volumen. Así, el ventrículo recupera su valor inicial, en el que quedan aproximadamente 50 ml de sangre en el ventrículo y la presión auricular es de aproximadamente de 2 a 3 mmHg. Los lectores que conozcan los principios básicos de la f ísica reconocerán que el área que encierra este diagrama volumen-pre- sión funcional (la zona de color oscuro, denominada TE) repre senta el trabajo cardíaco externo neto del ventrículo durante su ciclo de contracción. En estudios experimentales de contracción cardíaca este diagrama se utiliza para calcular el trabajo cardíaco. Cuando el corazón bombea grandes cantidades de sangre, el área del diagrama de trabajo se hace mucho mayor. Es decir, se extiende más hacia la derecha porque el ventrículo se llena con más sangre durante la diástole, se eleva mucho más porque el ventrículo se contrae con mayor presión, y habitualmente se extiende más a la izquierda porque el ventrículo se contrae hasta un menor volumen, especialmente si el sistema nervioso simpá- tico estimula un aumento de actividad del ventrículo. Conceptos de precarga y poscarga. Cuando se evalúan las propiedades contráctiles del músculo es importante espe- cificar el grado de tensión del músculo cuando comienza a contraerse, que se denomina precarga, y especificar la carga contra la que el músculo ejerce su fuerza contráctil, que se denomina poscarga. Para la contracción cardíaca habitualmente se considera que la precarga es la presión telediastólica cuando el ventrí- culo ya se ha llenado. La poscarga del ventrículo es la presión de la aorta que sale del ventrículo. En la figura 9-8 este valor corresponde a la presión sistólica que describe la curva de fase III del diagrama volumen-presión. (A veces se considera de manera aproximada que la poscarga es la resistencia de la circula- ción, en lugar de su presión.) La importancia de los conceptos de precarga y poscarga es que en muchos estados funcionales anormales del cora- zón o de la circulación, la presión durante el llenado del ven- trículo (la precarga), la presión arterial contra la que se debe contraer el ventrículo (la poscarga) o ambas están muy alte- radas respecto a su situación normal. Energía química necesaria para la contracción cardíaca: la utilización de oxígeno por el corazón El músculo cardíaco, al igual que el músculo esquelético, uti- liza energía química para realizar el trabajo de la contracción. Aproximadamente el 70-90% de esta energía procede normal- mente del metabolismo oxidativo de los ácidos grasos, donde el 10-30%, aproximadamente, procede de otros nutrientes, espe- cialmente lactato y glucosa. Por tanto, la velocidad del consumo de oxígeno por el miocardio es una medida excelente de la ener- gía química que se libera mientras el corazón realiza su trabajo. Las diferentes reacciones químicas que liberan esta energía se analizan en los capítulos 67 y 68. Los estudios experimentales han demostrado que el consumo de oxígeno del corazón y la energía química invertida durante la contracción están relacionados directamente con el área som- breada total de la figura 9-8. Esta parte sombreada consiste en el trabajo externo (TE) según se ha explicado anteriormente y en una parte adicional denominada energía potencial, señalada como EP. La energía potencial representa el trabajo adicional que Figura 9-9 «Diagrama de volumen-presión» que muestra los cambios en el volumen y la presión intraventriculares durante un único ciclo cardíaco (línea roja). La zona naranja sombreada representa el trabajo externo neto (TE) del ventrículo izquier - do durante el ciclo cardíaco. Unidad III El corazón 110 podría realizarse por contracción del ventrículo si este debie- ra vaciar por completo toda la sangre en la cámara con cada contracción. El consumo de oxígeno ha demostrado ser también casi propor- cional a la tensión que se produce en el músculo cardíaco durante la contracción multiplicada por la duración de tiempo durante la cual persiste la contracción, denominada índice de tensión-tiempo. Como la tensión es alta cuando lo es la presión sistólica, en correspondencia se usa más oxígeno. Además, se gasta mucha más energía química a presiones sistólicas normales cuando el ventrículo está dilatado anómalamente debido a que la tensión del músculo cardíaco durante la contracción es proporcional a la presión multiplicada por el diámetro del ventrículo. Esto se hace especialmente importante en caso de insuficiencia cardíaca en la que el ventrículo cardíaco está dilatado y, para- dójicamente, la cantidad de energía química necesaria para una cantidad dada de trabajo cardíaco es mayor de lo normal incluso cuando el corazón ya está desfalleciendo. Eficiencia de la contracción cardíaca. Durante la con- tracción del músculo cardíaco la mayor parte de la energía química que se gasta se convierte en calor y una porción mucho menor en trabajo. El cociente del trabajo respecto al gasto de energía química total se denomina eficiencia de la contracción cardíaca, o simplemente eficiencia del corazón. La eficiencia máxima del corazón normal está entre el 20 y el 25%. En la insuficiencia cardíaca este valor puede disminuir hasta el 5-10%. Regulación del bombeo cardíaco Cuando una persona está en reposo el corazón sólo bombea de 4 a 6 l de sangre cada minuto. Durante el ejercicio intenso puede ser necesario que el corazón bombee de 4 a 7 veces esta cantidad. Los mecanismos básicos mediante los que se regula el volumenque bombea el corazón son: 1) regulación cardíaca intrínseca del bombeo en respuesta a los cambios del volumen de la sangre que fluye hacia el corazón y 2) con- trol de la frecuencia cardíaca y del bombeo cardíaco por el sistema nervioso autónomo. Regulación intrínseca del bombeo cardíaco: el mecanismo de Frank-Starling En el capítulo 20 se verá que en la mayor parte de las situa- ciones la cantidad de sangre que bombea el corazón cada minuto está determinada, por lo común, casi totalmente por la velocidad del flujo sanguíneo hacia el corazón desde las venas, que se denomina retorno venoso. Es decir, todos los tejidos periféricos del cuerpo controlan su propio flujo sanguíneo local, y todos los flujos tisulares locales se com- binan y regresan a través de las venas hacia la aurícula dere- cha. El corazón, a su vez, bombea automáticamente hacia las arterias esta sangre que le llega, de modo que pueda fluir de nuevo por el circuito. Esta capacidad intrínseca del corazón de adaptarse a volúmenes crecientes de flujo sanguíneo de entrada se denomina mecanismo de Frank-Starling del corazón en honor de Otto Frank y Ernest Starling, dos grandes fisiólo- gos de hace un siglo. Básicamente, el mecanismo de Frank- Starling significa que cuanto más se distiende el músculo cardíaco durante el llenado, mayor es la fuerza de contrac- ción y mayor es la cantidad de sangre que bombea hacia la aorta. O, enunciado de otra manera, dentro de límites fisio- lógicos el corazón bombea toda la sangre que le llega proce- dente de las venas. ¿Cuál es la explicación del mecanismo de Frank- Starling? Cuando una cantidad adicional de sangre fluye hacia los ventrículos, el propio músculo cardíaco es disten- dido hasta una mayor longitud. Esto, a su vez, hace que el músculo se contraiga con más fuerza porque los filamen- tos de actina y de miosina son desplazados hacia un grado más óptimo de superposición para la generación de fuerza. Por tanto, el ventrículo, debido al aumento de la función de bomba, bombea automáticamente la sangre adicional hacia las arterias. Esta capacidad del músculo distendido, hasta una longi- tud óptima, de contraerse con un aumento del trabajo car- díaco, es característica de todo el músculo estriado, como se explica en el capítulo 6, y no es simplemente una caracterís- tica del músculo cardíaco. Además del importante efecto del aumento de longitud del músculo cardíaco, hay otro factor que aumenta la fun- ción de bomba del corazón cuando aumenta su volumen. La distensión de la pared de la aurícula derecha aumenta direc- tamente la frecuencia cardíaca en un 10-20%; esto también contribuye a aumentar la cantidad de sangre que se bombea cada minuto, aunque su contribución es mucho menor que la del mecanismo de Frank-Starling. Curvas de función ventricular Una de las mejores formas de expresar la capacidad fun- cional de los ventrículos de bombear sangre es mediante la curvas de función ventricular, como se muestra en las figu- ras 9-10 y 9-11. La figura 9-10 muestra un tipo de curva de función ventricular denominada curva de trabajo sistólico. Obsérvese que a medida que aumenta la presión auricular de cada uno de los lados del corazón, el trabajo sistólico de ese lado aumenta hasta que alcanza el límite de la capacidad de bombeo del ventrículo. La figura 9-11 muestra otro tipo de curva de función ven- tricular denominada curva de volumen ventricular. Las dos Figura 9-10 Curvas de función ventricular izquierda y derecha registradas en perros, que representan el trabajo sistólico ventri- cular en función de las presiones auriculares medias izquierda y derecha. (Curvas reconstruidas a partir de los datos de Sarnoff SJ: Myocardial contractility as described by ventricular function cur- ves. Physiol Rev 35:107, 1955.) Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 111 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. curvas de esta figura representan la función de los ventrícu- los del corazón humano basadas en datos extrapolados de animales inferiores. A medida que aumentan las presiones las aurículas derecha e izquierda, también lo hacen los volú- menes ventriculares por minuto respectivos. Así, las curvas de función ventricular son otra forma de expresar el mecanismo de Frank-Starling del corazón. Es decir, a medida que los ventrículos se llenan en respuesta a unas presiones auriculares más altas, se produce aumento del volumen de los dos ventrículos y de la fuerza de la con- tracción del músculo cardíaco, lo que hace que el corazón bombee mayores cantidades de sangre hacia las arterias. Control del corazón por los nervios simpáticos y parasimpáticos La eficacia de la función de bomba del corazón también está controlada por los nervios simpáticos y parasimpáticos (vagos), que inervan de forma abundante el corazón, como se muestra en la figura 9-12. Para niveles dados de presión auri- cular de entrada, la cantidad de sangre que se bombea cada minuto (gasto cardíaco) con frecuencia se puede aumentar más de un 100% por la estimulación simpática. Por el contra- rio, el gasto se puede disminuir hasta un valor tan bajo como cero o casi cero por la estimulación vagal (parasimpática). Mecanismos de excitación del corazón por los ner- vios simpáticos. La estimulación simpática intensa puede aumentar la frecuencia cardíaca en seres humanos adultos jóvenes desde la frecuencia normal de 70 latidos por minuto hasta 180 a 200 y, raras veces, incluso 250 latidos por minu - to. Además, la estimulación simpática aumenta la fuerza de la contracción cardíaca hasta el doble de lo normal, aumen- tando de esta manera el volumen de sangre que se bombea y aumentando la presión de eyección. Así, con frecuencia la estimulación simpática puede aumentar el gasto cardíaco máximo hasta dos o tres veces, además del aumento del gasto que produce el mecanismo de Frank-Starling que ya se ha comentado. Por el contrario, la inhibición de los nervios simpáticos del corazón puede disminuir la función de bomba del corazón en un grado moderado de la siguiente manera: en condicio- nes normales, las fibras nerviosas simpáticas que llegan al corazón descargan continuamente a una frecuencia baja que mantiene el bombeo aproximadamente un 30% por encima del que habría sin estimulación simpática. Por tanto, cuando la actividad del sistema nervioso simpático disminuye por debajo de lo normal, este fenómeno produce reducción tanto de la frecuencia cardíaca como de la fuerza de la contracción del músculo ventricular, reduciendo de esta manera el nivel de bombeo cardíaco hasta un 30% por debajo de lo normal. Estimulación parasimpática (vagal) del corazón. La estimulación intensa de las fibras nerviosas parasimpáticas de los nervios vagos que llegan al corazón puede interrumpir el latido cardíaco durante algunos segundos, pero después el corazón habitualmente «escapa» y late a una frecuencia de 20 a 40 latidos por minuto mientras continúe la estimulación parasimpática. Además, la estimulación vagal intensa puede reducir la fuerza de la contracción del músculo cardíaco en un 20-30%. Las fibras vagales se distribuyen principalmente por las aurículas y no mucho en los ventrículos, en los que se pro- duce la contracción de potencia del corazón. Esto explica el efecto de la estimulación vagal principalmente sobre la reducción de la frecuencia cardíaca, en lugar de reducir mucho la fuerza de la contracción del corazón. Sin embargo, la gran disminución de la frecuencia cardíaca, combinada con una ligera reducción de la fuerza de la contracción cardíaca, puede reducir el bombeo ventricular en un 50% o más. Efecto de la estimulación simpática y parasimpática sobre la curva de función cardíaca. La figura 9-13 mues- tra cuatro curvas de función cardíaca. Son similares a las curvas de función ventricular de la figura 9-11. Sin embargo, representan la funciónde todo el corazón y no la de un único ventrículo; muestran la relación entre la presión auricular derecha en la entrada del corazón y el gasto cardíaco proce- dente del ventrículo izquierdo hacia la aorta. Las curvas de la figura 9-13 muestran que, a cualquier pre- sión auricular derecha dada, el gasto cardíaco aumenta durante el aumento de la estimulación simpática y disminuye durante el aumento de la estimulación parasimpática. Estas modi- ficaciones del gasto que se producen por la estimulación del sistema nervioso autónomo se deben tanto a modi- ficaciones de la frecuencia cardíaca como a modificaciones Figura 9-11 Curvas del volumen ventricular derecho e izquierdo normal aproximadas para el corazón humano en reposo normal, extrapoladas a partir de los datos que se han obtenido en perros y datos de seres humanos. Figura 9-12 Nervios simpáticos y parasimpáticos cardíacos. (Los nervios vagos que se dirigen hacia el corazón son nervios parasimpáticos.) Unidad III El corazón 112 de la fuerza contráctil del corazón, porque se producen modi ficaciones de ambos parámetros en respuesta a la esti- mulación nerviosa. Efecto de los iones potasio y calcio sobre la función cardíaca En el análisis de los potenciales de membrana del capítulo 5 se señaló que los iones potasio tienen un efecto marcado sobre los potenciales de membrana, y en el capítulo 6 se señaló que los iones calcio tienen una función especialmente importante en la activación del proceso contráctil del mús- culo. Por tanto, cabe esperar que la concentración de cada uno de estos dos iones en los líquidos extracelulares tam- bién tenga efectos importantes sobre la función de bomba del corazón. Efecto de los iones potasio. El exceso de potasio hace que el corazón esté dilatado y flácido, y también reduce la frecuencia cardíaca. Grandes cantidades también pueden bloquear la conducción del impulso cardíaco desde las aurí- culas hacia los ventrículos a través del haz AV. La elevación de la concentración de potasio hasta sólo 8 a 12 mEq/l (dos a tres veces el valor normal) puede producir una debilidad del corazón y una alteración del ritmo tan graves que pueden producir la muerte. Estos efectos se deben parcialmente al hecho de que una concentración elevada de potasio en los líquidos extracelula- res reduce el potencial de membrana en reposo de las fibras del músculo cardíaco, como se explica en el capítulo 5. Es decir, la alta concentración de potasio en el líquido extrace- lular despolariza parcialmente la membrana celular, lo que provoca que el potencial de membrana sea menos negativo. Cuando disminuye el potencial de membrana también lo hace la intensidad del potencial de acción, lo que hace que la contracción del corazón sea progresivamente más débil. Efecto de los iones calcio. Un exceso de iones calcio produce efectos casi exactamente contrarios a los de los iones potasio, haciendo que el corazón progrese hacia una contrac- ción espástica. Esto está producido por el efecto directo de los iones calcio en el inicio del proceso contráctil cardíaco, como se explicó antes en este mismo capítulo. Por el contrario, el déficit de iones calcio produce flaci- dez cardíaca, similar al efecto de la elevación de la concen- tración de potasio. Afortunadamente las concentraciones de iones calcio en la sangre normalmente están reguladas en un intervalo muy estrecho. Por tanto, los efectos cardíacos de las concentraciones anormales de calcio raras veces tienen significado clínico. Efecto de la temperatura sobre la función cardíaca El aumento de la temperatura corporal, como ocurre durante la fiebre, produce un gran aumento de la frecuencia cardíaca, a veces hasta del doble del valor normal. La dis- minución de la temperatura produce una gran disminución de la frecuencia cardíaca, que puede disminuir hasta sólo algunos latidos por minuto cuando una persona está cerca de la muerte por hipotermia en el intervalo de tempera- tura corporal de 16 °C a 21 °C. Estos efectos probablemente se deben al hecho de que el calor aumenta la permeabili- dad de la membrana del músculo cardíaco a los iones que controlan la frecuencia cardíaca, acelerando el proceso de autoexcitación. La fuerza contráctil del corazón con frecuencia aumenta transitoriamente cuando hay un aumento moderado de la temperatura, como ocurre durante el ejercicio corporal, aunque una elevación prolongada de la temperatura agota los sistemas metabólicos del corazón y finalmente produce debilidad. Por tanto, la función óptima del corazón depende mucho del control adecuado de la temperatura corporal por los mecanismos de control de la temperatura que se explican en el capítulo 73. El incremento de la carga de presión arterial (hasta un límite) no disminuye el gasto cardíaco Obsérvese en la figura 9-14 que el aumento de la presión arterial en la aorta no reduce el gasto cardíaco hasta que la presión arterial media aumenta por encima de aproxima- damente 160 mmHg. En otras palabras, durante la función normal del corazón a presiones arteriales sistólicas normales (80 a 140 mmHg) el gasto cardíaco está determinado casi totalmente por la facilidad del flujo sanguíneo a través de Figura 9-13 Efecto de diferentes grados de estimulación simpá- tica o parasimpática sobre la curva de gasto cardíaco. Figura 9-14 Constancia del gasto cardíaco hasta un nivel de pre- sión de 160 mmHg. Sólo cuando la presión arterial se eleva por encima de este límite normal la carga de presión creciente hace que el gasto cardíaco disminuya de manera significativa. Capítulo 9 Músculo cardíaco: el corazón como bomba y la función de las válvulas cardíacas 113 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. los tejidos corporales, que a su vez controla el retorno venoso de la sangre hacia el corazón. Este es el principal tema del capítulo 20. Bibliografía Bers DM: Altered cardiac myocyte Ca regulation in heart failure, Physiology (Bethesda) 21:380, 2006. Bers DM: Calcium cycling and signaling in cardiac myocytes, Annu Rev Physiol 70:23, 2008. Brette F, Orchard C: T-tubule function in mammalian cardiac myocytes, Circ Res 92:1182, 2003. Chantler PD, Lakatta EG, Najjar SS: Arterial-ventricular coupling: mechanis- tic insights into cardiovascular performance at rest and during exercise, J Appl Physiol 105:1342, 2008. Cheng H, Lederer WJ: Calcium sparks, Physiol Rev 88:1491, 2008. Clancy CE, Kass RS: Defective cardiac ion channels: from mutations to cli- nical syndromes, J Clin Invest 110:1075, 2002. Couchonnal LF, Anderson ME: The role of calmodulin kinase II in myocardial physiology and disease, Physiology (Bethesda) 23:151, 2008. 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Cuando este sistema funciona normalmente, las aurículas se contraen aproximadamente 1/6 de segundo antes de la contrac ción ventricular, lo que permite el llenado de los ventrículos antes de que bombeen la sangre a través de los pulmones y de la cir culación periférica. Este sistema también es importante porque permite que todas las porciones de los ventrículos se contraigan casi simultáneamente, lo que es esencial para una generación de presión más eficaz en las cavidades ventriculares. Este sistema rítmico y de conducción del corazón se puede lesionar en las cardiopatías, especialmente en la isquemia de los tejidos cardíacos que se debe a una disminución del flujo sanguíneo coronario. La consecuencia es con frecuencia una alteración del ritmo cardíaco o una secuencia anormal de con tracción de las cavidades cardíacas, y con frecuencia se pro duce una alteración grave de la eficacia de la función de bomba del corazón, incluso hasta el grado de producir la muerte. Sistema de excitación especializado y de conducción del corazón La figura 101 muestra el sistema especializado de excita ción y conducción del corazón que controla las contraccio nes cardíacas. La figura muestra el nódulo sinusal (también denominado nódulo sinoauricular o SA), en el que se gene ra el impulso rítmico normal; las vías internodulares que con ducen impulsos desde el nódulo sinusal hasta el nódulo auri culoventricular (AV); el nódulo AV, en el cual los impulsos originados en las aurículas se retrasan antes de penetrar en los ventrículos; el haz AV, que conduce impulsos desde las aurículas hacia los ventrículos, y las ramas izquierda y dere cha del haz de fibras de Purkinje, que conducen los impulsos cardíacos por todo el tejido de los ventrículos. Nódulo sinusal (sinoauricular) El nódulo sinusal (también denominado nódulo sinoauricu- lar) es una banda elipsoide, aplanada y pequeña de múscu lo cardíaco especializado de aproximadamente 3 mm de anchura, 15 mm de longitud y 1 mm de grosor. Está locali zado en la pared posterolateral superior de la aurícula derecha, inmediatamente inferior y ligeramente lateral a la desembocadura de la vena cava superior. Las fibras de este nódulo casi no tienen filamentos musculares contráctiles y cada una de ellas tiene sólo de 3 a 5 mm de diámetro, en con traste con un diámetro de 10 a 15 mm para las fibras muscu lares auriculares circundantes. Sin embargo, las fibras del nódulo sinusal se conectan directamente con las fibras musculares auriculares, de modo que todos los potenciales de acción que comienzan en el nódulo sinusal se propagan inmediatamente hacia la pared del músculo auricular. Ritmicidad eléctrica automática de las fibras sinusales Algunas fibras cardíacas tiene la capacidad de autoexcitación, que es un proceso que puede producir descargas y contrac ciones rítmicas automáticas. Esto es especialmente cierto en el caso de las fibras del sistema especializado de conducción del corazón, entre ellas las fibras del nódulo sinusal. Por este motivo el nódulo sinusal habitualmente controla la frecuen cia del latido de todo el corazón, como se analiza en detalle más adelante en este mismo capítulo. En primer lugar se va a describir esta ritmicidad automática. Mecanismo de la ritmicidad del nódulo sinusal. La figura 102 muestra potenciales de acción registrados desde el interior de una fibra del nódulo sinusal durante tres lati dos cardíacos y, a modo de comparación, un único potencial de acción de una fibra muscular ventricular. Obsérvese que entre descargas el «potencial de membrana en reposo» de la fibra del nódulo sinusal tiene una negatividad de aproxima damente –55 a –60 mV, en comparación con –85 a –90 mV para la fibra muscular ventricular. La causa de esta menor negatividad es que las membranas celulares de las fibras sinusales son permeables naturalmente a los iones sodio y calcio, y las cargas positivas de los iones sodio y calcio que entran neutralizan parte de la negatividad intracelular. Antes de intentar explicar la ritmicidad de las fibras del nódulo sinusal, en primer lugar se debe recordar el análisis de los capítulos 5 y 9 de que el músculo cardíaco tiene tres tipos de canales iónicos de membrana que tienen funciones impor tantes en la generación de los cambios de voltaje en el poten cial de acción. Los tipos son: 1) los canales rápidos de sodio; 2) los canales lentos de sodio-calcio, y 3) los canales de potasio. Unidad III El corazón 116 La apertura de los canales rápidos de sodio durante algunas diezmilésimas de segundo es responsable de la rápida espiga ascendente del potencial de acción que se observa en el múscu lo ventricular, debido a la entrada rápida de iones sodio positivos hacia el interior de la fibra. Después, la «meseta» del potencial de acción ventricular está producida princi palmente por la apertura más lenta de los canales lentos de sodiocalcio, que dura aproximadamente 0,3 s. Finalmente, la apertura de los canales de potasio permite la difusión de grandes cantidades de iones potasio positivos hacia el exte rior a través de la membrana de la fibra y devuelve el poten cial de membrana a su nivel de reposo. Pero hay una diferencia en la función de estos canales en la fibra del nódulo sinusal porque el potencial «de reposo» es mucho menos negativo (de sólo –55 mV en la fibra nodular, en lugar de los –90 mV de la fibra muscular ventricular). A este nivel de –55 mV, los canales rápidos de sodio principal mente ya se han «inactivado», lo que significa que han sido bloqueados. La causa de esto es que siempre que el poten cial de membrana es menos negativo de aproximadamente –55 mV durante más de algunos milisegundos, las compuer tas de inactivación del interior de la membrana celular que cierran los canales rápidos de sodio se cierran y permanecen de esta manera. Por tanto, sólo se pueden abrir los canales lentos de sodiocalcio (es decir, se pueden «activar») y, por tanto, pueden producir el potencial de acción. En conse cuencia, el potencial de acción del nódulo auricular se pro duce más lentamente que el potencial de acción del músculo ventricular. Además, después de la producción del potencial de acción, el regreso del potencial a su estado negativo tam bién se produce lentamente, en lugar del regreso súbito que se produce en la fibra ventricular. Autoexcitación de las fibras del nódulo sinusal. Debido a la elevada concentración de iones sodio en el líquido extracelular en el exterior de la fibra nodular, así como al número moderado de canales de sodio abiertos previamente, los iones sodio positivos del exterior de las fibras normalmente tienden a desplazarse hacia el interior. Por tanto, entre los latidos cardíacos, la entrada de iones sodio de carga positiva produce una elevación lenta del potencial de membrana en reposo en dirección positiva. Así, como se muestra en la figu ra 102, el potencial «en reposo» aumenta gradualmente y se hace menos negativo entre cada dos latidos sucesivos. Cuando el potencial alcanza un voltaje umbral de aproximadamente –40 mV, los canales de sodiocalcio se «activan», produciendo de esta manera el potencial de acción. Por tanto, básicamente, la permeabilidad inherente de las fibras del nódulo sinusal a los iones sodio y calcio produce su autoexcitación. ¿Por qué esta permeabilidad alos iones sodio y calcio no hace que las fibras del nódulo sinusal permanezcan despolari zadas todo el tiempo? La respuesta es que durante el trans curso del potencial de acción se producen dos fenómenos que lo impiden. Primero, los canales de sodiocalcio se inactivan (es decir, se cierran) en un plazo de aproximadamente 100 a 150 ms después de su apertura, y segundo, aproximadamente al mismo tiempo se abren números muy elevados de canales de potasio. Por tanto, se interrumpe el flujo de entrada de iones positivos calcio y sodio a través de los canales de sodiocalcio, mientras que al mismo tiempo grandes cantidades de iones positivos de potasio difunden hacia el exterior de la fibra. Estos dos efectos reducen el potencial intracelular hasta devolverlo a su nivel de reposo negativo y, por tanto, ponen fin al potencial de acción. Además, los canales de potasio permanecen abier tos durante algunas décimas de segundo más, manteniendo transitoriamente el movimiento de cargas positivas hacia el exterior de la célula, con el consiguiente exceso de negatividad en el interior de la fibra; esto se denomina hiperpolarización. El estado de hiperpolarización inicialmente desplaza el poten cial de membrana «en reposo» hacia abajo hasta aproximada mente –55 o –60 mV al final del potencial de acción. ¿Por qué este nuevo estado de hiperpolarización no se mantiene indefinidamente? El motivo es que en las décimas de segundo siguientes al final del potencial de acción se cierran cada vez más canales de potasio. Los iones sodio y calcio que fluyen hacia el interior una vez más compensan el flujo de salida de iones potasio, y esto hace que el potencial «de reposo» se desplace hacia arriba una vez más, alcanzando finalmente el nivel liminal de aproximadamente –40 mV. Después comienza de nuevo todo el proceso: autoexcitación para generar el potencial de acción, recuperación del poten cial de acción, hiperpolarización después de que haya finali Figura 10-2 Descarga rítmica de una fibra del nódulo sinusal. Además, se compara el potencial de acción del nódulo sinusal con el de una fibra muscular ventricular. Figura 10-1 Nódulo sinusal y sistema de Purkinje del corazón, que muestra también el nódulo AV, las vías internodulares auricu- lares y las ramas de los haces ventriculares. Capítulo 10 Excitación rítmica del corazón 117 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. zado el potencial de acción, desplazamiento del potencial «de reposo» hasta el umbral, y finalmente reexcitación para generar un nuevo ciclo. Este proceso continúa indefinida mente durante toda la vida de una persona. Vías internodulares y transmisión del impulso cardíaco a través de las aurículas Los extremos de las fibras del nódulo sinusal se conectan directamente con las fibras musculares auriculares circun dantes. Por tanto, los potenciales de acción que se originan en el nódulo sinusal viajan hacia estas fibras musculares auri culares. De esta manera, el potencial de acción se propaga por toda la masa muscular auricular y, finalmente, llega hasta el nódulo AV. La velocidad de conducción en la mayor parte del músculo auricular es de aproximadamente 0,3 m/s, pero la conducción es más rápida, de aproximadamente 1 m/s, en varias pequeñas bandas de fibras auriculares. Una de ellas, denominada banda interauricular anterior, atraviesa las paredes anteriores de las aurículas para dirigirse hacia la aurícula izquierda. Además, otras tres bandas pequeñas se incurvan a través de las paredes auriculares anterior, late ral y posterior, y terminan en el nódulo AV; se muestran en las figuras 101 y 103, y se denominan, respectivamente, vías internodulares anterior, media y posterior. La causa de la velocidad de conducción más rápida de estas bandas es la presencia de fibras de conducción especializadas. Estas fibras son similares a las «fibras de Purkinje» de los ventrícu los, que conducen incluso más rápidamente y que se analizan del modo siguiente. Nódulo auriculoventricular y retraso de la conducción del impulso desde las aurículas a los ventrículos El sistema de conducción auricular está organizado de modo que el impulso cardíaco no viaja desde las aurículas hacia los ventrículos demasiado rápidamente; este retraso da tiempo para que las aurículas vacíen su sangre hacia los ventrículos antes de que comience la contracción ventricular. El retraso de la transmisión hacia los ventrículos se produce principalmente en el nódulo AV y en sus fibras de conducción adyacentes. El nódulo AV está localizado en la pared posterolateral de la aurícula derecha, inmediatamente detrás de la válvula tricúspide, como se muestra en la figura 101. La figura 103 muestra en forma de diagrama las diferentes partes de este nódulo, más sus conexiones con las fibras de las vías interno dulares auriculares entrantes y el haz AV de salida. La figura también muestra los intervalos temporales aproximados en fracciones de segundo entre el comienzo inicial del impulso cardíaco en el nódulo sinusal y su posterior aparición en el sistema del nódulo AV. Obsérvese que el impulso, después de viajar por las vías internodulares, llega al nódulo AV aproxi madamente 0,03 s después de su origen en el nódulo sinusal. Después hay un retraso de otros 0,09 s en el propio nódulo AV antes de que el impulso entre en la porción penetrante del haz AV, a través del cual pasa hacia los ventrículos. Se produce un retraso final de otros 0,04 s principalmente en este haz AV penetrante, que está formado por múltiples fas cículos pequeños que atraviesan el tejido fibroso que separa las aurículas de los ventrículos. Así, el retraso total en el nódulo AV y en el sistema de AV es de aproximadamente 0,13 s. Esto, añadido al retraso inicial de la conducción de 0,03 s desde el nódulo sinusal hasta el nódulo AV, hace que haya un retraso total de 0,16 s antes de que la señal excitadora llegue finalmente al músculo ventri cular que se está contrayendo. Causa de la conducción lenta. La conducción lenta en las fibras transicionales, nodulares y penetrantes del haz AV está producida principalmente por la disminución del número de uniones en hendidura entre células sucesivas de las vías de conducción, de modo que hay una gran resistencia a la conducción de los iones excitadores desde una fibra de conducción hasta la siguiente. Por tanto, es fácil ver por qué se tarda en excitar células sucesivas. Transmisión rápida en el sistema de Purkinje ventricular Las fibras de Purkinje especiales se dirigen desde el nódulo AV a través del haz AV hacia los ventrículos. Excepto en la porción inicial de estas fibras, donde penetran en la barrera fibrosa AV, tienen características funcionales bastante distin tas a las de las fibras del nódulo AV. Son fibras muy grandes, incluso mayores que las fibras musculares ventriculares nor males, y transmiten potenciales de acción a una velocidad de 1,5 a 4,0 m/s, una velocidad aproximadamente 6 veces mayor que la del músculo ventricular normal y 150 veces mayor que la de algunas de las fibras del nódulo AV. Esto permite una transmisión casi instantánea del impulso cardíaco por todo el resto del músculo ventricular. Se piensa que la rápida transmisión de los potenciales de acción por las fibras de Purkinje está producida por un gran aumento del nivel de permeabilidad de las uniones en hendi dura de los discos intercalados entre las células sucesivas que Figura 10-3 Organización del nódulo AV. Los números representan el intervalo de tiempo que transcurre desde el origen del impulso en el nódulo sinusal. Los valores se han extrapolado a seres humanos. Unidad III El corazón 118 componen las fibras de Purkinje. Por tanto, los iones pasan fácilmente de una célula a la siguiente, aumentando de esta manera la velocidad de la transmisión. Las fibras de Purkinje también tienen muy pocas miofibrillas, loque significa que se contraen poco o nada durante la transmisión de los impulsos. Conducción unidireccional a través del haz AV. Una característica especial del haz AV es la imposibilidad, excepto en estados anormales, de que los potenciales de acción viajen retrógradamente desde los ventrículos hacia las aurículas. Esto impide la reentrada de los impulsos cardíacos por esta ruta desde los ventrículos hacia las aurículas, permitiendo sólo la contracción anterógrada desde las aurículas hacia los ventrículos. Además, se debe recordar que en todas las localizaciones excepto en el haz AV el músculo auricular está separado del músculo ventricular por una barrera fibrosa continua, de la que se muestra una porción en la figura 103. Esta barrera normalmente actúa como aislante para impedir el paso de los impulsos cardíacos entre el músculo auricular y ventricular a través de cualquier ruta distinta a la conducción anterógrada a través del propio haz AV. (En casos infrecuentes un puente muscular anormal penetra en la barrera fibrosa en otra locali zación distinta al haz AV. En estas condiciones el impulso cardíaco puede entrar en las aurículas desde los ventrículos y producir una arritmia cardíaca grave.) Distribución de las fibras de Purkinje en los ventrícu- los: las ramas izquierda y derecha del haz. Después de penetrar en el tejido fibroso que está entre el músculo auricu lar y ventricular, la porción distal del haz AV se dirigía hacia abajo en el interior del tabique interventricular a lo largo de 5 a 15 mm hacia la punta del corazón, como se muestra en las figuras 101 y 103. Después el haz se divide en las ramas izquierda y derecha del haz, que están debajo del endocardio en los dos lados respectivos del tabique interventricular. Cada una de las ramas se dirige hacia abajo, hacia la punta del ven trículo, dividiéndose progresivamente en ramas más peque ñas. Estas ramas, a su vez, siguen un trayecto en dirección lateral alrededor de cada una de las cavidades ventriculares y hacia atrás, hacia la base del corazón. Los extremos de las fibras de Purkinje penetran en aproximadamente un tercio del grosor de la masa muscular y finalmente se continúan con las fibras musculares cardíacas. Desde el momento en el que el impulso cardíaco entre las ramas del haz en el tabique interventricular hasta que sale de las terminaciones de las fibras de Purkinje el tiempo total transcurrido es en promedio de sólo 0,03 s. Por tanto, una vez que el impulso cardíaco ha entrado en el sistema de con ducción ventricular de Purkinje, se propaga casi inmediata mente a toda la masa del músculo ventricular. Transmisión del impulso cardíaco en el músculo ventricular Una vez que el impulso llega a los extremos de las fibras de Purkinje se transmite a través de la masa del músculo ven tricular por las propias fibras musculares ventriculares. La velocidad de transmisión es ahora sólo de 0,3 a 0,5 m/s, una sexta parte de la velocidad de las fibras de Purkinje. El músculo cardíaco envuelve el corazón en una doble espiral, con tabiques fibrosos entre las capas en espiral; por tanto, el impulso cardíaco no viaja necesariamente directa mente hacia el exterior, hacia la superficie del corazón, sino que se angula hacia la superficie a lo largo de las direcciones de las espirales. Debido a esto, la transmisión desde la super ficie endocárdica a la superficie epicárdica del ventrículo precisa hasta otros 0,03 s, aproximadamente igual al tiempo necesario para la transmisión por toda la porción ventricular del sistema de Purkinje. Así, el tiempo total para la trans misión del impulso cardíaco desde las ramas iniciales del haz hasta las últimas fibras del músculo ventricular en el corazón normal es de aproximadamente 0,06 s. Resumen de la propagación del impulso cardíaco a través del corazón La figura 104 muestra en forma resumida la transmisión del impulso cardíaco en el corazón humano. Los números de la figura representan los intervalos de tiempo, en fracciones de segundo, que transcurren desde el origen del impulso car díaco en el nódulo sinusal hasta su aparición en cada uno de los puntos respectivos del corazón. Obsérvese que el impulso se propaga a una velocidad moderada a través de las aurícu las, aunque se retrasa más de 0,1 s en la región del nódulo AV antes de aparecer en el haz AV del tabique interventricular. Una vez que ha entrado en este haz, se propaga muy rápida mente a través de las fibras de Purkinje por todas las super ficies endocárdicas de los ventrículos. Después el impulso se propaga de nuevo algo más lentamente a través del músculo ventricular hacia las superficies epicárdicas. Es importante que el estudiante aprenda en detalle el tra yecto del impulso cardíaco a través del corazón y los momen tos precisos de su aparición en cada una de las partes del corazón, porque es esencial un conocimiento cuantitativo detallado de este proceso para comprender la electrocardio graf ía, que se va a analizar en los capítulos 11 a 13. Figura 10-4 Transmisión del impulso cardíaco en el corazón, que muestra el momento de aparición (en fracciones de segundo des- pués de la aparición inicial en el nódulo sinoauricular) en diferen tes partes del corazón. Capítulo 10 Excitación rítmica del corazón 119 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Control de la excitación y la conducción en el corazón El nódulo sinusal como marcapasos del corazón En el análisis que se ha realizado hasta ahora sobre la géne sis y transmisión del impulso cardíaco por el corazón hemos señalado que el impulso normalmente se origina en el nódulo sinusal. En algunas situaciones anormales no ocurre así. Otras partes del corazón pueden presentar también una excitación rítmica intrínseca de la misma forma que lo hacen las fibras del nódulo sinusal; esto es particularmente cierto en el caso de las fibras del nódulo AV y de las fibras de Purkinje. Las fibras del nódulo AV, cuando no son estimuladas por alguna fuente externa, descargan a una frecuencia rít mica intrínseca de 40 a 60 veces por minuto, y las fibras de Purkinje lo hacen a una frecuencia de entre 15 y 40 veces por minuto. Estas frecuencias son distintas a la frecuencia nor mal del nódulo sinusal, de 70 a 80 veces por minuto. ¿Por qué entonces es el nódulo sinusal, y no el nódulo AV ni las fibras de Purkinje, el que controla la ritmicidad del cora zón? La respuesta procede del hecho de que la frecuencia de descarga del nódulo sinusal es considerablemente mayor que la frecuencia de descarga autoexcitadora natural de las fibras del nódulo AV y de las fibras de Purkinje. Cada vez que se produce una descarga en el nódulo sinusal su impulso se con duce hacia el nódulo AV y hacia las fibras de Purkinje, produ ciendo también la descarga de sus membranas. Pero el nódulo sinusal produce una nueva descarga antes de que las fibras del nódulo AV o las fibras de Purkinje puedan alcanzar sus pro pios umbrales de autoexcitación. Por tanto, el nuevo impulso procedente del nódulo sinusal descarga tanto las fibras del nódulo AV como las fibras de Purkinje antes de que se pueda producir autoexcitación en cualquiera de esas estructuras. Así, el nódulo sinusal controla el latido del corazón por que su frecuencia de descarga rítmica es más rápida que la de cualquier otra parte del corazón. Por tanto, el nódulo sinusal es prácticamente siempre el marcapasos del corazón normal. Marcapasos anormales: marcapasos «ectópico». De manera ocasional alguna otra parte del corazón muestra una frecuencia de descarga rítmica que es más rápida que la del nódulo sinusal. Por ejemplo, a veces se produce este fenómeno en el nódulo AV o en las fibras de Purkinje cuando una de estas estructuras se altera. En ambos casos el marcapasos del cora zón se desplaza desde el nódulo sinusal hasta el nódulo AV o las fibras de Purkinje excitadas. En casosmenos frecuentes toda vía, algún punto del músculo auricular o ventricular presenta una excitabilidad excesiva y se convierte en el marcapasos. Un marcapasos que está situado en una localización dis tinta al nódulo sinusal se denomina marcapasos «ectópico». Un marcapasos ectópico da lugar a una secuencia anormal de contracción de las diferentes partes del corazón y puede producir una debilidad significativa del bombeo cardíaco. Otra causa de desplazamiento del marcapasos es el bloqueo de la transmisión del impulso cardíaco desde el nódulo sinusal a las demás partes del corazón. El nuevo marcapasos se produce en este caso con más frecuencia en el nódulo AV o en la porción penetrante del haz AV en su trayecto hacia los ventrículos. Cuando se produce un bloqueo AV, es decir, cuando el impulso cardíaco no puede pasar desde las aurículas hacia los ventrículos a través del sistema del nódulo AV y del haz, las aurículas siguen latiendo a la frecuencia normal del ritmo del nódulo sinusal, mientras que habitualmente aparece un nuevo marcapasos en el sistema de Purkinje de los ventrículos que activa el músculo ventricular a una frecuencia de entre 15 y 40 latidos por minuto. Después de un bloqueo súbito del haz AV el sistema de Purkinje no comienza a emitir sus impulsos rítmicos intrínsecos hasta 5 a 20 s después porque, antes del bloqueo, las fibras de Purkinje habían estado «sobreexcita das» por los rápidos impulsos sinusales y, en consecuencia, están en un estado suprimido. Durante estos 5 a 20 s los ven trículos dejan de bombear sangre y la persona se desvanece después de los primeros 4 a 5 s debido a la ausencia de flujo sanguíneo cerebral. Este retraso de la recuperación del cora zón se denomina síndrome de Stokes-Adams. Si el período de retraso es demasiado largo, se puede producir la muerte. Importancia del sistema de Purkinje en la generación de una contracción sincrónica del músculo ventricular A partir de nuestra descripción del sistema de Purkinje es evidente que normalmente el impulso cardíaco llega a casi todas las porciones de los ventrículos en un breve intervalo de tiempo, excitando la primera fibra muscular ventricular sólo 0,03 a 0,06 s antes de la excitación de la última. Esto hace que todas las porciones del músculo de los dos ventrículos comiencen a contraerse casi al mismo tiempo y que después sigan contrayéndose durante aproximadamente otros 0,3 s. La función de bomba eficaz de las dos cavidades ven triculares precisa este tipo sincrónico de contracción. Si el impulso cardíaco viajara lentamente a través de los ventrícu los, buena parte de la masa ventricular se contraería antes de la contracción del resto, en cuyo caso se produciría una gran disminución de la función global de bomba. De hecho, en algunos tipos de trastornos cardíacos, algunos de los cuales se analizan en los capítulos 12 y 13, se produce una trans misión lenta, y la eficacia del bombeo de los ventrículos dis minuye hasta el 2030%. Control del ritmo cardíaco y la conducción de impulsos por los nervios cardíacos: los nervios simpáticos y parasimpáticos El corazón está inervado por nervios simpáticos y parasim páticos, como se muestra en la figura 910 del capítulo 9. Los nervios parasimpáticos (vagos) se distribuyen principal mente a los nódulos SA y AV, en mucho menor grado al mús culo de las dos aurículas y apenas directamente al músculo ventricular. Por el contrario, los nervios simpáticos se dis tribuyen en todas las regiones del corazón, con una intensa representación en el músculo ventricular, así como en todas las demás zonas. La estimulación parasimpática (vagal) puede retra- sar o incluso bloquear el ritmo y la conducción cardíacos: «escape ventricular». La estimulación de los nervios para simpáticos que llegan al corazón (los vagos) hace que se libere la hormona acetilcolina en las terminaciones nerviosas. Esta hormona tiene dos efectos principales sobre el corazón. Primero, reduce la frecuencia del ritmo del nódulo sinusal, y segundo, reduce la excitabilidad de las fibras de la unión AV entre Unidad III El corazón 120 la musculatura auricular y el nódulo AV, retrasando de esta mane ra la transmisión del impulso cardíaco hacia los ventrículos. Una estimulación vagal débil a moderada reduce la fre cuencia del bombeo del corazón, con frecuencia hasta un valor tan bajo como la mitad de lo normal. La estimulación intensa de los nervios vagos puede interrumpir completa mente la excitación rítmica del nódulo sinusal o puede blo quear completamente la transmisión del impulso cardíaco desde las aurículas hacia los ventrículos a través del nódulo AV. En cualquiera de los casos, las señales excitadores rít micas ya no se transmiten hacia los ventrículos. Los ven trículos dejan de latir durante 5 a 20 s, pero después algún área pequeña de las fibras de Purkinje, habitualmente en la porción del tabique interventricular del haz AV, presenta un ritmo propio y genera la contracción ventricular a una frecuencia de 15 a 40 latidos por minuto. Este fenómeno se denomina escape ventricular. Mecanismo de los efectos vagales. La acetilcolina que se libera en las terminaciones nerviosas vagales aumenta mucho la permeabilidad de las membranas de las fibras a los iones potasio, lo que permite la salida rápida de potasio desde las fibras del sistema de conducción. Esto da lugar a un aumento de la negatividad en el interior de las fibras, un efecto que se denomina hiperpolarización, que hace que este tejido excitable sea mucho menos excitable, como se explica en el capítulo 5. En el nódulo sinusal, el estado de hiperpolarización reduce el potencial de membrana «en reposo» de las fibras del nódulo sinusal a un nivel mucho más negativo de lo habi tual, hasta –65 a –75 mV en lugar del nivel normal de –55 a –60 mV. Por tanto, el aumento inicial del potencial de mem brana del nódulo sinusal que produce la corriente de entrada de sodio y de calcio tarda mucho más en alcanzar el poten cial liminal para la excitación. Esto retrasa mucho la frecuen cia de ritmicidad de estas fibras nodulares. Si la estimulación vagal es lo suficientemente intensa es posible detener total mente la autoexcitación rítmica de este nódulo. En el nódulo AV, el estado de hiperpolarización produ cido por la estimulación vagal hace que sea dif ícil que las pequeñas fibras auriculares que entran en el nódulo generen una corriente de una intensidad suficiente como para excitar las fibras nodulares. Por tanto, el factor de seguridad para la transmisión del impulso cardíaco a través de las fibras de transición hacia las fibras del nódulo AV disminuye. Una reducción moderada simplemente retrasa la conducción del impulso, aunque una disminución grande bloquea total mente la conducción. Efecto de la estimulación simpática sobre el ritmo y la conducción del corazón. La estimulación simpática produce esencialmente los efectos contrarios sobre el cora zón a los que produce la estimulación vagal, como se señala a continuación. Primero, aumenta la frecuencia de descarga del nódulo sinusal. Segundo, aumenta la velocidad de con ducción, así como el nivel de excitabilidad de todas las por ciones del corazón. Tercero, aumenta mucho la fuerza de contracción de toda la musculatura cardíaca, tanto auricular como ventricular, como se analiza en el capítulo 9. En breve, la estimulación simpática aumenta la actividad global del corazón. La estimulación máxima casi puede tri plicar la frecuencia del latido cardíaco y puede aumentar la fuerza de la contracción del corazón hasta dos veces. Mecanismo del efecto simpático. La estimulación de los nervios simpáticos libera la hormona noradrenalina en las terminaciones nerviosas simpáticas. La noradrenalina estimula, a su vez, los receptores b1-adrenérgicos, que median en los efectos sobre la frecuencia cardíaca. No está del todo claro el mecanismo preciso mediante el que la estimulación b1adrenérgicaactúa sobre las fibras del músculo cardíaco, aunque se piensa que aumenta la permeabilidad de la mem brana de las fibras a los iones sodio y calcio. En el nódulo sinusal, un aumento de la permeabilidad a sodiocalcio gene ra un potencial en reposo más positivo y también produce un aumento de la velocidad del ascenso del potencial de membrana diastólico hacia el nivel liminal para la autoexcita ción, acelerando de esta forma la autoexcitación y, por tanto, aumentando la frecuencia cardíaca. En el nódulo AV y en los haces AV, el aumento de la permeabilidad a sodiocalcio hace que sea más fácil que el potencial de acción excite todas las porciones sucesivas de los haces de las fibras de conducción, disminuyendo de esta manera el tiempo de conducción desde las aurículas hasta los ventrículos. El aumento de la permeabilidad a los iones calcio es responsable al menos en parte del aumento de la fuerza contráctil del músculo cardíaco bajo la influencia de la esti mulación simpática, porque los iones calcio tienen una fun ción importante en la excitación del proceso contráctil de las miofibrillas. 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Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos CAPÍTULO 11 Electrocardiograma normal Cuando el impulso cardíaco atraviesa el corazón, la corriente eléctrica también se propaga desde el corazón hacia los teji dos adyacentes que lo rodean. Una pequeña parte de la corrien te se propaga hacia la super ficie corporal. Si se colocan electrodos en la piel en lados opuestos del corazón se pueden registrar los potenciales eléc tricos que se generan por la corriente; el registro se conoce como electrocardiograma. En la figura 111 se muestra un electrocardiograma normal de dos latidos del corazón. Características del electrocardiograma normal El electrocardiograma normal (v. fig. 111) está formado por una onda P, un complejo QRS y una onda T. Con frecuencia, aunque no siempre, el complejo QRS está formado por tres ondas separadas: la onda Q, la onda R y la onda S. La onda P está producida por los potenciales eléctricos que se generan cuando se despolarizan las aurículas antes del comienzo de la contracción auricular. El complejo QRS está formado por los potenciales que se generan cuando se des polarizan los ventrículos antes de su contracción, es decir, a medida que la onda de despolarización se propaga por los ventrículos. Por tanto, tanto la onda P como los componen tes del complejo QRS son las ondas de despolarización. La onda T está producida por los potenciales que se gene ran cuando los ventrículos se recuperan del estado de despo larización. Este proceso normalmente aparece en el músculo ventricular entre 0,25 y 0,35 s después de la despolarización y la onda T se conoce como onda de repolarización. Así, el electrocardiograma está formado por ondas tanto de despolarización como de repolarización. Los principios de la despolarización y de la repolarización se analizan en el capítulo 5. La distinción entre ondas de despolarización y ondas de repolarización es tan importante en electrocardio graf ía que es necesaria una aclaración adicional. Ondas de despolarización frente a ondas de repolarización La figura 112 muestra una fibra muscular cardíaca única en las cuatro fases de la despolarización y la repolarización, de modo que el color rojo señala la despolarización. Durante la despolarización el potencial negativo normal del interior de la fibra se invierte y se hace ligeramente positivo en el inte rior y negativo en el exterior. En la figura 112A la despolarización, que se indica por las cargas positivas de color rojo del interior y las cargas nega tivas de color rojo del exterior, se dirige desde la izquierda hacia la derecha. La primera mitad de la fibra ya se ha des polarizado, mientras que la mitad restante sigue polarizada. Por tanto, el electrodo izquierdo del exterior de la fibra está en una zona de negatividad, y el electrodo derecho está en una zona de positividad; esto hace que el medidor registre un valor positivo. A la derecha de la fibra muscular se muestra Figura 11-1 Electrocardiograma normal. 122 Unidad III El corazón un registro de los cambios de potencial entre los dos elec trodos, que se registran con un medidor de registro de alta velocidad. Obsérvese que cuando la despolarización ha alcan zado la marca intermedia de la figura 112A el registro ha aumentado hasta un valor positivo máximo. En la figura 112B la despolarización se ha propagado por toda la fibra muscular, y el registro de la derecha ha vuelto a la línea basal de cero porque los dos electrodos ahora están en zonas de igual negatividad. La onda completa es una onda de despolarización porque se debe a la propagación de la des polarización a lo largo de la membrana de la fibra muscular. La figura 112C muestra la mitad de la repolarización de la misma fibra muscular, de modo que vuelve la positividad al exterior de la fibra. En este punto el electrodo izquierdo está en una zona de positividad y el electrodo derecho está en una zona de negatividad. Esto es opuesto a la polaridad de la figura 112A. Por tanto, el registro, que se muestra a la derecha, se hace negativo. En la figura 112D la fibra muscular se ha repolarizado completamente, y los dos electrodos están ahora en zonas de positividad, de modo que no se registra ninguna diferencia de potencial entre ellos. Por tanto, en el registro de la derecha el potencial vuelve una vez más a cero. Esta onda negativa completa es una onda de repolarización porque se debe a la propagación de la repolarización a lo largo de la membrana de la fibra muscular. Relación del potencial de acción monofásico del músculo ventricular con las ondas QRS y T del electro- cardiograma estándar. El potencial de acción monofásico del músculo ventricular, que se ha analizado en el capítulo 10, normalmente dura entre 0,25 y 0,35 s. La parte superior de la figura 113 muestra un potencial de acción monofásico registrado con un microelectrodo insertado en el interiorde una fibra muscular ventricular única. El ascenso de este potencial de acción está producido por la despolarización, y la vuelta del potencial al nivel basal está producida por la repolarización. Obsérvese en la mitad inferior de la figura un registro simultáneo del electrocardiograma de este mismo ventrículo, que muestra que las ondas QRS aparecen al principio del potencial de acción monofásico y la onda T aparece al final. Obsérvese específicamente que no se registra ningún poten cial en el electrocardiograma cuando el músculo ventricular está completamente polarizado o completamente despolariza do. Sólo cuando el músculo está parcialmente polarizado o parcialmente despolarizado hay flujo de corriente desde una parte de los ventrículos hacia la otra, y por tanto la co rriente también fluye hacia la superficie del cuerpo para gene rar el electrocardiograma. Relación de la contracción auricular y ventricular con las ondas del electrocardiograma Antes de que se pueda producir la contracción del músculo, la despolarización se debe propagar por todo el músculo para iniciar los procesos químicos de la contracción. Consúltese de nuevo la figura 111; la onda P se produce al comienzo de la contracción de las aurículas y el complejo QRS de ondas se produce al comienzo de la contracción de los ventrículos. Los ventrículos siguen contraídos hasta después de que se haya producido la repolarización, es decir, hasta después del final de la onda T. Las aurículas se repolarizan aproximadamente 0,15 a 0,2 s después de la finalización de la onda P. Este momento coin cide aproximadamente con el momento en el que se registra el complejo QRS en el electrocardiograma. Por tanto, la onda de repolarización auricular, conocida como onda T auricu lar, habitualmente está oscurecida por el complejo QRS, que es mucho mayor. Por este motivo raras veces se observa la onda T auricular en el electrocardiograma. La onda de repolarización ventricular es la onda T del electrocardiograma normal. Habitualmente el músculo ven tricular comienza a repolarizarse en algunas fibras apro ximadamente 0,2 s después del comienzo de la onda de Figura 11-3 Superior. Potencial de acción monofásico de una fibra muscular ventricular durante la función cardíaca normal, que muestra la despolarización rápida y posteriormente la repo larización lenta durante la fase de meseta, aunque se hace rápi da hacia el final. Inferior. Electrocardiograma que se registra simultáneamente. Figura 11-2 Registro de la onda de despolarización (A y B) y de la onda de repolarización (C y D) de una fibra muscular cardíaca. Capítulo 11 Electrocardiograma normal 123 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. despolarización (el complejo QRS), pero en muchas otras fibras tarda hasta 0,35 s. Así, el proceso de repolarización ventricular se extiende a lo largo de un período prolongado, de aproximadamente 0,15 s. Por este motivo la onda T del electrocardiograma normal es una onda prolongada, aunque el voltaje de la onda T es mucho menor que el voltaje del complejo QRS, en parte debido a esta duración prolongada. Calibración del voltaje y el tiempo del electrocardiograma Todos los registros de los electrocardiogramas se hacen con líneas de calibración adecuadas sobre el papel de re gistro. Estas líneas de calibración pueden estar ya señaladas en el papel, como ocurre cuando se utiliza un registrador de pluma, o se registran en el papel al mismo tiempo que se regis tra el electrocardiograma, como en los tipos fotográficos de electrocardiógrafos. Como se muestra en la figura 111, las líneas de calibra ción horizontal están dispuestas de modo que 10 de las divi siones de las líneas pequeñas hacia arriba o hacia abajo en el electrocardiograma estándar representan 1 mV, con la positi vidad hacia arriba y la negatividad hacia abajo. Las líneas verticales del electrocardiograma son las líneas de calibración del tiempo. Un electrocardiograma típico se realiza a una velocidad de papel de 25 mm/s, aunque en oca siones se emplean velocidades más rápidas. Por tanto, cada 25 mm en dirección horizontal corresponden a 1 s y cada segmento de 5 mm, indicado por las líneas verticales oscuras, representa 0,2 s. Después los intervalos de 0,2 s están dividi dos en cinco intervalos más pequeños por líneas finas, cada una de las cuales representa 0,04 s. Voltajes normales en el electrocardiograma. Los voltajes de las ondas que se registran en el electrocardio grama normal dependen de la manera en la que se aplican los electrodos a la superficie del cuerpo y de la proximidad de los electrodos al corazón. Cuando un electrodo está colo cado directamente sobre los ventrículos y un segundo elec trodo está localizado en otra localización del cuerpo alejada del corazón, el voltaje del complejo QRS puede ser de hasta 3 a 4 mV. Incluso este voltaje es pequeño en comparación con el potencial de acción monofásico de 110 mV que se registra directamente en la membrana del músculo cardíaco. Cuando los electrocardiogramas se registran con electrodos en los dos brazos o en un brazo y una pierna, el voltaje en el com plejo QRS habitualmente es de 1,0 a 1,5 mV desde el punto más elevado de la onda R hasta el punto más profundo de la onda S; el voltaje de la onda P está entre 0,1 y 0,3 mV, y el de la onda T está entre 0,2 y 0,3 mV. Intervalo P-Q o P-R. El tiempo que transcurre entre el comienzo de la onda P y el comienzo del complejo QRS es el intervalo que hay entre el inicio de la excitación eléctrica de las aurículas y el inicio de la excitación de los ventrículos. Este período se denomina intervalo PQ. El intervalo PQ normal es de aproximadamente 0,16 s. (Con frecuencia este intervalo se denomina intervalo PR porque es probable que no haya onda Q.) Intervalo Q-T. La contracción del ventrículo dura casi desde el comienzo de la onda Q (onda R si no hay onda Q) hasta el final de la onda T. Este intervalo se denomina inter valo QT y habitualmente es de aproximadamente 0,35 s. Determinación de la frecuencia del latido cardíaco a partir del electrocardiograma. La frecuencia del latido cardíaco se puede determinar fácilmente a partir del elec trocardiograma porque la frecuencia cardíaca es el recíproco del intervalo de tiempo entre dos latidos cardíacos sucesivos. Si el intervalo entre dos latidos, que se determina a partir de las líneas de calibración del tiempo, es de 1 s, la frecuen cia cardíaca es de 60 latidos por minuto. El intervalo normal entre dos complejos QRS sucesivos en una persona adulta es de aproximadamente 0,83 s. Esto corresponde a una fre cuencia cardíaca de 60/0,83 veces por minuto, o 72 latidos por minuto. Métodos de registro electrocardiográficos Algunas veces las corrientes eléctricas que genera el músculo cardíaco durante los latidos del corazón modifican los poten ciales y polaridades eléctricos de los lados respectivos del cora zón en menos de 0,01 s. Por tanto, es esencial que cualquier aparato que se utilice para registrar electrocardiogramas pueda responder rápidamente a estos cambios de los potenciales. Registros para electrocardiógrafos Muchos electrocardiógrafos clínicos modernos utilizan siste mas computarizados y salidas electrónicas, mientras que otros utilizan un registrador directo con pluma que escribe el elec trocardiograma directamente con una pluma sobre una hoja de papel en movimiento. A veces la pluma es un tubo fino conectado en un extremo a un pocillo de tinta, y su extremo de registro está conectado a un sistema de un electroimán potente que es capaz de mover la pluma hacia arriba y hacia abajo a alta velocidad. A medida que avanza el papel, la pluma registra el electrocardiograma. El movimiento de la pluma es controlado por amplificadores electrónicos adecuados conectados a los electrodos electrocardiográficos que están sobre el paciente. Otros sistemasde registro con pluma utilizan un papel especial que no precisa tinta en la aguja de registro. En algu nos casos el papel se ennegrece cuando es expuesto al calor; la propia aguja se calienta mucho por la corriente eléctrica que fluye a través de su punta. Otro tipo se ennegrece cuando fluye corriente eléctrica desde la punta de la aguja a través del papel hasta un electrodo situado en su parte posterior, lo que deja una línea negra sobre el papel cuando lo toca la aguja. Flujo de corriente alrededor del corazón durante el ciclo cardíaco Registro de potenciales eléctricos a partir de una masa parcialmente despolarizada de músculo cardíaco sincitial La figura 114 muestra una masa sincitial de músculo cardíaco que ha sido estimulada en su punto más central. Antes de la estimulación, el exterior de todas las células musculares era positivo y el interior negativo. Por los motivos que se señalan en el capítulo 5 en el análisis de los potenciales de membrana, tan pronto como se despolariza una zona del sincitio cardíaco se produce la salida de cargas negativas hacia el exterior de las 124 Unidad III El corazón fibras musculares despolarizadas, haciendo que esta parte de la superficie sea electronegativa, como se representa con los signos negativos de la figura 114. El resto de la superficie del corazón, que sigue polarizada, está representada por los signos positivos. Por tanto, un medidor conectado con el terminal negativo en la zona de despolarización y el terminal positivo en una de las zonas que todavía están polarizadas, como se muestra a la derecha de la figura, registra un valor positivo. En la figura 114 también se presentan otras dos dispo siciones de los electrodos y lecturas de los medidores. Estas se deben estudiar cuidadosamente, y el lector debe ser capaz de explicar las causas de las respectivas lecturas de los medi dores. Como la despolarización se propaga por el corazón en todas las direcciones, las diferencias de potencial que se muestran en la figura persisten sólo durante algunas milési mas de segundo, y las mediciones del voltaje real sólo se pue den realizar con un aparato de registro de alta velocidad. Flujo de corrientes eléctricas en el tórax alrededor del corazón La figura 115 muestra el músculo ventricular situado en el interior del tórax. Incluso los pulmones, aunque están llenos de aire en su mayor parte, conducen la electricidad en una magnitud sorprendente, y los líquidos de los demás tejidos que rodean el corazón conducen la electricidad incluso con más facilidad. Por tanto, el corazón realmente está suspen dido en un medio conductor. Cuando una porción de los ven trículos se despolariza y, por tanto, se hace electronegativa en relación con el resto, la corriente eléctrica fluye desde la zona despolarizada hacia la zona polarizada en rutas sinuo sas largas, como se señala en la figura. Del análisis del sistema de Purkinje en el capítulo 10 se debe recordar que la primera zona de los ventrículos a la que llega el impulso cardíaco es el tabique, y poco después se propaga a la superficie interna del resto de la masa de los ven trículos, como se muestra por las zonas rojas y los signos nega tivos de la figura 115. Esto hace que las zonas internas de los ventrículos sean electronegativas y que las paredes exter nas de los ventrículos sean electropositivas, de modo que la corriente eléctrica fluye a través de los líquidos que rodean los ventrículos en trayectos elípticos, como señalan las fle chas curvas de la figura. Si se realiza el promedio algebraico de todas las líneas de flujo de corriente (las líneas elípticas) se encuentra que el flujo medio de corriente tiene negatividad hacia la base del corazón y positividad hacia la punta. Durante la mayor parte del resto del proceso de despolari zación la corriente también sigue fluyendo en esta misma dirección, mientras que la despolarización se propaga desde la superficie endocárdica hacia el exterior a través de la masa del músculo ventricular. Después, inmediatamente antes de que la despolarización haya completado su trayecto a través de los ventrículos, la dirección media del flujo de corriente se invierte durante aproximadamente 0,01 s, fluyendo desde la punta ventricular hacia la base, porque la última parte del corazón que se despolariza son las paredes externas de los ventrículos cerca de la base del corazón. Así, en los ventrículos del corazón normal la corriente fluye desde las zonas negativas a las positivas principalmente en una dirección que va desde la base del corazón hacia la punta durante casi todo el ciclo de despolarización, excepto al final. Si se conecta un medidor a los electrodos de la super ficie del cuerpo, como en la figura 115, el electrodo más pró ximo a la base será negativo, mientras que el electrodo más próximo a la punta será positivo, y el medidor de registro mostrará un registro positivo en el electrocardiograma. Derivaciones electrocardiográficas Tres derivaciones bipolares de las extremidades La figura 116 muestra las conexiones eléctricas entre las extre midades del paciente y el electrocardiógrafo para registrar elec trocardiogramas de las denominadas derivaciones bipolares Figura 11-4 Se generan potenciales instantáneos en la superficie de una masa muscular cardíaca que ha sido despolarizada en su centro. Figura 11-5 Flujo de corriente en el tórax alrededor de los ven trículos despolarizados parcialmente. Capítulo 11 Electrocardiograma normal 125 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. estándar de las extremidades. El término «bipolar» significa que el electrocardiograma se registra a partir de dos electro dos que están localizados en lados diferentes del corazón, en este caso en las extremidades. Así, una «derivación» no es un único cable que procede del cuerpo, sino una combinación de dos cables y sus electrodos para formar un circuito completo entre el cuerpo y el electrocardiógrafo. En cada uno de los casos el electrocardiógrafo se representa en el diagrama mediante un medidor eléctrico, aunque el electrocardiógrafo real es un medidor de registro de alta velocidad con papel móvil. Derivación I. Cuando se registra la derivación I, el termi nal negativo del electrocardiógrafo está conectado al brazo derecho y el terminal positivo al brazo izquierdo. Por tanto, cuando el punto en el que el brazo derecho se conecta con el tórax es electronegativo respecto al punto en el que se conecta el brazo izquierdo el electrocardiógrafo registra una señal positiva, es decir, por encima de la línea de voltaje cero del electrocardiograma. Cuando ocurre lo contrario el elec trocardiógrafo registra una señal por debajo de la línea. Derivación II. Para registrar la derivación II de las extre midades, el terminal negativo del electrocardiógrafo se conecta al brazo derecho y el terminal positivo a la pierna izquierda. Por tanto, cuando el brazo derecho es negativo respecto a la pierna izquierda, el electrocardiógrafo registra una señal positiva. Derivación III. Para registrar la derivación III de las extremidades, el terminal negativo del electrocardiógrafo se conecta al brazo izquierdo y el terminal positivo a la pierna izquierda. Esto significa que el electrocardiógrafo registra una señal positiva cuando el brazo izquierdo es negativo res pecto a la pierna izquierda. Triángulo de Einthoven. En la figura 116 se dibuja un triángulo, denominado triángulo de Einthoven, alrededor de la zona del corazón. Este diagrama ilustra que los dos bra zos y la pierna izquierda forman vértices de un triángulo que rodea el corazón. Los dos vértices de la parte superior del triángulo representan los puntos en los que los dos brazos se conectan eléctricamente a los líquidos que rodean el corazón y el vértice izquierdo es el punto en el que la pierna izquierda se conecta a los líquidos. Ley de Einthoven.La ley de Einthoven afirma que si en cualquier momento dado se conocen los potenciales eléctri cos de dos cualesquiera de las tres derivaciones electrocardio gráficas bipolares de las extremidades, se puede determinar matemáticamente la tercera simplemente sumando las dos primeras. Ha de tenerse en cuenta, sin embargo, que se deben observar los signos positivos y negativos de las diferentes derivaciones cuando se haga esta suma. Por ejemplo, consideremos que momentáneamente, como se señala en la figura 116, el brazo derecho es –0,2 mV (nega tivo) respecto al potencial medio del cuerpo, el brazo izquierdo es + 0,3 mV (positivo) y la pierna izquierda es + 1 mV (posi tivo). Observando los medidores de la figura se puede ver que la derivación I registra un potencial positivo de + 0,5 mV, por que esta es la diferencia entre los –0,2 mV del brazo derecho y los + 0,3 mV del brazo izquierdo. De manera similar, la deri vación III registra un potencial positivo de + 0,7 mV, y la deriva ción II registra un potencial positivo de + 1,2 mV, porque estas son las diferencias de potencial instantáneas entre los pares de extremidades respectivos. Ahora obsérvese que la suma de los voltajes de las deri vaciones I y III es igual al voltaje de la derivación II; es decir, 0,5 más 0,7 es igual a 1,2. Matemáticamente este princi pio, denominado ley de Einthoven, es cierto en cualquier momento dado mientras se registren los tres electrocardio gramas bipolares «estándar». Electrocardiogramas normales registrados en las tres derivaciones bipolares estándar de las extremidades. La figura 117 muestra el registro de los electrocardiogramas de las derivaciones I, II y III. Es evidente que los electrocardio gramas de estas tres derivaciones son similares entre sí por que todos registran ondas P positivas y ondas T positivas, y la mayor parte del complejo QRS también es positiva en todos los electrocardiogramas. Cuando se analizan los tres electrocardiogramas se puede demostrar, con mediciones cuidadosas y teniendo en cuenta las polaridades, que en cualquier momento dado la suma de los potenciales de las derivaciones I y III es igual al potencial de la derivación II, lo que ilustra la validez de la ley de Einthoven. Como los registros de todas las derivaciones bipolares de las extremidades son similares entre sí, no importa mucho qué derivación se registra cuando se quieren diagnosticar dife rentes arritmias cardíacas, porque el diagnóstico de las arritmias depende principalmente de las relaciones tempora les entre las diferentes ondas del ciclo cardíaco. Pero cuando Figura 11-6 Disposición convencional de los electrodos para regis trar las derivaciones electrocardiográficas estándar. Se ha superpuesto el triángulo de Einthoven en el tórax. 126 Unidad III El corazón se desea diagnosticar la lesión del músculo ventricular o auri cular o del sistema de conducción de Purkinje sí importa mucho qué derivaciones se registran, porque las alteraciones de la contracción del músculo cardíaco o de la conducción del impulso cardíaco modifican mucho los patrones de los elec trocardiogramas en algunas derivaciones, aunque pueden no afectar a otras. La interpretación electrocardiográfica de estos dos tipos de enfermedades (miopatías cardíacas y arritmias cardíacas) se analiza por separado en los capítulos 12 y 13. Derivaciones del tórax (derivaciones precordiales) Con frecuencia se registran electrocardiogramas con un elec trodo situado en la superficie anterior del tórax directamente sobre el corazón en uno de los puntos que se muestran en la figura 118. Este electrodo se conecta al terminal positivo del electrocardiógrafo, y el electrodo negativo, denominado elec trodo indiferente, se conecta a través de resistencias eléctricas iguales al brazo derecho, al brazo izquierdo y a la pierna izquier da al mismo tiempo, como también se muestra en la figura. Habitualmente se registran seis derivaciones estándar del tórax, una cada vez, desde la pared torácica anterior, de modo que el electrodo del tórax se coloca secuencialmente en los seis puntos que se muestran en el diagrama. Los diferentes regis tros se conocen como derivaciones V1, V2, V3, V4, V5 y V6. La figura 119 ilustra los electrocardiogramas del corazón sano que se registran con estas seis derivaciones estándar del tórax. Como las superficies del corazón están próximas a la pared torácica, cada una de las derivaciones del tórax regis tra principalmente el potencial eléctrico de la musculatura cardíaca que está inmediatamente debajo del electrodo. Por tanto, alteraciones relativamente pequeñas de los ventrícu los, particularmente de la pared ventricular anterior, pueden producir grandes alteraciones de los electrocardiogramas que se registran en las derivaciones individuales del tórax. En las derivaciones V1 y V2 los registros QRS del corazón normal son principalmente negativos porque, como se mues tra en la figura 118, el electrodo del tórax de estas derivaciones está más cerca de la base del corazón que de la punta, y la base del corazón está en la dirección de la electronegatividad durante la mayor parte del proceso de despolarización ventricular. Por el contrario, los complejos QRS de las derivaciones V4, V5 y V6 son principalmente positivos porque el electrodo del tórax de estas derivaciones está más cerca de la punta cardíaca, que está en la dirección de la electropositividad durante la mayor parte de la despolarización. Derivaciones unipolares ampliadas de las extremidades Otro sistema de derivaciones que se utiliza mucho es la deri vación unipolar ampliada de las extremidades. En este tipo de registro, dos de las extremidades se conectan median te resistencias eléctricas al terminal negativo del electrocardió grafo, y la tercera extremidad se conecta al terminal posi tivo. Cuando el terminal positivo está en el brazo derecho la derivación se conoce como derivación aVR, cuando está en el brazo izquierdo es la derivación aVL y cuando está en la pierna izquierda es la derivación aVF. Figura 11-7 Electrocardiogramas normales que se registran en las tres derivaciones electrocardiográficas estándar. Figura 11-8 Conexiones del cuerpo con el electrocardiógrafo para registrar las derivaciones del tórax. BD, brazo derecho; BI, brazo izquierdo. Figura 11-9 Electrocardiogramas normales registrados en las seis derivaciones estándar del tórax. Capítulo 11 Electrocardiograma normal 127 U N ID A D III © E LS EV IE R. F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. En la figura 1110 se muestran los registros normales de las derivaciones unipolares ampliadas de las extremidades. Son similares a los registros de las derivaciones estándar de las extremidades excepto que el registro de la derivación aVR está invertido. (¿Por qué se produce esta inversión? Estudie las conexiones de polaridad con el electrocardiógrafo para determinarlo.) Bibliografía Véase la bibliografía del capítulo 13. Figura 11-10 Electrocardiogramas normales registrados en las tres derivaciones unipolares ampliadas de las extremidades. Rev Chil Pediatr. 2015;86(6):436---443 www.elsevier.es/rchp ARTÍCULO DE REVISIÓN Desarrollo psicosocial del adolescente Verónica Gaetea,b a SERJOVEN-Departamento de Pediatría y Cirugía Infantil Oriente, Facultad de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, Chile b Centro de Adolescentes y Jóvenes, Departamento de Pediatría, Clínica Las Condes, Santiago, Chile Recibido el 2 de agosto de 2014; aceptado el 1 de abril de 2015 Disponible en Internet el 2 de septiembre de 2015 PALABRAS CLAVE Adolescencia; Adolescentes; Desarrollo psicosocial; Desarrollo psicológico; Desarrollo cognitivo Resumen Resulta cada vez más necesario que los pediatras tengan mayores conocimientos de salud deladolescente. Para empezar, deben familiarizarse con el desarrollo psicosocial propio de este período, asunto indispensable para la atención del grupo etario. En este artículo se revisa el desarrollo psicosocial normal del adolescente con ese objetivo. La adolescencia es una etapa que se ha ido prolongando progresivamente, en la que ocurren cambios rápidos y de gran magnitud, que llevan a la persona a hacerse tanto biológica, como psicológica y socialmente madura, y potencialmente capaz de vivir en forma independiente. Son tareas del desarrollo de este período, la búsqueda y consolidación de la identidad y el logro de la autonomía. Si bien constituye un proceso de alta variabilidad individual en cuanto a su comienzo y término, a la progresión a través de sus etapas, a la sincronía del desarrollo entre los diversos ámbitos y en otros aspectos, el desarrollo psicosocial de este período tiende a presentar características comunes y un patrón progresivo de 3 fases: adolescencia temprana, media y tardía. En este artículo se describe el desarrollo psicológico, cognitivo, social, sexual y moral de los jóvenes en cada una de ellas. © 2015 Sociedad Chilena de Pediatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/ licenses/by-nc-nd/4.0/). KEYWORDS Adolescence; Adolescents; Psychosocial development; Psychological development; Cognitive development Adolescent psychosocial development Abstract It is increasingly necessary that pediatricians have greater knowledge of adolescent health. To begin with they should be familiar with the psychosocial development of this period, an issue which is imperative for the health care of the age group. With that purpose, this article reviews the normal adolescent psychosocial development. Adolescence is a stage that has been progressively prolonged, during which fast and big changes occur, that lead human beings to become biologically, psychologically and socially mature, and potentially able to live independently. Developmental tasks of this period are the establishment of identity and the achievement of autonomy. Although it is a process of high individual variability in terms of its beginning and end, the progression through stages, the synchrony of development between the various areas, and in other aspects, the psychosocial development of this period usually Correo electrónico: mgaete@med.uchile.cl http://dx.doi.org/10.1016/j.rchipe.2015.07.005 0370-4106/© 2015 Sociedad Chilena de Pediatría. Publicado por Elsevier España, S.L.U. Este es un artículo Open Access bajo la licencia CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/). dx.doi.org/10.1016/j.rchipe.2015.07.005 http://www.elsevier.es/rchp http://crossmark.crossref.org/dialog/?doi=10.1016/j.rchipe.2015.07.005&domain=pdf http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ mailto:mgaete@med.uchile.cl dx.doi.org/10.1016/j.rchipe.2015.07.005 http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ Desarrollo psicosocial del adolescente 437 have common characteristics and a progressive pattern of 3 phases: early, middle and late adolescence. Psychological, cognitive, social, sexual and moral development of young people in each of them are described in this article. © 2015 Sociedad Chilena de Pediatría. Published by Elsevier España, S.L.U. This is an open access article under the CC BY-NC-ND license (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/). Introducción Resulta cada vez más necesario que los pediatras tengan mayores conocimientos de salud del adolescente, entre otras cosas, debido al aumento del peso de este grupo etario ---que tiene necesidades específicas--- dentro de su población objetivo. Los cambios demográficos experimentados por la población chilena han modificado la distribución etaria de la población pediátrica, en la que han disminuido los individuos de menor edad y aumentado los mayores1,2. Como punto de partida, estos profesionales de la salud infanto-juvenil deben conocer y comprender el proceso de desarrollo psicosocial que se produce durante la adoles- cencia. Esto les resultará indispensable en la atención de este grupo etario, tanto para abordar a los adolescentes adecuadamente y realizar con ellos intervenciones de pro- moción, prevención, tratamiento y rehabilitación respecto de su salud integral, como para orientar a sus padres en cuanto a cómo apoyarlos para el logro de los objetivos de las mismas. El conocimiento y consideración del grado de desarro- llo psicosocial del joven no solo serán importantes para supervisar que su crecimiento y desarrollo se estén dando de manera normal, sino que tendrán una incidencia deter- minante en los diversos aspectos de su atención. De este dependerán, entre otras muchas cosas, el tipo de lenguaje que se tendrá que utilizar, la sintomatología que podrá rela- tar, los niveles de confidencialidad a garantizar al joven, la conciencia de problema y grado de motivación al cambio que podrá esperarse, el nivel de competencia que se le recono- cerá para la toma de decisiones respecto de su salud, en qué medida podrá responsabilizársele de las indicaciones y cuánto se deberá involucrar a los padres en el manejo. El objetivo de este artículo es llevar a cabo una revisión del tema del desarrollo psicosocial normal del adolescente, con el fin de aportar a los pediatras información relevante que les facilite la adecuada atención de sus pacientes per- tenecientes a este grupo etario. Para esta revisión se realizó una búsqueda bibliográ- fica en PubMed de los artículos de revisión del tema publicados entre el 1 de enero de 2003 y el 31 de marzo de 2014, en inglés y español. Las palabras clave empleadas para ello fueron «psychosocial development», «psychological development», «cognitive development», «social development», «sexual development» y «moral development», combinadas con los términos «adolescence» y «adolescents». Esta revisión bibliográfica se complementó con otras fuentes de información que se consideraron rele- vantes. El proceso de adolescencia El término adolescencia deriva del latín «adolescere» que significa «crecer hacia la adultez»3,4. La adolescencia es aquella etapa del desarrollo ubicada entre la infancia y la adultez, en la que ocurre un proceso creciente de madu- ración física, psicológica y social que lleva al ser humano a transformarse en un adulto. En este período, en el que ocurren cambios rápidos y de gran magnitud, la persona se hace tanto biológica, como psicológica y socialmente madura y capaz de vivir en forma independiente (o más bien en camino hacia ello en la actualidad, aunque depende de las circunstancias). Las características del desarrollo psicosocial normal en la adolescencia son el resultado de la interacción entre el desarrollo alcanzado en las etapas previas del ciclo vital, factores biológicos inherentes a esta etapa (el des- arrollo puberal y el desarrollo cerebral propio de este período, fenómeno a la vez relacionado en parte con los cambios hormonales de la pubertad) y la influencia de múl- tiples determinantes sociales y culturales3,5---9. Enlas últimas décadas se ha avanzado significativamente en el conoci- miento del desarrollo cerebral que ocurre en esta etapa y su relación con las conductas de los adolescentes8,9, cuyo análisis escapa al propósito de este artículo. Existe escaso consenso respecto a cuándo comienza y finaliza la adolescencia3, entre otras cosas, porque si bien su inicio se asocia generalmente a fenómenos biológicos (pubertad) y su término a hitos psicosociales (adopción de roles y responsabilidades de la adultez), hay gran variabi- lidad individual en las edades en que ambos se producen. Aún así, resulta claro que esta etapa se ha prolongado por el adelanto de la pubertad evidenciado durante el siglo xx (relacionado con mejoras en la higiene, nutrición y salud infantil)4 y en especial por el retraso que se ha producido en el logro de la madurez social. Hoy en día los jóvenes demo- ran más tiempo en completar su educación, lo que retarda su incorporación a un trabajo estable y con ello la adquisi- ción de su independencia y la adopción de roles propios de la adultez4,10,11. La adolescencia ha sido definida tradicionalmente por la Organización Mundial de la Salud como el período compren- dido entre los 10 y 19 años de edad3,12,13. Sin embargo, en los últimos años los especialistas en el área están tendiendo a considerar bajo su ámbito de acción a aquellos individuos entre 10 y 24 años ---grupo denominado «población joven» o «gente joven»3,12,13-, ya que actualmente este rango etario abarca a la mayoría de las personas que están pasando por los cambios biológicos y la transición en los roles sociales http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/ 438 V. Gaete que definieron históricamente la adolescencia4. Ello resulta congruente con lo explicitado en el párrafo anterior. Fases y tareas de la adolescencia Ningún esquema único de desarrollo psicosocial puede apli- carse a todo joven, pues la adolescencia constituye un proceso altamente variable en cuanto al crecimiento y desarrollo biológico, psicológico y social de las diversas per- sonas. Además de las diferencias en cuanto a la edad en que los jóvenes inician y terminan su adolescencia, las varia- ciones individuales en la progresión a través de las etapas que a continuación describiremos pueden ser sustanciales. Así también, el proceso puede ser asincrónico en sus dis- tintos aspectos (biológico, emocional, intelectual y social) y no ocurrir como un continuo, sino presentar períodos fre- cuentes de regresión en relación con estresores. Además, muestra diferencias y especificidades derivadas de factores como el sexo y etnia del joven, y del ambiente en que se pro- duce (urbano o rural, nivel socioeconómico y educacional, tipo de cultura, etc.)3,5---7. Aun teniendo en cuenta las limitaciones previas, el des- arrollo psicosocial en la adolescencia presenta en general características comunes y un patrón progresivo de 3 fases. No existe uniformidad en la terminología utilizada para designar estas etapas, sin embargo, lo más tradicional ha sido denominarlas adolescencia temprana, media y tardía3. Tampoco existe homogeneidad respecto a los rangos etarios que comprenderían, sin embargo, estos serían aproximada- mente los siguientes14---17: 1. Adolescencia temprana: desde los 10 a los 13-14 años. 2. Adolescencia media: desde los 14-15 a los 16-17 años. 3. Adolescencia tardía: desde los 17-18 años en adelante. Estas fases, que se abordarán en detalle posteriormente, se dan habitualmente de manera más precoz en las muje- res que en los hombres debido a que ellas inician antes su pubertad, y los cambios que involucran aumentan en com- plejidad a medida que los adolescentes progresan de una a otra. De forma similar a lo que ocurre con las otras etapas del ciclo vital, la adolescencia posee sus propias tareas del desarrollo. Estas constituyen tareas que «surgen en cierto período de la vida del individuo cuya debida realización lo conduce a la felicidad y al éxito en las tareas posteriores, y cuyo fracaso conduce a la infelicidad del individuo, a la desaprobación de la sociedad, y a dificultades en el logro de tareas posteriores»5. El progreso del desarrollo se visualiza en la medida en que estas tareas se logran e integran con competencias que emergen posteriormente, llevando final- mente a un funcionamiento adaptativo durante la madurez. La tarea central de este período fue definida por Erikson como la búsqueda de la identidad5,6,18. Dicha identidad (el ¿quién soy yo?, un sentido coherente y estable de quién se es, que no cambia significativamente de una situación a otra) hace a la persona diferente tanto de su familia, como de sus pares y del resto de los seres humanos. El logro de una iden- tidad personal hacia fines de la adolescencia y comienzos de la adultez involucra varios aspectos: la aceptación del pro- pio cuerpo, el conocimiento objetivo y la aceptación de la propia personalidad, la identidad sexual, la identidad voca- cional, y que el joven defina una ideología personal (filosofía de vida), que incluya valores propios (identidad moral)5,18. Este autoconocimiento, que no aparece como consecuen- cia inexorable del desarrollo, sino que es producto de un proceso activo de búsqueda18, hace necesario que el adoles- cente distinga entre quién es de verdad y quién desea ser, y se haga cargo tanto de sus potencialidades como de sus limi- taciones. Lo logra solo después de que ha considerado seria y cuidadosamente varias alternativas en los diversos aspec- tos involucrados en la identidad y ha llegado a conclusiones por sí mismo. Los jóvenes pueden experimentar con distintas conductas, estilos y grupos de pares como una forma de bus- car su identidad, proceso que también involucra algún grado de rebeldía respecto de la imagen familiar. Las personas que logran una identidad se sienten en armonía consigo mis- mas, aceptan sus capacidades y limitaciones19. Así también, una vez establecida esta identidad personal, adquieren una buena disposición para la intimidad y para comprometerse con una pareja y una vocación (además pueden hacerlo con una ideología política y creencia espiritual)19. La extensión actual del período adolescente impacta en el desarrollo de la identidad, que puede tardar más en consolidarse20. Otra tarea del desarrollo en la adolescencia es el logro de la autonomía15,20, lo que ocurre cuando el joven llega a ser emocional y económicamente independiente de sus padres. Para conseguirlo, el adolescente deberá separarse progre- sivamente de su familia de origen, lo que habitualmente conlleva un grado de conflicto e incluso de rebeldía con sus padres. A la vez y como parte del mismo proceso, estable- cerá lazos emocionales cada vez más profundos (de amistad, de pareja) con personas de su misma edad, migrando así su centro de gravedad emocional desde la familia hacia el grupo de pares. Para alcanzar su autonomía, el joven ten- drá también que adquirir destrezas vocacionales/laborales que le permitirán avanzar en el camino que lo llevará más temprano o más tarde a hacerse autosuficientefinanciera- mente. Así entonces, hacia el término de la adolescencia y comienzos de la adultez, si el proceso ha sido favorable, la mayoría de los jóvenes logrará su autonomía psicoló- gica (sentido de sí mismo que permite tomar decisiones, no depender de la familia y asumir funciones, prerrogativas y responsabilidades propias de los adultos), y dependiendo de las circunstancias, su independencia física (capacidad de dejar la familia y ganarse el propio sustento). Es importante que los padres faciliten que su hijo adolescente conso- lide una identidad propia y se haga independiente, tanto para favorecer su desarrollo saludable, como para que este vuelva a acercarse a la familia más tarde. La adolescencia se caracteriza también por el desarro- llo de competencia emocional y social15,20. La primera se relaciona con la capacidad de manejar o autorregular las emociones y la segunda con la habilidad para relacionarse efectivamente con otros. Respecto de esta última, además de facilitar la progresiva autonomía, las relaciones con los pares cumplen otras funciones importantes, contribuyendo significativamente al bienestar y desarrollo psicosocial de los jóvenes14,20,21. Influyen en el proceso de búsqueda y con- solidación de la identidad, amplían la perspectiva de las costumbres y normas sociales, y proveen el contexto para el ejercicio de destrezas y la satisfacción de una serie de nece- sidades interpersonales (de intimidad, de validación mutua, Desarrollo psicosocial del adolescente 439 de pareja). La amistad también puede servir como un tam- pón que los protege de desarrollar problemas psicológicos ante experiencias vitales estresantes. Los procesos previos se verán facilitados por una serie de fenómenos que ocurren durante la adolescencia, de los cua- les, uno de los más importantes es el desarrollo de nuevas habilidades cognitivas6,15,16,22. De acuerdo a las investiga- ciones de Piaget, durante esta etapa se avanza desde el pensamiento concreto (operatorio concreto) al abstracto (operatorio formal)6,16,22. El joven se libera de la realidad concreta inmediata y se adentra en el terreno de los con- ceptos abstractos, en el mundo de las ideas. Pasa de ser un pensador concreto, que piensa acerca de las cosas que conoce o con las que tiene contacto directo, a ser un pensa- dor abstracto, que puede imaginar cosas que no ha visto ni experimentado. El adolescente alcanza el pensamiento ope- ratorio formal mediante un proceso gradual que lo dota de habilidades de razonamiento más avanzadas. Estas incluyen, entre otras, la habilidad de pensar en todas las posibilidades y la de razonamiento hipotético-deductivo, que le permiten una mejor resolución de problemas a través de explorar una amplia gama de alternativas de manera sistemática y lógica (deduciendo también sus posibles consecuencias). Además, lo faculta para entender y construir teorías (sociales, polí- ticas, religiosas, filosóficas, científicas, etc.), participar en la sociedad y adoptar una actitud analítica (y frecuente- mente crítica) con relación a las ideologías de los adultos, lo que habitualmente se acompaña de un deseo de cambiar la sociedad e incluso, si es necesario, de destruirla (en su imaginación) para construir una mejor. El pensamiento ope- ratorio formal lo capacita también para reflexionar analíti- camente sobre su propio pensamiento (pensar sobre el pen- samiento) y para participar en matemáticas más avanzadas. Los fenómenos previamente descritos y otros más se profundizarán a continuación, en el contexto de las dife- rentes etapas de la adolescencia y áreas del desarrollo psicosocial3,6,15,16,20. Si bien las últimas se describen por separado, existe una interacción y un flujo constante entre ellas, que determina que lo que sucede en una tenga reper- cusión en las otras. En forma paralela, el desarrollo físico (incluyendo el cerebral) impacta significativamente en el funcionamiento en estas diversas áreas. Adolescencia temprana Los procesos psíquicos de la adolescencia comienzan en general con la pubertad y los importantes cambios corpora- les que trae consigo. El desarrollo psicológico de esta etapa se caracteriza por la existencia de egocentrismo, el cual constituye una característica normal de niños y adolescen- tes, que disminuye progresivamente, dando paso a un punto de vista sociocéntrico (propio de la adultez) a medida que la persona madura. Además, de acuerdo a Elkind23, va variando en su naturaleza, calidad y características desde la infan- cia a la adolescencia, a medida que el desarrollo cognitivo progresa. El egocentrismo adolescente se evidencia ---entre otras cosas– a través de la existencia de un foco general en sí mismo y de los fenómenos a los que Elkind llama la «audiencia imaginaria» y la «fábula personal»23. El adoles- cente se encuentra muy centrado en su propia conducta, cambios corporales y apariencia física, y asume que los otros tienen perspectivas y valores idénticos(as) a los(as) suyos(as) («Es ridículo que mi profesora espere que yo haga todas esas tareas cuando tengo un campeonato este fin de semana»). Por otra parte, siente y cree que los demás ---en especial sus pares--- están tan preocupados de su apariencia y conducta como él mismo, y que son a la vez tan críticos o admira- dores de estas como él mismo lo es. Así, construye en su propio pensamiento una «audiencia imaginaria» y reacciona ante ella. Siente que está constantemente sobre un esce- nario, como actor principal, y que es centro de atención de un público constituido por todos sus pares, sobre el cual proyecta sus autoevaluaciones tanto positivas como críti- cas, y también sus preocupaciones («¿Cómo me voy a tomar el remedio en el colegio? ¡Todos se van a dar cuenta de que tengo un problema!» o «¡No puedo ir a la fiesta con esta espinilla! ¡Todo el mundo me va a encontrar horrible!»)15,23. Elegirá también ---entre otras cosas- su vestimenta, peinado, accesorios, lenguaje y música, y tendrá conductas especí- ficas (incluso de riesgo), para satisfacer y/o ser admirado por esta audiencia. La «fábula personal» se refiere a la creencia del adolescente de que es un ser único15,23. Este fenómeno se aprecia en la convicción de que sus pensamien- tos, sentimientos, creencias, ideales y experiencias son muy especiales, incluso únicos(as), y que los demás son incapa- ces de llegar a entenderlos(as) («Nadie se ha sentido nunca como me siento yo»). En el área del desarrollo psicológico, en esta etapa tam- bién ocurren otros fenómenos. Existe labilidad emocional -con rápidas y amplias fluctuaciones del ánimo y de la conducta («Mi hija puede estar riéndose conmigo en un minuto y gritándome al siguiente»)---, una tendencia a mag- nificar la situación personal («¡Me voy a morir si no voy a ese concierto!»), falta de control de impulsos, y necesidad de gratificación inmediata y de privacidad («Mi hijo vive encerrado en su pieza»). Además, aumenta la habilidad de expresión verbal y en el ámbito vocacional, los jóvenes pre- sentan metas no realistas o idealistas (ser modelo top, estre- lla derock, actor o actriz de cine, piloto de carreras, etc.). El desarrollo cognitivo de esta etapa comprende el comienzo del surgimiento del pensamiento abstracto o for- mal. La toma de decisiones empieza a involucrar habilidades más complejas, que son esenciales para la creatividad y el rendimiento académico de un nivel superior. Estos cambios se manifiestan frecuentemente como un «soñar despierto», que no solo es normal, sino además importante para el des- arrollo de la identidad, porque le permite al adolescente representar, explorar, resolver problemas y recrear impor- tantes aspectos de su vida. Sin embargo, a estas alturas este tipo de pensamiento es lábil y oscilante, tendiendo aún a predominar el pensamiento concreto. En esta fase se produce un incremento de las demandas y expectativas académicas. En el ámbito del desarrollo social, se inicia la movili- zación hacia afuera de la familia. Aumenta el deseo de independencia del joven y disminuye su interés por las actividades familiares. El adolescente empieza a poner a prueba la autoridad, evidencia más resistencia a los lími- tes («¿Por qué me quieren ir a buscar a la fiesta a las 12? ¡A todo el mundo lo dejan hasta la una!»), a la supervi- sión y a aceptar consejos o tolerar críticas de parte de los padres. Se muestra insolente ocasionalmente y adquiere más 440 V. Gaete conciencia de que los padres no son perfectos. Todo ello causa cierta tensión con estos. Sin embargo, el joven conti- núa dependiendo de la familia como fuente de estructura y apoyo, entre otras cosas. El grupo de pares adquiere mayor importancia y el adolescente se hace más dependiente de las amistades como fuente de bienestar. El involucramiento con los pares se caracteriza por el contacto principalmente con aquellos del mismo sexo y la aparición de la necesidad de amistades exclusivas ---mejor(es) amigo(s)---, con quienes divertirse y compartir secretos. Estas son idealizadas con frecuencia y pueden volverse intensas, generándose fuer- tes sentimientos de cariño hacia determinados pares, que pueden incluso llevar a dudas, temores, exploración y/o relaciones homosexuales3,16. Debe destacarse que en esta etapa existe una importante susceptibilidad a la presión de los pares. En cuanto al desarrollo sexual, en esta fase se produce una acentuada preocupación por el cuerpo y los cambios puberales. Las rápidas transformaciones corporales llevan al adolescente a preocuparse en forma creciente por su ima- gen, a focalizarse en hallazgos físicos triviales, a hacerse repetidamente la pregunta ¿soy normal? y a necesitar rea- firmación de su normalidad. Está inseguro respecto de su apariencia y atractivo, y compara frecuentemente su cuerpo con el de otros jóvenes y con los estereotipos culturales («Mi hija pasa horas frente al espejo»). En esta etapa aparece pudor o inquietud de ser visto desnudo («Mi hija ya no me deja entrar a su pieza cuando se está vistiendo») y aumenta el interés en la anatomía y fisiología sexual, lo que incluye dudas y ansiedades acerca de la menstruación, las polucio- nes nocturnas, la masturbación, el tamaño de las mamas o el pene, entre otras cosas. La menarquia representa un hito para las mujeres, que puede acompañarse de confusión o vergüenza si no ha existido una preparación adecuada para enfrentarla. Por otra parte, se intensifican los impulsos de naturaleza sexual (que se alivian frecuentemente a través de la masturbación) y aparecen las fantasías sexuales y los «sueños húmedos» (poluciones nocturnas). Hombres y muje- res exploran roles de género más diferenciados (¿Cómo se comporta una mujer/un hombre?). Por último, respecto del desarrollo moral, en esta etapa se avanza desde el nivel preconvencional al convencional (Kohlberg)24. En el primero, que es propio de la infan- cia, existe preocupación por las consecuencias externas, concretas para la persona. Las decisiones morales son principalmente egocéntricas, hedonistas, basadas en el inte- rés propio, en el temor al castigo, en la anticipación de recompensas o en consideraciones materiales («Si me pillan fumando me van a matar» o «Mi mamá me dijo que me llevaría de compras si no tengo anotaciones negativas este mes»). En el segundo nivel existe preocupación por satisfa- cer las expectativas sociales. El adolescente se ajusta a las convenciones sociales y desea fuertemente mantener, apo- yar y justificar el orden social existente («He decidido no tener relaciones sexuales hasta que me case, porque ello iría contra los valores de mi familia y de la Iglesia»). Adolescencia media El hecho central en este período es el distanciamiento afec- tivo de la familia y el acercamiento al grupo de pares. Ello implica una profunda reorientación en las relaciones interpersonales, que tiene consecuencias no solo para el adolescente sino también para sus padres. En cuanto al desarrollo psicológico, en esta etapa con- tinúa aumentando el nuevo sentido de individualidad. Sin embargo, la autoimagen es muy dependiente de la opi- nión de terceros. El joven tiende al aislamiento y pasa más tiempo a solas, se incrementa el rango y la apertura de las emociones que experimenta, y adquiere la capacidad de examinar los sentimientos de los demás y de preocuparse por los otros. El egocentrismo es significativo, y durante déca- das se le responsabilizó de generar en los adolescentes un sentimiento de invulnerabilidad que los predisponía a con- ductas de riesgo, las cuales son frecuentes en esta etapa. Se planteaba que esta sensación de omnipotencia les deterio- raba el juicio y producía una falsa sensación de poder, que en situaciones críticas les acarreaba consecuencias negati- vas, pues los llevaba a tener convicciones tales como «nunca me voy a quedar embarazada» a pesar de tener relaciones sexuales no protegidas o «imposible que me convierta en un adicto» aunque consumiesen drogas. Sin embargo, la inves- tigación reciente en neurodesarrollo ha demostrado que los adolescentes tienen conciencia de los riesgos que corren, pero esto no los inhibe de presentar estas conductas debido a que atraviesan por un período de incremento sustancial de la inclinación hacia la búsqueda de recompensas o sen- saciones, lo que aumenta en presencia de pares. Ello sería producto de la maduración más temprana del sistema cere- bral socioemocional que del sistema de control cognitivo, con el resultado de que, en condiciones de excitación emo- cional, el primero sobrepasa la capacidad regulatoria del segundo (todavía relativamente inmaduro). Así, en situacio- nes que son particularmente cargadas emocionalmente (p. ej., en presencia de otros jóvenes o cuando existe posibi- lidad de una recompensa), aumenta la probabilidad de que estas influyan en sus conductas más que la racionalidad8,9,20. También en el ámbito psicológico, en la adolescencia media persiste la tendencia a la impulsividad (otro factor relevante en las conductas de riesgo), siendo las aspiracio- nes vocacionales de los jóvenes menos idealistas ya. El desarrollo cognitivo en esta etapa se caracteriza por un incrementode las habilidades de pensamiento abstracto y razonamiento («¡Al fin entiendo álgebra!»), y de la crea- tividad. El adolescente ya no acepta la norma, sino hasta conocer el principio que la rige. La posibilidad de razonar sobre su propia persona y los demás lo lleva a ser crítico con sus padres y con la sociedad en general. Cabe desta- car, que el pensamiento puede revertir al nivel concreto en situaciones de estrés («Es difícil creer que esa adolescente a la que le acabamos de diagnosticar diabetes tenga pro- medio 6,7 en el colegio. ¡No parece entender nada de lo que le decimos!»). Por otra parte, aumentan significativa- mente las demandas y expectativas académicas. Se espera que durante este período el joven obtenga logros académi- cos y se prepare para el futuro. Respecto del desarrollo social, en esta fase el involucra- miento del adolescente en la subcultura de pares es intenso (alcanza su máximo). No existe otra etapa en la que el grupo de pares sea más poderoso e influyente. El joven adopta la vestimenta, la conducta y los códigos y valores de su grupo de pares («Mi hija siente que tiene que hacer exactamente lo mismo que sus amigas»), en un intento de separarse más Desarrollo psicosocial del adolescente 441 de la familia y encontrar su propia identidad. La presión de los pares puede influir tanto en forma positiva ---motivándolo a destacar en lo académico, deportivo, a postergar el inicio de relaciones sexuales, etc.---, como negativa, favoreciendo por ejemplo que se involucre en conductas de riesgo. Las amistades y los grupos pasan a ser de ambos sexos, y frecuentemente se establecen relaciones de pareja. Las parejas desempeñan un rol progresivamente mayor a medida que avanza la adolescencia, sin embargo, las relaciones de amistad siguen siendo extremadamente importantes, ofre- ciendo compañía, un contexto para la apertura íntima y la satisfacción de otras necesidades. A la vez, durante la adolescencia media el joven lucha para emanciparse de su familia. Muestra un franco menor interés por sus padres, volcando su motivación y tiempo libre principalmente hacia sus pares y a actividades fuera del hogar («Pasa todo el tiempo con los amigos. ¡No lo vemos nunca!») o a estar solo. Es esperable que en esta etapa el adolescente desafíe los valores y la autoridad de los padres («¡Es mi vida! ¡Puedo ir adonde yo quiera y con quien quiera!»), y ponga a prueba sus límites. Esta es una parte necesaria del proceso de crecer, pues para alcanzar la madurez, debe separar su propia identidad de aquella de su familia y avanzar en el desarrollo de su autonomía. El joven necesita demostrarse a sí mismo que es capaz de trazar su propio camino en la vida y que no necesita de las opiniones ni las directrices de sus padres. Busca activamente juicios y valores propios, sin aceptar ya automáticamente los de ellos. Magnifica los errores y contradicciones de estos para facilitar su proceso de desapego, llegando a descalificarlos con frecuencia. Como consecuencia de todo lo anterior y de la reacción de los padres a estos cambios, los conflictos padres-hijo alcanzan su máximo en este período. En cuanto al desarrollo sexual, en la adolescencia media aumenta la aceptación del propio cuerpo y la comodidad con él. La mayoría de los adolescentes ha tenido ya gran parte de los cambios puberales y está menos preocupado de ellos. Sin embargo, los jóvenes dedican mucho tiempo a tra- tar de hacer su cuerpo más atrayente. Prueban su atractivo sexual experimentando con su aspecto (peinado, maqui- llaje, ropa, tatuajes y piercing pasan a ser muy importantes) y con su comportamiento (coqueteo). En este período se toma conciencia de la orientación sexual (¿Hacia quién me siento atraído sexualmente?) y aumenta el involucramiento en relaciones de pareja. Estas son habitualmente breves y utilitarias («Mi polola es la más ‘rica’ del colegio y tiene refugio en la nieve»), predominando en ellas la explora- ción, la búsqueda, la descarga de impulsos sexuales y el egocentrismo. Las relaciones de pareja pueden también comprender fantasías idealistas y románticas («Mi pololo y yo vamos a estar juntos para siempre. Vamos a casarnos y a tener hijos...»). Por último, en esta fase aumenta la expe- rimentación de diversas conductas sexuales, incluyendo el inicio de relaciones coitales con cierta frecuencia25. El nivel de desarrollo moral en la adolescencia media corresponde generalmente al convencional, en el cual fun- cionan también la mayoría de los adultos. Adolescencia tardía Esta es la última etapa del camino del joven hacia el logro de su identidad y autonomía. Para la mayor parte de los adolescentes es un período de mayor tranquilidad y aumento en la integración de la personalidad. Si todo ha avanzado suficientemente bien en las fases previas, incluyendo la pre- sencia de una familia y un grupo de pares apoyadores, el joven estará en una buena vía para manejar las tareas de la adultez. Sin embargo, si no ha completado las tareas antes detalladas, puede desarrollar problemas con el aumento de la independencia y las responsabilidades de la adultez joven, tales como depresión u otros trastornos emocionales16. En el ámbito del desarrollo psicológico, en esta etapa la identidad se encuentra más firme en sus diversos aspec- tos. La autoimagen ya no está definida por los pares, sino que depende del propio adolescente. Los intereses son más estables y existe conciencia de los límites y las limitacio- nes personales. Se adquiere aptitud para tomar decisiones en forma independiente y para establecer límites, y se des- arrolla habilidad de planificación futura. Existe gran interés en hacer planes para el futuro, la búsqueda de la vocación definitiva apremia más y las metas vocacionales se vuelven realistas. Idealmente el joven realizará una elección educa- cional y/o laboral que concilie sus intereses, capacidades y oportunidades. Avanza en el camino hacia la independencia financiera, la que logrará más temprano o más tarde, depen- diendo de su realidad. Aumenta el control de impulsos, se puede postergar ya la gratificación y aparece la capacidad de comprometerse. En cuanto al desarrollo cognitivo, en la adolescencia tardía existe un pensamiento abstracto firmemente esta- blecido. Si las experiencias educativas han sido adecuadas, se alcanza el pensamiento hipotético-deductivo propio del adulto. Aumenta la habilidad para predecir consecuencias y la capacidad de resolución de problemas («He estado infor- mándome y conversando del tema, y me parece que puedo enfrentarlo de 3 maneras. Puedo...o...o..., pero creo que la última es la mejor porque...»). El desarrollo social en esta etapa se caracteriza por una disminución de la influencia del grupo de pares, cuyos valo- res se hacen menos importantes a medida que el adolescente se siente más cómodo con sus propios principios e identi- dad. Las amistades se hacen menos y más selectivas. Por otra parte, el joven se reacerca a la familia, aumentado gradualmente la intimidad con sus padres si ha existidouna relación positiva con ellos durante los años previos. Ya ha alcanzado un grado suficiente de autonomía, se ha conver- tido en una entidad separada de su familia, y ahora puede apreciar los valores y la experiencia de sus padres, y buscar (o permitirles) su ayuda, pero en un estilo de interacción que es más horizontal. La relación padres-hijo alcanza nuevas dimensiones, que acrecientan el desarrollo personal y fami- liar, cuando el clima es de verdadero respeto y valoración de las diferencias. Respecto del desarrollo sexual, en la adolescencia tar- día se produce la aceptación de los cambios corporales y la imagen corporal. El joven ha completado ya su creci- miento y desarrollo puberal, los que no le preocupan a menos que exista alguna anormalidad. Acepta también su identidad sexual, con frecuencia inicia relaciones sexuales25 y aumenta su inclinación hacia relaciones de pareja más ínti- mas y estables, las que comprenden menos experimentación y explotación, estando más basadas en intereses y valo- res similares, en compartir, y en la comprensión, disfrute y cuidado mutuo. 442 V. Gaete Por último, desde la perspectiva del desarrollo moral, en esta etapa la mayoría de los adolescentes funciona en el nivel convencional, alcanzando solo algunos el posconvencional. En este último y avanzado nivel, existe eminentemente preocupación por principios morales que la persona ha escogido por sí misma. El acercamiento a los problemas morales ya no se basa en necesidades egoístas o en la conformidad con los otros o con la estructura social, sino que depende de principios autónomos, universales, que conservan su validez incluso más allá de las leyes existentes («Si bien estoy súper comprometida con mi religión, no comparto algunas de sus enseñanzas, porque yo veo que la realidad es distinta»)24. Para finalizar, debe destacarse que el desarrollo no llega a su fin con el término de la adolescencia y que el adulto joven que emerge de este proceso no es un «producto acabado». El desarrollo es un proceso que tiende a continuar a lo largo de toda la vida, por lo que si bien los cambios futuros pue- den no ser tan rápidos y tumultuosos, los adultos jóvenes se verán enfrentados a otras tareas del desarrollo ---tales como la adquisición de la capacidad para establecer relaciones íntimas estables---, cuyo logro dependerá en gran parte de la resolución saludable del proceso adolescente. Conclusiones La adolescencia es un período de la vida que se ha pro- longado por el adelanto de la pubertad y el retraso de la madurez psicosocial. Constituye un proceso altamente variable en cuanto a su edad de inicio y término, a la progre- sión a través de sus etapas y a la sincronía del desarrollo en las distintas áreas, evidenciando también diferencias debi- das a otros factores como el sexo, la etnia y el ambiente del individuo. Aún así, el desarrollo psicosocial en este período presenta características comunes y un patrón progresivo de 3 fases: adolescencia temprana, media y tardía. Una de las tareas del desarrollo de esta etapa de la vida es la búsqueda y consolidación de la identidad en sus diversos aspectos. Otra es el logro de la autonomía psicológica y la indepen- dencia financiera, que se alcanzará más temprano o más tarde, dependiendo de la realidad del joven. Este período se caracteriza también por el desarrollo de competencia emo- cional y social. Los procesos previos se verán facilitados por la aparición del pensamiento abstracto. Durante las diver- sas fases de la adolescencia el joven irá experimentando una serie de cambios a nivel psicológico, cognitivo, social, sexual y moral ---que repercuten entre sí y a la vez están influidos por el desarrollo físico (incluyendo el cerebral)--- los cuales le permitirán ir logrando progresivamente las tareas antes descritas. La familia se verá sometida a tensiones durante esta etapa, siendo importante que favorezca que el joven consolide una identidad propia y se haga indepen- diente. Si todo ha evolucionado favorablemente, a fines de la adolescencia el individuo estará en buena situación para enfrentar las tareas de la adultez joven. Si no es así, puede presentar problemas en las etapas posteriores del desarro- llo. Nota en relación con la terminología: A lo largo de este artículo, cuando se hace mención de «el» o «los» adoles- cente(s) o joven(es), se está aludiendo a personas de ambos sexos de estas edades. Así también, bajo la denominación «padre(s)» se incluye a la(s) madre(s) y a otros adultos que ejerzan el rol parental. Conflicto de intereses Este trabajo cumple con los requisitos sobre consenti- miento/asentimiento informado, comité de ética, financia- ción, estudios animales y sobre la ausencia de conflicto de intereses según corresponda. Referencias 1. Ministerio de Salud, Gobierno de Chile. Programa Nacional de Salud de la Infancia con Enfoque Integral. Primera Edición. San- tiago, agosto de 2013. 2. Instituto Nacional de Estadísticas. Chile hacia el 2050. Pro- yecciones de Población. Monografiás estadísticas n.o 1, año 1. Santiago, agosto de 2005. 3. A new approach to classifying adolescent developmental stages. En: Breinbauer C, Maddaleno M. Youth: Choices and change. 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Beatriz Pérez Prof. Tit. Mónica M. Liborio La población humana ha crecido considerablemente, los años de vida medio vividos han aumentado, la actividad económica humana ha adquirido la característica de ser cada vez más global, las demandas de bienes y servicios de una parte del planeta son “atendidos” con los suministros de la otra mitad del planeta y el volumen de los bienes intercambiados, obviamente, han ido en aumento. Los tres componentes responsables de tal crecimiento que han producido una máxima incidencia en el ambiente son la agricultura, la energía y la industria, produciendo cada uno de ellos grandes transformaciones en la tierra. Estas transformaciones en el ambiente planetario inducidas por la explosión de la actividad humana resulta evidente. Por ejemplo desde el siglo XVIII el planeta perdió 6 millones de kilómetros cuadrados de bosque (superficie que supera a Europa), se han producido la degradación de los suelos, un aumento de la contaminación del aire, etc. Todos estos procesos evolutivos deben cambiar su rumbo definitivamente a partir de consumir recursos pero no producir contaminantes, por ejemplo, significa que las poblaciones deben erigirse en “restauradoras” del ambiente y al mismo tiempo que estas gestiones sean económicamente soportables. Desde hace décadas los Estados se encuentran elaborando estrategias destinadas al logro de la salud y de ciudades saludables en sus propios países. Cada país, entonces, fija diversos objetivos intermedios y finales que les permiten alcanzar una meta predeterminada como por ejemplo: el establecimiento de sistemas adecuados de agua potable y de prestación de servicios básicos de saneamiento, la implementación de Programas de inmunizaciones contra las principales enfermedades, la cobertura y suministro de medicamentos esenciales para todos, entre otros aspectos. Para conocer cuál es el grado con que se han alcanzado los objetivos y las metas finales se debe establecer un proceso sistemático de vigilancia y de evaluación como parte integrante de sus estrategias. Para ello se deben que utilizar los Indicadores Los indicadores son o intentan ser el reflejo de una situación determinada. En las normas de la OMS para la evaluación de programas de salud, se los define como: “variables que sirven para medir los cambios”. Cuando se aplican en tiempos sucesivos pueden servir para comparar diferentes zonas o grupos de población en un momento dado. Los países pueden utilizar indicadores a nivel nacional en períodos sucesivos para evaluar un programa hacia el logro del objetivo de sus propias estrategias de salud. El hecho de que se centre la atención en el plano nacional no quiere decir que sólo los valores nacionales sean importantes. Por lo contrario, hay que contar con indicadores para ilustrar las diferencias en la situación de la salud dentro de los países - nivel local - con el objeto de que esos indicadores sean útiles para mostrar los adelantos conseguidos e identificar estrategias operativas. En este contexto los indicadores ofrecen también un patrón que permite a cada país comprar su propio progreso con el de otros países, sobre todo cuando se trata de países cuyo nivel de desarrollo socio-económico es similar. Las comparaciones internacionales pueden ser útiles para determinar hasta qué punto una región o un grupo de países está avanzado hacia el logro de la salud para todos o de una ciudad saludable y sostenible. En la actualidad, los recursos no están distribuidos por igual entre todos los países y a su vez dentro de los mismos, existen grandes disparidades – heterogenidad o inequidades – considerando en algunos espacios la salud como un privilegio de unos pocos. Los indicadores deben poner de manifiesto los adelantos realizados con mira a corregir este desequilibrio y eliminar la disparidad entre los grupos humanos. Los indicadores entonces, están destinados a servir de hitos para señalar los logros de los objetivos y las metas que se han fijado los países con el fin de alcanzar la salud para la totalidad de sus poblaciones. Pueden contribuir además a establecer el orden de prioridades o alentar a la acción cuando haga falta y a impugnar determinados supuestos acerca de las estrategias y las metas de modo que los administradores y el personal encargado de la elaboración de las políticas generales se vean obligados a reconsiderar las estrategias. Otra aplicación de los indicadores es en la vigilancia de los programas de salud en los diferentes niveles, ya sea en el orden nacional, provincial o municipal. Resumiendo los indicadores permiten, merced a las comparaciones en el espacio y en el tiempo: a-Caracterizar o diagnosticar globalmente las condiciones de salud y de vida de una comunidad (diagnóstico de situación). b-Evaluar los planes y programas, tanto en lo referente a su rendimiento o adecuación administrativa, como en lo referente a su efecto sobre la población. Para seleccionar un indicador o un grupo de indicadores hay que tener en cuenta , la viabilidad desde el punto de vista de la organización , la técnica , las finanzas , el acopio y el análisis de la información necesaria para construirlo. Estos elementos constituyen los factores decisivos para determinar si se van a utilizarlo o no. Un indicador debe además reunir las siguientes condiciones: a- Lógico: Deberá tener relación adecuada con los hechos que se pretende medir o reflejar. b- Específico: tendrá fluctuaciones exclusivamente en función de los hechos que mide, no resultando afectado en lo posible por otras circunstancias. c- Sensible: debe informar rápidamente sobre las variaciones de los elementos que caracteriza. d- Simple: debe poder obtenerse de medo sencillo y rápido. e- Comprensible: cualquier persona medianamente informada debe tener posibilidad de interpretar adecuadamente los hechos que traduce el indicador. f- Barato: su costo de obtención debe estar en relación con los beneficios de su utilización. TIPOS DE INDICADORES: Según su construcción los indicadores pueden definirse como razón, proporción o tasas RAZÓN Si se quiere comprar la relación que existe entre el número de habitantes y la superficie de la ciudad. Se puede establecer una razón definida como “densidad de población”. Densidad de población: número de habitantes = habitantes/ Km2 Km2 En los datos del Censo de 2001 en el Departamento Rosario habitan 1121441 habitantes con una superficie de 1890 Km2 por lo tanto la densidad es de 593,4 habitantes/ Km2 El concepto de razón es: larelación o cociente que se efectúa entre dos categorías de un mismo hecho o bien de naturaleza diferente. PROPORCIÓN: Para el cálculo de una proporción necesariamente tanto los hechos que se miden en el numerador y en el denominador deben ser de la misma naturaleza. La proporción expresa la importancia que tiene un hecho en relación al total. El numerador necesariamente está incluido en el denominador, y cuando a la proporción se la multiplica por 100 se la llama porcentaje. Por ejemplo el porcentaje de población de la provincia de Santa Fe que posee Red pública de agua corriente es del 72 %. Teniendo en cuenta que la población de la Pcia de Santa Fe es de 2976115 y los habitantes que tienen red de agua son 2143209 (Censo 2001) TASA Para conocer el riesgo de ocurrencia de un hecho, hay que comparar la ocurrencia del hecho con la POBLACION EXPUESTA AL RIESGO. Por tal motivo una tasa se calcula co9locando en el numerador el número de veces que ha ocurrido un suceso y en el denominador la población expuesta a ese riesgo. Ejemplo: Tasa de analfabetismo: número de individuos sin instrucción Población mayor de 15 años en la Pcia de Santa Fe TA = 72593 / 2208853 X 1000= 32 analfabetos por cada 1000 habitantes de la Provincia de Santa Fe (Censo 2001). El factor de ampliación puede se 10, 100, 1000, 10000, etc. (la unidad seguida de ceros) Su cálculo: El numerador: es el número de veces que ocurrió un determinado hecho en un período de tiempo dado y en una área determinada. El denominador: es la población expuesta al riesgo de que le suceda el fenómeno que aparece en el numerador. Como el numerador es el número de sucesos en un período y el denominador la población que le pudo ocurrir el suceso, el cociente resultante es menor que la unidad por eso se lo acostumbra a multiplicar por una potencia de 10 (100, 1000, 10.000, etc), llamado factor de ampliación , de manera de obtener cifras superiores a la unidad , lo que facilita la interpretación. Es importante que en una tasa haya concordancia entre el numerador y el denominador tanto en la naturaleza del hecho y en la zona geográfica como en el período del tiempo que se considera. Hay algunos indicadores que si bien se definen como tasas, no cumplen las condiciones necesarias para ser considerados como tales. Un ejemplo es la tasa bruta de natalidad. La tasa bruta de natalidad se obtiene: Número de nacidos vivos x 1000 Poblacion total Por ejemplo en la provincia de Entre Ríos, en el año 2000 hubo 23.661 nacimientos vivos, siendo su población de 1.113.438; la tasa por lo tanto fue de 21 nacimientos vivos cada mil habitantes. Relacionados con la natalidad, hay otros indicadores más específicos como la tasa de fertilidad total, que indica el número promedio de hijos vivos por cada 1000 mujeres y la tasa de reproducción que mide el número de hijas mujeres por cada 1000 mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años). Los indicadores de natalidad mencionados anteriormente, frecuentemente son utilizados para diagnosticar las condiciones de vida de una comunidad, dado que en líneas generales, la natalidad tiene una relación inversa con la calidad de vida de los grupos humanos. INDICADORES DE CONDICIONES DE VIDA. Para evaluar las condiciones de vida de una población, no sólo se utilizan indicadores simples como las tasas, razones y proporciones, sino también indicadores complejos. Estos indicadores complejos resultan de la combinación de varios indicadores, como por ejemplo el Indice de Desarrollo Humano (IDH) que mide el progreso general de una región, un país, una provincia o una ciudad en tres dimensiones básicas: la longevidad, los conocimientos y un nivel de vida decoroso. Se mide a partir de la expectativa de vida al nacer, el nivel educacional (la alfabetización en adultos y la matriculación combinada en los niveles primario, secundario y terciario) y el ingreso per cápita, ajustado por la paridad del poder adquisitivo en dólares estadounidenses. El IDH varía entre 0 y 1, alcanzando valores más altos cuanto más elevadas son las condiciones de vida del lugar. También las condiciones de vida de las poblaciones están afectadas por el medio ambiente. La creciente urbanización, las transformaciones en la economía, los cambios de hábitos de la población, ejercen su influencia en las condiciones ambientales. La estrategia de Atención Primaria Ambiental (APA) tiene como principal objetivo proteger y mejorar la salud de la población y del medio ambiente. Para realizar un diagnostico participativo de la calidad del medio ambiente es necesario disponer de indicadores. Entre los indicadores útiles para evaluar las condiciones ambientales puede mencionarse entre otros: . el número de profesionales de salud ambiental cada 1000 habitantes. . la superficie de áreas verde per cápita. . calidad bacteriológica del agua. . el porcentaje de población con acceso a agua potable en su vivienda. . el porcentaje de población con instalaciones de eliminación de excretas. Los indicadores constituyen una herramienta valiosa para describir, vigilar y evaluar y comparar aspectos de la salud y de la calidad de vida de las poblaciones. BIBLIOGRAFIA. - Dever, G.E. A. Epidemiología y Administración de Servicios de Salud. O.P.S. 1991. - O.P.S. División de Salud y Ambiente. Programa de Calidad Ambiental. Atención Primaria Ambiental. Washington D.C., Septiembre 1998. http://www.cepis.ops-oms.org/bvsaap/e/conceptos.PDF . On line. 4/8/2003. - PNUD. Infome sobre Desarrollo Humano 2001. http://www.undp.org/hdr2001/spanish/ . On line. 7/8/2003. http://www.cepis.ops-oms.org/bvsaap/e/conceptos.PDF http://www.undp.org/hdr2001/spanish/ Demografía y problemas de salud. Unas reflexiones críticas sobre los conceptos de transición demográfica y sanitaria Josep Bernabeu Mestre y Elena Robles González ( Traducción: Evelyne To c u t ) «La mortalidad ha sido, en cierto modo, substituida por la morbilidad. Se vive más, pero también se enferma más. El i n c remento de la esperanza de vida se acompaña de la paradójica combinación de una mortalidad decreciente y morbili - dad creciente, que se acompaña de una transformación del significado de la enfermedad: ha pasado de ser considera - da un proceso agudo que con gran fre - cuencia finalizaba con la muerte a ser considerada un estado crónico que padece mucha gente en prolongadas etapas de su v i d a . » ( F renk J. et al, 1991a : 487) I . I n t ro d u c c i ó n U no de los aspectos básicos de larelación entre sociedad y enferme- dad radica, precisamente, en la influencia de la enfermedad y sus manifesta- ciones sobre la evolución y las características de las poblaciones. Desde la perspectiva de la relación que existe entre demografía y salud pretendemos abordar la utilidad de la teoría de la transición sanitaria para analizar los problemas de salud de las poblaciones en diferentes contextos históricos, sociales, políticos, económicos y c u l t u r a l e s . En este sentido, el estudio de la transición sanitaria, como marco conceptual global y dinámico, más allá de la simple descripción, puede ofrecer una explicación de los cambios en las condiciones de salud de las poblacio- nes y sobre todo puede contextualizar las consecuencias de dichos cambios: la modifi- cación de los niveles de fecundidad y de mor- talidad, el envejecimiento de la población, la reducción y control de las enfermedades infecciosas y transmisibles, el aumento de las patologías crónicas y degenerativas, la ree- m e rgencia de enfermedades transmisibles, la apariciónde nuevos riesgos ambientales y ocupacionales, los cambios en los tipos de servicios sanitarios, etc. 45Título del artículo Josep Bernabeu Mestre. Dpt. de Salut Pública. Universitat d’Alacant; y Elena Robles González. Dpt. de Sociología III (Tendencias sociales). UNED Política y Sociedad, 35 (2000), Madrid (pp. 45-54) I I . Antecedentes de la teoría de la transición sanitaria: transición epidemiológica y teorías del descenso de la mort a l i d a d E l estudio de las dinámicas de pobla-ción se ha centrado, entre otros com- ponentes, en los cambios en el patrón de mortalidad de las poblaciones y en su capa- cidad reproductora. Los grandes cambios en la fecundidad y la mortalidad que han tenido lugar en Europa Occidental en los siglos XIX y XX han conducido a la formulación de la teoría de la transición demográfica. Tradicionalmente, el estudio de la transición demográfica se ha centrado, sobre todo, en el descenso de la fecundidad, prestando una aten- ción menor al fenómeno del descenso de la mortalidad. Ha sido en las últimas décadas cuando la variable mortalidad ha sido objeto de mayor atención, especialmente desde su consideración como indicador del estado de salud de las poblaciones. La llamada transi- ción epidemiológica se ocupa del cambio ope- rado en el patrón epidemiológico a lo largo de dicho descenso: junto con una reducción de la mortalidad infantil-juvenil y el consiguiente aumento de la esperanza de vida al nacer, des- cribe el paso desde una etapa donde eran las enfermedades infecciosas la principal causa de muerte a otra donde éstas son reemplazadas por las no infecciosas. Con posterioridad a la formulación de esta teoría, se fueron elaboran- do las primeras teorías que intentaban explicar el descenso de la mortalidad que acompañó la transición demográfica. En la formulación inicial de la teoría de la transición epidemiológica Omran (1971: 509- 510) defendía que, si bien es la demografía la disciplina que más tiene que ver con el estudio de las dinámicas poblacionales, una aproxima- ción multidisciplinar a la teoría de la población sería «altamente deseable». La epidemiología se ocupa de la distribución de la enfermedad y la muerte, de sus determinantes y consecuencias en los grupos de población. Los patrones de salud y enfermedad forman parte de los cam- bios que se suceden en las poblaciones. Los conocimientos epidemiológicos sobre estos patrones y sus determinantes sirven, por tanto, no sólo para predecir estos cambios, sino tam- bién como fuente de hipótesis para construir una teoría de la población. Conceptualmente, la teoría de la transición epidemiológica se centraría en el cambio de los patrones de salud y enfermedad, así como en las interacciones entre estos patrones y sus consecuencias y determinantes demográficos, económicos y sociológicos. En relación con los cambios en dichos patrones, Omran (1971: 516-536) distinguía tres etapas en la transición epidemiológica. La etapa de «pestilencia y hambrunas», la etapa de «descenso y desaparición de las pande- mias» y la etapa de «enfermedades degenerati- vas y producidas por el hombre». Con posterioridad a los trabajos de Omran, en un artículo publicado en 1986 (Olshansky y Ault, 1986: 355-387), se proponía una nueva etapa en la transición epidemiológica, la etapa de las enfermedades degenerativas tardías. Esta cuarta etapa se caracteriza por un aumen- to en la esperanza de vida que beneficiaría a las edades más avanzadas y presentaría una distri- bución más o menos uniforme en hombres y en mujeres, y por un patrón de mortalidad por edad y por causa similar al de la tercera fase de Omran, pero con una distribución por edad de las defunciones por causas degenerativas que se desplaza progresivamente hacia edades más a v a n z a d a s . En dicha etapa, las enfermedades cardiovas- culares y el cáncer reemplazan a las infecciosas. Neumonía, bronquitis, gripe y algunas enfer- medades víricas aún son problemáticas. La morbilidad comienza a eclipsar a la mortalidad como índice de salud a medida que, por una parte, los problemas asociados a las enferme- dades crónicas y degenerativas adquieren prota- gonismo, y por otra, las enfermedades mentales, las adicciones, los accidentes y los problemas de contaminación empiezan a ser los más pre- valentes (Omran, 1971: 534-536). Actualmente, como tendremos ocasión de comentar, la reemergencia de enfermedades transmisibles (Morse, 1995; Satcher, 1995) ha planteado la necesidad de hablar de una nueva etapa. La propuesta explicativa de Omran (1971: 520-521, 529-530) enlaza con el amplio debate que el descenso de la mortalidad que acompañó la transición demográfica ha suscitado entre los 46 Josep Bernabeu y Elena Robles historiadores de la población (Livi-Bacci, 1987; Pérez Moreda, 1988; Szreter, 1988). Tr a d i c i o- nalmente han existido dos posiciones contra- puestas que han tratado de explicar las razones de aquel descenso: por un lado, los partidarios del papel desempeñado por la salud pública, entendida como una puesta en escena de los recursos científico-médicos en un sentido amplio, por otro, los partidarios de la influencia de la mejora de los recursos socioeconómicos, sobre todo alimenticios. Parece plantearse, sin e m b a rgo, en los últimos años una tercera vía que apunta hacia el reconocimiento de la com- plejidad del proceso, huyendo así de las expli- caciones monocausales en favor de las multi- factoriales (Bernabeu Mestre, 1991: 81-83). En cualquier caso, nutrición y salud pública sinteti- zan una amplia gama de factores que influyeron en el declive de la mortalidad, pero como expre- san Schofield y Reher (1991: 7-17), las dos posiciones no sólo no son excluyentes, sino que una comprensión global del fenómeno del des- censo de la mortalidad debería incluir ambas. Son las aproximaciones multifactoriales las que parecen arrojar más luz en el debate sobre las causas del descenso de la mortalidad (Va l l i n , 1988: 9-19). I I I . Críticas a la teoría de la transición e p i d e m i o l ó g i c a L a teoría de la transición epidemiológi-ca, tal como la acabamos de plantear, ha sido objeto de diversas críticas. Riley y Alter (1990: 2-4, 10) plantean que lo que Omran observó con los datos históricos era, más que una transición en los patrones de enfermedad, una transición en la edad a la que se producía la muerte. Como resultado de esta transición en la edad de muerte una proporción mayor de cada cohorte sucesiva ha ido sobre- viviendo a edades en que las enfermedades no transmisibles, crónicas y degenerativas reem- plazan a las transmisibles como principal causa de muerte. Por otro lado, la teoría de Omran, aunque en un principio parece considerar la morbili- dad, en realidad se ocupa de la misma sólo en base a las causas de muerte. Pero la transición epidemiológica no sólo conlleva un cambio en las causas de muerte, sino también un cambio en las características, prevalencia y duración de las enfermedades de la población (Riley y Alter, 1990: 4-7). Más recientemente, en un trabajo publicado en 1994, Mackenbach criticaba la ambigüedad del concepto de transición epidemiológica, especialmente lo que se refiere a la localiza- ción en el tiempo del inicio y el final de dicha transición. Los problemas para identificar el fin de la transición epidemiológica no serían tanto la falta de datos adecuados como la falta de una idea válida respecto a qué causas de muerte deberían incluirse en el análisis. Existen, en este sentido, intentos por identificar el grupo de causas de muerte que adquirió protagonis- mo a lo largo de la transición epidemiológica: así, hay quienes hablan de «enfermedades degenerativas y producidas por el hombre», «enfermedades no infecciosas y accidentes» o «enfermedades crónicas» (Mackenbach, 1994: 330). Pero también hay otras denominaciones como «enfermedades de la riqueza», «enfer- medades de la civilización» y «enfermedades occidentales» (Trowell y Burkitt, 1981: 15-16; Phillips, 1988: 6-7), términos atractivos pero que adolecen de basecientífica (Mackenbach, 1994: 330). De este modo, la selección que se realice de uno u otro criterio puede represen- tar, por tanto, diferencias a la hora de determi- nar el final de la transición epidemiológica, pues cada uno de estos criterios determina un período de aumento o descenso con importan- tes diferencias cronológicas. I V. De transción epidemiológica a transición sanitaria E l concepto de transición sanitaria seplanteó como una extensión del con- cepto de transición epidemiológica. El cambio de nomenclatura desde «epidemio- lógica» a «sanitaria» (más bien «de la salud», si somos fieles al término inglés), viene dado porque mientras la transición epidemiológica se limita a describir los cambios en los perfiles de mortalidad y morbilidad de las poblaciones, 47Demografía y problemas de salud. Unas reflexiones críticas… la transición sanitaria pretende explicar los cambios sociales y de comportamiento, y otros de naturaleza diversa, que han ocurrido parale- los a los cambios epidemiológicos (Caldwell, 1990: xi-xii). Además de la transición epidemiológica, o junto a la transición epidemiológica, la teoría de la transición sanitaria incorpora otros dos conceptos, de carácter más específico, que intentan aproximarse al estudio de los cambios en las condiciones de salud de las poblaciones: la transición de riesgos, que describe los cam- bios producidos desde riesgos «tradicionales» como el agua contaminada o la falta de higiene de los alimentos, a riesgos «modernos» como la contaminación atmosférica, el transporte y la modificación y/o aparición de nuevos estilos y modos de vida, y la transición de la atención sanitaria, que define la transformación de la forma en que el sistema de salud se org a n i z a para el suministro de servicios. Todos estos conceptos describen, por tanto, grandes cambios que, ligados al desarrollo socioeconómico, han tenido o tienen lugar en la estructura y en las condiciones de salud de las diversas poblaciones. Lo novedoso del concepto de transición sanitaria no es su definición formal, sino su énfasis en los determinantes sociales, cultu- rales y de comportamiento de la salud (Cle- land, 1990: xviii-xix). Este énfasis lleva consi- go una serie de implicaciones: en primer lugar, reconoce que el buen estado de salud depende de los recursos, valores y comportamiento de los individuos, las familias y las comunidades. En segundo lugar, supone un cambio desde la preponderancia de las intervenciones médicas al examen y consideración de los determinan- tes de la salud en general (nutrición, higiene, etc.). Por último, implica un interés hacia cuestiones tan amplias como la evolución social, la educación, la equidad o el empower - ment (capacitar a las personas para poder ges- tionar por sí mismos los problemas de salud). Es precisamente esta tercera implicación la que confiere mayor dificultad práctica al pro- yecto de la transición sanitaria, porque como expresa Cleland (1990: xix) de forma gráfica: «¿cómo se puede dibujar la frontera entre las cuestiones de salud y las cuestiones de bienes- tar y justicia social? El reto para la investiga- ción en el estudio de las transiciones sanitarias es, además de proporcionar información para realizar acciones en salud, avanzar en la com- prensión de los factores sociales y biológicos que acompañan estas transiciones sanitarias». En este sentido, se plantearían una serie de cuestiones clave: qué atributos caracterizan a las transiciones sanitarias (características demográficas, causas de muerte, morbilidad, dimensiones sociales y culturales); si estos atri- butos son generalizables a todos los contextos y situaciones ó, por el contrario, son específi- cos de cada momento; la metodología que se debe seguir para la medición de las distintas dimensiones que se estudian o la influencia que el conocimiento de las transiciones sanitarias puede tener sobre la confección de determina- das políticas de salud, serían algunas de las cuestiones a considerar (Murray y Chen, 1994). 4.1. MEDIR EL ESTADO DE SALUD Uno de los problemas más importantes que plantea la operativización de un concepto co- mo el de transición sanitaria es el de la inade- cuación de definiciones y medidas consensua- das sobre el estado de salud. La dependencia que en este sentido existe de la mortalidad como indicador del estado de salud resulta insatisfactoria, teniendo en cuen- ta que existen otros indicadores de interés, co- mo puede ser la morbilidad (Murray y Chen, 1994). El hecho de conceder más énfasis a la mortalidad que a la morbilidad estriba en que la primera es más fácilmente mensurable y res- ponde mejor al deseo de establecer alguna cer- teza empírica en un área complicada como la que nos ocupa (Caldwell, 1990: xii). Generalmente se asume que la morbilidad y la mortalidad cambian de forma paralela, no sólo en la composición, sino también en la in- cidencia (Caldwell, 1990: xii-xiii; Bell y Chen, 1994). Sin embargo, existen diferentes opinio- nes al respecto: hay autores que sostienen que ambas siguen cursos inversos (Riley y Alter, 1986: 7-9; 1990: 5-6, 11-14; Riley, 1990: 165, 174-175) y hay quienes, desde una óptica más moderada, mantienen que el perfil del estado de salud de una población, cuando se dispone de estadísticas de morbilidad válidas, es muy diferente al que se obtiene de las estadísticas de causas de muerte, ya que el patrón de morbili- dad no refleja necesariamente las condiciones que conducen a la mortalidad (Ruzicka y Kane, 48 Josep Bernabeu y Elena Robles 1990: 2-3, 17-18; Cleland, 1990: xviii). Parece desprenderse de esta controversia la necesidad de buscar nuevas aproximaciones que permitan medir la enfermedad y su incidencia de una forma más adecuada (Caldwell, 1990: xii). Respecto a la búsqueda de indicadores que sirvan para explicar la transición sanitaria exis- ten también distintas posturas. Algunos autores proponen la mortalidad infantil como indicador útil y válido para la transición sanitaria, del mis- m o modo que para el estudio de la fecundidad se utiliza la fecundidad matrimonial. Sostienen que aunque la mortalidad no lo dice todo del estado de salud y los niños no son los únicos que se benefician de las mejoras en salud, la mortalidad infantil está altamente correlaciona- da con la general, es fácil de medir y los cam- bios que se producen son un buen exponente de lo que está ocurriendo en materia de salud. Aunque los niveles de mortalidad infantil va- rían de unas poblaciones a otras, su descenso suele ser constante y continuo, y existe un ni- vel, en torno a las 10 defunciones por 1000 nacimientos, que marcaría la culminación exi- tosa de la transición (Van de Walle, 1990: xiv). Otros autores, sin embargo, consideran que tanto la mortalidad infantil como la esperanza de vida, a pesar de su larga tradición como in- dicadores de salud, no son los indicadores glo- bales inequívocos que se presume que son. En este sentido, y en lo que respecta a la esperan- za de vida, retrasar las muertes prematuras y añadir años a la vida no significa necesaria- mente una prolongación de la vida en buen es- tado de salud (Ruzicka y Kane, 1990: 2). Otro indicador convencional del perfil de salud de una población es la estructura de la mortalidad por causas. Sin embargo, según Ruzicka y Kane (1990: 2,18), las causas de muerte son un indicador inadecuado del estado de salud de una población una vez que se ha logrado un cierto control de las enfermedades infecciosas y que, mediante una combinación de medidas preventivas y curativas y la mejo- ra en los niveles de vida y alimentación, se ha reducido tanto la incidencia como la letalidad de dichas enfermedades. Las causas de muerte representan una adecuada descripción de los problemas de salud cuando eran las enferme- dades infecciosas y transmisibles las principa- les responsables de la mortalidad. Pero cuando la mortalidad descendió a niveles bajos y las enfermedades no transmisibles, crónicas, de- generativas, accidentes, desórdenes mentales y discapacidades pasana ser los principales pro- blemas de salud, las causas de muerte reflejan sólo una pequeña fracción del complejo perfil de salud de las poblaciones. Existe otro indicador que quisiéramos men- cionar y que se presenta como el indicador más frecuentemente utilizado para valorar el estado nutricional de una población e, indirectamente su estado de salud: la estatura (Floud, 1991: 147-156; Schofield y Reher, 1991: 10-11;). En este sentido, diversas investigaciones han de- mostrado la existencia de una asociación inver- sa entre la altura y el descenso de la mortalidad (Pérez-Brignoli, 1988: 123-124). La altura es un buen indicador del estado nutricional en la in- fancia, sin embargo se precisan nuevas investi- gaciones sobre otros elementos también relacio- nados con el estado nutricional, como factores ambientales o la incidencia de algunas enferme- dades de la infancia y la juventud. De acuerdo con todas estas consideraciones, en los últimos años se han introducido nuevos indicadores para evaluar el estado de salud de las poblaciones (Chistopher et al., 1995). Así, además de utilizar datos de mortalidad y de prevalencia o incidencia de enfermedad, se ha empezado a evaluar la carga de enfermedad. El indicador AVAD (Años de vida ajustados en función de la discapacidad) permite cuantificar la carga de enfermedad al tener en cuenta, de forma simultánea, la muerte prematura y las consecuencias no mortales para la salud de la enfermedad y los traumatismos. Este método se basa en una perspectiva de incidencia y ofre- c e una estimación del número de años de vida perdidos por muerte prematura o vividos con discapacidad a causa de enfermedades o trau- matismos. Los resultados de la nueva metodo- logía aparecían recogidos, por primera vez, en el informe que sobre inversiones en salud (World development re p o rt: investing in health) publicaba en 1993 el Banco Mundial. La in- formación que aporta un indicador AVAD pue- de ayudar a fijar, de forma más adecuada, las prioridades de los servicios de salud. Por último, podemos mencionar, a pesar de las críticas que ha suscitado (Tapia Granados, 1995), el llamado Índice de Desarrollo Huma- no (Rosenberg, 1994: 175-176). Dicho índice integra tres componentes: riqueza, esperanza de vida y logros educativos. Los tres compo- nentes se promedian por igual. La esperanza de 49Demografía y problemas de salud. Unas reflexiones críticas… vida al nacer se considera un buen indicador aproximado de la satisfacción de las necesida- des básicas, mientras que los logros educativos aparecen como indicador de la capacidad de elección entre opciones. En cualquier caso, parece oportuno llamar la atención sobre la importancia de la variable educación y su interés como indicador, aunque indirecto, de los niveles de salud. Importancia que ha sido puesta de manifiesto en el caso de la supervivencia de los niños (Caldwell et al., 1990: 534-535). Parece existir una asociación lineal muy clara entre la duración del período educativo de las madres y la reducción de la mortalidad infantil. Del mismo modo, se observa que a medida que aumentan los años de escolarización de las madres, aumenta la supervivencia de los hijos: se ha demostrado que por cada año adicional de escolarización de la madre, la mortalidad infantil se reduce entre un 7 y un 9% (Caldwell J.C. y Caldwell P., 1991: 5; Cleland y Hill, 1990: 1). La explicación de estas diferencias en la su- pervivencia infantil radicaría en que las madres escolarizadas conocen mejor, tienen más acce- so y emplean con más frecuencia los servicios sanitarios modernos y la información sanitaria en el tratamiento de sus hijos que las madres no escolarizadas (Caldwell J.C. y Caldwell P. , 1991: 6,10). De hecho, los comportamientos, como se ha tenido ocasión de comprobar, aparecen como otra de las dimensiones del estado de salud a la que se presta especial atención desde este en- foque. Una variable que se investiga del com- portamiento es el «cuidado» y el manejo del cuidado. Es esta una variable difícil de estu- diar y de medir, salvo en su vertiente negativa, que sería la incidencia de accidentes. Se pue- den analizar algunos aspectos específicos del cuidado, como la higiene o la nutrición, pero son aspectos indirectos y aproximativos (Cald- well et al., 1990: 536-537). 4.2. LA TRANSICIÓN DE RIESGOS El concepto de transición de riesgos para la salud se enmarca en el contexto de los proce- sos de urbanización e industrialización de las sociedades occidentales, cuando los riesgos «tradicionales» son reemplazados por riesgos «modernos» (Smith, 1990: 227). Los riesgos tradicionales, propios de la etapa pre-industrial, tanto ambientales como laborales, son reem- plazados (en los países desarrollados) ó se superponen (en los países en desarrollo) a los riesgos modernos: entre otros, la contamina- ción atmosférica, el uso de pesticidas, el con- sumo de tabaco, los accidentes de tráfico, así como riesgos laborales derivados de las nue- vas industrias (Kjellström y Rosentock, 1990: 190, 192-194). La urbanización (uno de los factores que más ha influido en la transición de riesgos tradicionales a riesgos modernos), la modernización en la agricultura, la indus- trialización y el desarrollo de nuevas tecnolo- gías han aumentado los riesgos de salud modernos, como reflejan los nuevos tipos de accidentes y riesgos laborales (Smith, 1990: 229-230, 244). Conviene recordar, en este sentido, que los cambios implicados en la transición epidemio- lógica, no son, necesariamente, signos de pro- greso. Como recuerdan Frenk et al. (1991a: 23,33-34; 1991b: 487-488) muchas de las cir- cunstancias derivadas de la transición epide- miológica, lejos de representar una mejora, son el resultado de modos deficientes de industrialización, urbanización y consumo masivo que se traducen, entre otros, en proble- mas de contaminación atmosférica, accidentes laborales y de tráfico, trastornos mentales y consumo de sustancias nocivas como el taba- co, el alcohol y otras drogas o los hábitos de alimentación poco saludables. Como es conocido, los países en desarrollo se caracterizan por mostrar elevadas proporcio- nes de población en situación de exclusión social y marginalidad, cifras altas de mortali- dad infantil y un bajo índice de esperanza de vida. Esta imagen, sin embargo, está cambian- do (McGinn, 1997: 121). Debido al desarrollo económico, a la expansión urbana y a las in- novaciones generalizadas en salud pública y dieta alimentaria, las características definitorias de países en desarrollo ya no son tan sencillas. Las mejoras en el nivel de vida implican nuevos y variados riesgos para la salud, y a ve- ces formas menos saludables de vida. Algunas gentes de los países en desarrollo consumen más productos situados en la parte alta de la cadena alimentaria –más alimentos grasos, car- ne y grano refinado– a medida que el comercio internacional y la expansión urbana alteran los suministros de alimentos. Al mismo tiempo, se 50 Josep Bernabeu y Elena Robles incrementan las actividades de carácter seden- tario y disminuyen las que requieren ejercicio físico, todo lo cual causa propensión a la obesi- dad, a dolencias cardíacas y pulmonares y a muertes prematuras. Además, se va generali- zando el problema de las minusvalías. De hecho, en los últimos años se ha empeza- do a hablar de un nuevo modelo de transición, referido sobre todo a América Latina, el polari- zado-prolongado. Dicho modelo se caracteriza por presentar una superposición de etapas, f e n ó- menos de contratransición y de transición pro- l o n g a d a . El primero de los conceptos, la super- posición de etapas, hace referencia al aumento simultáneo de enfermedades infecciosas y pro- blemas de salud de naturaleza crónica y dege- nerativa. El segundo de los conceptos, la con- tratransición, se refiere a la reaparición de enfermedades infecciosas que se consideraban controladas, tal como ocurre con el paludismo, el dengue o el cólera. Por último, el tercero de los conceptos alude a una situación de noreso- lución clara del proceso de transición. Además, todas estas circunstancias no afectarían en igual grado a los diferentes grupos sociales y regiones geográficas, lo que se conoce como polarización epidemiológica (Frenk et al, 1991a: 493-494). En la reducción del riesgo tradicional, ade- más de otros factores, la incorporación de una higiene y nutrición adecuadas en las prácticas familiares tuvieron un impacto positivo. Del mismo modo, para reducir el riesgo moderno, el cambio en los modos de vida parecen los más efectivos (Huertas, 1998: 117-122). La educación, en este contexto, tiene un efecto importante para la puesta en marcha de cam- bios en materia de comportamiento destinados a controlar los efectos sobre la salud de nuevos y antiguos riesgos (Smith, 1990: 245-246). El concepto de transición de riesgos, por tanto, proporciona un marco útil para la com- paración y el análisis de los cambios experi- mentados por distintos países y regiones en el «riesgo», así como para monitorizar estrate- gias ambientales y articular medidas preventi- vas (Smith, 1990: 242-244). 4 . 3 . LA TRANSICIÓN DE LA AT E N C I Ó N S A N I TA R I A La transición de la atención sanitaria («health care transition»), por su parte, sería la trans- formación de la organización de la respuesta colectiva y/o individual a los episodios de en- fermedad y a los problemas de salud. En otras palabras, la transformación en la forma en que el sistema de salud se organiza para el sumi- nistro de servicios (Frenk et al., 1991b: 486). Esta transición de la atención sanitaria está ligada a los desarrollos sociales, económicos y tecnológicos más amplios que se han ido pro- duciendo. Por ejemplo, desde mediados del presente siglo se puede hablar de dos cambios importantes: el primero de ellos condujo a la adopción de un modelo de atención médica guiado por tecnologías complejas y basado en los hospitales. El segundo cambio se refiere al desarrollo reciente de un enfoque integral de la atención primaria de salud basado en la comu- nidad (Frenk et al., 1991b: 486). Desde la perspectiva de los países en desa- rrollo, la comprensión de la transición epide- miológica sería importante, porque cuanto ma- yor sea la complejidad epidemiológica, mayor será la necesidad de que se refleje en un siste- ma concordante de atención de salud. En este sentido, la transición epidemiológica y de ries- go deberían guiar la transición de la atención sanitaria (Frenk et al., 1991b: 487, 495). Sin embargo, las contradicciones que presentan la aplicación práctica de dichos supuestos resul- tan más que evidentes. En este sentido podemos citar el reciente trabajo de Rafael Huertas sobre Neoliberalis - mo y políticas de salud (1998). Este autor, a partir del concepto de transición epidemiológi- ca, analiza alguna de las contradicciones que se derivan de comparar los problemas de salud que afectan a las poblaciones y los modelos de atención sanitaria. 5. Consideraciones finales L a idea de transición sanitaria se pre-senta como un instrumento válido para otorgar el protagonismo que merecen los distintos factores que explican la evolución de la mortalidad y la morbilidad y los determi- nantes de los estados y condiciones de salud de las poblaciones. La evolución y la transformación que expe- rimentan muchos de aquellos determinantes y condiciones puede permitir la formulación de 51Demografía y problemas de salud. Unas reflexiones críticas… hipótesis plausibles sobre los mecanismos cau- sales que se encuentran detrás de los cambios que acompañan los procesos de modernización y transformación demográfica. En una primera etapa la llamada teoría de la transición epidemiológica (Omran, 1971) sir- vió para profundizar en el análisis de los cam- bios estructurales (mortalidad y morbilidad por causas, por grupos de edad, etc.) que acompa- ñan el descenso de la mortalidad. Esta aproxi- mación, de carácter fundamentalmente descrip- tivo, se mostraría con el tiempo insuficiente para explicar de forma satisfactoria las causas de aquel descenso. Desde planteamientos metodológicos más holísticos y haciendo uso de las herramientas que proporcionan las ciencias sociales (Cald- well et al. 1990; Chen et al., 1994), aunque sin renunciar al método epidemiológico y al mar- co teórico de la salud pública, en una segunda etapa se han ido formulando conceptos como los de transición de la atención sanitaria, tran- sición de riesgos y el de la propia transición sanitaria (Frenk et al., 1991a; 1991b; Caldwell et al., 1991; Smith, 1990). Entendemos que el concepto de transición sanitaria debería integrar las teorías de la transi- ción en un marco único que incluya los cambios en la fecundidad, mortalidad, morbilidad y ries- gos, junto a sus determinantes de naturaleza económica, pero también social, cultural y sani- taria (este último no sólo en cuanto a los avan- ces tecnológicos, sino y sobre todo en cuanto a la accesibilidad de la población a tales avances). Consideramos, por tanto, la transición sani- taria como un concepto global y dinámico. Global en la medida en que pretende abordar todos los posibles aspectos, factores y determi- nantes que están detrás de los cambios en las condiciones de salud de las poblaciones. Glo- bal también porque huye de la parcialidad y de la unidisciplinariedad propios de los conceptos anteriores en favor del enriquecimiento que las distintas disciplinas relacionadas con la salud y la población pueden aportar. Dinámico por- que considera y acoge las variantes locales, regionales o nacionales que se pueden presen- tar en los distintos contextos (Frenk et al., 1991a: 35; Chen et al., 1994). ¿Cómo se puede operativizar un concepto de transición sanitaria como el que acabamos de proponer? A partir del concepto de transi- ción epidemiológica que describe cómo se han producido los cambios en las condiciones de salud de las poblaciones, la aportación más importante que realiza la transición sanitaria es la búsqueda del porqué de esos cambios: para ello recurre, en parte, a los conceptos de tran- sición de riesgos y transición de la atención sanitaria. Pero existen, además, otros factores explicativos que merecen ser destacados, como los factores educativos, los relacionados con los estilos y modos de vida, la permeabili- dad cultural (es decir, la capacidad de adapta- ción de las comunidades para modificar sus actitudes, ideas y comportamientos) o el grado de socialización política de las diferentes so- ciedades, factores todos ellos que nos permiten un mejor acercamiento al complejo proceso de cambio de las condiciones de salud de las poblaciones. En cualquier caso, parece oportuno profun- dizar en la realización de trabajos e investiga- ciones que, tomando en consideración diferen- tes perspectivas históricas, así como contextos socioeconómicos, políticos y culturales igual- mente diversos, puedan ayudarnos a contrastar la validez de modelos explicativos como el que representa la transición sanitaria. BIBLIOGRAFÍA ARANGO J. (1980): La teoría de la transición demográfi- ca y la experiencia histórica. 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EDAD MEDIA DE LA FECUNDIDAD Es un indicador de la distribución por edades de las tasas de fecundidad que se calcula como el producto de las edades medias de cada intervalo quinquenal por las tasas de fecundidad respectivas, dividido por la suma de las tasas. EDAD MEDIANA DE LA POBLACIÓN: Es un indicador del grado de envejecimiento de la estructura por edades de la población. Es una medida estadística de posición que se expresa como la edad que divide la población en dos grupos de igual número de personas. ESPERANZA DE VIDA AL NACER: Representa la duración media de la vida de los individuos, que integran una cohorte hipotética de nacimientos, sometidos en todas las edades a los riesgos de mortalidad del período en estudio. ESPERANZA DE VIDA A LA EDAD X: Es el número medio de años que, en promedio, les resta por vivir a los sobrevivientes de una cohorte de edad exacta x, sometidos en todas las edades restantes a los riesgos de mortalidad del período en estudio. ÍNDICE DE ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN (O RELACIÓN VIEJOS JÓVENES): Es el cociente entre la población 65 años y más y la población de menores de 15 años de edad. En estudios sobre envejecimiento poblacional suele utilizarse como el cociente entre la población 60 años y más y la población de menores de 15 años de edad. ÍNDICE DE MASCULINIDAD (O RAZÓN DE SEXOS): Es la razón de hombres respecto a las mujeres en la población total o por edades. Se calcula como el cociente entre la población masculina y la población femenina, frecuentemente se expresa como el número de hombres por cada 100 mujeres. NÚMERO BRUTO DE AÑOS DE VIDA ACTIVA: Es el número medio de años que una persona de una cohorte hipotética permanecerá en la actividad económica si, durante su vida activa, tuvieran vigencia las tasas de actividad por edades del período en estudio y no estuviera sometida a riesgos de mortalidad antes de salir de la fuerza de trabajo por jubilación. Se obtiene sumando las tasas de actividad quinquenales y multiplicandas por cinco. POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA (PEA): En general se considera población económicamente activa al conjunto de personas, de uno u otro sexo, que están dispuestas a aportar su trabajo para la producción de bienes y servicios económicos. Generalmente cada país determina la edad de inicio de la investigación de actividad económica que puede variar en el tiempo y en distintas fuentes (censos y encuestas especializadas). El CELADE para lograr una mejor armonización de las cifras considera la población económicamente activa aquella que, según lo establecido por cada país en cada momento o fuente sea considerada PEA y además tenga 15 ó más años edad. POBLACIÓN URBANA Y POBLACIÓN RURAL Se han considerado como población urbana a aquellas que residen en áreas urbanas. El concepto de área urbana es determinado según criterios que suelen ser diferentes entre países y en el tiempo. Para efectos de estimación de la población urbana se utilizó las poblaciones urbanas identificadas en cada censo de población sin considerar las diferencias de criterio existentes entre países y en diferentes censos de cada país. Los criterios de definición de la población urbana aplicados en los censos de América Latina pueden ser consultados, además de las publicaciones censales, en la página WEB del CELADE. RELACIÓN DE APOYO POTENCIAL: Es una alternativa numérica para expresar la relación entre las personas potencialmente económicamente activas y las personas potencialmente dependientes. Es el cociente entre la población entre 15 a 59 años de edad y la población de 60 años y más, o sea, la inversa de la relación de dependencia de la población de 60 y más años de edad. RELACIÓN DE APOYO A LOS PADRES: Es la medida comúnmente usada para expresar la demanda familiar de apoyo a sus ancianos. La relación de apoyo a los padres es un indicador aproximado de los cambios requeridos en los sistemas familiares de apoyo a los ancianos. Es el cociente entre las personas de 80 y más años de edad y las personas entre 50 y 64 años de edad. RELACIÓN DE DEPENDENCIA (DEMOGRÁFICA): Es la medida comúnmente utilizada para medir la necesidad potencial de soporte social de la población en edades inactivas por parte de la población en edades activas. Es el cociente entre la suma de los grupos de población de menos de 15 y de 65 y más años de edad y la población de 15 a 64 años de edad. En estudios sobre envejecimiento poblacional suele utilizarse como el cociente entre la suma de los grupos de población de menos de 15 y de 60 y más años de edad y la población de 15 a 59 años de edad. RELACIÓN DE DEPENDENCIA DEMOGRÁFICA DE MENORES DE 15 AÑOS (O RELACIÓN DE DEPENDENCIA INFANTIL - JUVENIL): Es la medida utilizada para medir la necesidad potencial de soporte social de la población infantil y juvenil por parte de la población en edad activa. Es el cociente entre la de menos de 15 y la población de 15 a 59 años de edad. RELACIÓN DE DEPENDENCIA DEMOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN DE 60 Y MÁS AÑOS DE EDAD: Es la medida utilizada para medir la necesidad potencial de soporte social de la población de adultos mayores por parte de la población en edad activa. Es el cociente entre la población de 60 y más años de edad y la población de 15 a 59 años de edad. SALDO NETO MIGRATORIO ANUAL (O SALDO MIGRATORIO ANUAL): Representa el componente migratorio del crecimiento total de una población. La magnitud deeste saldo se mide calculando la diferencia media anual entre los inmigrantes y los emigrantes de una población. TASA BRUTA DE NATALIDAD: Mide la frecuencia de los nacimientos ocurridos en un período en relación a la población total. Es el cociente entre el número medio anual de nacimientos ocurridos durante un período determinado y la población media del período. TASA BRUTA DE MORTALIDAD: Mide la frecuencia de las defunciones ocurridas en un período en relación a la población total. Es el cociente entre el número medio anual de defunciones ocurridas durante un período determinado y la población media de ese período. TASA DE ACTIVIDAD: Es el cociente entre el total de personas económicamente activas en una fecha determinada y la población que por su edad, puede ser activa (en este caso, 15 o más años) a esa fecha. También se puede calcular tasas específicas por edad y sexo. TASA DE CRECIMIENTO NATURAL: Es el cociente entre el crecimiento natural anual (nacimientos menos defunciones) de un determinado período y la población media del mismo período. Puede definirse también como la diferencia entre las tasas brutas de natalidad y de mortalidad. TASA DE CRECIMIENTO TOTAL: Es el cociente entre el incremento medio anual durante un período determinado y la población media del mismo período. Como consecuencia de la variación de nacimientos, defunciones y movimientos migratorios. Puede definirse también como la suma algebraica de la tasa de crecimiento natural y la tasa de migración. TASA DE MIGRACIÓN (O TASA NETA DE MIGRACIÓN): Es el cociente entre el saldo neto migratorio anual correspondiente a un período determinado y la población media del mismo período. TASA DE MORTALIDAD INFANTIL: Es la probabilidad que tiene un recién nacido de morir antes de cumplir un año de vida. En la práctica, se define como el cociente entre las defunciones de los niños menores de un año ocurridas en un período dado y los nacimientos ocurridos en el mismo lapso. TASA ESPECÍFICA DE ACTIVIDAD POR EDADES: Es el cociente entre el total de personas económicamente activas de un grupo de edad en una fecha determinada y la población total de ese grupo de edad a ese fecha. TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD: Es el número promedio de hijos que tendría una mujer de una cohorte hipotética de mujeres que durante su vida fértil tuvieran sus hijos de acuerdo con las tasas de fecundidad por edad del período de estudio y no estuvieran sometidas a riesgos de mortalidad desde el nacimiento hasta la finalización del período fértil. 1 2019 2 3 Prefacio In di ca do res generales del país 80-84 85-89 90-94 95 y + Esta es la vigésima tercera publicación de la serie de indicadores básicos desde que en 1996 el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación y la Organización Panamericana de la Salud presentaron esta iniciativa. Indicadores Básicos 2019 recopila los últimos datos disponibles en el país provenientes de diversas fuentes oficiales. Continúan las ya clásicas seccio- nes de indicadores demográficos, socioeconómicos, de recursos, acceso y cobertura, de morbilidad, de mortalidad y salud materno-infantil, indicadores generales del país y enfoque de género cuando está disponible. En esta ocasión, se incluye un apartado especial sobre el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Se han seleccionado dos indicadores: la tasa de fecundidad adolescente temprana y tardía, que forman parte del conjunto de indicadores que conforman el ODS 3 - Salud. Además, se incor- poran gráficos para el análisis de las desigualdades ecosociales en salud en la fecundidad adolescente tardía entre los años 2015 y 2018. La publicación está disponible también en las páginas web del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación y de la Organización Panamericana de la Salud en Argentina. http://www.deis.msal.gov.ar http://www.paho.org/arg Pirámide de Población por sexo (distribución proporcional) República Argentina, Año 2010. Fuente: Dirección de Estadísticas Poblacionales. Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Población total estimada al 30 de junio de 2017 Ambos sexos. Dirección de Estadísticas Poblacionales, INDEC. 44.044.811 Población total estimada al 30 de junio de 2017. Varones. Dirección de Estadísticas Poblacionales, INDEC. 21.595.623 Población total estimada al 30 de junio de 2017. Mujeres. Dirección de Estadísticas Poblacionales, INDEC. 22.449.188 Tasa de crecimiento media anual de la población 2015. INDEC. (1) 10,7 Tasa global de fecundidad 2015 (por mujer). INDEC. (1) 2,3 Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Ambos sexos. INDEC. 75,34 Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Mujeres. INDEC. 78,81 Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Varones. INDEC. 72,08 Porcentaje de población urbana. Total. Censo Nacional de Poblacion, Hogares y Viviendas 2010. INDEC. 91,0 Indice de desarrollo humano, 2017. PNUD. 0,825 Porcentaje de población con NBI, 2010. INDEC. 12,5 Tasa de desocupación abierta. Principales aglomerados urbanos. 4to. trimestre 2017. Anuario Estadistico de la República Argentina 2018. INDEC. 7,2 Tasa de empleo. Principales aglomerados urbanos. 4to. trimestre 2017. Anuario Estadístico de la República Argentina 2018. INDEC. 43,0 Tasa de actividad. Principales aglomerados urbanos. 4to. trimestre 2017. Anuario Estadístico de la República Argentina 2018. INDEC. 46,4 Tasa bruta de actividad. Población económicamente activa total (estimacion 2005-2010). INDEC/CELADE N° 7/96. 44,1 Tasa bruta de actividad. Población económicamente activa urbana (estimacion 2005-2010). INDEC/CELADE N° 7/96. 44,3 Tasa bruta de actividad. Población económicamente activa rural (estimacion 2005-2010). INDEC/CELADE N° 7/96. 42,0 Porcentaje de alfabetismo en población de 10 años y más, 2010. INDEC. 98,1 Tasa bruta de natalidad, 2017 (por 1.000 habitantes). MS Serie 5 N° 61/18. 16,0 Tasa bruta de mortalidad general, 2017 (por 1.000 habitantes). MS Serie 5 N° 61/18. 7,8 Tasa de mortalidad infantil, 2017 (por 1.000 nacidos vivos). MS Serie 5 N° 61/18. 9,3 Porcentaje de muertes neonatales reducibles, 2017 MS Serie 5 N° 61/18. (2) 55,5 Porcentaje de muertes post-neonatales reducibles, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. (2) 67,7 Número de defunciones registradas de tétanos neonatal, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 0 Número de defunciones registradas por causas originadas en el período perinatal, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 3.388 Tasa de mortalidad de menores de 5 años, 2017 (por 1.000 nacidos vivos). MS Serie 5 N°61/18. 11,0 Número de defunciones de niños menores de 5 años por diarrea, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 53 Número de defunciones de niños menores de 5 años por IRA, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 275 Número de defunciones de niños menores de 5 años por difteria, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 0 Número de defunciones de niños menores de 5 años por tos ferina, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 5 Número de defunciones de niños menores de 5 años por tétanos, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 0 Razón de mortalidad materna, 2017 (por 10.000 nacidos vivos). MS Serie 5 N° 61/18. 2,9 Porcentaje de recién nacidos con un peso al nacer de 2500 grs. como mínimo, 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 92,7 Porcentaje de recién nacidos con un peso al nacer menor a 1500 grs., 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 1,1 Porcentaje de cobertura con 3era. dosis de vacuna Quíntuple (DPT-Hib-HepB) en menores de 1 año, 2016. MS. 92 Porcentaje de cobertura con 3era. dosis de vacuna antipoliomielítica oral en menores de 1 año, 2016. MS. 88 Porcentaje de cobertura con dosis única BCG en menores de un año, 2016. MS. (3) 92 Porcentaje de cobertura de vacuna Triple viral (Sarampión-Rubeola-Paperas) en menores de 1 año, 2016. MS. (3) 91 Número de defunciones registradas de sarampión, 2016. MS Serie 5 N° 60/17. 0 Disponibilidad de calorías diaria per cápita (en calorías), 2007. OPS. 2.941 Médicas/os cada 10.000 habitantes, 2016. REFEPS. 39,6 Obstétricas/os cada 10.000 habitantes,2016. REFEPS. (4) 1,2 Farmacéuticas/os cada 10.000 habitantes, 2016. REFEPS. (5) 5,9 Enfermeras/os cada 10.000 habitantes (incluye enfermeras/os técnicas/os y licenciadas/os en enfermería), 2016. REFEPS. 25,8 Odontólogos cada 10.000 habitantes, 2016. REFEPS. (6) 8,9 Producto interno bruto, en millones de pesos a precidos de 2004, 2017. INDEC 725.331 Oferta global, en millones de pesos a precios de 2004, 2017. INDEC 940.526 Gasto en salud - Total (como % del PBI), 2017. (7) 9,40 Gasto público en salud (como % del PBI), 2017. (7) 2,70 Gasto de la Seguridad Social en Salud (como % del PBI), 2017. (7) 3,90 Gasto privado en salud (como % del PBI), 2017. (7) 2,80 Nota: (1) Estimaciones y proyecciones 2010-2040. Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). (2) En el año 2010, se actualizó la Clasificación de Mortalidad Infantil según Criterios de Reducibilidad. Véase MS Serie 5 Nº 54. (3) Al año de edad. (4) Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Santa Fe: no informan datos. Entre Ríos, Formosa, La Pampa: último dato disponible = 2013. Mendoza: último dato disponible = 2012. (5) Santa Fe: no informa datos. Córdoba, La Rioja, San Luis: último dato disponible = 2015. Entre Ríos: último dato disponible = 2012. (6) Buenos Aires, Córdoba, Tucumán: no informan datos. Entre Ríos: último dato disponible = 2013. (7) Dirección de Economía de la Salud - Secretaría de Gobierno de Salud. 4 5 In di ca do res demográficos Indicadores socioeconómicos 1 2(*) 3 4 5 6a 6b 6c 7 8 9 10 REPÚBLICA ARGENTINA 44.044.811 704.609 24,8 11,0 2,28 91,0 90,1 91,6 11,4 75,34 72,08 78,81 CABA 3.063.728 35.840 20,0 16,1 1,86 100,0 100,0 100,0 4,5 77,17 74,11 80,43 Buenos Aires 17.020.012 262.721 24,7 11,5 2,32 97,2 96,8 97,4 13,8 75,18 71,87 78,69 Catamarca 404.433 6.392 25,5 9,3 2,23 77,1 75,4 78,8 10,7 75,96 73,27 78,85 Córdoba 3.645.321 54.804 23,3 12,0 2,16 89,7 88,2 90,0 8,5 75,75 72,48 79,23 Corrientes 1.090.938 19.987 26,6 9,2 2,38 82,8 81,4 84,2 7,2 74,41 71,49 77,54 Chaco 1.168.165 23.125 28,0 7,8 2,41 84,6 83,2 85,9 7,8 72,85 69,50 76,41 Chubut 587.956 9.023 25,6 8,5 2,27 91,2 90,4 92,0 23,6 75,97 72,25 79,96 Entre Ríos 1.347.508 21.966 24,4 11,3 2,22 85,7 84,4 86,9 7,3 74,98 71,22 78,98 Formosa 589.916 11.591 28,4 8,3 2,52 80,9 79,1 82,6 9,6 73,93 71,08 76,98 Jujuy 745.252 11.785 26,8 8,5 2,29 87,4 86,3 87,6 10,8 74,82 71,76 78,08 La Pampa 349.299 4.979 23,4 12,4 2,18 83,2 82,4 85,2 7,1 76,20 73,10 79,51 La Rioja 378.047 5.895 24,9 8,4 2,11 86,5 85,7 87,2 15,8 75,33 72,31 78,57 Mendoza 1.928.304 31.420 25,2 11,4 2,34 80,9 79,6 81,8 10,8 76,33 73,49 79,36 Misiones 1.218.771 25.738 29,2 7,3 2,59 73,8 72,1 75,3 14,9 74,21 70,95 77,69 Neuquén 637.913 10.397 26,2 8,2 2,36 91,6 90,8 92,6 17,0 77,29 74,06 80,75 Río Negro 718.646 11.513 24,8 9,9 2,23 87,1 85,8 88,2 16,3 76,35 73,53 79,36 Salta 1.370.283 27.014 29,1 8,0 2,59 87,1 86,0 87,9 13,3 74,86 71,71 78,22 San Juan 755.994 13.705 26,5 10,0 2,48 87,1 85,9 88,1 10,6 75,23 72,68 77,95 San Luis 489.225 7.225 24,9 10,2 2,21 88,7 87,2 89,2 18,2 76,13 73,14 79,33 Santa Cruz 338.542 5.747 28,0 6,0 2,45 96,1 94,7 97,5 37,6 75,32 71,47 79,43 Santa Fe 3.453.674 53.206 22,6 12,4 2,06 90,9 90,1 91,3 7,0 75,10 71,31 79,13 Sgo. del Estero 948.172 17.783 27,8 8,6 2,40 68,7 66,9 70,4 9,3 74,25 70,88 77,84 Tierra del Fuego 160.720 2.718 25,6 5,2 2,17 98,8 98,3 99,3 26,0 76,98 74,24 79,92 Tucumán 1.633.992 27.369 26,6 9,2 2,37 80,8 79,5 81,5 8,8 75,12 72,23 78,20 Nota: (*) Otros Paises: 171 - Lugar no especificado: 2495 1. Población total estimada. Ambos sexos, 2017. Proyecciones en base a resultados definitivos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. Dirección de Estadísticas Poblacionales, INDEC. 2. Cantidad de nacidos vivos, 2017. MS Serie 5 N° 60/17. 3. Porcentaje de población de menores de 15 años, 2017. Elaboracion propia sobre la base de datos del INDEC. 4. Porcentaje de población de 65 años y más, 2017. Elaboración propia sobre la base de datos del INDEC. 5. Tasa global de fecundidad (proyecciones y estimaciones 2015). Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. INDEC. 6a. Porcentaje de población urbana. Total. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. INDEC. 6b. Porcentaje de población urbana. Varones. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. INDEC. 6c. Porcentaje de población urbana. Mujeres. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010. INDEC. 7. Tasa media de crecimiento anual de la población (0/00) (2001-2010). Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 8. Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Ambos sexos. 9. Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Hombres. 10. Esperanza de vida al nacer en 2008-2010 (en años). Mujeres. 1 2 3 4 5 6 7 REPÚBLICA ARGENTINA 0,894 12,5 1,9 2,0 1,9 83,9 53,1 CABA 0,885 7,0 0,5 0,5 0,5 99,6 98,2 Buenos Aires 0,837 11,2 1,4 1,4 1,3 75,1 47,6 Catamarca 0,844 14,5 2,0 2,1 1,9 93,1 44,4 Córdoba 0,846 8,7 1,5 1,7 1,3 91,9 38,3 Corrientes 0,825 19,7 4,3 4,6 4,0 87,1 53,4 Chaco 0,816 23,2 5,5 5,4 5,6 76,5 26,4 Chubut 0,863 10,7 2,0 1,9 2,0 96,4 77,7 Entre Ríos 0,845 11,5 2,1 2,5 1,8 90,4 69,8 Formosa 0,822 25,2 4,1 3,7 4,4 76,8 31,5 Jujuy 0,834 18,1 3,1 2,0 4,2 94,5 60,8 La Pampa 0,854 5,7 1,9 2,1 1,6 87,1 59,0 La Rioja 0,833 15,5 1,8 2,1 1,6 93,7 51,1 Mendoza 0,846 10,3 2,2 2,2 2,1 90,5 63,1 Misiones 0,829 19,1 4,1 4,0 4,2 71,9 18,6 Neuquén 0,853 12,4 2,3 2,3 2,3 93,6 72,1 Río Negro 0,844 11,7 2,5 2,5 2,4 92,1 61,1 Salta 0,830 23,7 3,1 2,7 3,6 91,2 62,1 San Juan 0,838 14,0 2,1 2,4 1,8 93,2 29,5 San Luis 0,849 10,7 1,8 2,1 1,6 94,5 60,2 Santa Cruz 0,861 9,7 1,1 1,1 1,1 97,2 82,4 Santa Fe 0,846 9,4 1,8 1,9 1,6 84,4 50,3 Sgo. del Estero 0,817 22,7 4,0 4,3 3,7 75,8 21,9 Tierra del Fuego 0,887 14,5 0,7 0,7 0,7 94,2 89,3 Tucumán 0,838 16,4 2,5 2,8 2,2 88,8 46,6 1. Indice de desarrollo humano por jurisdicción - 2017, PNUD (2016). 2. Porcentaje de población con NBI, INDEC (2010). 3. Porcentaje de población de 10 y más años en condición de analfabetismo. Total. Elaboración propia sobre la base del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 4. Porcentaje de población de 10 y más años en condición de analfabetismo. Varones. Elaboración propia sobre la base del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 5. Porcentaje de población de 10 y más años en condición de analfabetismo. Mujeres. Elaboración propia sobre la base del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 6. Porcentaje de hogares con agua corriente, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 7. Porcentaje de hogares con desagües cloacales, Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, INDEC. 6 7 Indicadores socioeconómicos Fuente: Encuesta Permanente de Hogares Continua, INDEC. 1. Número total de camas habilitadas (se restan camas de tercera edad), 2018. REFES. 2. Número de camas pediátricas habilitadas en establecimientos asistenciales, 2018. REFES. 3. Número de camas de obstetricia habilitadas en establecimientos asistenciales, 2018. REFES. 4. Número total de establecimientos asistenciales. Todos los subsectores, 2018. REFES. 5. Número de establecimientos asistenciales con internación. Todos los subsectores, 2018. REFES. 6. Número de establecimientos asistenciales sin internación. Todos los subsectores, 2018. REFES. 7. Total de establecimientos asistenciales del subsector oficial con internación, 2018. REFES. 8. Total de establecimientos asistenciales del subsector oficial sin internación, 2018. REFES. 9. Número de médicos. Elaboración del Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud (OFERHUS) con base en datos de la Red Federal de Registros de Profesionales en Salud (REFEPS), Dirección Nacional de Calidad en Servicio de Salud y Regulación Sanitaria. Año 2016. 10. Porcentaje de población no cubierta con obra socialo plan médico, 2010. Elaboración sobre la base de datos del INDEC. Notas: Los datos del REFES son a septiembre 2018. Camas pediátricas: Comprende camas de cuidados simples cualquiera sea el tipo de paciente pediátrico, es decir clínico o quirúrgico y camas UTI pediátricas totales en todas las tipologías de establecimientos. Camas obstétricas: Comprende camas específicamente utilizadas para maternidad en todas las tipologías de establecimientos y camas UTI adultos habilitadas en la tipología de establecimientos de maternidad/materno infantil. Indicadores de recursos, acceso y cobertura TASA DE ACTIVIDAD AÑO 2017 (%) TASA DE EMPLEO AÑO 2017 (%) TASA DE DESOCUPACIÓN ABIERTA AÑO 2017 (%) 2do. trimestre 4to. trimestre 2do. trimestre 4to. trimestre 2do. trimestre 4to. trimestre TOTAL DE AGLOMERADOS 45,4 46,4 41,5 43,0 8,7 7,2 Región Gran Buenos Aires 46,9 47,9 42,2 43,8 10,0 8,4 CABA 55,1 53,8 51,3 50,6 7,0 5,9 Partidos del Gran Bs. As. 44,9 46,4 40,0 42,2 10,9 9,2 Región Cuyo 41,7 43,5 40,1 42,1 3,8 3,2 Gran Mendoza 42,1 44,6 40,5 43,4 3,7 2,7 Gran San Juan 41,5 42,8 39,6 40,8 4,5 4,8 San Luis - El Chorrillo 40,4 40,1 39,2 39,7 2,8 1,2 Región Noreste 39,5 40,5 38,1 38,9 3,5 3,9 Corrientes 42,5 42,2 40,8 40,9 4,1 3,1 Formosa 33,2 34,7 32,2 33,4 3,0 3,6 Gran Resistencia 38,2 38,1 37,6 35,8 1,6 6,1 Posadas 42,0 45,2 39,8 44,0 5,1 2,7 Región Noroeste 43,7 45,1 40,6 42,4 6,9 5,9 Gran Catamarca 46,9 44,9 42,4 41,6 9,6 7,4 Gran Tucumán - Tafí Viejo 43,1 45,4 40,0 43,1 7,0 5,0 Jujuy - Palpalá 47,0 44,3 43,5 41,7 7,4 5,9 La Rioja 42,4 42,0 40,6 40,4 4,3 3,7 Salta 45,3 47,4 41,7 43,5 7,9 8,3 Sgo. del Estero - La Banda 38,3 43,1 36,7 41,3 4,1 4,3 Región Pampeana 45,4 46,0 41,4 42,9 8,8 6,6 Bahía Blanca-Cerri 44,7 47,8 41,4 44,4 7,5 7,1 Concordia 39,6 41,3 37,3 39,4 5,9 4,6 Gran Córdoba 45,6 45,1 41,9 42,1 8,1 6,6 Gran La Plata 46,1 47,7 41,4 44,9 10,2 5,9 Gran Rosario 48,2 46,4 43,0 42,8 10,8 7,6 Gran Paraná 44,6 45,2 43,6 43,8 2,2 3,0 Gran Santa Fe 41,8 42,0 39,7 40,6 5,1 3,3 Mar del Plata - Batán 45,4 48,6 40,0 44,1 11,9 9,3 Río Cuarto 45,4 49,0 42,3 46,2 6,9 5,7 Santa Rosa - Toay 40,5 41,3 38,1 38,1 6,0 7,8 San Nicolás - V. Constitución 39,9 45,4 37,7 42,3 5,4 6,9 Región Patagónica 42,4 43,3 39,7 40,8 6,5 5,7 C. Rivadavia - Rada Tilly 38,5 39,4 36,2 37,9 6,0 3,7 Neuquén - Plottier 43,5 44,8 40,2 42,2 7,5 5,8 Río Gallegos 43,9 43,6 42,0 40,5 4,3 6,9 Ushuaia - Río Grande 44,0 43,5 41,2 41,1 6,2 5,5 Rawson- Trelew 47,2 46,7 42,6 42,5 9,9 8,9 Viedma - C. de Patagones 37,0 42,1 36,4 40,6 1,6 3,6 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 REPÚBLICA ARGENTINA 166.082 10.278 8.422 27.626 5.342 20.026 1.553 8.993 172.502 36,1 Región Centro 114.359 5.271 3.861 13.504 3.729 8.636 860 3.901 125.409 32,7 CABA 22.133 1.647 851 1.166 174 886 42 120 40.138 17,7 Buenos Aires 61.950 2369 1.944 7.000 2.190 4.208 436 2.068 48.910 35,4 Córdoba 13.812 320 297 2.333 646 1.482 178 699 16.881 32,9 Entre Ríos 4.961 363 266 885 164 568 69 360 4.236 35,7 Santa Fe 11.503 572 503 2.120 555 1.492 135 654 15.244 31,7 Región Cuyo 11.426 1.288 1.074 3.706 422 3.008 104 945 12.450 39,0 La Rioja 1.874 240 192 349 56 279 35 232 1.525 38,1 Mendoza 5.255 677 585 2.051 221 1.715 26 408 6.845 37,0 San Juan 3.001 222 164 807 102 632 18 168 2.498 44,0 San Luis 1.296 149 133 499 43 382 25 137 1.582 39,6 Región Noroeste 18.029 1.731 1.572 4.468 416 3.587 216 2.049 13.929 44,6 Catamarca 1.954 176 249 515 70 410 40 319 1.062 39,1 Jujuy 2.686 368 258 600 50 537 22 331 1.795 45,2 Salta 4.540 509 437 911 99 678 61 485 3.352 47,6 Sgo. del Estero 3.406 288 357 800 87 692 55 568 1.836 55,9 Tucumán 5.443 390 271 1.642 110 1.270 38 346 5.884 36,5 Región Noreste 12.949 1.111 967 2.818 425 2.213 209 1.390 9.943 50,9 Corrientes 3.631 464 375 645 96 531 53 322 3.549 48,4 Chaco 3.854 252 296 892 112 742 55 396 2.808 57,9 Formosa 2.083 115 49 453 77 349 41 284 1.209 56,9 Misiones 3.381 280 247 828 140 591 60 388 2.377 43,6 Región Patagónica 9.319 877 948 3.130 350 2.582 164 708 10.769 30,1 Chubut 2.021 175 194 485 70 392 34 155 2.025 27,3 La Pampa 1.201 72 120 413 56 324 36 88 1.243 32,3 Neuquén 2.357 242 230 1.220 103 1.029 30 181 2.784 34,7 Río Negro 2.208 211 204 476 84 387 36 191 2.755 34,4 Santa Cruz 1.172 146 151 257 27 208 23 58 1.131 16,9 T. del Fuego 360 31 49 279 10 242 5 35 831 21,5 8 9 Indicadores de morbilidad Notas: (1) Se eliminó la columna correspondiente a sida debido a que se discontinuó la vigilancia de casos de esa enfermedad. Leptospirosis Hantavirus Chagas Agudo Vectorial VIH (1) Tuberculosis (2) Meningitis TBC en < 5 años Tétanos Sífilis Congénita 2017 2018 2017 2018 2017 2018 2016 2017 2017 2018 2017 2018 2017 2018 2017 2018 REPÚBLICA ARGENTINA 136 108 100 115 0 0 5.576 3.881 10313 10449 12 22 8 6 1.216 1.081 Región Centro 118 90 58 46 0 0 3302 1951 7319 7253 10 17 5 3 828 669 CABA 2 0 0 0 0 0 894 436 1044 1113 3 6 4 1 66 112 Buenos Aires 40 45 44 25 0 0 1575 894 5168 4972 6 10 0 2 521 355 Córdoba 2 0 0 0 0 0 473 413 323 371 0 0 0 0 219 176 Entre Ríos 38 12 4 6 0 0 115 42 209 189 1 0 1 0 10 2 Santa Fe 36 33 10 15 0 0 245 166 575 608 0 1 0 0 12 24 Región Cuyo 0 1 0 0 0 0 468 400 269 272 0 0 1 0 27 73 La Rioja 0 0 0 0 0 0 14 2 31 22 0 0 0 0 0 1 Mendoza 0 0 0 0 0 0 281 264 156 165 0 0 0 0 1 37 San Juan 0 0 0 0 0 0 96 88 49 54 0 0 0 0 15 28 San Luis 0 1 0 0 0 0 77 46 33 31 0 0 1 0 11 7 Región Noroeste 2 9 32 45 0 0 753 737 1390 1601 1 0 0 1 156 157 Catamarca 0 1 0 0 0 0 51 11 19 34 0 0 0 0 3 25 Jujuy 1 0 15 7 0 0 163 201 403 415 0 0 0 0 15 10 Salta 0 3 16 38 0 0 243 230 695 784 0 0 0 0 71 79 Sgo. del Estero 0 0 0 0 0 0 38 21 90 108 1 0 0 0 17 3 Tucumán 1 5 1 0 0 0 258 274 183 260 0 0 0 1 50 40 Región Noreste 10 3 0 1 0 0 334 231 972 946 0 4 2 2 134 129 Corrientes 3 1 0 0 0 0 105 30 204 190 0 0 1 0 48 95 Chaco 4 1 0 0 0 0 16 15 317 393 0 4 0 2 25 21 Formosa 0 0 0 0 0 0 68 73 234 191 0 0 0 0 10 2 Misiones 3 1 0 1 0 0 145 113 217 172 0 0 1 0 51 11 Región Patagónica 6 5 10 23 0 0 543 456 304 319 1 1 0 0 71 53 Chubut 3 0 6 18 0 0 116 44 89 104 0 0 0 0 6 9 La Pampa 0 2 0 0 0 0 69 66 43 44 0 1 0 0 36 33 Neuquén 2 2 1 3 0 0 120 126 45 29 0 0 0 0 6 3 Río Negro 1 1 3 2 0 0 130 101 64 65 1 0 0 0 20 2 Santa Cruz 0 0 0 0 0 0 63 84 53 66 0 0 0 0 3 4 T. del Fuego 0 0 0 0 0 0 45 35 10 11 0 0 0 0 0 2 Sin información 0 0 0 0 0 0 176 106 22 21 0 0 0 0 0 0 (2) Los casos de tuberculosis corresponden a casos nuevos, recaídas y sin información. Información aportada por el Área de Vigilancia de la Salud de la Dirección Nacional de Epidemiología, la Direción de Control de Enferme- dades Inmunoprevenibles, el Programa Nacional de Control de la Tuberculosis, el Programa de Zoonosis y el Programa Nacional de Cha- gas, en base a datos del Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud. Los datos de vigilancia son preliminares y sujetos a modificación. 10 11 Indicadores de mortalidad TBM: Tasa bruta de mortalidad (por 1.000 habitantes), 2017. MS Serie 5 N°61/18. TMAPE: Tasa de mortalidad ajustada por edad. Ambos sexos, varones y mujeres, 2017. Elaboración sobre la base de datos del MS y del INDEC, según clasificación CIE-10. Nota: A partir de "Indicadores Básicos-Argentina 2001", esta publicación incorpora como población estándar la población total de Argentina del año 2000, con intervalos de 5 años. La misma población se aplica tanto a mujeres como a varones para permitir la comparación entre sexos. Por esta razón, al analizar series temporales que incluyan este año y anteriores se debe considerar esta circunstancia. 4,2810 - 4,8060 4,8060 - 5,0685 5,0685 - 5,2837 5,2837 - 5,8610 Sin datos TMAPE Mujeres 6,8740 - 7,5040 7,5040 - 7,9495 7,9495 - 8,2705 8,2705 - 9,6380 Sin datos TMAPE Varones Tasa bruta y ajustada de mortalidad según sexo (por 1.000 habitantes). Año 2017. TBM TMAPE T V M T V M REPÚBLICA ARGENTINA 7,8 8,1 7,4 6,4 8,1 5,1 Región Centro 8,4 8,6 8,2 6,3 8,0 5,0 CABA 10,5 10,0 10,9 5,6 7,2 4,6 Buenos Aires 8,1 8,4 7,86,4 8,1 5,1 Córdoba 8,2 8,4 8,0 6,4 8,0 5,1 Entre Ríos 7,6 7,9 7,3 6,2 8,0 4,9 Santa Fe 8,7 9,0 8,4 6,4 8,3 5,0 Región Cuyo 7,1 7,4 6,7 6,2 7,7 5,1 La Rioja 5,9 6,3 5,5 6,2 7,6 5,1 Mendoza 7,5 7,7 7,2 6,1 7,5 5,0 San Juan 7,0 7,5 6,5 6,6 8,3 5,3 San Luis 6,6 7,0 6,1 6,0 7,4 4,8 Región Noroeste 6,3 6,9 5,8 6,6 8,1 5,3 Catamarca 6,4 6,8 6,0 6,2 7,6 5,0 Jujuy 6,0 6,7 5,3 6,4 7,9 5,1 Salta 6,0 6,6 5,4 6,6 8,1 5,4 Sgo. del Estero 6,3 6,9 5,7 6,6 8,2 5,3 Tucumán 6,7 7,2 6,3 6,7 8,3 5,4 Región Noreste 6,4 7,2 5,6 7,0 8,8 5,5 Corrientes 6,7 7,4 5,9 6,7 8,4 5,2 Chaco 6,7 7,6 5,9 7,5 9,6 5,8 Formosa 6,6 7,3 5,9 7,1 8,4 5,9 Misiones 5,8 6,6 5,0 6,9 8,6 5,5 Región Patagónica 5,8 6,4 5,2 5,9 7,4 4,6 Chubut 5,7 6,4 5,1 5,9 7,6 4,6 La Pampa 7,7 8,4 7,1 5,8 7,3 4,5 Neuquén 5,3 5,9 4,7 5,8 7,3 4,5 Río Negro 6,5 7,2 5,8 6,0 7,5 4,7 Santa Cruz 4,5 5,0 3,9 6,2 7,6 5,0 Tierra del Fuego 3,5 4,0 3,0 5,5 6,9 4,3 Elaboración sobre la base de datos del MS y del INDEC, según clasificación CIE-10. CV Cardiovasculares: Códigos I00 al I99, excepto I46. TUM Tumores: Códigos C00 a D48. INF Infecciones: Códigos A00 a B99; J00 a J22; G00 a G03. CE Causas Externas: Códigos V01 a V99; W00 a Y98 (incluye accidentes, suicidios y homicidios). TLD Todas las demás: Resto de los códigos. Nota: A partir de "Indicadores Básicos - Argentina 2001", esta publicación incorpora como población estándar la población total de Argentina del año 2000, con intervalos de 5 años. La misma población se aplica tanto a mujeres como a varones para permitir la compa- ración entre sexos. Por esta razón, al analizar series temporales que incluyan este año y anteriores se debe considerar esta circunstancia. Tasa de mortalidad bruta (B) y ajustada por edad (A) según grupos de causas (por 100.000 habitantes). Año 2017. CV TUM INF CE TLD B A B A B A B A B A REPÚBLICA ARGENTINA 220,06 175,15 148,68 128,94 112,34 88,39 44,09 41,24 250,59 206,88 Región Centro 252,91 180,46 163,27 130,42 124,77 88,06 40,88 36,96 262,55 196,35 CABA 345,04 174,46 200,44 125,52 196,13 93,75 26,83 22,09 277,77 148,25 Buenos Aires 245,19 186,90 155,75 130,00 126,16 95,60 40,81 37,17 246,32 194,60 Córdoba 285,82 209,72 153,79 124,78 89,35 65,50 38,71 35,83 256,49 199,30 Entre Ríos 171,28 135,06 168,38 144,51 72,50 56,67 38,07 35,52 307,68 251,15 Santa Fe 206,33 143,64 175,38 138,11 112,40 77,44 57,07 51,32 317,84 232,80 Región Cuyo 207,60 178,74 139,88 127,50 84,19 70,50 47,56 45,35 227,56 199,57 La Rioja 143,37 151,84 101,05 108,66 80,68 84,36 33,33 33,01 230,13 245,03 Mendoza 226,16 179,27 151,12 130,43 76,60 58,84 52,69 49,05 239,28 194,93 San Juan 186,77 175,73 127,25 122,92 98,55 90,60 47,62 46,70 237,17 225,23 San Luis 216,26 194,65 145,13 134,32 94,64 83,35 38,22 37,18 164,55 150,84 Región Noroeste 134,87 141,30 100,84 107,59 107,86 111,30 49,76 49,54 238,78 248,93 Catamarca 172,59 165,53 105,33 105,24 77,64 73,19 48,71 47,75 233,41 226,77 Jujuy 92,45 99,48 92,32 99,71 103,59 110,53 55,82 56,26 258,57 276,03 Salta 123,41 139,85 104,80 119,32 110,05 122,36 48,68 49,10 209,30 231,23 Sgo. del Estero 131,41 138,55 95,13 103,12 79,21 81,64 48,09 47,85 278,22 291,52 Tucumán 156,49 155,37 103,61 105,31 132,07 128,83 49,14 48,13 232,93 232,40 Región Noreste 160,85 178,42 119,28 132,11 81,10 88,54 51,97 52,99 229,78 250,41 Corrientes 141,62 140,90 126,59 128,45 74,61 72,70 47,48 46,84 277,93 276,70 Chaco 139,28 159,65 127,12 143,71 93,74 106,10 55,73 56,96 254,76 285,28 Formosa 146,97 158,31 115,44 125,37 101,20 108,21 53,74 54,11 245,63 260,31 Misiones 205,45 249,99 107,08 127,78 65,07 77,55 51,53 54,53 155,07 181,64 Región Patagónica 132,43 134,09 137,02 141,46 70,42 70,66 42,21 41,64 198,53 202,67 Chubut 149,50 154,66 128,58 135,00 78,41 81,15 43,03 42,34 172,46 180,26 La Pampa 192,39 137,15 188,38 147,61 125,11 86,26 36,93 34,18 231,89 173,48 Neuquén 104,40 115,38 128,23 139,52 47,03 51,07 47,03 47,71 203,48 223,30 Río Negro 143,46 129,37 149,31 141,48 70,55 63,07 43,28 41,94 245,18 225,49 Santa Cruz 100,14 143,82 103,68 144,09 59,96 88,70 40,17 42,11 145,92 204,25 Tierra del Fuego 69,69 127,84 106,40 160,05 36,71 65,82 31,11 32,82 103,91 161,57 12 13 Tasa de mortalidad bruta y ajustada por edad según grupos de causas y sexo (por 100.000 habitantes). Año 2017. Elaboración sobre la base de datos del MS y del INDEC, según clasificación CIE-10. CV Cardiovasculares: Códigos I00 al I99, excepto I46. TUM Tumores: Códigos C00 a D48. INF Infecciones: Códigos A00 a B99; J00 a J22; G00 a G03. CE Causas Externas: Códigos V01 a V99; W00 a Y98 (incluye accidentes, suicidios y homicidios). TLD Todas las demás: Resto de los códigos. C V T U M I N F C E T L D Tasa bruta Tasa ajustada Tasa bruta Tasa ajustada Tasa bruta Tasa ajustada Tasa bruta Tasa ajustada Tasa bruta Tasa ajustada Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres Varones Mujeres REPÚBLICA ARGENTINA 222,96 216,36 223,78 137,06 156,78 140,46 157,49 109,59 108,15 115,94 108,15 73,95 65,62 23,11 64,05 19,59 253,23 246,85 254,75 169,53 Región Centro 251,11 253,31 232,62 140,80 172,39 153,99 161,52 109,77 118,04 130,52 108,82 73,37 60,30 22,03 57,54 17,53 259,42 263,95 243,16 160,91 CABA 321,48 365,59 228,79 136,01 204,84 196,51 154,48 109,07 181,62 208,85 122,85 75,83 38,14 16,88 33,86 12,02 254,96 297,65 184,42 124,01 Buenos Aires 248,13 240,25 240,65 144,83 164,73 146,12 160,05 109,26 121,03 130,04 117,13 79,88 60,66 21,06 57,95 17,15 244,58 245,42 238,50 160,15 Córdoba 280,98 290,22 265,07 168,85 161,43 146,37 153,06 106,62 85,91 92,52 81,15 54,08 55,98 22,21 54,40 18,44 260,26 252,73 248,44 163,97 Entre Ríos 160,57 181,46 162,70 112,26 188,69 148,81 188,45 114,34 67,13 77,68 68,51 48,48 57,91 18,95 56,76 16,00 316,30 299,23 319,02 196,70 Santa Fe 209,81 203,04 191,97 108,64 187,85 163,49 174,11 114,11 103,03 121,29 94,04 65,46 82,98 32,49 79,87 24,38 313,55 321,85 291,15 188,82 Región Cuyo 217,67 197,62 226,62 140,78 149,43 130,47 154,88 108,26 77,88 90,33 80,74 62,70 66,47 29,13 66,21 25,12 228,51 226,36 237,88 169,73 La Rioja 157,26 129,07 191,20 117,40 99,35 101,68 121,30 101,13 81,82 79,55 103,71 71,42 52,06 14,75 51,79 14,65 238,01 221,26 292,84 205,72 Mendoza 226,89 225,45 220,83 146,72 163,15 139,49 160,49 109,20 70,28 82,69 67,36 52,04 71,23 34,77 70,23 28,69 236,81 241,45 231,24 166,74 San Juan 219,13 154,80 245,21 122,25 134,15 120,49 148,36 105,30 85,78 111,06 97,77 84,58 68,94 26,72 70,30 23,87 239,70 234,43 269,47 191,95 San Luis 226,29 205,99 243,08 154,69 158,28 132,19 164,45 112,67 92,33 96,91 100,03 71,22 55,23 21,49 54,67 19,46 171,47 157,74 182,38 125,26 Región Noroeste 145,64 124,25 177,25 111,05 100,09 101,50 119,95 99,48 110,02 105,66 133,70 93,53 77,61 22,44 78,76 21,78 252,69 224,71 299,88 206,30 Catamarca 179,41 165,76 203,92 132,47 112,19 98,47 126,63 90,24 73,15 82,14 84,59 63,89 80,07 17,32 79,76 16,73 233,28 232,56 260,27 195,35 Jujuy 116,59 68,91 142,20 65,64 85,61 98,86 102,78 98,20 112,51 94,89 137,00 90,00 82,07 30,22 84,25 29,92 276,66 240,93 328,26 231,12 Salta 130,68 116,28 169,04 114,48 96,76 112,67 123,61 118,31 118,00 102,27 149,95 99,80 75,22 22,68 77,43 22,47 235,26 183,44 289,96 181,70 Sgo. del Estero 142,34 120,57 172,63 108,78 98,92 91,16 118,39 91,69 78,37 79,61 93,72 70,81 76,26 20,16 77,59 19,48 295,49 260,46 353,82 239,03 Tucumán 164,93 148,14 194,74 122,86 107,14 100,05 123,95 92,51 129,96 134,13 154,97 109,37 77,75 21,27 77,56 19,94 236,23 229,34 274,43 199,19 Región Noreste 174,73 146,85 221,00 141,87 128,78 109,88 157,89 112,97 87,04 75,20 109,52 71,88 78,82 25,56 82,27 25,05 252,06 207,18 306,55 201,54 Corrientes 155,18 127,52 179,81 107,67 131,21 122,09 147,59 114,26 78,43 70,90 90,85 58,79 71,55 24,06 73,19 21,86 304,42 249,97 345,29 216,63 Chaco 148,06 130,72 198,05 127,54 140,78 113,81 180,15 117,87 101,59 86,07 136,24 83,26 85,82 26,38 89,33 26,25 281,72 228,46 360,03224,58 Formosa 158,63 135,07 185,13 132,76 128,33 102,32 148,75 106,32 107,23 94,89 125,25 92,74 81,36 26,34 83,21 25,93 257,68 232,99 293,05 228,32 Misiones 225,06 185,72 307,27 200,88 115,49 98,68 151,98 109,16 71,13 59,01 95,83 63,23 77,37 25,74 83,62 26,53 174,96 135,24 224,48 145,56 Región Patagónica 147,30 117,51 174,94 99,85 148,87 125,12 172,71 117,92 69,18 71,67 83,18 60,78 63,89 20,45 64,24 19,52 212,34 184,59 248,21 164,03 Chubut 167,80 131,15 207,55 111,73 137,91 119,23 164,99 113,75 75,75 81,08 95,85 70,70 67,93 18,05 67,19 18,15 188,52 156,36 227,10 142,65 La Pampa 200,17 184,71 171,59 107,05 219,21 158,00 191,08 114,09 131,53 118,78 112,25 66,98 52,49 21,60 50,74 18,25 232,48 231,32 205,63 144,80 Neuquén 125,76 83,27 163,87 77,75 131,43 125,06 163,41 122,78 44,13 49,90 55,34 45,67 68,39 25,89 71,40 24,70 219,37 187,75 275,53 181,93 Río Negro 153,26 133,73 161,04 102,40 165,82 132,89 173,64 115,91 69,79 71,30 73,13 55,16 68,67 18,03 67,65 16,74 262,97 227,50 275,02 182,26 Santa Cruz 116,70 82,63 183,53 106,14 113,25 93,57 173,20 120,92 55,76 64,40 97,01 82,57 60,36 18,84 64,49 19,98 156,36 134,28 239,50 169,39 Tierra del Fuego 84,16 54,61 172,88 88,29 108,56 104,14 178,20 143,77 36,59 36,83 74,26 57,80 42,69 19,05 44,41 21,60 125,64 81,28 217,62 116,64 Nota: A partir de "Indicadores Básicos-Argentina 2001", esta publicación incorpora como población estándar la población total de Argen- tina del año 2000, con intervalos de 5 años. La misma población se aplica tanto a mujeres como a varones para permitir la comparación entre sexos. Por esta razón, al analizar series temporales que incluyan este año y anteriores se debe considerar esta circunstancia. Indicadores de mortalidad 14 15 Años potenciales de vida perdidos (0-70) cada 10.000 habitantes. Año 2017. Porcentaje de defunciones por causas mal definidas (R00-R99). Año 2017. Elaboración propia sobre la base de datos del Ministerio de Salud de la Nación y del INDEC, según clasificación CIE-10. CV Años potenciales de vida perdidos (APVP) por causas cardiovasculares (cada 10.000 habitantes). Códigos I00 al I99, excepto I46. TUM APVP por causas tumorales (cada 10.000 habitantes). Códigos C00 a D48. INF APVP por causas infecciosas (cada 10.000 habitantes). Códigos A00 a B99; J00 a J22; G00 a G03. CE APVP por causas externas (cada 10.000 habitantes). Códigos V01 a V99; W00 a Y98 (incluye accidentes, suicidios y homicidios). TOTAL APVP por todas las causas (cada 10.000 habitantes). (*) El total incluye las defunciones de sexo no especificado. Total (*) Varón Mujer REPÚBLICA ARGENTINA 6,0 5,9 6,1 Región Centro 5,7 5,7 5,8 CABA 3,1 2,9 3,3 Buenos Aires 3,7 3,7 3,7 Córdoba 8,0 7,9 8,0 Entre Ríos 18,2 17,8 18,5 Santa Fe 11,6 11,2 12,1 Región Cuyo 3,6 3,1 4,2 La Rioja 8,0 7,4 8,7 Mendoza 3,5 2,8 4,2 San Juan 2,9 2,5 3,4 San Luis 2,3 2,2 2,4 Región Noroeste 7,2 7,1 7,4 Catamarca 7,3 7,4 7,3 Jujuy 13,7 12,7 14,9 Salta 0,7 0,5 1,0 Sgo. del Estero 19,1 19,0 19,2 Tucumán 2,8 2,9 2,8 Región Noreste 9,3 9,1 9,6 Corrientes 15,6 15,8 15,4 Chaco 13,3 12,5 14,2 Formosa 4,6 4,4 5,0 Misiones 1,0 1,2 0,8 Región Patagónica 6,0 5,6 6,5 Chubut 3,5 3,5 3,5 La Pampa 5,1 3,7 6,8 Neuquén 2,1 2,4 1,7 Río Negro 11,8 11,5 12,3 Santa Cruz 5,3 4,3 6,3 Tierra del Fuego 3,2 3,1 3,4 CV TUM INF CE TOTAL Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres Total Varones Mujeres REPÚBLICA ARGENTINA 71,56 96,76 46,17 101,46 97,69 104,98 53,10 63,37 42,77 127,04 200,59 53,43 570,24 711,39 427,85 Región Centro 75,08 101,93 48,02 106,04 104,11 107,65 52,15 62,83 41,42 110,88 175,84 45,88 545,66 681,21 409,19 CABA 81,69 121,37 44,56 104,96 99,55 109,93 42,94 58,26 28,56 63,90 100,06 30,06 433,15 550,20 323,49 Buenos Aires 80,41 108,25 51,81 107,14 105,55 108,26 60,32 71,50 48,87 111,12 176,18 44,94 561,81 697,47 422,58 Córdoba 73,88 97,29 50,66 96,81 88,50 105,01 38,30 47,60 29,09 111,55 173,06 50,64 527,30 642,02 413,65 Entre Ríos 49,91 64,28 35,44 111,75 119,06 104,45 29,51 30,00 29,02 106,22 163,90 48,65 543,31 674,55 411,15 Santa Fe 54,09 73,99 34,43 109,01 111,37 106,67 43,05 52,50 33,71 151,14 245,00 58,38 582,25 753,65 412,85 Región Cuyo 67,69 91,80 43,55 91,13 83,99 98,02 33,32 38,64 28,00 136,11 210,06 62,18 518,18 638,92 395,85 La Rioja 72,23 102,87 41,31 84,89 58,06 109,58 57,67 51,43 63,97 108,49 173,54 42,83 549,29 641,70 453,22 Mendoza 62,05 82,84 41,38 93,80 90,73 96,85 28,00 37,26 18,80 148,98 223,68 74,71 510,15 638,65 380,83 San Juan 73,19 107,25 38,77 87,29 77,18 97,43 32,50 39,85 25,11 124,18 205,45 42,58 539,49 677,28 398,96 San Luis 77,65 93,96 61,23 91,59 88,71 94,49 36,26 32,08 40,48 125,98 193,00 58,50 492,11 578,46 405,17 Región Noroeste 60,53 79,14 41,93 79,46 70,23 88,65 66,64 77,77 55,51 170,24 268,44 72,11 638,54 791,40 483,96 Catamarca 66,56 85,92 46,75 78,31 77,15 79,51 30,59 35,90 25,15 160,11 254,27 63,77 586,74 723,94 438,97 Jujuy 48,16 69,40 27,13 75,18 65,91 84,37 67,12 81,67 52,70 179,83 269,00 91,48 637,10 806,97 468,81 Salta 55,05 70,51 39,68 83,27 61,91 104,50 84,45 100,66 68,34 178,82 274,54 83,69 686,01 828,17 541,53 Sgo. del Estero 60,45 79,82 40,89 81,81 73,60 89,92 62,53 66,70 58,26 166,01 263,24 67,83 610,06 763,88 454,34 Tucumán 69,38 88,78 50,07 77,11 75,53 78,69 62,68 73,62 51,78 163,55 269,63 57,92 628,46 786,27 470,31 Región Noreste 72,40 96,20 48,56 106,46 95,73 117,17 69,23 81,23 57,25 156,13 245,68 66,60 703,73 867,73 538,41 Corrientes 58,78 79,88 37,68 98,00 90,79 105,15 53,23 69,77 36,81 140,24 221,94 59,11 668,09 843,02 492,03 Chaco 62,32 84,03 40,77 111,01 99,18 122,76 64,62 83,45 45,91 170,50 274,98 66,74 718,76 922,08 516,85 Formosa 80,63 106,17 55,00 116,10 111,54 120,57 126,17 123,10 129,24 171,83 265,83 77,56 865,23 1008,97 715,99 Misiones 90,09 117,25 62,65 104,95 89,23 120,83 60,42 69,10 51,64 148,90 229,09 67,87 643,25 770,30 514,86 Región Patagónica 52,36 72,37 31,89 97,31 98,72 95,87 34,66 40,41 28,79 129,96 203,98 54,28 503,97 641,06 363,81 Chubut 64,44 91,29 36,96 96,66 97,14 96,17 39,15 41,75 36,49 135,57 215,34 53,90 519,26 664,49 370,58 La Pampa 55,23 78,16 31,98 104,73 118,40 90,87 36,49 46,52 26,31 104,92 159,24 49,85 475,65 602,99 346,54 Neuquén 41,16 55,64 26,61 90,93 84,91 96,99 26,31 34,07 18,52 136,62 217,56 55,24 491,69 631,54 351,09 Río Negro 48,69 63,92 33,28 109,13 109,75 108,51 34,15 38,35 29,90 140,17 226,46 52,86 542,26 681,02 401,87 Santa Cruz 64,15 89,82 36,67 85,31 93,55 76,49 44,59 51,18 37,53 126,51 192,80 55,53 500,31 652,06 337,83 Tierra del Fuego 37,96 56,61 18,39 83,26 81,25 85,36 28,80 33,46 23,90 98,63 131,04 64,61 397,99 479,31 312,62 Indicadores de mortalidad 16 17 Seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible Número de defunciones por SIDA y tuberculosis por jurisdicción de residencia del fallecido y sexo. Año 2017. Tasa de fecundidad adolescente temprana (10 a 14 años) y tardía (15 a 19 años). Argentina, 2010 a 2018. Fecundidad adolescente tardía (15-19 años) en la gradiente interprovincial definida por el Indice de Desarrollo Humano; circa 2015 y 2018. (*) El total incluye las defunciones de sexo no especificado. SIDA: B20 a B24 y O98.7 (CIE 10). Tuberculosis: A15 a A19 (CIE 10). Nota: El gráfico “Equiplots ponderados” permite observar el cambio en la tasa de fecundidad tardía ocurrido en cada grupo poblacional mediante la posición de los puntos para cada año. El tamaño de los puntos es proporcional a la cantidad de población en cada grupo. La longitud de la línea muestra la diferencia entre el grupo con mayor y menor tasa de fecundidad. SIDA TUBERCULOSIS TOTAL (*) VARON MUJER TOTAL (*) VARON MUJER REPÚBLICA ARGENTINA 1458 984 468 586 366 217 Región Centro 979 657 316 315 205 107 CABA 125 88 37 38 25 13 Buenos Aires 656 443 207 202 130 69 Córdoba 80 59 21 15 9 6 Entre Ríos 29 15 14 11 6 5 Santa Fe 89 52 37 49 35 14 Región Cuyo 84 59 25 29 18 11 La Rioja 2 1 1 0 0 0 Mendoza 59 43 16 14 9 5 San Juan 14 10 4 14 9 5 San Luis9 5 4 1 0 1 Región Noroeste 198 136 62 108 59 49 Catamarca 10 6 4 2 1 1 Jujuy 52 32 20 33 20 13 Salta 88 64 24 49 28 21 Sgo. del Estero 22 15 7 10 5 5 Tucumán 26 19 7 14 5 9 Región Noreste 104 65 39 103 62 41 Corrientes 20 15 5 21 16 5 Chaco 19 18 1 45 24 21 Formosa 25 15 10 24 15 9 Misiones 40 17 23 13 7 6 Region Patagónica 78 55 23 25 16 9 Chubut 21 15 6 9 5 4 La Pampa 2 2 0 2 2 0 Neuquén 24 16 8 1 1 0 Río Negro 16 10 6 7 5 2 Santa Cruz 11 8 3 6 3 3 Tierra del Fuego 4 4 0 0 0 0 Otros paises 7 6 1 2 2 0 Sin especificar 8 6 2 4 4 0 Indicadores de mortalidad 0 10 20 30 40 50 60 70 80 2010 67,4 1,9 1,9 1,8 1,9 1,8 1,6 1,4 1,5 1,4 68,2 65,6 64,9 65,1 62,6 55,9 53,1 49,2 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 Ta sa (p or 1 .0 00 m uj er es ) Temprana Tardía 75,9 46,4 47,2 31,7 0 20 40 60 80 100 Más bajo Segundo Tercero Más alto Fe cu nd lid ad ( x 1, 00 0) Cuartiles provinciales de desarrollo humano 2018 87,1 58,9 67,3 50,2 0 20 40 60 80 100 Más bajo Segundo Tercero Más alto Fe cu nd id ad ( x 1, 00 0) Cuartiles provinciales de desarrollo humano 2015 2018 2015 20 40 60 80 100 Fecundlidad (x 1,000) Equiplots ponderados 18 19 Indicadores de salud materno infantil Curva de Lorenz, coeficiente de Gini e índice de concentración para mortalidad infantil y materna. Año 2017. Proporción acumulada de nacidos vivos Curva de Lorenz Pr op or ci ón a cu m ul ad a de d ef un ci on es in fa nt ile s 0 0,1 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1 Coe ciente de Gini: 0,0813 Coe ciente de Concentración: 0,050 Mortalidad infantil Proporción acumulada de nacidos vivos Curva de Lorenz Pr op or ci ón a cu m ul ad a de d ef un ci on es in fa nt ile s 0 0,1 0,1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1 0,2 0,3 0,4 0,5 0,6 0,7 0,8 0,9 1 Coe ciente de Gini: 0,289 Coe ciente de Concentración: 0,214 Mortalidad materna 1. Tasa bruta de natalidad (por mil habitantes), 2017. MS Serie 5 N° 61/18. 2. Porcentaje de nacidos vivos ocurri- dos en establecimientos asistencia- les con relación al total de nacidos vivos (de lugar de ocurrencia cono- cido), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. 3. Porcentaje de nacidos vivos de muy bajo peso al nacer (< 1.500 grs.) (de peso conocido), 2017. Elabo- ración propia en base a datos del MS Serie 5 Nº 61/18. 4. Porcentaje de nacidos vivos de bajo peso al nacer (< 2.500 grs.) (de peso conocido), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. 5. Porcentaje de nacidos vivos de madres menores de 15 años (de edad conoci- da), 2017. Elaboración propia en base a datos del MS Serie 5 Nº 61/18. 6. Porcentaje de nacidos vivos de madres menores de 20 años (de edad conoci- da), 2017. Elaboración propia en base a datos del MS Serie 5 Nº 61/18. 7. Razón de mortalidad materna (por 10.000 nacidos vivos), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. 8. Tasa de mortalidad infantil (por 1.000 nacidos vivos), 2017. MS Se- rie 5 Nº 61/18. 9. Tasa de mortalidad neonatal (por 1.000 nacidos vivos), 2017. MS Se- rie 5 Nº 61/18. 10. Tasa de mortalidad postneonatal (por 1.000 nacidos vivos), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. 11. Tasa de mortalidad de 1 a 4 años (por 1.000 niños de 1 a 4 años), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. 12. Tasa de mortalidad perinatal (por 1.000 nacidos vivos y defunciones fetales tar- días), 2017. MS Serie 5 Nº 61/18. Notas: Los totales por regiones han sido calculados en base a datos existentes en la publicación MS Serie 5 Nº 61/18. Se consideran nacidos vivos registrados a los ocurridos en el año de registro y en el año inmediato anterior. El símbolo "-" indica que no se registraron defunciones maternas en la jurisdicción. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 REPÚBLICA ARGENTINA 16,0 99,7 1,1 7,3 0,4 13,6 2,9 9,3 6,5 2,9 0,4 11,5 Región Centro 15,0 99,8 1,1 7,6 0,3 12,0 2,3 9,1 6,2 2,9 0,4 11,2 CABA 11,7 99,8 1,1 7,2 0,1 5,3 0,3 6,9 4,9 2,0 0,3 17,2 Buenos Aires 15,4 99,8 1,1 7,7 0,2 12,3 2,7 9,4 6,3 3,1 0,3 10,5 Córdoba 15,0 99,6 1,1 7,1 0,2 12,0 2,9 9,3 6,5 2,8 0,3 11,9 Entre Ríos 16,3 99,9 1,1 7,2 0,4 15,7 1,4 8,2 6,4 1,9 0,5 11,5 Santa Fe 15,4 99,8 1,2 7,5 0,5 13,5 1,3 9,0 6,1 3,0 0,4 9,9 Región Cuyo 16,4 99,9 1,2 6,8 0,2 12,9 1,5 8,8 6,2 2,5 0,4 11,1 La Rioja 15,6 99,9 1,3 7,1 0,4 14,4 5,1 10,2 6,6 3,6 0,4 7,1 Mendoza 16,3 99,9 1,1 6,6 0,2 12,0 1,6 7,8 5,5 2,3 0,4 10,3 San Juan 18,1 100,0 1,3 6,4 0,2 13,8 0,7 10,7 8,0 2,6 0,4 14,5 San Luis 14,8 99,8 1,4 7,9 0,3 13,8 - 8,3 6,0 2,4 0,4 11,2 Región Noroeste 17,7 99,6 1,2 6,9 0,6 17,3 3,5 10,2 7,4 2,8 0,5 12,6 Catamarca 15,8 99,4 1,2 7,9 0,5 16,5 3,1 7,8 5,3 2,5 0,4 8,6 Jujuy 15,8 99,7 1,1 6,1 0,3 16,3 3,4 10,5 7,6 3,0 0,4 14,8 Salta 19,7 99,2 1,2 6,8 0,7 18,3 4,8 11,0 7,8 3,2 0,6 12,9 Santiago del Estero 18,8 99,6 0,8 5,9 0,6 18,8 3,4 7,5 4,9 2,6 0,4 9,4 Tucumán 16,7 99,9 1,5 7,9 0,5 16,0 2,6 11,5 9,1 2,5 0,4 14,3 Región Noreste 19,8 98,9 1,1 7,5 0,8 19,9 6,2 11,3 7,9 3,4 0,5 14,5 Corrientes 18,3 99,8 1,0 7,1 0,6 18,3 6,0 12,8 10,2 2,6 0,4 16,7 Chaco 19,8 98,6 1,3 8,2 0,8 20,4 6,5 10,9 6,9 4,1 0,6 13,2 Formosa 19,6 98,8 1,3 7,6 1,0 21,7 10,4 16,0 11,5 4,6 0,8 17,2 Misiones* 21,1 98,6 0,9 7,2 0,8 19,9 4,3 8,4 5,5 2,9 0,5 12,6 Región Patagónica 15,9 99,8 1,0 6,5 0,3 11,5 2,7 7,6 5,3 2,3 0,4 8,8 Chubut 15,3 99,7 0,7 6,2 0,3 11,1 4,4 6,8 4,2 2,5 0,4 8,2 La Pampa 14,3 99,9 0,8 7,0 0,3 12,7 2,0 8,6 5,6 3,0 0,3 9,8 Neuquén 16,3 99,8 1,2 6,5 0,2 11,8 1,0 7,1 4,7 2,4 0,4 7,2 Río Negro 16,0 99,7 1,1 6,3 0,3 11,4 3,5 8,1 6,1 2,0 0,6 10,1 Santa Cruz 17,0 99,9 1,0 6,3 0,4 12,1 1,7 8,4 6,3 2,1 0,3 9,0 Tierra del Fuego 16,9 100,0 1,1 7,6 0,1 8,5 3,7 7,0 5,2 1,8 0,2 8,4 Año 2017. Nota: A partir del año 2013 se utiliza el NBI del Censo de población 2010 para el cálculo del Indice de concentración. 20 No tas téc ni cas y fuen tes de da tos Notas técnicas • La tasa de crecimiento anual medio ex- presa el ritmo de crecimiento de una po- blación. Representa el número medio de personas que anualmente se incorpora a la población por cada mil habitantes. Es la tasa de crecimiento natural más la tasa anual de migración neta. • La tasa global de fecundidad represen- ta el número medio de hijos por mujer que en un periodo dado habría nacido por cada mil mujeres sometidas a las tasas de fecundidad observadas para ese período. • La esperanza de vida al nacer estima el número de años que en promedio puede esperar vivir un nacido vivo en una pobla- ción y año determinado, si se mantuvieran constantes durante su vida las tasas de mortalidad específicas por edad que pre- valecían cuando nació. • El índice de desarrollo humano (IDH) re- sulta del promedio del índice de esperan- za de vida, el índice de nivel educacional y el índice de P.I.B. ajustado. • Las necesidades básicas insatisfechas han sido definidas de acuerdo con la me- todología utilizada por el INDEC. • La condición de analfabetismo se refiere a la población que no sabe leer ni escribir. • Tasa de actividad: se calcula como el por- centaje entre la población económicamen- te activa y la población total. La población económicamente activa está integrada por las personas que tienen una ocupación o que, sin tenerla, la están buscando activa- mente. Está compuesta por la población ocupada más la población desocupada. • La mortalidad neonatal y postneonatal reducible incluye aquellas causas reduci- bles (de resolución sencilla y en general de bajo costo) y las parcialmente redu- cibles (que podrían reducirse por deter- minadas acciones de salud, pero no hay evidencias categóricas que ello fuese de esta manera). Se excluyen las no evitables (de difíciles o imposibles de reducción con medidas sencillas). • Población con servicio de agua corriente hace referencia a la población con provi- sión de agua de red pública por cañería dentro de la vivienda o terreno. • Población con servicio de desagües cloa- cales hace referencia a la población que tiene inodoro con descarga de agua