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El Niño 
EXPLOSIVO
Un nuevo modelo para
comprender y criar al 
niño fácil de frustrar y
crónicamente inflexible
 
 
 
 
Ross W. Greene,
Ph.D.
 
 
 
 
 
iUniverse, Inc.
Bloomington
 
El Niño EXPLOSIVO
Un nuevo modelo para comprender y criar al niño
fácil de frustrar y crónicamente inflexible
 
Copyright © 2013 Ross W. Greene, Ph.D.
 
Todo los derechos resvervados. Ninguna parte
de este libro puede ser usada ni reproducida por
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ISBN: 978-1-4759-7492-8 (carátula blanda)
ISBN: 978-1-4759-7493-5 (libro electrónico)
 
El Número del Biblioteca del Congreso Control:
2013902142
 
 
iUniverse fecha de revisiones: 4/18/2013
http://www.iuniverse.com
 
 
 
Cualquier persona puede enojarse,
eso es fácil…
pero enojarse con la persona
correcta, al grado correcto, a la
hora correcta, por el propósito
correcto, y de la manera correcta…
esto no es fácil.
—Aristotle
 
¿Si yo no hago por mí, quién hará
por mí?
Pero si hago sólo por mí, ¿qué soy?
Y si no ahora, ¿cuándo?
—Hillel
 
 
Las ilusiones son las verdades por
las que vivimos hasta que sepamos
mejor.
—Nancy Gibbs
Índice
Prólogo
1 El Episodio Del Waffle
2 Los Niños Hacen Bien Si Pueden
3 Habilidades Rezagadas Y Problemas Sin
Resolver
4 Drama En La Vida Real
5 La Verdad Sobre Las Consecuencias
6 Tres Planes (Uno En Particular)
7 Problemas En El Paraíso
8 Escenas B
9 Ayuda Adicional
10 Asuntos Familiares
11 El Dinosaurio En El Edificio
12 Mejor
Prólogo
Bienvenidos a la cuarta edición de
El Niño Explosivo, la cual viene doce
años después de la primera edición
que fue publicada en 1998. Una de
las cosas más fascinantes sobre
este enfoque diseñado para ayudar
a los niños difíciles definido en
estas páginas es que continua
evolucionando mientras intento
hacerlo lo más claro y accesible
posible para los adultos que viven y
trabajan con niños con desafíos de
comportamiento. Esta edición
refleja las actualizaciones más
recientes al modelo.
Muchas veces la gente pregunta,
“¿Cómo puedo saber si mi hijo es
explosivo?” Por supuesto, no existe
un análisis de sangre. “Explosivo”
es una metáfora para los niños que
se frustran mucho más fácilmente,
con más frecuencia, y de maneras
mucho más extremas- gritan,
maldicen, escupen, golpean,
patean, muerden, destruyen
propiedad- que niños “ordinarios”.
Estos son los niños que llegan al
borde más fácilmente y responden
de manera mucho menos flexible.
Mientras que el título de este libro
sugiere que solamente se trata de
niños explosivos, en realidad se
puede aplicar a cualquier niño que
exhibe comportamientos
problemáticos.
Por supuesto, los niños explosivos
han sido representados de varias
maneras: difíciles, caprichosos,
manipulativos, queriendo llamar la
atención, tercos, o sin motivación.
Ellos pueden ser diagnosticados con
varios trastornos siquiátricos tal
como trastorno de oposición
desafiante (ODD), trastorno bipolar,
trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (ADHD), trastorno
explosivo intermitente, trastorno de
Tourette, depresión, trastorno
reactivo de la vinculación de la
infancia o la niñez, síndrome de
Asperger, o trastorno obsesivo-
compulsivo. Mientras que estos
diagnósticos pueden ser útiles de
algunas maneras- tal vez si la meta
es ayudarle a la gente a tomar en
serio los desafíos de
comportamiento de los niños- no
son muy útiles para ayudarle a la
gente a entender estos desafíos ni
para saber qué hacer con ellos.
Por mucho tiempo la opinión
predominante era que los
comportamientos difíciles de los
niños eran simplemente una
consecuencia de prácticas de
crianza pasivas, permisivas, e
inconsistentes de parte de los
padres. Pero hemos aprendido
bastante sobre los niños difíciles
durante los últimos treinta años, y
los resultados sugieren que las
dificultades de estos niños son
mucho más complejas de lo que se
pensaba anteriormente. Debemos
asegurarnos de que lo que
hagamos para ayudarles a los niños
difíciles refleje lo que sabemos
sobre ellos hoy en día.
Al escribir esta y las ediciones
anteriores de El Niño Explosivo, mi
meta ha sido proveer un
entendimiento sobre estos niños y
describir un enfoque práctico y
comprensivo dirigido a disminuir las
interacciones contradictorias entre
los niños difíciles y los adultos que
cuidan de ellos, para poder mejorar
las capacidades de estos niños en
las áreas de flexibilidad, tolerancia
a la frustración, comunicación,
resolución de problemas, y auto-
regulación.
Como siempre, el único requisito
es tener una mente abierta.
Ross W. Greene, Ph.D.
Boston, Massachusetts
 
CAPÍTULO 1
El Episodio del Waffle
Jennifer, once años de edad, se
despierta, tiende su cama, se
asegura de que todo en su cuarto
esté en su lugar, y se dirige hacia la
cocina para desayunar. Busca
dentro del congelador y saca una
caja de waffles, y cuenta seis
waffles. Dirigiéndose a sí misma, se
dice, “me como tres para el
desayuno hoy, y tres mañana”.
Jennifer prepara sus tres waffles y
se sienta a desayunar.
 
Momentos después, su mamá y
hermanito de cinco años, Adam,
entran a la cocina, y su mamá le
pregunta a Adam qué le gustaría
desayunar. “Waffles”, le responde
Adam, y su mamá saca los waffles
del congelador. Jennifer, quien
había estado escuchando
atentamente, explota.
 
“Él no puede comerse los
waffles!”, grita Jennifer, su cara
enrojeciéndose rápidamente.
 
“¿Por qué no?”, pregunta su
mamá, su tono de voz aumenta, sin
tener una explicación sobre el
comportamiento de Jennifer.
 
“¡Yo me iba a comer esos waffles
mañana para mi desayuno!”, grita
ella y brinca de su silla.
 
“¡No le voy a decir a tu hermano
que no puede comerse los
waffles!”, le grita su mamá.
 
“¡No se los puede comer!”, grita
de nuevo Jennifer, ahora cara a
cara con su mamá.
 
La mamá, precavida de la
agresión física y verbal de la cual es
capaz durante estos momentos,
desesperadamente le pregunta a
Adam si podría haber alguna otra
cosa que consideraría comer.
 
“Yo quiero waffles,” tímidamente
contesta Adam, escondiéndose
detrás de su mamá.
Jennifer, quien su frustración y
agitación están en un pico, empuja
a su mamá fuera de su camino,
arrebata la caja de waffles
congelados, avienta la puerta del
congelador, empuja una silla de
cocina, arrebata su plato de waffles
tostados, y se marcha a su cuarto.
Su mamá y hermano comienzan a
llorar.
La familia de Jennifer ha
soportado cientos de episodios
similares. En muchos casos, las
explosiones son más prolongadas e
intensas e involucran mas agresión
física y verbal de la cual se
describió anteriormente (cuando
Jennifer tenía solo ocho años, pateó
la ventana del carro de su familia).
Los doctores le otorgaron una
variedad de diagnósticos a Jennifer:
trastorno oposicional-desafiante,
trastorno bipolar, trastorno
explosivo intermitente. Pero para
los padres de Jennifer, otro simple
diagnóstico no comienza a capturar
la agitación, confusión, y trauma
que sus episodios de enojo han
causado…y no les ayuda a entender
a su hija, ni cómo ayudarla de la
mejor manera posible.
Sus hermanos y madre le tienen
miedo. Su inconsistencia e
inflexibilidad extrema requiere
vigilancia constante y enorme
energía de parte de su madre y
padre, la cual consume la atención
que los padresquisieran poder
dedicar a los hermanos de Jennifer.
Sus padres alegan frecuentemente
sobre la mejor manera de manejar
su comportamiento, pero los dos
están de acuerdo sobre el gran
estrés que Jennifer le pone al
matrimonio. Jennifer no tiene
amigos cercanos; los niños que
inicialmente hacen amistad con ella
luego encuentran su personalidad
rígida muy difícil de tolerar.
A través de los años, los padres
de Jennifer han solicitado ayuda de
varios profesionales de salud
mental, la cual la mayoría les han
aconsejado que debieran poner en
acción límites más firmes y ser más
consistentes en manejar el
comportamiento de Jennifer. Ellos
les han instruido como implementar
estrategias formales de premios y
castigos, usualmente utilizando
visuales con calcomanías y castigos
breves. Cuando tales estrategias no
funcionaron, Jennifer fue medicada
con múltiples combinaciones de
drogas, sin efectos dramáticos.
Después de ocho años de consejos,
límites más firmes, programas
motivacionales, y medicina, Jennifer
ha cambiado muy poco desde que
era una niña, cuando sus padres
por primera vez se dieron cuenta
que había algo “diferente” acerca
de ella. De hecho, sus arranques
son más intensos y más frecuentes
que nunca.
“La mayoría de las personas no
se pueden imaginar lo vergonzoso
que es tenerle miedo a su propia
hija”, dijo la mama de Jennifer un
día. “La gente que no tiene un hijo
como Jennifer no tienen idea lo que
es vivir así. Créame, esto no es lo
que me imaginé cuando soñaba con
tener hijos. Esto es una pesadilla.”
“No se puede imaginar la
vergüenza que paso cuando
Jennifer pierde el control alrededor
de otras personas que no la
conocen”, siguió su madre. “Me
siento con ganas de decirles, ‘tengo
dos niños en casa que no se
comportan así– ¡en realidad sí soy
buena madre!
“Yo sé que la gente ha de pensar,
‘Qué padres tan débiles ha de
tener…lo que esa niña en realidad
necesita es una buena paliza.’
Créame, hemos intentado todo con
ella. Pero nadie nos ha podido decir
como ayudarla… ¡nadie nos ha
podido decir qué es lo que le pasa a
ella!
“Odio la persona en la que me he
convertido. Yo me creía una
persona amable, paciente, y
compasiva. Pero Jennifer me ha
causado que actúe de una manera
que nunca me sentí capaz. Estoy
emocionalmente cansada. No
puedo seguir viviendo así.
“Yo conozco muchos otros padres
que tienen hijos con dificultades…
usted sabe, niños que son
hiperactivos o que les cuesta
trabajo poner atención. ¡Yo quisiera
tener un niño que solamente fuera
hiperactivo o que tuviera dificultad
con prestar atención! ¡Jennifer
pertenece a un grupo
completamente diferente! Me hace
sentir muy sola.
La verdad es que la madre de
Jennifer no está sola; hay muchos
niños como Jennifer en el mundo.
Los padres de estos niños
frecuentemente descubren
estrategias que usualmente son
efectivas para formar el
comportamiento de otros niños-
tales como explicar, razonar,
asegurar, redirigir, insistir, ignorar,
premiar, y castigar-cuales no logran
el mismo éxito con sus ‘Jennifers’.
Hasta los medicamentos que son
recetados usualmente no producen
un mejoramiento satisfactorio. Si
usted ha comenzado a leer este
libro porque tiene una Jennifer
propia, usted ha de entender como
se sienten los padres de Jennifer:
frustrados, confusos, enfadados,
amargados, llenos de
remordimiento, abrumados,
cansados, y desesperados.
Niños como Jennifer se distinguen
por unas cuantas características-
una inflexibilidad notable, baja
tolerancia a la frustración, y
mínimas habilidades hacia la
resolución de problemas- cuales
logran hacerles la vida mucho más
difícil a ellos y a los demás que
interactúan con ellos. Estos niños
tienen una enorme dificultad
pensando bien las cosas cuando se
encuentran frustrados y
frecuentemente contestan con una
extrema rigidez y agresión física o
verbal hacia hasta los cambios o las
demandas más pequeñas.
Por propósitos de exposición en
este libro, me refiero a tales niños
como “explosivos”, pero el enfoque
que se describe en este libro se
puede aplicar a niños quienes
exhiben cualquiera variedad de
comportamientos desafiantes.
¿De qué manera son los niños
explosivos diferentes a otros niños?
Echemos un vistazo a la manera en
que diferentes niños responden a
un escenario de familia el cual es
bastante común. Imagínese que
Niño 1- Michael- está viendo la
televisión, y su mamá le pide que
ponga la mesa para la cena. A
Michael no le cuesta mucho trabajo
cambiar de actividades según su
agenda personal- ver la televisión-a
la agenda de su madre- poner la
mesa para la cena. Por lo tanto, en
respuesta a “Michael, me gustaría
que apagues la televisión y vengas
a poner la mesa para la cena”, él
probablemente respondiera, “Está
bien, mamá, estoy yendo,” y
comenzaría a cumplir con lo que se
le ha pedido.
Niño 2-Jermaine-es un poco más
difícil. A él le cuesta más trabajo
cambiar de su agenda a la de su
madre, pero es capaz de manejar
su frustración y cambiar de
actividad (a veces con la asistencia
de una amenaza). Por lo tanto, en
respuesta a “Jermaine, me gustaría
que apagues la televisión y vengas
a poner la mesa para la cena,”
Jermaine inicialmente podría gritar,
“¡De ninguna manera, no quiero
hacerlo!” o podría él quejarse, “¡Tu
siempre me pides algo
precisamente cuando estoy
haciendo algo que me gusta!” Sin
embargo, con un poco de ayuda
(Madre: “Jermaine, si no apagas la
televisión y vienes a poner la mesa
para la cena en este momento, te
vas a merecer un “tiempo fuera”),
estos niños “más difíciles” sí pueden
adaptarse mejor a los cambios.
Y luego, tenemos a Jennifer, Niño
3, la niña explosiva a la cual
adaptarse a los cambios- de su
agenda a la de su madre- a
menudo induce un rápido, intenso,
y debilitante nivel de frustración. En
respuesta a “Jennifer, me gustaría
que apagues la televisión y vengas
a poner la mesa para la cena,” es
imposible saber qué podría ella
hacer o decir en ese momento.
Niños explosivos vienen de todas
formas y tamaños. Algunos
revientan docenas de veces cada
día; otros, tal vez solo unas pocas
veces a la semana. Muchos pierden
el control solamente en casa; otros,
solamente en la escuela; y aún
otros, en ambos escenarios.
Un tal niño, Richard, energético y
carismático de catorce años, quien
fue diagnosticado con Déficit de
Atención con Hiperactividad
(ADHD), comenzó a llorar durante
nuestra primera sesión cuando le
pregunté si él pensaba que era
buena idea que nosotros
empezáramos a ayudarle a manejar
su frustración para que se lleve
mejor con su familia. Otro niño,
Jack de diez años -inteligente pero
frecuentemente de mal humor, a
quien diagnosticaron con trastorno
bipolar-tenía un patrón confiable de
convertirse inflexible e irracional
sobre asuntos tan insignificantes;
sus groserías y gritos en el medio
de su frustración provocaban
comportamientos similares de parte
de sus padres. Otro niño, Marvin de
ocho años -inteligente, activo,
impulsivo y fácil de enfadecer quien
fue diagnosticado con el Síndrome
de Tourette, depresión, y ADHD-
reaccionaba a los cambios
inesperados con una gran
intensidad (y ocasionalmente con
violencia física). En una ocasión, el
padre de Marvin inocentemente
apago una luz que no se necesitaba
en el cuarto donde Marvin estaba
jugando videojuegos, provocando
un increíble apagón que duró una
hora.
Algo que va a quedar muy claro al
leer este libro es que estos niños
tienen estupendas cualidades y
tremendas posibilidades. De
muchas maneras, sus habilidades
cognitivas se desarrollaron a paso
normal. Pero la inflexibilidad,
inhabilidad de tolerar frustración, y
la dificultad de resolver problemas
frecuentemente esconden las
cualidades más positivas de estos
niños, y causan bastante dolor para
ellos mismos y a los de su
alrededor. No me viene a la mente
otro grupo de niños más
malentendido que estos. Sus padres
por lo regular son cariñosos y con
buenas intenciones, pero a menudo
se sienten culpables de que no han
logrado ayudarles a sus hijos.
“Sabes,” decía la madre de
Jennifer, “cada vez que me hago
ilusiones…cada vezque tengo una
amable interacción con Jennifer…
me permito ser más optimista y la
comienzo a querer de nuevo…y
luego todo esto se me derrumba
con su siguiente explosión. Me da
pena decirlo, pero por la mayor
parte del tiempo ella no me cae
bien, y definitivamente no me gusta
lo que le está haciendo a la familia.
Estamos en un eterno estado de
crisis.
Claramente, hay algo diferente
acerca de las Jennifers de este
mundo. Esta es una realización
crítica a la que deben llegar los
padres y los demás. Pero aún, sí
hay esperanza, siempre y cuando
los padres, maestros, y terapeutas
sean capaz de entender una
segunda realización: que los niños
explosivos requieren un enfoque a
la disciplina así como también el
establecimiento de límites que es
diferente a lo que requieren otros
niños.
El tratar con niños explosivos más
efectivamente requiere, en primer
lugar, una comprensión de por qué
estos niños se comportan de esa
manera. Ya sabiendo el porqué, las
estrategias para ayudar a mejorar
las cosas con estos niños se hacen
evidentes. En algunos instantes,
logrando una comprensión más
exacta acerca de las dificultades del
niño puede en sí mismo llevar a
cabo un mejoramiento en las
interacciones entre adulto y niño,
mucho antes de que cualquier otra
estrategia formal se intente. Los
primeros capítulos de este libro son
dedicados a ayudarlo a usted a
entender por qué estos niños se
adaptan tan mal a los cambios y las
demandas, se frustran tan
fácilmente, y explotan tan
rápidamente y a menudo. Usted
aprenderá por qué las estrategias
populares que se han usado para
tratar al niño difícil, son en realidad
menos efectivas de lo esperado. En
los capítulos finales, usted va a leer
sobre las estrategias alternativas
que les han beneficiado a muchos
niños, familias, y maestros con los
que yo he trabajado durante los
años.
Si usted es el padre de un niño
explosivo, este libro le puede
ayudar a restaurar un poco de
cordura en su familia y ayudarlo a
que usted sienta que en realidad sí
puede manejar las dificultades que
tiene su hijo con confianza y
competencia. Si usted es un
maestro, familiar, amigo, o
terapeuta, este libro, por lo menos,
lo ayudará a entender. No existe un
remedio. Pero sin duda hay motivos
para tener optimismo y esperanza.
CAPÍTULO 2
Los Niños Hacen Bien
Si Pueden
Unas de las cosas más
sorprendentes y gratificantes de ser
padre es ver a su hijo desarrollar
nuevas habilidades y dominar cada
vez más complejas tareas con cada
mes y año que pasa. El bebé
primero gatea, progresa a caminar,
y luego avanza a correr; balbucear
se desarrolla lentamente en hablar;
el sonreír se avanza hacia formas
más sofisticadas de la socialización;
aprender las letras del alfabeto
prepara el escenario para leer
palabras enteras, luego frases,
párrafos, y libros.
No hace falta decir que los niños
desarrollan estas, y una serie de
otras habilidades, a ritmos muy
diferentes. Este desarrollo es
frecuentemente irregular en el
mismo niño; por ejemplo, algunos
niños aprenden a leer más
fácilmente que aprender a sumar y
restar. Cuando los niños no
aprenden una habilidad tan
rápidamente o fácilmente como se
esperaba, a veces es porque no han
sido expuestos al material (por
ejemplo, tal vez Steve no puede
golpear una pelota de béisbol muy
bien porque nadie le enseño cómo
hacerlo). Más común es que niños
tengan dificultades en aprender una
habilidad en particular a pesar de
que tienen el deseo de dominarlo y
han recibido la instrucción general
necesaria para hacerlo. No es que
ellos no quieren aprenderlo; es
simplemente que ellos no aprenden
tan fácilmente como se esperaba.
Cuando esto sucede, a menudo les
damos una ayuda especial (por
ejemplo, ofrecemos asistencia
correctiva en matemáticas o
instrucción especial en golpear una
pelota de béisbol).
Así como algunos niños tienen
dificultad en la adquisición de
ciertas habilidades académicas o
deportivas, otros- los niños que
tratamos en este libro- tienen
dificultad en otras áreas de
habilidades críticas: flexibilidad,
tolerancia a la frustración, y
resolución de problemas.
Interactuar bien con otras personas
y manejar los problemas de la vida
sin descontrolarse requiere la
capacidad para adaptarse, la
competencia en la resolución de
problemas, la capacidad para
resolver los desacuerdos de forma
amistosa, y la modulación de las
emociones que el niño experimenta
cuando se siente frustrado. No hay
muchas situaciones en el día de un
niño que no requieran flexibilidad,
tolerancia a la frustración, y
resolución de problemas. Cuando
dos niños están en desacuerdo
sobre cual juego jugar, esperamos
que ambos tengan los
conocimientos necesarios para
resolver el conflicto de una manera
mutuamente satisfactoria. Cuando
los padres son forzados a cancelar
un viaje al parque de atracciones,
esperamos que el niño tenga la
capacidad de expresar su decepción
apropiadamente, considerar
arreglos alternativos, y que esté de
acuerdo con un nuevo plan. Cuando
un niño está jugando en un
videojuego y es hora de venir a
cenar, esperamos que el niño sea
capaz de interrumpir su juego y
manejar sus sentimientos de
frustración, y pensar con la claridad
suficiente como para reconocer que
él puede volver al juego más tarde.
Y cuando una niña decide que se
comerá tres waffles para el
desayuno hoy y tres mañana pero
su hermano decide que él también
quiere waffles hoy, esperamos que
la niña pueda ser más flexible en su
forma de pensar (“definitivamente
me comeré esos tres waffles para el
desayuno de mañana, así que no
hay forma de que mi hermano se
los pueda comer hoy”) y llegue a
una solución más flexible,
adaptable, y satisfactoria para
ambos niños (“supongo que no
tengo que comerme precisamente
esos waffles. Puedo pedirle a mi
mamá que compre más. De todos
modos, puede que ni siquiera tenga
ganas de comer waffles mañana.”).
Algunos niños- a los cuales nos
referimos como teniendo
temperamentos difíciles- son
inflexibles y se frustran fácilmente
desde el momento en que entran al
mundo. Desde el nacer pueden ser
difíciles de consolar o calmar,
tienen dificultades con la
alimentación, y reaccionan
exageradamente a ruidos, luces, y
otros malestares (hambre, frio, un
pañal mojado, etc.). En otros niños,
las dificultades con la flexibilidad,
tolerancia a la frustración, y la
resolución de problemas tal vez no
son evidentes hasta más adelante
en la infancia, cuando se les
demanda que tengan habilidades
sociales y de comunicación más
complejas, que controlen sus
impulsos, y que puedan modular
sus emociones.
Aquí está el punto importante: los
niños sobre los que se escribió este
libro no eligen explotar, igual como
un niño no elige tener una
discapacidad de lectura. Estos niños
carecen de las habilidades
fundamentales necesarias para el
manejo de los desafíos de la vida.
Hay una gran diferencia entre
viendo las explosiones de estos
niños como resultado de la falta de
progreso, y viendo éstas
explosiones como planeadas,
intencionales, y con propósito.
Si usted ha estado inclinado o
persuadido a aceptar el último
punto de vista, entonces usted está
probablemente bien familiarizado
sobre las etiquetas convencionales
que se utilizan para describir a
estos niños como tercos,
intransigentes, manipuladores,
malcriados, solamente deseando
llamar la atención, queriendo estar
en control, resistentes, sin
motivación, fuera de control, y
desafiantes. Y si usted es el padre
de unos de estos niños,
probablemente también está
acostumbrado a ser culpado por el
comportamiento explosivo de su
hijo. La suposición común- aún
entre los profesionales de salud
mental con buenas intenciones- es
que los niños son explosivos porque
sus padres son pasivos, permisivos,
y disciplinarios inconsistentes. Por
supuesto, esta suposición no toma
en cuenta que muchos de los
hermanos de los niños explosivos
realmente se comportan muy bien,
y que muchos niños de buen
comportamiento tienen padres que
son disciplinarios inconsistentes.
Pero, como se puede esperar, esta
suposición resulta en el uso de
estrategiasconvencionales con el
propósito de que los niños hagan
bien y de enseñarles quién es el
que manda ayudándole a los padres
ser firmes, más consistentes en sus
maneras de disciplinar, típicamente
a través de la ejecución de
programas populares de gráficos
con calcomanías y sistemas
basados en la acumulación de
puntos, recompensas (como
privilegios especiales) y castigos. Si
usted siente que esta suposición y
las etiquetas y estrategias
asociadas no le han brindado
resultados exitosos con su hijo,
usted no está solo.
A lo largo de este libro, los animo
a poner la sabiduría convencional a
un lado y que consideren el punto
de vista alternativo: que su hijo ya
está muy motivado a hacer bien y
que sus explosiones reflejan un
retraso en el desarrollo- un tipo de
problema de aprendizaje- en las
habilidades de flexibilidad,
tolerancia a la frustración, y la
resolución de problemas. Del punto
de vista de esta suposición
convencional, el enfocar su energía
en premiar o castigar a su hijo y
enseñarle quién es el que manda
puede ser, en realidad,
contraproducente porque tal
enfoque a menudo resulta en más
explosiones que no le enseñan al
niño las habilidades que aún no ha
aprendido.
El tema más importante de este
libro es el título de este capítulo:
los niños hacen bien si pueden. La
premisa básica de este tema es que
si su hijo pudiera hacer bien, el lo
haría. Comportarse bien siempre es
preferible a no comportarse bien.
Así que si su hijo tuviera las
habilidades para manejar
desacuerdos y planes que cambian
sin previo aviso y adultos que le
ponen límites y demandas sin que
él se angustie, entonces él tiene la
habilidad de manejar los desafíos
de forma adaptiva. Y como él no
tiene las habilidades, él no puede
hacerlo con éxito.
La cosa más importante que
usted puede hacer para ayudarle a
su hijo explosivo ser menos
explosivo es entender por qué es
tan explosivo en primer lugar. La
primera regla: no le ponga mucha
fe a los diagnósticos siquiátricos.
Mientras que los diagnósticos
pueden ser útiles de algunas
maneras- por ejemplo, le
“certifican” que hay algo diferente
acerca de su hijo- no le ayudan a
identificar las habilidades que no
tiene y que se encuentran detrás de
sus explosiones; ni tampoco le
ayudaran a identificar problemas
específicos que predeciblemente
causan las explosiones. El decir que
un niño tiene el trastorno por déficit
de atención con hiperactividad
(ADHD), trastorno de oposición
desafiante, trastorno bipolar,
trastorno de Asperger, trastorno
reactivo de la vinculación de la
infancia o la niñez, o cualquier otro
trastorno, no le proporciona
información alguna acerca de las
habilidades de pensamiento que el
niño no tiene (las cuales usted le
puede estar enseñando) ni sobre
los problemas que están a punto de
causar explosiones (que usted le
puede estar ayudando a resolver).
Los niños explosivos no explotan
cada segundo de cada hora. Ellos
explotan de vez en cuando- con
algunas personas, en ciertas
situaciones, en ciertas tareas- en
otras palabras, bajo ciertas
condiciones. ¿Cuáles son esas
condiciones? Ahora ya lo sabe:
siempre y cuando él no tenga las
habilidades para manejar las
demandas que se le han puesto. A
propósito, esto es cuando todos
nosotros tenemos dificultades. La
diferencia entre los niños explosivos
y los demás es que ellos quiebran
más fácilmente y con más
frecuencia y en maneras mucho
más extremas que nosotros. Hay
todo un espectro de cosas que los
niños (y todos los demás) hacen
cuando las demandas de la vida
exceden su capacidad de responder
de forma adaptiva. Algunos niños
lloran, andan de mal humor, o se
retiran de los demás físicamente o
emocionalmente- este es el lado
“bueno” del espectro. Otros niños
se contienen la respiración, gritan,
maldicen, patean, golpean,
destruyen propiedad ajena,
mienten, se van de casa, muerden,
se cortan ellos mismos, vomitan,
usan armas, tienen ataques de
pánico, o peor todavía. Este último
lado del espectro es de mayor
preocupación (y a menudo más
peligroso) y requiere un enfoque
más especializado.
Así que usted tiene un trabajo
difícil por adelante. Aunque usted
probablemente se sienta como que
ya está trabajando duro, la meta es
de asegurarse que tenga algo por
mostrar como resultado de todo ese
trabajo. Usted ya ha leído sobre el
primer y más importante paso en
lograr esta meta: el entender que si
su hijo pudiera ser más flexible,
manejar frustraciones más
adaptivamente, y si pudiera
resolver problemas más
competentemente, él lo haría. El
siguiente paso- también muy
importante- es identificar las
habilidades específicas que no ha
dominado todavía, y los problemas
que están por causar explosiones
en su hijo. Identificando las
habilidades que no ha dominado su
hijo le ayudará a usted entender
por qué su hijo está explotando.
Reconociendo los problemas que no
ha resuelto su hijo le ayudará a
identificar los problemas
específicos- el porqué, que, donde,
y cuando de las explosiones- que se
tienen que resolver. Ya resueltos
estos problemas, su hijo ya no
explotará acerca de ellos.
¿Quién es el encargado de
identificar las habilidades y los
problemas no resueltos que le
afectan a su hijo? Usted. Su hijo
puede que tenga mucha
información útil para ofrecerle, pero
sacarle esa información al niño
depende bastante de las preguntas
que usted haga. Probablemente es
mejor mantenerse alejado de lo
siguiente:
Padre: Ya hemos hablado sobre
esto un millón de veces… ¿Por qué
no solamente haces lo que se te
manda? ¿Cuál es tu problema?
Niño explosivo: No lo sé.
La respuesta del niño casi
siempre causa más frustración en el
padre, pero la verdad es que el niño
probablemente está diciendo la
verdad.
En un mundo perfecto, su hijo
respondiera de una manera como
esta: “Mira, mamá y papá, yo tengo
un pequeño problema. Realmente,
es algo que se está convirtiendo en
un gran problema. No soy muy
bueno para ser flexible, manejar
frustraciones, ni resolver
problemas. Y ustedes- y muchos
otros- esperan que yo maneje los
cambios de planes, haga lo que se
me pida, y acepte que las cosas no
están sucediendo como yo lo
esperaba, como los otros niños lo
pueden hacer. Cuando ustedes
esperan estas cosas de mí, me
comienzo a frustrar, y luego tengo
dificultad en pensar claramente, y
luego me frustro más. Entonces
ustedes se frustran, y eso sólo
empeora todo. Luego comienzo a
hacer cosas que quisiera no hacer y
digo cosas que quisiera no decir.
Luego ustedes hacen cosas que
quisieran no hacer y dicen cosas
que quisieran no decir. Luego me
castigan, y las cosas se vuelven
muy mal. Después de que se
calman las cosas- ya saben, cuando
yo comienzo a pensar claramente
de nuevo- me arrepiento de todas
las cosas que hice y dije. Sé que
esto no es muy divertido para
ustedes, pero se pueden asegurar
que yo tampoco me estoy
divirtiendo. Me gustaría que
pudiéramos entender por qué me
comporto de esta manera, y que
trabajemos juntos para que esto ya
no suceda.
Por desgracia, vivimos en un
mundo imperfecto. Los niños
explosivos rara vez son capaces de
describir sus dificultades con este
tipo de claridad. Pero la mayoría de
ellos sí le pueden ofrecer
información que les permita a
ustedes utilizar el método
colaborativo para resolver
problemas que voy a describir un
poco después en este libro.
Le he dado bastantes ideas
nuevas en que pensar. Aquí tiene
un breve resumen de los puntos
principales:
La flexibilidad, tolerancia a la
frustración, y la resolución de
problemas son habilidades críticas
del desarrollo que algunos niños
fallan por aprender a un paso
apropiado según su edad. El
desarrollo inadecuado de estas
habilidades puede contribuir a una
variedad de problemas- arranques,
explosiones, y agresión física y
verbal, a menudo en respuesta a lo
que podría parecer lo más simple-
que tienen un traumatizante y
adverso impacto en las
interacciones y relaciones entre
estos niños y sus padres,
profesores, hermanos, y amigos.
La manera en cual usted explica y
entiende el comportamiento
explosivo de su hijo y el lenguaje
que usa para describirloinfluirá
directamente las estrategias que
usted usa para ayudarle a su hijo
cambiar este comportamiento.
El poner explicaciones
convencionales a un lado también
significará poner prácticas de
crianza convencionales a un lado.
Usted necesita un plan nuevo. Pero
primeramente tiene que averiguar
algo.
CAPÍTULO 3
Habilidades
Rezagadas y
Problemas Sin
Resolver
En el último capítulo, usted leyó
que las habilidades regazadas son
la razón por la cual los niños
explotan más fácilmente, más
frecuentemente, y de maneras más
extremas en comparación a los
demás; que los problemas sin
resolver son el quién, qué, donde, y
porqué de las explosiones; que el
hacer bien es siempre preferible al
no hacer bien (tomando en cuenta
que el niño tiene las habilidades
para hacerlo en primer lugar); y
que los arranques explosivos
ocurren cuando las demandas
puestas sobre el niño exceden su
capacidad de responder
adaptivamente. En este capítulo,
nos movemos más allá de las
habilidades generales de
flexibilidad, tolerancia a la
frustración, y resolución de
problemas, y consideramos algunas
de las habilidades que no se han
desarrollado mas especificas y que
provocan explosiones en respuesta
a los desafíos de la vida.
Algunas personas sienten que el
material presentado en este
capítulo es iluminante; otras, a
pesar de mis mejores esfuerzos en
hacer las cosas fascinantes,
encuentran el contenido, pues, no
tan emocionante. Pero le
seguiremos adelante, con la
creencia que- también leyeron esto
en el capítulo anterior- entendiendo
cuales son los obstáculos de los
niños explosivos es lo más
importante que debemos entender
para poder ayudarlos. Cuando los
adultos entienden como las
habilidades que no se han
desarrollado preparan el escenario
para explosiones, ellos toman el
comportamiento menos personal,
responden con más compasión, y
comienzan a reconocer por qué lo
que han estado pensando y
haciendo acerca de las explosiones
en realidad pudieron haber
empeorado las cosas.
Vamos a ver algunos ejemplos de
habilidades que no se han
desarrollado primero y después nos
concentraremos en los problemas
que no se han resuelto.
 
HABILIDADES REZAGADAS
 
Esta habilidad que no se ha
desarrollado contribuye mucho a las
explosiones. Moviendo de un
ambiente (como jugando afuera) a
otro ambiente totalmente diferente
(como haciendo tarea de la escuela
dentro del hogar) requiere un
cambio de una mentalidad
(“Cuando estoy jugando afuera,
está bien correr y hacer ruido y
socializar con los demás”) a otra
(“Cuando estoy haciendo tarea,
tengo que sentarme en mi
escritorio y concentrarme en mi
trabajo”). Si el niño tiene
dificultades con esta habilidad, hay
una buena probabilidad de que él
va a estar pensando y actuando
como si todavía estuviera jugando
afuera después de que sea tiempo
de calmarse y hacer la tarea. Y la
situación se puede empeorar
cuando alguien le exige al niño que
cambie de mentalidad rápidamente.
Esto puede explicar por qué un niño
que no ha desarrollado esta
habilidad se puede meter en un lio
cuando, por ejemplo, su mamá
insiste que él pare de ver televisión
o termine de jugar su juego en la
computadora inmediatamente y
venga a la cocina para la cena.
Simplemente decirle a un niño lo
que debe hacer califica como una
demanda a hacer un cambio de
mentalidad. Interesantemente, es
precisamente cuando los niños
están teniendo dificultades con los
cambios que muchos adultos
insisten más firmemente que se
haga el cambio instantáneamente.
Manejando situaciones de esta
manera disminuye bastante la
probabilidad de un cambio efectivo,
mientras también elevando la
probabilidad de que haya una
explosión.
¿Como sabemos si un niño está
teniendo dificultad en cambiar de
mentalidad? ¡Él nos dirá! Hay que
oír lo siguiente:
Padre: Se me está haciendo
tarde esta mañana. Termina de
desayunar, pon tus platos en el
fregadero, y alístate para ir a la
escuela.
Niño: Pero todavía no termino
de comer.
Padre: ¿Por qué no tomas una
manzana o algo? ¡Ándale,
apúrate! Tengo que dejar unas
cosas en la oficina de correo
antes de dejarte en la escuela.
Niño: ¡No puedo hacer eso!
Padre: ¿No puedes hacer qué?
¿Por qué siempre has de hacer
esto cuando ando de apurada?
¿Solo esta vez, podrías por favor
hacer lo que te mando sin darme
problemas?
Niño: ¡No sé qué hacer!
Padre: ¡Te acabo de decir que
hagas! ¡No me hagas enojar
hoy!
[kaboom]
 
El hecho de que su hijo tiene
dificultad en cambiar de dirección
no quiere decir que usted no le
debe decir que hacer. Pero sí le
ayudará a usted a entender que él
no intenta ser incumplido a
propósito, cuando en lugar, él está
teniendo dificultad en cambiar de
dirección flexiblemente y
eficientemente. ¿Se les puede
ayudar a los niños explosivos a
hacer cambios más efectivamente?
Claro que sí. Pero las amenazas y
castigos no enseñan esta habilidad.
 
• Dificultad en reflejar en
múltiples pensamientos o ideas
simultáneamente
(desorganizado)
• Dificultad en considerar una
serie de soluciones a un
problema
• Dificultad en considerar los
resultados o consecuencias
probables de las acciones
(impulsivo)
 
 
Aquí vemos tres habilidades que
suelen aparecer juntas,
especialmente cuando una persona
se enfrenta con un problema o una
frustración. ¿Cuál es la cosa más
importante que su cerebro debe
hacer cuando se enfrenta con una
frustración? Resolver el problema
que lo está frustrando. La mayoría
de nosotros nunca hemos pensado
mucho acerca de los procesos
involucrados en el pensamiento,
pero si usted tiene un niño
explosivo, vale la pena pensarlo. El
proceso implica primero identificar
el problema que está tratando de
resolver (es muy difícil resolver un
problema cuando no sabe cuál es el
problema), luego tome en cuenta
las varias opciones que le ayudarán
a resolver el problema, y después
considere los posibles resultados de
cada solución potencial para así
poder elegir la mejor.
Muchos niños son tan
desorganizados en su modo de
pensar que son incapaces de
descifrar cual es el problema que
están tratando de resolver. Estos
niños también tienen dificultad de
pensar en más de una solución a un
problema. Y muchos son tan
impulsivos que aunque hayan
pensado en más de una solución,
ya hicieron lo primero que se les
ocurrió. ¿Las malas noticias? La
primera solución es a menudo la
peor, y esto explica por qué los
niños son conocidos por la habilidad
de poner el “peor pie por delante”.
Los problemas que no se resuelven
tienden a quedarse, y es cuando
estos califican como problemas no
resueltos y hacen la ocurrencia de
explosiones más probable.
Por cierto, a muchos de estos
niños desorganizados e impulsivos
se les evidencia un patrón llamado
negatividad reflexiva. Esto se
refiere a su tendencia de
instantáneamente decir “¡No!” cada
vez que haya un cambio de plan o
cuando una idea o demanda nueva
es presentada.
¿Se les puede ayudar a los niños
explosivos a resolver problemas de
manera más organizada y menos
impulsiva para que ellos exploten
con menos frecuencia? Sí. Pero
gráficos con calcomanías y castigos
no le enseñaran estas habilidades.
 
• Dificultad en expresar
preocupaciones, necesidades, o
pensamientos con palabras
 
 
Las habilidades de comunicación
son absolutamente cruciales para
poder tolerar frustraciones, resolver
problemas, y manejar los desafíos
de la vida de manera flexible y
adaptable. El navegar los desafíos
de la vida es mucho más difícil y
frustrante para un niño que no tiene
los medios de comunicar qué es lo
que lo está molestando, qué es lo
que él necesita, o qué es lo que
está pensando. Muchas de las
explosiones empiezan por la falta
de estas habilidades.
Muchos niños explosivos no
tienen el vocabulario básico para
dejarles saber a los demás que
necesitan un “descanso,” que “algo
les sucede,” que ellos “no pueden
hablar de eso en este momento,”
que “necesitan un minuto” para
recoger sus pensamientos o
cambiar de dirección, o que a ellos
“no les gusta eso.” Bajo estas
circunstancias, está la posibilidad
razonable de que las respuestas
alternativas se oiganen lugar de
esta forma: “Te odio,” “Cállate,” y
“Déjame en paz,” y estas son unas
de las posibilidades más leves. A
los adultos no les gustan estas
expresiones alternativas, pero las
reacciones a estas no hacen que los
niños explosivos usen palabras más
deseables.
El uso de las palabras es crítico
para resolver problemas. La
mayoría de lo que pensamos
mientras resolvemos problemas lo
hacemos a través del uso de
palabras. Y nosotros los humanos
nos basamos casi exclusivamente
en experiencias del pasado para
ayudarnos a resolver problemas
similares en el presente, y esas
soluciones típicamente son
guardadas como palabras en
nuestros cerebros. El proceso de
pensar acerca de los problemas y
tener acceso a soluciones
anteriores es mucho más
automático y eficiente para niños
quienes tienen intacto el
procesamiento de lenguaje y
habilidades de comunicación
comparada a los niños que no lo
tienen.
Tome a George, por ejemplo:
Terapeuta: George, entiendo
que te frustraste bastante
cuando estabas jugando soccer
el otro día.
George: Sí.
Terapeuta: ¿Y qué fue lo que
paso?
George: El entrenador me saco
del juego, y yo no quería
salirme.
Terapeuta: ¿Y eso te hizo
enojar, verdad?
George: Sí.
Terapeuta: ¿Entonces qué
hiciste?
George: No me quiso meter al
juego de nuevo, entonces le di
una patada.
Terapeuta: ¿Pateaste al
entrenador?
George: Sí.
Terapeuta: ¿Y qué paso
después?
George: Él me saco del equipo.
Terapeuta: Me da pena saber
eso.
George: Ni siquiera lo patee
fuerte.
Terapeuta: Me parece que no
fue importante qué tan duro le
diste la patada. Me pregunto si
tal vez puedas pensar en otra
cosa que pudiste haber hecho
cuando te enojaste en vez de
patear al entrenador.
George: Pues, no se me ocurrió
nada en ese momento.
Terapeuta: ¿Puedes pensar en
algo ahora?
George: Umm… podría haberle
preguntado cuándo me iba a
meter de nuevo al juego.
Terapeuta: ¿Por qué no hiciste
eso en lugar?
George: No supe qué decir.
 
¿Se les puede ayudar a los niños
como George a “usar sus palabras”
para dejarnos saber qué es lo que
les está molestando, qué es lo que
necesitan, y qué es lo que están
pensando? ¿A pensar bien los
problemas y buscar soluciones más
efectivamente? Claro que sí. Pero
un programa basado en premios y
castigos no les enseñará estas
habilidades.
 
• Dificultad en manejar la
respuesta emocional a la
frustración para poder pensar
racionalmente.
• Irritabilidad crónica y/o
ansiedad que le impide
significadamente la capacidad
para la resolución de
problemas.
 
 
Pensar claramente y resolver
problemas es mucho más fácil si la
persona tiene la capacidad de
distanciarse o separarse de las
emociones causadas por la
frustración. Mientras que es cierto
que las emociones pueden ser
útiles para motivar a las personas a
resolver un problema, el pensar
bien las cosas es, en actualidad, la
mejor manera de resolver los
problemas. Ya motivados, el truco
es hacer nuestras emociones al
lado para así poder pensar en las
soluciones a los problemas más
objetivamente, racionalmente, y
lógicamente. Los niños que pueden
practicar esta habilidad con éxito
tienden responder a los problemas
o las frustraciones con más
pensamiento en lugar de emoción,
y eso es bueno. Pero los niños que
no han desarrollado las habilidades
en este dominio tienden a
responder a los problemas y las
frustraciones con menos
pensamiento y más emoción, y eso
no es nada de bueno. En
actualidad, puede que ellos sientan
cuando se están “calentando” pero
a menudo no pueden ellos detener
la marea emocional hasta después,
cuando las emociones se han
desplomado y pueden pensar
racionalmente de nuevo. Puede que
ellos también tengan el
conocimiento de cómo manejar los
problemas exitosamente y pueden
demonstrar este conocimiento bajo
circunstancias más calmadas, pero
en el momento ellos están
frustrados porque sus emociones
poderosas les impiden tener acceso
a, y usar la información.
Tales niños no intentan ser
incumplidos; más bien, se sienten
abrumados por las emociones
asociadas con la frustración y
tienen dificultad en aplicar
pensamientos racionales a la
situación hasta que no se calmen.
El hecho de que usted está leyendo
este libro sugiere que ya sabe lo
que es esto.
Padre: Es hora de parar de
jugar Nintendo y alistarse para ir
a la cama.
Niño, respondiendo con más
emoción que pensamiento:
¡Maldita sea! ¡Estoy a medio de
un juego importante!
Padre, tal vez también
respondiendo con más
emoción que pensamiento:
Siempre estas a medio de un
juego importante. ¡Vete a la
cama! ¡De pronto!
Niño: ¡Mierd*! ¡Hiciste que
arruinara el juego!
Padre: ¿Yo te hice que
arruinaras el juego? ¡Más te vale
que te pongas en marcha antes
de que yo te arruine algo más!
[kaboom]
 
Como se sugiere a través de este
dialogo, si usted le responde a un
niño que responde con más
emoción que pensamiento a medio
de imponerle su propia voluntad
más intensivamente y a medio de
“enseñarle quién está a cargo,” es
probable que usted no le ayude a
su hijo a aprender cómo manejar
sus emociones. De hecho, usted
logrará todo lo contrario.
El pensar racionalmente en el
medio de la frustración requiere la
habilidad inmediata de poder
regular la emoción. Pero hay niños
quienes tienen una dificultad
crónica en la regulación de
emociones. En otras palabras, hay
niños que se irritan, agitan, se
ponen de mal humor, y se fatigan
mucho más frecuentemente e
intensamente que otros. La mayoría
de nosotros no manejamos bien las
frustraciones ni resolvemos
problemas de la mejor manera
cuando estamos enojados. Estos
niños andan de mal humor más
seguido, así que sus habilidades
para manejar frustraciones y
resolver problemas son
comprometidas más que en otros
niños.
¿Están estos niños deprimidos?
Posiblemente, pero irritados y de
mal humor es mas descriptivo.
¿Tendrán estos niños trastorno
bipolar? Durante la última década,
algunos profesionales de salud
mental han desarrollado una
tendencia preocupante de igualar
“explosivo” con “bipolar”, a
interpretar la irritabilidad y
explosividad como un fenómeno
puramente biológico, y de concluir
que el no responder bien a los
medicamentos estimulantes o
antidepresivos es suficiente
evidencia para diagnosticar a un
niño explosivo como bipolar. Esta
tendencia probablemente explica la
velocidad asombrosa de que el
trastorno bipolar se ha
diagnosticado últimamente en los
niños, así como también explica la
popularidad de los estabilizadores
del ánimo y medicamentos
antipsicóticos. Como ya sabe, hay
muchas habilidades rezagadas que
pueden provocar que un niño sea
explosivo. Y hay muchos factores
que pueden causar que un niño se
irrite, la química del cerebro es
solamente uno de estos. Algunos
niños son irritables a causa de
problemas crónicos que no se han
resuelto, tal como el fracaso
escolar, el no tener amigos, o el ser
intimidado por otros niños. Mientras
que si hay niños en los cuales la
medicina es un componente
indispensable de su tratamiento,
hay muchos niños “bipolares”- casi
todos, la cual ha sido mi
experiencia- quienes su
explosividad es mejor explicada por
las habilidades rezagadas y
problemas sin resolver y quienes
tienen dificultades que no son bien
tratadas a través del uso de
múltiples estabilizadores del ánimo
que se les ha recetado. Si la única
vez que un niño presenta síntomas
de trastorno bipolar es cuando está
frustrado, entonces eso no es
trastorno bipolar; a eso se le llama
tener un retraso de desarrollo en
los dominios de flexibilidad,
tolerancia a la frustración, y la
resolución de problemas.
Lo que está muy claro es que la
explosividad de muchos niños está
siendo impulsada por un estado
crónico de irritabilidad y agitación
que hace difícil para ellos poder
responder a las frustraciones
rutinarias de la vida de manera
adaptiva y racional.
Madre: ¿Mickey, por qué tan
enojón? Es un hermoso día. ¿Por
qué no sales?
Mickey, sentado en una silla,
agitado: Hace mucho viento.
Madre: ¿Hace mucho viento?
Mickey, ahora mas agitado:
¡Dije que hace mucho viento!
¡Odio el viento!
Madre: Mickey, podrías estar
afuerajugando básquetbol,
nadando… ¿estás tan perturbado
sobre un poco de viento?
Mickey, ahora muy agitado:
¡Demonios, hace mucho viento!
¡Déjame en paz!
 
Como la irritabilidad, la ansiedad
también tiene el potencial de hacer
el pensamiento racional mucho más
difícil. Cuando un niño está ansioso
acerca de algo- un monstruo debajo
de la cama, un examen en la
escuela, una situación nueva
imprevista- el pensamiento claro es
esencial. Pero para algunos niños,
el pensamiento claro no sucede. La
combinación de ansiedad e
irracionalidad causa que algunos
niños (los afortunados) lloren. Pero
causa que otros (los
desafortunados) exploten. Los que
lloran son afortunados por que
llorar es menos grave, y causa que
los adultos tomen las cosas menos
personales y respondan mucho más
empáticamente en comparación a
los que explotan, aunque ambos
comportamientos vienen del mismo
origen: habilidades rezagadas y
problemas sin resolver.
Usemos a su autor como ejemplo.
Yo tenía ansiedad de volar…así es,
me daba miedo volar en un avión.
Mis manos sudadas, corazón
latiendo rápidamente, y mis
pensamientos catastróficos no eran
un intento para provocar que las
aeromozas me prestaran atención.
De verdad me daban nervios saber
que estaba a cinco millas por
encima del mundo yendo a 500
millas por hora en un aparato de
aluminio lleno de gasolina, con mi
vida en manos de personas (los
pilotos y los controladores aéreos)
quién jamás había conocido antes.
Para controlar esta ansiedad, yo
practicaba algunos rituales para
afirmar que mi vuelo era seguro:
tenía que sentarme en un asiento al
lado de la ventana para poder
explorar los cielos y asegurarme de
que no hubiera otros aviones cerca,
y también tenía que repasar la
cartilla de instrucciones de
emergencia antes de que
despegara el avión. Yo sabía que
estos rituales me funcionaban
porque cada vuelo que tomaba me
llevaba sin peligro a mi destino.
¿Cree usted que estos rituales me
hayan causado que me comportara
raramente a veces? Usted decida.
En un vuelo yo, como siempre,
estaba explorando el horizonte para
asegurarme de que no hubiera
aviones cerca del mío. Luego,
sucedió lo impensable: vi un avión
a lo lejos en el horizonte,
ascendiendo en la misma dirección
de mi avión. Según mis cálculos
expertos, teníamos solo cinco
minutos antes de que nuestros
caminos se cruzaran y mi vida
llegara a un abrupto e inevitable
final. Entonces, hice lo que
cualquier persona ansiosa e
irracional hubiera hecho: le señalé
a la aeromoza. No teníamos tiempo
que perder.
“¿Ve usted ese avión debajo?”
balbuceé, apuntando hacia el punto
muchas millas en la distancia. Se
fijó ella por la ventana. “¿Usted
piensa que el capitán sabe que está
ahí?” demandé.
La aeromoza trató de esconder su
diversión (o asombro, no estoy
seguro cual) y dijo, “Me aseguraré
de decirle.”
Me sentí muy aliviado, anuqué
estoy seguro que mi heroísmo no
fue muy bien recibido por la
aeromoza ni los demás pasajeros
sentados a mi alrededor, quienes
después buscaban asientos vacios
en el avión a los cuales se podrían
mover por el resto del viaje.
Después, el avión aterrizó sin
peligro, por supuesto, y al salir del
avión, la aeromoza y el piloto
esperaban en la puerta. Se
sonrieron cuando me acerqué. La
aeromoza me introdujo: “Capitán,
este es el caballero que le ayudó a
volar el avión.”
Me da orgullo decir que mientras
todavía prefiero los asientos al lado
de la ventana, ya no examino los
cielos para ver si vienen otros
aviones ni repaso el manual de
emergencias (y he sobrevivido
cientos de vuelos donde no hice
ninguno). ¿Cómo superé mi
ansiedad de volar? Experiencia. Y
pensar claramente las cosas. Un
piloto de Air Florida puso en marcha
este proceso (es obvio que esto fue
hace muchos años, ya que esa
aerolínea ya ni existe). Al abordar
un vuelo de Air Florida, el capitán
me saludó. Aproveche la
oportunidad.
“¿Va a volar este avión sin
peligro, verdad?” imploré yo.
La respuesta del piloto fue mucho
más útil de lo que él supo. “¿Qué,
piensas que me quiero morir,
amigo?”
El hecho de que este piloto no
estaba particularmente
entusiasmado por morirse fue una
revelación importante, y me puso a
pensar: de los miles de aviones en
el aire a través del mundo a
cualquier hora del día y las
probabilidades pequeñas de que
algo desastroso pudiera sucederle
al avión en el que yo me
encontraba; de los millones de
vuelos que llegan a su destino cada
año sin incidentes; de los miles de
vuelos que he tomado que llegaron
sin peligro; de lo calmadas que se
miran las aeromozas (excepto
cuando el avión fue alcanzado por
un rayo, cual ya me ha pasado en
dos ocasiones); de cuantos de mis
compañeros de viaje están
profundamente dormidos, aún
cuando hay turbulencia. Sin
intención, ese piloto de Air Florida
me dio una nueva manera de
pensar que fue útil para mí durante
los momentos cuando yo estaba
dispuesto a volverme muy
irracional. En lugar de mirar por la
ventana, pensando, “¿Qué tal si una
ala se cae?” Yo podría en vez
pensar en algo que me provocara
menos ansiedad como, “El piloto no
se quiere morir” o “La probabilidad
de que algo catastrófico le pase a
mi avión es muy pequeña.” La clave
para ayudarle a los niños explosivos
no es diferente: les tenemos que
ayudar a pensar más
racionalmente. Por supuesto, esto
indica que nosotros los adultos
tenemos que comenzar a pensar
más racionalmente primero.
¿Se les puede ayudar a los niños
irritables o ansiosos a regular sus
emociones más efectivamente para
que ellos puedan pensar
claramente en los problemas que
enfrentan? Ciertamente. Pero
buscar modos nuevos y creativos
para castigarlos no les enseñará
estas habilidades.
 
• Dificultad con ver lo “gris”;
modo de pensar concreto,
literal, y en blanco-y-negro
• Dificultad con desviarse de las
reglas o rutina
• Dificultad con manejar lo
imprevisto, la ambigüedad, la
incertidumbre, o la novedad
• Dificultad con cambiar de una
idea original o solución
• Dificultad con tomar en cuenta
los factores circunstanciales que
sugieran la necesidad de
modificar un plan de acción.
 
 
Los niños muy pequeños tienden
a pensar de manera rígida, literal, y
en blanco-y-negro. Esto es porque
ellos todavía están tratando de
comprender el mundo, y se les hace
más fácil hacer conclusiones si no
se tienen que preocupar por
excepciones a la regla o formas
alternativas de ver las cosas. Al
desarrollarse, los niños aprenden
que, de hecho, la mayoría de las
cosas en la vida son “grises”; que sí
hay excepciones a las reglas y
formas alternativas de interpretar
las cosas. No nos regresamos de la
casa de abuelita por el mismo
camino siempre; y el clima no
siempre coopera con nuestros
planes. Desafortunadamente, para
algunos niños, el modo de pensar
“gris” no se desarrolla fácilmente.
Aunque algunos son diagnosticados
con trastornos del espectro de
autismo, estos niños son mejor
conocidos como pensadores en
blanco-y-negro viviendo en un
mundo gris. A menudo, tienen
dificultades significantes con ver el
mundo de manera flexible y
adaptable y se frustran bastante
cuando los eventos no resultan de
la manera en que lo habían
pensado originalmente.
Específicamente, estos niños por
lo regular prefieren lo predecible y
la rutina, y tienen problemas
cuando los eventos son imprevistos,
inciertos, y ambiguos. Estos son los
niños que se meten en problemas
cuando necesitan ajustar o
reconfigurar sus expectativas, que
tienden a enfocarse de más en los
datos y detalles, y que a menudo
tienen problemas con reconocer lo
obvio o “tener una visión general.”
Por ejemplo, un niño puede que
insista en ir al recreo a una cierta
hora en un día determinado porque
este es el tiempo en el cual la clase
siempre sale al recreo, sin tomar en
cuenta las posibles consecuencias
de insistir en el plan original (ir al
recreo a solas) y otros factores (una
asamblea, tal vez) que sugieren la
necesidad de alguna adaptación del
plan. Estos niños pueden sentir una
enorme frustración mientras luchan
con aplicar reglas concretas a un
mundo con muy pocas tales reglas:
Niño, en elcoche: Papá, este
no es el camino a casa que
tomamos usualmente.
Padre, manejando: Pensé ir
por otro camino esta vez, solo
por un cambio de ritmo.
Niño: ¡Pero este no es el camino
correcto!
Padre: Yo sé que este no es el
camino que tomamos
usualmente, pero puede ser más
rápido.
Niño: ¡No podemos ir por este
camino! ¡No es lo mismo! ¡Yo no
conozco este camino!
Padre: Mira, no es gran cosa
irnos por otro camino de vez en
cuando.
[kaboom]
 
Jennifer (la estrella del episodio
del waffle en el primer capítulo) era
una pensadora en blanco-y-negro
viviendo en un mundo gris. Muchos
otros niños explosivos también lo
son. ¿Se les puede ayudar a pensar
de manera más flexible? Claro que
sí. Pero no, si los adultos a su
alrededor son inflexibles ellos
mismos.
 
¿Este resumen sobre las
habilidades rezagadas no fue tan
mal, verdad? Por supuesto, eso fue
nada mas una muestra de las
habilidades rezagadas que pueden
causar explosiones. Aquí tiene la
lista completa, incluyendo las que
acabamos de repasar:
_ Dificultad con manejar las
transiciones, cambiando de un
estado de ánimo a otro o de una
tarea a otra.
_ Dificultad con hacer la cosas en
secuencia lógica u orden
establecida.
_ Dificultad con prepararse con la
energía mental para persistir con
las tareas difíciles o aburridas.
_ Pobre sentido del tiempo.
_ Dificultad con reflexionar
simultáneamente sobre
pensamientos o ideas múltiples.
_Dificultad con mantener el
enfoque para la resolución de
problemas.
_ Dificultad con considerar los
resultados probables o
consecuencias de las acciones
(impulsividad).
_ Dificultad con considerar un
abanico de soluciones a un
problema.
_ Dificultad con expresar
preocupaciones, necesidades, o
pensamientos en palabras.
_ Dificultad con comprender lo que
se está diciendo.
_ Dificultad con manejar una
respuesta emocional a la frustración
para poder pensar racionalmente.
_ Irritabilidad o ansiedad crónica
que le impide, de manera
significativa, poder resolver
problemas.
_ Dificultad con ver lo “gris”; modo
de pensar concreto, literal, y en
blanco-y-negro.
_ Dificultad con desviarse de las
reglas o rutina.
_ Dificultad con manejar lo
imprevisto, la ambigüedad, la
incertidumbre, o la novedad.
_ Dificultad con cambiar de una
idea original o solución
_ Dificultad con tomar en cuenta los
factores circunstanciales que
sugieren la necesidad de modificar
un plan de acción.
_ Interpretaciones inflexibles e
inexactas; distorsiones cognitivas o
prejuicios (por ejemplo, “Todos
están en contra mía,” “Nadie me
quiere,” “Tú siempre me culpas, no
es justo,” “Soy estúpido,” “Las
cosas nunca me saldrán bien.”
_ Dificultad con prestar atención a
las señales sociales o interpretando
estas señales.
_ Dificultad con entablar una
conversación, entrar a un grupo,
conectar con los demás; falta de
habilidades sociales básicas.
_ Dificultad con llamar la atención
de manera apropiada.
_ Dificultad con darse cuenta de
cómo su comportamiento puede
afectar a los demás; sorprendido de
las respuestas de los demás.
_ Dificultad con mostrar simpatía
hacia los demás y con apreciar el
perspectivo o punto de vista ajeno.
_ Dificultad con apreciar la forma
en que él/ella es percibido/a por los
demás.
 
Si, después de haber leído esta
lista, ha concluido que su hijo
explosivo tiene varias habilidades
rezagadas, puede que se sienta un
poco abrumado al momento.
Mientras que sí hay definitivamente
mucho trabajo por delante, es
probable que no sea tan difícil como
se ve. Por ahora, lo más importante
es reconocer que estas habilidades
no les ocurren naturalmente a
todos los niños. Tendemos a pensar
que todos los niños fueron creados
iguales con respecto a estas
habilidades, y esta suposición causa
que muchos adultos crean que los
niños explosivos no quieren hacer
bien.
Como ya sabe usted, esto
simplemente no es cierto.
Recuerde, un niño siempre va a
preferir el comportamiento adaptivo
a uno mal adaptivo si tiene la
habilidad de hacerlo.
A propósito, hay una gran
diferencia entre interpretar las
habilidades rezagadas como
escusas en vez de explicaciones.
Cuando las habilidades rezagadas
son invocadas como escusas, se
frena el proceso de pensar en cómo
le podemos ayudar a un niño. A la
inversa, cuando utilizamos las
habilidades rezagadas para explicar
el comportamiento del niño, se nos
abre la puerta para poder ayudarlos
de la mejor manera, ya que los
adultos han sido proveídos con una
mejor comprensión acerca de lo
que está molestando al niño.
Antes de voltear nuestra atención
hacia los problemas sin resolver,
debo mencionar que su nuevo
conocimiento de los verdaderos
factores que provoca el
comportamiento explosivo indica
que la terminología que usted y
muchos otros han utilizado en el
pasado para “explicar” las
explosiones de su hijo ya no
tendrán sentido.
Solamente quiere atención.
Este cliché común a menudo se
usa para explicar por qué los
niños explotan…pero como
todos nosotros queremos
atención, esto no nos ayuda a
entender en realidad qué es lo
que está en el camino del niño,
y no responde a las preguntas
más críticas: ¿Si el niño tiene las
habilidades para buscar
atención adaptivamente,
entonces por qué busca la
atención de manera tan mal
adaptiva? ¿Qué no el puro
hecho de que esté buscando la
atención mal adaptivamente
nos dice que él no tiene la
habilidad de buscarla
adaptivamente?
Solamente quiere salirse con la
suya.
Pues, todos nosotros queremos
las cosas a nuestra manera, así
que este cliché no nos ofrece
nueva información tampoco. Ni
tampoco nos ayuda a entender
por qué el niño busca salirse con
la suya de manera tan mal
adaptiva. Obteniendo las cosas
a nuestra manera
adaptivamente requiere muchas
habilidades que muchos niños
explosivos no tienen.
Él nos está manipulando.
Aquí tenemos otro modo
popular, pero equivocado, de
representar a los niños
explosivos. La manipulación
competente requiere varias
habilidades- previsión,
planificación, control de los
impulsos, la organización- que
típicamente no se encuentran
en los niños explosivos.
Él no está motivado.
Si es cierto que los niños hacen
bien si pueden, entonces el niño
ya está motivado, y necesita
algo más de parte nuestra
aparte de premios y castigos.
Recuerde, si el niño pudiera
hacer bien, él hiciera bien, así
que es poco probable que la
falta de motivación sea lo que
en realidad le impida hacer
bien. Los premios y castigos no
le enseñan las habilidades
rezagadas del pensar, ni
tampoco resuelven los
problemas que causan las
explosiones.
Él está tomando malas
decisiones.
Esto sugiere que el niño ya
tiene las habilidades para hacer
buenas decisiones. ¡Por
supuesto, si él tuviera estas
habilidades, no nos
estuviéramos preguntando por
qué el niño está tomando tantas
malas decisiones!
Él tiene una mala actitud.
Probablemente el niño no tenía
una mala actitud al principio.
Las “malas actitudes” tienden
ser la consecuencia de años
incontables de haber sido
incomprendido y castigado por
adultos que no reconocieron que
al niño le faltaban ciertas
habilidades críticas para pensar
efectivamente. Pero los niños
son resistentes; ellos mejorarán
si comenzamos a hacer lo
correcto.
Él sabe cuales botones oprimir.
Hay que parafrasear esta para
que sea más precisa: cuando
está teniendo dificultades con
ser flexible, tratar la frustración
adaptivamente, y resolver
problemas, él hace cosas que
son muy mal adaptivas y que yo
veo como muy desagradable.
Bueno, ya estamos de acuerdo.
Él tiene una enfermedad mental.
Ya ni sé que quiere decir esto.
Si esto simplemente significa
que un niño califica para un
diagnostico psiquiátrico,
entonces, para evitar la
redundancia, debo señalarles
que todavía no sabemos cuáles
son las habilidades que aún no
ha desarrollado ni cuáles son los
problemas que no ha resuelto, y
que le están causando las
explosiones. Yo prefiero el
término problemas con vivir al
término de enfermedad mental,
porque nos señala en la
dirección al lo que en realidad
debe hacerse para que nosotros
podamos ayudarles a los niños
explosivos resolver los
problemasque les causan las
explosiones.
 
PROBLEMAS SIN RESOLVER
 
Entonces, ahora hay que dirigir
nuestra atención hacia el quién,
qué, donde, y cuando de los
arranques explosivos. Que no los
engañe el hecho de que esta
sección se encuentra al final de
este capítulo; en reducir los
arranques explosivos, los problemas
sin resolver son igual de
importantes que las habilidades
rezagadas.
Un problema sin resolver es
cualquier provocación, situación,
circunstancia, o condición que
fiablemente y predeciblemente
precipita episodios explosivos. Un
niño explosivo no explota cada
segundo de cada hora…él explota a
veces: en ciertos lugares (donde),
con ciertas personas (quién),
durante ciertas horas del día
(cuando), y sobre ciertas tareas o
problemas (qué). La mayoría de los
niños explosivos estallan por los
mismos cinco o seis problemas no
resueltos cada día o cada semana.
¿Por qué se les llaman problemas
sin resolver? Porque si ya
estuvieran resueltos, no
continuaran a causar arranques
explosivos.
¿Necesita usted más ejemplos?
Hay que comenzar por la tarea de
escuela, cual parece ser el
problema número uno que causa
explosiones en los hogares
Norteamericanos. Si la tarea
predeciblemente precipita
explosiones, entonces la tarea es
un problema que está por resolver.
Si los desacuerdos sobre la cantidad
de tiempo que su hijo pasa frente el
televisor está causando
explosiones, entonces el tiempo
frente el televisor es el problema
sin resolver. Aquí tiene una lista
que puede ser útil para usted,
aunque no es completa, así que
siéntase libre de agregar lo suyo:
 
Casa
_ Despertarse o salirse de la cama
por la mañana.
_ Cumplir con la rutina de la
mañana o alistarse para ir a la
escuela.
_ Hipersensibilidades sensoriales
(por ejemplo, la “sensación” de la
ropa).
_ Empezar o completar la tarea.
_ Cantidades de comida, opciones,
preferencias, horarios de las
comidas.
_ Tiempo pasado frente la pantalla
(televisión, videojuegos,
computadora) y las opciones de
tipo de juegos y programación.
_ Irse a la cama o alistarse para ir a
la cama por las noches.
_ Aburrimiento.
_ Interacciones entre hermanos.
_ Limpiar su cuarto.
_ Completar tareas o
responsabilidades caseras.
_ Tomar medicina.
_ Ir en el coche o usar el cinturón
de seguridad.
 
Escuela
_ Cambiar de una tarea específica a
otra.
_ Empezar o completar tareas en
clase.
_ Interacciones con un compañero o
profesor en particular.
_ Estando en el pasillo, durante el
recreo, en la cafetería, en el
autobús escolar, o esperando en
fila.
_ Hablar durante tiempos
apropiados (ej. Cuando sea su
turno).
_ Tareas o demandas académicas
en especifico (ej. escritura).
_ Manejar la desilusión, perder en
un juego, no salir en primer lugar, o
no ser el primero en línea.
¿Listo para la tarea? Espero que
sí, porque la reducción de
explosiones no va a suceder al
menos que practique lo que está
leyendo en este libro. Aquí esta su
tarea: haga una lista de las
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver de su hijo. Las
habilidades rezagadas le ayudan a
entender por qué su hijo es
explosivo. Los problemas sin
resolver le ayudan a entender con
quién, sobre qué, donde, y cuando
su hijo explota. Como ya he
indicado, la lista anterior de
problemas sin resolver no está
completa- asegúrese que la de
usted incluya todas las situaciones
que causan desacuerdos y conflictos
entre usted y su hijo.
Una vez que descubra cuales
habilidades tiene por desarrollar su
hijo e identifique los problemas que
no se han resuelto y que precipitan
explosiones, las explosiones se
vue lven muy previsibles. Mucha
gente cree que las explosiones son
imprevisibles y ocurren
inesperadamente. Por eso es que
esperan que aparezca el problema
(de nuevo) antes de tratar de
corregirlo. Raramente es una
estrategia efectiva o segura. Por
suerte, ya que las explosiones son
muy predecibles- ocurren cuando un
niño no tiene las habilidades para
manejar las demandas que se le
han puesto encima y cuando
problemas específicos que no se
han resuelto aparecen (de nuevo)-
se pueden prevenir de forma
proactiva. Una vez que los
problemas se resuelvan y las
habilidades se han enseñado, es
difícil imaginarse por qué su hijo
todavía está explotando.
Hay una mantra más al llegar al
fin de este capítulo. Es la definición
de ser buenos padres:
Ser buen padre significa ser
sensible a la “mano de cartas” que
le han repartido.
Ya que usted tiene una mejor
idea sobre la mano de cartas que
se le ha dado, la mayor parte del
resto de este libro está dirigido
hacia ayudarle ser más sensible a
esa mano.
 
USTED
 
¿Por qué razón se termina un
capitulo describiendo habilidades
rezagadas y problemas sin resolver
y como estas causan explosiones
con usted? Pues, si las explosiones
ocurren cuando las demandas y
expectativas puestas sobre el niño
exceden su capacidad de responder
adaptivamente, entonces el niño es
solamente la mitad de la ecuación.
Entonces tiene sentido considerar la
otra mitad: cuales expectativas le
pone a su hijo, si esas expectativas
son realmente realistas, y,
especialmente, de qué manera
quiere usted que se cumplan esas
expectativas. La manera de cual
usted maneja las expectativas que
no se han cumplido hace toda la
diferencia del mundo. Así que,
mientras continúe leyendo este
libro, va a ver que usted es una
parte importante de esta imagen.
Las explosiones no se producen en
un vacío. Se necesitan dos para
bailar el tango.
Aquí están los puntos importantes
de este capítulo:
• Hay varias habilidades
rezagadas que hacen que sea
difícil para un niño poder
responder a los desafíos de la
vida de manera adaptiva y
racional.
• Uno de los favores mas grandes
que le puede hacer a un niño
explosivo es identificar las
habilidades rezagadas que le
están causando comportamientos
desafiantes para que así usted y
los demás entiendan qué es lo
que le está dando problemas.
• El otro gran favor que le puede
hacer al niño explosivo es
identificar los problemas
específicos que no se han
resuelto que seguramente y
predeciblemente le precipitan los
episodios explosivos.
• Una lista de todas las
habilidades rezagadas y
problemas sin resolver descritas
en este capítulo pueden ser
descargadas en
www.explosivechild.com.
• Vamos a reducir
significativamente las
explosiones en su hogar a través
http://www.explosivechild.com
del cambio en la forma de cual
usted trata de resolver esos
problemas con su hijo. Usted
verá.
CAPÍTULO 4
Drama En La Vida
Real
Me da gusto introducirles a unos
niños explosivos- niños que tienen
muchas cualidades que los redimen
pero que se frustran mucho más
fácilmente y frecuentemente que
otros niños y que, cuando están
más allá del borde, hacen cosas
que son mucho más extremas.
Cada uno tiene una mezcla de
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver que les causa tener
explosiones. Cada uno tiene padres
que están luchando para averiguar
qué es lo que sucede y que tratan
de encontrar la mejor forma de
manejar las explosiones de sus
hijos de manera que funcione mejor
que lo que ya han intentado. Hay
buena posibilidad que usted vea
similitudes entre los niños y padres
descritos en este capítulo (quienes
veremos de nuevo de alguna
manera durante el libro) y usted y
sus propios hijos.
 
CASEY
 
Casey es un niño de seis años
que vive con sus padres y hermana
menor. Sus padres describen a
Casey como muy hiperactivo e
irritable e informan que tiene
dificultades con jugar con sí mismo
y no es muy bueno para jugar con
otros niños tampoco. Ellos indican
que Casey parece ser muy
inteligente, ya que tiene una
excelente memoria para contener
información, pero que se vuelve
ansioso al ser presentado con una
tarea o situación nueva. También
informan que él es exigente acerca
de la ropa que viste y de los
alimentos que él está dispuesto a
comer. A menudo se queja de
ciertas telas, de que las etiquetas
de la ropa le molestan, y que
muchos alimentos comunes “huelen
raro”. Sus padres también dicen
que él tiene muchas dificultades
con las transiciones. Exigirle que se
regrese a casa despuésde haber
estado jugando afuera es, a
menudo, un gran problema.
Los padres de Casey han leído
bastante sobre el trastorno por
déficit de atención con
hiperactividad (ADHD) y creen que
este diagnostico le aplica a su hijo,
pero también reconocen que
muchas de sus dificultades caen
fuera de los limites de este
trastorno. También leyeron libros
acerca del trastorno bipolar, y se
preguntan si las explosiones e
irritabilidad de Casey significan que
él es bipolar, pero no están muy
seguros de que él sea “maníaco” o
“grandioso” lo suficiente para
calificar. Ellos sienten que el
término controlador le queda mejor
que cualquier otro diagnostico
tradicional.
Las explosiones de Casey, cuando
suceden en casa, consisten por lo
general de gritar, llorar, y
ocasionalmente, golpear. Los
padres intentan hablar con Casey
acerca de estos comportamientos.
Aunque él este de buen humor, su
capacidad para pensar y platicar
sobre su comportamiento parece
ser limitada; después de unos
segundos, grita, “¡No puedo hablar
de esto ahora!”, termina la
conversación, y sale corriendo del
cuarto.
Sus padres previamente habían
consultado con un sicólogo, quien
les ayudo a establecer un sistema
de puntos a través del cual Casey
sería premiado por comportamiento
bueno y castigado por
comportamientos menos deseados.
Vigilantemente implementaron el
sistema en casa pero aprendieron
que la hiperactividad, inflexibilidad,
e irritabilidad de Casey dominaron
su deseo de obtener premios y
evitar castigos. Además, este
programa pareció frustrar a los
padres de Casey, pero el sicólogo
los animo a seguir adelante con el
sistema, con la certeza de que el
comportamiento de Casey iba a
mejorar. Pues, no sucedió así y los
padres descontinuaron el programa
después de tres meses.
“Necesitamos algo mas,” suplicó
su mamá. “Nos está destruyendo
nuestra familia.”
Casey también tiene dificultades
en la escuela. Igual que sus padres,
el profesor de primer año estaba
impresionado con los conocimientos
superiores de Casey pero
preocupado sobre su pobre
habilidad para resolver problemas.
Cuando las lecciones involucraban
el reconocimiento de información
de memoria, Casey era la estrella
del salón. Cuando las lecciones
requerían la aplicación de esta
información a situaciones de la vida
real más abstractas y complejas,
sus respuestas eran desorganizadas
y fuera de la marca. Cuando se
frustra por una tarea en particular,
a menudo grita, “¡No puedo hacer
esto!” y se agita o comienza a
llorar; a veces sale corriendo del
salón. En muchas ocasiones, se ha
ido de la escuela, lo cual ha
causado preocupación por su
seguridad. A veces recupera su
compostura rápidamente; en otros
momentos le toma veinte o treinta
minutos para que él se calme.
Después del incidente, Casey se
arrepiente (“Lo siento que me salí
del salón sin permiso…yo sé que no
debo hacerlo”) o tiene dificultades
en recordar el episodio.
La profesora de Casey nos
informa que ella sabe cuándo él va
a tener un día pesado desde el
momento en que entra al salón en
la mañana. Pero ella también
observa que Casey es capaz de
derrumbarse hasta cuando está
teniendo un día bueno. La profesora
se preocupa más y más sobre la
relación de Casey con los demás
estudiantes. Nos reporta que
ocasionalmente, Casey les grita o
golpea a los otros niños durante
actividades menos estructuradas,
en particular cuando las cosas no
van a su modo. Casey no aprecia el
impacto de sus acciones en los
demás y parece no poder usar las
críticas positivas que le ofrecen los
demás para que él pueda ajustar su
comportamiento.
¡Esto es mucho para digerir! Hay
que ver si podemos hacer la
información anterior más manejable
al verla a través del prisma de
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver. Empecemos con las
habilidades rezagadas, o sea, por
qué tiene tantas dificultades Casey:
• Dificultad con manejar las
transiciones, cambiando de un
estado de ánimo a otro o de una
tarea a otra.
• Dificultad con considerar un
abanico de soluciones a un
problema.
• Dificultad con manejar una
respuesta emocional a la
frustración para poder pensar
racionalmente.
• Irritabilidad o ansiedad crónica
que le impide, de manera
significativa, poder resolver
problemas.
• Dificultad con ver lo “gris”;
modo de pensar concreto, literal,
y en blanco-y-negro.
• Dificultad con darse cuenta de
cómo su comportamiento puede
afectar a los demás; sorprendido
a las respuestas de los demás.
 
Ahora, hay que identificar los
problemas que deben ser
corregidos, el quién, qué, donde, y
cuando de las explosiones de
Casey. Ya resueltos estos
problemas, Casey no va a explotar
sobre ellos. Tenga en cuenta que
esta no es una lista de lo que Casey
hace cuando está molesto pero más
bien es una lista de los problemas
q u e causan que se moleste en
primer lugar:
• Jugar solo
• Jugar con otros niños
• Hacer algo nuevo o
desconocido
• Usar cierta ropa
• Comer ciertos alimentos
• Regresarse adentro después de
haber estado jugando afuera
• Hablar sobre sus problemas
 
Estos problemas no se van a
resolver de un solo golpe; se van a
resolver de manera sistemática,
uno a la vez. Y, al resolver estos
problemas- en colaboración- Casey
y sus padres aprenderán nuevas
habilidades, eliminaran algunas
interacciones contraproducentes, y
reducirán la probabilidad de
explosiones.
 
HELEN
 
Helen es una niña de ocho años.
Sus padres la describen como
encantadora, sensible, creativa,
energética, y sociable. Pero
también la describen como intensa,
fácil de hacer enojar,
argumentativa, resistente, e
“imposible de razonar con ella”
cuando se encuentra frustrada. Nos
informan que tiende deshacerse
cuando las cosas no salen de modo
exacto como lo esperaba ella o
cuando se le presentan cosas
nuevas. Por ejemplo, Helen tuvo
una explosión que duró cuatro
horas porque no podía estilarse el
cabello a su manera. Y su profesor
informó que Helen- quien no tiene
explosiones en la escuela- se
resiste cuando se le presenta con
tareas nuevas o desconocidas. Sus
padres dicen que los fines de
semana son especialmente difíciles;
aunque Helen no adora ir a la
escuela, se aburre durante tiempo
no estructurado y es difícil de
complacer. Exámenes
psicoeducativos indican que aunque
Helen está arriba del promedio con
respecto a la inteligencia, ella tiene
dificultades con comunicar sus
pensamientos con palabras.
En una de las primeras juntas con
la terapeuta de Helen, sus padres
recontaron una de sus explosiones
durante la semana anterior.
“El martes, Helen me dijo que
quería comer picadillo para la cena
de la próxima tarde,” recordó su
papá. “Así que en la tarde del
miércoles, me salí de trabajar un
poco mas temprano y le hice el
picadillo que ella quería. Cuando
regresó a casa el miércoles después
de natación, se veía cansada;
cuando le dije que le había
cocinado el picadillo que ella
quería, se quejó, y dijo, “quiero
macarrón con queso.” Esto me
tomo por sorpresa, ya que sé
cuánto le fascina el picadillo.
También fue un poco irritante, ya
que había hecho algo bueno por
ella. Así que le dije que tendría que
comer el picadillo. Pero parecía
incapaz de sacarse el macarrón con
queso de la mente, y yo le seguí
insistiendo que se comiera el
picadillo para la cena. Entre más
insistía yo, lo más que ella se
deshacía. Eventualmente, lo perdió
completamente. Ella lloro y grito,
pero yo estaba determinado a que
se comiera el picadillo.
“¿Y entonces, qué hizo usted?” le
preguntó la terapeuta.
“La mandamos a su cuarto y le
dijimos que se tendría que quedar
ahí hasta que estuviera lista para
comerse el picadillo”, dijo la mamá
de Helen. “Por una hora lloró y gritó
en su cuarto; a un punto, se
encontraba dándole de golpes a su
espejo hasta que lo quebró. ¿Se
puede imaginar?” ¡Y todo nada más
sobre el picadillo! Subí a su cuarto
varias veces para ver si la podía
calamar, pero fue imposible. Helen
estaba comportándose totalmente
irracional. Lo asombroso es que
llego un punto en cual ya ni podía
recordar de que estaba enojada.”
“¿Por qué razón era tan
importante para usted queella se
comiera el picadillo en lugar del
macarrón con queso?” le preguntó
la terapeuta.
“Porque tomé el tiempo para
hacer algo bueno por ella,”
respondió el padre.
“Me suena como una
preocupación legítima,” dijo la
terapeuta. “¿Usted piensa que el
haber sobrevivido esta explosión-
que Helen se haya vuelto loca en su
cuarto por una hora, quebrara su
espejo, y les arruinara su tarde-
haya disminuido la probabilidad de
que ella explote la próxima vez que
se frustre acerca de algo similar?”
“No,” respondieron ambos padres
simultáneamente.
“¿Cómo se encontraba Helen
después de que el episodio se
terminó?” preguntó la terapeuta.
“Muy arrepentida y amorosa,”
respondió la madre. “Es difícil saber
si deberíamos regresarle la afección
o guardarle rencor por un tiempo
para hacer el punto de que no nos
gusta ese tipo de comportamiento.”
“Pues, respondió la terapeuta, “si
ustedes no piensan que el haber
provocado y soportado una
explosión le va a ayudar a ella a
manejar frustraciones de mejor
manera para la otra, entonces tiene
sentido que guardarle rencor
tampoco le va a ayudar.”
“¿Sí, pero como va a aprender
ella que ese tipo de
comportamiento no se le va a
aceptar?” preguntó la madre.
“A lo que entiendo,” dijo la
terapeuta, “el hecho de que
ustedes no aprueban de ese tipo de
comportamiento ya está bien
grabado en su mente. Ella también
parece ser motivada en
complacerlos a los dos y parece
estar igual de miserable que
ustedes con respecto a sus
explosiones. Así que dudo que el
añadirle más miseria a la situación
vaya a ser bueno.
Lo que Helen y sus padres
necesitaban era una manera
diferente de resolver los
desacuerdos y problemas.
¿Cuáles habilidades le hacían
falta a Helen?
• Dificultad con expresar
preocupaciones, necesidades, o
pensamientos en palabras.
• Dificultad con manejar una
respuesta emocional a la
frustración para poder pensar
racionalmente.
• Dificultad con desviarse de las
reglas o rutina, o de un plan
original.
• Dificultad con manejar lo
imprevisto, la ambigüedad, la
incertidumbre, o la novedad.
• Dificultad con cambiar de una
idea original o solución.
• Dificultad con adaptarse a los
cambios de plan o reglas nuevas.
• Dificultad con tomar en cuenta
los factores circunstanciales que
sugieran la necesidad de
modificar un plan de acción.
 
¿Y los problemas sin resolver?
Probablemente todavía no
tengamos una imagen completa,
pero sí sabemos algunos:
• El cabello no verse como ella lo
quiere.
• Tiempo sin estructura durante
el fin de semana.
• Ser presentada con tareas
nuevas y desconocidas en la
escuela.
 
DANNY
 
Danny es un estudiante de quinto
grado. Su madre dice que él
siempre anda de mal humor, es
irritable, y se frustra fácilmente. En
especial, ella se preocupa de lo que
ella le llama “ataques de ira,” los
cuales han ocurrido muchas veces
cada semana desde que Danny era
pequeño. Durante estos episodios,
Danny se vuelve abusivo
verbalmente y agresivo físicamente.
Su madre también se preocupa del
efecto de estos ataques a la
hermana de Danny, quien a veces
parece tenerle miedo a su hermano
mayor y quien en otras ocasiones
parece darle placer en provocarlo.
Danny nunca ha tenido un arranque
explosivo en la escuela.
Los padres de Danny se
divorciaron de manera amistosa
cuando él tenía siete años y todavía
se consideran “co-padres”. Él y su
hermanita se quedan con el padre y
su novia cada dos fines de semana.
Danny ha visto a varios
profesionales de salud mental
durante los años. Como muchos
niños explosivos, él ha acumulado
un número impresionante de
diagnósticos, incluyendo trastorno
oposicional desafiante, depresión, y
trastorno bipolar. Su doctor familiar
le receto Ritalin hace muchos años
atrás, pero Danny siguió de mal
humor, rígido, y explosivo. Un
psiquiatra después le receto un
antidepresivo, pero esta medicina
causo que Danny se volviera más
agitado e hiperactivo.
“Danny puede estar de humor
perfectamente agradable y
después- ¡bang!- algo no va tal
como él pensó, y comienza a
maldecir y pegar,” informa su
madre. “Yo no sé qué hacer. El otro
día él y yo estábamos en el coche y
di una vuelta equivocada. De
pronto Danny se volvió muy agitado
sobre el hecho de que no íbamos en
el camino correcto. ¡De repente,
tenía un niño de diez años
golpeándome! ¡En el coche!
¡Mientras yo manejaba! ¡Es una
locura!”
“Ya estoy cansada de que la
gente me diga que este
comportamiento está ocurriendo
porque soy madre soltera. Mi ex
esposo todavía está muy
involucrado en la vida de Danny, y
no ha habido ningunas puñaladas
por la espalda como se ven en
muchos otros divorcios. Sí diré que
su papá se esfuerza demasiado por
ser el mejor amigo de Danny. Pero
estas explosiones comenzaron
mucho antes de que hubiera
problemas en el matrimonio. Sí lo
admito, Danny es mucho más
explosivo cuando está conmigo que
cuando esta con su papá.”
Después de que explota Danny,
él se ve genuinamente arrepentido
sobre el comportamiento que
describe su madre. Él le dice a su
mamá que está haciendo un gran
esfuerzo en no ser agresivo
físicamente y verbalmente pero que
no parece poder controlarse en
medio de una situación frustrante.
Él le dice a su papá que revienta
más con su mamá porque ella lo
“regaña demasiado”.
Durante una sesión con un
terapeuta familiar con quien habían
comenzado a trabajar, la madre de
Danny describió la explosión mayor
de la semana. “Ayer, le dije que
tenía que dejar de jugar basquetbol
y sentarse a cenar. Él se quejó un
poco, pero yo insistí. Lo siguiente
que supe: se le enrojeció la cara,
me estaba maldiciendo de todas
maneras, me estaba acusando de
haberle arruinado la vida, y yo me
estaba escondiendo detrás de la
puerta para que él no me pudiera
patear. Me quedé petrificada.
También su hermana. Y esta no es
la primera vez. Veinte minutos
después, se disculpó conmigo. Pero
esto es simplemente ridículo. Estoy
cansada de ser golpeada, y es
imposible razonar con él ya que
este de ese modo.
“¿Y qué hizo usted ya que se
calmó?” le preguntó el terapeuta
familiar.
“Lo castigué por haberme
maldecido y por tratar de
patearme,” respondió la madre.
“Siento que debe ser disciplinado
por ese tipo de comportamiento.”
“Yo entiendo que se siente de esa
manera. ¿Dígame, siempre lo
castiga cuando él se comporta así?”
La madre parecía determinada.
“Lo puede apostar. No estoy
dispuesta a dejar que ese tipo de
comportamiento se vaya
inadvertido.”
“¿Qué sucede cuando lo castiga?”
preguntó el terapeuta familiar.
Su mirada de determinación se
desvaneció. “Él se vuelve loco. Es
horrible.”
“¿Pero a pesar de todos los
castigos, él todavía es agresivo
físicamente y verbalmente,
verdad?”
La madre de Danny se sonrió con
dientes apretados. “Por eso estoy
aquí”.
“Pues,” dijo el terapeuta familiar,
“Yo estoy de acuerdo con el castigo
cuando es productivo- usted sabe,
cuando es efectivo hacia el cambio
del comportamiento de un niño.
Pero no estoy tan seguro que hay
sentido en castigar, simplemente
por castigar.”
“¿Qué? ¿Entonces debo dejar que
se salga con la suya sin castigo?”
exigió la madre.
“No me malinterprete,” dijo el
terapeuta familiar. “Necesitamos
ayudarlo a que pare de explotar y
golpear. Pero basándome en lo que
me ha dicho usted, el ‘no dejarlo
que se salga con la suya’ no le ha
cambiado el comportamiento en
absoluto.”
La madre de Danny reflexiono
esta observación por un momento.
“Yo pensé que eventualmente
comprendería el mensaje si seguía
yo haciendo lo mismo. Nunca pensé
que tal vez el mensaje nunca le
llegaría”.
“Oh, sospecho que Danny sabe
que a usted no le gusta su
comportamiento,” dijo el terapeuta
familiar. “De hecho, tengo certeza
suficiente de que él hasta sabe
cómo le gustaría que se
comportara.”
“¿Entonces por qué no lo hace?”,
exigió la madre.
“Ya que he podido conocer a
Danny unas cuantas veces, me da
la impresión de que por lo general
anda de mal humor. ¿Sé que no le
gusta venir aquí, pero ese es su
estado de ánimo por lo regular?”
preguntó el terapeuta.
“Absolutamente,” respondió la
madre. “Lo llamamos ‘Gruñón’. No
pareceque disfrute de sí mismo, y
es muy tenso. Parece que todo le
molesta.”
“Que existencia tan
desagradable,” respondió el
terapeuta con empatía. “Y tiene
implicaciones tan desagradables
para todos a su alrededor.”
La madre de Danny suspiro. “Se
puede decir que sí. ¿Pero qué tiene
que ver eso con el hecho de que es
explosivo y trata de lastimarme?”
“Pues, si lo vemos como gruñón e
irritable, en lugar de irrespetuoso y
oposicional, entonces creo que
nuestro enfoque al tratarlo podría
ser muy diferente,” dijo el
terapeuta.
“No entiendo lo que dice,” dijo la
madre.
“Lo que quiero decir es que los
niños que son gruñones e irritables
casi nunca necesitan más
disciplina,” dijo el terapeuta.
“Todavía no he visto yo que la
disciplina sea especialmente útil
para ayudar a un niño ser menos
irritable y agitado.”
¿Así que, basado en la
información anterior, que es lo que
sabemos sobre por qué explota
Danny?
• Dificultad con considerar un
abanico de soluciones a un
problema.
• Dificultad con manejar una
respuesta emocional a la
frustración para poder pensar
racionalmente.
• Irritabilidad o ansiedad crónica
que le impide, de manera
significativa, poder resolver
problemas.
• Dificultad con desviarse de las
reglas o rutina.
• Dificultad con manejar lo
imprevisto, la ambigüedad, la
incertidumbre, o la novedad.
• Dificultad con cambiar de una
idea original o solución
• Dificultad con adaptarse a los
cambios de plan o reglas nuevas.
 
Tenemos unas ideas del quién,
qué, donde, y cuando de las
explosiones de Danny, también:
• Ser regañado por su mamá
(tendríamos que saber más
acerca de por qué, en especifico,
lo regaña su mamá)
• Regresarse a casa después de
estar jugando afuera
 
MITCHELL
 
Mitchell tiene quince años y es un
estudiante en el noveno grado. Sus
padres estaban convencidos de que
necesitaba ver aún a otro terapeuta
después de a haber visto a muchos
anteriormente. Durante la primera
sesión, el terapeuta hablo con los
padres de Mitchell antes de verlo a
él. Su madre, una profesora de
leyes, y su padre, un abogado, le
dijeron al terapeuta que a Mitchell
lo habían diagnosticado con
trastorno de Tourette y trastorno
bipolar pero al momento él
rechazaba todos los medicamentos
excepto el antihipertensivo, el cual
toma para controlar sus tics.
También dijeron que estaba muy
infeliz por haber sido traído a la
oficina ese día, ya que no confiaba
en los profesionales de salud
mental.
Los padres informaron que
Mitchell- el hijo menor (sus
hermanos ya vivían fuera de casa)-
era extremadamente irritable, no
tenía amigos, y se frustraba
rápidamente. Ellos indicaron que
Mitchell era muy brillante y muy
excéntrico pero aún estaba
repitiendo el noveno grado a causa
del mal tiempo que tuvo en una
escuela privada el año anterior.
“Este es un ejemplo clásico del
desperdicio de potencial,” dijo el
padre. “Nos destruyó lo que sucedió
el año pasado.”
“¿Qué pasó?” preguntó el
terapeuta.
“Él simplemente fue un fracaso en
la escuela privada,” dijo el padre.
“Aquí tenemos a un niño con
cociente intelectual arriba de ciento
cuarenta, y él no está teniendo
éxito en una de las escuelas
superiores del área. Prácticamente
le dio un ataque de nervios. Tuvo
que ser hospitalizado por una
semana porque trato de cortarse
las venas.”
“Eso suena muy serio y muy
espantoso. ¿Cómo se siente ahora?”
preguntó el terapeuta.
“Horrible,” dijo la madre. “Él ya
no tiene autoestima. Ha perdido la
fe en sí mismo. Y ya no parece
poder completar trabajos
académicos. Nosotros pensamos
que está deprimido.”
“¿A dónde va a la escuela ahora?”
preguntó el terapeuta.
“Él asiste a la preparatoria local,”
respondió la madre. “Son muy
buenos ahí y todo, pero con lo
inteligente que es él, no creemos
que lo están desafiando lo
suficiente con el trabajo que le
dan.”
“Por supuesto, el salir bien en la
escuela tiene que ver con más
cosas aparte de la inteligencia,”
dijo el terapeuta. “¿Puedo ver
cuales estudios le han hecho?”
Los padres le dieron una copia de
la evaluación psicoeducativa que le
hicieron a Mitchell cuando estaba
en el séptimo grado. El reporte
documentó una diferencia de
veinticinco puntos entre sus
habilidades verbales excepcionales
y habilidades no verbales de
promedio, dificultades con tareas
sensitivas hacia la distracción,
procesamiento de baja velocidad, y
habilidades del lenguaje escrito por
debajo del promedio. Pero,
sorprendentemente, el examinador
concluyó que Mitchell no tenía
dificultades que interfirieran con su
aprendizaje.
“Este es un reporte interesante,”
dijo el terapeuta.
“¿Cómo es eso?” preguntó el
padre.
“Pues, puede que este reporte
nos dé algunas claves acerca del
porqué está luchando tanto para
cumplir con las expectativas de
todos en la escuela,” dijo el
terapeuta.
“Nos dijeron que él no tenía
problemas de aprendizaje,” dijo la
madre.
“Yo pienso que probablemente
eso fue preciso,” dijo el terapeuta.
Después él explicó las
ramificaciones probables de la
evaluación. Mientras hablaban,
apareció claro que Mitchell estaba
teniendo dificultades con la mayoría
de las tareas que involucraban
mucha escritura, resolución de
problemas, procesamiento rápido, y
con sostener esfuerzos. “Eso es
algo que debemos mirar más
cerca,” dijo el terapeuta.
“Por supuesto, él todavía es muy
inteligente,” dijo el padre.
“Hay algunas áreas en donde
claramente es muy inteligente,”
dijo el terapeuta. “Y hay algunas
cosas que quizás le están dando
problemas en mostrar lo inteligente
que es él. Mi suposición es que él
encuentra esta disparidad algo
frustrante.”
“Oh, claro que está frustrado,”
dijo la madre. “Todos lo estamos.”
Después de un rato, Mitchell fue
invitado a entrar a la oficina. Se
negó a ver al terapeuta a solas, así
que sus padres se quedaron en el
cuarto.
“Estoy harto de profesionales de
salud mental,” anunció Mitchell
desde el comienzo.
“¿Por qué?” preguntó el
terapeuta.
“Nunca los he necesitado.
Ninguno me ha ayudado,” contestó
Mitchell.
“No seas grosero, Mitchell,”
entonó su padre.
“¡CALLATE PAPÁ!” gritó Mitchell.
“¡NO TE ESTABA HABLANDO A TI!”
La tormenta paso rápidamente.
“Parece que has pasado por muchas
cosas en estos últimos dos años,”
dijo el terapeuta.
“¡¿QUÉ LE DIJERON?!” les gritó
Mitchell a sus padres.
“Le contamos sobre las
dificultades que tuviste en la
escuela privada,” contestó la
madre, “y acerca de que quisiste
suicidarte, y de cómo nosotros
no…”
“¡BASTA!”, grito Mitchell. “¡A este
señor ni lo conozco, y ustedes ya le
dijeron todo sobre de mi vida
privada! ¡Y tal vez no me quisiera
suicidar si no estuviera tomando
ochenta y siete diferentes
medicinas a la misma vez!”
“¿Qué estabas tomando en ese
entonces?” preguntó el terapeuta.
“Yo no sé,” dijo Mitchell,
tallándose la frente. “¡Tu dile,
Madre!”
“Creo que ha tomado casi todas
las drogas psicotrópicas del
mundo,” dijo la madre. “Litio,
Prozac…”
“¡NO EXAGERES MADRE!” gritó
Mitchell.
“Mitchell, no seas grosero con tu
madre,” dijo el padre.
“¡Si no paras de decirme que no
sea grosero, me voy a ir de aquí!”
gritó Mitchell.
De nuevo, la tormenta paso
rápidamente. “¿Cuáles medicinas
tomas ahora?” preguntó el
terapeuta.
“Nada mas algo para mis tics,”
respondió Mitchell. “¡Y ni piense en
decirme que tome alguna otra!
¡Hay que cambiar de tema!”
“Ni siquiera se toma la medicina
para los tics como debería,” dijo la
madre. “Por eso todavía tiene
tantos.”
“¡MADRE, YA PARA!” gritó
Mitchell. “¡No me importan los tics!
¡Déjame en paz!”
“Es solo que…” comenzó a decir
la madre.
“¡MADRE, NO!” gritó Mitchell. Su
madre dejó de hablar.
“¿Mitchell, sientes que quieres
suicidarte ahora?” preguntó el
terapeuta.
“¡NO! ¡Y si me pregunta de
nuevo, me voy!”
“Él todavía no se siente muy bien
de sí mismo,” dijo el padre.
“¡ME SIENTO BIEN!” gritó
Mitchell. “¡Ustedes son los que
necesitan el psicólogo, no yo!”
Mitchell volteo a ver al terapeuta.
“¿Puede hacer algo acerca de
ellos?” El padre se rió entre dientes.
“¡¿QUÉ ES TAN GRACIOSO?!” gritó
Mitchell.
“Si los puedo interrumpir,” dijo el
terapeuta, “Yo sé que tuno querías
venir hoy, y entiendo por qué tal
vez no tengas mucha fe en otro
profesional de salud mental. Pero
me interesa saber… ¿qué es lo que
te gustaría que hiciera yo con tus
padres?”
“Que les diga que me dejen en
paz,” gruño él. “Estoy bien.”
“Sí, él tiene todo bajo control,”
dijo el padre, sarcásticamente.
“¡Por favor!” gritó Mitchell.
“¿Si yo les dijera que te dejaran
en paz, piensas tu que lo harían?”
preguntó el terapeuta.
Mitchell miró a sus padres. “No,
creo que no.”
El terapeuta eligió sus palabras
cuidadosamente. “¿Es justo decir
que tus interacciones con tus
padres son frustrantes para ti?”
Mitchell volteo a ver a sus padres.
“Ustedes encontraron otro genio,”
dijo él. “¿Tenemos que pagar
dinero y perder el tiempo para que
este señor nos diga lo obvio?”
“¡Mitchell!” dijo el padre. “¡No
seas grosero!”
“¡DEJA DE DECIRME LO QUE
DEBO HACER!” gritó Mitchell.
“Aprecio que usted se preocupe
por mí,” le dijo el terapeuta al
padre. “Pero realmente quiero
escuchar lo que Mitchell tiene que
decir.” El terapeuta volvió a mirar a
Mitchell. “No creo que pueda yo
hacer que te dejen en paz sin que
estés aquí.”
“Yo no creo que usted pueda
hacer que me dejen en paz si estoy
aquí,” dijo Mitchell.” Pausó por un
momento. “¿Con qué frecuencia
tengo que venir aquí?”, preguntó él.
“Pues, para empezar, me gustaría
que vinieras cada dos semanas,”
dijo el terapeuta. “Me gustaría que
tus padres vinieran cada semana.
¿Te parece razonable?”
“¡Está bien!” dijo él. “¿Ya nos
podemos ir?”
 
Ya se les ha dado su primer
trabajo en casa (tal vez hasta ya lo
terminaron). ¿Pero, están listos
para su primer examen? ¿Cuáles
son las habilidades rezagadas de
Mitchell? ¿Y cuáles son los
problemas sin resolver que
fiablemente y predeciblemente le
están causando sus arranques
explosivos?
A este punto, usted puede estar
pensando, “Wow, no lo tengo tan
mal,” o “¿Piensa él que nosotros no
sabemos cómo son las
explosiones?” o, “Podemos seguir
con el show? ¡Por favor dígame que
debo hacer!” Les prometo que nos
vamos acercando. Pero primero
tenemos una vía más para explorar.
Tenemos que pensar acerca de por
qué las cosas que ya han hecho
ustedes para reducir las explosiones
de sus hijos no han funcionado muy
bien o quizás han empeorado las
cosas.
CAPÍTULO 5
La Verdad Sobre Las
Consecuencias
“Usted sabe, al comienzo
pensábamos que Amy era una niña
voluntariosa y terca,” recuenta un
padre. “Teníamos todos los libros,
personajes de televisión, los shows
de niñeras, y nuestro pediatra
diciéndonos que si fuéramos más
firmes y más consistentes con ella,
que las cosas iban a mejorar. Los
abuelos de Amy agregaron sus
opiniones; nos decían
constantemente a mí y a mi esposa
cómo hubiera sido manejada Amy
‘en los días de antes’. Pero todos
esos consejos no nos ayudaron para
nada. Eventualmente se nos hizo
evidente que íbamos a necesitar a
un profesional para que nos
ayudara.”
“El primer doctor nos dijo que
Amy tenía mucha ira y rabia. Amy
duro un año en terapia de juego,
con un terapeuta que trató de
averiguar sobre de qué estaba tan
enojada. Él nos ignoró cuando le
dijimos que ella no estaba enojada
todo el tiempo, solamente cuando
las cosas no le salían exactamente
como ella lo esperaba. Él nunca
averiguó por qué estaba tan
enojada.”
“El siguiente doctor nos dijo que
los arranques de Amy eran
simplemente su manera de decirnos
que quería las cosas a su modo y
que era una forma de hacer que
nosotros le prestáramos atención.
Nos quiso convencer que las
explosiones eran nuestra culpa. ¿Si
eran nuestra culpa, entonces por
qué nuestros otros dos niños se
comportaban tan bien? Nos dijo que
ignoráramos los arranques y que le
diéramos mucha atención cuando
su comportamiento fuera positivo.
Pero solo ignorarla no le ayudaba a
calmarse cuando ella se frustraba
sobre algo. No me importa lo que
digan los expertos, uno no puede
ignorar a su hija cuando está siendo
destructiva y violenta. Este doctor
también nos enseño como usar el
sistema de calcomanías y la rutina
entera de ‘tiempo fuera’ (castigos).
Me dan escalofríos al pensar cuanto
tiempo duro la pobre niña
castigada, y de lo que mi esposa y
yo tuvimos que soportar para que
ella se quedara en ‘tiempo fuera’.
Pero nos dijo que las lecciones que
le estábamos tratando de enseñar
eventualmente las iba a aprender.
“Eventualmente, este doctor llego
a la conclusión que como todos eso
castigos y “tiempos fuera” no
aparecían hacer el truco, que
entonces Amy necesitaba
medicamento para ayudarla a
mantenerse ‘normal’. No nos gustó
mucho la idea, pero llevamos a
Amy con un psiquiatra infantil.
Pensamos que no teníamos nada
que perder. Pero cuando la primera
medicina no funcionó, ella le agrego
otra…luego otra. Tal vez haya niños
que responden bien al
medicamento, pero Amy no fue una
de ellas. Lo único que cambio
después de toda esa medicina fue
su peso, ya que subió unas treinta
libras. Mientras tanto, todavía
estamos tratando de figurar como
poder vivir con una niña así.
“Hemos pagado un alto precio- y
no solamente con respecto al
dinero- el estar escuchando a varios
doctores y haciendo lo que nos
sugerían. Todavía no entendemos
por qué Amy se comporta de esta
manera, y todavía no sabemos qué
hacer sobre todo esto.”
El enfoque más común para
entender y poder cambiar el
comportamiento de niños
explosivos se deriva de las
creencias convencionales: en algún
punto, los niños explosivos han
aprendido que sus arranques,
explosiones, maldiciones, gritos, y
destrucción les trae atención o les
ayuda a salirse con la suya a través
de convencer a sus padres que “se
den por vencidos.” Esto casi
siempre se presta a pensar en la
noción de que las explosiones de
estos niños son planeadas,
intencionales, y bajo el control
consiente del niño (“El es muy
manipulativo. ¡Sabe exactamente
cuales botones oprimir!”), el cual,
sucesivamente, causa que los
adultos tomen el comportamiento
personalmente (“¿Por qué me hace
esto a mi? ¡Yo no lo merezco!”).
Como leyó en el segundo capítulo,
el resultado de la creencia que este
comportamiento se aprende es que
el niño ha sido enseñado o
disciplinado malamente por padres
pasivos, permisivos, e
inconsistentes (“¡Lo que ese niño
necesita son padres que le hacen
saber quién es el jefe!”). Los padres
que se dejan convencer por este
modo de pensar a menudo se
culpan por el comportamiento
explosivo de sus hijos (“De seguro
estamos haciendo algo mal…nada
de lo que hacemos parece estar
funcionando con este niño”).
Finalmente, si usted cree que tal
comportamiento es aprendido y es
el resultado de la mala crianza de
los niños y disciplina laxa, entonces
significa que el niño puede volver a
aprender a hacer lo opuesto a
través de técnicas y disciplina
mejorada y más persuasiva.
En general, este proceso de re-
enseñar incluye (1) proveerle al
niño con bastante atención positiva
por comportamiento bueno para
reducir la probabilidad de que él
busque la atención por medio de
comportamiento mal adaptivo; (2)
enseñarle a los padres a dar menos
órdenes y que estas sean más
claras para el niño; (3) enseñarle al
niño que ellos cuentan con que él
obedezca cada orden que viene de
ellos (los padres) y que debe
obedecer rápidamente porque sus
padres solo van a dar una orden
una o dos veces; (4) enseñarle al
niño que los padres no se van a
hacer a un lado cuando hay
explosiones; (5) el mantenimiento
de registros y mantener un sistema
de moneda (puntos, calcomanías,
palomitas, caras felices, etc.) para
poder seguir el proceso del
rendimiento del niño de objetivos
de conducta específicos; (6) y
entregar consecuencias- premios,
como dinero y privilegios
especiales, y castigos, como
tiempo-fuera, la perdida de
privilegios, etc.- contingente a el
fracaso o éxito del desempeño del
niño. Este enfoque convencional no
es mágico; simplemente formaliza
las prácticas que han sido
consideradas importantes para la
crianza de niños: ser claros acerca
de cómo el niño debe/no debe
comportarse, contar e insistir
consistentemente con el
comportamiento apropiado, ydarle
a su niño la incentiva para
desempeñar tal comportamiento.
Algunos padres y sus hijos
benefician de tales programas y
encuentran que estos
procedimientos aumentan la
estructura necesaria y la
organización a la disciplina familiar.
Inicialmente, otros padres pueden
embarcarse a un programa similar
para el mantenimiento de
comportamiento con entusiasmo,
energía, y vigilancia, pero se
vuelven menos entusiásticos,
energéticos, y vigilantes al pasar el
tiempo y regresan a sus viejos
métodos para la crianza de niños
que son familiares para ellos. Y
muchos padres encuentran que
procedimientos para el
mantenimiento de
comportamientos no ayudan a
mejorar el comportamiento de sus
hijos, incluso cuando ellos siguen
los pasos apropiados. De hecho,
muchos padres encuentran que
tales programas en actualidad
pueden aumentar la frecuencia e
intensidad de las explosiones de
sus hijos y causan que las
interacciones con sus hijos se
empeoren. ¿Cómo puede ser? ¿Qué
no los programas basados en
premios y castigos funcionan?
No, no funcionan. Ninguna
intervención funciona para todos ni
para todo. Los antibióticos
funcionan para algunas cosas, y no
para otras. La aspirina funciona
para algunas cosas pero no es el
tratamiento de preferencia para
otros. La quimioterapia funciona
para algunas enfermedades pero
nada de bien para otras.
Los programas basados en
castigos y premios hacen dos cosas
muy bien. Primeramente, les
enseñan a los niños lecciones
básicas sobre las buenas y malas
maneras de comportarse. Por
supuesto, hay otras formas aparte
de premiar y castigar de enseñar
estas lecciones básicas, incluyendo
la instrucción directa: “No toques la
estufa caliente o te quemarás.” “Si
no compartes tus juguetes, tu
amigo ya no va a querer jugar
contigo.” “Si no miras a los dos
lados antes de cruzar la calle, te
puedes lastimar.” Mucha de la
enseñanza acerca de la manera de
hacer las cosas bien o mal es
realizado a través de la instrucción
directa, y muchos niños (quizás la
mayoría) aprenden de y modifican
su comportamiento en respuesta a
este modo de enseñanza.
Por supuesto, algunos no lo
hacen. ¿Esto indica que ellos
necesitan un programa formal de
premios y castigos? No, todavía no.
Si un niño no beneficia a lo máximo
de la instrucción directa, otra
herramienta de enseñanza muy
poderosa y persuasiva
inevitablemente entra en acción:
l a s consecuencias naturales. Hay
una consecuencia natural que
ocurre al tocar una estufa caliente,
una que enseña una lección
persuasiva. Y hay consecuencias
poderosas y persuasivas que
ocurren si un niño no comparte sus
juguetes o se cruza la calle sin
voltear a los dos lados. Muchos
niños aprenden de y modifican su
comportamiento en respuesta a las
consecuencias naturales.
Pero también hay aquellos niños
que no lo hacen. ¿Ahora estamos
listos para un programa formal de
premios y castigos? En actualidad,
hemos llegado a la bifurcación en
nuestro camino. Si usted ha
concluido que su hijo, quien no ha
beneficiado de las consecuencias
naturales, necesita hasta más
consecuencias, entonces sí necesita
ir en la dirección hacia un programa
formal de premios y castigos.
¿Pero, qué si usted ha concluido
que la razón por la cual su hijo no
ha respondido a la instrucción
directa o a las consecuencias
poderosas y persuasivas naturales
es porque él no tiene las
habilidades criticas y tiene
dificultades con navegar ciertos
problemas sin resolver? ¿Le
ayudaría este programa a remediar
las habilidades rezagadas que le
están causando las explosiones, o a
resolver los problemas que están
precipitando las explosiones? No,
esto es algo que los programas
basados en premios y castigos no
hacen muy bien. En mi experiencia-
quizás la de usted, también- el ser
castigado o el no recibir un premio
anticipado hace que un niño
explosivo sea aún más explosivo,
no menos.
A propósito, cada niño explosivo
con el que yo he trabajado ya sabía
las lecciones básicas acerca de la
manera buena y mala de
comportarse. Lo que ellos
necesitaban de parte de los adultos
quienes trataban de ayudarlos era
algo que un programa basado en
premios y castigos no podía lograr.
Hay algo más que los programas
basados en premios y castigos
hacen bien: proveen a los niños con
motivación extrínseca. Si usted
asume que un niño no está
haciendo bien porque él no quiere,
entonces tiene sentido que uno le
provee motivación
extrínsecamente- en otras palabras,
hacerlo que quiera a través de
castigar los comportamientos que
usted quiere desanimar y premiar
los comportamientos que usted
quiere fomentar.
Aquí hay un hecho interesante, y
uno que tal vez no pueda creer:
cada niño explosivo con el que yo
he trabajado ya estaba motivado a
hacer bien. Los niños hacen bien si
pueden. Ellos prefieren portarse
bien a no portarse bien. Las
consecuencias no le enseñan a los
niños explosivos las habilidades que
no han aprendido; las
consecuencias nada más
incrementan la probabilidad de que
un niño muestre las habilidades que
ya es capaz de realizar. Los niños
explosivos no necesitan más
consecuencias. Ellos ya están
motivados a hacer bien. Necesitan
algo más de parte nuestra.
Ahora ya entiende por qué, para
el resto de este libro, vamos a
tomar un camino diferente. Pero
primero, hay que volver a echar un
vistazo más de cerca a lo que
sucedió cuando los padres de Amy
intentaron implementar un
programa formal basado en
premios y castigos. Ellos dieron
órdenes más claras y pusieron más
esfuerzo en reconocer cuando era
que Amy se estaba portando
apropiadamente. Hicieron una lista
de los comportamientos que Amy
necesitaba mejorar: lavarse los
dientes, hacer la tarea, regresarse
después de haber estado jugando
afuera, llevarse mejor con su
hermanito, y seguir las
instrucciones de los adultos. Ellos
mantuvieron seguimiento de cómo
Amy progresaba con estos
comportamientos con un sistema de
puntos; ella recibía puntos cuando
hacia bien con un comportamiento
en especifico y perdía puntos
cuando no hacia tan bien. Los
padres hicieron una lista de premios
y privilegios especiales que ella
ganaría al tener suficientes puntos.
Si Amy no cumplía con las órdenes
de los adultos, se le daba un
castigo. Ellos ya estaban seguros de
que Amy estaba motivada a hacer
bien.
El escenario siguiente ocurrió sin
número. Después de darle a Amy
noticia por adelantado, los padres
le daban una orden; por ejemplo,
“Amy, es tiempo de apagar la
televisión y lavarse los dientes.” En
muchas ocasiones, Amy- quien no
tenía buenas habilidades para
cambiar de tarea o estado de
pensamiento, sin importar cuanta
noticia por adelantado se le daba-
no se movía. Los padres repetían la
orden. Amy se volvía frustrada. Los
padres entonces le recordaban a
Amy de las consecuencias si ella no
seguía las direcciones y
expectativas de ellos. Amy, quien
no estaba muy entusiasmada por
perder puntos o terminar castigada,
se volvía más y más frustrada y
cada vez más desorganizada e
irracional, y su control sobre sus
palabras y acciones se disminuía.
Ella comenzaba a gritar y llorar. Los
padres de Amy interpretaban su
aumento de intensidad y su falta de
responder a las ordenar como un
intento a forzarlos a que “se
hicieran a un lado” y ellos le
informaban que un castigo era
inminente. Amy comenzaba a
aventarles a sus padres de cosas.
Los padres tomaban a Amy del
brazo y la acompañaban a su lugar
de castigo, algo que intensificaba
su frustración e irracionabilidad aún
más. Amy resistía ser castigada y
rasguñaba a sus padres. Ellos
trataban de restringirla físicamente
(muchos clínicos de salud mental ya
no recomiendan esta práctica con
niños, pero Amy no era uno de
ellos); Amy intentaba escupirlos o
morderlos o golpearlos con la
cabeza. Ellos la encerraban en su
cuarto hasta que se calmara. Ya
encerrada en su cuarto- las veces
que sus padres pudieron meterla y
dejarle ahí- ella destruía lo que se
pudiera, incluyendo algunos de sus
juguetes favoritos.
Eventualmente, entre diez
minutos y dos horas después, las
explosiones de Amy se calmaban y
la racionalidad le regresaba.Sus
padres, exhaustos, tenían la
esperanza de que lo que acababan
de soportar daba la pena si ella
después aprendiera a portarse
mejor. Cuando Amy finalmente
salía de su cuarto, tenía
remordimiento. Los padres, de tono
firme, le daban la orden que causó
todo el episodio de nuevo.
¿Qué pasa con esta imagen?
Mucho. ¿Si un niño está atrasado en
lectura, cual es la intervención
adecuada? Averiguar por qué y
después enseñarle las habilidades
que no tiene. ¿Si un niño está
atrasado en el desarrollo de
habilidades matemáticas, cual es la
intervención adecuada? Averiguar
por qué y después enseñarle las
habilidades que no tiene. ¿Y si su
hijo tiene dificultades con ser
flexible, tolerar la frustración, y
resolver los problemas, qué debe
usted hacer? Averiguar por qué y
después enseñarle las habilidades
que no ha aprendido, y comenzar a
resolver los problemas que
predeciblemente y seguramente le
están causando sus episodios
trabajosos.
 
Preguntas & Respuestas
 
Pregunta: He sido firme con mi
hijo para que él sepa que no me
voy a doblar. ¿Pero si él es
inflexible, puede ser que mi
inflexibilidad simplemente este
empeorando la situación?
Respuesta: Sí. Hay una ecuación
matemática para resumir esta
situación:
inflexibilidad + inflexibilidad =
explosión
 
Si su hijo va a aprender a ser más
flexible para manejar las
frustraciones más adaptivamente, y
para que mejore su habilidad para
resolver problemas, esto no va a
suceder si usted está preocupado
con ser un ejemplo de inflexibilidad.
 
Pregunta: ¿Esto quiere decir que
debo decirle ‘sí’ a todo,
simplemente para que mi hijo no
explote?
Respuesta: No significa eso en
absoluto.
 
Pregunta: ¿Que no debo sentar
un precedente para que mi hijo
sepa quién está a cargo?
Respuesta: Su hijo ya sabe que
usted es el jefe. Misión cumplida. Él
necesita algo más de usted.
 
Pregunta: ¿Entonces yo todavía
estaré a cargo?
Respuesta: Usted se va a sentir
más a cargo que nunca.
CAPÍTULO 6
Tres Planes (Uno En
Particular)
Ahora que ya entendemos cómo
fue que su hijo difícil se volvió
difícil, y ya que sabe usted que los
gráficos con calcomanías, el
“tiempo-fuera”, y el premiar y
castigar no le enseñarán las
habilidades que necesita ni le
ayudarán a resolver los problemas
de forma duradera, y ahora que
usted ha identificado cuatro o cinco
problemas sin resolver que
seguramente y predeciblemente
están causando los episodios
difíciles de su hijo, usted está listo
para aprender acerca de los Planes.
De todos los capítulos de este libro,
me han dicho que este es el
capitulo al cual la gente se vuelve a
referir una y otra vez.
Básicamente, hay tres formas de
manejar problemas o expectativas
no cumplidas. Yo le llamo a estas
opciones Planes: Plan A, Plan B, y
Plan C. Es importante destacar que
los Planes se introducen solamente
cuando hay un problema sin
resolver. Si no hay un problema,
entonces no necesita un plan. Por
ejemplo, si su hijo está
completando su tarea de acuerdo a
su satisfacción y sin dificultad o
conflicto significante, usted no
necesita un Plan porque no hay un
problema para resolver. Si su hijo
se está cepillando los dientes de
acuerdo a su satisfacción y sin
dificultad o conflicto significante,
usted no necesita un Plan porque
no hay un problema para resolver.
Pero si su hijo no está completando
su tarea o no se está cepillando los
dientes de acuerdo a sus
expectativas, y si estos problemas
aumentan la posibilidad de
explosiones, usted necesita un Plan.
Plan A se refiere al manejo de un
problema o una expectativa no
cumplida a través de la imposición
del adulto. Plan C implica
eliminando una expectativa
completamente, al menos por
ahora. Y Plan B implica usar un
proceso de colaboración, el cual
involucra al niño para resolver un
problema de manera mutuamente
satisfactoria. Si usted intenta seguir
los consejos de este libro los
Planes- uno en particular- son su
futuro. Hay que ver esto más de
cerca.
 
PLAN A
 
Mucha gente piensa que el
término “Plan A” se refiere al Plan
preferido. No en este libro. Si usted
responde hacia un problema por
medio de imponer su voluntad-
diciendo cosas como “No,” “Tienes
qué,” o “No Puedes”- está usando
Plan A. Si su hijo a menudo tiene
problemas con terminar su tarea y
usted responde por insistir que la
tarea se termine, usted está usando
Plan A.
Ahora, estas respuestas de los
adultos hacia los problemas sin
resolver pueden sonar bastante
común, y típicamente no causan
comportamiento difícil si usted
tiene un hijo ordinario. Pero no lo
tiene. En el caso de niños
explosivos, Plan A- imponiendo su
voluntad- aumenta en gran medida
la probabilidad de que haya una
explosión. ¿Por qué? Porque usted
está arrojando Plan A hacia un niño
quien no tiene un “cerebro para
Plan A.” ¿Por qué no tiene él un
cerebro para Plan A? Ninguno de
nosotros somos particularmente
entusiasmados en que los demás
nos impongan su voluntad. Pero la
mayoría de nosotros tenemos las
habilidades para manejar la
imposición de los demás cuando
esto sucede. Los niños explosivos
no tienen estas habilidades.
Recuerde las condiciones bajo cual
las explosiones suceden: siempre
que el niño no tenga las habilidades
para manejar las demandas que se
le han puesto. Si usted arroja Plan
A hacia un niño quien no tiene las
habilidades para manejar Plan A, le
ha puesto usted una demanda
cognitiva encima, y que supera su
capacidad para responder
adaptivamente. Por eso él está
respondiendo de manera mal
adaptiva. En realidad, si le
“regresamos la cinta” a la mayoría
de explosiones en los niños,
encontramos a un adulto usando
Plan A.
Ahora, una interesante paradoja
para reflexionar: ¿A cuales niños se
les arroja Plan A más seguido que
cualquier otro tipo de niño? Los de
tipo explosivo. Los menos capaces
de manejar Plan A. Esto es porque
en algún punto mucha gente fue
convencida de que la mejor manera
de ayudar a que los niños
explosivos exploten menos y que
aprecien “quién es el jefe” era
aplicar una dosis masiva de Plan A.
Ahora usted ya sabe que eso es la
receta perfecta para un número
masivo de explosiones, una relación
con su hijo claramente inútil, y un
niño que se pregunta cuando su
“jefe” va a empezar a manejar sus
dificultades de un modo nuevo que
hará las cosas mejor.
Y ese puede ser el punto más
importante: A menudo, Plan A no
resuelve de manera duradera el
problema de la tarea o el problema
de lavarse los dientes. Ni tampoco
le ayuda a los niños ser más
flexibles, tolerar la frustración más
adaptivamente, o resolver los
problemas más efectivamente.
Solamente causa más explosiones.
Si Plan A no le está funcionando a
usted ni a su hijo, le recomiendo
que deje de usarlo. Por supuesto, si
usted deja de usar Plan A, va a
necesitar otra manera de manejar
las expectativas no cumplidas. Ese
es Plan B. Pero aún no estamos ahí.
Hay que repasar Plan C primero.
 
PLAN C
 
Plan C implica eliminar una
expectativa completamente, al
menos por ahora. Mucha gente
llega a la instantánea, pero
errónea, conclusión de que Plan C
es equivalente a “darse por
vencido”. En actualidad, “darse por
vencido” es lo que sucede cuando
usted empieza con Plan A y termina
rindiéndose porque su hijo le ha
hecho la vida miserable. Cuando
deliberadamente usa Plan C usted
no se está rindiendo; más bien,
usted ha intencionalmente,
pensativamente, y de forma
proactiva decidido eliminar una
expectativa por completo, ya sea
porque usted ha decidido que fue
poco realista en primer lugar o
porque usted tiene otras
expectativas de alta prioridad para
persuadir. Eliminando expectativas
de baja prioridad le puede ayudar a
usted y a su hijo estar más
“disponible” a trabajar en los
problemas sin resolver de alta
prioridad. El mayor fracaso de Plan
C es que algunas expectativas no
van a ser cumplidas, al menos por
ahora. Por supuesto, hay un lado
positivo de Plan C: cualquier
expectativa que usted eliminó no
causará explosiones (si en realidad
la ha eliminado).
Probablemente se esté
preguntando cuales de sus
expectativas no cumplidas deberían
irse alsegundo plano. Esto, por
supuesto, depende de los detalles
de su situación: sus prioridades, el
nivel de inestabilidad de su hijo, y
en cuantos problemas sin resolver
usted piensa que su hijo (y usted)
puedan trabajar a la misma vez.
Pero lavarse los dientes, elección
de alimentos, ejercicio, hacer la
tarea, usar buenos modales, y
hasta levantarse para ir a la
escuela a veces se manejan con
Plan C hasta que los problemas más
urgentes sean resueltos.
Unos ejemplos le pueden ayudar.
Un niño, Justin, era
extraordinariamente particular
acerca de cuáles alimentos estaba
dispuesto a comer: ciertos cereales
para desayuno y pizza para la cena.
Los padres de Justin estaban
determinados- demostrado por su
persistencia implacable- de que él
tuviera una dieta balanceada. Este
ejemplo, que se le puede llamar
inflexibilidad reciproca, causó por lo
menos dos explosiones por día (una
por el desayuno, y una por la cena).
Excepto en casos extremos, tales
como algunos trastornos
alimenticios, problemas asociados
con la diabetes, obesidad, y otros
por el estilo, un enfoque de Plan C
hacia la comida es por lo general
indicado por el niño explosivo quien
es exigente de comer. En otras
palabras, no se van a morir de
hambre. Y, en efecto, Justin no se
estaba muriendo de hambre. La
expectativa “comer una variedad de
comidas” inicialmente fue
manejada con Plan C, las
explosiones sobre este problema
fueron eliminadas, problemas sin
resolver que eran más urgentes
fueron discutidos primero, y el
problema de la comida
eventualmente fue tratado por
medio de Plan B. Con el tiempo,
Justin comenzó a comer una
variedad de comidas y después
empezó a acompañar a su mamá al
mercado para ayudar a hacer su
propia selección de comidas.
Otro niño, Eduardo, de rutina
explotaba cuando su mamá lo
llevaba al mercado. Eduardo
también explotaba en otras
ocasiones, por supuesto, pero
ninguna tan predecible como en el
mercado. No importaba qué
intentaba la madre- castigarlo,
regañarlo, premiarlo- Eduardo de
todas maneras explotaba de rutina
en el mercado. Estas intervenciones
no fueron muy efectivas en ayudar
a Eduardo a aprender ciertas
habilidades (quedarse cercas del
carro de compras, no demandar que
su madre compre cada cereal con
azúcar que miraba, ser paciente en
línea para pagar) centrales a
comportarse bien en el mercado. Su
madre finalmente llego a la
conclusión de que llevar a Eduardo
al mercado no era necesario. Ella
decidió que sería mejor si eliminaba
la expectativa de que su hijo la
acompañara al mercado (Plan C).
Por supuesto, su madre sí tenía
problemas con poner este problema
en segundo plano.
Madre: ¿Pero no puedo evitar ir
al mercado para siempre, o sí?
Respuesta: Correcto. Por
suerte, ir al mercado no es
crítico para la existencia de
Eduardo por ahora.
Madre: ¿Qué pasará con mi
existencia? No siempre es
posible que su abuela lo cuide
mientras voy al mercado.
Respuesta: Sí, entiendo. Pero
es hasta más difícil- y mucho
más perjudicial a su existencia y
la relación con su hijo- el tenerlo
explotando cada vez que lo lleva
al mercado.
Madre: Yo no conozco a otra
persona quien no puede llevar a
su hijo al mercado. ¡Esto es
ridículo!
Respuesta: Usted está en una
situación muy diferente a la de
otros, quienes no tienen
problemas con sus hijos en el
mercado.
Madre: ¿Cuándo debería
intentar llevarlo al mercado de
nuevo?
Respuesta: Cuando usted
piense que puede hacerlo…y
cuando ha aprendido a usar Plan
B.
 
PLAN B
 
Plan B implica usar un proceso de
colaboración, con el cual usted y su
hijo trabajan juntos- colaboran-
para resolver los problemas que
han estado causando explosiones y
que han sido tan destructivos para
la relación entre ustedes.
Una advertencia justa: de
acuerdo a muchos libros acerca de
la crianza de niños- y la sabiduría
convencional- nunca se debe
colaborar con un niño. Después de
todo, usted está a cargo. Pero en
este libro, el “estar a cargo”
significa que usted entiende por
qué, con este niño en particular,
hasta los problemas más mundanos
pueden causar explosiones, y que
usted está dispuesto a tomar acción
para cambiar de curso. No se
preocupe, usted todavía está en
control cuando usa Plan B,
probablemente más en control de lo
que ha estado. La única desventaja
de Plan B es que, por lo menos al
inicio, es difícil de hacer, pero sobre
todo porque mucha gente no ha
tenido practica con él.
Plan B consiste de tres
ingredientes. El primero, llamado el
Paso de Empatía, implica acumular
información de su hijo para poder
entender su preocupación o
perspectiva del mismo problema sin
resolver. El segundo, llamado el
Paso de Definir el Problema, implica
comunicar su preocupación o
perspectiva del mismo problema. Y
el tercero- La Invitación- es cuando
usted y su hijo discuten y se ponen
de acuerdo para seleccionar una
solución que toma en cuenta la
preocupación de ambos.
Plan B no es una “técnica” o una
“solución rápida” que mágicamente
o totalmente le va a transformar a
su hijo al tronar los dedos. Plan B
es un proceso, uno que no puede
ser realizado de la noche a la
mañana. Las metas de resolver los
problemas de manera duradera,
enseñar habilidades, y cambiar
aspectos fundamentales acerca de
la manera en que usted interactúa
con su hijo no se van a resolver en
una semana.
Al oír del tal Plan B, mucha gente
llega a la conclusión equivocada de
que el mejor tiempo para usar Plan
B es justo cuando ellos están en el
medio de tratar con un problema
sin resolver. Ese es Plan B de
Emergencia, y en actualidad no es
el mejor tiempo de usarlo porque el
niño ya está calentado para el
pleito. Muy pocos de nosotros
pensamos claramente cuando
estamos calentados. Como
discutimos anteriormente, los
problemas que precipitan la
mayoría de explosiones son las más
predecibles. Por lo tanto, no hay
razón para esperar hasta que el
niño se caliente otra vez para tratar
de resolver los problemas que han
estado causando explosiones por
tanto tiempo. La meta es resolver
el problema- antes de tiempo- y
antes de que ocurra de nuevo. Ese
es Plan B Proactivo. Por ejemplo, si
su hijo siempre se niega a
cepillarse los dientes, el mejor
tiempo para tener la discusión de
Plan B con él es antes de que él se
enfrente con la tarea de cepillarse
los dientes otra vez en lugar de
hacerlo en el mismo momento. Si
es rutina para su hijo tener
dificultades con la tarea, el tiempo
para tener la discusión de Plan B
dirigido hacia resolver ese problema
es antes de que él tenga
dificultades con la tarea la próxima
vez. Hay que ver estos tres
ingredientes de más cerca y
después pensar como mejor
aplicarlos, de preferencia de
manera proactiva.
 
EL PASO DE EMPATÍA
 
La meta del paso de Empatía se
dedica a acumular información de
su hijo para lograr comprensión la
más clara posible acerca de sus
preocupaciones o perspectivas de
algún problema sin resolver. Igual
que los adultos, los niños también
tienen preocupaciones legítimas:
hambre, cansancio, miedo, el deseo
de comprar o hacer ciertas cosas, la
tendencia de evitar cosas que dan
miedo o que los hacen incómodos o
que los hacen sentir incompetentes.
Muchos adultos tienen unas
reacciones interesantes al leer
sobre el paso de Empatía. Algunos
nunca habían considerado que el
entender las preocupaciones o
perspectivitas de sus hijos sobre las
cosas fuera particularmente
importante. Esto es la razón por la
cual muchos niños- probablemente
la mayoría- están acostumbrados a
que no se les escuchen sus
preocupaciones (de parte de
adultos quienes tienen
preocupaciones propias). El no
escuchar las preocupaciones de los
niños “normales” no es ideal, pero
si usted no escucha las
preocupaciones de uno niño
explosivo, él va a estallar. Y esta no
es la única desventaja. Si usted
está atareado con rechazar las
preocupaciones de su hijo, no se
sorprenda cuando él haga lo
mismo. Si usted no entiende las
preocupaciones que están causando
las explosiones, entonces estas
preocupaciones no se van a tomar
en cuenta y las explosiones
seguirán. A propósito, usted no
pierde autoridad alguna alcolectar
información, entender, y tener
empatía. Más bien, usted obtiene
un compañero para resolver
problemas.
Cuando está usando Plan B
Proactivo, el proceso de acumular
información y entender empieza
con una observación neutral
(usualmente comenzando con las
palabras “Me he dado cuenta
que…”) acerca de uno de los
artículos de su lista de problemas
sin resolver y continua con la
investigación inicial (algo parecido
a, “¿Qué pasa?). Aquí hay unos
ejemplos comunes:
“Me he dado cuenta de que no
has estado muy entusiasmado
por ir a la escuela últimamente.
¿Qué pasa?”
“Me he dado cuenta de que
hemos estado discutiendo
mucho últimamente acerca de
cepillarte los dientes. ¿Qué
pasa?”
“Me he dado cuenta de que el
hacer la tarea ha sido una lucha
entre nosotros últimamente.
¿Qué pasa?”
“Me he dado cuenta de que
hemos estado discutiendo
mucho sobre la cantidad de
tiempo que pasas jugando
videojuegos. ¿Qué pasa?”
“Me he dado cuenta de que
hemos estado discutiendo
mucho acerca de tu hora de ir a
la cama. ¿Qué pasa?”
“Me he dado cuenta de que ha
sido difícil para ti levantarte por
las mañanas y llegar a la escuela
a tiempo últimamente. ¿Qué
pasa?”
“Me he dado cuenta que has
perdido el autobús escolar
mucho. ¿Qué pasa?”
 
Es importante notar el aspecto
neutral de la observación neutral.
Aquí hay otros ejemplos de
observaciones que no son nada
neutral:
“Me he dado cuenta de que
quieres arruinar mi vida. ¿Qué
pasa?”
“Me he dado cuenta de que ya
no te importa la escuela. Pues, si
a ti no te importa, a mi
tampoco.”
“Me he dado cuenta de que ya
no te interesa hacer tu tarea.
Pues, entonces vas a tener que
aprender por las malas.”
“Me he dado cuenta de que ya
no te quieres levantar por las
mañanas para ir a la escuela. Así
que te voy a castigar el Wii
hasta que esto mejore.”
 
Aparte de que ayudan a causar
explosiones, estas observaciones
no-neutrales son contraproducentes
porque hacen que los niños dejen
de hablar. Si su misión principal es
acumular información para poder
entender la preocupación o
perspectiva de un niño acerca de un
problema determinado, entonces
usted no quiere que él deje de
hablar. Si él deja de hablar, su
preocupación ni su expectativa se
va a tomar en cuenta y las
explosiones acerca de ese problema
van a continuar.
Por supuesto, las observaciones
neutrales son simplemente el
comienzo del paso de Empatía.
Después de preguntar “¿Qué pasa?”
su hijo va a responder. Él puede,
por ejemplo, responder con “Yo no
sé.” Ahora, el “Yo no sé” puede
significar varias cosas, y va a ser
importante que usted averigüe el
significado del “Yo no sé” en el caso
de su hijo (discuto esto en gran
detalle en el próximo capítulo). Por
ahora, hay que asumir que “Yo no
sé” significa que su hijo nunca le ha
prestado mucha atención a el
asunto y necesita tiempo para
pensar, en cuyo caso usted
simplemente querrá responder con
paciencia y aprobación, tal vez con
decir “Creo que nunca te he
preguntado esto. Tómate tu
tiempo. No estamos de prisa.”
Otra respuesta probable al “¿Qué
pasa?” es el silencio, que tiende ser
un poco inquietante para muchos
adultos, quienes tienden llenar el
vacío con el sonido de sus propias
voces. A menudo, en vez de darle
tiempo al niño para que recoja sus
pensamientos, el adulto habla (“Yo
pienso que la razón por la cual
estás gastando tanto tiempo frente
tu videojuego es que tú no quieres
cumplir con tus quehaceres de la
casa”). En tal caso, usted se ha
desviado bastante del buscar
información y ha hecho un poco
más difícil para que su hijo pueda
pensar. Es posible que usted
necesite hacerse más cómodo con
el silencio que puede ocurrir cuando
un niño le está dando pensamiento
a sus preocupaciones.
Aún cuando la primera respuesta
de su hijo a la pregunta, “¿Qué
pasa?”, le provee alguna
información útil, esta no es
suficiente para proveerle a usted
con un entendimiento claro acerca
de cuál es su preocupación o
perspectiva, así que tendrá que
perforar para encontrar más
información. Tome nota que está
“perforando” en busca de más
información, no “interrogando”. La
meta de perforar es de clarificar,
mientras que interrogar tiende ser
un acto que intimide al niño. Su
meta aquí es de demostrarle a su
hijo que su intento de comprender
su preocupación y perspectiva no es
superficial- usted en realidad quiere
entenderlo. Esto es lo más difícil del
paso de Empatía, sobre todo
porque (1) los adultos están
demasiado seguros de que ellos ya
saben cuáles son las
preocupaciones y expectativas del
niño, y (2) aun cuando no están
muy seguros de sí mismos, los
adultos tampoco saben qué decir
para clarificar las preocupaciones
de un niño. Con respecto al (1), mi
experiencia ha sido que los adultos
frecuentemente están equivocados
acerca de las preocupaciones del
niño. Con respecto al (2), clarificar
las preocupaciones de su hijo a
menudo implica enfocarse en el
quién, qué, donde, cuando, y
porqué de un problema sin resolver,
junto con preguntas y declaraciones
tales como “¿Cómo es eso?,” “Dime
mas sobre eso,” “Estoy confundido,”
“¿Puedes decirme más acerca de
eso?” “No entiendo exactamente,” y
“No lo entiendo.”
Aquí hay un ejemplo:
Padre: Me he dado cuenta de
que hemos estado luchando
mucho sobre la tarea
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Es muy difícil.
Padre: Es muy difícil… ¿cual
parte es muy difícil?
Niño: Es mucho.
Padre: Es mucho. No entiendo…
¿Qué es mucho?
Niño: La parte de la escritura es
mucho.
Padre: Ah, la parte de la
escritura es mucho. ¿Es muy
difícil la parte de la escritura con
todo?
Niño: No.
Padre: ¿En cuales partes de tu
tarea piensas que la escritura
sea mucho?
Niño: Yo no sé.
Padre: Pues, tómate tu tiempo.
No estamos de prisa.
Niño: No es la ortografía…solo
tengo que escribir una palabra.
Padre: Entonces eso no es.
Niño: Y no son los estudios
sociales. Solo tengo que rayar
una línea de una palabra a otra.
Padre: Hmm.
Niño: Es la parte de ciencias.
¡La Sra. Moore nos hace escribir
párrafos enteros! ¡Es muy difícil!
Padre: Ah, es la tarea de
ciencias. Sí, la Sra. Moore los
hace escribir párrafos enteros.
Niño: ¡Es mucho! ¡Es muy difícil!
Padre: Pues, me da gusto saber
que estamos figurando todo
esto. Pero aún estoy un poco
confundido. ¿Qué es lo que se te
hace muy difícil de escribir
párrafos enteros?
Niño: ¡Tú sabes que soy lento al
escribir! Me toma mucho tiempo
escribir las palabras que luego
se me olvida lo que quería decir.
Entonces me enojo mucho y dejo
de hacer la tarea.
 
Interesante. Al perforar un poco
más, nos fuimos desde “Es muy
difícil” a “Me toma mucho tiempo
escribir las palabras que luego se
me olvida lo que quería decir” y
salimos con un sentido más claro
del problema que se necesita
resolver. Si no entendemos
claramente las preocupaciones del
niño, el problema no se va a
resolver.
Los adultos son, a menudo,
sorprendidos de lo que aprenden
cuando comienzan a preguntar
acerca de las preocupaciones del
niño. Hay que ver cuales otros tipos
de información podemos sacar de lo
anterior (lo cual va a requerir
perforar más profundamente esta
situación):
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado muy
entusiasmado por ir a la escuela
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Sophie me ha estado
pegando en el patio de recreo.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho acerca de cepillarte los
dientes. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta el sabor de
la pasta de dientes.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho sobre la cantidad de
tiempo que duras jugando
videojuegos. ¿Qué pasa?
Niño: No tengo a nadie con
quien jugar. Nadie en el
vecindario quiere jugar conmigo.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho acerca de tu hora de ir a
la cama. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta estar a solas
en la obscuridad.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que ha sido difícil para ti
levantarte por las mañanas y
llegar a la escuela a tiempo
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Desde que empecé a
tomar esa medicina nueva, me
siento muy cansado en la
mañana.
 
Adulto: Me he dado cuenta que
has perdido el autobúsescolar
mucho. ¿Qué pasa?
Niño: Ya no quiero tomar el
autobús escolar. El chofer
siempre me culpa a mí cuando
hay problemas.
 
Algunos adultos, ya sabiendo que
han hecho progreso hacia
entendiendo las preocupaciones de
sus hijos, tienen dificultad con
resistir la tentación de irse para
atrás y despedir las preocupaciones
o usar Plan A, y terminan la
conversación. Aquí tiene ejemplos
de qué no hacer:
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado muy
entusiasmado por ir a la escuela
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Sophie me ha estado
pegando en el patio de recreo.
Adulto: Pues, deberías
regresarle el golpe.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho acerca de cepillarte los
dientes. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta el sabor de
la pasta de dientes.
Adulto: A mí tampoco me gusta
el sabor de la pasta, pero eso no
me impide lavarme los dientes.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho sobre la cantidad de
tiempo que duras jugando
videojuegos. ¿Qué pasa?
Niño: No tengo a nadie con
quien jugar. Nadie en el
vecindario quiere jugar conmigo.
Adulto: Oh, tienes muchos
amigos. Creo que simplemente
estás haciendo escusas.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos estado discutiendo
mucho acerca de tu hora de ir a
la cama. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta estar a solas
en la obscuridad.
Adulto: Oh, todo irá bien.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que ha sido difícil para ti
levantarte por las mañanas y
llegar a la escuela a tiempo
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Desde que empecé a
tomar esa medicina nueva, me
siento muy cansado en la
mañana.
Adulto: Yo pienso que solo
debes esforzarte más.
 
Adulto: Me he dado cuenta que
has perdido el autobús escolar
mucho. ¿Qué pasa?
Niño: Ya no quiero tomar el
autobús escolar. El chofer
siempre me culpa a mí cuando
hay problemas.
Adulto: Pues entonces aléjate
de los niños que causan
problemas y el chofer no te
culpará.
 
Dos puntos más acerca del paso
de Empatía antes de mover
adelante. Puede que usted haya
notado que mientras que este
primer paso se llama el paso de
Empatía, su meta principal no es
necesariamente la de mostrarle
empatía a su hijo por medio de
decir algo como “Oh, eso ha de ser
muy difícil para ti.” No es un crimen
ser empático con su hijo; es solo
que las declaraciones empáticas
típicamente no obtienen la
información que usted busca.
Usted se puede estar
preguntando si su hijo tiene las
habilidades de lenguaje suficientes
para participar en Plan B. No hay
cuestión de que los ejemplos
presentados anteriormente enseñan
como funcionaría Plan B con los
niños que tienen estas habilidades.
En los capítulos siguientes, yo
describo las modificaciones para
niños quienes están teniendo
dificultades con participar en Plan B
a causa de sus pobres habilidades
de comunicación o a causa de una
variedad de otros problemas.
 
EL PASO DE DEFINIR EL PROBLEMA
 
Usted está listo para seguir
adelante con el paso de Definir el
Problema ya que tenga un
entendimiento claro acerca de las
preocupaciones y perspectivas de
su hijo con respecto a un problema
sin resolver determinado. La meta
principal del paso de Definir el
Problema es de considerar su
preocupación o perspectiva. El
nombre de este paso se derivó del
hecho de que usted está
resolviendo el problema en
colaboración, un problema definido
por dos preocupaciones que están
por ser reconciliadas: la de su hijo y
la de usted. El paso de Definir el
Problema casi siempre comienza
con las palabras “Mi preocupación
es…” o “La cosa es que…”
Este paso se vuelve difícil ante
todo por el hecho de que, como los
niños, los adultos no le dan mucho
pensamiento a sus preocupaciones
acerca de problemas específicos. Es
muy común que los adultos, con su
deseo de resolver el problema,
vuelen más allá de sus
preocupaciones y aterricen su avión
en sus soluciones. Y porque los
niños tienen la tendencia de hacer
exactamente lo mismo (quizás han
sido bien entrenados), el escenario
típico es algo llamado soluciones en
combate, también referido como
una lucha por el poder:
Adulto: ¿Ya terminaste la tarea?
Niño: Mi tarea es muy difícil.
Adulto: ¿Tu tarea es muy difícil?
Se está haciendo tarde. Ve y
termínala. ¡Ahora mismo!
Niño: ¡Esta muy difícil! ¡No la
voy a terminar! (La solución del
niño).
Adulto: ¡Oh, claro que la vas a
terminar! ¡Ahora mismo! (La
solución del adulto).
 
Kaboom. Las preocupaciones no
fueron clarificadas. Los problemas
no se resolvieron.
Afortunadamente, el resolver los
problemas de manera colaborativa
no se trata de tener control. Ni
tampoco se trata de luchar, aunque
sí es trabajoso. Se trata de clarificar
las preocupaciones de ambos lados
y después trabajar hacia encontrar
las soluciones de estas
preocupaciones. Usted no está listo
para pensar en soluciones hasta
que las preocupaciones de ambos
lados hayan sido clarificadas (de
otra manera, usted no sabe qué
problema realmente está
intentando resolver). Así que tendrá
que darle una cuidadosa reflexión a
sus preocupaciones. Si está
teniendo dificultades con averiguar
cuál es su preocupación acerca de
un problema determinado, aquí
tiene buenas noticias:
Probablemente no es tan
complicado. La gran mayoría de las
preocupaciones de los adultos son
relacionadas con la seguridad, o la
salud, o cómo el comportamiento
de sus hijos les está afectando a
ellos o a los demás.
Hay que ver cuales serian unas
de las preocupaciones de los
adultos acerca de algunos de los
problemas que hemos visto:
No ir a la escuela: La cosa es
que si tú no vas a la escuela, me
preocupo de que vayas a perder
muchas lecciones importantes.
Además, no estaríamos
resolviendo en realidad el
problema de que Sophie te esté
golpeando.
Cepillarse los dientes: La cosa es
que si no te cepillas los dientes,
te va a causar caries y tendré
que gastar mucho dinero en un
dentista.
Tarea: Mi preocupación es que
estas perdiendo mucha práctica-
y obteniendo malas
calificaciones- al no hacer la
tarea.
Videojuegos: Mi preocupación es
que todo ese tiempo solo frente
a los videojuegos no está
haciendo más probable que los
otros niños quieran jugar
contigo. Y está haciendo más
difícil para que termines tus
quehaceres en la casa.
Hora de ir a la cama: La cosa es
que cuando alegamos acerca de
tu hora para ir a la cama,
terminas yéndote a dormir muy
tarde, y luego estas muy
cansado en la mañana.
No levantarse por la mañana: Mi
preocupación es que te estás
atrasando en tus primeras dos
clases porque has llegado tarde
a la escuela muy seguido.
Perder el autobús escolar: Mi
preocupación es que cuando
pierdes el autobús, te tengo que
llevar a la escuela yo, y mi jefe
se está enojando un poco
porque estoy llegando tarde al
trabajo.
 
Ahora hay que continuar con el
ejemplo de Plan B Proactivo que
empezamos anteriormente,
agregando el paso de Definir el
Problema:
Padre: Me he dado cuenta de
que hemos estado luchando
mucho sobre la tarea
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Es muy difícil.
Padre: Es muy difícil… ¿cual
parte es muy difícil?
Niño: Es mucho.
Padre: Es mucho. No entiendo…
¿Qué es mucho?
Niño: La parte de la escritura es
mucho.
Padre: Ah, la parte de la
escritura es mucho. ¿Es muy
difícil la parte de la escritura con
todo?
Niño: No.
Padre: ¿En cuales partes de tu
tarea piensas que la escritura
sea mucho?
Niño: Yo no sé.
Padre: Pues, tómate tu tiempo.
No estamos de prisa.
Niño: No es la ortografía…solo
tengo que escribir una palabra.
Padre: Entonces eso no es.
Niño: Y no son los estudios
sociales. Solo tengo que rayar
una línea de una palabra a otra.
Padre: Hmm.
Niño: Es la parte de ciencias.
¡La Sra. Moore nos hace escribir
párrafos enteros! ¡Es muy difícil!
Padre: Ah, es la tarea de
ciencias. Sí, la Sra. Moore los
hace escribir párrafos enteros.
Niño: ¡Es mucho! ¡Es muy difícil!
Padre: Pues, me da gusto saber
que estamos figurando todo
esto. Pero aún estoy un poco
confundido. ¿Qué es lo que se te
hace muy difícil de escribir
párrafos enteros?
Niño: ¡Tú sabes que soy lento al
escribir! Me toma mucho tiempo
escribir las palabras que luegose me olvida lo que quería decir.
Entonces me enojo mucho y dejo
de hacer la tarea.
Padre: Así que te toma mucho
tiempo para escribir las palabras
que se te olvida lo que querías
decir. Te entiendo. La cosa es
que si dejas de hacer tu tarea
por completo, entonces no vas a
tener la práctica de escritura y
siempre va a ser difícil para ti.
Dos preocupaciones están sobre
la mesa. No hay marcha para
atrás ahora.
 
El PASO DE LA INVITACION
 
Este paso final implica el
intercambio de ideas para las
soluciones posibles hacia un
problema ya bien definido. Así que
debí llamarlo el paso de
Intercambio de Ideas. Pero lo llame
el paso de La Invitación porque el
adulto actualmente invita al niño a
resolver el problema de manera
colaborativa. La Invitación permite
que el niño entienda que
resolviendo el problema es algo que
está haciendo usted con él- juntos-
en vez de a él. Para hacer esto,
puede usted decir algo como “Hay
que pensar en cómo resolver este
problema” o “Hay que pensar cómo
podemos solucionar esto.” Pero
para hacer las cosas lo más
explícitas posible, le recomiendo
que repase las dos preocupaciones
que se identificaron en los primeros
dos pasos, a menudo comenzando
con las palabras “Me pregunto si
hay una manera de…” En el último
ejemplo, esto se escucharía así:
“Me pregunto si hay una manera
para poder ayudarte con la parte de
la escritura para que no te tome
tanto tiempo y te haga enojar
tanto…” (esa era la preocupación
del niño) “…pero a la vez darte algo
de práctica para que no siempre
sea difícil para ti” (esa era la
preocupación del adulto).
Después le das al niño la primera
oportunidad de generar una
solución (“¿Tienes algunas ideas?”).
Esta no es una indicación de
ponerle la carga de resolver el
problema encima al niño. La carga
de solucionar este problema es del
equipo: su hijo y usted. Pero
dándole a su hijo la primera
oportunidad de pensar en una
solución puede ser una buena
estrategia, porque le deja saber
que usted está actualmente
interesado en sus ideas.
Muchos padres, con su deseo de
resolver el problema, olvidan la
Invitación. Esto significa que
cuando están a punto de colaborar
con su hijo, le imponen su propia
voluntad. Con demasiada frecuencia
asumimos que la única persona
capaz de pensar en una buena
solución a un problema es el adulto.
Mientras que sí es posible que su
hijo no pueda pensar en una
solución (un tema que vamos a
cubrir en más detalle en el Capítulo
#7), en actualidad sí hay una
posibilidad extraordinaria de que su
hijo pueda pensar en soluciones
buenas, unas que tomaran sus
preocupaciones combinadas en
cuenta. Y hay buena posibilidad de
que él ha estado esperando (no tan
pacientemente) para que usted le
dé la oportunidad. Así que,
relacionado al resolver problemas
con su hijo, aquí tiene un tema
importante: No sea un “genio.”
No está mal que tenga algunas
ideas de cómo puede resolver un
problema, siempre y cuando
recuerde que Plan B no es
simplemente una forma “ingeniosa”
de Plan A. Cuando usted usa Plan B,
lo hace con la comprensión de que
la solución no está predeterminada.
Un padre que no recordó esto dijo,
“Yo no uso Plan B a menos de que
ya sepa cómo se va a resolver el
problema.” Si usted ya sabe cómo
se va a resolver el problema antes
de que la discusión se lleve a cabo,
entonces usted no está usando Plan
B- está usando una forma
“ingeniosa” de Plan A.
Aunque suena como que ya no es
responsable por pensar en una
instantánea, ingenia solución a un
problema, les toma tiempo a
muchos adultos acostumbrarse.
Muchos problemas no son resueltos
en un nanosegundo. La mayoría de
los problemas que se resuelven en
un nanosegundo, no se resuelven
de forma duradera de todos modos.
Resolver un problema de forma
duradera requiere reflexión,
consideración, tiempo, y la voluntad
de permitir que el proceso de
explorar soluciones se desenvuelva,
y, sobre todo, se requiere la
colaboración. Si usted piensa que
Plan B a veces puede tomar mucho
tiempo, está en lo cierto. Pero las
explosiones toman mucho más
tiempo.
Esta siguiente parte es crucial.
Cada solución bajo consideración es
evaluada a base de que si es
realista y mutuamente satisfactoria.
Si una solución no es realista y
mutuamente satisfactoria, el
problema no está resuelto todavía y
el Equipo de Resolución de
Problemas todavía lo está tratando.
La parte ‘realista’ es importante
porque Plan B no es un ejercicio de
ilusión. Si usted no puede ejecutar
su parte de la solución que está
bajo consideración, no esté de
acuerdo simplemente para terminar
la conversación. Igualmente, si
usted no cree que su hijo sea capaz
de ejecutar su parte de la solución
bajo consideración, entonces trate
de hacer que tome un momento
para pensar acerca de si puede
hacer lo que está aceptando hacer.
(“¿Estás seguro de que puedes
hacer eso? Hay que asegurarnos de
que pensemos en una solución que
los dos podemos cumplir.”) A
propósito, “esforzarse más” es
raramente una opción viable.
La parte de ser ‘mutuamente
satisfactoria’ también ayuda, y es
una gran comodidad para adultos
que temen que al usar Plan B, sus
preocupaciones no van a ser
consideradas y no habrá límites
establecidos. Usted está
“estableciendo limites” si sus
preocupaciones se están tratando.
Si una solución es mutuamente
satisfactoria, entonces por
definición sus preocupaciones han
sido tratadas. Así que si usted
pensó que Plan A es el único
mecanismo con el cual los adultos
pueden establecer límites, está
equivocado. ¿Si sus preocupaciones
se están tratando por medio de
Plan B, entonces por qué necesita
Plan A? Tal vez no lo necesita.
La parte de ser mutuamente
satisfactoria también ayuda a los
niños a dejar de explotar. Si las
preocupaciones del niño están
siendo escuchadas, clarificadas,
validadas, y tratadas, en vez de ser
rechazadas o ignoradas, y si los
problemas se están resolviendo
colaborativamente, en vez de a
través de la voluntad del adulto,
puede que ya no haya razón de
explotar.
Al comienzo, los niños tienden
pensar en soluciones que tratan sus
preocupaciones, pero no las de
usted (muchos adultos tienen la
misma tendencia). Pero si usted
quiere que él piense en lugar de
explotar, lo último que debe hacer
es decirle que la idea que acaba de
compartir es una mala. En vez de
eso, simplemente recuérdele que la
meta es pensar en una solución que
funcione para los dos, tal vez con
decirle, “Pues, esa es una idea…y
sé que esa idea tomará en cuenta
tu preocupación…pero dudo que
tome en cuenta la mía. Hay que ver
si podemos pensar en una solución
que nos funcionará a los dos.” En
otras palabras, no hay tal cosa
como una solución mala- nada mas
soluciones que no son realistas o
mutuamente satisfactorias. Su
meta- y esto es muy importante- es
demostrarle a su hijo que usted
está igual de interesado en
asegurarse de que su preocupación
se tome en cuenta, pero que
también está interesado en que su
propia preocupación también sea
tratada.
Hay que ver como los tres
ingredientes funcionan juntos,
suponiendo que las cosas van bien
(después vamos a ver los
problemas con que se encuentra la
gente al usar Plan B):
Padre: Me he dado cuenta de
que hemos estado luchando
mucho sobre la tarea
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: Es muy difícil.
Padre: Es muy difícil… ¿cual
parte es muy difícil?
Niño: Es mucho.
Padre: Es mucho. No entiendo…
¿Qué es mucho?
Niño: La parte de la escritura es
mucho.
Padre: Ah, la parte de la
escritura es mucho. ¿Es muy
difícil la parte de la escritura con
todo?
Niño: No.
Padre: ¿En cuales partes de tu
tarea piensas que la escritura
sea mucho?
Niño: Yo no sé.
Padre: Pues, tómate tu tiempo.
No estamos de prisa.
Niño: No es la ortografía…solo
tengo que escribir una palabra.
Padre: Entonces eso no es.
Niño: Y no son los estudios
sociales. Solo tengo que rayar
una línea de una palabra a otra.
Padre: Hmm.
Niño: Es la parte de ciencias.
¡La Sra. Moore nos hace escribir
párrafos enteros! ¡Es muy difícil!
Padre: Ah, es la tarea de
ciencias. Sí, la Sra. Moore los
hace escribir párrafos enteros.
Niño: ¡Es mucho! ¡Es muydifícil!
Padre: Pues, me da gusto saber
que estamos figurando todo
esto. Pero aún estoy un poco
confundido. ¿Qué es lo que se te
hace muy difícil de escribir
párrafos enteros?
Niño: ¡Tú sabes que soy lento al
escribir! Me toma mucho tiempo
escribir las palabras y luego se
me olvida lo que quería decir.
Entonces me enojo mucho y dejo
de hacer la tarea.
Padre: Así que te toma mucho
tiempo para escribir las palabras
y se te olvida lo que querías
decir. Te entiendo. La cosa es
que si dejas de hacer tu tarea
por completo, entonces no vas a
tener la práctica de escritura y
siempre va a ser difícil para ti.
Padre: Me pregunto si hay una
manera de poder ayudarte con
la parte de la escritura para que
no te tome tanto tiempo y te
haga enojar pero todavía poder
darte algo de práctica para que
no siempre sea difícil para ti.
¿Tienes algunas ideas?
Niño: Um…no.
Padre: Pues, tomate tu tiempo.
En realidad, nunca hemos
hablado sobre esto de esta
manera. Si no tienes algunas
ideas, tal vez yo pueda pensar
en unas.
Niño: Si pudiéramos pensar en
una manera de recordar que es
lo quería escribir, entonces
probablemente no me volvería
tan frustrado.
Padre: Hay que pensar sobre
eso. ¿Cómo te podemos ayudar
a recordar lo que quieres
escribir?
Niño: En la escuela, a veces
tienen a alguien que escribe por
mí.
Padre: Yo sé, pero la última vez
que pregunte si podía yo escribir
por ti, me dijeron que quieren
que practiques tu escritura en la
tarea. Les puedo preguntar de
nuevo. ¿Pero habrá otra manera
de ayudarte a recordar lo
querías escribir?
Niño: Podría grabar lo que
quiero escribir en tu grabadora.
¿Sabes, como lo haces tú en el
trabajo? Después puedo
reproducir la grabación de nuevo
y escribir lo que dije.
Padre: Eso puede funcionar.
¿Eso te ayudaría a recordar lo
que quieres escribir?
Niño: Yo creo que sí.
Padre: Pues, suena que esa
solución funciona para ti, y
ciertamente me funciona a mí.
Yo no uso mi grabadora cuando
estás haciendo la tarea, así que
me suena realista. ¿Le daremos
un intento?
Niño: Bueno.
Padre: Y si esa solución no
funciona, hablamos más
adelante y pensaremos en una
que sí funcione.
Niño: Bueno.
 
La última línea fue significante,
ya que subraya un punto muy
importante: Es bueno que el niño y
el padre reconozcan que el
problema puede requerir discusión
adicional en el futuro, porque hay
buena probabilidad de que la
primera solución no solucione el
problema de forma duradera. ¿Por
cuales razones cree que la primera
solución no resuelva el problema
definitivamente? A menudo porque
la solución no fue tan realista ni
mutuamente satisfactoria como
pareció al principio. O porque la
primera intención de clarificar las
preocupaciones produjo información
algo útil, pero no completa. Y
porque, en la vida real, resolver los
problemas que han estado
causando desacuerdos mayores por
un largo tiempo no se pueden
arreglar de un tiro. Buenas
soluciones- las que son duraderas-
usualmente son variaciones de las
soluciones que se presentaron
anteriormente.
También es importante
mencionar que Plan B usualmente
no es fácil de usar, especialmente
al principio. Por ejemplo, a veces
los niños (y hasta los adultos) se
enfurecen bastante mientras
usando Plan B. A veces esto es
porque el pasado les ha enseñado
que los desacuerdos siempre son
tratados con Plan A. Les puede
tomar algo de tiempo (y mucho de
Plan B) para que la reacción
instantánea del niño a los
problemas sin resolver se
disminuya. Los adultos a veces se
vuelven impacientes en medio de
Plan B y se dirigen hacia Plan A o
Plan C. Tenga paciencia.
Hay mucho mas por cubrir acerca
de Plan B, pero ya les he dado
suficiente para aprender por ahora.
Y al leer sobre los Planes por
primera vez, muchos adultos tienen
bastantes malentendidos.
 
PREGUNTAS & RESPUESTAS
 
Pregunta: Deja ver si entiendo
bien: ¿Se supone que debo hacer
todas mis expectativas al lado para
que mi niño ya no explote?
Respuesta: Nada de eso. Hacer
a un lado una expectativa, al
menos por el momento, es Plan C.
Y mientras que Plan C puede ser
una importante parte de poder
establecer las cosas- porque
remueve algunos de los problemas
sin resolver que han estado
causando explosiones- Plan B es la
nueva manera con cual usted va a
intentar resolver los problemas para
que sus expectativas sean
cumplidas. Recuerde, si la solución
a un problema es mutuamente
satisfactoria, entonces sus
expectativas han sido consideradas.
 
Pregunta: ¿Que no se trata nada
más de escoger las batallas?
Respuesta: Sí lo es, pero nada
más si sus opciones son Plan A y
Plan C. Y, desgraciadamente,
“escoger las batallas” es la posición
incómoda en que muchos padres-
especialmente para los que no
saben acerca de Plan B- se
encuentran: imponga la voluntad
del adulto y va a causar una
explosión (Plan A), o deje la
expectativa por completo y evite
una explosión (Plan C). En realidad,
bajo estas condiciones, Plan C es
más bien un acto de desesperación.
Cuando agrega Plan B a la
ecuación, usted ya no se encuentra
escogiendo sus batallas. (Porque ya
no está luchando), y Plan C
entonces ya no es un acto de
desesperación. Es un esfuerzo
planeado y reflexivo para remover
algunas expectativas y reducir
explosiones para que usted y su
hijo estén más “disponibles” a
trabajar de manera colaborativa en
los problemas sin resolver que
permanecen.
 
Pregunta: ¿Entonces ya no
tengo permiso de decirle a mi hijo
qué hacer?
Respuesta: Decirle a su hijo qué
hacer- en otras palabras, recordarle
de una expectativa- es
probablemente bueno. Al menos
que usted se encuentre diciéndole
qué hacer una y otra vez (y por lo
siguiente elevando la posibilidad de
explosiones). En este caso, lo que
usted le sigue ordenando (que se
cepille los dientes, se aliste para ir
a la escuela, empiece la tarea,
haga sus quehaceres, etcétera)
califica como problema sin resolver,
y el “decirle qué hacer” claramente
no le está ayudando a usted ni a su
hijo progresar más cerca hacia una
solución durable y mutuamente
satisfactoria. Y, por supuesto, si su
estilo de “decirle qué hacer” incluye
gritar, regañar, o usar amenazas…
pues, hace que las cosas se
muevan más allá en la dirección
incorrecta. Quizás quiera darle una
buena oportunidad a Plan B.
 
Pregunta: Entonces los
problemas que en realidad me
importan, ese es Plan A. Y los
problemas que me importan algo,
ese es Plan B. Y los problemas que
no importan para nada, ese es Plan
C. ¿Correcto?
Respuesta: No. Los Planes no
son un sistema de clasificación.
Cada Plan representa una forma
distinta de responder a los
problemas sin resolver. Con Plan A,
usted está imponiendo su voluntad
y elevando enormemente la
probabilidad de una explosión. Con
Plan C, usted está dejando la
expectativa completamente, por lo
menos temporalmente, y
reduciendo la posibilidad de que
suceda una explosión. Y con Plan B,
usted esta clarificando las
preocupaciones y trabajando en
buscar soluciones que son realistas
y mutuamente satisfactorias, así
como también resolviendo
problemas de manera duradera,
para que ya no causen explosiones.
 
Pregunta: Usted dijo que hay
una buena posibilidad de que mi
hijo no tenga ideas para soluciones
ya que lleguemos al paso de la
Invitación. ¿Sé que va a hablar más
después sobre esto, pero, no tiene
algunos consejos rápidos?
Respuesta: Pues, usted va a
querer darle tiempo de pensar.
Después de todo, hay una
posibilidad excelente de que el
problema nunca se ha clarificado y
de que él nunca ha pensado en
soluciones que consideren las
preocupaciones de usted ni las de
él. Y, por supuesto, las soluciones
que tal vez usted le ofrezca serán
una parte importante del proceso.
Pero habrá más detalles sobre esto
en unas páginas.
 
Pregunta: ¿Esta es una tarea
difícil, verdad?
Respuesta: Sí, lo es. Claro,
usted ya está trabajando duro. Hay
que asegurarnos de que tenga algo
que mostrar al final.
 
Pregunta: Entiendo que el Plan
B Proactivo es preferido al Plan B
de Emergencia. Pero todavía estoy
curioso acerca de cómo se mira
este Plan.
Respuesta: Plan B de
Emergenciaes distinto a Plan B
Proactivo en dos puntos: el
momento en que se usa y los
términos que se usan al llegar al
paso de Empatía. Debido a que
Plan B de Emergencia típicamente
ocurre en las condiciones apuradas
y después de que el niño ya está
enojado, no es ideal para la
acumulación de información ni para
resolver problemas de manera
duradera. Así que, mientras que
Plan B está disponible como opción,
no haga hábito de usar este. El
paso de Definir el Problema y el
paso de la Invitación son muy
iguales en Plan B de Emergencia y
Plan B Proactivo (aunque son más
intensos bajo condiciones
emergentes). Y aunque la meta del
paso de Empatía es la misma-
acumular información y
entendimiento- en Plan B de
Emergencia, el paso de Empatía
involucra escuchar reflexivamente
en lugar de hacer una observación
neutral. Aquí tiene unos ejemplos
de cómo el escuchar reflexivamente
se ve:
Niño: No voy a tomar la
medicina.
Adulto: ¿No te vas a tomar la
medicina? ¿Qué pasa?
Niño: No voy a ir a la escuela
hoy.
Adulto: ¿No vas a ir a la escuela
hoy? ¿Qué pasa?
Niño: ¡No quiero hacer esta
tarea!
Adulto: La tarea te está
frustrando. ¿Qué pasa?
 
Ahora, una advertencia: mientras
que es la regla que Plan B Proactivo
es mucho más preferible a Plan B
de Emergencia, hay algunos niños-
son muy pocos pero sí existen-
quienes tienen dificultades
participando en Plan B Proactivo
porque tienen problemas
recordando los detalles de los
problemas que están intentando
discutir. Para estos niños, el
problema es memorable cuando
está sucediendo. Al comienzo, Plan
B de Emergencia podría ser
preferible para estos niños. He visto
que muchos de estos niños son
capaces de participar en una
discusión proactiva ya que Plan B se
les haga conocido.
En el Capítulo #3, les di su
primera tarea: hacer una lista de
los problemas que, de rutina,
causan que su hijo se frustre. Aquí
tiene su próxima tarea: escoja uno
de estos problemas e intente usar
Plan B Proactivo para resolverlo. Si
les va bien, estupendo. Si no les va
bien- y como esta es una habilidad
nueva, hay una buena posibilidad
de que no les va ir bien- siga
leyendo.
 
Aquí tiene un breve resumen de lo
que acaba de leer:
• Hay tres opciones para
responder hacia los problemas:
imponer su voluntad como el
adulto (Plan A); eliminar una
expectativa completamente, al
menos por el momento (Plan C);
y llegar a un acuerdo sobre una
solución que es realista y
mutuamente satisfactoria (Plan
B). Con Plan A, usted está
elevando significativamente la
probabilidad de una explosión.
Con Plan C, usted está
eliminando la posibilidad de una
explosión. Con Plan B, usted está
reduciendo la posibilidad de una
explosión y resolviendo el
problema.
• Plan B consiste de tres pasos o
ingredientes:
• acumular información de su
hijo para poder entender la
preocupación que tiene
acerca de un problema
determinado (el paso de la
Empatía);
• ser específico acerca de su
preocupación o perspectiva
del mismo problema (el paso
de Definir el Problema); y
• intercambiar ideas con su
hijo para encontrar soluciones
que son realistas y
mutuamente satisfactorias (la
Invitación).
• Hay dos formas de Plan B,
dependiendo del momento en
que se usa: Plan B de
Emergencia y Plan B Proactivo.
Debido a que es mucho más
preferible, ha sido el enfoque de
este capítulo. Plan B de
Emergencia- porque hay tensión
y presión de tiempo- es mucho
más difícil de usar y mucho
menos probable que sea
conducente hacia encontrar
soluciones duraderas.
• En Plan B Proactivo, el paso de
Empatía empieza con hacer una
observación neutral (“me he
dado cuenta de que…”) acerca
de uno de los problemas de su
lista de problemas sin resolver,
seguido por una pregunta (“¿Qué
pasa?”). Siga penetrando la
situación hasta que usted sienta
que tiene un entendimiento claro
sobre las preocupaciones o
perspectivas del problema. El
paso de Definir el Problema
comienza con las palabras “Mi
preocupación es…” o “La cosa es
que…” (quizás usted quiera
pensar en sus preocupaciones o
perspectivas acerca del problema
antes de tiempo). En la
Invitación (“Me pregunto si hay
manera de…”) usted debe
intentar de resumir las
preocupaciones que fueron
clarificadas en los primeros dos
pasos y después darle a su hijo
el primer turno hacia generar
soluciones. Usted no está listo
para comenzar a pensar en
soluciones hasta que no haya
clarificado las preocupaciones de
ambas personas. He creado una
“ayuda” para proveer un
recordatorio de todos los puntos
claves. Lo puede encontrar en
www.explosivechild.com.
• Como cualquiera otra habilidad
nueva, Plan B es difícil de usar, y
toma tiempo para acostumbrarse
a él. Entre más lo practique, más
fácil es usarlo. Plan B no es algo
http://www.explosivechild.com
que usted usa dos o tres veces
antes de regresar a su viejo
modo de hacer las cosas. No es
una técnica; es una manera de
vivir.
CAPÍTULO 7
Problemas En El
Paraíso
En el Capítulo #6, usted aprendió
acerca de las tres opciones para
responder a los problemas o
expectativas que no se han
cumplido, y mucho sobre una de
esas opciones (Plan B). También se
le dio una tarea: intentar de
resolver un problema usando Plan B
Proactivo.
¿Cómo le fue con su primer
intento de Plan B? Si su respuesta
fue “no tan mal”, es estupendo.
Ahora, hay que esperar que la
solución en que quedaron de
acuerdo en Plan B resista la prueba
del tiempo. Si la solución no
resuelve el problema de manera
duradera, usted lo sabrá muy
pronto. Luego tendrá que regresar
al Plan B para averiguar qué fue lo
que pasó y tratar de encontrar una
solución que sea más realista y
mutuamente satisfactoria que la
primera, o una que incluya
información que quizás usted no
tenia disponible la primera vez.
Cuando sienta que el tiempo sea
bueno, pase al siguiente problema
en su lista.
Pero si su respuesta es “nada de
bien”, no se preocupe. Como ya lo
sabe, les puede tomar tiempo a
usted y a su hijo para tener éxito
con este proceso. Y Plan B se puede
ir por el camino malo por una
variedad de razones. Hay que ver
de más cerca los patrones que
quizás estén interfiriendo.
 
Usted todavía no está convencido
de que su hijo tenga las habilidades
para ser flexible, manejar la
frustración, y resolver problemas.
Quizás usted quiera regresar a
leer los Capítulos #3 y #5 de
nuevo. No se olvide, la excusa
alternativa- que su hijo está
queriendo llamar la atención de
manera negativa, es manipulativo,
intimidante, prueba los límites, no
está motivado, etcétera- no ha
mejorado las cosas, así que no
tiene mucho que perder por tratar
una explanación diferente para ver
si funciona.
 
No ha hecho Plan B todavía. En
lugar, usted todavía está usando
Plan A y Plan C.
Probablemente no se siente
seguro de sus habilidades para usar
Plan B, así que no está muy
dispuesto a darle una oportunidad.
Es comprensible. O tal vez esté
preocupado de que su hijo vaya a
responder de manera enfurecida
hacia Plan B igual de cómo
responde de manera enfurecida a
Plan A. No podemos rechazar esa
posibilidad completamente; algunos
niños están tan acostumbrados a
Plan A que no reconocen de
inmediato que usted está tratando
de entender sus preocupaciones y
resolver los problemas
colaborativamente. Así que pueda
que tenga “furia sobrante” que
lidiar. Por otro lado, el paso de
Empatía es muy poderoso,
especialmente si está usando Plan
B de manera proactiva en lugar de
forma urgente. Todo se reduce a
esto: si nunca le da una
oportunidad a Plan B, entonces ni
usted ni su hijo sabrán usarlo bien.
Nadie es experto con Plan B al
principio. Usted y su hijo están
aprendiendo a usarlo juntos.
Por supuesto, si usted tiene la
intención de eliminar un problema,
por lo menos temporariamente,
entonces Plan C es exactamente lo
que debería estar usando. Y, como
ha leído, si se encuentra usted en
una situación urgente con respecto
a la seguridad entonces Plan A le
hará mucho sentido en el momento.
Pero, de nuevo, si es un problema
de seguridad predecible, usted no
querrá depender únicamente en
Plan A…también va a querer usar
Plan B Proactivo para resolverel
problema que está motivando los
comportamientos riesgosos en
primer lugar.
 
Usted está usando Plan B de
Emergencia en lugar de Plan B
Proactivo.
Recuerde, cuando está tratando
de resolver un problema de manera
colaborativa, los límites del tiempo
y furia que van con Plan B de
Emergencia están trabajando en
contra de usted. Esperar a que un
problema predecible salga a flote
de nuevo no es la estrategia ideal
para la resolución de problemas.
Tiene mejores probabilidades si
está tratando de resolver los
problemas de manera proactiva,
antes de que salgan a flote de
nuevo.
¿Usted no es el tipo metódico ni
organizado? Esto puede ser un
problema porque puede significar
que usted siempre está en estado
de crisis. No va a ser fácil cambiar
la relación con su hijo, resolver
problemas de manera colaborativa,
y ayudarle a su hijo aprender las
habilidades que él necesita para ser
más flexible y manejar la
frustración mas adaptivamente.Tal
vez va a ser necesario que usted
haga algunos ajustes en la manera
en que usted opera. Así que, por lo
menos, usted va a tener que poner
más esfuerzo de su parte para ser
más proactivo en generar una lista
de problemas sin resolver, priorizar,
y en usar Plan B.
¿Está muy ocupado? ¿Está
acostumbrado a vivir la vida por la
vía rápida y resolviendo problemas
en el momento? Eso es fantástico,
pero está dejando a su hijo atrás, y
él no está bien allá atrás. Podemos
demandar que él se adapte a usted,
pero como la flexibilidad y la
adaptabilidad no son sus puntos
fuertes, la opción más realista es
que usted se adapte a él. Ya que él
aprenda algunas habilidades y
puedan resolver problemas juntos,
tal vez él pueda reciprocar.
Está usando Plan B como último
recurso.
Plan B no es un acto de
desesperación, y no es algo que
usted usa solo cuando su hijo está
a punto de estallar. Plan B requiere
premeditación. Y Plan A no es la
ideal manera de seguir con Plan B.
 
Ha estado utilizando el Plan B sin
tener una solución por antemano.
Está bien que tenga algunas
ideas acerca de cómo se podría
resolver un problema, pero si usted
ya sabe cuál será la solución antes
de que comience la discusión, usted
está usando Plan A, no Plan B.
 
Ha estado sugiriendo soluciones
antes de clarificar las
preocupaciones primero.
Recuerde, usted no sabe cuál es
el problema que en realidad está
intentando resolver hasta que dos
preocupaciones- las de usted y las
de su hijo- hayan sido identificadas.
 
Ha estado aceptando soluciones
que no son realistas ni mutuamente
satisfactorias.
Es mejor que se tomen su
tiempo, para tener un abanico de
soluciones bajo consideración, a
que se pongan de acuerdo a una
solución que simplemente va a
causar una explosión después.
 
Ha estado tratando de hornear el
pastel sin uno de los ingredientes
clave.
Cada uno de los tres ingredientes,
cada paso, es indispensable para la
resolución de un problema. Si usted
ignora el paso de Empatía, por
ejemplo, su hijo va a pensar que
está a punto de imponer su
voluntad de adulto (Plan A) porque
usted está comenzando con su
preocupación. Plan A le cierra la
puerta a la información acerca de la
preocupación o perspectiva de su
hijo, indicando que su preocupación
o perspectiva so se va a considerar
y el problema no se va a resolver.
Ejemplo de esto:
Una madre quien había utilizado
Plan B por unas tres semanas llego
a la oficina del consejero un día con
una queja común.
“Plan B no me está funcionando,”
dijo ella.
“Dígame que paso,” dijo el
consejero.
“Pues,” dijo la madre, “El martes
le dije a Jeremy que quería
asegurarme de que terminara su
tarea antes de su clase de karate y
le pregunte como podríamos
solucionar esto.”
“Así que su preocupación era que
él no iba a terminar la tarea antes
de que fuera hora de ir a la clase de
karate,” dijo el consejero.
“Correcto. Yo sé que si no
termina su tarea antes de la clase
karate, no la va a completar porque
a la hora que llegamos a casa
después del karate él está muy
cansado.”
“Eso tiene sentido,” dijo el
consejero. “¿Y cuál era el problema
que usted quería resolver?”
“¿Cuál era el problema que quería
resolver?”, preguntó la madre, un
poco confundida. “¿Cómo íbamos a
asegurarnos de que terminara la
tarea antes de su clase de karate?”
“¿Cuál era la preocupación de
Jeremy?” preguntó el consejero.
“¿Su preocupación?” preguntó la
madre, todavía confundida.
“Sí, en este momento estoy
oyendo solamente su preocupación,
que es que usted está preocupada
que él no va a terminar la tarea, y
su solución, que termine su tarea
antes de la clase de karate. ¿Cuál
era la preocupación de Jeremy?”
“No sabía yo que él tenía una
preocupación,” dijo la madre.
“Me pregunto si esto tiene que
ver con que usted haya ignorado el
primer paso de Plan B, usted sabe,
el paso de Empatía,” dijo el
consejero.
“¡Yo sabía que estaba haciendo
algo mal!” dijo la madre.
“Nadie lo hace muy bien al
principio,” dijo el consejero. “¿Qué
pasó cuando usted le dijo su
preocupación y lo invitó a resolver
el problema con usted?”
“Me comenzó a gritar,” dijo la
madre.
“Suena como que él tenía una
preocupación, y que la solución de
usted no la tomo en cuenta. El
problema es que, cuando usted no
acumula información acerca de la
preocupación de su hijo, y se brinca
a la preocupación de usted, él
piensa que está usando Plan A.”
“¿Entonces que debí haber
hecho?” preguntó la madre.
“Pues, como hemos discutido, el
paso de Empatía comienza con una
observación neutral y una pregunta
acerca de un problema y continua
con penetrar esta situación un poco
para poder clarificar la
preocupación de su hijo. Tal vez
algo como, ‘Me he dado cuenta de
que hemos estado luchando sobre
tu tarea, últimamente, los días en
que tienes clase de karate. ¿Qué
pasa?’ ¿Tiene algunas ideas acerca
de cuál sería su preocupación de
terminar la tarea antes del karate?
¿Ha sucedido esto antes?”
“Este problema sucede todo el
tiempo,” dijo la madre. “Por eso
quería resolverlo. Él dice que
necesita un descanso antes de
empezar la tarea.”
“¿Por qué necesita un descanso?”
preguntó el consejero.
“Pues, porque ha estado en la
escuela todo el día- esto es lo que
dice él. Si te digo la verdad, yo ni
sé que tan duro le está dando a la
escuela. De cualquier manera, él
siempre parece tener suficiente
energía para el karate…”
“Pero supongo que sí tiene
sentido de que si ha estado en la
escuela por seis horas, que podría
necesitar un descanso antes de
empezar la tarea,” dijo el
consejero. “Me suena como una
preocupación valida, si es en
realidad la preocupación de él.”
La madre reflexionó este último
punto. “Supongo que sí.”
“¿Entonces, esta lista para darle
otro intento esta semana?”
preguntó el consejero.
“¡Esto es difícil!”, dijo la madre.
El consejero asintió con la
cabeza. “Sí toma algo de tiempo
para acostumbrarse. Pero no
queremos que usted no disfrute de
lo bueno del paso de Empatía. La
verdad es que es imposible resolver
un problema de manera duradera y
de una manera que les funcione a
los dos sin averiguar cuál es la
preocupación de él.”
“¿Entonces como hubiéramos
solucionado el problema?” preguntó
la madre.
“No sé cómo hubiera solucionado
el problema, pero apuesto que hay
muchas posibilidades. Por supuesto,
no hablamos de estas posibilidades
a menos que estemos usando Plan
B.”
 
Como ya lo sabe, el paso de
Definir el Problema implica
considerar su preocupación o
perspectiva. Y, como vimos en el
capitulo anterior, muchos adultos
consideran una solución en lugar de
una preocupación, causando que
Plan B se convierta en Plan A.
Veremos cómo se mira esto:
Un niño de diez años llamado
Kyle se fue a un campamento de
verano por dos meses. La terapeuta
familiar anticipó que Kyle y sus
padres estarían más felices de lo
usual cuando vinieran a su primera
consulta después de que él
regresara del campamento debido a
que no se habían visto por dos
meses. Pero fueron tres personas
furiosas las que entraron a su
oficina ese día.
“¿Qué pasa?” preguntó la
terapeuta, a nadie en particular ya
que estaban los tres sentados.“No me quieren dar mi dinero,”
dijo el niño, hirviendo de enojo.
“¿Cuál dinero?” preguntó la
terapeuta.
“Ellos pusieron mi domingo de
dos meses en un frasco para que yo
tuviera dinero para gastar durante
el campamento,” gruño Kyle. “Yo
no gaste todo el dinero que
pusieron en el frasco. ¡Y AHORA
QUIERO MI DINERO DE REGRESO!”
Esto sonó como una preocupación
muy específica, así que la terapeuta
volteo hacia el padre y preguntó,
“¿Usted qué piensa?”
“Jamás de los jamases,”
respondió el padre.
Rápidamente concluyendo que el
padre estaba usando Plan A, la
terapeuta intento ayudarle a
articular su preocupación más
específicamente.
“¿Cuál es su preocupación sobre
esto?”
“¡Mi preocupación es que Kyle no
va a recibir su dinero de regreso!”
Kaboom. Los siguientes diez
minutos fueron bastante
desagradables. La terapeuta
finalmente convenció al niño que se
saliera de la oficina, después de lo
cual ella miro al padre y le hizo una
pregunta muy importante. “¿Estoy
asumiendo que usted tuvo la
intención de usar Plan A, verdad?”
“¿Por qué dice eso?” respondió el
padre, un poco perplejo.
“Pues, si usted hubiera está
usando Plan B, hubiera tratado de
encontrar una solución mutuamente
satisfactoria, y si estuviera usando
Plan C, usted simplemente le
hubiera dado el dinero,” dijo la
terapeuta. “Usted dijo ‘Jamás de los
jamases’, que me suena mucho
como ‘no’.”
“Oh, no me importa si toma el
dinero o no,” respondió el padre.
“¿Entonces cual es su
preocupación?” preguntó la
terapeuta.
“¿Mi preocupación? ¿Cómo que
‘cuál es mi preocupación’?”
“Su preocupación- usted sabe, lo
que sea que le está causando que
diga ‘jamás de los jamases.’”
“No me gustó el tono que utilizo
él,” dijo el padre.
“¿Sabe Kyle que esa es su
preocupación?,” preguntó la
terapeuta.
“Yo no sé,” dijo el padre. “¿Por
qué?”
“Porque si su preocupación no
está sobre la mesa o si no es lo
suficiente especifica, Kyle no tendrá
una idea acera de cual problema
ustedes están intentando resolver,
ni tampoco lo sabrá usted.”
Muchos adultos logran cumplir
con los primeros dos pasos de Plan
B, pero luego ignoran el paso de la
Invitación e imponen una solución
de todas maneras, así causando
una explosión. A veces esto es
porque los adultos todavía no
pueden comprender que un niño es
capaz de colaborar hacia encontrar
una solución realista y mutuamente
satisfactoria. Muy a menudo, es
solamente una mala costumbre.
 
La madre de un niño de nueve
años llamado Chuck, llegó a la
oficina de una terapeuta para una
cita un día de abril y lucia muy
desesperada.
“¿Qué pasa?” preguntó la
terapeuta.
“Acaba de explotar en el carro,”
respondió ella.
“¿Sobre qué?”
“Quiere balas para su pistola de
juguete. ¿Se imagina? ¿Una
explosión sobre balas para un
juguete?”
“Si me puedo imaginar,” dijo la
terapeuta. “¿Por qué explotó sobre
las balas?”
“Las quiere hoy. Yo no tengo
tiempo de comprárselas hoy.”
“¿Así que no se opone usted a
que tenga las balas para su
pistola?”
“No, él puede tener todas las
balas que quiera,” dijo la madre.
“¡Hasta intenté trabajar con él
sobre esto!”
“¿De veras? ¿Cuál fue la
solución?” preguntó la terapeuta,
esperando una respuesta.
“Le dije que le compraría las
balas en Junio.”
“¿Junio?”
“Junio,” confirmó la madre. “Le
dije que se las compraba en Junio.”
“¿Cómo concluyó que en Junio?”
La madre se veía satisfecha con
ella misma. “No sé- nada más se
me ocurrió.”
“Umm, pienso que tal vez se
brinco un paso,” dijo la terapeuta.
“¿Qué quiere decir con eso?”
preguntó la madre.
“Pues, sí puso dos preocupaciones
en la mesa- él quiere balas, de
preferencia hoy, y usted no tiene el
tiempo para hacerlo hoy- pero en
realidad nunca lo invito a resolver
el problema de manera
colaborativa.”
“¿Cual hubiera sido una buena
solución?” preguntó la madre.
“Eso es algo que usted y Chuck
tendrán que decidir,” dijo la
terapeuta. “Algo realista y
mutuamente satisfactorio. La
reacción de Chuck nos dice que su
solución no era mutuamente
satisfactoria.”
“¿Usted en realidad piensa que él
pueda hacer esto?” dijo la madre.
“Lo he visto hacerlo antes,” dijo
la terapeuta. “Pero hay que traer a
Chuck aquí y veremos.”
Chuck entró a la oficina.
“Entiendo que quieres balas para tu
pistola de juguete,” dijo la
terapeuta.
“Sí, pero no me las va a dar hasta
Junio,” se quejó Chuck.
“¿Por qué necesitas las balas
hoy?”
“Porque mi mamá me recordó
que mi primo va a venir a visitar en
unos pocos meses, y a nosotros nos
gusta jugar con las pistolas.”
“Pienso que tu mamá tal vez esté
dispuesta a buscar una solución a
éste problema contigo,” dijo la
terapeuta.
“¡Ésa fue la solución!” se quejó
Chuck.
“No, yo pienso que tu mamá de
veras quiere trabajar contigo sobre
esto,” dijo la terapeuta. “Chuck, tu
quieres comprar las balas- para que
puedas jugar con tus pistolas
cuando venga tu primo a visitar en
unos pocos meses- y tu mama no
tiene tiempo de comprártelas hoy.
¿Puedes pensar en una manera de
resolver esto?”
Chuck pensó en las posibilidades
brevemente pero después se volvió
un poco agitado. “¡No puedo pensar
en cómo resolver esto!”
“Si necesitas mi ayuda para ver
como se puede resolver esto, me
daría gusto ayudarte,” dijo la
terapeuta. “¿Tienes algunas ideas?”
“¡No!” gritó Chuck. “¿Qué tal en
mayo?” declaró en desesperación.
“Mayo podría ser una buena
solución,” dijo la terapeuta. Chuck
se calmó rápidamente. Luego,
sabiendo muy bien cuál sería su
respuesta, la terapeuta preguntó,
“¿Cuándo en Mayo?”
Sin perder el ritmo, Chuck dijo,
“el primero de Mayo.”
La terapeuta volteo a ver a la
madre. “¿Como le suena el primero
de Mayo?”
La madre saco su agenda, hojeó
las páginas hasta llegar a Mayo
primero, y dijo, “El primero de
mayo sería un buen día para
comprar las balas.”
 
El paso de Empatía nunca
comenzó porque su hijo respondió a
su pregunta inicial con “Yo no sé.”
Esto causa que muchas personas
se atasquen en el lodo de Plan B.
Para salirse del lodo, tendrán que
descifrar qué tipo de “Yo no sé” es.
“Yo no sé” puede significar
muchas cosas, y el significado del
“Yo no sé” de su hijo, por supuesto,
va a determinar su respuesta. Es
posible que en realidad no sepa
cuál es su preocupación acerca del
problema que intenta discutir. Es
posible que nunca le ha dado
pensamiento al asunto porque
usted nunca le ha preguntado de
esta manera anteriormente. El Plan
B Proactivo le provee a él la
oportunidad de darle al asunto un
poco de pensamiento. Es decir, si
usted es capaz de darle la
oportunidad. Como leyó en el
Capitulo #6, muchos adultos no
están cómodos con el silencio que
puede ocurrir mientras que un niño
está pensando acerca de su
preocupación. Recuerde, si usted
está hablando mientras que su hijo
está tratando de pensar, usted va a
reducir sus posibilidades de
acumular la información sobre la
preocupación de su hijo, y de éste
modo reducir la probabilidad de que
la preocupación de usted será
tratada.
Si, después de haberle dado a su
hijo la oportunidad de pensar, usted
está convencido de que en realidad
él no tiene idea de cuál es su
preocupación acerca del problema
que están tratando, su mejor
opción será hacer adivinanzas
educadas, o lo que se le podría
llamar prueba de hipótesis. Sugiera
unas cuantas posibilidades, basado
en su experiencia, y fíjese a ver si
resuena. Las buenas noticias son
que para cada problema hay
muchas posibilidades. Por ejemplo,
mientras que se siente como que
hay un universo de posibles
preocupaciones interfiriendo con
que su hijo termine la tarea,
probablemente haya solo cuatro o
cinco. Hay probablemente solo
cuatro o cinco preocupaciones
posibles para cada uno de los
problemas que usted y su hijo están
tratando de resolver juntos. Aquí
tiene usted unos ejemplos de
adivinanzas educadas:
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado muy
entusiasmado por tomarte tus
medicamentos. ¿Qué pasa?
Niño: No sé.
Adulto: Pues, hay que pensar
en esto. No hay prisa.
Niño: Después de diez
segundos: De veras, no sé.
Adulto: Tómate tu tiempo. A
ver si lo podemos averiguar.
Niño: Después de otroscinco
segundos: En realidad no sé.
Adulto: Esta bien. Tú sabes que
hemos tenido este problema
antes. ¿Hablamos de qué pasó
antes?
Niño: No recuerdo.
Adulto: Pues, a veces parece
como que estás teniendo
problemas con pasarte la
pastilla. ¿Es éste el problema?
Niño: No.
Adulto: Pues, a veces te dan
nauseas. ¿Es este el problema?
Niño: Umm, no.
Adulto: ¿Te molesta tener que
tomarte tus medicamentos en la
escuela y que los otros niños se
den cuenta cuando vas a la
enfermería?
Niño: ¡Sí!
Adulto: Ah, entonces ese es el
problema. ¿Hay alguna otra cosa
que no estamos pensando?
Nino: Creo que no.
 
La preocupación del niño ahora
está sobre la mesa. Mientras esté
en medio de sugerir la hipótesis,
recuerde que la meta es no
volverse en un “genio”, lo cual
ocurre cuando el adivinar
educadamente se convierte en
decir. Esto se mira de esta manera:
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado muy
entusiasmado por tomarte tus
medicamentos. ¿Qué pasa?
Niño: No sé.
Adulto: Pues, hay que pensar
en esto. No hay prisa.
Niño: Después de diez
segundos: De veras, no sé.
Adulto: Tómate tu tiempo. A
ver si lo podemos averiguar.
Niño: Después de otros cinco
segundos: En realidad no sé.
Adulto: Esta bien. Tú sabes que
hemos tenido este problema
antes. ¿Hablamos de qué paso
antes?
Niño: No recuerdo.
Adulto: Pues, a veces parece
como que estas teniendo
problemas con pasarte la
pastilla. ¿Es este el problema?
Niño: No.
Adulto: Pues, entonces la razón
por la cual no quieres tomarte
tus medicamentos es porque te
dan nauseas. Así que pienso que
deberíamos comenzar a dártelas
con comida.
 
Hmmm. El principio sonaba muy
bien. Pero termino de “genio-
doble”.
¿Que más puede significar el “Yo
no sé”? Puede significar que a su
hijo se le olvidó o no entendió la
pregunta, y si él no verbaliza
ninguna de estas cosas, sus
expresiones faciales le proveerán
algunas indicaciones. Siempre
puede hacer la pregunta: “¿Te
acuerdas de la pregunta?” o
“¿Entiendes porque te pregunto
esto?” Repita o clarifique la
pregunta si es necesario.
“Yo no sé” también puede ser una
indicación de que su hijo no se
siente cómodo diciéndole sus
preocupaciones. Puede que él este
acostumbrado a que sus
preocupaciones se ignoren y no ve
el punto en expresarlas. Puede
estar preocupado de que si es
honesto con usted, puede causar un
argumento. Él podría necesitar su
reafirmación de que estas cosas no
van a suceder si es completamente
honesto con usted. Aquí tiene
algunos modos de asegurarle a su
hijo de que puede ser honesto con
usted y estimular la comunicación
entre ustedes:
No estoy diciendo que no (porque
no lo esta diciendo…por supuesto,
tampoco está diciendo que sí).
No estoy diciendo que no puedes
(porque no lo está diciendo…pero
tampoco está diciendo que él sí
puede).
No estoy diciendo que tienes que
(porque no está diciendo esto).
No estoy enojado (porque no lo
está).
No estás en un lio (porque no lo
está).
No te estoy diciendo que hacer
(porque no le está diciendo).
Nada mas estoy tratando de
entender (en realidad, sí está
tratando).
Finalmente, “Yo no sé” puede
significar que su hijo no tiene las
habilidades de comunicación
suficientes para decirle sus
preocupaciones. Este problema se
va a discutir extensivamente en el
Capítulo #9. Si usted piensa que
esto sea cierto en su caso, podría
hacerle la siguiente pregunta: “¿No
sabes cuál es tu preocupación, o lo
sabes pero estas teniendo
dificultades con encontrar las
palabras para decirlo?”
Mi experiencia ha sido que el “No
me importa” no significa que al niño
en realidad no le importa. A
menudo asumo que “No me
importa” es simplemente una
variación de “Yo no sé”. Puede
haber casos en que un niño ha
tenido tanto Plan A en su vida- en
otras palabras, tantos adultos a
quienes no les interesan sus
preocupaciones- que simplemente
se ha dado por vencido, y no espera
que sus preocupaciones sean
escuchadas. Reasegurarle de que
en realidad usted quiere oír sus
preocupaciones debería ayudarle,
eventualmente.
 
Usted se quedo atascado en el
paso de Empatía porque tuvo
problemas en penetrar la situación.
No siempre es fácil saber qué
decir para que su hijo siga hablando
para así poder obtener la
información que está buscando, y
hay algunas cosas que los niños
dicen en respuesta a “¿Qué pasa?”
que pueden ser especialmente
irritante para usted. Unos ejemplos:
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos luchado mucho
últimamente acerca de tu tarea.
¿Qué pasa?”
Niño: Es aburrido.
Adulto, tratando de perforar
un poco más: ¿Qué es lo
aburrido acerca de la tarea?
Niño: Nada más es aburrido.
Adulto, todavía tratando de
perforar: ¿Pues, me podrías
decir de unas tareas que piensas
son aburridas?
Niño: Mi mente está en blanco.
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado comiendo lo
que cocino para la cena
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta.
Adulto, intentando perforar:
¿Qué es lo que no te gusta?
Niño: No sabe bueno.
Adulto, todavía tratando de
perforar: ¿Pues, me podrías
decir que es lo que no sabe
bueno?
Niño: No más no sabe bueno.
 
Cuando los primeros intentos a
perforar para obtener más
información no son exitosos, uno
puede ser inclinado a dejar de
tratar. No se desanime. Usted
siempre tendrá adivinanzas
educadas y prueba de hipótesis
como opciones en reserva. Pero
algo de perseverancia en perforar
podría ser lo adecuado también.
Usted está buscando alguna
manera de saber qué está
pensando su hijo, y esto puede
implicar hacerle preguntas acerca
de los detalles (especialmente
acerca del quién, qué, donde, y
cuando del problema), comparar y
contrastar, o ayudándole a su hijo
imaginarse estar “de vuelta en el
momento”. Hay que ver como se
ven estas estrategias. Estos
diálogos no lo llevan
completamente al final de Plan B;
estos se enfocan únicamente en la
“perseverancia de perforar.”
Adulto: Me he dado cuenta de
que hemos luchado mucho
últimamente acerca de tu tarea.
¿Qué pasa?”
Niño: Es aburrido.
Adulto, tratando de perforar
un poco más: ¿Qué es lo
aburrido acerca de la tarea?
Niño: Nada más es aburrido.
Adulto, todavía tratando de
perforar: ¿Pues, me podrías
decir de unas tareas que piensas
son aburridas?
Niño: Mi mente está en blanco.
Adulto, no dándose por
vencido y tratando de
ayudar al niño regresarse al
momento: ¡Tu mente nunca
esta blanco! Trata de pensar de
cuando estás haciendo la tarea.
¿Qué estas pensando?
Niño: Estoy pensando que está
muy aburrido.
Adulto: ¿Y en que más estás
pensando?
Niño: Estoy pensando que no le
entiendo. [¡voilà!]
Adulto, ahora pidiendo más
detalles: ¿Hay alguna parte en
que estás pensando que no
entiendes?
Niño: Las matemáticas. No más
no entiendo.
 
¡Buen trabajo en no darse por
vencido! Hay que ver otro:
 
Adulto: Me he dado cuenta de
que no has estado comiendo lo
que cocino para la cena
últimamente. ¿Qué pasa?
Niño: No me gusta.
Adulto, intentando perforar:
¿Qué es lo que no te gusta?
Niño: No sabe bueno.
Adulto, todavía tratando de
perforar: ¿Pues, me podrías
decir que es lo que no sabe
bueno?
Niño: No más no sabe bueno.
Adulto, no dándose por
vencido mientras compara y
contrasta: Sabes, me di cuenta
que a veces comes lo que
cocino, y a veces no. ¿Hay
ciertas comidas que yo cocino
que te gustan, y otras que no te
gustan?
Niño: Me gusta la pasta. (¡Qué
bien!!!!)
Adulto: Sí, te gusta la pasta. He
notado. Pero me he dado cuenta
que hay otras comidas que yo
cocino que sí te comes.
Niño: ¿Cómo qué?
Adulto: Arroz.
Niño: Oh, sí, arroz. Pero cuando
le pones todas esas cosas
encima, como nueces, y esas
rebanadas pequeñas de naranja,
es asqueroso.
Adulto: ¿Hay algo más que te
gusta?
Niño: No.
Adulto, haciendo preguntas
para obtener más detalles:
¿Hay algo más que cocino que
no te gusta en especial? Digo,
aparte del arroz con las nueces y
las mandarinas encima.
Niño: Carne. Bueno, me gustan
las albóndigas un poco, pero eso
es todo. Y no me gustan los
vegetales…excepto el elote
entero.
Adulto: Me da gusto que
estamos averiguando qué es lo
que te gusta y lo que no. Eso
nos ayudará a resolver este
problema.
 
Su hijo declarósu preocupación,
pero usted no le creyó.
Mientras que es comprensible que
el primer intento que haga su hijo
en identificar y articular su
preocupación no sea preciso,
muchos adultos temen que la
preocupación que el niño esta
articulando sea “incorrecta.” Si en
realidad esta invertido en entender
las preocupaciones de su hijo, lo
último que querrá hacer es
descartar lo que él le diga porque
usted piensa que su preocupación
es mal pensada. Básicamente, hay
dos opciones cuando usted piensa
que las preocupaciones de su hijo
son “incorrectas” (1) tome su
preocupación en serio y piense en
una solución para tratarla, en cuyo
caso usted se encuentra en Plan B
de nuevo si la solución no resuelve
el problema porque la preocupación
no fue precisamente lo que lo
estaba molestando, o (2) no tome
su preocupación en serio y déjele
saber que usted piensa que fue mal
pensada, en cuyo caso ha elevado
la posibilidad de una explosión en
el momento e hizo más difícil el
poder usar Plan B la próxima vez
porque redujo la posibilidad de que
su hijo quiera hablar con usted.
Creo que la primera opción es
preferible.
 
Su niño dijo que no le importa la
preocupación de usted, así que el
aire se le salió a su “globo de Plan
B”.
Bueno, él se merece diez puntos
por ser honesto. No se insulte
porque a él no le importó su
preocupación. Hay que ser sinceros,
está la posibilidad que a usted
tampoco le importó tanto la de él.
Lo bueno es que en realidad, a él
no le tiene que importar su
preocupación; simplemente tiene
que tomarla en cuenta mientras
que los dos buscan una solución
que es mutuamente satisfactoria. Él
comenzará a tratar de tomar las
preocupaciones de usted en cuenta
no mucho más después de que
usted haga lo mismo con las de él.
Aquí tiene un ejemplo:
Padre: Héctor, me he dado
cuenta de que hemos discutido
bastante cuando intento hacerte
regresar a la casa después de
que has estado jugando afuera.
¿Qué pasa?
Niño: Siempre me haces
regresar a casa justo cuando
estoy jugando algo muy
divertido.
Padre: Sí, me imaginé que ése
era el problema. ¿Hay alguna
otra cosa que se te hace difícil
del que yo te pida que regreses
a casa?
Niño: No. Simplemente no
quiero regresarme a casa
cuando estoy jugando algo
divertido.
Padre: Te entiendo. La cosa es,
que casi siempre estás en medio
de jugar algo divertido cuando te
llamo que regreses a casa para
la cena, y para mí es muy
importante que cenemos juntos
como familia.
Niño: A mí no me importa si
cenamos juntos como familia.
Padre: Umm…está bien. Pues,
entonces me parece que
probablemente es más
importante para mí si cenamos
juntos. Pero estoy pensando que
si podríamos resolver el
problema de modo que funcione
para los dos, entonces
podríamos resolver esto de una
vez por todas y ya no
tendríamos que estar
discutiendo sobre esto.
 
Su hijo no tuvo ideas para
soluciones.
Ojalá usted sí tuvo algunas.
Recuerde, no es el trabajo de él
solucionar el problema; es el
trabajo del equipo (usted y él). Así
que si su hijo en realidad no tiene
ideas, está bien que usted le
ofrezca algunas propuestas,
siempre y cuando usted no se
convierta en un “genio” en el
proceso. Para considerar soluciones
se requiere la misma perseverancia
que cuando esta perforando más
profundo para identificar las
preocupaciones asociadas con el
problema. Esto se discutirá en el
Capítulo #9.
 
Plan B nunca despegó porque su
hijo estalló en cuanto usted
comenzó a hablar o estaba muy
hiperactivo para poder tener la
discusión con usted.
Si un niño comienza a explotar en
el momento en que usted intentó
iniciar Plan B Proactivo, muchos de
los factores discutidos en este
capítulo podrían estar en acción, y
muchos de los remedios que he
descrito le pueden ayudar. Por
supuesto, hay otros factores que
podrán interferir con la
implementación exitosa de Plan B.
Por ejemplo, es posible que su hijo
no tenga algunas habilidades del
procesamiento de lenguaje que son
críticas para poder participar en
Plan B. El tema se trata en el
Capítulo #9. Pero hay niños con
poca paciencia…que son tan
irritables e infelices…que da la pena
considerar si hay medicamento que
podría proporcionar algún alivio y
podría hacer la resolución de
problemas un poco más posible.
Otros niños son tan hiperactivos
que les da trabajo sentarse quietos
suficiente tiempo para participar en
Plan B. A veces esto también es
señal de que el niño podría
beneficiar del uso de
medicamentos. Yo soy muy
conservativo con respecto a
medicar a los niños, así que
siempre los animo a que tengan
paciencia con Plan B antes de saltar
hacia la medicina. Pero también sé
que hay niños que no podrían
participar en Plan B sin la ayuda de
medicamentos. Este tema también
se cubrirá en el Capítulo #9.
 
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
 
Pregunta: ¿Si estoy usando Plan
B, como se va a ser responsable mi
hijo- usted sabe, tomar
responsabilidad- por sus acciones?
Respuesta: Para demasiada
gente, las frases “hacer al niño
responsable” y “hágalo tomar
responsabilidad” son realmente
códigos para “castigo”. Y mucha
gente cree que si los castigos que
ya ha recibido el niño por sus
explosiones no le han ayudado a
que deje de explotar, ha de ser
porque los castigos no le causaron
suficiente dolor al niño. Así que le
agregan más dolor. En mi
experiencia, los niños explosivos
han sentido más dolor que la
mayoría de personas han sentido
en todas sus vidas. Si el dolor iba a
funcionar, hubiera funcionado hace
mucho tiempo. La noción que lo
único que estos niños necesitan es
una buena paliza es simplemente
errónea y no le hace justicia a los
mecanismos detrás de los episodios
explosivos. Si el niño está poniendo
sus preocupaciones sobre la mesa
para tener una discusión, él toma
los de usted, y está trabajando de
manera colaborativa hacia una
solución que funciona para los dos
para asegurar que sus explosiones
se reduzcan, no se preocupe: él
está tomando responsabilidad por
sus acciones.
 
Pregunta: ¿Entonces todavía
puedo establecer límites?
Respuesta: Absolutamente. Pero
hay que pensar en que quiere decir
usted con eso. “Establecer límites”
significa que usted tiene una
preocupación y usted quiere
asegurarse que ésta se tome en
cuenta. Hay dos formas de
establecer límites: Plan A y Plan B.
Cuando pone límites a través de
Plan A, usted está aumentando la
posibilidad de que ocurran
comportamientos desafiantes, de
no resolver problemas de manera
duradera, de no enseñar
habilidades, y le está cerrando la
puerta al entender y tratar las
preocupaciones de su hijo. Cuando
establece límites a través de Plan
B, usted está disminuyendo la
posibilidad de comportamientos
desafiantes, está resolviendo
problemas de manera duradera,
está enseñando habilidades, y esta
entendiendo y tomando en cuenta
las preocupaciones de su hijo. Ya
que usted probablemente esté
leyendo este libro porque Plan A no
le ha estado funcionando, yo pienso
que Plan B es su opción preferida
para establecer límites. La parte
difícil es ser bueno en usarlo.
 
Pregunta: ¿Le queda claro a mi
hijo que no apruebo de su
comportamiento al usar Plan B?
Respuesta: Sí, el puro hecho de
que está hablando con su hijo
acerca de su comportamiento es
una señal clara de que usted no
aprueba de sus acciones. Pero a él
se le hará mas claro su
desaprobación cuando usted ponga
su preocupación sobre la mesa
durante el paso de Definir el
Problema. También vale la pena
señalar que muchos de los
comportamientos que no aprueba
usted ocurren en el contexto del
uso de Plan A. Si usted no está
dependiendo en Plan A y está
solucionando problemas de manera
proactiva con Plan B, muchos de los
comportamientos desafiantes que
acompañan la reacción de su hijo al
Plan A deben de desaparecer
también.
 
Pregunta: ¿Qué pasará en la vida
real? ¿Qué tal si mi hijo algún día
tiene un patrón de estilo “Plan A”
en su trabajo?
Respuesta: Un patrón de estilo
“Plan A” es un problema que tendrá
que ser resuelto. ¿Cómo aprende su
hijo a resolver problemas? Plan B.
¿Cual grupo de habilidades es más
importante para la vida real: la
ciegaadhesión a la autoridad
enseñada con Plan A o identificar y
articular las preocupaciones de uno,
tomar las preocupaciones de los
demás en cuenta, y trabajar hacia
las soluciones que son realistas y
mutuamente satisfactorias, y que
son enseñadas a través del uso de
Plan B? El último. Si los niños son
completamente dependientes a la
imposición de la voluntad del adulto
para hacer las cosas bien, entonces
que harán cuando los adultos no
están alrededor para imponer su
voluntad?
 
Pregunta: ¿Qué no son mejor
tratados los problemas de
seguridad con Plan A?
Respuesta: Depende. Como se
describió en este capítulo, si usted
se enfrenta con una situación de
seguridad urgente, ni Plan C ni Plan
B de Emergencia son opciones
buenas. Pero si su hijo está
mostrando comportamientos
riesgosos predecibles, entonces
Plan B sería su mejor opción de
largo plazo para resolver los
problemas que están motivando
esos comportamientos. Hay que ver
como se ve esto:
Padre, iniciando el Paso de
Empatía: Chris, me he dado
cuenta de que se te hace
trabajoso permanecer a mi lado
cuando estamos en el
estacionamiento. ¿Qué pasa?
Chris: No sé.
Padre: Pues, hay que pensar de
esto por un segundo. ¿Qué es
tan difícil para ti de permanecer
a mi lado cuando estamos en el
estacionamiento?
Chris: Um…creo que es porque
estoy muy emocionado por
entrar a la tienda.
Padre: Sí, me he dado cuenta
de que te emocionas por entrar
a la tienda. ¿Hay alguna otra
razón por la cual piensas tú que
es difícil estar a mi lado?
Chris: Um…no me gusta cuando
me tomas de la mano. Eso es
para bebes.
Padre: Ah, sí, me he dado
cuenta de eso también. ¿Puedes
pensar en otra cosa que me
ayudaría a entender porque
estas teniendo problemas en
permanecer a mi lado en el
estacionamiento?
Chris: En realidad, no.
Padre: Bueno. Entonces estas
teniendo dificultad con
permanecer a mi lado porque
estas muy emocionado por
entrar a la tienda y porque no te
gusta que te tome de la mano.
¿Sí?
Chris: Uh-huh.
Padre, iniciando el paso de
Definir el Problema: Entiendo.
Mi preocupación es que es
peligroso que corras en frente de
los carros, y eso es lo que pasa
cuando no te agarro de la mano.
Y si miro que estas a punto de
correr en frente de un carro, te
tengo que agarrar para que no
te lastimes, y luego nos
enojamos. ¿Sabes lo que quiero
decir?
Chris: Sí.
Padre, iniciando la
Invitación: ¿Me pregunto si
habrá alguna manera de
prevenir que corras frente los
carros en el estacionamiento
para que no te vayas a lastimar
sin que yo te tenga que agarrar
de la mano? ¿Tienes algunas
ideas?
Chris: Um…podemos no entrar a
estacionamientos.
Padre: Esa es una idea. La cosa
es que a veces tenemos que
entrar a estacionamientos, por
ejemplo cuando vamos al
mercado o a la farmacia. Así que
no sé si podríamos evitar los
estacionamientos por completo.
Pero apuesto que hay alguna
forma de poder estar en
estacionamientos sin
preocuparme de que vayas a
correr en frente de los carros y
sin tener que detenerte de la
mano. ¿Qué te parece?
Chris: Me puedes dejar en casa
con Abuelita.
Padre: Sí podría, a veces. Pero
Abuelita no te puede cuidar todo
el tiempo cuando ando haciendo
mandados.
Chris: Podría agarrarme de tu
cinturón.
Padre: Podrías agarrarte de mi
cinturón. ¿Eso sería mejor que
tomarte de la mano?
Chris: Sí. Tomarme de la mano
es para bebes.
Padre: ¿Te agarrarías de la
mano aunque estés tan
emocionado por entrar a la
tienda?
Chris: Sí.
Padre: ¿Y que si traigo algo
puesto que no tenga cinturón?
Chris: Um…pues entonces me
agarro de lo que traigas puesto.
Padre: Pienso que esa idea
funcionará muy bien. ¿Te puedo
recordar que te agarres de mi
cinturón antes de salir del carro?
Chris: Sí.
Padre: Pero a veces te enojas
conmigo cuando te recuerdo.
Chris: Solo me enojo cuando me
gritas que te dé la mano.
Padre: Solo te grito porque
estas- um – ¿sabes qué? Si tú y
yo estamos de acuerdo de que
tú te agarrarás de mi cinturón en
el estacionamiento de hoy en
adelante, entonces no importa
porque te gritaba antes.
Chris: ¿Y que si olvidas no
gritarme?
Padre: Voy a tratar muy duro no
hacerlo. ¿Pero si se me olvida,
me recuerdas?
Chris: Sí.
Padre: ¿Te funciona este plan?
Chris: Sí.
Padre: A mí también me
funciona. Y si nuestra solución
no funciona, luego hablamos
sobre otra solución.
 
De nuevo, cuando los padres
dicen “problemas de seguridad,”
frecuentemente se refieren a lo que
está haciendo su hijo en medio de
una explosión (golpeando,
arrojando cosas, etc.). Pero como la
mayoría de las explosiones son
precipitadas por un adulto que
utilizo Plan A, el antídoto es usar
Plan B en lugar de Plan A.
 
Pregunta: ¿Qué debo hacer si mi
hijo explota?
Respuesta: Si su hijo está
explotando, es casi seguro que
usted está usando Plan A. Si tiene
suerte y su hijo está tranquilo y es
capaz de pensar razonablemente,
entonces Plan B de Emergencia es
una opción para usted. Si no es
éste el caso, una opción viable es
usar Plan C en ése momento y usar
Plan B durante la próxima
oportunidad para resolver el
problema que causó que su hijo
explotara en primer lugar. Pero si
tiene que soportar una explosión,
no la desperdicie. Las explosiones
proporcionan información muy
importante acerca de los problemas
sin resolver que tal vez usted no
haya reconocido o no le haya dado
suficiente prioridad. Pero ésta es la
única cosa productiva de las
explosiones: te dejan saber que hay
una necesidad para Plan B para así
poder prevenir otra explosión sobre
el mismo problema la próxima vez.
 
Pregunta: No tengo tiempo de
utilizar Plan B. Toma demasiado
tiempo.
Respuesta: ¡¿No tiene tiempo de
usar Plan B?! Las explosiones
siempre toman mucho más tiempo
en soportar que el tiempo que dura
usted usando Plan B para
prevenirlas. Los problemas sin
resolver siempre toman más tiempo
que los problemas resueltos. Hacer
algo que no está funcionando
siempre toma más tiempo que
hacer algo que sí va a funcionar. Y
si usted está usando Plan B
Proactivo mucho – resolviendo los
problemas a través de soluciones
durables- entonces el tiempo que
dura usted usando Plan B va a
disminuir al resolver los problemas.
 
Pregunta: No soy muy bueno para
pensar rápidamente. No siempre
puedo decidir cual Plan debo utilizar
en el momento preciso.
Respuesta: Ahí tiene usted más
razones para resolver los problemas
de manera proactiva en lugar de
forma urgente. Es solamente a
través de Plan B de Emergencia en
que usted tiene que pensar
rápidamente. Si se encuentra en
una situación urgente y usted no
puede decidir cual Plan usar, su
opción debería ser Plan B.
 
Pregunta: ¡Comencé a usar Plan B
con mi hija, y ella empezó a hablar!
¡Es más, ella hablo tanto que
colecte tanta información que
comencé a sentirme abrumada
acerca de todos los problemas que
tenemos que resolver! ¡Ayúdeme!
Respuesta: Es cierto que Plan B a
veces le abre la puerta a recibir
más información, y siente uno que
Plan B está a punto de derrumbarse
bajo el peso de tantos problemas
sin resolver. Su meta es ordenar y
hacer una lista de todos los
problemas- usted probablemente ni
llegue mucho más lejos del paso de
Empatía al hacer esto- y después
empiece a resolver un problema a
la vez. Es probable que su hija sea
feliz al ayudarle a usted a priorizar
los problemas.
 
Pregunta: ¿Así que no seré un
fracaso si no puedo completar los
tres pasos de Plan B en un intento?
Respuesta: Para nada. Si usted
no avanzo más allá del paso de
Empatía en su primer intento a Plan
B acerca de un problema en
específico, pero sin embargo ahora
ya entiende las preocupaciones de
su hijo acerca de ése problema, yo
diría que usted tuvo bastante éxito.
Nada mas asegúrese de seguir con
los siguientes dos pasos antes de
que pase mucho tiempo.
 
Pregunta: ¿Qué pasa si mi hijo y
yo decidimos en una solución pero
después él no quiere cumplir con su
parte?
Respuesta: Como vamos a ver en
el Capítulo #9, usualmente eso
indica que la solución no fue lo
suficiente realista o mutuamente
satisfactoria como habían pensado
inicialmente. Pero esto no es un
catástrofe, solamente un
recordatorioque la primera solución
que se les ocurre para resolver un
problema a menudo no es la mejor.
Recuerde, buenas soluciones
usualmente son variaciones de las
soluciones que vinieron antemano.
También es importante recordar
que Plan B no es un ejercicio de
ilusiones. Ambos participantes
deben tener la habilidad de cumplir
con su parte de la solución. Si su
hijo no está cumpliendo con lo que
se decidió, es probable que él no lo
esté haciendo simplemente por no
hacerlo si no porque tal vez no
puede. Trabajen hacia una solución
que él si pueda cumplir. A
propósito, los niños no son los
únicos que no cumplen con su parte
del trato; a veces los adultos tienen
una tendencia similar.
 
Pregunta: ¡Lo hice! Mi hijo y yo
usamos Plan B juntos y resolvimos
nuestro primer problema. Pues, la
solución parece estar funcionando.
¿Y ahora qué?
Respuesta: ¡Buen trabajo! Y qué
bueno que usted se da cuenta que
la solución puede que no funcione
después de un tiempo. Pero su
problema está por ser resuelto de
manera durable. ¿Qué sigue?
Muévase hacia el siguiente
problema sin resolver. Y luego otro.
Al seguir en su camino, asegúrese
de tomar en cuenta el progreso que
están haciendo.
CAPÍTULO 8
Escenas B
Ya les he dado bastante
información: un tema clave (los
niños hacen bien si pueden); en
qué está usted trabajando
(problemas sin resolver y
habilidades rezagadas); la razón
por la cual usar consecuencias a
menudo no resuelve nada (y que, a
propósito, puede empeorar la
situación); los tres Planes (uno en
particular); las diferentes maneras
en que usted se puede desviar con
Plan B (y cómo enfocarse de
nuevo). Muchos me han dicho que
tuvieron que leer los Capítulos #6 y
#7 de nuevo varias veces para
poder entender la información
completamente.
La gente también me ha dicho
que necesitan muchos ejemplos
para así poder entender el lenguaje
de Plan B con respecto a una
variedad de problemas sin resolver.
Y aunque ofrezco muchos ejemplos
a través de este libro, el propósito
de este capítulo es enseñarles
cómo usar Plan B fácilmente. Tome
en cuenta que no hay una
“escritura” específica para Plan B,
así que aunque usted esté tratando
de resolver algunos de los mismos
problemas que se discuten en este
capítulo, es casi seguro que su Plan
B se presentará de manera muy
diferente. Este capítulo también nos
dará la oportunidad de
rencontrarnos con los niños que
conocimos en el Capítulo #4.
Hay que comenzar con lo que
podríamos llamar Plan B Proactivo
“sin costura”, simplemente para
darles una idea de cómo se ve este
Plan cuando todo va como esperado
y sin problemas:
Padre: Me he dado cuenta de
que se te hace trabajoso dormir
en tu propia cama últimamente.
¿Qué pasa?
Niño: Tengo miedo.
Padre: ¿De qué tienes miedo?
Niño: Me dan miedo los
ladrones.
Padre: ¿Ladrones?
Niño: Sí, pero solo por las
noches.
Padre: ¿Entonces no te dan
miedo los ladrones por el día?
Niño: No, solo cuando estoy
acostado en mi cama por la
noche.
Padre: ¿Qué es lo que temes
que hará un ladrón?
Niño: Yo no sé que hará un
ladrón. Nada más sé que me da
miedo que entre un ladrón a
nuestra casa.
Padre: ¿Cuál parte de eso te da
miedo? ¿Qué crees que vaya a
suceder?
Niño: Ver a alguien sonriéndose
conmigo, como, con una sonrisa
de maldad.
Padre: Ah, sí. ¡Qué miedo! Y
creo que me arrepiento por
haberte dejado ver esa película
de Harry Potter.
Niño: Sí. No fue muy buena
idea.
Padre: Pues, creo que entiendo
porque temes que podría haber
ladrones. La cosa es que cuando
te da miedo que entre un ladrón
a la casa, te vienes a dormir a
nuestra cama. Y después dos
cosas suceden. Me despierto yo
y después no puedo volver a
dormirme. Y tu mama se tiene
que levantar e irse a dormir a tu
cama porque estamos muy
apretados en nuestra cama.
Niño: Ella no se tiene que ir.
Padre: Pues, le da trabajo a ella
dormir en la cama cuando se
pone apretado. Así que me
pregunto si hay alguna manera
de ayudarte con tu miedo de los
ladrones…sin tener que
despertarme y sin que tu mama
se tenga que ir a dormir a tu
cama.
Niño: Podría meterme a tu
cama sin hacer ruido.
Padre: Sí, podrías tratar de
hacer menos ruido. Creo que lo
que me hace despertar es
cuando te subes arriba de mí
para acostarte en el medio.
Niño: Podría subirme arriba de
mama. A ella no le cuesta
trabajo volverse a dormir.
Padre: Sí, eso podría funcionar.
Aunque esa solución no
resolverá el problema de que
ella se levante y se vaya a
dormir a tu cama cuando
estemos muy apretados.
Niño: Oh. Sí, tienes razón.
[Silencio]
Padre: ¿Tienes alguna otra
idea?
Niño: No.
Padre: Yo tengo una. ¿Vemos
que piensas de ella?
Niño: Bueno.
Padre: Estaba pensando que tal
vez te podríamos hacer una
camita a un lado de nuestra
cama…entonces así te sentirás
seguro porque estarías al lado
de nosotros, pero no me
despertarías cuando te metas a
la cama y no harías que tu
mama se sienta muy apretada.
Niño: No sé si eso me haría
sentir lo suficiente seguro.
Padre: ¿Qué quieres decir con
eso?
Niño: No sé si dormir en una
cama a tu lado me haga sentir
tan seguro como dormir contigo
en tu cama.
Padre: Pues, piénsalo un poco.
Niño: Supongo que lo podemos
intentar. Pero no sé si
funcionará.
Padre: Pues, podemos hacer
eso. O podemos pensar en otras
soluciones ahorita.
Niño: Podemos intentar tu idea.
Padre: Bueno. Hay que
intentarlo, y después, si no
funciona, pensaremos en otras
ideas. Gracias por hablar sobre
esto conmigo, hijo.
Niño: Bueno.
 
A veces, Plan B funciona de esta
manera, sin problemas. A menudo
no funciona así. Mientras que Plan B
“sin costuras” puede ser más
rápido, la rapidez no es
necesariamente la meta. Algunos
problemas sin resolver son más
complicados y toman más tiempo.
Plan B se les hace más natural a
algunos niños y adultos que a otros.
Así que no se desanime si Plan B no
le va tan suavemente como usted
hubiera querido.
Puede que recuerde que Danny,
del Capitulo #4, a menudo se
enojaba cuando su mamá lo
regañaba, pero nos faltaban
detalles acerca de los problemas
específicos por los cuales su mama
lo regañaba. Resultó que uno de
estos problemas era el tiempo que
él duraba frente el televisor. Aquí
está el primer intento en usar Plan
B Proactivo:
Madre: Danny, me he dado
cuenta de que hemos estado
peleando mucho sobre cuánto
tiempo pasas frente el televisor
después de la escuela.
¿Podríamos hablar sobre esto?
Danny: No.
Madre: ¿Cuándo sería una
buena hora para hablar sobre
esto?
Danny: Nunca.
Madre: Nunca es muchísimo
tiempo para estar peleando
sobre este problema. ¿No habrá
alguna hora para poder hablar
sobre esto para que finalmente
dejemos de pelear?
Danny: ¿Vas a seguir
molestándome hasta que hable
sobre esto?
Madre: Pues, tenía la esperanza
de que si hablamos de esto ya
no te molestaría tanto, ya que
es algo por lo cual te molesto
mucho.
Danny: Bueno. Habla.
Madre: Pues, espero que tú
también hables. Nada más
quiero saber por qué piensas tú
que peleamos sobre esto tanto.
Danny: Porque no dejas de
molestarme, por eso.
Madre: Bueno, entiendo que te
gustaría que no te molestara
tanto. Pero te molesto porque si
no lo hago vas a ver mucha
televisión o jugar muchos juegos
de computadora.
Danny: Pues, es que no tengo
nada más que hacer.
Madre, comenzando a
“aconsejar”: ¡Claro que sí
tienes otras cosas que hacer!
Puedes leer, o andar en
bicicleta…
Danny, con su respuesta
típica hacia los consejos de
su madre: ¡No me interesa
hacer nada de eso! ¡Ya ves, yo
sabía que hablar sobre esto sería
una pérdida de tiempo!
Madre: Hmm. Supongo que no
te interesa oír sobre las cosas
que podrías hacer en lugar de
ver televisión o jugar con la
computadora.
Danny: Duh.
Madre: Entonces hay que
regresar con lo que estábamos
hablando. Estabas diciendo que
no tienes algo más que hacer.
Danny: ¡No tengo algo más que
hacer! Podría jugar basquetbol o
hockey en la calle, pero no tengo
a nadie con quien jugar. Y es
aburrido hacer esas cosas yo
solo. Así que prefiero ver
televisión o jugar con la
computadora.
Madre: ¿Si tuvieras con quien
jugar después de escuela, no
pasarías tanto tiempo frente la
pantalla?
Danny:Sí.
Madre: ¿Hay algo más que
debería saber yo acerca de por
qué pasas tanto tiempo frente la
pantalla?
Danny: Me gusta.
Madre: ¿Te gusta?
Danny: Es relajante. Me
esfuerzo bastante todo el día en
la escuela y solamente quiero
relajarme antes de hacer tareas
por dos horas.
Madre: Bueno. Entonces te
gusta la televisión y tus juegos y
no tienes a nadie con quien
jugar. ¿Sí?
Danny: Sí.
Madre: Entonces mi
preocupación es que pasas dos o
tres horas diarias frente la
pantalla. Y eso es mucho
tiempo.
Danny: Yo conozco a muchos
niños que duran lo mismo frente
la pantalla. Los padres de Matt
lo dejan jugar cuando él quiere.
Madre: Hmm. Pues, yo no
conozco a los padres de Matt
muy bien. Tal vez a ellos no les
preocupa que su hijo se pase
mirando una pantalla por tres o
cuatro horas al día. Pero a mí sí.
No estoy diciendo que no
deberías ver la televisión o jugar
en la computadora en absoluto.
Solo pienso que dos o tres horas
es mucho. Así que, me pregunto
si hay manera de que nos
aseguremos de que pases algo
de tiempo frente la pantalla…
porque te relaja…pero a la vez
ver si podrías tener niños con
quien jugar después de escuela
para que así no pases toda la
tarde frente una pantalla.
¿Tienes algunas ideas?
Danny: No.
Madre: Pues, hay que pensarlo.
Nunca hemos platicado sobre
este problema.
Danny: No puedo pensar en
algo. Ya no quiero hablar de
esto.
Madre: Yo tampoco sé si tengo
alguna idea al momento. Pero
hay que pensar en esto. No
tenemos prisa.
Danny: ¡Ya no puedo hablar
sobre esto! ¡No puedo pensar en
algo!
Madre: Tal vez ambos
deberíamos pensarlo un poco-
pero no ahora- y después
hablamos sobre esto otro
tiempo. Nada más porque no
tenemos ideas ahora no significa
que no hay ideas.
Danny: Pues, no tengo ninguna.
Madre: Entonces, hay que parar
de hablar sobre esto y
regresamos después. ¿Cuándo
deberíamos hacer esto?
Danny: ¡Yo no sé!
Madre: ¿Qué tal si te pregunto
después? Creo que estas
cansado de hablar por ahora.
Danny: ¡Esta bien!
 
A la hora de ir a la cama, Plan B
continúo :
 
Madre: ¿Danny, sería una
buena hora para continuar
nuestra conversación?
Danny: ¿Cuál conversación?
Madre: La conversación que
tuvimos sobre el tiempo frente la
pantalla.
Danny: ¡No quiero hablar de
eso ahora! ¡Estoy muy cansado!
Y ni pensé en ideas de todas
maneras.
Madre: Bueno. No tenemos que
hablar ahora. Yo sí pensé en una
idea, pero creo que estas muy
cansado para oírla.
Danny: Sí lo estoy.
Madre: Bueno, hay que
intentarlo mañana de nuevo.
 
El día siguiente a la hora de la
cena.
 
Danny: ¿Puedo oír sobre tu idea
del tiempo frente la pantalla?
Madre: ¿Mi idea? Oh, claro.
Sabes, estaba pensando que hay
un programa de deportes
después de escuela en el centro
de niños de la comunidad tres
días a la semana. La mama de
Justin me contó de este
programa porque él va ahí.
Juegan todo tipo de deportes.
Pensé que tal vez tú pudieras ir
y así tendrías con quien jugar.
¿Qué te parece?
Danny: No soy buen amigo de
Justin.
Madre: Bueno.
Danny: ¿Y que si juegan algún
deporte que no me gusta?
Madre: No sé mucho sobre eso.
Pero parece que puedes escoger
el deporte que quieras.
Danny: ¿Y que si no me gusta?
Madre: Pues, en realidad no
sabemos mucho sobre este
programa. Nada más pensé que
podríamos ver de qué se
trataba. Si tú quieres.
Danny: ¿Sabes cuales deportes
tienen ahí?
Madre: En realidad no. No sé
mucho sobre esto. Era
solamente una idea.
Danny: No se…
Madre: Pues, piénsalo. No es
como que si te estuvieras
inscribiendo si solamente estas
pensándolo. Y si decides que
quieres saber de qué se trata
este programa, podemos ir para
allá algún día. Si me puedo salir
antes de tiempo del trabajo.
Quizás podría llamarle a la
mama de Justin y ella nos podría
decir más acerca del programa.
¿Qué te parece?
Danny: Bueno.
 
¿Está resuelto este problema? No.
¿Ha comenzado la conversación? Sí.
¿Pudo la mama de Danny completar
los tres pasos al primer intento? No.
¿Regresó ella pacientemente al
problema después de algún tiempo?
Sí. ¿Está participando Danny? Sí.
¿Pensando? Un poco. No han
terminado, pero la situación está
mejorando.
Pero hay que mover adelante
hacia un ejemplo final de Plan B
Proactivo. Mi meta con este dialogo
es demostrarle a usted qué tan
complicados pueden ser los
problemas. Siga dedicándose a Plan
B. El problema no se va a resolver
con Plan A ni con Plan C.
 
Madre: Pues, establecimos esta
hora para hablar sobre nuestro
problema del parque de
atracciones. ¿Por dónde
empezamos?
Jordan: ¿Qué te parece si
empezamos con lo injusto que
me tratas?
Padre: Ah, esto va a ser
divertido.
Madre: ¿De qué manera te
trato injustamente?
Jordan: Vas a llevar a Lucy al
parque de atracciones con una
amiga, y a mí no me dejas traer
a un amigo. Eso no es justo.
Madre: Dime como es injusto
eso. Yo hago muchas cosas
contigo sin que venga Lucy con
nosotros.
Jordan: ¡No es justo porque no
he visto a mi amiga Cassie en
tres semanas, y me perdí de su
fiesta de cumpleaños porque
ustedes me forzaron a ir a ese
estúpido viaje a campar, el cual
odié! Y quiero hacer algo
especial con ella este sábado
porque no la he visto en tres
semanas, y no quiero hacer algo
aburrido con ella, y el parque de
atracciones sería algo muy
divertido para nosotros.
Madre: Entiendo que quieres
hacer algo muy divertido con tu
amiga Cassie. ¿Tú no puedes
pensar en algo divertido que
podrían hacer aparte de ir al
parque de atracciones?
Jordan: ¡No!
Madre: ¿El lago?
Jordan: Aburrido.
Madre: ¿Ir al cine?
Jordan: ¡No!
Madre: Esta bien, ésta es mi
preocupación acerca del parque
de atracciones. La razón por la
cual quiero llevar a tu hermana y
a su amiga- solas- es porque tú
y tu hermana pelean sin parar, y
no quiero que las peleas le
arruinen su día o que se
avergüence en frente de su
amiga. Se supone que este día
debería ser muy divertido para
ella.
Jordan: ¡No pelearía con ella!
¡Ni siquiera estuviera a su
alrededor! ¡Te lo prometo!
Madre: ¿Tú y Cassie se fueran
por su lado en el parque de
atracciones y dejarían a Lucy y a
su amiga en paz?
Jordan: ¡Sí! ¡Yo no quiero estar
con Lucy y su amiga!
Padre: No puedo imaginarme a
ti y a Lucy en el mismo carro sin
estar peleando.
Jordan: ¡Ya para! ¡No vamos a
pelear en el carro!
Padre: Ustedes dos siempre
pelean en el carro.
Madre: Y mi preocupación es
que en realidad no quiero tomar
ese riesgo. Este es un día muy
especial para Lucy y no quiero
que se le arruine. Así que este
es el problema que estamos
tratando de resolver. Tú quieres
tener un día divertido con tu
amiga, y sientes que ir al
parque…este sábado…es la
única manera de tenerlo, y yo
quiero asegurarme de que tu
hermana tenga un buen día con
su amiga sin estar peleando
contigo. ¿Puedes pensar en
alguna manera de solucionar
este problema?
Jordan: Papá me podría llevar
al parque con Cassie. De esa
manera no tuvieras que
preocuparte de que yo y Lucy
estemos peleando en el carro, y
prometo alejarme de ella y su
amiga mientras estemos en el
parque.
Padre: Claro que no.
Jordan: ¡¿Por qué no?!
Padre: Porque el parque esta a
una hora de camino, y llevarte a
ti y a tu amiga no era lo que
tenía planeado para mi sábado.
Jordan: ¿Cuál es el gran
problema? ¡No te tuvieras que
quedar ahí! ¡Ándale!
Padre: Si no me quedo en el
parque entonces tuviera que
manejar por dos horas ida y
vuelta por la mañana y otras dos
horas al fin del día, y tengo
muchas cosas que hacer el
sábado. No lo voy a hacer.
Jordan: ¡Esto es tan injusto!
Padre: ¡No, tú eres el que eres
injusto! ¡Esto siempre sucede!
¡Ustedes tienen algún problema
y entonces es “papá al rescate”!
Pues, ya estoy cansado de ser la
escuadra de rescate. Además,
aunque estuviera dispuesto a
llevarte, yo no voy a pagar
dinero para que tú y tu amiga
entren al parque. Este es el
regalo de cumpleaños para Lucy,
pero la única razón por la cual
quieres ir al parque es porque no
puedes pensar en alguna otra
cosa.
Jordan: ¡Yo mismo pagaría la
entrada! ¡Y Cassie pagaría su
entrada!
Padre: ¿Por qué tiene que ser
este sábado? ¿Por qué no
puedes ir con Cassie algún otro
día cuando no tenga muchas
cosasque hacer?
Jordan (comenzando a
llorar): Porque estábamos
planeando vernos este sábado, y
no la he visto en tres semanas, y
quiero hacer algo muy divertido
con ella.
Padre: Pues, todavía necesito
pensar si estoy dispuesto a
llevarte. Además, si tú y tu
hermana están en el parque de
atracciones con amigos,
entonces tu hermano también va
a querer llevar a un amigo, y
entonces sí se me fue el día.
Madre: Robbie va a quedarse
con mi mama el sábado.
Padre: Oh.
Madre, hacia el padre: Así
que parece que tendrás que
decidir si estás dispuesto a llevar
a Jordan y Cassie al parque este
sábado y regresar por ellos en la
noche.
Jordan: ¡Esto es tan injusto!
Madre: ¿Puedes parar de decir
que esto es injusto? Aquí
estamos nosotros tratando de
buscar la solución que funcione
para todos. ¡Eso no es ser
injusto!
Jordan: Quizás la mama de
Cassie podría manejar de ida o
de vuelta.
Madre: ¿Quieres decir que
quizás ella los podría llevar al
parque o recogerlos?
Jordan: Quizás. No lo sé.
Madre, hacia el padre: ¿Estás
dispuesto a manejar de ida o de
vuelta si la mama de Cassie
maneja también?
Padre: Lo estoy pensando, pero
no voy a pagar por Jordan y
Cassie.
Jordan: ¡Yo me arreglo de eso!
¡Dije que lo pagaría yo mismo!
Padre: ¿Y te alejaras de tu
hermana cuando estén en el
parque?
Jordan: ¡No deseo estar cerca
de esa mocosa!
Padre: Bueno. Pues, supongo
que sí estoy dispuesto a manejar
de ida o vuelta. ¿Cómo vamos a
averiguar si la mamá de Cassie
está dispuesta a manejar
también?
Jordan: ¡Yo le llamo por
teléfono!
Padre: ¿Y qué vamos a hacer si
ella no puede?
Madre: Supongo que
tendríamos que sentarnos de
nuevo y hablar sobre esto un
poco más.
 
Plan B no siempre es algo simple
y usualmente no es rápido. Pero las
explosiones duran más tiempo y no
resuelven nada.
Mientras que Plan B Proactivo es
mucho más preferible y ha sido
nuestro enfoque principal de este
capítulo (y la de este libro), habrá
veces- ojala no tan seguido- cuando
usted va a necesitar usar Plan B en
situaciones más emergentes. Así
que aquí tiene un ejemplo de Plan
B de Emergencia:
Madre: Mark, es hora de ir a tu
clase de natación.
Mark, jugando con Legos en
el piso de la cocina: No voy a
ir. Yo odio las clases de
natación.
Madre: Mark, tenemos un
problema, porque tu hermano
también tiene una lección de
natación, y no te puedo dejar en
casa solo.
Mark: ¡No me importa! ¡No voy
a ir!
Madre: Tenemos que encontrar
una solución para resolver esto.
Tú no quieres ir a tu clase, pero
yo necesito llevar—
Mark, golpeando la mesa con
el puño, su cara enrojecida:
¡¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE
DECIRTE?! ¡ODIO IR A NADAR!
¡NO VOY A IR! ¡ALÉJATE DE MÍ!
Madre: Mark, yo no dije que
tenias que ir a tu clase. Yo dije
que tenemos que encontrar una
solución para resolver este
problema. Eso es muy diferente.
Mark: Ya estoy cansado de
buscar soluciones a los
problemas. ¡SI NO TE CALLAS,
TE VOY A MATAR!
James (hermano de Mark):
¡Mamá, voy a llegar tarde a mi
clase de natación!
Madre: ¿James, puedes ir a
tomar mi bolso? Creo que está
en mi habitación. Mark, no estoy
diciendo que tienes que ir a tu
clase de natación. Solo estoy
pensando cómo le vamos a
hacer para poder llevar a tu
hermano a su clase sin tener que
dejarte solo en casa. ¿Tienes tú
alguna idea?
Mark: ¡No!
Madre: Quizás yo tengo una
idea. ¿Te gustaría oírla?
Mark: ¡Bueno!
Madre: ¿Te podrías llevar tus
Legos contigo y jugar con ellos
mientras tu hermano toma su
clase de natación?
Mark: Las piezas se me van a
desarmar. No quiero ir.
Madre: Entiendo que no quieres
ir. No estoy diciendo que tienes
que tomar tu clase de natación.
Pero no te puedo dejar solo en
casa. La única manera de que
pienso yo que podríamos
solucionar este problema es si
vienes conmigo y traes tus
Legos. Si tienes alguna otra
idea, me gustaría oírla.
Mark: (no responde)
Madre: ¿Qué te parece?
James, regresando con el
bolso: ¡Voy a llegar tarde!
Mark: ¡CALLATE IMBÉCIL!
James: ¡No, tú cállate!
Madre: James, por favor ve y
espérame en la puerta.
James: ¡Me dijo que me callara!
Madre: Oí lo que te dijo. No fue
muy bonito. Ahora ve y
espérame en la puerta.
Madre: Mark, la única manera
de solucionar esto es si traes tus
Legos y vienes con nosotros a la
clase de natación. Si puedes
pensar en otras soluciones, me
encantaría oírlas.
Mark, comenzando a recoger
sus Legos: No voy a tomar la
clase de natación, así que no me
obligues. ¡Mira! ¡Te dije que mis
Legos se me iban a desarmar!
Madre, cambiando al nuevo
problema: Hay que figurar
como llevarnos los Legos sin que
se te desarmen. Gracias por
intentar de solucionar esto.
Mark: No estaba tratando de
solucionar esto.
Madre: Pues, hiciste buen
trabajo de todas maneras.
 
¿Se ha resuelto el problema de la
clase de natación de manera
durable? Todavía no. Ese problema
debe ser el enfoque de Plan B
Proactivo lo más pronto posible
para que se pueda encontrar una
solución durable.
¿Necesita usted otro ejemplo de
Plan B de Emergencia? Aquí le va
uno. Casey y sus padres y hermana
se fueron de paseo a Disney World,
y el primer día se la pasaron de
maravilla. Eran un grupo bastante
cansados, *con hambre* al irse del
parque en camino al hotel (los
asteriscos indican vulnerabilidades
de Casey ya bien establecidas:
cansancio, hambre, y transiciones).
Por supuesto, este escenario tuvo
implicaciones mas graves para
Casey que para su hermana. Al salir
del parque, Casey pronuncio la
siguiente solicitud siniestra: “Quiero
algodón de azúcar.”
“No puedes tener algodón de
azúcar porque no nos vamos a
regresar al parque para buscarlo,”
insistió su padre.
Casey se detuvo en su camino.
“¡Quiero algodón de azúcar!” dijo
en voz alta.
Los padres se vieron el uno al
otro. Contemplaron las tres
opciones emergentes. Plan A
solamente causaría una explosión
prolongada. No habría algo por
aventajar con eso. Solamente
quedarían Plan B y Plan C. Regresar
al parque sería una gran
inconveniencia, y además Casey ya
había tenido suficiente azúcar
durante el día. Así que Plan C no
era una opción porque los padres sí
tenían una preocupación que
deseaban poner sobre la mesa.
“Casey, yo creo que estas muy
cansado,” dijo la mama, intentando
ser un poco empática aunque este
método sea pasado de moda.
“¡Quiero algodón de azúcar!” dijo
él, moviéndose más cerca al
acantilado.
El padre intento un poco de
empatía para clarificar la
preocupación de Casey. “¡Tú
quieres algodón de azúcar!” dijo él.
¿Qué pasa?”
¡Quiero algodón de azúcar! dijo
Casey.
Quizás no había algo por
clarificar, pero el padre intentó
penetrar la situación un poco a
través de preguntas. “¿Será porque
tienes hambre?”
“¡Solamente quiero una botana y
en realidad quería algodón de
azúcar hoy y no lo pude tener!”
“Bueno, así que tenias la
esperanza de comer algodón de
azúcar y no lo tuvimos hoy. ¿Sí?”
“¡Sí!”
“Bueno, entonces hay que pensar
en esto por un momento. Tú en
realidad querías algodón de azúcar
hoy y nunca lo tuvimos. Y quieres
una comida antes de la cena. La
cosa es que ya has tenido bastante
azúcar por el día de hoy… la
manzana endulzada y la soda que
tuviste con tu almuerzo. Así que tu
mamá y yo tenemos la esperanza
de que tal vez quieras una comida
que no sea tan dulce. ¿Tienes
algunas ideas de cómo te
podríamos dar una comida pero sin
que sea tan dulce?”
“¡No!” dijo Casey con mala cara,
cruzando los brazos, todavía parado
a un lado de la orilla.
“Pues, hay que pensar de esto
por un segundo,” dijo el padre,
hincándose al lado de su hijo.
“Podríamos esperar hasta que
regresemos al parque mañana y
comprar el algodón de azúcar
entonces. Y te podríamos comprar
algo para que comas ahora que no
sea tan dulce. ¿Puedes pensar en
algo más que te gustaría comer en
camino al hotel en vez de algodón
de azúcar?”
“Yo quiero algodón de azúcar,” se
quejó Casey, pero su tono de voz
indicando que tal vez el
pensamiento razonable lentamente
le regresaba.
“Yo sé que lo quieres.”
Casey comenzó a caminar hacia
el carro de nuevo.
“Me pregunto qué te gustaría
comer ahora,” dijo el padre. “Creo
que hay un McDonald’s en camino
al hotel.”“¿Papas fritas?” sugirió Casey.
“Recuerden, es solo una comida
rápida, muchachos,” dijo la madre.
Al llegar al McDonald’s, Casey
ordenó sus papas fritas, se las
comió con gusto, y comió una cena
razonablemente saludable en el
hotel.
Si los padres hubieran decidido
usar Plan A para solucionar el
problema del algodón de azúcar, lo
más probable sería que hubieran
tenido que soportar aún otra
explosión. Si hubieran decidido usar
Plan C, se hubieran tenido que
regresar al parque para comprarle
el algodón de azúcar. Al utilizar
Plan B de Emergencia, ellos
evitaron una explosión acerca de un
problema importante y pudieron ver
el problema a través de una
solución realista y mutuamente
satisfactoria. A propósito, Plan B de
Emergencia tiende ser más fácil de
usar si usted y su hijo tienen
bastante práctica usando Plan B
Proactivo.
 
Bueno, un ejemplo más de Plan B
de Emergencia (para que no se
vuelva muy entusiasmado acerca
de su uso). Una noche, Helen había
decidido que quería sentarse
encima del conducto de calefacción
en la cocina y terminar su tarea. El
padre de Helen se opuso a que ella
se sentara ahí para hacer la tarea.
Este desacuerdo pequeño- el cual
nunca había sucedido
anteriormente- tuvo la potencial de
interrumpir por completo su
habilidad de terminar la tarea al
provocar una larga explosión.
“Helen, yo no quiero que hagas la
tarea sentada en el conducto de
calefacción,” dijo su padre.
“Y yo sí quiero,” se quejó Helen.
“Helen, quiero que te vengas a
sentar a la mesa y hagas tu tarea,”
ordenó su padre, ahora moviéndose
hacia Plan A.
“¡Yo me quiero sentar aquí!” se
quejó Helen, con un poco más de
ardor.
El padre se detuvo. ¿Debería él
continuar con Plan A, irse con Plan
C, o usar Plan B de Emergencia? El
padre rápidamente recordó que
habría muy poca ganancia al
ignorar las preocupaciones de su
hija. ¡De hecho, él ni sabia cual era
la preocupación de Helen! ¡Ni sabia
cual era la de él! El padre comenzó
el paso de Empatía.
“Helen, tú te quieres sentar arriba
del conducto de calefacción. ¿Qué
pasa?”
“Esta cálido ahí,” respondió ella.
“Te quieres sentar arriba del
conducto de calefacción porque
esta cálido ahí.” El padre ahora
tuvo que darle serio pensamiento a
su preocupación propia (si en
realidad tenía una) y decidir si
quería ponerla sobre la mesa. Si él
decidía que no tenía una
preocupación, por supuesto, él
simplemente hubiera escogido usar
Plan C. “No quiero tus papeles
tirados por todo el piso. Hay que
ver si podemos solucionar esto. Me
pregunto si habría manera de que
estés a gusto sin que estén todos
tus papeles tirados por el piso.
¿Tienes algunas ideas?”
“No, me quiero sentar aquí.” Dijo
Helen con mala cara.
“Oh, debe haber alguna manera
de solucionar esto,” siguió el padre.
“Hemos tenido problemas más
difíciles anteriormente. Hay que
pensarlo,” dijo el padre,
animándola.
“¿Qué tal si hago mi tarea aquí
hoy y en la mesa mañana?” sugirió
Helen.
“Pues, esa es una idea, pero tus
papeles todavía estarían regados
por todo el piso hoy,” dijo el padre.
“¿Podrías pensar en alguna otra
manera de resolver este
problema?”
“¡No, eso es todo!” respondió
Helen.
“Tiene que haber alguna manera
de que no tengas frio y que tus
papeles no estén tirados por todo el
piso,” dijo el padre. “Yo tengo
algunas ideas. ¿Te gustaría oírlas?”
“Umm…está bien.”
“Podríamos subirle al calentador
para que no tengas frio. O te
podrías poner un suéter. O
podríamos buscar la manera de que
tus papeles no se vuelen por todo
el piso. ¿Te funciona alguna de
estas opciones?
“Creo que deberíamos subirle al
calentador,” dijo Helen.
“¿Así que si le subimos al
calentador para que no tengas
tanto frio, no tendrás que sentarte
encima del conducto de
calefacción?”
“Así es.”
“¿Quieres que te ayude a mover
tus cosas?”
“No, no más ve a subirle al
calentador,” dijo Helen.
“Hiciste un buen trabajo al
solucionar este problema,” dijo el
padre.
Durante la siguiente junta con la
terapeuta familiar, el padre
necesitó un poco mas de aseguro.
“Temo que le estamos enseñando
que ella nunca tiene que hacernos
caso, y no pienso que esto sea
bueno en el futuro.”
“¿Ella nunca hace lo que le
mandan ahora?” preguntó la
terapeuta.
“No en realidad ella hace lo que
le mandamos casi siempre,”
respondió el padre. “Temo que ella
piense que lo único que tiene que
hacer es comenzar a hacer un
berrinche para obtener lo que ella
quiera.”
“Han estado usando Plan B por
unos cuantos meses. ¿Está
explotando menos o más seguido,
ella?”
“Mucho menos.” Sonrió el padre.
“¿Tienen menos problemas sin
resolver, o más?”
“Menos.”
“¿Esta gritando usted mucho
menos?”
“Sí.”
“¿Cómo se están llevando usted y
Helen últimamente?”
“Mucho mejor. Sabe, Helen
siempre ha sido una niña muy
cariñosa. Pero estábamos peleando
tanto que, hasta hace unas
semanas, cuando llegaba del
trabajo, ella ni siquiera me
saludaba. Las últimas dos semanas,
cuando llegó del trabajo, deja de
hacer lo que está haciendo y viene
y me da un fuerte abrazo.”
“Yo creo que estamos bien,” dijo
la terapeuta.
“¿Pero qué tal en este mundo
real?” preguntó el padre.
“¿Qué quiere decir?” preguntó la
terapeuta.
“Este mundo real no tiene Plan B
o gente que siempre trata de
entenderte,” dijo él.
“Yo no pienso que el estar
peleando con ella mucho le vaya a
ayudar a vivir en este mundo real.
Por otro lado, sí creo que
ayudándola a aprender cómo
resolver problemas que aparecen
en la vida- como pensar y hablar de
sus preocupaciones, tomar las
preocupaciones de los demás en
consideración, y como trabajar
junto con otros para encontrar
soluciones que son realistas y
mutuamente satisfactorias- le va a
servir bastante bien en la vida
real.”
CAPÍTULO 9
Ayuda Adicional
En un mundo ideal, usted ya ha
comenzado a reducir su uso de Plan
A. Y ya ha puesto algunos
problemas sin resolver en un
segundo plano (Plan C) para que no
sigan causando explosiones. Y ha
comenzado a usar Plan B para
empezar a resolver los problemas
que han estado causando los
episodios explosivos entre usted y
su hijo (espero que la información
del Capítulo #7 y los ejemplos del
Capítulo #8 le hayan ayudado a
suavizar algunos detalles). Así que,
si todas estas cosas son ciertas,
entonces las cosas deben calmarse
un poco entre usted y su hijo
explosivo.
Por supuesto- y usted no necesita
que le diga esto- el mundo de la
crianza de niños explosivos no es
nada ideal. A veces, los niños
tienen dificultades con participar en
Plan B debido a factores que son
mejor tratados a través de
medicamentos. Y a veces los niños
tienen problemas con las
habilidades de comunicación que
hacen la participación en Plan B
muy difícil para ellos (pero no
imposible). Y puede que usted
todavía se esté preguntando cómo
es que trabajar en los problemas
sin resolver vaya a ayudarle a los
niños aprender las habilidades que
no tienen. Estos puntos se discuten
en este capítulo.
 
CUANDO LOS MEDICAMENTOS LE
PUEDEN AYUDAR
 
Hay algunos niños que son tan
hiperactivos, impulsivos, distraídos,
irritables, obsesivos, que tienen
poca paciencia y son tan
emocionalmente reactivos, que es
extremamente difícil para ellos
poder participar en Plan B hasta
que estos problemas se traten
primero. Y si algunos de estos
problemas están haciendo la
participación en Plan B difícil, se
puede asumir que también han
estado haciendo otros aspectos de
la vida difíciles para ellos. A veces,
el medicamento puede ayudar con
estos problemas.
Muchos padres tienen una
reacción negativa instantánea hacia
la idea de medicar a sus hijos, y por
buena razón. Hoy en día, hay
demasiados niños que son
medicados sin necesidad,
demasiados están bajo muchos
medicamentos, y demasiados están
bajo medicamentos para problemas
que no son bien tratados a través
de medicamentos. Las medicinas
psicotrópicas no siempre son
recetadas con el nivel de cuidado y
diligencia que merecen, y no
siempre son recetadas por personas
que tienen la suficiente experiencia
para hacerlo. Los medicamentos no
enseñan ninguna habilidad
rezagada ni solucionan ningún
problema demanera colaborativa.
Pero los medicamentos pueden
ayudar a algunos niños ser más
disponibles y accesibles para que
puedan resolver problemas y para
que puedan aprender habilidades
rezagadas. Mientras que un
enfoque conservativo hacia el
medicamento es totalmente
apropiado, quizás usted no quiera
descontarlo por completo. En
algunos niños, el medicamento es
un componente indispensable del
tratamiento (aunque es importante
recordar que Plan A tiene una
excelente probabilidad de que
cause explosiones aún cuando su
hijo tenga un régimen efectivo de
medicamentos). Mi meta aquí no es
discutir medicamentos
exhaustivamente pero en lugar,
revisar algunas de las opciones más
comunes.
Si la inatención y la distracción
están interfiriendo
significativamente con el progreso
académico de su hijo o si éstas
están causando que su hijo no se
pueda enfocar lo suficiente para
poder participar de manera
significativa en las discusiones de
Plan B, el medicamento le podría
ayudar. Los pilares del tratamiento
para la inatención son los
medicamentos estimulantes (por
ejemplo, Ritalin, Focalin, Vyvanse, y
Concerta), algunos cuales han sido
recetados por más de 60 años. Si la
hiperactividad y el control de
impulso pobre le están causando
problemas de comportamiento
significantes en la escuela, están
interfiriendo con el progreso
académico, o le está causando
dificultad poder enfocarse lo
suficiente para poder participar en
Plan B, los estimulantes son
típicamente la primera opción. En
algunos niños, el no responder
positivamente a los estimulantes,
los efectos secundarios, o las
condiciones complicadas puede
garantizar la consideración del uso
de medicamentos no estimulantes
alternativos (por ejemplo,
Strattera).
Algunos de los aspectos más
difíciles de usar medicamentos
estimulantes es que cuando son
efectivos, muchos padres informan
que tienen “dos niños distintos”: el
niño que es menos hiperactivo e
impulsivo y más enfocado (cuando
usan el medicamento como debe
ser) y el niño que no lo es (cuando
no ha tomado el medicamento o se
le ha disipado este). Relacionándolo
a Plan B, esto significa que a veces
tiene un niño que es capaz de
quedarse quieto y enfocarse para
poder resolver problemas y a veces
no. Esto también significa que
cuando usted y su hijo están
contemplando si una solución es
verdaderamente realista, usted
debe tomar en cuenta las
condiciones- por ejemplo, con o sin
medicamento- bajo cual la solución
típicamente sería promulgada. Las
soluciones son realistas cuando su
hijo está bajo medicamentos y
pueden no ser realistas cuando no
las toma.
Algunos niños son tan irritables,
enojones, y andan de mal humor
que hasta la más pequeña
desviación puede sentirse
insuperable. Una clase de anti-
depresivos llamados inhibidores
selectivos para la re-captación de
serotonina (ISRSs; por ejemplo,
Lexapro y Prozac) le podrían ofrecer
un poco de alivio. Medicamentos
similares también podrían ser útiles
para algunos niños que son
obsesivos u obsesivo-impulsivos.
Finalmente, si después de una gran
dosis de Plan B y Plan C y la
drástica reducción del uso de Plan
A, su hijo todavía tiene muy poca
paciencia o es tan emocionalmente
reactivo que es incapaz de
participar en las discusiones de Plan
B, una clase de medicamentos
llamados antipsicóticos atípicos (por
ejemplo, Risperdal y Abilify) podrían
ser útiles.
Decidir si su hijo tomará
medicamentos debería ser difícil;
usted va a necesitar mucha
información, mucho más de la cual
es ofrecida aquí, especialmente a
cerca de los efectos secundarios.
Algunos, medicamentos que
normalmente son recetados para
niños aún todavía no han sido
aprobados para su uso en niños, ni
han sido estudiados
extensivamente para el uso en
niños y adolecentes, especialmente
con respecto a sus efectos
secundarios a largo plazo. Su doctor
debe ayudarle a usted a evaluar los
beneficios anticipados del
medicamento con los riesgos
potenciales para que así usted
pueda hacer una decisión
informada. Aunque es bueno
tenerle fe a la pericia de su doctor,
es igualmente importante que
usted se sienta a gusto con el plan
de tratamiento que él o ella le
propone, o por lo menos que usted
esté a gusto con el balance entre
los riesgos y beneficios. Si usted no
está a gusto con o seguro de la
información que se le ha dado,
usted necesita más información. Si
su doctor no tiene ni el tiempo ni la
pericia para ofrecerle más
información, usted necesita otro
doctor. El tratamiento médico no es
algo que se debe temer, pero este
debe ser implementado de manera
competente y con compasión y
debe ser monitoreada
continuamente. Al final, lo que va a
necesitar más que nada es un
doctor competente, con
conocimientos clínicos, atento, y
disponible. Usted querrá un doctor
que:
• Toma el tiempo para conocer
bien a su hijo y a usted, lo
escucha, y es familiarizado con
las opciones del tratamiento que
no tengan nada que ver con
recetas;
• Reconoce que un diagnostico
ofrece muy poca información útil
acerca de su hijo;
• Entiende que hay algunas cosas
que el medicamento no trata
muy bien;
• Tiene un buen conocimiento de
los posibles efectos secundarios
del medicamento y su
administración;
• Se asegura que usted- y su
hijo, si es apropiado- entienda
cada medicamento y sus
anticipados beneficios y efectos
secundarios e interacciones con
otros medicamentos; y
• Esta dispuesto a dedicar el
tiempo suficiente para
monitorear el progreso de su hijo
cuidadosamente y
continuamente a través del
tiempo.
 
Cuando los niños responden mal
a los medicamentos, a menudo es
porque uno de los elementos
anteriores faltó en su tratamiento.
Un enfoque discreto hacia el
medicamento también es
recomendado. Muchos niños no
están muy ansiosos por dejarles
saber a sus compañeros de la
escuela que están recibiendo
medicamentos para el tratamiento
de sus problemas emocionales o de
comportamiento. Si no hay manera
de ocultarles esto a los demás,
entonces a menudo es importante
educar a los compañeros de la
escuela sobre las diferencias de
individuos (asma, alergias,
diabetes, dificultad para
concentrarse, baja tolerancia a la
frustración, etc.) que quizás
requiera el tratamiento medicinal.
Por otro lado, mientras que sí esta
la tentación de evitar hacer esto, yo
típicamente animo a los padres que
le dejen saber al personal de la
escuela acerca del medicamento de
sus hijos. Las observaciones y
reacciones de los maestros a
menudo son críticas para poder
hacer un ajuste apropiado en el
medicamento, y como se discutirá
con más detalle en el Capítulo #11,
la meta es trabajar en un grupo
colaborativo.
 
NIÑOS QUE TIENEN DIFICULTADES
CON LA COMUNICACIÓN
 
Si usted es el padre de un niño
con habilidades rezagadas con
respecto a la comunicación, usted
se podría estar preguntando si Plan
B en realidad es realista para su
hijo. Usted se podría estar
preguntando si será posible
averiguar cuáles son las
preocupaciones de su hijo o si él
podrá participar para poder
considerar las soluciones posibles.
Como todos los ejemplos de Plan B
que ha visto hasta ahora
representan a niños con habilidades
de comunicación medio-decentes,
no cabe duda que se esté
preguntando esto. Las dificultades
con la comunicación cubren un gran
abanico de problemas, y muchas de
las estrategias del Capítulo #7
serán útiles con niños que tienen
poca dificultad al comunicarse. El
enfoque aquí es en los niños que
presentan dificultades de
comunicación hacia el lado más
severo del espectro.
La buena noticia es que Plan B se
puede ajustar para los niños con
habilidades rezagadas de
comunicación para que así usted
pueda identificar los problemas sin
resolver, colectar información
acerca de las preocupaciones
relacionadas con estos problemas
sin resolver, y participar con su hijo
en el proceso de generar y evaluar
soluciones. Por supuesto, aplicar
Plan B de manera proactiva es igual
de importante con los niños
explosivos que tienen estas
habilidades de comunicación en
peligro como lo es con los niños
explosivos que tiene estas
habilidades intactas.
 
IDENTIFICANDOLOS PROBLEMAS
SIN RESOLVER
 
El primer reto es crear una lista
de los problemas sin resolver que
predeciblemente están precipitando
los episodios difíciles de su hijo, y
bajo esta circunstancia puede que
vayamos a necesitar relajarnos un
poco con un principio clave del paso
de la Empatía para poder cumplir
con la misión. Si su hijo no tiene los
medios lingüísticos para participar y
generar la lista con usted, su propia
observación acerca de las
situaciones durante cuales suceden
las explosiones va a ser
absolutamente esencial. Los
episodios explosivos no son menos
predecibles en los niños con
habilidades rezagadas de
comunicación; nada más les cuesta
más trabajo comunicar qué es lo les
causa tanta frustración. Así que…y
no es fácil para mí decir esto, pero
aquí les va: en el caso de estos
niños, está bien que los padres
sean “genios” al generar la lista de
problemas sin resolver.
Ahora, qué tan “genio” debería
ser usted y la forma que tomará su
lista depende de la severidad de las
dificultades que tenga su hijo con
las habilidades de comunicación. Un
adolecente con quien trabajé yo era
capaz de participar a algún grado
lingüísticamente, pero no podía él
ofrecer mucha información acerca
de los problemas sin resolver que
causaban sus episodios explosivos.
Sus padres y maestros le dieron
mucho pensamiento a las
condiciones bajo cuales dichos
episodios sucedían y registraron sus
ideas en una tarjeta: tener calor,
estar cansado, tener hambre,
pensar que alguien estaba enojado
con él, ser sorprendido, y tener
dificultades con alguna tarea
académica. Los padres y maestros
mantuvieron sus tarjetas a mano, y
cada vez que el niño comenzaba a
volverse agitado, ellos le recitaban
las causas posibles detrás del
episodio. Los adultos se
memorizaron los artículos con
bastante rapidez, así eliminando la
necesidad de la tarjeta; el niño
eventualmente también se
memorizo los artículos. Él pudo
mejorar su verbalización de los
problemas- por ejemplo, en vez de
explotar, él decía “Tengo calor”- y
con tiempo estos problemas
comunes se solucionaron a través
de Plan B Proactivo.
Una niña con quien yo trabajé
tenía habilidades de comunicación
mucho más limitadas; gruñir, llorar,
gritar, y golpear era el grado a que
llegaba su repertorio. Para ella,
tuvimos que representar a través
de imágenes en una tarjeta
laminada los problemas sin resolver
que estaban predeciblemente
causando sus episodios explosivos.
Cuando la niña tenía que decirles a
los adultos que había un problema,
o cuando ella comenzaba a
presentar señales de frustración, los
adultos le pedían que señalara a la
imagen que comunicaba de mejor
manera lo que la estaba frustrando.
Al señalar a la imagen, los adultos
confirmaban verbalmente el
problema (por ejemplo, “Ah, tienes
hambre”) y se movían hacia otra
tarjeta laminada que representaba
las soluciones posibles que
correspondían a ese problema sin
resolver (descrito abajo). Por
supuesto, de vez en cuando, la niña
tenia un problema que no estaba
representado con una imagen y
entonces una imagen nueva se le
agregaba a la “tarjeta de
problemas”. La meta era que ella
pudiera comenzar a utilizar
palabras actuales en lugar de
señalar para poder comunicar sus
problemas, pero las explosiones
fueron reducidas drásticamente a
través de esta herramienta básica
de comunicación.
Quizás esto sea claro, pero
cuando un niño tiene desafíos
significantes acerca de la
comunicación u otras deficiencias
cognitivas, es crítico que se les de
consideración a las palabras o
conceptos que son de alta prioridad
y que deben ser enseñadas
primeramente. Si sobrecarga al
niño con palabras nuevas, usted le
reducirá la probabilidad de que use
ninguna. Le recomiendo que ponga
en prioridad las palabras o
conceptos necesarias para resolver
problemas y manejar la frustración,
porque no tener estas palabras
causan los momentos más difíciles
en los niños y les impide poder
aprender muchas otras cosas.
Este proceso de colaboración no
le pone mucho énfasis al enseñarles
a los niños el vocabulario de
sentimientos. Mientras que sí es
práctico que un niño aprenda a
comunicar que él esta triste,
enojado, o frustrado, es mucho más
importante que él pueda comunicar
cuales son los problemas que están
causando que se sienta triste,
enojado, o frustrado en primer
lugar. Si no, no será claro cuáles
son los problemas que están por
resolver. Por supuesto, hay
problemas en específico, tal como
“Tengo calor”, que solamente
aplican en situaciones cuando el
niño tiene calor. Puede que usted
encuentre algo útil el enseñarle un
“vocabulario de problemas” más
genérico que se pueda aplicar a
varias situaciones. Una variedad de
frases- por ejemplo, “Algo sucede,”
“No puedo hablar de eso ahora,”
“Necesito ayuda,” “No sé qué
hacer,” y “Necesito un descanso”-
pueden ser aplicadas a un gran
abanico de circunstancias que se
pueden enseñar a través de la
repetición (por ejemplo, decir
“Parece que algo sucede” cada que
parezca que algo sucede). Nosotros
los adultos sobrestimamos las
habilidades lingüísticas que usamos
para dejarles saber a los demás
cuando estamos frustrados o
abrumados; la verdad es que los
adultos se basan en pocas frases. Al
enseñarles unas cuantas frases
clave a los niños, les ayudamos a
criarse al mismo nivel de
comunicación que nosotros los
demás.
 
IDENTIFICANDO Y
SELECCIONANDO SOLUCIONES
 
Las mismas estrategias que son
útiles para identificar problemas sin
resolver pueden ser utilizadas para
identificar y escoger soluciones para
esos problemas. Resultó que ese
niño presentado anteriormente, que
era capaz de participar un poco
lingüísticamente, era capaz de
participar de algún grado en las
discusiones acerca de las soluciones
posibles y en general era capaz de
recordar las soluciones que fueron
creadas a través de Plan B
Proactivo. Así que él no requería
que se le escribieran las soluciones
para referirse a ellas en el futuro.
Como con cualquier niño, algunas
soluciones que al comienzo parecen
ser realistas y mutuamente
satisfactorias en realidad no son
duraderas, y es necesario regresar
a Plan B Proactivo para considerar
soluciones alternativas. Para la niña
descrita anteriormente- que tenia
habilidades de comunicación muy
limitadas- sus padres crearon un
cuaderno de soluciones lleno de
tarjetas laminadas que
representaban, a través de
imágenes, las soluciones posibles
para cada uno de los problemas
representados en su “tarjeta de
problemas.” Cuando ella señalaba
que tenía hambre, le daba vuelta a
su cuaderno hasta llegar a la
tarjeta que contenía imágenes de
las soluciones preferidas a ese
problema y señalaba hacia una de
ellas. Si era claro que soluciones
adicionales eran necesarias,
imágenes de soluciones adicionales
eran incluidas. Mientras que la
meta final era que la niña pudiera
“usar sus palabras” para comunicar
las soluciones preferidas, el sistema
del cuaderno le ayudó a
comunicarse con las personas,
explotar menos, y participar en el
proceso.
Y es el último elemento-
participar en el proceso- que tal vez
sea el más importante. A menudo
se ha dicho que los niños con
habilidades de comunicación muy
limitadas no pueden participar en el
proceso de resolver problemas,
pero yo he visto que este
típicamente no es el caso. Si los
adultos automáticamente asumen
que tales niños no pueden
participar, entonces estos niños se
convierten en “la audiencia”
mientras que las decisiones son
hechas por ellos acerca de cómo
sus problemas deben ser
solucionados. Muchos, de hecho,
son capaces de participar y su
participación le abre las puertas a
las propiedades que mejoran la
relación y comunicación entre ellos
y las personas importantes en sus
vidas. A veces solamente se
requiere un poco de creatividad
adicional y recursos adicionales. Tal
vez usted querrá (si no lo ha hecho
ya) leer algunos de los libros por
Carol Gray y Kari Dunn quienes
están listados en la sección de
recursos al final de este libro para
obtener mas dirección.
A propósito, yo he utilizado el
cuaderno para solucionar problemas
con niñosque no tenían problemas
con la comunicación, pero que en
medio de un episodio, tenían
dificultades al recordar cómo habían
solucionado problemas en el
pasado y como es que las
soluciones del pasado podrían ser
aplicadas a otros problemas
similares.
Unos cuantos puntos más antes
de seguir adelante. Debido a que
muchas soluciones se aplican
solamente a ciertos problemas en
especifico (por ejemplo, una
salchicha tendría sentido para el
problema del hambre pero no sería
buena solución para la mayoría de
otros problemas), a veces es buena
idea enseñar un grupo de
soluciones en general para después
poder considerar otras más
especificas. Es difícil de creer, pero
la gran mayoría de soluciones hacia
los problemas de los seres humanos
caen bajo una de tres categorías
generales: (1) pida ayuda; (2)
véase a medio camino o dé un
poquito a cambio; y (3) hágalo de
manera diferente. Estas categorías
pueden simplificar las cosas para
los niños que tienen habilidades de
comunicación en peligro (muchos
de los cuales podrían beneficiar de
tener estas tres posibilidades
representadas a través de
imágenes), así como también para
niños que tienen habilidades de
comunicación intactas pero que se
estresan muy fácilmente sobre el
universo de soluciones posibles.
Estas categorías se pueden usar
para guiar y darle estructura a la
consideración de otras soluciones
posibles. Primeramente querrá
usted introducirle a su hijo las
categorías durante un momento
oportuno; después, cuando se
encuentre tratando de generar
soluciones utilizando Plan B, use las
categorías como estructura para
considerar soluciones. Veremos
como se podría ver esto (por
necesidad, el ejemplo es de un niño
con habilidades de comunicación
relativamente intactas):
 
Padre (Paso de Empatía,
usando Plan B Proactivo): Me
he dado cuenta de que no
quieres practicar la gimnasia
últimamente. ¿Qué pasa?
Niña: No me cae bien la
entrenadora nueva.
Adulto: No te cae bien la
entrenadora nueva. ¿Te refieres
a Ginny? ¿Por qué?
Niña: Es aburrido. Solamente
nos tiene estirando. Eso es
aburrido.
Adulto: Está bien, deja
asegurarme que entiendo bien.
No has querido ir a practicar la
gimnasia porque es aburrido…
nada mas los pone a estirarse.
Niña: Así es.
Adulto: ¿Esa es la única razón
por la cual no has querido ir a la
gimnasia?
Niña: Uh-huh.
Adulto (Paso de Definir el
Problema): Puedo entender
eso. La cosa es que, a ti por lo
regular te encanta la gimnasia, y
lo haces muy bien, así que no
me gustaría ver que lo dejaras.
Niña: No me importa.
Adulto: ¿No te importa?
Niña: Si va a ser puro estarme
estirando, no.
Adulto (Invitación): Pues, me
pregunto si tal vez habrá alguna
manera de hacer algo al
respecto de que solamente
practican a estirarse sin que
dejes de practicar la gimnasia
por completo. ¿Tienes algunas
ideas?
Niña: Ginny no va a cambiar la
manera en que enseña su clase.
Adulto: Tal vez tengas razón
acerca de eso. Pero hay que
pensar sobre nuestras opciones
para solucionar problemas. No
sé si “pedir ayuda” solucionara el
problema. Y no sé cómo le
haríamos para “vernos a medio
camino” o “dar un poquito” con
este problema, especialmente si
tú piensas que Ginny no va a
cambiar la manera en que
enseña su clase. Pienso que este
sería un problema en donde
“intentamos hacerlo de otra
manera.” ¿Qué te parece?
Niña: No sé cual sería otra
manera de hacerlo.
Adulto: Bueno, hay que
pensarlo. Ginny no es la única
que enseña ese nivel. La razón
por la cual escogimos la clase de
Ginny era porque la otra clase
que es de tu nivel es durante la
misma hora de tus clases de
patinaje sobre hielo. Pero quizás
podríamos cambiar tu clase de
patinaje a otra hora. ¿Qué te
parece?
 
Naturalmente, esta discusión de
Plan B continuaría hasta que
estuvieran de acuerdo en una
solución realista y mutuamente
satisfactoria. No solamente se
solucionaría el problema, pero Plan
B establecería, con el tiempo, que
el niño continuaría a usar las
categorías para resolver problemas
como una estructura para generar
soluciones.
A propósito, una talentosa
terapeuta del habla y lenguaje lo
puede llevar más allá de lo que yo
he intentado en esta sección. Algo
que vale la pena averiguar, si no lo
ha hecho aun.
 
ENSEÑANDO HABILIDADES
 
Al principio de este libro, usted
aprendió que las habilidades
rezagadas son el por qué de las
explosiones. Pero en los últimos
cuantos capítulos, nos hemos
enfocado principalmente en los
problemas sin resolver (el quién,
qué, donde, y cuando de las
explosiones). Esto nos lleva a una
pregunta muy importante: ¿Cómo
enseña uno habilidades rezagadas
si usted ante todo está tratando de
resolver problemas?
Hay dos respuestas. Primero, su
hijo va a aprender y practicar
muchas de las habilidades que no
tiene mientras que usted esté
usando Plan B para resolver
problemas. Segundo, Plan B puede
ser la estructura que usa usted para
enseñar el resto de las habilidades
rezagadas. Hay que examinar
ambas.
 
Habilidades Enseñadas Por Medio
de Participación en Plan B
 
Comencemos con este dialogo de
Plan B y después veremos si hay
algunas habilidades rezagadas que
se enseñaron y fueron practicadas:
 
Madre: He escuchado que
quieres ir al juego de fútbol este
viernes con tus amigos.
Niña: Uh-huh.
Madre: Y tu papá me dijo que
estabas esperando ir sin uno de
nosotros como chaperón.
Niña: ¡No puedo creer que no
me tengan confianza para ir a un
juego de fútbol sin ustedes!
Madre: Pues, me parece que
esto no tiene nada que ver con
que no te tengamos confianza.
Niña: ¿Entonces de qué se
trata?
Madre: Más bien se trata del
tipo de cosas que suceden
durante estos juegos que nos da
nervios que estés tú ahí sola sin
uno de nosotros.
Niña: ¿Qué piensas que va a
suceder? ¡No lo puedo creer!
Madre: Pues, supongo que me
gustaría saber por qué es tan
importante para ti que no te
acompañemos al juego.
Niña: ¡Porque me están
tratando como un bebe! ¡Ya no
soy bebe! ¡Soy estudiante de
primer año en la secundaria!
¡Esto es tan vergonzoso!
Madre: Así que tu mayor
preocupación es que es
vergonzoso que tu padre o yo te
acompañemos al juego.
Niña: ¡Sí!
Madre: ¿Nada mas?
Niña: Nada más. ¿Por qué no
me tienen confianza?
Madre: Como ya te dije, no es
que no te tengamos confianza.
Es más bien que hay cosas que
suceden en los juegos de fútbol
de tu escuela- toman alcohol, se
pelean- que nos hace sentir
incómodos que estés ahí sola.
Niña: ¡Yo no hago ninguna de
esas cosas!
Madre: Yo sé. Nada más que
nos preocupamos de que te
vayan a lastimar si suceden esas
cosas a tu alrededor.
Niña: Mis amigos tampoco
hacen esas cosas.
Madre: Sí, lo sé. Como te digo,
son las cosas que suceden a tu
alrededor que nos preocupa.
Niña: Si no puedo ir sin que
vayan ustedes conmigo,
entonces no quiero ir.
Madre: Pues, me pregunto si
habrá alguna manera de que
vayas tú al juego sin que
estemos a tu lado y poniéndote
en vergüenza, y no preocuparnos
por tu seguridad. Me pregunto
cómo podríamos hacer eso.
Niña: Podríamos hacer eso si
ustedes dejarían de preocuparse
tanto.
Madre: Yo sé que eso es lo que
prefieres. Pero me pregunto si
habrá manera de que se tomen
en cuenta las preocupaciones de
todos…tu sabes, que tú no te
avergüences y que nosotros
sepamos que estés segura.
Niña: ¡Yo no sé! ¡Esto es
ridículo!
Madre: Pues, hay que pensar en
esto.
(Pausa)
Niña: El Sr. Abernathy va a los
juegos. Él nos podría cuidar.
Adulto: ¿El Sr. Abernathy es tu
entrenador de soccer?
Niña: Sí. Él dijo que va a todos
los juegos.
Madre: ¿Y piensas que si él
estuviera dispuesto a cuidarlos,
que entonces nosotros nos
sentiremos más cómodos y tú no
te tuvieras que avergonzar por
tener a tus papas ahí contigo?
Niña: Sí. Pero no me gustaría
que estuviera ahí parado en
seguida de mí.
Madre: No, yo me sintiera
cómoda con que él estuviera
cerca de ti. ¿Y tú no te sintieras
a gusto que fuera yo o tu papá
el que estuviera cerca de ti?
Niña: ¡Eso fuera tan obvio!
Madre: Esta bien. Déjame
pensar si esto funciona para mí.
Necesitaremos saber si el Sr.
Abernathy está dispuesto a
cuidarte.
Niña: ¿Le podrías llamar?
Madre:Yo le puedo llamar. ¿Y
tu padre y yo te podríamos dejar
en el juego en cuanto empiece y
después te recogemos en cuanto
termine?
Niña: Sí.
Madre: No me parece justo que
el Sr. Abernathy te tenga que
cuidar durante cada juego. Así
que todavía vamos a necesitar
encontrar una solución que
funcione para el resto de los
juegos, si esperas ir a esos
también. Pero no me molesta
pedirle que los cuide durante
este juego. ¿Sí?
Niña: ¡Sí!
Madre: Creo que esta solución
funcione para tu papá también.
Así que deja preguntarle y
después le llamo al Sr.
Abernathy.
 
¿Había algunas habilidades
rezagadas que se practicaron en
este ejemplo de Plan B? Sí, varias,
de hecho: reflejando en múltiples
pensamientos o ideas
simultáneamente (las
preocupaciones de la niña y las
preocupaciones de su madre fueron
consideradas); organización (esta
fue una manera organizada y con
estructura de resolver el problema);
tomando en cuenta las posibles
consecuencias de las acciones
(madre e hija pensaron en como las
soluciones iban a funcionar y si
estas iban a considerar las
preocupaciones de ambos lados);
considerando un abanico de
soluciones hacia un problema (sí
consideraron varias soluciones);
expresando las preocupaciones,
necesidades, o pensamientos en
palabras; manejando la respuesta
emocional hacia la frustración para
poder pensar racionalmente (no fue
perfecta, pero fue mejor);
cambiando de una idea original o
solución; tomando en cuenta los
factores situacionales que sugieren
la necesidad de ajustar un plan de
acción; cambiando interpretaciones
inflexibles e inexactas (la hija sí
pareció progresar mas allá de la
creencia de que sus padres no le
tenían confianza); apreciando como
el comportamiento le afecta a los
demás (la solución tomó las
preocupaciones de ambas en
consideración); y apreciando la
perspectiva o punto de vista de la
otra persona.
Cuando está usando Plan B, no
simplemente está resolviendo un
problema; está trabajando con y
ensayando habilidades rezagadas,
también. Hay que pensar en cómo
Plan B podría ser útil para los que
piensan de manera rígida, concreta,
y en blanco-y-negro, ya que estos
niños representan un alto
porcentaje de “los niños que
explotan.” Si recuerda, tales niños
tienen dificultades con los aspectos
más grises de la vida, tal como
resolver problemas, interacciones
sociales, y circunstancias
imprevisibles. De diferentes
maneras, cada uno de los tres
pasos de Plan B puede ser
extremamente útil para ayudarle a
estos niños manejar las demandas
de flexibilidad y tolerancia a la
frustración de manera más
adaptiva.
El paso de la Empatía es crítico
para tales niños, ya que a menudo
ellos reaccionan de manera
exagerada cuando se enfrentan con
la realización de que ciertos
eventos no se desenlacen de
manera esperada. En muchos
casos, estos niños ponen soluciones
rígidas sobre la mesa en lugar de
preocupaciones. Pero como sus
soluciones pueden sonar poco
razonables- hasta extrañas- a la
persona sin entrenamiento, muchos
de estos niños se han
acostumbrado a que los adultos (y
amigos también) no tomen sus
preocupaciones en serio. Regla
numero uno: no importa qué tan
extrañas o ilógicas suenen sus
preocupaciones, no lo son para el
niño, así que es muy importante
asegurarse de que las
preocupaciones del niño sean
clarificadas y tomadas en cuenta.
Esto puede ser reconfortante para
el niño que está convencido de que
sus preocupaciones nunca son
tomadas en serio.
El Paso de Definir el Problema le
ayuda al niño hacer algo que
probablemente nunca ha hecho:
tomar en cuenta las preocupaciones
de otra persona. Otra vez, el niño
no tiene que creer en la
preocupación de otra persona para
poder ayudar en resolver el
problema, y ni siquiera le tiene que
importar; él solamente lo tiene que
tomar en cuenta. A veces, ayudarle
a un niño rígido e inflexible
simplemente oír la preocupación de
otra persona sin explotar
instantáneamente es un gran logro.
Finalmente, el Paso de la
Invitación le ayuda al niño hacer
otra cosa que nunca había podido
hacer previamente: ajustarse a la
idea de que podría haber algunas
sombras de gris en medio del
blanco y negro y que podría haber
una variedad de maneras de
resolver un problema aparte de
cómo él lo pensaba originalmente.
Desde el principio, esto a menudo
requiere una gran dosis de
tranquilidad de que las
preocupaciones del niño serán
tomadas en cuenta. Y es
beneficioso para tales niños
recordar cómo fue que resolvieron
problemas similares en el pasado.
 
Plan B Como la Estructura de
Un Enfoque Para Enseñar
Habilidades Rezagadas
 
Esta sección no cubre todos los
aspectos de la enseñanza de
habilidades rezagadas, pero sí
ofrece algunos ejemplos de las
varias habilidades que
probablemente no se enseñarían
simplemente a través de involucrar
al niño en Plan B. Sin embargo, la
enseñanza de las habilidades podría
ser facilitada con el uso de Plan B
como estructura para tratar el
tema.
Hay que tomar el niño que
maldice, por ejemplo. El maldecir
usualmente significa que el niño
aún no tiene las habilidades de
comunicación ni de regulación
emocional para poder expresarse
adaptivamente en el medio de la
frustración. Usted podría responder
a las maldiciones con algo como
“¡Me rehúso a ser tratado así!” o
“¡Vete a tu habitación y regresa
cuando estés listo para hablarme
de manera correcta!” Estas
declaraciones podrían hacer un
impacto si su niño no entendiera
que a usted no le gusta que le
hablen de esa manera o si él no
tuviera la motivación para hablarle
de forma correcta. Pero si su hijo no
tiene las habilidades de
comunicación o de regulación
emocional, entonces estas
declaraciones no le servirán de
nada.
Hay dos maneras de reducir las
maldiciones de su hijo. Una es
resolver los problemas específicos
que precipitaron las maldiciones,
porque al arreglar estos problemas,
el niño ya no estará frustrado
acerca de ellos, así que no tendrá
razón para maldecir. La otra es
directamente enseñarle al niño la
habilidad que remplazará decir
maldiciones. En este último caso,
Plan B crearía la estructura para
enseñarle al niño la habilidad
rezagada y el mecanismo para que
él y el adulto colaboren y crean un
plan de acción para comenzar a
trabajar en el problema. Por
ejemplo:
Madre: Tuvimos un incidente
malo esta semana, y no estoy
segura de que lo haya manejado
muy bien.
Terapeuta: Dígame.
Madre: Pues, estaba cocinando
panqueques para el desayuno.
Derrick entro a la cocina y dijo
que no quería panqueques. Yo le
dije que esto era lo que estaba
en el menú-
Terapeuta: ¿Perdone que la
interrumpa, pero quiso decir que
estaba manejando el problema
de los panqueques con Plan A?
Madre, sonriendo: No.
Terapeuta: Nada más
preguntaba. Siga adelante.
Madre: Y después me llamo un
nombre y salió corriendo de la
cocina. Yo corrí detrás de él y le
dije que estaba castigado por
una semana por haberme
llamado un nombre. Él me dijo
que me alejara de él. Yo insistí
que se disculpara de inmediato.
Se volvió loco por media hora
después de eso.
Terapeuta: Esto suena
bastante desagradable. ¿Usted
mencionó que le hubiera
gustado haber manejado las
cosas un poco diferentes?
Madre: Primeramente, no debí
haber usado Plan A para resolver
el problema de los panqueques-
le pude haber ayudado a buscar
alguna otra comida para el
desayuno.
Terapeuta: Supongo que sí. Por
supuesto, es difícil responder de
manera diplomática en el
momento. ¿Qué tan seguido se
molesta acerca de lo que usted
cocina para el desayuno?
Madre: ¡Todo el tiempo!
Intento cocinar comidas que sé
que le gustan, pero parece ser
que a él no le gusta lo que
cocino la mayoría del tiempo.
Terapeuta: Así que este es un
problema bastante predecible.
Madre: Absolutamente. Casi
diario.
Terapeuta: Así que una de las
cosas que vamos a querer hacer
es intentar de resolver el
problema del desayuno de
manera proactiva, y no de
manera urgente. Pero me
imagino que estas no son las
únicas veces que él la maldice.
Madre: Me maldice cada vez
que se frustra.
Terapeuta: Así que también
tenemos una habilidad que
enseñar. Y es claro quetodos los
castigos no le están enseñando
esta habilidad. Yo creo que él ya
no necesita más lecciones acerca
de la importancia de no
maldecir, ni necesita más
motivación para no hacerlo. En
este momento, parece ser que
Derrick no es muy bueno para
expresar sus frustraciones sin
tener que maldecir. Así que él
necesita su ayuda.
Madre: ¿Entonces qué debo
hacer?
Terapeuta: Me pregunto si
usted y Derrick podrían utilizar
Plan B con este tema en mente:
¿Que es lo que él puede hacer y
decir- en lugar de maldecir-
cuando él se frustra?
Madre: ¿Cómo se vería eso?
Terapeuta: Se mira igual que
Plan B cuando uno está
trabajando en un problema. Pero
ahora está usted trabajando en
una habilidad. Así que usted
podría decir, “Me he dado cuenta
de que cuando te enojas
conmigo tú dices cosas que no
son muy buenas. ¿Qué pasa? Es
obvio que esto es más fácil de
hacer cuando se hace
proactivamente en lugar de
manera emergente.
Madre: Parece realizable.
Terapeuta: ¿Tiene usted
algunas ideas de cosas que él
podría hacer o decir, en caso de
que él no pueda pensar en algo?
Madre: Pues, él se pudiera
retirar del cuarto sin
maldecirme. Y después
podríamos intentar de resolver el
problema que lo estaba
molestando.
Terapeuta: Eso es interesante
porque parece ser que él ya está
a medio camino.
Madre: ¿Qué quiere decir?
Terapeuta: Pues, él sí se retiro
del cuarto, y ese es progreso.
Por supuesto, lo hizo ya que
había maldecido. Así que
tenemos que trabajar en que él
se retire del cuarto antes de que
maldiga. Y en ayudarle a pensar
en palabras y practicarlas para
dejarle saber que él está
enojado.
 
Dificultad con compartir es otra
causa común de las explosiones.
Compartir con otro requiere una
variedad de habilidades diferente,
como poner atención a las señales
sociales (por ejemplo, darse cuenta
que un compañero se siente
aburrido o no incluido) y apreciar el
impacto de el comportamiento de
uno en los demás. Aquí verá como
se oye Plan B Proactivo al abordar
el problema de las habilidades
rezagadas.
Padre: Jen, me he dado cuenta
de que tu amiga Susie te estaba
viendo jugar con tu juego de
computadora mientras jugaban
este tarde. ¿Se estaba
divirtiendo ella?
Jen: No lo sé. Quizás.
Padre: ¿Cómo sabes que ella se
estaba divirtiendo?
Jen: No lo sé. No estaba
enojada ni nada.
Padre: No, ella no se veía
enojada. Pienso que tal vez ella
estaba un poco aburrida.
Jen: A ella le encanta jugar con
los juegos de computadora.
Padre: Pues, eso es lo que
quiero decir. Ella no estaba
jugando el juego, precisamente-
ella te estaba viendo jugar.
Jen: A ella le gusta verme jugar.
Padre: No estoy muy seguro de
eso. Pero me pregunto si habrá
manera de saber si a Susie le
gusta verte jugar la próxima vez
que venga a jugar.
Jen: Le puedo preguntar.
Padre: Sí, le podrías preguntar.
¿Y si ella dice que le gustaría
jugar- en vez de solamente verte
a ti- la dejarías jugar?
Jen: Sí, siempre y cuando ella
no juegue mucho.
Padre: Ah, entonces tú no
quisieras verla jugar por mucho
tiempo. Me pregunto si así se
sentía Susie mientras te veía
jugar.
Jen: Quizás.
Padre: ¿Te gustaría que yo te
ayudara, la próxima vez que
venga Susie, para decidir cuanto
tiempo una debería jugar y
cuanto la otra debería ver para
que nadie tenga que esperar
mucho tiempo? ¿O quieres
hacerlo tú misma?
Jen: Creo que voy a necesitar tu
ayuda.
Padre: Esta bien. Yo puedo
hacer eso. ¿También te gustaría
que te dijera algo- tu sabes, en
voz baja- si me comienzo a
preocupar que tal vez Susie no
se está divirtiendo? Solo en caso
de que tú no te des cuenta.
¿Qué te parece?
Jen: Esta bien.
 
Un ejemplo final: algunos niños
interpretan la información social de
manera distorsionada y rígida (por
ejemplo, “¡No es justo!” “¡Tú
siempre me culpas! “Nadie me
quiere,” o “Soy un estúpido”). Estas
interpretaciones pueden causar una
combustión espontanea si se dejan
desatendidas.
Hay libros enteros que se han
escrito acerca de cómo restructurar
los pensamientos equivocados y
mal adaptados de los niños y
adultos. La idea es de ayudarle al
individuo a reconocer la inexactitud
de su manera de pensar y
remplazar esta con una manera de
pensar más adaptiva y exacta. Esta
restructuración a menudo implica
“desacreditar” los viejos
pensamientos del individuo a través
de presentar sistemáticamente
evidencia en contra a estas
creencias rígidas. Hay que ver como
se vería si Plan B si se utilizar para
proveer una estructura para
abordar este problema.
 
Adulto: Cindy, me he dado
cuenta de que no has estado
muy entusiasmada por ir a la
escuela últimamente. ¿Qué
pasa?
Cindy: Odio ir a la escuela.
Adulto: Sí, te he oído decir eso
antes. ¿Qué es lo que odias de ir
a la escuela?
Cindy: Nada más no me gusta.
Adulto: Que lastima, porque
tienes que durar mucho tiempo
ahí. ¿Pero qué es lo que no te
gusta de la escuela?
Cindy: Los otros niños piensan
que soy una estúpida.
Adulto: ¿Sí lo piensan? ¿Cómo
es eso?
Cindy: Solo lo piensan.
Adulto: Dime qué quieres decir
con “estúpida”.
Cindy: Tú sabes, tonta,
estúpida.
Adulto: ¿Qué te hace pensar
que los otros niños piensan que
tú eres estúpida? ¿Ellos te dicen
que eres estúpida?
Cindy: No, no exactamente.
Solo sé que ellos lo piensan.
Adulto: Pues, debe haber
alguna razón por la cual piensas
tú que los niños te creen
estúpida. ¿Qué te hizo pensar
eso?
Cindy: No soy muy buena para
la lectura.
Adulto: Ah, sí, yo sé que eso es
algo en que estas tratando de
mejorar. Pero me imagino que
todavía no piensas que lo haces
muy bien.
Cindy: Pues, todavía estoy en el
nivel más bajo.
Adulto: Y eso te hace sentir que
eres estúpida.
Cindy: Uh-huh.
Adulto: ¿Eres estúpida para las
matemáticas?
Cindy: No. Yo soy muy buena
para las matemáticas.
Adulto: Esto es interesante.
Eres buena para las
matemáticas pero de todas
maneras eres “estúpida” porque
tú sientes que no eres muy
buena para la lectura.
Cindy: Correcto.
Adulto: Vez, esta es la cosa. Yo
no estoy muy seguro de cómo es
que puedas ser muy buena para
las matemáticas y todavía ser
estúpida.
Cindy: Pues, lo soy.
Adulto: Me pregunto si habrá
manera de que seas muy buena
para las matemáticas y no tan
buena para la lectura sin sentirte
estúpida.
Cindy: ¿Qué?
Adulto: Pues, hay que pensarlo.
No hay prisa.
Cindy: Umm…está bien.
 
Las interpretaciones inexactas no
pueden ser “arregladas” de un solo
tiro. Pero las puede mejorar con el
tiempo. Plan B le ofrece una
estructura para comenzar a hacerlo.
 
Preguntas & Respuestas
 
Pregunta: ¿Si decido poner a mi
hijo bajo medicamentos, por cuanto
tiempo las tomaría?
Respuesta: Eso es difícil de
predecir. Los efectos químicos de
los medicamentos psicotrópicos
hacen efecto solamente mientras
uno las toma. Sin embargo, en
algunos niños, el comportamiento
mejorado que fue facilitado a través
del uso de medicamento sigue aún
después de que el niño pare de
tomarlos, especialmente si el niño
ha adquirido nuevas habilidades. En
fin, esta pregunta debe ser
considerada continuamente.
 
Pregunta: ¿Qué piensa usted
acerca de los remedios
homeopáticos y naturales?
Respuesta: He visto a padres que
se sienten más cómodos al usar
tales remedios en lugar de
medicamentos recetados, y he visto
algunos niños que benefician de
ellos, así que no hay razón por
descontarlos. No me gusta ver que
alguien siga usando alguna
intervención si no es muy útil, si
están recibiendo cuidado de parte
de alguien quien no es competente,
si la intervención esta causando
más daño que bien, o si hay otras
intervenciones que podrían ser más
efectivas. Por supuesto, aplico este
mismo tipo de mentalidad a los
medicamentos recetados también.
 
Pregunta: ¿Por cuánto tiempo
debería usar Plan B? ¿Cuánto
progreso debería esperar de parte
de mi hijo, y qué tan rápido?
Respuesta: Pues, hay que pensar
en qué está haciendo. Está
resolviendo problemas de manera
colaborativa para que usted y su
hijo dejen de pelear acerca de esos
problemas. Usted está
comunicándose con su hijo. Usted
está mejorando su relación. Usted
le está dejando saber que usted no
es la única con buenas ideas acerca
de cómoresolver los problemas,
que él también tiene ideas. Usted le
está enseñando que sus
preocupaciones son validas, y que
las de usted también lo son. Y
usted le está dejando saber que
está interesado en asegurarse de
que sus preocupaciones sean
consideradas al igual que las de
usted. ¿Ahora, porque quisiera
dejar de hacer esto, aunque ya no
esté explotando él?
Muchos padres comienzan a
utilizar el enfoque descrito en este
libro con el pensamiento de que
eventualmente podrán regresarse a
Plan A. En realidad, cuando los
padres y niños comienzan a mejorar
su uso de Plan B y cuando su
relación mejora, la importancia de
Plan A en realidad disminuye. A
través del tiempo la mayoría de los
padres no extrañan a Plan A, y de
seguro no extrañan los “tiempos de
antes”.
Niños y padres varían bastante
acerca de qué tan rápido responden
a este enfoque. La primera meta es
calmar las cosas lo más pronto
posible con reducir dramáticamente
el uso de Plan A y dramáticamente
aumentar el uso de Plan B y Plan C.
El cambio en la manera en que
usted responde a y se comunica con
su hijo debería de corresponder con
una reducción en la frecuencia,
duración, e intensidad de
explosiones. Y, por supuesto, un
aumento en el uso de Plan B
Proactivo también significa que
muchos problemas se están
resolviendo. Algunas familias son
capaces de lograr esto en solo unas
semanas, a otras les toma varios
meses, y aún a otras les toma
mucho más tiempo. Algunos niños
siguen teniendo explosiones
ocasionales por unos meses, pero
tales episodios son mucho menos
intensos y se resuelven mucho más
rápido. La meta es que las cosas
mejoren.
 
Pregunta: ¿Debería premiar a mi
hijo por participar en Plan B?
Respuesta: Menos explosiones y
una relación mucho mejor entre
ustedes dos son usualmente
premios suficientes.
 
Pregunta: ¿El usar este enfoque
significa que nunca se usaran los
premios y castigos?
Respuesta: No necesariamente.
Pero ya debería tener usted una
idea realista acerca de con qué le
pueden ayudar los premios y
castigos, y con qué no, así como
también debería ya tener un
conocimiento del cuidado especial
requerido al imponerle
consecuencias al niño explosivo. La
pregunta es esta: ¿Va a mejorar el
comportamiento de su hijo de
alguna manera o a cualquier
momento durante este proceso si
usted le ofrece motivación
adicional? La respuesta:
probablemente no. Pero hay que
pensar en esto.
La primera cosa de que se querrá
asegurar es si su hijo en realidad
necesita motivación adicional. La
filosofía de este método - los niños
hacen bien si pueden- sugiere que
su hijo ya tiene la motivación
suficiente. Segundo, usted querrá
asegurarse de que las estrategias
motivacionales valgan el precio
potencial. Muchas explosiones han
sido precipitadas por darles a los
niños algún castigo o quitarles
algún premio anticipado. Al
involucrar a un niño en las
discusiones acerca de cómo pueden
compensar por algo que hicieron en
el medio de la frustración puede ser
mucho más productivo que el
castigo. Tales discusiones no
deberían ocurrir durante ni
inmediatamente después de las
explosiones, pero más bien ya que
todos vuelvan a pensar
racionalmente.
 
Pregunta: ¿Y el “tiempo-fuera”
(castigo)?
Respuesta: A algunos niños les
ayuda el “tiempo-fuera” para
calmarse cuando están frustrados,
aunque esta es la excepción, ya
que el “tiempo-fuera” usualmente
es utilizado como castigo. Más
común es que las explosiones de
muchos niños en realidad son
exacerbadas – a veces
dramáticamente- si alguien hace
cualquier tipo de contacto físico con
ellos mientras están frustrados. Así
que si el “tiempo-fuera”
simplemente empeora las
explosiones de su hijo, olvídelo.
Aún bajo circunstancias optimas, el
“tiempo-fuera” generalmente no es
recomendado para los niños
mayores y los adolecentes.
Por otro lado, puede ser
productivo ayudarle a los padres y
niños irse por sus propios lados- con
cada uno yéndose a un cuarto
designado en la casa, y que estén
separados – cuando sea obvio que
la conversación no está yendo muy
bien o que no se va a resolver
inmediatamente. No todos los niños
explosivos podrán cumplir con este
plan, pero una cantidad
sorprendente de ellos sí lo harán.
La discusión se reanudará ya que
todos se hayan calmado y hayan
tenido tiempo de pensar un poco.
 
Pregunta: Pero aún tengo el
presentimiento de que algunos de
los comportamientos de mi hijo son
planeados y premeditados. ¿Cómo
puedo distinguir la diferencia?
Respuesta: No estoy seguro de
que vaya a ser posible determinar
con gran precisión si los
comportamientos de su hijo son
planeados o no, y sin duda no
querrá intentar de averiguarlo en
medio de un episodio.
Esencialmente, hay dos posibles
errores que usted puede hacer. El
primero es pensar que el
comportamiento de su hijo no es
planeado ni intencional cuando en
realidad lo es. El segundo es pensar
que el comportamiento de su hijo
es planeado e intencional cuando
en realidad no lo es. Si usted tiene
que cometer algún error, cometa el
primero. En otras palabras, cuando
tenga dudas, responda cómo que si
el comportamiento no fuera
planeado ni intencional. Las
ramificaciones del segundo error- y
como esto le influenciará su
respuesta- son mucho más serias.
Pregunta: My hijo se frustra
acerca de cosas que no involucran
interacciones conmigo u otras
personas. Él solamente se frustra
bastante acerca de algo que él está
haciendo, por ejemplo, cuando
juega con su Wii. O a veces él tiene
un retraso en responder hacia algo
que sucedió más temprano en el
día. ¿Entonces qué?
Respuesta: Es cierto, habrá
muchas veces cuando la frustración
de su hijo no lo involucra a usted ni
a otra persona. Y hay casos en
cuales la frustración del niño es una
respuesta retrasada acerca de
alguna frustración anterior, tal
como algo que sucedió en la
escuela. Pero su papel sigue siendo
el mismo: de identificar el problema
sin resolver e intentar de resolverlo
con Plan B.
Madre, parada en frente de
la casa: Charlotte, estamos
esperando que te subas al carro
para poder irnos a la playa.
Charlotte, parada en la
puerta: No voy a ir.
Madre: ¿Qué? Charlotte, a ti te
encanta la playa.
Charlotte, metiéndose a la
casa: ¡Dije que no voy a ir!
Madre, moviéndose hacia la
puerta, y usando Plan A:
¡Charlotte, tu hermano y papá
ya están en el carro, andamos
de prisa, y no tengo ganas de
soportar esto ahora! ¡Ve y coge
las llaves y vámonos!
Charlotte, aventando y
cerrando la puerta de la casa
con llave: ¡Aléjate de mí! ¡No
voy a ir!
Madre, todavía usando Plan
A: ¡Charlotte, abre esta puerta
inmediatamente! (Volteando a
ver a su esposo en el carro)
¿Amor, tienes tus llaves?
Esposo: No. ¿Por qué?
Madre, con el pulso
golpeteando, regresándose a
la puerta cerrada, todavía
usando Plan A: ¡Charlotte,
abre la puerta, demonios! ¡Esto
no es chistoso!
(Ninguna respuesta)
Padre, llegando a la puerta:
¿Qué está pasando?
Madre, con los dientes
apretados: Tu hija me ha
informado que no va ir a la playa
y nos ha sacado de nuestra casa.
 
Hmm. Esto parece ser un ejemplo
de qué no hacer. Ahora, hay que
rebobinar la cinta e intentarlo de
otra manera.
 
Madre, parada en frente de
la casa: Charlotte, estamos
esperando que te subas al carro
para poder irnos a la playa.
Charlotte, parada en la
puerta: No voy a ir.
Madre, usando el paso de
Empatía: ¿No vas a ir?
Charlotte: ¡No, no voy a ir!
Madre: ¿Qué pasa, mi amor?
Charlotte, tallándose los
ojos: No mas no quiero ir.
Madre, hincándose al nivel
de Charlotte: ¿Hay algo que te
está molestando acerca de ir a
la playa hoy? Por lo regular no
puedes esperar ir a la playa.
Charlotte: ¡Es muy temprano
para ir a la playa!
Madre: No sé qué quieres decir
con que es muy temprano para ir
a la playa.
Charlotte: Usualmente no
vamos a la playa hasta después
de ir a la iglesia. Nunca vamos a
la playa por la mañana.
Madre: Te molesta que por lo
regular no vayamos a la playa
por la mañana.
Charlotte: Nunca vamos a la
playa en la mañana. No
podemos ir ahora.
Madre, definiendo el
problema: Me da gusto que me
hayas dicho cual es el problema.
Lacosa es que, ya estamos
listos para irnos. Pero hay que
pensar en esto un poco. Quizás
podemos ver que se puede
hacer.
 
Pregunta: Mi hijo necesita que se
le deletree con perfecto detalle
cada solución. ¿Es normal esto?
Respuesta: Muchos niños
explosivos no manejan bien la
ambigüedad en sus vidas, y esto se
extiende hacia las soluciones a sus
problemas. Frases como “Está bien,
lo haremos después” o “Vamos a ir
muy pronto” o “Puedes hacer eso
por un rato” tienen la potencial de
empeorar su frustración, aún en el
contexto de Plan B. Aquí tiene un
ejemplo de cómo tales frases vagas
pueden voltear las cosas:
Trent, sentado en el asiento
trasero del carro: Necesito
comer algo.
Madre, en su papel de genio
y con suerte,
temporariamente: Vamos a
parar a comer algo muy pronto.
Trent: Está bien.
[Pasan cinco minutos de
silencio]
Trent, con agitación: ¡¿Qué no
dijiste que íbamos a parar a
comer?!
Madre: Dije que pararíamos
pronto.
Trent, ahora mas agitado:
¡No puedo esperarme! ¡Tú dijiste
que íbamos a parar!
Padre, escogiendo Plan A en
lugar de Plan B de
Emergencia: ¡Tu madre ya te
dijo que íbamos a parar pronto;
ahora ya cállate!
Trent, en voz alta, pateando
el asiento del padre: ¡Ustedes
son unos mentirosos! ¡Siempre
hacen esto! ¡Dicen que harán
algo, y después no lo hacen!
Madre, todavía no utilizando
la Empatía: Mira, vamos a
parar a comer algo en cuanto se
pueda.
[Kaboom]
 
En otro tema relacionado,
algunos niños no se adaptan muy
bien cuando una solución en
realidad no resuelve el problema
como ellos lo esperaban. Mike, un
adolecente de trece años quien es
muy rígido, había estado de
acuerdo con su mama acerca de
cuándo (a las doce del día el
sábado) y cómo (con su ayuda) iba
a limpiar su cuarto. Mike estaba
ansioso por arreglar bien su cuarto,
pero le hacían falta habilidades de
organización para poder hacerlo él
mismo. Desafortunadamente, su
mamá se tardo con otro
compromiso y no estaba ahí a las
doce del día para ayudarle a Mike a
limpiar su cuarto. Este cambio de
plan resultó ser un gran obstáculo
para Mike. Cuando su mamá llego a
casa a la 1:30 pm y sugirió que
comenzaran a limpiar su cuarto,
Mike se encontraba bastante
agitado. A la 1:31 pm su mamá
insistió que limpiaran su cuarto. La
agitación de Mike incrementó. Su
mamá siguió insistiendo. A la 1:32
pm las cosas explotaron. Lo que
Mike necesitaba era una
reconfiguración completa de la
solución original. Él era así de
rígido.
 
Pregunta: Muchos de los ejemplos
que he leído hasta el momento son
relacionados a niños pequeños. Mi
hijo explosivo tiene quince años.
¿Tiene algunas sugerencias en
especial?
Respuesta: En realidad,
intencionalmente he sido
inespecífico acerca de las edades
de los niños en la mayoría de los
ejemplos de este libro. Aunque no
lo crea, la edad cronológica de su
hijo no es el punto clave. Su edad
de desarrollo en los dominios de
flexibilidad, tolerancia a la
frustración, y la resolución de
problemas es el punto clave.
Mientras que el lenguaje que
usaríamos probablemente es más
sofisticado para muchos
adolecentes de quince años que
para niños de cuatro años, el
énfasis en solucionar los problemas
y enseñarles habilidades sería el
mismo. Los niños responden cuando
se les entiende y responden a un
método colaborativo sin importar la
edad.
 
Pregunta: ¿Por qué explota mi
hijo en la casa pero no en la
escuela? ¿Qué no esto significa que
él tiene la capacidad de controlarse
cuando él quiere hacerlo?
Respuesta: Lo más probable es
que esto signifique algo que ya
sabíamos: que él explota solamente
bajo ciertas condiciones. Pero las
escuelas también tienen ciertas
ventajas que no se encuentran en
el hogar. El horario es más
previsible (esto es muy útil para
algunos niños explosivos), y el
medicamento de su hijo
(especialmente si es un
estimulante) está en gran efecto
durante las horas de la escuela.
Pero la ventaja principal que tienen
las escuelas es el factor de la
vergüenza: su hijo está
manteniendo muy bien su
compostura mientras está en la
escuela porque no se quiere poner
en vergüenza. Luego él llega a su
casa y se deshace porque le ha
costado mucha energía
comportarse bien por tantas horas.
Él no puede mantener su buen
comportamiento por veinticuatro
horas al día. Los hogares no son tan
estructurados y predecibles como lo
son las escuelas, y los hogares no
tienen el factor de la vergüenza.
 
Pregunta: Mi hijo está explotando
en la escuela, y creo que los
maestros no han escuchado de este
modelo. ¿Algún consejo?
Respuesta: Parece ser que a su
hijo no le afecta el factor de la
vergüenza. Las escuelas (no todas,
pero la mayoría) tienden ser
bastiones de Plan A. Usted tendrá
que asegurarse de que ellos se
expongan a este modelo. Mas
acerca de esto en el Capítulo #11.
 
Pregunta: Hay bastantes
problemas que no se han tratado
todavía- mentir, robar, el uso de las
drogas, las relaciones sexuales sin
protección. ¿Cómo se podrán
manejar estos problemas usando
Plan B?
Respuesta: Los pasos son los
mismos, y el Paso de Empatía
podrá ser el más difícil de hacer.
Recuerde que muchos de los
problemas difíciles van a requerir
más que una sola conversación de
Plan B. A veces usted no llegará a
una conclusión que resuelva el
problema de manera duradera
hasta que haya tratado unas
cuantas soluciones al problema.
Pero aquí tiene un ejemplo de cómo
se oye Plan B acerca del problema
de mentir:
Adulto: Me he dado cuenta de
que a veces se te hace difícil
decirme la verdad acerca de
algunas cosas.
Niño: ¿Cómo qué?
Adulto: Pues, el otro día te
pregunte si habías terminado la
tarea, y tú me dijiste que ya la
habías terminado. Así que te di
permiso de seguir jugando tus
videojuegos. Pero hoy recibí una
nota de parte de la Sra. Nixon
diciendo que en realidad no
habías terminado.
Niño: ¡Ella está mintiendo!
Adulto: Supongo que tal vez sí
este mintiendo. Pero me he
dado cuenta de que has tenido
dificultad en decir la verdad
acerca de otras cosas que no
tienen nada que ver con la Sra.
Nixon.
Niño: ¿Cuáles otras cosas?
Adulto: Um, cuando llame a
casa desde el trabajo la semana
pasada y te pregunte si habías
cortado el pasto, y tú me dijiste
que sí lo habías hecho. Luego
llegue a casa y el pasto no
estaba cortado. ¿Recuerdas?
Niño: Pues, quise cortar el pasto
antes de que llegaras, pero no
tuve tiempo de hacerlo.
Adulto: Entiendo como eso
podría suceder. La cosa es que,
cuando mientes acerca esas
cosas, siento que no puedo
confiar en ti acerca de otras
cosas.
Niño: ¡Esta bien, ya no voy a
mentir!
Adulto: Eso fuera maravilloso.
Pero me sintiera un poco más
segura si entendiera por qué
estas teniendo problemas en
decirme la verdad para empezar.
Niño: No quiero que te enojes y
que me castigues.
Adulto: Ah, no quieres que me
enoje y que te castigue. Yo
puedo entender eso. ¿Supongo
que sí me puedo enojar bastante
a veces, verdad?
Niño: Sí.
Adulto: Me pregunto si habrá
alguna manera para que tú no te
preocupes de que me vaya a
enojar y que vaya a castigarte
para que yo pueda comenzar a
confiar que me dirás la verdad.
¿Tienes algunas ideas?
Niño: Podrías prometer que no
te vas a enojar y que no me
castigarás.
Adulto: Sí, podría prometer eso.
Estoy tratando de no castigarte
ya porque no parece estar
sirviendo. ¿Te has dado cuenta
de esto?
Niño: Un poco.
Adulto: Pero no te puedo
prometer que nunca más me voy
a enojar contigo. Puede ser que
se me olvide a veces. Te puedo
prometer que voy a tratar muy
duro de no enojarme contigo.
Niño: Yo podría prometer que
voy a tratar muy duro de no
engañarte.
Adulto: ¿Así que ambos
tenemos algo en que trabajar,
verdad?
Niño: Sí.
Adulto: ¿Qué deberíamos hacer
si se me olvida y me enojo
contigo?
Niño: Te podría recordar de tu
promesa.
Adulto: Eso sería muy útil. ¿Qué
haría yo si a ti se te olvida y me
mientes?
Niño: Tú me podrías recordar de
mi promesa.
Adulto: Creo que tenemos un
plan. Hay que ver cómo
funciona. Si no funciona muy
bien, hablamos de nuevo y
podemos figurar qué hacer en
lugar de esto.
Niño: Está bien.
 
¿Qué si usted piensa que su hija
adolecente estáteniendo relaciones
sexuales con su novio y usted tiene
preocupaciones acerca de esto? Con
Plan A usted está comenzando la
conversación con decir “Tú no
debes tener sexo con tu novio,” y
en dado caso la conversación no
sucedería porque usted ya la
termino. Con plan C usted no está
teniendo la conversación porque no
va a mencionar el tema. Y aquí es
como se oyera con Plan B:
Madre: ¿Podemos hablar de
algo?
Hija: ¿Cómo de qué?
Madre: Como de tú y Kenny.
Hija: Oh, no, vamos otra vez.
Madre: No, espera, solo quiero
hablar. No te voy a dar un
sermón.
Hija: Sí, como no.
Madre: No, en serio. Este no es
el comienzo de un sermón. Solo
quiero entender.
Hija: Yo no quiero hablar acerca
de esto contigo.
Madre: Yo lo sé. Esto no es
exactamente algo fácil para mí
tampoco. Pero estoy preocupada
por ti.
Hija: ¿Por qué estas
preocupada? Estoy bien.
Madre: Estoy preocupada…está
bien, lo diré…estoy preocupada
de que no estés lista para todo
lo que viene con estar en una
relación.
Hija: ¿Cómo qué?
Madre: Como, tu sabes, la parte
física.
Hija: ¡No voy a hablar acerca de
esto contigo! ¡Esto no tiene nada
que ver contigo!
Madre: ¿Me podrías escuchar
por un momento por favor?
Aunque no tenga nada que ver
conmigo.
Hija: ¡No! ¡No quiero hablar de
esto contigo!
Madre: Quizás deberíamos
buscar algún otro tiempo para
hacerlo.
Hija: ¡No hay buen tiempo para
hablar de esto!
Madre: ¿Pero, podría decirte por
qué estoy preocupada?
Hija: Esta bien, dime por qué
estas preocupada.
Madre: Yo sé que los niños
tienen bastante presión estos
días de hacer cosas, y yo solo
estaba preocupada de que tal
vez tú te sientas presionada.
Hija: ¿Cómo sabes qué es lo que
estoy haciendo con Kenny?
Madre: No lo sé.
Hija: ¿Entonces como sabes que
me siento presionada?
Madre: No lo sé. Es lo que te
estaba preguntando.
Hija: No es gran cosa.
Madre: Está bien. Pero la
pregunta es que si tú te sientes
presionada, si te sientes cómoda
haciendo todo lo que tú y Kenny
hacen.
Hija: No lo sé. No lo quiero
perder. Y creo que esta
conversación está por terminar.
Madre: Podemos terminar esta
conversación cuando tú quieras.
Pero sí me da el presentimiento
de que te estás sintiendo algo
presionada y que tal vez no
estás completamente a gusto
con todo lo que estás haciendo.
Hija: Quizás. ¿Pero qué puedes
hacer tú acerca de esto?
Madre: Probablemente nada.
Pero soy tu madre. Y si no
quieres hablar de esto conmigo,
está bien. Pero no quiero que te
sientas sola, especialmente si
estás haciendo cosas que te
hacen sentir incomoda
solamente porque tienes miedo
perder a Kenny.
Hija: ¿Entonces con quién
hablo? ¿Con un psiquiatra?
Madre: No sé. ¿Podemos hablar
de esto un poco?
Hija: Creo que ya es suficiente
por ahora.
Madre: ¿Podemos hablar de
nuevo?
Hija: Lo pensaré.
 
Aunque no lo crea, este es un
buen comienzo. Plan B no es un
ejercicio mecánico de seguir tres
pasos. Es un proceso de colectar
información, compartir
preocupaciones, y pensar en
soluciones. Pero Plan B aún no ha
fallado simplemente porque no
terminó los tres pasos al primer
intento.
 
Pregunta: Estoy muy cansada
para hacer esto. Estoy enfadada de
mi hijo y no tengo la energía para
hablar tanto y solucionar todo como
lo describió usted. ¿Algunos
consejos?
Respuesta: Tenemos que figurar
cómo darte tu energía de regreso.
Yo he visto que el método descrito
en este libro haga precisamente
esto. Al comenzar a entender las
dificultades de sus hijos y responder
de manera más productiva,
entonces el niño deja de explotar
tanto. Entonces el padre comienza
a sentirse más en control. Cuando
las cosas continúan bien, los padres
comienzan a sentirse más
energéticos y optimistas.
Pero también es el caso que
algunos padres necesitan enfocarse
en sí mismos (a veces con la ayuda
de un terapeuta), a buscar maneras
de pasar el tiempo alejados del
niño y recargarse, y encontrar
maneras de enfocarse en los otros
aspectos de sus vidas aparte de el
niño. Los profesionales de salud
mental, grupos de apoyo, agencias
de servicios sociales, esposos,
familiares, y amigos a veces
pueden ayudar.
 
CAPÍTULO 10
Asuntos Familiares
Cada familia tiene sus problemas.
Los hermanos no se llevan muy
bien todo el tiempo, los padres no
siempre están de acuerdo en
muchas cosas, todos están muy
ocupados, los niños están
estresados por la escuela, las
calificaciones o los amigos, los
adultos están estresados por el
trabajo, el dinero, el matrimonio o
la vida en general, y casi todos
están estresados por la tarea.
Añádele un niño explosivo a la
mezcla, y esto podría empujar a
muchas familias y matrimonios al
borde. Las pequeñas molestias se
convierten en grandes problemas,
los desacuerdos menores y factores
de estrés se convierten en grandes
catástrofes, y problemas de
comunicación que tal vez nunca se
hubieran notado se convierten en
obstáculos evidentes.
Próximamente, añádele los
abuelitos que recuerdan de la
manera en que ellos hubieran
manejado las cosas en los tiempos
de antes, así como también los
entrenadores de soccer o hockey o
maestros que están encantados por
decirle a usted como ellos
manejarían a su hijo, y la vida de
repente se ha convertido mucho
más interesante de lo que había
usted pedido. Así que ahora no
solamente esta lidiando con un niño
explosivo, sino con un montón de
gente.
Y mientras que todo esto puede
causar que se sienta abrumado a
veces, le podría ayudar el saber que
vamos a tratar a toda esta gente de
la misma manera que hemos
estado manejando los problemas
con su hijo explosivo: uno a la vez.
 
HERMANOS
 
La rivalidad entre hermanos
común y corriente puede verse
como un paseo por el parque
cuando la compara con la rivalidad
que usted está soportando (cuando
uno de los hermanos es un niño
explosivo). Y mientras que es
común que los hermanos
“ordinarios” dirijan sus mayores
hostilidades y actos salvajes hacia
el uno al otro, estos actos pueden
ser mucho más intensos,
frecuentes, y traumatizantes
cuando uno de los hermanos es
explosivo. Adicionalmente, aunque
es común que los hermanos
“ordinarios” se quejen del trato
preferencial y de las disparidades
en la atención y expectativas de los
padres, estos problemas pueden ser
amplificados en las familias que
tienen un niño explosivo porque
este puede estar consumiendo una
parte desproporcionada de los
recursos de los padres.
Así que tenemos unos artículos
importantes en nuestra agenda
aquí. Queremos proteger a los
hermanos de la agresión verbal y
física de parte de su hermana o
hermano explosivo. Pero también
queremos reconocer que mientras
que la respuesta del niño explosivo
hacia las interacciones difíciles
entre los hermanos es exagerada,
esas interacciones involucran a dos
personas. En otras palabras,
típicamente se necesitan dos para
bailar el tango. Queremos
asegurarnos de que los niños
reciban la atención, el tiempo, y la
crianza que necesitan de usted.
Pero también entendemos que el
niño explosivo quizás requiera
partes desproporcionales de esta
atención, tiempo, y crianza, al
menos hasta que solucionemos
algunos problemas y enseñemos
algunas habilidades. Queremos
asegurarnos de que los hermanos
entiendan por qué su hermana o
hermano está teniendo tanta
dificultad con ser flexible, tolerar la
frustración, y con resolver
problemas. Pero no queremos que
se sientan como que tienen que
caminar de puntillas o que sus
necesidades o preocupaciones
siempre tomaran el asiento trasero
a las necesidades del niño explosivo
que tal vez parezcan mucho más
urgentes. Y queremos asegurarnos
de que los hermanos sepan que
apreciamos lo difícil que es tener un
hermano explosivo. Pero hay que
tenerles empatía de manera que no
sea irrespetuosa y sin rechazar las
necesidades muy significantes y
reales del niño explosivo.
Usted tiene un trabajo duro por
adelante.
Afortunadamente, Plan B puede
mejorar las interacciones entre los
hermanos. Si son lo suficiente
maduros para comprender, a
menudo es útil ayudarles a los
hermanos entender por qué su
hermano explosivo se comporta
como lo hace, por qué es tan difícil
de cambiar estecomportamiento,
cómo deberían interactuar con él
para reducir la hostilidad y reducir
la posibilidad de agresión o
explosiones, y qué es lo que los
padres están haciendo para intentar
de mejorar las cosas. Los hermanos
y hermanas tienden ser más
receptivos si hay un mejoramiento
en el tono general de las
interacciones familiares y si el niño
explosivo está explotando menos
seguido y se convierte en un
participante activo en mejorar las
cosas.
Sin embargo, este acuerdo no
siempre evita que los hermanos se
quejen del tratamiento que reciben
ellos en comparación al del
hermano explosivo, que tal vez se
vea algo injusto. Armado con el
conocimiento de que la atención de
los padres no es distribuida con cien
por ciento de igualdad y que las
prioridades de los padres no
siempre son las mismas para cada
niño en la familia, usted debe
resistir responder a esta queja a
través de intentar con mas esfuerzo
de tratar a su hijo explosivo de la
misma manera que trata a sus
otros hijos. En todas las familias- la
de usted y la de los demás- justo
no significa igual. Hasta los padres
de familias “ordinarias” a menudo
se encuentran ayudándole mas a un
hijo con su tarea o teniendo
expectativas académicas mas altas
para un hijo. En su familia, usted
está haciendo las cosas un poco
diferentes para el niño que requiere
ayuda adicional en las áreas de
flexibilidad, frustración, tolerancia,
y resolución de problemas, pero
también está haciendo cosas
diferentes para los otros niños,
quienes tienen desafíos y
necesidades propias. Así que
cuando los hermanos se quejen de
las disparidades en expectativas de
los padres, es una excelente
oportunidad para tenerles empatía
y educarlos.
Hermana: ¿Por qué no te
enojas cuando Danny te
maldice? ¡No es justo!
Madre: Yo sé que es muy difícil
para ti estar oyendo a Danny
maldecir. A mí no me gusta
mucho, tampoco. Pero en
nuestra familia nos tratamos de
ayudar el uno al otro y nos
aseguramos de que todos
reciban lo que necesitan. Estoy
tratando de ayudarle a Danny
resolver unos problemas muy
frustrantes y de ayudarle a
pensar en otras palabras que él
podría usar en lugar de maldecir.
Esto es con lo que él necesita
ayuda.
Hermana: Pero maldecir es
malo. Deberías enojarte cuando
él te maldice.
Madre: ¿Pues, yo no me enojo
contigo cuando te ayudo con la
tarea de matemáticas, verdad?
Esto es porque no creo que
enojarme contigo te vaya a
ayudar mucho. ¿Recuerdas como
me enojaba con Danny cada vez
que maldecía? ¿No me funcionó
muy bien, verdad? Solamente
empeoró las cosas. Así que estoy
haciendo algo ahora y creo que
eventualmente va a funcionar
mucho mejor. Creo que está
comenzando a funcionar.
Hermana: ¿Qué vas a hacer
cuando yo comience a maldecir?
Madre: Yo te ayudaría a buscar
diferentes palabras también.
Pero, no parece que tengas un
problema con maldecir, y qué
bueno que no lo tienes. Así que
no parece que necesitas ayuda
con esto.
Hermana: Sí. Yo necesito tu
ayuda con las matemáticas.
Madre: Exactamente.
 
¿Qué debería hacer usted para
resolver los conflictos entre
hermanos? Aplique Plan B. Los
ingredientes son los mismos,
excepto que el papel de los adultos
es el de moderador de Plan B.
Todavía querrá tomar un problema
a la vez. Y porque los problemas
entre hermanos tienden ser muy
predecibles, Plan B Proactivo es
preferible a Plan B de Emergencia.
Usted querrá asegurarse de que las
preocupaciones de ambos hijos se
tomen en cuenta. (A menudo es
mejor lograr esto usando el paso de
Empatía durante una discusión
separada con ambos niños antes de
juntarlos para discutir las soluciones
posibles). Y de todas maneras
usted va a querer asegurarse de
que las soluciones con que están
quedando de acuerdo en realidad
tomen en cuenta las
preocupaciones de ambos y que
también sean realistas y
mutuamente satisfactorias.
Al pasar el tiempo, los hermanos
de los niños explosivos se sienten
mucho mejor cuando los problemas
son resueltos usando Plan B porque
ellos ven que sus preocupaciones
son tomadas en cuenta y
entendidas. Con tiempo, ellos
comienzan a ver a sus hermanos
explosivos como personas más
accesibles y menos espantosas. Y
ellos aprecian ser incluidos en el
proceso de buscar soluciones y
llegan a reconocer que usted es
capaz de manejar el proceso de
manera justa.
Aquí tiene un ejemplo de cómo se
mira Plan B entre dos hermanos,
con un padre como mediador:
 
Plan B Preliminar con Hermano
#1 (Hermano #2 no está
presente):
 
Padre: Me he dado cuenta de
que tú y tu hermano se han
estado peleando bastante
mientras están en el cuarto de
juegos juntos. ¿Qué pasa?
Andrew: Caleb siempre juega
con mis juguetes.
Padre: Ah, así que no quieres
que él juegue con tus juguetes.
Pero pensé yo que íbamos a
dejar tus juguetes en tu cuarto y
los juguetes de él en su cuarto…
así que pensé que los juguetes
en el cuarto de juegos eran para
compartir.
Andrew: Así es.
Padre: Así que no entiendo que
quieres decir cuando dices “tus”
juguetes.
Andrew: Con los que estoy
jugando yo.
Padre: Ah, entonces Caleb
quiere jugar con los juguetes con
que estás jugando tú.
Andrew: Uh-huh.
Padre: ¿Él sabe que todavía
estás jugando con ellos?
Andrew: No sé. Él no me
pregunta.
Padre: ¿Me podrías dar un
ejemplo de algún juguete con el
que estás jugando y que
después toma Caleb para jugar
él?
Andrew: Los carritos.
Padre: Ah, los carritos. ¿Así que
tú estás jugando con los carritos,
y después viene él y se mete a
jugar con ellos?
Andrew: Pues, no estoy
jugando con ellos exactamente.
Pero aún no he terminado con
ellos.
Padre: Oh, entiendo. ¿Entonces
no los estas usando pero
tampoco has terminado de jugar
con ellos?
Andrew: Sí.
Padre: ¿Cómo sabrá Caleb que
todavía no terminas de jugar con
los carritos, si ya no estás
jugando con ellos?
Andrew: No lo sé.
Padre: ¿Y cuanto tiempo
debería pasar, de no estarlos
usando, para que ya hayas
terminado con ellos?
Andrew: No lo sé.
Padre: Esta bien, creo que
entiendo. Voy a hablar con Caleb
acerca de esto, también, porque
el estar peleando sobre los
carritos está causando que
ustedes se lastimen el uno al
otro y eso no está bien.
Andrew: Ok.
 
Plan B Preliminar con Hermano
#2 (Hermano #1 no está
presente):
 
Padre: ¿Caleb, podemos hablar
un poco sobre lo que está
sucediendo entre tú y Andrew
cuando están jugando juntos?
Caleb: Bueno.
Padre: ¿Por qué piensas tú que
están peleando tanto a veces?
Caleb: Él no me deja jugar con
los juguetes con que yo quiero
jugar.
Padre: ¿Por qué no te deja
jugar con los juguetes que tú
quieres?
Caleb: Él dice que todavía está
jugando con ellos. ¡Pero él no
está jugando con ellos! ¡Y no
hay nada mas con que jugar!
Padre: ¿Así que parece que él
todavía está jugando con todo?
Caleb: ¡Sí!
Padre: ¿Entonces tú no estás
intentando jugar con lo que él
está jugando en ese momento?
Caleb: ¡No, estoy tratando de
jugar con alguna otra cosa!
¡Pero él dice que todavía está
jugando con todo lo que yo
quiero usar!
Padre: Así que no queda nada
con que jugar.
Caleb: Uh-huh. Y luego me
golpea cuando intento jugar con
algo.
Padre: ¿Tenemos que resolver
este problema, verdad?
Caleb: Sí, porque nunca puedo
jugar con algo cuando Andrew
está ahí.
Padre: Creo que necesitamos
tener una junta con Andrew para
hablar sobre esto.
 
Plan B continúa con Hermano #1
y Hermano #2, juntos:
Padre: He hablado con los dos
acerca del problema que
tenemos cuando ustedes juegan
juntos, y pensé que sería bueno
llegar a una solución. ¿Andrew,
tú me has dicho que a veces
todavía estás jugando con
algunos juguetes cuando en
realidad no los estas usando, sí?
Andrew: Sí.
Padre: ¿Y Caleb, tú me has
dicho que hay tantos juguetes
con los que está jugando Andrew
todavía que no hay nada más
con que jugar, sí?
Caleb: Uh-huh.
Padre: Y yo estoy preocupado
porque cuando ustedes están
teniendo problemas con
compartir los juguetes, terminan
golpeándose el uno al otro y
alguien se lastima, y esa no es
la manera de que quiero que se
traten en nuestra familia.
Caleb: ¡Él me pega primero!
Andrew: ¡Yo no te pegaría si no
tocarías las cosas con las que
estoy jugando!
Padre:Um…no sé si vamos a
figurar quien le pega a quien
primero. Sin embargo, sí pienso
que podemos resolver este
problema, para que nadie golpee
a nadie. Me pregunto si habrá
manera de que Caleb sepa con
cuales juguetes estas jugando
todavía, Andrew, y que él tenga
algo con que jugar por mientras.
¿Tienen algunas ideas,
muchachos?
Andrew: Él se podría salir del
cuarto en que estoy jugando yo.
Padre: Pues, esa es una idea.
Pero si tú estas en el cuarto de
juegos, y Caleb no puede estar
ahí mientras que tú estés ahí, no
sé si sería muy justo para Caleb.
Andrew: ¡Pero él tiene juguetes
en su cuarto! Él podría jugar con
ellos. Y así no me tocaría los
míos.
Caleb: ¡Yo no quiero jugar con
los juguetes en mi cuarto todo el
tiempo! ¡Yo quiero jugar con los
juguetes del cuarto de juegos a
veces!
Padre: Entonces, Andrew, hay
que guardar esa solución en
caso de que no encontremos
otra. ¿Hay algunas otras ideas
para poder saber con cuales
juguetes está jugando Andrew
todavía y aún tener juguetes
para que juegue Caleb?
Andrew: Le podría decir con
cuales juguetes todavía estoy
jugando.
Caleb: ¡Ya haces eso…y son
todos!
Andrew: ¡Pues, todavía no
termino de jugar con todo!
Padre: ¿Andrew, cuánto tiempo
duras jugando con algo?
Andrew: No lo sé.
Padre: O sea, estamos sentados
aquí ahorita. Y tú no has estado
en el cuarto de juegos desde
esta mañana. ¿Hay algún
juguete con el que todavía estás
jugando?
Andrew: Um…los carritos.
Caleb: ¡No hay manera! ¡Él no
ha estado ahí desde la mañana!
Andrew: ¡Sí, pero los tengo
arreglados de una manera
especial y no quiero que vayas y
los arruines!
Padre: Así que me pregunto qué
podemos hacer acerca de esto.
Andrew, no es muy justo para
Caleb si tú nunca terminas de
jugar con los carritos. Y Caleb,
supongo que no sería muy
terrible para ti si no jugaras con
los carritos si Andrew los tiene
arreglados de cierta manera y no
quiera que le arruines su
organización. ¡Esto es difícil!
Caleb: En la escuela, terminas
de jugar con un juguete cuando
se acaba la hora de juego.
Padre: Hmm. ¿Entonces cuando
se termina la hora de juego, se
empieza de nuevo quien está
jugando con qué?
Caleb: Uh-huh. Así es como lo
hacen en la escuela, pero no
aquí.
Padre: Pues, quizás eso
funcione aquí. Andrew,
probablemente necesitamos un
plazo de tiempo para los
juguetes con que todavía estás
jugando, pero que no hayas
usado por algún tiempo. ¿Qué te
parece?
Andrew: ¿Cuánto tiempo?
Padre: No lo sé. Eso lo tienen
que decidir ustedes niños. Me
pregunto qué piensan de esta
idea.
Andrew: Quizás funcione.
Caleb: Yo pienso que él debería
terminar con un juguete cuando
ya no lo esté usando.
Padre: Tal vez eso sea muy
pronto para Andrew. ¿Qué
piensas tú, Andrew?
Andrew: Diez minutos. Si no he
usado un juguete por diez
minutos, entonces ya he
terminado de jugar con él.
Padre: ¿Caleb, que piensas de
eso?
Caleb: Eso me daría mucho más
con qué jugar.
Padre: Andrew, esto puede ser
muy trabajoso para ti. Entonces
Caleb podría jugar con los
carritos que has organizado
porque ya han pasado más de
los diez minutos desde que los
usaste. ¿Vas a poder soportar
eso?
Andrew: Quizás Caleb me
podría escuchar cuando le pida
que no juegue con los carritos
todavía porque los tengo
arreglados de cierta manera…
pero podría jugar con los demás
juguetes.
Padre: ¿Caleb, podrías hacer
eso?
Caleb: Sí, si él me dijera. Pero
él no me dice. ¡Nada más me
dice que no puedo jugar con
nada!
Padre: Entonces hay que pensar
en lo que estamos decidiendo
aquí. Andrew, si no has usado un
juguete por más de diez
minutos, entonces has
terminado de jugar con él. ¿Y
Caleb, si Andrew te dice que él
ha organizado algo de manera
extra-especial, entonces tratarás
de no jugar con ellos?
Andrew: Sí.
Caleb: Uh-huh.
Padre: Bueno, tendremos que
ver cómo funciona esta
situación. Si no funciona, no
comiencen a pelear; solamente
me dejan saber para seguir
trabajando en esto.
 
Sea advertido que en algunos
casos el comportamiento de los
supuestos hermanos angélicos
puede comenzar a empeorarse
precisamente cuando el
comportamiento del hermano
explosivo comienza a mejorar. A
menudo esta es una señal de que
las necesidades emocionales de los
hermanos- quienes han estado
debajo del radar mientras que la
familia manejaba los problemas
más graves del hermano explosivo-
requieren más atención.
En algunos casos, la terapia
podría ser necesaria para los
hermanos o hermanas que han sido
traumatizados por el niño explosivo
o que quizás estén manifestando
otros problemas que tienen
principios en el ambiente viejo de la
familia.
Si usted cree que su familia
necesite más ayuda con estos
problemas, más que la que les he
ofrecido yo en esta sección, un
terapeuta familiar podría ser muy
útil. Tal vez también quiera leer un
libro excelente, Siblings Without
Rivalry, por Adele Faber y Elaine
Mazlish.
 
PATRONES DE COMUNICACIÓN
 
Un terapeuta familiar también les
podría ayudar a hacer cambios
fundamentales en la comunicación
entre usted y su hijo. Manejar a un
niño explosivo es más fácil (no fácil,
sino más fácil) cuando hay patrones
saludables de comunicación entre el
niño y sus padres. Cuando estos
patrones no son saludables,
manejar a tal niño es mucho más
difícil. Como se podría imaginar,
algunos de estos patrones son más
típicos de los niños explosivos más
grandes de edad. Pero las semillas
se pueden sembrar temprano.
Aunque no es una lista exhaustiva,
aquí tiene una muestra de los
patrones más comunes.
Los padres y niños a veces se
involucran en un círculo vicioso-
l l amado especulación- de hacer
conclusiones erróneas acerca de los
motivos y pensamientos de los
demás. Otros se han referido a este
patrón como leer los pensamientos
de los demás, y podría sonar algo
como esto:
Padre: La razón por la cual Oscar
no nos hace caso es porque él se
cree más inteligente que nosotros.
Ahora, no es raro que las
personas hagan inferencias
inexactas de los demás. En
realidad, respondiendo hacia estas
inexactitudes de manera efectiva-
en otras palabras, corregir a estas
personas sobre quién es usted y
hacerlo de manera de que ellos
entiendan- es un talento real y
requiere gran regulación emocional
y habilidades de comunicación.
Mientras que sí hay niños que
pueden responder a las
especulaciones haciendo
declaraciones apropiadas para dejar
las cosas claras (“Papá, yo pienso
que eso no es nada cierto”), un
niño explosivo puede escuchar que
estén hablando mal de él y volverse
extremamente frustrado. De por sí,
esta ya es una situación indeseable
porque aunque Oscar piense que
sea más inteligente que sus padres
o no, este no es el punto. De
hecho, este es un tema que
simplemente distrae a todos y evita
que trabajen juntos de manera
colaborativa hacia las soluciones de
los problemas sin resolver que
están causando los
comportamientos difíciles de Oscar.
Por supuesto, la especulación
puede ir por los dos lados. Desde la
boca de un niño, suena algo como
esto:
Oscar: La única razón por la cual
ustedes se enojan tanto conmigo
todo el tiempo es porque les gusta
estarme castigando.
Tales declaraciones pueden tener
el mismo efecto de desvío,
especialmente cuando los adultos
siguen al niño hacia las luces
brillantes y derecho al acantilado:
Madre: Sí, es exactamente
correcto: nuestra meta principal es
hacerte la vida miserable. Yo no
puedo creer que digas algo así,
después de todo lo que hemos
soportado contigo.
Oscar: ¿Pues, entonces cuál es tu
meta principal?
Padre: Nuestra meta principal es
de ayudarte a ser normal.
Oscar: Así que no soy normal.
Muchas gracias, desgraciado.
Padre: No te vuelvas irrespetuoso
conmigo, muchachito.
La especulación es una
proposición sin salida. Resolviendo
un problema en colaboración es una
proposición con mejores resultados.
Así que, siguiendo el modelo de
colaboración, en lugar de especular
acerca de lo que el otro miembro
de la familia está sintiendo o
pensando, haremos preguntas para
recibir esta información. Eso le
remueve la adivinación (y
especulación) de la mezcla. En el
Paso de la Empatía, usted está
tratandode poner las
preocupaciones de su hijo sobre la
mesa. En el Paso de Definir el
Problema, es su turno. No tendrá
que leer los pensamientos de
alguien. No tendrá que hacer juicios
sobre los valores. Solamente habrá
preocupaciones puras.
Otro patrón de comunicación mal
adaptivo- llamado sobre-
generalización- se refiere a una
tendencia de hacer conclusiones
globales en respuesta a eventos
aislados. Así se ve esto, de parte de
un padre:
Madre: ¿Kevin, me podrías
explicar por qué nunca haces la
tarea?
Kevin: ¡¿De qué hablas?! ¡Yo
hago mi tarea todas las noches!
Madre: Tus maestros me han
dicho que te faltan varias tareas
este semestre.
Kevin: ¡También a todos los
demás! ¿Cuál es el problema? ¡Me
hacen falta unos cuantos trabajos y
tú estás lista para hacer un gran
problema!
Madre: ¿Por qué siempre has de
hacerme la vida imposible? Solo
quiero lo mejor para ti.
Kevin: ¡Deja de meterte en mis
asuntos! ¡Eso es lo que es mejor
para mí!
 
Qué lastima, porque en realidad
podría haber maneras en que la
mamá de Kevin le ayudara con la
tarea o por lo menos obtener el
poco de alivio que ella buscaba con
respecto a las tareas- pero no a
través de comenzar la conversación
con una sobre-generalización.
Mientras que otros niños a veces
son capaces de evitar las sobre-
generalizaciones de sus padres y
llegar a los problemas reales,
muchos niños explosivos reaccionan
fuertemente a tales declaraciones y
quizás no tengan las habilidades
para poder responder de manera
apropiada con información
correctiva. Diciendo las cosas de
manera lo más neutral posible
debería ayudarle a sobre-
generalizar menos seguido (“Oliver,
me pregunto si podríamos hablar de
esto sin estarnos gritando” o
“¿Chad, me dejarás saber si hay
algo acerca de tu tarea en que te
pueda ayudar?” o “¿Elizabeth, no te
quiero molestar sobre tu tarea;
podríamos encontrar una manera
de saber yo si la estas
terminando?”).
Otra tendencia común,
perfeccionismo, a veces impide que
los padres reconozcan el progreso
que ha hecho el niño y los obliga a
detenerse de una visión vieja y sin
modificación acerca de las
capacidades de él. El
perfeccionismo es más bien
inducido por la ansiedad de los
padres y no tanto por la falta de
progreso del niño. De donde sea
que venga, el perfeccionismo es
usualmente contraproducente
cuando se le aplica a un niño que
tal vez esté cansado de recibir
críticas acerca de prácticamente
todo lo que hace él o que tal vez se
sienta enormemente frustrado por
las expectativas irrealistas de sus
padres.
 
Padre: Eric, tu madre y yo
estamos muy contentos de tu
mejoramiento en la escuela, pero
aún no estás esforzándote como
deberías.
Eric: ¿Huh?
Madre: Pero esto no es de lo que
queremos platicar contigo. Tú te
estás quedando despierto hasta
muy tarde haciendo la tarea.
Eric: ¿Pero la termino, que no?
Padre: Sí, aparentemente sí la
terminas, pero queremos que la
termines antes para que puedas
dormir más.
Eric: Duermo lo suficiente.
Padre: Nosotros no pensamos lo
mismo. Andas muy enojón por la
mañana, y te cuesta trabajo
levantarte. De ahora en adelante,
queremos que hagas tu tarea en
cuanto llegues de la escuela.
Eric: ¡No voy a hacer la tarea en
cuanto llegue de la escuela!
¡Necesito un descanso al llegar de
la escuela! ¿Qué diferencia hay?
Madre: A nosotros se nos hace
una diferencia. Ahora, tu padre y yo
ya hablamos sobre esto, así que no
habrá más discusión. Terminas tu
tarea cuando llegues de la escuela.
Eric: De ninguna manera.
 
Hmm. Puede ser que Eric esté
interesado (o no) en pensar cómo
pueda él terminar su tarea más
temprano. De todas maneras, el
perfeccionismo (combinado con
Plan A) no es una manera
particularmente efectiva para
involucrarlo en una conversación
acerca del tema.
Aquí tiene algunos otros patrones
de comunicación mal adaptivos que
usted querrá evitar:
Sarcasmo, es completamente una
perdida con los niños explosivos
(especialmente con los que piensan
en blanco-y-negro) porque ellos no
tienen las habilidades de descifrar
que el padre en realidad quiere
decir lo opuesto de lo que él o ella
dice.
Desprecios (“¡¿Qué te pasa?!
¡¿Por qué no puedes ser más como
tu hermana?!”).
Catastrofismo, cuando los padres
exageran el efecto del
comportamiento del presente al
bienestar del niño en el futuro (“Ya
nos resignamos a que James
probablemente vaya a dar a la
cárcel algún día”).
Interrumpir (Recuerde, es
probable que el niño esté teniendo
problemas con ordenar sus
pensamientos en primer lugar. Sus
interrupciones no le ayudan.)
Sermones (“¿Cuántas veces te
tengo que decir…?”)
Vivir en el pasado (“Mira, niño,
has tenido problemas por mucho
tiempo…crees que me voy a poner
todo emocionado nada más porque
has mejorado estas últimas
semanas?”).
Hablar a través de una tercera
persona (“Estoy muy molesto sobre
todo esto, y tu padre te dirá
porque… ¿no es así, querido?”).
 
Todos muy contraproducentes.
A través del tiempo la meta para
usted es demostrarle a su hijo que
usted puede evitar estos patrones,
anticipar los problemas antes de
que ocurran, discutir los problemas
de manera proactiva, entender sus
preocupaciones, resistir la tentación
de descontar sus preocupaciones, y
pacientemente generar y evaluar
las soluciones posibles sin cambiar
a Plan A o Plan C. Esto es muy
difícil de hacer- y vale la pena
hacerlo. No hay vergüenza en tener
dificultades con hacerlo sin ayuda;
busque un terapeuta familiar con
buena reputación si lo necesita.
Hablando de los patrones de
comunicación, esto es como se ve
una sesión familiar con Mitchell y
sus padres, quien conoció usted por
primera vez en el capítulo #4:
 
Mitchell y sus padres llegaron
para su segunda junta con su
terapeuta nuevo, quien había sido
informado que había sido una
semana muy difícil.
“Ya no podemos hablar con él-
acerca de nada- sin que se vuelva
loco,” dijo la mamá de Mitchell.
“¡Eso no es cierto!” gritó Mitchell.
“No me voy a quedar aquí sentado
escuchándote exagerar.”
“¿Por qué no te pones de pie
entonces?” bromeó el padre.
Mitchell hizo una pausa,
reflejando en las palabras de su
padre. “Si estabas bromeando, aún
eres menos chistoso de lo que
pensaba antes. Si no estabas
bromeando, entonces eres más
tonto de lo que pensaba”.
“Yo no fui el que reprobó la
escuela,” respondió el padre.
“¡Y yo no fui el que me forzó a ir
a esa escuela!” gritó Mitchell.
“Mira, no tengo ganas de pelear
contigo, Mitchell,” dijo el padre.
“¿Entonces qué le llamas a lo que
acabas de hacer?” interrumpió la
mamá. “Además, yo no creo que
Mitchell esté listo para aceptar que
vaya a reprobar la escuela todavía.”
“¡No hables por mí, madre!” gritó
Mitchell. “¡Tú no sabes qué es lo
que puedo aceptar!”
“Discúlpeme por interrumpir,” dijo
el terapeuta, “¿Pero así es como
van las conversaciones en esta
familia usualmente?”
“¿Por qué? ¿Piensa usted que
todos somos lunáticos?” preguntó
Mitchell.
“Habla por ti mismo,” dijo el
padre.
“Jódete,” dijo Mitchell.
“¿Pues, vamos empezando
maravillosamente, verdad?” dijo la
mamá.
“¡No vamos empezando
maravillosamente, mamá!” gritó
Mitchell.
“Estaba siendo sarcástica,” dijo la
mamá. “Pensé que algo de humor
alivianara un poco las cosas aquí.”
“No estoy divirtiéndome,” gruñó
Mitchell.
“Afortunadamente, no estamos
aquí para que te diviertas,” dijo el
papá.
“Disculpe que los interrumpa de
nuevo,” dijo el terapeuta. “Pero aún
me pregunto si ésta es una
conversación típica en su familia.”
“Oh, Mitchell se hubiera insultado
y se hubiera salido del cuarto
enojado si estuviéramos en casa,”
dijo la mamá. “De hecho, estoy
asombrada de que esté aquí
todavía.”
“¡Tú no tienes idea de cómo me
siento!” gritó Mitchell.
“Hemos estado oyendo que nos
digas como te sientes,” dijo el
padre. “Nosotros sabemos más
acerca de cómo te sientes que lo
que tú sabes.”
“¡Ya basta!” gritó Mitchell.
“Yo pienso lo mismo,” dijo el
terapeuta. “Creo que contestare mi
propia pregunta. Discúlpeme por
ser muy directo, pero ustedes
tienen unas manera ‘no-tan-
maravillosas’ de comunicarse el uno
al otro.”
“¿Qué quiere decir?”preguntó la
madre.
“Ustedes son uno grupo muy
sarcástico,” dijo el terapeuta. “Y
supongo que no es malo, pero
cuando son sarcásticos pienso que
se le hace difícil a Mitchell descifrar
lo que en realidad quieren decir.”
“Pero él es muy inteligente y
nosotros muy tontos,” dijo el padre.
Mitchell hizo una pausa,
reflejando en las palabras de su
padre. “¿Estas tratando de ser
chistoso de nuevo?” preguntó él.
“¿Tú eres muy inteligente, por
qué no lo averiguas?” dijo el padre.
“Um,” interrumpió el terapeuta,
“Estoy casi seguro de que ustedes
pueden hacer esto todo el día, pero
dudo que vayamos a lograr algo al
hacerlo.”
Mitchell se rió entre dientes. “Él
todavía piensa que vamos a lograr
algo con venir aquí.”
“Debería añadir que el sarcasmo
no es la única mala costumbre que
tienen ustedes,” continuó el
terapeuta. “La rivalidad en esta
familia es intensa.”
“Lobos de la misma camada,”
gorjeó la madre.
“¿Qué quiere decir eso?” exigió
Mitchell.
“Quiere decir que la manzana no
cayó muy lejos del árbol,” dijo la
madre.
“Cuidado acerca de cuál árbol
hablas,” dijo el padre. “Yo no quiero
tomar el crédito por esto.”
“Oh, yo pienso que ustedes están
en puro en medio de las cosas,” le
aseguró el terapeuta al padre. “Me
pregunto si podríamos establecer
algunas reglas de comunicación.
Debo advertirles, no estoy muy
segura de que tengan mucho que
decirse el uno al otro después de
presentarles estas reglas.”
“Bravo,” dijo Mitchell. “Esto es
música para mis oídos.”
“¿Qué tipo de reglas?” preguntó
la madre.
“Pues, sería mucho más
productivo si eliminamos el
sarcasmo,” dijo el terapeuta. “En
realidad sí enturbia las aguas de la
comunicación. Y la rivalidad tiene
que parar.”
El silencio que siguió fue
quebrado por el padre. “Yo no creo
que él lo pueda hacer,” dijo él,
volteando a ver a Mitchell.
Antes de que Mitchell pudiera
reventar, el terapeuta interrumpió,
“Esa es rivalidad.”
La mala cara de Mitchell cambió.
“Gracias,” dijo él.
“Esto va a ser muy difícil,” dijo el
padre. “¿Y no más sarcasmo
tampoco?”
“Solamente si ustedes quieren
que Mitchell comience a hablar de
nuevo,” dijo el terapeuta.
“¿Dónde está el espíritu de
equipo, amigos?” preguntó la
madre.
“Eso es sarcasmo,” dijo el
terapeuta.
“Oooh, este señor si es duro,” dijo
el padre, volteando a ver a su
esposa. “Ya no me gusta venir
aquí.” Él se sonrió.
“Eso es sarcasmo, también,” dijo
el terapeuta.
“Mi esposo no está acostumbrado
a que lo estén corrigiendo,” dijo la
madre.
“Oh, eso me recuerda de la
última mala costumbre,” dijo el
terapeuta.
“¿Oh, no, ahora que dije?” dijo la
madre, cubriéndose la boca.
“Ustedes hablan por los demás,
mucho,” dijo el terapeuta, “como si
pudieran leerse los pensamientos el
uno al otro.”
“Pues, nos conocemos el uno al
otro muy bien,” dijo la madre.
“Puede que sea este el caso,” dijo
el terapeuta. “Pensar que uno sabe
lo que está pensando el otro.
Simplemente hace que ustedes se
agiten mas.”
“¿No más especulación?” dijo la
madre.
“Si ustedes en realidad desean
comenzar a hablarse el uno al otro,
no,” confirmó el terapeuta.
“¿Qué debemos hacer si uno de
nosotros hacemos una de las tres
cosas?” preguntó Mitchell.
“Simplemente háganselo saber
sin juzgar,” dijo el terapeuta. “Si
alguien está siendo sarcástico.
Simplemente diga, ‘Eso es
sarcasmo.’ Si alguien está siendo un
rival, diga, ‘Eso es rivalidad.’ Y si
alguien está especulando, diga…”
“’Eso es especulación,’” dijo
Mitchell.
“Vaya, aprendemos
rápidamente,” dijo el padre.
“Eso es sarcasmo,” dijo Mitchell.
 
LOS ABUELOS
 
A veces va a ser necesario añadir
a los abuelos a la mezcla. En
muchas familias, los abuelos u otros
parientes funcionan como co-
padres, cuidando a los niños
mientras los padres están en el
trabajo. Aunque los abuelos no
duren mucho tiempo con el niño-
aunque nunca pasan una
oportunidad de decirle a los padres
qué harían ellos si estuvieran a
cargo- ellos tienen que ser
incluidos, deben saber acerca de las
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver que causan los
comportamientos difíciles de su
nieto, y debemos ayudarles a
entender por qué la manera en que
se hacían las cosas en los viejos
tiempos no resuelve los problemas
ni enseñan ninguna habilidad
rezagada.
 
USTED
 
Esto expresa lo obvio, pero un
niño explosivo le puede poner
tremenda presión a un matrimonio.
En muchas familias con dos padres,
un padre esta principalmente
dispuesto hacia Plan A y el otro
principalmente hacia Plan C. Como
ninguno de los planes está
funcionando, ellos tienen muy poco
que mostrar acerca de sus
predisposiciones. A pesar de todo,
es común que ambos adultos se
culpen el uno al otro por el fracaso
de no poder hacer progreso en
reducir las explosiones.
 
Padre #1: ¡Si solo me dejarías
manejarlo yo y dejaras de
permitirle que se salga con la suya,
las cosas fueran muy diferentes por
aquí!
Padre #2: ¡No me voy a quedar
aquí viendo que le grites y que lo
castigues todo el tiempo! ¡Alguien
le tiene que dar un descanso a este
niño de vez en cuando!
 
Los problemas entre una pareja
pueden hacer la vida con un niño
explosivo mucho más difícil.
Algunas parejas ni son muy buenas
para resolver los problemas de
manera colaborativa entre ellos, así
que trabajar con un niño sobre los
problemas va a requerir habilidades
nuevas. Parejas quienes están ya
cansadas con sus propios
problemas a menudo tienen muy
poca energía para manejar a un
niño explosivo. Algunas veces uno
de ellos se siente exhausto y
resiente al otro por ser el padre
primario porque el otro padre se
pasa mucho tiempo en el trabajo.
Es difícil poderle ayudar a su hijo
si usted se siente como que
primeramente debe poner en orden
las cosas en su hogar. Algunos
padres se dan cuenta de que no
tienen algunas de las habilidades
que su hijo explosivo tampoco
tiene. (Plan B puede ayudarle a los
dos a aprender habilidades
nuevas.). A una madre, las
explosiones de su hijo le recordaron
de su niñez abusiva, y fue
extremamente difícil para ella
poder superar su reacción cuando
su hijo levantaba la voz.
Madre: No estoy usando Plan A.
No le voy a hacer a él lo que me
hacían mis padres a mí.
Terapeuta: Está bien.
Madre: Pero tampoco quiero que
me pisotee- eso es lo que hacían
mis padres- así que no usaré Plan
C.
Terapeuta: Ok.
Madre: ¿Entonces qué debo
hacer?
Terapeuta: Use Plan B.
 
Otra madre se sentía tan cansada
por ser madre soltera a sus tres
hijos que simplemente no tenía la
energía para ayudarle a su hijo
explosivo. Muchos padres se
sienten amargados por haber
tenido un niño explosivo. Un padre
tuvo que manejar su propia
explosividad antes de poderle
ayudar a su hija con la de ella. Él
encontró que muchas de las
estrategias de Plan B que usaba
con su hija le ayudaban a él
explotar menos, también. Otro
padre tuvo que comenzar a tomar
medicamentos para ADHD antes de
poder cumplir con el plan que fue
decidido en el tratamiento. Aún otro
padre tuvo que aceptar el impacto
que tenía en toda la familia el que
él tomara demasiado alcohol antes
de que él pudiera comenzar Plan B.
Cuídese a sí mismo. Trabaje duro
para crear un grupo de apoyo para
usted. Busque ayuda profesional u
otras formas de ayuda si lo
necesita. Estas cosas no se cambian
solas.
 
PREGUNTAS & RESPUESTAS
 
Pregunta: Mi esposo no quiere
hacer Plan B. Ni siquiera quiere leer
este libro. ¿Tiene algunos consejos?
Respuesta: Para algunos adultos,
los libros no son la mejor manera
de tener acceso a información.
¿Quizás su esposo sí querrá
escuchar un CD en el carro? ¿O
quizás podría tener acceso a
información a través de un sitio en
el Internet? Usted querrá ver
www.explosivechild.com para
obtener muchos recursos. ¡Pero
también hay bastantes adultos que
temen que sus preocupaciones no
serán escuchadas ni tomadas en
serio! Los adultos que siguen
http://www.explosivechild.com
usando Plan A a menudo necesitan
un recordatorio de que sus
preocupaciones sí serán tratadas
con Plan B también. Ellos necesitan
practicar Plan B para que lo sepan
usar bien.
 
Pregunta: Pero mi esposo dijoque Plan A le funcionó muy bien.
Respuesta: Esto depende de que
quiera él decir con “funcionó muy
bien”. Usted puede tener éxito con
Plan A cuando se trata de un niño
que tiene la habilidad de aguantar
que el adulto imponga su voluntad
sobre él. Pero es aparente que su
hijo no tiene esta habilidad. (Si la
tuviera, él no explotaría cada vez
que le imponga su voluntad.). Si
Plan A simplemente está causando
más explosiones, hostilidad y
miseria, entonces no sé por qué su
esposo desea continuar con algo
que no esta funcionando. Quizás él
piensa que la otra única opción
sería Plan C. Vamos a tener que
enseñarle la tercera opción.
 
Pregunta: Me han enseñado que
es muy importante que los padres
sean consistentes entre ellos
mismos en frente del niño para
evitar que el niño “los divida”.
¿Cuáles consejos tiene para los
padres si uno está usando Plan A
con un problema y el otro no está
de acuerdo?
Respuesta: Las explosiones son
mucho más destructivas para la
familia que cuando los padres no
están de acuerdo en frente de sus
hijos. Si dos padres están de
acuerdo en que algún problema sin
resolver debería ser tomado en
cuenta con su hijo, entonces ellos
ya están de acuerdo con el punto
principal. Si un padre está tratando
el problema con Plan A, causando
una explosión, sin estarle
enseñando alguna habilidad al niño,
y falla por resolver el problema de
manera duradera, entonces el otro
padre debería interceder para tratar
el problema con Plan B en lugar. Es
un poco más interesante cuando un
padre tiene la intención de resolver
un problema con Plan A, y el otro
está usando Plan C, porque esto
sugiere que los padres aún no están
de acuerdo si este problema
debería ser tratado o no. En este
caso, los padres deberían revisar su
lista de problemas sin resolver y
llegar a un acuerdo acerca de
cuáles problemas serán resueltos
(con Plan B) y cuales problemas
dejaran para otro tiempo (ese es
Plan C).
 
Pregunta: Mi niño explosivo tiene
hermanos quienes no son
explosivos y responded bien a Plan
A. ¿Debo tener dos diferentes tipos
de disciplina en mi hogar al mismo
tiempo?
Respuesta: Los niños que
responden bien a Plan A tienden
responder bien a Plan B también así
que si usted está determinada a ser
consistente, use Plan B con sus
hijos que no explotan, también.
Pero aquí tiene otro ángulo: como
ha leído, no hay un solo hogar en
todo el mundo en donde todos los
niños se tratan exactamente igual.
En todos los hogares, un niño está
recibiendo lo que otro niño tal vez
no. De nuevo, justo no significa
igual. Sus hijos que no explotan
quieren que su hijo explosivo deje
de explotar más de lo que quieren
que todos sean tratados igual.
CAPÍTULO 11
El Dinosaurio En El
Edificio
Por más difícil que sea ayudarle a
un niño explosivo en el contexto de
la familia, puede ser hasta más
difícil hacerlo en una escuela.
Después de todo, hay veinte o
treinta otros estudiantes en el salón
del niño, muchos con necesidades
especiales. Igual que los padres, la
mayoría de los maestros y
administradores de educación
general no han recibido
entrenamiento especializado para
entender y ayudarle al niño
explosivo. Hay muchas personas
que tendrán que ponerse al día. Y
hay un dinosaurio grande en el
edificio: el programa disciplinario
que existe en las escuelas.
Afortunadamente, la mayoría de
los niños explosivos no explotan en
la escuela. Esta realidad a menudo
fortalece la creencia falsa de que la
explosión de un niño es intencional,
con objetivo, y completamente bajo
su control. Aquí hay unas cuantas
explicaciones alternativas sobre la
disparidad entre casa y escuela.
• El factor de la situación: Como
ha leído usted, las explosiones
ocurren cuando las demandas del
ambiente exceden la capacidad
del niño para responder bien.
Para algunos niños explosivos,
las demandas del ambiente
escolar no exceden su capacidad
para responder bien, pero ciertas
demandas del ambiente en la
casa sí. Por ejemplo, por la razón
de que el ambiente escolar
tiende ser muy estructurado y
previsible, puede ser más fácil de
manejar que el ambiente en la
casa. Como se podría imaginar,
hay niños explosivos que no
manejan nada de bien la
estructura y previsibilidad del
ambiente escolar; estos son los
niños que a menudo explotan en
la escuela, también.
• El factor de la vergüenza:
Muchos niños explosivos
estuvieran absolutamente
mortificados si sus compañeros y
maestros fueran testigos de unas
de sus explosiones, así que
invierten mucha energía a no
explotar en la escuela. Pero
como este factor de la vergüenza
no puede ser replicado en la
casa, y como la energía no puede
ser mantenida dentro las
veinticuatro horas al día, siete
días a la semana, el niño se
deshace en cuanto llega a la
casa. La mayoría de nosotros nos
comportamos mucho mejor fuera
de la casa, así que los niños
explosivos no son muy diferentes
en este sentido. Y, por supuesto,
hay niños explosivos que están
tan frustrados en la escuela que
no les importa el factor de la
vergüenza.
• El factor químico: Los maestros
y estudiantes a menudo son los
beneficiarios principales de los
medicamentos psiquiátricos, pero
el efecto de muchos de estos
medicamentos se desaparece al
medio día o por la tarde, justo a
tiempo para las explosiones en la
casa.
 
El hecho de que el niño no está
explotando en la escuela no
significa que la escuela no esté
contribuyendo a las explosiones que
ocurren en otros lugares. Muchas
cosas pueden pasar en la escuela
que causan explosiones fuera de la
escuela: ser el objeto de la burla
por los compañeros, sentirse
aislado socialmente o rechazado,
sentirse frustrado o avergonzado
acerca de las luchas sobre ciertas
tareas académicas, sentirse
incomprendido por el maestro. La
tarea, por supuesto, a menudo
extiende la frustración académica
mucho más allá de las horas de
escuela. Así que las escuelas tienen
un algo que ver en este asunto,
aunque no vean al niño en sus
peores momentos.
Pero este capítulo se enfoca
principalmente en los niños que sí
explotan en la escuela. Tal vez
recuerde que Casey, uno de los
niños que vimos en el Capítulo #4 y
#8, tenía un patrón de salirse
corriendo del salón cuando se
frustraba por alguna tarea
desafiante o alguna interacción
difícil con un compañero. Cuando él
no salía corriendo del salón, él
estaba explotando en el salón,
volviéndose rojo, llorando, gritando,
quebrando lápices, cayéndose al
piso, y rehusándose a terminar su
trabajo. Danny, otro de los niños
del Capítulo #4 y #8, también era
propenso a la explosión ocasional
en la escuela. En un día
particularmente memorable, el
maestro lo escogió para distribuirles
donas a sus compañeros después
del recreo. Después del recreo, se
apuró a llegar al salón para repartir
las donas, pero un padre que se
había ofrecido de voluntario ese día
ya estaba en el salón y insistió en
ser el repartidor de las donas.
Danny intento explicarle al padre
que él había sido escogido para
repartir las donas, pero el padre,
tratando de ser útil, insistió en
hacerlo. El cambio en pensamiento
que se requería en este caso fue
más que lo que pudo soportar
Danny. Kaboom.
Por suerte, este modelo se puede
aplicar en las escuelas y salones
como se hace en los hogares y
familias. Pero la implementación en
las escuelas no es fácil de hacer.
Vivimos en el era de la inclusión
(que, a propósito es algo bueno),
que ha colocado a muchos
estudiantes con necesidades
especiales académicas y de
comportamiento en los salones de
clases regulares, dándoles a estos
niños la oportunidad de interactuar
con niños “ordinarios” (y viceversa)
y reduciendo el estigma de tener
necesidades especiales que son
tratadas solamente fuera del salón.
Mientras que cada niño en cada
salón necesita algo especial, es
típico que en un salón de clases
regulares tenga varios niños
oficialmente designados como
teniendo “necesidades especiales”,
algunos con trastornos con los
cuales los maestros nunca han
trabajado. En muchos casos los
maestros sienten que no tienen la
pericia y no se sienten que estén
recibiendo el apoyo necesariopara
poder entender y ayudar a los niños
con desafíos sociales, emocionales,
y de comportamiento.
Para empeorar las cosas,
nosotros en los Estados Unidos
también vivimos en un era de
exámenes, y esta situación pone al
maestro en una posición de
asegurarse de que todos estén al
nivel definido por las normas
académicas de cada grado escolar.
Mi sentimiento es que tales
exámenes le han hecho más
trabajoso al maestro poder
mantener la perspectiva apropiada
y dedicarles la atención y energía
necesaria a los estudiantes que
exhiben comportamientos difíciles.
Qué lástima, ya que los
comportamientos desafiantes
merecen el mismo tipo de
compasión y esfuerzo que cualquier
otro retraso de desarrollo.
Y para empeorar las cosas aún
mas, las pólizas de cero-tolerancia
que han estado manejando los
programas de disciplina en muchas
de las escuelas tienden ser un
mapa (a veces llamadas rúbricas)
para Plan A. Tales programas a
menudo son compuestos por una
lista (casi siempre una larga) de las
cosas que los estudiantes no
deberán hacer y una lista (casi
siempre una larga) de lo que
pasaría si hacen esas cosas. Pero
las prácticas disciplinarias en las
escuelas a menudo no son
terriblemente efectivas para los
estudiantes a quienes se les aplican
estas pólizas con más frecuencia, y
no son necesarias para los
estudiantes a quienes nunca se les
aplica. El programa de disciplina en
las escuelas no es la razón por la
cual los niños de buen
comportamiento se comportan bien.
Ellos se comportan bien porque
pueden hacerlo. Y tenemos muy
poco por mostrar por los millones
de castigos- detenciones,
suspensiones, expulsiones- que se
le imponen cada año a los niños
que están teniendo dificultades
manejando las expectativas
sociales, emocionales, y de
comportamiento en la escuela. Y
aún, la base lógica de la mayoría de
los administradores por seguir
usando consecuencias como castigo
suena algo como esto:
Tenemos que poner un ejemplo
para todos nuestros alumnos;
aunque no le ayude la suspensión a
Casey, por lo menos pone un
ejemplo para el resto de los
estudiantes. Necesitamos dejarles
saber que tomamos muy en serio la
seguridad en esta escuela.
Hora para hacer algunas
preguntas.
Pregunta: ¿Qué mensaje les
estamos dando a los otros
estudiantes si continuamos a
aplicar intervenciones que no le
están ayudando a Casey a
comportarse más adaptivamente?
Respuesta: Que en realidad no
estamos muy seguros de cómo
ayudarle a los niños explosivos
comportarse más adaptivamente.
 
Pregunta: ¿Cual es la probabilidad
de que los estudiantes que no son
explosivos se vuelvan explosivos si
no ponemos a Casey de ejemplo?
Respuesta: Por lo regular, casi
ninguna.
 
Pregunta: ¿Qué mensaje le
estamos dando a Casey si
continuamos a aplicar estrategias
que no funcionan?
Respuesta: “No te entendemos y
no te podemos ayudar.”
 
Pregunta: ¿Bajo cual circunstancia
tenemos la mejor oportunidad de
ayudarle a Casey a aprender y
practicar mejores maneras de
manejar su inflexibilidad y baja
tolerancia hacia la frustración:
cuando está en la escuela o cuando
está suspendido de la escuela?
Respuesta: Cuando está en la
escuela.
 
Pregunta: ¿Por qué, en muchas
escuelas, siguen usando
intervenciones que no funcionan
para sus estudiantes explosivos?
Respuesta: Porque ellos no saben
qué más hacer.
 
Pregunta: ¿Qué les pasa a los
estudiantes a quienes se les aplican
estas intervenciones
contraproducentes por muchos
años?
Respuesta: Ellos se vuelven más
aislados y se caen más fuera del
tejido social de la escuela.
 
Pregunta: ¿Qué no es trabajo del
padre hacer que su hijo se
comporte bien en la escuela?
Respuesta: Ayudarle al niño
manejar la frustración más
adaptivamente es trabajo de todos.
Además, los padres no están ahí
cuando el niño está explotando en
la escuela.
 
Pregunta: ¿Qué no es el trabajo
de la educación especial manejar a
estos estudiantes?
Respuesta: En realidad, la
educación especial les ofrece muy
poco a muchos estudiantes
explosivos.
Ahora es tiempo para Plan B.
Pero implementar este modelo no
es fácil de hacer. Aquí están
algunos de los componentes
necesarios:
Conocimiento: Los niños con
desafíos sociales, emocionales, y de
comportamiento no están siendo
servidos por las prácticas
disciplinarias en muchas escuelas.
Algunos de los educadores ya saben
esto y están ansiosos por aprender
nuevas maneras de entender y
ayudar a estos niños. Otros
educadores todavía no saben esto y
tienen que ser bien informados.
Urgencia: Entender y ayudar a
estos niños tiene que ser una
prioridad. Pero, como los
educadores tienen tantas diferentes
prioridades en competencia,
haciendo a los niños explosivos una
prioridad podría presentar un
problema. Pero estamos perdiendo
a muchos niños sin necesidad
porque sus desafíos de
comportamiento no son entendidos
y son manejados de la manera
incorrecta.
Mentalidad: La mentalidad o
filosofía de un adulto acerca de los
niños es lo que guía y gobierna la
respuesta de él o ella cuando un
niño no está haciendo bien. Muchas
escuelas han adoptado la
mentalidad de que los niños hacen
bien si pueden y por lo tanto están
gastando menos tiempo
“enseñándoles a los niños quién
manda” o buscando las maneras de
darles a los niños el incentivo para
hacer bien.
Pericia: Muchos educadores
aplican las mismas prácticas y
principios de la disciplina que
fueron efectivas con sus propios
hijos, y los resultados a menudo no
son buenos. Otros educadores
creen que la pericia requerida para
entender y ayudar al niño explosivo
esta fuera de su alcance. No es
cierto. Los educadores necesitan
pericia y experiencia en identificar
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver y en usar Plan B. La
pericia viene con leer libros como
este. La experiencia viene al usar el
modelo, el cual primeramente
requiere esfuerzo y valor. La aptitud
viene después de esto.
Tiempo: Los maestros de salón a
menudo se sienten como que no
tienen el tiempo para ayudarles a
los niños con desafíos sociales,
emocionales, y de comportamiento.
Pero mientras que Plan B sí toma
tiempo, también ahorra tiempo. La
razón es porque hacer lo correcto y
arreglar el problema siempre toma
menos tiempo que hacer lo
incorrecto y no arreglar el
problema. Antes de que los
maestros y administradores
adopten y aprendan a usar Plan B,
el tiempo es usualmente una gran
preocupación. Pero las
preocupaciones acerca del tiempo
se desaparecen cuando los
educadores entendien que ayudar a
estos niños es una prioridad, se
convierten en expertos de Plan B, y
se dedican a su uso. Hay algunos
tiempos naturales integrados en el
día escolar- antes y después de
escuela, durante el almuerzo,
durante el recreo, el tiempo para
arreglar las cosas, mientras que los
demás niños trabajan en una tarea-
para usar Plan B Proactivo con un
estudiante explosivo, y tengo por
conocer a un administrador que no
esté dispuesto a hacer un arreglo
para que alguien más esté en el
salón mientras que el maestro
pueda usar Plan B Proactivo con un
solo estudiante.
Mecanismos y Herramientas de
Evaluación: Va a ser necesario
llegar a un acuerdo acerca de las
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver de cada estudiante
explosivo para que los factores
detrás de sus dificultades sean
mejor entendidos y que los eventos
que precipitan sus explosiones sean
claros. Muy seguido he visto que el
personal de la escuela culpe al
padre del niño por las dificultades
que él está teniendo en la escuela o
que “expliquen” las dificultades del
niño a través de recitarles su
diagnostico. Como ya lo sabe, los
diagnósticos en realidad no explican
mucho. Y, de la misma manera en
que los padres de los niños que se
comportan bien reciben más crédito
de lo que se merecen por el buen
comportamiento de sus hijos, los
padres de los niños explosivos
reciben mucha más de la culpa por
los comportamientos difíciles de la
que merecen. El culpar a los padres
hace más difícil poder enfocarse en
lo que el personal de la escuela sí
puede hacer: enfocarse en las
habilidades rezagadas y problemas
sin resolver.Poder identificar habilidades
rezagadas y problemas sin resolver
usualmente requiere una junta o
dos involucrando a todos los
adultos que interactúan con el niño
en la escuela. A menudo tiene
sentido tener a los padres y
profesionales de salud mental
relevantes involucrados en el
proceso también. Si las
intervenciones ocurren antes de
que los que van a intervenir tengan
una sentido claro de la situación, es
muy posible que las intervenciones
no sean efectivas. Una faceta muy
importante de este paso es
identificar los dos o tres problemas
sin resolver que serán los puntos de
enfoque de las discusiones iniciales
de Plan B, y después determinar
quiénes serán los adultos
específicos que usarán Plan B con el
estudiante en cada uno de los
problemas.
Yo he desarrollado un
instrumento llamado la Evaluación
de Dificultades Y Problemas Sin
Resolver (ALSUP) para asistir con
este proceso. Es una lista de las
habilidades rezagadas descritas en
el Capítulo #3, junto con varios
problemas sin resolver, y lo puede
encontrar en
www.explosivechild.com. Muchas
escuelas han incorporado el ALSUP
en sus evaluaciones funcionales. Y
si es necesario cuantificar las
dificultades de un niño o el
progreso de este, el ALSUP está
disponible en formato de escala
Likert.
Práctica, Reacción, y
Entrenamiento: Ya que los
mecanismos para evaluar estén en
http://www.explosivechild.com
su lugar, las escuelas están listas
para el próximo paso: ser
competentes con usar Plan B. Para
muchas personas, este es un
proceso que requerirá práctica y
reacción y entrenamiento continuo.
Esto puede tomar una variedad de
formas en diferentes escuelas, y
una variedad de recursos está
disponible para su apoyo (detalles,
de nuevo, están en
www.explosivechild.com). Ciertos
aspectos de Plan B tienden ser un
poco difíciles para muchos adultos,
incluyendo a los educadores:
“penetrar” para obtener más
información durante el Paso de la
http://www.explosivechild.com
Empatía; identificar y articular las
preocupaciones o perspectivas de
uno; aguantarse mientras que
diferentes soluciones son generadas
y consideradas. Después de varios
intentos, los adultos llegan a
reconocer sus propias
vulnerabilidades con usar Plan B.
Por ejemplo, muchos estudiantes se
tropiezan al usar Plan B por sus
nociones preconcebidas acerca de
las preocupaciones de los niños,
cuales pueden hacer muy difícil
colectar información de manera
imparcial. Otros adultos se inclinan
hacia soluciones preordinadas, que
pueden hacer difícil explorar el
abanico de posibilidades realistas y
mutuamente satisfactorias.
Comunicación: Como Plan B
Proactivo es mucho mas preferible
a Plan B de Emergencia, la
preparación y buena comunicación
entre los adultos es esencial. Los
únicos modelos de tratamiento que
no requieren buena comunicación
son los que son inefectivos. Para
ayudarles, otro instrumento-
llamado el Organigrama de Plan B-
también lo puede encontrar en
www.explosivechild.com. Este fue
diseñado para ayudarles a los
adultos mantenerse al corriente con
los diferentes problemas sin
http://www.explosivechild.com
resolver que están precipitando las
explosiones en un niño individual.
He visto que, en las escuelas y los
hogares, hay una tendencia por
trabajar en el problema “caliente”
que precipito una explosión de
algún día en especifico. Pero como
los problemas sin resolver
aumentan y disminuyen, el
problema “caliente” que fue tratado
en algún día o alguna semana en
especifico (pero sin haber llegado a
una solución) es a menudo
reemplazado con otro problema
“caliente” el día o la semana
siguiente. Sin embargo, el primer
problema sin resolver aún no se ha
desaparecido, simplemente ha
entrado en “hibernación.” Como
todavía no está resuelto; está
regresando. El Organigrama de Plan
B está diseñado para evitar que
pase eso y les ayuda a los adultos
mantenerse al día con los
problemas sin resolver a través del
tiempo hasta que se resuelvan de
manera duradera. Como se podría
imaginar, la necesidad de seguir
monitoreando significa que los
adultos que están trabajando con
algún niño en específico tendrán
que juntarse de nuevo de vez en
cuando para evaluar el progreso y
revisar problemas sin resolver.
Perseverancia: Enséñeme a un
niño quienes todos están
intentando arreglar rápidamente y
yo le enseño a un niño en el cual se
está gastando mucho tiempo en
arreglar. No hay solución rápida.
Usted está comprometido por largo
plazo. Usted no puede arreglar una
discapacidad de lectura en una
semana, y usted no puede arreglar
este retraso del desarrollo en una
semana tampoco. Habrá baches en
el camino. Transformar la disciplina
de la escuela es un proyecto. No
sucede de la noche a la mañana.
Pero es necesario que suceda.
Naturalmente, hay mucho más
por decir acerca de cada uno de
estos componentes. Por esta razón
escribí Lost at School (Perdido en la
Escuela), cual fue publicado en
2008.
Este sería buen tiempo para
indicar que el uso de Plan B no se
limita solo hacia la resolución entre
adulto e hijo. Los ingredientes de
Plan B pueden ser aplicados
igualmente a los problemas sin
resolver entre dos estudiantes así
como también a los problemas que
afectan a grupos de estudiantes
enteros. Y Plan B tiene
ramificaciones significantes para la
resolución de problemas entre dos
adultos, también. Por el resto de
este capítulo, hay que ver como se
ve Plan B cuando es aplicado a
estos diferentes tipos de resolución
de problemas en el ambiente
escolar. Comenzaremos con Plan B
involucrando a un maestro y un
estudiante, nos moveremos hacia
Plan B entre dos estudiantes, y
terminaremos con los padres y
maestros.
 
LA RESOLUCION DE PROBLEMAS
ENTRE ESTUDIANTES Y MAESTROS
 
Como vamos a ver, Plan B
Proactivo en realidad no se ve muy
diferente cuando el adulto es un
maestro a como se ve cuando el
adulto es un padre. Los
ingredientes son exactamente los
mismos, aunque los temas sean
distintos. Aquí tiene un ejemplo
entre un maestro y un niño de trece
años:
Maestro: Clase, por favor
comiencen a trabajar en sus
proyectos de estudios sociales.
Rickey: No lo voy a hacer.
Maestro: Bueno, entonces tu
calificación va a reflexionar tu
actitud y tu falta de esfuerzo.
Rickey: A mí no me importan para
nada mis calificaciones. Yo no
puedo hacer esta mierda.
Maestro: Tu boca te acaba de
costar una detención, muchachito.
Y yo no quiero a estudiantes que no
hacen su trabajo en mi salón. ¿Hay
alguna otra cosa que quieres decir?
Rickey: Sí, esta clase es una
mierda.
Maestro: Ni tampoco tengo que
estar escuchando esto. Vete a la
oficina del asistente al director
AHORA.
 
Oops. ¿Eso fue Plan A, verdad?
Que autor tan tramposo. Como esto
fue, aparentemente, un problema
emergente, el maestro tiene
opciones mucho mejores: Plan C
“momentáneo” o Plan B de
Emergencia.
Así se vería Plan C:
 
Maestro: Clase, por favor
comiencen a trabajar en sus
proyectos de estudios sociales.
Rickey: No lo voy a hacer.
Maestro: ¿Hay alguna cosa acerca
del trabajo que se te hace difícil?
Hay que ver si lo podemos
averiguar.
Rickey: Olvídelo. ¡No puedo hacer
esto! ¡Nada más déjeme en paz!
¡Maldita sea!
Maestro: ¿Rickey, podrías
aguantarte por un segundo?
Déjame poner a los demás en
acción, y después tú y yo podemos
ver cuál es el problema y ver qué
podemos hacer acerca de esto.
 
Y aquí es como se vería el mismo
problema si se hubiera tratado con
Plan B de Emergencia:
 
Maestro: Clase, por favor
comiencen a trabajar en sus
proyectos de estudios sociales.
Rickey: No lo voy a hacer.
Maestro: ¿Hay alguna cosa acerca
del trabajo que se te hace difícil?
Hay que ver si lo podemos
averiguar.
Rickey: Olvídelo. ¡No puedo hacer
esto! ¡Nada más déjeme en paz!
¡Maldita sea!
Maestro: Rickey, mira, escúchame
por un segundo. Yo se que tienes
dificultades con la escritura y la
ortografía, y te frustras demasiado
cuando tienes que hacer tareas que
requieren que escribas. Hay que ver
si hay alguna manera de que
puedas hacer la parte importante
del proyecto- dejarme saber qué es
lo que piensas acerca del cuento
que acabas de oír,algo que haces
muy bien- sin que te frustres acerca
de la parte de escritura y ortografía.
Rickey: ¿Cómo?
Maestro: Pues, quizás Darren te
podría ayudar a escribir tus
pensamientos. Tú podrías dictarle
tus pensamientos a él.
Rickey: De ninguna manera.
Maestro: ¿Por qué no?
Rickey: Me va a hacer burla
porque necesito su ayuda.
Maestro: Hmm. ¿Hay alguien más
que te podría ayudar y que no se
vaya a burlar de ti?
Rickey: DeJuan.
Maestro: ¿DeJuan? Eso podría
funcionar. ¿Te sientes más cómodo
con él?
Rickey: Sí, él es inteligente.
Maestro: Tú también eres
inteligente. Nada más que te cuesta
trabajo la escritura y ortografía.
 
Es importante notar que mientras
que Plan C momentáneo y Plan B
de Emergencia son útiles para
desactivar las explosiones, los
problemas de la escritura y
ortografía de Rickey son previsibles.
Así que en lugar de usar Plan C
momentáneo o Plan B de
Emergencia diariamente- lo cual
toma mucho tiempo- el maestro
querrá programar una hora para
trabajar en este problema con
Rickey usando Plan B Proactivo,
preferiblemente antes de que
aparezca el problema en medio de
otra lección.
A propósito, los ingredientes de
Plan B pueden ser aplicados a cada
estudiante del salón, cada uno
teniendo problemas por resolver. Si
cada estudiante tiene algo en qué
trabajar, entonces el niño explosivo
no resalta tanto entre ellos- usted
está usando Plan B con todos.
 
LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
ENTRE DOS ESTUDIANTES Y EN
GRUPOS
 
Plan B también puede ser
aplicado a los problemas que
podrían ocurrir entre dos
estudiantes. En tales casos, el
papel del maestro es de mediador
de Plan B. Aquí tiene un ejemplo
del libro Lost At School:
Sr. Bartlett: Zach, como ya lo
sabes, en este salón, cuando algo
te está molestando nosotros
tratamos de hablar acerca de ello.
Zach: Está bien.
Sr. Bartlett: Ella tiene
preocupaciones acerca de cómo va
a ser trabajar contigo en este
proyecto. ¿Parece ser que ustedes
trabajaron en un proyecto juntos el
año pasado, sí?
Zach: Sí.
Sr. Bartlett: No sé si lo sabías,
pero al terminar el proyecto Anna
se sintió como que tú no fuiste muy
receptivo a sus ideas y sintió que
ella hizo la mayor parte del trabajo.
Así que ella no estaba tan segura
de que quería trabajar contigo en
este proyecto.
Zach: Ella no tiene que hacer este
proyecto conmigo. Yo puedo buscar
otro compañero.
Sr. Bartlett: Sí, ella estaba
pensando lo mismo. Pero tenía la
esperanza que podríamos encontrar
la manera para que ustedes
trabajen bien juntos. ¿Qué piensas
tú acerca de las preocupaciones de
Anna?
Zach: No sé. Eso paso hace
mucho tiempo.
Sr. Bartlett: ¿Recuerdas como
figuraron qué hacer en el proyecto
del año pasado?
Zach: No.
Sr. Bartlett: ¿Recuerdas que Anna
hizo la mayor parte del proyecto?
Zach: Un poco. Pero solo porque
a ella no le pareció como estaba
haciendo yo las cosas, así que
decidió hacerlo ella misma.
Anna: Eso no es cierto. Yo hice la
mayor parte del proyecto porque tú
no querías hacer el trabajo.
Zach: Pues, eso no es como lo
recuerdo yo.
Sr. Bartlett: Parece ser que
ustedes dos tienen muy diferentes
recolecciones acerca de lo que paso
el año pasado, y por eso no les fue
muy bien, así que tal vez no
deberíamos concentrarnos mucho
en lo que paso el año pasado.
Quizás deberíamos enfocarnos en
las preocupaciones que están
causando que ustedes no quieran
trabajar juntos este año. Anna, tu
preocupación es que Zach no
escucha tus ideas. Y ambos están
preocupados que Anna vaya a hacer
todo el trabajo. Me pregunto si
habrá alguna manera de
asegurarnos de que los dos
contribuyan la misma cantidad de
ideas al proyecto, sin que Anna
termine haciendo todo el trabajo al
final. ¿Tienen ustedes algunas
ideas?
Anna: Esto es inútil. Él no escucha
ninguna de mis ideas.
St. Bartlett: Pues, sé que eso es
lo que piensas que paso el año
pasado, pero yo no puedo hacer
nada acerca de eso. Estamos
tratando de enfocarnos en este año
y de encontrar una solución para
que tú y Zach contribuyan la misma
cantidad y trabajen igual de duro.
Anna: ¿No te podrías sentar con
nosotros mientras lo resolvemos? Y
así se dará cuenta de lo que le
estoy diciendo.
Zach: Y entonces se dará cuenta
de lo que le estoy diciendo yo.
Sr. Bartlett: Entonces, Anna, lo
que estás diciendo es que tal vez si
yo me siento con ustedes durante
sus discusiones podría ayudarles
para que tengan un intercambio de
ideas más parejo.
Anna: No es exactamente lo que
quise decir.
Sr. Bartlett: Yo sé…pero estoy
pensando que quizás no sea una
mala manera de asegurarnos de
que tengan un intercambio de ideas
más parejo. ¿Qué te parece?
Zach: Yo pienso que sí podemos
trabajar juntos.
Anna: Está bien, siéntese con
nosotros durante las discusiones y
ayúdenos a tener un intercambio de
ideas más parejo.
Sr. Bartlett: Solamente si les
funciona a ustedes.
Anna: Solo funciona para mí si
tengo que trabajar con él.
Sr. Bartlett: No estoy diciendo
que tienes que trabajar con él.
Estoy diciendo que quisiera que le
dieras un intento para que los
demás estudiantes no tengan que
quebrar sus pares. Podemos
entretener otras opciones si esta no
les funciona.
Anna: ¿Cuáles otras soluciones?
Sr. Bartlett: No sé. Con lo que sea
que decidamos. ¿Pueden pensar en
algunas otras soluciones?
Zach: Podríamos hacer el
proyecto por nosotros mismos,
usted sabe, solos. Ella podría hacer
uno y yo podría hacer uno.
Sr. Bartlett: Bueno, eso podría
funcionar para ustedes, pero no
funcionaría para mí. Una de las
metas de este proyecto es que los
niños aprendan a trabajar juntos.
Yo creo que es una habilidad muy
importante.
Anna: Por qué no intentamos
trabajar juntos, y usted nos ayuda,
y si no funciona podríamos hacer
nuestros propios proyectos.
Sr. Bartlett: ¿Zach, esta solución
funciona para ti?
Zach: Claro, como sea.
Sr. Bartlett: Tengo que pensar si
eso funciona para mí. ¿Ustedes
trabajarían duro, juntos, si les
ayudo yo?
Anna: Sí.
Zach: Sí.
Sr. Bartlett: Bueno, hay que
intentarlo. Estamos trabajando en
el proyecto otra vez mañana. Me
sentaré con ustedes cuando estén
discutiendo las ideas entre ustedes
y veré si les puedo ayudar a que
tengan un intercambio de ideas
parejo y que el trabajo se reparta al
igual. Hay que ver cómo funciona.
 
Mientras que algunos problemas
son mejor tratados usando Plan B
con estudiantes individuales o pares
de estudiantes, otros problemas-
especialmente los que afectan al
grupo entero- son mejor tratados
con Plan B con la clase entera. Las
discusiones en grupo son comunes
en muchos salones, pero casi
siempre acerca de temas que
tienen una orientación académica y
una respuesta correcta o incorrecta.
Pero cuando Plan B se añada a una
discusión del grupo, y cuando tales
discusiones son acerca de
problemas no académicos como la
intimidación, las burlas, y la
conducta del salón en general,
entonces los miembros de la
comunidad aprenden a escuchar y
tomar en cuenta las preocupaciones
de los demás y a reconocer que no
hay respuestas “buenas”,
solamente hay soluciones que son
mutuamente satisfactorias. La
resolución de problemas en un
grupo es difícil de hacer, pero no
tan difícil como tener problemas
que nunca se resuelven o tener
problemas que se “van por debajo”
porque no hay un mecanismo para
solucionarlos.
Una vez más, los ingredientes son
los mismos, y el maestro del salón
es el mediador. La primera meta es
realizar un entendimiento lo más
claro posible acerca de las
preocupaciones y perspectivas de
cada miembro del grupo con
respecto a un problema en
específico. Ya que las
preocupaciones hayan sido bien
clarificadas, el grupo se mueve al
siguiente desafío: encontrar la
solución que tomará en cuenta esas
preocupaciones. El criterio para una
solución ingeniosa permanece
igual: debe ser realista y
mutuamente satisfactoria.
En Plan B en grupo, el maestro le
ayuda al grupo decidir cuales
problemas deberían tratar primero,
mantiene al grupo enfocado y serio
(los miembros del grupo
eventualmente tomarán
responsabilidades también), y se
asegura de que la exploración de
preocupacionesy soluciones sea
exhaustiva. El papel del maestro al
ayudarle al grupo ordenar las
preocupaciones y soluciones es
generalmente neutral. No hay
preocupaciones buenas ni malas, no
hay tal cosa como la “competencia”
de preocupaciones, solamente hay
preocupaciones que necesitan ser
tratadas. Igualmente, no hay
soluciones malas ni buenas,
solamente unas que son realistas (o
no) y mutuamente satisfactorias (o
no).
 
LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
ENTRE PADRE Y MAESTRO
 
Los padres de los niños
explosivos y el personal de la
escuela a menudo tienen
dificultades con trabajar juntos por
las mismas razones que los niños y
adultos tienen dificultades con
trabajar juntos: la tendencia de
culpar un lado o el otro; la falta de
llegar a un acuerdo acerca de la
verdadera razón por las dificultades
del niño (habilidades rezagadas) y
los verdaderos eventos (problemas
sin resolver) que causan las
explosiones; la falta de poder
identificar las preocupaciones de
ambos lados; y el intento de
imponer su voluntad propia (de un
grupo en el otro). Como dijo Sarah
Lawrence Lightfoot en su libro The
Essential Conversation: What
Parents and Teachers Can Learn
from Each Other, hay una gran
potencial para la colaboración
productiva entre padres y maestros.
Cuando los padres y los maestros
son capaces de intercambiar
información muy específica acerca
de las habilidades rezagadas y
problemas sin resolver de un niño,
comienzan a tener confianza entre
ellos mismos. Los padres empiezan
a sentirse seguros de que se les
está escuchando y que el maestro
ve, sabe, y se preocupa por su hijo.
Los educadores empiezan a sentirse
seguros de que los padres están
ansiosos por recibir información,
están ansiosos por colaborar, y
están ansiosos por ayudar de
cualquier manera posible. Ambos
lados necesitan ser parte del
proceso de trabajar hacia un plan
de acción mutuamente
satisfactorio. Son parte del mismo
equipo.
Aquí tiene un ejemplo de cómo se
ve Plan B entre los padres y
maestros. De nuevo, se usan los
mismos ingredientes: colectar
información y llegar al
entendimiento de esta información,
tomar en cuenta las preocupaciones
de ambos, y hablar de las posibles
soluciones que son realistas y
mutuamente satisfactorias.
 
Maestro: Entiendo que la tarea ha
sido muy difícil últimamente.
Madre: La tarea ha sido muy
difícil por mucho tiempo. Usted es
el primer maestro que ha tenido
Rickey que ha expresado algún
interés con respecto a lo que
tenemos que soportar con la tarea.
Duramos muchas horas peleando
sobre la tarea cada noche y cada fin
de semana.
Maestro: Lo siento. Pero hay que
ver si podemos averiguar qué es lo
que se le hace tan difícil de la tarea
y después pensar en un plan para
que ya no sea tan terrible.
Madre: No se puede imaginar que
bueno sería eso.
Maestro: ¿Me podría decir cuales
partes son las más difíciles para
usted y Rickey? ¿O se les hace difícil
toda la tarea? ¿Se molestaría si las
escribo?
Madre: Claro que no. Él escribe
muy despacio. Así que se frustra
por la cantidad de tiempo que le
toma para hacer la tarea. Y parece
que tiene dificultad con pensar en
todos los detalles que usted le está
pidiendo. Y siempre ha tenido
problemas con la ortografía. El
maestro del año pasado nos dijo
que no nos preocupáramos por la
ortografía. Pero Rickey parece que
no puede hacer esto. Así que no sé
si trabajar en esto u olvidarlo. ¡De
todas maneras ni sabría yo como
trabajar en eso! Y yo termino
escribiendo la tarea por él.
Maestro: Sí, he notado lo lento
que es él para escribir, y he notado
la dificultad que tiene él en pensar
en detalles, y sus problemas con la
ortografía. ¿Y qué tal las
matemáticas?
Madre: Las hace con una rapidez.
Muy poca escritura, muy poca
ortografía, y sin el tipo de detalles
que le dan trabajo.
Maestro: Pues, entonces, hay que
tomar nuestros problemas uno a la
vez. Por supuesto, yo he tenido a
Rickey en mi salón por solo tres
semanas, así que no puedo decir
que sé perfectamente bien cuáles
son sus dificultades ni qué podemos
hacer acerca de ellas. Y he
comenzado a trabajar con Rickey en
estos problemas, así que estoy en
medio de tratar de colectar
información de Rickey, también.
Pero yo no soy el tipo que le gusta
que los niños duren dos horas cada
noche haciendo tarea, y con certeza
yo no soy el tipo de maestro que le
guste que la tarea esté causando
problemas entre el niño y sus
padres. Por supuesto, no siempre
sé cuando hay estos problemas, así
que aprecio su honestidad.
Madre: A mí no me da vergüenza
dejarle saber a la gente lo que está
pasando con Rickey. Nada más
quisiera ver más progreso con los
problemas que está teniendo él.
Maestro: La cosa es que vamos a
tener que involucrar a Rickey en la
discusión sobre la tarea, también.
Aunque usted y yo encontremos
soluciones brillantes, no serán tan
brillantes si él no está de acuerdo.
Quizás deberíamos usar esta
discusión para asegurarnos de que
tengamos un sentido claro acerca
de los problemas que necesitamos
resolver. Un problema es la
cantidad de tiempo que le toma
para hacer la tarea. ¿Sí?
Madre: ¡Sí!
Maestro: Pero suena como que él
pierde mucho tiempo frustrado por
lo que debería de hacer y pensando
en cómo usted lo podría ayudar, así
que esto es algo que vamos a tener
que resolver, también.
Madre: Absolutamente.
Maestro: No estoy convencido de
que Rickey no pueda mejorar su
ortografía, así que no quiero decirle
que deberíamos olvidarnos de esto
por completo. Además, como dijo
usted, Rickey parece no poder
olvidarse de esto. Entonces la
ortografía es un problema sin
resolver. Y yo sé que usted está
escribiendo mucho por él, pero no
queremos que Rickey piense que él
no tiene que hacer nada de la
escritura.
Madre: ¿Qué no se siente
abrumado por todo esto?
Maestro: No, en realidad
encuentro que ordenar los
problemas sin resolver me ayuda a
sentirme menos abrumado. Por lo
menos sé cuáles son las cosas que
necesitan ser discutidas.
Madre: Veo lo que dice.
Maestro: ¿Hay algunos otros
problemas sin resolver relacionados
con la tarea?
Madre: Pues, él tiene
entrenamiento de hockey dos días a
la semana, así que a veces esta
muy cansado cuando es hora de
hacer la tarea. Esas son noches
muy duras para nosotros.
Maestro: Me puedo imaginar.
¿Entonces tenemos algo de trabajo
que hacer, no?
Madre: Parece ser que sí.
Maestro: Esto es lo que estoy
pensando. Si está bien con usted,
por qué no nos juntamos de nuevo
la semana que entra, pero la
próxima vez hay que incluir a
Rickey en la junta. Entonces
podemos comenzar a hablar acerca
de cómo se podrían resolver estos
problemas, uno a la vez.
 
¿Cuál es la solución al problema
de la escritura? ¿El problema de la
ortografía? ¿El problema de los
detalles? ¿El problema del
entrenamiento de hockey? Esto es
algo que tendrán que figurar
Rickey, su mamá, y el maestro. Hay
docenas de posibilidades. No hay
tal cosa como una solución “buena”
o “mala”- solamente hay soluciones
que son realistas, mutuamente
satisfactorias, y durables. ¿Qué
harán si la primera solución a un
problema dado no dura a través del
tiempo? Ellos tendrán que
regresarse a Plan B, averiguar qué
fue lo que no funcionó- en otras
palabras, qué fue lo que no era
realista ni mutuamente satisfactorio
de esa solución- y buscar una
solución mejor.
 
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
 
Pregunta: En uno de los ejemplos
anteriores, usted se refirió a algo
llamado Plan C “momentáneo”. Eso
sugiere que hay más de una forma
de Plan C. ¿Podría elaborar?
Respuesta: No es un punto mayor
de énfasis, ya que prefiero que la
gente se enfoque más atentamente
en la distinción entre Plan B de
Emergencia y Plan B Proactivo. Pero
en el ejemplo involucrando a Rickey
y su rehúso a trabajar en su
proyecto de estudios sociales, Plan
C “momentáneo” fue lo que utilizó
el maestro para ganar algo de
tiempo durante la anticipación de
un inmediato seguimiento de Plan
B. Una versión proactiva de Plan C
implicaría remover la expectativa
completamente. Así que si el
maestro de Rickey tenía el intento
de completamente eliminar la
expectativa deque Rickey escriba o
deletree- por lo menos por el
momento- entonces eso sería un
ejemplo de un problema sin
resolver que fue tratado con Plan C
“Proactivo”.
 
Pregunta: Yo soy un maestro, y
estoy un poco preocupado por tener
diferentes sets de expectativas para
diferentes niños. ¿Si dejo que un
niño se salga con la suya, no
querrán los demás hacer lo mismo?
Respuesta: Plan B no se trata de
dejar que los estudiantes se salgan
con la suya. Y los maestros por lo
regular ya tienen diferentes
expectativas para diferentes niños.
Por esta razón es que algunos niños
reciben ayuda especial con la
lectura mientras que otros no
reciben esto; la razón por la cual
algunos estudiantes están en un
programa de matemáticas para los
dotados y otros no. Si un estudiante
pregunta por qué uno de sus
compañeros es tratado diferente, el
maestro del salón tiene la perfecta
oportunidad para enseñar un poco:
“Todos en este salón reciben lo que
él o ella necesita. Si alguien
necesita ayuda con algo, todos
tratamos de ayudarle a él o a ella.
Y todos en este salón necesitan
algo en especial.” No es nada
diferente cuando un niño necesita
ayuda con la flexibilidad, la
tolerancia a la frustración, y la
resolución de problemas. Aquí tiene
como esto se vio con Casey:
 
“No podemos dejar que Casey
siga saliéndose del salón,” dijo el
director gravemente. “Es peligroso,
y nosotros somos responsables por
su seguridad.”
Era marzo del primer año de
Casey, y el director presidia sobre
una junta que incluía el maestro de
Casey, el terapeuta ocupacional, el
consejero, el coordinador de
educación especial, los padres, y el
sicólogo. Casey estaba explotando
mucho menos en la casa, pero aún
había algunos problemas por
resolver en la escuela.
“Pues,” dijo el sicólogo, “como
ustedes saben, en algunos aspectos
el que se salga corriendo Casey del
salón es mas adaptivo que algunas
otras cosas que pudiera estar
haciendo en respuesta a la
frustración- como destrozar el
salón. Pero estoy de acuerdo que es
importante que él esté seguro.”
“¿Qué es lo que está causando
que Casey actúe de esta manera?”
preguntó el maestro del salón.
“¿Cuál es su diagnostico?”
“Pues, no pienso que un
diagnostico nos diga mucho acerca
de por qué él actúa de esta
manera. Pero es seguro decir que él
está teniendo mucha dificultad
cambiando de una manera de
pensar a otra y que no es muy
bueno para resolver problemas,”
dijo el sicólogo.
“¿Entonces por qué se sale
corriendo del salón?” preguntó el
maestro.
“Porque no puede pensar en
hacer otra cosa,” dijo el sicólogo.
“Creo que deberíamos comenzar a
solucionar algunos de los problemas
que están causando que Casey se
frustre tanto que no puede pensar
en que más hacer aparte de salir
corriendo del salón. Pero
probablemente no pare de salirse
del salón completamente todavía.
Es posible que necesitemos algún
lugar a donde pueda irse él para
calmarse cuando sí se sienta
abrumado, para que no termine en
el estacionamiento.”
El coordinador de educación
especial intervino. “Yo pienso que
él debería tener consecuencias si se
sale del salón,” dijo ella. “Yo no
pienso que sea bueno para los
demás niños ver que se sale cuando
se frustra.”
“¿Por qué? ¿Algún otro niño ha
expresado el deseo o a enseñado
alguna inclinación por salirse del
salón cuando se frustra?” preguntó
el sicólogo.
“No,” dijo el maestro.
“¿Pensamos nosotros que Casey
se está saliendo del salón porque
prefiere estar en el pasillo él solo?”
preguntó el sicólogo.
“Pienso que no,” dijo el maestro.
“Él siempre está muy ansioso por
regresarse en cuanto se calma.”
¿Pensamos nosotros que
castigarlo después de que se sale
del salón tendrá algún efecto en su
comportamiento la próxima vez que
él se frustre y sienta que tiene que
salirse del salón?” preguntó el
sicólogo.
“No sé,” dijo el maestro. “Es casi
como si él estuviera en una zona
completamente diferente cuando
esta frustrado.”
“Entonces no estoy seguro porqué
debemos castigar a Casey por
salirse del salón,” continuó el
sicólogo. “Especialmente si la razón
principal por la cual estamos
haciéndolo es para ponerlo de
ejemplo para los otros niños.”
“¿Entonces qué sugiere usted que
hagamos cuando él se frustre?”
preguntó el coordinador de
educación especial.
“Yo pienso que la mayoría de
nuestra energía debería ser
enfocada en qué hacer antes de
que Casey se frustre, no después,”
dijo el sicólogo. “Cuando la
frustración de Casey con una tarea
o situación en particular es
previsible, podemos resolver el
problema que lo está frustrando,
antes de tiempo, para que él no
llegue al punto en que necesita
salirse del salón corriendo. Si por
alguna razón nos enfrentamos con
una frustración imprevisible, yo
pienso que debemos tener un lugar
a donde Casey pueda irse a calmar
si sus esfuerzos iniciales para
calmarlo no funcionan. Aún no
pienso que él sea capaz de hablar
de las cosas ya que esté frustrado,
aunque estamos trabajando en
esto. Por suerte, él es bueno para
calmarse él mismo si lo dejamos en
paz por un rato. Tenemos que
encontrar la manera de dejar que
haga esto mientras asegurarnos de
que él esté seguro. Así que por
ahora, nuestra prioridad es de
mantener sus explosiones a un
mínimo, aún al costo de su
educación. De todos modos, son las
explosiones las que son el
obstáculo en el aprendizaje de
Casey.”
Las cosas le fueron muy bien a
Casey los últimos meses de ese año
escolar. Al comenzar el siguiente
año, el grupo se reunió de nuevo
(incluyendo sus maestros viejos y
nuevos), revisaron qué funcionó y
qué no funcionó el año anterior, y
estuvieron de acuerdo en usar mas
de las mismas intervenciones,
mientras enfocándose en ayudar a
Casey completar mas trabajos.
Aunque todos esperaban algunos
tiempos difíciles mientras que
Casey se ajustaba a sus nuevos
maestros y compañeros, no fue
hasta el segundo mes del año
escolar que él tuvo su primera serie
de explosiones. El coordinador de
educación especial
precipitadamente organizó una
reunión.
“Pensamos que Casey ha
retrocedido,” dijo el director. “Se
mira igual de mal que el año
pasado.”
“En realidad, nosotros pensamos
que él se ve mucho mejor este
año,” dijo el padre de Casey. “De
hecho, estábamos muy contentos
de que empezó tan bien. Él en
realidad estaba ansioso por
regresar a la escuela.”
“Yo pienso que deberíamos
revisar la idea de las
consecuencias,” dijo el coordinador
de educación especial. “¿Ustedes le
dicen algo acerca de su
comportamiento en casa?” les
preguntó a los padres.
“¡Claro que sí!” dijo la madre, un
poco ofendida. “Le dejamos saber
muy claramente que es
inaceptable, y él se molesta
bastante porque ya lo sabe.
Créame, esto se trata en casa.”
“¿Él explota mucho en la casa?”
preguntó el director.
“No hemos tenido una gran
explosión en meses,” dijo el padre.
“Ya casi se nos olvidaba qué mal
eran las cosas antes.”
“Yo todavía pienso que Casey
debe saber que en la escuela, la
vida no simplemente continúa como
si nada hubiera sucedido después
de que él tiene una explosión,” dijo
el director.
“Yo estoy de acuerdo,” dijo el
coordinador de educación especial.
“¿Qué tenían pensado?” preguntó
el padre.
“Yo pienso que después de que él
explote, necesita sentarse conmigo
en mi oficina y hablar sobre lo que
sucedió,” dijo el director. “Y hasta
que no haga esto, no se le debería
permitir que se reúna con sus
compañeros en el salón.”
“Yo no creo que él esté listo para
eso todavía,” dijo el padre.
“Pues,” dijo el coordinador de
educación especial “si está listo o
no, es importante que los demás
niños vean que desaprobamos de el
comportamiento de Casey.”
“¿Sus compañeros no saben que
usted desaprueba de el
comportamiento de Casey?”
preguntó el sicólogo.
“Nosotros pensamos que es
necesario mandar un mensaje más
fuerte,” dijo el coordinador de
educación especial. “Nosotros
pensamos que él puede controlar
este comportamiento.”
“Yo pienso que deberíamos darle
consecuencias solamente si
creemos que esto le ayudará a
Casey controlarse la próxima vez
que él se frustre,” dijo el sicólogo.
“Si no, es probable que lasconsecuencias solo hagan que se
frustre mas.”
“Tenemos que hacer lo que
pensemos que sea lo mejor para
nuestra escuela,” dijo el director,
terminando la conversación.
Casey tuvo una explosión menor
dos semanas después. Fue
escoltado a la oficina del director. El
director intento con gran esfuerzo
hablar con Casey sobre su
frustración. Casey no pudo hacerlo.
El director insistió, lo cual causó
una explosión masiva por una hora
durante cual Casey escupió,
maldijo, y destruyó propiedad en la
oficina. Otra junta fue organizada
rápidamente.
“¡Yo nunca he sido tratado así por
un estudiante!” dijo el director.
“Casey tendrá que entender que no
aceptamos este tipo de
comportamiento.”
“¡Casey ya sabe que este
comportamiento es inaceptable!”
dijo la madre. “A veces él puede
hablar sobre lo que lo está
frustrando en cuanto sucede algo- y
esto es un desarrollo reciente- pero
por la mayor parte del tiempo él no
puede hablar sobre su frustración
hasta mucho después, y entonces
tenemos que darle tiempo para
calmarse antes de tratar de
ayudarlo.”
“Intenté hacer eso,” dijo el
director. “Cuando él estaba en mi
oficina, yo le dije que no iba a
hablar con él hasta que él estuviera
listo.”
“¿Cómo respondió él a eso?”
preguntó el sicólogo.
“Ahí fue cuando él me escupió,”
dijo el director.
“Creo que eso indica que usted
dijo algo que hizo que se frustrara
más, no menos,” dijo el sicólogo.
“¿Usted no cree que hacerlo que
se siente en mi oficina funcione
eventualmente?” preguntó el
director. “Yo estoy muy incomodo
con que él explote y después ver
que salga muy contento al recreo
con los demás niños sin que él
tenga algún tipo de consecuencia.
Estoy teniendo dificultades con
esto.”
“Yo pienso que irse a sentar en su
oficina funcionaría muy bien si
Casey lo viera como un lugar a
donde él pudiera ir para calmarse
en vez de un lugar en donde le
piden que haga algo que no puede
hacer- por ejemplo, hablar sobre las
cosas inmediatamente- o un lugar
en donde él se siente que lo están
castigando por algo que él ya sabe
que está mal.”
“¿Entonces por qué no solo me
dice que él sabe que su
comportamiento es inaceptable?”
preguntó el director.
“Yo no creo que Casey pueda
entender por qué se comporta de
una manera que él ya sabe es
inaceptable,” dijo el padre.
“Después de este reciente episodio,
él estaba muy decepcionado. Esa
noche prácticamente me rogó que
le diera mas medicina para que él
ya no actuara de esa manera.”
Los adultos en la junta se
quedaron en silencio por un breve
momento.
“Pero no le puedo dar a los
demás niños del salón la idea de
que ellos pueden hacer lo que hace
Casey y que se saldrán con la
suya,” dijo el director.
“Honestamente no creo que los
estudiantes que son flexibles y que
pueden tolerar la frustración van a
comenzar a explotar nada más
porque miran que Casey se sale con
la suya,” dijo el sicólogo. “Y no se
está saliendo con la suya. Si usted
le está enseñando como manejar su
frustración mas efectivamente y
como resolver los problemas que le
están causando sus explosiones,
sus compañeros ven que usted
toma las explosiones seriamente,
que usted espera que ya no
explote, y que usted sabe lo que
está haciendo. Ellos no pensarán
que usted sabe lo que está
haciendo si está haciendo la
situación peor.”
¿Se salió corriendo Casey del
salón otra vez durante el año
escolar? Sí- hacia un escritorio
designado que se encontraba en el
pasillo y cual él sabía era su
espacio para “calmarse”. ¿Comenzó
él a regresarse al salón mucho más
rápido después de salir corriendo?
Absolutamente. ¿Golpeo al director
otra vez? No. ¿Golpeo a los otros
niños unas cuantas veces? Sí- al
igual que los demás niños de su
clase. ¿Tuvo problemas con cambiar
de actividad o pensamiento? Sí, a
veces. Pero su maestro le demostró
a Casey que él le podía ayudar
cuando se frustraba, y Casey salió
adelante en su clase. Un día le
pregunté al maestro, “¿Usted
piensa que las dificultades de Casey
afectan sus relaciones con sus
compañeros?” Él respondió, “Oh, yo
creo que es estimado a pesar de
sus dificultades. Yo pienso que sus
compañeros saben cuando está
teniendo un día malo, y ellos
intentan ayudarle a salir bien el
día.”
 
Pregunta: ¿Es justo, en realidad,
tener la expectativa de que los
maestros- quienes no están
entrenados como profesionales de
salud mental- resuelvan problemas
en colaboración con sus alumnos?
Respuesta: Yo sé que los
maestros ya tienen demasiadas
responsabilidades. Y sé que una
cantidad increíble de niños con
desafíos sociales, emocionales, y de
comportamiento están pasando
desapercibidos sin recibir la ayuda
que ellos necesitan. Yo también sé
que el tener un titulo en la
profesión de salud mental no es un
requisito para poder resolver
problemas en colaboración. (La
mayoría de profesionales de salud
mental tampoco está entrenada en
resolver problemas en
colaboración.) Los requisitos para
ayudar a los niños con desafíos de
comportamiento son tener una
mente abierta, estar dispuesto a
reflejar en sus prácticas del
presente y verlas de otra manera,
tener el valor para experimentar
con nuevas prácticas, y la paciencia
y determinación para ser cómodo al
evaluar las habilidades rezagadas y
los problemas sin resolver y usar
Plan B.
 
Pregunta: Yo estaba usando Plan
B con un niño en mi salón y las
cosas andaban muy bien por unas
semanas, pero luego se
deterioraron de nuevo. ¿Qué paso?
Respuesta: Puede ser que la
solución que encontraron ustedes
no fue realista ni mutuamente
satisfactoria como quizás habían
pensado al principio. Esa no es su
señal para regresar a usar Plan A.
Es su señal para regresar a Plan B y
averiguar por qué esa solución no
les funcionó como anticiparon, y
encontrar una solución diferente.
 
Pregunta: ¿Hay algunos niños
quienes son tan volubles e
inestables que se debería quitar el
enfoque de lo académico hasta que
se calmen las cosas un poco?
Respuesta: ¡Sí! Algunos niños
simplemente no están “disponibles”
para el aprendizaje académico
hasta que hagan algún progreso en
las cosas que les impide aprender.
Seguir adelante con lo académico
cuando un niño tiene bastantes
problemas con su comportamiento
es, por lo regular, inútil.
 
Pregunta: ¿Alguna vez ha visto
que el personal de la escuela se
rehúse a participar en el
aprendizaje del Plan B porque va en
contra de lo que les pagan por
hacer?
Respuesta: Sí, pero he
encontrado que es mucho más
común que el personal de la
escuela esté dispuesto a hacer lo
que sea con tal de aprender nuevas
maneras de ayudar a los niños.
Pregunta: ¿Qué si Plan B no está
funcionando? ¿Qué hago entonces?
Respuesta: Esta es una pregunta
mucho más interesante de lo que
aparenta ser, y la respuesta
depende en su definición de la
palabra “funcionando”. Para muchas
personas, “funcionando” se refiere
solo al destino final, el punto en
cual el problema por fin está
resuelto de manera duradera. Pero
hay varias maneras en que Plan B
está “funcionando” antes de llegar
al destino final. Plan B está
funcionando si los adultos están
viendo las dificultades de los niños
con más precisión y con más
compasión. Está funcionando si los
adultos están colectando
información acerca de las
preocupaciones del niño de manera
efectiva, y están logrando, por fin,
un entendimiento acerca de qué es
lo que le ha estado causando
problemas al niño. Está funcionando
si el niño es capaz de oír las
preocupaciones del adulto y
tomarlas en consideración. Plan B
está funcionando si el niño ya no ve
a los adultos como “los enemigos.”
Está funcionando si el niño está
participando en las discusiones
sobre cómo un problema en
especifico se podría solucionar de
modo de que las preocupaciones de
ambos sean consideradas. Plan B
está funcionando aunque las cosas
no estén yendo muy bien pero el
niño y los adultos aún no han
descontinuado las discusiones y
están dispuestos a seguir
intentando.
 
Pregunta: ¿Pero, hay algunos
niños que necesitan más de lo que
ofrece la educación general, aunque
la gente esté usando Plan B?
Respuesta: Sí, los hay. ¿Pero, no
sería interesantesaber cuántos
estudiantes aún necesitan más de
lo que les ofrece la educación
general si más centros educativos
usaran Plan B? Esto aparte, hay
algunos niños que requieren una
“dosis” de Plan B más grande de la
que se ofrece en las escuelas y
clínicas ambulatorias, niños que
continúan con su comportamiento
peligroso en sus casas, la escuela,
y/o en la comunidad. Muchos
comienzan a descender temprano,
se vuelven bastante aislados,
comienzan a presentar
comportamientos inapropiados más
serios, y comienzan a juntarse con
otros niños que van por el mismo
camino. Después que todo lo
demás se haya intentado- terapia,
medicamentos, y hasta escuelas
alternativas- lo que en fin necesitan
estos niños es un cambio de
ambiente. Un comienzo nuevo. Una
manera de comenzar a trabajar en
una nueva identidad. Ya que la
alienación y la desviación sean la
identidad del niño, las cosas son
mucho más difíciles de voltear.
Afortunadamente, hay algunas
escuelas terapéuticas maravillosas
en los Estados Unidos que hacen un
trabajo excepcional en trabajar con
tales niños.
 
CAPÍTULO 12
Mejor
Usted ha llegado al último
capítulo, y ha cubierto muchos
temas en el camino. La primera
meta fue ayudarle a usted a ver a
su hijo explosivo de manera más
precisa, usando la mentalidad de
que los niños hacen bien si pueden.
Usted ya sabe que las explosiones
de su hijo ocurren cuando las
demandas que son puestas sobre él
exceden su capacidad de responder
bien, y que si él pudiera responder
bien lo hiciera. Removimos de la
discusión muchas de las cosas que
comúnmente se dicen acerca de las
explosiones (que son intencionales,
con objetivo, y con propósito), los
niños explosivos (que ellos no están
motivados, quieren llamar la
atención, son manipulativos, y les
gusta oprimir los botones de uno), y
los padres (que ellos son pasivos,
permisivos, y disciplinarios
inconsistentes). Hemos examinado
las varias habilidades rezagadas y
los problemas sin resolver que
pueden causar explosiones, y su
primera tarea fue identificar las
habilidades rezagadas y los
problemas sin resolver que se
aplicaban a su situación. Después
de haberles introducido a varios
niños explosivos, usted aprendió
por qué la disciplina tradicional- con
su gran énfasis en los premios y
castigos- tal vez no hubiera
mejorado su situación. Usted
aprendió una nueva manera de
manejar las cosas- Plan B- y fue
animado a comenzar a resolver los
problemas que precipitaban las
explosiones en su hogar, de manera
proactiva. Y usted aprendió acerca
de las diferentes maneras en que
usted se puede desviar con Plan B y
como puede corregir este problema.
Mi deseo es que las cosas ya
estén mejor en su hogar. Si no lo
son, hay muchos factores que
podrían estar en acción. A veces,
las cosas mejoran simplemente
porque los adultos entienden las
dificultades de sus hijos mejor que
antes. A veces las cosas mejoran
porque los adultos han removido
algunas demandas o expectativas
innecesarias (Plan C). A veces las
cosas mejoran porque los adultos
se basan menos en imponer su
voluntad- Plan A- en las
interacciones con su hijo explosivo.
Y a veces las cosas mejoran porque
ese montón de problemas sin
resolver que existía al comienzo de
este libro está mucho más pequeño
porque muchos de los problemas se
han resuelto- uno a la vez- con Plan
B. En el camino, la comunicación
entre usted y su hijo mejoró, y la
relación entre ustedes también
mejoró. Lo ideal es que las cosas
estén mejor por todos estos
factores en combinación.
A veces es difícil reconocer que
las cosas están mejorando. Algunos
adultos tienen una noción por
antemano acerca de cómo será la
vida ya que las cosas “por fin estén
mejor” y se decepcionan al ver que
cuando llegan al “mejor”, vivir con
su hijo explosivo aún no es algo
grandioso. Algunos desearan que
no fuera tan difícil poder mejorar
las cosas o que esto se pudiera
lograr más pronto. Qué tan rápido
se atiene el progreso y qué tan
difícil es hacerlo es diferente para
cada niño explosivo y para cada
familia. Y la definición de “mejor”
es diferente para cada niño
explosivo y para cada familia,
también. Así que, por lo que vale la
pena, aquí tiene mi definición de
mejor: está mejor.
¿Las cosas podrían estar mejor de
lo que están ahora? Usted se dará
cuenta.
Y si usted es el tipo de persona
que le gusta leer el libro entero
antes de poner en acción lo que ha
leído, ya es hora de hacerlo.
 
Tal vez se esté preguntando qué
le sucedió a Jennifer, la estrella del
Episodio del Waffle, donde
empezamos hace once capítulos
atrás. ¿Todavía se frustra bastante
a veces? Sí. ¿Todavía explota? No.
“Antes gastaba mucha energía
con estar enojada…y después me di
cuenta de que no me iba a hacer
mucho bien eso,” dijo Jennifer
recientemente. “Ahora, si me enojo
por alguna razón, muchas veces
solo me detengo por un segundo y
me pregunto si al enojarme van a
mejorar las cosas. He aprendido
que tengo una personalidad muy
obsesiva. Si estoy enojada acerca
de algo, yo puedo durar mucho
tiempo pensando en ello. Así que
me pongo a hacer cosas para no
estar pensando en lo que me está
haciendo enojar.”
La madre de Jennifer a menudo
refleja sobre el camino que ella y su
hija han atravesado juntas.
“Yo quiero que las personas que
tienen una hija como Jennifer sepan
que hay luz al final del túnel. El
camino no siempre es fácil- aún
ahora- pero las cosas son mucho
mejor de lo que hubiéramos
esperado. Jennifer a menudo nos
da las gracias por no habernos dado
por vencidos.
“Sí tuve que aceptar el hecho de
que no tuve la hija que había
deseado. Y tuve que tener
diferentes prioridades para Jennifer.
Algunas de las cosas que pensé que
eran muy importantes, en realidad
no lo eran…no con esta niña. Y sé
que esto parece una locura, pero
tuve que comenzar a ver el lado
chistoso de mi situación. Es muy
fácil perderse en el momento. Yo
mantuve mi familia junta. Mi
matrimonio sobrevivió. Mis otros
niños salieron bien. Y Jennifer es
una joven maravillosa.”
Si usted se está preguntando,
“¿Qué no deberían ser criados todos
los niños de esta manera?” la
pregunta es, “Sí, por supuesto”.
Mientras que este modelo tiene sus
raíces en el tratamiento de niños
explosivos, es claro que no
solamente estos niños benefician
de ser escuchados, identificar sus
preocupaciones, que se les tome en
cuenta estas preocupaciones, tomar
en cuenta las preocupaciones de los
demás, de generar y considerar
soluciones alternativas a los
problemas, trabajar hacia
soluciones mutuamente
satisfactorias, y de resolver
disputas y desacuerdos sin tener
conflictos. Es para todos los niños
(y todos los adultos).
 
Y, para cerrar, este e-mail que
me mandó una madre
recientemente:
Desde que mi hijo tenía dos años
y medio, hemos tratado de
entenderlo y ayudarlo. A través de
los años, le han hecho varias
evaluaciones de diferentes tipos, y
hemos recibido diferentes tipos de
tratamientos, incluyendo medicina.
Por fin, leí El Niño Explosivo. ¡EL
SOL HA SALIDO! Ha hecho una
enorme diferencia. Le ayudamos a
él (y a su hermana) a calmarse y
hablar de las cosas, y a generar
soluciones. En los últimos dos
meses, mi hijo en realidad ha
progresado, puede pensar, generar
soluciones, y está menos ansioso
alrededor de los demás niños y se
siente más seguro en su habilidad
de estar entre ellos. Él ha dejado
de decirnos cosas muy malas, y las
maldiciones- su versión de una
explosión- casi han desaparecido. Él
nos quiere complacer y ha estado
trabajando muy duro para mejorar.
Él es chistoso, inteligente, un gran
artista, y tan cariñoso. Es grandioso
que su modelo está permitiendo
que salgan a flote más de las cosas
buenas de mi hijo. Yo no quisiera
que alguien más soportara lo que
nosotros hemos soportado. Existen
muchos otros tratamientos y la
mayoría no son útiles.
	El Niño Explosivo
	Copyright
	Índice
	Prólogo
	CAPÍTULO 1 El Episodio del Waffle
	CAPÍTULO 2 Los Niños Hacen Bien Si Pueden
	CAPÍTULO 3 Habilidades Rezagadas y Problemas Sin Resolver
	CAPÍTULO 4 Drama En La Vida Real
	CAPÍTULO 5 La Verdad Sobre Las Consecuencias
	CAPÍTULO