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Colección de Matemáticas Universitarias 1 Espacios de Lebesgue y de Lorentz Volumen 1: Teoŕıa de la Medida y Teoŕıa de la Integración Diego Chamorro Imagen de portada: tejidos t́ıpicos ecuatorianos ©AMARUN Colección de Matemáticas Universitarias, 1 Espacios de Lebesgue y de Lorentz Volumen 1: Teoŕıa de la Medida y Teoŕıa de la Integración Diego Chamorro © Asociación AMARUN, Paŕıs, 2017 Depósito legal: Bibliothèque Nationale de France Impreso en Francia Fecha de la versión: enero 2017 ISBN 978-2-9559834-0-9 La Asociación AMARUN tiene por objetivo desarrollar las ciencias exactas en améri- ca del sur, principalmente en páıses de la región andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú). Entre las diversas actividades de AMARUN se encuentra la organización de escuelas de verano en matemáticas, la producción de material pedagógico (leccio- nes, hojas de ejercicios) y la edición de una revista de divulgación. Para mayores informaciones sobre los proyectos y actividades, consultar www.amarun.org Índice general Prefacio V 1. Espacios métricos, normados y de Banach 1 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos . . . . . . . . . . . . . 1 1.1.1. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 1.1.2. Ĺımites y continuidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 1.1.3. Propiedades uniformes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 1.2. Compacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 1.2.1. Espacios compactos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 1.2.2. Compacidad en los espacios métricos . . . . . . . . . . . 15 1.2.3. Espacios localmente compactos . . . . . . . . . . . . . . 18 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet . . . . . . . 19 1.3.1. Preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 1.3.2. Semi-normas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 1.3.3. Espacios definidos por familias de semi-normas . . . . . 22 1.4. Espacios normados y espacios de Banach . . . . . . . . . . . . . 29 1.4.1. Definiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 1.4.2. Tres ejemplos clásicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 1.4.3. Propiedades básicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 1.4.4. Equicontinuidad y teorema de Ascoli-Arzelá . . . . . . . 39 1.5. Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 2. Teoŕıa de la medida 49 2.1. Álgebras y funciones aditivas de conjuntos . . . . . . . . . . . . 50 2.1.1. Preliminares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 2.1.2. Definiciones y ejemplos elementales . . . . . . . . . . . . 51 2.2. σ-álgebras y medidas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 2.2.1. σ-álgebras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58 2.2.2. Medidas sobre σ-álgebras . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 2.2.3. Clases monótonas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 2.3. Medidas exteriores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 2.3.1. Definiciones y propiedades . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 2.3.2. Teoremas de prolongación de medidas . . . . . . . . . . 84 2.3.3. Completación de medidas . . . . . . . . . . . . . . . . . 92 2.4. Medidas Borelianas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96 2.4.1. Rápida descripción de los conjuntos Borelianos . . . . . 96 2.4.2. Regularidad de las medidas Borelianas . . . . . . . . . . 98 2.4.3. Construcción y propiedades de la medida de Lebesgue . 104 2.4.4. Conjuntos no medibles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 2.5. Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114 i ii Índice general 3. Teoŕıa de la integración 121 3.1. Las limitaciones de la integral de Riemann . . . . . . . . . . . . 122 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue . . . . . . . . . . . . . . . 125 3.2.1. Funciones medibles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 3.2.2. Propiedades válidas en µ-casi todas partes . . . . . . . . 134 3.2.3. Construcción de la integral de Lebesgue . . . . . . . . . 137 3.2.4. Espacio de funciones integrables . . . . . . . . . . . . . 147 3.2.5. Integración en un subconjunto . . . . . . . . . . . . . . 152 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración . . . . . . . . . 157 3.3.1. Convergencia monótona . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 3.3.2. Lema de Fatou . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159 3.3.3. Convergencia dominada . . . . . . . . . . . . . . . . . . 160 3.3.4. Integrales dependientes de un parámetro . . . . . . . . . 163 3.3.5. Modos de convergencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168 3.4. Integración en los espacios producto . . . . . . . . . . . . . . . 177 3.4.1. σ-álgebras producto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 3.4.2. Medidas producto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 182 3.4.3. Teoremas de Fubini-Tonelli . . . . . . . . . . . . . . . . 185 3.4.4. Integrales múltiples . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 190 3.5. Relaciones entre la integral de Riemann y de Lebesgue . . . . . 192 3.5.1. Cuando la integral de Riemann y de Lebesgue coinciden 193 3.5.2. Teoremas fundamentales del cálculo integral . . . . . . . 195 3.5.3. Integrales impropias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 3.6. Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199 4. Espacios de Lebesgue 205 4.1. Espacio de funciones esencialmente acotadas . . . . . . . . . . . 206 4.1.1. Supremo Esencial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206 4.1.2. Los espacios L∞ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 208 4.1.3. Los espacios L∞, normabilidad y convergencia . . . . . 211 4.2. Espacios de funciones de potencia p-eme integrables . . . . . . 215 4.2.1. Espacios Lp definiciones, ejemplos y propiedades . . . . 216 4.2.2. Espacios Lp normabilidad, convergencia y completitud . 222 4.2.3. Desigualdades de Hölder y aplicaciones . . . . . . . . . 228 4.2.4. Los espacios de Lebesgue Lp (0 < p < 1) y L . . . . . . 242 4.3. Propiedades adicionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 4.3.1. Comparación de modos de convergencia . . . . . . . . . 249 4.3.2. Desigualdad de Jensen y aplicaciones . . . . . . . . . . . 254 4.3.3. Convexidad y continuidad de la norma . . . . . . . . . . 258 4.4. Espacios de funciones localmente integrables . . . . . . . . . . . 259 4.4.1. Definiciones y primeras propiedades . . . . . . . . . . . 259 4.4.2. Estructura de los espacios locales . . . . . . . . . . . . . 261 4.4.3. Relaciones de inclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262 4.5. Densidad y separabilidad de los espacios de Lebesgue . . . . . . 263 4.5.1. Definiciones y propiedades generales . . . . . . . . . . . 264 4.5.2. Densidad en los espacios Lp con 1 ≤ p < +∞ . . . . . . 268 4.5.3. Densidad en los espacios L∞ . . . . . . . . . . . . . . . 273 Índice general iii 4.6. Espacios de Lebesgue discretos - espacios de sucesiones . . . . . 276 4.6.1. Espacios de sucesiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277 4.6.2. Propiedades de inclusión de los espacios ℓp . . . . . . . 280 4.6.3. Densidad y de separabilidad en los espacios ℓp . . . . . 282 4.7. Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 286 Bibliograf́ıa 291 Índice alfabético 293 Prefacio Mi objetivo inicial al empezar a redactar estas ĺıneas era el de proporcionar un resúmen, relativamente completo, sobre las diferentes propiedades, carac- teŕısticas y caracterizaciones de los espacios de Lebesgue. El hecho de escoger los espacios de Lebesgue no es totalmente fortuito pues estos espacios fun- cionales poseen a mi parecer un perfecto equilibrio entre varios factores: son sencillos de definir, sus propiedades son interesantes y no triviales, permiten la construcción de muchos otros espacios funcionales y sus aplicaciones dentro de las diferentes ramas de las matemáticas son extremadamente numerosas. Considero además que para estudiar los espacios de Lebesgue senecesita ha- ber asimilado algunas bases de las matemáticas y, desde este punto de vista, especialmente por las aplicaciones posteriores, este tema constituye un puente privilegiado entre matemáticas elementales y matemáticas avanzadas. Otra de las razones por la cual me concentré en estos espacios es la particularidad que, para definirlos y para estudiarlos, no se necesita presentar aspectos relativos a la regularidad y diferenciabilidad de las funciones. En efecto, para tratar de for- ma seria la regularidad de las funciones seŕıa necesario hacer una introducción sobre la teoŕıa de distribuciones y ello no sólo supondŕıa un importante desv́ıo, sino que además, desde el inicio, esta teoŕıa teńıa su lugar en otro “resúmen” especialmente dedicado a este tema. Pero estas páginas no sólo están dedicadas a los espacios de Lebesgue. Una vez que se han construido y desarrollado las herramientas necesarias para la presentación de estos espacios de funciones, es posible estudiar los espacios de Lorentz que constituyen una generalización y un refinamiento muy útil de los espacios de Lebesgue y, para convencer al lector de la utilidad de estos espa- cios de Lorentz, presentaré unas aplicaciones clásicas en donde estos espacios reemplazan los espacios de Lebesgue. ¿Cómo un texto que inicialmente deb́ıa ser un “resumen” terminó siendo un libro de más de x × 100 páginas1? Lo interesante de esta pregunta es que su respuesta explicará, al menos parcialmente, la articulación y la división entre los diferentes caṕıtulos de este libro. Veamos muy rápidamente cómo se dieron las diferentes etapas y cómo se fueron añadiendo los caṕıtulos. Para empezar, las normas ‖ · ‖Lp que permiten definir estos espacios nos proporcionan informaciones muy precisas sobre las funciones y es necesario para ello utilizar la integral de Lebesgue. Era por lo tanto muy natural empezar este programa hablando un poco sobre la cons- trucción de esta integral, o al menos recordar sus propiedades más elementales. Pero dado que la noción de integral se basa en la noción de medida, me fue en- tonces necesario alargar la introducción, añadiendo un caṕıtulo más, en donde 1en donde x debe reemplazarse por 2,3 o hasta 4. v vi Prefacio se trata de medidas y σ-álgebras y en donde se explica cómo construir medidas a partir de funciones aditivas de conjuntos. Pero esto no es todo. Si deseaba decir algo sobre el dual de los espacios de Lebesgue, era indispensable exponer algunas propiedades de topoloǵıa, de espacios métricos y normados, de espacios de Banach y de formas lineales. Añádase a esto un caṕıtulo sobre el producto de convolución y otro reservado a las aplicaciones...de tal manera que nos aleja- mos cada vez más y más de la estructura inicial, especialmente porque deseaba obtener, en la medida de lo posible, un texto auto-contenido sin demasiadas referencias a libros ya existentes. Finalmente este “resumen” se dividirá en tres volúmenes y esta división tie- ne por principal origen un curso realizado en el verano 2009 en la Escuela Politécnica Nacional2 en Quito, Ecuador. Como se trataban de pocas horas de clase, era totalmente imposible tocar todos estos temas y era necesario escoger los más importantes, es decir los cuatro primeros caṕıtulos que constituyen la base más elemental de la teoŕıa de la medida y de la integración. Esta es la primera excusa. La segunda, mucho más importante, es que los caṕıtulos res- tantes aún no estaban totalmente terminados. De manera que si los alumnos deseaban tener unas notas de curso depuradas era indispensable realizar esta división. Indiquemos que una primera versión de este libro ha sido publicada en el año 2009, con una reimpresión en el año 2012, en el número 4 de la colección Cuadernos de Matemática de la Escuela Politécnica Nacional, Quito, Ecuador. En esta segunda versión se han corregido algunos errores y ha se añadido un par de ejemplos. Diego Chamorro Paŕıs, enero 2017 ∗ Antes de terminar, es necesario explicar un poco el marco en el que se encuentra la redacción de este libro. La asociación Amarun tiene por objetivo desarrollar las ciencias exactas en el Ecuador y dentro de sus proyectos pedagógicos consta la redacción de textos académicos. Para mayor claridad hemos dividido nuestra labor en tres diferentes niveles. El primer nivel corresponde a temas básicos de ciencias y es equivalente a los dos o tres primeros años de estudios universitarios. El segundo nivel trata temas de un nivel intermedio, correspondiente a un tercer o cuarto año de universidad y el tercer nivel se focaliza en temas cient́ıficos más avanzados y especializados. Este libro, el primero de la serie, presenta temas de análisis intermedio, pues consideramos que la teoŕıa de la medida y la teoŕıa de la integración de Lebesgue forman parte del bagaje mı́nimo de todo matemático. Esperamos que este material sirva, tanto a los estudiantes como a los jóvenes investigadores o profesores, como un manual en dónde buscar de forma rápida las informaciones necesarias sobre los temas presentados. 2Las notas del curso, resúmenes, ejercicios y desarrollos están disponibles aqúı: www.amarun.org. http://www.amarun.net/index.php?option=com_content&view=article&catid=69&id=104&Itemid=54 Prefacio vii Advertencia. 1) Este libro está destinado a estudiantes universitarios de la carrera de matemáticas que ya tienen al menos dos o tres años de estudios cursados. Es decir que están familiarizados con las nociones de topoloǵıa, distancia y espacios métricos, el cálculo “ε-δ” para los ĺımites y continuidad, cálculo diferencial e integral, la integral de Riemann, álgebra lineal y estructuras algebraicas. 2) Este libro expone temas totalmente clásicos: ninguno de los teoremas, proposiciones, lemas o resultados es original. Existe una extensa literatu- ra, recopilada en la bibliograf́ıa, y el autor de estas ĺıneas se ha basado libremente en ella. 3) El primer caṕıtulo presenta las nociones de base necesarias y tiene por objetivo el de fijar las notaciones. Sin duda la mayor parte de este material es conocido del público al cual está destinado el folleto, me he permitido entonces en esta primera versión ser conciso y árido en la exposición de este caṕıtulo. 4) El lector encontrará en las pruebas o demostraciones comentarios del tipo “esta verificación es sencilla” o “es fácil ver que”, esto debe entenderse como “no es muy dif́ıcil comprender que” o “puede parecer complicado a primera vista, pero en realidad no lo es”. 5) El objetivo de este libro es el de servir de texto de base para el estudio de la teoŕıa de la medida y de la integración. Sin embargo, un texto escrito nunca podrá suplantar a un curso vivo en el cual se tienen interacciones entre el alumno y el profesor. Para remediar parcialmente este problema rogamos al lector dirigir sus dudas, comentarios y preguntas al autor por email: diego.chamorro@univ-evry.fr 6) Este texto tiene un carácter teórico, es decir que me he concentrado en la demostración de los teoremas y la exposición de las propiedades más importantes de los objetos estudiados. Sin embargo y por razones de es- pacio, no he podido incluir en estas primeras versiones todos los ejemplos detallados y todos los cálculos que seŕıa deseable presentar. A pesar de esto he tratado de dar después de cada nueva definición ejemplos simples de los objetos definidos. 7) Este libro pretende ser auto-contenido, entendiéndose por esto que los resultados más importantes están demostrados completamente en el texto basándose en pocos conceptos anteriores. 8) Este texto no es exhaustivo y hay muchos temas que no son tratados aqúı. Sin embargo tampoco es un texto minimalista: si algún curso se basa en estas ĺıneas, el profesor tendrá necesariamente que escoger los temas que presenta en clase y los temas que omite o deja en ejercicio. viii Prefacio 9) Cada caṕıtulo contiene al final una pequeñalista de ejercicios que permi- ten verificar la asimilación de las nociones expuestas. 10) El autor se considera el único responsable por los errores y las faltas de este texto. Rogamos al lector enviar sus comentarios, sugerencias y correcciones a la dirección de email mencionada. 1 Espacios métricos, normados y de Banach En este primer caṕıtulo exponemos las nociones necesarias que nos permi- tirán estudiar con toda comodidad los espacios de Lebesgue y de Lorentz desde el punto de vista de sus propiedades topológicas y métricas. Presentaremos aqúı únicamente las nociones utilizadas en los cuatro primeros caṕıtulos que consti- tuyen el Volumen 1, no es por lo tanto una exposición exhaustiva. El resto de propiedades relativas a los espacios de Banach y a los espacios de aplicaciones lineales, como por ejemplo las topoloǵıas débiles y la noción de dualidad, serán expuestas en el Volumen 2. En las secciones que siguen detallamos las diferentes estructuras con las cua- les se pueden dotar estos espacios de funciones. La noción más general es la de espacio métrico en el sentido que fundamentalmente todos los espacios funcio- nales que trataremos en este libro estarán dotados de una estructura métrica que será debidamente explicitada. La utilidad de estos espacios está dada por el hecho que un espacio métrico nos proporciona un marco suficientemente adecuado para tratar aspectos de convergencia uniforme y de completitud. Sin embargo, para estudiar otro tipo de resultados esenciales es necesario conjugar esta estructura con la estructura de espacio vectorial e introducir los espacios de Fréchet, los espacios normados y los espacios de Banach. Estos últimos espa- cios son los que nos proporcionan el mayor número de propiedades y es por eso que buscaremos, siempre y cuando sea posible, dotar los espacios considerados con este tipo de estructura. En efecto, tendremos la oportunidad de ver en los caṕıtulos siguientes que los casos más importantes en las aplicaciones están dados cuando los espacios de Lebesgue y de Lorentz son espacios de Banach. Recordamos en las ĺıneas a continuación las definiciones y propiedades ele- mentales de los espacios métricos y de los espacios compactos que serán tratados en las Secciones 1.1 y 1.2 respectivamente. Aqúı tendremos la oportunidad de exponer algunos resultados en el marco de los espacios topológicos localmente compactos cuya utilidad e importancia será puesta en valor en los Caṕıtulos 2 y 4. Terminaremos este caṕıtulo introductorio con una pequeña presentación de los espacios localmente convexos y los espacios de Fréchet en la Sección 1.3 y de los espacios normados y de los espacios de Banach en la Sección 1.4. 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos Una gran parte del material presentado a continuación es sin duda bien co- nocido del lector y es por eso que nuestra exposición será relativamente rápida. Por comodidad hemos dividido nuestra presentación en tres partes. La primera trata sobre las definiciones elementales de topoloǵıa y de los espacios métricos, la segunda estudia los ĺımites y la continuidad mientras que la tercera parte 1 2 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach presenta las propiedades uniformes que son esenciales para el desarrollo de los próximos caṕıtulos. 1.1.1. Definiciones Si X es un conjunto, notaremos P(X) el conjunto de partes de X . El Car- dinal de un conjunto X , que notaremos1 Card(X), es el número de elemen- tos de X . Escribimos Card(∅) = 0 y si se tiene Card(X) = N entonces Card(P(X)) = 2N . Diremos que un conjunto X es numerable si existe una biyección de X sobre una parte de N. Recuérdese además que en P(X) se dispone de una relación de orden determinada por la inclusión. Si A y B per- tenecen a P(X), notamos Ac = X \ A el complementario de A y escribimos A \ B = A ∩ Bc. La diferencia simétrica de dos conjuntos A,B está definida por A∆B = (A \B) ∪ (B \A). Pasemos a la definición de espacio topológico. Definición 1.1.1 (Espacio topológico) Una familia T de partes de un con- junto X define una topoloǵıa sobre X si las tres condiciones son verificadas: 1) El conjunto vaćıo ∅ aśı como el conjunto X pertenecen a T , 2) La intersección finita de elementos de T pertenece a T , 3) La reunión cualquiera de elementos de T pertenece a T . Los elementos de T son llamados conjuntos abiertos, sus complementarios son llamados cerrados y el espacio (X, T ) es llamado espacio topológico. Observemos que se tiene trivialmente dos topoloǵıas sobre un mismo conjunto X : la topoloǵıa gruesa determinada por T = {∅, X} y la topoloǵıa discreta dada por T = P(X). Más generalmente, si un conjunto X está dotado de dos topoloǵıas T1 y T2 diremos que T2 es más fina que T1 si todo abierto de T1 es un abierto de T2 y lo notaremos T1 ⊂ T2. Cuando no hay ambigüedad sobre la topoloǵıa utilizada diremos simplemente que X es un espacio topológico sin explicitar la familia T . Fijemos ahora un poco de terminoloǵıa. Una topoloǵıa es separada si para todos dos puntos distintos x1 y x2 existen dos abiertos U y V tales que x1 ∈ U , x2 ∈ V y U ∩ V = ∅. Hablaremos entonces de espacio topológico separado o espacio de Hausdorff. Para un punto x ∈ X , llamaremos una vecindad de x a un conjunto que contiene un abierto que a su vez contiene x. Un punto x ∈ X es un punto de acumulación de un subconjunto A de X si cada vecindad de x contiene al menos un punto y ∈ A diferente de x. En particular un subconjunto A de X es cerrado si contiene todos sus puntos de acumulación. 1La notación #(X) también es usual en la literatura. 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos 3 Si A es un subconjunto de X , la reunión de todos los abiertos contenidos en A se llama el interior de A y es notado ◦ A y se tiene que x ∈ ◦ A si y solo si A es una vecindad de x. La intersección de todos los cerrados que contienen a A es llamada la adherencia o cerradura de A y es notado A. Es evidente ver que A es cerrado y que A ⊆ A; aśı mismo tampoco es dif́ıcil ver que A = A si y solo si A es cerrado. Diremos además que un subconjunto A de X es denso en X si A = X ; es equivalente decir que todo abierto no vaćıo de X tiene una intersección con A. Un espacio X es separable si admite un subconjunto denso numerable2. Si (X, T ) es un espacio topológico y si B es una colección de abiertos de (X, T ); diremos que B es una base del espacio topológico (X, T ) si todo abierto de (X, T ) es la unión de elementos de B. Se dice entonces que la base B genera la topoloǵıa T . Finalmente, si f : (X, T ) −→ (Y,S) es una función definida sobre un espacio topológico (X, T ) a valores en otro espacio topológico (Y,S), entonces diremos que f es continua en el punto x ∈ X si y solo si la imagen rećıproca de toda vecindad del punto f(x) es una vecindad del punto x. Esta es la definición más general de continuidad para las funciones y pronto veremos otros marcos de trabajo en donde se dispone de otras herramientas para caracterizar la conti- nuidad. No nos demoraremos aqúı en exponer todas las propiedades de los espacios topológicos generales, puesto que las topoloǵıas que utilizaremos para describir los espacios funcionales estarán por lo general determinadas por estructuras más ricas, como la de los espacios métricos o la de los espacios normados cuyas definiciones recordaremos a continuación. Definición 1.1.2 (Espacio métrico) Un espacio métrico (E, dE) está dado por un conjunto E dotado de una aplicación dE : E × E −→ [0,+∞[, llamada distancia o métrica, que verifica los siguientes puntos: (D.1) Simetŕıa: para todo x, y ∈ E, dE(x, y) = dE(y, x), (D.2) Separabilidad: dE(x, y) = 0 si y solo si x = y, (D.3) Desigualdad triangular: para todo x, y, z ∈ E: dE(x, y) ≤ dE(x, z) + dE(z, y). Un ejemplo sencillo de espacio métrico está dado por el espacio eucĺıdeo n- 2El lector debe tener cuidado en no confundir las nociones distintas de espacio separadoy de espacio separable. 4 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach dimensional dotado de su métrica usual3 (Rn, dn) en donde dn(x, y) = ( n∑ i=1 (xi − yi)2 )1/2 , con x = (x1, ..., xn) y y = (y1, ..., yn). En el caso unidimensional de (R, d1) notaremos d1(x, y) = |x− y|. Demos un segundo ejemplo. Consideremos el espacio de sucesiones infinitas formadas por ceros y unos notado Ω = {0, 1}N∗. Un elemento ω ∈ Ω es entonces una sucesión de la forma ω = (ω1, ω2, · · · ) en donde ωj es igual a 0 ó 1 para todo j. Sobre este espacio definimos una distancia de la siguiente forma: dΩ(ω, ω ′) = +∞∑ j=1 2−j|ωj − ω′j |. (1.1) La verificación que esta fórmula define una distancia es sencilla y dejada al lector. Si (E, dE) es un espacio métrico, para todo subconjunto no vaćıo A de E la distancia del punto x al conjunto A está definida por dE(x,A) = ı́nf a∈A dE(x, a). (1.2) Definiremos el diámetro de un subconjunto U ⊂ E de la siguiente forma: diam(U) = sup{dE(x, y); x, y ∈ U}. Un conjunto es entonces acotado en el sentido métrico si su diámetro es finito. Si (E, dE) es un espacio métrico y si A es un subconjunto de E; el conjunto A dotado de la restricción a A × A de la función dE es a su vez un espacio métrico. La aplicación dA : A×A −→ [0,+∞[ es la métrica inducida por dE y hablaremos del subespacio A de E en vez de subconjunto. Llamaremos una bola abierta de centro x ∈ E y de radio r > 0 el conjunto definido por B(x, r) = {y ∈ E : dE(x, y) < r}. (1.3) Las bolas cerradas están en cambio determinadas por B(x, r) = {y ∈ E : dE(x, y) ≤ r}. Diremos que un subconjunto A de E es un abierto si para todo x ∈ A, existe una bola abierta centrada en x y contenida en A; un subconjunto de E es ce- rrado si su complementario es abierto. Diremos también que un punto x0 ∈ E es un punto de acumulación de A, si para todo ε > 0 existe al menos un punto y 6= x0 de A tal que dE(x0, y) < ε. 3Llamada también distancia eucĺıdea. 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos 5 Notemos además que la familia compuesta por los conjuntos abiertos defini- dos por medio de la distancia dE es estable para la reunión (finita o infinita) y para la intersección finita; simétricamente la familia de conjuntos cerrados es estable por intersección (finita o infinita) y por reunión finita. Dicho de otra manera, el espacio métrico (E, dE) está naturalmente dotado de una topoloǵıa determinada por las bolas abiertas del tipo (1.3). Obsérvese en particular que una topoloǵıa que se deduce de una estructura métrica es siempre separada. 1.1.2. Ĺımites y continuidad Describimos ahora las nociones de ĺımite y continuidad en el marco de los espacios métricos. Definición 1.1.3 (Convergencia de una sucesión) Sea (E, dE) un espa- cio métrico, diremos que una sucesión de elementos (xn)n∈N de E converge hacia un elemento x ∈ E si: (∀ε > 0)(∃Nε ∈ N) : ∀n ≥ Nε =⇒ dE(x, xn) ≤ ε. Sean ahora (E, dE) y (F, dF ) dos espacios métricos, sea f una aplicación de E en F y sea A un subconjunto de E. Sean x0 ∈ A y y0 ∈ F , diremos que el ĺımite de f(x) cuando x ∈ A tiende o converge hacia x0 es igual a y0 y lo notaremos ĺım x→x0 x∈A f(x) = y0, si para cada vecindadW de y0, existe una vecindad V de x0 tal que f(V ∩A) ⊂ W . Nótese que si el ĺımite existe, es entonces único puesto que la topoloǵıa in- ducida por una distancia es separada. Obsérvese también que un subconjunto A de E es cerrado si y solo si para toda sucesión de elementos de A que converge en E, el ĺımite pertenece a A. Definición 1.1.4 (Continuidad de una aplicación) Diremos que una apli- cación f : (E, dE) −→ (F, dF ) es continua en el punto x0 si ĺım x→x0 x∈E f(x) = f(x0). Es equivalente decir que la imagen rećıproca de toda vecindad de f(x0) es una vecindad de x0. En términos de ε y δ esta definición se escribe: (∀ε > 0)(∃δε,x > 0)(∀x ∈ E) : dE(x, x0) ≤ δ =⇒ dF (f(x), f(x0)) ≤ ε. (1.4) Diremos que f es continua sobre E, o simplemente continua, si es continua en cada uno de los puntos de E. Proposición 1.1.1 Una aplicación f de (E, dE) en (F, dF ) es continua si y solo si, para toda sucesión convergente (xn)n∈N de elementos de E se tiene f ( ĺım n→+∞ xn ) = ĺım n→+∞ f(xn). 6 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach La verificación de este hecho no es muy complicada y es dejada al lector. La siguiente definición nos dice cómo determinar una distancia sobre el pro- ducto cartesiano de dos espacios métricos. Definición 1.1.5 Sean (E, dE) y (F, dF ) dos espacios métricos. Su producto cartesiano E × F está dotado de la distancia dE×F ((x1, y1), (x2, y2)) = ( dE(x1, x2) 2 + dF (y1, y2) 2 )1/2 . (1.5) La proposición a continuación nos explicita algunos resultados relativos a la continuidad de la aplicación distancia. Proposición 1.1.2 Sea (E, dE) un espacio métrico. Entonces: 1) para todo punto z ∈ E, la aplicación definida por x 7−→ dE(x, z) es continua de E en [0,+∞[, 2) para todo subconjunto no vaćıo A de E, la aplicación x 7−→ dE(x,A) es continua de E en [0,+∞[, 3) la aplicación (x, y) 7−→ dE(x, y) es continua de E × E en [0,+∞[. Prueba. La verificación de estos puntos es una aplicación directa de la de- sigualdad triangular. Empecemos por el primer punto y fijemos z un punto de E. Dado que se tiene |dE(x, z)− dE(x0, z)| ≤ dE(x, x0), (1.6) es suficiente considerar δ = ε en la caracterización dada por la fórmula (1.4) para obtener la continuidad de esta aplicación. Los dos puntos restantes se deducen de manera muy similar. En efecto sea A un subconjunto no vaćıo de E y sean x, x0 ∈ E. Se tiene entonces dE(x,A) = ı́nf a∈A dE(x, a) ≤ ı́nf a∈A (dE(x, x0)+d(x0, a)) ≤ dE(x, x0)+ ı́nf a∈A dE(x0, a), es decir dE(x,A)−dE(x0, A) ≤ dE(x, x0). Simétricamente se obtiene dE(x0, A)− dE(x,A) ≤ dE(x, x0) lo que nos da |dE(x,A) − dE(x0, A)| ≤ dE(x, x0), (1.7) y esta estimación implica la continuidad de la aplicación x 7−→ dE(x,A). Dotamos el espacio E×E de la topoloǵıa producto inducida por la distancia (1.5). Observando que se tiene para todo (x, y) ∈ E ×E y (x0, y0) ∈ E ×E las dos estimaciones dE(x, y)− dE(x0, y0) ≤ dE(x, x0) + dE(y, y0) y dE(x0, y0)− dE(x, y) ≤ dE(x, x0) + dE(y, y0), 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos 7 se obtiene |dE(x, y) − dE(x0, y0)| ≤ dE(x, x0) + dE(y, y0) ≤ √ 2 ( dE(x, x0) 2 + dE(y, y0) 2 )1/2 , (1.8) lo que demuestra la continuidad de la aplicación (x, y) 7−→ dE(x, y). � La siguiente noción es de gran importancia en lo que sigue pues concierne a la convergencia puntual o punto por punto y será frecuentemente comparada a la Definición 1.1.9. Definición 1.1.6 (Convergencia simple) Sean (E, dE) y (F, dF ) dos espa- cios métricos, sea (fn)n∈N una sucesión de aplicaciones de E en F y sea A un subconjunto de E. Diremos que la sucesión (fn)n∈N converge simplemente sobre A hacia f si (∀x ∈ A) (∀ε > 0) (∃Nε,x ∈ N) : n ≥ Nε,x =⇒ dF (fn(x), f(x)) ≤ ε. (1.9) Esta noción de convergencia es un criterio poco exigente y por consecuente, en caso de convergencia, la definición de convergencia simple es a menudo verifi- cada. Consideremos por ejemplo la sucesión de funciones reales (fn)n∈N definidas sobre [0, π] y determinada por fn(x) = sin n(x). El lector observará sin difi- cultad que esta sucesión converge simplemente hacia la función f(x) = 0 si x ∈ [0, π] \ {π/2} y f(π/2) = 1 para la distancia usual sobre R. Lastimosamente, algunas propiedades (la continuidad en el caso del ejemplo anterior) no se mantienen al pasar al ĺımite en el sentido de la convergencia simple. Es por ello que es interesante exponer las propiedades de la sección a continuación. 1.1.3. Propiedades uniformes La estructura de espacio métrico nos permite disponer de ciertas propiedades agradables, caracterizadas por el adjetivo uniforme, que reagrupamos en esta sección. Definición 1.1.7 (Continuidad uniforme) Sean (E, dE) y (F, dF ) dos es- pacios métricos y sea f una aplicación de E en F . Decimos quef es unifor- memente continua si (∀ε > 0)(∃δ > 0)(∀x, y ∈ E) : dE(x, y) ≤ δ =⇒ dF (f(x), f(y)) ≤ ε. Esta noción de continuidad uniforme es más restrictiva que la continuidad sim- ple. En efecto, la función f :]0, 1] −→ R, x 7−→ 1/x es continua pero no es uniformemente continua. Demos una caracterización equivalente de la continuidad uniforme: 8 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Proposición 1.1.3 Sean (E, dE) y (F, dF ) dos espacios métricos y sea f una aplicación de E en F . Entonces las proposiciones siguientes son equivalentes 1) f es uniformemente continua, 2) para todas dos sucesiones (xn)n∈N, (yn)n∈N, dE(xn, yn) −→ 0 =⇒ dF (f(xn), f(yn)) −→ 0, 3) para todas dos sucesiones (xn)n∈N, (yn)n∈N, dE(xn, yn) −→ 0 =⇒ dF (f(xϕ(n)), f(yϕ(n))) −→ 0, en donde (xϕ(n)) y (yϕ(n)) son dos subsucesiones. La demostración de este resultado queda como ejercicio. Un caso importante de aplicaciones uniformemente continuas está dado por las aplicaciones lipschitzianas que están determinadas por la definición: Definición 1.1.8 (Aplicación k-lipschitziana, contractante) Sean (E, dE) y (F, dF ) dos espacios métricos y sea f una aplicación de E en F . Si para todo x, y ∈ E existe una constante k > 0 tal que dF (f(x), f(y)) ≤ k dE(x, y), entonces diremos que la aplicación f es k-lipschitziana. En particular si 0 < k < 1 diremos que f es contractante. Recuérdese que toda aplicación k-lipschitziana es uniformemente continua y por lo tanto continua, pero que no se tienen las implicaciones rećıprocas (ver el Ejercicio 1.1). En paralelo a la Proposición 1.1.2, la aplicación distancia dE definida sobre E × E, aśı como las aplicaciones x 7−→ dE(x, x0) y x 7−→ dE(x,A) definidas sobre E para x0 ∈ E y A ⊂ E son uniformemente continuas. La verificación sigue los mismos argumentos utilizados anteriormente; en particular las expre- siones (1.6), (1.7) y (1.8) muestran que estas aplicaciones son lipschitzianas. Pasemos ahora a la definición de convergencia uniforme. Definición 1.1.9 (Convergencia uniforme) Sean (E, dE) y (F, dF ) dos es- pacios métricos, sea (fn)n∈N una sucesión de aplicaciones de E en F y sea A un subconjunto de E. Diremos que la sucesión (fn)n∈N converge uniformemente hacia f sobre A si (∀ε > 0) (∃Nε ∈ N) : n ≥ Nε =⇒ (∀x ∈ A) dF (fn(x), f(x)) ≤ ε. (1.10) La expresión anterior es equivalente a (∀ε > 0) (∃Nε ∈ N) : n ≥ Nε =⇒ sup x∈A dF (fn(x), f(x)) ≤ ε. (1.11) 1.1. Espacios topológicos y espacios métricos 9 Observación 1.1 Nótese que la diferencia fundamental entre la convergencia simple y la convergencia uniforme está dada por el hecho que el parámetro Nε depende en el caso de la convergencia uniforme solamente de ε y no del punto x ∈ E. Esta definición de convergencia, propia de los espacios métricos, es más fuerte que la noción de convergencia simple presentada en la sección anterior. Más precisamente, la convergencia uniforme implica trivialmente la convergencia simple pero no se tiene la implicación rećıproca. Para ilustrarlo consideramos el ejemplo siguiente. Sea la sucesión de funciones (fn)n∈N definida por fn : R −→ R (1.12) x 7−→ fn(x) = 1 1 + (x− n)2 . Para todo x ∈ R vemos que la sucesión (fn)n∈N tiende hacia cero si n → +∞, de manera que esta sucesión de funciones converge simplemente hacia la función cero para la distancia usual de R. Sin embargo, para todo entero natural n se tiene que fn(n) = 1, de modo que sup x∈R |fn(x) − 0| ≥ 1, lo que contradice la Definición 1.1.9 - (1.11). Concluimos que esta sucesión de funciones no converge uniformemente hacia la función cero. La principal propiedad de la convergencia uniforme está dada por el impor- tante resultado siguiente: Teorema 1.1.1 Sean (E, dE) y (F, dF ) dos espacios métricos y sea (fn)n∈N una sucesión de funciones de E en F que convergen uniformemente hacia una función f . Si todas las funciones fn son continuas en el punto x0 ∈ E, entonces f es continua en x0. Demostración. Sea ε > 0. La sucesión de funciones (fn)n∈N converge unifor- memente hacia f , entonces existe un entero n ∈ N tal que para todo x ∈ E se tiene dF (fn(x), f(x)) ≤ ε. Dado que fn es continua en x0 se tiene que (∃δ > 0)(∀x ∈ E) : dE(x, x0) ≤ δ =⇒ dF (fn(x), fn(x0)) ≤ ε. Se deduce de esto que, para todo x ∈ E tal que dE(x, x0) ≤ δ, se tiene dF (f(x), f(x0)) ≤ dF (f(x), fn(x))+dF (fn(x), fn(x0))+dF (fn(x0), f(x0)) ≤ 3ε. � Observación 1.2 Si las funciones fn son continuas sobre todo E, entonces la función ĺımite f también es continua sobre todo E: la convergencia uniforme conserva la continuidad lo que hace que esta noción sea absolutamente esencial en el análisis. 10 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Recordemos ahora dos definiciones que son de gran importancia para los próxi- mos caṕıtulos. En particular el criterio a continuación nos permite decir si una sucesión converge, sin conocer necesariamente el ĺımite: Definición 1.1.10 (Sucesión de Cauchy) 4 Sea (E, dE) un espacio métri- co. Diremos que una sucesión (xn)n∈N es de Cauchy si (∀ε > 0)(∃N ∈ N)(∀n,m > N) : dE(xn, xm) ≤ ε. Equivalentemente, una sucesión de Cauchy verifica ĺım n,m→+∞ dE(xn, xm) = 0. Nótese que toda sucesión convergente es de Cauchy. En efecto, si (xn)n∈N es una sucesión que converge hacia x entonces, por la desigualdad triangular, se tiene dE(xn, xm) ≤ dE(xn, x) + dE(x, xm), lo que permite concluir. La rećıproca es falsa como se observa considerando el ejemplo siguiente: sea E =]0,+∞[ dotado con la distancia eucĺıdea, la sucesión xn = 1/n es de Cauchy pero no converge en E puesto que 0 /∈ E. En el estudio de los espacios funcionales el hecho de que toda sucesión de Cauchy sea convergente es una propiedad muy agradable y amerita la impor- tante definición a continuación. Definición 1.1.11 (Espacio métrico completo) Diremos que un espacio métrico (E, dE) es completo si toda sucesión de Cauchy es convergente. No todo espacio métrico es completo como se puede ver considerando el con- junto de los racionales Q dotado de la distancia usual d(x, y) = |x − y|. El resultado siguiente explicita las relaciones existentes entre conjuntos cerrados y conjuntos completos. Proposición 1.1.4 Sea (E, dE) un espacio métrico y A ⊂ E un subconjunto. 1) Si E es completo y si A es cerrado en E, entonces el subespacio A es completo. 2) Si el subespacio A es completo, entonces A es cerrado en E. Prueba. Sea (xn)n∈N una sucesión de Cauchy en A, es por lo tanto una su- cesión de Cauchy en E y converge hacia un elemento x ∈ E por hipótesis de completitud de E. Dado que el conjunto A es cerrado, el punto x por ser ĺımite de elementos de A, pertenece al subconjunto A. Hemos pues demostrado que toda sucesión de Cauchy en el subespacio A converge hacia un elemento de A. Para el segundo punto debemos ver que si (xn)n∈N es una sucesión de elemen- tos de A convergente en E, su ĺımite x pertenece a A. La sucesión convergente (xn)n∈N es de Cauchy en E y por lo tanto es de Cauchy en A. Puesto que este 4Augustin Louis Cauchy (1789-1857), matemático francés. 1.2. Compacidad 11 subespacio es completo, esta sucesión debe converger hacia un elemento de A, que no es más que x por la unicidad del ĺımite. � Para terminar esta sección, damos una definición que nos permite comparar dos distancias. Definición 1.1.12 (Distancias uniformemente equivalentes) Sea E un conjunto y sean d1 y d2 dos distancias definidas sobre E. Decimos que d1 y d2 son uniformemente equivalentes si (∀ε > 0)(∃δ > 0)(∀x, y ∈ E) : d1(x, y) ≤ δ =⇒ d2(x, y) ≤ ε. y si se tiene la propiedad análoga reemplazando d1 por d2. El lector verificará que todas las nociones y propiedades definidas en esta sec- ción son invariantes al pasar de una distancia d1 a otra distancia d2 uniforme- mente equivalente. Ver el Ejercicio 1.3 para más detalles. Observación 1.3 Además de la fórmula (1.5), existen otras formas de definir distancias sobre el espacio producto E × F , por ejemplosi escribimos dE×F ((x1, y1), (x2, y2)) = dE(x1, x2) + dF (y1, y2) dE×F ((x1, y1), (x2, y2)) = máx (dE(x1, x2); dF (y1, y2)) , obtenemos también distancias sobre E × F . El lector notará que todas estas métricas son uniformemente equivalentes. 1.2. Compacidad La compacidad es una de las caracteŕısticas topológicas más importantes y un conjunto compacto posee una multitud de propiedades que hacen su estudio particularmente atractivo en muchas aplicaciones. En esta sección recordamos las nociones de base que no sólo nos permitirán estudiar criterios de compaci- dad en los espacios de Lebesgue y de Lorentz sino también algunos aspectos importantes en la teoŕıa de la medida. Descompondremos nuestra exposición en tres partes: la primera presenta las principales caracteŕısticas de los espacios compactos generales y en la segunda parte exponemos algunas propiedades de la compacidad en los espacios métricos. Finalmente, terminaremos esta sección con una breve descripción de los espacios localmente compactos cuya utilidad será apreciada cuando estudiemos las medidas borelianas en el caṕıtulo siguien- te. 1.2.1. Espacios compactos Recordamos algunas definiciones elementales que son sin duda bien conocidas del lector. Definición 1.2.1 (Recubrimiento) Sea X un espacio topológico separado y sea (Ui)i∈I una colección de conjuntos. Decimos que (Ui)i∈I es un recubri- miento de X si se tiene la inclusión X ⊂ ⋃i∈I Ui. Si los conjuntos (Ui)i∈I son abiertos, hablaremos entonces de recubrimiento abierto. 12 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach A partir de esta noción de recubrimiento tenemos la definición de espacio com- pacto. Definición 1.2.2 (Espacio compacto) Un espacio topológico separado es com- pacto si de cada recubrimiento abierto de X se puede extraer un subrecubrimien- to finito. Diremos además que un subconjunto A de un espacio topológico X es compacto si, de igual manera, de cada recubrimiento abierto de A se puede extraer un subrecubrimiento finito. La siguiente noción es muy útil en algunas aplicaciones. Definición 1.2.3 (Compacidad relativa) Sea X un espacio topológico se- parado y A un subconjunto de X. Diremos que A es relativamente compacto en X si su cerradura A es compacta. Es importante observar que pasando al complementario en la Definición 1.2.2 obtenemos una caracterización análoga de la compacidad en términos de con- juntos cerrados: un subconjunto de un espacio topológico es compacto si de toda familia de cerrados de intersección vaćıa se puede extraer una subfamilia finita de intersección vaćıa. El lector puede ver otras caracterizaciones equivalentes en el Ejercicio 1.4 en donde se demuestra la Proposición 1.2.1 Sea X un espacio topológico separado compacto y sea (An)n∈N una sucesión decreciente de cerrados no vaćıos de X. Entonces se tiene ⋂ n∈N An 6= ∅. De forma equivalente, si (Bn)n∈N es una sucesión decreciente de cerrados de intersección vaćıa, entonces los conjuntos Bn son todos vaćıos a partir de un cierto ı́ndice n suficientemente grande. El caso más sencillo de compacto se tiene cuando A es una parte finita de X , por el contrario la recta real R no es un espacio compacto: en efecto los interva- los de la forma ]k − 1, k+ 1[ para todo k ∈ Z forman un recubrimiento abierto de R del cual no se puede extraer ningún subrecubrimiento finito. Demos otro ejemplo de espacio compacto: si A es el conjunto definido por A = {xn} ∪ {l} en donde la sucesión (xn)n∈N tiende hacia l se tiene entonces que A es compacto. Sea en efecto (Ui)i∈I un recubrimiento abierto de A y sean i0 tal que l ∈ Ui0 y n0 tal que xn ∈ Ui0 para n > n0. Sea además J un subcon- junto de I finito tal que los puntos x1, ..., xn0 pertenezcan a la unión ⋃ i∈J Ui. Tenemos entonces A ⊂ ⋃i∈L Ui en donde L = J ∪ {i0}. Lo que muestra que este espacio es compacto. Este último ejemplo es una motivación suficiente para estudiar las relaciones existentes entre conjuntos cerrados y conjuntos compactos. Más precisamente tenemos el resultado a continuación: Proposición 1.2.2 Sea A un subconjunto de un espacio topológico separado compacto X. Entonces A es cerrado si y solo si A es compacto. 1.2. Compacidad 13 Prueba. Supongamos que A es cerrado. Sea (Ui)i∈I un recubrimiento abierto de X . Como A es cerrado se tiene que (Ui ∪ Ac)i∈I sigue siendo un recubri- miento abierto de X ; existe por lo tanto un conjunto finito J ⊂ I tal que X ⊂ ⋃i∈J Ui ∪ Ac de donde se deduce que A ⊂ ⋃ i∈J Ui , es decir que A es compacto. Ahora suponemos que A es compacto y vamos a verificar que Ac es abierto. Para ello sea y ∈ Ac un punto, entonces para todo x ∈ A existen dos abiertos disjuntos5 Ux y Vx tales que x ∈ Ux y y ∈ Vx. Como A es compacto, exis- te una parte finita de puntos J tal que A ⊂ ⋃x∈J Ux; se tiene entonces que W = ⋂ x∈J Vx es un abierto puesto que es una intersección finita de abiertos y además se tiene que W ⊂ Ac. Concluimos que para todo punto y ∈ Ac existe una vecindad abierta W tal que y ∈ W ⊂ Ac. Es decir que Ac es abierto y por lo tanto A es cerrado. � Nótese que en la segunda parte de esta demostración no hemos utilizado nin- guna propiedad del espacio X y esto nos permite obtener el siguiente corolario. Corolario 1.2.1 Sea A un subconjunto de un espacio topológico separado. Si A es compacto, entonces A es cerrado. El siguiente teorema clásico nos indica que el producto cartesiano de conjuntos compactos es un conjunto compacto. Si el producto es finito, la verificación no causa mayor dificultad, por el contrario, si el producto es numerable la demostración es un poco más delicada. Teorema 1.2.1 (Tychonov) 6 Sea I un conjunto numerable y sea (Xi)i∈I una colección de espacios compactos. Entonces el espacio producto ∏ i∈I Xi es compacto. El lector puede ver una demostración de este resultado en [5]. Para terminar esta pequeña introducción observamos que los conjuntos com- pactos poseen las siguientes propiedades de estabilidad: Proposición 1.2.3 Sea X un espacio topológico separado y sea (Ai)i∈I una fa- milia de subconjuntos compactos de X. Entonces toda intersección A = ⋂ i∈I Ai de compactos es compacta, además toda unión finita de subconjuntos compactos es compacta. Prueba. Sea A = ⋂ i∈I Ai la intersección de todos los compactos Ai y fijemos un ı́ndice i0 ∈ I. Dado que todo conjunto compacto es cerrado, podemos con- siderar esta intersección como una intersección de conjuntos cerrados y por lo tanto se obtiene que A es un conjunto cerrado. Como se tiene que A está conte- nido en el conjunto compacto Ai0 , entonces por la Proposición 1.2.2 podemos decir que es un conjunto compacto. 5Esto es posible pues X es un espacio topológico separado. 6Andrëı Nikolaevitch Tychonov (1906-1993), matemático ruso. 14 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Mostremos ahora que toda unión finita de subconjuntos compactos es compac- ta. Sean A1 y A2 dos subconjuntos compactos de X y sea (Ui)i∈I un recubri- miento abierto de A1 ∪ A2. Se tiene en particular que (Ui)i∈I es un recubri- miento abierto de A1 y de A2 tomados por separado y por lo tanto existen dos conjuntos finitos de ı́ndices J1 y J2 tales que A1 ⊂ ⋃ i∈J1 Ui y A2 ⊂ ⋃ i∈J2 Ui. A partir de estas inclusiones se deduce que A1 ∪ A2 ⊂ ⋃ i∈J1∪J2 Ui lo que implica que A1 ∪A2 es compacto. Finalmente, por recurrencia finita se obtiene el resultado deseado. � Vamos a ver ahora que los espacios topológicos compactos verifican una pro- piedad de separación más fuerte que la propiedad de Hausdorff. Para ello es necesario la siguiente definición. Definición 1.2.4 (Espacio Normal) Un espacio topológico es normal si es un espacio separado y si cada par de conjuntos cerrados disjuntos pueden ser separados por un par de conjuntos disjuntos abiertos. Proposición 1.2.4 Sea X un espacio topológico separado y sean K,L dos subconjuntos compactos disjuntos de X. Existe entonces dos abiertos disjuntos U y V de X tales que K ⊂ U y L ⊂ V. Prueba. Podemos suponer que K y L son dos conjuntos no vaćıos y empece- mos con el caso donde K contiene solo un punto x. Puesto que el espacio X es separado, existe para todo y ∈ L un par de abiertos disjuntos Uy y Vy tales que x ∈ Uy y y ∈ Vy. Dado que L es compacto, existe una familia finita y1, ..., yn tal que los conjuntos Vy1 , ..., Vyn forman un recubrimiento de L. Definimos en- tonces U = ⋂n i=1 Uyi y V = ⋃n i=1 Vyi y obtenemos los conjuntos deseados. Pasemos ahora al caso cuando K tiene más de un elemento. Hemos verificado que para todo x ∈ K existen dos conjuntos abiertos disjuntos Ux y Vx tales que x ∈ Ux y L ⊂ Vx. Dado que K es compacto, existe una familia finita x1, ..., xk tal que los abiertos asociados Ux1 , ..., Uxk forma un recubrimiento de K. Es- to nos permite terminar la prueba si definimos U = ⋃k i=1 Uxi y V = ⋂k i=1 Vxi . � Una consecuencia de esta proposición es el resultado siguiente: Proposición 1.2.5 Todo espacio topológico separado compacto es normal. Prueba. Obsérvese primero que todo subconjunto cerrado de un conjunto com- pacto es compacto. Luego, aplicando la Proposición 1.2.4 se deduce fácilmente el resultado. � La principal aplicación del concepto de normalidad se encuentra en el resul- tado a continuación: Teorema 1.2.2 (Lema de Urysohn) 7 Sea X un espacio topológico normal y sean U , V dos subconjuntos cerrados disjuntos de X. Existe entonces una 7Pavel Samouilovitch Urysohn (1898-1924), matemático ruso. 1.2. Compacidad 15 función continua f : X −→ [0, 1], tal que 0 ≤ f(x) ≤ 1 para todo x ∈ X, f(x) = 0 para todo punto x ∈ U y f(x) = 1 para todo x ∈ V . El lector puede ver una demostración de este resultado en [25]. 1.2.2. Compacidad en los espacios métricos En el caso de los espacios métricos tenemos la posibilidad de caracterizar los conjuntos compactos por medio de sucesiones con la definición siguiente. Definición 1.2.5 (Bolzano-Weierstrass) 8 Un espacio métrico (E, dE) es secuencialmente compacto si de toda sucesión de elementos de E se puede extraer una subsucesión convergente. Es importante notar que esta última definición de compacidad en términos de sucesiones sólo es válida en el marco de los espacios métricos y es equivalente a la noción expuesta en la Definición 1.2.2. Más particularmente tenemos el resultado siguiente. Teorema 1.2.3 Sea (E, dE) un espacio métrico. Las dos propiedades siguien- tes son equivalentes: 1) E es compacto, 2) E es secuencialmente compacto. Demostración. Empecemos por la implicación 1) =⇒ 2). Sea E compacto, sea (xn)n∈N una sucesión de E y para todo k ∈ N notamos Ak = {xn ∈ E : n ≥ k}. No es dif́ıcil darse cuenta que la sucesión (Ak)k∈N es una sucesión decreciente de cerrados no vaćıos, y que por lo tanto se tiene ⋂ k∈NAk 6= ∅. Escojamos ahora un punto x ∈ ⋂k∈N Ak y contruyamos una subsucesión (xϕ(n))n∈N de la manera siguiente: i) fijamos x0 ∈ A0, ii) si xϕ(n) está definido, tomamos xϕ(n+1) ∈ An+1 tal que dE(xϕ(n+1), x) < 1 2n+1 , esto es posible pues x ∈ An+1. Esta subsucesión (xϕ(n))n∈N es entonces una subsucesión convergente de la su- cesión (xn)n∈N. Pasemos ahora a la verificación 2) =⇒ 1). Llevaremos a cabo esta demostración utilizando un par de lemas y la siguiente noción: 8Bernard Bolzano (1781-1848), matemático tcheco; Karl Weierstrass (1815-1897), matemáti- co alemán. 16 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Definición 1.2.6 (Precompacidad) Un espacio métrico (E, dE) es precom- pacto si para todo ε > 0 existe un recubrimiento finito de E por medio de bolas abiertas de radio ε. Lema 1.2.1 Todo espacio métrico secuencialmente compacto es precompacto. Prueba. Razonemos por el absurdo y supongamos que existe un ε > 0 tal que no existe un subrecubrimiento finito de E formado por bolas de radio ε. Sea x0 ∈ E, entonces B(x0, ε) 6= E, además existe un punto x1 ∈ E tal que dE(x0, x1) ≥ ε de donde se tiene B(x0, ε) ∪ B(x1, ε) 6= E. Repetimos este proceso y obtenemos x0, ..., xn puntos tales que para todo i < j ≤ n se tiene dE(xi, xj) ≥ ε. Además se tiene ⋃ 0≤i≤nB(xi, ε) 6= E y existe un punto xn+1 ∈ E tal que para todo 0 ≤ i ≤ n se tenga dE(xi, xn+1) ≥ ε. Constrúımos aśı una sucesión (xn)n∈N de E tal que dE(xi, xj) ≥ ε si i 6= j. Por lo tanto la sucesión (xn)n∈N no posee ninguna subsucesión convergente de donde se obtiene la contradicción deseada. � El segundo lema necesario para la demostración del Teorema 1.2.3 es el si- guiente. Lema 1.2.2 Sea (E, dE) un espacio métrico secuencialmente compacto y sea (Ui)i∈I un recubrimiento abierto de E. Entonces (∃α > 0)(∀x ∈ E)(∃i ∈ I) : B(x, α) ⊂ Ui. Prueba. Razonamos otra vez por el absurdo y suponemos que para todo n ≥ 1 existe un punto xn ∈ E tal que para todo i ∈ I se tiene B(xn, 1n ) 6⊂ Ui. Sea (xn)n∈N una sucesión de elementos de E, por hipótesis existe una subsucesión (xϕ(n))n∈N que converge hacia un punto x ∈ E. Existe además i ∈ I tal que x ∈ Ui, y como Ui es abierto, existe r > 0 tal que B(x, 2r) ⊂ Ui. Dado que la subsucesión (xϕ(n))n∈N converge hacia x entonces existe N ∈ N tal que para todo n ≥ N se tenga dE(x, xϕ(n)) < r y ϕ(n) > 1 r . Por lo tanto, para todo n ≥ N y para todo y ∈ B(xϕ(n), 1ϕ(n)) se tiene dE(x, y) ≤ dE(x, xϕ(n)) + dE(xϕ(n), y) < r + r = 2r. Entonces la bola B(xϕ(n), 1 ϕ(n) ) está contenida en Ui de donde se obtiene la contradicción. � Volvamos a la demostración del Teorema 1.2.3. Sea (E, dE) un espacio métrico secuencialmente compacto y sea (Ui)i∈I un recubrimiento abierto de E. Por el Lema 1.2.2 sabemos que existe un real α > 0 tal que para todo x ∈ E, existe un ı́ndice i ∈ I tal que B(x, α) ⊂ Ui. Ahora, por el Lema 1.2.1 podemos recubrir E por medio de una familia finita de bolas de radio α, es decir que existen x0, ..., xn puntos de E tales que 1.2. Compacidad 17 E ⊂ ⋃ni=0B(xi, α). Pero como para todo j con 1 ≤ j ≤ n existe ij ∈ I tal que B(xj , α) ⊂ Uij se concluye que E ⊂ ⋃n j=0 Uij , por lo tanto E es compacto. � Corolario 1.2.2 Todo espacio métrico compacto es separable. Prueba. Sea (E, dE) un espacio métrico compacto. Para todo n ∈ N la unión ⋃ x∈E B ( x, 11+n ) es un recubrimiento abierto de E del cual se puede ex- traer un subrecubrimiento finito ⋃Nn k=1 B ( xk,n, 1 1+n ) . El conjunto {xk,n : k ∈ {0, ..., Nn}, n ∈ N} es entonces un conjunto denso numerable de E. � Cuando X = R disponemos de la caracterización siguiente para los conjuntos compactos. Generalizaremos este resultado con el Teorema 1.4.2. Teorema 1.2.4 (Heine) 9 Sea A un subconjunto de R. Las proposiciones si- guientes son equivalentes: 1) A es compacto si y solo si A es cerrado y acotado, 2) A es relativamente compacto si y solo si A es acotado. Demostración. Supongamos que A es compacto. Por el corolario 1.2.1 A es cerrado y solo debemos verificar que A es acotado. Puesto que A ⊂ ∪x∈A]x − 1, x+ 1[ existe un subconjunto finito B de A tal que A ⊂ ∪x∈B]x− 1, x+ 1[ y esto implica que A es acotado. Si suponemos ahora que A es cerrado y acotado vemos que existe un intervalo I = [a, b] con −∞ < a < b < +∞ tal que A ⊂ I. No es dif́ıcil ver que I es compacto y dado que A es cerrado, entonces por la Proposición 1.2.2 tenemos que A es compacto. Para el segundo punto empezamos suponiendo que A es relativamente com- pacto, es decir que A es compacto y por las ĺıneas precedentes A es acotado, puesto que A ⊂ A se tiene que A es acotado. Si A es acotado se tiene que A es cerrado y acotado, por lo tanto A es relati- vamente compacto. � Veamos una aplicación de este teorema con un par de resultados en donde estudiamos las diferentes propiedades que poseen las funciones definidas sobre un espacio compacto. Estos resultados serán muy utilizados en la construcción de medidas y en la demostración de teoremas importantes explicitados en los caṕıtulos siguientes. Proposición 1.2.6 Sea X un espacio compacto, sea Y un espacio topológico y sea f : X −→ Y una función continua. Entonces f(X) es un compacto de Y . Prueba. Sea(Ui)i∈I un recubrimiento abierto de f(X). Puesto que f es conti- nua se tiene que (f−1(Ui))i∈I es un recubrimiento abierto de X ; pero dado que X es compacto, existe un subconjunto finito J ⊂ I tal que X ⊂ ⋃i∈J f−1(Ui) y por lo tanto f(X) ⊂ ⋃i∈J Ui; es decir que f(X) es compacto. � 9Eduard Heine (1821-1881), matemático alemán. 18 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Teorema 1.2.5 Sea X un espacio compacto y sea f : X −→ R una función continua. Entonces la función f es acotada y sus cotas son alcanzadas. Demostración. Sabemos por la proposición anterior que f(X) es un compac- to de R, es decir que es cerrado y acotado lo que muestra que la función f es acotada. Sean ahora m = ı́nf x∈X f(x) y M = sup x∈X f(x). Por definición m y M son puntos de adherencia del conjunto f(X), pero al ser este conjunto cerrado se tiene m,M ∈ f(X) lo que termina la demostración. � Este teorema tiene como aplicación el teorema de Rolle, ver el Ejercicio 1.5. Volvamos por un instante a la noción de normalidad que en el caso de los espacio métricos toma la siguiente formulación: Proposición 1.2.7 Sean F,G dos conjuntos cerrados disjuntos de un espacio métrico compacto (E, dE). Entonces F y G están positivamente separados: dE(F,G) = ı́nf x∈F,y∈G d(x, y) > 0. Más generalmente, se tiene esta propiedad si (E, dE) es un espacio métrico cualquiera y F es cerrado y G es compacto. Prueba. Tenemos que dE(F,G) = ı́nf x∈G ϕ(x) en donde la aplicación ϕ(x) = dE(x, F ) es continua y positiva sobre el compacto G. Por el Teorema 1.2.5 esta función posee un mı́nimo m > 0 y entonces dE(F,G) = m > 0. � Terminamos esta sección con un resultado de continuidad uniforme de las funciones definidas sobre espacios métricos compactos. Proposición 1.2.8 Sean (E, dE) un espacio métrico compacto y (F, dF ) un espacio métrico. Entonces toda aplicación continua f : E −→ F es uniforme- mente continua. Prueba. Sean (xn)n∈N y (yn)n∈N dos sucesiones definidas sobre E tales que dE(xn, yn) −→ n→+∞ 0. Dado que el espacio métrico E es compacto, existe una subsucesión (xnk )k∈N que converge hacia un punto x y por lo tanto ynk −→ x si k → +∞. Puesto que f es una función continua, se obtiene que dF (f(xnk), f(ynk)) −→ dF (f(x), f(y)) = 0. Para terminar la demostración basta utilizar la Proposición 1.1.3. � 1.2.3. Espacios localmente compactos La noción de compacidad proporciona como hemos visto una gran canti- dad de resultados muy importantes en topoloǵıa pero es un concepto bastante restrictivo. Los espacios topológicos más utilizados no son necesariamente com- pactos de manera que los resultados anteriores no son directamente aplicables y esto hace que la noción de compacidad local sea interesante. Limitaremos nues- tra exposición a dos resultados que serán utilizados en los caṕıtulos siguientes. 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet 19 Definición 1.2.7 (Espacio localmente compacto) Un espacio topológico se- parado es localmente compacto si cada uno de sus puntos posee una vecindad compacta. La recta real es un espacio localmente compacto pues para todo punto x ∈ R el intervalo [x−1, x+1] es una vecindad compacta. Evidentemente todo conjunto compacto es localmente compacto pero no se tiene la rećıproca, por ejemplo el espacio eucĺıdeo Rn es localmente compacto pero no es un espacio compacto. Otro ejemplo de espacio localmente compacto está dado por el conjunto Z dotado de la topoloǵıa discreta. He aqúı el primer enunciado: Proposición 1.2.9 Sea X un espacio topológico separado localmente compac- to, sea x ∈ X y sea U una vecindad abierta de x. Entonces x posee una vecindad abierta cuya cerradura es compacta que está contenida en la vecindad U . Prueba. Puesto que X es localmente compacto, existe una vecindad abierta de x que notaremosW cuya cerradura es compacta. Reemplazando W por W ∩U nos aseguramos que W está contenido en U y podemos suponer sin pérdida de generalidad que W ⊂ U . Debemos verificar ahora que la cerradura de W no se extiende afuera de U . Para ello utilizamos la Proposición 1.2.4 para escojer dos conjuntos abiertos disjuntos V1 y V2 que separan los conjuntos compactos {x} y W \W respectivamente. La cerradura de V1 ∩W es entonces compacta y está contenida en W y por lo tanto está contenida en U . Se deduce de esto que V1 ∩W es la vecindad abierta de x que se buscaba. � Proposición 1.2.10 Sean X un espacio separado localmente compacto, K un subconjunto compacto de X y U un subconjunto abierto de X que contiene K. Entonces existe un conjunto abierto V de X cuya cerradura es compacta y tal que K ⊂ V ⊂ V ⊂ U . Prueba. La proposición anterior implica que cada punto de K posee una ve- cindad cuya cerradura es compacta y que está contenida en U y, puesto que K es compacto, se tiene que una colección finita de tales vecindades recubre K. Notamos entonces V la unión de los conjuntos de esta colección finita y aśı obtenemos el conjunto V buscado. � 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet La gran mayoŕıa de espacios funcionales, como ciertos espacios de Lebesgue y de Lorentz o los espacios de funciones generalizadas también llamados espa- cios de distribuciones o los espacios de Banach que estudiaremos en la Sección 1.4 de este caṕıtulo, son espacios vectoriales topológicos localmente convexos. Dado que todos estos espacios comparten esta misma estructura, es impor- tante precisar aqúı algunos resultados y propiedades relativas a los espacios vectoriales localmente convexos. Recordamos entonces en el primer párrafo a continuación algunas definiciones generales, mientras que en las Secciones 1.3.2 y 1.3.3 detallamos la estructura de este tipo de espacios. 20 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach 1.3.1. Preliminares Antes de estudiar las nociones de semi-norma y de espacios definidos por una familia de semi-normas, presentamos aqúı la estructura de base que está dada por la noción de espacio vectorial topológico. Definición 1.3.1 (E.v.) Un conjunto E es un espacio vectorial sobre un cuer- po K si se tienen las siguientes condiciones: 1) E es un grupo conmutativo notado aditivamente (E,+), 2) Se dispone de una multiplicación escalar tal que para todo elemento de x ∈ E y para todo elemento α ∈ K se le asocia un elemento de E notado αx. Esta multiplicación escalar verifica: a) (∀α ∈ K), (∀x, y ∈ E): α(x+ y) = αx+ αy, b) (∀α, β ∈ K), (∀x ∈ E): (α+ β)x = αx + βx, c) (∀α, β ∈ K), (∀x ∈ E): (αβ)x = α(βx), d) (∀x ∈ E): 1x = x en donde 1 es el elemento neutro del cuerpo K. En todo este libro consideraremos únicamente espacios vectoriales sobre el cuer- po de los reales R o sobre el cuerpo de los números complejos C, cada uno de ellos dotado de su estructura topológica usual. Notación: Escribiremos K para designar R o C cuando las diferencias en- tre estos dos conjuntos sean irrelevantes para nosotros. El lector está invitado a verificar que en estos casos se puede intercambiar estos dos conjuntos sin ningún problema. Reservaremos las letras griegas para designar los elementos del cuerpo K mientras que las letras latinas representarán los elementos del espacio E. El elemento cero de E, es decir el elemento unidad para el grupo abeliano (E,+), y el número cero serán notados por el mismo śımbolo 0, lo que no causa mayor inconveniente puesto que 0x = (α − α)x = αx − αx = 0. De la misma forma, el elemento inverso de un vector x será notado −x. Los elementos x1, ..., xn de E son linealmente independientes si la ecuación n∑ i=1 αixi = 0 implica αi = 0 para todo i = 1, ..., n. Estos elementos serán lineal- mente dependientes si esta ecuación es verificada con al menos un coeficiente αi diferente de cero. Un subconjunto A de un espacio vectorial E es un subespacio vectorial si para todo x, y ∈ A y para todo α, β ∈ K se tiene αx + βy ∈ A. El conjunto A es entonces un espacio vectorial sobre el mismo cuerpo de escalares que E. La compatibilidad entre la estructurade espacio vectorial y la estructura de espacio topológico está dada por la siguiente definición. 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet 21 Definición 1.3.2 (E.v.t.) Un espacio vectorial topólogico (E, T ) es un espa- cio vectorial y al mismo tiempo un espacio topológico tal que las dos aplicaciones ϕ1 : E × E −→ E y ϕ2 : K× E −→ E (x, y) 7−→ x+ y (α, x) 7−→ αx, son continuas. Decimos entonces que las estructuras de espacio vectorial y de espacio topológico son compatibles. El espacio vectorial eucĺıdeo Rn dotado de su topoloǵıa usual es un ejemplo de espacio vectorial topológico. Sin embargo, observamos que la estructura de e.v.t. depende de la topoloǵıa escogida. En efecto, si E 6= {0} es un e.v., la topoloǵıa gruesa es una topoloǵıa de espacio vectorial topológico mientras que la topoloǵıa discreta no lo es: en este caso, si x 6= 0 la aplicación ϕ2 : α 7−→ αx de K en E no es continua pues {0} es una vecindad del vector 0 ∈ E pero ϕ−12 (0) = {0} no es una vecindad de 0 en K. Una consecuencia inmediata de esta definición es que la aplicación traslación definida para un vector τ ∈ E por ψτ : x ∈ E 7−→ τ + x ∈ E, es un homeomorfismo de E sobre E. Se deduce en particular que el conjunto de abiertos y el conjunto de cerrados en un espacio vectorial topológico son invariantes por traslación. 1.3.2. Semi-normas La noción de semi-norma y de espacio semi-normado aparecerán muy rápida- mente al presentar los espacios de Lebesgue en el Caṕıtulo 4. Como el adjetivo semi parece indicarlo, las propiedades y estructuras que se obtienen en este caso no son suficientemente satisfactorias para nuestras necesidades como lo veremos posteriormente. Es por eso que de ser posible - lo cual no siempre lo es y esto justifica ampliamente la presentación de este concepto - se tratará de fortalecer esta noción por medio de argumentos técnicos que explicitaremos a su debido tiempo. Definición 1.3.3 (semi-norma) Sea E un K-espacio vectorial y notemos x un elemento de E. Una semi-norma es una función p : E −→ [0,+∞[ que verifica las propiedades: (SN.1) Propiedad homogénea: p(αx) = |α|p(x) para todo α ∈ K, (SN.2) Desigualdad triangular: p(x+ y) ≤ p(x) + p(y) para todo x, y ∈ E. La dupla (E, p) se denomina espacio semi-normado. De esta definición se deducen inmediatamente las dos propiedades siguientes: Proposición 1.3.1 Una semi-norma p verifica: 1) p(0) = 0, 2) |p(x)− p(y)| ≤ p(x+ y), en particular p(x) ≥ 0. 22 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Prueba. Tenemos fácilmente p(0x) = 0 p(x) = 0 lo que demuestra el primer punto. Para el segundo punto, por la desigualdad triangular se tiene p(x) ≤ p(x + y) + p(y) y p(y) ≤ p(x + y) + p(x) lo que nos permite concluir; puesto que se tiene simultáneamente p(x)− p(y) ≤ p(x+ y) y p(y)− p(x) ≤ p(x+ y), lo que nos da |p(x)− p(y)| ≤ p(x+ y). � Es muy importante observar que para una semi-norma no se tiene la rećıproca del primer punto de la Proposición 1.3.1 como lo muestra el ejemplo a conti- nuación. Consideremos pues el espacio C∞([0, 1]) formado por las funciones reales infinitamente derivables. La linealidad de este espacio está dada por las operaciones usuales sobre funciones, es decir: (f + g)(x) = f(x) + g(x), (αf)(x) = αf(x), α ∈ R. (1.13) Definimos una semi-norma sobre este espacio escribiendo, para algún k ≥ 1: pk(f) = sup x∈[0,1] ∣ ∣ ∣f (k)(x) ∣ ∣ ∣ , (1.14) en donde f (k)(x) = d k dxk f(x). La verificación de las propiedades (SN.1) y (SN.2) son sencillas y dejadas al lector. Para mostrar que no se tiene la rećıproca de la primera propiedad observemos que para todos los polinomios de grado inferior o igual a k − 1 se tiene pk(f) = 0. Esto implica en particular que una semi- norma no separa los puntos (en este caso no podemos distinguir dos polinomios de grado mayor que k) y éste es su principal inconveniente. Notemos que un espacio semi-normado (E, p) puede ser dotado de una topo- loǵıa no separada considerando como conjuntos abiertos las semi-bolasBr,p(x) = {y ∈ E : p(x− y) < r}, no nos demoraremos en este aspecto pues lo que desea- mos es construir una topoloǵıa separada. Esto será realizado en las ĺıneas a continuación. 1.3.3. Espacios definidos por familias de semi-normas En esta sección vamos a considerar una familia de semi-normas que nos permitirán dotar en ciertos casos de una estructura métrica a los espacios lo- calmente convexos (Definición 1.3.5). Veremos posteriormente cómo utilizar todo este formalismo en el marco de los espacios funcionales en los caṕıtulos siguientes, mientras tanto es necesario definir algunos conceptos importantes. Definición 1.3.4 Sea (E, p) un espacio semi-normado. Diremos que un sub- conjunto A de E es 1) convexo, si para todo x, y ∈ A y 0 < α < 1 se tiene αx + (1− α)y ∈ A, 2) equilibrado, si para todo x ∈ A y |α| ≤ 1 se tiene αx ∈ A, 3) absorbente, si para todo x ∈ E existe un α > 0 tal que α−1x ∈ A. 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet 23 Un ejemplo de conjunto convexo, equilibrado y absorbente está dado por la semi-bola Br,p(0) = {x ∈ E : p(x) < r}. (1.15) En efecto, los puntos 2) y 3) se deducen de la homogeneidad de la semi-norma p, mientras que el primer punto se deduce fácilmente combinando la desigual- dad triangular junto con la homogeneidad. En virtud de la definición de conjunto convexo, no es dif́ıcil percatarse que la intersección de una familia cualquiera de conjuntos convexos es convexa. Esta particularidad es una caracteŕıstica muy útil de los conjuntos convexos como lo veremos muy pronto. Definición 1.3.5 (E.t.l.c.) Un espacio vectorial topológico (E, T ) es llamado un espacio vectorial topológico localmente convexo, o más sencillamente un espacio localmente convexo, si cada uno de sus conjuntos abiertos que contiene el vector 0 contiene un abierto convexo, equilibrado y absorbente. En análisis funcional, los espacios localmente convexos son sin duda los ejem- plos más importantes de espacios vectoriales y tendremos la oportunidad de presentar muchos ejemplos10 de este tipo de espacios en las ĺıneas a continua- ción. Es importante notar que en muchos casos no es posible caracterizar un es- pacio funcional con una condición caracterizada por una sola semi-norma y es indispensable considerar una familia infinita de tales semi-normas. Por ejemplo, no es posible presentar toda la riqueza del espacio C∞([0, 1]) solamente con la fórmula (1.14) y es interesante ver qué topoloǵıa puede hacer que este espacio tenga una estructura de espacio localmente convexo. A partir de una familia de semi-normas vamos a presentar cómo dotar un espacio vectorial E de una topoloǵıa que hace de este espacio un espacio vecto- rial topológico localmente convexo. Puesto que estamos interesados en obtener una topoloǵıa separada necesitaremos el siguiente axioma de separación. Definición 1.3.6 (Axioma de separación) Sea (pi)i∈I una familia de semi- normas definidas sobre un K-espacio vectorial E. Diremos que esta familia sa- tisface el axioma de separación si para todo x 6= 0, existe una semi-norma pij de la familia (pi)i∈I tal que pij (x) 6= 0. Empecemos ahora la descripción de esta topoloǵıa. Sean pues E un espacio vectorial y (pi)i∈I una familia de semi-normas que verifica el axioma de sepa- ración. Fijemos un sistema finito de semi-normas pi1 , ..., pin y un sistema de n números positivos ε1, ..., εn. Definimos el conjunto U = {x ∈ E : pik(x) < εk, k = 1, ..., n}. (1.16) 10El lector podrá verificar sin problema que el espacio eucĺıdeo dotado de su métrica usual es un espacio vectorial localmente convexo. 24 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Este conjunto U es convexo, equilibrado y absorbente. Definimos este conjunto como una vecindad del vector 0 de E y definimos una vecindad de cualquier vector x de E por traslación: Ox = x+ U = {y ∈ E : y = x+ u, u ∈ U}. (1.17) Nótese que tanto el conjunto U como el conjunto Ox dependendel sistema de semi-normas escogido y de los reales fijados. Diremos que un subconjunto V de E es abierto si para cada punto x de V existe un sistema finito de semi-normas pi1 , ..., pin y un sistema de n números positivos ε1, ..., εn tales que Ox ⊂ V . Proposición 1.3.2 La familia de tales subconjuntos V notada TV define una topoloǵıa separada sobre el espacio vectorial E. Prueba. Mostramos primero que el conjunto V0 = {x ∈ E : pi(x) < r} es abierto. Para ello consideremos un punto x0 ∈ V0 tal que pi(x0) = α < r. Tenemos entonces que la vecindad de x0 determinada por x0+U con U = {x ∈ E : pi(x) < 2 −1(r − α)} está contenida en V0. Por lo tanto, para todo punto x0 ∈ E existe un abierto x0+V0 que contiene x0. Es entonces evidente que por la definición de conjuntos abiertos que la unión de abiertos y la intersección finita de abiertos es también abierta lo que determina una topoloǵıa sobre E. Nos queda por demostrar que esta topoloǵıa es separada. Por la definición (1.17) de vecindad de un punto general, es suficiente estudiar el caso x1 = 0 y x2 6= 0. Puesto que la familia de semi-normas verifica el axioma de separación, escogemos una semi-norma pij tal que pij (x2) = α > 0. Entonces, el conjunto V1 = {x ∈ E : pij (x) < α/2} es abierto y además x1 = 0 ∈ V1. Definimos V2 = x2 + V1 y debemos verificar que estos dos conjuntos abiertos no tienen intersección común. Supongamos que existe un punto y ∈ V1 ∩ V2. Si y ∈ V2 entonces y = x2+z para algún z ∈ V1. Tenemos por lo tanto pij (y) ≥ pij (x2)− pij (z) ≥ α − 2−1α = α/2. Esto contradice la desigualdad pij (y) < α/2 que se deduce del hecho y ∈ V1, lo que termina la demostración. � Proposición 1.3.3 Dotado de la topoloǵıa descrita anteriormente, el espacio (E, TV ) es un espacio vectorial topológico separado y cada semi-norma pi es una función continua sobre E. Prueba. Empecemos por la aplicación ϕ1 : (x, y) 7−→ x + y y estudiemos su continuidad en el punto (x0, y0). Sea i0 ∈ I un ı́ndice y sea V = {z ∈ E : pi0(z− (x0 + y0)) < r} una vecindad del punto ϕ1(x0, y0) = x0 + y0. Definimos U = {x ∈ E : pi0(x − x0) < r/2} y W = {y ∈ E : pi0(y − y0) < r/2} dos vecindades de x0 y y0 respectivamente, entonces para todo x ∈ U y todo y ∈ W tenemos que ϕ1(x, y) = x+ y ∈ V . En efecto, pi0((x+ y)− (x0 + y0)) ≤ pi0(x− x0) + pi0(y − y0) < r/2 + r/2 = r; de donde se deduce la continuidad de la aplicación ϕ1. Estudiemos ahora la aplicación ϕ2 : (α, x) 7−→ αx en el punto (α0, x0). Simi- larmente, sea i0 ∈ I un ı́ndice y consideremos V = {z ∈ E : pi0(z −α0x0) < r} 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet 25 una vecindad del punto ϕ2(α0, x0) = α0x0. Sean U = {α ∈ K : |α− α0| < ε} y W = {x ∈ E : pi0(x− x0) < δ} dos vecindades de α0 y x0 respectivamente. Si fijamos δ < r2|α0| y ε < r 2(pi0 (x0)+δ) , tenemos para todo α ∈ U y todo x ∈ W que ϕ2(α, x) = αx ∈ V . En efecto: pi0(αx − α0x0) ≤ |α− α0|pi0(x) + |α0|pi0(x− x0) < εpi0(x) + |α0|δ < r pi0(x) 2(pi0(x0) + δ) + r 2 < r, puesto que pi0(x − x0) < δ implica pi0(x) < pi0(x0) + δ. Deducimos entonces que la aplicación ϕ2 : (α, x) 7−→ αx es continua. Finalmente, la continuidad de las semi-normas pi en el punto x0 está dada por la estimación |pi(x)− pi(x0)| ≤ pi(x− x0) puesto que las vecindades están justamente definidas por estas semi-normas. � Se tiene entonces por estas dos proposiciones que el espacio (E, TV ) es un espacio vectorial topológico localmente convexo separado. Como vemos, una vez que se dispone de una familia de semi-normas defini- das sobre un espacio E que verifican el axioma de separación, obtenemos una topoloǵıa cuyos abiertos son caracterizados por semi-bolas de la forma (1.16) y (1.17) y podemos ahora caracterizar la continuidad de las funciones utilizando estas semi-normas. Definición 1.3.7 Sean (E, (pi)i∈I) y (F, (qj)j∈J ) dos espacios localmente con- vexos dotados de familias de semi-normas que verifican el axioma de separa- ción. Si f : E −→ F es una función, diremos que f es continua en el punto x ∈ E si (∀qj , j ∈ J)(∀ε > 0)(∃pi, i ∈ I)(∃α > 0) (∀y ∈ E) pi(y − x) ≤ α =⇒ qj(f(y)− f(x)) ≤ ε. Demos una definición adicional cuya utilidad aparecerá con el Teorema 1.3.1 y vamos a ver cómo obtener semi-normas de una manera muy natural. Definición 1.3.8 (Funcional de Minkowski) 11 Sea E un K-espacio vec- torial topológico localmente convexo. A todo conjunto B convexo, equilibrado y absorbente que contiene el elemento cero se le asocia la funcional de Minkowski pB(x) = ı́nf λ>0 {λ−1x ∈ B}. (1.18) Proposición 1.3.4 La funcional de Minkowski es una semi-norma sobre el espacio E. Además, si notamos B la familia de todos los conjuntos convexos, equilibrados y absorbentes que contiene el elemento cero y si consideramos la familia de semi-normas (pB)B∈B entonces la topoloǵıa determinada por esta familia de semi-normas es separada. 11Hermann Minkowski (1864-1909), matemático alemán. 26 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Prueba. Mostremos que para todo x, y ∈ E se tiene pB(x+y) ≤ pB(x)+pB(y). Por definición de pB se tiene que x pB(x)+ε , ypB(y)+ε ∈ B para todo ε > 0, luego, por la convexidad de la semi-bola (1.15), podemos escribir pB(x) + ε pB(x) + pB(y) + 2ε × x pB(x) + ε + pB(y) + ε pB(x) + pB(y) + 2ε × y pB(y) + ε ∈ B, es decir x+ y pB(x) + pB(y) + 2ε ∈ B. Se tiene entonces la estimación pB(x + y) = ı́nf λ>0 {λ−1(x + y) ∈ B} ≤ pB(x) + pB(y) + 2ε para todo ε > 0 lo que implica la subaditividad de la funcional pB. Sea ahora α ∈ K, dado que la semi-bola B es equilibrada y absorbente se verifica sin problema la igualdad pB(αx) = |α|pB(x). Conclúımos entonces que la funcional de Minkowski es una semi-norma sobre E. Para ver que la topoloǵıa es separada fijemos x 6= 0, existe entonces una base (ei)i∈I de E tal que para algún i0 se tenga ei0 = x. Definimos entonces el conjunto A = {y ∈ E : y =∑i∈I |αi|ei} con |αi| < 1. Se verifica sin problema que este conjunto es convexo, equilibrado y absorbente y por lo tanto A ∈ B pero x /∈ A. � Con las Proposiciones 1.3.2, 1.3.3 y 1.3.4 hemos demostrado el teorema a continuación: Teorema 1.3.1 Un espacio vectorial E dotado de una topoloǵıa determinada por una familia de semi-normas (pi)i∈I que satisface el axioma de separación es un espacio localmente convexo separado en donde cada semi-norma pi es continua. Rećıprocamente, un espacio vectorial topológico localmente convexo es un espacio vectorial topológico separado cuya topoloǵıa está determinada por la familia de semi-normas definidas por la funcional de Minkowski (1.18) de los conjuntos abiertos, convexos, equilibrados y absorbentes de E. El hecho de disponer de una estructura de espacio topológico separado a partir de una familia de semi-normas que satisfacen el axioma de separación es de por śı un hecho interesante; pero no es suficiente para nuestros fines. Para dotar estos espacios de una métrica necesitaremos una restricción adi- cional sobre la familia de semi-normas (pi)i∈I explicitada por la proposición siguiente. Proposición 1.3.5 Sea (E, (pi)i∈I) un espacio vectorial topológico localmente convexo separado. Las dos propiedades siguientes son equivalentes: 1) El espacio E es metrizable, 2) La topoloǵıa de E puede ser definida por una familia numerable de semi- normas. Rogamos al lector ver una demostración de este hecho en [5] o [35]. Esta propiedad nos proporciona de forma natural la siguiente definición. 1.3. Espacios localmente convexos y espacios de Fréchet 27 Definición 1.3.9 (E.l.c.m.) Un espacio vectorial localmente convexo metri- zable es un espacio vectorial localmente convexo E dotado de una familia nu- merable de semi-normas (pk)k∈N que satisfacen el axioma de separación. Si además este espacio está dotado de una distancia d, diremos que esta distancia es invariante por traslación si para todo x, y, z ∈ E se tiene d(x+ z, y + z) = d(x, y). (1.19) Nótese que esta condición es equivalente a d(x− y, 0) = d(x, y). Esta definición no nos indicacómo construir una distancia pero el resultado a continuación y su demostración nos explicitan la distancia con la cual se puede dotar estos espacios. Teorema 1.3.2 Sea (E, (pk)k∈N) un espacio vectorial topológico localmente convexo metrizable. Existe entonces una distancia definida sobre E invarian- te por translación que determina la misma estructura topológica y tal que sus bolas sean convexas. Esta distancia está definida por d(x, y) = sup k∈N dk(x, y), (1.20) en donde12 dk(x, y) = ı́nf { pk(x− y); 2−k } . Demostración. Los dos primeros primeros axiomas (D.1) y (D.2) de distan- cia no son dif́ıciles de verificar y quedan al cargo del lector. La desigualdad triangular se deduce de las consideraciones siguientes: ı́nf { pk(x− y); 2−k } ≤ ı́nf { pk(x − z) + pk(y − z); 2−k } ≤ ı́nf { pk(x − z); 2−k } + ı́nf { pk(y − z); 2−k } , es decir d(x, y) = sup k∈N dk(x, y) ≤ sup k∈N dk(x, z) + sup k∈N dk(y, z) = d(x, z) + d(y, z). Obtenemos pues que la fórmula (1.20) determina una distancia sobre el espa- cio topológico localmente convexo metrizable (E, (pk)k∈N). Pasemos ahora al estudio de las propiedades de esta distancia. La invariancia por traslación está trivialmente dada por la identidad dk(x+ z, y + z) = ı́nf { pk(x− y); 2−k } = dk(x, y), válida para todo x, y, z ∈ E y todo k ∈ N. Por esta invariancia por traslación, es suficiente estudiar la convexidad de las bolas centradas en el origen. Sea pues la bola Bk,r = {x ∈ E : dk(x, 0) < r} y verifiquemos que es un conjunto convexo. Para ello observamos que, para todo k ≥ 0, si r ≥ 2−k tenemos que Bk,r = E y, si r ≤ 2−k, entonces la bola Bk,r está formada por los puntos x ∈ E tales que pk(x) < r; de forma que en cualquiera de estos dos casos el conjunto 12El lector observará que la sucesión αk = 2 −k puede ser reemplazada por cualquier otra sucesión (αk)k∈N tal que αk −→ k→+∞ 0. 28 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Bk,r es convexo. Para terminar, notamos que la bola métrica B(0, r) = {x ∈ E : d(x, 0) < r} es igual a la intersección ⋂k∈N Bk,r y por ser intersección de conjuntos convexos es convexa. Debemos ahora mostrar que la topoloǵıa determinada por las bolas abiertas asociadas a la distancia d definida anteriormente es la misma que la topoloǵıa dada por la familia de semi-normas (pk)k∈N. Sea B(0, r) con r > 0 una bola métrica, entonces el conjunto I = {k ∈ N : r ≤ 2−k} es finito de forma que B(0, r) = ⋂k∈I Bk,r es una vecindad abierta del origen. Si ahora j ∈ N es tal que r < 2−j, entonces para todo x ∈ B(0, r) se tiene que pj(x) < r es decir que x pertenece a la semi-bola Bpj (0, r). Lo que termina la demostración pues la topoloǵıa determinada por la familia de semi-normas coincide con la topoloǵıa definida por la distancia (1.20). � Existen evidentemente otras formas de construir distancias a partir de una familia de semi-normas: el principal interés de la fórmula (1.20) está dado por el hecho que sus bolas son convexas lo cual es una propiedad muy agradable. No- temos que existen distancias, definidas a partir de una familia de semi-normas, cuyas bolas no son necesariamente convexas. Ver por ejemplo el Ejercicio 1.8. Una vez que tenemos a nuestra disposición una distancia, todas las definicio- nes y propiedades de la Sección 1.1 tienen sentido en el marco de los espacios localmente convexos metrizables. Sin embargo, a pesar de todas las propiedades expuestas, la distancia (1.20) presenta un inconveniente: no verifica la importante propiedad de homogenei- dad siguiente d(αx, αy) = |α|d(f, g), (1.21) y a veces es mucho más conveniente caracterizar algunas nociones en términos de semi-normas. Tenemos aśı la proposición siguiente: Proposición 1.3.6 Sea (E, (pk)k∈N) un espacio localmente convexo metrizable dotado con la distancia d(x, y) = sup k∈N { ı́nf ( pk(x− y), 2−k )} . 1) Una sucesión (xn)n∈N converge hacia x en el sentido de esta distancia si y solo si para todo k ∈ N se tiene ĺım n→+∞ pk(xn − x) = 0. 2) Una sucesión (xn)n∈N de elementos de E es de Cauchy para esta distancia si y solo si para todo k ∈ N: ĺım n,m→+∞ pk(xn − xm) = 0. Prueba. La verificación no es complicada y es dejada al lector (ver el Ejer- cicio 1.7). � Los espacios localmente convexos metrizables, dotados de una distancia de tipo (1.20) y que son completos para esta distancia, juegan un rol determinante en el análisis funcional y reciben el nombre siguiente: 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 29 Definición 1.3.10 (Espacio de Fréchet) 13 Un espacio de Fréchet es un espacio localmente convexo metrizable completo para la estructura de espacio métrico. Los espacios de Fréchet que estudiaremos en los próximos caṕıtulos son espacios funcionales que están generalmente definidos como un conjunto de funciones que verifican algunas propiedades importantes caracterizadas por una familia de semi-normas. Demos un ejemplo. Sea otra vez el espacio C∞([0, 1]) definido en la página 22 y consideremos la familia de semi-normas (pk)k∈N determinada por pk(f) = sup x∈[0,1] ∣ ∣ ∣f (k)(x) ∣ ∣ ∣ . Tenemos entonces que el espacio (C∞([0, 1]), (pk)k∈N) es un espacio de Fréchet. En efecto, si (fn)n∈N es una sucesión de Cauchy, tenemos que ĺım m,n→+∞ pk(fm− fn) = 0 para todo k lo que implica sup x∈[0,1] ∣ ∣ ∣f (k)m (x)− f (k)n (x) ∣ ∣ ∣ = 0. La sucesión (f (k) n )n∈N es entonces una sucesión de Cauchy para la convergencia uniforme y tiende uniformemente hacia un ĺımite f (k). Dado que fn converge uniformemente hacia f y puesto que las derivadas f (k) n son continuas y convergen uniformemente hacia funciones f (k), entonces la función f es de clase C1([0, 1]) y las derivadas del ĺımite son el ĺımite de las derivadas. Repitiendo este proceso a las derivadas sucesivas de f obtenemos que la convergencia uniforme de las funciones f (k) n hacia f (k) expresa precisamente que pk(fn − f) −→ n→+∞ 0 para todo k ∈ N. Estudiaremos más propiedades de los espacios de Fréchet en el Volumen 2. Resumimos los principales resultados de esta sección diciendo que cuando un espacio es caracterizado por una infinidad de condiciones, reflejada por una familia numerable de semi-normas, obtenemos un espacio de Fréchet. Si por el contrario una sola condición es suficiente se tiene un espacio de Banach que será definido y estudiado en la sección siguiente. 1.4. Espacios normados y espacios de Banach El estudio de los espacios de Banach es indispensable para comprender co- rrectamente las importantes propiedades de los espacios funcionales y de los espacios de aplicaciones lineales definidas sobre ellos. Después de dar las defi- niciones necesarias y algunos ejemplos esenciales, expondremos en los párrafos siguientes algunas caraceŕısticas -elementales pero importantes- de los espacios 13Maurice Fréchet (1878-1973), matemático francés. 30 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach que disponen de la estructura de espacio normado y de espacio de Banach. El material expuesto a continuación no es más que una pequeña introducción que nos permitirá estudiar con comodidad los cuatro primeros caṕıtulos. Hemos reservado por motivos pedagógicos los teoremas más importantes de la teoŕıa de los espacios de Banach al Volumen 2 en donde serán inmediatamente aplicados al estudio de los espacios funcionales. 1.4.1. Definiciones Dos conceptos son presentados: la noción de norma y de espacio normado asociado y la noción de espacio de Banach que permite caracterizar de forma precisa la convergencia de las sucesiones. Definición 1.4.1 (norma) Sea E un K-espacio vectorial topológico y note- mos x un elemento de E. Una norma es una función ‖ · ‖E : E −→ [0,+∞[ que verifica las propiedades: (N.1) Separabilidad: ‖x‖E = 0 ⇐⇒ x = 0, (N.2) Homogeneidad: ‖αx‖E = |α|‖x‖E para todo α ∈ K, (N.3) Desigualdad triangular: ‖x+ y‖E ≤ ‖x‖E + ‖y‖E para todo x, y ∈ E. Notaremos a los espacios vectoriales normados (E, ‖ · ‖E). Observación 1.4 Todo espacio normadoes un espacio localmente convexo metrizable. Además, un espacio localmente convexo metrizable caracterizado por una sola semi-norma es un espacio normado. En efecto, las propiedades de semi-normas nos proporcionan las condiciones (N.2) y (N.3) mientras que el axioma de separación aplicado a la única semi-norma nos da la condición de separabilidad (N.1). Gracias a esta observación, disponemos de todas las propiedades de los espacios localmente convexos metrizables explicitadas anteriormente para este tipo de espacios. En particular notamos que todos los espacios normados están natu- ralmente dotados de una estructura de espacio métrico definida por la siguiente distancia invariante por traslación: d(x, y) = ‖x− y‖E. (1.22) Decimos entonces que esta distancia está inducida por la norma ‖ · ‖E . Verifi- quemos rápidamente sus propiedades elementales. La invariancia por traslación se verifica fácilmente pues se tiene para todo x, y, z ∈ E d(x+ z, y + z) = ‖x+ z − y − z‖E = ‖x− y‖E = d(x, y). La simetŕıa de esta distancia es evidente puesto que d(x, y) = ‖x− y‖E = ‖y− x‖E = d(y, x), la separabilidad está dada por (N.1) mientras que la desigualdad triangular se deduce escribiendo d(x, y) = ‖x−y‖E = ‖x−z+z−y‖E ≤ ‖x−z‖E+‖z−y‖E = d(x, z)+d(y, z). 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 31 Obsérvese además que se tiene la propiedad de homogeneidad válida para todo α ∈ K y todo x, y ∈ E: d(αx, αy) = |α|d(x, y). Notamos también que la topoloǵıa de espacio normado está totalmente deter- minada por las bolas abiertas definidas por la expresión B(x, r) = {y ∈ E : ‖x− y‖E < r}. (1.23) Diremos aśı mismo que una tal topoloǵıa está inducida por la norma ‖ · ‖E . Paralelamente a la Definición 1.1.5 tenemos Definición 1.4.2 Sean (E, ‖ · ‖E) y (F, ‖ · ‖F ) dos espacios normados. El es- pacio producto E × F dotado de la aplicación ‖(x, y)‖E×F = ( ‖x‖2E + ‖y‖2F )1/2 , (1.24) es un espacio vectorial normado. La estructura de espacio vectorial es evidentemente compatible con la topoloǵıa inducida por la norma en el sentido siguiente. Proposición 1.4.1 Sea (E, ‖ ·‖E) un espacio vectorial normado. Entonces las aplicaciones ϕ1 : E × E −→ E y ϕ2 : K× E −→ E (x, y) 7−→ x+ y (α, x) 7−→ αx, son continuas aśı como la aplicación x 7−→ ‖x‖E. Prueba. La demostración de estos hechos no es más que la reescritura de la Proposición 1.3.3 con una sola semi-norma. Sin embargo, para la mayor comodidad del lector, vamos a verificar que la primera aplicación ϕ1 es continua utilizando las notaciones expuestas en esta sección. Empecemos dotando el espacio producto E × E con la norma ‖(x, y)‖E×E = ( ‖x‖2E + ‖y‖2E )1/2 . Tenemos entonces la mayoración ‖ϕ1(x, y)− ϕ1(x0, y0)‖E = ‖(x+ y)− (x0 + y0)‖E ≤ √ 2 ( ‖x− x0‖2E + ‖y − y0‖2E )1/2 , lo que muestra que esta aplicación es lipschitziana y por lo tanto continua. � Tendremos la oportunidad de estudiar en los caṕıtulos posteriores muchos ejemplos de espacios normados, nos limitamos aqúı a los cuatro ejemplos si- guientes, que son ejemplos totalmente clásicos. (i) El cuerpo de los números reales R estará siempre dotado de su norma eucĺıdea usual notada | · | aśı como de la topoloǵıa inducida por esta norma. 32 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach (ii) En Rn podemos definir varias normas de la siguiente manera: ‖x‖1 = n∑ i=1 |xi|, ‖x‖p = ( n∑ i=1 |xi|p )1/p (1 < p < +∞), ‖x‖∞ = máx 1≤i≤n |xi|. (1.25) (iii) Similarmente, el cuerpo de los números complejos estará dotado de su norma usual determinada por | · | : C −→ [0,+∞[ (1.26) x = a+ ib 7−→ |x| = √ a2 + b2. (iv) Si (E, dE) es un espacio métrico, definimos B(E,R) como el conjunto de todas las funciones acotadas definidas sobre E a valores en R. Es un espacio vectorial con las operaciones usuales sobre las funciones dadas en (1.13) y podemos dotarlo de una estructura de espacio vectorial normado con la norma ‖f‖∞ = sup x∈E |f(x)|. (1.27) En efecto, empezamos por la homogeneidad de esta expresión que no causa mayor dificultad pues ‖αf‖∞ = sup x∈E |αf(x)| = |α|sup x∈E |f(x)| = |α|‖f‖∞. Luego vemos sin problema que ‖f‖ = 0 implica f(x) = 0 para todo x ∈ E de donde se deduce la propiedad de separabilidad y finalmente la desigualdad triangular se obtiene escribiendo ‖f + g‖∞ = sup x∈E |(f + g)(x)| ≤ sup x∈E (|f(x)| + |g(x)|) ≤ sup x∈E |f(x)|+ sup x∈E |g(x)| = ‖f‖∞ + ‖g‖∞. Pasemos al estudio de la convergencia en los espacios normados retomando al- gunas definiciones. Sea (E, ‖ · ‖E) un espacio normado y (xn)n∈N una sucesión de elementos de E. Diremos que la sucesión (xn)n∈N converge en el sentido de la norma ‖ · ‖E hacia un punto x ∈ E si (∀ε > 0)(∃N ∈ N) ∀n ≥ N =⇒ ‖xn − x‖E ≤ ε, lo que notaremos ĺım n→+∞ ‖xn − x‖E = 0. (1.28) Escribiremos entonces ĺım n→+∞ xn = x y diremos que la sucesión (xn)n∈N conver- ge fuertemente hacia x. El adjetivo fuerte está introducido para diferenciar la 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 33 convergencia débil que será estudiada posteriormente. Diremos además que una sucesión (xn)n∈N es de Cauchy en el sentido de la norma ‖ · ‖E si (∀ε > 0)(∃N ∈ N)(∀n,m ≥ N) : ‖xn − xm‖E ≤ ε. Finalmente, diremos que una sucesión (xn)n∈N es acotada si sup n∈N ‖xn‖E < +∞. El siguiente resultado nos indica algunas relaciones entre los conceptos que acabamos de definir. Proposición 1.4.2 Sea (E, ‖·‖E) un espacio normado. Entonces toda sucesión convergente es de Cauchy y toda sucesión de Cauchy es acotada. Además, si (xn)n∈N es una sucesión de Cauchy que admite una subsucesión convergente hacia un punto x, entonces (xn)n∈N converge hacia x. Prueba. Sea (xn)n∈N una sucesión que converge hacia un punto x ∈ E. Por la desigualdad triangular tenemos la estimación ‖xn − xm‖E ≤ ‖xn − x‖E + ‖xm − x‖E , lo que implica que toda sucesión convergente es de Cauchy. Sea ahora (xn)n∈N una sucesión de Cauchy; existen entonces dos enteros n,m ≥ N tales que ‖xn − xm‖E ≤ 1. Luego, por la desigualdad triangular se obtiene para todo m ≥ N que ‖xm‖E ≤ 1 + ‖xN‖E . Es decir: sup j∈N ‖xj‖E ≤ máx{‖x0‖E, ..., ‖xN−1‖E , ‖xN‖E + 1}. Finalmente, sea (xϕ(n))n∈N una subsucesión de (xn)n∈N. Puesto que se tiene ‖xn − x‖E ≤ ‖xϕ(n) − x‖E + ‖xϕ(n) − xn‖E, como xϕ(n) converge hacia x y (xn)n∈N es una sucesión de Cauchy, se obtiene la convergencia de la sucesión (xn)n∈N hacia x lo que termina la demostración. � El siguiente resultado nos indica bajo qué condiciones un espacio vectorial puede ser dotado de una norma y será muy utilizado cuando deseemos com- probar que un espacio no es normable. Teorema 1.4.1 (Condición de normabilidad) Un espacio vectorial topológi- co es normable si y solo si su origen admite una vecindad convexa acotada. Rogamos al lector ver su demostración en [26]. Finalmente, el resultado a continuación nos proporciona una caracterización de los espacios normados localmente compactos y corresponde a una generali- zación del Teorema 1.2.4. 34 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Teorema 1.4.2 (F. Riesz) 14 Sea E un espacio vectorial normado. Las pro- piedades siguientes son equivalentes. 1) E es de dimensión finita, 2) E es localmente compacto, 3) B = {x ∈ E : ‖x‖E ≤ 1} es un conjunto compacto, 4) B = {x ∈ E : ‖x‖E < 1} es un conjunto precompacto. En particular, si dimE = +∞, ningún punto de E posee una vecindad com- pacta. Rogamos al lector ver la demostración de este importante teorema en el Volumen 2. Con esto hemos terminado nuestra presentación de los espacios vectoriales normados. Presentamos ahora una de las definiciones más importantes de este caṕıtulo. Definición 1.4.3 (Espacio de Banach) 15 Un espacio vectorial normado (E, ‖ · ‖E) es un espacio de Banach si es completo para la distancia inducida por la norma ‖ · ‖E. Salvo mención expĺıcita de lo contrario, cada espacio de Banach estará dotado de la topoloǵıa inducida por la norma ‖ · ‖E . Por esta definición vemos que todo espacio de Banach es un espacio de Fréchetaunque no se tiene necesariamente la rećıproca. Además no todos los espacios vectoriales normados son completos y para ilustrarlo tenemos aqúı el ejemplo siguiente: sea C0([0, 1],R) el conjunto de las funciones continuas a valores reales definidas sobre el intervalo [0, 1] que dotamos con la norma ‖f‖ = ∫ 1 0 |f(x)|dx. Verificar que la anterior cantidad define una norma es un ejercicio simple y es dejado al lector. Se tiene entonces que (C0([0, 1]), ‖ · ‖) es un espacio normado. Sin embargo, este espacio no es completo. Para verificar este hecho considera- mos la sucesión: fn(x) = 1 si x ≤ 12 , 1 2n+ 1− nx si 12 < x ≤ 12 + 1n , 0 si x > 12 + 1 n . No es dif́ıcil darse cuenta que esta sucesión es de Cauchy pero que no converge hacia una función continua. Observemos sin embargo que todos los ejemplos dados en la página 31 son espacios de Banach puesto que son espacios completos para las normas exhi- bidas. Si bien los tres primeros espacios son ejemplos clásicos, el último está tratado en el párrafo a continuación. 14Frigyes Riesz (1880-1956), matemático húngaro. 15Stefan Banach (1892-1945), matemático polaco. 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 35 1.4.2. Tres ejemplos clásicos Exponemos aqúı tres espacios de Banach que serán de constante uso en todo este libro y que tienen la particularidad de estar dotados con la misma norma. En todo este párrafo, E representa un espacio métrico. A) Espacio de funciones acotadas B(E,R) Ya hemos visto en la página 32 que este espacio dotado de la norma ‖f‖∞ = sup x∈E |f(x)| es un espacio normado de manera que sólo debemos verificar que este espacio es completo. Sea pues (fn)n∈N una sucesión de Cauchy de funciones del espacio B(E,R), entonces (∀ε > 0)(∃N ∈ N : ∀p, q ≥ N) =⇒ sup x∈E |fp(x) − fq(x)| < ε. Si fijamos un punto x0 ∈ E tenemos |fp(x0)− fq(x0)| ≤ sup x∈E |fp(x)− fq(x)| < ε lo que implica que la sucesión (fn(x0))n∈N es una sucesión de Cauchy en R y por lo tanto converge hacia un elemento de R que notaremos f(x0). Hemos entonces definido una aplicación f : E −→ R y debemos verificar que esta función es acotada. Sea ε > 0, existe un N tal que para todo p, q ≥ N se tenga |fp(x) − fq(x)| < ε para todo x ∈ E. Para un x0 fijo podemos hacer tender q → +∞ en esta estimación y con la continuidad de la aplicación | · | obtenemos la desigualdad |fp(x0) − f(x0)| < ε. Puesto que la función fp es acotada, el conjunto fp(E) está contenido en una bola de centro y y de radio ρ. La estimación |y − f(x0)| ≤ |y − f(x0)|+ |fp(x0)− f(x0)|, muestra entonces que el conjunto f(E) está contenido en una bola de centro y y de radio ρ+ ε de donde se deduce que la función f es acotada y por lo tanto pertenece al conjunto B(E,R). Solo nos queda por demostrar que la sucesión (fn)n∈N tiende hacia f para n −→ +∞. Para ε > 0 y para un entero p fijado de la misma forma que anteriormente se tiene |fn(x) − f(x)| < ε para todo x ∈ E y para todo n ≥ p lo que muestra que ‖fn − f‖∞ < ε y se obtiene la convergencia en el sentido de la norma ‖ · ‖∞. Concluimos por lo tanto que el espacio es B(E,R) un espacio de Banach. B) Espacio de funciones continuas y acotadas C0a(E,R) Este espacio es un subconjunto del anterior y si lo dotamos con la norma ‖f‖∞ = sup x∈E |f(x)| obtenemos un espacio de Banach. La demostración sigue básicamente las mismas ĺıneas expuestas en el párrafo anterior. Obtenemos en particular que toda sucesión de Cauchy de funciones de C0a(E,R) converge hacia una función acotada, de manera que solo nos queda por verificar que la función ĺımite es continua lo que se obtiene puesto que la convergencia en norma ‖ · ‖∞ es la convergencia uniforme. 36 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach C) Espacio de funciones continuas definidas sobre un compacto C0(K,R) Aqúı suponemos que K es un subconjunto compacto de un espacio métrico E. Este ejemplo no es más que un caso muy particular del anterior. La su- tilidad se encuentra en que no exigimos de forma expĺıcita que las funciones sean acotadas. Sin embargo, al estar estas funciones (que son todas continuas) definidas sobre un conjunto compacto K obtenemos por el Teorema 1.2.5 que son acotadas. Observación 1.5 Dado que la convergencia en la norma ‖ · ‖∞ corresponde exactamente con la noción de convergencia uniforme se suele denominar esta norma y la topoloǵıa asociada como la norma (y topoloǵıa) de la convergencia uniforme. Observación 1.6 Todas las propiedades presentadas aqúı de estos tres espa- cios se conservan si en vez de considerar como espacio de llegada el conjunto R se toma el conjunto C. 1.4.3. Propiedades básicas Un espacio de Banach debe ser considerado con una cierta cantidad de pro- piedades agradables. En esta sección expondremos las caracteŕısticas más ele- mentales reservando al Volumen 2 las propiedades de las aplicaciones lineales definidas sobre espacios de Banach. Más precisamente estudiaremos las nocio- nes de series convergentes y de series normalmente convergentes que permiten dar un criterio de completitud para los espacios de Banach. Definición 1.4.4 (Convergencia, convergencia normal) Sea (E, ‖·‖E) un espacio vectorial normado y sea (xn)n∈N una sucesión en E. Para todo k ∈ N construimos la serie o suma parcial de la sucesión escribiendo Sk = k∑ n=0 xn. 1. Diremos que la serie de término general xn converge hacia S ∈ E, en el sentido de la norma ‖ · ‖E, si la sucesión (Sk)k∈N converge hacia S ∈ E: ĺım k→+∞ ‖S − Sk‖E = 0. En este caso el vector S es la suma de la serie y escribimos S = +∞∑ n=0 xn. 2. Diremos además que una serie de término general xn es normalmente convergente o absolutamente convergente si +∞∑ n=0 ‖xn‖E < +∞. 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 37 Observación 1.7 La noción de serie en un espacio vectorial normado se rela- ciona con la noción de sucesión en el sentido siguiente: una sucesión (xn)n∈N es convergente de ĺımite x si y solo si la serie x0+(x1−x0)+ ...+(xn−xn−1)+ ... es convergente de suma x. Como nos lo indica el teorema a continuación, la noción de convergencia normal permite caracterizar la completitud de los espacios normados. Teorema 1.4.3 Sea (E, ‖ · ‖E) un espacio vectorial normado. Entonces: 1) si E es un espacio de Banach, toda serie normalmente convergente es convergente y se tiene ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ +∞∑ n=0 xn ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ +∞∑ n=0 ‖xn‖E. (1.29) 2) rećıprocamente, si E es tal que toda serie normalmente convergente es convergente, entonces es un espacio de Banach. Demostración. Veamos el primer punto. Dado que la serie de término general xn converge normalmente, la sucesión de números reales αk = k∑ n=0 ‖xn‖E es de Cauchy en R. Es decir que para todo ε > 0 existe un entero N0 ∈ N tal que (∀p, q ≥ N0) =⇒ |αp − αq| ≤ ε. Podemos suponer sin pérdida de generalidad que q > p. Se deduce entonces de esta estimación anterior que ‖xp+1‖E + · · ·+ ‖xq‖E ≤ ε para todo q > p ≥ N0 y esto implica que la sucesión Sk = k∑ n=0 xn es de Cauchy en E puesto que se tiene la mayoración ‖Sp − Sq‖E = ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ q ∑ n=p+1 xn ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ q ∑ n=p+1 ‖xn‖E ≤ ε. Observando que el espacio E es completo se concluye sin problema que la sucesión (Sk)k∈N es convergente. La desigualdad (1.29) se deduce del hecho que para todo k ∈ N se tiene ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ k∑ n=0 xn ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ k∑ n=0 ‖xn‖E . Para el segundo punto debemos verificar que toda sucesión de Cauchy es convergente. Fijamos pues (xn)n∈N una sucesión de Cauchy en E. Entonces para todo entero k existe un nk ∈ N tal que (p, q ≥ nk) =⇒ ‖xp − xq‖E ≤ 1 2k . 38 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Podemos suponer que la sucesión nk es creciente y esto nos permite considerar la serie xn0 + (xn1 − xn0) + (xn2 − xn1) + · · · (1.30) Observamos que la suma de las normas ‖xn0‖E + ‖xn1 − xn0‖E + ‖xn2 − xn1‖E + · · · es mayorada por la serie convergente ‖xn0‖E + +∞∑ k=0 2−k y por lo tanto esta suma converge. Entonces, por hipótesis,la serie definida por (1.30) converge. Sin embargo, puesto que SN = xn0 + N∑ k=0 (xnk+1 − xnk) = xnN+1 obtenemos que la sucesión (xnk )k∈N es convergente. Hemos mostrado que la sucesión de Cauchy (xn)n∈N admite una subsucesión convergente (xnk)k∈N y es por lo tanto convergente. Esto implica que el espacio E es completo. � Nos interesamos ahora en el comportamiento de una serie si modificamos el orden de sus términos. Esto significa que si tenemos una serie x0+x1+...+xn+... y si consideramos una biyección ϕ : n 7−→ ϕ(x) de N en N, entonces queremos estudiar la convergencia de la nueva serie xϕ(0) + xϕ(1) + ...+ xϕ(n) + .... Proposición 1.4.3 Sea E un espacio de Banach y sea (xn)n∈N una sucesión de elementos de E. Si la serie +∞∑ n=0 xn converge en E y si la serie de las nor- mas +∞∑ n=0 ‖xn‖E converge, entonces una modificación de los términos de la serie inicial no altera la convergencia de la serie ni su suma. Prueba. Sea S la suma de la serie. Tenemos que para todo ε > 0 existe m ∈ N tal que ∑ n>m ‖xn‖E ≤ ε/2. Existe además un entero m0 tal que el conjunto de enteros {ϕ(0), ϕ(1), ..., ϕ(m0)} contiene el conjunto {0, 1, ...,m}, por lo tanto la suma parcial xϕ(0) + xϕ(1) + ...xϕ(m0) es igual a la suma x0 + x1 + ...+ xm a la cual añadimos un número finito de términos cuyos ı́ndices son todos > m. En particular la suma de estos términos residuales tiene una norma mayorada por ε/2. Entonces, para todo n0 > m0 tenemos ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ n0∑ n=0 xϕ(n) − m∑ n=0 xn ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ ε 2 . Como además tenemos ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ m∑ n=0 xn − S ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E = ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ ∑ n>m xn ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ ∑ n>m ‖xn‖E ≤ ε 2 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 39 podemos afirmar que para todo n0 > m0 ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ n0∑ n=0 xϕ(n) − S ∥ ∥ ∥ ∥ ∥ E ≤ ε; lo que muestra que la serie modificada es convergente y de misma suma S. � Terminamos esta seción observando que de la misma forma que se pueden comparar distancias, podemos comparar dos normas lo cual tiene algunas con- secuencias agradables. En efecto, si dos normas determinan una misma estruc- tura, podremos escoger la que presenta una mayor comodidad de utilización. Definición 1.4.5 (Normas equivalentes) Dos normas ‖·‖1 y ‖·‖2 definidas sobre E son equivalentes si existe una constante C > 0 tal que C−1‖x‖1 ≤ ‖x‖2 ≤ C‖x‖1, (1.31) para todo x ∈ E. Notación: Si ‖ · ‖1 y ‖ · ‖2 son dos normas definidas sobre un mismo espacio E, escribiremos ‖ · ‖1 ≃ ‖ · ‖2 para designar su equivalencia. El lector no ignora que sobre un espacio vectorial de dimensión finita, todas las normas son equivalentes16. Por ejemplo todas las normas definidas en (1.25) son equivalentes pero esto deja de ser válido si la dimensión es infinita como lo muestra el Ejercicio 1.9. Obsérvese finalmente que todas las propiedades anunciadas anteriormente (convergencia, completitud, convergencia normal, etc.) son invariantes si se reemplaza la norma inicial por otra equivalente. 1.4.4. Equicontinuidad y teorema de Ascoli-Arzelá En esta última sección estamos interesados en estudiar las partes compactas del espacio C0(K,K) formado por las funciones continuas definidas sobre un es- pacio métrico compacto K a valores en K. Dado que este espacio es un espacio de Banach de dimensión infinita, sabemos por el Teorema de Riesz 1.4.2 que las partes cerradas y acotadas no son suficientes para identificar los subconjuntos compactos. Para llevar a cabo esta identificación, será necesario introducir algunos con- ceptos con las Definiciones 1.4.6 y 1.4.7 que serán directamente utilizados en el teorema de Ascoli-Arzelá que caracteriza las partes relativamente compactas del espacio C0(K,K). Demos dos definiciones importantes. 16Teorema de Riesz - 1918, ver una demostración en Volumen 2. 40 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Definición 1.4.6 (Equicontinuidad) Sea (fn)n∈N una familia de funciones definidas sobre un espacio métrico compacto (K, d) a valores en K. Esta familia es equicontinua si (∀ε > 0)(∀x ∈ K)(∃δ > 0)(∀n ∈ N)(∀y ∈ K) : d(x, y) ≤ δ =⇒ |fn(x) − fn(y)| ≤ ε. Definición 1.4.7 (Compacidad puntual) Sea (K, d) un espacio métrico com- pacto, decimos que una parte A de C0(K,K) es puntualmente compacta (relati- vamente puntualmente compacta) si para todo x ∈ K, el conjunto {f(x), f ∈ A} es compacto (relativamente compacto) en K. Podemos ahora enunciar el siguiente teorema que nos proporciona condiciones necesarias y suficientes para caracterizar los conjuntos relativamente compactos del espacio C0(K,K). Teorema 1.4.4 (Ascoli-Arzelá) 17 Sean (K, d) un espacio métrico compacto y C0(K,K) el espacio de Banach formado de funciones continuas dotado de la norma ‖f‖∞ = sup x∈K |f(x)|. Una parte A de C0(K,K) es relativamente compacta si y solo si es equicontinua y puntualmente relativamente compacta. Observación 1.8 Este teorema puede enunciarse de la siguiente manera: una familia de funciones continuas es relativamente compacta si y solo si podemos controlar uniformemente sus valores y sus oscilaciones. Demostración. Empecemos suponiendo que la parte A es relativamente com- pacta y mostremos que es equicontinua y puntualmente relativamente compac- ta. Sea f ∈ A, como f es continua y definida sobre un compacto entonces su imagen es compacta. Como esto es válido para toda función f ∈ A, se obtiene entonces que A es puntualmente relativamente compacta. Verifiquemos que esta parte es equicontinua. Sea pues ε > 0 un real, como A es un conjunto compacto podemos encontrar una familia (fi)1≤i≤k de elemen- tos de A tal que A ⊂ ⋃ki=1B(fi, ε/3). Sea f un elemento de A. Buscamos un real δ independiente de f ∈ A tal que para todo x, y ∈ E que verifican dE(x, y) ≤ δ se tenga |f(x) − f(y)| ≤ ε. Por la desigualdad triangular se tiene, para todo 1 ≤ i ≤ k: |f(x) − f(y)| ≤ |f(x)− fi(x)|+ |fi(x)− fi(y)|+ |fi(y)− f(x)|. Como f es un elemento de A y que A puede ser recubierto por bolas de radio ε/3 y de centro fi, podemos encontrar j ∈ {1, ..., k} tal que f ∈ B(fj , ε). Utilizamos entonces la desigualdad anterior en el caso i = j para mostrar que |f(x)− f(y)| ≤ ε 3 + |fj(x)− fj(y)|+ ε 3 . 17Giuilo Ascoli (1843-1896) y Cesare Arzelá (1847-1912), matemáticos italianos. 1.4. Espacios normados y espacios de Banach 41 Las aplicaciones (fi)1≤i≤k son uniformemente continuas sobre E puesto que son continuas sobre un compacto (por la Proposición 1.2.8), entonces, para todo x, y ∈ E podemos encontrar un real δi tal que dE(x, y) ≤ δi =⇒ |fi(x) − fi(y)| ≤ ε/3. Definimos ahora δ = ı́nf1≤i≤k δi de forma que si dE(x, y) ≤ δ se tiene |fi(x)− fi(y)| ≤ ε/3. Esta desigualdad sigue siendo válida si i = j lo que nos demuestra que |f(x)− f(y)| ≤ ε. Hemos por lo tanto demostrado que la familia A es equicontinua. Supongamos ahora que la familia A es equicontinua, puntualmente relati- vamente compacta y demostremos que A es compacto. Es decir que de toda sucesión (fn)n∈N de A se puede extraer una subsucesión que converge unifor- memente sobre K hacia una función f ∈ C0(K,K). Como el espacio (K, d) es un espacio métrico compacto, por el corolario 1.2.2 es separable y existe un conjunto D = (xk)k∈N denso en K. Para todo k ∈ N, la sucesión (fn(xk))n∈N está en un compacto Ak de K, de modo que la sucesión de las restricciones ( fn|D ) n∈N puede ser vista como una sucesión del espacio com- pacto metrizable ∏ k∈NAk. Podemos entonces extraer una subsucesión (fnl)l∈N que converge puntualmente sobre D por el teorema de Tychonov. Estudiemos ahora la convergencia de esta subsucesión en un punto arbitrario de x ∈ K. Por hipótesis la adherencia en K de {f(x), f ∈ A} es compacta, es decir cerrada y acotada y por lo tanto completa. Entonces, para que esta sub- sucesión (fnl)l∈N tenga un ĺımite f(x) ∈ K, basta verificar que esta subsucesión es de Cauchy. Sea para ello ε > 0 un real. Como la parte A es equicontinua, sabemos que para δ > 0 suficientemente pequeño se tiene (∀x, y ∈ K)(∀l ∈ N) d(x, y) ≤ δ =⇒ |fnl(x) − fnl(y)| ≤ ε/3. Comoel conjunto D es denso en K, tomamos xk ∈ D tal que d(x, xk) ≤ δ. Como la sucesión (fnl(xk))l∈N converge enK, es de Cauchy y se puede encontrar un entero Nε,k tal que (∀l, p ≥ Nε,k) : |fnl(xk)− fnp(xk)| ≤ ε. Hacemos ahora la mayoración siguiente: |fnl(x)− fnp(x)| ≤ |fnl(x)− fnp(xk)|+ |fnl(xk)− fnp(xk)|+ |fnp(xk)− fnp(x)| ≤ ε 3 + ε 3 + ε 3 , es decir, para todo l, p ≥ Nε,k se tiene que |fnl(x) − fnp(x)| ≤ ε. Obtenemos entonces que la subsucesión (fnl(x))l∈N converge en K para todo x ∈ K y no- tamos f(x) su ĺımite. 42 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach Solo nos queda por ver que la convergencia de fnl hacia f es uniforme con respecto a x ∈ K. Entonces, para un ε > 0 fijado y utilizando las notaciones anteriores, sabemos que existe un entero M tal que K ⊂ ⋃Mk=0B(xk, δ) pues K es un espacio métrico compacto. Tomamos entonces Mε = máx k∈{0,...,M} Nε,k y obtenemos (∀l, p ≥Mε)(∀x ∈ K) : |fnl(x) − fnp(x)| ≤ ε. Al pasar al ĺımite p→ +∞ obtenemos (∀l ≥ Nε) : ‖fnl − f‖∞ ≤ ε, es decir que la subsucesión (fnl)l∈N converge uniformemente hacia f ∈ C0(K,K) lo que termina la demostración. � Vamos a terminar este caṕıtulo con un ejemplo de aplicación del teorema que acabamos de demostrar. Sabemos por el teorema de Riesz 1.4.2 que la bola unidad del espacio C0([0, 1],R) no es compacta pues es un espacio de dimensión infinita. Esta bola es sin embargo un conjunto cerrado y acotado pero no es un conjunto equi-continuo. Más precisamente, vamos a ver en las ĺıneas a continuación que la sucesión de funciones fn(x) = x n sobre [0, 1] no es equicontinua en el punto x = 1. En efecto, en el caso de serlo tendŕıamos que: (∀ε > 0)(∃δ > 0)(∀n ∈ N)(∀y ∈ [0, 1]) : |1− y| ≤ δ =⇒ |1− yn| ≤ ε. Sea ε = e−12e (e = exp(1)) y sea N ∈ N tal que 1/N ≤ δ. Entonces para todo n ≥ N , el punto z = 1− 1/n verifica 0 ≤ 1− z ≤ δ y debeŕıamos tener (∀n ≤ N) 0 ≤ 1− (1 − 1/n)n ≤ e− 1 2e , pero en el ĺımite, cuando n→ +∞, lo que obtenemos es la desigualdad e− 1 e ≤ e− 1 2e , lo que es contradictorio. Conclúımos que esta sucesión de funciones no es equi- continua. 1.5. Ejercicios Ejercicio 1.1 El objetivo de este ejercicio es el de mostrar que la condición de Lipschitz implica la continuidad uniforme que a su vez implica la continuidad simple, pero que no se tienen las rećıprocas. 1. Verificar que la condición de Lipschitz implica la continuidad uniforme que a su vez implica la continuidad simple. 2. Mostrar que la función f : R −→ R determinada por f(x) = x2 es continua sobre R pero no es uniformemente continua. 1.5. Ejercicios 43 3. Mostrar que la función f : [0,+∞[−→ R determinada por f(x) = √x es uniformemente continua pero no es lipschitziana. Ejercicio 1.2 (Continuidad de las proyecciones canónicas) Aplicamos aqúı los resultados del ejercicio anterior a un tipo muy especial de funciones. Con- sideremos los espacios normados (Rn, ‖ · ‖1) y (R, | · |). Definimos las funciones proyecciones canónicas πi para todo i = 1, ..., n por πi : R n −→ R x = (x1, ..., xn) 7−→ πi(x1, ..., xn) = xi. Mostrar que estas funciones son continuas. ¿Son funciones Lipschitzianas? Ejercicio 1.3 La equivalencia uniforme entre dos distancias es una propiedad muy fuerte. Existe una variante más débil que estudiamos en este ejercicio. Sea E un espacio métrico dotado de dos distancias d1 y d2. Decimos que d1 y d2 son topológicamente equivalentes si la aplicación identidad IdE es un homeomorfismo de (E, d1) sobre (E, d2). 1. Sea E =]0, 1[ y d1(x, y) = |x− y| una distancia sobre E. Definimos d2 : E × E −→ [0,+∞[ (x, y) 7−→ d2(x, y) = ∣ ∣ ∣ ∣ 1 x − 1 y ∣ ∣ ∣ ∣ . a) Mostrar que se tiene la desigualdad d1(x, y) ≤ d2(x, y). b) Utilizando la pregunta anterior, muestre que IdE es una biyección lipschitziana de (E, d2) en (E, d1). c) Sea F = [1,+∞[ un espacio métrico dotado de la distancia d(x, y) = |x− y|. Mostrar que las aplicaciones f : E −→ F y g : F −→ E x 7−→ f(x) = 1x t 7−→ g(t) = 1t , son biyecciones. d) Mostrar que la aplicación f es una biyección continua de (E, d1) sobre (F, d). e) Mostrar que para todos los elementos x, y ∈ F se tiene la identidad d2(g(x), g(y)) = d(x, y) y mostrar que g es una biyección continua de (F, d) sobre (E, d2). f) Calcule g◦f y concluya que IdE es una biyección continua de (E, d1) sobre (E, d2). Es decir que d1 y d2 son topológicamente equivalentes. 2. Sea (un)n≥1 una sucesión de puntos de E tal que un = 1/n. a) Mostrar que d1(un, un+1) = 1 n(n+1) . b) Calcular d2(un, un+1). 44 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach c) Sea ε > 0 un real. Nótese que para todo ε existe un entero N tal que, para todo n ≥ N se tenga 1n(n+1) < ε. Muestre que para todo n ≥ N se tiene d1(un, un+1) < ε y que d2(un, un+1) = 1. d) ¿Es la aplicación IdE : (E, d1) −→ (E, d2) una aplicación unifor- memente continua? e) ¿Qué puede decir sobre las distancias d1 y d2? ¿Son uniformemente equivalentes? Ejercicio 1.4 El interés de este ejercicio está en dar caracterizaciones equi- valentes del concepto de compacidad. Sea (Ai)i∈I una familia de subconjuntos cerrados de un espacio topológico X. Decimos que una familia posee la propiedad de la intersección finita si para todo subconjunto finito J de I se tiene ⋂ i∈J Ai 6= ∅. 1. Mostrar que si X es compacto, entonces toda familia de cerrados con la propiedad de la intersección finita tiene una intersección no vaćıa. 2. Sea (An)n∈N una sucesión decreciente no vaćıa de cerrados de un espacio compacto X. Mostrar entonces que se tiene ⋂ n∈NAn 6= ∅. Esta última propiedad es muy útil en la práctica. 3. Si (Bn)n∈N es una sucesión decreciente de cerrados de intersección vaćıa, mostrar que los conjuntos Bn son todos vaćıos a partir de un ı́ndice n suficientemente grande. Ejercicio 1.5 (Teorema de Rolle) 18 En este ejercicio estudiamos una apli- cación del Teorema 1.2.5. Sean −∞ < a < b < +∞ dos números reales y sea f : [a, b] −→ R una función continua sobre [a, b] y derivable sobre ]a, b[. Si f(a) = f(b) mostrar que existe un punto c ∈]a, b[ tal que f ′(c) = 0. Ejercicio 1.6 (Teorema de Dini) Sea X un espacio compacto y (fn)n∈N una sucesión de funciones continuas definidas sobre X a valores en R. Su- ponemos que esta sucesión es creciente y que la sucesión converge simplemente hacia f . Mostrar que (fn)n∈N converge uniformemente hacia f . Este resultado es interesante porque, en el marco de un conjunto compac- to, las hipótesis de crecimiento y de convergencia simple de una sucesión de funciones implican la convergencia uniforme. Ejercicio 1.7 Demostrar la Proposición 1.3.6. Verificar para ello que ĺım n→+∞ d(xn, x) = ĺım n→+∞ sup k∈N { ı́nf ( pk(xn − x), 2−k )} = 0 ⇐⇒ (∀k ∈ N) ĺım n→+∞ pk(xn − x) = 0. 18Michel Rolle (1652-1719), matemático francés. 1.5. Ejercicios 45 Ejercicio 1.8 Consideremos el espacio C0(R,R) de funciones continuas a va- lores reales. Definimos sobre este espacio una familia de aplicaciones (pn)n≥1 de la siguiente forma: pn(f) = sup |x|≤n |f(x)|. 1. Verificar que para todo n ≥ 1 las aplicaciones pn son semi-normas. 2. A partir de esta familia (pn)n≥1 construimos la función: d(f, g) = +∞∑ n=1 2−n pn(f − g) 1 + pn(f − g) . (1.32) Mostrar que esta función determina una distancia sobre el espacio C0(R,R) invariante por traslación. 3. Mostrar que si se reemplaza la sucesión (2−n)n≥1 en (1.32) por otra su- cesión (αn)n≥1 tal que ∑ n≥1 αn < +∞ entonces se obtiene una nueva dis- tancia que es equivalente a (1.32). 4. Mostrar que el espacio C0(R,R) dotado de la distancia (1.32) es un es- pacio de Fréchet. 5. Mostrar que para todo ε ∈]0, 1/2[, existen dos funciones f, g ∈ C0(R,R) tales que f, g ∈ B(0, ε) pero tales que h = (f + g)/2 /∈ B(0, ε). Indicación: considerar f(x) = αmáx(0; 1−|x|) y g(x) = βmáx(0; 1−|x− 2|). Ejercicio 1.9 En este ejercicio mostramos que en un espacio de dimensión infinita, existen normas que no son equivalentes entre śı. Definimos C0([a, b],R) como el conjunto de funciones continuassobre el in- tervalo [a, b] a valores en R. Definimos las tres aplicaciones siguientes ‖ · ‖1 : C0([a, b];R) −→ [0,+∞[ f 7−→ ‖f‖1 = ∫ b a |f(x)|dx. ‖ · ||2 : C0([a, b];R) −→ [0,+∞[ f 7−→ ‖f‖2 = (∫ b a |f(x)|2dx ) 1 2 . ‖ · ‖∞ : C0([a, b];R) −→ [0,+∞[ f 7−→ ‖f‖∞ = sup x∈[a,b] |f(x)|. 46 Caṕıtulo 1. Espacios métricos, normados y de Banach 1. Verificar que en la definición de la aplicación ‖ · ‖∞ se puede reemplazar el supremo por el máximo. 2. Mostrar que las aplicaciones ‖ · ‖i para i = 1, 2,∞ son normas sobre el conjunto C0([a, b]). 3. Demostrar las desigualdades siguientes para toda función f ∈ C0([a, b]) ‖f‖1 ≤ √ b− a‖f‖2 y ‖f‖2 ≤ √ b− a‖f‖∞. 4. Considere la sucesión de funciones definidas por fn(x) = ( x−a b−a )n . a) Muestre que para todo n ∈ N se tiene fn ∈ C0([a, b]). b) Verifique que ‖fn‖1 = b−an+1 . c) Verifique que ‖fn‖2 = √ b−a 2n+1 . d) Verifique que ‖fn‖∞ = 1 para todo n. e) Muestre que ‖fn‖2 −→ n→+∞ 0 pero que no se tiene ‖fn‖∞ −→ n→+∞ 0. 5. Definimos una sucesión de funciones escribiendo gn(x) = n 3 4 fn(x) para todo entero n. Muestre que ‖gn‖1 −→ n→+∞ 0 y ‖gn‖2 ≈ n 1 4 √ b− a 2 . 6. Concluya que ninguna de las normas anteriores son equivalentes entre śı. Ejercicio 1.10 (Espacios ultramétricos) En todo este ejercicio fijamos p un número primo. Para todo entero relativo no nulo x ∈ Z definimos la valua- ción p-ádica de x por γ(x) = máx r∈N {r : pr|x}, en donde hemos notado pr|x para decir que pr divide a x. Para todo número racional x = a/b ∈ Q definimos la valuación p-ádica de x escribiendo γ(x) = γ(a)−γ(b). Utilizaremos además la convención γ(0) = +∞. 1. Mostrar que la valuación p-ádica verifica los puntos siguientes: a) γ(x) = +∞ ⇐⇒ x = 0; b) γ(xy) = γ(x) + γ(y); c) γ(x+ y) ≥ mı́n{γ(x), γ(y)} con igualdad si γ(x) 6= γ(y). 1.5. Ejercicios 47 2. Para todo x ∈ Q definimos la aplicación | · |p : Q −→ [0,+∞[ por |x|p = { p−γ si x 6= 0 p−∞ = 0 si x = 0. Mostrar que esta aplicación es una norma sobre Q, es decir que verifica las tres propiedades siguientes: a) |x|p ≥ 0 y |x|p = 0 ⇐⇒ x = 0, b) |xy|p = |x|p|y|p, c) |x+ y|p ≤ |x|p + |y|p. 3. Mostrar que se tienen las estimaciones |x+y|p ≤ máx{|x|p, |y|p} ≤ |x|p+ |y|p. ¿Bajo qué condición se tiene la igualdad? 4. Definimos a partir de la norma |·|p una distancia con la fórmula d(x, y) = |x− y|p. Verifique que se tiene la desigualdad d(x, y) ≤ máx{d(x, z), d(y, z)}. (1.33) 5. ¿Es esta desigualdad más fuerte o más débil que la desigualdad triangular usual? ¿Qué se puede decir de todo triángulo en este tipo de espacios métricos? Los espacios métricos que verifican la desigualdad (1.33) son llamados espa- cios ultramétricos. 2 Teoŕıa de la medida Aśı como la topoloǵıa nos permite hablar de ĺımites y de continuidad utili- zando el lenguaje de la teoŕıa de conjuntos, la teoŕıa de la medida nos permitirá definir los conjuntos medibles y las funciones medibles utilizando este mismo lenguaje. Más precisamente, el objetivo que nos proponemos aqúı es el de cons- truir, gracias a este formalismo, un criterio que determine qué conjuntos o qué funciones son medibles y qué valor numérico asignar a estas medidas. Nuestra exposición se divide en dos etapas: en este caṕıtulo estudiaremos cómo medir los conjuntos mientras que en el Caṕıtulo 3 nos concentraremos en cómo medir las funciones. Expondremos pues en las ĺıneas siguientes cómo asignar un “peso” o “medida” a los conjuntos basándonos en observaciones naturales y que corresponden, en el caso de R a la noción de longitud, de área para R2 y de volumen1 para R3. Por ejemplo, si nos concentramos en la noción de longitud, la longitud del conjunto vaćıo ∅ debe ser igual a cero y, si [a, b] y [c, d] son dos intervalos disjuntos (con −∞ < a < b < c < d < +∞) de longitud respectiva α y β, es muy natural exigir que la “medida” o longitud de la unión [a, b] ∪ [c, d] sea igual a la suma α + β. Veremos que estas condiciones son el punto de partida para la construcción de funciones aditivas de conjuntos y de medidas generales. La presentación de la teoŕıa de la medida que vamos a exponer en este caṕıtu- lo es clásica y la construcción de medidas se realizará en tres etapas distintas que corresponden a las Secciones 2.1, 2.2 y 2.3. La primera parte consiste en presentar las nociones de base restringiéndose a operaciones finitas, es decir a los conceptos de álgebras de partes de conjuntos y de funciones aditivas de conjuntos. La segunda parte nos muestra cómo generalizar estas nociones anteriores considerando operaciones numerables y ésta particularidad será re- presentada por la letra griega sigma “σ-”: hablaremos entonces de σ-álgebras, σ-aditividad, σ-finitud, etc. Finalmente, la tercera parte presenta un teorema para la construcción de medidas generales. Terminaremos el caṕıtulo con la Sección 2.4 en donde exponemos la construcción de la medida de Lebesgue sobre Rn y algunas de sus propiedades. Observemos para finalizar esta pequeña introducción que algunos detalles de la teoŕıa de la medida serán expuestos en los caṕıtulos siguientes para mayor claridad de la exposición. Aśı por ejemplo las medidas definidas sobre espacios productos serán estudiadas en el Caṕıtulo 3, mientras que el teorema de Radon- Nikodym será demostrado en el Volumen 2. 1En dimensiones superiores, por abuso de lenguaje seguiremos hablando de volumen. 49 50 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 2.1. Álgebras y funciones aditivas de conjuntos Exponemos aqúı las ideas que servirán de base para los desarrollos posteriores concentrándonos en particular en dos objetos llamados álgebra de partes y función aditiva de conjuntos. La principal particularidad de estas nociones es que están restringidas a las operaciones finitas lo cual hace su estudio sencillo y además, como tendremos la oportunidad de ver en las secciones siguientes, las principales caracteŕısticas de estos conceptos se preservan al generalizarlas a las operaciones numerables. Empecemos fijando unas notaciones y recordando algunas nociones con el párrafo siguiente. En el segundo párrafo enunciamos las definiciones más im- portantes aśı como algunos ejemplos que servirán de hilo conductor a medida que desarrollemos nuestra exposición. 2.1.1. Preliminares Si f es una aplicación de X en Y , recordemos que la imagen directa f(A) de un conjunto A ∈ P(X) es el conjunto de puntos y ∈ Y de la forma y = f(x) con x ∈ A, es decir f(A) = {y ∈ Y : y = f(x); x ∈ A}. La imagen rećıproca de B ∈ P(Y ) es el conjunto definido por f−1(B) = {x ∈ X : f(x) ∈ B}. La imagen rećıproca será muy utilizada en las ĺıneas que siguen puesto que respeta las siguientes operaciones de conjuntos, ya sean estas finitas o infinitas: f−1 ( ⋃ i∈I Bi ) = ⋃ i∈I f−1(Bi), f −1 ( ⋂ i∈I Bi ) = ⋂ i∈I f−1(Bi), f−1(Bc) = (f−1(B))c. (2.1) Nótese que por el contrario la imagen directa no verifica en toda generalidad las identidades anteriores a excepción de la primera que concierne la reunión de conjuntos (ver el Ejercicio 2.1). Definición 2.1.1 (Función indicatriz) 2 Sea X un conjunto. Para todo sub- conjunto A de X definimos su función indicatriz como: 1A : X −→ {0, 1} x 7−→ 1A(x) = { 1 si x ∈ A, 0 si x /∈ A. (2.2) Una de las particularidades de esta función es que se tiene la fórmula siguiente: 1A∩B(x) = 1A(x)1B(x), 2También llamada función caracteŕıstica y notada χA. 2.1. Álgebras y funciones aditivas de conjuntos 51 Esto nos induce a considerar la intersección de conjuntos como un producto. En el Ejercicio 2.2 veremos algunas aplicaciones de esta fórmula. Introduzcamos ahora una notación muy cómoda. El conjunto de los números reales aumentado de los śımbolos +∞ y −∞ será notado R o a veces [−∞,+∞] y se lo denomina la recta real completada. Las reglas de cálculo sobre R son las reglas usuales sobre los números reales con las convenciones: para todo x ∈ R se tiene (+∞) + x = +∞ y (−∞) + x = −∞,para todo x ∈]0,+∞[ entonces (+∞)× x = +∞ y (−∞)× x = −∞, para todo x ∈]−∞, 0[ entonces (+∞)× x = −∞ y (−∞)× x = +∞, (+∞)× 0 = 0 y (−∞)× 0 = 0, si x, y, z ∈ R, entonces x+ z = y + z =⇒ x = y si z 6= +∞ y z 6= −∞, (+∞) + (+∞) = +∞ y (−∞) + (−∞) = −∞, (+∞)× (−∞) = (−∞)× (+∞) = −∞. Nótese que la operación (+∞) + (−∞) no está definida y es por lo tanto inde- terminada. Los conjuntos R+ = [0,+∞] y R− = [−∞, 0] suelen ser muy útiles. La impor- tancia del conjunto R+ está ilustrada por el hecho que toda sucesión creciente es convergente. En efecto, sea (xn)n∈N una sucesión creciente de números reales de R+, si esta sucesión es mayorada por un número real positivo, sabemos que converge hacia un elemento de [0,+∞[; en el caso contrario, sabemos que tiende hacia +∞. En consecuencia, la suma de una serie +∞∑ n=0 xn con xn ∈ R+ es siem- pre convergente en R+ puesto que es el ĺımite de la sucesión creciente obtenida a partir de las sumas parciales SN = N∑ n=0 xn. Esta suma es finita si y solo si la serie converge en el sentido usual. Fijemos una última notación. En la recta real R notaremos3 por (a, b), con a ≤ b, los intervalos abiertos, cerrados, semi-abiertos o semi-cerrados, infinitos o no (es decir ]a, b[, [a, b], [a, b[, [a,+∞[ o ]−∞, b]) cuando la naturaleza de sus extremos sea irrelevante para nosotros. 2.1.2. Definiciones y ejemplos elementales En este párrafo comenzamos la descripción de las nociones necesarias para construir medidas en toda generalidad. Tenemos pues una primera definición. 3Atención: en la literatura anglosajona se nota (a, b) el intervalo abierto ]a, b[. 52 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Definición 2.1.2 (Álgebra de partes) Un subconjunto A ⊂ P(X) es una álgebra de partes si: 1) El conjunto vaćıo ∅ y el conjunto X pertenencen a A. 2) A es estable al pasar al complementario: si A ∈ A entonces Ac ∈ A. 3) A es estable por reunión finita y por lo tanto por intersección finita: si A y B pertenencen a A, entonces A ∪B y A ∩B pertenencen a A. Nótese que una álgebra es automáticamente estable por diferencia y por dife- rencia simétrica. En efecto, si A,B ∈ A es suficiente darse cuenta que A \B = A ∩Bc para obtener la estabilidad por diferencia y diferencia simétrica. En el Ejercicio 2.2 explicamos brevemente la terminoloǵıa de álgebra utilizada en la Definición 2.1.2 comparándola con otras estructuras matemáticas. Expongamos un ejemplo muy sencillo. Consideremos el conjuntoX = {0, 1, 2, 3} sobre el cual definimos A1 = {∅, {0, 1}, {2, 3}, X}, A2 = {∅, {0}, {1, 2, 3}, X} y A3 = P(X), el lector no tendrá ninguna dificultad en verificar que estos tres conjuntos son álgebras de partes sobre X . Observamos con esto que, de igual forma que en topoloǵıa, un mismo con- junto puede estar dotado de varias álgebras de partes y que se dispone de una relación de orden dada por la inclusión entre las diferentes álgebras definidas sobre un mismo conjunto. Tenemos aśı, en el ejemplo anterior, que A1,A2 ⊂ A3 pero que A1 6⊂ A2 y A2 6⊂ A1. Demos ahora algunos ejemplos que serán utilizados a lo largo de todo este caṕıtulo. (i) El álgebra más grande, en el sentido de la inclusión, definida sobre un conjunto X es P(X), mientras que la más pequeña contiene solo dos ele- mentos: ∅ y X . Notemos que estos dos extremos suelen ser poco útiles en la práctica. Expondremos en los ejemplos siguientes cómo definir álgebras más adaptadas a nuestras necesidades. (ii) Si X es un conjunto cualquiera, diremos que π es una partición de X si es una familia (Ai)i∈I de partes no vaćıas, dos a dos disjuntas que recubren X . Dada una partición π sobre X , es posible definir una álgebra A considerando los conjuntos A tales que existe J ⊂ I con A = ⋃i∈J Ai. Por ejemplo, dado un conjuntoX y un subconjunto A podemos considerar la partición π = {A,X\A} y obtener el álgebraA = {∅, A,X\A,X}. Si la partición es finita y posee N elementos, el álgebra A tiene 2N elementos. (iii) Consideremos ahora la recta real R. Diremos que un conjunto I pertenece al álgebra A si I se puede escribir como una reunión finita de intervalos de la forma (a, b) con a, b ∈ R. Vemos sin ninguna dificultad que A es efectivamente una álgebra puesto que se tiene R =]−∞,+∞[ y ∅ =]a, a[ y que el complementario de un intervalo (a, b) se escribe como unión finita de intervalos. No es dif́ıcil darse cuenta que todo elemento I de esta álgebra se puede escribir como reunión finita de intervalos disjuntos. 2.1. Álgebras y funciones aditivas de conjuntos 53 Diremos que dos intervalos son separados si su unión no es un intervalo. Esta condición exige que los intervalos sean disjuntos y además prohibe el caso (a, b] y ]b, c) aśı como el caso (a, b[ y [b, c). Se puede ver que todo elemento del álgebra descrita anteriormente se puede expresar de forma única como la unión finita de intervalos dos a dos separados (ver el Ejercicio 2.4). (iv) Decimos que una familia C es estable por intersección si la intersección de dos elementos A y B de C pertenece a C. Sea X un conjunto y C una familia de partes de X estable por intersección que contiene a X y tal que el complementario de todo elemento de C es una unión finita de elementos de C. Podemos entonces considerar el álgebra A formada por todas las uniones finitas de elementos de C. (v) Sea (Xk)1≤k≤n una familia finita de conjuntos y dotamos a cada Xk de una álgebra de partes Ak. Consideramos el espacio producto X =∏n k=1Xk y estudiamos la familia F formada por los adoquines definidos por P = ∏n k=1 Ak en donde cada Ak es un elemento de Ak. La familia F es entonces estable por intersección y reunión finita y el complementario de un adoqúın puede escribirse como la unión finita de adoquines: F es por lo tanto una álgebra. (vi) El ejemplo más importante de adoquines es sin duda el definido sobre Rn como el producto cartesiano de intervalos (ak, bk): A = n∏ k=1 (ak, bk). (2.3) Un subconjunto Γ de Rn será adoquinable si es una reunión finita de adoquines. Nótese que todo conjunto adoquinable se puede expresar co- mo la reunión finita disjunta de adoquines. Los conjuntos adoquinables constituyen una álgebra de partes (ver el Ejercicio 2.5). (vii) Consideremos para terminar el conjunto Ω = {0, 1}N∗ y recordemos que un elemento de Ω es una sucesión infinita ω = (ω1, ω2, ...) en donde ωi es igual a 0 ó 1 para todo i. Este conjunto tiene una interpretación pro- babiĺıstica importante. Podemos por ejemplo relacionar un punto ω a un juego de “cara o sello” infinito: al lanzar i veces una moneda diremos que ωi vale 0 si es cara y 1 si es sello y entonces el conjunto Ω describe todas las posibilidades de este juego. Para cada entero n ≥ 1 consideramos las sucesiones finitas α = {α1, ..., αn} ∈ {0, 1}n (de longitud n) y definimos Sα = {ω ∈ Ω : ω1 = α1, ..., ωn = αn} como el conjunto de sucesiones infinitas que co- mienzan por α. El lector puede notar sin mayor dificultad que los con- juntos Sα forman una partición de Ω y por lo tanto podemos definir el álgebra Fn asociada a esta partición según el ejemplo (ii) anterior. No es dif́ıcil ver que la sucesión Fn es creciente y que se tiene Fn ⊂ Fn+1. Además la unión ⋃ n≥1 Fn es también una álgebra sobre Ω. 54 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida La principal utilidad de una álgebra de partes es el hecho de servir de dominio de definición de las funciones aditivas de conjuntos. Estas funciones constituyen una primera etapa en la construcción de medidas de conjuntos. Definición 2.1.3 (Función aditiva de conjuntos) Sean X un conjunto y A una álgebra sobre X. Una función positiva aditiva de conjuntos sobre (X,A) es una aplicación m : A −→ R+, que verifica las dos propiedades siguientes 1) m(∅) = 0; 2) para todo A y B en A se tiene la implicación A ∩B = ∅ =⇒ m(A ∪B) = m(A) +m(B). Diremos además que m es finita si m(X) < +∞, este número se llama entonces la masa total de m. Un primer ejemplo elemental de función aditiva de conjuntosestá dado por la función cardinal, definida en la página 2, sobre un conjunto X que posee un número finito de elementos dotado del álgebra A = P(X). Invitamos al lector a verificar esta aseveración, esto constituye un ejercicio simple pero muy ins- tructivo. Presentemos tres ejemplos más de funciones aditivas de conjuntos asociadas a las álgebras dadas en los puntos (iii), (vi) y (vii) respectivamente. (a) Consideremos el álgebra A definida por la reunión finita de intervalos. Dado que todo elemento I ∈ A se escribe como reunión finita de inter- valos disjuntos I = ⋃n i=1(ai, bi); definimos la función ℓ que asocia a cada elemento I su longitud por ℓ(I) = n∑ i=1 bi − ai. (2.4) Nótese que se tiene ℓ(∅) = 0, además si uno de los extremos de los inter- valos (ai, bi) es infinito, entonces ℓ(I) = +∞. Mostremos que esta expresión no depende de la descomposición adoptada. En efecto, si el conjunto I = ⋃p k=1Nk = ⋃q l=1Ml se escribe de dos maneras distintas como unión de intervalos disjuntos, podemos escribir entonces I = ⋃ kl Okl en donde los intervalos Okl = Nk∩Ml son disjuntos. A partir de esta observación no es dif́ıcil verificar que si un intervalo I es reunión finita de intervalos disjuntos (ai, bi), entonces la longitud de I es la suma de las longitudes de estos intervalos. Obtenemos aśı una función aditiva de conjuntos. Veamos dos ejemplos: • si I = [0, 1], o si I =]0, 1[, se tiene ℓ(I) = 1, en particular la longitud de los intervalos es independiente de la naturaleza de sus extremos. 2.1. Álgebras y funciones aditivas de conjuntos 55 • si a ∈ R y si I = [a, a] entonces ℓ(I) = 0; es decir que todo punto tiene una longitud nula. Más generalmente si I es una reunión finita de puntos entonces ℓ(I) = 0. (b) Estudiamos aqúı el álgebra A formada por los adoquines de Rn y conside- ramos el análogo n-dimensional de la función anterior. Si A = ∏n k=1(ak, bk) es un adoqúın de Rn diremos que su volumen, que notaremos vol(A), es nulo si uno de los intervalos es de la forma [aj , aj ] (hablamos entonces de un adoqúın plano). En el caso contrario, su volumen está dado por el producto vol(A) = n∏ k=1 (bk − ak). (2.5) El lector observará que, si n = 2, esta fórmula corresponde bien al área de un rectángulo y, si n = 3, corresponde al volumen de un paraleleṕıpedo. Si Γ es un conjunto adoquinable, podemos expresarlo como la unión finita de adoquines disjuntos Γ = ⋃N j=1 Aj y definimos entonces vol(Γ) = N∑ j=1 vol(Aj). (2.6) El lector verificará sin mayor dificultad que esta función satisface las con- diciones de la Definición 2.1.3 y es por lo tanto una función aditiva de conjuntos (las etapas son muy similares a las explicitadas en la parte (a), ver más detalles en el Ejercicio 2.6). Demos un ejemplo. Si consideramos en el plano R2 el conjunto adoquina- ble Γ del gráfico a continuación y queremos calcular su área por medio de la fórmula (2.6), podemos expresarlo como la unión finita de adoquines A1,...,A8 cuya área se evalúa fácilmente con la expresión (2.5). Γ A1 A2 A3 A4 A5 A6 A7 A8 Figura 2.1: Un conjunto adoquinable (c) Tomemos por último el espacio Ω = {0, 1}N∗ al cual dotamos del álgebra A = ⋃n≥1 Fn. Para todo A ∈ A se tiene que A ∈ Fn para algún n y es por lo tanto la unión de un cierto número de conjuntos de tipo Sα que podemos suponer igual a k. Definimos entonces la aplicación P de la siguiente manera: P(A) = k2−n. (2.7) 56 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Obsérvese que el entero n no es único puesto que el conjunto A pertenece también a Fm si m ≥ n y hay que verificar que la forma de calcular P(A) no depende del entero n escogido. En efecto, cuando se pasa de n a n + 1, para cada α de longitud n, existen dos sucesiones de longitud n+1 que comienzan por α: (α, 0) y (α, 1). Dado que el conjunto Sα es la unión disjunta de los conjuntos S(α,0) y S(α,1) se tiene que P(Sα) = 2 −n mientras que P(S(α,0)) y P(S(α,1)) valen exactamente la mitad, lo que muestra que el cálculo de P(A) no depende del n escogido. Verifiquemos ahora que esta aplicación P es una función aditiva de con- juntos. Vemos sin dificultad que P(∅) = 0 y que P(Ω) = 1, lo que muestra que la masa total de Ω es igual a 1. Además, si A y B son disjuntos y pertenecen a A, entonces pertenecen a un mismo Fn, para algún n, y basta contar el número de Sα contenidos en A ∪ B para obtener que P(A ∪B) = P(A) + P(B). Calculemos a manera de ejemplo la cantidad P(A) en donde A = {ω ∈ Ω : ω1 = 0}. Puesto que todas las sucesiones ω comienzan por 0 o por 1, se tiene que A ∈ F1 y que P(A) = 1/2. La manera de asignar la longitud y el volumen para estos conjuntos sencillos (al menos para los dos primeros) es bastante natural y sigue muy de cerca la intuición geométrica que podemos hacernos de una “medida”. Veremos a lo largo de este caṕıtulo cómo generalizar estas ideas a otros conjuntos más com- plicados introduciendo las herramientas adecuadas. Para terminar, exponemos tres consecuencias simples, pero importantes, de la aditividad. Proposición 2.1.1 Sea X un conjunto, sea A una álgebra sobre X y sea m : A −→ R+ una función aditiva de conjuntos. Tenemos entonces las propiedades: 1) si A y B pertenecen a A con A ⊂ B, tenemos la mayoración m(A) ≤ m(B) (crecimiento), 2) si A1, ..., An son elementos de A dos a dos disjuntos entonces se tiene la igualdad m ( n⋃ i=1 Ai ) = n∑ i=1 m(Ai) (aditividad fina), 3) para todo A y B pertenecientes a A se tiene m(A ∪B) +m(A ∩B) = m(A) +m(B) (aditividad fuerte). Prueba. La verificación es muy sencilla. Para el primer punto basta observar que dado que se tiene la inclusión A ⊂ B se puede escribir B = A ∪ B \ A, 2.2. σ-álgebras y medidas 57 lo que nos da la identidad m(B) = m(A)+m(B\A) y por lo tanto m(A) ≤ m(B). El segundo punto se obtiene razonando por recurrencia a partir de la Defini- ción 2.1.3, mientras que el último punto se basa en las observaciones siguientes: m(A ∪B) +m(A ∩B) = (m(A \B) +m(B \A) +m(A ∩B)) +m(A ∩B) = m(A) +m(B). � 2.2. σ-álgebras y medidas Para poder sacar todo el provecho y utilidad de los dos objetos que hemos definido en la sección anterior es necesario realizar una etapa adicional. Esta etapa consiste en generalizar, como hab́ıamos anunciado en la introducción de este caṕıtulo, las nociones de álgebra y de función aditiva de conjuntos a las operaciones numerables. Veremos en estas ĺıneas cómo trabajar en este nue- vo marco y expondremos la generalización de estas nociones, sus diferentes caracteŕısticas y algunos ejemplos importantes en las Secciones 2.2.1 y 2.2.2 respectivamente. En la Sección 2.2.3 estudiaremos las clases monótonas cuyas propiedades son de gran importancia y utilidad. Antes de continuar, nos detenemos un momento estudiando algunas conside- raciones relativas a los conjuntos numerables. Hemos presentado ya el concepto de conjunto numerable en la página 2 del Caṕıtulo 1. Esta noción es esencial porque vamos a construir objetos que son justamente estables al considerar operaciones numerables y es por lo tanto necesario precisar algunos aspectos de este tipo de conjuntos. En particular necesitaremos el siguiente teorema. Teorema 2.2.1 Sea (A1, ..., Ak) una familia finita de conjuntos numerables. Entonces el producto cartesiano A1 × · · · ×Ak es numerable. Se tiene además que si (An)n∈N es una familia numerable de conjuntos numerables, entonces la unión también es numerable. Demostración. Para demostrar la primera aserción, es suficiente construir una inyección del conjunto N× · · · × N ︸ ︷︷ ︸ k veces en N. Para ello podemos considerar la aplicación (n1, ..., nk) 7−→ 2n13n25n3 · · · pnk , en donde p es el k-ésimo número primo. Para el segundo punto observamos que el conjunto numerable N × N es la unión disjunta de los conjuntos N×{n}. Si los conjuntos An son numerables, se puede encontrar una inyección de An en N× {n} y construir aśı una inyección de ⋃ n∈NAn en N× N; concluyendo aśı la demostracióndel teorema. � Exponemos algunos ejemplos importantes de conjuntos numerables que se pueden construir utilizando el resultado precedente: 58 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida (i) El conjunto Q de los números racionales es numerable pues la aplicación que asocia a todo número racional de la forma p/q (expresado en una fracción irreductible) la pareja (p, q) es una inyección de Q en Z× N. (ii) Aśı mismo, el conjunto Qn formado por los puntos de Rn cuyas coorde- nadas con racionales es numerable. (iii) El conjunto N es evidentemente numerable mientras que el intervalo [0, 1] o el conjunto {0, 1}N∗ no lo son; decimos entonces que estos conjuntos tienen la potencia (o el cardinal) del continuo. 2.2.1. σ-álgebras Pasemos ahora a la generalización de la noción de álgebra con la definición siguiente. Definición 2.2.1 (σ-álgebra, conjunto medible) Una σ-álgebra (o tribu) A sobre un conjunto dado X es una álgebra definida sobre X estable por reunión numerable y por intersección numerable. Más precisamente, un sub- conjunto A ⊂ P(X) es una σ-álgebra si se tienen las condiciones: 1) los conjuntos ∅ y X pertenecen a A , 2) si A ∈ A , entonces Ac ∈ A , 3) para toda familia numerable (An)n∈N de elementos de A tenemos +∞⋃ n=0 An ∈ A y +∞⋂ n=0 An ∈ A . Un conjunto X dotado de una σ-álgebra A será llamado espacio medible y será notado (X,A ). Los elementos de la σ-álgebra A serán denominados conjuntos A -medibles. Observación 2.1 Por esta definición, los elementos de una σ-álgebra son jus- tamente los candidatos naturales de conjuntos medibles a los cuales se les asig- nará un “peso” o “medida” en la siguiente sección. Notemos que existe una relación de orden natural entre las σ-álgebras definida por la inclusión. En efecto, sean A y B dos σ-álgebras, diremos pues que A está contenida en B y lo notaremos A ⊂ B si todo elemento A ∈ A pertene- ce a B. En particular la σ-álgebra más grande está dada por P(X) y la más pequeña por {∅, X}. Nótese además que toda σ-álgebra es trivialmente una álgebra pero que no se tiene la rećıproca; observamos sin embargo que toda álgebra que posee un número finito de elementos es una σ-álgebra. Dos de los ejemplos de álgebras dados en la página 52, P(X) y {∅, X}, son trivialmente σ-álgebras. Pero, a la luz de la caracterización que acabamos de 2.2. σ-álgebras y medidas 59 fijar de los conjuntos medibles, estos extremos no son muy utilizables: en efec- to, si por un lado tendŕıamos que todo conjunto es medible, por otro lado solo disponemos de dos conjuntos medibles. La Proposición 2.2.4 y el Teorema 2.2.2 a continuación nos indicarán cómo obtener σ-álgebras más útiles e interesantes. Veamos un primer resultado. Lema 2.2.1 Si A es una σ-álgebra sobre un conjunto X y si Y es un subcon- junto A -medible de X entonces el conjunto A|Y = A ∩Y = {B = A∩Y : A ∈ A } es una σ-álgebra sobre el conjunto Y . Prueba. No es dif́ıcil ver que ∅ ∈ A|Y y que el conjunto A|Y es estable al pasar al complementario. En efecto, si B ∈ A|Y entonces B = A ∩ Y y como Bc = Y \ B = Y ∩ Ac y que Ac ∈ A se deduce que Bc ∈ A|Y . Finalmente si (Bn)n∈N es una familia de elementos de A|Y se tiene +∞⋃ n=0 Bn = +∞⋃ n=0 (An ∩ Y ) = ( +∞⋃ n=0 An ) ∩ Y ∈ A|Y y +∞⋂ n=0 Bn = +∞⋂ n=0 (An ∩ Y ) = ( +∞⋂ n=0 An ) ∩ Y ∈,A|Y , lo que termina la prueba. � Antes de pasar a la exposición de otros resultados concernientes a las σ-álge- bras, presentamos en la Observación 2.2 algunos hechos generales de la teoŕıa de conjuntos que son de uso constante. Recordemos que una sucesión de conjuntos (An)n∈N es creciente si se tiene An ⊂ An+1 para todo n y es decreciente si la inclusión An ⊃ An+1 es válida para todo n. Observación 2.2 En la teoŕıa de la medida, es a veces necesario represen- tar la unión o la intersección de una sucesión (An)n∈N de elementos de una σ-álgebra A por medio de una reunión o intersección de elementos dos a dos disjuntos de A , o de una sucesión creciente o decreciente de elementos de A . Para alcanzar estos objetivos procedemos de la manera siguiente: 1. para encontrar una sucesión de elementos de A , dos a dos disjuntos, de misma unión que la sucesión (An)n∈N escribimos B0 = A0, B1 = A1 \A0, ... , Bn = An \ (A0 ∪A1 ∪ ... ∪An−1), ... obtenemos entonces una nueva sucesión (Bn)n∈N de elementos de A con las caracteŕısticas buscadas. 2. para encontrar una sucesión creciente de elementos de A de misma unión que la sucesión (An)n∈N fijamos C0 = A0, C1 = A0 ∪A1, ... , Cn = (A0 ∪ A1 ∪ ... ∪ An), ... 60 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida entonces la sucesión (Cn)n∈N de elementos de A es creciente de misma unión que (An)n∈N. 3. finalmente, para encontrar una sucesión decreciente de elementos de A de misma intersección que la sucesión (An)n∈N definimos D0 = A0, D1 = A0 ∩ A1, ... , Dn = (A0 ∩ A1 ∩ ... ∩ An), ... y obtenemos la sucesión (Dn)n∈N deseada. Pasemos ahora a nuestro primer resultado que nos da un criterio útil para verificar bajo qué condiciones una álgebra es una σ-álgebra. Lema 2.2.2 Sea X un conjunto y sea A una álgebra sobre X. Entonces A es una σ-álgebra si una de las dos condiciones es verificada: 1) A es estable por reunión de sucesiones crecientes de conjuntos. 2) A es estable por intersección de sucesiones decrecientes de conjuntos. Prueba. Supongamos que se tiene la condición 1). Puesto queA es una álgebra, es suficiente verificar que es estable por reunión numerable; en efecto, por paso al complementario se deducen los otros puntos de la Definición 2.2.1. Sea pues (Ak)k∈N una sucesión de conjuntos de A y para cada j ∈ N definimos Bj = ⋃j k=0 Ak de manera que la sucesión de conjuntos (Bj)0≤j≤n es creciente y dado que A es una álgebra cada Bj pertenece a A. Por la condición 1) tenemos entonces que ⋃+∞ j=0 Bj pertenece a A, pero como se tiene ⋃+∞ k=0 Ak = ⋃+∞ j=0 Bj, se deduce que la unión numerable de los conjuntos (Ak)k∈N pertenece al álgebra A y es por lo tanto una σ-álgebra. Para terminar la demostración, vamos a verificar que 2) =⇒ 1). En efecto, si se tiene 2) y si (Ak)k∈N es una sucesión decreciente de conjuntos de A en- tonces ⋂+∞ k=0 Ak ∈ A. Dado que A es una álgebra, se tiene ⋃+∞ k=0 A c k ∈ A. Como la sucesión (Ack)k∈N es creciente, se obtiene que A es estable por reunión de sucesiones crecientes de conjuntos. Hemos verificado la implicación 2) =⇒ 1) lo que termina la prueba. � El comportamiento de las σ-álgebras con respecto a las aplicaciones está explicado en los dos resultados a continuación. Empecemos notando que la imagen directa de una σ-álgebra no es por lo general una σ-álgebra. Rogamos al lector ver un contra ejemplo en el Ejercicio 2.7. Disponemos en cambio de las proposiciones siguientes que ilustran la utilidad de las imagenes rećıprocas. Proposición 2.2.1 Sean X,Y dos conjuntos y sea f : X −→ Y una aplica- ción. La imagen rećıproca de una σ-álgebra B definida sobre Y determina una σ-álgebra A definida sobre X. Prueba. La colección A ⊂ P(X) está determinada por A = {A = f−1(B) : B ∈ B} y debemos comprobar que (X,A ) es un espacio medible. Esta veri- ficación se deduce inmediatamente de las propiedades de la imagen rećıproca explicitadas en (2.1): usando estas fórmulas no es dif́ıcil ver que ∅, X ∈ A y que la unión o la intersección numerable de elementos de A es aún un elemento de A . � 2.2. σ-álgebras y medidas 61 Proposición 2.2.2 Sea f una aplicación de X en Y y sea A una σ-álgebra definida sobre X. El conjunto de las partes B de Y tales que f−1(B) ∈ A es una σ-álgebra sobre Y llamada la σ-álgebra inducida de A por la aplicación f . Prueba. Para ver que el conjunto B = {B ∈ P(Y ) : f−1(B) ∈ A } es una σ-álgebra es suficiente demostrar que es estable por complementación y por unión numerable. La demostración se basa enteramente en las fórmulas (2.1). Sea B un elemento de B, se tiene entonces que f−1(B) ∈ A y (f−1(B))c ∈ A por hipótesis. Dado que se tienela identidad (f−1(B))c = f−1(Bc) se deduce la estabilidad por complementación. Se procede de forma similar para comprobar la estabilidad por unión numerable. Si (Bn)n∈N es una familia numerable de elementos de B, utilizando la identidad ⋃ n∈N f −1(Bn) = f −1 (⋃ n∈NBn ) , se obtiene que ⋃ n∈NBn pertenece a B; lo que concluye la demostración. � El siguiente resultado caracteriza la cardinalidad de las σ-álgebras cuando el conjunto de base utilizado es infinito. Más precisamente tenemos: Proposición 2.2.3 Toda σ-álgebra infinita A definida sobre un conjunto in- finito X es no numerable. Este hecho tiene consecuencias importantes; por ejemplo, si tenemos una σ-álge- bra infinita definida sobre la recta real R, su cardinalidad nos impide estudiarla por medio de una recurrencia usual sobre los enteros. Prueba. Procedemos suponiendo lo contrario, es decir consideramos una σ- álgebra infinita A numerable. Para todo x ∈ X definimos Ax = {A ∈ A : x ∈ A} y Ax = ⋂ A∈Ax A. Nótese que Ax es un elemento de A puesto que hemos supuesto que la σ-álgebra A es numerable. Es posible entonces obtener una partición de X definiendo F = (Ax)x∈X , en efecto, se puede ver que si y ∈ Ax entonces Ax = Ay. El conjunto F es evi- dentemente infinito, de no serlo todo elemento de la σ-álgebra A seŕıa unión disjunta de elementos de F y A seŕıa finita. Tenemos pues que F es al menos numerable pero vemos que P(F ), cuyo cardinal es no numerable, se inyecta fácilmente en A de modo que el cardinal de A es no numerable. � La proposición anterior nos muestra que la noción de σ-álgebra puede ser un poco delicada de manipular y quisiéramos fijar, de una manera un poco más intuitiva, el tipo de conjuntos que consideramos medibles. Aśı por ejemplo, en el caso de la recta real R nos gustaŕıa tener que al menos todos los intervalos de la forma (a, b), con a, b ∈ R, son conjuntos medibles. Dicho de otra manera, quisiéramos estar seguros que en la σ-álgebra sobre la cual queremos trabajar, no nos estamos olvidando ningún conjunto importante. Este objetivo es posible por medio de la Proposición 2.2.4 y del Teorema 2.2.2 que exponemos a continuación. 62 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Proposición 2.2.4 Sea (Ai)i∈I una familia de σ-álgebras definidas sobre un conjunto X. Entonces su intersección definida por ⋂ i∈I Ai = {A ∈ P(X) : A ∈ Ai, para todo i ∈ I} es una σ-álgebra. Prueba. La verificación no causa ninguna dificultad. Vemos sin problema que los dos conjuntos X y ∅ pertenecen a ⋂ i∈I Ai; además, si A ∈ Ai para todo i ∈ I se tiene por definición que Ac ∈ ⋂ i∈I Ai lo que hace que esta intersección sea estable al paso del complementario. De manera similar se obtiene la propiedad de estabilidad por intersección y reunión numerables. � Observación 2.3 La reunión de una familia de σ-álgebras no es en general una σ-álgebra. Es suficiente considerar X un conjunto, A,B ⊂ X dos subconjuntos y definir las dos σ-álgebras siguientes A1 = {∅, A,Ac, X} y A2 = {∅, B,Bc, X} para ver que A1 ∪ A2 no es una σ-álgebra. A partir de esta proposición anterior, tenemos el teorema a continuación: Teorema 2.2.2 (σ-álgebra engendrada) Sea K ⊂ P(X) un conjunto cual- quiera de partes de X. La intersección de todas las σ-álgebras que contienen K es una σ-álgebra que se denomina la σ-álgebra engendrada por K, que notare- mos σ(K), y es la más pequeña σ-álgebra que contiene K. Si además se tiene para J un conjunto de partes de X las inclusiones K ⊂ J ⊂ σ(K), entonces se tiene σ(J ) = σ(K). Antes de pasar a la demostración, demos un ejemplo muy simple de σ-álgebra engendrada: sea X un conjunto no vaćıo y A un subconjunto de X , si conside- ramos K = {A} entonces obtenemos σ(K) = {∅, A,Ac, X}. Demostración. Sea C la colección de todas las σ-álgebras sobre X que con- tienen K. Este conjunto no es vaćıo pues contiene P(X). Ahora, gracias a la Proposición 2.2.4, la intersección de todas las σ-álgebras de C es una σ-álgebra que contiene K y está contenida en todas las σ-álgebras que contienen K, σ(K) es por lo tanto la más pequeña σ-álgebra que contiene K. Ahora mostremos la implicación K ⊂ J ⊂ σ(K) =⇒ σ(J ) = σ(K). Por un lado tenemos la inclusión σ(J ) ⊂ σ(K) dado que σ(J ) es la más pequeña σ-álgebra que contiene J . Por otro lado σ(K) es la más pequeña σ-álgebra que contiene K y se tiene entonces las inclusiones K ⊂ J ⊂ σ(K) ⊂ σ(J ) de donde se deduce la igualdad deseada. � Este teorema nos proporciona una gran libertad para la obtención de σ-álge- bras. En particular, siguiendo las notaciones del Teorema 2.2.2, tenemos que la σ-álgebra σ(K) contiene por construcción el conjunto K que es justamente 2.2. σ-álgebras y medidas 63 la familia de conjuntos que deseamos que sean medibles, de manera que hemos logrado nuestro objetivo. Sin embargo, a pesar de que la definición de σ-álgebra engendrada es sen- cilla, no es constructiva y por lo general la σ-álgebra σ(K) contiene muchos conjuntos, no solamente los que consideramos interesantes, sino también sus complementarios, sus intersecciones y uniones numerables, lo que hace que la descripción de σ(K) pueda ser delicada como tendremos la oportunidad de ver- lo posteriormente. Antes de dar la definición de σ-álgebra Boreliana, exponemos un resulta- do en donde mostramos cómo interactúan las σ-álgebras engendradas con las imagenes rećıprocas. Proposición 2.2.5 Sea f una aplicación de X en Y y sea K un conjunto de partes de Y . La imagen rećıproca por f de la σ-álgebra σ(K) engendrada por K es la σ-álgebra engendrada por la imagen rećıproca de K. Es decir: f−1(σ(K)) = σ(f−1(K)). (2.8) Prueba. Vamos a demostrar que se tiene la doble inclusión de conjuntos f−1(σ(K)) ⊃ σ(f−1(K)) y f−1(σ(K)) ⊂ σ(f−1(K)). La primera inclusión no es dif́ıcil puesto que por la Proposición 2.2.1 se tiene que f−1(σ(K)) es una σ-álgebra sobreX que contiene f−1(K). Dado que σ(f−1(K)) es la más pequeña de las σ-álgebras que contiene f−1(K) se obtiene entonces la inclusión deseada f−1(σ(K)) ⊃ σ(f−1(K)). Para obtener la inclusión en el otro sentido, notamos C la σ-álgebra sobre Y inducida por f de σ(f−1(K)); es decir el conjunto de partes C de Y que verifican f−1(C) ∈ σ(f−1(K)). Se tiene que C contiene K y en particular σ(K) y por lo tanto obtenemos f−1(σ(K)) ⊂ f−1(C ) ⊂ σ(f−1(K)). Lo que concluye la demostración. � El lector puede estar tentado, basándose en las definiciones de álgebra 2.1.2 y de σ-álgebra 2.2.1 sobre un conjunto X y en las diferentes manipulaciones que hemos presentado hasta ahora, en hacer un paralelismo entre estos con- ceptos y la noción de topoloǵıa T sobre X . Existe sin embargo una diferencia esencial entre estos objetos: mientras que en el primer caso exigimos que el complementario de un conjunto pertenezca a la σ-álgebra, el complementario de un abierto no es por lo general un abierto. Puesto que para estudiar, entre muchas otras cosas, las nociones de ĺımite y de continuidad de las aplicaciones es indispensable disponer de una estructura topológica, es muy importante combinar las caracteŕısticas de las σ-álgebras con los abiertos de un conjunto X . Esta combinación de estructuras se realiza con la definición a continuación que constituye el ejemplo más importante de σ-álgebra engendrada. 64 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Definición 2.2.2 (σ-álgebra Boreliana) 4 Sea X un espacio topológico. La σ-álgebra engendrada por los abiertos de X se llama la σ-álgebra Boreliana de X y será notada Bor(X). Llamaremos un conjunto boreliano (o una parte boreliana, o más simplemente un boreliano) de un espacio topológico X todo elemento de la σ-álgebra Boreliana Bor(X). Observación 2.4 Dado que toda σ-álgebra es estable por paso al comple- mentario, se tiene que la σ-álgebra Boreliana de un conjunto X también es engendrada por los cerrados de X . Vamos a indicar dos ejemplos. En el caso de los borelianos de Rn se tiene la siguiente caracterización:Proposición 2.2.6 Los conjuntos adoquinables definidos por la fórmula (2.3) engendran la σ-álgebra Boreliana Bor(Rn). Prueba. Vamos a ver que todo abierto puede expresarse como reunión numera- ble de adoquines: esto implica entonces que la unión o la intersección numerable de abiertos puede expresarse por medio de una familia numerable de conjun- tos adoquinables y obtendŕıamos aśı que esta familia engendra la σ-álgebra Boreliana Bor(Rn). Sea pues U un abierto de Rn y x un punto cualquiera de U . Por definición de conjunto abierto, existe un real r > 0 tal que la bola abierta de centro x y de radio r esté contenida en U . Fijemos ahora un punto y cuyas coordenadas sean racionales tal que dn(x− y) < r/3 y fijemos un real ρ ∈]r/3, 2r/3[. Vemos entonces que la bola cerrada de centro y y de radio ρ contiene el punto x y hemos demostrado que todo abierto es reunión numerable de bolas cerradas. Basta ahora repetir el mismo razonamiento utilizando los adoquines determi- nados por extremidades racionales centrados en los mismos puntos para obtener el resultado deseado. � En la Sección 2.4.1 haremos una descripción más detallada de los conjuntos Borelianos de Rn. Nos limitamos aqúı a una exposición muy sencilla con unos pocos ejemplos de este tipo de conjuntos. (i) El conjunto de los números naturales N y el conjunto de los enteros rela- tivos Z son conjuntos borelianos de Bor(R) puesto que se escriben como una reunión numerable de cerrados. (ii) El conjunto de los números racionales Q aśı como el conjunto Qn son conjuntos borelianos. En efecto, por el Teorema 2.2.1 estos conjuntos también pueden expresarse como una reunión numerable de cerrados. (iii) Los complementarios de estos conjuntos anteriores son igualmente bore- lianos. En particular el conjunto de los números irracionales I = R \Q es un conjunto boreliano. (iv) Más generalmente podemos decir que casi todo subconjunto de Rn in- teresante en análisis es un conjunto boreliano. 4Emile Borel (1871-1956) matemático francés. 2.2. σ-álgebras y medidas 65 (v) En el caso de la recta real completada R, todo abierto de esta recta es la unión numerable de intervalos abiertos de tipo ]a, b[ con a, b ∈ R o de intervalos de tipo ]b,+∞] o [−∞, a[. Es posible entonces adaptar sin problema la demostración de la proposición anterior para mostrar que la colección de este tipo de intervalos generan la σ-álgebra Bor(R). Veamos otro ejemplo de σ-álgebra boreliana considerando el conjunto Ω = {0, 1}N∗. Recordemos que es un espacio métrico dotado de la distancia definida por la fórmula dΩ(ω, ω ′) = +∞∑ j=1 2−j|ωj − ω′j |, de tal manera que las bolas cerradas están determinadas por B(ω, r) = {ω′ ∈ Ω : dΩ(ω, ω ′) ≤ r} y la σ-álgebra de los borelianos Bor({0, 1}N∗) es entonces engendrada por este tipo de conjuntos. El lector observará que los conjuntos Sα definidos en la página 53 pueden ser identificados con estas bolas cerradas y las diferentes operaciones que se pueden efectuar sobre ellas; por ejemplo B(0, 1/16) = {ω ∈ Ω : ω1 = 0, ω2 = 0, ω3 = 0} = Sα con α = {0, 0, 0}, de forma que B(0, 1/16) ⊂ F3. Observamos que el álgebra ⋃ n≥1 Fn definida en el ejemplo (vii) no es una σ-álgebra y que la σ-álgebra boreliana es mucho más grande: en efecto, para ω ∈ Ω, el conjunto de un elemento {ω} no pertenece a ningún Fn, en cambio si definimos las sucesiones αk = (ω1, ..., ωk), el conjunto {ω} es la intersección de los conjuntos Sαk y pertenece por lo tanto a Bor(Ω). 2.2.2. Medidas sobre σ-álgebras En esta sección generalizamos a las σ-álgebras la noción de función aditiva de conjuntos presentada anteriormente. A partir de esta definición no solamente obtendremos un criterio para determinar qué tipo de conjuntos son medibles y cual es su tamaño, sino también consideraremos la estructura de base para la construcción de la integral de Lebesgue que está dada por los espacios medidos. Definición 2.2.3 (Medida, espacio medido) Sea (X,A ) un espacio medi- ble. Una medida sobre (X,A ) es una función µ : A −→ R+ que verifica las propiedades a continuación 1) µ(∅) = 0, 2) para toda sucesión de elementos disjuntos (An)n∈N de A : µ ( ⋃ n∈N An ) = ∑ n∈N µ(An). (2.9) Esta propiedad se llama la σ-aditividad de µ. 66 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida La tripla (X,A , µ) se denomina espacio medido y para todo elemento A de A , denominaremos la cantidad µ(A) la µ-medida de A. La masa total de una medida µ es la cantidad µ(X) y si se tiene la estimación µ(X) < +∞ diremos que la medida µ es de masa total finita o más simplemente que la medida es finita. La siguiente definición es una variante de la anterior. Definición 2.2.4 (Medida de probabilidad) Sea (X,A , µ) un espacio me- dido. Si µ(X) = 1, diremos que (X,A , µ) es un espacio probabilizado y que la medida µ es una medida de probabilidad. En este caso los elementos A de A se llaman eventos y µ(A) es la probabilidad del evento A. Definición 2.2.5 (Conjunto de medida nula) Si A es un conjunto de una σ-álgebra A tal que µ(A) = 0 diremos que es un conjunto de µ-medida nula o de probabilidad nula según sea el caso. Es evidente que toda medida es una función aditiva de conjuntos y posee por lo tanto las propiedades de crecimiento y de aditividad fuerte explicitadas en la Proposición 2.1.1. Estudiaremos en las ĺıneas que siguen muchas otras propie- dades, pero por el momento presentemos algunos ejemplos clásicos de medidas. (i) Medida gruesa. Sea (X,A ) un espacio medible, la medida gruesa es la que asigna a cada conjunto no vaćıo de A el valor +∞. Esta medida no tiene otra ventaja que la de servir para la construcción eventual de contra ejemplos simples. (ii) Medida de Dirac5 en un punto a de X . Es la medida definida sobre una σ-álgebra A por δa : A −→ R+ A 7−→ δa(A) = { 1 si a ∈ A, 0 si a /∈ A. Se tiene sin problema que δa(∅) = 0, además si (An)n∈N es una familia de conjuntos disjuntos, entonces δa ( ⋃ n∈N An ) = ∑ n∈N δa(An). En efecto, si el punto a no pertenece a ninguno de estos conjuntos, los dos lados de esta fórmula son nulos. En el caso contrario, existe un n0 tal que a ∈ An0 , pero como estos conjuntos son dos a dos disjuntos entonces para todo n 6= n0 se tiene δa(An) = 0; de donde se deduce la identidad deseada. 5Llamada también Masa de Dirac. (Paul Dirac (1902-1984) matemático y f́ısico inglés). 2.2. σ-álgebras y medidas 67 (iii) Medida de conteo. Es la medida determinada por µ : P(X) −→ R+ A 7−→ µ(A) = { µ(A) = Card(A) si Card(A) < +∞, µ(A) = +∞ si no. La verificación de las propiedades de medida expuestas en la Definición 2.2.3 no causan ninguna dificultad para esta aplicación. Esta medida es la medida natural sobre los conjuntos N y Z. (iv) Medida Discreta. Sea ϕ una función definida sobre X a valores reales positivos. La función µ : A −→ R+ definida por µ(A) = ∑ a∈A ϕ(a) es una medida. Este ejemplo es una generalización del anterior. En efecto, si ϕ es idénticamente igual a 1, se obtiene la medida de conteo. (v) Medida de Lebesgue6. Es la medida de referencia en el espacio eucĺıdeo Rn y será notada por la letra λ si n = 1 y λn si n > 1. Corresponde a la generalización a las operaciones numerables de las funciones aditivas de conjuntos definidas en (2.4) y (2.5). Haremos un estudio detallado de la medida de Lebesgue en la Sección 2.4.3. Nos limitaremos en estas ĺıneas en presentar algunas propiedades elementales. Más particularmente nos focalizamos aqúı en algunos conjuntos que son de medida de Lebesgue nula. Dado que la longitud de un punto es nula y que el conjunto de los números racionalesQ es reunión numerable disjunta de puntos, entonces por la propiedad de σ-aditividad (2.9), el conjunto Q es de medida de Lebesgue nula. Este razonamiento sirve para mostrar que los conjuntos N, Z son de medida de Lebesgue nula. De la misma forma, en el caso n-dimensional se tiene que Zn, Qn son conjuntos de medida de Lebesgue (n-dimensional) nula. Veremos una generalizaciónde este resultado con la Proposición 2.4.8. Mostraremos posteriormente que es la única medida definida sobre la σ- álgebra de los Borelianos de Rn por las dos propiedades siguientes: es invariante por traslación y la medida del cubo unidad es igual a 1 (ver el Teorema 2.4.5). La existencia de esta medida y su construcción no son triviales y detalla- remos sus propiedades en la Sección 2.4. (vi) Medida de Haar7. Es una generalización de la medida de Lebesgue a los grupos topológicos localmente compactos. Estudiaremos en detalle estas medidas en el Volumen 2. Demos para terminar con las definiciones iniciales, dos caracteŕısticas suple- mentarias de las medidas de gran importancia. Definición 2.2.6 (Medida σ-finita, Conjunto σ-finito) Sea (X,A , µ) un espacio medido. 6Henri Lebesgue (1875-1941), matemático francés. 7Alfred Haar (1885-1933), matemático húngaro. 68 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 1) Una medida de conjuntos µ : A −→ R+ es σ-finita si existe una sucesión numerable (An)n∈N de elementos de la σ-álgebra A tales que X = ⋃ n∈N An, y tales que, para todo n ∈ N, se tiene µ(An) < +∞. 2) Un conjunto A ∈ A es σ-finito con respecto a la medida µ si es la unión numerable de conjuntos de A de µ-medida finita. Tenemos por ejemplo que la medida gruesa definida en la página anterior no es una medida σ-finita, mientras que la medida de Dirac definida sobre P(X) en donde X es un conjunto finito lo es. La importancia de la σ-finitud será puesta en valor en los teoremas explicitados a continuación. Observación 2.5 Cuando µ es σ-finita, podemos suponer, según lo que más nos convenga, que la sucesión (An)n∈N anterior es creciente o que todos los conjuntos An son disjuntos, basta para ello proceder como en la Observación 2.2. Definición 2.2.7 (Medida atómica) Sea (X,A , µ) un espacio medido. De- cimos que A ∈ A es un átomo para la medida µ si µ(A) > 0 y si todo sub- conjunto B de A o tiene la misma medida que A o es de medida nula. Una medida que admite átomos será llamada una medida atómica. Diremos que una medida es no-atómica si para todo A ∈ A de medida positiva y para todo β tal que 0 < β < µ(A), existe un subconjunto B de A tal que µ(B) = β. Esta terminoloǵıa es muy intuitiva puesto que un átomo es un conjunto que no admite ningún subconjunto de medida positiva distinta. Por ejemplo la medida de conteo sobre N es una medida atómica y todo conjunto de la forma {n} es un átomo. Vemos por el contrario que la medida de Lebesgue sobre Rn es una medida no-atómica. Se puede ver que una medida no-atómica que admite al menos un valor po- sitivo tiene en realidad una infinidad de valores distintos (cf. Ejercicio 2.15). Dicho de otra manera, una medida no-atómica toma valores continuamente. Veremos la utilidad de las medidas no-atómicas en el Volumen 2. De la misma manera que sobre un subconjunto de un espacio métrico se puede definir una distancia inducida, es posible considerar la medida inducida y la restricción de una medida a un subconjunto de la forma siguiente: Proposición 2.2.7 (Medida inducida, restricción de medidas) Sea (X,A , µ) un espacio medido. Si Y ⊂ X es un subconjunto A -medible de X y si conside- ramos A|Y = A ∩ Y podemos definir una aplicación µ|Y : A|Y −→ R+ A 7−→ µ|Y (A) = µ(A ∩ Y ). 2.2. σ-álgebras y medidas 69 Entonces la tripla (Y,A|Y , µ|Y ) es un espacio medido y la medida µ|Y se deno- mina la medida inducida de µ sobre el conjunto Y . Además, si A y B son dos σ-álgebras tales que A ⊂ B y si µ : B −→ R+ es una medida, entonces la restricción µ|A a la σ-álgebra A determina una medida y la tripla (X,A , µ|A ) es un espacio medido. Prueba. Sabemos por el Lema 2.2.1 que el conjunto A|Y es una σ-álgebra. Verifiquemos pues que µ|Y es una medida. Se observa sin problema que µ|Y (∅) = 0. Además si (An)n∈N es una sucesión de conjuntos disjuntos de A se tiene µ|Y ( ⋃ n∈N An ) = µ ( Y ∩ ⋃ n∈N An ) = µ ( ⋃ n∈N Y ∩An ) = ∑ n∈N µ(Y ∩ An) = ∑ n∈N µ|Y (A), lo que implica la σ-aditividad de µ|Y . La segunda parte de esta proposición no causa mayor dificultad puesto que todo elemento A ∈ A es un elemento de B y que µ es una medida sobre B, se deducen entonces las propiedades que hacen de µ|A una medida sobre A . � Pasamos ahora al estudio de las principales propiedades verificadas por las medidas. Los primeros lemas a continuación explicitan algunas relaciones y estimaciones que son muy útiles en la práctica. Exponemos después con el Teorema 2.2.3 el comportamiento de las medidas en relación con los ĺımites de sucesiones de conjuntos. Para terminar, consideramos un ejemplo de gran importancia (llamado el conjunto triádico de Cantor) en donde algunos de estos resultados serán inmediatamente aplicados. Lema 2.2.3 Sea (X,A , µ) un espacio medido y A,B dos subconjuntos de X que pertenecen a A tales que A ⊂ B. Entonces µ(A) ≤ µ(B) y si además se tiene µ(A) < +∞ disponemos de la identidad µ(B \A) = µ(B)− µ(A). Prueba. La desigualdad µ(A) ≤ µ(B) es evidente pues A ⊂ B y dejada la lector. Dado que (B \ A) ∪ A = B se obtiene por la σ-aditividad de µ que µ(B \A) + µ(A) = µ(B); se concluye utilizando el hecho que µ(A) < +∞. � Veamos una aplicación interesante de este lema. Si (X,A , µ) un espacio me- dido y si B ∈ A es de medida nula, entonces todo subconjunto A ∈ A de B es de medida nula, lo que puede ser útil para calcular la medida de algu- nos conjuntos. Ilustrémoslo con un ejemplo y consideremos el espacio medido (R,Bor(R), λ). Fijamos los conjuntos A = Q ∩ [0, 1] y B = [0, 1]. El lector verificará sin problema que estos dos conjuntos son borelianos y que λ(B) = 1. Dado que A ⊂ Q se tiene que λ(A) = 0 y por lo tanto λ(B) = λ(B \A) + λ(A) = λ(B \A) = 1. Concluimos que λ([0, 1]) = λ([0, 1] \Q) = λ([0, 1] ∩ I), es decir que el conjunto de los números irracionales I contenidos en el intervalo [0, 1] tiene la misma medida de Lebesgue que el intervalo [0, 1]. 70 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Lema 2.2.4 Sea (X,A , µ) un espacio medido y (An)n∈N una sucesión de ele- mentos de A . Se tiene entonces la estimación µ ( +∞⋃ n=0 An ) ≤ +∞∑ n=0 µ(An). (2.10) Esta propiedad se llama la subaditividad numerable o σ-subaditividad de µ. Prueba. Sea (Bk)k∈N una sucesión de subconjuntos de X construidos a partir de la sucesión (Ak)k∈N de la siguiente forma B0 = A0 y Bk = Ak \ k−1⋃ j=0 Aj para k ≥ 1. Se puede ver entonces que cada Bk pertenece a A y que es un subconjunto de Ak de manera que satisface µ(Bk) ≤ µ(Ak). Dado que los conjuntos Bk son disjuntos y verifican ⋃ k∈N Bk = ⋃ k∈N Ak (ver Observación 2.2) se obtiene µ ( ⋃ k∈N Ak ) = ∑ k∈N µ(Bk) ≤ ∑ k∈N µ(Ak). � Este resultado muestra que la σ-aditividad implica la subaditividad nume- rable de la medida µ. Corolario 2.2.1 Sea (X,A , µ) un espacio medido. La reunión de una familia numerable de conjuntos A -medibles de medida nula es de medida nula. Prueba. La demostración es una consecuencia directa de la estimación (2.10); de manera que los detalles quedan al cargo del lector. � Recordemos ahora las nociones de ĺımites inferiores y superiores de una su- cesión de conjuntos. Definición 2.2.8 Sea (An)n∈N una sucesión de conjuntos. Definimos el ĺımite inferior y superior por ĺım ı́nf n→+∞ An = +∞⋃ n=0 +∞⋂ k=n Ak y ĺım sup n→+∞ An = +∞⋂ n=0 +∞⋃ k=n Ak. Si se tiene la igualdad ĺım sup n→+∞ An = ĺım ı́nf n→+∞ An escribiremos simplemente ĺım n→+∞ An. A partir de estas definiciones es claro que si todos los conjuntos An pertenecen a una σ-álgebra A , entonces ĺım ı́nf An y ĺım supAn pertenecen a A . Demos un ejemplo sobre R considerando intervalos de la formaAn = [(−1)n−2, (−1)n+2], tenemos entonces ĺım ı́nf n→+∞ An = [−1, 1] y ĺım sup n→+∞ An = [−3, 3]. El comportamiento de una medida con los ĺımites está explicitado por el resultado a continuación. 2.2. σ-álgebras y medidas 71 Teorema 2.2.3 (Continuidad de las medidas) Sea µ una medida definida sobre una σ-álgebra A departes de X. Entonces se tienen los puntos siguientes: 1) Si A0 ⊂ A1 ⊂ A2 ⊂ · · · es una sucesión creciente de elementos de A entonces µ ( ĺım n→+∞ An ) = ĺım n→+∞ µ(An). 2) Si B0 ⊃ B1 ⊃ B2 ⊃ · · · es una sucesión decreciente de elementos de A y µ(B0) < +∞ entonces µ ( ĺım n→+∞ Bn ) = ĺım n→+∞ µ(Bn). 3) Para toda sucesión (Cn)n∈N de elementos de A se tiene µ ( ĺım ı́nf n→+∞ Cn ) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ µ(Cn). Demostración. Veamos el primer punto. Como (An)n∈N es una sucesión cre- ciente tenemos la identidad ĺım n→+∞ An = ⋃ n∈N An. Podemos entonces expresar esta unión ⋃ n∈N An como una unión disjunta de conjuntos escribiendo A0 ∪ +∞⋃ n=1 (An \An−1), luego, por la σ-aditividad de la medida obtenemos µ( ĺım n→+∞ An) = µ ( +∞⋃ n=0 An ) = µ(A0) + +∞∑ n=1 µ(An \An−1) = ĺım k→+∞ ( µ(A0) + k∑ n=1 µ(An \An−1) ) = ĺım k→+∞ ( µ ( A0 ∪ k⋃ n=1 (An \An−1 )) = ĺım k→+∞ µ(Ak). Lo que demuestra el primer punto. El segundo punto es similar: sea ahora A0 = ∅ y si definimos An = B0 \ Bn obtenemos una sucesión de conjuntos (An)n∈N creciente como en la primera parte. Dado que ĺım n→+∞ Bn = ⋂ n∈N Bn = B0 \ ⋃ n∈N An, tenemos µ ( ĺım n→+∞ Bn ) = µ ( +∞⋂ n=0 Bn ) = µ ( B0 \ ⋃ n∈N An ) , 72 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida y puesto que µ(B0) < +∞ podemos escribir µ ( B0 \ ⋃ n∈N An ) = µ(B0)− µ ( ⋃ n∈N An ) = ĺım n→+∞ (µ(B0)− µ(An)) = ĺım n→+∞ µ(B0 \An) = ĺım n→+∞ µ(Bn), lo que nos da el segundo punto. Obsérvese que la conclusión de esta propiedad puede ser falsa si la medida de los conjuntos Bn es infinita. En efecto, sean X = N, µ la medida de conteo sobre N y Bn = {k ∈ N : k ≥ n} el conjunto de enteros mayores o iguales a n; entonces se tiene por un lado que µ(Bn) = +∞ para todo n de mane- ra que ĺım n→+∞ µ(Bn) = +∞. Sin embargo, por otro lado, no es dif́ıcil ver que ĺım n→+∞ Bn = ⋂ n∈NBn = ∅, de forma que µ( ĺımn→+∞Bn) = 0. Para la última parte definimos En = ⋂+∞ k=n Ck, entonces la sucesión (En)n∈N es una sucesión creciente de conjuntos en A tal que +∞⋃ n=0 En = ĺım ı́nf n→+∞ Cn. Podemos usar el primer punto para obtener µ ( ĺım ı́nf n→+∞ Cn ) = µ ( +∞⋃ n=0 En ) = ĺım n→+∞ µ(En) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ µ(Cn). Lo que termina la demostración. � Expongamos un teorema muy importante en teoŕıa de probabilidades que hace intervenir el ĺımite superior de una sucesión de conjuntos. Teorema 2.2.4 (Borel-Cantelli) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea (An)n∈N una sucesión numerable de A . Entonces se tiene la siguiente impli- cación: +∞∑ n=0 µ(An) < +∞ =⇒ µ(ĺım sup n∈N An) = 0. (2.11) Demostración. Por definición de ĺımite superior tenemos ĺım sup n→+∞ An = +∞⋂ n=0 +∞⋃ k=n Ak. Como toda medida µ es creciente, tenemos para todo p las estimaciones µ(ĺım sup n→+∞ An) ≤ µ +∞⋃ k=p Ak ≤ +∞∑ k=p µ(Ak) −→ 0, si p→ +∞; lo que termina la demostración. � 2.2. σ-álgebras y medidas 73 Conjunto triádico de Cantor Presentamos aqúı un ejemplo clásico de conjunto, llamado el conjunto triádi- co de Cantor8 y que notaremos K, que posee propiedades muy especiales cuan- do se lo estudia desde el punto de vista de la teoŕıa de la medida. Este conjunto juega un rol preponderante y es a menudo el origen de muchos otros ejemplos importantes como veremos un poco más tarde. Para su construcción procedemos por recurrencia de la siguiente forma. No- temos K0 el intervalo [0, 1] y lo dividimos en tres partes [0, 1/3], ]1/3, 2/3[ y [2/3, 1]. Construimos el conjunto K1 sustrayendo del conjunto K0 el intervalo intermedio ]1/3, 2/3[, de manera que K1 = [0, 1/3] ∪ [2/3, 1]. El conjunto Kn se construye similarmente al retirar el segundo tercio (abier- to) de cada uno de los intervalos que constituyen el conjunto Kn−1. El conjunto de Cantor K es entonces el conjunto resultante, es decir K = ⋂ n∈NKn. A pesar de que este conjunto es de construcción sencilla, el conjunto de Cantor tiene una multitud de propiedades interesantes de orden topológico y anaĺıtico. 0 1 0 1/3 2/3 1 0 1/9 2/9 1/3 2/3 7/9 8/9 1 . . . . . . . . . . . . . .. .. .. .. .. .. .. . K0 K1 K2 K Figura 2.2: El conjunto triádico de Cantor El conjunto K es evidentemente acotado y cerrado por construcción, es por lo tanto un conjunto compacto. Vemos además que K no contiene puntos in- teriores. En efecto, si existe un abierto contenido en K, entonces debeŕıa estar contenido en cada uno de los conjuntos intermediarios Kn y tendŕıa por lo tan- to una longitud maximal (1/3)n y esta última cantidad tiende a cero cuando n → +∞. Es además un conjunto totalmente discontinuo, en el sentido que todos sus puntos están separados los unos de los otros. Nos interesamos ahora en determinar el tamaño del conjunto de Cantor K. Vamos a ver que esta tarea es delicada y depende en realidad del punto de vista adoptado. El siguiente resultado aporta importantes elementos de respuesta. Proposición 2.2.8 El conjunto triádico de Cantor K tiene la cardinalidad del continuo y es de medida de Lebesgue nula. 8Georg Cantor (1845-1918), matemático alemán. 74 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Esta proposición nos indica que el conjunto K es “grande” en el sentido de la cardinalidad pero que es muy “pequeño” en el sentido de la longitud. Tenemos pues por un lado que para la medida de Lebesgue, todo conjunto compuesto por unión numerable de puntos es de medida nula; pero por otro lado, también existen conjuntos de medida nula formados por una reunión no numerable de puntos como el conjunto triádico de Cantor. Esto muestra que la distinción entre conjuntos numerables y no numerables es más sutil cuando se los observa desde el punto de vista de la teoŕıa de la medida. Prueba. Para estudiar la cardinalidad del conjunto K, observamos que la apli- cación que asigna a cada sucesión (zn)n∈N con zn = 0, 1 el número ∑ n 2zn/3 n es una biyección9 del conjunto de todas las sucesiones de ceros y unos sobre el conjunto K. Pero sabemos que el conjunto {0, 1}N∗ tiene la potencia del continuo lo que demuestra que el conjunto triádico de Cantor K tiene la car- dinalidad del continuo. Para ver que el conjunto K es de medida de Lebesgue nula notamos que, para todo n ∈ N, el conjunto K está contenido en los conjuntos de tipo Kn que son uniones de intervalos y entonces λ(K) ≤ λ(Kn) = (2/3)n. Luego, si hacemos n → +∞, por una aplicación directa del Teorema de continuidad de las medidas 2.2.3 obtenemos que λ(K) = 0. � Observación 2.6 Esta demostración es interesante pues, aunque no hayamos constrúıdo de manera formal la medida de Lebesgue, gracias al teorema de con- tinuidad de las medidas, podemos “medir” objetos complicados aproximándolos por conjuntos más sencillos. 2.2.3. Clases monótonas En los casos más importantes en la práctica es imposible obtener un proceso constructivo para describir la σ-álgebra engendrada por una colección de con- juntos. En esta sección vamos a presentar otro tipo de colecciones de conjuntos que nos permiten estudiar, desde un punto de vista diferente, la estructura de las σ-álgebras engendradas y que facilita en muchos casos las verificaciones. Obtendremos más precisamente dos resultados de gran importancia. El pri- mero de ellos, dado por el Teorema 2.2.5, estipula que la σ-álgebra engendrada por una colección de conjuntos K coincide, bajo ciertas hipótesis, con la clase monótona engendrada por K. Es decir que podemos escojer a nuestra conve- niencia cualquiera de estos dos puntos de vista: σ-álgebra engendrada / clase monótona engendrada. El segundo resultado, enunciado en el Teorema 2.2.6, nos proporciona en cambio un criterio muy útil para determinar la igualdad de medidas definidas sobre una misma σ-álgebra comparándolas de una manera muy especial que 9Ver la demostración de este hecho en [11]. 2.2. σ-álgebras y medidas 75 será explicitada en las ĺıneas a continuación. Necesitaremos las dos definiciones siguientespara llevar a cabo los detalles de las demostraciones: Definición 2.2.9 (Clase monótona - π-sistema) Sea X un conjunto. 1) Una colección M de subconjuntos de X es una clase monótona o clase de Dynkin sobre X si satisface las tres propiedades siguientes: a) X ∈ M, b) M es estable por diferencia propia: si A,B ∈ M y si A ⊂ B, en- tonces B \A ∈ M, c) si (An)n∈N es una sucesión creciente de conjuntos de M entonces⋃ n∈N An ∈ M. 2) Una colección de subconjuntos de X es un π-sistema sobre X si es estable por construcción de intersecciones finitas. Notemos que si X es un conjunto y A es una σ-álgebra sobre X entonces A es una clase monótona puesto que las tres condiciones anteriores se verifican sin ninguna dificultad. Obtenemos aśı una gran cantidad de ejemplos de clases monótonas sin mucho esfuerzo. Demos ahora un ejemplo sencillo de π-sistema. El lector verificará sin pro- blema que si X = {a, b, c}, entonces P(X) es un π-sistema; por el contrario el conjunto Θ = {{b}; {a, b}; {a, c};X} no es un π-sistema pues {a} /∈ Θ. La proposición que sigue nos muestra cómo construir un tipo de clases monótonas que serán de gran utilidad en los desarrollos posteriores. Proposición 2.2.9 Sea (X,A ) un espacio medido y sean µ y ν son dos me- didas finitas definidas sobre A tales que µ(X) = ν(X); entonces la colección M formada por todos los conjuntos A que pertenecen a A y que verifican µ(A) = ν(A) es una clase monótona. Prueba. Tenemos que M = {A ∈ A : µ(A) = ν(A)}. Por hipótesis se tiene que X ∈ M lo que verifica el primer punto de la Definición 2.2.9. Sean ahora A,B ∈ M tales que A ⊂ B. Dado que el conjunto B se puede escribir como la unión disjunta B = A ∪ (B \A) tenemos µ(B) = µ(A) + µ(B \A) ν(B) = ν(A) + ν(B \A), dado que las medidas son finitas, se deduce sin dificultad que µ(B\A) = ν(B\A) y que el conjunto M es estable por diferencia propia. Hemos entonces verificado el segundo punto de la definición anterior. 76 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida El último punto se demuestra utilizando el Teorema 2.2.3: si (An)n∈N es una sucesión creciente de conjuntos de M entonces µ ( ⋃ n∈N An ) = ĺım n→+∞ µ(An) = ĺım n→+∞ ν(An) = ν ( ⋃ n∈N An ) y se concluye que ⋃ n∈NAn ∈ M. � Observación 2.7 La colección M definida en la proposición anterior es una clase monótona pero no es necesariamente una σ-álgebra (ver el Ejercicio 2.16). Sin embargo, y a pesar de esta observación, el hecho de que las coleccionesM introducidas por la Proposición 2.2.9 formen clases monótonas justifica amplia- mente su presentación por las importantes aplicaciones que vamos a exponer. Obsérvese finalmente que la intersección de una familia no vaćıa de clases monótonas sobre un conjunto X es también una clase monótona sobre X . La comprobación de este hecho es sencilla, de manera que los detalles quedan al cargo del lector. Por lo tanto, de la misma manera que hab́ıamos presentado las σ-álgebras engendradas con la Proposición 2.2.4 y con el Teorema 2.2.2, tenemos la Definición 2.2.10 (Clase monótona engendrada) Si K es una colección arbitraria de conjuntos de X, la intersección de todas las clases monótonas sobre X que contienen K es la más pequeña clase monótona que contiene K y es llamada la clase monótona engendrada por K y la notaremos M(K). El siguiente teorema es de gran utilidad como lo veremos posteriormente. Teorema 2.2.5 Sea X un conjunto y sea K un π-sistema sobre X. Entonces la σ-álgebra engendrada por K coincide con la clase monótona engendrada por K: es decir σ(K) = M(K). Demostración. Vamos a verificar que se tienen las dos inclusiones M(K) ⊂ σ(K) y σ(K) ⊂ M(K). Empecemos por la primera: puesto que toda σ-álgebra es un clase monóto- na, la σ-álgebra σ(K) es una clase monótona que contiene K y por lo tanto obtenemos la inclusión M(K) ⊂ σ(K). Para verificar la inclusión rećıproca, empezamos mostrando que M(K) es estable por construcción de intersecciones finitas. Sea pues una familia M1(K) de subconjuntos de X definida por M1(K) = {A ∈ M(K) : A ∩ C ∈ M(K), para todo C ∈ K}. El hecho que K ⊂ M(K) implica que X ∈ M1(K). Dado que las identidades (A \B) ∩ C = (A ∩ C) \ (B ∩C) y (∪nAn) ∩ C = ∪n(An ∩C), válidas para todo A,B,An, C ∈ M1(K) implican que M1(K) es estable por diferencia propia y por construcción de uniones crecientes de conjuntos. Tene- mos aśı que M1(K) es una clase monótona. 2.2. σ-álgebras y medidas 77 Puesto que K es estable por construcción de intersecciones finitas y está con- tenido en M(K), se tiene que también está incluido en M1(K). Es decir que M1(K) es una clase monótona que contiene K y por lo tanto debe contener M(K). Y dado que M1(K) era una subfamilia de M(K) por definición, ob- tenemos la identidad M(K) = M1(K). Definimos ahora la colección M2(K) por M2(K) = {B ∈ M(K) : A ∩B ∈ M(K), para todo A ∈ M(K)}. El hecho que M(K) = M1(K) implica que K ⊂ M2(K). Repitiendo los argu- mentos aplicados aM1(K) podemos concluir queM2(K) es una clase monótona y que M(K) = M2(K). Tenemos entonces que M(K) es estable por construcción de intersecciones finitas. Los dos primeros puntos de la Definición 2.2.9 implican que X ∈ M(K) y que M(K) es estable por complementación. Puesto que acabamos de probar que M(K) es estable por construcción de intersecciones finitas hemos verifi- cado que M(K) es una álgebra. Sin embargo, puesto que M(K) es una clase monótona, es estable por construcción de reuniones crecientes de sucesiones de conjuntos y entonces, aplicando el Lema 2.2.2, tenemos que es una σ-álgebra. Ahora, como M(K) es una σ-álgebra que contiene K, debe contener σ(K) lo que termina nuestra demostración. � Es importante observar que este teorema no nos indica cómo construir una σ-álgebra engendrada a partir de una colección de conjuntos K que es estable por construcción de intersecciones finitas o π-sistemas. Lo que śı nos dice, es que en lugar de estudiar la σ-álgebra engendrada por K, es suficiente de estu- diar la clase monótona engendrada por K; lo cual en muchas aplicaciones es relativamente fácil de hacer. Veamos ahora dos corolarios de este teorema. Corolario 2.2.2 Sea (X,A ) un espacio medible y sea K un π-sistema sobre X tal que A = σ(K). Si µ y ν son dos medidas finitas definidas sobre A tales que µ(X) = ν(X) y que verifican µ(C) = ν(C) para todo C ∈ K, entonces µ = ν. Prueba. Consideremos la colección D = {A ∈ A : µ(A) = ν(A)}, vemos sin problema por la Proposición 2.2.9 que esta colección es una clase monótona. Puesto que K es un π-sistema y está incluido en D, se tiene por el teorema anterior que A = σ(K) ⊂ D. Entonces, por definición del conjunto D, se tiene µ(A) = ν(A) para todo A ∈ A lo que termina la demostración. � El corolario a continuación es una extensión del anterior a las medidas σ- finitas. Corolario 2.2.3 Sea (X,A ) un espacio medible y sea K un π-sistema sobre X tal que A = σ(K). Si µ y ν son dos medidas definidas sobre A que coinciden sobre K y si existe una sucesión creciente (Cn)n∈N de conjuntos pertenecientes 78 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida a K de medida finita con respecto a µ y ν que satisfacen ⋃n∈N Cn = X; entonces tenemos la identidad µ = ν. Prueba. Escojamos una sucesión creciente (Cn)n∈N de conjuntos que perte- necen a K, que tienen medida finita con respecto a µ y ν y que verifican ⋃ n∈N Cn = X . Para cada entero n ∈ N definimos dos medidas finitas µn y νn sobre A escribiendo µn(A) = µ(A ∩Cn) y νn(A) = ν(A ∩Cn). Dado que µ y ν coinciden sobre K, el corolario anterior implica que para cada n tenemos la identidad µn = νn. Además, puesto que se tiene ĺım n→+∞ µn(A) = ĺım n→+∞ µ(A ∩ Cn) = µ(A), para todo A ∈ A , obtenemos las identidades µ(A) = ĺım n→+∞ µn(A) = ĺım n→+∞ νn(A) = ν(A), de donde deducimos que las medidas µ y ν deben ser iguales. � Este resultado nos proporciona un criterio muy cómodo para estudiar la uni- cidad de medidas σ-finitas que será sistemáticamente utilizado. La utilidad de este criterioilustra la importancia de las clases monótonas y de los π-sistemas. Parafraseamos lo obtenido en estos dos corolarios con el siguiente teorema: Teorema 2.2.6 (unicidad de medidas) Sea X un conjunto y sea K un con- junto de partes de X estable por intersecciones finitas. Sean µ y ν dos medidas definidas sobre una σ-álgebra A definida sobre X que contiene K. Si suponemos que 1) µ(A) = ν(A) para todo A ∈ K, 2) existe una sucesión creciente (An)n∈N de elementos de K tal que⋃ n∈NAn = X y tal que, para todo n se tenga µ(An) = ν(An) < +∞, entonces, las medidas µ y ν coinciden sobre la σ-álgebra engendrada por K: para todo A ∈ σ(K) se tiene µ(A) = ν(A). Vamos a exponer ahora un ejemplo de utilización de este resultado. SeaX = R y consideremos K como la colección de subconjuntos de X que se pueden escribir como una reunión finita de intervalos (recordemos que esta colección es una álgebra de partes, ver el ejemplo (iii) página 52). Vemos sin dificultad que K es estable por intersección finita y, por la Proposición 2.2.6, que se tiene σ(K) = Bor(R). Si asumimos la existencia de una medida µ definida sobre Bor(R) que asigna a cada intervalo su longitud en el sentido de la fórmula (2.4), entonces el teorema de unicidad de medidas nos asegura que esta medida es única. En efecto, si suponemos que existe otra medida ν definida sobre Bor(R) que asigna a cada intervalo su longitud, tenemos el primer punto del enunciado anterior. Además, dado que los intervalos de tipo ] − 1 + k, 1 + k[ con k ∈ Z son de longitud finita y recubren R, obtenemos el segundo punto: podemos entonces aplicar sin problemas el Teorema 2.2.6 para poder obtener la unicidad de una tal medida. 2.3. Medidas exteriores 79 2.3. Medidas exteriores En esta sección presentamos una técnica estándar de construcción de medi- das y la aplicaremos a la construcción de la medida de Lebesgue al final de este caṕıtulo. La idea principal que vamos a desarrollar en las ĺıneas a continuación es la siguiente: sobre una familia K de conjuntos interesantes, los intervalos abiertos de R por ejemplo, definimos una función aditiva de conjuntos m. En el caso de este ejemplo particular, la función ℓ que asigna a cada intervalo su longitud dada en (2.4) es la función que nos interesa. Deseamos entonces pro- longar esta función aditiva m a la σ-álgebra σ(K) engendrada por esta familia de conjuntos para obtener una verdadera medida µ (es decir prolongar ℓ a los Borelianos de R y obtener la medida de Lebesgue λ). Este proceso es totalmente esencial en teoŕıa de la medida y esta prolongación se realizará en varias etapas. La primera etapa corresponde al Teorema 2.3.3 que nos permite prolongar la función aditiva de conjuntos m a una aplicación cuyo dominio de defini- ción es P(X); pero no obtendremos una medida sino una medida exterior, que notaremos µ∗ (o λ∗ en el caso de P(R)) y cuya descripción daremos en la Sec- ción 2.3.1. La segunda etapa está dada por un resultado fundamental que es el Teorema 2.3.1 y que nos asegura que existe un subconjunto Mµ∗ de P(X) en donde toda medida exterior µ∗, restringida a este conjunto en el sentido de la definición dada en la Proposición 2.2.7, es una medida. Dicho de otra manera veremos que Mµ∗ es una σ-álgebra y que (X,Mµ∗ , µ∗) es un espacio medido con propiedades muy interesantes. En el caso de R, la σ-álgebra (R,Mλ∗ , λ∗) se llama la σ-álgebra de Lebesgue. Finalmente, la última etapa consiste en ver si la σ-álgebra Mµ∗ coincide con la σ-álgebra σ(K) engendrada por la familia de conjuntos K utilizada inicialmente. Indiquemos desde ya que por lo general no se tiene esta propiedad. En el caso particular de los Borelianos y de la σ-álgebra de Lebesgue, mostraremos posteriormente que existen conjuntos medibles que no son Borelianos y que por lo tanto no se puede identificar en toda genera- lidad la σ-álgebra engendrada con la σ-álgebra que se obtiene por prolongación. Vamos a exponer en las ĺıneas que siguen todos los detalles necesarios para realizar estas etapas. En la Sección 2.3.1 definimos los principales objetos que necesitaremos aśı como algunas de sus propiedades básicas. Desarrollamos el proceso de prolongación en la Sección 2.3.2 y terminamos nuestra exposición con la Sección 2.3.3 en donde estudiamos la completitud de las medidas en el sentido de la Definición 2.3.3 a continuación. 2.3.1. Definiciones y propiedades Necesitaremos básicamente cuatro nociones para poder atacar con como- didad las etapas mencionadas anteriormente. Además del concepto de medida exterior µ∗, daremos la definición de conjunto despreciable y de espacio medido completo para terminar con la noción de conjunto µ∗-medible. Definición 2.3.1 (Medida exterior) Sea X un conjunto. Una aplicación µ∗ : P(X) −→ R+ es una medida exterior si verifica los tres puntos siguientes: 80 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 1) µ∗(∅) = 0, 2) Para todo A,B ⊂ P(X) se tiene la implicación A ⊂ B =⇒ µ∗(A) ≤ µ∗(B), (crecimiento) 3) Para toda sucesión (An)n∈N ∈ P(X) tenemos la estimación µ∗ ( ⋃ n∈N An ) ≤ ∑ n∈N µ∗(An). (σ-subaditividad) Mostremos un par de ejemplos sencillos de medidas exteriores. Si X es un conjunto arbitrario definimos µ∗ : P(X) −→ R+ por µ∗(A) = 0 si A = ∅ y µ∗(A) = 1 sino. Entonces µ∗ es una medida exterior, pero no es una medida (ver Ejercicio 2.11). El segundo ejemplo es muy similar. Si definimos una apli- cación ν∗ : P(X) −→ R+ tal que ν∗(A) = 0 si A es numerable y ν∗(A) = 1 sino, obtenemos también que ν∗ es una medida exterior. Se observa también, sin mayor problema, que toda medida definida sobre el álgebra P(X) es una medida exterior, sin embargo, como hemos visto con los ejemplos anteriores, no se tiene la rećıproca y en general una medida exterior no es ni siquiera una función aditiva de conjuntos. Dado que trabajamos con el conjunto de partes de X , es necesario dar un refinamiento de la noción de conjunto de µ-medida nula. Definición 2.3.2 (Conjuntos µ-despreciables) En un espacio medido (X,A , µ), una parte D de X es µ-despreciable si está contenida en un conjunto A ∈ A de µ-medida nula. Es decir si D ⊂ A ∈ A y µ(A) = 0. Notaremos Dµ el conjunto de las partes µ-despreciables. Evidentemente, se tiene que todo conjunto contenido en un conjunto µ- despreciable es también µ-despreciable y que la reunión numerable de conjuntos µ-despreciables es igualmente µ-despreciable por la σ-subaditividad de la me- dida. Obsérvese sin embargo que un conjunto µ-despreciable no pertenece necesa- riamente a la σ-álgebra A . Esta es la diferencia fundamental con los conjuntos de µ-medida nula y este comentario nos conduce a enunciar la siguiente defini- ción. Definición 2.3.3 (Espacio medido completo, medida completa) Diremos que un espacio medido (X,A , µ) es completo si todo conjunto µ- despreciable es A -medible. Por un abuso de lenguaje hablaremos también de σ-álgebras completas o de medidas completas. 2.3. Medidas exteriores 81 Veremos que no todas las medidas definidas sobre las σ-álgebras de la sección anterior son completas en el sentido de la definición precedente. En particular mostraremos en la Sección 2.4 que la medida de Lebesgue λ definida sobre la σ-álgebra de los borelianos no es completa. Desde este punto de vista, la importancia de las medidas exteriores está dada por el hecho que siempre existe al menos una σ-álgebra en donde la medida exterior se comporta como una medida completa. Este resultado está demostrado con el Teorema 2.3.1 pero antes de pasar a las verificaciones es necesario una penúltima definición. Definición 2.3.4 (Conjunto µ∗-medible) Sea µ∗ : P(X) −→ R+ una me- dida exterior; una parte A de P(X) es µ∗-medible si para todo E ∈ P(X) se tiene µ∗(E) = µ∗(E ∩A) + µ∗(E \A). (2.12) Observamos sin problema que los conjuntos ∅ y X son trivialmente µ∗-medibles y es posible ver los conjuntos E como conjuntos de “test” a partir de los cuales determinaremos si un conjunto es o no µ∗-medible. Hay que notarademás que por la definición misma de medida exterior se tiene siempre µ∗(E) ≤ µ∗(E ∩A) + µ∗(E \A), de manera que podemos restringir nuestra definición de conjunto µ∗-medibles a la desigualdad µ∗(E) ≥ µ∗(E ∩A) + µ∗(E \A). (2.13) Nótese que si µ(E) = +∞ entonces la condición precedente está trivialmente verificada, debemos pues simplemente estudiar si se tiene (2.13) para cada E tal que µ∗(E) < +∞. Definición 2.3.5 Sea X un conjunto y µ∗ una medida exterior definida sobre P(X). El conjunto formado por las partes µ∗-medibles será notado Mµ∗ . Este conjunto posee muchas propiedades interesantes, en particular contiene todos los conjuntos de medida exterior nula como nos indica el resultado si- guiente. Lema 2.3.1 Sea X un conjunto y sea µ∗ una medida exterior sobre P(X). Entonces todo subconjunto A de X tal que µ∗(A) = 0 o tal que µ∗(Ac) = 0 pertenece a Mµ∗ . Prueba. Supongamos que A verifica µ∗(A) = 0 o µ∗(Ac) = 0, debemos de- mostrar que para todo subconjunto E de X se tiene µ∗(E) ≥ µ∗(E ∩ A) + µ∗(E \A) = µ∗(E ∩ A) + µ∗(E ∩ Ac). Se tienen por las propiedades de medida exterior las estimaciones µ∗(E ∩ A) ≤ µ∗(A) y µ∗(E ∩Ac) ≤ µ∗(Ac). 82 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Sin embargo, por las hipótesis hechas sobre A, al menos uno de los dos términos de las fórmulas anteriores es nulo, mientras que el otro es menor que µ∗(E) puesto que se tiene µ∗(E ∩ A) ≤ µ∗(E) y µ∗(E ∩ Ac) ≤ µ∗(E), y por lo tanto se obtiene la estimación deseada. � El teorema a continuación representa una de las más importantes carac- teŕısticas de las medidas exteriores y es fundamental para la construcción de medidas generales. Teorema 2.3.1 Sea X un conjunto y µ∗ una medida exterior sobre X. En- tonces 1) el conjunto Mµ∗ de partes µ ∗-medibles es una σ-álgebra, 2) la restricción de µ∗ a Mµ∗ es una medida completa: es decir que la tripla (X,Mµ∗ , µ ∗) es un espacio medido completo. Demostración. Empecemos por el primer punto. Vemos inmediatamente por la definición de conjunto µ∗-medible que ∅, X ∈ Mµ∗ de manera que el conjunto Mµ∗ no es vaćıo. Verifiquemos pues que si A es µ ∗-medible entonces Ac lo es también. Esto se deduce de las siguientes fórmulas válidas para todo E ∈ P(X): µ∗(E) = µ∗(E \A) + µ∗(E ∩ A) = µ∗(E ∩ (X \A)) + µ∗(E \ (X \A)) = µ∗(E ∩ Ac) + µ∗(E \Ac). Se tiene entonces que Mµ∗ es estable al pasar al complementario. Para mostrar que Mµ∗ es estable por unión numerable fijemos un conjunto E y una sucesión de conjuntos (An)n∈N ∈ Mµ∗ . Aplicando iterativamente la identidad (2.12) a la sucesión (An)n∈N obtenemos µ∗(E) = µ∗(E ∩ A0) + µ∗(E \A0) = µ∗(E ∩ A0) + µ∗ ((E \A0) ∩ A1) +µ∗(((E \A0) \A1) ∩ A2) + µ∗(((E \A0) \A1) \A2), es decir: µ∗(E) = k∑ n=0 µ∗ E \ n−1⋃ j=0 Aj ∩ An + µ∗ E \ k⋃ j=0 Aj . Por la propiedad de crecimiento de µ∗ tenemos la desigualdad µ∗(E) ≥ k∑ n=0 µ∗ E \ n−1⋃ j=0 Aj ∩ An + µ∗ E \ +∞⋃ j=0 Aj , que es válida para todo k. Por lo tanto podemos deducir la estimación siguiente: µ∗(E) ≥ +∞∑ n=0 µ∗ E \ n−1⋃ j=0 Aj ∩ An + µ∗ E \ +∞⋃ j=0 Aj . (2.14) 2.3. Medidas exteriores 83 Utilizando la σ-subaditividad de la medida exterior tenemos µ∗(E) ≥ µ∗ +∞⋃ n=0 E \ n−1⋃ j=0 Aj ∩An + µ∗ E \ +∞⋃ j=0 Aj , pero, dado que se tiene la identidad +∞⋃ n=0 E \ n−1⋃ j=0 Aj ∩An = E ∩ +∞⋃ n=0 An, obtenemos µ∗(E) ≥ µ∗ ( E ∩ +∞⋃ n=0 An ) + µ∗ ( E \ +∞⋃ n=0 An ) , de manera que ⋃+∞ n=0An ∈ Mµ∗ y se concluye que Mµ∗ es una σ-álgebra. Pasemos al segundo punto y verifiquemos que la restricción de µ∗ a Mµ∗ es una medida. Para ello debemos comprobar la σ-aditividad de la aplicación µ∗ : Mµ∗ −→ R+. Sea pues (An)n∈N una sucesión de conjuntos disjuntos de Mµ∗ . Si fijamos E = ⋃+∞ n=0An en la fórmula (2.14) obtenemos la estimación µ∗ ( +∞⋃ n=0 An ) ≥ +∞∑ n=0 µ∗(An) + µ ∗(∅), lo que, combinando con la σ-subaditividad de la medida exterior nos da la identidad µ∗ ( +∞⋃ n=0 An ) = +∞∑ n=0 µ∗(An), para toda sucesión de conjuntos disjuntos de Mµ∗ . Concluimos entonces que la restricción µ∗ a Mµ∗ es una medida. Pasemos finalmente al estudio de la completitud del espacio medido (X,Mµ∗ , µ ∗). Para ello debemos verificar que todo conjunto µ∗-despreciable pertenece a Mµ∗ . Sea pues D un conjunto µ ∗-despreciable, por lo tanto existe un conjunto A que contiene D de µ∗-medida nula. Por la propiedad de creci- miento de las medidas exteriores tenemos µ∗(D) = 0 y basta aplicar el Lema 2.3.1 para observar que D pertenece a Mµ∗ . � Este teorema es esencial. En efecto, no solo se obtiene a partir de una medida exterior µ∗ una medida sobre la σ-álgebra Mµ∗ , sino que además se tiene que esta medida es completa. Sin embargo, este resultado no nos dice cómo construir medidas exteriores interesantes y es éste aspecto que vamos a desarrollar a continuación. 84 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 2.3.2. Teoremas de prolongación de medidas En esta sección estudiamos cómo prolongar las funciones que nos permitieron asignar un peso a los conjuntos de las álgebras de partes para obtener verdade- ras medidas. Descomponemos este proceso de prolongación en tres partes para mayor claridad de nuestra exposición. La primera parte está dada por el Teorema 2.3.2 que nos permite asociar medidas exteriores a funciones de conjuntos muy generales definidas sobre una cierta familia de conjuntos. En particular, para determinar la medida exterior de un conjunto, consideraremos el ı́nfimo de todos sus recubrimientos por medio de esta familia de conjuntos lo que justifica la terminoloǵıa de medida exterior. Es la segunda parte que trata la prolongación de funciones aditivas de con- juntos propiamente dicha. En el Teorema 2.3.3 a continuación asociaremos a las funciones aditivas de conjuntos, definidas sobre álgebras de partes, una medida exterior µ∗ y verificaremos que el conjunto de funciones µ∗-medibles contiene la σ-álgebra engendrada por esta álgebra de partes. Estudiaremos igualmente algunas variantes de este mecanismo de prolongación. Teorema 2.3.2 (Medida exterior asociada a una aplicación) Sea K ⊂ P(X) un conjunto de partes de X tal que ∅, X ∈ K y sea µ : K −→ R+ una aplicación tal que µ(∅) = 0. Definimos para todo A ∈ P(X) µ∗(A) = ı́nf RA +∞∑ n=0 µ(An), (2.15) en donde RA es el conjunto de todos los recubrimientos numerables (An)n∈N de A por medio de conjuntos An pertenecientes a K. Entonces µ∗ : P(X) −→ R+ es una medida exterior llamada la medida exterior asociada a la aplicación µ. Antes de pasar a la demostración, es necesario hacer algunas observaciones sobre los objetos que intervienen en este enunciado. Observemos para comenzar que el conjunto K no posee ninguna propiedad particular, solo debe contener ∅ y X . Notemos además que RA no es vaćıo: se puede construir un recubrimiento de A fijando An = X para todo n. Finalmente, la función µ es muy sencilla y no verifica ninguna propiedad especial, simplemente exigimos que µ(∅) = 0. Juntando estas observaciones, tenemos que la función µ∗ está bien definida para todo A ∈ P(X) y toma sus valores en R+. Demostración. Debemos simplemente verificar que esta función satisface las tres propiedades de una medida exterior. Vemos en primer lugar que si tomamos An = ∅ para todo n se obtiene µ∗(∅) = 0. En segundo lugar, si tenemos A ⊂ B, entonces todo recubrimiento (Bn)n∈N de B es un recubrimiento de A es decir que RB ⊆ RA, lo que implica µ∗(A) = ı́nf RA +∞∑ n=0 µ(Bn) ≤ ı́nf RB +∞∑ n=0 µ(Bn) = µ ∗(B), 2.3. Medidas exteriores 85 de donde se deduce el crecimiento de la función µ∗. Finalmente, nos queda por verificar la σ-subaditividad de µ∗. Para ello con- sideremos (An)n∈N una sucesión de partes de X de reunión A, ε > 0 un real y (εn)n∈N una sucesión de reales positivos tales que ∑ n∈N εn < ε. Por la definición de cota inferior, existen conjuntos An,p ∈ K con n, p ∈ N tales queAn ⊂ +∞⋃ p=0 An,p y +∞∑ p=0 µ(An,p) ≤ µ∗(An) + εn. Como esta última estimación es válida para todo n obtenemos ∑ n,p∈N µ(An,p) ≤ +∞∑ n=0 µ∗(An) + +∞∑ n=0 εn ≤ +∞∑ n=0 µ∗(An) + ε. Dado que (An,p)n,p∈N es un recubrimiento numerable de A por medio de con- juntos pertenecientes a K, entonces se tiene por la fórmula (2.15) la estimación µ∗(A) ≤ ∑ n,p∈N µ(An,p) ≤ +∞∑ n=0 µ∗(An) + ε, de donde se deduce la σ-subaditividad de µ∗ haciendo tender ε hacia cero. � Medida exterior de Hausdorff Vamos a ilustrar el proceder del teorema anterior con un ejemplo impor- tante de medida llamada la medida de Hausdorff 10. El conjunto de base que utilizaremos es el espacio eucĺıdeo n-dimensional Rn dotado de su distancia natural d(x, y) = ( n∑ i=1 |xi − yi|2 )1/2 . Antes de pasar a los detalles de la cons- trucción de esta medida es necesario dar una definición preliminar: si A es un subconjunto de Rn y si (Ui)i∈N es una sucesión de conjuntos convexos tales que A ⊂ ⋃i∈N Ui en dónde 0 < diam(Ui) ≤ δ, diremos entonces que (Ui)i∈N es un δ-recubrimiento de A. Si A es un subconjunto de Rn y si s es un real positivo, definimos para δ > 0, la aplicación: Hsδ(A) = ı́nf Rδ,A +∞∑ i=0 diam(Ui) s, (2.16) en donde el ı́nfimo considera todos los δ-recubrimientos de A notados Rδ,A. 10Felix Hausdorff (1868-1942), matemático alemán. 86 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Se puede verificar sin mucha dificultad que esta aplicación es una medida exterior: basta utilizar el Teorema 2.3.2. Notemos que esta aplicación es una función decreciente del parámetro δ: en efecto, sean δ1 ≤ δ2 dos reales positivos, entonces se tiene la inclusión Rδ1,A ⊂ Rδ2,A de donde se deduce que Hsδ2(A) ≤ Hsδ1(A). Definición 2.3.6 (Medida exterior s-dimensional de Hausdorff) Para ob- tener la medida exterior s-dimensional de Hausdorff de un subconjunto A de Rn hacemos tender δ −→ 0 de manera que Hs(A) = ĺım δ→0 Hsδ(A) = sup δ>0 Hsδ(A). (2.17) Observemos que el ĺımite anterior siempre existe, pero puede ser infinito, pues- to que Hsδ crece si δ decrece. Verifiquemos ahora que esta cantidad es efectivamente una medida exterior. Como diam(∅) = 0 se tiene que Hs(∅) = 0. Además si A,B son dos elemen- tos de P(X) tales que A ⊂ B entonces Rδ,B ⊂ Rδ,A, por lo tanto tenemos Hsδ(A) ≤ Hsδ(B) y en el ĺımite se tiene Hs(A) ≤ Hs(B) lo que muestra que Hs es creciente. Mostremos ahora que es numerablemente subaditiva. Para ello consideremos una sucesión numerable (An)n∈N de conjuntos de X . Debemos pues comprobar la estimación Hs ( ⋃ n∈N An ) ≤ ∑ n∈N Hs(An). Vemos que si existe un entero n tal que Hs(An) = +∞ esta estimación es trivial, lo que nos permite suponer, sin pérdida de generalidad, que para to- do n se tiene Hs(An) < +∞ y por lo tanto que Hsδ(An) < +∞ para todo δ > 0. Fijemos ahora dos parámetros reales δ > 0 y η > 0. Para todo n existe una familia numerable (Bn,k)k∈N de abiertos de diámetro inferior a δ que forma un recubrimiento numerable de An y tal que ∑ k∈N diam(Bn,k) s ≤ Hsδ(An) + η 2n . Tenemos entonces que la familia (Bn,k)n,k∈N es una familia numerable de abier- tos de diámetro inferior a δ que es un recubrimiento de la unión de los conjuntos An. Obtenemos entonces: Hsδ(A) ≤ +∞∑ n=0 +∞∑ k=0 diam(Bn,k) s ≤ +∞∑ n=0 Hsδ(An) + η. Dado que el parámetro η era arbitrario se tiene finalmente Hsδ(A) ≤ +∞∑ n=0 Hsδ(An), 2.3. Medidas exteriores 87 y, pasando al ĺımite superior sobre δ se obtiene Hs(A) ≤ +∞∑ n=0 Hs(An). Concluimos entonces que Hs es una medida exterior. Por el Teorema 2.3.1 la restricción de Hs a la σ-álgebra formada por los conjuntos Hs-medibles es una medida que será llamada la medida de Hausdorff s-dimensional. Hemos entonces construido una medida asociada a la aplicación diam, que asocia a todo conjunto su diámetro, siguiendo los pasos del teorema anterior. Demos unos ejemplos de cálculo de medida de Hausdorff. (i) Empecemos considerando un caso simple: fijemos s = 0 y calculemos H0(A) en donde A = {x}. Por la fórmula (2.16) tenemos H0δ(A) = ı́nf Rδ,A +∞∑ i=0 diam(Ui) 0 = ı́nf Rδ,A { +∞∑ i=0 } . Vemos que esta fórmula no hace más que contar el número de conjuntos Ui que pertenecen a los diferentesRδ,A recubrimientos de A. Observando que diam(A) = 0, haciendo tender δ hacia cero y notando que el más pequeño recubrimiento de A está dado por el mismo conjunto A, se deduce que H0(A) = 1. Por σ-aditividad, tenemos entonces que para todo conjunto A ⊂ Rn nu- merable la medida H0(A) representa el cardinal del conjunto A. Puesto que esta identidad se mantiene en el caso de los conjuntos no numerables concluimos que H0 no es más que la medida de conteo. (ii) Consideremos ahora s > 0 y veamos ahora Hs(A) con A = {x}. Tenemos ahora, para todo δ > 0 y todo recubrimiento numerable (Ui)i∈N de A Hsδ(A) = ı́nf Rδ,A +∞∑ i=0 diam(Ui) s = 0, de manera que, para todo s > 0 se tiene Hs(A) = 0 . (iii) Veremos un poco más tarde que si n = 1 y si s = 1 entonces la medida de Hausdorff H1 sobre la recta real R coincide con la medida de Lebesgue. Veamos sin embargo un pequeño ejemplo. Si A =]0, 1[, no es dif́ıcil ver que para todo δ > 0 se tiene H1δ(A) = 1, de manera que al pasar al ĺımite se obtiene H1(A) = 1, lo que corresponde con la longitud del intervalo ]0, 1[. El lector puede encontrar más detalles y propiedades de esta medida en el Ejer- cicio 2.19. 88 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Con los Teoremas 2.3.1 y 2.3.2, vemos que es relativamente sencillo cons- truir medidas exteriores y obtener espacios medidos completos. Sin embargo, estos resultados no nos proporcionan ninguna información sobre el tamaño de la σ-álgebra Mµ∗ . Como hab́ıamos dicho en la introducción de esta sección, nuestro objetivo es construir una medida que esté definida sobre una σ-álgebra suficientemente rica. En este caso es bastante natural exigir por ejemplo que Mµ∗ contenga la σ-álgebra engendrada por una cierta colección de conjuntos considerados interesantes. El resultado a continuación replantea la problemática del Teorema 2.3.2 a partir de una función aditiva de conjuntos m : A −→ R+. Este punto es tal vez el más importante en el proceso de construcción de medidas a partir de los objetos que hab́ıamos definido en la primera sección de este caṕıtulo. Para lograrlo necesitaremos en particular algunas hipótesis sobre la función aditiva de conjuntos de manera que la medida obtenida coincida sobre el álgebra de partes A con la función m. El enunciado es el siguiente: Teorema 2.3.3 (de prolongación de Carathéodory) 11 Sea A una álge- bra de partes sobre X y sea m : A −→ R+ una función aditiva de conjuntos. Bajo las condiciones (a) para toda sucesión decreciente (An)n∈N de elementos de A se tiene la implicación: ( m(A0) < +∞ y ⋂ n∈N An = ∅ ) =⇒ m(An) −→ n→+∞ 0. A la cual se añade la condición siguiente en el caso en que m(X) = +∞: (b) X se puede expresar como la unión de una sucesión creciente de conjuntos (Xn)n∈N ∈ A con m(Xn) < +∞ y tal que (A ∈ A y m(A) = +∞) =⇒ m(A ∩Xn) −→ n→+∞ +∞. Entonces, bajo estas hipótesis tenemos que: 1) la medida exterior µ∗ asociada a la función aditiva m, en el sentido del Teorema 2.3.2, es decir µ∗(A) = ı́nf RA +∞∑ n=0 m(An), (2.18) (en donde RA es el conjunto de todos los recubrimientos numerables (An)n∈N de A por medio de conjuntos An pertenecientes a A), prolon- ga la aplicación m en el sentido que para todo conjunto A ∈ A se tiene µ∗(A) = m(A). 2) la σ-álgebra Mµ∗ de los conjuntos µ ∗-medibles contiene el álgebra A y por lo tanto contiene la σ-álgebra σ(A) engendrada por A. 11Constantin Carathéodory (1873-1950), matemático griego. 2.3. Medidas exteriores 89 3) si ν es una medida definida sobre σ(A) tal que para todo A ∈ A se tenga ν(A) = m(A); entonces se tiene la identidad µ∗ = ν sobre σ(A). Dicho de otra manera, este teorema nos asegura que a partir de una función aditiva de conjuntos m, definida sobre una álgebra de partes A, es posible ob-tener una medida completa µ∗ definida sobre la σ-álgebra Mµ∗ que contiene σ(A) y se tiene además que esta prolongación es única. Antes de comenzar con la demostración, damos otra formulación de las hipótesis de este teorema. Lema 2.3.2 Las dos condiciones (a) y (b) precedentes implican la siguiente condición: si (An)n∈N es una sucesión de conjuntos disjuntos de A tal que⋃ n∈NAn ∈ A, entonces m ( ⋃ n∈N An ) = ∑ n∈N m(An). (2.19) Prueba. Sea (An)n∈N una sucesión de conjuntos disjuntos de A tal que⋃ n∈NAn ∈ A. Si A = ⋃ n∈NAn es tal que m(A) < +∞, definimos Bn = A \⋃nj=0 Aj de manera que estos conjuntos son decrecientes y pertenecen a A. Tenemos entonces la identidad m(A) = n∑ j=0 m(Aj) +m(Bn). Hacemos tender n → +∞ y utilizamos la condición (a), que nos asegura m(Bn) −→ n→+∞ 0, de donde se deduce el resultado deseado. Cuando m(A) = +∞, utilizamos la sucesión de conjuntos (Xn)n∈N de la condición (b) y sabemos en particular que se tiene m(A ∩ Xn) −→ +∞. Sin embargo, dado que se tiene m(A ∩Xn) < +∞ y que se tiene la unión disjunta A ∩Xn = ⋃ i∈NAi ∩Xn, podemos aplicar la primera parte de la demostración de este lema para obtener m(A ∩Xn) = +∞∑ i=0 m(Ai ∩Xn) ≤ +∞∑ i=0 m(Ai), lo que implica que la parte derecha de esta expresión es infinita lo que termina la demostración. � Demostración del Teorema 2.3.3. Mostremos primero que la medida exterior µ∗ asociada a m prolonga efectivamente m. Sea pues A un elemento del álgebra A. Si fijamos una sucesión A0 = A y An = ∅ para todo n ≥ 1 obtenemos un recubrimiento de A y por la fórmula (2.18) deducimos la estimación µ∗(A) ≤ m(A). Para obtener la estimación rećıproca, vamos a utilizar el Lema 2.3.2 que se deduce de las hipótesis hechas sobre la función aditiva de conjuntos m. Sea A ∈ A, dado que todo recubrimiento (que podemos suponer disjunto) (An)n∈N 90 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida de A con An ∈ A, puede ser reemplazado por (Bn)n∈N con Bn = A ∩ An, te- nemos que ∑ n∈N m(Bn) ≤ ∑ n∈N m(An). Aplicamos entonces la fórmula (2.19) para obtener m(A) = ∑ n∈Nm(Bn) ≤ µ∗(A). Obtenemos aśı la identidad µ∗(A) = m(A) para todo elemento A del álgebra de partes A. Verifiquemos ahora que la σ-álgebra Mµ∗ de los conjuntos µ ∗-medibles con- tiene el álgebra A. Más precisamente, vamos a demostrar que todo conjunto A ∈ A es µ∗-medible, para ello fijamos E ∈ P(X) un conjunto cualquiera y A ∈ A. Sea (Bn)n∈N una sucesión de elementos de A que recubre E. No es dif́ıcil ver que los conjuntos Bn ∩ A recubren E ∩ A y que Bn ∩ Ac recubren E ∩ Ac. Tenemos entonces, por definición de la medida exterior asociada, la desigualdad µ∗(E ∩ A) + µ∗(E ∩Ac) ≤ ∑ n∈N m(Bn ∩A) + ∑ n∈N m(Bn ∩Ac) = ∑ n∈N m(Bn). Tomando el ı́nfimo sobre todos los recubrimientos (Bn)n∈N obtenemos la esti- mación µ∗(E ∩ A) + µ∗(E ∩ Ac) ≤ µ∗(E). Como la estimación rećıproca es evidente por la subaditividad de las medidas exteriores podemos entonces concluir que A es un conjunto µ∗-medible. Aśı se tiene que la σ-álgebra Mµ∗ contiene el álgebra A y por lo tanto contiene la σ-álgebra engendrada σ(A). Finalmente demostremos la unicidad de la prolongación. Esta verificación no es dif́ıcil: en efecto, con las hipótesis realizadas sobre la función aditiva de conjuntos m, y con el hecho que para todo A ∈ A se tiene ν(A) = m(A) = µ∗(A), tenemos todos los ingredientes necesarios para la aplicación del Teorema de unicidad de las medidas 2.2.6, lo que nos permite concluir que µ∗ = ν sobre σ(A). Es decir que existe una única medida definida sobre σ(A) que coincide con la función aditiva de conjuntos m sobre A. � Observación 2.8 Gracias a este teorema obtenemos dos resultados que con- viene distinguir fijando un poco de terminoloǵıa. 1. A partir de una álgebra de partes A y de una función aditiva de conjuntos m definida sobre ella obtenemos una prolongación de estas estructuras al espacio medido (X,Mµ∗ , µ ∗). 2. Dado que la σ-álgebra Mµ∗ contiene la σ-álgebra engendrada σ(A), obte- nemos adicionalmente una extensión del álgebra A y de la función aditiva m al espacio medido (X, σ(A), µ∗|σ(A) ). Nótese que al pasar de la prolongación a la extensión podemos perder al- gunas propiedades importantes. En particular, el espacio medido prolongado 2.3. Medidas exteriores 91 (X,Mµ∗ , µ ∗) es siempre completo por el Teorema 2.3.1, mientras que no dispo- nemos en general de ningún resultado similar para el espacio medido extendido (X, σ(A), µ∗|σ(A) ). El corolario siguiente nos muestra que, si aplicamos el teorema de prolonga- ción de Carathéodory 2.3.3 a una medida definida sobre una σ-álgebra, pode- mos simplificar sensiblemente la expresión (2.18) que determinaba la medida exterior asociada. Corolario 2.3.1 Sea (X,A , µ) un espacio medido. Entonces la medida exte- rior asociada a µ está determinada por la fórmula µ∗(A) = ı́nf{µ(B) : A ⊂ B,B ∈ A }. (2.20) Prueba. Sea A un elemento de P(X) y sea B ∈ A tal que A ⊂ B. Construimos un recubrimiento numerable de A escribiendoA0 = B yAn = ∅ para todo n ≥ 1 de manera que se tiene µ∗(A) ≤ µ(B) y esto muestra que µ∗(A) ≤ ı́nf{µ(B) : A ⊂ B,B ∈ A }. Rećıprocamente, sea ε > 0 un real; existe entonces una sucesión (Bn)n∈N ∈ A tal que A ⊂ ⋃n∈NBn y tal que ∑ n∈N µ(Bn) ≤ µ∗(A) + ε. Escribimos ahora B = ⋃ n∈NBn ∈ A y obtenemos, por la σ-subaditividad de la medida µ (ver Lema 2.2.4), que µ(B) ≤ µ∗(A) + ε. Puesto que el parámetro ε era arbitrario obtenemos la desigualdad deseada que nos permite concluir. � Veamos otro resultado importante: Corolario 2.3.2 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea µ∗ la medida exterior asociada a µ. Entonces para todo conjunto A ∈ P(X), existe un conjunto B ∈ A tal que A ⊂ B y tal que µ∗(A) = µ(B). Prueba. Sea (εn)n∈N una sucesión de reales positivos tal que εn −→ n→+∞ 0. Existe por lo tanto, por definición de la medida exterior µ∗, un conjunto Bn ∈ A tal que A ⊂ Bn y µ(Bn) ≤ µ∗(A) + εn. Definimos entonces B = ⋂ n∈NBn ∈ A de manera que se tiene A ⊂ B. Por definición de µ∗ y por la propiedad de crecimiento de la medida µ, obtenemos: µ∗(A) ≤ µ(B) ≤ µ(Bn) ≤ µ∗(A) + εn, lo que permite concluir al pasar al ĺımite en la sucesión εn. � Terminamos esta sección con un breve recuento de los resultados obtenidos. El punto de partida es una función aditiva de conjuntos m definida sobre una álgebra de partes A de un conjunto X . El Teorema 2.3.2 nos permite entonces asociar a esta función una medida exterior µ∗ definida sobre P(X). Ahora, si consideramos los conjuntos µ∗-medibles, obtenemos gracias el Teorema 2.3.1, 92 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida un espacio medido completo (X,Mµ∗ , µ ∗). Finalmente, por el Teorema de Ca- rathéodory 2.3.3, sabemos que la medida exterior µ∗ prolonga la función aditiva de conjuntos m y es posible considerar la extensión de esta función aditiva de conjuntos m puesto que la σ-álgebra σ(A) está contenida en Mµ∗ . Esta concatenación de resultados, que visualizamos con el esquema a con- tinuación, nos permite extender las funciones aditivas de conjuntos definidas sobre álgebras de partes a las σ-álgebra engendradas por estas álgebras de partes. � � � � � � �✒ ❍❍❍❍❥ ❅ ❅ ❅❅❘ ✲ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✶ X,A,m (X,P(X), µ∗) (X,Mµ∗ , µ ∗) (X, σ(A), µ∗|σ(A) ) Extensión Prol onga ción Figura 2.3: Prolongación y extensión de funciones aditivas de conjuntos 2.3.3. Completación de medidas En las ĺıneas a continuación vamos a presentar dos resultados que nos per- mitirán completar las medidas sin pasar necesariamente por la construcción de medidas exteriores. En un primer tiempo, con el Teorema 2.3.4, exponemos cómo construir esta completación de medidas mientras que en el Teorema 2.3.5 estudiamos las relaciones entre éste método y la completación de medidas rea- lizada por medio de las medidas exteriores. Como el lector tendrá la oportunidad de apreciar, este proceso de completa- ción de una medida es relativamente más intuitivo y directo pero tiene como punto departida un espacio medido y no, como en la sección anterior, una álgebra de partes y una función aditiva de conjuntos. El primer enunciado es el siguiente: Teorema 2.3.4 (completación) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea Dµ el conjunto de partes µ-despreciables de X. Entonces 1) el conjunto A determinado por A = {A ∪D en donde A ∈ A , D ∈ Dµ}, (2.21) es una σ-álgebra sobre X. 2.3. Medidas exteriores 93 2) existe una única medida µ : A −→ R+ que coincide con µ sobre A y que hace del espacio (X,A , µ) un espacio medido completo. Esta medida está definida de la siguiente manera: dado que para todo A′ ∈ A tenemos A′ = A ∪D con A ∈ A y D ∈ Dµ, determinamos entonces µ(A′) = µ(A). (2.22) La σ-álgebra A es llamada la σ-álgebra completada de A para la medida µ y la medida µ es la medida completada de la medida µ. 3) el espacio medido (X,A , µ) la más pequeña extensión completa de µ. Demostración. Verifiquemos el primer punto. Dado que el conjunto vaćıo es despreciable, no es muy dif́ıcil ver que A contiene A y por lo tanto X ∈ A . Es evidente que A es estable por unión numerable puesto que los conjuntos A y Dµ lo son, de manera que sólo debemos verificar que A es estable por complementación. Sea pues A′ = A ∪ D con A ∈ A y D ∈ Dµ, entonces existe un conjunto B ∈ A tal que D ⊂ B y µ(B) = 0. Tenemos por lo tanto que A′c = X \ (A ∪D) = (X \A ∪B) ∪ C, en donde X \A∪B ∈ A y C = (B \D) \A ∈ Dµ lo que muestra que si A ∈ A entonces Ac ∈ A . De donde obtenemos que A es una σ-álgebra sobre X . Pasemos al segundo punto. Veamos primero que esta aplicación está bien definida: si A′ = A1 ∪ D1 = A2 ∪ D2 con Ai ∈ A y Di ∈ Dµ debemos tener µ(A1) = µ(A2) = µ(A ′). En efecto, dado que existen dos conjuntos Bi ∈ A tales que µ(Bi) = 0 y Di ⊂ Bi se tiene que A1 ⊂ A2 ∪D2 ⊂ A2 ∪B2, y por lo tanto se obtiene µ(A1) ≤ µ(A2 ∪B2) = µ(A2). Razonando de manera similar se deduce que µ(A2) ≤ µ(A1) lo que implica la igualdad de estas dos cantidades. Veamos ahora que la aplicación µ es en verdad una medida: se tiene sin problema que µ(∅) = 0 y, por las ĺıneas precedentes, que si A′ ⊂ B′ con A′, B′ ∈ A entonces µ(A′) ≤ µ(B′). Finalmente si (A′n)n∈N es una sucesión disjunta de conjuntos de A tenemos µ ( ⋃ n∈N A′n ) = µ ( ⋃ n∈N An ∪ ⋃ n∈N Dn ) = µ ( ⋃ n∈N An ) = ∑ n∈N µ(An) = ∑ n∈N µ(A′n). Obtenemos pues que µ es una medida definida sobre la σ-álgebra A . Comprobemos la unicidad de la medida µ. Sea pues ν otra medida definida sobre A que coincide con µ sobre A . Puesto que todo A′ ∈ A se expresa de 94 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida la forma A′ = A ∪D ⊂ A ∪ B con D ∈ Dµ y µ(B) = 0, tenemos entonces las estimaciones ν(A′) ≤ ν(A ∪B) = µ(A ∪B) = µ(A). Dado que se tiene además la inclusión A ⊂ A ∪ D = A′ obtenemos µ(A) = ν(A) ≤ ν(A ∪ D) = ν(A′) de donde se deduce que ν(A′) = µ(A) para todo A′ ∈ A y se obtiene de esta forma la unicidad de la medida definida por la fórmula (2.22). Mostremos que esta medida es completa. Para ello consideramosE = A∪D ∈ A un conjunto de µ-medida nula y F una parte de E. Puesto que µ(A) = 0, por lo tanto E es µ-despreciable lo que implica que F también lo es, tenemos entonces que F ∈ Dµ ⊂ A y que el espacio medido (X,A , µ) es completo. Verifiquemos para terminar que este prolongamiento es el más pequeño. Consideremos (X, Â , µ̂) otro espacio medido completo que contiene el espa- cio (X,A , µ) tal que µ̂ coincide con µ sobre A . Tenemos necesariamente que Dµ ⊂ Â , además como A ⊂ Â se obtiene A ⊂ Â . Finalmente, por la unicidad que acabamos de establecer se tiene que µ̂| A = µ lo que termina la demostra- ción. � Hemos visto que a partir de un espacio medido (X,A , µ) podemos construir un espacio medido completo utilizando la medida exterior µ∗ asociada a la medida µ. Pero por completación de la medida inicial obtenemos otro espacio medido completo y es muy natural preguntarse aqúı qué relaciones existen en- tre estos espacios y bajo qué condiciones se tiene la identidad entre los espacios medidos (X,Mµ∗ , µ ∗) y (X,A , µ). La situación que tenemos ahora, después de estos resultados, puede ser ilus- trada con el gráfico a continuación: ✑ ✑ ✑✸ ◗ ◗ ◗s ✻ ❄ (X,A , µ) (X,Mµ∗ , µ ∗) (X,A , µ) Figura 2.4: Prolongación y completación de medidas Observemos que estos espacios no son por lo general iguales, en efecto por el teorema anterior se tiene la inclusión A ⊂ M µ∗ (puesto que A es la más pequeña σ-álgebra completa que contiene A ) y esta inclusión puede ser estricta como nos lo muestra el siguiente ejemplo. Sea X un conjunto no numerable y definimos una σ-álgebra A considerando las partes de X que son numerables o cuyos complementarios son numerables. Consideramos la aplicación µ : A −→ R+ como la restricción a A de la me- dida de conteo. Vemos que esta medida es completa y que toda parte de X es µ∗-medible, de modo que A 6= Mµ∗ . 2.3. Medidas exteriores 95 El resultado a continuación nos da una condición necesaria para tener esta identidad. Teorema 2.3.5 Sea (X,A ) un espacio medible y sea µ : A −→ R+ una medida σ-finita. Entonces el espacio medido (X,Mµ∗ , µ ∗) es la completación del espacio medido (X,A , µ). Es decir que se tiene la identidad entre (X,Mµ∗ , µ ∗) y (X,A , µ). Demostración. Debemos demostrar que se tiene la identidad A = Mµ∗ . Te- nemos por el teorema anterior la inclusión A ⊂ Mµ∗ , de manera que solo debemos verificar que todo conjunto µ∗-medible A pertenece a la σ-álgebra A . Vamos a suponer primero que la cantidad µ∗(A) es finita. Sabemos por Co- rolario 2.3.2 que existe un conjunto B ∈ A tal que A ⊂ B y µ∗(A) = µ(B). Como la restricción de µ∗ a A es una medida que coincide con µ y como µ∗(A) es finito se deduce que µ∗(B \A) = 0. Utilicemos otra vez el mismo resultado: existe un conjunto C ∈ A tal que B \A ⊂ C y µ∗(C) = µ(B \A) = 0. Tenemos entonces A = (B \C) ∪ (A ∩C) en donde B \C ∈ A y A ∩C ⊂ C con C ∈ A un conjunto de medida nula, lo que muestra que A se escribe como la unión de un elemento A y de un elemento de Dµ y por lo tanto pertenece a A . En el caso general, el espacio X puede escribirse como la unión de una su- cesión creciente de conjuntos An ∈ A de medida finita. Tenemos entonces que todo elemento de Mµ∗ se escribe como A = ⋃+∞ n=0(A ∩ An) en donde (A∩An) ∈ Mµ∗ y µ∗(A∩An) ≤ µ∗(An) = µ(An) < +∞. Dado que los conjun- tos A∩An pertenecen a A por la primera parte, podemos concluir sin ningún problema y obtenemos de esta forma la identidad entre estos dos espacios me- didos completos. � Concluimos esta sección con un gráfico que completa la figura 2.3: � � � � �✒ ❍❍❥ ❅❅❘ ✲ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✏ ✏✶ X,A,m (X,P(X), µ∗) (X,Mµ∗ , µ ∗) (X,A , µ) (X, σ(A), µ∗|σ(A)) ✁ ✁ ✁✕ ✲✛ Completación Prol onga ción Extensión Figura 2.5: Prolongación, extensión y completación de medidas 96 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 2.4. Medidas Borelianas En todas las secciones anteriores hemos expuesto cómo construir aplicaciones que miden conjuntos y sus diferentes propiedades sin exigir ninguna propiedad especial sobre el conjunto de baseX utilizado. En esta sección vamos a pedir que el conjunto sobre el cual definiremos las medidas esté dotado de una topoloǵıa de espacio separado para trabajar sobre la σ-álgebra de los Borelianos. Como hab́ıamos comentado en el primer caṕıtulo, los casos más interesantes para nuestro estudio no son los espacios topológicos más generales sino los que poseen cierto tipo de propiedades adicionales, como los espacios topológicos separados localmente compactos y es en este contexto que enunciaremos los principales teoremas de esta sección. Hemos organizado nuestra presentación en cuatro párrafos. En el primero estudiamos un poco más en detalle los conjuntos borelianos de Rn, en el se- gundo presentamos las principales propiedades de las medidas borelianas, en el tercero construimos la medida de Lebesgue sobre Rn y conclúımos exponien- do conjuntos que no son Lebesgue-medibles ilustrando aśı algunosfenómenos anunciados brevemente en las seciones anteriores. 2.4.1. Rápida descripción de los conjuntos Borelianos Veamos un poco más en detalle los conjuntos que pertenecen a la σ-álgebra boreliana Bor(Rn). Fijemos para ello algunas notaciones que nos servirán para dar una breve descripción de estos conjuntos muy especiales. Definición 2.4.1 Notaremos G la familia formada por todos los subconjuntos abiertos de Rn y F el conjunto de todos los cerrados de Rn. Definimos Gδ como la colección de todas las intersecciones numerables de sucesiones de conjuntos de G y simétricamente notamos Fσ la colección de todas las uniones nume- rables de sucesiones de conjuntos de F . Un conjunto que pertenece a Gδ será denominado un Gδ-conjunto o conjunto de tipo Gδ y de la misma forma un conjunto que pertenece a Fσ será notado Fσ-conjunto o conjunto de tipo Fσ. Esta definición se generaliza a todo espacio topológico X. Por ejemplo, en el caso de R, la familia de los intervalos abiertos es un subcon- junto de G. Notemos que las letras “G” y “F” utilizadas en las definiciones ante- riores provienen del alemán Gebiet que significa región y del francés fermé que significa cerrado. Las letras σ y δ provienen en cambio de las palabras alemanas Summe y Durchschnitt que significan suma y promedio respectivamente. La proposición siguiente nos permite caracterizar los conjuntos abiertos y los conjuntos cerrados de Rn en función de las familias Gδ y Fσ. Proposición 2.4.1 Todo subconjunto cerrado de Rn es un Gδ-conjunto y cada conjunto abierto de Rn es un Fσ-conjunto . Prueba. Supongamos que F es un conjunto cerrado de Rn. A partir de la distancia eucĺıdea de Rn definimos los conjuntos Un = {x ∈ Rn : d(x, y) < 1/n, con y ∈ F}. 2.4. Medidas Borelianas 97 Es claro que cada Un es abierto y que F ⊂ ⋂ n≥1 Un. La inclusión rećıproca se obtiene por el hecho que F es cerrado y notando que cada punto en ⋂ n≥1 Un es el ĺımite de una sucesión de puntos de F . Por lo tanto todo conjunto cerrado de Rn es un Gδ. Si U es un abierto entonces su complementario U c es cerrado y es por lo tanto un conjunto Gδ. Existe entonces una sucesión (Un)n≥1 de conjuntos abiertos tales que U c = ⋂ n≥1 Un. Los conjuntos U c n son cerrados y entonces U = ⋃ n≥1 U c n lo que significa que U es un Fσ. � Observamos ahora que se tiene las identidades G = Gσ y F = Fδ y que es posible iterar las operaciones representadas por los śımbolos σ y δ para obtener, a partir de la colección G, las clases Gδ, Gδσ, Gδσδ ,... De la misma manera, a partir de la colección F , se obtienen las clases Fσ, Fσδ, Fσδσ,... Todos estos conjuntos son borelianos y las clases que acaban por σ son es- table por unión numerable e intersección finita; estas propiedades se invierten para las clases que se acaban por δ. Es posible seguir este razonamiento por recurrencia, pero la unión de estas clases es estrictamente más pequeña que la σ-álgebra boreliana. Hay entonces que proceder a lo que se llama una re- currencia transfinita si se desea describir de esta manera todos los conjuntos borelianos. Por suerte, en la práctica, no es necesario llevar a cabo este proceso. Demos un ejemplo. Sea fn(x) una sucesión de funciones reales continuas sobre [0, 1]; tenemos que el conjunto A = { x ∈ [0, 1] : fn(x) −→ n→+∞ 0 } , es un conjunto de tipo Fσδ. En efecto, tenemos que el conjunto AN,k = {x ∈ [0, 1] : |fn(x)| ≤ 1/k; n ≥ N} es cerrado pues las funciones son continuas. Si consideramos luego las uniones de estos conjuntos y la notamos Ak, no es muy dif́ıcil ver que A es la intersección de estos conjuntos Ak, de manera que A resulta de la unión y de la intersección de cerrados y por lo tanto es un conjunto de tipo Fσδ. Veamos ahora una variante de este ejemplo. Proposición 2.4.2 Si f : X −→ R es una función continua y si c es un real, entonces los tres conjuntos siguientes {x ∈ X : f(x) ≥ c} {x ∈ X : f(x) = c} {x ∈ X : f(x) ≤ c}, son cerrados de tipo Gδ. Prueba. Como se tienen las identidades {x : f(x) ≥ c} = {x : −f(x) ≤ −c} y {x : f(x) = c} = {x : f(x) ≥ c} ∩ {x : f(x) ≤ c}, es suficiente estudiar el conjunto {x ∈ X : f(x) ≤ c}. El hecho que este conjunto es cerrado, y que para todo n ∈ N∗ el conjunto {x ∈ X : f(x) < c + 1/n} es abierto, se deduce de la continuidad de f . Finalmente, puesto que se tiene la identidad {x ∈ X : f(x) ≤ c} = ⋂ n≥1 {x ∈ X : f(x) < c+ 1/n}, 98 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida se concluye que este conjunto es de tipo Gδ. � Observación 2.9 Estos resultados no nos dicen nada sobre qué tan grande es el conjunto de los borelianos de R en términos de cardinalidad. Sin embargo, es posible demostrar que la σ-álgebra Bor(R) tiene la potencia del continuo, ver por ejemplo el libro [30]. El siguiente teorema es una generalización de la Proposición 2.4.1 a los espacios topológicos localmente compactos de base numerable. Teorema 2.4.1 Sea X un espacio topológico separado localmente compacto de base numerable. Entonces cada abierto de X es un conjunto de la forma Fσ y es la unión numerable de una sucesión de conjuntos compactos. Simétricamente, todo subconjunto cerrado de X es un conjunto de la forma Gδ. Demostración. Sea B una base numerable de la topoloǵıa de X y sea U un conjunto abierto de X . Notamos BU la colección de conjuntos B de B tales que B es compacto y contenido en U . Si tomamos la colección de todos los abiertos contenidos en U , tenemos por la Proposición 1.2.9 que para todo punto x ∈ U existe una vecindad V tal que V ⊂ U , lo que implica que U es la unión de las cerraduras de los conjuntos de BU . Obtenemos entonces que U es la unión numerable de conjuntos cerrados. Supongamos ahora que C es un conjunto cerrado de X , su complementario es abierto y es entonces reunión de una sucesión (Dn)n∈N de cerrados. Por lo tanto, C es la intersección de los conjuntos abiertos Dcn. Lo que termina la demostración. � Con esto hemos terminado nuestra breve exposición sobre los conjuntos Bo- relianos, en la ĺıneas que siguen estudiamos las propiedades de las medidas definidas sobre este tipo muy especial de conjuntos. 2.4.2. Regularidad de las medidas Borelianas Vamos a estudiar aqúı algunas propiedades de las medidas definidas sobre los conjuntos borelianos que son de gran importancia en las aplicaciones posterio- res. En particular la noción de regularidad de una medida nos permitirá hacer muchas aproximaciones y cálculos que nos seŕıan imposible si no dispondŕıamos de este concepto. En efecto, veremos en los caṕıtulos siguientes algunas aplica- ciones importantes: por ejemplo en el Caṕıtulo 4 esta noción permite obtener resultados de densidad entre espacios funcionales. Veremos también que una gran variedad de funcionales lineales pueden ser representados de una forma muy útil utilizando medidas regulares (ver por ejemplo el Teorema de repre- sentación de Riesz en el Volumen 2). Definición 2.4.2 (Espacio σ-compacto) Diremos que un espacio topológico X separado localmente compacto es σ-compacto si es la unión de una colección numerable de conjuntos compactos (Kn)n∈N. 2.4. Medidas Borelianas 99 Por ejemplo, la recta real R es un espacio σ-compacto pues la colección de compactos Ak = {[k − 1, k + 1] : k ∈ Z}, recubre R y es de cardinal numerable. El siguiente resultado nos da una condición para que un espacio topológico sea σ-compacto. Lema 2.4.1 Todo espacio topológico separado localmente compacto con una base numerable es σ-compacto. Prueba. Este lema es una consecuencia directa del Teorema 2.4.1 pues todo espacio topológico es un abierto. En efecto, dado que X es abierto es posible expresarlo como la unión de una sucesión numerable de conjuntos compactos.� Demos ahora la definición más importante de esta sección. Definición 2.4.3 (Medida Boreliana, medida regular) Sea X un espa- cio topológico separado. 1) Una medida Boreliana sobre X es una medida cuyo dominio de defini- ción es la σ-álgebra de los borelianos Bor(X). 2) SeaA una σ-álgebra sobre X tal que Bor(X) ⊂ A . Una medida µ defi- nida sobre A es regular si verifica las condiciones siguientes: (i) Cada subconjunto compacto K de X es de medida finita: µ(K) < +∞. (ii) Cada conjunto A ∈ A verifica: µ(A) = ı́nf{µ(U); A ⊂ U con U abierto}, (iii) Cada subconjunto abierto U verifica: µ(U) = sup{µ(K); K ⊂ U con K compacto}. Una medida boreliana regular sobre X es entonces una medida regular cuyo dominio es el conjunto de los borelianos de X. Obsérvese que, como el espacio topológico X es separado, los compactos son cerrados (cf. Corolario 1.2.1) y por lo tanto son conjuntos borelianos. Verifi- caremos posteriormente que la medida de Lebesgue λ es una medida regular. Por el contrario, el lector puede ver sin mayor problema que la medida grue- sa definida página 66 no es una medida regular pues no es finita sobre todo compacto. Observación 2.10 Una medida que satisface únicamente la segunda condición es llamada regular exteriormente, mientras que si verifica la tercera condición diremos que es una medida regular interiormente. 100 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Los dos resultados que siguen nos muestran el comportamiento de la regularidad con respecto a las medidas exteriores y a la completación de medidas. Proposición 2.4.3 Sean X un espacio topológico separado, A ⊃ Bor(X), µ : A −→ R+ una medida regular y sea µ∗ la medida exterior asociada a µ. Entonces se tiene para todo A ∈ P(X) la fórmula µ∗(A) = ı́nf {µ(U); A ⊂ U con U abierto} . Prueba. Sea ε > 0 un real y A ∈ P(X). Existe por definición de medida exterior µ∗ una familia de conjuntos An ∈ A tales que A ⊂ +∞⋃ n=0 An y +∞∑ n=0 µ(An) ≤ µ∗(A) + ε. Sea ahora (εn)n∈N una sucesión de reales positivos tales que +∞∑ n=0 εn < ε. Por la regularidad exterior de la medida µ existen abiertos Un ⊃ An tales que µ(Un) ≤ µ(An) + εn. Dado que el abierto U = ⋃ n∈N Un contiene A, se tiene que µ(U) ≤ +∞∑ n=0 µ(Un) ≤ +∞∑ n=0 (µ(An) + εn) ≤ µ∗(A) + ε, de donde se deduce el resultado deseado. � Proposición 2.4.4 Sea µ : A −→ R+ una medida regular y σ-finita. Entonces la medida completada µ es regular. Prueba. Como todo compacto pertenece a Bor(X) ⊂ A , y que µ coincide con µ sobre A , se obtiene sin problema que µ es finita sobre los compactos. Por un razonamiento similar se deduce el punto (iii) de la Definición 2.4.3. La única propiedad que hay que verificar es el punto (ii), pero dado que en este caso se tiene la identidad (X,A , µ) = (X,Mµ∗ , µ ∗); esta propiedad de µ se deduce de la proposición anterior. � Una de las principales caracteŕısticas de las medidas regulares es la posibili- dad de aproximar la medida de un conjunto medible utilizando los conjuntos usuales en topoloǵıa (es decir los conjuntos abiertos, cerrados y compactos) realizando un error mı́nimo desde el punto de vista de la teoŕıa de la medida y esto permite relacionar la noción de espacio medido a la de espacio topológico. Más precisamente, tenemos el teorema: Teorema 2.4.2 (Aproximación de medidas regulares) Sea X un espa- cio topológico localmente compacto separado de base numerable (σ-compacto). Sea (X,A , µ) un espacio medido con Bor(X) ⊂ A . Si la medida µ es finita sobre los compactos (es entonces σ-finita), entonces la noción de regularidad es equivalente a los dos puntos a continuación 1) para todo A ∈ A y para todo ε > 0, existe un abierto U tal que A ⊂ U y µ(U \A) ≤ ε. (2.23) 2.4. Medidas Borelianas 101 2) para todo A ∈ A y para todo ε > 0, existe un cerrado C tal que C ⊂ A y µ(A \ C) ≤ ε. (2.24) Demostración. Vamos a demostrar las implicaciones siguientes: regularidad de la medida =⇒ (2.23) ⇐⇒ (2.24)=⇒ regularidad de la medida. Para la primera implicación, suponemos que la medida µ es regular. Dado que la medida es σ-finita, existe una sucesión de conjuntos (An)n∈N A -medibles que recubren X de µ-medida finita. Sean A ∈ A un conjunto, ε y (εn)n∈N reales positivos tales que +∞∑ n=0 εn < ε. Puesto que la medida es regular, existen abiertos Un ⊃ A ∩ An tales que µ(Un) ≤ µ(A ∩ An) + εn. Como µ(A ∩ An) es finito, se tiene que µ(Un \ (A ∩ An)) ≤ εn. Tenemos además que el abierto U = ⋃+∞ n=0 Un contiene A y que µ(U \A) ≤ +∞∑ n=0 µ(Un \ (A ∩ An)) ≤ ε, lo que muestra la fórmula (2.23). Veamos ahora que (2.23) ⇐⇒ (2.24). Como A ∈ A , se tiene también que Ac ∈ A y, aplicando el razonamiento anterior, obtenemos que para todo ε > 0, existe un conjunto abierto V que contiene Ac tal que µ(V \Ac) ≤ ε. Dado que V \ Ac = A \ C, en donde C es un cerrado contenido en A, se tiene que la expresión (2.23) es equivalente a µ(A \ C) ≤ ε. Verifiquemos para terminar que (2.24) implica la regularidad de la medida. Tenemos por hipótesis que la medida es finita sobre los compactos, de manera que solo hay que verificar los puntos (ii) y (iii) de la Definición 2.4.3. Como (2.24) es equivalente a (2.23), no es dif́ıcil ver que se tiene la regularidad exterior: en efecto si µ(U \A) ≤ ε se obtiene que µ(U) = µ(U ∩A)+µ(U \A) ≤ µ(A) + ε lo que implica (ii). Para la regularidad interior, vamos a mostrar más generalmente que se tiene (iii) para todo elemento de A (que contiene todos los abiertos pues contiene la σ-álgebra boreliana). Sea A ∈ A y ε > 0. Tenemos entonces por (2.24) que existe un cerrado C ⊂ A tal que µ(A) ≤ µ(C) + ε/2. (2.25) Este cerrado puede escribirse C = ⋃+∞ n=0Kn en donde (Kn)n∈N es una sucesión creciente de compactos, de manera que podemos aplicar el Teorema 2.2.3 de continuidad de las medidas para obtener µ(C) = ĺım n→+∞ µ(Kn). Si µ(A) = +∞ entonces µ(C) = +∞ y ĺım n→+∞ µ(Kn) = +∞ lo que muestra (iii) en este caso. Si µ(A) < +∞ entonces µ(C) < +∞ y existe un entero n tal que µ(C) ≤ µ(Kn) + ε/2. 102 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Por lo tanto se obtiene, juntando esta estimación y la desigualdad (2.25), la fórmula µ(A) ≤ µ(Kn) + ε, de donde se deduce el resultado deseado. � Una aplicación directa de este teorema es el siguiente corolario. Corolario 2.4.1 Sea X un espacio topológico separado a base numerable, sea A una σ-álgebra sobre X que contiene los borelianos y sea µ una medida regular sobre A . Si A ∈ A y si el conjunto A es σ-finito con respecto a µ entonces se tiene µ(A) = sup{µ(K); K ⊂ A con K compacto}. Corolario 2.4.2 Bajo las mismas hipótesis que las del Teorema 2.4.2 (es decir X es un espacio σ-compacto, Bor(X) ⊂ A y la medida µ es finita sobre los compactos) si la medida µ es regular y si Y ∈ A entonces la medida inducida µ|Y es una medida regular. Prueba. Por hipótesis tenemos el primer punto de la Definición 2.4.3. El co- rolario anterior implica la propiedad (iii), de manera que solo debemos preo- cuparnos por la regularidad exterior. Sea pues A ∈ A|Y , entonces µ|Y (A) = µ(A) = ı́nf A⊂U µ(U) ≥ ı́nf A⊂U µ(U ∩ Y ). Dado que A ⊂ U ∩ Y se tiene ı́nf A⊂U µ(U ∩ Y ) ≥ µ(A) de donde se obtiene que µ|Y (A) = ı́nf A⊂U µ(U ∩ Y ). Cuando U recorre todos los abiertos de X que con- tienen a A, U ∩ Y recorre todos los abiertos de Y que contienen a A lo que permite obtener el resultado deseado. � Antes de terminar esta sección, vamos a dar con el Teorema 2.4.3 un criterio simple que nos permite caracterizar las medidas regulares. Necesitaremos la proposición a continuación. Proposición 2.4.5 Sea X un espacio topológico separado tal que cada con- junto abierto es de tipo Fσ y sea ν una medida boreliana finita definida sobre X. Entonces cada subconjunto boreliano A de X verifica 1) ν(A) = ı́nf{ν(U); A ⊂ U con U abierto}, 2) ν(A) = sup{ν(C); C ⊂ A con C cerrado}. Prueba. Notemos K la colección de subconjuntos borelianos de X que verifican 1) y 2). Para la demostración de esta proposición vamos a mostrar que K es una σ-álgebra que contiene todos los conjuntos abiertos de X y por lo tanto contiene todos los borelianos (es decir Bor(X) ⊂ K). Veamos primero que K contiene todos los conjuntos abiertos. Si V es un abier- to deX , se tiene entonces sin dificultad el punto 1). Para el segundo punto, dado que por hipótesis todoabierto es un conjunto de tipo Fσ, existe entonces una sucesión de conjuntos cerrados (Cn)n∈N de X tales que V = ⋃ n∈N Cn. Puesto que podemos suponer que la sucesión (Cn)n es creciente, podemos aplicar el Teorema 2.2.3 de continuidad de las medidas para obtener ν(V ) = ĺım n→+∞ ν(Cn) 2.4. Medidas Borelianas 103 de manera que V satisface ν(V ) = sup{ν(C); C ⊂ V con C cerrado}, de donde se deduce que K contiene todos los conjuntos abiertos de X . Verifiquemos ahora que K es una σ-álgebra. Empecemos notanto que con- tiene X puesto que X es abierto. Veamos luego que K es estable al pasar al complementario. Como ν es de masa total finita y por el Teorema 2.4.2, dado que todo conjunto de K verifica los puntos 1) y 2), obtenemos para todo A ∈ K la existencia de los conjuntos U y C que verifican (2.23) y (2.24). Puesto que U c y Cc son respectivamente conjuntos cerrados y abiertos se tiene U c ⊂ Ac ⊂ Cc y ν(Cc \U c) ≤ ε: es decir que Ac cumple con las condiciones 1) y 2). Se deduce que Ac ∈ K y que K es estable al pasar al complementario. Estudiemos finalmente la estabilidad con respecto a las operaciones nume- rables. Sea (An)n∈N una sucesión de conjuntos de K y sea ε > 0 un real. Para cada n ∈ N fijamos un conjunto cerrado Cn y un conjunto abierto Un tales que Cn ⊂ An ⊂ Un y ν(Un \ Cn) ≤ ε 2n+1 . Si notamos U = ⋃ n∈N Un y C = ⋃ n∈N Cn entonces obtenemos C ⊂ ⋃ n∈NAn ⊂ U y ν(U \ C) = ν ( ⋃ n∈N (Un \ Cn) ) ≤ ∑ n∈N ν(Un \ Cn) ≤ ε. (2.26) Tenemos que el conjunto U es abierto, pero puede suceder que el conjunto C no sea cerrado. Sin embargo, dado que para todo k el conjunto ⋃k n=0 Cn es cerrado y dado que ν(U \ C) = ĺım k→+∞ ν ( U \ k⋃ n=0 Cn ) , obtenemos de la expresión (2.26) que existe un entero k tal que ν ( U \ k⋃ n=0 Cn ) ≤ ε. Por lo tanto U y ⋃k n=0 Cn son los conjuntos necesarios para mostrar que⋃ n∈NAn ∈ K, de donde se obtiene la estabilidad por unión numerable. Hemos pues mostrado que K es una σ-álgebra sobreX que contiene los conjuntos abier- tos. Dado que Bor(X) es la más pequeña σ-álgebra que contiene los conjuntos abiertos hemos verificado que Bor(X) ⊂ K lo que termina la demostración. � Teorema 2.4.3 (condición de regularidad, espacio medido regular) Sea X un espacio topológico localmente compacto separado de base numerable, sea A ⊃ Bor(X) una σ-álgebra y sea µ : A −→ R+ una medida finita sobre los compactos de X. Entonces µ es una medida regular y en este caso diremos que el espacio medido (X,A , µ) es un espacio medido regular. Demostración. Tenemos por hipótesis el primer punto de la Definición 2.4.3. Vamos a estudiar primero la regularidad interior de µ. Sea U un subconjunto abierto de X , tenemos entonces por el Teorema 2.4.1 que U es la unión de 104 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida una sucesión (Kn)n∈N de conjuntos compactos, por lo tanto, el teorema de continuidad de las medidas 2.2.3 implica la identidad µ(U) = ĺım k→+∞ µ ( k⋃ n=0 Kn ) , de donde se deduce la regularidad interior. Pasemos al estudio de la regularidad exterior de la medida µ. Para poder aplicar la proposición anterior es necesario reemplazar la medida µ por una sucesión adecuada de medidas finitas: como X es un espacio σ-finito, existe (Un)n∈N una sucesión de conjuntos abiertos tales que X = ⋃ n∈N Un y tales que se tenga µ(Un) < +∞ para todo n. Definimos entonces una familia de medidas borelianas escribiendo µn(A) = µ(A∩Un). Las medidas µn son finitas de manera que, aplicando la Proposición 2.4.5, tenemos que cada una de estas medidas es regular exteriormente. Por lo tanto, si A es un conjunto boreliano y si ε es un real positivo, entonces para todo n existe un abierto Vn que contiene A tal que µn(Vn) ≤ µn(A) + ε/2n+1. Es decir: µn(Vn \A) = µ((Vn \A) ∩ Un) ≤ ε/2n+1. No es por lo tanto dif́ıcil darse cuenta que el conjunto V definido por V = ⋃ n∈N(Un ∩ Vn) es abierto, contiene A y verifica µ(V \A) ≤ ∑ n∈N µ((Un ∩ Vn) \A) ≤ ε. Por lo tanto µ(V ) ≤ µ(A) + ε lo que implica la regularidad exterior de la me- dida µ. � Hemos terminado con este resultado la descripción de las principales pro- piedades de las medidas regulares y de las medidas en general. En las dos secciones que siguen aplicaremos todo el material explicitado anteriormente a la construcción de la medida de Lebesgue sobre Rn y a la verificación de sus caracteŕısticas más importantes. 2.4.3. Construcción y propiedades de la medida de Lebesgue Vamos a construir en las ĺıneas a continuación la medida de Lebesgue n- dimensional y una vez esta construcción realizada, expondremos sus principa- les caracteŕısticas. Para ello utilizaremos la función aditiva de conjuntos vol, determinada por la fórmula (2.6) y definida sobre el álgebra de partes formada por los conjuntos adoquinables, y prolongaremos esta función a la σ-álgebra engendrada, que por la Proposición 2.2.6, no es más que la σ-álgebra Borelia- na de Rn. Aplicaremos para lograr nuestro objetivo el formalismo hasta ahora desarrollado en las páginas precedentes, pero antes de verificar las hipótesis del teorema de Carathéodory 2.3.3 vamos a necesitar el pequeño lema a continua- ción: Lema 2.4.2 Sea Γ un subconjunto adoquinable de Rn de volumen finito (vol(Γ) < +∞) y sea ε > 0 un real. Existe entonces un conjunto compacto K contenido en Γ tal que vol(Γ \K) ≤ ε. 2.4. Medidas Borelianas 105 Prueba. Sabemos que todo conjunto adoquinable puede expresarse como la unión disjunta de adoquines Γ = ⋃N i=1 Ai. Dado que todo adoqúın es de la forma A = ∏n j=1(aj , bj) y que los intervalos (aj , bj) son acotados, no es dif́ıcil escojer A′ = ∏n j=1[cj , dj ] con aj < cj < dj < bj de forma que vol(A \A′) ≤ ε/N y tal que A′ ⊂ A. Al definir K = ⋃Ni=1A′i obtenemos el conjunto compacto buscado pues vol(Γ \K) = vol ( N⋃ i=1 Ai \A′i ) = N∑ i=1 vol(Ai \A′i) ≤ ε, lo que termina la demostración. � Teorema 2.4.4 (Construcción de la medida de Lebesgue) Sea A el álge- bra de partes de Rn formada por los conjuntos adoquinables y sea la aplicación vol : A −→ R+ la función aditiva de conjuntos que asocia a cada adoqúın su volumen. Entonces 1) existe una única medida exterior λ∗n asociada a la función vol : A −→ R+ por medio de la fórmula λ∗n(A) = ı́nf RA +∞∑ n=0 vol(Γn), (2.27) en donde RA es el conjunto de todos los recubrimientos numerables (Γn)n∈N de A por medio de conjuntos adoquinables, que prolonga la aplicación vol y que coincide con ella sobre A. 2) la σ-álgebra L (Rn) de conjuntos λ∗n-medibles se denomina la σ-álgebra de Lebesgue y contiene la σ-álgebra de los Borelianos: Bor(Rn) ⊂ L (Rn). La aplicación λ∗n : L (R n) −→ R+ se denomina la medida exterior n-dimensional de Lebesgue. Demostración. Como anunciado este resultado es una aplicación directa del teorema de Carathéodory y debemos por lo tanto verificar las hipótesis necesa- rias. Para mayor comodidad del lector las volvemos a exponer a continuación. (a) Para toda sucesión decreciente (Γn)n∈N de elementos de A se tiene la implicación: ( vol(Γ0) < +∞ y ⋂ n∈N Γn = ∅ ) =⇒ vol(Γn) −→ n→+∞ 0. (b) El conjunto Rn puede expresarse como la unión de una sucesión creciente (Xn)n∈N ∈ A con vol(Xn) < +∞ y tal que (Γ ∈ A y vol(Γ) = +∞) =⇒ vol(Γ ∩Xn) −→ n→+∞ +∞. Empecemos por la primera condición. Vamos a razonar por el absurdo y supo- nemos que existe una sucesión decreciente de conjuntos adoquinables (Γn)n∈N de volumen finito tal que ⋂ n∈N Γn = ∅ y tal que ı́nf n∈N vol(Γn) = α > 0. (2.28) 106 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Sea (αn)n∈N una sucesión de reales estŕıctamente positivos tales que ∑ n αn < α/2 (por ejemplo αn < α/2 n+2). Por el lema anterior, podemos encontrar conjuntos adoquinables compactos Kn ⊂ Γn tales que vol(Γn \ Kn) ≤ αn. Si definimos ahora los conjuntos Nn = ⋂n j=0Kj tenemos Γn \Nn ⊂ ⋃n j=0(Γj \Kj) pues un elemento de Γn \Nn está afuera de uno de los Kn y pertenece a Γn; luego, por subaditividad finita obtenemos vol(Γn \Nn) ≤ vol n⋃ j=0 Γj \Kj ≤ n∑ j=0vol(Γj \Kj) ≤ n∑ j=0 αj < α/2. La sucesión de compactos Nn es decreciente y de intersección vaćıa, es decir que a partir de un cierto rango, los conjuntos Nn son vaćıos (ver Proposición 1.2.1). Entonces a partir de este rango tenemos vol(Γn) = vol(Γn \Nn) < α/2 lo que contradice (2.28). Con esto hemos verificado la primera condición. La segunda condición es más sencilla de verificar. Podemos escribir Rn = ⋃ n∈NXn en donde Xn es el cubo centrado en el origen y de lado 2n. Si un con- junto adoquinable Γ es de medida infinita, contiene un adoqúın A de volumen infinito y por lo tanto se tiene la estimación vol(Γ ∩Xn) ≥ vol(A ∩Xn) −→ +∞. Con estas dos hipótesis verificadas, aplicamos directamente el teorema de Ca- rathéodory y obtenemos la existencia y la unicidad de la medida de Lebesgue λ∗n definida sobre la σ-álgebra L (R n) que coincide con la función aditiva de conjuntos vol que asocia a todo adoqúın su volumen. � Observación 2.11 Dado que todo intervalo separado I es convexo en R y que se tiene la igualdad ℓ(I) = diam(I), se puede ver sin mayor complicación por la fórmula (2.27) que la medida de Lebesgue λ∗ coincide con la medida de Hausdorff 1-dimensional H1. También existe una relación entre las medidas de Hausdorff y la medida de Lebesgue en dimensiones superiores, rogamos al lector ver los detalles en el Ejercicio 2.20. Pasamos ahora al estudio de las propiedades de la medida exterior de Lebesgue. Empezaremos verificando la σ-finitud de esta medida, que es una propiedad relativamente simple, pero de gran importancia por las numerosas implicaciones que hemos explicitado precedentemente. Veremos luego otras de sus principales particularidades, como su regularidad y algunas propiedades de invariancia. Lema 2.4.3 La medida exterior de Lebesgue λ∗n : L (R n) −→ R+ es σ-finita. Prueba. En el caso n = 1 definimos el intervalo Im = [m,m + 1[ en donde m ∈ Z. Vemos entonces que λ∗(Im) = 1 para todo m y que R = ⋃ m∈Z Im lo que implica la σ-finitud de la medida λ∗. Si n > 1, consideramos m = (m1, ...,mn) un vector de Z n y construimos un subconjunto de Rn de la siguiente forma: Am = n∏ j=1 [mj ,mj + 1[. (2.29) 2.4. Medidas Borelianas 107 No es dif́ıcil ver que λ∗n(Am) = 1 y que R n = ⋃ m∈Zn Am. Por lo tanto obtene- mos que Rn puede expresarse como la unión numerable de conjuntos de medida finita, lo que termina la demostración. � Proposición 2.4.6 La medida exterior de Lebesgue λ∗n : L (R n) −→ R+ es regular. Prueba. Basta aplicar el Teorema 2.4.3. Tenemos en efecto que Rn es un es- pacio topológico localmente compacto de base numerable, que L (Rn) contiene la σ-álgebra de los Borelianos y que la medida exterior de Lebesgue λ∗n es fini- ta sobre los compactos (que en este caso son cerrados y acotados). Dado que tenemos todas las hipótesis del Teorema 2.4.3, podemos concluir que la medida exterior de Lebesgue es regular. � Recordemos que el Teorema 2.4.4 nos da dos espacios medidos distintos y la restricción de λ∗n a la σ-álgebra Bor(Rn), notada λn, será denominada me- dida de Lebesgue. Si bien se tiene que λ∗n coincide con λn sobre los borelianos Bor(Rn) (ver Observación 2.8), es necesario distinguir estos dos espacios medi- dos. El resultado a continuación permite aclarar las relaciones existentes entre (Rn,L (Rn), λ∗n) y (R n,Bor(Rn), λn). Proposición 2.4.7 Tenemos la identidad ( Rn,Bor(Rn), λn ) = (Rn,L (Rn), λ∗n) es decir que la completación de la σ-álgebra Boreliana de Rn con respecto a la medida de Lebesgue λn es la σ-álgebra de Lebesgue. Prueba. La verificación de este hecho no es muy dif́ıcil una vez que se tiene a disposición el Teorema 2.3.5. En efecto, la única hipótesis que hay que verificar para poder aplicar este resultado es la σ-finitud de la medida λn lo cual es evidente por el Lema 2.4.3. � Proposición 2.4.8 Todo subconjunto numerable de R es un conjunto boreliano de medida nula. Prueba. Para demostrarlo fijamos a un número real y entonces se tiene {a} = {x : x = a} = +∞⋂ k=1 { x : a ≤ x < a+ 1 k } , y por lo tanto, por el teorema de continuidad de las medidas tenemos λ∗({a}) = ĺım k→+∞ λ∗ ( [a, a+ 1k [ ) = ĺım k→+∞ 1 k = 0. Obtenemos entonces que cada conjunto formado por un solo punto es un conjunto Boreliano de medida nula. Puesto que los borelianos forman una σ-álgebra y que la medida λ∗ es σ-aditiva se deduce el resultado buscado. � Corolario 2.4.3 La medida de Lebesgue λ∗n : L (R n) −→ R+ no es atómica. Prueba. En el caso n = 1, esta propiedad de la medida λ∗ se deduce de la Proposición 2.4.8 pues tenemos para todo punto a ∈ R la identidad λ∗({a}) = 0. 108 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Para el caso n > 1 es necesario una pequeña modificación: sea a = (a1, ..., an) ∈ Rn, definimos el conjunto Ak = { x ∈ Rn : aj ≤ xj < aj + 1 k ; j = 1, ..., n } , y tenemos entonces {a} = ⋂+∞k=1Ak, por la continuidad de la medida obtenemos λ∗n({a}) = ĺım k→+∞ λ∗n(Ak) = 0 lo que termina la demostración. � Vamos a estudiar aqúı una colección muy especial de adoquines y cuyas apli- caciones se encuentran en varias ramas del análisis matemático. En lo que nos concierne, utilizaremos esta familia de conjuntos para verificar algunas propie- dades de la medida de Lebesgue explicitadas en los resultados a continuación. Veamos pues la definición de estos conjuntos: Definición 2.4.4 (Cubos diádicos) Empecemos definiendo los intervalos diádi- cos por la fórmula [m2−k, (m+1)2−k[, en donde m, k ∈ Z. Un cubo diádico es entonces el producto cartesiano de intervalos diádicos, es decir es un subcon- junto de Rn de la forma Q = n∏ j=1 [mj2 −k, (mj + 1)2 −k[, (2.30) en donde m1, ...,mn, k ∈ Z. Nótese que hemos impuesto que los intervalos diádicos sean cerrados en la iz- quierda y abiertos a la derecha de manera que dos intervalos diádicos de misma longitud son siempre disjuntos. Si Q es un cubo diádico de Rn, notaremos |Q| su medida de Lebesgue y ℓ(Q) la longitud de sus lados. Figura 2.6: Cubos diádicos en el plano R2 Expliquemos rápidamente el rol de los parámetros que intervienen en la de- finición de los cubos diádicos. Los enteros relativos m1, ...,mn sirven para po- sicionar los cubos mientras que el ı́ndice k representa el tamaño, o la escala para ser más precisos, de estos cubos. La propiedad fundamental de los cubos diádicos, y que justifica plenamente su introducción, es la siguiente: 2.4. Medidas Borelianas 109 todos los intervalos diádicos que tienen la misma longitud de lado son o disjuntos o coinciden. dos intervalos diádicos son o disjuntos o el uno está contenido en el otro. dos cubos diádicos son o disjuntos o contenidos el uno en el otro. Lema 2.4.4 Para todo cubo diádico Q de Rn se tiene la identidad |Q| = ℓ(Q)n. Prueba. La verificación es inmediata pues, como todo cubo Q es un adoqúın, tenemos por definición la identidad siguiente (ver la fórmula (2.5)): |Q| = vol(Q) = n∏ j=1 ( (mj + 1)2 −k −mj2−k ) . Dado que ℓ ( [mj2 −k, (mj + 1)2 −k[ ) = ( (mj + 1)2 −k −mj2−k ) y que la longi- tud de cada uno de los lados de un cubo es la misma, se obtiene |Q| = ℓn(Q). � Una primera aplicación de los cubos diádicos está dada por el lema siguiente: Lema 2.4.5 Todo conjunto abierto de Rn es la unión disjunta numerable de cubos diádicos de la forma (2.30). Prueba. Hemos visto en la Proposición 2.2.6 que todo abierto puede expresar- se como una unión numerable de adoquines. Basta repetir esta demostración utilizando como extremidades de los lados los números diádicos y dado que dos cubos diádicos son o disjuntos o contenidos el uno en el otro obtenemos una unión numerable disjunta. � Figura 2.7: Aproximación de abiertos por medio de cubos diádicos Recordemos ahora que el espacio eucĺıdeo Rn es un espacio vectorial topológi- co (Definición 1.3.2); podemos entonces considerar la aplicación traslación (que es en este caso un homeomorfismo) de conjuntos y estudiar su acción sobre los subconjuntos de Rn: para todo vector τ∈ Rn y todo subconjunto A de Rn definimos τ +A el conjunto determinado por τ +A = {y ∈ Rn : y = τ + a, a ∈ A}, 110 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida y decimos que el conjunto τ +A es la traslación de A por τ . La medida de Lebesgue posee propiedades interesantes con respecto a la traslación como lo indica el resultado siguiente. Proposición 2.4.9 El espacio medido (Rn,Bor(Rn), λn) es invariante por tras- lación en el sentido siguiente: para todo vector τ ∈ Rn y para todo conjunto A ∈ Bor(Rn), τ +A es un conjunto medible y se tiene λn(τ +A) = λn(A). (2.31) Además B es un subconjunto Lebesgue-medible de Rn si y solo si τ + B es Lebesgue-medible. Prueba. Veamos primero que la σ-álgebra de los borelianos Bor(Rn) es inva- riante por traslación. Este punto no es muy complicado pues la traslación de todo abierto es un conjunto abierto y se obtiene por lo tanto que Bor(Rn) es invariante por traslación. Para verificar la identidad (2.31), empecemos considerando conjuntos senci- llos como los cubos diádicos. Entonces, para todo vector τ = (τ1, ..., τn) ∈ Rn y para todo cubo diádico Q tenemos τ+Q = ∏n j=1[mj2 −k+τj , (mj+1)2 −k+τj [, es decir λn(τ +Q) = vol n∏ j=1 [mj2 −k + τj , (mj + 1)2 −k + τj [ = n∏ j=1 ℓ([mj2 −k + τj , (mj + 1)2 −k + τj [) = n∏ j=1 ℓ([mj2 −k, (mj + 1)2 −k[) = λn(Q). Dado que todo abierto U se expresa como la unión disjunta de cubos diádicos por el Lema 2.4.5, obtenemos sin mayor dificultad que λn(τ + U) = λn(U). Finalmente, como los abiertos engendran los borelianos, se deduce la expresión (2.31) para todo A ∈ Bor(Rn). A partir de estas observaciones se deduce el segundo punto notando que las operaciones de intersección y de traslación conmutan la una con la otra. � Observación 2.12 Es muy importante notar aqúı que la imagen directa de un conjunto boreliano por medio de una función continua no es necesariamente un boreliano. Este es un error célebre de H. Lebesgue a partir del cual surgieron los espacios anaĺıticos, cuyo estudio no consta en el programa de este folleto. Estudiemos otra propiedad importante de la medida de Lebesgue. Para todo α > 0, a partir de A ∈ Bor(Rn) definimos el conjunto αA = {x ∈ Rn : x = αy = (αy1, ..., αyn) ; y ∈ A}. El resultado a continuación nos indica la relación existente entre la medida de estos dos conjuntos. 2.4. Medidas Borelianas 111 Proposición 2.4.10 La medida de Lebesgue λn es homogénea de grado n. Es decir, para todo α > 0 y para todo A ∈ Bor(Rn) tenemos λn(αA) = α nλn(A). (2.32) Prueba. La demostración no es dif́ıcil, verifiquemoslo para un cubo diádico : λn(αQ) = |αQ| = ℓn(αQ) = (α2−k)n = αn|Q|. En el caso general, utilizando la aproximación de los abiertos por medio de cubos diádicos obtenemos lo siguiente: sea A ⊂ Rn un abierto, entonces A = ⋃ j∈NQj en donde (Qj)j∈N es una colección de cubos diádicos disjuntos y por lo tanto λn(αA) = λn ⋃ j∈N αQj = ∑ j∈N λnαQj) = α n ∑ j∈N λn(Qj) = α nλn(A), lo que termina la prueba. � Terminamos esta sección con el siguiente teorema que nos proporciona una caracterización de la medida de Lebesgue sobre (Rn,Bor(Rn)). Teorema 2.4.5 Sea µ una medida no nula definida sobre el espacio medible (Rn,Bor(Rn)). Si suponemos que esta medida es invariante por traslación y que es finita para todo subconjunto acotado boreliano de Rn; entonces existe una constante positiva c > 0 tal que la identidad µ(A) = cλn(A), es válida para todo boreliano A. Demostración. Sea Q1 = {(x1, ..., xn) : 0 ≤ xi < 1} el cubo unidad de Rn y notemos µ(Q1) = c < +∞. Definamos una medida ν sobre Bor(Rn) por ν(A) = 1cµ(A) para todo A ∈ Bor(Rn). Se tiene entonces que la medida ν es invariante por traslación y asigna al conjunto Q1 su volumen, es decir su medida de Lebesgue que es igual a 1. Si D es un cubo diádico cuyos lados tienen longitud 2−k, entonces no es dif́ıcil ver que Q1 es la unión de 2 nk traslaciones de D y por lo tanto podemos escribir 2nkν(D) = ν(Q1) = λn(Q1) = 2 nkλn(D), por lo tanto ν y λn coinciden en los cubos diádicos lo que implica, por el Teorema 2.2.6, la igualdad entre las medidas ν y λn; es decir que se tiene µ = cλn. � 2.4.4. Conjuntos no medibles Vamos a terminar este caṕıtulo mostrando por medio del teorema a continua- ción que existen subconjuntos de la recta real que no son Lebesgue-medibles, esto implica en particular que existen subconjuntos de R que no son Borelianos puesto que se tiene la inclusión Bor(R) ⊂ L (R) (esta inclusión es estricta pero 112 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida posponemos su demostración al caṕıtulo siguiente con el Teorema 3.2.2). Es importante notar que la existencia de conjuntos que no son medibles en el sentido de Lebesgue depende de los axiomas de base utilizados en matemáticas: si no se admite el axioma de elección en su versión no numerable, la existencia de tales conjuntos es indecidible y este resultado de lógica matemática fue demostrado por Solovay en 1966. Dicho de otra manera, si queremos exhibir un conjunto que no es Lebesgue medible, es necesario utilizar el axioma de elección como lo haremos a continuación. Teorema 2.4.6 Existe un subconjunto de R que no es Lebesgue medible. Demostración. Empecemos definiendo una relación sobre R de la siguiente forma: notaremos x ∼ y si y solo si x − y es racional. Verifiquémoslo rápida- mente: se tiene para todo real x ∼ x, que x ∼ y implica y ∼ x y que se tiene (x ∼ y), (y ∼ z) =⇒ x ∼ z, lo que implica la transitividad. Observamos además que cada clase de equivalencia bajo la relación ∼ es de la forma Q + x para algún x de manera que el conjunto de clases de equivalencias es denso en R. Puesto que estas clases de equivalencia son disjuntas y que cada una de ellas intersecta el intervalo ]0, 1[; podemos utilizar el axioma de elección para construir un subconjunto E de ]0, 1[ que contiene exactamente un elemento de cada una de estas clases (Obsérvese que el conjunto de clases de equivalencia es no numerable). Vamos a demostrar que este conjunto no es Lebesgue-medible. Sea pues (rn)n∈N una enumeración de los números racionales en el intervalo ]− 1, 1[ y para cada n definimos En = E + rn. Verificaremos que los conjuntos En son disjuntos, que su reunión está inclúıda en el intervalo ] − 1, 2[ y que contiene el intervalo ]0, 1[. Para el primer punto procedemos por el absurdo observando que si Em∩En 6= ∅, entonces existen al menos dos elementos α, β de E tales que α+rm = β+rn; se deduce de esto que α ∼ β y por lo tanto se tiene α = β y Em = En lo cual es una contradicción, de manera que estos conjuntos son disjuntos. La segunda aserción se deduce de la inclusión E ⊂]0, 1[ y del hecho que cada término de la sucesión (rn)n∈N pertenece a ]− 1, 1[. Finalmente, para el último punto, fijemos un punto x ∈]0, 1[ cualquiera y sea e un elemento de E tal que x ∼ e. Entonces, por definición, el punto x − e es un racional y pertenece a ]− 1, 1[, es por lo tanto de la forma rn para algún n. Se obtiene entonces que x ∈ En y por lo tanto pertenece a la unión ⋃ n∈N En. Tenemos entonces las inclusiones ]0, 1[⊂ ⋃ n∈N En ⊂]− 1, 2[. (2.33) Para terminar la demostración, vamos a proceder por el absurdo suponiendo que el conjunto E es Lebesgue-medible. Entonces, para cada n el conjunto En es medible por construcción pues es una traslación de E , y como estos conjuntos son disjuntos, tenemos la identidad: λ ( ⋃ n∈N En ) = ∑ n∈N λ(En), 2.4. Medidas Borelianas 113 además, por la invariancia por traslación de la medida λ se tiene λ(En) = λ(E ) para todo n. Por lo tanto, si λ(E ) = 0 entonces λ (⋃ n∈N En ) = 0 lo que contradice la pri- mera inclusión de (2.33); mientras que si λ(E ) 6= 0 se tiene λ (⋃ n∈N En ) = +∞ lo que contradice la segunda inclusión de (2.33). Obtenemos aśı una contradic- ción lo que termina la demostración. � Observación 2.13 Es muy importante notar aqúı que estos resultados impli- can la imposibilidad de prolongar la medida de Lebesgue a la clasede todos los subconjuntos de la recta real de manera que la función obtenida sea una medida invariante por traslación. Resumen Vamos a exponer en esta sección, a manera de una proyección acelerada, las diferentes etapas expuestas en este caṕıtulo para la construcción de medidas. El punto de partida está dado por las nociones de álgebras de partes A y de funciones aditivas de conjuntos m que poseen las propiedades más esenciales de la medidas generales, pero por definición están limitadas a las operaciones finitas lo cual es muy reductor. En este marco es relativamente sencillo visua- lizar las particularidades básicas de la teoŕıa de la medida; sin embargo, para obtener los resultados más importantes, el paso decisivo está dado por el paso a las operaciones numerables. La generalización de estos dos conceptos se realiza por medio de las σ-álge- bras engendradas σ(A) y de las medidas µ definidas sobre ellas. Obtenemos aśı una aplicación µ : A −→ R+ que verifica las propiedades de las funciones aditivas de conjuntos extendidas a las operaciones numerables. Sin embargo, a pesar de que el paso de una álgebra de partes A a una σ- álgebra A puede comprenderse con relativa facilidad gracias a la noción de σ-álgebra engendrada σ(A), la generalización de la aplicación m a una medida µ es mucho más delicada y requiere un cierto número de conceptos importantes, como las medidas exteriores µ∗, los conjuntos µ∗-medibles y la σ-álgebra Mµ∗ . En este punto, es el teorema de Carathéodory que relaciona la medida exte- rior µ∗ asociada a la función aditiva de conjuntos m y que nos permite afirmar que estas dos funciones coinciden sobre el álgebra de partes A mientras que la unicidad de esta prolongación se obtiene utilizando las clases monótonas. Finalmente, si dotamos al conjunto de base X de una estructura topológica, el hecho de trabajar con la σ-álgebra engendrada por los abiertos de X permite considerar ciertas particularidades de gran importancia: si la medida es regular podemos aproximar la medida de un conjunto cualquiera por medio de los conjuntos usuales en topoloǵıa, es decir los abiertos, cerrados y compactos. 114 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 2.5. Ejercicios Ejercicio 2.1 En este ejercicio estudiamos las propiedades de las imagenes rećıprocas y directas. Demostrar las identidades expuestas en (2.1) y encontrar contra ejemplos en el caso de las imagenes directas. Ejercicio 2.2 Vamos a explicar aqúı la terminoloǵıa utilizada para las álgebras de partes. Sea A una álgebra de partes definida sobre un conjunto X. 1. Mostrar que la operación de diferencia simétrica ∆ entre dos conjuntos es conmutativa, asociativa, posee un elemento neutro y que todo conjunto admite un elemento inverso. ¿Con estas propiedades, qué se puede decir de (A,∆) desde el punto de las estructuras algebraicas? 2. ¿Qué sucede si esta vez consideramos (A,∩)? 3. Mostrar que la operación ∩ es distributiva con respecto a ∆, es decir que se tiene la identidad A ∩ (B∆C) = (A ∩B)∆(A ∩C). 4. ¿Qué podemos decir de la tripla (A,∆,∩)? Ejercicio 2.3 Sea X un conjunto. Mostrar que toda álgebra de partes finita A sobre X es el álgebra asociada a una partición finita de X. Ejercicio 2.4 Sea A el álgebra sobre la recta real determinada por la reunión finita de intervalos (ver el ejemplo (iii) página 52). Mostrar que cada elemento de esta álgebra se escribe de manera única como reunión finita de intervalos dos a dos separados. Ejercicio 2.5 Sea A el álgebra de partes sobre Rn determinada por la reunión finita de conjuntos adoquinables (ver el ejemplo (vi) página 53). 1. Mostrar que el complementario de un adoqúın es la unión finita de ado- quines disjuntos. ¿Cúantos adoquines se necesita si n = 2, n = 3? 2. Sean A y B dos adoquines. Notamos Ac = ⋃ iAi y B c = ⋃ j Bj las descomposiciones precedentes. Mostrar que A∪B es la unión disjunta de los adoquines A ∩B, Ai ∩B y A ∩Bj. 3. Razonando por recurrencia concluir que los conjuntos adoquinables cons- tituyen una álgebra de partes. Ejercicio 2.6 Sea A el álgebra sobre Rn determinada por la reunión finita de adoquines. Mostrar que la aplicación vol definida por la fórmula (2.6) es una función aditiva de conjuntos. Ejercicio 2.7 Encontrar un ejemplo que ilustre la aserción siguiente: “la ima- gen directa de una σ-álgebra no es una σ-álgebra”. 2.5. Ejercicios 115 Ejercicio 2.8 Sea X un conjunto y sean A,B dos subconjuntos de X. Fijamos K = {A,B}, calcule la σ-álgebra engendrada σ(K). Ejercicio 2.9 Sean X un conjunto, K un subconjunto de P(X) y C un sub- conjunto de X. ¿Se tiene la siguiente identidad σ(K) ∩ C = σ(K ∩ C)? ¿Qué sucede si en vez de considerar la intersección en la fórmula anterior se toma en cuenta la reunión? Ejercicio 2.10 Mostrar que si A es una álgebra de partes y si para toda su- cesión (An)n∈N de conjuntos disjuntos de A tal que ⋃ n∈NAn pertenece a A, entonces A es una σ-álgebra. Ejercicio 2.11 Sea X un conjunto y sea A una σ-álgebra definida sobre X. Sea µ : A −→ [0,+∞] una función definida por µ(A) = 1 si A 6= ∅ y µ(A) = 0 si A = ∅. ¿La función µ es una medida? Ejercicio 2.12 Sea (X,A , µ) un espacio medido. Mostrar que si A,B,C per- tenecen a una σ-álgebra de partes A entonces µ(A∪B∪C) = µ(A)+µ(B)+µ(C)−µ(A∩B)−µ(A∩C)−µ(B∩C)+µ(A∩B∩C). Deducir una fórmula general para la medida de la unión de n conjuntos. Ejercicio 2.13 Sea (X,A ,P) un espacio probabilizado de medida P y sea (An)n∈N es una sucesión de elementos de A tal que An ↓ ∅ (es decir que la sucesión es decreciente y tiende hacia ∅). Mostrar entonces que P(An) ↓ 0. Ejercicio 2.14 Sea (X,A , µ) un espacio medido y notemos K = {A ∈ A : µ(A) < +∞}. Para todo A,B ∈ K definimos d(A,B) = µ(A∆B). Mostrar que la aplicación d : K × K −→ R determina una distancia. Ejercicio 2.15 Sea (X,A , µ) un espacio medido tal que la medida µ sea no- atómica y tal que existe un conjunto A ∈ A de medida postiva (es decir µ(A) > 0). Mostrar que se puede construir una sucesión decreciente de conjun- tos medibles (An)n∈N tales que A = A0 ⊃ A1 ⊃ ... y tales que µ(A0) > µ(A1) > ... > 0. Ejercicio 2.16 Sea el espacio medible (N,P(N)) sobre el cual consideramos la medida cardinal µ y la medida gruesa ν. 1. Determinar el conjunto D = {A ∈ P(N) : µ(A) = ν(A)}. 2. ¿Es el conjunto D una σ-álgebra? 116 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida Consideremos ahora X = {1, 2, 3, 4} y A = P(X) con µ = Card. Definimos una aplicación ν por ν(A) = 0 si A = ∅, {1}, {2}, {1, 2}, ν(A) = 2 si A = {3}, {4}, {1, 3}, {1, 4}, {2, 3}, {2, 4}, {1, 2, 3}, {1, 2, 4}, ν(A) = 4 si A = {3, 4}, {1, 3, 4}, {2, 3, 4}, X Verificar que ν es una medida sobre (X,A ). Determinar el conjunto D = {A ∈ P(X) : µ(A) = ν(A)}, ¿es el conjunto D una σ-álgebra? Ejercicio 2.17 El objetivo de este ejercicio es el de estudiar las medidas ex- teriores asociadas a funciones de conjuntos y sus σ-álgebras respectivas. 1. Sea X un conjunto cualquiera y sea K = {∅, X}. Definimos una aplicación µ sobre K de la siguiente manera: µ : K −→ R+ ∅ 7−→ µ(∅) = 0 X 7−→ µ(X) = 1. Calcular la medida exterior µ∗ asociada a esta aplicación y determinar la colección de conjuntos µ∗-medibles. ¿Qué σ-álgebra se obtiene? 2. Sea ν∗ : P(N) −→ [0,+∞[ una aplicación determinada por ν∗(∅) = 0, ν∗(N) = 2 y ν∗(A) = 1 para todo A 6= {∅,N}. Mostrar que ν∗ es una medida exterior y determinar la σ-álgebra Mν∗. Si definimos la sucesión de conjuntos An = {k ∈ N : k ≤ n}, ¿se tiene la relación ν∗( ĺım n→+∞ An) = ĺım n→+∞ ν∗(An)? 3. Sea χ una aplicación determinada por: χ : P(N) −→ R+ A 7−→ χ(A) = Card(A) Card(A) + 1 si Card(A) < +∞, A 7−→ χ(A) = 1 si Card(A) = +∞. Mostrar que χ es una aplicación creciente de conjuntos. ¿Se tiene χ( ĺım n→+∞ An) = ĺım n→+∞ χ(An) para toda sucesión creciente de conjuntos (An)n∈N? ¿Y para toda sucesión decreciente de conjuntos? Mos- trar que χ es una medida exterior y determinar la colección Mχ. Ejercicio 2.18 (Medidas exteriores métricas)Sea (X, d) un espacio métri- co. Una medida exterior µ definida sobre X es una medida exterior métrica si se tiene la identidad µ(A ∪B) = µ(A) + µ(B), siempre y cuando los conjuntos A y B son positivamente separados en el sen- tido siguiente d(A,B) = ı́nf{d(x, y) : x ∈ A, y ∈ B} > 0. 2.5. Ejercicios 117 Mostrar que si µ es una medida exterior métrica entonces la colección de con- juntos µ-medibles contiene los conjuntos borelianos. Para ello seguir las si- guientes etapas: 1. Sea E ∈ P(X) tal que µ(E) < +∞ y sea C un conjunto cerrado. Con- siderando los conjuntos Cn = {x ∈ X : d(x,C) ≥ 1/n} mostrar que µ(E) ≥ µ(E ∩ Cn) + µ(E ∩ C). 2. Definimos Ak = {x ∈ X : 1/(k + 1) ≤ d(x,C) < 1/k}. Verificar que se tienen las inclusiones E ∩Cn ⊂ E \ C ⊂ (E ∩ Cn) ∪ ⋃ k≥n (E ∩ Ak). 3. Mostrar que ∑ k≥1 µ(E ∩ Ak) ≤ 2µ(E) y deducir ĺım n→+∞ ∑ k≥n µ(E ∩ Ak) = 0. 4. Mostrar utilizando los dos puntos anteriores que se tiene ĺım n→+∞ µ(E ∩ Cn) = µ(E \ C). 5. Obtener la estimación µ(E) ≥ µ(E \ C) + µ(E ∩ C) y concluir que una medida exterior métrica contiene los conjuntos borelianos. Ejercicio 2.19 (Dimensión de Hausdorff) En este ejercicio consideramos el espacio eucĺıdeo Rn dotado de su métrica usual. Recordemos que si A ⊂ Rn y si s, δ > 0 tenemos las definiciones siguientes: Hsδ(A) = ı́nf Rδ,A +∞∑ i=0 diam(Ui) s y Hs(A) = ĺım δ→0 Hsδ(A). (ver los detalles en las fórmulas (2.16) y (2.17)). 1. Demuestre que la medida Hs es una medida exterior métrica en el sentido de la definición dada en el ejercicio anterior. 2. Sea A un subconjunto de Rn y δ > 0 un real, si s < t, muestre que se tiene la estimación Hsδ(A) ≥ δs−tHtδ(A). (2.34) 3. Mostrar utilizando la estimación anterior que si para todo conjunto A existe un valor notado dim(A) tal que 0 < Hdim(A)(A) < +∞, entonces se tiene Hs(A) = +∞ si 0 ≤ s < dim(A), 0 si dim(A) < s < +∞. A la cantidad dim(A) se le denomina la dimensión de Hausdorff del con- junto A. 118 Caṕıtulo 2. Teoŕıa de la medida 4. Mostrar que la dimensión de Hausdorff del conjunto triádico de Cantor K verifica dim(K) ≤ log 2/ log 3 (Calcular por ejemplo Hdim(K)3−j (K) y hacer j → +∞). Ejercicio 2.20 (Relaciones entre Hausdorff y Lebesgue) Una clase de Vi- tali para un conjunto A es una familia de conjuntos V tal que, para todo x ∈ A y para todo δ > 0, existe U ∈ V con x ∈ U tal que 0 < diam(U) ≤ δ. Admiti- mos el hecho siguiente: [Teorema de recubrimiento de Vitali] Sea A ⊂ Rn un conjunto Hs- medible y sea V una clase de Vitali de A formada por conjuntos cerrados. Entonces podemos escoger una sucesión (finita o numerable) (Ui)i∈I de V tal que: o se tiene ∑ i∈I diam(Ui) s = +∞ o se tiene Hs(A \⋃i∈I Ui) = 0. Definimos la constante cn = π n 2 2nΓ(n2 + 1) , en dónde Γ es la función Gamma clásica: Γ(x) = ∫ +∞ 0 tx−1e−tdt (nótese que c1 = 1 y que c2 = π 4 ). Vamos a verificar que si A ⊂ Rn, entonces se tiene la identidad λn(A) = cnHn(A). 1. Mostrar que sobre R las medidas λ y H1 coinciden. 2. Verificar que para todo δ > 0 y todo ε > 0, se puede recubrir un conjunto A por una colección de conjuntos cerrados (Ui)i∈N tales que ∑ i∈N diam(Ui) n ≤ Hnδ (A) + ε. 3. Suponiendo que para todo conjunto cerrado y convexo C ⊂ Rn se tiene la mayoración λn(C) ≤ cndiam(C)n (en particular se tiene la igualdad para las bolas cerradas). Mostrar que se tiene λn(A) ≤ ∑ i∈N λn(Ui) ≤ cnHnδ (A) + cnε, y deducir que λn(A) ≤ cnHn(A). 4. Verificar que es suficiente estudiar los conjuntos A tales que Hs(A) < +∞. 5. Para la estimación rećıproca, sea (Qi)i∈N una colección de cubos que re- cubren A tal que ∑ i∈N vol(Qi) ≤ λn(A) + ε. Mostrar que para todo i ∈ N, las bolas cerradas contenidas en Qi de radio máximo δ forman una clase de Vitali de Qi. 2.5. Ejercicios 119 6. Utilizando el teorema de Vitali, mostrar que existe una familia de bolas disjuntas (Bij)j∈N de Qi de diámetro maximal δ tales que Hn(Qi \ ⋃ j∈N Bij) = 0. 7. Mostrar que se tiene la estimación Hnδ (A) ≤ +∞∑ i=0 +∞∑ j=0 Hnδ (Bij). 8. Mostrar que +∞∑ i=0 +∞∑ j=0 Hnδ (Bij) ≤ c−1n +∞∑ i=0 vol(Qi) ≤ c−1n (λn(A) + ε), Concluir que cnHn(A) ≤ λn(A). 3 Teoŕıa de la integración Los espacios de funciones de Lebesgue y de Lorentz que vamos a estudiar en este libro están definidos a partir de la noción de integral de Lebesgue y es por ello que es indispensable presentar de manera clara y detallada las etapas necesarias para la construcción de tal integral. Hemos estudiado en el caṕıtulo anterior cómo asignar una medida a los conjuntos y hemos expuesto sus princi- pales propiedades. Vamos ahora a sacar provecho de estos resultados pasando al estudio de la medibilidad de las funciones de donde se obtendrá el concepto de integral en el sentido de Lebesgue. Este caṕıtulo se articula en torno a las tres grandes Secciones 3.2, 3.3 y 3.4 en donde exponemos la teoŕıa de la integración, los principales teoremas de la teoŕıa de la integración y la integración en los espacios producto respecti- vamente. Reservaremos sin embargo la primera sección a un breve recuento de la integral de Riemann en donde mostraremos algunas de sus deficiencias. Nuestro objetivo con este primer párrafo es que, a la luz de este pequeño estu- dio, el lector pueda apreciar mejor las importantes propiedades de la integral de Lebesgue que hacen que éste sea el marco natural para la definición de los espacios funcionales que serán introducidos en los caṕıtulos siguientes. El objetivo de la Sección 3.2 es construir paso a paso la integral de Lebesgue y exponer sus principales propiedades. Empezaremos definiendo las funciones medibles y presentando sus propiedades en donde constarán los resultados esen- ciales de paso al ĺımite. Seguiremos con la definición de la integral de funciones simples y positivas para finalmente obtener el caso general por un argumento de paso al ĺımite. La Sección 3.3 está en cambio reservada a la demostración de los resultados más poderosos de la teoŕıa de la integración como son los teoremas de convergencia dominada de Lebesgue, el lema de Fatou, aśı como los diferentes modos de convergencia de funciones. Terminaremos esta sección con el estudio en el párrafo 3.3.4 de la continuidad y la derivabilidad bajo el signo integral. La teoŕıa de la integración en los espacios producto será presentada en la Sección 3.4 en donde expondremos los teoremas de Fubini y de Tonelli aśı como algunos ejemplos de aplicación de estos importantes resultados. En esta sección volveremos a estudiar algunos aspectos de la teoŕıa de la medida para construir medidas producto adaptadas a nuestras necesidades. Finalmente, terminaremos este caṕıtulo con la Sección 3.5 en donde estudia- mos más en detalle las relaciones entre la integral de Riemann y la integral de Lebesgue. 121 122 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración 3.1. Las limitaciones de la integral de Riemann Vamos a describir en esta sección, de forma muy rápida y sucinta, algunas caracteŕısticas generales de la integral de Riemann. Mostraremos en particular dos aspectos que muestran las deficiencias de la integral de Riemann y que jus- tifican la necesidad de construir un concepto de integral distinto. Podremos ver entonces que el éxito de la integral de Lebesgue se debe al hecho que proporcio- na un marco suficientemente general, es decir aplicable en diversas situaciones, en el cual se disponen de resultados muy poderosos cuyas hipótesis son fáciles de verificar. El marco clásico más sencillo1 para definir la integral de Riemann es el de las funciones escalonadas sobre un intervalo [a, b] de la recta real R. Recordemos su definición: diremos que una función ϕ : [a, b] −→ R es escalonada si existe una subdivisión P = {x0, ..., xn} con a = x0 < x1 < ... < xn = b tal que, para todo i ∈ {1, ..., n}, ϕ es constante (digamos igual a ci) sobre ]xi−1, xi[. Hablaremos de δ-subdivisión si la distancia entre cada unos de los puntos {x0, ..., xn} es constante e igual a δ.La integral de este tipo de función está entonces dada por la expresión: ∫ b a ϕ(x)dx = n∑ i=1 ci(xi − xi−1). (3.1) Veamos un ejemplo muy simple de función escalonada con el dibujo siguiente. ϕ x0 · · · x10 c1 c2 c3 c4 Figura 3.1: Una función escalonada Tenemos por la expresión (3.1) que la integral de esta función ϕ es igual a: ∫ b=x10 a=x0 ϕ(x)dx = c1(x1 − x0) + c2(x2 − x1) + c1(x3 − x2) (3.2) +c3(x4 − x3) + c2(x5 − x4) + c1(x6 − x5) +c3(x7 − x6) + c4(x8 − x7) + c2(x9 − x8) + c1(x10 − x9), lo que corresponde geométricamente a recubrir el área bajo la curva de ϕ por medio de rectángulos, de base (xi − xi−1) y de altura las cantidades ci, para 1En la Sección 3.5 retomaremos un poco más en detalle el estudio de la integral de Riemann. 3.1. Las limitaciones de la integral de Riemann 123 finalmente sumar el área de cada uno de estos rectángulos. Más generalmente, una función f : [a, b] −→ R será integrable en el sentido de Riemann o Riemann-integrable si, para todo ε > 0, existen dos funciones escalonadas ϕ y ψ tales que: ϕ(x) < f(x) < ψ(x) para todo x ∈ [a, b] y ∫ b a (ψ − ϕ)(x)dx < ε. (3.3) Esta fórmula, conocida como el criterio de Darboux 2, significa que una función es Riemann-integrable si puede ser aproximada inferiormente y superiormente por funciones escalonadas. El gráfico a continuación ilustra esta situación. ✲ ✻ a = x0 δ b = xn f ψ1 ϕ1 ✲ ✻ a = x0 δ 2 b = xn f ψ2 ϕ2 Figura 3.2: Aproximación de una función f por medio de funciones escalonadas utilizando una δ-subdivisión y una δ/2 subdivisión. Esta definición de integral puede parecer muy general pues autoriza, por ejemplo, que una función sea discontinua en una cantidad numerable de pun- tos. Sin embargo es muy fácil construir ejemplos relativamente naturales de funciones acotadas que no son Riemann-integrables. Veamos justamente un ejemplo. Si el conjunto A es un intervalo sencillo de la forma [α, β] con a < α < β < b, obtenemos entonces la siguiente expresión ∫ b a 1A(x)dx = β − α. Sin embargo si el conjunto A es apenas más complicado, digamos de la forma Q o su restricción a un segmento, por ejemplo Q∩ [0, 1]; no se puede encontrar ningunas dos funciones escalonadas tal que se tenga (3.3): la función 1Q∩[0,1] no es entonces una función Riemann-integrable. Esta es una primera limitación 2Gaston Darboux (1842 - 1917), matemático francés. 124 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración pues no todas las funciones naturales, como las funciones indicatrices de con- juntos, son Riemann-integrables. Una segunda limitación proviene del hecho que la integral de Riemann tiene un mal comportamiento con respecto a los ĺımites. En efecto, para poder inter- cambiar los signos “ĺım” y “ ∫ ” es necesario que la sucesión (fn)n∈N converja uniformemente hacia f . Como hab́ıamos visto en el primer caṕıtulo, esta no- ción de convergencia uniforme es una condición muy fuerte de carácter métrico y es por lo tanto deseable poder relajar esta hipótesis. Más detalladamente tenemos los dos puntos siguientes: 1) Si (fn)n∈N es una sucesión de funciones Riemann-integrables, el ĺımi- te f = ĺım n→+∞ fn no es necesariamente Riemann-integrable. Demos un ejemplo: sea (rn) una enumeración de los racionales, entonces la función indicatriz del conjunto Rn = {r1, r2, ..., rn} es Riemann-integrable y se tiene ∫ b a 1Rn(x)dx = 0 para todo n y para todo intervalo cerrado [a, b]. Sin embargo, en el ĺımite se tiene ĺım n→+∞ 1Rn(x) = 1Q(x) y esta función no es Riemann-integrable. 2) Si suponemos además que el ĺımite de esta sucesión de funciones es Riemann-integrable, tampoco se tiene siempre la identidad ĺım n→+∞ ∫ 1 0 fn(t)dt = ∫ 1 0 ĺım n→+∞ fn(t)dt. (3.4) Ilustremoslo con un ejemplo. Sea (an)n∈N una sucesión de números reales, definimos sobre [0, 1] una sucesión de funciones (fn)n∈N a valores reales escribiendo: fn(x) = 2nanx si 0 ≤ x ≤ 1/2n, 2an(1 − nx) si 1/2n < x ≤ 1/n, 0 si 1/n < x ≤ 1. (3.5) Esta sucesión (fn)n∈N converge simplemente hacia 0 para toda sucesión (an)n∈N y converge uniformemente si y solo si la sucesión (an)n∈N con- verge hacia 0. Además, tenemos que ∫ 1 0 fn(x)dx = an/2n, y la sucesión de las integrales de las funciones fn converge hacia 0 si y solo si la sucesión (an/n) tiende hacia 0, que es una condicion más débil que la anterior. Más expĺıcitamente, si fijamos an = n, vemos que la parte izquierda de (3.4) es igual a 1/2 mientras que la parte derecha es nula. A la luz de estos ejemplos el objetivo que nos proponemos en las secciones siguientes es doble. El primer punto consiste en construir una noción de integral más general que el concepto de integral de Riemann (en el sentido que se pueda 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 125 considerar un mayor número de funciones) y que éstas dos integrales coincidan sobre el espacio de funciones continuas. Esto será explicado en la Sección 3.5. El segundo objetivo es obtener una serie de resultados y de teoremas que hacen que la noción de integral que desarrollaremos sea más robusta y más eficiente que la noción de Riemann haciendo un énfasis especial en el comportamiento con respecto a los ĺımites. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue El objetivo de esta sección es la construcción de la integral de Lebesgue y para ello procedemos por algunas etapas. Empezaremos definiendo las funcio- nes medibles y describiendo sus principales propiedades en el párrafo 3.2.1 a continuación. Veremos en particular que la noción de medibilidad de una fun- ción f solo depende de las σ-álgebras definidas en su dominio de definición y en su conjunto de valores (usualmente K) y no de la medida utilizada. Dicho de otra manera, para caracterizar la noción de medibilidad de las funciones, será suficiente trabajar con una estructura de espacio medible. En la Sección 3.2.2 siguiente exponemos una propiedad relacionada con los conjuntos de medida nula que es de gran importancia en la construcción de la integral de Lebesgue: se trata de estudiar las propiedades que son válidas en casi todas partes. Daremos en particular una definición precisa de las nociones de convergencia y de igualdad en este sentido muy especial. En la Sección 3.2.3 construiremos la integral de Lebesgue pasando por algu- nas etapas clásicas; es decir considerando primero funciones simples y definien- do su integral para luego obtener el caso general por un argumento de paso al ĺımite. En la Sección 3.2.4 presentamos el espacio de funciones integrables aśı como sus propiedades más elementales y cerraremos nuestra exposición con la Sección 3.2.5 en donde estudiamos la integración en subconjuntos. 3.2.1. Funciones medibles El conjunto de funciones medibles que definimos en las ĺıneas siguientes son los candidatos naturales de funciones integrables y es por lo tanto importante estudiar sus principales caracteŕısticas pues éstas se repercutirán en las propie- dades de la integral. Es interesante observar una vez más que en los resultados de esta sección solo necesitaremos la noción de espacio medible, es decir que el concepto de medibilidad de las funciones depende únicamente de la estructura de σ-álgebra con la cual dotamos los espacios de salida y de llegada. Luego de presentar las propiedades y ejemplos básicos de este tipo de funcio- nes, verificaremos que todas las operaciones usuales sobre las funciones medibles dan como resultado una función medible. Obtendremos en particular un cri- terio de medibilidad bastante útil y veremos que estas funciones son estables bajo operaciones numerables lo cual tiene consecuencias muy agradables. Ter- minaremos finalmente esta sección con una aplicación de estos resultados para obtener un ejemplo de subconjunto de la recta real que es Lebesgue-medible, pero que no es Boreliano. 126 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Empezamos con la caracterización de las funciones medibles que es lasi- guiente: Definición 3.2.1 (Función medible - Espacio de funciones medibles) Sean (X,A ) y (Y,B) dos espacios medibles. Decimos que una función f de X en Y es (A ,B)-medible (o simplemente medible si no hay ambigüedad) si para todo B ∈ B, tenemos f−1(B) ∈ A . El conjunto de funciones (A ,B)-medibles será notado por M(X,A , Y,B). Cuando el conjunto de llegada esté claramente definido aśı como su σ-álge- bra notaremos M(X,A , Y ) o más simplemente M(X,A ) para designar este espacio de funciones. Demos un ejemplo muy sencillo de función medible. Si consideramos los conjuntos X = {a, b, c} y Y = {α, β, γ} dotados de las σ-álgebras A = {∅, {a}, {b, c}, X} y B = P(Y ) respectivamente, es fácil ver que la función definida por f : X −→ Y, f(a) = f(b) = f(c) = α, es una función (A ,B)-medible. Por el contrario, la función g : X −→ Y determinada por g(a) = α, g(b) = β y g(c) = γ no es (A ,B)-medible puesto que no verifica la condición de la De- finición 3.2.1: en efecto g−1({γ}) = {c} pero {c} /∈ A . Sin embargo, si en vez de considerar la σ-álgebra A utilizamos la σ-álgebra C = P(X), no es dif́ıcil comprobar que esta función g es (C ,B)-medible lo que ilustra claramente la dependencia de la noción de medibilidad de las funciones con respecto a las σ-álgebras utilizadas. Es importante observar que, aśı como en el caso de los conjuntos medibles definidos en el caṕıtulo anterior, si consideramos las σ-álgebras P(X) y P(Y ) tenemos que toda función definida sobreX a valores en Y es medible, lo cual no es necesariamente deseable. Es por lo tanto indispensable definir con cuidado las σ-álgebras con las cuales deseamos trabajar para obtener un criterio de medibilidad de funciones que sea suficientemente estable bajo las operaciones usuales entre funciones. En este sentido tenemos la definición: Definición 3.2.2 (Funciones Borelianas) Si X,Y son dos espacios topológi- cos dotados de sus σ-álgebras borelianas, las funciones (Bor(X),Bor(Y ))-medibles serán llamadas funciones Borelianas. Por lo general, el espacio de llegada Y será uno de los espacios topológicos R, C, R+ o R. Un primer ejemplo de función boreliana está dado por las funciones indicatrices 1A de las partes A de X que son Bor(X)-medibles. Esta concepción de funciones medibles es más general y posee más propieda- des de estabilidad que la noción de función Riemann-integrable como tendremos la oportunidad de verlo con los resultados explicitados en esta sección. Sin em- bargo, es posible ver desde ya que la función f(x) = 1Q∩[0,1](x) definida sobre la recta real, dotada de su σ-álgebra boreliana, es (Bor([0, 1]),Bor(R))-medible pues el conjunto Q ∩ [0, 1] es un conjunto boreliano. En la teoŕıa de Riemann 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 127 esta función es totalmente patológica y esto muestra que estamos en capacidad de estudiar un mayor número de funciones. Detallemos ahora, con las proposiciones siguientes, las principales propieda- des de las funciones medibles. Los resultados a continuación tienen por voca- ción de mostrar que el conjunto de funciones medibles poseen caracteŕısticas interesantes de robustez y de flexibilidad, heredadas de la estructura de las σ-álgebras, que se proyectarán en las propiedades de la integral de Lebesgue. Proposición 3.2.1 Sean (X,A ) y (Y,B) dos espacios medibles y K un con- junto de partes de Y que engendra la σ-álgebra B. Entonces, una aplicación f : X −→ Y es (A ,B)-medible si y solo si la imagen rećıproca de todo elemento de K es un elemento de A . Simbólicamente lo notaremos f−1(K) ⊂ A . Prueba. Evidentemente, si f es (A ,B)-medible, se tiene f−1(B) ∈ A para todo B ∈ K. La implicación rećıproca se basa en la Proposición 2.2.5. En efecto por la fórmula (2.8) tenemos f−1(B) = f−1(σ(K)) = σ(f−1(K)), de donde se deduce la proposición puesto que por hipótesis tenemos que la imagen rećıproca de todo elemento de K es un elemento de A . � Esta proposición nos proporciona un criterio muy útil para la verificación de la medibilidad de las funciones: es evidentemente mucho más cómodo y fácil de estudiar la definición de medibilidad sobre un generador de una σ-álgebra que sobre todos los conjuntos de esta σ-álgebra. Corolario 3.2.1 Toda aplicación continua de un espacio topológico X en otro espacio topológico Y , dotados de sus σ-álgebras borelianas respectivas, es bore- liana. Prueba. Basta aplicar la Proposición 3.2.1 en el caso en donde A y B son las σ-álgebras borelianas de X y Y respectivamente y K es el conjunto de los abiertos de Y . � Este corolario es un primer paso para el estudio de la integral de funciones continuas: si todas estas funciones son medibles, son entonces candidatas para ser funciones integrables. El resultado siguiente es particularmente útil pues nos permitirá, gracias a la composición de funciones medibles, construir nuevas aplicaciones medibles: Proposición 3.2.2 Sean (X,A ), (Y,B) y (Z,C ) tres espacios medibles y sean f : X −→ Y y g : Y −→ Z dos aplicaciones (A ,B)- y (B,C )-medibles respectivamente. Entonces la aplicación g ◦ f : X −→ Z es (A ,C )-medible. Prueba. La verificación es sencilla. Basta para ello considerar un elemento C de la σ-álgebra C y ver que g−1(C) pertenece a B por hipótesis. Por lo tanto 128 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración se tiene (g ◦ f)−1(C) = f−1(g−1(C)) ∈ A , de donde se deduce la (A ,C )- medibilidad de g ◦ f . � El resultado a continuación (que no es más que una ligera modificación de la Proposición 3.2.1) nos proporciona un criterio simple para verificar cuando una función a valores en R, Rn, C o R+ es medible. Proposición 3.2.3 (Criterio de medibilidad) Sea (X,A ) un espacio me- dible. 1) La aplicación f : X −→ R o R+ es (A ,Bor(R))-medible o (A ,Bor(R+))- medible si y solo si, para todo real (o hasta para todo racional) α, el conjunto {x ∈ X : f(x) > α} es A -medible. La condición > puede ser reemplazada por cualquiera de los śımbolos ≤, ≥ o <. 2) Una función f : X −→ Rn es (A ,Bor(Rn))-medible si y solo si cada una de sus componentes es (A ,Bor(R))-medible. 3) En particular, una función f : X −→ C será medible si y solo si sus partes reales e imaginarias son medibles. Prueba. La primera parte de la proposición se deduce de la Proposición 3.2.1 y del hecho que los intervalos ]α,+∞[ o ]−∞, α[ generan los borelianos de R o R+. Para establecer la segunda parte, si f es (A ,Bor(Rn))-medible entonces las funciones componentes definidas por fi = πi ◦ f con i = 1, ..., n en donde πi son las proyecciones canónicas, son (A ,Bor(R))-medibles por composición (recuérdese que las proyecciones canónicas πi : R n −→ R son aplicaciones con- tinuas3 y por lo tanto (Bor(Rn),Bor(R))-medibles). Si inversamente las funciones fi son (A ,Bor(R))-medibles, entonces el con- junto {x ∈ X : f(x) ∈ I1 × · · · × In} = {f1(x) ∈ I1} ∩ · · · ∩ {fn(x) ∈ In}, es A -medible para todos los intervalos abiertos Ii. Dado que el conjunto de ado- quines abiertos del tipo I1 × · · · × In generan la σ-álgebra de los borelianos de Rn tenemos por la Proposición 3.2.1 que la función f es (A ,Bor(Rn))-medible. Finalmente, observamos que C es homeomorfo a R2 y que por lo tanto este punto es un caso particular del anterior. Basta entonces considerar las funcio- nes ℜe(f) = π1 ◦f y ℑm(f) = π2 ◦f y aplicar el mismo razonamiento utilizado en las ĺıneas precedentes. � Hacemos una pequeña digresión observando que esta proposición se apli- ca naturalmente a las funciones semi-continuas inferiormente cuya definición recordamos a continuación. 3Ver el Ejercicio 1.2. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 129 Definición 3.2.3 (Funciones semi-continuas inferiormente) Una función f definida sobre un espacio topológico X a valores en R+ es semi-continua in- feriormente si los conjuntos de la forma {x ∈ X : f(x) > α} son abiertos, o de manera equivalente si los conjuntos {x ∈ X : f(x) ≤ α} son cerrados para todo α ∈ R. Paralelamentey de forma totalmente simétrica, una función será semi-continua superiormente si los conjuntos de la forma {x ∈ X : f(x) < α} son abiertos para todo α ∈ R. Notemos que la función indicatriz de todo abierto es semi-continua inferior- mente mientras que la función indicatriz de todo cerrado es semi-continua su- periormente. Además si (fn)n∈N es una sucesión de funciones semi-continuas inferiormente tales que f(x) = supn∈N fn(x) entonces la función f es semi- continua inferiormente. Corolario 3.2.2 Toda función semi-continua definida sobre un espacio to- pológico X a valores en R es boreliana. Prueba. La verificación se facilita si utilizamos el criterio de medibilidad expuesto en la Proposición 3.2.3. En efecto, por definición de función semi- continua inferiormente, el conjunto {x ∈ X : f(x) > α} es abierto y por lo tanto Bor(X)-medible de manera que la función es boreliana. � Veremos posteriormente la utilidad de este tipo de funciones. Observemos ahora que el criterio de medibilidad admite la siguiente modifi- cación. Proposición 3.2.4 Sean (X,A ) un espacio medible, A un subconjunto de X que pertenece a A y f, g dos funciones definidas sobre A a valores en R+ que son (A ,Bor(R+))-medibles. Entonces los conjuntos {x ∈ A : f(x) < g(x)}, {x ∈ A : f(x) ≤ g(x)} y {x ∈ A : f(x) = g(x)}, pertenecen a A . Prueba. Obsérvese que la desigualdad f(x) < g(x) implica la existencia de un número racional r tal que f(x) < r < g(x). Luego, {x ∈ A : f(x) < g(x)} = ⋃ r∈Q ({x ∈ A : f(x) < r} ∩ {x ∈ A : r < g(x)}) , entonces el conjunto {x ∈ A : f(x) < g(x)} es la unión numerable de conjuntos que pertenecen a A y por lo tanto pertenece a A . Similarmente se obtiene que el conjunto {x ∈ A : f(x) > g(x)} pertenece a A . Dado que se tiene la identidad {x ∈ A : f(x) ≤ g(x)} = A \ {x ∈ A : f(x) > g(x)}, 130 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración se obtiene sin problema que el conjunto {x ∈ A : f(x) ≤ g(x)} pertenece a A . Finalmente la identidad {x ∈ A : f(x) = g(x)} = {x ∈ A : f(x) ≤ g(x)} \ {x ∈ A : f(x) < g(x)}, nos permite concluir que {x ∈ A : f(x) = g(x)} pertenece a A . � La proposición que sigue nos muestra que todas las operaciones naturales que se pueden efectuar sobre las funciones medibles nos conducen siempre a una función medible. Proposición 3.2.5 Sea (X,A ) un espacio medible y sean f, g : X −→ K dos aplicaciones medibles. Entonces 1) las funciones suma f + g y producto fg son medibles, 2) si f no se anula, la función 1/f es medible, 3) si f y g son a valores reales, las funciones máx(f, g) y mı́n(f, g) son medibles, 4) para todo p > 0 la función |f |p es medible. Prueba. Para el primer punto podemos restringirnos sin pérdida de genera- lidad al caso K = R. Tenemos entonces que f + g es la composición de la aplicación x 7−→ (f(x), g(x)) de X en R2, que es medible, y de la aplicación (y1, y2) 7−→ y1 + y2 que es continua y por lo tanto medible. Para la aplicación producto fg se procede similarmente. El segundo punto se verifica observando que la función 1/f resulta de la composición de f y de 1/z que es continua de K \ {0} en K. Si f se anula, el enunciado no tiene sentido pero es importante darse cuenta que la función g definida por g(x) = 1/f(x) si f(x) 6= 0 y g(x) = a si f(x) = 0, en donde a es un elemento cualquiera de K (cero por ejemplo), es medible. El tercer punto es evidente y es dejado al lector en ejercicio. El último punto se deduce fácilmente puesto que |f |p es la aplicación compuesta de f , que es medible, y de z 7−→ |z|p que es continua de K en K y por lo tanto medible. � Corolario 3.2.3 El espacio de funiones medibles M(X,A ,K,Bor(K)) es un K-espacio vectorial. Por la proposición anterior vemos que la suma de funciones medibles f y g es una función medible y se tiene sin problema que, para todo λ ∈ K, el producto λf es también una función medible. Corolario 3.2.4 Sea (X,A ) un espacio medible. Si f : X −→ [0,+∞] es una función medible entonces las funciones determinadas por f+(x) = máx(f(x), 0) y f−(x) = máx(−f(x), 0), (3.6) son medibles. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 131 Este hecho se deduce del hecho que la función f+ resulta de la composición de f con la aplicación x 7−→ x+. Estas funciones nos servirán para definir la integral de funciones generales como lo veremos un poco más tarde. Las últimas propiedades de las funciones medibles que presentamos con el siguiente teorema son las que muestran su comportamiento con respecto a los ĺımites. Estos puntos son fundamentales pues son los que nos permitirán construir una noción de integral que cumpla con los objetivos que nos hemos planteado. Teorema 3.2.1 (Estabilidad numerable de las funciones medibles) Sea (X,A ) un espacio medible y sea (fn)n∈N una sucesión de funciones medibles definidas sobre X a valores en K. Entonces 1) Las funciones ı́nf n∈N fn y sup n∈N fn son funciones medibles. 2) Las funciones ĺım ı́nf n→+∞ fn y ĺım sup n→+∞ fn son medibles. 3) La función f = ĺım n→+∞ fn (cuyo dominio de definición es {x ∈ X : ĺım sup n→+∞ fn = ĺım ı́nf n→+∞ fn}) es una función medible. 4) La suma numerable de una serie de funciones medibles que converge en cada punto define una función medible. Demostración. Por la Proposición 3.2.3, basta considerar el caso real en cada uno de estos puntos. Para el primer punto, solo hay que estudiar la medibilidad de sup n∈N fn pues se tiene la relación sup n∈N fn(x) = − ı́nf n∈N (−fn(x)). Tenemos entonces, para todo t ∈ R la identidad {x ∈ X : sup n∈N fn(x) > t} = ⋃ n∈N {x ∈ X : fn(x) > t}, de donde se deduce que {x ∈ X : sup n∈N fn(x) > t} ∈ A . En efecto, los conjuntos {x ∈ X : fn(x) > t} son A -medibles por el criterio de medibilidad y su unión pertenece a la σ-álgebra A , por lo tanto podemos decir que la función sup n∈N fn es medible. Estudiemos el segundo punto. Dado que por definición tenemos ĺım ı́nf n→+∞ fn(x) = sup n∈N ı́nf k≥n fk(x) (3.7) ĺım sup n→+∞ fn(x) = ı́nf n∈N sup k≥n fk(x), la medibilidad de estas funciones se deduce del punto anterior. 132 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Para el tercer punto, notaremos X0 el dominio de definición de ĺım n→+∞ fn; de manera que por la Proposición 3.2.4 tenemos X0 ∈ A . Dado que se tiene {x ∈ X0 : ĺım n→+∞ fn(x) ≤ t} = X0 ∩ {x ∈ X : ĺım sup n→+∞ fn(x) ≤ t}, se obtiene la medibilidad de f(x) = ĺım n→+∞ fn(x). Para demostrar el último punto escribimos Sn(x) = n∑ k=0 fk(x), como se tiene la identidad ∑ n∈N fn(x) = ĺım n→+∞ Sn(x), se obtiene el resultado deseado utilizan- do la Proposición 3.2.5 y el tercer punto del Teorema 3.2.1 que acabamos de demostrar en las ĺıneas precedentes. � Observación 3.1 Este teorema de estabilidad numerable de las funciones me- dibles es fundamental en lo que sigue pues nos permitirá realizar operaciones de paso al ĺımite con toda serenidad. Hemos terminado nuestra exposición de las diferentes propiedades de las funcio- nes medibles. Antes de continuar con nuestra presentación, vamos a estudiar en el párrafo siguiente una aplicación muy concreta de los conceptos explicitados hasta aqúı. Un conjunto Lebesgue-medible pero no Boreliano Como prometido en la Sección 2.4.4, exhibimos en las ĺıneas a continuación un ejemplo que ilustra que la σ-álgebra de los Borelianos de la recta real no es completa. El enunciado preciso es el siguiente: Teorema 3.2.2 Existe un subconjunto de la recta real que es Lebesgue-medible pero que no es boreliano. Para la verificación de este hecho utilizaremos una función muy especial llama- da la función singular de Lebesgue4. Definimos esta función f : [0, 1] −→ [0, 1] iterativamente. Aśı, en una primera etapa, empezamos fijando f(0) = 0, f(x) = 1/2 para todo x ∈]1/3, 2/3[ y f(1) = 1 y juntamos por rectas estos puntos. Luego, a partir de la función anterior, fijamos f(x) = 1/4 sobre ]1/9, 2/9[ y f(x) = 3/4 sobre ]7/9, 8/9[ y seguimos juntando los extremos por rectas. Continuando de estaforma, f(x) toma los valores 1/2n, 3/2n, ... en los varios intervalos [0, 1] \ Kn−1 en donde Kn−1 son los conjuntos que se obtienen en la construcción del conjunto triádico de Cantor K. Se obtiene entonces que 4Llamada también función de Cantor o escalera del Diablo. Estas denominaciones pue- den causar cierta confusión, pues, como bien dice J.M. Bony en [3], se tiende a atribuir erróneamente esta función a uno de estos dos autores. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 133 la función f definida sobre [0, 1] \ K es creciente y tiene sus valores en [0, 1]. Extendemos entonces a todo el intervalo [0, 1] fijando f(0) = 0 y escribiendo f(x) = sup{f(t) : t ∈ [0, 1] \K, t < x} si x ∈ K y x 6= 0. ✲ ✻ 0 11/3 2/3 1 1/2 ✲ ✻ 0 1 9 2 9 1/3 2/3 7 9 8 9 1 1 3/4 1/2 1/4 Figura 3.3: Función de Lebesgue, las dos primeras etapas Es fácil ver que la función aśı obtenida es creciente, continua y que se tiene f(0) = 0 y f(1) = 1. Vamos a construir una nueva función utilizando la función singular de Le- besgue. Por el teorema del valor intermedio, para todo y ∈ [0, 1] existe al menos un x ∈ [0, 1] tal que f(x) = y de manera que podemos definir la función g : [0, 1] −→ [0, 1] de la siguiente forma: g(y) = ı́nf{x ∈ [0, 1] : f(x) = y}. 134 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración La continuidad de f implica entonces que se tiene f(g(y)) = y para todo y ∈ [0, 1] y por lo tanto g es una función inyectiva. El hecho que f sea creciente hace de g una función creciente y una función borel-medible. Con todas estas notaciones podemos concentrarnos ahora en la demostración del Teorema 3.2.2. Prueba. Sea g la función constrúıda en las ĺıneas precedentes. Sabemos por el Teorema 2.4.6 que existe un subconjunto E del intervalo [0, 1] que no es Lebesgue medible. Definimos entonces B = g(E ) de manera que B es un sub- conjunto del conjunto triádico de Cantor y es por lo tanto un conjunto Lebesgue medible de medida nula, puesto que la σ-álgebra de Lebesgue es completa. Si B es un conjunto Boreliano, entonces g−1(B) seŕıa un conjunto Boreliano, pero por la inyectividad de la función g se tiene que g−1(B) = E que no es un conjunto Lebesgue medible y en particular no es un conjunto Boreliano. Se deduce por lo tanto que el conjunto Lebesgue medible B no es un conjunto Boreliano. � Nótese que hemos demostrado un enunciado un poco más preciso que el expuesto en el Teorema 3.2.2: hemos mostrado que el conjunto triádico de Cantor posee un subconjunto que no es un conjunto boreliano, de donde se deduce que el espacio medido (R,Bor(R), λ) no es un espacio medido completo. Observación 3.2 La imagen continua de un conjunto Boreliano no es necesa- riamente un conjunto Boreliano. 3.2.2. Propiedades válidas en µ-casi todas partes Esta sección está dedicada al estudio de las propiedades que sigen siendo válidas si se omite o se modifica su dominio de definición por un conjunto de medida nula. Esta particularidad tiene consecuencias muy importantes como lo veremos en éste y el siguiente caṕıtulo. Definición 3.2.4 (Propiedades válidas µ-c.t.p.) Sea (X,A , µ) un espacio medido. Decimos que una propiedad P (x) que depende de un punto x ∈ X es válida µ-casi en todas partes (que abreviaremos µ-c.t.p. o simplemente c.t.p. si no hay ambigüedad sobre la medida utilizada) si el conjunto de los x ∈ X en donde ésta propiedad no está verificada es un conjunto de µ-medida nula o si es un conjunto µ-despreciable. Por ejemplo, para una función f definida sobre un espacio medido (X,A , µ) a valores reales, escribiremos f(x) = 0 µ-c.t.p. si el conjunto {x ∈ X : f(x) 6= 0} es µ-despreciable; es decir si µ({x ∈ X : f(x) 6= 0}) = 0. Observación 3.3 Esta noción depende evidentemente de la medida µ con- siderada, en efecto si en la recta real consideramos un conjunto formado por un solo punto, la medida de conteo y la medida de Lebesgue nos darán dos resultados diferentes. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 135 Un caso particular muy importante de propiedad válida en µ-casi todas partes es el de la igualdad de funciones. Definición 3.2.5 (Funciones iguales µ-c.t.p.) Si (X,A , µ) es un espacio medido y si f, g : X −→ K son dos funciones, diremos que f y g son iguales µ-casi todas partes y lo notaremos “f = g µ-c.t.p.” si el conjunto de puntos en donde difieren es de µ-medida nula o µ-despreciable, es decir si µ({x ∈ X : f(x) 6= g(x)}) = 0. Ilustremos este concepto de igualdad con un ejemplo: la función indicatriz 1I∩[0,1] es igual λ-casi en todas partes a la función 1[0,1] en donde λ es la medida de Lebesgue de la recta real. Por el contrario, la función indicatriz 1Q∩[0,1] es nula λ-casi en todas partes. La proposición a continuación es de gran importancia pues nos permite con- siderar clases de equivalencia para las funciones que difieren solamente sobre un conjunto despreciable. Empecemos fijando una notación: designaremos por F (X,K) el conjunto formado por todas las funciones definidas sobre el espacio medido (X,A , µ) a valores en K. Proposición 3.2.6 Sean f, g : X −→ K. La relación determinada por f = g µ-c.t.p. y notada fRµg es una relación de equivalencia sobre las funciones de F (X,K). Además esta relación de equivalencia Rµ es compatible con la estructura vectorial de K en el sentido siguiente: 1) si f = g µ-c.t.p. entonces αf = αg µ-c.t.p. para todo α ∈ K; 2) si f = g µ-c.t.p. y ψ = ϕ µ-c.t.p. entonces f + ψ = g + ϕ µ-c.t.p. Prueba. Verifiquemos que la relación Rµ es efectivamente una relación de equivalencia: Dado que para toda función f ∈ F (X,K) se tiene fRµf , puesto que {x ∈ X : f(x) 6= f(x)} = ∅, se tiene que Rµ es reflexiva. La simetŕıa de Rµ es inmediata, si fRµg se tiene gRµf por definición. La transitividad de Rµ (es decir fRµg y gRµh =⇒ fRµh) se deduce de la inclusión {x ∈ X : f(x) 6= h(x)} ⊂ {x ∈ X : f(x) 6= g(x)}∪{x ∈ X : g(x) 6= h(x)}, y del hecho que la unión de conjuntos despreciables es despreciable. El primer punto de la compatibilidad con la estructura vectorial se deduce de la identidad {x ∈ X : αf(x) 6= αg(x)} = {x ∈ X : f(x) 6= g(x)}. El segundo punto se basa en cambio en la inclusión {x ∈ X : f(x) + ψ(x) 6= g(x) + ϕ(x)} ⊂ {x ∈ X : f(x) 6= g(x)} ∪{x ∈ X : ψ(x) 6= ϕ(x)}. � 136 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Definición 3.2.6 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f ∈ F (X,K). La clase de equivalencia de f con respecto a Rµ es el conjunto determinado por {g ∈ F (X,K) : fRµg}. Un representante de esta clase de equivalencia será notado [f ]. Proposición 3.2.7 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea F (X,K) el conjun- to de todas las funciones definidas sobre X a valores en K. El espacio cociente F (X,K)/Rµ es un K-espacio vectorial. Prueba. Por la proposición anterior, no es dif́ıcil ver que la función nula µ- c.t.p. [0] pertenece al espacio F (X,K)/Rµ. Además si [f ], [g] pertenecen a F (X,K)/Rµ, se tiene α[f ] + β[g] = [αf + βg], para todo α, β ∈ K, lo que termina la demostración. � Veremos al definir los espacios de Lebesgue en el caṕıtulo siguiente la utili- dad de esta proposición. Observemos ahora que cuando la medida utilizada es completa, tenemos el resultado a continuación: Proposición 3.2.8 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f, g dos funciones definidas sobre X a valores en K iguales µ-en casi todas partes. Si la medida µ es completa y si f es medible entonces g es medible. Prueba. Sea t un número real y sea A un conjunto de A tal que µ(A) = 0 y tal que f y g coinciden en cada punto que no pertenece a A. Tenemos entonces {x ∈ X : g(x) ≤ t} = ({x ∈ X : f(x) ≤ t} ∩ Ac) ∪ ({x ∈ X : g(x) ≤ t} ∩ A) . La completitud de la medida µ implica que el conjunto {x ∈ X : g(x) ≤ t} ∩A pertenece a A lo que implica que el conjunto {x ∈ X : g(x) ≤ t} pertenece a A . Dado que hab́ıamos fijado t arbitrario se deduce la medibilidad de la función g. � Terminamos esta sección con una primera noción de convergencia en donde interviene el concepto de medida. Definición 3.2.7 (Convergenciaµ-c.t.p.) Si (fn)n∈N es una sucesión de funciones definidas sobre un espacio medido (X,A , µ) a valores en K y si f es una función definida sobre (X,A , µ), entonces diremos que (fn)n∈N converge en µ-c.t.p. si el conjunto de puntos en donde la relación f(x) = ĺım n→+∞ fn(x) falla es µ-despreciable. Notaremos este tipo de convergencia de esta manera: “fn −→ f µ-c.t.p.”. Observación 3.4 Es importante notar que la noción de convergencia en µ- c.t.p. es muy diferente de la noción de convergencia simple y de la convergencia uniforme. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 137 Para verlo podemos tomar por ejemplo la sucesión de funciones expuesta en el punto 1) de la página 124: sea (rn) una enumeración de los racionales del inter- valo [0, 1] y sea la sucesión (1Rn)n≥1 en donde Rn = {r1, r2, ..., rn}. Entonces en el ĺımite se tiene ĺım n→+∞ 1Rn(x) = 1Q∩[0,1](x) en el sentido de la convergen- cia simple; pero esta sucesión converge λ-casi en todas partes hacia la función idénticamente nula sobre [0, 1]. Este mismo ejemplo sirve para ver que la con- vergencia en µ-c.t.p. no implica la convergencia uniforme. Presentamos finalmente un resultado en donde la noción de completitud de una medida juega un rol importante. Proposición 3.2.9 Sea (X,A , µ) un espacio medido, sean f una función y (fn)n∈N una sucesión de funciones definidas sobre X a valores en [0,+∞] tales que fn converja µ-c.t.p. hacia f . Si la medida µ es completa y si cada función fn es A -medible entonces f es A -medible. Prueba. Por el Teorema 3.2.1 la función ĺım ı́nf n→+∞ fn es medible y dado que f y ĺım ı́nf n→+∞ fn coinciden en µ-casi todas partes, la Proposición 3.2.8 anterior implica que f es una función medible. � Veamos cómo construir la función f a partir de una sucesión (fn)n∈N que verifica las hipótesis de la proposición anterior. Para ello definimos f(x) = { ĺım n→+∞ fn(x) si este ĺımite existe, 0 sino. Si denotamos por N el conjunto en donde este ĺımite no existe, se puede escoger cualquier valor constante como valor de f sobre N sin modificar el resultado de la Proposición 3.2.9. Este procedimiento será muy útil en todo lo que sigue. 3.2.3. Construcción de la integral de Lebesgue Tenemos ahora todos los ingredientes necesarios para definir la integral de Lebesgue: es decir el concepto de funciones medibles, buenas propiedades de estabilidad con respecto a las medidas y un manejo adecuado de los conjuntos de medida nula. Como anunciado, esta construcción se realizará en algunas etapas. La primera consiste en construir la integral para las funciones simples positivas, que definimos a continuación, y que reemplazan en cierto sentido las funciones escalonadas de la integral de Riemann. La segunda etapa se obtiene por medio de los resultados de paso al ĺımite, lo que nos permite generalizar la noción intuitiva de integral de funciones simples a las funciones medibles positivas. En cada una de estas diferentes etapas, verificaremos las propiedades elementales de la integral como la aditividad, el crecimiento y la homogeneidad y veremos los teoremas generales de paso al ĺımite. Obsérvese que nos restrin- gimos en esta sección, de forma voluntaria, a la construcción de las funciones definidas sobre un conjunto X , dotado de una estructura de espacio medido (X,A , µ), a valores en R+ (ver la Definición 3.2.11). El caso cuando las funcio- nes toman sus valores en R o C será tratado en la Sección 3.2.4 y expondremos 138 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración el caso de las funciones a valores en Rn en la Sección 3.4. Presentamos ahora los dos espacios de funciones que constituyen los ladrillos de base de la construcción de la integral de Lebesgue. Definición 3.2.8 (Función simple - Espacio de funciones simples) Sea (X,A , µ) un espacio medido de medida σ-finita. Decimos que una aplicación f definida sobre X a valores en K es una función simple si toma un número finito de valores α0, ..., αn ∈ K, si los conjuntos imagenes rećıprocas f−1(αk) con 0 ≤ k ≤ n pertenecen a A . Las funciones simples son entonces combinaciones lineales finitas de fun- ciones indicatrices de conjuntos medibles y se las puede escribir de la forma siguiente: f(x) = n∑ k=0 αk1Ak(x), (3.8) con αk ∈ K y Ak una colección de conjuntos disjuntos de A . Notaremos S(X,A , µ,K) el conjunto de funciones simples definidas sobre X a valores en K. Por esta definición es posible ver que toda función escalonada es una función simple, pero que no se tiene la rećıproca (ver simplemente el ejemplo anterior f(x) = 1Q∩[0,1](x)). Este espacio de funciones posee algunas propiedades agradables con respecto a las operaciones naturales sobre funciones a valores en K. Más precisamente tenemos el enunciado a continuación: Proposición 3.2.10 El conjunto S(X,A , µ,K) posee una estructura de K- espacio vectorial. Prueba. Sean f(x) = n∑ i=0 αi1Ai(x) y g(x) = m∑ j=0 βj1Bj (x) dos funciones sim- ples. Ver que la suma o el producto de estas funciones es una función simple no causa ninguna dificultad pues se tiene (f+g)(x) = n∑ i=0 m∑ j=0 (αi+βj)1Ai∩Bj (x) y (fg)(x) = n∑ i=0 m∑ j=0 (αiβj)1Ai∩Bj (x). Verificar que para todo λ ∈ K y toda función f ∈ S(X,A , µ,K) se tiene λf ∈ S(X,A , µ,K) es sencillo: puesto que λαk = βk ∈ K, basta escribir λf(x) = λ n∑ k=0 αk1Ak(x) = n∑ k=0 λαk1Ak(x) = n∑ k=0 βk1Ak(x) ∈ S(X,A , µ,K), para obtener el resultado deseado. � Un caso especial muy útil de las funciones simples para la construcción de la integral de Lebesgue es el que presentamos en la definición a continuación. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 139 Definición 3.2.9 (Espacio de funciones simples positivas) Sea (X,A , µ) un espacio medido. Notaremos S+(X,A , µ) el conjunto de funciones simples positivas definidas sobre X a valores en R+. Es decir tales que los números αk que intervienen en la Definición 3.2.8 son reales tales que αk > 0 para todo 0 ≤ k ≤ n. Este espacio es evidentemente un subconjunto del espacio de las funciones sim- ples y contiene, en el caso X = R y A = Bor(R), las funciones escalonadas positivas. Lema 3.2.1 (Descomposición canónica de funciones simples) Para to- da función f ∈ S+(X,A , µ) existe una única familia finita (α̃k, Ak)0≤k≤n con α̃k ∈ R+ y Ak ∈ A tal que 0 < α̃0 < ... < α̃n, Ak 6= ∅ para todo k, en donde los conjuntos Ak son dos a dos disjuntos de manera que se tiene f(x) = n∑ k=0 α̃k1Ak(x). Prueba. Sea f(x) = ∑m k=0 αk1Ck(x) una función simple positiva. Notamos α̃k los coeficientes αk reordenados de forma creciente sin repeticiones: es decir 0 < α̃0 < ... < α̃n con n < m si hay coeficientes αk repetidos y n = m si todos los coeficientes αk son todos distintos. Definimos entonces los conjuntos Ak = {x ∈ X : f(x) = α̃k}, para todo k = 0, ..., n. No es dif́ıcil percatarse que estos conjuntos son no vaćıos, pertenecen a la σ- álgebra A y son dos a dos disjuntos. Definimos finalmente la función f(x) = ∑n k=0 α̃k1Ak(x) de manera que obtenemos todas las propiedades del lema. � Esta descomposición nos lleva naturalmente a definir la integral de las fun- ciones simples positivas de la siguiente manera: Definición 3.2.10 (Integral de funciones simples positivas) Sea f ∈ S+(X,A , µ) una función simple positiva. La integral de f con respecto a la medida µ es el número real definido por ∫ X f(x)dµ(x) = n∑ k=0 αk µ(f −1(αk)) = n∑ k=0 αkµ({f = αk}). (3.9) Si el conjunto {x ∈ X : f(x) = 0} es de medida infinita, utilizaremos la convención 0 × +∞ = 0, de modo que todos los términos de la suma (3.9) tienen sentido. Nótese que esta suma es igual a un número positivo ó +∞ y diremos entonces que una función simple positiva f es integrable si su integral es finita; es decir si y solo si el conjunto {x ∈ X : f(x) 6= 0} es de medida finita. Si bien la descomposición canónica de las funciones simples nos sirvió de motivación para la definición de la integral, es imperativo verificar que el valorde ∫ X f(x)dµ(x) no depende de la descomposición adoptada. Tenemos pues la proposición siguiente: 140 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Proposición 3.2.11 La integral de las funciones simples definida por la fórmu- la (3.9) no depende de la descomposición adoptada para expresar las funciones simples. Prueba. Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f ∈ S+(X,A , µ) tal que f(x) = n∑ i=0 αi1Ci(x) y f(x) = m∑ j=0 βj1Dj (x). Podemos suponer que las familias (Ci)0≤i≤n y (Dj)0≤j≤m son dos a dos dis- juntas, es decir Cl ∩ Cp = ∅ y Dl ∩ Dp = ∅ si l 6= p. Definimos ahora pa- ra todo i = 1, ..., n y j = 1, ...,m los conjuntos Aij = Ci ∩ Dj . Dado que {x : f(x) > 0} = ⋃ni=0 Ci = ⋃m j=0Dj , podemos escribir Ci = ⋃n j=0 Aij y Dj = ⋃m j Aij y tenemos entonces n∑ i=0 αiµ(Ci) = n∑ i=0 m∑ j=0 αiµ(Aij) y m∑ j=0 βjµ(Dj) = m∑ j=0 n∑ i=0 βjµ(Aij). Observando que αi = βj cuando Aij 6= ∅, se obtiene la independencia del cálculo de la integral con respecto a la descomposición adoptada para describir las funciones simples. � Observación 3.5 La variable x que aparece en la parte izquierda de la fórmula (3.9) es una variable muda; es decir que puede ser reemplazada por cualquier otra letra que verifica las mismas condiciones. Aśı mismo la letra d que aparece en esta fórmula no tiene una significación especial y solo sirve para indicar cuál es la función y cuál es la medida. Calculemos a modo de ejemplo la integral de una función simple utilizando la función de la figura 3.4. Suponemos para fines pedagógicos que la función ϕ está definida sobre R, dotado de la σ-álgebra Boreliana, a valores en [0,+∞[. ϕ α1 α2 α3 α4 Figura 3.4: Una función simple positiva Definimos entonces los conjuntos Ai = {x ∈ R : ϕ(x) = αi}, para i = 1, ..., 4 de manera que ϕ(x) = ∑4 i=1 αi1Ai(x). Luego, por la fórmula (3.9), tenemos ∫ R ϕ(x)dλ(x) = α1λ(A1) + α2λ(A2) + α3λ(A3) + α4λ(A4). (3.10) 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 141 El lector podrá darse cuenta, comparando esta fórmula anterior con la expre- sión (3.2), que la forma de calcular una integral según se sigue a Riemann o a Lebesgue es totalmente distinta, pero que el resultado es evidentemente el mismo en este caso. Observación 3.6 Nótese en particular que la fórmula (3.9) aplicada a la fun- ción f(x) = 1A(x) definida sobre X con A ∈ A nos permite escribir, utilizando un abuso de lenguaje, las relaciones siguientes: ∫ X 1Adµ = ∫ X∩A dµ = ∫ A dµ = µ(A). Veremos en la Sección 3.2.5 una verificación formal de estas notaciones. Veamos ahora algunas propiedades elementales que se deducen de la definición de integral de las funciones simples. Proposición 3.2.12 Sean f, g dos funciones de S+(X,A , µ). Tenemos las propiedades siguientes 1) Homogeneidad: si λ ∈ K, entonces ∫ X (λf)(x)dµ(x) = λ ∫ X f(x)dµ(x). 2) Aditividad: ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x). 3) Crecimiento o monotońıa: si f ≤ g µ-c.t.p se tiene entonces ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x). Prueba. Sean pues f(x) = n∑ i=0 αi1Ai(x) y g(x) = m∑ j=0 βj1Bj (x) dos funciones simples. Podemos suponer sin pérdida de generalidad, por la Proposición 3.2.11 y por el Lema 3.2.1, que los conjuntos Ai son dos a dos disjuntos y que se tiene⋃ iAi = ⋃ j Bj . El primer punto se deduce entonces de los cálculos siguientes: ∫ X (λf)(x)dµ(x) = n∑ i=0 λαiµ(Ai) = λ n∑ i=0 αiµ(Ai) = λ ∫ X f(x)dµ(x). 142 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Para el segundo punto escribimos ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = n∑ i=0 m∑ j=0 (αi + βj)µ(Ai ∩Bj) = n∑ i=0 m∑ j=0 αiµ(Ai ∩Bj) + n∑ i=0 m∑ j=0 βjµ(Ai ∩Bj) = n∑ i=0 αiµ(Ai) + m∑ j=0 βjµ(Bj) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x). El último punto se verifica observando que si f ≤ g entonces g − f es una función de S+(X,A , µ) y por lo tanto se tiene por las ĺıneas anteriores que ∫ X g(x)dµ = ∫ X (f + (g − f))(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X (g − f)(x)dµ(x) ≥ ∫ X f(x)dµ(x). � El siguiente teorema es el primero que nos presenta, en el marco restringido de las funciones simples positivas, la posibilidad de intercambiar los signos “ĺım” y “ ∫ ”. Veremos en las ĺıneas a continuación cómo ir adaptando este resultado en el caso de funciones más generales. Teorema 3.2.3 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f ∈ S+(X,A , µ) y (fn)n∈N una sucesión creciente de funciones de S+(X,A , µ) tales que para todo x ∈ X se tenga f(x) = ĺım n→+∞ fn(x). Entonces se tiene ∫ X f(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Demostración. Dado que la sucesión es creciente, se tiene por la Proposición 3.2.12 la siguiente sucesión de estimaciones ∫ X f0(x)dµ(x) ≤ ∫ X f1(x)dµ(x) ≤ ... ≤ ∫ X f(x)dµ(x), lo que implica que ĺım n→+∞ ∫ X fndµ existe y verifica ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) ≤ ∫ X f(x)dµ(x). (3.11) Debemos pues ahora verificar la desigualdad opuesta. Para ello fijamos un real ε ∈]0, 1[, dado que f se escribe de la forma f(x) = m∑ i=0 αi1Ai(x) podemos definir, para cada n y cada i el conjunto An,i = {x ∈ Ai : fn(x) ≥ (1− ε)αi}, 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 143 de manera que cada An,i es un conjunto A -medible. Se tiene además que la sucesión (An,i)n∈N es una sucesión creciente y satisface Ai = ⋃ n∈NAn,i. Si definimos ahora la función gn(x) = m∑ i=0 (1− ε)αi1An,i(x) entonces gn per- tenece a S+(X,A , µ) y verifica gn ≤ fn. Obtenemos por lo tanto que ĺım n→+∞ ∫ X gn(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ m∑ i=0 (1− ε)αiµ(An,i), y por el teorema de continuidad de las medidas podemos escribir m∑ i=0 (1− ε)αi ĺım n→+∞ µ(An,i) = m∑ i=0 (1 − ε)αiµ(Ai) = (1− ε) ∫ X f(x)dµ(x). Se obtiene entonces, por la propiedad de crecimiento de la integral, la desigual- dad siguiente ĺım n→+∞ ∫ X gn(x)dµ(x) = (1 − ε) ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Como el real ε era arbitrario, se deduce de estas fórmulas la estimación ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.12) Finalmente, juntando las estimaciones (3.11) y (3.12) terminamos la demostra- ción del teorema. � El teorema a continuación explicita la relación de las funciones simples posi- tivas con las funciones medibles (positivas). Este resultado será de gran utilidad pues es el que nos permitirá generalizar la noción de integral dada en la Defi- nición 3.2.10 a las funciones medibles. Teorema 3.2.4 (Aproximación por funciones simples crecientes) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea A un subconjunto de X que pertenece a A . Si f : A −→ [0,+∞] es una función medible, entonces existe una sucesión creciente (fn)n≥1 de funciones simples positivas tales que f(x) = ĺım n→+∞ fn(x) para todo x ∈ A. Demostración. Para cada n y para cada k = 1, 2, ..., n2n definimos los con- juntos An,k = {x ∈ A : (k − 1)/2n ≤ f(x) < k/2n}. Observemos que la medibilidad de la función f implica que cada uno de estos conjuntos An,k pertenece a la σ-álgebra A . Definimos entonces una sucesión (fn)n≥1 de funciones definidas sobre A exi- giendo que fn tome el valor (k − 1)/2n en cada punto de An,k para todo k = 1, ..., n2n y que tome el valor n en cada punto de A \⋃k≥1 An,k. 144 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Estas funciones son por construcción funciones simples positivas, medibles que además son crecientes (fn ≤ fn+1 para todo x ∈ A) y verifican f = ĺım n→+∞ fn. � En la figura 3.5 ilustramos esta aproximación por medio de funciones simples positivas. ✲ ✻ f 1/2n ϕn A ✲ ✻ f ϕn+11/2(n+1) A Figura 3.5: Aproximación por funciones simples Observación 3.7 Notemos que el refinamiento de la aproximación por medio de funciones simples se opera en el eje de las ordenadas contrariamente a la aproximación por medio de funciones escalonadas en donde las subdivisiones están en el eje de las abscisas. Pasemos sin tardar más a la definición de la integral de las funciones medibles positivas. Combinando el Teorema 3.2.1 y el teorema de aproximación 3.2.4 podemos enunciar la siguiente definición deintegral para estas funciones: Definición 3.2.11 (Integral de funciones medibles positivas) Sea (X,A , µ) un espacio medido. Sea f una aplicación A -medible definida sobre X a valores en R+, es decir f ∈ M(X,A ,R+,Bor(R+)). Su integral es el elemento de R+ notado ∫ X f(x)dµ(x) y definido por ∫ X f(x)dµ(x) = sup {∫ X ϕ(x)dµ(x) : ϕ ∈ S+(X,A , µ), ϕ ≤ f } . (3.13) Nótese que para las funciones f ∈ S+(X,A , µ) esta definición coincide con la Definición 3.2.10. Esta definición que acabamos de enunciar es la base de la construcción de la integral de Lebesgue: en efecto, como veremos un poco más tarde, el concepto general de integral de una función cualquiera se obtiene a partir de esta fórmula por medio de manipulaciones elementales. La proposición a continuación es una generalización del Teorema 3.2.3 a la integral de las funciones medibles positivas que acabamos de definir. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 145 Proposición 3.2.13 Sean (X,A , µ) un espacio medido, f : X −→ [0,+∞] una función A -medible y (fn)n∈N una sucesión creciente de funciones de S+(X,A , µ) tales que f(x) = ĺım n→+∞ fn(x) para todo x ∈ X. Entonces ∫ X f(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Prueba. La existencia del ĺımite y la estimación ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) ≤ ∫ X f(x)dµ(x), siguen los mismo pasos explicados en el Teorema 3.2.3 de manera que dejamos los detalles al lector. Nos concentramos entonces en la estimación siguiente: ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.14) Puesto que, por definición de la integral de las funciones medibles positivas, tenemos que ∫ X fdµ es el supremo de los elementos de [0,+∞] de la forma ∫ X ϕ(x)dµ(x) en donde las funciones ϕ pertenecen a S+(X,A , µ) y verifican ϕ ≤ f , entonces, para verificar (3.14), es necesario verificar que para una fun- ción ϕ cualquiera de S+(X,A , µ) que satisface ϕ ≤ f también verifica ∫ X ϕ(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Sea pues ψ ∈ S+(X,A , µ) una función cualquiera que verifica ψ ≤ f . Dado que la sucesión mı́n(ψ, fn) es creciente, pertenece a S+(X,A , µ) y verifica ĺım n→+∞ mı́n(ψ, fn) = ψ, entonces por el Teorema 3.2.3 se tiene ∫ X ψ(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X mı́n(ψ, fn)(x)dµ(x). Sin embargo, puesto que ∫ X mı́n(ψ, fn)(x)dµ(x) ≤ ∫ X fn(x)dµ(x) por la pro- piedad de crecimiento de la integral de funciones simples, se obtiene la desigual- dad ∫ X ψ(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Como esta estimación es válida para todas las funciones ψ se deduce la de- sigualdad (3.14), de donde se obtiene el resultado deseado. � Explicitemos algunas propiedades elementales que son la contraparte de la Proposición 3.2.12 para las funciones medibles positivas. Proposición 3.2.14 Sea (X,A , µ) un espacio medido. Sean f y g dos funcio- nes medibles definidas sobre un conjunto X a valores sobre [0,+∞]. 146 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración 1) Homogeneidad: si λ ∈ K, entonces ∫ X (λf)(x)dµ(x) = λ ∫ X f(x)dµ(x). 2) Aditividad: ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x). 3) Crecimiento o monotońıa: si f ≤ g µ-c.t.p se tiene entonces ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x). Prueba. Podemos escoger dos sucesiones crecientes (fn)n∈N y (gn)n∈N de fun- ciones simples positivas tales que f = ĺım n→+∞ fn y g = ĺım n→+∞ gn, esto es total- mente ĺıcito gracias al Teorema 3.2.4. No es dif́ıcil convencerse que las sucesiones (λfn)n∈N y (fn+gn)n∈N son sucesiones crecientes que verifican λf = ĺım n→+∞ λfn y f + g = ĺım n→+∞ fn + gn de manera que podemos usar la Proposición 3.2.13 junto con la propiedad de homogeneidad y de aditividad de las funciones de S+(X,A , µ) para obtener ∫ X λf(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X λfn(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ λ ∫ X fn(x)dµ(x) = λ ∫ X fn(x)dµ(x). ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X (fn + gn)(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ (∫ X fn(x)dµ(x) + ∫ X gn(x)dµ(x) ) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x). Finalmente, para el crecimiento notamos que si f ≤ g entonces la clase de funciones ϕ ∈ S+(X,A , µ) que satisfacen ϕ ≤ f está incluida en la clase de funciones ψ ∈ S+(X,A , µ) que verifican ψ ≤ g; de donde se deduce que ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x). � 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 147 3.2.4. Espacio de funciones integrables Una vez que hemos presentado estos resultados básicos para las funciones medibles positivas, pasamos ahora al caso cuando f es a valores reales y com- plejos tal como lo hab́ıamos anunciado anteriormente. En el caso real utiliza- remos para ello las funciones f+ = máx(f, 0) y f− = máx(−f, 0) definidas en (3.6) mientras que en el caso complejo utilizaremos en cambio las partes reales e imaginarias. Observando entonces que tenemos en todo punto las identidades f(x) = f+(x) − f−(x) y f(x) = Re(f)(x) + iIm(f)(x), podemos dar la definición a continuación. Definición 3.2.12 (Espacio de funciones integrables) Sea (X,A , µ) un espacio medido. Sea f : X −→ [−∞,+∞] una función medible. 1) Diremos que f es µ-integrable (o µ-sumable5) si las dos cantidades ∫ X f+(x)dµ(x) y ∫ X f−(x)dµ(x) (3.15) son finitas. La integral de esta función está entonces definida por ∫ X f(x) dµ(x) = ∫ X f+(x)dµ(x) − ∫ X f−(x)dµ(x). (3.16) 2) En el caso de que f sea a valores complejos, diremos que f es µ-integrable si las cantidades ∫ X ℜe (f)(x)dµ(x) y ∫ X ℑm (f)(x)dµ(x) son finitas. Definimos su integral como el número complejo ∫ X f(x) dµ(x) = ∫ X ℜe (f)(x)dµ(x) + i ∫ X ℑm (f)(x)dµ(x). (3.17) Finalmente, el conjunto de funciones integrables será notado I(X,A , µ,K). Notación: En el caso en que el conjunto X sea igual al conjunto de los números naturales N, dotado de su σ-álgebra natural y de la medida de conteo, y si tenemos una función f : N −→ K (hablaremos en este caso de sucesión), utilizaremos la notación habitual ∑ n∈N f(n) en vez de escribir ∫ N f(n)dµ(n). Hablaremos entonces de sucesiones sumables y notaremos el conjunto de suce- siones sumables de la siguiente forma I(N,P(N), Card,K) o más simplemente I(N,P(N)) si el contexto es claro. Evidentemente, estas notaciones se mantie- nen si X = Z. 5Utilizaremos estos dos términos como sinónimos. 148 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Observación 3.8 Para las funciones medibles positivas que no son µ-integrables hemos atribuido el śımbolo +∞ a su integral. Esta es una notación cómoda y útil, pero que no vuelve estas funciones sumables. En particular, para una fun- ción f a valores reales o complejos, no existe por lo general una extensión de esta notación puesto que no se puede dar un sentido a la expresión ∞−∞6 y es por eso que es necesario verificar primero la sumabilidad de f antes de hablar de su integral. En el caso especial en que una sola de las dos cantidades de la fórmula (3.15) sea finita, diremos que la integral definida por (3.16) existe y es infinita. Por ejemplo, la función f(x) = x3 definida sobre R no es λ-integrable. Si bien la función g(x) = log(x) definida sobre ]0,+∞[ tampoco es λ-integrable, se tiene que f− es sumable y que f+ no lo es: diremos entonces que su integral existe y es infinita. Exponemos un lema que será necesario posteriormente. Lema 3.2.2 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f1, f2, g1, g2 funciones reales positivas integrables definidas sobre X tales que f1 − f2 = g1 − g2. En- tonces se tiene ∫ X f1(x)dµ(x) − ∫ X f2(x)dµ(x) = ∫ X g1(x)dµ(x) − ∫ X g2(x)dµ(x). Prueba. Si las funciones satisfacen la identidad f1 − f2 = g1 − g2, se tiene también que f1 + g2 = g1 + f2 y por lo tanto se obtiene la identidad ∫ X f1(x)dµ(x) + ∫ X g2(x)dµ(x) = ∫ X g1(x)dµ(x) + ∫ X f2(x)dµ(x), dado que todas las integrales anteriores son finitas se deduce el resultado desea- do. � En la proposición siguiente, generalizamos las propiedades de homogeneidad, aditividad y crecimiento a las funciones integrables en el sentido de la Definición 3.2.12. Proposición 3.2.15 Sea (X,A , µ) un espacio medido, λ ∈ K y f,g dos fun- ciones de I(X,A , µ,K). Se tienen los puntos siguientes: 1) λf es integrable y la integral es homogénea ∫ X λf(x)dµ(x) = λ ∫ X f(x)dµ(x), (3.18) 2) f + g es integrable y la integral es lineal ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x), (3.19) 6Recuérdese que esta expresión es indeterminada, ver página 51. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 149 3) si f ≤ g entonces la integral es creciente ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x). Prueba. Podemos suponer sin pérdida de generalidad que las aplicaciones y el escalar α son a valores reales. En efecto por la fórmula (3.17), una vez que se tiene el resultado deseado sobre los reales se deduce fácilmente el resultado análogo sobre los complejos. Empecemos por el primer punto. La integrabilidad de λf y la relación (3.18) son evidentes si λ = 0. Suponemos pues que λ > 0 y vemos que (λf)+ = λf+ y (λf)− = λf−. Entonces las funciones (λf)+ y (λf)− son integrables y por lo tanto λf es integrable. Tenemos ahora, aplicando la Proposición 3.2.14 a estas funciones, las identidades ∫ X λf(x)dµ(x) = ∫ X (λf)+(x)dµ(x) − ∫ X (λf)−(x)dµ(x) = λ ∫ X f+(x)dµ(x) − λ ∫ X f−(x)dµ(x) = λ ∫ X f(x)dµ(x), lo que demuestra la identidad (3.18) en este caso. Si λ < 0, entonces (λf)+ = −λf− y (λf)− = −λf+, de manera que se puede adaptar el razonamiento ante- rior para mostrar que λf es integrable y que ∫ X λf(x)dµ(x) = λ ∫ X f(x)dµ(x) lo que termina la prueba del primer punto. Consideremos ahora la suma de f y g. Observando que se tienen las desigual- dades (f + g)+ ≤ f+ + g+ y (f + g)− ≤ f− + g−, podemos aplicar la Proposición 3.2.14 para obtener ∫ X (f + g)+(x)dµ(x) ≤ ∫ X f+(x)dµ(x) + ∫ X g+(x)dµ(x) < +∞ ∫ X (f + g)−(x)dµ(x) ≤ ∫ X f−(x)dµ(x) + ∫ X g−(x)dµ(x) < +∞. Deducimos entonces que f + g es integrable. Dado que f + g es igual a (f + g)+ − (f + g)− y a f+ + g+ − (f− + g−) obtenemos por el Lema 3.2.2 las identidades siguientes ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ∫ X (f+ + g+)(x)dµ(x) − ∫ X (f− + g−)(x)dµ(x), es decir ∫ X (f + g)(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x) + ∫ X g(x)dµ(x), lo que prueba el segundo punto. 150 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Finalmente, para el tercer punto notamos que si f ≤ g, entonces la función g − f es positiva y por lo tanto se tiene 0 ≤ ∫ X (g − f)(x)dµ(x) = ∫ X g(x)dµ(x) − ∫ X f(x)dµ(x), es decir ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x), lo que concluye la demostración. � Corolario 3.2.5 El espacio de funciones integrables I(X,A , µ,K) es un es- pacio vectorial. Observación 3.9 Es importante notar que si f, g ∈ I(X,A , µ,K), se puede tener el caso que el producto fg no pertenezca al espacio I(X,A , µ,K), es decir que el espacio I(X,A , µ,K) no es estable por esta operación. Para convencerse de ello basta fijar f(x) = g(x) con f : [0, 1] −→ R y f(x) = x−1/2. Todos los resultados expuestos en esta Sección 3.2.4 se mantienen si se exigen que las diferentes propiedades de crecimiento o de igualdad pedidas en las hipótesis lo sean en µ-casi todas partes. En este sentido tenemos la proposición siguiente: Proposición 3.2.16 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f, g : X −→ [−∞,+∞] dos funciones (A ,Bor(R))-medibles iguales en µ-casi todas partes. Si una de estas funciones es sumable entonces la otra también lo es y se tiene la identidad ∫ X f(x)dµ(x) = ∫ X g(x)dµ(x). Este resultado se extiende al caso cuando f, g son a valores en K. Prueba. Consideremos primero el caso en donde f y g son funciones positivas y definamos el conjunto N = {x ∈ X : f(x) 6= g(x)} y la función h por h(x) = { +∞ si x ∈ N , 0 si x /∈ N . Tenemos entonces, aplicando la Proposición 3.2.13 a la sucesión hn(x) = n1N (x) (que tiende de forma creciente hacia h), que ∫ X h(x)dµ(x) = 0. Gracias a este hecho, por la estimación f ≤ g + h y por la Proposición 3.2.15 obtenemos la desigualdad ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x) + ∫ X h(x)dµ(x) = ∫ X g(x)dµ(x). 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 151 Utilizando un argumento totalmente similar tenemos la estimación ∫ X g(x)dµ(x) ≤ ∫ X f(x)dµ(x), de donde se deduce la identidad deseada. El caso cuando f y g no son necesariamente positivas puede obtenerse de las ĺıneas precedentes utilizando para ello las descomposiciones f(x) = f+(x) − f−(x) y g(x) = g+(x)− g−(x). Cuando las funciones f, g son a valores en K se procede de forma similar utilizando la definición (3.2.12) y dejamos los detalles a cargo del lector en el Ejercicio 3.4. � Observación 3.10 En particular, si se modifica una función sobre un conjunto de medida nula, el valor de su integral permanece el mismo. La siguiente proposición nos permite obtener una estimación que es de cons- tante uso que siempre cabe tener en mente. Proposición 3.2.17 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f una función (A ,Bor(K))-medible definida sobre X a valores en K. Entonces f es integrable si y solo si |f | es integrable y entonces se tiene la estimación ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f(x) dµ(x) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ ∫ X |f(x)|dµ(x). (3.20) Prueba. Recuérdese que en el caso real por definición una función f es inte- grable si y solo si las aplicaciones f+ y f− lo son. Dado que |f | = f+ + f− se obtiene por la Proposición 3.2.14 la integrabilidad de |f |. La estimación buscada se deduce entonces de los cálculos siguientes ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f dµ ∣ ∣ ∣ ∣ = ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f+ dµ− ∫ X f− dµ ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ ∫ X f+dµ+ ∫ X f−dµ = ∫ X |f |dµ. � Corolario 3.2.6 Si el conjunto X es de µ-medida finita, entonces toda función f : X −→ K que es (A ,Bor(K))-medible y acotada es integrable y se tiene la estimación siguiente: ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f(x)dµ(x) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ µ(X)sup x∈X |f(x)|. Prueba. Utilizando la proposición anterior escribimos ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f(x) dµ(x) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ ∫ X |f(x)|dµ(x), Utilizamos entonces el hecho que f(x) ≤ sup x∈X |f(x)| para todo x ∈ X y aplica- mos la propiedad de crecimiento de la integral. � 152 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Observación 3.11 Es importante notar que existen funciones que no son me- dibles, y por lo tanto que no son sumables, pero cuyo valor absoluto es una función sumable. Es por ello que la hipótesis de medibilidad es importante en la Proposición 3.2.17. Veamos un ejemplo de esta situación. Consideremos el espacio medido (R,L (R), λ) y consideremos el conjunto no Lebesgue-medible E ⊂]0, 1[ contruido en la demostración del Teorema 2.4.6 página 112. Si definimos f(x) = 1E (x) − 1]0,1[\E (x) podemos ver que esta función no es L (R)-medible, y sin embar- go se tiene que |f(x)| = 1]0,1[(x) es una función sumable. 3.2.5. Integración en un subconjunto Hasta ahora hemos presentado la integral sobre todo el conjunto X , pero en much́ısimas ocasiones es necesario integrar solamente sobre un subconjunto de X . Vamos a ver que hay dos puntos de vista equivalentes. En lo que sigue consideraremos (X,A , µ) un espacio medido, Y un conjunto A -medible y f una aplicación definida sobre Y a valores en K. El primer punto de vista consiste en tomar en cuenta la medida inducida por µ sobre el conjunto Y (ver la Proposición 2.2.7) y estudiar la integral con respecto al espacio medido (Y,A|Y , µ|Y ): si la función f es A|Y -medible podemos definir la integral sobre Y de la siguiente forma ∫ Y f(x)dµ(x) = ∫ Y f(x)dµ|Y (x); de manera que disponemos de todas las propiedades de la integral explicitadas anteriormente. Vamos ahora a ver que este tipo de integral siempre puede expresarse como una integral sobre todo el conjunto X y esto corresponde al segundo punto de vista posible. Para ello introducimos la función fY definida sobre X , igual a f sobre Y y a 0 en X \ Y , y tenemos en este caso el resultado a continuación. Proposición 3.2.18 Sea (X,A , µ) un espacio medido, sea Y un conjunto A - medible. Entonces la función f pertenece al espacio I(Y,A|Y , µ|Y ,K) si y solo si la función fY pertenece a I(X,A, µ,K) y se tiene ∫ Y f(x)dµ|Y (x) = ∫ X fY (x)dµ(x). Prueba. Verifiquemos primeroque la función f es A|Y -medible si y solo si la función fY es A -medible: sea A un abierto de K, tenemos por un lado que f−1(A) = f−1Y (A) ∩ Y y, por otro lado, que f−1Y (A) = f−1(A) si 0 /∈ A y f−1Y (A) = f −1(A) ∪ (X \ Y ) si 0 ∈ A. Pasemos ahora a la igualdad entre las integrales. Sea f(x) = 1A(x) en donde A ⊂ Y es un conjunto A -medible. Tenemos entonces fY (x) = 1A(x) de donde 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 153 se deduce la identidad ∫ Y f(x)dµ|Y (x) = µ|Y (A) = µ(A) = ∫ X 1A(x)dµ(x) = ∫ X fY (x)dµ(x). Por linealidad de la integral se obtiene este resultado para toda función simple positiva. Repetimos aqúı las mismas etapas utilizadas en la construcción de la integral para mostrar este resultado para las funciones positivas, para las fun- ciones reales utilizando f+ y f− y para las funciones complejas considerando Re(f) y Im(f) sucesivamente. � Exponemos ahora un resultado muy utilizado en la práctica. Pero antes fi- jemos una notación. Si f : X −→ K es una función y si Y ⊂ X , notaremos f|Y (x) = f(x)1Y (x) la restricción de f sobre Y . Corolario 3.2.7 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean A,B ∈ A dos con- juntos disjuntos y sea f : A ∪B −→ K una función. Entonces 1) f es A|A∪B -medible si y solo si f|A y f|B son A|A y A|B -medibles respec- tivamente. 2) f es integrable sobre A ∪B si y solo si f es integrable sobre A y sobre B y se tiene la identidad ∫ A∪B f(x)dµ(x) = ∫ A f(x)dµ(x) + ∫ B f(x)dµ(x). Prueba. Dado que se tienen las expresiones f|A = f|A∪B1A y f|B = f|A∪B1B obtenemos la identidad f|A∪B = f|A + f|B de donde se deduce sin mayor difi- cultad el resultado deseado. � La siguiente proposición y sus corolarios serán muy útiles cuando deseemos realizar estimaciones que hacen intervenir la integral y la medida del conjunto sobre el cual se integra. Proposición 3.2.19 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f una función A - medible definida sobre X a valores en [0,+∞]. Si t es un número real positivo y si definimos At = {x ∈ X : f(x) ≥ t} entonces se tienen las dos desigualdades siguientes: µ(At) ≤ 1 t ∫ At f(x)dµ(x) ≤ 1 t ∫ X f(x)dµ(x). (3.21) Prueba. Sea t > 0 un real. Puesto que X = At ∪ Act tenemos 1 t ∫ X f(x)dµ(x) = 1 t ∫ At f(x)dµ(x) + 1 t ∫ Act f(x)dµ(x) ≥ 1 t ∫ At f(x)dµ(x), lo que demuestra la segunda estimación. Para la primera, tenemos directamente que 1 t ∫ At f(x)dµ(x) ≥ 1 t ∫ At t dµ(x) = µ(At). � 154 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Corolario 3.2.8 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f ∈ I(X,A , µ,K); entonces el conjunto {x ∈ X : f(x) 6= 0} es σ-finito con respecto a la medida µ. Prueba. La Proposición 3.2.19 aplicada a la función |f | implica que los con- juntos An determinados por An = { x ∈ X ; |f(x)| ≥ 1 n } con n ≥ 1, son de µ-medida finita. Observemos que el conjunto {x ∈ X : f(x) 6= 0} es igual a la unión de estos conjuntos An. Tenemos aśı que {x ∈ X : f(x) 6= 0} es σ-finito con respecto a la medida µ. � Corolario 3.2.9 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f ∈ I(X,A , µ,K). Entonces: 1) tenemos que |f(x)| < +∞ µ-casi en todas partes. 2) si además se tiene ∫ X |f(x)|dµ(x) = 0; entonces la función f es µ-c.t.p. idénticamente nula. Prueba. La Proposición 3.2.19 aplicada a la función |f | implica la estimación µ ({x ∈ X : |f(x)| ≥ n}) ≤ 1 n ∫ X |f(x)|dµ(x), válida para todo entero n ≥ 1. Entonces tenemos µ ({x ∈ X : |f(x)| = +∞}) ≤ µ ({x ∈ X : |f(x)| ≥ n}) ≤ 1 n ∫ X |f(x)|dµ(x). Por lo tanto, haciendo n→ +∞, podemos concluir que µ ({x ∈ X : |f(x)| = +∞}) = 0 y hemos demostrado el primer punto. El segundo punto se demuestra de forma similar. En efecto, por la Proposición 3.2.19 obtenemos, para todo entero n ≥ 1: µ ({ x ∈ X : |f(x)| ≥ 1 n }) ≤ n ∫ X |f(x)|dµ(x) = 0. Dado que {x ∈ X : f(x) 6= 0} = ⋃ n≥1 { x ∈ X : |f(x)| ≥ 1 n } , la subaditividad numerable de la medida µ implica que µ({x ∈ X : f(x) 6= 0}) = 0 y por lo tanto se tiene que la función f es µ-c.t.p. idénticamente nula. � Exponemos ahora una propiedad importante en donde vemos cómo vaŕıa la integral en función de la medida del conjunto sobre el cual se integra. 3.2. Teoŕıa de la integración de Lebesgue 155 Proposición 3.2.20 (Continuidad absoluta de la integral) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f : X −→ [0,+∞] una función integrable. Entonces la cantidad ∫ Y fdµ tiende hacia cero si la medida de Y tiende hacia cero: (∀ε > 0)(∃δ > 0)(∀Y ∈ A ) : µ(Y ) ≤ δ =⇒ ∫ Y f(x)dµ(x) ≤ ε. Prueba. Por la definición de integral existe una función simple positiva ϕ tal que 0 ≤ ϕ ≤ f y ∫ X (f − ϕ)(x)dµ(x) ≤ ε. Podemos entonces escribir: ∫ Y f(x)dµ(x) = ∫ Y (f − ϕ)(x)dµ(x) + ∫ Y ϕ(x)dµ(x) ≤ ε+ ∫ Y ϕ(x)dµ(x). Esto nos permite concentrar nuestra atención a las funciones simples; entonces como ϕ(x) = ∑n k=0 αk1Ak(x) tenemos ∫ Y ϕ(x)dµ(x) = n∑ k=0 αkµ(Ak ∩ Y ) ≤ ( n∑ k=0 αk ) µ(Y ), y esta estimación nos permite obtener el resultado deseado. � Notación espećıfica de la integral de Lebesgue y dos propiedades importantes En el caso en que X = R, A = Bor(R) y µ = λ, escribiremos de ahora en adelante dx en vez de dλ(x) para designar la integración con respecto a esta medida y si X = Rn, notaremos también dx en vez de dλn(x). Cuando a < b escribiremos ∫ b a f(x)dx en vez de ∫ (a,b) f(x)dx, nótese que es inútil precisar la naturaleza del intervalo dado que los puntos son de medida nula. En el caso cuando b < a escribiremos ∫ b a f(x)dx = − ∫ a b f(x)dx = − ∫ (b,a) f(x)dx. Vamos a utilizar ahora las proposiciones 2.4.9 y 2.4.10 del caṕıtulo anterior para presentar dos propiedades especialmente importantes de la integral con respecto a la medida de Lebesgue. Indiquemos desde ya que estas propiedades no son exclusivas a la medida de Lebesgue, el caso general será estudiado en el Volumen 2. La primera propiedad está relacionada con la aplicación traslación que defi- nimos de la siguiente forma para toda función f : Rn −→ K y para todo vector τ ∈ Rn: fτ (x) = f(τ + x). (3.22) Tenemos entonces el resultado a continuación: 156 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Proposición 3.2.21 Para toda función integrable perteneciente al espacio I(Rn,Bor(Rn), λn,K) y para todo vector τ ∈ Rn tenemos la identidad: ∫ Rn fτ (x)dx = ∫ Rn f(x)dx. (3.23) Prueba. Empecemos considerando una función simple expresada en su des- composición canónica f(x) = n∑ k=0 αk1Ak(x). Tenemos entonces que fτ (x) = n∑ k=0 αk1Ak(τ + x) y por lo tanto ∫ Rn fτ (x)dx = n∑ k=0 αk ∫ Rn 1Ak(τ + x)dx = n∑ k=0 αkµ(Ak − τ) = n∑ k=0 αkµ(Ak) = ∫ Rn f(x)dx, pues para todo boreliano A y todo vector τ ∈ Rn se tiene por la Proposición 2.4.9 la identidad µ(τ +A) = µ(A). Siguiendo el proceso de construcción de la integral, podemos generalizar sin problema este resultado a todas las funciones integrables. � La segunda propiedad explicita las relaciones entre la dilatación y la integral con respecto a la medida de Lebesgue. Definimos la dilatación por un factor α > 0 de una función f : Rn −→ K por la fórmula δα[f ](x) = f(αx) = f(αx1, ..., αxn). (3.24) El resultado es el siguiente. Proposición 3.2.22 Para toda función f : Rn −→ K del espacio I(Rn,Bor(Rn), λn,K) y para todo α > 0 se tiene la identidad ∫ Rn δα[f ](x)dx = α −n ∫ Rn f(x)dx. (3.25) Prueba. Empecemos otra vez considerando una función simple f(x) = n∑ k=0 βk1Ak(x). Tenemos entonces δα[f ](x) = n∑ k=0 βk1Ak(αx) de manera que ∫ Rn δα[f ](x)dx = n∑ k=0 βkµ(α −1Ak) = α −n n∑ k=0 βkµ(Ak) = α −n ∫ Rn f(x)dx pues para todo boreliano A y todo α > 0 se tiene por la Proposición 2.4.10 la identidad µ(αA) = αnµ(A). La generalización a las funciones integrables es inmediata. � 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 157 Con esto hemos terminado nuestra presentación de la integral de Lebesgue y de las propiedades más elementales de los espacios de funciones medibles y de funciones integrables. El lectornotará que, de todos los resultados expuestos, se deduce una gran estabilidad y una flexibilidad de la integral de Lebesgue que hacen de este objeto una herramienta importante. Sin embargo, es en la sección siguiente en donde estudiamos los teoremas que muestran toda la utilidad de la integral de Lebesgue. 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración Los resultados a continuación son fundamentales en las aplicaciones y jus- tifican por su utilidad e importancia indiscutible el desarrollo de las secciones anteriores. Las tres primeras partes 3.3.1-3.3.3 están reservadas a los teoremas de convergencia que nos permiten intercambiar, bajo hipótesis menos restricti- vas que en el caso de la integral de Riemann, los śımbolos de integral y de ĺımite. En el párrafo 3.3.4 consideramos las integrales dependientes de un parámetro y terminaremos esta sección con el párrafo 3.3.5 en donde expondremos dife- rentes modos de convergencia que hacen intervenir las nociones de medida y de integral. En todo lo que sigue, y salvo mención expresa de lo contrario, con- sideraremos funciones medibles definidas sobre un espacio medido (X,A , µ) a valores sobre K, R o R+ dotados de sus σ-álgebras naturales. 3.3.1. Convergencia monótona El primer teorema importante que tratamos en esta sección corresponde a una generalización de un resultado ya utilizado en el Teorema 3.2.3 y en la Pro- posición 3.2.13. Más precisamente, vamos a demostrar que, bajo las hipótesis de convergencia de una sucesión en µ-c.t.p. y de monotońıa, se pueden inter- cambiar los signos ĺımite e integral. Teorema 3.3.1 (Convergencia monótona de Beppo Levi) 7 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f una función A -medible y (fn)n∈N una sucesión cre- ciente de funciones A -medibles, ambas definidas sobre X a valores en R+, tales que f(x) = ĺım n→+∞ fn(x) µ-c.t.p. Entonces se tiene la identidad ∫ X f(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.26) Demostración. Empecemos suponiendo que la convergencia de la sucesión (fn)n∈N se tiene en todo punto de X , veremos luego como deshacernos de esta hipótesis suplementaria. Por la monotońıa o crecimiento de la integral, tenemos las siguientes desigualdades ∫ X f0(x)dµ(x) ≤ ∫ X f1(x)dµ(x) ≤ · · · ≤ ∫ X f(x)dµ(x); 7Beppo Levi (1875-1961), matemático italiano, vivió a partir de 1939 en Argentina. 158 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración por lo tanto la sucesión (∫ X fndµ ) n∈N converge (eventualmente hacia +∞) y su ĺımite satisface ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) ≤ ∫ X f(x)dµ(x). (3.27) De manera que solo debemos verificar la estimación rećıproca para demostrar (3.26). Para ello consideramos para cada n una sucesión creciente (gn,k)k∈N de funciones simples tales que fn = ĺım k→+∞ gn,k y definimos una función hn : X −→ R+ por hn = máx(g1,n, g2,n, ..., gn,n) de manera que la sucesión (hn)n∈N es una sucesión creciente de funciones simples positivas, A -medibles que satisfacen hn ≤ fn y f = ĺım n→+∞ hn. Por estas observaciones, por la Proposición 3.2.13 y por la monoticidad de la integral se deduce que ∫ X f(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X hn(x)dµ(x) ≤ ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.28) Juntando (3.27) y (3.28) se obtiene el resultado deseado. Consideremos, para terminar la demostración, que solo se tiene la convergen- cia µ-c.t.p.; es decir que existe un conjunto N que pertenece a A , de µ-medida nula, en donde no se tiene esta convergencia. Vemos entonces que la función f1N c satisface las hipótesis hechas en la primera parte de la demostración de modo que se obtiene sin problemas que ∫ X f(x)1N c(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)1N c(x)dµ(x). Dado que la función fn1N c coincide con fn µ-c.t.p. y que f1N c coincide con f µ-c.t.p., entonces podemos concluir en virtud de la Proposición 3.2.16 que se tiene la identidad siguiente en µ-c.t.p. ∫ X f(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). � Este teorema está en el centro de muchos otros resultados como nos lo mues- tra el corolario a continuación que estudia la relación entre los śımbolos “ ∫ ” y “ ∑ ”. Corolario 3.3.1 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea una serie S = ∑ n∈N fn cuyos términos fn son funciones A -medibles definidas sobre (X,A , µ) a valores en R+. Entonces la suma es medible y se tiene la identidad ∫ X ∑ n∈N fn(x)dµ(x) = ∑ n∈N ∫ X fn(x)dµ(x). (3.29) Prueba. Es suficiente aplicar el teorema de convergencia monótona a la suce- sión de sumas parciales (Sn)n∈N definida por Sn = n∑ k=0 fk. � 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 159 Mostremos ahora una aplicación de este corolario para la construcción de me- didas. La verdadera importancia de esta definición será presentada y analizada en el Volumen 2. Definición 3.3.1 (Medida inducida por una función) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea f : X −→ [0,+∞] una función A -medible. Definimos una nueva medida sobre el espacio medible (X,A ) de la siguiente manera ν(A) = ∫ A f(x)dµ(x). (3.30) El lector verificará sin problema que se tiene ν(∅) = 0 y que el resultado anterior aplicado a la serie ∑ n∈N f1An implica que, si (An)n∈N es una sucesión de con- juntos disjuntos de A , entonces se obtiene la identidad ν( ⋃ nAn) = ∑ n ν(An). De estos dos puntos se deduce que ν es una medida sobre (X,A ). Obsérvese en particular que la medida ν es de masa total finita si y solo si la función f es µ-integrable. Demos un ejemplo sencillo. Utilizando el marco que acabamos de explicitar en las ĺıneas precedentes consideramos f(x) = 1Y (x) en donde el conjunto Y pertenece a la σ-álgebra A . Obtenemos entonces gracias a la fórmula (3.30) una nueva medida ν escribiendo ν(A) = ∫ A 1Y (x)dµ(x) = µ(Y ∩A) ∀A ∈ A . El lector observará que, por la Proposición 2.2.7, la medida ν aśı obtenida no es más que la medida inducida por µ sobre el conjunto Y . Veremos otros ejemplos de construcción de medidas por medio de la fórmula (3.30) en el Ejercicio 3.6. Si g : X −→ [0,+∞] es una función A -medible podemos definir su integral con respecto a esta nueva medida ν de la siguiente manera: ∫ X g(x)dν(x) = ∫ X g(x)f(x)dµ(x). Este procedimiento que consiste en construir nuevas medidas y en considerar las integrales asociadas será utilizado en muchas ocasiones (ver por ejemplo la demostración de las desigualdades de Hölder y de Minkowski utilizando la desigualdad de Jensen en el Caṕıtulo 4). 3.3.2. Lema de Fatou Este teorema es de gran utilidad cuando se trata de demostrar que una función es integrable o cuando se necesita dar una acotación al valor de la integral. Teorema 3.3.2 (Lema de Fatou) 8 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea (fn)n∈N una sucesión de funciones A -medibles definidas sobre X a valores en 8Pierre Fatou (1878-1929), matemático francés. 160 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración R+. Entonces se tiene la desigualdad: ∫ X ĺım ı́nf n→+∞ fn(x)dµ(x) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.31) Demostración. Para cada n ∈ N definimos una nueva función gn : X −→ R+ de la siguiente forma gn = ı́nfk≥n fk de manera que cada función gn es A - medible y se tiene, para todo x ∈ X las relaciones g0 ≤ g1 ≤ ... y ĺım ı́nf n→+∞ fn = ĺım n→+∞ gn. Puesto que tenemos la mayoración gn ≤ fn para todo n ∈ N, al aplicar el teorema de convergencia monótona de Beppo Levi obtenemos ∫ X ĺım ı́nf n→+∞ fn(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X gn(x)dµ(x) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). Lo que termina la demostración. � Es importante observar que la desigualdad (3.31) puede ser estricta como lo muestra el ejemplo siguiente: sobre la recta real R, dotada de la medida de Lebesgue, definimos la sucesión de funciones fn(x) = n 2 1[0,1/n](x). Vemos sin problema que esta sucesión converge simplemente hacia la función idéntica- mente nula mientras que el cálculo ∫ R n21[0,1/n](x)dx = n, muestra que ĺım n→+∞ ∫ R fn(x)dx = +∞. 3.3.3. Convergencia dominada El teorema de convergencia dominada de Lebesgue9 es sin duda el más co- nocidode los teoremas que hacen intervenir el ĺımite de funciones y su relación con la integral. La razón de este éxito es muy sencilla puesto que este resulta- do nos proporciona, bajo hipótesis muy simples de verificar, un criterio para intercambiar los signos “ĺım” y “ ∫ ” y muestra claramente la superioridad de la integral de Lebesgue con respecto a la integral de Riemann. Teorema 3.3.3 (Convergencia dominada de Lebesgue -T.C.D.L.) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f una función y (fn)n∈N una sucesión de funciones, ambas A -medibles definidas sobre X a valores en R o C. Hacemos las siguientes hipótesis: 1) para µ-casi todo x ∈ X se tiene ĺım n→+∞ fn(x) = f(x), 2) existe una función integrable g : X −→ R o C tal que se tenga, para todo n, la estimación |fn(x)| ≤ g(x) µ-casi en todas partes en X. 9Henri Lebesgue (1875-1941), matemático francés. 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 161 Entonces f es una función integrable y ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x). (3.32) Demostración. Observemos primero que la integrabilidad de la función ĺımite f se deduce sin problema de la integrabilidad de la función g. En efecto, por las dos hipótesis podemos escribir ∣ ∣ ∣ ∣ ∫ X f(x)dµ(x) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ ∫ X |f(x)|dµ(x) ≤ ∫ X g(x)dµ(x) < +∞. Vamos ahora a mostrar la identidad (3.32) considerando únicamente el caso real y suponiendo que las dos hipótesis se verifican para todo punto de X y que se tiene adicionalmente g(x) < +∞ para todo x ∈ X . Tenemos entonces que la sucesión (g + fn)n∈N es una sucesión de funciones positivas tales que (g + f)(x) = ĺım n→+∞ (g + fn)(x), para todo x ∈ X . Podemos entonces aplicar el Lema de Fatou (Teorema 3.3.2) para obtener la estimación ∫ X (g + f)(x)dµ(x) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ ∫ X (g + fn)(x)dµ(x), de donde se obtiene, por la aditividad de la integral, la desigualdad ∫ X f(x)dµ(x) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x). (3.33) Un argumento similar aplicado a la sucesión (g − fn)n∈N muestra que ∫ X (g − f)(x)dµ(x) ≤ ĺım ı́nf n→+∞ ∫ X (g − fn)(x)dµ(x), es decir ĺım sup n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) ≤ ∫ X f(x)dµ(x). (3.34) Gracias a las estimaciones (3.33) y (3.34) se obtiene la identidad deseada: ĺım n→+∞ ∫ X fn(x)dµ(x) = ∫ X f(x)dµ(x). Pasemos finalmente al caso cuando las hipótesis se verifican en µ-casi todas partes. Obsérvese que por el Corolario 3.2.9, si se tiene ∫ X g(x)dµ(x) < +∞, entonces se obtiene la estimación g(x) < +∞ µ-casi todas partes. Es posible entonces repetir el argumento utilizado en la demostración del Teorema 3.3.1 considerando los conjuntos N y N c según si se tiene o no la convergencia. � Demos unos ejemplos de aplicación de este teorema. 162 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración (i) Consideremos el ĺımite siguiente: ĺım n→+∞ (∫ 1 0 nxe−nxdx ) . Calculando directamente la integral10 se puede ver sin mayor dificultad que el ĺımite anterior tiende a cero; pero también se puede aplicar el teorema de convergencia dominada de Lebesgue a las funciones fn(x) = nxe−nx1[0,1](x). Tenemos pues fn(x) −→ n→+∞ 0 para todo x y además se tienen las estimaciones 0 ≤ fn(x) ≤ 1[0,1](x) de modo que podemos aplicar el Teorema 3.3.3 para escribir ĺım n→+∞ (∫ 1 0 nxe−nxdx ) = ∫ 1 0 ĺım n→+∞ nxe−nxdx = 0. (ii) Ahora estudiemos el ĺımite a continuación: ĺım n→+∞ (∫ 1 0 nx2e−nx 2 dx ) . El lector notará que en este caso ya no es posible realizar un cálculo direc- to de la integral, de manera que es necesario pasar por el teorema de con- vergencia dominada. Dado que las funciones fn(x) = nx 2e−nx 2 1[0,1](x) tienden a cero si n → +∞ y que se tienen las estimaciones 0 ≤ fn(x) ≤ 1[0,1](x), podemos afirmar que el ĺımite de la expresión anterior tiende a cero si n→ +∞. (iii) Volvamos al ejemplo (3.5) presentado al inicio de este caṕıtulo. fn(x) = 2nanx si 0 ≤ x ≤ 1/2n, 2an(1 − nx) si 1/2n < x ≤ 1/n, 0 si 1/n < x ≤ 1. Si la sucesión (an)n∈N es acotada tenemos por el teorema de convergencia dominada de Lebesgue ĺım n→+∞ ∫ 1 0 fn(x)dx = ∫ 1 0 ĺım n→+∞ fn(x)dx = 0. Sin embargo, como hab́ıamos observado en la página 124, si fijamos an = n, vemos que la parte izquierda de esta expresión es igual a 1/2 mientras que la parte derecha es nula. Este ejemplo muestra que la sola hipótesis de convergencia simple no es suficiente, aún en el marco de la integral de Lebesgue, para intercambiar los signos de ĺımite y de integral e ilustra la necesidad de la condición de acotación (o dominación) exigida por el Teorema 3.3.3. Veremos a lo largo de éste y de los siguientes caṕıtulos cómo aplicar este resul- tado para la resolución de diferentes problemas. Una primera muestra de ello se encuentra en la sección a continuación. 10¡Hacerlo! Es un ejercicio interesante. 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 163 3.3.4. Integrales dependientes de un parámetro Vamos a exponer en este párrafo dos aplicaciones muy útiles de los teoremas anteriores. La primera consiste en la continuidad de la integral con respecto a un parámetro, mientras que la segunda aplicación estudia la derivabilidad bajo el signo integral. Además de dar la demostración de estos teoremas daremos algunos ejemplos de utilización. Empecemos con un pequeña observación. Cuando una función depende de más de un parámetro se requiere muy a menudo mayor precisión en la repre- sentación de la integral. Las tres notaciones siguientes son usuales ∫ X f(x, t)dµx, ∫ X f(x, t)µ(dx), ∫ X f(x, t)dµ(x), para designar la función ϕ de t que se obtiene al integrar la función x 7−→ f(x, t). En este libro utilizaremos la última notación. Teorema 3.3.4 (Continuidad con respecto a un parámetro) Sea (X,A , µ) un espacio medido y sea (E, d) un espacio métrico. Sea f : X × E −→ K una función que verifica las tres condiciones siguientes: 1) para todo t ∈ E la función x 7−→ f(x, t) es medible, 2) para µ-casi todo x ∈ X la función t 7−→ f(x, t) es continua en el punto t0, 3) en µ-casi todas partes existe una función µ-integrable g : X −→ K tal que para todo t ∈ E se tiene la estimación |f(x, t)| ≤ g(x), Entonces, la función definida por ϕ : E −→ K t 7−→ ϕ(t) = ∫ X f(x, t)dµ(x), (3.35) es continua en el punto t0. Demostración. Para verificar la continuidad de la función ϕ en el punto t0, debemos probar que si (tn)n∈N es una sucesión de puntos de E que converge hacia t0, entonces ϕ(tn) tiende hacia ϕ(t0). Para ello utilizaremos dos funciones auxiliares determinadas por las fórmu- las ψ(x) = f(x, t0) y ψn(x) = f(x, tn). Por la tercera hipótesis tenemos que |ψn(x)| ≤ g(x) µ-casi todas partes para todo entero n. Por la segunda hipótesis tenemos que ψn(x) converge hacia ψ(x) para µ-casi todo x y como las funciones ψn son medibles (por la primera hipótesis), verificamos todas las condiciones para poder aplicar el teorema de convergencia dominada de Lebesgue, lo que nos permite afirmar la identidad siguiente: ϕ(t0) = ∫ X ψ(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X ψn(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ϕ(tn), 164 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración lo que termina la demostración. � Veamos algunos ejemplos de aplicación de este teorema. (i) Sea (hn)n∈N una sucesión de funciones continuas y acotadas reales tales que ∑ n∈N sup x∈R |hn(x)| < +∞. Podemos afirmar, utilizando el Teorema 3.3.4, que la serie ∑ n∈N hn(x) es una función continua. En efecto, si fijamosX = N dotado de la medida de conteo, E = R dotado de su distancia usual y si definimos f : N×R −→ R con f(n, x) = hn(x), tenemos 1) para todo x ∈ R, la función n 7−→ f(n, x) es medible, 2) para todo n ∈ N, la función x 7−→ f(n, x) es continua, 3) se tiene la mayoración |f(n, x)| ≤ g(n) en donde g(n) = sup x∈R |hn(x)|. Entonces, la función ϕ(x) = ∑ n∈N hn(x) es continua. Observación 3.12 Este resultado no debe sorprender al lector pues es un hecho que ya hemos tratado anteriormente. En efecto, el espacio de funciones continuas y acotadas (C0a(R,R),‖ · ‖∞) con ‖f‖∞ = sup x∈R |f(x)|, es un espacio de Banach (ver página 35) y por el Teorema 1.4.3 tenemos que toda serie normalmente convergente es convergente. Esto implica que la suma resultante de este ejemplo es una función continua. (ii) Una de las principales aplicaciones de este teorema es la posibilidad de estudiar la continuidad de funciones definidas por medio de integrales. Veamos un ejemplo considerando la función ϕ :]0, 1[ −→ R (3.36) t 7−→ ϕ(t) = ∫ +∞ 0 xt−1 1 + x dx. Notamos f(x, t) la función definida sobre [0,+∞[×]0, 1[ determinada por f(x, t) = x t−1 1+x . No es dif́ıcil verificar que 1) la función x 7−→ f(x, t) es medible para todo t ∈]0, 1[ por ser el cociente de dos funciones medibles, 2) la función t 7−→ f(x, t) es evidentemente continua para todo x ∈ [0,+∞[, 3) para la hipótesis de dominación escribimos para mayor comodidad f(x, t) = e (t−1) ln(x) 1+x . Observamos que la función f(x, ·) es creciente11 11Calcular la derivada de f(x, ·) con respecto a t y constatar que su signo está determinado por ln(x). 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 165 si x ≥ 1 y decreciente si x < 1; esto nos lleva a considerar a, b dos parámetros reales tales que 0 < a < t < b < 1 y a definir una función g : [0,+∞[−→ R de la siguiente forma: g(x) = xa−1 1+x si 0 < x < 1, xb−1 1+x si 1 ≤ x. Tenemos entonces la estimación |f(x, t)| ≤ g(x) válida para todo x ∈ [0,+∞[ y además se tiene que ∫ +∞ 0 g(x)dx < +∞. Dado que hemos verificado las hipótesis del Teorema 3.3.4, podemos con- cluir que la función ϕ definida en (3.36) es continua. (iii) Sea f : R −→ C una función tal que ∫ +∞ −∞ |f(x)|dx < +∞. Definimos su Transformada de Fourier , notada F (f) o f̂ , por la siguiente fórmula: F (f)(ξ) = f̂(ξ) = ∫ +∞ −∞ f(x)e−iξxdx. (3.37) Verifiquemos las hipótesis de aplicación del Teorema 3.3.4: 1) la función x 7−→ f(x)e−iξx es medible para todo ξ por ser el producto de dos funciones medibles, 2) la función ξ 7−→ f(x)e−iξx es evidentemente continua para todo x, 3) la hipótesis de dominación se obtiene observando que ∣ ∣f(x)e−iξx ∣ ∣ ≤ |f(x)|. Aplicando entonces el teorema de continuidad de la integral con respecto a un parámetro concluimos que la función f̂ : R −→ C es continua. (iv) Este teorema también permite obtener un método de regularización de funciones que será estudiado en detalle en el Volumen 2. Sea ϕ una función continua y acotada y sea ψ una función integrable, ambas definidas sobre R a valores en R. Tenemos entonces que la función g(y) = ∫ +∞ −∞ ϕ(y − x)ψ(x)dx, (3.38) es continua. En efecto, si definimos f(x, y) = ϕ(y − x): 1) la función x 7−→ f(x, y) es medible para todo y, 2) la función y 7−→ f(x, y) es continua para todo x, 3) la hipótesis de dominación está dada por la estimación |f(x, y)| ≤ ‖ϕ‖∞|ψ(x)|. Se obtiene por lo tanto el resultado deseado, es decir la continuidad de la función determinada por (3.38). 166 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Corolario 3.3.2 (Continuidad respecto a la cota superior) Sea f una fun- ción integrable definida sobre la recta real R a valores en R y sea α ∈ R un real. Entonces la función definida por ϕ : t 7−→ ∫ t α f(x)dx, (3.39) es continua para todo t > α. Prueba. Basta aplicar el Teorema 3.3.4 a la función g(x, t) = f(x)1[α,t](x). En efecto, esta función g es continua en el punto t0 para todo x 6= t0 y puesto que se tiene la mayoración |g(x, t)| ≤ |f(x)| podemos aplicar sin problema el resultado precedente y terminar la demostración. � Mostremos un ejemplo muy simple considerando la función f(x) = 1[0,1](x) y α = 0. Tenemos entonces que la función ϕ : t 7−→ ∫ t 0 1[0,1](x)dx = t, (3.40) es continua sobre [0, 1]. Hemos estudiado con el teorema anterior la continuidad de las funciones definidas por medio de integrales y es natural desear ir un poco más lejos y preguntarse bajo qué condiciones se tiene la derivabilidad de este tipo de fun- ciones. El resultado a continuación nos proporciona condiciones para “derivar bajo el signo integral”. Teorema 3.3.5 (Derivación bajo el signo integral) Sea (X,A , µ) un es- pacio medido y sea I un intervalo abierto de R. Sea f : X × I −→ K una función y suponemos que existe N un conjunto de µ-medida nula tales que 1) para todo t ∈ I la función x 7−→ f(x, t) es integrable, 2) la derivada parcial ∂f∂t (x, t) existe en todo punto x ∈ X0 × I en donde notamos X0 = X \ N . 3) existe una función integrable g : X0 −→ K tal que para todo x ∈ X0 se tiene ∣ ∣ ∣ ∣ ∂f ∂t (x, t) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ |g(x)| en µ-casi todas partes. Entonces, la función definida por ψ : I −→ K t 7−→ ∫ X f(x, t)dµ(x), es derivable y se tiene d dt ψ(t) = ∫ X ∂f ∂t (x, t)dµ(x). (3.41) 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 167 Observación 3.13 Si reemplazamos la función f por una función igual a f sobre X0 e igual a 0 sobre N ; la integral (3.41) no cambia, lo que nos permite estudiar el caso en donde la existencia de la derivada parcial y la hipótesis de mayoración se tienen sobre todo X . Demostración. Vamos a utilizar el teorema de convergencia dominada de Lebesgue para mostrar este resultado. Sea pues t0 un punto de I y sea (an)n∈N una sucesión de reales no nulos, lo suficientemente pequeños para que t0 + an esté en I, y tales que an −→ n→+∞ 0. Definimos la función ϕn(x) = f(x, t0 + an)− f(x, t0) an , de manera que ĺım n→+∞ ϕn(x) = ∂f ∂t (x, t0). Por la fórmula de los crecimientos finitos, obtenemos |ϕn(x)| ≤ sup 0≤θ≤1 ∣ ∣ ∣ ∣ ∂f ∂t (x, t0 + θan) ∣ ∣ ∣ ∣ ≤ |g(x)|. Aplicamos entonces el teorema de convergencia dominada de Lebesgue y obtenemos que la función ϕ : x 7−→ ∂f∂t (x, t0) es integrable y que ∫ X ∂f ∂t (x, t0)dµ(x) = ĺım n→+∞ ∫ X ϕn(x)dµ(x) = ĺım n→+∞ ψ(t0 + an)− ψ(t0) an . Dado que la sucesión (an)n∈N es arbitraria, tenemos que la función ψ es deri- vable en el punto t0 y por lo tanto se obtiene la fórmula (3.41) para la derivada de ψ. � Observación 3.14 En el enunciado del teorema anterior, es posible reempla- zar el intervalo I por un abierto Ω del plano complejo (en este caso notaremos z ∈ Ω en vez de t ∈ I) y reemplazar la condición 2) por la condición siguiente: 2-bis) para µ-casi todo x ∈ X la función z 7−→ f(x, z) es holomorfa en Ω. Entonces la función z 7−→ ∫ X f(x, z)dµ(x) es holomorfa en Ω y su derivada está determinada por la fórmula (3.41). Presentamos ahora algunos ejemplos de aplicación de este resultado. En el primer ejemplo ilustramos la importancia de las hipótesis del teorema de deri- vación bajo el signo integral mientras que en el resto de ejemplos mostramos cómo realizar algunos cálculos en situaciones diversas. (i) Consideramos la función f(x, t) = 1[0,t[(x) definida sobre R a valores reales. Vemos que la derivada parcial ∂f∂t (x, t0) existe para casi todo x (x 6= t0) y es nula, pero las hipótesis del Teorema 3.3.5 exigen más: hay que encontrar un conjunto N de medida nula tal que para todo x /∈ N la derivada parcial existe para todo t. En este caso esto es imposible y 168 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración si derivamos sin precaución obtenemos un resultado falso. Si por un lado tenemos ∫ t 0 ∂f ∂t (x, t)dx = 0, por (3.40) tenemos ddtϕ(t) = 1: esto muestra a posteriori que no se puede aplicar el teorema de derivación bajo el signo integral. (ii) El segundo ejemplo que tratamos aqúı corresponde a la función del item (ii) de la página 164: f(x, t) = xt−1 1 + x = e(t−1) ln(x) 1 + x . Deseamos aplicar el teorema de derivación bajo el signo integral y para ello verificaremos las hipótesis necesarias. Ya vimos que esta función es continua y que es integrable para todo t ∈]0, 1[, lo que nos proporciona la primera hipótesis. Dado que se tiene para todo x ∈ [0,+∞[ la identi- dad ∂∂tf(x, t) = ln(x)f(x, t) tenemos la segunda hipótesis. Finalmente si definimos, para 0 < a < t < b < 1, la función g(x) = ∣ ∣ ∣ln(x)x a−1 1+x ∣ ∣ ∣ si 0 < x < 1,∣ ∣ ∣ln(x)x b−1 1+x ∣ ∣ ∣ si 1 ≤ x, obtenemos la tercera hipótesis pues ∫ +∞ 0 g(x)dx < +∞. Todo esto nos permite concluir que se tiene la identidad d dt ϕ(t) = ∫ +∞ 0 ln(x) xt−1 1 + x dx. (iii) Estudiamos ahora la derivabilidad de la Transformada de Fourier definida por (3.37). Sea f : R −→ C una función como en el punto (iii) de la página 165, es decir ∫ +∞ −∞ |f(x)|dx < +∞. Suponemos además que la función x 7−→ −ixf(x) es integrable. Entonces la Transformada de Fourier de f es una función continua cuya derivada está dada por la fórmula d dξ f̂(ξ) = ∫ +∞ −∞ −ixf(x)e−iξxdx. 3.3.5. Modos de convergencia: en promedio, en µ-medida y µ-casi uniformemente En esta sección vamos a presentar tres nociones de convergencia de sucesio- nes de funciones definidas a partir de los conceptos de medida y de integral. Explicaremos algunas de sus particularidades y estudiaremos en detalle las di- versas relaciones existentes entre éstos modos de convergencia y los modos de convergencia expuestos anteriormente, es decir la convergencia uniforme y la 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 169 convergencia en µ-casi todas partes. Es importante notar que se distinguen dos casos en estas relaciones en función de la medida del conjunto de baseX sobre el cual están definidas las funciones: en efecto, si µ(X) < +∞ veremos que se dis- ponen de ciertas implicaciones interesantes que son falsas en el caso general en donde no hacemos ninguna hipótesis particular sobre la medida del conjuntoX . Antes de pasar al estudio de estos modos de convergencia es necesario una pequeña observación. En el Caṕıtulo 1 hemos presentado algunas definiciones elementales, todas expuestas desde un punto de vista métrico, y en particular dimos la definición de convergencia uniforme de una sucesión de funciones sobre un espacio métrico a valores en otro espacio métrico. Esta definición se mantiene si relajamos la estructura del espacio de definición de las funciones y éste es precisamente el caso que nos interesa ahora: sea entonces X un espacio topológico y sea fn : X −→ K una sucesión de funciones. Diremos que la sucesión (fn)n∈N converge uniformemente hacia la función f : X −→ K si (∀ε > 0)(∃Nε ∈ N) : n ≥ Nε =⇒ sup x∈X |fn(x)− f(x)| ≤ ε. En otras palabras, para poder hablar de convergencia uniforme necesitamos que el espacio de llegada sea un espacio métrico, lo cual no es necesario cuan- do trabajamos con la convergencia simple en donde la noción de vecindad es suficiente (ver Caṕıtulo 1). Hecha esta aclaración, en todo lo que sigue consideraremos funciones defi- nidas sobre un espacio topológico X , dotado de una σ-álgebra12 A y de una medida µ, a valores en K. Caso general El primer modo de convergencia que exponemos es el de la convergencia en promedio que hace intervenir el concepto de integral y el de espacio de funciones de módulo integrable cuya definición damos a continuación. No nos atardaremos en el estudio de todas las caracteŕısticas de este espacio puesto que éstas serán retomadas minuciosamente en el caṕıtulo siguiente en un marco más general. Definición 3.3.2 (Espacio de funciones de módulo integrable) Notamos L(X,A , µ,K) el conjunto de funciones definidas sobre X a valores en K cuyo módulo es una función integrable. Es decir: L(X,A , µ,K) = { f : X −→ K, ∫ X |f(x)|dµ(x) < +∞ } . Para mostrar que una función es de módulo integrable, basta mostrar su medibilidad y verificar que es mayorada en módulo por una función de integral finita. Esta observación nos proporciona un número considerable de ejemplos de funciones de módulo integrable; por ejemplo toda función indicatriz de un conjunto de medida finita lo es. 12Nótese que no exigimos que la σ-álgebra A sea la σ-álgebra Boreliana Bor(X) de X. 170 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración Proposición 3.3.1 El espacio L(X,A , µ,K) es un K-espacio vectorial. Prueba. La verificación es inmediata: basta utilizar la Proposición 3.2.15 para convencerse que el espacio L(X,A , µ,K) es un K-espacio vectorial. � Como anunciado, es en este espacio que podemos definir el concepto de con- vergencia en promedio de la siguiente forma: Definición 3.3.3 (Convergencia en promedio) Si (fn)n∈N es una sucesión de funciones y si f es una función, ambas pertenecientes al espacio L(X,A , µ,K), diremos que la sucesión (fn)n∈N converge hacia la función f en promedio si se tiene ĺım n→+∞ ∫ X |fn(x)− f(x)|dµ(x) = 0. (3.42) Demos un ejemplo de convergencia en promedio. Consideremos el espacio medi- do (R,Bor(R), λ) y la sucesión de funciones determinadas por fn(x) = 1n1[0,1](x) para todo n ≥ 1. No es muy dif́ıcil percatarse que esta sucesión tiende hacia la función cero en promedio pues se tiene ∫ R |1/n1[0,1](x)− 0|dx = 1/n −→ n→+∞ 0. Es instructivo comparar este tipo de convergencia con los tipos de conver- gencia presentados en las secciones anteriores. Más precisamente tenemos el resultado a continuación: Proposición 3.3.2 La convergencia en promedio no implica ni la convergencia uniforme ni la convergencia µ-c.t.p., rećıprocamente estas nociones de conver- gencia no implican la convergencia en promedio. Prueba. Para la verificación de estas aserciones es suficiente mostrar ejemplos en donde estas implicaciones fallan. 1) La convergencia en promedio no implica la convergencia uniforme: Sea X = R y sea (fn)n≥1 = 1[1,1+1/n[(x). Esta sucesión converge en pro- medio hacia la función cero pues ∫ R 1[1,1+1/n[(x)dx = 1/n −→ n→+∞ 0 pero no converge uniformemente. 2) La convergencia en promedio no implica la convergencia µ-c.t.p.: Sea X = [0, 1]. Notemos que para todo n ∈ N∗ existen dos enteros positi- vos j, k únicamente determinados, tales que n = 2k+j y 0 ≤ j < 2k y para tales enteros definimos fn(x) = 1[j2−k,(j+1)2−k](x). Tenemos aśı que f1 = 1[0,1], f2 = 1[0,1/2], f3 = 1[1/2,1]. Vemos entonces que ∫ X |fn(x)|dx = 2−k de manera que podemos decir que fn −→ n→+∞ 0 en promedio. Sin embargo, no existe un solo punto de X tal que ĺım n→+∞ fn(x) = 0 y por lo tanto no se tiene que esta sucesión de funciones converge λ-c.t.p. hacia cero. 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 171 3) La convergencia uniforme no implica la convergencia en promedio: Sea X = R y sea fn(x) = n −1 1[0,n] para n ≥ 1. Se verifica sin problema que esta sucesión converge uniformemente hacia cero, sin embargo se tiene que ∫ R n−11[0,n](x)dx = 1 para todo n ≥ 1. 4) La convergencia µ-c.t.p. no implica la convergencia en promedio: sea X = [0, 1] y sea (fn)n≥1 = n1]0,1/n](x). Entonces ĺım n→+∞ fn(x) = 0 λ-c.t.p. pero esta sucesión no converge hacia cero en promedio pues∫ X fn(x)dx = 1 para todo n ≥ 1. � Veremos en el siguiente caṕıtulo, en el marco de los espacios de Lebesgue, las diferentes aplicaciones de esta noción de convergencia. Por ahora, vamos a presentar y estudiar el segundo tipo de convergencia anunciado que es de gran utilidad en probabilidades y cuya definición damos enseguida. Definición 3.3.4 (Convergencia en µ-medida) Sean f , fn, n = 1, 2, ... funciones medibles definidas sobre un espacio medido (X,A , µ). Diremos que la sucesión (fn)n∈N converge en µ-medida hacia f si para todo ε > 0 existe un Nε ∈ N tal que n > Nε =⇒ µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > ε}) ≤ ε. (3.43) Demos un par de ejemplos que serán utilizados posteriormente: (i) Sea X = [0, 1] y sea fn(x) = 1/n1[0,1](x), vemos entonces que esta suce- sión tiende hacia cero en medida: en efecto, para todo ε > 0 basta fijar Nε de manera que ε > 1/Nε para obtener la implicación (3.43). (ii) En el mismo marco, y de manera muy similar, si definimos fn(x) = n1[0,1/n[(x) entonces podemos ver que esta sucesión tiende hacia cero en medida. Proposición 3.3.3 La anterior Definición 3.3.4 es equivalente a la siguiente reformulación: (∀ε > 0) ĺım n→+∞ µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > ε}) = 0. (3.44) Prueba. Tenemos de forma simple que la fórmula (3.44) implica (3.43). Paraver la implicación inversa, fijemos ε > 0 y 0 < δ < ε y apliquemos (3.44) al parámetro δ. Existe por lo tanto un entero Nε tal que, para todo n > Nε se tenga µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > δ}) < δ. Dado que se tiene la desigualdad µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > ε}) ≤ µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > δ}), 172 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración podemos concluir que µ({x ∈ X : |fn(x) − f(x)| > ε}) < δ para todo n > Nε. Es decir, haciendo n→ +∞ obtenemos ĺım sup n→+∞ µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > ε}) < δ. Puesto que la expresión anterior es válida para todo 0 < δ < ε, obtenemos (3.44) haciendo δ → 0. Lo que nos permite terminar la demostración. � Comparamos en el resultado siguiente la convergencia en µ-medida con los otros tipos de convergencia presentados. Teorema 3.3.6 Sean (fn)n∈N una sucesión de funciones y f una función, todas ellas pertenecientes al espacio L(X,A , µ,K). 1) La convergencia en µ-casi todas partes no implica la convergencia en µ- medida. 2) La convergencia en µ-medida no implica la convergencia en µ-casi todas partes. 3) La convergencia uniforme implica la convergencia en µ-medida. 4) La convergencia en µ-medida no implica la convergencia uniforme. 5) La convergencia en promedio implica la convergencia en µ-medida. 6) La convergencia en µ-medida no implica la convergencia en promedio. Demostración. En la construcción de los contra ejemplos fijamos X = R dotado de su estructura de espacio medido natural y utilizaremos algunas de las funciones ya presentadas anteriormente. 1) Sea fn(x) = 1[n,n+1[(x), entonces vemos que fn −→ 0 en µ-casi todas partes pero fn no converge en µ-medida pues µ{x ∈ X : |fn(x)| > ε} = 1 para todo ε > 0. 2) Utilizamos aqúı las funciones definidas en la parte 2) página 170: fn(x) = 1[j2−k,(j+1)2−k[(x). Entonces se tiene µ({x ∈ R : |fn(x)| > ε}) = 2−k −→ 0 pero fn no converge hacia 0 en µ-casi todas partes. 3) La estimación sup x∈X |fn(x) − f(x)| < ε implica la desigualdad µ({x ∈ X : |fn(x) − f(x)| > ε}) < ε de donde se deduce el resultado deseado. 4) Consideremos la sucesión de funciones reales fn(x) = 1[0,1/n[. Sabemos que esta sucesión no converge uniformemente mientras que se tiene µ({x ∈ R : |fn(x)| > 1/n}) = 1/n, cantidad que tiende hacia 0 si n −→ +∞. 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 173 5) Tenemos la estimación µ({x ∈ X : |fn(x) − f(x)| > ε}) ≤ 1 ε ∫ X |fn(x)− f(x)|dµ(x), de donde se deduce que la convergencia en promedio implica la conver- gencia µ-medida. 6) Consideremos el ejemplo (ii) de la página 171: la sucesión de funciones fn(x) = n1[0,1/n[(x) definidas sobre [0, 1] convergen hacia 0 en medida pero no convergen en promedio lo que muestra que estas nociones de convergencia son diferentes. � Pasemos ahora al último modo de convergencia que presentamos en este caṕıtu- lo. Definición 3.3.5 (Convergencia µ-casi uniforme) Sea (X,A , µ) un espa- cio medido y sean f, fn : X −→ K funciones medibles. Decimos que la sucesión de funciones (fn)n∈N tiende hacia la función f µ-casi uniformemente si para todo ε > 0 existe un conjunto Aε ∈ A tal que µ(X \ Aε) < ε y ĺım n→+∞ fn = f uniformemente sobre Aε. En la demostración del resultado a continuación presentamos algunos ejem- plos de sucesiones de funciones que convergen µ-casi uniformemente. Teorema 3.3.7 De la misma manera que en el Teorema 3.3.6 - y bajo las mismas hipótesis, reagrupamos aqúı las relaciones entre estos modos de con- vergencia: 1) La convergencia uniforme implica la convergencia µ-casi uniforme. 2) La convergencia µ-casi uniforme no implica la convergencia uniforme. 3) La convergencia en µ-casi todas partes no implica la convergencia µ-casi uniforme. 4) La convergencia µ-casi uniforme implica la convergencia en µ-casi todas partes. 5) la convergencia en µ-medida no implica la convergencia µ-casi uniforme. 6) la convergencia µ-casi uniforme implica la convergencia en µ-medida. 7) la convergencia en promedio no implica la convergencia µ-casi uniforme. 8) la convergencia µ-casi uniforme no implica la convergencia en promedio. Demostración. 1) Este punto es inmediato por la definición de convergencia µ-casi uniforme de manera que los detalles quedan al cargo del lector. 2) Sea X = [0,+∞[ y sea la sucesión fn(x) = 1[0,1/n[(x). Fijando ε = 1/n y Aε =]1/n,+∞[ no es dif́ıcil ver que esta sucesión converge µ-casi uniformemente hacia 0, pero que no converge uniformemente. 174 Caṕıtulo 3. Teoŕıa de la integración 3) El punto 1), página 172, de la demostración del Teorema 3.3.6 se aplica también en este caso. En efecto, la función fn(x) = 1[n,n+1[(x) converge hacia cero en µ-casi todas partes, pero si fijamos ε = 1/2 tenemos que para todo conjunto medible A se tiene por un lado que µ(X \ A) ≥ 1/2 o por otro lado que sup x∈A |fn(x) − f(x)| ≥ 1/2: es decir que no se tiene la convergencia µ-uniforme. 4) Este hecho se deduce sin problema de la definición de convergencia µ-casi uniforme. 5) El punto 2), página 170 se aplica igualmente en este caso. Sabemos que la sucesión de funciones fn(x) = 1[j2−k,(j+1)2−k[(x) converge en µ-medida hacia cero, pero esta sucesión no converge µ-casi uniformemente hacia cero pues no existe, para todo ε > 0, un conjunto Aε tal que µ(X \Aε) < ε y tal que sobre este conjunto se tenga la convergencia uniforme: la construcción de la sucesión impide que ste sea el caso. 6) Sea (fn)n∈N una sucesión de funciones definidas sobre (X,A , µ) que con- verge µ-casi uniformemente hacia f . Podemos ver entonces que el conjun- to {x ∈ X : |fn(x) − f(x)| > ε} está contenido por definición en X \ Aε y que se tiene µ(X \ Aε) < ε de donde se deduce la convergencia en µ-medida. 7) Para encontrar un contra ejemplo, utilizamos otra vez las funciones fn(x) = 1[j2−k,(j+1)2−k[(x). Vemos entonces que ∫ 1 0 fn(x)dx = 2 −k −→ 0 pero es- ta sucesión no converge µ-casi uniformemente. 8) Utilizamos aqúı las funciones fn(x) = n1[0,1/n[(x). Esta funciones tienden hacia cero µ-casi uniformemente (ver el segundo punto de esta demostra- ción) pero no en promedio. � Con los resultados anteriores vemos que estas nociones de convergencia son realmente distintas las unas de las otras, lo que implica que cada una de ellas tiene su importancia y utilidad. A menudo es interesante estudiar el modo de convergencia de subsucesiones. El teorema a continuación nos proporciona un resultado en este sentido. Teorema 3.3.8 Sea (X,A , µ) un espacio medido y sean f, fn : X −→ K funciones medibles. Si la sucesión de funciones (fn)n∈N converge hacia f en µ-medida, entonces existe una subsucesión de (fn)n∈N que converge µ-casi uni- formemente y en µ-casi todas partes. Demostración. Dado que la convergencia µ-casi uniforme implica la conver- gencia en µ-casi todas partes, nos concentramos en este primer modo de conver- gencia. Sea pues (fn)n∈N una sucesión que converge hacia f en µ-medida. Existe entonces una sucesión estŕıctamente creciente de enteros positivos (nk)k∈N tales que, para todo n ≥ k se tenga µ({x ∈ X : |fn(x)− f(x)| > 2−k}) < 2−k. (3.45) 3.3. Teoremas clásicos de la teoŕıa de la integración 175 Sea ahora ε > 0 un real cualquiera y sea p un entero tal que 21−p < ε. Definimos el conjunto Ap = +∞⋃ k=p { x ∈ X : |fnk(x) − f(x)| > 2−k } , que representa los puntos tales que fnk se encuentra a una cierta distancia de f . Entonces tenemos que µ(Ap) ≤ +∞∑ k=p 2−k = 21−p < ε por la estimación (3.45) y por la subaditividad de la medida µ y además, sobre X \ Ap se tiene |fnk(x) − f(x)| < 2−k ≤ 2−p < ε para todo k ≥ p, es decir que se tiene la convergencia uniforme en este conjunto. Se deduce pues que ĺım n→+∞ fn = f µ-casi uniformemente. � Caso en donde µ(X) < +∞ Hasta aqúı hemos estudiado las diversas interrelaciones existentes entre las diferentes nociones de convergencia de funciones en el caso de espacios medidos generales. En el caso de los espacios medidos de masa total finita es posible decir un poco más al respecto. Si bien los resultados positivos se mantienen,