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Análise Funcional de Sistemas Agrários

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Se^ie ESTUDIOS
Javier Calatrava Requena
Samir Sayadi
Análisis funcionales de los sistemas
agrarios para el desarrollo rural sostenible
MINISTERIO
DE AGRICULTURA PESCA
Y AUMENTACIÓN
SU&SECRETARÍA
SELRFfAR1A GENIXAL
TECNICP
^ R Y^
P = 2^gqZ
ANÁLISIS FUNCIONAL
DE LOS SISTEMAS AGRARIOS
PARA EL DESARROLLO
RURAL SOSTENIBLE: LAS
FUNCIONES PRODUCTIVA,
RECREATIVA Y ESTÉTICA
DE LA AGRICULTURA
EN LA ALTA ALPUJARRA
Samir SAYADI
Javier CALATRAVA
MINISTERIO OE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACION
SECRETARIA GENERAL TECNICA
CENTRO DE PUBLICACIONES
Paseo de la Infana Isabel. I- 28014 Madrid
Catalogación de la Biblioteca Central del MAPA
SAYADI, SAMIR
Análisis funcional de los sistemas agrarios para el desarrollo rural sostenible: las fun-
ciones productiva, recreaúva y estética de la agricultura en la alta Alpujarra / Samir Saya-
di, Javier Calatrava. - Madrid: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, Centro
de Publicaciones, 2001.
336 p.; 20 cm. -(Estudios; 148).
ISBN 84-491-0495-5
DESARROLLO RURAL - ESTRUCTURA AGRÍCOLA - SISTEMAS DE CULTIVO -
TURISMO EN ZONAS RURALES - HISTORIA - AIPUJARRA ALTA ( Granada)
Calatrava Requena, Javier
España. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Estudios (España. Ministerio de Agricultura, Pescá y
Alimentación); 148
338.43(460.35)
Las afirmaciones emitidas en esta publicación
reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
© Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
Imprime: Centro de Publicaciones
Edita:
MINISTERIO
DE AGRICULTURA, PESCA
Y ALIMENTACIÓN
SECRETARIA GENERAL TÉCNICA
Centro de Publicaciones
Paseo de la Infanta Isabel, I- 28014 Madrid
N IPO: 25 I -01-066-4
ISBN: 84-491-0495-5
Depósito legal: M-53947-2001
ÍNDICE
PREFACIO ....................................................................... 9
CAPÍTULO I
Introducción. Aproacimaciones al análisis funcional de los
sistemas agrarios
I. Introducción ..................................................................... 15
II. Aproximaciones al análisis funcional de los sistemas
agrarios ............................................................................. 21
II.1. Antecedentes sobre las distintas aproximaciones
al análisis de los sistemas agrarios ........................... 21
II.2. Valor y valoración de paisajes: antecedentes
y complementos teóricos .......................................... 26
II.2.1. Valor del paisaje ............................................ 26
II.2.2. Los métodos de valoración del paisaje ......... 30
El método de Análisis Conjunto
y la valoración de preferencias
de paisajes ..................................................... 32
II.3. Integración Turismo-Sistemas Agrarios:
El Agroturismo. Reflexiones conceptuales
y antecedentes ........................................................... 35
II.3.1. Reflexiones conceptuales .............................. 36
II.3.2. Antecedentes .................................................. 38
CAPÍTULO II
Metodología
I. Contexto metodológico ..................................................... 43
II. Metodología aplicada al caso de La Alpujarra Alta ......... 47
II.1. Análisis del sistema agrario
y su función productiva ............................................ 47
II.2. Análisis de aspectos recreativos
del sistema ................................................................ 52
II.3. Análisis de la externalidad estética
del agroecosistema ................................................... 62
5
CAPÍTULO III
La Alpujarra Alta Oriental granadina y sus sistemas
agrarios
I. Introducción a la zona de estudio: La Alpujarra Alta
Oriental .............................................................................. 71
II. Los sistemas agrarios: Evolución y situación actual ....... 81
II.1. El punto de partida: preponderancia
de la fórmula agroforestal desde
la re'volución neolítica a la romanización ................. 82
II.2. La influencia árabe, aproximación
a los sistemas agrarios de la comarca
de Las Alpujarras morisca, algunos
aspectos socioeconómicos ........................................ 3
II.3. Expulsión de los moriscos y proceso
de repoblación: primera degeneración
de los sistemas agrarios
de La Alpujarra Alta ................................................. 0
II.4. El giro de los siglos XVIII-XIX:
el sistema agrario "evolucionado" ............................ 105
II.S. Aparición de la agricultura "especializada"
y sistemas agrarios antes del exodo rural
(siglo XIX-mediados del siglo XX) ......................... 116
II.6. El exodo rural: degeneración de los sistemas y
amenazas del equilibrio del ecosistema de La
Alpujarra Alta ........................................................... 122
CAPÍTULO IV
Los sistemas agrarios: La actividad productiva actual;
las explotaciones y los cultivos
I. Tipología de las explotaciones .......................................... 33
L 1. El primer tipo: "Ganadería comercial" ...................... 140
I.2. El segundo tipo: "Agrícola comercial" ...................... 147
I.3. El tercer tipo: "Explotaciones insuficientes
y huertas familiares" .................................................. 153
I.4. El cuarto tipo: Agricultura innovadora (ecológica,
invernaderos, etc.) ...................................................... 159
II. Cultivos y tecnología ....................................................... 161
II.1. Olivo ....................................................................... 161
II.2. Almendro .................................................................. 163
II.3. Higuera ..................................................................... 165
6
II.4. Viña, frambuesa y otros frutales ............................... 167
II.S. Judía verde ("Habichuela") ...................................... 170
III. Reflexiones sobre el nivel de la mazginalidad
de algunas actividades agrarias
en La Alpujazra Alta ........................................................ 172
CAPÍTULO V
Los sistemas agrarios: Tendencias dominantes
y estratégicas para el desarrollo del sector agrario
I. Tendencias dominantes en el sistema agrario actual ........ 183
I.1. Abandono de la actividad agraria .............................. 183
I.2. Extensificación de los regadíos ................................. 183
I.3. Reducción del número de las prácticas agrarias........ 184
I.4. Disminución (práctica desaparición)
de la mano de obra asalariada ................................... 184
I.S. Mantenimiento aztificial del sistema mediante
las subvenciones y ayudas sociales ........................... 184
I.6. Diversificación de los recursos económicos
de la familia agrazia ................................................... 185
I.7. Tímida mecanización y adopción
de nuevas tecnologías ................................................ 186
I.8. Cierta recuperación de la consideración
social local de las actividades ganaderas .................. 186
II. Estrategias para el desarrollo del sector agrario .............. 187
CAPÍTULO VI
EI potencial agroturístico de los sistemas agrarios
en La Alpujarra Alta granadina
I. Análisis de la demanda del agroturismo
(Encuesta a los visitantes de La Alpujazra Alta) ............. 193
II. Algunos comentarios sobre la oferta agroturística
(Entrevistas y encuestas a los agricultores de la zona) .... 251
III. La población activa y la agricultura
(Sondeo a la población local) ........................................ 256
CAPÍTULO VII
Externalidades ambientales de los sistemas agrarios:
El potencial paisajístico
I. Uso de agroquímicos ...................................................... 263
II. Labores, abancalamientos, etc . ....................................... 265
7
III. Manejo y uso del agua .................................................... 267
IV. Riesgos de incendios forestales ...................................... 268
V. Equilibrio económico y ambiental
del proceso de desarrollo ................................................. 268
VI. Valoración del paisaje agrario ...............................:.........269
VI.1. Valoracion del paisaje ........................................... 270
VI.2. Modelización de preferencias ............................... 275
Conclusiones: A modo de resúmen .................................... 279
Bibliografía ............................................................................ 297
8
PREFAC^O
El tomar decisiones que afecten a los sistemas agrarios de una
zona, en el contexto de procesos de desarrollo rural, teniendo en
cuenta sólo sus resultados actuales y/o potenciales, en términos
monetarios, puede conducir a minusvalorar la importancia que la
actividad agraria tiene en el espacio rural, y, en consecuencia, a caer
en errores que pueden afectar el futuro desarrollo de la zona, parti-
cularmente por lo que a su nivel de sustentabilidad se refiere. Por
ello, el enfoque analítico multifuncional se va imponiendo en la lite-
ratura reciente tanto sobre el análisis de los Sistemas Agrarios como
sobre Desarrollo Rural. El presente texto se pretende enmarcar en
esta dinámica metodológica.
El Departamento de Economía y Sociología Agrarias (DESA)
del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA) hasta 1984
y de la entonces Dirección General de Investigación y Extensión
Agraria de la Junta de Andalucía, a partir de dicho año, inició sus tra-
bajos de investigación sobre Desarrollo Rural en la segunda mitad de
la década de los setenta, cuando el INIA, a instancias del entonces
Ministerio de Agricultura, planteó la necesidad de realizar un estu-
dio sobre el impacto de una hipotética aplicación de la política agra-
ria europea, a las zonas desfavorecidas y de montaña españolas. El
hecho de pensar que la entrada en la Comunidad Europea era inmi-
nente llenaba de interés y alta prioridad la investigación planteada.
Aparte de algunos estudios genéricos sobre la determinación y
caracterización de las zonas de montaña y desfavorecidas españo-
las, publicados por el INIA, y que pueden verse en la bibliografía
incluida al final del texto, se llevaron a cabo una serie de estudios
de casos en profundidad en distintas zonas desfavorecidas españo-
las. En Andalucía Oriental, se eligió La Alpujarra, por considerarla
un ejemplo típico de comarca intramontana penibética, con mucho
la mayor bolsa de depresión socioeconómica existente en la región.
Desde entonces, y una vez finalizado el mencionado proyecto, se
vienen realizando numerosas investigaciones en la comarca, abor-
dando temas diversos relativos, o no, a los sistemas agrarios: nivel
9
de bienestar de la población, género, pluriactividad, marginalidad
de la actividad agraria, subempleo, diversos estudios agrarios espe-
cíficos, asociacionismo, agroturismo y turismo rural, etc., son entre
otros, los temas de los trabajos abordados por el DESA en La Alpu-
jarra algunos de cuyos resultados pueden verse, asimismo, en las
referencias de la bibliografía final.
El texto que aquí se presenta tiene como base, si bien muy modi-
ficada y actualizada posteriormente, parte de la tesis doctoral
defendida por el primero de los autores en la Universidad de Cór-
doba en Diciembre de 1998, y codirigida entre el segundo autor y
Eduardo Sevilla Guzmán, Catedrático de Sociología Rural de dicha
Universidad, y su contenido se enmarca dentro de los trabajos del
DESA mencionados.
Los autores agradecen el trabajo de todas las personas que han
colaborado con ellos en la zona y fuera de ella.
Eduardo Sevilla Guzmán que, en su participación como codi-
rector de la tesis, que ha servido de base al presente trabajo, insis-
tió en introducir, en alguna medida, la aplicación de metodologías
participativas, respondiendo así, a la filosofía del trabajo habitual
de las investigaciones sobre Sistemas Agrarios y Desarrollo Rural
realizadas en el Instituto de Sociología y Estudios Campesinos
(ISEC).
Me del Carmen González Roa, siempre dispuesta al asesora-
miento en materia de estadística e informática, y gracias a la cuál
han sido posible algunas de las fases del trabajo, muy particular-
mente la relativa a valoración de paisajes.
Francisco Rodríguez, Director del Instituto de Desarrollo Regio-
nal de la Universidad de Granada, y gran conocedor de la proble-
mática alpujarreña, con el que hemos tenido múltiples reuniones y
conversaciones sobre el tema.
Rafael Cañero León, profesor de la Universidad de Almería,
vinculado al DESA en diversos proyectos, desde los que apoyó
moral y materialmente algunos de los trabajos de campo realizados.
Francisco Antequera, buen conocedor de los sistemas agrarios
de La Alpujarra Alta y de la Contraviesa, Jefe de la Agencia de
Extensión Agraria de Cádiar, por las tardes y noches que hemos tra-
bajado juntos; sus valiosas sugerencias y sus aportaciones han enri-
quecido el presente texto.
Ya en la zona, los agricultores, ganaderos, visitantes y turistas, y
la población en general, que han soportado pacientemente, nuestras
10
entrevistas, y que tanto nos han enseñado de la realidad que ellos
viven a diario.
Por último pero no por menos importante, Juan Manuel García
Bartolomé, Jefe del Area de Documentación e Información del
MAPA, por su predisposición y su paciente lectura del texto y por
las sugerencias que han permitido mejorarlo.
Deseamos agradecer sinceramente a la Agencia Española de
Cooperación Internacional-Instituto de Cooperación con el Mundo
Arabe (AECI-ICMA) por conceder una beca predoctoral al primero
de los autores (1994-1998) que ha permitido realizar gran parte de
este trabajo, y al Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias
(INIA) por la concesión de una beca postdoctoral que permitió la
elaboración del texto final. La Dirección General de Investigación
y Formación Agrarias de la Junta de Andalucía apoyó la fase final
de este trabajo, mediante el proyecto PIR-34 sobre análisis del
potencial de los Sistemas Agrarios en el Desanrollo Rural.
El deseo y la intención de los autores ha sido no tanto el realizar
una obra completa y definitiva sobre el tema, como el plantear algu-
nas reflexiones teóricas y contrastar algunos instrumentos metodo-
lógicos, con la idea de contribuir a la posibilidad del planteamiento
de futuros trabajos, que cada vez vayan siendo de mayor calidad y
precisión. En este sentido, se ha pretendido con el texto, poner de
manifiesto el interés y la posibilidad metodológica del análisis mul-
tifuncional de los sistemas agrarios, y abrir una vía a posteriores
investigaciones sobre el tema en la zona.
Los errores que el texto contenga son de nuestra responsabili-
dad, los aciertos son, como siempre, fruto de lo que hemos aprendi-
do de los demás en el transcurso de la realización del trabajo.
Los autores
Granada, Diciembre 2001
11
Capítulo I
Introducción. Aproximaciones al análisis
funcional de los sistemas agrarios
I. INTRODUCCIÓN
El papel de la actividad agraria en el sistema económico sufre,
con el desarrollo de los países, una fuerte disminución relativa, en
términos tanto de aportación al Froducto Interior Bruto como de por-
centaje de ocupación de la mano de obra: ambos indicadores ilustran,
en buena medida, el alcance de las recientes transformaciones que
han tenido lugar en el sector agrario y reflejan el grado de disminu-
ción de su importancia cuantitativa. Esta disminución, se manifiesta
no ya solamente respecto al conjunto del sistema económico de un
país, sino incluso también considerando exclusivamente sus zonas
rurales. Así, en Estados Unidos, por ejemplo, solamente 1 de cada 10
trabajadores en las áreas rurales realiza hoy actividades agrarias, y las
familias con explotaciones agrarias de pequeña dimensión, que en
1960 recibían de la agricultura el 75% de sus ingresos, tres décadas
después apenas reciben el 1% (ETXEZARRETA, 1989).
El espacio rural europeo, que cubre cerca del 80% del territorio
comunitario y está habitado por más de150% de su población, no es
una excepción a estas tendencias. La Superficie Agraria Util (SAU)
en la Unión perdió en los últimos quince años 1,5 millones de hec-
táreas. Además, hace treinta años la agriculturadaba empleo a más
de la quinta parte de los trabajadores en el conjunto de la Unión
Europea, mientras que el informe sobre la situación de la agricultu-
ra en la U.E. (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPE-
AS, 1994) indica que en 1992 el empleo en el sector agrícola repre-
sentaba solo el 5,9% de la población ocupada. La pérdida de
población ocupada por el sector agrario hasta 1973 alcanzó un ritmo
calificable de vertiginoso (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES
EUROPEAS, 1990 y 1996).
Por otra parte, las encuestas comunitarias sobre estructuras agra-
rias muestran que solamente en el 25% de las explotaciones de la
Comunidad alcanzan a ocupar al menos una persona a jornada com-
pleta (COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, 1996).
15
Asimismo, el 30% de los agricultores europeos complementaban su
actividad agraria con otras, bien en la explotación (agroturismo,
determinadas actividades de transformación y comercialización
directa, artesanía, etc.), o bien en el exterior, a tiempo pazcial o,
incluso, a jornada completa. En el 75% de los casos esas otras acti-
vidades lucrativas le ocupan más tiempo al agricultor que su activi-
dad agraria. En cinco años, (1989-1993) el número de explotaciones
ha registrado una disminución del 9%. El descenso fue especial-
mente fuerte en Portugal (20%); tambíen Bélgica, España, Francia y
Luxemburgo experimentaron disminuciones importantes (más del
10%), mientras que en Grecia, los países Bajos, Austria y Finlandia
la reducción osciló en torno al 4% (COMISION DE LAS COMU-
NIDADES EUROPEAS, 1996).
Otro indicador significativo es la evolución del peso relativo de
la agricultura en el PIB europeo. En 1973, a pesar de la crisis eco-
nómica mundial, que afectó sobre todo al proceso de desarrollo
industrial, el sector primario representaba ya solamente e14,8% del
PIB de la Unión Europea. Dicha contribución siguió disminuyendo,
aunque a un ritmo más moderado que en la etapa anterior, repre-
sentando el 3,5% del PIB en 1986 y e12,4% en 1993 (COMISION
DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS, 1994 y 1996). Frente a
esta pérdida de importancia relativa, la producción final agraria ha
seguido creciendo en términos absolutos.
En España, la pérdida del peso relativo de lo agrario en el medio
rural, si bien se inicia ya en los años sesenta, se generaliza y acentúa
en la última década. A1 inicio de la industrialización del país y del
éxodo rural, a finales de la década de los cincuenta, el porcentaje de
la población rural activa agraria era de175,10%; una década después,
hace sólo algo más de un cuarto de siglo, dicha población se había
reducido al 63,4%. En 1994, dicho porcentaje ha descendido hasta
un 23,5%, todavía relativamente alto, sin embargo considerado en su
contexto dinámico, se aprecia la perdida de su relevancia. Actual-
mente, como consecuencia de las políticas de desarrollo rural pues-
tas en marcha en los últimos años, se estima que apenas uno de cada
cinco activos rurales tiene la agricultura como ocupación principal
(CALATRAVA y SAYADI, 1997-a y 1998). También, la componen-
te agraria de la renta disponible por la población naral ha disminui-
do drásticamente, siendo hoy las rentas derivadas del sector servi-
cios, y las transferencias de capital social, más importantes que las
rentas agrarias en muchas comarcas españolas.
16
A la vista de esta pérdida de importancia de la agricultura, como
actividad económica, en el medio rural, hoy día no es posible, acer-
carse a los problemas de las zonas rurales con el mismo bagaje inte-
lectual que se utilizaba todavía al comienzo de los ochenta y con el
esquema tradicional del desarrollo de las zonas rurales como bási-
camente agrario. Sin embargo, juzgar hoy la importancia e interés
de la agricultura solamente por la aportación, en términos de rentas
y empleos, de su función productiva primaria, sin tener en cuenta
otras funciones de los agroecosistemas, conectadas con usos secun-
darios y terciarios y, sobre todo, relacionadas con la ocupación del
espacio y el mantenimiento del paisaje, respondería a una óptica
excesivamente productivista y miope, en unos momentos en que,
además, las sociedades, particularmente las más desarrolladas, tien-
den a apreciar valores de uso recreativo y de no uso, con frecuencia
ligados a la actividad agraria alterando así el paradigma de desarro-
llo, en el que hasta ahora eran los valores directamente derivados de
la producción y el consumo de bienes materiales los que definían,
básicamente, dicho paradigma.
Efectivamente, a pesar de la mencionada pérdida de importancia
relativa de la agricultura en el sistema socioeconómico de las zonas
rurales, el valor social de la actividad agraria y sus externalidades
en los espacios rurales, ha de ser tenido en cuenta en la definición
de los procesos de desarrollo rural, e incluso podría afirmarse que
la consideración, al menos potencial, de actividades agrarias viene,
obligada, para asegurar la sustentabilidad de dichos procesos. Por
otra parte, es en las zonas desfavorecidas, como la que aquí se va a
analizar, donde el problema de la consideración de la agricultura
como actividad componente del desarrollo local es más arduo, dado
que en muchas de dichas zonas se parte de sistemas agrarios que
conservan sus rasgos de agricultura tradicional, degradados y alte-
rados además, con frecuencia, por una situación de crisis perma-
nente motivada por la profunda pérdida de población activa agraria
consecuencia del continuo éxodo rural. Incluso si los sistemas agra-
rios de una zona pudieron considerarse "modernos", en el sentido
de ser sistemas mecanizados e industrializados, su situación actual
es, en muchos casos, crítica, tanto por problemas relacionados con
el mercado y la competitividad internacional, como por aspectos
relativos a su propia sustentabildad medioambienta] y económica.
La situación de crisis actual generalizada de los sistemas agra-
rios, unida al desconocimiento sobre su potencial, por falta de sis-
17
temas adecuados de I+ D agrario con impacto local, junto a la fre-
cuente premura en ejecutar inversiones por parte de las agencias o
entidades de desarrollo local, hace que la mayor parte de las actua-
ciones de desarrollo local en zonas rurales desfavorecidas estén vin-
culadas a proyectos a muy corto plazo, y tiendan, en general, a elu-
dir, o al menos a no consideraz, actuaciones relativas a los sistemas
agrarios, centrando su actividad en sectores que permitan una rápi-
da ejecución de los presupuestos, invirtiendo, sobre todo, en infra-
estructura y apoyo a ciertas iniciativas locales de naturaleza no
agraria, mayormente turísticas, e ignorando, por ser más difíciles de
detectar y evaluar, las potencialidades productivas agrarias y mucho
más las externalidades derivadas de la existencia y/o el funciona-
miento de los sistemas agrarios que constituyen valores de uso indi-
recto o de no uso. Hay autores que incluso hablan de cierto "antia-
grarismo" en la praxis de las políticas de desarrollo rural
(GUIGOUL y HULLO, 1996).
Por todo lo anterior, se considera'que la aproximación analítica
al potencial de los sistemas agrarios ha de hacerse hoy necesaria-
mente en un enfoque multifuncional. Identificar, en cada caso, las
funciones de la agricultura, tanto productivas como territoriales y
ambientales, y evaluarlas después, ha de ser el camino lógico para
todo análisis del potencial de los sistemas agrarios en el desarrollo
rural. Con este enfoque se aborda el presente estudio, en el que pre-
tenden identiiicarse las distintas funciones que en un territorio puede
tener el sistema agrario, analizando, después, las funciones produc-
tiva (con especial énfasis en el nivel actual de mazginalidad agraria),
recreativa y estética del agroecosistema de La Alpujarra Alta Orien-
tal granadina, para sacar, finalmente, una serie de conclusiones
estratégicas de dichos análisis con vista al desarrollo de la zona.
Este trabajo queda estructurado desde el punto de vista formal en
un total de VIII capítulos, que quedan conformados en tres apaztados
fundamentales,que se identifican con los objetivos básicos del estu-
dio: el primero trata de mostraz cómo el enfoque multifuncional en
el análisis de los sistemas agrarios es adecuado para evaluar el poten-
cial de la agricultura en el desarrollo de un territorio. En el segundo
se propone una metodología adecuada para el análisis y la evalua-
ción de las funciones recreativas y estéticas de los agroecosistemas.
Finalmenmte, en el tercero, se intenta aplicar dicha metodología al
caso de La Alpujarra Alta Oriental granadina, analizando también la
función productiva convencional de la agricultura y diseñando estra-
18
tegias de actuación en la zona tendentes a considerar la actividad
agraria como elemento componente de su proceso de desarrollo.
En detalle, tras una introducción sobre la pérdida de la importan-
cia relativa de la agricultura en el sistema económico rural y la nece-
sidad hoy cada vez mayor de tener en cuenta su papel efectivo en el
desarrollo sostenible, se realiza en el capítulo I una recopilación y
revisión de los trabajos más relevantes de las distintas aproximacio-
nes al análisis de los sistemas agrarios. También se ofrece una revi-
sión de los métodos existentes de evaluación de paisajes agrarios y
se estudia la posibilidad de utilización del Análisis Conjunto ("Con-
joint Analysis") como metodología adecuada para tal iin. Posterior-
mente se hace una revisión de la literatura existente sobre turismo
rural en general y el análisis del agroturismo en particular.
En el capítulo II se presenta el contexto metodológico en el que
se enmarca este estudio. La identificacaión de las funciones (inclui-
das las basadas en externalidades) de los sistemas agrarios y su eva-
luación en un espacio rural, constituye la idea básica del enfoque
metodológico multifuncional que aquí se adopta.
El capítulo III se divide en dos partes: la primera es una breve
introducción a la zona de estudio (La Alpujarra Oriental granadina)
donde se muestra su situación geográfica, su medio físico, sus
núcleos de población, datos socioeconómicos de la zona (particu-
larmente respecto a la población y a los sistemas de cultivo).
En la segunda parte, tras la presentación de la zona y para com-
prender mejor el sistema económico actual y la crisis del sistema
sociocultural de la misma, se lleva a cabo un análisis histórico y de
evolución de los sistemas agrarios en la Alpujarra Alta. Así, para
poder hablar de las características demográficas y económicas que
presentan hoy los sistemas agrarios de la Alta Alpujarra Oriental
granadina, se han tenido en cuenta distintas etapas históricas: desde
la preponderancia de la fórmula agroforestal (desde la revolución
neolítica hasta la romanización), pasando por la influencia árabe y
la expulsión de los moriscos; los siglos XVIII-XIX y la aparición
del sistema agrario "evolucionado" como. consecuencia del creci-
miento demográfico; la aparición de la agricultura especializada
hacia mediados del siglo XX; y finalmente, el éxodo rural y la dege-
neración de los sistemas agrarios y su influencia sobre el equilibrio
del ecosistema.
En el capítulo IV se estudia con cierto detalle la actividad pro-
ductiva actual identificando los itinerarios técnológicos de los prin-
19
cipales cultivos en la zona (arboricultura: olivo, almendra, higuera,
viña, frambuesa y otros frutales; y horticultura: judía verde, por
ejemplo). Se realiza también una tipología de explotaciones agrarias
en función de multitud de características y del conjunto de relacio-
nes internas del sistema "familia-explotación". Asimismo, con el
fin de reflejar el grado de marginalidad de los cultivos se ha elabo-
rado un "Índice de Marginalidad" de la actividad agraria relaciona-
do con el grado de subempleo de la mano de obra familiar, utlizada
en el proceso productivo.
En el capítulo V se analiza, por una parte, los principales rasgos
de la evolución actual de los sistemas de producción en la zona; y
por otra, se ofrecen ante la crisis de la agricultura de la comazca, una
serie de elementos que pueden permitir la reconvensión y potencia-
ción del sistema agrario y la recuperación de su potencial para el
desarrollo futuro de la zona.
En el capítulo VI se analiza el potencial recreativo de los sistemas
agrarios analizando principalmente la estructura y las cazacteríticas
de la demanda del turismo rural en general, y del agroturismo en par-
ticulaz, en base a un sondeo llevado a cabo entre los visitantes de la
zona. Se ofrece para ello un análisis descriptivo mediante frecuencias
de distribuciones y posteriormente las principales relaciones de
dependencia (análisis bivariante y multivariante) entre las cazacterís-
ticas sociodemográficas del visitante y algunas de las respuestas.
Por otra parte, a fin de analizaz el tema del agroturismo desde el
punto de vista de la oferta potencial, se han llevado a cabo entre-
vistas tanto a agricultores de la zona como a habitantes de la misma
no necesariamente agricultores.
En el capítulo VII se comentan las distintas externalidades
ambientales de los sistemas agrarios haciendo hincapié en las rela-
cionadas con su aportación al paisaje utilizando técnicas de visuali-
zación y evaluación escalaz de paisajes alternativos con componen-
tes predeterminadas y análisis conjunto para el manejo de las
respuestas al test de preferencias a dichos paisajes.
Finalmente, en el capítulo VIII se comentan las principales con-
clusiones del análisis multifuncional de la actividad agraria en la
zona (análisis de sistemas agrarios y su función productiva; análisis
de los aspectos recreativos del sistema y análisis de su función esté-
tica). Asismismo, teniendo en cuenta dichas conclusiones se ofre-
cen algunas recomendaciones como estrategia para aprovechar el
potencial de los sistemas agrarios en la zona.
20
El grado de innovación del presente trabajo tiene su base en las
siguientes razones:
La carencia de trabajos sobre los sistemas agrarios en un
contexto multifuncional.
La escasez de análisis de los sistemas agrarios en la zona de
Las Alpujarras, de la que por el contrario abundan otro tipo
de estudios.
La ausencia de trabajos empíricos sobre el componente
recreativo de los sistemas agrarios.
La escasez de trabajos de valoración del paisaje agrario, no
existiendo ningún precedente del uso del Método de Análi-
sis Conjunto.
En estas circunstancias, el profundizar en el conocimiento del
potencial de desarrollo de los sistemas agrarios de La Alpujarra
Alta Oriental granadina, ha de contribuir, sin duda, a facilitar la con-
sideración de la agricultura como actividad importante en los pro-
cesos de desarrollo.
II. APROXIMACIONES AL ANÁLISIS FUNCIONAL
DE LOS SISTEMAS AGRARIOS
Las aproximaciones al estudio de los sistemas agrarios se han
llevado a cabo, desde muy diversos aspectos. A continuación se
exponen, de manera resumida, los distintos enfoques al análisis de
los sistemas agrarios, para, posteriormente tratar con más detalle los
aspectos relacionados al componente estético y recreativo de los
sistemas agrarios.
II.1. Antecedentes sobre las distintas aproximaciones
al análisis de los sistemas agrarios
Mientras que el papel sectorial de la agricultura en el proceso de
desarrollo global ha sido suficientemente analizado en la literatura
económica, desde los economistas clásicos hasta los últimos enfoques
dualistas, y su papel en el proceso, como sector abastecedor de exce-
21
dentes de capital y mano de obra y demandante de inputs industriales
y servicios, está hoy suficientemente explicado, no ocurre lo mismo
con el papel de la agricultura en el desarrollo local de zonas rurales,
sobre el que se viene manteniendo en los últimos años una fuerte
polémica, con opiniones que van desde la no neĉesidad de participa-
ción de actividades agrarias en el proceso de desarrollo rural, hasta la
imprescindibilidad de que la agricultura sea un elemento clave en la
configuración de dicho proceso, si se desea que este sea sustentable.
Esta polémica es debida, entre otras causas, a las profundastrans-
formáciones ocurridas en el medio rural europeo y español en su
contexto, que han ido asociadas a la pérdida de importancia relativa
de la agricultura en el sistema socioeconómico de las comunidades
rurales, ya mencionada. Dicha pérdida de importancia relativa de la
agricultura en el sistema socioeconómico de las zonas rurales, no
justifica, a nuestro juicio, las tendencias "antiagrarias" en las políti-
cas de desarrollo rural, donde raramente se plantea el análisis del
potencial de los sistemas agrarios, y las actividades que se priorizan
e inducen suelen ser básicamente terciarias, ligadas al turismo y en
mucha menos medida secundarias. Hay autores que incluso hablan
de la inducción, no necesariamente deseada, de un "divorcio rural-
agrario" (GUIGOU y HULLO, 1996). CALATRAVA (1997-a y
1997-b) ha analizado las causas que determinan esta ignorancia de la
agricultura en la praxis del desarrollo rural, clasificándolas en políti-
cas, institucionales y tecnológicas. La ignorancia sobre el potencial
de contribución de la agricultura en los procesos de desarrollo rural
es más patente en aquellas zonas de montaña y desfavorecidas, con
sistemas agracios frágiles, y con frecuencia marginalizados, 'en las
que suele conducir al abandono total o parcial de la actividad agra-
ria, que puede tener graves consecuencias, a medio y largo plazo,
sobre la sustentabilidad del propio proceso de desarrollo.
La consideración, a la hora de determinar la participación de los
sistemas agrarios en procesos de desarrollo rural, de características
distintas a la productividad y a la mera rentabilidad financiera, han
sido en la última década objeto de diversos trabajos, debido a la cre-
ciente sensibilidad social por la valorización de determinadas exter-
nalidades, particularmente las de naturaleza ambiental. En general,
las nuevas funciones que el sistema agrario es capaz de generar están
ligadas, según ALLAIRE, ( 1996) y ALLAIRE y al., (1995) a la apa-
rición de nuevos productos, nuevos derechos y nuevos bienes públi-
cos, en los que dichos sistemas intervienen directamente o indirecta-
22
mente. Características como la sustentabilidad (DOUGLAS, 1984;
EDENS, 1985; COMISIÓN BRUNDLAND, 1987; GRAHAM,
1989; LYNAM y HERDT, 1989; NORGAARD, 1991; PAINTER,
1991; COMISIÓN DE LAS COMLTNIDADES EUROPEAS, 1992-
a y 1992-b; CONWAY, 1993; SEVII,LA y ISEC TEAM, 1994;
BARNETT et al., 1994 y 1995; CADENAS, 1995; CALATRAVA,
1995; DALY y GAYO, 1995; CALATRAVA Y SAYADI, 2001),
calidad productiva (F.A.0,1992-b; CASABIANCA, 1993; GUI-
LLOU, 1994), equilibrio, eficiencia, [/alor Económico Total
(NAREDO y CAMPOS, 1980; PEARCE y TURNER, 1990; CAM-
POS, 1994, CAMPOS et al., 1996); nivel de interacción ambiental
(ALTIERI, 1993) y socio-cultural (BODO y PARISI, 1987;
MICHAUD y POIRIER, 1987; CALATRAVA y GONZÁLEZ,
1992; SÁNCHEZ DE PUERTA, 1996) de los sistemas agrarios,
deberían realmente ser tenidas en cuenta a la hora de valoraz su fun-
cionamiento actual y las posibles transformaciones, y determinaz así
su idoneidad en un proceso de desazrollo rural.
Por otra parte, existen varios trabajos que analizan, por ejemplo,
la capacidad recreativa y paisajística del sistema agrario, no sola-
mente identificando sus elementos estructurales, sino también su
valor estético e, incluso, su equivalente financiero. Así, DEFFON-
TAINES (1973, 1985 y 1986), THENAIL y BAUDY (1994), VOS
y FRESCO (1994), SAYADI et al., (1999 y 2000), SAYADI y
CALATRAVA (2001-c), están entre los autores que han analizado el
componente agrario en los paisajes rurales y la manera de analizaz-
lo. El paisaje agrario ha sido también evaluado en términos mone-
tarios por WILLIS y GARROD (1993), CALATRAVA (1996) entre
otros trabajos, mediante la aplicación de distintos métodos de valo-
ración económica de recursos naturales. Algunos conceptos básicos
sobre el valor del paisaje y sus componentes, asi como una breve
revisión de los métodos de evaluación de paisajes agrarios, serán
comentados más adelante, en un apartado específico.
Hay estudios que investigan, además del aspecto estético de los
agroecosistemas, las actividades económicas terciarias que generan
o en las que pazticipan, tales como el turismo rural o el agroturismo.
El turismo ruraUagroturismo ha sido objeto, en las últimas dos déca-
das, de numerosos trabajos: algunos aportan reflexiones teóricas
respecto a su conceptualización, terminología, formas de turismo en
zonas rurales, etc. (BOTE, 1979, 1981, 1984 y 1988; GARCIA,
1982; MESPLIER, 1986; BAZIN, 1993, CALATRAVA, 1993;
23
CALATRAVA y RUIZ, 1993; RODRÍGUEZ y GÓMEZ, 1996;
CALATRAVA y SAYADI, 1997-c; SAYADI y CALATRAVA,
1997, SAYADI y CALATRAVA, 2001-a, entre otros). Volveremos
más adelante para ofrecer algunos aspectos relacionados particular-
mente con el agroturismo y con su conceptualización.
Otros trabajos muestran, dentro de la filosofía de aprovechamien-
to integral de recursos endógenos a nivel local, la importancia del
turismo rural en la economía local como actividad complementaria
(CALATRAVA, 1983; FAGGION, 1983; GROLLEAU, 1987;
LANE, 1994), y comentan estrategias para su planificación (BRADS-
HAW et al., 1985; COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EURO-
PEAS, 1990; EUROTER, 1991; ZIMMER y GRASSMANN, 1996).
Asimismo, la consecuencia que puede generar un dimensionamiento
erróneo de la actividad turística sobre el medioambiente y el sistema
rural endógeno en general, ha sido resaltada por BONNEAU (1983),
GUERRERO y CALATRAVA ( 1986), BRAMWELL y LANE,
(1993), BLANCO y BENAYAS, (1994); CALATRAVA, (1994-b);
MONTALVO, (1994); GÓMEZ y VICENTE, (1996); CALATRAVA
y SAYADI, (1997-c), entre otros. Sobre el tema, abundan también tra-
bajos empíricos sobre zonas concretas, particularmente las de mon-
taña (FOURNEAU y MARTIN, 1984; GUERRERO, 1984;
GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992; CALATRAVA y RUIZ, 1993,
SAYADI y CALATRAVA, 2001-a, 2001-b y 2001-c, entre otros).
Los sistemas agrarios han sido también analizados desde la ópti-
ca de su potencial de adaptación a esquemas de pluriactividad y
complementariedad de rentas de la población rural. Existen abun-
dantes trabajos que patentizan la necesidad de la pluriactividad en
zonas rurales, tanto aproximaciones teóricas como estudios de sis-
temas agrarios en zonas concretas de diferente naturaleza. El traba-
jo de FLUVIA i FONT ( 1985) aborda el tema, por primera vez en
España, mediante resultados de investigaciones realizadas específi-
camente en áreas montañosas catalanas y no desde el enfoque de la
"agricultura a tiempo parcial", desarrollado anteriormente en distin-
tas zonas por LAMO (1967), GARCÍA (1977), ARNALTE (1980),
BLASCO ( 1980), CALATRAVA y NAVARRO, (1985-a), CAM-
PAGNE ( 1994-b), entre otros. Particularmente estos últimos ofre-
cen una tipología de situaciones laborales a partir de la idea de la
agricultura a tiempo parcial.
Los trabajos de ETXEZARRETA (1983 y 1988) abordan el pro-
blema de la pluriactividad de la mano de obra agraria desde la opción
24
de la agricultura a tiempo pazcial y, mayoritariamente, en zonas rura-
les limítrofes de áreas industriales, periurbanas o con gran desarro-
llo del sector terciario, particularmente el turismo. Asimismo,
CALATRAVA (1988) partiendo de los análisis llevados a cabo por
FLUVIA i FONT (1985) esboza un esquema tendente a justificar
teóricamente la necesidad del ejercicio de la pluriactividad econó-
mica en las áreas rurales (pazticulazmente de montaña), basado en
conceptos de la Teoría Económica del Bienestar. ETXEZARRETA y
al., (1995) asi como ARKELTON, (1990), reflejan el cambio rural
en Europa en relación con la política agraria y la pluriactividad, y
analizan los procesos de ajuste de las familias agrarias a dichos cam-
bios en diferentes paises y en diversos tipos de áreas rurales.
Recientemente, CALATRAVA y SAYADI (1995; 1997-a; 1997-b
y 1998) analizan la importancia de la generación de rentas comple-
mentarias en el mantenimiento de las explotaciones agrarias de Las
Alpujarras.
Por otro lado, los sistemas agrarios han sido estudiados, desde
un enfoque sociológico,respecto al nivel de implicación de la agri-
cultura en el sistema socio-cultural rural. Dentro de este enfoque, y
referiéndonos, principalmente, a los conocimientos relacionados
con el sistema productivo local (sistemas de uso de la tierra, mane-
jo de recursos agrarios, etc.), así como a los conocimientos existen-
tes en otras actividades relacionadas con el sistema agrario en su
conjunto (actividades culturales, agroartesania, agroturismo, etc.),
recientemente, abundan trabajos empíricos y teóricos que analizan
la complejidad, la variabilidad y la validez de los conocimientos y
practicas existentes en los sistemas agrarios locales (BROKENSHA
et al., 1980; CHAMBERS, 1983; CHAMBERS y GIDHYAL, 1985;
LONG, 1989; RHOADES, 1989; CERNEA, 1991; DUPRE, 1991;
PLOEG, 1991; SEVILLA, 1991-a; WARREN, 1991-a y 1991-b;
SEVILLA y GONZÁLEZ, 1993; FLOQUET y MONGBO, 1994;
MESA y DELGADO, 1995; entre otros). Asimismo, en este con-
texto, el conocimiento "tradicional" sobre el manejo de los recursos
endógenos, considerado convencionalmente un obstáculo al desa-
rrollo y la "modernización" de los sistemas agrarios, es cada vez
más reconocido por su consistencia y las ventajas que puede gene-
raz su análisis en el desarrollo rural sostenible (NORGAARD, 1985;
LANDAIS et al., 1989; PLOEG, 1989; SEVILLA, 1990; ALTIERI,
1991; SANTUCCI y CASABIANCA, 1992; PARRA, 1993; REM-
MERS, 1993; REMMERS y VAN DER HAAR, 1993; TOLE-
25
D0,1993; SIMPSON, 1994; MESA y DELGADO, 1995; REM-
MERS et al., 1995; ALONSO et al., 1996; VISSAC, 1996; etc.).
Hay que mencionar como un avance instrumental que apoya el
enfoque más integral de los sistemas agrarios, la contribución del
enfoque denominado de investigación sistémica (Farming System
Research) (BOULDING, 1956; JOHNSON et al., 1964; SHANER
et al., 1982; CONWAY, 1985, 1986 y 1987; KROLL, 1985;
SARAVIA, 1985; CHAMBERS y JIGGINS, 1987-a y 1987-b;
MARTÍNEZ, 1987; MARTEN, 1988; CHAMBERS et al., 1989;
DURU et al., 1989; BAKER y NORMAN, 1990; FAO, 1992-a;
GIBBON, 1992; LÓPEZ, 1992; CAMPAGNE, 1994-a; DENT y
McGREGOR, 1994; CALATRAVA, 1995), con enfoque partici-
pativo (COHEN y UPOFF, 1977; CHAMBERS, 1981 y 1992;
LONGHURST, 1981; UNESCO, 1984; FARRINGTON y MAR-
TIN, 1987; FARRINGTON, 1988; ASHBY et al., 1989; RUDQ-
VIST, 1991-a y 1991-b; THEIS y GRADY, 1991; SCH^ONHUTH
y KIEVELITZ, 1994; LAMMERINK y PRINSEN, 1995; LEÓN,
1995; TILLMAN y SALAS, 1995; SAYADI, 1996 y 1997 y agro-
ecológico (ALTIERI, 1991; SEVILLA, 1991-b y 1992; ISEC,
1992; TOL?^:DO, 1991; SEVILLA y GONZÁLEZ, 1993; CALA-
TRAVA, 1994-a; SÁNCHEZ, 1995).
II.2. Valor y valoración de paisajes: Antecedente
y complementos teóricos
A continuación, tras presentar unas ideas conceptuales básicas
sobre el valor del paisaje y sus componentes, se comentan breve-
mente los métodos de valoración existentes para, finalmente, estu-
diar la posibilidad de consideración del Análisis Conjunto ("Con-
joint Analysis") como metodología utilizada aquí para tal fin.
II.2.1. Valor del paisaje
Es lógico pensar que dar una definición general o específica del
paisaje no es sencillo, pues existen abundantes definiciones según
el contexto en el que se pretende definir.
Para contribuir a analizar el paisaje agrario en zonas rurales, es
necesario referirnos a tres aspectos principales distintos:
26
- Aspecto Estético del paisaje: refleja la combinación armóni-
ca de formas, colores, volumenes del espacio así como la
representación del mismo.
- Aspecto Ecológico o Geográfico: refleja el paisaje como un
sistema ecológico resultado de un "complejo de interrelacio-
nes derivadas de la interaccion de rocas, agua, aire, plantas,
animales, y hombres" (DUNN, 1974).
- Aspecto cultural del paisaje: tiende a comprender la dinámi-
ca de estructuras espaciales en relación con la actividad
humana (DEFFONTAINES, 1973; MARTÍNEZ, 1983;
ZONNEVELD y FORMAN, 1989). El paisaje es un escena-
rio de la actividad humana, refleja un medio natural fuerte-
mente condicionado y modifcado por las actividades socio-
económicas y transformado por los factores socio-culturales.
Un enfoque integrado de análisis y valoración de un paisaje
agrario determinado para el desarrollo rural, debe de tener en cuen-
ta los aspectos Estéticos, Ecológicos y Culturales del mismo. Esto
se hace posible solamente mediante el concepto de la percepción.
Según GONZÁLEZ, (1981) el paisaje es la "Percepción multisen-
sorial de un sistema de relaciones ecológicas y culturales". El hom-
bre pues, es configurador del paisaje, pero al mismo tiempo, es
parte de él y sujeto receptor de percepciones.
Para su evaluación, entendemos por paisaje, el resultado, en tér-
minos visuales y estéticos, del impacto interactivo, sobre el territo-
rio, de los factores climáticos, de relieve, agua, suelo, flora y fauna
naturales y las acciones antrópicas. El resultado de dicha interac-
ción es, en definitiva, una disposición espacial específica de los
agroecosistemas, que es una característica de cada territorio, cons-
tituyendo su dimensión más perceptible.
Entre las actuaciones humanas que constituyen el factor antrópi-
co de configuración del paisaje, están las actividades agrarias (DEF-
FONTAIlVES, 1973, 1985, 1986; THENAIL y BAUDY, 1994). Dis-
tintos agroecosistemas tienen, lógicamente, distinta capacidad
para "producir" paisaje, y los paisajes rurales tendrán un grado
diferente de componente agraria, según la importancia de los siste-
mas agrarios en su constitución. El como se combinen las tierras ara-
bles con los pastos y los montes constituye, en las áreas rurales, una
de las características definitorias de la "calidad" de los paisajes.
27
Los paisajes rurales podrían ser clasificados, al respecto, en los
siguientes tipos (CALATRAVA, 1996):
- Paisajes naturales: Reductos de ecosistemas relativamente
inalterados: No existe sobre ellos acción antrópica alguna.
- Paisajes con componente de acción antrópica limitada: La
acción antrópica sobre ellos es muy limitada, y se reduce, en
cualquier caso, a actuaciones de conservación, forestales o
ganaderas muy ligeras y extensivas.
= Paisajes con componente agraria tradicional: pueden consi-
derarse dos grandes tipos, en cuanto a la naturaleza de los
agroecosistemas:
• Con Agroecosistemas de subsistencia: normalmente aso-
ciados a diversificación.
• Con Agroecosistemas comerciales: normalmente asocia-
dos a monocultivos.
Paisajes de usos agrarios intensivos: en los que habitual-
mente todo el paisaje es agrario. Son paisajes mantenidos de
forma absolutamente artificial, y su sustentabilidad suele ser
escasa.
En cualquier caso, positiva o negativa, la capacidad de "produ-
cir" paisaje cristaliza en una externalidad de los sistemas agrarios.
Interesantes consideraciones sobre la capacidad de los sistemas
agrarios para producir paisaje pueden verse en los distintos trabajos
editados sobre el tema en VAN MANSVELT y STROBBELAAR
(1994 y 1995).
El paisaje se considera actualmente recurso natural l, en el sen-
tido socioeconómico del territorio, porque cumple una doble condi-
ción de Utilidad y Escasez por lo que resulta realmente un bien
económico (GÓMEZ, 1993, página 83).
Actualmente podemos afirmar que existe una demanda genera-
lizada creciente y calificada, por el paisaje de calidad, siendo parte
indisociable de su patrimonio: la presencia del hombre, su huella
' EI paisaje, en general, puede considerarse como recurso renovable dado su carácter
dinámico, evolutivo, cambiante capaz de ser generado; como renovables son la mayor parte de
los componentes que lo constituyen (GÓMEZ, 1993, página 83).
z8
histórica y su cultura. De forma paralela, la oferta de paisaje de cali-
dad, resulta cualitativamente decreciente (degradación del paisaje
por actividades de muy diversa naturaleza y magnitud creciente).
La belleza de un paisaje no es el único elemento que entra a
formar parte de su valoración, ni siquiera puede decirse que nece-
sariamente a mayor belleza corresponda mayor valor. Los paisa-
jes se perciben de forma subjetiva2 y su valor es, por tanto,
fruto de dichapercepción por los sujetos, y como todo valor está
ligado a la existencia de una "utilidad". El valor estético es sólo
uno de los valores que configuran la utilidad del paisaje para los
consumidores.
CALATRAVA, (1996) distingue las siguientes componentes del
"valor" de un paisaje, con frecuencia difíciles de disociar en la prác-
tica de la valoración:
- Valor intrínseco: Puede ser cultural o estético.
- Valor comparativo o de contraste: Un mismo paisaje puede
valorarse de muy distinta forma en dos contextos espaciales
diferentes, por el efecto de contraste: Así,por ejemplo, un
prado verde no tiene el mismo valor en una zona, donde es
habitual, que en mitad del desierto.
- Valor de alternativa: Es el valor que se concede al paisaje
amenazado de desaparición, cuando se conoce o sospecha la
alternativa y ésta se valora menos: es el caso de muchos pai-
sajes rurales periurbanos.
Puede también tener una componente de "exotismo", que podría
encuadrarse en el valor de contraste, cuando se trata de un paisaje
poco habitual o raro en el contexto espacial en el que está ubicado.
El mismo autor resalta también otros aspectos claves en el pro-
ceso de evaluación del paisaje:
- La cantidad, calidad y combinación de elementos de genera-
ción natural y de generación "cultural", en su sentido más
amplio, que constituyen el paisaje en sí.
z El medio se hace paisaje cuando alguien lo percibe. Esta percepción es subjetiva, varia-
ble, por tanto en razón del tipo de perceptor y se adquiere a través de todos los órganos de per-
cepción directos y indirectos, que operan en el observador, experiencia perceptiva del obser-
vador, bagaje cultural, etc.
29
- El posicionamiento del individuo que valora el paisaje res-
pecto a dichos elernentos, en una graduación que va desde el
hecho de que el evaluador (consumidor) "viva" en el paisa-
je, hasta el hecho de que el evaluador (consumidor) observe
los elementos del paisaje desde fuera de él, sin encontrarse
ligado al paisaje más que por su propia percepción exterior.
El paisaje, y por tanto su valor, puede cambiar en el tiempo,
debido a distintas causas que no sólo son de naturaleza física o cli-
mática. ZONNEVELD y FORMAN, ( 1989) asi como VOS y
FRESCO ( 1994), señalan que no tiene sentido pensar en el paisaje
como un concepto estático. Las causas que pueden alterar un paisa-
je son de naturaleza física, tecnológica, socioeconómica e institu-
cional, siendo éstas últimas cada vez más importantes, particular-
mente en los cambios de paisaje con componente agraria
(THENAIL y BAUDY, 1994, página 318). Recientemente, se asis-
te en muchos países a un cambio de paisajes rurales debido tanto,
por ejemplo, a políticas de subsidios y subvenciones para internali-
zar externalidades ambientales, como a cambios tecnológicos en la
agricultura y las actividades forestales, respondiendo a paradigmas
distintos al puramente productivista. O'RIORDAN et al. (1989);
WILLIS y GARROD, ( 1993) analizan las causas de naturaleza ins-
titucional por las que se están produciendo actualmente cambios de
paisaje. EI problema del cambio de paisaje en función del uso de la
tierra ha sido recientemente objeto de diversos trabajos (ver VOS y
FRESCO, 1994, por ejemplo).
II.2.2. Los métodos de valoración del paisaje
Los esfuerzos por estimar el valor del paisaje han cristalizado en
numerosas aproximaciones al tema, que dan lugar a distintos tipos
de métodos; según CALATRAVA, (1996), dichos métodos podrían
clasiiicarse de la siguiente forma:
a) Métodos de enfoque intuitivo
b) Métodos basados en análisis de datos
c) Métodos basados en puntuaciones escalares sobre atributos o
componentes paisajísticos.
30
d) Métodos basados en comparaciones o expresión de preferen-
cias ordinales entre paisajes.
e) Métodos basados en las preferencias reveladas o expresadas
por los consumidores en mercados (explícitos, implícitos o
artificiales).
Dentro del grupo (e) de métodos, se encuentran el Métodos de
Precios Hedónicos, el del Coste de ^aje y la [^aloración Contingen-
te; este conjunto de métodos suponen, en el fondo, avances, en el sen-
tido de lograr la cuantificación monetaria, de algunas de las técnicas
incluidas en los grupos de métodos anteriores, particularmente de los
grupos (c) y(d). Así, por ejemplo, el Método de Precios Hedónicos,
cuya aplicación a la valoración de paisajes se materializa de tal forma
que determinados elementos componentes, o características, del pai-
saje son estimados a partir de diferencias de precios pagados por los
consumidores por vivir en (o disfrutar de) distintos tipos de paisajes,
puede considerarse, en cierta manera, conectado con los métodos de
valoración mediante escalas de los componentes paisajísticos. El
Métodos de Precios Hedónicos viene, como indican WII.,LIS y
GARROD (1993), a resolver algunos de los problemas que plantean
las puntuaciones sobre escalas de las componentes del paisaje.
Por otra parte, las técnicas basadas en comparaciones o preferen-
cias ordinales suponen, lógicamente, la valoración ordinal del paisaje
en su conjunto. Los métodos del Coste de Viaje y del Valor Contin-
gente pueden considerarse, en este sentido, extensiones cardinales de
dicho enfoque ordinal, pero mientras el método del Coste de Viaje
tiene su mayor aplicabilidad cuando se aplica a valoración de entor-
nos muy concretos, a los que los consumidores se desplazan específi-
camente, el Método de la Valoración Contingente presenta una mucha
más flexibilidad de aplicación pudiendo cubrir una casuística de valo- "
ración mucho más amplia, siendo la condición necesaria para su utili-
zación tan solo la posibilidad de poder crear en el consumidor situa-
ciones artificiales de mercado respecto al bien que se pretende valorar.
Las características básicas, limitaciones, ventajas y posibilidades
aplicativas de los métodos de valoración de recursos naturales pue-
den verse en PEARCE y TURNER, (1990); FERREIRO et al.
(1992), AZQUETA y FERREIRO (1994), AZQUETA y PÉREZ
(1996), entre otros. Respecto a los métodos de valoración de paisa-
jes y su evolución, una buena revisión cronológica de estos métodos
puede obtenerse consultando, entre otros, los trabajos de DUNN
31
(1974), PRICE (1978 y 1990), PENNING (1979); ZUBE (1984),
AMIR y GIDALIZON (1990), LEE (1990), O'RIORDAN et al.,
(1989 y 1991), WILLIS y GARROD (1993), VOLKER (1994); etc.
Dentro de las numerosas aplicaciones de dichos métodos, las apli-
caciones a la valoración económica de paisajes son poco frecuentes,
siendo muy escasas las que se refieren a paisajes con fuerte compo-
nente agraria: algunas excepciones a la afirmación anterior son, por
ejemplo, los trabajos de DRAKE (1987 y 1992) que trata de paisajes
agrarios en Suecia, PRICE (1990) 3 o de WILLIS y GARROD (1993)
mediante la aplicación del Método de Valoración Contingente. En
España, el único y reciente trabajo de la aplicación del Método de
Valoración Contingente ha sido realizado por CALATRAVA, (1996)
para la valoración del paisaje de la caña de azucar en la Vega de
Motril-Salobreña, complementada por la valoración en escala. El
autor ofrece, además una abundante bibliografía que tratan los fun-
damentos teóricos, los aspectos estadísticos ligados al método y los
problemas que se plantean en su aplicación, entre otros.
En el presente trabajo, debido a la heterogeneidad y a la diversi-
dad del paisaje alpujarreño, no se ha optado por el Método de la
Valoración Contingente y la consiguiente dificultad de su aplicación
para el caso de La Alpujarra. Ante estas circunstancias, para anali-
zar el componente estético del los paisajes de la Alpujarra Alta se
ha utilizado el Método de Análisis Conjunto (MAC); dicho método
es, en cierta forma, una innovación dentro de este campo, y una
fusión entre los métodos de valoración basadoĉ en puntuaciones
escalares (grupo "c") y en expresión de preferencias (grupo "d")
anteriormente señalados.
El Método de Análisis Conjunto y la valoración
de preferencias de paisajes
EL Análisis Conjunto (AC) se utiliza para estudiar los efectosde
la acción conjunta de dos o más atributos cualitativos (variables
independientes) sobre las preferencias de los individuos (variables
dependiente) (GREEN y RAO, 1971; VARELA, 1983), proporcio-
3 PRICE (1978) había publicado 12 años antes un manual sobre Economía del Paisaje,
donde se vató, por primera vez en un texto específico, de los aspectos económicos relaciona-
dos con el paisaje y de algunos de los métodos de valoración actualmente utilizados.
32
nando una medida cuantitativa de la importancia relativa de unos
atributos frente a otros (VÁZQUEZ, 1990). El AC es una técnica
especialmente adecuada para el análisis de las decisiones, particu-
larmente para comprender el proceso por el que los individuos
"consumidores" desarrollan sus preferencias (decisiones de elec-
ción) por los productos o servicios.
A pesar de que el Análisis Conjunto se concibe frecuentemente
como una técnica estadística, basada en el ajuste de modelos linea-
les a variables ordinales (GREEN y RAO, 1971), muchos investi-
gadores (MARTÍN, 1987, JOHNSON, 1974, GREEN y SRINIVA-
SAN, 1990, VARELA y BRAÑA, 1996, entre otros), la conciben
como método específico debido a que se apoya, en su aplicación, en
la utilización de Diseños Experimentales, tanto en la presentación
de los estímulos como en la recogida de los datos.
El Método de Análisis Conjunto (MAC) ha sido desarrollado
por LUCE y TUKEY, (1964) y KRANTZ y TVERSKY, (1971) y
aplicado en el campo de la psicología comercial por GREEN y
RAO en 1971.
Posteriormente,, el MAC fue adaptándose a las nuevas tenden-
cias de la investigación ampliando de esta manera sus posibilida-
des de aplicación práctica. En este sentido GREEN y SRINIVA-
SAN, ( 1990), como consecuencia de la amplitud de los trabajos
aplicados han realizado una revisión crítica de la aplicación del
MAC desde la década de los 70 actualizando su anterior trabajo
(GREEN y SRINIVASAN, 1978).
Una buena revisión de las posibilidades de aplicación de esta
técnica en Marketing puede verse en WITTINK y CATTIN, 1989;
ELORZ, 1994; NESS y GERHARDY, 1994; GIL y SÁNCHEZ,
1996; SÁNCHEZ y GILL, 1996; MESIAS et al., 1997, entre otros.
En realidad el MAC es un conjunto de técnicas que parten de unos
hipótesis comunes que, en resumen, son las siguientes (GREEN y
SRINIVASEN, 1990; MESIAS et al., 1997; SAYADI, 2000):
- El producto puede ser definido mediante un conjunto de atri-
butos que toman ciertos niveles o valores.
- Distintos niveles de los atributos definen distintas versiones
del producto en consideración.
- La valoración de un producto por parte de un individuo es fun-
ción del valor que otorga a los atributos de dicho producto.
33
- En el proceso de decisión el individuo evalúa la utilidad de
cada combinación y su elección manifiesta la priorización
entre las distintas combinaciones de los atributos. Asimismo,
se asumen que la utilidad total resultado de la elección del
producto, viene determinada por las distintas utilidades
(part-Worths) de cada nivel del atributo (GREEN y SRINI-
VASAN, 1990).
Para más detalle sobre los principios básicos del MAC puede
verse, entre otros trabajos, los de GREEN y WIND, 1975; FEN-
WICK, 1978; ANTILLA et al., 1980; STEEKAMP, 1987; MUGI-
CA, 1989; RUIZ MAYA y MUNUERA, 1993; AZPIAZU, 1994;
GILBERT y LARKIN, 1995; GÓMEZ, 1996; VARELA y BRAÑA,
1996.
En España, la aplicación del MAC a la Economía de Recursos
Naturales es escasísima y reciente, limitándose a algún trabajo pun-
tual como el de ÁLVAREZ et al., 1998. En temas relacionadas al
paisaje, el presente trabajo constituye una contribución original al
análisis de las preferencias de paisajes, como potencial de desarro-
llo de zonas rurales desfavorecidas, al ser la primera vez que dicho
método se aplica con esa función.
Si se aplica al análisis de las preferencias de paisajes de sujetos
"consumidores", partimos de la hipótesis de que su conducta, a la
hora de formar sus preferencias, puede interpretarse como una
elección entre diferentes paisajes que, a su vez, poseen un conjun-
to de atributos o características diferenciadoras. De esta forma, a la
hora de pedir a un sujeto clasificar un conjunto de paisajes (orde-
nándolos o valorándolos en escala) según sus preferencias, asumi-
mos que para llevar a cabo dicho proceso de ordenación final, el
sujeto percibe el "producto" paisaje no como un todo, sino como
un conjunto de atributos o características parciales y consecuente-
mente la ordenación final de los sujetos puede interpretarse como
la suma de cualidades (utilidades percibidas o part-worth) asocia-
das a las distintas propiedades o niveles de los atributos que carac-
terizan el paisaje. Así, pues, el MAC nos permitirá analizar los
efectos de acción conjunta de dos o más atributos, cualitativos de
paisajes (variables independientes) sobre las preferencias de los
"consumidores" (variable dependiente), proporcionándonos una
medida cuantitativa de la importancia relativa de unos en contra-
posición a otros.
34
II.3. Integración Turismo-Sistemas agrarios: El Agroturismo.
Reflexiones conceptuales y antecedentes
La integración de actividades en el desarrollo admite niveles,
pues puede variar desde una integración a la hora de planificar y
dimensionar las mismas, a fin de asegurar el equilibrio y la susten-
tabilidad del proceso, hasta una integración material en su puesta a
punto, de tal manera que una actividad no pueda, de ninguna forma,
tener lugar sin la otra, por constituir ofertas conjuntas. Así, en el
caso del turismo y la agricultura, por ejemplo, el primer nivel esta-
ría constituido por un tipo de turismo rural respetuoso y compatible
con las actividades agrarias, que aportarían además ciertos elemen-
tos estéticos y ambientales a la oferta turística, mientras que el
segundo nivel lo constituirían actividades de agroturismo, en su
acepción más vivencial, en las que la agricultura es componente
clave en la oferta turística.
Determinar la capacidad recreativa de los sistemas agrarios es
algo básico en la planificación del desarrollo rural, y permitirá
conocer los niveles de interacción turismo-agricultura deseables en
un proceso de desarrollo rural determinado. Dicha integración,
siempre muy deseable y positiva, tiene su fundamento en las
siguientes razones:
La familia agraria pluriactiva puede ofrecer servicios turísti-
cos.
La "cultura de lo agrario" puede ser asimismo un atractivo
turístico.
EI turismo rural genera una demanda de productos agrarios
que puede ser importante paza el fomento de la agricultura
en la zona.
El turismo puede favorecer entres las actividades artesana-
les, las agroartesanales, que pueden tener asimismo una inci-
dencia positiva sobre el sector agrario local.
En su triple acción de incrementaz rentas, crear infraestruc-
turas y generaz empleo, a veces complementario con las acti-
vidades agrarias, el turismo puede actuar como factor de
estabilidad laboral de la mano de obra agraria.
35
- El gran efecto multiplicador del turismo puede fomentar
otras actividades económicas que asimismo incidan positi-
vamente en la agricultura.
- La disminución, o desaparición, de la agricultura procova
efectos que podrían afectar apreciablemente la actividad
turística: cambios de paisaje, cambios en el sistema de
"humidificación" con posibles efectos sobre el ecosistema,
incremento del peligro de incendios forestales, etc., entre
otros.
Estas razones, entre otras, patentizan el interés de conectar la
agricultura con el turismo en los espacios rurales. Esta ligazón turis-
mo-agricultura es siempre deseable y positiva para el desarrollo
rural endógeno integral y sostenible. La máxima interacción entre la
agricultura y el turismo se da en el agroturismo en sentido estricto
o "vivencial".
Por otra parte, el excesivo peso del turismo en el sistema econó-
mico de una zona rural viola la estructura deseable del modelo de
desarrollo en cuanto a equilibrio de actividades; en este sentido,
CALATRAVA, ( 1983), GUERRERO y CALATRAVA, ( 1986) así
como CALATRAVA y SAYADI, 1997-c proponen unas caracterís-ticas genéricas para un modelo de turismo rural que pretenda man-
tener un equilibrio entre los sistemas económico, sociocultural y
ecológico.
A continuación se comentan algunos aspectos conceptuales
sobre el agroturismo.
II.3.1. Agroturismo: Reflexiones conceptuales
En términos muy generales, el agroturismo es un tipo de turis-
mo rural en el que el componente principal de la oferta turística es
la acogida, alojamiento, gastronomía, ocio, participación en tare-
as, etc., en la explotación agraria. El agroturismo admite, pues, dis-
tintos niveles conceptuales, desde el simple alojamiento en la gran-
ja hasta la vivencia y/o participación en actividades de la
explotración agraria.
El agroturismo, por su naturaleza, es una actividad que se sus-
tenta en la agricultura, y aunque su existencia en España es mucho
menor que en otros paises de nuestro entorno, puede llegar a ser
36
más importante en el futuro y en determinados procesos de desa-
rrollo rural, SAYADI y CALATRAVA ( 1997) apuntan las siguientes
razones para dicha importancia potencial:
a) Su presencia, en cuanto a actividad económica, constituye un
factor de supervivencia (o resistencia a la marginalidad en algu-
nas zonas rurales) y desarrollo, tanto de la agricultura, de la
ganadería como de la actividad forestal, cinegética, pesca, etc.
b) El mantenimiento de las actividades agrarias permite que se
conserve el paisaje modelado por éstas (considerado actual-
mente como recurso económico y cuya demanda crece paula-
tinamente) así como todo el patrimonio histórico y cultural de
las zonas rurales cuya diversidad merece ser conservada: tipos
de cultivos y explotaciones, hábitats y arquitecturas (pueblos,
viviendas y edificios rurales, setos, terrazas, tapia, etc.).
c) El agroturismo contribuye a la revalorización de los produc-
tos locales, ya que la mayoría de los aficionados al mismo
demandan productos agrarios naturales o fabricados de
forma artesanal, típicos de la región.
d) La agricultura ha proporcionado también un rico patrimonio
etnológico (herramientas, maquinaria agrícola, oficios y talle-
res artesanales, forja, cantería, así como una variada gastrono-
mía populaz, etc.) que puede tener un cierto uso turístico.
e) El agroturismo contribuye a armonizaz los intereses agrarios y
la protección del medio ambiente, a través de una gestión
integrada del territorio en la que los agricultores han tenido y
deben seguir manteniendo un protagonismo destacado. El
agroturismo puede constituir para el agricultQr una forma de
remuneración de las inversiones que éste efectúa en favor de la^
gestión del medio ambiente para beneficio de la colectividad.
Este tipo de oferta turística en la granja tiene varias oportunida-
des debido a las nuevas demandas y actividades del turismo rural
ligadas a la actividad agraria. Por otra parte, la situación de crisis de
las explotaciones agrarias en zonas rurales, pazticularmente las de
montaña, despierta un cierto interés por parte de los agricultores a
diversificaz sus actividades dentro y fuera de la explotación agraria,
que es lo que mejor conocen.
37
IL3.2. Antecedentes
Aunque el turismo rural, en general, se maniiiesta, en la mayo-
ría de las zonas rurales españolas, como la actividad predominante
en los procesos de desarrollo local que están teniendo lugar, parti-
cularmente en la última década, no son frecuentes, sin embargo, las
actividades específicas de agroturismo, o al menos no son tan fre-
cuentes como en países de nuestro entorno, como Suecia, Austria,
Alemania, Holanda o Francia, por ejemplo, donde la oferta de agro-
turismo se ha duplicado en la última década.
Las estadísticas comunitarias sobre el turimso rural (GROLLE-
AU, 1987; COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS,
1992-c) muestran que el número de plazas de alojamientos agrotu-
rísticos asciende a más de 600.000 en la Europa de los Doce. El
20% de las explotaciones suecas, el 10% de las austríacas, el 8% de
las alemanas, holandesas y del Reino Unido, e14% en Francia, etc.,
ofrecen algún tipo de alojamiento turístico. Sin embargo, España
que está considerado como uno de los países más turísticos del
mundo, no se encuentra entre los países donde más se ha desarro-
Ilado este tipo de turismo: apenas un 0,5% de las explotaciones
agrarias españolas lo hacen, un porcentaje bastante inferior a la
media de los países arriba mencionados, e incluso de la media del
conjunto de las zonas de montaña mediterráneas (4,5% de las explo-
taciones de estas zonas practican el agroturismo).
Por otra parte, a pesar de lo anterior, son muy escasos los análisis
de la situación del agroturismo en zonas españolas y, menos aún, de
la estructura y potencial de dichos mercados, siendo prácticamente
inexistentes los trabajos empíricos al respecto, lo que contrasta con la
ya bastante abundante literatura española sobre turismo rural en gene-
ral (BOTE, 1981, 1984 y 1988; BUENO, 1982; GARCÍA, 1982;
CALATRAVA, 1983, 1986, 1994-b; FOURNEAU y MARTÍN, 1984;
BRADSHAW et al., 1985; DELGADO, 1985; GUERRERO, 1984;
GUERRERO y CALATRAVA, 1986; BARDON, 1990; GONZÁLEZ
y CALATRAVA, 1992; CALATRAVA y RUIZ, 1993; GASCON,
1994; MARTÍN, 1994; MULERO, 1995; RODRÍGUEZ y GÓMEZ,
1996; CALATRAVA y SAYADI, 1997-c; SAYADI y CALATRAVA,
1997, 2001-a y 2001-b, entre otros).
Según CALS y al., (1995), en España la actividad agroturística
es muy escasa y su mayor desarrollo ha tenido lugar en Cataluña,
Cantanbria y País Vasco.
38
En Francia y Italia, por ejemplo, dos países muy cercanos a
España, la actividad agrotuística está bastante más desarrollada y
organizada. En el caso de Francia dos grandes organizaciones
nacionales estructuran esta actividad. La "Fédération Nationale des
Gites de France", creada en 1955 agrupa a 28.860 proprietarios (de
los cuales el 43% son agricultores) que ofrecen 44.660 alojamien-
tos. La associación "Agriculture et Tourisme", creada en 1985 por
"l'Assemblée Permanente des Chambres d'Agricultures" (APCA)
que se interesa únicamente por las actividades agroturísticas. En
1988 se ha procedido a la definición y la normalización de la cali-
dad agroturística bajo el lema "Bienvenido a la Granja", fomentan-
do cuatro tipos de actividades: "Granja Hotel; Granja de estancia;
Granja Ecuestre y Camping en Granja de Acogida" que en 1992
agrupan a unas 2.500 explotaciones.
De manera muy estrecha con "les Chambres d'Agriculture" a
nivel local, la asociación "Agriculture et Tourisme" juega un papel
importante de asesoramiento y de información a los agricultores
que desean desarrollar las actividades turísticas en la granja. Tam-
bien, para dar a conocer este tipo de actividad turística a nivel regio-
nal y nacional, la APCA ha editado una guía agroturística.
Un estudio realizado en Francia en 1989 por la APCA (APCA -
IDDEM, 1991) respecto a las motivaciones y los resultados de las
explotaciones que se dedican al "agri-tourisme" muestra que la acti-
vidad adquiere cada vez más importancia en la explotación: el 36%
de los propietarios afirman que los ingresos generados por la acti-
vidad se aproxima a los generados por la actividad agraria dentro de
la explotación. Asimismo, añaden que la actividad se basa, en la
mayoría de los casos, sobre el trabajo de la mujer y el motivo prin-
cipal de dedicarse al agroturismo es por el deseo de apertura al exte-
rior y la búsqueda de rentas complementarias, entre otras.
BAZIN, (1993) comenta el desarrollo de la actividad agroturís-
tica en Francia asi como CASABIANCA, (1994) en la Alta Saboya
(Francia); ambos trabajos tratan temas relacionados a la oferta
basándose sobre el estudio de la APCA, anteriormente mencoinado.
Por lo que se refiere a Italia, las tres principales organizaciones
agrícolas han creado estructuras agroturísticas: la "Confederazione
Generale dell'Agricultura" ha creado "Agriturist" en 1965, la "Con-
federazione Nazionale dei Coltivatori Dirette" ha creado "Terranis-
tra" en 1973 y por último la "Confederazione Italiana Coltivatori"
que ha creado "Turisma Verde" en 1980. Estas tres organizaciones
39deciden conjugar sus esfuerzos creando "Anagritur" en 1981 que es
el interlocutor, priviligiado de poderes públicos en materia de turis-
mo rural. Asimismo, promulgan la Ley 739 del 5 de diciembre de
1985 la cual da un contexto jurídico a las actividades agroturísticas.
"Agriturist" en 1991 y"Agrinatur" en 1994 intenten normalizar y
promocionar la actividad agroturísitica en Italia (AGRITURIST,
1991; AGRINATUR, 1994).
CANNATA, (1994) ofrece, breves comentarios empíricos sobre
la oferta de agroturismo en Italia, particularmente en zonas con tra-
diciones culturales y turísticas consolidadas (Toscana), o cercanas a
polos de atracción turística (Trentino, por ejemplo) que representan
e150% de la oferta italiana. El autor señala que los propietarios tien-
den a ofrecer una mezcla de servicios muchas veces para ahorrar
mano de obra. Sólo el 17% ofertan alojamientos en la vivienda y el
42% actividades recreativas.
El estudio de ANGIOLINI, (1995) analiza el grado de desarro-
]lo y la problemática actual del sector del turismo en el medio rural,
partiendo de los datos estadísticos sobre la evolución del fenómeno
del "agriturismo" en Toscana y, específicamente, en la provincia de
Siena durante los últimos diez años. El autor considera la situación
actual compleja: por una parte, la importancia social y económica
del sector es ampliamente reconocida; mientras que, por otra, nos
encontramos con la reciente evolución de las políticas regionales de
intervención tras una primera fase de regularización del fenómeno.
En España, la bibliografía sobre el agroturismo es muy escasa,
prácticamente inexistente, salvo el trabajo de CALATRAVA y
RUIZ, (1993) en el que ofrecen algunas reflexiones teóricas al res-
pecto, se desconocen intentos de análisis de la demanda y de la ofer-
ta de turismo en la granja mediante trabajos empíricos en zonas con-
cretas. El desconocimiento de la naturaleza de la oferta en España,
de la demanda agroturística en España y demás países europeos, así
como la carencia de literatura al respecto, constituye, evidentemen-
te, la justificación principal de este intento de analizar detallada-
mente las características de la demanda agroturística y ofrecer cier-
tos comentarios respecto a su posible oferta en La Alpujarra Alta
Oriental granadina.
40
Capítulo II
Metodología
Antes de presentar con detalle la metodología empleada en el
análisis de los sistemas agrarios de La Alpujarra Alta Oriental gra-
nadina y de algunas de sus externalidades, se ha considerado nece-
sario el describir el contexto o enfoque metodológico general en el
que este trabajo se ubica.
I. CONTEXTO METODOLÓGICO
El contexto en el que se enmarca esta investigación se basa en la
premisa de que el análisis del potencial que los sistemas agrarios
tienen para formar parte de un proceso de desarrollo endógeno
integral y sostenible, pasa necesariamente por la consideración
multifuncional de la actividad agraria. La identificación de las fun-
ciones (incluidas las basadas en externalidades) de los sistemas
agrarios y su evaluación en un espacio rural, constituye la idea bási-
ca del enfoque metodológico que aquí se adopta.
La agricultura tiene en el espacio rural unas funciones producti-
vas, derivadas de su naturaleza como sector productivo, y otras
territoriales, vinculadas a su papel de ocupación del temtorio y de
alteración del ecosistema, formando el agroecosistema.
Las funciones que la agricultura realiza en un territorio están, en
nuestra opinión, ligadas a, entre otros, los siguientes aspectos a con-
siderar en los agroecosistemas:
a) Su propio potencial económico en cuanto a producción pri-
maria (tanto en productos convencionales como en productos
de alta calidad, con denominación de origen, de calidad, eco-
lógicos, productos para mercados locales, etc.).
b) Su capacidad para ofertar inputs a actividades secundarias
(industria agroalimentaria, artesanal, etc.).
c) Su repercusión en la calidad y la peculiaridad de la oferta
derivada de actividades terciarias (como las recreativas y de
agroturismo, por ejemplo).
43
d) Su potencial de contribución al equilibrio del proceso de
desarrollo y a la sustentabilidad económica del mismo.
e) Como consecuencia de los potenciales anteriores, su nivel de
impacto en el sistema socioeconómico local, regional, etc.
f) Su contribución a la seguridad alimentaria de la comunidad
local en primer término y, por extensión, del con junto de la
sociedad.
g) Su impacto en el medio ambiente y su aportación a la sus-
tentabilidad ecológica del sistema.
h) Su repercusión, particularmente en el caso de sistemas
agrarios tradicionales de montaña, en el control y distribu-
ción del agua en las cabeceras de cuencas hidrográficas y
en el mantenimiento de niveles adecuados de escorrentía,
erosión, etc.
i) Su capacidad para crear paisaje. Los agroecosistemas forman
parte de lo que se denominan "atributos objetivos del paisaje".
El cómo se combinan las tierras arables con los pastos y los
montes constituye, en las áreas rurales, una de las característi-
cas definitorias de la "calidad" de sus paisajes. El "valor" de los
sistemas agrarios como componentes de los paisajes es un
tema, enormemente actual, de polémicas e investigaciones.
a), b), c), d), e) y f) corresponden, con ciertos matices, a funcio-
nes socioeconómicas de las cuales las dos primeras son las típica-
mente productivas, g), h) e i) corresponden a funciones territoriales.
La figura 1 recoge de una forma esquemática, muy simplificada,
las implicaciones de las funciones de la agricultura con los distintos
sistemas locales.
Como se comentaba anteriormente hay autores que enfocan el
análisis de los agroecosistemas mediante el estudio de una serie de
características o parámetros de los mismos. Así CALATRAVA
(1997-a y 1997-b) identifica para el análisis de los sistemas agrarios
las siguientes características:
- Productividad (de cada factor y global)
- Rentabilidad
- Estabilidad productiva
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Sustentabilidad
Eficiencia Técnico-Económica
Recuperabilidad
Adaptabilidad
Equilibrio
Diversidad
Receptividad Tecnológica
Intensidad
Dependencia
Capacidad
Equidad
Nivel de calidad productiva
Potencial paza generar y mantener mercados locales
Nivel de interacción ambiental
Nivel de interacción socio-cultural
En realidad el enfoque multifuncional y el multiparamétrico, son
similares, pues existe una relación entre funciones y cazacterísticas
del agroecosistema. Así, por ejemplo, la función "creación de paisa-
je" del sistema está relacionada con características como Sustentabi-
lidad, Equilibrio, Diversidad, Nivel de interacción ambientai, etc.
Por otra parte, características como, por ejemplo, la Productivi-
dad, si las consideramos en su acepción más global y reciente, no
podríamos referirla a un factor (Productividad en sentido conven-
cional) sino al conjunto de factores: Productividad Total de los Fac-
tores (TFP), o la, en nuestra opinión, más adecuada al enfoque mul-
tifuncional, Productividad Total Social de los Factores (TSFP), que
implica la consideración en el cálculo de la productividad de las
externalidades ambientales producidas por el sistema, o lo que es lo
mismo el consideraz paza el cálculo de una cazacterística las distin-
tas funciones del sistema. Por otra parte, la consideración dinámica
del TSFP es, junto a los llamadostests de base ecológica, una medi-
da de la sustentabilidad del sistema: vemos como características y
46
funciones del agroecosistema aparecen, tanto en su análisis como en
su evaluación íntimamente relacionadas.
El enfoque en el que se enmarca la metodología aquí aplicada es
el enfoque multifuncional.
IL METODOLOGÍA APLICADA AL CASO
DE LA ALPUJARRA ALTA
Distinguiremos entre:
1. Análisis del sistema agrario y su función productiva
2. Análisis de los aspectos recreativos del sistema
3. Análisis de su externalidad estética.
En la figura 2 se reflejan esquemáticamente las principales fuen-
tes de información y metodologías utilizadas para llevar a cabo los
análisis anteriores.
II.1. Análisis del sistema agrario y su función productiva
Se ha realizado:
- Un estudio de evolución histórica de la actividad agraria
- Una tipología de explotaciones agrarias existentes
- Un análisis de la situación actual del sistema por cultivos y
por explotaciones
- Un estudio del nivel de marginalidad en el que se encuentran
los distintos cultivos
- Una identificación de las tendencias actuales del sistema
- Una propuesta de estrategias para el mantenimiento de la
función productiva agraria en la zona.
En esta parte del trabajo, después de recopilar y analizar la infor-
mación secundaria existente, se ha primado, las metodologías de
análisis cualitativo sobre las técnicas cuantitativas, ya que las pri-
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meras han parecido como más idóneas para extraer información
sobre la muy compleja y delicada situación de las explotaciones
alto-alpujarreñas, que, por otra parte, se configuran en un entorno
espacial relativamente reducido.
El estudio de la evolución de los sistemas agrarios está basado
exclusivamente en recopilación y análisis de fuentes históricas,
complementada, en su última fase, con conversaciones informales
con la población local.
Para establecer la tipología de explotaciones se ha renunciado a
clasificaciones de tipo automático, tanto univariantes (basadas en
superficie, por ejemplo) como multivariantes (obtenidos por com-
ponentes principales, por ejemplo) y hemos tratado de elaborar una
tipología sencilla y práctica al mismo tiempo, basada en las siguien-
tes fuentes:
- Tipologías preexistentes
- Trabajo con expertos conocedores de la zona (investigado-
res, extensionistas, ADL, agricultores, etc.)
Para el estudio de explotaciones, cultivos y tecnologías, y coefi-
cientes técnicos, se ha llevado a cabo mediante un trabajo partici-
pativo con agricultores y otros agentes implicados en la agricultura
de la zona, con los que se ha convivido durante seis meses en perí-
odos repartidos entre 1996 y 1998.
Para identificar situaciones de marginalidad económica de los culti-
vos en la zona, se ha llevado a cabo un sencillo ejercicio contable, para
el que se ha partido de los coeficientes técnicos y de los gastos/ingresos
por Ha. y año de los principales cultivos en La Alpujarra Alta Oriental
granadina. Definimos (por convención) los siguientes conceptos:
VABP,eC1O de mercodo = I- G(Sin incluir mano de obra ni amortizaciones)
VABCoste de fos jactores - VABPrecio de mercadn + ĉT%BV - Vfi
VA= 1-G+SUBV
I: Ingresos: Valor del producto vendido a pre-
cios de mercado
VAB Precio de mercado^ Valor Añadido Bruto a precios de mercado
49
VAB coste ae,os fa c^or^s: Valor Añadido Bruto al coste de los factores
= VA
G: Gastos directos de cultivo más imputables (no
amortizaciones)
SUBV: Subvenciones
Hay que señalar que no se ha restado de los gastos el auto-
consumo; también, que en el caso de una actividad u inversión que
no se repita anualmente, se computará sólo la parte correspon-
diente a un año.
Deiinimos posteriormente:
S V NJFP
Pago mciximo a la mano de obra propia
el número de unidades de mano de obra total utilizada en la activi-
dad tiene dos componentes: Asalariados (NJA) y Familiares (NJF).
El pago de NJA es SP (Salarios Pagados); Normalmente en las
pequeñas explotaciones alto-alpujarreñas SP = 0.
Cuando SP = 0(caso más frecuente en la zona), VA dividido por
el número de jornales empleados (mano de obra familiar) eri la acti-
vidad, constituye el montante con el que la explotación podría pagar
como máximo la mano de obra familiar (NJF) y ello sin pagar posi-
bles intereses de capitales ajenos ni reproducir el capital. Compa-
rando (s) con el salario medio pagado en la zona a la mano de obra
asalariada (S) (el salario medio diario pagado en La Alpujarra Alta
es de 5.000 pts., aproximadamente):
- Si s>_ S: El cultivo puede, al menos, pagar la mano de obra
utilizada en el proceso productivo a precio de mercado de
trabajo laboral; con el excedente puede aportar algo a la
reproducción de la capital, amortizando 4, e incluso pensar
en la obtención de beneiicios.
- Si s< S: El cultivo no puede pagar la mano de obra familiar
utilizada en el proceso productivo a precio de mercado de
' Los propietarios suelen depender mecánicamente del exterior por lo que no se contabi-
liza la amortizacíon del tractor.
50
trabajo; y por supuesto no podía aportar nada a reproducir el
capital de la explotación; ni pensar siquiera en beneficios
empresaziales.
Algunos autores utilizan el índice:
s_I^ - M
como un Índice de Marginalidad de la explotación o de subempleo
de la mano de obra empleada en ella. CALATRAVA y SAYADI,
(1998) proponen una variante de IM, en la que se considera como
ingresos de la explotación el valor del autoconsumo familiar esti-
mado, valorado a precios de mercado de los distintos productos
autoconsumidos:
I __ (I+A-G-VNJA)
M (VNJF)
G: Gastos directos de cultivo más imputables (no amorti-
zaciones)
I: Valor de los productos vendidos
A: Productos autoconsumidos valorados a precio de merca-
do (consumidos por la familia, donados, cambiados, etc.)
G: Pagos en concepto de bienes o servicios imputables a
cultivos o al conjunto de la explotación
VNJA: Valor del trabajo asalariado
VNJF: Valor (a precio de mercado) del trabajo familiar
y a partir de los valores de IM e IM^ distinguen distintas situaciones
de marginalidad en explotaciones del conjunto de La Alpujarra.
Este enfoque, simplista si se quiere, de la marginalidad econó-
mica de la explotación, puede también aplicarse, con ciertas limita-
ciones derivadas de la desagregación, cultivo a cultivo, que es como
va a ser utilizado aquí.
EI trabajo, tanto familiar como, en su caso, asalariado, se valora
a precios del mercado de trabajo paza trabajadores agrícolas. Esta
valoración, a precio de mercado del trabajo, puede no ser más lógi-
ca, desde el punto de vista de la resistencia a la mazginalidad, que el
51
hecho de que se hubiera considerado algún tipo de coste de oportu-
nidad, por otra parte de difícil, y siempre discutible, cuantificación.
A pesar de ésto, se ha considerado que el precio de mercado es siem-
pre un referente concreto, suficientemente realista y al mismo tiem-
po operativo, y que, entrar en temas de costes de oportunidad, puede
ser problemático, hasta el punto que algunos autores (HELMBER-
GER, 1991) que han abordado el tema de la agricultura familiar en
detalle, entienden que la mano de obra familiar no debe valorarse
relacionándola directamente con las oportunidades en el mercado de
trabajo, sino con aquella remuneración del trabajo en su propia
explotación, por debajo de la cual abandonarían su actividad en ella.
Así de los posibles niveles de remuneración al trabajo familiar, el
menor aceptable es lo que podría denominarse "ganancia de aban-
dono" de la actividad familiar (family's transfer earnings) o índice
T.E. (HELMERGER, 1991, pág. 41). En cualquier caso, y al margen
de posibles polémicas sobre este aspecto, el precio de mercado se
toma aquí como referente por debajo del cual la mano de obra está
en situación de subempleo, aunque esta situación pueda considerar-
se como "inevitablemente aceptable" por la población activa agraria
debido a la falta de alternativas.
Asociamos el concepto de marginalidad de la actividad agrariacon el índice (s) que representa el nivel de remuneración del cultivo
a la mano de obra empleada en el. Los cultivos que no remuneran la
mano de obra familiar a precio de mercado de mano de obra agraria
(s < S) los denominamos por convención cultivos marginales.
II.2. Análisis de aspectos recreativos del sistema
Para la fase II se ha partido asimismo de la recopilación y pos-
terior análisis de la escasa información secundaria existente sobre
agroturismo.
Para la obtención de información primaria, aparte de la obtenida
en entrevistas informales durante los períodos de estancia en la
zona, con agricultores, empresarios turísticos, visitantes, etc. se han
llevado a cabo dos encuestas formales:
- A los visitantes a la zona como demandantes (verano de
1997).
- A los agricultores como posibles oferentes.
52
Se ha realizado asimismo un sondeo complementario a la pobla-
ción local, en general, para analizar sus opiniones y valoraciones
sobre la agricultura.
Aunque las dos primeras encuestas tienen como objetivo princi-
pal el análisis del potencial agroturístico, también han servido, par-
ticularmente la primera, para resaltar las características de la zona
más valoradas por los visitantes, y obtener así una primera valora-
ción global de las componentes del paisaje.
Pasamos a continuación a detallar la realización de dichas
encuestas:
1. Encuesta a los visitantes de La Alpujarra
Alta Oriental granadina
Para analizar la estructura y las características de la demanda del
agroturismo en La Alpujarra Alta Oriental granadina se ha procedi-
do a la obtención de información primaria en base a un sondeo lle-
vado a cabo a los visitantes de la zona.
El cuestionario se estructuró en 4 partes: En la primera se soli-
cita información general sobre la característica de la demanda agro-
turísitica en la zona: zonas de procedencia de los visitantes; motivos
principales de las visitas; actividades de interés; aspectos más atrac-
tivos; frecuencia de visitas a la zona; número de personas que acom-
pañan al turista; tipo de alojamiento; duración de la visita, entre
otros. Esta fase está formada de 13 preguntas, que en su mayoría de
respuesta múltiple.
En la segunda parte, formada por 9 preguntas, se intenta identi-
ficar el nivel de conocimiento y valoración del sistema agrario alpu-
jarreño por parte de los visitantes de la comarca: grado de valora-
ción de productos agrarios locales, valoración de la calidad estética
y ambiental de los distintos componentes del paisaje agrario de La
Alpujarra, etc.
La tercera parte, compuesta por un grupo de 8 preguntas, trata de
obtener información respecto al grado de conocimiento de los turis-
tas sobre la oferta agroturística; su opinión respecto a dicha oferta y
respecto a la relación entre agricultura y turismo. También, se pre-
tende detectar el perFl de la explotación preferida para hacer agro-
turismo así como su opinión respecto a las actividades y servicios
preferidos a lo largo de su estancia en la explotación agraria, etc.
53
En la cuarta y última parte del cuestionario, se pretende conocer
las características sociodemográficas de cada encuestado: numero
de personas que viven en el hogar, cuántas trabajan, su profesión, la
renta, la edad, el estado civil, el sexo, el nivel de estudios. Esto nos
permitió obtener un perf'il sociodemográfico de cada uno de los
turistas entrevistados.
En total el cuestionario sobre el potencial agroturístico en La
Alpujarra está constituido por 37 preguntas, que en su mayoría de
respuesta múltiple. Esta es la fuente de información más importan-
te para el trabajo llevado a cabo, ya que con la escasez de datos
secundarios y la poca fiabilidad de los mismos, es limitado e impre-
ciso el análisis que de estos pudiera realizarse.
Realización de las encuestas
El sondeo piloto para comprobar la encuesta y realizar los cam-
bios adecuados fue realizado a principios del mes de Junio de 1997.
Una vez estructurada la encuesta, en total se han realizado, duran-
te los meses de julio y agosto de 1997, 162 entrevistas de forma ale-
atoria. El sondeo se ha llevado a cabo mediante entrevistas orales y
directas, abordando al entrevistado en la calle o en sitios donde se
aloja, y exponiéndole el motivo del estudio que se realizaba.
Respecto al muestreo, con el fin de tener una idea sobre el
tamaño de la muestra, pasaremos a cuantificar la infraestructura
de alojamientos y su capacidad en la Alpujarra Alta oriental gra-
nadina (SIMA, 1995; INICIATIVAS LÍDER ALPUJARRA, 1997-
a y 1997-b):
N.° N.°de plazas
Apartamentos de alquilers 2 35
Pensiones 2 35
Alojamientos rurales 6 119
Total 189
5 Los apartamentos son normalmente pisos situados en el propio núcleo de población y
construidos para el uso turístico. Las casas rurales son, sin embargo, casas de labranza ubica-
das, en general, en el campo y muy próximas a los pueblos.
54
Además de esta infraestructura, existen habitaciones que se
alquilan en casas particulares de manera "informal", casas en pro-
piedad que se usan como segunda residencia, casas para alquilar,
totalizando entre todas estas formas de alojamiento casi el 10% de
las plazas existentes.
En cualquier caso, la muestra de visitantes entrevistada consti-
tuye un porcentaje muy elevado de las plazas hoteleras exsistentes,
a pesar de que, como veremos posteriormente, el 15% de los visi-
tantes no pernocta. Así pues, se ha realizado durante el verano de
1997, época de mayor auge de turistas a La Alpujarra, un trabajo de
campo exahustivo para entrevistar al máximo número posible de
visitantes de entre los que se hallaban en la zona.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que si bien el número de
encuestas puede no ser demasiado grande para estimaciones de
medias o proporciones, realmente es más que suficiente para infe-
rencias de relación.
Análisis de las encuestas
Una vez realizadas las encuestas fueron revisadas cuidadosamen-
te para verificar que estaban completas y sin respuestas incoherentes.
Los cuestionarios incompletos o dudosos fueron eliminados; a conti-
nuación se cerraron las preguntas abiertas, teniendo en cuenta las res-
puestas obtenidas, y se hizo la codificación tanto de las cuestiones
como de las contestaciones, a través del programa estadístico Dbase
III+, con el fin de efectuar el análisis descriptivo y bivariante.
Una vez obtenidos los resultados de la encuesta a los visitan-
tes, se procedió a realizar los siguientes análisis:
Análisis Univariante
Este apartado trata de describir en forma de distribuciones
de frecuencias la información generada por las 162 encues-
tas realizadas a los visitantes de la comarca alpujarreña,
con el fin de analizar, entre otros, el potencial agroturístico
en la comarca. La obtención de las frecuencias y medias de
las variables que conciernen estos factores se hizo a través
55
del programa "Encuesta" diseñado en el Departamento de
Economía en el lenguaje QBASIC. Asimismo, para con-
traste de medias, se ha utilizado el test no paramétrico de
Kruskal Wallis.
Las variables sociodemográficas reflejadas en la encuesta
son las que, en principio, podrían tener gran influencia en el
comportamiento general del turista tal como: el sexo, el esta-
do civil, la edad, el nivel de estudios, la renta y el tamaño de
la familia.
El nivel de renta per cápita, se ha estimado de forma apro-
ximada, en base a los puntos medios de los niveles de renta
familiar mensual divididos por el número de personas que
componen la familia. Para los niveles extremos se han con-
siderado los valores 425.000 pta mensuales per cápita para
el extremo superior, y 25.000 pta mensuales per cápita dis-
ponible para el extremo inferior, por equivalencia a los otros
niveles.
- Análisis de relación Bivariante
Mediante este análisis se contrasta la existencia de posibles
relaciones de dependencia entre pares de variables, es así
como se relaciona, por ejemplo, la frecuencia y duración de
las visitas y la zona de procedencia del turista, el grado de
valoración del paisaje agrario con el nivel de estudios,opi-
nión sobre los precios de los servicios turísticos en la zona
y el nivel de rentas, etc. El contraste utilizado fue el test xz
de dependencia, a partir de las tablas de contingencia
correspondientes. En el caso de las preguntas de valoración
en escala (valoración de los componentes del paisaje agra-
rio, valoración de los productos típicos de la agricultura
alpujarreña, actividades de interés para hacer agroturismo,
etc.), con el fin de aplicar dicho test, hemos dividido, según
las medias correspondientes a cada una de la variable eva-
luada, las valoraciones dadas en la escala 0 a 9 en cuatro
estratos: valoraciones bajas o muy bajas, relativas o regu-
lares, altas y muy altas.
Por otra parte, a efectos de obtener información direccional
adicional en algunos contrastes de especial interés, se ha
56
empleado el método Riditb para contraste de diferencia de
medias entre respuestas cualitativas expresadas en escalas
ordenadas. La base teórica del método Ridit puede verse en
BROSS, 1958; KANTOR et al., 1968; CALATRAVA, 1977,
entre otros. Los casos analizados, son:
• Relación entre la predisposición por participar en activida-
des de la explotación agraria y el nivel de estudios.
• Relación entre zona de residencia del encuestado y su inte-
rés por colaboraz en tazeas agrarias estando en la granja de
agroturismo.
• Relación entre el interés de los turistas por participar en
tareas de la explotación según antecedentes familiares
agrarios.
• Relación entre la zona de residencia y la valoración otor-
gada al paisaje predominantemente agrario de La Alpu-
j arra.
• Relación entre la valoración otorgada al paisaje agrario y
el nivel de ingresos per cápita mensuales.
• Relación entre la valoración otorgada al paisaje agrario
según antecedentes familiazes agrarios.
- Análisis multivariante: Modelos Probit
La forma elegida de análisis multivariante intenta ajustar
un modelo econométrico con variable cualitativa que en
unos casos será binomial y en otros multinomial. Como en
estos modelos la variable dependiente no sigue una distri-
bución normal hay que recurrir a una estimación máximo-
verosimil.
La aproximación teórica del ajuste de los modelos Probit
binomiales y multinomial se puede ver en NOVALES,
(1989); DHRYMES, ( 1984); entre otros.
6 La palabra Ridit, proviene de una contracción de la frase "relative to an identified dis-
tribution".
57
Los datos utilizados para el análisis empírico han sido obte-
nidos, como se ha mencionado, a partir de encuestas a visi-
tantes de La Alpujarra realizadas en el verano de 1997.
Las variables independientes que, en principio, se han con-
siderado en la especificación del modelo han sido: la ocu-
pación profesional (P), el sexo (SEX), el estado civil (EC),
la edad (E), el número de personas en el hogar (NPER), el
nivel de estudios (ES), la renta mensual per cápita (RPC1),
ha vivido o vive en alguna zona rural (ZR), es o ha sido
anteriormente agricultor (AGR), tener familiares o antepa-
sados agricultores (FAG) y el lugar de procedencia del visi-
tante (PR).
Los modelos binomiales ajustados han sido los siguientes:
• Modelo Probit binomial para el grado de conocimiento del
agroturi smo.
• Modelo Probit binomial paza haber hecho agroturismo.
• Modelo Probit binomial para pensaz en practicar agrotu-
rismo.
En cuanto a la variable dependiente cualitativa del modelo
multinomial ordenado se ha utilizado como variable depen-
diente la "participación en las actividades agrarias" como
actividad de interés haciendo agroturismo. Dicha variable
puede adoptar los siguientes niveles:
-"0" si el turista no estaría interesado en participaz.
-"1" si solamente participase en algunas tazeas atractivas.
-"2" si lo haría en cualquier trabajo.
En la tabla 1, se pueden observar los distintos niveles que
toman cada una de las variables independientes, en función
de la variable dependiente:
Para la variable PR (zona de procedencia), en el nivel PR6
"Resto de España" se incluyen, entre otras, ciudades de la
comunidad de Castilla y León, Aragón y principalmente de
Valencia; en el nivel (PRS) "Resto de Andalucía" se incluyen
58
TABLA II-I: Definición del las variables del modelo Probit multino-
mialordenado
Uariables independientes Descripción
Constante Término constante
P1^ 1 si la profesión es Autónomo, 0 si no
P2 1 si la profesión es Empleado, 0 si no
P3 1 si la profesión es Empresario, 0 si no
P4 1 si la profesión es Ama de casa, 0 si no
PS ' 1 si la profesión es Jubilado, 0 si no
P6 1 si la profesión es Parado, 0 si no
P7 1 si la profesión es Estudiante, 0 si no
SEX 1 si es hombre, 0 si es mujer
ECIa 1 si es soltero, 0 si no
EC2 1 si es casado, 0 si no
EC3 1 si es otro (viudo, divorciado, etc.), 0 si no
El^ 1 si la edad es inferior a 25 años, 0 si no
E2 1 si la edad es entre 26 y 44, 0 si no
E3 1 si la edad es entre 45 y 59, 0 si no
E4 1 si la edad es más de 60, 0 si no
ES 1 ^ 1 si sin estudios / EGB / Primaria / FPI, 0 si no
ES2 1 si Bachillerato / FPII, 0 si no
ES3 1 si Grado Universitario medio, 0 si no
ES4 1 si Grado Universitario alto, 0 si no
ZR 1 si vive o ha vivido en zona rural, 0 si no
AGR 1 si es o ha sido agricultor / trabajador agrícola, 0 si no
FAGIa 1 si tiene padre, hermano, etc. agricultor, 0 si no
FAG2 1 si tiene abuelos, tíos, etc. agricultor, 0 si no
FAG3 1 si no tiene familiares/antepasados agricultores, 0 si no
PRIa 1 si es de Cataluña, 0 si no
PR2 1 si es de Madrid, 0 si no
PR3 1 si es de Granada, 0 si no
PR4 1 si es Almería, 0 si no
PRS l si es de Resto de Andalucía, 0 si no
PR6 1 si es de Resto de España, 0 si no
PR7 1 si es extranjero, 0 si no
NPER Número de personas que comparten el hogar
RPC1 Renta mensual disponible per cápita
a Categoría de referencia para la estimación inicial del modelo.
59
ciudades como Córdoba, Huelva, Sevilla y principalmente
Málaga, entre otras.
Paza la estimación del modelo, hay que tomar, paza las varia-
bles cualitativas, una categoría o nivel de referencia por cada
variable, ya que si una variable tiene, por ejemplo, 4 niveles
(caso de la edad), uno de ellos viene fijado al conocer los
valores de los (4-1) restantes.
2. Encuesta a los agricultores de La Alpujarra Alta
Paza analizar el tema del agroturismo desde el punto de vista de
la oferta potencial, se ha realizado un sondeo a 82 agricultores de
La Alpujarra Alta Oriental granadina.
El cuestionario, constituido por 18 preguntas en su mayoría de
respuesta múltiple, se estructuró en 3 partes: en la primera, se inten-
ta identificaz el nivel de conocimiento e interés de los agricultores
en activo por el agroturismo. También se pretende detectar el perfil
de la explotación que creen más adecuada paza la práctica del agro-
turismo, así como las actividades y servicios que estarían dispues-
tos a ofertar si se dedicaran al agroturismo. Esta fase está formada
por ĉinco preguntas en su mayoría compuestas.
En la segunda parte, que consta de cinco preguntas, se solicita
información general sobre la estructura de las explotaciones (super-
ficie, edad del propietario, dedicación a la agricultura, tipo de culti-
vos, continuidad de la explotación, etc.).
En la tercera y última parte se pretende conocer el perfil socio-
demográfico de cada uno de los agricultores: edad, nivel cultural,
renta, etc.).
Una vez realizado el sondeo piloto, en el mes de Julio de 1997,
se estructuró y se llevó a cabo la encuesta durante el mes de Agos-
to a 82 agricultores cuyas explotaciones están en pleno funciona-
miento.
Después de verificar los cuestionarios obtenidos, se cerraron las
preguntas abiertas según las respuestas ofrecidas y se codificazon,
tanto las preguntas como las contestaciones, mediante el programa
Dbase III+, para proceder al análisis de la información.
Se ha realizado un análisis descriptivo en forma de distribucio-
nes de frecuencias de la información generada, con el fin de anali-
zar el potencial de la oferta agroturística en La Alpujarra Alta. La
60
obtención de las frecuencias se hizo mediante el Programa"Encues-
ta" del Departamento de Economía y Sociología. También, para el
contraste de las medias se ha utilizado el test no paramétrico de
Kruskal Wallis.
3. Encuesta a la población local de La Alpujarra Alta
Con el fin de reflejar la visión y el interés de la propia pobla-
ción local por los sistemas agrarios, se ha realizado un sondeo a
170 personas. El cuestionario está constituido por 23 preguntas, en
su mayoría de respuesta múltiple, e incluye cuatro bloques de pre-
guntas.
En el primer bloque, formado por sólo tres preguntas se preten-
de conocer, entre otras cosas, la población que realmente se dedica
a la agricultura, así como el nivel de abandono en el sector.
En el segundo bloque, compuesto por 11 preguntas, se intenta
identificar el grado de conocimiento y valoración del sistema agra-
rio por parte de la propia población local (valoración de productos
locales, platos típicos, fiestas locales). Asimismo, se pretende deter-
minar la valoración que hace dicha población de los componentes
del paisaje alpujarreño. También, solicita la opinión de la población
local respecto a la relación entre agricultura y turismo, cambios
deseados en cuanto a la actividad agraria, etc.
Finalmente, el tercer bloque, ofrece datos sobre las característi-
cas sociodemográficas de la población de La Alpujarra Alta Orien-
tal granadina (nivel de estudios, edad, estado civil, número de per-
sonas que viven en el hogar, cúantas trabajan, profesiones, etc.).
La comprobación de la encuesta y el sondeo piloto así como la
estructuración final de la misma, se ha realizado durante el mes de
Agosto de 1997. Se hicieron 175 encuestas a personas escogidas de
forma aleatoria.
Una vez realizadas y verificadas las encuestas, se cerraron las
preguntas abiertas. Las bases de datos, de las respuestas y pregun-
tas, con sus respectivos codificaciones, fueron realizadas en la
DBase III+.
El análisis descriptivo en forma de distribuciones de frecuen-
cias, fue realizado mediante el programa "Encuesta" anteriormen-
te mencionado. Para el contraste de las medias obtenidas se ha reali-
zado el test no paramétrico de Kruskal Wallis.
61
II.3. Análisis de la externalidad estética del agroecosistema
Dada la heterogeneidad y la diversidad del paisaje alpujarreño
no se ha aplicado valoraciones monetarias del mismo y se ha utili-
zado, como se ha comentado anteriormente, el Método de Análisis
Conjunto (MAC). Dicho método ha sido aplicado, con frecuencia,
en temas relacionadas al marketing: diseño de nuevos productos,
análisis de preferencias de consumidores, etc. La aplicación del
método para la valoración estética de paisajes es una ampliación de
las posibilidades de su aplicación y una aportación práctica, nove-
dosa, en el campo de la Economía de Recursos Naturales.
A continuación describiremos las principales fases de aplica-
ción del MAC a la estimación de la estructura de preferencia de
los paisajes agrarios de La Alpujarra Alta oriental granadina:
Diseño del experimento, recogida de datos, estimación de las uti-
lidades e interpretación de los resultados (estimación del modelo
de preferencias).
1. Diseño experimental
En esta fase, hemos procedido a la definición de tres aspectos
fundamentales:
Identificación, selección de los atributos
y especificación de los niveles de cada atributo
La identificación de los atributos del paisaje de La Alpujarra se
ha realizado en función de estudios previos, tanto cualitativos
como cuantitativos. En primer lugar, en base a la vivencia en la
zona y a las distintas observaciones a lo largo de la estancia, así
como las reuniones exploratorias con personas muy conocedoras
de la comarca (método de juicio de expertos y entrevistas de grupo)
se han identificado los atributos más relevantes constitutivos del
paisaje alpujarreño. En segundo lugar en el cuestionario sobre el
potencial agroturístico en la zona, efectuado a los visitantes de la
comarca, anteriormente descrito, se han incluido, en las preguntas
II.7 y II.8, los elementos paisajísticos (atributos) para su valoración
en escala de 0 a 9.
62
Los atributos más valorados, como se puede ver en los resulta-
dos de dicha encuesta (capítulo VI), fueron los siguientes por orden
de importancia:
- Arquitectura tradicional (casas antiguas, tejados de launa,
etc.)
- Zonas más elevadas (alta montaña)
- Núcleos de población en su conjunto
- Pendientes y barrancos
- Paisaje predominantemente agrario
- Tierras baldías, sin cultivo
- Complejos turísticos
De acuerdo con estos indicadores se han seleccionado, agrupan-
do los seis primeros elementos estructurales del paisaje en tres atri-
butos seleccionados y utilizados en el cuestionario para evaluar la
estructura de preferencia mediante el Análisis Conjunto.
Asimismo, se han fijado los niveles de los atributos a utilizar en
el experimento, basándonos tanto en la información anterior como
en las entrevistas con los expertos. Los atributos seleccionados y
sus niveles están recogidos en la tabla 2.
TABLA II-2: Atributos de paisajes y niveles utilizados
en el experimento
Atributos Niveles
CUBIERTA VEGETAL (atributo 1) Cultivos abandonados
Cultivos de secano
Cultivos de regadío
Tierras vírgenes
NIVEL DE PENDIENTES ( atributo 2) Bajo nivel de pendientes
Nivel medio de pendientes
Pendientes altos
NIVEL DE EDIFICACIÓN ( atributo 3) Sin edificación
Poca edificación
Mucha edificación
63
Elección de la forma de presentación de los estímulos
y del diseño experimental
Para la presentación de los estímulos, hemos optado por la alter-
nativa del perfil completo para diseñar los perf'iles de los paisajes a
evaluar, donde el "producto" (paisaje) sería la combinación particu-
lar de todas las posibles modalidades de los atributos-niveles consi-
derados. Emplear un diseño factorial completo (incluyendo todas
las combinaciones de niveles u atributos posibles) genera un núme-
ro de posibles paisajes muy elevado algunos incluso no presentes en
la realidad y resultado de combinaciones experimentales de atribu-
tos; por ello, el diseño experimental elegido ha sido el diseño frac-
cionado incompleto que pern^ite, con una muestra de los perfiles,
mantener la eficiencia de la selección y de la evaluación de la
importancia relativa de los distintos atributos del paisaje.
En este análisis se ha empleado el programa Bretton-Clark Con-
joint (1987) que utiliza un diseño fraccionado incompleto ortogo-
nal, obteniendo un total de 16 paisajes hipotéticos o tarjetas que for-
man el número de estímulos finales que, se van a presentar a los
entrevistados.
Con la utilización del diseño fraccionado incompleto ortogonal,
asumimos la regla de composición aditiva "modelo aditivo" que se
utiliza con frecuencia en la literatura (STEEKAMP, 1987; GILL y
SÁNCHEZ, 1996; SÁNCHEZ y GILL, 1996; MESIAS et al., 1997;
ÁLUAREZ et al., 1998, entre otros). Según HAIR et al. (1992), el
modelo aditivo explica la mayor parte (hasta un 80 ó un 90%) de la
variación de la preferencia en casi todos los casos, siendo suficien-
te para casi todas las aplicaciones.
Con la elección del modelo aditivo se asume que el entrevistado
adiciona los part-worths de las combinaciones de niveles de atribu-
tos para obtener su utilidad total. Su representación analítica es la
siguiente:
[^alor total del producto paisaje;^...,, = Valor parcial (part-worth)
del nivel; del atributo^ + Valor parcial (part-worth) del nivel^ del
atributo2 +... + Valor parcial (part-worth) del nivel„ del atributo,,,.
En este caso la preferencia del paisaje es el resultado de la com-
binación determinada del paisaje o"utilidad del perf'il" de la
siguiente manera:
64
Preferencias del paisaje = Efecto de la cubierta vegetal + Efec-
to de nivel de pendiente + Efecto de nivel de edificación.
Los paisajes finalmente seleccionados se resumen en la tabla 3:
TABLA II-3: Diseño fraccionado incompleto ortogonal
Paisajes /ntensidad Agraria Nivel de pendiente Nivel de edificación
PAISAJE I Cultivos de regadío Bajo Sin edificación
PAISAJE 2 Cultivos de regadío MedioPoca edificación
PAISAJE 3 Cultivos de regadío Bajo Mucha edificación
PAISAJE 4 Cultivos abandonados Bajo Sin edificación
PAISAJE 5 Tierras vírgenes Alto Poca edificación
PAISAJE 6 Cultivos de regadío Bajo Poca edificación
PAISAJE 7 Cultivos de secano Medio Poca edificación
PAISAJE 8 Cultivos de secano Bajo Sin edificación
PAISAJE 9 Cultivos abandonados Medio Poca edificación
PAISAJE 10 Cultivos abandonados Bajo Poca edificación
PAISAJE I 1 Cultivos de secano Bajo Poca edificación
PAISAJE 12 Cultivos de secano Alto Mucha edificación
PAISAJE 13 Cultivos abandonados Alto Poca edificación
PAISAJE l4 Tierras vírgenes Bajo Poca edificación
PAISAJE IS Tierras vírgenes Medio Sin edificación
PAISAJE 16 Tierras vírgenes Bajo Mucha edificación
La forma de presentación de los estímulos (combinación de atri-
butos-niveles) a los entrevistados, fue mediante fotografías de pro-
totipos reales de paisajes de la zona, realizadas siguiendo el diseño
fraccionado ortogonal de la tabla 3.
En el proceso de fotografiar los distintos paisajes generados por
el programa a partir de los atributos y niveles seleccionados, nos
resultó difícil encontrar la tarjeta N° 1 y N° 9, por tratarse de com-
binaciones incompatibles. Esto, pese a provocar una disminución de
la eficiencia estadística, se justifica por el incremento de la validez
de los datos (Bretton-Clark, 1987).
El único cambio que se ha realizado ha sido cambiando el nivel
de pendiente en la tarjeta uno de alto a bajo y en la tarjeta 9 el nivel
de edificación de mucha a poca edificación. A pesar de que apare-
ce una correlación interatributos, no se han violado las asunciones
básicas del análisis conjunto; pues, a efectos prácticos, las correla-
65
ciones interatributos deben minimizarse, aunque no necesitan ser
cero si la admisión de pequeñas correlaciones (próximas a 0,2)
añade realismo al estudio; asi por ejemplo los trabajos de HAIR et
al., (1992), MESIAS et al., (1997), consideran válido un diseño
modificado con una intercorrelación media de 0,27. En nuestro
caso, la correlación máxima ha sido de 0,279.
Definición de la escala de medida y cuantificación de las preferencias
Para cuantificar las preferencias o variables dependientes se ha
pedido al entrevistado, después de mirar detenidamente cada una
de las fotografías que se le muestran, valorar el paisaje represen-
tado en ellas, en una escala entre 0(no le gusta nada) y 9(le gusta
muchísimo).
2. Recogida de datos
La recogida de datos se ha producido mediante entrevistas per-
sonales a individuos de Granada y Almería, los más probables
potenciales visitantes de la zona. Se realizaron, a finales de 1997
comienzos de 1998, un total de 158 encuestas de las que 152 fueron
aceptadas como válidas. El cuestionario está compuesto por dos
bloques de preguntas: en el primero se intenta identificar la valora-
ción en escala según preferencias de paisajes y, en el segundo se ha
añadido una pregunta sobre los datos sociodemográficos de la
población objetivo (edad, sexo, renta, nivel de estudios, etc.).
3. Especificación de modelo de preferencias:
estructura de preferencias del paisaje agrario
Para analizar la estructura de las preferencias de los paisajes por
parte de los entrevistados se ha ajustado un modelo de regresión
múltiple.
Los datos utilizados para el análisis empírico han sido obteni-
dos, como se ha mencionado, a partir del sondeo realizado en Gra-
nada y Almería en 1998.
Las variables independientes que, en principio, se han conside-
rado en la especificación del modelo han sido: la provincia (PR), el
66
sexo (SEX), la renta mensual per cápita (RPC), la edad (E), el nivel
de estudios (ES), la ocupación profesional (O). Asimismo, se ha uti-
lizado como variables covariables "AGR" (% que el individuo "i"
concede al atributo Cubierta Vegetal y"C" (la constante de la func-
ción de utilidad del individuo para los atributos considerados que en
definitiva indica la valoración genérica del paisaje).
En la tabla 4, se pueden observar los distintos niveles que toman
cada una de las variables independientes inicialmemnte escogidas:
TABLA II-4: Definición del las variables del modelo de preferencias
de paisajes
l^ariables independientes Descripción
Constante Término constante
PR I si la provincia es Granada, o si no
SEX 1 si es hombre, 0 si es mujer
RPC Renta mensual disponible per cápita
El 1 si la edad es inferior a 25 años, 0 si no
E2 1 si la edad es entre 26 y 44, 0 si no
E3 1 si la edad es entre 45 y 59, 0 si no
E4 1 si la edad es más de 60, 0 si no
ES1-2 1 si sin estudios / EGB / Primaria / FPI, 0 si no
ES3 1 si Bachillerato / FPII, 0 si no
ES4 1 si Grado Universitario medio, 0 si no
ESS 1 si Grado Universitario alto, 0 si no
O 1 si en entrevistado está dentro del mercado
de trabajo, 0 si no
AGR Importancia relativa de la cubierta vegetal
C Valoración genérica del paisaje
En cuanto a la variable dependiente cualitativa se ha utilizado la
variable siguiente:
Ua;=ur;+us;
Donde:
U^;: Utilidad que se asocia en el individuo i a las compo-
nentes agrarias "Tierras de Regadío" +"Tierras de
secano" del atributo paisajístico "Cubierta Vegetal".
67
ur;: Es la utilidad parcial del individuo i asociada al nivel
"Tierras de Regadío".
us;: Es la utilidad parcial del individuo i asociada al nivel
"Tierras de Secano"
Programas utilizados en los análisis
y en la interpretación de la información
En relación a los programas utilizados en el procesamiento de
los datos de la encuesta a los visitantes de La Alpujarra Alta Orien-
tal granadina, se han utilizado: el Excel 5.0 de microsoft para Win-
dows, el programa DBaseIII+, el programa denominado "Encuesta",
elaborado en el Departamento de Economía y Sociología Agrarias
del CIDA de Granada, el Statgraphics Plus 2.0 paza Windows y el
programa Limdep 6.0. .
Paza el análisis de la estructura de las preferencias de paisajes
alpujarreños se ha utilizado el Paquete informático Conjoint Analysis
de Bretton y Clazk versión 2.0; dicho paquete es un conjunto de pro-
gramas para la realización de estudios mediante el Análisis Conjunto:
- Conjoint Designer: permite el diseño del experimento, la
definición de los estímulos a utilizar y el test de la ortogona-
lidad del diseño factorial fraccionado, en caso de utilizarlo.
- Conjoint Analyser: realiza la estimación de los parámetros
bien a partir de ordenaciones de las tazjetas o de puntuacio-
nes utilizando OLS.
En el procesamiento del texto y de otras herramientas gráficas,
utilizamos. el programa Word 97 y el Harvard Graphics 2.0 para
Windows.
Finalmente cabe mencionar que tanto las encuestas a los visi-
tantes de La Alpujarra, a los agricultores, a la población local y a la
población de Granada y Almería, asi como las entrevistas, fueron
realizadas por los propios autores. También es importante señalar
que en el contacto directo con la población local, los agricultores y
otros entrevistados, se recogieron distintas apreciaciones acerca del
sistema socioeconómico alpujarreño que serán comentadas en su
debido momento.
68
Capítulo III
La Alpujarra Alta Oriental granadina
y sus sistemas agrarios
I. INTRODUCCION A LA ZONA DE ESTUDIO:
LA ALPUJARRA ALTA ORIENTAL
Normalmente se denomina Alpujarra Alta o Alpujarras Altas,
indistintamente, a la vertiente norte de la depresión constituida por el
territorio de los municipios ubicados en la cara sur de Sierra Nevada,
buena parte de los cuales pertenecen administrativamente a la pro-
vincia de Granada y tienen sus núcleos de población situados en alti-
tudes comprendidas entre 700 y 1500 metros sobre el nivel del mar.
La Alpujarra Alta Oriental granadina comprende de Oeste a Este
(mapa 1), los municipios de Alpujarra de la Sierra, Válor y Neva-
da 7. Están situados en los barrancos de Sierra Nevada que alimen-
tan al río Grande de Adra, abarcando una extensión superficial de
203.25 Km2, y con una población censada de 3.433 habitantes en
1991 (SIMA, 1995) siendo la densidad de población de 16,89
hab./km2. La población de estos municipiosse reparte entre los
siguientes núcleos de población g:
i. Mecina Bombarón con su anejo El Golco y Yegen, constituyen
el municipio de Alpujarra de la Sierra (1.159 habitantes).
Ambas poblaciones contaban con ayuntamientos propios hasta
1972, año en que quedaron fusionados en el nuevo municipio.
ii. El municipio de Válor ( 1.019 habitantes) está constituido por
el núcleo de Válor y sus barriadas de Mecina Alfahar y
Nechite cuyos ayuntamientos fueron fusionados en un sólo
municipio a partir de los años cuarenta.
^ En la provincia de Almería están ubicados los municipios de Bayárcal (1.258 m., 357
habitantes) y Paterna del Río (1.193 m., 286 habitantes), que no cuentan más que con sus res-
pectivos núcleos de población.
$ Aunque se presentan estadísticas según el Censo de Población de 1991; según los padro-
nes municipales de 1996, las poblaciones de La Alpujarra de la Sierra, Válor y Nevada son de
1.219, 2.431 y 1.418 habitantes, respectivamente.
^1
iii. EI municipio de Nei^nda (1.255 habitantes) es también de
reciente creación tras la fusión de los de Picena, Laroles y
Mairena con su anejo Júbar.
MAPA N° 1: Locnli.,acicín de lct ^onn de estudin
En comparación con la parte occidental, que contiene las mayo-
res altitudes de la Península Ibérica (casi 3.500 m), la Alpujarra Alta
Oriental presenta menores alturas, siendo las mayores elevaciones el
Peñón de Puerto de 2.750 m en el extremo Oeste y el Cerro de Almi-
rez de 2.519 m en el Este. Por ello, y dada la mayor distancia res-
pecto a la zona de procedencia de los ciclones occidentales, las llu-
vias y nieves son menos abundantes. En consecuencia, resulta una
zona más seca y menos fría que la Occidental y sus barrancos menos
caudalosos (CALATRAVA y MOLERO, 1983, pág. 130j.
En cuanto a vegetación se reY7ere, entre 1.200 y 1.800 metros se
dan, junto a grandes zonas de monte bajo y pastos, áreas de encinar
mezcladas con pino de Alepo en su piso inferior: en la misma alti-
tud se dan a veces bosques húmedos de robles, quejigos y castaños.
Entre 1.800 y 2.300 metros aparece un piso subalpino de matorral
de piornos, sabinas, genistas y chaparros. Hay además importantes
repoblaciones con diferentes tipos de pinos. A partir de los 2.300 -
2.500 metros, hasta las cumbres más elevadas, está la zona propia-
mente alpina, carente absolutamente de arbolado, con formaciones
72
típicas de matorral almohadillado en invierno, que en las zonas más
húmedas se tornan en verano en magníficos herbazales paza pasto.
La práctica totalidad de las tierras hoy cultivadas se encuentran
por debajo de los 1.400 metros, aunque existen zonas que estaban
cultivadas hace apenas solo un cuarto de siglo, en áreas bastante
más elevadas.
Aunque el cultivo no difiere del resto de la Alpujarra Alta, en la
zona oriental escasea el castaño, y en el secano, junto a la higuera y
el almendro, se recogen, si bien cada vez menos, cereales de invier-
no como la cebada y el trigo. En las tierras de regadío, que se extien-
den en los niveles inferiores del territorio, aparecen el nazanjo y el
limonero, junto con el cultivo del maíz, las judías y los pimientos. La
actividad agraria, perdiendo hoy importancia, ha venido, no obstan-
te, siendo la actividad económica más importante en la zona.
Quizá La Alpujarra Alta Oriental sea una de las subcomazcas
menos conocidas de España a pesar de su relativa proximidad a las
zonas más visitadas y conocidas de las Alpujarras (Barranco de
Poqueira, Trevelez, etc.). Su hoy muy reducida agricultura, en el
límite de la marginalidad, la falta de otras fuentes de riqueza como
ganadería, muy escasa, minería o artesanía, la ausencia de comuni-
caciones fáciles, al menos hasta 1950/60, y su situación oriental,
demasiado alejada del eje de unión de la capital con el litoral (carre-
tera nacional que enlaza Motril con Granada, futura autovía Bailén-
Motril), ha convertido a la Alpujarra Alta Oriental en una de las
comarcas más aisladas y marginadas del Sur de España. Sus pue-
blos están comunicados entre sí y con los del resto de la comarca
por la carretera comarcal que recorre toda la Alpujarra Alta, y la
reciente carretera de unión de las provincias, entre Laroles y Bayaz-
cal, se encuentra en mal estado. Precisamente en el límite provincial
hay otra carretera, muy pintoresca, que une Las Alpujarras con la
comarca del Mazquesado, en la vertiente atlántica de Sierra Neva-
da, pasando por el Puerto de la Ragua (2.000 m).
Hemos elegido esta zona para el estudio y análisis de evolución
y transformación de sistemas agrarios alpujarreños, dado el marca-
do cazácter de aislamiento, que la cazacteriza, posiblemente, como
la zona rural más tradicional de La Alpujarra Alta. También por el
hecho de que en ella los sistemas agrarios presentan aún una cierta
importancia, decreciente, entre las fuentes de renta locales.
La agricultura dé la Alpujarra Alta oriental presenta, como vere-
mos, una dinámica regresiva que puede llevaz a su desaparición, o
73
cuanto menos a postrarla definitivamente en un estado de margina-
lidad irreversible. En los próximos años, en los que han de cristali-
zar procesos, con frecuencia espontáneos e incontrolados, de desa-
rrollo rural para la zona, se habrá de decidir el futuro de sus
sistemas agrarios. Antes de entrar en el análisis de la evolución de
los sistemas agrarios y su situación actual, vamos a dar, a continua-
ción, una visión rápida, comentando un exhaustivo anejo de esta-
dísticas, de la situación de la comarca y su agricultura.
Según el Censo de Población de 1991 y del SIMA, (1995) la
Alpujarra Alta Oriental granadina sostiene actualmente, como hemos
visto, una población de 3.433 habitantes, ubicados en los correspon-
dientes municipios que contienen varios núcleos pequeños de pobla-
ción y una cierta dispersión demográfica en cortijos y cortijadas.
La población va decreciendo rápidamente (graiicos 3 y 4) y las
estadísticas del INE registran para 1991 una población de hecho de
3.433 habitantes y de derecho de 3.961, siendo el municipio de
Nevada el más poblado actualmente. Entre 1950 y 1991, la Alpuja-
rra Alta Oriental, ha perdido el 62,45% de su población. El despo-
blamiento ha sido mucho más fuerte en el municipio de la Alpuja-
rra de la Sie;ra comparado con Nevada y Válor, siendo el descenso
porcentual de población en el período considerado del 63,67%, del
59,36% y del 53% respectivamente.
En 1991, la población ocupada era de 1.217 habitantes (tasa de
población ocupada de 36,80%). La actividad económica más importan-
te es aún la agricultura, seguida de muy lejos de los servicios, estando el
porcentaje más alto de los activos agrarios en el municipio de Nevada.
Estas cifras oficiales siendo ciertas, no representan en absoluto la reali-
dad de la situación de las actividades económicas, por dos razones:
- La pluriactividad: Desde principios de los años ochenta,
como estrategia de la población alpujarreña frente a la crisis
del sistema agrario tradicional, se asiste en la zona cada vez
más, a la alternancia de actividades económicas diversas
(pluriactividad). Este fenómeno se ha visto propiciado, sobre
todo, por el crecimiento del turismo en la comarca y su efec-
to dinamizador de otras actividades económicas. Consecuen-
temente, podemos deducir que las cifras anteriores no son
totalmente ciertas, pues, aunque se observa una ocupación
agraria todavía importante, ello puede ser debido a que cada
"activo" ha sido identificado solo por una actividad sin que
74
ello signifique necesariamente, que sea la más importante, ni siquie-
ra que sea importante en términos de renta.
- Muchos de los que se califican como agricultores, si bien han
tenido una explotación agraria y aún posiblemente sean pro-
pietarios de ella, no cultivan ya la tierra, o tan sólo alguna par-
cela próxima al núcleo de población. Así, las cifras de "acti-
vos agrarios" ofrecidas en las estadísticas oficiales incluyen a
pensionistas, parados, perceptores de subsidio agrario u otras
ayudas, etc. Por lo que se refiere a la población "realmenteocupada" en labores agrarias es, sin lugar a dudas, mucho más
reducida que la que se deduce de la cifra mencionada. Este
hecho está claramente relacionado con la desintegración de
los sistemas agrarios tradicionales de la zona y, en definitiva,
con el proceso de abandono de la actividad agraria.
GRÁFICO N° 1: Evo[ución histórica de la poblacióri de hecho:
va/ores absolutos
10
Miles
6^ . , ^
--• ^/ ^
---------'---.......!.__.._-!..- .... .!-^'1^ ' ^ '
. ^. : J, , '\-----------------'r^--------
^• I ^\i
4 --.._ . _...-_.^..-. . ^,^--.. ....--- - ---------^- ---.^,.._..... .^-\
. . ' _^"w.'.' ^y^ .^
..--_ . -2 -. . ..,^ . . ..^ ^. . .. .
0 -f-
1900 10 20 30 40 50 80 70 81 91
Decenios
Válor ------ AIp.Sierra •------ Nevada --- AIp.Atta
Fuente: Elaboración propia. INE. (1991)
Respecto a la estructura de la población por edades y sexos del
conjunto de la Alpujarra Alta Oriental, se puede ver en las pirá-
mides de población (graficos 5, 6, 7 y 8) que 19,79% de la pobla-
ción actual tienen más de 65 años, y que el 16,51% no llegan a
15, siendo el Indice de Envejecimiento medio comarcal de
75
GRÁFiCO N° 2: Evolucióri históricn de la población de hecho:
índice de evolucióri respecto a 1900 (=100)
200
0
Indice I % 1
.-... , :..._
^
150 -^---- ^ ` ^-_^
100 --^--^ ^ _ r-^^ ^ - -.-.-. .
-i•í^^- - ^ .
50 ^
1
1900 10 20 30 40 50 60 70 81 91
Decenios
Válor ---- AIp.Sierra ----- Nevada •-- AIp.AI[a --- 1900
Fuen^e: Elaboraeión propia,INE,(1991)
1 1,98 9, lo que indica, por lo tanto, el carácter envejecido de la pobla-
ción. Según municipios, dicho índice toma valores de 21,35 en el muni-
cipio de Válor, 11,24 en Nevada y 10,85 en la Alpujarra de la Sierra.
Del total de población de 1991, y siempre manejando cifras del INE
a nivel municipal agregadas, el 76,54% tienen, como máximo, niveles
de estudios primarios (correspondiendo el 10,18% del total a analfabe-
tos) y el resto, casi la totalidad, tienen nivel de estudios medios (FP,
etc.). Esto varia mucho según la edad, correspondiendo, por ejemplo, la
práctica totalidad de los analfabetos a los mayores de 50 años.
Respecto al sistema de cultivo, y por lo que a distribución de
superficie se refiere, de las 11.104 ha de la zona, 4.499 ha (40,52%)
del territorio es superficie labrada. Según CALATRAVA y MOLE-
RO (1983) y referiéndose al conjunto de la agricultura alpujarreña,
dicho porcentaje puede inducir, a equívocos sobre la realidad de la
agricultura de la comarca. En primer lugar, la mayor parte de dicha
superficie labrada est.í constituida por cultivos leñosos de secano
(almendro y viña), en gran medida, marginales.
9 EI Indice de Envejecimiento ( IE) adoptado es el siguiente:
/E _ Pob.> 65 años x !0
Poh.< /6 años
76
GRÁFICO N° 3: Pirámide por sexo y por edades de la población de
Alpujarra de la Sierra (1991)
Fuente: Elaboración propia. INE, (199 ) )
GRÁFICO N° 4: Pirámide por sexo y por edades de [a población de
Nevada (1991)
Fuente: Elaboración propia, INE, (1991)
77
Por otro lado, gran parte de las superficies denominadas como
"barbecho y no ocupadas" son realmente tierras de cultivo abando-
nadas, en su mayor parte en bancales y laderas sin abancalar, tanto
de regadío (fundamentalmente en el primer caso) como de secano
(en el segundo).
Actualmente, en la Alpujarra Alta Oriental, más del 50% de la
supe^cie de regadío se dedica a cultivos herbáceos, de los cuales el
41,28% son de hortalizas. Entre éstas destacamos respectivamente
la judía verde (36,85%), el ajo (23,47%), la cebolla (6,81%). Junto
a las hortalizas destacan los cereales grano ocupando el 18,12% del
total de los herbáceos en regadío, principalmente cebada (43,85%),
trigo (31,55%) y maíz (22,46%). Los tubérculos en regadío se
extienden a un 17,93% del total, casi exclusivamente patatas. Las
leguminosas ocupan una superficie del 11,72% de los herbáceos,
siendo las habas secas (42,98%) y las judías secas (32,23%) los más
frecuentes. Finalmente, los cultivos forrajeros cuentan con una
superficie del 10,95% del total herbáceo en regadío.
Respecto a los cultivos herbáceos de secano predominan los
cereales grano, básicamente la cebada (76,54%) seguidos por las
leguminosas en grano (33,43%) principalmente lentejas (29,73%) y
garbanzos (15,32%). Los demás grupos de cultivo herbáceos en
secano no tienen apenas importancia. Junto a los citados cultivos de
cada grupo viene a sumarse una variada gama de especies de estric-
to consumo familiar.
En cuanto a los cultivos leñosos es de destacar la importancia
del secano en estos sistemas de cultivo, con una supe^cie de 1.173
ha, el 77,37% del total de la superf'icie dedicada al cultivo leñoso,
siendo el olivar y el almendro los más representativos, que consti-
tuyen así los elementos más frecuentes del paisaje agrario de la
Alpujarra Alta Oriental. Las especies leñosas en regadío ocupan
343 ha, el 22,63% del total de cultivos leñosos siendo asimismo el
olivar el más frecuente. Quizás lo más característico del sistema es
la existencia de una gran cantidad de frutales de distintas especies
diseminadas entre las lindes y bordes de los bancales, y que deben
su expansión al retroceso de los cultivos de cereal.
En cuanto a los aprovechamientos ganaderos en la Alpujarra
Alta Oriental, el ganado menor es el más frecuente representando el
ovino y el caprino el 35,94% del total de los rebaños.
Por lo que se refiere a la estructura de las explotaciones agrarias
y partiendo de los datos del Censo Agrario de 1989 y del SIMA
79
1995, en la Alpujarra Alta Oriental hay 1.235 explotaciones agra-
rias de las cuales e190,68% tienen una superficie inferior a 5 ha. En
1962, había en la zona 1.709 explotaciones de las que el 27,74%
han desaparecido entre 1962 y 1989 realmente. Las explotaciones
más afectadas han sido las más pequeñas, pues del total desapareci-
do, e173,84% han sido las menores de 5 ha. La superficie media por
tierra censada de las explotaciones es de 16,07 ha y por tierra labra-
da de 1,4 ha. EI número total de parcelas es de 4.164 parcelas sien-
do el número medio por explotación de 3,37% y el tamaño medio
por superficie censada y tierra labrada de 4,77 y 0,41 ha. respecti- .
vamente.
Es preciso añadir que el mantenimiento de una explotación
agraria en las estadísticas oficiales no significa su existencia como
tal explotación con fines comerciales, pues muchas de las explota-
ciones son realmente .propiedades que se mantienen, abandonando
toda, o casi toda, la actividad productiva comercial agraria, con lo
que realmente el nivel de explotaciones que han cesado su activi-
dad es mucho mayor que el 27,74% mencionado. Así, CALATRA-
VA y SAYADI, (1995) muestran como de 83 explotaciones encues-
tadas en la Alpujarra Alta en 1981, y a las que se hizo un
seguimiento en 1992, sólo 49 mantenían una actividad productiva
comercial, lo que da una idea de la desaparición "real" de la acti-
vidad agraria.
La tierra en propiedad explotada directamente por sus dueños se
mantiene como el régimen más dominante de los diversos tipos de
tenencias, representando el 62,07% del total de la superf'icie censa-
da. Es preciso tener en cuenta que las cifras anteriores se reiieren a
la superficie censada (SAU + Superficies No Agrarias) y no a la
supe^cie labrada .y verdaderamente trabajada, información más
interesante en el análisis de los sistemas agrarios. Además, la dis-
tribución de la propiedad influye sobre el régimen de tenencia de la
tierra. En efecto, el peso que tiene la "pequeña propiedad" se corres-
ponde con la importancia de la tenencia directa. Sin embargo, dicha
constatación no invalida el que subsisten otros regímenes de explo-
tación indirecta, aunque con peso muy inferior. Las tierras arrenda-
das y en aparcería representan el 2,13% y el 0,17% del total de la
superficie censada en la Alpujarra Alta Oriental, respectivamente.
Los otros regímenes de tenencia (35,63%) corresponden a los mon-
tes comunales y a otras tierras de pastos o terrenos incultos, de
régimen comunal.
80
La edad de los titulares de explotacionesagrícolas es otro factor
interesante de cara al análisis de la situación de los sistemas agra-
rios en la región, pues a este respecto cabe decir que la titularidad
de la tierra en la Alpujarra Alta Oriental se encuentra en manos de
empresarios mayores de 55 años en un 59,96%, siendo solamente el
7,82% menores de 35 años. El 58,26% del total de los empresarios
agrarios tenían en 1989 como actividad principal una diferente a la
agraria. Este porcentaje debe de haberse incrementado bastante
sobre todo teniendo en cuenta el crecimiento de actividades no
agrarias en la zona en los últimos años, particularmente vinculadas
al sector de turismo rural.
El microfundismo y la parcelación junto con las condiciones
físicas de la zona, generan, pues un bajo nivel de mecanización.
A pesar de la naturaleza mixta que tiene la agricultura en gene-
ral en la comarca, CALATRAVA y MOLERO, (] 983) basándose en
una muestra estratificada de explotaciones del conjunto de La Aplu-
jarra, ofrecen una idea sobre diferentes orientaciones productivas
según tamaño de las explotaciones; referiéndonos a la Alpujarra
Alta Oriental granadina, dichos autores reflejan la heterogeneidad
productiva de la zona, en base a una muestra de 135 explotaciones
de distintos tipos.
Los autores consideran, por dimensión, tres tipos de explota-
ciones: explotaciones menores de tres ha, un 63% del total, cuyas
producciones están bastante diversificadas: horticultura, fruticul-
tura y ganadería; otras (32% de las explotaciones) de superficie
entre tres y diez Ha. de arboricultura (almendro, olivo y diversi-
dad de frutales) y algo de horticultura, y, finalmente, las explota-
ciones mayores de diez ha (5% del total) que están más especia-
lizadas.
Prácticamente todas las explotaciones anteriormente citadas tie-
nen algo de ganadería para el autoconsumo, y destinan parte de la
tierra para la producción de forraje.
II. LOS SISTEMAS AGRARIOS: EVOLUCIÓN
Y SITUACIÓN ACTUAL
Para comprender mejor el sistema económico actual y la crisis del
sistema socio-cultural en la Alpujarra Alta es indispensable conocer
la naturaleza, los orígenes y la evolución de los sistemas agrarios en
81
la zona, que a su vez están muy ligados a los orígenes de la sociedad
rural de Las Alpujarras y a la génesis de su sistema económico.
La comazca de Las Alpujarras ha sufrido a lo lazgo de varios
siglos de historia el asentamiento de una población muy variable, en
cuanto a sus efectivos y a sus modelos económicos y culturales y
dichos cambios han sido con frecuencia estudiados (SPAHNI 1959;
CARO, 1957; CARRASCOSA, 1960 y 1992; HURTADO, 1970;
CORRAL, 1979; VINCENT, 1980-a y 1980-b, etc.). Estos cambios
demográficos dieron lugar a configuraciones de los sistemas agra-
rios. Vamos a tratar aquí solamente algunos aspectos relacionados
con la evolución de sus sistemas agrarios, para poner así de mani-
fiesto las transformaciones sustanciales más recientes de la agricul-
tura alpujarreña.
Hablaz de las características demográficas y económicas que
presentan hoy los sistemas agrarios de la Alpujarra Alta Oriental,
implica el que previamente se hagan ciertas referencias al pasado y
se tengan en cuenta etapas históricas que explicarían el comporta-
miento en este ámbito espacial.
II.1. El punto de partida: preponderancia de la fórmula
agroforestal desde la revolución neolitica a la romanización
Según GONZÁLEZ y CALATRAVA (1992) es muy probable
que en Las Alpujarras la revolución agraria neolítica se iniciase
hacia el 3500 a.C. con un sistema agroforestal itinerante, con bar-
bechos no demasiado largos, entre 5 y 10 años, desarrollado sobre
una montaña de tipo mediterráneo con arbolado de débil densidad,
con frecuencia azbustivo. Las plantas cultivadas eran básicamente
cereales de invierno.
Este sistema inicial de agricultura debió dejar paso, como con-
secuencia de la presión demográfica y posiblemente de innovacio-
nes tecnológicas aportadas por pueblos colonizadores (iberos, feni-
cios, etc.), a un sistema agropastoral que tenía como principal
cazacterística el cultivo anual con rotación bianual cereal-legumi-
nosa en terrazas regadas, con establecimiento de primitivas redes de
regadío, mediante ligeras modificaciones y desviaciones de los cur-
sos naturales del agua. El cultivo herbáceo en las terrazas iba aso-
ciado a cultivos perennes (viña, higuera, olivo, básicamente, y fru-
tales varios según altitudes).
82
Estrechamente ligada a la agricultura estaba la cría de ganado,
particularmente la cabra y la oveja, y también, aunque en menor
medida, él ganado vacuno, aprovechando pastos en las zonas
arboladas cerca de las poblaciones durante gran parte del otoño,
invierno y primavera y trashumante en verano a los pastos de
gran altura. Un cierto nivel de reserva forrajera debía de ser pre-
visto dada la crudeza de los inviernos, en los que esporádicamen-
te el pastoreo podía verse limitado. Estas reservas forrajeras se
podían llevar a cabo a base de paja y grano de cereales y legumi-
nosas, así como de frutos de algunos otros árboles situados gene-
ralmente fuera de los huertos, que las poblaciones aprovechaban
tanto para este fin como para madera (encinas, castaños, etc.). En
este sistema agropecuario, los árboles, restos de cosecha y la apli-
cación de estiércol aseguraban el mantenimiento de la fertilidad
del suelo.
La transición del sistema agroforestal itinerante, consecuencia
de la revolución neolítica, al sistema agroganadero anteriormente
descrito, tiene lugar aproximadamente al mismo tiempo que la
romanización de la Península Ibérica en la época anterior al
comienzo de la era cristiana (durante la segunda mitad del primer
milenio a.C.). El sistema de explotación tiene su base en grandes
propiedades con mano de obra esclava.
Durante la dominación visigoda se mantiene, prácticamente sin
variación, el sistema agropecuario anterior y permanecen además,
casi inalterables, las estructuras de producción romanas
(GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992).
II.2. La influencia árabe, aproximación a los sistemas
agrarios de la comarca de las Alpujarras Morisca,
algunos aspectos socioeconómicos
El sistema agroganadero mediterráneo de montaña se mantuvo
prácticamente con la misma estructura que tenía al comienzo de la
romanización de la zona hasta la conquista musulmana de Las
Alpujarras en el siglo VIII, y a partir de entonces se inicia una lenta
pero profunda transformación del mismo.
El sistema cerealicultura-horticultura-arboricultura característi-
co del agropastoralismo mediterráneo de altura (entre 800 y 1.500)
del período anterior hispano-romano e hispano-visigodo se ha
83
modificado paulatinamente en la época árabe con la introducción de
nuevos cultivos y nuevas tecnologías. El nuevo sistema se caracte-
riza por un cultivo de regadío sin barbecho que asocia cereales,
leguminosas, cultivos hortícolas, para la alimentación humana y
forrajeros, con plantaciones perennes generalmente en los bordes de
las parcelas de labor, en terrazas o paratas, y una serie de especies
semiforestales fuera de ella, normalmente en las orillas de arroyos
y torrenteras. Existe una ganadería (bovinos, ovinos, caprinos) aso-
ciada a los cultivos mediante transporte de estiércol a las parcelas y
profusión de cultivos forrajeros, y una ganadería trashumante que
aprovechaba los pastos estivales de las grandes alturas.
A1 respecto BOSQUE, (1969) señala que pastizales de verano,
masas de encinas, chaparros y castaños... y algunos pinos cubrían
gran parte de esta región. Era una ganadería típica mediterránea la
que practicaba la trashumancia "doble". Los circuitos de trashuman-
cia tanían su base en los pastos veraniegos alpujarreños, descendien-
do en invierno a las tierras cálidas del litoral (Dalias, hoyas de Motril,
Salobreña, etc.) en busĉa de un clima más suave y de nuevos pastiza-
les (SORRE, 1952). Según VINCENT, (1980-a, pág.190) estos des-
plazamientos eran muy antiguos, y una organización semejante había
existido en la época morisca.
EI "monte", pues, en su conjunto daba lugar a diversosaprove-
chamientos que iban desde la recogida de leña hasta espacio de
pasto para el ganado y de caza como complemento a la dieta ali-
mentaria morisca.
Si famosas son las descripciones del antiguo Reino de Granada
que se pueden leer en las crónicas y textos clásicos (SIMONET,
1872; MARMOL, 1946; CARO, 1957; HURTADO, 1970, etc.), y
que sucintamente la describen como "un paraíso fecundado por el
agua siempre presente y por el trabajo ingenioso e incesante de sus
habitantes" (VINCENT, 1980a), no menos conocidas, por otra
parte, son las que se refieren a Las Alpujarras, y en particular, a toda
la Alpujarra Alta (CORRAL, 1979; GUGLIERI, 1949). Estas des-
cripciones, en gran medida, permiten esbozar los rasgos humanos y
paisajísticos de los sistemas agrarios dominantes.
Las crónicas de la época definen a Las Alpujarras como una tie-
rra "estéril y árida de suyo, sino donde hay vegas; pero con la indus-
tria de los moriscos, que ningún espacio de tierra dejan perder, tra-
table y cultivada, abundante de frutos y ganados y cría de seda"
(HURTADO, 1970; FERRER, 1985, pág. 1.158).
84
Asimismo MADOZ, (1846, pág. 31) señala en su Diccionario-
Geográfico-Estadístico-Histórico que "el terreno de Las Alpujazras
es áspero y de suyo muy quebrado ... la mayor parte está inculta;
pero en aquellos pazajes que han sido susceptibles de recibir la
benéfica impresión de la mano laboriosa del hombre, allí ostenta la
naturaleza lo más rico y variado de sus frutos...".
Estas crónicas históricas son aún más expresivas cuando des-
criben las distintas Tahas en las que se encuadran los diversos
lugares que conformaban Las Alpujarras 10. Los moriscos divi-
dieron Las Alpujarras en una docena de distritos o Tahas (SPAH-
NI, 1959, pág. 47).
En dichas Tahas había una diversificación de cultivos y formas
de aprovechamiento, pues según FERRER (1985, pág. 1.158) refi-
riéndose a Mármol "La región estaba cubierta de árboles, frutales y
moreras; en las Tahas más elevadas, abundaban los perales, manza-
nos, nogales y castaños, mientras en las más bajas se presentaban
cultivos de nazanjos y limoneros; pero la morera y la cría de gusa-
no de seda constituían su principal riqueza, haciendo de la Alpuja-
rra el más importante centro de abastecimiento del gran mercado
granadino de la Alcaicería".
La historia agraria de Las Alpujarras, sin duda empieza a desta-
caz con toda propiedad con los árabes. El esplendor y la exuberan-
cia que conoce la Alta Alpujarra bajo la cultura árabe respondería a
distintos factores. Y, sobre todo, a la sabia simbiosis que se esta-
blece entre el hombre, la actividad agraria y la naturaleza.
De los aspectos más importantes de la influencia árabe sobre los
sistemas agrarios de Las Alpujarras, destacamos los siguientes:
II.2.1. El desarrollo del sistema de riego y la introducción
de nuevas tecnologías
Cuando los árabes se instalazon en Las Alpujarras ampliaron y
consolidaron en sus campos el regadío, aprovechando y ampliando
las acequias romanas existentes en la región. Se introdujeron nue-
^^ MÁRMOL, L.: "Historia de la rebelión y Castigo de los moriscos del Reino de Grana-
da". Málaga, l.' edición en 1600.
- Historia de la rebelión y Castigo de los moriscos del Reino de Granada. BAE, Tomo I.
Colecc. dirtgida por D. Cagetano Russel. Madrid. 1946 (Reedición).
85
vas tecnologías en el manejo del agua que condujeron consecuente-
mente a la práctica desaparición de los elementos de localización
natural de los puntos de regadío con la aparición de los grandes sis-
temas de canalización de aguas.
La agricultura de regadío fue, pues, el logro más importante del
campesinado alpujarreño en la época, multisecular, de mandato
árabe, en el curso de su lucha contra los condicionamientos del medio
natural y asombro de todo viajero foráneo que visitaba el Reino. Un
alemán, Jerónimo Mtinzer, que recorrió el país dos años después de
la toma de Granada, llegó a escribir que toda la agricultura musulma-
na era de regadío ... el regadío llegó a estar en todas partes.
Los campesinos árabes centraban sus esfuerzos en tierras de
regadío, que se localizaban, particularmente, en las vegas de los dis-
tintos lugares. Los regadíos se encuentran freĉuentemente siguien-
do el cauce de los ríos que descienden de las zonas más altas y ocu-
pan las zonas medias y bajas de las vertientes a ambos lados de los
cursos fluviales. Hubo entonces una supremacía absoluta de las tie-
rras de regadío. El secano, en aquellos momentos, tenía una escasa
significación. Las tierras de secano se calificaban como tierras
comunales, de uso común para las diversas Tahas, sin que se diese
en las mismas la propiedad individual.
El acondicionamiento de las tierras para el desarrollo de las nue-
vas técnicas agrícolas exigió a los árabes una importante transfor-
mación del territorio, sobre todo de las vertientes donde se encuen-
tran con frecuencia los regadíos.
Los cambios más intensos que generó la actividad agraria son
los derivados de la implantación, sobre terrenos montañosos con
fuertes pendientes, de un conjunto de aterrazamientos que corregí-
an exhaustivamente la morfología de las laderas, y de un sistema de
acequias de riego que aseguraba la distribución del agua en las par-
celas de cultivo. Estas terrazas no sólo servían para crear rellanos
artiiiciales, a modo de una auténtica nivelación topográfica, sino
que también, y al mismo tiempo, eran un mecanismo de defensa, un
dispositivo de protección, para salvaguardar los cultivos en vertien-
te y realizar la función de muros de contención contra la erosión.
Este modelo de organización territorial de los campesinos ára-
bes permitió el mantenimiento del equilibrio de las laderas por el
efecto combinado de la mejora del sistema de pendientes, y la per-
manente humectación del suelo que era posible a través de la prác-
tica del riego. Dentro de este modelo de explotación agricola del
86
suelo, destaca la conservación de las áreas boscosas y el incre-
mento del número de especies arbóreas, que llegó a generar siste-
mas agrarios y un paisaje vegetal de una variedad superior a la que
correspondería a estos valles de acuerdo con sus condiciones cli-
máticas.
Muchos siglos después, este modelo puede seguir considerándo-
se un modelo de integración y equilibrio entre las condiciones del
medioambiente natural y las necesidades de uso y aprovechamien-
to del suelo. BOSQUE ( 1969, págs. 165/183 y 1971) y VINCENT,
(1980-a, pág. 161) coinciden al afirmar que este equilibrio fue el
resultado de un perfecto conocimiento del terreno por parte de los
moriscos, en base a un sistema de cultivo complejo a lo que se
añade la utilización ingeniosa de laderas abancaladas y una com-
pleja red de acequias, con una distribución del agua ajustada a unas
reglas precisas, todo lo cual permite un gran desarrollo de la arbo-
ricultura en todas sus formas, y de una apreciable horticultura.
CARO, (1957, pág. 111) haciéndose eco de la descripción de
Hurtado de Mendoza, subraya también la habilidad de los moriscos
alpujarreños que no perdían espacio alguno para el cultivo en hazas
de tierras aparejadas en bancales escalonados y regados por aguas
bien canalizadas, en base a unas reglas muy precisas.
CABRERA, ( 1980, pág. 159) afirma la existencia durante los
siglos XIV y XV de una variedad de aperos de labranza, de muy
diversos tipos de azados o varios arados. El empleo de animales de
tracción es, asimismo, muy frecuente, lo que explica la lentitud y lo
duro que debían ser las labores del barbecho.
II.2.2. Introducción de nuevos cultivos
La larga duración del mandato árabe sobre el entonces Reino de
Granada y, sobre todo, sobre Las Alpujarras, provoca modificacio-
nes importantes del sistema a través de la introducción de nuevos
cultivos hasta entonces desconocidos, de origen exterior (SPAHNI,
1959, pág. 50). Dentro de los cultivos hortofrutícolas destacamos,
además del moral, la higuera, el granado, el peral, el manzano, el
melocotonero, etc.
La introducción de estos nuevos cultivos, junto con la extensióne intensificación del regadío, dio lugar a un complejo y variado sis-
tema agrario.
87
Según los datos de los Libros de Apeos, tipo de catastros esta-
blecidos en los años 1570 con motivo de la expulsión de los moris-
cos, los regadíos se dedicaban fundamentalmente a los cultivos
arbóreos (FERRER, 1985, pág. 1.159).
Dentro de esta arboricultura, el cultivo dominante, aunque no
exclusivo, sería el moral. Con él coexistiría una arboricultura cons-
tituida especialmente por castaños, nogales y distintas especies de
frutales (perales, manzanos, naranjos, etc.). Estos últimos en las
pequeñas hazas moriscas de huerto donde también las hortalizas
encontraban espacio. El policultivo se da en laderas abancaladas e
irrigadas por una completa red de acequias, cuya utilización se ajus-
taba a reglas muy precisas que todavía hoy siguen vigentes.
Las características del suelo y del clima de Las Alpujarras (dife-
rencias de altura, exposición, pendientes, variedad edafológica, etc.)
condicionaron el que las plantas introducidas se adaptaran y se mejo-
raran en estos terrenos de agua abundante (CONSEJO ECONÓMICO
SINDICAL, 1969/1970; CALATRAVA y MOLERO, 1983). La vid, el
almendro, el olivo y la higuera eran las plantaciones más comunes. La
explotación agraria se basaba en estos cultivos cuyos productos alcan-
zaron una apreciable cotización en el Reino Nazarí por la exportación.
Estos cultivos constituyen una de las innovaciones y mejoras que los
árabes introdujeron en los campos de Las Alpujarras. En la Alpujarra
Alta se aclimató el moral, en gran parte gracias al sistema de paratas,
introducido mucho antes por los Nabateos que vinieron de las riberas
del Jórdan (FERRER, 1985, pág. 1.408).
La aplicación de nuevas tecnologías y nuevos cultivos traen con-
sigo, además del desarrollo del regadío ya mencionado, nuevos
pobladores que se van instalando en las distintas áreas alpujarreñas:
de origen árabe, beréber, etc... La difusión de los sistemas de irri-
gación tuvo efectos decisivos en el incremento de la producción.
La comarca de Las Alpujarras alcanzó, pues, su plenitud histó-
rica con el reino musulmán de Granada: entonces y, sobre todo, a
finales del siglo XV, momento en que la población alcanzó posi-
blemente su máximo número y, también durante los primeros
decenios del siglo XVI, cuando se convirtió en el refugio final de
los moriscos granadinos, contaba con un número aproximado de
155 núcleos de población, donde se acumulaban alrededor de unos
65.000 habitantes.
El crecimiento demográfico dio lugar también a un incremento
de la superficie cultivada y al aumento de la transhumancia que
88
tuvo como consecuencia un fuerte desarrollo de la ganadería par-
ticularmente ovina. La difusión de los sistemas de irrigación tuvo
efectos decisivos en el incremento de la producción agrícola, per-
mitiendo la obtención de excedentes.
II.2.3. El cultivo del moral y la aparición de la industria sedera
Dentro del paisaje de los sistemas agrarios alpujarreños de la
época morisca destaca el cultivo del moral, que fue introducido por
los árabes y el posterior desarrollo de una industria local
(GARRAD, 1956; GARZÓN, 1972). La industria y el comercio de
la seda fue la base de ]a economía granadina en el siglo XVI.
Aunque no vamos a entrar aquí en detalles sobre la importancia
y significación que la industria de la seda tenía en Las Alpujarras,
ni a comentar los métodos de cultivo y los sistemas de industriali-
zación de la seda, si daremos una nota histórica de lo que supuso
este cultivo en la economía familiar de tantos artesanos 11.
La industria y el arte de la seda acabaría por constituir una impor-
tante componente de la economía local. "Moreras, morales y una esti-
mada producción sedera comenzaron a promocionar un artesanado
rural que, muy diseminado en tornos y telares, daría lugar a una acti-
vidad tan productiva como fructífera para la siempre acuciante
hacienda nazarí, quien la centralizaba por medio de transacciones en
las alcaicerías de Granada, Málaga y Almería. La calidad que se llegó
a obtener era conocida en los mercados de Europa y de Oriente"
(GARRAD, 1956, GARZÓN, 1972, FERRER, 1985, pág. 1.408).
En A1 Andalus, la España árabe, Las Alpujarras se hicieron céle-
bres por el cultivo de la seda (el Harir en árabe), hasta tal punto que
hasta la conquista cristiana, la comarca era conocida como la tierra
de la seda (país del sirgo). La Alpujarra era una "curiosa muestra de
minifundio en la cría de la planta sustentadora del gusano produc-
tor. En estos pueblos densamente poblados por moriscos, mientras
^^ Quien desee una mayor información, en esta misma línea, tendría que acudú a las obras de:
- GARRAD, K., (1956). "La industria sedera granadina en el siglo XVI y su conexión
con el levan[amiento de Las Alpujarras". Miscelánea de Estudios Arabes y Hebraicos. Tomo
V. Granada.
- GARZÓN, M., (1972). "La industria de la seda en España: el arte de la seda en Grana-
da". Ed. Gráficos del Sur. p. 521.
Son unas fuen[es indispensables para conocer varios aspectos relacionados con este tema
histórico de la seda.
89
ello era posible, una selva de hojas o ramas, donde se enredaban los
capullos, cubría prácticamente todos los espacios disponibles".
Según MADOZ, (1846 pág. 315) la seda de Válor, en la Taha de
Ugijar, pasó siempre por ser una de las mejores de Las Alpujarras y
la preferida para los tejidos.
Era una actividad distraída y plenamente familiar, naturalmente,
no todos los moriscos o sederos eran ricos, pero el cultivo de la seda
era asequible para cualquiera y, por tanto, ningún pequeño ni gran
labrador se excluía de tal actividad, lo que explica la gran cantidad
de seda producida (GARZÓN, 1972).
II.2.4. Estructura de propiedad
BOSQUE, (1973, pág. 487) basándose en los Libros de Apeos
realizados en el momento de la expulsión de los moriscos, y que
constituyen una fuente importante para el conocimiento de la
agricultura árabe, posteriormente morisca, confirma que la pro-
piedad estaba bastante repartida, además de la gran parcelación
que tenían las tierras de cada campesino. Numerosas grandes pro-
piedades presentaban una división en pequeñas explotaciones,
tenidas a censo o simplemente en aparcería o arrendamiento.
Según el mismo autor, la razón esencial era que, sobre todo en las
comarcas accidentadas, como el caso de Las Alpujarras, la super-
ficie cultivada se limitaba casi siempre a las tierras de regadío,
procurando cada labrador tener sus bancales dispersos, a fin de
poseer todas las clases posibles de cultivos y de producciones. El
resto del territorio, dependía de la Administración morisca, en
calidades de bienes comunales y estaba cubierto según las des-
cripciones inmediatas a la reconquista por una vegetación arbo-
rescente de encinas, robles y pinos, y quedaba casi por completo
al margen del aprovechamiento agrícola.
II.3. Expulsión de los moriscos y proceso de repoblación:
primera degeneración de los sistemas agrarios
de la Alpujarra Alta
El sistema agrario resultante tras los cambios y la influencia
árabe se estabilizó hacia el siglo XII y se mantuvo estable con muy
90
ligeras modificaciones, hasta la segunda mitad del siglo XVI (1570)
cuando tiene lugar la expulsión de los moriscos de Las Alpujarras.
A partir de ese momento se inicia una lenta evolución que durará
más de dos siglos y que finalizará a comienzos del siglo XIX, cuan-
do se inicia el sistema "evolucionado" de producción agraria alpu-
jarreña (GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992).
La segunda mitad del siglo XVI estaría marcada, básicamente,
por el hecho histórico que representó el proceso de repoblación lle-
vado a efecto en el Reino de Granada tras la rebelión y subsiguiente
expulsión de los moriscos, y que permite hablar de sistemas agrarios
"antes de" y"después de". Se trataba en definitiva de sustituir a los
moriscos por cristianos viejos de otras regiones de la península.
Tanto las peculiaridades que definieron dicho proceso como sus
resultados que se califican, genéricamente, con el término de "rup-
tura" 12(REGLA, 1953, VILLEGAS, 1978, pág. 280; MIGNON,
1982, pág. 170) con respecto al "equilibrio" en la relación hombre-
sistemas agrarios que caracteriza a la anterior etapa cultural moris-
ca, van a ser los aspectos a analizar seguidamente:
II.3.1. Repoblación de la región y su fracaso:
cambio de relación hombre-sistemas agrarios
En principio tenemos que tener en cuenta el hecho de que Las
Alpujarras, en su conjunto, era una de las comarcas, dentro del
Reino de Granada, con población mayoritariamente morisca, parti-
cularmente a finales del siglo XV, como ya apuntábamos anterior-
mente. Además, VILLEGAS, (1978, pág. 276) llega a la conclusión
de que Las Alpujarras fue una de las comarcas más afectadas por la
expulsión de los moriscos. Bajo esta perspectiva se reflejan y se
comprenden, en gran medida, las consecuencias que se derivaron de
la expulsión y del difícil período de reconstrucción que se inició con
la repoblación (VILLEGAS; 1978; REGLA, 1953, pág. 221).
Como consecuencia de la expulsión de los moriscos se planteó
inmediatamente el problema de la repoblación del temtorio. Dejar
mucho tiempo una zona, tan amplia y estratégica, deshabitada, plan-
1z No hubo una ruptura apreciable, al menos en los primeros años, pues la mayoría de los
rasgos materiales y la eswcmra productiva (redes tradicionales de riego, el habitat, etc.) fue-
ron adop[ados por los cristianos. Los que sí cambiaron radicalmente fueron, sobre todo, los
activos agrarios y por tanto la relación entre ellos y los sistemas agrarios locales.
91
teaba graves interrogantes. En primer lugar, el problema económi-
co, sobre todo lo agrario, se imponía por si mismo, ya que la agri-
cultura y la pequeña industria sedera de toda la región estaban com-
pletamente abandonadas.
Ante este planteamiento la repoblación se resuelve con la mayor
rapidez. La Guerra contra los moriscos terminaría en mayo de 1571,
y aún antes de su fin concreto, Felipe II promulgó el primer texto
fundamental, el 24 de febrero, al que seguiría otro, el 22 de mayo
de 1571. El primero anunciaba la confiscación de los bienes de
todos los moriscos y ordenaba la formación de Apeos especiales en
los que constara toda la hacienda morisca. En el segundo establecía
el proceso de repoblación que se dio por terminada en 1593 (VIN-
CENT, 1980-a, pág. 208). Unas dos décadas que culminarían con
la nueva imagen agraria y humana de Las Alpujarras.
La reconquista, que termina en 1492 con la toma de Granada
y, sobre todo, después de la expulsión de la población morisca 80
años más tarde (1572), generó a la vez una caída demográfica
brutal y un retroceso económico grave. Con ello se ponía de
manifiesto la originalidad y eficacia de una economía basada en
el agua y en la arboricultura, y marcaba los comienzos de una
reconstrucción sobre bases enteramente nuevas. La pérdida cuan-
titativa de población y la ruptura demográfica puede ser explica-
da por diversas razones:
Con la reconquista, fueron abandonados en Las Alpujarras
muchos de los viejos núcleos de población, ya que la repo-
blación, con cristianos viejos, hecha por Felipe II, no fue
suficiente para permitir ocupar todos los antiguos pueble-
citós alpujarreños. Los nuevos "colonos" sumaban sólo en
la parte granadina del territorio alpujarreño, un total de
1362 familias, es decir unas 7000 personas, que sólo
pudieron repoblar parcialmente un total de 38 poblacio-
nes, en su mayor parte situadas en Las Alpujarras. Según
MIGNON (1982, pág. 186) "En conjunto, el repoblamien-
to no ha asegurado sino 1/3 del reemplazamiento de la
antigua población". Las densidades humanas, se reducen,
como media, a menos de 5 hab./Km2. VINCENT, 1980-a,
pág. 218) ha demostrado que Las Alpujarras perdió entre
1561 y 1591 más del 60% de su población, déficit muy
superior a la pérdida media en el Reino de Granada. Asi-
92
mismo, GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992 han señalado
que el número de familias trabajando la tierra en Las
Alpujarras se reduce a menos de la décima parte entre
1565 y 1590, ello da mejor que nada una idea de lo que
supuso para la zona la salida de los moriscos. Además del
descenso de la población, en Las Alpujarras se dio un des-
plazamiento de la población hacia las zonas más altas
(VILLEGAS, 1978, pág. 280).
A esta caída demográfica hay que unir otros problemas
derivados de la dureza del medio físico y razones de orden
militar que generaron un ambiente de inseguridad tanto en
Las Alpujarras como en la costa. Todos estos problemas,
son en especial, factores negativos para los asentamientos
de pobladores, pues la costa de Las Alpujarras era un
constante peligro y facilitaba las incursiones de berberis-
cos y turcos (SPAHNI, 1959, pág. 52). Además a conse-
cuencia de la Guerra, la región se quedó poco "atractiva",
en efecto, la destrucción de la tierra (cultivos, molinos,
casas, etc.) había sido un arma defensiva por ambos ban-
dos y por tanto, amplias superficies agrícolas quedaron
destruidas y asoladas13.
Junto a estos problemas, VINCENT, (1980-a, págs. 215/216)
señala otras causas que frenaron y dificultaron la repoblación: pési-
mas cosechas a consecuencia de inviernos rigurosos y primaveras
lluviosas, epidemias, etc...
Todos estos factores negativos tuvieron un•efecto acumulativo
consecuente y dificultaron el desarrollo normal de la población, favo-
reciendo el abandono, la negligencia y la mala situación de los siste-
mas agrarios. Sin embazgo, el mayor obstáculo para la reconstitución
no fue conyuntural sino estructural y se debió al origen y a la cali-
dad misma de los repobladores. Pues, en el propio inicio del proceso
de repoblación, se pretendía atraer a"hombres del Norte y Noroeste",
y se especificaba que habían de ser todos de fuera del Reino de Gra-
nada, para lo cual se enviaron comisarios al efecto hacia Galicia,
Asturias, Montañas de Burgos y León, y a otras partes de la penínsu-
13 La Guerra ha sido descrita con todo detalle por CARO, 1957; HURTADO, 1970; MAR-
MOL, 1946, entre otros.
93
la para reclutar pobladores (FERRER, 1985, pág. 1.206). A Las Alpu-
jarras, parece ser que llegaron gentes mayoritariamente de Galicia,
Léon y Extremadura (SPAHNI, 1959, pág. 54). Según VILLEGAS,
(1978, pág. 179) y BOSQUE, (1973, pág. 495) en la Alpujarra Alta,
el 38% eran de Andalucía, e125% de Galicia, el 19% de ambas Cas-
tillas y 6% de Extremadura, el resto eran de otras regiones. De aquí
desciframos algo tan importante como el origen de los repobladores
y la consecuente "calidad" del factor humano así como las modiiica-
ciones que van a producir en los sistemas agrarios.
Los pobladores procedían de la llanura; hombres de altiplani-
cie que en muchos casos ignoraban la vida de montaña tal como la
entendían los moriscos. Además eran incapaces de adaptarse a los
sistemas agrarios de la zona. VINCENT ( 1980-a, pág. 184) afirma
que "La población cristiana vieja tenía un carácter urbano muy
acusado, en oposición a los moriscos, rurales en inmensa mayoría
... se les puede definir también como los hombres de las alturas,
mientras que los cristianos viejos rurales ocupaban las llanuras".
En la misma línea de argumentación también señala que los nue-
vos pobladores "... son derrotados ante un sistema de explotación
y unas formas de cultivo que les son desconocidas. Pocos de ellos,
aparte de los murcianos, saben utilizar y mantener un sistema de
riego. Son hombres acostumbrados a las tierras secas de las mese-
tas o de las llanas y un policultivo basado en la preponderancia de
los cereales...".
Resaltamos aquí la diferencia que se establece entre "hombres
de altura" y"hombres del llano"; este hecho se argumenta como una
de las causas determinantes del presumible fracaso de la repobla-
ción al no adaptazsé los nuevos pobladores a las prácticas del siste-
ma agrario y económico anterior. Dichas prácticas fueron muy mal-
tratadas por los nuevos pobladores que desconocían básicamente las
técnicas apropiadas y usos de aquella agricultura. Los moriscos
tenían fama como horticultores con tendencia arbófila: hortelanos,
en contraposicióna los cristianos viejos considerados inferiores en
esta técnica y que tenían un "mito cerealístico".
Cualitativamente el morisco era considerado como laborioso y
hábil labrador y artesano, que había sido capaz de crear una rica
agricultura perfectamente adaptada a las condiciones del medio e
intensiiicada por el gran desarrollo de los regadíos y una florecien-
te industria (VILLEGAS, 1978, pág. 280). En este sentido REGLA,
(1953, pág. 219) añade que "el morisco trabajaba y producía".
94
La insuficiencia de los efectivos humanos, añadida a la men-
talidad y a las costumbres técnicas de los nuevos habitantes,
diferentes de las de sus predecesores, rompieron el equilibrio
económico creado en la etapa musulmana y continuado por los
moriscos. Todas las causas anteriores, actuando conjuntamente,
llevaron a la degeneración rápida de los sistemas agrarios moris-
cos (MIGNON, 1982, pág. 186; GONZÁLEZ y CALATRAVA,
1992).
Bastaría acercarse a cualquiera de los pueblos en el siglo XVI
y XVII para poder apreciar el grado de degeneración de los siste-
mas agrarios de la zona. Algunos repobladores preferían renun-
ciar y volverse a su zona de origen; otros, allí donde podían,
intentaban transformar el paisaje de los sistemas agrarios desbro-
zando e introduciendo más ganado (VINCENT, 1980-b, págs.
217/221). Eran gente miserable y paupérrima, aunque tenían, en
general, propiedades mayores que los moriscos. Según FERRER,
(1985, pág. 1207) "...Han repartido a cada uno de los cristianos
viejos suertes de tres y cuatro moriscos, que con una estaban
ricos cada uno; y a los ganaderos les dieron diez suertes de diez
moriscos, que estaban ricos con solo una, éstos morían de ham-
bre con lo que diez moriscos estaban ricos, y la causa de ésto era
porque no trabajaban como ellos...". VILLEGAS (1978, pág.
280) añade que los pobladores tenían abandonado el campo, y
que no sabían cultivarlo porque estaban acostumbrados a los cul-
tivos de sus lugares de origen, y no les fue fácil repentizar al sis-
tema de trabajo apropiado a estas tierras.
La visita de inspección realizada en 1593, para ver los resulta-
dos de la repoblación sobre los sistemas agrarios alpujarreños en
aquel momento, dejó muy claro que muchas cosas estaban caídas o
maltratadas. Los morales, olivos, viñas y, en general, todo el arbo-
lado estaba destruido o maltratado por falta de labores y riegos,
pues muchas acequias aparecían hundidas y sucias.
Esta realidad, que manifiesta el fracaso de la tentativa de
repoblación por habitantes mayoritariamente originarios de
regiones exteriores a la zona, hizo que en 1595 se modificara la
normativa de repoblación y se admitieran situaciones anterior-
mente prohibidas, de manera que pudiera tener suertes cualquier
persona a condición de que tuviese una casa habitada en el lugar,
y por ello se permitió a los pobladores naturales de Granada acce-
der a suertes.
95
II.3.2. Reparto de las tierras entre los nuevos pobladores:
estructura de propiedad y parcelación
La repartición, que exigía una determinación previa de la rique-
za y de los repobladores, constituye un hito importantísimo para
establecer los rasgos fundamentales del pasado socioeconómico de
la Alta Alpujarra así como su presente.
Reparto y colonización agraria
Para facilitar la operación de repoblación se planteó repartir las
haciendas de los moriscos entre los nuevos pobladores. Era una
voluntad política "real" para la puesta a punto de las estructuras
agrarias tras la reconquista. La idea era entonces lograr mantener en
Las Alpujarras una agricultura de regadío, fuente fundamental de
riqueza, similar a la existente en el período de administración árabe,
para lo que incluso se permitió quedarse a numerosas familias de
moriscos que conocían y manejaban las técnicas del riego (SPAH-
NI, 1959, pág. 53; GONZÁLEZ y CALATRAVA, 1992), así como
para seguir produciendo varios cultivos desconocidos por los cris-
tianos en aquel momento. VILLEGAS, ( 1978, pág. 276) y VIN-
CENT, ( 1980-a, pág. 209) afirman que incluso "...algunos moriscos
fueron solicitados por los encargados de la repoblación y reparto,
por ser los mejores conocedores de la tierra; asimismo se autorizó
la permanencia de algunos artesanos moriscos para evitar la ruina
de la industria de la seda".
Los rasgos esenciales de la nueva estructura se derivan de las
atribuciones hechas por los repartos. El proceso se resume en dos
operaciones principales, a saber:
- EL reparto del territorio agrícola en lotes iguales o equiva-
lentes, que confirmarían las "suertes". Este nombre viene
dado porqué el reparto se hacía mediante sorteo entre los
pobladores. Las "suertes" eran unidades mínimas constitui-
das por diversos elementos indispensables para el policulti-
vo (tierras de labor, viña, etc.).
- La atribución a cada candidato de un número determinado de
lotes, uno o varios, en función de la calidad del solicitante.
El principio general fue el de atribuir un lote por familia.
96
La modalidad de reparto, anteriormente descrita, subraya clara-
mente la voluntad de establecer una sociedad pequeña relativamen-
te homogénea y bastante igualitaria. No obstante, el igualitarismo
no ha sido absoluto y las partes distribuidas han sido diferentes en
función de las cualidades del candidato, formándose ya una jerar-
quía social (los escuderos, escribanos, caballeros, etc.,) accediendo
a un número menor o mayor de suertes.
Estructura de propiedad tras la diáspora morisca
El resultado de la estructura de propiedad creada fue consecuen-
cia de la dimensión de las "suertes" y del principio más o menos
igualitario de su reparto entre los individuos.
La dimensión de las suertes, que, de entrada, variaba en función
de la calidad del suelo, era siempre notablemente modesta y se adap-
taba, a la medida de pequeñas explotaciones. Salvo casos excepcio-
nales, cada propietario no recibía más de 2 ha de riego y 10 ha de
secano, sin que en total superaran las 10 ha, según se confirma por
los Libros de Apeos y Repartimientos (BOSQUE, 1973, pág. 494).
En general el resultado fue que se estableció con la repoblación
una estructura de propiedad fuertemente minifundista, extrema-
damente aguda en algunos casos.
Dicho minifundismo, no fue solamente el resultado del reparto
de tierras, sino que también existía en la época morisca, pues sub-
sistieron los viejos modos de tenencia; en este sentido, BOSQUE,
(1973) señala que "...tal como se realizó la colonización mantuvo,
allí donde había existido, el minifundio morisco, en primer lugar
porqué éste era de una extraordinaria agudeza, después^porqué las
`suertes' entregadas a los nuevos colonos fueron siempre de reduci-
da extensión". También, MIGNON (1982, pág. 182) confirma
hablando de la reconquista "... Esta última, en efecto, no introduce
apenas cambios estructurales y se contenta con sustituir a los hom-
bres: la microexplotación prevalecía ya en la época nazarí... La
colonización agraria del siglo XVI no hace pues sino volver a adop-
tar la herencia musulmana".
La estructura minifundista de la propiedad establecida en el
siglo XVI se va a consolidar, en mayor o menor grado, a lo largo
de las diferentes etapas históricas posteriores, como veremos
más adelante, y será la vigente a finales del siglo XX.
97
Propiedad y parcelación tras los repartos
El hecho de que las suertes a repartir deberían, según los princi-
pios de los repartos, contener tierras de todo género y calidades, nos
da una idea del grado de parcelación que había, si tenemos en cuenta
no sólo las calidades de tierra, sino los distintos cultivos y aprove-
chamientos existentes: regadío, secano, morales, viñas, etc. Este
hecho se acentúa aún más si pensamos que estamos ante un medio
físico abrupto y montañoso, particulazmente en la Alpujarra Alta.
Además las tierras de regadío estaban confirmadas en balates, banca-
les y laderas, elementos que van a acentuaz el índice de pazcelación.
A la estructura minifundista se le agrega un fuerte índice de
parcelación y a todo ello habría que añadir otra característicaque
sería la dispersión en la propiedad (NAVARRO, 1979, pág. 46).
Dispersión espacial que afecta a las diferentes parcelas que confir-
man la propiedad, "suertes" que tenían que estar formadas por tie-
rras y árboles de todas las calidades y géneros del término con inde-
pendencia unos de otros. La pazcelación era también debida a los
moriscos, que acostumbraban a tener su propiedad disgregada en
diversas hazas, separadas espacialmente entre sí y con cultivos y
calidades de tierras distintas, con objeto de que si alguna circuns-
tancia les hacía peligrar o perder la cosecha, siempre les quedase la
posibilidad de acudir a las demás hazas. Por lo cual las suertes asig-
nadas estaban, a su vez, muy pazceladas al haberse formado por adi-
ción de las pequeñísimas "hazas" moriscas. Por otra parte, la dis-
persión en el azbolado era también una cazacterística típicamente
morisca, que se mantuvo tras la repoblación. De esta manera, el dis-
tinto arbolado que se repaztió con las suertes no siempre iba a estar
dentro de la propiedad en sí, sino que podía ubicarse fuera de la
misma. Es decir, se produjo un divorcio entre la posesión del suelo
y el vuelo, con lo que los nuevos pobladores poseían parte de sus
morales, castaños, frutales, etc. en tierras de otros. Suyo era el vuelo
(los árboles) pero no la tierra en la que se asentaban físicamente,
BOSQUE, (1973, pág. 496) señala que "esa diferencia entre la
posesión del suelo y del vuelo, que era normal en la época musul-
mana, constituye hoy uno de los rasgos distintivos de la agricultura
penibética y en general de todas las comarcas afectadas por la Repo-
blación de Felipe II".
En Las Alpujarras cada colono tuvo, como promedio, 13,5
marjales (0,7 ha) de tierras de riego en bancales, balates o laderas
98
y 2,5 marjales de viñas malas. Además se les repartió cierto núme-
ro de morales, olivos, castaños, manzanos, perales, cerezos, y
otros frutales, aunque con total dependencia respecto a la propie-
dad de la tierra (BOSQUE, 1973, pág. 496).
Además, al margen de la propiedad privada, existían bienes comu-
nales, lo mismo que en la administración morisca. Pues los terrenos
incultos (pastos y montes) excluidos de la repartición, quedan a veces
"baldíos", es decir tierra real bajo la administración directa de la coro-
na cuyo uso es en general concedido a las colectividades de los pue-
blos (BOSQUE, 1973, pág. 492; MIGNON, 1982, pág. 175).
II.3.3. Cultivos predominantes. Sistemas de organización
tras la repoblación
Según los principios del proceso de repoblación y de reparto de
tierras, respecto a sistemas agrarios los repobladores quedaban obli-
gados a cultivar las tierras "conforme a la costumbre del lugar, de
manera que vayan siempre en aumento y nunca en disminución". Se
les dio orden de no talar ningún árbol, a no ser que estuviera seco 0
perdido y sobre todo, de cuidar el sistema de regadío (VINCENT,
1980-a, pág. 208). Lo que se pretendía en definitiva, era continuar con
el sabio sistema agrícola anterior, establecido por los moriscos, en las
distintas Tahas manteniendo la total identificación con el medio. En
especial, por lo que respecta a Las Alpujan•as, se esperaba, particular-
mente, que el cultivo del moral siguiese siendo una pieza básica, ya
que su cultivo era fuente de riqueza importante para la Corona en
general y para el Reino de Granada y Las Alpujarras en particular. No
hubo una ruptura fuerte por lo menos en los primeros años de la repo-
blación, pero, como veremos más adelante, los nuevos pobladores no
fueron capaces de adaptarse a dicho sistema y mantenerlo.
Las tierras de regadío van a seguir constituyendo la base econó-
mica primordial de las actividades agrarias de los nuevos poblado-
res, y es en ellas donde se produce la máxima intensidad en los cul-
tivos. Dentro de los regadíos estarán representados los cereales
(trigo, cebada, centeno, etc.), mezclados con distintas leguminosas,
en base a un sistema anual intensivo que permite incluso más de una
cosecha anual. Junto a estos cultivos cerealícolas, que en la mayo-
ría de las ocasiones estaban orientados, básicamente, al autoabaste-
cimiento de las necesidades primarias, se entremezcla una variada
99
gama de cultivos arbóreos en un número muy importante (en prin-
cipio sería el moral el principal cultivo).
En las tierras de regadío se encontraban normalmente los peque-
ños huertos que habían sido entregados a los pobladores y frecuente-
mente estaban adosados a las casas de los mismos. Estos pedazos de
huerto, a pesar de su pequeño tamaño jugaban un papel importante en
la vida rural de la población, pues en ellos es donde se encontraba la
casi totalidad de los árboles frutales en una gama apreciable: higue-
ras, cerezos, membrillo, manzanos, perales, parrales, albaricoqueros,
etc. Además en estas hazas se cultivaban también diferentes especies
hortícolas con una clara orientación hacia el autoconsumo.
Las viñas, como ya señalamos, se encontraban quemadas y
muchas de ellas destruidas por los efectos de la guerra. Posterior-
mente, estas se ubicaron en tierras de secano para terminar actual-
mente desapareciendo en algunas zonas o solamente se mantienen
como un cultivo "residual".
Respecto a las tierras de secano se caracterizaban por un sistema
de año y vez y también un cultivo al tercio, sobre todo en las zonas
más elevadas. Los cultivos predominantes van a ser, los cereales:
trigo, cebada, centeno. Los arbolados, por el momento, van a estar
ausentes en las tierras de secano, y se concentran más en tierras de
regadío. En estos primeros tiempos el secano tiene una signifcación
minúscula, al igual que ocurrió en la época morisca.
Una vez pasados los primeros años de repoblación, que fueron
bastante difíciles, las tierras de secano fueron adquiriendo paulati-
namente importancia. El desarrollo agrícola y la expansión demo-
gráfica, que veremos con posterioridad, tiene una base importante
en la roturación y ampliación de las tierras de secano en mucha
mayor medida que en la ampliación de las de regadío.
II.3.4. Modificaciones del sistema agrario morisco
Aunque los nuevos pobladores cuentan con elementos simila-
res a los que con anterioridad poseían los moriscos 14, el compor-
tamiento y la manera de concebir los sistemas agrarios y el mane-
14 Posiblemente tenían un mayor tamaño de la propiedad tanto por adición de tierras de
secano no contempladas anteriormente en las prácticas agrícolas moriscas, como también por
un indiscutible aumento del tamaño de la misma al ser menor el número de repobladores que
el número de moriscos expulsados.
1^^
jo de los recursos naturales en general va a ser evidentemente dis-
tinta. Las modificaciones generadas van a depender de la adapta-
bilidad (o no) de los pobladores a este espacio montañoso, muy
exigente por la intensidad que precisa en las labores, y por unas
técnicas propias difíciles para el manejo de los recursos (cultivo
en pendientes en base a multitud de balates y pequeñas hazas) así
como un indispensable conocimiento preciso del sistema de riego
por acequias.
Los protagonistas del proceso de repoblación, lógicamente, van
a intentar traspasar sus sistemas de cultivos propios a estas nuevas
tierras. Los repobladores procedentes de zonas preferentemente lla-
nas y de secano, con un cultivo cerealista asociado a la ganadería,
no supieron o no quisieron aceptar el sistema morisco muy afecta-
do por la guerra. Eran sobre todo labradores de secano y éste era el
sistema de cultivo que practicaban y conocían bien. Ello generó
transformaciones considerables en los sistemas agrarios locales, y
por tanto del paisaje agrario y la economía alpujarreña. Estas trans-
formaciones fueron sin duda muy lentas en el espacio y en el tiem-
po, y las más importantes fueron las siguientes:
- El retroceso de los cultivos arbóreos: Gradualmente se va a
ir produciendo una extensión de las "tierras de pan llevar"
(NAVARRO, 1981, pág. 44) a costa sobre todo, de la rica
arboricultura existente en la época morisca. Las tierras de
regadío, aunque siguensiendo el soporte de los cultivos
arbóreos, irán orientándose cada vez más a cultivos cerealís-
ticos extensivos que permitirán al mismo tiempo una utiliza-
ción de los rastrojos y barbechos por el ganado, cuya pre-
sencia va a impedir, o dificultar, la recuperación de los
árboles. Por otra parte, se irá produciendo, igualmente, una
revalorización progresiva de las tierras de secano, y por
_ tanto, una ampliación de las tierras de labor.
- Como consecuencia de lo anterior disminuye la superficie
dedicada al regadío, con el consiguiente abandono de parte
de las redes de riegos tradicionales moriscas. Por otra parte,
los pobladores tenían dificultad de manejo del sistema de
riego y por tanto se plantea una menor intensificación en las
labores. Asimismo, tras la repoblación, muchas acequias
necesitaban reparaciones y arreglos como confirma una visi-
ta de inspección realizada en 1593 (VINCENT, 1980-b). Los
101
moriscos, como vimos anteriormente, centraban su actividad
en las áreas irrigadas, inmediatas a los ríos y en los lugares
habitados por debajo de los 1.250 metros. Los repobladores,
por el contrario, se extendieron hacia las cumbres.
La introducción de nuevos cultivos, procedentes de América,
como el maíz y la patata que llegaron a tener importancia en
la zona, particularmente este último. Según LÓPEZ, (1974,
pág. 147) el maíz americano fue introducido en Andalucía a
comienzos del siglo XVI. Según VINCENT, (1980-b, pág.
359) su introducción en el Reino de Granada se remonta a los
años 1560, la difusión del nuevo cultivo va a ser muy lenta en
el siglo XVII. Por el contrario, como veremos más adelante,
en el siglo XVIII, el maíz ocupara un puesto importante en
los sistemas agrarios de Las Alpujarras.
EI auge de la ganadería, y muy particularmente la ganadería
ovina trashumante, fue motivado por la llegada de ganaderos
a la zona. Con la ganadería se desarrollaron los cultivos de
secano cereal-barbecho-pastos (GONZÁLEZ y CALATRA-
VA, 1992).
II.3.5. Decadencia de la industria sedera local
Es evidente que en Las Alpujarras la industria de la seda se
explotó al máximo y con el mayor éxito en el Reino de Granada en
el período de los moriscos. Para la cría del gusano se utilizaban
exclusivamente las hojas de la morera negra que crece mejor en
terrenos altos, es más resistente y produce más hojas y seda más
fina y duradera. Después de la entrada de los Reyes Católicos, los
castellanos inmigrantes ĉóntinuaron la antigua industria, péro con
mucha menor aplicación, habilidad y éxito.
GARRAD (1956, págs. 74/104) ha demostrado que la industria
de la seda conoció serias dificultades desde los años cincuenta del
siglo XVI, particularmente los años 1555-1560 fueron graves para
la sericultura alpujarreña. La explicación está en que los moriscos,
que aportaban la gran mayoría de la materia prima, fueron afecta-
dos gravemente en sus intereses económicos, especialmente las tra-
bas y las contribuciones financieras que se imponían a la industria
de la seda.
102
La calidad de la seda de Las Alpujarras continuó siendo apre-
ciada y reconocida mundialmente, en la época de dominación
cristiana, pero resultaba muy gravosa por los importantes
impuestos que recaían sobre la misma. Según VILLEGAS, (1978,
pág. 281) el golpe más importante a la seda fue el incremento de
impuestos que se produjo a partir de 1571 y que elevó el precio
de la seda granadina. Por este motivo, poco a poco se fueron
introduciendo fraudulentamente crecientes cantidades de seda de
la región levantina gravadas con menos impuestos que la seda
alpujarreña, y cuya competencia se hizo notar fuertemente en el
mercado a pesar de que era de menor calidad, arruinando así la
industria sedera local de Las Alpujarras. Lógicamente los más
afectados por esta presión y"competencia" son los pequeños pro-
ductores moriscos alpujarreños, que no conseguían dar salida a su
mercancía tan fácilmente como antaño (VINCENT, 1980-a, pág.
194). Finalmente la problemática de la industria de la seda se
agrava por la expulsión de artesanos musulmanes y comerciantes
judíos.
La industria sedera sufrió un período de postración casi total tras
el trauma de la expulsión de los moriscos, pero rápidamente pudo
recuperarse. GARZON, (1972) demuestra que en el siglo XVII, el
trabajo de la seda sigue siendo todavía una actividad importante. No
se recobró el nivel anterior a la expulsión de los moriscos, pero la
recuperación no fue por ello menos importante. Además se añadió
a la demanda del mercado exterior la del mercado local (VINCENT,
1980-a, pág. 371). Posteriormente, en el Reinado de Carlos III
(1759-1788), vuelve a nacer la industria de la seda, pero a la cabe-
za de esta industria ya no estará el Reino de Granada y su Alpuja-
rras, sino las ciudades de Valencia y Murcia. Además se abandona
en esta zona el viejo sistema de producción de Las Alpujarras, y se
sustituye la morera negra por la blanca (Morus alba L.). Parece que
a mediados del siglo XVIII ya se había introducido este cambio de
las moreras en todas las zonas de España donde se cultivaba la seda,
con la excepción de Las Alpujarras, donde continuó el cultivo de la
morera negra.
Lo que Carlos III había conseguido, durante su reinado, se per-
dió en los reinados siguientes. España no pudo hacer frente a la
competencia de Inglaterra, Alemania y Francia, porque en su desa-
rrollo tecnológico y en sus realizaciones se fue quedando cada vez
más atrasada. GARZÓN, (1972, pág. 282) señala también la entra-
103
da de manufacturas extranjeras que empezaron a hacer competencia
a las del país, procedentes sobre todo de Francia cuya industria se
estaba desarrollando rápidamente.
Además, el daño que las epidemias de los gusanos de seda
(pébrine, gattine) ocasionaron en Europa, se extendió asimismo a
España. La peste fize más fuerte y duradera aquí porqué faltó la
energía y la comprensión del gobierno central para utilizar los
remedios que, en Francia e Italia, se habían probado con éxito.
Todavía en tiempos de MADOZ, (1846) casi todos los pueblos de
la Alta Alpujarra Oriental, sobre todo en Válor, seguían produ-
ciendo seda. Según FERRER, (1985, pág. 142) en el año 1874, la
cosecha que, en 1850 había sido de 12.000.000 de Kilos de capu-
llos, quedaba reducida a 2.269.000 Kilos. Por ejemplo, comenta
para indicar la importancia relativa de la producción sedera alpu-
jarreña que se exportó a Lyon, desde Andalucía en seda cruda
solamente 100.000 Kilos, de los cuales 55.000 provenían de Las
Alpujarras, 30.000 de los alrededores de Sevilla y 15.000 de los
alrededores de Granada.
En el siglo XVIII/XIX en Las Alpujarras se sigue utilizando el
moral negro, pero la cosecha retrocede en todas partes y en algunos
sitios se ha perdido por completo. Así en algunos Valles de Las
Alpujarras, como, por ejemplo, Capileira la cosecha de seda cruda
en 1845 era ya sólo de 400 libras y en Bayarcal y Pitres de 800.
Solamente en Ugijar, capital de Las Alpujarras, aún en 1845 esta
industria tiene una gran extensión y significación. Según FERRER,
(1985) en una carta de la secretaría del Alcalde de Ugijar de 8 de
noviembre de 1896 puede leerse que: "la mayor parte de los gusa-
nos de seda se alimentan aquí con hojas del moral común y lo
mismo en otros sitios de los alrededores. Solamente, en casos
excepcionales, se utiliza la morera blanca, que ha sido plantada en
tiempos recientes por los labradores. La cosecha anual tiene, como
término medio, 2.000 arrobas (23.000 kilos)". Estas producciones
son muy reducidas en comparación con las cantidades que conse-
guían en tiempo de los moriscos y que eran enviadas a las fábricas
de Granada y al puerto de Almería donde se comercializaba a todo
el Mediterráneo.
Queda así, pues, mostrado, hasta que punto había caído la indus-
tria local sedera que había pasado a ser sólo un negocio secundario,
tras haber sido durante casi mil años, la rama más productiva de la
agricultura morisca alpujarreña.
104
II.4. EI giro de los siglos XVIII-XIX:
el sistema agrario "evolucionado"
A lo largo del siglo XVIII ymás concretamente del XIX, la zona
volvió a encontrar un cierto "equilibrio" y se produjo un desarrollo
agrícola, dando lugar al denominado sistema agrario "evoluciona-
do" (GONZALEZ y CALATRAVA, 1992) de la Alpujarra Alta. El
factor imperativo que impulsó esta evolución fue principalmente el
crecimiento demográfico que tuvo lugar en estos siglos, y que
recobró la población existente anterior a la expulsión morisca. Poco
a poco, a pesar de los fracasos de la repoblación mencionados y, una
vez superados los primeros momentos de desconcierto y desorden,
la población comenzó de nuevo a crecer. Así, en 1572 había unos
1700 vecinos (6.800 personas)15, entre nuevos pobladores y cristia-
nos viejos, mientras que sólo seis años después en 1578 sólo había
930 (3.720) habiéndose reducido casi a la mitad dicha población. A
mediados del siglo XVII rozaban ya la cifra de 2.400 (9.600 perso-
nas) solamente en Las Alpujarras. VINCENT, (1980-b, pág. 378)
destaca Las Alpujarras como una de las zonas del Reino de Grana-
da cuyo desarrollo demográfico fue espectacular entre 1561 y 1760,
siendo la zona más afectada por la expulsión de los moriscos. A
mediados del siglo XVIII, el catastro del Marqués de la Ensenada,
elaborado en tiempos de Fernando VI, calculaba, en 1752, la pobla-
ción alpujarreña granadina en unas 3500 familias, alrededor de
17.500 personas; sin embargo un siglo después y según FERRER,
(1985, pág. 1162) los datos recogidos más tarde por MADOZ per-
mitían calcular en 1844 la población de Las Alpujarras en 13.782
familias, con un total de 62.275 habitantes. Así pues, la población
alpujarreña se multiplicó por más de 2,5 en menos de un siglo. El
auge demográfico no se puede explicar sino es con la existencia de
una fuerte inmigración, y/o una extraordinaria natalidad.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, y tras este aumento
demográfico, la población alpujarreña alcanzó su máximo en 1860
con una densidad poblacional que superaba los 50 hab/Kmz, muy
superior a la actual.
15 Se ha utilizado en la primera época el índice de 4 personas por cada vecino. Sin embaz-
go, algunos historiadores (V[NCENT) piensan que es un valor al[o para los repobladores al
menos en el período inicial, y se puede admitir un índice de 3, pues lógicamente un repoblador
no soportaría un viaje tan largo e incómodo con su familia, sobre todo con hijos pequeños.
105
Otro factor que también influyó en la aparición del sistema agra-
rio "evolucionado", fue la mayor o menor adaptabilidad y el cono-
cimiento que los pobladores tuvieron con relación al complejo sis-
tema de riegos que caracterizaba a la época morisca. Era una red de
acequias adaptadas ingeniosamente al medio circundante, y en
especial a los medios montanos, y todo ello regido por unas normas
precisas en cuanto a su uso y control. En este sentido SPAHNI,
(1959) y sobre todo NAVARRO (1981, pág. 65-72) describen deta-
lladamente el sistema de riego con acequias en Las Alpujarras y su
complejo reparto de agua.
La penuria y la presión demográfica que han tenido lugar en La
Alpujarra Alta sobre todo a lo largo del siglo XVIII plantea pues el
problema de la evolución de la producción y el crecimiento de los
recursos. Pero, dado que los buenos suelos son escasos, que con fre-
cuencia están utilizados, y debido al estancamiento técnico impe-
rante, sólo se va a conseguir una mayor producción mediante una
ampliación de la supe^cie cultivada. Por todo ello, se produce,
pues, un claro reajuste en la relación hombre-sistemas agrarios
o, de manera más general, población-recursos. Las principales
consecuencias de esta nueva relación son los siguientes:
- Crecimiento de las tierras de regadío.
- Aumento de las tierras de secano.
- Cierto desarrollo de actividades ganaderas y otras comple-
mentarias.
II.4.1. Características del nuevo sistema agrario
Para el abastecimiento de una población cada vez más numero-
sa, además de la puesta en funcionamiento de nuevas tierras, se
establecieron nuevos sistemas de rotaciones que conducen, según
MIGNON, (1982, pág. 191), en la Alpujarra Alta a la duplicación
del espacio cultivado.
^Como fue posible el aumento de la producción agrícola, desde
finales del siglo XVIII hasta los años sesenta del XIX?. Esto se
puede explicar mediante la ampliación de la superficie cultivada,
y/o el incremento de la productividad debido a una mayor intensifi-
cación en las técnicas de cultivo. En el caso de las Alpujarras ambas
causas se dieron paralelamente en el período mencionado de forma
106
que además de la ampliación de las superficies cultivadas, hubo una
cierta intensificación mediante rotaciones y sustitución de cultivos.
Cultivos de secano
Las tierras de secano, en el período considerado, registraron un
aumento significativo si tenemos en cuenta su importancia históri-
ca anterior. Evidentemente, estas tierras se podían aumentar sin
grandes esfuerzos, lo contrario de lo que ocurre en el regadío, pues
el acondicionamiento que se ejerce sobre estas tierras es, en gene-
ral, de carácter más débil.
Las parcelas de secano eran, generalmente, de cultivo estacio-
nal, a veces tan sólo cultivos temporales de cereales. El sistema de
rotación de las tierras de secano estaba en relación directa con la
calidad de la misma. Destacamos principalmente la rotación al "ter-
cio" (dos años de descanso para dar su fruto en el tercero). Los cul-
tivos dominantes de estas tierras eran los cereales, principalmente,
trigo, cebada, maíz y centeno, aunque a veces este último llegó a ser
casi monocultivo en ellas.
El arbolado en secano, en contraposición al regadío, va a estar
casi ausente, con excepción de la presencia de viñas, en la Alpuja-
rra Alta, siendo su importancia desigual dentro de la comarca. Nos
encontramos pues ante un secano de carácter extensivo protagoni-
zado por la alternativa cerealícola, iniciada tras la repoblación.
Algunas de las zonas de pastos de invierno más próximas a las
poblaciones se pusieron en cultivo de secano, a veces herbáceos
(cereales) pero generalmente leñosos (viña, etc.). Fue más grave
todavía medioambientalmente hablando, el hecho de que el cultivo
de las tierras llamadas de "pan llevar" se extendiera a tierras de
peor calidad mediante roturaciones a costa de formaciones bosco-
sas originales constituidas por encinas, alcornoques, castaños,
pinos, etc. Estas desforestaciones realizadas a costa del bosque ori-
ginal provocaron la desaparición de la vegetación natural espontá-
nea y por tanto favorecieron y aceleraron los procesos de erosión
de los torrentes alpujarreños (FERRER, 1985; JIMÉNEZ, 1989/90,
pág. 78/90).
Asimismo, la erosión del suelo favoreció la formación y expan-
sión de varios deltas aluviales en las cercanas zonas litorales
(BOSQUE, 1969 pág. 103; MIGNON, 1982 pág. 439). Este cam-
107
bio afectó en primer lugar a la Alpujarra Alta, asiento de la repo-
blación inicial. Las partes más altas, al quedar desprovistas de una
cubierta vegetal, su vulnerabilidad ante la erosión se acentuó de
forma evidente. La violencia erosiva fue a veces tan grande, que
destruyó el emplazamiento de antiguas poblaciones y obligó a
defender, con costosas obras, amplias zonas de la comarca. Es el
caso, entre otros, de casi toda la Alpujarra Oriental (BOSQUE,
1969; FERRER, 1985, pág. 1.162).
Policultivo de regadío
Las tierras de regadío, han sufrido también un aumento progre-
sivo. El aumento de espacios cultivados, verificado también en
otras zonas estudiadaslb, se produjo mediante una "conquista" pro-
gresiva de tierras de la Alpujarra Alta. Lógicamente, esta conquista
se limita, en primer lugar, a ocupar zonas más cercanas, las más
inmediatas a las vegas, para no tener grandes dificultades técnicas
para su puesta en cultivo. Posteriormente, se van aprovechando
mejores tierras no muy lejanas a los pueblos, ubicadas en las gran-
des pendientes de la periferia de dichas vegas. Asimismo, el conti-
nuo crecimiento demográfico hace indispensable que el regadío lle-
gue a instalarse también en aquellas zonas de pastoreo de veranode
grandes altitúdes, por encima de los 1500 m, y también en zonas
alejadas de las vegas, incluso con pendientes muy pronunciadas.
Para llevar a cabo el riego de estas tierras, fue, pues, preciso el
perfeccionamiento de las técnicas hidráulicas así como el rea-
condicionamiento de la infraestructura agraria local. Es en
esta época (fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX) cuan-
do se produce una reestructuración y adecuación de la red de ace-
quias de herencia morisca más o menos abandonadas y que nece-
sitaban arreglo y reparación debido, entre otros, a los desastres de
la guerra. Dichas acequias, no sólo se repararon sino que también
se manejaron y se construyeron nuevos canales para captar nuevas
aguas. Además, en este período, según MIGNON, (1982, pág.
16 La evolución histórica de los espacios cultivados desde mediados del siglo XV [II hasta
finales del XIX se repite con pequeñas variaciones en varias zonas de Las Alpujarras y fuera
de ella. EnVe otras, citamos por ejemplo: El Barranco de Poqueira (GONZALEZ y CALA-
TRAVA, 1992), la Alpujarra Alta Occidental (GARCIA, 1988), El Valle de Lecrín (VILLE-
GAS, 1972).
108
201), se observa una progresión de los bancales y paratas según
terrazas más o menos regulares, que hoy día se consideran como
elementos característicos del paisaje de los sistemas agrarios de
La Alpujarra Alta.
Frente al carácter marcadamente extensivo que presentaba el
secano, patente en el sistema de rotación, el regadío tenía un
carácter más intensivo. Distinguimos entre regadío de vega y
regadío de altura:
El regadío de vega
Estos regadíos ocupaban normalmente las distintas vegas en
las vertientes, estando situados en torno al pueblo y siendo
generalmente, núcleos de tierra de una agricultura de rega-
dío permanente. Dichos regadíos forman lo que se llama el
"policultivo de regadío de montaña". Estas tierras susten-
tan una gama muy amplia de productos que permiten, en
mayor o menor medida, la subsistencia. El sistema de rota-
ción en el regadío permanente es un sistema de rotación
anual, e incluso, en algunos casos, en las tierras de mejor
calidad, se pueden obtener dos cosechas al año.
Junro a los típicos cultivos cerealícolas (cereales de invier-
no), donde el trigo y el maíz sí adquieren ahora preponde-
rancia, estarían también presentes los cultivos de legumino-
sas, hortalizas y tubérculos en general, y, como cuarto
elemento importante, hay que destacar los cultivos leñosos.
En general, los cultivos hortícolas tienen su ubicación pre-
ferente en las zonas más inmediatas a los distintos núcleos
de población. Estos cultivos se asientan mayoritariamen-
te, sobre parcelas de dimensiones muy reducidas y de tie-
rra de excelente calidad. Estas pequeñas parcelas recuer-
dan a las minúsculas hazas moriscas que fueron repartidas
a los primeros pobladores. Los cultivos hortícolas, tanto
por su extensión como por su significación, estaban orien-
tados al autoconsumo familiar, completamente necesario
para el mantenimiento de una dieta alimentaria mínima-
mente adecuada.
La presencia sistemática de terrazas en el regadío vega es
un fenómeno normal impuesto por la necesidad de corregir
pendientes naturales demasiado fuertes y por las necesida-
109
des del riego. Dichas terrazas precisan de la aplicación de
un trabajo humano más intenso sobre las parcelas que con-
figuran los cultivos del sistema agrario de la vega propia-
mente dicha. Además existe, en muchas casos, una dispo-
sición imperfecta de las parcelas que se refleja en la
ausencia de una verdadera nivelación de las mismas. MIG-
NON (1982, pág. 35), señala como causa principal de ello,
el hecho que "la superabundancia de aguas disponibles no
incita, sin duda, a perfeccionar la horizontalidad de la par-
cela, y la corrección de la pendiente aspira más a facilitar
el trabajo que a evitar un desperdicio del capital hidráuli-
co". En definitiva se facilitan más los accesos y la, relati-
va, comodidad del trabajo agrícola que el aprovechamien-
to idóneo del factor agua, por otra parte nada escaso, por
entonces, en ]a zona.
El regadío de altura
EI regadío de altura está formado por los regadíos eventua-
les o regadíos "de sierra". En la existencia de estos rega-
díos, las pendientes y la altitud inciden considerablemente
y el factor exposición es un elemento clave para asegurar
(o no) la insolación adecuada para el desarrollo del ciclo
vegetativo propio de cada cultivo. En estos terrenos aunque
predomina un sistema de año y vez (la cosecha no es anual
sino cada dos años), existen otros sistemas dependiendo de
la calidad de las tierras como, por ejemplo, la rotación al
tercio cuando la tierra es de menor calidad y necesita tres
años de descanso, dando su fruto en el cuarto. EI regadío de
altura eventual presenta una gama menos amplia que el
regadío de vega permanente presentando un carácter más
uniforme. Pues, por encima de 1200 m, además de las limi-
taciones que impone la montaña y que dificultan la activi-
dad agraria, el frío reduce considerablemente las posibili-
dades culturales y limita la gama clásica del policultivo
mediterráneo. Sólo estarían presentes determinados culti-
vos resistentes a dichas condiciones desfavorables; los
cereales van a ser los cultivos más dominantes, general-
mente, cebada y centeno, así como algunas hortalizas, prin-
cipalmente patatas. Las distintas leguminosas, garbanzos y
110
habichuelas, estarán también presentes, aunque solo en las
tierras de primera calidad, y son, de momento, de consumo
familiar.
EI cultivo^leñoso, aunque no va a estar totalmente^ausente en
estas tierras, se ubica preferentemente en las tierras de rega-
dío permanente. Los cultivos arbóreos en las zonas más ele-
vadas presentan menor diversidad (morales, castaños, noga-
les, manzanos, etc.). Generalmente, no forman plantaciones
regulares. También, tienen un carácter diseminado y entre-
mezclado con cultivos herbáceos, incluso a veces situados
en las lindes de las parcelas como elementos de separación
entre propiedades. Además, como ya apuntábamos anterior-
mente, el divorcio que se estableció con la repoblación de la
Alpujarra Alta permitió seguir, a veces, poseyendo la pro-
piedad del árbol en cuestión pero no siempre la del suelo
donde éste se encuentra localizado.
Referiéndonos al policultivo de regadío en general, la arbo-
ricultura aún constituye un elemento importante de este sis-
tema agrario en el siglo XVIII, pero su puesto relativo no es
el mismo que tuvo hasta la expulsión de los moriscos. VIN-
CENT, (1980-b, pág. 400) señala que en el siglo XVII y
XVIII se han ido replantando progresivamente grandes can-
tidades de árboles. Existen múltiples árboles frutales cuya
importancia no sólo por su significación cuantitativa, sino
también, y sobre todo, por su valor cualitativo, en el sentido
de que juegan un complemento fundamental dentro del poli-
cultivo alimentario de subsistencia. Asimismo, especies
como las encinas, castaños y nogales van a estar, de igual
modo, presentes de forma importante.
El cultivo del moral, importante en tiempos anteriores,
cuantitativamente es aún el cultivo arbóreo más relevante
de los existentes en la Alpujarra Alta. Sin embargo, su
importancia cualitativa ha disminuido con respecto al peso
que tenía antes e inmediatamente después de la expulsión
de los moriscos. Según GARZÓN, (1972, págs. 273/308),
pese a las múltiples disposiciones decretadas bajo el refor-
mismo borbónico, mediante medidas de protección, las
plantaciones del moral, base de la industria sedera, estaban
ya a mediados del siglo XVIII, en términos com,parativos,
en franco estancamiento y retroceso (GARZON, 1972,
111
pág. 294). También otro elemento explicativo de este
retroceso, consiste en que durante el siglo XVIII, y más
concretamente a mediados del mismo, se asiste a toda una
política de sustitución de cultivos (VINCENT, 1980-b,
pág. 399). Va a existir una fuerte corriente que tratará de
sustituir el moral por el lino y el cáñamo, como materias
primas para la industria textil, dada la mayordemanda de
las mismas relacionada con el desarrollo del transporte
marítimo. Particularmente el lino se encuentra en la Alpu-
jarra Alta Oriental, pues MADOZ, (1846, pág. 315) con-
firma su existencia y la cogida de su cosecha en el muni-
cipio de Válor. Dicha afirmación sin embargo no está
generalizada para todos los pueblos de la Alta Alpujarra
Oriental.
En definitiva, se puede afirmar que asistimos a mediados
del siglo XVIII a una sustitución gradual del moral por cul-
tivos herbáceos-cerealícolas en general, y tímidamente aún,
por otros cultivos arbóreos, particularmente el olivar y con
menor importancia el almendro. VINCENT, 1980-b, pág.
372) tras hacer un balance de la economía del Reino de Gra-
nada llegó a la conclusión de que era deficitario en aceite a
finales del siglo XVII, lo cual demuestra que la importancia
del olivar era todavía muy pequeña. Asimismo, señala (pág.
401) que el "olivo en el siglo XVIII llegó a estar tan exten-
dido como el moral, pero al contrario que éste, está en pleno
proceso de ascensión. Apenas hay plantaciones de olivar
sino árboles numerosos y jóvenes". Asimismo MADOZ,
(1846, pág. 313) señala que, a mediados del siglo XVIII,
entre los árboles frutales los más importantes en número son
las moreras, así como los olivos. Además destaca la pro-
ducción de aceite de oliva como una de las principales pro-
ducciones de casi todos los pueblos de la Alpujarra Alta
Oriental, incluso señala (pág. 238), para Mecina Alfahar
(Válor), que se "exporta alguna seda así como el sobrante
del aceite".
Todos estos cambios manifiestan la línea de ruptura iniciada tras
la repoblación. Aunque esta línea no se puede calificar de brusca, sí
ha ido avanzando paulatinamente, y de forma gradual, definiendo
un nuevo sistema y paisaje agrario en la Alpujarra Alta.
112
Respecto a las viñas en las tierras de regadío, la superficie ocu-
pada en la Alpujarra Alta no tenía, en general, relevancia aprecia-
ble. Era un cultivo marginal al que se solía dedicar, preferentemen-
te, tierras de inferior calidad, y por ello daba bajas producciones. No
es pues, de extrañar, por tanto, que las viñas, al menos en tierras de
regadío, se fuesen sustituyendo por otros cultivos más rentables y
productivos, proceso posiblemente inverso al que se registra en el
siglo XVIII con el viñedo de la Alpujarra Baja (Contraviesa)
(GARCÍA, 1973).
II.4.2. Actividades ganaderas y actividades complementarias
Teóricamente, la Alpujarra Alta, es de clara vocación potencial
ganadera. En efecto, es una zona de carácter montañoso que confor-
ma las cumbres de Sierra Nevada con la existencia de amplias super-
ficies incultas y pastos de altura. Basta para convencerse el ver como
la parte de las tierras sin cultivar es grande en el interior de cada tér-
mino municipal, y hasta que punto las comunidades tienen mucho
interés por ellas. Sin embargo, nos encontramos, en la práctica, salvo
casos aislados, ante una zona con vocación cultural de predominio
agrario. La característica más curiosa del sistema agrario de la Alpu-
jarra Alta es el ser más una agricultura de policultivo mediterráneo
ubicada en la montaña que una agricultura tradicional de montaña.
MIGNON ( 1982, págs. 33-34 y pág. 405), tras señalar una dedi-
cación primordial de la Alpujarra Alta a la agricultura, hace constar
que "la montaña no engendra ninguna fórmula radicalmente espe-
cífica: el habitante de las tierras de la Alpujarra no es en verdad un
montañés sino más bien un agricultor mediterráneo trasplantado a
un sistema de montaña, y el sistema agrario alpujarreño es un sim-
ple sistema mediterráneo condicionado y alterado por el frío. En
esta misma línea, SPAHNI, ( 1959, pág. 89) subraya que "el alpuja-
rreño es un campesino de la montaña sometido a los mismos debe-
res que el de la llanura, pero con mayores dificultades, a causa de
los accidentes del terreno".
En cualquier caso, la Alpujarra Alta, tenía una vocación cultural
con una cierta componente ganadera. En la ganaderia alpujarreña
destacaríamos según GONZÁLEZ y CALATRAVA, (1992) lo
siguiente:
113
- Ganadería asociada a la agricultura: principalmente ovino,
así como caprino y vacuno y algo de porcino familiar.
- Ganadería poco asociada a la agricultura: formada por ovino
trashumante.
La ganadería en su día fue bastante abundante, habiendo sido el
ganado menor (oveja, cabra) el más representativo. Este hecho nos
puede dar una idea del carácter extensivo que predomina en esta
ganadería de montaña. En efecto, los ganaderos sabían aprovechar
la complementariedad de las diversas unidades que componen el
sistema agrario de la zona. La existencia de importantes pastos de
altura así como de tien-as incultas, y el propio sistema de cultivos,
donde a veces la rotación al tercio juega un papel muy importante,
constituyen, conjuntamente, el soporte básico para esta ganadería.
Dadas las condiciones físicas de la zona, que va a retener la nieve
durante mucho tiempo en las cumbres, la cabaña tras pasaz el vera-
no en los pastos de altura y ser subsidiaria de los sistemas de rota-
ción imperantes, ha de trashumar a los pastos próximos de la costa
durante el invierno en espera del deshielo de la nieve.
La ganadería, a escala modesta en cada explotación, estaría ínti-
mamente ligada a la agricultura tradicional que venimos analizan-
do, en la medida en que aprovecharían las rastrojeras subsiguientes
a un secano extensivo y cerealícola, siendo a la vez elementos
importantes como agentes suministradores del necesario abono para
la fertilización de las tierras de cultivo.
El ganado vacuno y porcino, por su cazácter de complemento
alimentazio tenían un papel muy importante dentro del marco de
una economía tradicional de subsistencia, en la medida que permi-
tía el autoabastecimiento. Además, la especie bovina cumple una
clara función como ganado de tiro y de trabajo, su valor, pues, es
mucho más cualitativo que cuantitativo.
Por lo que a actividades forestales se refiere, hay que decir que,
aunque MADOZ, (1846) señala, en casi todos los pueblos que con-
forman la Alpujarra Alta, la existencia de numerosas supe^cies
montañosas pobladas en su mayoría por bosques de encinas, robles,
castaños, etc., en la zona, a principios de los noventa, no existe apro-
vechamiento forestal como tal, pero sí según GONZÁLEZ y CALA-
TRAVA, (1992) se realizan tazeas de limpieza de montes, repobla-
ción forestal, etc., lo que proporciona, en determinadas épocas del
114
año, unos ingresos complementarios para algunos habitantes. Estos
ingresos, junto con los que generan las actividades relacionadas con
el complejo mundo del artesanado y el oficio que tiene cada familia,
son básicos para el autoabastecimiento y el funcionamiento de esta
sociedad, casi cerrada hasta hace muy poco.
II.4.3. Propiedad y parcelación en el siglo XVIII-XIX
El regadío dio lugar a un incremento relativo de la parcelación y
a una atomización de la propiedad (BOSQUE, 1973, pág. 483).
Entre los factores que influyeron sobre la estructura de propiedad,
destacaríamos principalmente, el sistema de herencia, como factor
histórico cultural que exige un reparto igualitario entre los hijos. Por
ello, debido a factores de tipo técnico (como dificultades que impo-
ne la pendiente para la preparación del terreno y para la puesta en
marcha del sistema de riego), así como a otras limitaciones de tipo
físico, particularmente, el escalonamiento en pisos climáticos que
impone el factor altitud, se hacía desde el punto de vista del equili-
brio en las herencias, aconsejable y deseable que las diferentes par-
celas que forman la propiedad de cada hijo estén en distintas alturas
y calidades de tierra (NAVARRO, 1979, pág. 46). Y así, se pueden
salvar las posibles cosechas de los riesgos eventuales y se pueden
cubrir las necesidades de consumo. Consecuentemente todos estos
factores impiden la concentración de la propiedad y conducen a una
mayor parcelación en la Alpujarra Alta.
Este rasgo se relacionaría con el mencionado policultivo de mon-
taña propio de la comarca, queprovocaría, en muchos casos, la apa-
rición de diversas unidades de cultivo independientes a nivel espa-
cial y pertenecientes al mismo propietario. Este fenómeno continuo
de herencia y reparto, va a tener, lógicamente, mayor incidencia en
las tierras de regadío y por tanto en su parcelación, puesto que, casi
siempre, son de menor superficie en comparación con las de secano.
La impresión que nos da el desorden de las parcelas con su frac-
cionamiento, que persiste hasta el momento actual, es, en cierta
medida, una organización interna de estos sistemas agrarios tra-
dicionales alpujarreños, y forman una lógica que justifica su
existencia.
MIGNON, (1982, pág. 29) afirma que "el análisis de los terraz-
gos subraya el fraccionamiento irregular del espacio cultivado, dis-
115
persado en manchas en el núcleo de un saltus invasor. Su distribu-
ción no es, sin embargo, totalmente anárquica y el examen sistemá-
tico de sus términos hace aparecer rápidamente algunas constantes
interesantes. Una organización concéntrica a partir del pueblo se
afirma en todos los casos, los diferentes terrenos se disponen en
aureolas cada vez más amplias y de extensión creciente hacia la
periferia".
II.S. Aparición de la agricultura "especializada"
y sistemas agrarios antes del éxodo rural
(Siglo XIX-Mediados del siglo XX)
El análisis del siglo XIX y principios del siglo XX, tiene una
importancia particular en el pasado histórico de los sistemas agra-
rios locales de la Alpujarra Alta. Es un período de transición entre
una sociedad rural con sistemas agrarios perfectamente consolida-
dos, como venimos analizando anteriormente, hasta casi la segunda
mitad del siglo XIX, y una sociedad que, sin dejar de perder total-
mente estos rasgos, presenta ya larvados los rasgos que configuran
la situación actual del sistema agrario. Los cambios más importan-
tes ocurridos en el sistema durante el siglo XIX y principios del XX
son los siguientes:
II.5.1. Regresión del secano cerealístico y expansión del viñedo
Regresión del secano
En el siglo XIX hubo una regresión en la extensión de las tierras
de secano con respecto al siglo XVIII. Además, se registró un cam-
bio interno importante dentro de los cultivos de los sistemas agrarios
de secano: mientras que en el siglo XVIII predominaba en casi toda
la comarca un secano orientado a cultivos herbáceos, básicamente
cereales, el cultivo del viñedo ocupa durante el siglo XIX espacios
que anteriormente estaban reservados a los cereales. Esto es explica-
ble si tenemos en cuenta que la mayoria de las tierras dedicadas a
cultivos de secano eran de calidad mediocre, y muchos de estos seca-
nos eran puramente temporales y marginales. Además, los bajos ren-
dimientos, relacionados con los propios sistemas de rotación de estas
116
tierras 17, frente a las mayores y mejores expectativas de cultivo de la
vid explicarían la expansión de este último cultivo.
El desarrollo del viñedo 18 y decadencia de su cultivo
Los trabajos que hacen referencia a la historia del cultivo de la
vid indican que es un cultivo muy antiguo en la zona, no estando
muy claro el momento en que se introdujo en la comarca, pero sí se
sabe que el cultivo estaba presente tras la expulsión de los moriscos
en el siglo XVI y formaba parte de la composición de las "suertes"
repartidas a los nuevos pobladores (GARCÍA, 1973, pág. 513;
MIGNON, 1982, pág. 192).
Más ciertas son las referencias del momento de esplendor del
viñedo, que comienza a finales del siglo XVII hasta alcanzar su
máximo a mediados del siglo XIX coincidiendo con el nivel más alto
de población alcanzado después de la diáspora morisca. El viñedo
merece, por su importancia y las consecuencias posteriores de su cri-
sis, un análisis particular, aunque dicho análisis escaparía del estric-
to marco espacial de la Alpujarra Alta, ya que la expansión del viñe-
do no es un fenómeno puntual de dicha zona, sino que se inscribe
dentro de un marco espacial más amplio, en el que la Alpujarra Alta
participa pero no con la intensidad que va a caracterizar a otras zonas
geográficas cercanas. Así, el desarrollo del viñedo fue espectacular
en la Contraviesa (Alpujarra Baja), pasando según (MIGNON, 1982,
pág. 194) de "... ser zona repulsiva y desierta, mediocremente culti-
vada hasta entonces, a ser zona de dominio agrícola totalmente
humanizada...". Además, como señala GARCIA (1973, pág. 512),
debido a la suavidad de las temperaturas en la primera mitad del
siglo XIX, en comparación con el clima frío del siglo XVIII, el viñe-
do se extendió también a las laderas soleadas de la Alpujarra Alta.
Por otra parte, su desarrollo se vio facilitado por su adaptación a las
laderas montañosas y su fácil salida comercial: apertura del comer-
cio marítimo, liberación de las relaciones con América, aparición de
nuevos mercados, etc.
'^ La Alpujarra Alta, es una de las zonas andaluzas que monopoliza los valores más bajos
de producción por hectárea (MIGNON, 1982, pág. 25).
^$ En relación al auge y a la crisis del cultivo del viñedo en la comarca, consúltese, parti-
cularmente, la obra de GARCÍA, E., (1973): "EI viñedo en la costa alpujarreña". En: Estudios
Geográficos. n° l32/133. Págs. 501-538. CS[C. Madrid.
117
A lo largo del siglo XVIII y durante casi todo el siglo XIX, la
producción de vino estuvo orientada a la exportación (Gibraltar,
Inglaterra, Málaga, etc.) (GARCÍA, 1973, pág. 513). Los viñedos
de las laderas bajas se dedicaban a pasas, las laderas medias se
orientaban hacia la producción de vino, y por último, y lo más que
nos interesa aquí, el viñedo de las zonas más altas se dedicaba pre-
ferentemente a la fabricación del aguardiente. En estas zonas altas
la falta de calor, originada por una menor insolación de las mis-
mas, hacía que el vino tuviera una menor cantidad de azúcar, sien-
do por ello más difícil su elaboración final y consecuentemente se
agriaba fácilmente convirtiéndose en aguardiente (GARCÍA,
1973, pág. S l2/513).
La fuerte especialización de algunas zonas provocaba un comer-
cio áctivo e intercambio entre regiones. La vid se convirtió en un
auténtico monocultivo y era tal su expansión, que apenas se culti-
vaban los cereales. Por ello, algunas zonas comenzaron a ser defi-
citarias y se hizo indispensable establecer intercambios comerciales
con las Ilanuras cerealícolas interiores de Granada y Guadix para
recibir cereales. Asimismo, el aguardiente, previamente anisado lle-
gaba a las distintas zonas de Granada, Almería y Jaén 19 (GARCÍA,
1973, pág. 513; SPAHNI, 1959, pág. 55).
Con este proceso asistimos a un cambio muy importante en los
sistemas agrarios y la economía local de la Alpujarra Alta, pues, por
primera vez en su historia, ya no es necesario producir de todo un
poco, y exclusivamente dedicarlo al autoconsumo, sino que gracias
a estos intercambios y trueques comerciales va a ser posible el abas-
tecimiento local y, en cierta medida, el inicio de rentas agrarias pro-
ducto del comercio. MIGNON, ( 1982, pág. 195), define este proce-
so como una ruptura más o menos marcada, según las zonas, con la
tradición de producción de alimentos para el autoconsumo y la sub-
sistencia. Se pasa, por tanto, de una economía básicamente cerrada
con sistemas agrarios de policultivos de subsistencia a un modelo de
sociedad más abierta marcada por la especialización y los intercam-
bios comerciales. Además, progresivamente van apareciendo nuevas
19 GARCÍA, (1973, pág. 513): incidiendo sobre los in[ercambios comerciales generados
con la "revolución vitícola» afirma que: ...Una intensa actividad arriera recorría estos caminos
con sus reatas de mulas. Mientras el vino y las pasas eran un producto comercial para la obten-
ción de dinero, el aguardiente anisado era objeto de trueque con las poblaciones cerealís[as del
interior".
118
actividades y rentas complementarias, particularmente la actividad
minera (CONSEJO ECONÓMICO SINDICAL, 1969/1970) que
formaría la ruptura gradual con el modelo de vida tradicional.
El floreciente desarrollo del cultivo de la vid se viobruscamen-
te interrumpido por la filoxera, que acabó con la práctica totalidad
de los viñedos a iinales del siglo XIX, en torno a 1884, y casi prác-
ticamente paralizó la vida comarcal. Las repercusiones socioeconó-
micas fueron muy graves, de la misma forma que lo fueron en la
mayoría de las regiones vitícolas españolas. Como consecuencia de
la crisis del viñedo, se dio en la zona un movimiento migratorio, que
sería, en cierta medida, precursor del éxodo rural que tendría lugar
a mediados del siglo XX.
Se intentó repoblar rápidamente lo que la filoxera iba arrasando,
pero el esfuerzo resultó casi inútil. La reconstitución del viñedo fue
difícil debido al minifundismo; además surgieron problemas con la
elección de patrones aptos para los suelos alpujarreños, ya que los
patrones eran traídos de Aragón e introducidos sin previa experi-
mentación. Los agricultores tuvieron que aprender las técnicas de
injerto, desconocidas, por innecesarias, hasta entonces, resultando
una elección anárquica de variedades 20 que aún hoy perdura.
Ante el fracaso inicial en la reconstrucción del viñedo, el almen-
dro fue ganando terreno al cultivo tradicional. En la parte alta el avan-
ce del almendro fue limitado por las heladas tardías. En su lugar se
roturaron las tienras y se destinaron, en principio, a cereal, si bien tras
la Guerra Civil, se inició de nuevo una repoblación con viñas (VAN
DER HAAR, 1994, pág. 24). Este período, marcado por la violencia
y el hambre, fue de alguna manera favorable para los viticultores de
la comarca. La disponibilidad de mano de obra barata hizo posible la
reconstitución del viñedo, y la tierra se fue poniendo paulatinamente
en cultivo. La densidad de población alcanzó un máximo alrededor de
1950, aunque sin llegar a la elevada demografía mencionada del siglo
XIX. La agricultura, en este período, se diversifica, en base a un doble
objetivo: autoabastecimiento (hortalizas, cereales, leguminosas,
carne, etc.) y mercado (vino, almendras, higos y cereales, etc.).
20 En el momemo de la elección de los injertos paza la repoblación del viñedo después de
la destrucción por causa de la filoxera, hay que buscar el origen de esta dispersión varietal
actual. Efectivamente, no se injertó entonces por zonas, ni siquiera por pazcelas, sino que den-
vo de la misma pazcela se pusieron varias clases de viníferas, lo que imposibilita hoy la reco-
lección uniforme de un detemúnado tipo de uva para establecer una marca con un vino de cali-
dad con una ciena homogeneidad.
119
II.5.2. Características de los sistemas agrarios
(siglo XIX-mediados del siglo XX)
Los rasgos generales de los sistemas agrarios en el siglo XIX
serían muy semejantes a los ya definidos en el siglo XVIII.
En términos globales, las tierras de regadío, estaban básicamen-
te formadas por los cultivos clásicos de cereales así como las horta-
lizas y leguminosas. En el regadío de la Alpujarra Alta predomina
el cultivo cerealístico de invierno, con un claro porcentaje de bar-
bechos invernales, base de algunos cultivos estivales.
Respecto a los cereales, y más concretamente al trigo, destaca-
mos un cambio muy significativo, que se manifiesta en su gradual
sustitución por el cultivo del maíz. Este último va a conocer una
fuerte expansión sobre todo a lo largo del siglo XVIII y XIX. El
maíz se adapta perfectamente tanto a las tierras de inferior calidad
como a las consideradas superiores, con lo que se puede conseguir
un cultivo continuado. Además, por su propia naturaleza, permite
fácilmente un cultivo asociado y sirve de apoyo al crecimiento de
numerosos cultivos, particularmente por lo que se refiere a las judí-
as (habichuelas). Lo mismo que los cereales sustituidos, el maíz era
utilizado también en la alimentación por gente modesta. (el maíz
proporciona una segunda cosecha anual, siendo la primera la de
trigo por ejemplo).
En cuanto al centeno y la cebada, la situación que presentan a
mediados del siglo XIX no difiere sustancialmente de lo que encon-
trábamos en la centuria precedente. Estos cultivos ocupan, sobre
todo, las tierras de secano y aquellos regadíos no permanentes.
Generalmente, cuando se cultivan, en regadíos permanentes, for-
man un cultivo asociado a las distintas leguminosas existentes o
bien se intercalan con el múltiple arbolado disperso existente.
El regadío incluye otra línea dominante formada por una gama
significativa de cultivos hortícolas y leguminosas en general. Estos
cultivos aparecen asociados con una gran variedad de arbolado más
o menos disperso con multitud de frutales, morales, castaños, olivos,
nogales, etc., en número apreciable. En verano, época de máxima
actividad agraria, hay varios cultivos de judías, patatas y maíz en las
vegas altas, y maíz, judías y hortalizas diversas en las más bajas.
Entre las hortalizas destaca el cultivo de habichuela (judía
verde) muy generalizado en la Alpujarra Alta, tenía fama y era obje-
to de una comercialización más o menos importante. En el regadío
120
de vega no faltan múltiples asociaciones de cereal-leguminosas y
todo ello entremezclado con un arbolado abundante y disperso. La
"arborización" del regadío, en este período, es cada vez más inten-
sa. Predominan los árboles frutales, muy diferentes según las zonas
de altitud y las posibilidades de irrigación asegurada: el naranjo, la
vid y el limonero son los más extendidos en las vegas más bajas, y
manzanos, perales, cerezos, junto con el castaño y el nogal, ya casi
desaparecido, en las vegas más elevadas de la Alpujarra Alta.
El secano también, como en toda la fachada mediterránea, está
muy arborizado: almendro, olivo, vid, así como castaños, encinas y
nogales en las zonas más elevadas y húmedas de la Alpujarra Alta.
Con respecto a la situación de algunos cultivos arbóreos, a mediados
del siglo XIX, un cultivo histórico de la época morisca, el olivar,
comienza, respecto al siglo XVIII, a pasar de una ocupación difusa
y anárquica de árboles sin constituir auténticas plantaciones, a plan-
taciones más continuas espacialmente y dando origen a un cierto
comercio de aceite, hasta entonces objeto solo de autoconsumo.
Los cereales de secano: trigo, cebada o centeno, sirven también
de base a formaciones arbóreas que agregan casi siempre una
segunda cosecha anual. El sistema más difundido es, generalmente
mixto de cereal-barbecho, con plantaciones de almendros y olivos
en las zonas más bajas de la Alpujarra Alta, y en las zonas más ele-
vadas, se intercalan los espacios cerealísticos con encinas, chapa-
rros, castaños, etc.
MADOZ, (1846, págs. 237, 238, 278, 313 y 315) ofrece, aunque
no cuantifica, una visión general sobre las principales producciones
agrarias de la Alpujarra Alta a mediados del siglo XIX. Destacan
los cereales, el trigo, el maíz, el centeno, la cebada, y el lino. Entre
la variada gama de leguminosas cita, las habichuelas, las habas y los
garbanzos. De las hortalizas, las patatas y el pimiento, y iinalmen-
te, de entre una muy amplia gama de frutales, señalamos el olivo
(aceite), el higo, la morera (seda), los naranjos, los limones, la uva
(vino). La importancia de estos principales cultivos varia lógica-
mente según zonas.
Asimismo, casi tres décadas más tarde, ALARCÓN en 1876
(pág. 505) referiéndose a la Taha de Ugijar, de la que forma parte la
Alpujarra Alta Oriental tal y como ha sido definida, señala que "Los
campos producen todo lo necesario al consumo de la población.
Exportase algún aceite, del cual hay varios molinos. En las rambli-
llas defendidas por la Sierra se ven cada día más naranjos...". Asi-
121
mismo afirma (pag. 509) que "...Los campos de Ugijar labrados en
anchurosas paratas, compiten en amenidad con los primeros del
mundo. iQué rozagantes trigos!, ^Qué variedad de frutales!. Para
algunos pueblos de dicha Taha (Válor, Mecina Alfahar, Nechite,
Yegen, etc.), añade (págs. 458 y 470) que "...encontramos entre bri-
llantes chorros de nieve derretida que bajan de las vecinas cumbres,
granados en flor, opulentos olivos y hasta naranjos llenos de fruto.
Encima de estospueblos abundan los castaños, los nogales y las
encinas. . .".
En resumen, la principal diferencia con respecto a la situación
dominante a mediados del siglo XVIII radica en que se empieza a
observar una cierta "especialización" en la producción agraria de
algunos municipios (producción de vino, aceite, naranjos, habi-
chuelas, patatas para semillas, etc.), lo que provocaría, como se
apuntaba anteriormente, unos intercambios comerciales a escala
intermunicipal, comarcal... e incluso para la exportación.
Aunque no puede negarse la existencia previa de la orientación
comercial y exportadora de muchos productos, en el siglo XIX ésta
se intensifica y se consolida.
Posteriormente, la apertura comercial y la "especialización" de
los sistemas agrarios locales se fueron introduciendo y ampliando,
a medida que se fue mejorando la red de carreteras en 1930. Así
pues, surgen y se desarrollan algunos cultivos dirigidos al comercio
extracomarcal, nacional y de exportación dentro de la comarca
alpujarreña. En este sentido puede señalarse para el caso de la Alta
Alpujarra, las judías, las patatas y la cría del ganado vacuno y por-
cino con sus productos derivados (SPAHNI, 1959, pág. 108).
II.6. El éxodo rural: degeneración de los sistemas y amenazas
del equilbrio del ecosistema de la Alpujarra Alta
II.6.1. Degeneración y crisis del sistema agrario local tras el éxodo
rural: situación hasta el inicio del desarrollo actual
El sistema anteriormente descrito permanece, con ligeras modiii-
caciones, en la Alpujarra Alta, hasta prácticamente la década de los
sesenta en que se inicia el éxodo rural, marcando así la crisis y la
degradación posterior de los sistemas agrarios. Debido a la situación
geográfica y orográfica de la comarca, la infraestructura en las
122
comunicaciones era deficiente, lo que influyó negativamente en sus
relaciones con el exterior, propició su aislamiento y dificultó la
modernización y la mecanización de la agricultura, por otra parte
muy limitada por cuestiones de pendiente y altitud de las áreas agra-
rias de la comarca. Entonces comenzó con la industrialización, de
carácter urbano, del país, el grave proceso de despoblamiento (éxodo
rural) concentrado mayoritariamente entre 1960 y 1975, que abrió
así una profunda crisis económica y sociocultural en la Alpujarra
Alta (CALATRAVA y GONZÁLEZ, 1993). La población envejeció
progresivamente y ello influyó en una mentalidad comarcal favora-
ble a la falta de iniciativa empresarial y de inversiones que paralizó
la renovación y reproducción del sector agrario. Los años sesenta
marcan una nueva época tanto para la economía de la Alpujarra Alta
como para el resto de la comarca. La apertura al sistema económico
español, en fuerte expansión y crecimiento, conduce a un flujo de
población hacia fuera de la comarca. En esta época comienza a desa-
rrollarse la horticultura intensiva en el Campo de Dalias, que hasta
entonces sólo conocía los pastos de trashumancia. En los setenta,
una década después, la zona litoral absorberá gran parte de mano de
obra alpujarreña oriental. Por otra parte, las expectativas de las zonas
industriales y las nuevas formas de vida de la sociedad de las mis-
mas convencieron a la población local de la posibilidad de mejorar
sus rentas y consecuentemente el nivel de vida.
La zona sufrió pues, una pérdida de efectivos poblacionales muy
intensa, provocando la desintegración de la estructura de población
y un problema de envejecimiento alarmante, y, por tanto, la escasez
de mano de obra que tradicionalmente venía trabajando la tierra. La
imposibilidad de mecanización y modernización de los sistemas
agrarios, por handicaps de tipo físico (básicamente topográfico) y
por la baja demografía ya mencionados, favoreció esta situación de
crisis por falta de productividad, de duras condiciones de trabajo
particularmente considerando las oportunidades existentes en la
emigración.
El despoblamiento actual y la poca mano de obra activa, así
como la escasa rentabilidad de los sistemas agrarios, hace insoste-
nible el modo de vida social y provoca, consecuentemente, el aban-
dono de las actividades agrarias en la Alpujarra Alta, con la
subsiguiente transformación del sistema agropastoril preexistente.
Las características de la degenerción y la crisis del sistema son las
siguientes:
123
Abandono de las tierras en regadío
El regadío actual se encuentra muy alterado por la fuerte crisis
de las últimas décadas, tanto en extensión como en el tipo de apro-
vechamiento. En cuanto al regadío de altura se encuentra abando-
nado o"raramente trabajado", dependiendo de las necesidades del
propietario. Estos regadíos demandan más mano de obra y son más
incómodos para mantener. Más sorprendente, todavía, es la crisis
que se manifiesta en las vegas de cultivo permanente, regularmente
regadas, que quedaron restringidas a los espacios más cercanos a los
núcleos de población, siendo menos duros de mantener. El abando-
no de las tierras regadas, ha generado así el declive del policultivo
de vega, característico del sistema actual de la Alpujarra Alta res-
pecto al tradicional de principios de siglo.
Por otra parte, se produce una sustitución del cultivo de cereal,
la gama de cultivo tradicional predominante, y se potencia la horti-
cultura y, en menor medida, la arboricultura, ya muy desarrollada en
la etapa anterior, con importante presencia del olivo y el almendro
así como una considerable variedad de frutales.
Abandono de las tierras de secano
Tras la década de los sesenta, se restringió enormemente la
superficie cultivada, afectando dicha reducción mayoritariamente a
los secanos, y especialmente a las tierras dedicadas a secano cerea-
lista. La falta de activos para trabajar la tierra, provocada por la emi-
gración, va a significar, sobretodo, el abandono de aquellas tierras
menos productivas, de difícil acceso y con muy pocas posibilidades
de mecanización, como son en deiinitiva las que estaban dedicadas
a cereal en secano. El secano herbáceo como cultivo típico de sub-
sistencia, hoy día se puede afirmar que es algo inexistente, o cuan-
to menos muy marginal, según zonas.
Los cultivos cerealícolas tradicionales han sufrido un descenso
brutal, siendo sustituic:os en muchos casos por otras producciones
de naturaleza leñosa. El almendro (cultivo que se adapta al sistema
de pendientes, poco exigente en cuanto al tipo de suelo y la dispo-
nibilidad de agua así como de los cuidados culturales), es el cultivo
más representado seguido de lejos del olivo y de la vid. El almen-
dro ha conocido una verdadera expansión tras ]a crisis del viñedo y
124
en la segunda mitad del siglo XX como alternativa al secano herbá-
ceo. El olivo y particularmente la vid, cultivos con mayor tradición,
están en proceso de regresión. Este último, salvo casos particulares,
es actualmente, en la Alpujarra Alta, un cultivo residual.
La importancia superficial que aún tiene el secano en la Alpuja-
rra Alta se debe a la enorme expansión del mismo que tuvo lugar en
el siglo XVIIl coincidiendo con una fuerte presión demográfica,
como señalábamos anteriormente. Dicha expansión se hizo en
muchas ocasiones en espacios con escasas aptitudes para el cultivo,
dando lugar a un sistema de explotación muy extensivo, y marginal,
desde el punto de vista estrictamente financiero.
Dentro de la variante herbáceos de secano destacamos hoy aún
la cebada, así como con cierta importancia, las leguminosas y los
forrajes. Muchos espacios abandonados de cultivos de cereal en
secano quedaron, en cambio, abocados a la erialización, recupera-
ción de monte bajo y/o absorbidos por la repoblación forestal.
Declive de la ganadería y transformación progresiva
de las prácticas pastoriles
Después de 1960 prácticamente desaparece la escasa ganade-
ría autóctona tradicional existente. CALATRAVA y NAVARRO,
(1985-a) y CALATRAVA y SAYADI (1997-b) analizando la consi-
deración social que las actividades agrarias tienen entre los habi-
tantes de Las Alpujarras, llegaron a la conclusión de que el oficio
depastor, muy considerado socialmente en la Alpujarra Alta en
tiempos anteriores, es la profesión menos valorada y menos consi-
derada socialmente a comienzos de la década de los ochenta. Los
jóvenes no quieren retomar la dura profesión del ganadero y pre-
fieren aprovechar la posibilidad de emigrar. El ganadero se vio
incapaz de soportar las cargas de una mano de obra difícilmente
compensada con la simple actividad pastoril extensiva. La gran
ganadería de ovino y caprino existente basada en asalariados se
convierte en una pequeña ganadería familiar que a través de la
"autoexplotación" es capaz de evitar el recurrir a la mano de obra
exterior. SPAHNI en 1959 (pág. 101), afirma que "no hay ya en la
Alpujarra guardianes asalariados de los rebaños"; asimismo,
CALATRAVA y VERICAT, ( 1987, pág. 77) demuestran que en la
Alpujarra Alta Oriental algunas labores ganaderas, particularmen-
125
te las próximas al hogar (cuidado del pequeño ganado familiar,
ordeño y venta de leche, etc.) son realizadas mayoritariamente por
mujeres.
Se asiste, pues, a un fraccionamiento de los rebaños y a la
multiplicación del número de "agricultores-ganaderos". Los
rebaños actuales son muy reducidos en comparación a otras épocas.
Las formas pastoriles tradicionales, como la trashumancia,
están en plena decadencia. Los radios de trashumancia son cada
vez más cortos, habiendo prácticamente desaparecido los desplaza-
mientos estivales para aprovechar los pastos de altura. Los rebaños
se alejan cada vez menos de los pueblos, y permanecen a veces gran
parte del año en las vegas que antaño estaban rigurosamente exclui-
das del pastoreo. Actualmente, el ganadero, con frecuencia "peque-
ño propietario agricultor", para atender los cuidados que necesitan
sus cultivos, difícilmente puede alejarse de su explotación. Además,
con el abandono de las tierras, así como con la reducción masiva del
número de ganado, se gana mayor espacio para pastos de baja alti-
tud (PÉREZ y VABRE, 1987, pág. 64), incluso en las vegas con-
quistadas con el erial. Estos pastos próximos, en gran parte, pueden
satisfacer las necesidades de los pequeños rebaños actuales en la
Alpujarra Alta.
La pérdida paulatina de las tradiciones pastoriles muestra, evi-
dentemente, la amplitud de la crisis de los sistemas agrarios de la
Alpujarra Alta, que abandona hasta las tierras más propicias para el
cultivo a una ganadería en vía de sedentarización.
La fusión a nivel de la pequeña explotación familiar de la acti-
vidad agrícola y ganadera hace que la Alpujarra Alta manifieste el
abandono del monte pastoril, elemento más específico del sistema
agrario montañés. De esta forma la estructura de la explotación
"mixta", definida por el policultivo-ganadero es más homogénea,
de lo que venía siendo. Es importante apuntar que esta fusión no
conduce a ningún progreso decisivo por sinergia o interacción sino
a la marginación de las dos actividades agrarias.
La mayoría de las explotaciones agrarias de la Alpujarra Alta
están lejos de poder siquiera pagar, a precio de mercado, la mano
de obra familiar empleada en ellas. Además, la preponderancia de
la pequeña propiedad familiar (microfundio, explotaciones a
tiempo parcial, etc.) en la economía local dificulta considerable-
mente el esfuerzo de la intensificación de estos subsectores.
MIGNON, (1982, pág. 435) afirma que la "limitación de los des-
126
plazamientos, la cohabitación cada vez más habitual de la gana-
dería y de los cultivos en el seno de las mismas explotaciones no
ha suscitado en absoluto una real integración y una verdadera
complementariedad de ambas actividades". El sistema agrogana-
dero trashumante, o semitrashumante, se encuentra pues fuerte-
mente deteriorado y modificado, sin un beneficio en términos de
mayor rentabilidad.
La actual crisis de los sistemas agrarios se vio además agravada,
en sus inicios, por la desaparición brusca de actividades comple-
mentarias que sostenían tradicionalmente a la agricultura. Así, la
minería importante en la comarca en otras épocas vio su ocaso defi-
nitivo en los años sesenta, fecha en la que concurre también la ter-
minación de las obras hidroeléctricas en la comarca, cese de las
emigraciones estacionales para la recolección en las llanuras de
otras zonas, etc.. Así pues, muchos obreros que antiguamente esta-
ban trabajando en estas actividades, así como pequeños agricultores
que complementaban sus rentas con ellas, se vieron "obligados" a
unirse al ya iniciado éxodo rural.
La situación anteriormente descrita está muy generalizada y
apenas presenta diferencias en el conjunto de la Alpujarra Alta.
El abandono y la degradación del sistema agrario es el elemen-
to fundamental de la realidad agrícola actual. Ante esta situa-
ción, algunos pueblos manifestaron comportamientos de resis-
tencia a la marginación de su agricultura mediante intentos de
reestructuración y"modernización" del sistema agrario local.
Algunos de estos intentos, en principio, ni siquiera estaban
debidamente planificados. Estos intentos, algunos de los cuales,
no siempre rematados con éxito, se mencionan más adelante,
tienen enorme importancia en una zona como Las Alpujarras
donde la crisis ha determinado unas rentas muy bajas para los
agricultores. CALATRAVA y NAVARRO, (1985-b) muestran
como el nivel de bienestar de los agricultores en las Alpujarras
granadinas es significativamente inferior al de la población
rural no agricultora.
En esta situación surgió hace tres décadas, un intento de nueva
ganadería basada inicialmente en el ganado bovino sobretodo en
la Alpujarra Alta Central. Se pensó e intentó incluso la aclimata-
ción y adaptación a la zona de la raza Rubia gallega. Eran peque-
ños rebaños que frecuentemente practicaban la trashumancia con
largos desplazamientos, o con alimentación basada sobre los ras-
127
trojos de los cultivos de las pequeñas explotaciones que general-
mente eran incapaces de sostener dicha ganadería cuya alimenta-
ción complementaria se reducía a veces a los subproductos de los
cultivos (algo de paja y sobre todo las ramas secas de las judías).
En estas condiciones, los intentos de modernización de la cabaña
bovina estaban abocados a pobres resultados. Dicho intento expre-
sa una voluntad y preocupación por un sistema rentable, pero apa-
rentemente la solución bovina es insuficiente siendo necesaria la
dependencia de este subsistema a alimentos complementarios del
exterior al no adaptarse a las condiciones y estructuras producti-
vas locales.
La crisis de la Alpujarra Alta Oriental, por encima de Ugijar es
más evidente todavía, pues están desapareciendo varios cultivos y
actividades pastoriles hasta hace poco muy consideradas. La Alpu-
jarra Alta Oriental, al ser de menor altura, mayor aridez, y más ais-
lada, (CALATRAVA y MOLERO, 1983) dificulta notablemente
toda posibilidad de criar ganado bovino y de especialización agra-
ria. La ganadería ovina, fundamental antaño, se encuentra en vía de
abandono.
En la Alpujarra Alta surge también, en la década de los setenta,
la ganadería porcina y el desarrollo de la industria de producción de
los tradicionales jamones de la comarca. De igual modo, este sub-
sistema sufre algunas dificultades: la microexplotación familiar, la
necesidad para industrialización de fórmulas fuertemente intensi-
vas, la dependencia del sistema intensivo de alimentos complemen-
tarios para el porcino, así como la poca capacidad financiera y el
escaso asociacionismo en el sector.
A partir de los ochenta se observan intentos para salir de la cri-
sis con el esfuerzo de los propios habitantes de la zona, agentes,pri-
vados exteriores a la misma, y las distintas administraciones públi-
cas (local, regional y nacional). Estos esfuerzos se han intensificado
en la década actual con las ayudas de la U.E. (Plan Leader, FEOGA,
Fondos Estructurales Europeos, Plan de Reestructuración del Viñe-
do, Plan de Mejora del Almendro, etc.).
En algunas otras áreas de Las Alpujarras, muy particularmente en
la zona del Barranco de Poqueira, el modelo de desarrolloseguido está
basado en el turismo rural como actividad económica productiva y eje
principa] del proceso. Generalmente, un modelo de dicho tipo suele
ser de dudosa sustentabilidad a medio-largo plazo por su impacto
sobre las actividades agrarias, que tienden a desaparecer, y sobre el
128
medioambiente (CALATRAVA y GONZÁLEZ, ( 1993)zÓ. Este fenó-
meno de "turistificación" a ultranza del sistema económico, no está,
todavía, generalizado en la comarca, pues en la Alpujarra Alta, como
en otras zonas alpujarreñas, aunque la agricultura está perdiendo
importancia en la economía local, lo que es en cierta medida deseable,
se intenta mantener una actividad agraria compatible y complementa-
ria con las actividades recreativas, mediante la introducción de nuevos
cultivos (CALATRAVA y ANTEQLIERA, 1992), intentos de intro-
ducción de nuevas formas de agricultura (ISEC, 1992), la revaloriza-
ción de productos agroartesanales tradicionales a través de estrategias
de denominación local, la conservación o recuperación de variedades
autóctonas, etc. Entre estos intentos mencionaremos algunos como la
producción de semillas hortícolas libres de virus en las zonas de mayor
altura, intentos de cultivo de azafrán, desarrollo de la muy tradicional
industria chacinera, la introducción del cultivo de la frambuesa hoy
bastante implantado y de otras especies muy similares, en fase de
ensayo, y la producción de vino ecológico en Cádiar, relanzamiento de
la industria local de repostería de gran tradición, Central Lechera y
producción de queso en Válor, etc. Con frecuencia estos planteamien-
tos de recuperación del sector agrario local precisan, en alguna medi-
da, de generación de estructuras de economía social, como el asocia-
cionismo y el cooperativismo (SAYADI y CALATRAVA, 1995).
II.6.2. Empobrecimiento de las explotaciones agricolas
y del sistema agrario local
El mantenimiento de la actividad agrícola en la Alpujarra Alta,
precisa, además de los conocimientos derivados de la investigación,
que habrá de ser sistémica, de la acumulación progresiva de expe-
riencias en el tiempo a fin de poder generar sistemas agrarios perfec-
tamente adaptados. JIMÉNEZ, (1989/90, pág. 10) argumenta para la
Alpujarra Alta que "Las prácticas culturales desarrolladas durante
siglos en estos terrenos de labor deben sus particularidades a las limi-
taciones impuestas por las características del medio natural".
Cabría pensar que tras el éxodo rural, al quedar menos población
en el mismo espacio, tendría lugar un reajuste de la infraestructura
20 Estos autores reflejan el impacto del turismo en el Barranco de Poqueira sobre los sis-
temas agrarios y la identidad sociocultural de la zona.
129
productiva de los sistemas agrarios locales y una readaptación posi-
tiva de la población local a la nueva situación. Pero, paradójica-
mente, éste no ha sido el caso de las Alpujarras Altas.
En primer lugar conviene señalar que, como consecuencia del
abandono de algunas tierras, aumentó, efectivamente, el tamaño
medio de las explotaciones llegando a veces, puntualmente, a dupli-
carse; sin embargo, dicho tamaño sigue todavía a un nivel minifun-
dista insuficiente, siendo solamente una parte muy pequeña de las
superficies abandonadas la fusionada a otras explotaciones.
Por otra parte, el policultivo se fue especializando, disminuyen-
do considerablemente la diversificación y la asociación de cultivos
en parcelas, centrándose en producciones más comerciales. La sim-
plificación quizás sea debida a la falta de tiempo para dedicarse a
actividades extra-agrarias o simplemente a la no necesidad, particu-
larmente tras algunas medidas institucionales (Subsidio Agrario,
PER, etc.), que en cierta forma fomentan estas circunstancias.
GARCÍA, ( 1988) referiéndose a la Alpujarra Alta explica "se puede
decir que nos encontramos ante un policultivo alimentario empobre-
cido en relación a situaciones pasadas, en que dicho policultivo era
un sistema más complejo".
Por todas las circunstancias anteriores, la poca población que
quedó después del éxodo rural fue capaz de revalorizar el espacio
liberado de las tierras abandonadas. El perfeccionamiento relativo del
policultivo alimentario adquirido a costa del trabajo de la familia,
muy reducida por la emigración, y las menores tasas de natalidad
actuales, no se traduce, pues, en una mejora, sino que la mayor espe-
cialización que lo convierte asimismo en más frágil. La agricultura de
la Alpujarra Alta está así pues condenada al abandono, y está hoy
constituida básicamente, como veremos, por aprovechamientos par-
ciales de sistemas agrarios tradicionales (con predominio de policul-
tivo de montaña o monocultivos leñosos, según pueblos) modificados
en las últimas décadas, adaptándose a las consecuencias del éxodo
rural, iniciado a finales de los años cincuenta. SPAI^TI (1959), BOS-
QUE (1969), CONSEJO ECONÓMICO SINDICAL ( 1969/70),
NAVARRO (1979, 1981), MIGNON ( 1982), CALATRAVA y
MOLERO (1983), ESPINAR, (1988), GARCIA, ( 1988), CARRAS-
COSA ( 1992), CALATRAVA y GONZÁLEZ (1993), RODRÍGUEZ
y JIMÉNEZ ( 1994 y 1995), SAYADI y CALATRAVA (1995) son,
entre otros, los autores que han tratado acerca de los sistemas agrarios
transformados en Las Alpujarras desde varias perspectivas.
130
Capítulo IV
Los sistemas agrarios:
la actividad productiva actual;
las explotaciones y los cultivos
Desde hace casi dos décadas, momento, en que CALATRAVA y
MOLERO ( 1983) identifican en La Alpujarra los tipos de explota-
ciones agrarias, comentados en el capítulo III, la crisis del sistema
agrario ya iniciada entonces en la zona se h agudizado, y nuevas
variables (entrada en la CEE, inicio de ayudas comunitarias, y, más
recientemente, implementación de políticas de desarrollo rural) han
venido influenciar las decisiones de los agricultores y a modificar la
actividad agraria: en dos décadas, la actividad agraria ha disminui-
do notablemente y la estructura de las explotaciones agrarias ha
variado asimismo sensiblemente.
Para analizar las características de las explotaciones agrarias en
la actualidad se ha procedido a la realización de una tipología y a un
estudio cualitativo de una explotación de cada tipo. Ambas cosas se
han llevado a cabo con un enfoq_ e participativo, prefiriendo la
vivencia sobre cualquier otro enfcque analítico.
I. TIPOLOGÍA DE EXPLOTACIONE^
El diagnóstico socioeconómico realizado en los pueblos de la
Alpujarra Alta Oriental nos ha permitido constatar la diversidad de
situaciones que caracterizan las unidades de producción en la zona.
Con el fin de comprender mejor dicha diversidad y el conjunto de
observaciones realizadas, se ha llevado a cabo una tipología de
explotaciones. Hay que subrayar que a lo largo de las distintas
entrevistas efectuadas a los agricultores hemos observado que el
sistema de producción, los problemas, las limitaciones apuntadas
por unos y otros, las estrategias y las formas de organización adop-
tadas, varían de un hogar a otro. Para dar una idea sobre la variabi-
lidad de las explotaciones citamos, por ejemplo, lo siguiente:
- La supe^cie de las explotaciones varía entre 0,1 ha y más
de 50 ha.
133
Existen explotaciones formadas por varios bancales situa-
dos en diferentes pisos climáticos con orientaciones distin-
tas, y otras menos repartidas en el espacio y que son más
homogéneas.
El número de árboles en la explotación varía entre 5 y 800
ejemplares.
El valor de la producción arbórea varía entre 8.000 y más de
1.300.000 pta.
El valor de la producción hortícola varía entre 0 y más de
500.000 pta.
El número de cabezas de ganado por explotación varía entre
0 y más de 400.
El valor de la producción animal varía entre 0 y más de
2.000.000 pta.
La renta extra-agrícola varía entre 0 y más de 1.500.000 pta.
La renta familiar varía entre 400.000 pta. aproximadamente
y más de 2.500.000 pta.
A la vista de estas disparidades, se ve que es bastante difícil
sacar conclusiones prácticas sobre el funcionamiento actual de las
explotaciones agrícolas de forma genérica. Por ello, hemosproce-
dido a agrupar las explotaciones que presentan entre si grados de
homogeneidad tolerables; esta agrupación tiene principalmente
dos objetivos:
Afinar el ánálisis del funcionamiento de las explotaciones
con el fin de identificar las grandes características comunes,
lo que es, en realidad, difícil ya que se trata de un conjunto
de unidades de producción bastante heterogéneas.
Tener en cuenta la realidad actual de los sistemas de produc-
ción en La Alpujarra Alta para elaborar estrategias de cam-
bio, ya que, frecuentemente, los planes de desarrollo tienden
al fracaso, por presentar modelos de desarrollo agrícola
homogéneos en espacios rurales cuyos sistemas de produc-
ción son bastante diferentes. El análisis de la situación de los
distintos sistemas de producción permite minimizar los ries-
134
gos de fracaso de los futuros programas de desarrollo en La
Alpujarra Alta. A continuación procederemos a la tipología
de explotaciones de la misma:
• Siendo el objetivo de este trabajo determinar un número
limitado de grupos de unidades de producción, en fun-
ción de multitud de características y del conjunto de
relaciones internas del sistema "familia-explotación", se
ha utilizado una tipología de explotaciones alpujarreñas
muy simplificada y basada en conclusiones de entrevis-
tas no estructuradas a agricultores y en reuniones con
expertos de la zona. La reducida escala espacial del tra-
bajo, la rapidez del método y su menor coste operativo,
son, entre otros, los argumentos que nos han hecho optar
por esta vía de trabajo. Asimismo, es más participativo,
ya que la asociación de actores locales y expertos para la
construcción de la tipología y la valoración de sus cono-
cimientos, juega un papel importante en los resultados
del proceso. Los trabajos de OSTY, (1978); CALATRA-
VA y MOLERO, (1983); ESCOBAR y BERBEGUE,
(1990); PERROT, 1991; CAPILLON et al., (1993);
GONZALO et al., (1994); BEGUIN et al., (1995); JOU-
LIE y al., 1996; LANDAIS, 1996, entre otros, han sido,
además, de gran utilidad para la realización de esta fase
del trabajo.
• Las entrevistas no estructuradas e informales llevadas a
cabo para realizar dicha tipología y las reuniones con los
expertos están basadas sobre unas variables que han sido
seleccionadas previamente durante la estancia y las
observaciones en el campo y contrastadas posteriormen-
te con los expertos. Asimismo, para entender mejor la
diversidad anteriormente apuntada, se ha llevado a cabo
una investigación participativa de los sistemas de pro-
ducción con los agricultores, ganaderos y la propia
población local en la zona. Los principios básicos del
método pueden verse en CHAMBERS, (1981 y 1992);
RUDQVIST, (1991-a y 1991-b); THEIS y GRADY,
(1991); SCH^NHUTH y KIEVELITZ, (1994); TILL-
MAN y SALAS, (1995); SAYADI, (1996 y 1997), entre
otros.
135
Se han utilizado variables de estructura y de funcionamiento de
la explotación (edad, tamaño de la explotación, tipo de produc-
ción, utilización de la SAU, etc.); variables de reproducción (acu-
mulación de capital, inversión, naturaleza de la inversión, etc.) y
variables de estrategia (tales como mantenerse, aumentar la acti-
vidad, abandonar la explotación, etc.). Dichas variables se han uti-
lizado para caracterizar los diferentes tipos de unidades de pro-
duccióñ en la zona.
Se ha preferido realizar este tipo de tipología "no automática", a
utilizar algunas tipologías preexistentes, que a pesar de su gran inte-
rés, y de la utilidad analítica que tuvieron en su día, tienen hoy
demasiada "rigidez" para reflejar la compleja y variada realidad del
sistema agrario alto alpujarreño: así, por ejemplo, CALATRAVA y
MOLERO, (1983) llevan una tipología basada en las variables
"super^icie" y "orientación productiva".
He os identificado aquí los siguientes cuatro grandes grupos
básicos de sistemas de producción:
- El grupo "I" constituido por las explotaciones de ganadería
comercial.
- El grupo "II" compuesto por las explotaciones de agricultu-
ra comercial.
- El grupo "III" formado por las explotaciones insuficientes y
^t.ertas familiares.
- El gr po "IV" formado por las explotaciones con cultivos
nuevos: "agricultura ecológica".
Hemos caracterizado estos tipos de explotaciones según los
componentes del sistema de producción y de su evolución actual;
pero también, y sobre todo, segúrí las estrategias familiares en las
que se insertan y sin las que no se podría entender el funciona-
miento del componente agrícola de la explotación. Los rasgos más
importantes de dichos tipos pueden verse en la tabla 5.
Asimismo, en la gráfico 9, se reflejan, esquemáticamente, la
componente productiva del sistema agrario global en La Alpujarra
Alta Oriental y las interrelaciones entre sus elementos.
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139
Lí^_. El primer tipo: "Ganadería comercial"
Este sistema representa menos de15% de las unidades de produc-
ción en La Alpujarra Alta. Está formado por casi todos los ganaderos
de la zona y en ellos la lógica comercial está bastante desarrollada. Las
principales características de este grupo son:
Características sociodemográficas de los titulares
Este sistema está bastante repartido entre los pueblos de La Alpu-
jarra Alta Oriental. Casi el 90% de los ganaderos dedican la totali-
dad de su tiempo a la ganadería; el 10% restante, sobretodo en la
temporada veraniega, dedican parte de su tiempo a algún cultivo de
verano ya que suelen venir los hijos en esta época (veraneantes de
retorno o sobre todo estudiantes) y ayudan en la tarea del pastoreo.
Hay que subrayar la consideración social, todavía muy marcada,
de la "esclavitud del trabajo del ganadero" y se reconoce social-
mente que los que se dedican a ello son "los menos listos del pue-
blo". Históricamente, el padre de familia solía destinar el ganado al
hijo menos afortunado (el menos listo, el minusválido, etc.).
CALATRAVA y NAVARRO, ( 1985-b) intentando valorar, en 1982,
el interés y la consideración social que las actividades agrarias tení-
an entre los habitantes de Las Alpujarras l:egaron a la conclusión
que el pastor era la profesión menos valorada, seguida por el obre-
ro g_'cola y el agricultor. Asimismo, ^'ALATRAVA y SAYADI,
f_9A7-b) detectan, una década después, una cierta revalorización de
la profesión del pastor respecto a la situación de 1982. A continua-
ción se reflejan las valoraciones medias en una escala entre 0(míni-
mo interés y preferencia por la actividad) y 9(máximo interés) de
una serie de profesiones en la zona durante 1982 y 1992:
^ 1982 /992
Pastor 3,69 5,37
Obrero Agrícola 4,04 4,19
Agricultor 4,20 4,30
Guarda Municipal 4,65 6,14
Cartero 5,01 6, ll
Albañil 5,20 6,66
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Guarda Forestal 5,23 7,12
Obrero Industrial y Comercial 5,25 5,66
Camarero 5,37 6,08
Mecánico 5,84 6,18
Empleado de Banca 7,26 7,47
Aparte de la consideración social del oficio del pastor, mencio-
nada, puede verse en la tabla como existe una revalorización de las
profesiones de cazácter fijo y las ligadas al fenómeno turístico
(construcción, etc.). La valoración de los agricultores y obreros
agrícolas sigue siendo socialmente muy baja.
A1 preguntar a los ganaderos sobre el futuro del ganado, hay una
opinión unánime: que "ninguno de sus hijos va ser ganadero como
ellos". Es esta la razón por la que la acumulación de capital no cris-
taliza en la mejora de la estructura productiva del sistema; se suele
invertir en la mejora de la calidad de vida de la familia (mejora de
la vivienda, adquisición de bienes, etc.) y/o el mantenimiento del
ganado (estrategia de mantenimento de la explotación).
Ello en cuanto a las familias ganaderas tradicionales, pero, por otra
parte, sin embargo, hemos constatado la existencia de ganaderos jove-
nes. En general los ganaderos son los relativamente más jóvenes de
entre los productores agrarios de la zona. Hay una tendencia de la
gente joven, no hijos de ganaderos, a introducirse en el sector gana-
dero; "convertirse en ganadero" es algo bastante fácil, en el sentido de
que no necesita inversiones en tierra; con poco dinero puede empezar
su profesión y en pocos años puede duplicaz fácilmente el rebaño. A
ello ayudan las nada despreciables ayudas de la U.E. paza los peque-
ños rumiantes. Asimismo, paza algunos ser ganadero es hoy en día
una vocación, los jóvenes que se dedican a la ganadería son realmen-
te personas que aprecian dicha profesión y disfrutan ejerciéndola.
Régimen de propiedad, equipamiento y manejo del ganado
Los rebaños más frecuentes son de ovino y de caprino. No se
suele tener a la vez ovejas y cabras en el mismo rebaño; la razón por
la cual no se suele mezclaz los tipos de ganado es que la "cabra
141
necesita mucho floreo y picoteo" y la oveja no, con lo que el gana-
dero acabará teniendo "dos piaras" que resultarán muy difíciles de
manejar en el monte. Asimismo, es más frecuente el ganado ovino
que el caprino por la dificultad de manejar este último (ordeñar las
cabras y el pastoreo). Los rebaños en la Alpujarra Alta son de dis-
tintos tamaños, predominando los medianos (unas 150-200 cabe-
zas). Los tipos de rebaños más frecuentes según tipo de ganado son:
- Solamente ovejas: El tamaño de los rebaños puede variar
entre 150 y más de 350 ovejas.
- Mayormente ovejas y muy pocas cabras, cuya leche, se uti-
liza principalmente para el autoconsumo.
- Solamente cabras: el tamaño de los rebaños puede variar
entre 30 y más de 150 cabras.
El número de cabras por rebaño, en este último tipo, no suele ser
inferior a 30/40, a partir de este número, el ganadero ordeña las
cabras y comercializa la leche. A partir de 150 cabezas es indispen-
sable tener una ordeñadora mecánica cuya precio oscila entre
100.000 y 150.000 pta.
Los medios de que dispone normalmente el ganadero son: la
cuadra, generalmente situada en el terreno de algún agricultor; oca-
sionalmente algunos bancales, alquilados para el pastoreo; y los
accesorios necesarios para el ordeño, que se hace de forma manual,
ya que no hemos identificado en la zona de estudio ganaderos que
tengan ordeñadora mecánica; tampoco hemos identificado la exis-
tencia de cámaras frigoríiicas.
Los ganaderos son propietarios del ganado, la ganadería es
exclusivamente extensiva y el pastoreo se realiza en el monte, en las
tierras abandonadas: "el ganadero siempre ha considerado que todo
el monte es suyo" (expresión de agricultores). Los pequeños gana-
deros (menos de 30 cabezas), suelen aprovechar los pastos alrede-
dor del pueblo; los medianos (entre 100 y 150 cabezas), además del
pastoreo en el monte, suelen alquilar algunos bancales abandonados
para su pastoreo, o simplemente cuentan con el permiso de los due-
ños para hacer uso de los mismos (frecuentemente emigrantes en
Barcelona y Madrid). El arrendamiento de tierras, en riego, para el
pastoreo, cuesta unos 1.000-1.300 pta./marjaUaño. El valor del
arrendamiento corresponde frecuentemente al pago del "acequiaje".
142
De esta forma, el "amo" del terreno, no pierde el "derecho de riego"
y a la vez asegura el mantenimiento del valor de la tierra. El gana-
dero, además del pastoreo, suele recoger las frutas (olivo, almendra,
higo, etc.) existentes para su consumo propio.
Los que tienen rebaños más grandes, muy poco frecuentes en la
zona, continuan aún ejerciendo el pastoreo tradicional doble: en
invierno aprovechan los pastos de alrededor y en verano suben a la
Sierra para aprovechar los pastos frescos de las tierras de altura. Los
ayuntamientos en cuyo término caen los pastos altos los alquilan
según el número de cabezas de ganado que va a subir anualmente.
Algún ganadero afirmó que en el verano de 1997 llegó a pagar
durante esos meses 40.000 pts. aproximadamente para tener el
derecho de pastorear 300 ovejas.
El pastoreo se realiza principalmente durante el otoño y la pri-
mavera aprovechando los terrenos improductivos y las tierras aban-
donadas. En la Alpujarra Alta, los ganaderos tienen costumbre de
aprovechar las tierras de menor altura y se van alejando del núcleo
de población al acercarse el verano. Asimismo, hay costumbre en la
zona de cambiar de vez en cuando los sitios de pastoreo con el fin
de evitar la sobreexplotación de los pastos.
En el verano, además de aprovechar los rastrojos de los pocos
cultivos que todavía se practican y las hierbas secas, es necesario
complementar la alimentación del ganado. Igualmente, en invierno,
en particular durante los días de lluvia, es necesaria la alimentación
complementaria del ganado debido a la escasez de hierba. La ali-
mentación complementaria, se aplica en general durante unos 5
meses que dura la escasez, tiene como base la paja, piensos, alfalfa,
cebada, "avenate", "purpas", etc., adquiriéndose de otros agriculto-
res y/o compradas de fuera. Los precios de los productos compra-
dos son los siguientes:
• Un saco de cebada ............................. 1.500 pta/saco
• Una saco de avenate .......................... 1.500 pta/saco
• Paja blanca ............................... 3.000-4.000 pta/ "alpaca"
• Pienso de engorde ........ ..................... 2.000 pta/saco
La alimentación a base de habas es tradicionalmente bastante
apreciada ya que hace que la leche y la carne sean de gran calidad;
sin embargo, es muy poco utilizada debido a su alto coste.
143
En la Alpujarra Alta Oriental hoy en día ser ganadero no impli-
ca la posesión de la tierra; asípues el concepto de "explotación
ganadera" es muy ambiguo ya que son más bien "pastores ganade-
ros" o"pastores propietarios de ganado". El pastor ya no suele
sembrar y producir forrajes: la ganadería está hoy totalmente diso-
ciada de la agricultura, la única relación de complementariedad
agroganadera que hemos podido identificar consiste en que algunos
agricultores, sobre todo los más grañdes (grupo "II"), suelen cons-
truir en su propiedad una cuadra donde el ganadero guarda el gana-
do. A cambio, el agricultor recoge, una vez al año, por su cuenta el
estiércol generado por el rebaño.
En cada rebaño encontramos uno o dos machos por cada 50
hembras, sustituyéndolos generalmente cada cinco años previa
selección de los que dan mejores corderos/chotos.
En cuanto a los ovejeros, normalmente practican el sistema de
paridera continua dejando a los machos con las ovejas durante todo
el año, con lo que siempre pueden tener borregos. Otros, sin embar-
go, y son los menos frecuentes, apartan los sementales después de
la paridera para volver a echarlos tras el destete: sistema de dos
parideras. Con esta práctica consiguen concentrar las parideras en
los períodos Junio-Julio y Octubre-Noviembre, para vender los cor-
deros en Agosto y, sobre todo, en Diciembre para Navidad. En
cuanto a rendimientos, en la zona se habla en general de tres corde-
ros por oveja cada dos años.
Por lo que se reiiere a los cabreros, practican la agrupación de
parideras ya que con el sistema continuo siempre tendrán algunas
cabras que ordeñar. Para evitar esta tarea, se suele poner al macho
un "pañero" para evitar que las cabras se queden preñadas y la con-
siguiente parada de la producción de leche. La máxima paridera
suele ser durante los meses de noviembre-diciembre.
La leche de cabra se aprovecha durante cinco meses: tres meses
desde que se quedan preñadas y uno o dos meses después de parir.
Una cabra produce entre 1 y 1,S litros de leche por día y una perso-
na puede ordeñar entre 25 y 30 cabras en una hora; sin embargo,
para realizar dicha tarea se suele emplear una mañana ya que el
cabrero tiene que desplazarse hasta la cuadra, dar leche a los chotos
que, por un motivo u otro, sus madres no les alimentan (las prime-
rizas, en general), ordeñar las cabras y volver hasta su hogar. El
ordeño, es una tarea que suele ser realizada por dos personas (fre-
cuentemente la mujer con la ayuda del cabrero).
144
También los ganaderos desparasitan a los animales dos veces al
año, en primavera y en otoño, "contra el virus de los pulmones",
dándoles un jarabe vía oral con una dosis de 9 a 10 cm por cabra y
por tratamiento. Asimismo, realizan ciertas curaciones y auxilios
(algunas inyecciones, etc.). En algunos casos llamar al veterinario
es indispensable. Las diarreas en los recién nacidos, se pueden con-
trolar, a veces, con antibióticos. La mortalidad es relativamente alta,
oscilando del 15 al 30%.
A1 preguntar a los ganaderos sobre las razas que manejan, la
mayoría las desconocen totalmente; los que contestan dicen que es
"la normal", reEriéndose a un conjunto de razas mezcladas que han
venido criándose desde hace tiempo en la zona, así pues, no existe
actualmente una raza clara y definida en La Alpujarra Alta.
Cada animal tiene dos "crotales": uno lleva un código de inden-
tificación para el ganadero y el otro es un código de identificación
individual del animal, utilizado en las campañas de saneamiento.
Estas últimas se realizan, sobre todo, contra la "Brucelosis". El
ganadero siente un cierto rechazo por la figura del veterinario de la
"Administración", ya que la tarea de este último, entre otras, es la
detección de las cabras positivas a dicha enfermedad y su consi-
guiente sacrificio, recibiendo el ganadero, como compensación,
únicamente el 50% del valor del animal sacrificado.
Comercialización
Las cabras producen leche y carne (chotos); las ovejas no se sue-
len ordeñar para comercializar su leche y producen solamente carne
(borregos). Una cabra produce un choto al año y de 1 a 1,5 litros de
leche diaria. Los chotos (cabritos lechales) obtenidos se engordan
durante 30 ó 45 días para su venta, con un peso de aproximada-
mente ocho o diez kg. El precio de los chotos puede variar entre
6.000 y 7.000 pta. Los chotos con mayor peso se venden a un pre-
cio unitario más barato. Las ovejas producen, en general, tres borre-
gos cada dos años, éstos se venden con un peso que varía entre diez
o doce kg. Su precio puede variar entre 8.000 y 9.000 pta. Estos pre-
cios son más caros en verano, particularmente durante el mes de
agosto, y también en Navidad.
Los chotos y borregos se venden en su totalidad directamente a
"marchantes" que visitan periódicamente los pueblos. Estos últimos
145
son los que fi^jan los precios y se encargan de la comercialización
posterior a los mataderos y/o a intermediarios. Sería de gran interés
la organización en formd asociativa para la venta de animales.
La venta a particulares es muy pequeña y se limita a algunas cabe-
zas, particularmente en la fiesta de San Marcos que todavía se celebra
en estos pueblos y que se suele celebrar comiendo carne en el campo.
Los chotos que se venden a particulares suelen ser de mayor peso, de
14 a 16 kg,^y a mayor precio que a los marchantes. La organización
para la ventá de animales podría aprovechar el "tirón del turismo
rural" y aumentar su cuota en el mercado comarcal y provincial.
La leche de cabra en la Alpujarra Alta se vende casi en su totalidad
a la fábrica de queso "Los Cortijuelos" ubicada en Válor, que tiene un
servicio de recogida cada tres días. Esta leche no se conserva en frío
por lo que se le echa un "conservante" para evitar su "encuaje": Se
trata de un líquido ofrecido gratuitamente por la cooperativa a los
cabreros. E] precio de la leche es muy variable, ya que se fija según el
resultado del análisis de su contenido en materia grasa, realizado por
la cooperatíva. El precio de un litro de leche de cabra oscila entre 40 y
70 pta, correspondiendo generalmente los precios más altos a la época
primaveral. CALATRAVA y SAYADI (2000), estudian el impacto
socioeconómiço de dicha cooperativa en el desarrollo de la zona.
Además, los ganadéros realizan venta directa entre ellos, parti-
cularmente en la corripía de "sementales", operación que se realiza
con el objeto de "renovar la sangre" del ganado. No se suelen com-
prar machos en las ferias de ganado que se celebran en la región.
Los subproductos del ganado son la lana (que está muy poco
valorada en la zona), y el estiércol (poco aprovechado directamen-
te por el propio ganadero ya que, como se ha indicado, no suele ser
al mismo tiempo ágricultor).
La vida comercial dé una cabra es de 7 a 9 años, sin embargo los
ganaderos de la zona ya no suelen quitar "desvieje" y las hembras
reproductoras suelen ser mantenidas hasta 12 - 15 años.
Renta ganadera
Teniendo un rebaño mediano, las "explotaciones" de este sistema
de producción pueden generar fácilmente más de 2.500.000 pta/año.
A ello hay que añadir renta extra-productiva, estimada en el 30% de
la renta del ganadero, que proviene, prácticamente en su totalidad, de
146
las subvenciones o primas. Estas son de dos tipos: una prima por
cabeza de ganado llamada prima básica y una segunda recibida por
ser ganadero en zona desfavorecida. En el caso del ganado ovino y
caprino dichas primas (pta de 1998) son las siguientes:
Prima Prima zona Total/ Total recibido
rebaño medianobásica desfavorecida cabeza
^/SOovejos/ó0cabras)
Ovejas 2.501,000 T.110,063 3.611,063 541.659,45
Cabras 2.001,490 767,667 2.769,157 166.149,42
Con frecuencia, la titular de la ganadería suele ser la mujer del
ganadero, pues ello da la opción "legal" a éste para poder recibir el
subsidio agrario. De esta forma, una vez declaradas las jornadas
exigidas por el régimen especial agrario por cuenta ajena (llamado
localmente "eventuales"), reciben una renta de 40.000 pta mensua-
les aproximadamente durante nueve meses de paro. Ello puede con-
siderarse, en el contexto de la política vigentede subsidios y ayu-
das, como una "estrategia" para complementar rentas en el conjunto
explotación-hogar.
Aunque la explotación de rebaños de cierta dimensión está atra-
yendo a nuevos ganaderos jóvenes, los rebaños pequeños y media-
nos, particularmente de ganado cabrio, no resultan tan atractivos y
su futuro está, con frecuencia, poco claro. A modo sólo de ejemplo,
en la gráfico 10 puede verse la situación explotación-hogar de uno
de los ganaderos entrevistados. Puede verse como otras actividades
llegan a tener más importancia para la familia que el propio gana-
do, que es, al menos "aparentemente", aún la actividad principal de
la familia.
I.2. El segundo tipo: "Agrícola comercial"
Este sistema representa aproximadamente el 10 o el 15% de
las unidades de producción de la zona que están orientadas hacia
una lógica comercial. Es en este grupo de explotaciones donde se
registra la más importante producción de frutas y hortalizas. Las
principales características son:
147
GRÁFICO N° 10: Situación socioeconómica de una familia ganadera
en la Alpujarra Alta
PADRE: Jornalero, nunca fue emi-
grante. No tiene tierras propias__ ...... .............
Primer hijo:
murió a los 23
años
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Segundo hijo: se marcho del pueblo a
los 17 años para trabajaz en Aguadul-
ce durante 6 años en la construcción
^
- Volvió al pueblo a los 23 años; se
dedicó a daz jornales y cuidar un
pequeño rebaño de cabras (una
cabrilla)
- Edad actual: 55 años
- Actualmente está en paro. Declara
anualmente los jornales necesarios
paza el R.E.A. y cobra al mes
40.000 pesetas, aproximadamente.
- Pastorea diariamente el ganado (60
cabras)
La mujer tiene 52 años, el ganado
está a su nombre. Es ama de casa
y ordeña diariamente las cabras
con la ayuda de su marido
I.° hija de 27 años vive en
Almería y trabaja en los alma-
cenes hortícolas de la zona
2.' hija de 21 años vive en
Almería y trabaja eñ los alma-
cenes hortícolas de la zona
3 8 hija de 18 años vive en
Almería y trabaja en los alma-
cenes hortícolas de la zona
Generación anterior
Generación actual
(titulares)
Generación hijos
de titulares
El hijo de 24 años
vive en Almeria y tra-
baja en la Fragua
u
GeneracibnfueumGeneración futura
^"Cual será el futuro
del ganado"?
148
Características sociodemográficas de los titulares
Este grupo, del mismo modo que el anterior, se manifiesta tam-
bién en todos los pueblos de La Alpujarra Alta, pero con posibili-
dad de identificar, de forma predominante, el cultivo comercial de
almendro en Válor, de olivo en Alpujarra de la Sierra y de judías
verdes ("habichuelas") en Mecina Bombarón.
E180% de los propietarios dedican prácticamente la totalidad de
su tiempo al trabajo agrícola, y disponen de muy pocos o ningún
ingreso fuera de la explotación, poseen medianas o grandes explo-
taciones (relativamente, en relación con la media de la zona) con lo
que, además del trabajo de los miembros de la familia, deben recu-
rrir, con cierta frecuencia a la mano de obra asalariada. En estas
explotaciones el jefe de la explotación y su familia se auto-explotan
para satisfacer las necesidades en mano de obra de la misma. En
otras pocas, los propietarios tienen otra actividad fuera de la explo-
tación agrícola: las otras actividades son, principalmente, el trabajo
en la Administración pública y en el sector servicios, entre otros. Se
estima que teniendo 30 obradas ( 10 ha aproximadamente), el jefe de
la explotación tiene suficiente trabajo para autoocuparse.
Las explotaciones se han creado a base de un capital financiero
heredado o acumulado después de muchos años de emigración y la
posterior instalación en la zona, o también de capital generado de
actividades no agrarias.
En comparación con el grupo "I", en este grupo de explotacio-
nes está bastante más claro el predominio de la lógica de producción
y del mercado respecto de la lógica de la familia. El excedente
monetario proveniente de los ingresos externos o de la unidad de
producción se destina al desarrollo de la estructura produc^iva con
el fin de aumentar la renta generada por la explo ación. La evolu-
ción de dichas explotaciones sigue, prinyipal-_ente, dos tendenci^s
importantes:
- La diversificación de los productos (fr mbuesa en Mecina
Bombarón, ensayos de grosella, arándan^^, etc.).
- Intensificación: poner riego por gc,teo, construcción de bal-
sas, etc., y mejora de los accesos dentro de las fincas.
Aumentar la propiedad es una alternativa de futuro muy poco
probable, ya que ésto exige necesar.amente el empleo de mano de
149
obra asalariada, poco frecuente en la zona y de alto coste. "Lo que
interesa no es tener mucha tierra, sino más bien la justa que pueda
abarcar la unidad familiar". Esta es quizá la única estrategia pro-
ductiva de estas exploptaciones en la que tiene su reflejo la unidad
familiar.
Regimen de propiedad, equipamiento y maitejo de los cultivos
Los agricultores son generalmente propietarios de las tierras. La
orientación productiva de las explotaciones de agricultura comercial
se basa particularmente en los olivos, almendros, en menor grado en
la frambuesa, y, ocasionalmente, otros frutales. Asimismo, se comer-
cializan las judías verdes (habichuelas) y las patatas, principalmen-
te, junto con otras hortalizas de diversa naturaleza (ver gráfico 11).
GRÁFICO N° 1 I: Productos ugrícolus cornerciali^ado.r
en lct A(pujarrct Alta Orier:tul Granadina, 1999
Productos de cultivos
leñosos
80,0 %
Productos horticolas
^nni
Olivo r
Patatas
20,0 %
Fuente: Agricuhores de la zona.
150
Los tipos de explotaciones más frecuentes son las medianas y
grandes extensiones de olivar en riego y de almendra en secano.
Son poco frecuentes los cultivos homogéneos ya que suelen estar
intermezclados.
Las explotaciones comerciales no suelen tener nuevos tractores
de cadena (60/70 CV) ya que difícilmente pueden ser amortizados
en la propia explotación. Los que disponeri de tra ĉtares los han
adquirido normalmente de segunda mano; la mayoría; sin embar•o,
poseen motocultores (12 CV) que cuestan alrededor de 700.000 pta.
Asimismo, disponen de mulos para el transparte interno y el labo-
reo de las parcelas con fuertes pendientes y otras herramientás nece-
sarias para los trabajos de la finca (motosierra, desbrozadora, mate-
rial para tratamiento fitosanitario, etc.). Los más inhovadores tienen
presas y, a veces, balsas propias y riegos por gofeo. '
Por lo que se reiiere a los cultivos y su manejó, en la tabla 6 se
reflejan las faenas más importantes a lo lar^o de todo el año.
Comercialización
En el capítulo IV II se comenta la situación actuaí de la comer-
cialización de los principales productos agrícolas de la Alpujarra
Alta. ,
Salvo el caso de la aceituna, que se entre •á prácticamente en su
totalidad a las pequeñas almazaras de los puéblos' correspondientes,
el resto de los productos se vende a los "marc‚anteƒ" que visitan
periódicamente la zona. También muchos de loƒ .cultivos (diversi-
dad de frutales y de hortalizas) que se mantienen actualmente, se
destinan exclusivamente al autoconsumo.
No hemos detectado procesos de revalorizacióñ de los produc-
tos por parte de los agricultores en sus pro^ias. fincas (fabricación
de queso en la granja, transformación, etc.);aamlioco tiáy intentos
de colocar directamente sus productos en meícádo ƒ altérnativóƒ de
Granada o la costa, por ejemplo. Asimismó, nó tiemos identificado
ningún tipo de agrupación local agraria pará mejorár el,sistema de
comercialización, por parte de los agricultores,. . ^
A la hora de entrevistar a los agricultores, hay^uñanirrddad en la
opinión de que la comercialización es el l)róblema más importánte
del sector, ya que según comentan algunos: "aquí se siémbra, luego
vienen cuatro espabilaos, hacen la corrida y se llevart tó".
151
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1J;
Renta de la explotación
Las explotaciones de agricultura comercial generan las rentas
agrícolas más importantes de la zona. En gran mayoría de las explo-
taciones, la práctica totalidad de los ingresos provienen del sector
agrario, ya que el jefe de la explotación no suele, o no puede por
falta de tiempo, trabajar fuera de la explotación. Por el contrario,
también en este grupo, hemos identificado algunos propietarios,
que, teniendo trabajos fijos (funcionarios, etc.) se "autoemplean"
realizando la mayoría de las tareas necesarias en la finca a base de
trabajar por las tardes, los fines de semana, en las vacaciones, etc.
Los productos autoconsumidos se valoran entre un 15 y un 20% de
los ingresos de la familia.
I.3. El tercer tipo "explotaciones insuficientes
y huertas familiares"
Es el tipo de explotación agraria más generalizado en la zona,
representa aproximadamente entre el 75 y el 80% del total de las
unidades de producción y son, generalmente, pequeñas explotacio-
nes de subsistencia. El sistema se basa en una pequeña explotación
agraria, en la que la producción (frutales, eventualmente algo de
olivo, etc.) se destina en su totalidad, o casi en su totalidad, al auto-
consumo, que a veces no cubre siquiera las necesidades familiares.
La familia recurre al mercado para la venta de excedentes y para
la compra de insumos necesarios para la explotación (abonos, pro-
ductos fitosanitarios,...). La renta monetaria generada por la explo-
tación, obliga siempre a la familia a buscar ingresos extra-agrícolas.
Generalmente cada familia dispone de una pequeña parcela que
suele estar adosada a la propia casa o muy proxima a ella, "la huer-
ta", y cuya producción se destina al autoconsumo.
Las principales características de este sistema de producción son
las siguientes:
Características sociodemográficas de los titulares
El sistema de explotación (insuficiente y huertas familiares) es
el más frecuente en todos los pueblos de La Alpujarra Alta. Las
153
explotaciones disponen siempre de ingresos externos: buena parte
de las mismas están en manos de jubilados, pensionistas, parados,
etc. que se dedican exclusivamente a los trabajos agrícolas y el resto
de los propietarios dedican la mayor parte de su tiempo a alguna
actividad fuera de la explotación (peones agrícolas, trabajadores de
la construcción, camareros, etc.).
Muchos de los propietarios han sido emigrantes en el extranjero
y, sobre todo, en grandes ciudades como Madrid y Barcelona y han
retornado para vivir en la zona a su jubilación.
El empleo de la mano de obra asalariada es prácticamente ine-
xistente ya que es exclusivamente familiar, asimismo, existen rela-
ciones entre familias de intercambio de mano de obra familiar para
realizar tareas en la explotación. Este sistema se llama localmente
"tornapeón", y antes era mucho más abundante que en la actualidad.
Régimen de propiedad, equipamiento y manejo de los cultivos
El tamaño de las unidades de producción en este tipo de explo-
taciones, es bastante pequeño. Algunas están formadas por varias
parcelas repartidas en el espacio, a veces, en pueblos diferentes.
Hay que subrayar que el concepto de "insuficiente" no es un con-
cepto de superficie, sino de renta y trabajo, relacionado también
con el uso de la tierra. _Generalmente, son explotaciones de almen-
dro y olivar, frecuentemente de secano y frutales y hortalizas en la
huerta.
Las huertas son pequeñas parcelas situadas muy cerca del núcleo
de población o, frecuentemente, adosadas a las casas (en general,
las casas de los pueblos disponen de una huerta para su autoabaste-
cimiento de frutas y hortalizas). Las actividades realizadas en estas
parcelas dependen de la experiencia de cada agricultor y de las
necesidades y gustos familiares.
Hay que señalar que la huerta actual en esta zona no tiene rela-
ción en cuanto a actividades productivas con la huerta de otra época
y de otras zonas de la misma Alpujarra: por ejemplo, en la vecina
población de Ugijar la huerta está aún hoy bastante más diversiiica-
da, sin embargo, en la zona, está bastante simplificada y se limita a
determinados cultivos en ciertas épocas del año (habas en invierno;
patatas en primavera-otoño; tomates y pimientos en verano, 30-50
matas lo que supone alrededor de 100 kg de producción, algunas
154
lechugas y acelgas; y otros cultivos en muy pequeñas proporciones
asociados a la matanza, como son el ajo y la cebolla; 2 a 3 marjales
(1000 - 2000 m2) de maíz, llamado localmente "tostañero", para
palomitas y la alimentación de las gallinas del corral). En general, se
consiguen hortalizas y tubérculos que se consumen escalonadamen-
te a lo largo del año. Algunos cultivos tradicionales de la huerta se
perdieron en ese proceso simplificador, mencionado, tal es el caso
del melón (hace apenas un década existía la costumbre de cultivar
melones en la huerta para su conservación y consumo durante el
invierno), prácticamente ha desaparecido, también, la remolacha y el
nabo forrajero; así como ciertas variedades autóctonas de melocotón.
Además, hay que destacar las cosechas de patatas, que se reco-
gen las primeras a finales de mayo, y las segundas en octubre, antes
del comienzo de la matanza.
En la huerta, el agricultor tiene trabajo, practicamente, a lo largo
de todo el año (ver tabla 6), lo que ocurre es que debido a su esca-
sa dimensión territorial es un trabajo que, de ejercerse como activi-
dad única, generaría fuerte subempleo.
Muy asociado a dichas explotaciones/huertas, está el cuidado de
los animales domésticos que constituye una actividad muy importan-
te en el núcleo familiar. En muchas casas de los pueblos hay una cua-
dra o corral en la que se crían diferentes animales con distintas utili-
dades. En estas cuadras, y otros lugares cercanos al pueblo, se crían
gallinas, palomas, pavos, perdices, conejos, cerdos, etc. Se obtienen
huevos, carne y estiércol para la huerta. Estos animales se alimentan
a base de maíz cultivado en la huerta, restos de comida y, ocasional-
mente, piensos; son, generalmente, cuidados por las mujeres.
Los productos obtenidos de los cultivos de la huerta y la cría de
los animales domésticos forman parte de la economía de la unidad
familia-explotación.
Esta situación refleja que "el hombre de huerta" ya no es "el
hombre horticultor" de tiempos pasados: la huerta, hoy día está
mucho más simpliiicada que anteriormente.
La tierra suele ser propiedad del agricultor, pero existen algunos
agricultores, que por disponibilidad de tiempo arriendan algunos
bancales para trabajarlos. El sistema de arrendamiento se realiza
mediante un arreglo verbal entre el arrendado y el arrendador: en
general, se reparten la mitad de los frutos obtenidos de los cultivos
perennes; el resto de los productos, "lo que cría la tierra", son para
el hombre que la trabaja.
155
Para tener una idea del valor de la tierra, "el valor de venta de un
terreno es el equivalente a su producción en bruto durante tres
años". Actualmente, el valor de una obrada (^ 0.33 ha) es de
50.000-70.000 pta aproximadamente. Antiguamente una haza de
cuatro marjales (un marjal ^ 528 m2) se pagaba a ocho fanegas (una
fanega ^ 50 kg) de trigo, es decir, dos fanegas por marjal; el precio
de una fanega de trigo en aquel tiempo, hace 60 años, era de alre-
dedor de 16 pta, luego la tierra se vendía a 128 pta/marjaL
Respecto al equipamiento, en las explotaciones de este grupo,
los tractores y motocultores son prácticamente inexistentes. Los que
poseen tractores en propiedad (no demasiados) los utilizan como
medio de ingresos, dedicándose a labrar otras tierras, además de las
propias, y realizar faenas de transporte, para amortizarlos.
Las rentas agrícolas, bastante bajas, no permiten la adquisición
de maquinaria agrícola; además, el tamaño de la explotaciónno hace
necesaria esta inversión. Por otra parte, las características orográfi-
cas de la comarca impiden la mecanización de la agricultura. En la
mayor parte de las situaciones labrar con yuntas es la única solución
o, eventualmente, abandonar la tierra. En las parcelas mecanizables
se depende, con frecuencia, mecánicamente del alquiler.
Comercialización
El objetivo principal de la huerta es el autoabastecimiento, sola-
mente en el caso de la existencia de excedentes (principalmente
aceitunas) se comercializan los productos (ver gráfico 11). Todos
los productos del corral, sin embargo, se dedican en exclusividad al
autoconsumo. También la matanza de cerdos criados en el corral de
la casa proporciona una parte considerable de los productos cárni-
cos y derivados consumidos por la familia a lo largo del año.
Renta de la explotación
A pesar de la escasa diversi^cación de los productos agrícolas
por parte del "hombre de huerta", la renta agrícola es realmente
baja. En la gráfico 12 se reflejan las principales fuentes de ingresos
de una familia modal en la Alpujarra Alta que se corresponde con
el caso de explotaciones marginales o insuficientes. La renta extra-
156
agrícola se estima en el 80% aproximadamente de la renta global
de la familia, proviniendo la mayor parte de transferencias de capi-
tal social (P.E.R., subvenciones, paro, pensiones, etc...). Además del
autoconsumo, que representa el 15-20% de los ingresos, los traba-
jos "legales" a"ilegales", más o menos esporádicos (jornales en la
construcción, invernaderos en Almería, etc.), generan entre 25-30%
aproximadamente de la renta.
GRÁFICO N° 12: Composición de la renta global
de una familiu media en la Alp^cjarru Alta Oriental, 1998
Pensiones, PER,
subvenciones, Paro, Ayudas, etc.
60,0 %
Agricultura
lautoconsumo)
15,0 %
Otras actividades:
Jornales: obras, otros
25,0 %
Fuente: Agricultores de la zona, 1998
En la gráfico 13 se reflejan, a modo de ejemplo, la composición
y características familiares de una familia de las entrevistadas de
"agricultura insuficiente y huertas familiares".
En este tipo de explotación la actividad agrícola asegura el
empleo de la mano de obra familiar (sobre todo pensionistas, jubi-
lados y mujeres), que de alguna forma se "autoexplota", y la pro-
ducción de las necesidades de la familia en leguminosas, frutas y
hortalizas y productos de corral y matanza. La renta extra-agrícola
es una necesidad para la reproducción de la explotación y de la via-
bilidad del sistema de productores "marginales" o insuficientes.
Estas explotaciones, frecuentemente situadas en lugares difíci-
les, son objeto de muy pocas inversiones, o incluso de ninguna, y su
capacidad productiva se mantiene o remite incluso. Asimismo, no
157
parece haber vocaciones agrícolas entre los descendientes de los
agricultores, habituados a la vida urbana y de formación, a veces,
elevada. Se trata, pues, de buscar simplemente el mantenimiento del
patrimonio creado hace décadas.
GRÁFICO N° 13: Situación socioeconómica de una familia con
"explotación insuficiente" en la Alpujarra Alta
PADRE: Agricultor, pro-
pietario de tierras.
a y no volvióUn hijo emigró a Barcelon
al pueblo. Edad actual, 66 anos. T^ene un
hijo abogado que trabaja en Barcelona
Una hija de 63 años, monja
en Salamanca
Una hija ama de casa, tiene 61 años y
tres hijos: un mecánico, un carpintero en
Orgiva y un ingeniero industrial en
Almería
^
Generación anterior
Generación actual
(titulares)
Un hijo agricultor de 69 años de
edad, cobra mensualmente una
pensión de 50.000 pts. aproxima-
damente
Mujer del agricultor,
ayuda en las faenas agra-
rias y cuida del corral,,^-......-T-__,,..............
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Explotación insuficiente
- Almendro en secano: 5 obradas
aproximadamente 1,5 ha. en Albon-
dón.
- Almendro en secano: 9 marjales en
el pueblo aproximadamente 0,5 ha.
- Olivo en regadía: aproximadamente
0,33 ha.
Asociados con el Olivo tiene:
- Frutales: 8 kiwis, 1 níspero, 3
caquis, 5 higueras, 2 limoneros, 4
nazanjos, 8 párras, 2 perales, etc.
- Siembra: sembró este año 2 kg. de
habas (un realillo, aproximadamente
100 mz), 1,5 sacos de papas aproxi-
madamente 50 kg., 2.500 mz)
Toda la siembra es exclusivamente
para el autoconsumo
Su hijo traba-
ja de "admi-
nistrativo" en
Orgiva.
Venta
F^I - Almendro
- Olivo
Generación
hijos
de titulares
El agricultor afirma que su hijo no trabajazá como agricultor:
"quiero que mi hijo se busque las habichuelas por ahi '
^°-; o
158
I.4. El cuarto tipo "Agricultura innovadora"
(ecológica, invernaderos, etc.)
En este grupo se incluyen dos tendencias recientes que pueden
considerarse, en cierta medida, opuestas: la agricultura ecológica, y
la, aún puntual, aparición de cultivos protegidos bajo plástico, que
están, por otra parte, motivando una fuerte polémica en la zona por
su impacto paisajístico y ecológico negativo.
El desarrollo de estos invernaderos se está dando sobre todo en
la zona al sur de la comarca estudiada y fuera de ella, salvo algún
caso como el de Picena y algún otro de menor dimensión en Laro-
les. Por ello vamos a tratar aquí básicamente de explotación de agri-
cultura ecológica, sin dejar por ello de mencionar el hecho, preocu-
pante de la expansión de invernaderos.
Características sociodemográficas de los titulares
Las explotaciones de este grupo responden a iniciativas pioneras
en la zona. Existen unas pequeñas explotaciones de A.E. en Laroles
y Mecina Bombarón.
Los jefes de las explotaciones son pluriactivos (carpinteros,
docentes, etc.), siendo la agricultura una actividad secundaria pero
importante (en el sentido de que no es marginal). Son personas
jóvenes, motivadas por razones ideológicas, que pretenden fomen-
tar la A.E. como alternativa para mejorar la situación de los agri-
cultores de la comarca y, al mismo tiempo, proteger el medio
ambiente y el potencial genético local (cultivares locales).
La mano de obra en estas explotaciones es exclusivamente de
tipo familiar.
Los propietarios en este grupo son bastante innovadores en com-
paración con los de los grupos anteriores, además, investigan y
experimentan en sus propias fincas. Las principales líneas de inves-
tigación-experimentación, que se llevan a cabo son las siguientes:
- Recuperación, multiplicación y posterior comercialización de
ciertas plantas medicinales y aromáticas autóctonas de la zona.
- Experimentación en el manejo de los cultivos, principal-
mente por lo que se refiere a cambios en las fechas de siem-
bra: producción de habas tardías, entre otras, para buscar
nichos de mercado, por ejemplo.
159
- Experimentación en la producción de plantones de fresas en
vivero, libres de virus.
La acumulación de capital se invierte, generalmente, en la mejo-
ra de la estructura productiva de la finca: arreglo de las acequias y
de los bancales, mantenimiento de la balsa, etc.
Propiedad, equipamiento y manejo de los cultivos
Los agricultores, generalmente propietarios de la tierra, produ-
cen básicamente frutales (cerezos, perales, manzanos, etc.) y horta-
lizas (patatas, habas, maíz dulce, etc.). Los productos se producen
de forma ecológica según las normas establecidas por el C.R.A.E.
(Consejo Regulador de Agricultura Ecológica). Según los entrevis-
tados: "Dentro de lo que cabe, el nivel de tratamiento de las plantas
en esta zona, es bastante más bajo que por ahí... (refiriéndose a la
zona almeriense)". Asimismo, afirman que la agricultura ecológica
se ha practicado en La Alpujarra desde tiempos inmemorables hasta
hace varias décadas, prácticamente hasta el final del éxodo rural, en
las que se han ido introduciendonumerosos plaguicidas y fertili-
zantes propios de la agricultura industrial, rompiendo así esa tradi-
ción secular que conformaba las prácticas de la agricultura tradicio-
nal alpujarreña.
Las explotaciones en este sistema tienden a ser autosuficientes
y automecanizadas y tienden a la sustentabilidad ecológica, por
ejemplo, suelen sembrar leguminosas para su utilización como
abono verde.
Comercialización
La producción se destina, aparte del, escaso, autoconsumo,
principalmente a la venta. El circuito de comercialización de los
productos ecológicos es completamente distinto a los anterior-
mente reflejados. Así, los agricultores están conectados con aso-
ciaciones de consumidores (la cooperativa "La Verde", "Puertose-
rrano", etc.) donde se entrega la producción. La planificación, en
tipos y cantidades, se realiza contactando previamente con dichas
asociaciones.
160
Renta de la explotación
Las explotaciones de AE, al ser reducidas y debido a su carácter
experimental en la actualidad, generan (aparte del consumo propio)
rentas insuficientes que no superan, en ningún caso, el 30% de los
ingresos de la familia pluriactiva. La renta extra-agraria es, pues,
indispensable paza el desarrollo de estas explotaciones.
II. CULTIVOS Y TECNOLOGÍA
Desde que NAVARRO, (1981) describió, en su Tratadillo de
Agricultura Populaz, las labores de cultivo en La Alpujarra, se han
producido cambios notables en cuanto a la estructura de las explo-
taciones, en los cuidados culturales de los cultivos, asi como en la
relación explotación-hogaz.
La mayor parte de las actividades agrarias las realizan los hom-
bres; no obstante, la participación de la mujer, así como el resto de
los miembros de la familia, sigue siendo importante en ciertas tare-
as agrarias: recogida de la aceituna y de la almendra, preparación de
la semilla de patatas y la siembra, etc. Como se puede ver en la tabla
6 las épocas de mayor carga laboral en la Alpujarra Alta son el
invierno y el verano. Por lo general, el agricultor alpujarreño suele
diversificaz los cultivos en su explotación para tener trabajo a lo
lazgo de todo el año.
II.1. Olivo
El olivo en la Alpujarra Alta tiene una estructura fuertemente
anclada en el pasado, es más frecuente en Alpujarra de la Sierra y
Válor que en Mecina Bombarón debido a la altitud (no florece bien
a partir de 1.200 metros). Hoy día se observa un proceso de desa-
gregación muy fuerte de la propiedad de la superficie de olivaz con
el consiguiente aumento del minifundismo. Hay propietarios que
sólo poseen unos ejemplazes de olivos heredados de los abuelos.
La variedad más común es el "Lechin". El marco de plantación
en el que se plantan los olivos depende de la calidad de la tierra y
de la disponibilidad de agua, siendo el marco más corriente 6x6 en
161
riego y 1Ox10 o más, en secano y terrenos de peor calidad. En la
Alpujarra Alta existen más olivos en regadío que en secano.
El olivo se labra en primavera, se le da una labor profunda y se
abona. En la Alpujarra Alta llaman "guano" a todo tipo de abono
químico. Se utiliza frecuentemente el 15/15/15 y como abono foliar
el Sulfato de Cobre "Boril". La poda se realiza cada tres o cuatro
años, en general. Antiguamente se le daba otra labor, hacia el mes
de agosto, "para que la aceituna engordase", asimismo, se prepara-
ba el terreno en octubre-noviembre para la recogida de la aceituna.
Dichas prácticas, en la actualidad han desaparecido casi por com-
pleto en La Alpujarra Alta. En el mes de agosto-septiembre se les
suelen aplicar dos tratamientos contra la mosca del olivo. En rega-
dío se les da, desde Mayo a Julio, cuatro o cinco riegos.
La recogida se realiza a la entrada del año nuevo, con fardo,
vareando o también ordeñando. El promedio de producción por
árbol, en riego, es de 50 kg (se habla de una fanega por olivo) y de
20 kg en secano. El olivo alpujarreño tiene sus límites de produc-
ción desde más de 100 kg por pie en riego a menos de 10 kg en
secano marginal.
Antiguamente se recogía toda ]a aceituna y se extraía aceite en
los molinos de los alrededores. Actualmente no se recogen los fru- .
tos de algunos arboles porque están situados en parcelas con fuertes
pendientes, y de difícil acceso y otras alejadas del pueblo, lo que
hace poco rentable su recogida. Una persona suele recoger entre
100 y 200 kg de aceituna diaria.
La aceituna, aparte de autoconsumirse, es el producto más
comercializado de la zona (ver gráfico 11). Antiguamente, con el
aceite usado se hacía jabón para uso doméstico, pero esta práctica
ha desaparecido casi totalmente.
La venta de la aceituna se realiza, en general, a las almazaras de
los pueblos. De antemano, el encargado de la almazara conoce la
riqueza en aceite de las distintas fincas de lo que dependerá su pre-
cio. Normalmente de algo menos de 5 kg de aceituna se extrae 1 kg.
de aceite. El precio de un kg de aceituna ha oscilado en 1998 entre
40 y 50 pta. También, es muy frecuente el sistema de "maquila" que
consiste en que la "fábrica" transforma la aceituna y se queda en
compensación con una parte del aceite, previo arreglo entre el
industrial y el agricultor. Dicho aceite se destina principalmente al
autoconsumo (consumo diario, para la matanza, etc.) ya que suelen
ser cantidades pequeñas.
162
Hay que decir que la zona produce aceites de calidad notable, par-
ticularmente en años de no muy abundante cosecha de aceituna, en los
que no es preciso el "atroje" de la misma. Algún año el aceite local ha
sido envasado y comercializado a toda España por una conocida
marca de alta calidad de productos alimentarios artesanales. El aceite
se perfila pues como un producto con cierto potencial, a considerar.
IL2. Almendro
El cultivo del almendro, uno de los simbolos de la agricultura de
la limítrofe comarca de la Contraviesa, se manifiesta también prác-
ticamente en todos los pueblos de la Alpujarra Alta, aunque en
mucha menor extensión, ya que el riesgo de helada es grande, a par-
tir de los 700 m de altitud. Las heladas más tempranas pueden ini-
ciarse hacia el otoño y las más tardías en la entrada del verano. En
la zona, se puede ver el almendro en laderas de fuertes pendientes y
con frecuencia con grandes niveles de aridez y erosión. El olivo pre-
domina más en el paisaje alto alpujarreño que el almendro, que es
más frecuente en las zonas más bajas.
El almendro es un cultivo por excelencia de secano, aunque tam-
bién está presente en las vegas de la zona. El marco de plantación
es muy variable y son poco frecuentes las plantaciones regulares.
En la zona se habla de 100 a 150 árboles por ha. Las variedades más
comunes son la "Desmayo" y la "Marcona", como hace treinta años
(NAVARRO, 1981); no ha habido ningún cambio varietal en la zona
en los últimos años. Aunque ambas son de floración media, la Mar-
cona es de flor más tardía y se hiela menos. Existe un conjunto de
otras variedades llamadas localmente "Comuna" agrupándose bajo
este nombre todas las variedades menos conocidas : Porchero,
Perez, Malagueña, etc. Las variedades de tipo "Comuna" son de flo-
ración temprana. La planta de almendro se pone en terreno ya injer-
tada, procedente del plantel con "dos crecías" (dos años); como
porta-injerto se utilizan en riego plantones de melocotón y en seca-
no patrones de almendro amargo. A los dos años en tierra comien-
za el almendro a entrar en producción.
Recientemente, algunos injertan variedades de floración más
tardía siendo las variedades "Ferragne" y"Ferraduel", las más
extendidas. Los agricultores, suelen plantar, de todas formas, la
Marcona y la Desmayo porque están mejor pagadas en el mercado.
163
Antiguamente se hacía una labor de invierno en noviembre-
diciembre, una primera bina en el mes de marzo o abril y, eventual-
mente, una segunda en mayo. Actualmente se retrasa la labor de
invierno (hacia el mes de marzo), no se realiza ya la bina de mayo
y sí se hace eventualmente la segunda bina. La bina es menos pro-
funda que la labor, y por tanto se necesita menos fuerza, por lo que
se suele hacer con unsolo mulo y una "ganga" (reja simple); y
labrar o alzar con una vertedera y un par de bestias. Hoy en día, con
el iin de abaratar costes, es bastante frecuente el uso del tractor/cul-
tivador en dichas labores. Sin embargo, es conveniente subrayar que
superficies con pendientes superiores al 20% limitan el laboreo
mecanizado, e incluso el propio acceso a la plantación si las pen-
dientes son superiores al 30%. Este factor es, evidentemente, muy
limitante para la rentabilidad financiera del cultivo.
El abonado se realiza antes del laboreo y se aplica, en su caso,
solamente en la zona de "goteo" (el vuelo del árbol). Enterrar abono
verde o estiércol es una práctica muy poco habitual en el almendro.
Antiguamente, se podaba el cultivo todos los años, en la actua-
lidad es una práctica generalmente bianual que se realiza de una
manera muy ligera "solamente de aclareo". Los tratamientos son
muy escasos o no se efectúan. Realmente la poda anual se realiza-
ba hasta hace poco, pues NAVARRO (1981) cita que "en la zona, a
finales de la década de los setenta, el almendro se poda como el
olivo". Hoy día ya no es así.
La almendra se recoge a partir de Agosto y hasta finales de
Octubre. La recogida es exclusivamente manual con "fardos" o
"lienzos" y"vareo". Del suelo se recoge a nivel de huerta y explo-
tación familiar. En recogida comercial se suele recurrir a jornales y
peones. El promedio por hectarea es de 500 kg en secano y de 1.200
a 1.500 kg en regadío o de vega.
La almendra, además del autoconsumo, es el segundo producto
arbóreo comercializado en la zona (ver gráfico 11). Es un producto
básico de la pastelería local y la elaboración de dulces domésticos;
además se vende a los "marchantes" que son los que fijan el precio,
oscilando su promedio entre 100 y 150 pta/kg en cáscara y 550 pta
en "pipa", aproximadamente.
La recolección depende mucho de los precios de la campaña, si
tienden a la baja la almendra llega hasta no recogerse. Asimismo,
algunos lo dan al tercio o al quinto y otros lo recogen porque en
dicho período no tienen otras tareas que hacer. A pesar de que la
164
recogida no siempre se lleva a cabo, la poda y las labores de invier-
no en el almendro se mantienen generalmente gracias a las subven-
ciones, éstas son de 40.000 pta/ha aproximadamente y tienen su ori-
gen en el "Plan de Mejora del Almendro" financiado por la
Comunidad Europea y gestionado por España mediante la Organi-
zación de Productos Agrarios (O.P.A.). No todos los agricultores
pueden acceder a dichas ayudas, ya que, entre otras normas exigi-
das por el Plan, la superf'icie subvencionada tiene que ser superior a
0,2 ha y se permite únicamente el 10% de cultivos asociados en una
parcela de almendro, además, se prohíben los cultivos anuales
(siembra) por debajo del cultivo. Como "efecto perverso" del Plan,
y con el fin de cobrar las ayudas, se han arrancado muchas higueras
asociadas al almendro y se siembran cada vez menos cultivos her-
báceos. El Plan exige también, la previa realización de las faenas
tradicionales (labores de invierno y poda) y aplicar tratamientos
fitosanitarios (demostrables con factura) previamente fijada su
dosis (no adaptada, por cierto a las realidades locales) por el mismo.
Este "Plan de Mejora del Almendro" permite, pues, sin duda, el
mantenimiento artificial del cultivo mediante la ayuda económica a
los agricultores para realizar las labores tradicionales. Sin embargo,
dicho plan, antiecológico, está poco ajustado a las circunstancias
locales de la zona, ya que se aplican las mismas normas para toda
España y tiene impactos negativos en la zona.
Como nota interesante, relativa al almendro, éste se u^a a veces
para no dejar del todo abandonadas algunas tierras de regadío, "es
una pena abandonar la tierra de cultivo". Con frecuencia se pone
almendro en los regadíos que se abandonan para el policultivo huer-
ta-frutales: dichos almendros a veces no suelen podarse adquirien-
do gran dimensión, y con mucha frecuencia se hielan. El año que no
se hielan tienen bastante producción, aunque realmente, su misión
principal es dar sensación de ocupación de la tierra.
II.3. Higuera
I.a higuera es un cultivo muy extendido entre los pueblos de la
Alpujarra Alta, es un elemento integrante del paisaje tradicional de la
zona. Actualmente, debido al Plan de Mejora del Almendro, su culti-
vo está, incomprensiblemente, en franca regresión. Así, se han arran-
cado higueras y se han aprovechado la ampliación de marcos para
165
plantaz almendros con el fin de conseguir la subvención que se da a
los mismos. Las plantaciones regulazes son, hoy en día, prácticamen-
te inexistentes en la zona. Es muy corriente la higuera llamada "cue-
llo paloma" en riego, que produce higos negros con el cuello alazga-
do. Esta última se destina totalmente al autoconsumo. Asimismo,
existen higueras de "higo pasa", cultivadas en secano, y es la que tiene
más "salida comecial". Hay otros tipos de higuera menos frecuentes
de las que SPANHI, (1959) y NAVARRO, ( 1981) mencionan algunos.
La higuera es una planta muy poco exigente tanto en suelo como
en clima, así como en cuidados.culturales; puede verse en los peo-
res terrenos y, con bastante frecuencia, en las lindes y pazedes de las
terrazas y bancales.
Se le efectúa una poda rápida y muy suave ("un raleo"), gene-
ralmente cada tres o cuatro años, y no requiere, o al menos en la
zona no le aportan, fertilizantes ni abonos.
A pesar de los simples cuidados culturales, la higuera tiene un
sistema de fructificación bastante curioso y complicado: la flor de
la higuera no es autofértil por lo que la presencia de higueras
machos o"cabrahigos" es indispensable para la fructificación. El
"cabrahigo" posee un huésped: una mosca conocida localmente
como "el mosquito" que es quien transporta el polen a la flor feme-
nina. Observar, pues, ramos de cinco o siete "cabrahigos" atados y
colgados en las higueras en la Alpujarra Alta, es muy frecuente en
el mes de junio. Poner "cabrahigos" es una operación que se reali-
za varias veces (suelen ser dos) debido al escalonamiento de la fruc-
tificación de las higueras hembras. La habilidad del agricultor con-
siste en cultivar "cabrahigos" en sitios distintos para cubrir todo el
período de fructificación.
La recogida se realiza escalonadamente en el mes de Septiem-
bre, más tarde que en las zonas bajas de la Alpujarra, debido a la
altitud. Gran parte de la cosecha se recoge del suelo; una persona
puede recoger como media, 50 kg/día de higos, aproximadamente.
El higo en la Alpujarra Alta se destina principalmente al auto-
consumo. En el caso de venta su destino suele ser la producción de
higos secos, o"higos pasas". Una Ha. produce de media de 1.000 a
1.200 kg de higos secos. La venta se realiza a intermediarios Ilama-
dos también "paseros". EI precio del higo seco está en función de la
prima concedida al transformador (el industrial), siempre y cuando
compre higos de producción comunitaria y paĉue un precio mínimo
según categorías. Existen cuatro categorías (A, B, C y D) estableci-
166
das según criterios de color, tamaño, etc. El precio de un kg de higos
secos oscila, generalmente, entre 150 y 200 pta.
II.4. Viña, frambuesa y otros frutales
La viña, cultivo típico de la agricultura tradicional alpujarreña,
y muy abundante en la Contraviesa, es, hoy en día, solamente testi-
monial, de supervivencia del pasado, en la parte alta. Muy asociada
al almendro, ha sufrido un fuerte proceso de arranque en la zona,
debido a la política de subvenciones de este último cultivo.
SAYADI y CALATRAVA, 1996; identifican varios problemas
de desarrollo del cultivo en la comarca de Las Alpujarras en gene-
ral, tanto a nivel técnico (patrones poco resistentes, mezcla de varie-
dades en la misma parcela, etc.) que influyen en la calidad final del
vino elaborado, como otros de comercialización y de tipo sociocul-
tural (asociacionismo, etc.).
En la tabla 6 pueden observarse las principales tareas agrícolas
de este cultivo a lo largo del año. Está muy asociado al autoconsu-mo de mesa y a la fabricación de aguardientes o vinos caseros en los
cortijos. Existen parras prácticamente en todas las huertas.
Respecto a la frambuesa, cultivo introducido en la comarca en
1981 por la Agencia de Extensión Agraria de Cádiar con fines expe-
rimentales (ANTEQUERA, 1986), aunque está actualmente bastan-
te desarrollado en el municipio de Cádiar, se extiende en toda la
franja montañosa desde el Barranco de Poqueira hasta Bérchules;
debido a su floración tardía, de mayo a junio, no le afectan las hela-
das primaverales. La frambuesa está presente en altitudes desde los
900 m hasta los 1.700 m.
En la Alpujarra Alta oriental granadina, la frambuesa es un cul-
tivo muy minoritario, se ha introducido recientemente en Mecina
Bombarón y está en fase de experimentación. A pesar de ser un cul-
tivo relativamente reciente en la zona, merece algunos comentarios
sobre su cultivo.
La planta es poco exigente en cuanto al suelo, sin embargo pre-
fiere suelos poco ácidos, bien provistos en materia orgánica y con
buen drenaje; un encharcamiento de unos días provocaría la pérdi-
da del cultivo.
La frambuesa, en La Alpujarra Alta Oriental, tiene un gran
potencial en cuanto a la extensión de terrenos en que se puede cul-
167
tivar así como su impacto en el aumento de ingresos de la población
agraria, pe^lándose como una actividad complementaria de rentas
que colabora además al mantenimiento del sistema agrario. Según
ANTEQUERA (1986) y CALATRAVA y ANTEQUERA, (1992),
es el cultivo en la comarca con mayor Producto Bruto por Ha. y
constituye una esperanza y una auténtica alternativa a la judía.
Existen dos variedades en la comarca que forman las mayores
extensiones (más del 60% de la superficie): la "Zeva-1", con voca-
ción para mermeladas, y que se adapta más a la conservación, y la
"Heritage" que se utiliza para la Congelación Inmediata y Simulta-
nea (LQ.F.). Dichas variedades son de tipo remontante (o "rebro-
tante" o"refloreciente") que fructifican en el tallo del año de forma
escalonada. Existen también variedades menos importantes que son
de tipo no remontante como, por ejemplo, "Puyallup": el primer año
forma el tallo y sobre yemas laterales nacen el año siguiente los
tallos fructíferos que echan todo el fruto a la vez.
El marco de plantación es de 2 m entre líneas, que permite rea-
lizar mejor las labores y la recogida de la fruta. La distancia entre
plantas depende de la variedad y del tipo de suelo; así, por ejemplo,
para la "Zeva-1", que es la más extendida en la comarca, es de,
aproximadamente, 1 m. Ello supone unas 5.000 plantas/ha.
La poda de la frambuesa se realiza a partir de Enero hasta fina-
les de Febrero (ver tabla 6). En febrero-marzo se estercola el culti-
vo, dicha actividad se realiza solamente en terrenos de vega, o en
pequeñas extensiones de cultivo. Simultáneamente al estiercolado
se abona la frambuesa utilizando 380 kg por ha de Superfosfato
(l8%) y 300 kg por ha de Sulfato Potásico, aproximadamente.
Posteriormente se proc ^de a labrar el suelo, generalmente de forma
mecanizada, aunque el propietario puede tener mulas; estas últimas
se utilizan para e. transporte del estiércol en la explotación. Es con-
veniente señalar que ?á frambuesa tiene el 90% de las raíces entre
30-40 cm de profundidad, por lo tanto cualquier laboreo profundo
provocaría el retraso en la entrada en producción y consecuente-
mente retraso en la finalización de la campaña y la pérdida del fruto
por las heladas. La bina se realiza en el mes de mayo mediante un
motocultor o rotovator; asimismo, se realiza una escarda química
aplicando herbicidas.
El riego de la frambuesa, principalmente de mayo a junio, es
imprescindible ya que la lluvia no cubre las necesidades del cultivo
(7.500 m3 por ha, aproximadamente). La frecuencia del riego
168
depende de la textura del terreno y de los turnos de riego ("la
tanda") necesitándose de 15 a 17 riegos espaciados de 10 a 15 días.
La recolección se realiza de forma escalonada (2 pases por
semana) desde la mitad de julio hasta las primeras heladas. El ren-
dimiento medio viene siendo de 10.000 a 12.000 kg de fruto por Ha.
en plantaciones ya establecidas (de 3 0 4 años de edad). En un día,
una persona puede recoger entre 30 a 40 kg necesitando más de 250
jornales por ha.
La producción se destina prácticamente a la venta, el comercio de
la fruta está controlado por la cooperativa "Frambuesa de la Alpuja-
rra Sociedad Cooperativa Andaluza" creada en 1987. El precio
finalmente percibido por el agricultor de 1 kg de frambuesa oscila
entre 200 a 300 pta.
En realidad, a pesar del interés económico y social, el cultivo
está hoy bastante estancado. CALATRAVA y ANTEQUERA, ya
empezaron a detectar en 1992, varios factores de bloqueo del desa-
rrollo de la frambuesa, entre ellos hay que destacar:
- La política de subsidio de desempleo en España que, a pesar
de su indiscutible impacto social positivo en las zonas rura-
les, favorece, en ciertos casos, la no actividad, constituyen-
do actualmente una de las causas más importantes de activi-
dad económica sumergida, y un importante factor de
bloqueo al desarrollo en zonas rurales del sur de España. La
producción de frambuesa genera unas fuertes rentas legales
(al controlarse su comercialización por la Cooperativa) sufi-
cientemente grandes como para impedir cobrar el subsidio a
los pequeños agricultores.
- Muchas otras de las ayudas sociales que actualmente existen
en España están limitadas por el montante de ingresos perci-
bido según la declaración de la renta efectuada. Así ocurre,
por ejemplo, con las becas para estudios universitarios de los
hijos. Las rentas "blancas" generadas por la frambuesa,
impidirían, en muchos casos acceder a dichos ayudas.
- Existe además, algún otro factor de naturaleza cultural de
caracter interno a la unidad explotación-hogar: los trabajos de
recolección de la frambuesa u otros pequeños frutos tradicio-
nales (mora, fresa, etc.) scn considerados en la zona como
"actividades femeninas" qu^, de^en realizar las mujeres de la
169
familia, habiendo, por parte de las esposas, y sobre todo de las
hijas jóvenes, una cierta resistencia pasiva al desarrollo del
cultivo, que se ve reforzada por los factores de bloqueo relati-
vos a la percepción de subsidios, anteriormente comentados.
A dichas limitaciones se puede añadir el poco interés y motiva-
ción actual de una población envejecida: "somos un pueblo de jubi-
lados y cuatro más", así como la escasez de mano de obra asalaria-
da muy demandada por el cultivo (se necesitan 400 jornales/ha).
Actualmente, se están introduciendo, a modo de ensayo, cultivos
del tipo de la frambuesa (grosella, arándano, mirtilo, fresa) con
resultados interesantes. Dichos cultivos constituyen, sin duda, un
potencial agrario para la zona.
Finalmente, por ]o que se refiere a los frutales, en la Alpujarra
Alta, se cultivan casi todo tipo de frutales: perales, manzanos, cere-
zos, ciruelos, albaricoques, naranjos, granados, cakis, membrilleros,
efc.: "aquí, menos los tropicales, se cría de todo". Son cultivos muy
relacionados al autoconsumo y son, generalmente, de huerta, donde
se pueden recoger frutas del tiempo a lo largo de, prácticamente,
casi todo el año.
II.S. Judía verde ("Habichuela")
EI cultivo de la habichuela es bastante más frecuente en Mecina
Bombazón que en el resto de los pueblos. En los años 70 el escaso
aumento del precio del higo y de la patata y sus dificultades para com-
petir con la producción en terrenos llanos, provocaron que estos culti-
vos cediesen su puesto en favor de la habichuela, sobre todo para pro-
ducción de semillas, que empezó a demandazse en la costa por la
proliferación de enarenados y cultivos bajo plástico. Actualmente es el
cultivo herbáceo más comercializado en la Alpujarra Alta (gráfico 11).
Se cultivaron, en su día, dos tipos de habichuelas: una de "mata
alta" y otro de "mata baja"; de las variedades autóctonas la más
conocida es la denominada en la zona "Frijuelo", de flor amarilla y
que se consume en verde o en grano.Actualmente se siembra bas-
tante más habichuela de "mata baja", ya que la de "mata alta" es
muy trabajosa.
Antes de la siembra, si la primavera no ha sido lluviosa, hay que
"resfriar" el suelo: se riega el terreno a manta para provocar un nivel
170
idóneo de humedad del suelo. Se estercola, se abona y se siembra
de forma consecutiva en el mes de mayo. A1 mes de sembrar, hay
que "encañar" el cultivo (poner cañas), se realizan generalmente
tres o cuatro tratamientos cuyo coste se estima de 10.000 a 15.000
pta/tratamiento/ha, dependiendo del producto utilizado y de su apli-
cación. Cuando comienzan a nacer es necesario regar siete u ocho
veces según la tanda (el turno), particularmente en floración.
La recogida se efectúa escalonadamente, se realizan varios cor-
tes: se cogen las primeras judías a finales de julio y las últimas hacia
mediados de septiembre. El rendimiento de una Ha. de judías de
grano o de verdeo es aproximadamente de 1.000 a 1.800 kg/ha y de
4.000 a 6.000 pta/ha respectivamente.
En general, el agricultor reserva, cada año, parte de su cosecha
para la próxima siembra y tiende a intercambiar su semilla con la de
los agricultores que siembran en lugares más apartados del suyo,
prefiriendo las de más altitud: "las mejores semillas son las que pro-
vienen de lugares más fríos".
Una persona puede recoger 100 kg/día de judía en verdeo. Las
jornadas de trabajo que necesita una ha. de tierra son 100 aproxi-
madamente.
La judía se vende a"marchantes" o en las corridas de Ugijar y
Orgiva principalmente. El precio de mercado es muy variable, sien-
do el promedio entre 80 y 100 pta/kg en 1998. Algunos agricultores
afirmaron que vendieron este año el kg de judía hasta a 30 pta/kg.
El agricultor alpujarreño ante la comercialización adopta un papel
pasivo, ya que suele esperar a que algún intermediario vaya a com-
prar su cosecha. En Mecina Bombarón se ha creado recientemente
(en 1996), una cooperativa formada por cinco miembros y adminis-
trada por un inglés que es uno de ellos. Ninguno es agricultor, dedi-
cándose a comprar la habichuela del pueblo para su posterior venta.
Actualmente se estima que existe menos del 20% de supe^cie
de judía que hace 30 años. Además de los problemas generales en la
zona (subsidio, envejecimiento de la población, poco interés, etc.) y
de la oscilación del precio de la judía, el cultivo sufre enfermedades
que se identifican como "virosis" que, según los agricultores, empe-
zaron a aparecer en la zona desde que comenzaron a introducir
variedades de fuera de la comarca. Por algunas de las personas con
las que se ha conversado se nos ha manifestado, asimismo, la cre-
encia popular de que estas enfermedades están relacionadas con las
colmenas, que se han desarrollado bastante en los últimos años.
171
III. REFLEXIONES SOBRE EL NIVEL DE MARGINALIDAD
DE ALGUNAS ACTIVIDADES AGRARIAS
EN LA ALPUJARRA ALTA
A partir de los años cincuenta, con el proceso de industrialización del
país y de mecanización y modernización de la agricultura, se inicia un
fuerte éxodo demográfico de las zonas rurales españolas a las urbanas y
al extranjero. La Alpujarra Alta no es una excepción a esta tendencia; es
una de las zonas rurales físicamente más desfavorecidas, en la que la
agricultura difícilmente pudo mecanizarse y modemizarse, los sistemas
agrarios tradicionales, basados en el uso masivo de mano de obra, y, con
frecuencia, con un fuerte componente de producción para autoconsumo
y subsistencia, cayeron en una crisis profunda e irreversible, por el des-
poblamiento y el envejecimiento de la población, consecuencia del
éxodo rural, y por la dificultad de competir con sus productos en los
mercados. La crisis de los sistemas agrarios tradicionales en la zona, se
acentúa durante las dos décadas siguientes, de forma que a finales de los
setenta había cristalizado ya un proceso continuo de desaparición de cul-
tivos y explotaciones agrarias (CALATRAVA y SAYADI, 1997-a y
1998), y muchos de aquellos que se mantienen lo hacen en una situación
de marginalidad económica en la que subsisten, por inercia, costumbre,
tradición o identificación cultural, y/o por la importancia del autoconsu-
mo y la producción obtenida para la subsistencia de la población rural.
La mano de obra empleada en la agricultura alpujarreña, habi-
tualmente envejecida, suele trabajar con alto grado de subempleo,
que en parte es paro estacional y en parte es paro o subempleo encu-
bierto, según los casos. En el primer caso, la realización de algún
tipo de pluriactividad, a nivel individual o familiar, permite eliminar
(o paliar) la estacionalidad en el empleo, dando lugar a situaciones
de agricultura a tiempo parcial, cuyo fomento se ha considerado, par-
ticularmente a partir de la década de los ochenta, una estrategia
deseada de desarrollo local en las áreas rurales. Por el contrario, el
paro encubierto, en el que suele encontrarse la parte de la mano de
obra familiar que efectivamente se dedica a la explotación agraria,
no es fácil de corregir, pues su naturaleza está unida a la propia mar-
ginalidad económ'ca de los sistemas agrarios en la zona, pudiendo,
en nuestra opinión, el nivel de paro encubierto ser una medida de la
marginalidad y del nivel de crisis de los sistemas agrarios.
Mientras que el paro estacional en la agricultura española ha
sido abundantemente estudiado, tanto en los sistemas agrarios de
172
zonas desfavorecidas, como en los sistemas de agricultura indus-
trializada, existiendo bastantes publicaciones asimismo sobre la
agricultura a tiempo parcial, la pluriactividad, etc. (LAMO, 1967;
GARCÍA, 1977; ARNALTE, 1980; BLASCO, 1980; SALVA,
1982; SEQUIEROS, 1982; ETXEZARRETA, 1983; CALATRAVA
y NAVARRO, 1985; FLUVIA I FONT, 1985; MIGNON, 1980 y
1982; CALATRAVA y VERICAT, 1987, entre otros), son muy esca-
sos los trabajos que traten del paro encubierto en la mano de obra
campesina, efectivamente aplicada a la agricultura, en los sistemas
agrarios en crisis en las zonas desfavorecidas. Esta carencia es debi-
da, posiblemente, a la necesidad de enfoques cuantitativos rigurosos
para estimar los niveles de paro encubierto en sistemas agrarios
concretos, dichos enfoques cuantitativos no se llevan a cabo, por
varias causas por las que señalamos las siguientes:
- El escaso interés, por parte de economistas y agrónomos, en
profundizar en el análisis de "algo que se viene consideran-
do marginal".
- El interés sobre el tema existente por parte de sociólogos y
especialistas en desarrollo rural, normalmente no cristaliza
en trabajos que traten de identificar y estimar el paro encu-
bierto a partir de análisis cuantitativos del funcionamiento de
las explotaciones agrarias.
- La dificultad real de obtener datos a partir de resultados con-
tables, o similares, mínimamente aceptables como válidos en
este tipo de explotaciones marginales o insuficientes.
En otros trabajos (CALATRAVA, 1982) se ha tratado del subem-
pleo de la mano de obra agraria, considerando tres componentes
básicas:
- Paro parcial: empleo a jornada parcial
- Paro estacional: empleo sólo de forma eventual, no durante
todo el año.
- Paro o subempleo encubierto: situaciones que están relacio-
nadas con la baja productividad o el bajo nivel de remunera-
ción del trabajo o ambas cosas a la vez.
El subempleo en agricultura estaba de moda como tema científico en
los años sesenta y setenta. Los trabajos de IV4AZUMDAR, 1959; MAT-
173
HUR, 1964; DESAI y MAZUMDAR, 1970; RIZVI, 1973, entre otros
muchos, son ejemplos de la literatura que trata del paro encubierto en
agricultura, con frecuencia en el contexto de teorías de desarrollo global.
Los dos primeros tipos de desempleo están ligados, en la estrategia
del desarrollo local, como se ha mencionado, a los conceptos de produc-
tividad y agricultura a tiempo parcial, el tercero está ligado a la margina-
lidad de los sistemas productivos, y es el que aquí se pretende estimar.
CALATRAVA y SAYADI, (1997-a y 1998) estudian partiendo
de una muestra de 83 explotaciones agrarias de la comarca alpuja-rreña, con las que se trabajó exhaustivamente en base a un cuestio-
nario ligado a un seguimiento exhaustivo del proceso productivo y
uso de factores y productos (CALATRAVA y MOLERO, 1983), la
relación de dicha marginalidad con la dimensión de las explotacio-
nes. Asimismo, analizan la relación entre la desaparición de explo-
taciones agrarias entre 1981 y 1991 y el nivel de paro encubierto
con el que funcionaban al comienzo de dicho período.
Por lo que se refiere al sistema agrario de la Alpujarra Alta, des-
crito anteriormente ha degenerado actualmente debido, básicamen-
te, a la reducción drástica de la población y, por tanto, de la mano
de obra disponible y a la consiguiente reducción de las necesidades
de autoconsumo favorecida, por otra parte, por los cambios de pau-
tas culturales en la población rural, acaecidos en el último cuarto de
siglo. Asimismo han influido, lógicamente, en esta alteración de los
sistemas agrarios los cambios en los mercados. Las características
de esta degeneración, como se ha señalado, fueron, entre otras, el
abandono de las actividades agrarias, declive de la ganadería de
montaña, declive del pequeño policultivo de vega, etc.
El presente capítulo pretende identificar situaciones de margina-
lidad de algunas actividades agrarias en la montaña de La Alpujarra
Alta mediante el análisis del paro encubierto de la fuerza de traba-
jo rural empleada en ella. El análisis se hace aquí por actividades o
cultivos, ya que el análisis por explotación, que tiene mucho más
sentido socioeconómico, ha sido previamente realizado (CALA-
TRAVA y SAYADI, ]997-a). Para ello, mediante un trabajo partici-
pativo con agricultores y otros agentes implicados con la agricultu-
ra de la zona, se ha partido de los coeficientes técnicos y los costes,
y de los ingresos por ha. y año de los principales cultivos.
Asociamos el concepto de marginalidad de la actividad agraria
con el índice (s) que representa el nivel de remuneración real de la
mano de obra empleada en el cultivo como se ha explicado en la
174
metodología. Los cultivos que no remuneran la mano de obra fami-
liar a precio de mercado de mano de obra agraria (s < S) los deno-
minamos por convención cultivos marginales (ver metodología).
A continuación pasaremos al calculo de (s) para cada uno de los cul-
tivos comerciales de la zona considerados como ejemplo en pta de 1998:
Judía verde
GV materiales/Ingresos/ha/año
Laboreo (tractor) ........ 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Tratamiento ................. 3 trat. x 13.000 pta/trat. = 39.000 pta
Otros gastos (agua, estiércol, semilla, etc.) .......... 20.000 pta
PFA (Venta judía) ............................................ 400.000 pta
VA: 332.000 pta
Número de jornales (NJF) por ha y año.
NJF = 8resf^+ 65;em.+ 6t^a,.+ 8enca+ 16rieg+ SOfeCO,. = 94 jornales
s^„d,° ^e,de = NJF,
= 3.531,91 pta
s< S: La judía verde no paga la mano de obra a precio de mer-
cado de trabajo laboral en la zona.
Patata
GV materiales/Ingresos/ha/año
Laboreo (tractor) ........ 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Tratamientos ......................................................... 26.000 pta
Otros gastos (agua, simiente, etc.) ........................ 20.000 pta
PFA (Venta de patatas) ............... .................... 340.000 pta
VA: 285.000 pta
Núrnero de jornales (NJF) por ha y año.
NJF = 8ester+ 2Oe^+ 12euar+ 12^eg.+ 4,^t.+ 41,^0,_ = 97 jornales
s _ UA - SP = 2.938,14 pta
°°`°`° - NJF
s< S: La patata no paga la mano de obra a precio de mercado de
trabajo laboral en la zona.
UA-SP
175
Frambuesa
_ GV materiales/Ingresos/ha/año
Laboreo (tractor) ........ 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Bina (tractor o
motocultor) ............... 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Otros gastos (estiércol, agua, semilla,
Prod. químicos, abonos, etc.) ............................. 150.000 pta
PFA (Venta de frambuesa) ....................... .... 3.000.000 pta
VA: 2.832.000 pta
Número de jornales (NJF) por ha y año.
NJF = 2^a + Sestier.+ 2abon.+ 30rieg. + 3OOreCO,. = 339 jornales
s _ UA - SP = 8.353,98 ptaf.ambae5o -
NJF
s> S: La frambuesa paga la mano de obra a precio de mercado
de trabajo laboral; es un cultivo que aportaría excedentes para la
reproducción del capital e incluso beneficios.
Almendra en secano
GV materiales/Ingresos/ha/año
Gastos ................................................................... 35.000 pta
Subvención ......................................................... 35.000 pta
PFA (Venta de almendra) ................................. 40.000 pta
VA: 40.000 pta
Número de jornales (NJF) por ha y año.
NJF = 2^a + l abon?^ 31ab + 3óina + Sre^og = 14 jornales
_ Sa^mena.a Se`°no - UNJFP 2.857,14 pta
s< S: La almendra en secano no paga la mano de obra a precio
de mercado de trabajo laboral.
176
Almendra en regadío
GV materiales/Ingresos/ha/año
Laboreo (tractor) ........ 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Bina de mayo
(tractor) ....................... 3 horas x 3.000 pta/hora = 9:000 pta
Otros gastos .......................................................... 45.000 pta
Subvención ............................... .......................... 35.000 pta
PFA (Venta de almendra) ......... ...................... 150.000 pta
VA: 122.000 pta
Número de jornales (NJF) por ha y año.
NJF = 2P^a + l abon.+ Srieg. + 1 J ,eCOg = 26 jornales
UA-SP
sqlmendrqregqdío - NJF, - ^•OYL,31 pLa
s< S: La almendra en regadío paga justo la mano de obra a pre-
cio de mercado de trabajo laboral en la zona dejando un peque-
ño excedente.
Olivar en secano
GV materiales/Ingresos/ha/año
Tratamiento .......................................................... 50.000 pta
Otros gastos (abono, etc.) .................................... 40.000 pta
Subvenciones ....... ............................................... 60.000 pta
PFA (Venta de aceituna) ................................... 84.000 pta
VA: 54.000 pta
Número de jornales NJF por ha y año.
NJF = 1^,, + 3,ab. + 2,^n + 4,^^ + 12reC0g = 22 jornales
abvqrsecanqS
V NJFP - 2•454,54 pta
s< S: El olivar en secano no paga la mano de obra a precio de
mercado de trabajo laboral en la zona.
177
Olivar en regadío
GV materiales/Ingresos/h./año
Laboreo (tractor) ........ 3 horas x 3.000 pta/hora = 9.000 pta
Tratamientos ......................................................... 50.000 pta
Otros gastos (agua, abono, etc.) ........................... 50.000 pta
Subvenciones .................... ................................ 200.000 pta
PFA (Venta de aceituna) ...................... ........... 280.000 pta
VA: 2.90.000 pta
Número de jornales (NJF) por ha y año.
NJ = l^,a + 2abo^. + 4va, + 8f1eg+ 40r^og = 55 jornales/ha
oGvqr regadío -
S
uNJFP = 5.272,73 pta
s> S: El olivar en regadío paga la mano de obra a precio de mer-
cado de trabajo en la zona.
Rebaño de 60 cabras (pastoreado por la familia)
GV materiales/Ingresos/ha/año
Gastos: compra alimentación complementaria... 150.000 pta
Gastos: alquiler de pastos .................................... 30.000 pta
Gastos: otros ........................................................ 10.000 pta
Total de gastos ................................................. 190.000 pta
Subvención prima básica ..:................................ 120.089 pta
Subvención prima zona desfavorecida ................ 46.060 pta
Subvención total ..................................... .... 166.149,42 pta
Ingresos carne .................................................... 378.000 pta
Ingresos leche .................................................... 675.000 pta
PFA (Ingresos totales de leche y carne) ...... 1.053.000 pta
VA: 1.029.149,40 pta
Número de jornales NJF por ha y año.
NJF = 365 días dedicados al cuidado del rebaño.
otrvar regadrn -
s UNJFP
2•819,59 pta
s< S: Un rebaño pequeño de 60 cabras no paga la mano de obra
a precio de mercado de trabajo local.
178
Los resultados anteriores, reflejan que prácticamente el 80% de
los cultivos no pagaron en 1997/98 la mano de obra empleada en
ellos al precio delmercado de trabajo, aún considerando que todo
el producto se destina al mercado.
Vemos la situación crítica de los cultivos alpujarreños y cómo el
mantenimiento de una gran parte de ellos no tiene motivaciones de
tipo financiero, sino de inercia cultural y de falta de alternativas
laborales paza una población agraria no suficientemente preparada
paza otro tipo de actividades y, con frecuencia, envejecida.
En principio, siguiendo a HELMBERGER, ( 1991) podía apro-
ximarse el valor del índice T.E. en La Alpujarra Alta a 2.500
pta/jornal (ver metodología).
Aunque dicho índice se ha estimado mediante el uso de coefi-
cientes técnicos medios por cultivos en la zona, CALATRAVA y
SAYADI ( 1995), a través del análisis de la Marginalidad Económi-
ca del conjunto de la explotación agraria, estiman un "Índice de
Abandono de la Explotación" cuyo valor es muy similar al de T.E.
anteriormente estimado. En este sentido, el propietario abandona-
ría la actividad agraria si la explotación no tiene capacidad finan-
ciera suficiente para pagar la mano de obra familiar empleada en
ella, al menos en la mitad del precio que esta mano de obra tendría
en el mercado de trabajo laboral. Los autores muestran como el
nivel de pazo encubierto de los agricultores de Las Alpujarras Altas
está inversamente relacionado con la superf'icie de su explotación.
Asimismo, que los que realizan la actividad agraria a tiempo parcial
llevan a cabo dicha actividad con mayor eficiencia económica (en
el sentido de menor paro encubierto del trabajo aplicado en la agri-
cultura) que los agricultores a tiempo total.
Así pués, paza incrementaz la probabilidad de mantenimiento de
los cultivos, de las explotaciones y de la actividad agraria en La
Alpujazra Alta y, luchar contra el pazo encubierto de la mano de
obra campesina empleada en agricultura, es necesario el aumento
del tamaño de las explotaciones y la práctica de la agricultura a
tiempo pazcial así como otros posibles elementos estratégicos:
introducción de nuevos cultivos, revalorización de productos loca-
les, cooperativas agrarias, etc.
Hay, finalmente, que puntualizaz que, en el presente apartado, se
ha considerado la agricultura exclusivamente en cuanto a su función
productiva primaria; sin embargo, la consideración de externalida-
des de diferente tipo, inherentes a la actividad agraria en la zona,
179
podría aumentar la rentabilidad socioeconómica de los cultivos y de
las explotaciones agrarias, que son consideradas, desde un punto de
vista estrictamente financiero, como marginales. En otros apartados
del presente trabajo, ententaremos analizar otras posibles externali-
dades del sistema: externalidades recreativas, externalidades
ambientales, principalmente.
180
Capítulo V
Los sistemas agrarios: tendencias
dominantes y estrategias
para el desarrollo del sector agrario
I. TENDENCIAS DOMINANTES EN EL SISTEMA AGRARIO
A continuación se analizan los principales rasgos de la evo-
lución actual de los sistemas de producción en La Alpujarra
Alta:
I.1. Abandono de la actividad agraria
EI abandono es un fenómeno general en La Alpujarra Alta
Oriental granadina, particularmente, por lo que se refiere a los terre-
nos de peor calidad, con fuertes pendientes y más alejados de los
pueblos. Sin embargo, ésto no es siempre así, pués curiosamente,
hemos podido observar la paradoja de existencia de terrenos llanos
abandonados, y otros con mayores pendientes y, a veces, suelos de
peor calidad, sin embargo, bastante trabajados. Según las entrevis-
tas, las familias propietarias de los primeros terrenos han podido
formar a sus hijos o buscar otro proyecto no agrario gracias al nivel
de rentas agrarias generadas en su momento, con lo que los hijos
han tenido la oportunidad de buscar empleo fuera de la zona, con el
consiguiente abandono de las tierras. Sin embargo, en el segundo
tipo de terrenos, debido a su poca rentabilidad, los hijos no han teni-
do la oportunidad de enseñanza y algunos de ellos siguen mante-
niendo las tierras.
I.2. Extensificación de los regadíos
Hay tendencia, en la zona, a plantar almendro en antiguos
terrenos de labor en riego. Este fenómeno de "extensificación de
tierras de riego" se manifiesta como estrategia de no abandono de
las mejores tierras. Realmente es una forma de "abandono encu-
bierto".
183
Psicológicamente al agricultor le cuesta abandonar la tierra aun-
que no le merezca la pena su cultivo. El poner almendros en espa-
cios tradicionalmente de regadío, responde a un "mecanismo senti-
mental" de no querer abandonar del todo.
I.3. Reducción del número de las prácticas agrarias
Los agricultores tienden a reducir el número de prácticas agríco-
las por cultivo, dejando solamente las más imprescindibles: eliminan
la segunda bina del almendro, cultivan judía de mata baja, etc. Las
prácticas se van perdiendo a lo largo del tiempo con la consiguiente
desaparición de una gran parte del conocimiento local agrario de la
zona. Habría que ver en que medida las prácticas eliminadas afectan
a la productividad y a la sustentabilidad de los cultivos.
I.4. Disminución (práctica desaparición)
de la mano de obra asalariada
Se observa una disminución, prácticamente inexistencia, de la
mano de obra disponible para trabajar en la agricultura en épocas de
mucho trabajo. Algunos agricultores comentaron que tuvieron que
recurrir a buscar "emigrantes magrebíes" en el Ejido, para recoger
la aĉeituna. Asimismo, afirman que, además del envejecimiento de
gran parte de la población, en general, existe cada vez menos moti-
vación e interés por el trabajo agrícola, según ellos, el sistema del
Régimen Especial Agrario (R.E.A.), ha creado una cierta "comodi-
dad social local" y añaden que "la gente trabaja lo justo para juntar
peonadas y los demás días forzados".
Como consecuencia de lo anterior, hay un aumento del precio de
la mano de obra local, ya que el jornal en la Alpujarra Alta Oriental
está alrededor de 5.500 pta por día, precio bastante más elevado que
en otras zonas de la misma comarca de más abundante demografía ó
más próximas a zonas pobladas (en Orgiva, por ejemplo dentro de la
misma Alpujan-a, el jornal vale 4.500 pta aproximadamente).
I.S. Mantenimiento artificial del sistema mediante
las subvenciones y ayudas sociales
Los cambios y tendencias en el sistema agrario anteriormente
reflejados están, sin duda, relacionados con la evolución de las polí-
184
ticas agrarias y de desarrollo que configuran el actual contaxto ins-
titucional a nivel nacional y local (subvenciones al olivar, plan de
mejora del almendro, iniciativas comunitarias Leader, etc.)
El sistema agrario en la Alpujarra Alta se mantiene, en cierta
medida, de manera "artificial" gracias a las ayudas, subvenciones y
transferencias de capital social. Consecuentemente, se han creado y
establecido en la zona, como en otras muchas zonas rurales, fenó-
menos o"trucos sociales" con el objeto de conseguir la mayor sub-
vención posible por familia y con el menor esfuerzo físico (inscribir
el ganado a nombre de la mujer del ganadero, firmar peonadas unos
a otros sin haber trabajado ninguno en la finca del otro, presentar
facturas falsas de compra de productos químicos para conseguir
ayudas de un cultivo pero que, a la hora de aplicarlo se hace, en rea-
lidad, para otro, etc.).
Asimismo, hemos observado que existe un proceso de arranque
de las higueras y de las pocas viñas que hay plantadas debajo de los
almendros para conseguir la subvención del almendro (no se per-
mite más de un 10% de cultivos asociados). Así, prácticamente ha
desaparecido el paisaje tradicional (almendro - higuera - olivo) ade-
más se produce la consiguiente pérdida del conocimiento local rela-
cionado con el manejo de la higuera (poner "cabrahigo", fabrica-
ción de productos a base de higos, etc.; ver capítulo IV.II.3).
También hay tendencia a plantar nuevos olivos en antiguas par-
celas de olivar aprovechando los grandes mar^os de plantación y
consiguiendo así mayores producciones por ha y, consiguiente-
mente, mayores subvenciones.Se observa, en los últimos años, un aumento del número de gana-
deros y la reducción del tamaño medio de los rebaños. A partir de un
límite de cabezas, el ganadero no puede cobrar el subsidio agrario.
I.6. Diversificación de los recursos económicos
de la familia agraria
La diversificación de los recursos de las familias agrarias y la plu-
riactividad de algunos miembros son también características muy
marcadas: La pluriactividad en la zona es un fenómeno recientemente
estudiado por CALATRAVA y SAYADI, 1997-a y 1997-b. La imbri-
cación entre la agricultura y los otros sectores se ha visto reforzada a
lo largo de los últimos años mediante el desarrollo de los servicios,
185
entre otros. Las rentas monetarias no agrícolas contribuyen, así, a la
evolución de modos de vida y de consumo de las familias rurales.
Dichos ingresos extraagrarios juegan, también, un papel importante en
el mantenimiento y/o desarrollo de las explotaciones agrarias.
I.7. Tímida mecanización y adopción de nuevas tecnologías
Aunque es más frecuente que las unidades de producción más
grandes sean las que estén más mecanizadas, las tareas agrarias
(particularmente el laboreo) se están realizando cada vez más,
mecánicamente en todas las explotaciones. El laboreo con yunta
constituye uno de los grandes gastos, particularmente en las explo-
taciones de pequeño tamaño. Actualmente, existe un proceso de
"automecanización" de las pequeñas explotaciones (la presencia de
la mula mecánica y la desbrozadora son bastante frecuentes).
Comienza a observarse en la zona una tímida adopción de inno-
vaciones tecnológicas: en las nuevas plantaciones de almendro se
están utilizando injertos de variedades más tardías, como forma de
lucha contra las heladas, bastante frecuentes en la zona; asimismo
la instalación de riegos por goteo en los olivos, introducción del cul-
tivo de la frambuesa en Mecina Bombarón, la agricultura ecológica
en Laroles, por ejemplo.
Por otra parte, en la zona, se está intentando trasladar el sistema
hortícola bajo abrigo almeriense mediante la reciente instalación de
invernaderos de rejilla o de "malla". Debido a la amplitud térmica
(frío y altitud) diurna y nocturna, estas iniciativas, muy puntuales
todavía en la zona, tendrán que pasar por bastantes dificultades,
además de necesitar inversiones y espíritus empresariales de riesgo
poco habituales en la comarca. El impacto medioambiental, paisa-
jístico y sociocultural del sistema es, evidentemente, bastante nega-
tivo en una zona típica de agricultura de montaña.
I.8. Cierta recuperación de la consideración
social local de las actividades agroganaderas
Se ha constatado la existencia en la zona de ganaderos jóvenes;
por otra parte, hay tendencia de la gente joven, no hijos de ganade-
ros, a introducirse en el sector ganadero.
186
Por otra parte, otros trabajos realizados en la zona (CALATRA-
VA y NAVARRO, 1985-b; CALATRAVA y SAYADI, 1997-b)
mediante valoración en escala de las profesiones agrarias y no agra-
rias confirman la tesis; pues se ha detectado una cierta revaloriza-
ción de la profesión del pastor entre 1982 y 1992. Sin embargo, el
obrero agrícola y el agricultor eran en 1992 profesiones todavía
poco valoradas el la zona. Aunque esta última realidad está cam-
biando en la última década, pues, asimismo, algunos jóvenes emi-
grantes en El Ejido, Barcelona, etc., o que poseen trabajo fijo en la
zona (funcionarios del ayuntamiento, banco, maestros, etc.) que tra-
dicionalmente han rehuido la actividad agraria, tienden a comprar
terrenos de buena calidad, en riego y, sobre todo, con posibilidad de
mecanización, para hacerlos producir.
II. ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO
DEL SECTOR AGRARIO
Ante la crisis de la agricultura de la Alpujarra Alta, sus perspec-
tivas futuras están fuertemente ligadas, por una parte, a la inducción
de cambios en la función productiva del sistema agrario, y, por otra,
a la valoración socioeconómica de sus otras funciones, y ello pasa
necesariamente por la consecución de una serie de elementos que,
conjuntados, pueden permitir la reconversión y potenciación del sis-
tema agrario y la recuperación de su potencial para el desarrollo
futuro de la zona, a saber:
- Mejorar la estructura de las explotaciones agrarias.
- Mejorar infraestructuras, particularmente de vías de comuni-
cación y acceso a explotaciones.
- Potenciar la mecanización de las explotaciones, cuando sea
posible.
- Fomentar el acceso a la tierra de jóvenes emigrantes retor-
nados (mediante programa especial de incorporación de
jóvenes agricultores en zonas de montaña, por ejemplo).
- Estudiar una política de valoración, e internalización en su
caso de las más importantes externalidades de la actividad
agraria (subvenciones, etc.).
187
Fomentar el asociacionismo (cooperativa de comercializa-
ción de cordero, por ejemplo) y estudios de mercado.
Favorecer la agricultura a tiempo parcial mediante pluriacti-
vidad con actividades no agrarias en el núcleo familiar.
Aplicar de manera efectiva de lo dispuesto en el Plan Rector
de Uso y Gestión (PRUG) del Parque Natural de Sierra Neva-
da sobre medidas protectoras de la agricultura tradicional.
Diseñar medidas específicas para la recuperación y readap-
tación de las redes de antiguas conducciones de agua, base
de los regadíos de altura, y origen de todo un sistema "aguas
arriba" de mantenimiento del paisaje y de protección
ambiental del conjunto de las cuencas.
Elaborar un plan de revalorización social de las profesiones
agrarias, y de lo agrario, en el sistema cultural local (CALA-
TRAVA y SAYADI, 1997-b).
A nivel de orientaciones productivas, aunque sería necesario
para poder dar más precisiones, realizar ciertos ensayos de campo y
detallados análisis de mercado, en la Alpujarra Alta Oriental grana-
dina hay una serie de actividades agrarias a considerar, entre otras:
• Olivar: Plan de formación para llevar el olivar a un modo
de producción ecológico; mantenimiento y potenciación
de los sistemas tradicionales. Elim^nar el "atroje" de la
aceituna para incrementar la calidad del aceite.
• Higuera: Desarrollo de medidas no sólo para impedir su
desaparición sino para fomentar su desarrollo, tratando de
paliar los efectos negativos del plan del almendro. Asocia-
cionismo para comercialización.
• Ganadería: Potenciación de las actividades ganaderas, par-
ticularmente de pequeños rumiantes. Asociacionismo para
la revalorización de carne y leche o bien queso artesanal,
o al menos asociación para negociar en conjunto con la
fábrica particular existente en Válor.
• Almendra y Vid: En cuanto a la vid y al almendro, que son
característicos, sobre todo, de la Contraviesa, puede ser
interesante su mantenimiento a un cierto nivel como base
188
de fabricación de vino y aguardiente local y para fabrica-
ción de dulces y repostería artesana respectivamente.
• Fruticultura diversa para autoconsumo y consumo del
turismo rural, etc.
• Hortalizas: Producción de semillas hortículas en altura y
horticultura ecológica. Programa de investigación de viro-
sis en la habichuela.
• No debe olvidarse el incremento y la racionalización de
actividades forestales tanto de producción como de mante-
nimiento y conservación.
Las actividades agroganaderás anteriores, tienen que oriontarse,
en la medida de lo posible, a productos de alto valor añadido:
• Por potencial denominación de origen.
• Por potencial denominación de calidad.
• Por modo de producción ecológico.
• Por transformación agroindustrial.
La implementación, a nivel local, de un programa de
investigacón de carácter sistémico y participativo, sobre el
propio sistema agrario de la zona, basado en la conjunción
del conocimiento local con posibles nuevas tecnologías
adaptables, es crucial para estudiar la posibilidad de mejo-
ra del sistema agrario local y su potencial de rentabilidad
total, de eficiencia y de sustentabilidad económica y
ambiental. Este programa había de tener necesariamente
tres ejes:
• Desarrollo y mejora de actividades agrarias tradicionales
en víasde disminución, tratando, en la medida de lo posi-
ble, de reconvertirlos a agricultura ecológica.
• Potenciación al máximo de la nueva (incipiente) agricultu-
ra ecológica.
• Nuevos cultivos de alto valor añadido: la frambuesa, por
ejemplo.
189
Lamentablemente, son muchas las limitaciones institucionales
que van a oponerse al funcionamiento de dicho plan, entre las que,
probablemente, no serán las menos importantes las actuales polí-
ticas de investigación-extensión agraria a nivel nacional, y, parti-
cularmente, regional, en la que la posibilidad de esquemas de
actuación sistémica es algo muy remoto. Por ello, es indispensa-
ble, la identificación y análisis de los factores que tienden a blo-
quear el desarrollo de los tres anteriores tipos de actividades, y
puesta a punto de programas de desbloqueo (programas de forma-
ción, entre otros).
El adecuado funcionamiento de la triada investigación-exten-
sión-agricultor, en la zona, es clave para determinar sus posibilida-
des agrarias, y diseñar así la "agricultura alpujarreña del futuro".
Un plan especial de recuperación y modernización, a medio-
largo plazo, del sistema agrario de la Alpujarra, en general, resulta
hoy una necesidad imperiosa para poder asegurar el desarrollo
endógeno, integral y sostenible de la zona. Dicho plan, comple-
mento indispensable de otras actuaciones institucionales actual-
mente en curso, debería basarse en los elementos anteriormente
enumerados, que configurarían, en torno a ellos, los distintos pro-
gramas y proyectos. En dicho plan, la intervención pública habría
de ser necesariamente importante, no solo por la diiicultad para la
población local de ejecutar por si sola la mayor parte de las actua-
ciones apuntadas, sino, también, por el hecho de que la ejecución
del plan deberá ir acompañada de mecanismos flexibles de induc-
ción de los cambios institucionales demandados, particularmente
por la consideración de las funciones no directamente productivas
de la agricultura.
190
Capítulo VI
El potencial agroturístico
de los sistemas agrarios en
La Alpujarra Alta Oriental granadina
EL POTENCIAL AGROTURÍSTICO DE LOS SISTEMAS
AGRARIOS EN LA ALPUJARRA ALTA ORIENTAL
GRANADINA
La existencia del agroturismo en la zona es, hoy por hoy, muy
limitada, y su realidad es algo puntual, por lo que se ha tratado de
ver más que las actividades agroturísticas existentes en la zona,
reducidísimas como se ha indicado, el conocimiento, actitudes y
opiniones sot;re el tema, tanto de los visitantes a la zona como de
los posibles oferentes de agroturismo: los agricultores locales. Para
ello que se han llevado a cabo dos sondeos a ambos colectivos que
ya se describían en la metodología.
L ANÁLISIS DE LA DEMANDA DE AGROTURISMO
(ENCUESTA A LOS VISITANTES
DE LA ALPUJARRA ALTA)
Describiremos a continuación los resultados del sondeo llevado
a cabo a los visitantes de la zona, partiendo de la descripción uni-
variante de las respuestas obtenidas en la encuesta, para presentar
después algunos resultados de relación de dependencia bivariante y,
por último, finalizar con la presentación de algunos modelos de
relación multivariante estimados.
Caracteristicas sociodemográficas de los visitantes
De las 162 personas encuestadas, el 62,35% eran hombres y el
37,65% eran mujeres (gráfico 14), todos ellos eran adultos (mayo-
res de 16 años) de las que el 68,94% tenían edades comprendidas
entre 25 y 45 años (gráfico 15). Los empleados por cuenta ajena y
193
los autónomos fueron, como se puede ver en la gráfico 16), los sta-
tus socioprofesionales más frecuentes (el 45,63% y el 17,50°Ic del
total de los entrevistados respectivamente). En cuanto al nivel de
estudios, el porcentaje más elevado, según indica el gráfico 17,
corresponde al nivel universitario medio y alto, siendo los porcen-
tajes del 24,07% y del 38,27% respectivamente. Más de la mitad de
los encuestados eran casados (52,47%) y el tamaño familiar más
frecuente era entre 2 y 4 personas, representando dicho tamaño el
77,85% de los tamaños familiares según se refleja en el gráfico 18.
Por lo que se refiere a los miembros de familia que trabajan, el
94,20°lo de las familias de los encuestados, tienen 1 ó 2 personas que
trabajan fuera del hogar.
Respecto al nivel de renta per cápita, en el gráfico 18 puede
verse la distribución de renta mensual disponible per cápita de los
visitantes de Las Alpujarras, que se ha estimado aproximadamente
en base a los puntos medios de los niveles de renta familiar mensual
divididos por el número de personas que componen la familia.
El t^isitante típico de la zona es mayormente varón, relativa-
mente joven (entre 25 }^ 45 años), empleado y con titulación uni-
versitnria.
GRÁF[CO N° 14: Porcentaje de hombres y mujeres encuestados
Fuen^e: Eneuesta. 1997
194
GRÁFICO N° 15: Estratos por edades de los encuestudos
Fuente: Encuesta, 1997
GRÁFICO N° 16: Estatus socioprofesional de los encuestados
Empleados
45,62%
Empresarios
9,38%
Amas de casa
7,50%
Fuente: Encuesta, 1997
Autónomos
17,50%
Jubilados
4, 38%
Estudiantes
9,38%
Parados
6,25%
195
GRÁFICO N° 17: Nivel de estudios de los encuestados
Bachillerato/FPII
22,84%
Grado medio
24,07°/
EGB/Primaria/FPI
14,20%
Sin estudios
0,62%
Grado superior
38,27%
Fuente: Eneuesta. 1997
GRÁFICO N° 18: Número de personas que comparten el mismo hogar
Numero tle personas
Fuenre: Encuesta, 1997
196
GRÁFICO N° 19: Renta familiar disponible per cápita
50-100.000 Pta.
43,14%
Fuente: Enruesta. 1997
> 100.000 Pta.
24,84%
GRÁFICO N° 20: Lugar de procedencia de los visitantes
de La Alpujarra Alta Oriental
Lugar de procedencia
Almería
Granada
Resto de España
Cataluña
Resto de Andalucia
Madrid
Extranjeros
0
Fuente: Encuesta. 1997
5
< 50.000 Pta.
32,02%
10 15 20 25 30 35
1%I
197
Distribución de los visitantes según su lugar de procedencia
En el gráfico 20 puede verse la procedencia de los visitantes de
La Alpujarra Alta Oriental granadina en el verano de 1997. Prácti-
camente la mitad de los visitantes provienen de las provincias de
Almería (33,95%) y, en segundo lugar, de Granada (15,43%), lo que
indica la influencia en la demanda turística de la proximidad a la
zona. El mayor número de visitantes de Almería se explica por su
cercanía a la comarca. Apenas la décima parte de los visitantes son
extranjeros, siendo los más frecuentes los de nacionalidad alemana.
Frecuencia y fecha de visitas a la zona
Se han obtenido los siguientes porcentajes muéstrales:
%
Es la primera vez que viene 33,54
No es la primera vez que viene 66,46
Los visitantes a la zona son mayoritariamente asiduos, siendo sólo
la tercera parte de los mismos los que la visitan por primera vez. De los
visitantes que ya conocían La Alpujarra Alta oriental granadina, casi un
tercio había estado hacía menos de tres meses, aunque la mayoría
habían realizado la última visita hacía más de un año (gráfico 21).
A la pregunta de cuándo fue la primera vez que vino, las res-
puestas pueden verse en el gráfico 22. Más de la quinta parte de
ellos visitaron Las Alpujarras con anterioridad a 1980, si bien la
mayoría (56,70%) comenzó sus visitas con posterioridad a 1990,
coincidiendo con la que podemos considerar como la etapa de
potenciación institucional del turismo en la zona. Por otra parte,
podemos apreciar el porcentaje relativamente alto (e120,62% de los
encuestados) de los visitantes que comenzaron a venir a Las Alpu-
jarras Altas Oriental granadina entre 1960 y 1980, lo que resulta
lógico si se tiene en cuenta que en este período coincide el apogeo
del "turismo de retorno" con el inicio del nuevo turismo rural, al
final del período. Asimismo, casi la mitad de los visitantes (e145%)
afirman que tienen familiares o conocidos en la zona. Ello indica la
gran importancia que el turismo de retorno o de "contactos familia-
res" tiene todavía en la zona. Esta existencia apreciable del turismo
198
GRÁFICO N° 21: Fecha de la última visita de visitantes asiduos
Hace menos
de 6 meses
14,29 %
Hace menos
de 3 meses
13,27%Hace menos
de 1 mes
15,31%
Hace más
de un año
57,13°/
Fuente: Encuesta, 1997
GRÁFICO N° 22: Período de inicio de las visitas a La Alpujarra Alt^
Entre 1980-1990
21,65°/
Entre 1960-1980
20,62%
Antes de 1960
1,03 %
Después de 1990
56,70 %
Fuenre: Encuesta, 1997
199
de retorno ha sido detectada por CALATRAVA y GONZÁLEZ
(1993) e q el cercano Barranco de Poqueira como característica de
las primeras fases del desarrollo de la actividad turística en la zona.
El 41,67% de los encuestados que vienen habitualmente a La
Alpujarra Alta Oriental granadina lo hacen sólo una vez al año,
mientras que el 39,29oIo lo hacen entre 2 y 5 veces, el 13,10% entre
5 y 10, y el resto con mayor frecuencia.
Número de personas que aeompañan al turista
La distribución porcentual de la^ respuestas respecto al número
de personas .,ue acompañan al visitante encuestado en su estancia
en la zona ha sido (gráfic 23):
GRAFICO N° 23: Número d^ personas yue acorn añan al turistca
Numero ^^^e personas
Ninguna
Una sola persona
Entre 2-4
Entre 5-10
^:ásdel0
Fuente: Encuesta. 1997
Más de la mitad han venido en grupos d. 2 a 4 personas y el
30,19^1^ vienen acompañados de una sola per ona. Los visita^tes
son, generalmente, parejus jóvenes (entre 25 _v 45 año ) sin hijo.^ o
acompaiiados de 1 ó 2 hijos.
^^
Tipo de Alojamientos
GRAFICO N° 24: Tipo cle alojamientos en La Alpujurra
Tipo de alolamientos
Casa rural
Hosta IPootellapartamentos
Ningun sitio Imenos de i dial
Casa de algun conocido o fami. --------_- ^-------- -----
Casa propia de vacaciones J-_^ ^^ ' ' ' '
Casa particular alquilada'apa
PensiONalbergue
Caravana
amping ^tienda, etc.)
Acampada libre
-^--'-------....,...------........---..:---------`---------' --------
^ i i '` '... ..---_.------------ --------- ------------- ----------'--------
^
0
Fuen^e: Encuesta. 1997
5 10 5 20 25 30 35
^emos (gráfico ?4) que el porcentaje mayor de ]os turistas
se alojan en casas rurales en primer lugar y en hostales / hote-
les / apartamentos en segundo lugar (el 30,43% y el 17,39%
respectivamente), lo que refleja, en cierta forma, los esfuerzos
en la última década de los programas de desarrollo local (Lea-
der, etc.) por la creación de una infraestructura de alojamientos
turísticos en la zona. Estos resultados contrastan, lógicamente,
con los señalados por CALATRAVA, ( 1983, pág. 314) a
comienzos de la década de los ochenta, en que la mayoría, en
gran medida "turistas de retorno" entonces, utilizaban para alo-
jarse casas de parientes o amigos (el 51,85%) como correspon-
dería a la importancia que entonces tenía el turismo de retorno.
Dicho porcentaje, aunque sigue siendo apreciable ( I 1, I 8%) en
1997, en comparación con otros tipos de alojamientos en la
zona ( casa particular alquilada, camping, etc.) es mucho menor
que antes.
20]
Duración de la visita
La distribución de la duración de las visitas de las personas
encuestadas puede verse en el gráfico 25:
GRÁFICO N° 25: Duración de las visitas a la zona
Duracion
Más de 15 dias
Entre 8-15 dias Idos semanas^
Entre 4^1 días luna semanillal
Ninguna Imenos de 1 dia)
Entre 13 dias (fin de semanal
^̂ ----_^
^I
^
^
I T
0 5
T
10
T
15
T
20
T-^^
25 30 35
1%
Fuente: Encuesta, 1997
Vemos que la duración total de la estancia en la zona de más de
la mitad de los encuestados es de menos de 4 días, y casi un 20^Ic ni
siquiera llegan a pernoctar, haciendo una "visita de pasd'. Por el
contrario, sólo algo más de la décima parte ( 12,42%) planean una
estancia superior a los 15 días (gráfico 25).
El porcentaje tan alto de visitas cortas contrasta con el escaso
(prácticamente nulo) porcentaje existente en 1981 en Las Alpujarras
en general (CALATRAVA 1983, página 315 ), lo que da idea del cam-
bio experimentado por el modelo de turismo rural en apenas 3 lustros,
en el sentido de disminuir e] tiempo de estancia. Esta disminución del
tiempo de estancia de los visitantes en las zonas rurales tiene más
importancia que la meramente temporal o de volumen de gasto, impli-
cando cambios drásticos en el tipo y forma de turismo y, sobre todo,
en (a relación del turista con la zona rural que visita: vivencia de la cul-
tura local, interés por los problemas locales, vinculación social, etc.
202
Vinculación del turista a la realidad rural y agraria
La mayoría (65,43%) de los demandantes de turismo rural en
Las Alpujarras afirman que no viven o no han vivido anteriormen-
te nunca en zonas rurales. Asimismo, por lo que se refiere a la rela-
ción presente o pasada del visitante con la actividad agraria, la dis-
tribución porcentual al respecto ha sido la siguiente:
%
EI agricultor / trabajador agrícola 2,47
Ha sido agricultor / trabajador 8,02
No es ni ha sido 89,51
En el mismo sentido, al preguntar a los visitantes sobre si algu-
no de sus familiazes o antepasados es o fue agricultor, las respues-
tas fueron de la siguiente forma:
%
Sí, padre, hermano, etc. 24,84
Sí, abuelos, tíos, etc. 40,99
No tiene / ha tenido familiares agricultores 34,16
De lo anterior se deducen las raíces rurales y agrarias de una
mayoría de los visitantes de la zona, ya que casi la cuarta parte son
de familia agricultora y casi el 65% tienen familia agricultora en la
primera o secunda generación, sin embargo sólo 10,5% de ellos han
sido ó son agricultores. Los visitantes son pues urbanos, pero con
raíces familiares agrarias próximas en el tiempo.
Actividades de interés para el visitante
durante su estancia en la zona
A continuación se incluyen los valores medios de las valoracio-
nes asignadas por las personas encuestadas, según sus niveles de
interés, expresado en una escala entre 0 y 9, para las distintas acti-
vidades que han realizado en la zona (tabla 7):
203
TABLA VI-7: Valores medios de las distintas actividades, test de Krus-
kal-Wallis y nivel de significación de las comparaciones dos a dos
Actividades Valor Medio Diferencia
de medias^
Observar el paisaje 7,80 a
Comer en algún restaurante típico 7,50 a
Caminar/senderismo 7,15 b
Comer al aire libre 7,05 b
Observar fauna/animales 6,23 c
Ver y comprar productos agrícolas y artesanales 5,99 c
Aprender sobre la agricultura de la zona 4,61 d
Bañarse en el río, arroyo, etc. 4,55 d e
Participar en alguna actividad agraria 4,09 d e
Montañismo o escalada 3,89 e
Cazar/pescar 2,16 f
Estadístico K.W. = 493.373 *** oc >_ 0,0001
Fuente: Elaboración propia; encuesta 1997
Vemos q,^e el paisaje alpujarreño, comer en algún restaurante
típico e~^ la zona, caminar por el monte y comer al aire libre, tienen
las mayores valoraciones medias omo actividades de gran inter^s
para el visitante. Sin embargo, los valores medios asignados a las
actividades deportivas, así como a la participación en alguna activi-
dad agraria en la zona, fueron bastante inferiores. Estas últimas acti-
vidades, al requerir un cierto esfuerzo físico, aparentemenie, el visi-
tante de Las Alpujarras no tiene bastante interés en realizarlas. Se
trata, en la mayoría de los casos, de un turismo de "descanso ",
"contemplativo ", "gastronómico ", de "ocio lúdico ", etc. donde la
gente va a descansar, comer bien, disfrutar del paisaje rural, en
definitiva, huir por unos días de estres de la vida urbana. Destaca
el escaso interés medio por aprender de la agricultura de la zona y
por participar en actividades agrarias. Si bien este escaso interés
medio, no representa necesariamente falta de potencial agroturísti-
co en la zona, ya que está muy relacionado con el perfil del turista,
^ Igual letra en[re paréntesis indica la no posibilidad de afirmación de diferencias signifi-
cativas.
204
como se comentará más adelante. Por lo que se refiere a la falta de
interés por aspectos deportivos hay que decir que quizás la comar-
ca no esté preparada paza ciertos tipos de actividades, o, debido a
hándicaps de distinta naturaleza, su 'practica resulta difícil. Según
las entrevistas realizadas a varios agentes de la profesión, así como
las discusiones informales con los mismos encuestados, la zona no
esté preparadapara practicar, por ejemplo, la escalada ya que faltan
las paredes rocosas aptas para escalaz. También, muchos de ellos
afirman que el río está últimamente bastante sucio, lo que limita
considerablemente la pesca o practicar la natación.
En los gráficos 26, 27, 28 y 29 se reflejan las curvas de distribución
de frecuencias correspondientes a la valoración de algunas actividades.
Por otra parte, para analizaz la significación de las diferencias
entre las valoraciones medias de las distintas actividades de interés
para los visitantes alpujarreños, y dada la no normalidad de las esca-
las, se ha aplicado, conjuntamente y por pares, el test no paramétri-
co Kruskal-Wallis.
Las actividades que presentan mayor uniformidad de respuestas
(menor C.V.) son las de "observar el paisaje", "caminar/senderis-
mo", así como "comer en algún restaurante típico", en las que en
ningún caso el CV supera el 30%. Las actividades que presentan
menor uniformidad en su valorización, son las de "cazar/pescaz" y
"hacer montañismo o escalada" en la zona, siendo sus C.V. del
79,20% y del 115%, respectivamente; son realmente actividades
cuyas valoraciones y, por tanto, el interés por ellas, depende enor-
memente del perf'il del turista (preparación física, aficionado ó no a
estos tipos concretos de actividades, etc.). El resto de las activida-
des tienen unos coeficientes de variación intermedios, y son, por
tanto, aquellas en las que la valoración puede depender más del per-
fil del visitante. Entre ellas se encuentran las relacionadas con las
actividades agrarias.
Según los resultados del test de comparación múltiple (tabla 7)
de las valoraciones asignadas a las distintas actividades de interés
para el turista alpujarreño, existe diferencias muy significativas
entre ellas en conjunto (a = 0,001).
Asimismo, comparando dichas medias dos en dos, según el test
no pazamétrico de Kruskal-Wallis, puede verse que hay una muy
alta valoración para las actividades "observar paisajes" y"comer en
algún restaurante típico", que no difieren significativamente entre si
y si de las demás, formando los dos elementos más valorados de la
205
oferta turística alpujarreña. A continuación, otro par de actividades
"caminar/senderismo" y"comer al aire libre" con valores significa-
tivamente menores a los anteriores pero no diferentes entre sí, que
constituyen, asimismo, componentes importantes de dicha oferta.
"Observar fauna/animales" y"ver y comprar productos agroartesa-
nales" en Las Alpujarras, forman también un conjunto homogéneo
de actividades, signiiicativamente diferente (a = 0,01) en su valo-
ración media del resto de las actividades.
La "caza/pesca", y el "montañismo/escalada" actividades menos
valoradas por los visitantes de Las Alpujarras, difieren entre sí, y
asimismo de las demás con un nivel de signiiicación muy alto (a =
0,001) constituyendo por si solas los dos elementos menos valora-
dos en la demanda turística en la zona.
El resto de las actividades: las relacionadas con la agricultura y
el baño en rio no difieren significativamente entre sí en cuanto a su
valoración, que es media-baja. Su dispersión, sin embargo, es alta,
indicando que su valoración depende, en gran medida del perfil del
turista (ver, como ejemplo, el gráfico 27 sobre el interés por parti-
cipar en actividades agrarias).
GRÁFICO N° 26: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes a los valores del paisaje alpujarreño
Densidad
0,25
0,20 --------- -- ----- ---^- .... -- ------- --^-- ---------------^---- ---°- ^-- ^---- -- ------ --°°
0,15 ----------------------^---°------------------^----------------...----^-------- ^^-----°°---^------------------- -
0,10 -^--- ---- --- ----^^ - -°- ^------- ---- - °--- -^^ -- --- - - - --- ^ -^-- ---^- - ---
0.05 - ---- ----- - -°°'--- --- -----.... --!-- -^----- --------!---- -°-- ---^---{---- -------- - -°-°
0,00
0 2 4 6 8 10
^ Interés por observar el paisaje
Fuente: Encuesta, 1997
206
GRÁFICO N° 27: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes al interés por participar en actividades agrarias
Densidad
0,15
0,12 ------^------- ------i°-----------^--- ^ --°-------------^---------------°°..i-------^----°°-------
0,09 - °....-- --- - -^-^-^- -- - ---^ - -^- - -- -- -°- - - ' ------- - .
0,06 --- --- - -- --- - -%--- ---...--- - - -^°---^ - --- --------- + -- -°-- -- - - --°^^ -- -- ----...-- ---
0,03 - - --- -- - ----^------- ------------ -!---------- - - ---°-- j - --.......- - - --..j..-- -- ---- - -
0 00,
0 2 4 6 8 10
Interés por participar en actividades egrarias
Fuente: Encuesta, 1997
GRÁFICO N° 28: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes al interés por bañarse en río/arroyo
Densidad
0,15
0,12 -...° ------------^-^---------°^----------i-.°°-----------------i-----------^---------^---------^------------
0,09 -^---°.°----------°^%-------- --°----------^--^°---------°°°°•'------------- '
0,06 ---------^-------------%----------------------•--°-----------------^--------------._-----^^----------°°------
0,03 --- - ---^------ °--^---- ----°°-^- - ---!^------- ------°-°-! --------------- ^- --.j.. ------- ------ -----
0 0,0
0 2 4 6 8 10
Interés por bañarse en el rio/arroyo
Fuente: Encuesta, 1997
207
GRÁFICO N° 29: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes al interés por la caza/pesca
Densidad
0,30
0,25 ----^ - --- ----- - -'--- - ---- - --'------ --°-- - --'- -- --°---- -- - -
0,20 --- -- -- -- - -- -- i -- - -- - -- .....i ----^ ...--' - -- ----- - - -
0,15 ---------------------^i.---- -----------....: ...--^- -----^---------°-----------
0,10 ---------------------i---------- ----_.....; ..°-'---------------....--i-------...-------------
0,05 -- - - ---- - -----^ - - ------ - ....-! _....l--- - - -° --° ^- ---- ------ - - -
^o,oa
o z a s s 10
Interés porcazar/pescar
Fuente: Encuesta, 1997
Resumiendo: Elementos lúdicos pasivos, gastronómicos y con-
templativos altamente valorados por los visitantes. Elementos
deportivos muy poco valorados por los visitantes. Los elementos
con componente agraria tienen valoración media-baja, existiendo,
no obstante, determinados perfiles de visitantes que los valoran
bastante.
Opiniones de los visitantes sobre atractivos de la zona
Los mayores atractivos mencionados por los visitantes agrupan-
do las respuestas por grupos son, por orden de importancia, los
siguientes (gráfico 30).
El paisaje, junto a la tranquilidad que ofrece la montaña alpuja-
rreña para el descanso del visitante a lo largo de su estancia en la
zona, es el aspecto más atractivo y valorado por el turista. Los pue-
blos, la historia, la gastronomía, la calidad de vida y los aspectos cul-
turales alpujarreños en general, son también, aparentemente, un
potencial de atracción turístico. En mucho menor porcentaje aparecen
208
las caracteristicas de tipo deportivo. No se trata, pues, de un turismo
depnrtivo sino mcís bien de ocio _v lúdico. Estas opiniones sobre los
atractivos matizan, confirmando, las valoraciones anteriores.
GRÁFICO N° 30: Atractivos de Lu Alpujan•a Altn
Atractivos
Natmale:a, paisaje,
aspectos paisajisticos
Tranquilidad, montaña, romper
monotonia, descansar
Pueblos, gentes, historia,
cultura, etc.
Vida sana, productos sanos,
ecologia, etc.
Otros len general
posibilidades deportivasl
0 5 10 15 20 25 30 35
% total de atractivos expresados
Fueme: Encuesta, 1997
Motivos de visita a la zona
Respecto a los motivos por los que los turistas suelen visitar Las
Alpujarras, en el gráfico 31 se observa que el 30,84% de las visitas
tienen como motivo principal la curiosidad por conocer la zona.
Aunque se ha comentado anteriormente que el visitante de Las
Alpujarras, en general, ha visitado alguna vez la zona, esto no pare-
ce contradictorio, en el sentido de que el visitante quiere conocer los
pueblos y aldeas de la comarca en su conjunto. El interés por el
turismo rural, que ocupa el segundo lugar, con el 17,23% seguido
por la recomendación de amigos con el 14,97% son también moti-
vos importantes de visita a lazona. En torno a un 11% de los entre-
vistados manifestaron como motivo del viaje, la visita a algún fami-
liar o conocido. Otros (el 7,94%) afirman que la cercanía de Las
209
Alpujarras a sus lugares de residencia fue el motivo de su viaje a la
comarca. También, algunos (el 5,44%) manifestaron que visitan la
zona sólo por ser de paso a otra región, objetivo principal de su
viaje. Finalmente, el resto, fueron motivados por alguna publicidad
u otro tipo de motivaciones tales como pescar, montañismo, hacer
ciclismo, etc.
GRÁF[CO N° 3 L• Motivos de la visita a La Alpujarra Alta
Motivos
Curiosidad por conocer la zona
Interés por el turismo rural
Recomendacion de amigos
Visitar algún fami. o conocido
Cercania
De paso a otra zona
Motivado por alguna publici.
Otras motivaciones
0 5 10 15 20 25 30
%total motivos expresados
Freente: Encuesta. 1997
Opiniones de los visitantes sobre los precios turisticos de
Las Alpujarras en comparación con otros de zonas similares
Las respuestas al tema se reflejan en el gráfico 32.
Se destaca, según los resultados de la encuesta, que las opinio-
nes de los entrevistados respecto a los precios de las compras y, des-
plazamientos y excursiones en Las Alpujarras son mayoritariamen-
te más o menos iguales que los precios en otras zonas turísticas
similares, siendo las respuestas del 65,16% y del 61,11%, respecti-
vamente. Sin embargo, la opinión de los visitantes respecto a los
precios del alojamiento indica que los visitantes encuentran en
210
general los alojamientos de la zona algo más baratos. Por lo que se
refiere a los precios de la comida en la comarca, la mayoría (77,36
%) de los entrevistados opinan que son algo más baratos ó más o
menos igual que en otras regiones. Por lo tanto, en lo que concier-
ne a los precios son similares, en general, o al^^o m^ís baratos que en
otras zonas de turismo rural a donde van los ^^isitantes.
GRAFICO N° 32: Opiniones sobre los precios turísticos
de La Alpujarra Alta
Servicios
Alojamiento
Comida
Compras
Desplazamiento
y excursiones
I
......'^,^t__
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100
%1
. Mucho más ® Bastante más ^ Algo más ® Más o menos . Algo más
baratos baratos baratos igual caros
Fuente: Encuesta. 1997
EI sistema agrario: Nivel de conocimiento y valoración
del sistema agrario alpujarreño por parte de los turistas
Nivel de conocimiento del sistema agrario
alpujarreño y^ de sus productos
Un 57,41% de los entrevistados afirman que conocen alguna
característica del sistema agrario alpujarreño. A1 preguntarles sobre
con qué conceptos lo identificarían, los resultados pueden agrupar-
se en porcentajes que se indican en el gráfico 33.
211
GRAFICO N° 33: Concepto de identificación del sistema agrario
de I,u Alpujarra Altn
De subsistenciasupervivencia,
marginal, pobre
Ecoldgico, tradicional, etc.
Terrazas, acequias, minifundio,
expl. tamiliar
Algun cultivo o producto
típico del sistema
Concepto de identificación
D
Otros Icurioso,
interesante, etc.)
5 10 15 20 25 30 35 40
% total conceptos expresados
Fuente: Encuesta, 1997
Por lo que se refiere al nivel de conocimiento de los visitantes
de los productos típicos de la agricultura de la zona, la mayoría, el
78,48^Io, señalan que conocen los productos típicos de la agricultu-
ra de la comarca. Los productos más conocidos citados por los
entrevistados, agrupándolos según su naturaleza, se reflejan en el
gráfico 34.
Según los resultados de la encuesta, vemos que el sistema agra-
rio alpujarreño está identificado principalmente por los productos
transformados como la chacinería (fundamentalmente el jamón) y
el vino. Esta última constatación, puede ser debida a la propaganda
realizada en la última década para potenciar ciertos tipos de pro-
ductos transformados. Los productos típicos tradicionales de la
agricultura alpujarreña (almendra, uva, etc.) son también bastante
conocidos. Por otra parte, a pesar de los esfuerzos de introducción
de nuevos cultivos y consecuentemente de nuevos productos en la
zona (frambuesa, habichuela, etc.) y de la importancia de ciertos
productos de repostería agroartesanal, estos últimos siguen, todavía,
siendo poco conocidos por los visitantes de Las Alpujarras.
212
GRÁFICO N° 34: Productos típicos niás conocidos de La Alpujarra Alta
Productos
Prod. agr. transform.ljamón, ^
vino,quesos,etc.l p^-^^-•=-^^<v-^pr'`^.= ^
Prod. tradicionales
luva, almendra, etc.)
Prod. nuevos Iframbuesa.
judia verde, etc.l
Rep.agroartesanales
lalmendrados, pan de higo,
etc.l
^^-T^
0 5 10 15 20 25 30 35 40
% total productos expresados
Fuerue: Encuesta, 1997
GRÁFICO N° 35: Productos más cornprados de La Alpujarra Alta
Productos
Reposteria agroartesanal
Productosagrarios
no transformados
Productos agrarios
Iransformados
0 10 20 30 40 50 60
% total productos expresatlos
Fuente: Encuesta. 1997
213
Respecto a si el visitante suele comprar durante su estancia algu-
nos productos típicos de la agricultura de la comarca, la mayoría, un
65%, de los encuestados, contestaron afirmativamente a la pregun-
ta. Los productos más comprados, agrupándolos también según su
naturaleza, se reflejan en el gráfico 35.
Los porcentajes citados anteriormente (gráfico 35) reflejan clara-
mente que los productos de repostería agroartesanal, aunque son
menos conocidos por los turistas según la distribución porcentual
anterior, son los más comprados por los visitantes de Las Alpujarras.
Evaluación y preferencia de los turistas
de algunos productos del sistema agrario
A continuación, en la tabla 8, se incluyen los valores medios
asignados en una escala de 0 a 9, por 162 turistas encuestados a
algunos productos típicos del sistema agrario alpujarreño:
TABLA VI-8: Valores medios de los productos típicos de La Alpujarra
Alta, test de Kruskal-Wallis y nivel de significación de las comparacio-
nes dos a dos
Productos típicos 1^alor Medio
Diferencia
de medias
Jamón 8.02 a
Frutas y hortalizas 7.88 a
Aceite de oliva 7.60 b
Quesos 7.35 b
Miel 7.27 b
Almendrados 6.26 c
Vino 6.22 c
Mermeladas naturales 6.17 c d
Roscos 6.03 c d
Soplillos 5.84 d
Pasas 5.76 d e
Pan de higo 5.41 e
Estadístico K.W. = 404.29 *** oc >_ 0,0001
Fuente: Elaboración propia; encuesta 1997
214
Vemos que hay un alto grado de apreciación de la calidad del
jamón, de frutas y hortalizas (consideradas por la mayoría de los
encuestados prácticamente como ecológicas), del aceite de oliva, de
los quesos, y en menor grado de evaluación de la calidad de los
almendrados, vino, mermeladas naturales y roscos. Los soplillos,
las pasas, y el pan de higo son, sin embargo, los productos típicos
alpujarreños menos valorados por los turistas.
En los gráficos 36, 37, 38 y 39 se reflejan las curvas de distri-
bución de frecuencias correspondientes a la valoración de algunos
productos típicos en la zona.
Por otra parte, para analizar la significación de las diferencias
entre las valoraciones medias de los productos típicos, y dada la no
normalidad de las escalas, se ha aplicado conjuntamente y por pares
el test no paramétrico de Kruskal-Wallis. Los resultados del test de
comparación de rango múltiple de las valoraciones (tabla 8) asigna-
das a los distintas productos típicos de la agricultura alpujarreña,
muestran una diferencia muy significativa entre ellas (a = 0,001).
Los productos típicos de la agricultura alpujarreña que presentan
mayor uniformidad en su valoración (menor C.V.) son el jamón, el
aceite de oliva, las frutas y hortalizas y el queso, en las que en ningún
caso el CV supera el 20%. Los productos que presentan menor uni-
formidad en su valorización, son el pan de higo y las pasas, siendo sus
C.V. del 36,19% y de141%, respectivamente. El resto de los produc-
tos de la zona tienen unos coeficientes de variación intermedios.
Asimismo, según los resultados del test no paramétrico de Krus-
kal-Wallis reflejados en la tabla 8, el jamón y las frutas y hortalizas
de Las Alpujarras, los más valorados por los turistas, no difieren
significativamente entre si y si de los demásproductos típicos de la
comarca. Asimismo, el aceite de oliva, el queso y la miel, altamen-
te valorados, forman también un conjunto homogéneo de productos,
significativamente diferente (a = 0,01) en su valoración media del
resto de los productos. Los productos alpujarreños anteriormente
citados pueden constituir un potencial del sistema agrario de la
comarca y pueden ser la base de estrategias de planificación de
mercados tanto locales como regionales, etc. dentro de planes de
desarrollo rural de la zona.
El resto de los productos típicos (almendrados, vino, etc.) pue-
den, también, considerarse otro grupo, aunque con valoraciones sig-
nificativamente menores a los anteriores, y pueden asimismo ser
aprovechados para rentabilizar la agricultura de la comarca.
215
GRÁFICO N° 36: Curva de distribución de frecuencias
c^rrespondientes a la valoración del jamón alpujarreño
i_ .
Densidad
0,30
0,25
-
^----^----^---------^-----------------°.-:--. ..i-------°--------- •-------- -°---^-----
0,20
i
--- --- -- - ^ `-- -- ---- .._L---- ---- ---- ---- -i -- -°- ^ - -^-'- - --- - - - -----
0,15 -- - - - - -^ ^^- -^^ - -- - - '- --- ..-..---^ -- °- -- - - °^ -- ^ - -
0,10 - - - - -° -- E-- ---- ----- - - -' - -.... ^-- --- --i -----...- °° -- ^ --- - ^ - - -- --
0,05 -----^°----^--------^----------------------+°------------- ------^------^°-----------^--------^--------------
0,00
0 2 4 6 8 10
Valoración en escala del jamón
Fuente: Encuesta, 1997
GRf1FIC0 N° 37: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes a la valoración del vino alpujarreño
Densidad
0,20
0,16 - - - ---- -- -- ^- - -°- --- - ^-- -- ^ --- - ^- ----- -- - - - ° - ---- ..... -
0,12 - -- ^ -- - -- -°----- ^--- -- - --- - --- '^-- --^ ---------- ^- ° --- -- - -°
0,08 - --° ---- °-- %- - -- - - --- ^-- ^--^ -- - - ----^ - - -^- -^- -- - ^
0,04 -----------------------F----- ------^--°---'------------------°-+------------------..-.;-------------------
0,00
0 2 4 6 8 10
Valoración en escala del vino
Fuenre: Encuesta, 1997
216
GRÁFICO N° 38: Curva de. distribución de frecuencias
correspondientes a la valoración de las pasas alpujarreñas
0,15
Densidad
0,12 -i
0,09 -{
0,06 ^ - - --^ ^- - -° %-:
0,03 ^-f ------ ---------`-----------------------+-------------------+------------^---°---
0,00
0 2 4 6 8 10
Vatoración en escala de las pasas
Fuente.• Encuesta, 1997
GRÁFICO N° 39: Curva de distribución de frecuencias
correspondientes a la valoración del pan de higo alpujarreño
Densidad
180,
0,15 ^ -' ' --- - -- -----'
0,12 --------------^-----^--;-^----^--------- ----'-----------------------i--------------- ^
0,09 ---°---°---°--^--^..-^----- -----°----^-^------°-^---^-----^^--------°---...--^---^ ---
0,06 --.....--°-^^------:. .--------------i-------^°---°---^-'------...---..._---+---------
0,03 -^° - ^- ^- - ^-^- - ° ^- - --- - ^-- - - ---^ --- ----...-°--°
0,00
0 2 4 6 8 10
" Valoración en escala del pan de higo
Fuente: Encuesta, 1997
217
Opinión del turista sobre los platos típicos alpujarreños
En realidad casi todos los entrevistados, el 91,14%, habían
degustado algunos platos típicos alpujarreños. A1 preguntar a los
turistas sobre su nivel de conocimiento respecto a sus comidas
en la comarca si están elaboradas (o no) con productos locales,
la distribución porcentual de ]as respuestas fue la expresada en
el gráfico 40.
GRÁFICO N° 40: Opinión del turista sobre si los platos típicos alpu-
jarreños están elaborados con productos locales
Opiniones
Si, totalmente
Sí, en gran medida
Sólo algunas cosas
Normalmente no
No lo sabe
D
---------------'-----------------'---------------'----- ^ - ^ ------
0 10 20 30 40 50
I%1
Fuerae: Encuesta, 1997
Según los resultados de la encuesta se deduce que un alto por-
centaje de los turistas (el 64,81%), creen que sus comidas están ela-
boradas con productos locales. Asimismo, prácticamente la totali-
dad, el 98,75%, afirman que valoran el hecho del uso de productos
locales en la comida.
En cuanto a las razones por las que estos encuestados prefieren
los platos elaborados con productos típicos de la comarca, las
hemos agrupado de la siguiente forma:
218
%
Razones gasvonómicas (cosas de la tierra, me gusta
la gasvonomía local, son platos más ricos
para probarlos, etc.) 40,76
Razones o de salud (los productos locales son más
naturales, más sanos, de más calidad,
más puros, etc.) 40,13
Para rentabilizar la agricultura local, mantener
la vida del pueblo, etc. 19, I 1
Así, pues, lo que más incita a los turistas alpujarreños a preferir
los platos elaborados con productos típicos de la zona, son razones
de tipo gastronómico, lo que es en cierta forma muy lógico, ya que
el visitante intenta, en general, conocer al máximo la zona, incluida
también su gastronomía. Un grupo no menos importante que el ante-
rior (e140,13% de los encuestados), valora los platos elaborados con
productos locales, ya que en su opinión son productos más ecológi-
cos y son, evidentemente, más sanos y de más calidad. Este dato
viene confirmando el resultado obtenido sobre los conceptos de
identificación del sistema agrario de Las Alpujarras. En efecto, casi
el tercio de los entrevistados identifican la agricultura alpujarreña
como ecológica y tradicional. De esta constatación se deduce pues,
la existencia de un segmento de visitantes que practica el turismo
rural, preocupado por el tema medioambiental y ecológico. Concre-
tamente Andalucía, zona de mayor procedencia de los turistas de Las
Alpujarras (el 53,64% de los visitantes) es una región que se carac-
teriza por un nivel de concienciación ecológica aceptable, y ello se
refleja claramente en el trabajo de AL-HAJJ, (1996).
Valoración escalar del paisaje alpujarreño
El apartado del paisaje, pese a estar relacionado directamente
con el capítulo siguiente de este libro, se comenta ya aquí porque
está dentro de la encuesta dedicada al agroturismo. No obstante,
volveremos sobre estos resultados más adelante.
El valor del paisaje como elemento clave de la oferta recreativa
y turística se reconoce cada vez más en los análisis de dicha oferta.
Conocer cuáles son los componentes del paisaje que los usuarios de
219
los espacios narales valoran más, resulta de gran utilidad para el
diseño de procesos de desarrollo rural.
Para determinar las preferencias paisajísticas de los visitantes de
la comarca alpujarreña, hemos pedido a los turistas evaluar, en esca-
la ordinal entre 0 y 9(0 sin valor y 9 muy valiosa), la calidad esté-
tica y ambiental de ciertos componentes de algunos paisajes de la
zona. Los valores medios obtenidos fueron los siguientes (tabla 9)
por orden de importancia:
TABLA VI-9: Valores rnedios de los principales elementos del paisaje
alpujarreño, test de Kruskal-Wallis y nivel de significación
de las comparaciones dos a dos
I Elementos del paisaje alpujarreño Valor Medio
Diferencia
de medias
Arquitectura tradicional (casas antiguas,
tejados de launa, etc.) 8,49 a
Zonas más elevadas (alta montaña) 7,92 b
úcleos de población en su conjunto 7,78 c
Pendientes y barrancos 7,35 d
Paisaje predominantemente agrario ^ 7,27 d
Tierras baldías, sin cultivo 3,80 e
Complejos turísticos 3,63 e
Estadístico K.W. = 552.156 *** oc ? 0,0001
Fuente: Elaboración propia; encuesta 1997
En los gráficos 41, 42, 43 y 44 se puede ver las curvas de distri-
bución de frecuencias correspondientes a la valoración de algunos
de los elementos del paisaje alpujarreño.
La "arquitectura tradicional" así como los "núcleos de población
en su conjunto" tienen mayor uniformidad en su valoración (menor
C.V.) siendo en los dos casos el C.V. menor del 18%. Los elementos
del paisaje que presentan menor uniformidad de respuestas, son las
"tierras baldías sin cultivo" y los "complejos turísticos" en la comar-
ca, siendo sus C.V. del 60% y del 65%, respectivamente. La disper-
sión de las cualidades estéticas y.medioambientales de dichos ele-
mentos paisajísticos (ver gráficos 43 y 44) es debida a la elevada
valoración dada por algunos entrevistados,