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El problema fundamental era averiguar si los órganos sexuales, en estado de excitación, demostrarían un aumento de carga bioeléctrica. Basándose en...

El problema fundamental era averiguar si los órganos sexuales, en estado de excitación, demostrarían un aumento de carga bioeléctrica. Basándose en mis datos teóricos, el fisiólogo proyectó un aparato. Se desconocía la magnitud del fenómeno a medirse. Jamás se habían llevado a cabo experimentos de esa naturaleza. La carga superficial de las zonas sexuales, ¿sería de un milésimo de voltio o de medio voltio? La literatura fisiológica no contenía datos para contestar a esas preguntas. Más aún, no era un hecho generalmente conocido el que existía una carga eléctrica en la superficie del cuerpo. Cuando en diciembre de 1934, pregunté al director de un instituto fisiológico en Londres cómo podría medirse la carga de la piel, encontró muy extraña la pregunta. Después de algunos meses de deliberaciones, se decidió construir un aparato que consistía en una cadena de tubos electrónicos. Las cargas eléctricas del cuerpo perturbarían la corriente normal ("corriente anódica") de los tubos, que sería amplificada por el aparato, transmitida a un oscilógrafo electromagnético, y por medio de un espejo se registraría sobre una tira de papel. El aparato quedó terminado en febrero de 1935. Los sujetos experimentales fueron algunos de mis amigos noruegos y yo. Fue sorprendente encontrar que las curvas que representaban las corrientes de la acción cardiaca eran sumamente pequeñas en comparación con los cambios en las cargas superficiales. Después de una serie de experimentos de tanteo preliminar, se aclaró la perspectiva. Omitiré aquí todos los pormenores de los ensayos, presentando únicamente los descubrimientos más esenciales. Los experimentos duraron dos años, y sus resultados fueron publicados en una monografía a la que remito al lector interesado en los detalles técnicos y en los experimentos de control. La superficie total del organismo forma una "membrana porosa". Esta membrana demuestra un potencial eléctrico con respecto a cualquier región del cuerpo donde se raspa la epidermis. En circunstancias corrientes, la piel sana demuestra un potencial básico o normal, el que representa el potencial biológico normal de la superficie del cuerpo. Es simétrico en r ambos lados del cuerpo y en todo el cuerpo es aproximadamente igual (cf. Fig. 2, pág. 298). Varía, dentro de estrechos límites, según la persona (10-20 MV). Experiméntete Ergebnisse über die elektrische Funktion von Sexualitat und Angst. Sexpol Verlag, 1937. Aparece en electrograma como una línea horizontal pareja. En superposición se observan, a intervalos regulares, los puntos máximos del electrocardiograma. Las crestas cardíacas corresponden a cambios en el potencial normal de la piel debidos a las pulsaciones eléctricas del corazón. Existen ciertas zonas en las que se observa una conducta completamente distinta de la del resto de la superficie: son las zonas erógenas: labios, ano, pezones, pene, mucosa de la vagina, lóbulos, lengua, palmas de las manos y —aunque parezca extraño— la frente. La carga de estas zonas puede estar dentro de las cifras del potencial de otras partes de la piel, pero también pueden acusar un potencial normal mucho mayor o mucho menor que la piel común. En las personas vegetativamente libres, el potencial de una misma zona sexual rara vez es constante; las mismas zonas pueden acusar variaciones hasta de 50 MV o más. Esto corresponde al hecho de que las zonas sexuales se caracterizan por una intensidad de sensación y capacidad de excitación sumamente variable. Subjetivamente, la excitación de las zonas sexuales se experimenta como una corriente, como picazón, rubores, olas de sensación, calor agradable, o sensaciones "dulces", "disolventes". Estas características no se encuentran, o sólo en un grado mucho menor, en aquellas zonas de la piel que no son específicamente erógenas. Mientras que la piel común registra su carga bioeléctrica en forma de una línea horizontal, casi recta (cf. Fig. 1, pág. 298) la sucesión de los distintos potenciales de una zona erógena se registran como una línea ondulada, ascendiendo o descendiendo en forma más o menos pronunciada. A este cambio constante de potencial lo llamaremos "errante" (cf. Fig. 3, pág. 299). El potencial de las zonas erógenas —salvo el caso de que estuviera dentro de las cifras del resto de la piel— "yerra", es decir, aumenta y disminuye. El ascenso de la curva ondulada indica un aumento de la carga de la superficie; su descenso, una disminución. El potencial en las zonas erógenas no aumenta, salvo que exista una sensación placentera de corriente en las zonas respectivas. Por ejemplo, el pezón puede erguirse sin que ocurra un aumento de potencial. El aumento de potencial en una zona sexual siempre va acompañado por un aumento en la sensación de placer; a la inversa, una disminución del potencial, siempre corre paralelo a la disminución de la sensación de placer. En varios experimentos, el sujeto pudo, basándose en sus sensaciones, indicar lo que estaba registrando el aparato en la habitación contigua. Esos descubrimientos experimentales confirman la fórmula de tensión y carga. Demuestran que una congestión o tumescencia en un órgano, no basta por sí sola para producir la sensación vegetativa de placer. Para que la sensación de placer sea perceptible, es necesario que, además de la congestión mecánica del órgano, haya un aumento de carga bioeléctrica. La intensidad psíquica de la sensación de placer corresponde a la cantidad fisiológica del potencial bioeléctrico. Experimentos de control con material no vivo demostraron que este lento "errar" orgánico del potencial es una característica específica de la sustancia viva. Las sustancias no vivas no dan reacción alguna, o, en los cuerpos cargados de electricidad, como ser una linterna, producen sacudidas, saltos irregulares, mecánicamente angulares, del potencial (cf. Figs. 6 y 7, pág. 300). Llamemos al potencial "errante” ascendente, potencial preorgástico. Éste varía, en el mismo órgano, según la ocasión; varía también según la persona en el mismo órgano. Corresponde a la excitación o corriente preorgástica en el órgano vegetativamente activo. El aumento de carga es la respuesta del órgano a un estímulo placentero. Si hacemos cosquillas con un trozo de algodón seco en una zona erógena, conectada a un electrodo aplicado suavemente y sin presión, provocando una sensación de placer, el potencial registra una oscilación ondulada; el llamado "fenómeno de las cosquillas" (K a *. Fig. 8, pág. 301). Las cosquillas son una variante de la fricción sexual. Esa última es un fenómeno básico en el dominio de los seres vivientes; también lo es la sensación de picazón, pues nicas húmedas con algodón seco. Las partes positivas ascendentes de la oscilación de las cosquillas generalmente son más empinadas que las descendentes. La línea ondulada del fenómeno de las cosquillas que se obtiene en zonas que no sean las específicamente sexuales, es más o menos horizontal. En las zonas sexuales, la oscilación de las cosquillas se superpone a la onda eléctrica "errante", al igual que las crestas cardíacas. La presión de cualquier índole disminuye la carga de la superficie, volviendo ésta exactamente al nivel anterior cuando se alivia la presión. Si se interrumpe, por medio de presión, un agradable ascenso ''errante" del potencial, éste cae bruscamente; al suprimir la presión continúa al nivel que tenía cuando fue interrumpido (cf. Fig. 9, pág. 301). El aumento de potencial en una zona sexual depende de la suavidad del estímulo; cuanto más suave el estímulo, más pronunciado el aumento. Depende, además, de la disposición psicológica para responder al estímulo. Cuanto mayor es esta disposición, tanto más pronunciado, es decir rápido, es el aumento. Los estímulos agradables, que producen sensaciones de placer, por lo general dan como resultado un aumento de potencial; por el contrario, los estímulos que producen angustia o displacer disminuyen la carga superficial con mayor o menor rapidez e intensidad. Naturalmente la amplitud

Esta pregunta también está en el material:

La funcion del orgasmo
382 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta, ya que parece ser un fragmento de un texto o una cita extensa. Si tienes alguna otra pregunta, estaré encantado de ayudarte.

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