La batalla de Adrianópolis fue una batalla que se libró el 9 de agosto de 378 d. C. en las llanuras al noroeste de la ciudad romana de Adrianópolis, en la actual Turquía. La batalla enfrentó al ejército romano del emperador Valente contra el ejército godo del rey Fritigerno.
Los godos eran un pueblo germánico que había invadido el Imperio Romano en las décadas anteriores. En el año 376 d. C., un gran número de godos se rindieron a los romanos y fueron autorizados a establecerse en el Imperio como federados. Sin embargo, los godos pronto se rebelaron contra los romanos, y la batalla de Adrianópolis fue el resultado de esta rebelión.
El ejército romano, que estaba comandado por el emperador Valente, era considerablemente más pequeño que el ejército godo. Los romanos estaban formados por legionarios, auxiliares y caballería. Los godos, por su parte, estaban formados por infantería, caballería y arqueros.
La batalla comenzó con un ataque de la caballería romana contra la caballería goda. La caballería romana fue derrotada, y la infantería romana se vio obligada a enfrentarse a la infantería goda. La infantería romana fue derrotada, y el emperador Valente fue muerto en la batalla.
La victoria de los godos en la batalla de Adrianópolis fue un punto de inflexión en la historia del Imperio Romano. La batalla marcó el comienzo de la decadencia del Imperio Romano en Occidente, y también supuso un cambio en el equilibrio de poder en Europa.
Las consecuencias de la batalla de Adrianópolis fueron las siguientes:
La batalla de Adrianópolis fue un acontecimiento importante en la historia de Europa. La batalla marcó el comienzo de una nueva era en la que los pueblos germánicos ganaron cada vez más poder en el Imperio Romano.
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