Según Uprimy (2005), la justicia restaurativa también permite entender el conflicto desde una perspectiva diferente al considerarlo como un asunto ...
Según Uprimy (2005), la justicia restaurativa también permite entender el conflicto desde una perspectiva diferente al considerarlo como un asunto de resolución dialogada mediante el encuentro, lo que permite, a su vez, fortalecer una concepción democrática de las controversias entendidas como un espacio de divergencias que pueden ser dirimidas y resueltas pacíficamente. Esta compresión del conflicto genera una mayor participación social, al tiempo que permiten construir una democracia deliberativa y pluralista basada en la paz. Por supuesto, la paz y la democracia no suponen, en modo alguno, la erradicación del conflicto, sino, en palabras de Estanislao Zuleta (1994), la construcción de “un espacio social y legal en el cual los conflictos puedan manifestarse y desarrollarse, sin que la oposición al otro conduzca a la supresión del otro, matándolo, reduciéndolo a la impotencia o silenciándolo”. Estas consideraciones permiten fortalecer una visión positiva de la democracia libre de las enemistades sociales que generan la violencia, entendiendo, en cambio, los conflictos como una fuente insustituible de riqueza y diversidad. En el mismo sentido, Hirshman (1994) advierte que la integración social en la democracia se logra mediante el reconocimiento del conflicto, ya que los lazos comunitarios se refuerzan justamente en virtud de la confrontación y el acuerdo negociado respecto a los intereses en disputa. Esta posibilidad negociada recibe el nombre de milagro democrático (Hirshman, 1994), puesto que el conflicto, en lugar de constituirse en un elemento de desagregación comunitaria que obstaculiza temporalmente la cooperación social, pasa a conformar el núcleo central de la sociedad democrática pluralista, ya que las personas entienden que los conflictos pueden ser resueltos pacíficamente, haciendo uso de la autonomía y la solidaridad.
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