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última, sostenida por grandes hombres, esté generalmente adoptada.” (Bernard, 1865). En general, la Fisiología de la época radicalizaría algunas de...

última, sostenida por grandes hombres, esté generalmente adoptada.” (Bernard, 1865). En general, la Fisiología de la época radicalizaría algunas de las posturas explicativas de lo psíquico desde lo fisiológico, trascendería la teoría del cuerpo-máquina para recuperar la del hombre-máquina, si bien dotándola de un apoyo científico del que carecía la especulación filosófica ilustrada. Pese a los intentos empíricos de Flourens la actividad cerebral seguía siendo todavía un territorio altamente inexplorado. Las investigaciones basadas en los procedimientos de ablación y de estimulación eléctrica en los hemisferios cerebrales no habían excedido los fines de localización de las funciones mentales. Con todo, ya en 1838, el vitalista M. Schleiden había formulado una teoría celular en el campo de la botánica, teoría que generalizaría poco después (1839) al campo animal Th. Schwann en la Universidad de Lovaina, lo que le convertiría en el fundador reconocido de la moderna histología. Pocas décadas después, la teoría celular se ampliaría al cerebro bajo la forma de la teoría de la neurona, que propondría el Premio Nobel (1906) español Santiago Ramón y Cajal en 1889 (Congreso de Anatomía de Berlín). Su propuesta de que el sistema nervioso está constituido por neuronas individuales, que se comunicarían entre sí por intermedio de contactos funcionales llamados sinapsis (teoría de la neurona), desbancaría la hasta entonces dominante concepción del sistema nervioso como una amplia red de fibras nerviosas conectadas entre sí formando un continuo, por analogía a los vasos sanguíneos. Sus nociones de núcleo, prolongaciones y conexiones sinápticas permitieron transformar las clásicas asociaciones de ideas de la Psicología subjetivista en conexiones de centros nerviosos, con lo que ayudó a cobrar fuerza aquella primera versión de una auténtica Psicología objetiva, al margen de los conceptos de alma, mente, conciencia, etc. siempre mezclados con la metafísica y el subjetivismo. “En España es error comunísimo, por desconocimiento de la bibliografía, el atribuir a W. Waldeyer, el ilustre histólogo de Berlín, la paternidad de la doctrina de las neuronas, ignorando que el citado sabio, al resumir en un semanario alemán nuestras ideas y descubrimientos, no hizo sino bautizarla con una palabra nueva, la voz neurona (unidad nerviosa)” (Cajal, 1914). “El Profesor Waldeyer, a quien gentes poco enteradas atribuyen la doctrina neuronal, que apoyó con el prestigio de su autoridad, no aportó ninguna observación personal, limitándose a exponer breve y brillantemente (1891) las pruebas objetivas aducidas por nosotros, Kölliker, Retzius y Van Gehvchten, e inventando la feliz expresión de neurona” (Ramón y Cajal, 1952). 5.4. ¿Es posible medir el psiquismo? Desde mediados de siglo, el conocimiento de la naturaleza eléctrica del impulso nervioso descubierto por el discípulo de Müller (y sucesor en la Cátedra de Berlín) Du Bois-Reymond, uno de los fundadores de la electrofisiología moderna, dio otro importante empujón a la mecanización de las explicaciones fisiológicas del funcionamiento del cuerpo. Su teoría sobre la polarización de los tejidos animales eliminó varias rémoras históricas nunca probadas (p.e. teoría de los espíritus animales y de la neumática del alma) y, al tiempo, puso en circulación un nuevo concepto que posibilitaba la inves- tigación no especulativa de la sensación y el movimiento. Puesto que toda corriente eléctrica tarda un tiempo en recorrer un espacio, el impulso nervioso debe ser mensurable. “Si no me equivoco completamente, he tenido éxito en completar (…) el sueño centenario de físicos y fisiólogos de demostrar la identidad entre el principio nervioso y la electricidad.” (Du Bois-Reymond, 1843). En 1850 Helmholtz daba a conocer el hallazgo de una estrategia experimental que permitía medir los tiempos de reacción nerviosa (velocidad del impulso nervioso) en animales y humanos con un electromiografo: sobre un preparado nervio-músculo de anca de rana estimulaba (iniciaba la medida) en dos puntos, a diferentes distancias del lugar de conexión con el músculo correspondiente (se detenía el tiempo cuando el tendón del músculo se estiraba por la contracción). El aparato de registro marcaba con precisión el intervalo temporal entre la estimulación y la contracción o, lo que es lo mismo, determinaba el Tiempo de Reacción Muscular en cada punto de estimulación y sustraía un tiempo de otro. Ello le permitió conocer el tiempo invertido en el espacio entre ambos puntos, aplicando la fórmula v(elocidad) = e(spacio)/t(iempo). Para el nervio motor de la rana estableció, como velocidad de propagación de la señal excitatoria, unos 27,4 metros/segundo, incrementándose la velocidad en humanos hasta unos 35 metros/segundo (Helmholtz, 1850, 1852, 1854). Las mediciones realizadas por otros fisiólogos resultaron compatibles con las suyas. Estas constataciones experimentales tuvieron una extraordinaria repercusión en Psicología. Primero porque desterraba definitivamente la antigua teoría que defendía que la función de los nervios era servir como base para la propagación de un agente inmensurable, el espíritu animal, erradicando así la tesis tradicional de la instantaneidad del movimiento voluntario, e inscribía el psiquismo en el ámbito de la temporalidad real y en el contexto de las ciencias naturales. El descubrimiento de que existía un Tiempo de Reacción Nerviosa, una latencia en la respuesta, abría posibilidades científicas a una emergente Psicología al posibilitar mediciones específicamente psicológicas. Lo que Helmholtz había descubierto significaba que los procesos mentales no eran espontáneos y que el tiempo requerido para las acciones mentales podía medirse. La transformación de la medida de la reacción fisiológica en un procedimiento de medida mental abría un nuevo capítulo en la transmutación de la Psicología en una nueva disciplina. El punto de partida fue el descubrimiento, y la medición, de la llamada ecuación personal, la diferencia congénita en la capacidad individual para cualquier ejecución, descubierta (y acuñada) en el campo de la Astronomía. Los astrónomos creían que en la base de la variabilidad individual de cualquier desempeño, podrían estar implicados problemas psicológicos. En 1796, en el Observatorio Astronómico de Greenwich, el astrónomo real Maskelyne despide a su ayudante por diferir de sus observaciones en la apreciación del paso de las estrellas. El incidente llevó a otros astrónomos a plantearse el porqué de las habituales diferencias existentes entre observadores de un mismo fenómeno. Así, Bessel, astrónomo del observatorio prusiano de Königsberg, realizó com- paraciones entre sus propias observaciones y las de otro reputados astrónomos (Walbeck, Argelander, Struve), y llamó “ecuación personal” a la consistente diferencia entre observadores. Esto llamó la atención de algunos fisio(psicólogos), quienes se entregaron a un doble tipo de investigaciones, apoyadas bien en el experimento de complicación, bien en el de reacción. El primero (en el que están implicados varios sentidos) fue diseñado y practicado por Wundt desde 1860, pero su incidencia en el proceso histórico hacia la plena experimentación psicológica fue muy limitada. La variante del experimento de reacción (en el que está implicado un solo sentido), por el contrario, sería decisiva. El oftalmólogo Donders (Universidad de Utrech) fue responsable de la puesta en marcha de esta nueva técnica experimental, que permitió investigar los factores mentales intermediarios entre el estímulo y la reacción (las funciones de conciencia). En realidad, lo que hizo fue extrapolar el procedimiento experimental seguido por Helmholtz para medir la velocidad de transmisión del impulso nervioso, para trabajar sobre constantes psicológicas mensurables, y para proporcionar una traducción cuantitativa exacta de aquellas funciones. Diseñó una estrategia que permitiera transformar un experimento específicamente fisiológico, como el de Helmholtz, en otro psicológico. El procedi- miento, luego denominado genéricamente de cronometría mental, era sencillo. El punto de partida era el procedimiento seguido por Helmholtz, utilizado ahora para medir el tiempo de reacción simple. Conocido éste en un primer ensayo, el experimentador agregaba, en un nuevo ensayo, algún proceso mental que complicase dicho proceso. Dado que en tales casos el tiempo de reacción simple se alarga, Donders interpretó que el plus temporal constituía la medida del tiempo de reacción correspondien- te al proceso mental añadido. La aplicación del procedimiento sustractivo proporcionaba el valor cuantitativo exacto del tiempo

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Historia de la psicologìa
538 pag.

Psicologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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