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La controversia, en términos sencillos, puede expresarse señalando que mientras Charcot y sus colegas creían que la hipnotizabilidad era un signo d...

La controversia, en términos sencillos, puede expresarse señalando que mientras Charcot y sus colegas creían que la hipnotizabilidad era un signo de patología mental, la Escuela de Nancy sostenía que se trataba de algo perfectamente normal, todos los seres humanos eran más o menos sugestionables y, por tanto, hipnotizables utilizando unas técnicas apropiadas. Lideró la Escuela de la Salpêtrière, Jean-Martin Charcot, quien, hacia 1870, se encargó de una sala especial del Hospital reservada a pacientes histéricas y epilépticas, motivo por el cual extendió sus estudios desde las patologías del sistema nervioso a los trastornos histéricos (neurosis). Pronto intentó reducir la doctrina relativa a la histeria y el hipnotismo a los supuestos científico-naturales del método anatomoclínico. En su obra iba a culminar, al tiempo que a hacer crisis, la mentalidad anatomopatológica, cuyo postulado básico era la localización de la enfermedad, la reducción causal a lo anatómico. Comenzó a utilizar el hipnotismo como forma de provocar fenómenos histéricos (Ellenberger, 1965). Su objetivo no era de tipo estrictamente terapéutico, como sí lo sería para los miembros de la Escuela de Nancy. Estudió la hipnosis como un instrumento para investigar fenómenos anatomo-psíquicos complejos: “en el hipnotismo, concebido como una neurosis provocada, vieron un modelo en el que estudiar experimentalmente las neurosis espontáneas, y ante todo la histeria, la grande néurose” (López-Piñero y Morales, 1970, 188). Su reputación permitiría que se aceptara el hipnotismo, hasta entonces rechazado por la ciencia ortodoxa. A principios de 1882, expuso sus conclusiones ante la Academia de Ciencias: “El hipnotismo considerado en su tipo de perfecto desarrollo tal como se presenta frecuentemente en mujeres histeroepilépticas comprende varios estados nerviosos cada uno de los cuales se distingue por una sintomatología peculiar. Según mis observaciones estos estados nerviosos son tres: 1º el estado cataléptico, 2º el estado letárgico, y 3º, el estado sonambúlico. Cada uno de ellos puede presentarse de forma primitiva y persistir aisladamente. Puede también provocarse sucesivamente en el curso de una sola observación de un mismo paciente, en órdenes distintos según el deseo del observador” (Charcot, 1882, 403). Charcot se apoya en cuatro postulados básicos (Chertok, 1988): (1) Los indicadores somáticos que tienen lugar en algunos sujetos bajo hipnosis son de fundamental importancia, porque proporcionan evidencia legítima de la ausencia de simulación. (2) Los fenómenos hipnóticos pueden presentar un agrupamiento especial en tres estadios distintos, siendo el sonambulismo la forma más perfecta de hipnotismo, la que debe tomarse por tipo, el gran hipnotismo. (3) Las manifestaciones del hipnotismo y del gran hipnotismo se pueden desarrollar independientemente de toda sugestión; por lo que la sugestionabilidad no debe considerarse como un rasgo general, sólo personas que sufren neurosis seguramente sugestivo de la semiología aducida desde la Salpêtrière, resultaba totalmente insostenible su pretensión de reducir el hipnotismo a una manifestación patológica de carácter histérico (cfr. Kissel y Barrucaud, 1964). Pronto se reconocería, además, pública e internacionalmente (p.e. Sidgwick, 1892) el final del enfrentamiento, con el triunfo de las tesis de Nancy. Un claro ejemplo de aquel resultado queda reflejado en el cambio de orientación de los tres lugartenientes de Charcot: Babinski, Binet, y Janet. Pasaron a ser muy críticos con aquel, y contribuyeron decisivamente a demoler las doctrinas de aquél sobre la histeria y la hipnosis. 9.4. De lo patológico a lo normal. La obra de Thèodule Ribot En la definición de la Psicología francesa confluyeron las siguientes grandes interpretaciones de lo psíquico: la Psicología médica, la Psicología patológica y la psicofisiología, la neuropsicología, y la Psicología experimental (Bernard, 1994). Su conjunción dio un sentido peculiar y propio a la Psicología fisiológica francesa, bien distinto, insistimos, al que le podría dar la ciencia alemana o británica del período. La novedad de “los nuevos sabios a la francesa” (Carroy, 1993, VIII) fue partir de la obra de los alienistas, de quienes experimentaban con el sueño provocado, y de los hospitales. Consideran lo patológico como la vía regia para estudiar el funcionamiento normal, lo que les singularizó claramente respecto del enfoque germano. Su psicología fue patológica. Consideraban el dominio de los fenómenos psicopatológicos como una especie de laboratorio para estudiar, cuasi-experimentalmente, el proceso de estructuración de los procesos psíquicos y su funcionamiento. Se aproximaron a la Psicología por la vía de la psicopatología (Carroy y Plas, 1993), una vía lógicamente muy cercana a la aproximación neurológica y fisiológica del mismo proceso (Beauchesne, 1986), y por tanto que permite obtener datos útiles para el conocimiento psicológico (Janet, 1889). La Psicología francesa, nacida en un contexto médico, utilizó la hipnosis como instrumento básico para la investigación psíquica: mediante hipnosis inducida en un contexto de experimento clínico se investigaban diversas funciones mentales del sujeto (Carroy, 1991). La evolución de una alteración psíquica muestra, como hacia atrás, la organización jerárquica y el funcionamiento normal. Entienden la enfermedad como un proceso de descomposición que, científicamente estudiado, permite reconstruir inversamente el proceso de construcción. El valor del componente genético a la hora de explicar la organización de lo psíquico le llevó a recurrir a la ley de disolución (ley de Ribot) para explicar las enfermedades mentales. Según esta ley la desorganización patológica de lo psíquico es un proceso de disolución de las funciones psíquicas, cualesquiera que sean (memoria, voluntad, personalidad, sentimientos…), que se produce en razón inversa de su evolución, desde lo más complejo o lo más elaborado hasta lo más simple y primitivo. En “la Sociedad de Psicología fisiológica [de París] es el hipnotismo quien desempeña el papel principal, pero las experiencias y discusiones sobre la clarividencia y la transferencia de ideas ocupan también un lugar bastante destacado, mientras que todo aquello a lo que nosotros llamamos aquí, en Alemania, Psicología fisiológica es allí absolutamente secundario.” (Wundt, 1893, 2-3). Pese al exacerbado centralismo Ribot planteó un cambio radical respecto de la espiritualista Psicología oficial, mantenida por el establishment académico, al incorporar el método patológico y el experimental. Se alejó del eclecticismo espiritualista dominante, antideterminista y antirreduccionista, introspeccionista, que defendía la dimensión libre e intelectual de un sujeto psicológico activo (a priori y ultra-empírico). Una tradición que enterraba sus raíces inmediatas en la idealista e intimista psicología de la actividad de Maine de Biran y en el eclectisimo de Cousin. “El método patológico depende a la vez de la observación pura y de la experiencia. La enfermedad es una experimentación del tipo más sutil, establecida por la misma naturaleza, en circunstancias bien definidas y con procedimientos de que no dispone el arte de los hombres: alcanza lo inaccesible. Por lo demás, si la enfermedad no se encargase de desorganizar para nosotros el mecanismo del espíritu, haciéndonos comprender mejor así su funcionamiento normal, ¿quién se arriesgaría a hacer unas experiencias que la más vulgar moral reprueba? ¿Se encontraría un hombre para sufrirlas, y otro para intentarlas? La fisiología y la patología –las del espíritu tanto como las del cuerpo– no se oponen una a otra como dos contrarios, sino como dos partes de un mismo todo” (Ribot, 1909). Ribot dejó claro que las preguntas principialistas, el qué, las causas primeras, son problemas que caen dentro del ámbito de la metafísica, pero no en el de la ciencia, por tanto no en el de la Psicología. Hay que contestar las más funcionalistas cuestiones respecto del cómo o el para qué (Ribot, 1870). No obstante, se inclinó en lo personal hacia un materialismo epifenomenista (Chateau y cols., 1979), desde el que redujo procesos y fenómenos del psiquismo a meros fenómenos marginales de la vida orgánica, y más en concreto de la actividad nerviosa cerebral, que surgían en el continuo esfuerzo adaptativo por sobrevivir (Bidón-Chanal, 1995). Incorporó “el punto de vista evolucionista y biológico” (Carpintero, 1986, 130), comparativo y diferencialista.

Esta pregunta también está en el material:

Historia de la psicologìa
538 pag.

Psicologia Universidad Nacional Autónoma De MéxicoUniversidad Nacional Autónoma De México

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