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que van del 68 al 36 en-cuadraremos a los sucesivos autores de relieve en la historia intelectual española contemporánea. Tiene interés evidente (v...

que van del 68 al 36 en-cuadraremos a los sucesivos autores de relieve en la historia intelectual española contemporánea. Tiene interés evidente (v. gr.) el pensamiento de Galdós; no vamos a aludir ahora a él, aunque cabe lamentar que no exista una exposición de conjunto de su pensa-miento, en el que entra como componente capital el de la demofilia, el del respeto y el amor al pueblo entendidos a la vez como respeto a cada vida humana singular: todos los Episodios Nacionales están llenos de un grito en favor de que no exista la pena de muerte, en contra de que un ser humano pueda disponer de la vida de otro ser humano. Desde esta perspectiva los Episodios llevan en sí un formidable alegato ético que perdurará por siempre para gloria moral del siglo XIX y de don Benito. Tienen interés evidente muchos otros nombres (algunos quedan mencionados), pero nosotros vamos a detenernos primero en algunos aspectos de la escuela de don Ramón Menéndez Pidal. En efecto, a través de las informaciones que proporcionan las sucesivas Memorias de la Junta para Ampliación de Estudios ya nos hemos referido alguna vez a los nombres de maestros y discípulos que dieron lugar al "Centro de Estudios Históri-cos" de esa JAE. Recordémoslos. La Memoria de la JAE de 1910-1911 habla de una “Sección” en ese "Centro" llamada "Orígenes de la lengua española", y que estaba dirigida por D. Ramón Menéndez Pidal; años más adelante vamos a ver enseguida que la Sección cambia de nombre. En estos tiempos de Sección dedicada a los oríge-nes de la lengua española, la Memoria de los años sucesivos registra diferentes inves-tigadores que con una u otra cualidad se hallan vinculados a la misma: decimos así que don Ramón figura como director. Otros estudiosos que van apareciendo son Tomás Navarro Tomás, Américo Castro, Federico Ruiz Morcuende, Justo Gómez Ocerín, Federico de Onís, Antonio García Solalinde, Florentino Castro Guisasola, Zacarías García Villada, Miguel Artigas o Eduardo García de Diego. Llega luego la Memoria correspondiente a [...] 1914 y 1915, y en la misma se men-ciona ya a D. Ramón Menéndez Pidal en tanto "Presidente del Centro y Director de la Sección de Filología" del mismo; entonces figura Navarro como "Secretario del Centro". Desde este momento los nombres de investigadores que formaban parte de la sección filológica siguen aumentando, y aunque sea en algún caso creemos que por una sola vez, aparecen ciertamente registrados Benito Sánchez Alonso, Samuel Gili-Gaya, Amado Alonso, Eduardo Martínez Torner, José F. Montesinos, Manuel Manrique de Lara, Vicente García de Diego, Emilio Alarcos García, Miguel Herrero García, Ernesto Giménez Caballero, Dámaso Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Juan Dantín Cereceda, Pedro Sánchez Sevilla, José F. Pastor, Carmen Fontecha, Pedro U. González de la Calle, Agustín Millares Carlo, Rafael Lapesa, Homero Serís, Pedro Salinas, Lorenzo R. Castellano, Enriqueta Hors, Enrique Moreno Báez, Salvador Fer-nández Ramírez, etc.; adscrito a la sección creada en los últimos tiempos de "Litera-tura contemporánea", aparece asimismo Vicente Llorens. EN TORNO A MENÉNDEZ PIDAL Hay una obra que sintetiza muy bien el espíritu (y parte de la letra) de la obra cumplida por don Ramón: nos referimos a los dos volúmenes de España y su historia (1957), que es de lamentar hayan pasado un tanto inadvertidos. En las "Palabras li-minares" -escritas al frente de tal obra por su hijo Gonzalo Menéndez Pidal- se nos advierte que se ha buscado con la misma "formar una imagen compendiosa del pro-ceso, en que viene laborando su autor a lo largo de más de medio siglo", y se destaca la evidente unicidad con que el maestro gallego-asturiano ha abordado los hechos históricos, los lingüísticos y los literarios. En este sentido aludido escribe Gonzalo Mª Pidal: Los temas de lingüística, literatura e historia a muchos semejan temas inconexos, como si en la historia global de un pueblo pudiera haber departamentos estancos capaces de so-brevivir en total inconexión, siendo así que si estudiamos la lengua con amplitud de mi-ras, la lingüística se puede volver explícita clave para comprender pasajes de la Historia; igual que la reliquia histórica nos abrirá las puertas a la más gustosa contemplación de la obra de arte, a la vez que la obra poética nos puede ofrecer preciosos testimonios que nin-gún documento cancilleresco supo recoger. Este concepto de interdependencia entre sus diversas especialidades, guió siem-pre al autor. Don Ramón en efecto es casi el único filólogo español del siglo XX que a la vez cultivó los estudios históricos, alcanzando una unicidad de enfoque que nosotros creemos irreprochable aunque muy difícil de lograr; por ej. nos ha faltado un filólogo que estudie la lengua decimonónica y su léxico, y en relación a estos datos la literatu-ra y la trayectoria histórica del Ochocientos. Etc. España y su historia recoge los análisis y ensayos pidalinos que se refieren a los españoles en la historia; a Roma, romanos y germanos en la Península; a la Cristian-dad y el Islam; a la España del Cid; a la primitiva lírica y a la épica castellanas; a los Reyes Católicos, Carlos V y el lenguaje del siglo XVI; al romancero; a Lope y el teatro español; a los caracteres primordiales de la literatura española;… Mirando a aspectos más particulares del trabajo del maestro gallego-asturiano, se ha notado cómo Pidal fue alumno y discípulo de Menéndez Pelayo, a quien veneró siempre, pero que lo superó "como lingüista y como filólogo"; de esta manera lo dijo en su día el P. Batllori, y en efecto así ocurre. Don Marcelino era un historiador creci-do en el siglo XIX, y le importó sobre todo tanto lo ideológico-religioso y lo filosófico como lo literario; su sensibilidad era ajena a los problemas lingüísticos y de la edi-ción de textos, al margen de que la lingüística neo-gramática aún no se había intro-ducido en España, y él no la introdujo porque sus intereses intelectuales y políticos iban por otra parte. Menéndez Pelayo participa muy decididamente de la que se ha denominado alguna vez "guerra de ideas" que llena los casi setenta años de nuestra "Edad de Plata". Por su lado Menéndez fue justamente quien trajo hasta nosotros esa lingüística positivista y en general la lingüística científica tout court, y quien por otra parte falsa-ría y superaría más tarde el estricto positivismo filológico. Menéndez Pidal ya de joven quiso ser y fue un filólogo muy riguroso, interesado en la edición de textos, en el análisis lingüístico, en el análisis de la tradición de esos textos, etc.: estos intereses y saberes eran ajenos a don Marcelino. Ya decimos que a don Marcelino le era más cercana la historia ideológica y filo-sófica, de tal manera que por ej. José Luis Abellán ha podido mantener que "Menén-dez Pelayo se ha hecho acreedor con su gigantesca obra al título de “fundador” de la Historia de la filosofía en España"; cabe sostener ciertamente que en cuanto el interés por lo filológico y lo idiomático, Menéndez Pidal superó a su maestro don Marcelino, aunque éste a su vez tuviese una preocupación por el pasado religioso e ideológico español que fue ajena al discípulo -no obstante, al prologar de manera memorable la Historia de España fundada por él, don Ramón se manifestó ideológicamente en va-rios sentidos, uno de ellos en el de reclamar la vuelta a la normalidad institucional pública quebrada por la victoria militar franquista. Hablando de Pidal en relación a Menéndez Pelayo, el mismo P. Batllori concreta aún –según hemos recordado alguna vez- que lo siguió muy de cerca en la concepción idealista de la historia de España, si bien desde diverso punto de vista. Para Menéndez Pelayo el hilo conductor de su pensamiento en la historia de la cultura española había sido la identificación del espíritu nacional con el espí-ritu católico; Menéndez Pidal lo halló en la perduración de la unidad de España a través de la conciencia imperial de la monarquía leonesa, herencia de la unidad visigótica, que en el siglo XI se trasplantó a Castilla la Nueva con la conquista de Toledo. Estamos en ambos casos -se nos dice- ante

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El_ensayo_como_clase_de_textos_del_gener
190 pag.

Literário Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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