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encrucijada entre el control disciplinario individualizante dirigido al cuerpo (en tanto la sexualidad es una conducta corporal) y la regulación de...

encrucijada entre el control disciplinario individualizante dirigido al cuerpo (en tanto la sexualidad es una conducta corporal) y la regulación de la población mediante mecanismos biopolíticos (en tanto la sexualidad se inscribe y tiene efectos, por sus consecuencias procreadoras, en procesos biológicos amplios). En el siglo XIX se desarrollaron grandes procesos de estatización de lo biológico, de ubicar a la vida en el centro de las preocupaciones estatales a partir del desarrollo de las ciencias como la física, la biología, la estadística y la medicina. Dentro de los principales mecanismos de “hacer vivir” y mejorar la especie humana se ubica el dispositivo de la sexualidad. Este es tomado en forma preponderante por diversas teorías eugénicas y dentro de estas se destaca en América Latina el desarrollo de la biotipología que ha generado formas específicas de configuración de los cuerpos, las construcciones de género403 y sexo, los modos de “ser”, actuar y sentir. Estas teorías han contribuido fuertemente a una producción discursiva del sexo404, “lejos de sufrir un proceso de restricción, ha estado por el contrario sometida a un mecanismo de incitación creciente” (Foucault, 1992a: 20). Veremos a lo largo del capítulo una vastedad de prescripciones en torno al tipo de ejercicios y prácticas corporales convenientes o prohibidas para determinado “sexo”403 “El feminismo pos-estructuralista opera con el concepto de género como una configuración y como una categoría analítica. El género es observado como algo que integra la identidad del sujeto, que forma parte del sujeto y la constituye. (...) Papeles y estereotipos se revelan como estructuras fijas basadas en patrones o reglas establecidas por cada sociedad. (...) En este caso, quedarían sin examen las múltiples formas que pueden asumir las masculinidades y femineidades, como también las complejas redes de poder que (a través de las instituciones, de los discursos, de los códigos, de las prácticas y de los símbolos) constituyen jerarquías entre los géneros (Louro, 1997: 4). Para los estudios deconstructivos del pos-estructuralismo, masculinidad y femineidad se definen recíprocamente no existiendo ninguna esencia a priori determinada para una y otra identidad” (Goellner, 2008a: 138-139). Desde el análisis de discurso las identidades son precarias, múltiples, contingentes, inestables.404 Es importante destacar que concebimos al sexo junto a los planteos de Foucault (1992a; 2014), y también de Butler (2011) en el ámbito de las teorías feminista posestructuralista francesas como una construcción discursiva que lejos de tener una “esencia biológica” y distanciándose de la distinción sexo-género, el primero biológico y el segundo cultural, es producto de una construcción histórica y social. Al respecto señala Butler (2011: 72) “la noción de que puede haber una 'verdad' del sexo, como la denomina irónicamente Foucault, se crea justamente a través de las prácticas reguladoras que producen identidades coherentes a través de la matriz de reglas coherentes de género. La heterosexualización del deseo exige e instaura la producción de oposiciones discretas y asimétricas entre 'femenino' y 'masculino', entendidos estos conceptos como atributos que designan 'hombre' y 'mujer'. La matriz cultural -mediante la cual se ha hecho inteligible la identidad de género- exige que algunos tipos de 'identidades' no puedan 'existir': aquellas en la que el género no es consecuencia del sexo y otras en las que las prácticas del deseo no son 'consecuencia' ni del sexo ni del género. En este contexto, 'consecuencia' es una relación política de vinculación creada por las leyes culturales, las cuales determinan y reglamentan la forma y el significado de la sexualidad”.260 o grandes explicaciones y discursos en torno a la sexualidad según justificaciones basadas en una supuesta ciencia médica o principios evolucionistas, eugenistas o biotipológicos. La sexualidad era analizada al ínfimo detalle, contabilizada, clasificada a través de un discurso moral racional que determinaba sistemas de utilidad para regularla y administrarla. En el caso de la educación física, como se analizará, esto ha llevado a generar prácticas corporales en general prohibidas o adaptadas para las mujeres. Dentro de los tres ejes mediante los cuales según Foucault (1992a: 142) la política del sexo se ha instaurado en la modernidad, la pedagogía dirigida al niño, la fisiología dirigida a la mujer y la demografía dirigida a la regulación de los nacimientos, convirtiéndose en un problema laico y de Estado, para el caso que estamos analizando veremos cómo el discurso médico hegemónico405 que analiza hasta el ínfimo detalle el cuerpo de la mujer, su anatomía y fisiología, es el que adquiere mayor relevancia en términos de prescripción de modos de ejercitar el cuerpo y en la selección de prácticas corporales en la formación de los profesores de educación física. Si bien no es de desdeñar que el tercer eje es el que fundamentaba la educación y cuidado de la mujer incardinada por la maternidad. Las teorías biológicas sobre la herencia, en su versión fundamentalmente de darwinismo social como la de Spencer406, la teoría de la degeneración de Morel, la teoría de la eugenesia desarrollada por Galton y a la biotipología creada por Pende, con sus grandes diferencias, otorgaban al sexo una “responsabilidad biológica en lo tocante a la especie” (Foucault, 1992a: 143). En este entramado el conjunto “perversión, herencia, degeneración” se desplegaba como el sólido núcleo de las nuevas tecnologías del sexo y así la medicina se convertía en “científicamente insuficiente y abusivamente moralizadora” (Foucault, 1992a: 144). La regeneración y la degeneración en estas teorías dependía fundamentalmente de la mujer, o mejor dicho, del cuerpo femenino, de allí la importancia otorgada al cuidado, vigilancia, control, y a las prescripciones y proscripciones sobre el cuerpo de las mujeres. A lo largo del capítulo aludiremos a una gran variedad de fuentes que formaron parte, algunas veces de forma un tanto implícita y otras citando en forma explícita a los autores, de los principales presupuestos de estas teorías. Producto de una tecnología biopolítica compleja, de una economía 405 Es importante destacar en este punto que en los márgenes epistémicos se construyeron y disputaron otros sentidos sobre la diferencia sexual, como los de anarquistas, socialistas, librepensadores, feministas radicalizadas, etc. 406 En el campo de la filosofía aplicada, en el político y el pedagógico, el positivismo evolucionista de Spencer ha tenido en Uruguay gran impacto en figuras relevantes como Carlos María Ramírez, Antonio Berra, De Pena, un ejemplo de esto se presenta en el Informe al Congreso Internacional Americano de 1882, en representación del país, celebrado en Buenos Aires. De la Legislación Escolar, de José Pedro Varela, representó la primera aplicación sistemática del criterio positivista en la historia de nuestras ideas políticas, muy influido por la Introducción a la Ciencia Social de Spencer. Dos ideas centrales toma Varela de él: la necesidad de apoyarse con espíritu científico en los hechos, en las realidades empíricamente observables y la afirmación insistente de la idea de la evolución, en relación con un criterio relativista y tolerante de los sucesos y las personas (Ardao, 2008: 174-179). 261 política, la sexualidad originaria e históricamente burguesa407, llevada adelante por el eugenismo, produce un conjunto de efectos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales. Este capítulo lo aborda intentando escudriñar las imbricaciones, solidaridades que se produjeron entre las diversas prescripciones y fundamentaciones evolucionistas, eugénicas, biotipológicas, que se dieron un tanto difusas y con escasa precisión conceptual en el campo de la educación física408, y la producción discursiva del sexo en los modos de prescribir y/o prohibir determinadas ejercitaciones corporales diferenciadas para los varones y las mujeres determinando una práctica corporal generizada. Antecedentes generales sobre esta temática en Uruguay se encuentran en Barrán (1995; 1999) quien en forma pionera estudia en el marco de las políticas de medicalización de la sociedad del Uruguay moderno del Novecientos la génesis del eugenismo uruguayo y su invención del cuerpo. “Con las ideas eugenésicas, la construcción -¿o invención?- del cuerpo por el saber médico dio un paso adel

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