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Una de esas aproximaciones cualitativas es el análisis retórico, el cual procura construir tipologías de los argumentos utilizados en la discusión ...

Una de esas aproximaciones cualitativas es el análisis retórico, el cual procura construir tipologías de los argumentos utilizados en la discusión sobre políticas, su promoción, elaboración y ejecución. Desde luego, para llegar a establecer dichas tipologías debemos tratar con unos materiales susceptibles de ser ijados en el tiempo, y que tengan, a la vez, una presencia que no resulte efímera. El análisis retórico tiene como objeto las estrategias argumentativas (Gottweis, 2007) usadas por los actores implicados en el proceso de políticas. Por lo tanto, se preocupa preferentemente de lo no evidente, las intenciones, aquello que subyace a lo inmediato y explícito. Por ello, según decíamos, la retórica puede ser estudiada en relación con actores que desarrollan unas prácticas más o menos estables de participación en la esfera pública. Con lo cual podemos pensar que microconversaciones, como las que suelen establecerse por medio de las redes sociales, aportan material insuiciente para el desarrollo de un análisis retórico sistemático. Ello, debido a que no podremos contar con suicientes pruebas de la estrategia argumentativa aplicada, por las diicultades para delimitar el corpus de investigación, por la escasez de evidencias de un ejercicio dialéctico y argumentativo, y porque el anonimato o casi anonimato de los actores intervinientes hacen irrelevante la indagación por las intenciones subyacentes. Podemos encontrar un enfoque algo diverso en otra modalidad del análisis cualitativo: el análisis narrativo. Más que un método, el análisis narrativo se puede considerar una familia de modalidades de análisis. Van Eeten (2007, pp. 251-252) las ordena de la siguiente manera: Van Eeten destaca el enfoque interdisciplinario de la mayoría de estas modalidades de análisis, en las cuales las ciencias sociales y la teoría literaria son capaces de colaborar para desentrañar el sentido que asume una narrativa. Una ventaja de los análisis narrativos es que permiten abordar de manera abierta el material observado (texto o conversación, o texto de la conversación). No hace falta presuponer una intención o estrategia por parte de los actores de la conversación. Permitiría abordar el texto en sí mismo y no como signos que remiten a otra cosa (una ideología, una idea inmanente, un “espíritu de época”, etc.), de acuerdo con la aspiración de Foucault (2007b) para el análisis del discurso. El análisis narrativo es factible de ser aplicado a un archivo abierto, que puede encontrar numerosas ramiicaciones, por medio de nuevas unidades de conversación que se van agregando. Puede aplicarse sin excesivo esfuerzo de adaptación metodológica a las micronarrativas producidas a través de las redes y los medios sociales. Desde otro tipo de aproximación metodológica, el análisis arqueológico que propone Foucault (2007b) renuncia a buscar en el texto el relejo de las ideologías de sus productores. Aspecto, por lo demás, que puede resultar coherente con esos nuevos movimientos sociales que, según decíamos antes, no necesitan una ideología como fuente de inspiración para su actividad pública. Además, la arqueología entiende que el discurso no se caracteriza únicamente por las regularidades, sino también por las dispersiones; regularidad sobre las dispersiones, regularidad como “sistema de dispersiones” (Foucault, 2007b, p. 62), esa es su característica deini-toria. La noción de discurso puede resultar alarmantemente polisémica. Foucault propone una idea más accesible, como es la de formación discursiva. Esta se puede reconocer “en el caso de que entre los objetos, las elecciones temáticas, se pudiera deinir una regularidad (un orden, correlaciones, posiciones en funcionamiento, transformaciones)”, (Foucault, 2007b, p. 62). Los sistemas de categorías del análisis arqueológico son: los objetos (¿de qué se habla?), las modalidades enunciativas (que remiten a las posiciones del sujeto: ¿quién tiene derecho a hablar de qué y desde qué posición social o institucional?), los conceptos (organización y relaciones entre enunciados) y las estrategias enun-ciativas (formas de reagrupamiento de los objetos del discurso, que dan origen a temas y teorías) (Foucault, 2007b, pp. 33-128). A pesar de las ventajas de la arqueología del saber para un análisis descriptivo, inductivo, hermenéutico del archivo de enunciados, que no se empeña en descu-brir signiicados ocultos ni ideologías subyacentes, hay una diicultad para aplicar directamente dicho diseño a un archivo que es más bien una miríada de relatos en constante evolución, desde que las tecnologías digitales permiten que nuevas conversaciones entren y salgan de la interlocución a un ritmo vertiginoso. El enfo-que arqueológico resulta prometedor para estudiar el discurso en torno a políticas públicas, que se constituyen en unidades discursivas estables o estabilizadas, como pueden ser los propios cuerpos legales o el discurso de los medios de comunica-ción. Sin embargo, las microconversaciones que pueden conformarse en torno a las políticas no parecen ofrecer suiciente material para identiicar en ellas todos y cada uno de los elementos que conforman una formación discursiva. Aun así, po-dría ensayarse la aplicación de algunas de esas categorías, en una adaptación para aproximarlas a alguna de las variedades de análisis narrativo de políticas.

Esta pregunta también está en el material:

Narrativas Transmedia
252 pag.

Teoria da Narrativa Universidad De La SabanaUniversidad De La Sabana

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