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En un individuo a partir de la necesidad del mismo, que puede ser interna o dada por acontecimientos externos, que a su vez, darán lugar al paso de...

En un individuo a partir de la necesidad del mismo, que puede ser interna o dada por acontecimientos externos, que a su vez, darán lugar al paso de la acción mediante el uso de los propios recursos, “Las emociones, en última instancia, son traducciones del entorno externo o interno: traducciones de información percibida y que se utilizan para la acción. En este sentido, las emociones son fenómenos de sobrevivencia (del individuo y de la especie) García, (2019, p. 42) Ahora bien, lograr establecer el puente entre lo que se concibe como entorno de las emociones, que en el caso de la neurociencia de las emociones están asociadas a la cultura, la interacción, los procesos de socialización, que permiten concebir al ser humano desde la perspectiva de contacto con lo social, la manera en que la percepción de aquellos estímulos que dan lugar a emociones y la experiencia o manera de vivirla y su asociación a través de un relato verbalizado que dé cuenta de la manera en que este individuo la incorpora a su repertorio de aprendizaje. Ciertamente existe una tradición investigativa dirigida hacia el potencial que ofrecen aspectos intelectuales muy por encima de los aspectos emocionales, pero, recientemente estos últimos van tomando un auténtico valor como campo de interés científico, en particular hacia la dimensión investigativa aplicada a la educación, en la que ciertamente ha realizado importantes aportes y cambiado la perspectiva de los procesos de enseñanza-aprendizaje, al respecto Dubinsky & et al, (2019) citado por Bodoque et al (2021, p. 23) en referencia a ello citan: La neurociencia tiene mucho que aportar a la educación, pero ésta no puede ser absorbida y relegada. La educación y, en concreto, los docentes, tienen ahora la oportunidad de crecer y ampliar su visión científica con una base muy potente. Por supuesto no todo el conocimiento neurocientífico es relevante para los docentes y la neurociencia tampoco tiene la clave de cómo usar ese conocimiento en las aulas, de forma aplicada.(p. 23) De este panorama, emerge un enfoque centrado en la neuroeducación, la cual pretende ser una herramienta valiosa en la práctica docente “Una de las finalidades de la neuroeducación es ser parte de la práctica docente en las aulas (Betegón et al., 2019, citado por Bodoque et al (p. 23) . Surge entonces, una disciplina que integra elementos de la neurociencia con la educación, en palabras de Codina (2015) , quien al respecto indica “La neuroeducación es una nueva disciplina que promueve una mayor integración de las ciencias de la educación con aquellas que se ocupan del desarrollo neurocognitivo de la persona. (p. 16) . No es de extrañar, que la relevancia que toman las emociones en el proceso de aprendizaje sea a su vez tomadas en cuenta por parte de las neurociencias y, por ende, de la neuroeducación, en este sentido cabe destacar, acorde a lo advertido por Campos (2010) Las emociones matizan el funcionamiento del cerebro: los estímulos emocionales interactúan con las habilidades cognitivas. Los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones pueden afectar la capacidad de razonamiento, la toma de decisiones, la memoria, la actitud y la disposición para el aprender. Además, las investigaciones han demostrado que el alto nivel de stress provoca un impacto negativo en el aprendizaje, cambian al cerebro y afectan las habilidades cognitivas, perceptivas, emocionales y sociales. Un educador emocionalmente inteligente y un clima favorable en el aula son factores esenciales para el aprendizaje. (p. 7). De otra parte, se concibe el aprendizaje como un proceso que comprende el elemento individual, pero a su vez el componente social. En dicho aprendizaje no es de extrañar que confluyan condiciones físicas como a su vez aspectos cognitivos, y que estos de otra parte se dan a partir de la interacción con otros, en particular, tratándose de estudiantes escolarizados, estos tradicionalmente se han dado en el aula de clases, y dentro de un contexto cultural que está marcado de generación en generación, por lo que debemos tener en cuenta no solo la dimensión individual sino a su vez, la visión que aporta la relación con el grupo. Mora (2013) citado por Caballero (2018) dice: “también habla de la necesidad de llevar los conocimientos que aporta la neurociencia cognitiva a las aulas para conseguir unos procesos de enseñanza-aprendizaje mucho más eficaces, dando un papel relevante al sistema límbico o emocional” (p. 19) . Es indudable la importancia que tienen las emociones en el proceso de aprendizaje de los estudiantes en las aulas de clase, y como estas pueden impactar los aspectos más importantes en el desarrollo del ser, saber ser y saber estar, condiciones que hoy por hoy, deben ser tenidas en cuenta, dados los vertiginosos cambios que la humanidad ha estado viviendo en la historia reciente, y por ello, el papel que juega un educador competente emocionalmente que pueda transmitir las bases de una educación emocional para los futuros ciudadanos de un mundo que exige cada vez seres humanos más comprometidos consigo mismo y con los demás, donde necesariamente los docentes deben, además de poseer las competencias emocionales adecuadas que les permitan, en un marco amplio de posibilidades, identificar sus propias emociones y a su vez las de otros, sumado a la adecuada gestión de estas, pero además, tener la capacidad de aplicarlas al aula de clases donde usualmente es su campo de acción profesional, puesto que de dicha capacidad para identificar las complejas situaciones emocionales de sus estudiantes, tanto individual como colectivamente, van a tener que apropiarse del mecanismo de gestión de dichas condiciones para favorecer ambientes o la creación de climas que correspondan al favorecimiento de emociones y sentimientos positivos en el salón de clases que contribuyan a un adecuado bienestar. Emoción Desde un panorama transdisciplinario, resulta indispensable intentar comprender lo que significan las emociones vistas con el lente de distintas disciplinas, tal como lo sugiere Fericgla citado por Rojas (2019): Para la biología, las emociones suponen un complejo proceso hormonal, fisiológico e incluso muscular que sirve para establecer y asentar la vida en sociedad. Para la psicología, las emociones suponen el impulso básico de la mente consciente además de una fuente de patologías diversas si han sido mal socializadas. Para las grandes religiones –cristianismo, budismo, islamismo, hinduismo– las emociones son el objeto central de su motivo de existir, consistente en socializar ciertos impulsos emocionales –como la ira o el terror a la muerte– para reorientarlos hacia el amor y el gozo de existir. Desde la antropología, las emociones deben entenderse como el campo básico sobre el cual se crea la red de conexiones y practicas sociales que devienen en sistemas y contenidos culturales. (p. 17) De otra parte, Castanyer & García , (2015) trae la siguiente definición: Las emociones son una respuesta neuro-psico-fisiológica y subjetiva ante una situación interna o externa, que provoca un cambio en nuestro estado y nos prepara para la acción. Desde esta perspectiva es comprensible entender que las emociones son inherentes a nosotros, sin embargo, pueden diferir en función de nuestra cultura, valores, creencias o edad. Una vez se activan, estas nos brindan una información crucial en relación con nuestro estado de ánimo, que tan satisfecho o incomodo puedo sentirme en relación a una meta o una necesidad. Cabe señalar una frase de Morín (1999) “Somos abiertos para ciertos allegados privilegiados, pero la mayor parte del tiempo permanecemos cerrados a los demás” (p. 55) . Las emociones juegan un papel relevante en la manera que generamos comprensión de nosotros mismos y por ende de los demás. Por otra parte, Bisquerra R. , (2008) la define como “es un estado complejo del organismo caracterizado por una excitación o perturbación que predispone a una respuesta organizada. Las emociones se generan como respuesta a un acontecimiento externo o interno” (p. 172) . Y lo esquematiza a través de la Figura 2. Las emociones emergen derivadas de algún acontecimiento, bien sea que provengan del exterior o del interior de la persona. Cuando se sitúa en los externos, se va a encontrar una estrecha relación en muchos casos con las relaciones sociales. Asociados a los acontecimientos internos se encuentra que surgen de la cognición, de pensamientos o las sensaciones a las que se accede a través de los sentidos, a partir de las cuales se da una valoración a eso que se percibe y, en respuesta a lo esto y derivada de dicha valoración se clasifica el evento como positivo o negativo para el bienestar o supervivencia, y a su vez, se da una valoración de tipo cognitiva que considera la capacidad de afrontarlo a través de los propios recursos. A partir de ese instante puede inferirse que cada quien es protagonista de su propia historia en función de cómo organiza su mundo

Esta pregunta también está en el material:

Competências Emocionais em Estudantes de Pedagogia
234 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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