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Una Sibila, interrogada sobre el destino de Marozia, dijo: —Veo dos ciudades: una del ratón, otra de la golondrina. El oráculo fue interpretado así...

Una Sibila, interrogada sobre el destino de Marozia, dijo: —Veo dos ciudades: una del ratón, otra de la golondrina. El oráculo fue interpretado así: Marozia es una ciudad donde todos corren por galerías de plomo como bandas de ratones arrancándose de entre los dientes los restos que caen de los dientes de los ratones más amenazadores; pero está por empezar un nuevo siglo en el que todos en Marozia volarán como las golondrinas por el cielo de verano, llamándose como en un juego, dando volteretas con las alas inmóviles, despejando el aire de mosquitos y moscas. —Es hora de que el siglo del ratón termine y empiece el de la golondrina— dijeron los más resueltos. Y en realidad ya bajo el torvo y sórdido predominio ratonil se sentía incubar, entre la gente menos notoria, un impulso de golondrinas que apuntan hacia el aire transparente con un ágil coletazo y dibujan con el filo de las alas la curva de un horizonte que se ensancha. Volví a Marozia años después; la profecía de la Sibila se considera cumplida desde hace tiempo; el viejo siglo quedó sepulto; el nuevo esta en su culminación. La ciudad sin duda ha cambiado, y quizá para mejor. Pero las alas que he visto volar son las de los paraguas desconfiados bajo los cuales párpados pesados bajan cuando los miran; gentes que creen volar las hay, pero apenas si se levantan del suelo agitando hopalandas de murciélago. Sucede, sin embargo, que, rozando los compactos muros de Marozia, cuando menos te lo esperas ves abrirse una claraboya y aparecer una ciudad diferente, que al cabo de un instante ha desaparecido. Quizá todo está en saber qué palabras pronunciar, qué gestos cumplir, y en qué orden y ritmo, o bien basta la mirada la respuesta el ademán de alguien, basta que alguien haga algo por el solo gusto de hacerlo, y para que su gusto se convierta en gusto de los demás: en ese momento todos los espacios cambian, las alturas, las distancias, la ciudad se transfigura, se vuelve cristalina, transparente como una libélula. Pero es preciso que todo ocurra como por casualidad, sin darle demasiada importancia, sin la pretensi6n de estar realizando una operación decisiva, teniendo bien presente que de un momento a otro la Marozia de antes volverá a soldar su techo de piedra, telarañas y moho sobre las cabezas. ¿El oráculo se equivocaba? No está dicho. Yo lo interpreto de esta manera: Marozia consiste en dos ciudades: la del ratón y la de la golondrina; ambas cambian en el tiempo, pero no cambia su relación: la segunda es la que está por librarse de la prisión de la primera.

Esta pregunta también está en el material:

As Cidades Invisíveis
69 pag.

História e Historiografia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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Ed IA de Studenta Verified user icon

¡Qué interesante texto! La interpretación del oráculo sobre Marozia es metafórica y simbólica. La ciudad del ratón representa un estado de opresión y confinamiento, mientras que la ciudad de la golondrina simboliza la liberación y la transformación. La profecía se cumple con el cambio de siglo, marcando una transición de un período oscuro a uno de mayor libertad y expansión. La dualidad entre ambas ciudades refleja la constante evolución y la posibilidad de trascender las limitaciones impuestas.

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