Una lectura sesgada de este fenómeno podría conducir a pensar que estamos ante un supuesto de privatización de la función ejecutiva. Esto es, podrí...
Una lectura sesgada de este fenómeno podría conducir a pensar que estamos ante un supuesto de privatización de la función ejecutiva. Esto es, podría parecer que se está sosteniendo que las funciones que venía desarrollando el Estado mediante la regulación de policía son cedidas a los particulares mediante la regulación de la autorregulación. A nuestro entender esta interpretación dista enormemente de la realidad. En primer lugar, la autorregulación no deriva de un traslado a la sociedad del ejercicio de prerrogativas o potestades públicas, sino de la iniciativa social y, en su caso, del ejercicio de su capacidad de actuación derivada del reconocimiento de la autonomía privada. Y, en segundo lugar, la autorregulación afecta a aspectos de la actividad empresarial o de la actividad profesional escasamente afectados por la regulación de policía, por resultar inaccesibles a ésta. La autorregulación y la regulación de policía tienen en común, ello es indiscutible, su vinculación a la persecución de los mismos fines y la utilización de unas técnicas paralelas que derivan, sin embargo, de fundamentos jurídicos radicalmente distintos.
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