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Capítulo IV del Título I de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad”. Así, por ejemplo, el artículo 19 del RD 1976/1999, de 23 de diciem...

Capítulo IV del Título I de la Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad”. Así, por ejemplo, el artículo 19 del RD 1976/1999, de 23 de diciembre de 1999, por el que se establecen los criterios de calidad en radiodiagnóstico, califica como una infracción administrativa en materia de sanidad la no elaboración de los protocolos o la no realización los programas de control de la calidad previstos en. Idéntica calificación merecen los mismos supuestos, de acuerdo con el artículo 20. La regulación pública de la autorregulación. Empresas sometidas a éste régimen, antes del inicio de sus actividades; o la no presentación de los certificados técnicos correspondientes que acrediten la adecuación de las instalaciones industriales a las condiciones impuestas por la autorización o licencia ambiental, por las empresas sometidas a este régimen; la no aprobación, por las empresas que cotizan en bolsa, de un Reglamento Interno de Conducta. En último término, y con carácter excepcional, el ejercicio de la potestad sancionadora puede realizarse, asimismo, con base en determinados instrumentos de autorregulación normativa. La previsión de sanciones administrativas por incumplimiento de la autorregulación constituye ya una concreta manifestación de la regulación pública de la autorregulación que nos ha servido, en este caso, para confirmar la intensificación de la intervención administrativa en la actividad privada que puede lograrse mediante esta técnica. Las demás formas o manifestaciones de esta técnica que analizaremos a continuación contribuyen, asimismo, a la consecución de los objetivos que hemos mencionado. Formas de regulación pública de la autorregulación. La autorregulación es, como se ha reiterado, un fenómeno de origen privado que puede permanecer y ser tomado en consideración solo por quienes forman parte de la del RD 1854/1993, de 22 de octubre, por el que se determinan, con carácter general, los requisitos técnicos y condiciones mínimas de la hemodonación y bancos de sangre. El artículo 49.2.b) de la Ley 3/1998, de 27 de febrero, de intervención integral de la Administración ambiental, califica de infracción grave: “ejercer la actividad sin haber efectuado la preceptiva comunicación previa, en el caso de las actividades sometidas al régimen de comunicación”. Respectivamente, los artículos 49.1.a) y 49.2.a) califican como infracción muy grave –para el caso de las empresas sometidas al régimen de autorización ambiental- o como infracción grave –para las empresas sometidas al régimen de licencia, iniciar la actividad sin haber efectuado la correspondiente verificación de adecuación de la misma a las condiciones impuestas en la autorización o en la licencia. El artículo 101 de la Ley 24/1988, del Mercado de valores, que no ha sufrido modificación alguna por la nueva redacción dada por la Ley 37/1998, considera infracciones leves la vulneración “de preceptos de obligada observancia comprendidos en las normas de ordenación y disciplina del mercado de valores que no constituyan una infracción grave o muy grave conforme a lo dispuesto en los dos artículos anteriores”. De la lectura de tales artículos y del tenor literal del artículo 3 del RD 629/93, de 3 de mayo, sobre normas de actuación en los mercados y registros obligatorios, que obliga a los operadores del mercado de valores a “elaborar un reglamento interno de conducta de obligado cumplimiento”, se desprende que el incumplimiento de esta obligación constituye una infracción leve. Según el artículo 3 del RD 629/93, de 3 de mayo: “El incumplimiento de lo previsto en los reglamentos internos de conducta, en cuanto su contenido sea desarrollo de lo previsto en la Ley del Mercado de Valores y en el código general de conducta, como normas de ordenación y disciplina del mercado de valores, podrá dar lugar a la imposición de las correspondientes sanciones administrativas, sin perjuicio de lo que resulte de aplicación conforme a la legislación laboral”. La regulación pública de la autorregulación. Sin lugar a dudas, un nivel más elaborado de instrumentalización de la sociedad por parte de los poderes públicos, pero también, de la confianza de éstos en aquélla, es logrado mediante la imposición pública del establecimiento de sistemas de autorregulación o mediante la sustitución de técnicas de regulación de policía por alguna de las manifestaciones de la autorregulación. Se atribuyen, así, según los casos, efectos habilitantes a la autorregulación o, incluso efectos vinculantes. La atribución de efectos vinculantes a la autorregulación, la manifestación más explícita, pero también la más peligrosa desde el punto de vista de los intereses generales, de la confianza depositada por los poderes públicos en la autorregulación, tiene lugar cuando los poderes públicos, directamente, se apropian de los resultados de ésta. Ello se produce, básicamente, mediante la remisión normativa a la autorregulación. Debido a los riesgos que, para los intereses generales, podría comportar fiar su gestión a sujetos privados, más aún cuando la autorregulación puede tener importantes efectos para terceros, los poderes públicos regulan también el contexto de la autorregulación. Así, el sistema de regulación pública de la autorregulación se cierra mediante la imposición de fines públicos y la determinación de la composición de las estructuras de autorregulación; y mediante el establecimiento de los cauces procedimentales y de los controles públicos a los que deben someterse las estructuras y los instrumentos de autorregulación. A) El fomento de la autorregulación. El fomento, según la clásica definición ofrecida por Jordana del Pozas, consiste en “estimular a los particulares para que sean ellos los que, por su propia voluntad, desarrollando una actividad determinada, cumplan indirectamente el fin que la Administración persigue”. Ahora bien, mientras que la acción de fomento ha ido dirigida tradicionalmente a estimular la actividad de los ciudadanos, en tanto que sujetos individualmente considerados, en la actualidad, como consecuencia de la organización de la sociedad en subsistemas funcionalmente diferenciados, dicha acción se dirige primordialmente a potenciar el caudal autorregulador de tales subsistemas. En otras palabras, la finalidad perseguida es, ahora, convencer a los particulares de que se autorregulen y conseguir que esta autorregulación responda a los fines perseguidos por la Administración.

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Análise e Desenvolvimento de Sistemas Universidad Distrital-Francisco Jose De CaldasUniversidad Distrital-Francisco Jose De Caldas

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