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Los jardines hispano islamicos

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 Ponencia 1 
 
 
LOS JARDINES HISPANO ISLÁMICOS. 
 
 
Consuelo Martínez Correcher y Gil 
Arquitecto paisajista 
 
la mayoría de las publicaciones sobre los jardines del Islam no llevan firmas de 
españoles, aunque gran parte o la totalidad de lo escrito pertenezca a jardines 
realizados en aquella Hispania, primero romana, luego visigoda, después 
durante ocho siglos Al Andalus. En otros escritos, alguno de esos autores 
extranjeros, nombra brevísimamente algún jardín de la península, lo que no 
deja de ser sorprendente, como si no fuesen los más importantes de ese 
carácter; esos y los silenciados. En cambio, dedican gran parte de sus obras a 
jardines desarrollados desde el s. X, hacia el Este de Arabia, y a los que 
tuvieron su apogeo entre los siglos XIV al XVI; los primeros son jardines 
persas, no siempre posteriores a la conquista árabe, y los segundos, los 
mugules, se hicieron en la India. El tema español de cualquier época es difícil 
de conocer y más de comprender y, por tanto, de aceptar. Para los no nacidos 
ni formados en esta tierra, lo menos fácilmente perceptible es la época 
medieval, a veces desconocida en profundidad, a lo que tristemente, tampoco 
son ajenos los mismos nativos, o son de los que aceptan lo publicado sin 
verificarlo. En ese contexto es igualmente extraño que los persas después de la 
conquista no se les llame árabes, ni a los turcos ni a los indúes, aunque hayan 
practicado en gran número la religión mahometana desde hace unos mil 
trescientos años, ni a los egipcios tampoco. En cambio, la palabra «árabe» no 
se les cae de la boca ni de la pluma, en lo referente a la España medieval no 
cristiana, asimismo repetido por muchos españoles, afortunadamente cada vez 
menos; aunque desde el s. XV hasta el XX, en España no se haya practicado 
la religión islámica como en los paises orientales. También hay una insistencia 
en la denominación Al Andalus en relación a la región sur en detrimento del 
resto de la península, que llevó ese nombre en sustitución del de Hispania. Al 
Andalus, así llamada como «país de vándalos», uno de los pueblos «bárbaros» 
(denominación romana a los que vivían fuera de sus fronteras) llegados del 
centro de Europa y del Este, como los godos venidos de Bizancio. Son 
comprensibles estos errores, dada la complejidad de lo hispano, no es 
disculpable la insistencia en desvirtuar la verdad, para muchos inaccesible, 
simplificando todo, en «árabe» y «andaluz», en su reducción territorial 
provincial o comunitaria. No digamos en esas combinaciones de «arábigo-
andalusí», por ejemplo, de los que no fue árabe y debería entenderse de toda 
la península hispana, según su significado en época medieval. Empieza 
Contreras uno de sus libros, publicado en 1878, con una frase de Buckle en 
«Histoire de la civilization anglaise» que dice: «la más interesante civilización 
de todas las naciones cultas y la que no debe olvidarse jamás, es la del pueblo 
español». Los nacidos en Arabia son árabes, los convencidos por Mahoma se 
convirtieron en islámicos, no todos los árabes lo hicieron y siguieron 
practicando el judaísmo, el cristianismo o el paganismo, religiones anteriores a 
Mahoma, en Arabia. Los convencidos salieron en «guerra santa» para convertir 
 
 
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a la nueva religión al mundo, dividiéndose en dos direcciones, unos hacia el 
Este, se dice que «hasta el Ganges»; los que eligieron el Oeste llegaron a 
traspasar el Ebro, en lo que invirtieron casi un siglo. Ninguno de los originarios 
de Arabia pudo llegar tras ese largo recorrido y tan largo tiempo, dada la 
esperanza de vida de entonces, a cruzar el estrecho por Tarifa, sólo un escaso 
número de bereberes islamizados y muy pocos «árabes». Conocido es que su 
entrada en la península se debió a la petición de ayuda del conde Julián, de la 
familia reinante visigoda, en lucha con sus familiares por el poder. Rencillas 
que facilitaron la ocasión a los islámicos para que el poder y el territorio 
pasaran a sus manos. Ni los más optimistas dan una cifra superior a dieciocho 
mil hombres, los más ecuánimes dicen que seis mil bereberes con trescientos 
árabes, para los que se introdujeron, en un país dividido en el mando, con 
separación territorial de dificultosa relación entre ciudades y grupos, lo que 
explica la rapidez de avanzada sin oposición, que no conquista, hasta ser 
rechazados en la Galia de los Francos, motivo de su retroceso, ya disminuidos, 
hasta Hispania, que en poco tiempo convirtieron en Al Andalus, salvo el 
pequeño reducto visigodo tras las montañas astures. Aquellos hombres que 
eligieron quedarse, no había mundo más allá hasta que España, más tarde, lo 
encontró y formar familias con las mujeres visigodas especialmente elegidas 
las del Norte, por la blancura de su piel. Este es el rápido cambio y el origen de 
la existencia de los hispano islámicos. Pese a todo, se respetaron las religiones 
cristiana y la 
 
 
 
Shan de la Mezquita de Córdoba. Plantación de naranjos, cipreses y palmeras. 
Foto: Autora. 
 
 
 
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Plano general de la Mezquita de Córdoba, donde se aprecia la alineación de las columnas y la plantación de naranjos 
del Shan. 
 
judía, aunque sin posibilidad de aumentar adeptos y, en algunos casos, se 
compartieron las iglesias. En todo el territorio se hablaron dos lenguas, el árabe 
y el latín, mal conocidas ambas, hasta la formación del romance. Los islámicos 
se posesionaron de las iglesias latinas, los recintos murados visigodos y del 
agro, donde se mantenía presente la civilización romana. Construyeron 
castillos y murallas flanqueadas de torres, como en Oriente Próximo, algo que 
se estaba haciendo en los monasterios y promulgaron normas convenientes 
para todos los que se convirtiesen, lo que aumentó su número con rapidez. En 
esta situación sucintamente esbozada se desarrolló la nueva España, donde se 
inició desde el siglo VIII una superioridad mantenida por diferentes causas, 
durante diferentes mandatos, hasta el siglo XVIII, sobre el resto del mundo, no 
sólo por el poder sino por el conocimiento. Es indicativo el título de este escrito, 
en general dedicados a jardines de la Edad Media, centrado en los hispano 
islámicos diferenciándolos sobre todos los islámicos, árabes o mugules, por 
considerarlos más importantes, por antigüedad y número, intrínseca belleza, 
riqueza y rareza de su tipología, además de una permanencia viva, casi 
inexistente en el conjunto de lo antedicho de otras localizaciones. Estos 
jardines realizados del s. VIII al XIV, son parte inalienable del acervo cultural de 
España. Realizados en su suelo por gentes que nacen, viven y mueren en él y 
que expresan un espíritu único, perteneciente a lo hispano, partícipe de una 
larga y compleja herencia de pueblos que desde diferentes orígenes del 
Mediterráneo y desde el principio de los tiempos históricos, llegaron a Y 
nuestros departamentos especializados en: – Arboricultura y cirugía arbórea. – 
Restauración de jardines histórico-artísticos. e esta península en el extremo 
 
 
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Oeste, por siglos fin del mundo conocido, de donde resultó una rara trama que 
ha compuesto la riqueza de la idiosincrasia española, donde la urdimbre 
principal ha sido lo romano y lo cristiano, hasta la llegada de lo islámico. 
 
 
Castillo de la Aljafería, Zaragoza. Patio con ándito elevado, arquerías y plantación después de la restauración. Foto: 
Autora. 
 
 Ese tejido, único en el mundo y en la cultura occidental, consiguió por sus 
específicas causas la rara cohesión de lo clásico (griego y romano) con lo 
oriental (fenicio, bizantino e islámico) en una unidad compleja. Y así somos, 
marcados por una tolerancia y una convivencia que no hubo en otros sitios, 
aunque a veces se rompiese. Aunque les cueste captarlo o aceptarlo a «tirios y 
troyanos». La inabarcable calidad histórica,estética y botánica de los jardines 
hispano islámicos es de honda raigambre hispana, imposible de surgir en otro 
suelo que el habitado por gentes impulsadas por las religiones monoteístas, 
judía, cristiana y mahometana, con base estructural mitológica y alquímica, 
existente en la península e islas Baleares. Es grave error, si no grave lesión 
(quitar, negar) continuar y consentir la denominación de «árabe» para lo 
nuestro. Los recién convertidos al Islam que salieron de Arabia, con predominio 
de nómadas habituado al desierto y al oasis (éste, antítesis del Jardín) tenían el 
ofrecimiento de ser recompensados con arroyos fluyentes, sombra, árboles de 
floración y fructificación sin fin. Un sitio ideal, un sitio irreal ¿por qué llamarle 
jardín? Un lugar inalcanzable en Arabia. Antes de la llegada arábigo islámica, 
los persas, primero aqueménidas, luego sasánidas, tuvieron dominios de caza 
con jardines murados llamados «pardes», «paraideza», «paraidesos », 
finalmente traducido por «paraísos» que en principio significaba, en lo físico, 
simplemente lugar cercado o construido alrededor y en lo metafísico (en un 
pueblo monoteísta como los persas) armonía del universo, entre el reino 
vegetal y el reino animal, encuentro de Dios y el Hombre. 
 
 
 
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Castillo de la Aljafería, Zaragoza. Una de las albercas transversales de los extremos y las arquerías. Foto: Autora. 
 
Esto fue el principio de una actitud no programada inicialmente, después, 
cumplida concienzudamente, la de adoptar todo aquello que sin menoscabo de 
su idea religiosa, pudiera ser incorporado para suplir sus carencias iniciales. La 
promesa coránica de agua, sombra, flores, frutos, tendrá una imagen visible y 
repetible, es decir, rememorable a partir del metafísico jardín sasánida, en 
Persia, donde descubrieron el arte y sus prodigios. Era un jardín cuatripartito, 
un espacio cuatripartito, sí pero con qué, cómo, por qué ese reparto espacial, 
esa intervención en el medio (lo que luego se llamará «arquitectura del 
paisaje»). Un «orden» simbólico, un cosmos que recurre a los signos que el 
subconsciente colectivo aporta: un arquetipo. Esa repartición es una 
consecuencia, lo fundamental, el medio, el signo, es la intersección de dos 
rectas en ángulo recto, una cruz. Una de las fórmulas de recóndita expresión 
humana, de las más antiguas que se conocen desde el Neolítico (recordar 
Piedra de Avelances, Plato de Eridú). Representación de los cuatro ríos 
sagrados. Las dos rectas que se cruzan son símbolo de la horizontalidad- tierra 
donde permanece el hombre y la verticalidad- cielo donde se busca a Dios. Un 
cuadrivio, cuatro direcciones, cuatro orientaciones. Los cipreses, los frutales, 
las plantas florales de las cuatro áreas de los jardines de Persia sasánida, son 
imagen del estallido primaveral de la alta meseta iraní, entre las flores más 
sobresalientes, la rosa y el tulipán. Todo ello pasó a ser trasunto obligado del 
jardín islámico. Son ciertos los sistemas de riego pre-islámicos de sumerios y 
babilonios, que con sus canales lograron una planificación territorial, llevando el 
agua de más donde había de menos, logrando una agricultura precaria pero 
 
 
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sustancial; y los qanats persas sasánidas, sistema de captación y traslado del 
agua para regar huertos de palmeras, que ni son oasis ni palmerales. Ni es 
menos cierto que en Egipto, romanizado y cristianizado, cuando llega el Islam, 
aprendieron la utilidad y la estética de los estanques, para acopio del agua tras 
la retirada de las crecidas del Nilo, y los canalillos para regar huertos y los 
jardines del antiguo Egipto, de trazado esencialmente regular y simétrico, los 
primeros regulares de la historia mientras no se descubran otros anteriores y 
no como se refiere en algunos tratados de jardines, adjudicándoselo a los 
«franceses», lo que además no significa nada sin fecha. En su avanzar por el 
Norte de África conocieron restos cartagineses y romanos, ejemplos singulares 
que incorporan a su hacer los peristilos rehundidos, espacios habitables de 
frescor; hasta llegar a Hispania Tingitana de anterior pertenencia romana, 
donde los bereberes esperaron la ocasión de acceder a la Hispania visigoda, 
romanizada durante setecientos años, que mantenía claros vestigios por todo 
su paisaje, que aportaron una red de caminos y puentes nunca superada y una 
ingeniería hidráulica que en lo mayor, pantanos, presas y acueductos, 
aprovecharon y, en lo menor, albercas, norias, aceñas y acequias, impulsaron. 
 
 
 
Meseta sobre la acequia. Repartidor del molino. Mirador. Foto: Prieto Moreno. 
 
 
 
 
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Vélez Benaudalla. Jardín-huerto. Plano de F. Prieto Moreno. 
 
Sin olvidar que cuando llegan los islámicos, los monasterios cristianos 
empleaban presas, conductos, estanques, fuentes para bebida, uso culinario y 
vinitícula, medicina, riego y abluciones, técnicas no importadas de Arabia. Base 
primordial de la supremacía que empieza en el s. VIII, para esta Hispania-Al 
Andalus-España, se fundamenta en los conocimientos de sus sabios y sus 
universidades, desde donde irradian su sabiduría al resto del continente y 
donde acudían a estudiar, fundamentalmente a Toledo y Córdoba. Es entonces 
cuando se inicia el Renacimiento, siglos antes que en la península itálica, 
siendo puente del saber de «Al Andalus-España», el archipiélago balear y la 
isla de Sicilia, hasta que en la mayor parte de esa península fuera posesión de 
la Corona de Aragón, luego de España. Los conocimientos que se adjudican a 
la cultura de Oriente estaban fundados en el saber griego de las siete ciencias: 
lógica, aritmética, geometría, astronomía, música, física, metafísica, de las que 
se derivaban las homogéneas. Los hispano islámicos tradujeron los escritos 
clásicos y aplicaron en Al Andalus técnicas como las de la agricultura nabatea y 
otras, no sólo geopónicas. No se puede olvidar la inmensa sabiduría aportada y 
recogida por San Isidoro de Sevilla y la de Alfonso X, por algo llamado El 
Sabio, y su Escuela de Traductores de Toledo. La arquitectura del Islam se 
fundamentó en construcciones judías, luego en las romanas, la pintura tenía 
acento bizantino y la escultura inspiración persa. 
 
 
 
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Medina Azahara. Fachada del salón Rico. Delante, el espacio donde estuvo el estanque de Azoque y el Pabellón. Foto: 
Oronoz. 
 
Entre sus principales artesanías estuvieron, la seda, una difícil técnica que 
introdujeron en España, y en la que sobresalió hasta el s. XVIII; el logro del 
papel a partir del algodón que también introdujeron en la península, como la 
caña de azúcar, el arroz, los naranjos, el jazmín, los tulipanes, etc. Es ingente 
el número de especies que utilizaron los hispano islámicos, como puede verse 
además de en la traducción del Dioscórides, en los tratados de Abu Zacaria 
lahia, etc. El curtido y repujado del cuero fueron de tal manera impulsados en 
España que tomaron nombre de la ciudad productora, siendo famosos durante 
siglos los «cordobanes»; y finalmente, la cerámica, habilidad de las más 
antiguas de la humanidad, que en Babilonia tuvo un gran auge y luego en 
España los «alicatados», realizados por recorte manual con la herramienta 
«alicate», hasta conseguir el tamaño y la forma deseados, para ser embutidos 
en paredes y suelos y lograr sus dibujos geométricos (y simbólicos) de los 
«azulejos». Una manera de hacer, los islámicos, un símil de los mosaicos 
romanos logrados con las teselas, piezas pétreas cortadas igualmente a mano, 
para componer las imágenes representativas deseadas. Son importantes los 
azulejos en todo Al Andalus (España y Portugal) en los jardines, donde fueron 
tan utilizados en unión del agua y la luz, sin la que no habría reflejos, ni brillos, 
ni color, ni frescor. Ir contra sequedad y calor eran los altísimos objetivos 
perseguidoscon tan sencillos materiales, tan humildes medios y tan excelsos 
logros. Los jardines realizados después del establecimiento en Al Andalus, 
corresponden por denominación a Omeyas, Taifas, Almohades, Nazaríes, 
según la hegemonía política en que se produjeron. Por su tipología son: a) De 
trazado regular b) Rehundidos c) Con alberca central d) De trazado cuatripartita 
 
 
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Por su destino y empleo son: a) Espacio religioso: Sahn b) Espacio de 
representación: Patios de Palacios c) Espacio Privado: Patios y Carmenes d) 
Espacio de Producción: Alquerías y Almunias. Siempre murados, relacionados 
con edificación, sus estructuras son de predominio regular, planta rectangular y 
niveles abancalados. Son importantes ejemplos y muestras existentes, los de 
Zaragoza, Toledo, Valencia, Mallorca, Málaga, y sobre todo los de Córdoba, 
Sevilla y Granada. Es sabido, pero importa seguir repitiéndolo, que España 
tiene en el s. XXI, el jardín más antiguo de Europa, en uso público 
ininterrumpido desde el s. VIII, sin cambios sustanciales en sus valores 
tangibles o intangibles, situado en la mezquita de Córdoba Que construye 
Abderramán I, después de comprar una iglesia cristiana que ocupaba el sitio de 
un templo hispano romano. El «sahn», está separado de la calle por muros. En 
tres de sus lados, con paseadero cubierto y galería arqueada, el cuarto lateral 
longitudinal, esta limitado por la fachada de paso a la mezquita, con la que 
forma un todo. El «sahn», es el espacio a cielo abierto para prepararse a la 
oración y efectuar las preceptivas abluciones purificatorias para el rezo. La 
planta general inspirada en los templos judíos es rectangular, el sahn tiene 
cuatro puertas y un alminar para los cinco cantos a lo largo del día. La 
plantación se estableció a marco real para facilitar el fluir del agua, por la 
retícula de sus acequias sobre el primitivo suelo de azulejos, hoy de guijarros. 
Inicialmente fueron olivos con algunos cipreses y palmeras, y posteriormente, 
se apunta que en el s. X, se cambió por naranjos, que se mantienen con 
presencia menor de las anteriores. Lleva siendo un auténtico vergel más de mil 
doscientos años al ser siempre su plantación de árboles frutales, aunque su 
espíritu sea de jardín sagrado. 
 
 
 El jardín del palacio Galiana, Toledo. Sus diferentes niveles y la plantación de 
cipreses recortados. Foto: Autora 
 
 
 
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Tanto los olivos como los naranjos, conforman con sus troncos alineaciones 
que se prolongan visualmente con las líneas de los fustes de las columnas, 
logrando un efecto óptico, unas cadencias rítmicas interna-externa, visibles en 
la Edad Media, espacios contrastados de luz y de sombra, con el espectáculo 
de los arcos dobles de formas ondulantes, las 113 lámparas y los candelabros 
de azófar, latón y vidrio encendidos en permanencia, con un total de 20.000 
luces. Los primitivos olivos darían una cosecha aumentada por las limosnas de 
los creyentes para esa temblorosa luminosidad de ardiente fervor. Los naranjos 
aportaron más sombra y el perfume de sus flores. 
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Palacio Galiana, Toledo. Exterior hacia la huerta y el Tajo. 
 
La primera mezquita construida en Al Andalus estuvo en Zaragoza, no nos ha 
llegado, si, el jardín del castillo de la Aljafería (hoy restaurado y público) una 
casa privada de arquitectura defensiva por su cercanía a la marca del Ebro, y 
en su interior un patio con un andito elevado en el eje longitudinal, terminado 
en sus extremos transversales por dos albercas que reflejan, una, los arcos 
lobulados que preceden a una sala y al lado opuesto, una arquería gótica. La 
belleza de la ciudad áulica de Medina Azahara «la de blancura 
resplandeciente», en la falda de un monte a las afueras de Córdoba, paisaje 
que se plantó en lo que la vista alcanzaba con almendros e higueras, fue 
mandada construir por Abderraman III, que antes había edificado un alcázar 
llamado Dar al-Rawda (la Casa del Jardín Florido) y la Munya al-Naura (el 
Jardín de la Noria), tiene una fama, cada día, mas extendida a medida del 
avance de los hallazgos de los arqueólogos, aunque fue destruida cincuenta 
años después de su fundación en el s. X. Su salón Rico, de pedrería, ébano, 
marfil, metales preciosos, cubriendo techo, paredes y suelos, tenía una singular 
perla colgado del techo, regalo de Julián, emperador de Constantinopla, y una 
fuente de bronce sostenida por esculturas zoomórficas realizadas en Córdoba 
 
 
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en oro rojo, en forma de león, gacela, elefante, cocodrilo águila, halcón, 
paloma, zorro, gallo, gallina, buitre y gavilán, con caños que dejaban escapar, 
caer, el agua. En las Mil y Una Noches, un relato de Alah djin (Aladino, el «djin» 
o duende de Alah) parece rememorar la riqueza de Medina Azahara: «... con 
baldosas de perlas y guijarros de almizcle, ámbar y azafrán ...». Sus ruinas no 
son lo bastante faltas de gracia, para hacer olvidar que en el jardín delantero al 
Salón Rico, había un pabellón o miranda que parecía flotar ante el estanque de 
azogue, como los persas aqueménidas que también tuvieron estanques de 
«aguas ardientes» (ellos que rendían culto a Mitra). Ese mercurio, era agitado 
por un esclavo en las luces rasantes del atardecer, lo que enviaba destellos al 
interior del Salón y a todos sus materiales reflectantes, donde los reflejos del 
movimiento circular del esclavo, producían un efecto óptico de movimiento 
giratorio de la sala que parecía ascender. Un estanque es la inteligencia 
simbólica y su reflejo la videncia. Tiene Medina Azhara una similitud con los 
jardines colgantes de Babilonia, los dos se hicieron por el amor de un rey a una 
sola mujer. La imposibilidad de relatar la riqueza de los jardines hispano 
islámicos repartidos por la península, obliga a no referir la belleza de tantos 
existentes en Mallorca, Almería, Málaga, Murcia, Valencia y otras 
localizaciones y a elegir ejemplos representativos muy diferentes entre sí, antes 
de abordar la apabullante maravilla de los existentes en Sevilla y en Granada. 
 
 
 
Vélez-Benaudalla. Jardín-huerto hispano islámico. Cañas, frutal, cipreses. Foto: Autora. 
 
 
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Vélez-Benaudalla. Acantilado del jardín con grutas en piedra caliza horadadas por el agua. Foto: Autora. 
 
 
Toledo fue el corazón de la España medieval, cuando Alfonso VI, en el s. XI, se 
apoderó de ella, los islámicos supieron qué había empezado el fin de aquella 
época gloriosa de libertad, respeto y integración irrepetible. Toledo también 
tuvo sorprendentes jardines en sus palacios urbanos y en sus casas rurales. El 
historiador Al Magari refiere que uno de los elementos más singulares de los 
jardines islámicos fueron los pabellones. El Alcázar de esta ciudad, en la 
misma situación donde una y otra vez se ha reconstruido la casa del rey, en lo 
más alto, sobre un crestón escarpado que casi cae a plomo hasta el Tajo, de 
donde se subía el agua hasta el alcázar y en medio del palacio, llenaba una 
alberca, para qué una vez más, como si flotase, para el último rey islámico Al 
Mamun, se hiciese un pabellón con cúpula de cristales grabados en oro. Una 
maquinaria elevaba el agua hasta lo alto de la cúpula, para dejarla escurrir 
«como una vestidura de agua» sin fin. Dentro, Al Mamun permanecía en su 
caja de cristal y agua con luces de llama que esparcían su brillo oscilante por el 
espejo del estanque. Los pabellones unidos a los estanques, serán una 
constante de los jardines hispanos, tanto islámicos como cristianos en 
realizaciones religiosas o civiles. También el granadino Ibn al Jatib, tuvo un 
pabellón con techumbre de cristal con versos grabados, en el llamado «Jardín 
de las Lágrimas», entre los que se cita: «… el zafareche es mi espejo …» en 
este caso el estanque estaba rodeado del arrayán. Alrededor de Toledo hubo 
numerosas alquerías y almunias, allí conocidascomo «granadales ». Desde el 
río Tajo se obtenía el agua mediante norias, entre numerosas aceñas y azudes. 
Una de estas fincas de época taifa, todavía existente, fue la Almunia Almansura 
hoy conocida como palacios de Galiana, por extensión de otra propiedad de Al 
Mamun. Ésta la usaba como casa de campo y de recreo, para lo que construyó 
un palacio de traza defensiva, necesaria, al estar fuera de la ciudad. Algunas 
 
 
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noticias la nombra como Casa de la Noria, al tener una grande que existía 
hasta el s. XIX, muy cercana a la casa, ya que entonces el meandro del río 
llegaba hasta allí y regaba una extensa huerta, un vergel y campos de cultivo, 
que aún la rodean. En el s. XI. intervinieron en el trazado, Ibn Wafid y en las 
plantaciones, Ibn Bassal. La fachada principal de la casa torreada mira hacia el 
Tajo, a sus pies, la posterior, contempla una lejana Toledo encaramada en su 
altivo espacio. En ese lado, la alquería, o finca de cultivo, tiene su almunia, o 
jardín, un espacio reservado, protegido por muros en tres de sus lados y el 
cuarto que corresponde a la casa con un andito superior y una galería abierta 
del palacio, para mirar directamente al espacio del jardín bajo. Otro andito 
cuadrangular, como un deambulatorio alto, es a su vez palco para contemplar 
el nivel central rehundido, del que se ignora su primitivo propósito. Los siglos 
pasados y las actuaciones sucesivas dejan la duda, de sí el cuadrado central 
rehundido tuvo plantación, o . si fue un aljibe. Ambas posibles soluciones 
tradicionales en España encierran una belleza que sigue intacta y aquí pervive. 
 
 
 
Dos reyes de Hispania-Al Andalus, uno cristiano y otro islámico, departiendo en un jardín. 
 
 
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Plantas habituales en los jardines medievales: ciprés, granado, rosal, tulipán 
 
 
Este jardín de honda característica española, es muestra de la intima fusión 
entre hispanos, cristianos e islámicos. Cuando Alfonso VI tomo posesión de 
Toledo también lo hizo de esta finca que paso a llamarse Huerta del Rey, hoy, 
diez siglos mas tarde, es un jardín paradigmático de España, uno de los más 
bellos que existen, donde se ha sabido mantener el entrañable carácter 
huertano, en unión con el refinado espacio de perfiles recortados. Con una 
situación totalmente distinta por su lejanía de alguna bien poblada ciudad; 
situada en las estribaciones de la Alpujarra Granadina y cercana a la costa de 
Motril, hasta hace una treintena de años existía una alquería con una 
excepcional autenticidad, aun posible después de 500 años de existencia de su 
lejano origen islámico, como casa de campo o casa rústica de algún poderoso 
señor local. Después de esa larga subsistencia sucumbió en parte, por la 
mengua de su caudal de agua en beneficio general, desde los noventa se 
quiere remediar esta pérdida que al ser de carácter rústico no siempre se 
preserva como valioso legado del pasado, a veces cuando ya es irrecuperable. 
Esta propiedad privada es un raro ejemplo quizá único , por su carácter de 
casa de campo y por las características paisajísticas que la conforman y las 
que la rodean, como la impresionante belleza de los montes que proveen su 
abundante agua, razón de esta obra humana; una pequeña agrupación de 
casas, dominadas por una fortificada, que vigilaba el hermoso valle, por donde 
discurre el río Guadalfeo. Todo situado al borde de un crestón calizo que se 
derrumba en un abrupto acantilado. En lo alto, se asienta la alquería, su casa 
con patio y la hermosa acequia, por donde el agua serrana corre para dar vida 
a toda la organización productiva y placentera. El camino, desde el patio con 
cenador, se convierte en meseta por encima de la acequia, donde un repartidor 
 
 
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conduce el golpe de agua para mover el molino y el sobrante convertirlo en 
cascada de escalonados semicírculos. El terreno de la alquería es alargado, 
siguiendo la directriz de la acequia que lo recorre longitudinalmente, además de 
servir de separación del espacio, a un lado, molino, casa, patio, muro y pueblo; 
al contrario el terreno se nivela en ligeras paratas que reciben la plantación, 
donde llega el agua por canales que la reparten para el riego y la conducen a 
las glorietas, con fuentes lobuladas y octogonales, del escondido y bien 
conjugado juego entre huerta nutricia y jardín placentero. Después el agua 
sobrante se derrama en chorros por el acantilado calizo, formando oquedades 
y grutas de estalactitas y estalagmitas, entre avellanos, zarzas, y hiedras, que 
esconden el serpenteante sendero escalonado que desciende hasta el río. Sus 
elementos arquitectónicos son: Miradores, cenador, cascada, escalinata, 
glorietas con solado de cerámica, fuentes, estanque, repartidor, acequia, pilar, 
ruedas de molino empedrando el suelo, emparrado doble a cada lado de la 
acequia, con pilastras a tresbolillo que tiende la parra por encima del eje del 
agua fluyente cuyo fondo se cubre de berros. Las especies de huerta, son, las 
hortícolas: habichuelas, lechugas, alcachofas, berzas; y las frutales: manzanos, 
naranjos, limoneros, nispereros, membrilleros, granados, higueras, avellanos y 
vid. La especies de jardín son: laureles, arrayanes, júpiter, adelfas, acacias, 
pinos y cipreses, en circulo, alrededor de las glorietas, a marco real, en las 
esquinas de las plazuelas cuadradas, en hilera, bordeando los caminos y en 
bosquetes. Rosales y jazmines. Todo en una perfecta organización orgánica de 
adaptación a la función al sitio y al goce turbador de los sentidos. 
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Elemento de jardín islámico: Muro, puerta, alberca elevada, acequias en coadrivio, almendro, frutales, ciprés, almez 
 
 
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JARDINES ISLÁMICOS DE SEVILLA 
el paradigma del jardín medieval islámico se desarrolla, y lo que es más 
importante, se conserva 
en España. No son ni fueron nunca jardines «árabes», son jardines hispano 
islámicos, propios de la idiosincrasia hispana, imposibles de existir en otro 
lugar, fuera de esta península y del archipiélago balear. 
De esta singular belleza, son los ejemplos existentes en Sevilla y Granada. 
En el actual Real Alcázar de Sevilla, tan tergiversado en su falsa y manida 
adjudicación como «árabe», no se levanta, hoy, edificación alguna de su época 
islámica, como tampoco de la romana, anterior, sólo restos de muros. Sí 
quedan, auténticos espacios abiertos de aquél período. Consideración sobre la 
que conviene recapacitar, de cómo lo levantado, lo cerrado, lo construido, se 
cae, se hunde, se derriba, y tantas veces desaparece; en cambio, lo abierto 
persiste, en ocasiones, aunque desaparezca uno de sus elementos 
compositivos: los organismos vivos, lo que ocurre por el simple transcurso 
temporal. Pueden subsistir en ese espacio abierto, aparentemente «vacío», 
datos fundamentales para su percepción como jardín, y su posible 
restauración. Estos son: situación, entorno, medidas, cerramientos, trazado, 
proporciones, elementos arquitectónicos y esculturales, e hidráulicos, restos 
subterráneos de raíces y tantas características que determinan la calidad del 
jardín. 
La edificación existente en el Real Alcázar es cristiana. Recordemos que los 
restos de la antigua puerta de entrada del alcázar islámico se encuentran ahora 
en lugar próximo, aunque fuera del recinto real, visibles sus dos imponentes 
torreones, que flanqueaban la entrada para su defensa, por donde hoy no se 
accede al Real Alcázar. 
Hoy existe una edificación, gótica, mudéjar, renacentista, manierista y barroca, 
que conserva entre sus muros tres jardines de época islámica, perfectamente 
encastrados en las construcciones cristianas, que se mantuvieron, muestra del 
respeto de todos los reyes cristianos, hasta el siglo XVIII, cuando la 
peligrosidad obligó a cegar dos, uno en parte, otro en su totalidad, ante los 
problemas de sustentación provocadosen el Real Alcázar por el terremoto de 
Lisboa de 1755. 
En el interior del R. A. quedó el Patio del Yeso con una arquería lobulada y 
calada, en su sentido longitudinal. Un jardín perteneciente a la tipología de 
espacio rectangular centrado por una alberca de la misma forma, que tanto 
tiene que agradecer a esa variante del peristilo romano. El Patio del Yeso (s. 
XII) presenta una somera plantación de mirto en nítidos trazos que bordean el 
agua, setos recortados en paralelepípedo, sus líneas elementales mantienen 
una gran potencia expresiva. 
Este patio, de época almohade, está directamente conectado, por uno de sus 
lados menores, con una construcción hispano cristiana, la Sala del consejo de 
Alfonso XI, que se nombra en J. M. III. ambos espacios, abierto el islámico 
(patio), cerrado el cristiano (sala), se unen por un trazo de agua que parte del 
centro de la sala, desde una redonda fuente baja, de mármol blanco, 
 
 
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Foto 1.- Jardín Rehundido de Pedro I de Castilla. Real Alcázar de Sevilla. Patio de las Doncellas (Archivo de la 
Alhambra). 
 
con canalillo de la misma piedra, que vierte el agua en la alberca hispano 
islámica. 
Se desliza el agua despaciosamente por ese conducto, que presenta incisiones 
en todo su recorrido en líneas quebradas de zigzag, semejantes a las usadas 
en el antiguo Egipto, en pinturas murales o en los Libros de los Muertos, que 
representa el agua. A los que persisten en denominar casi todo los hispano de 
esa época bajo el calificativo de «árabe», les puede aclarar este conjunto tan 
representativo de lo medieval hispano, tanto el patio islámico como la sala 
cristiana, y además recordar que esta sala es anterior a la Torre de Comares 
de Granada, dato irrefutable e ilustrativo de las influencias mutuas, quizá de 
una plena simbiosis creativa. 
No se copiaron los toscanos y los romanos, ya que pertenecieron a la misma 
época artística, el Renacimiento. En la España medieval pueden diferenciarse, 
y también identificarse realizaciones cristianas de las islámicas, sin copia. 
Pueden ser creaciones con influencias persas, greco-romanas, cristianas, 
bizantinas, etc. 
El ahora llamado Jardín del Crucero, lo fue en la Edad Media y además 
rehundido; en su nivel inferior —el de tierra— se plantaron naranjos, según los 
archivos, con un manto de romero en su suelo. 
Por su trazado, responde a la tipología de jardín cuatripartito, de los persas 
sasánidas, que tanto impresionó a los primeros islámicos en la hégira inicial. 
Una forma y un sentido que tienen el mérito de haber transmitido en toda su 
extensa área de permanencia, por dos fundamentales razones: sus analillos de 
riego, en retícula, fueron identificados como los arroyuelos de agua corriente 
que describe el Corán, ese lugar de todo bien, fuera del alcance terrenal, sobre 
todo el arábigo: tener sin fin, agua, flores, frutos, sombra (y huríes), para los 
merecedores a ese premio en el más allá; y, el nombre persa de «pardes», 
«paraideza», «paraíso”, para denominar sus creaciones, igualmente tan unidas, 
para ellos a lo divino. 
 
 
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La palabra «paraíso» era el nombre en Persia para designar el jardín (espacio 
diferenciado, delimitado, ordenado, simbólico), se transmutó para los islámicos 
en lo ofrecido en el Corán, que por descripción no es un jardín, pasó a serlo, 
por uso de la denominación de «paraíso». 
El crucero de este jardín islámico, bajo el mandato almohade, del real Alcázar, 
estaba constituido por dos ánditos elevados hasta el nivel del suelo de las 
habitaciones de la casa del rey, de donde se salía y se cruzaba, de N. a S. y de 
E. a O. de este patio, y entrar al posterior Salón Gótico de Alfonso XI. Según 
Rodrigo Caro, bajo los ánditos en cruz hubo dos acequias con la misma forma. 
Las Cuatro áreas de plantación quedaban con las copas de los naranjos al 
nivel de los ánditos, sin sobresalir, lo que mucho sorprendió a Munzer en 1498, 
con el prodigio de su floración y de su fructificación simultáneas, como un 
manto extendido, y el añadido regalo de su aroma. En el nivel inferior, a más de 
dos metros y medio de profundidad, se podía pasear bajo las copas tupidas de 
esos naranjos, bosquetes de sombra realmente placenteros. 
El recurso para compactar los cimientos del R. A. En 1755, rellenó casi todo el 
espacio del jardín inferior, que hoy mantiene abajo una breve memoria del 
jardín rehundido que fue. Como recuerdo del crucero medieval, queda visible 
inferiormente en dirección E. O., bajo una arquería gótica, una de las dos 
acequias, o alberca longitudinal, donde María de Padilla, favorita de Pedro de 
Castilla, tomaba baños ante personajes del sequito, costumbre iniciática 
bastante extendida, en las fuentes, como se comprueba en pinturas de jardines 
medievales cristianos. 
Es de desear y esperar que llegue la excavación, con el consiguiente, hoy 
técnicamente posible, refuerzo de los cimientos, para recuperar en su totalidad 
este jardín que sólo España tiene, y la específica composición arquitectónica 
de este alcázar, y así completar una trilogía única existente en el mundo. Un 
palacio real, el más antiguo en uso de Europa, con tres jardines medievales 
rehundidos, dos hispano islámicos y uno hispano cristiano, el que mandó hacer 
Pedro 
I (s. XIV) en el espacio más representativo de su palacio, el Patio de las 
Doncellas, que da paso al Salón de Embajadores. 
Jardín recientemente excavado y sacado a la luz, desde el siglo XVI, en que se 
solo, para gloria del arte de España. La estupenda restauración acometida 
bajo la dirección del arquitecto Rafael Manzano, de excavar el jardín rehundido 
perteneciente al palacio de Al Mutamid, luego correspondiente a la zona del R. 
A. conocida desde los RR. CC., como Casa de la Contratación, devolvió este 
jardín al patrimonio de España, para su conocimiento y contemplación. 
Jardín perteneciente al espacio del antiguo alcázar, 
hoy inexplicablemente segregado y al que se debería poder acceder desde el 
R. A., para su comprensión y justa valoración histórica. De menores 
dimensiones que el Jardín de Crucero, este jardín de época almohade se 
realizó sobre otro anterior de época taifa, del que quedan y han sido 
preservadas unas albercas en sus extremos transversales, donde también se 
conservan las arquerías que abrían las estancias interiores al jardín. 
En su espacio rectangular, se conforma un jardín cuatripartito con ánditos que 
se entrecruzan perpendicularmente y bordean anchos canales centrales, que 
siguen las mismas direcciones. 
Esta fórmula de gran simplicidad, de dos rectas en cruz, tiene variantes de gran 
sutileza, máxime cuando como en éste, no solamente se combinan sus líneas 
 
 
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en superficie, y sus usos, la de andadura y la de contención del agua, sino que 
hay un cuádruple juego de niveles, el del recorrido perimetral y el recorrido 
cruzado, el del fondo de tierra del jardín donde está la plantación, dos metros 
más debajo de los ánditos, el del fondo del canal y el del nivel de la superficie 
del agua que lo llena, y el que marcan las copas de los naranjos. El canal en su 
cruce produce un ensanchamiento circular, forma que sigue el ándito. En este 
centro de agua se levanta sobre pie interior, un vaso circular, que vierte el 
líquido de su redonda piedra en el líquido del recto canal. 
Las ericas, con plantación de naranjos, son cuatro estancias rehundidas sin 
comunicación entre sí, hondos receptáculos de paredes de ladrillos que forman 
arquerías resaltadas, de huecos ciegos. 
En muchas construcciones medievales, faltan los complementos que 
antiguamente tuvieron realizaciones de carpintería, como escaleras, puentes, 
tejados que protegían las almenas, o colgadizos, a modo de corredores 
enganchados a las fachadas, al estar realizados en madera, por el 
uso del tiempo o los accidentes, fuego, pudrición, etc., han desaparecido.No 
es aventurado suponer que estos «cuartos» rehundidos, cubiertos por las 
copas de los naranjos, tendrían escaleras de madera para acceder a tan 
apetecible lugar de frescor, luz tamizada y perfume. 
Quizá tuvieron estancias perimetrales, como los cubículos adyacentes de los 
peristilos romanos… 
No existe en el mundo entero un jardín de época y características similares que 
se le pueda comparar; es este uno de los jardines paradigmáticos de España. 
Conviene seguir insistiendo en los orígenes formales de este jardín, idénticos a 
los del Jardín de Crucero del Alcázar. 
Si en ellos se rememora el jardín persa sasánida por su trazado en crucero, en 
el mismo espacio se integra la singular disposición de ciertos peristilos 
romanos y cartagineses del N. de África, por donde los islámicos pasaron. 
Amplia zona que durante siglos fue conocida como Hispania Tingitana a ese 
lado del estrecho, donde la civilización romana presentaba unas muestras, que 
igualmente eran reconocidas y reutilizadas en la Hispania Visigoda y luego en 
Al Andalus. 
Aún subsiste de aquellos ejemplos dobles, alguno, cerca de las ruinas de 
Cartago. 
El hallazgo en profundidad, resolvía las altas temperaturas de la zona, por el 
sistema de excavar el peristilo y darle un nivel bajo tierra como un pozo de 
frescor, sombra, tierra mojada y plantación, y otro en el nivel de la casa. 
Aquellos peristilos dobles, tuvieron dos deambulatorios alrededor que daban 
paso a los cubículos 
 
 
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Foto 2 Jardín Rehundido. Palacio de Al Mutamid. Real 
Alcázar de Sevilla. 
 
Otra solución parecida, en busca del frescor, puede encontrarse en los 
criptopórticos romanos que aún existen en España, y en la costumbre 
mantenida en Andalucía y en particular en Sevilla donde persiste en muchas 
casas unifamiliares, vivir en el piso alto en invierno y en el bajo en verano, 
donde sólo se mudan las personas, las habitaciones se cierran o abren, según 
la estación del año. 
 
Foto 3.- Sevilla Jardin Rehundido. Nivel Bajo. Arcos de ladrillos resaltados. 
 
 
JARDINES HISPANO ISLÁMICOS DE GRANADA 
De los muchos jardines que tuvo la Granada islámica, en la medina antigua, en 
la nueva, en la vega; las alquerías y almunias de carácter productivo, los que 
crecían en las laderas de las colinas, los «Karm», jardines de casas comunes 
con su imprescindible parte o carácter huertano, sobresalen y hasta son 
 
 
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incomparables a cualquiera del vasto mundo islámico, de su propia época o de 
los realizados posteriormente, que con tanto entusiasmo son incansablemente 
referidos, sin duda merecedores de la atención que reciben, son 
incomparables, a los que con siglos de antelación existieron, para ejemplo 
mundial, en Granada. De ellos subsisten dos en la colina de la Sabika y uno en 
el Cerro del Sol. 
La Alambra se construye como ciudad alta protegida por su elegida situación 
en la cumbre de la cima de la Sabika. 
Rodeada de muros, torres, puertas y fosos, era un conjunto político, social, 
militar y religioso, con casas para mandatarios, séquito, guardianes y 
servidores. En el frontero Cerro del Sol se construyó una pequeña casa para el 
sultán, sólo para determinados días, donde se realizó un jardín, anterior a los 
de la Alambra. 
Es un conjunto más antiguo que Comares y que Leones. «Yennat al Alarif» que 
dará Generalife, significa en sus posibles interpretaciones: Jardín del 
Arquitecto, Huerta Excelsa, más probablemente Jardín del Hacedor. Una 
huerta «excelsa» no se adjudica a cualquier realizador, sino al Máximo, el 
Jardín del Creador. 
Se realizó durante el reinado de Ismail I (1314-1325), como lugar de descanso, 
en cortas permanencias, debido a su débil defensa por su peligroso 
alejamiento. 
Su entrada original aún existe, es una rampa empedrada que se inicia desde el 
pequeño barranco que separa las dos colinas, el lógico camino desde la 
Cadima antigua en el Albaicín. Cierra el acceso una puerta de batientes de 
madera; después de la subida, se llegaba al primer patio donde se dejaban las 
caballerías. Todo lo demás excepto las mínimas habitaciones y el jardín entre 
ellas, estaba rodeado de huertos, vergeles, estanques y conductos para el 
agua, traída directamente de Sierra Nevada y regulada por albercones 
sucesivos. 
Desgraciadamente existe hace pocos años una macroentrada que convendría 
a un campo de deportes, también se mantienen unas equivocadas 
instalaciones lúdicas, que inacertadamente se están ampliando, como si no 
hubiera otro sitio más que el Generalife, como si su belleza no se dañara y 
como si su autenticidad no fuera tergiversada. 
Huertas medievales, pruebas de nuestra superioridad y antigüedad en cultivos 
y en cultura, 
espacios de historia que otros para sí querrían. Un ambiente mucho más 
interesante, incluso para los visitantes, que lo realizado en el s. XX y en el XXI. 
Por suerte son errores res remediables, por desgracia no tienen mentor. 
 
El Cerro del Sol, fue abancalado de antiguo para facilitar su cultivo y su riego, 
posiblemente antes de la supremacía islámica, por pueblos allí asentados 
anteriormente. Sus numerosas paratas, cada vez más necesarias, se realizaron 
para cultivar hortalizas y frutales en función de despensa de La Alambra. 
Una de ellas, larga y estrecha como todas, dada la inclinación del terreno, 
situada entre otras superiores y otras inferiores, elegido su nivel para 
la contemplación del paisaje, se escogió para la construcción de la casa de 
descanso del sultán, valiéndose de ese espacio estrecho y largo, que 
determinó la forma y la dimensión del jardín, flanqueado en sus extremos 
menores por las pequeñas construcciones. 
 
 
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El jardín, un «ryad» o jardín cerrado, se trazó con criterio de crucero, con las 
dos líneas compositivas que se cruzan perpendicularmente, en este caso, 
escogiendo la longitudinal como un canal de agua, que corre a veces hasta 
impetuosamente, cuando se abren las compuertas de regulación. 
El brazo transversal de la cruz quedó compuesto por un paso de piedra con la 
misma anchura que la acequia. En su centro hubo un templete, del que 
quedaban restos de las bases en los ángulos del cruce, testimonio de la 
presencia de las columnas que lo sostenían, si la última restauración que 
levantó todo el Generalife no los ha eliminado. Las ericas de plantación 
ligeramente rehundidas recibían el agua del canal central por unas 
perforaciones de las que han dado fe investigadores y restauradores 
anteriores, sistema de riego por inundación, las cuatro ericas recibieron la 
plantación propia de los «paraísos» persas, luego mantenido en las alfombras, 
a modo de tapiz de predominio floral, mas sabiamente combinado, en cuanto a 
cromatismo y floración programada, que los británicos «herbaceous border» del 
XIX. 
Con bastantes siglos de antelación. Así desde el templete, el sultán, avistaba 
este resumen de un mundo o microcosmos, con los cuatro elementos 
primordiales del universo, agua, aire, tierra y fuego. 
El Generalife fue ofrecido a la familia Benegas por los R.R.C.C. en 
agradecimiento a su intervención a la entrada de los cristianos en Granada, 
nombrándoles alcaides perpetuos. 
Con el paso del tiempo emparentaron con los Grimaldi, que poseyeron el 
Generalife –aunque con acceso de ciertos visitantes– hasta principios del s. 
XX, cuando el rey Alfonso XIII, por medio de su ministro Beltran y Musitú, 
consiguió que la última poseedora, aceptase ser marquesa de Generalife, de 
manera vitalicia y que a su muerte, el Generalife pasara al Rey, como así 
sucedió. 
 
 
Foto 4.- Puerta de Comares. Actualmente en el Patio del 
Cuarto Dorado. La Alhambra (foto autora). 
 
 
 
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Foto 5.-Patio de Comares. Reflejo en la alberca. Pico vertedor de la fuente lateral (foto autora). 
 
Alfonso XIII lo legó al entonces patrimonioReal y desde entonces es patrimonio 
de España. Una actuación nunca agradecida ni recordada. 
 
 
Foto 6.- Patio de los Arrayanes o de Comares. Seto de mirto. La Alhambra (foto autora). 
 
La pertenencia de esta finca a la línea italiana tuvo efectos significativos: 
realización de un jardín romántico en las paratas superiores, suprimiendo las 
huertas altas, con respeto de la Escalera del Agua, elemento singular de un 
jardín medieval hispano islámico, con su tres tramos de escalera de ladrillo 
interrumpidos por dos rellanos redondos, con los muretes laterales por donde 
baja el agua conducida por tejas colocadas como canales, en la zona de 
pasamanos, produciendo con tan simples medios una emoción artística 
irreprimible. Escalera sublime de cal y canto, y elemental sencillez, sagrada por 
su uso como purificación de pies y manos, otro canal descendía por su suelo, 
 
 
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del almuecín que subía al oratorio en lo alto, para cantar a oración, cinco veces 
al día, a todos los que trabajaban en las aterrazadas huertas de ese cerro. La 
época «italianizadora», dotó en el s. XIX, de una elevación construida en los 
bordes de la acequia que atraviesa el jardín cuatripartito, donde 
instalaron boquillas que lanzasen chorrillos de agua, en juego cruzado a lo 
largo del recorrido del canalillo, produciendo un sonido excesivo que no 
corresponde a su origen. En la última reciente restauración se ha optado por 
mantenerlos quedando exactamente igual que estaba en la época de la 
restauración de 
Bermúdez, en 1959. 
No se han atendido antiguas peticiones públicas, Congreso de Parjap en 1986, 
y otras particulares, de alternar la salida del agua de los surtidores –pese a los 
avances tecnológicos – para poder disfrutar del «ryad» como fue en época 
islámica, lo que denota una ausencia de correcta y completa información y 
atención histórica. 
De las áreas de plantación se han suprimido cipreses y magnolios desfasados 
en cuanto a situación, especie y tamaño, la plantación de la reciente 
restauración incluye granados y naranjos, «salpicados ». Un seto de mirto 
recortado en paralelepípedo no parece tener justificada su situación al borde 
del murete elevado del canal, y según información directa un «prado florido » 
cubrirá el suelo. 
Elección que corresponde al jardín medieval cristiano, siendo lo correcto como 
jardín islámico, que fuese cubierto por un «tapiz persa» o «alfombra floral». 
Medievales las dos, en España, se diferencian. En el monumento mas visitado 
en España, este jardín (restaurado), debería presentar el mejor aspecto 
estético , basado en una técnica perfecta que si siempre fue posible, ahora es 
ineludible. No hay que esperar a que la temporada 
 
Foto 7.- Patio de los Leones. La Alhambra. Muhamad V. 
Plantación ensayo años 70 (foto autora). 
 
 
 
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favorezca la plantación. Esa se procura aparte día a día, se vigila y se repone. 
Todo jardín es arte, es artificio, este tanto, o mas. Ese tapiz persa, que incluso 
podría tener los granados y los naranjos, tenía que estar perfecto, sin mácula, 
sin marras, cambiando permanentemente las plantas o los tiestos preparados 
en lugares adecuados para que los visitantes, profesionales, aficionados o 
curiosos, recibieran el impacto de la perfección del legado jardinístico de este 
arte hispano, en el momento de su contemplación. 
Un jardín de tamaño tan reducido no presenta dificultad de un mantenimiento 
histórico exquisito. 
Una restauración no solo estudia el pasado, no solo 
proyecta el presente, sino que prevee el futuro, el mañana inmediato, la 
temporada siguiente, y el ciclo anual en progresión sin fin. 
Lo que se puede conseguir con especialistas de historia, para que con el buen 
técnico jardinero, y equipo, que tienen estos jardines, elabore el sistema 
apropiado a tan sublime obra de arte, tenga la plantación adecuada de tapiz 
persa a lo largo del año, sin pausas, ni experimentos botánicos. 
El Generalife debería contar con una dirección estética del arte de los jardines 
y de su historia, que recuperase su propio entorno de huertos, devolviendo su 
autentica dimensión a esa realización medieval, que favorecería la 
comprensión de su antigüedad y no con jardines de los años 30 y 50 y unas 
instalaciones inapropiadas, 
en ese sitio, por el simple hecho de que están al «aire libre» y bajo la óptica de 
muchos, principalmente de algunos mandatarios que ven «sitio libre» «espacio 
vacío», suelo sin coste, etc, más una fama ajena de la que se aprovechan. 
Mucho se puede argumentar de estas decisiones propias de la segunda mitad 
del s. XX, que siguen… porque entre otras cosas, nadie defiende los jardines 
historicos... si no que miran para otra parte, si es que saben de que se trata, 
que quizá no. Sería beneficioso perder el miedo a que este joyel de la historia y 
del arte de España, la mayor atracción del turismo español, 
 
 
Foto 8 .-Patio de los Leones. La Alhambra. Muhamad V. Plantación a petición del Congreso de Icomos, año 
1972. 
 
 
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fuese mas visitado –no sería el primer caso en el mundo– con sus huertas, de 
perfecto mantenimiento en rotación de especies hortícolas, florales y frutales, 
mucho mas interesantes, mucho mas en su lugar, y mucho menos frecuentes y 
por todo esto mas atractivas, que un trazado y una plantación sin criterio, que 
inducen a confusión, y unas instalaciones que pueden situarse en cualquier 
otro sitio. 
¿Cuándo lo excelso sustituirá a lo mediocre? ¿Cuándo lo histórico, lo auténtico, 
lo único, tendrá protección? 
En la Sabika, en el interior de la Alhambra existen dos jardines que completan 
la excelsitud de estos jardines de España. El realizado en el reinado de Yusuf I 
(1333-1354), correspondiente a la parte mas representativa de su casa real, la 
Torre de Comares. Potente construcción de base cuadrada que eleva su 
imagen de poder, muy notoria por su fuerza y altura, para ser vista con facilidad 
entre una arquitectura máclica, de general menor altura. 
La torre alberga el Salón de Comares, donde el sultán recibía a embajadores y 
emisarios, al tiempo que les transmitía por el lenguaje de los símbolos, su 
enorme poder. 
Gracias a los estudios durante toda una larga vida ya su conocimiento del 
árabe antiguo, D. Emilio García Gómez, desveló la verdad de este conjunto que 
durante siglos, se había interpretado erróneamente en informaciones vacuas. 
Al salón o sala del trono, se accedía frontalmente atravesando el jardín, el Patio 
de los Arrayanes, entrando por una construcción que lo antecedía, una sala 
cuadrada, con techo de semiesfera, una «qubba», lo único que se tiró para 
construir el palacio renacentista de Carlos V, por Machuca. 
Esa antesala, tenía una fachada con la puerta de entrada al conjunto palacial, 
de tal belleza que el propio Emperador pidió al arquitecto que la trasladara, 
para su preservación para los siglos venideros y allí está, para avisados, 
parece un estupendo tapiz colgado como homenaje al visitante con todo su 
largo mensaje escrito en su superficie. 
En el Patio del Cuarto Dorado donde se colocó, se encuentra en su suelo de 
mármol blanco de las canteras de Macael, la copia de la fuente islámica 
original, que se trasladó al Patio de Lindaraxa, una realización renacentista, y 
hoy se encuentra en el Museo de La Alhambra del Palacio de Carlos V. La 
fuente está posada sobre una capa de agua de un estanquillo octogonal, es 
redonda, de un bloque de mármol, con un borde de altura mínima, esta 
delicadamente esculpida en gallones crecientes desde el centro, que presentan 
incisiones en zigzag, del origen ya referido. 
Son a modo de pétalos de la flor acuática que representan ¡Una flor de piedra, 
siempre el arte¡ como un nenúfar o un loto, de los que abundaban en el Nilo, 
cuando pasaron por allí. El agua borbotea desde el centro (nunca se alza ni 
restalla) 
y en determinadashoras de iluminación, el líquido, en la formas de ese 
recipiente, en movimiento ondulante, continuo y repetitivo, ofrece los reflejos y 
los destellos que la luz 
 
 
 
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Restauración de Bermúdez Pareja, 1974. Archivo de La Alhambra. 
 
produce, en un juego inolvidable que favorece la contemplación y la 
meditación. 
Cuando se accedía al Salón de Comares, la acogida y al mismo tiempo la 
preparación psicológica, al encuentro con el sultán, era el recorrido del Patio de 
Los Arrayanes. La inmediata atracción por la belleza de su espacio rectangular 
proviene de su trazado, siguiendo las reglas de la proporción áurea de los 
griegos. 
En Al Andalus la geometría, las matemáticas, la astronomía, la astrología, la 
medicina, fueron ciencias conocidas, practicadas, y enseñadas en sus 
universidades, con anterioridad a los demás países de la Europa medieval, y 
uno de los aportes de España al renacimiento. 
Arrayanes, pertenece a la tipología de los jardines con alberca central, como 
elemento principal de su composición, que repite las mismas proporciones, 
forma de ejemplos anteriores y de origen ya conocido. 
La gran alberca se avista desde un extremo y al otro se halla la sala de 
Comares. Esta alberca era una muestra de la posibilidad de resistir un asedio, 
sin ser rendidos por la sed, allí, ocupando el centro, 
era una prueba evidente de esa superioridad. En su superficie espejeante se 
refleja la Torre de Comares, clara y potente, en una duplicada imagen 
de poder. «Lo que está arriba, es igual a lo que está abajo» repite la imagen de 
casi inalterable trazo, en el agua, apenas brizada por un ligero ondulamiento, 
que aumenta la percepción de su reflejo y de su mensaje. 
Un breve pasillo de mármol blanco separa a ambos lados de la alberca, los dos 
enormes setos de mirto (al rayan, en lengua árabe) que enmarcan y subrayan 
la superficie reflectante del agua. Sus potentes proporciones resaltan la 
atención por compactos paralelepípedos. 
 
 
 
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Foto 9 .- El Generalife. Granada. Huertas antiguas 
 
 
Alonso de Herrera dio constancia de los recortes artísticos («caprichosos») de 
los hispano islámicos, cuando conoce La Ahlambra después de los R.R.C.C. 
Otra herencia romana, el arte topiario. 
Entre el reflejo y el perfume, entre el agua y la planta, pasaba el invitado, hasta 
Comares, sobre un suelo deslumbrador, en un largo y estrecho recorrido de 
líneas rectas y significado claro, hasta el rey. 
La autentica fachada que daba paso a Comares presenta dos puertas 
idénticas, creando una entrada bifurcada, que daba paso a los dos estrechos 
pasos a ambos lados del obstáculo calculado de la alberca. 
Las paredes de este patio, hoy en blanco, tuvieron escenas pintadas que 
fueron en algún momento borradas o se fueron esfumando. 
Son detalle importante de este jardín, las dos fuentes en los extremos menores 
de la alberca, redondas, bajas, con largos picos vertedores que avanzan, 
estrechándose de base a fin, interrumpidos en la mitad, por sendos 
ensanchamientos redondos, y finalmente se derrama en la alberca. Mana el 
agua del centro de las fuentecillas y se expande en ondulantes círculos hasta 
las paredes del redondel, donde el reflujo invierte el sentido, en un continuo 
vaivén de anillos de sombra y luz, hasta que se precipita por la abertura del 
pico entrecruzándose en perfectas aspas de agua, para ensancharse en el 
redondo intermedio y luego repetir las ondas cruzadas hasta verter en la 
alberca. Círculos, aspas de agua, que se hacen y se deshacen, no 
casualmente, sino por el control de las medidas de una sutil programación. 
El patio de los Arrayanes es expresión de poder, para los de fuera, en 
contrapartida es, para los de dentro, lugar de recogimiento, que lleva a la 
abstracción, cuando el agua y la luz, y el rumor, se funden con el espíritu. 
 
 
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Foto 10.-El Generalife. Última restauración 2003. Archivo de 
la Alhambra. 
 
Muhamad V (1354-1391), hijo del anterior, no destruyó la obra de su padre, 
realizó su propia casa, y en su núcleo, otro patio, el de los Leones, que toma su 
nombre de los doce de su fuente central, del s. XI, restos del palacio del judío 
Ibn Nagrela, allí asentado antes de la construcción de La Alhambra. 
Mucho se ha elucubrado de la «inconveniencia» de representaciones 
antropomórficas y zoomórficas, corriente perteneciente a una época de 
extremismo religioso. Existen extraordinarias muestras tanto en la sala de los 
Reyes, que representan seres humanos –y un jardín– en las bóvedas de sus 
estancias, como en el pabellón de caza Al Amrrah de Jordania, recuperadas 
gracias al ministerio de Asuntos Exteriores de España, con los retratos de 
cuerpo entero de todos los reyes de la época Omeya, entre ellos D. Rodrigo. 
Así como las múltiples bocas de fuente en forma de león, existentes en el 
palacio real de La Almudaina en Mallorca, que pertenecieron a su espléndida 
huerta, donde es deseable que vuelvan a soltar caños de agua, en ese espacio 
recuperado, para su completa comprensión. 
Fuesen los doce leones signo de las horas, como se dice, pudo ser una 
clepsidra, la fuente con caída de agua por el león adecuado a la hora, o no; de 
las fauces de los leones, «babea el agua», como es sabido, gracias a los 
buenos traductores, sin saltar, ni salpicar, como se ha dicho en otros tiempos, y 
corre luego por los canalillos, o acequias, dividiendo el jardín en cuatro partes. 
 
 
 
 
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Foto 11.-Escalera del agua. El Generalife (foto autora). 
 
 
El Patio de Los Leones, es el sumun de los jardines islámicos, no ya de 
España, sino del ancho territorio mundial donde se asentaron. No hay uno que 
comparársele pueda. 
Su compleja, y a la par perfectamente imbricada tipología, reúne, el jardín 
cuatripartito persa sasánida, el peristilo greco-romano, con el deambulatorio, 
rememora el claustro cristiano que comunica todas las estancias, es un remedo 
del oasis, con los fustes de las columnas como troncos de palmeras, y sus 
templetes como «jaimas» plantadas en su borde. Tiene connotaciones con el 
«mar de bronce» del templo de Jerusalén, por su fuente redonda con figuras de 
animales y con otras persas con leones cuyas facies son muy similares. 
Su espacio aunque ligeramente trapezoidal, está trazado según la divina 
proporción, de donde emana su armonía, y en su espacio puede incluirse el 
esotérico Septenario, como halló A. Enrique. 
 
Plataforma de Vico (1609). 
 
 
 
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Avanzan los templetes, como las tiendas en el límite de las palmeras. 
Todo alrededor, las columnas con sus fustes de mármol casi translúcido y sus 
arcos lobulados y calados, esperan que la luz los transforme en arqueadas 
palmas. Las columnas están colocadas, como no se conoce en espacio alguno 
columnado. Además del ritmo de fustes e intercolumnios, de volumen y 
espacio, en Leones, el número variable, la distancia o la separación entre ellas 
a partir de las entradas, a Dos Hermanas y a Abencerrajes, en los ejes 
longitudinales, están ordenadas con diferencias de número y ritmo, que 
corresponden a diferencias en los intercolumnios y en los arcos, semicirculares, 
apuntados, lobulados y calados. Las columnas agrupadas o exentas, mantiene 
un ritmo 2,1,2,2,1,2 para luego pasar a 1,1,3 (en el ángulo) y 1,2,2,3 (otro 
ángulo) y seguir 1,1,3 (tercer quiebro). Es sorprendente el ritmo acelerado que 
se percibe hacia los extremos, por la disposición armónicamente dinámica de 
las columnas, que hace que la mirada, se precipite hacia los ángulos mayores. 
De las cuatro estancias circundantes, todas ellas parte del conjunto de los 
Leones, dos son fundamentales de su unidad y de su esencia. 
Dos Hermanas, nombre relacionado con las estrellas de la constelación de 
Géminis se prolongaba por el Mirador de Lindaraxa, perdido hoy su sentido conel patio renacentista, por el cierre visual hacia el paisaje. 
Conserva el mirador algunos cristales de colores puros, amarillo, rojo, azul, 
incrustados en su carpintería, que procuraban la oscuridad y las luces 
coloreadas que tenían antiguamente estas aberturas. 
 
 
Foto 12.- El Generalife. J. Laurent (1870). 
 
Esta sala y la frontera, de los Abencerrajes, así como los templetes, tienen 
fuentecillas redondas empotradas en el blanco mármol del suelo de donde 
también brota dulcemente agua que baja al encuentro del centro, por el 
canalillo escalonado hacia los leones mas bajos, donde ocurre un juego 
hidráulico único: de los leones salen los cuatro canales que llevan el agua en 
las cuatro direcciones cardinales, en sentido centrífugo, y se encuentra con la 
 
 
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que llega en sentido inverso de las dos salas y de los dos templetes. En una 
ilusión óptica, parece el agua ir hacia arriba, subir escalones y adentrarse en 
las salas y en los templetes laterales. Es la habilidad de saber componer con 
un elemento líquido, lograr una estructura intangible, y no solo regar, 
estructurar o iluminar, también, producir estupor. 
Abencerrajes tiene en su centro un estanque que corresponde en vertical a la 
cúpula superior, geométricamente una explosión solar, que se contempla 
entera en el estanque. 
De la sabia situación de esta lámina de agua, resulta, además, una perspectiva 
reflejada. 
En su superficie puede verse, como en un espejo, la sala contraria y lejana de 
Dos Hermanas, sin que los de allí se apercibieran de ello, saltando la imagen 
por encima del espacio de Leones. Un efecto óptico siglos antes de que 
Descartes explicase las leyes, no descubiertas por él, del ángulo de reflexión y 
del de incidencia. 
La sabiduría de los tiempos de la Antigüedad, que en España se conocía y se 
enseñaba, centurias antes qué en el resto de la Europa de entonces, tuvo un 
puente desde la península hispánica, por las islas, a las costas de la península 
itálica, donde además encontró el paisaje cultural adecuado al florecimiento 
renacentista. 
El sabio arabista García Gómez, explicó, que Leones era el espacio de 
representación de un rey culto, Muhamad V (1354-1391) para una corte 
exquisita, con poetas en puestos de ministro. Amigo de Pedro I, al que envió 
alarifes, para realizar su cristiano alcázar sevillano, donde él mismo, estuvo 
invitado por el rey de Castilla, por lo que es seguro que conoció los jardines 
rehundidos de Sevilla, y Pedro de vuelta le envió pintores. 
El Patio de los Leones está a la espera de recuperar su autenticidad histórica, 
para transmitir toda la emoción estética con que fue ideado. La cuatro ericas 
estaban ligeramente rehundidas, para ser regadas por inundación, mientras se 
podía pasear a pie enjuto, por los ánditos de mármol en cruz, que bordean a 
ambos lados los canalillos cruciformes. 
Regar una alfombra de flores, que no alzasen su porte mas arriba del níveo 
nivel del suelo, para no cortar los fustes de las columnas, ni las manos y patas 
de los leones, que podrían parecer, estar descansando en tan cromático y 
oloroso suelo. El Patio de los Leones, era un lugar de reuniones de alta 
expresión cultural, con poetas y músicos, capaces de dirigir el reino nazarí. 
Duele que una posibilidad tan fácil, (solicitada en dos congresos en Granada, 
ICOMOS 1972, PARJAP 1985) no se acometa tras tan larga y razonada 
espera, y no presentar mas, esa árida y áspera imagen, nada auténtica, para 
que el mundo entero que por su deambulatorio gira, vea, contemple, y se 
asombre de un jardín único, que es de España, una de sus glorias y no de las 
menores  
 
 
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Foto 13.- El Generalife. García Ayola (1880).

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