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XVIII surgió ya entonces la idea de la evolución, que había de dominar el XIX. Desde Buffon hasta Kant v Lamarck se adquirió el conocimiento de la evolución de la tierra, de la sucesión en ella de diversas formas de vida. Por otra parte, se per- feccionó, en trabajos que hicieron época, el estudio de los pueblos cultos, y estos trabajos aplicaban en todas partes, desde Winckelmann, Lessing y Herder, la idea de evolución. Por último, en el estudio de los pueblos primitivos se logró el miemhro intermedio entre la teoría de la evolución desde el punto de vista de las ciencias naturales ~' los conocimientos de la evolución histórica, que estahan fundados en la vida estatal, la religión, el derecho, las costumbres, la lengua, la poesía y la literatura de los pueblos. Así pudo entonces aplicarse el punto de vista histórico evolutivo al estudio de toda la evolución natural e histórica del hombre, y el tipo «hombre» se disolvió en este proceso evolucionarío. La teoría de la evolución que se originó así está ligada necesaria- mente al conocimiento ele la relatividad ele roela forma de viela histórica. 40 Los tipos de visión del mundo Ante la mirada que abarca la tierra y todo el ,Pasado desaparece la va- lidez absoluta de cualquiera forma particular de vida, organización, re- ligión o filosofía.' De este modo, el desarrollo de la conciencia histórica destruye, de un modo aún más profundo que la contemplación del anta- gonismo de los sistemas, la creencia en la validez universal de cualquiera de las filosofías que han intentado expresar de un modo concluyente la complexión del universo mediante una complexión de conceptos. La filosofía no ha de buscar en el mundo, sino en el hombre, la coherencia interna de sus conocimientos. La vida vivida por los hombres: com- prender esto es la voluntad del hombre actual. La multitud de los sistemas que intentaron aprehender la conexión del mundo está ahora en manifiesta relación con la vida; es una de las más importantes e instructivas creaciones suyas, y así el mismo desarrollo de la conciencia histórica, que ha hecho una labor tan destructora en los grandes siste- mas, nos será utilísimo para superar la áspera contradicción entre la pretensión de validez universal en cada sistema filosófico y la anarquía histórica de estos sistemas. Es la expresión más tajante y extrema del historismo. Nos puede parecer exa- gerada y, desde luego, menesterosa de justificación. Pero para entenderla recta- mente conviene no olvidar que todas las realidades, aun las que por su índole propia hayan de tener un núcleo «absoluto» y suprahistórico, quedan afectadas por la historicidad en cuanto se refieren al hombre, en cuanto se dan en la vida humana. Por esto es cierto que ninguna forma particular -es lo que dice Dilthey- tiene absoluta validez. 5 Aparece en Dilthey, f,-mulado del modo más claro, el tema de la filosofía como comprensión de la vida humana. Esta es su gran cuestión. La frase anterior, que alude al hombre como fundamento de la coherencia de los conocimientos, en lugar del mundo, podría parecer subjetivismo; en rigor no es así. Hay que guar- darse de proyectar sobre los términos de Dilthey, en quien se inicia un nuevo clima filosófico, la significación que les han adherido otras formas de pensamiento. El contexto muestra que en Dilthey se trata de interpretar y entender la realidad desde la vida humana. y superar así la antinomia de los sistemas «absolutos» v opuestos. CAPITULO 1 Vida y visión del mundo LA VIDA La última raíz de la VlSlOn del mundo es la vida. Esparcida sobre la tierra en innumerables vidas individuales, vivida de nuevo en cada individuo y conservada -ya que como mero instante del presente escapa a la observación- en la resonancia del recuerdo; más comprensible, por otra parte, en toda su hondura de inteligencia e interpretación, tal como se ha objetivado en sus exteriorizaciones, que en toda percatación y apre- hensión del propio vivir, la vida nos está presente en nuestro saber en innumerables formas, y muestra, sin embargo, en todas partes los mismos rasgos comunes. Entre sus diversas formas hago resaltar una. No trato de explicar ni de clasificar; meramente describo la situación que todos pueden observar en sí mismos. Cada pensamiento, cada acto interno o externo se presenta como una punta de condensación y tiende 'hacia adelante. Pero también experimento un estado interno de reposo; es sueño, juego, esparcimiento, contemplación y ligera actividad: como un fondo de la vida. En ella aprehendo a los .demás hombres y las cosas no sólo como realidades que están conmigo y entre sí en una conexión causal; parten de mí relaciones vitales hacia todos lados; me refiero a hombres y cosas, tomo posición frente a ellos, cumplo sus exigencias respecto a mí y espero algo de ellos, Unos me hacen feliz, dilatan mi existencia, aumentan mi energía; los otros ejercen sobre mí una presión y me limitan, Y dondequiera que la determinación de la orientación individual que impulsa hacia adelante deja al hombre espacio para ello, observa y siente estas relaciones, El amigo es para él una fuerza que eleva su propia exister.cia; cada miembro de la familia tiene un puesto determinado en su vida, y todo lo que lo rodea es entendido por él como vida y espíritu que se han objetivado allí. El banco delante de la puerta, el árbol umbrío, la casa y el jardín tienen en esta objetivación 42 Los tipos de visión del mundo su esencIa y su sentido. Así crea la vida desde cada individuo su propio mundo. ¡; 2 LA EXPERIENCIA DE LA VIDA De la reflexión sobre la vida nace la experiencia vital. Los aconte- cimientos individuales que provoca el haz de impulsos y sentimientos en nosotros, al encontrarse con el mundo circundante y el destino, se reúnen en ella en un saber objetivo y universal. Como la naturaleza humana es siempre la misma, también los rasgos de la experiencia vital son comunes a todos.; La caducidad de las cosas humanas, y en medio de ella nuestra capacidad de gozar de la hora; en naturalezas enérgicas, '"' bien limitadas, una tendencia a superar esa caducidad mediante la cons- titución de una firme armadura de su existencia, y en naturalezas más delicadas o cavilosas, la insatisfacción en ella y el ansia de algo verda- deramente perdurable en un mundo invisible; el progresivo poder de las pasiones, que crean como un sueño imágenes fantásticas, hasta que la ilusión se disuelve en ellas. Así se perfila de diversos modos la ex· periencia de la vida en los individuos. Su fondo común en todos lo constituyen las intuiciones del poder del azar, de la corruptibilidad de tod6 lo que poseemos, amamos o bien odiamos y tememos, y de la constante presencia de la muerte, que determina de modo omnipotente para cada uno de nosotros la significación y el sentido de la vida. En la cadena de los individuos se origina la experiencia general de la vida. Por la repetición regular de las experiencias particulares se forma en la convivencia y la sucesión de los hombres una tradición de expre- siones de ellas, y éstas adquieren en el curso del tiempo cada vez mayor precisión v seguridad. Su seguridad se funda en el número siempre cre- ciente de los G1SOS de los que inferimos. en la subordinación de los Dilthey supera el punto de vista de las «cosas» como tales, como realidades ljU(, tienen una consistencia determinada y ciertas relaciones entre sí, para enten- derlas vitalmente, en función de la totalidad que es la vida. Cada cosa aparece así referida a la vida, en la que tiene un puesto y un pape! preciso. El mundo no es simplemente un mundo de cosas, sino el mundo en el que se vive; tiene, pues. un carácter vital y circunstancial, definido por el individio para quien es mundo. ; Aquí aflora el grave problema de la naturaleza humana. En cierto sentido, para