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Caravelle Literatura tradicional y literatura popular. Romance y corrido en México Aurelio González Resumen Revisión diacrónica del romance y el corrido en México. Evolución de los romances peninsulares en el contexto indiano. Nacimiento del corrido (finales del XIX) y relación con la veta "vulgar" del romancero español. Tradicionalización de algunos tipos de corrido, y vitalidad del género. Résumé Historique du romance et du corrido au Mexique. Evolution des romances péninsulaires dans le contexte américain. Naissance du corrido (fin du XIXe) et rapports avec la veine "vulgaire" du romancero espagnol. Traditionnalisation de certains types de corridos et vitalité du genre. Citer ce document / Cite this document : González Aurelio. Literatura tradicional y literatura popular. Romance y corrido en México. In: Caravelle, n°65, 1995. Les cultures populaires en Amérique latine. pp. 143-157; doi : 10.3406/carav.1995.2662 http://www.persee.fr/doc/carav_1147-6753_1995_num_65_1_2662 Document généré le 31/05/2016 C.M.H.L.B. CARAVELLE n° 65, pp. 143-157, Toulouse, 1995 Literatura tradicional y literatura popular. Romance y corrido en México PAR Aurelio GONZALEZ El Colegio de México s s £~y upongamos que un miembro de una comunidad compusiera algo ^^ propio en verso...7" ¿Qué pasaría? De llevarse a cabo la anterior CJ suposición, lo que pasaría sería rnuy? distinto según nos coloquemos en la perspectiva de la tradición oral o fuera de ella. Si no hablamos desde esta perspectiva oral, el individuo en cuestión habrá creado un texto literario de mayor o menor valor y con posibilidad de que sea en mayor o menor medida reconocido por sus contemporáneos —o, si no por ellos, por las generaciones futuras— como un hecho literario; si por el contrario hablamos de tradición oral, el texto no podrá considerarse como un hecho artístico (en este caso literario) mientras la comunidad no lo acepte y, si ésta no lo hace, el texto se perderá para la tradición, pues no se conservará en la memoria colectiva, ya que la transmisión de ésta es oral. Esta aceptación, y por tanto la literariedad folclórica, dependerá de si el texto se ajusta a un lenguaje determinado, estructuras específicas, temas ; Roman Jakobson y Pietr Bogatyrev, "El folklore como forma específica de creación" en Ensayos de poéticaîVCE, México, 1977, p. 9. 2 Algunos autores sitúan este tipo de cultura bajo el rubro de folclor, englobando así el hecho literario dentro de la creatividad artística artesanal. 144 C.M.H.LB. Caravelle propios, etc.; en otras palabras, de si se ajusta a los códigos del lenguaje de la tradición oral, que es el parámetro de referencia con el cual la comunidad acepta o no un texto como propio. Jakobson y Bogatyrev, al poner en relación el folclor (literatura de tradición oral en nuestro caso) y la literatura, hacen ver que "el primero corresponde a la lengua, y la otra, al habla ", con lo que se pone de manifiesto el carácter de realización individual del texto literario que podemos llamar culto. De acuerdo con esta diferencia, el "texto" de tradición oral, concebido como obra folclórica por Jakobson y Bogatyrev, es "extrapersonal y tiene sólo existencia potencial. No es sino un complejo de normas e impulsos determinados, un cañamazo de tradición actual que los intérpretes animan con los adornos de su creación individual, como lo hacen los generadores del habla con respecto a la lengua ". Entonces, aplicando esta dicotomía de origen saussuriano: lengua-habla (langue-parole), el "texto" de tradición oral sería "lengua", y su objetivación, esto es las distintas variantes interpretativas realizadas por los distintos transmisores, serían "habla". La obra literaria de tradición oral no se puede concebir como tal en el momento de su creación, sea quien sea su autor, tal como sucede en otros tipos de literatura, sino en el momento en que, por estar acorde con una estética colectiva, la comunidad la acepta y la hace vivir a través de todas y cada una de sus distintas objetivaciones o realizaciones individuales, que son variables, y a las cuales conocemos como versiones. Se puede, por otra parte, dar el caso que un texto nacido como obra literaria culta entre a formar parte de la cadena de transmisión oral, y que sólo en este proceso adquiera las características del lenguaje tradicional oral. Esto sucede por lo general con textos que tienen afinidades con lo comunitario o tradicional, ya sean temáticas o estructurales, o con géneros populares no folclóricos, también arraigados en la comunidad. De lo anterior se desprende que, en realidad, la aceptación del "texto" por la comunidad se vuelve un hecho en el momento en que éste forma parte del acervo comunitario; es decir, del acervo individual de cada uno de los distintos transmisores de la comunidad. Pero no todos los individuos —depositarios de una versión, que ya no del "texto"— actúan de la misma manera. La mayoría serán depositarios y transmisores que se pueden definir como pasivos: estos transmisores no se apasionan por las histo- 3 Ibid, p. 13. 4 Id, pp. 12-13. Romance y corrido en México 145 rías que cuentan, no buscan su conocimiento, lo reciben circunstancialmente, y por eso el acervo de "textos" que poseen es relativamente limitado; las "historias" que poseen están expresadas en un lenguaje del que son "hablantes" naturales, pero su ejercicio de este lenguaje en cada objetivación del relato no llega casi nunca a rebasar los límites propios de la relación lengua-habla. Por el contrario, existen otros transmisores que son los verdaderos recreadores, poseedores de acervos amplios por el dominio que tienen del lenguaje tradicional y, por lo mismo, realmente hacedores, es decir "poetas", de la tradición oral, capaces de conservar el texto y remodelarlo poéticamente en el momento en que lo integran en su memoria , y de establecer una interrelación entre lo individual y lo comunitario. Para decirlo con palabras de Ruth Finnegan: "The oral poet is not merely the voice of communal pressures, neither is every poet an individual and untrammelled genius: poetry is the creation both of a particular community and of a particular individual ". La especificidad de la literatura oral no radica entonces solamente en su forma de transmisión (por la voz), sino también en que está compuesta de acuerdo con unos principios particulares, que no son los mismos de la literatura "culta". Con lo cual por "oral" no se deberá entender simplemente lo contrario de "escrito", sino una forma específica de creación literaria y de cultura. Podemos considerar que el proceso de transmisión oral está integrado por los siguientes pasos: creación (oral o escrita) en algún momento indeterminado y, a fin de cuentas, poco importante una vez que el "texto" forma parte del saber de la comunidad; objetivación (ejecución-recepción, performance ); fijación por la memoria y, nuevamente, ejecución . El texto existe en forma concreta solamente en el momento en que un miembro de 5 Sobre este punto no todos los especialistas están de acuerdo, ya que algunos piensan que la remodelación poética o variación, se da en el momento de la objetivación o "performance" del texto. Pero esta posición me parece más difícil de sostener. Mi experiencia me ha demostrado que el transmisor por lo general posee su versión, o cuando mucho dos versiones (normalmente en este caso una de ellas es tradicional, y la otra, lexicalizada, bien sea de origen libresco, o bien una vulgata). Para el transmisor sería muy complicado mantener la fijeza de su versión si la rehiciera en el momento de cada ejecución (performance). Los transmisores excepcionales, creativos, con real dominio del lenguaje tradicional, si hacen variaciones en el momento de la ejecución lashacen sobre su propio patrón narrativo del texto que ya poseen con anterioridad. 6 Ruth Finnegan, Oral poetry, Cambridge University Press, Cambridge, 1977, p. 213. 7 Este término en inglés se usa cada vez con más frecuencia para indicar el acto complejo en que coinciden la transmisión (en forma oral) y la recepción (en forma auditiva). * Cf. Paul Zumthor, "Pour une poétique de la voix", Poétique, 40 (1979), p. 519. 146 C.M.H.LB. Caravelle la comunidad lo ejecuta, para sí mismo o ante algún escucha. Esto implica una serie de dificultades que no se presentan con la lectura del texto escrito, pues, como bien ha dicho Zumthor: "La performance orale implique une traversée du discours par la mémoire, toujours aléatoire et trompeuse, déviante en quelque façon; d'où les variations, les modulations improvisées, la re-création du déjà- dit, la répétitivité: aucune globalité n 'est perceptible, à moins que le message ne soit tres bref ". Por otra parte, el hecho mismo de este tipo de performance implica la participación amplia de los sentidos y de las circunstancias variables en que este acto complejo se lleva a cabo, todo lo cual contribuye a completar, con elementos suprasegmentales y contextúales, el significado del texto de una forma totalizadora que rebasa el nivel de lo que se puede entender cuando sólo se conoce la versión del texto objetivado por el transmisor durante una ejecución. El carácter efímero de cada variante, o sea, la inestabilidad textual definitoria de la literatura de transmisión oral debida a su "apertura", significa que nunca se agotan las posibilidades de variación de un "texto", entendido como el cañamazo del que hablan Jakobson y Bogatyrev. Por eso mismo, para ahondar realmente en la significación de un texto tradicional en su contexto histórico y social, los estudiosos que lo abordamos desde fuera de la comunidad en que éste vive y se desarrolla sabemos que es necesario hacernos del mayor número de versiones posibles, sin olvidar que jamás lograremos conocerlas todas. Esta forma de concebir -y producir- el hecho literario fue fundamental, y en muchos casos la única, durante gran parte de la historia literaria de la Humanidad. ¿Cuántos textos del mundo helénico o de la Edad Media, hoy sacralizados como textos únicos, no son sino versiones desgajadas de la cadena tradicional? Al hombre culto de nuestros días, sumergido en la producción literaria industrial post-gutenbergense/0, le cuesta trabajo entender el proceso de una literatura en la cual no hay una clara diferenciación entre el emisor y el receptor, y en la cual la originalidad y la exclusividad son términos casi sin sentido. Sin embargo, no hay que olvidar que, aun en nuestros días, la mayor parte de los seres humanos disfrutan de una literatura exclusivamente de este tipo, la misma que ha existido desde que los primeros hombres decidieron que un relato tenía valor y 9IbüL,p.521. 10 Sobre este problema véase la presentación de Diego Catalán del Catalogo general del Romancero pan-hispánico, (CGR), Seminario Menéndez Pidal-Gredos, Madrid, 1984, pp. 13-15. Romance y corrido en México 147 merecía conservarse, por contener algo distinto de la simple comunicación cotidiana. Con lo anterior no negamos la convivencia de ambas formas de literatura, hoy y en otras épocas, en determinados ámbitos, ni pretendemos comparar sus méritos o valores. Simplemente, queremos poner de manifiesto la existencia de una especificidad de la literatura oral y lo erróneo de aplicarle indiscriminadamente los criterios de la literatura culta, ya que, además de su distinto proceso de transmisión, está formada por elementos que, aunque en ocasiones son similares, se organizan de manera diferente. Para decirlo en palabras de Jakobson y Bogatyrev, "seria ambiguo hablar tie formas idénticas a propósito de folklore y literatura [entendida en su forma culta]. Así, pongamos por caso, el verso, concepto que a primera vista parece significar lo mismo, tanto en literatura como en folklore, cubre aspectos en realidad muy diferentes en el plano funcional ". Es claro que si un texto, para formar parte del acervo oral, ha tenido que ser aceptado por la comunidad, debe ser tomado en cuenta no sólo en sus aspectos formales, sino también en su contenido, pues existe también una relación más o menos profunda entre contexto y contenido que prolonga en el tiempo, no sólo una tradición literaria, sino también una tradición ideológica; la presencia de "elementos que apuntan a un mundo in- actual, no es contradictoria con la actualidad permanente de sus mensajes. La presencia de esos significantes arcaicos no responde a un interés 'histórico' (más bien sería 'arqueológico') por unas estructuras políticas, sociales e ideológicas caducadas... ", sino, como explica el mismo Catalán, a la presentación de un mundo alternativo que permite soluciones que en el mundo real serían demasiado subversivas. Un mismo poema, gracias a la apertura que caracteriza este mundo literario, podrá reactualizar su sentido, a veces gracias a variantes mínimas, para adaptarse a las instituciones y situaciones vigentes de la comunidad en la cual se reproduce. Muchas veces, la acronía (entendida como atemporalidad o temporalidad anacrónica) permite el planteamiento de opciones renovadoras de la sociedad al explicar, a través del relato actualizado, las condiciones y costumbres del contexto en el cual vive un texto determinado. Esto es posible gracias a esa doble condición que posee el texto oral, que, por una parte, es un vigoroso soporte de la tradición, y, simultáneamente, permite, por ausencia de fijeza, una expresión riquísima de la innovación. No todos los textos que se transmiten oralmente son del mismo tipo. La primera diferencia estriba en el estilo en que están compuestos; sin em- " Jakobson y Bogatyrev, op. cit., p. 19. "Catalán, CGR, op. cit., p. 21. 148 C.M.H.LB. Caravelle bargo, hay que tomar en cuenta que en este campo la diversidad estilística es mas restringida, y que "la multiplicidad de estilos suele corresponder en el folklore a la multiplicidad de los géneros ". Por lo tanto, el "estilo épico" corresponde al género épico, aunque en la tradición oral —como en la culta- existen formas mixtas (épico-líricas, por ejemplo) que corresponden a géneros mixtos como la balada. También existen otras diferencias, que, aunque se reflejan en el estilo, corresponden a elementos más profundos. Me refiero, por ejemplo, a los textos llamados "vulgares", caracterizados por un estilo que toma términos y estructuras de la literatura culta, pero que se adapta a una estética popular7 , y que, por lo general, se difunden desde los centros urbanos, y recogen comúnmente un ideario de las clases dominantes75 en temas que habitualmente son de "crónica negra" (o "nota roja"): catástrofes, crímenes, aventuras sentimentales desgraciadas, acontecimientos escandalosos, etc. En este tipo de textos, entre los que se podrían incluir también los que se definen como populares (aquellos que, aunque siguen los linea- mientos temáticos y formales anteriores, no llegan a extremos "amarillistas"), toma parte la transmisión impresa a través de pliegos y hojas volantes vendidos por sus trasmisores (intérpretes ambulantes, en ocasiones ciegos, más o menos profesionalizados), y su variación es casi nula, pues el lenguaje no es el natural de la oralidad y por tanto se memo- rizan tal cual. En algunos casos, sin embargo, entran verdaderamente en la cadena de trasmisión oral, con sus juegos de variantes, y en efecto pasan a formar parte del saber folclórico permanente de una comunidad; esto es, se tradicionalizan . Todo lo anterior nos permite distinguir dentro de la oralidad tipos distintos de textos. Para ello, han sido de fundamental importancia las teoríasy definiciones acuñadas por Menéndez Pidal, quien distinguió acertadamente entre popular y tradicional, definiendo como popular: 13 Jakobson y Bogatyrev, op. cit., n. p. 11. i4"\a>s del vulgo recogen los desechos de la poesía culta [...] o imitan torpemente las ingenuidades del pueblo". P. Henríquez Ureña, "Música popular de América", en Pedro Henriquez Ureña y su aporte al folklore latinoamericano, INAH, México, 1981, p. 86. 15 Catalán, op. cit., p. 21. ""No hay que olvidar que aun dentro de la oralidad nos podemos encontrar casos en los que el valor de un texto depende de su fijeza; es decir de la fidelidad absoluta con que se transmita. Un ejemplo bien conocido de esto son los relatos, conjuros y oraciones que requieren de un grupo de transmisores profesionalizados (sacerdotes o chamanes) que velen por una conservación inalterable de aquéllos. Este tipo de transmisión oral aparecerá sobre todo cuando el texto se ha ritualizado debido a su carácter fehaciente, originalmente mítico o mágico. Romance y corrido en México 149 Toda obra que tiene méritos especiales para agradar a todos en general, para ser repetida mucho y perdurar en el gusto público bastante tiempo [...] El pueblo escucha o repite estas poesías sin alterarlas o rehacerlas; tiene conciencia de que son obra ajena, y como ajena hay que respetarla al repetirla . Y como poesía tradicional aquella: que se rehace en cada repetición, que se refunde en cada una de sus variantes, las cuales viven y se propagan en ondas de carácter colectivo, a través de un grupo humano. [...] bien distinta de la otra meramente popular. La esencia de lo tradicional está, pues, más allá de la mera recepción o aceptación de una poesía por el pueblo [...]; está en la reelaboración de la poesía por medio de las variantes™. Esta poesía (literatura) es obra de un "autor legión", vive "en variantes75*" rehaciéndose continuamente, y es la que corresponde al gusto estético más profundo y permanente de la colectividad. Si aceptamos la tesis pidalina que distingue entre tradicional y popular, es conveniente aclarar que el término folclor se referirá entonces, de manera general, a aquella parte de la cultura del hombre que se transmite oralmente y cuyo conocimiento perdura a través del tiempo en los distintos estratos o clases de una sociedad20. Es conveniente, por lo que nos muestran de la cultura de una comunidad, distinguir entre las formas populares y las tradicionales y mantener estos términos a pesar de la polisemia que poseen, sin englobarlos en el más indeterminado, aunque en ocasiones útil, término de folclor. Dentro de la literatura de tradición oral (tanto tradicional como popular) en México tiene gran vitalidad la poesía narrativa y en esta forma especialmente el corrido. Para hablar del corrido debemos remontarnos a sus orígenes en el Romancero, patrimonio común de todos los pueblos de la tradición ibérica. 17 Ramón Menéndez Pidal "Poesía popular y poesía tradicional en la literatura española" en Los romances de América, Espasa Calpe, Madrid, 1932, p. 73. 18 Ibid., p. 74; véase también su Romancero hispánico, t. I, Espasa Calpe, Madrid, 1953, pp. 40 y ss. 19 Prólogo de Ramón Menéndez Pidal, Diego Catalán y Alvaro Galmés, Cómo vive un romance. Dos ensayos sobre tradicionalidad, CSIC, Madrid, 1 954. 20 Véase Karel Horálek, "Folk poetry: History and Typology" en Current Trends in Linguistics, vol. 12, Linguistics and Adjacent Arts and Sciences, Mouton, The Hague- Paris, 1974, pp. 741-807. 150 C.M.H.LB. Caravelle Cuando se habla de la llegada del género romancístico al Nuevo Mundo, es un lugar común mencionar el diálogo entre Hernán Cortés y Portocarrero ante las costas de México con versos de romances , sin embargo no puede dejar de mencionarse pues es un episodio que retrata perfectamente la forma en que el Romancero estaba arraigado en la expresión coloquial de los hombres del siglo XVI y cómo en ese momento la cultura tradicional está plenamente vigente y posee una dinámica que le permite acompañar al hombre en todas sus actividades, aun en el nuevo ámbito apenas conocido de esta tierra sorprendente. Los testimonios sobre la presencia del Romancero en el continente recién descubierto se remontan al mencionado de 1 5 1 9 y son frecuentes a lo largo del siglo ; por otra parte, la llegada de cancionerillos, pliegos sueltos y romanceros también está documentada a lo largo de todo el siglo XVI23. Esta presencia en parte se explica porque durante todo el siglo XVI el gusto de la comunidad hispánica por el Romancero es evidente, tanto por la proliferación de ediciones de pliegos sueltos, cancioneros y romanceros -señal de que existía un numeroso público que estaba interesado y los compraba-, como por la presencia en el habla coloquial cotidiana de versos romancísticos que se convierten en tópicos casi con valor paremioló- gico. Por otra parte, así como el hombre europeo se acomodó a las condiciones climáticas y nuevas estructuras sociales que le planteaba el nuevo continente y dio lugar a una descendencia americana, también el Romancero se integró a la cultura americana, modificando muchos de sus aspectos y generando manifestaciones innovadoras propias de la nueva cultura. En este trasplante a tierras americanas, merced a la apertura propia del género, el romance se enriquece con términos nuevos, secuencias narrativas, formas particulares, etc., al tiempo que permite que en algunos casos el texto deje de ser un romance y se convierta, por ejemplo, en un corrido, nuevo género americano, hijo del romance tradicional oral y del romance vulgar de pliego y nieto de la balada europea, que en México desplaza en vitalidad al propio romance. 21 Ramón Menéndez Pidal, Romancero hispánico. Teoria e historia, Espasa-Calpe, Madrid, 1953, T. Il, pp. 226-236. 22 Otros cronistas, además de Bernai Díaz del Castillo, como Fernández de Oviedo, Pedro Cieza de León y Diego Fernández Palencia también nos proporcionan testimonios de la presencia del Romancero en América. 23 Irving Leonard, Los libros del conquistador, FCE, México, 1953. Romance y corrido en México 151 No es posible dar de manera tajante las características generales de la tradición romancística americana, pues si en la propia Península, mucho más pequeña geográficamente, encontramos distintas tradiciones, el fenómeno en América se multiplica. Sin embargo, sí podemos apuntar algunos de los elementos que, con distinto grado de expansión, encontramos en los romances recogidos en el Nuevo Mundo. En primer lugar, y como es lógico, tenemos la adaptación al español o portugués empleado en esta parte del mundo; se trata de los giros propios del español americano, pero también de los topónimos, la flora y fauna locales y las referencias históricas concretas . En otras ocasiones, por ejemplo en el caso de una palabra no comprendida, ésta se puede conservar, pero se altera manteniendo su magia incomprensible, como sucede en el caso de algunas versiones mexicanas del romance de Alfonso XII donde se deforma el término "carmesí" en "copesí" o "cortesí". En otros casos, la tradición hace inteligible un término desconocido como "jato" convirtiéndolo en "pato", ejemplo que encontramos en un texto de La dama y el pastor recogido en Nuevo México . Posteriormente, ya en el México independiente, después del período de la ruptura con España, hay un momento en que se percibe que el verdadero peligro es la aculturación proveniente del ámbito estadounidense y se trata de rescatar una forma de tradición de tipo hispánico. En este sentido el romanticismo había traído consigo el redescubrimiento de la tradición romancística española de origen medieval, misma que en México también fue conocida por los autores liberales y conservadores a través de losrománticos españoles. En esta línea Guillermo Prieto se lanza a la tarea de reconstruir una tradición, perdida en su óptica particular, lo cual sólo demuestra su lejanía de la cultura popular, la cual evidentemente tenía vitalidad y vigencia aunque tal vez no en la línea que esperarían los liberales ilustrados de esa época. El Romancero nacional? , publicado en 1885, es la expresión evidente de un manejo de la cultura tradicional y popular por parte de los autores liberales mexicanos como Prieto, Altamirano, Riva Palacio, etc. Por otra parte los impresos (hojas volantes por lo general) que han llegado a nosotros con corridos del siglo pasado nos permiten aceptar que a finales del siglo XIX el corrido ya es una forma poética narrativa épico-lí- 24 Cf. Mercedes Díaz Roig, Estudios y notas sobre el Romancero, El Colegio de México, México, 1986, pp. 12-14. 25 Arthur L. Campa, Spanish folk-poetry in New Mexico, The University of New Mexico press, Albuquerque, 1946, p. 44. •^Guillermo Prieto, El romancero nacional, pról. Ignacio M. Altamirano, Porrua, México, 1984. 152 C.M.H.LB. Caravelle rica completamente constituida y con vigencia y vitalidad tradicionales (y por lo tanto con variantes derivadas de la transmisión oral). Del contenido de estos impresos también se puede deducir que el corrido es una forma apreciada por el gusto popular dentro de una línea temática muy relacionada con aquella que se desarrolla en la literatura de pliego suelto en general como, por ejemplo, el romance vulgar sobre historias de crímenes, bandoleros, amores desgraciados, etc.) Se puede decir que esta vitalidad sólo será plena en el último cuarto del siglo XIX porque los textos que poseemos anteriores a esa época, y que muchas veces se consideran como corridos, en realidad están mucho más cerca de la poesía satírica (por lo general en coplas), que fue muy popular durante el siglo XVIII con un contenido político o histórico, pero con un desarrollo narrativo muy limitado. Esta falta de estructura narrativa es la que nos hace que no podamos considerar esos textos como verdaderos corridos. Como ejemplo de estas composiciones que en otro sentido son antecedentes del corrido, habría que situar los textos propagandísticos de la guerra de Independencia como las Mañanitas de Hidalgo^ los boleros alusivos a las batallas de Acúleo y del Monte de las Cruces o los cantares dedicados a Morelos27. Para Vicente T. Mendoza sólo es "cuando se cantan las hazañas de algunos rebeldes al gobierno porfirista", en el último cuarto del siglo XIX, que aparece verdaderamente el corrido. Este investigador considera que en ese momento "es propiamente el principio de la épica en que se subraya y se hace énfasis en la valentía de los protagonistas y su desprecio a la vida2*", con lo cual define al corrido en una dimensión épica descartando de hecho toda la vertiente novelesca que, desde mi punto de vista, es parte esencial en la temática del corrido. Por otra parte, los corridos de finales de siglo ya tratan una gama amplia de temas: por ejemplo, los hay de tragedias {Suceso acaecido en el pueblo de Tlamanalco ), de accidentes {El descarrilamiento de Temamantla, 189530), sobre hechos heroicos {Mártires de Veracruz, 18793/), toreros 27 Archivo General de la Nación (México), Operaciones de guerra, t. 939, f. 599, e Infidencias t. 52 ff. 20-22 publicadas por Mario Colín, El corrido popular en el Estado de México, Biblioteca Enciclopédica del Estado de México, México, 1972, pp. 3-7. 28 Vicente T. Mendoza, El corrido mexicano, FCE, México, 1954. p. XV. 29 Colín, op. cit., pp. 8-15. 30 Hoja suelta de la Imprenta Vanegas Arroyo. 31 Higinio Vázquez Santana, Canciones, cantares y corridos, t. I, León Sánchez, México, [1924], pp. 158-159. Romance y corrido en México 1 53 (Ponciano Díaz, 1895 o Bernardo Gaviño, 1886 ), además de otro grupo de corridos cuyo tema central es la muerte trágica de un personaje valiente y osado que por sus características de bandolero social fácilmente se convierte en héroe popular. A estos textos muchas veces se les atribuye ese sentido épico prerrevolucionario. En el corpus de corridos y romances que perduran en la tradición oral mexicana actual podemos encontrar tanto textos tradicionales como populares. Entre los textos tradicionales que podemos identificar por su estilo, mucho más alejado de los recursos de la tradición culta, encontramos algunos que se caracterizan por circular frecuentemente a través de una versión privilegiada (en muchos casos la música tiene mucho que ver en esta consagración de una versión) que llamamos vulgata la cual se ha clausurado y acepta un número mínimo de variantes. Este es el caso del romance de La adúltera o Albaniña que en México se conoce como La Martina. Sin embargo también perdura en la tradición otro tipo de versión de este romance mucho más abierto a variantes. Otros romances de tipo tradicional que tienen vitalidad en México son Delgadina, Las señas del esposo, Alfonso XII, La aparición y Román Castillo (este último sin antecedentes en la tradición hispánica por lo que podemos suponer que se trata de una creación local sobre el modelo de los romances españoles) y romances infantiles como Don gato, Hilitos de oro y Mambru3. La tradición mexicana, poseedora de esa otra forma tan vital de poesía narrativa que es el corrido, ha asimilado varios romances tradicionales como Bernai francés (conocido en muchos lugares como Corrido de Elena) a esta nueva forma incluyendo sus propias fórmulas, estrofismo, introducciones y despedidas. Esta adaptación de los romances a un género tan próximo como es el corrido en ocasiones se limita a una transformación relativa de los textos romancísticos, ya sea a través de la música o por el uso de algunos de los recursos característicos de corrido, tal es el caso de las versiones mexicanas de La adúltera (conocida en México como La Martina) que, sin dejar de ser romance, integran recursos propios del corrido como las introducciones y despedidas o estrofismo. En el caso del corrido podemos afirmar que los corridos de tema revolucionario casi no perduran en la tradición oral común actual, salvo algunos textos muy identificados con el género o relacionados con hechos locales (Zapata en el Estado de Morelos, La toma de Zacatecas en la zona de 32 Hojas sueltas de Vanegas Arroyo reproducidas por Colín, op. cit. 33 Véase Mercedes Díaz Roig y Aurelio González, Romancero tradicional de México, UNAM, México, 1986. 154 C.M.H.LB. Caravelle Zacatecas, etc.), en la mayor parte de los casos sólo forman parte del acervo de corrideros profesionalizados. El aspecto novelesco (expresado básicamente a través de una temática de amores y aventuras) se encuentra tanto en el Romancero hispánico como en la balada internacional, y son precisamente los textos con esta temática los que han conservado su vitalidad al pasar el tiempo y los que dan nueva vigencia a esas formas poéticas o géneros una vez que desaparece el clima épico en el cual dicho género tuvo amplia difusión como expresión de los valores de la colectividad en un momento de crisis y gran aliento épico como fue la Revolución mexicana. Entre los corridos con más vitalidad en la actualidad encontramos, en primer lugar, aquellos de valientes. En algunos casos se trata de textos recogidos a lo largo de casi cien años con permanencia comprobada en la tradición oral como es el caso de Heraclio Bernai, publicado por vez primera a fines de la década de 1880 por la imprenta de Vanegas Arroyo bajo el título de El corrido de Heracleo Bernai del estallo de Sinaloa, recogido, entre muchos otros, por Mendoza en 19473 y recientemente en trabajos de campo realizados en 1989 y 1994 . Otros corridos de estilo tradicional sobre valientes que siguen muy presentesen la tradición oral actual son Valente Quintero y Simón Blanco, este último mucho más reciente y probablemente de origen de hoja volante impresa. Los corridos sobre caballos como El caballo Mojino, El Cantador, Caballo lomo gatiado, La yegua Prieta y El Moro, El Petardo y El Diamante también han permanecido en el gusto de la colectividad. Estos corridos tienen una impostación totalmente novelesca ya que normalmente tratan de triunfos en carreras parejeras con una visión de hazaña trascendente o de muertes trágicas en torno a las apuestas en este tipo de carreras de gran arraigo popular. También perviven algunos textos de origen épico, en los cuales es el elemento novelesco el predominante, por ejemplo los corridos de Benjamin Argumedo o Felipe Angeles, ambos generales revolucionarios, en los cuales la narración se centra más en su fusilamiento que en sus acciones guerreras; o Valentín de la sierra, personaje de la guerra cristera cuya ^Mendoza, op cit. p. 448. 35 Encuesta en San Francisco del Rincón, Guanajuato, por Aurelio González y alumnos de El Colegio de México. 36 Mercedes Zavala en la región noreste del país. 37 "El protagonista se llamó en realidad Valentín Avila, y era originario del rancho de los Landa, cerca de Huejuquilla [...] Este es seguramente el corrido cristero más conocido entre nosotros; sin embargo en la historia cristera, nadie consigna a Valentín Avila, nadie Romance y corrido en México 155 realidad histórica ha quedado diluida en el anónimo Valentín "de la sierra". Por otra parte, corridos de amor desdichado de tono tremendista como Margarita Reyes, Juan y Micaela Rosita Alvírez también son paradigmáticos del gusto de la tradición oral actual, al grado que este último se ha llegado a recoger en España *, constatando su difusión popular en otros ámbitos culturales. Los corridos que podemos definir como de estilo popular básicamente desarrollan dos temas, uno que viene de tiempo atrás y que ha sido característico de la literatura de pliego suelto u hoja volante y que corresponde, como ya dijimos, a crímenes (asesinatos, venganzas, suicidios, etc.) con una fuerte carga tremendista; La arracada, La maestra de la escuela o El crimen de El Barretat, y otro, mucho más reciente, que maneja tópicos, motivos y temas ya usados por la tradición, pero que ahora se desarrollan en el ámbito del narcotráfico como en el caso del corrido de El "ruso" Zúñiga, narcotraficante de Chicago. Otros ejemplos de estos textos, en los cuales se inserta muchas veces una moraleja explícita sobre el fin desdichado de los criminales, pueden ser La carga blanca, sobre el tráfico de droga a través de la frontera de México con Estados Unidos, o El hijo que mató a su padre39, que empieza diciendo: Por Tamaulipas y Texas, ¡cómo hay hombres con delito! Unos trafican la hierba, otros el polvo maldito. Es evidente que el corrido mexicano en la actualidad (y muy probablemente desde sus inicios, ya que está relacionado con el romance de pliego) pertenece al ámbito de la oralidad secundaria , en el cual el papel de la imprenta, ya sea a través de hojas volantes, pliegos sueltos o cancioneros callejeros, ha sido determinante en la conformación y difusión del género. Desde luego, el valor noticiero original del corrido no ha desaparecido, se sigue empleando como una forma de expresión pseudopopular en textos circunstanciales de intención política propagandística. Son muchos los da razón del lugar que ocupó en las fuerzas cristeras; ni donde operó". Corridos de la rebelión cristera, folleto que acompaña al disco (INAH 20) del mismo nombre, p. 6. 38 Concretamente en una encuesta de campo realizada por Francisco Mendoza en Albacete en 1985. ^Recogido por Mercedes Zavala en Crucero de Aquismón, San Luis Potosí, en 1987. "^ Walter Ong, Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, FCE, México, 1987. 156 C.M.H.LB. Caravelle ejemplos de corridos efímeros "del candidato", "del señor gobernador" o "de nuestro diputado" que naturalmente no perduran en la memoria popular, aunque sus autores en algunos casos efectivamente son poetas populares, por su carencia de elementos y recursos estilísticos tradicionales. Pero también este valor noticiero continúa en textos actuales construidos con recursos populares o tradicionales y entonces tienen una vida más larga, apoyada a veces en una difusión en hojas volantes. Este es el caso de los corridos sobre Las Poquianchis , el Terremoto de México o más recientemente sobre el asesinato en 1994 del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, textos estos últimos recogidos por Mercedes Zavala en su excelente encuesta de campo realizada, por coincidencia, a los pocos días del crimen, en Nuevo León, estado situado al otro extremo del país. En publicaciones de gran difusión tanto en ciudades como en pueblos pequeños dedicadas a aquello que podríamos englobar como cultura masiva o del pueblo, como el Cancionero del Bajío, encontramos todo tipo de canciones (y en este sentido el corrido no es una excepción). Los textos que recogen este tipo de publicaciones son tanto aquellos de autor conocido y de popularidad temporal sustentada por la interpretación de un grupo o cantante de moda, como aquellos otros que podríamos definir como específicamente populares al margen de modas temporales, en los cuales, aunque la comunidad no los reconoce estilísticamente como propios, sí se ve reflejada, y finalmente los de tipo tradicional de los cuales la publicación en cuestión registra sólo una versión más de las varias que circulan en la comunidad, misma que en ocasiones, por el hecho de estar impresa, se ve prestigiada incluso por encima de aquellas otras que circulan desde hace tiempo en una comunidad particular. Estas dos formas culturales, tradicional y popular, se apoyan para su transmisión en la oralidad y en la palabra impresa, y, aunque en diferente medida, a través de ellas la comunidad transmite y mantiene sus sistemas de valores, refuncionalizándolos para adecuarlos a las cambiantes circunstancias históricas. En ese sentido la literatura tradicional tiende a ser predominantemente conservadora ya que va a ser el vehículo idóneo para mantener los valores colectivos que garantizan la permanencia ordenada de la comunidad. Esto no excluye que también los textos de esta forma de 41 Caso policiaco muy sonado sucedido en la década de los 60 a propósito de la captura de varias hermanas de edad avanzada que dirigían una casa de prostitución y que asesinaron a varias prostitutas. 42 K los pocos días del trágico sismo del 19 de septiembre de 1985 la imprenta de Arsacio Vanegas Arroyo publicó una hoja volante con grabados de José Guadalupe Posada y un corrido firmado por Miguel Ángel Mendoza siguiendo pautas de estilo tradicional. Este tipo de textos también aparecieron cuando los temblores de 1957 y antes en 1910. Romance y corrido en México 1 57 literatura sean el vehículo ideal para cantar las luchas y aspiraciones de esa comunidad en los momentos de crisis. Por otra parte la literatura popular, por sus condiciones particulares de creación, recoge en muchísimos casos los intereses y valores de las clases dominantes aunque descontextualizados y adaptados a los esquemas generales aceptados por la comunidad rural o alejada de los grandes núcleos urbanos. Esta diferencia es la que permite, como se puede observar en esta revisión diacrónica de la vida del romance y el corrido en México, en unos casos la utilización de formas tradicionales para adaptarla a situaciones históricas concretas. Evidentemente no son lo mismo los textos "romancísticos" de los liberales mexicanos del siglo pasado, a propósito de la guerra de Independencia o de la Intervención francesa, que los corridos revolucionarios de la segunda década de estesiglo o incluso de aquellos que se refieren a los bandoleros sociales de fines del XIX, que a su vez son muy diferentes de los corridos Zapatistas o revolucionarios de los cantores populares más o menos profesionalizados actuales, auspiciados en muchos casos por las instituciones oficiales a través de festivales y ceremonias cívicas. Los textos literarios tradicionales y populares no son por sí mismos manifestaciones de resistencia cultural, social o política, sino la expresión -dentro de la cultura de la oralidad, ya que normalmente el acceso de los sectores rurales o económicamente débiles a otras formas culturales está mucho más restringido- de los valores aceptados de una comunidad, en una doble vertiente de conservación y refuncionalización. RESUMEN. — Revisión diacrónica del romance y el corrido en México. Evolución de los romances peninsulares en el contexto indiano. Nacimiento del corrido (finales del XIX) y relación con la veta "vulgar" del romancero español. Tradicionalización de algunos tipos de corrido, y vitalidad del género. RÉSUMÉ. — Historique du romance et du corrido au Mexique. Evolution des romances péninsulaires dans le contexte américain. Naissance du corrido (fin du XIXe) et rapports avec la veine "vulgaire" du romancero espagnol. Tradi- tionnalisation de certains types de corridos et vitalité du genre. Informations Informations sur Aurelio González Pagination 143 144 145 146 147 148 149 150 151 152 153 154 155 156 157
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