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1 Revista RACEI Año 1, número 2. Buenos Aires, Argentina Publicación: Octubre 2015 Sede RACEI Uruguay 1037 Piso 1 CABA Equipo Editorial: Eduardo Diez, Nicolás Mancini y Paul Vasco. 2 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 Los trabajos incluidos en este número fueron dictaminados y revisados por el Consejo Asesor y el Equipo Editorial RACEI. Las opiniones expresadas en los mismos son responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con aquellas de los integrantes del equipo editorial RACEI. Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción y difusión de material contenido en esta revista para fines educativos u otros fines no comerciales sin previa autorización escrita de los titulares de los derechos de autor, siempre que se especifique claramente la fuente. Se prohíbe la reproducción del material contenido en esta revista para reventa u otros fines comerciales sin previa autorización escrita de los titulares de los derechos de autor. Las peticiones para obtener tal autorización deben dirigirse al Equipo Editorial por correo electrónico a: redaccion@racei.org Agradecemos el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer Stiftung para la realización de esta Revista y de los otros proyectos de la RACEI. REVISTA RACEI REVISTA DISPONIBLE EN: WWW.RACEI.ORG 3 PRÓLOGO Estimados colegas, dar a conocer este segundo número de la Revista de la RACEI es motivo de un doble orgullo. Por un lado por ver cómo se va consolidando el proyecto de la Red en sí, que este año ha visto incrementar el número de instituciones que la componen, como así también los beneficios conseguidos para jóvenes estudi- antes e internacionalistas. De esta manera, por ejemplo, hemos tenido la honra de contar con becas RACEI para dos Maes- trías; la de Estudios Internacionales (UCEMA) y la de Diplomacia y Política Exterior (UCES). Esto les ha permitido a distintos jóvenes poder cursar las mismas y sumar herramientas para su vida personal y profesional. Agradecemos la confianza de ambas instituciones en nosotros! Por el otro, fortalece ver como la Red y su Revista expanden su llegada y contenido. Es así que en estos meses los seguidores de Facebook pasaron de 500 a más de 4500, el Twitter vio cuadriplicado su número y abrimos un perfil de Linkedin don- de hay más de 1600 internacionalistas nacionales e internacionales. En cuanto a la Revista, este segundo ejemplar cuenta con la mitad de sus artículos provenientes de Brasil, lo cual nos of- rece otra perspectiva que complementa la propia. Dado este interés de estudiantes y graduados de nuestro vecino, como así también de otros países, a partir de este número los artículos po- drán ser también escritos en inglés y portugués, posibilitando así robustecer una visión todavía más regional e internacional. Queremos ser un foro donde jóvenes de distintas partes puedan encontrarse y compartir propuestas y análisis sobre un mundo en el cual tienen crecientes roles y responsabilidades. Pero poco de esto sería posible sin la colabo- ración de las instituciones que integran la Red, y el respaldo en particular que la Fundación Konrad Adenauer Stiftung ha brindado a la RA- CEI. Tampoco sin la participación de muchos de ustedes, protagonistas y destinatarios de distintas iniciativas y actividades que nos impulsan. En esta revista que tienen ustedes tendrán la posibilidad de conocer sobre distintos aspectos que hacen a diversos temas de interés de jóvenes investigadores. De esta manera, Tomás Juan Rodoreda (Univer- sidad Nacional de Rosario, Santa Fe, Argentina), combina elementos jurídicos e históricos para entender la relación existente entre el Estado Ci- udad del Vaticano y la Santa Sede, y la relevancia diplomática de esta última. En una etapa histórica donde se cuenta con el primer Papa latinoamer- icano, y varias iniciativas que ha impulsado en temas como Cuba, cambio climático, desarme nuclear y crisis en Medio Oriente; esta representa una lectura que contribuye a una mayor com- prensión sobre este actor internacional. Por su parte, Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez (Universidad Champagnat, Mendoza, Argentina) se focaliza en la UNASUR, teniendo en cuenta el contexto y antecedentes históricos de los procesos de integración latinoamericanos, los elementos idealistas que pueden encontrarse en la 4 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 iniciativa y algunas de las perspectivas y desafíos actuales y futuros que pueden considerarse. Concentrándose en un tema de larga data, Abás Tanus Mafud (Universidad Católica de La Plata, Buenos Aires, Argentina) analiza la política exterior de Argentina frente al conflicto israelí-palestino desde la Resolución 181 de la AGNU hasta la actualidad, pasando por los diferentes gobiernos. Observa así un equilibrio mayormente pragmático, marcado por la inci- dencia de los grupos de interés, el marco regional y los factores económicos. Una contribución in- teresante a la visión argentina sobre esa región. A su vez, Nerissa Krebs Farret (Pontificia Uni- versidad Católica de Paraná, Curitiba, Brasil) desarrolla la relación entre la paz y la democracia en el sistema internacional a través de la obra “So- bre la paz perpetua” de Kant. Busca así entender cómo sería posible organizar una arquitectura internacional que garantice una paz duradera entre los estados a través de la democracia y una federación de estados libres; brindando distintos ejemplos de la etapa de la Guerra Fría, y la poste- rior a ésta. Un aporte desde la región al debate en torno a la teoría de la Paz Democrática. En el caso de Anderson Matias Cardozo y Flávio Aires Câmara (Universidad de Campina Grande y Universidad Federal de Pernambuco, Brasil), ellos analizan a la India como una potencia en ascenso y su relación a nivel regional con China y Japón. Asimismo, presentan la aproximación de ese país con Estados Unidos, que vendría a reemplazar lo que era Rusia en el pasado, con un carácter eminentemente instrumental, dirigido a maximizar sus intereses económicos y estratégi- cos en Asia, e incrementar su autonomía; como así también para servir como posible aliado frente al potencial expansionismo chino. Finalmente, Daniela Sallet Lunkes y Larissa Terra Langer (Universidad Federal de Santa Maria, Río Grande do Sul, Brasil) se centran en los avances logrados en producción eólica en su país y en China, demostrando cómo distintos incentivos y circunstancias pueden colaborar para un amplio desarrollo de energías alternativas y sustentables. En síntesis, este segundo número de la revista contiene diversos enfoques y temas, siempre des- de una óptica joven y fresca. Hasta la próxima! Eduardo Diez Grupo Joven CARI/RACEI 5 6 18 30 44 61 73 LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: UNA INTRODUCCIÓN LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA: LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES Y DESAFIOS FUTUROS ARGENTINA Y EL CONFLICTO ISRAELí-PALESTINO ( EL EqUILIBRIO PRAGMáTICO ) LIBERDADE, REPúBLICA E O PENSAMENTO KANTIANO PARA UMA íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS-ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO RETOS E INCENTIVOS A LA PRODUCCIÓN DE ENERGíA EÓLICA EN BRASIL Y CHINA Tomás Juan Rodoreda Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez Abás Tanus Mafud Nerissa Krebs Farret Flávio Aires Câmara Anderson Matias Cardozo Daniela Sallet Lunkes Larissa Terra Langer SUMARIO Abás Tanus Mafud Nerissa Krebs Farret 30 íNDIA: PARCERIAS POLíTICOS- ESTRATÉGICAS E INSERÇÃO NO CONTINENTE ASIÁTICO 44 65 6 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NúMERO 2 - OCTUBRE 2015 LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: UNA INTRODUCCIóN 7LA SANTASEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción Autor: Tomás Juan Rodoreda Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales Universidad Nacional de Rosario Email: tomasrodoreda@hotmail.com El autor es Lic. en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario. Estudiante del Profesorado Universitario de la mencionada Universidad. Adscripto a las cátedras de Funda- mentos Teóricos de la Investigación Social (Facultad de Ciencia Pol. y RRII, UNR) y Teoría Sociológica (Facultad de Humanidades y Artes, UNR). Auxiliar docente de la Facultad de Ciencias Empre- sariales, Universidad Abierta Interamericana, Rosario. RESumEn: La Santa Sede como actor internacional y como sujeto del Derecho Internacional ha tenido un rol protagónico y controvertido. El primer objetivo del presente trabajo es delimitar tanto a nivel jurídico como a nivel fáctico la relación existente entre el Estado Ciudad del Vaticano y la Santa Sede. Para tal objetivo se recurre a una exploración bibliográfica del ámbito jurídico y a una revisión histórica de la relevancia de la Iglesia Católica como actor inter- nacional. El segundo objetivo del trabajo es realizar una descripción del accionar diplomático de la Santa Sede a partir de los Tratados de Letrán de 1929, su participación en Organizaciones Internacion- ales y el rol mediador que ha tenido. La modernidad – que ha sostenido discursivamente desde sus comienzos a la secularización como uno de los grandes aportes de ella a la cultura occidental – es heredera de tres legados que, mutatis mutandis, han perfilado un mundo occidental escindido de las culturas no europeas1. En primer lugar, el legado romano, que aporta a la constitución de la modernidad dos conceptos fundamentales: las instituciones y el derecho. Las instituciones – el mismo Estado romano, el ejército, la religión pública, entre otras – permitieron el asentamiento y expansión de la civilización romana, desde tiempos de la República hasta la caída del Sacro Imperio Romano Germánico de Occidente. Las diferentes áreas del derecho: ius civile, ius naturale y ius gentium constituyeron los grandes aportes de la sociedad romana a la modernidad occidental. En particular el Ius gentium es el primer antecedente al derecho internacional tal como se lo conoce hoy en día. La primacía del orden romano comienza a desestabilizarse a partir del Siglo III, cuando numerosas amenazas perjudican la unidad romana. InTRODuCCIÓn: 1 - José Luis Romero (2011), trabaja de forma extensiva los tres legados que constituyen la cultura occidental contemporánea en el libro La Cultura Occidental del mundo romano al siglo XX. Palabras Claves • Santa Sede • Relaciones Internacionales • Papado • Vaticano 8 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 La propia expansión transcontinental del imper- io romano – y la dificultad para la administración del mismo – dividen al imperio en dos. A su vez las amenazas externas: desde diferentes frentes – oriente, sur y norte del Imperio – debilitaron más aun la “romanidad”. En segundo lugar, el legado hebreo. El cristian- ismo surge siendo una religión de tipo oriental, inicialmente confundida con el judaísmo, que fue a los comienzos del imperio romano considera- da como mera superstición. En plena crisis del imperio romano – señalado con anterioridad – el cristianismo comenzó a considerarse una amenaza. Como dice Romero, “(…) cristianismo y romanidad representaban dos concepciones antitéticas de la vida, y no es exagerado afirmar que el triunfo de la concepción cristiana debía herir a la romanidad en sus puntos vitales” (Romero, 2011:23). Teodosio el Grande desalojo a la triada capitolina de Roma y el cristianismo – institucionalmente ya organizado bajo la Iglesia – procedió a adoptar los esquemas organizativos del Imperio Romano. El edicto de Milán – en el año 313 – legalizó la religión cristiana y en el Concilio de Nicea en el año 325 se legitimo al cristianismo. En tercer lugar, el legado germano. Diferenciado de los otros dos legados, éste se relacionaba al sentido heroico, exaltando el valor y la destreza como principales virtudes humanas. Esos valores permearon las sociedades conquistadas y se confundieron con las instituciones de los con- quistados: el Estado y la Iglesia. La combinación de los dos primeros legados ha permitido constituir, mediante una relación de afinidades electivas, un actor relevante en el escenario internacional: la Iglesia Católica. La 2 - El presente artículo no pretende ahondar en el desarrollo formal de la Iglesia Católica como institución. Tal objetivo excede largamente las preten- siones y capacidades del autor. de la Iglesia Católica se referencia a: Laboa Gallego, Juan María (2011), Historia de los Papas y García Bazán, Francisco (2014), El papado y la historia de la iglesia. adopción inicial de las estructuras institucionales romanas por parte de la Iglesia Católica permitió una expansión capilar al interior del Imperio Romano. El edicto de Milán y el Concilio de Nicea permitió eclosionar en la esfera pública la institución católica2. La convergencia de ambos legados constituyó algo nuevo, puesto que la fe cristiana existía previamente al reconocimiento y legalización romana; y las instituciones romanas – y particu- larmente el ius gentium – existía previamente a la escisión del Imperio Romano. Lo nuevo que se constituyó fue una institución de basto alcance y en relación con el poder político. Desde el concilio de Nicea los aconteceres de la iglesia Católica no han pasado desapercibidos del ámbito de lo público, pese a las mutaciones que lo público ha tenido. La caída de ambos imperios romanos – el de occidente que comienza a desmembrarse a me- diados del siglo IV y el de oriente, con la caída de Constantinopla en 1453 -, el surgimiento de los regimenes feudales y la conquista de America a partir de 1492 fueron hechos que transforma- ron la concepción de lo publico, lo político, y la política, pero que no alteraron la relevancia, en el mundo occidental de la iglesia católica. Más aún, el lazo entre poder espiritual y poder político se fue consolidando. El DEREChO InTERnACIOnAl mODERnO y lA IglESIA CATÓlICA: Verdross (1967), afirma que el derecho in- ternacional moderno hunde sus raíces en la temprana edad media, aunque como tal no 9LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción surgió hasta que no se produjo una descentral- ización del Sacrum Imperium. Más, como quiera que la nueva comunidad de estados siguiera dominada por la idea de la unidad cristina, se designó como res publica o res publica sub deo (Vedross, 1967:35). De esa comunidad de Estados eran sujetos origi- narios los Estados Soberanos y la Sede Apostólica. El derecho internacional medieval le otorgaba a la persona del Papa el lugar de mediador, pu- diendo intervenir ex officio en todos los litigios internacionales. El advenimiento de la modernidad – siglo XV- XVI – trajo la ruptura de la iglesia Católica a partir de la Reforma Protestante, pero no por ello disminuyó el protagonismo de la Sede Apostóli- ca en los aconteceres internacionales. Más aún, tras el “descubrimiento” de America el Papa Alejandro VI publica la bula Inter Caetera (en mayo de 1493) que constituyó la base para el pos- terior tratado de Tordesillas que delimitaba las conquistas españolas y portuguesas en el nuevo continente. El segundo periodo del Derecho Internacional moderno – así lo denomina Verdross (1967) – se da con el surgimiento de la comunidad internac- ional y el surgimiento de los estados nacionales en la Paz de Westfalia en 1648. La misma causó, en primer lugar, el debilitam- iento del Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en detrimentode la autonomía de los estados alemanes; en segundo lugar, el surgimien- to del equilibrio de poder que se vera afianzado en la paz de Utrecht de 1713; en tercer y último lugar, la paz de Westfalia, que fue el punto de quiebre de la primacía diplomática de la Santa Sede, y a partir de ella, el papado pierde parte de su fuerte peso político (Santos Abril y Castelló, 2000), dando por tierra “la idea carolingia de res publica christianarum gentium, es decir, aquella donde no hay diferencias entre imperio e iglesia” (Gomes, 2010; 203). Las transformaciones políticas impulsadas por la Revolución Francesa no brindaron inmediata- mente sus frutos en el derecho internacional, ya que, tras la derrota de Napoleón, la Santa Alianza restauró la monarquía, reconociendo a todos los soberanos como hermanos de la familia cristiana. Las transformaciones territoriales de fines del siglo XVIII hasta 1871 fueron en detrimento del poderío territorial de la Sede Apostólica, y su voz se vio afectada, inicialmente por las reacciones anticlericales durante la Revolución Francesa, y posteriormente con la instalación del principio de las nacionalidades a partir de 1830 y particu- larmente en las revoluciones de 1848. La ola revolucionaria de 1848 afectó a los Estados Pontificios. La proclamación de la Republica Italiana con capital en Roma hizo huir al Papa Pío IX buscando protección del Rey de Nápoles, recuperando el poder temporal dos años más tar- de gracias a la ayuda del emperador francés Luis Napoleón Bonaparte y otras potencias católicas. La autoridad política papal a su regreso se vio mermada, porque tras dos años de ausencias, la figura del conde de Cavour se vio consolidada en el reino de Saboya. Desde 1850 el avance del Pia- monte fue implacable, estrechando cada vez más el círculo en torno a los Estados Pontificios. En 1861, Víctor Manuel II se proclamó rey de Italia y designo a Roma como la capital del reino. La unificación italiana solo pudo lograrse – a lo que hoy se conoce como Italia – gracias a la avan- zada de Bismarck sobre la Francia monárquica de Luis Napoleón Bonaparte. La retirada de las tropas de éste para defenderse del avance pru- siano dio como resultado la indefensión de los 10 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 Estados Pontificios y la claudicación de estos en 1871 a manos de Víctor Emanuel II. lA CuESTIÓn ROmAnA: La entrada de las tropas italianas a la ciudad de Roma tuvo, señala IREBA (1995) de acuerdo a dos teorías, dos consecuencias diferentes: 1. Teoría afirmativa sobre la “debellatio totalis” (ocupación): el estado pontificio cesa su existen- cia por la pérdida del territorio y de la población. No existieron acuerdos que pudieran poner fin a este estado de cosas y, aun cuando la intención italiana no fue la de ocupar todo el territorio del antiguo estado pontificio, dicha ocupación se verificó en términos generales. 2. Teoría negativa sobre la “debellatio totalis”: sostiene que, a los fines de lograr el objetivo deseado de unificar Italia, era necesario sólo una debellatio jurídica”. Aquí se da inicio a lo que se conoció como la “questione romana”. La misma implicó funda- mentalmente la caída del poderío territorial del Papa. En este sentido, “la autoridad espiritual del Papa alcanza su cumbre, mientras que su soberanía territorial se ve casi reducida a la nada” (Chevalier, 1971: 12). Tras un intento de acuerdo entre el Estado ital- iano recién constituido y la iglesia católica, que culminó en el fracaso, se sanciona la ley 214 el 13 de mayo de 1871, conocida como “Ley de Garantías”. La misma comprendía, por un lado, prerrogativas del Sumo Pontífice3 y de la Santa Sede; y por otro, regulaba las relaciones entre la iglesia y el estado italiano. Desde la ocupación de 3 - La Ley de Garantías aseguraba la inviolabilidad del Papa – no pudiendo ser objeto de ninguna coerción – a su vez garantizaba la inmunidad de ju- risdicción para el Papa y los lugares pontificios. Zepeda menciona una particularidad con respecto a la ley de Garantías: “la declaración (…) reconoce únicamente la personalidad sagrada del Sumo Pontífice y la inviolabilidad con respecto a su persona. Sin embargo, cualquier persona podía libremente atacar la institución del Papado, siempre que no hiciera mención del Sumo Pontífice” (Zepeda Coll, 2011; 25). Roma hasta el momento de la firma de los pactos lateranenses, la personalidad jurídica internac- ional de la Santa Sede fue siempre reconocida por todos los Estados, aun aquellos no católicos: este hecho demuestra claramente la separación de la Santa Sede como órgano de gobierno de la iglesia universal y la soberanía territorial hasta aquel momento existente. De hecho, el reconocimiento del Papa como un soberano extranjero – a partir de la Ley de Garantías- garantizó que “la pérdida de los Estados Pontificios no trajera consigo la interrupción de las relaciones entre la Sede Apos- tólica y los demás Estados” (Verdross, 1967: 146). Desde que la cuestión romana tiene su comien- zo hasta los tratados de Letrán de 1929 ningún pontífice salio del territorio del Vaticano. lOS PACTOS DE lETRán: El 11 de febrero de 1929 fueron firmados los Ac- uerdos de Letrán entre la Santa Sede e Italia, que ponían fin a la “questione romana”. En virtud de los Acuerdos de Letrán, se llegó a un acuerdo sobre nuevas bases. La Italia de Musso- lini reconoció a la Santa Sede Plena propiedad y exclusiva y absoluta potestad y jurisdicción soberana sobre determinado territo- rio de la ciudad de Roma, que se llama Estado de la Ciudad del Vaticano, le reconoció el derecho de legación activo y pasivo, libertad absoluta de comunicaciones, de toda especie con el exterior, en tiempo de paz como de guerra, y declaró ab- rogada la Ley de Garantías (Podesta Costa, 1985: 79). Los Acuerdos de Letrán constan de dos proto- 11LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción colos, un tratado con un convenio adyacente y un acuerdo financiero. El mismo reconoce la necesidad de garantizar a la Santa Sede la independencia absoluta, donde el Papa pueda ejercer su soberanía. Podríamos decir que fue un reconocimiento doble, porque además de otorgarle un territorio (uno de los elementos para ser considerado sujeto internacional), reconoció a la Iglesia Católica Apostólica Romana como la única religión del estado. A partir del momento de entrada en vigor de los Pactos de Letrán, el territorio bajo potestad del Papa asumió la característica de Estado, es decir [la Ciudad del Vaticano] está llamada a realizar actos de legislación, administración y jurisdic- ción que difieren completamente de las funciones sacerdotales de la Iglesia. Lo que ocurre es que di- cho Estado no es un Estado soberano, sino que se deriva del ordenamiento eclesiástico (Verdross, 1967: 144). SAnTA SEDE y ESTADO CIuDAD DEl VATICAnO: lA SubJETIVIDAD InTERnACIOnAl La Santa Sede es el basamento espiritual que da origen Estado Ciudad del Vaticano, éste es la sede tangible y territorialmente soberana de la prime- ra. En referencia a esta dualidad, Diez de Velasco dice: (…) la Ciudad del Vaticano aparece como un me- dio jurídico necesario para asegurar la libertad y la independencia de la Santa Sede en todos los órdenes (…). El Estado de la Ciudad del Vati- cano es un ente con la especial misión de servir de base territorial a otro, la Santa Sede, y en él se dan los elementos que caracterizan al Estado y que el derecho internacional toma como base para la subjetividad internacional de este (Diez de Velasco, 2007: 300). Existe doctrinalmente dos corrientes sobre la relación entre ambos actores. Una primera corriente – habitualmente denominada monista - niega la existencia de dos sujetos delderecho internacional, excluyendo de esa manera toda relación posible entre ambos actores. Una se- gunda corriente – dualista – afirma que ambos actores son sujetos del derecho internacional, pero diferenciados. Ésta ultima doctrina sostiene a su vez, que el lazo existente entre ambos actores obedece a una unión personal – así lo afirma Kelsen (Kelsen, 1965) mediante el Papa, que es la cabeza visible de la Santa Sede y a su vez es el monarca del Estado Ciudad del Vaticano. Existe una tesis que sostiene que la relación entre ambos actores no es posible de ser encuadrada en un esquema teórico ya conocido, transformando la relación en sui generis (Barberis y Armas Pfirter, 1998). lA DIPlOmACIA VATICAnA DESPuéS DE lOS TRATADOS DE lETRán4 : El abordaje de lo internacional desde la Santa Sede puede ser realizado desde dos lugares dif- erentes. Un primer abordaje esta relacionado al actuar diplomático internacional, incluyendo las relaciones con otros Estados, Organizaciones y Convenciones Internacionales, y así también la practica de mediación y arbitraje internacional por parte de la Santa Sede. Un segundo abordaje corresponde a las ideas presentes en la document- ación oficial de la Santa Sede que da sustento a 4 - Existen ciertos temas que han quedado excluidos de su desarrollo por su complejidad y extensión: rol de la Santa Sede durante la Segunda Guerra Mundial, la relación entre la Santa Sede y la Teología de la Liberación, el terrorismo en el escenario internacional, entre otros. 12 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 su accionar internacional. En este apartado se planteará sucintamente ambos abordajes. Con respecto al primer abordaje debe diferen- ciarse el accionar internacional de la Santa Sede y del Estado Ciudad del Vaticano. La Santa Sede, es de los dos actores, quien posee el derecho de legación activo y pasivo. Esta repre- sentado por los Nuncios5 , y tiene representación en 180 países, entre los que no se encuentran Chi- na, Afganistán, Arabia Saudita y Corea del Norte. Una importante cantidad de dichas misiones son acreditaciones múltiples, especialmente en el continente asiático y en el africano. Las acredita- ciones frente a la Santa Sede se realizan mediante la Secretaria de Estado, que es la que coordina el accionar exterior de la misma. Tras los tratados de Letrán se impide realizar una acreditación doble frente a Italia y a la Santa Sede. Es decir, debe haber dos embajadores, uno para Italia y otro para la Santa Sede6. Respecto de las relaciones consulares, contrar- iamente a la práctica seguida por los estados pontificios hasta 1870, la Santa Sede no designa actualmente funcionarios consulares. La Santa Sede es observador permanente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), desde 1964; Organización de Naciones Unidas para la Agricultura (FAO por sus iniciales en ingles), desde 1950; Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO por sus siglas en ingles), desde 1960; Organización Mundial del Comercio (OMC), desde 1998; en la Convención Inter- nacional de Derecho del Mar; Organización de Estados Americanos (OEA), desde 1978, entre otras organizaciones internacionales7. La ciudad del vaticano participa, desde su creación, en el ámbito internacional. El Vatica- no ha celebrado una serie de convenciones con Italia, a fin de regular cuestiones relativas al ser- vicio postal, aduana, circulación de automotores, servicios telegráfico y telefónico, moneda, radio, exenciones imposibles, delimitación y asuntos territoriales, policía mortuoria, notificaciones en materia civil y comercial, etc. El Estado Ci- udad del Vaticano es miembro de la UPU, de la UIT y de la OMPI. Igualmente es miembro de UNIDROIT, del Consejo internacional del trigo y se ha adherido a numerosas convenciones multilaterales sobre temas diversos: propiedad intelectual, derecho internacional privado, cues- tiones marítimas, etc. La Santa Sede ha llevado su accionar internac- ional más allá de las relaciones diplomáticas per se. Ha ofrecido sus buenos oficios desde tiempos remotos – ya mencionadas con anterioridad – y también de forma más cercana en el tiempo. Mu- chas veces los buenos oficios han sido prestados de forma directa por el Papa o un representante, en otros casos, comunidades religiosas han fun- cionado como representantes de la Santa Sede. En el primer caso se puede señalar: la mediación ofrecida por el Papa León XIII en el conflicto territorial entre Republica Dominicana y Haití en 1874; el intento de mediación entre Venezuela y Gran Bretaña a fines del siglo XIX, el tratado de arbitraje entre Perú y Colombia en 1905; el 5 - Es en el Congreso de Viena de 1815 donde la diplomacia de la Santa Sede sienta su base actual y se transforma al Nuncio en el representante per se de la Santa Sede. Si bien era de hecho, el Congreso de Viena lo transformó de derecho. Cuando se establece la categorización de los agentes diplomáticos, el nuncio queda instituido como jefe de misión, formando parte de la primera categoría de agentes diplomáticos. 6 - Para una visión detallada de los países con los que establece relaciones diplomáticas y las fechas de comienzo de las mismas ver: Santa Sede, “Rel- aciones Bilaterales de la Santa Sede” [en línea], Vaticano, < http://www.vatican.va/roman_curia/secretariat_state/documents/rc_seg-st_20010123_ho- ly-see-relations_sp.html>, > [Consulta: 22 de mayo de 2015]. 7 - Ibídem 6. 13LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción tribunal de arbitraje precedido por un Nuncio Apostólico para dirimir limites entre Brasil y Bo- livia en 1903; y un caso similar entre Brasil y Perú en 1904. Más adelante en el tiempo, la mediación del cardenal Samoré entre Argentina y Chile por el Canal de Beagle en 1982. Fuera del continente americano, la intervención papal por las Islas Carolinas entre el Segundo Imperio Alemán y Es- paña en 1886; los intentos de mediación de Pablo VI en la guerra entre Vietnam y Estados Unidos (a partir de 1967), las mediaciones en las guerras de Irak en 1990 y 2003, la mediación en Bosnia en 1993, y la mediación en el Líbano en 2006. En el segundo caso, se puede destacar el rol preponderante que ha tenido la comunidad de Sant´Egidio y el impacto de sus intervenciones en: Mozambique, donde se firmó un acuerdo de paz en 1990; Argelia en 1995; Guatemala en 1996; Albania en 1997; Burkina Faso en 1998; Burundi en 2001; Togo en 2005; Uganda en 2006; Costa de Marfil en 2007. El ESPíRITu InTERnACIOnAl DE lA SAnTA SEDE: Desde la encíclica Rerum Novarum (1891) en adelante, el pensamiento de la Santa Sede sobre el acontecer social se ha puesto de manifiesto, tanto de manera doctrinal – por encíclicas o exhortos – como mediante discursos papales. Hasta mediados del siglo XX la relación entre las relaciones internacionales y el corpus doctrinal podía ser caratulado de tipo reactivo. Es decir, se repetición de formulas estancas que no necesari- amente servían para la acelerada transformación de las relaciones internacionales acontecidas tras las dos guerras mundiales. En este sentido, el papado de Juan XXIII marcó un quiebre sus- tantivo debido a tres razones: la convocatoria a un Sínodo de Obispos, la reforma del Código de Derecho Canónico, y la convocatoria a un Con- cilio Ecuménico8 . Éste último hecho fue el gran aporte realizado por Juan XXIII al catolicismo contemporáneo, y tuvo lugar entre 1962 y 1965, terminando, tras la muerte de Juan XXIII bajo el pontificado de Pablo VI. De éste papado se comienza a perfilar dos temas que continúan en la actualidad y que , en su contexto, representaron un avance conceptual y propositivo: paz ydesarrollo.La encíclica Pacem in Terris, de 1963 y el Concilio Vaticano II fueron el puntapié inicial de una nueva mirada de la San- ta Sede sobre las relaciones internacionales y un intento de aporte doctrinal y fundamentalmente, ético. Tras la carta de Pablo VI al Secretario General de Naciones Unidas U Thant en la cual se afir- ma la correspondencia entre Paz y Desarrollo comienza a generarse una sinergia entre ambas ideas que se ve coronada en la encíclica Popu- lorum Progressio (1967). Se deja de lado la visión economicista y tecnicista del desarrollo y se opta por una visión integral del Desarrollo, que abarca todas las facetas de la vida humana y no sólo la provisión de bienes para la subsistencia. La diplomacia vaticana no ha titubeado en apoyar el accionar de Naciones Unidas, así como tam- bién en la defensa de la paz del mundo. El viaje y el discurso de Pablo VI en las Naciones Unidas, el viaje a la India, a Tierra Santa, las iniciativas de paz para Vietnam son todos elementos que hacen comprender las tendencias del accionar de la Santa Sede en las relaciones internacionales. En 1968 Pablo VI instaura el primero de enero de cada año como el Día Mundial de la Paz, una convocatoria inicialmente realizada a todos los 8 - Concilio hace referencia a la asamblea de obispos convocada para debatir asuntos importantes referentes a la doctrina y disciplina de toda la Iglesia o de parte de ella. Ecuménico proviene del griego oicomenicós que significa universal. Para que el Concilio posea esa característica debe ser convocado o presidido por el Papa. 14 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 católicos del mundo para reflexionar por la Paz, pero extendida a todas las religiones del mundo. En este día el pontífice dirige unas palabras al mundo convocando al trabajo por la paz y la justicia y expresa la línea diplomática de la Santa Sede para el año que comienza, enviándolo a las Cancillerias de los Estados con los que tiene rela- ciones diplomáticas. En un clima de Guerra Fría, tras la Crisis de los Misiles de 1962, la carrera armamentista se pre- sentaba como el principal potencial de conflicto entre las Superpotencias. De hecho, la posibilidad de destrucción mutua asegurada presentaba un escenario en el cual el armamento era garante de la paz. Pablo VI se opuso a la idea de que “Una paz sin armas está siempre en peligro” en el dis- curso para la sesión especial por desarme de la Asamblea General de Naciones Unidas del 24 de Mayo de 1978. Este principio – el de destrucción mutua asegurada – demandaba una paridad de fuerzas, empujando a cada una de las superpo- tencias a mantener un margen de superioridad por la posibilidad de encontrarse en desventaja frente a la otra. Pablo VI señala que esta lógica perniciosa, que comenzó en los primeros años de la Guerra Fría y continúo, se instaló en el esce- nario internacional adquiriendo un carácter de automaticidad. La propuesta realizada por Pablo VI de dismi- nución de gastos en armamentos y de aumento de la ayuda para el desarrollo no tuvo eco, pero sí fue una propuesta concreta y revolucionaria. Más aún, el hecho de haber sido ignorada una propuesta de este tipo en plena détente y tras la firma de los acuerdos SALT I y SALT II ratifica que el orden de Guerra Fría se dirimía en térmi- nos estratégicos militares y que las relaciones desarrollo/subdesarrollo no estaban en la cima de las preocupaciones de ninguna de las dos su- perpotencias, ni siquiera de la propia ONU. El período en el cual asume el papado Wojtyla es un período convulsionado, de cambio de par- adigma de las relaciones internacionales, donde un orden que prevaleció durante buena parte del siglo XX está llegando a su fin, en cierta forma comparable al tiempo de Pío XII en el cual esta lógica que con Juan Pablo II entra en decadencia en esos momentos comenzaba a aflorar. Los prim- eros años del papado de Juan Pablo II estuvieron marcados por la participación de la Santa Sede en el diferendo limítrofe entre Chile y Argentina, el restablecimiento de relaciones diplomáticas de la Santa Sede con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1982, con Estados Unidos en 1984; el dialogo interreligioso; la crisis de la URSS y el protagonismo de la transición en Polo- nia que el Papa polaco tuvo9 , entre otros hechos relevantes. El periodo posguerra fría es abordado positiva- mente, sosteniendo que, tras la caída del régimen Soviético, la recristianización de Europa del este será posible rápidamente (Armengod, 2005). Lo cierto es que la política exterior vaticana no enfrentaba ese solo problema. Con la caída del muro de Berlín y el asentamiento del proceso globalizador existían otros problemas a los que la Santa Sede debía encontrar respuesta: el fin de las certezaspropio de la posmodernidad colocaba al individuo despojado de un ethos de vida. La Iglesia Católica – desde su posición de reserva moral de la humanidad – debía reinfundir un ethos particular, pero no sólo a los países que habían estado bajo el yugo del socialismo soviéti- 9 - Coincido con el análisis realizado por Laboa Gallego que afirma que “(...) con su apoyo decidido a la creación del sindicato polaco Solidaridad y con su respaldo a los derechos de los ciudadanos sistemáticamente conculcados por las democracias populares” ha contribuido de forma decisiva al declive del comunismo, fundamentalmente porque “(…) no ha sido el comunismo el que ha sido derrotado, sino la idea de que el hombre pueda vivir sin religión, sin una participación de orden espiritual” (LABOA GALLEGO, 2011: 508). 15LA SANTA SEDE EN EL ESCENARIO INTERNACIONAL: una introducción 10 - El objetivo del presente articulo – en tanto introducción a la Santa Sede en el escenario internacional – impide el tratamiento de ciertos temas, como el terrorismo, in extenso. co, sino también a todos los países del mundo globalizado. Por otro lado, el nuevo orden internacional – si es que así puede denominárselo – generó una serie de nuevos problemas para el orden y la estabili- dad internacional. Los movimientos separatistas – anclados en fuertes diferencias identitarias, entre otras – fueron las causantes de la guerra de Bosnia y Croacia (1992), la guerra de Bos- nia-Herzegovina (1992), que marcaron la década de 1990; otro de los problemas, y quizás el más relevante por las implicancias internacionales ha sido el surgimiento del terrorismo10. Desde mediados de la década de 1990 la presen- cia internacional de la Santa Sede no disminuyo, pero si lo hizo la efectividad y visibilidad de su accionar. El fracaso en el dialogo interreligioso puede ser considerado como un fracaso en su política exterior. Las rispideces al interior del cristianismo – entre el papado romano y las dif- erentes ortodoxias – fueron sintomáticos de una diplomacia que reflejaba un fuerte verticalismo doctrinario por parte de Juan Pablo II, y un claro proteccionismo y recelo por parte de las orto- doxias. La debilitada salud del Papa también influyó en el accionar internacional de la Santa Sede. Un cargo de alta complejidad y compromiso político para un cuerpo y una mente deteriorada por el parkinson, los años, el atentado de 1981, y las operaciones a lo largo del papado. REFlExIOnES FInAlES: Diez de Velasco sostiene que es necesario realizar una distinción entre el actor de las relaciones in- ternacionales y el sujeto del derecho internacional público. La diferencia radica en que, mientras el primer abordaje – el del actor internacional- es una aproximación de tipo sociológica en el cual se trata de comprender las relaciones entre los diferentes actores del comunidad internacional, el segundo abordaje – el del sujeto internacional- es una visión jurídica en tanto que ser sujetodel derecho internacional implica ser titular de dere- chos y obligaciones en el ámbito internacional. Ambos planteos son aplicables al caso de estudio. La Iglesia Católica como actor internacional es de suma relevancia en tanto que en ella convergen valores e ideales de rango universal y de carac- terísticas occidentales, dotándola así de cierto soft power. Tal es así que se puede considerar que “siempre ha sido grande (…) la importancia de la Santa Sede en el desarrollo integral de la persona humana, en el mantenimiento de la paz internac- ional y en el desarrollo cotidiano de las relaciones internacionales” (Ireba, 1995: 7). En este sentido, la Santa Sede se ha convertido en sujeto del derecho internacional no nece- sariamente porque su naturaleza o la extensión de sus derechos sean idénticos a otros sujetos internacionales, sino porque “El desarrollo del Derecho Internacional, en el curso de su historia, se ha visto influido por las exigencias de la vida internacional, y el crecimiento progresivo de las actividades colectivas de los estados ha hecho ya surgir ejemplos de acción ejercida en el plano internacional por ciertas entidades que no son estados” (C.I.J.: Rec. 1949: 178). A la luz de reflexiones históricas y jurídicas, el objetivo del presente artículo fue dar cuenta de la constitución de la Santa Sede como actor relevante en el escenario internacional, y a su vez, como su- jeto peculiar del Derecho Internacional Público. 16 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 Los hechos mencionados con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial fueron de carácter ilus- trativo de la relevancia de la Santa Sede. exclusión de algunos temas – rol de la Santa Sede antes y durante la Segunda Guerra Mundial, su relación con el Terrorismo tras la Guerra Fría – fueron intencionados. El autor justifica su ausencia en la complejidad del abordaje de la temática, que no puede ser cabalmente desarrollada en este trabajo que, como se menciona supra, tiene otro objetivo. La ausencia de los temas no refleja un desconoci- miento de su relevancia. 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LOS PROCESOS DE INTEGRACION EN AMERICA LATINA: LA UNASUR Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES Y DESAFIOS FUTUROS 18 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NúMERO 2 - OCTUBRE 2015 19LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA RESumEn: En el presente artículo analizaremos uno de los procesos de in- tegración sudamericanos que ha tenido mayor relevancia en los últimos años y que a su vez ha sido el más ambicioso en vistas del apoyo recibido por las naciones de la región, nos referimos espe- cíficamente a la Unión deNaciones Sudamericanas (UNASUR). A través de este trabajo pretendemos demostrar que el interés de las naciones sudamericanas por crear mecanismos de integración ha sido una constante histórica desde los albores de la independencia que ha perdurado y se ha fortalecido pese a sus avances y retro- cesos. Palabras Claves • Procesos de Integración, • Política Exterior • CAn, mERCOSuR, • unASuR El presente artículo tiene la finalidad de llevar adelante un análisis de uno de los temas que más relevancia ha acaparado en los últimos años den- tro de la agenda de las relaciones internacionales de la región, la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como nuevo sujeto del Derecho Internacional y eje integracionista regional. Si bien la organización se formuló to- mando como modelo, aunque de forma parcial, a uno de los procesos de integración más exi- tosos que se han creado hasta ahora como es la Unión Europea (UE); ha atravesado un proceso de formación y de estructuración diferente a lo acontecido en Europa. Y podemos afirmar que ha sido diferente no solamente porque los procesos políticos, sociales y culturales sudamericanos son de cierta manera diferentes a los europeos sino también porque ya existían en el sur del conti- nente dos organizaciones que a la postre serían los pilares de la futura organización, la Comu- nidad Andina de Naciones (CAN) y el Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Si bien la preexistencia de estas dos organizaciones fueron determinantes porque sirvieron como punto de partida para la creación de la UNASUR, no podemos soslayar que sin la decisión política de los estados sudamericanos de avanzar en este proceso de integración regional, es muy prob- able que la creación de la organización hubiera quedado trunca y más si tenemos en cuenta los clásicos problemas institucionales por los que ha atravesado y aun atraviesa, en mayor o en menor medida, la región en su conjunto y la dificultad Autor: Miguel Gerardo Marchetta Rodríguez E-mail: Miguelmr1984@gmail. com nota Curricular: Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad Champagnat (UCH) -- Mendoza, Argentina 20 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 persistente de establecer una agenda consensua- da que apunte a una integración tanto económica como política y que trascienda a los diferentes gobiernos que ocupan de forma temporal el pod- er. En base a esto pretendemos que los lectores logren comprender, en base a los ejes sobre los que se estructura este artículo, los desafíos que enfrenta actualmente la organización y los que deberá encarar en un futuro para lograr consol- idarse como el principal bloque de integración sudamericano. El siguiente trabajo se estructurará sobre cuatro ejes definidos. En el primero realizaremos un breve análisis de tipo histórico en el que haremos alusión a los congresos americanos durante el Siglo XIX y seguidamente mencionaremos los organismos internacionales de mayor relevan- cia que fueron creados durante el pasado siglo. Seguidamente haremos un análisis de la teoría idealista, paradigma perteneciente a la teoría de las Relaciones Internacionales, con el fin de establecer un marco general a nivel teórico que nos ayudará a comprender la influencia que ha tenido esta teoría sobre las políticas exteriores de los países sudamericanos orientadas hacia la creación de mecanismos de cooperación como el que nos ocupa en el presente artículo. En el tercer eje realizaremos un análisis del MER- COSUR y de la CAN haciendo hincapié en el rol que han tenido como pilares en la creación de la UNASUR. Y finalmente explicaremos el proceso de creación de la UNASUR pero haremos énfasis en las perspectivas actuales de la organización, los desafíos que tiene actualmente por delante y los que deberá enfrentar en un futuro. COnTExTO hISTÓRICO DE lOS PROCESOS DE InTEgRACIÓn lATInOAmERICAnOS Si hay una región que desde un principio bus- có impulsar proyectos de integración ha sido América Latina en general y Sudamérica en particular. Las primeras propuestas integracion- istas ya formaban parte de las ideas políticas de algunos de los próceres que habían intervenido en las guerras de independencia como José de San Martín o Simón Bolívar. Entendían que las nacientes naciones americanas debían asegurar y defender su independencia de los intentos de reconquista europeos y la manera más lógica de lograr esto era en base a una unión perdurable en el tiempo. Simon Bolívar en su Carta a Jamaica sostenía: “Es una idea grandiosa pretender formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vin- culo que ligue sus partes entre si y con todo el mundo…Que bello seria que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de Corinto para los griegos.” (Bolívar, 1815). En este mismo sentido se expresaba Don José de San Martín: “Se constituya una forma de gobierno general, que de toda América unida en identidad de causas, intereses y objeto, constituya una sola nación.” (Pérez Amuchástegui, 9, en Seitz, 13). Eran ideas muy ambiciosas pero difíciles de llevar a cabo en vista de los problemas que cada gobier- no recientemente constituido debía afrontar. Tomando en cuenta esta problemática crucial, el primer paso que dieron fue el de organizarse 21LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA mediante la realización de diversos congresos interestatales. El primero de ellos fue el congreso realizado en Panamá en 1826, con la decisiva iniciativa para que se llevara a cabo por parte de Simón Bolívar. La importancia de este congreso se vio potenciada por haber sido el primer ámbito de discusión que se llevaba adelante en el continente (más allá de la ausencia notoria de algunos estados), y por la firma final del “Tratado de Liga y Confederación Perpetua”, que establecía entre sus puntos más relevantes la resolución pacifica de las controver- sias, que cada dos años se reunieran los ministros plenipotenciarios, y la defensa colectiva de la soberanía continental. Ante nuevos intentos europeos para reconquistar sus antiguas colonias, se llevaría adelante una nueva convocatoria para realizar una serie de congresos que no tendrían el éxito deseado, estos se realizaron en 1831, 1838, 1840 y en 1842. En cambio, en los congresos realizados en Lima en 1848, en Santiago en 1856 y el que se hizo nue- vamente en Lima en 1864 se lograron acuerdos de mayor trascendencia. En el primer congreso de Lima se firmó un “Tratado de Confederación”, del cual podemos mencionar su objetivo más relevante, el sosten- imiento de la soberanía y la integridad territorial de las naciones firmantes del mismo. Los estados concurrentes a este primer congreso fueron Perú, en su carácter de anfitrión, Bolivia, Chile, Nueva Granada y Ecuador. En el congreso que se llevó a cabo en Santiago los mismos estados, con la excepción de Bolivia y Nueva Granada que no concurrieron al mismo, establecieron un acuerdo de unión, el “Tratado Continental”, que estaba abierto a la futura adhesión de otros gobiernos. Finalmente, en el segundo congreso desarrol- lado en Lima (1864), Bolivia, Chile, Colombia, El Salvador, Perú y Venezuela se firmaron dos convenios, por un lado una “Unión y Alianza Defensiva” frente a cualquier amenaza que pudi- era afectar la soberanía territorial de los estados firmantes, y por el otro un convenio sobre el “Mantenimiento de la Paz” sobre la resolución pacifica de las controversias que pudieran sur- gir entre estados firmantes. Este principio sería puesto en valor nuevamente e incorporado en los tratados constitutivos de diversos organismos internacionales que fueron creándose en el Siglo XX. Es cierto que los tratados mencionados anterior- mente no fueron ratificadospero ese hecho no les resta importancia. El valor simbólico e histórico de los mismos fue determinante porque fueron los primeros intentos integracionistas a nivel regional y sentaron las bases para el desarrollo de una agenda común latinoamericana dentro de las relaciones internacionales. Pero es en el período de la segunda postguerra en el cual los países de la región vuelven a focalizar su atención en la necesidad de crear ámbitos pro- pios de discusión y de cooperación tanto a nivel político, social como económico. Entre las organizaciones de mayor relevancia a nivel regional y hemisférico que fueron creadas en este período podemos nombrar las siguientes: la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1948, el Pacto Andino en 1969. En 1973 nace la Comunidad del Caribe (CARI- 22 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 COM) y en 1975 se pone en marcha el Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA). Sin dudas una de las iniciativas que tuvo mayor trascendencia en este período fue la creación de la ALALC o Asociación Latinoamericana de Li- bre Comercio. En 1960 Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay firmaron el acuerdo constitutivo de la organización, el Trata- do de Montevideo; el que luego sería suscripto por otros estados de la región. La ALALC fue el primer intento de crear un mercado común latinoamericano y en función de ese objetivo se establecieron una serie de medidas necesarias para lograrlo, incluyendo un sistema de rebajas arancelarias entre los estados miembros, el fo- mento del comercio intrarregional, eliminación de restricciones de distinto tipo y la facilitación de las condiciones para comerciar con Estados Unidos y con Europa. Sin embargo los acuerdos alcanzados present- aban limitaciones importantes: sólo se reducían o eliminaban trabas comerciales sobre los bienes y no sobre los servicios y no existía una coordi- nación de políticas entre los estados miembros; lo que sumado a otras razones terminarían limitando los objetivos principales que se habían establecido. No podemos dejar de mencionar que las enormes asimetrías existentes entre los estados miembros también dificultaron el desen- volvimiento de la organización. Hacia 1980 la ALALC se reorganizó y se con- formaría la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que mediante un nuevo Tratado de Montevideo estableció la sede de la organización en esa ciudad1. Los objetivos que persigue la reestructurada organización eran prácticamente los mismos que los de su antece- sora, siendo el más importante el establecimiento de un mercado común. Otro hecho significativo fue que en 1999 se incorporó a Cuba como nuevo estado miembro de la organización. La ALADI busca la creación de un área de preferencias económicas para lograr su objetivo principal que es establecer un mercado común latinoamericano. Para esto se emplean tres me- canismos: una preferencia arancelaria regional que se aplica sobre los productos originarios de los estados miembros frente a los aranceles vi- gentes para terceros países, acuerdos de alcance regional y acuerdos de alcance parcial, con la par- ticipación de dos o más estados pertenecientes al bloque. En este último mecanismo encontramos una notoria diferencia de cómo se manejaban este tipo de acuerdos en la ALALC, en donde los acuerdos regionales eran los más relevantes y los subregionales y sectoriales la excepción. El enfoque que se adoptó finalmente fue darle la mayor relevancia a los acuerdos subregionales o sectoriales y los acuerdos regionales pasarían a ser el marco y a su vez el objetivo final. No podemos soslayar dos cuestiones muy rele- vantes respecto a la ALADI: la importancia que ha tenido la organización a la hora de fomentar el desarrollo del comercio entre los países de la región y que el objetivo principal que buscaba, que era la creación de un mercado común, fue continuado y fortalecido gracias a la firma de diversos acuerdos intrarregionales como el que se firmó para llevar adelante la complementariedad de las políticas que llevaban adelante la CAN y el MERCOSUR. 1 - Los miembros actuales de la organización son la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uru- guay y Venezuela. 23LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA EnTEnDIEnDO lA POlíTICA ExTERIOR En ClAVE InTEgRACIOnISTA DE lOS PAíSES DE lA REgIÓn: El PARADIgmA IDEAlISTA En lAS RElACIOnES InTERnACIOnAlES Del análisis realizado en el eje anterior se desprende que la idea inicial de lograr una inte- gración a nivel regional si vio impulsada por dos motivos muy claramente definidos y vinculados: por un lado los nacientes estados necesitaban una herramienta que les permitiera afianzar su sober- anía y su independencia y, por el otro, estaba la amenaza de que se produjera un nuevo intento colonizador por parte de los estados centrales eu- ropeos y era necesario contrarrestarlos de alguna forma. Por lo tanto, es necesario considerar y com- prender que estos primeros intentos en el largo camino de la integración no obedecen a un mero capricho histórico o a algo que sucedió porque indefectiblemente debía darse. La variable inte- gracionista, desde el punto de vista teórico, se enmarca dentro del paradigma Idealista en las Relaciones Internacionales. La perspectiva idealista en la conducción de los asuntos políticos podemos encontrarla a lo largo de la historia. La antigua Grecia puede ser considerada como fuente primigenia de esta per- spectiva, en donde ya se hablaba de la necesidad de que los actos de gobierno fueran no solo actos que conllevaran un valor ético intrínseco, sino que también pudieran considerarse adecuados. Bastante más cercano en el tiempo, el filósofo Immanuel Kant sostenía en su obra “Sobre la Paz Perpetua”, y en momentos en que la Revolución Francesa transitaba ya su última etapa, que el escenario de paz entre las naciones no era tal; en realidad los mismos se encontraban inmersos en un proceso constante de conflicto. Esta par- ticularidad sólo podría ser superada a través de un “Contrato Social” entre los pueblos. Pensaba que el Derecho Internacional debía desarrollarse en base a un “Federalismo entre Estados”. Esta idea de la existencia de un federalismo estadual remite directamente a la creación de un ámbito de discusión de las cuestiones internacionales en el que pudieran confluir diversos estados y que es el objetivo principal que persigue cualquier organismo internacional actualmente. A su vez creía firmemente que existía una tendencia de tipo histórica hacia la paz, la cual esta relacionada a una obligación de tipo moral para superar el estado de guerra permanente y el egoísmo intrín- sico propio de la condición humana. Los que adscriben a esta corriente de pen- samiento político dentro de las Relaciones Internacionales persiguen un objetivo central y definido, establecer en el sistema internacional y en las relaciones entre las naciones las condi- ciones necesarias para lograr una paz perdurable o “paz perpetua”. Es por este motivo que la guerra es una situación insostenible que debe ser evitada de forma definitiva y la única manera de lograr este objetivo es delegando el monopolio de la fuerza a un organismo de carácter internacional que se encargaría de solucionar las controversias que pudieran surgir entre los estados y garantizar su seguridad. Este sistema de seguridad colectiva, a su vez, debía estructurarse en base a cuatro principios: se debían descartar por completo los tratados de carácter secreto y se daría una mayor participación pública en los asuntos internacion- ales, los estados renunciarán a la guerra como un 24 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO2 - OCTUBRE 2015 instrumento de su política exterior, la búsqueda del equilibrio de poder será reemplazada por la de mecanismos de seguridad colectiva y se esta- blecerá un orden a nivel internacional que estará garantizado por la creación de diversos organ- ismos multilaterales que tendrán las facultades necesarias para mantenerlo. Indudablemente la política exterior de las na- ciones latinoamericanas se ha visto fuertemente influenciada por los principios de este paradig- ma. Si bien la elaboración y posterior ejecución de la política exterior de un estado es un proceso complejo en el cual intervienen una serie de variables tanto internas como externas, debemos hacer hincapié en una de las variables externas que mayor influencia ha tenido sobre los estados latinoamericanos, que es su posición periférica dentro del contexto internacional. Incluso luego del largo y complejo proceso inde- pendentista, se acentuaría aun más esta condición. La construcción tardía de un sistema republicano y democrático; las deudas económicas que había dejado el proceso independentista; los conflictos internos que habían quedado sin resolver y que en muchos países llevaron a guerras civiles; y la amenaza aun latente de una reconquista de estos territorios por parte de las potencias europeas, no hicieron mas que ahondar aun más la posición periférica de la mayoría de los estados de la región. Como ya habíamos mencionado anteriormente, esta condición periférica provocó que los principios del Idealismo influyeran de forma de- terminante sobre la política exterior de los países de la región. Los congresos realizados durante el Siglo XIX van en concordancia con esto y los tratados que de ellos surgieron fueron codifi- cando una serie de normas de carácter legal que lograrían perdurar en el tiempo, y que significa- ron un valioso aporte al Derecho Internacional2. Si bien estos primeros congresos fueron los pi- lares de la política exterior latinoamericana en clave integracionista, podemos hacer otra lectura para entender porqué su realización obedeció a una serie de factores determinados. Habíamos mencionado anteriormente que uno de los hechos que propiciaron la convocatoria a los mismos fue la necesidad de consolidar la inde- pendencia recientemente conquistada y procurar mecanismos que impidieran un nuevo avance de los estados europeos. Sin embargo, la existencia de valores, intereses e instituciones comunes a to- dos los estados sudamericanos también tuvieron una influencia determinante para afianzar este proceso integracionista. Los países sudamericanos han buscado edificarse en torno a una estructura de cooperación política basada en un patrimonio histórico, cultural e institucional en común y es así como debemos entender esta política exterior latinoamericana en clave integracionista. El mERCOSuR y lA CAn COmO PIlARES En El PROCESO DE COnFORmACIÓn DE lA unASuR Hemos podido apreciar que han sido numerosos los intentos por parte de los países latinoamerica- nos en general y los sudamericanos en particular, para alcanzar un determinado nivel de integración económico y/o político y que estas iniciativas se tradujeron en la creación de diversos organismos intergubernamentales de cooperación como los anteriormente vistos. Pero no es menos cierto que determinadas problemáticas de la región como han sido la inestabilidad política, la desigualdad 2 - Es importante resaltar que el paradigma Idealista tiene una fuerte impronta legalista que a su vez es la base del Derecho como doc- trina. 25LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA 3 - También podemos nombrar al Grupo de Río, que si bien no fue una organización internacional propiamente dicha, ha funcionado como un foro intergubernamental en donde se han abordado diversos temas propios de la agenda sudamericana. En su cumbre real- izada en México, en el 2010, los jefes de estado allí reunidos decidieron la creación de un nuevo organismo que continuaría con los objetivos del Grupo de Río, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). y las grandes crisis económicas impidieron que los objetivos centrales de esos organismos se ejecutaran como habían sido planteados. Entre las excepciones a esta regla podemos nombrar la puesta en marcha de la ALADI, que como ya hemos mencionado, entró en funciones en 1980 y fue la organización sucesora de la ALALC3. Pero previamente a esto, con la creación de la CAN y del MERCOSUR se empieza a perfilar la construcción de espacios de integración a nivel subregional más complejos y que están dotados de órganos permanentes, propios e independientes, que son reconocidos como sujetos del Derecho Internacional y que son capaces de gestionar intereses colectivos. La Comunidad Andina de Naciones (CAN) es un bloque comercial integrado por Bolivia Co- lombia Ecuador y Perú. En 1996 se produjo una reorganización del Pacto Andino, su antecedente directo, y la organización adoptaría finalmente su denominación actual. El Pacto Andino fue crea- do mediante el Acuerdo de Cartagena en 1969 y las naciones firmantes de su tratado constitu- tivo fueron Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y el Perú. En 1973 se incorporaría Venezuela, pasando a ser seis las naciones integrantes de la organización. Sin embargo, Chile se retiró de la organización en 1976 y el mismo camino seguiría Venezuela en 2006. La sede central de la organ- ización está ubicada en la ciudad de Lima, Perú. El objetivo principal de la organización era con- solidar los procesos de industrialización de sus miembros con el fin de reducir la brecha de de- sarrollo en relación con las principales economías de la región. Esta estrategia de industrialización se apoyaba en un programa de sustitución de importaciones, con fuertes barreras comerciales hacia terceros, que se traducía en una estructura fuertemente proteccionista. Para muchos internacionalistas el punto de partida para la creación del MERCOSUR fue la Declaración de Foz de Iguazú suscrita por los Presidentes de Argentina y Brasil en 1985, Raúl Alfonsín y Jorge Sarney respectivamente. En 1991, y por intermedio de la firma del Tratado de Asunción, se decide la creación del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), que comprende actualmente Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela como miembros plenos. A su vez la organización considera como estados asociados a Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Buscando consolidar la iniciativa, el 16 de diciem- bre de 1994 se firma el Protocolo de Ouro Preto, complementario del Tratado de Asunción, por medio del cual se instituyó al MERCOSUR como persona jurídica del Derecho Internacional y se estableció un arancel externo común dentro del marco del proceso de integración. Los objetivos centrales de la organización son fomentar el libre intercambio y movimiento de bienes, personas y capital y avanzar en una mayor complementa- riedad política, social y cultural. Desde 1995 el MERCOSUR constituye técnicamente una zona de libre comercio (aunque imperfecta todavía), donde se busca que exista un libre intercambio de todos los bienes que circulan por el bloque, y desde 1999 se conformó una zona libre de arance- les aunque se exceptúan de la misma algunos productos como el azúcar y el sector automotriz. El objetivo final del MERCOSUR es convertirse en un mercado común pleno afianzando la integración política, económica y social de sus miembros. En consecuencia se promueven, desde el punto de vista económico, la libre circulación de bienes, servicios y factores relacionados a la 26 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 producción, el establecimiento de un arancel ex- terno común, la puesta en marcha de una política comercial común y la coordinación de políticasmacroeconómicas. Sin embargo no podemos dejar de mencionar que la mayoría de estas pro- puestas no se está cumpliendo en plenitud, lo que ha ocasionado que la organización haya entrado en un proceso de estancamiento significativo; y que varios de sus miembros manifiesten quejas de distinto tipo sobre su funcionamiento. Si algo ha quedado claro es que el proceso de integración emprendido por los estados su- damericanos encontró finalmente una vía por la que se podían canalizar las diversas prob- lemáticas propias de la agenda regional.-pias de la agenda regional. Es por eso que al crearse los organismos que acabamos de analizar, y al ser dotados de una personalidad jurídica propia y de una estructura orgánica permanente, iba a resultar mas sencillo consolidar y ejecutar las iniciativas socio-políticas y económicas de cada estado, mejorar el comercio intrarregional, poner en relieve temas concernientes a todos los estados como es la lucha contra la pobreza y la protec- ción del medio ambiente y, por sobre todo, iba a permitir una mejor inserción de las naciones dentro del sistema internacional, fortaleciendo su posición negociadora de cara a otros organismos internacionales y/o grupo de estados. Era una decisión lógica que los gobiernos de los países miembros de cada bloque acordaran que ambos organismos se debían constituir en los pi- lares de la futura organización teniendo en cuenta el nivel de desarrollo que ambos bloques habían alcanzado y por la necesidad de canalizar en una sola organización todo lo que se había avanzado dentro del esquema integrador subregional. lA unASuR: EnTRE El PRAgmATISmO InTEgRACIOnISTA O lA RETÓRICA IDEOlÓgICA lATInOAmERICAnA Cuando hablamos de pragmatismo y de retórica generalmente nos referimos a dos términos que se contraponen. Cuando decimos que una decisión política es “pragmática” hacemos alusión a un objetivo concreto y que ha sido planteado por los encargados de tomar decisiones a nivel político y que es ejecutado en tiempo en forma. En cambio, cuando caemos en el nivel de la retórica, que suele estar influenciada por la ideología política del gobernante de turno, observamos que la toma de decisiones y la ejecución de un objetivo concreto no termina siendo todo lo eficiente que debería ser. Esta contraposición entre estas dos formas de tomar decisiones ha provocado que proyectos muy ambiciosos terminen dilatándose en el tiempo y no cumplan cabalmente con los objetivos que se plantearon al momento en que fueron creados. Esta explicación es útil para comprender el porqué desde sus inicios UNASUR fue una inici- ativa con una clara influencia brasileña. Es parte de la visión pragmática que tiene Brasil acerca de la importancia de la región en su estrategia de in- serción internacional, lo cual es más que evidente si consideramos que los límites geográficos de la nación brasileña abarcan prácticamente la mayor parte del territorio sudamericano. En el marco de la VII Reunión del Grupo de Río, en 1993, el presidente de Brasil Itamar Franco pro- pone la creación del Área de Libre Comercio de America del Sur (ALCSA), iniciativa considerada por diversos analistas como antecedente directo de la futura conformación de UNASUR. En concordancia con esto, al año siguiente los Min- istros de Economía y Finanzas del MERCOSUR 27LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN AMERICA LATINA reafirmaron su apoyo a la liberación comercial en todo el subcontinente y en 1998 se instrumentó el Acuerdo Marco para la conformación de una zona de libre comercio entre el MERCOSUR y la CAN, el cual recién sería institucionalizado en 2004 en la ciudad de Montevideo. Este paso confirmaría la importancia que ambas organiza- ciones han tenido en el proceso de integración sudamericano y que influirían decisivamente en la creación de la organización. A su vez, las Cumbres de Presidentes de América del Sur4 lograrían consolidar las bases de la futura organización. La primera se realizó en Brasilia en el año 2000, en cuya declaración final expresaría el interés de los países concurrentes en fortalecer la cooperación, la paz, la democracia, la inte- gración y el desarrollo económico de la región. Luego seguiría la cumbre desarrollada en Guay- aquil en 2002, en donde se discutieron acciones tendientes a la concreción de un espacio común sudamericano. De este encuentro se desprenden también dos declaraciones: una de ellas fue sobre la constitución de la Zona de Paz Sudamericana y la otra respecto a la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. El tercer encuentro tendría lugar en la ciudad de Cuzco, en 2004. El hecho más destacable fue la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) por parte de los Presidentes allí convocados. La cumbre propició que se concertaran una serie de objetivos comunes en pos de la inte- gración tales como: la coordinación política y diplomática que afirme a la región como un factor diferenciado en sus relaciones externas, la profundización del proceso de convergencia ya iniciado entre el MERCOSUR y la CAN a través del perfeccionamiento de la zona de libre comercio, el afianzamiento del proceso de integración energético y de comunicaciones sobre la base de las experiencias bilaterales, regionales y subregionales, la armonización de políticas que promuevan el desarrollo rural y agroalimentario y la transferencia de tecnología y la cooperación en los ámbitos concernientes a la ciencia, la educación y la cultura. Cabe resaltar que en el encuentro de Cuzco ya era evidente que si antes era viable la conformación de un área de libre comercio que fuera afín a la propuesta estadounidense del ALCA, ahora se planteaba concretar un modelo similar pero que hiciera contrapeso a la iniciativa de los Estados Unidos. Otra declaración de relevancia fue la relativa a las cuestiones de seguridad, en donde se planteaba la idea de enfrentar de manera coordinada las amenazas regionales. En el año 2005 se concretaría un nuevo encuen- tro en la ciudad de Brasilia, el cual fue la Primera Cumbre de los Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones. En esta ocasión se revisó y se amplió la agenda que ya se había establecido en las anteriores reuniones, haciendo hincapié en los objetivos trazados en la cumbre de Cuzco. En 2006 se desarrolló en la ciudad de Cochabamba, en donde se empieza a hablar de la constitución de una ciudadanía sudamericana, una idea similar a la existente ciudadanía europea impulsada por la Unión Europea. La decisión más importante de las adoptadas hasta el momento se concretaría en el marco de la reunión extraordinaria realizada en el 2008 nuevamente en Brasilia, en la cual se suscribió el Tratado Constitutivo que le daría el nacimiento formal a la nueva organización. Los firmantes del mismo fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, 4 - Podemos encontrar más detalles sobre los antecedentes de la UNASUR en: Díaz Barrado, Castor Migue, y Cano Linares, María de los Ángeles, “La Unión de Naciones Sudamericanas, análisis e instrumentos”. Cuadernos Iberoamericanos. Centro de Estudios de Iber- oamérica, N. 1,2007. 28 REVISTA RACEI - AÑO 1 – NÚMERO 2 - OCTUBRE 2015 Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela. También es rele- vante resaltar que entre los objetivos a alcanzar en el mediano plazo está la creación de una moneda común para todo el bloque y que sustituiría a las de curso legal que actualmente circulan en los doce estados miembros. La creación de un pasaporte común es otro objetivo que espera alcanzarse a la brevedad, por lo pronto cualquier ciudadano sudamericano puede circular libremente por la mayoría de países de la región (con la excepción de Guayana y Surinam) únicamente presentado
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