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1 ESTUDIOS DE DERECHO PÚBLICO SANDRA MORELLI RICO ESTUDIOS DE DERECHO PÚBLICO 2 PRIMERA PARTE DERECHO CONSTITUCIONAL 3 I. EL NUEVO PARADIGMA DEL DERECHO CONSTITUCIONAL Y LA POSMODERNIDAD 1. INTRODUCCIÓN 1.1. El estado de la cultura actual lleva a Zagrebelsky a afirmar en forma categórica: se pone en cuestión lo que hay detrás del derecho de los textos oficiales, es decir, las ideas generales, la mentalidad, los métodos, las expectativas, las estructuras de pensamiento y los estilos jurídicos heredados del pasado y que ya no encuentran justificación el presente. “Se podría decir simplificado que la idea de derecho que el actual Estado constitucional implica no ha entrado plenamente en el aire que respiran los juristas”1. Al parecer la sentencia del conde de Lampedusa: que todo cambie para que todo siga igual, ha perdido vigencia histórica. Ahora el mundo gira y gira, pero las cosas no siguen igual. Así, en Colombia, a partir de la promulgación del nuevo texto constitucional, hace ya un quinquenio, se comenzó a predicar la existencia de un nuevo derecho, prédica que no a pocos les resulta antipática, e incluso inaceptable. Los motivos son múltiples y variados. En unos casos se trata de posiciones ideológicas conservadoras, refractarias al cambio y por tanto, amantes del régimen jurídico que se había desarrollado y arraigado durante la vigencia de la Constitución de 1986. Pero para otros, y este aspecto es el que interesa destacar, aceptar la existencia de un nuevo paradigma jurídico implica, sencillamente, el desconocimiento del carácter universal de las categorías jurídicas, cuya validez se proyecta en el tiempo independientemente del cambio de las circunstancias históricas. Se está haciendo referencia a los hijos del racionalismo normativo, a los amantes de un paradigma jurídico superado por el constitucionalismo contemporáneo. En efecto, a partir de la primera posguerra, aunque con importantes antecedentes en la segunda década de este siglo, algo empezó a cambiar, al menos en el mundo jurídico occidental y no sólo en este ámbito. Transformaciones profundas se empiezan a reconocer en los paradigmas políticos, científicos y culturales en general. Todo lo cual corresponde sencillamente a la mutación operada en la Weltanschauung, en la visión del mundo. Por ello, no parece irresponsable encuadrar estos fenómenos que inician a gestarse desde principios del siglo y en general en toda la historia de la humanidad y que hoy parecen consolidarse, en los distintos paradigmas científicos, ideológicos, políticos y en general culturales, en el concepto de visión del mundo o Weltanshauung, toda vez que ésta se concibe, para efectos de este escrito, como una categoría universal “no sólo por su mayor vocación de permanencia en el tiempo, sino también por su más amplio alcance conceptual...”; se trata entonces del “conjunto de valores e ideas de un grupo humano, relativas al orden social y natural donde éste se desenvuelve, 1 ZAGREBELSKY, Gustavo, El derecho dúctil, Editorial Trotta, Madrid, 1995. p. 10. 4 determinando su manera de percibir el mundo y orientando su comportamiento, de donde resulta una caracterización homogénea de la sociedad que vive bajo una misma cosmovisión”2. La cosmovisión orienta todo el modo de ser social, y condiciona de manera imperceptible e inconsciente al conglomerado, al mismo tiempo que le proporciona una visión lógica del mundo, cuyo carácter incuestionable tiende a prolongarse en el tiempo, hasta tanto no resulte insuficiente. Pero no se puede confundir el concepto de cosmovisión con el de ideología. Para Mario Stoppino, la ideología designa il genus, o una especie variamente definita, dei sistemi di credenze politiche: un insieme di idee e di valori riguardanti l’ordine politico e avente la funzione di guidare i comportamenti politici colettivi”3 En consecuencia, es posible establecer una diferencia entre visión del mundo o ideología, toda vez que esta última se refiere tan sólo al ámbito político y presupone una elección, optar por una u otra concepción, de manera deliberada. Lo anterior no significa que la variable ideológica sea independiente de la cosmovisión. Por el contrario, está condicionada por ésta, incluso cuando pretende distanciarse con el fin de refutarla. 2. VISIÓN DEL MUNDO Y CIENCIA La relación entre visión del mundo y ciencia, resulta por el contrario, más compleja en su definición. Casi que la pretendida neutralidad de la ciencia, ha permitido pregonar su independencia absoluta de la Weltanschauung. En realidad la ciencia se erige como tal es cuando se desprende de la ideología: “...toda ciencia es ciencia principalmente de la ideología de la cual se desprende”4. Por el contrario, la ciencia no se desprende de la cosmovisión, es la resultante del paradigma de un determinado momento histórico. Y es precisamente el magnífico pensador Thomas Kuhn, quien define los paradigmas como “realizaciones científicas 2 MORELLI, Sandra, La revolución copérnica y el paso del teocentrismo al antropocentrismo. Repercusiones en el ámbito de las teoría de justificación del poder político y en el paradigma jurídico, Tesis de grado para optar al título de abogada en la Universidad Externado de Colombia, Summa cum laude, Bogotá, 1987, pp. 13-15. 3 BOBBIO, Norberto et al. "Ideologia", en Dizionario di Politica, Torino, Unione Tipografica Editrice Torinese, 1976, p.464: "la ideología designa el genus, o una especie definida en formas diversas de los sistemas de creencias políticas. Un conjunto de ideas y de valores relativas al orden político y con la función de guiar los comportamientos políticos colectivos". 4 MILLER, J.A. y HERBERT, Thomas, “Notas para una teoría general de las ideologías”, en Ciencias Sociales: Ideología y conocimiento, Buenos Aires, Editorial siglo XXI, citado por Ariel del Val, Fernando, La crisis de la legitimidad del estado liberal y la teoría sociológica, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1984, p.p. 33 y 34. 5 universalmente reconocidas, que durante ciento tiempo proporcionan modelos de problemas y soluciones a la comunidad científica”5. Por tanto, la ciencia no puede sustraerse a una determinada visión del mundo, a una determinada cosmovisión, en tanto que ésta impregna todas las manifestaciones de la vida social. La ciencia es un producto histórico, lo cual no le resta su pretensión de neutralidad, pretensión que realiza al separarse críticamente de la ideología. Pero el mundo gira y gira y nada sigue igual. Históricamente las verdades científicas pierden vigencia, precisamente porque el saber toma distancia crítica de la Weltanschauung. Tal advenimiento constituye una ruptura epistemológica que consiste en una “Sustitución de paradigmas por otro nuevo e incompatible”6 Ahora bien, “la ruptura epistemológica se caracteriza por el quebrantamiento de lo que normal y ordinariamente viene sucediendo, lo que no quiere decir que no esté precedido de un proceso, que culmina en la revolución científica y la correlativa, ruptura epistemológica”7. Este fenómeno no es de ninguna manera aislado. De él irradian la visión del mundo, las ideologías y el derecho, de tal manera que la mutación de paradigmas tiende a generalizarse, para abrir paso a otros nuevos, distintos, que a la postre repercuten también en una nueva visión del mundo. La relación dialéctica está clara. Me he permitido hacer estas consideraciones preliminares con el único fin de sostener la tesis de que en el mundo occidental se ha venido implantando un nuevo paradigma jurídico constitucional, paradigma que responde a una nueva cosmovisión. De ahí que sus características presenten rasgos comunesa la nueva visión del mundo, rasgos que también han impregnado el mundo de la política, la filosofía y las ciencias duras. El nuevo estado constitucional que se ha adoptado en Colombia con la promulgación de la Constitución de 1991 es tan sólo el esfuerzo por condensar los principios rectores de un nuevo arquetipo jurídico, que empieza articularse desde la primera posguerra, cuando el paradigma racional positivo aparece insuficiente. Este arquetipo, que rescata el derecho a la diversidad, a la participación, al pluralismo, a la autonomía, entre otros muchos valores, pareciera responder a los postulados de la postmodernidad, Weltanschauung de las postrimerías del milenio, fenómeno al que por lo demás tampoco parecen estar en capacidad de sustraerse las ciencias duras. 5 La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica, Colección Brevarios, número 213, p.149. 6 Ibídem, p. 149. 7 MORELLI Sandra, La revolución copernica y el paso del teocentrismo al antropocentrismo. Repercusiones en el ámbito de la teoría de justificación del poder político y en el paradigma jurídico, op.cit., p. 18. 6 No son pocos los iuspublicistas que en forma casi fetichista, parten de una concepción cuasimágica de la Constitución como forjadora por sí sola de sociedades felices, y en esa medida “achacan”, si se me permite el término, todos los males de nuestra patria a la Constitución de 1991, promulgada el 4 de julio de aquel año. Tales consideraciones, además de excesivamente ilusorias, desconocen que los paradigmas posrevolucionarios franceses de carácter racional normativo, que impregnaron de una manera sin precedentes, el derecho y las instituciones en el mundo occidental, por sí solo aparecen hoy insuficientes, lo cual no quiere decir, que estén totalmente superados. Y este juicio no es tan sólo predicable del derecho: la física mecánica, las ideologías dogmáticas, se han ido relativizando, o incluso desapareciendo durante estos últimos lustros. En otros términos, la modernidad ha cedido espacio a la posmodernidad. Una nueva cosmovisión se viene gestando e implantando, tanto en el viejo como en el nuevo continente, aunque por razones distintas en uno y en otro. De tal manera que el fenómeno constitucional que ha acaecido en Colombia con el inicio de la década de los noventa, no es producto de la ocurrencia de un grupo de “descarriados representantes del pueblo”, elegidos para conformar la Asamblea Nacional Constituyente. No, es la resultante de una nueva concepción de lo que debe ser el derecho en un mundo de diversidad, pluralismo, democratización. Nuestra Constitución hace parte de un nuevo ciclo constitucional, y más allá de las graves e innegables fallas técnicas que pueda contener, condensa un ideario que supera la concepción moderna y formalista del derecho y, por tanto, recoge en sus letras una nueva cosmovisión, la de la posmodernidad. Podemos entonces criticar válidamente los defectos orgánicos o técnicos de nuestra Constitución, pero su dogmática no es casual, ni incoherente. Sencillamente hemos entrado en un nuevo paradigma, el del estado constitucional, paradigma que se ha impuesto en el mundo y al que no es dable resistir por meras nostalgias de un pasado que, en realidad, nunca ha sido mejor. No olvidemos que Víctor Hugo afirmaba que se puede resistir el avance de un ejército, pero no el avance de una idea que ha llegado a su madurez. 3. LA SUPERACIÓN DE LA MODERNIDAD, UNA NUEVA COSMOVISIÓN La visión del mundo moderno se inaugura con la consolidación del paso de teocentrismo al antropocentrismo en las diferentes manifestaciones de la cultura. Ésta alcanza su máxima expresión durante la ilustración. “Descartes marca un hito importante en la emancipación del pensamiento laico, en el derrocamiento de la metafísica eclesiástica. La razón humana se considera en su 7 autonomía, como expresión del hombre, entidad inmanente: ‘Pienso luego existo’, configura un principio absolutamente laico, regulador de la actividad especulativa. Se separa así la filosofía de la teología y la moralidad natural de la sobrenatural. “Afirma Dilthey que “la racionalidad del universo se convirtió en la fórmula metafísica de la época”. El sistema cartesiano eminentemente deductivo, sirvió de modelo durante varios siglos para interpretar el mundo, lo cual fue posible gracias a la razón”8. Sencillamente nos encontramos ante la consolidación del fenómeno que en la historia de la cultura se conoce como secularización. Este advenimiento es para Gianfranco Pasquino “L’abbandono di comportamenti di tipo sacro, l’allontanamento di schemi tradizionali, da posizioni dogmatiche e aprioristiche... Significa, fine del tradizionalismo e della superstizione e inizio di un processo che porta gli uomini ad agire in modo sperimentale e pragmatico, razionale e basato su conoxcenze scientifiche, che possono essere sottoposte a verifica e abbandanate non appena si rivelino inadeguate”9. A. ¿Y en el ámbito de la ciencia qué sucedió? Pues sucedió ni más ni menos que la revolución copernicana, y con ella un cambio sustancial en la actitud cognoscitiva del nombre10. Por lo demás, a partir de ella, no sólo se erige la ciencia como tal, sino que se sientan las bases para impregnar de cientificidad todas las manifestaciones de la vida social, y liberarla de elementos teologizantes. De esta manera Copérnico en primer término, y luego Galileo y Kleper se convierten en protagonistas de una revolución científica, de una ruptura epistemológica que se traduce en el abandono de la Weltanschauung hasta entonces dominante. 8 MORELLI, Sandra La revolución copérnica y el paso del teocentrismo al antropocentrismo. Repercusiones en el ámbito de la teorías de justificación del poder político y en el paradigma jurídico, op.cit. p. 50. 9 Voz 'Secolarizzazione', in BOBBIO, Norberto e PAQUINO, GianFranco, Dizionario di política, Torino, Unione Tipografica Editrice Torinese, 1974, p.946: La secularización implica "el abandono de comportamientos de tipo sagrado, el alejarse de esquemas tradicionales y posiciones dogmáticas y apriorísticas...significa el fin del tradicionalismo y de la superstición y el inicio de un proceso que lleva a los hombre a actuar de manera experimental y programática, racional y basada en conocimientos científicos, que pueden ser sometidos a verificación y que pueden abandonarse si resultan inadecuados". 10 Esta actitud empírica que orienta las investigaciones de Galileo no puede considerarse como un hecho aislado, accidental. Ya Maquiavelo había explorado la realidad política con el mismo lente (...), es indudable que a partir de esta ruptura epistemológica se logra la emancipación de la ciencia natural de la teología. Dilthey expone la idea: 'Así, mediante los grandes descubrimientos de Copérnico, Kepler y Galileo, y la teoría que les acompaña acerca de la construcción de la naturaleza mediante elementos lógico-matemáticos de la ciencia que se ofrecen apriori, se funda de manera definitiva la conciencia soberana de la autonomía del intelecto humano y de su poder sobre las cosas; teoría que se convirtió en la convicción dominante de los espíritus más progresivos". En Hombre y Mundo en el siglo XVI y XVII, México, Editorial Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 271. 8 Esta ruptura epistemológica le permitió a Isaac Newton –1642–1727- hacer contribuciones decisivas a la física mecánica, formular la ley de la tracción universal y descubrir la descomposición espectral de la luz blanca. La ciencia positiva conducía entonces a la verdad incuestionable, y le permitía al hombre dominar la naturaleza en el planeta. Racionalidad, experimentación, pragmatismo, programación son los conceptos que mejor pueden describir esa realidad,la de la secularización. B. El paradigma jurídico y su contexto cultural Como ya se ha sostenido en este escrito, el fenómeno jurídico corresponde siempre, como toda manifestación cultural, a una determinada visión del mundo. El clima de la época en el que se gesta el paradigma jurídico producto del racionalismo ilustrado lo describe don Manuel García Pelayo como sigue: “de la técnica, que la empírica personal e imprecisa en el artesanado se convierte en científica expresada en fórmulas matemáticas, y por ende se objetiva u despersonaliza; de la economía, en la que el mundo de los negocios tiende a separarse cada vez más de la vida privada del empresario, y en la que la cobertura de necesidades concretas cede ante el capital como magnitud abstracta; de la administración en la que el personalismo feudal y estamental cede cada vez más ante el funcionario, es decir ante una competencia objetiva, etc…”. Y en cuanto al proceso de despersonalización agrega: “llega a su plenitud en cuanto la ecuación Estado = Constitución normativa, elimina todo elemento personal, histórico y socialmente particularizado “Por consiguiente, el concepto racional de Constitución representa algo perfectamente encuadrado dentro del proceso histórico de la racionalización, objetivización y despersonalización del Estado11”. En este contexto político y filosófico se articuló la noción racional normativa, que dominó el mundo constitucional occidental hasta los inicios de este siglo, sino siempre como realidad, al menos sí como arquetipo de racionalidad y por tanto de universalismo. A la zaga de este paradigma constitucional se gestaron las dos grandes revoluciones del siglo XVIII, la norteamericana y la francesa; y bajo sus postulados se inventó el estado liberal, arquetipo de organización política por más de un siglo, y cuyos postulados fundamentales no han sido superados, sino tan sólo objeto de complemento y ampliación. Por la brillantez de la descripción que el maestro Manuel García Pelayo hace de la Constitución correspondiente a la categoría racional normativa, me permito volverlo a traer a este texto. Él considera que ésta “Concibe la Constitución como un complejo normativo establecido de una sola vez y en el que de una manera total, exhaustiva y 11 García Pelayo, Manuel, Derecho Constitucional comparado, Madrid, Alianza Universidad Textos, 1987, p. 37. 9 sistemática se establecen las funciones fundamentales del Estado y se regulan los órganos, el ámbito de sus competencias y las relaciones entre ellos. La Constitución es pues, un sistema de normas. No representa una suma o resultante de decisiones parciales tomadas según van surgiendo los acontecimientos o presentándose las situaciones, sino que parte de la creencia en la posibilidad de establecer una vez para siempre y de manera general un esquema de organización en el que se encierre la vida total del Estado y en él se subsuman todos los casos particulares posibles”12. Subyace en esta concepción la creencia de la viabilidad de planificar y racionalizar todo el quehacer político, y por sobre todo, de reducirlo a la homogeneidad. Todas las vicisitudes del acaecer social y más concretamente político, son reconducibles a un solo esquema abstracto de solución. Se trata de la adopción dogmática del método deductivo en la aplicación del derecho, propia de la lógica del razonar ilustrado, donde la Constitución equivale a la razón. No olvidemos que el principio de todas las cosas es la razón, y de la misma manera el principio de lo jurídico y lo político es la Constitución . “… no cabe existencia jurídico-política fuera de la Constitución normativa”13. La consecuencia obvia es de despersonalización en el ejercicio de la soberanía. El único principio de legitimidad es entonces, la Constitución . El Estado regido por una Constitución racional normativa es un Estado donde el valor guía es la ley. Corresponde en la tipología de la legitimación del poder elaborada por Max Weber, al modelo de autoridad legal racional14. Se destaca de esta concepción la pretendida neutralidad de la Constitución , contentiva de normas generales, universales y abstractas. La misma neutralidad que permitía a la ciencia erigirse como tal, y universalizar los postulados. 12 Ibídem, p. 34. 13 Ibídem, p. 36. 14 Las características de este modelo de ejercicio de la autoridad las resumen Giorgio Alberti en su libro Societá organizzazione, Bologna, editrice Compositori, 1988 pp. 65-66, así: “L’autorità legale razionale è rappresentata da un sistema di regole applicate giudiziariamente e amministrativamente in base a principi espliciti ed è valida per tutti membri di un gruppo. Le persone che detengono il potere sono tipicamente ‘superori’eletti e disegnati in base a procedure legali. Le persone soggette ai comandi sono ‘eguali’legali che obbediscono ‘al diritto’invece che alle persone. L’apparto amministrativo di questo modello è la burocrzia… e il suo principio di legittimazione (la legge). “L’emergere dell’autorit¿à legale razionele è una delle manifestazioni più importanti del processo di razionalizzazione, che del tardo medievo inizia a penetrare in tutti gli aspetti della società e della cultura occidentale (dalla plitica alla’arte,dall’economia alla cienzia). “La autoridad legal racional está representada por un sistema de reglas aplicables judicial y administrativamente con base en principios explícitos y es válida respecto de todos los miembros del grupo. Las personas que detentan el poder son típicamente ‘superiores’ elegidos y designados con base en procedimientos legales. Las personas sometidas al mandato son “iguales” en términos legales, que obedecen al derecho y no a las personas. El aparato administrativo de este modelo es la burocracia… y su principio de legitimación es (la ley). El surgimiento de la autoridad alegal racional es una de las manifestaciones más importantes del proceso de racionalización, que desde las postrimerías de la edad media inició a penetrar en todos los aspectos de la sociedad y de la cultura occidental (la política al arte, de la economía la ciencia). 10 Algo semejante debía ocurrir con la Constitución : los principios en ella contenidos han de ser válidos en cualquier momento histórico y en cualquier latitud del globo terráqueo; en consecuencia son inmutables, no penden de variables históricas o sociológicas. El influjo del tiempo y el espacio, le son extraños. Son tan absolutos como la razón; e impermeables a la diversidad cultural, étnica e incluso nacional. No olvidemos que la máxima expresión de esta concepción jurídica es el positivismo, “científicamente” formulado por Hans Kelsen, con base en una concepción descriptiva del derecho. Esto era posible a partir de un apriori irrefutable: la homogeneidad del cuerpo social que permitía consagrar la igualdad ante la ley. En fin, la justicia se identificaba con la ley y el único juicio admisible al ordenamiento jurídico era el de validez. C. La modernidad A manera de resumen parcial podemos afirmar que el paso del antrocentrismo, la revolución copérnica, la secularización de la cultura, el derrocamiento del Estado absolutista y la consolidación del pensamiento ilustrado contribuyen a estructurar de manera definitiva la cosmovisión de la modernidad, cosmovisión en la que el hombre, como sujeto racional, es el centro del universo, y está en capacidad de formular verdades absolutas, leyes constantes irrefutables, bien sea del método inductivo -para las ciencias duras-, bien sea a partir del método deductivo para las ciencias blandas. De ahí que la universidad de estas leyes tienda a imponerse, máxime en el ámbito de las ciencias sociales donde se parte de una concepción eminentemente eurocéntrica15. La formulación de leyes universalespermite también la previsibilidad y la programación, lo cual lleva a superar la incertidumbre del acaecer social y a proscribir, en el Estado, la arbitrariedad del gobernante. En este sentido no parece arriesgado afirmar que la modernidad tiende hacia el dogmatismo epistemológico. Michel Troper, en un artículo titulado “II concetto di costituzionalismo nella moderna teoria del diritto”, escribe: “II secondo fattore consiste nel dominio esercitato in Europa dal positivismo giuridico. Tale termine designa, come ha mostrato Norberto Bobbio, tre differenti dottrine. “In primo luogo, un approccio e una epistemologia giuridica. Contrassegnati particolarmente dalla volontà di fondare una scienza giuridica sul modello dalle scienza empiriche, vale a dire dalla preoccupazione di vitare ogni metafisica e qualsiasi giudizio 15 Nótese por ejemplo, que la declaración francesa de los derechos de 1789, se predica en primer lugar del hombre, y en segundo lugar del ciudadano, que no es lo mismo. Esto denota su vocación universalizante, pues el hombre es habitante del mundo. Queda además explícito el carácter primigenio y convencional de dicha carta. 11 di valore, e di dare descrizione del dirittio cosí come esso è e non come dovrebbe essere; in breve, di costituire una teoria pura. “In secondoluogo una teoria del diritto propiamente detta, una rappresentazione de sistema giuridico, secondo cui il diritto non è che il prodotto delle volontà umane e, in ultima analisi, della volontá del sovrano. II positivismo giuridico come teoria del diritto si fonda così su di una metafisica della sovranità che esso riprova come epistemologia. “In terzo luogo, si intende egualmente per positivismo una ideologia secondo cui il ‘diritto positivo, vale a dire il diritto posto dal sovrano, debe essee obbedito qualunque sia il suo contenuto anche se lo si considera ingiusto”16 Pero paulatinamente la modernidad empieza a perder su carácter absoluto y a ser sustituida por otro paradigma: la posmodernidad. 4. LA POSMODERNIDAD: CARACTERÍSTICAS GENERALES Para introducir el tema de la postmodernidad, parece oportuno citar a dos autoridades en la materia. Por un lado Gianni Vattimo, quien afirma: “Ante todo hablamos de posmoderno porque consideramos que, en algún aspecto suyo esencial, la modernidad ha concluido “(...) la modernidad deja de existir cuando –por múltiples razones– desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia como entidad unitaria”17. Por su parte, para Lyotard, la postmodernidad“Designa el estado de la cultura de las transformaciones que han afectado a las reglas de juego de la ciencia, de la literatura y de las artes a partir del siglo XIX”18. 16 Materiale per una storia della cultura giuridica, fondati da TTARELLO, Giovanni, volumen XVIII, No. 1, Giugno 1988, Bologna, II Mulino, 1988, p.p 62-63. “El segundo factor consiste en el dominio ejercido en Europa por el positivismo jurídico. Este término, como lo ha señalado Norberto Bobbio, indica tres diferentes doctrinas. “En primer lugar una aproximación y una epistemología jurídica, que se distinguen especialmente por la voluntad de fundar una ciencia jurídica con base en el modelo de la ciencia empírica, es decir, condicionado por la preocupación de evitar cualquier metafísica y cualquier juicio de valor, para dar una descripción del derecho tal como no debería ser: y más concretamente, para construir una teoría pura”. En segundo lugar una teoría del derecho propiamente dicha, una representación del sistema jurídico, según la cual el derecho no es nada distinto que el producto de las voluntades humanas o, incluso, de la voluntad del soberano. El positivismo jurídico como teoría del derecho se funda sobre una metafísica de la soberanía que éste no acepta en términos epistemológicos. “En tercer lugar, se entiende igualmente, por ‘positivismo’ una ideología en virtud de la cual el ‘derecho positivo’, es decir el derecho creado por el soberano, debe ser obedecido cualquiera sea su contenido aunque se le considere injusto”. 17 “Posmodernidad: Una sociedad transparente”, en Entorno a la postmodernidad, Barcelona, 1994, editorial del Hombre, 1994, p. 9. 18 La condition postmoderne, Paris, edition de Munuit, 1979, p. 7. 12 En efecto se operó un cambio, porque la razón fuente de toda perfección, promotora del progreso sin límite de la humanidad, perdió legitimidad desde el mismo momento que sus criaturas vieron mermada su vigencia histórica, la ciencia no era fuente absoluta e inequívoca de toda verdad en forma mecánica y determinista; de la misma manera el paradigma fundado en el concepto de Constitución racional normativa se demostraba no sólo incapaz para resolver determinados conflictos sociales, sino que, a veces, generaba efectos perversos al acentuarlos. Pero detrás de esto se estaba verificando un fenómeno más de fondo: la visión unitaria del mundo, de referente eurocéntrico, parecía derrumbarse. La pluralidad, la diversidad, la incertidumbre, el derecho a la diferencia, la crisis del Estado nacional y de la soberanía tendían a atomizar la Weltanschauung de la modernidad, a pesar de que ella se fundase en aparentes pilares de certeza y universalismo. “Quei punti di riferimento unici non sono più lì, fermi e protettive, masse di granitoa difesa delle noste certezze, cannoni fattiper assolverci pure dal dovere del dubbio e della recerca, filtri di fronte ad una realtà esidnte e mutelove. Dove prima scorgevano una realtà solo, ora vi ritroviamo tante, quqnti sono i pezzi dell’unico specchio andato in frantumi”19. En la modernidad existía un paradigma de estado nacional único, donde en todo el territorio regía un único orden jurídico, toda vez que el principio de igualdad formal así lo imponía. Esto implicaba partir de un apriori, no coincidente con la realidad material, cual era de la homogeneidad del conglomerado social. Pero a poco andar, la heterogeneidad se impone como fenómeno ineludible incluso por las magistrales pero artificiosas categorías jurídicas. Las minorías étnicas, culturales, sociales, los marginados económicamente, etc, ¡existen! En otros términos, el reconocimiento del derecho a la diversidad y en consecuencia, la aceptación del otro, así como la tolerancia, se constituyen en el poder del cambio. El profesor Guillermo Hoyos, al reivindicar la postmodernidady sustraerla de la crítica de quienes la consideran mera arbitrariedad señala: “esta especie de ‘ontología de la diferencia y de la pluralidad’ constituye el cambio de perspectiva fundamental; no se trata de una euforia irresponsable e indiferente. Se busca más bien poder ofrecer al futuro la pluralidad existente y la que a partir de ella pueda desarrollarse ulteriormente: pluralidad de formas de conocimiento, de interpretaciones, de paradigmas, de discursos, etc.20. Pero en esta nueva cosmovisión no todo es atomización, pluralismo, diversidad. La complejidad de la postmodernidad, transporta en sus venas también elementos unificantes; o, en otros términos, los medios de comunicación de masa se han convertido 19 RODOTA, Stefano, Repertorio di fine secolo, Roma, Editore Laterza, 1992, p. 59 y s.s.: “Esos puntos de referencia no están más allí, fijos y protectores, masas de granito para defender nuestras certezas, cánones hechos para evitarnos también el deber de la duda y de la investigación, filtros frente a una realidad exigente y mutable. Donde antes se descubría una realidad sola, ahora nos encontramos ante tantas –realidades– cuantos son los pedazos del único espejo hecho trizas”. 20 “Posmetafísica vs Posmodernidad: El proyecto filosófico de la modernidad”, en Revista Novum, Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales, Departamento de CienciasHumanas, segundo semestre, 1994, No. 13, p. 10-11. 13 en las venas de la unificación, así como los “macrofenómenos” de la sociedad capitalista. Pensamos verbigracia en la influencia cultural de las empresas multinacionales al unificar la lógica consumista. Se trata entonces de una fuerza de cohesión carente de sustrato ético, de poder legítimamente, que lleva cada vez más a reivindicar la parcela, el dialecto, el folklore, como alternativa para recuperar la identidad21. Ante esta complejidad Rodotà insiste en que “Nel core di questo processo riappare il bisogno di diferimenti comuni, di regole condivise, di momenti di unificazione”22. Estos momentos de unificación deben ser para él, entonces, los derechos, los procesos institucionales por medio de los cuales se logra el consenso, se garantizan los derechos propios de las sociedades pluralistas, donde se reconoce al otro, se le respeta, se le tolera. Casi se podría afirmar que el pluralismo es el único con vocación universal, y por tanto lo que se puede erigirse en punto de encuentro, en parámetro de unificación, con pleno contenido ético plena aceptación legitimante. Desde el punto de vista político la pluralidad, el reconocimiento de las minorías étnicas, religiosas, culturales, se traduce en el derecho a autodeterminarse, en la posibilidad de construir su propio proyecto político, proyecto político contenido en el sentido delimitado, pues ha de ser respetuoso del otro, debe contener en sí de su relatividad. Las autonomías y las técnicas de participación política se constituyen entonces en canales para garantizar, a la vez, el respeto a la diversidad y la coexistencia pacífica, bajo el lema de la democracia y el consenso. Esto porque también las ideologías con vocación universal, a pesar de su prolongación en el tiempo, entran en crisis23. 21 RODOTA, Stefano, Repertorio di fine secolo ob. cit. 22 RODOTA, Stefano, Ibidem, pp. 59 ss. “En el corazón de este proceso reaparece la necesidad de referencias comunes de reglas compartidas, de momentos de unificación”. 23 La cittadinanza, apparteneza, identità, diritti. AA VV, Libri del tempo Latera, 1994. Danilo Zolo escribe: “A partire dalla ‘rivoluzione democratica’dell`89 la teoría política occidentale sembra attardarsi in un lungo, estenuante commiato. E ormai chiaro che le due grnadi ideologie che hannno diviso il mondo per oltre mezzo secolo sono entrambe al tramonto, e tuttavia in occidente ben pochi sono impeganti nel tentivo di costuire un nuovo paradigma. Nè alcuna nuova utopia orientale sembra profilarsi nell’orizonte. “In un universo ‘posmoderno’ormai dominato dal politeismo di valori, dall’antratezza funcionale dei rapporti sociali e da una acuta ercesione della contingenza del mondo, ‘lberali’e ‘comunitari’sembrano impegnati a minare nel loro innocuo linguaggio accademico la grande disputa ideologica che fino a ieri ha diviso al mondo in due blocchi contrapposti. “Il socialismo e il liberalismo sono stati, in forme diverse, gli nterpreti della straordinaria profezia di emancipazione universale che hanno animato il progetto político della modernità. Secondo quel 14 El antidogmatismo se impone, la modernidad ha muerto, pero no sin dejar un importante legado, de ninguna manera despreciable, aunque sí susceptible de complementaciones, ajustes, relativizaciones. Es que a partir del reconocimiento de la heterogeneidad y complejidad de lo social, la lógica deductiva cede espacio a lo inductivo, a lo histórico, a lo contingente, a lo concreto, a lo particular, modo de ser tan caro al sajón y tan antipático al francés, y en general al europeo continental, tan influenciado por el dogma posrevolucionario y todas sus manifestaciones institucionales24. 5. EL PARADIGMA CIENTÍFICO DE LA POSMODERNIDAD Albert Einstein 1879, al plantear la teoría de la relatividad y reformular los conceptos de espacio y tiempo, inició lo que en el lenguaje de Thomas Kuhn se conoce como una ruptura epistemológica. En efecto, con estas formulaciones, las teorías de Newton, que partían de la existencia de un espacio absoluto, en relación con el cual se progetto lo svilluppo delle arti e della scienza avrebbe promosso non soltano una accresciuta capacità di controllo dll’ambiente naturale, ma anche il progresso morale e la felecità del genere umano… “Anzi, le filosofie posmoderne denunciano come un ‘illusione razionalistica eurocentrica propio la pretesa ‘moderna’di unificare il mondo in un progetto di emancipaziones dell’uono. L’idea stessa di emancipazione sembra appartenere a un passato remoto: un passato illuminista nel quale etica, scienza e politica si saldavano nella compatta ideoligia delle filosofie della storia. “La democrazia, bisogna riconoscerlo, era stata proyettata per società molto più elementari di quella in cui viviamo. E tuttavia, nel cuore della sua tradizine teorica e della sua esperienza pratica può essere rintracciato un ‘contenuto minimo’- come ha sostenuto Norbeto Bobbio – che continua a rappresentare nonostante tutto un patrimonio europeo che sabebbe irresponsabile sacrificare sull’ altere della fine delle ideologie: la tutela delle libertà fondamentali e il sistema delle garanzie istituzionali e procedurali dello stato di diritto.”En esto coinciden plenamente con Rodotá. A partir de la revolución democrática del ochenta y nueve, la teoría política occidental parece adentrarse en un largo y extenuante camino. Es ya claro que las dos grandes ideologías que han dividido el mundo por más de medio siglo están en el crepúsculo, y no obstante en occidente muy pocas están empeñadas en el intento de construir un nuevo paradigma. Tampoco una nueva utopía occidental parece perfilarse en el horizonte. En un universo posmoderno ya dominado por el politeísmo de los valores, por la abstracción funcional de las relaciones sociales y por una aguda percepción de la contingencia del mundo, liberales y comunitaristas parecen empeñados en minar en su inicuo lenguaje académico la gran disputa ideológica que hasta ayer dividió el mundo en dos bloques contrapuestos”. “El socialismo y el liberalismo han sido, de manera distinta, los intérpretes de la extraordinaria profecía de emancipación universal que permitieron el proyecto político de la modernidad. Según ese proyecto, el desarrollo de las artes y las ciencias habría promovido, no sólo una notable capacidad de control del ambiente natural, sino también el proyecto moral y la felicidad del género humano”. “Es más, las filosofías postmodernas denuncian como una ilusión racionalista propiamente eurocéntrica, la pretensión moderna de unificar el mundo en proyecto de emancipación del hombre. La idea misma de emancipación parece pertenecer a un pasado remoto: un pasado de ilustración, en el cual ética, ciencia y política se fundían en la compacta ideología de las filosofías de la historia”. La democracia, se debe reconocer como había sido proyectada para sociedades mucho más elementales que aquella en la cual vivimos. Y no obstante, en el corazón de su tradición teórica y de su experiencia práctica, puede reconocerse un “contenido mínimo” – como ha sostenido Norberto Bobbio – que continúa representando, no obstante todo un patrimonio europeo que sería irresponsable sacrificar en el altar del final de las ideologías: la tutela de las libertades fundamentales y el sistema de las garantías institucional y procesales del estado de derecho”. 24 Al respecto consúltese Atti delle giornate Bologna – Nationes Francia. Profili Giuridici. Diritti Civili e istituzioni pubbliche a due secoli dal 1789”, a cura di PROVERSI MONACO, Fabio, e VANDELLI Luciano, Bologna, Editrice Clueb, 1991. 15 cumplían las leyes de la mecánica, parecía revaluado.Einstein entendió que toda apreciación especial era relativa a un cuerpo. Así, la certeza absoluta derivada del positivismo científico de carácter empírico, del cual fueron exponentes excelsos tanto Galileo como Newton, y cuyas teorías constituyen el paradigma de la ciencia moderna, no sólo ve limitado su ámbito de acción con las teorías de Einstein, sino que además se revelan claramente insuficiente a partir de los descubrimientos científicos de Werner Heisenberg, físico alemán nacido al iniciar este siglo, exactamente en 1901, y quien en el año de 1932 obtuvo el Nobel de física. Mal podría yo adelantarme en los contenidos de las teorías formuladas por tan magnífico pensador, pero sí me interesa destacar, para efectos de este escrito que junto con Bohr y Pascal Jordan, formuló la teoría de la mecánica cuántica25, al tenor de la cual se “excluye toda posibilidad de previsión rigurosa de los fenómenos futuros a partir de los fenómenos actuales, posibilidad admitida por la física clásica”26. Nos estamos refiriendo a lo que en el ámbito de la física se conoce con el nombre de principios de la incertidumbre de Heisenberg, en virtud del cual no hay lugar a predicciones deterministas, sino tan sólo es viable hablar de probabilidades. De esta manera se consolidó la ruptura epistemológica iniciada por Einstein y se operó en el mundo de las ciencias duras otra revolución científica: las ciencias exactas, básicas o duras, como lo indican estos adjetivos, se erigieron como tales en virtud de la capacidad para formular leyes de carácter universal, por su vocación de prevenir el futuro con base en los aconteceres pasados, en fin, por su aptitud, en consecuencia, de programar y predeterminar los fenómenos naturales. Con el principio de la incertidumbre tal pretensión tuvo que relativizarse: “Esta nueva teoría ha modificado los principios clásicos, no porque sean falsos, sino porque, conteniendo la verdad, no contienen toda la verdad”27. La física de finales del siglo XIX había alcanzado un importante desarrollo a partir de la descripción de dos tipos de fenómenos naturales: los “copusculares”, respecto de los cuales las leyes de Newton conservaban plena vigencia; por otro lado se 25 En la gran enciclopedia Rialp, S.A. publicada en Madrid en 1971 se lee que Max Planck (1858-1947) encontraría las modificaciones necesarias de los primeros clásicos para obtener la fórmula correcta de la radicación, que luego serían recogidos por Einstein para cuantificar la energía. “la hipótesis de Planck ha sido una de las causas fundamentales del progreso de la física actual, pues se trata de un nuevo sistema de la física totalmente axiomático con los siguientes postulados básicos: 1. Las unidades fundamentales de materia y energía electromagnética son tratadas como ‘ondiculas’, esto es, se considera que transfieren la masa o la energía, o ambas, en paquetes de tamaño mínimo (cuantos), pero que se influyen recíprocamente y se propagan a modo de sistema de ondas. 2. Esta física se ve obligada a abandonar las leyes horarias del movimiento que permiten determinar de una manera precisa la posición, velocidad y energía; ajustándose a los principios de la mecánica cuántica, las cuestiones sobre el futuro comportamiento de los sistemas físicos sólo puedan contestarse estadísticamente y dar como resultado una probabilidad. De aquí que en la mecánica cuántica ocupe un puesto central el principio de intermediación de Heisenberg. 26 Voz, Heisenberg, Werner, Enciclopedia Salvat, Salvar Editories, Barcelona, 1972, p. 1654. 27 Gran Enciclopedia Rialp, op. cit., p. 791 16 encontraban los fenómenos luminosos, “capaces de producir interferencias y fisuras de difracción, y que no eran más que un tipo de radiaciones electromagnéticas regidas por las ecuaciones de Maxwell. Esta síntesis fue la que se modificó a partir del nacimiento de la mecánica cuántica28. Este nacimiento se produjo por la insuficiencia del paradigma cientifíco vigente para explicar algunos hechos experimentales como el así llamado cuerpo negro. De ahí que se hable de una discontinuidad conceptual entre teoría clásica y teoría cuántica29. “La verdadera conclusión de siglo XIX en el dominio de la mecánica es precisamente esa constelación del malestar y las incertidumbres nacidas de la utilización misma de los principios clásicos y del presentimiento de una novedad radical”. “La mecánica clásica, heredada de los trabajos de los siglos XVII y XVIII, recibió simultáneamente en el siglo XIX, su estructura definitiva y las condiciones que imponían su propia superación. No será inútil comprobar, mediante este llamativo ejemplo, que la ciencia, hija del hombre, no puede sustraerse a las grandes leyes de la vida”.30 La cita se trae a colación sencillamente para reforzar la tesis de que una mutación en la visión del mundo, irradia todas las manifestaciones de la vida cultural, incluyendo la ciencia y, dentro de ésta, la ciencia exacta. La exactitud, previsibilidad, universalismo, y programación de la física clásica gestadas durante la modernidad, tuvieron que ceder espacio a la incertidumbre, a la probabilidad e incluso, a la ambigüedad para explicar fenómenos que de otra manera escapaban a los paradigmas científicos mecánicos. En la cultura posmoderna, en todo caso, y esto debe subrayarse, el reconocimiento de los particularismos, las heterogeneidades, los contrarios, no tiene como finalidad ni lleva consigo, necesariamente, la generalización del caos. Por el contrario, de lo que se trata es de buscar equilibrios reales, consensos duraderos, correspondencias sustanciales. “…In quest’ottica, anche il consenso, a cui si affida il coordinamento delle azioni nell’integrazione sociale, può essere inteso come un modo di legittimare la restrizione alla stessa atregua dei nesi funzionali di azione nell’integrazione”.31 6. EL PARADIGMA JURÍDICO – POLÍTICO DE LA POSMODERNIDAD El profesor Giuseppe de Vergottini en su obra Diritto costituzionale comparato32, intenta clasificar en ciclos constitucionales los distintos tipos de constituciones que han 28 Historia de la ciencia, Tomo 4, dirigido por el profesor Felip Cid, Barcelona, editorial Planeta, 1982; p. 75. 29 Enciclopedia Larousse, Editorial Planeta, Barcelona 1986, p. 2787. 30 “La teoría cuántica y la física clásica”, Historia general de las ciencias; Ciencia contemporánea (SXIX)S Volumen III, dirigido por René Taton, Barcelona, Ediciones Destino, 1973. pp. 146-147. 31 VIOLA Franceso, Materiali per una storia della cultura giuridica, op. cit, p. 131: “En esta óptica también el consenso, a quien se le confía la coordinación de las acciones en la integración social, puede ser entendido como un modo de legitimar la restricción, bajo la sombra de nexos funcionales de acción en la integracióne”. 32 Padova, Cedam, 1993, p. 224 y ss. 17 existido desde siglo XVIII –época del advenimiento propiamente dicho del Estado constitucional–33, hasta nuestros días. Los ciclos constitucionales a pesar de no tener carácter exhaustivo, son categorías particularmente útiles para el derecho comparado y pueden ser definidos como “raggruppamenti di costituzione rapportabili ad alcuni tipi condizionanti lo sviluppo delle diverse esperienze costituzionale34 Pues bien existe un ciclo constitucional integrado por las constituciones de parlamentarismo racionalizado, que merece ser objeto de un estudio más detenido porque en su desarrollo histórico se ha ido moldeando lo que hoy podemos considerar un nuevo paradigma jurídico, el paradigma del Estado constitucional, del diritto mite, o derecho “ductil”35. 33 El profesor Javier PÉREZ ROYO, en su magnífico Curso de Derecho Constitucional publicado en Madrid, por Marcial Pons en 1994, afirma“La Constitución escrita es un fenómeno relativamente reciente en la historia de la organización de la sociedad humana. Únicamente a lo largo del siglo XVIII empiezan a existir documentos en los que pretende fijarse por escrito las normas a las que debe responder la organización política general de la sociedad, con especificación de los órganos y procedimientos a través de los cuales se debe ejercer el poder, así como la relación de tales órganos con los individuos y sus deberes. “Dichos documentos aparecen por primera vez en las colonias inglesas del América del Norte y después en los Estados Unidos constituídos por aquellas colonias tras la independencia de Inglaterra. Posteriormente Francia se incorpora al mundo de la Constitución escrita tras la revolución con la Declaración de los Derechos del hombre y el ciudadano de 1789 y con la Constitución de 1791. “Lo anterior no significa que el término Constitución se hubiese acuñado en el siglo XVIII con ocasión de las revoluciones Americana y Francesa. En realidad este es suficientemente antiguo, sólo que su significación era sustancialmente diversa. El mismo autor nos ilustra al respecto: “… en las sociedades que se basaban en la desigualdad por su naturaleza de los seres humanos el poder era natural que no necesitaba ser constituido. Formaba parte de la naturaleza o Constitución general de la sociedad ya que no era posible pensar ésta sin la presencia del poder. “En las sociedades que se basan sobre el principio de igualdad, por el contrario, el poder político tiene que ser constituido, porque no es algo natural sino artificial, porque es el resultado de la técnica del hombre. La sociedad igualitaria tiene espontáneamente una Constitución social, pero tiene que darse una Constitución política, tiene que constituir el Estado. “”Aquí radica la diferencia del término Constitución en la literatura política de la antigüedad clásica, tanto medieval y moderna, y el concepto de Constitución tal como se utiliza en el siglo XVIII para hacer referencia a la Constitución política del Estado. En la teoría política preestatal el término pertenece al mundo del ser, es un término descriptivo. En la teoría política estatal el término pertenece al mundo del deber ser”. 34 DE VERGOTTINI, Giuseppe, Diritto costituzionale comparato, Padova, Cedam, 1993, p. 224 y ss. 35 El bautizo de este nuevo paradigma jurídico lo ha hecho el gran jurista Gustavo Zagrebelsky es un texto II diritto Mite, publicado en Torino por Giulio Einaudi en 1992. Este libro fue traducido al español en 1995 por Marina Gascón, y publicado por la Editorial Trotta, de Madrid. Es precisamente en esta traducción donde se utiliza el término “dúctil”, que en realidad no es tan afortunado. En la cita 11 del primer capitulo se lee: “En italiano, el calificativo miti se predica de aquello que es manso, tranquilo, aplicable. Se ofrece para ello varias posibilidades en su traducción, entre las que se encuentran, además de las ya citadas, las de sosegado, dulce calmoso, comprensivo. He escogido, sin embargo, el término “Ductibilidad” para traducir el origen italiano “mitezza” “Dúctil”, en la lengua castellana, además de su significado original, se utiliza en sentido figurado para indicar que algo o alguien es acomodadizo, dúctil, condescendiente, por lo que me parece que se ajusta bien al significado que el autor ha querido transmitir con el término mite, aunque también sea consiente de lo llamativo que puede resultar. Desde luego la elección no es incontestable, pues no deja de ser heterodoxo en el contexto jurídico llamar “dúctil” al derecho, pero lo mismo sucede con la utilización del término mite en la cultura jurídica italiana. (N del T)”, p. 19. 18 En este sitio se incluyen las constituciones promulgadas tanto durante la primera como la segunda posguerra. Las primeras se caracterizan básicamente porque, aunque permanece sustancialmente fieles a los principios del estado liberal, en sus textos se incluyen la categoría de los derechos sociales. A manera de ejemplo se pueden citar los casos más representativos cuales son las constituciones de Weimar de 1919 y la española de 1931. Tras la culminación del segundo gran conflicto bélico, las características sociales en los nuevos textos constitucionales se acentuaron; se morigeró la concepción formal de la igualdad ante la ley, se reguló de manera expresa la variable económica; se acentuaron las constituciones democráticas y se institucionalizaron las garantías de las autonomías, no sólo territoriales. Bajo esta égida se promulgaron las constituciones de Italia – 1948 -. De la República Federal Alemana –1949-, de Portugal –1976-, de España –1978-, entre otras. Se trató concretamente, de dar una respuesta correctiva de las anomalías políticas y sociales generadas por el paradigma moderno, demoliberal de estado: el extenso catálogo de libertades y derechos consagrados hasta entonces permitió, sin proponérselo, que los menos favorecidos lo fuesen cada vez más, de tal manera que las libertades para ellos carecían de significación real. A poco andar, se pudo establecer que la igualdad legal reñía con la realidad social, étnica y cultural ontológicamente plural y, es más, que la concepción dogmática del estado de derecho podía ser instrumentalizada incluso para contener en ella un estado totalitario. Al autoritarismo también podía conducir la concepción monolítica de soberanía, excluyente en términos internacionales, y subordinante, a nivel interno, respecto del ciudadano. El paradigma del derecho moderno, atento a lograr la unidad del estado nacional, la igualdad ante la ley y la certeza jurídica, admite una representación gráfica piramidal, lo que implica la centralización del poder, así como la exclusión de la heterogeneidad, dato objetivo e ineludible. Las formas jurídicas del positivismo, con su pretendida neutralidad, y con su única finalidad garantista de los derechos individuales frente al estado, podrían acoger en su seno una indudable injusticia, máxime cuando las categorías de ley y justicia, en aras de excluir la arbitrariedad, tendían identificarse entre sí. Se concreta entonces en la crisis del positivismo, crisis que lejos de superarse se acentúa hasta lograr niveles máximos hacia los años 60. La postmodernidadexige una nueva concepción jurídica, in nuevo paradigma qu responda a la nueva visión dl mundo y a la nueva realidad estatal y política. El profesor Zagrebelsky es categórico al respecto, pues considera que ius publicum europeum, como construcción conceptual del estado moderno, amerita oración fúnebre: “los europeos han vivido hasta hace poco tiempo en una época en cuyos conceptos jurídicos venían totalmente referidos al estado y presuponían el estado como modelo de la unidad política. La época de la estatalidad ya está llegando a su fin; no vale la pena desperdiciar más palabras en esto. Con ella desaparece toda la supraestructura de conceptos 19 relativos al estado, levantada por una ciencia del derecho estatal e internacional eurocéntrica en el curso de un trabajo conceptual de cuatro siglos. El estado como modelo de unidad política, el estado como titular del más extraordinario de todos los monopolios, el monopolio de la decisión política, esta brillante creación del formalismo europeo y del racionalismo occidental, está a punto de ser arrumbado.36 Y es que no puede ser de otra manera, cuando el concepto de soberanía se relativiza: el estado nacional cede importantes espacios a las organizaciones supranacionales, el concepto de frontera se relativiza, cuando de la protección de los derechos humanos se trata, las minorías étnicas, culturales, sexuales, religiosas etc., adquieren carta de legitimidad para concurrir en la formación de las decisiones políticas, lo que multiplica los puntos de impulsión política. Se atomizó el estado, la sociedad es “al plural”: se trata de la sociedad de las minorías,como afirma el profesor Rodotà.37. Y lo más importante: el asunto no puede limitarse tan solo al reconocimiento de la pluralidad étnica, religiosa, cultural, ética. La consecuencia de tal reconocimietno, en un ámbito democrático, debe traducirse en la realidad y ética de la autodeterminación. De ahí que la representación, la participación y las autonomías adquieran un papel primordial, como instrumento de la realización del valor pluralista, el único con vocación de universalidad en una sociedad posmoderna. Y es precisamente la universalización del pluralismo, del reconocimiento del otro, lo que constituye un paradigma cultural que integra la sociedad a partir del consenso, y no la negación artificiosa de la diferencia, fuente final del conflicto y la desintegración. Ante esta nueva realidad cultural, ante esta Weltanschauung el rígido positivismo carecería de eficacia, pero sobre todo de legitimidad. El sistema normativo debe ser flexible, susceptible de adaptación. El nuevo paradigma es el del derecho dúctil, ya bautizado así por Zagrebelsky. Las concepciones unitarias y deterministas, las leyes universales, generales y abstractas han perdido plena validez, se han visto mermadas, así como ha acaecido en el ámbito de la física clásica con el advenimiento de la física cuántica. A. La crisis epistemológica del derecho positivo Valentin Petev afirma de manera categórica: Los conceptos y los métodos del positivismo jurídico del siglo XIX, en su versión original, están superados. Una ontología fundamental según la cual el mundo exterior de naturaleza objetiva existe en sí, independientemente del sujeto cognoscente, no es ya aceptable. Además, una filosofía del conocimiento que refleja ese mundo objetivo por medios exclusivamente empíricos (observación, verificación) parece haber caducado por completo38. 36 “El concepto de lo político”, Texto de 1932, Madrid, Alianza, 1991, p. 40, en ZAGREBELSKY, Gustavo, El Derecho Dúctil, op. cit., p.12 37 Ob. cit. 38 PETEV, Valentin, “Hans kelsen y el circulo de viena”,..p.92, citado en la Tesis de Grado para optar al título de abogado en la Universidad Externado de Colombia, elaborada por Carlos Bernal, Los fundamentos jurídicos de los principios constitucionales fundamentales. 1996, p. 36 20 a. La positivización de la Constitución Lo anterior no quiere decir que la Constitución se sustraiga al mundo iuspositivista; por el contrario, se erige totalmente como norma jurídica. Al respecto el profesor Pérez Royo anota: “En efecto, lo que caracteriza a la tercera fase, que se inicia con el final de la primera guerra mundial y que es en la que todavía estamos, es la afirmación de la Constitución como norma jurídica. “Dicha afirmación está íntimamente conectada con el tránsito del principio de soberanía de la ley o soberanía parlamentaria al principio de soberanía popular, que se convierte en el fundamento indiscutible del constitucionalismo desde entonces.39 Nótese pues, que se conserva y acentúa una de las características del constitucionalismo racional normativo, propio del paradigma de la modernidad, consistente en el definitivo reconocimiento de fuerza jurídica a la Constitución , pero de una Constitución contentiva de principios, de valores, de una Constitución axiológica que contiene y garantiza el pluralismo. En otros términos, lo jurídico constitucional se concibe como instrumento de una sociedad pluralista; en esta medida, en sus preceptos no puede haber valores absolutos y corresponderá siempre al juez hacer la justa ponderación para lograr el equilibrio y la permanencia de la coherencia. Es que no se trata de repudiar la herencia de la modernidad por haber resultado insuficiente en términos históricos, sino de recoger el legado y acondicionarlo a la nueva realidad. A este respecto, no podemos olvidar que la justicia constitucional existe precisamente por el reconocimiento de carácter jurídico normativo a la Constitución , lo que no habría podido suceder sin la consolidación del racionalismo normativo. El nuevo paradigma jurídico, altamente influenciado por las corrientes iusrealistas, recoge las experiencias de iusnaturalismo y del iuspositivismo, en una afortunada amalgama. Así por un lado, del paradigma racional normativo adopta el carácter jurídico vinculante y lo extiende a la Constitución que por mucho tiempo había sido considerada como una mera declaración política. Pero esto no quiere decir que las normas e limiten a contener procedimientos y pautas limitantes de la acción estatal, con miras a evitar la intromisión arbitraria del poder en la esfera del individuo. La positivización de la Constitución , es la positivización de una axiología, de unos principios, de unos valores, que hasta entonces carecían de carácter normativo vinculante. Su ámbito de existencia era el derecho natural. De tal manera que por un lado existía un orden jurídico, neutral y vinculante, y por el otro la axiología carente de fuerza jurídica. Ahora es vinculante, pero cabe destacar que dicha axiología contenida en los principios constitucionales, a diferencia de los progoneros por el iusnaturalismo, se refiere a una sociedad concreta, en un determinado momento histórico, pues carece de vocación universalizante, salvo en lo que al pluralismo se refiere. b. El pluralismo de valores constitucionales En el estado constitucional, el estado de la postmodernidad, que supera al estado de derecho o estado de la modernidad, los valores, los principios, la parte dogmática de la Constitución vincula en términos jurídicos. 39 Op. cit., p. 100 21 Por esta vía se supera el divorcio entre la justicia material y la norma jurídica. Pero no olvidemos que tal incorporación, la de axiología, al texto constitucional respeta, en el nuevo paradigma de la posmodernidad. “La coexistencia de valores y principios, sobre la que hoy debe basarse necesariamente una Constitución para no renunciar a sus cometidos de unidad e integración y al mismo tiempo no hacerse incompatible con su base material pluralista, exige que tales valores y principios se asuma (sic) con carácter no absoluto, compatible con aquellos otros con los que debe convivir. Solamente asume carácter absoluto el metavalor que se expresa en el doble imperativo del pluralismo de los valores (en lo tocante al aspecto sustancial) y la lealtad en su enfrentamiento (en lo referente al aspecto procedimental)”40. Y en la misma obra se lee: “El estado debe “ legitimar una tensión y un libre enfrentamiento entre las diversas concepciones de justicia, pluralmente admitidas por las Constituciones para hacer posible su conciliación en el momento histórico concreto”. c. El particularismo del derecho constitucional Además de la positivización jurídica del derecho constitucional, cabe destacar, en el nuevo paradigma, que éste deja de ser una disciplina de carácter general, de tal manera que, lo mismo que sucede en las demás áreas del derecho, se particulariza y adquiere especificidad para cada país.41 Se trata entonces de la ruptura del pretendido universalismo del derecho constitucional, acorde con la cosmovisión postmoderna. No está de más precisar que la quiebra del universalismo, no es predicable sólo en el contexto internacional, con el reconocimiento del derecho constitucional nacional como disciplina específica, sino también al interior de los estados, donde la diversidad adquiere carta de naturalización, como ya se indicó tantas veces. B. Razón de ser del texto constitucional La Constitución dúctil resulta entonces siendo un método para articular la sociedad, en términos de respeto de la diversidad, de relativización de valores, en fin, de consensos. Sus contenidos axiomáticos constituyen el mínimo indispensable para la convivencia; pero en el conjunto se percibe la tendenciahacia la optimización de la vida en sociedad, la democracia, la participación, el pluralismo, la diversidad, la justicia material, la igualdad sustancial. La Constitución se construye día tras día, y en ésta convergen las distintas instancias de la sociedad civil, que reclaman n espacio de autodeterminación. Gráficamente podríamos decir que el poder circula abajo hacia arriba, y no viceversa. Sin embargo no hay que alarmarse: el estado y la Constitución que se construyen a base de consensos, tienen vocación de permanencia. La experiencia británica es prueba fehaciente de ello. 40 PEREZ ROYO Javier, op. cit., pp. 35-36. 41 Ibídem, p. 95 22 Acaso sea posible hacer un símil entre el paradigma jurídico de la modernidad con un fuerte roble, que ante la gran tempestad se puede quebrar; en tanto que el paradigma jurídico de la postmodernidad, el derecho “dúctil” se asemeja a la débil hierba, que en las mismas condiciones, se plega, se adopta y sobrevive. C. El juez constitucional y la típica jurídica Que importante papel corresponde en este esquema al juez constitucional, máxime cuando la Constitución goza, en virtud de su fuerza jurídica, que comprende la parte dogmática, de directa aplicación. De no entender el juez constitucional el papel que le corresponde en la realización del paradigma constitucional de la postmodernidad, al asumir una concepción monolítica y dogmática del derecho, puede propiciar un proceso de atomización social, de fractura institucional, de crisis constitucional. En su razonar, el juez constitucional debe ser ponderado, oportuno, analítico del caso concreto, teniendo siempre como norte la prevalencia de los principios constitucionales, y la relatividad de los valores en ellos contenidos. La subsunción mecánica a la norma jurídica de una situación fáctica, para derivar una consecuencia no es ya admisible, como método exclusivo y excluyente. En este sentido afirma Petev: “El paradigma metódico ha cambiado manifiestamente: no se busca más encontrar una sola solución posible, sino ampliar el espectro de argumentos que puedan ser alegados a favor de posiciones contrarias presentadas como sustanciales”42. La misma incertidumbre o imprecisión que se ha apoderado de las ciencias básicas, impregna la interpretación constitucional. Así Pérez Royo afirma: “El método típico es un método impreciso…”43, lo que no significa que dicha hermenéutica carezca de principios o parámetros, que son el de la unidad de la Constitución , el de la concordancia práctica, el de la corrección funcional, el de la función integradora y el de la fuerza normativa de la Constitución Nótese que pues que la típica interpretativa impone optimizar la interpretación de las normas constitucionales, pues entre éstas, toda vez que tienden a cristalizar distintos proyectos políticos, puede surgir alguna tensión e incluso contradicción; se trata además de mantener el adecuado equilibrio entre los poderes del estado; y por sobretodo, tener como norte el imperativo de integrar los miembros de la comunidad y evitar lecturas constitucionales que puedan originar conflictos o desconocer el carácter complejo de nuestra sociedad. 42 PETEV, Valentin, Metodología y Ciencia Jurídica en el umbral del siglo XXI, traducción, VILLAR BORDA, Luis, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1996, p.16. 43 Op. cit, p. 115 23 En cuanto a la fuerza normativa de la Constitución no resta que agregar, que sea como fuere, este es el único marco legítimo en el que se puede mover el juez constitucional44. Obviamente el panorama es complejo, hay un largo camino por recorrer, pero resulta imperativo recorrerlo, pues la sociedad posmoderna, abierta y compleja al mismo tiempo, exige una respuesta jurídica específica45. 7. LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA Y LA POSMODERNIDAD En el artículo primero de nuestra Constitución política se preceptúa: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”. En el mismo título I – De los principios fundamentales - , se consagran entre otros, como fines esenciales del estado, promover la prosperidad general, garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida política, económica, administrativa y cultural de la Nación; asegurar la convivencia pacífica y la vigencia del orden justo. (Artículo 2). En el artículo 3 se sitúa la soberanía en el pueblo; y el carácter jurídico de la Constitución, como norma de normas, se proclama expresamente en el precepto 4. 44 Ibídem, p. 116 45 El reto histórico que le corresponde al nuevo paradigma jurídico en la postmodernidadno es un dato posible de eludir. Ejemplo de la imposibilidad de llegar a soluciones dogmáticas y de cómo una problemática admite distintos enfoques son las valiosísimas reflexiones contenidas en La cittadinanza appartenza, identit e diritti, op. cit., Al respecto, nos parece oportuno destacar las consideraciones de Luigi Ferrajoli, quien no acepta parlare della cittadinanza anziche dell “uomo” e “auspica il supermento della stessa idea di cittadinanza, oggi legata alla sovranita degli estati nazionali, e all” affermazione di quel costituzionalismo mondiale che e ga presente, anche se privo di garanxie e sanzione nella dichiarazione universale dei diritti dell” uomo el 1948. Si traterebbe in sostenza di abbatere ogni frontiera economica, cultarale e sociales – e ogni confine di Stato – transformando in diritti della persona in due diritti di liberta che oggi sono riservati ai soli cittadini: il diritto di residenza de il diritto di cittadini: il diritti di residenza de il diritto di circolazione”. Es decir que el autor no acepta: “hablar de ciudadanía en lugar de hablar del hombre”, y “augura la superación de la misma idea de ciudadanía, hoy ligada a la soberanía de los estados nacionales, y asegura también la consolidación del constitucionalismo mundial que está ya presente, aunque sin garantías y sanciones, en la declaración universal de los derechos del hombre de 1948. Se trataría en concreto de superar cualquier frontera económica, cultural y social – y cualquier frontera estatal – transformando en derechos de las personas, los derechos de libertad que hoy están reservados a los solos ciudadanos: el derecho de residencia y el derecho de circulación”, XVII por otro lado agrega, que el concepto de ciudadano es cerrado y excluyente. Rodatá por su parte en el mismo texto, acepta la manipulación de que ha sido objeto el concepto de ciudadanía pues se le ha ligado al de propiedad y afirma también que los derechos sociales se ha utilizado solo como instrumentos de pacificación, pero no por eso se deben abandonar sino que que se les debe dotar de estabilidad. Pregona por una universalización de la ciudadanía, y se acuerda que en la práctica, ya se reconocen derechos políticos a los extranjeros. 24 La perentoriedad del artículo 5 hace merecedora su transcripción: “El Estado reconoce, sin discriminación alguna, la primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución básica de la sociedad”. La diversidad étnica y cultural de la nación se reconocen y protegen por mandato del artículo 7, y bajo la misma égida, además del castellano, las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. De otro lado, se hace referencia a la autodeterminaciónde los pueblos como valor constitucional guía, en el establecimiento de las relaciones internacionales, y se establecen las bases para la integración supranacional con Latinoamérica y el Caribe (Art. 9). En fin la carta de derechos comprende los fundamentales, los sociales, económicos y culturales, los colectivos y del medio ambiente, sin prejuicio de que al tenor del artículo 93: “Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos, y que prohiben su limitación en los estados se excepción, prevalecen en el orden interno. Los derechos y deberes consagrados en esta carta, se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos y garantías contenidos en la Constitución y en los convenios internacionales vigentes, no deben entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la persona humana, no figuren expresamente en ellos. (art. 94). Espero no pecar de ligereza cuando tiendo a reconocer en los pilares de la parte dogmática de la Constitución colombiana, lo que Zagrebelsky considera el estado constitucional, el estado propio de la posmodernidad. En efecto, el pluralismo, la democracia, la participación, la primacía de los derechos fundamentales incluso respecto de los derechos humanos consagrados en tratados internacionales, la consagración de conceptos materiales de justicia, la admisión de la merma de la soberanía internacional, el respeto del principio de autodeterminación de los pueblos, por vía de la integración, reproducen el nuevo paradigma jurídico que, a su vez, responde a la nueva cosmovisión. No obstante, este texto ha sido objeto de múltiples e inclementes críticas, lo que de por sí no es grave. Lo que preocupa es que se le tilde de ajeno a nuestra realidad social, y a nuestra cultura jurídico – constitucional, secularmente formalista y dogmática, pero por sobre todo, ajena e indiferente a la vicisitudes de la sociedad civil. Así mismo se considera una “Constitución para ángeles”, apelativo que hoy extiendo a este nuevo texto, aunque la literatura constitucional del siglo pasado lo predicara de la Constitución de 1863, la más liberal de la centuria. Es que, de alguna manera considerar que con la aprobación del nuevo texto constitucional todos los males del estado iban a desaparecer por arte de magia, corresponde a una visión ingenua y simplista de la realidad estatal. Pero tal vez permanezca en el inconsciente colectivo algún residuo del constitucionalismo ilustrado, en virtud de cual, se equipará la Constitución a la razón, fuente de todo orden, perfección y certidumbre. 25 La juridicidad colombiana parece ignorar, también por su precario compromiso patriótico, como dijera el doctor Fernando Hinestrosa en la instalación del acto conmemorativo de la promulgación de la Constitución que se viene comentando y que tuvo lugar en la Universidad Externado de Colombia el pasado 4 de julio, que “Una Constitución es una hipótesis política, es un programa de trabajo, para el desenvolvimiento de la vida comunitaria.”Es decir, y como ya se afirmó antes, la Constitución es un punto de llegada, se construye de abajo hacia arriba, a partir de las autonomías, de la participación en los procesos decisionales, de la formulación de proyectos políticos parciales que encuentren cabida en el pluralismo constitucional. En un país como el nuestro, donde la modernidad se asumió como preciado don eurocéntrico, sus pretensiones unificadoras, homogeneizantes, centralizantes y consolidadoras de estado nacional, no arrojaron un saldo suficientemente positivo. La adopción de modelos jurídicos foráneos, a veces resultaron disfuncionales; los paradigmas normativos con vocación general, universal y abstracta lejos de contribuir a forjar la igualdad ante la ley, acentuaron las diferencias sobretodo sociales y económicas propias de los países en vía de desarrollo; La nacionalidad, lejos de consolidarse, ha sido expresión de una cultura que ha pretendido dominar, ignorando las multiétnias, por lo general relegadas incluso territorialmente. El confesionalismo del estado ha atentado contra la libertad de conciencia, religión e incluso enseñanza. Y qué decir del centralismo hipertrófico, que a pesar de haber demostrado por más de un siglo sus efectos perversos, sigue siendo reivindicado como panacea por quienes ven en la autonomía territorial un grave riesgo de atomización estatal. En otros términos, la modernidad, y con ella la concepción racional normativa del estado, no sólo parece una cosmovisión superada: la historia se ha fragmentado, y los frutos hasta ahora recogidos no son los mejores. Ante este balance no se entiende, entonces, por qué, en lugar de intentar la construcción de nuestro estado constitucional como una axiología más acorde a la realidad ontológica de nuestra sociedad nos aferramos a esquemas que de una u otra manera, también han contribuido a acrecentar la violencia la violencia, la inestabilidad institucional, la distancia entre el estado y el ciudadano, la inmadurez política y la discriminación de las minorías. El paradigma de la postmodernidad, seguramente por razones muy distintas a las europeas, aunque de ninguna manera se pueda desconocer la penetrante influencia cultural que ese continente ha ejercido entre nosotros, parece ofrecer un método idóneo para lograr nuestra consolidación como estado. Pero para el efecto se impone un cambio en la clave de lectura de la Constitución; aceptar que no estamos aislados del contexto y la cultura mundial, que tiende a globalizarse y de la cual podemos y debemos recoger experiencias positivas, por supuesto sin obviar nuestra especificidad, que es uno de los imperativos de esta Weltanschauung. De qué nos sirve proclamar el principio de la autonomía de las entidades territoriales, si el intérprete constitucional, y me refiero tanto al legislador como a la 26 Corte Constitucional, están en incapacidad de hacer de ésta una justa ponderación, sin cotraponerla e incluso enfrentarla y denotarla ante la naturaleza unitaria de nuestro estado. La autonomía territorial en Colombia asustó hasta el mismo constituyente, que en la parte orgánica del texto, la redimensionó y limitó, hasta el punto de equipararla a la autarquía. Ya en alguna ocasión dijimos: “Lamentablemente para los que creemos en la autonomía y en la descentralización, como camino para fortalecer la unidad nacional, en respeto de la diversidad y el pluralismo,… a pesar de consagrar el artículo 1º. Constitucional, la autonomía de las entidades territoriales, ya desde el mismo el mismo texto constitucional se predispone la prolongación del ‘Ancien Regime’, de centralización política y descentralización administrativa. “En efecto, el marco de acción de las entidades territoriales está rígidamente predeterminado por el constituyente… “La descentralización del estado colombiano parece tener carta legitimación privilegiada, cuando el asunto concierne a algunos factores condicionantes de la vida nacional, cual es el orden público, que incide a la vez, en otro ámbito, el de las finanzas territoriales. (...) “Pero el aspecto financiero presenta por sí solo, entidad suficiente para que con base en consideraciones apriorísticas de despilfarro y corrupción locales, se establezcan las más severas limitaciones en cuanto a los recursos de las entidades. Esto, como de alguna manera el gobierno central pudiese enarbolar alguna bandera de prudencia en el manejo financiero. “La jurisprudencia de la Corte Constitucional, por su parte, y en términos generales, ha avalado esta tendencia legislativa, bajo el supuesto de que una efectiva autonomía conduciría indefectiblemente hacia la atomización del estado colombiano”46. En definitiva, una adecuada tópica constitucional puede permitirnos realizar los cometidos estatales, tales como el estado social, el logro de la paz, o la preservación
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