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675© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 73 Micosis oportunistas George es un hombre de 45 años al que se realizó un alotrasplante de células madre dentro del tratamiento de una leucemia aguda. El trasplante evolucionó bien y George recibió el alta después del prendimiento del injerto. Durante la intervención del trasplante los médicos de George instauraron una pauta antifúngica con voriconazol como profilaxis de la aspergilosis, que había constituido un problema en el hospital durante los últimos años. tras recibir el alta George se recuperó bien y mantuvo la profilaxis antifúngica; sin embargo, en una visita clínica 140 días después del trasplante se observó que presentaba un exantema e incremento de los parámetros de la función hepática. Una semana después comenzó a presentar diarrea sanguinolenta, y su médico de cabecera consideró la posibilidad de una enfermedad injerto contra huésped (EICH). Se realizó una biopsia rectal que confirmó esta sospecha y se intensificó la pauta inmunodepresora, al igual que la dosis diaria de voriconazol. Los signos y síntomas de la EICH se mantuvieron y George hubo de ingresar de nuevo en el hospital. Se observó que se encontraba confuso, febril y disneico. Una radiografía de tórax reveló un infiltrado cuneiforme en el campo pulmonar inferior derecho y las pruebas de imagen de los senos mostraron una opacificación bilateral. 1. ¿Cuál es el diagnóstico diferencial de este proceso? 2. ¿Qué patógenos fúngicos consideraría en un paciente inmunodeprimido que recibe tratamiento profiláctico con voriconazol? 3. ¿Cómo elaboraría el diagnóstico? 4. ¿Qué pauta terapéutica instauraría? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es La frecuencia de micosis invasivas debidas a hongos pató-genos oportunistas ha aumentado considerablemente a lo largo de las dos últimas décadas (v. cap. 65, tabla 65-2). Este incremento se asocia a una morbimortalidad excesiva (v. cap. 65, tabla 65-1) y presenta una relación directa con la ampliación de las poblaciones de riesgo de contraer infec- ciones fúngicas graves. Los grupos de alto riesgo incluyen pacientes sometidos a trasplantes de médula ósea (TMO) y de sangre periférica, trasplantes de órganos sólidos y cirugía mayor (especialmente cirugía del aparato digestivo [AD]), y los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquiri- da (SIDA) o enfermedades neoplásicas, los sometidos a un trata- miento inmunodepresor, los ancianos y los niños prematuros (v. tabla 73-1). Los agentes etiológicos mejor conocidos de las micosis oportunistas son Candida albicans, Cryptococcus neoformans y Aspergillus fumigatus (v. cuadro 73-1). La incidencia anual estimada de micosis invasivas por estos tres patógenos comprende entre 72 y 290 infecciones por millón de personas en el caso de Candida, 30-66 por millón en el de C. neoformans, y 12-34 por millón en el de Aspergillus (v. cap. 65, tabla 65-2). Junto con estos hongos, el listado cada vez más amplio de «otros» hongos patógenos reviste una importancia cada vez mayor (v. cuadro 73-1). Dentro de la categoría de nuevos hongos patógenos se encuentran especies de Candida y Aspergillus distintas de C. albicans y A. fumigatus, hongos levaduriformes oportunistas perte- necientes a géneros como Trichosporon, Malassezia y Rho dotorula y Blastoschizomyces capitatus, los Mucormycetes, hongos filamentosos hialinos de géneros como Fusarium, Acremonium, Scedosporium, Scopulariopsis, Paecilomyces y Trichoderma, y diversos hongos dematiáceos (v. cuadro 73-1). Las infecciones debidas a estos microorganismos abarcan desde la fungemia relacionada con catéteres y peritonitis a infecciones más localizadas con afectación pulmonar, cutá- nea y de los senos paranasales o diseminación hematógena extensa. Antes se creía que muchos de estos hongos no eran patógenos, pero en la actualidad se reconoce su capacidad de producir micosis invasivas en pacientes inmunodeprimidos. Las estimaciones de la incidencia anual de las micosis menos frecuentes son prácticamente inexistentes; no obstante, los datos procedentes de un estudio poblacional realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indican una incidencia de mucormicosis de 1,7 infecciones por millón/año, 1,2 infecciones por millón/año en el caso de la hialohifomicosis (Fusarium, Acremonium) y 1 infección por millón/año para la feohifomicosis (hongos miceliales dematiáceos) (v. cap. 65, tabla 65-1). A la vista de la complejidad de los pacientes con riesgo de contraer una infección y la diversidad de posibles patógenos fúngicos, las micosis oportunistas suponen un destacado desafío diagnóstico y terapéutico. El diagnóstico depende de una elevada sospecha clínica (piense en hongos) y la obtención de material adecuado para su cultivo y análisis anatomopatológico. El aislamiento y la identificación de mi- croorganismos infecciosos son fundamentales para lograr controlar de modo adecuado las infecciones causadas por hongos oportunistas menos frecuentes. Algunos de estos mi- croorganismos poseen una resistencia inherente al tratamien- to convencional con azoles o polienos (v. cap. 69) y pueden obligar a utilizar fármacos antifúngicos alternativos junto con 676 MICROBIOLOGÍA MÉDICA Tabla 73-1 Factores predisponentes a las micosis oportunistas Factor Posible función en la infección Principales patógenos oportunistas Antimicrobianos (número y duración) Favorecen la colonización por hongos Posibilitan el acceso al sistema vascular Género Candida, otros hongos levaduriformes Corticoides suprarrenales Inmunodepresión Cryptococcus neoformans, género Aspergillus, Mucormycetes, otros hongos filamentosos, Pneumocystis Quimioterapia Inmunodepresión Género Candida, género Aspergillus, Pneumocystis Neoplasias hematológicas/de órganos sólidos Inmunodepresión Género Candida, género Aspergillus, Mucormycetes, otros hongos filamentosos y levaduriformes, Pneumocystis Colonización previa translocación a través de la mucosa Género Candida Catéter permanente (venoso central, transductor de presión, Swan-Ganz) Acceso vascular directo Producto contaminado Género Candida, otros hongos levaduriformes Nutrición parenteral total Acceso vascular directo Contaminación de la solución infundida Género Candida, género Malassezia, otros hongos levaduriformes Neutropenia (LEU <500/mm3) Inmunodepresión Género Aspergillus, género Candida, otros hongos filamentosos y levaduriformes Cirugía o quemaduras extensas Vía de infección Acceso vascular directo Género Candida, género Fusarium, Mucormycetes Ventilación asistida Vía de infección Género Candida, género Aspergillus Hospitalización o estancia en una unidad de cuidados intensivos Exposición a patógenos Exposición a otros factores de riesgo Género Candida, otros hongos levaduriformes, género Aspergillus Hemodiálisis, diálisis peritoneal Vía de infección Inmunodepresión Género Candida, género Rhodotorula, otros hongos levaduriformes Desnutrición Inmunodepresión Pneumocystis, género Candida, Cryptococcus neoformans Infección por VIH/SIDA Inmunodepresión Cryptococcus neoformans, Pneumocystis, género Candida Edades extremas Inmunodepresión Numerosas comorbilidades Género Candida LEU, leucocitos; SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida; VIH, virus de la inmunodeficiencia humana. CUADRO 73-1 Hongos causantes de micosis oportunistas* Género Candida C. albicans C. glabrata C. parapsilosis C. tropicalis C. krusei C. lusitaniae C. guilliermondii C. dubliniensis C. rugosa Cryptococcus neoformans y otros hongos levaduriformes oportunistas C. neoformans/gattii Género Malassezia Género Trichosporon Género Rhodotorula Blastoschizomyces capitatus Género Aspergillus A. fumigatus A. flavus A. niger A. versicolor A. terreus Mucormycetes Género Rhizopus Género Mucor Género Rhizomucor Lichtheimia corymbifera Género Cunninghamella Otros hongos miceliales hialinos Género Fusarium Género AcremoniumGénero Scedosporium Género Paecilomyces Género Trichoderma Género Scopulariopsis Hongos miceliales dematiáceos Género Alternaria Género Bipolaris Género Cladophialophora Género Curvularia Género Exophiala Género Exserohilum Género Wangiella Pneumocystis jirovecii *Listado no exhaustivo. MICOSIS OPORtUNIStAS 677 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. medidas quirúrgicas y a invertir el proceso subyacente de las defensas del huésped. cAndidiAsis Se ha determinado que las especies del género Candida conforman el grupo más importante de hongos patógenos oportunistas. Las especies incluidas en este género cons- tituyen la tercera causa más frecuente de infecciones sep- ticémicas (IS) asociadas a catéteres centrales, y superan a cualquier patógeno gramnegativo individual (v. tabla 73-2 y caso clínico 73-1). Desde 1980, la frecuencia de IS por Candida se ha incrementado a un ritmo constante en hos- pitales de cualquier tamaño y en todos los grupos de edad (v. cap. 5, tabla 65-2). Aunque se han descrito más de 100 especies del género Candida, tan sólo un pequeño número de ellas está implicado en infecciones clínicas (v. cuadro 73-1). C. albicans es la especie aislada con una mayor frecuencia a partir de mues- tras clínicas y generalmente representa entre un 90% y un 100% de las cepas aisladas de muestras de mucosa, y entre un 40% y un 70% de las cepas procedentes de pacientes con IS, dependiendo del servicio clínico y de la enfermedad de base del paciente (v. tabla 73-3). Alrededor de un 95% de estas últimas corresponde a cuatro especies: C. albicans, C. glabrata, C. parapsilosis y C. tropicalis (v. tabla 73-3). De ellas, C. glabrata es la única especie que se considera «emergente» como causa de IS, debido en parte a su resis- tencia intrínseca y adquirida a los azoles y otros antifúngicos empleados de forma frecuente. El 5% restante de IS por Candida engloba entre 12 y 14 especies diferentes, como C. krusei, C. lusitaniae, C. dubliniensis y C. rugosa (v. cua- dro 73-1). Aunque estas especies se consideran causas «in- frecuentes» de candidiasis, se ha observado que varias de ellas se aglutinan en grupos nosocomiales o bien presentan una resistencia innata o adquirida a uno o más fármacos antifúngicos conocidos. Morfología Todas las especies del género Candida se desarrollan como células levaduriformes ovaladas (3 a 5 mm) que forman yemas o blastoconidios. A excepción de C. glabrata, las especies de Candida producen también seudohifas e hifas verda- deras (fig. 73-1; v. también cap. 65, fig. 65-2A, y cap. 68, fig. 68-1). Por otra parte, C. albicans genera tubos germinales (cap. 5, fig. 65-2) y clamidoconidios terminales de pared gruesa (v. fig. 73-2). C. glabrata, la segunda especie más frecuente de Candida en numerosas situaciones, carece de la capacidad de originar seudohifas, tubos germinales o hifas verdaderas en la mayoría de las condiciones. En los cortes histológicos, las especies de Candida se tiñen débilmente con hematoxilina-eosina (H-E) e intensamente con las tinciones de ácido peryódico de Schiff (PAS), metenamina argéntica de Gomori (GMS) y Gridley. En condiciones in vitro, casi todas las especies de este género dan lugar a colonias lisas en forma de domo de color blanco a crema. C. albicans y otras especies pueden sufrir cambio de fenotipo, en el que una cepa de Candida se trans- forma de manera reversible en alguna de las varias morfolo- gías diferentes que comprenden desde la típica colonia lisa blanca formada principalmente por células levaduriformes de gemación a colonias muy «peludas» o «vellosas» compuestas Tabla 73-2 Infecciones septicémicas asociadas a los catéteres centrales: patógenos asociados con una mayor frecuencia (National Healthcare Safety Network, 2006-2007) Puesto Patógeno % de cepas* 1 Estafilococos coagulasa-negativos 34,1 2 Género Enterococcus 16,0 3 Género Candida 11,8 4 Staphylococcus aureus 9,9 5 Klebsiella pneumoniae 4,9 6 Género Enterobacter 3,9 7 Pseudomonas aeruginosa 3,1 8 Escherichia coli 2,7 9 Acinetobacter baumannii 2,2 10 Klebsiella oxytoca 0,9 *Porcentaje de un total de 11.428 infecciones. Datos de Hidron AIy cols.: Antimicrobial-resistant pathogens associated with healthcare-associated infections: annual summary of data reported to the National Healthcare Safety Network at the Centers for Disease Control and Prevention, 2006-2007, Infect Control Hosp Epidemiol 29:996-1011, 2008. CASO CLÍNICO 73-1 Candidemia Posteraro y cols. (J Clin Microbiol 44:3046-3047, 2006) describieron un caso de fungemia recurrente en una mujer de 35 años. La paciente consultó a las 5 semanas de gestación tras inseminación intrauterina. Presentaba fiebre, taquicardia e hipotensión. El recuento de leucocitos era de 23.500/ml con un 78% de neutrófilos. Sufrió un aborto espontáneo. Se diagnosticó una corioamnionitis grave y se realizaron cultivos de los tejidos placentarios y fetales, y se obtuvieron hemocultivos y frotis vaginales. La paciente recibió tratamiento con antibacterianos de amplio espectro. A los 5 días la paciente no había mejorado clínicamente. En los cultivos de la sangre y las muestras de placenta creció la levadura Candida glabrata, que también se encontró en los cultivos vaginales de la paciente. Dado que las concentraciones mínimas inhibitorias de fluconazol indicaban que el microorganismo era sensible, se empezó a administrar este fármaco a la paciente. A las 4 semanas los síntomas habían desaparecido por completo y el hongo desapareció del torrente circulatorio. Se interrumpió el tratamiento antifúngico y la paciente recibió el alta con buena evolución. A los 6 meses ingresó de nuevo en el hospital por escalofríos, fiebre y astenia. El recuento de leucocitos estaba elevado hasta 21.500/ml con un 73% de neutrófilos. Los hemocultivos fueron positivos otra vez para C. glabrata, que también se identificó en los cultivos de las secreciones vaginales. Todos los microorganismos aislados eran resistentes a fluconazol. Ante este hallazgo, la paciente recibió anfotericina B y en 1 semana la situación clínica mejoró. Tras 1 mes de tratamiento con este compuesto, la paciente tenía hemocultivos estériles y se le dio el alta hospitalaria. A los 3 años seguía libre de infección. Se trata de un caso poco frecuente porque la paciente no estaba inmunodeprimida, pero sufrió candidemia de repetición por C. glabrata. El uso de fluconazol como tratamiento inicial, aunque en apariencia tuvo buenos resultados, indujo la activación de las bombas de eflujo de fármacos de este microorganismo y permitió que los aislados identificados posteriormente se hicieran resistentes a fluconazol y otros azoles. 678 MICROBIOLOGÍA MÉDICA fundamentalmente por seudohifas o hifas. La frecuencia del fenómeno de cambio fenotípico es excesivamente alta para deberse a mutaciones génicas y demasiado baja para deberse a conversiones en masa en las que la totalidad de la población modificaría su fenotipo como respuesta a señales ambientales. Es probable que el cambio actúe como un sis- tema dominante en C. albicans y otras especies para lograr una rápida respuesta a alteraciones de su microambiente local por parte de cada célula individual. Se ha propuesto que este cambio fenotípico conferiría a C. albicans la capacidad de supervivencia en micronichos ambientales muy diversos en el interior del hospedador humano. Epidemiología Las especies del género Candida colonizan el ser humano y otros animales de sangre caliente, por lo que se encuentran tanto en las personas como en los ambientes naturales. El lugar primario de colonización es el aparato digestivo desde la cavidad bucal hasta el recto. También se desarrollan como comensales en la vagina y la uretra, la piel y bajo las uñas del pie y la mano. Se ha detectado la presencia de C. albicans, el principal agente etiológico de enfermedad en el ser humano, en el aire, elagua y el suelo, además de en el ser humano y los animales. Se estima que entre un 25% y un 50% de las perso- nas sanas porta microorganismos del género Candida en la microflora normal de la cavidad bucal; C. albicans re- presentaría entre un 70% y un 80% de las cepas. Las tasas de portadores orales son significativamente mayores en la población pediátrica, los pacientes ingresados, los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia huma- na (VIH), las personas con dentaduras postizas, los diabéticos, los individuos sometidos a quimioterapia antineoplásica o antibioterapia y los niños. Prácticamente todos los seres humanos pueden albergar una o más especies de Candida en su aparato digestivo, y los niveles del estado de portador sano pueden aumentar hasta niveles de enfermedad detec- table u otras situaciones de alteración de los mecanismos de defensa del hospedador. La principal fuente de infección causada por las especies de Candida (desde la enfermedad mucosa y cutánea superfi- cial hasta la diseminación hematógena) es el propio paciente. Es decir, la mayoría de los tipos de candidiasis representan una infección endógena en la que la microflora comensal aprovecha la «oportunidad» para producir una infección. Para ello, debe existir alguna deficiencia en las barreras del huésped frente a Candida. En el caso de IS por Candida, la transferencia del microorganismo desde la mucosa digesti- va hasta el torrente circulatorio exige la proliferación excesiva Tabla 73-3 Distribución por especies de cepas de Candida implicadas en infecciones septicémicas por servicio clínico en Estados Unidos* % de cepas por especie y servicio clínico (n.° estudiado) Especie MEDG (1.339) NH (197) TCM (58) UCIN (26) TOS (166) TS (351) CIR (662) VIH/SIDA (41) ToTal (2.019) C. albicans 46,3 27,4 22,4 69,2 39,2 47,6 47,9 43,9 45,6 C. glabrata 26,6 25,9 32,8 0,0 38,6 26,8 24,0 29,3 26,0 C. parapsilosis 15,7 11,7 15,5 26,9 12,0 12,8 17,7 9,8 15,7 C. tropicalis 7,5 17,3 8,6 0,0 6,0 7,4 7,3 7,3 8,1 C. krusei 1,9 13,7 15,5 0,0 1,8 2,6 1,4 4,9 2,5 Otras† 2,0 4,0 5,2 3,9 2,4 2,8 1,7 4,8 2,1 CIR, cirugía (no de trasplante); MEDG, medicina general; NH, neoplasia hematológica; TCM, trasplante de células madre; TOS, trasplante de órganos sólidos; TS, tumor sólido; UCIN, unidad de cuidados intensivos neonatales; VIH/SIDA, virus de la inmunodeficiencia humana/síndrome de inmunodeficiencia adquirida. *Datos recogidos de Horn DL y cols.: Clinical characteristics of 2,019 patients with candidemia: data from the PATH Alliance Registry, Clin Infect Dis 48:1695-1703, 2009. †Otros: 17 casos de C. lusitaniae, 5 de C. guilliermondii, 7 de C. dubliniensis, 11 de otros y 3 especies de Candida desconocidas. Figura 73-1 Blastoconidios y seudohifas de Candida tropicalis (tinción de Gram, ×1.000). Figura 73-2 Candida albicans. Morfología microscópica en agar harina de maíz que muestra clamidosporas grandes (flecha negra), blastoconidios (flecha roja), hifas y seudohifas. MICOSIS OPORtUNIStAS 679 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de las levaduras en su nicho comensal junto con un fallo de la integridad de la mucosa digestiva. La transmisión exógena de Candida también ocasiona una proporción de ciertos tipos de candidiasis. Como ejem- plos de tal transmisión se encuentran el uso de soluciones de irrigación, líquidos de nutrición parenteral, transductores de presión vascular, válvulas cardíacas y córneas contami- nadas. Se ha comprobado la transmisión de estas levaduras desde profesionales sanitarios a los pacientes y entre pa- cientes, en especial en el contexto de los cuidados intensi- vos. Las manos de los profesionales sanitarios actúan como posibles reservorios en la transmisión nosocomial de este género. Entre las distintas especies de Candida con capacidad de infectar al ser humano (v. cuadro 73-1 y tabla 73-3), C. al bicans predomina en casi todos los tipos de infección. Esta especie suele estar implicada en casi todas las infecciones en localizaciones genitales, cutáneas y bucales. El abanico de especies capaces de producir IS es más amplio y, aunque C. albicans suele ser la especie predominante (v. tabla 73-3), la frecuencia de aislamiento de cada especie de Candida varía considerablemente en función del servicio clínico (v. tabla 73-3), la edad del paciente (fig. 73-3) y la situación local, regional o global (tabla 73-4). Mientras que C. albicans y C. parapsilosis son especies imperantes en la etiología de IS en lactantes y niños, en las personas de mayor edad se observa una disminución de las infecciones por ambas es- pecies y un notable incremento de las debidas a C. glabrata (v. fig. 73-3). De igual modo, aunque C. albicans es la especie dominante en IS en Norteamérica, su frecuencia es menor en la zona de Latinoamérica, en la que C. parapsilosis y C. tropicalis son más frecuentes (v. tabla 73-4). El número y los tipos de especies del género que producen infecciones pueden verse influidos por numerosos factores, como la edad del paciente, el aumento de la inmunodepresión, la expo- sición a fármacos antifúngicos o las diferencias existentes en los procedimientos de control de las infecciones. Cada uno de estos factores, tanto de forma independiente como combinada, puede incidir en la prevalencia de las distintas especies de Candida en cada centro hospitalario. Por ejem- plo, la utilización de azoles (p. ej., fluconazol) como profilaxis antifúngica en pacientes con neoplasias hematológicas y en receptores de un trasplante de células madre puede elevar la probabilidad de infecciones causadas por C. glabrata y C. krusei, que presentan una menor sensibilidad a esta clase de antifúngicos (v. tabla 73-3). Asimismo, las precauciones insuficientes de control de infecciones y la manipulación in- adecuada de catéteres vasculares pueden originar infecciones por C. parapsilosis, la especie predominante en las manos de profesionales sanitarios que produce con frecuencia fungemia relacionada con catéteres. Las consecuencias de IS por Candida en el paciente hos- pitalizado son graves. Se ha publicado que los pacientes in- gresados con candidemia presentan un riesgo dos veces mayor de morir en el hospital que aquellos con IS no candidiásicas. Se ha comprobado que la candidemia constituye un factor pronóstico independiente de muerte hospitalaria en los indi- viduos con IS nosocomial (contraída en el hospital). A pesar de que la grave naturaleza de las enfermedades subyacentes en muchos de estos pacientes puede generar confusión en las estimaciones de mortalidad, los estudios de cohortes emparejadas han confirmado que la mortalidad atribuible de forma directa a la infección por hongos es relativamente elevada (v. tabla 73-5). En particular, el exceso de mortalidad atribuible a la candidemia no ha disminuido con relación a las cifras observadas a mediados de la década de los ochenta, a pesar de la introducción de nuevos fármacos antifúngicos con buena actividad frente a la mayoría de las especies de este género. La epidemiología de la candidemia nosocomial se cono- ce con mayor detalle que la de ninguna otra micosis. Los indicios acumulados permiten esbozar una perspectiva ge- neral de la candidemia nosocomial (fig. 73-4). Claramente, Figura 73-3 Porcentaje de candidemias producidas por algunas es- pecies de Candida en diferentes grupos de edad. Datos tomados de the Emerging Infections and the Epidemiology of Iowa Organisms Survey, 1998 a 2001. (De Pfaller MA, Diekema DJ: Epidemiology of invasive candidiasis: a persistent public health problem, Clin Microbiol Rev 20:133, 2007.) Tabla 73-4 Distribución por especies y región geográfica de cepas de Candida causantes de infecciones septicémicas N.° de % de cepas por especie Región cepas CA CG CP CT CK Asia-Pacífico 1.064 49,1 12,1 13,8 17,3 2,5 Europa 2.151 58,5 14,8 9,8 8,5 4,7 Latinoamérica 1.348 46,0 6,8 18,5 18,54,5 Norteamérica 2.116 51,8 20,3 14,4 8,5 1,9 total 7.191 52,7 14,2 13,9 11,8 3,3 CA, C. albicans; CG, C. glabrata; CK, C. krusei; CP, C. parapsilosis; CT, C. tropicalis. Modificada de Diekema DJ y cols.: A global evaluation of voriconazole activity tested against recent clinical isolates of Candida spp., Diagn Microbiol Infect Dis 63:233-236, 2009. Tabla 73-5 Exceso de mortalidad atribuible a infecciones nosocomiales por Candida y Aspergillus Porcentaje de mortalidad Candida* Aspergillus† Tipo de tasa de mortalidad 1988 2001 1991 tasa bruta de mortalidad Casos 57 61 95 Controles 19 12 10 Mortalidad atribuible 38 49 85 *Pacientes con candidemia. Datos de Wey SB y cols.: Hospital-acquired candidemia: attributable mortality and excess length of stay, Arch Intern Med 148:2642-2645, 1988; y Gudlagson O y cols.: Attributable mortality of nosocomial candidemia, revisited, Clin Infect Dis 37:1172-1177, 2003. †Receptores de trasplante de médula ósea con aspergilosis pulmonar masiva. Datos tomados de Pannuti CS y cols.: Nosocomial pneumonia in adult patients undergoing bone marrow transplantation: a 9-year study, J Clin Oncol 9:1, 1991. 680 MICROBIOLOGÍA MÉDICA ciertos pacientes ingresados presentan un riesgo mayor de candidemia durante el período de hospitalización como consecuencia de su afección de base: pacientes con neo- plasias hematológicas o neutropenia, pacientes sometidos a cirugía digestiva, niños prematuros y ancianos mayores de 70 años de edad (v. tabla 73-1 y fig. 73-4). En comparación con los pacientes del grupo control carentes de estos factores o exposiciones específicas de riesgo, la probabilidad que tienen dichos pacientes de adquirir una candidemia durante el período de hospitalización es alrededor de 2 veces mayor por cada clase de antibióticos que reciben, 7 veces mayor en los portadores de un catéter venoso central, 10 veces mayor cuando existe colonización de otras localizaciones anatómicas por Candida, y 18 veces mayor cuando el paciente se ha sometido a hemodiálisis aguda. El ingreso en la unidad de cuidados intensivos hace posible la transmisión de Candida entre pacientes y constituye otro factor independiente de riesgo. Los datos epidemiológicos publicados indican que entre un 5% y un 10% de cada 1.000 pacientes de riesgo alto expuestos a los factores enumerados en el párrafo anterior contraen IS causada por una especie de Candida (8-10% de IS nosocomiales; v. tabla 73-2). Aproximadamente un 49% de estos pacientes morirán como consecuencia de la infec- ción, un 12% lo harán debido a la enfermedad subyacente, y un 39% superarán la hospitalización (v. fig. 73-4). Esta situación no se ha modificado y podría ser incluso peor que la descrita en la década de los ochenta. El desenlace de casi la mitad de los pacientes con candidemia podría mejorar mediante la utilización de abordajes más eficaces de prevención, diagnóstico y tratamiento. Evidentemente, el elemento más deseable de los tres anteriores es la preven- ción, que se lleva a cabo por medio de un control riguroso de las exposiciones con limitación de la administración de antibióticos de amplio espectro, manejo adecuado de ca- téteres y cumplimiento de las directrices de control de infecciones. Síndromes clínicos En el contexto adecuado, las especies del género Candida pueden producir una infección clínica en prácticamente cual- quier sistema orgánico (tabla 73-6). El espectro de infeccio- nes abarca desde la enfermedad mucosa y cutánea superficial hasta la diseminación hematógena extensa con afectación de órganos diana como el hígado, el bazo, el riñón, el corazón y el cerebro. En este último caso, la mortalidad atribuible de forma directa al proceso infeccioso se acerca a un 50% (v. tabla 73-5 y fig. 73-4). Las infecciones mucosas debidas a Candida (conocidas como «muguet») pueden limitarse a la orofaringe o bien extenderse hacia el esófago y el tubo digestivo. En la mujer, la mucosa vaginal también constituye un lugar frecuente de infección. Generalmente, estas infecciones se observan en pacientes con una inmunodepresión local o generalizada o bien en condiciones que favorecen la proliferación de estas levaduras (v. tabla 73-6). Estas infecciones suelen manifes- tarse con máculas blancas semejantes al requesón en la superficie de la mucosa afectada. Se han descrito también otras presentaciones, como el tipo seudomembranoso, en el que el raspado revela una superficie hemorrágica hete- rogénea; el tipo eritematoso, formado por áreas aplanadas de color rojizo que pueden presentar escozor en algunas ocasiones; la leucoplasia candidiásica, un engrosamiento epitelial que no se desprende, blanco, causado por Candida; y la queilitis angular (fisuras irritadas en las comisuras de la boca). Las especies del género Candida pueden originar infec- ciones cutáneas localizadas en zonas en las que la superficie cutánea está obstruida y húmeda (p. ej., ingle, axilas, espacios interdigitales de los pies, pliegues mamarios). Estas infec- ciones debutan con un exantema pruriginoso con lesiones vesiculopustulosas eritematosas. El paciente portador de una microflora mixta que con- tenga especies de Candida puede desarrollar onicomicosis y paroniquia. Las especies implicadas con una frecuencia mayor en estas entidades son C. albicans, C. parapsilosis y C. guilliermondii. Durante el proceso de diseminación hematógena pueden aparecer también lesiones cutáneas, que tienen una gran importancia diagnóstica debido a la posibilidad de realizar una biopsia directa y, por tanto, obtener un diagnóstico etiológico de un proceso sistémico. La candidiasis mucocutánea crónica es un trastorno infrecuente caracterizado por una deficiencia en la capa- cidad de respuesta de los linfocitos T frente a Candida. Los pacientes presentan lesiones mucocutáneas crónicas por Candida, entre las que se encuentran la afectación ungueal extensa y la vaginitis. Las lesiones pueden adoptar un tamaño relativamente grande y un aspecto granuloma- toso deformante. La afectación del aparato genitourinario por Candida comprende desde la colonización asintomática de la vejiga hasta abscesos renales derivados de la diseminación hema- tógena. La colonización vesical por las especies del género Candida se produce casi exclusivamente en pacientes que requieren una sonda vesical permanente, padecen diabetes, presentan obstrucción urinaria o se han sometido a alguna intervención urinaria previamente. La colonización benigna Figura 73-4 Perspectiva general de la candidemia nosocomial. AD, apa- rato digestivo; IS, infección septicémica; UCI, unidad de cuidados intensi- vos. (Modificado de Lockhart SR y cols.: The epidemiology of fungal infections. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2009, Churchill Livingstone.) MICOSIS OPORtUNIStAS 681 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. de la vejiga es más frecuente en estos casos, aunque tam- bién se ha descrito uretritis y cistitis. La diseminación hematógena al riñón puede originar un absceso renal, ne- crosis papilar o conglomerados de hifas en el uréter o la pelvis renal. La peritonitis por Candida puede darse en pacientes sometidos a diálisis peritoneal ambulatoria crónica o tras una intervención quirúrgica del aparato digestivo, una fuga anastomótica o una perforación intestinal. Estas infecciones pueden limitarse a la zona del abdomen o bien afectar a otros órganos adyacentes y provocar una candidiasis hematógena. La candidiasis hematógena puede ser aguda o crónica y suele comportar la diseminación de la infección a tejidos profundos, como las vísceras abdominales, el corazón, los ojos, los huesos y las articulaciones, y el cerebro. La candi- diasis hepatoesplénica crónica se produce tras un episodio de fungemia manifiesta o inadvertida y se manifiesta como un proceso indolente caracterizado por fiebre, elevaciónde la fosfatasa alcalina y presencia de numerosas lesiones en el hígado y el bazo. La candidiasis del sistema nervioso central (SNC) puede tener lugar como consecuencia de una enfermedad hema- tógena o bien asociarse a intervenciones neuroquirúrgicas y derivaciones ventriculoperitoneales. Este proceso puede remedar la meningitis bacteriana y su evolución puede ser indolente o crónica. La mayor parte de los casos de afectación cardíaca por Candida se deben a la diseminación hematógena de la infec- ción a una prótesis valvular o una válvula cardíaca dañada, el miocardio o el espacio pericárdico. Se ha descrito la implan- tación de válvulas cardíacas contaminadas por C. parapsilosis. La presentación clínica remeda la endocarditis bacteriana, con presencia de fiebre y un murmullo cardíaco de nueva aparición o cambiante. Las vegetaciones suelen ser de gran tamaño y frágiles, y los episodios embólicos se producen con una frecuencia mayor que en la endocarditis de etiología bacteriana. El ojo se ve afectado de manera frecuente en pacientes con candidiasis hematógena; el trastorno se manifiesta con corio- rretinitis y endoftalmitis. Por ello, todos los pacientes con riesgo de presentar candidemia deben someterse a explora- ciones oftalmológicas minuciosas y frecuentes. También es posible observar una queratitis traumática. Las infecciones óseas y articulares por el género Candida suelen representar una secuela de la candidemia. A menudo, las infecciones aparecen varios meses después de la finaliza- ción de un tratamiento satisfactorio frente a aquélla. Una candidemia inadvertida o «transitoria» puede provocar la diseminación de un foco esquelético que se hará evidente a nivel clínico después de algún tiempo. La osteomielitis vertebral es una presentación frecuente con dolor local y febrícula. A pesar de que la candidiasis hematógena suele constituir una infección endógena procedente del aparato digestivo o el aparato genitourinario, también puede deberse a la con- taminación de un catéter permanente. Los microorganismos transferidos a la punta o la luz de este elemento pueden formar una biopelícula en el interior de su luz con ulterior diseminación hacia el torrente circulatorio. Aunque estas infecciones no son menos graves que las derivadas de una fuente endógena, su tratamiento es, en cierto modo, más sencillo, ya que la extracción del catéter elimina el foco de Tabla 73-6 tipos de infección por Candida y factores predisponentes asociados Tipo de enfermedad Factores predisponentes Infección orofaríngea Edades extremas Utilización de dentaduras postizas Diabetes mellitus Uso de antibióticos Radioterapia por cáncer de cabeza y cuello Corticoides inhalados y sistémicos Quimioterapias citotóxica Infección por VIH Neoplasias hematológicas trasplante de progenitores hematopoyéticos o de órganos sólidos Esofagitis Corticoides sistémicos SIDA Cáncer trasplante de progenitores hematopoyéticos o de órganos sólidos Infección vulvovaginal Anticonceptivos orales Embarazo Diabetes mellitus Corticoides sistémicos Infección por VIH Uso de antibióticos Infecciones cutáneas y ungueales Humedad y oclusión locales Inmersión de las manos en agua Enfermedad vascular periférica Candidiasis mucocutánea crónica Deficiencias de los linfocitos t Infección urinaria Sonda urinaria permanente Obstrucción urinaria Intervenciones urinarias Diabetes mellitus Tipo de enfermedad Factores predisponentes Neumonía Aspiración Endocarditis Cirugía mayor Valvulopatía previa Prótesis valvular Consumo de drogas por vía intravenosa Uso prolongado de catéter venoso central Pericarditis Cirugía torácica Inmunodepresión Infección del SNC Cirugía del SNC Derivación ventriculoperitoneal Cirugía ocular Infección ocular traumatismo Cirugía Infecciones óseas y articulares traumatismo Inyecciones intraarticulares Pie diabético Infección abdominal Perforación Cirugía abdominal Fugas anastomóticas Pancreatitis Diálisis peritoneal ambulatoria continua Infección hematógena trasplante de órganos sólidos Colonización Uso prolongado de antibióticos Cirugía abdominal Estancia en cuidados intensivos Nutrición parenteral total Hemodiálisis Inmunodepresión Edades extremas trasplante de progenitores hematopoyéticos SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida; SNC, sistema nervioso central; VIH, virus de la inmunodeficiencia humana. Modificada de Dignani MC, Solomkin JS, Anaissie EJ: Candida. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, Nueva York, 2003, Churchill Livingstone. 682 MICROBIOLOGÍA MÉDICA la infección. Evidentemente, cuando el catéter infectado haya provocado la diseminación a órganos distantes, las consecuencias y los problemas que entrañará el tratamiento de la infección serán los mismos que los asociados a un foco endógeno. Diagnóstico de laboratorio Para el diagnóstico de laboratorio de la candidiasis es ne- cesaria la obtención de material clínico adecuado para su estudio mediante microscopia directa y cultivo (v. cap. 68). Las muestras de raspado de las lesiones mucosas o cutáneas se pueden examinar directamente después de ser tratadas con hidróxido de potasio (KOH) al 10-20% que contenga blanco de calcoflúor. Las formas levaduriformes de gema- ción y las seudohifas se detectan con facilidad por medio de la microscopia de fluorescencia (v. fig. 68-1). Los cultivos en medios micológicos estándar se emplean con la finalidad de aislar el microorganismo para su posterior identificación a nivel de especie. Cada vez más, estas muestras se inoculan directamente en un medio cromogénico selectivo, como CHROMagar Candida, que hace posible la detección de la presencia de varias especies de Candida en la muestra y la rápida identificación de C. albicans (colonias verdes) y C. tropicalis (colonias azules) en función de sus caracte- rísticas morfológicas (v. fig. 73-5). El diagnóstico de los restantes tipos de infección implica la realización de cultivos, excepto cuando sea posible la obten- ción de muestras tisulares para su examen anatomopatológico (v. cap. 68). En todos los casos en que sea posible, se deben biopsiar las lesiones cutáneas y se deben teñir los cortes histológicos con GMS o cualquier otra tinción específica para hongos. La visualización de las levaduras de gemación y las seudohifas características es suficiente para elaborar el diagnóstico de la candidiasis (v. fig. 73-6). Normalmente se deben efectuar hemocultivos, cultivos tisulares y cultivos de los líquidos corporales estériles. La identificación de cepas de Candida a nivel de especie tiene una gran importancia como consecuencia de las diferentes respuestas a los dis- tintos tratamientos antifúngicos que se han observado en las especies de este género (v. cap. 69). Como se ha des- crito en el capítulo 68, se lleva a cabo a través de la prueba del tubo germinativo (C. albicans), varios medios/pruebas cromogénicos (v. fig. 73-5), hibridación in situ fluorescente con sondas de ácidos nucleicos peptídicos (PNA-FISH) y paneles de asimilación de azúcares. Los marcadores inmunológicos, bioquímicos y moleculares utilizados en el diagnóstico de la candidiasis se enumeran en el capítulo 68. Por desgracia, estos métodos no son todavía adecuados para su utilización en el diagnóstico clínico de rutina. Tratamiento, prevención y control Se dispone de un amplio abanico de opciones terapéuticas frente a la candidiasis (v. cap. 69). Las infecciones mucosas y cutáneas se tratan por medio de diversas cremas tópicas, lociones, pomadas y supositorios que contienen distintos fármacos antifúngicos del grupo de los azoles (v. tabla 69-1). El tratamiento sistémico por vía oral se basa en la adminis- tración de fluconazol o itraconazol. La colonización vesical o la cistitis se tratan mediante la instilación de anfotericina B directamente en la vejiga (lavado vesical) o la administración por vía oral de fluconazol. Ambas medidas están abocadas al fracaso en los pacientesen los que no es posible retirar la sonda vesical. Las infecciones de partes más profundas precisan de un tratamiento sistémico cuya elección depende del tipo de infección, la especie responsable de la misma y el estado general del hospedador. En un gran número de casos, la ad- ministración de fluconazol por vía oral puede ser bastante eficaz en el tratamiento de la candidiasis. Se puede emplear en el tratamiento de la peritonitis y el mantenimiento a largo plazo de la enfermedad invasiva tras una pauta inicial por vía intravenosa. El fluconazol es un fármaco eficaz cuando se administra por vía intravenosa en el tratamiento de la candidemia en pacientes no neutropénicos. Los pacientes que sufren una candidemia durante la profilaxis con fluconazol y las personas con una infección comprobada por C. krusei o C. glabrata resistente a fluconazol necesitan un tratamiento con anfotericina B (formulación convencional o lipídica) o una equinocandina (anidulafungina, caspofungina o micafungina). Figura 73-5 Diferenciación de especies de Candida en CHROMagar Candida. Las colonias verdes corresponden a C. albicans; las colonias verde-azuladas a C. tropicalis, y la gran colonia rugosa de color rosa claro a C. krusei. Las colonias lisas de color rosa o malva pertenecen a otra especie de levadura (únicamente C. albicans, C. tropicalis y C. krusei se reconocen de modo fiable en este medio de cultivo; las restantes especies forman colonias de color blanco a rosa o malva). (De Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2009, Churchill Livingstone.) Figura 73-6 Microorganismos de Candida teñidos con metenamina argéntica de Gomori; se pueden observar las levaduras de gemación y las seudohifas (×1.000). MICOSIS OPORtUNIStAS 683 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. En las situaciones clínicas en las que C. glabrata o C. krusei podrían estar implicadas en la etiología de la infección (p. ej., tratamiento/profilaxis previa con fluconazol o una situación endémica), se recomienda un tratamiento inicial con cas- pofungina o una formulación de anfotericina B, que se sus- tituirá por fluconazol (menor toxicidad que anfotericina B, menor coste y disponibilidad oral en comparación con la cas- pofungina) en función de la identificación final de la especie implicada y los resultados de las pruebas de sensibilidad. En todos los casos se debe tratar de eliminar el foco de la infección. Por tanto, se deben retirar o sustituir los catéteres vasculares, drenar los abscesos y eliminar en la medida de lo posible cualquier material implantado portador de una posible contaminación. De igual modo, se debe tratar de reconstituir el sistema inmunitario. Al igual que sucede en la mayoría de los procesos infec- ciosos, la prevención es preferible al tratamiento de una infección establecida por Candida. Es preciso evitar los antimicrobianos de amplio espectro, manipular cuidadosa- mente los catéteres y cumplir de forma rigurosa las direc- trices de control de infecciones. Se ha comprobado que la disminución de la colonización asociada a la profilaxis con fluconazol es eficaz cuando se emplea en grupos específicos de alto riesgo, como los pacientes receptores de un TMO o un trasplante hepático. Esta profilaxis comporta un posible riesgo de selección o creación de cepas o especies con resistencia al fármaco administrado, como ha mostrado la aparición de cepas de C. glabrata y C. krusei resistentes a fluconazol en ciertas instituciones, aunque sus ventajas globales en los grupos de alto riesgo superan este riesgo. No obstante, la aplicación de este abordaje en otros grupos de pacientes está llena de problemas y no se debe llevar a cabo sin realizar previamente un estudio de estratificación de riesgos con el fin de identificar a los pacientes con una probabilidad más alta de beneficiarse de la profilaxis anti- fúngica. micosis oPortunistAs ProducidAs Por cryptococcuS neoFormanS y otros Hongos leVAduriformes no Pertenecientes Al género candida Del mismo modo que las especies del género Candida aprovechan los trastornos inmunodepresores, la utiliza- ción de dispositivos permanentes y la administración de antibióticos de amplio espectro, algunos hongos levadu- riformes no pertenecientes a Candida han encontrado una «oportunidad» de colonizar e infectar a los pacientes inmunodeprimidos. Estos microorganismos pueden ocupar nichos en la naturaleza o bien subsistir en los alimentos y el agua; también pueden formar parte de la microflora del ser humano. Aunque la lista de levaduras oportunistas es amplia, esta sección se centrará en dos patógenos de gran importancia, C. neoformans y Cryptococcus gattii, y cuatro géneros que suponen problemas especiales como patógenos oportunistas: género Malassezia, género Tri chosporon, género Rhodotorula y B. capitatus (teleomorfo, Dipodascus capitatus). Criptococosis (caso clínico 73-2) La criptococosis es una micosis sistémica causada por los hongos basidiomicetos levaduriformes encapsulados C. neo formans y C. gattii. C. neoformans presenta una distribución universal y se desarrolla como saprobio ubicuo del suelo, en especial de aquel enriquecido con excrementos de paloma. C. neoformans incluye los serotipos capsulares A, D y AD, y C. gattii incluye los serotipos B y C. C. neoformans se subdivide en dos variedades, var. grubii (serotipo A) y var. neoformans (serotipo D). Morfología Microscópicamente, C. neoformans y C. gattii son mi- croorganismos levaduriformes encapsulados de forma es- férica a ovalada y un diámetro comprendido entre 2 y 20 mm. El hongo se replica por gemación a partir de una base relativamente estrecha. Por lo general se forman ye- mas solitarias, aunque en algunas ocasiones existen yemas múltiples y cadenas de células en gemación (fig. 73-7). El material clínico suele carecer de tubos germinales, hifas y seudohifas. La forma de las células es variable en los tejidos teñidos con tinta china (esférica, ovalada o elíptica) y las células están rodeadas por zonas esféricas o «halos» de contorno liso CASO CLÍNICO 73-2 Criptococosis Pappas y cols. (www.FrontlineFungus.org) describieron un caso de criptococosis en un trasplantado cardíaco. El paciente de 56 años, sometido a trasplante cardíaco 3 años antes, consultó por una celulitis de aparición reciente en la pierna izquierda con cefalea leve de 2 semanas de evolución. El paciente estaba recibiendo tratamiento inmunodepresor crónico con ciclosporina, azatioprina y prednisona, y fue ingresado para recibir antibióticos intravenosos (i.v.). A pesar de recibir nafcilina i.v. durante 5 días, el paciente no mejoró, y se realizó una biopsia de la piel de la región de celulitis para estudios anatomopatológicos y cultivo. Los resultados de laboratorio mostraron una levadura compatible con Cryptococcus neoformans. Se realizó también una punción lumbar, y el estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR) mostró un aspecto turbio con aumento de la presión de apertura de 420 mmH2O. El estudio microscópico mostró levaduras de gemación encapsuladas. Los títulos de antígenos criptocócicos en el LCR y la sangre estaban muy aumentados. Los cultivos de la sangre, el LCR y la biopsia cutánea mostraron C. neoformans. Se inició tratamiento con antifúngicos sistémicos, con anfotericina B y flucitosina. Por desgracia, el paciente sufrió un deterioro progresivo del estado mental a pesar del control intensivo de la presión intracraneal y las dosis máximas de antifúngicos. El deterioro fue lento y progresivo hasta su muerte a los 13 días de comenzar el tratamiento antifúngico. Los cultivos del LCR obtenidos 2 días antes del fallecimiento seguían siendo positivos para C. neoformans. El paciente de este ejemplo estaba muy inmunodeprimido y consultó por celulitis y cefalea. Esta presentación debe hacer sospechar un patógeno atípico, como C. neoformans.Dada la elevada mortalidad asociada a las infecciones por criptococos, es importante un diagnóstico rápido y exacto. Por desgracia, a pesar de los esfuerzos y el uso de un tratamiento intensivo, muchos de estos pacientes fallecen por la infección. 684 MICROBIOLOGÍA MÉDICA y fácil visualización que representan la cápsula polisacárida extracelular (fig. 73-8). La cápsula es un marcador inconfun- dible cuyo diámetro puede ser hasta cinco veces mayor que el de la célula fúngica y se detecta con facilidad mediante una tinción para mucina como la técnica de mucicarmín de Mayer (fig. 73-9). El microorganismo se tiñe débilmente con la tinción de H-E, pero se detecta fácilmente mediante las tinciones de PAS y GMS. La pared celular de C. neoformans contiene melanina, que se pone de manifiesto por medio de la tinción de Fontana-Masson. Epidemiología En general, la criptococosis se contrae por inhalación de células de C. neoformans y C. gattii transportadas por el aire a partir de focos ambientales (fig. 73-10). La ulte- rior diseminación desde los pulmones, habitualmente al SNC, produce una enfermedad clínica en los pacientes susceptibles. La criptococosis cutánea primaria se debe a la inoculación transcutánea del patógeno, aunque es poco frecuente. Aunque C. neoformans y C. gattii tienen capacidad pató- gena en las personas inmunocompetentes, C. neoformans se encuentra la mayoría de las veces como un patógeno opor- tunista. Constituye la causa más frecuente de meningitis fúngica y tiende a afectar a pacientes con inmunodeficiencia celular. Mientras que C. neoformans var. neoformans y var. gru bii tienen una distribución universal relacionada con suelo contaminado por excrementos de ave, C. gattii se encuen- tra en climas tropicales y subtropicales en asociación con árboles del género Eucalyptus. Sin embargo, recientemente se ha identificado un foco endémico de C. gattii en la isla de Vancouver, Columbia Británica, y los estados de Oregón y Washington. C. neoformans (var. neoformans y var. grubii) y C. gattii causan una enfermedad semejante, aunque las infec- ciones por C. gattii tienden a afectar a pacientes inmunocom- petentes y se asocian a una mortalidad más baja, si bien sus secuelas neurológicas son más graves debido a la formación de granulomas en el SNC. C. neoformans es un destacado patógeno oportunista en los pacientes con SIDA. Los pacientes con recuentos de lin- focitos CD4+ inferiores a 100/mm3 (en general <200/mm3) presentan mayor riesgo de padecer criptococosis del SNC y diseminada. La incidencia de criptococosis alcanzó una cota máxima en EE.UU. a comienzos de la década de 1990 (65,5 infecciones por millón/año; v. cap. 65, tabla 65-2) y se Figura 73-7 Cryptococcus neoformans. Morfología microscópica, tin- ción de metenamina argéntica de Gomori. Figura 73-8 Cryptococcus neoformans. Preparación en tinta china que revela la llamativa cápsula que circunda a las levaduras de gemación (×1.000). Figura 73-9 Cryptococcus neoformans teñido con mucicarmín (×1.000). Figura 73-10 Ciclo vital saprobio y parasitario de Cryptococcus neo- formans. MICOSIS OPORtUNIStAS 685 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. ha registrado una disminución gradual gracias a la utilización generalizada de fluconazol y, lo que es más importante, de tratamientos satisfactorios con nuevos fármacos antirretro- virales frente a la infección por VIH. Síndromes clínicos La criptococosis puede cursar con un proceso neumónico o, más a menudo, una infección del SNC derivada de la di- seminación hematógena y linfática desde un foco pulmonar primario. Con una menor frecuencia se observa una infección con diseminación extensa con formas cutáneas, mucocutá- neas, óseas y viscerales de la enfermedad. La presentación de la criptococosis pulmonar es variable y comprende desde un proceso asintomático hasta una neu- monía bilateral fulminante. Los infiltrados nodulares pueden ser unilaterales o bilaterales, y se vuelven más difusos en las infecciones de mayor gravedad. La cavitación es un hallazgo infrecuente. C. neoformans y C. gattii son patógenos caracterizados por un acusado neurotropismo, por lo que la forma más fre- cuente de la enfermedad es la afectación cerebromeníngea. La evolución del proceso es variable y puede ser crónica; sin embargo, la enfermedad siempre es mortal en ausencia de tratamiento. Existe afectación de las meninges y el tejido cerebral subyacente; la presentación clínica es de fiebre, cefalea, meningismo, alteraciones visuales, alteraciones del estado mental y convulsiones. El cuadro clínico depende en gran medida del estado inmunitario del paciente y tiende a ser muy grave en los pacientes con SIDA o una acusada inmunodepresión, como los tratados con corticoides u otros fármacos inmunodepresores. Las lesiones parenquimatosas, o criptococomas, son poco frecuentes en las infecciones producidas por C. neoformans, si bien constituyen la principal presentación de la criptococosis del SNC en personas inmunocompetentes infectadas por C. gattii. Otras manifestaciones de la criptococosis diseminada son las lesiones cutáneas, que aparecen en un 10-15% de los pa- cientes y pueden remedar las típicas del molusco contagioso; las infecciones oculares, como coriorretinitis, vitritis e inva- sión del nervio ocular; lesiones óseas que afectan a las vérte- bras y las prominencias óseas; y afectación prostática, que puede constituir un reservorio asintomático de la infección. Diagnóstico de laboratorio El diagnóstico de la infección por C. neoformans y C. gattii se basa en la realización de hemocultivos, cultivos del lí- quido cefalorraquídeo (LCR) o cultivos de otro material clínico (v. cap. 68). El estudio microscópico del LCR pue- de poner de manifiesto la presencia de las levaduras de gemación encapsuladas características de este microorganis- mo. Cuando están presentes en el LCR u otro material clínico, las células de C. neoformans se visualizan mediante la tinción de Gram (v. cap. 68, fig. 68-2), de tinta china (v. fig. 73-8) y otras técnicas (v. fig. 73-7). Los cultivos de muestras clínicas en medios micológicos convencionales generan colonias mucoides formadas por levaduras de gemación encapsuladas redondeadas ureasa-positivas tras un período de incubación de 3-5 días. La identificación a nivel de especie se lleva a cabo por medio de pruebas de asimilación de carbohidratos en agar de semilla negra (las colonias de C. neoformans adquieren una coloración marrón a negruzca) o pruebas directas de actividad fenoloxidasa (resultados positivos). Sin embargo, la mayoría de las veces el diagnóstico de meningitis criptocócica se fundamenta en la detección directa del antígeno polisacárido capsular en suero o LCR (v. tabla 73-7). La detección del antígeno criptocócico se lleva a cabo por medio de una de las pruebas comerciales de aglutina- ción de látex o enzimoinmunoanálisis. Se ha demostrado que estas pruebas son rápidas, sensibles y específicas para el diagnóstico de la enfermedad criptocócica (v. tabla 73-7). Tratamiento La meningitis criptocócica y otras formas diseminadas de la criptococosis son siempre mortales en ausencia de tratamien- to. Además de la administración rápida de un tratamiento antifúngico eficaz, resulta esencial un tratamiento eficaz de la hipertensión del SNC para tener buena respuesta en la meningitis por criptococos. Los pacientes han de recibir anfotericina B junto con flucitosina de forma aguda durante 2 semanas (tratamiento de inducción), seguidas de un tra- tamiento de consolidación con fluconazol (preferiblemente) o itraconazol oral a lo largo de 8 semanas. Los pacientes con SIDA suelen precisar un tratamiento de mantenimiento de por vida con fluconazol o itraconazol. En los individuos que no están afectados por este síndrome, el tratamiento se puede interrumpir una vez finalizada la pauta de consolidación; sin embargo,hasta un 26% de ellos registra una recidiva durante los 3-6 meses siguientes a la finalización del tratamiento. Por tanto, puede ser conveniente administrar un tratamiento prolongado de consolidación con un azol durante un período máximo de 1 año incluso en los pacientes no afectados por el SIDA. Después del tratamiento es preciso llevar a cabo un se- guimiento clínico y micológico de estos pacientes. El segui- miento micológico se realiza mediante punciones lumbares repetidas: 1) al finalizar el período de tratamiento de induc- ción de 2 semanas con el fin de comprobar la esterilización del LCR, 2) al finalizar el tratamiento de consolidación, y 3) cuando así lo indique cualquier modificación del es- tado clínico durante el seguimiento. Es preciso cultivar las muestras de LCR obtenidas durante el seguimiento. La determinación de la proteína, la glucosa, el recuento celular y el título de antígeno criptocócico del LCR resulta de utilidad para evaluar la respuesta al tratamiento, aunque su capacidad pronóstica es escasa. La falta de esterilización del LCR el día 14 de tratamiento se relaciona con una pro- babilidad notablemente mayor de fracaso del tratamiento de consolidación. Otras micosis causadas por hongos levaduriformes En el grupo de patógenos levaduriformes no pertenecientes a los géneros Cryptococcus y Candida, destacan las infecciones Tabla 73-7 Sensibilidad de la detección de antígenos, estudio microscópico de muestras teñidas con tinta china y cultivo del líquido cefalorraquídeo en el diagnóstico de la meningitis criptocócica Sensibilidad (%) Prueba Pacientes con SIDA Pacientes sin SIDA Antígeno 100 86-95 tinta china 82 50 Cultivo 100 90 SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Modificada de Viviani MA, Tortorano AM: Cryptococcus. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, Churchill Livings- tone, 2009. 686 MICROBIOLOGÍA MÉDICA nosocomiales causadas por los géneros Malassezia, Trichos poron y Rhodotorula y por B. capitatus como consecuencia de las dificultades que entraña su detección o los problemas que supone su capacidad de resistencia antifúngica. Las infecciones causadas por especies del género Malasse zia (M. furfur y M. pachydermatis) suelen estar relacionadas con catéteres y tienden a darse en niños prematuros o en pa- cientes que reciben infusiones lipídicas. Ambos microorganis- mos son levaduras de gemación (fig. 73-11; v. también cap. 70, fig. 70-2). M. furfur coloniza a menudo la piel y es el agente etiológico de la pitiriasis versicolor (v. cap. 70), mientras que M. pachydermatis es causa habitual de otitis en perros y un microorganismo comensal de la piel del ser humano. Entre las especies de Malassezia, M. furfur se distingue por necesitar lípidos exógenos para su proliferación. Esta exigencia, en conjunción con la localización de su nicho ecológico en la piel, permite entender la epidemiología de M. furfur, ya que las infecciones nosocomiales producidas por este microorganismo se relacionan directamente con la administración de complementos lipídicos intravenosos a través de un catéter venoso central. A pesar de que la pro- liferación de M. pachydermatis en una unidad de cuidados intensivos pediátricos no precisa de lípidos exógenos, los ácidos grasos estimulan su crecimiento, y las infecciones por este hongo se han asociado a la nutrición parenteral y la administración de lípidos por vía intravenosa. Casi todas las infecciones por especies del género Malassezia son es- porádicas, si bien se han descrito brotes de fungemia en lactantes que recibían lípidos intravenosos. El desarrollo de este microorganismo se ve favorecido por las infusiones ricas en lípidos, a las que accede a través del catéter. Un señalado brote de fungemia por M. pachydermatis se relacionó con un grupo de enfermeras que tenían perros que presentaban otitis por este patógeno. La cepa responsable del brote se detectó en las manos de las enfermeras y en al menos uno de los perros afectados. El género Malassezia se debe tener en cuenta cuando se observe la presencia de levaduras en frascos de hemocultivo o material clínico en el estudio microscópico y no se recupere ningún microorganismo en las placas de agar convencional. El aislamiento de las especies de este género (y, en especial, de M. furfur) en agar exige la inoculación de la placa con el microorganismo y la adición de una capa de aceite de oliva estéril sobre la superficie de la misma. El aceite de oliva satis- face las necesidades de lípidos; se debe detectar la prolifera- ción de los microorganismos en un plazo comprendido entre 3 y 5 días. El tratamiento de la fungemia debida a especies incluidas en este género no suele implicar la administración de fárma- cos antifúngicos. La infección desaparece al retirar la infusión lipídica y las vías intravenosas. El género Trichosporon se compone actualmente de seis es- pecies que tienen importancia clínica: T. asahii y T. mucoides producen infecciones invasivas profundas; T. asteroides y T. cutaneum causan infecciones cutáneas superficiales; T. ovoi des origina la piedra blanca del cuero cabelludo, y T. inkin provoca la piedra blanca del vello púbico. La mayor parte de los artículos publicados acerca de las tricosporonosis profundas emplean la antigua nomenclatura de T. beigelii, por lo que puede haber confusión. Desde el punto de vista morfológico, los microorganismos presentan unas caracterís- ticas semejantes y aparecen en el material clínico en forma de hifas, artroconidios y células levaduriformes de gemación. Trichosporon provoca episodios de fungemia asociada a catéteres en pacientes neutropénicos, si bien puede igual- mente acceder al torrente circulatorio a través de las vías respiratorias o el tubo digestivo. La diseminación hematógena extensa se manifiesta con hemocultivos positivos y numerosas lesiones cutáneas. La tricosporonosis hepática crónica puede remedar la candidiasis hepática y se observa en pacientes en proceso de recuperación de una neutropenia. Se ha señalado que Trichosporon constituye la causa más frecuente de in- fección por levaduras distintas de Candida en pacientes con neoplasias hematológicas y se asocia a una mortalidad por encima del 80%. La sensibilidad a anfotericina B es variable; este fármaco carece de actividad fungicida frente a las es- pecies pertenecientes a este género. Se ha descrito el fracaso de tratamientos basados en anfotericina B, fluconazol y la combinación de ambos compuestos; en estos casos, el desen- lace suele ser muy desfavorable en ausencia de recuperación de los neutrófilos. Las especies incluidas en el género Rhodotorula se dis- tinguen por la producción de pigmentos carotenoides (que confieren a las colonias una coloración rosada a rojiza) y diversas células levaduriformes de gemación multilatera- les encapsuladas. Pertenecen a este género especies como R. glutinis, R. mucilaginosa (sin. R. rubra) y R. minuta. Estos hongos levaduriformes forman parte de la microflora comen- sal de la piel, las uñas y las membranas mucosas, y aparecen también en el queso, los productos lácteos y diversas fuentes ambientales, como el aire, el suelo, las cortinas de ducha, las juntas de las bañeras y los cepillos de dientes. Las especies de Rhodotorula están adoptando un papel destacado como patógenos humanos en pacientes inmunodeprimidos y en pacientes con sondas permanentes. Se han implicado en la infección y la fungemia asociadas a catéteres venosos cen- trales, infecciones oftalmológicas, peritonitis y meningitis. La anfotericina B dispone de una buena actividad frente a las especies de este género y, en conjunción con la retirada del catéter, constituye un abordaje óptimo frente a las infecciones por estos microorganismos. La flucitosina posee también una excelente actividad, aunque no es conveniente adminis- trarla en monoterapia. No se debe emplear fluconazol ni equinocandinascomo tratamiento de las infecciones por este género y aún no se han publicado datos clínicos acerca de la función de los nuevos triazoles de espectro extendido (como voriconazol y posaconazol). Blastoschizomyces capitatus (teleomorfo D. capitatus) es un infrecuente patógeno levaduriforme oportunista emergente que ocasiona infecciones sistémicas graves en pacientes inmunodeprimidos, especialmente en aquellos con neoplasias hematológicas. Este microorganismo produce hifas y artroconidios, presenta una amplia distribución en la Figura 73-11 Microfotografía electrónica de células de Malassezia furfur adheridas a la luz de un catéter venoso central. (Cortesía de S. A. Messer.) MICOSIS OPORtUNIStAS 687 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. naturaleza y puede formar parte de la microflora cutánea normal. Las manifestaciones de la infección por B. capitatus son semejantes a las asociadas a la infección por Trichosporon en pacientes neutropénicos, siendo frecuentes la fungemia y la diseminación multiorgánica (incluso con afectación cere- bral). La tasa de mortalidad se sitúa entre un 60% y un 80%. Los hemocultivos suelen arrojar unos resultados positivos. Como sucede en el género Trichosporon, puede aparecer una forma diseminada crónica semejante a la candidiasis diseminada crónica al remitir la neutropenia. El abordaje terapéutico óptimo de las infecciones produ- cidas por B. capitatus no se ha definido adecuadamente hasta el momento. Algunos médicos creen que este microorganis- mo presenta una menor sensibilidad a anfotericina B. La excelente actividad in vitro del voriconazol indica que podría constituir un fármaco útil en el tratamiento de las infecciones por este patógeno. Se recomienda llevar a cabo una rápida retirada de los catéteres venosos centrales, la inmunoterapia adyuvante y la administración de nuevos antifúngicos (como voriconazol o fluconazol a dosis altas con anfotericina B) como tratamiento de esta infrecuente, aunque devastadora, enfermedad. AsPergilosis (caso clínico 73-3) La aspergilosis engloba un amplio abanico de enfermedades causadas por especies pertenecientes al género Aspergi llus (cuadro 73-2). La exposición a Aspergillus en el medio ambiente puede provocar reacciones alérgicas en los pa- cientes hipersensibilizados o bien una destructiva enfer- medad pulmonar invasiva o diseminada en personas muy inmunodeprimidas. Se han descrito alrededor de 19 es- pecies de Aspergillus capaces de producir infección en el ser humano, si bien la mayor parte de las infecciones se deben a A. fumigatus, A. flavus, A. niger y A. terreus. En estudios taxonómicos moleculares se ha demostrado que todas las es- pecies señaladas anteriormente son realmente complejos de especies que contienen especies crípticas indistinguibles por criterios morfológicos, algunas de las cuales pueden tener importantes perfiles de resistencia a antifúngicos y rasgos patogénicos. Morfología Las especies del género Aspergillus se desarrollan como for- mas miceliales hialinas en cultivo. En el examen macroscópi- co, las colonias de Aspergillus pueden ser negras, marrones, verdes, amarillas, blancas o de otro color en función de la especie y de las condiciones de crecimiento. El aspecto de la colonia puede orientar la identificación inicial, pero la identificación definitiva precisa del estudio microbiológico de las hifas y la estructura de la cabeza conidial. Los aspergilos forman hifas tabicadas ramificadas que producen cabezas conidiales cuando se exponen a aire en con- diciones in vitro e in vivo. Cada cabeza conidial se compone de un conidióforo con una vesícula terminal, que porta una o dos capas de fialidas, o esterigmas (v. cap. 65, fig. 65-3B). A su vez, las fialidas alargadas generan columnas de coni- dios esféricos que constituyen los propágulos infecciosos a partir de los cuales se desarrolla la fase micelial del hongo. La identificación de cada una de las especies de este género depende, en parte, de las diferencias existentes a nivel de sus cabezas conidiales, como la disposición y la morfología de los conidios (v. figs. 73-12 y 73-13). En muchos casos pueden ser necesarios métodos moleculares para la identificación de las especies crípticas de un complejo de especie. En el tejido, las hifas de los microorganismos incluidos en el género Aspergillus se tiñen débilmente con H-E, pero se visualizan bien por medio de las tinciones fúngicas de PAS, GMS y Gridley (v. fig. 73-14). Las hifas son homo- géneas y muestran una anchura uniforme (3 a 6 mm), con- tornos paralelos, tabiques regulares y un patrón progresivo de ramificación arboriforme (v. fig. 73-14). Las ramas son dicotómicas y suelen surgir a ángulos agudos (∼45°). Se puede observar la presencia de hifas en el interior de los vasos sanguíneos (angioinvasión), lo que provoca trombosis. Las cabezas conidiales rara vez se encuentran en los tejidos, aunque pueden desarrollarse en el interior de alguna cavidad (v. fig. 73-15). La importante especie A. terreus se identifica en los tejidos por la presencia de aleurioconidios esféricos u CASO CLÍNICO 73-3 Aspergilosis invasiva Guha y cols. (Infect Med 24(Suppl 8):8-11, 2007) describieron un caso de aspergilosis invasiva en un trasplantado renal. Se trataba de una mujer de 34 años que consultó con una historia de 2 días de evolución con debilidad, mareo, dolor en la pantorrilla izquierda y heces de aspecto alquitranado. No refería dolor torácico, tos ni disnea. Entre sus antecedentes médicos destacaba una diabetes que produjo una insuficiencia renal, por la cual había recibido un trasplante renal de donante cadáver en 2002. Tres semanas antes de la consulta se produjo un rechazo agudo del injerto y empezó a recibir un tratamiento inmunodepresor con alemtuzumab, tacrolimús, sirolimús y prednisona. Al ingreso estaba taquicárdica, hipotensa y febril. La exploración física mostró un cordón venoso doloroso palpable en la fosa poplítea. La radiografía de tórax inicial no mostraba alteraciones. Los estudios de laboratorio mostraron anemia y uremia. El recuento de leucocitos era 4.800/ml con un 80% de neutrófilos. La paciente recibió cuatro unidades de concentrados de eritrocitos y se empezó el tratamiento empírico con gatifloxacino. Los hemocultivos fueron positivos para Escherichia coli sensible a gatifloxacino. Al sexto día de ingreso hospitalario la paciente desarrolló un exantema vesiculoso en las nalgas y la pantorrilla izquierda y el cultivo fue positivo para virus herpes simple, por lo que se empezó el tratamiento con aciclovir. La situación de la paciente se estabilizó, salvo el funcionamiento renal, y se empezó la hemodiálisis intermitente al octavo día de ingreso. El día 12 del ingreso la paciente sufrió una reducción de la reactividad, presentó obnubilación y tuvo que ser intubada por dificultad respiratoria. La radiografía de tórax mostraba nódulos pulmonares bilaterales difusos. El cultivo del líquido del lavado broncoalveolar (LBA) mostró hongos del género Aspergillus y se identificaron cuerpos de inclusión sugestivos de infección por citomegalovirus. Se redujo la inmunodepresión y se empezó a administrar anfotericina B liposómica. La paciente sufrió un infarto agudo de miocardio y entró en coma. La resonancia magnética craneal mostraba múltiples infartos agudos en el lóbulo frontal y el cerebelo. La paciente se siguió deteriorando y aparecieron múltiples nódulos cutáneos en los brazos y el tronco. En la biopsia de los nódulos cutáneos se cultivó Aspergillus flavus. La paciente falleció el día 23 de ingreso, y en la autopsia se detectó A. flavus en múltiples órganos, incluidos corazón, pulmones, suprarrenales, tiroides, riñón e hígado. Este caso es un ejemplo extremo de aspergilosis diseminada en un paciente inmunodeprimido. 688 MICROBIOLOGÍA MÉDICA ovalados que se forman a partir de las paredes laterales del micelio(v. fig. 73-16). Por lo demás, las hifas de las especies patógenas de Aspergillus no se diferencian entre sí a nivel morfológico. Epidemiología Las especies del género Aspergillus son frecuentes en todo el mundo. Sus conidios son ubicuos en el aire, el suelo y la materia orgánica en descomposición. En el entorno hos- pitalario, se encuentran en el aire, los rociadores de ducha, los depósitos de agua y las plantas en maceta. Por ello, los conidios son inhalados constantemente. El tipo de reacción del hospedador, los hallazgos anatomopatológicos asociados y el desenlace final de la infección dependen más de factores del hospedador que de la virulencia o la capacidad patógena de cada especie de Aspergillus. El aparato digestivo constituye la vía de entrada más frecuente y relevante. Síndromes clínicos Las manifestaciones alérgicas de la aspergilosis conforman un espectro de presentaciones basadas en el grado de hi- persensibilidad a los antígenos de Aspergillus. En la forma broncopulmonar puede aparecer asma, infiltrados pulmona- res, eosinofilia periférica, elevación de las concentraciones séricas de inmunoglobulina E e indicios de hipersensibilidad a los antígenos de Aspergillus (prueba cutánea). En la sinu- sitis alérgica, los indicios analíticos de hipersensibilidad se acompañan de síntomas de las vías respiratorias superiores de obstrucción nasal y rinorrea, cefaleas y dolor facial. Las especies de Aspergillus son capaces de colonizar tanto los senos paranasales como las vías respiratorias inferiores, lo que provoca aspergilosis bronquial obstructiva y aspergiloma verdadero (masa fúngica intracavitaria). La aspergilosis bron- quial obstructiva suele darse en el paciente con un proceso pulmonar subyacente, como la fibrosis quística, la bronquitis crónica o la bronquiectasia. El trastorno se caracteriza por la formación de moldes o tapones bronquiales integrados por hifas y material mucinoso. Los síntomas corresponden a los de la enfermedad de base, no se producen daños tisulares y no es necesario instaurar ningún tratamiento. Se puede formar un aspergiloma tanto en los senos paranasales como en una cavidad pulmonar preformada por una tuberculosis anterior u CUADRO 73-2 Espectro de enfermedades producidas por el género Aspergillus Reacciones alérgicas Cavidad nasal Senos paranasales Vías respiratorias inferiores Colonización Obstrucción de senos paranasales Bronquios Cavidades pulmonares preformadas Infecciones cutáneas superficiales Heridas Sitio de inserción del catéter Infecciones invasivas limitadas Bronquios Parénquima pulmonar Pacientes con una inmunodeficiencia leve Infección pulmonar muy invasiva Pacientes con inmunodeficiencia grave Diseminación sistémica Muerte Figura 73-12 Aspergillus fumigatus. Preparación en azul algodón de lactofenol que muestra las cabezas conidiales. Figura 73-13 Aspergillus terreus. Preparación en azul algodón de lac- tofenol en la que se aprecia la cabeza conidial. Figura 73-14 Aspergillus en una muestra de tejido en la que se observan la ramificación en ángulos agudos y las hifas tabicadas (metenamina argéntica de Gomori, ×1.000). MICOSIS OPORtUNIStAS 689 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. otra enfermedad pulmonar cavitaria crónica. Los aspergilomas se pueden observar en el examen radiológico, aunque suelen carecer de síntomas. Por lo general, el tratamiento no es ne- cesario excepto en el paciente con hemorragia pulmonar. La incisión quirúrgica de la cavidad y el aspergiloma está indicada en caso de una hemorragia pulmonar, que puede ser intensa y potencialmente mortal. De igual modo, el desbridamiento radical de los senos paranasales puede ser necesario para aliviar los síntomas o una hemorragia debida a la presencia de un aspergiloma en los mismos. Las formas de aspergilosis invasiva cubren todo un es- pectro que comprende desde una enfermedad invasiva su- perficial en un paciente con inmunodepresión leve (p. ej., tratamiento con corticoides a dosis bajas, enfermedad vas- cular del colágeno o diabetes) a una forma destructiva de aspergilosis pulmonar con invasión local. Las formas de in- vasión más limitada suelen englobar la aspergilosis bronquial seudomembranosa y la aspergilosis pulmonar necrosante. La aspergilosis bronquial puede originar estertores, disnea y hemoptisis. La mayoría de los pacientes con aspergilosis pulmonar necrosante crónica padecen un trastorno pulmo- nar estructural subyacente susceptible de tratamiento con corticoides a dosis bajas. Se trata de una infección crónica que puede ocasionar daños a nivel local con desarrollo de infiltrados y masas fúngicas visibles en el estudio radiológico. No provoca invasión ni diseminación vasculares. La resec- ción quirúrgica de las áreas afectadas y la administración de fármacos antifúngicos son medidas terapéuticas eficaces de esta entidad. La aspergilosis pulmonar invasiva y la aspergilosis dise- minada son dos infecciones devastadoras que afectan a pa- cientes neutropénicos e inmunodeprimidos. Los principales factores predisponentes de esta complicación infecciosa son un recuento de neutrófilos por debajo de 500/mm3, la quimioterapia citotóxica y el tratamiento con corticoides. Los pacientes presentan fiebre e infiltrados pulmonares que, con frecuencia, se acompañan de dolor torácico pleurítico y hemoptisis. A menudo, el diagnóstico definitivo se retrasa debido a la frecuente obtención de resultados negativos en los cultivos de esputo y los hemocultivos. A pesar de la ad- ministración de un tratamiento antifúngico específico, la mortalidad de esta infección es notablemente alta y suele superar un 70% (v. tabla 73-5). La diseminación hematóge- na de la infección a localizaciones extrapulmonares es fre- cuente debido a la naturaleza angioinvasiva del hongo. Los lugares afectados con mayor frecuencia son el cerebro, el corazón, los riñones, el aparato digestivo, el hígado y el bazo. Diagnóstico de laboratorio Al igual que en el caso de otros hongos ubicuos, el diagnós- tico de la aspergilosis impone una cierta cautela al proceso de evaluación del aislamiento de una especie de Aspergillus a partir de una muestra clínica. La recuperación de una cepa a partir de tejido extirpado por vía quirúrgica o de localizacio- nes estériles y la obtención de resultados anatomopatológicos positivos (hifas moniliáceas tabicadas de ramificación dicotó- mica) se deben interpretar como significativas en todos los casos; se debe analizar detalladamente cualquier aislamiento a partir de una localización con contaminación frecuente (p. ej., respiratorio). La mayoría de las especies causantes de aspergilosis crecen con facilidad en los medios micológicos convencionales que carecen de ciclohexamida. La identificación a nivel de es- pecie de los principales patógenos para el ser humano se basa en las características microscópicas y de cultivo en agar patata dextrosa. La morfología microscópica (conidióforos, vesículas, métulas, fialidas, conidios) se observa mejor en un cultivo en portaobjetos y es necesaria para la identificación a nivel de especie. La aspergilosis invasiva debida a A. fumigatus y la ma- yoría de las especies restantes rara vez se demuestra por la obtención de resultados positivos en los hemocultivos. De hecho, se ha comprobado que la mayor parte de las cepas que invaden el torrente circulatorio de este género representan una seudofungemia o bien episodios terminales en la autopsia. Es importante destacar que A. terreus, entre todas las es- pecies de Aspergillus, produce una aspergilemia real. De manera semejante a otros hongos filamentosos angioinvasivos (como los géneros Fusarium y Scedosporium), A. terreus es capaz de llevar a cabo una esporulación adventicia a través de la cual genera esporas levaduriformes (aleurioconidios) en tejido y sangre cuya detección es más probable en la sangre obtenida para los hemocultivos (v. fig. 73-16).
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