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Micosis oportunistas

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675© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
73 Micosis oportunistas
George es un hombre de 45 años al que se realizó un alotrasplante de células madre dentro 
del tratamiento de una leucemia aguda. El trasplante evolucionó bien y George recibió el alta 
después del prendimiento del injerto. Durante la intervención del trasplante los médicos de George 
instauraron una pauta antifúngica con voriconazol como profilaxis de la aspergilosis, que había 
constituido un problema en el hospital durante los últimos años. tras recibir el alta George 
se recuperó bien y mantuvo la profilaxis antifúngica; sin embargo, en una visita clínica 140 días 
después del trasplante se observó que presentaba un exantema e incremento de los parámetros 
de la función hepática. Una semana después comenzó a presentar diarrea sanguinolenta, y su 
médico de cabecera consideró la posibilidad de una enfermedad injerto contra huésped (EICH). 
Se realizó una biopsia rectal que confirmó esta sospecha y se intensificó la pauta inmunodepresora, 
al igual que la dosis diaria de voriconazol. Los signos y síntomas de la EICH se mantuvieron y George 
hubo de ingresar de nuevo en el hospital. Se observó que se encontraba confuso, febril y disneico. 
Una radiografía de tórax reveló un infiltrado cuneiforme en el campo pulmonar inferior derecho 
y las pruebas de imagen de los senos mostraron una opacificación bilateral.
1. ¿Cuál es el diagnóstico diferencial de este proceso?
2. ¿Qué patógenos fúngicos consideraría en un paciente inmunodeprimido que recibe tratamiento 
profiláctico con voriconazol?
3. ¿Cómo elaboraría el diagnóstico?
4. ¿Qué pauta terapéutica instauraría?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es
La frecuencia de micosis invasivas debidas a hongos pató-genos oportunistas ha aumentado considerablemente a 
lo largo de las dos últimas décadas (v. cap. 65, tabla 65-2). 
Este incremento se asocia a una morbimortalidad excesiva 
(v. cap. 65, tabla 65-1) y presenta una relación directa con 
la ampliación de las poblaciones de riesgo de contraer infec-
ciones fúngicas graves. Los grupos de alto riesgo incluyen 
pacientes sometidos a trasplantes de médula ósea (TMO) y 
de sangre periférica, trasplantes de órganos sólidos y cirugía 
mayor (especialmente cirugía del aparato digestivo [AD]), y 
los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquiri-
da (SIDA) o enfermedades neoplásicas, los sometidos a un trata-
miento inmunodepresor, los ancianos y los niños prematuros 
(v. tabla 73-1). Los agentes etiológicos mejor conocidos de 
las micosis oportunistas son Candida albicans, Cryptococcus 
neoformans y Aspergillus fumigatus (v. cuadro 73-1). La 
incidencia anual estimada de micosis invasivas por estos tres 
patógenos comprende entre 72 y 290 infecciones por millón 
de personas en el caso de Candida, 30-66 por millón en el de 
C. neoformans, y 12-34 por millón en el de Aspergillus
(v. cap. 65, tabla 65-2). Junto con estos hongos, el listado
cada vez más amplio de «otros» hongos patógenos reviste
una importancia cada vez mayor (v. cuadro 73-1). Dentro
de la categoría de nuevos hongos patógenos se encuentran
especies de Candida y Aspergillus distintas de C. albicans
y A. fumigatus, hongos levaduriformes oportunistas perte-
necientes a géneros como Trichosporon, Malassezia y Rho­
dotorula y Blastoschizomyces capitatus, los Mucormycetes,
hongos filamentosos hialinos de géneros como Fusarium,
Acremonium, Scedosporium, Scopulariopsis, Paecilomyces y
Trichoderma, y diversos hongos dematiáceos (v. cuadro 73-1). 
Las infecciones debidas a estos microorganismos abarcan 
desde la fungemia relacionada con catéteres y peritonitis a 
infecciones más localizadas con afectación pulmonar, cutá-
nea y de los senos paranasales o diseminación hematógena 
extensa. Antes se creía que muchos de estos hongos no eran 
patógenos, pero en la actualidad se reconoce su capacidad de 
producir micosis invasivas en pacientes inmunodeprimidos. 
Las estimaciones de la incidencia anual de las micosis menos 
frecuentes son prácticamente inexistentes; no obstante, los 
datos procedentes de un estudio poblacional realizado por 
los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades 
indican una incidencia de mucormicosis de 1,7 infecciones 
por millón/año, 1,2 infecciones por millón/año en el caso de 
la hialohifomicosis (Fusarium, Acremonium) y 1 infección 
por millón/año para la feohifomicosis (hongos miceliales 
dematiáceos) (v. cap. 65, tabla 65-1).
A la vista de la complejidad de los pacientes con riesgo de 
contraer una infección y la diversidad de posibles patógenos 
fúngicos, las micosis oportunistas suponen un destacado 
desafío diagnóstico y terapéutico. El diagnóstico depende 
de una elevada sospecha clínica (piense en hongos) y la 
obtención de material adecuado para su cultivo y análisis 
anatomopatológico. El aislamiento y la identificación de mi-
croorganismos infecciosos son fundamentales para lograr 
controlar de modo adecuado las infecciones causadas por 
hongos oportunistas menos frecuentes. Algunos de estos mi-
croorganismos poseen una resistencia inherente al tratamien-
to convencional con azoles o polienos (v. cap. 69) y pueden 
obligar a utilizar fármacos antifúngicos alternativos junto con 
676 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
Tabla 73-1 Factores predisponentes a las micosis oportunistas
Factor Posible función en la infección Principales patógenos oportunistas
Antimicrobianos (número y duración) Favorecen la colonización por hongos
Posibilitan el acceso al sistema vascular
Género Candida, otros hongos levaduriformes
Corticoides suprarrenales Inmunodepresión Cryptococcus neoformans, género Aspergillus, 
Mucormycetes, otros hongos filamentosos, 
Pneumocystis
Quimioterapia Inmunodepresión Género Candida, género Aspergillus, 
Pneumocystis
Neoplasias hematológicas/de órganos sólidos Inmunodepresión Género Candida, género Aspergillus, 
Mucormycetes, otros hongos filamentosos 
y levaduriformes, Pneumocystis
Colonización previa translocación a través de la mucosa Género Candida
Catéter permanente (venoso central, transductor 
de presión, Swan-Ganz)
Acceso vascular directo
Producto contaminado
Género Candida, otros hongos levaduriformes
Nutrición parenteral total Acceso vascular directo
Contaminación de la solución infundida
Género Candida, género Malassezia, 
otros hongos levaduriformes
Neutropenia (LEU <500/mm3) Inmunodepresión Género Aspergillus, género Candida, 
otros hongos filamentosos y levaduriformes
Cirugía o quemaduras extensas Vía de infección
Acceso vascular directo
Género Candida, género Fusarium, 
Mucormycetes
Ventilación asistida Vía de infección Género Candida, género Aspergillus
Hospitalización o estancia en una unidad 
de cuidados intensivos
Exposición a patógenos
Exposición a otros factores de riesgo
Género Candida, otros hongos levaduriformes, 
género Aspergillus
Hemodiálisis, diálisis peritoneal Vía de infección
Inmunodepresión
Género Candida, género Rhodotorula, 
otros hongos levaduriformes
Desnutrición Inmunodepresión Pneumocystis, género Candida, Cryptococcus 
neoformans
Infección por VIH/SIDA Inmunodepresión Cryptococcus neoformans, Pneumocystis, 
género Candida
Edades extremas Inmunodepresión
Numerosas comorbilidades
Género Candida
LEU, leucocitos; SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida; VIH, virus de la inmunodeficiencia humana.
CUADRO 73-1
Hongos causantes de micosis oportunistas*
Género Candida
C. albicans
C. glabrata
C. parapsilosis
C. tropicalis
C. krusei
C. lusitaniae
C. guilliermondii
C. dubliniensis
C. rugosa
Cryptococcus neoformans y otros hongos 
levaduriformes oportunistas
C. neoformans/gattii
Género Malassezia
Género Trichosporon
Género Rhodotorula
Blastoschizomyces capitatus
Género Aspergillus
A. fumigatus
A. flavus
A. niger
A. versicolor
A. terreus
Mucormycetes
Género Rhizopus
Género Mucor
Género Rhizomucor
Lichtheimia corymbifera
Género Cunninghamella
Otros hongos miceliales hialinos
Género Fusarium
Género AcremoniumGénero Scedosporium
Género Paecilomyces
Género Trichoderma
Género Scopulariopsis
Hongos miceliales dematiáceos
Género Alternaria
Género Bipolaris
Género Cladophialophora
Género Curvularia
Género Exophiala
Género Exserohilum
Género Wangiella
Pneumocystis jirovecii
*Listado no exhaustivo.
MICOSIS OPORtUNIStAS 677
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medidas quirúrgicas y a invertir el proceso subyacente de las 
defensas del huésped.
cAndidiAsis
Se ha determinado que las especies del género Candida 
conforman el grupo más importante de hongos patógenos 
oportunistas. Las especies incluidas en este género cons-
tituyen la tercera causa más frecuente de infecciones sep-
ticémicas (IS) asociadas a catéteres centrales, y superan a 
cualquier patógeno gramnegativo individual (v. tabla 73-2 
y caso clínico 73-1). Desde 1980, la frecuencia de IS por 
Candida se ha incrementado a un ritmo constante en hos-
pitales de cualquier tamaño y en todos los grupos de edad 
(v. cap. 5, tabla 65-2).
Aunque se han descrito más de 100 especies del género 
Candida, tan sólo un pequeño número de ellas está implicado 
en infecciones clínicas (v. cuadro 73-1). C. albicans es la 
especie aislada con una mayor frecuencia a partir de mues-
tras clínicas y generalmente representa entre un 90% y un 
100% de las cepas aisladas de muestras de mucosa, y entre 
un 40% y un 70% de las cepas procedentes de pacientes 
con IS, dependiendo del servicio clínico y de la enfermedad 
de base del paciente (v. tabla 73-3). Alrededor de un 95% de 
estas últimas corresponde a cuatro especies: C. albicans, 
C. glabrata, C. parapsilosis y C. tropicalis (v. tabla 73-3). 
De ellas, C. glabrata es la única especie que se considera 
«emergente» como causa de IS, debido en parte a su resis-
tencia intrínseca y adquirida a los azoles y otros antifúngicos 
empleados de forma frecuente. El 5% restante de IS por 
Candida engloba entre 12 y 14 especies diferentes, como 
C. krusei, C. lusitaniae, C. dubliniensis y C. rugosa (v. cua-
dro 73-1). Aunque estas especies se consideran causas «in-
frecuentes» de candidiasis, se ha observado que varias de 
ellas se aglutinan en grupos nosocomiales o bien presentan 
una resistencia innata o adquirida a uno o más fármacos 
antifúngicos conocidos.
Morfología
Todas las especies del género Candida se desarrollan como 
células levaduriformes ovaladas (3 a 5 mm) que forman yemas 
o blastoconidios. A excepción de C. glabrata, las especies 
de Candida producen también seudohifas e hifas verda-
deras (fig. 73-1; v. también cap. 65, fig. 65-2A, y cap. 68, 
fig. 68-1). Por otra parte, C. albicans genera tubos germinales 
(cap. 5, fig. 65-2) y clamidoconidios terminales de pared 
gruesa (v. fig. 73-2). C. glabrata, la segunda especie más 
frecuente de Candida en numerosas situaciones, carece de 
la capacidad de originar seudohifas, tubos germinales o hifas 
verdaderas en la mayoría de las condiciones. En los cortes 
histológicos, las especies de Candida se tiñen débilmente con 
hematoxilina-eosina (H-E) e intensamente con las tinciones 
de ácido peryódico de Schiff (PAS), metenamina argéntica de 
Gomori (GMS) y Gridley.
En condiciones in vitro, casi todas las especies de este 
género dan lugar a colonias lisas en forma de domo de color 
blanco a crema. C. albicans y otras especies pueden sufrir 
cambio de fenotipo, en el que una cepa de Candida se trans-
forma de manera reversible en alguna de las varias morfolo-
gías diferentes que comprenden desde la típica colonia lisa 
blanca formada principalmente por células levaduriformes de 
gemación a colonias muy «peludas» o «vellosas» compuestas 
Tabla 73-2 Infecciones septicémicas asociadas 
a los catéteres centrales: patógenos asociados 
con una mayor frecuencia (National Healthcare 
Safety Network, 2006-2007)
Puesto Patógeno % de cepas*
1 Estafilococos coagulasa-negativos 34,1
2 Género Enterococcus 16,0
3 Género Candida 11,8
4 Staphylococcus aureus 9,9
5 Klebsiella pneumoniae 4,9
6 Género Enterobacter 3,9
7 Pseudomonas aeruginosa 3,1
8 Escherichia coli 2,7
9 Acinetobacter baumannii 2,2
10 Klebsiella oxytoca 0,9
*Porcentaje de un total de 11.428 infecciones.
Datos de Hidron AIy cols.: Antimicrobial-resistant pathogens associated with 
healthcare-associated infections: annual summary of data reported to the 
National Healthcare Safety Network at the Centers for Disease Control and 
Prevention, 2006-2007, Infect Control Hosp Epidemiol 29:996-1011, 2008.
CASO CLÍNICO 73-1
Candidemia
Posteraro y cols. (J Clin Microbiol 44:3046-3047, 2006) 
describieron un caso de fungemia recurrente en una 
mujer de 35 años. La paciente consultó a las 5 semanas 
de gestación tras inseminación intrauterina. Presentaba 
fiebre, taquicardia e hipotensión. El recuento de leucocitos 
era de 23.500/ml con un 78% de neutrófilos. Sufrió un 
aborto espontáneo. Se diagnosticó una corioamnionitis 
grave y se realizaron cultivos de los tejidos placentarios y 
fetales, y se obtuvieron hemocultivos y frotis vaginales. La 
paciente recibió tratamiento con antibacterianos de amplio 
espectro. A los 5 días la paciente no había mejorado 
clínicamente. En los cultivos de la sangre y las muestras de 
placenta creció la levadura Candida glabrata, que también 
se encontró en los cultivos vaginales de la paciente. Dado 
que las concentraciones mínimas inhibitorias de fluconazol 
indicaban que el microorganismo era sensible, se empezó 
a administrar este fármaco a la paciente. A las 4 semanas 
los síntomas habían desaparecido por completo y el hongo 
desapareció del torrente circulatorio. Se interrumpió 
el tratamiento antifúngico y la paciente recibió el alta 
con buena evolución. A los 6 meses ingresó de nuevo en 
el hospital por escalofríos, fiebre y astenia. El recuento de 
leucocitos estaba elevado hasta 21.500/ml con un 73% 
de neutrófilos. Los hemocultivos fueron positivos otra vez 
para C. glabrata, que también se identificó en los cultivos 
de las secreciones vaginales. Todos los microorganismos 
aislados eran resistentes a fluconazol. Ante este hallazgo, 
la paciente recibió anfotericina B y en 1 semana la 
situación clínica mejoró. Tras 1 mes de tratamiento con 
este compuesto, la paciente tenía hemocultivos estériles 
y se le dio el alta hospitalaria. A los 3 años seguía libre 
de infección.
Se trata de un caso poco frecuente porque la paciente 
no estaba inmunodeprimida, pero sufrió candidemia de 
repetición por C. glabrata. El uso de fluconazol como 
tratamiento inicial, aunque en apariencia tuvo buenos 
resultados, indujo la activación de las bombas de eflujo 
de fármacos de este microorganismo y permitió que 
los aislados identificados posteriormente se hicieran 
resistentes a fluconazol y otros azoles.
678 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
fundamentalmente por seudohifas o hifas. La frecuencia 
del fenómeno de cambio fenotípico es excesivamente alta 
para deberse a mutaciones génicas y demasiado baja para 
deberse a conversiones en masa en las que la totalidad de 
la población modificaría su fenotipo como respuesta a señales 
ambientales. Es probable que el cambio actúe como un sis-
tema dominante en C. albicans y otras especies para lograr 
una rápida respuesta a alteraciones de su microambiente local 
por parte de cada célula individual. Se ha propuesto que este 
cambio fenotípico conferiría a C. albicans la capacidad de 
supervivencia en micronichos ambientales muy diversos en 
el interior del hospedador humano.
Epidemiología
Las especies del género Candida colonizan el ser humano y 
otros animales de sangre caliente, por lo que se encuentran 
tanto en las personas como en los ambientes naturales. El 
lugar primario de colonización es el aparato digestivo desde 
la cavidad bucal hasta el recto. También se desarrollan como 
comensales en la vagina y la uretra, la piel y bajo las uñas del 
pie y la mano. Se ha detectado la presencia de C. albicans, el 
principal agente etiológico de enfermedad en el ser humano, 
en el aire, elagua y el suelo, además de en el ser humano y 
los animales.
Se estima que entre un 25% y un 50% de las perso-
nas sanas porta microorganismos del género Candida en 
la microflora normal de la cavidad bucal; C. albicans re-
presentaría entre un 70% y un 80% de las cepas. Las tasas 
de portadores orales son significativamente mayores en la 
población pediátrica, los pacientes ingresados, los pacientes 
infectados por el virus de la inmunodeficiencia huma-
na (VIH), las personas con dentaduras postizas, los diabéticos, 
los individuos sometidos a quimioterapia antineoplásica o 
antibioterapia y los niños. Prácticamente todos los seres 
humanos pueden albergar una o más especies de Candida 
en su aparato digestivo, y los niveles del estado de portador 
sano pueden aumentar hasta niveles de enfermedad detec-
table u otras situaciones de alteración de los mecanismos de 
defensa del hospedador.
La principal fuente de infección causada por las especies 
de Candida (desde la enfermedad mucosa y cutánea superfi-
cial hasta la diseminación hematógena) es el propio paciente. 
Es decir, la mayoría de los tipos de candidiasis representan 
una infección endógena en la que la microflora comensal 
aprovecha la «oportunidad» para producir una infección. 
Para ello, debe existir alguna deficiencia en las barreras del 
huésped frente a Candida. En el caso de IS por Candida, la 
transferencia del microorganismo desde la mucosa digesti-
va hasta el torrente circulatorio exige la proliferación excesiva 
Tabla 73-3 Distribución por especies de cepas de Candida implicadas en infecciones septicémicas por servicio 
clínico en Estados Unidos*
% de cepas por especie y servicio clínico (n.° estudiado)
Especie
MEDG
(1.339)
NH
(197)
TCM
(58)
UCIN
(26)
TOS
(166)
TS
(351)
CIR
(662)
VIH/SIDA
(41)
ToTal
(2.019)
C. albicans 46,3 27,4 22,4 69,2 39,2 47,6 47,9 43,9 45,6
C. glabrata 26,6 25,9 32,8 0,0 38,6 26,8 24,0 29,3 26,0
C. parapsilosis 15,7 11,7 15,5 26,9 12,0 12,8 17,7 9,8 15,7
C. tropicalis 7,5 17,3 8,6 0,0 6,0 7,4 7,3 7,3 8,1
C. krusei 1,9 13,7 15,5 0,0 1,8 2,6 1,4 4,9 2,5
Otras† 2,0 4,0 5,2 3,9 2,4 2,8 1,7 4,8 2,1
CIR, cirugía (no de trasplante); MEDG, medicina general; NH, neoplasia hematológica; TCM, trasplante de células madre; TOS, trasplante de órganos sólidos; TS, tumor 
sólido; UCIN, unidad de cuidados intensivos neonatales; VIH/SIDA, virus de la inmunodeficiencia humana/síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
*Datos recogidos de Horn DL y cols.: Clinical characteristics of 2,019 patients with candidemia: data from the PATH Alliance Registry, Clin Infect Dis 48:1695-1703, 2009.
†Otros: 17 casos de C. lusitaniae, 5 de C. guilliermondii, 7 de C. dubliniensis, 11 de otros y 3 especies de Candida desconocidas.
Figura 73-1 Blastoconidios y seudohifas de Candida tropicalis (tinción 
de Gram, ×1.000).
Figura 73-2 Candida albicans. Morfología microscópica en agar harina 
de maíz que muestra clamidosporas grandes (flecha negra), blastoconidios 
(flecha roja), hifas y seudohifas.
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de las levaduras en su nicho comensal junto con un fallo de 
la integridad de la mucosa digestiva.
La transmisión exógena de Candida también ocasiona 
una proporción de ciertos tipos de candidiasis. Como ejem-
plos de tal transmisión se encuentran el uso de soluciones de 
irrigación, líquidos de nutrición parenteral, transductores 
de presión vascular, válvulas cardíacas y córneas contami-
nadas. Se ha comprobado la transmisión de estas levaduras 
desde profesionales sanitarios a los pacientes y entre pa-
cientes, en especial en el contexto de los cuidados intensi-
vos. Las manos de los profesionales sanitarios actúan como 
posibles reservorios en la transmisión nosocomial de este 
género.
Entre las distintas especies de Candida con capacidad de 
infectar al ser humano (v. cuadro 73-1 y tabla 73-3), C. al­
bicans predomina en casi todos los tipos de infección. Esta 
especie suele estar implicada en casi todas las infecciones 
en localizaciones genitales, cutáneas y bucales. El abanico de 
especies capaces de producir IS es más amplio y, aunque 
C. albicans suele ser la especie predominante (v. tabla 73-3), 
la frecuencia de aislamiento de cada especie de Candida 
varía considerablemente en función del servicio clínico 
(v. tabla 73-3), la edad del paciente (fig. 73-3) y la situación 
local, regional o global (tabla 73-4). Mientras que C. albicans 
y C. parapsilosis son especies imperantes en la etiología de 
IS en lactantes y niños, en las personas de mayor edad se 
observa una disminución de las infecciones por ambas es-
pecies y un notable incremento de las debidas a C. glabrata 
(v. fig. 73-3). De igual modo, aunque C. albicans es la especie 
dominante en IS en Norteamérica, su frecuencia es menor 
en la zona de Latinoamérica, en la que C. parapsilosis y 
C. tropicalis son más frecuentes (v. tabla 73-4). El número y 
los tipos de especies del género que producen infecciones 
pueden verse influidos por numerosos factores, como la edad 
del paciente, el aumento de la inmunodepresión, la expo-
sición a fármacos antifúngicos o las diferencias existentes 
en los procedimientos de control de las infecciones. Cada 
uno de estos factores, tanto de forma independiente como 
combinada, puede incidir en la prevalencia de las distintas 
especies de Candida en cada centro hospitalario. Por ejem-
plo, la utilización de azoles (p. ej., fluconazol) como profilaxis 
antifúngica en pacientes con neoplasias hematológicas y en 
receptores de un trasplante de células madre puede elevar 
la probabilidad de infecciones causadas por C. glabrata y 
C. krusei, que presentan una menor sensibilidad a esta clase 
de antifúngicos (v. tabla 73-3). Asimismo, las precauciones 
insuficientes de control de infecciones y la manipulación in-
adecuada de catéteres vasculares pueden originar infecciones 
por C. parapsilosis, la especie predominante en las manos de 
profesionales sanitarios que produce con frecuencia fungemia 
relacionada con catéteres.
Las consecuencias de IS por Candida en el paciente hos-
pitalizado son graves. Se ha publicado que los pacientes in-
gresados con candidemia presentan un riesgo dos veces mayor 
de morir en el hospital que aquellos con IS no candidiásicas. 
Se ha comprobado que la candidemia constituye un factor 
pronóstico independiente de muerte hospitalaria en los indi-
viduos con IS nosocomial (contraída en el hospital). A pesar 
de que la grave naturaleza de las enfermedades subyacentes 
en muchos de estos pacientes puede generar confusión en 
las estimaciones de mortalidad, los estudios de cohortes 
emparejadas han confirmado que la mortalidad atribuible 
de forma directa a la infección por hongos es relativamente 
elevada (v. tabla 73-5). En particular, el exceso de mortalidad 
atribuible a la candidemia no ha disminuido con relación a 
las cifras observadas a mediados de la década de los ochenta, 
a pesar de la introducción de nuevos fármacos antifúngicos 
con buena actividad frente a la mayoría de las especies de 
este género.
La epidemiología de la candidemia nosocomial se cono-
ce con mayor detalle que la de ninguna otra micosis. Los 
indicios acumulados permiten esbozar una perspectiva ge-
neral de la candidemia nosocomial (fig. 73-4). Claramente, 
Figura 73-3 Porcentaje de candidemias producidas por algunas es-
pecies de Candida en diferentes grupos de edad. Datos tomados de the 
Emerging Infections and the Epidemiology of Iowa Organisms Survey, 
1998 a 2001. (De Pfaller MA, Diekema DJ: Epidemiology of invasive candidiasis: 
a persistent public health problem, Clin Microbiol Rev 20:133, 2007.)
Tabla 73-4 Distribución por especies y región 
geográfica de cepas de Candida causantes 
de infecciones septicémicas
N.° de % de cepas por especie
Región cepas CA CG CP CT CK
Asia-Pacífico 1.064 49,1 12,1 13,8 17,3 2,5
Europa 2.151 58,5 14,8 9,8 8,5 4,7
Latinoamérica 1.348 46,0 6,8 18,5 18,54,5
Norteamérica 2.116 51,8 20,3 14,4 8,5 1,9
total 7.191 52,7 14,2 13,9 11,8 3,3
CA, C. albicans; CG, C. glabrata; CK, C. krusei; CP, C. parapsilosis; CT, C. tropicalis.
Modificada de Diekema DJ y cols.: A global evaluation of voriconazole activity 
tested against recent clinical isolates of Candida spp., Diagn Microbiol Infect 
Dis 63:233-236, 2009.
Tabla 73-5 Exceso de mortalidad atribuible 
a infecciones nosocomiales por Candida y Aspergillus
Porcentaje de mortalidad
Candida* Aspergillus†
Tipo de tasa de mortalidad 1988 2001 1991
tasa bruta de mortalidad
 Casos 57 61 95
 Controles 19 12 10
Mortalidad atribuible 38 49 85
*Pacientes con candidemia. Datos de Wey SB y cols.: Hospital-acquired candidemia: 
attributable mortality and excess length of stay, Arch Intern Med 148:2642-2645, 
1988; y Gudlagson O y cols.: Attributable mortality of nosocomial candidemia, 
revisited, Clin Infect Dis 37:1172-1177, 2003.
†Receptores de trasplante de médula ósea con aspergilosis pulmonar masiva. 
Datos tomados de Pannuti CS y cols.: Nosocomial pneumonia in adult patients 
undergoing bone marrow transplantation: a 9-year study, J Clin Oncol 9:1, 1991.
680 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
ciertos pacientes ingresados presentan un riesgo mayor de 
candidemia durante el período de hospitalización como 
consecuencia de su afección de base: pacientes con neo-
plasias hematológicas o neutropenia, pacientes sometidos a 
cirugía digestiva, niños prematuros y ancianos mayores de 
70 años de edad (v. tabla 73-1 y fig. 73-4). En comparación 
con los pacientes del grupo control carentes de estos factores 
o exposiciones específicas de riesgo, la probabilidad que 
tienen dichos pacientes de adquirir una candidemia durante 
el período de hospitalización es alrededor de 2 veces mayor 
por cada clase de antibióticos que reciben, 7 veces mayor en 
los portadores de un catéter venoso central, 10 veces mayor 
cuando existe colonización de otras localizaciones anatómicas 
por Candida, y 18 veces mayor cuando el paciente se ha 
sometido a hemodiálisis aguda. El ingreso en la unidad de 
cuidados intensivos hace posible la transmisión de Candida 
entre pacientes y constituye otro factor independiente de 
riesgo.
Los datos epidemiológicos publicados indican que entre 
un 5% y un 10% de cada 1.000 pacientes de riesgo alto 
expuestos a los factores enumerados en el párrafo anterior 
contraen IS causada por una especie de Candida (8-10% de 
IS nosocomiales; v. tabla 73-2). Aproximadamente un 49% 
de estos pacientes morirán como consecuencia de la infec-
ción, un 12% lo harán debido a la enfermedad subyacente, 
y un 39% superarán la hospitalización (v. fig. 73-4). Esta 
situación no se ha modificado y podría ser incluso peor 
que la descrita en la década de los ochenta. El desenlace 
de casi la mitad de los pacientes con candidemia podría 
mejorar mediante la utilización de abordajes más eficaces 
de prevención, diagnóstico y tratamiento. Evidentemente, 
el elemento más deseable de los tres anteriores es la preven-
ción, que se lleva a cabo por medio de un control riguroso 
de las exposiciones con limitación de la administración de 
antibióticos de amplio espectro, manejo adecuado de ca-
téteres y cumplimiento de las directrices de control de 
infecciones.
Síndromes clínicos
En el contexto adecuado, las especies del género Candida 
pueden producir una infección clínica en prácticamente cual-
quier sistema orgánico (tabla 73-6). El espectro de infeccio-
nes abarca desde la enfermedad mucosa y cutánea superficial 
hasta la diseminación hematógena extensa con afectación de 
órganos diana como el hígado, el bazo, el riñón, el corazón 
y el cerebro. En este último caso, la mortalidad atribuible 
de forma directa al proceso infeccioso se acerca a un 50% 
(v. tabla 73-5 y fig. 73-4).
Las infecciones mucosas debidas a Candida (conocidas 
como «muguet») pueden limitarse a la orofaringe o bien 
extenderse hacia el esófago y el tubo digestivo. En la mujer, 
la mucosa vaginal también constituye un lugar frecuente de 
infección. Generalmente, estas infecciones se observan en 
pacientes con una inmunodepresión local o generalizada o 
bien en condiciones que favorecen la proliferación de estas 
levaduras (v. tabla 73-6). Estas infecciones suelen manifes-
tarse con máculas blancas semejantes al requesón en la 
superficie de la mucosa afectada. Se han descrito también 
otras presentaciones, como el tipo seudomembranoso, en 
el que el raspado revela una superficie hemorrágica hete-
rogénea; el tipo eritematoso, formado por áreas aplanadas 
de color rojizo que pueden presentar escozor en algunas 
ocasiones; la leucoplasia candidiásica, un engrosamiento 
epitelial que no se desprende, blanco, causado por Candida; 
y la queilitis angular (fisuras irritadas en las comisuras de 
la boca).
Las especies del género Candida pueden originar infec-
ciones cutáneas localizadas en zonas en las que la superficie 
cutánea está obstruida y húmeda (p. ej., ingle, axilas, espacios 
interdigitales de los pies, pliegues mamarios). Estas infec-
ciones debutan con un exantema pruriginoso con lesiones 
vesiculopustulosas eritematosas.
El paciente portador de una microflora mixta que con-
tenga especies de Candida puede desarrollar onicomicosis 
y paroniquia. Las especies implicadas con una frecuencia 
mayor en estas entidades son C. albicans, C. parapsilosis y 
C. guilliermondii.
Durante el proceso de diseminación hematógena pueden 
aparecer también lesiones cutáneas, que tienen una gran 
importancia diagnóstica debido a la posibilidad de realizar una 
biopsia directa y, por tanto, obtener un diagnóstico etiológico 
de un proceso sistémico.
La candidiasis mucocutánea crónica es un trastorno 
infrecuente caracterizado por una deficiencia en la capa-
cidad de respuesta de los linfocitos T frente a Candida. 
Los pacientes presentan lesiones mucocutáneas crónicas 
por Candida, entre las que se encuentran la afectación 
ungueal extensa y la vaginitis. Las lesiones pueden adoptar 
un tamaño relativamente grande y un aspecto granuloma-
toso deformante.
La afectación del aparato genitourinario por Candida 
comprende desde la colonización asintomática de la vejiga 
hasta abscesos renales derivados de la diseminación hema-
tógena. La colonización vesical por las especies del género 
Candida se produce casi exclusivamente en pacientes que 
requieren una sonda vesical permanente, padecen diabetes, 
presentan obstrucción urinaria o se han sometido a alguna 
intervención urinaria previamente. La colonización benigna 
Figura 73-4 Perspectiva general de la candidemia nosocomial. AD, apa-
rato digestivo; IS, infección septicémica; UCI, unidad de cuidados intensi-
vos. (Modificado de Lockhart SR y cols.: The epidemiology of fungal infections. 
En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., 
Nueva York, 2009, Churchill Livingstone.)
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de la vejiga es más frecuente en estos casos, aunque tam-
bién se ha descrito uretritis y cistitis. La diseminación 
hematógena al riñón puede originar un absceso renal, ne-
crosis papilar o conglomerados de hifas en el uréter o la 
pelvis renal.
La peritonitis por Candida puede darse en pacientes 
sometidos a diálisis peritoneal ambulatoria crónica o tras 
una intervención quirúrgica del aparato digestivo, una fuga 
anastomótica o una perforación intestinal. Estas infecciones 
pueden limitarse a la zona del abdomen o bien afectar a otros 
órganos adyacentes y provocar una candidiasis hematógena.
La candidiasis hematógena puede ser aguda o crónica y 
suele comportar la diseminación de la infección a tejidos 
profundos, como las vísceras abdominales, el corazón, los 
ojos, los huesos y las articulaciones, y el cerebro. La candi-
diasis hepatoesplénica crónica se produce tras un episodio 
de fungemia manifiesta o inadvertida y se manifiesta como 
un proceso indolente caracterizado por fiebre, elevaciónde 
la fosfatasa alcalina y presencia de numerosas lesiones en el 
hígado y el bazo.
La candidiasis del sistema nervioso central (SNC) puede 
tener lugar como consecuencia de una enfermedad hema-
tógena o bien asociarse a intervenciones neuroquirúrgicas 
y derivaciones ventriculoperitoneales. Este proceso puede 
remedar la meningitis bacteriana y su evolución puede ser 
indolente o crónica.
La mayor parte de los casos de afectación cardíaca por 
Candida se deben a la diseminación hematógena de la infec-
ción a una prótesis valvular o una válvula cardíaca dañada, el 
miocardio o el espacio pericárdico. Se ha descrito la implan-
tación de válvulas cardíacas contaminadas por C. parapsilosis. 
La presentación clínica remeda la endocarditis bacteriana, 
con presencia de fiebre y un murmullo cardíaco de nueva 
aparición o cambiante. Las vegetaciones suelen ser de gran 
tamaño y frágiles, y los episodios embólicos se producen con 
una frecuencia mayor que en la endocarditis de etiología 
bacteriana.
El ojo se ve afectado de manera frecuente en pacientes con 
candidiasis hematógena; el trastorno se manifiesta con corio-
rretinitis y endoftalmitis. Por ello, todos los pacientes con 
riesgo de presentar candidemia deben someterse a explora-
ciones oftalmológicas minuciosas y frecuentes. También es 
posible observar una queratitis traumática.
Las infecciones óseas y articulares por el género Candida 
suelen representar una secuela de la candidemia. A menudo, 
las infecciones aparecen varios meses después de la finaliza-
ción de un tratamiento satisfactorio frente a aquélla. Una 
candidemia inadvertida o «transitoria» puede provocar la 
diseminación de un foco esquelético que se hará evidente 
a nivel clínico después de algún tiempo. La osteomielitis 
vertebral es una presentación frecuente con dolor local y 
febrícula.
A pesar de que la candidiasis hematógena suele constituir 
una infección endógena procedente del aparato digestivo o 
el aparato genitourinario, también puede deberse a la con-
taminación de un catéter permanente. Los microorganismos 
transferidos a la punta o la luz de este elemento pueden 
formar una biopelícula en el interior de su luz con ulterior 
diseminación hacia el torrente circulatorio. Aunque estas 
infecciones no son menos graves que las derivadas de una 
fuente endógena, su tratamiento es, en cierto modo, más 
sencillo, ya que la extracción del catéter elimina el foco de 
Tabla 73-6 tipos de infección por Candida y factores predisponentes asociados
Tipo de enfermedad Factores predisponentes
Infección orofaríngea Edades extremas
Utilización de dentaduras postizas
Diabetes mellitus
Uso de antibióticos
Radioterapia por cáncer de cabeza 
y cuello
Corticoides inhalados y sistémicos
Quimioterapias citotóxica
Infección por VIH
Neoplasias hematológicas
trasplante de progenitores hematopoyéticos 
o de órganos sólidos
Esofagitis Corticoides sistémicos
SIDA
Cáncer
trasplante de progenitores hematopoyéticos 
o de órganos sólidos
Infección vulvovaginal Anticonceptivos orales
Embarazo
Diabetes mellitus
Corticoides sistémicos
Infección por VIH
Uso de antibióticos
Infecciones cutáneas 
y ungueales
Humedad y oclusión locales
Inmersión de las manos en agua
Enfermedad vascular periférica
Candidiasis 
mucocutánea crónica
Deficiencias de los linfocitos t
Infección urinaria Sonda urinaria permanente
Obstrucción urinaria
Intervenciones urinarias
Diabetes mellitus
Tipo de enfermedad Factores predisponentes
Neumonía Aspiración
Endocarditis Cirugía mayor
Valvulopatía previa
Prótesis valvular
Consumo de drogas por vía intravenosa
Uso prolongado de catéter venoso central
Pericarditis Cirugía torácica
Inmunodepresión
Infección del SNC Cirugía del SNC
Derivación ventriculoperitoneal
Cirugía ocular
Infección ocular traumatismo
Cirugía
Infecciones óseas y 
articulares
traumatismo
Inyecciones intraarticulares
Pie diabético
Infección abdominal Perforación
Cirugía abdominal
Fugas anastomóticas
Pancreatitis
Diálisis peritoneal ambulatoria continua
Infección hematógena trasplante de órganos sólidos
Colonización
Uso prolongado de antibióticos
Cirugía abdominal
Estancia en cuidados intensivos
Nutrición parenteral total
Hemodiálisis
Inmunodepresión
Edades extremas
trasplante de progenitores hematopoyéticos
SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida; SNC, sistema nervioso central; VIH, virus de la inmunodeficiencia humana.
Modificada de Dignani MC, Solomkin JS, Anaissie EJ: Candida. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, Nueva York, 2003, Churchill Livingstone.
682 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
la infección. Evidentemente, cuando el catéter infectado 
haya provocado la diseminación a órganos distantes, las 
consecuencias y los problemas que entrañará el tratamiento 
de la infección serán los mismos que los asociados a un foco 
endógeno.
Diagnóstico de laboratorio
Para el diagnóstico de laboratorio de la candidiasis es ne-
cesaria la obtención de material clínico adecuado para su 
estudio mediante microscopia directa y cultivo (v. cap. 68). 
Las muestras de raspado de las lesiones mucosas o cutáneas 
se pueden examinar directamente después de ser tratadas 
con hidróxido de potasio (KOH) al 10-20% que contenga 
blanco de calcoflúor. Las formas levaduriformes de gema-
ción y las seudohifas se detectan con facilidad por medio de 
la microscopia de fluorescencia (v. fig. 68-1). Los cultivos 
en medios micológicos estándar se emplean con la finalidad 
de aislar el microorganismo para su posterior identificación 
a nivel de especie. Cada vez más, estas muestras se inoculan 
directamente en un medio cromogénico selectivo, como 
CHROMagar Candida, que hace posible la detección de la 
presencia de varias especies de Candida en la muestra y 
la rápida identificación de C. albicans (colonias verdes) 
y C. tropicalis (colonias azules) en función de sus caracte-
rísticas morfológicas (v. fig. 73-5).
El diagnóstico de los restantes tipos de infección implica la 
realización de cultivos, excepto cuando sea posible la obten-
ción de muestras tisulares para su examen anatomopatológico 
(v. cap. 68). En todos los casos en que sea posible, se deben 
biopsiar las lesiones cutáneas y se deben teñir los cortes 
histológicos con GMS o cualquier otra tinción específica 
para hongos. La visualización de las levaduras de gemación 
y las seudohifas características es suficiente para elaborar el 
diagnóstico de la candidiasis (v. fig. 73-6). Normalmente se 
deben efectuar hemocultivos, cultivos tisulares y cultivos de 
los líquidos corporales estériles. La identificación de cepas 
de Candida a nivel de especie tiene una gran importancia 
como consecuencia de las diferentes respuestas a los dis-
tintos tratamientos antifúngicos que se han observado en 
las especies de este género (v. cap. 69). Como se ha des-
crito en el capítulo 68, se lleva a cabo a través de la prueba 
del tubo germinativo (C. albicans), varios medios/pruebas 
cromogénicos (v. fig. 73-5), hibridación in situ fluorescente 
con sondas de ácidos nucleicos peptídicos (PNA-FISH) y 
paneles de asimilación de azúcares.
Los marcadores inmunológicos, bioquímicos y moleculares 
utilizados en el diagnóstico de la candidiasis se enumeran en 
el capítulo 68. Por desgracia, estos métodos no son todavía 
adecuados para su utilización en el diagnóstico clínico de 
rutina.
Tratamiento, prevención y control
Se dispone de un amplio abanico de opciones terapéuticas 
frente a la candidiasis (v. cap. 69). Las infecciones mucosas 
y cutáneas se tratan por medio de diversas cremas tópicas, 
lociones, pomadas y supositorios que contienen distintos 
fármacos antifúngicos del grupo de los azoles (v. tabla 69-1). 
El tratamiento sistémico por vía oral se basa en la adminis-
tración de fluconazol o itraconazol.
La colonización vesical o la cistitis se tratan mediante la 
instilación de anfotericina B directamente en la vejiga (lavado 
vesical) o la administración por vía oral de fluconazol. Ambas 
medidas están abocadas al fracaso en los pacientesen los que 
no es posible retirar la sonda vesical.
Las infecciones de partes más profundas precisan de un 
tratamiento sistémico cuya elección depende del tipo de 
infección, la especie responsable de la misma y el estado 
general del hospedador. En un gran número de casos, la ad-
ministración de fluconazol por vía oral puede ser bastante 
eficaz en el tratamiento de la candidiasis. Se puede emplear 
en el tratamiento de la peritonitis y el mantenimiento a largo 
plazo de la enfermedad invasiva tras una pauta inicial por 
vía intravenosa. El fluconazol es un fármaco eficaz cuando 
se administra por vía intravenosa en el tratamiento de la 
candidemia en pacientes no neutropénicos. Los pacientes que 
sufren una candidemia durante la profilaxis con fluconazol y 
las personas con una infección comprobada por C. krusei o 
C. glabrata resistente a fluconazol necesitan un tratamiento 
con anfotericina B (formulación convencional o lipídica) o una 
equinocandina (anidulafungina, caspofungina o micafungina). 
Figura 73-5 Diferenciación de especies de Candida en CHROMagar 
Candida. Las colonias verdes corresponden a C. albicans; las colonias 
verde-azuladas a C. tropicalis, y la gran colonia rugosa de color rosa claro a 
C. krusei. Las colonias lisas de color rosa o malva pertenecen a otra especie 
de levadura (únicamente C. albicans, C. tropicalis y C. krusei se reconocen de 
modo fiable en este medio de cultivo; las restantes especies forman 
colonias de color blanco a rosa o malva). (De Anaissie EJ, McGinnis MR, 
Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2009, Churchill 
Livingstone.)
Figura 73-6 Microorganismos de Candida teñidos con metenamina 
argéntica de Gomori; se pueden observar las levaduras de gemación y 
las seudohifas (×1.000).
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En las situaciones clínicas en las que C. glabrata o C. krusei 
podrían estar implicadas en la etiología de la infección (p. ej., 
tratamiento/profilaxis previa con fluconazol o una situación 
endémica), se recomienda un tratamiento inicial con cas-
pofungina o una formulación de anfotericina B, que se sus-
tituirá por fluconazol (menor toxicidad que anfotericina B, 
menor coste y disponibilidad oral en comparación con la cas-
pofungina) en función de la identificación final de la especie 
implicada y los resultados de las pruebas de sensibilidad. 
En todos los casos se debe tratar de eliminar el foco de la 
infección. Por tanto, se deben retirar o sustituir los catéteres 
vasculares, drenar los abscesos y eliminar en la medida de 
lo posible cualquier material implantado portador de una 
posible contaminación. De igual modo, se debe tratar de 
reconstituir el sistema inmunitario.
Al igual que sucede en la mayoría de los procesos infec-
ciosos, la prevención es preferible al tratamiento de una 
infección establecida por Candida. Es preciso evitar los 
antimicrobianos de amplio espectro, manipular cuidadosa-
mente los catéteres y cumplir de forma rigurosa las direc-
trices de control de infecciones. Se ha comprobado que la 
disminución de la colonización asociada a la profilaxis con 
fluconazol es eficaz cuando se emplea en grupos específicos 
de alto riesgo, como los pacientes receptores de un TMO 
o un trasplante hepático. Esta profilaxis comporta un 
posible riesgo de selección o creación de cepas o especies 
con resistencia al fármaco administrado, como ha mostrado 
la aparición de cepas de C. glabrata y C. krusei resistentes 
a fluconazol en ciertas instituciones, aunque sus ventajas 
globales en los grupos de alto riesgo superan este riesgo. 
No obstante, la aplicación de este abordaje en otros grupos 
de pacientes está llena de problemas y no se debe llevar a 
cabo sin realizar previamente un estudio de estratificación 
de riesgos con el fin de identificar a los pacientes con una 
probabilidad más alta de beneficiarse de la profilaxis anti-
fúngica.
micosis oPortunistAs ProducidAs 
Por cryptococcuS neoFormanS 
y otros Hongos leVAduriformes 
no Pertenecientes Al género candida
Del mismo modo que las especies del género Candida 
aprovechan los trastornos inmunodepresores, la utiliza-
ción de dispositivos permanentes y la administración de 
antibióticos de amplio espectro, algunos hongos levadu-
riformes no pertenecientes a Candida han encontrado 
una «oportunidad» de colonizar e infectar a los pacientes 
inmunodeprimidos. Estos microorganismos pueden ocupar 
nichos en la naturaleza o bien subsistir en los alimentos 
y el agua; también pueden formar parte de la microflora 
del ser humano. Aunque la lista de levaduras oportunistas 
es amplia, esta sección se centrará en dos patógenos de 
gran importancia, C. neoformans y Cryptococcus gattii, y 
cuatro géneros que suponen problemas especiales como 
patógenos oportunistas: género Malassezia, género Tri­
chosporon, género Rhodotorula y B. capitatus (teleomorfo, 
Dipodascus capitatus).
Criptococosis (caso clínico 73-2)
La criptococosis es una micosis sistémica causada por los 
hongos basidiomicetos levaduriformes encapsulados C. neo­
formans y C. gattii. C. neoformans presenta una distribución 
universal y se desarrolla como saprobio ubicuo del suelo, en 
especial de aquel enriquecido con excrementos de paloma. 
C. neoformans incluye los serotipos capsulares A, D y AD, 
y C. gattii incluye los serotipos B y C. C. neoformans 
se subdivide en dos variedades, var. grubii (serotipo A) y 
var. neoformans (serotipo D).
Morfología
Microscópicamente, C. neoformans y C. gattii son mi-
croorganismos levaduriformes encapsulados de forma es-
férica a ovalada y un diámetro comprendido entre 2 y 
20 mm. El hongo se replica por gemación a partir de una 
base relativamente estrecha. Por lo general se forman ye-
mas solitarias, aunque en algunas ocasiones existen yemas 
múltiples y cadenas de células en gemación (fig. 73-7). El 
material clínico suele carecer de tubos germinales, hifas y 
seudohifas.
La forma de las células es variable en los tejidos teñidos 
con tinta china (esférica, ovalada o elíptica) y las células 
están rodeadas por zonas esféricas o «halos» de contorno liso 
CASO CLÍNICO 73-2
Criptococosis
Pappas y cols. (www.FrontlineFungus.org) describieron 
un caso de criptococosis en un trasplantado cardíaco. El 
paciente de 56 años, sometido a trasplante cardíaco 3 años 
antes, consultó por una celulitis de aparición reciente 
en la pierna izquierda con cefalea leve de 2 semanas 
de evolución. El paciente estaba recibiendo tratamiento 
inmunodepresor crónico con ciclosporina, azatioprina 
y prednisona, y fue ingresado para recibir antibióticos 
intravenosos (i.v.). A pesar de recibir nafcilina i.v. 
durante 5 días, el paciente no mejoró, y se realizó 
una biopsia de la piel de la región de celulitis para 
estudios anatomopatológicos y cultivo. Los resultados 
de laboratorio mostraron una levadura compatible con 
Cryptococcus neoformans. Se realizó también una punción 
lumbar, y el estudio del líquido cefalorraquídeo (LCR) 
mostró un aspecto turbio con aumento de la presión 
de apertura de 420 mmH2O. El estudio microscópico 
mostró levaduras de gemación encapsuladas. Los títulos 
de antígenos criptocócicos en el LCR y la sangre estaban 
muy aumentados. Los cultivos de la sangre, el LCR y 
la biopsia cutánea mostraron C. neoformans. Se inició 
tratamiento con antifúngicos sistémicos, con anfotericina B 
y flucitosina. Por desgracia, el paciente sufrió un 
deterioro progresivo del estado mental a pesar del control 
intensivo de la presión intracraneal y las dosis máximas 
de antifúngicos. El deterioro fue lento y progresivo hasta 
su muerte a los 13 días de comenzar el tratamiento 
antifúngico. Los cultivos del LCR obtenidos 2 días antes 
del fallecimiento seguían siendo positivos para 
C. neoformans.
El paciente de este ejemplo estaba muy 
inmunodeprimido y consultó por celulitis y cefalea. 
Esta presentación debe hacer sospechar un patógeno 
atípico, como C. neoformans.Dada la elevada mortalidad 
asociada a las infecciones por criptococos, es importante 
un diagnóstico rápido y exacto. Por desgracia, a pesar 
de los esfuerzos y el uso de un tratamiento intensivo, 
muchos de estos pacientes fallecen por la infección.
684 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
y fácil visualización que representan la cápsula polisacárida 
extracelular (fig. 73-8). La cápsula es un marcador inconfun-
dible cuyo diámetro puede ser hasta cinco veces mayor que 
el de la célula fúngica y se detecta con facilidad mediante 
una tinción para mucina como la técnica de mucicarmín de 
Mayer (fig. 73-9). El microorganismo se tiñe débilmente con 
la tinción de H-E, pero se detecta fácilmente mediante las 
tinciones de PAS y GMS. La pared celular de C. neoformans 
contiene melanina, que se pone de manifiesto por medio de 
la tinción de Fontana-Masson.
Epidemiología
En general, la criptococosis se contrae por inhalación de 
células de C. neoformans y C. gattii transportadas por el 
aire a partir de focos ambientales (fig. 73-10). La ulte-
rior diseminación desde los pulmones, habitualmente al 
SNC, produce una enfermedad clínica en los pacientes 
susceptibles. La criptococosis cutánea primaria se debe a 
la inoculación transcutánea del patógeno, aunque es poco 
frecuente.
Aunque C. neoformans y C. gattii tienen capacidad pató-
gena en las personas inmunocompetentes, C. neoformans se 
encuentra la mayoría de las veces como un patógeno opor-
tunista. Constituye la causa más frecuente de meningitis 
fúngica y tiende a afectar a pacientes con inmunodeficiencia 
celular.
Mientras que C. neoformans var. neoformans y var. gru­
bii tienen una distribución universal relacionada con suelo 
contaminado por excrementos de ave, C. gattii se encuen-
tra en climas tropicales y subtropicales en asociación con 
árboles del género Eucalyptus. Sin embargo, recientemente 
se ha identificado un foco endémico de C. gattii en la isla 
de Vancouver, Columbia Británica, y los estados de Oregón 
y Washington. C. neoformans (var. neoformans y var. grubii) y 
C. gattii causan una enfermedad semejante, aunque las infec-
ciones por C. gattii tienden a afectar a pacientes inmunocom-
petentes y se asocian a una mortalidad más baja, si bien sus 
secuelas neurológicas son más graves debido a la formación 
de granulomas en el SNC.
C. neoformans es un destacado patógeno oportunista en 
los pacientes con SIDA. Los pacientes con recuentos de lin-
focitos CD4+ inferiores a 100/mm3 (en general <200/mm3) 
presentan mayor riesgo de padecer criptococosis del SNC 
y diseminada. La incidencia de criptococosis alcanzó una 
cota máxima en EE.UU. a comienzos de la década de 1990 
(65,5 infecciones por millón/año; v. cap. 65, tabla 65-2) y se 
Figura 73-7 Cryptococcus neoformans. Morfología microscópica, tin-
ción de metenamina argéntica de Gomori.
Figura 73-8 Cryptococcus neoformans. Preparación en tinta china 
que revela la llamativa cápsula que circunda a las levaduras de gemación 
(×1.000).
Figura 73-9 Cryptococcus neoformans teñido con mucicarmín (×1.000).
Figura 73-10 Ciclo vital saprobio y parasitario de Cryptococcus neo-
formans.
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ha registrado una disminución gradual gracias a la utilización 
generalizada de fluconazol y, lo que es más importante, de 
tratamientos satisfactorios con nuevos fármacos antirretro-
virales frente a la infección por VIH.
Síndromes clínicos
La criptococosis puede cursar con un proceso neumónico 
o, más a menudo, una infección del SNC derivada de la di-
seminación hematógena y linfática desde un foco pulmonar 
primario. Con una menor frecuencia se observa una infección 
con diseminación extensa con formas cutáneas, mucocutá-
neas, óseas y viscerales de la enfermedad.
La presentación de la criptococosis pulmonar es variable 
y comprende desde un proceso asintomático hasta una neu-
monía bilateral fulminante. Los infiltrados nodulares pueden 
ser unilaterales o bilaterales, y se vuelven más difusos en las 
infecciones de mayor gravedad. La cavitación es un hallazgo 
infrecuente.
C. neoformans y C. gattii son patógenos caracterizados 
por un acusado neurotropismo, por lo que la forma más fre-
cuente de la enfermedad es la afectación cerebromeníngea. 
La evolución del proceso es variable y puede ser crónica; sin 
embargo, la enfermedad siempre es mortal en ausencia de 
tratamiento. Existe afectación de las meninges y el tejido 
cerebral subyacente; la presentación clínica es de fiebre, 
cefalea, meningismo, alteraciones visuales, alteraciones del 
estado mental y convulsiones. El cuadro clínico depende en 
gran medida del estado inmunitario del paciente y tiende 
a ser muy grave en los pacientes con SIDA o una acusada 
inmunodepresión, como los tratados con corticoides u otros 
fármacos inmunodepresores.
Las lesiones parenquimatosas, o criptococomas, son poco 
frecuentes en las infecciones producidas por C. neoformans, si 
bien constituyen la principal presentación de la criptococosis 
del SNC en personas inmunocompetentes infectadas por 
C. gattii.
Otras manifestaciones de la criptococosis diseminada son 
las lesiones cutáneas, que aparecen en un 10-15% de los pa-
cientes y pueden remedar las típicas del molusco contagioso; 
las infecciones oculares, como coriorretinitis, vitritis e inva-
sión del nervio ocular; lesiones óseas que afectan a las vérte-
bras y las prominencias óseas; y afectación prostática, que 
puede constituir un reservorio asintomático de la infección.
Diagnóstico de laboratorio
El diagnóstico de la infección por C. neoformans y C. gattii 
se basa en la realización de hemocultivos, cultivos del lí-
quido cefalorraquídeo (LCR) o cultivos de otro material 
clínico (v. cap. 68). El estudio microscópico del LCR pue-
de poner de manifiesto la presencia de las levaduras de 
gemación encapsuladas características de este microorganis-
mo. Cuando están presentes en el LCR u otro material 
clínico, las células de C. neoformans se visualizan mediante 
la tinción de Gram (v. cap. 68, fig. 68-2), de tinta china 
(v. fig. 73-8) y otras técnicas (v. fig. 73-7). Los cultivos de 
muestras clínicas en medios micológicos convencionales 
generan colonias mucoides formadas por levaduras de 
gemación encapsuladas redondeadas ureasa-positivas tras 
un período de incubación de 3-5 días. La identificación a 
nivel de especie se lleva a cabo por medio de pruebas de 
asimilación de carbohidratos en agar de semilla negra (las 
colonias de C. neoformans adquieren una coloración marrón 
a negruzca) o pruebas directas de actividad fenoloxidasa 
(resultados positivos).
Sin embargo, la mayoría de las veces el diagnóstico de 
meningitis criptocócica se fundamenta en la detección directa 
del antígeno polisacárido capsular en suero o LCR (v. tabla 
73-7). La detección del antígeno criptocócico se lleva a cabo 
por medio de una de las pruebas comerciales de aglutina-
ción de látex o enzimoinmunoanálisis. Se ha demostrado 
que estas pruebas son rápidas, sensibles y específicas para el 
diagnóstico de la enfermedad criptocócica (v. tabla 73-7).
Tratamiento
La meningitis criptocócica y otras formas diseminadas de la 
criptococosis son siempre mortales en ausencia de tratamien-
to. Además de la administración rápida de un tratamiento 
antifúngico eficaz, resulta esencial un tratamiento eficaz de 
la hipertensión del SNC para tener buena respuesta en la 
meningitis por criptococos. Los pacientes han de recibir 
anfotericina B junto con flucitosina de forma aguda durante 
2 semanas (tratamiento de inducción), seguidas de un tra-
tamiento de consolidación con fluconazol (preferiblemente) 
o itraconazol oral a lo largo de 8 semanas. Los pacientes con 
SIDA suelen precisar un tratamiento de mantenimiento de 
por vida con fluconazol o itraconazol. En los individuos que 
no están afectados por este síndrome, el tratamiento se puede 
interrumpir una vez finalizada la pauta de consolidación; sin 
embargo,hasta un 26% de ellos registra una recidiva durante 
los 3-6 meses siguientes a la finalización del tratamiento. Por 
tanto, puede ser conveniente administrar un tratamiento 
prolongado de consolidación con un azol durante un período 
máximo de 1 año incluso en los pacientes no afectados por 
el SIDA.
Después del tratamiento es preciso llevar a cabo un se-
guimiento clínico y micológico de estos pacientes. El segui-
miento micológico se realiza mediante punciones lumbares 
repetidas: 1) al finalizar el período de tratamiento de induc-
ción de 2 semanas con el fin de comprobar la esterilización 
del LCR, 2) al finalizar el tratamiento de consolidación, 
y 3) cuando así lo indique cualquier modificación del es-
tado clínico durante el seguimiento. Es preciso cultivar 
las muestras de LCR obtenidas durante el seguimiento. 
La determinación de la proteína, la glucosa, el recuento 
celular y el título de antígeno criptocócico del LCR resulta 
de utilidad para evaluar la respuesta al tratamiento, aunque 
su capacidad pronóstica es escasa. La falta de esterilización 
del LCR el día 14 de tratamiento se relaciona con una pro-
babilidad notablemente mayor de fracaso del tratamiento 
de consolidación.
Otras micosis causadas por hongos 
levaduriformes
En el grupo de patógenos levaduriformes no pertenecientes a 
los géneros Cryptococcus y Candida, destacan las infecciones 
Tabla 73-7 Sensibilidad de la detección 
de antígenos, estudio microscópico de muestras 
teñidas con tinta china y cultivo del líquido 
cefalorraquídeo en el diagnóstico de la meningitis 
criptocócica
Sensibilidad (%)
Prueba Pacientes con SIDA Pacientes sin SIDA
Antígeno 100 86-95
tinta china 82 50
Cultivo 100 90
SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
Modificada de Viviani MA, Tortorano AM: Cryptococcus. En Anaissie EJ, McGinnis 
MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, Churchill Livings-
tone, 2009.
686 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
nosocomiales causadas por los géneros Malassezia, Trichos­
poron y Rhodotorula y por B. capitatus como consecuencia 
de las dificultades que entraña su detección o los problemas 
que supone su capacidad de resistencia antifúngica.
Las infecciones causadas por especies del género Malasse­
zia (M. furfur y M. pachydermatis) suelen estar relacionadas 
con catéteres y tienden a darse en niños prematuros o en pa-
cientes que reciben infusiones lipídicas. Ambos microorganis-
mos son levaduras de gemación (fig. 73-11; v. también cap. 70, 
fig. 70-2). M. furfur coloniza a menudo la piel y es el agente 
etiológico de la pitiriasis versicolor (v. cap. 70), mientras que 
M. pachydermatis es causa habitual de otitis en perros y un 
microorganismo comensal de la piel del ser humano.
Entre las especies de Malassezia, M. furfur se distingue 
por necesitar lípidos exógenos para su proliferación. Esta 
exigencia, en conjunción con la localización de su nicho 
ecológico en la piel, permite entender la epidemiología de 
M. furfur, ya que las infecciones nosocomiales producidas 
por este microorganismo se relacionan directamente con la 
administración de complementos lipídicos intravenosos a 
través de un catéter venoso central. A pesar de que la pro-
liferación de M. pachydermatis en una unidad de cuidados 
intensivos pediátricos no precisa de lípidos exógenos, los 
ácidos grasos estimulan su crecimiento, y las infecciones 
por este hongo se han asociado a la nutrición parenteral y 
la administración de lípidos por vía intravenosa. Casi todas 
las infecciones por especies del género Malassezia son es-
porádicas, si bien se han descrito brotes de fungemia en 
lactantes que recibían lípidos intravenosos. El desarrollo de 
este microorganismo se ve favorecido por las infusiones ricas 
en lípidos, a las que accede a través del catéter. Un señalado 
brote de fungemia por M. pachydermatis se relacionó con 
un grupo de enfermeras que tenían perros que presentaban 
otitis por este patógeno. La cepa responsable del brote se 
detectó en las manos de las enfermeras y en al menos uno 
de los perros afectados.
El género Malassezia se debe tener en cuenta cuando se 
observe la presencia de levaduras en frascos de hemocultivo 
o material clínico en el estudio microscópico y no se recupere 
ningún microorganismo en las placas de agar convencional. 
El aislamiento de las especies de este género (y, en especial, 
de M. furfur) en agar exige la inoculación de la placa con el 
microorganismo y la adición de una capa de aceite de oliva 
estéril sobre la superficie de la misma. El aceite de oliva satis-
face las necesidades de lípidos; se debe detectar la prolifera-
ción de los microorganismos en un plazo comprendido entre 
3 y 5 días.
El tratamiento de la fungemia debida a especies incluidas 
en este género no suele implicar la administración de fárma-
cos antifúngicos. La infección desaparece al retirar la infusión 
lipídica y las vías intravenosas.
El género Trichosporon se compone actualmente de seis es-
pecies que tienen importancia clínica: T. asahii y T. mucoides 
producen infecciones invasivas profundas; T. asteroides y 
T. cutaneum causan infecciones cutáneas superficiales; T. ovoi­
des origina la piedra blanca del cuero cabelludo, y T. inkin 
provoca la piedra blanca del vello púbico. La mayor parte 
de los artículos publicados acerca de las tricosporonosis 
profundas emplean la antigua nomenclatura de T. beigelii, 
por lo que puede haber confusión. Desde el punto de vista 
morfológico, los microorganismos presentan unas caracterís-
ticas semejantes y aparecen en el material clínico en forma 
de hifas, artroconidios y células levaduriformes de gemación.
Trichosporon provoca episodios de fungemia asociada a 
catéteres en pacientes neutropénicos, si bien puede igual-
mente acceder al torrente circulatorio a través de las vías 
respiratorias o el tubo digestivo. La diseminación hematógena 
extensa se manifiesta con hemocultivos positivos y numerosas 
lesiones cutáneas. La tricosporonosis hepática crónica puede 
remedar la candidiasis hepática y se observa en pacientes en 
proceso de recuperación de una neutropenia. Se ha señalado 
que Trichosporon constituye la causa más frecuente de in-
fección por levaduras distintas de Candida en pacientes con 
neoplasias hematológicas y se asocia a una mortalidad por 
encima del 80%. La sensibilidad a anfotericina B es variable; 
este fármaco carece de actividad fungicida frente a las es-
pecies pertenecientes a este género. Se ha descrito el fracaso 
de tratamientos basados en anfotericina B, fluconazol y la 
combinación de ambos compuestos; en estos casos, el desen-
lace suele ser muy desfavorable en ausencia de recuperación 
de los neutrófilos.
Las especies incluidas en el género Rhodotorula se dis-
tinguen por la producción de pigmentos carotenoides (que 
confieren a las colonias una coloración rosada a rojiza) y 
diversas células levaduriformes de gemación multilatera-
les encapsuladas. Pertenecen a este género especies como 
R. glutinis, R. mucilaginosa (sin. R. rubra) y R. minuta. Estos 
hongos levaduriformes forman parte de la microflora comen-
sal de la piel, las uñas y las membranas mucosas, y aparecen 
también en el queso, los productos lácteos y diversas fuentes 
ambientales, como el aire, el suelo, las cortinas de ducha, las 
juntas de las bañeras y los cepillos de dientes. Las especies 
de Rhodotorula están adoptando un papel destacado como 
patógenos humanos en pacientes inmunodeprimidos y en 
pacientes con sondas permanentes. Se han implicado en la 
infección y la fungemia asociadas a catéteres venosos cen-
trales, infecciones oftalmológicas, peritonitis y meningitis. 
La anfotericina B dispone de una buena actividad frente a las 
especies de este género y, en conjunción con la retirada del 
catéter, constituye un abordaje óptimo frente a las infecciones 
por estos microorganismos. La flucitosina posee también 
una excelente actividad, aunque no es conveniente adminis-
trarla en monoterapia. No se debe emplear fluconazol ni 
equinocandinascomo tratamiento de las infecciones por este 
género y aún no se han publicado datos clínicos acerca de la 
función de los nuevos triazoles de espectro extendido (como 
voriconazol y posaconazol).
Blastoschizomyces capitatus (teleomorfo D. capitatus) 
es un infrecuente patógeno levaduriforme oportunista 
emergente que ocasiona infecciones sistémicas graves en 
pacientes inmunodeprimidos, especialmente en aquellos 
con neoplasias hematológicas. Este microorganismo produce 
hifas y artroconidios, presenta una amplia distribución en la 
Figura 73-11 Microfotografía electrónica de células de Malassezia furfur 
adheridas a la luz de un catéter venoso central. (Cortesía de S. A. Messer.)
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naturaleza y puede formar parte de la microflora cutánea 
normal. Las manifestaciones de la infección por B. capitatus 
son semejantes a las asociadas a la infección por Trichosporon 
en pacientes neutropénicos, siendo frecuentes la fungemia y 
la diseminación multiorgánica (incluso con afectación cere-
bral). La tasa de mortalidad se sitúa entre un 60% y un 80%. 
Los hemocultivos suelen arrojar unos resultados positivos. 
Como sucede en el género Trichosporon, puede aparecer 
una forma diseminada crónica semejante a la candidiasis 
diseminada crónica al remitir la neutropenia.
El abordaje terapéutico óptimo de las infecciones produ-
cidas por B. capitatus no se ha definido adecuadamente hasta 
el momento. Algunos médicos creen que este microorganis-
mo presenta una menor sensibilidad a anfotericina B. La 
excelente actividad in vitro del voriconazol indica que podría 
constituir un fármaco útil en el tratamiento de las infecciones 
por este patógeno. Se recomienda llevar a cabo una rápida 
retirada de los catéteres venosos centrales, la inmunoterapia 
adyuvante y la administración de nuevos antifúngicos (como 
voriconazol o fluconazol a dosis altas con anfotericina B) 
como tratamiento de esta infrecuente, aunque devastadora, 
enfermedad.
AsPergilosis (caso clínico 73-3)
La aspergilosis engloba un amplio abanico de enfermedades 
causadas por especies pertenecientes al género Aspergi­
llus (cuadro 73-2). La exposición a Aspergillus en el medio 
ambiente puede provocar reacciones alérgicas en los pa-
cientes hipersensibilizados o bien una destructiva enfer-
medad pulmonar invasiva o diseminada en personas muy 
inmunodeprimidas. Se han descrito alrededor de 19 es-
pecies de Aspergillus capaces de producir infección en el ser 
humano, si bien la mayor parte de las infecciones se deben 
a A. fumigatus, A. flavus, A. niger y A. terreus. En estudios 
taxonómicos moleculares se ha demostrado que todas las es-
pecies señaladas anteriormente son realmente complejos de 
especies que contienen especies crípticas indistinguibles por 
criterios morfológicos, algunas de las cuales pueden tener 
importantes perfiles de resistencia a antifúngicos y rasgos 
patogénicos.
Morfología
Las especies del género Aspergillus se desarrollan como for-
mas miceliales hialinas en cultivo. En el examen macroscópi-
co, las colonias de Aspergillus pueden ser negras, marrones, 
verdes, amarillas, blancas o de otro color en función de la 
especie y de las condiciones de crecimiento. El aspecto de 
la colonia puede orientar la identificación inicial, pero la 
identificación definitiva precisa del estudio microbiológico 
de las hifas y la estructura de la cabeza conidial.
Los aspergilos forman hifas tabicadas ramificadas que 
producen cabezas conidiales cuando se exponen a aire en con-
diciones in vitro e in vivo. Cada cabeza conidial se compone 
de un conidióforo con una vesícula terminal, que porta una 
o dos capas de fialidas, o esterigmas (v. cap. 65, fig. 65-3B). 
A su vez, las fialidas alargadas generan columnas de coni-
dios esféricos que constituyen los propágulos infecciosos a 
partir de los cuales se desarrolla la fase micelial del hongo. 
La identificación de cada una de las especies de este género 
depende, en parte, de las diferencias existentes a nivel de sus 
cabezas conidiales, como la disposición y la morfología de los 
conidios (v. figs. 73-12 y 73-13). En muchos casos pueden 
ser necesarios métodos moleculares para la identificación de 
las especies crípticas de un complejo de especie.
En el tejido, las hifas de los microorganismos incluidos 
en el género Aspergillus se tiñen débilmente con H-E, pero 
se visualizan bien por medio de las tinciones fúngicas de 
PAS, GMS y Gridley (v. fig. 73-14). Las hifas son homo-
géneas y muestran una anchura uniforme (3 a 6 mm), con-
tornos paralelos, tabiques regulares y un patrón progresivo 
de ramificación arboriforme (v. fig. 73-14). Las ramas son 
dicotómicas y suelen surgir a ángulos agudos (∼45°). Se 
puede observar la presencia de hifas en el interior de los 
vasos sanguíneos (angioinvasión), lo que provoca trombosis. 
Las cabezas conidiales rara vez se encuentran en los tejidos, 
aunque pueden desarrollarse en el interior de alguna cavidad 
(v. fig. 73-15). La importante especie A. terreus se identifica 
en los tejidos por la presencia de aleurioconidios esféricos u 
CASO CLÍNICO 73-3
Aspergilosis invasiva
Guha y cols. (Infect Med 24(Suppl 8):8-11, 2007) 
describieron un caso de aspergilosis invasiva en un 
trasplantado renal. Se trataba de una mujer de 34 años 
que consultó con una historia de 2 días de evolución 
con debilidad, mareo, dolor en la pantorrilla izquierda 
y heces de aspecto alquitranado. No refería dolor torácico, 
tos ni disnea. Entre sus antecedentes médicos destacaba 
una diabetes que produjo una insuficiencia renal, por 
la cual había recibido un trasplante renal de donante 
cadáver en 2002. Tres semanas antes de la consulta 
se produjo un rechazo agudo del injerto y empezó a recibir 
un tratamiento inmunodepresor con alemtuzumab, 
tacrolimús, sirolimús y prednisona. Al ingreso estaba 
taquicárdica, hipotensa y febril. La exploración física 
mostró un cordón venoso doloroso palpable en la fosa 
poplítea. La radiografía de tórax inicial no mostraba 
alteraciones. Los estudios de laboratorio mostraron anemia 
y uremia. El recuento de leucocitos era 4.800/ml con un 
80% de neutrófilos. La paciente recibió cuatro unidades 
de concentrados de eritrocitos y se empezó el tratamiento 
empírico con gatifloxacino. Los hemocultivos fueron 
positivos para Escherichia coli sensible a gatifloxacino. Al 
sexto día de ingreso hospitalario la paciente desarrolló un 
exantema vesiculoso en las nalgas y la pantorrilla izquierda 
y el cultivo fue positivo para virus herpes simple, por lo 
que se empezó el tratamiento con aciclovir. La situación 
de la paciente se estabilizó, salvo el funcionamiento renal, 
y se empezó la hemodiálisis intermitente al octavo día 
de ingreso. El día 12 del ingreso la paciente sufrió una 
reducción de la reactividad, presentó obnubilación y tuvo 
que ser intubada por dificultad respiratoria. La radiografía 
de tórax mostraba nódulos pulmonares bilaterales difusos. 
El cultivo del líquido del lavado broncoalveolar (LBA) 
mostró hongos del género Aspergillus y se identificaron 
cuerpos de inclusión sugestivos de infección por 
citomegalovirus. Se redujo la inmunodepresión y 
se empezó a administrar anfotericina B liposómica. La 
paciente sufrió un infarto agudo de miocardio y entró en 
coma. La resonancia magnética craneal mostraba múltiples 
infartos agudos en el lóbulo frontal y el cerebelo. La 
paciente se siguió deteriorando y aparecieron múltiples 
nódulos cutáneos en los brazos y el tronco. En la biopsia 
de los nódulos cutáneos se cultivó Aspergillus flavus. 
La paciente falleció el día 23 de ingreso, y en la autopsia 
se detectó A. flavus en múltiples órganos, incluidos 
corazón, pulmones, suprarrenales, tiroides, riñón e hígado.
Este caso es un ejemplo extremo de aspergilosis 
diseminada en un paciente inmunodeprimido.
688 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
ovalados que se forman a partir de las paredes laterales del 
micelio(v. fig. 73-16). Por lo demás, las hifas de las especies 
patógenas de Aspergillus no se diferencian entre sí a nivel 
morfológico.
Epidemiología
Las especies del género Aspergillus son frecuentes en todo 
el mundo. Sus conidios son ubicuos en el aire, el suelo y 
la materia orgánica en descomposición. En el entorno hos-
pitalario, se encuentran en el aire, los rociadores de ducha, 
los depósitos de agua y las plantas en maceta. Por ello, los 
conidios son inhalados constantemente. El tipo de reacción 
del hospedador, los hallazgos anatomopatológicos asociados 
y el desenlace final de la infección dependen más de factores 
del hospedador que de la virulencia o la capacidad patógena 
de cada especie de Aspergillus. El aparato digestivo constituye 
la vía de entrada más frecuente y relevante.
Síndromes clínicos
Las manifestaciones alérgicas de la aspergilosis conforman 
un espectro de presentaciones basadas en el grado de hi-
persensibilidad a los antígenos de Aspergillus. En la forma 
broncopulmonar puede aparecer asma, infiltrados pulmona-
res, eosinofilia periférica, elevación de las concentraciones 
séricas de inmunoglobulina E e indicios de hipersensibilidad 
a los antígenos de Aspergillus (prueba cutánea). En la sinu-
sitis alérgica, los indicios analíticos de hipersensibilidad se 
acompañan de síntomas de las vías respiratorias superiores de 
obstrucción nasal y rinorrea, cefaleas y dolor facial.
Las especies de Aspergillus son capaces de colonizar tanto 
los senos paranasales como las vías respiratorias inferiores, lo 
que provoca aspergilosis bronquial obstructiva y aspergiloma 
verdadero (masa fúngica intracavitaria). La aspergilosis bron-
quial obstructiva suele darse en el paciente con un proceso 
pulmonar subyacente, como la fibrosis quística, la bronquitis 
crónica o la bronquiectasia. El trastorno se caracteriza por la 
formación de moldes o tapones bronquiales integrados por 
hifas y material mucinoso. Los síntomas corresponden a los 
de la enfermedad de base, no se producen daños tisulares y no 
es necesario instaurar ningún tratamiento. Se puede formar 
un aspergiloma tanto en los senos paranasales como en una 
cavidad pulmonar preformada por una tuberculosis anterior u 
CUADRO 73-2
Espectro de enfermedades producidas 
por el género Aspergillus
Reacciones alérgicas
Cavidad nasal
Senos paranasales
Vías respiratorias inferiores
Colonización
Obstrucción de senos paranasales
Bronquios
Cavidades pulmonares preformadas
Infecciones cutáneas superficiales
Heridas
Sitio de inserción del catéter
Infecciones invasivas limitadas
Bronquios
Parénquima pulmonar
Pacientes con una inmunodeficiencia leve
Infección pulmonar muy invasiva
Pacientes con inmunodeficiencia grave
Diseminación sistémica
Muerte
Figura 73-12 Aspergillus fumigatus. Preparación en azul algodón de 
lactofenol que muestra las cabezas conidiales.
Figura 73-13 Aspergillus terreus. Preparación en azul algodón de lac-
tofenol en la que se aprecia la cabeza conidial.
Figura 73-14 Aspergillus en una muestra de tejido en la que se observan 
la ramificación en ángulos agudos y las hifas tabicadas (metenamina 
argéntica de Gomori, ×1.000).
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otra enfermedad pulmonar cavitaria crónica. Los aspergilomas 
se pueden observar en el examen radiológico, aunque suelen 
carecer de síntomas. Por lo general, el tratamiento no es ne-
cesario excepto en el paciente con hemorragia pulmonar. La 
incisión quirúrgica de la cavidad y el aspergiloma está indicada 
en caso de una hemorragia pulmonar, que puede ser intensa 
y potencialmente mortal. De igual modo, el desbridamiento 
radical de los senos paranasales puede ser necesario para 
aliviar los síntomas o una hemorragia debida a la presencia 
de un aspergiloma en los mismos.
Las formas de aspergilosis invasiva cubren todo un es-
pectro que comprende desde una enfermedad invasiva su-
perficial en un paciente con inmunodepresión leve (p. ej., 
tratamiento con corticoides a dosis bajas, enfermedad vas-
cular del colágeno o diabetes) a una forma destructiva de 
aspergilosis pulmonar con invasión local. Las formas de in-
vasión más limitada suelen englobar la aspergilosis bronquial 
seudomembranosa y la aspergilosis pulmonar necrosante. 
La aspergilosis bronquial puede originar estertores, disnea 
y hemoptisis. La mayoría de los pacientes con aspergilosis 
pulmonar necrosante crónica padecen un trastorno pulmo-
nar estructural subyacente susceptible de tratamiento con 
corticoides a dosis bajas. Se trata de una infección crónica 
que puede ocasionar daños a nivel local con desarrollo de 
infiltrados y masas fúngicas visibles en el estudio radiológico. 
No provoca invasión ni diseminación vasculares. La resec-
ción quirúrgica de las áreas afectadas y la administración de 
fármacos antifúngicos son medidas terapéuticas eficaces 
de esta entidad.
La aspergilosis pulmonar invasiva y la aspergilosis dise-
minada son dos infecciones devastadoras que afectan a pa-
cientes neutropénicos e inmunodeprimidos. Los principales 
factores predisponentes de esta complicación infecciosa 
son un recuento de neutrófilos por debajo de 500/mm3, la 
quimioterapia citotóxica y el tratamiento con corticoides. 
Los pacientes presentan fiebre e infiltrados pulmonares que, 
con frecuencia, se acompañan de dolor torácico pleurítico y 
hemoptisis. A menudo, el diagnóstico definitivo se retrasa 
debido a la frecuente obtención de resultados negativos en 
los cultivos de esputo y los hemocultivos. A pesar de la ad-
ministración de un tratamiento antifúngico específico, la 
mortalidad de esta infección es notablemente alta y suele 
superar un 70% (v. tabla 73-5). La diseminación hematóge-
na de la infección a localizaciones extrapulmonares es fre-
cuente debido a la naturaleza angioinvasiva del hongo. Los 
lugares afectados con mayor frecuencia son el cerebro, el 
corazón, los riñones, el aparato digestivo, el hígado y 
el bazo.
Diagnóstico de laboratorio
Al igual que en el caso de otros hongos ubicuos, el diagnós-
tico de la aspergilosis impone una cierta cautela al proceso 
de evaluación del aislamiento de una especie de Aspergillus a 
partir de una muestra clínica. La recuperación de una cepa 
a partir de tejido extirpado por vía quirúrgica o de localizacio-
nes estériles y la obtención de resultados anatomopatológicos 
positivos (hifas moniliáceas tabicadas de ramificación dicotó-
mica) se deben interpretar como significativas en todos los 
casos; se debe analizar detalladamente cualquier aislamiento 
a partir de una localización con contaminación frecuente 
(p. ej., respiratorio).
La mayoría de las especies causantes de aspergilosis crecen 
con facilidad en los medios micológicos convencionales que 
carecen de ciclohexamida. La identificación a nivel de es-
pecie de los principales patógenos para el ser humano se 
basa en las características microscópicas y de cultivo en agar 
patata dextrosa. La morfología microscópica (conidióforos, 
vesículas, métulas, fialidas, conidios) se observa mejor en un 
cultivo en portaobjetos y es necesaria para la identificación 
a nivel de especie.
La aspergilosis invasiva debida a A. fumigatus y la ma-
yoría de las especies restantes rara vez se demuestra por la 
obtención de resultados positivos en los hemocultivos. De 
hecho, se ha comprobado que la mayor parte de las cepas que 
invaden el torrente circulatorio de este género representan 
una seudofungemia o bien episodios terminales en la autopsia. 
Es importante destacar que A. terreus, entre todas las es-
pecies de Aspergillus, produce una aspergilemia real. De 
manera semejante a otros hongos filamentosos angioinvasivos 
(como los géneros Fusarium y Scedosporium), A. terreus es 
capaz de llevar a cabo una esporulación adventicia a través 
de la cual genera esporas levaduriformes (aleurioconidios) en 
tejido y sangre cuya detección es más probable en la sangre 
obtenida para los hemocultivos (v. fig. 73-16).

Otros materiales