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Curso de Derecho Constitucional Sistema Bibliotecario de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Catalogación Primera edición: mayo de 2011 Primera reimpresión: noviembre de 2011 D.R. © Suprema Corte de Justicia de la Nación Avenida José María Pino Suárez núm. 2 Colonia Centro, Delegación Cuauhtémoc C.P. 06065, México, D.F. D.R. © Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Facultad de Derecho y C.S. Avenida San Claudio s/n, Colonia San Manuel Ciudad Universitaria, Puebla, Pue. Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio, sin autorización escrita de los titulares de los derechos. Impreso en México Printed in Mexico La edición y diseño de esta obra estuvieron al cuidado de la Coordinación de Compilación y Sistematización de Tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. PO E030 C838c Cueva y de la Rosa, Mario, 1901-1981 Curso de derecho constitucional / Mario de la Cueva y de la Rosa ; [presentación Ministro Juan N. Silva Meza ; prólogo Manuel González Oropeza ; justificación José Ismael Álvarez M.] -- México : Suprema Corte de Justicia de la Nación, Coordinación de Compilación y Sistematización de Tesis : Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 2011. xlvii, 275 p. ; 22 cm. -- (Apuntes de las clases impartidas por ilustres juristas del siglo XX ; 9) Primera reimpresión, 2011 ISBN 978-607-468-301-1 1. Derecho constitucional – Antecedentes – México – Manuales 2. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 3. Historia del Derecho Mexicano 4. Poder constituyente 5. Supremacía constitucional 6. Doctrinas sobre soberanía 7. Garantías individuales 8. Federalismo 9. República 10. Democracia 11. Elementos del Estado 12. Territorio 13. Población 14. División territorial 15. Unión de Estados 16. Entidades federativas 17. Distrito Federal 18. Nacionalidad 19. Estado federal 20. Distribución de competencias 21. Facultades concurrentes 22. Facultades reservadas 23. División de poderes 24. Sistema bicameral 25. Congreso de la Unión 26. Derecho comparado I. Silva Meza, Juan Nepomuceno, 1944- , prol. II. González Oropeza, Manuel, prol. III. Álvarez Moreno, José Ismael, prol. IV. t. V. ser. SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Ministro Juan N. Silva Meza Presidente Primera Sala Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea Presidente Ministro José Ramón Cossío Díaz Ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia Ministro Jorge Mario Pardo Rebolledo Ministra Olga Sánchez Cordero de García Villegas Segunda Sala Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano Presidente Ministro Luis María Aguilar Morales Ministro José Fernando Franco González Salas Ministra Margarita Beatriz Luna Ramos Ministro Sergio A. Valls Hernández Comité Editorial Lic. Arturo Pueblita Pelisio Secretario de la Presidencia Mtra. Cielito Bolívar Galindo Coordinadora de Compilación y Sistematización de Tesis Lic. Diana Castañeda Ponce Titular del Centro de Documentación y Análisis, Archivos y Compilación de Leyes Lic. Jorge Camargo Zurita Director General de Comunicación y Vinculación Social Dr. Francisco Tortolero Cervantes Director General de Casas de la Cultura Jurídica BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA Dr. Enrique Agüera Ibáñez Rector Dr. Guillermo Nares Rodríguez Director General Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Mtra. Belinda Aguilar Díaz Secretaria Académica Mtro. Demetrio Abundez Apresa Secretario Administrativo Mtro. José Ismael Álvarez Moreno Coordinador Centro de Investigaciones Jurídico Políticas Dr. Mario de la Cueva y de la Rosa Suprema Corte de Justicia de la Nación Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Dr. Mario de la Cueva y de la Rosa México, D.F. Curso de Derecho Constitucional IX Contenido Presentación ......................................................................................................... XIII Prólogo .................................................................................................................. XV Justificación .......................................................................................................... XLV Libro primero Introducción ......................................................................................................... 3 I. Ideas del derecho constitucional. Colocación, clasificación, concepto y razón histórica ................................................................................................................... 5 Antecedentes históricos del constitucionalismo moderno ............................. 21 España Constitución de Aragón .................................................................. 22 Inglaterra Antecedentes ingleses del derecho constitucional ....................... 25 Francia Antecedentes franceses del derecho constitucional ..................... 29 Estados Unidos de América Antecedentes norteamericanos del derecho constitucional ........ 34 Historia del derecho constitucional mexicano ................................................. 41 Contenido de la Constitución de Cádiz ................................................................ 44 Contenido de la Constitución de Apatzingán ...................................................... 46 Contenido de la Constitución de 1824 ................................................................. 50 Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857 ....................... 55 Teoría del poder constituyente ........................................................................... 61 Artículo 136 constitucional y sus problemas ................................................... 67 Antecedentes del artículo 135 constitucional .................................................. 75 Supremacía de la Constitución .......................................................................... 83 X Mario de la Cueva y de la Rosa Decisiones políticas fundamentales ................................................................... 93 Doctrina de la soberanía ..................................................................................... 95 Clasificación de las garantías individuales ........................................................ 111 Antecedentes históricos del federalismo ........................................................... 117 Diferencia entre Confederación y Federación ........................................................ 118 Teoría del estado federal ..................................................................................... 121 Naturaleza del estado federal .............................................................................. 125 Principios fundamentales que rigen el Estado federal .......................................... 125 Características ......................................................................................................... 128 Libro segundo Principios del sistema federal norteamericano ................................................. 135 Características del Estado federal Norteamericano .............................................. 136 Doctrina de la representación ............................................................................ 139 República y democracia, dos conceptos distintos .................................................. 141 Defensa de la representación .................................................................................. 143 Análisis de la idea de la representación ............................................................ 147 Elementos de la representación ......................................................................... 151 Territorio y población ......................................................................................... 155 Historia o antecedentes históricos sobre la división política de México ...... 161 I. Problemas resultantes de la división territorial ................................................. 164 II. Transformación de territorios en estados.......................................................... 165 III. Transformación de estados en territorios ........................................................ 166 IV. Unión de estados .............................................................................................. 169 V. Procedimiento para fijar los límites de las entidades federativas ................... 170 VI. El Distrito Federal ........................................................................................... 174 1. Antecedentes históricos. Su representación actual y los problemas que suscita el artículo 44 constitucional ...................................... 174 Concepto de población en el Estado Mexicano ...................... 174 VII. Problemas de la nacionalidad ........................................................................ 176 Elementos del estado mexicano y el gobierno federal ..................................... 183 I. El Estado federal. Principios fundamentales. Identidad de principio de Estado federal y entidades federativas. La garantía federal ............................................. 183 II. De la garantía federal ....................................................................................... 185 Derecho mexicano ............................................................................................... 189 XICurso de Derecho Constitucional Interpretación de la fracción V del artículo 76 de la Constitución de 1917 ...... 193 Distribución de competencias ............................................................................ 199 Primer grupo. Poderes que corresponden únicamente al gobierno federal ............ 203 Segundo grupo ......................................................................................................... 204 Tercer grupo. Facultades Concurrentes .................................................................. 205 Cuarto grupo. Actos prohibidos a la Federación y a los Estados ........................ 207 Quinto grupo. Actos prohibidos a la Federación .................................................. 207 Sexto grupo. Actos prohibidos expresamente a los Estados .................................. 209 Libro tercero División de poderes ............................................................................................. 213 I. Aristóteles ............................................................................................................ 214 II. John Locke .......................................................................................................... 216 III. Montesquieu ..................................................................................................... 218 El gobierno parlamentario. Antecedentes y principios ................................... 223 Relaciones que se establecen entre los poderes del estado y la confección de leyes .................................................................................................................. 229 Orígenes históricos del sistema bicameral ........................................................ 247 Leyes y decretos. Su distinción ................................................................................ 263 Facultades Generales del Congreso de la Unión. La clasificación de las funciones del Estado, se pueden realizar de forma material y formal .................................. 272 XIII Presentación El noveno número de los Apuntes de clases impartidas porilustres juristas del siglo XX corresponde al Curso de derecho constitucional de Mario de la Cueva y de la Rosa (1901-1981), de brillante carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México: Rector (1940-1942), Director de la Facultad de Derecho (1951-1953), Coordinador de Humanidades (1961-1966) y profesor emérito (nombrado en 1961). Brilló siempre en la cátedra, que abandonó en 1975, habiendo formado a incontables abogados de probada vocación y futuro promisorio. Este libro no fue planeado por el maestro De la Cueva, pues durante su vida publicó obras profusamente revisadas, como El consti- tucionalismo a mediados del siglo XIX (dos volúmenes) y La idea del Estado (1975), que él consideraba su texto definitivo de derecho XIV Guillermo I. Ortiz Mayagoitia constitucional. Este Curso de derecho constitucional es una recopi- lación de ideas y apuntes que el propio maestro guardaba para sus clases. Su valor es indiscutible, porque representan un acercamiento conciso y sistemático al estudio del derecho constitucional, de acuerdo con fuentes notables. Los temas clásicos de la materia, como el federalismo, la división de poderes, la supremacía consti- tucional, el gobierno parlamentario y la jerarquía normativa en el orden jurídico nacional, entre otros, se tratan en estas páginas con rigor académico. La obra contiene un prólogo del Dr. Manuel González Oropeza, ex alumno del maestro De la Cueva, que lo revela como hombre generoso, disciplinado y comprometido con la ciencia jurídica, al tiempo que explica su pensamiento en torno a temas de derecho público y las tendencias doctrinarias que defendió durante su vida. En general, estos apuntes serán de suma utilidad para los inicia- dos en el estudio del derecho constitucional mexicano, y para quienes busquen mayores fuentes relativas a temas ya conocidos y que mere- cen reflexiones constantes, como los derechos del hombre, la teoría del Estado, el funcionamiento de los poderes federales, etcétera. Ministro Juan N. Silva Meza Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal XV Prólogo Rasgos biográficos Don Mario de la Cueva y de la Rosa (1901-1981) es una de las figuras paradigmáticas de la docencia en México durante el siglo veinte. Sus padres fueron Ricardo de la Cueva y María de la Rosa Berrio- zábal. Su afición por la ciencia jurídica provino de su relación estrecha con su tío Arturo de la Cueva Chapela, quien fuera Secre- tario de Estudio y Cuenta en la ponencia del Ministro de la Suprema Corte, Félix Romero,1 y Ministro encargado de negocios ad interim 1 Don Félix Romero fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación desde 1907 y concluyó alternativamente la Presidencia hasta 1911. XVI Mario de la Cueva y de la Rosa ante el gobierno de los Estados Unidos durante la Revolución, en el periodo de Francisco I. Madero.2 La impronta de Mario de la Cueva en la Universidad Nacional es profunda, ya que fue Rector de la misma del 3 de diciembre de 1940 al 19 de junio de 1942, Director de la Facultad de Derecho de 1951 a 1953 y Coordinador de Humanidades de marzo de 1961 a agosto de 1966. En 1978 recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía. Ejerció la docencia desde 1929 hasta 1975, año en que tuve el privilegio de ser su alumno en la cátedra de Derecho del Trabajo, última clase que impartió en la Facultad de Derecho, en un pequeño salón del tercer piso de su edificio, y que con toda dedicación las preparaba para descubrir la vocación académica de sus estudiantes, subiendo con toda paciencia las escaleras interminables del inmueble en el Pedregal de San Ángel. Como ya nos había anunciado que ésa sería la última clase que impartiría, los compañeros nos preparamos para hacer una placa de bronce conmemorativa de ese hecho, y fijarla en el marco de la puerta de acceso al salón; pero al enterarse de nuestra inten- ción, declinó que hiciéramos ese homenaje modesto, según dijo, para evitar suspicacias. 2 Su nombramiento fue extendido el diez de enero de 1913 por el propio Presidente Madero, suscribiéndolo también Julio García como Secretario de Relaciones Exteriores. Prólogo XVII A pesar de que su conocimiento del Derecho del Trabajo fue notorio desde 1938, con la publicación de su libro de texto, fue a partir de la aprobación de la Ley Federal del Trabajo en 1970, que sus opiniones fueron consulta obligada en la materia. Además, su gustopor el Derecho Constitucional nunca se eclipsó e introdujo a muchos de sus alumnos, bien en el aula o incluso en su propia casa de la Ciudad de México, en los problemas del derecho público, del cual el derecho social fue una emanación. Poco después de su desempeño en el cargo como Director de la Facultad de Derecho, coincidiendo con el Centenario de la Cons- titución de 1857, promovió una conferencia que resultó en la publi- cación de un libro clásico sobre El constitucionalismo a mediados del siglo XIX, en dos volúmenes, donde reunió una serie de ensayos sobre la evolución del constitucionalismo en el mundo y su propio trabajo sobre la Constitución mexicana de esa época, el cual es insuperable. Poco después, como Coordinador de Humanidades en la década de los sesenta del siglo pasado, promueve la publicación de ensayos sobre el pensamiento de Jean Jacques Rousseau y la sobe- ranía nacional, aprovechando un libro de Herman Heller sobre La Soberanía, así como diversos libros sobre la Constitución Mexicana de Apatzingán de 1814. Justo en el año de su última clase, en 1975, apareció su libro sobre La idea del Estado que es un verdadero texto de derecho cons- XVIII Mario de la Cueva y de la Rosa titucional. A quien se le acercara, el maestro De la Cueva ofrecía con generosidad su sapiencia y su biblioteca, siempre que no salieran sus libros de ella por supuesto. Por ello sus clases y conversaciones eran prolijas y llenas de amabilidad. Desde 1920, aproximadamente, la cátedra de derecho público había sido ocupada por Manuel Gómez Morín (1897-1972),3 quien en 1933 fue designado Rector de la Universidad Nacional de México. En 1929 se invitó a Mario de la Cueva, entonces un joven profesor de la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la Universidad Nacional; posteriormente, de 1931 a 1934, completaría unos cursos de posgrado en la Universidad de Berlín.4 Su doctorado fue Honoris Causa otorgado en 1950 por la creación de la División de Doctorado (ahora de Posgrado) de la Facultad de Derecho de la misma Uni- versidad. En 1961 se le concedió el honor de ser nombrado profesor emérito. Enseñanza del Derecho Constitucional La Constitución de Cádiz (1812) prescribió en el artículo 368: El Plan de enseñanza será uniforme en todo el Reino, debiendo explicarse la Constitución en todas las Universidades. 3 Según se reporta por Lucio Mendieta y Núñez, Apuntes para la historia de la Facultad de Derecho. Manuales Jurídicos, 1, UNAM, 2002, p. 27. 4 Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva, El humanismo jurídico de Mario de la Cueva (Antología), UNAM-Fondo de Cultura Económica, 1994. Prólogo XIX Por ello, en México comienza la enseñanza del derecho cons- titucional desde 1820, cuando la Constitución española se restablece en suelo novohispano.5 En el discurso inaugural de la cátedra se hace referencia a la soberanía popular que se recobra con la muerte de un monarca, el imperio de la ley o, lo que quizá se conoce en la actualidad, como Estado de Derecho, y la ense- ñanza de los derechos que se derivan de la Constitución; con ello se ofrece un panorama moderno de principios constitucionales.6 Producto de la obligación impuesta por la Constitución es- pañola de Cádiz, se encomienda a Manuel José Quintana un Informe para proponer los medios de proceder al arreglo de los diversos ramos de instrucción pública (Informe Quintana, 1814) que se adoptó en el Reglamento General de la Instrucción Pública (1821), aprobado por la Cortes españolas, con una vigencia de dos años. El Informe Quintana propuso que la educación debería ser liberal, en el sentido de promover la igualdad, la libertad, ser uni- versal y uniforme, así como correr a cargo del Estado; ideales todos 5 Blas Osés, Oración inaugural en la apertura de la cátedra de Constitución de la Universidad Literaria de Méjico pronunciada el 28 de diciembre de 1820, por el C. Don Blas Osés, abogado de la Audiencia territorial de esta N.E., rector del colegio i. v. y m. de esta Santa María de todos los Santos, secretario de la Junta Provincial de censura establecida en esta capital, socio voluntario de la academia pública de jurisprudencia teórico-práctica de la misma, y corresponsal de la de buena educación de Puebla, y catedrático regente de la cátedra de Constitución. Méjico, Oficina de Alejandro Valdés, 1821, 20 pp. 6 Precedieron a la cátedra de Constitución de la Universidad de México, las cátedras impartidas en la Universidad de Valencia (1813) y de Estudios de San Isidro de Madrid (1814). Luis Sánchez Agesta. “Las primeras cátedras españolas de Derecho Constitucional”, Revista de Estudios Políticos, Núm. 126, Madrid, 1962, p. 157. XX Mario de la Cueva y de la Rosa ellos de acuerdo a la Constitución gaditana.7 La Universidad de Sevilla que fue el modelo de la Universidad mexicana, implementó la cátedra de Constitución el 17 de abril de 1820 con Bartolomé García Romero, siendo testimoniada por el mismo comandante Rafael de Riego, quien sería fundamental para entender la reimplantación de la Constitución en ese año.8 Por otra parte, a Blas Osés se le encuentra en Cuba en la siguiente década,9 pero su ausencia se suple con creces debido a la obra de José María Luis Mora: Catecismo Político de la Federación Mexicana (1831) que es una pequeña obra, pero muy significativa al exponer los principios constitucionales, ya que en sus dieciséis capítulos presenta el contenido de la Constitución Mexicana de 1824.10 Su libro es previo a su activa participación en la reforma liberal de 1832-1833. 7 OEI. “Historia del sistema educativo español”. 2.1. La educación desde finales del Antiguo Régimen hasta la promulgación de la Ley Moyano en 1857. www.oei.es/quipu/espana/ESPA02.PDF. 8 El nombre formal de la cátedra sería de “Constitución y Derecho Público”. Rosario Navarro Hinojosa, “La Universidad de Sevilla durante el Trienio Constitucional: Innovaciones en las cátedras de segunda enseñanza”, Campus.usal.es/-revistas_trabajo/index.php/0212-0267/article/…/6467. 9 Merece especial mención, la obra que editara Juan Wenceslao Sánchez de la Barquera en 1822 con el título Lecciones de Política y Derecho Público para instrucción del pueblo mexicano, Imprenta de Da. Herculana del Villar. Además de ser una obra pionera en esta materia, el libro de Sánchez de la Barquera es quizá el primer libro que sugiere que lo primero que debe establecer una Constitución es una declaración formal de derechos humanos, “reservados” por los ciudadanos al tiempo de celebrar la asociación política. Se define en su libro igualmente lo que debe entenderse por derecho público como el conjunto de leyes fundamentales del Estado cuyo objeto es la felicidad de la Nación a través de las reglas generales del gobierno interior. 10 A diferencia de la Constitución de Cádiz, la Constitución de 1824 no se ocupó de la ilustración del pueblo en los preceptos de la Constitución. El título de “Catecismo” se refiere a un texto ordenado por preguntas y respuestas, y no corresponde al contenido, que generalmente se asocia a la religión. El Catecismo político puede consultarse en Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus Constituciones. Tomo I. Cámara de Diputados. Congreso de la Unión. 7ª. Edición. 2006, p.287-336. Prólogo XXI Entre las primeras regulaciones sobre los estudios universitarios en México, se encuentra el decreto del 12 de noviembre de 1834, en el cual se ordenó que las Escuelas que impartieran la carrera, en- señaran en el segundo año lo correspondiente al Derecho Público (artículo 33), aunque los estudios universitarios se entendían com- plementarios de los realizados en los Colegios de Abogados11 (Artículo 73). Desde esta fecha, el título de la materia de derecho constitu- cional se fusionó al de derecho público, como se corrobora con el Plan de Estudios de la República Mexicana, aprobado el 18 de agosto de 1843, donde en el sexto año se mandata el estudio del derecho público,12 recuperando su individualidad a través del decretodel 2 de diciembre de 1867, en el que se le denomina “derecho consti- tucional y administrativo”.13 Apuntes de Derecho Constitucional de Mario de la Cueva Los Apuntes que ahora se presentan, sobre la clase de Derecho Constitucional, son la recopilación de ideas esquemáticas que me 11 Lucio Mendieta y Núñez. op. cit. p. 12. Desde 1760 se había creado el Ilustre y Real Colegio de Abogados en el cual, desde 1785, era obligatorio para quienes aspirasen a ejercer en el foro, que cursaran sus prácticas forenses. Posteriormente, a partir de 1794, los aspirantes a ser acreditados ante la Real Audiencia de México acudían ante la Academia Teórico-Práctica de Jurisprudencia. El 1º. de diciembre de 1824 comenzó la decertificación de los abogados, quienes podían litigar sin necesidad de los cursos ante el Colegio y la Academia. Esta situación perduró hasta 1830, cuando el Colegio y la Academia volvieron a servir como crisoles de la formación forense. Alejandro Mayagoitia, “Juárez y el Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México. Libertades en jaque en el México liberal”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, vol. XX, 2008. 12 Mendieta. op. cit., p. 14. 13 Ibidem, p. 15. XXII Mario de la Cueva y de la Rosa recuerdan los apuntes que guardaba celosamente el maestro en dos carpetas negras de gran formato. Cuando las consulté, me indicó que no las citara pues se trataban de ideas sueltas, sin mayor re- flexión de su parte, por lo que prefería que se mantuvieran como fuente de consulta, más que constituir el esbozo de una obra. Poco después de la muerte del maestro, Jorge Carpizo editó un libro con el título Teoría de la Constitución,14 atribuido a Mario de la Cueva, que me recordó nuevamente la advertencia que el maestro me hiciera en vida en 1979, ya que algunas de sus afirmaciones no habían tenido la debida reflexión de su parte. En esta obra, si- guiendo a Santi Romano, se afirma que el derecho constitucional es la base del derecho público. Don Mario de la Cueva fue un académico que siempre gustó del rigor científico en sus clases y trabajos escritos; lejos de escribir innumerables obras, siempre cuidó de publicar lo suficiente, pero de manera impecable; por ello, estos apuntes quizá no hubiesen recibido la autorización del maestro, pero al leerlos se desprenden los conceptos que siempre explicó a sus alumnos, por lo que más allá de la redacción, que correspondió a algún alumno, está el espíritu del maestro lleno de las ideas con las que construía su pensamiento y enseñanza. El último libro que publicó en vida fue La idea del Estado (1975) que dedicó a “los estudiantes y al pueblo en la lucha por la libertad 14 Editorial Porrúa, 1982. (Prólogo de Jorge Carpizo). Prólogo XXIII y la justicia del dos de octubre de 1968”, y que constituye una obra de gran importancia doctrinal sobre la soberanía y el Estado, analizados sus fundamentos teóricos desde la antigüedad. Por su parte, la idea del derecho constitucional para don Mario de la Cueva es simple, pues considera que los orígenes del consti- tucionalismo moderno están en las cartas de establecimientos de las colonias de América del Norte, o antiguas posesiones inglesas en el Nuevo Mundo, sin descuidar los antecedentes españoles del Justicia Mayor de Aragón, así como las declaraciones francesas de la etapa revolucionaria. No obstante, el plan de su curso comenzó, muy acertadamente, explicando la supremacía de la Constitución y la jerarquía de las normas en el orden jurídico nacional. Comenzaremos por la parte que más le apasionó al maestro De la Cueva: los derechos del hombre. Declaración de derechos del hombre El constitucionalismo debe su contenido original a la cuestión fun- damental de incluir o no una declaración de derechos del hombre. Los Apuntes aquí prologados así lo enfatizan y discuten el papel de las declaraciones de derechos humanos en el constitucionalismo. Como asunto previo, se explica el célebre debate de Georg Jellinek y Émile Boutmy sobre la fuente originaria de las declara- ciones de los derechos del hombre; sobre si se ubican en Estados XXIV Mario de la Cueva y de la Rosa Unidos con las declaraciones de derechos de la etapa colonial, como la de Virginia de 1776, o en la Declaración de Derechos del Hombre de Francia, de 1789. Al respecto, se ha considerado que si bien hubo una fluida comunicación entre Marie-Joseph Paul Yves Roch Gilbert du Motier, marqués de Lafayette y Thomas Jefferson, cada quien sostuvo su peculiar concepción del significado que guardarían las declaraciones en función de la propia naturaleza de los dere- chos humanos, por lo que su influencia no puede considerarse categórica. Al respecto, Michel Troper 15 ha caracterizado la concepción de Lafayette como el establecimiento de derechos naturales o verdades “eternas” que no dependen de las revisiones periódicas de las Constituciones. En cambio, la concepción de Jefferson se refiere a declaraciones que no definen los derechos humanos, sino reglas que derivan de ellas, por lo que la Constitución puede ser variada por cada generación. En el caso francés, la declaración de derechos es inmutable pues contiene la prescripción de los derechos naturales, su función consiste en fundar el poder no en limitarlo. Los derechos “a la francesa” no son oponibles al Estado, puesto que ellos son el sus- tento del Estado. 15 “Jefferson y la interpretación de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789”. Derechos y Libertades, Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, Universidad Carlos III, año 5, núm. 8, 2000, pp. 560 y 561. Prólogo XXV En el caso americano, las reglas de derechos previstas en la declaración correspondiente, denominadas Enmiendas, pueden ser interpretadas para oponerlas al Estado, al cual limitan, particular- mente un gobierno federal en proceso de creación como lo era el de los Estados Unidos en el siglo XVIII;16 por ello los jueces juegan un papel importante en la interpretación y la garantía de tales derechos. En México, la protección de los derechos humanos tuvo un desarrollo similar al de los Estados Unidos, pues la Constitución Federal de 1824 no consagró un capítulo específico sobre derechos humanos, pero los Estados suplieron esa deficiencia, ya que sus pri- meras Constituciones se esforzaron en determinar derechos fundamentales que adelantaron las futuras declaraciones federales en la materia. Derechos Sociales en la Constitución Mexicana El maestro De la Cueva se esmeraba en sus clases por enfatizar la naturaleza pionera de la Constitución Mexicana de 1917 en cuanto a la consagración de una nueva declaración de derechos, pero esta vez sociales, a nivel mundial. La inclusión de los artículos 27 y 123 en la Constitución se logró con gran esfuerzo como producto de la Revolución Mexicana. 16 Ya que hasta antes de la aprobación de la Constitución de 1787, correspondía a los Estados la protección de los derechos humanos, como lo habían hecho en su etapa colonial, donde se destaca la Declaración de Derechos de Virginia. Robert Allen Rutland, The Birth of the Bill of Rights 1776-1791, Northeastern University Press, Boston, 1983, p. 110. XXVI Mario de la Cueva y de la Rosa Se basaba en las ideas de Gustav Radbruch17 para demostrar que el hombre no observa una condición naturalmente igualitaria, sino que debido a su condición la desigualdad es característica, por lo que el derecho debe tomar como punto de partida para su regulación y construcción, la nivelación de las desigualdades naturales; asimismo, el libre juego de las partes que entraña la auto- nomía de la voluntad del derecho individualista, se abandona con el derecho social tomando como objeto al hombre colectivo. Por su parte, Froylán C. Manjarrez tuvo la visión histórica suficiente, al momento de discutir la nueva Constitución de 1917, que ésta tendría que ser el documento normativo más importante de la Revolución Mexicana, de ahí que su preocupación constan- te por plasmar losideales obreros y campesinos lo llevó a insistir en la expresa consagración de los principios que formarían el artículo 123 constitucional. Efectivamente, en la célebre sesión del 26 de diciembre de 1916, Manjarrez propone la sugerencia más brillante del constitucio- nalismo social mexicano: Se ha visto que esta Revolución no es una Revolución Política, sino una Revolución Social (...) pasará así solamente pidiendo las 8 horas de trabajo, no; creo que debe ser más explícita nuestra Carta Magna sobre este punto y precisamente porque debe serlo, debemos dedicarle 17 Introducción a la Filosofía del Derecho, Fondo de Cultura Económica, Trad. de Wenceslao Roces, 1a. ed. en español, 1951, pp. 153-165. Prólogo XXVII toda atención, y si se quiere, no un artículo, no una adición, sino todo un capítulo de la Carta Magna (...) yo no opino que cuando fijen las leyes reglamentarias sea cuando se establezca tal o cual cosa en beneficio de los obreros, no señores. ¿Quién nos garantiza que el nuevo Congreso habrá de estar integrado por revolucionarios?... ¿Quién nos garantiza, digo, que ese Congreso General ha de expedir y ha de obrar de acuerdo con nuestras ideas? No señores, a mí no me importa que esta institución esté no dentro de los moldes que pre- vienen jurisconsultos, a mí no me importa nada de eso, a mí lo que me importa es que se den las garantías suficientes a los trabajadores, a mí lo que me importa es que atendamos debidamente el clamor de esos hombres que se levantaron en la lucha armada y que son los que más merecen que nosotros busquemos su bienestar y no nos espan- temos a que debido a errores de forma, aparezca la Constitución un poco mala en la forma; no nos asustemos de esas trivialidades, vamos al fondo de la cuestión.18 Esta propuesta que refleja el pensamiento social, más progre- sista, característicamente mexicano, y que proviene de liberales como Ignacio Ramírez en el Constituyente de 1856-1857 y de sus obras posteriores en 1875, Manjarrez convence al Constituyente que la formalidad ortodoxa del liberalismo es muy estrecha y ciega para elevar al rango constitucional los rasgos más apremiantes de la revo- lución social del país. El periodista poblano vislumbró una nueva teoría constitucional, y ve a una supralegalidad constitucional que permite alejar del alcance de congresos ordinarios, los valores más importantes de una nueva comunidad,19 nueva en tanto se convul- 18 Ibidem, pp. 688 y 689. 19 Tamayo y Salmorán, Rolando, Introducción al estudio de la Constitución, 3a. ed., México, UNAM, 1989, pp. 283-284. XXVIII Mario de la Cueva y de la Rosa siona por una revolución que replantea y cuestiona principios po- líticos y sociales, sobre los cuales habrá estado fundamentada. Con esta participación, Manjarrez pasó a la historia y todos los cronistas e historiadores ponderan las consecuencias de su preocu- pación por el carácter revolucionario del Congreso Constituyente.20 Volviendo a la cuestión laboral, Manjarrez, sobra decirlo, fue un convencido de la necesidad de incluir en el texto constitucional un título, que finalmente fue el sexto de la Constitución, en su capítulo único dedicado al trabajo y a la previsión social, el artículo por- menorizado, como es el 123, sobre las condiciones de la clase obrera. El artículo 123 sólo es comparable en importancia y extensión a los originales textos de los artículos 3º, 27, 73 y 115. En la sesión del 28 de diciembre de 1916 propuso primero verbalmente, y después a requerimiento de Palavicini, el siguiente pedimento por escrito: Ciudadano presidente del honorable Congreso Constituyente: Es ya el tercer día que nos ocupamos de la discusión del artículo 50 que está a debate. Al margen de ellos hemos podido observar que tanto 20 Excepto la historia de Palavicini sobre el Congreso Constituyente, las demás, especialmente las escritas por jacobinos, reconocen la sugerencia de Manjarrez, Cfr., Bórquez, Djed, Crónica del Constituyente, México, Botas, 1983; Rouaix, op. cit. supra; Melgarejo, Randolf L. y J. Fernández Rojas, El Congreso Constituyente de 1916-1917, México, Secretaría de Fomento, 1917, pp. 534 y 535; Ulloa, op. cit., p. 327; González Ramírez, Manuel, La Revolución Social de México, 2a. ed., México, t. II, pp. 327-328. Prólogo XXIX los oradores del pro como los del contra, están anuentes en que el Congreso haga una labor todo lo suficiente posible en pro de las clases trabajadoras. Cada uno de los oradores, en su mayoría, ascienden a la tribuna con el fin de hacer nuevas proposiciones, nuevos aditamentos que redun- den en beneficio de los trabajadores. Esto demuestra claramente que el problema del trabajo es algo muy complejo, algo de lo que tenemos precedente y que, por lo tanto, merece toda nuestra atención y todo nuestro esmero. A mayor abundamiento, debemos tener en consideración que las iniciativas hasta hoy presentadas no son ni con mucho la resolución de los problemas del trabajo; bien al contrario, quedan aún muchos escollos y muchos capítulos que llenar; nada se ha resuelto sobre las indemnizaciones del trabajo; nada se ha resuelto sobre las limi- taciones de las ganancias de los capitalistas; nada se ha resuelto sobre el seguro de vida de los trabajadores, y todo ello y más, mucho más aún, es preciso que no se pase desapercibido de la consideración de esta honorable Asamblea. En esta virtud y por otras muchas razones que podrían explicarme y que es obvio hacerlas, me permito proponer a la honorable Asamblea, por el digno conducto de la Presidencia, que se conceda un capítulo exclusivo para tratar los asuntos del trabajo, cuyo capítulo podría llevar como título ‘Del Trabajo’, o cualquiera otro que estime conveniente la Asamblea. Asimismo me permito proponer que se nombre una comisión com- puesta de cinco personas o miembros encargados de hacer una reco- pilación de las iniciativas de los diputados, de datos oficiales y de XXX Mario de la Cueva y de la Rosa todo lo relativo a este ramo, con objeto de dictaminar y proponer el capítulo de referencia, en tantos artículos cuantos fueren necesarios.21 La propuesta venía respaldada por Rafael Ochoa, Rafael L. de los Ríos, diputado y secretario particular de Rouaix y José María Rodríguez. Pastor Rouaix, al enterarse de la propuesta, formó la Comisión a través de De los Ríos, quien propuso una moción sus- pensiva en la discusión del artículo 5o., que establecía la libertad de trabajo, para discutir la conveniencia de un título para la cues- tión obrera; las sesiones informales se llevaron a cabo durante los primeros 10 días de enero de 1917 y el 13 de enero fue presentado el dictamen firmado por 70 delegados, mismo que mereció la aprobación de la Asamblea el 23 de enero.22 Aunque con esta concepción de Manjarrez bastaría para asignarle un sitial importante dentro de la rica experiencia del de- recho público mexicano, como digno promotor del constitucio- nalismo social, su figura se presenta relevante por otro motivo adicional: Manjarrez fue un defensor de los Congresos frente al creciente poderío del Poder Ejecutivo. En este aspecto chocó fron- talmente con la tendencia presidencialista de Venustiano Carranza. La concepción sui generis del grupo de renovadores sobre el sistema federal presidencial se perfiló claramente con motivo de la propuesta para cambiar el nombre oficial de “Estados Unidos Mexicanos” 21 Cfr., Diario de los debates del Congreso Constituyente, México, 1920, t. I, sesión del 28 de diciembre de 1916, pp. 739 y 740. 22 Charles C. Cumberland, La Revolución mexicana. Los años constitucionales, México, 1975. Prólogo XXXI por el de “República Mexicana”, presentada en la sesión del 12 de diciembre de 1916. Los carrancistas pusieron tanto empeño en combatir este cambio que se antoja más semántico que de fondo, que correspondió al propio presidente del Congreso, Luis Manuel Rojas, hacer la defensa del sistema, dejando a Cándido Aguilar, vicepresidente del Congreso,en funciones de presidente. Rojas si- guió el pulso de la propuesta y consideró que se encaminaba no sólo a cambiar el nombre oficial de México sino el sistema presi- dencial por uno parlamentario y el federal por uno centralista. Rojas, después de recordar el proyecto de parlamentarismo que la XXVI Legislativa presentó por los elementos más reaccionarios, llegó a considerar que: “la palabra República en efecto, no puede significar de ninguna manera, la idea de federación, la palabra ‘Re- pública’ por su tradición está asociada a los antecedentes del sistema central”. En esta ocasión el grupo renovador ganó por 108 votos contra la propuesta y hubo sólo 57 por la afirmativa, entre los que estaba el voto de Manjarrez.23 Ante esta postura, Manjarrez tuvo ocasión de presentar el 17 de enero de 1917 una iniciativa suscrita por 25 diputados que se reducía a la siguiente propuesta: Que el Presidente de la República tenga facultades para nombrar a los Secretarios de Estado y del Despacho, pero previa aprobación de la Cámara de Diputados. 23 Cfr., Diario de los debates, op. cit., sesión del 12 de diciembre de 1916. XXXII Mario de la Cueva y de la Rosa Reformabilidad de la Constitución Que los derechos sociales estén incluidos en la Constitución o en su reforma fue, en su momento, un gran debate que al final que- brantó el dogma liberal de que en la Constitución sólo deberían estar contemplados los principios relativos a la división de poderes y a los derechos individuales, pero no las reivindicaciones sociales de una Revolución. Éstos bien podrían estar en la legislación secun- daria, se pensaba. Pero nuestro Constituyente fue convencido de lo contrario y, gracias a ello, México contó con la primera Consti- tución Social en el mundo. Con motivo de esta argumentación De la Cueva basó su doc- trina constitucional, en materia de reforma, adoptando la tesis de Raymond Carré de Malberg, expuesta en su libro Contribution a la Theorie générale de l´État, spécialment d´aprés les donées fournies par le Droit constitutionnel francais (1922). En ella se aprecia que la reforma constitucional puede versar sobre puntos limitados de su texto o, por el contrario, reformarla integralmente en su totalidad. La tesis de Carré de Malberg, sostenida por las enseñanzas de Mario de la Cueva en México, refleja el contenido del artículo 136 constitucional:24 24 “Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aún cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia. En caso de que por cualquier trastorno público se establezca un gobierno contrario a los principios que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se reestablecerá su observancia, y con arreglo a ella y a las leyes que en su virtud se hubieren expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta”. Esta disposición fue utilizada por Venustiano Carranza para justificar su Revolución Constitucionalista contra Victoriano Huerta. Prólogo XXXIII Hay que abandonar, pues, esta primera hipótesis, en la cual la revo- lución y el ejercicio del poder constituyente no están regidos por el derecho, pues en la ciencia del derecho público no hay lugar para un capítulo consagrado a una teoría jurídica de los golpes de Estado, de la revolución y de sus efectos. Y por consiguiente, conviene fijarse únicamente en un segundo caso, que es el de la reforma pacífica, regular, jurídica en una palabra, de la Constitución vigente. 445. Esta reforma puede ser más o menos extensa; puede tener por objeto, bien revisar la Constitución en algunos puntos limitados, bien derogarla y reemplazarla totalmente. Pero cualquiera que sea la importancia de este cambio constitucional, sea total o parcial, habrá de operarse según las reglas fijadas por la misma Constitución que se trata de modificar. Y en efecto, desde el momento en que se hace abstracción de la revolución y de los golpes de Estado, que son proce- dimientos constituyentes de orden extrajurídico, hay que reconocer que el principio de derecho que se impone en una nación organizada es que la creación de la nueva Constitución sólo puede ser regida por la Constitución antigua, la cual, en espera de su derogación, perma- nece aún vigente; de tal modo que la Constitución nueva nace en cierto modo de la antigua y la sucede, encadenándose con ella sin solución de continuidad.25 Actualmente, Carl Schmitt ha cobrado difusión para limitar el Poder Reformado de la Constitución y circunscribirlo a pocos aspectos de su texto. Este controvertido autor alemán popularizó en su libro Teoría Constitucional,26 publicado por primera vez en alemán en 1928, la afirmación de que el poder revisor de la Constitución 25 Carré de Malberg, Teoría General del Estado, capítulo IV, Fondo de Cultura Económica, México, 1948, p. 1173. 26 Constitutional Theory, Duke University Press, trad. y edición de Jeffrey Seitzer. Prólogo de Ellen Kennedy, 2008, pp. 150-153. XXXIV Mario de la Cueva y de la Rosa sólo podía reformar su texto sin cambiar lo que llamó decisiones fundamentales, pero no se pronuncia sobre la totalidad o parcialidad de su articulado, ya que dicha cuestión atiende sólo a la revisión de su articulado mas no a la supresión del contenido de la anterior Constitución. Schmitt basa su interpretación de limitación al Poder Refor- mador de la Constitución en el artículo V de la Constitución de los Estados Unidos,27 en el artículo 2º. del Estatuto Constitucional de Francia de 1884,28 así como en el artículo 112 de la Constitución de Noruega de 1814.29 Finalmente, la propia Constitución Mexicana aparentemente induce esta conclusión, debido al artículo 136 que habla sobre que ningún gobierno puede establecerse en contra de sus principios. No obstante, esta limitación es respecto a los gobier- nos o poderes constituidos atentatorios contra la Constitución; sin embargo, el artículo 135 no limita al Poder Constituyente, sino que sólo prescribe el procedimiento de reforma. Por último, Schmitt descansó doctrinariamente su conclusión sobre el Poder Reformador de la Constitución en el artículo de William L. Marbury, publicado en 1919-1920.30 27 Cuya frase final dice textualmente: “No State shall be deprived of its equal suffrage in the Senate”. Lo cual es una limitación a la reforma constitucional, puesto que este artículo trata sobre los procedimientos reformatorios de la Constitución. 28 Que establece el principio de que la forma republicana de gobierno no puede ser objeto de revisión constitucional. 29 Que establece que la reforma constitucional nunca puede contradecir los principios de la presente Cons- titución, sólo puede modificar dictados individuales en lo particular, sin cambiar el espíritu de la Constitución. 30 William L. Marbury, “The limitation upon the amending Power”, 33 Harvard Law Review, 223 y ss. (1919/20). Prólogo XXXV En México, desde 1824 contamos con las mismas decisiones fundamentales que no han sido suprimidas a pesar de las constan- tes reformas (y revoluciones), pero han sido agregadas otras. Las Constituciones de 1824, 1857 y 1917, a nivel federal, presentan las mismas instituciones: forma republicana de gobierno, sistema federal y presidencialismo; aunque se han incrementado otras de- cisiones fundamentales como la protección de los derechos a través del juicio de amparo (garantías individuales) y la revisión judicial (capacidad del Poder Judicial para suspender la aplicación de leyes inconstitucionales). Por lo anterior, la historia política y la cultura jurídica de México no se ajustan a las teorías de Schmitt en esta materia, aunque en- cuentran acomodo en las de Carré de Malberg, Leon Duguit y Ulises Schmill, entre muchos otros, que asignan al Poder Revisor de la Constitución plenos poderes para transformar aun las decisiones fundamentales de un texto constitucional previo. En 1835, el Poder Revisor del Congreso, autoproclamado en Constituyente,cambió el sistema federal por un sistema centralista; de la misma manera, en 1865, el Estatuto Orgánico del Imperio Mexicano cambió la forma republicana por la monarquía constitucional y, en 1917, el Congreso Constituyente de Querétaro conoció de la iniciativa de Froylán Man- jarrez para cambiar el presidencialismo por un sistema parlamentario. Por otra parte, muchas decisiones que han sido fundamentales en una época han dejado de serlo en otra, como la religión de Estado protegida por las Constituciones de 1814 y 1857, que se eliminó XXXVI Mario de la Cueva y de la Rosa debido a las Leyes de Reforma, promulgadas a partir del 7 de julio de 1859 en Veracruz, las cuales establecieron el principio de separación de las Iglesias y el Estado. Igualmente, la decisión de la propie- dad del ejido, consagrada como una decisión inmutable a partir de 1917, fue modificada sustancialmente por la reforma de 1992. Cuando la Constitución Federal de 1917 fue atacada con esta línea argumentativa, a través de Jorge Vera Estañol,31 la Suprema Corte de Justicia se encargó de explicar la constitucionalidad de la reforma integral de Querétaro a la Constitución federal precedente, manifestando que las decisiones fundamentales originarias de 1824 habían sido respetadas y adicionadas con nuevos principios deri- vados de la Revolución Mexicana. La crítica a la reforma integral de una Constitución produce un inmovilismo constitucional que no se justifica en la historia polí- tica del constitucionalismo. Se ha argumentado que la Constitución de los Estados Unidos de 1787 no se ha reformado más que con 27 enmiendas que han dejado intacto su texto original y que, por tanto, México debería seguir el mismo ejemplo. Esta aseveración es inexacta, ya que si bien esa Constitución no ha sido formalmente reformada, 31 Quien en su obra, publicada en el exilio, Al Margen de la Constitución (1920), después de la Revolución impugnó la constitucionalidad de la nueva Constitución aprobada en Querétaro, ya que no fue producto de un Congreso Constituyente y que, además, no había seguido el procedimiento ordinario de reforma, que aun en la actualidad se determina en el artículo 135 constitucional. La traducción al inglés de la obra de Vera Estañol popularizó el epíteto de Constitución Bolchevique a nuestra Carta Fundamental, por parte de los políticos y abogados de los Estados Unidos, poniendo a nuestro país dentro de la fobia y el prejuicio del capitalismo de ese país. Prólogo XXXVII judicialmente ha sido profusamente reformada, ya que por la historia jurídica de ese país, corresponde a la Suprema Corte de Justicia interpretar la Constitución y este poder de interpretación se ha transformado en una facultad para actualizar su texto. Las de- cisiones de la Suprema Corte tienen fuerza vinculante para todas las autoridades, a diferencia de la jurisprudencia mexicana y, por tanto, la anulación de leyes por declaración de su inconstitucio- nalidad tiene efectos generales. Adicionalmente, los “padres fundadores” de la Constitución de los Estados Unidos consideraron que la reforma constitucional era necesaria, basados en la experiencia francesa. La Constitución de Francia del 21 de junio de 1793 estableció en su artículo 28 un peculiar derecho, inspirado en el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau: “Un pueblo siempre tiene el derecho de revisar, reformar y cambiar su Constitución. No puede una generación sujetar a sus leyes a las generaciones futuras”. De esta manera, las leyes de cualquier jerarquía no pueden ser inmutables ni limitar a las generaciones futuras en su libertad para adoptar los cambios que juzguen pertinentes. Cuando Samuel Kercheval consultó a Thomas Jefferson sobre la viabilidad de revisar el texto de la Constitución del Estado de Virginia, del cual era ciudadano dilecto, el ex Presidente de Estados Unidos y redactor de la Declaración de Independencia de su país le contestó, desde su magnífica residencia de Monticello, el 12 de julio de 1816, con las siguientes palabras: XXXVIII Mario de la Cueva y de la Rosa Algunas personas contemplan las Constituciones con reverencia sa- cramental y las consideran como el Arca de la Alianza, tan sagrada que no la pueden tocar… Aunque ciertamente no abogo por cambios frecuentes y a la ligera en las leyes y en las Constituciones… Pero las leyes e instituciones deben ir mano a mano con el progreso de la mente humana… Tampoco pensemos cándidamente que una generación no es igual de capaz que otra de cuidarse a sí misma y ordenar sus propios asuntos… Debemos prever en nuestra Constitución por su revisión periódica… Cada generación es tan independiente como la que le precedió… Tiene por lo tanto, como ellos, el derecho a escoger por sí misma su forma de gobierno… Es por la paz y el bienestar de la humanidad que una oportunidad formal de hacer esto, cada 19 ó 20 años, esté prevista en la Constitución… Hace ahora 40 años desde que se promulgó la Constitución de Virginia…32 De esta manera, Jefferson aceptaba la revisión de dicha Cons- titución de buen grado. Cuando se plantea la pregunta de si una revisión integral equivale a una nueva Constitución nos estamos refiriendo a un viejo problema del constitucionalismo mexicano. ¿Es la Constitu- ción de Querétaro de 1917 una nueva Carta Fundamental respecto a la de 1857? La respuesta es sí y no. Sí lo es porque mereció la convocatoria a un Congreso Constituyente con el único objeto de discutir reformas integrales al texto constitucional de 1857. No había Congreso ordinario, pues lo había disuelto Victoriano Huerta, por ello no era posible confiar en el Poder Revisor. 32 Letter to Samuel Kercheval by Thomas Jefferson. http//teachingamericanhistory.org/library/ index.asp%3Fdoc Prólogo XXXIX Tampoco había poderes constituidos, ya que Venustiano Ca- rranza era Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, pero no presidente de la República, lo cual no ocurrió sino hasta después del primero de mayo de 1917, cuando la Constitución ya se había discutido y entraba en vigor, precisamente con la celebración de elecciones federales para reconstruir a los poderes Ejecutivo y Legislativo. Finalmente, las Legislaturas de los Estados tampoco estaban integradas, por lo que el Poder Constituyente Permanente no era viable en la Revolución. Como hemos mencionado con anterioridad, la Carta de Que- rétaro, por otra parte, no es una nueva Constitución porque su texto está fundamentalmente basado en los mismos principios de la correspondiente a 1857: gobierno republicano, sistema federal, sistema presidencial, derechos humanos, juicio de amparo, auto- nomía municipal, entre otros. Además de que su título oficial es el de Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que refor- ma la del 5 de febrero de 1857. Jerarquía de las normas Un problema clásico del constitucionalismo mexicano sigue siendo la jerarquía de las normas en el sistema jurídico. Para ello es ne- cesario adoptar alguna de las interpretaciones posibles que, de manera conjunta, se puede hacer respecto de los artículos 124 y 133 constitucionales. XL Mario de la Cueva y de la Rosa El artículo 124 es producto de la distribución de competencias legislativas del Estado federal que ideó Mariano Otero en el Acta de Reformas de 1847, para acabar con la superposición de facultades entre la Federación y los Estados, originada por la concurrencia de estas facultades contenidas en la Constitución de 1824. A partir de entonces, adoptamos la regla de una Confederación donde se requiere que el gobierno federal ejerza facultades explícitas en la Constitución Federal, mientras que a las entidades federativas se les otorga facultades reservadas, lo que significa que sus propias Constituciones estatales son las encargadas de desarrollar las potestades legislativas propias, sin infringir las exclusivas de la Federación. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha definido que entre las leyes federales ylas estatales no existe propiamente una jerarquía, sino que su contenido se define a través de un análisis de constitucionalidad sobre a quién le corresponde desarrollar dicha facultad legislativa. Pero todavía queda indefinida la categoría de los tratados internacionales. Si bien en materia de derechos humanos, desde 1999 se les ha privilegiado para aplicarlos preferentemente sobre leyes federales y estatales que restrinjan derechos,33 queda la duda 33 “TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN”. Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, X, noviembre de 1999, p. 46. Tesis aislada P. LXXVII/99. Prólogo XLI respecto de tratados cuyos temas no sean referidos a los derechos humanos, como los comerciales. Los agudos comentarios del profesor se aprecian cuando se refiere al caso de la jurisprudencia de los Estados Unidos. Alude al caso conocido como “exclusión de chinos”, que decidió la Suprema Corte de ese país en 1889, respecto de la confrontación entre el Tra- tado de Amistad y Paz entre China y los Estados Unidos, del cual derivó un ciudadano chino un certificado de autorización para establecer en San Francisco, California, su negocio; y por otra parte, la expedición de una ley federal en 1888 prohibiendo el ingreso al país de ciudadanos chinos. La Corte prefirió negarle el derecho contemplado en el tratado internacional y aplicar la ley federal restrictiva. Lo anterior no podría suceder en México. Pero todavía sucede en los Estados Unidos debido al precedente de 1829, conocido como Foster & Elam vs. Nielsen, donde se asienta la tesis de que los tratados, en su mayoría normas heteroaplicativas, requieren de una ley federal para su implementación, por lo que la extensión de los tratados está definida en las leyes expedidas por el Congreso Federal. A diferencia de México, en ese país los tratados y las leyes federales siguen teniendo la misma jerarquía. En los Apuntes que presentamos, se hace referencia al amparo en revisión de la Compañía Telefónica de Sabinas (A.R. 4072/41) resuelto por la Suprema Corte, donde el entonces Ministro Gabino XLII Mario de la Cueva y de la Rosa Fraga sostuvo la novedosa tesis de que los tribunales administrativos podían resolver sobre la inconstitucionalidad de una ley federal, ya que el artículo 133 constitucional permite el control difuso, tesis a la cual el maestro De la Cueva muestra simpatía. El sistema federal En el Curso de Derecho Constitucional, el maestro describe las teorías explicativas del Estado Federal con gran rigor, partiendo de la teoría de distribución de competencias adoptado por los Estados Unidos, a partir de la Enmienda X y de los precedentes judiciales. De ambos se desprende que ese país, a diferencia del nuestro, cuenta con un sistema federal mediante el cual, el gobierno federal no requiere contar con una facultad explícita en su Constitución para expedir leyes federales sobre materias de interés general que desarrollen otras facultades implícitas.34 De allí se desprende que, en caso de antinomia entre una ley federal y otra estatal, prevalezca la federal, a pesar de que la estatal hubiese sido expedida de acuerdo con la Constitución. Hacia 1824, la Suprema Corte de ese país resolvió que en caso de conflicto entre una ley federal y otra estatal, la primera debiera prevalecer;35 lo cual no sucede en México, ya que la distribución de competencias es explícita y excluyente. 34 McCulloch vs. Maryland 17 US 316 (1819) 35 Gibbons vs. Ogden 22 US 1 (1824) Prólogo XLIII Un legado Estos breves y sencillos apuntes que presentamos deben ser considerados como una muestra del gran legado de Don Mario de la Cueva hacia la juventud estudiosa del Derecho. Sus enseñanzas, esbozadas en estos Apuntes, muestran la sencillez de complejos temas para el Derecho Constitucional Mexicano que son de fundamental importancia para la comprensión de todo el sistema jurídico nacional. Su cátedra terminó en 1981 con su sensible fallecimiento, pero sus enseñanzas continúan una treintena de años después. A pesar de que la Constitución haya sido profusamente reformada en este período, el lector seguirá encontrando los principios constitu- cionales esenciales. Manuel González Oropeza XLV Justificación La presente edición corresponde al noveno título que seincorpora a la colección Apuntes de las Clases Impartidas por Ilustres Juristas del Siglo XX, y forma parte de una importante trilogía de obras de derecho constitucional. Las dos anteriores recogen las lecciones de los igualmente distinguidos maestros uni- versitarios Salvador Azuela Rivera y Carlos de Silva Nava, ambos señalados por su ilustre trayectoria como juristas de nuestro foro nacional. En efecto, sus obras resumen un conjunto de fecundas expe- riencias, fruto de su actividad profesional: como docentes y académi- cos, como profesionales y funcionarios públicos, y por supuesto por experiencias humanas, actividades que paradigmáticamente trascien- den el contexto histórico donde se originaron. Significa que son XLVI Guillermo I. Ortiz Mayagoitia obras ejemplares, y en buena parte mucho de su contenido mantiene aún vigencia, no obstante la distancia de ese origen. La obra que ahora se difunde comparte la misma fuente de las que le precedieron: nació en el aula universitaria, con la celebra- ción y respeto que aquellos jóvenes alumnos sentían por el maestro. Es resultado del registro espontáneo y práctico que de sus ense- ñanzas hicieron sus discípulos, acción que de cierta manera evitó que se perdieran, esto es, que el mismo ánimo o espíritu que las generó se disolviera. De esta forma, al recoger en notas de clase su personal percep- ción de conceptos y problemas, su perspicaz filosofía para analizar una diversidad de temas, durante la cotidianidad de las jornadas estudiantiles de entonces, hicieron posible materializar hoy la publi- cación de ese material original. Gracias también a la disposición de voluntades generosas, ha sido posible que ahora compartamos la distinción de participar en la coedición de esta excelente obra. Ello nos hace adelantar nuestra confianza en que seguramente esta publicación trascenderá por el enorme placer que tendremos de disfrutar de la erudición jurídica del maestro De la Cueva, al plan- tearnos múltiples aspectos del derecho constitucional mexicano. Como en todo trabajo de valor imperecedero, el tiempo no la ha rebasado, por el contrario, éste transcurre indistintamente al hecho de que toda sociedad, no obstante sus circunstancias cambiantes, en este caso la de México, mantengan su obra vigente, de tal suerte que su lectura, su análisis y reflexión, nos permiten asomarnos a su Presentación XLVII pensamiento como si fuera una ventana a través de la cual podemos apreciar con mayor claridad el pasado; el momento político en que se fueron acuñando las normas derivadas del texto original, sus reformas, adicionales y eventualmente su derogación. Todo este proceso con el propósito de enfrentar las necesidad sociales y de organización política que reclamaba determinado periodo de nues- tra historia, el cual quedó registrado no sólo en el salón de clases y en la memoria colectiva de las distintas generaciones de sus alum- nos, sino también en cada cuartilla del modesto papel escolar que, en su conjunto, ha integrado esta obra que hoy tenemos el gusto de presentar a los estudiosos del derecho que, como justamente ha dicho el doctor Jorge Carpizo “… está basado en las bellísimas clases que impartía de esa materia”. La Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, a través de su Facultad de Derecho y su Centro de Investigaciones Jurídicas, tienen el honor de pre- sentar a la comunidad universitaria la obra Curso de Derecho Constitucional, del querido y reconocido tratadista de la ciencia jurídica, Maestro Emérito de laFacultad de Derecho (1961); Dr. Honoris Causa y ex Rector (1940-1942) de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México, Mario de la Cueva y de la Rosa, como homenaje a su excepcional trayectoria de jurista, pensador y humanista. Mtro. José Ismael Álvarez M. Libro primero 3 E l derecho constitucional es la esencia, el núcleo del derechopúblico, cuyas diversas formas se desprenden de un tronco común, que es el primeramente nombrado. Esta diferencia tiene su razón de ser en los Estados modernos, cuya sustentación se encuen- tra en la Constitución General, la cual contiene los principios básicos del derecho público. El derecho constitucional se define de igual manera que el derecho público; la Constitución es la norma que reglamenta la estructura y actividad del Estado. Esta actividad estatal está definida por la Norma Fundamental; esto es, el derecho constitucional es la disci- plina que reglamenta y estructura la actividad del Estado. Introducción 4 Mario de la Cueva y de la Rosa Constitución, derecho constitucional y constitucionalismo son términos que se vienen usando desde hace 150 años. Los autores franceses a lo largo del siglo XIX, impartían un curso de derecho constitucional en sus universidades; no tenían un curso de dere- cho público, tampoco una teoría del Estado. Puede decirse que desde que el hombre ha existido orgánicamente igualmente ha coexistido un derecho constitucional, porque la Constitución es una realidad político-social y a la vez una norma político-fundamental. De ahí que al hablar de derecho constitucional no se hace referencia al de todos los tiempos, ya que éste tiene un sentido distinto. El origen de las Constituciones modernas puede ubicarse pri- mero en las Cartas que trajeron a América los colonos ingleses; poco después, en las primeras Constituciones de las colonias que se establecieron; más tarde, en la Constitución norteamericana emi- tida al formarse la Confederación y, por último, en la Constitución que actualmente rige al país. Cuando uno se pregunta ¿cuál es la característica principal del constitucionalismo moderno, qué se puede contestar? Lo que caracteriza al derecho moderno es su individualismo, es decir, el sentido que el derecho constitucional moderno postula como finalidad última del Estado y del ordenamiento jurídico con- forme a la razón humana. Individualismo es, entonces, la doctrina que ve en el hombre una finalidad central que le otorga a éste un destino fundamental. 5Curso de Derecho Constitucional Gustav Radbruch afirma que la libertad tiene dos aspectos: uno positivo y otro negativo. El primero, consiste en la potestad de los hombres de participar en la vida del Estado; el segundo, es la inde- pendencia de los hombres frente al Estado y el derecho; agrega que los griegos conocieron el primer concepto mejor que nosotros, por eso Aristóteles definía la democracia como “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Por sus excesos, al individualismo se le ha llamado personalismo. Surge del cristianismo y constituye la base de la cultura occidental, de tal suerte que el derecho constitucional contemporáneo trata de realizar el principio básico de la cultura de Occidente. El concepto “individualismo” tiene numerosas acepciones; así, individualismo y liberalismo económicos son usados en ocasiones como términos sinónimos, lo cual es una lamentable equivocación. El derecho constitucional es el ordenamiento que fija y regula la estructura y organización del Estado, garantizando la libertad indi- vidual frente a éste y previendo medios básicos para la satisfacción de las necesidades colectivas. I. IDEAS DEL DERECHO CONSTITUCIONAL. COLOCACIÓN, CLASIFICACIÓN, CONCEPTO Y RAZÓN HISTÓRICA Aunque lo veremos más adelante, la distinción entre derecho público y privado tiene un valor puramente histórico, ya que es relativa. La diferenciación arranca desde la concepción de Ulpiano: “Derecho 6 Mario de la Cueva y de la Rosa público es el que afecta al Estado”, a la cosa romana; el derecho pri- vado, en cambio, se refiere al interés de los particulares. En la Edad Media no se observa tal división, sino más bien impera una visión patrimonialista del Estado; ésta se manifiesta en una relación de vasallaje, sustentada por la propiedad de la tierra en manos del señor feudal. Con el Renacimiento retoma la fórmula romana, y el Estado asume formas distintas a las anteriores, debido a la centralización del poder, pues solamente él ejerce el poder público. A fines de la Edad Media nace la idea de soberanía. En los últimos veinte años se ha vuelto a la duda: ¿el Estado actual tiene la misma base que el de los griegos? o ¿el Estado moderno es igual que el contemporáneo? Para tratar de responder a estos cues- tionamientos podríamos plantear los siguientes criterios: 1. Si existe una limitación internacional de soberanía. 2. Las teorías pluralistas de Inglaterra. En este punto Harold Lasky afirma que hay otros organismos que no son el Estado y son soberanos, por ejemplo, la Iglesia en la esfera espiritual. 3. El derecho agrario, el industrial, ¿son derechos públicos o privados? Por otra parte, al reflexionar sobre estos planteamientos, León Duguit afirma que el derecho es sólo uno y que siempre impone deberes a los hombres. Gustav Radbruch, por el contrario, sos- tiene que sí hay diferencia entre derecho público y el privado, y examina los distintos criterios que se han dado para distinguirlos: 7Curso de Derecho Constitucional 1) el del interés, que afirma que el derecho público está integrado por normas que persiguen intereses generales; 2) el privado, a su vez, se conforma por normas que satisfacen intereses individuales. Pero, ¿hasta dónde el interés individual se pierde en beneficio del interés público? El derecho de familia se estudia dentro del derecho privado y los intereses que persigue indudablemente son públicos. El derecho procesal en un tiempo se dijo que pertenecía al derecho privado, pero desde que Giuseppe Chiovenda habló de un derecho de acción autónomo, el derecho procesal se convirtió en público. Todo esto lleva a la conclusión de que el derecho público y el privado se van integrando según las necesidades de los tiempos. Actualmente, para diferenciar las dos ramas fundamentales del derecho se atiende a la naturaleza de las relaciones jurídicas y a la naturaleza de los sujetos; esto es, se consideran las relaciones jurídicas de igualdad y las relaciones jurídicas de desigualdad existentes en la socie- dad. Cuando en una relación jurídica intervienen dos particulares, hay relaciones jurídicas de igualdad, por tanto, es una relación de derecho privado; cuando en la relación interviene el Estado como soberano y un particular, surge una relación de subordinación a la entidad Estado, en este caso es de derecho público; y, cuando la relación se da entre el Estado, no como soberano sino como simple contratante y un particular, tal relación es de igualdad y se enmarca dentro del derecho privado. En consecuencia, podríamos decir que el contrato y la libre manifestación de la voluntad son características del derecho privado, y que en el derecho público el Estado se impone aun en contra de la voluntad de los particulares. 8 Mario de la Cueva y de la Rosa Salcilles y Maurice Hauriou indican que el derecho no se limita a la actividad del Estado para hacer posible las relaciones huma- nas, de acuerdo a un conjunto de principios políticos. Esto último se reduce en su expresión más acabada o en su minimum a lo siguiente: — Los derechos del hombre — La soberanía — Después se derivarán otros principios y otras consecuencias Los derechos del hombre constituyen —según Radbruch— la liber- tad negativa, y la soberanía es el concepto positivo de la libertad. Los Estados contemporáneos tienen una Constitución que corresponde a determinados principios jurídico-políticos y es así como las ideas de Herman Heller han venido a darnos la construcción teóricade esos principios. Carl Schmitt, afirma que la palabra constitución tiene doble significado: 1. En sentido amplio es una manera del ser, y entonces se dice que una silla, una mesa, tienen una constitución. 2. Un significado específico del término designa una cate- goría de la doctrina del Estado. El segundo sentido tiene cuatro conceptos: Constitución en sentido absoluto, ideal, relativo y positivo. El concepto de Constitución en sentido absoluto es doble. Primero, la Constitución es una realidad político-estatal, y segundo, 9Curso de Derecho Constitucional es una norma absoluta: es la Norma Fundamental del Estado. Como realidad político-estatal significa la totalidad del ordenamiento estatal, la unidad íntegra de la comunidad que tiene una forma política cualquiera (libro tercero, capítulo 1o, “De la Política”). La Constitu- ción como manera especial del ser político-estatal viene a significar formas de Estado. El problema de las formas de Estado se reduce actualmente a la siguiente cuestión: ¿cuáles son las distintas formas de Constitución que han existido? La Constitución es el principio de integración del Estado; el principio de principios que determina esta integración configura la Constitución. La Constitución en sentido absoluto contiene una segunda idea: es la Norma Fundamental, la norma básica del Estado. La Constitución como norma de normas es, tal vez, un producto contemporáneo. La historia de las Constituciones podría entenderse como descrip- ción de los regímenes políticos, o bien, la historia de la Constitución como Norma Jurídica Fundamental (en ciertos aspectos del Código de 1917, es el conjunto de principios que establecen la manera del ser político-social). El concepto de Constitución en sentido ideal. Es en cierta medida un concepto absoluto de la Constitución. Se parece mucho a las utopías de la historia; por ellas se entienden los principios ideales para una organización del Estado, las mejores reglas para la óptima convivencia de los hombres. El concepto de Constitución en sentido relativo. En sentido relativo se entiende al conjunto de leyes que corresponden a todas 10 Mario de la Cueva y de la Rosa aquellas normas que según la voluntad del legislador forman parte de la Carta Magna; ya no son las normas esenciales, sino todas las leyes que se ubican en la Constitución, y con cierta eventualidad son circunstancias accidentales, o bien, motivos de conveniencia en los que se determina que el legislador incluya en la Constitución principios que no son esenciales a ella. El concepto de Constitución en sentido positivo. En sentido posi- tivo puede analizarse desde dos ángulos: positivo absoluto y positivo relativo. El primero esta dado por las normas que, formando parte de la Constitución, determinan la manera de ser del Estado; el segundo lo constituyen todas aquellas leyes que el legislador ha creído conveniente colocar dentro de la Constitución. Cuando Schmitt se pregunta ¿cuáles son los principios funda- mentales de la Constitución? dice: son las decisiones políticas fun- damentales que vienen a determinar de manera especial al Estado, las que dan fisonomía a cualquier Estado. ¿Cuáles son esas decisiones políticas fundamentales? Son cuatro —dice Schmitt— que se pueden clasificar siguiendo dos criterios: uno político y otro jurídico, a saber: la idea de que el poder radica en el pueblo, y el principio de que el Estado no es un fin en sí mismo, es decir, la idea de representación. Las decisiones jurídicas son los derechos del hombre (las garantías individuales), y la doctrina de la división de poderes (artículos 1o. al 29, 49 y 123 de la Constitución Federal). 11Curso de Derecho Constitucional Constitución Sentido natural Absoluto Estructura fundamental de una organización política Ideal Norma Fundamental Concepto jurídico Relativa Absoluta Positiva Relativa Todo Estado ha tenido y tiene una Constitución, y así puede decirse que toda organización política representa una Constitución. Las Constituciones del mundo se dividen en escritas y no escritas, rígidas y flexibles. Las primeras, son aquellas dictadas por un Poder Constituyente en un momento determinado; las segundas, las que se vienen conformando históricamente, que están constituidas de partes que han tenido una fuente distinta y se van ligando las unas a las otras. Una Constitución rígida, es aquella que está por encima de los órganos del Estado, requiriéndose para su modificación medios distintos de los que se utilizan en el procedimiento ordinario y que incluso van adaptándose a las necesidades diarias. Las Constitucio- nes escritas y rígidas han tenido como objeto salvaguardar la confor- mación del Estado y la libertad de los hombres; son Constituciones que determinan la marcha del Estado. La única Constitución no escrita y flexible es la que rige actualmente en Inglaterra. La división de la Constitución en sentido absoluto parte de la división existente entre las Constituciones inglesa y la norteamericana. 12 Mario de la Cueva y de la Rosa Hans Kelsen. Este jurista parte de la división entre razón pura y razón práctica. Existe el mundo del ser y el mundo del deber ser, sin que sea posible el tránsito entre ambos. El ser, es el mundo de la naturaleza, se explica mediante leyes físicas; el deber ser en cambio, se expresa por medio de normas. La ley natural es necesaria, fatal; la norma solamente nos dice lo que debemos hacer, puede siempre violarse, no es necesaria. En la doctrina kelseniana existe una unidad que viene a ser el punto central de ella: no hay en el fondo más que una ley que unifica todo, la ley de causalidad, la cual está en el ordenamiento jurídico, esto es, en la Constitución. Con referencia a estas ideas, Carl Schmitt dice: tal vez la doctrina kelse- niana pudiera ser expuesta como una explicación teórica del derecho vigente, por tanto, es incompleta e inaceptable. Un orden jurídico positivo no puede entenderse sino a través de una voluntad que lo sustenta. Ferdinand Lassalle. Este jurista alemán explica su doctrina de la siguiente forma: si nosotros vamos a escuchar a uno de los profesores distinguidos de la Universidad de Berlín y le preguntamos ¿qué es una Constitución? nos dirá: es la Norma Fundamental del Estado alemán, prusiano, mexicano, etcétera. Escribe Lassalle: con ello no penetramos en la esencia de lo que es lo fundamental, es decir, que es la expresión normativa del equilibrio real de las fuerzas de poder; está consti- tuida por esas fuerzas reales que existen en el Estado; es la expre- sión normativa de las durezas de poder existentes en una sociedad determinada. 13Curso de Derecho Constitucional Reuniendo todas las ideas que han sido expuestas con anterio- ridad, Kelsen llega a las siguientes conclusiones: el derecho tal vez no sea el deber ser, como dicen la mayoría de los autores, sino un “tener ser”, porque por lo menos hay que admitir que un orden jurídico es necesario. Ahora, que puede variar el contenido del orden jurídico, sí, pero no puede dejar de existir. Por eso pertene- cen a la esencia jurídica la normalidad y la normatividad. El orden jurídico se funda en la previsión, admite que lo que hacemos hoy lo haremos mañana; esto constituye la normalidad y si no la admitié- ramos el orden jurídico no existiría. La Constitución es, entonces, un ser político que tiene una normalidad traducida en normas. Sintéticamente podríamos definir a la Constitución —según Heller—, diciendo que es “La expresión normativa de la estructura fundamental de una colectividad”. La Constitución, en sentido posi- tivo, es la norma vigente que traduce y expresa la estructura funda- mental de un ser social. Las Constituciones del pasado son las que provienen de las revo- luciones francesa y americana, y que se prolongan hasta la Primera Guerra Mundial. Constituciones nuevas son las que parten de la Constitución mexicana de 1917, hasta las que se vienen elaborando
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