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Estenosis aórtica en paciente neonatal Eloy Rueda Gomariz, Blanca Torres Maestro, Lucía Deiros Bronte y Raúl Sánchez Pérez HISTORIA Antecedentes Recién nacido a término, embarazo y parto de curso normal. Ecografías prenatales normales. Motivo de consulta Recién nacido de 17 horas de vida que es trasladado desde hospital de origen por estenosis aórtica severa. Durante su ingreso en maternidad las diez primeras horas de vida se evidencia soplo panfocal por lo que se realiza ecocardiografía donde se observa estenosis aórtica. Exploración física Peso: 3350g, Longitud: 49 cm, TA 60/49 mmHg, FC 153 lpm. Buen estado general. Buen color. No distrés. AC: Rítmico, soplo panfocal III-IV/VI. Pulsos periféricos presentes palpables. AP: Buena entrada de aire bilateral sin asimetrías. Pruebas complementarias • ECG: RS a 146lpm. PR 110ms. QRS 75-90º. QRS estrecho. Repolarización y QTc normales (Figura 1). Figura 1 • Ecocardiografía: Situs solitus. Ordenación cardiaca segmentaria normal. Drenajes venosos normales. Tabique interauricular con foramen oval permeable bidireccional. Mínima insuficiencia tricuspídea. No se visualiza insuficiencia mitral. Ventrículo derecho de dimensiones normales con buena función. Ventrículo izquierdo hipertrófico con FEVI 60 %. Gradiente máxima desde plano supraesternal hasta 120 mmHg. Válvula aórtica de velos muy engrosados, trivalva pero probable fusión entre velo derecho y no coronario, y derecho e izquierdo. Anillo aórtico de aproximadamente 6.5 mm. Borramiento de senos de valsalva y unión sinusal. Arco aórtico izquierdo, dilatación desde raíz de aorta hasta salida de 1º tronco supraaórtico, diámetro máximo 10 mm. Flujo en aorta abdominal normal. Válvula pulmonar con insuficiencia leve. Tronco y ramas pulmonares normales. Sin ductus. (Figuras 2 y 3) Figura 2 Figura 3 JUICIO CLÍNICO • Estenosis aortica grave • Hipertrofia ventricular izquierda Tratamiento y evolución El paciente es presentado en sesión médico-quirúrgica y se decide intervención quirúrgica preferente. Durante la cirugía, se observa válvula aórtica displásica, bicomisural con 3 senos de Valsalva asimétricos. Se realiza apertura parcial con bisturí oftalmológico de la única comisura que estando fusionada se identifica como verdadera (Figura 4) y, además, se afeitan los velos consiguiendo con estas maniobras una mejoría de 1,5-2 mm en la apertura efectiva de la válvula que parece competente. La cirugía transcurre sin incidencias, con buena respuesta del corazón a la salida de isquemia y circulación extracorpórea y estabilidad hemodinámica. El paciente evoluciona favorablemente durante el ingreso sin incidencias reseñables y realizando ecocardiografía de control con buen resultado (Figuras 5 y 6). Figura 4 Figura 5 Figura 6 DISCUSIÓN El tracto de salida del ventrículo izquierdo (TSVI) es una estructura anatómica compleja que incluye estructuras subvalvulares, valvulares y supravalvulares. La obstrucción al TSVI en uno o más niveles aumenta la presión de eyección desde el ventrículo izquierdo y promueve el desarrollo de hipertrofia. La válvula aórtica bicúspide es la cardiopatía congénita más común con una incidencia del 1-2 % de la población y con predominio del sexo masculino. La mayoría de estos pacientes no tienen estenosis valvular en la infancia y son asintomáticos. A lo largo de los años, a medida que los velos de la válvula se engrosan y fibrosan pueden transformar la válvula hasta llegar a tener indicación de cirugía. En el otro extremo del espectro, hay pacientes con obstrucción al TSVI tan grave que dependan de la permeabilidad del ductus para su supervivencia. Esta entidad se denomina estenosis aórtica crítica neonatal. En general, la estenosis aórtica es un defecto relativamente común con una incidencia aproximada del 3-5% de pacientes con cardiopatía congénita. A nivel anatómico, la mayoría de los pacientes con estenosis valvulares tienen valvas mal definidas que realmente no pueden clasificarse como bicúspides o unicúspides. La naturaleza del tejido valvular es primitivo, gelatinoso o mixomatoso. Además, los anillos valvulares suelen ser más pequeños de lo normal y pueden ser gravemente hipoplásicos, al igual que la aorta ascendente. La estenosis valvular aórtica neonatal crítica casi siempre se asocia con algún grado de subdesarollo de estructuras cardiacas izquierdas como, por ejemplo, la válvula mitral o la aorta ascendente, en cuyo caso hablaríamos de síndrome de Shone. Por el contrario, la estenosis aórtica que se presenta más allá del periodo neonatal a menudo presenta un anillo aórtico adecuado sin anomalías cardiacas asociadas. En estos casos, la válvula es bicúspide en alrededor del 70%. En cuanto a la fisiopatología, la estenosis de la válvula aórtica aumenta la presión de eyección del ventrículo izquierdo y provoca un gradiente de presión a través de la válvula tal que el pico de presión intraventricular excede la presión sistólica aórtica. La tensión sobre la pared del ventrículo izquierdo está muy elevada lo que supone un estímulo para la hipertrofia concéntrica del mismo. El grado de engrosamiento es paralelo al aumento de la presión ventricular tal que la tensión de la pared del ventrículo izquierdo se normaliza a pesar de que la presión intraventricular máxima es muy elevada. Esta normalización de la tensión sobre la pared permite mantener la fracción de eyección del ventrículo izquierdo. El desarrollo de hipertrofia concéntrica del ventrículo izquierdo pone el subendocardio en riesgo de hipoperfusión y desarrollo de isquemia por diferentes razones, lo que puede provocar fibrosis y, como consecuencia, deterioro de las funciones sistólica y diastólica del ventrículo izquierdo. La severidad de la estenosis en el momento del nacimiento determina en gran medida el curso fisiopatológico posterior. En neonatos con estenosis leve habrá un desarrollo gradual de hipertrofia a lo largo del curso de los años esencialmente sin fibrosis. Al contrario que en neonatos con estenosis más severa donde habrá habido desarrollo de hipertrofia intraútero y puede haber cierto grado de fibrosis. En el recién nacido con estenosis aórtica crítica habrá graves desajustes de poscarga y muy poca eyección anterógrada a través de la válvula aórtica. Además, la existencia de fibrosis en la mayoría de los casos hace que el ventrículo izquierdo esté más dilatado que hipertrofiado. El niño dependerá del flujo sanguíneo ductal de derecha a izquierda para proporcionar la mayor parte del flujo sanguíneo aórtico proximal y distal, es decir, el ventrículo derecho apoya la circulación pulmonar y sistémica. Por todo lo anterior, la instauración de la prostaglandina es necesaria para mantener la permeabilidad del ductus y, con ello, la supervivencia del recién nacido. Atendiendo a las características clínicas, la estenosis valvular aórtica se diagnostica frecuentemente en el periodo prenatal mediante ecografía debido a la asociación de esta patología con anomalías en estructuras cardiacas izquierdas. En estos casos, el uso de prostaglandinas puede iniciarse inmediatamente después del nacimiento lo que permite el mantenimiento de la perfusión sistémica a través del ductus durante los primeros días de vida. Por otro lado, los neonatos no diagnosticados prenatalmente pueden debutar con signos de mala perfusión y presentar letargo cuando el ductus comienza a cerrarse. En numerosas ocasiones, ante la presencia de estos cuadros clínicos la sospecha diagnóstica es la de sepsis. La presencia de un soplo en la exploración obliga a la realización de ecocardiograma con lo que se obtiene el diagnóstico. Esta prueba es de elección, pero tenemos que tener presente que cuando el ductus está permeable la evaluación de un gradiente a través de la válvula aórtica puede subestimar la gravedad de la estenosis debido albajo flujo a través de la válvula. Atendiendo al tratamiento, los principios generales de la reanimación son los mismos que los que se aplican a cualquier niño con obstrucción al TSVI. En los casos en los que se diagnostica una estenosis aórtica severa con estabilidad hemodinámica del paciente puede realizar un ensayo de interrupción de prostaglandina si las estructuras del corazón izquierdo están bien desarrolladas y el grado de la estenosis de la válvula aórtica no parece grave. El cierre del ductus debe ser documentado por examen físico y ecocardiográfico. Si el gasto cardiaco después del cierre del ductus es adecuado, no hay dificultad respiratoria y el niño puede alimentarse y crecer no es necesaria ninguna intervención urgente. Si, por el contrario, el niño es dependiente de prostaglandinas se debe tomar una decisión temprana. Las indicaciones para la intervención son las siguientes: gradiente pico medido mediante cateterismo de >70 mmHg independientemente de los síntomas o una gradiente ≥50 mmHg en estudio ecocardiográfico o que existan cambios en el electrocardiograma en la onda onda ST-T indicativos de alteraciones en la perfusión miocárdica. Las opciones de tratamiento son la valvuloplastia percutánea con balón y la valvuloplastia abierta. Algunas de las diferentes técnicas que podemos realizar como parte o totalidad de una plastia aórtica abierta son: comisurotomía, afeitado de nódulos en las valvas, cierre de perforaciones en los velos, diferentes tipos de plicaturas en los bordes libres de los velos, creación de neocomisuras o anuloplastia. La elección de un procedimiento u otro depende, en gran medida, de la experiencia del grupo de trabajo con cada una de las opciones. Ambas tienen unas tasas de supervivencia similares y un porcentaje de reintervención mayor en los tratados con valvuloplastia con balón según algunos estudios. La insuficiencia aórtica tras el procedimiento también es mayor en el grupo de tratamiento percutáneo ya que el control de la apertura de la válvula es menor que en el abordaje abierto. Es importante señalar que es frecuente cierto grado de insuficiencia aortica en ambos procedimientos que, si es bien tolerado, no requerirá actuación añadida. Además, el procedimiento percutáneo parece estar relacionado con mayor probabilidad de sustitución valvular en el futuro debido a la agresividad del procedimiento sobre la válvula. Debido a que el inflado del globo se realiza simétricamente y que puede producir un desgarro sobre las partes más débiles de la válvula, este tratamiento estaría justificado en válvulas con morfología simétrica y de naturaleza no mixoide. Por otro lado, la reintervención en paciente tratado de forma abierta es más dificultosa debido a la existencia de adherencias como consecuencia de la intervención previa. En caso de inestabilidad hemodinámica del paciente parece que la opción de la valvuloplastia con balón es la más rápida para conseguir la estabilización. Por otro lado, de regurgitación valvular o asociación con anormalidades de las cavidades izquierdas (síndrome de Shon) se prefiere la opción de valvuloplastia abierta. En el resto de casos, como hemos señalado antes, la experiencia de cada grupo de trabajo y las características clínicas de cada paciente, serán las que determinen un abordaje u otro. En conclusión, la estenosis aórtica severa/crítica neonatal es una urgencia médica en la que el tratamiento debe hacerse de forma preferente/urgente para evitar complicaciones como las derivadas del bajo gasto. Aunque los tratamientos disponibles no son definitivos sí que permiten la supervivencia del niño y su crecimiento, postponiendo así la intervención definitiva. BIBLIOGRAFÍA 1. Schlein J, Kaider A, Gabriel H, Wiedemann D, Hornykewycz S, Simon P, et al. Aortic Valve Repair in Pediatric Patients: 30 Years Single Center Experience. Ann Thorac Surg. junio de 2022;S0003497522008542. 2. Kido T, Guariento A, Doulamis IP, Porras D, Baird CW, del Nido PJ, et al. Aortic Valve Surgery After Neonatal Balloon Aortic Valvuloplasty in Congenital Aortic Stenosis. 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