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ESTUDIOS CRÍTICOS DE LA SOCIEDAD ISSN 0187-5795 DICIEMBRE DE 2002 Asambleas y piquetes: notas sobre la lucha por la democracia en la realidad urbano-rural argentina Guillermo Almeyra Trazos para una hermenéutica comunicativa Diego Lizarazo Arias Enrique Krauze y la escritura de la historia /l:!\. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA 43 Casa abierta al bempo UNIDAD XOCHIMILCO División de Ciencias Sociales y Humanidades ESTUDIOS CRÍTICOS DE LA SOCIEDAD DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES ex\ UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Casa abierta al tiempo UNIDAD XOCHIMILCO División de Ciencias Sociales y Humanidades I UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA Rector general, doctor Luis Mier y Terán Casanueva Secretario general, doctor Ricardo Solís Rosales UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLJTANA-XOCHIMJLCO Rector, maestro Norberto Manjarrez Alvarez Secretario, doctor Cuauhtémoc V. Pérez Llanas DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES Director, licenciado Gerardo Zamora Fernández de Lara Secretario académico, maestro Roberto Martín Constantino Toto Jefe de la Sección de Publicaciones y editor responsable, licenciado Miguel Angel Hinojosa Carranza Argumentos Estudios críticos de la sociedad COMITÉ EDITORIAL DIRECTOR: Ricardo A. Yocelevzky R. Graciela Bensusán (UAM-X), Mario Alejandro Carrillo (UAM-X), Georges Couffignal (CREDIAL; U. de París 111), Javier Esteinou (UAM-X}, Rafael Loyola (CIESAS), Vania Salles (CESS-Colmex}, Daniel Villavicencio (UAM-X}, Enzo Faletto {Departamento de Sociología, Universidad de Chile) CONSEJO ASESOR: Carlos Antonio Aguirre Rojas {IIS-UNAM), Carlos Alba Vega (CEI-Colmex), Frani;;ois Lartigue (CIESAS), Alvaro Matute Aguirre (IIH-UNAM), Ambrosio Velazco Gómez (11F-UNAM) TRADUCCIÓN DE RESÚMENES: Haydn Rawlinson y Valérie Juquois Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. La reproducción total o parcial de los trabajos publicados requiere permiso previo y por escrito del Comité Editorial. No se devolverán originales. Revista cuatrimestral inscrita en el índice de revistas mexicanas de investigación científica y tecnológica del Conacyt. Camex: Catálogo comentado de revistas mexicanas sobre educación superior e investigación educativa, y en IRES1e: índice de revistas de educación superior e investigación educativa, http://www.unam.mx/cesv Tiraje: 1 000 ejemplares ISSN: 0187-5795 D.R. © 2002, Universidad Autónoma Metropolitana Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochímilco Calzada del Hueso 1100 Colonia Villa Quietud, Coyoacán 04960 México, DF. © Ilustraciones de Rafael Pineda, Rapé Distribuidora: Librería de la UAM-Xochimilco, Edificio Central, planta baja, Calzada del Hueso 1100, colonia Villa Quietud, C.P. 04960, delegación Coyoacán, México, DF. Certificado de Licitud de Título número 5303; Certificado de Licitud de Contenido número 4083; otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaria de Gobernación; Certificado de Reserva al Uso Exclusivo del Título número 04-1999-1103160800100-102; se terminó de imprimir en los talleres de Sans Serif Editores, S.A. de C.V., tel. 5611 37 30, telfax 5611 37 37, correo electrónico: serifed@prodigy.net.mx Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico ÍNDICE HOMENAJE 5 LA CIENCIA SOCIAL Y EL CIENTISTA SOCIAL EN EL PENSAMIENTO DE JOSÉ MEDINA ECHAVARRÍA Enza Faletto Verné INVESTIGACIÓN 17 "VOY A EXTERMINAR AL HOMBRE DE LA FAZ DE LA TIERRA." Notas sobre la idea de desastre Alejandra Toscana Aparicio 33 TRAZOS PARA UNA HERMENÉUTICA COMUNICATIVA Diego Lizarazo Arias 49 LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN COMO CENTROS HEGEMÓNICOS Javier Esteinou Madrid ENSAYO 63 ENRIQUE KRAUZE Y LA ESCRITURA DE LA HISTORIA Nicolás Cárdenas García 93 ASAMBLEAS Y PIQUETES. Notas sobre la lucha por la democracia en la realidad urbano-rural argentina Guillermo Almeyra RAZOS PARA UNA HERMENÉUTICA COMUNICATIVA Diego Lizarazo Arias* El problema que unifica el campo de la hermenéutica es el de la interpretación del sentido. Por esta razón es posible pensar en la hermenéutica como una disciplina comunicativa, interesada en dilucidar los fenómenos de la creación, el intercambio y la interpretación de las significaciones. Este trabajo señala el encuentro enriquecedor entre los intereses comunico lógicos y la reflexión hermenéutica. Para ello explica, en sus trazos gruesos, qué puede entenderse por hermenéutica, indica las características y discusiones más significativas de la hermenéutica contemporánea, y señala, finalmente, algunos de los sentidos en que puede pensarse hermenéuticamente la comunicación. GUIDELINES FOR A COMMUNICATIVE HERMENEUTICS The problem that unites the field of hermeneutics is that of interpreting meaning. For that reason, hermeneutics can be thought of as a communicative discipline, interested in casting light on the phenomena whereby meanings are created, exchanged, and interpretad. This work addresses the rewarding meeting between the interests of communications science and hermeneutic reflection. In doing so it explains, in bread terms. what hermeneutics can mean; it indicates the most salient features of contemporary hermeneutics and the discussions taking place in that field; and, finally, it identifies sorne of the ways in which communication can be approached hermeneutically. LINÉAMENTS POUR UNE HERMÉNEUTIQUE DE LA COMMUNICATION Le probléme qui unifie le champ de l'herméneutique est celui de l'interprétation du sens. C'est pourquoi il est possible de penser l'herméneutique comme une discipline de la communi cation, dont le souci est d'élucider les phénoménes de la création, de l'échange et de l'inter prétation des significations. Ce travail met en évidence la rencontre enrichissante entre les * Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Argumentos 43, diciembre de 2002 • • intérets communicologiques et la réflexion herméneutique. Pour cela, il explique, dans les grandes lignes, ce que l'on peut entendre par herméneutique, rappelle les caractéristiques et les discussions les plus importantes de l'herméneutique contemporaine, et pour finir, in dique quelques-uns des sens dans lesquels la communication peut etre herméneutiquement pensée. H ojas que se desgajan en filigranas interminables, frases que se reinsertan en nuevas series, esbozos de los que brotan nuevas imágenes, espacios que gestan signos, palabras que abren la escucha y fundan silencio, emblemas que afloran mundos y asoman tiempos: cualquier metáfora de la comunicación parece interminable y cualquier concepto que busque contenerla resulta inane. Pero ante esta vastedad, ante este "libro de arena" que, como a Borges, nos fascina y a la vez nos atemoriza por la imposibilidad de llegar al término, de alcanzar siquiera su punto medio, la comunicación parece mostrarnos un hilo de Ariadna que la concita: el universo del sentido. No se trata de señalar en este signo la propiedad única y final que constituye todo aquello que llamamos lo comunicativo, ni tampoco es un asunto de llegar a su "esencia terminal y verdadera"; se trata más bien de reconocer un hilo interior que toda comunicación supo ne, y que, al advertirlo, nos permite conjurar algunos de sus enigmas, y formular mejor ciertas preguntas. Porque incluso en el silencio y la oscuridad resuena el cordel del sentido; la elipsis de los signos, cuya presencia resalta sobre el fondo de toda ausencia. La comunicación reclama el reconocimiento de las formas en que los grupos y los indivi duos ponen en juego sus significaciones, o quizás, en una mirada más ontológica, la forma en que el lenguaje despliega el medium en que habitamos. Aunque abordemos los fenómenos comunicativos en sus facetas económica o política, gregaria o subjetiva, ética o estética, lo que los define inequívocamente como problemas comunicativos es que en ellos reconocemos la manera en que las significacioneslos enclavan o la forma en que los sentidos los precisan. La experiencia humana, la práctica colectiv&, la dinámica de la singularidad, emergen como problemas comunicativos, cuando allí se advierten las significaciones. En otras palabras, no se puede abandonar la dimensión signifi cativa de uno u otro fenómeno social sin poner en retirada la perspectiva comunicativa. Quizás una de las incursiones más benéficas que ha experimentado el campo de estudios co municativos sea la que ha emprendido la se miología, esta tradición heredera del pen- B¡.-;'311:1.a samiento lingüístico estructural que se ha propuesto la comprensión de los sistemas y los procesos de significa ción en la sociedad. Su logro más impresionante ha sido enseñar que todas las instituciones y relaciones sociales se hallan de una u otra manera atravesadas y reguladas por sistemas de signos, y ha sido capaz de indi carnos, por lo menos en sus trazos generales, las propiedades y conformaciones básicas de su gramática. Sin embargo, debemos reconocer que la semiología no es la única disciplina que se ha ocupado del universo del sentido: la filoso- fía del siglo xx experimentó un viraje )� monumental cuando, al descentrar t'. el problema decimonónico de las ideas reconoció que el lenguaje constituía el territorio privilegiado del pensamiento y el escenario para discutir los grandes problemas ontológicos, ahora convertidos casi en cuestiones semánticas (el lenguaje como la "casa del ser", en palabras de Heidegger). Desde entonces el problema más acuciante ya no es la ontología de las ideas, sino la especificidad, el estatuto, y el sentido de los signos. Pensar el mundo desde entonces pasa por comprender los signos con que lo expresamos y en los que se sostiene su experiencia. La significación emergió como la cuestión determinante del pensamiento contemporáneo. Desde el psicoanálisis hasta la pragmática, pasando por la estética, la antropología simbólica y la filología, el corazón de las ciencias de la cultura se fijó en el desciframiento de los signos, en las perplejidades de sus vínculos y en las relaciones con los hablantes e intérpretes sociales e individuales. En este escenario aparece la cuestión hermenéutica. En las páginas que vienen procuraré mostrar la pertinencia de las discipli nas de la interpretación en el seno de las discusiones y reflexiones sobre la comunica ción, en la medida en que se hallan trenzadas en un doble vinculo: no hay más objeto para la hermenéutica que la comprensión de los procesos y dinámicas de la comunica ción del sentido, y comprender los fenómenos comunicativos es reconocer en ellos la dinámica interpretativa que los constituye. La hermenéutica aborda la comunicación, y la comunicación es una cuestión hermenéutica. La breve reconstrucción que realizaré del panorama hermenéutico procurará deslindarse tanto de las visiones que suponen la im posibilidad del diálogo entre semiología y hermenéutica, como de aquellas que tienden a identificarlas desconociendo sus divergencias. Por eso no me parece aceptable la visión foucaultiana que imagina a semiótica y hermenéutica como enemigos irreconciliables, donde la primera se caracterizaría por el proyecto positivista de definir con absoluta precisión el quantum de sentido que contiene cada uno de los signos, mientras que la hermenéutica se hallaría en un territorio postsistémico en el que no hay más que juegos de interpretaciones precarias y móviles que definen la experiencia descentrada del senti do (Foucault, 1970). Foucault parece partir aquí de una visión demasiado estrecha de la semiología (aquella que se configuraría en un marco estrictamente formalista)1 y de una concepción acendradamente posmoderna de la hermenéutica (aquella que se identificaría con proyectos deconstruccionistas y derivacionales como la significación dispersiva derridiana). Pero tampoco me parece aceptable una mirada que ignora las distancias, como aquella que desconoce, por ejemplo, la diferencia entre el énfasis que la semiología hace sobre los lenguajes formales y el acento hermenéutico sobre la intersubjetividad como fuente de la comunicación del sentido. El asunto puede verse como un complemen to código/interacción intersubjetiva, pero también ha de reconocer la distancia entre una mirada que hace prevalecer el lenguaje sobre el sujeto, y una que redimensiona el lugar del sujeto en el juego de la interpretación e incluso en la estructuración del lenguaje.2 Asl las cosas, ni fusión acrítica de los dos territorios, ni polarización absoluta e insalvable: más bien, respeto por las diferencias, y reconocimiento de los trazos que en común erigen (el principal es sin duda el objeto compartido: la significación y el sentido). Pero no me 1 Quizás sería el caso de cierta semiótica-estética formalista, como la de algunos pasajes de Schlovksy, o la parte más cerrada de los modelos greimasianos. 2 Las cosas adquieren tal complejidad cuando se mira el territorio epistemológico de una y otra disciplina, que incluso podremos ver hermenéuticas muy sistemáticas y semióticas postsistémicas o podremos reconocer hermenéuticas más interesadas en elucidar el lenguaje como origen del senti do subjetivo o hermenéuticas que enfatizan mayormente la interacción pragmática. Mauricio Beuchot, por ejemplo, se niega a establecer una diferencia entre hermenéutica y pragmática, y considera algunos de los aportes de la semiologfa textual como parte de la hermenéutica. Ésta me parece una actitud sensata, en la medida en que no se deja encandilar por los celos disciplinares o las taxonomfas inútiles (Beuchot, 1992). Pero creo que debemos insistir en que hay ciertos aspectos y ciertas argumentaciones donde los complementos y las continuidades tocan su limite. Allf debemos atender y comprender la polémica. • • propongo aquí hacer apuntes para dilucidar esta sinergia semiótica/hermenéutica, sino señalar el marco general en que la hermenéutica resulta pertinente para comprender los fenómenos comunicativos. En esta orientación, presentaré en primer lugar algunas ideas definitorias de la hermenéutica; en segundo lugar, procuraré señalar las principales pro blemáticas y reflexiones que se plantea la hermenéutica contemporánea, en especial a partir de la obra de H. G. Gadamer y P. Ricoeur; y en tercer lugar, ofreceré algunas de las cuestiones que plantea la hermenéutica a la comunicación. ¿Qué entender por hermenéutica? La hermenéutica reúne un conjunto de disciplinas y reflexiones preocupadas por com prender las prácticas y procesos interpretativos. Se trata de un territorio bidimensional porque es a la vez un complejo de teorlas sobre la interpretación y un campo de metodologías y tácticas para su ejercicio. La hermenéutica es, como señala Beuchot, una teorla y una práctica. Teoría en que tanto aborda con distintas complejidades las formas de la interpretación y sus implicaciones; práctica en la medida en que logra establecer principios, criterios y métodos para interpretar, recursos y caminos para llegar con mayor plenitud al sentido (Beuchot, 1997). El eje de la hermenéutica es el problema del acceso y la comprensión del sentido, y el estatuto y territorio en que se ubique dicho sentido permite distinguir los caminos privile giados de la hermenéutica contemporánea. Así, por el campo del sentido que aborda, podrlamos reconocer tres tendencias hermenéuticas: a) hermenéuticas textuales: aque llas que buscan la comprensión del sentido de los textos, a través de la dilucidación interpretativa de sus significados (Eco, 1990 y 1992); b) hermenéuticas antropológicas y sociológicas: que desbordan la comprensión del universo del texto al interesarse por un suelo mucho más vasto: la producción total de sentido de la sociedad, es decir, la cultura como problema interpretativo. Es posible reconocer que esta tendencia es en realidad una radicalización de la visión previa, en tanto se asume que la cultura en su conjunto esun tramado de textos, en la medida en que no es más que un tejido de significaciones y no hay significaciones más que las textuales (T hompson, 1998; Geertz, 1991 ); c) hermenéuticas ontológicas, que rebasan incluso el ámbito de la cultura y se plantean que la cuestión interpretativa abarca el territorio completo del ser, es decir, se trata de hermenéuticas que entienden la comprensión como la forma de ser propia de lo humano (Heidegger, 1974; Gadamer, 1977). Esta distribución de la hermenéutica tiene su raigam bre especialmente en el periodo de la modernidad, cuando alcanza un estatuto teórico y reflexivo. Pero esto es en sí mismo algo paradójico, porque buena parte del pensamiento hermenéutico parece orientarse a la puesta en cuestión de muchas de las ideas más fundamentales de la modernidad. Cuando menos parece establecer una diferencia con la vertiente iluminista del espíritu moderno. Schleiermacher y la moderna hermenéutica La historia moderna de la hermenéutica se inicia con Schleiermacher, un filósofo románti co que se preguntó por los problemas interpretativos desde un paisaje radicalmente distinto al de la hermenéutica clásica. En la antigüedad la hermenéutica era una técnica auxiliar, un recurso lexical para resolver problemas puntuales de definición de términos o pasajes en un contexto que se imaginaba zanjado y fijado de antemano. La hermenéutica antigua era básicamente de tres clases: hermenéuticas filológicas, que apoyaban la reso lución de las ambigüedades textuales; hermenéuticas jurisprudentes, que se díriglan al vocabulario legal, y hermenéuticas bíblicas o exégesis, orientadas a despejar identifica- .. ' la historia moderna de la hermenéutica ciones simbólicas de las sagradas escrituras. Podría decirse que el problema de desciframien to de los símbolos no es de ninguna forma un asunto técnico menor; sin embargo, en dicho contexto institucion.al la significación de las me táforas era un asunto lexical. Eco ha indicado con propiedad que la metáfora medieval no se elucidaba libremente. La metáfora medieval se interpretaba mal o se interpretaba bien. Es decir, su sentido, oculto, exigía una forma precisa de dilucidación, admitía a lo sumo un grupo muy limitado de interpretaciones3 que se hallaban de finidas con precisión por las estructuras y códi gos de la época: los bestiarios, las enciclope dias y los lapidarios indicaban inequívocamente el sentido que podía asociarse a un emblema o una palabra (Eco, 1962). Eco ha sugerido que la se inicia con Schleiermacher, un filósofo romántico que se preguntó por los problemas interpretativos desde un paisaje radicalmente distinto al de la hermenéutica clásica mutación monumental de la experiencia del sentido que representa la modernidad (su paso del campo restringido, con frecuencia univoco, a un territorio abierto y disperso) ha radicado en una nueva manera de asumir los símbolos: son ahora nebulosas de significa ción. Ésta es quizás la dirección central de la hermenéutica que comienza a desarrollarse con Schleiermacher: una visión consciente de la multiplicidad de la significación y de la imposibilidad de acorralarla o prescribirla. Schleiermacher se pregunta por el sentido de las obras de arte, le interesa comprender la manera en que se puede acceder a su sig nificado auténtico. Con esta interrogación se organiza la totalidad del campo de las artes del lenguaje: mientras que la dialéctica se constituye en el arte del diálogo y la retórica y la poética son las artes de la composición, la hermenéutica se reconoce como el arte de la comprensión. En adelante ya no es posible seguir considerándola como un apéndice técnico de otras ciencias, por dos razones fundamentales: en primer lugar, porque la hermenéutica no será más un recurso para comprender uno u otro aspecto de un discur so, sino una reflexión que atraviesa la totalidad de las ciencias en tanto su pregunta se dirige al lenguaje (es decir, al territorio en el que se funda toda comunicación humana); en segundo lugar, y como derivación de lo anterior, porque al cuestionarse por el problema de la interacción simbólica entre los seres humanos adquiere un estatuto reflexivo, filosó fico y humanístico. En un esfuerzo sintético podemos identificar las aportaciones más conspicuas de Schleiermacher al pensamiento hermenéutico en tres planteamientos insignes: El carácter témpico del sentido Para Schleiermacher la significación de la obra está enraizada en su tiempo. La significa ción que por ella corre es la manera en que el espíritu creativo percibe, experimenta y elabora el mundo histórico en el que se encuentra: producir sentido es interpretar nuestro tiempo. Pero si la significación de la obra reposa en su temporalidad, parte de su natura leza se mutila una vez que se concluye y comienza a circular por el mundo. La tempora lidad que explica su significado singular se deshace en cuanto se termina y entonces nos hallamos en la imposibilidad de comprender a cabalidad algo que ha rebasado su gesta ción. La obra nace con una pérdida irreparable: el significado témpico de su génesis se ha evaporado y será cada vez más remoto, en la medida que avancemos en el tiempo. 3 Tres eran las formas más comunes de significación de los sentidos simbólicos: anagógicos, pedagógicos y alegóricos. • • Toda obra nace en un tiempo y se interpreta en un tiempo; esta inconmensurabilidad constituye el eje de la problemática hermenéutica, de allí que Schleiermacher formule lo que será la pregunta señera para la hermenéutica venidera, y en términos más amplios para el pensamiento filosófico: "¿Cómo acceder objetivamente a un significado producido subjetivamente e interpretado subjetivamente?" Es decir, ¿cómo hallar la significación supratemporal que rebasa las temporalidades específicas de la gestación y de la com prensión? En otras palabras, ¿cómo logrará la temporalidad comprensiva acceder a la temporalidad productiva, ya irrecuperable? Schleiermacher parece restituir la ilusión inge nua de que es posible el acceso a esta temporalidad gestora, de que para llegar al significado auténtico la vía es reconstruir el mundo al que pertenece (los recursos serán a la vez históricos y adivinatorios). Gadamer dirá que esta hermenéutica es imposible y que propone una ficción: nosotros, seres históricos, no recuperamos nunca el original. Pode mos hacer esbozos aproximativos de dicho mundo, pero siempre serán representaciones, nunca reemplazarán la experiencia vital-temporal que los constituye . Los límites de la interpretación No obstante que en ciertos pasajes Schleiermacher aspira a reconstruir el mundo de la obra para ingresar a su temporalidad significativa, está consciente de las limitaciones del el malentendido no es una cuestión accesoria o un riesgo marginal de la interpretación, es más bien una condición fundamental trabajo interpretativo. Esta conciencia de la pér dida representa quizás su aportación más rele vante y más revolucionaria al pensamiento so bre la significación. Schleiermacher nos dirá lúcidamente que la comunicación constitutiva de todo vínculo humano ha de partir no de la con fianza en el entendimiento, sino de la posibilidad permanente del "malentendido". Hemos creído que en principio nos entendemos y que inter cambiamos fluidamente nuestras expectativas e intereses, pero nada nos permite justificar plenamente dicha confianza y excluir a priori la incertidumbre. El malentendido no es una cues- de toda comunicación tión accesoria o un riesgo marginal de la inter- pretación, es más bien una condición fundamen tal de toda comunicación.4 Partiremos no del acuerdo, sino del equívoco potencial que nos asedia; entonces la comprensión se recoloca y se plantea no como el punto de partida, sino como una aspiración del diálogo, una búsqueda que emergerá del tesón y del esfuerzo ante el fondo permanente de la incomprensión. La hermenéutica adivinatoria Con el malentendidopotencial, la hermenéutica renuncia a los resultados últimos y defini tivos. Toda interpretación será precaria, constreñida por las limitaciones y las incon mensurabilidades. No podemos comprenderlo todo y no es sensato aspirar a los resulta dos incontrastables. Schleiermacher está más cerca de la conciencia epistemológica contemporánea que del espíritu filosófico de su tiempo. Ante el absolutismo hegeliano, la creciente confianza moderna en la ciencia y la técnica, y la naciente filosofía positivista de la certeza y el conocimiento sin límites, Schleiermacher hila una perspectiva modesta que abjurará, quizá sin reconocerlo del todo, de los grandes sistemas y de la arrogancia de la 4 Condición acendrada en la comunicación textual, porque la característica general de nuestra relación con los textos es la ausencia de su autor. razón ilustrada. El caudal hermenéutico abrevará y se mezclará con las agudas críticas a la razón única (con el espíritu nihilista y existencialista venidero). El resultado de una interpretación será siempre una etapa provisional en un itinerario que no cerrará jamás, en un camino que no podremos recorrer del todo y ante el cual sólo podemos aceptar nuestra apreciación incompleta pero a la vez iluminadora.5 La interpretación excluye la certeza, es siempre precaria, transitoria y aproximativa (es posible reconocer aquí una analogía con la forma en que el segundo Wittgenstein concebirá el conocimiento de la significación). Para Schleiermacher la hermenéutica es adivinatoria en dos vetas de senti do: es apenas una alusión, un esfuerzo evocativo que procura atinar al significado en medio de la oscuridad, pero también es adivinatoria porque algo en ella es un destello, una súbita iluminación que emerge de una experiencia intuitiva y en algún sentido espiri tual. La adivinación de lo que significa el texto es posible por la capacidad del intérprete de sentir-con, de com-penetrarse. La interpretación no es solamente un asunto intelecti vo, es también una intuición inspirada basada en la empatía y el con-sentimiento. Re construcción del sentido a la vez histórica y adivinatoria, documentada e inspirada, siste mática y empática. Con Schleiermacher la hermenéutica adquiere una conciencia ética y epistemológica de que nuestro acceso al sentido es limitado e hipotético. Dilthey y la interpretación histórica Dilthey constituye sin duda la figura central de la moderna hermenéutica, y quizás son dos las razones principales de esta relevancia: su atento llamado a la comprensión histórica, y su epistemología sobre las ciencias del espíritu. Con Dilthey el pensamiento y la cultura contemporánea adquieren con plena claridad la conciencia histórica de su ser. Es probable que nos cueste trabajo reconocer la importancia de este descubrimiento en la medida en que vivimos un mundo historicista: pero no siempre fue así. Las sociedades, por lo menos en la tradición de Occidente, no han tenido siempre una conciencia de su situación en el tiempo, y es Dilthey, en el ámbito filosófico, quien aporta con más intensi dad este reconocimiento. Nos sabemos sumergidos en un tiempo específico, destinado a ser superado por otros, que es a la vez superación de tiempos previos. Para comprender cualquier cosa requerimos su fecha y su inserción en la historia. Todo se nos ofrece en condiciones históricas: los hábitos sociales, las arquitecturas en las que vivimos, los objetos que utilizamos, la sociedad a la que pertenecemos. Nos definimos por el tramo que va de nuestro nacimiento a nuestra muerte y por la localización de ese periodo en el más amplio devenir de la humanidad. Esta actitud deteriora la definitividad: ya no pode mos creer que algún asunto se resolverá definitivamente y sólo podemos aspirar a enun ciar nuestro voto en el lugar del tiempo en que estamos, con la esperanza de que sobreviva, pero también con la conciencia de que podrá corregirse en el futuro Heidegger ha dicho, a diferencia de Husserl, no que el ser vive en el tiempo, sino que el ser es tiempo. Por este camino corre la segunda gran aportación de Dilthey al pensamiento hermenéutico: la irrefutable historicidad de las cosas humanas nos obliga a que su com prensión se funde, precisamente, en la conciencia de dicha temporalidad. No es posible construir un conocimiento científico de lo humano haciendo abstracción de la inherente temporalidad que nos estructura. Allí radica la diferencia fundamental con el conocimiento de la naturaleza: el objeto de las ciencias humanas es justamente la historia; por tanto, nos exige actitudes, epistemologías y recursos peculiares (Dilthey, 1954). La tarea del conocimiento manifiesta y construye dos objetos diferenciales: la naturaleza y la historia; el primero exige explicaciones, el segundo pide, en cambio, comprensión. Por eso es 5 Éste es quizás el más significativo germen del pensamiento de Foucault y de Vattimo: la interpretación aproximativa y errática. • ,1 1 ,, " • posible distribuir todo el campo del conocimiento en dos regiones monumentales: la de las "ciencias de la naturaleza", gobernadas por sistemas que aspiran genuinamente a la certeza y que proceden por métodos analíticos en los que se va de las causas a los efectos o de éstos a aquéllas; y las "ciencias del espíritu", donde el conocimiento es fundamentalmente una práctica comprensiva que se caracteriza por procesos descripti vos y procedimientos emotivos que orientan al intérprete al establecimiento de una comu nicación con aquello que busca elucidar. Para alcanzar las leyes que organizan el objeto de las ciencias de la naturaleza el hombre ha de ser excluido, y dicha separación provie ne de una conformación en la que nos instituimos como sujetos separados, capaces de apreciar la composición de un objeto que es, cuando menos relativamente, ajeno a nosotros. En las ciencias del espíritu las cosas son radicalmente distintas, el sujeto está incluido a priori en el objeto que observa porque sólo en la historia es posible apreciar la historia. Sujeto y objeto no son heterogéneos: el hombre que analiza la historia es también el que la construye. Analizamos lo que hacemos. Las ciencias del espíritu se fun damentan entonces, transversalmente, en una epistemología y una metodología hermenéuticas. Conocer la historia es interpretarla, interpretar el mundo humano es hacer su historia. Rasgos generales de una hermenéutica contemporánea Dilthey prefigura uno de los caminos más fértiles de la hermenéutica contemporánea. Las disciplinas sociales descubren en los sistemas y problemáticas de la interpretación un eje para replantear sus respectivos territorios: en la antropología, con la emergencia del paradigma simbólico e interpretativo, representado especialmente por Clifford Geertz (1991 ); en la sociología, con la perspectiva hermenéutica de Thompson (1998), y en el campo de la comunicación, especialmente con las reapropiaciones de Vattimo (1990) y Baudrillard (1993). Del otro lado, en el campo filosófico restringido, dos parecen ser las líneas hermenéuticas principales: la perspectiva nihilista que se origina en Nietzsche y que resulta retomada por los pensadores posmodernos, desde Foucault y Deleuze, hasta Derrida y Lyotard; y la perspectiva restaurativa, que reaccionará también a la posmodernidad, pero desde una visión romántica, especialmente con Gadamer. Ante este vasto panorama, es útil concentrarse en las figuras que más influyentemente han trazado el pensamiento hermenéutico de nuestros días, tarea realizada particular mente por P. Ricoeur y H. G. Gadamer. Gadamer y la hermenéutica dialógica A diferencia de Dilthey, Gadamer se resiste a convertir la hermenéutica en una discusión metodológica, sea que se le piense desde el problema de las reglas de interpretación, o la respuesta de Gadamer es ontológica: el comprender constituye el principio de la vida humana desde la fundamentación de las ciencias del es- píritu. Una preguntaorientará la nueva perspec tiva: ¿cómo es posible la comprensión? Se trata de una interrogante filosófica que no se inquieta por dilucidar uno u otro acto de comprensión, sino la comprensión en general, el comprender mismo. La respuesta de Gadamer es ontológica: el comprender constituye el principio de la vida humana (Gadamer, 1977). Lo que va con noso tros es la necesidad inevitable de comprender o el comprender como nuestra necesidad central. Comprender es aquí, fundamentalmente, comprenderse. No es entonces un mé- todo exclusivo de las ciencias del espíritu, en tanto todo conocimiento es constitutivamente interpretativo. No hay ninguna ciencia, ni clase alguna de conocimiento que escape a la interpretación. Con esto Gadamer renuncia a la concepción objetivista y neutral del cono cimiento, porque aquel que conoce se halla inextricablemente vinculado con lo que co noce y no hay conocimiento sin aquel que lo produce. El círculo hermenéutico heideggeriano resulta entonces formulado como la conciencia de que la interpretación se encuentra fundada en la concepción previa de su intérprete. Fin de la idea de transparencia cog noscitiva: no hay aprehensión pura, porque toda se funda en la anticipación del intérprete. No hay tampoco escisión radical entre objeto y sujeto de la interpretación, porque se trata de una relación de mutua pertenencia: toda interpretación es a la vez una pre-visión y una proyección. Pero decir esto no es ceder al capricho veleidoso del sujeto y a una u otra alucinación parcial de cada ego, toda interpretación es encuentro con un objeto, es salir hacia un texto. Comprendemos un texto gracias a que accedemos a él con un proyecto previo, pero dicho proyecto se verá reformulado en el encuentro. La interpretación puede • figurarse como una reproyección permanente. Interpretar es entonces cuestión múltiple: " dialógica, cognoscitiva, ética. En un espíritu sintético podríamos reconocer algunos aportes fundamentales de Gadamer al pensamiento contemporáneo. Dichos planteamientos pueden acoplarse en cinco categorías clave: 1) Finitud. La conciencia hermenéutica nos enseña que nuestro conocimiento es siem pre limitado e incompleto. lnsaturación que permite enfrentar tanto el absolutismo hegeliano como la certeza positivista. El conocimiento se halla perpetuamente atado, inextrica blemente articulado por sus dos puntas: la pertenencia y la proyección. Categorías heidegge rianas que indican que nuestro saber tiene siem- pre un origen y un destino. Ninguna interpreta ción destella en el vacío, sino que proviene de una sedimentación histórica, de una seriación de preguntas e intenciones que una comunidad, o un tejido de comunidades, se formula: todo sa ber, todo conocimiento, todo interpretar pertene ce a su pasado. Pero la historia no agota el campo del sentido. Heidegger nos enseñó que el ser es también propósito, que su trama funda mental es la del proyecto. El saber como la in terpretación se definen por su futuro: es decir, por su expectativa y su orientación. No hay en tonces saber infinito, no hay conocimiento total y perpetuo. Con Gadamer restituimos la sereni dad, pero también, sin duda, una claridad mayor de nuestros alcances. La finitud gadameriana resalta con intensidad la irreductible con dición histórica de toda comprensión, aleja la ingenuidad y la fantasía del co nocimiento total, del saber divino, del simulacro de la transparencia absoluta. 2) Opacidad. Hegel confiaba en que la subsunción en el espíritu absoluto permitiría abandonar el subjetivismo, mientras que la filosofía positivista suponía que el método científico garantizaría la neutralización de �!)p, la conciencia subjetiva. Para Gadamer 1/tf- • los dos caminos son tan sólo la fantasía de la transparencia del conocer. La conciencia aparece como un cristal opaco. La historicidad y la estructuración inevitable del conoci miento hacen de toda conciencia una tesitura opaca, en la que hemos de aceptar la inanidad de la expectativa de la objetividad absolutista y cientificista. Esto no significa un abandono al subjetivismo: la opacidad se articula con el llamado del texto. Heidegger ha dicho el acuerdo con la cosa, dinámica donde de un lado aparece la voluntad de restituir el objeto, y del otro el reconocimiento de que dicho objeto no es un "factum brutum". La hermenéutica de Gadamer no es una clase de empirismo, no hay objeto puro, porque todo objeto es parte del proyecto comprensivo del intérprete. 3) Prejuicio. El llamado del objeto que anuncia Heidegger no significa adquirir una actitud neutral en la interpretación. No es posible cancelar al sujeto en el conocimiento, cuando por todas partes se asoma con vehemencia. El llamado al texto es una actitud de mesura e incorporación matizada de las opiniones previas y los prejuicios. Es un acceso a los objetos en el reconocimiento sincero de que a él ingresamos gracias a que un sinfín de representaciones nos sostiene. No hay posibilidad alguna de encontrarse con el texto, si un camino de prejuicios que portamos no nos permite hallarlo. Nos encaminamos porque una densidad de representaciones hace posible justamente encaminarse, tomar rumbo, hacer preguntas, plantear rutas. Gadamer ilumina una nueva forma de ver los prejuicios cuando denuncia el prejuicio contra el prejuicio que erigieron los ilustrados. El prejuicio no es siempre un juicio sin fundamento, no es necesariamente una precipitación o una aseveración azarosa; el prejuicio constituye el marco de sentido en el que se establece el contacto con los objetos y hace posible su interpretación. Nunca llegamos a un texto desde la nada, es gracias a un tramado de anticipaciones que en nosotros surge el interés que permite tener un suelo de sentido sobre el cual emerge la comunicación con el texto. Pero no debemos identificar esta manera de comprender los prejuicios como emergencias subjetivas. Los prejuicios son un asunto colectivo, resultan de una tradición histórica y a la vez contribuyen a constituirla: En realidad no es la historia la que nos pertenece, sino que somos nosotros los que pertenecemos a ella. Mucho antes de que nosotros nos comprendamos a nosotros mismos en la reflexión, nos estamos comprendiendo ya de una manera autoevidente en la familia, la sociedad y el estado en que vivimos. La autorreflexión del individuo no es más que una chispa en la corriente cerrada de la historia. Por eso los prejui cios de un individuo son, mucho más que sus juicios, la realidad histórica de su ser (1977: 334]. El intérprete se dimensiona en el tramado de prejuicios que porta por la densidad histórica que lo constituye. De esta manera, las cosas se replantean: a diferencia de la actitud ilustrada o positivista que pretendía borrar los prejuicios en el acto de conocimien to, la hermenéutica propone un giro radical: los riesgos para la interpretación no provie nen de la presencia del prejuicio, sino de su flagrante desconocimiento. El riesgo se halla en la actitud equívoca de quien se relaciona con el texto como si pudiese deshacer sus anticipaciones. El intérprete buscará entonces sus prejuicios; no para suprimirlos, sino para convivir con ellos. Toda comprensión se estructura por los prejuicios, y éstos provie nen de una tradición. 4) Tradición. A diferencia de Schleiermacher, Gadamer no concibe la interpretación como un acto de subjetividad, puesto que las anticipaciones que estructura el encuentro con el texto vienen definidas por la comunidad subsumida en la tradición. Texto e intér prete pertenecen a una tradición que se halla articulada y que articula un tramado de prejuicios solidarios. Incluso, cuando el texto proviene de un mundo lejano, el intérprete legítimo accede a él a partir de la tradición a la que se debe, pero se esfuerza por ingresar a la decantación histórica que vive en el texto. La interpretación es un tejido entre extrañeza y familiaridad, un juego de tradiciones donde comprender un texto es comprenderse en él ya la vez comprender al otro que lo habita. 5} Horizontes. Comprender es un desplazamiento hacia el texto, un itinerario en el que avizoramos un panorama al que aspiramos penetrar. Pero este recorrido no busca alle garse a la "subjetividad del autor", sino a su perspectiva. Comprender es adquirir mayor proximidad al mundo desde el cual ve el texto. No importa comprender lo que el autor opinó, porque la interpretación no busca "una comunicación misteriosa de las almas", sino la posibilidad de participar en un "sentido comunitario". El texto señala y tiende las puertas de un mundo, abre los horizontes de una comunidad de sentido que nos convoca. Pero esta comprensión no consiste en una progresiva reducción de nuestra distancia con el texto. No es la cercanía lo que nos permite aprehender las significaciones que transitan por nuestro objeto, sino la reivindicación de la distancia. Vemos el mundo desde un punto, en una localización que nos muestra un panorama; es decir, siempre con horizonte . Nuestra comprensión está situada y tiene un horizonte, no estamos ante una situación, sino en una situación. Pero al contrario de ser ésta una limitación para el comprender, es una virtud: no vemos sino aquello ante lo cual tenemos algún horizonte. Un objeto dema siado cercano se distorsiona y es inaprehensible, la distancia en cambio nos permite apreciarlo en sus justas dimensiones. Decimos que ante dicho objeto tenemos horizonte, y tener horizonte es contar con recursos para ver, apreciar y juzgar. La distancia del horizonte es para Gadamer básicamente distancia en el tiempo, lejanía que aporta a la mirada una mayor riqueza de anticipaciones y referencias, una mayor densidad de regis tros de la tradición que hace posible nuestro encuentro con el texto. Así, la distancia en el tiempo no es un obstáculo, sino la posibilidad del enlace, el subsuelo de sentido que permite la experiencia textual. Pero también es la clave de la relación crítica con el objeto: contamos con una vastedad de percepciones y apreciaciones que nos ilumina de forma más exhaustiva el texto que apreciamos. No hay juicio crítico sin la referencia de otras miradas, y esto no quiere decir que la crítica se reduzca a la repetición de los ecos de una lejana tradición, sino que la critica es sensata, en la medida que apela al mundo de sentido que la antecede y que dibuja al texto. La referencia al horizonte de interpreta ción implica el reconocimiento de que nuestra mirada responde a la localización en el tiempo a la que pertenece. Comprender no es abandonar nuestro horizonte para acceder al mundo del texto, al objeto sólo nos aproximamos desde nuestro horizonte; interpretar es llevar nuestro mundo al mundo del texto y experimentar la fusión reveladora de la que emerge el sentido. La situación hermenéutica exige alcanzar una relación con los objetos de la tradición que buscamos interpretar. Pero esto no se alcanza abandonando nuestro horizonte, sino haciéndolo presente, librando a la hermenéutica de la neutralidad objetivista y del subjetivismo infundado. Comprender es fusionar horizontes. No podemos cerrar estas referencias al pensamiento de Gadamer sin hacer algunos señalamientos críticos. Me limitaré a formular dos observaciones: si bien es cierto que la interpretación emerge del proceso de fusión de perspectivas, también hemos de recono cer en toda dinámica hermenéutica la probabilidad del conflicto. No veremos sólo la fusión sino también la contienda de horizontes que trazan la interpretación. Desde allí surge una problemática que Gadamer prácticamente ignora: la presencia del poder en la interpretación, y, en términos más vastos, el asunto del poder y la comunicación. En esta dirección aparece nuestra segunda observación: el énfasis gadameriano a la tradición es también un debilitamiento del proyectar. La interpretación proviene del tramado de la tradición que la reticula, que ejerce su inercia, pero también que se perfila a partir de un proyecto, emergente de un interés. Las tradiciones actúan sobre el intérprete, pero éste también puede transformarlas. La comprensión que constituye el tramado de la existencia no es sólo la recuperación de la voz histórica que en mí resuena, es también la ubicación ante dicho sonido y la posibilidad de imaginar y actuar nuevos caminos. • ' .,. 11 • Ricoeur: el conflicto de la interpretación A diferencia de Gadamer, Paul Ricoeur llega a plantearse la conflictividad del proceso interpretativo (Ricoeur, 1969). Señala que el pensamiento moderno produjo una herme néutica radical, capaz de cuestionar sus propios fundamentos. A ésta le llamó hermenéu el psicoanálisis surge como la disciplina fundamental de la sospecha, como el esfuerzo por dilucidar un sentido que se repliega y resiste a la identificación tica de la sospecha, caracterizada por el espíritu perspicaz y crítico de Marx, Nietzsche y Freud. El psicoanálisis surge corno la disciplina funda mental de la sospecha, corno el esfuerzo por dilucidar un sentido que se repliega y resiste a la identificación (Ricoeur, 1970). Sueños, sínto mas, lapsus, actos fallidos, son experiencias que despliegan signos que han de trocarse, a través de la interpretación, en sentidos reveladores, en traducciones que muestren la configuración que vive en el fondo psíquico. Lo que el psicoanáli sis hace, dice Ricoeur, es básicamente develar el deseo, y dicho deseo requiere interpretación porque en él se realiza una desfiguración prove- niente de la "tendencia a la defensa de dicho deseo".6 Si el deseo se oculta o se disfraza, su lenguaje estará siempre "distorsionado" y "enrarecido". Por eso las expresiones psíquicas tendrán doble sentido, es decir, serán símbolos. Pero también son símbolos los lenguajes sociales, las construcciones míticas y los tramados ideológicos, las configuraciones diegéticas y las articulaciones arquetípicas. La hermenéutica rebasa el marco cerrado de uno u otro discurso, de una u otra produc ción simbólica, y se extiende al campo total de la cultura, a la construcción simbólica del mundo humano. La sospecha ante la entreverada estructura de significación del simbolismo aparece también en las indagaciones de Marx y Nietzsche. En los tres emerge una hermenéutica que desconfía de los símbolos, una visión que reconocerá en ellos la región del "doble sentido", donde se dice algo distinto de lo que se quiere decir. Ricoeur distin gue entonces dos relaciones posibles entre los sentidos de los símbolos: a) Relación analógica: aquella estructura donde la significación primaria permite el traslado hacia el significado secundario. Vínculo fluido donde la significación saliente indica la significación subyacente a través de la sustitución evidente o del desplaza miento. b) Relación de distorsión: aquella estructura donde la significación primaria o evidente esconde la significación subyacente. La relación implica un obstáculo, una traba y una máscara que nos engaña. Estas dos relaciones de sentido abarcan el vasto campo de la interpretación, de manera que "todo nuestro problema hermenéutico -dice Ricoeur- procede de esta doble posibilidad de relación analógica en cierto modo inocente, o de una distorsión, por de cirlo así, retorcida". Bifurcación de las sinergias del sentido que delinean las dos grandes hermenéuticas que configuran la modernidad y que parecen revivificarse, incluso, en su agotamiento. Se trata de los rasgos epistemológicos y culturales de la destrucción y la restauración, de allí que Ricoeur caracterice dichas hermenéuticas de esta manera: 6 Lacan dirá que el deseo se disfraza porque viola la prohibición y el sacrificio fundantes de la cultura (es decir, el Edipo en el que se sostienen la subjetividad y la gregaridad), porque en última instancia su poder es desintegrativo. 1) Hermenéutica de la restauración. La visión recuperativa se relaciona con los símbo los en una actitud de escucha y respeto, en una mirada que ve en el lenguajela "manifes tación y restauración de un sentido que se me ha dirigido como un mensaje, una procla ma o, como suele decirse, un kerygman. Se trata de una hermenéutica que parte de la fe, que confla en la verdad del significado que subyace en el símbolo y que asume una actitud de descubrimiento y revelación. En sus formas más extremas el intérprete se constituye en un iniciado, y la práctica interpretativa adquiere la forma de un ritual de develación donde se accederá a una verdad arcana y total. Se trata de la relación originaria con el mito, o la relación hermenéutica con la imagen sagrada (no importa si se trata del vínculo arcaico que establece el ritual religioso, o incluso, como ha mostrado Mircea Eliade, la relación aparentemente laica que asume el hombre moderno con la imagen mediática). En algún sentido nos hallamos ante la voluntad de escucha figurada en Heidegger y la restitución ontológica del lenguaje vivificada por Gadamer. 2) Hermenéutica de la sospecha. Para la actitud perspicaz y ácida de la sospecha los • símbolos deben remirarse con cautela, y en su forma más definitiva han de impugnarse " radicalmente. La hermenéutica de la sospecha hurga en la disimulación del sentido y busca desplegar a la luz sus ardides: "se concibe como desmitificación, como una reduc- ción de ilusiones". Su punto de partida son el cuestionamiento y la crítica, y señala la estructura de la significación donde se muestra para ocultar. Sus intérpretes conciben "la verdad como mentira" y Nietzsche, Freud y Marx enjuiciarán radicalmente la "concien- cia" hasta caracterizarla como "falsa". Descartes dudó de la información que proporciona- ban los sentidos, pero fue incapaz de dudar de la conciencia. La hermenéutica de la sospecha, en cambio, señalará que la distorsión de la realidad opera en la falacia que erige la conciencia. El proceso interpretativo tendrá entonces que construirse al través, entre las hojaldras del ser/apariencia y de la simulación/manifestación. Pero hemos de reconocer que en los tres autores hay una voluntad de emancipación: el sagaz y profundo arte de interpretar permitirá construir una verdad auténtica en la que se supere la falacia de la metafísica a través de la construcción de nuevos horizontes de sentido como en el superhombre nietzscheano; la restitución del deseo y su develación ante el sujeto, en Freud; y la construcción de una mirada desenajenada y lúcida, a través de la ciencia del obrero, en la visión marxista: "los tres comienzan con la sospecha respecto de las ilusio- nes de la conciencia y continúan por el ardid del desciframiento; los tres, finalmente, lejos de ser detractores de la conciencia, apuntan a una extensión de la misma". Ricoeur señala que estas hermenéuticas se hallan en conflicto y que el panorama contem poráneo del sentido se distribuye y se define en dicho juego. Formulemos, sin embargo, un apunte crítico: diríamos que estas hermenéuticas no provienen de dos relaciones divergen tes entre los sentidos de los símbolos. De ser así, el conflicto sería inexistente: simplemente cada hermenéutica operaría sobre regiones simbólicas distintas. Se trata de dos actitudes disímiles ante todo símbolo. Miradas que subsumen o cuestionan, perspectivas que restitu yen o sospechan. Esta aclaración permite, por otra parte, alejar el fetiche de suponer que los símbolos tienen por sí mismos, y de manera plena, una densidad de sentido, una verdad al margen de su lectura. La significación de los símbolos se jugará también en la mirada que los restituye, y sobre la cual se despliegan su superficie o su profundidad. Consideraciones para una hermenéutica comunicativa La pretensión de una hermenéutica comunicativa es un asunto táctico, una estrategia para aproximar al campo de estudios tradicionalmente comunicativos un conjunto de reflexiones que han estado más en el esplritu de indagación filosófica, pero que en si mismos son cuestiones plenamente comunicativas. En otros términos, el pensamiento • filosófico contemporáneo, preocupado por la cuestión comunicativa, es hermenéutica, y la situación actual de las ciencias sociales, inclinada hacia la interpretación, reclama la aper tura de los estudios comunicativos al panorama hermenéutico. Bien planteado, el asunto de una hermenéutica comunicativa es casi un pleonasmo. La hermenéutica no es enton ces un elemento ajeno a la comunicación, constituye uno de los recursos reflexivos más relevantes para su elucidación. Plantearé en forma sintética ocho consideraciones que suscita una hermenéutica en el territorio de la comunicación social y mediática, en el entendido de que se trata sólo del apunte de posibles vertientes y de una enumeración sin pretensiones de exhaustividad. Las cuatro primeras observaciones tienen un carácter epistemológico, las cuatro últimas apuntan asuntos teóricos sobre las reflexiones de la comunicación masiva. 1) Desde una hermenéutica de los procesos comunicativos es posible superar el formalismo de las teorías de la significación, especialmente de cierta semiología derivada del discurso saussuriano que ha tendido a cerrar el universo del sentido en los márgenes que erigen los lenguajes como estructuras abstractas definidas por el juego de sus codependencias. La hermenéutica sostendrá que toda significación proviene de la comunicabilidad entre sujetos, aunque sea capaz de reivindicar el subsuelo de sentido que hace posible toda interconexión entré las subjetividades. Esto implica dos cuestiones: a) que a diferencia del estructuralismo y del formalismo, que suponen los lenguajes como sistemas autónomos (estructuras donde la significación se produce por las relaciones internas entre los elementos sígnicos), la hermenéutica sostiene la irreductible historicidad de toda sígnica, y, por tanto, figura los lenguajes como terrenos abiertos, nutridos por las tradiciones y, a la vez, definitorios de dichas tradiciones; b) que a diferencia del estructuralismo y del formalismo, que terminaron por declinar y pulverizar a los sujetos (Saussure expulsa al hablante del dominio de la lengua, Lacan destaza al sujeto al convertirlo en un resueno de los pliegues del lenguaje), la hermenéutica parte de que todo proceso de significación es un proceso interpretativo y, por tanto, un intercambio intersubjetiva en espacios comunicativos. Los lenguajes definen las subjetividades, pero las intersubjetividades mo vilizan y reconstruyen los lenguajes. 2) La hermenéutica permite superar el subjetivismo propio de ciertas fenomenologías expresivas que tienden a identificar la significación como una experiencia mental solipsista, como un evento singular que acaece a un sujeto ante el mundo. La hermenéutica sostie ne que toda significación es dialógica, que se produce en un intercambio interminable que se sustenta en la infraestructura común que aporta el lenguaje. 3) Ante el escepticismo y el relativismo absoluto que erige cierto nihilismo posmoderno, la hermenéutica permite una consideración del sentido que, sin apelar a una idea abstrac ta o metafísica de la significación, no se deshace en la inanidad idiosincrática. Si parte del discurso posmoderno del desencanto de la comunicabilidad sostiene que en última ins tancia carece de sentido hablar de significación e, incluso, de comunicación social porque lo único que tenemos son interpretaciones parciales, fragmentos circunstanciales de sen tido, la hermenéutica permite sostener que es posible reconocer la comunicabilidad sus tancial de todo significado y el subsuelo significativo intersecto que subyace a toda significación. Producción parcial del sentido en los diversos horizontes, en las regiones distintas del tiempo y el espacio social, pero posibilidad de la intersección y de las fusiones, porque la significación es siempre un asunto dialógico e histórico 4) Aspirar a la interpretación del sentido es entonces, a la vez, superar el formalismo que reduce la significación a un juego de estructuras, y superar el intencionalismo de autor quelimita al texto a lo que quiso decir el sujeto empírico que lo produjo. La significación como interpretación se entiende como un encuentro comunicativo que se imagina precario y consciente de la imposibilidad de la comprensión cabal. Ver la signifi cación como interpretación es comprender que el sentido se produce en la sinergia entre actores sociales y, por tanto, no alcanza nunca un estatuto plenamente definido, ni apare ce cargada sobre una de sus puntas como la autoridad final que la sanciona. La significa ción como interpretación es siempre procesual, histórica y dialógica. 5) La hermenéutica permite deshacer el ·mito de la objetividad y la neutralidad comu nicativa, al señalar que todo discurso social es una construcción interpretativa del mundo, que proviene de una tradición cultural y que se adhiere a un proyecto interesado. La interpretación comunicativa se produce en un espacio de sentido entre poderes de la significa ción. Ningún actor puede dar una visión transpa rente y plena de una realidad donde el sentido está en disputa y donde no podemos más que interpretar los acontecimientos. Esto no signifi ca, por otra parte, una renuncia a la posibilidad del diálogo, en una suerte de actitud acrática y desesperanzada o cínica. Los horizontes pue den fusionarse, y en dicho encuentro es posible enriquecer la mirada del acontecer y la reflexión sobre nuestros propios actos. 6) Ante las teorías de la comunicación que todo discurso social es una construcción interpretativa del mundo, que proviene de una tradición cultural y que se adhiere a un proyecto interesado conciben el sentido colectivo como plenamente determinado por las estructuras e indus trias culturales, la hermenéutica reconoce que toda significación se gesta también en relación con una intentio lectoris, en vinculación con un mundo de sentido en la interpre tación. La significación es el resultado del encuentro entre una comunidad lectora y una disposición textual e institucional. La hermenéutica nos exige avanzar hacia una visión cabal de la interpretación comunicativa. 7) La hermenéutica también nos permite ponernos al abrigo de las visiones ingenuas de la recepción comunicativa, donde llega a pensarse que toda significación queda en un juego de "libre albedrío" en tanto las comunidades lectoras instituyen libremente el senti do. A veces se ha asumido la reflexión contemporánea sobre la recepción comunicativa y el consumo cultural como una glosa de la libertad democrática del consumo, como una mirada que ante la construcción interesada de los discursos mediáticos imaginara que, finalmente, en la recepción, cada grupo social arma su verdad. La comunicación pública está lejos de ser el territorio democrático donde fluyen sin reserva las múltiples interpreta ciones, por dos razones básicas: a) porque toda interpretación está disposicionada. Ad quirimos rutas de lectura en relaciones históricas que tienen la forma de la interiorización de las estructuras del sentido, y dichas estructuras del sentido están originadas especial mente por los poderes mediáticos, y b) porque la interpretación está sometida al conflicto. Más que significación, los textos guardan, como diría Foucault, una batalla por la imposi ción de las interpretaciones. La interpretación es el ámbito de la discusión y la polémica por la atribución del sentido social. 8) El conjunto de la cultura puede verse como un tramado de sentidos que provienen de tradiciones múltiples que se trenzan en el espacio social para la definición de la realidad (éste parece ser el sentido dado por C. Geertz, Y. Lotman, o H.G. Gadamer). Redes que se actualizan en la comunicabilidad social, pero que también muestran las relaciones de fuerza del significado que articulan el mundo, que señalan el conflicto social por la autorización de la interpretación de la experiencia colectiva. Estamos en el centro de la problemática comunicativa. Abordar la comunicación social desde la hermenéutica constituye una forma de poner en diálogo dos cuestiones fundamentales: la reflexión sobre la significación en el campo comunicativo y la comprensión de las relaciones de fuerza en el espacio social. • • Bibliografía Baudrillard, J., Cultura y simulacro, Barcelona, Kairós, 1993. Beuchot, Mauricio, "Acerca de la traducción (hermenéutica y pragmática)", en Eisa Cecilia Frost (comp.), El arte de la traición o problemas de la traducción, México, UNAM, 1992. --,Tratado de hermenéutica analógica, México, uNAMlltaca, 1997. Dilthey, W., Teorfa de la concepción del mundo, México, FCE, 1954. Eco, Umberto, Opera aperta, Casa Editrice Valentino Bomplani & C.S.p.A., 1962. --, Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1990. --, Los lfmites de la interpretación, México, Lumen, 1992. Foucault, Michel, Nietzsche, Freud, Marx, Barcelona, Anagrama, 1970. Gadamer, H. 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