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Ensayo_del_Ensayo_sobre_la_ceguera

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LICENCIATURA EN ARQUITECTURA
COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITA
LIC. ELIZABETH PELAYO ARELLANO
ENSAYO DEL LIBRO:
“ENSAYO SOBRE LA CEGUERA”
STEPHANIE DANIELA GARCÍA SALAZAR
TLAJOMULCO, JALISCO. AGOSTO 2015.
“ENSAYO SOBRE LA CEGUERA”
JOSÉ SARAMAGO
¿Qué pasaría si de un día a otro todos nos quedáramos ciegos? Sobre esta pregunta se desarrolla esta novela, que relata como una epidemia se va propagando por una ciudad dejando a toda esta completamente ciega. Nos muestra lo que una persona perdida y desesperada puede hacer si no puede ver y sólo debe confiar en sus demás sentidos. Los protagonistas deben enfrentarse a lo más primitivo de la especie humana: la voluntad de sobrevivir a cualquier precio. 
La obra comienza relatando la pérdida de la vista de un hombre, que se encuentra frente a la luz roja de un semáforo en su automóvil, esperando el cambio por la luz verde, cuando de pronto, inexplicablemente y sin ninguna razón aparente se queda ciego; terror, pánico y angustia se hacen presentes en este individuo.
Ante el pánico de esta persona, un alma caritativa se ofrece a llevarle a su casa. Esta será la segunda persona que se quedará ciega de repente. Así, y cada vez con mayor rapidez, uno a uno, todos los que entran en contacto con alguna de estas personas, se van quedando ciegos. 
Nadie sabe nada acerca de este fenómeno, pero el miedo se extiende y las autoridades del lugar deciden hacer algo al respecto, es así como los primeros afectados son puestos en cuarentena en un edificio alejado de la ciudad, estos se encuentran bajo la rigurosa vigilancia del ejército; los militares se encargan de vigilar el orden y proveerles los víveres necesarios para satisfacer sus necesidades, sin embargo aterrorizados por los sucesos pronto comenzarán a olvidar el objetivo. 
A medida que se incrementa de manera descontrolada el número de ciegos en aislamiento, las condiciones de supervivencia comienzan a ser más difíciles de soportar, basta sólo con imaginar la hediondez desprendida por los desechos de todas estas personas y la escasez cada vez más alarmante de los recursos para subsistir. 
Así comienzan las peores atrocidades, ya que se rompe el orden y no hay quién controle la situación. Por su parte los militares tienen miedo de contraer la enfermedad, tanto que toman medidas extremas para no contagiarse, cometiendo asesinatos, mientras los pobres e indefensos ciegos están a expensas de ellos, pero este esfuerzo es en vano, al paso de los días, el virus avanza y el número de ciegos va creciendo y, con ellos, los problemas. Poco a poco la epidemia se extiende por el mundo, pero existe una mujer que parece ser inmune a la ceguera.
En medio de toda esta atmósfera de horror, todavía está por suceder lo peor. Al ver que cada día es más complicado conseguir comida, surge un grupo de ciegos tiranos que hace sufrir al resto. Estos forman una fila de mujeres sucias, malolientes y desaliñadas, parecía imposible que la fuerza animal del sexo fuera tan poderosa, hasta el punto de cegar el olfato, pero lo fue, violaron a todas las mujeres, de tal forma que estas pudieran ser negociadas a cambio de una porción de comida, la misma que distribuían entre el resto de los ciegos. Todo se había vuelto caótico y aterrador. 
La situación llegó al punto de volverse insoportable, no les quedaba opción sino lidiar con las humillaciones por parte de los ciegos malvados, debido a que ellos ejercían el control pues contaban con un arma de fuego que de alguna manera inexplicable había caído en sus manos. Un día aquella mujer, la única que no había perdido la vista, harta de las injusticias que había tenido que soportar, decidió matar al jefe de los villanos y terminar con el resto incendiando la habitación donde estos se refugiaban. No pasó mucho tiempo antes de que las llamas comenzaran a consumir el establecimiento, los ciegos desesperados echaron abajo la puerta principal para poder escapar. 
La mujer, junto a su esposo y un grupo de ciegos a los que había tomado cariño, salieron al fin, y esta se da cuenta de que les habían abandonado hacía ya mucho tiempo, todos los guardias habían desaparecido y al parecer toda la ciudad estaba ya completamente ciega.
Ahora se encuentran con una ciudad muy diferente a la que podían recordar, se encontraba en pésimas condiciones, tanto esta como los ciudadanos; los comercios, casas, instituciones, hospitales, escuelas habían sido saqueadas, y ahora todos eran nómadas, nadie tenía un lugar fijo dónde vivir. 
Con la esperanza de sobrevivir, la gente había decidido vagar en grupos, yendo de un lugar a otro en busca de comida, no había agua, tenían que conformarse con la poco agua de lluvia que recogían. 
La mujer, decide entonces ser los ojos de sus compañeros y luchar por salvar sus vidas. Cada uno insiste en visitar sus casas, solamente por la necesidad de saber qué ha sido de estas. Emprenden una larga travesía para conseguirlo, sin embargo resulta ser una tarea desalentadora. 
La mujer es la única persona testigo de la vida infrahumana en las calles. En una de sus peores desesperaciones es consolada por un perro callejero, le resulta extraño pero reconfortante y continúa su camino. 
Finalmente llegan a la casa de la mujer, que maravillosamente sigue gozando de su vista, y su esposo, mismo que era el doctor que había examinado a la primera víctima de este caos y al ya pequeño grupo de ciegos que los acompañaba, y es ahí donde deciden pasar los días, buscando comida por las tardes y por las noches la esposa del doctor les lee un libro, habían encontrado en esta actividad la única forma de distraerse, manteniendo la esperanza de vivir y recuperar la vista. Finalmente así como de repente perdieron la vista, de la misma manera comienzan uno a uno a recuperarla. 
Cada página de este magnífico libreo es una imagen aterradora y conmovedora de los tiempos que estamos viviendo. Primero te obliga a conmoverte por la miseria que pasan los personajes, y luego te hace darte cuenta de lo importante que es la solidaridad, que sin ella no hay esperanza alguna. 
En mi opinión este relato es una crítica directa para la humanidad en general, que sufrimos de ceguera voluntaria, matándonos unos a otros, por diferencias de opinión, por tendencias religiosas, por preferencias sexuales; sin siquiera conocernos. 
Después de experimentar de la mano de los personajes, miserias, injusticias, mentiras, abusos, discriminaciones, neurosis e intolerancia, es sumamente reconfortante esa pequeña luz al final, esa manera sutil de decirnos que después de tanto, no todo está perdido. 
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