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Los expedientes Warren - Sergio Ramos Perez

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LOS EXPEDIENTES WARREN
 
SERGIO RAMOS PÉREZ
Copyright © 2023 Sergio Ramos Pérez
 
 
 
DEDICATORIA
 
Para:
David Barberá (podría decir que sin su ayuda este libro no habría podido
ver la luz, pero sería falso. Lo que sí puedo decir es que sin su ayuda no
habría quedado tan bien).
El equipo de Lo Desconocido.
Mis padres.
Obispo Manuel Acuña.
Ed y Lorraine Warren.
 
ÍNDICE
 
Prólogo
Introducción
Can´t help falling in love
El soldado Ray
Annabelle
La familia Perron
Ouija
West Point
La posada maldita
La rectoría Borley
Amityville
Bigfoot
El caso Enfield
Obligado por el Demonio
Familia Snedeker
La familia Smurl
El hombre lobo
El cementerio Union
El museo Warren
Sus corazones estaban llenos de primavera...
 
PRÓLOGO
 
Lo primero que siento que debo hacer es darle las
gracias a Sergio por este inmenso regalo que me
entrega, y espero que me permita dedicarle algunas
líneas. 
No tardé mucho en darme cuenta de que teníamos
mucho en común. Era un buscador. No en busca de
nada concreto, sino de esas pequeñas cosas que nos
permiten ir haciendo más llevadero nuestro día a día;
también consciente de que algo evidente se nos
escapa justo delante de nuestros ojos. Y todo esto se
puede percibir de su faceta multidisciplinar; siendo
reflejo claro de que a la verdad no se llega separando
la realidad y observándola de forma individual, sino
fluyendo y derramándose como ríos que convergen
hasta un océano único de conciencia.
 
Como pensador, estudioso de la historia filosófica,
las religiones, la estética, la hermenéutica, como
cualquiera de las etiquetas que alguien pudiera
asociar a mi nombre, o por convención social o
protocolo, lo más fácil para mí sería hablaros de los
Warren, de su amor, de lo que su efecto provoca en
otros, del lenguaje y cómo las palabras tratan de
englobar lo inefable, de la interpretación de lo que
percibimos y lo que es o entendemos como real, de la
construcción de la realidad, del concepto de «existir»,
del miedo, del terror y lo que nos hace sentir, de la
simbología, del fenómeno paranormal o lo
sobrenatural… Todo eso está muy bien, y sin duda
son temas de los que hay mucho que hablar, pero me
temo que Sergio no me regaló el prólogo para eso.
En su lugar contaré una historia personal. Algo
que pasó mientras no me daba cuenta de que pasaba,
como eso que se escapa ante nuestros ojos. 
 
La abuela de mi madre ocupaba un lugar en la
familia más especial de lo que ese propio título
otorga en la jerarquía. Era una mujer «especial»,
amada por cada uno de los miembros, por cada
persona que la conocía, una luz situada en lo alto de
una montaña solitaria. Se sacrificaba por cada causa,
atesoraba y cobijaba secretos, daba lo que no tenía,
escondía regalos, mensajes, advertencias, y sabía
cosas de esas que nadie más puede saber o pretende
esconder. Tanto es así que antes de fallecer dejó bajo
su colchón un sobre para cada uno de sus hijos y
nietos. Sé que algunos tenían dinero y notas
concretas, pero desconozco los mensajes, las
cantidades y el contenido de todos esos sobres,
menos el de uno. El de mi madre. En el sobre de mi
madre había una hoja con una frase escrita de su
puño y letra. En esa frase ponía: «Tranquila, vendrá
alguien a quien querrás más que a mí». Y a los 8
meses nací yo. 
 
El duelo en la familia fue de posguerra. Nunca se
me habló de ella, nunca se la mencionaba, las fotos
en las que aparecía fueron retiradas de todas las casas
y habitaciones. Cualquier activador de su recuerdo
quedó destruido y sepultado como si de una
maldición se tratase. Hasta un cierto día.
 
En la cena de Nochebuena todos nos juntábamos
por tradición familiar, una de esas herencias
generacionales; amigos, amigos de amigos, vecinos y
otros tantos en casa de la que fuera ahora la nueva
«líder», mi abuela. Una noche, cuando yo tenía siete
años, mi abuela quiso que su madre compartiera con
nosotros aquella tradicional reunión. Desenterró una
de esas fotos prohibidas, la sacó donde estábamos
todos y la colocó en uno de los estantes del gran
mueble que gobernaba el comedor. A lo que yo
exclamé: «¡Anda! ¡La iaia Sara!». Exclamación que
provocó que su contrario se instalara entre nosotros
como un miembro más: un silencio sepulcral. ¿Cómo
podía saber aquel niño quién era esa mujer si todos
habían tratado de borrar su recuerdo del consciente
familiar? Mi tío tomó la iniciativa ante la
estupefacción del resto y me preguntó: «¿Y tú cómo
sabes quién es?». Y yo contesté: «Uy, si estoy con
ella todos los días… ¡Hasta me trae agua por las
noches!».
 
Los inicios siempre se extienden ante nosotros
como un abrumador terreno en el que las siluetas de
las cosas se confunden entre sí y pierden eso que las
define, donde se difuminan conceptos y nombres y
las más grandes tapan las que hay detrás, nada es lo
que parece hasta que no te adentras, te acercas, miras
y recorres. Y eso es este libro; eso es la vida. Esta
experiencia también fue el inicio de algo, como he
dicho, no supe que fue experiencia hasta después de
haber pasado, como suele ocurrir, a posteriori que
diría Hegel. Y me enseñó dos cosas fundamentales
que me han ayudado a lo largo de la vida: La
primera, que nada ocurre por casualidad, que ocurre
lo que tiene que ocurrir; y la segunda, que darle la
espalda a la realidad es tan inútil como estúpido.
 
Cuando alguien escribe un libro y no es fruto de la
búsqueda de ventas o de la historia que se ha
inventado y considera que debe interesar a los demás,
es como un espejo donde podemos encontrar algunas
de las cosas que intuimos que están dentro de
nosotros, pero no sabe cómo hacerlas salir. Pues eso
es este libro. No es una recopilación o una
enumeración de casos como seguramente el autor os
haya hecho creer. Es el relato de una búsqueda, como
lo que os hablaba al inicio, la crónica de alguien en
su descubrimiento, en su viaje, en su camino. Y lo
que usted, como lector, encuentre entre sus líneas, va
a depender única y exclusivamente de usted mismo y
lo que lleve dentro.
 
De sus deseos de cruzar el velo de olvido que
cubre la verdad.
 
-David Barberá (co-director de Lo Desconocido).
 
INTRODUCCIÓN
 
El motivo que me llevó a escribir un libro como este fue mi interés por
lo sobrenatural. Al acercarme a los verdaderos Warren me di cuenta de que
sus ideas y explicaciones del mundo espiritual eran muy interesantes y que,
lamentablemente, no había mucho de eso en español. Hay entrevistas de la
pareja en televisión que son joyas para el aficionado a estos asuntos y
quería rescatarlas. No solo eso, sino que quería que fuese una historia
completa sobre los Warren.
 
Este es un resumen o compendio de sus casos. Algunas de las historias
que aquí leerás tienen una gran cantidad de libros dedicados exclusivamente
a diferentes aspectos del caso en concreto, algunos de esos libros son tan
extensos, o más, como este que tienes entre tus manos. Por lo tanto, incluso
el expediente Amityville, que es al que más páginas he dedicado en este
libro, no es más que un resumen de la sinopsis de la historia.
La idea de este libro no es tanto la de profundizar y analizar estos casos
como la de ofrecer una visión general y variada de la vida y obra del
matrimonio. Luego, para quien quiera profundizar más, puede hacerlo con
libros más específicos sobre el tema o directamente con los
recomendadísimos libros de los Warren; pero la idea de este volumen es dar
una visión general sobre quiénes eran y algunos pocos casos de todos los
que investigaron. En otras palabras, captar su espíritu (nunca mejor dicho).
Aquí encontrarás aspectos de su trabajo que puede que te sorprendan,
conocerás a los verdaderos Warren y su forma de ser, las controversias en
las que se vieron envueltos, las adaptaciones cinematográficas de sus casos
y mucho más.
 
Entre la selección de expedientes, no podían faltar los más conocidos y
en los que se basan las películas que todos conocemos, pero he considerado
adecuado, también, rescatar otros no tan conocidos o incluso inéditos en
español. Entre estas novedades inéditas nos encontramos,por ejemplo, con
los capítulos «Ouija» y «La posada maldita». Otros que sí se puede
encontrar información en español, pero que no son tan conocidos, son, por
ejemplo, el caso de «El soldado Ray», «West Point» o «Bigfoot». Al igual
que muchas de las declaraciones del matrimonio, que han sido traducidas
específicamente para este libro.
 
Si quieres otro caso de los Warren inédito en español, que tampoco
aparece en este libro, puedes echar un ojo al número de septiembre de la
revista Lo Desconocido, en Amazon, pues ahí tienes el caso de Laura, una
joven que tonteó con el satanismo en 1971 y que casi le cuesta su propia
cordura.
 
También me gustaría aclarar una cosa. Aunque son quince los casos
seleccionados, en realidad incluye información de muchos más, pues he
usado otros para apoyar o comparar el caso principal de cada capítulo con
otros similares. He intentado que estos expedientes auxiliares fuesen lo más
cercanos posible en el tiempo al caso principal para no perder la sensación
cronológica, aunque no siempre me ha sido posible respetar esa regla.
 
Por supuesto, no podía faltar un capítulo entero dedicado al Museo de lo
Oculto de los Warren, en el que comentaré algunos objetos y sus
correspondientes historias (de manera muy breve, claro). 
 
La información de sus casos, en general, es difusa y contradictoria.
Existen diferentes versiones, los protagonistas se llaman de una manera o
de otra (eso es debido al uso de seudónimos para preservar la privacidad de
los implicados, en muchos casos). Y esto lo digo porque, si conoces alguna
de estas historias y ves que los nombres están cambiados o algún elemento
u orden de acontecimientos no coincide con tu versión, sepas el porqué.
Como he dicho al principio, son resúmenes de los casos, no puedo
enrollarme con tecnicismos ni con todas las variantes y nombres que se les
atribuye. Esto es un compendio de su vida e investigaciones, un muestrario
con algunos apuntes personales, sin más. Para profundizar realmente en
toda la información, necesitaría miles y miles de páginas (sin exagerar).
 
También quiero agradecer a Lo Desconocido que se haya publicado bajo
su sello. Me hace especial ilusión esta colaboración y creo que me ha
mantenido muy motivado a la hora de recopilar y escribir este volumen.
 
Dicho esto, te invito a que abras la mente y te dejes llevar por un mundo
fantástico y terrorífico a partes iguales, donde seres invisibles viven con
nosotros y nos tocan para bien o para mal. Si crees en lo sobrenatural,
puede que encuentres información interesante y de provecho; si no crees,
tómatelo como una colección de cuentos de ficción y disfruta de las
historias.
 
CAPÍTULO 1:
CAN´T HELP FALLING IN LOVE
 
Ed y Lorraine Warren han vuelto a la fama gracias al cine, pero su
verdadera historia y sus verdaderos casos son los que están recogidos en las
siguientes páginas. Ed era un demonólogo y Lorraine una clarividente, que
juntos investigaron miles de casos de fenómenos paranormales.
 
En los años 20 del pasado siglo, dos almas estaban dispuestas a encarnar
en la misma ciudad. Primero lo haría «El guardián de la riqueza» (Edward)
y cuatro meses después sería el turno de «La que viene del reino de Lorena
(Francia)» (Lorraine). ¿Cuál es la probabilidad de encontrar al amor de tu
vida en tu propia ciudad y que ambos nazcan con unos meses de diferencia
y tengan los mismos intereses? ¡Seguro que era una misión que estaba
destinada a ser!
Ahí empezó la aventura.
 
Lorraine Rita Moran nació el 31 de enero de 1927, en Bridgeport,
Connecticut. Fue educada en un colegio católico de niñas, donde tuvo su
primera experiencia con lo paranormal en el año 1936, a la edad de nueve
años. Comenzó a ver luces alrededor de las personas. Sin embargo, aún no
sabía qué eran esas luces o cuál era su significado.
 
LORRAINE WARREN: «A esa edad comencé a ver el aura de las
personas. Como era muy pequeña no sabía qué eran esas luces. Recuerdo
que una vez le dije a una monja de mi colegio: “tus luces son más brillantes
que las de la madre superiora”. Ella contestó: “¿De qué luces estás
hablando?”. Así que me mandó a penitencia a rezar porque pensó que le
estaba mintiendo. En ese momento comprendí que era un don que solo yo
tenía. Este aura que tiene la gente es como un aviso de SOS. No es lo que
proyectas, sino que es lo que eres en realidad. Algunas veces veía ese aura
incluso en algunas mascotas, y es algo muy hermoso de describir. Como
nadie de mi familia entendió de qué se trataba este don, tuve que guardarme
este secreto por mucho tiempo, hasta que conocí a mi marido Ed».
 
Edward Warren Miney nació el 7 de septiembre de 1926, también en
Bridgeport, Connecticut. A diferencia de Lorraine, vivió experiencias
paranormales entre los cinco y doce años de edad. Por las noches, entre las
dos y las tres de la mañana, cuando todos dormían, sucedían una serie de
hechos misteriosos. Ed narró en una entrevista para Seekers of the
Supernatural que las puertas de su armario se abrían por sí solas, y a los
pocos segundos salían de él unas luces flotantes con rostros que lo miraban
fijamente.
 
ED WARREN: «El rostro que veía más a menudo era el de una anciana
enfadada, de pronto la habitación se enfriaba al punto de congelarme, se
escuchaban pisadas y susurros, a los pocos minutos ya estaba durmiendo en
la cama de mis padres. Crecí sin saber qué era aquello».
 
Desde ese momento, Ed decidió que a lo largo de su vida investigaría la
razón de dichos fenómenos. 
 
Ed y Lorraine se conocieron a la edad de dieciséis años, en 1942, en el
cine colonial de Bridgeport, lugar en el que Ed trabajaba como acomodador
y Lorraine frecuentaba con su madre. Ed no se caracterizaba por una gran
sociabilidad, y en la ciudad era considerado como el «rarito», por pasar la
mayor parte del tiempo solo, por gustarle el cine, por sentirse atraído por la
oscuridad... Cuando empezó a fijarse en Lorraine, Ed aunó valor y se
decidió a hablar con ella. 
 
Lorraine recuerda así aquel encuentro: «La noche que me lo
presentaron, al principio vi a un joven atlético de dieciséis años de pie
delante de mí. Pero, entonces, tuve una visión premonitoria y vislumbré a
un hombre más corpulento y canoso; supe inmediatamente que aquel era el
futuro Ed. También supe que pasaría el resto de mi vida con él».
 
En una ocasión, cuando al matrimonio, ya septuagenario, se le preguntó
por ese día, Lorraine dijo:
—Bueno, el día en que conocí a Ed fue...
Ed la interrumpió y, tomándola de la mano, dijo:
—¡Fue tu día de suerte! Eso es lo que fue: un día de mucha suerte.
Ella rio y, con la cabeza ladeada, miró embobada la sonrisa de Ed. 
 
Volviendo a 1942, Ed y Lorraine, poco a poco, comenzaron a desarrollar
una gran amistad.
En una ocasión, con los adolescentes sentados en un café al lado del
cine y la madre de Lorraine vigilándolos a unos metros de distancia,
charlaban animadamente e intercambiaban opiniones. A ambos les gustaban
los western y el cine de terror, y consideraban que sus vidas personales eran
como una película de miedo. 
 
Ed recordaría: «Un día empezamos a hablar y nos hicimos amigos.
Ella tenía la misma edad que yo, y una noche me acerqué a su casa y le pedí
una cita. Cuando nos hicimos novios me decidí a contarle que vi fantasmas
y apariciones cuando era niño. Pensé que seguramente se iba a reír y me
tomaría por un loco, pero ella me contestó que también tenía un secreto. Era
médium y clarividente, y no solo había visto fantasmas igual que yo, sino
que también podía hablar con ellos. En ese momento me pareció que el
destino nos había unido».
 
Tal y como decía la canción de Elvis Presley de 1961, Can’t help falling
in love, y que Patrick Wilson canta magníficamente en la segunda película
de los Warren:
 
Los sabios dicen
“Solo los tontos se precipitan”
Pero no puedo evitar enamorarme de ti
¿Me quedo?
¿Sería un pecado
si no puedo evitar enamorarme de ti?
Como fluye un río
Seguro hasta el mar
Cariño, así es
Algunas cosas están destinadas a ser
Toma mi mano
Toma mi vida entera también
Porque nopuedo evitar enamorarme de ti.
 
Poco tiempo después, Ed tuvo que entrar en la Marina por motivo de la
Segunda Guerra Mundial e ir al mar como marino. Ed y Lorraine se
enviaban cartas secretas en las que expresaban su amor mutuo de manera
apasionada, hablaban del futuro y trataban de entender el porqué de sus
dones.
Sobrevivió al hundimiento de su barco, por lo que le concedieron treinta
días de descanso. De vuelta en Connecticut, se casaron en 1945. Sin
embargo, tuvo que regresar a la guerra, a punto de finalizar, de la cual salió
ileso. El matrimonio tuvo una única hija, llamada Judy, nacida el 11 de
enero de 1946. Compraron una casa en el bosque en Monroe, Connecticut,
y vivieron allí hasta el momento de su muerte.
 
Trabajó como conductor de autobuses y pasó dos años en la Escuela de
Arte, hasta 1948. Después, se dedicaría a pintar y a vender sus cuadros.
 
En su Chevrolet Daisy del 33 recorrían el país. Como diría Ed Warren:
«Nos gusta pensar que fuimos los primeros hippies. Pero nunca hemos
perdido el interés por las apariciones y la demonología».
 
De hecho, comenzaron a investigar los primeros casos en ese año, en
1948, y el inicio de su carrera fue de lo más inusual. El 24 de octubre de
1948, Lorraine, en Ocean Born Mary House tuvo por primera y única vez
una experiencia extracorporal, la cual la llevó a interesarse mucho más por
el tema del alma y/o la conciencia existiendo fuera del cuerpo, pues debido
a su educación, entendía que cuando el alma se separaba del cuerpo físico
solo podía ir al infierno, al cielo o al purgatorio. Los fantasmas que ella veía
no consideraba que fuesen almas errantes, desde aquel momento sí lo creyó.
Por más que se lo hubiera dicho Ed, el chip no cambia hasta que uno lo
experimenta en sus propias carnes. ¿Pudo ser este incidente impulsado por
una fuerza mayor para que adquiriera plena consciencia? Así me gustaría
creerlo.
 
Como ya se ha dicho, antes de ser demonólogo, Ed se dedicaba a pintar,
especialmente cuadros de casas que se rumoreaba que estaban embrujadas.
Iban hasta el lugar y se sentaban en la orilla para poder tener una vista
panorámica. Fue ahí cuando Lorraine empezó a desarrollar más su don:
podía ver si la casa realmente estaba encantada o no, también podía ver qué
es lo que había pasado y si eran fantasmas o algún ente demoníaco.
 
ED WARREN: «Éramos una pareja de jóvenes muy curiosa y nos
atraían esos lugares donde supuestamente se reportaban hechos
sobrenaturales, porque a nosotros nos habían pasado cosas parecidas. Por
esa época yo me sentaba frente a esas casas, y en mis lienzos, trazaba
terroríficos monstruos y fantasmas que surgían de las puertas y ventanas.
Después, Lorraine se acercaba al dueño de la casa, que quizás se estaba
preguntando desde hacía horas qué hacían aquellos dos jovencitos lunáticos
allí, y le ofrecía el cuadro por si quería comprarlo. Lorraine les decía: “Mi
marido ha pintado esto. ¡Mire lo que he visto!”. Ellos solo decían: “¡Ay,
Dios mío!”. Lo increíble es que muchos dueños de esas casas, pese a que
estaban horrorizados, nos dejaban entrar para que investigáramos. Vimos
cosas tan extrañas que decidimos en 1952 formar la New England Society
for Psychic Research, la primera asociación dedicada a investigar fantasmas
y a buscar demonios».
 
La sede fue instalada en su propia vivienda. El trabajo de la N.E.S.P.R.
se basaba en la religión, pero también utilizaba la ciencia. A todas las
personas que creían que ellos eran una farsa, Ed les contestaba que tenían
de su lado la parte científica de la investigación, es decir, muchos
voluntarios doctorados en diversas ciencias ayudaban al matrimonio, y
juntos debatían para llegar a una conclusión del caso. Ed dijo en una
ocasión: «Nadie puede engañarnos diciéndonos que una casa está encantada
y salirse con la suya, porque yo soy el mayor escéptico. Tengo que verlo,
tengo que escucharlo y tengo que percibirlo con los sentidos físicos». 
La N.E.S.P.R. no cobraba por sus servicios, y solo pedía ayuda
económica para cubrir ciertos gastos. Tanto médicos, investigadores,
policías, enfermeras, estudiantes, hasta miembros de la sociedad en general,
se ofrecían voluntarios para ser parte de la fundación.
Gracias a esta sociedad, abrieron una puerta tras la cual se encontrarían
con lo inimaginable, muchas cosas malas, pero también muchas buenas.
 
ED WARREN: «Existe en Canadá un hombre pequeño con el nombre
Hermano André. Solo medía, probablemente, metro y medio. Una estatura
bien pequeña, pero era grande de espíritu. Un enorme espíritu. Este hombre
era conocido como “El Guardián de la Puerta”, en Montreal, Canadá. Hay
una estatua que ha sido dedicada a él y yo mismo he aprendido sobre los
milagros gracias a este hombre. 
»Jugó un papel decisivo en la construcción del oratorio de St. Joseph, y
si vas allí hoy en día verás cientos de muletas, cientos de aparatos
ortopédicos de personas que se curaron milagrosamente en ese oratorio. Lo
que hace que la gente suba esos, probablemente, cincuenta escalones, se
arrodillen y recen una oración cada uno de ellos.
»Fuimos allí en 1953. Mi madre tenía cáncer. Estaba por todo su cuerpo,
no podían hacer nada por ella. La enviaron a casa unas dos o tres semanas
antes de Navidad. Un día fui a la farmacia y un hombre que estaba allí me
preguntó, “¿cómo está tu madre, Ed?”. Dije: “Bueno, no puede comer, no
puede dormir, tiene un dolor terrible”... “¿Alguna vez has oído del santuario
de St. Joseph de Montreal, Canadá?”. Le dije que no, no había escuchado
nada y, por supuesto, en ese momento, estaba siendo construido, y me contó
que ocurrían muchos milagros allí. No estaba buscando un milagro. No
creía que eso pudiera pasar conmigo ni con mi madre. Solo esperaba que se
durmiera y no volviera a despertar para que estuviera en paz, porque, ya
sabes, en 1953 no tenían los analgésicos que se tienen hoy.
»Volví a casa y Lorraine y mi padre estaban allí, y les dije que me
acababa de encontrar con este chico y que me habló sobre este santuario en
Montreal, y les conté todo sobre el lugar y dijeron: “Bueno, vayamos allí,
solo está a ocho horas”. Así que fuimos hasta allí a la mañana siguiente,
dejamos a mi madre con una vecina, que la cuidó, y con una de sus
hermanas». 
 
En efecto, después de que la vecina llegase a la casa para cuidarla, Ed,
su padre y Lorraine pusieron rumbo a Canadá. Llegaron hasta allí, subieron
los escalones interminables, rezaron, pasaron el día allí y regresaron a
Connecticut la noche siguiente.
 
ED WARREN: «Nunca lo olvidaré. Las luces estaban encendidas
arriba, en el dormitorio de mi madre. Recuerdo que ella tenía un dolor
terrible, no podía ni hablar, ¿sabes? Estaba muy ronca. Y si se acostaba
sentía dolor, si se sentaba sentía dolor, todo era dolor. Pues estábamos
subiendo las escaleras y pude escuchar voces hablando. ¡La voz de mi
madre muy fuerte! No era débil. Y pude escuchar a esta vecina, la mujer de
al lado, hablando con ella. Miré hacia esa habitación y la vi comiendo una
manzana. ¡Esta mujer no podía comer, no podía... no podía tragar nada!
Ahora, dime, ¿cómo la noche anterior que sentía un dolor tremendo, el calor
recorrió su cuerpo y, “de repente”, no hubo más dolor y tenía apetito? Tres
días después, salió de esa habitación, bajó las escaleras hasta nuestro coche
y nos llevó a Lahey Clinic, en Boston, Massachusetts. Un par de días
después le hicieron una exploración. Los médicos de St. Vincent´s Hospital
le habían diagnosticado el cuarto cáncer, era como gelatina, no había nada
que pudieran extirpar... No encontraron ni rastro de cáncer. ¡Aquello fue un
milagro!».
Aunque, todo hay que decirlo, el cáncer volvería a hacer acto de
presencia en la mujer muchos años después.
ED WARREN: «Vivió durante veintidós años más».
 
Materializaciones de objetos, parafonías, apariciones, maldiciones,
agresiones a los vivos, clariesencias, ectoplasmas, posesiones, seres
feéricos, almas en pena, demonios y espíritus malignos, brujería, detectives
psíquicos... Todo esto son elementos que salpican algunos de loscasos
estudiados e investigados por el matrimonio. 
 
En opinión de los Warren, existen dos tipos de espíritus: humanos e
inhumanos. Los primeros, los espíritus humanos, son aquellos que antes de
desencarnar recorrieron la Tierra como una persona, es decir, que son el
alma de una persona, y puede tener buenas intenciones o malas. Sin
embargo, los espíritus inhumanos son aquellos que nunca han tenido una
existencia corpórea y suelen ser dañinos para el ser humano, pues se
dedican a oprimir. No todos son malvados, pero sí la mayoría, pues también
están los espíritus elementales (seres feéricos, lo que son hadas, gnomos,
duendes, etcétera).
 
Hay que tener en cuenta que, para los Warren, todo espíritu que tenga
malas intenciones lo consideran como demonio. Es por ello por lo que
muchos espíritus de personas desencarnadas también son referidos por la
pareja como demonios.
También creo que se debería remarcar la diferencia entre fantasma y
espectro. No he encontrado referencia a que los Warren hagan esta
distinción, pero es común entre los espiritistas esta diferenciación. El
fantasma es el espíritu de una persona, fallecida o no, que interactúa con el
testigo de un modo u otro. El espectro, sin embargo, es una aparición que
repite siempre una misma acción y parece completamente ajeno al mundo
que le rodea, como si fuera una película que se proyecta una y otra vez. Si
revisamos el caso de la rectoría Borley, por ejemplo, la monja que se
aparece entraría en la categoría de espectro, mientras que la otra presencia
masculina de ese mismo caso sería un fantasma.
 
El método que usaban a la hora de investigar una casa era tal y como lo
explicó Lorraine: «Ed se sentaba con la familia y hablaba, y yo pedía
permiso para caminar por la casa. La forma en que obtenía lo que
necesitaba era sentarme en sus camas. Esa es la forma más fácil, sentarme
en el borde de la cama. Cuando te acuestas por la noche, como todas estas
cosas pasan por tu mente, queda todo registrado. Piensas en estas cosas, lo
que has experimentado, te vas a la cama y se reproduce de nuevo para ti. Es
en el momento entre la vigilia y el sueño».
 
También fueron testigos de apariciones de mascotas y animales.
ED WARREN: «Fuimos dueños de nuestro propio pastor alemán, que
tuvimos durante catorce años, y ese cuadro de allí es de él. Murió, y una
noche, al salir al patio trasero a tirar la basura, había una caseta de perro de
tipo militar, y él solía sentarse en esa caseta muy erguido, tal y como se ve
en el cuadro, se sentaba así, yo le quitaba la cadena y entraba en casa
conmigo. Bueno, salí a tirar la basura esa noche y rodeé la casa, y allí
estaba el fantasma de este perro sentado en esa caseta para perros de tipo
militar. Me quedé allí y lo miré por unos segundos, y comencé a acercarme
a él, pero desapareció. Retrocedí y volvió a aparecer. Entré en casa para
buscar a Lorraine y a Judy, las hice salir sin decir qué era lo que iban a ver y
allí estaba, lo vieron. Era transparente, pero no me cabía la menor duda de
qué era lo que estábamos viendo los tres».
 
En 1965, la pareja estuvo investigando en una casa embrujada en la que
se encontraba el espíritu de una niña llamada Cynthia, con la que contactó
Lorraine tras entrar en una especie de trance. Ed dijo: «En ese momento
descubrimos que ella estaba buscando a su madre. Nosotros pensamos:
“Eso es horrible. Está buscando a su madre día tras día. ¿Cómo podemos
ayudar a esa niña?”. A partir de ese momento comenzamos a no solo
experimentar con las apariciones, sino que nos propusimos ayudar a la
gente como fuera. Así que comencé a entrevistar a decenas y decenas de
clérigos de todas las creencias para interiorizar mejor estos temas. Así me
enteré de la existencia de los exorcismos. Después de trabajar en conjunto
en varios casos de índole sobrenatural con la Iglesia, llegué a ser el único
demonólogo laico de los siete demonólogos reconocidos en ese tiempo en
Estados Unidos. Los seis restantes eran todos sacerdotes». 
 
Ed comenzó, tal y como ha dicho, a entrevistar a varios miembros del
clero, preguntándoles sobre la reacción que tendrían si alguien les llama y
les dice que su casa está embrujada. Para su sorpresa, varios de ellos
respondieron que los mandarían a un psiquiatra e incluso otros ni siquiera
creían en el Diablo. 
A pesar de todo, los Warren no cobraban por sus investigaciones, sino
que solo recibían ingresos a través de los cuadros que Ed aún se dedicaba a
vender y de las conferencias que daban. Tal y como ellos decían: «El
mensaje más importante que queremos transmitir al público es que existe un
inframundo demoníaco y que, a veces, puede ser un problema
profundamente aterrador para la gente».
 
Fue en 1968, tras veinte años de investigaciones psíquicas y tras
dieciséis años desde la fundación de la N.E.S.P.R., cuando el matrimonio
comenzó a dar conferencias en auditorios y universidades.
Ed Warren: «La gente suele sorprenderse de la influencia que el
mundo sobrenatural y lo oculto ejerce sobre sus vidas. Muchos casos de
supuestas enfermedades mentales son en realidad el resultado de
posesiones, y muchos casos de asesinato son el resultado de una posesión
demoníaca. Desde el principio tuvimos la firme decisión de estudiar todos
los sucesos extraños de los que tuviéramos noticia. Con los años nos
ganamos la reputación de serios especialistas en incidentes de este tipo.
Gracias a nuestra experiencia directa con demonios, también aprendimos a
lidiar con ellos».
 
De hecho, el matrimonio tenía en la oficina de Ed un archivo con todos
sus expedientes e investigaciones debidamente clasificados por categorías,
del cual también iban aprendiendo sobre la marcha.
 
Como cualquier otra pareja, los Warren intentaban mejorar y
perfeccionar su trabajo; e incluso me atrevería a decir que estaban llenos de
amor: amor por su labor, amor mutuo, amor por el prójimo…
 
En The demonologist, se describió al matrimonio de la siguiente
manera: «Ed y Lorraine Warren no son ocultistas ni excéntricos, ni están
comprometidos con algún tipo de cruzada religiosa. Por el contrario, la
percepción sobre la vida de los Warren es de todo menos negativa. Por
supuesto, los Warren son tan efectivos en su trabajo solo por ser personas
con gran positividad».
 
CAPÍTULO 2
EL SOLDADO RAY
 
Expediente: El soldado Ray. 
Fecha: 1968.
Tema: Espíritus guía.
Tipo de entidades: Fanstasmas.
 
El primer caso que vamos a conocer llegó a oídos del matrimonio
Warren en 1976, aunque sucedió ocho años antes. Realmente no lo
investigaron, pero sí dieron testimonio del mismo. 
Cuando se habla de que los Warren investigaron mil casos a lo largo de
su carrera, dos mil o incluso diez mil, no es que los hicieran realmente
todos desplazándose hasta el lugar y experimentando los fenómenos, sino
que, como en este que vas a leer, les dieron la información, aconsejaron en
lo que pudieron, y la añadieron a sus expedientes: el archivo de los Warren
es enorme, el número de investigaciones hechas personalmente por ellos es
más reducido.
 
Todo comenzó durante las conferencias que estaban dando en la
primavera de 1976, durante la época del Bigfoot, cuando una mujer llamada
Julie Fuller les contactó para relatarles una tierna historia.
 
GRACE
 
En 1968 muchos soldados estadounidenses estaban luchando en
Vietnam. Uno de estos soldados era Raymond Jr. Fuller. Él y Julie tenían
dos niñas en edad preescolar en el momento en el que se desarrolla esta
historia. Ray terminaría su servicio en siete meses y regresaría a casa. Julie,
antaño esbelta y atractiva, ahora tenía diez kilos de más, y decidió ponerse
en forma antes de que regresara Ray. Cinco días a la semana saldría a correr
unos kilómetros para ir bajando peso. Durante su recorrido, Julie solía pasar
por delante del cementerio. Y un día pasando por allí…
«Me llamo Grace. Quiero ser tu amiga, Julie. Quiero ayudarte a superar
algunos problemas que te van a venir».
La voz no parecía tener dueño. No había nadie en el cementerio. Era la
voz de una mujer, pero Julie pensó que podríahaber sido una simple
alucinación. 
 
La cosa quedó así y continuó con su rutina, aunque la experiencia no se
le iba de la cabeza. Trató de centrarse en las niñas, en seguir con su día a
día. 
Esa misma noche sonó el teléfono. Algo malo había pasado, nadie llama
por la noche a no ser que tenga malas noticias, y el recuerdo de aquella voz
femenina que escuchó por la mañana se hizo más presente.
El que llamaba era Eric Silva, el mejor amigo de su marido, para decirle
que el helicóptero en el que volaban se había estrellado y se desconocía el
paradero de Ray. Ella intuyó que acababa de enviudar, pero Eric insistió en
que no era seguro todavía.
 
Al día siguiente, Julie recibió una llamada del Ejército informando que
se declaraba a Ray como desaparecido en combate. Seguía convencida de
que estaba muerto, y llamó a sus suegros para darles la noticia de la
desaparición.
 
Al tercer día, pasando por el cementerio en su rutina de ejercicios,
volvió a escuchar la voz de la mujer invisible.
«No está muerto, Julie. No importa lo que diga el Ejército ni lo que
puedas pensar, tu marido está vivo».
Ella, intrigada y asustada, decidió entrar al cementerio y buscar de
dónde venía aquella voz. No vio a nadie.
—¿Quién eres? —preguntó.
«Me llamo Grace. Nací en 1868 y fallecí en 1903. El Espíritu Divino
me utiliza a veces para consolar a la gente».
—¿Has dicho que mi marido no está muerto?
«Pronto conocerás la verdad, Julie».
Y la presencia se marchó de nuevo. 
 
LA PROFECÍA
 
Cuatro días después, por la mañana, Grace volvió a hablar a Julie
cuando pasaba por el cementerio.
«Hoy encontrarán a tu marido. Estará sano y salvo, aunque pasará
algunos días en el hospital. Tienes que ser fuerte, Julie, y mantener la fe. A
veces Dios nos pone a prueba, y esto puede ser una prueba para ti. Sé
fuerte, sin importar cómo te trate la gente».
 
Aquella misma tarde, su suegro la llamó por teléfono.
Las creencias de Julie y la de sus suegros eran contrapuestas. Julie era
una episcopaliana relativamente devota, pero sus suegros eran agnósticos.
Habló con ellos y decidió contarles lo del espíritu, pero no la creyeron,
casi que la ridiculizaron.
 
Para Julie aquello era incomprensible. Que Raymond padre, siendo un
matemático, tuviese una fe ciega en los números y ecuaciones, cuando las
matemáticas eran un invento humano, algo casi tan abstracto como un
espíritu, y que no la creyese cuando hablaba de fantasmas...
Pero tal y como pronosticó Grace, aquella tarde, Julie recibió una
llamada del Ejército confirmando que habían encontrado a su marido,
estaba en estado de shock y con amnesia, aunque según los médicos se
pondría bien en unos días.
De inmediato llamó a sus suegros para darles la buena noticia y tuvieron
que admitir que ese espíritu había estado en lo cierto.
Cuando Julie pudo hablar por teléfono con su marido, este aún no había
recuperado la memoria, pero parecía de buen humor, pues aunque no
recordaba quién era, le dijo:
—Tengo delante una fotografía tuya y de las niñas. Sea quien sea yo, sé
que soy un hombre con suerte.
Julie, llorando, le replicó:
—El médico ha dicho que recuperarás la memoria en poco tiempo.
—¿Descubriré que soy millonario?
—No, pero descubrirás que tienes a cinco personas que te quieren
muchísimo. Yo, las niñas y tus padres.
Efectivamente, Ray, con el tiempo, se recuperaría por completo.
 
REFLEXIONES
 
Este caso me parece muy tierno y da que pensar. Según algunos
estudiosos, el tiempo y el espacio como lo conocemos no existe en el Más
Allá; pasado, presente y futuro se mezclan. ¿Está ahí la respuesta a la
habilidad de estos espíritus para conocer el futuro? O incluso de las
premoniciones humanas… ¿O es algo que ya está predestinado y no hay
nada que podamos hacer para cambiarlo, a pesar de tener la ilusión de que
tenemos libre albedrío y creer que la realidad se reinventa a cada momento?
Sospecho que no tenemos medio de comprobar si nuestros pensamientos,
decisiones y acciones son realmente fruto propio o si alguien nos ha
programado así, siguiendo un guión o un fin. Para mí, son cuestiones de
difícil respuesta y que darían pie a muchas otras preguntas.
 
ED WARREN: «La mayoría de las personas les tienen miedo a los
fantasmas, y no les faltan motivos. A lo largo de los siglos, los fantasmas
han sido representados como seres malvados empeñados en aterrorizar y, en
algunos casos, incluso destruir a la humanidad. Muchos fantasmas son
capaces de advertir a sus amigos humanos de problemas inminentes o
incluso de entregar mensajes del mundo de los espíritus».
 
LORRAINE WARREN: «Usualmente, en estos casos, un ser querido
fallecido regresa para confortar o servir de guía para la persona a la que
visita. Otras veces regresan para compartir en familia alguna celebración o
dar la bienvenida a un nuevo bebé. Y siempre se aparecen con un aspecto
de buena salud o, a veces, más jóvenes de la edad que tenían cuando
murieron».
 
También hay otro punto que está presente en este caso, aunque sutil,
pero que en expedientes posteriores se hará más evidente. Me estoy
refiriendo al contacto con el otro lado. Según Lorraine Warren, no se debe
intentar contactar con el otro lado ni con nuestros seres queridos fallecidos,
pues podría ser otra entidad la que responda a nuestra llamada. Para ella es
mejor dejarlo correr y, en caso de que un ser querido quiera contactar con
nosotros, bien; si no, dejarlo estar y ya. Julie no buscó a Grace, y fue esta
segunda la que se manifestó de manera voluntaria sin ser llamada. Así es
como debe ser, según los Warren.
También hay casos en los que entidades malvadas se hacen pasar por
espíritus de fallecidos, cercanos o no a la persona viva, para dañarlos,
tendiendo una trampa. En el siguiente caso que vamos a ver podremos
comprobar este ejemplo.
 
CAPÍTULO 3
ANNABELLE
 
Expediente: La muñeca Annabelle.
Fecha: 1970 - 1971.
Tema: Muñecos malditos.
Tipo de entidades: Demonio.
 
ORÍGENES
 
Todo comenzó en 1970, en la ciudad de Hartford, Connecticut, cuando
Deirdre Bernard, en ocasiones llamada Debbie o Deirdre Jennings, recibió
por parte de su madre, como regalo de cumpleaños, una Raggedy Ann Doll,
comprada en una tienda de segunda mano. Era una muñeca grande, de casi
un metro de altura. Hay algunas fuentes que apuntan que Deirdre no era su
nombre verdadero, sino un pseudónimo para preservar su privacidad, de
modo que su nombre real aún no habría trascendido.
Deirdre era enfermera y vivía con Lara «Angie» Clifort, compañera de
piso y de profesión. Hay versiones donde la amiga se llama Angie
Stapleton. A veces se las menciona como estudiantes de medicina y se dice
que Deirdre acababa de cumplir los dieciocho. En otras fuentes dicen que
tenía veinte años, veinticinco, o incluso, en otras, aumentan la edad hasta
los veintiocho años.
Yo usaré la información que ofrece el libro The demonologist y daré los
datos y nombres que se dan ahí. Es decir, Deirdre Bernard, veinticinco años.
 
Durante las décadas de los sesenta y setenta, las muñecas Raggedy Ann
tuvieron gran auge entre los estadounidenses. Incluso se hicieron películas y
series con la muñeca como protagonista. De hecho, revisando el cine de la
época, no era raro encontrar una de estas muñecas Raggedy Ann colocada
en el dormitorio de algún niño o niña. La película Goodye, Raggedy Ann, de
1971, protagonizada por Mia Farrow, nos habla de una estrella de cine
frustrada que, casi de manera inmadura, sigue refugiándose en su muñeca
de la infancia, y esta no podía ser otra que una Raggedy Ann.
Definitivamente, fueron muy populares en su día.
 
Para conocer el origen de este tipo de muñecas hemos de remontarnos
hasta comienzos del siglo XX, cuando Johnny Gruelle, de Connecticut, creó
a las Raggedy Ann para su hija Marcella de trece años; era hija única, por lo
que se llevaba toda la atención.
 
Un buen día, la niña había hecho una muñeca de trapo confeccionada a
mano, y había dibujado una cara en ella. Por su parte, John, tomó de su
estantería un libro de poemas de James Whitcomb Riley y combinó dos: Elhombre Raggedy y Pequeña Orphant Annie. Dando como resultado
Raggedy Ann. Le gustó tanto que decidió escribir e ilustrar un libro para
niños en el que Raggedy Ann sería la protagonista.
 
Marcella murió a los trece años, el 8 de noviembre de 1915, poco
después de ser vacunada contra la viruela en la escuela. Las autoridades
atribuyeron su deceso a un fallo cardíaco, pero sus padres culparon a la
vacuna. A partir de este momento, Johnny Gruelle se convirtió en un
oponente de la vacunación, y la muñeca Raggedy Ann fue utilizada como
símbolo por el movimiento anti-vacunas.
 
Sin embargo, no fue hasta 1918 cuando el público conoció a la muñeca.
Fue en este año cuando Gruelle, con una muy buena técnica de márketing,
publicó su libro Raggedy Ann Stories, a la par que salía al mercado la
muñeca. Tuvo tanto éxito que, en 1920, llegó la secuela, incorporando al
hermano de la muñeca, llamado Raggedy Andy. La colección de libros se
extendería a lo largo de los años, incluyendo películas.
 
La muñeca en sí, era muy simple, estaba hecha de trapo, con un
triángulo rojo por nariz y gruesos hilos rojos como cabello. Y la que recibió
Deirdre, tenía cerca de un metro de altura (aunque estas muñecas tenían
diferentes tamaños), casi del tamaño de una niña pequeña.
 
PRIMEROS SUCESOS
 
Volviendo a la historia que nos ocupa, pronto empezarían a notar cosas
extrañas con aquella enorme muñeca de trapo. Deirdre solía colocarla en la
cama cada vez que se iban al trabajo, y al regresar, se daban cuenta de que
la muñeca estaba en otra postura, con las piernas o los brazos cruzados.
Un buen día, las dos chicas decidieron dejar a la muñeca con brazos y
piernas cruzados antes de marcharse al trabajo. Pero cuando volvieron,
tenía sus extremidades extendidas… ¡y estaba recostada sobre la almohada!
Aquello se tornó más grotesco en un par de meses, cuando descubrieron
que no solo sus brazos y piernas cambiaban de posición, sino que además la
muñeca aparecía y desaparecía en diversas estancias del piso. Una mañana
aparecía en el salón, otro día la dejaban en la cama de Deirdre y al regresar
del trabajo estaba en la de Lara, en otras ocasiones la encontraban en la
ventana como si mirara hacia la calle…
Lo cierto era que, aunque estaban un poco desconcertadas, no le tenían
miedo a la muñeca, cuyos movimientos a espaldas de ellas los consideraban
hasta graciosos.
 
En una ocasión, al regresar del hospital en el que trabajaban, después de
haber tenido que realizar horas extras y llegar a casa a medianoche,
encontraron a la muñeca en la puerta, nada más entrar al piso, junto a una
silla, de rodillas, esperándolas. No solo era chocante la idea de que una
muñeca estuviera esperándolas impaciente tras la puerta, sino que además,
las muñecas de trapo no tienen articulaciones que les permitan doblar las
piernas de aquel modo. 
¡Un día hasta la encontraron de pie! Incluso a veces la dejaban en el
salón y, al regresar a casa, la muñeca estaba en el dormitorio con la puerta
cerrada.
 
Cal Randell, el novio de Lara (en ocasiones mencionado como novio de
Deirdre o incluso solo como un amigo de las chicas, y también llamado Lou
Carlo en otras fuentes), solía visitar el apartamento, y parecía ser el único al
que la muñeca no le gustaba. 
Y así pasó el tiempo. Los fenómenos continuaron manifestándose con
regularidad. 
 
¡AYUDA!
 
Pero, aunque inquietantes estos sucesos, la muñeca nunca se mostró
agresiva con las chicas ni atentó contra su seguridad. Tan solo se paseaba
por la casa, sin hacer daño alguno. Hasta que un día, al regresar a casa
como de costumbre esperando encontrarse a su particular Raggedy Ann en
algún lugar donde no la hubieran dejado por la mañana, encontraron un
trozo de papel con algo escrito: «Ayúdanos». Estaba escrito con una
caligrafía similar a la de un niño.
Y otro misterio rodeaba el papel en el que estaba escrito el mensaje: era
papel sulfurizado (papel de horno), y las chicas nunca habían tenido ese tipo
de material en casa. ¿De dónde había salido?
 
Durante los días siguientes aparecieron más notas. Una de ellas ponía:
«Ayuda a Cal». Pero él no estaba en peligro, ni enfermo, ni nada por el
estilo... que supieran.
Al mostrarle la nota al chico, este consideró que era una broma de mal
gusto de alguien. Quizás así lo pensase realmente, o quizás fuese un
mecanismo para minimizar su inquietud hacia la muñeca. Para asegurarse
que nadie estaba entrando en el piso a escondidas, moviendo la muñeca de
aquí para allá y dejando esas notas, decidieron poner trampas. Colocaron un
pequeño trozo de cinta adhesiva en la puerta mientras estaban fuera. Si
alguien entraba, la cinta se rompería o se despegaría. En las ventanas
pusieron un trocito de masilla con el mismo fin. Si veían al regresar que una
de esas pequeñas señales estaba rota, sabrían que alguien había accedido al
apartamento.
Pero por más que repitieran esas trampas, nunca encontraron nada raro
ni ninguna evidencia de allanamiento de morada, y la muñeca seguía
moviéndose sola por la casa.
 
Cerca de las navidades, una mañana, como de costumbre, la muñeca no
estaba en su sitio; en esta ocasión estaba tirada junto al aparato de música.
Pero además, como surgida de la nada, apareció sobre el mismo una bota de
chocolate de las de Navidad. Ellas no habían llevado chocolate a casa y Cal
hacía muchos días que no iba. Ese chocolate no podía estar allí a menos que
se hubiera materializado de la nada.
Para más inri, en otra ocasión, al llegar a casa, descubrieron que la
muñeca Raggedy Ann tenía una de sus manos manchadas de sangre y
salpicaduras en el pecho. ¡Ellas eran enfermeras y sabían distinguir
perfectamente la sangre de cualquier otro tipo de sustancia! La inquietud ya
empezaba a apoderarse de las chicas. ¿Había un fantasma? ¿La muñeca
quería transmitirles un mensaje con esas acciones y esas notas? ¿Qué estaba
pasando?
Decidieron contactar con una médium para que les arrojara algo de luz
sobre todo aquel misterio. Esta mujer llegó al piso, una noche, y
rápidamente se puso manos a la obra. Durante la sesión espiritista las chicas
preguntaron si había alguien con ellas; sí, había una presencia. Entonces
quisieron saber si tenía relación con la muñeca; sí, la tenía. ¿Quién era? Era
una niña, por eso era tan cercana a la muñeca y la movía jugando por toda
la casa, una niña de nombre Annabelle Higgins, que había muerto a los siete
años de edad de manera trágica y violenta (atropellada de manera
intencional) en ese mismo enclave antes de que se construyera el edificio
actual.
El caso es que esta Annabelle, este fantasma, les pidió quedarse con las
chicas en la muñeca, pues se sentía muy sola; le encantaba estar con
Deirdre y Lara, se sentía amada por ellas y quería permiso para quedarse
con las chicas a través de la muñeca Raggedy Ann. Ambas amigas,
conmovidas, aceptaron de buen grado, pues como enfermeras buscaban el
bienestar de las personas (aunque estuvieran muertas, como en este caso).
Cal rechazó tal idea y les pidió que se deshicieran de la muñeca, que la
quemaran o, que al menos, no la volvieran a meter en el dormitorio, pero
Annabelle iba por libre y se colaba de vez en cuando. Tanto era así que las
chicas comenzaron a tratar a la muñeca como a una persona más,
refiriéndose a ella por el nombre de Annabelle y comportándose como lo
harían con una niña de carne y hueso. Algo que Cal consideraba demencial.
 
En ocasiones, durante las visitas de Cal al apartamento de las chicas,
Annabelle estaba sentada en un lugar determinado y, al distraerse un
momento y volver a mirar, la muñeca estaba situada en otro lugar distinto.
Realmente sentía rechazo hacia aquella muñeca. Como se ha mencionado
antes, era el único al que le daba mala espina, y la sensación se fue
intensificando a medida que el desgaste físico se empezó a hacer evidente
en las chicas. Estaban más apagadas, más cansadas, más apáticas... Era
como si Annabelle tomara la vida de ellas, absorbiéndosela.
Para colmo de males, oían ruidos nocturnos, como golpes recorriendo
las paredes del piso o comosi algo se abriera camino entre los tabiques...
En ocasiones, destellos de luces rojas, amarillas y naranjas brillaban de
manera intermitente. Y el frío... La habitación donde estuviera era hielo.
Incluso las chicas creyeron escuchar en alguna ocasión una especie de
gruñido, muy bajito, procedente de la muñeca.
 
INSTINTOS HOMICIDAS
 
Cal iba cada vez menos por el piso, no quería estar cerca de Annabelle,
pero las chicas seguían insistiendo en que la pobre niña necesitaba de su
ayuda y de su compañía, y no podían deshacerse de ella. ¿Acaso no se
daban cuenta de lo que estaba pasando? De lo que les estaba pasando...
 
Una noche, en una de las escasas visitas de Cal, las chicas estaban
preparando la cena mientras él se tumbó en la cama de Lara a descansar.
Obviamente, allí no estaba Annabelle. Tan agotado había llegado que se
quedó dormido. Entonces sufrió algo parecido a la parálisis del sueño, es
decir, la sensación de estar despierto y no poder mover ni un músculo,
provocándole un malestar agobiante. Para mayor horror de Cal, la muñeca
Annabelle había hecho aparición en la habitación, la vio arrastrarse sobre él,
avanzando hacia su rostro, y aquellas pequeñas manos de trapo se aferraron
a su garganta, apretándole la tráquea, impidiéndole respirar... Cal pudo
reaccionar con un grito, salió de la habitación, y las chicas, asustadas, le
preguntaron qué le pasaba. Había tenido una horrible pesadilla (o eso creía),
la muñeca había intentado estrangularle, e incluso continuaba jadeando por
la falta de aire. Quizás estaba demasiado obsesionado con Annabelle y caía
en un estado de estrés tan grande que incluso tenía pesadillas. ¿O tal vez no
había sido un sueño? Presentaba marcas violáceas en el cuello y Annabelle
estaba a los pies de la cama, inerte, cuando él huyó del dormitorio.
 
Deirdre y Lara notaron, en los días sucesivos, que aquella presencia y el
desgaste se iban haciendo cada vez más grandes. 
Deirdre: «En una ocasión, una estatua levitó a través de la habitación y
entonces cayó sobre el suelo. Ninguno de nosotros estaba cerca de la
estatua, estaba al otro lado del cuarto. Aquello nos asustó de verdad».
 
Semanas después, Deirdre iba a pasar unos días con su madre mientras
que Lara y Cal se irían de viaje al campo. Deirdre había salido un momento,
dejando a sus amigos a solas en el piso mientras planificaban el itinerario de
su viaje, y fue entonces cuando escucharon, procedente del dormitorio de
Deirdre, ruidos como si alguien estuviera revolviendo los cajones y los
objetos de la chica.
Cal se aproximó hasta la habitación para comprobar qué era todo aquel
jaleo, y lo encontró todo en perfecto orden. Y la muñeca, la insidiosa
muñeca Annabelle, estaba allí, en una esquina. Cada vez que pasaba algo
inusual, la muñeca siempre estaba involucrada o cerca de donde ocurrían
los hechos... Cal se acercó a ella cuando, de un modo que va más allá de los
sentidos convencionales, notó que había alguien a su espalda. Alguien o
algo, pero desde luego era una presencia inteligente. 
Lara fue testigo de cómo el chico se sobresaltó, realizando un
movimiento brusco y repentino, y se llevó las manos al pecho como acto
reflejo. Ella no dejaba de preguntarle qué le había pasado. Cal, al subirse la
camiseta manchada de sangre, comprobó que tenía cuatro arañazos
verticales y tres horizontales, inflamados, como producidos por unas garras
invisibles...
Cuando llegó Deirdre se lo contaron, y el miedo en el trío comenzó a
hacerse palpable. Las chicas ya no sentían esa compasión por aquella niña
Annabelle, ahora le tenían miedo. La situación se estaba tornando
demasiado oscura. Pérdidas de energía y vitalidad en ellas y ataques físicos
en él. Aquella cosa había sido más suave con las chicas, pero con Cal, quien
odiaba a la muñeca y su presencia, se había cebado hasta límites que ponían
en riesgo su vida.
Asustados y sin saber qué hacer, llamaron al padre Hegan, sacerdote
episcopal. Al no tener demasiados conocimientos sobre estos temas, el
padre Hegan contactó con otro amigo suyo, el padre Cooke, también
sacerdote episcopal, y este, a su vez, se puso en contacto con un conocido
suyo, que era sacerdote católico, quien le recomendó hablar con Ed y
Lorraine Warren. El matrimonio se presentó en el domicilio de las jóvenes
enfermeras, donde también se encontraba en ese momento Cal. Los tres
parecían demacrados y era visible su sufrimiento.
 
INTERVENCIÓN DE LOS WARREN
 
Los Warren pidieron que les relataran todo lo sucedido hasta ese
momento. Cuando intentaron ver los arañazos en el pecho de Cal, este les
dijo que ya no los tenía; se habían curado como por arte de magia al día
siguiente, y dos días después de la agresión, ya no quedaba el menor signo
de daño sobre su piel. El chico era el que parecía más afectado. Para los
Warren el caso estaba muy claro, y sabían que las chicas habían cometido
todos los errores posibles.
 
Igual que las típicas historias de vampiros, las chicas dieron su
consentimiento para que aquella entidad que se hacía pasar por el espíritu
de una niña de siete años «entrara» en sus vidas, aceptándola, pegándose a
la muñeca. No poseyéndola, ojo. Ed Warren sostenía que, desde que le
dieron consentimiento a ese espíritu inhumano para quedarse con ellas, le
estaban invitando a entrar en sus vidas y a hacerse más presente. E igual
que los vampiros, aquel ser demoníaco también parecía robarles la vitalidad
y alimentarse de su energía. Según Ed, los entes malignos actúan en tres
fases: Primero aparece con el asedio paranormal, la infestación (golpes,
ruidos, movimiento de objetos...), la segunda fase es la opresión (desgaste
físico y psicológico, miedo, ataques...) y, por último, está la posesión. Es lo
que pretendía este ser, tomar el cuerpo de alguna de las chicas para llevarlas
a la muerte, pues ese es el fin de la posesión, según Ed.
 
Llamaron de nuevo al padre Cooke para que se acercara hasta la
vivienda y bendijera el lugar. Bendijo cada rincón de aquella casa, incluso a
sus habitantes, pero no se atrevió con la muñeca. Fue por ello por lo que el
matrimonio Warren decidió llevársela. El sacerdote les sugirió que la
destruyeran, pero Ed se negó, alegando que de esa manera, el espíritu
maligno que se había pegado se liberaría y podría seguir haciendo de las
suyas, mientras que si la mantenían aislada, la entidad que se hizo llamar
Annabelle continuaría atrapada.
Ed y Lorraine se subieron al coche con la muñeca y emprendieron
rumbo a casa. Durante todo el trayecto les ocurrieron incidentes como
quedarse sin frenos o continuos bloqueos de la dirección. No fue hasta que
la muñeca fue rociada con agua bendita que el coche pudo transitar con
normalidad. Una vez en casa, Ed colocó la muñeca en su oficina, donde
estuvo largo tiempo antes de guardarla en el museo en una vitrina.
Sin embargo, ese no fue el fin de la historia. De hecho, se repitieron los
mismos sucesos que vivieron Deirdre y Lara en casa del matrimonio
Warren. La muñeca cambiaba de lugar sola, sin que nadie la tocara. El
propio Ed aseguraba que, en una ocasión, la encontró levitando. Annabelle
era capaz de materializar un gato negro, el cual solía verse cerca de la
muñeca.
Fue por todo esto por lo que decidieron encerrarla en una vitrina de
cristal. De manera periódica, un sacerdote, amigo del matrimonio, acudía a
su casa para bendecir a la muñeca, y aún así, esta parecía tener un influjo
maligno sobre las personas.
LORRAINE: «Es lo más peligroso que tenemos. Ni siquiera la quiero
mirar porque hizo muchísimo daño a varias personas. También Annabelle
se hizo “amiga” de un gato negro que, ocasionalmente, se materializaba al
lado de ella.
»El padre Jason Bradford, un exorcista católico que ya había trabajado
con Ed en algunos casos, nos visitó una vez y se manifestó bastante
interesado por la historia de esta muñeca, pero cuando la vio la encontró
bastante inofensiva y, después de dejarla en la silla donde estaba, nos dijo:
“No os preocupeis, solo es una muñeca de trapo y no puede lastimar a
nadie”. Cuando se fue de casauna hora después, le dije al padre que tuviera
mucha cautela al conducir y que nos llamara de inmediato en cuanto llegara
a su destino. Cuando se fue, le dije a Ed: “Percibo tragedia para ese joven
sacerdote, pero él tiene que llegar a su destino”.
»Unas horas después sonó el teléfono. Era el padre Bradford. “Lorraine
—me dijo—. ¿Por qué me dijiste que tuviera cuidado al conducir?”. Y yo le
respondí: “Porque sentí que el coche iba a salirse de control y que usted
estaría involucrado en un terrible accidente”. El padre Jason me dijo
entonces: “Pues tenías razón. El sistema de frenos de mi coche falló
inexplicablemente y casi muero en un accidente de tráfico. Mi vehículo
quedó siniestro y yo estoy vivo de milagro. Y creo que esa muñeca fue la
gran responsable del accidente”».
 
Otra historia es la de una joven pareja que visitó el museo de los Warren
y, tomándose a guasa a Annabelle, dieron golpecitos en el cristal de la
vitrina riéndose de la muñeca.
Tony Spera, yerno del matrimonio Warren, dijo: «Creemos que es
responsable de la muerte de un joven que visitó el museo. El muchacho fue
a la vitrina de la muñeca y dijo: “Estas son puras mentiras, no creo en nada
de esto y, si ella puede hacer algo a alguien, que me lo haga a mí ahora”.
Ed, muy alterado, le pidió que se fuera. Tres horas después, el joven estaba
muerto. Murió instantáneamente cuando chocó en moto contra un árbol».
El chico se mató en el acto y la chica estuvo ingresada en el hospital por
varios meses. Cuando despertó del coma, se le preguntó qué estaban
haciendo en el momento de tener el accidente. Ella dijo: «Nos reíamos de la
muñeca».
 
CONCLUSIONES
 
Ahora bien, me gustaría hacer un pequeño apunte. Ed Warren dice que
el proceso de ataque demoníaco empieza por infestación, sigue por opresión
y termina en posesión. Esto hay que pulirlo, al menos, según los exorcistas.
La primera diferencia es que no tienen porqué darse esas etapas en ese
orden, ni siquiera todos los puntos ahí mencionados. Y por otro lado, los
exorcistas dividen la etapa de opresión en dos: obsesión (cuando el ente
influye sobre la psicología de la persona) y vejación (cuando los ataques
son físicos). Sí, básicamente es lo mismo que dice Ed, pero con ligeros
matices que me gustaría dejar claros.
 
Es curioso el modo de actuar de la entidad que rodea a Annabelle. Hay
algunas consideraciones que me parecen importantes recalcar:
-La entidad no actuó desde el minuto uno, sino que empezó a hacerlo
con la llegada de la muñeca. ¿Podría ser que estuviera pegada a la muñeca
desde antes de llegar a manos de Deirdre?
-Parece ser que mostraba capacidades psíquicas de materializar objetos
(el chocolate, el papel, la sangre, el gato...). Esta habilidad, casi siempre,
está asociada al maligno y seres semejantes.
-Los espíritus demoníacos suelen «disfrazarse» de animales o niños,
algo que parece que se cumple en este caso.
-Como ya se ha mencionado antes, parece un vampiro: pide permiso
para «entrar» y «quedarse», y luego absorbe la energía y la vitalidad de las
chicas. ¿Podrían ser los vampiros espíritus demoníacos?
 
Las chicas, según contó Ed en enero del 2000, siguieron, al menos hasta
ese momento, completamente ajenas a la prensa, pues les causó tal temor la
experiencia que pretendieron alejarse todo lo posible, hasta el punto de ni
siquiera querer conocer más sobre el tema. Para mí, un error, porque el
Diablo ha ganado en esta ocasión, les ha hecho vivir con miedo. Hay que
conocer al enemigo para poder vencerlo. Huyendo no se consigue nada. Tal
y como dijo el padre José Antonio Fortea: «El buen conocimiento del Mal
lleva a Dios. Del mismo modo, un conocimiento deformado del Bien aleja
de Dios». ¿Y por qué ese anonimato? Más miedo. Miedo al ridículo, a echar
por tierra sus carreras, al desprestigio y la burla, miedo al qué dirán... ¡Ni te
imaginas la de gente a la que le cuesta hablar sobre estas cosas y dar la cara
solamente por esto mismo que estoy diciendo! Tienen que tener mucha
confianza y, aún así, lo dicen con la boca pequeña. 
Los demonios son maestros de la mentira, y en el caso que acabamos de
ver, podemos comprobar cómo esto se hace patente: primero se hace notar,
luego se pinta de bueno y de necesitado y, una vez se gana la confianza de
ellas, empieza a parasitarlas y a tratar de dañar a la persona que puede
delatarle. Y no es el único caso, pues veremos otros similares donde
también pretenden «pactar» o llegar a un acuerdo con sus víctimas. Cada
día tengo más claro que, en el fondo, no hay tanta diferencia entre los
humanos y estos ángeles caídos.
 
Para finalizar, me gustaría recalcar la importancia de saber cómo actuar
ante estas situaciones. Sucede lo mismo que en Internet, donde hay una
ingente información, pero no siempre verídica. Estas chicas llamaron a esta
médium sin conocimiento previo ni de ella ni del asunto, y la dieron por
válida. Tengo la sensación de que estas chicas fueron tremendamente
inocentes y confiadas, al punto de adoptar al fantasma de una niña porque
se lo dijo la médium y, a pesar de que veían que la cosa estaba empeorando,
seguían empeñadas en quedarse con la muñeca. «Querían ayudar», pero las
personas así también son fáciles víctimas de embaucadores y psicópatas. El
hecho de no buscar más ayuda hasta que la cosa empeoró, me demuestra lo
crédulas e inocentes que fueron. Nunca, nunca, nunca te quedes con la
primera versión que te digan. Quizás esta médium no trató de engañarlas y
simplemente fue una marioneta de la entidad, pero aún así, hace falta
conocer cuanto más, mejor. Volviendo a Internet, no debes quedarte en la
primera página y creerte a pies juntillas lo que dice ahí, y más si desconoces
sobre el tema. Si ves más opciones, más información, más datos, puedes
equivocarte, sí, pero será menos probable.
Esta ha sido una de las bases para escribir el libro, contrastar y mirar
qué dicen unos y qué dicen otros, cuáles son las versiones más probables,
cómo ir encajando todas las piezas que componen los casos, etcétera.
 
¿POSIBLE CASO ANTERIOR?
 
En mayo de 1953, en Portland, Massachusetts, Charlotte Adams, una
madre de cuarenta años y su hija Caroline, de doce, fueron asesinadas.
Douglas P. Adams, de treinta y siete años, marido y padre de las víctimas,
había sido el perpetrador del crimen. Usó un cuchillo de trinchar para
rebanarles la garganta. Más tarde reconocería que no tenía causa ni razón
para tal acto. «Legalmente soy culpable, pero moralmente... esa es una
historia diferente». ¿A qué se refería con eso?
El reportaje del Boston Evening American decía: «El cuerpo de la niña
estaba tirado en el suelo. A sus pies había una novela de misterio. Una
Raggedy Ann de tamaño natural estaba sentada en una silla frente a ella».
Douglas aseguró que estuvo tres días planeando el asesinato, pero que ni él
mismo entendía el porqué de hacerles daño. Se especuló con la posibilidad
de una enajenación transitoria o incluso una posesión. Un titular decía así:
«Madre de Maine, niña asesinada, padre embrujado».
Según algunas historias de Annabelle, a la muñeca se le había pegado el
espíritu de una niña muerta en trágicas circunstancias. ¿Pudo ser esta la
misma muñeca que la de Deirdre o fue una simple casualidad? Cuanto
menos es curioso. Ed Warren no lo cree.
 
REPRESENTACIONES
 
Por último quiero dejar por aquí la lista de apariciones cinematográficas
que conozco sobre la muñeca:
 
-La representación más fiel (aunque un poco exagerada) está en los
primeros minutos de metraje de Expediente Warren (The conjuring, 2013).
-Luego tenemos la trilogía compuesta por Annabelle (2014), Annabelle
creation (2017) y Annabelle vuelve a casa (Annabelle comes home, 2019).
La más fiel a la historia original, y con todo y con eso, representada muy,
pero que muy libremente, la segunda parte.
En enero de 2024 se estrenará la cuarta entrega.
CAPÍTULO 4
LA FAMILIA PERRON
 
Expediente: Caso Perron.
Fecha: 1971.
Tema: Casa embrujada y posesión.
Tipo de entidades: Fantasmas y demonio.
 
Esta historia podría definirse como uno de losprimeros fracasos de los
Warren, que no es el único, pero sí es uno de los más famosos. Pero antes
de llegar a eso, conozcamos a sus protagonistas: la familia Perron.
Roger y Carolyn Perron tenían cinco hijas, Andrea, Nancy, Christine,
Cynthia y April. Además tenían un perro al que querían con locura. El
padre tenía un buen trabajo, las niñas sacaban buenas notas, todo iba
perfecto, a excepción de que la casa en la que vivían se estaba quedando
pequeña, por lo que decidieron buscar otra para estar más cómodos.
Buscando y buscando, un agente inmobiliario le ofreció a la familia una
granja de ochenta y una hectáreas en Harrisville, Rhode Island. Tenía
granero, cuatro habitaciones, chimenea, cocina equipada, estaba rodeada
por bosques y tenía un pequeño estanque y un riachuelo. Los Perron se
enamoraron de la propiedad y no dudaron en adquirirla.
Sin embargo, el dueño de la finca les hizo una advertencia: «Dormid con
las luces encendidas».
 
Los Perron invirtieron todos sus ahorros en esa casa, tanto en mobiliario
nuevo como en reformas, pues el matrimonio quería jubilarse allí y dejar la
propiedad como herencia para las hijas.
 
INFESTACIÓN
 
Una de las hijas, Andrea Perron, recordaría lo siguiente: «Mi madre solo
quería conseguir un lugar en el país para criar a sus hijas. Era un sitio
extraordinario. Empezamos a ver espíritus tan pronto como nos mudamos.
La mayoría de ellos eran benignos y otros ni tan siquiera parecían darse
cuenta de que estábamos allí; ocho generaciones vivieron y murieron en esa
casa antes de nuestra llegada, y algunos de ellos nunca se fueron».
Sin saberlo, de lo que está hablando es sobre fantasmas y espectros,
pues ya hemos comentado las diferencias entre ambos.
A todas horas se escuchaba el crujir de la madera, pasos, golpes,
tintineos de campanillas o susurros provenientes de las paredes (a los que
los Warren llaman susurros mágicos). Es típico en estos casos que también
presenten problemas las instalaciones.
Como la calefacción comenzaba a fallar, Roger debía bajar todas las
noches al sótano para revisar la caldera, y allí, una de las veces, sintió que
una presencia le acariciaba los hombros. 
 
OPRESIÓN
 
Todas las noches, alguien invisible llamaba a la puerta principal de la
casa, despertando a la familia. Casi siempre, los golpes venían de tres en
tres: toc-toc-toc.
Los sonidos y los hechos extraños comenzaron a tener forma, y cada
miembro de la familia veía apariciones distintas, diferentes fantasmas. Una
de estas entidades era una mujer que todas las noches entraba en el cuarto
de las niñas y les daba un beso en la frente. También había niños
fantasmales que corrían por toda la casa y se reían a todas horas, moviendo
los juguetes de las niñas o tirándolas del pelo; normalmente se le aparecían
a Cynthia. Otro espíritu, «la mujer de la cocina», solía abrir los armarios y,
de vez en cuando, barría la estancia. También estaba Manny, un hombre
adulto y compasivo, que siempre aparecía en la puerta del pasillo que
separaba la cocina del comedor. 
ANDREA PERRON: «Cuando se mostraban, era como si el tiempo se
detuviera. Mi hermana Cindy lo describió como estar “en una burbuja”. El
aire de pronto se comprimía y, “de repente”, nos quedábamos sin poder
movernos o hablar, era como tener prohibido hacer cualquier cosa, excepto
escuchar lo que el espíritu estaba tratando de decirnos».
 
También había otro tipo de entidades que se manifestaban junto a olores
desagradables y repulsivos. Algunas de las niñas aseguraron escuchar
susurros por las noches que les decían cosas aterradoras. «Hay siete
soldados muertos enterrados en las paredes». 
Algunas de estas entidades invisibles provocaban un silencio espeso.
Agarraban a las niñas del pelo y tiraban de ellas para levantarlas de la cama,
golpeaban, empujaban e incluso llegaron a morder.
Había una entidad masculina de la que a Andrea nunca le ha gustado
hablar. Dijo: «Era un hombre adulto en una casa con cinco niñas...»; más
allá de esto, no dijo nada más, dejando que cada cual sacara sus propias
conclusiones.
También había una entidad maligna femenina de la que más tarde
hablaré.
 
Todas las cosas extrañas que estaban sucediendo llevaron a Carolyn
Perron a investigar sobre la propiedad en el archivo histórico del lugar, e
incluso consultó con un historiador local que le proporcionó datos muy
interesantes.
La casa había sido propiedad de la familia Arnold por ocho
generaciones, en la que se produjeron eventos terribles. Las leyendas
locales contaban que en aquella casa, varias personas se suicidaron de mil
maneras diferentes, y entre ellos estaba Johnny Arnold, alias Manny. Se
ahorcó en la casa en el año 1800. Otro familiar suyo se quitó la vida
envenenándose. Prudence Arnold, una niña de unos once años, fue violada
y asesinada. Y además, otra historia de una mujer que no tenía nada que ver
con el linaje de los Arnold...
 
BATHSHEBA SHERMAN
 
Bathsheba Thayer fue una mujer que vivió en la casa en algún momento
del siglo XIX. Nació en 1812, y en 1844 contrajo matrimonio con Judson
Sherman. El matrimonio tuvo ocho hijos, pero ninguno sobrevivió. Si bien
es cierto que los infantes, en aquella época, no tenían muchas posibilidades
de sobrevivir por largo tiempo, la gente comenzó a rumorear que habían
sido asesinados por su madre en sacrificios rituales en honor a Satanás. Por
ejemplo, Herbert, uno de sus hijos, fue encontrado muerto con una aguja de
tejer clavada en la cabeza. Se realizó una investigación, pero pronto se
canceló sin saber el por qué, lo cual reafirmó los rumores de que sucedía
algo extraño con la mujer. 
El pueblo de Harrisville, sin embargo, tenía muy claro quién había sido
la asesina del niño. Pensaban que era una bruja que quería ser inmortal y
que adoraba al Demonio, aunque nada de esto se comprobó jamás y solo
son leyendas.
Bathsheba Sherman falleció por causas naturales en 1885, a los setenta
y tres años de edad. La leyenda cuenta que antes de morir maldijo a todo
aquel que habitara en sus tierras.
 
POSESIÓN
 
En apariencia, el espíritu de Bathsheba se obsesionó con Carolyn Perron
y quiso ocupar su lugar, es decir, ser la madre de las niñas y esposa de
Roger. Para ello debía eliminar antes a Carolyn, bien sea por asesinato o por
posesión.
Otras versiones piensan que no era el espíritu de Bathsheba, sino un
demonio que se hacía pasar por ella. Carolyn Perron describió así una
aparición de este espíritu: «Su cabeza estaba inclinada hacia un lado. Era
redonda y gris, parecida a un panal disecado. No podía ver nada por debajo
de ella: sin ojos, sin boca... Parecía como las telarañas que cuelgan en las
esquinas de la bodega».
Su hija, Andrea Perron, dijo: «Se apareció a varios de nosotros, pero
nunca la vi. Vi muchos de los espíritus, pero nunca a ella, salvo en un
estado de sueño telepático. Cuando se le aparecía a mi madre, yo la veía en
un estado de sueño al mismo tiempo que estaba sucediendo, aunque me
rendí inmóvil e incapaz de ofrecer cualquier ayuda mientras ella aparecía
para atormentar a mi madre». 
Los ataques de este espíritu hacia Carolyn pasaron por confundir a la
víctima, anularla, aislarla, hasta, finalmente, pasar a la posesión.
 
ANDREA PERRON: «Un grupo de estudiantes informaron a los
Warren, y estos aparecieron unas seis semanas después. Sin saber nada de la
casa, Lorraine entró en la cocina y dijo: “Siento una presencia maligna en
esta casa. Su nombre es Bathsheba”. Así empezó todo».
El matrimonio hizo todo lo posible por ayudar a la familia, aunque fue
en vano. Andrea llegó a recordar tiempo después: «La cosa más
extraordinaria y de la que fui testigo fue la noche en que los Warren
vinieron e hicieron una sesión en el comedor. No fue un exorcismo, aunque
había un cura, y no pasó en el sótano, aunque esa noche el sótano estaba
muy activo. Una puerta se abrió durante el proceso, y algo totalmente
maligno entró en nuestra casa primero y luego en mi madre. Su cuerpo
empezó a retorcerse, hablaba en un lenguaje desconocido y, levitó y voló
unos seis metros hasta el cuartode al lado. Pensé que esa noche estaba
viendo morir a mi madre, fue la peor experiencia de mi vida. Los que
estaban presentes no podían controlar a esa presencia y eran inútiles frente a
ese poder. Esa fuerza incluso sometió a los otros espíritus por semanas. Mi
madre sobrevivió a esta dura experiencia y, afortunadamente, no tiene
recuerdo del episodio, pero yo nunca lo voy a olvidar. Tampoco ninguno de
los demás que estuvieron presentes».
Cada vez que los Warren pisaban la casa, con sus objetos religiosos, sus
crucifijos y sus oraciones, todo parecía empeorar. La fenomenología se
volvía más agresiva. Hasta el punto en el que Roger tuvo que pedir a los
Warren que no volvieran más por allí. 
 
Finalmente, tras vivir diez años allí, los Perron huyeron de la vivienda,
incapaces de soportar todo eso y poniendo punto y final a la pesadilla.
 
En este caso vemos que se trata de una genuina casa embrujada, pues
los entes están pegados al terreno y a la vivienda, no a los inquilinos; y
tenemos dos o tres tipos de entidades, los espectros, los fantasmas y,
posiblemente, un demonio.
 
CONTROVERSIA
 
Los detractores de los Warren dicen que el matrimonio escribió un libro
sobre el caso para llevarlo al cine cuarenta y dos años después y lucrarse.
Ese libro no existe, si alguien lo encuentra, que me lo diga. Ni
descatalogado ni nada de nada. Y de los diez libros que tengo de los Warren
(los diez que los Warren publicaron), en ninguno mencionan el caso. El
único libro que conozco es una trilogía llamada House of darkness, house of
light: The true story, y su autora es una de las hijas de la familia, Andrea
Perron, publicados en 2011; de los Warren no he encontrado ni rastro del
caso, ni en libros ni en entrevistas, por ningún lado. 
Es cierto que Lorraine contactó con la familia en los años ochenta para
proponerles escribir un libro, pero Carolyn se negó y el proyecto no salió
adelante. 
 
Respecto a la casa, muchos han dicho que allí no sucede nada extraño,
mientras que otros dicen que sí. Y luego tenemos el caso de una señora,
posterior propietaria de la vivienda, Norma Sutcliffe. 
Esta mujer se hizo muy amiga de Andrea Perron, a quien le permitió
pasar a la vivienda, la apoyó con sus libros, etcétera. Ella aseguraba que
también había experimentado fenómenos paranormales, aunque no tan
fuertes como los de la familia Perron. Norma puso su vivienda a disposición
de Andrea, a disposición del programa Ghost Hunters e incluso de James
Wan cuando fue a hacer su película. Dio incluso entrevistas asegurando que
ella y su marido habían experimentado fenómenos paranormales allí.
Tras el lanzamiento de la película en 2013, muchos fans y aficionados
de lo paranormal empezaron a invadir la propiedad, a colarse en ella y a
perturbar la vida de Norma. Llegó a realizar una publicación quejándose de
que todo aquello era injusto, y quiso tirar por tierra los libros de Andrea y la
película de James Wan, después del apoyo que brindó a todas esas personas
y los programas de televisión de investigación paranormal, dijo que todo
era mentira y que la casa era completamente normal.
Uno podría preguntarse, ¿lo hizo por fama? De ser así, ¿por qué se
retracta luego? ¿Era real y luego lo desmintió para dejar de sufrir el acoso?
Me temo que es esto último.
 
REPRESENTACIONES
 
La película Expediente Warren (The conjuring, 2013) cuenta con más o
menos acierto toda esta historia de los Perron. Como curiosidad, en el
minuto 44:43 de la película, en el momento en que Patrick Wilson está
explicando en una conferencia las etapas de infestación, opresión y
posesión, entre el público, en primer plano a la izquierda, podemos ver a
una señora mayor, con pelo canoso y vestida de negro. ¡Esa es la verdadera
Lorraine Warren realizando un cameo!
 
BATHSHEBA 2.0
 
En 2019 la propiedad fue adquirida por la pareja Jennifer y Cory
Heinzen y sus dos hijos, siendo conscientes del pasado de la casa, pues
ambos eran investigadores de lo paranormal. 
Durante el confinamiento de 2020 instalaron cámaras para retransmitir
en directo las veinticuatro horas del día, aunque habría que pagar para ver
esas transmisiones, 4,99 dólares por veinticuatro horas y 19,99 por una
semana. Sin embargo, esta recaudación estuvo destinada a la lucha contra el
COVID. Y lo cierto es que se han captado sombras, figuras, orbes, objetos
que se mueven solos, etcétera. Esto es difícil de falsificar.
 
REFLEXIONES
 
Tenemos un caso típico de familia que, ingenuamente, se mete en las
fauces del lobo. Casos así hay a montones. Es una lotería. Una cosa que he
descubierto investigando sobre estos temas es que nadie está exento de
sufrir en sus carnes una presencia espiritual diabólica. Y eso da miedo,
porque puedes ser intachable, pero si te mudas y no conoces el historial de
la vivienda, la cosa puede acabar muy mal. Por los espíritus benignos, no
hay problema, el peligro está en espíritus como Bathsheba. 
No me sorprende la historia de esta familia, lo que me sorprende es el
aguante que tuvieron para permanecer allí por tanto tiempo. ¿Por qué el
ataque tan despiadado hacia Carolyn? Puede que por simple maldad. Se ha
hablado de que intentaba ocupar su lugar, pero, ¿con qué fin? ¿Para seguir
con sus prácticas rituales de ser cierto que Bathsheba era una bruja? ¿Para
tener otra oportunidad en este mundo? La gente mala en vida no suele
cambiar después de muerta, y lo peor es que es más difícil defenderte de
ellas cuando no las puedes ver y, considerándolas fallecidas, piensas que ya
no pueden hacerte nada.
Sin embargo, otras entidades como Manny, por ejemplo, parecen quedar
ancladas al lugar, quizás por haber cometido un suicidio. No parece un
espíritu peligroso.
 
El punto que más me llama la atención de esta historia es esa sensación
de irrealidad que describen algunas de las hijas. Se ha dado también en
avistamientos de ovnis y otros tipos de encuentros con lo paranormal.
¿Podría ser que estas entidades no vengan de otra dimensión a la nuestra,
sino que, de algún modo, aíslen a la gente de su dimensión original para
«llevarla» a la suya por unos breves momentos? Ellos no vienen, somos
nosotros los que vamos con la consciencia por escasos momentos. Quizás
esa sea la explicación a la parálisis que parecían mostrar las niñas. Y tal y
como me comentó un amigo, también podría ser algo parecido a la hipnosis.
La hipnosis funciona de forma parecida a lo que aquí se describe. Digamos
que nuestro subconsciente vive en una habitación con pantallas y altavoces,
y a él le llega lo que nosotros vemos y oímos, lo que le decimos y lo que
sentimos. Nuestro subconsciente interpreta la realidad según la información
que nosotros le damos. Así funciona en parte la programación
neurolingüística, por ejemplo, o la psicología positiva, de tanto hacer como
que las cosas te van bien, te conviertes en alguien al que las cosas le van
bien, porque cambias toda la información que le llega a tu subconsciente;
como la hipnosis. Teniendo incluso una comunicación telepática, no sería
de extrañar que estos entes lo que hicieran no fuera cambiarnos de
dimensión, sino alterar la información que nos llega de manera que
interpretamos nuestro alrededor con su nueva información.
De algún modo, toda esta fenomenología parece estar relacionada con la
consciencia y la mente. Por algún motivo siempre imaginé, desde pequeño,
que el influjo de un espíritu en la persona podría manifestarse con fuertes
pinchazos en la cabeza que hacía que vieras y oyeras cosas. ¿Por qué un
niño pensaba cosas así? Ni idea, pero era la impresión que me daba. Intuía
que toda esa energía negativa que impregnaba un inmueble se adhería a uno
y lo asfixiaba, y en la mente se clavaban esos espíritus para volverte loco.
Al asistir a una conferencia del padre Manuel Acuña me di cuenta de que
no iba tan desencaminado. Dijo que los demonios atacan a la mente. No
tengo la más mínima idea de porqué lo asociaba desde pequeño a la psique,
pero parece que sí, que no estaba tan equivocado. ¿Quizás tenía alguna
habilidad psíquica de pequeño?

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