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LAS VISIONES - Robert I Adams

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LAS
VISIONES
ENTENDIENDO LAS PROFECÍAS
DEL TIEMPO FINAL
EN EL LIBRO DE DANIEL
 
ROBERT I. ADAMS
 
 
Miraba yo en la visión de la noche . . .
Daniel 7.13
 
Contenido
Introducción
1. Los Dedos
2. Los Cuernos
3. Los Sacrificios
4. Las Semanas
5. Los Reyes
6. Los tiempos
7. Panorama profético
Sobre el autor
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Introducción
Entiende, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin. –
 Daniel 8.17
Las visiones registradas en el libro de Daniel se encuentran entre las
más vívidas de toda la Biblia. No solo describen eventos
trascendentales antes del nacimiento de Cristo, sino que también
revelan cosas asombrosas que sucederán en el momento de Su
regreso.
Daniel, quien escribió las visiones, era un joven cuando los
babilonios invadieron su país de origen, Judá, alrededor del 605 a.C.
Estaba entre los llevados cautivos a Babilonia, donde fue entrenado
en el palacio del rey para servir allí. Poco sabía Daniel que luego
escribiría un libro que ha intrigado a millones de personas.
Nuestra tarea en las páginas que siguen es profundizar en las
visiones del libro de Daniel y ver lo que dicen especialmente sobre
los últimos días. Las profecías de Daniel arrojan mucha luz sobre el
tiempo del fin, por lo que hacemos bien en reconstruir
cuidadosamente lo que escribe para obtener una imagen más clara
de lo que está por venir. Estoy convencido de que es posible
comprender las visiones comparándolas con los escritos de los otros
profetas de Dios en las Escrituras, la enseñanza de Jesús, las cartas
de los apóstoles y el libro de Apocalipsis.
Estoy emocionado de que quieras emprender conmigo este viaje a
través de las visiones proféticas de Daniel. Tu perspectiva sobre el
futuro no será la misma. Esa es una promesa.
 
1. Los Dedos
Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de
barro cocido, este reino será en parte fuerte y en parte frágil. –
 Daniel 2.42
La primera visión en el libro de Daniel que vamos a ver, está en el
capítulo dos. Aquí, Nabucodonosor, el rey de Babilonia, tuvo un
sueño profético que lo dejó perplejo.
El rey quería que sus sabios le contaran su sueño
para que él supiera que su interpretación era correcta. Como ni
siquiera pudieron decirle lo que había soñado, ordenó que todos
fueran ejecutados. Esto llevó a Daniel, considerado uno de los
sabios, a orar a Dios para conocer el contenido del sueño. Dios
respondió a su oración revelándole tanto el sueño como su
interpretación. Leemos: “El secreto le fue revelado a Daniel en una
visión de noche” (v.19).
En su sueño, el rey había visto una estatua colosal de un hombre
hecha de diferentes materiales. Su cabeza era de oro fino, su pecho
y brazos de plata, su vientre y muslos de bronce, sus piernas de
hierro y sus pies en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Daniel le dijo a Nabucodonosor que la cabeza representaba al rey
mismo y su imperio babilónico (vv.37, 38). Este imperio fue fundado
en el siglo VII a.C.
El Imperio Babilónico
Entonces Daniel le dijo al rey: “Después de ti se levantara otro reino,
inferior al tuyo” (v.39). El Imperio Babilónico sería sucedido por el
Imperio Medo-Persa, representado por el cofre y los brazos de plata.
Este imperio comenzó como una confederación entre los medos y los
persas, simbolizada por las dos armas. Subió al poder en el siglo VI
a.C.
El Imperio Medo-Persa
El tercer imperio que conquistó el mundo conocido fue el Imperio
Griego, representado por el vientre y los muslos de bronce. Le
arrebató el poder al Imperio Medo-Persa en el siglo IV a.C.
El Imperio Griego
Cuando Daniel le dijo al rey el significado de las piernas de hierro en
la estatua, él dijo: “Y el cuarto reino será tan fuerte como el hierro;
y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, así él lo
desmenuzará y lo quebrantará todo” (v.40). La forma en que Daniel
usó la palabra “todo” aquí se puede entender de la misma manera
que la usó en el versículo anterior cuando habló del Imperio Griego
como el “tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la
tierra” (v.39). El Imperio Griego constaba de mucho territorio, pero
no gobernaba todos los continentes del planeta. Así, vemos que la
palabra “todo” se limita a la extensión del imperio en cuestión. En
vista de esto, Daniel parece estar diciendo que el cuarto reino
aplastaría a todos los demás reinos que eran contemporáneos con él
en el momento de su expansión dentro de la masa de tierra que
finalmente abarcó.
El imperio que subió al poder después del Imperio Griego fue el
Imperio Romano. Este imperio llegó a dominar aproximadamente un
siglo antes del nacimiento de Cristo. En su mayor extensión
aproximadamente un siglo después de la época de Cristo, el Imperio
Romano comprendía la masa de tierra alrededor del mar
Mediterráneo, desde el actual Portugal en el oeste hasta el área del
actual Irak en el este.
El Imperio Romano
Las dos patas de la estatua aparentemente ilustran la partición del
Imperio Romano en dos reinos conocidos como el Imperio Romano
Occidental y el Imperio Romano Oriental. Esta división ocurrió en el
siglo IV d.C.
EL REINO DIVIDIDO
Los pies de la estatua eran en parte de arcilla y en parte de hierro.
Daniel dijo con respecto a la composición mixta de los dos pies:
“Será un reino dividido; pero habrá en él algo de la fuerza del hierro,
así como viste el hierro mezclado con barro cocido” (v.41). Esto
indica que los pies ilustran un reino que nacería después de la caída
del Imperio Romano. El reino de los pies tendría algo de la potencia
del Imperio Romano debido a la presencia de hierro, pero al mismo
tiempo sería quebradizo, teniendo arcilla en su composición. Daniel
continuó diciendo: “Y por ser los dedos de los pies en parte de
hierro y en parte de barro cocido, este reino será en parte fuerte y
en parte frágil” (v.42). Aquí, Daniel está insinuando que los diez
dedos constituirán la forma final del reino representado por los dos
pies.
Como veremos, las visiones posteriores en el libro de Daniel revelan
más sobre el paradero y la composición del reino de los pies y los
dedos de los pies. Aquí, en el capítulo dos, Daniel transmitió algunas
cosas preliminares que Dios reveló acerca de este reino. Dijo: “Así
como viste el hierro mezclado con barro, así se mezclarán por medio
de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el
hierro no se mezcla con el barro” (v.43). Esto sugiere que habrá una
falta de unidad entre los que componen el reino.
LA PIEDRA Y LA MONTAÑA
Para evaluar cuándo el reino de los pies, y finalmente el de los dedos
de los pies, está presente en la tierra, debemos tener en cuenta lo
que Daniel le dijo al rey sobre lo que sucedería con la estatua. Él
dijo: “Estabas mirando, hasta que una piedra se desprendió sin que
la cortara mano alguna, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y
de barro cocido, y los desmenuzó. . . . Pero la piedra que hirió a la
imagen se hizo un gran monte que llenó toda la tierra” (vv.34, 35).
Cuando Daniel dio la interpretación, dijo que “el Dios del cielo
levantará un reino que no será jamás destruido” (v.44). La montaña
representa, por tanto, un reino de Dios, y la piedra puede
identificarse con Aquel que al final aplasta el reino del hombre y
establece el reino de Dios.
Jesús hizo declaraciones que lo asocian con la piedra en la profecía
de Daniel. En Mateo 21.42, se refirió a la profecía mesiánica en el
Salmo 118.22 acerca de Él mismo que habla de “la piedra que
desecharon los edificadores.” Luego dijo: “El que caiga sobre esta
piedra será quebrantado, y sobre quien ella caiga será
desmenuzado” (Mt 21.44). Por lo tanto, Jesús está indicando que Él
es la piedra que golpea los pies de la estatua y los aplasta tan finos
como el polvo, de modo que “se los llevó el viento sin que de ellos
quedara rastro alguno” (Dn 2.35). Evidentemente, hará esto cuando
regrese a la tierra y destruya el último imperio del hombre. A esto se
alude en el Salmo 110.5, donde dice: “El Señor. . . quebrantará a los
reyesen el día de su ira”. Por lo tanto, vemos que el reino
representado por los dedos de los pies apunta al reino que tendrá
dominio sobre la tierra justo antes del regreso de Jesús. Esto se
alinea con lo que Daniel le dijo al rey sobre su sueño. Dijo: “Pero
hay un Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho
saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos
días” (v.28).
Es digno de mención que Daniel dijo con referencia a los diez dedos
de los pies: “En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un
reino que no será jamás destruido” (v.44). Esto implica que los diez
dedos representan una coalición de diez reyes. Estos reyes aparecen
en las profecías de los últimos tiempos en el libro de Apocalipsis.
Aquí, leemos de “diez reyes” (Ap 17.12), que se oponen a Jesús (cf.
Ap 17.14), pero son destruidos cuando Él regresa a la tierra (cf. Ap
19.19-21). Cuando esto suceda, Jesús comenzará a reinar sobre la
tierra en el reino que Él establezca (cf. Ap 20.4-6). En este
momento, el reino de Dios del que los creyentes en Jesús son parte
espiritualmente hablando (cf. p.ej. Lc 17.21; Col 1.13) dará paso a
una teocracia literal en la tierra. Cuando Jesús regrese, será
entronizado en Jerusalén y gobernará sobre todas las naciones (cf.
p.ej. Is 9.6-7; Jer 3.17; Zac 14.9, 16; Mt 25.31; Lc 1.32-33).
En el sueño del rey, la piedra no solo aplastó los pies de la estatua;
provocó la demolición de toda la estatua. Leemos: “Entonces fueron
desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata
y el oro, y fueron como tamo de las eras de verano; y se los llevó el
viento sin que de ellos quedara rastro alguno” (Dn 2.35). Esto indica
que las aspiraciones combinadas de los reinos del hombre caído
serán destrozadas y desaparecerán cuando Jesús regrese y
establezca el reino de Dios en la tierra. De este reino, Daniel dijo: “ni
será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a
todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre” (v.44).
LA BRECHA DE LARGO TIEMPO
Hemos establecido que el reino final de los dedos de los pies tendrá
dominio justo antes de que Jesús regrese del cielo para destruirlo y
establecer el reino de Dios. Esto implica que hay una gran brecha de
tiempo entre el Imperio Romano representado por las piernas y el
reino de los pies y los dedos de los pies. La razón de esto parece ser
que la profecía de los sucesivos reinos se centra en la tierra de Israel
y su pueblo, que era el pueblo de Daniel. Los imperios a los que se
hace referencia en Daniel 2 son solo aquellos que afectan la tierra de
Israel junto con su pueblo desde el tiempo de Daniel en adelante.
Nada se dice del Imperio Cartaginés del norte de África y del sur de
España (650-146 a.C.). No se mencionan los imperios Indios del
siglo V al II a.C. Tampoco se mencionan los imperios Chinos del siglo
III a.C. en adelante. El Imperio Parto (247 a.C.-224 d.C.) no está
incluido, y el Imperio Armenio (190 a.C.-428 d.C.) y el Imperio
Póntico (120-47 a.C.), ambos situados en la zona del Mar Negro,
están ausentes. Ninguno de estos imperios tuvo ningún efecto sobre
la tierra de Israel y su pueblo. No tienen importancia proféticamente
hablando y, por lo tanto, no están incluidos en la profecía de Daniel
2.
Después de las conquistas de los imperios de Babilonia, Medo-Persia
y Grecia, los romanos del cuarto imperio controlaron la tierra de
Israel y su pueblo desde el 63 a.C. en adelante. Luego, debido a que
los judíos se rebelaron, los romanos destruyeron Jerusalén en el 70
d.C. Cuando aplastaron el segundo levantamiento judío contra el
dominio Romano en el 135 d.C., la mayor parte de los judíos
restantes se dispersaron por el extranjero. Diferentes imperios
controlaron la tierra de los judíos durante su exilio. Incluyen el
Imperio Sasánida, el Califato, el Imperio Seljuk, los reinos Cruzados,
el Imperio de Saladino, el Imperio Otomano y el Imperio Británico.
Estos imperios no son parte de la visión de Daniel 2 porque los
romanos habían separado al pueblo de Israel de su tierra. No fue
hasta 1948, casi dos milenios después, que los judíos de todo el
mundo pudieron vivir en su antigua patria en un estado soberano
llamado Israel.
Ahora que una parte significativa del pueblo de Israel y su tierra
están unidos, el escenario está listo para la parte final de la visión: el
reino de los pies y finalmente el de los dedos de los pies. Y dado que
los imperios de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma afectaron al
pueblo de Israel en su tierra, esto implica que el último imperio
también afectará al pueblo de Israel en su tierra justo antes del
regreso de Jesús para establecer el reino de Dios.
En vista de lo que hemos visto, podemos estar seguros de que,
como Dios ha tenido el control total de la historia, también tiene el
futuro en sus manos. Como dijo Daniel, “Él muda los tiempos y las
edades, quita reyes y pone reyes” (Dn 2.21).
RESUMEN DE EVENTOS FUTUROS
El segundo capítulo de Daniel nos muestra que en el tiempo del fin
habrá un reino que consistirá en una coalición de diez gobernantes.
Cuando Jesús regrese, destruirá este reino y establecerá Su propio
reino en la tierra que permanecerá para siempre.
EL TEXTO DE DANIEL 2
El siguiente es el contenido del capítulo 2 del libro de Daniel de
Reina-Valera Revisada (RVR1995) versión de la Biblia. Te animo a
leer esta sección en su totalidad para tener una idea de la
importancia de la visión en Daniel 2:
En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo
Nabucodonosor sueños, y se turbó su espíritu y se le fue el
sueño. Hizo llamar el rey a magos, astrólogos,
encantadores y caldeos, para que le explicaran sus sueños.
Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. El rey les
dijo:
—He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por
saber el sueño.
Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea:
—¡Rey, para siempre vive! Cuenta el sueño a tus siervos, y
te daremos la interpretación.
Respondió el rey y dijo a los caldeos:
—El asunto lo olvidé; pero si no me decís el sueño y su
interpretación, seréis hechos pedazos y vuestras casas
serán convertidas en estercoleros. Pero si me decís el
sueño y su interpretación, de mí recibiréis dones, favores y
gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.
Respondieron por segunda vez, y dijeron:
—Cuente el rey el sueño a sus siervos, y le daremos la
interpretación.
El rey respondió y dijo:
—Yo conozco ciertamente que vosotros ponéis dilaciones,
porque veis que el asunto se me ha ido. Si no me contáis
el sueño, una sola sentencia hay para vosotros.
Ciertamente preparáis una respuesta mentirosa y perversa
que decir delante de mí, entre tanto que pasa el tiempo.
Contadme, pues, el sueño, para que yo sepa que me
podéis dar su interpretación.
Los caldeos respondieron delante del rey y dijeron:
—No hay hombre sobre la tierra que pueda declarar el
asunto del rey. Además, ningún rey, príncipe ni señor
preguntó cosa semejante a ningún mago ni astrólogo ni
caldeo. Porque el asunto que el rey demanda es difícil, y
no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya
morada no está entre los hombres.
Por esto el rey, con ira y con gran enojo, mandó que
mataran a todos los sabios de Babilonia. Se publicó, pues,
el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y
buscaron también a Daniel y a sus compañeros para
matarlos.
Entonces Daniel habló sabia y prudentemente a Arioc,
capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a
los sabios de Babilonia. Habló y dijo a Arioc, capitán del
rey:
—¿Cuál es la causa de que este edicto se publique de parte
del rey tan apresuradamente? Entonces Arioc hizo saber a
Daniel lo que había; y Daniel entró y pidió al rey que le
concediera tiempo, que él daría al rey la interpretación.
Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber a Ananías,
Misael y Azarías, sus compañeros, lo que sucedía para que
pidieran misericordias del Dios del cielo sobre este
misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no
perecieran con los otros sabios de Babilonia.
El secreto le fuerevelado a Daniel en visión de noche, por
lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo. Habló Daniel y dijo:
«Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos,
porque suyos son el poder y la sabiduría.
Él muda los tiempos y las edades,
quita reyes y pone reyes;
da la sabiduría a los sabios
y la ciencia a los entendidos.
Él revela lo profundo y lo escondido,
conoce lo que está en tinieblas
y con él mora la luz.
A ti, Dios de mis padres,
te doy gracias y te alabo,
porque me has dado sabiduría y fuerza,
y ahora me has revelado lo que te pedimos,
pues nos has dado a conocer el asunto del rey.»
Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había
puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo:
—No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la
presencia del rey, y yo le daré la interpretación.
Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le
dijo así:
—He hallado un hombre de los deportados de Judá, el cual
dará al rey la interpretación.
Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban
Beltsasar:—¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y
su interpretación?
Daniel respondió al rey diciendo:
—El misterio que el rey demanda, ni sabios ni astrólogos,
ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un
Dios en los cielos que revela los misterios, y él ha hecho
saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los
últimos días. Éstos son tu sueño y las visiones que has
tenido en tu cama:
»Estando tú, rey, en tu cama, te vinieron pensamientos por
saber lo que había de suceder en lo por venir; y el que
revela los misterios te mostró lo que ha de ser. Y a mí me
ha sido revelado este misterio, no porque en mí haya más
sabiduría que en los demás vivientes, sino para que se dé
a conocer al rey la interpretación y para que entiendas los
pensamientos de tu corazón.
»Tú, rey, veías en tu sueño una gran imagen. Esta imagen
era muy grande y su gloria, muy sublime. Estaba en pie
delante de ti y su aspecto era terrible. La cabeza de esta
imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su
vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro;
sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Estabas mirando, hasta que una piedra se desprendió sin
que la cortara mano alguna, e hirió a la imagen en sus pies
de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces
fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el
bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras
del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara
rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen se hizo
un gran monte que llenó toda la tierra.
»Éste es el sueño. También la interpretación de él diremos
en presencia del rey. Tú, rey, eres rey de reyes; porque el
Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad.
Dondequiera que habitan hijos de hombres, bestias del
campo y aves del cielo, él los ha entregado en tus manos,
y te ha dado el dominio sobre todo. Tú eres aquella cabeza
de oro. Después de ti se levantará otro reino, inferior al
tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará
sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como el
hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las
cosas, así él lo desmenuzará y lo quebrantará todo.
»Lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro
cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino
dividido; pero habrá en él algo de la fuerza del hierro, así
como viste el hierro mezclado con barro cocido. Y por ser
los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro
cocido, este reino será en parte fuerte y en parte frágil.Así
como viste el hierro mezclado con barro, así se mezclarán
por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno
con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. En
los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino
que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro
pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos,
pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste
que del monte se desprendió una piedra sin que la cortara
mano alguna, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el
barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo
que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es
verdadero, y fiel su interpretación.»
Entonces el rey Nabucodonosor se postró sobre su rostro,
se humilló ante Daniel, y mandó que le ofrecieran
presentes e incienso. El rey habló a Daniel, y dijo:
—Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, Señor de
los reyes y el que revela los misterios, pues pudiste revelar
este misterio.
Entonces el rey engrandeció a Daniel, le dio muchos
honores y grandes dones, y lo hizo gobernador de toda la
provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios
de Babilonia. Daniel solicitó y obtuvo del rey que pusiera
sobre los negocios de la provincia de Babilonia a Sadrac,
Mesac y Abed-nego; y Daniel estaba en la corte del rey.
2. Los Cuernos
Mientras yo contemplaba los cuernos,otro cuerno pequeño salió
entre ellos . . . – Daniel 7.8
La segunda visión en el libro de Daniel que nos ilumina acerca de los
últimos días está en el capítulo siete. Comienza diciendo: “tuvo
Daniel un sueño y visiones de su cabeza mientras estaba en su
lecho” (v.1). En este capítulo, escribió sobre su visión nocturna, así
como la interpretación que se le dio.
En su sueño, Daniel vio los vientos agitando “el gran mar” (v.2), que
es el mar Mediterráneo. Cuatro bestias surgieron del mar. La cuarta
bestia tenía diez cuernos, y otro cuerno creció en la cabeza de esta
bestia desplazando tres de los primeros cuernos. Entonces la bestia
fue asesinada y una Persona del cielo recibió autoridad para
gobernar la tierra junto con aquellos que le pertenecen.
Un ángel le dijo a Daniel que cada una de las cuatro bestias
representan reyes (v.17) y sus reinos (v.23), y que del cuarto reino
eventualmente surgiría un rey final, a quien una Persona celestial
matará cuando descienda a la tierra para reinar.
Es evidente que la visión del capítulo siete es paralela a la visión del
capítulo dos, que describe varios reinos del hombre seguidos por el
reino de Dios. En el capítulo dos, el rey de Babilonia vio en su sueño
los reinos del hombre en su forma externa; vio diferentes partes de
una “imagen muy grande y su gloria, muy sublime” (Dn 2.31).
Daniel, sin embargo, vio en su sueño la naturaleza de bestia interior
de estos mismos reinos.
La primera bestia que Daniel vio salir del mar era como un león con
alas de águila.
Nabucodonosor, el rey de Babilonia, cuyo sueño Daniel interpretó en
el capítulo dos, se compara con un león en Jeremías 4.7. Este
versículo dice: “El león sube de la espesura, el destructor de
naciones está en marcha”. Luego, en Jeremías 48.40, el mismo rey
de Babilonia es comparado con un águila: “Como un águila volará,
desplegará sus alas contra Moab.”
En su sueño, Daniel vio que al león le arrancaban las alas, lo
levantaban del suelo y lo ponían de pie sobre dos pies como un
hombre, y se le entregaba un corazón de hombre. Esto parece
reflejar lo que el rey Nabucodonosor experimentó cuando Dios le
quitó su poder haciéndolo perder la cabeza, y después de pasar
siete años con los animales lejos de los humanos, volvió en sí de
nuevo y fue reinstalado como rey. Estas cosas se describen en el
capítulo cuatro del libro de Daniel, donde Nabucodonosor cuenta su
experiencia cuando Dios humilló su orgullo. Cuando Dios le quitó el
entendimiento al rey, “y le sea dado corazón de bestia” (Dn 4.16).
De ello se deduce, por tanto, que cuando recuperó la razón, se le dio
el corazón de un hombre como Daniel vio en su sueño. Por lo tanto,
la primera bestia que surgió del mar de la humanidad representa al
rey de Babilonia y su Imperio babilónico. Este imperio, representado
por el león alado en el capítulo siete, se describe en el capítulo dos
como la cabeza de oro.
La segunda bestia que salió del mar era como un oso. Estaba
levantado por un lado y tenía tres costillas en la boca entre los
dientes.
Esta bestia representa al Imperio Medo-Persa que conquistóel
Imperio Babilónico. El mismo imperio se describe en el capítulo dos
como el cofre y los brazos de plata de la estatua.
El hecho de que el oso se levantara en un lado indica la elevación de
uno de los dos componentes del Imperio Medo-Persa. La historia nos
dice que los persas finalmente superaron a los medos en poder.
Las tres costillas en la boca del oso parecen simbolizar tres pueblos
distintos que este imperio subyugó. Eran los babilonios, los lidios y
los egipcios. Daniel 7.5 nos dice que se le dijo a esta bestia:
“Levántate y devora mucha carne”. El Imperio Medo-Persa envolvió
una enorme masa de tierra y llegó a ser mucho más grande que el
Imperio Babilónico. Esto es evidente en el libro de Ester, donde dice
que el imperio “de Persia y Media” se extendía “desde la India hasta
Etiopía” (Est 1.1, 3).
La tercera bestia que surgió del mar parecía un leopardo. Tenía en la
espalda cuatro alas de pájaro y cuatro cabezas.
Las cuatro alas de la bestia denotan la gran velocidad con la que
Alejandro el Grande conquistó el Imperio Medopersa y estableció el
Imperio Griego. En el capítulo dos, este imperio se describe como el
vientre y los muslos de bronce de la estatua.
Cuando Alejandro el Grande murió a una edad temprana, su imperio
se dividió entre sus generales. Las cuatro cabezas de la bestia
parecida a un leopardo apuntan, por tanto, a la división del Imperio
Griego en reinos más pequeños gobernados por estos generales.
Sin embargo, el enfoque de la visión en Daniel 7 no son las primeras
tres bestias, sino la cuarta. En su visión, Daniel vio una bestia que
era diferente a las demás. Fue espantoso, terrible y extremadamente
fuerte. Daniel vio a esta bestia devorando y pisoteando a su presa.
Esta bestia simboliza el imperio que surgió después del Imperio
Griego. Fueron los romanos, quienes en los siglos II y I a.C.
conquistaron las áreas en las que estaba dividido el Imperio Griego,
menos las regiones más orientales de Partia y Bactria (estas
regiones habían obtenido la independencia en el siglo III a.C.
aproximadamente un siglo después de la división del Imperio
Griego).
Daniel vio que la cuarta bestia tenía “unos grandes dientes de
hierro” (v.7). El componente de hierro conecta a esta bestia con las
piernas de hierro en el capítulo dos que simbolizan el Imperio
Romano. Cuando Daniel interpretó el significado de las piernas de
hierro, dijo: “Y el cuarto reino será fuerte como el hierro; y como el
hierro desmenuza y rompe todos las cosas” (Dn 2.40). Esto se
relaciona con el sueño de Daniel en el capítulo siete, donde la cuarta
bestia “devoraba y desmenuzaba” con sus dientes de hierro (v.7).
Así fue como el poderío militar de Roma aplastó a las fuerzas
enemigas.
Un mensajero celestial le dijo a Daniel: “La cuarta bestia será un
cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de todos los otros
reinos, y toda la tierra devorará, trillará y despededazará” (Dn 7.23).
Aquí, debemos notar que el término, “toda la tierra” se usa de la
misma manera que el término “todo el mundo” se usa en Lucas 2.1,
donde dice acerca de las regiones conquistadas por los romanos,
“Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de
Augusto César, que todo el mundo fuera empadronado.”
LOS DIEZ CUERNOS
El mensajero celestial le explicó a Daniel lo que simbolizan los diez
cuernos de la cuarta bestia. Dijo: “Los diez cuernos significan que de
aquel reino se levantarán diez reyes” (v.24). En la continuación de la
narración en Daniel 7, vemos que estos monarcas están en
posiciones de autoridad simultáneamente. Esto significa que antes
de que aparezcan estos gobernantes, el Imperio Romano se dividiría
en entidades más pequeñas. En el siglo IV d.C., el imperio se dividió
entre el este y el oeste. Luego, en el siglo V d.C., varios grupos de
personas dividieron el Imperio Romano Occidental entre ellos. El
Imperio Romano de Oriente, también conocido como Imperio
Bizantino, duró mil años más antes de ser conquistado por el
Imperio Otomano en el siglo XV d.C. La división de este imperio en
los países de hoy comenzó hace aproximadamente un siglo.
Dado que el sueño de Daniel en el capítulo siete refleja
evidentemente el sueño de Nabucodonosor en el capítulo dos, los
diez dedos de los pies de la estatua en el capítulo dos se
representan en forma de diez cuernos en la bestia en el capítulo
siete. Y al considerar el vínculo entre las visiones nocturnas en estos
dos capítulos, vemos que así como hay una brecha de tiempo
prolongada entre las piernas y los pies con los diez dedos en el
capítulo dos, de manera similar hay una brecha de tiempo
prolongada entre la cuarta bestia. y la formación de sus diez cuernos
en el capítulo siete. Previamente hemos comprobado que el lapso de
tiempo se debe a la separación del pueblo de Israel de su tierra.
Ahora que una parte sustancial del pueblo de Israel vive en su
antigua patria, el escenario está listo para el surgimiento de los diez
reyes. Estos diez líderes surgirán claramente dentro del área del
antiguo Imperio Romano. La pregunta es, ¿serán líderes en Europa o
en lo que era la parte oriental del Imperio Romano? Nos
acercaremos a la respuesta a medida que avancemos en el resto de
las visiones del libro de Daniel.
EL UNDÉCIMO CUERNO
Veamos lo que sucede en la continuación de la visión acerca de los
diez cuernos en el capítulo siete. Daniel dijo: “Mientras yo
contemplaba los cuernos, otro cuerno pequeño salió entre ellos, y
delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros” (v.8).
Aquí sigue la explicación que se le dio a Daniel: “Y tras ellos se
levantará otro [rey], el cual será diferente de los primeros [los diez
reyes], y derribará a tres reyes” (v.24). En otras palabras, de entre
diez gobernantes que ejercerán autoridad dentro de lo que eran las
fronteras del antiguo Imperio Romano, surgirá un nuevo gobernante
que suprimirá a tres de ellos.
Se nos dice acerca del cuerno nuevo que, aunque comienza como
“pequeño” (v.8), crecerá hasta convertirse en el más grande, de
modo que “apariencia más grande que sus compañeros” (v.20). Esto
muestra que el nuevo líder crecerá en poder y eventualmente se
volverá más poderoso que los otros gobernantes.
Daniel vio que “el cuerno” tenía “ojos como de hombre y una boca
que hablaba con gran insolencia” (v.8). En la interpretación, se nos
dice contra quién se dirigen sus jactanciosas palabras: “Hablará
palabras contra el Altísimo” (v.25). La mención de su boca y sus
palabras arrogantes contra Dios se alinea con Apocalipsis 13.5,
donde dice: “También se le dio boca que hablaba arrogancias y
blasfemias”. Por lo tanto, es evidente que el undécimo “cuerno” en el
libro de Daniel es la “bestia” en el libro de Apocalipsis. Juan, el autor
de Apocalipsis, lo llamó por otro título en 1 Juan 2.18, donde
escribió: “Segun vosotros oísteis que el Anticristo viene.”
En Apocalipsis 13.1, leemos sobre el ascenso del Anticristo. Aquí,
Juan notó que vio “una bestia” que tenía “diez cuernos”. En cuanto
al significado de los diez cuernos, un ángel le explicó esto a Juan:
“Los diez cuernos que has visto son diez reyes . . . tienen un mismo
propósito: entregaran su poder y autoridad a la bestia” (Ap 17.12,
13). Estos diez reyes, representados por diez cuernos,
aparentemente ocupan las mismas posiciones que los diez reyes en
la profecía de Daniel que también se describen como diez cuernos.
Después de que tres de ellos son sometidos por el Anticristo (cf. Dn
7.24), todos le dan su poder y forman el núcleo de su reino.
En su visión del Anticristo, Daniel relata: “Y veía yo que este cuerno
hacía guerra contra los santos y los vencía” (v.21). En la
interpretación de la visión, a Daniel se le dijo acerca de este
gobernante: “. . . a los santos del Altísimo quebrantará y pensará en
cambiar los tiempos y la Ley; y serán entregados en sus manos
hasta tiempo, tiempos y medio tiempo” (v.25). Esta parte de la
profecía de Daniel 7 dice que el Anticristo perseguirá a “los santos”
de Dios durante tres años y medio (“un tiempo” equivale a un año,
“tiempos” equivalea dos años y “medio tiempo” equivale a la mitad
de un año). Encontramos el mismo período de persecución de “los
santos” también en el libro de Apocalipsis, donde dice del Anticristo:
“y se le dio autoridad para actuar por cuarenta y dos meses [es
decir, tres años y medio] . . . Se le permetió hacer guerra contra los
santos, y vencerlos” (Ap 13.5, 7).
EL REINO CAMBIA DE MANOS
Daniel escribió: “Y entonces miraba a causa del sonido de las
grandes insolencias que hablaba el cuerno; y mientras miraba
mataron a la bestia, y su cuerpo fue destruzado y entregado para
quemarlo en el fuego” (Dn 7.11). La cuarta bestia finalmente muere
y se quema, lo que indica la destrucción del undécimo cuerno en su
cabeza. Por lo tanto, la destrucción del Anticristo se muestra en la
visión por la destrucción del reino del que se origina. El antiguo
Imperio Romano, la región de donde surgirá el Anticristo,
aparentemente se ha transformado en su reino del tiempo del fin
que es destruido cuando él es destruido. Vemos una semejanza de
esto en el capítulo dos, donde las piernas de hierro también son
aplastadas cuando la piedra rompe en pedazos los pies de hierro y
barro (Dn 2.34-35).
Daniel notó que la forma en que se destruye el cuarto reino es
diferente de cómo los primeros tres reinos habían perdido
previamente el poder del próximo reino que se elevó al dominio.
Leemos en el versículo 12: “También a las otras bestias les habían
quitado su dominio, pero les había sido prolongado la vida hasta
cierto tiempo.” Aparentemente, la cultura babilónica continuó
durante un tiempo en el Imperio Medo-Persa. De la misma manera,
la cultura medopersa continuó durante una temporada en el Imperio
Griego. Y la cultura griega, especialmente en las áreas de literatura,
arquitectura y religión, influyó en el Imperio Romano durante algún
tiempo. Sin embargo, en cuanto al reino del Anticristo, vemos que
ningún vestigio de su imperio continuará cuando sea destruido.
Con respecto a la desaparición del Anticristo, leemos: “Pero se
sentará el Juez, y le quitarán su dominio, para que sea destruido y
arruinado hasta el fin” (v.26). La corte celestial que es responsable
de la eliminación del dominio del Anticristo también se menciona
anteriormente en la visión. Daniel escribió:
Estuve mirando hasta que fueron puestos unos tronos, y se
sentó un Anciano de días. Su vestido era blanco como la
nieve; el pelo de su cabeza, como lana limpia; su trono,
llama de fuego, y fuego ardiente las ruedas del mismo. Un
río de fuego procedía y salía de delante de él; miles de
miles lo servían, y millones de millones estaban delante de
él. El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. (vv.9, 10)
Este pasaje muestra que la corte está sentada en tronos junto con
Uno llamado “el Anciano de días”, quien está sentado en un trono de
fuego con ruedas en llamas rodeado por muchos miles de seres que
sin duda son ángeles (la frase, “millones de millones” aparece
también en Apocalipsis 5.11, y allí se refiere a los ángeles). El
profeta Ezequiel también vio este trono resplandeciente con ruedas y
al que estaba sentado en él. El escribió:
Aconteció. . . que estando yo en medio de los cautivos,
junto al río Quebar, los cielos se abrieron y vi visiones de
Dios.
Miré, y vi que venía del norte un viento huricano y una
gran nube, con un fuego envolvente . . . y en medio de
todo vi la figura de cuatro seres vivientes. . . .
Mientras yo miraba los seres vivientes, he aquí una rueda
sobre el suelo [la tierra, RVR1960], junto a los seres
vivientes.
Sobre la bóveda que estaba sobre sus cabezas se veía la
figura de un trono que parecía de piedra de zafiro, y sobre
la figura del trono había una semejanza, como un hombre
sentado en él. (Ez 1.1, 4, 5, 15, 26)
Ezequiel fue testigo del descenso del trono de Dios. Escribió que
cuatro ruedas debajo de él estaban “en la tierra” cerca del río
Quebar en Babilonia. Por lo tanto, el trono de Dios es
aparentemente móvil y puede desplegarse cerca de la tierra. Esta
parece ser la situación en la visión que se le dio a Daniel del mismo
trono con ruedas. Que Dios (“el Anciano de días”) se acercará a la
tierra en Su trono en el momento de la destrucción del Anticristo se
atestigua en la visión de Daniel en el capítulo siete, donde escribe
que “este cuerno hacía guerra contra los santos y los vencía, hasta
que vino el Anciano de días” (vv. 21, 22).
El versículo 22 continúa diciendo: “y se hizo justicia a los santos del
Altísimo, y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino”. Vemos
aquí que Dios y Su corte gobiernan a favor de los santos que poseen
el reino, que incluye el reino del Anticristo. El versículo 18 dice:
“Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el
reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.
Un detalle importante sobre la venida del reino de Dios se encuentra
en el versículo 27, donde dice: “y que el reino, el dominio y la
majestad de los reinos debajo de todo el cielo sean dados al pueblo
de los santos del Altísimo.” Debemos tomar nota de que aquí dice
que a los santos de Dios se les dará un dominio que abarca los
reinos “debajo de todo el cielo”. Esta frase aparece varias veces en
las Escrituras (cf. Gn 7.19, Dt 2.25, 4.19, Job 37.3, Dn 9.12) y
siempre denota la tierra. Esta información subraya que el reino sobre
el que reinan los santos estará sobre la tierra.
EL HIJO DEL HOMBRE DEL CIELO
El séptimo capítulo de Daniel no solo nos dice que el dominio del
Anticristo será quitado por el decreto de la corte del cielo; también
se nos muestra quién realmente destruirá su reino. Daniel escribió:
“Miraba yo en la visión de la noche, y ví que con las nubes del cielo
venía uno como el hijo del hombre” (v.13). Podemos comparar esto
con una declaración de Jesús sobre su futura venida. Él dijo:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y todas
las las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo del
hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mt
24.30). Al afirmar esto, Jesús obviamente se estaba identificando
como “el Hijo del hombre” profetizado en Daniel 7, quien vendrá con
nubes. De acuerdo con el testimonio de Daniel, así como del mismo
Jesús, el apóstol Juan escribió: “He aquí que viene con las nubes;
Todo ojo le verá” (Ap 1.7). Aquí, en su prólogo del libro de
Apocalipsis, Juan se refiere a lo que vio en una visión de la venida
de Jesús cuando destruye al Anticristo y sus fuerzas. Juan escribió
esto hacia el final del libro:
Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El
que montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia
juzga y pelea. . . .
Vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos,
reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y
contra su ejército. La bestia fue apresada, y con ella el
falso profeta que había hecho delante de ella las señales
con las cuales había engañado a los que recibieron la
marca de la bestia y habían adorado su imagen. Estos dos
fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde
con azufre. Los demás fueron muertos con la espada que
salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las
aves se saciaron de las carnes de ellos. (Ap 19.11, 19-21)
Cuando Jesús haya bajado del cielo y haya destruido al Anticristo,
aparentemente se acercará a Dios el Padre, quien está en Su trono
móvil con cuatro ruedas que están cerca del suelo. Daniel relató:
Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes
del cielo venía uno como un hijo de hombre, vino hasta el
Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él. (Dn
7.13)
La situación que Daniel presenció aquí de que el Padre está presente
cuando Jesús regrese puede conectarse con lo que Jesús dijo en
Marcos 14.62: “Y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del
poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo.”
Daniel entonces vio lo que “el Anciano de Días” le presentó al “Uno
como el Hijo del Hombre”. El lo notó:
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los
pueblos, naciones y lenguas lo sirvieran;su dominio es
dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que
nunca será destruido. (Dan. 7.14)
La naturaleza de este reino venidero de Cristo se reitera más
adelante en Daniel 7. En el versículo 27, dice: “cuyo reino es un
reino eterno, y todos los dominios lo servirán y obedecerán.”
La escena en el capítulo siete del libro de Daniel que retrata la
destrucción del reino del Anticristo por “el Hijo del Hombre” desde el
cielo coincide con la escena en el capítulo dos, donde la piedra, que
simboliza a Jesús a su regreso, desciende y golpea la imagen en sus
pies, destruyendo toda la imagen. La piedra que se convierte en una
gran montaña y llena toda la tierra representa el establecimiento del
reino de Dios que también se describe en el capítulo siete. Por lo
tanto, vemos que cuando Jesús regrese, tendrá dominio sobre todos
los pueblos y naciones de la tierra.
RESUMEN DE FUTUROS EVENTOS
El séptimo capítulo de Daniel nos muestra que en el tiempo del fin
habrá un reino que tendrá dominio dentro del área del antiguo
Imperio Romano. Consistirá en diez gobernantes. Después de
someter a tres de estos gobernantes, un hombre jactancioso tomará
el control del reino. Hablará contra Dios y durante tres años y medio
perseguirá a los santos de Dios. Cuando Jesús regrese, destruirá el
reino de este hombre y establecerá Su propio reino en la tierra.
Entonces Jesús reinará para siempre con los santos.
EL TEXTO DE DANIEL 7
El siguiente es el contenido del capítulo 7 en el libro de Daniel de la
Reina-Valera Revisada (RVR1995) de la Biblia. Vale la pena leerlo
para ver de un vistazo toda la visión de este capítulo:
En el primer año de Belsasar rey de Babilonia tuvo Daniel
un sueño, y visiones de su cabeza mientras estaba en su
lecho; luego escribió el sueño, y relató lo principal del
asunto.
Daniel dijo: Miraba yo en mi visión de noche, y he aquí que
los cuatro vientos del cielo combatían en el gran mar. Y
cuatro bestias grandes, diferentes la una de la otra, subían
del mar. La primera era como león, y tenía alas de águila.
Yo estaba mirando hasta que sus alas fueron arrancadas, y
fue levantada del suelo y se puso enhiesta sobre los pies a
manera de hombre, y le fue dado corazón de hombre.
Y he aquí otra segunda bestia, semejante a un oso, la cual
se alzaba de un costado más que del otro, y tenía en su
boca tres costillas entre los dientes; y le fue dicho así:
Levántate, devora mucha carne.
Después de esto miré, y he aquí otra, semejante a un
leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas; tenía
también esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado dominio.
Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y
he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran
manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de
hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con
sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi
antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo
contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno
pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron
arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que
este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que
hablaba grandes cosas.
Estuve mirando
hasta que fueron puestos tronos,
y se sentó un Anciano de días,
cuyo vestido era blanco como la nieve,
y el pelo de su cabeza como lana limpia;
su trono llama de fuego,
y las ruedas del mismo, fuego ardiente.
Un río de fuego procedía
y salía de delante de él;
millares de millares le servían,
y millones de millones asistían delante de él;
el Juez se sentó,
y los libros fueron abiertos.
Yo entonces miraba a causa del sonido de las grandes
palabras que hablaba el cuerno; miraba hasta que mataron
a la bestia, y su cuerpo fue destrozado y entregado para
ser quemado en el fuego. Habían también quitado a las
otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la
vida hasta cierto tiempo.
Miraba yo en la visión de la noche,
y he aquí con las nubes del cielo
venía uno como un hijo de hombre,
que vino hasta el Anciano de días,
y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino,
para que todos los pueblos, naciones y lenguas le
sirvieran;
su dominio es dominio eterno,
que nunca pasará,
y su reino uno
que no será destruido.
Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi
cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron. Me
acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad
acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la
interpretación de las cosas.
Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se
levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los
santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo,
eternamente y para siempre.
Entonces tuve deseo de saber la verdad acerca de la
cuarta bestia, que era tan diferente de todas las otras,
espantosa en gran manera, que tenía dientes de hierro y
uñas de bronce, que devoraba y desmenuzaba, y las
sobras hollaba con sus pies; asimismo acerca de los diez
cuernos que tenía en su cabeza, y del otro que le había
salido, delante del cual habían caído tres; y este mismo
cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas, y
parecía más grande que sus compañeros.
Y veía yo que este cuerno hacía guerra contra los santos, y
los vencía, hasta que vino el Anciano de días, y se dio el
juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los
santos recibieron el reino.
Dijo así:
La cuarta bestia será un
cuarto reino en la tierra,
el cual será diferente de todos los otros reinos,
y a toda la tierra devorará,
trillará y despedazará.
Y los diez cuernos significan que de aquel reino
se levantarán diez reyes;
y tras ellos se levantará otro,
el cual será diferente de los primeros,
y a tres reyes derribará.
Y hablará palabras contra el Altísimo,
y a los santos del Altísimo quebrantará,
y pensará en cambiar los tiempos y la ley;
y serán entregados en su mano
hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo.
Pero se sentará el Juez,
y le quitarán su dominio
para que sea destruido y arruinado hasta el fin,
y que el reino, y el dominio
y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo,
sea dado al pueblo de los santos del Altísimo,
cuyo reino es reino eterno,
y todos los dominios le servirán y obedecerán.
Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis
pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero
guardé el asunto en mi corazón.
3. Los Sacrificios
¿Hasta cuándo durará la visión del sacrificio continuo, la
prevaricación asoladora y la entrega del santuario y el ejército para
ser pisoteados? – Daniel 8.13
El octavo capítulo del libro de Daniel es donde encontramos la
próxima visión que pertenece al tiempo del fin.
Aquí, Daniel escribió:
Miraba yo la visión, y en ella yo estaba en Susa, que es la
capital del reino, en la provincia de Elam. En la visión,
pues, me veía junto al río Ulai. Alcé los ojos y miré, y
había un carnero que estaba delante del río, y tenía dos
cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno era más
alto que el otro, y el más alto creció después.
Vi que el carnero hería con los cuernos al poniente, al
norte y al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de
él, ni había quien escapara de su poder. Hacía conforme a
su voluntad, y se engrandecía.
»Mientras yo consideraba esto, un macho cabrío venía del
lado del poniente sobre la faz de toda la tierra, sin tocar
tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno notable entre
sus ojos.
Vino hasta el carnero de dos cuernos que yo había visto en
la ribera del río, y corrió contra él con la furia de su fuerza.
Lo vi llegar junto al carnero; se levantó contra él y lo hirió,
y le quebró sus dos cuernos; y el carnero no tenía fuerzas
para hacerle frente. Lo derribó, por tanto, a tierra, lo
pisoteó y no hubo quien librara de su poder al carnero.
»El macho cabrío creció en gran manera; pero cuando
estaba en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue
quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos
notables hacia los cuatro vientos del cielo.
De uno de ellos salió un cuerno pequeño, que creció
mucho hacia el sur y el oriente, yhacia la tierra gloriosa.
(Dn 8.2-9)
La “tierra gloriosa” que se menciona aquí es la tierra de Israel. Esto
está atestiguado en Ezequiel 20.6, donde se llama a la tierra de
Israel, “la más hermosa de todas las tierras”. Por lo tanto, la profecía
en última instancia se refiere a un “cuerno” que se mueve contra la
tierra de Israel.
En la visión del capítulo siete, vimos “cuernos” que representan
reyes. Esto indica que la profecía del “cuerno” en el capítulo ocho
retrata a un rey o gobernante que se enfrentará a Israel. Antes de
que veamos lo que este gobernante le hará a Israel en la última
parte de la profecía, descubriremos el origen de este hombre. Para
hacerlo, veremos la interpretación de la visión que se le dio a Daniel.
REYES E IMPERIOS
El ángel Gabriel se le apareció a Daniel y le explicó el significado de
la visión. Dijo que los dos cuernos del carnero eran “los reyes de
Media y de Persia” (v.20). Por lo tanto, el carnero en sí representaba
el Imperio Medo-Persa. Daniel señaló: “Tenía dos cuernos; y aunque
los cuernos eran altos, uno era más alto que el otro, y el más alto
creció después” (v.3). La historia nos dice que en el siglo VI a.C., el
rey de Media saltó a la fama, pero el rey de Persia lo superó en
poder. Los reyes sucesivos continuaron defendiendo el imperio
combinado bajo el dominio persa. Gabriel le dijo a Daniel que el
macho cabrío era “el rey de Grecia” (v.21), y que el cuerno grande
entre sus ojos era el primer rey. Este rey fue Alejandro Magno, que
conquistó el Imperio Medo-Persa y estableció el Imperio Griego en el
siglo IV a.C. El gran cuerno roto apunta a la muerte de Alejandro
Magno, y los cuatro cuernos que lo reemplazaron representan reinos
en los que se dividió su imperio.
La división del Imperio griego en el siglo IV a.C
Lo que hemos visto hasta ahora muestra que el Imperio Medo-Persa,
representado en el capítulo dos como el cofre y los brazos de plata
en la estatua, y en el capítulo siete como la bestia con forma de oso,
se describe en el capítulo ocho como un carnero. El Imperio Griego
que es la cabra en el capítulo ocho es equivalente al vientre y
muslos de bronce en el capítulo dos, y la bestia parecida a un
leopardo con cuatro cabezas en el capítulo siete. Hemos visto que
estas cuatro cabezas representan reinos que se formaron a partir del
Imperio griego y, por lo tanto, son equivalentes a los cuatro cuernos
del macho cabrío.
EL REY ALTIVO DE ROSTRO
Continuando en el capítulo ocho, se le dijo a Daniel: “Y al fin del
reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo, se
levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas” (v.23).
Este rey es claramente el cuerno pequeño que surgió de uno de los
cuatro cuernos que simbolizan la división del Imperio Griego después
de la muerte de Alejandro Magno. Pero, ¿de qué parte surge el rey?
Se nos dice que el cuerno pequeño “creció mucho hacia el sur” (v.9).
Esto significa que proviene del norte, lo que excluiría la parte sur
que abarca Egipto. En una visión posterior de Daniel, obtenemos un
conocimiento más preciso sobre de qué parte del antiguo Imperio
Griego surge el rey.
Descubrir de dónde surge “el cuerno” no es una tarea académica
que concierna a la historia pasada, sino que tiene una importancia
profética para el futuro. Esto se debe a lo que el ángel Gabriel le
transmitió a Daniel con respecto a la visión del “cuerno”. Dijo:
“Entiende, hijo de hombre, que la visión es para el tiempo del fin”
(v.17). Podemos comparar esta declaración con lo que dijo Daniel
sobre el sueño del rey en el capítulo dos: “Dios . . . ha hecho saber
al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los últimos días”
(Dn 2.28). De la misma manera que la última parte del sueño del rey
en el capítulo dos se refiere al tiempo del fin, la última parte de la
visión en el capítulo ocho también se refiere al tiempo del fin.
La última parte de la profecía sobre “el cuerno” no solo cubre el
mismo período en el tiempo del fin que la última parte de la visión
en el capítulo dos, sino también la última parte de la visión en el
capítulo siete. Esto se debe a que ambos capítulos terminan con el
regreso de Cristo (cf. “la piedra” en el capítulo 2 y “Uno como el Hijo
del hombre” en el capítulo 7). Hemos visto que las visiones de estos
dos capítulos tienen un lapso de tiempo prolongado. Por lo tanto, la
visión en el capítulo ocho también tiene un largo intervalo de
tiempo, entre la división del Imperio Griego y el surgimiento del
“cuerno” de una de sus partes.
Al darnos cuenta de que el último segmento de las visiones en los
capítulos siete y ocho cubren el mismo período en el tiempo del fin,
podemos percibir que el hombre al que se refiere como “otro cuerno
pequeño” en el capítulo siete (cf. v.8 ) es en realidad el mismo
hombre que se llama, “un cuerno pequeño” en el capítulo ocho (cf.
v.9). En nuestro estudio del capítulo siete, vimos que el cuerno
pequeño es el Anticristo. Por lo tanto, el Anticristo también está
presente en el capítulo ocho.
En el capítulo siete, se muestra que el Anticristo surge dentro del
área del antiguo Imperio Romano, sin embargo, en el capítulo ocho,
se muestra que surge dentro del área del antiguo Imperio Griego.
Esta aparente discrepancia se resuelve cuando nos damos cuenta de
que estos dos imperios consistían en una masa de tierra que era
común a ambos.
El área que el Imperio Romano y el Imperio Griego tenían en común (en negro)
La parte oriental del Imperio Romano cubría la misma área que la
parte occidental del Imperio Griego. El área que tenían en común
abarcaba tierras que rodeaban el extremo oriental del mar
Mediterráneo.
En el capítulo siete, determinamos que el Anticristo surgirá de entre
diez gobernantes. Por lo tanto, se deduce que la región sobre la que
gobiernan estos líderes formará el área central del reino del
Anticristo. El capítulo ocho aparentemente muestra que esta región
está cerca del extremo oriental del mar Mediterráneo. Con esto en
mente, entendemos que el reino de los pies en el capítulo dos que
tiene los diez dedos (es decir, los diez gobernantes), estará situado
en el área general del Medio Oriente. Por lo tanto, es evidente que
de esta parte del mundo surgirá el Anticristo.
El Medio Oriente ha estado dominado durante mucho tiempo por el
estilo de vida islámico. El Imperio Islámico Otomano dominó esta
región durante varios siglos y ha tenido una profunda influencia en
muchos de los pueblos del Medio Oriente que son semejantes
religiosamente. Además, los pueblos musulmanes han estado
divididos durante mucho tiempo entre las facciones de sunitas y
chiítas, y esto puede tener implicaciones al interpretar el estado
“dividido” del reino de los pies y los dedos de los pies (cf. Dn 2.41).
CONTRA EL PUEBLO SANTO Y EL PRÍNCIPE
Veamos ahora la última parte de la visión en el capítulo ocho, que se
refiere al ascenso y la caída del “cuerno”. Daniel escribió: “Creció
hasta llegar al ejército del cielo; y patre del ejército y de las estrellas
echó por tierra, y las pisoteó” (v.10). El ángel Gabriel le dio a Daniel
la interpretación acerca del hombre que representa el cuerno. El
intérprete celestial dijo: “Su poder se fortalecerá, mas no con fuerza
propia; causará grandes ruinas, prosperará, actuará arbitrariamente,
y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos” (v.24). El término
“pueblo santo” se refiere al pueblo de Israel. Vemos esto en la Ley
de Moisés, donde dice acerca de los israelitas: “Porque tú eres
pueblo santo para Jehová, tu Dios” (Dt 7.6). Que el pueblo de Israel
sea mencionado en la visión como “el ejército del cielo” y “las
estrellas” se alinea con Deuteronomio 1.10, donde Moisés dijo a los
israelitas: “Jehova, vuestro Dios, os ha multiplicado tanto que hoy
vosotros sois tan numerosos como las estrellas del cielo.”
Gabriel también contó cómo el hombre que enfrentará al pueblo de
Israel tendrá éxito. Dijo: “Con su sagacidad hará prosperar el
engaño en su mano . . . y, sin aviso, destruirá a muchos” (Dn 8.25).
La nación judía claramente sufrirá mucho bajoel Anticristo. En otra
parte de las Escrituras, el período en el que el pueblo de Israel
siente los golpes del Anticristo se llama “un tiempo de la angustia
para Jacob” (Jer 30.7). El término “Jacob” aquí se refiere a la nación
de Israel, ya que el padre de la nación se llamaba Jacob antes de
que su nombre fuera cambiado a Israel (cf. Gn 32.28).
Daniel 8 nos dice que el poder que le permite al Anticristo tomar
sobre Israel no se origina en él mismo. Gabriel dijo: “Su poder se
fortalecerá, mas no con fuerza propia” (v.24). El libro de Apocalipsis
nos muestra de dónde obtendrá el poder el Anticristo. Leemos: “El
dragón le dio a la bestia su poder, su trono y gran autoridad” (Ap
13.2). Podemos ver quién es “el dragón” en Apocalipsis 12.9, donde
dice: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que
se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero”. El
testimonio del apóstol Pablo sobre el Anticristo concuerda. Él
escribió: “El advenimiento de este impío, que es obra de Satanás, irá
acompañado de echos poderosos, señales y falsos milagros” (2 Ts
2.9).
Gabriel dijo con respecto al Anticristo: “en su corazón se
engrandecerá” (Dn 8.25). Pablo se refirió a esto cuando escribió
sobre “el hombre de pecado . . . el cual se opone y se levantará
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto” (2 Ts 2.3, 4).
Daniel 8.11 dice: “Aun se engrandeceió frente al príncipe de los
ejércitos.” Gabriel interpretó que esto significaba: “Se levantará
contra el Príncipe de los príncipes” (v.25). Este término
evidentemente apunta a Jesús, a quien se llama “Mesías Príncipe” en
el próximo capítulo (Dn 9.25). En otra parte, se le llama, “Príncipe
de paz” (Is 9.6) así como “Príncipe y Salvador” (Hch 5.31). Por lo
tanto, aprendemos de la profecía en Daniel 8 que el Anticristo
incluso intentará usurpar la autoridad de Cristo, quien es el Rey
venidero de Israel.
LOS SACRIFICIOS Y EL SANTUARIO
Una parte importante de la profecía de Daniel 8 se refiere a lo que
hará el Anticristo antes de que se acabe su tiempo. El versículo 11
nos dice que quitará “el sacrificio continuo”. Estos sacrificios están
prescritos en la Ley de Moisés, donde dice: “Esto es lo que ofrecerás
sobre el altar; dos corderos de un año cada día, perpetuamente” (Éx
29.38). Que el Anticristo quite estos sacrificios diarios presupone que
el sistema de sacrificios se restaure de antemano. Esto es algo que
varias organizaciones judías en Israel desean restablecer.
Según la Ley de Moisés, los sacrificios diarios solo se pueden realizar
en el altar dentro de los confines del santuario. Esto significa que el
santuario estará en su lugar cuando se reanuden los sacrificios
diarios. Vemos esto en Daniel 8.11, donde no solo dice que “el
cuerno” quitará el sacrificio continuo, sino que también “fue echado”
el “santuario”. El término “santuario” aquí denota el templo de Dios
en Jerusalén. Esto es evidente en Daniel 9.17, donde Daniel lamentó
la destrucción del templo por los babilonios. Rogó a Dios, diciendo:
“Haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado”.
Dado que el contexto de la última parte de la profecía en Daniel 8 es
el tiempo del fin, la mención del “santuario” implica que un templo
de Dios reconstruido estará en Jerusalén en los últimos días. Pablo
se refirió a este futuro templo y a la actividad del “cuerno” cuando
escribió que “el hombre de pecado” (el Anticristo) se sentará “en el
templo de Dios” (2 Ts 2.3, 4). Este futuro templo también se
menciona en las profecías del tiempo del fin en el libro de
Apocalipsis, donde leemos del “templo de Dios, y el altar, y a los que
adoran en él” (Ap 11.1), así como “el patio que está fuera del
templo” en “la ciudad santa” (Ap 11.2). El término “la ciudad santa”
se refiere a Jerusalén (tanto Neh 11.1 como Is 52.1 hablan de
“Jerusalén, la ciudad santa”). Por lo tanto, entendemos por la
profecía de Daniel 8 que el Anticristo pondrá fin al sacrificio continuo
en un templo reconstruido en Jerusalén, y derrocará el templo
mismo.
El versículo 12 de Daniel 8 dice: “A causa de la prevaricación le fue
entregado el ejército junto con el sacrificio continuo; echó por tierra
la verdad.” Para ver lo que esto significa, podemos mirar el siguiente
versículo (v.13), donde se hace una pregunta acerca de estas
mismas cosas. Aquí leemos: “¿Hasta cuándo durará la visión del
sacrificio continuo, la prevaricación asoladora y la entrega del
santuario y el ejército para ser pisoteados?” De esto, entendemos
que “el cuerno” detendrá el sacrificio continuo (cf. v.11), y profanará
el santuario, es decir, el templo. También suprimirá un “ejército” que
le sea entregado, y todo esto sucederá en conjunción con lo que se
llama, “la prevocación asoladora”. Esta frase apunta a una violación
que arrasa, y está vinculada a la profanación del templo por “el
cuerno”, ya que en el mismo versículo se nos dice que “el santuario
y el ejército” serán “pisoteados”. De esto, podemos concluir que las
fuerzas militares “del cuerno” profanarán el templo en Jerusalén y
someterán “el ejército” que vimos se menciona en el versículo 10, y
que el ángel Gabriel interpretó como el pueblo de Israel (cf. v.24).
La profanación del templo en Jerusalén por los enemigos de Israel
en el tiempo del fin también está profetizada en el libro de Isaías.
Allí, leemos que el pueblo de Israel dirá a Dios en los últimos días:
“Vuélvete por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad [es
decir, la tierra de Israel, cf. Sal 79.1]. Por poco tiempo lo poseyó tu
santo pueblo; nuestros enemigos han pisoteado tu santuario” (Is
63.17, 18).
LA RESTAURACIÓN DEL TEMPLO
Al relatar la continuación de la visión, Daniel escribió:
Entonces oí hablar a un santo; y otro de los santos
preguntó a aquel que hablaba: “¿Hasta cuándo durará la
visión del sacrificio continuo, y la prevaricación asoladora y
la entrega del santuario y el ejército para ser pisoteados?”
Y él dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas;
luego el santuario será purificado.” (Dn 8.13, 14)
Aquí, vemos que pasará un cierto tiempo desde que el Anticristo
quita los sacrificios diarios, profana el templo y abusa del pueblo de
Israel, hasta que el templo se limpia y está listo para ser usado
nuevamente. Daniel escuchó que este período duraría “dos mil
trescientos tardes y mañanas” (v.14). La palabra “tardes y mañanas”
en el texto original dice literalmente “tarde-mañana”. Esto se reitera
en el versículo 26, donde Gabriel dice: “La visión de las tardes y
mañanas que se ha referido es verdadera.” La expresión “tarde y
mañana” indica un día. Esto es evidente en el relato de la creación,
donde dice: “Y fue la tarde y la mañana del primer día” (Gn 1.5).
Así, las dos mil trescientas “tardes-mañanas” son lo mismo que días,
lo que equivale a un período de poco más de seis años.
Comparemos la profecía sobre los días en el libro de Daniel con lo
que dice el libro de Apocalipsis. Aquí leemos que los gentiles
“hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Ap 11.2). El
siguiente versículo de Apocalipsis 11 equipara los cuarenta y dos
meses con “mil doscientos sesenta días” (Ap 11.3). De la
continuación de la narración en el libro de Apocalipsis, es evidente
que el tiempo en que los gentiles “pisotean” Jerusalén terminará
cuando Jesús regrese (véase Ap 19.11-21). Esta profecía refleja la
profecía de Daniel 8 que dice que el santuario de Jerusalén será
“pisoteado” (v.13). Sin embargo, cuando comparamos los mil
doscientos sesenta días en el libro de Apocalipsis con los dos mil
trescientos días en el libro de Daniel, vemos que hay más de mil días
de diferencia. Esto implicaría que desde el momento en que Jesús
regrese hasta que el templo sea restaurado y reconsagrado, habrá
un período de casi tres años.
Entre las Escrituras que hablan de un templo restaurado después del
regreso de Cristo hay secciones en el libro de Ezequiel. Se le reveló
al profeta Ezequiel que después de la restauración y salvación de
Israel que suceden con el regreso de Jesús (cf. Ez 39.22-29), el
templo en Jerusalén será reconstruidocon muchas estructuras
contiguas (cf. Ez 40-42), y cubrirá un área de aproximadamente
25 000 metros cuadrados (cf. Ez 42.15-20). El complejo del templo
necesariamente tomará algún tiempo para construirse antes de que
se reanude la ofrenda de los sacrificios diarios, como se especifica
en Ezequiel 46.13-15. En este sentido, la profecía de Daniel 8 indica
que el nuevo templo para el tiempo del Milenio tardará más de dos
años en completarse.
Quizás se pregunte por qué será necesario que la gente continúe
con los sacrificios en un templo reconstruido después de que Jesús
regrese a la tierra. Parece deberse a su presencia en Jerusalén,
desde donde reinará como Rey sobre el mundo entero. Dado que
Jesús será visible para todos, no habrá necesidad de tener fe en Él
como un Salvador invisible para ser aceptable ante Dios.
Aparentemente, los sacrificios venideros en Jerusalén tendrán el
propósito de que los mortales se acerquen a Dios en Sus términos,
sin embargo, la base de la salvación para estas personas será la
obra terminada de Jesús, quien fue sacrificado como el Cordero de
Dios sin mancha en la cruz. Parece que en el Milenio, se requerirá
que el pueblo de Israel y las naciones presenten sacrificios ante Dios
en reconocimiento de la redención que Jesús proporcionó.
Además de Ezequiel, Isaías fue otro profeta que predijo el futuro
templo de Dios (también llamado “casa”) en Jerusalén, y la ofrenda
de sacrificios en el altar por Israel y las naciones en el tiempo del
Milenio. El escribio:
Acontecerá que al final de los tiempos será confirmado el
monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes;
será exaltado sobre los collados y correrán a él todas las
naciones. Vendrán muchos pueblos y dirán: «Venid,
subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob.
Él nos enseñará sus caminos y caminaremos por sus
sendas.» Porque de Sión saldrá la Ley y de Jerusalén la
palabra de Jehová. Él juzgará entre las naciones y
reprenderá a muchos pueblos. Convertirán sus espadas en
rejas de arado y sus lanzas en hoces; no alzará espada
nación contra nación ni se adiestrarán más para la guerra.
(Is 2.2-4)
Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para
servirle, que amen el nombre de Jehová para ser sus
siervos; a todos los que guarden el sábado para no
profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo
monte y los recrearé en mi casa de oración; sus
holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi
altar, porque mi casa será llamada casa de oración para
todos los pueblos (naciones). (Is 56.6-7)
EL FIN DE LA VISIÓN
La profecía de Daniel 8 termina con la destrucción del “cuerno”. En
el versículo 25, el ángel Gabriel le dijo a Daniel lo que sucedería con
“el cuerno” cuando se levantara contra “el Príncipe de los príncipes”
(Jesús): “pero será quebrantado, aunque no por mano humana.”
Esto se alinea con el final de la profecía en el capítulo siete que
describe la destrucción del Anticristo cuando “Uno como un hijo de
hombre” viene del cielo con las nubes (cf. v.13). Pablo también
escribió sobre la desaparición del Anticristo cuando declaró que
Jesús consumirá “aqual impío . . . con el espíritu de su boca y
destruirá con el resplandor de su venida” (2 Ts 2.8).
RESUMEN DE FUTUROS EVENTOS
El octavo capítulo de Daniel muestra que en el tiempo del fin surgirá
un gobernante de lo que una vez fue un área dentro del antiguo
Imperio Griego. Este gobernante será un hombre feroz que
profanará un templo judío reconstruido en Jerusalén y traerá
sufrimiento al pueblo de Israel. Cuando Jesús regrese, pondrá fin a
este gobernante y se restaurará el servicio del templo.
EL TEXTO DE DANIEL 8
El siguiente es el contenido del capítulo 8 en el libro de Daniel de la
Reina-Valera Revisada (RVR1995) de la Biblia. Leerlo mejorará su
percepción de la visión en este capítulo:
En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció
una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había
aparecido antes. Vi en visión; y cuando la vi, yo estaba en
Susa, que es la capital del reino en la provincia de Elam; vi,
pues, en visión, estando junto al río Ulai.Alcé los ojos y
miré, y he aquí un carnero que estaba delante del río, y
tenía dos cuernos; y aunque los cuernos eran altos, uno
era más alto que el otro; y el más alto creció después.Vi
que el carnero hería con los cuernos al poniente, al norte y
al sur, y que ninguna bestia podía parar delante de él, ni
había quien escapase de su poder; y hacía conforme a su
voluntad, y se engrandecía.
Mientras yo consideraba esto, he aquí un macho cabrío
venía del lado del poniente sobre la faz de toda la tierra,
sin tocar tierra; y aquel macho cabrío tenía un cuerno
notable entre sus ojos. Y vino hasta el carnero de dos
cuernos, que yo había visto en la ribera del río, y corrió
contra él con la furia de su fuerza. Y lo vi que llegó junto al
carnero, y se levantó contra él y lo hirió, y le quebró sus
dos cuernos, y el carnero no tenía fuerzas para pararse
delante de él; lo derribó, por tanto, en tierra, y lo pisoteó,
y no hubo quien librase al carnero de su poder.
Y el macho cabrío se engrandeció sobremanera; pero
estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue
quebrado, y en su lugar salieron otros cuatro cuernos
notables hacia los cuatro vientos del cielo. Y de uno de
ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho al sur, y
al oriente, y hacia la tierra gloriosa. Y se engrandeció hasta
el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas
echó por tierra, y las pisoteó. Aun se engrandeció contra el
príncipe de los ejércitos, y por él fue quitado el continuo
sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
Y a causa de la prevaricación le fue entregado el ejército
junto con el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad,
e hizo cuanto quiso, y prosperó.
Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos
preguntó a aquel que hablaba: “¿Hasta cuándo durará la
visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora
entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados?”
Y él dijo: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas;
luego el santuario será purificado.”
Y aconteció que mientras yo Daniel consideraba la visión y
procuraba comprenderla, he aquí se puso delante de mí
uno con apariencia de hombre. Y oí una voz de hombre
entre las riberas del Ulai, que gritó y dijo: “Gabriel, enseña
a éste la visión.” Vino luego cerca de donde yo estaba; y
con su venida me asombré, y me postré sobre mi rostro.
Pero él me dijo: “Entiende, hijo de hombre, porque la
visión es para el tiempo del fin.”
Mientras él hablaba conmigo, caí dormido en tierra sobre
mi rostro; y él me tocó, y me hizo estar en pie. Y dijo: “He
aquí yo te enseñaré lo que ha de venir al fin de la ira;
porque eso es para el tiempo del fin. En cuanto al carnero
que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de
Media y de Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, y el
cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. Y
en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro
en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de
esa nación, aunque no con la fuerza de él.
Y al fin del reinado de éstos,
cuando los transgresores lleguen al colmo,
se levantará un rey altivo de rostro
y entendido en enigmas.
Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza propia;
y causará grandes ruinas,
y prosperará, y hará arbitrariamente,
y destruirá a los fuertes y al pueblo de los santos.
Con su sagacidad
hará prosperar el engaño en su mano;
y en su corazón se engrandecerá,
y sin aviso destruirá a muchos;
y se levantará contra el Príncipe de los príncipes,
pero será quebrantado, aunque no por mano humana.
La visión de las tardes y mañanas
que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión,
porque es para muchos días.”
»Yo, Daniel, quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos
días. Cuando me levanté, atendí los negocios del rey; pero
estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía.»
4. Las Semanas
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y para tu
santaciudad . . . – Daniel 9.24
Cuando Daniel leyó la profecía de Jeremías sobre el cautiverio de los
judíos en Babilonia durante setenta años, se dio cuenta de que el
tiempo de su liberación estaba cerca (cf. Dn 9.1-2; Jer 29.10). Buscó
al Señor y confesó los pecados de Israel. Daniel oró fervientemente
por el cumplimiento de la promesa de Dios del regreso de su pueblo
a su tierra y por la reconstrucción tanto del templo como de la
ciudad de Jerusalén.
De repente, el ángel Gabriel se le apareció a Daniel en una visión,
como lo había hecho antes, y le dijo:
“Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y
entendimiento. Al principio de tus ruegos fue dada la
orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres
muy amado.
Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
”Setenta semanas están determinadas
sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad,
para terminar la prevaricación,
poner fin al pecado
y expiar la iniquidad,
para traer la justicia perdurable,
sellar la visión y la profecía
y ungir al Santo de los santos.
 
Sabe, pues, y entiende
que desde la salida de la orden
para restaurar y edificar a Jerusalén
hasta el Mesías Príncipe,
habrá siete semanas y sesenta y dos semanas;
se volverán a edificar la plaza y el muro
en tiempos angustiosos.
 
Después de las sesenta y dos semanas
se quitará la vida al Mesías,
y nada ya le quedará.
El pueblo de un príncipe que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario,
su final llegará como una inundación,
y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones.
Por otra semana más confirmará el pacto con muchos;
a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después, con la muchedumbre de las abominaciones,
vendrá el desolador, hasta que venga la consumación
y lo que está determinado
se derrame sobre el desolador.” (Dn 9.22-27)
La última parte de esta profecía detallada en el capítulo nueve del
libro de Daniel corresponde a la profecía del tiempo del fin que
hemos visto en el capítulo ocho. Echaremos un vistazo de cerca a lo
que Gabriel reveló y veremos cómo encaja con lo que hemos
aprendido hasta ahora.
SETENTA SEMANAS PARA EL PUEBLO Y LA CIUDAD
En el versículo 24, Gabriel le dijo a Daniel que la profecía se refería a
su pueblo, que son los judíos, y a su ciudad santa, que es Jerusalén.
Las “semanas”, literalmente “sietes”, que Gabriel dijo que estaban
determinadas para el pueblo y la ciudad de Daniel, son “sietes” de
años. Se representan un total de setenta “sietes”, es decir, 490 años.
Cuando haya pasado este tiempo, se lograrán seis cosas específicas.
Volveremos a estas cosas cuando hayamos visto el resto de lo que
dijo Gabriel.
La profecía de las setenta “semanas” o 490 años se divide en tres
partes; las primeras siete “semanas” o cuarenta y nueve años, luego
sesenta y dos “semanas” (434 años), y finalmente una “semana”,
que son los últimos siete años.
Gabriel le dijo a Daniel que el punto de partida de la profecía sería
“desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén”
(v.25). Este fue el decreto del rey persa Artajerjes que emitió a
mediados del siglo V a.C. (cf. Neh 2.1-8), aproximadamente un siglo
después de la visita de Gabriel a Daniel. Este rey del Imperio Medo-
Persa era favorable a los judíos cuyos antepasados habían sido
llevados cautivos a Babilonia por el ejército babilónico que también
había desolado Jerusalén. En el momento en que se le dijo a Daniel
acerca de la próxima restauración de Jerusalén, los medos y los
persas habían conquistado recientemente el corazón de Babilonia,
donde los judíos, incluido Daniel, habían sido exiliados.
El ángel le informó a Daniel en qué resultaría el decreto del rey
Artajerjes: “Se volverán a edificar la plaza y el muro en tiempos
angustiosos” (v.25). Esto está registrado en el libro de Nehemías,
donde leemos sobre la reconstrucción del muro de Jerusalén por los
judíos que habían regresado del exilio y los intentos de sus
enemigos por detenerlos. Durante el período inicial de cuarenta y
nueve años (las primeras siete “semanas”) a partir de la emisión del
decreto, los judíos a los que se les había permitido regresar a su
tierra completaron la restauración de la ciudad de Jerusalén.
La siguiente parte de la profecía consistió en 434 años (sesenta y
dos “semanas”). Gabriel dijo que al final de este período, aparecería
el “Mesías Príncipe” (cf. v.25). Este no es otro que Jesús de Nazaret.
Por lo tanto, después del decreto del rey Artajerjes, pasarían sesenta
y nueve “semanas” (siete “semanas” más sesenta y dos “semanas”)
por un total de 483 años, antes de que se revelara el Mesías de
Israel. Esto apunta a cuando Jesús se destacó como el Mesías de
Israel.
Gabriel luego dijo: “se quitara la vida al Mesías, y nada ya le quedara
(v.26). Esto sucedió cuando Jesús fue crucificado. Como indicó
Gabriel, el Mesías moriría, no por sus propios pecados porque no
tenía pecado, sino por los pecados de todo el mundo (cf. 1 Jn 2.2).
También podemos notar que la frase que Gabriel usó de la muerte
del Mesías (cf. “quitar”) ocurre en una profecía sobre Jesús en el
libro de Isaías que dice, “Por medio de violencia y juicio fue
quitado . . . Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes” (Is
53.8).
LOS ACONTECIMIENTOS DEL 70 DC
Lo siguiente que dijo Gabriel fue que la gente vendría y “destruirá la
ciudad y el santuario” (Dan. 9.26), que es Jerusalén y el templo de
Dios allí. Esto sucedió en el año 70 d.C., cuando los romanos
sofocaron la rebelión judía. Gabriel continuó diciendo en el versículo
26: “su final llegará como una inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones.” Fue una época terrible, cuando los
romanos mataron a más de un millón de judíos.
En este punto, debemos tomar nota de que los eventos del 70 d.C.
sucedieron aproximadamente 40 años después de la crucifixión de
Cristo. Este período equivale a unas seis “semanas” de años. Sin
embargo, Gabriel dijo que el Mesías se “quitará” después de las
sesenta y nueve “semanas” con sólo una “semana” restante en la
profecía, que es el tema del último versículo en el capítulo 9. Por lo
tanto, evidentemente hay un tiempo brecha entre la sesenta y nueve
“semana” y la septuagésima “semana”, con los eventos del 70 d.C.
sucediendo dentro de la brecha.
De la misma manera que hay una gran brecha de tiempo en las
visiones de los capítulos dos, siete y ocho, también hay una en el
capítulo nueve. La brecha aquí se calcula después de la crucifixión
de Jesús que finalmente llevó a la separación del pueblo de Israel de
su tierra, que como hemos visto anteriormente es la razón de la
brecha.
El asesinato de Jesús por parte del liderazgo religioso judío (cf.
Hechos 3.14-15; 7.52) fue la declaración final de su rechazo al
Mesías. Dentro de una generación de la crucifixión de Cristo, la
guerra judía con los romanos terminó con la destrucción de
Jerusalén en el año 70 d.C. y finalmente el exilio de los judíos de su
tierra. Jesús predijo esto en forma de una parábola sobre un rey
(Dios) que arregló el matrimonio de su hijo (Jesús). Los invitados (la
nación judía representada por su liderazgo religioso) no vinieron y
mataron a los que el rey envió a buscar (comenzando con Esteban,
cf. Hechos 6.8-7.60). La última parte de la parábola dice: “Al oírlo el
rey, se enojó y, enviando sus ejércitos, mató a aqellos homicidas y
quemó su ciudad” (Mateo 22.7).
EL PUEBLO DEL PRÍNCIPE QUE VIENE
A Daniel se le dijo que aquellos que destruirían la ciudad y el
santuario en el año 70 d.C. serían “el pueblo de un príncipe que ha
de venir” (Dn 9.26). En el siguiente versículo, Gabriel se refirió al
príncipe como el que “hará cesar el sacrificio y la ofrenda” y causará
desolación en medio de la última “semana” de años. Este hombre es
evidentemente el mismo que “el cuerno” (el Anticristo) de la visión
anterior en el capítulo ocho, a quien hemos visto quitar los sacrificios
diarios y profanar el templo reconstruido en Jerusalén en los últimos
días. Por lo tanto, cuando Gabriel dijo, “el pueblo de un príncipe que
ha de venir destruirá la ciudad y el

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