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ÁNGEL M. AGUIRRE Universidad Interamericana de Puerto Rico Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote y en cinco villancicos de Sor Juana Inés de la Cruz Los primeros en incorporar el tema del negro a la literatura de la pe- nínsula ibérica fueron los escritores portugueses. Ya a mediados del siglo XV encontramos la primera aparición del negro africano en las letras lusi- tanas en un poema compuesto en 1455 por Fernam de Silveira y recopila- do en 1516 por García de Resende en el Cancioneiro geral. En ese mismo Cancioneiro geral se recoge un diálogo entre un clérigo y su criada negra, escrito por Henrique da Mota. Un poco más tarde, Gil Vicente introduce el habla de personajes negros en tres obras teatrales Frágoa d'amor (1524), Ñau d'amores (1527) y O clérigo da Beira (1530). Manuel Alvarez Nazario apunta que posiblemente la más antigua de las piezas literarias españolas en las cuales aparece la imitación del habla particular del negro es un diálogo en verso, publicado sin fecha y titulado Comienzan unas coplas a los negros y negras: y de cómo se motejaban en Sevi- lla un negro de Gelofe Mandinga contra una negra de Guinea..., compuesto por Rodrigo de Reinosa después de 1516 y antes de 1520. Del mismo au- tor es otro diálogo por el estilo titulado Otras [coplas] suyas a los mismos negros, hanse de cantar al tono de guineo. Otras coplas, cuyo autor parece haber sido también Rodrigo de Reinosa, llevan el siguiente título: Coplas de cómo una dama ruega a un negro que cante en manera de requiebro... Diego Sánchez de Badajoz parece haber sido el primer continuador en el teatro español de la moda iniciada por Gil Vicente, pues lleva a la esce- na del teatro español, con fines intencionadamente humorísticos, el remedo estilizado del lenguaje típico del negro esclavo. Otros dramaturgos que con- tinuaron la práctica durante el siglo XVI fueron Jaime de Huete, Gaspar Gómez, Lope de Rueda, Juan Pastor, Luis Quiñones de Benavente, Luis de Miranda, y Lope de Vega, quien imitó el habla de los negros en un núme- ro contado de comedias. La poesía durante los siglos XVI y XVII también 296 Ángel M. Aguirre se hizo eco del lenguaje típico de los negros y uno de los cultivadores de esa modalidad poética que recogía la figura del negro como personaje lite- rario fue el cordobés Luis de Góngora y Argote. Góngora incluye la figura del negro en la composición 174, con fecha de 1615, titulada "Al Nacimiento de Cristo Nuestro Señor". Es un poema de tema navideño en que dos personajes, un negro [al que llaman "primo"] y una negra [cuyo nombre es Magdalena] dialogan. El primer personaje negro relata dramáticamente al otro sus impresiones sobre los aconteci- mientos que ha presenciado en el portal de Belén en una mezcla de Caste- llano mal pronunciado y lengua africana con evidente influencia portuguesa en los rasgos léxicos y gramaticales: la subordinativa condicional si del es- pañol en alternancia con la s¿ del portugués en la construcción hipotáctica; el verbo castellano llorar sustituido por el verbo portugués "chorar", el artí- culo lo/ en vez de leí /; el vocablo portugués "menino" en "se chora o me- niti Jesú"; la fusión de la preposición con el artículo en el I noi de "no por- talo" (vocablo que exhibe la adición de vocal paragógica) y el Ido/ de "do nacimento"; la ausencia de diptongo en el vocablo /nacimmto/ como en portugués; y el artículo femenino lai en "a mula". Un verso del poema re- fleja la preferencia por el uso de "mas", de posible origen portugués, en lu- gar de la conjunción adversativa "pero" ["ma tan desnuda que un bueya"], fenómeno que Alvarez Nazario señala como frecuente entre los negros de España: 174 1. 2. 1. 2. 1. 2. 1. 2. 1. 2. ¡Oh, qué vimo, Mangalena! ¡Oh, qué vimo! ¿Dónele, primo? No portalo de Belena. ¿E que fu? Entre la hena mucho Sol con mucha raya. ¡Caya, caya! Por en Diosa que no miento. Vamo aya. Toca instrumento. Elamú, calambú, cambii, elamú. Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 297 1. Tu prima sarà al momento escravita do nacimento. 2. ¿E qué sarà, primo, tú? 1. Sara bu, se chora o menin Jesú. 2. Elamú, calambú, cambii, elamú. 1. Cosa vimo que creeya pantará; mucha jerquía, cantando con melonía a un niño que e diosa e reya; ma tan desnuda que un bueya le está contino bahando. 2. Veamo, primo, volando tanta groria e tanta pena. 1. ¡Oh, qué vimo, Mangalena! ¡Oh, qué vimo! 2. ¿Dónde, primo? 1. No portalo de Belena 1. Soméme e vendóme a rosa de Gericongo María. - Entra, dijo, prima mía, que negra so, ma hermosa. 2. ¿Entraste? 1. Sí, e maliciosa a mula con coz me tiró. 2. Caya, que no fu coz, no. 1. ¿Pos qué fu? 2. Invidia, morena. 1. ¡Oh, qué vimo, Mangalena! ¡Oh, qué vimo! 2. ¿Dónde, primo? 1. No portalo de Belena. El poeta se vale de una serie de rasgos fonéticos y morfológicos, constatables también en buena medida en el criollo afroluso, con la inten- ción de reproducir humorísticamente el acento exótico de la lengua híbri- da de dos personajes negros: la elisión de la "-/ ' en posición final de síla- ba ["Vamo"; "vimo"; "Jesú"], así como el fenómeno del yeísmo ["aytf por 298 Ángel M. Aguirre "allá"; "coya por "calla"], la aféresis de vocales y sílabas iniciales, a veces con el pronombre reflexivo en posición enclítica ["Sámeme" por "Me aso- mé"; "pantani' por "espantará"], así como la apócope de sonidos finales ["fu" por "fue"; "so" por "soy"] y la síncopa de vocal interna en la pro- nunciación descuidada o inculta ["jerquía" por "jerarquía"], la indecisión del timbre vocálico ("invidia" por "envidia"), acompañada a veces esa in- decisión por la elisión de la "-/' en posición final de sílaba ["sarà" por "serás", "samo" por "somos"], la sustitución de Ir/ por III en posición agrupada ["escravita" por "esdavita"; "groria" por "gloria"], la introducción de un elemento consonantico de resonancia nasal en sustitución de un fo- nema dental ["melodía" por "melosa"], a veces con acompañamiento de metátesis ["Mawgalena" por "Magdalena"]. Se registra en el poema la elimi- nación de la concordancia de género entre el sustantivo y el artículo o el sustantivo y el adjetivo, así como la confusión de los géneros en vocablos que son masculinos y aparecen con forma femenina: "Beleño", "hen¿", "Diostí", "reya", "bueya", "mucha raya" [con elisión de la "-/' en posición final de sílaba, pues significa: "muchos rayos"]. En el léxico encontramos palabras agudas en vocal acentuada [sobre todo la vocal luí] como resulta- do de apocopa, y, graciosamente, el toponímico "Jericó" se africaniza y se convierte en "Jericongo". En la letrilla 174 de Góngora aparecen dos de las características en- contradas por el profesor Germán de Granda, a saber, la eliminación del artículo, tanto indefinido como definido, en los versos "Toca instrumento" [por "Toca el instrumento"]; "Cosa vimo que creeya" [por "una cosa..."]; "Soméme e vendóme a rosa" [por "vendóme a la rosa"]; y la eliminación del verbo en los versos "Entre la hena/ mucho Sol con mucha raya". Ingeniosamente, el poeta asocia estos personajes negros con el ritmo y con la música y uno de ellos toca el instrumento del tambor, cuyo sonido se traduce onomatopéyicamente en un verso que se repite en la composi- ción y que anticipa la técnica utilizada más tarde en la letra de una bomba afropuertorriqueña recogida en la ciudad de Santurce por la Dra. María Cadilla de Martínez: Tinguiní, Dambambá, que voy bailando bomba, bomba; tinguiní, Dambambá, toca que toca, toca, toca. Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 299 (Coro) Dambambá, tinguiní; que la culebra comió ají; Dambambá, tinguiní, ño Sico baila, culebra, ají. El otro poema afronegroide de Góngora es el número 175, titulado "En la Fiesta de la Adoración de los Reyes". En él se plasma teatralmente, dentro del ciclo de tema navideño de la Epifanía, la burla despectiva y cruel por la expresión del prejuicio racial de unos pastores que se mofan de los negros que forman parte de la comitivadel rey mago Melchor, quien ha se- guido las señales de la Estrella de Belén para encontrar al recién nacido y adorarle. Los pastores catalogan genéricamente al grupo extranjero encabeza- do por Melchor con un despreciativo singular colectivo: "la Astrología de Oriente". Al ver tantos negros juntos en el grupo de adoradores, un pastor los compara con un hormiguero de verano, y al decir uno de los negros que el rey negro Melchor trae incienso como ofrenda para el Niño Jesús, el personaje blanco se vale de un ingenioso juego de palabras para asociar el color de la piel del rey con el humo negro que despiden los negros carbo- nes de incienso. Hay un punto de contacto entre los poemas de Góngora y el Tratado Primero del Lazarillo de Tormes, pues uno de los pastores teme que el Niño Jesús, al ver al rey negro Melchor, pueda espantarse creyendo que es el "coco", palabra que coloca a su vez el autor de la novela picaresca en boca del hermano menor de Lázaro, y que se usa tradicionalmente para atemorizar a los niños pequeños en el mundo hispánico. En el poema 174 el negro 1 apuntaba que si el Niño lloraba sería porque se había asustado de ver su cara, la cual causa miedo o es tan capaz de espantar como la in- terjección "¡Bu!". En los textos citados, se equiparan la cara y el gesto del negro a la fealdad del "coco", capaz de aterrar a los niños: 175 Pastores. — Negros Pastor Primero ¿Qué gente, Pascual, qué gente? ¿Qué polvareda es aquélla? Pastor segundo 300 Ángel M. Aguirre La Astrología de Oriente, cuyo postillón luciente, es una estrella. Negro ¡Praza! Pastor primero ¿Quién nos atropella? Negro Mechora, rey de Sabá. Guan guan guá, morenica de Zofalá. Pastor segundo Hi, hi, hi. ¡Qué Rey tan fuera de aquí hoy nos ha venido acá! Pastor primero Ha, ha, ha. Negro ¿Ríe la pastora? Pastor segundo Sí. Negro Paparico, poco a poco, que samo enfadado ya. Pastor primero Ha, ha, ha. Negro Entra, primo. Pastor segundo Fuera allá, Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 301 no piense el Niño que es coco el Rey que adoralle va. Pastor primero Hormiguero, y no en estío, negros hacen el portal. Negro Hormiga sá, juro a tal, hormiga, ma non vacío. Pastor segundo ¿Qué traéis? Negro La Reya mío incienso ofrece sagrado. Pastor primero Huma al fin humo ha dado. Negro Sá de Dios al fin presente. Pastor primero ¿Qué gente, Pascual, qué gente? ¿Qué polvareda es aquélla? Pastor segundo La Astrología de Oriente, cuyo postillón luciente es una estrella. En el poema, aparte de la neutralización de la IIJ en el vocablo "Pra- za" [que aquí significaba "lugar", "espacio"], aparece un rasgo destacado por Alvarez Nazario: "los verbos ser y estar confunden e intercambian sus respectivas significaciones" ': así en el verso "que samo enfadado ya" con 1 Manuel Alvarez Nazario, El elemento afronegroide en el español de Puerto Rico, 2a*. ed., San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974, pp. 121. 302 Ángel M. Aguirre significado de "estamos enfadados ya". Esa confusión de sentidos entre los verbos ser y estar, explica Alvarez Nazario, "dará lugar al surgimiento de una forma fusionada essar, pero más corrientemente sar (o.sa, con elisión de la Irl en posición final de sílaba)2. Ejemplos en el poema son "Hormi- ga sá" [Hormiga soy]; y "Sá de Dios al fin presente" [Estoy ante Dios al fin presente]. Sor Juana Inés de la Cruz, la figura más importante de las letras colo- niales hispanoamericanas y díscipula que aventajó a su maestro Góngora, publicó 15 ó 16 villancicos3 sobre temas religiosos y navideños, compues- tos para ser cantados en las festividades del culto, y en cinco de ellos, el 89, el 224, el 232, el 241 y el 299, intervienen personajes que se expresan con las articulaciones idiomáticas características de los negros. La poeta tu- vo una esclava que le había donado su madre para que la acompañara al entrar como religiosa al convento y que se llamaba también Juana, la cual le contaba hechos y cosas de la hacienda de Panoayán cuando los labriegos se retiraban y los esclavos negros se reunían junto al hogar. Enrique Ander- son Imbert señala que Sor Juana Hizo oír en poesía la voz del negro. El tema del negro existía en la literatura de Hispanoamérica. Llegan negros en 1502, en la flota de Nicolás de Ovan- do, y aparecen en las crónicas. Los poetas del Renacimiento (Castellanos, Er- cilla) lo presentaban como ínfima gente. Pero Sor Juana, con esa abierta cu- riosidad del barroco poetiza al negro y lo aprovecha para dar color y ritmo a su poesía. Desde entonces el negro — fundido en la población de América — se moverá por nuestras letras hasta lograr una espléndida expresión en el si- glo XX.4 2 Ivi, p. 121. 3 Los Villancicos de Sor Juana, escritos entre 1676 y 1691, gozan del aplauso de la crítica por la sencillez y el tono popular que predomina en ellos. Esas composiciones, que suman en su conjunto unos 5,500 versos, le han ganado a la autora el epíteto de "villanci- quera mayor de la lengua española". Eran breves representaciones con intención litúrgica que se cantaban en las Catedrales para celebrar las fiestas religiosas de la Anunciación, la Natividad, la Concepción o la Asunción, o en honor de San José, San Pedro Apóstol, San Pedro Nolasco o Santa Catalina. Nueve de ellos se cantaron en la Catedral de México, dos en la de Puebla y los restantes en la de Oaxaca. 4 Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamerica I: La colonia. Cien años de República, México-Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 1951, p. 127. Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 303 Juan M. Galaviz añade que El hablar curioso y los ritmos sonoros de negros y mulatos que constituye- ron la servidumbre familiar de su casona de Panoayán serán evocados y re- creados en varias composiciones de la monja, la cual con esto se adelanta a la gran poesía negra de autores tan modernos como Nicolás Guillen. En (un) conjunto de villancicos compuesto en 1679 hallamos esta formidable onoma- topeya, propuesta para dos voces de negros: 1. ¡Ha, ha, ha! 2. ¡Monan vuchilá!/ ¡He, he, he,/ cambiile! 1. ¡Gila cora, / gulungú, gulungú, / hu, hu, hu! 2. ¡Menguiquilá / ha, ha, ha! Y el estribillo de exóticas resonancias donde se esconde un grito libertario: ¡Tumba, la-lá-la; tumba, la-lé-le; que donde ya Pilico, no quede escrava! A lo largo de toda su obra Sor Juana deja entrever una sincera simpatía por las clases populares. La mulata que le servirá en su convento de San Jeróni- mo será siempre bien tratada y favorecida. Se llamaba Juana como ella, y le había sido obsequiada al entrar en religión, como única herencia de su ma- dre... ' En la producción lírico-religiosa de Sor Juana destacan los villancicos. En esas composiciones de temática variada la poeta recogió e imitó el rit- mo y la pronunciación desfigurada del español en el habla de los negros (tanto sus abuelos maternos como su madre fueron dueños de esclavos), así como los cantos, danzas y música de los aldeanos e indígenas para festejar la Navidad. Según Alfredo Veiravé, los villancicos son "muestra incompara- ble de la vitalidad polifacética de Sor Juana, capaz de resolver en torno de letras de canciones rasgos cultos y populares para el público analfabeto de indios y gente de pueblo que asistía a las fiestas sacras del Virreinato"6 En esos villancicos, los negros suelen aparecer estilizados líricamente, aunque 5 Juan M. Galaviz, Juana Inés de la Cruz, Madrid: Ediciones Quorum, 1987, p. 18. 6 A. Veiravé, "Estudio preliminar", en Sor Juana Inés de la Cruz, Selección poética, Buenos Aires: Kapelusz, 1972, p. 37. 304 Ángel M. Aguirre sin perder las características y el significado de la clase social a la cual per- tenecen. Giovanni Guernelli señala que desde el punto de vista social la pequeña criolla encontró [en ciudad de México] una mezcla de clases divididas por un profundo espíritu de casta... la clase ínfima era la de color "quebrado", es decir, los aborígenes,los ne- gros y los mulatos resultantes de la mezcla. El aprecio humano y cristiano de Sor Juana por las clases desheredadas transparenta continuamente en su obra.7 Sobre los villancicos de Sor Juana, Antonio Castro Leal explica que esas composiciones estaban escritas en diversos metros y formas de estrofas, y a veces se titulaban de distinto modo: coplas, redondillas, diálogos, glosas, ju- guete, juguetillo, jácara, ensalada, ensaladilla y tocotín (este nombre sólo para las composiciones en náhuatl)... En general, los Villancicos estaban escritos en español; pero algunas composiciones solían estarlo en latín (o una combina- ción de latín y español) en náhuatl (o una combinación de náhuatl y espa- ñol), en portugués y también en habla de negros (pronunciación desfigurada del español). En algunas composiciones alternaban (por ejemplo en los "diálo- gos") dos y hasta tres voces, sin llegar nunca a tener el carácter de una repre- sentación escénica. Sor Juana aprovechó todas las ocasiones que le ofrecía la variedad de elemen- tos de los Villancicos para cantar los misterios de la fe y celebrar la grandeza de los santos.... Por la gracia de su religiosidad, por su intensidad lírica, sus múltiples entonaciones y la riqueza de su invención esos Villancicos figuran al lado de los mejores del maestro español Manuel de León Marchante (1631- 1680). En sus letras sagradas de este estilo, Sor Juana no está por abajo de Gil Vicente, Juan del Enzina o José de Valdivieso, ni en las mejores muestras de su poesía religiosa, de poetas tan grandes como Lope de Vega y Luis de Góngora.8 7 Giovanni Guernelli, Gaspara Stampa, Louise Labe y Sor Juana Inés de la Cruz: Tríptico renacentista barroco, Río Piedras: Editorial Universitaria, 1972, pp. 25-26. [Relata Guernelli que Giovanni Francesco Gemelli Carreri, un viajero italiano que en 1698 perma- neció varios meses en la capital mejicana, ofrece interesantes noticias sobre el antagonismo entre las clases sociales. Su obra Giro del mondo se publicó en Venecia en 1719.] 8 Antonio Castro Leal, "Prólogo", Sor Juana Inés de la Cruz, Poesía-Teatro-Prosa, México: Editorial Porrúa, 1984, pp. xvi-xvii. Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 305 Según José Carlos González Boixo Sus villancicos son la mejor muestra de una poesía que acertó a captar y trans- mitir los gustos sencillos y la alegre comicidad del pueblo, siempre en el marco de una dignidad que no hace concesiones a la más mínima vulgaridad. Hoy día no dejan de asombrarnos el gracejo de los cantos de los negros, las onoma- topeyas anticipadoras de la poesía aíroantillana, la simpatía de las jergas en ma- carrónicos latines, las hablas imitadoras del portugués o del vasco, el exotismo de unos versos en náhuatl. Sabia mezcla de lo culto y lo popular, sus villanci- cos tuvieron enorme éxito como puede comprobarse por los continuos encar- gos que se le hicieron. Cantados en los maitines, tienen una clara configura- ción dramática, gracias a los distintos personajes que intervienen en ellos. ' El poema 224 es un villancico o ensaladilla donde dos "negrillos" — Pili- co y Francisco - diferenciados por los números 1 y 2, como en el poema 174 de Góngora, expresan emociones de llanto y aplauso en la festividad de la Asunción de la Virgen, para luego terminar cantando a dúo un estribillo: Negrillos 1. Cantemo, Pilico que se va las Reina, y dalemu turo una noche buena. 2. Iguale volale, Flacico, de pena, que nos deja ascula a turo las Negla. 1. Si las Cielo va y Dioso la lleva, ¿pala qué yola, si Eya sa cuntenta? Sara muy galana, vitita ri tela, 9 José Carlos González Boixo, "Introducción", Sor Juana Inés de la Cruz, Poesia li- nca, Madrid: Cátedra, 1992, pp. 41-42. 306 Ángel M. Aguirre milando la Sole, pisando la Streya. 2. Déjame yola, Flacico, poi Eya, que se va, y nosotlo la Oblaje nos deja. 1. Caya, que sa siempre milando la Iglesia; mila las Pañola, que se quela plieta. 2. Bien dici, Flacico: tura sa suspensa; si tú quiele, demo unas cantaleta. 1. ¡Nomble de mi Dioso, que sa cosa buena! Ahola, Pilico, que nos mila atenta: Estribillo — Ah, ah, ah, que la Reina se nos va! — ¡Uh, uh, uh, que non blanca como tú, nin Paño que no sa buena, que Eya dici: So moleña con las Sole que mira! — Ah, ah, ah, que la Reina se nos va! Podemos apreciar en la transcripción del habla de los personajes ne- gros rasgos fonéticos similares a los que encontramos en los poemas de Góngora [yeísmo; elisión de la "/' final; vacilación vocálica; vocal paragógi- ca] con la excepción que en los de Sor Juana son más recurrentes la lateri- zación de la Ir), así como su elisión en posición final de sílaba en el verbo en infinitivo, fenómeno característico también en la pronunciación afroes- pañola de la zona costera sudamericana y de las islas del Caribe: "milando" Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 307 por mirando, "plieta" por prieta, "nomble" por nombre, "poi" por por, "mo- leña" por morena, etc. Hay elisión de la Id final del infinitivo: "mira" por "mirar"; "yola" por "llorar", "yolale" por "llorarle'. No está presente en los versos de Sor Juana la mofa ni la parodia del negro. Por el contrario, en este poema los personajes negros son dos fervientes cristianos que sienten genuina devoción por la Virgen María. En la composición de Sor Juana abundan diminutivos como "Negrillos"; "Pilico" [<*¿Perico?, que exhiben tanto vacilación vocálica como laterización de la Ir): "vitita ri tela" [<*¿ves- tidita de seda?]. Otros ejemplos de inestabilidad vocálica son "dici" [<di- skdecir]; "turo" [<todos]; "ascula" [<a oscuras]; "cuntenta" [<contenta]. Hay también eliminación de la concordancia de número y género: "las Reina"; "a turo las Negla" [a todos los negros]; "unas cantaleta"; "las Sole", así como intercambio de los verbos ser y estar utilizando la forma de sa: "si Eya sa cuntenta" [si Ella está contenta]; "tura sa suspensa" [todos están suspensos]; "que sa cosa buena" [que es cosa buena]; "nin Paño que no sa buena". Aparecen en un verso del poema la ausencia de reflexividad verbal: "y Dioso la lleva" [y Dios se la lleva], y la eliminación de la cópula verbal: "que non blanca como tú" [que no es blanca como tú"]. En el Villancico 232 hay un diálogo entre un negro y la música caste- llana y el primero se defiende del prejuicio del blanco español, simbolizado por la música, el cual intenta rechazarlo, negándole en forma cruel y tajan- te la admisión a la celebración de una festividad mariana: — Acá tamo tolo Zambie lela, lela, que también sabemo cantaye las Leina. — ¿Quién es? — Un Negliyo. — ¡Vaya, vaya fuera, que en Fiesta de luces, toda de purezas, no es bien se permita haya cosa negra! Aunque Neglo, blanco somo, lela, lela que el alma rivota blanca sá, no prieta. 308 Ángel M. Aguirre - Diga, siga, diga. - ¡Zambio, lela, lela! [...] En este poema se recogen la eliminación de la preposición a. "cantaye las Leina" ["cantalle a la Reina"]; la vacilación vocálica en "il alma rivota" [el alma devota] y la confusión entre los verbos ser y estar: "blanca sá, no prieta" [blanca es, no prieta]. El primer verso, "Acá tamo tolo", ejemplifica la elisión de sílaba inicial ["tamo" por estamos], acompañada de la elisión de la "-/' en posición final de sílaba y el cambio de lai por III. El más interesante de estos villancicos es el 241 pues en la festividad de la Sagrada Familia un negro entra en una iglesia y admira su grandeza. Para regocijar la fiesta, canta en coplas sus cuitas al son del rústico instru- mento musical denominado "calabazo" y sueña la libertad de la población esclava. Es curiosa la aparición, al lado del vocablo estribillo, del nombre Porto-Rico, usado en esa época para denominar un tono musical: Porto-Rico. Estribillo ¡Tumba, tumba, la-lá-la; tumba, la-lé-le; que donde ya Pilico, escraba no quede! Coplas Hoy dici que en las Melcede estos Parre Mercenaria hace una fiesa a su paire, ¿qué fiesa?, ¡como su cala! Eya dici que redimi, cosa parece encatala,poro que yo la oblaje vivo, y las Parre no mi saca. La otra noche con mi conga turo sin durmí pensaba, que no quiele gente plieta, como eya so gente branca. Sola saca la pafiole, pues, Dioso, ¡mila la trampa, que aunque neglo, gente somo, aunque nos dici cabaya! Mas, ¿qué digo, Dioso mío? Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 309 Los demoño, que me engaña pala que ese mulmulando a esa Redentola santa. El Santo me lo perrone, que so una malo habíala, que aunque padezca la cuepo, en ese libia las alma. ¡Tumba, tumba, la-lá-la, tumba, la-lé-le, que donde ya Pilico, escraba no quede.10 En el villancico 89, que es una ensalada, una voz en la introducción dice que para darse un hartazgo quiere cantar como un negro camotero (negro que vende o come camotes). Después de transformarse en guineo, el personaje habla así: ¡Oh santa María Negro. ¡Oh sar que a Dios parió, sin haber comadre, i tené doló! ¡Roro, roro, ro, roro, roro, ro! ¡Qué cuaja, qué cuaja, 10 Versión literal: ¡Tumba, la, la, tumba la, le, le,/ que donde está Pilico, no queden esclavos!/ Hoy dicen que en la Merced/ estos Padres Mercedarios/ hacen una fiesta a su pa- dre,/ ¿Qué fiesta?, ¡como su cara!/ Ellos dicen que redimen,/ cosa parece encantada,/ pero yo (digo) que (en) el obraje vivo/ y los padres no me sacan./ La otra noche con mi conga/ todo sin dormir pensaba/ que no quieren gente prieta,/ como ellos son gente blanca./ Sólo sacan a los españoles/ pues ¡Dios!, ¡mira la trampa,/ que aunque negros, gente somos,/ aunque nos dicen caballos!/ Mas, ¿qué digo, ¡Dios mío?/ El demonio que me engaña/ para que esté murmurando/ de esos redentores santos./ El santo me lo perdone/ que yo soy un mal hablado/ que aunque padezca el cuerpo/ se libran las almas./ 310 Ángel M. Aguirre qué cuaja te doy! Espela, aún no suba, que tu negro Antón te guarra cuájala branca como Garvanza salara tostada ri doy, que compio mase de un Roro, Camotita fresca requesón, que a tus manos beya parece el coló. Roro, etc. Mas ya que te va, ruégale a mi Dios, que nos saque lible de aquesta plisión. Roro, etc. Y que aquí vivamo con tu bendició, hasta que Dioso quiera que vamos con Dios. ¡Roro, roro, ro, roro, roro, ro! ¡Qué cuaja, qué cuaja, qué cuaja te doy! En otro Villancico-Ensalada, el 299, el personaje negro elabora una idea ingeniosa: si San José era de la Casa de David, era descendiente también del hijo de éste, Salomón; si Salomón fue amante de la Reina de Saba, ésta pudo haberle dado un cuarterón y de éste pudo haber sido descendiente San José. Por lo tanto, por poco pudo haber sido negro el padre putativo de Jesús: Negro - Pues y yo también alivinalé; lele, lele, lele, lele, Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote... 311 ¡que pudo ser Neglo Sefiol San José! 1. - ¿Por donde esa línea va? Neg. — Pues ¿no pulo de Sabá telé algún cualteló? Que a su Parre Salomó también eya fue mujel: ¡lele, lele, lele, lele! ¡que por poca es Neglo Señol San José! A manera de conclusión podríamos afirmar que tanto Góngora como Sor Juana recogen en sus poemas el habla del negro y al hacerlo añaden al cuadro de la literatura barroca la figura de otro marginado más en el ámbi- to social de inadaptados que luchaban por sobrevivir en las clases pobres y en las esferas bajas de la decadente sociedad española de la época. Góngora utiliza la figura del negro [cuya habla pudo conocer directamente en el Sur de España] para imitar jocosamente su pronunciación híbrida y vacilante del castellano y para hacer despliegue de su ingenio poético al reproducir algunos de esos sonidos - e inventar otros - en su representación caricatu- resca del habla del negro. Sor Juana Inés de la Cruz, mujer y monja inte- lectual marginada en la sociedad colonial mejicana por ser una extemporá- nea en el México del siglo XVII, presenta la figura del negro desde una perspectiva más humana y tolerante, integrándolo a los otros grupos que componen la sociedad de su época, para presentarlos conviviendo junto al blanco, el indio y el mulato, con participación activa en la vida festiva y en la manifestaciones de fe del Virreinato de la Nueva España. A pesar de que estos dos autores barrocos retratan la figura del negro desde su peculiar y original punto de vista, ambos reconocen la realidad de la presencia de ese personaje como factor étnico insertado en la comunidad española y americana de la época, tanto en el ámbito social como en el religioso. CampoTexto: AISPI. Elementos afronegroides en dos poemas de Luis de Góngora y Argote y en ci ...
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