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ACTAS CIBA • 6 • "Mano astronómica". De un manuscrito del siglo XIII (pro piedad particular). Para facilitar la comparación entre el cálculo cronológico árabe y el latino, se ve dibujado un esquema en lo~ dedos pulgar e Índice. Ie~ Estimulante vital multicéntrico I ----- Insuficiencia cardíaca Astenia del miocardio Enfermedades infecciosas Colapsos Accidentes de la narcosis Asfixias Intoxicaciones ealcúJ.-e~ Analéptico y expectorante Bronquitis Bronconeumonías Catarros congestivos Enfisema Asma bronquial Convalecencia Margen terapéutico amplio, permitiendo un tratamiento prolongado ACTAS CIBA 6 Junio 1941 LA MANO SUMARIO: Las formas y líneas de la mano. humana Por el DR. H. MIERZECKI pág. 154 Acerca de fa morfología de la mano Por el DR. H. MrERZECKI " 159 El simbolismo y la patognomia de la mano Por el DR. H. MrERZECKI " 165 Las manos de los trabajadores Por el DR. H. MIERZECKI 172 La mano en el Arte Por el DR. W. REININGER 177 El propionato de testosteron y la lactación Por el DR. P. CATTANEO ..... 183 La Cibalgina en la práctica ginecológica Por el DR. A. STINGL " 183 El Priscol, un nuevo remedio para el tratamiento de los trastornos circula- torios periféricos Por el DR. R. BÜRKLEN ........ " 184 El Dial como hipnótico en las psicosis Por el DR. G. D. WOODWARD 184 Notas acerca del tema 185 La reproducción parcial o íntegra de los artículos originales de esta revista, así como su traducción, sólo son permitidas indicando su procedencia. Las formas y líneas de la mano humana Por el Dr. H. Mierzecki Una de las at/liguas representaciones de /a medición de la maflO con fitles cielltíficos, Grabado .'11 madera de la "Allthropometria" del médico alenllú' Johantl Sigis.",lllld Elsholtz (1623-1688), Patilla, 11>,4. estrechas y transparentes, un pulgar pe queño y una piel fina y delicada, La ma no psíquica, en opinión de Carus, es la más bella, pero al mismo tiempo la más rara de todas las formas: su tamaño es mediano, la longitud de la palma es poco mayor que 'su anchura y faltan en ella surcos y arrugas marcados; los dedos son esbeltos, la piel es fina y el vello aparece débilmente insinuado. Estas cuatro for mas fundamentales sólo en rarísimas oca siones se encuentran en su tipo puro; la mayoría de las manos representan formas mixtas más o menos claramente definibles. Frente a este sistema de siete formas, la antropología moderna presenta otro o3t!!'NUS Ctm. ( SrJYlH.ETP Aun cuando la investigación cultural histórica se ha dado siempre cuenta de la especial importancia de la mano en la eje cución de los más diversos trabajos y en el desarrollo de las artes, no ha concedi do, sin embargo, más que una escasa aten ción a la anatomia y otras características de la mano, en las cuales está fundada dicha importancia. Uno de los primeros que estudiaron minuciosamente las diver sas formas de la mano, fué el Oficial francés Casimir Stanislas d'Arpentigny (1791-1866). En su trabajo titulado: "La Quirognomía o el arte de reconocer las tendencias de la inteligencia según las formas de la mano" (1843), describe sie te distintas formas de ésta, a saber: la elemental, la dotada de dedos en forma de espátulas, la artística, la útil, la filosófica, la psíquica y la mixta. Cad Gustav Carus (1789-1869), mé dico, pintor y literato alemán, prosiguió la obra de d'Arpentigny. Carus distingue 4 formas fundamentales de la mano: la elemental, la motora, 'la sensible y la psíquica. La mano elemental, que según Carus es característica de un organismo robusto e incompletamente educado, es gruesa, dura y de ancha superficie; pre senta dedos gruesos y poco ágiles, un pul gar romo y a veces remangado y uñas cortas y gruesas. La mano motora, llama da por Carus "mano masculina", la mano de los senadores y emperadores que mues tran las obras de arte plásticas de los an": tiguos romanos, es de tamaño más que medio, nudosa y vigorosa, los extremos distales de las falanges son cuadrados, el pulgar es grande y presenta un pulpejo fuertemente desarrollado, la palma es de extensión mediana, cóncava y algo áspe ra. La mano sensible, llamada por Carus "mano femenina", tiene un tamaño pe queño, su palma es blanda y no demasia do ancha, una complexión delicada y de dos cónicos, pero que en su extremo se ensanchan en forma de espátula con uñas 154 mucho más sencillo que sólo distingue dos formas principales de la mano: la forma ancha y la forma estrecha; el origen de ambas es ante todo determinado por la herencia. La mano ancha presenta su an chura en la muñeo¡ y en el metacarpo, poseyendo dedos"'<$rtos y uñas anchas. El índice, es decir, la relación entre la longitud y anchura, es por término me dio 50. La mano estrecha, por el contra rio, es angosta en la muñeca y en el me tacarpo; los dedos son largos y las uñas estrechas y su Índice es de 36-40. W. Pfitzner ha ensayado una determi nación más exacta de la forma de la ma no mediante mediciones. Estas fueron rea lizadas considerando como longitud de la mano la distancia entre la punta del dedo medio y el centro del extremo del radio. Esta longitud oscila entre los europeos entre 176 y 222 mm., siendo por término medio de 198 mm.; la anchura máxima óscila entre 77 y 95 mm. La forma de la mano está generalmente en relación mu tua con la forma del rostro, observándo- Mano ancha de un europeo con rostro anoho. Según A. Kollmann. . Mano motora. Según C. G. Carus (1789-1869). se que la mano ancha (Chamaecheirie ) acompaña al rostro ancho (Chamaepro sopie), mientras que la mano estrecha (Leptoprocheirie) va asociada a la cara estrecha (Leptoprosopie). Por 10 general, la longitud de la mano viene a ser 1/10 de la longitud del cuer po. En la palma de la mano y en los de dos se encuentran líneas, eminencias y depresiones que se profundizan o se bo rran más o menos en el transcurso de la vida, pero que no se alteran en su número y carácter. Los llamados surcos flexores se desarrollan ya, según A. Würth, en el segundo al tercer mes embrionario antes de que la mano pueda realizar movimien tos regulares; por 10 tanto, no son una consecuencia de los movimientos de la mano y de los dedos como se aceptaba en otros siglos. Según J. Carriere, en la palma de la mano se encuentran seis líneas o surcos flexores, a saber: 19 El surco del pulgar que es el surco de oposición más marcado. 29 El surco de los cinco dedos que se compone de dos segmentos, de los cuales uno se origina por la flexión del dedo Índice y el otro por la flexión del pulgar. 39 El surco de los tres dedos, compuesto 155 por varios segmentos que van desde la ar ticulación principal del dedo medio hasta el borde del dedo meñique y que son el resultado del movimiento de los tres de dos restantes. 4Q En el surco del dedo me dio, que se forma al mover el pulgar ha cia el dedo meñique. 5Q El surco del dedo anular. 6Q El surco del dedo meñique. Aparte de estos surcos flexores, en la pal ma de la mano se encuentran muchos surcos más pequeños que quizá están re lacionados con la profesión. Según G. Ret zius, primeramente se forma el surco del pulgar y después la línea de los tres dedos y la de los cinco dedos y, por último, la del dedo medio. El surco del pulgar es apreciable ya en 'embriones de 25 a 33 mm.; el de los tres dedos en embriones de 40 mm., el de los cinco dedos en los de 60-70 mm., el del dedo medio en em briones de 68,4 mm. y los del dedo pe queño y dedo anular en embriones de 82 mm. Según H. Pock, las líneas de la mano dependen de la longitud de los hue sos metacarpianos y de la dirección de las Mano estrC'Cha de un europeo. Según A. Kollmann. 156 Diagrama de las Uneas táctiles de la palma de la mano, según H. H. Wilder. Los plintos de partida de los triradios qlle se hallan en la base de los dedal" segllndo al q"into, están señalados con dI, d., d, y d" los arran ques de los radios principales se marcan con las letras A, n, e, y D. Los campos comprendidos en el fin de los radios principales, llevan los númerus 1-13. articulacionesde los dedos. La forma y disposición de las líneas, distinta en cada individuo, se puede ya apreciar muy pre maturamente. En cada individuo, los ca racteres esenciales de las líneas permane cen constantes durante toda la vida y por lo común se trasmiten también por he rencia; las configuraciones de las líneas de la mano de los padres se encuentran casi siempre en las líneas de la mano de los hijos e incluso a veces una mano presenta las líneas del padre y la otra las de la madre. En los recién nacidos, todos los surcos flexores se hallan ya desarrollados. En los gemelos se encuentran frecuente mente las mismas fórmulas de la mano, siendo específica la analogía de las. con figuraciones· en los pares de g~inelcis ge nuinos. Ciertos investigadore~'han utüi zado la herencia de la línea de la mano para comprobar el parentesco, pero no han obtenido gran resultado, pues las lí neas se combinan a menudo y forman variantes difícilmente descifrables. En la palma de una mano son caracte rísticas, además de los surcos, las eminen cias y las rayas. Las eminencias se presen- tan bien como abultamientos formados por los múscu'los de la mano o como emi nencias táctiles. Estas últimas vienen a co~ rresponder a las que poseen los mamí feros en las extremidades, sobre las que se apoyan durante la marcha y están: comtituídas por depósitos de grasa. Se diferencian eminencias táctiles de primer, segundo y tercer grado. Las eminencias táctiles de primer grado son las de los dedos, que se observan en todos los de dos de toda mano. Las eminencias táctiles de segundo grado son las tres metacar pofalángicas y metatarso-falángicas (las eminencias' entre pulgar e índice faltan por lo general). Las de tercer grado for man una eminencia radial y dos cubita les (eminencias tenar e hipotenar). Las eminencias táctiles se hallan: ya en el se gundo y tercer mes, se forman muy pre maturamente en la vida intrauterina y al principio están fuertemente desarrolladas, más tarde se aplanan y a veces apenas son reconocibles. Las eminencias táctiles están cubiertas con las llamadas crestas cutáneas que for man diversas figuras (figuras táctiles). Estas crestas cutáneas tienen 0,2-0,7 mm. de anchura y 0,1-0,4 mm. de altura, es tando limitadas por los surcos cutáneos. En las eminencias metacarpo-falángicas estas figuras táctiles son a 'veces bien vi sibles y otras están borradas e incluso faltan. . Mientras' que las figuras táctiles en la palma de la mano son relativamente sen cillas, en los pulpejos de los dedos ofrecen gran variedad: Además de arcos a la de- ~~ .{\ .... A ...~ e d e ,DA J 9n... \l .(1. Q ... Q Q" b : ..... o •• • .0 .. '~. O,,' 00 Op .... n~'''~'f2 llil "'(@t ';(\.~ TI .' v ....... ~>. tix··.. ru~ 'Hl (q Esq¡¡~1IIa para derivar las figuras táctiles, que muestra el origen de las más complicadas formas por modifi cación progresiva de la forma elemental b, represen tada al margen izquierdo. Según O.' Schlaginhaufetn. recha y a la izquierda se encuentran re molinos, círculos, elipses y remolinos do bles. Estas figuras táctiles no solamente son distintas en diversos individuos, sino .que varían incluso en la misma persona en sus diferentes dedos. Sir Francis Galton (1822-1911) admi-. tía· la existencia de 64 millardas de distin tos dibujos de líneas papilares, siendo de notar que en sus cálculos solamente tomó en consideración un dedo. Si se tienen en cuenta los 10 dedos, resulta 'como cifra (considerando las diversas posibilidades) la sexta potencia de 64.000.000.000, que Pagaré del Tibet. Las impresiones digitales reemplazan la firma. Según R. Hei1ldl. 157 es el número 1154 con 105 ceros, jun to al cual el número total de seres vivos resulta infinitamente pequeño. En 1906 Galdino Ramos calculó que únicamente cada 4.660.337 siglos s~ría probable la re petición de una figura táctil en otra per sona. Los chinos y japoneses, que desde hace muchos siglos estudian las líneas tác tiles de la mano, no pudieron comprobar que se repitiera el mismo dibujo. Las formas de las líneas de la mano se heredan, pero nunca los .dibujos de las líneas papilares. R. Forgeot ha observado muchas familias en el transcurso de tres generaciones y otros autores han investi gado hasta 5 generaciones sin poder com probar en ningún caso una repetición del dibujo de las líneas papilares; este es dis tinto en cada persona, formándose du rante el estadio embrionario y permane ciendo constante durante toda la vida. Este hecho fué comprobado por el antro pólogo alemán H. Welcker, que hizo una impresión de su palma de la mano en el año 1856 y la repitió en 1897, es decir, 41 años más tarde. Análogas investiga ciones fueron emprendidas en un mate rial más extenso en el año 1890 por Babu Ram Gati Bannerjee, demostrándose igualmente la constancia de las líneas pa pilares de todas las personas examinadas. La función de las líneas papilares no está aclarada hasta la fecha. J. L. Whipple cree que las líneas papilares confieren a la piel cierta aspereza (friction skin) , con lo cual facilitan la prehensión. A. Koll mann y O. Schlaginhaufen hacen resal tar, por el contrario, la importancia de las líneas papilares como órgano táctil. El empleo de la impresión digital con fines prácticos es antiquísimo. En el De recho chino de obligación y familiar del período Tang (618-906 después de J.C.) se encuentra .ya la impreslOn digital; en cambio, en el Proceso criminal sólo apa rece en el período Sung (%0-1278 des pués de J. C.). El método de las impre siones digitales es'empleado por las mu jeres chinas para identificar los recién nacidos; las madres chinas conocen siem pre las impresiones digitales de sus niños. El primer médico que se ocupó de las figuras de líneas papilares, fué el italiano Marcello Malpighi (1628-1694), que en su obra "De externo tactus organo", apa recida en 1665 en Nápoles, dedicó un capítulo a este tema. El fisiólogo Johan nes Evangelista von Purkinje (1787 1869), estableciendo 9 tipos de dibujos de líneas papilares, sentó en el año 1823 las bases teóricas de la Dactiloscopia. Este término fué introducido en 1900 por el sudamericano Juan Vucetich en La Plata. Sir William James Herschel realizó en sayos prácticos con la Dactiloscopia a par tir del año 1858, tomando impresiones digitales de indios en Calcutta, para evi tar supercherías en el pago de pensiones. Los resultados conseguidos por Herschel con la Dactiloscopia le indujeron en el año 1877 a recomeúdar su empleo en los pre sos al inspector general de las cárceles de Bengala. Esta proposición fué, sin embar go, rechazada. Más suerte tuvo el antro pólogo inglés Sir Francis Galton (1822 1911), que en el año 1895 logró intro ducir el método dactiloscópico para los delincuentes menores de edad y adultos en Inglaterra. La Dactiloscopia forense se empleó muy pronto no sólo en Ingla terra, sino también en los demás países. La impresión digital fué también emplea da más tarde con fines de legitimación en los pasaportes, libretas de trabajo, do cumentos del Estado y en las colonias para la identificación de los indígenas. , Conira hemorragias de ioda índole Coaguleno 158 Acerca de la morfología de la mano Por el Dr. H. Mierzecki El primer médico que describió con cienzudamente la mano desde el punto de vista morfológico, fué C. G. Carus. Como análogos de la mimo consideraba las aletas de los peces, los pies de los ma míferos y las alas de las aves y murciéla gos. En la aleta pectoral de los peces veía él un rudimento de la mano y las alas de las aves y de los murciélagos las con sideraba como manos transformadas. Des pués de poco más de medio siglo (1902), R. Wiedersheim emp"rendió el ensayo de derivar los miembros de los vertebrados terrestres de las aletas de los peces. Sus ideas sobre este .particular fueron expre sadas en varias representaciones esquemá ticas, entre ellas la de una aleta pelviana del pez políptero perteneciente a los es tudianos. . En la Genética, la mano humana figu ra, según Carus,entre aquellas extremi dades en las que no existe diferencia fun cional algu.na de las extremidades aisladas y aquellas en las que ha tenido lugar una transformación total. En los antropoides,. por ejemplo, las extremidades se han transformado en el transcurso de la his toria de la especie en órganos de prehen sión. Los primeros vertebrados terrestres poseían más huesos carpianos que los que viven actualmente y en el hombre se en cuentran también más huesos carpianos en embrión que 19s que se desarrollan de finitivamente; el hueso central que se des arrolla en el segundo mes fetal, se funde más tarde normalmente con el hueso ra dial. En tanto que en los orangutanes y otros monos el ,hueso central se conserva durante toda la vida, en el hombre adulto sólo existe en un 0,4 por ciento como hueso independiente. También la unión articular dire.cta entre el radio y el hueso triangular, así como con el hueso pisi forme, no existe ya en el hombre; la extremidad anterior movible libremente y movida exclusivamente con el radio, ha venido a constituir la mano. Acerca de la genética de la mano, el antropólogo H. Klaatsch se expresa en 1901 con las siguientes palabras: "La opi nión que ha reinado largo tiempo de que la mano humana, a modo del más alto triunfo de la evolución, constituye el producto de una larga serie de trabajosas transformaciones, es esencialmente falsa. Nuestra mano es una disposición antiquí sima que compartimos con las antiguas especies de dragones de la Prehistoria. Así, pues, en contra de la opinión generalmen te admitida, no debemos considerarla co mo una moderna adquisición y un dispo sitivo específico de la especie Horno sa piens, sino como una antiquísima heren cia de la forma precursora común del DerivacitÍ" de la estructura anatómica de la mano a partir de la estructura de la aleta del pescado. Representación esquemática según R. WiedC'l'sheim. 159 La mano de una mujer de la Tierra del Fuego (el pulgar es chocantemente pequeño). Según R. Voigt. hombre y de los mamíferos. Por lo tanto no procede sólo de una forma originaria antropoide que la ha legado, sino que ra dica ya profundamente en los mamíferos inferiores y hay motivos que nos autori zan a sospechar que numerosos mamífe ros han perdido la mano como órgano de prehensión por haberse transformado ésta en un órgano de protección, marcha, vue lo o nado. Los prosimios poseen ya una mano prehensora bien desarrollada y el hombre la ha perfeccionado más todavía. Por dicha nuestra, la hemos conservado y, por la combinación con un cerebro altamente desarrollado, ha llegádo a ad quirir una importancia no alcanzada en aquellos seres más inferiores." En el perfeccionamiento de la mano humana, el pulgar ha tenido una impor tancia decisiva; al pulgar debe principal mente la mano la exaltación de su rendi miento. En el mono, el pulgar es todavía un órgano incompleto (Pollex ridiculus) y en ciertos pueblos primitivos se halla débilmente desarrollado. 160 Aun cuando el pulgar no posee más que dos articulaciones de falanges, su hueso metacarpiano movible asien~a en una ar ticulación de silla yse halla provisto de un largo flexor propio, en el cual se in sertan frecuentemente tendones supernu merarios del músculo braquiorradial, del extensor largo del pulgar y del corto, del extensor radial largo y del extensor co mún de los dedos. Sólo seres provistos de pulgar lun po dido enarbolar la maza contra los anima les prehistóricos, llevar antorchas por los bosques, implantar estacas como defensa de sus hogares, conducir caballos, mane 'jar guadañas, hilar hilos y tañer cuerdas. Entre los antiguos, el pulgar era el sím bolo' del poder dominador. Levantando o bajando el pulgar, el emperador romano decidía la vida o muerte de los gladiado res. En algunos pueblos, el pulgar es ob jeto de la adoración religiosa; los india nos le llaman "la madre", los samoanos "el abuelo", los javaneses "el hermano mayor" y los antiguos germanos "el dedo de Wotano". En todos los tiempos, el desarrollo del pulgar se ha interpretado en la Quiromancia como signo de la vo: luntad y del carácter total del individuo. En este sentido hay que interpretar la frase d'Arpentigny: "El animal superior reside en la mano, el hombre en el pulgar". Si se compara la mano humana con la del mono, se pone de manifiesto que la mano en 'a filogénesis ha pasado por mo dificaciones, tanto progresivas como re gresivas que frecuentemente pueden ser comprobadas también en la Ontogénesis. Hemos dicho ya que el hueso central, que en el mono y en el feto humano se pre senta normalmente, en el hombre adulto constituye simplemente un atavismo. Pe ro también existen otras diferencias ca racterísticas: En el orangután solamente se halla un flexor común de los dedos no dividido, el cual no envía tendón alguno al pulgar; en el gorila el flexor está hen dido en dos partes, una de las cuales se . inserta en los dedos meñique y en el anu lar y medio, mientras que la otra se in- Tipo; de figuras de I,IS pulpejos tumil/ales en la serie de los prnnarios. Segú1I O. Sch/aginhauftll. a b e d e g a) lemúridos, b-e) cercopitecos, f) hilóbatos, g) hombre. serta en el índice y en el pulgar. Estos caracteres se encuentran también a veces en las razas humanas inferiores. El gran flexor del pulgar es de importancia deci siva para el desarrollo fisiológico del pul gar en el hombre. Los pliegues cutáneos (ligamentos natatorios) que unen los de dos de la mano humana en la superficie vobr y que apenas están insinuados, ofre cel) \.Jn buen' desar,roll.o en los monos de especies superiores e inferiores y en el go rila, por ejemplo, alcanzan hasta la mitad de la primera falange de los dedos. La ma no del mono es también bastante más grande que la del hombre; mientras que esta última sólo mide por término medio 10,4 % de la longitud del cuerp.o, la ma no del gorila mide 16,6 %, la del chim pancé 18,3 y la del orangután gigante hasta 20,7 % de la estatura. También los surcos flexores de la palma de la mano de los monos se diferencian de los de la ma~ no humana. Además de los surcos del pulgar, índice y meñique, se encuentra también en la mano del mono como único surco específico el llamado' "surco simies co"" que en el hombre sólo se encuentra excepcionalmente, siendo un signo, cons tante en los monos, el cual va oblicuamen te desde el borde del pulgar a,l del dedo pequeño. Claro está que también las lí neas papilares de la mano del mono son distintas de las de la mano humana. Las crestas cutáneas de la mano del :mono constituyen elevaciones de la :epi~ dermis separadas por depresiones profun das y cubren completamente toda la pal ma de la mano. Las figuras que forman estas líneas son al principio puras y re gularmente marcadas. Mientr~s que ~I;t los lemurianos constituyen todavía 'un simple "SiO"us primarius" lleno de crestas Ma1los Je un negro brasileño ¡ con ~lllam.a4o : SUtÍ;0 \s¡n'lie$~or-.', ,Se$Un R~ y oi~~. 16,1 Manos de fetos de 3O semanas. A la izquierda: La mano de un europeo. A la derecha: La de un negro. Según A. H. Schultz. Se advierte claramente las dife rencias raciales en la a!!chura de la mano y en la longitud de los dedos. <:utáneas longitudinales y en los cerco pitecos ofrecen formas más elipsoides, en los hilóbatos se presentan ya figuras cur vadas que se asemejan a las figuras que ofrecen las líneas digitales de la mano hu mana. La longitud de los dedos es también distinta en la mano humana y en la de! mono, lo que se aprecia sobre todo en los dedos índice y anular. El dedo índice de la mano del mono es considerablemente más corto que e! dedo anular. En los go- rilas, e! dedo índice es de 17 mm., e! anu lar 8 mm. más corto que e! dedo medio; esta proporción en e! chimpancé es de 32 mm. menos para e! índice y 12 mm. menos para el anular. La variabilidad de la longitud de los dedos no solamente se observa en los mo nos, sino también en el hombre. En los europeos, y sobre todo en e! sexo feme nino, e! dedo índicees más largo que e! anular. En la mayoría de los pueblos no europeos, el· dedo índice acostumbr:t a ser más corto que e! anular, pero la dife rencia no es tan grande como en los mo nos. En los negros, la proporción entre las longitudes del segundo y cuarto dedo parece ser que se aproxima más a la de la mano del mono. A. Ecker ha compro bado en negros de edad comprendida en tre 19 y 65 años una diferencia de ambos dedos a favor del dedo anular, que era de 1-18 mm., en las negras la diferencia era de 2-14 mm. Análogas observaciones ha hecho Ecker en los hotentotes y aus tralianos. Interesante es la proporción entre los dedos anular e índice en negros y blancos durante la vida intrauterina: Manos de una "ma de 7 años. Potografla de: ¡tmina Mierzecka. 162 0116 I :A(ovedad PERCORTEN Acetato de desoxicorticosteron "Ciba" Preparación sintéti~a de hormona córticosuprarrenal Para la hormonoterapia de la insuficiencia córticosuprarrenal: Enfermedad de Addison Caquexia hipofisaria Enfermedades infecciosas agudas graves Astenia constitucional y adinamia, etc. Presentación: Caja de 4 ampollas de 1 cm.3 con 5 mg. Caja de 4 ampollas de 1 cm.8 con 10 mg. 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Pack comp'aró las manos dé vieneses y volhynios recién nacidos y comprobó que la línea del dedo pequeño; queeri los vieneses es el surco longitudinal que se presenta con más frecuencia:,: apenas se encuentra en los volhynios. Anota bien, lo mismo que en la comparación de las longi'tudes de la mano; también 'en' 'este terreno faltan todavía investigaciones científicas eXtensas. La frecuencia con que se presentan las tres formas fundamentales de fas líncas papilares (arcos, asas y remolinos), pa ~ rece ser peculiar de la raza. También' pa rece ser distinto su porcentaje; así, por ejemplo, entre los asiáticos orientales se encuentran más remolinos y menos asas y arcos que entre los germanos. En los ar menios, por el contrario, los remolinos elipsoidales son especialmente frecuentes. Sobte las eminencias tenar e hipotenar se encuentran figuras de ,rayas en diverso porcentaje: nedo Tercer m·es Cuarto 11US Blancos Negros Blancos Negros JI' > JI ,~3,3 % 57,1 % 14,1 % 50,0 % JI' = JI 64,7 % 42,9 % 69,0 % 50,0 % J\' < JI 2,0 % 16,3 % /)"do NOL.'ello mes Décimo mes Bla/lcos Negros Blancos Negros 1\' > JI 33,5 % 63,2 % 31,8 % 54,6 % JI' = JI 53,4 % 36,8 % 54,6 % 45,4 % J\' < JI 13,1 % 13,6 % En la ontogénesis de blancos y negros se refleja en cierto modo la evolución de jos dedos de la mano en el curso de la filogénesis. El dedo anular de los negros sobrepasa en el tercer mes en el 57,1 % de los casos, la longitud del dedo índice recordando así la mano del mono. El dedo pulgar de la mano del blanco sobrepasa aI dedo índice en el tercer mes apenas en II n 2 % de los casos. En el desarrollo de 1.1 mano del negro, lo mismo que la de b mano del mono, no se muestra tenden cia alguna a alterar las proporciones de umaño de los dedos en favor del dedo índice. No solamente la forma de, la mano y de los dedos, así como las lopgitudes res-, pcctivas, son distintas en diferentes ra zas, sino que estas diferencias se advier ten también en los surcos de la mano y en las líneas papilares. Sobre este punto llamó ya la atención en el año 1852 Se rrés en un artículo de la "Gazette médi c;lle de Paris". A base de un examen de las manos de alrededor de 1000 abisinios, afirmó Serrés, que la línea del dedo me dio constituye un carácter constante de la raza caucásica y falta en los abisinios. figuras de rayas en: ,Indios mayas Negros de América del Norte "" Polacos Angloamericanos Indios británicos Eminencia hipotenar 4,5 % 14,5 % 32,0 % 41,0% 42,0 % Em-ínel'lcia tenar 50,0 % 18,7 % 14,0 % 7,0 % 15,8 % 163 cuarto dedos. También fué estudiada la qistribución de distintos grupos de líneas p'wilares sobre las yemas de los dedos; e'n la siguiente tabla se hallan agrupados los resultados de E. Loth y O. Schlagin haufen: Las investigaciones que se han hecho hasta la fecha acerca de las característi cas de la mano inherentes a la raza, son muy deficientes y deberán ser todavía completadas. A pesar de que el material obtenido hasta ahora permite reconocer diversas diferencias raciales y que la mano humana no solamente ocupa un lugar es pecial entre los animales de la primera escala zoológica, sino también entre los antropoides, parece ser un tipo duradero a partir.,de la-Edad del Bronce. Tanto las puntas de los dedo.s como los novillos y los surcos i\Í'ticulares de la mano humana en la ·Edad· del Bronce, no se diferencian Arcus ... Sinus radialis Sinus ulnaris Vortn ..... Polacos (E. Loth) 12 % 7% 56 % 24 % Indios británicos (O. Schlagin~aufen) 1,6 % 2,7 % 59,0 % 36,0 % . de los del hombre actual. Los últimos mi lenarios parecen haber modificado poco la estructura de la mano humana. Según la edad y el sexo la mano del hombre muestra, como es natural, nume rosas diferencias. La mano de la mujer es más delicada, estrecha y finamente ar ticulada. Sus líneas papilares son más es trechas y menos numerosas que las de la mano del hombre. En la longitud de las manos no ha podido comprobarse una diferencia marcada entre ambos sexos. En' cambio, son muy variadas las diferencias en las diversas edades de la vida: La ma no infantil es blanda, ancha y gruesa; los cortos dedos se hallan cubiertos de un número crecido de líneas papilares (en una faja de 5 mm. 15-18 líneas). La mano enflaquecida y arrugada del ancia no, muestra líneas papilares aplanadas, rasgadas y escasas (6-7 líneas en una fa ja de 5 mm.). La piel de la mano es muy sensible a las influencias exteriores; se degenera en la lucha profesional y es la piel que más pronto envejece; su super ficie refleja las vicisitudes de su poseedor. Esidron es la sal sódica del ácido teofilín-mercuri mono-oxipropilamid-quinoleico. Efecto diurético muy intensivo. tolerancia perfecta. Indicaciones: Edema cardíaco, Hidro pesía, Curas de adelgazamiento, etc. 164 El simbolismo y la patognomia de la mano Por el Dr. H. Mierzecki En todas las épocas, el hombre ha in tentado interpretar las diversas formas de la mano y ,de sus líneas y reconocer por ella el modo de ser y de vivir de sus por tadores. Tanto en los muros de las cuevas de la Edad del Bronce, como también en habitaciones y lugares de culto de pueblos que viven todavía actualmente, se -en cuentran reproducciones de manos para al"-:lnzar de ellas efectos mágicos. Los nu merosos datos acerca del arte de la adi vinación de los asirios, babilonios, caldeos y romanos, así como las muchas infor maciones de los griegos, indios y hebreos acerca del simbolismo de la mano, de muestran cuán importante papel ha des empeñado la mano humana en la vida cultural de los pueblos del Viejo Mundo. Aun cuando en la Edad Media la Igle sia combatió el arte de adivinación y la Quiromancia, no pudo evitar que muchos teólogos, astrólogos y médicos se dedica ran al estudio de sus doctrinas. Gran in fluencia sobre la posterior literatura qui romántica tuvo untrabajo escrito en 1448 por el médico alemán Johannes Hartlieb (fallecido en 147,0). Hartlieb era oriundo de la Alemania meridional y había estu diado Medicina en Viena, alcanzando en 1433 el grado de bachiller. Desde Viena pasó como médico de cámara del duque Albrecht nI de Baviera (1438-1460) a Munich, donde también actuó como di plomátic9. En 1448 dedicó a la esposa de Albrecht un "Libro sobre la mano", que fué impreso en 1470 bajo el título de "Die Kunst Chiromantia des Dr. Hart lieb" y que alcanzó celebridad. Los de más trabajos de Hartlieb eran por lo ge neral recopilaciones de obras.. antiguas; sus primeros trabajos literarios fueron un "Arte de la memoria" y un "Arte tro vador"; de sus obras médicas es digna de mención una refundición de los escri tos de la médica salernitana Trotula (véa se' ACTAS CIBA, NQ 8, 1938 "Salerno", pág. 20 O). En la obra impresa, que pro- bablemente no representa más que un arreglo fuertemente abreviado del ma nuscrito original perdido, Hattlieb no se ocupaba tanto de la- teoría de la qui romancia como de las interpretaciones prácticas; en ella, después de un breve prefacio, describe 22· manos .de hombres y otras tantas de mujeres. Del libro' de Hartlieb se conocen cuatro ediciones, da tando todas ellas del último tercio del si glo XV, constituyendo grandes rarezas de gran valor bibliófilo. La primera edi ción, a modo de "Blockbuch" solamente existe en un solo ejemplar, del cual. se hizo una reimpresión en facsímile el año 1923. A pesar de que también hombres como Paracelso (1493 -15 41) Y N ostradarnus (1503-1566), se dedicaban de vez en cuando a la Quiromancia, la oposición que hizo a ésta la Ciencia oficial univer sitaria fué bastante violenta durante largo tiempo. Así, por ejemplo; en el año 1516, cuando un médico ambulante, llamado Johann Has, hizo anunciar públicamente en la puerta de la Iglesia de Freiburgo, que se hallaba dispuesto a practicar y en señar la Quiromancia en la hostería don de habitaba, la Facultad de Medicina de_ la Universidad decretó inmediatamente una prohibición y, a pesar de sus ,incan sables gestiones personales ante el Senado académico, no pudo conseguir el quiro mante que se revocara dicho acuerdo. La obra "Intro!iuctiones Apotelesmati cae in Chiromantiam, Physiognomiam..." del teólogo y astrólogo alemán Johan nes Indagine (primera mitad del siglo XVI), aparecida en 1522 en Estrasbur go, no solamerite fué la causa de que se reimprimieran muchas ediciones alema nas y latinas en el transcurso del siglo, sino también de la aparición de gran nú mero de otros escritos que se ocupaban de Quiromancia y Fisiognomía; entre ellos uno de los más importantes fué el trabajo del médico y físico italiano Giovanni Bap tista della Porta ( 1545 -1615 ) titulado 165 "De humana physiognomia" y publicado e~ Nápole~ en i583. Una prueba de la alta estima que poco a poco había alcanzado la Quiromancia desde el humanismo eri los círc'ulos de la Ciencia, es el hecho de que en casi todas las universidades llegó a constituir materia de enseñanza; toda vía en el año 1780 el médico Adam Nietz ki (1714-1780) enseñaba Quiromancia, Astrología y Magia en la Universidad de Halle. En tiempos más modernos, la doctrina de la mano y su simbolismo fué desarro llado considerablemente por los esfuerzos del suizo Johann Caspar Lavater (1741 18o1) , del francés Casimir Stanislas él'Arpentigny (1791-1866) y del'alemán Cad Gustav Carus (1789-1869). Lavater, predicador e hijo de un médi co, que intentó descifrar la significación del cuerpo humano en su obra de cua tro tomos "Physiognomische Fragmente" (1775-78), atrajo también la atención de Goelhe. hacia la especial importancia de la mano por su observación de que "lo mismo que no se encuentran dos caras completamen:te semejantes, tampoco se hallarán manos completamente análogas de dos diferentes personas. Así, pues, si hay algo característico en el hombre, es decir, si todos los hombres no son com pletamente parecidos en educación y ca rácter, la mano también constituye un carácter especial de la persona a que per~ tenece". El encuentro con una quiromántica, una gitana andaluza, indujo a d'Arpen tigny a dedicarse profundamente al estu dio de la mano. Después de un trabajo de 20 años publicó en el año 1843 el resulta do de sus estudios bajo el título "La Qui rognomía o el arte de reconocer las ten dencias de la inteligencia, según las for mas de la mano". En esta obra insiste siempre en la estrecha relación que existe entre la forma de la mano y la constitu ción psíquica de su poseedor. Comparadas con las comunicaciones de fisiognómicos y quirománticos Lavater y d'Arpentigny que no poseían preparación médica, parecen mucho más importantes las manifestaciones de dos médicos. Carus hace notar:' "No obstante, seguramente no ha escapado a ningún observador aten to del hombre el hecho de que entre las formaciones de la figura humana que 166 El médico y dipl_Jlico fobann.s J lart/ieb (fallecido alrededor de 1470), enlrega a la dUlllJesa Ana de ¡J"viera su "Libro de la 1Ilano". Grabado en 1nadera extraído del ú"ico eje111 pla r que se C01l5erVa de. la primera edició" ,1 .. esta obra. M"slJO del Libro y del Til,,,, de Leipzi.~. Represelllaeión de la e01leorJallcia de la .Inerte de a/gnllas personas eó1l los sigilOS de SIl mallo. Grabado en madera del "Libro de la mallo" de joha1llles Harllieb. Museo del Libro y del Tipo, de Leipzig. pueden ser consideradas como de más pro funda importancia para su ser interno, figuran después de la forma de la cabeza y de los rasgos del rostro, la mano huma na, que se halla en íntima relación con todo el organismo del hombre y que por lo tantO denota también determinados signos de la individualidad". El eminente fisiólogo Sir Charles Bell (1774-1842) dice de la mano: "Es la he rramienta más importante del cerebro hu mano. Hacia la mano se dirigen más ner vios sensitivos y motores que hacia otras regiones del cuerpo. La doctrina de la mano, tal como es concebida por simbo listas, quirognómicos y quirománticos. se dirige en busca del verdadero hombre". Par,¡ los simbolistas, la mano solamente es el punto de partida de consideraciones fisiognómicas generales, mientras que pa ra los quirognómicos y quirománticos constituye el objeto de examen inmediato y exclusivo. Los quirognómicos concen tran su interés ante todo en la forma to tal de la mano, mientras que los quiro mánticos atienden más a las manifesta ciones de. la palma de la mano, las líneas, surcos y emmencIas. El tamaño de la mano constituye ya un dato de importancia en la interpreta ción simbólica. En tanto que las manos largas y estrechas indican grandes empre sas y elevados pensamientos e ideas, las manos cortas y redondeadas son signo de mezquindad, pedantería y tendencia al trabajo de precisión. La mano dura es el símbqlo de la energía, la blanda lo es de la apatía, la gruesa del egoísmo, la delga da de la debilidad. Gran importancia tie nen, como es natural, los dedos, que según ideas astrológicas llevan nombres de pla netas y divinidades. El dedo meñique es llamado Mercurio y parece ser que denota en general el género de vida; el dedo anular es el dedo del Arte y lleva el nom bre de Apolo; el dedo medio es el dedo de la prudencia y es denominado Satur no; el dedo índice que lleva el nombre de Júpiter, es el símbolo del dominio; el pulgar, llamado Pólux, es el dedo de la lógica, de la voluntad, pero también de la brutalidad y de la testarudez. La Quiromancia se consagra sobre todo a los surcos de la mano, los cuales, aun cuando por otros conceptos, ofrecen tam~ bién inte.(és p¡u:a los e1l1briólogos, anató- 167 micos y antropólogos. Para los quiromán~ ticos es muy importante si los' surcos son interrumpidos o si preserl~n interrupcio nes por islas, estrellas y crúces, si son lar gos, cortos, en zigzag o en forma de cade na. Las líneas más importantes son la línea de la vida (surco del pulgar), la línea de la cabeza ,(su'tco' de los 5 dedos), la líneadel corazón (surco de los 3 dedos) y la línea de la su~rte (surco del dedo medio) . Algunos quirománticos dividen ·la lí nea de la vida en 70 fragmentos, algu nOS de los cuales empiezan en la muñeca y los otros en el pulgar. Estos 70 frag méntos parecen ser los símholos de los 70 años de 1.1 vida del hombre. El punto en el cual termina, perdiéndose o interrum piéndose el surco, indica el fin de la vida. Si la línea de la vida es larga, profunda y lisa, su portador alcanzará una edad avanzada. Si adopta la forma de cadena, amenaza la muerte en forma de una en fermedad crónica. Si presenta islas, la muerte tendrá lugar por una enfermedad aguda; si termina en una estrella, el indi viduo morirá por un accidente, y si es una cruz, por muerte violenta. Cuando la línea de la vida es delgada y se extingue cerca de la muñeca, la causa de la muerte sería la debilidad senil. Las islas en la línea de la vida profetizan eñfermedades, e~ cambio, los puntos, acoutécimientos im portantes en la vida. La línea de la cabeza es el símbolo de las facultades psíquicas. El trabajo inte lectual será realizado fácilmente cuando la l;nea es larga y profunda; no obstante, también la línea corta y profunda indica una actividad mental equilibr~da, aun cuando parcial. El pensar será real cuando la línea de la cabeza corra en trayectoria recta, y fantástica cuando se indine. Si la línea de la cabeza está interrumpida por ;slas, amenaza una dolencia cerebral. La relación entre la línea de la cabeza y la línea de la vida parece ser que indica la relación respecto al 'sexo opuesto. La línea del corazón representa en la Quiromancia el signo que indica el estado de todas las cuestiones relativas al corazón 168 • PhrfiollnOlllía... a/j>KID___ a P<riaaioIrIota,dc F.......... Q M O a y J C .......nA~.cItioodldjo . ti AaTROL001A NATyaALI. , ComplcxiOllUlll nodcia.iw<aclonlial........... Johanlles Indagine (Johann von Hagen), tC'Ó/ogo, astró nomo y quiromántico alemán de la primera mitad del siglo XVI. Grabado en madera de Hans Ba/dung. Por tada de la "Chiromantia" de Indagine. 1 j J 4. y el alma. Si es larga y profunda, la vida espiritual estará bien desarrollada y el corazón se hallará sano; la falta de esta línea, en cambio, indica mal corazón y muerte temprana. Las quebraduras, isla~ y decoloraciones de esta línea tampoco constituyen pronósticos favorables, pues profetizan enfermedades graves del cora- I zón y muerte en breve plazo. El hombre es bondadoso cuando la línea del corazón termina entre el índice y el' dedo medio, déspota cuando termina en el dedo índice, poco generoso cuando la línea del cora zón toca a la línea de la cabeza y gene roso, por el contrario, cuando estas dos líneas están muy separadas entre sí. De especial importancia es en la Qui romancia la línea del destino. Es favorable cuando se presenta profunda, larga y rec- ta; su portador tendrá que sostener una lucha larga hasta alcanzar el éxito, cuando esta 1ínea empieza sólo a partir de la mitad de la mano; será dominador de su destino cuando esta línea falte por completo. Si su trayecto es en zigzag, indica una vida de delincuente. Cuando la línea del desti no termina en la línea de la cabeza, ame naza desgracia en el trabajo intelectual, y asuntos amorosos cuando termina en la línea del corazón. La línea de Apolo o línea del arte co rresponde al surco del dedo anular y pa rece indicar talento artístico y éxito cuan do es larga y recta. La línea del arte es también para los quirománticos una línea de dinero; si es doble, hay que esperar di nero de varias procedencias, si está que brada o muestra un cuadrado, el capital está en peligro. Si se encuentra una cruz en la línea del arte, es señal de que el capital se ha perdido ya, pero si se halla cortada por una línea oblicua corta, pue de contarse con una rica herencia o con Represmtació" esque"'iÍtica de las miÍs i",portantes l/neas de la ",ano, según G. W. Gm",ann (1895). a) Linea ele la vida, b) Linea del destino, c) Linea del corazól/, d) Línea de la cabeza, e) Linea de la sal"d. un premio de la lotería. La suerte será desconsoladora si esta línea falta comple tamente; en este caso no hay que esperar fama, felicidad ni dinero. La línea del Mercurio, o línea del co mercio, corresponde al surco del dedo meñique. Si es larga, profunda y recta, su portador está llamado a ser un buen comerciante; cuando es larga,· delgada y múltiple, el individuo que la posee es apropiado para una carrera científica. Junto a estas líneas, que también reco noce la Antropología, aun cuando dán dolas otra significación, los quirománti cos indican muchas otras más. Para juz gar acerca del estado· de salud parece ser especialmente importante la línea de la salud o línea hepática, que parte de la muñeca, dirigiéndose al borde interno del hueco de la mano. Esta línea aparecerá enrojecida y manchada, interrumpida y llena de islotes, en tanto persista una en fermedad, pero desaparecerá después de la curación. • Por último, la Quiromancia también toma en consideración los llamados "bra zaletes de la suerte" de la muñeca. Cada uno de ellos significa 2 5- 3O años; si estos brazaletes son profundos y no interrum pidos,· profetizan felicidad, si no están marcados, ello indica desgracia. A pesar de que los hombres de ciencia en general tienen. un concepto bastante despectivo de la Quiromancia, existen en tre ellos algunas· excepciones como Carus, que se ha expresado en los siguientes tér minos: "La estructura orgánica del hom bre es algo tan inconcebible en· toda su profundidad y contiene junto al gran po der de lo racional tanto de inútil e irra cional, que la ponderación, las medidas y el cálculo por sí solos no bastarán nunca para llegar a c9mprenderla". Con consideraciones completamente ra cionales, tampoco llegará a comprenderse del todo las interesantes observaciones de la sabia sordomuda y ciega Helen Keller acerca del apretón de manos: "Heencon trado un obispo que tenía la mano de un guasón, un humorista con una mano de: seriedad de plomo, un hombre de presun tuosa dignidad con ·una mano tímida y un hombre tranquilo y humilde con un puño de hierro. Ciertas manos y rayas esparcen alegría cuando estrechan otra mano; en ellas pulsa la ,vida y las ensan cha. Tú, que no estás ejercitado en el em pleo del sentido del tacto, no reconoces una mano por su presión y aun cuando te diera la explicación más exacta, no lo graría hacerte conocer una mano de ami~ go, que a menudo han estrechado mis dedos y que con amor se ha incorporado. . )'a mI memOrIa. A primera vista casi parece que no es posible que exista relación alguna entre la Quiromancia o la Quirognomia y la ciencia exacta. Sin embargo, esta relación surgirá por la Patognomia que ciertos mé dicos emplean algunas veces al establecer el diagnóstico. Ambos, el quiromántico y el médico, se sirven de la Patognomia. En la debilidad mental, el quiromántico en- cuentra el pulgar atrofiado, un' comienzo manchado de la línea de la vida en las en fermedades de la garganta y de los gan glios, la línea del hígado en diversos pa decimientos de órganos internos, uñas pálidas en los enfermos nerviosos, rosado azuladas en la anemia, violáceas en la apendicitis y la pericarditis, de color lila sucio en las enfermedades venéreas, sucias y de un matiz verduzco-rojizo-amarillen to en los cancerosos. Esto en lo que se refiere a los quirománticos. En cuanto a los médicos, empiezan su exploración pal pando el pulso y observando al mismu tiempo los caracteres externos y la tem peratura de la piel y de la apariencia de la mano o de los dedos deduce la existen cia de ciertas lesiones circulatorias, meta bólicas y nerviosas o de determinadas en fermedades de la piel. Los médicos han de ser indudablemente los que aporten con tribuciones decisivas para descifLlr por fin los efectos de la mano. 170 pectJcal... Mediante el método de teñido del glicógeno según Best, en trocitos de mucosa uterina extraídos antes y después de la hor monot~rapia,puede determinarse la actividad de un preparado hormónico. Para la extracción del endometrio se sirve el autor de una cucharilla de raspado que ha construído él mismo. La comprobación histológica del diagnóstico clínico no solamente es necesaria en todas las formas de anomalías de la menstruación, sino también en las amenorreas. De 44 mujeres tratadas con Lutociclina por vía oral, en 40 pudo demostrarse histológica mente un efecto que se manifestaba en el sentido de una acción de cuerpo lúteo. En concordancia con esto aparecieron hemo rragias que no se diferenciaban de las de la menstruación normal. En lo que se refiere a la dosificación, el autor da los si guientes datos': En la amenorrea secundaría se pondrán 3 - 5 inyecciones intramuculares de 5 mg. de un preparado de hor mona folicular con intervalos de 4 - 5 días; inmediatamente después se inyectarán durante 10 días 20 - 30 mg. de Lutoeiclina al día; de este modo puede conseguirse un ciclo de 2S días. En las hemorragias hiperplásicas juveniles y de mujeres sexual~ mente adultas, se administrarán durante 10 días 30 mg. diarios de Lutociclina y después de lS días de pausa se reanudará el tratamiento, administrando en total 200 mg. Las hemorragias menopáusicas, en caso de que exista el cuadro de la hiperplasia glanduloquística, serán tratadas por el raspado uterino y una medicación subsiguiente, 15 - lS' días después por medio de la Lutociclina (durante 10 días 30 mg. diarios). La medicación se repetirá 2 - 4 veces con intervalos de lS días. En el aborto inminente se administrará durante la hemo rragia 10 mg. de Lutociclina tres veces al día; una vez que la hemorragia haya cesado, se darán durante bastante tiempo 5 - 10 miligramos diarios. También en el aborto habitual puede po nerse en práctica, en vez del tratamiento por vía parenteral, la medicación oral'de Lutociclina a dosis de 5 mg. diarios. En los días que corresponden al período, se deberán administrar 5 mg. 2 . 3 veces al día. En general se aconsejará a las enfermas que tomen el preparado una hora antes de la comida para conseguir de este modo la mejor absorción posible del medi camento por el tubo gestrointestinal. La tolerancia es excelente y no se han visto aparecer fenómenos secundarios. DR•• CARL LAUTERWEIN, (Zentralblatt für Gynakologie, N" 3, 1940). 171 Las manos de 'los trabajadores Cuanto más interesante se sienten los acontecimientos de la vida diaria, tanto más profundamente imprimen sus huellas en el rostro y en las manos de las personas. ,Las preocupaciones materiales, el trabajo intelectual y las emociones psíquicas mo delan el llamado rostro "interesante"; d trabajo corporal y los esfuerzos excesivos, así como la acción permanente de facto res irritantes, forman la mano ruda del tarabajador. La mano de los trabajadores ha llamado ya la atención de los médicos en el siglo XVIII. El médico italiano Bernardino Ra mazzini (1633 -1714) fué el primero que hizo de las enfermedades profesionales un objeto de enseñanza en una Universidad. En 1700 publicó acerca de este tema la importante obra "De morbis artificum etc.", que todavía en el siglo XVIII se había reeditado 16 veces conforme al tex to original y había sido traducida a cua tro idiomas. Las investigaciones de Ra mazzini cayeron más tarde en el olvido. En el siglo XIX, numerosos sabios, se ocu paron nuevamente de la mano de los tra bajadores. Entre ellos se destacan A. Tar dieu (1849), M. Vernois (1862), así co mo los dermatólogos austríacos F. Hebra, M. Kaposi, e 1. Neumann. En el año 1892 A. Bertillon, por encargo de la Dirección de policía de París, confeccionó un álbum con manos de trabajadores. En 1921-27, el dermatólogo vienés M. Oppenheim pu blicó también algunos interesantes resul tados de investigación. Las alteraciones que sufre la mano del trabajador bajo la influencia de estímulos mecánicos, químicos, térmicos, eléctricos, atmosféricos y ópticos, son numerosas. Tales alteraciones son características de determinadas profesiones, de tal modo que se las califica justamente de "estigmas profesionales". En los estudios que he rea lizado durante muchos años-acerca de las manos de los trabajadores, he comprobado y publicado más de. 150 signos profesio- 172 Por el Dr. H. Mierzecki La mano de un C'Urtidor. Los surcos están ¡1Ierlelll<'llle teñidos. Foto: Janina Mierzecka. nales de la mano. Dichos signos dependen de la predisposición congénita y de la intensidad del estímulo irritante, manifes tándose en forma de coloraciones, con creciones, fisuras, excoriaciones, modifica ciones de las uñas, pigmentaciones, forma- , ción de callos, telangiectasias, neoforma ciones del tejido conjuntivo, cicatrices y atrofias de la piel. Las coloraciones de las manos de los tra bajadores aparecen con gran frecuencia. Como signos profesionales claro está que no hay que considerar las coloraciones que pueden quitarse con agua y jabón, sino aquellos en las que la piel ha formado combinaciones químicas estables con di versas sustancias colorantes. Tales manos , se encüeritrán entre los trabajadores de las 'tintorerías y fábricas químicas, pero tam bién en las tenerías, en las cuales son muy usadas' las-combinaciones de tanino y cro- mo. También se encuentran entre los eba nistas, cuyas manos están expuestas a ia acción de los mordientes de la madera, en los vidrieros y hojalateros que trabajan con ácido sulfúrico, en los peleteros (colo-' rantes de las pieles), en los trabajadores en petróleo (la piel llamada por mí "piel de petróleo") y en los que trabajan con pez (la llamada "piel de pez"). Aquí no solamente se hallan teñidas las partes de la piel que está 'en contacto continuo con las sustancias colorantes, sino también las uñas que a menudo presentan también otras modificaciones típicas. Así, p.or ejemplo, en los trabajadores de fábricas de conservas, las uña~ se acortan y en las lavanderas y esmeriladores de cristal son agrietadas. La uña del dedo pulgar de los relojeros está acortada y engrosada; tam bién se acortan' todas las uñas en los mo lineros, etc. Otra forma de modificación de la mano del trabajador son .las concreciones que se forman cuando la piel no da lugar a com binaciones químicas con los cuerpos ex traños, sino que se cubre con partículas del material con que se trabaja. Así, por ejemplo, se encuentran concreciones de carbón en los carboneros, de metal en los que trabajan con el mismo, de pez en 10F La manO de un trabajador en metal, con partículas metálicas incorporadas. Foto: Janina Mierzecka. zapateros, de harina en los molineros y panaderos, de fibras vegetales y animales en los agricultores y jardineros, y de pie dra y cal en los canteros. Las lesiones de Las manOS de un esmerilador de vidrio con uñas. acortadas y agrietadas. Foto: Janina Mierzecka. 173 Las mallOS de 1l1t curtidO/-o El pulgar l/e la l1ano derecba muestra cansidcrables lesiones. Fa/o: 'al/ina Mierzecka. la mano son tlplcas en' algunas profesio nes. Estas lesiones pueden ser superficiales o profundas. Las excoriaciones superficia les y fisuras se encuentran también en costureras, modistas, zapateros, vidrieros y en las puntas de los dedos y dorso de las manos de criados. Excoriaciones profundas aparecen, por ejemplo, en los albúi-iles y curtidores, hondas fisuras en los trabaja dores de las calles y especialmente en cur tidores, en los cuales las considerables le siones del pulgar pueden incluso ser con sideradas como característica profesional. Las manos de los agricultores, cochero~ y Las mallOS Je"'l>l' criado con beridas superficiales y cortaduras. Fa/o:. 'a"ina. Mierzecka. <174 marinos, que están expuestas constante..! mente a las influencias atmosféricas, mues~ tran también a menudo dilatación de los vasos sanguíneos y pigmentaciones de' la piel, que son típicas de estos oficios. Aná logas pigmentaciones se encuentran tam bién en los forjadores y cocineros. Tam bién son características las melanosis arse nicalcs de trabajadores en plumas y pape listas y las argirosisen los pulidores de plata, etc. El signo' característico de las manos de los trabajadores es la callosidad. Su defi nición exacta ha sido dada por Ferdinand Hebra: "Con el nombre de callosidad se designa una parte engrosada de la piel de color amarillento hasta pardusco, aparien cia córnea, superficie consistente y espesa estructura, apareciendo en' ella menos marcJdos los surcos y líneas de la piel. Es ta callosidad es indolora y la sensibilidad táctil llega incluso a disminuir en ella"; Las callosidades obedecen principalmente a causas mecánicas y se forman en los Ma110 ,f,' 11n Irabajador de llt1a fábrica de ?'idrio COIl callosidades producidas por quemadura, Falo: Jallilla Mif"'rzc{ ka. Ma1lo de IIn trábajador de 1111 hoT1lo de vidrio con callo" sidades causadas por trabajo mecánico, Foto: Janilla Mierzecka, sitios donde la piel está cerca del hueso y donde los surcos y eminencias cután~as son irritados por la presión del material ó de las herramientas. Las callosidades mecánicas contituyen la mayoría de estas alteraciones profesio nales. También existen callosidades que pueden ser provocadas por agentes, quí-' micos irritantes (trabajadores en fábricas químicas y refinerías de parafina), pOI;' el calor (trabajadores en vidrio, forjado res, etc.) y por último por la acción de la luz. La literatura publicada sobre este tema no es muy abundante. El nombre "callo sidades profesionales" ha sido consagrado por Kaposi y Hebra. Oppenheim, en su obra: "Las lesiones de la piel producidas por la profesión y el trabajo industrial" solamente menciona 25 clases de callosi dades profesionales. Yo, en cambio, en mis investigaciones he podido co'mprobar 88 diferentes callosidades, características de 'diversas profesiones. Las callosidades son el sello permanente de una especial actividad de la mano y, según Hebra-Kaposi, puede deducirse por 175 ellas el grado de laboriosidad. Esta opi nión, sin embargo, no es del todo acert;l da, pues dicha impresión depende a me nudo de la predisposición individual. Las señales profesionales en la mano del trabajador perduran frecuentemente lar go tiempo después de haber abandonado su trabajo. Las callosidades siguen siendo permanentemente hiperémicas y predis ponen a inflamaciones. En el exantema, la viruela y la sarna aparecen aquí con plás intensidad; también es conocida la mayor predisposición a las formaciones carcinomatosas. La menor sensibilidad de las callosidades dificulta a menudo el ren dimiento del trabajador; por otra parte, dicha atenuación de la sensibilidad repre senta una ventaja en los que realizan tra bajos duros y en aquellos obreros cuyas manos están expuestas a elevadas tempera turas. Así, por ejemplo, he observado tra bajadores en las fábricas de vidrio que después de una larga interrupción en su trabajo se producían artificialmente ca- Dispepsias fermentativas Intoxicaciones alimenticias Tifus intestinal Gastroenteritis llosidades en sus manos para conseguir así la insensibilidad para las altas tempera turas. La constancia absoluta de las callosida des de las manos como consecuencia de una determinada actividad es demostrada por la siguiente observación extraída de mi práctica profesional: A mi consulta vino un enfermo con síntomas cutáneos. Siguiendo mi costumbre, 'examiné tam bién sus manos y por ellas diagnostiqué que su profesión era la de jabonero. El paciente me aseguró que era cocinero y no jabonero, pero cuando le dije que las manos denuncian siempre la profesión de su poseedor y que las suyas le caracteriza ban claramente como jabonero, me con fesó, rogándome de guardar el secreto, que acostumbraba a hurtar grasa de la cocina pata hacer jabón en su casa. Este ejemplo demuestra convincentemente la importancia que puede tener el estudio de las callosidades de la mano (hasta aho ra poco practicado) en la práctica forense. Carbantren Antiséptico intestinal Antidiarreico Adsorbente Inhibe el desarrollo patológico de la flora intestinal Atenúa el perista1tismo del intestino Adsorbe y elimina las sustancias t6xicas endógenas y exógenas 176 La mano en el Arte En las artes gráficas y plásticas la mano ha desempeñado en todas las épocas y pue blos un gran papel como símbolo mágico y medio expresivo para indicar movi mientos corporales o estados anímicos. Un examen extenso, desde el punto dé vista· artístico, de representaciones intere santes de la mano humana, exigía profun das aportaciones etnológicas, históricas y técnico-artísticas. Prescindiendo de toda valoración estética, nos limitaremos a mencionar algunas representaciones artís ticas de la mano que en parte son carac terísticas por las curiosas nociones anató~ micas de la mano que revelan y otras por la realización de especiales expresiones. No es posible decidir claramente si lás repre sentaciones de la mano, que en gran nú mero se han encontrado en las cavernas de la Epoca: paleolítica reciente, deben s~~ interpretadas como medidas mágicas de protección o sencillamente como manifes taciones artísticas. Como quiera que en estas representaciones los euatro dedos aparecen casi siempre fuertemente acor tados en relación con el pulgar, parece posible que estas manos hayan sido repre sentadas en actitud crispada. Por otra par- Reproducciones de manos eII una cueva de la Epoca paleo Utica reciente (período auriñaciensé). Castillo, España. • •• .. Por el Dr. -W. Reininger Careta de madera de un shamán esquimal de AlasJuz. Museo de Etuología, de Berlín. te, la extensión de los dedos, que siempre se observa aquí, parece indicar la repre:' sentación de un gesto de defensa, con lo cual estos dibujos de manos tendría una significación mágica. Esta opinión es apo yada también por la aparición de formas análogas de mano en ciertos trabajos artís ticos hechos por algunos pueblos primi tivos en Indonesia, Africa y América del Norte; así, por ejemplo, la máscara de madera de los shamanes de una tribu de esquimales de Alaska (véase fig. de arri ba) no sólo presenta la misma longitud de los dedos, característica de muchas repre sentaciones primitivas de la mano, sino que la falta del pulgar parece insinuar también la oposición de este dedo necesa ria para la prehensión. La significación de las manos en la máscara del rostro es cla ra: Indican el poderío del shamán que todo lo abarca. En las artes egipcia y asiria, prescin diendo de algunas representaciones realís dcas, las manos son presentadas casi siem-, pre en forma esquemática y a veces inclu so de un modo puramente ornamental. En algunos relieves y pinturas egipcios llama la atención el hecho de que los. personajes .o divinidades representados ostentan dos manos derechas o dos manos izquierdas. 177 Figura Wajallg para los juegos de sombras, Jal·a. Museo de Etnología, de Basilea. Una unión de ambos modos de represen tación se encuentra en un relieve del Lou vre procedente aproximadamente del año 13 00 antes de J. c., en el cual la diosa Hathor ofrece sus dádivas con dos manos izquierdas y el rey Sethosis 1 las recibe con dos manos derechas (véase figura al lado). Otra representación mucho más primitiva de las manos se encuentra en una pintura sepulcral egipcia de alrede dor del año 1900 antes de J. C. (véase figura pág. 179). Los jugadores de pe lota reproducidos en ella, únicamente muestran los dos elementos necesarios pa ra lanzar y coger la pelota, a saber: el pulgar y el grupo de los otros 4 dedos res tantes representados esquemáticamente; únicamente en uno de los jugadores se advierte también el dedo índice indicado por un delgado rasgo. Las figuras de Wajang usadas en los juegos de sombras en Java, ostentan ma nos que no guardan relación alguna con la realidad anatómica; aquí, los dedos son interpretados como fajas desprovistas de hueso, capaces aún de hacer el ademán de señalar pero no de cualquier otro trabajo. 178 .Análogas representaciones de la mano se encuentran también, por' lo demás, en algunas obras artísticas egipcias y griegas. En sus representacionesde la mano, los griegos y romanos acostumbraban a ajus tarse fielmente a la realidad; en sus obras de arte no se descubre nunca una misión deliberada de las propo~ciones anatómi cas de la mano, a excepción de algunos ensayos de estilización hechos en pinturas de vasos y bajorelieves. Si en las estatuas El rey Sethosis 1 y la diosa Hatbor. Reliel " egipcio ClI piedra calcárea pintada. Alrededor del año 1300 antes de ¡. C. Museo del Louvre, París. Jugadores de pelotll egipcios. CUlldro mural en un sepulcro junto a Beni·HlISan. Alrededor de 1900 antes de ]. C. antiguas se enceuntran, no obstante, fre cuentes faltas de proporciones, esto es de bido casi siempre a tratarse de remiendos que han sido agregados en tiempos mucho más recientes a las estatuas mutiladas por mano de bál'baros. La cultura océidental de la Edad Media y de los principios de la Edad Modérna, no se limitó ya a representar las manos con una anatomía correcta y aproximán dose a un ideal de belleza, como había si do corriente en la Antigüedad. Si bien los artistas sólo a partir del Renacimiento em pezaron a. perseguir cada vez más el pa recido en los retratos y la copia de los mo vimientos comunes de la mano, mucho antes se conocían ya posiciones de la mano como características de determinados ges tos simbólicos o como peculiares de algu nos maestros y sus escuelas. Tales gestos simbólicos eran, por ejemplo, la posición con que las manos de la Virgen sostenían al Niño Jesús, el plegado de las manos du rante la oración, etc. Un ejemplo muy típico de una representación de la manó, que caracteriza a un maestro, son los po cos cuadros que aún se conservan del pin- tor milanés Berlinghiero, que vivió alre dedor del año 1225 en Lucca. Dedos tan estrechos e inmaterializados como los de los cuadros de Berlinghiero, se encuentran tanibién en otras numerosas obras de arte de los albor~s del cristianismo y de la Edad Media, pero en ninguna están pintados con tanta despreocupación y consecuencia como en los cuadros de Berlinghiero. La época del Renacimiento, en la cual en todos los terrenos del espíritu y del arte fué librado el pensamiento y la- acti vidad creadora del yugo de unos cuan tos preceptos reconocidos como los úni cos aceptables, y en la que se llegó a' un verdadero "redescubrimiento" del indivi duo, representa también un importante momento ~volutivo en la representación de las manos en las artes plásticas. Desde este momento se ponía de relieve la con cepción individuar del artista. En un solo ges~o sencillo' se reconocen a menudo las considerables diferencias entre el mundo espiritual de los diversos artistas. El mo vimiento ascendente e imperioso de la ma.,. no de San Juan Bautista, que anuncia el próximo y fausto acontecimiento, es pre- 179 La Virgen Maria con el Niño Jesús. Cuadro del pintor milanés Berlinghiero (vivió alrededor de 1225 en Luc ca). Colección Strauss, Nueva York. A la derecha: San Juan Bautista. Talla en madera del maestro van Maner. Alrededor de 1520. San Juan Bautista. Cuadro de Leonardo da Vinci (1452-1519). Museo del L01wre, París. 180 San Jerónimo. Fragmento del cuadro: "La Coronación de María", de Sandro Botticelli (1446-H 10). sentado de modo completamente distinto por el italiano Leonardo da Vinci (1452- . 151 9) Y por el maestro austríaco von Mauer (alrededor de 1520); el prime!,o lo representa mediante un suave ademán de la mano blanda y mórbida de un ado lescente, el segundo irguiendo en éxtasis una mano de hombre fuertemente mode lada con venas prominentes. Claro está que el efecto de estas obras artísticas no solamente estriba en las pos.iciones de las manos contenidas· en eilas; en todos los ejemplos que citamos aquí las manos son, sin embargo, las que mejor expresan el contenide espiritual de la escena. Como un ejemplo de la poderosa fuer~ za expresiva que puede emanar de las manos en relación con un objeto de im-' portancia en la' composición,. menciona remos aquí tres hocetos de manos dibu jados por Alberto Durero (1471-1528) en el año 1506, destinados para el cuadro Com¡,diante. Grabado japonés en madera. tas manos se asemc;an a las extremidades anteriores de un sapo. Estudios de manos d;l año 1506 para el cuadro: "Jesús entre los escribas" de Alberto Durero (1471-1528). Bosquejo de arriba.: Albertina, Viena;' bosquejo de abajo: Colección Ha~mann, BreslllU. "Jesús entre los escribas" (véase fig. de arriba) . Las manos representadas con gran realismo' parecen estar inseparablemente ligadas al libro; a esta unión se debe el fuerte efecto artístico de estos estudios, a pesar. de ser' fragmentarios. No solamente en las reproducciones fie les de las manos se manifiesta· un alto realismo, sin; algunas veces también en la participación de elementos de otra índole que crean en la obra artística determina ,das relaciones psíquicas. Así, por ejemplo, el tallista austríaco Andreas Morgenstern, en ~l relieve de altar de Zwettl, que ejecu tó alrededor del año 1519 y que represen ta la muerte de María, ha' reproducido un ángel, cuyos dedos hacen el efecto de ga rras de ave. También las manos de uq 'comediante, en una grabado japonés en madera (véas.e fig.. al lado), hacen la im presión cla~a (probablemente intentada por el artista) de las extremidades ante riores de un sapo. 181 El Renacimiento y el humanismo apor taron por fin la liberación psíquica del individuo y con ello el arte del retrato pasó a ser una rama bien definida del arte pictórico. Los siglos siguientes desarrolla ron cada vez más ampliamente este géne ro artístico. Es comprensible que las ma nos, que después del rostro son los órganos más expresivos del cuerpo humano, fue ran representadas por los retratistas con especial cuidado y maestría. Todos los ti pos de manos imaginados por los teóricos y numerosas formas mixtas derivadas de aq~dlos, se encuentran, en célebres retra tos de los últimos siglos. Algunas tenden <:ias artísticas de los tiempos más recien tes (cubismo, sobrerrealismo, arte abstrac to) han llegado incluso a servirse con fre: cuencia de las modalidades de representa ción de los pueblos antiguos y primitivos. Si de todos los artistas de la época mo derna mencionamos aquí ,solamente uno, el escultor francés Augusto Rodin (1840 1917), es porque Rodin, en sus represen taciones de manos, ha pasado muchas ve ces más allá de los simples fines del re tra~o y ha crcra~o algunas obras en las que las manos constituyen el motivo princi~ pal: el sentido profundo de tal interpre tación ha sido caracterizada en 1903 por R.-,M. Rilke en la siguiente impresión poética: "En la obra de Rodin se encuen tran manos pequeñas e' independientes que, sin pertenecer a un cuerpo determi nado, están dotadas de vida. Manos que se yerguen, irritadas y malignas, manos cuyos cinco dedos estirados parecen ladrar como las cinco gargantas de un perro in fernal, manos que andan, que duermen y que despiertan; manos criminales, taradas por la herencia y otras' fatigadas que ya no En los estados dolorosos cromcos Tabes, neuralgias intercostales, etc. Estudio de mano de Augusto Rodin (1840-1917). Mu seo Rodin, de París. están animadas de deseo alguno y que se han tendido en un rincón cualquiera como animales enfermos que saben que nadie puede ya socorrerles; p.ero las manos son ya un organismo complicado, un delta en el cual afluye mucha vida de fuera para verterse en la gran corriente de la acción. Existen historias de las manos. En realidad poseen una propia cultura, una belleza especial; '·se las otorga ·el derecho de tener un propio desarrollo, así como prQpios de seos, sentimientos, caprichos y aficiones", La transformación en motivos indepen dientes desligados de toda relación con el resto del cuerpo, significa seguramente el haber llegado a las fronteras más extremas del desarrollo evolutivo en la representa ción de las manos en las artes plásticas. la e i b,a 19 i na puede emplearse como sucedánep de la morfina. 182 INotas para el práctico El propionato de testosterony la lactación La Cibalgina en la práctica ginecológica. El autor ha comprobado experimental y clí nicamente los ensayos de Kurzrok y Q'Connell. A conejas y ratas hembras, 24 horas después de haber parido, se administró grandes dosis de pro pionato de testosteron (Perandren). Las cone jas recibieron 50-70 mg., las ratas 20-3~ mg., pasados 6-10 días después de la inyección cesó la lactación, pero los. animales murieron. A dos ratas se inyectó 1 rng. de Perandren diario du rante 10 días, pero no fué influída la lactación y las crías se desarrollaron normalmente. En atención a la inocuidad del propionato de testosteron, fueron tratadas 10 mujeres en las que era necesario lluspender la lactación con al tas dosis de este preparado. Estas' mujeres reci bieron 25 mg. dos veces al día durante 2 días seguidos. Ya a las 6 horas después de la primera inyección pudo· comprobarse un efecto subje tivo y objetivo. Pasadas 12 horas, y en otros casos después de 24 a 32 horas, habían desapa recido todos los síntomas y objetivamente se apreciaban las mamas de consistencia blanda y no sensibles a la presión. En lugar de la leche segregada anteriormente, sólo salía del pezón un líquido escaso, amarillento y espeso. La acción del propionato de testosteron es más intensa que la de la foliculina. Es de admitir que ambos cuerpos inhiben la secreción láctea por interme dio de la hipófisis. No se observan nunca fenó menos secundarios. No obstante, se hace constar que este tratamiento se encuentra en sus comien zos y por lo tanto no está demás cierta reserva. Ante todo no se sabe aún las consecuencias que puede tener sobre una lactación ulterior. Dr. Pietro Cattaneo. rAtti della Societa Italiana di Ostetricia e Ginecologia, Vol. 35, Suppl. N~ 6, 1939). En 120 casos el autor empleó la Cibalgina en la práctica ginecológica bajo la forma de supo sitorios y en inyecciones intramusculares e in travenosas. Los súpositorios se comportaron es pecialmente eficaces en las inflamaciones de los genitales femeninos, así como también después de intervenciones operatorias. La vía intravenosa es preferible a la intramuscular, sobre todo cuan do se desea una analgesia inmediata. En 41 ca sos se usó la Cibalgina a dosis de 2,3 cm." en inyección intravenosa lenta (en el espacio de un minuto) y casi siempre cesaban los dolores en el transcurso de la inyección. Después de la apli cación de la Cibalgina las enfermas experimen taban por lo general una fuerte somnolencia. No solamente los dolores post-operatorios, sino también los dolores recidivantes causados por metástasis carcinomatosas, cólicos agudos de co lelitiasis y neuritis del embarazo, fueron tratados eficazmente. En varios casos se consiguió tam bién influir favorablemente sobre las cefaleas consecutivas a la anestesia lumbar mediante las .inyecciones intramusculares de Cibalgina. La in- 183 El Priscol, un nuevo reJnedio para el trataJniento de los trastornos· circulatorios periféricos El Dial cOJnO hipnótico en las psicosis 184 yecclOn intravenosa de este preparado, por su seguridad y rapidez de efectos, puede sU!;tituir a la morfina en la mayoría de los casos. Dr. Allred Sti,¡gl. (Wiener medo Wschr., N° 31, 1939). El Priscol se ensayó en el transcurso d" más de dos años, tratando con él 27 casos clínicos. En 15 casos se trataba de ateroesclerosis. En 10 casos existía tromboangiítis obliterante, en un caso endarteritis luética y en otro embolia por lesión cardíaca. En 12 casos se había presentado como complicación gangrena de las extremidades. Prescindiendo de 2 pacientes, pudo obtenerse una considerable mejoría que en algunos de ellos ve nía a representar una curación. Además se reali zaba casi siempre la arteriografía, el tratamiento de la presión sanguínea, la simpatectomía de Le riche y la inyección intraarterial de eupaverina. El Priscol fué inyectado por vía subcutánea a dosis de 2-4 ampollas de 10 mg. o en forma de comprimidos de 0,25 g. (1-3, tres veces al día). En los casos graves se empleaban las inyecciones. Con las inyecciones intrave¡losas el efecto no era más favorable que con las subcutáneas. Prác ticamente puede decirse que no se presentaba nunca una acción hipertensora; pero tampoco se observaba una-acción tan marcada ni fenómenos de colapso cuando la presión sanguínea era nor mal y aun empleando dosis elevadas. La excelente acción del Priscol sobre los do- . lores es de atribuir a la desaparición de los es pasmos vasculares. Gracias a la prolongada vaso dilatación (a veces durante horas enteras), el Priscol suprime a menudo el dolor en corto tiem po y permite a los pacientes conciliar un sueño de algunas horas. También en los trastornos drcu latorios puramente funcionales, el Priscol parece producir efectos muy satisfactorios. Dos historias clínicas demuestran la eficacia del Priscol en la tromboangiítis obliterante y en la ateroesclcrosis. Dr. Roland Bürklen. (Medizinische Klinik, N° 9, 1940). El autor administró el Dial como hipnótico en un centenar de casos de psicosis de diversas clases; este remedio fué inyectado por vía intra muscular y los resultados conseguidos fueron ex celentes. Como dosis aislada se inyectó 2 cm.· de solución de Dial; la dosis total se ajustaba al grado de insomnio y de excitación del pacien te. Por 10 general, la inyección de 2 cm." al acostarse, bastaba en los casos leves para obte ner un sueño que duraba toda la noche. De vez en cuando era neces¡uia repetir la inyección de Dial durante la noche y, tratándose de casos extremadamente violentos de excitación, se po nía una inyección cada 2-4 horas, pero nunca se inyectaban más de 10 cm." en las 24 horas. Ninguno de los pacientes acusó síntomas de in tolerancia ni otros fenómenos secundarios des agradables. G. D. Woodward, Cincinnati. (The Journal 01 Nervous and Mental Disease, Vol. 88, N° 3, 1938). I N~tas acerca del tema La fonnación específica de la IDano de un aH iIDal arborícola Corresponde al modo especial de trepar de su portador. El acto de trepar por prehensión que constituye el más primitivo de los medios de locomoción de todos los mamíferos, consis te, según H. Biiker, en un movimiento lento de avance a lo largo de las ramas, en el cual siemprc se suelta un autopodio, mientras que los tres restantes mantienen el equilibrio. La mano, cuya misión aquí consiste en asir fuer temente las ramas, está convenientemente trans formada en un órgano prehensor, constituído por el primero, tercero y cuarto dedos, mientras que el segundo y el quinto quedan movibles pa ra la palpación. Los lemurianos son prehenso trepadores típicos, pero también en ellos, tan pronto se mueven más rápidamente, el acto de trepar por prehensi6n pasa a ser más bien eje cutado por las garras, es decir, que la simple acci6n prehensora de la mano es coadyuvada en la marcha por afianzamiento de las zarpas. Los dedos de los lemurianos van provistos de una uña robusta y puntiaguda (llamada a menudo "garra"), a la cual la yema del dedo sirve de almohadilla elástica. En los artopitecos incluso se ha llegado a la involuci6n del pulgar y de su oposici6n y con ello a la modalidad prehen sora. Otro modo completamente distinto de tras laci6n lo constituye el acto de trepar, balanceán dose, propio de los grandes monos, los cuales, estando colgados en las ramas con un brazo, imprimen a su cuerpo un movimiento oscilatorio con ayuda del cual buscan nuevos puntos de apoyo para el brazo libre. En estos animales (entre, ellos se cuentan los monos chillones de América del Sur, colobos, etc.), la mano tiene una funci6n de gancho, de tal modo que aquí el pulgar es por lo general rudimentario o ha desaparecido del todo. Todos los monos que tre pan balanceándose, poseen, según Boker, un me canismo flexor pasivo de los dedos que les per mite asir fuertemente las ramas sin emplear mucha fuerza; cuanto más extendida se halla la mano durante el balanceo, tanto más fuertemen te pUf'den asir los dedos; s6lo en el momento de flexionar la articulaci6n de la mano, dejan los
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