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Tese Doutoral: Comunicação Gráfica e Design Humanista

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Oscar Nuñez

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La presente tesis es publicada a texto completo en virtud de que el autor 
ha dado su autorización por escrito para la incorporación del documento a la 
Biblioteca Digital y al Repositorio Institucional de la Universidad de Guadalajara, 
esto sin sufrir menoscabo sobre sus derechos como autor de la obra y los usos 
que posteriormente quiera darle a la misma. 
T E S I S D O C T O R A L :
La construcción de la comunicación
gráfica desde un ejercicio
humanista del diseño
Que presenta
Leonardo Mora Lomelí
para obtener el grado de
Doctor en Humanidades
Dirigida por:
Dr. Humberto Ortega Villaseñor
Codirector: Mgr. Martin Štúr, PhD.
E N E R O 2 0 1 9
U N I V E R S I D A D D E G U A D A L A J A R A
CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
D O C T O R A D O E N H U M A N I D A D E S
 1 
 
T E S I S D O C T O R A L :
La construcción de la comunicación
gráfica desde un ejercicio
humanista del diseño
Que presenta
Leonardo Mora Lomelí
para obtener el grado de
Doctor en Humanidades
Dirigida por:
Dr. Humberto Ortega Villaseñor
Codirector: Mgr. Martin Štúr, PhD.
E N E R O 2 0 1 9
U N I V E R S I D A D D E G U A D A L A J A R A
CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES
D O C T O R A D O E N H U M A N I D A D E S
 2 
 
 6 
 
 
A mi padre, Leonardo, 
a mi madre, Graciela, 
a mi querida Mónica, 
quienes me cobijaron en los 
momentos más complejos. 
 
 
Al Doctor Humberto Ortega, 
de gran calidad humana, 
en gratitud por su entrañable guía. 
 
 
Al Doctor Martin Štúr, 
por su generosidad y visión. 
 
 
A Jorge Campos, 
por su siempre fraterno apoyo. 
 
 7 
Índice 
 
INTRODUCCIÓN 
La búsqueda y el encuentro ...................................................................................................... 9 
La pregunta clave de esta investigación ........................................................................... 13 
Modelo de análisis ...................................................................................................................... 13 
Estructura capitular ................................................................................................................... 16 
 
CAPÍTULO I 
 
¿Qué implica hablar de las humanidades en el diseño? .......................................... 21 
1.1! El valor humanístico del diseño gráfico ................................................................ 25 
1.1.1! De la técnica a la coexistencia ...................................................................... 25 
1.1.2! El carácter discursivo del diseño y su exigencia intelectual ............ 28 
1.2! Tres niveles de actuación en la práctica del diseño .......................................... 32 
1.2.1! Primer nivel de interacción: la acción diseñística concreta ............. 33 
1.2.2! Segundo nivel de interacción: la gestión o intencionalidad del 
diseño .................................................................................................................... 40 
1.2.3! Tercer nivel de interacción: el discernimiento o reflexión sobre los 
fines que se persiguen .................................................................................... 50 
1.3! Relectura de algunos rasgos primordiales del humanismo en función del 
diseño.................................................................................................................................. 61 
 
CAPÍTULO II 
 
Principales retos en el ejercicio interdisciplinario humanidades-diseño .... 64 
2.1! El desinterés de ambas partes ............................................................................ 66 
2.2!La pluralidad del pensamiento humanista y su reflejo en el mundo del 
diseño ........................................................................................................................... 75 
2.3!Paradigmas de lo diseñado: vectores del mundo contemporáneo en 
donde abrevan el diseño y las humanidades ................................................ 98 
 8 
 
CAPÍTULO III 
 
El ejercicio humanista del diseño ................................................................................... 114 
3.1! Reflexión y discernimiento en al interior del diseño .................................. 115 
3.2!Sensibilización hacia la reflexión humanística al interior del diseño .. 119 
3.3!Discernimiento e incidencia proyectual: la argumentación en el diseño 
como puerta de entrada a las humanidades ..................................................... 137 
3.4!De las humanidades hacia el diseño: divulgación del conocimiento 
humanístico orientado al diseño .......................................................................... 153 
 
CAPÍTULO IV 
 
Cuatro relaciones interdisciplinares entre diseño y humanidades ................ 161 
4.1!Filosofía política, comunicación y diseño: Las raíces de nuestros 
acuerdos a partir de la reflexión de la organización política absolutista 
en la obra «El Leviatán» de Thomas Hobbes ................................................... 167 
4.2!Las humanidades, la phrónesis y diseño: Vehículos para entender la 
comunicación gráfica como constructora de acuerdos. .............................. 191 
4.3!Humanismo, comprensión y diseño: La actitud hermenéutica ante los 
problemas de comunicación gráfica ................................................................... 202 
4.4!Caso de estudio: Indiferencia, sobrevaloración y realidad del diseño 
gráfico en el cine ficcional. Análisis de la película «NO» de Pablo 
Larraín (2012) ............................................................................................................... 208 
 
CONCLUSIONES 
El ejercicio razonado de la virtud aristotélica ................................................ 232 
 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS............................................................................... 246 
 
 9 
Introducción 
 
 
 
 
La búsqueda y el encuentro 
 
Hace un par de décadas, el diseño gráfico buscaba encontrar su validación ante 
los ojos de la sociedad a través de la indagación de conocimientos, métodos y 
criterios provenientes de las ciencias exactas. Se creía, inicialmente que, en la 
medida en que éste se apegara a protocolos de una investigación científica 
cuantitativa, alcanzaría un mayor prestigio social. 
 
De la misma manera, los avances tecnológicos que sobrevinieron desde entonces 
dotaron al diseñador gráfico de un acervo herramental propicio para desarrollar 
cada vez más y mejores piezas de comunicación bajo un cierto cuidado estético, 
ponderando siempre su prestancia e inmediatez. La solvencia tecnológica vino a 
dar un vuelco al oficio de diseñar. 
 
Al paso del tiempo, los propios diseñadores cayeron en cuenta que los problemas 
que debían resolver no comportaban solamente una faceta tecnológica ni 
enteramente previsible por la ciencia. Por el contrario, cada vez los 
requerimientos eran más complejos e intrincados, pues vinculaban problemas 
nuevos que enfrentaba el ser humano en un entorno cada vez más acelerado. 
 
Vinieron entonces estudios que apuntaron al origen de la disciplina, en su 
vertiente dialógica tratando de encontrar lo que resultaría pertinente para cada 
caso en particular. Se entendió, gracias a nuevos conocimientos fincados en la 
retórica, la teoría de la argumentación, las ciencias cognitivas, la psicología, la 
 10 
sociología y disciplinas afines, que los problemas que resuelve el diseño son 
indeterminados, esto es, que cada una de las ocasiones en que se presentan será 
diferente a la anterior, siendo tarea del diseñadordetectar lo que resulte 
pertinente y atinado para cada una de las nuevas situaciones. Así, las viejas 
fórmulas dejaron de funcionar y sería necesario buscar formas y métodos 
distintos para resolver los problemas que manifestaba la sociedad y el mundo 
contemporáneo en la actualidad, siendo el estudio retórico un fértil campo para 
ello. 
 
Nuevos problemas, nuevas miradas 
A ojos del conocimiento que aportó el estudio de la retórica griega en los nuevos 
círculos de diseño, emergieron conceptos como el del valor de la oportunidad o 
kairós; el de actuar con la prudencia necesaria o phrónesis; encontrar las ideas o 
conceptos que subyacen en el fenómeno a resolver o intellectio; discernir lo 
pertinente o inventio; darle un orden a las ideas o dispositio; dotarle de soportes 
materiales adecuados y ponerlos en juego ante el otro o actio. 
 
Esto es, ante tantas similitudes y coincidencias, resultó evidente que el diseño 
no era en realidad sino una actividad retórica y por ende, que su estudio podría 
acercar al diseñador al encuentro de formas diferentes para resolver problemas 
concretos. Y en consecuencia, que existía una veta interminable de 
conocimientos con más de dos mil años de tradición a la cual se podía acudir 
para resolver retos de hoy en día: las humanidades, casa donde habitaba la 
retórica. 
 
Fue en este punto cuando, a nivel personal, como diseñador de profesión, tuve mi 
primer encuentro con las disciplinas humanísticas. Corría el año 2001 cuando 
elegí cursar una maestría en diseño gráfico que en realidad debió ser nombrada 
como «retórica aplicada al diseño» por la vastedad de estos conocimientos dentro 
del plan de estudios. Ahí, tras un par de años de investigación y contacto con la 
 11 
literatura, la semiótica y sobre todo, la retórica, descubrí que para lograr un 
verdadero desarrollo del Diseño como disciplina y de mi formación como 
diseñador, más allá de las limitaciones propias de la tecnología y el mercado, 
era necesario establecer puentes dialógicos con las humanidades y el tesoro que 
en éstas podría estar resguardado. 
 
La búsqueda 
A partir de ese momento la observación de los problemas cotidianos que 
presentaba el diseño, tanto desde la perspectiva profesional al interior del propio 
despacho de diseño, como los derivados de mi actividad docente en la formación 
de nuevos diseñadores desde el año 2000, me llevó a tener la mirada puesta en las 
humanidades como una de las alternativas más asequibles y sensatas a las cuales 
el diseño podía recurrir para encontrar los referentes esenciales y la pertinencia 
de su rol social. 
 
Al mismo tiempo, los distintos fenómenos de la actualidad (hiperconsumo, 
individualismo, aceleración del tiempo, entre otros), adquirían cada vez más 
relevancia en el estudio de las situaciones en las cuales el diseño debía incidir. 
Sin embargo, las teorías emanadas del propio campo del diseño no lograban dar 
cuenta del fenómeno, limitándose únicamente a hacer un recuento explicativo 
sus manifestaciones más no de sus causas e implicaciones. 
 
Nuevamente las humanidades, ahora en voz de la filosofía, me abrieron la puerta 
para el entendimiento del mundo. Autores como Gilles Lipovetsky, Zigmunt 
Bauman, Walter Benjamin, Byung-Chul Han, Tzvetan Todorov, Roland Barthes, 
entre otros, alzaban la voz dando respuesta a las preguntas silenciosas que el 
diseño no atinaba a responder. Con ello, la pauta era clara: era menester entender 
los fenómenos del mundo a través de la perspectiva amplia de las disciplinas 
humanísticas y, con su estudio, para poder generar nuevas formas de entender e 
incidir en ellos. 
 12 
 
En este momento paradigmático surge para mi la oportunidad de cursar el 
Doctorado en Humanidades, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y 
Humanidades de la Universidad de Guadalajara. Posgrado en el que se inscribe 
la presente investigación y que ha dado origen al documento que aquí se expone. 
 
Ahora bien, la pregunta original de la investigación con la que se inició el 
estudio, versaba sobre la forma en que se podía «construir el acuerdo» entre los 
individuos, noción emanada del concepto «acuerdo previo» de Chaim Perelman 
y su renovada teoría de la argumentación. Por decirlo de una manera concreta, 
la incipiente tesis buscaba una serie de herramientas que pudieran enriquecer el 
quehacer cotidiano del diseño, para que, haciendo uso de ellas, el diseñador 
pudiera lograr una mayor eficacia. Con el tiempo, los estudios y los propios 
hallazgos de la investigación, la tesis daría un vuelco total. 
 
El encuentro. 
El entender la naturaleza del ser humano, así como el reconocer el espíritu que 
subyace en las humanidades, puso en evidencia que éstas no deberían limitarse 
a ser un mero medio de enriquecimiento herramental, sino suscitar un renovado 
espíritu de diálogo con el hombre mismo y con la diversidad de su pensamiento. 
Lo que nos llevó a entender plenamente que en las diferencias se encuentra la 
propia solución a los problemas que la modernidad encarna. Esto, aunado al 
diálogo interdisciplinar, permitió cambiar la pregunta de investigación, ya no 
sobre la confección de la pieza de diseño, sino sobre algo mucho más general. 
 
La pregunta viró entonces hacia aspectos más generales que involucran el 
diálogo humanidades-diseño, así como su incidencia en los procesos de 
formación del diseñador en las aulas universitarias. 
 
 13 
La pregunta clave de esta investigación 
 
La pregunta que rige esta investigación gira en torno a una preocupación que 
han manifestado pensadores provenientes de distintas disciplinas humanísticas: 
la sensación de que se vive un proceso constante de deshumanización. La pérdida 
de la mirada crítica de quienes producen el diseño es sólo el reflejo de un 
paradigma mucho mayor que atañe al hombre contemporáneo. 
 
Se convirtió, entonces, en tarea de esta tesis establecer algunos de los rasgos que, 
a decir de filósofos y pensadores, son característicos de este fenómeno, para 
advertirlos y trasvasarlos a la reflexión diseñística. Tal preocupación, pudiera 
formularse de manera inicial así: 
 
«¿Cómo y en qué aspectos deben cambiar el diseño y la formación del 
diseñador desde la mirada de las humanidades para no perder de vista al 
hombre mismo?» 
 
Tal reflexión puede ser el punto de partida hacia preguntas y debates orientados 
a buscar un cambio que renueve el valor y pertinencia de la profesión ante la 
sociedad, enfrentar con mirada crítica las exigencias del paradigma del mundo 
actual, y dotar al alumno de las carreras de diseño de elementos que le permitan 
discernir y formarse juicios de valor sobre su ejercicio profesional en un amplio 
horizonte que contemple no sólo los fines específicos del diseño, sino, en su justa 
medida, un sentido más profundo sobre el quehacer humano. 
 
Modelo de análisis 
 
La actual tesis transita por dos etapas de reflexión. La primera, alimentada por 
el reconocimiento de lo humanístico que habita en el oficio del diseñador, con la 
mirada propia y acuciosa desde el campo de las humanidades forjada a lo largo 
 14 
de los seminarios cursados y del proyecto de investigación desarrollado en el 
marco del Doctorado en Humanidades del Centro Universitario de Ciencias 
Sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, durante el 
periodo 2014-2018. Un reconocimiento que cuestiona y vigoriza más de veinte 
años de experiencia como profesional del diseño y la comunicación gráfica –ante 
corporativos trasnacionales, instituciones educativas y de gobierno, así como 
pequeñas y medianas empresas del sector privado–. 
 
La segunda etapa de reflexión está constituida precisamente por el retorno de 
esa línea del pensamiento al mundo del diseño, ya con el bagaje de una formación 
humanística, no sólo en las aulas y lecturas del posgrado, sino por el diálogo e 
intercambio de ideassobre temas claves ante auditorios puntuales, en congresos 
y actividades a nivel local, nacional e internacional (México, Colombia, 
Eslovaquia y Polonia), con públicos especializados tanto en humanidades 
(filosofía, letras, historia, hermenéutica, literatura comparada, semiótica, 
lingüística, entre otras) como en diseño (editorial, tipográfico, interactivo). 
 
Un abanico de interlocutores que van desde el estudiante novel hasta el profesor 
emérito, del diseñador recién egresado a profesionales que marcan la pauta de la 
comunicación gráfica a nivel local, estatal, nacional e internacional. Este retorno 
se matiza con la propia experiencia docente impartiendo asignaturas y talleres 
de diseño desde hace más de dieciocho años en la Licenciatura en Diseño para la 
Comunicación Gráfica del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño 
(CUAAD) de la Universidad de Guadalajara, y el ejercicio que implica ordenar el 
pensamiento para generar en el alumno las reflexiones propias de su formación. 
 
Varias de las aportaciones de la tesis responden a la apertura y novedad que, tras 
una inmersión de cuatro años en el ámbito de las humanidades, hacen evidente 
–ante los ojos del autor– la necesidad de un cambio en la formación del diseñador. 
 15 
Se reconoce la necesidad de fomentar en el alumno el pensamiento crítico y 
discernimiento propio de las humanidades. 
 
Ante la plena conciencia de tres factores, a saber: 1) la imposibilidad de poder 
generar un cambio estructural en el sistema educativo actual –en el cual son 
formadas las nuevas generaciones de diseñadores– ; 2) el desdén oficial que se 
tiene hacia las asignaturas humanísticas en los planes de estudio a nivel global, 
nacional y local; y 3) la carencia de habilidades en el alumno para razonar y 
argumentar (Leal, 2014), la presente investigación busca establecer puentes 
concretos, trazos factibles y deseos alcanzables de contacto entre los dos campos 
de conocimiento. 
 
No es menester de la presente investigación buscar el utópico restablecimiento 
de una paideia griega (Jaeger, 1957), ni forzar el regreso del trívium en el sistema 
educativo mexicano o la formación del diseñador. Por lo contrario, esta tesis 
pretende lograr una urdimbre concreta que entrelace diseño y humanidades. De 
esta manera, el andamiaje teórico que proponemos para abordar el estudio de un 
objeto con componentes tan peculiares como heterogéneos y cambiantes exige 
estar construido a manera de telar. Analogía que nos parece pertinente para 
explicar la importancia de colegir dinámicamente elementos teóricos del campo 
humanístico y del diseño, aparentemente irreconciliables. 
 
Esto es, una suerte de telar dinámico que logra identificar y articular en un 
momento dado aportaciones teóricas de las humanidades y del campo del diseño 
hasta alcanzar una urdimbre armónica idónea para cada situación en particular. 
 
Por esa razón, el hilo conductor de la presente investigación recorrerá 
necesariamente -en incansable vaivén- los dos campos del conocimiento en 
busca de un entramado reflexivo que sirva de marco para entender la realidad 
del diseño, la formación del diseñador y la práctica profesional. 
 16 
 
El horizonte de la presente investigación estaría incompleto si el modelo de 
análisis no partiese de la relación que mantiene el diseño con el pensamiento 
imperante en la época actual, de ahí que será necesario establecer los paradigmas 
de los cuales abreva y se construye el diseño, algunas de las reflexiones que las 
humanidades hacen al respecto de ellos y, finalmente, decantar ambas 
perspectivas en un diagnóstico del estado actual de la situación para construir 
propuestas y cobijar alternativas dialógicas flexibles. De todo ello, darán cuenta 
las siguientes páginas. 
 
Estructura capitular 
 
A fin de dar un orden y seguimiento a los contenidos generados en la presente 
investigación, la tesis se dividió en cuatro capítulos, cada uno de los cuales 
muestra esa oscilación entre las humanidades y el diseño, siempre vinculada al 
propósito de trabajar de manera complementaria las disciplinas que integran los 
dos ámbitos de conocimiento. 
 
Así que en el Capítulo I abordamos la pregunta ¿qué implica hablar de las 
humanidades en el diseño? En esta parte de la investigación se examina lo 
atípico que resulta hablar del diseño en las humanidades y viceversa; de 
establecer puentes interdisciplinarios, no sólo en lo metodológico sino en la 
concurrencia de contenidos y la gestión de los dos campos disciplinares. 
 
En este punto, se hace un análisis sobre el valor humanístico que tiene el diseño 
gráfico, haciendo notar aquellos factores y características que le son propios y a 
la vez le inscriben como una actividad humana susceptible de ser estudiada y 
fortalecida por los estudios formales de las humanidades. También ponemos en 
perspectiva los estudios que al respecto se han realizado en el país, sobre todo 
 17 
los tendientes a considerar al diseño como una actividad retórica y, por ende, 
susceptible de se estudiada en las humanidades. 
 
Posteriormente, en el Capítulo II, abordamos los principales retos que impone el 
estudio de las humanidades y del diseño desde la perspectiva interdisciplinaria. 
Ahí, se analizan las causas del desinterés recíproco que históricamente han 
mostrado ambas partes. Se identifica y examina también un punto que se 
considera fundamental para entender el problema: la pluralidad de definiciones 
que operan en el pensamiento humanista sobre qué son las propias humanidades. 
A cada definición de humanismo corresponde una interpretación de éste al 
interior del diseño, lo cual genera a su vez un problema metodológico y de 
sentido mismo que abordamos, incluyendo las resistencias institucionales e 
individuales que esto genera. 
 
Es necesario que tanto humanistas como diseñadores tengamos en claro cuales 
son los vectores del mundo contemporáneo de donde abrevan ambos campos de 
estudio para así entender los paradigmas que se han de atender. Aquí, de manera 
panorámica, se estudian los problemas acuñados por filósofos contemporáneos 
como «modernidad líquida», «hiperconsumo y estetización de la vida cotidiana», 
«dispersión del tiempo», «individualismo» entre otros. 
 
El tercer capítulo de la tesis contiene la principal hipótesis o propuesta de trabajo 
que esta plantea. Ahí sostenemos que el ejercicio humanista del diseño implica 
un ejercicio reflexivo y de discernimiento al interior de la actividad proyectual 
del diseñador, y que para poder llegar a ello es necesario transitar por tres etapas 
o fases eslabonadas que permitan asegurar la interdisciplina. El seguimiento de 
las tres etapas propuestas podría acercarnos a un tejido interdisciplinario 
enriquecedor y útil para el entendimiento de los problemas que nos son comunes. 
 
 
 18 
Lo anterior implicaría acercar al diseñador a un ejercicio argumentativo que dé 
cuenta de las decisiones que toma en su actividad proyectual en función de los 
demás, y en esencia, del hombre mismo, entrando en juego el autoanálisis, el 
discernimiento y su posterior incidencia en las consideraciones que toma en 
cuenta para su ejercicio cotidiano. 
 
La última de las aristas sería a su vez un llamado a la contraparte por parte de 
las humanidades. Si bien la sensibilización y el ejercicio argumentativo recaen 
en manos del diseño, la tercera fase implica un trabajo dedicado por parte de las 
humanidades, a saber, la divulgación de su conocimiento en materiales que sean 
asequibles y accesibles a los nuevos lectores que se acerquen a estos frutos de la 
sensibilización y exigencia del ejercicio argumentativo. 
 
Con esas herramientas planteamos un panorama interdisciplinario más o menos 
exhaustivo, que nos permite abordar los contenidos que integran el capítulo IV, 
donde se examinan cuatro casos concretos de relaciones interdisciplinares–de 
las miles que pueden generarse– partiendo, en este caso, de la filosofía política, 
la hermenéutica, el estudio de temas grecolatinos y el análisis de textos 
ficcionales. Dichos estudios apuntan a columbrar aportaciones concretas que 
pretenden visibilizar criterios, procedimientos y caminos para realizar ejercicios 
interdisciplinarios valiosos. De su ejemplo y posterior puesta en diálogo 
seguramente podrán surgir nuevas visiones que enriquezcan el contacto entre 
ambos campos. 
 
De esta manera, la presente investigación busca dar respuesta a la pregunta 
sobre lo que debe cambiar el diseño y la formación del diseñador para no perder 
de vista al hombre mismo. Sus problemas, sus motivaciones, el pensamiento 
imperante en cada época y las definiciones que alrededor de esto se hacen, 
forman parte del cuerpo de teorías analizadas. 
 
 19 
Para el desarrollo de la tesis fueron referidos más de noventa y cinco autores, en 
los cuales, más que buscar un conocimiento erudito de ellos, se procuró 
enriquecer y forjar una mirada periférica que permitiese ver el fenómeno aquí 
relatado desde varias de sus aristas. 
 
El ejercicio aquí presentado es una suerte de enlace múltiple entre aspectos 
sustantivos y propios del diseño, con aquellos que son competencia del ámbito 
de las humanidades. De la búsqueda del equilibrio entre ambos campos surge el 
tono que se le ha tratado de dotar al texto, para que en esa polifonía se encuentren 
ecos conocidos por ambos campos disciplinares y, a la vez, resuenen en ellos 
nuevas melodías que puedan inspirar a su vez nuevos diálogos e intercambios. 
Para culminar esta introducción y dar paso al desarrollo de la investigación, 
deseo hacer patente el más profundo agradecimiento al Dr. Humberto Ortega 
Villaseñor, director de esta investigación, por su comprometida asesoría y guía 
en los momento clave en que emergieron nuevas formas de ver el mundo, el 
diseño y a las humanidades. 
 
De igual manera, al Dr. Martir Štúr, filósofo y académico eslovaco, quien con 
gran bonhomía y calidez ha apoyado el presente estudio como codirector 
internacional, y que, bajo su tutela, pudo ser factible la realización de una 
estancia de investigación en las ciudades de Nitra, Bratislava y Banska Štiavnica 
en la Republica Eslovaca, así como de Bielsko-Biala en Polonia, espacios en 
donde el diálogo interdisciplinar e interpersonal permitió decantar lo que en las 
teorías y bibliografía apenas se asomaban. 
 
Agradezco en particular al Prof. Ladislav Franek, literato y académico eslovaco, 
por sus aportes eruditos en el área de la traducción, la literatura comparada y el 
análisis del pensamiento contemporáneo, así como a los profesores integrantes 
del Doctorado en Humanidades con quienes tuve la oportunidad de ir 
enriqueciendo paulatinamente los contenidos aquí presentados, en el marco de 
 20 
los distintos seminarios del posgrado en cuestión. Mi gratitud es compartida 
también con el Dr. Marco Aurelio Larios y la Dra. Hortencia Carmona, por su 
invaluable apoyo desde la Coordinación del Doctorado en Humanidades para 
poder gestionar y concretar las oportunidades de diálogo nacional e 
internacional que dieron cuerpo a esta investigación. 
 
Esperamos que este abordaje aporte un valor singular al reconocimiento de lo 
humanístico que subyace en el diseño gráfico, así como de lo enriquecedor que 
resultaría para el campo de estudio el que las humanidades dirijan su mirada 
hacia la interdisciplina con el diseño. Del intercambio dialógico esperamos 
surjan nuevas oportunidades para encontrar en ellas al hombre mismo. 
 
 
 21 
Capítulo I 
¿Qué implica hablar de las humanidades 
en el diseño? 
 
 
 
«El rasgo distintivo del humanismo es que no tiene 
como perspectiva primera producir resultados 
objetivables y mesurables; más bien confía en 
contribuir a la formación y a la educación de los 
individuos desarrollando su capacidad de juicio» 
 
– Jean Grondin (2008) 
 
 
Hablar hoy en día de las humanidades entre los profesionales del diseño implica, 
en la mayoría de los casos, ser visto como una rara avis que recrea en los 
diseñadores un escenario pleno de utopías y discursos distantes al quehacer 
profesional cotidiano, el cual suele abrevar habitualmente del mundo de lo 
simbólico, tecnológico, mercadológico e industrial. Un alto número de 
diseñadores declaran que no necesitan nutrirse de lo que yace en las letras, la 
filosofía o la historia. 
 
En contraparte, hablar de diseño en espacios donde se estudian las humanidades 
resulta también atípico, pues la impronta mercantil con que se vincula al 
quehacer de las diversas disciplinas del diseño parecería el enemigo a vencer 
dada de su cercanía histórica con el capitalismo imperante, su veta 
deshumanizante y la aparente falta de reflexión al interior de la misma. En 
 22 
ambos casos, la tarea de trazar puentes interdisciplinarios entre ellas resulta una 
tarea titánica no sólo en lo metodológico, sino también en cuanto a divulgación 
y gestión profesional. 
 
Una constante en los diálogos y reflexiones sobre el ejercicio actual del diseño 
gráfico y la formación del diseñador, tanto en ámbitos profesionales como en 
espacios académicos, es la advertencia de dos vectores de cambio: el primero, la 
evolución del mundo en el cual nació la profesión con su consecuente mutación 
en las exigencias hacia el ejercicio de diseño y comunicación; el segundo vector, 
la insuficiente respuesta en la formación del diseñador ante dicho cambio de 
paradigmas. 
 
Hoy en día, las formas de convivencia han derivado en diversos grados de 
individualismo, nuevas formas y medios de comunicación, una marcada 
estetización del mundo o capitalismo estético (Lipovetsky, 2015) y una creciente 
deshumanización, acrecentada por la sensación constante de aceleración y 
dispersión de la vida cotidiana (Han, 2015). Aunado a ello, en las últimas décadas 
ha sobrevenido una modificación en las interacciones simbólicas e instituciones 
a las que estábamos acostumbrados emplear para orientar nuestra vida en común 
(Bauman, 2007). 
 
Resulta necesario reflexionar cómo estos cambios han modificado la manera en 
que se diseña y se establece la comunicación gráfica, así como las nuevas 
interacciones que han emanado desde el propio ámbito del diseño como parte de 
su aporte específico y tecnológico. Sin embargo, el análisis quedaría trunco si 
solamente se observa el fenómeno desde el interior del propio diseño, por lo cual 
es menester tomar distancia y acudir a otros campos disciplinares que puedan 
dar un punto de vista autónomo y clarificador, como las humanidades, que de 
suyo cuentan con métodos, corpus teóricos y reflexiones sobre la comunicación 
y el quehacer humano susceptibles de ser aplicados al campo del diseño. Es tarea 
 23 
de esta tesis aportar el sentido en el cual puede hacerse este cruce 
interdisciplinar. 
 
Ahora bien, la complejidad del reto no radica en la mera actualización de la base 
tecnológica y de formatos de comunicación, sino en lograr entender la naturaleza 
de los cambios para poder incidir activa y eficazmente en la manera en que el 
diseñador gráfico entiende su profesión, toma decisiones, se informa, discierne 
y realiza juicios de valor sobre lo que resultaría más pertinente en cada situación 
particular en el marco de su profesión. Sin embargo, esta introspección 
habitualmente ha sido llevada a cabo de manera intuitiva por los propios 
diseñadores y docentes de las universidades que tienen en su oferta educativa 
los planes de estudio de diseño y comunicación gráfica, basados mayormente en 
las experiencias propias del ejercicio profesional cotidiano; tales esfuerzos 
pudieran carecer de la solvencia y enriquecimiento que otorga el constante 
diálogo interdisciplinar con otras áreas del pensamiento, susceptibles de ser 
encausadas al ámbito de la comunicación gráfica.Como señalábamos, la naturaleza del reto implica acudir al ejercicio 
interdisciplinar y nutrir al diseño con el vasto acervo que provee una de las áreas 
del conocimiento más pertinentes para esta cuestión, por su experiencia teórica, 
contextual, histórica, filosófica y reflexiva: las Humanidades. Disciplinas como 
la literatura, historia, filosofía, hermenéutica, semiótica, semántica, pragmática 
y pragma-dialéctica, retórica, antropología, lingüística, ética entre muchas otras 
ramas del estudio humanístico, son sólidas fuentes acuñadas por décadas o siglos 
de investigación y debates, de los cuales puede abrevar el diseño. 
 
A manera de antecedente, en México, desde hace un par de décadas, se ha venido 
desarrollando una línea de investigación en diversas universidades y 
 24 
asociaciones de diseño1, la cual vincula al diseño gráfico con las humanidades 
partiendo del ejercicio profesional del diseñador, la construcción de los discursos 
visuales y la formación de nociones argumentativas en las aulas, tomando como 
eje articulador los procesos y modelos emanados de la retórica clásica. Se 
complementan tales estudios con las recientes teorías de la argumentación y se 
cruzan con otras áreas del conocimiento, tales como las ciencias cognitivas, 
dando cuenta de las operaciones metafóricas, sinecdóquicas y metonímicas de 
las que el diseño se vale y que surgen del propio estudio del lenguaje. A tal línea 
de investigación se han sumado análisis que se han realizado sobre la creciente 
complejidad del mundo para el que se diseña. 
 
La piedra toral de este tipo de estudios previos consiste en considerar al diseño 
como una actividad retórica2, y por ende, susceptible de ser estudiada desde las 
humanidades. Esta categorización establece un enriquecedor y pertinente punto 
de partida para la presente investigación, la cual pretende ahondar en la riqueza 
interdisciplinar que este cruce aporta, abordando con mayor profundidad los 
sentidos en que ésta se da, sin perder de vista las refutaciones que de esta 
interrelación emanan cotidianamente. 
 
Es importante señalar que un factor decisivo en la adopción o rechazo del estudio 
humanístico en el diseño es la diversidad de definiciones del término 
«humanidades» (o «humanismo») que existen en la actualidad y que son la 
 
1 Como la Asociación Mexicana de Escuelas de Diseño Gráfico (Encuadre) y universidades 
tales como la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Universidad Intercontinental 
(UIC), Universidad Iberoamericana León (UIA-León) y, en menor medida, la Universidad de 
Guadalajara. 
2 A fin de dar soporte a tal definición, acudimos a las investigaciones desarrolladas por 
TAPIA (2004) y RIVERA (2004 y 2007), quienes categorizan al diseño gráfico como un tipo de 
acción retórica o techné para la invención de argumentos orientados a la persuasión de 
auditorios particulares. 
 25 
herencia de siglos de evolución del pensamiento y reflexión sobre la disciplina. 
La multiplicidad de acepciones sobre las humanidades dificulta la posibilidad de 
tener un punto de partida en común, dispersando los fines y métodos, y eso 
impide un acercamiento inicial que marque la pauta para tales relaciones 
interdisciplinares. De este abanico de conceptos se nutren también las 
principales contradicciones y refutaciones a la propuesta de un trabajo conjunto 
entre humanistas y diseñadores. 
 
No obstante lo anterior, a fin de sortear esa brecha inicial y generar una 
convención que nos permita articular la presente tesis, partimos de la siguiente 
consideración: el diseño es en sí misma una actividad humanística porque 
construye a partir del lenguaje un discurso que busca persuadir de manera 
argumentada y visual, basado en el conocimiento pragmático, semántico, 
lingüístico de cada situación comunicacional. En un segundo plano dejaremos la 
veta técnica y herramental de ésta para priorizar el abordaje de los 
cuestionamientos que resulten fundacionales de la disciplina. 
 
Es ahí, en la veta humanista del ejercicio del diseño en donde se puede indagar y 
encontrar puntos de reflexión que permitan realizar los planteamientos de fondo 
para una reorientación o enriquecimiento de la profesión, tanto desde sus inicios 
en la conformación del currículo universitario y formación docente, como en la 
consecuente y necesaria renovación del ejercicio profesional del diseñador 
gráfico egresado de la carrera. 
 
1.1 El valor humanístico del diseño gráfico 
 
1.1.1 De la técnica a la coexistencia 
La humanidad, por naturaleza, evoluciona y con ella mutan las formas en que 
ésta se desenvuelve y comunica. La vida en comunidad requiere de un esfuerzo 
 26 
continuo de la persona por entender al otro y de ser comprendido en 
reciprocidad: trasciende en el momento en que busca el sentido de su propia vida, 
descubre lo que es común aún en las diferencias y lo que ha de mediar para la 
construcción de una vida en sociedad. 
 
Una de las formas que hacen evidente lo que es común con el otro es la 
manifestación material de sus ideas y, si lo abordamos desde el análisis de los 
elementos que son visibles de éste –como sus formas de comunicación gráfica–, 
podremos dimensionar cómo éstas coadyuvan a la coexistencia. Son el discurso 
visual, la comunicación diseñada y su exposición ante el auditorio en soportes 
mediáticos un fértil campo de estudio para entender a la cambiante humanidad 
y tratar de incidir en la manera en que se apropia de su realidad. 
 
Históricamente, en la práctica comunicativa y ante los casos en que se presenta 
la imposibilidad de poder establecer un acto de habla interpersonal ante un 
sinnúmero de individuos –sea por la magnitud de hablantes, la distancia espacial 
o temporal, entre otros factores– el ser humano ha buscado dar soporte a sus 
ideas mediante discursos y artificios materiales (que han ido desde la escritura 
misma hasta los medios impresos y electrónicos actuales) que lo hagan 
susceptible de trascender las limitaciones de tiempo y espacio. 
 
Al ser el discurso parte integrante de un proceso argumentativo, podemos 
preguntarnos: ¿De qué otros medios o soportes, más allá de la palabra, se puede 
valer el individuo para comunicarse? Sin duda, uno de los primeros recursos que 
puede venir a nuestra mente es el de la imagen, la cual, aunada al lenguaje y 
decantada en dichos ejercicios argumentativos, también sirve como mediador 
entre los hombres. 
 
Si admitimos que las mediaciones entre los individuos son dadas por sus 
acciones discursivas y éstas, en primera instancia, se construyen a partir del 
 27 
lenguaje, resulta entonces pertinente advertir que tal discurso es «un artificio 
humano que comunica y discrimina entre lo que puede decirse y lo que debe 
decirse» (Gutiérrez, 2012:21). Una disciplina orientada a la construcción de tales 
artificios es el diseño gráfico. 
 
Habitualmente, el diseño gráfico es visto como una disciplina profesional de 
índole meramente técnica y proyectual, la cual produce mensajes visuales que 
de manera ulterior se insertarán en procesos de comunicación entre los seres 
humanos, entendiéndolo como parte de un proceso de producción emanado del 
sistema capitalista y enfocado primordialmente a la generación de riqueza. 
Valores tanto estéticos como estructurales permean la pieza gráfica. Sin 
embargo, como señalamos anteriormente, los mensajes diseñados trascienden su 
faceta meramente visual, siendo en esencia vehículos para el entendimiento 
entre los hombres, en el marco de un sistema de ordenamiento del mundo basado 
en el consumo (capitalismo). 
 
Hablar de diseño desde la perspectiva de las humanidades implica evitar, 
parafraseando a Zamora (2007:21), el «incurrir en una especie de iconocentrismo 
que exagere los poderes de la creación visual» y a cambio de ello reconocer el 
valor dialógico que comportan los soportescomunicacionales diseñados, más 
allá de la palabra escrita o la comunicación oral, y considerar en esta vertiente 
la incidencia comunicacional de la imagen, la impronta visual que caracteriza a 
la vida contemporánea y la constante evolución de las formas de crear 
comunidad. 
 
El diseño gráfico, cabe aclarar, es el campo disciplinar en el cual se configuran 
las características materiales de los mensajes que se habrán de presentar a un 
auditorio determinado para buscar persuadirle, informarle, deleitarle, 
compartirle una visión de la realidad, sin embargo no cuenta con una carga 
ideológica propia ni actúa bajo propia voluntad, esto es, la disciplina responde a 
 28 
los intereses de la parte contratante –entendido como el emisor del mensaje, en 
un esquema básico de comunicación, o como proponente, en el caso de un 
esquema argumentativo– y sus objetivos comunicacionales son los de quien 
desea emitir el mensaje, articulado con la pericia y discernimiento del que diseña 
y expuesto a su público bajo diversos medios. 
 
Por lo anterior, es prioritario considerar a la pieza diseñada como un artificio 
moldeado por el pensamiento humano, bajo los paradigmas e intereses de la 
época en el que surge y poder así ponderar su impacto en la vida cotidiana, tanto 
de quien encarga la pieza diseñada como de quien configura sus características 
materiales, suma que complementan con la forma a la función del mismo. 
 
1.1.2 El carácter discursivo del diseño y su exigencia intelectual 
 
La imagen puede representar y reinterpretar la realidad, colaborar 
semánticamente para construir nuevos significados; sus referentes, por tanto, 
deberán remitir a las manifestaciones del hombre mismo desde su propio 
lenguaje. Tal construcción implicará, de manera directa, el entendimiento 
lingüístico, semántico, sintáctico y pragmático de lo que estructura. 
 
Lo gráficamente diseñado adquiere un carácter discursivo que lo vuelve 
susceptible de ser analizado desde otras perspectivas o campos de estudio tales 
como la semiótica, pragmática, retórica o la hermenéutica, todas ellas adscritas 
al universo de las humanidades. En complemento el diseño, como actividad 
proyectual, va más allá de la mera configuración estética de la pieza 
comunicacional ya que ésta 
 
«se realiza en función del reconocimiento de los procesos perceptivos, 
cognitivos y mentales de los destinatarios, la recuperación de sus códigos 
[…] y la claridad acerca del contexto y la circunstancia en que los mensajes 
 29 
diseñados serán el punto de confluencia entre el emisor y destinatario 
para que la intención comunicativa se cumpla» (Álvarez, 2009:105). 
 
Lo anterior exige de quien lleve a cabo el proceso de diseño –el diseñador– una 
formación intelectual que vaya más allá del dominio de la mera visualidad y 
destreza técnica para su materialización –de ahí la relevancia de hacer una 
intersección con las disciplinas humanísticas–. Desafortunadamente, a decir de 
Gui Bonsiepe (2012:26), decano y pilar del diseño contemporáneo, «en el campo 
del diseño, la formación intelectual no tiene un sólido historial, porque la 
formación del diseño surgió del aprendizaje de oficios con profunda desconfianza 
hacia la teoría». Tal desconfianza deriva en un endeble bagaje cultural y teórico 
en el diseñador, que le impide discernir con solvencia desde la perspectiva de lo 
humano, histórico y sociocultural. 
 
Como consecuencia de lo anterior, la formación teórica del diseñador, hoy en día, 
carece de referentes conceptuales que le adentren en el conocimiento de la 
humanidad misma, aquella para la cual realiza su trabajo y establece instancias 
dialógicas. Sin embargo, este fenómeno no es nuevo: en 1953, Agustín Yáñez 
(2010:15-16) ya denunciaba que 
 
 «en los planes de estudios predominan las disciplinas aplicadas, de interés 
inmediato; hasta el idioma se imparte con finalidades comerciales; las 
ciencias del espíritu, las actividades rigurosamente culturales han venido 
siendo desplazadas por las ciencias naturales, por las actividades de 
aprovechamiento mercantil; se ignora o se aparenta ignorar, que la 
técnica, las artes útiles, las ciencias experimentales, requieren una maciza 
fundamentación teorética, y que las desdeñadas disciplinas han de ser el 
punto de partida que asegure el éxito en el aprovechamiento de los 
conocimientos empíricos». 
 
 30 
Dada esta carencia en la formación del diseñador sobre las disciplinas que lleven 
al entendimiento de lo humano, deviene una inquietante paradoja: se diseña para 
el ser humano pero quien diseña no muestra interés por conocer la naturaleza 
del hombre. Resulta más común escuchar hablar de mercado que de alteridad; de 
capital en lugar de valores; rentabilidad frente a virtud. 
 
Es atípico que el diseñador se asuma en un rol político y reflexivo frente a la 
extendida idea de generación de valor mercantil, pericia tecnológica y 
realización meramente estética. En este sentido, «la creación de una conciencia 
crítica como un paso indispensable para una práctica proyectual crítica» 
(Bonsiepe, 2012) se da gradualmente con la experiencia profesional, pero no existe 
garantía de que ésta se pueda alcanzar; el hábito del diseñar guiado por la 
reflexión se suele dar conforme se escalan posiciones en el mercado laboral y 
con ello un incremento gradual de la conciencia por la responsabilidad que esto 
conlleva. 
 
Es casi nulo el acercamiento a este nivel de crítica derivado de un acercamiento 
a contenidos o estudios humanistas que faciliten la tarea de la comprensión del 
hombre. En el intervalo que comprende el egreso universitario e ingreso al 
mercado laboral y la toma de conciencia reflexiva sobre el propio quehacer 
profesional, suelen transcurrir amplios periodos de tiempo, en los cuales se llega 
a construir una gran cantidad de piezas de comunicación gráfica sin mediar 
reflexión alguna. 
 
Un factor a considerar es la dicotomía en el ámbito formativo que existe entre 
la visión de un diseño orientado a la práctica o acción, y otro a la teoría o 
reflexión. Tal debate, que no es exclusivo de esta disciplina, polariza las posturas 
al momento de tratar de introducir al diálogo el tema de las humanidades 
reflexivas y teóricas. A decir de Carmen Castañeda, citando en extenso: 
 
 31 
«Parece claro que existen dos o más diseños que conviven en la realidad: 
un diseño que se viste de comunicación y reflexión y un diseño que 
atiende una demanda de soluciones rápidas y productos instantáneos. Los 
dos existen en el ámbito profesional y no son excluyentes mutuos. En la 
academia, el diseño que subsiste es el de la reflexión, que no acaba de 
persuadir al diseño del hacer de la necesidad de su presencia. Tal vez 
porque el quehacer del diseñador se centra en el hacer, O tal vez por la 
reciente inclusión de la disciplina en el aula. En ambos grupos hay un 
acuerdo acerca del carácter de la teoría para el diseño: debe ser utilitaria. 
No hay estudios acerca de cómo el diseñador utiliza sus conocimientos 
teóricos a la hora de resolver problemas» (Castañeda, 2009:39). 
 
Finalmente, abonando al tema de la dicotomía entre teoría (academia) y práctica 
(profesionales) en formación del diseñador, resulta relevante señalar que un 
sector importante de los docentes en las áreas de diseño corresponde a la figura 
del «profesional-académico, persona que se dedica al diseño e incluye la enseñanza en su 
quehacer». (Castañeda, 2009:39). Este conjunto de profesionales, en su mayoría, 
tiende a mostrar al alumnado todos aquellos factores tecnológicos, conceptuales 
y de gestión que inciden en la eficacia comunicacional y comercial de un 
proyecto de diseño y, en busca de dar soporte argumental a sus ideas, han 
acudido al respaldo de la teoría, sobre todo, aquella que se aleja del pensamiento 
abstracto y que puede retomarse de manera utilitaria –mas no siempre reflexiva–en el aula. 
 
 
 32 
1.2 Tres niveles de actuación en la práctica del diseño 
 
Figura 1. Niveles de interacción del ejercicio del diseño con su realidad. 
Fuente: elaboración propia. 
 
Para poder llegar a un discernimiento sobre lo que sucede alrededor de la 
comunicación gráfica –y el diseño como actividad proyectual–, es menester 
tomar como punto de partida la práctica misma de este oficio. 
 
Entendido como parte de un proceso de producción enfocado al mercado masivo, 
éste pierde todo atributo artesanal y adquiere significaciones socioeconómicas 
que van más allá de la pieza diseñada. 
 
El diseño responde a un paradigma que transforma paulatinamente al mundo en 
un bloque cada vez más integrado. A decir de Rafael Cardoso (2014:15) 
 
 33 
«el mundo hoy se encuentra unido en torno a determinado modelo de 
existencia económico, social y político, resultado de los procesos de 
industrialización y urbanización que dominaron los siglos XIX y XX. 
Transigiendo o no de modo voluntario con ese modelo, la vasta mayoría 
de las personas en el planeta está sujeta a las reglas establecidas por él». 
 
Es precisamente en ese esquema, que rige en la actualidad, en que se desenvuelve 
el diseño, sin embargo, no lo hace de manera unívoca ni lineal, sino que deambula 
y alterna varios roles que denotan el nivel de especialización e intencionalidad 
de quien lo ejerce. 
 
Basado en la observación personal realizada sobre el ejercicio de la profesión del 
diseño gráfico desde el año de 1990 –fecha en que inicié mi inmersión en la 
práctica de esta disciplina hasta el día de hoy, y con la experiencia empresarial 
de diseñar tanto para Pymes como para empresas del mundo corporativo en el 
mercado de alto consumo, instituciones gubernamentales, culturales y de 
asistencia social–, he podido distinguir claramente tres niveles o etapas en que 
interactúa el diseño con su realidad. A efecto de dar claridad a este 
planteamiento, presento un esquema (figura 1) que visualiza los alcances de cada 
uno de ellos. 
 
1.2.1 Primer nivel de interacción: la acción diseñística concreta 
 
El primero de estos estadios es el de la práctica profesional o la acción diseñística 
misma. Ésta se refiere al acto compositivo y creativo mediante el cual un 
enunciado lingüístico, a manera de instrucción o «brief», –como es llamado en el 
ámbito del diseño y la mercadotecnia–, se representa y comunica mediante 
enunciados visuales. Las imágenes se convierten entonces en un mecanismo 
discursivo que permite transitar a través de metáforas, sinécdoques y 
metonimias que a su vez otorgan un nuevo valor simbólico y estético a lo ahí 
 34 
representado. Es, pues, una suerte de traducción que dota de un nuevo sentido a 
los artificios que el diseño produce, creando con ello adjunciones semánticas, 
nuevos usos pragmáticos y convenciones que permiten transmitir mensajes y 
cumplir con los objetivos comunicacionales que le son exigidos. 
 
Figura 2. Primer nivel de interacción (Acción) 
Fuente: elaboración propia. 
 
En este nivel básico de interacción se hacen presentes entornos conflictivos, 
necesidades o problemas de comunicación a resolver y, mediante el uso de las 
herramientas propias de la disciplina, se generan soluciones a éstos. La 
formación de los diseñadores, sea universitaria o, de manera limitada, 
autodidacta, comporta una suerte de operaciones cognitivas para definir lo que 
debe expresarse, así como pericia técnica para poder asegurar su correcta 
materialización y su posterior integración al proceso de producción. 
 
Aquí, en la ejecución del diseño mismo, se persiguen fines meramente utilitarios 
y pragmáticos. Constituyen la mayoría de los encargos que hace la sociedad 
hacia el diseñador –y en consecuencia son los que en su mayoría se abordan como 
ejercicios de clase–, no mediando en ella un esfuerzo estratégico de mayor 
envergadura. Podemos sintetizarlo como el nivel básico de acción en el proceso 
de comunicación gráfica, un mero operador que dará soporte a estrategias 
superiores y que, de manera ulterior, se convierte en el «brazo ejecutor» de las 
 35 
estrategias y dinámicas del capitalismo, entendiendo con ello su alineación –sin 
cuestionarse su origen– con los paradigmas actuales, de los que más adelante 
hablaremos. 
 
Los diseñadores adquieren en este nivel una formación técnica, sea meramente 
empírica al interior de la industria o, en su mayoría, en el marco de una 
licenciatura en diseño. Es tarea habitual de los planes de estudio de las distintas 
carreras de diseño dotar de un acervo herramental al alumno para que pueda 
hacer frente a la demanda de soluciones de índole técnico o material que la 
comunicación gráfica exige. Como muestra de lo anterior tenemos el ejemplo de 
la Licenciatura en Diseño para la Comunicación Gráfica de la Universidad de 
Guadalajara, la cual nos permite enunciar algunos rasgos característicos de la 
profesión en esta etapa temprana. 
 
¿Cuál es el perfil de quien opera en este nivel? 
Para dimensionar en qué escala se encuentra este nivel de intervención y sin el 
afán de realizar un exhaustivo estudio socioeconómico y laboral de la profesión 
–que nos distraería de nuestro objeto de estudio–, hemos de realizar un primer 
bosquejo del perfil profesional del diseñador que opera en este nivel de acción, a 
partir del cruce de los resultados que arrojan las más recientes encuestas 
realizadas en la industria gráfica por parte de publicaciones especializadas en 
diseño (Revista a! Diseño, cfr. Pérez, 2016), mercadotecnia (Merca2.0, 2018), 
negocios (Forbes, 2014) y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del 
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi, 2014). Dichas publicaciones 
refieren datos de carácter nacional. 
 
Siguiendo dichos estudios, advertimos que este nivel de acción se nutre 
mayormente por egresados de las carrera de diseño, quienes cuentan en 
promedio con una edad de 22 a 24 años al culminar el currículo y una nula o escasa 
experiencia laboral en el ámbito del diseño, salvo casos excepcionales, sea en 
 36 
agencias de comunicación, publicidad, medios, mercadotecnia digital o entidades 
similares. De manera complementaria, se suman a esta planta productiva tanto 
los jóvenes que aún estudian la licenciatura –en sus diversos grados– como 
aquellas personas que bajo un esquema autodidacta han aprendido a realizar 
operaciones de baja o media complejidad técnica haciendo uso de las 
herramientas tecnológicas especializadas para el diseño. La industria de las artes 
gráficas, por citar un ejemplo, es a su vez campo de trabajo y capacitación para 
este perfil, por lo que conviene analizar un poco sus rasgos fundamentales. 
 
En la industria gráfica también se da cuenta de la orientación eminentemente 
técnica y operativa de quienes desempeñan este tipo de actividades, teniendo 
entre ellos a alumnos y recién egresados clasificados de la siguiente manera 
(Pérez, 2016): 
 
a)! «Diseñador» (a nivel básico, sin adjetivarlo) con una experiencia laboral 
igual o menor a un año, grupo compuesto por un 60% de mujeres y 40% de 
hombres; perciben un sueldo que no rebasa 2.7 salarios mínimos al mes 
(73% de ellos), cuentan con una edad que oscila entre 20 y 25 años (68%), 
estudios de licenciatura (92%) y el 64% de ellos se desempeña en el sector 
privado. 
 
b)! «Diseñador Junior», quien «explora y ejecuta refinamientos específicos de 
diseño, corrige, edita y organiza los archivos de cada proyecto». Cuenta con una 
experiencia laboral de entre uno y cinco años, con una relación de género 
de 58% mujeres y 42% hombres; Para el 73% de ellos su sueldo oscila entre 
2.7 y 3.7 salarios mínimos y cuentan con una edad entre 20 y 30 años (89%). 
Se desenvuelven mayormente en el sector privado (77%), con estudios de 
licenciatura (93%). Y, finalmente, 
 
 37 
c)! «Diseñador Senior», quien inicia y supervisa lassoluciones de diseño; 
verifica la instrumentación de los lineamientos creativos (no los genera, 
solamente se ciñe a ellos) desde la concepción hasta la producción. Cuenta 
con una experiencia laboral de cinco a siete años, un ingreso que oscila 
entre 3.7 y 7.4 salarios mínimos mensuales (51%), una edad entre 30 y 35 
años (74%), un 84% de ellos con estudios de licenciatura y solamente 12% 
de ellos con maestría. Enfáticamente, el 75% de ellos se desenvuelve 
profesionalmente en el sector privado. 
 
Formación académica de quienes ejercen en este nivel de acción. 
Dado que la mayoría de los diseñadores que ejercen su labor en este nivel cuentan 
con estudios de licenciatura, según las cifras expuestas líneas arriba, resulta 
relevante conocer cuáles son las bases que les dota la formación universitaria en 
el ejercicio de la acción del diseño. A fin de ilustrar este punto, referiremos 
algunos puntos clave del programa de estudios de la carrera de diseño gráfico en 
la Universidad de Guadalajara: 
 
Rubro Aportaciones al nivel de acción 
Perfil de egreso El profesional del diseño para la comunicación 
gráfica tendrá la capacidad para: manejar el 
proceso metodológico del diseño y de expresión 
gráfica de mensajes en la teoría y en la práctica. 
Conocer y dominar los fundamentos […] 
tecnológicos […] que le permitan crear los mensajes 
gráficos, que la sociedad demande. Aplicar con 
creatividad la técnica en la búsqueda de soluciones 
para resolver problemas de diseño. Conocer, 
manejar y dominar las especialidades del diseño 
 38 
gráfico como imagen corporativa, diseño de 
carteles, envases, diseño de campañas […]. 
Misión Tiene como misión formar de manera integral 
profesionistas de calidad en el ámbito […] 
tecnológico […]. Con capacidad de gestionar, 
detectar y resolver problemas de comunicación 
visual, requeridos por el mercado laboral, regional 
y nacional. 
Unidades de 
aprendizaje 
Aproximadamente 35 asignaturas, entre ellas: 
Fundamentos I y II, Teoría de la Forma, Geometría 
descriptiva, Diseño I a VI, Video, Dibujo Técnico 
Gráfico, Expresión Gráfica I a VIII, Fotografía BN 
y Color, Caricatura, Técnicas de Reproducción I, 
Psicología de la Percepción, Computación, 
Metodología del Diseño Gráfico, Multimedia, 
además de diversas optativas. 
 
Tabla 1. Aportes del plan de estudios de licenciatura en diseño al nivel de 
acción de diseño. 
Fuente: elaboración propia, con datos del Portal de Programas Educativos 
de Pregrado de la Universidad de Guadalajara (UDG, 2018)3 
 
Aún con esta orientación hacia la acción, la industria considera que este el perfil 
no es suficiente. Según la revista Forbes «en México, existen actualmente 332 
 
3 Recuperado de: http://pregrado.udg.mx/Centros/Temáticos/CUAAD/diseno-para-la-
comunicacion-grafica-cuaad el 14 de diciembre de 2018. 
 39 
universidades donde se imparte la licenciatura en diseño gráfico, sin embargo, son pocas 
las instituciones que ofrecen un plan de estudios acorde a las necesidades del mercado 
laboral. […] Existen 42, 987 estudiantes que cursan la carrera, mientras que el 24.4% de los 
diseñadores trabajan de forma independiente, según datos de la Encuesta Nacional de 
Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)» (Forbes, 
2014). 
 
Al complejo panorama laboral y la falta de experiencia profesional que aqueja a 
los diseñadores recién egresados, se le puede sumar la dinámica de cambio de 
estilo de vida, de estar dedicados al estudio (al menos dieciocho años, contados 
desde niveles básicos hasta su egreso de licenciatura) al incorporarse ahora al 
mercado productivo. Su novel integración a las exigencias del mercado laboral 
y vida independiente les enfrenta al reto de ejercer su oficio y buscar 
rentabilidad en éste, logrando –en la mayoría de los casos– obtener ingresos por 
ello mediante un esquema de prueba y error. 
 
No serán sino los años de práctica y de ejercicio cotidiano, aunado a las presiones 
propias de la evolución del mercado, los que les den la pauta para poder 
establecer más adelante, en un siguiente nivel de interacción, estrategias y 
pautas que optimicen su ejercicio profesional, haciendo una auto-gestión de su 
propia labor y gobernando paulatinamente sus acciones para dotar de 
intencionalidad y efectividad estructural a las piezas que desarrolla. 
 
El diseño aquí, habría que acotarlo, responde a un paradigma que transforma 
paulatinamente al mundo, sin embargo, no lo hace de manera consciente, sino 
que lo replica por inercia. Adquiere conciencia de ello hasta pasados los años, 
conforme desarrolla un mayor nivel de especialización en la práctica profesional. 
En el aula, la formación y orientación que se da al estudiante carece de una 
perspectiva crítica que lo sitúe en este contexto. 
 
 40 
1.2.2 Segundo nivel de interacción: la gestión o intencionalidad del 
diseño 
 
Figura 3. Segundo nivel de interacción (Gestión) 
Fuente: elaboración propia. 
 
Un segundo nivel de intervención en el diseño lo representa la gestión 
profesional que se hace de éste, así como la estrategia que lo define y reglamenta. 
Comprendemos por «gestión de diseño» el entendimiento, coordinación y control 
que se hace de la actividad diseñística basados en una intención u objetivo 
previamente definido. A decir de Domingo (2005), 
 
«las actividades de gestión abarcan todos los ámbitos del proyecto, desde 
las actuaciones puramente técnicas, hasta las más comerciales, 
incluyendo también las áreas administrativas, contables, o incluso, 
financieras. La gestión de proyectos se define como «el conjunto de 
actividades encaminadas a ordenar, disponer y organizar los recursos y 
las necesidades para completar con éxito un proyecto dado». 
 
 41 
Por gestión podemos también definir como la acción que observa las 
características -tanto formales como conceptuales- que deberá llevar una pieza 
diseñada antes de que ésta se lleve a la práctica, determinando con ello la 
impronta que cada objeto o artificio deberá portar. Es, sin duda, el nivel en el 
cual la intención fundamental es la de la persuasión del otro y el incremento en 
sus niveles de consumo, en beneficio de las empresas que les contratan pero en 
detrimento de la persona misma pues es quien marca las pautas que, de manera 
conjunta y sostenida, generan un consumismo atroz y su inevitable incidencia 
en los procesos de deshumanización actuales. 
!
¿Cuál es el perfil de quien opera en este nivel? 
Al igual que en la descripción del nivel anterior, hemos de acudir a los estudios 
realizados al interior de la industria gráfica por las publicaciones de circulación 
nacional: a! Diseño (2016), Merca2.0 (2018), Forbes (2014) e Inegi (2014) para 
establecer una radiografía general del perfil del diseñador gráfico que se 
desenvuelve en este nivel de gestión. 
 
En la industria este nivel de ejercicio de diseño recae en la figura del «Director 
creativo» quien es el «responsable de dirigir el proceso creativo, con 
conocimientos en administración de recursos para apegarse a presupuestos» 
(Pérez, 2016). Cuenta con una experiencia laboral que supera los siete años; 
laboralmente, este grupo está compuesto por un 59% de hombres y 41% de 
mujeres, un sueldo 4.7 y 9.2 salarios mínimos (52% de ellos), una edad que oscila 
entre 31 y 40 años (86%), con estudios de licenciatura (74%) y maestría (20%), así 
como un puesto de trabajo desempeña en el sector privado (75%). También suelen 
ser llamados «Directores de arte», según la usanza de agencias de diseño y 
mercadotecnia. 
 
La estrategia o «gestión» del diseño no implica reflexionar sobre su propio 
quehacer, sino buscar su mayor rentabilidad. Esto, sea como empleado, 
 42 
empresario o profesionista independiente, lleva a tomar en cuenta factores 
adicionales a la mera creación gráfica y que están vinculadosa la fase productiva 
o industrial de los productos comunicacionales en serie. 
 
No obstante lo anterior, dentro de la iniciativa privada las labores estratégicas 
o de gestión del diseño no suelen ser responsabilidad exclusiva de los 
diseñadores, sino que el abanico de profesionales que participan en ello se abre 
a especialistas en mercadotecnia, comunicación, administración de empresas o 
gestión de proyectos, quienes obtienen un salario hasta tres veces mayor 
(Merca2.0, 2018) en las direcciones o gerencias de mercadotecnia, planeación 
estratégica, proyectos, customer marketing, planner Senior, publicidad y dirección 
de arte, entre otras. 
 
En cuanto a la formación universitaria para solventar este nivel, hemos de 
considerar factores de índole económico y laboral, esto es, ajenos a la 
estructuración misma de la comunicación y más relacionados con obtener 
resultados ante la álgida competencia. Por citar un ejemplo, siguiendo a 
Alejandro Briseño (2009:48), 
 
«hoy en día, en la región occidente del país existen aproximadamente 25 
escuelas de diseño, la mayoría de ellas establecidas en la ciudad de 
Guadalajara. Las escuelas dan a la especialidad distintos nombres, por 
ejemplo, diseño gráfico, diseño para la comunicación gráfica, arte digital 
o simplemente ‘diseño’, pero, en general sus contenidos académicos no 
son muy diferentes entre sí y obedece a un perfil de egreso similar. En 
promedio, por estas escuelas transitan alrededor de 5500 estudiantes, de 
los que egresan hacia el campo productivo más o menos 1300 diseñadores 
gráficos por semestre». 
 
 43 
El alto número de profesionales que buscan ocupar una posición en el mercado 
laboral hace que la competencia sea ardua, habiendo cada vez menos 
oportunidades de desarrollo. Por lo anterior, el diseñador debe fortalecer su 
autogestión para procurarse «un aumento de sueldo, el cambio de un nivel 
superior en el escalafón de la empresa, después de demostrar un buen desempeño 
como diseñador» (Briseño, 2009:48) 
 
Rubro Aportaciones al nivel de estrategia 
Perfil de egreso Capacidad para: manejar el proceso metodológico 
del diseño […]. Aplicar con creatividad la técnica en 
la búsqueda de soluciones para resolver problemas 
de diseño […] Crear los mensajes gráficos que la 
sociedad demande. 
Misión Con capacidad de gestionar, detectar y resolver 
problemas de comunicación visual, requeridos por 
el mercado laboral, regional y nacional. 
Unidades de 
aprendizaje 
Una sola asignatura específica, denominada 
Diseño VII (Gestión y Promoción del Diseño), así 
como cinco complementarias: Mercadotecnia I y II, 
Seminario de Legislación, Técnicas de 
Reproducción II, Organización Empresarial, mas 
algunas de carácter optativo. 
Tabla 2. Aportes del plan de estudios de licenciatura en diseño al nivel de 
gestión de diseño. 
 44 
Fuente: elaboración propia, con datos del Portal de Programas Educativos 
de Pregrado de la Universidad de Guadalajara (UDG, 2018)4 
 
En el marco de la Licenciatura en Diseño para la Comunicación Gráfica de la 
Universidad de Guadalajara, propuesta como caso de estudio en la presente tesis, 
únicamente se tiene una asignatura que aborde en específico este nivel de 
estrategia o gestión. Forma parte del área de formación Básica Particular 
Obligatoria de con una carga de 200 hrs (40 teoría y 160 práctica) y un valor de 
16 créditos. Esta unidad de aprendizaje es la séptima y última de una serie de 
cursos-talleres que fungen como eje en la formación del diseñador gráfico de la 
licenciatura. Aborda proyectos de una alta complejidad y que buscan poner en 
práctica la mayor parte de conocimientos y habilidades que el estudiante ha 
adquirido o desarrollado a lo largo de su paso por el currículo universitario. 
 
La asignatura presenta su mayor aporte al cumplimiento del perfil de egreso en 
la «búsqueda de soluciones para resolver problemas de diseño», puesto que parte 
de la premisa implícita de presentar proyectos complejos de diseño para que, en 
medio de la magnitud del proyecto, el alumno encuentre nuevos caminos para 
resolverlos. Esto coincide con el pensamiento de Gui Bonsiepe, quien expresa 
que «de los actuales diseñadores no se espera que produzcan soluciones, sino 
estrategias para encontrar soluciones» (2012:198). En este taller se busca, en 
sincronía con el perfil de egreso, priorizar el pensamiento estratégico sin 
menoscabo de la calidad gráfica genérica. 
 
Siguiendo una ruta de pensamiento, es justo en este último nivel de Diseño en el 
cual el alumno cuenta con un acervo herramental y capital cognitivo suficiente 
para iniciar la búsqueda de soluciones que trascienden a la mera propuesta 
 
4 Recuperado de: http://pregrado.udg.mx/Centros/Temáticos/CUAAD/diseno-para-la-
comunicacion-grafica-cuaad el 14 de diciembre de 2018 
 45 
gráfica. Es, en un sentido más amplio, un ejercicio de gestión de tareas 
concurrentes y procesos dependientes que exige que el alumno organice tanto su 
tiempo como su pensamiento. 
 
Es importante conocer los contenidos que se abordan en este tipo de nivel 
estratégico, pues ello nos puede dar luz -ante la mirada crítica de esta tesis, que 
busca encontrar contenidos de las humanidades transferibles a la formación del 
diseñador– sobre la dificultad que comportaría el hacer un espacio meramente 
como «asignatura» al tema de las humanidades. 
 
Para poder vislumbrar lo que este segundo nivel, el de la estrategia, suele 
inculcarse en el alumnado, presentamos la siguiente tabla que correlaciona los 
contenidos abordados en el currículo de la licenciatura en diseño con el nivel de 
gestión abordado en el presente estudio: 
 
Objetivos 
informativos 
generales 
El alumno tendrá la capacidad de analizar y sintetizar para 
transformar los requerimientos perceptuales de carácter 
verbal en las propuestas del diseño integral. Desarrollará 
un proceso de conceptualización y calidad en el diseño que 
defina por medio de éste las características y cualidades 
del producto. Comprenderá la integración al sector 
productivo, mediante un plan de negocios, vinculando la 
disciplina del diseño. Abordará las diferentes etapas del 
desarrollo del producto, en el diseño incorporando los 
conocimientos adquiridos en los semestres anteriores. 
Abordará criterios aplicados a la sustentabilidad en el 
diseño. 
 46 
Objetivos 
informativos 
particulares 
Dominio de generación de conceptos, diseño, pre prensa, 
planeación, coordinación de proveedores y calidad de 
producción; Analizar, estructurar y sintetizar 
gráficamente información extensa para el desarrollo de 
una pieza de comunicación en formato digital; Llevar a la 
práctica un desarrollo complejo de diseño y gestión de 
proyectos, así como coordinación, división y roles de 
trabajo mediante la conformación de una agencia de 
diseño. Desarrollar un portafolio profesional de trabajo 
según perfil (empleado, freelance o emprendedor). 
Objetivos 
formativos 
generales 
Abordará las diferentes etapas del desarrollo de productos 
en el diseño, incorporando los conocimientos aprendidos 
en los semestres anteriores. Comprenderá la integración 
al sector productivo mediante un plan de negocios 
vinculando la disciplina del diseño. Respetará las 
condiciones de requerimientos planteados por el proyecto 
o por el cliente. Mantendrá la ética en relación a los 
saberes ya establecidos y desarrollará criterios con la 
filosofía de la Universidad de Guadalajara. Desarrollará el 
respeto por las entregas de proyectos en tiempo y forma. 
Desarrollará la autoevaluación crítica fundamentada. 
Desarrollará responsabilidad y respeto al medio ambiente 
para crear una conciencia en torno al desarrollo 
sustentable. 
Objetivos 
formativos 
particulares 
Comprenderá los diferentes grados de complejidad que 
implica resolver un proyecto de gestión. Desarrollarásu 
capacidad para tener la visión general de una 
 47 
problemática dada aplicando la gestión. Tendrá la 
capacidad de realizar una investigación y un diagnóstico 
completo contextual para la aplicación de la gestión. 
Perfeccionará habilidades de síntesis para encontrar 
soluciones pertinentes a problemas de identificación. 
Integrará en un proyecto de gestión de diseño, elementos 
técnicos, humanos y sociales. Desarrollará la capacidad de 
gestión de una identidad corporativa en un contexto real. 
Desarrollará actitudes de cooperación y tolerancia en el 
trabajo en equipo y en la negociación de sus propuestas 
según las necesidades y opiniones de un cliente y 
auditorios en un contexto real. 
 
Tabla 3. Aportes de la asignatura de Gestión y Promoción del Diseño 
(Diseño VII) a la formación en nivel de gestión o estrategia. 
Fuente: elaboración propia, con datos del Portal de Programas Educativos 
de Pregrado de la Universidad de Guadalajara (UDG, 2018)5 
 
Salta a la vista el hecho de que solamente uno de los veintidós objetivos de la 
asignatura integre el concepto de «lo humano», compartiendo espacio y peso con 
lo social y lo técnico. La reflexión humanística es, de facto, un planteamiento 
inexistente. 
 
En contraste con lo anterior, la formación en el nivel de gestión exige y demanda 
soluciones interdisciplinarias y que hagan hincapié en la contratación o 
integración de terceros a equipos de trabajo propios a fin de resolver cabalmente 
 
5 Recuperado de: http://pregrado.udg.mx/Centros/Temáticos/CUAAD/diseno-para-la-
comunicacion-grafica-cuaad el 14 de diciembre de 2018 
 48 
las exigencias de calidad, especialización, tiempo de entrega y solvencia 
comunicacional que la asignatura plantea. 
 
El aprendizaje logrado en esta asignatura no adquiere su justa dimensión sino 
hasta que el alumno egresa y se encuentra con los problemas concretos descritos 
en ella. En última instancia, la formación académica en el ámbito de la gestión 
se trata sólo de una advertencia de lo que podría encontrar el futuro egresado en 
el mercado laboral, mas no una toma de conciencia de los paradigmas bajo los 
cuales construye la comunicación, sus efectos en la comunidad y, en un 
panorama más amplio, el rol que juega en la construcción de la propia sociedad. 
Ante la apabullante mayoría de contenidos técnicos de la licenciatura y la 
incipiente formación en el siguiente nivel –estratégico o de gestión– resulta aún 
más difícil pensar en escalar a un tercer peldaño, el de la reflexión humanista de 
su quehacer profesional. 
 
A fin de aclarar la noción de «Nivel de gestión», presentamos ocho factores que 
se encuentran íntimamente ligados a este concepto, a saber: 
1)! Perfil del cliente: Nivel socioeconómico y trascendencia que son propias 
de la entidad contratante de servicios de diseño. 
2)! Complejidad del proyecto: Nivel de exigencia, tareas dependientes, 
procesos implicados y fases de diseño y producción que exige la 
implementación de la solución de diseño propuesta. 
3)! Cantidad de proveedores. Número de proveedores disponibles en el 
mercado que cuentan con la capacidad de resolver cabalmente las 
necesidades derivadas del proyecto de diseño. 
4)! Costos y utilidades. Cantidad de recursos económicos que deberán ser 
empleados en el proceso de diseño para poder adquirir los productos y 
servicios que el proyecto exige (costos); en contraparte, nivel de 
ganancias, dividendos o beneficios que puede obtener el diseñador a 
cambio de la prestación de servicios profesionales (utilidades). 
 49 
5)! Competencia del diseñador. Número de profesionales de diseño y 
entidades que pudieran proveer al cliente del mismo satisfactor (producto 
o servicio) que el diseñador ofrece y que, de manera directa, pudieran ser 
elegidos por el cliente en lugar del diseñador. 
6)! Tiempos de entrega. Plazo o cantidad de tiempo de que se dispone para 
resolver cabalmente un proyecto de gestión y diseño. 
7)! Frecuencia de contratación. Número potencial de ocasiones en que 
pudieran ser contratados los servicios profesionales del diseñador en un 
período determinado de tiempo, acorde a la demanda que éste tenga. 
8)! Riesgos y previsiones. Probabilidad de falla, merma o incremento en 
costos que pudiera representar un proyecto en razón de la complejidad del 
reto (riesgos); Cantidad de recursos económicos, materiales y humanos 
adicionales a los presupuestados que el diseñador deberá considerar a 
manera de respaldo en caso de presentarse alguna falla en el proceso. 
 
 
Figura 4. Esquema de pirámides relacionales sobre niveles de gestión. 
Fuente: Elaboración propia (2013) 
 
El anterior esquema (Figura 4) corresponde a la propuesta integradora del 
concepto «nivel de gestión» con la práctica cotidiana del ejercicio de diseño que 
presentamos y que pudiera permitir vincular las ocho variables anteriores –
 50 
mediante el empleo de pirámides relacionales– para exponer y explicar al 
alumno los factores que inciden en el nivel de gestión que cada proyecto 
comporta, según su complejidad. La forma sugerida de lectura es tomando 
niveles horizontales o renglones que permitan correlacionar de manera 
directamente proporcional (en algunos casos) e inversamente proporcional (en 
otros) los ocho factores previamente expuestos. 
 
Ante este esquema comparativo, el diseñador puede verse reflejado en alguno de 
estos perfiles o niveles de gestión, ante lo cual puede resultar conducente el 
realizar una autoevaluación de tipo cualitativa, que de manera exploratoria, 
invite al alumno a reflexionar y distinguir el tipo de proyectos que ha 
desarrollado en el pasado, la capacidad actual que tendría para resolver retos de 
diseño y, de manera puntual, los recursos económicos, materiales y humanos con 
los que cuenta para poder hacer frente a las exigencias de cada uno de los niveles 
de gestión que éstas pirámides relacionales pudieran presentar. 
 
1.2.3 Tercer nivel de interacción: el discernimiento o reflexión sobre los 
fines que se persiguen 
 
En el esquema que presentamos en los niveles de acción y estrategia del diseño, 
pudimos observar los alcances de éstos en tanto a su acción concreta y a la 
intencionalidad con la que se orientan para el cumplimiento de objetivos 
concretos. Sin embargo, pareciera que se pierde de vista un aspecto fundamental: 
la función que cumple la comunicación gráfica al generar nuevas interacciones 
y formas de entender el mundo a partir de los valores simbólicos en que se basa 
y posteriormente reproduce. 
 
 51 
 
Figura 5. Tercer nivel de interacción (Reflexión). 
Fuente: elaboración propia. 
 
El paso del tiempo ha traído como herencia una serie de conceptos que giran de 
manera pragmática alrededor de los objetos diseñados: nada es inocuo, todo 
implica una significación. Cada elemento diseñado deviene en signo y éste, 
evoluciona a un nuevo signo, sin ser inocuo. El diseño sabe de este fenómeno, lo 
busca en la acción, procura explotarle en la gestión, pero pierde de vista las 
razones de fondo que le mueven a ello, los paradigmas ante los cuales responde 
y, en un estadio último, las consecuencias que a nivel humano conllevan sus 
acciones. 
 
Este tercer nivel de diseño, al que llamaremos de reflexión, busca evidenciar la 
necesidad de ascender del ámbito de la acción hacia el del discernimiento en 
 52 
torno a los fines; pasar de una intencionalidad persuasiva a una premisa que 
forme y respete al individuo; de una mera construcción gráfica a un ejercicio 
honesto y ético de la argumentación que éste plantea. 
 
A decir del autor brasileño Rafael Cardoso (2014:24), «a medida que el mundo se 
vuelve más complejo, la gente, al parecer, está menos dispuesta a formarse un 
sentido de las cosas» y en su lugar busca consumir una sucesión interminable de 
experiencias para mitigar las carencias que suacelerado ritmo de vida le genera. 
 
En consecuencia, «el diseño se ha distanciado cada vez más de la idea de ‘solución 
inteligente de problemas’ y se ha ido aproximando a lo efímero, a la moda, a lo rápidamente 
obsoleto, al juego estético-formal, a la boutiquización del mundo de los objetos. […] El 
diseño se transformó de este modo en un acontecimiento mediático, en espectáculo» 
(Bonsiepe, 2012:4). Es precisamente esta dinámica la que el ejercicio humanístico 
del diseño ha de atender: el darle un sentido a los artificios que el diseño produce 
y a la formación que recibe el diseñador en las aulas universitarias, en el 
horizonte de la complejidad del ejercicio mismo del diseño. 
 
En una esfera de preocupación por los efectos que ha tenido sobre la humanidad 
el paradigma de consumo actual y la vorágine con que se vive cotidianamente, 
resulta imprescindible tomar conciencia del entorno dentro del cual se desarrolla 
la actividad profesional del diseño, no para acrecentar su poder persuasivo sino 
para reflexionar sobre el rumbo que adquiere el reconocimiento del otro. Sin 
embargo, el diseño poco ha hecho en este sentido. 
 
Pudiera creerse que el diseño cuenta con una serie de «principios, normas y 
reglas estéticas que hay que poner en servicio para mejorarle la comunicación o 
la imagen al cliente. [Sin embargo, n. a.] Esto es totalmente falso y está vinculado 
con la concepción errónea de la profesión como una disciplina que tiene axiomas 
propios» (Chaves, 2011:7). Sin embargo, los principios y axiomas del diseño no son 
 53 
sino los de la parte contratante. Si los deseos o motivaciones del cliente son de 
alto respeto por el otro, el diseño desplegará de entre todo su repertorio aquellos 
recursos que sean pertinentes para lograr que el proyecto satisfaga tal deseo. 
 
En contrapartida, si los objetivos o instrucciones dadas por la parte contratante 
contravienen los sentidos de respeto al otro, olvidan la carga de responsabilidad 
que sus acciones conllevan o, simplemente, no reparan en la impronta mercantil 
de su encargo, entonces el diseño por inercia tampoco lo hará. El acervo 
herramental del diseñador se pondrá a disposición de tales objetivos, sin mediar 
un ejercicio reflexivo. Es ahí donde se hace evidente la necesidad de este tercer 
nivel de interacción aquí reseñado: el del ejercicio autocrítico para discernir 
entre lo que se encarga al diseño y lo que se propone en lo material. 
 
Para entender un poco más este perfil o nivel de interacción, consideremos que 
se trata de un análisis de valor que ha de hacer el diseñador sobre su trabajo, 
particularmente, a partir de tres instancias en las cuales puede incidir con su 
acción proyectual. Citando en extenso a Victor Margolin quien expresa que: 
 
«el diseñador tiene tres oportunidades de introducir su talento en la 
cultura. La primera es diseñando, es decir, creando cosas. La segunda es 
expresando una crítica de las condiciones culturales que explique el efecto 
del diseño sobre la sociedad, y la tercera es la participación política 
directa» (Margolin, 2006:19). 
 
Salvo la primera de esas tres oportunidades, la creación de objetos (en la mayoría 
de los casos, carente de conciencia crítica), la formación en el aula poco aporta 
al abordaje de las otras dos cuestiones. Como ejemplo de ello dirigiremos nuestra 
mirada nuevamente hacia el plan de estudios de la Licenciatura en Diseño para 
la Comunicación Gráfica de la Universidad de Guadalajara, en la cual se declara 
lo siguiente: 
 54 
 
Rubro Aportaciones al nivel de reflexión 
Perfil de egreso Conocer y dominar los fundamentos teóricos […] y 
filosóficos de las disciplinas que le permitan crear 
los mensajes gráficos, que la sociedad demande. 
Misión Formar de manera integral profesionistas de 
calidad en el ámbito […] social y cultural. 
Unidades de 
aprendizaje 
5 asignaturas básicas: Estética, Historia del Arte, 
Semiótica de la Imagen, Historia de la 
Comunicación Gráfica, Historia Gráfica Mexicana, 
más algunas de carácter optativo. 
 
Tabla 4. Aportes del plan de estudios de licenciatura en diseño al nivel de 
reflexión del diseño. 
Fuente: elaboración propia, con datos del Portal de Programas Educativos 
de Pregrado de la Universidad de Guadalajara (UDG, 2018)6 
 
Si hacemos una comparación contra la vastedad de los conocimientos y número 
de asignaturas dedicadas al cumplimiento del primer nivel de acción, así como a 
la reducida exposición del alumno a elementos de gestión o estrategia de diseño, 
salta a la vista la nula orientación hacia el entendimiento de lo humano aún 
desde los propios perfiles de egreso, misión y unidades de aprendizaje orientadas 
a ello. De manera preocupante, el plan de estudios actual únicamente aporta 
cinco asignaturas a nivel básico con orientación hacia las humanidades, en tan 
 
6 Recuperado de: http://pregrado.udg.mx/Centros/Temáticos/CUAAD/diseno-para-la-
comunicacion-grafica-cuaad el 14 de diciembre de 2018. 
 55 
solo tres ramas: semiótica, estética e historia y en ellas no se encuentra el espacio 
suficiente para abordar los temas que competen a este actuar político y 
ciudadano del diseñador. 
 
Adentrándonos en esta insuficiencia, podemos advertir que en el perfil de egreso 
de la Licenciatura en Diseño para la Comunicación Gráfica asentado en la tabla 
anterior7, se declara que el profesional del diseño tendrá la capacidad para […] 
«conocer y dominar los fundamentos teóricos, científicos, tecnológicos y filosóficos de las 
disciplinas que le permitan crear los mensajes gráficos, que la sociedad demande». 
 
De manera complementaria, en diversos programas de asignatura de los talleres 
de Diseño, se amplía dicho perfil exponiendo que el egresado se desenvolverá 
«en beneficio del ámbito social y productivo, considerando la ética, 
responsabilidad social, innovación, sostenibilidad y actuando con sensibilidad y 
una actitud crítica respeto al entorno y al ser humano». 
 
No obstante, las disciplinas orientadas a formar al alumnado en dichas 
habilidades representan únicamente el 8.69% de los créditos del plan de estudio, 
esto es, solamente 36 de los 414 créditos que el alumno debe cubrir a su egreso de 
manera obligatoria, están orientados al desarrollo de pensamiento crítico en 
estas áreas del pensamiento o análisis reflexivo. 
 
Este compromiso declarado en el perfil de egreso no se suele asumir de manera 
directa en las unidades de aprendizaje medulares de la formación Básica 
Particular Obligatoria –como lo son los talleres de Diseño– sino que recae en la 
iniciativa del profesorado el abordar o no esta apremiante necesidad formativa. 
 
 
7 http://www.pregrado.udg.mx/Centros/Temáticos/CUAAD/diseno-para-la-
comunicacion-grafica-cuaad/perfil-egreso recuperado el 21 de noviembre de 2018. 
 56 
Incluso, en posteriores propuestas de rediseño de la malla curricular, 
desarrolladas a lo largo de la última década, se declara que el diseñador gráfico 
deberá ejercer su profesión «con respeto al ser humano»8 pero solamente el 3% de 
los créditos de la licenciatura se abocan a ello, otorgándole a este rubro 
solamente 12 créditos de los 395 obligatorios que implica la nueva malla 
curricular. 
 
Desde la óptica del nivel de interacción reflexiva aquí analizado, es evidente la 
carencia de una formación humanística en el currículo del diseñador. Esto hace 
que, anticipando algunas de las conclusiones de esta tesis, y ante la patente 
necesidad de reducir la brecha en el estudio de lo humano en las áreas del diseño, 
sea necesario conminar a la academia a que asuma un rol activo en la generación 
de contenidos, reflexiones, aportaciones y cruces interdisciplinares entre las 
humanidades y el diseño que sean susceptibles de ser incorporados directamente 
a los planes de asignatura, en consonanciacon el Perfil de Egreso y permitan al 
alumno desarrollar su capacidad de reflexión y discernimiento para establecer 
juicios críticos y de valor sobre su trabajo y profesión, ya que, como vimos, en la 
actualidad el abordaje de este tipo de contenidos en la formación del diseñador 
es prácticamente nulo. 
 
 
8 Documentos de trabajo que se encuentran tanto en la Coordinación de la Licenciatura en 
Diseño para la Comunicación Gráfica, como del Departamento de Proyectos de 
Comunicación del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, desarrollados a lo 
largo de procesos de evaluación curricular y revisiones intersemestrales del años 2008 a la 
fecha, mismos que por su carácter provisional y de trabajo interno, no se asientan en sitios 
oficiales de la Universidad, sin embargo, han formado parte de los procesos documentados 
de acreditación y expedientes de reacreditación de la licenciatura ante el Consejo Mexicano 
para la Acreditación de Programas de Diseño, A.C. (COMAPROD), entidad reconocida ante 
el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior A.C., durante los años 2013 y 2018. 
 57 
Un ejercicio en este tercer nivel de interacción, orientado a la reflexión o 
discernimiento, implicaría el establecimiento de cursos, talleres y publicaciones 
tendientes a la actualización de los docentes en este campo disciplinar, lo cual 
permitiría establecer un apoyo directo al profesorado en su ejercicio cotidiano. 
 
Desafortunadamente es usual que encontremos un marcado desinterés y 
resistencia a este tipo de contenidos. El problema se agrava cuando el diseñador 
manifiesta curiosidad o deseo de conocer sobre tal área y pregunta ¿qué son las 
humanidades?, puesto que el abanico de respuestas que recibe comúnmente es 
vasto e incluso contradictorio, generando desorientación y posterior apatía en 
él. 
 
En las próximas páginas daremos cuenta de lo que hoy en día implica hablar de 
las humanidades al interior del ámbito del diseño y, de manera recíproca, 
abordaremos el desinterés que genera en algunos profesionales de las áreas 
humanísticas la propuesta de llevar a cabo una labor interdisciplinaria y de 
divulgación hacia el mundo del diseño. 
 
Finalmente, hemos de revisar la pluralidad que conlleva definir qué comprende 
un pensamiento humanista, definición que genera tantos caminos de interacción 
como autores encontremos y que deriva, como precisaremos páginas más 
adelante, en las pugnas entre estas corrientes de pensamiento humanista. 
 
Con los tres abordajes antes señalados, podremos establecer una relectura más 
precisa de algunos rasgos primordiales del humanismo en función del diseño, en 
lo que consideramos podría ser el punto de partida para un ejercicio reflexivo al 
interior de dicha profesión. 
 
El reto que comporta un ejercicio reflexivo del diseño consiste en saber mantener 
una actitud crítica y analítica de las dinámicas del mercado, actuar éticamente 
 58 
en consecuencia, frente a los acontecimientos y problemas de nuestro tiempo. 
Siguiendo en extenso a Margolin, esto significaría que 
 
«debemos recordar que los diseñadores mayormente funcionan dentro del 
sistema de producción, distribución y consumo, cuyos componentes rara 
vez están bajo su control. Si bien la ética personal es el punto de partida 
fundamental de la estrategia de acción de cualquier diseñador, muchas 
veces los diseñadores deben actuar dentro de esferas de poder cuyos 
parámetros son determinados por otros. Por lo tanto, si bien los valores 
fundamentales de un diseñador ciertamente podrían incluir una ética 
profesional, es necesaria una visión crítica que le permita analizar el 
contexto social y económico en el que trabaja y evaluar los múltiples 
artefactos materiales e intangibles que constituyen el mundo social» 
(Margolin, 2016:17) 
 
A falta del ejercicio anterior, no pocas voces se han alzado para señalar que el 
diseño contribuye de manera directa e indiscriminada a replicar y acrecentar la 
deshumanización en el mundo. El hecho de ser el artífice material de los objetos 
que sirven para anclar necesidades de consumo y falta de sentido le confiere tal 
estatuto. Diversos diseñadores, exitosos en la época de mayor auge del diseño en 
el siglo XX (1950-2000) ahora en su retiro de la vida profesional han reflexionado 
sobre el rumbo errado que ha tomado la disciplina. La mayoría en su vejez, 
reflexionan sobre la ausencia de un razonamiento crítico en torno al sentido y 
alcances de la actividad, esto es, la carencia de elementos éticos y, en general, 
humanísticos, que permitan al diseñador discernir y emitir juicios de valor. 
 
La conciencia crítica en este nivel de interacción también puede englobarse 
dentro del concepto de «diseñador/ciudadano» acuñado en fechas recientes por un 
pilar del diseño contemporáneo como Milton Glaser, quien ha destacado que «en 
nuestro mundo la realidad ha sido reemplazada por formas de entretenimiento que 
 59 
requieren poca actividad mental y que alientan la apatía y la indiferencia» (2014:51). El 
diseño y las estrategias que lo determinan, cuando no reflexionan críticamente 
sobre ello o sucumben ante el entorno mercantil, buscan de manera decidida 
obtener tal resultado. 
 
Finalmente, es importante señalar que la reflexión que implica este tercer arco 
de interacción, con base en lo observado a lo largo de esta investigación, suele 
llegar habitualmente al diseño por tres vías distintas. La primera y más notoria 
de ellas se da con el paso del tiempo y la consecuente madurez personal del 
diseñador que ha ejercido profesionalmente el oficio. 
 
Diseñadores consagrados, como el norteamericano Milton Glaser, nacido en 1929, 
creador del mundialmente conocido símbolo de I Love NY así como pilar de la 
profesión desde mediados del siglo pasado, hacen un acto de reflexión sobre el 
papel que juega actualmente el diseño y los cambios que le han sobrevenido, 
analizando cómo el marketing y la publicidad han ido modificando nuestra 
cultura en las últimas décadas. Glaser, en particular, reflexiona sobre el papel 
fundamental de los diseñadores en esta evolución y expresa «he cambiado de 
opinión sobre mi autodesignación: diseñador/ciudadano me parece una descripción más 
satisfactoria. Nunca existió mejor momento para asumir esta función» (Glaser, 2014:21), 
al tiempo que defiende que el arte es, actualmente, la forma más benigna y 
esencial de crear comunidad, y que todas las personas vinculadas con el ejercicio 
de la creatividad tienen, por tanto, una función importante que desempeñar en 
esa transformación de la sociedad. Esta reflexión, cabe destacar, la hace a sus 
ochenta y cinco años de edad. 
 
Con el mismo ánimo autorreflexivo, Gui Bonsiepe –diseñador industrial nacido 
en 1934, teórico y docente del diseño, heredero de la tradición de la Bauhaus y 
uno de los autores más respetados en la disciplina–, acercándose a sus ochenta 
años realizó un ejercicio de conciencia en el cual, sin olvidar los principios 
 60 
técnicos de los que nació el diseño, trata de acercar el diseño al espíritu del 
hombre, frente a la abrumadora carga del capital. Advierte que aunque el diseño 
se encuentra en la intersección entre la cultura de la vida cotidiana, la tecnología 
y la economía, éste no ha atraído –cito en extenso– 
 
«salvo loables excepciones, la atención del pensamiento filosófico, 
probablemente, y debido a esa indiferencia, el discurso del diseño no 
cuenta con el mismo grado de elaboración y madurez que en otras áreas: 
por ejemplo la teoría del cine, de la literatura o de las ciencias. Por el 
momento, la condición cognitiva del diseño está cubierta por un velo de 
dudas, pues se despliega en el dominio de la visualidad, intrínsecamente 
entrelazado con la experiencia estética, y menos con el dominio de la 
discursividad. A diferencia de otras disciplinas universitarias,el diseño 
no está orientado, en primer lugar, a la generación de nuevos 
conocimientos, pero sí a las prácticas de la vida cotidiana. El diseño se 
enfoca al carácter operativo o performativo de los artefactos materiales e 
inmateriales, interpretando la función y funcionalidad no desde el punto 
de vista de la eficiencia física como pasa en las ingenierías, sino en 
términos de comportamiento insertado en una dinámica cultural y social» 
(Bonsiepe: 2012) 
 
La misma situación se replica en un tercer autor latinoamericano, Norberto 
Chaves, asesor en Identidad Corporativa, ensayista y docente en cursos de 
posgrado y eventos de arquitectura, diseño y comunicación, nacido en Buenos 
Aires en 1942, tras una vida dedicada a la teoría y gestión de la comunicación 
corporativa, identidad gráfica y construcción de marcas, a sus setenta y cinco 
años establece una dura crítica hacia los dilemas culturales que ha acarreado el 
capitalismo financiero, así como sus manifestaciones y réplicas irreflexivas en 
el mundo del diseño. 
 
 61 
Por lo reseñado líneas arriba, los tres autores antes abordados (Glaser, Bonsiepe 
y Chaves), dan cuenta de esta primer vía de acceso a lo humanístico desde el 
ámbito del diseño. 
 
La segunda vía, representada por una creciente y sostenida producción 
académica, es la de los docentes que, dentro de sus proyectos de investigación 
universitaria, justiprecian el mundo de las humanidades por sus intersecciones 
concretas y aplicables en la generación del diseño. Entre ellos, cabe destacar el 
trabajo de autores como Tapia (2004), Rivera (2007), Esqueda (2003), entre otros, 
quienes tienden puentes interdisciplinarios entre ambas áreas del conocimiento, 
aunque sus teorías y propuestas no han sido incorporadas estructuralmente a los 
esquemas de formación del diseñador en las aulas. 
 
Por último, una tercera vía de contacto entre las humanidades y el diseño 
proviene del propiciar el encuentro del estudiante de diseño con los contenidos 
de disciplinas tales como la historia, antropología, filosofía, literatura, ente otras 
en el marco de su formación universitaria. El abordaje de estos contenidos desde 
los primeros semestres le suele dotar de una visión más crítica y reflexiva, 
misma que se irá afinando paulatinamente con el devenir de los años en su 
quehacer profesional. 
 
 
1.3 Relectura de algunos rasgos primordiales del 
humanismo en función del diseño 
 
El humanismo entendido como paideia conlleva una enseñanza basada en la 
educación y no en la mera instrucción dogmática y autoritaria. Si tomamos como 
punto de partida las ideas del hermeneuta Jean Grondin, asentadas en el epígrafe 
de este primer capítulo, encontraremos que resulta prioritario desarrollar la 
capacidad de juicio de los individuos (2008:72). En el caso particular del diseño se 
 62 
da gradualmente con la experiencia práctica, con el hábito del diseñar guiados 
por la reflexión y, en escasa medida, por acudir a estudios humanistas que 
faciliten la tarea de la comprensión del hombre. 
 
Una actitud humanista en el diseño implicaría «el ejercicio de las facultades del 
lenguaje para comprender, reinterpretar y analizar los productos del lenguaje de la historia, 
en otras historias» (SAID en Bonsiepe, 2014:7) 
 
No es tarea de una visión humanista el prescribir las formas en que deban 
generarse las estrategias de comunicación desde el diseño, ni el dotar de un 
nuevo acervo herramental al diseñador para perpetuar el modelo 
deshumanizante actual. Contrario a ello, lo que busca es el discernimiento para 
regir su realidad cotidiana. Enfatizando lo anterior, si el deseo de formar al 
diseñador en las áreas humanísticas se orienta a conseguir que éstos sean 
capaces de realizar un trabajo de mayor calidad y más valioso, allanaríamos el 
camino para la llegada de un brazo ejecutor aún más eficiente e implacable del 
capitalismo, con espíritu mercantilista en el núcleo de sus intenciones. 
 
De manera paralela, el diseñador puede no tener conciencia de lo que sus actos 
generan, a saber, una persuasión con pleno dominio argumentativo pero un 
alejamiento de la libertad y respeto al otro. Ante este dominio técnico pero de 
discernimiento corto, Eric Gill –tipógrafo y humanista– nos recuerda desde 1939: 
«Es la mente y no la herramienta, la que actúa de árbitro» (2004:XXVIII) 
 
Como lo mencionamos antes, Bonsiepe, advierte que aunque el diseño se 
encuentra en la intersección entre la cultura de la vida cotidiana, la tecnología y 
la economía, éste no ha atraído «la atención del pensamiento filosófico […] A 
diferencia de otras disciplinas universitarias, el diseño no está orientado, en 
primer lugar, a la generación de nuevos conocimientos, pero sí a las prácticas de 
la vida cotidiana» (2004:26), y acuña un término de interés, mismo que será 
 63 
abordado en el tercer capítulo de esta tesis: el «humanismo proyectual», el cual, 
a decir del autor sería: 
 
«[...] el ejercicio de las facultades del diseño para interpretar las 
necesidades de grupos sociales y elaborar propuestas viables y 
emancipadoras en forma de artefactos instrumentales y semióticos. ¿Por 
qué emancipadoras? Porque el humanismo implica la reducción de la 
dominación y, en el caso del diseño, una atención también a los excluidos, 
los discriminados –o como se dice en la jerga de los economistas, los 
menos favorecidos–, es decir la mayoría de la población de este planeta» 
(Bonsiepe, 2004:26). 
 
Este híbrido de humanismo y proyección diseñística puede dar luz para 
posteriores análisis. La mirada desde el diseño se puede afinar con el 
acercamiento al humanismo, de la misma manera en que el humanismo tendrá 
en el ejercicio comunicacional del profesional del diseño un campo propicio para 
la reflexión. 
 
Habrá que mantener alejada del análisis la tentación común de interpretar esto 
como una actitud normativa hacia el ejercicio del diseño. En lugar de ello, lo que 
corresponde es entender las contradicciones del mercado, del propio oficio de 
diseñar y ante ello buscar mantener una conciencia crítica frente a las 
inequidades que presenta el mundo actual. La palabra clave de este proceso es 
«discernimiento», entendida como esa capacidad para poder distinguir los 
elementos constituyentes de una situación y poder establecer juicios de valor 
relacionados a ella. Quizá el humanismo sea una alternativa pertinente para ello. 
 !
 64 
Capítulo II 
Principales retos en el ejercicio 
interdisciplinario humanidades-diseño 
 
Resulta de vital importancia convenir y acotar lo que podemos entender como lo 
humanístico en el trabajo cotidiano del diseñador, a saber, el dotar de sentido y 
valor a aquello que pone en comunión con el otro. A decir de Grondin, 
 
«el rasgo distintivo del humanismo es que no tiene como perspectiva 
primera producir resultados objetivables y mesurables [como lo es lo 
factual del diseño, n. a.]; más bien confía en contribuir a la formación 
(Bildung) y a la educación de los individuos desarrollando su capacidad de 
juicio» (2008:72),. 
 
Ante ello, la aspiración de formar una idea en común con el otro lleva a la 
necesidad de dotar de sentido a la realidad que se vive, basada en la comprensión 
del lenguaje empleado y considerando el entorno, época y cultura en el que se 
desarrolla dicho lenguaje. Resulta de valor para la persona que configura el 
discurso dejar atrás la impronta de reportar bajo las premisas de las ciencias y 
pensamientos emanados del pensamiento científico, dando paso a la reflexividad 
y a nuevos modos del saber. Retomando a Grondin, podemos decir entonces que 
el papel de las humanidades «corresponde más bien a una superación de nuestra 
particularidad que nos abre a otros horizontes y que nos enseña a reconocer, 
humildemente, nuestra propia finitud» (2008:72),. 
 
El diseño, en tanto actividad creadora, no representa solamente un acuse estéticoy formal, pues en la traslación del mensaje se da un encuentro con el otro y su 
realidad. En palabras de Gadamer, un «encuentro con la verdad» (Grondin, 2008:73), 
 65 
y no necesariamente una metodología que de manera herramental se pueda 
aplicar sin distingo al caso que trate. Toda actividad creadora aborda problemas 
indeterminados, los cuales se definen hasta el momento en que se 
interrelacionan con la necesidad de comprensión de la cual emanan. Ahí, entran 
a escena las ciencias humanas, ciencias del espíritu o humanidades y el diseño. 
Sobre esta aparición de las humanidades, resulta pertinente el pensamiento de 
Norberto Chaves (2001:9), quien prevé en el diseñador «los errores, simplismos, 
esquematismos propios de la conciencia joven y el predominio de la pasión sobre 
la exactitud» mismos que resultan de no tomar en cuenta la dimensión humana 
de lo diseñado. 
 
A decir de Gadamer, «un diseñador puede ser un artista de relieve, pero su trabajo 
tiene siempre un fin útil, que sirve para algo» (1991:62). Lo diseñado 
invariablemente deberá ser recreado según reglas no explicitadas aún: éstas 
deberán ser inferidas y un camino válido es el del acercamiento a los estudios 
humanísticos, para que, con ayuda de las herramientas propias de este campo 
disciplinar, podamos acercarnos más a la realidad y reevaluar la comunicación 
que se pretende establecer. 
 
«Reducir nuestras inexactitudes sin lesionar la pasión» (Chaves, 2001:9), sería 
una de las virtudes que habría que tomar en cuenta para una correcta 
interpretación y comprensión de la realidad de la cual se parte. Las humanidades, 
disciplinas convenientes para ello, proponen el diálogo. Al respecto Paul Ricoeur, 
sintetizado en palabras de Grondin (2008:67) expone: 
 
«Comprendo siempre a partir de mi existencia y lo que yo comprendo es 
también una posibilidad de existencia revelada en el texto. [...] La 
comprensión se apoya en el mundo al que la obra me abre y en el que me 
permite habitar. [...] El sujeto se encuentra implicado en un encuentro que 
le transforma [...] que descubre algo esencial, que se refiere a lo que es, 
 66 
pero que se refiere también a mí. Se refiere a lo que es porque es un plus 
de realidad que se presenta en una obra, es decir, una realidad más potente 
y más reveladora aún que la realidad misma que aquélla representa, pero 
que es mejor conocida a través de ella» (Grondin, 2008:67). 
 
 
2.1 El desinterés de ambas partes 
 
De inicio, convocar a las humanidades en el campo del diseño implica una 
resistencia añeja pues, como lo señalamos páginas atrás, la formación intelectual 
de la profesión es algo reciente, debido en parte a que ésta es una disciplina que 
surgió de oficios técnicos y que, por su propia naturaleza, no les eran habituales 
las teorías o reflexiones sobre el hacer. 
 
Si bien el adiestramiento del diseñador en las técnicas comunicacionales y las 
herramientas tecnológicas resulta notorio, generalmente no tiene referentes 
conceptuales que le preparen para el entendimiento de lo humano. Se diseña para 
la comunidad, se busca la persuasión del individuo, pero quien diseña no suele 
mostrar interés por conocer la naturaleza de éste. Pudiéramos incluso extender 
este rasgo a innumerables profesiones de la actualidad. 
 
Los análisis humanistas y el ejercicio cotidiano del diseño suelen ser tema poco 
intersectado o vislumbrado desde ambas perspectivas. Tanto las humanidades 
han dejado de lado al diseño por comportar un perfil técnico que no les despierta 
un afán de interés, desestimando su valor representativo de la cultura y como 
articulador de mensajes que buscan construir acuerdos entre los individuos, 
como el propio diseño ha acudido en limitadas instancias a los estudios 
humanistas. En general, considera inútil, vano o pérdida de tiempo tomarlos en 
cuenta, más allá de los aportados por la semiótica y disciplinas que dan cuenta 
 67 
de las operaciones que el diseñador pone en marcha dentro de su proceso de 
articulación de mensajes. 
 
Desde hace un par de décadas y, haciendo eco de estudios sobre retórica de la 
imagen, filosofía de la imagen, entre otras, es que los campos de estudio tocantes 
al hombre y su visión de mundo han marcado una plena pertinencia en el diseño. 
Sin embargo, el principal obstáculo para tender este puente es la pertenencia a 
mundos que dicotómicamente se vislumbran inconexos: teoría y práctica, 
olvidando que en su poética y ejercicio razonado ambas áreas son indivisibles. 
 
La presente investigación no busca hacer eco de tal brecha, por el contrario, 
busca tender los límites del campo de estudio a manera de metáfora, un puente 
entre ambas partes que a su vez, forman parte de un mismo proceso cíclico 
enriquecedor. Un puente que sea sólido y que fortalezca la rigurosidad de la 
investigación. 
 
En contraparte, lo que sí resulta pertinente a ella es abordar la mirada contextual 
que permite establecer un rol humanista: el de elaborar razonamientos sobre los 
juicios y decisiones que entraña el quehacer del hombre; sus porqués y para qués; 
la estructura teleológica del ser humano, los medios de los que éste se vale, los 
juicios de valor que decanta y la pluralidad de opciones que éstos implican. 
 
Aún zanjando esta desventaja inicial, cabría plantear el análisis desde dos 
ámbitos distintos, a saber, desde la pluralidad que ha devenido del pensamiento 
humanista y desde las corrientes de pensamiento opuestas al humanismo que 
permean y prevalecen en el mundo del diseño, convirtiendo esta intersección en 
una constante pugna de modelos de pensamiento. 
 
 
 
 68 
Resistencia institucional. 
Un factor fundamental en el desinterés sobre la inclusión de las disciplinas 
humanísticas en la formación universitaria del diseñador, es la resistencia de las 
instituciones educativas a incluirlas en el currículo por su carácter subjetivo y –
en ocasiones, anecdótico– con relación a la práctica concreta de las técnicas de 
diseño. Esto es, que se le vislumbra alejado de lo que tiene que ver estrictamente 
con la formación disciplinar y, al mismo tiempo, involucra recursos económicos, 
materiales y humanos previamente asignados a la formación técnica del 
diseñador en otras asignaturas. 
 
Al respecto, Cristina de la Cruz (2016) nos hace ver que cuando se da esta 
inclusión, se suele hacer bajo la etiqueta de formación integral, –cito en extenso– 
 
«cuya correspondencia entre el reconocimiento de su importancia y su 
efectivo lugar en el currículo es muy desigual. Se dice que la formación 
integral es un elemento «nuclear y distintivo» pero, en realidad, cuando 
se concreta en la práctica, remite a iniciativas con poca entidad, no 
suficientemente articuladas, teniendo a veces un carácter residual y 
siendo casi siempre motivo de airadas disputas en la mayoría de los 
departamentos universitarios, por lo poco o mucho que eso, lo integral, 
merma a una malla curricular cada vez más ajustada y menos disciplinar 
[…] Ese plus que permite entender la formación universitaria como 
formación integral está conformado por un vasto conjunto de 
conocimientos que se vinculan con un tipo de formación experiencial, 
más relacionada con el “aprender a ser”» (De la Cruz, 2016:130). 
 
La formación integral, dentro de la cual se puede contemplar la de orientación 
humanista, cuando se entiende bajo la definición vaga antes planteada, genera 
en las estructuras universitarias un marcado desdén. Razón que explica que se 
haya relegado a los últimos lugares de las áreas de interés y prioridades 
 69 
formativas. Más aún, las experiencias adversas que señala De la Cruz, inciden 
en una cerrazón para poder establecer siquiera un puente interdisciplinario que 
permita explicar a los docentes el aporte que las humanidades podrían generar –
incluso en los debates emanados de la actividad técnica y proyectual– sobre el 
entendimiento delos conflictos que el propio diseñador debe resolver como parte 
de su actividad profesional. Señala que, 
 
 «lo que está en crisis es nuestra capacidad para gestionar los conflictos 
de valores que surgen en el seno de nuestras sociedades […] y es preciso 
también recordarnos y rescatar la importancia del pensar. Atreverse a 
pensar colectivamente en profundidad con el fin de: rescatar el valor 
práctico del pensamiento, que, sin ser exclusivamente utilitario, esté al 
servicio del hacer; construir un pensamiento situado que hable desde un 
lugar concreto, y responda a una mirada concreta de la realidad; promover 
un pensamiento colectivo que parta de preguntas que uno se hace sobre 
su propia vida, que surja y crezca junto otros; apostar por un pensamiento 
que se ocupe y preocupe de problemas comunes y tenga una vocación 
transformadora, ya que espera no dejar al mundo tal como estaba». (De la 
Cruz, 2016:139) 
 
Este desinterés no se da de manera unilateral como desdén del diseño hacia las 
disciplinas humanísticas, sino que también en el sentido inverso, los 
investigadores, docentes y estudiantes de las áreas de humanidades también 
miran de reojo a todas aquellas áreas que no tienen como objeto de estudio al 
pensamiento y sus diversas manifestaciones. 
 
Modelos antagónicos. 
Es común encontrar de manera cotidiana debates en los cuales se dirime al 
interior de las aulas la pregunta sobre qué área del conocimiento es la que reviste 
un mayor valor, si aquella que proviene de la ciencia, de la técnica o la que emana 
 70 
del estudio de lo humano. Así, en un debate de innumerables aristas al interior 
de las universidades también tenemos roles antagónicos entre los modelos que 
se considera que la institución debería seguir, debates que a su vez representan 
y moldean las decisiones de las propias estructuras universitarias. 
 
Tenemos, por un lado, quienes defienden –conscientes o no– un modelo 
tecnocrático y neoliberal, el cual, a decir de Díaz-Salazar (2016), es el mayoritario. 
Su finalidad es «preparar profesionales para la organización y funcionamiento 
de un modelo productivo capitalista que necesita personas con alta cualificación 
y que suele suministrar las élites políticas que dirigen los diversos aparatos del 
Estado» (Díaz-Salazar, 2016:92). En este modelo se vislumbra una universidad que 
orienta la docencia e investigación hacia lo que el mercado laboral demande, 
adecuándose a los avances que provee la tecnología y con una atención especial 
a las necesidades de las empresas de la región, puesto que consideran que la 
finalidad de la formación es asegurar la adecuada integración de sus egresados 
al sistema económico. 
 
Esta postura neoliberal es, sin duda, la postura que suma más adeptos en las áreas 
del diseño y la comunicación gráfica y que se considera incluso como eje rector 
al definir los perfiles de egreso de la licenciatura. En concordancia con lo 
anterior, incluso quienes forman parte de la misma universidad pero en áreas 
dedicadas a las ciencias sociales y humanidades, consideran que ese es el rol 
pertinente para las disciplinas de índole técnica y tecnológica. 
 
Lo anterior no es fruto del azar, recordemos que la disciplina del diseño nació 
como una fase dentro de la producción en masa, en plena revolución industrial, 
en la cual era necesario configurar las características de un producto que habría 
de replicarse en serie como parte de un intrincado sistema industrial. Ahí, su 
tarea era «definir perfectamente las características del producto, sus modos de 
fabricación o de producción, distribución y consumo (Chaves, 2008:9). Esta 
 71 
determinante condicionaría a la larga el enfoque, el marco conceptual y el propio 
campo del Diseño. Como expresa el propio Chaves, «el diseño no tiene en sí mismo 
una misión mesiánica. El diseño puede tener una misión mesiánica si hay un cliente 
mesiánico. […] El diseño es el lugar donde la sociedad industrial decide la forma de las 
cosas; de cualquier tipo de cosa que necesite ser definida antes de ser producida 
materialmente» (Chaves, 2008:9). De ahí que sea consistente con el modelo que 
propugna que la enseñanza del diseño deba estar orientada hacia las necesidades 
del sistema económico e industrial. 
 
En contraparte, tenemos un segundo modelo de universidad y formación, mismo 
que antagoniza con el perfil tecnocrático y neoliberal: el humanista liberal social, 
mismo que proviene de las tradiciones europeas y, a recientes fechas, 
estadounidenses. Este tipo de universidad, 
 
«persigue tres fines: ofrecer conocimientos profesionales, dar una alta 
cultura humanística independientemente de la vinculación específica de 
los estudios con una determinada profesión y formar a quienes por su 
preparación han de dirigir los destinos de un país desde la dirección de 
las principales instituciones de la sociedad civil y del Estado. Su reto 
principal es lograr crear élites profesionales cultas y filantrópicas» (Díaz-
Salazar, 2016:92). 
 
En esta línea de pensamiento tenemos los modelos de universidad humanista 
propuesto por Martha Nussbaum, Edgar Morin y Zigmunt Bauman. 
 
Plantear una universidad basada en este modelo conlleva buscar la erudición bajo 
un humanismo culto para que, con su posterior socialización a través del trabajo 
de sus estudiantes y profesionales egresados, se incida en la mejora del mundo, 
con un aura filantrópica y de reflexión. La propia Nussbaum, filósofa 
estadounidense, destaca el hecho de ser llamados a tomar decisiones que 
 72 
requieren algún tipo de comprensión del otro y que, como ciudadanos, 
entendamos cómo los problemas están generando discusiones que reúnen a 
personas de otras latitudes y que viven su realidad desde otros puntos de vista. 
 
Muchos de nuestros problemas, agrega Nussbaum!«requieren, para una solución 
inteligente y compartida, un diálogo que una a personas de muy diversas 
formaciones nacionales, culturales y religiosas [...] con un amplio sentido 
histórico y multicultural» (2005:27), y es justo esa veta la que predomina en los 
espacios en donde se estudian las diversas disciplinas que componen las 
humanidades. Priorizar el diálogo, sus expresiones y el intercambio de 
pensamiento dentro del marco intercultural es un rasgo que caracteriza a 
estudiantes y egresados de estas disciplinas. 
 
Los propios diseñadores, al ser cuestionados sobre el perfil dialógico de su labor, 
los referentes culturales que inciden en sus reflexiones y las posturas críticas 
que asumen al momento de diseñar, quedan en un apabullante silencio. No es de 
suyo llevar la reflexión sobre su oficio hacia estos ámbitos, más allá de la mera 
pericia gráfica y comunicacional en la articulación de mensajes. En tono de 
broma, sostienen que «filosofar» sobre tales temas no es una labor que les 
corresponda, sino que eso es algo propio de otros centros universitarios o 
licenciaturas donde el objeto de estudio es ese. 
 
Las opiniones de los estudiantes, en gran medida, son reflejo de lo que han 
influido en ellos tanto la sociedad como los docentes con quienes cursan su 
carrera. El desinterés tanto del medio laboral, universitario y social, como del 
modelo de desarrollo que siguen los países en la actualidad, crean la noción de 
que pensar sobre el impacto de su profesión es algo secundario y que, a lo sumo, 
se verá con los años puesto que lo importante es producir piezas 
comunicacionales y generar riqueza. 
 
 73 
En esta dicotomía podemos advertir una de las razones por las cuales existe 
desinterés sobre la inserción de las humanidades en el campo del diseño y 
viceversa. En nuestro país, y en particular, en la formación de diseñadores, la 
primacía de los intereses del sector empresarial, pareciera «colonizar» a la 
universidad. Por ello, el modelo de crecimiento y enriquecimiento que provee el 
capitalismo, genera más interés por estudiantesy profesionales en la generación 
de plusvalías y beneficios que en el beneficio último de la vida humana. Por este 
motivo, –cito en extenso a Díaz-Salazar–, 
 
«desde el Estado y desde la sociedad civil se urge a las universidades para 
que sean capaces de innovarse y hacer aportaciones sustanciales en el 
ámbito de I + D + i [investigación, desarrollo e innovación]. Por lo general, 
este ámbito está muy concentrado en generar nuevas formas de 
producción de bienes y servicios para lograr mayor competitividad en el 
comercio internacional. Si la economía del conocimiento es, guste o 
disguste, un desiderátum de los nuevos tiempos, engendra también 
peligros para la universidad si ella renuncia a la universalidad de su 
misión y no sabe establecer prioridades. La mayor parte de los planes 
nacionales de I + D + i tienen un claro sesgo economicista y capitalista, 
no tienen en cuenta los desafíos de la crisis de civilización y, por supuesto, 
marginan o no dan centralidad a la investigación relacionada con la 
emancipación de los empobrecidos y la regulación ecológica de toda la 
vida humana. (Díaz-Salazar, 2016: 110) 
 
Existe un tercer modelo en cuanto al tipo de formación que debe seguir el 
diseñador para hacer frente a los problemas que aquejan a la humanidad, sin 
embargo, al ser abrumadora la presencia del esquema neoliberal y de capital, 
queda relegado dentro de los perfiles universitarios y, en consecuencia, su lejanía 
de las aulas incide nuevamente en el desinterés de ambas partes, diseñadores y 
humanistas. 
 74 
 
Esta tercera modalidad es una de corte liberador y transformador, el cual tiene 
como finalidad «la formación de humanistas y profesionales al servicio de la liberación, 
emancipación y capacitación de los sectores empobrecidos. Su meta educativa es formar 
personas al servicio de un desarrollo nacional centrado en la disminución de las 
desigualdades nacionales que son las que generan empobrecimiento» (Díaz-Salazar, 2016: 
93). Su principal reto es lograr que la docencia y la investigación estén dirigidas 
a transformar las relaciones de dominación explotación y exclusión social. Sin 
embargo, este perfil suele estar más asociado con instituciones de educación 
superior de inspiración religiosa, organismos no gubernamentales u 
organizaciones de índole altruista, por lo que rara vez se somete a debate qué 
tipo de formación deberían llevar los diseñadores para enfrentar la 
responsabilidad de su oficio. 
 
Este complejo horizonte nos lleva a plantearnos cuáles pudieran ser los caminos 
más pertinentes o viables para lograr un puente interdisciplinar entre 
humanidades y diseño, o, al menos, despertar el interés entre ambas partes, sin 
embargo, la respuesta dista mucho de ser sencilla y directa. Además de la 
resistencia natural al cambio, la diferencia de modelos de pensamiento y 
paradigmas que rigen la formación del diseñador. Hemos de sumarle el problema 
de la multiplicidad de definiciones acerca de lo humano que privan en el mundo 
del pensamiento humanista, esto es, la pluralidad que es propia de las 
humanidades. 
 
En otras palabras, aún y cuando se haya logrado despertar el interés en el mundo 
del diseño por aquello que pudiese aportar el abanico de las humanidades, cuando 
el diseñador, estudiante o docente se asoma a estas nuevas perspectivas, se topa 
con una innumerable cantidad de definiciones, muchas de ellas antagónicas, 
incluso sobre los propios términos de «humanidades» o «humanismo». 
 
 75 
Dependerá del azar o la fortuna el que una vez logrado el interés del diseñador, 
encuentre un camino que le sea propicio para la reflexión humanística, dado que, 
como lo mencionábamos anteriormente, la pluralidad del pensamiento abre 
tantos caminos que, ante ojos neófitos, representaría una tarea tan compleja que 
lo más cómodo sería desistir. 
 
A fin de dimensionar el conflicto que reside en la habitual pregunta ¿cuál de todas 
las «humanidades» es la correcta?, en las próximas páginas abordaremos las 
principales líneas que definen a cada una de estas múltiples «humanidades», la 
constante pugna que se tiene entre las corrientes de pensamiento humanístico 
y, de una manera muy general, trazar un plano en el cual se pueda visualizar o 
«mapear» la multiplicidad de modelos que imperan en esta área del 
conocimiento. 
 
2.2 La pluralidad del pensamiento humanista y su reflejo 
en el mundo del diseño 
 
Hombre, ser humano, humanidad, humanidades, humanismo, humanístico; todos 
ellos, términos vinculados a la humanitas latina y al mismo tiempo resignificados 
por las corrientes de pensamiento imperantes en cada etapa histórica del 
hombre. En su nombre y con su nombre se abanderan múltiples opiniones y 
visiones del mundo, incluso contradictorias entre sí. Tenemos, por ejemplo, la 
expresión «guerra humanitaria» en la que el hombre muere a manos del hombre 
so pretexto del bien común, del conjunto llamado humanidad. 
 
Existen dos grandes nociones griegas que, al cobijo de la voz latina humanitas, 
han trascendido hasta hoy en día. Una, que se aboca al «amor al ser humano» o 
philantropía; la otra, a la educación, formación o paideia. De ahí se derivan las 
acepciones de humanismo como benevolencia hacia los hombres o filantropía, y 
 76 
de humanismo como formación e instrucción en las artes liberales. Esta 
distinción es clara en Aulo Gelio –escritor y abogado romano del s. II–, quien 
nombra humanistas a aquellos «que sienten franco interés y deseo por tales disciplinas. 
[…] El cultivo y aprendizaje de estas disciplinas recibió el nombre de humanitas porque de 
entre todos los seres vivos tan sólo le fue dada a los humanos» (Duque, 2003:12). 
 
Esta dupla de acepciones de humanismo, a decir de Félix Duque (2003:12), 
manifiestan dos rasgos que serán característicos de todo humanismo futuro: su 
auto-referencialidad (el hombre habla del hombre) y la instancia superior de 
valoración (el hombre como lo más importante para el hombre). 
 
Siguiendo a Duque (2003:14) el abanico de humanismos se despliega a partir del 
primer humanismo latino, con Cicerón y Séneca que se dedicaba a la 
recuperación del espíritu griego; el humanismo renacentista, con la imitación, 
siglos después, de los clásicos latinos; el humanismo positivista que desplaza los 
estudios humanísticos o studia humanitatis, en favor del cientificismo de Newton 
y Locke; Un humanismo que tiende al materialismo ateo junto al darwinismo y 
la eugenésica; el humanismo como humanitarismo en Erich Fromm, de corte 
utópico, evolucionista y con entrega al amor y la libertad. En fechas recientes 
han surgido otro tipo de humanismos, como los ecologistas, teocéntricos o 
religiosos (aunque este tema merece un tratado aparte por la contradicción que 
implica, en especial un humanismo cristiano que niega la libertad del hombre al 
someterlo a los designios de Dios), un humanismo secular que acepta y fomenta 
la ciencia y la tecnología. 
 
La lista puede continuar al punto en que este abierto sincretismo «acaba por 
transformar difusamente al humanismo en todo aquello que sea políticamente 
correcto» (Duque, 2003:16). Sin embargo, todas estas corrientes enunciadas 
coinciden en un punto: que el hombre es el fin primero y último del universo. En 
1989, la American Humanist Association publicó un panfleto llamado «What is 
 77 
humanism?» (Edwords, 2008), donde se reconoce el valor emocional y de cohesión 
social de la religión pero sin su veta dogmática, que cree en la ciencia moderna, 
los principios democráticos, los derechos humanos, la libertad de investigación 
y aquello que sea políticamente correcto como el antiautoritarismo, libertad de 
examen, racionalista pero que acepta creencias tradicionales y acepta los aportes 
de la imaginación. 
 
Este también llamado Nuevo Humanismo Universal habla de la compasión, 
solidaridad, ciencia actual y rechaza la idea de la existenciadel alma; se rige por 
la búsqueda de las libertades civiles, derechos humanos, separación iglesia-
estado, democracia participativa, conciencia global. 
 
A continuación mostraremos una tabla que sintetiza las principales acepciones 
y enfoques sobre «humanismo» y «humanidades» que podemos encontrar en la 
actualidad: 
 
Con relación a los clásicos grecolatinos 
Como Humanitas Concepto griego de humanidad, en tanto virtud. 
Calidad de humano. La humanitas, para Cicerón, es la 
«cultura humana, la formación integral del hombre, en su 
dimensión tanto intelectual (paideia) como moral 
(philanthropía), ganada a través de una educación adecuada». 
(Arbea, 2002:400). 
Como philantropía Basado en la raíz griega de «amor al ser humano» o 
benevolencia hacia los hombres (filantropía). 
Definición más específica vinculada al concepto de 
 78 
humanitas, que toma en consideración como eje las 
cuestiones morales. 
Como cultura 
literaria 
Concebida no como mera erudición, sino como un 
saber ennoblecido por un elevado ideal moral. Según 
Cicerón, las letras constituyen el mejor camino para el 
hombre que aspira a la plenitud de su humanidad y a 
convertirse en un homo humanus. El hombre de espíritu 
cultivado es un humanissimos homines. «Las letras 
constituyen un muy apropiado camino para el hombre que 
aspira a la plenitud de su humanidad, orienta en la 
comprensión del hombre y del mundo como un medio 
privilegiado de modelación ética a través de su repertorio de 
figuras y situaciones ejemplares». (Arbea, 2002:400). 
Como paideia Educación, formación intelectual e instrucción en las 
artes liberales (Jaeger, 1957), en un sentido general. 
Literalmente traducido: «lo relativo a los niños» 
(Duque, 2003:12) 
Como 
recuperación del 
espíritu griego 
Primer humanismo latino, con Cicerón y Séneca. Se 
dedicaba a la recuperación del espíritu griego en la 
antigua Roma antigua. 
Como 
recuperación de 
los clásicos 
grecolatinos. 
Humanismo renacentista, con la imitación, siglos 
después, de los clásicos latinos. 
 79 
Como humanismo 
histórico 
Como proceso de transformación cultural iniciado en 
el s. XII y expandido con el Renacimiento en Europa, 
vinculado a las «Humanae litterae» o escritos referidos 
a las cosas humanas opacados por el cristianismo del 
medioevo, incentivados por la búsqueda de lo 
genéricamente humano y el descubrimiento de las 
cosas humanas mediante el estudio y 
experimentación, la búsqueda de las leyes naturales y 
el conocimiento de las ciencias. 
Con relación a los sistemas de creencias 
Como 
cientificismo 
Humanismo positivista que desplaza los estudios 
humanísticos o studia humanitatis, en favor del 
cientificismo de Newton y Locke. 
Como 
materialismo ateo 
Un humanismo que tiende al materialismo ateo junto 
al darwinismo y la eugenésica. 
Como 
humanitarismo 
Humanismo como humanitarismo en Erich Fromm, de 
corte utópico, evolucionista y con entrega al amor y la 
libertad. 
Como 
existencialismo 
En rechazo a los sistemas totalitarios (materiales e 
intelectuales) que limiten la libertad del individuo 
para construirse para sí mismo un significado de la 
vida propia, evitando que otros interfieran en su 
sistema de ideas y símbolos. Destacan las ideas de 
Sartre, comprometidas con la denuncia de todas las 
formas de opresión y alienación. Aquí, el hombre es 
 80 
libre y totalmente responsable de sus actos, por lo que 
debe crear una ética de responsabilidad individual. El 
hombre está condenado a ser libre. 
Como humanismo 
marxista 
Surgido a partir de la II Guerra Mundial y haciendo 
eco de las ideas de Karl Marx, pone énfasis en que el 
ser humano es un ser social cuya identidad solo 
emerge a partir de la interacción con los demás, es 
decir, rechaza el individualismo y defiende que el 
bienestar del individuo depende de fenómenos 
colectivos en los que todos deben ser partícipes. Aboga 
por la solidaridad y cohesión en la sociedad. Destacan 
Bloch, Fromm y Marcusse. 
Con relación a la divinidad 
Como humanismo 
teocéntrico 
Teocéntricos o religiosos (incluyendo un humanismo 
cristiano que niega la libertad del hombre al someterlo 
a los designios de Dios) 
Como humanismo 
cristiano 
Filosofía política que defiende la plena realización del 
hombre y de lo humano dentro de un marco de 
principios cristianos y los pronunciamientos de la 
Doctrina Social de la Iglesia. Incluye la adaptación y 
revisión de estos valores al mundo moderno, en 
contraposición al socialismo y liberalismo. 
Como humanismo 
integral 
Concepción cristiana de la vida; la supremacía de la 
persona humana y sus referencias a los valores 
espirituales y morales. Establece tres niveles: 
 81 
Comunitario (buscar el bien común como exigencia 
suprema de la naturaleza humana), Personalista 
(buscar la perfección y la libertad, que el hombre 
pueda desarrollar los grados de vida en lo material, 
intelectual y moral) y Pluralista (basado en el espíritu 
de la diversidad y la libertad). (Maritain, 1999) 
Como diálogo 
entre fe y razón 
Concepción neoescolástica o neotomista, que busca 
una conciliación entre la fe y la razón, retomando las 
ideas de Santo Tomás de Aquino (s.XIII) para darle 
sentido a la vida humana. 
Como humanismo 
laico 
Que acepta y fomenta la ciencia y la tecnología, 
incluyendo en esta la explicación racional de los 
fenómenos naturales. 
Como humanismo 
secular 
Filosofía progresiva de la vida que, sin un dios u otras 
creencias sobrenaturales, afirma nuestra habilidad y 
responsabilidad de llevar vidas éticas de satisfacción 
personal que aspiran al bien de la humanidad. Parte del 
enunciado de Protágoras «El hombre es la medida de todas 
las cosas» y se decanta hasta llegar a los Manifiestos 
Humanistas I, II y III (1933, 1973 y 2003) de la Asociación 
Humanista Americana. 
Como caridad Concepción que data de antes del siglo XX sobre la 
responsabilidad social, relacionada con la caridad y la 
filantropía. (Quintero, 2016:164) 
Con relación al hombre mismo 
 82 
Como Humanismo 
antropocéntrico 
Surge en Occidente a partir del Renacimiento y la 
Ilustración en oposición a las visiones teocéntricas. En 
este, el concepto de Dios deja de ser el centro del 
sistema de reglas y se le da protagonismo al hombre 
mismo, destacando que éste puede controlar y someter 
a la naturaleza para obtener de ella los recursos 
necesarios para encontrar el bienestar como especie. 
Como antropología 
mínima 
Concepción del hombre desde una antropología 
mínima que incluye los tópicos biológico, social y de 
su capacidad de elección (Todorov, 2011) 
Como ver al 
hombre concreto 
Unamuno: «Ni lo humano ni la humanidad, ni el 
adjetivo simple ni el sustantivado, sino el sustantivo 
concreto: el hombre» 
Como aprender a 
ser 
Formación integral de tipo experiencial relacionados 
con el «aprender a ser», enfocado a la formación 
humanista en las universidades (De La Cruz, 2016) 
Con relación a su utilidad 
Como humanismo 
empírico 
Busca ser de índole práctica y de plena aplicación en 
la vida del hombre, sin presupuestos históricos o 
filosóficos, proponiendo o rechazando acciones o 
actitudes concretas que permitan la coexistencia. En 
este rubro se rechaza todo aquello que implique 
violencia, enfatizando la libertad de expresión, 
creencias e ideas; desarrollo del conocimiento y 
respeto a las minorías. 
 83 
Como Nuevo 
Humanismo 
Universal o 
Humanismo 
Universalista 
Definido por la American Humanist Association como 
búsqueda de las libertades civiles, derechos humanos, 
separación iglesia-estado, democracia participativa, 
conciencia global donde se reconoce el valor 
emocional y de cohesión social de la religión pero sin 
su veta dogmática, cree en la ciencia moderna, los 
principios democráticos, los derechos humanos, la 
libertad de investigación y aquello que fuese 
políticamentecorrecto como el antiautoritarismo, 
libertad de examen, racionalista pero que acepta 
creencias tradicionales y acepta los aportes de la 
imaginación. Capaz de producir la recomposición de 
las fuerzas sociales para crear una atmósfera de 
reflexión en la que no se contrapongan lo social y lo 
personal, teniendo en cuenta la problemática de la 
época. Propone el diálogo intercultural. (Edwords, 
2008) 
Como cultura 
samaritana 
Cultura samaritana, como núcleo antropológico de 
hacerse prójimo (Díaz-Salazar, 2016) 
Como ciudadanía 
activa 
Horizonte ético de la ciudadanía activa, conciencia 
moral, ética aplicada, marco de valores y virtudes 
públicas y privadas. 
Con relación a la posmodernidad 
Como humanismo 
universalista 
Señala la necesidad de crear sociedades inclusivas 
para todas las personas, de manera flexible y 
 84 
adaptable, espontánea y creativa en todos los aspectos 
de la vida. 
Como corrección 
política 
«Todo aquello que sea políticamente correcto» (Duque, 
2003:16) 
Como dignidad En tanto dignidad del hombre (Ugalde, 2016). Tomar al 
ser humano como centro de sus preocupaciones: 
autonomía del individuo, preocupación y respeto por 
los congéneres (Delval, 2016) 
Como comunidad Humanismo en tanto trabajo en y por la comunidad 
(Merlo, 2016) 
Como 
Filantrocapitalismo 
Como acciones concretas que el capital puede tomar a 
favor del ser humano, basado en la idea de que los ricos 
pueden salvar el mundo (Green, 2010). 
Como capitalismo 
verde 
Basada en el respeto al medio ambiente mediante 
hábitos de consumo sustentable, como una forma de 
afirmar su pertenencia consciente a la especie, sin 
perder de vista la creación de valor económico. 
Como feminismo Feminismos, ecofeminismos y culturas de los 
cuidados. 
Como activismo 
social, lucha 
contra la pobreza y 
desigualdad 
En tanto a su valor como motor para la defensa de las 
causas sociales que se consideren justas, así como el 
combate a la desigualdad e injusticias 
socioeconómicas y culturales. 
 85 
Como cultivo de la 
espiritualidad y la 
estética 
Como búsqueda intra e interpersonal de crecimiento 
individual y espiritual, así como de la búsqueda de 
armonía en todas las manifestaciones de la vida 
cotidiana. 
Como 
adiestramiento de 
la ciudadanía 
Adiestramiento espiritual y sociopolítico de la 
ciudadanía 
Como vigilancia 
de los derechos 
humanos 
Defensa de los derechos humanos sociales, económicos 
y ecológicos, contra la violencia de género y la 
capacitación cívico política de los sectores 
empobrecidos. 
Como Solidaridad 
o Humanitarismo 
En tanto adhesión a la causa, empresa u opinión de los 
otros, sobre todo, de los desprotegidos, contrayendo 
obligaciones éticas y morales hacia los movimientos 
emanados de la sociedad, normalmente «con una 
resonancia concomitante de piedad o compasión» (Duque, 
2003:12) 
Como guerra 
humanitaria 
Modalidad bélica (oximorón y antítesis de lo 
humanitario), acuñada en los Estados Unidos a finales 
de la Guerra Fría, sobre el uso legítimo de la fuerza y 
la guerra para salvaguardar la paz, la democracia y los 
derechos humanos en el mundo mediante 
«intervenciones humanitarias» de los países de la 
OTAN realizadas para resolver crisis de estado, 
prescindiendo de referencias normativas y 
contraviniendo la Carta de las Naciones Unidas y el 
 86 
derecho internacional. También conocido como 
«humanitarismo militar». 
 
Tabla 5. Diversas definiciones y posturas sobre el humanismo. 
Fuente: elaboración propia. 
 
 
Ante un mosaico variopinto de acepciones tan profuso y disperso sobre el 
humanismo como el que hemos intentado resumir y sistematizar, desde los 
antropocentristas de siglos atrás hasta los modernos, lo pertinente para su cruce 
con el ámbito del diseño y la comunicación gráfica a que se aboca esta 
investigación, resulta imprescindible tomar partido por una orientación y un 
marco conceptual adecuado. Esto es, ceñir la investigación a una visión concreta, 
estructurada y decantada de los significados e implicaciones del «Humanismo», 
que resulte consistente con el andamiaje teórico desarrollado en el primer 
capítulo. Esto nos permitirá garantizar una labor de análisis objetiva, eficaz y 
confiable. 
 
En atención a ello, consideramos pertinente seguir el tipo de humanismo que 
propone Tzvetan Todorov (2011). Para él, se trata de una concepción del hombre, 
una antropología mínima (biológica, social y de su capacidad de elección, en 
suma, la «naturaleza humana») en la que naturaleza y libertad no se oponen. Los 
pilares que la constituyen son el reconocimiento de la misma dignidad para 
todos los miembros de la especie, la elevación del ser humano particular distinto 
al yo a objetivo último de mi acción y la preferencia por el acto libremente 
elegido antes que por el que se lleva a cabo bajo coacción (2011:278). 
 
 87 
En el humanismo que describe Todorov lo trascendente es la interacción y no la 
simple presencia de uno o de otro. Elogia la libertad personal antes que 
contentarse con obedecer, pero sólo si este ejercicio no perjudica al otro. Cito en 
extenso: 
 
«La autonomía del hombre es una libertad contenida por la fraternidad y 
la igualdad. La justicia se basa en la igualdad y para ello lo que cuenta 
entre las personas es la diferencia que presentan ante el otro. Sabe que 
los hombres no lo pueden todo, que están limitados por su pluralidad pues 
los deseos de unos sólo raramente coinciden con los de otros; por su 
historia y su cultura, a las que no eligen; y por su ser físico, cuyos límites 
pronto se alcanzan. Saben, sobre todo, que los hombres no son 
necesariamente buenos y que son incluso capaces de lo peor. El 
humanismo afirma que es preciso servir a los seres humanos uno por uno 
y no en la abstracción de las categorías». (Todorov, 2011:277). 
 
Visto en perspectiva, este retrato que hace Todorov del humanismo, sostiene que 
los hombres no deben pagar un precio por su libertad ni están obligados a 
renunciar a los valores comunes, sus relaciones sociales ni a la integridad de su 
yo. Sin embargo, estos valores no son tomados en automático: hay que asumirlos 
como un acto deliberado. 
 
Es en este carácter deliberativo en donde la visión de dicho autor puede 
intersectarse con las definiciones, categorías y realidades del diseño actual. 
Tanto el diseño como el ejercicio deliberativo del hombre ante el mundo exigen 
una capacidad inherente al ser humano, pero que sólo se puede lograr con el 
cultivo de su humanidad: el discernimiento. 
 
 
 
 88 
La diversidad de humanismos y su reflejo el mundo del diseño. 
Ahora que hemos planteado esta multiplicidad de definiciones o conceptos 
acerca del humanismo que coexisten en la sociedad y los propios círculos de 
estudio humanistas, es que podemos entender porqué de algunas de las 
dificultades que se presentan al tratar de intersectar a las humanidades con el 
mundo del diseño. 
 
Al no existir una definición unívoca o unitaria acerca de las humanidades, la 
polifonía resultante de diversos sistemas de pensamiento entraña la dificultad 
de elección para saber cuál de todas ellas resultaría pertinente para tomar como 
base para la interdisciplina. 
 
Así, los diseñadores gráficos que en su afán de interrelación humanista deseen 
acudir a fuentes bibliográficas, por citar un ejemplo, enfrentarán la dificultad de 
primero tener qué definir a qué tipo de humanidades se ciñe el marco teorizado. 
Esto es, no sólo toca enfrentar la complejidad del encuentro con algo novedoso, 
sino también toparse con un debate añejo que circunda los modelos de 
pensamiento humanista y que, al interior de las humanidades no ha sido aún 
resuelto a cabalidad. 
 
Con esto, no resulta extraña la apatía que arrojan diversos académicos al 
encontrarse con este doble reto: el de la búsqueda de nuevas fuentes de 
conocimiento y el de encontrarseen el camino con diversas contradicciones en 
el propio campo de estudio consultado. 
 
Obviamente, el debate y las diferencias de opinión son la base del crecimiento 
intelectual y de la dialéctica del pensamiento, sin embargo, para los primeros 
acercamientos interdisciplinarios conviene tener una definición básica a la cual 
ceñirse para iniciar el contacto; con el tiempo y la experiencia, el lector atento 
sabrá distinguir entre las sutiles diferencias que cada modelo entraña. 
 89 
 
Sin afán de realizar un estudio exhaustivo de la paridad que conlleva el traslado 
de las definiciones del humanismo señaladas en el punto anterior hacia el mundo 
del diseño, hemos de mencionar puntualmente algunos perfiles que de manera 
general pudieran aglutinar las principales respuestas a las distintas definiciones 
de humanismo en el diseño. Se trata de la recopilación y clasificación de 
expresiones recopiladas a lo largo de la presente investigación, derivadas del 
diálogo con académicos y profesionales del diseño en congresos, talleres y 
charlas informales, traídas a colación tras abordar el tema de las humanidades y 
el diseño. 
 
Tipo de 
humanismo 
Cómo se asume en el ámbito del diseño 
Como Humanitas El diseñador debe tener una formación integral, tanto 
intelectual como moral. De su formación académica y 
de valores dependerá su ejercicio profesional. 
Como philantropía El diseñador debe tener como prioridad a la persona, 
antes que atender los reclamos del mercado. Esto 
implica acceder a labores filantrópicas y contar con 
firmes convicciones éticas, pero sobre todo morales. Se 
debe pugnar por una educación del diseñador –mas no 
una mera instrucción– para que pueda realizar 
valoraciones superiores. De igual manera, se deben 
fomentar los conocimientos prácticos y útiles para la 
vida. 
 90 
Como cultura 
literaria 
El diseñador debe ser un profesional aficionado asiduo 
a la lectura. Del universo literario parte la riqueza 
cognitiva y creativa propia de su oficio, permitiéndole 
ampliar su acervo metafórico, lingüístico y 
referencial. 
Como 
recuperación del 
espíritu griego 
El diseñador debe conocer la retórica griega, así como 
los principales postulados de la oratoria ciceroniana, 
el pensamiento aristotélico y otros, para poder 
trasladar ese conocimiento a la producción directa de 
la comunicación gráfica. En la medida que conozca los 
procesos de argumentación griega podrá argumentar 
mejor su propio trabajo. 
Como humanismo 
histórico 
El diseñador es un profesional que debe estar siempre 
abierto a nuevos conocimientos, a la Sofía o amor a la 
sabiduría, por ello, deberá contar con un abanico 
amplio de intereses más allá de su campo disciplinar. 
Como 
cientificismo 
El diseñador debe contar con un interés por el ser 
humano, pero antes de ello, deberá fundamentar sus 
razonamientos en los conocimientos que la ciencia 
provee. 
Como 
humanitarismo 
El diseñador es un profesional que busca utópicamente 
el bien de los demás. 
Como 
existencialismo 
El diseñador debe construirse su propio sistema de 
ideas y creencias para entender al mundo, es 
plenamente libre en la medida que se vuelve 
 91 
responsable de sus actos. La acción diseñística, en 
consecuencia, implica una plena conciencia del 
ejercicio ético de la profesión. 
Como humanismo 
marxista 
El diseñador no debe trabajar pensando en el individuo 
sino en la colectividad, en su interacción con los demás 
y debe ser partícipe de los cambios que demanda la 
comunidad. 
Como humanismo 
integral 
El diseñador debe realizar un ejercicio profesional 
motivado y orientado por sus valores espirituales y 
morales, acordes al mundo moderno, buscando el bien 
comunitario, la perfección en lo material, intelectual y 
moral y, finalmente, basado en la pluralidad que 
implica la diversidad y la libertad. 
Como humanismo 
secular 
El diseñador debe considerar que el hombre es la 
medida de todas las cosas, por ende, la habilidad y 
responsabilidad deben estar enfocadas éticamente a 
satisfacer el deseo de hacer el bien a la humanidad. 
Como caridad El diseñador debe considerar en su quehacer 
profesional la caridad y la filantropía como eje de sus 
acciones. 
Como Humanismo 
antropocéntrico 
El diseñador debe considerar que el hombre es el 
centro de todas las reglas de la naturaleza, por ende, 
tiene el derecho a someterla y controlarla, haciendo 
uso de sus recursos para encontrar su bienestar como 
especie. 
 92 
Como antropología 
mínima 
El diseñador debe contemplar al hombre desde una 
perspectiva biológica, social y con capacidad de 
elección, por ende, el ejercicio de diseño deberá 
orientarse a brindar elementos de juicio para que la 
persona opte por lo que le resulte más adecuado. 
Como aprender a 
ser 
El diseñador debe llevar un proceso de formación que 
le permita llegar a realizarse como persona. 
Como humanismo 
empírico 
El diseñador debe rechazar la violencia, enfatizar la 
libertad de expresión, creencias y manifestación de 
ideas, con respeto a las minorías y el desarrollo del 
conocimiento. La prioridad en su quehacer es fomentar 
la coexistencia. 
Como Nuevo 
Humanismo 
Universal o 
Humanismo 
Universalista 
El diseñador debe jugar un rol activo en la democracia 
participativa, respeto a los derechos humanos y todo 
aquello que resulte políticamente correcto. Deberá 
combatir el autoritarismo desde su oficio, comprender 
las creencias tradicionales y reflexionar sobre ellas, 
sin que su trabajo contraponga lo social a lo personal. 
Debe basarse en el diálogo intercultural y atender los 
problemas de la época en la que vive. 
Como cultura 
samaritana 
El diseñador debe buscar siempre hacer el bien. 
Como ciudadanía 
activa 
El diseñador debe ser antes que nada un ciudadano, 
como miembro activo de la polis, con conciencia 
 93 
moral, ética aplicada, un marco de valores y virtudes 
públicas y privadas. 
Como humanismo 
universalista 
El diseñador debe buscar que su trabajo genere 
sociedades inclusivas para todas las personas, de 
manera espontánea y creativa en todos los aspectos de 
la vida. 
Como corrección 
política 
El diseñador debe ser políticamente correcto. 
Como dignidad El diseñador debe respetar siempre la dignidad del 
hombre, tomar al ser humano como centro de sus 
preocupaciones –como congéneres– 
Como comunidad El diseñador debe trabajar siempre en– y por– la 
comunidad. 
Como 
Filantrocapitalismo 
El diseñador puede cambiar el mundo desde el interior 
del sistema capitalista y su lógica de consumo. En su 
quehacer debe buscar que los proyectos mercantiles 
tengan una aportación que pueda salvar al mundo. 
Como capitalismo 
verde 
El diseñador debe respetar al medio ambiente 
mediante hábitos de consumo sustentable, como una 
forma de afirmar su pertenencia consciente a la 
especie, sin perder de vista la creación de valor 
económico. 
 94 
Como feminismo El diseñador debe ser respetuoso y promotor de los 
feminismos, ecofeminismos y culturas de los cuidados. 
Como activismo 
social, lucha 
contra la pobreza y 
desigualdad 
El diseñador es un activista en pro de las causas 
sociales que se consideren justas, así como el combate 
a la desigualdad e injusticias socioeconómicas y 
culturales. 
Como cultivo de la 
espiritualidad y la 
estética 
El diseño es un camino para el crecimiento individual 
y espiritual, así como de la búsqueda de armonía en 
todas las manifestaciones de la vida cotidiana. 
Como vigilancia 
de los derechos 
humanos 
El diseñador debe promover la defensa de los derechos 
humanos sociales, económicos y ecológicos, contra la 
violencia de género y la capacitación cívico política de 
los sectores empobrecidos. 
Como Solidaridad 
o Humanitarismo 
El diseño debe adherirse a las causas a favor de los 
desprotegidos, contrayendo obligaciones éticas y 
morales hacialos movimientos emanados de la 
sociedad. 
Como guerra 
humanitaria 
El diseño tiene la capacidad de hacer cosas por el bien 
de la sociedad aunque dichas acciones impliquen ir en 
contra de los propios derechos de los individuos. El 
diseñador puede hacer uso legítimo de recursos que 
afecten los intereses de otros, en busca de un bien 
mayor (oximorón y antítesis de lo humanitario). 
 
 95 
Tabla 6. Comparativo entre las diversas definiciones y posturas sobre el 
humanismo expuestas al interior de las humanidades y lo habitualmente 
expresado por académicos y profesionales del ámbito del diseño. 
Fuente: elaboración propia. 
 
Como podemos advertir, a nivel de definición, en aras de sostener un espíritu 
humanista en el ámbito del diseño lo mismo se llega a posturas de erudición 
sobre clásicos griegos, que a un espíritu literario, a la búsqueda del 
conocimiento, a lo políticamente correcto o incluso a la sustentabilidad. 
 
La multiplicidad de definiciones que presenta de origen el mundo de las 
humanidades conlleva a su vez una multiplicidad de formas de interpretarle en 
el mundo del diseño, siendo ese un reto mayúsculo para la interdisciplina, aún 
antes de entrar en materia. 
 
Si bien es cierto que la problemática del deterioro ambiental y sus graves 
consecuencias no deben dejar de ser atendidas por el diseño, éste no es sino solo 
uno de tantos «problemas que aquejan a la humanidad». Bajo esta lógica, 
pareciera entonces que a cada problema del ser humano, su solución ha de 
denominarse «humanismo». 
 
El diseño moderno, a decir de Luis Rodríguez, sostiene algunos principios que –
en el papel– son comunes en casi todas sus vertientes profesionales con las 
humanidades, empatando parcialmente con la mayoría de las definiciones antes 
expuestas. Sin embargo, el paradigma del diseño moderno, que debería 
caracterizarse por los tales factores, en realidad ha sido solo una promesa fallida. 
En la práctica proyectual sus soluciones se alejan cada vez más de: 
 
 96 
1.! La razón, con su promesa de mayor funcionalidad, practicidad y 
economía en los objetos, que serían orientados a la producción y no al 
consumo. 
2.! La moral, con la exploración de soluciones enfocadas a la mejora de la 
calidad de vida y la búsqueda de la felicidad, por medio de la 
materialización de valores, como la honestidad, sencillez, etcétera. 
3.! La forma, en tanto vehículo que sintetizaría nuestras aspiraciones a 
una mejor sociedad y un estilo de vida que, entre otras cosas, buscaría 
solidaridad e igualdad universales. (Rodríguez, 2012:49) 
 
El propio Rodríguez sostiene que el reto de mayor importancia que enfrenta el 
diseño es precisamente la humanización de las soluciones técnicas. En su sentido 
más restrictivo, expone, 
 
«[…] se entiende por humanización la adaptación de las formas a las 
características antropométricas y ergonómicas del usuario. En su sentido 
más amplio se entiende la humanización de las formas para adecuarlas a 
las expectativas y deseos tanto psicológicos, como culturales de los 
usuarios. En cualquiera de los dos extremos, el objetivo central es acercar 
las formas a la condición humana. Esta humanización, a su vez, tiene por 
objetivo elevar la calidad de vida» (Rodríguez, 2012:178) 
 
La actitud humanística ante el conocimiento y ejercicio del diseño, desde la 
multiplicidad de definiciones de humanismo existentes (sistematizadas 
esquemáticamente con el propósito de lograr su comparación pormenorizada y 
su estimación exahustiva), nos ha llevado a optar por atender cuando menos tres 
ejes o factores fundamentales: 
 
 97 
a)! el de una visión amplia sobre los acontecimientos políticos, sociales, 
económicos dentro del contexto internacional –emulando aquel espíritu 
de conocimiento universal que se perseguía en el renacimiento–; 
b)! el de una acción solidaria, con una visión crítica que permita alcanzar los 
objetivos planteados por la sociedad en su conjunto, responsabilizándose 
de los resultados de su actuación; y, finalmente, 
c)! el de una ética proyectual, haciendo hincapié en la responsabilidad del 
diseñador ante sus propios clientes, usuarios y sociedad basada en valores 
universales tales como tolerancia, respeto y, en general, los derechos 
humanos. (Rodríguez, 2012: 179) 
 
Es tarea de los profesionales de ambos campos disciplinares realizar esfuerzos 
conjuntos para establecer un marco de traducción o entendimiento sobre los 
distintos perfiles o conceptos de las humanidades que coexisten en la actualidad, 
evidenciar tales contradicciones y encontrar un espacio en común de diálogo que 
permita reflexionar sobre este fenómeno. 
 
Sin embargo, no todo este trabajo de interdisciplina corre con la suerte en contra. 
En el mundo del diseño ya se han producido sólidos debates que son propicios 
para este cruce interdisciplinar. Hemos de acudir a ellos para fincar los primeros 
esbozos de relación con el mundo de las humanidades. 
 
Uno de esos debates es el que se orienta al concepto del «diseño centrado en el 
usuario», de vertiente cualitativa, que hace frente a los debates que buscaban una 
veta científica en el diseño y, tras su fallida validación, han vuelto la mirada a 
cuestiones etnográficas. De igual manera, otra línea de investigación es la del 
«diseño incluyente» o diseño universal, que parte del hecho de que todos los seres 
humanos en algún momento de su existencia pueden presentar alguna 
discapacidad y es tarea del diseño enfrentar soluciones para ello, considerando 
de inicio una humanización de los desarrollos tecnológicos. 
 98 
 
Una tercera veta dialógica, que es la que consideramos más propicia para el 
diálogo interdisciplinar, es la que considera al diseño como una actividad 
retórica, y en consecuencia, la inscribe por definición como una actividad 
humanística. De ello daremos cuenta en próximo capítulo. 
 
No obstante, antes de ello es menester hacer un retrato general del mundo en el 
cual ambas disciplinas se desarrollan en la actualidad, es decir, los vectores del 
mundo contemporáneo de donde abrevan diseño y humanidades, para con ello, 
poder avanzar en la construcción de este diálogo entre ambos campos del 
conocimiento. continuación abordamos dicho panorama como marco contextual 
que nos permita elegir los recursos y conceptos pertinentes para establecer el 
diálogo interdisciplinar. 
 
 
2.3 Los paradigmas de lo diseñado: vectores del mundo 
contemporáneo de donde abrevan el diseño y las 
humanidades 
 
Como hemos establecido en el capítulo anterior, el diseño gráfico, como 
disciplina profesional, es visto habitualmente como una actividad de índole 
técnica que concibe, articula y produce artificios visuales que de manera ulterior 
se insertarán en los procesos de comunicación entre los seres humanos. Al ser 
portavoz de ese diálogo, revela también su carácter discursivo y los objetos que 
configura se convierten en vehículos que buscan facilitar el entendimiento entre 
los hombres. 
 
Desafortunadamente, entre la vorágine de la cotidianidad y las exigencias del 
mercado, éste pierde de vista a su interlocutor –el hombre mismo– y se confina 
 99 
a la tarea de ser el «brazo ejecutor» de las estrategias y dinámicas del capitalismo 
imperante en la actualidad, sin mediar conciencia de ello. 
 
Esto no es nuevo, pues decíamos antes, es el resultado «de los procesos de 
industrialización y urbanización que dominaron los siglos XIX y XX» (Cardoso, 2014:15). 
El mundo contemporáneo está orientado hacia el triunfo del capital, en lo 
económico, político y social, genera riqueza pero al mismo tiempo empobrece la 
vida del individuo. 
 
En este escenario, «a medida que el mundo se vuelve más complejo, la gente, al parecer, 
está menos dispuesta a formarse un sentido de las cosas» (Cardoso, 2014:24), y en su 
lugar busca consumir una sucesión interminable de experiencias para mitigar 
lascarencias que su acelerado ritmo de vida le genera. En consecuencia, 
 
«el diseño se ha distanciado cada vez más de la idea de ‘solución 
inteligente de problemas’ y se ha ido aproximando a lo efímero, a la moda, 
a lo rápidamente obsoleto, al juego estético-formal, a la boutiquización 
del mundo de los objetos. […] El diseño se transformó de este modo en un 
acontecimiento mediático, en espectáculo» (Bonsiepe, 2012:4). 
 
El espectáculo. 
Basta recordar, como ejemplo de lo anterior, la atmósfera que rodea la 
presentación de los modelos más recientes de innumerables productos de 
consumo, tales como teléfonos inteligentes, dispositivos electrónicos, 
automóviles, videojuegos, equipos de cómputo, entre otros, cual si fuera un 
espectáculo. 
 
Así lo señala también Antonio López Eire, el cual expone que: 
 
 100 
Los individuos se encuentran cada vez más aislados, prefieren el 
espectáculo a los acontecimientos y se habitúan a eliminar de sus 
comportamientos toda reflexión y sentido crítico mediante la adhesión, 
lograda mediante una persuasión sensorial y emotiva, a determinadas 
marcas y productos que, a través de una publicidad, […] les imponen las 
sabias estrategias de las empresas publicitarias que trabajan para los 
fabricantes de los productos publicitados. (López-Eire, 2000:9) 
 
La lógica del espectáculo como eje rector de la vida cotidiana ya había sido 
evidenciada por el filósofo francés Guy Debord en 1967, quien maduró las ideas 
de Marx sobre la «alienación» o enajenación social resultante del fetichismo de 
la mercancía, que deriva en la cosificación del individuo, entregado al consumo 
sistemático de objetos superfluos por moda o bajo el dictado de la publicidad, 
«vaciando su vida interior de inquietudes sociales, espirituales o simplemente humanas, 
aislándolo y destruyendo su conciencia de los otros, de su clase y de sí mismo». (Vargas, 
2012: 24). 
 
En las ideas de Debord, bajo el título de «La sociedad del espectáculo», vemos 
cómo aquello que resultaba genuino y auténtico del hombre ha sido sustituido 
por lo artificial y falso, siendo ahora las mercancías los verdaderos dueños de la 
vida cotidiana, al orientarse todo a la fabricación de éstas y al enriquecimiento 
tras su producción indiscriminada. Considera que «el espectáculo es la dictadura 
efectiva de la ilusión en la sociedad moderna» (Vargas, 2012:24) . 
 
Ahora las mercancías se han multiplicado a tal grado que el consumidor vive 
una falacia: cree poder elegir, pero en realidad ha desaparecido su libertad puesto 
que los cambios que ocurren en la producción y oferta de productos y servicios 
no son obra de elecciones libres, sino fruto del sistema económico y las propias 
dinámicas del capitalismo. Esto es, se construye una falsa idea de libertad de 
 101 
elección, cuando en realidad las preferencias y decisiones ya han sido 
determinadas de antemano por la industria. 
 
De igual manera, el diseño ha replicado tal circunstancia. Al paso del tiempo, el 
tema de la innovación ha permeado en todos los rincones del oficio, sin embargo, 
en la mayoría de las ocasiones lo que se considera innovador no representa una 
mejora en las condiciones de vida o interacción entre los individuos, sino que se 
remite solamente a la ampliación de la oferta comercial de productos ya 
existentes, bajo la óptica de su optimización. Esto es, no se genera un cambio en 
el modelo de consumo. Al contrario, se fortalece. 
 
La función del diseño en la época actual, aunado al consumo como espectáculo que 
ya el sistema privilegia, el es la de divertir y dar placer. Al respecto, Gilles 
Lipovetsky apunta que 
 
«la cultura de masas quiere ofrecer novedades accesibles para el público 
más amplio posible y que distraigan a la mayor cantidad posible de 
consumidores, […] posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin 
necesidad de formación alguna, sin referentes culturales concretos y 
eruditos. Lo que inventan las industrias culturales no es más que una 
cultura transformada en artículos de consumo de masas» (Lipovetsky, 
2010:79) 
 
Aquí, la publicidad ejerce una notable influencia para definir los gustos, 
sensibilidad, costumbres e imaginación de cada época. A decir de Mario Vargas 
Llosa, «la función que antes tenían, en este ámbito, los sistemas filosóficos, las creencias 
religiosas, las ideologías y doctrinas y aquellos mentores, hoy la cumplen los anónimos 
‘creativos’ de las agencias publicitarias» (Vargas, 2012: 38). Aquí, el arte vivió también 
un cambio, puesto que el precio de la obra llegó a confundirse con el valor de 
 102 
ésta, y la obra literaria o artística ahora queda a merced de los vaivenes del 
mercado y no de su propuesta artística per se. 
 
La dispersión. 
Al igual que la visión de la vida como espectáculo, conceptos como dispersión o 
atomización del tiempo son cada vez más frecuentes. El filósofo coreano Byung-
Chul Han lo señala como algo característico de la época contemporánea. Implica 
la pérdida de sentido de la vida ya que, a causa de la inmediatez con la que se 
vive, «cada instante es igual a otro y no existe un rumbo o sentido que de significación a 
la vida. El tiempo se escapa, porque nada concluye, y todo, incluido uno mismo, se 
experimenta como efímero y fugaz» (Han, 2015:65). Esta ansiedad deviene en vacío y 
en la necesidad de consumir todo lo que esté a su alcance: experiencias, viajes, 
emociones detonadas por productos comerciales, para no sentirse a sí mismo 
como algo pasajero. 
 
La sensación de que el tiempo pasa más rápido que antes es un rasgo de la 
posmodernidad. La vida, como tal, ya no se enmarca en las estructuras 
tradicionales donde se dotaba de trascendencia a la existencia, tales como la 
religión, la ley o la familia, sino que ahora el individuo vive bajo el régimen de 
lo efímero, lo fugaz y a merced de lo que en cada momento su voluntad le dicte. 
 
Esto es, los elementos que anteriormente daban identidad al individuo han 
cambiado y con ello, la forma en la que se ordena la vida alrededor de ellos. 
Pensemos por un momento en la vida de la sociedad décadas atrás, bajo la tutela 
de las ideas religiosas. Ahí, la vida se sobrellevaba bajo la esperanza de un juicio 
final y el entregar cuentas finales a Dios al momento de la muerte. Con esto, la 
existencia del individuo contaba con una fecha de cierre o un acto que establecía 
el límite de su existencia, con lo cual la propia vida se ordena bajo el ideal de ese 
juicio final al momento de morir. 
 
 103 
De igual manera, quienes vivieron bajo el ideal de la ley procuraban llevar una 
vida mesurada a fin de que al momento de morir no se les reprochase falta alguna 
ante la ley, la sociedad o la familia. Temas como el honor y la trascendencia eran 
habituales en las narraciones de estas épocas. 
 
Ahora bien, al desaparecer como meta u objetivo entregar buenas cuentas antes 
de morir a Dios, la Ley o la Familia, el individuo pierde también esa fecha de 
conclusión, epílogo o cierre de su vida, dejando inconcluso su proceso. En este 
momento, al no tener ese acuse de una vida orientada a un fin determinado, los 
fines los establece conforme las circunstancias se le van presentando, creando 
con ello no un objetivo en la vida sino una interminable sucesión de metas 
intermedias que no alcanzan, en la mayoría de los casos, a estructurarse como 
un objetivo de vida en lo general. 
 
Esta dispersión en la atención del individuo, centrado en cumplir metas cada vez 
más breves y cercanas, hace que no tenga una visión a largo plazo, además de 
verse inundado por el desasosiego de vivir una vida sin sentido en tanto no tenga 
una meta que perseguir. Aquellas personas que experimentan una mayor 
ansiedad son aquellas que han alcanzado las metas intermedias establecidas y 
no cuentan con un nuevo objetivo en la vida qué alcanzar. Para ellas, expone Han, 
el problema es mayúsculo, puespareciera que enfrentan a un vacío existencial o 
muerte permanente cada vez que alcanzan un objetivo. 
 
El mundo posmoderno y de consumo conoce esta situación y la fomenta. En el 
pleno conocimiento de la ansiedad del individuo, y de la mano del diseño, plantea 
una interminable sucesión de satisfactores para tal ansiedad, así como una larga 
lista de metas pre-construidas para que el individuo elija la que le apetezca. 
Estamos hablando de la sustitución, en ese sentido, de la sustitución del sentido 
de la vida, reflexivo y de índole personal, por objetivos planteados por la 
 104 
industria de consumo, estandarizada y sin mayor interés real que la de 
incrementar los niveles de compra del individuo. 
 
No hay un final definido en la vida del individuo, sino una sucesión infinita de 
variaciones y versiones de sí mismo. Los productos que lo facilitan tienen una 
vida útil muy corta y la industria lo sabe, puesto que «también el diseño, como 
libre juego de formas, apunta desde su definición misma a un cambio constante, 
a una variación constante que debe servir para activar el ánimo, en otras 
palabras, mantener la atención. […] La paradoja consiste en que todo es en un 
presente simultáneo, todo tiene una posibilidad. De este modo pierde 
continuidad, cualquier permanencia» (Han, 2015:67) 
 
Al respecto, Zygmunt Bauman ha expresado que nuestra modernidad se ha 
vuelto «líquida», esto es, las estructuras sociales son efímeras y ya no sirven de 
marco de referencia para los actos humanos. Una consecuencia de este fenómeno 
es que 
 
«la sociedad de productores se ha transformado en una sociedad de 
consumidores; para alcanzar el codiciado reconocimiento social cada 
sujeto debe reciclar su identidad y presentarse como bien de cambio, un 
producto capaz de captar la atención, atraer clientes y generar demanda. 
[…] Con el advenimiento de esta modernidad líquida, los individuos son a 
la vez vendedores y artículos en venta» (Bauman, 2007) 
 
Este fenómeno no es nuevo, ni de carácter local. Se trata de un proceso global 
que en su momento el francés Jean-François Lyotard reportó al Consejo de 
Universidades de Quebec en 1979. En su texto «La condición posmoderna» donde 
expone cómo «la legitimidad tradicional de las prácticas académicas, basada en criterios 
humanistas y racionalistas sobre la verdad, lo justo, lo necesario y lo bello, se encuentra 
 105 
cuestionada por la invasión de la revolución tecnológica en todos los espacios del 
conocimiento» (Bartra, 2003:17). 
 
Según Jean-Françoise Lyotard, 
 
«lo posmoderno corresponde sobre todo al fin de los meta-relatos. El 
individuo está abandonado a su propia historia, a sus problemas. Ya no 
hay lenguaje común, sino la mera ilusión de comprender a los otros. […] 
las personas parecen entenderse, pero eso es ilusorio» (Meyer, 2013:341) 
 
Los nuevos referentes están anclados a la eficiencia y por lo tanto a la relación 
entre insumos y productos. El estatuto mismo del arte, lo estético y la vida 
cotidiana han sido permeados por ello. Al sentido humanista, paulatinamente se 
le ha desacreditado, menospreciado o relegado por otros referentes. 
 
El diseño no es ajeno a esta característica de la modernidad, pues está facultado 
técnicamente para responder a un cambio constante y a la perenne exigencia de 
mantener la atención del individuo. La imagen diseñada, como vehículo del 
pensamiento, y el diseño, como artífice de los objetos en cuestión, configura 
nuevas realidades que traen consigo una precarización de la vida cotidiana, 
fortalece el individualismo en detrimento de la necesidad del hombre de vivir en 
sociedad y esto a su vez, le conduce a esquemas de deshumanización y pérdida 
de libertad. 
 
La identidad del individuo, además, ahora es concebida y teorizada cada 
vez más como una ficción, una construcción imaginaria, plural, 
contradictoria, mutante. Los shopings centers y los espacios temáticos 
(Disney, Las Vegas, Internet) se toman como referentes privilegiados del 
arte de la simulación, del espacio fabricado de la fantasía, sea digital o 
 106 
física, proponiendo el consumir como sinónimo de placer creativo, como 
una actividad escapista placentera e inventiva. (Kopp, 2013:14) 
 
 
Figura 6. Paradigma actual. 
Fuente: elaboración propia. 
 
En nuestro mundo, la realidad ha sido reemplazada «por formas de entretenimiento 
que requieren poca actividad mental y que alientan la apatía y la indiferencia. […] Hemos 
perdido el sentido de la realidad y lo hemos sustituido por una adicción a la realidad virtual 
creada por la televisión, el entretenimiento y la publicidad», expresa Glaser (2014:50) 
 
 107 
Gui Bonsiepe, pilar del diseño contemporáneo y uno de los autores más 
respetados en la disciplina, acercándose a su vejez ha realizado un ejercicio de 
conciencia en la cual, sin olvidar los principios técnicos de los que nació el 
diseño, trata de acercarlo al espíritu del hombre, frente a la abrumadora carga 
del capital. Advierte que aunque el diseño se encuentra en la intersección entre 
la cultura de la vida cotidiana, la tecnología y la economía, éste no ha atraído –
cito en extenso–: 
 
«salvo loables excepciones, la atención del pensamiento filosófico. 
Probablemente, y debido a esa indiferencia, el discurso del diseño no 
cuenta con el mismo grado de elaboración y madurez que en otras áreas: 
por ejemplo la teoría del cine, de la literatura o de las ciencias. Por el 
momento, la condición cognitiva del diseño está cubierta por un velo de 
dudas, pues se despliega en el dominio de la visualidad, intrínsecamente 
entrelazado con la experiencia estética, y menos con el dominio de la 
discursividad. A diferencia de otras disciplinas universitarias, el diseño 
no está orientado, en primer lugar, a la generación de nuevos 
conocimientos, pero sí a las prácticas de la vida cotidiana. El diseño se 
enfoca al carácter operativo o performativo de los artefactos materiales e 
inmateriales, interpretando la función y funcionalidad no desde el punto 
de vista de la eficiencia física como pasa en las ingenierías, sino en 
términos de comportamiento insertado en una dinámica cultural y 
social». (Bonsiepe, 2012:263) 
 
Por su parte, Milton Glaser (2014:51), icónico diseñador norteamericano, ha 
destacado que «en nuestro mundo la realidad ha sido reemplazada por formas de 
entretenimiento que requieren poca actividad mental y que alientan la apatía y 
la indiferencia». El diseño y las estrategias que lo determinan, cuando no 
reflexionan en ello o sucumben ante el entorno mercantil, buscan de manera 
decidida obtener tal resultado. 
 108 
 
Ahora bien, toda forma noble de diseño es en cierto modo «la encarnación de la 
política, de la vida, de la historia y de la religión de los pueblos» (Ruskin, 2015:235). 
Desafortunadamente, desde la óptica de las humanidades, se vive un momento 
en el cual se genera, a decir de Lipovetsky, una «riqueza del mundo, 
empobrecimiento de la vida; triunfo del capital, liquidación del saber vivir; 
imperio de las finanzas, proletarización de los estilos de vida» (Lipovetsky, 
2015:7). 
 
El reto de cualquier diseñador consiste ahora en saber mantener una actitud 
humana e íntegra frente a las seducciones del mercado, las cuales han impuesto 
al comercio como eje rector de la vida del hombre. No se trata de rechazar la vida 
del mercado, sino que éste pueda servir al desarrollo del hombre de una manera 
integral. 
 
La estetización del mundo e hiperconsumo. 
En un profundo análisis que realiza Lipovetsky (2015), se hace evidente que en la 
actualidad los sistemas de producción, consumo, distribución y la vida misma 
están impregnados por operaciones de naturaleza estética, esto es, una 
producción masiva de productos cargados de seducción, afectos y sensibilidad 
con la intención de aumentar el nivel de consumo. Lipovetsky llama capitalismo 
artístico a estainmersión de los mercados, y de la actividad del propio diseñador, 
en un trabajo sistemático de estilización de los bienes y lugares comerciales, 
integración del arte, las apariencias, y sensibilidades afectivas. Explota, de 
manera directa las «dimensiones estético-imaginario-emocionales con fines de ganancia 
y conquista de mercados» (Lipovetsky, 2015:10). 
 
De manera paradójica, cuanto más calculador se vuelve el capitalismo, más le 
concede importancia a las dimensiones creativas, intuitivas y emocionales, pero 
como mercancías, no como canales de comunicación. Esto le asegura a la 
 109 
industria que la persona será quien busque lo bello funcional, aún en los objetos 
utilitarios básicos. Tenemos con ello una traslación de los ideales de belleza del 
arte y la estética a los objetos cotidianos de cualquier clase. 
 
Las experiencias que el hombre experimentaba con el arte, la búsqueda de 
verdad, sentido y respuestas, ahora tratan de suplirse por el goce estético, 
resultado del contacto con objetos de consumo. Ya no se simboliza un cosmos, ni 
un lenguaje de clase social, sino juegos de seducción hiperbólicos que mezclan el 
diseño con el entretenimiento, el arte y comunicación con moda y espectáculo. 
Las aspiraciones más altas del hombre corren el riesgo de sucumbir ante la 
apabullante lógica de lo diseñado. Incluso, la etiqueta de "diseño" se le adjudica a 
cualquier instancia recién producida. 
 
Quizás por eso, la reproducción en serie de aquellos objetos que resultaban de 
culto, han destronado a los originales, desmitificando su carácter sagrado. La 
imagen se ha vuelto una copia, expresa Walter Benjamin y el objeto de arte 
«desplaza su valor de culto a un valor de exposición» (2011:72). En la reproducción 
técnica se anidan hoy más valores y referentes para ordenar la vida, que en el 
original. «Después del arte para los dioses, el arte para los príncipes y el arte por el arte, 
lo que triunfa ahora es el arte para el mercado» (Lipovetsky, 2015:21) 
 
Al día de hoy se busca aquello que no dañe, que no presente resistencia. Diría 
Han, «lo pulido, lo liso, lo impecable« (Han, 2015: 2). Ahora se busca que los objetos 
diseñados encarnen los ideales de una sociedad que no ofrezca resistencia, que 
busque lo positivo, se amolde y elimine de ésta todo aspecto negativo, puesto que 
representan obstáculos para la comunicación acelerada. Se buscan transiciones 
suaves, que no ofrezcan nada qué interpretar ni juzgar, descifrar o pensar, 
eliminando con ello toda distancia contemplativa. 
 
 110 
Un rasgo de la posmodernidad, abunda Han, es buscar erradicar la negatividad 
de lo contrario, presentar un mundo sin fricciones ni la negatividad de lo distinto 
y lo extraño. Esto aplica tanto para lo físico como para lo virtual, donde la lógica 
del «me gusta» se vuelve abstracta y placentera, medida por su inmediatez y su 
valor de uso y consumo. Cuanto más se infiltra el arte (y esta impronta estética) 
en la cotidianeidad y la economía, menos cargado está de valores espirituales, 
volviéndolo superfluo. 
 
El riesgo que esto implica para el ser humano es que pierde con ello referentes 
de su propia cultura, sus orígenes y su memoria histórica. La búsqueda de 
sensaciones inmediatas, de los placeres de los sentidos, la novedad y diversión, 
la calidad de vida y la autorrealización están vinculados a una estetización 
misma del ideal de vida, a una actitud estética ante la vida. A decir de Lipovetsky, 
no es ya «vivir y sacrificarse por principios y por bienes ajenos a uno, sino inventarse uno 
mismo, dotarse de reglas propias en pro de una vida bella, intensa, rica en sensaciones y 
espectáculos» (Lipovetsky, 2015:25). 
 
El diseño se ha convertido ahora en el lugarteniente del capitalismo. El diseñador 
se ve inmerso en esta lógica que inició desde el siglo XIX, incluso antes, durante 
el Romanticismo, y hoy en día acumula más y más capital simbólico; esto es, 
estetiza sistemáticamente los mercados de consumo mediante una simbiosis 
entre el proceso productivo, el trabajo estético, el goce artístico, espíritu 
financiero, lógica contable y los juegos del imaginario que detonan los nuevos 
paradigmas del mercado. 
 
Consideramos necesario citar en extenso a Lipovetsky: 
 
«La generalización del diseño en las industrias de consumo aparece como 
el rasgo más patente del avance espectacular del capitalismo 
transestético. Ningún objeto, por banal que sea, escapa ya a la 
 111 
intervención del diseño y de su trabajo estilístico. Incluso los productos 
que antaño eran estrictamente utilitarios y tenían poco que ver con la 
dimensión estética (teléfonos, relojes, gafas, material deportivo o de 
oficina, ropa interior, transporte colectivo), ahora son reproyectados por 
diseñadores, incluso por artistas de vanguardia, rehechos continuamente 
para que tengan otro look y transformados en accesorios de moda. […] 
Todo el universo de objetos de consumo es ahora intervenido, mimado, 
arropado por procesos de tipo artístico como el diseño, el envasado, la 
comercialización visual, la publicidad, el grafismo» (Lipovestky, 2015:40). 
 
 
Figura 7. Incidencia del paradigma actual en el diseño. 
Fuente: elaboración propia. 
 112 
Haciendo un balance de ello, nada escapa ya a la intervención del diseño y su 
trabajo estilístico. Ya no hay producción de bienes de consumo fuera del proceso 
de diseño, tanto en los países ricos como en los emergentes. La pregunta ahora 
es ¿qué dice el propio diseño de sí mismo? ¿Qué se requeriría para voltear la 
mirada hacia un pensamiento que coloque nuevamente al hombre en el centro de 
sus preocupaciones? ¿Cuál pudiera ser el camino para frenar la cosificación del 
individuo y el dictado de sus valores desde la industria de consumo? 
 
Esta compleja sucesión de eventos es abordada con frecuencia cuando se realizan 
estudios sobre la posmodernidad, habiendo vasta literatura al respecto. No 
siendo el objetivo de la presente tesis explicarlos a detalle, bastaría solamente 
señalar que de dicha evolución, en los modos de vida, el diseñador no ha tomado 
conciencia plena. 
 
Múltiples voces se han alzado para denunciar que el diseño contribuye de 
manera directa e indiscriminada a replicar y acrecentar la deshumanización en 
el mundo. Al tiempo, diversos diseñadores influyentes en su campo, durante el 
siglo XX, han reflexionado sobre esta cuestión y advierten del rumbo que ha 
tomado la disciplina. La mayoría coinciden en la carencia de elementos 
humanísticos, durante la formación profesional del diseñador, que le permitan 
discernir y emitir juicios de valor. 
 
Quizá sea convocar al humanismo la primera alternativa que venga a la mente 
de quien aborde este problema. Una respuesta típica a este problema suele 
también sugerir que en la formación universitaria del diseñador se incluyan 
algunas asignaturas complementarias u optativas referentes a los valores, 
creyendo atender con ello el problema de raíz. 
 
 113 
Desafortunadamente la solución dista de ser así de simple. La inclusión de las 
humanidades en el diseño gráfico conlleva una mayor complejidad, misma que 
trataremos de desentrañar a lo largo del siguiente capítulo. 
 
 
 
 
 
 !
 114 
CAPÍTULO III 
El ejercicio humanista del diseño 
 
 
 
 
 
 
«Homo sum; nihil humani a me alienum puto, dijo el 
cómico latino. Y yo diría más bien, nullum hominem a 
me alienum puto; soy hombre, a ningún otro hombre 
estimo extraño. Porque el adjetivo humanus me es tan 
sospechoso como su sustantivo abstracto humanitas, la 
humanidad. Ni lo humano ni la humanidad, ni el 
adjetivo simple, ni el adjetivo sustantivado, sino el 
sustantivo concreto: el hombre 9. 
 
–! Miguel de Unamuno 
 
 
 
9 El epígrafe se completa con el siguiente párrafo: «[…]El hombre de carne y hueso, el que 
nace, sufre y muere, –sobre todo muere– el quecome y bebe y juega y duerme y piensa y 
quiere, el hombre que se ve y a quien se oye, el hermano, el verdadero hermano. Porque hay 
otra cosa, que llaman también hombre, y es el sujeto de no pocas divagaciones más o menos 
científicas. Y es el bípedo implume de la leyenda, el !"#$ π#%&'&(#$ de Aristóteles, el 
contratante social de Rousseau, el homo oeconomicus de los manchesterianos, el homo 
sapiens de Linneo o, si se quiere, el mamífero vertical. Un hombre que no es de aquí o de allí, 
ni de esta época o de la otra, que no tiene ni sexo ni patria, una idea, en fin. Es decir, un no 
hombre.» (Unamuno, 1911:6) 
 
 115 
3.1 Reflexión y discernimiento en el diseño 
 
Como hemos podido vislumbrar en el capítulo anterior, las condiciones en las 
cuales se desenvuelve el ser humano en la actualidad llevan la impronta del 
capitalismo: su vorágine y paradigmas permean todo aquello que es diseñado. 
Inmediatez, hiperconsumo, dispersión, entre otros factores, marcan la pauta –
consciente o no– en la agenda del diseñador. 
 
Los productos diseñados plantean al ser humano –o dicho con mayor precisión: 
al consumidor– premisas que pretenden que sean adoptadas como propias y 
experiencias artificiales que busquen generar nuevos espacios de interacción 
con el otro. Ante este escenario, la figura del consumidor consciente de las reglas 
no escritas que rigen el mercado, sensible a las dinámicas de la época y analítico 
al momento de elegir productos y servicios, es una rara avis. 
 
Por lo general, las decisiones del consumidor son motivadas por elementos 
emocionales antes que por procesos racionales y, en la dinámica de masas, con 
poca formación o bagaje que le permita discernir entre lo que resulte más 
pertinente. El acto de diseño, cuando se ciñe a esta inercia, «puede participar sin 
querer en una situación que afecte negativamente a alguna persona o grupo que participe 
en la concepción, la planificación, la producción, la distribución o el consumo del producto» 
(Margolin, 2006:17). De ahí la importancia de tomar conciencia de los paradigmas 
que gobiernan tales procesos, para evitar afectar a terceros o a sí mismos. 
 
El aporte que en este sentido podrían realizar las disciplinas humanísticas en el 
actuar del diseñador, se relaciona «justamente con el ensanchamiento de un 
horizonte que permita encontrar una razón más profunda del quehacer humano» 
(Ugalde, 2016:11), uno que tome en cuenta las tensiones que existen entre el 
consumo y los efectos adversos de éste, potenciados por el entorno diseñado. 
 
 116 
La actitud crítica que se demanda implicaría, de inicio, una visión amplia que 
incluya factores políticos, sociales, culturales y de pensamiento, que habría que 
cultivar, por ser de su pertinencia, desde las disciplinas humanísticas. 
 
Incluir a las humanidades dentro de la formación del diseñador, implicaría a su 
vez inculcar en éste tres diferentes niveles de responsabilidad -en ocasiones 
llamada responsabilidad social universitaria– y que, siguiendo el pensamiento 
de Mugarra serían el de una «perspectiva individual, una perspectiva de 
consenso y una perspectiva de disenso» (Mugarra, 2001 cfr. Alfaro, 2016:156), esto 
es, buscar que el profesional del diseño dimensione las consecuencias de sus 
acciones y asuma responsabilidad directa sobre de ellas; que tenga la perspectiva 
de la concertación con los demás, bajo el cobijo del contrato social y, finalmente, 
que pueda disentir ante lo que considere injusto hacia la sociedad o los individuos 
excluidos. 
 
La labor antes relatada demandaría, como hemos planteando a lo largo de la 
investigación, trazar un puente interdisciplinario entre las áreas del estudio 
sobre lo humano y las del ámbito del diseño. No obstante, el acercamiento se 
vislumbra como una tarea titánica de pretender lograrlo en pocos y concretos 
pasos: se trata de un hilar fino, hilvanar voluntades y establecer cruces 
dialógicos que permitan sostener y consolidar la interdisciplina. 
 
La presente investigación es consciente de las resistencias que, como analizamos 
en el capítulo anterior, son inherentes a la aceptación de las humanidades en el 
mundo del diseño. Considera que para lograr tal espíritu de diálogo habría que 
cubrir tres aristas de este mismo problema, involucrando en una suerte de 
procedimiento a ambas partes. 
 
 
 
 117 
Primera arista: la sensibilización. 
La primera de esas aristas es la de preparar al diseñador para el diálogo con el 
otro, esto es, sensibilizarle hacia la reflexión humanística desde el interior de los 
espacios propios del diseño, mas no como una obligación formativa o académica, 
sino como una búsqueda natural basada en la curiosidad, interés, afición y deseo 
de conocer más del mundo, incluyendo el gozo intelectual por el descubrimiento 
de nuevas formas de entender el mundo. Obviamente, bajo la premisa de evitar 
cualquier etiqueta de índole teorética que pudiera desincentivar el acercamiento 
dado la resistencia añeja que se tiene hacia estos temas. 
 
Segunda arista: retórica y argumentación en el aula. 
Una segunda vertiente por atender, concatenada con la anterior, es la de incluir 
en el currículo universitario proyectos transversales y multidisciplinarios que 
enfrenten al alumno a la necesidad de encontrar las razones profundas y los 
problemas humanos que subyacen en los retos de diseño que habitualmente 
busca resolver, viendo más allá de las demandas técnicas del proyecto mismo. 
Esto es, propiciar situaciones argumentativas en el aula en las que el alumno se 
vea obligado a explicitar el porqué de sus decisiones en el marco de lo humano. 
 
De esta forma, ante la necesidad de que el diseñador en formación dé cuenta de sus 
acciones, entran en juego el autoanálisis, el discernimiento y su posterior 
incidencia en la fase proyectual del diseño, para lo cual resulta invaluable el 
aporte de la retórica como eje para lograrlo. Líneas más adelante daremos cauce 
a estas ideas, basta por lo pronto por lo pronto plantear que la argumentación en 
el diseño puede ser la puerta de entrada idónea a las humanidades. 
 
Tercera arista: divulgación desde las humanidades. 
Un tercer aspecto o eje de acción tiene que ver con la contraparte en este diálogo 
y sobre lo que debe hacerse precisamente «desde» las humanidades. Es menester 
encontrar la manera para que, desde las disciplinas humanísticas, 
 118 
investigadores, docentes y profesionales de estas áreas difundan el conocimiento 
humanístico, considerando como recipiendarios a los profesionales del diseño, la 
comunicación y disciplinas afines. 
 
Si bien, es tarea común de académicos humanistas la producción escrita y 
generación de conocimiento, ésta se vuelva endogámica y críptica para aquellos 
que no se encuentran vinculados de origen con el estudio de lo humano. Existe 
una marcada resistencia –al igual que en innumerables campos de la ciencia– por 
hacer asequibles los conocimientos generados hacia el resto de la sociedad, más 
aún, hacia sectores históricamente desvinculados como el diseño. 
 
Si lográsemos despertar el interés del diseñador por los contenidos de las 
humanidades, el esfuerzo sería en vano de no encontrar la literatura y materiales 
que le acerquen al estudio de lo humano, explicado con el rigor del razonamiento, 
pero con la vocación de la divulgación científica. No habría rechazo mayor hacia 
las humanidades que el proveniente de aquel que tras una afanosa búsqueda, 
regrese con las manos vacías. Un infructuoso primer encuentro confirmaría 
aquellos prejuicios sobre lo «inútil de las humanidades», tirando por la borda una 
valiosa oportunidad de incidir en la formación de un pensamiento orientado al 
ser humano. 
 
El reto demanda de las humanidades un esfuerzo de traducción de sus contenidos 
hacia niveles básicos de cultura general, mismos que propicia el sistema 
educativo actual y que es, desafortunadamente,al que se ciñen la mayoría de los 
estudiantes de las licenciaturas en diseño. De igual manera, compromete a las 
universidades a fortalecer los campos de divulgación de conocimiento y 
extensión, tareas que son, de suyo, sustantivas, así como arropar intercambios y 
proyectos interinstitucionales que fortalezcan a lo largo del tiempo este tipo de 
iniciativas. 
 
 119 
Bajo la premisa anterior, la presente investigación doctoral pretende aportar 
caminos concretos para dar solución específica a problemas de interrelación 
identificados de ambos campos de conocimiento. Por ello, al final de este capítulo 
se plantean cuatro relaciones interdisciplinares entre las humanidades y el 
diseño, haciendo eco del abanico reflexivo y dialógico que pueden concurrir. En 
este caso, la filosofía política y el diseño editorial; el estudio del tópico griego de 
la phrónesis y la comunicación gráfica; la actitud hermenéutica ante los 
problemas de comunicación gráfica; y, finalmente, la indiferencia, 
sobrevaloración y realidad del diseño gráfico cuando se establecen espacios 
narrativos sobre éste en el cine ficcional. 
 
Expuesto lo anterior, abordemos ahora en detalle cada una de las aristas 
señaladas, a fin de clarificar la tercia de acciones que podrían servir como punto 
de partida para establecer puentes dialógicos entre los campos del diseño y las 
humanidades. 
 
 
3.2 Sensibilización hacia la reflexión humanística al 
interior del diseño 
 
Si damos por válida la afirmación que hace el filósofo alemán Ludwig 
Wittgenstein en su Tractatus Lo ́gico-Philosophicus, «Los límites de mi lenguaje 
significan los límites de mi mundo», podríamos aventurarnos a preguntar ¿qué 
pasaría si en el lenguaje y el horizonte del diseñador se fuesen anidando 
paulatinamente conceptos y reflexiones provenientes de las humanidades? 
 
Si partimos de esa pregunta como premisa, lo que inicialmente pudiera ser 
contemplado como una proclama académica de mera buena voluntad, adquiere 
un sentido de ensanchamiento de horizontes y creación de nuevas experiencias 
 120 
significativas para el diseñador, permitiendo la ampliación de aquello que puede 
ser representado en su mente. En ese ensanchamiento simbólico y 
enriquecimiento de experiencias quizá pudiera basarse un esquema de 
sensibilización hacia las humanidades. 
 
Sin embargo, esta intención de sensibilizar al diseñador deberá asirse a objetivos 
concretos para poder dotarle de factibilidad. Consideramos que Martha 
Nussbaum ha dado de antemano respuesta a ello, al plantear tres habilidades que 
ella sostiene han de ser cultivadas para no perder de vista lo humano en el mundo 
actual, y por ende, en el ejercicio profesional del diseño. 
 
La primera de ellas es hacer un examen crítico de uno mismo desarrollando la 
habilidad de razonar lógicamente; la segunda, tener la capacidad de verse a sí 
mismos como seres humanos vinculados a los demás por lazos de reconocimiento 
y mutua preocupación, reparando en las necesidades y capacidades que 
compartimos con el otro; y, la tercera, hacer uso de la imaginación narrativa, 
esto es, ser capaces de «pensar cómo sería estar en el lugar de la otra persona, 
ser un lector inteligente de la historia de esa persona, y comprender las 
emociones, deseos y anhelos que alguien así pudiera experimentar [lo cual 
conlleva la necesidad de...] ser capaces de participar con la imaginación en la vida 
de alguien y ver cómo el medio social configura las aspiraciones y emociones» 
(Nussbaum, 2005:30). Cito en extenso: 
 
«Con el fin de cultivar la humanidad en el mundo actual, se requieren tres 
habilidades. La primera es la habilidad para un examen crítico de uno 
mismo y de las propias tradiciones, que nos permita experimentar lo que, 
siguiendo a Sócrates, podríamos llamar «vida examinada». Es decir, una 
vida que no acepta la autoridad de ninguna creencia por el solo hecho de 
que haya sido transmitida por la tradición o se haya hecho familiar a 
través de la costumbre; una vida que cuestiona todas las creencias y sólo 
 121 
acepta aquellas que sobreviven a lo que la razón exige en cuanto a 
coherencia y justificación. Esta disciplina requiere el desarrollo de la 
habilidad de razonar lógicamente, de poner a prueba lo que uno lee o dice 
desde el punto de vista de la solidez del razonamiento, de la exactitud de 
los hechos y la precisión del juicio. (Nussbaum, 2005) 
 
¿Cómo fomentar esa habilidad de verse a sí mismos y a los demás? ¿De dónde 
emana esa imaginación narrativa? La respuesta la podemos encontrar, en una 
primera instancia en el arte, las letras, la estética y la reflexión que provee la 
filosofía, en suma, todo ello lo encontramos en el ámbito de las humanidades. 
 
Un paseo por las letras. 
Pensemos por un momento en la literatura. En un diálogo sostenido con el 
escritor italiano Claudio Magris, el nobel peruano Mario Vargas Llosa apunta 
cómo la novela, por ejemplo, nos permite entender mucho mejor nuestra realidad 
tan diversa y compleja. De ellas, la novelas, cuando son realmente logradas –cito 
en extenso–: 
 
«nos subyugan, nos arrancan de esta vida que es el caos y confusión, y 
nos hacen vivir en la experiencia mágica de la lectura la ficción como una 
realidad, volvemos al mundo con una sensibilidad muy aguzada para 
entender mejor lo que nos rodea, para descubrir mejor las jerarquías entre 
lo que es importante y lo que es adjetivo, y, también, con un actitud 
crítica. […] 
 
Esa es otra de las grandes contribuciones que la novela ha hecho a la 
historia, al progreso humano, a la civilización. Las historias nos 
entretienen, nos divierten, nos producen placer, pero también nos educan 
para adoptar frente al mundo una actitud censora. Cuando leemos una 
novela y descubrimos qué perfecto es todo ahí en ese mundo inventado, 
 122 
incluso lo imperfecto y feo son perfectos en una novela bien lograda y 
luego regresamos a nuestra pequeña existencia cotidiana, es imposible 
que no nos sintamos defraudados, desencantados, cuando cotejamos la 
perfección de la ficción que acabamos de vivir y la realidad del mundo al 
que hemos vuelto. Eso produce en los lectores, lo sepan o no, un 
desasosiego que al final termina siendo una crítica frente al mundo que 
vivimos. La actitud de distanciamiento, de desazón, de crítica frente a la 
realidad ha sido el motor del progreso y de la civilización» (Vargas y 
Magris, 2014:33). 
 
La literatura, como motor de reflexión y ensoñación, también funge como un eje 
sensibilizador de las voluntades. Es en esta veta poética que puede emplearse, a 
decir del escritor jalisciense Agustín Yáñez: «la educación de la sensibilidad, en 
el afinamiento y riqueza de la conciencia histórica, en la depuración y 
embellecimiento del idioma» (Yáñez, 2010:38). Sin embargo, no bastaría con la 
mera exposición a las letras, sino que la sensibilización deberá venir acompañada 
por tres disciplinas indisolubles de esta: la estética, la historia crítica y la 
retórica. 
 
La sensibilización hacia tópicos humanistas en el diseño quedaría trunca sin una 
orientación que lleve al alumno del mero deleite a la reflexión, por ello, es 
importante que al surgir un tópico de interés también se deriven de éste las 
consideraciones pertinentes, buscando que el alumno 
 
«sólo advierta la transición de asuntos, cuando necesite complementarlos 
entre sí; por ejemplo, surgirá el tema del concepto estético de los griegos 
al considerar la obra de Homero: de ella también se derivarán las 
consideraciones relativas a la historia, al estado social, económico y 
cultural de su pueblo, a su vida política, etc., cuestiones que enmarcarán 
el fenómeno literario y mutuamente se explicarán con amplitud; 
 123 
menester será hablar, entonces, de las características de la epopeya, y así 
aparecerá, como noción viva e inmediata, la información de carácter 
retórico» (Yáñez, 2010:38-39).Esto es, no basta solamente con acercar los contenidos literarios al alumno para 
que éstos cumplan el objetivo de sensibilizarle, sino que es en el acompañamiento 
del docente y en el propósito o intención de arroparle con una visión completa, 
que se podrían ir anidando nuevas visiones del mundo y formas de entender la 
realidad. El diseñador que transite por tal experiencia volverá sin duda 
enriquecido de miras y horizontes para incidir de una manera distinta en su 
propio campo de acción diseñística. 
 
A decir de Yáñez, «la literatura es la disciplina cultural más apta para 
educar la sensibilidad, porque utiliza el patrimonio común de los hombres, 
el signo seguro de toda posible intercomunicación: la palabra. Individuos 
de épocas y de grupos sociales diversos podrán atribuir valor simbólico 
distinto a un gesto, a un sonido, a un uso, a un color, a una línea; sin 
embargo, nunca se modificará la relación estricta entre la idea y la 
palabra: esto hace posible la gramática general y, en consecuencia, la 
intelección humana, cualquiera sea el organismo idiomático que un 
hombre remoto se proponga traducir. (Yáñez, 2020:18) 
 
Discurrir sólo teóricamente sobre las letras, por ejemplo, es un camino que 
ahuyenta a los nuevos lectores. De igual manera, apelar a «ejemplos aislados, 
mutilados, informes, valdrían tanto como hablar de música sin oír las obras relativas a la 
charla» (Yáñez, 2010:44). Por ello, es imprescindible contar con un entramado que 
permita afinar el sentido histórico, amplíe la perspectiva del alumno, pueda 
recrear lo fugaz de lo relatado y al mismo tiempo encuentre en él la veta que le 
inspire a fijar y encontrar los caracteres que permanecen incólumes en la 
eternidad. Es en la malla de la obra literaria «en donde quedan presos, vivientes, 
 124 
eternos, los grandes momentos y gestos del devenir humano […] La obra literaria posee el 
secreto para conservar el clima de la historia y proyectarlo, a iguales temperaturas, con 
pareja luz y animación idéntica, sobre el porvenir, sobre la conciencia y la emoción de los 
hombres futuros» (Yáñez, 2010:21). 
 
De la literatura, al lenguaje. 
Una vez que el alumno de diseño haya entrado en este nuevo tipo de vínculo con 
el texto, pudiera darse una mayor posibilidad de que se interese en profundizar 
en nuevos aspectos del conocimiento de lo construido con el lenguaje, y dar pie, 
por ejemplo, a la inserción de nuevos conocimientos, como los de la lingüística, 
también disciplina humanística. 
 
Por citar un ejemplo, un avance paulatino en este proceso de sensibilización 
puede permitirnos establecer –en los grados superiores de la formación 
universitaria– la idea de que las operaciones lingüísticas son un punto de partida 
del diseño, en tanto que éstas proveen de sentidos muy relevantes para el 
hablante y revisten un alto potencial semántico y pragmático, evidenciando 
enunciados y tópicos que resulten pertinentes para dotar de eficacia expresiva 
al acto comunicativo. 
 
En la concatenación de los procesos de selección y creación de las expresiones 
lingüísticas pertinentes al grupo al que se dirige el mensaje es que podemos 
encontrar un amplio abanico de opciones para la práctica cotidiana del diseño y 
comunicación gráfica dirigida a los integrantes de una determinada 
colectividad, atendiendo con ello los rasgos que le son particulares: contexto 
social, cultural, histórico, entre otros. De una correcta sensibilización en este 
sentido pueden emerger cruces interdisciplinares diseño-lingüística de alto 
valor para la formación del diseñador. 
 
 
 125 
El diseño gráfico, cito en extenso, 
 
«inserto en el ámbito de la comunicación se distingue por ser una 
profesión que, para garantizar su efectividad, debe alimentarse del 
conocimiento del otro; así la construcción de un discurso visual se realiza 
en función del reconocimiento de los procesos perceptivos, cognitivos y 
mentales de los destinatarios, la recuperación de sus códigos, el 
conocimiento de sus acuerdos previos, y la claridad acerca del contexto y 
la circunstancia en que los mensajes diseñados serán el punto de 
confluencia entre el emisor y destinatario para que la intención 
comunicativa se cumpla» (Álvarez, 2009:105). 
 
De esto se deriva que el diseño gráfico, a fin de estructurar pertinentemente una 
traslación de un mensaje verbal a uno eminentemente visual, deberá conocer de 
inicio el lenguaje y contexto cultural que le es común y le une al individuo. 
Comprender cómo interpreta desde la pragmática lingüística los textos que éste 
recibe para prever la reacción interpretativa del otro. 
 
Un discurso visual pertinente será aquel que sea construido con bases 
semánticas, pragmáticas y sintácticas a partir del lenguaje. Habrá que analizar 
el mensaje a comunicar, decantarle en una expresión lingüística y ésta a su vez, 
someterla a «una serie de procesos cognitivos que le permitirán la formulación 
de juicios que constituirán la base de su dimensión pragmática» (Álvarez, 
2009:111). Tales procesos cognitivos son primordialmente recorridos semánticos 
que se establecen a partir de una variable lingüística y que transitan por 
operaciones lingüísticas y cognitivas de sinécdoque (materiales o conceptual; 
general o particular), metáfora y metonimia. 
 
A partir de las operaciones cognitivo-lingüísticas a las cuales se somete la 
unidad lingüística a fin de ser graficada, es que pueden realizarse inferencias 
 126 
que permiten establecer representaciones visuales que comporten una cercanía 
con las experiencias sensibles y concretas del individuo. Esta labor detallada y 
puntual del diseño sólo puede ser abordada cuando el diseñador está inmerso en 
la lógica de trabajar a partir del lenguaje y ha dejado atrás los esquemas básicos 
de construcción de propuestas gráficas de manera aislada. 
 
En este puente lingüística-diseño, producto de una adecuada sensibilización 
previa, el paso de lo conceptual a lo concreto implica el atender eminentemente 
cuestiones pragmáticas; en consecuencia el paso mismo de la palabra a la imagen 
requiere de acercamientos que construyan sentidos articulando sistemas 
semánticos y sistemas simbólicos, icónicos o representacionales. 
 
Es en la pragmática del proceso comunicativo, a través de la lengua y la imagen, 
que «se cristalizan y circulan los sentidos simbólicos más acuciantes de la cultura» 
(Lizarazo, 2004:63). Es ahí en donde entender las operaciones lingüísticas 
adquiere un papel preponderante. 
 
Un paso más allá: la traducción y análisis comparativo. 
Si hemos de voltear a ver nuevos horizontes disciplinares para enriquecer al 
diseño, sin duda uno de los campos de estudio que más alejados se encuentran 
del diseño y a su vez, más similares, son los de la traductología y los estudios 
comparativos. 
 
La traducción es una actividad de suma importancia para los usuarios de la 
lengua, que implica el paso del mismo significado de un signo «a otro signo, o a 
otros signos, o de la misma lengua (reformulación) o de otra lengua o de otro 
sistema semiótico (traducción semiótica). Según Jakobson, el traductor codifica 
de nuevo una información que ha recibido de otra fuente. La traducción implica 
dos mensajes equivalentes en dos códigos diferentes» (Zuluaga, 1999) y es 
precisamente la tarea que de suyo compete al diseño gráfico. 
 127 
 
Hemos sostenido a lo largo de la investigación que la labor del diseñador es la 
traducción de enunciados verbales hacia «enunciados» –metafóricamente 
hablando– de tipo visual, esto es, un trasvase de elementos compositivos que por 
analogía, metáfora, sinécdoque, metonimia y otros recursos, busquen en el lector 
o espectador el mismo efecto –a través de imágenes, forma de las palabras o 
tipografía, etcétera– que lo que la palabra original despierta. 
 
Pues bien, en el mundo de las humanidades y en particular, en el de la teoría 
literaria,hemos de concentrar en la traductología una disciplina que se interesa 
por la forma en cómo esos tropos encuentran su equivalencia en el sentido de 
otras lenguas. Si mantenemos la metáfora del «lenguaje visual», los análisis 
comparativos pueden ser de utilidad en la búsqueda de factores más amplios y 
más variados que nos permitan establecer una comunicación lingüística y 
cultural más precisa al realizar la traslación. 
 
Durante la estancia de investigación en que se encuadró parte de esta tesis, en 
la ciudades de Nitra y Bratislava en Eslovaquia, con literatos, semiólogos y 
filósofos de aquellas latitudes, una de las experiencias más gratificantes fue 
comprender cómo la tarea de trascender un mensaje de un lenguaje a otro implica 
observar desde el interior del sujeto creador. 
 
Esto es, no se trata de una mera superposición de códigos buscando una 
equivalencia formal o casi aritmética entre ambos mundos, sino de encontrar, 
con un espíritu más elevado, «lo específico de la creación literaria y cultural de una 
determinada nación. En el análisis comparativo tenemos también una visión más clara de 
sus particularidades gramaticales, rítmico-sintácticas o semánticas» (Franek, 2012:126). 
Esto es, la relación de equivalencia en la traducción no es encontrar una relación 
de igualdad, sino de valor igual, basado en «uno o varios puntos de vista, que el 
traductor decide privilegiar en cada caso, desestimando otros». (Zuluaga, 1999:539) 
 128 
 
Hablamos no solo del trasvase entre lenguas, sino de entender el ritmo y 
sensaciones que la expresión original despierta en los destinatarios iniciales 
para tratar de replicar la misma sensación o espíritu en un segundo código 
específico, que es privativo del espacio del otro idioma. No basta la equivalencia, 
la rítmica resulta fundamental. 
 
Si hablamos de sensibilizar al diseñador gráfico hacia la apertura de horizontes 
que comportan los temas de las humanidades, acercar problemas concretos de 
traducción con un espíritu y curiosidad propia de los estudios comparatistas y 
de traducción, abriría la posibilidad de romper el pensamiento esquemático y 
mecanicista con el cual habitualmente se realiza la configuración de conceptos 
gráficos. Si en lugar de buscar la equivalencia formal de los elementos se invita 
al alumno a tratar de reproducir la rítmica, sentido y sensaciones que el original 
despierta en la persona, pero en un nuevo código, la experiencia resultaría 
sumamente enriquecedora. 
 
Citando en extenso a Ladislav Franek, literato y traductor eslovaco, es evidente 
 
«la necesidad de trascender los límites de un idioma o una literatura, la 
capacidad para distinguir los determinantes exteriores e interiores de su 
existencia, determinantes que condicionan la vida cultural de una 
determinada nación. […] La tarea principal del creador-traductor consiste 
en el desciframiento de los matices sutiles del texto original y –con 
respecto al estatuto del arte– en el desenmascaramiento de sus aspectos 
ocultos, secretos. […] El ritmo, además de ser escrito y descrito, debe ser 
sentido. De eso proviene muchas veces su relación menos rígida con 
normas convencionales del lenguaje poético» (Franek, 2012.126) 
 
 129 
Cuando un diseñador logra advertir las particularidades propias del original, 
siguiendo el pensamiento de Franek, «será inevitable la presencia de una 
simpatía con el autor y hace posible una percepción más clara de otros elementos 
del verso, sean estilísticos, sean semánticos. Todo esto contribuye a expresar más 
adecuadamente el grado de desvío estilístico y rítmico que depende siempre de 
lo específico de una determinada tradición poética» (2012:137) 
 
Queda abierta así, con este vínculo interdisciplinario, la vía para realizar 
preguntas de fondo en el ámbito del diseño, tales como las que realiza Franek 
desde su campo disciplinar: « ¿hasta qué punto es posible transponer lo más 
íntegramente una obra […] a otras condiciones históricas sin que ésta pierda su misión 
primordial? ¿En qué reside la traducibilidad o intraducibilidad de un texto original? ¿Qué 
recursos consiguen vencer una serie variada de obstáculos lingüísticos y propiamente 
literarios?» (Franek, 2016:136). Poder establecer estas preguntas, desde el mundo 
del diseño, son ya por sí mismas, un salto descomunal hacia un ejercicio 
humanista del mismo. 
 
El proceso de traducción del mundo verbal al visual, visto ya desde esta 
perspectiva humanista, ya no queda solamente sometido a meros procesos 
técnicos, sino que se reviste de la propia poética del autor, 
 
«a su modo individual de expresar cierto contenido [y] a la amplia 
experiencia verbal del traductor. Esa labor se debe al conocimiento más 
profundo de todos los matices de los cuales se dispone. Se trata, pues, de 
una actividad sumamente creadora e ingeniosa en la que entran en juego 
la razón, el sentimiento y sobre todo la intuición» (Franek, 2016; 156). 
 
Es ahí uno de tantos puntos donde podemos intersectar las ideas de Martha 
Nussbaum, en cuanto a la tercera de las vías que propone para el rescate de una 
formación humanista: la imaginación narrativa. Para ella, 
 130 
 
«Esto significa la capacidad de pensar cómo sería estar en el lugar de otra 
persona, ser un lector inteligente de la historia de esa persona, y 
comprender las emociones, deseos y anhelos que alguien así pudiera 
experimentar. 
 
La imaginación narrativa no carece de sentido crítico, pues siempre 
vamos al encuentro del otro con nuestro propio ser y nuestros juicios a 
cuestas; y cuando nos identificamos con un personaje de una novela o con 
una persona distante cuya vida imaginamos, inevitablemente no nos 
limitaremos a identificarnos, también juzgaremos esa historia a la luz de 
nuestras propias metas y aspiraciones. Pero este primer paso de entender 
el mundo desde el punto de vista del otro es esencial para cualquier juicio 
responsable, puesto que no sabremos lo que estamos juzgando hasta no 
ver el significado de una acción según la intención de la persona que la 
realiza, ni entenderemos el significado de un discurso mientras no 
conozcamos la importancia de lo que expresa en el contexto de la historia 
y el mundo social de esa persona. La tercera capacidad que nuestros 
estudiantes deben alcanzar es la de descifrar dichos significados 
mediante su imaginación». (Nussbaum, 2010) 
 
Arte, imagen y símbolos, tema compartido. 
Al interior de los círculos de diseño, hablar del tema de la imagen comporta una 
suerte de declaración de propiedad. Por ser el objeto de estudio y materia prima 
de sus creaciones, la imagen se considera parte del acervo que dominan a 
plenitud los diseñadores, sin embargo, esto dista de ser del todo cierto. 
 
Si bien el diseño y la comunicación gráfica emplean a la imagen de manera 
cotidiana, los estudios que dan cuenta de los fenómenos propios de ésta 
provienen de otras áreas del pensamiento. Como parte de la sensibilización del 
 131 
diseñador hacia la reflexión humanística habría que hacer ver este origen, para 
acercar al diseñador a un más vasto acervo de estudios sobre ella. 
 
A decir de McPhail, cito en extenso, 
 
«las disciplinas que más se han ocupado de ella [la imagen] han sido la 
filosofía, la historia del arte, la historia, la etnología, la filología y las 
ciencias de la cultura, la matemática y las ciencias de la naturaleza. 
También la estudian la hermenéutica, para interpretar cómo la imagen 
crea sentido en la historia humana, la semiótica y las condiciones 
formales del significado, la psicología, la fenomenología, las ciencias 
cognitivas, los estudios de la percepción, el estudio del reconocimiento de 
las imágenes, la retórica, el estudio de los medios de comunicación visual 
en tanto que vehículos de poder y circulación de imágenes, la innovación 
tecnológica, las ciencias exactas, la física, la biología, las neurociencias,la genética, entre otras». (McPhail, 2013: 8) 
 
Del extenso listado establecido líneas arriba, podemos inferir que el estudio de 
la imagen proviene primero de disciplinas humanísticas, después por el mundo 
de las ciencias y, de manera residual, del diseño. Éste es más un campo 
disciplinar que abreva de teorías y análisis sobre la imagen, que un productor de 
teorías acerca de ella. De ahí, un primer paso sería proponer al estudiante una 
serie de preguntas que le introduzcan a la búsqueda de respuestas en otros 
campos del conocimiento, como los antes relatados. 
 
Parte de la sensibilización del diseño hacia las humanidades también radicaría 
en comprender que el fenómeno de la imagen va más allá de su mera aplicación 
concreta en vehículos comunicaciones y que es necesario pensarla en función de 
su correcta recepción y comprensión por parte de la gente. 
 
 132 
Jorge Frascara, diseñador argentino expresa que «la gente puede comprender 
sólo aquello que se relaciona con lo que ya comprende. Si no se usa el lenguaje 
de la audiencia, tanto en términos de su estilo como de su experiencia, no es 
posible comunicarse» (Frascara, 2008:23). Con este planteamiento habría que 
preguntarse entonces ¿de dónde emerge aquello que nos permite comprender las 
imágenes y comunicarnos a partir del uso de ellas? ¿A dónde acudir en busca de 
tal estilo y experiencia? 
 
Una respuesta la podemos encontrar en el arte. A decir de Gadamer (1991), en el 
arte puede entenderse cómo es que una escritura de signos figurativos –la 
imagen–, al leerse, nos permiten instruirnos intelectualmente y elevar nuestro 
espíritu. Artificios diseñados, tanto temporales como constructos espaciales, 
contienen una vasta pluralidad de sentidos que admiten cuestionar al hombre 
sobre su significado; y es ahí, en el cruce interdisciplinar entre arte y diseño, que 
este potencial simbólico se vuelve diáfano y salta a la vista, planteándolo en 
situaciones dialógicas. 
 
Planteando lo anterior desde las humanidades, sería necesario expresar que «el 
arte, hoy en día representa una tarea para el pensamiento» (Gadamer, 1991), por 
ello ha de acudir al espíritu del hombre, decantado en el arte pues precisa de 
reconocer al otro, sus interacciones, ideales y a sí mismo dentro del mundo en el 
que vive: simbolizarlo para hacer suyo ambos mundos. 
 
En el mundo del diseño con frecuencia somos llamados a tomar decisiones que 
requieren algún tipo de comprensión del otro; como ciudadanos también cada 
vez más estamos siendo llamados a entender cómo los problemas están 
generando discusiones que reúnen a personas de otras latitudes y que viven su 
realidad desde otros puntos de vista. 
 
 133 
El símbolo en el arte –y en las expresiones artísticas del otro– nos permite 
reflexionar sobre la tradición de nuestra propia historia y del mismo modo sobre 
las tradiciones y formas artísticas de otros mundos y culturas que nos han 
determinado, por ejemplo, en la cultura occidental, pudiendo «precisamente así, 
hacerlas nuestras en su alteridad» (Gadamer, 1991:45). 
 
Todo arte es un lenguaje expresivo, a decir de Oswald Spengler, sea ornamento 
o imitación, que manifiesta un yo que tiene conciencia de su propia índole y que 
entra en comunión con el otro. El ornamento, por su parte imprime en el arte 
una contraposición a la realidad, expresa motivos permanentes, símbolos. A 
diferencia de la imitación, se muestra como un saber terminado, muestra 
causalidades y significa como tal. 
 
Si le pidiéramos a este autor un párrafo que abordase la arquitectura desde lo 
simbólico, su respuesta correspondería al diseño editorial y puesta en página de 
una publicación impresa. Cito: «Las figuras se componen, en las portadas, 
partiendo del espectador y formando, con relación del espectador, series 
superpuestas, como rítmicas fugas de una sinfonía que se eleva hacia el cielo y 
envía sus notas en todas las direcciones» (Spengler, 2009: 255) 
 
El párrafo anterior nos lleva a vislumbrar una de tantas interacciones que el 
estudio del arte puede aportar al mundo del diseño y que, tras pasar por la criba 
de la visión humanista, dota a los mensajes articulados de una significación 
acorde al individuo a quien se destine tal artificio. 
 
El símbolo, a decir de J. Olives Puig, posibilita en cierto modo que las cosas sean. 
Desde su perspectiva, cito en extenso, define que: 
 
«Lo simbolizado no es de ninguna manera el símbolo, sino aquello 
inexpresable que no podría decirse de otro modo de no ser por aquella 
 134 
forma que en lo sensible lo manifiesta. Lo simbolizado está siempre más 
allá y por encima del vehículo sensible o formal que lo simboliza. El 
símbolo nos remite a lo atemporal y supraconceptual. […] La presencia de 
los símbolos posibilita aquel discurrir acerca de ellos: qué constituye la 
sociedad, la historia y la cultura. La significación en general, la 
concepción del mundo, las doctrinas, las teorías, las ideologías, se 
construyen socialmente.» (Olives, 1991) 
 
El diseño, entendiendo al arte como construcción simbólica, puede comprender 
lo que sus formas están manifestando. De ahí incluso la pertinencia de entender 
desde las humanidades el legado sígnico que en otras épocas se ha gestado, las 
tradiciones simbólicas previas y que hoy condensan en la cultura actual –más 
allá de modas, centralismos e influencias de época– una obligatoria asignatura 
de análisis comunicacional y de interacción. 
 
Citando a Campbell, 
 
«cuando los nuevos símbolos se hagan visibles, no serán idénticos en las 
diferentes partes del globo; las circunstancias de la vida local, la raza y la 
tradición deben estar compuestas en fórmulas efectivas. Por lo tanto, es 
necesario que los hombres comprendan y sean capaces de ver que a través 
de diferentes símbolos se revela la misma redención» (Campbell, 1980:213). 
 
En el diseño hemos de dar cuenta de tales símbolos, comprendidos desde el 
hombre mismo y manifiestos de origen por el arte. De esta triada y su mirada 
contextual podremos quizá asir lo que hereda la propia humanidad en sus 
manifestaciones; damos paso a la posibilidad de buscar huellas, no sistemas; 
entender el espíritu de cada caso y respetar la libre elección del individuo. 
 
 135 
Debemos observar que el fenómeno de la comunicación, a través de la imagen, 
no comporta meramente un ejercicio perceptivo, semiótico, retórico y plástico, 
sino que es el resultado de miles de años de historia y evolución del pensamiento 
en disímbolas áreas del quehacer humano. Esto nos obliga a replantear el tema 
desde la visión de un ser humano cambiante y un mundo en constante 
movimiento y contradicción. Estamos hablando aquí de la diferencia entre el 
significado (su carácter referencial y convencional) y el sentido (inferencia libre 
que se hace) de las imágenes. 
 
En el lenguaje visual ordinario no se tienen reglas que se puedan formalizar ni 
estructuras permanentes, sino que a cada caso habría que estudiársele en sus 
propias condiciones. Por un lado, tenemos 
 
«la información que impone la rigidez referencial de la imagen icónica 
junto con los valores simbólicos que le son otorgados convencionalmente; 
por el otro, la información que nos aporta el uso social de dicha imagen, 
el cual transmite sentidos que van más allá de la deducción lógica» 
(Pericot, 2007:128). 
 
Dada esta diversidad, en el encuentro con otras formas de pensar surgen los 
distintos sentidos o inferencias que se hacen sobre la imagen, debiendo discernir 
entre lo que resulte pertinente para cada situación comunicativa. Entran en 
juego los cuestionamientos hacia las ideas propias, lo cual lo convierte en 
consecuencia en un tema que involucra la autonomía del diseñador con respecto 
a su toma de decisiones. 
 
La autonomía aquí es entendida como la «capacidad de pensar, de decidir, de 
actuar por uno mismo de acuerdo con las propias conviccionessin verse 
aplastado por el peso de la autoridad o de la tradición». Ser autónomo sería, en 
el sentido del manejo humanista de la imagen, «estar gobernado por uno mismo, 
 136 
pero no por las pasiones del momento, por las tradiciones o por el poder, sino por 
principios universales que valgan para todos» (Delval, 2016:173). 
 
El cruce interdisciplinar entre humanidades y diseño deberá orientarse a 
fomentar la autonomía del diseñador, para que éste pueda pensar no con 
independencia de los demás, sino teniéndolos en cuenta, tanto de manera 
intelectual como moral, en tanto evaluación de las propias acciones con respecto 
a los temas de libertad, justicia, bienestar y derechos de los demás. Esto es, un 
pleno ejercicio democrático del diseño. 
 
Lo anterior nos lleva a plantearnos ¿cómo llegar a ello a través del diseño? Hoy 
en día se ha creado una visión del mundo a través de los objetos, mismos que nos 
ayudan en la construcción de nuestra identidad «y es a través de ellos como 
mantenemos más o menos nuestra autopercepción como personas. Cabe decir 
que el diseño, por su propia naturaleza, es también una forma de construcción de 
identidades sociales e individuales donde edificamos o reproducimos códigos y 
funciones sociales aprendidos» (Benedito, 2007:178). 
 
El reto entonces se torna mayúsculo, puesto que la exigencia humana que 
entraña el ejercicio del diseño, recordemos, está vinculado a las aspiraciones del 
consumidor por un estilo de vida en particular, en el cual la búsqueda de la 
identidad y la autenticidad se basa en los objetos que emplea para su vida 
cotidiana. 
 
 
 137 
3.3 Discernimiento e incidencia proyectual: 
La argumentación en el diseño como puerta de entrada a 
las humanidades 
 
 
Desde la antigua Grecia, la formación de los individuos para la vida en sociedad 
era un elemento prioritario. Saber hacia dónde se dirige el hombre, siguiendo el 
modelo ético y de conocimiento de sus héroes y sus mitos (ethos, como anhelo 
espiritual capaz de convertirse en deber; y logos, como conocimiento universal, 
respectivamente), formaban parte de su formación básica y visión del mundo. 
 
 En aquellos tiempos, el ideal formativo, espiritual, moral y cultural que servía 
de base para modelar al hombre y que pudiese éste lograr su más alta valía 
recibía el nombre de paideia. Este concepto, a decir de Jaeger (1962), equivale al 
empleo de las expresiones modernas de civilización, cultura, tradición, literatura 
o educación. En él, los griegos colocaban al hombre como el centro de su 
pensamiento. 
 
Esto significó que la educación del individuo sucediera de acuerdo con la 
verdadera forma humana, sin perder de vista que es un animal político y que la 
educación de éste debía ofrecer al espíritu una imagen del hombre tal como debe 
ser, de la virtud y los atributos que constituyen su nobleza. A partir de tal 
antropocentrismo, emergieron conceptos como el de areté, empleado por Homero, 
el cual designa a la excelencia humana, superioridad, nobleza basada en la 
capacidad del cuerpo así como sagacidad del espíritu. 
 
El sentido del deber, así como el honor, son inseparables de la habilidad y el 
mérito. La paideia, en tanto formación, inculcaba el afán de distinguirse y 
aspirar a esas virtudes y sólo quien la recibía podía aspirar a la formación de la 
personalidad humana en su totalidad, misma que no podía lograrse sin el cultivo 
 138 
consciente de determinadas cualidades fundamentales. El ejemplo, lo mítico, la 
némesis y el modelo servían entonces como vehículos para lograr tal empresa, 
siendo fundamentales las obras épicas. 
 
Siguiendo el concepto de paideia griega como ideal formador, encontramos un 
compendio de valores universales que la cultura helénica fue incorporando al 
individuo, al Estado y, por herencia histórica, a la humanidad. Resultaría 
deseable, en tiempos modernos, contar aún con ella. 
 
Desafortunadamente, el espíritu formativo de aquella cultura helénica se diluyó 
con el tiempo, y aún cuando hasta hace algunas décadas en la formación del 
individuo en el sistema escolar se cursaban algunas asignaturas afines a los 
contenidos de la paideia, la incorporación de saberes y habilidades que tratasen 
de emular aquella práctica son inexistentes en el currículo de cualquier estudio, 
no sólo universitario, sino dentro del sistema educativo nacional. 
 
Esta falencia histórica se hace evidente cuando volteamos a ver los paradigmas 
con los cuales se está construyendo el mundo actual, los esquemas de dispersión, 
individualismo, cosificación e hiperconsumo que relatamos en el capítulo 
anterior. Haría falta, como señalamos también con anterioridad, hacerle frente 
a ello desde la formación del diseñador. 
 
Hubo un momento intermedio de la historia de la humanidad, a partir del 
medievo, cuando estos conocimientos fueron incorporados a la enseñanza dentro 
de las primeras universidades. Se trata del llamado trívium, vocablo latino que 
hace referencia a la enseñanza de tres artes liberales, que cual vías o caminos, 
buscaban retomar aquella areté griega para formar hombres libres. En este 
trívium se perseguía la libertad del hombre por medio del conocimiento y el 
desarrollo de las habilidades intelectuales, en oposición a aquellas artes serviles 
 139 
o artes menores que se empleaban para el desempeño de oficios y prácticas 
manuales cotidianas. 
 
El trívium contenía las artes de la elocuencia, a saber, la gramática, la dialéctica 
y la retórica. Con ellas se estudiaba, respectivamente, el correcto uso de la 
lengua, el razonamiento o búsqueda de la verdad y la expresión de las ideas a 
través del lenguaje. En suma, las tres disciplinas permitían la ordenación de la 
lengua, la argumentación y la propia persuasión. 
 
El trívium buscaba la adquisición de destrezas intelectuales en el alumno para 
que éste pudiera desarrollar un criterio propio y prepararle a su vez para el 
autoaprendizaje. Posteriormente, una vez dominada esta habilidad, se adentraba 
en el estudio de las ciencias, en un bloque de disciplinas llamado quadrivium que 
incluía a la aritmética, geometría, astronomía y música. Sin embargo, la base de 
la educación para cualquier ciudadano consistía principalmente en cultivar las 
disciplinas del trívium para aprender a pensar y, posteriormente, con su 
pensamiento dominar el mundo natural a través de las disciplinas científicas. 
 
Desafortunadamente, con el paso del tiempo sobrevino un debilitamiento en el 
estudio de estas tres disciplinas del trivium, lo cual ha minado la formación 
actual del individuo e incluso, visto desde la vida cotidiana, a decir de Leal 
Carretero «ha causado un deterioro en la calidad de los textos que leemos en los 
periódicos, o de los textos que recibimos en el aula» (Leal, 2014b). Citándole en 
extenso, podemos advertir que 
 
«la falta de argumentación que desvirtúa la inmensa mayoría de los 
textos escritos (e incluso buena parte de las intervenciones orales) de los 
estudiantes universitarios mexicanos es, nos horrorice o nos divierta, el 
estado normal de las cosas. Y si, ni en la educación que precede a los 
estudios universitarios de pregrado y posgrado en esta educación 
 140 
universitaria misma se enseña a las personas a razonar y argumentar, 
cuesta trabajo imaginar dónde más podrían ellas aprender esta habilidad, 
la más importante del pensamiento, aquella en la que el pensamiento 
culmina». (Leal, 2014) 
 
Esta problemática, evidente en la enseñanza del diseñador, tiene su origen desde 
los niveles básicos de la educación escolar y se perpetúa en cada uno de los 
niveles formativos por los cuales el alumno transita hasta su egreso de la 
licenciatura. No existe como tal un espacio en el currículo que se proponga 
reducir la brecha en la formación del diseñador en este sentido, además de que 
tal tarea resultaría titánica si no es que inalcanzable. Por ello,una propuesta que 
puede resultar factible es la de tratar de vincular al alumno con una de las tres 
disciplinas del trívium, aquella que resulta más cercana a su ejercicio 
profesional: la retórica. 
 
Si acudimos a la esencia de la retórica podemos abrir la puerta a una disciplina 
que, con aparente sencillez, permite interpretar, valorar y discernir lo que 
resulta pertinente en cada caso para persuadir, enmarcado en un espíritu. A decir 
de Antonio López Eire, 
 
«la retórica es un arte que enseña al ciudadano a defenderse con el uso de 
la palabra allí donde se respetan las reglas del juego democrático que 
permiten a todo ciudadano, en primer lugar, hablar en público, y, en 
segundo término, decir lo que quiera sin correr el riesgo de ofender con 
la palabra a ningún poder más que el determinado por la ley que habrá 
sido fijada por la comunidad. La retórica es básica y esencialmente 
democrática» (López-Eire, 1996:9). 
 
La retórica, en tanto tekné o arte aplicada, se ocupa de la oratoria como 
procedimiento de persuasión «entre los seres humanos que discurren y son 
 141 
libres, es civilizada, democrática, enemiga acérrima de la violencia y la 
imposición por la fuerza» (López-Eire, 1996:10). Y es justo este carácter el que la 
hace afín a lo que un ejercicio humanista del diseño perseguiría. El estudio y 
ejercicio de la retórica, en el marco del diseño, a final de cuentas «se traduce en 
la formación de ciudadanos responsables de las implicaciones que tienen sus 
acciones –en este caso diseñísticas– para los demás miembros de la polis». 
(Rivera, 2013:16). 
 
Si el diseño es una disciplina en donde se configuran objetos que intervendrán 
en la vida cotidiana del hombre, resulta necesario replantearla desde los efectos 
que éstos generarán entre sus usuarios. Dicho de otra manera, un ejercicio 
humanista del diseño debería pasar por la criba del discernimiento y 
ponderación de sus acciones para contemplar que éste sea responsable y 
democrático y éste es precisamente uno de los objetivos que persigue la retórica. 
 
Para plantear el estatuto retórico del diseño, consideramos pertinente establecer 
una cita en extenso de uno de los principales autores que definen al diseño como 
una actividad retórica, planteando con ello también su carácter humanístico: 
 
«En el campo de los problemas humanos, lo que se realiza son 
argumentaciones retóricas cuyos fines son: la adhesión a las tesis 
presentadas, el acuerdo social y la persuasión; […] la retórica es una tekné 
de la oportunidad, sirve en aquéllas situaciones donde lo propio es la 
confusión. Es un método que se utiliza cuando no existe método, es una 
herramienta que ayuda a decidir cuando algo es, en principio, indecidible. 
[…](Rivera, 2013.24 
 
Si algún pensador contemporáneo ha sabido leer esta circunstancia es 
Richard Buchanan quien propone ver al diseño como un arte liberal de la 
cultura tecnológica y actualiza el pensamiento humanístico 
 142 
denominándolo design thinking. Este pensamiento de diseño es el que se 
utiliza para abordar o enfrentar los problemas de diseño cuyas principales 
características son su indeterminación, su carácter contingente. Por lo 
mismo no pueden ser abordados con la lógica deductiva de la ciencia. En 
diseño, las circunstancias cambian de un problema a otro, lo cual explica 
la unicidad de cada proyecto; cambian los clientes, los usuarios y los 
contextos puesto que todos están sometidos y son resultado del devenir 
histórico. Tales problemas, por tanto, no pueden ser abordados 
apriorísticamente a partir de premisas universales sino que se tiene que 
recurrir a los tópicos o lugares para la invención de argumentos. La 
finalidad [del pensamiento humanístico] es debatir sobre el sentido de las 
acciones» (Rivera, 2013:24) 
 
Considerar al diseño como una actividad retórica permite, además, establecer un 
puente entre las disciplinas del pensamiento y aquellas técnicas que demanda el 
oficio, esto es, ayuda a que tanto teoría como práctica, reflexión y acción, se 
sitúen en un mismo plano de enseñanza. Contemplar a la retórica como eje que 
humanice al diseño es reconocer en éste un camino que posibilite al diseñador 
explicar las razones de sus actos en función del hombre mismo. 
 
Un inicio pertinente: Cicerón. 
Cabe aquí hacer una acotación: ante la vastedad de enfoques para estudiar la 
retórica, desde la clásica hasta la contemporánea, la presente tesis –aunque 
considera necesario y pertinente el estudio de esta disciplina en sus diferentes 
estadios–, estima conveniente para el análisis del diseño gráfico fincar el estudio 
de ésta sobre la base ciceroniana, por el carácter práctico que éste supo imprimir 
en su pensamiento. 
 
Decía Marco Tulio Cicerón (106 - 43 a.C.) que «la sabiduría sin elocuencia 
aprovecha poco tanto a los individuos como a las ciudades, y, viceversa, la 
 143 
elocuencia sin sabiduría comúnmente estorba». (Cicerón, 1997). La elocuencia a 
la que alude, posteriormente llamada retórica, es el tema central de su tratado 
De inventione, mediante el cual discierne y elige lo que resulte pertinente para 
persuadir al otro a través de la palabra, su estructura, la argumentación 
inmanente en ella. Destaca cómo el sentido que adquiere el discurso se ve 
imbuido por las personas que lo enuncian, el contexto del cual parten, la 
disposición del otro a escuchar y todas las circunstancias que rodean este acto. 
 
Más allá que un tratado sobre el acto argumentativo, Cicerón plantea un modo 
de formación y estructuración del pensamiento en los hombres. Antes que hablar 
en público, el ars retorica es un bastión para orientar la acción del individuo en lo 
social y su permanente búsqueda del bien propio y del común. Hereda de 
Aristóteles los conceptos de demostración, deliberación y juicio, 
trascendiéndolos y haciendo de ellos el camino para que un hombre se vuelva 
seguro, honroso, brillante y jocundo. 
 
La elocuencia, desde su pensamiento implica, en la práctica, un esfuerzo 
consciente para lograr la benevolencia y atención del otro, aprendiendo de las 
virtudes (prudencia, justicia, fortaleza, templanza) y la observación; los 
entresijos que llevan a la confianza y docilidad del oyente. De igual manera 
expone cómo el poder de la palabra es definitivo para alcanzar los fines de los 
que buscan obrar bien tanto como los que buscan el mal. Deja de lado el carácter 
ornamental y del bene dicendi para trascenderlo en una vida honrosa. Expone que 
la elocuencia no llega por casualidad, sino que es un artificio en tanto se forme 
al orador en la oratoria. Tiene por oficio decir bien para persuadir. 
 
De su obra, en el afán de establecer un puente con el diseño hemos de destacar 
los elementos integrantes de la elocuencia, tales como: la invención (inventio) en 
tanto hallazgo de lo pertinente; la disposición (dispositio) entendida como la 
estructuración del discurso; la elocución (elocutio) o forma expresiva que toma el 
 144 
discurso, así como la memoria y pronunciación (actio, pronunciatio) que moldean 
el discurso en el devenir de su propia exposición. 
 
Cada uno de dichos conceptos abona a la comprensión del acto persuasivo, 
descubriendo las causas, fundamentando juicios y atendiendo, en consecuencia, 
las partes del discurso (exordio, narración, partición, confirmación, 
argumentación, refutación y conclusión) y da paso a su pleno entendimiento y 
uso, las diferentes situaciones argumentativas a las que se enfrenta el orador y 
las formas en que cada parte se une al argumento buscando la persuasión del 
otro. Por ello, creemos que resulta de valor fundamental para un ejercicio 
humanista del diseño acudir a sus conceptos y enfoque. 
 
Ahora bien, hemos de reconocer que la lectura de cualquiera de los tratados 
acerca de la retórica antigua, y los preceptos establecidos en ellos, ofrece los 
elementos de juicio suficientes para conocerel concepto que tenían los antiguos 
griegos y romanos sobre esta disciplina, y resultan de valor para su 
interpretación en el diseño. 
 
Recomendamos que tanto el diseñador en formación como el profesional en 
ejercicio cotidiano, se adentren en la lectura de temas relacionados a ella ya que, 
como señala Bulmaro Reyes Coria, destacado investigador de la UNAM, 
 
«por encima de todo, esos preceptos retóricos siguen vigentes en la 
actualidad para la composición de discurso. Sin embargo, la precipitada 
vida que vive la mayoría de la gente, impide el estudio directo de aquellos 
textos. […] Cabe hacer hincapié en el gran valor de las obras de los clásicos 
griegos y latinos. Sus recursos son inagotables, de modo que todos 
podemos estar ciertos de que sus enseñanzas siempre nos traerán algo 
nuevo, y de que, en especial, el estudio de su retórica puede hacer que 
 145 
mejoremos nuestro discurso, que lo hagamos más efectivo, con las 
componendas que cada quien crea pertinentes». (Reyes, 2004:14) 
 
Es oportuna una observación: las escuelas de los rétores disponían en aquel 
tiempo de una enseñanza sistemática que orientaba a sus alumnos hacia la vida 
práctica, hacia el foro, entendiendo por ello la utilización del lenguaje hablado ante 
una multitud reunida en un lugar público. (Reyes, 2004). La definición de retórica que 
vivimos hoy en día, al interpretarla desde el diseño, va más allá de eso. 
 
Siguiendo a Perelman –en su nueva retórica– podemos pensar que en el diseño 
«no tiene por qué limitarse así el medio de expresión ni el auditorio». (Perelman, 1989:15) 
Esto es, teniendo en cuenta los avances tecnológicos, ideológicos, cognitivos, 
conceptuales e incluso la presencia de nuevos modos de comunicación en pleno 
siglo XXI, los medios de los cuales se vale ahora el diseño deben entenderse como 
vastos y variados, por lo que los auditorios se configuran de maneras distintas 
que el de aquellas polis griegas y los medios de expresión han de modificarse. 
 
La aseveración de Chaïm Perelman adquiere con ello una notoria actualidad. Lo 
que permanece es, obviamente, la premisa de organizar la argumentación en 
torno a un auditorio determinado. Por ende, para dar cabida a nuevas 
perspectivas que analizan la retórica desde el diseño gráfico y viceversa, hemos 
de destacar una cualidad de ésta: su doble carácter, inductivo y proyectivo. 
 
a)! Como método inductivo, se ocupa de los discursos y argumentos que ya 
existen, para extraer por medio del análisis –a partir de sus 
particularidades–, los elementos constantes y regulares que definen 
su constitución en diferentes niveles. 
b)! Como método proyectivo, se interesa en los discursos futuros, por los 
textos que aún no existen, los cuales han de ser construidos de acuerdo 
 146 
con las reglas obtenidas en el análisis arriba mencionado. (Albaladejo, 
1991:25) 
 
Lo anterior revela una dinámica que es de suma utilidad en el diseño gráfico: 
reflexionar sobre lo ya existente, sobre lo ya diseñado, consciente de los 
mecanismos de producción y, como consecuencia de esta inducción de la 
realidad, abstraer los elementos generales y constantes que lo rigen. Una vez 
asimilada esta información (teorización), el diseñador puede hacer uso de ella de 
una manera concreta para determinar las categorías o rasgos estructurales de lo 
que habrá de proyectar y ponderar las consecuencias de su accionar desde el 
horizonte de lo humano. 
 
Bajo esta lectura, la retórica puede ser entendida como un sistema de 
conocimiento establecido y consolidado, que en la práctica del diseño brinda las 
herramientas conceptuales, de análisis y de reflexión que, como matizamos en el 
primer capítulo de la presente tesis, carecen los ejercicios profesionales 
cotidianos de diseño a nivel de acción y gestión. 
 
El diseño como actividad retórica. 
Aquella disciplina forjada por los griegos, asimilada por los romanos y heredada 
a toda la cultura occidental, es en estos momentos una disciplina vigente y 
necesaria para dar cuenta de los procesos creativos del diseñador, ya que 
proporciona una armazón teórica imprescindible para el estudio de la 
construcción del discurso y de la comunicación gráfica. Aunque resulte 
inverosímil, la pertinencia de la retórica en el diseño va más allá de su aporte 
teórico: la actividad misma del diseño gráfico «es» una acción retórica. 
 
«La retórica ha desarrollado a lo largo de su historia un completo 
instrumental teórico de total validez para el tratamiento del discurso 
persuasivo, pero también apropiado para el estudio de otro tipo de textos 
 147 
[como el visual, entendido como premisas visuales que se leen y perciben, 
n.a.], pues la riqueza del planteamiento teórico de la retórica ha hecho 
posible su extensión, perfectamente consolidada al texto literario [y, 
consecuentemente, al diseño] y facilita ampliamente la explicación de la 
estructura del texto general y de su comunicación». (Albaladejo, 1991: 7) 
 
En las antiguas Grecia y Roma, la retórica se ocupaba de la composición de 
discursos que habían de pronunciarse en público. En la actualidad, el diseño 
gráfico, aliado de la mercadotecnia y disciplinas afines, es uno de los encargados 
de la composición de discursos o mensajes publicitarios e institucionales que han 
de pronunciarse o hacerse del conocimiento público, lo cual es, sin duda, un 
ejercicio retórico, ya que exige de los diseñadores (nuevos rétores) el dominio de 
las artes del discurso. 
 
Como señala Daniel Gutiérrez, «la retórica tiene por objeto reconocer lo 
convincente y lo que parece convincente, y esto no se aplica sobre ningún género 
específico» (Gutiérrez, 2008:24). Al entender lo anterior, encontramos que el 
diseño persigue lo mismo: reconocer lo que gráficamente es –o parece– 
convincente, además de que opera sobre temáticas tan diversas como clientes se 
le presenten. 
 
El diseño es una actividad retórica puesto que, además de compartir fines con 
aquella, se nos propone como una techné que permite tomar decisiones para, en 
palabras de Gutiérrez, «resolver un caso particular de comunicación con fines 
persuasivos, dentro de la interacción social, política, siguiendo el modelo 
retórico, pues quien domina el arte, conoce el qué y el porqué de lo que hace, y 
es precisamente eso lo que formaliza la actividad del diseño como una disciplina 
razonable, practicable y enseñable» (Gutiérrez, 2008:28). 
 
 148 
El diseño gráfico es un proceso retórico en tanto que se vale de premisas, 
inferencias, presunciones y probabilidades para encarar problemas de 
comunicación, esto es, tiene un sentido eminentemente argumentativo, que es la 
clave de la retórica. «El diseño gráfico configura su quehacer comunicativo en 
una suerte de toma de decisiones guiadas por un razonamiento común, donde el 
sentido práctico manifieste su capacidad interpretativa» (Gutiérrez, 2008:28). 
 
Esto, traducido a la práctica, significa que el objetivo del diseño no es «el 
producto» per se, sino persuadir a la gente a la que se dirige. Este sentido práctico, 
el de persuadir y la toma de decisiones previas, es una suerte retórica. A decir de 
Buchanan, «el diseño es un tipo de acción retórica en tanto estudia cómo los 
productos pueden y llegan a ser vehículo de argumentación y de persuasión». 
(Buchanan cfr Rivera, 2003: 23). 
 
Desde la antigua cultura helénica fundada 500 años antes de Cristo, época en que 
dio el nacimiento la retórica, hasta la sociedad de consumo actual, han cambiado 
las circunstancias y escenarios; sin embargo, las necesidades del hombre siguen 
estando al centro de la palestra. 
 
Tenemos hoy, por ejemplo, nuevas tecnologías (computadoras, celulares, 
televisores, radiofrecuencias, medios impresos, multimedia…), nuevas formas de 
comunicación como el Internet y elementos de virtualidad, así como un concepto 
global, inexistente en aquellas épocas. En contraparte,los individuos o entidades 
públicas y privadas requieren, al igual que antes, crear confianza entre sus 
similares, ganar debates o discusiones acerca de la pertinencia de lo que 
proponen, ganar el voto, favor o atención de los oyentes. 
 
Hablamos de nuevos medios para resolver los mismos problemas: crear sinergia, 
persuadir o convencer de las ideas propias a los demás e incluso, en términos 
 149 
económicos, asegurar la llegada de elementos de valor o intercambio a costa del 
convencimiento por discursos. 
 
Antes se trataba de pelear en el discurso por la tenencia de la tierra, hoy por 
ganar la adquisición de algún bien de consumo. La necesidad de persuadir aún 
hoy perdura, únicamente han cambiado sus circunstancias materiales. La 
esencia humana y forma de pensar, es lo que deberá de actualizarse desde el 
pensamiento y análisis humanista. 
 
La accesibilidad y facilidad de uso de la retórica como aliciente para la 
interdisciplina. 
La retórica no es el arte de encontrar la verdad, sino lo verosímil. Por ende, trata 
sólo de verdades que pueden ser probables o plausibles, no de verdades 
necesarias o absolutas. Lo anterior le brinda a la retórica la posibilidad de ser 
estudiada sin el rigor que la lógica pura, en donde lo evidente no se discute ni 
admite persuasión alguna. Como señala Mauricio Beuchot, «ciertamente la retórica 
puede darse en el hombre de manera atemática, implícita, como una habilidad natural no 
aprendida. Pero lo que más importa es el arte de la retórica, que nos enseñe a lograr esa 
capacidad mediante el estudio de sus reglas». (Beuchot, 1998:12). 
 
Vista desde el diseño gráfico, la retórica es benévola y dócil desde el mismo 
instante en que versa sobre lo discutible, e invita a presentar motivos de 
credibilidad a partir de conocimientos comunes o aceptados por los demás –lo 
cual, de facto, es una de las tareas del diseño–. Además, al ser una techné o arte 
aplicada, emana de la práctica y tras la experiencia, establece criterios generales 
para futuras intervenciones. 
 
Proviene de la práctica y regresa a ella con ese mismo carácter: de aplicación 
viable y directa sobre la realidad, a diferencia de teorías especulativas que, a 
 150 
decir de Chaves (2001), tratan de «ceñir con corsé» sus ideas en casos prácticos sin 
que medie una experiencia generadora de conocimiento previo. 
 
Paralelamente, la retórica no es una ciencia rígida con un género determinado 
de cosas, sino que versa sobre todos los géneros de las cosas. Su fin es encontrar 
los medios de persuasión para cada caso, independientemente de qué tema se 
trate, al igual que sucede en el diseño. Este paralelismo es lo que hace que 
innumerables diseñadores lleguen a sentirse cobijados por la flexibilidad de la 
retórica, pues para cada uno de los problemas de comunicación gráfica ésta 
disciplina procura el modo y el medio de hacer creíble algo. 
 
El diseñador, como buscador incansable de respaldo para su trabajo y 
escudriñador de argumentos, podría ser así definido como un rhétor nato. 
Inclusive, como vimos en el primer capítulo, en el perfil de ingreso de algunas 
universidades se define al alumno de diseño como una persona «interesada por 
los fenómenos de comunicación humana, tanto individuales como masivos; por 
conocer y desarrollar habilidades y técnicas de diversa índole; manejo adecuado 
de la información con fines comunicacionales, técnico y cultural», y al egresar 
se le considera como alguien que «conoce y domina los fundamentos teóricos, 
científicos, tecnológicos y filosóficos de las disciplinas que le permitan crear los 
mensajes gráficos que la sociedad demande. Aplica con creatividad la técnica en 
la búsqueda de soluciones para resolver problemas de diseño». 
 
Como vemos, tanto en el perfil académico, como en la realidad de la práctica 
profesional, el diseñador debe acudir a su facultad de discernir lo que es creíble 
o pertinente para cada caso de diseño. Es decir, tiene que procurarse información 
adecuada para saber de dónde partir, identificar qué parte de todo el reto le 
corresponde a él resolver; encontrar las ideas clave o principales a transmitir; 
jerarquizar y ordenar sus ideas antes de exponerlas; buscar, de entre tantas y 
tantas técnicas y herramientas aprendidas, cuál es la que mejor se presta para 
 151 
resolver el caso en particular; verificar que todo el proceso se lleve a cabo sin 
contratiempos y, finalmente, concluir con una entrega al cliente final de un 
producto plenamente definido y desarrollado. Todo eso tendría un sinónimo, 
desde el lenguaje de esta tesis: lleva a cabo una actividad retórica. 
 
La retórica, a partir de su modelo de acción, propone exactamente los mismos 
pasos que el diseñador realiza intuitivamente en el relato anterior, sólo que esto 
debiera suceder de manera consciente y no intuitiva. El único cambio de la 
actividad diaria regida por la intuición o la «prueba y error» frente a la actividad 
pensada desde la retórica, es que le brinda al profesional la posibilidad de 
gobernar sus acciones, saber qué tipo de decisiones tomó y por qué lo hizo de tal 
manera, lo cual lo hace plenamente susceptible de análisis y en consecuencia, de 
mejora. 
 
 Diseñar, en el sentido proyectual del término, significaría mucho más que la 
mera acción gráfica. Diseñar implica pensar, planear, deliberar y definir todas 
las características materiales y conceptuales de un objeto antes de que éste sea 
producido. Todo lo anterior, no es otra cosa que «hacer retórica», y esto, por 
naturaleza, el creativo ya lo domina. Como expresa Aristóteles, 
 
«puesto que los motivos de credibilidad se dan por medio de lo persuasivo, 
es evidente que sabe manejar estos argumentos el que sabe razonar 
lógicamente y el que es capaz de observar los caracteres y virtudes, y […] 
el que puede observar lo que toca a las pasiones, qué es cada una de ellas 
y de qué cosas se origina» (Arsitóteles cfr Beuchot, 1998:17). 
 
La necesidad de argumentar como motor para la interdisciplina. 
Finalmente, una vez planteado el estatuto del diseño como actividad retórica, 
podemos dar el salto hacia otro rumbo para situarle dentro de las humanidades. 
Si bien no forma parte de las disciplinas que estudian y se abocan al estudio de 
 152 
lo humano, su incidencia sí puede dar pie para analizarle desde la mirada 
humanística. 
 
Podemos situar al diseño dentro de las humanidades desde el momento en que 
consideramos que éste debe realizar una serie de deliberaciones «en torno a las 
situaciones humanas que se confrontan, y que tienen varias dimensiones 
posibles, por lo que los proyectos tienen que generar su argumento» (Tapia, 
2017:97). En la práctica esto implicaría, siguiendo la cita, transitar de la retórica 
a la poética, es decir, de la deliberación y la invención a la formalización a través 
del propio proceso de diseño gráfico. 
 
La necesidad de argumentar y discernir, pues, son, de suyo, componentes que el 
diseñador gráfico debe abordar en aras de un ejercicio humanista del diseño. 
Mientras que la veta de conocimiento científico y tecnológico que nutre la 
actividad proyectual del diseño se orienta al “cómo” construir los artificios 
demandados, la veta humanística detonada por un proceso argumentativo y 
reflexivo nos llevaría a encontrar las razones por las cuales resultaría pertinente, 
o no, diseñar tal artificio. 
 
Al respecto, cito en extenso a Tapia: 
 
«Como no hay, en ninguna instancia proyecto que pueda ser considerado 
intrínsecamente bueno o malo, es necesario que el diseño sea sometido, 
siempre, a una evaluación constante. Deviene de ahí el que el diseño no 
está naturalmente orientado al bienestar o a la garantía de futuro de la 
humanidad, y que es, por tanto, necesario interrogarlo siempre. En otras 
palabras, el valor del diseño no está nunca dado y depende 
permanentemente de su grado de conciencia con respectoa las formas 
con las que elabora su objeto o su proyecto. (Tapia, 2017: 98) 
 
 153 
De ahí que el diseño, a fin de ser practicado desde un enfoque hacia lo humano, 
deba contar con un ejercicio autocrítico que le obligue o invite a establecer 
juicios de valor o discernir sobre lo que su actividad proyectual le hereda al 
mundo. Con ello, la invitación a argumentar, razonar, debatir y sostener sus 
premisas y conclusiones desde la retórica sean un ejercicio por demás sano. 
 
Un ejercicio crítico desde lo social, tecnológico, estético y humano inicia desde 
el momento en que la persona pone en juego su horizonte de sentido y el del otro 
para descubrir cómo se efectúa el intercambio simbólico de modos de ver el 
mundo e incidir en él. De la misma manera, la deliberación retórica o 
argumentativa es un fértil punto de partida que abre la posibilidad de encontrar 
el diálogo con el otro, contrastar el pensamiento y, en un fin último, democrático. 
 
Aquel diseñador que ha sido sensible hacia la reflexión humanística y ha 
encontrado en la retórica una vía para discernir y argumentar su propio trabajo, 
podrá ser un ciudadano consciente de su labor en el mundo, afín a lo que Roland 
Barthes interpretaría como «lenguaje de la originalidad» –refiriéndose al mundo 
publicitario– situado en tres planos esenciales: el literal, con su sentido 
inmediato; el asociado, con su sentido representativo, y el declarado, con su 
sentido último, el fin perseguido. (Ferrer, 2010:23). Es en este último de los 
sentidos, el de los fines que se persiguen, donde el ejercicio del diseño se une al 
horizonte de las humanidades. 
 
3.4 De las humanidades al diseño: divulgación del 
conocimiento humanístico orientado al diseño 
!
Como hemos podido advertir, la labor interdisciplinaria entre diseño y 
humanidades propicia la participación activa tanto de los propios diseñadores 
como de aquellos involucrados en su formación al interior de las aulas 
 154 
universitarias, desde una sensibilización hacia los temas que atañen al ser 
humano y hasta la inclusión en el quehacer cotidiano de una veta retórica para 
discernir lo pertinente en cada situación comunicacional. 
 
Sin embargo, el carácter interdisciplinar expuesto exige reciprocidad por parte 
de las disciplinas humanísticas, las cuales deberán de aportar su propia visión 
para que el ciclo no quede trunco. Se demanda, de inicio, una actitud de apertura 
y sensibilidad hacia ámbitos externos a las humanidades, como lo son el diseño 
y la comunicación gráfica, para que el diálogo sea fructífero. 
 
Desafortunadamente, es común en los círculos académicos humanistas una 
cerrazón o desinterés hacia la interdisciplina y la divulgación de sus contenidos 
en ámbitos distintos a los de las ciencias sociales y humanidades. Es habitual 
encontrar espacios endogámicos en los cuales se debate, por ejemplo, el tema de 
la imagen y la comunicación desde la filosofía, sin contar con la invitación de 
ponentes o asistentes que se desempeñen profesionalmente o estudien el tema 
desde las áreas del arte, el diseño y la visualidad. 
 
Tanto a nivel local, como nacional e internacional, la falta de espacios de 
intercambio interdisciplinar entre humanidades y diseño son una constante. 
Basta realizar un recuento de las principales publicaciones académicas y 
memorias de congresos en los cuales se debate el tema de la comunicación o la 
imagen, para advertir cómo no suele figurar el tema de la divulgación del 
conocimiento humanista hacia la sociedad en general, ni los campos 
disciplinares del diseño en lo particular. De igual manera, en las bases de datos 
de publicaciones científicas y académicas, la incidencia de resultados de 
búsqueda que vinculen los términos «humanidades» y «diseño» son escasos, y 
cuando éstos se presentan, suelen provenir de publicaciones emanadas de las 
áreas del arte, el diseño y la comunicación, pero no de las humanidades. 
 
 155 
Lo anterior no es privativo del cruce humanidades-diseño, sino que esta lógica 
permea a un sinnúmero de disciplinas con las cuales las humanidades pudieran 
establecer un vínculo directo y enriquecedor. Existe un desdén, no declarado, por 
abrir el conocimiento generado hacia espacios que no sean eruditos o 
provenientes del mismo campo de estudio. Esta es, sin duda, una asignatura 
pendiente en el ámbito de las humanidades en la cual la presente tesis busca 
realizar un aporte. 
 
Entre académicos e investigadores, subyace la idea de que realizar un esfuerzo 
de divulgación de conocimiento resta valor a lo investigado y erudición a quien 
la ejerce. Como señala Jorge Wagensberg, divulgador científico, 
 
«con la palabra divulgación, aunque sólo sea etimológicamente, 
empezamos mal. La raíz es la palabra vulgar. El significado no puede ser 
más claro: vulgaricemos para abrir las puertas al vulgo. El monumental 
malentendido consiste en creer que la calidad, trascendencia y 
profundidad de un pedazo de conocimiento es inversamente proporcional 
a la audiencia que éste pueda atraer» (Wagensberg, 2007:55) 
 
El propio sistema de escalafones y de promoción laboral que rige en las 
universidades, Consejos de ciencia e instancias auspiciantes de la investigación, 
privilegia la producción científica en espacios restringidos y de escaso acceso, 
como las publicaciones en bases de datos indexadas y de acceso mediante 
suscripción o pago. La calidad del conocimiento generado, según estos 
indicadores, pareciera medirse en tanto resulte ininteligible y críptica. Por el 
contrario, las publicaciones que están orientadas a la divulgación científica, 
tendientes a la socialización y conversación con públicos no especializados, 
arroja puntajes y ponderaciones mínimas dentro de las tabulaciones de calidad, 
y al estar vinculadas a estímulos económicos, desincentivan su creación. 
 
 156 
Un factor adicional germina en las definiciones que operan en el medio 
académico de las humanidades: el de la élite. Pareciera que el valor del 
conocimiento generado está directamente vinculado al más reducido número de 
lectores y entendidos que pudieran establecer un diálogo con éste. A medida que 
se populariza, la validación como parte de una élite intelectual se pierde y entra 
en una especie de categoría banal destinada a los autores de menor valía. 
 
Tenemos casos en los cuales el mayor índice de lectura del conocimiento 
generado es entendido como un síntoma inequívoco de un texto deleznable, 
construido para el consumo masivo y no para la élite de pocos entendidos. Salvo 
autores consagrados y establecidos en el currículo como bibliografía básica para 
las unidades de aprendizaje, el que un material sea pensado para su lectura 
abierta es de inicio una apuesta fallida. 
 
Esta situación nos lleva a plantear un escenario desolador para aquellos 
diseñadores que busquen en las estanterías y bases de datos de las humanidades, 
un material de primer acceso o introductorio hacia el mundo de lo humanístico. 
La falta de un material de inducción, así como de una traslación de contenidos 
eruditos hacia un lenguaje asequible para aquellos no iniciados, trae como 
consecuencia el rompimiento de la interdisciplina, el debilitamiento del 
prestigio que pudiesen haber adquirido las humanidades en otros campos del 
conocimiento y, bajo la óptica de esta tesis, un esfuerzo por un ejercicio 
humanista que terminará sólo en una buena –y fallida– intención. 
 
Establecer mecanismos de divulgación del conocimiento generado en las 
humanidades, orientados hacia el diseño, la comunicación, o bien, hacia otras 
áreas del quehacer humano, es una tarea que rebasa por mucho los límites en los 
cuales se encuadra la presente investigación. Sabemos que es una apuesta a la 
que tendrían que sumarse, de manera conjunta, académicos e investigadores en 
humanidades, pero que a su vez conllevaría años de trabajo continuo desde los 
 157propios círculos académicos, con el aval de iniciativas institucionales y, sin duda, 
enfrentaría grandes resistencias, mismas que han frenado por décadas el 
establecimiento de espacios de divulgación hacia otros campos del quehacer 
humano. 
 
Por ello, la presente tesis no pretende sino enunciar esta necesidad y aportar, en 
la medida que el tema lo ha permitido, cuatro cruces interdisciplinares que 
aporten al diálogo y la divulgación del conocimiento humanístico orientado al 
diseño. En el próximo capítulo daremos cuenta de ello, con textos que engarzan 
a la filosofía política, la phrónesis griega, la hermenéutica y el análisis de textos 
ficcionales con el diseño. Es una somera muestra de cuatro posibles vías de 
divulgación, de entre las miles que pueden ser generadas. 
 
Bastaría por el momento esbozar algunas líneas que maticen lo que convendría 
buscar en un material de divulgación de las humanidades orientado al diseño. La 
meta sería en todo momento propiciar una nueva comprensión de lo humano al 
interior del mundo del diseño, generar nuevas intuiciones en el diseñador. 
 
«Intuir» es un término pertinente en este sentido, pues implica «experimentar un 
roce entre dos estados de la mente, un roce entre la incertidumbre resuelta y la 
incertidumbre por resolver, entre lo comprendido y lo que se pretende comprender, entre 
lo ocurrido y lo que aún ha de ocurrir» (Wagensberg, 2017:24). Anidar en el diseñador 
gráfico una serie de conceptos humanistas pudiera derivar en afinar su intuición 
profesional, no sólo en el ejercicio proyectual, sino como lo planteamos, en su 
manera de ejercer su oficio. 
 
Cada vez que el individuo intuye, éste recrea situaciones modelizadas en su 
mente y acude a las experiencias acunadas en el pasado para traerlas al mundo 
presente. En el caso del ejercicio proyectual del diseño gráfico, es el camino hacia 
la comprensión de fenómenos más complejos y la puerta de entrada hacia las 
 158 
soluciones diseñísticas. De igual manera, cada vez que se descubre una esencia 
compartida, siguiendo la pista de la intuición, se alcanza aquello denominado 
«gozo intelectual». 
 
El gozo intelectual, término acuñado por Wagensberg (2007:42), es la sensación 
que experimenta el individuo al encontrar un estímulo para su intelecto, y que, 
guiado por la intuición, le permite encontrar por sí mismo nuevos 
conocimientos. El goce o disfrute del hallazgo es lo que lo convierte en un 
aprendizaje significativo y trascendente y es precisamente lo que la divulgación 
del conocimiento busca: que el individuo goce el estímulo, la búsqueda y la 
comprensión. 
 
Esta etapa, a nivel cognitivo, es la que conviene detonar en los materiales de 
divulgación de conocimiento humanista, esto es, acercar los conocimientos 
generados en este campo hacia nuevos lectores, para establecer una conversación 
entre las ideas propias y las nuevas que se le presentan. Para ello se necesitan 
preguntas que estimulen la curiosidad, una conversación o diálogo que resulte 
ameno –lo contrario a los complejos materiales académicos que de manera 
erudita se suelen publicar–, guiar paulatinamente la intuición y, finalmente, 
coadyuvar al otro en el desarrollo de su capacidad de comprender. 
 
Para no extender el abordaje de las teorías de Wagensberg sobre el gozo 
intelectual, bastaría mencionar que para él, la incorporación de nuevos 
conocimientos se basa en dos etapas o fases. La primera, que resulta fundamental 
estructurar desde las humanidades, consiste en construir un material que le sea 
accesible al usuario dejando a su alcance una serie de pistas previamente 
digeridas y establecidas con plena intencionalidad para que el lector, por sí 
mismo pueda encontrar una verdad en ellas. Esto es, diseminar estratégicamente 
en el texto aquellos elementos que sean de relevancia cognitiva para que el 
 159 
lector, en su contacto con ellas, realice sus propias inferencias y encuentre un 
nuevo conocimiento. 
 
El éxito de esa primera etapa radica en que el conocimiento no debe estar 
digerido y declarado, listo para solo consultarse, pues esto redundaría en la 
monotonía de cualquier texto académico. El factor clave aquí se presenta a 
manera de máscara, como en la literatura, obra en las intenciones del autor para 
que el lector construya para sí mismo el panorama general. En otras palabras, la 
antítesis de la divulgación, desde la lógica del gozo intelectual de Wagensberg, 
sería darle el conocimiento digerido tal cual al lector. Lo importante está en el 
escenario y disposición de elementos que posibiliten que la persona obtenga una 
victoria personal: la del logro de un nuevo conocimiento construido por sí 
mismo. 
 
La segunda parte del gozo intelectual, misma que ya no está en manos del 
divulgador, consiste en el disfrute y regocijo que el lector experimenta al 
momento de compartir con sus pares lo aprendido. En el caso de los contenidos 
de las humanidades, la segunda fase del gozo intelectual radicaría en la 
posibilidad de que el diseñador razone y discierna tomando en cuenta lo 
aprendido y reflexionado a partir del material de divulgación, los conocimientos 
hallados por sí mismo, y que al dar cuenta de sus decisiones, presuma ante sus 
colegas, clientes o docentes una solvencia y visión distinta a la que tenía previo 
al contacto con el nuevo conocimiento. 
 
La suma del hallazgo de nuevos conocimientos por méritos propios tras la lectura 
de un material de divulgación –preparado ex profeso– y la aplicación directa de 
esta experiencia en sus propios ejercicios proyectuales de diseño, pueden ser en 
una primera instancia el motor para que el diseñador busque, posteriormente, 
nuevos conocimientos al amparo de las humanidades. 
 
 160 
En todo momento, como lo señalábamos al inicio, la labor no recae solo en quien 
lee y busca luz en conocimientos emanados de otras disciplinas. Es tarea y 
responsabilidad compartida también por aquellos inscritos en el segundo campo 
interdisciplinar -las humanidades, en este caso- generar el material pertinente 
para salir al encuentro con el otro. 
 
En la medida que humanistas retribuyan al interés de diseñadores por temas de 
su competencia, con materiales de divulgación, el pleno entendimiento entre 
ambos campos del conocimiento será mayor. En caso de mantenerse el desinterés 
por parte de las disciplinas humanas por la divulgación de sus contenidos, se 
perpetuaría la brecha que separa ambos campos del quehacer humano. 
 
 
 
 
 
 !
 161 
CAPÍTULO IV 
Cuatro relaciones interdisciplinares entre 
diseño y humanidades 
 
 
 
Como hicimos notar en los capítulos anteriores, el intercambio disciplinar entre 
el diseño y las humanidades no es tarea habitual y esto conlleva un sinnúmero 
de resistencias y dificultades. La primera de ellas, la apatía o indiferencia para 
acercarse desde un campo de estudio al otro, presenta una resistencia histórica 
sea ésta por la definición que opera en el estudiante, docente o profesional sobre 
lo que significan las humanidades, o bien, por la propia dicotomía que a lo largo 
de las décadas ha ido escindiendo el intercambio entre las áreas de lo humano y 
de lo proyectual. 
 
Sin embargo, una vez sorteada esa primera dificultad y teniendo disposición para 
acercarse con curiosidad hacia el intercambio con el humanista, viene una 
carencia real que tira por la borda los inicipientes deseos de interdisciplina: la 
carencia de ejemplos que muestren cómo puede enriquecerse el diseño de su 
acercamiento a las humanidades. 
 
La escasa bibliografía sobre humanidades y diseño, así como la casi inexistente 
producción de material didáctico orientado a propiciar este encuentro de 
caminos, da cuenta en realidad de la especie de surco que existe en el lugar donde 
se esperaría encontrar un valle fértil de nuevos conocimientos. Ello explica que 
el tiempo que hemos dedicado a reflexionar en tornoa la forma de subsanar dicho 
hueco y a desarrollar la presente tesis, nos haya llevado a trazar puentes claros 
 162 
que esperamos faciliten ese cruce interdisciplinar tan urgente como 
indispensable entre humanidades y diseño. 
 
A fin de darle concreción y, aprovechando los espacios de diálogo que se 
generaron tanto en el programa de posgrado, como en estancias de investigación 
y congresos internacionales, pondremos atención en la generación de cuatro 
cruces entre ambas áreas, mismas que permitan al diseñador reflexionar sobre 
su oficio desde la mirada de las humanidades. A continuación analizamos los 
cuatro cruces obtenidos: 
 
A)!Filosofía política y diseño. 
En el primer análisis de cruces interdisciplinares, enfocado a la filosofía política 
y al diseño gráfico, se establecen algunos puntos de diálogo entre el devenir del 
hombre en su carácter político y la producción de signos que derivan de cada uno 
de esos puntos, mismos que inciden directamente en los procesos de 
comunicación y diseño (ítem 4.1). 
 
El diseño de una página editorial, visto metafóricamente desde la filosofía 
política, nos permite entender cómo es que la retícula con la que se construye el 
texto gobierna al resto de los elementos que conforman la puesta en página. El 
por qué el usuario percibe por lo general que «lo más importante está arriba» y 
por qué ese pueblo, esa suma de letras que conforman las galeras, se encuentran 
subordinados por elementos compositivos de mayor jerarquía. Ver cómo se 
diseña una página, es también ver cómo se representa simbólicamente el mundo 
de lo político. 
 
 163 
Partiendo de tal simbolismo, del poder vocativo de las imágenes –en tanto 
artificios plásticos o visuales–, podemos advertir los acuerdos previos10 que 
subyacen al interior del lector la comunicación y el diseño. Para ejemplificar lo 
anterior presentamos una revisión de «El Leviatán» de Thomas Hobbes, escrito en 
1651, en el cual se confirma que el poder político produce signos que ponen de 
manifiesto el orden jurídico, la voluntad política y los fundamentos del poder. 
 
Tales signos pueden decantarse en sistemas de comunicación que rigen las 
construcciones visuales tanto contemporáneas como del pasado histórico; 
tipografías y composiciones visuales correlacionados metafóricamente con su 
referente político. La retícula subyacente es una analogía del Estado, ambos 
sirven para regular la colocación de sus elementos. En uno, ciudadanos, en otro, 
textos e imágenes. 
 
B)! Clásicos grecolatinos y diseño 
Ahora bien, una vez verificada esta concurrencia interdisciplinar, es decir, el 
posible aporte o contribución de la Filosofía Política al Diseño, corresponde el 
análisis de un segundo tópico emanado de los clásicos grecolatinos: la phrónesis 
o prudencia griega (ítem 4.2). Ésta versa sobre el buen juicio, buscando de un 
modo práctico y armónico, cómo llevar la vida pública en favor de la convivencia 
entre los humanos. Este concepto, estudiado en el núcleo de las humanidades, 
pudiera permitir al diseñador vislumbrar cómo es que la comunicación gráfica 
puede emerger como constructora de acuerdos. 
 
 
10 Siguiendo el sentido del concepto «acuerdo previo» que establece Chaim Perelman en su 
Tratado de la Argumentación, como aquello que se acepta como punto de partida válido por 
ambas partes en el inicio de un razonamiento o argumentación (1989:119), es decir, aquellas 
ideas o conceptos que subyacen en la mente tanto del diseñador como del lector y que se 
consideran la base para construir el diálogo con el otro. 
 164 
Aunado a otros tópicos humanistas similares, pone en evidencia que la 
interacción entre los individuos no está exenta del equívoco que arrojan las 
imprecisiones en la comunicación entre sí. Advierte, por otra parte, que en la 
vida común es imprescindible generar los acuerdos y convenciones que les 
permitan intercambiar visiones sobre la realidad y comprenderse mutuamente, 
mientras que el diseño gráfico cumple la función de favorecer el diálogo con el 
otro a partir de un discurso apoyado en argumentos visuales y verbales. 
 
De manera interdisciplinaria, el estudio de las humanidades aporta una 
perspectiva enriquecedora para tal fin, ya que aborda el análisis de las 
narraciones que el hombre ha hecho de sí, para reinterpretarlas y entender su 
mundo. En este segundo cruce interdisciplinario, ver al diseño desde las 
humanidades implica reconocer claramente a la persona hacia quien se dirige la 
comunicación. 
 
El estudio de la phrónesis desde el diseño puede hablar de las decisiones que el 
hombre hubo de tomar dentro de sus propias circunstancias y en consecuencia, 
advertir elementos que pueden generar los acuerdos o convenciones pretendidas 
por el objeto diseñado. El diseño gráfico, por extensión, puede ser considerado 
como «un artificio que produce mensajes para ordenar oportunamente las 
convenciones sociales» (Gutiérrez, 2012). 
 
C)!Hermenéutica y diseño. 
El aporte de las humanidades al espectro de lo que el diseñador puede tomar en 
cuenta para la configuración de los mensajes visuales es vasto, por ello, es 
menester acotar algunas de las posibles áreas de interrelación entre ambas. 
Como ejemplo de ello, en el tercer cruce interdisciplinar abordaremos a la 
hermenéutica (ítem 4.3), como una suerte de interpretación y traducción que 
apoya al diseñador en su tránsito del texto a la escritura, reescritura, 
 165 
metaforización tipográfica, discurso visual o construcción de sentidos icónicos 
y, finalmente, contribuir a la comprensión del otro sobre la materia que trate. 
 
Para dar cuenta de tal urdimbre entre hermenéutica-diseño, describiremos el 
acto hermenéutico que está implícito en la actividad creadora del diseño; 
continúa un decantado de posturas, visiones y teorías de diversos hermeneutas 
y filósofos que pueden dar luz sobre aspectos básicos de dicha disciplina en 
relación a la construcción del sentido en la obra gráfica. Finalmente, se expone 
la importancia de observar una actitud hermenéutica en los procesos 
interpretativos y de construcción de sentido al considerar el traslado de un 
mensaje lingüístico a un discurso eminentemente visual en la labor del diseño. 
 
Si concedemos el hecho de que lo gráficamente diseñado implica a nivel 
comunicacional un carácter discursivo, abrimos entonces la posibilidad de poder 
analizar el diseño desde este campo. Al vincular los aportes de la hermenéutica 
en el entendimiento, interpretación y comprensión de una realidad, podremos 
advertir cómo posteriormente permeará a la imagen diseñada. 
 
D)!Narrativa ficcional y diseño. 
Por ultimo, el cuarto cruce interdisciplinar busca distinguir el valor o utilidad 
propia que se le atribuye al diseño gráfico al ser representado en una narrativa 
ficcional, como la del cine, la cual, contribuye a generar una imagen en ocasiones 
imprecisa acerca de este oficio, sobrevalorándolo, o, en el otro extremo, 
mostrando indiferencia hacia él. 
 
En ciertos ámbitos, tanto profesionales como académicos, y en algunos sectores 
de la población, es creencia común que el diseño posee la capacidad de generar 
de manera intrínseca cambios significativos en entornos complejos, más allá de 
sus meros objetivos comunicacionales. 
 
 166 
El cine, replicando tal creencia, acude a este tópico para dotar de interés y 
credibilidad a escenas que por sus características particulares buscan la 
persuasión del otro a través de la imagen, llegando incluso a constituirse en el 
leitmotiv de ciertas cintas. Tomando como ejemplo la película «No», de Pablo 
Larrain (2012), sobre el plebiscito chileno para derrocar al dictador Augusto 
Pinochet en la década de los ochentas, analizaremos la relación existente entre 
la concepción y uso narrativo que se le da a las representaciones gráficas y las 
manifestaciones visualesdentro del contexto ficcional de la película. 
 
Las humanidades, aquí desde el análisis de una narración ficcional, pueden dar 
el fiel a la balanza y establecer un punto intermedio para ponderar tanto a la 
pieza cinematográfica, como a lo que se infiere del mundo del diseño en ella. Es, 
consideramos, un cruce interdisciplinar que abona la sensibilización del 
diseñador sobre el tomar distancia de la información que pudiera parecer 
documental pero corresponde a una estructura de carácter ficcional. 
 
De igual manera, viendo la obra cinematográfica en perspectiva, advertimos 
cómo ésta responde a una serie de condicionantes externas, tanto de producción 
como de financiamiento, así como internos, tales como la construcción de los 
personajes y el universo semántico que el propio autor establece alrededor de 
éste. 
 
Este cuarto cruce (4.4), ahonda de manera complementaria e inquisitiva, en los 
motivos comerciales de la casa productora de la cinta reseñada, lo cual pone en 
evidencia lo poco fiable que resulta valerse de una narración de este tipo como 
prueba para establecer una visión sobrevalorada del diseño. 
 
Damos cauce, entonces, a la exposición de estos cuatro cruces interdisciplinares 
–de entre miles posibles– que pretenden mostrar cómo es que pueden ser 
abordados los contenidos de las humanidades en el mundo del diseño. 
 167 
4.1 Filosofía política, comunicación y diseño: Las raíces 
de nuestros acuerdos a partir de la reflexión de la 
organización política absolutista en la obra «El Leviatán» 
de Thomas Hobbes 
 
 
«El poder político es, a partir del Leviatán, ante todo 
un poder productor de signos. Al igual que los 
signos, la imagen hace presente lo que está ausente: 
representa, convierte la fuerza en poder, la 
multiplica; se trata de signos codificados que crean 
un orden jurídico y que expresan una voluntad 
política pública. La imagen es amenazadora, pero al 
mismo tiempo es un apoyo cognitivo y comunicable 
de los fundamentos del poder». 
– Revueltas, J. C. (2009:78) 
 
 
En la vida contemporánea, es apremiante reconocer la complejidad de los 
problemas humanos para establecer instancias dialógicas, máxime si esto 
implica poner en juego un sistema de creencias que hacen evidente la diversidad 
entre los hombres. Los espacios son heterogéneos, los circundan minorías, 
multiculturalidad y formaciones de vida disímbolas. 
 
Con este contexto y, acudiendo al poder vocativo de las imágenes, es que 
podemos tener un punto de partida en la búsqueda de ese diálogo entre los 
hombres si ahondamos en el estudio de las imágenes que emplea para interactuar 
con el otro. La imagen puede superar la frontera lingüística y cultural, 
especialmente en este mundo globalizante y globalizado, contando con una 
experiencia visual común previa que se adquiere más fácilmente que la 
ideológica e histórica. 
 168 
 
Imagen, categoría mental o acuerdo previo –en términos de las teorías de la 
argumentación– nos revelan a su vez ideas del mundo que son concebidas en el 
momento histórico en que se sitúan. Así, a manera de micro-relato o sinécdoque 
de la realidad, observar las representaciones visuales de una sociedad dará luz 
acerca de su vida cotidiana. La sociedad actual es un mosaico de comunidades 
fragmentadas, sujetada a un mundo inestable económica y culturalmente, donde 
el precio por intentar integrarse es la pérdida irrevocable de sus identidades. 
Dentro de esa sociedad, la imagen se utiliza como un medio aun más efectivo que 
el uso de la lengua dominante; y cuando se conjuga la imagen con el habla se 
fomenta mejor la comunicación intercultural y se convierte en la herramienta 
principal de supervivencia individual y colectiva. 
 
Si bien no todos los artificios plásticos y visuales corresponden o responden 
expresa y directamente a una visión de la polis o el establishment, sí arrojan 
cualidades argumentativas que están impregnadas de lo que se considera válido 
y lo que no; lo que rige con autonomía y la disruptiva postura que desafía ser 
sometido; lo que detenta el poder y lo que lo refuta. La visión de una sociedad 
jerárquica y a la vez coherente y estable, donde el individuo se somete felizmente 
a su función como una pieza en la maquinaria del estado o de la polis, aunque 
profundamente medieval, no pierde hoy su actualidad y fuerza, aunque muchas 
veces adquiere en vez de una dimensión utópica una dimensión claramente 
distópica. El individualismo actual requiere que la sociedad se someta a las 
necesidades del individuo, sin embargo, la necesidad del individuo, como ser 
humano, no es contraria a la de la sociedad, por lo menos a largo plazo. 
 
En la dialógica coexistencia que genera el encuentro entre individuo e imagen 
podemos también entreverar el resto de convenciones o acuerdos que operan en 
el imaginario colectivo acerca de la forma en que los hombres son gobernados. 
 
 169 
Para ejemplificar esta visión jerárquica, nos permitimos exponer un claro 
ejemplo de ello: «Leviatán: o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y 
civil» de Thomas Hobbes, escrito en 1651. En este texto podemos advertir la 
presencia de la imagen –tanto metafórica como visual– como motor y eje para la 
persuasión del otro. Las ideas políticas cobran cauce y cuerpo en la figura de la 
bestia marina del antiguo testamento de la que toma su nombre, asociada con 
Satanás y utilizada en numerosas ocasiones como sinónimo de gran monstruo o 
creatura. Es precisamente un monstruo destruyendo lo que es diferente, 
independiente, sin darse cuenta de no poder realizarse a sí mismo sin el diálogo, 
sin la cooperación y el reconocimiento para lo radicalmente diferente, ajeno y 
sin embargo dentro de su responsabilidad. 
 
Este relato verbal de cariz político, recrea en el imaginario del que lo lee una 
serie de conceptos que aún hoy en día gozan de validez, a saber, la omnipresencia 
del Estado y el poderío asociado a éste. Aunque en la literatura y en el arte, dicho 
relato verbal, tiene desde el posmodernismo connotaciones más distópicas, en la 
teoría, en la ciencia, pero especialmente en los sectores militares y burocráticos 
de la sociedad parece difícil de contradecir e incluso reemplazar. La Obra de 
Hobbes tiene tal fuerza de evocación que, en la práctica comunicativa, cuando la 
plástica y la gráfica aluden a estos conceptos, las obras y mensajes se impregnan 
de aquellos significados. El hombre que la observa quizá no lo perciba de manera 
clara y objetiva, sino que, por herencia y aprendizaje se acerca a los contenidos 
semánticos de la figura y las experiencias de la vida cotidiana que en ellas se 
aluden. 
 
La visión presentada en este texto pretende establecer la correlación entre la 
imagen expuesta, su soporte plástico y la capacidad que ésta ha tenido –o tuvo 
en algún momento dado– para generar contexto y consenso sobre una postura de 
índole político, antagónico o no, y que de su uso consciente se pueden generar 
 170 
mensajes que gocen de antemano con una dotación de significado y que en su 
idoneidad puedan ser aplicados en la comunicación cotidiana. 
 
El Leviatán, del mito a la argumentación plástica 
 
«El Leviatán es un mito, la transposición de una 
argumentación abstracta al mundo de la imaginación». 
— Oakeshott11 
 
 
Thomas Hobbes, filósofo inglés (1588-1679) fue un teórico destacado del 
absolutismo político. Es recordado por su obra máxima, «Leviatán, o la material, la 
forma y el poder de un estado eclesiástico y civil», aparecida en Londres en el año de 
1651. En su introducción da cuenta precisa de lo que este estudio aborda: la 
realidad, trasladada a lo imaginario –encarnada en el monstruo marino así 
llamado– sirve como medio para entender la construcción del Estado. De ahí, a 
nivel comunicacional y plástico se pueden derivar construcciones metafóricas 
ancladas a una significación particular. 
 
Citandoen extenso a Hobbes: 
 
«La naturaleza (el arte con que Dios ha hecho y gobierna el mundo) está 
imitada de tal modo, como en otras muchas cosas, por el arte del hombre, 
que éste puede crear un animal artificial [...] El arte va aún más lejos, 
imitando esta obra racional, que es la más excelsa de la Naturaleza: el 
hombre. En efecto: gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos 
república o Estado (en latín civitas) que no es sino un hombre artificial, 
aunque de mayor estatura y robustez que el natural para cuya protección 
y defensa fue instituido» (1980:3). 
 
11 cfr Chevallier, J. (1967:50) 
 171 
 
En las líneas anteriores advertimos el advenimiento de la gran metáfora que 
constituirá la obra escrita de Hobbes. Sin embargo, la analogía no queda ahí, sino 
que en la construcción de la imagen mental elabora aún más su pensamiento al 
explicar el todo por sus partes, en un pensamiento sinecdóquico y claro, a saber: 
 
1.! «La soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento al cuerpo 
entero; 
2.! Los magistrados y otros funcionarios de la judicatura y ejecución, son los 
nexos artificiales; 
3.! La recompensa y el castigo (mediante los cuales cada nexo y cada 
miembro vinculado a la sede de la soberanía es inducido a ejecutar su 
deber) son los nervios que hacen lo mismo en el cuerpo natural. 
4.! La riqueza y la abundancia de todos los miembros particulares 
constituyen su potencia; 
5.! La salus populi (la salvación del pueblo) son sus negocios; 
6.! Los consejeros, que informan sobre cuantas cosas precisa conocer, son la 
memoria; 
7.! La equidad y las leyes, son una razón y una voluntad artificiales; 
8.! La concordia, es la salud; la sedición, la enfermedad; la guerra civil, la 
muerte. Por último, 
9.! los convenios mediante los cuales las partes de este cuerpo político se 
crean, combinan y unen entre sí, asemejándose a aquel fíat, o «hagamos 
al hombre, pronunciado por Dios en la Creación» (Hobbes, 1980:3). 
 
Metáforas todas ellas que propician un anclaje en la forma de ser visualizados 
posteriormente y al mismo tiempo, referentes para la organización de 
expresiones plásticas que aluden a ella. Y valen precisamente por su carácter 
imaginario, atractivo precisamente por su perfil casi mitológico, sin necesitar 
tener algo en común con la realidad empírica, basta con su atractivo para hacer 
la comprensión y aceptación del status quo más fácil. Para completar este 
 172 
encuadre sobre el Leviatán y situar la obra en su contexto, es necesario mostrar 
la situación de la cual emergió. Puntualizaremos diversos factores que 
constituyen el entorno socio-político que determinaron el espíritu de la obra y 
que se reflejan en el pensamiento filosófico-político de Thomas Hobbes. 
 
a.! Corría el siglo XVII, época compleja y adversa para las monarquías 
absolutas. Tres años antes de la edición del Leviatán, en Francia 
terminaba la guerra de los Treinta Años en la que se ponía en jaque la 
presencia política de Richelieu. El Parlamento tomaba entonces el poder 
de los Estados generales, armado contra la autoridad real. 
 
b.! Filosóficamente, el hombre se encuentra en la «búsqueda de un método 
racional de conocimiento que permitiese una explicación del mundo sin apriorismos 
dogmáticos» (Hilgemann y Kinder, 1985:272). Es el tiempo en que Francis 
Bacon (1561-1626) funda el empirismo filosófico inglés, en el que sostiene 
que a la verdad no se llega mediante la especulación, sino a partir de 
experiencias de las que puedan inducirse leyes generales. De igual manera 
matiza el modelo de un Estado minuciosamente organizado. Paralelo a ello 
John Locke (1632-1677) se interesaba en los problemas sociales, políticos, 
económicos y religiosos desde una perspectiva liberal; niega las «ideas 
innatas» y afirma que las únicas fuentes de conocimiento son las 
sensaciones internas y externas. 
 
c.! Es el tiempo también de René Descartes (1596-1650), fallecido un año antes 
de la aparición del Leviatán, y quien representa a un racionalismo que 
sostiene que sólo a partir de principios lógico-racionales se llega a la 
verdad —método deductivo. 
 
d.! En ese contexto, Thomas Hobbes, al igual que lo hizo previamente Juan 
Bodino (1576), profundiza en la doctrina del contrato social fundando el 
 173 
derecho del Estado a ejercer la soberanía absoluta. Aún no se decantaba 
este concepto, sino hasta que un siglo después Rousseau (1762) lo define y 
concreta en su histórico libro «Del contrato social». 
 
e.! Hobbes habita un mundo influenciado por el poderío de Luis XIII. 
Viviendo durante mucho tiempo en París y viajando por Europa, está 
confrontado con la Guerra Civil Inglesa y la pérdida de los partidarios del 
absolutismo que emigran a París. Incluso llega a ser el profesor de 
matemáticas del futuro Carlos II de Inglaterra, entonces exiliado, que se 
convertirá en el rey que salvará la monarquía. Por eso el pensamiento de 
Hobbes no es sólo teórico, sino práctico ya que para él es plenamente 
actual en su país natal. Expone que como un estado natural del ser 
humano, impera una egoísta «guerra de todos contra todos»; que los 
hombres, para subsistir, se han visto obligados a convenir un contrato por 
el cual confieren sus derechos naturales al Estado, cuya soberanía sobre 
los súbditos es absoluta, indivisible e irrevocable. Finalmente, sostiene 
que el Estado está representado de la manera más perfecta por una sola 
persona: el rey. De ahí la aparición del concepto central de su obra, la 
monarquía absoluta. 
 
f.! Aún y cuando fue Jacques Bossuet (1627-1704) quien formula la doctrina 
del absolutismo –«Un roi, une foi, une loi», o un rey, una fe, una ley– ya se 
acentuaba desde Hobbes el origen divino del derecho del monarca, quien 
por ser representante de Dios no es responsable ni ante la Iglesia ni ante 
el pueblo. El hombre es malo por naturaleza, pareciera ser la premisa que 
opera en ello, por lo cual es necesario crear un pacto para asegurar la paz. 
 
Este ideario tiene raíces más profundas. Desde los primeros Estados despóticos, 
caracterizados por ciertos rasgos del Imperio Romano, la Iglesia Católica, por los 
idearios medievales y renacentistas se cristalizó, precisamente en esta etapa, el 
 174 
absolutismo puesto que el mundo ya dejaba de ser uno, unido, comprensible, y 
orgánico; de manera que esta doctrina parecía natural. El absolutismo nace para 
proteger la fe, el orden, la razón, el bien común y, muy paradójicamente, el resto 
de los derechos del individuo en contra del caos, la guerra, la anarquía, el fin de 
todos los valores. 
 
Ante tales conceptos y circunstancias, se busca proteger a los hombres de los 
otros hombres delimitando las coerciones naturales al monopolizar la violencia 
correctiva en manos del Estado. El soberano es el obligado a mantener el Estado 
y por ende la paz, situando a éste por encima de todo y de todos. La imagen que 
opera en ello es la del pacto entre los hombres, sin embargo el soberano no pacta 
con nadie. Esto es: el pueblo es el que conviene en dotarle a éste el poder sin que 
el poder deba rendirle mayor cuenta que el asegurar la paz. La ausencia de paz o 
defensa desharía la cohesión social que permite tal figura de poder. 
 
Por supuesto, este miedo a la guerra genera conflictos incluso más profundos, 
esta paz forzada desde arriba destruye la credibilidad de este poder que se pudre 
desde dentro mientras todavía resplandece por fuera. El absolutismo, por más 
ilustrado que sea, engendra la revolución. Mientras funciona, distorsiona 
profundamente las relaciones sociales creando una imagen aparentemente 
segura, racional y funcional. 
 
Los bienes del hombre son prestados, concedidos en uso por el soberano. Aquel 
que difiera de ello es considerado enemigo de la soberanía, propenso a la tiranía. 
El soberano crea las leyes, pero no está sujetoa ellas, contradiciendo lo anterior. 
La jus naturale o derecho de naturaleza le es concedido así al rey, mientras que 
éste expide la lex naturale, ley o preceptos que limitan y prescriben el derecho 
natural del otro. 
 
 175 
Existen tres términos que acotan el papel del Estado y la sociedad en el Leviatán: 
Commonlaw, Statutelaw y Commonwealth. El commonlaw o ley común es transformar 
la costumbre en ley; el statutelaw es la ley que el rey crea para normar las 
interacciones y obediencia del pueblo, por último, el commonwealth es la máxima 
idea: el bien común, finalidad última del Estado. 
 
La idea distorsionada del bien común sirve para validar cualquier represión de la 
sociedad hacia sus miembros, sin embargo no pierde por eso su validez y fuerza, 
la idea del derecho establecido por una autoridad superior basada en la elección 
democrática llevó a la sociedad, en forma del nacismo, al margen de su 
autodestrucción. Sin embargo el ideario sigue estando vivo y tiene su 
justificación sin que éste pueda ser absoluto. 
 
Herencia Leviatán: del concepto de poder a la construcción visual de 
un libro 
 
Ahora bien, surge la pregunta obligada: ¿cómo impacta lo anterior a las 
estructuras visuales y comunicativas? La respuesta la da el Leviatán desde antes 
de ser leído: en su portada radican las primeras pistas. Parece que si bien el 
absolutismo es hoy poco aceptable como un modo de gobierno, aunque 
profundamente arraigado en el arte y en la ciencia -no sólo en la religión-, se 
admite como natural por ser relacionado con las estructuras de la comunicación. 
 
Para dar cuenta de lo anterior, nos permitimos anexar la imagen de portada que 
acompañó a la publicación original de la obra de Thomas Hobbes, una obra 
gráfica monocromática, de factura excelsa. 
 
 
 176 
 
Figura 8. Portada original del libro «El Leviatán» de Hobbes 
 177 
La imagen es elocuente: al centro y en la parte superior el monarca gobierna de 
manera absoluta. Arriba y al centro: metáfora espacial que en la historia de la 
humanidad ha validado y asentado la idea de que lo jerárquicamente superior se 
encuentra en lo alto, mientras que el pueblo, la ciudad ilustrada, es sometido al 
dictado de quien le sobreviene. Poder civil y religioso en manos del rey. 
 
Ahora bien, para dar cuenta de la estructura visual que nos hereda el 
pensamiento de Leviatán, o dicho de otra manera, que valida y transmite en el 
imaginario la idea del poder concentrado en el soberano, podemos hablar de un 
elemento utilizado en el diseño y composición plástica actual: la retícula o 
estructura visual que ordena una página, sea en piezas editoriales, fotografía, 
arte y expresiones comunicacionales diversas. Si la retícula está relacionada con 
la organización de la planicie y del espacio cartesiano, homogéneo e infinito, esta 
idea se encuentra con la otra idea de la frontera y especialmente con la 
organización jerárquica interna de las unidades comunicativas, con sus 
dominantes y dependencias. 
 
Por eso es posible afirmar: «La acción comunicativa en la que se inserta 
el diseño no se ejerce sólo desde el diseño, sino que forma parte de un 
conjunto discursivo más amplio» (Ledesma, cfr en Tapia, 2004:52). El 
discurso visual, entonces, será una traslación de las premisas lingüísticas 
y conceptuales hacia elementos plásticos y espaciales, pero no de manera 
arbitraria sino siempre respondiendo a sus referentes. Esto es, «el 
discurso del diseño estará sujeto entonces a la comprensión de la 
comunicación dentro de los escenarios contingentes» (Ledesma, cfr en 
Tapia, 2004:52). 
 
Por otra parte, conseguir el carácter de la persuasión y los medios —en este caso, 
visuales–es un asunto polémico, sin embargo ya desde siglos antes, desde 
Aristóteles o Cicerón, los conceptos de tópicos o topoi se decantan por la 
 178 
movilización de las ideas anidadas en lugares de la mente, de ahí se sigue que 
quizá un lugar sea el de las metáforas espaciales del poder y la premisa: "el que 
ostenta el poder está arriba, el que es gobernado, abajo". La cabeza, 
anatómicamente situada en la parte superior del cuerpo es al mismo tiempo 
usada en la analogía con el poder. Si el Estado es un cuerpo, su cabeza –el rey– 
rige y dicta lo que en él sucede. Ese es un tópico recurrente en la cultura 
occidental y es visto no sólo desde el tiempo del absolutismo, sin embargo es 
aquí en donde la historia da cuenta de su máxima expresión. Sin embargo, cabe 
preguntar si en algunos períodos la cara humana no es sólo la máscara del 
monstruo que simplemente aparenta ser sensato y racional, el acuerdo social 
existe mientas se conserva esta imagen, si se pierde, el monstruo tiene que 
buscarse una nueva cara o cabeza. 
 
El tema de la inserción de estos elementos, en tanto materialización de la 
ideología imperante en los tiempos de Hobbes, no es detallada en los estudios 
propios del diseño. Sin embargo, Habermas (1929) propone, en su Teoría de la 
Acción Comunicativa, que los discursos se sustentan en la legibilidad o 
entendimiento del otro sobre lo expresado. Al ser acciones encaminadas a 
organizar juicios sobre el otro, como el caso de juzgar a quien esté «arriba» o en 
el poder, se debe responder a la veracidad o coherencia con lo que se manifiesta, 
que a saber en la cosmovisión de Leviatán se valida con la realidad política. La 
legitimidad de quien lo enuncia, dado en este caso por Hobbes y retomado por 
quien ahora hace uso de tal recurso, tales como las empresas, grupos políticos, 
religiosos, editoriales o de enseñanza cuando hablan de organizar el espacio bi- 
o tri-dimensional. Las pretensiones de validez de la expresión «el poder se 
encuentra arriba» y el advenimiento de colocar como eje central a quien lo 
ostenta, descansa en el conocimiento previo de la situación expresada. Una 
sociedad donde realmente gobierna el que está “arriba” puede parecer más sana, 
de cuya cabeza formal es sólo un títere de poderes desconocidos mucho más 
oscuros. Sin embargo, la idea de que un individuo tiene todo el poder y otro no, 
 179 
puede ser en realidad una abstracción o una mentira; o simplemente un estado 
transitorio. Pues en general, la realidad es mucho más compleja. La 
responsabilidad se puede prestar, no se puede regalar ni robar realmente. La 
adecuación visual a la organización persuasiva del absolutismo monárquico, por 
ejemplo, lleva implícita la metáfora espacial así como la definición nuclear de 
poder. El discurso, en tanto retórica visual, se organiza siempre en función de 
validar lo expresado, y este esquema espacial no es ajeno a ello. 
 
Paul Ricoeur, filósofo y antropólogo francés (1913-2005) sostiene el valor 
metafórico de esto al afirmar que «producir combinaciones nuevas e insólitas a partir 
del contexto [es lo que le confiere el poder de actuar] sobre todos los conflictos entre 
perspectiva y apertura, designación y sugerencia, imaginación y relevancia, concreción y 
plurisignificación, precisión y resonancia afectiva» (Ricoeur, 1980:246). Esto es, en la 
representación de la realidad política del siglo XVII podemos ver también la 
posibilidad de dotar de significado a referentes tales como el poder y el gobierno 
del otro, el sometimiento voluntario a partir de ello, en busca de un bien común 
o commonwealth. 
 
Es necesario, para poder avanzar en el estudio del vínculo entre el poder 
expresado en el absolutismo monárquico y el diseño y la comunicación actual, 
explicar el concepto de retícula u organización espacial que rige las 
construcciones visuales tanto contemporáneas como del pasado histórico. 
Citando en extenso a Alejandro Tapia (Tapia, 2004:128): 
 
«La página no es simplemente un soporte en el que se escribe, es un lugar 
propiamente dicho, un formato dotado de autoridad que otorga, a su vez, 
autoridad al texto escrito. Como tal, la página exigía una confección 
arquitectónica que el hombre medievalconstruyó usando las metáforas 
de su propia cosmología: si la esfera superior correspondía a un dios y a 
la luz (el cosmos medieval se regía por ciclos), y ese cosmos a su vez le 
 180 
hacía corresponder al cuerpo (que es tenido como un microcosmos que 
refleja lo divino), entonces a la parte superior le correspondería la cabeza, 
que es el lugar del libro que ocupan sobre todo los títulos o categorías que 
introducen los argumentos, pues son las razones que iluminan el discurso 
y se presentan con caracteres más grandes; el cuerpo del texto ocuparía la 
parte central, y las notas al pie, la parte baja que sostiene o da apoyo al 
texto (las referencias que garantizan la autoridad de lo que se dice). La 
naturaleza metafórica de la página, que continua con el isomorfismo 
cósmico-arquitectónico en muchos de sus elementos, así como de la letra 
(el texto se divide en columnas, los textos tiene frisos, etc.), se constituyó 
como modelo evidentemente persuasivo, cuyos elementos gráficos 
resultaron un parámetro que después sería reconocido tácitamente como 
un soporte natural del pensamiento legítimo en el mundo occidental» 
(Tapia, 2004:128). 
 
Si recordamos el ejemplo de la portada de el Leviatán, en la distribución espacial 
que ésta tiene se verifican todas y cada una de las expresiones citadas por Tapia. 
Entre ellas, la más destacada es la del poder situado en la parte superior, 
encarnado en el rey. 
 
Tácitamente, como lo afirma el texto anterior, se acepta la soberanía y el poder 
ostentado por el monarca. Mucho más como metáfora que como realidad política. 
A su vez, el corpus del Estado, y el cuerpo de la imagen está dado por el pueblo. 
No es gratuito que la textura que forma el cuerpo del monarca sea un entramado 
de seres humanos, gente del pueblo que se erige en unicidad en la figura del 
monarca. 
 
El encabezado, dictado por el poder civil y religioso, introduce asimismo el 
argumento de origen del poder. Vemos en la espada y el báculo en manos del rey 
la validación de su estatuto. De manera análoga, en el diseño editorial moderno, 
 181 
las cornisas y subtítulos que dan validez al texto emergen como esas espadas, 
como afrentas visuales que gobiernan el flujo continuo del texto, marcan 
hegemonía sobre los bloques escritos, hacen suyo el espacio y dictan, de manera 
esquemática y metafórica, lo que se ha de leer. Este contexto gráfico del texto 
lingüístico debe ayudar y soportar su mensaje, aunque hay formatos dados a los 
que se acomoda el texto, normalmente son formatos compatibles. 
 
El pueblo, en tanto notas al pie que otorgan sustento al texto –como lo señala 
Tapia– no es sino una vertiente más dada al esquema visual anclado a las reglas 
de poder. El pueblo, del que emana el poder y es depositado, nutre al jerarca. El 
rey, como lo hemos visto en Leviatán, es el depositario de aquello que es 
sostenido por el pueblo, sin embargo el pie de página no puede interpelar al título 
de la obra tal y como el pueblo en el absolutismo no es capaz de interpelar al Rey. 
Lo que puede hacer es decapitarlo. Una vez más, la subordinación que la filosofía 
política de Hobbes relata se ve cristalizada en un esquema de índole visual que 
representa cabalmente la situación de la época: el poder del rey proviene del 
pueblo, lo rige y administra, sin embargo el pueblo, que está a pie de página, no 
tiene incidencia real en el ejercicio de éste. El monarca ostenta el mando gracias 
al pacto entre el texto y sus notas, mas éstos, aún en conjunto, no ejercen poder 
sobre el encabezado. Sin embargo, el mismo texto puede aparecer encabezado de 
diversas maneras, es decir, llamado o contextualizado de manera distinta. Para 
el autor puede ser lo menos importante o su obra obtiene otro nombre, como el 
Estado puede cambiar de rey sin que cambie algo para el ciudadano, pero al lector 
le sirve para identificarlo desde afuera. 
 
Tales cuestiones son tema de análisis en diversos círculos de diseño, tanto 
editorial como tipográfico y corresponden a una vertiente analítica que permite 
abordar las construcciones visuales como una herencia cosmogónica del pasado. 
No es objetivo de este texto agotar tales referencias sino, de manera sucinta 
aludir a ellas para advertir el carácter normativo en el espacio que por devenir 
 182 
conceptual e histórico se le ha dado al poder del estado, aunque en el diseño 
parece más viable. Sería motivo de un análisis más extenso el dilucidar las 
implicaciones de esto en el color, tipografía, textura y demás variables visuales 
de los productos editoriales. 
 
 
Forma y formato: las páginas de un libro como metáfora monárquica 
 
En la época en que Thomas Hobbes escribió su obra se gestaba la cúspide de la 
defensa de la monarquía. Si bien Maquiavelo (1513), Bodin (1576), Hobbes (1651) y 
Bossuet (1679) son autores diseminados en dos siglos, en ellos se observa una 
clara intención de poner al mundo al servicio del absolutismo. Los principados, 
como ejemplo de ello, fueron el eje de sus textos. 
 
La soberanía es entendida como el poder que da a otro la renuncia propia de 
ejercerlo, el no buscar los bienes de los demás sino someterse a un orden que 
permita el que se logre el bien común. Hipotética, o metafóricamente es así como 
el individuo se somete por propia voluntad a ello; pone fin a la anarquía, evita la 
división, ostenta la pertenencia de un espacio y aunque exista la falibilidad del 
monarca, su poder emana por razón divina y basado en ello administra los bienes 
con sabiduría, en una visión amplia de las cosas, siempre sometido al juicio 
arbitrio o subjetivo e inalcanzable, imposible de asir: al juicio de Dios. En realidad 
nunca es así, puesto que un individuo es capaz de eso no por el miedo, no por sus 
complejos de menosprecio, sino por ser razones positivas, por su conocimiento y 
su libertad, es capaz de revocar en cualquier momento esta decisión, es incluso 
obligado a controlar el poder delegado, puesto que el poder delegado no deja en 
ningún momento de ser su propia responsabilidad. Pero puede ser una solución 
viable para un período de crisis, de transición, o para una iglesia, si quiere 
ostentar ser La Iglesia, única, general y eterna. Sólo hay que pagar por ello. 
 
 183 
Volvemos con ello a la construcción de un libro tanto como de una ciudad. 
Decíamos al inicio de este texto que en la época previa a la aparición de el 
Leviatán veía la luz la lógica de René Descartes (1596-1650). Emerge, como tal, la 
hoy llamada retícula cartesiana, basada en 
 
«módulos racionalmente distribuidos –presente también en los jardines 
geométricos franceses–, que estipulaba el carácter impersonal, lógico e 
inevitable de la ley natural que era lo que se postulaba como la matriz que 
controla y estructura los eventos del mundo. Estos principios estarían 
presentes en la concepción de la tipografía [...] y con retículas [en la puesta 
en página] basadas en barras horizontales y verticales para dividir la hoja 
y así marcar los ejes que demostraran este nuevo orden en la retícula 
subyacente» (Tapia, 2004:134). 
 
De este modo, la retícula vino a representar no sólo las leyes o principios 
estructurales que están detrás de la apariencia física, sino el proceso del 
pensamiento racional mismo. Las coordenadas ahora representan puntos 
cruzados que marcan cualitativamente distintos niveles de poder u orden 
subyacente en la realidad espiritual y física. Sin embargo, las coordenadas 
cartesianas no son nunca absolutas, sino relativas, traducibles de un sistema a 
otro. La retícula, expresa Tapia, «había hecho que la composición se desarrollara 
en puntos ligados por la necesidad de establecer en la percepción lo que en la 
mente refería a los preceptos teológicos». Ayuda al autor y al receptor elegir su 
punto de vista o de partida sin perder el espacio común. Un punto y un sistema 
común de referencias de carácter espacial y temporalque es simple, y funciona 
bien sin tener que ser real. Ya sabemos que el espacio no tiene la geometría 
cartesiana, sin embargo en las condiciones comunes y velocidades pequeñas 
funciona como un modelo útil. 
 
 184 
Nos permitimos incorporar a este análisis un breve esquema de representación 
de retícula en el gráfico que presenta el Leviatán en su versión impresa: 
 
 
Figura 9. Esquema reticular de la portada de «El Leviatán» 
Fuente: Elaboración propia. 
 185 
En la imagen anterior queda de manifiesto cómo la lógica de poder subyace en 
la racionalidad del manejo espacial. En el absolutismo, este poder, ahora 
acompañándose de lo civil y lo religioso, alcanza a regular las coordenadas desde 
lo divino y el acuerdo o pacto civil dado. 
 
Estas coordenadas marcadas en colores rojo, verde y naranja, lo mismo aplican 
para otras convenciones en lo político y social. Incluso desde el propio 
renacimiento la concepción material del orden se sustentó en la capacidad del 
individuo de racionalizar el espacio desde su comparación con el hombre, dejando 
con esto una retícula que simboliza un punto de vista particular entre el 
individuo y su conjunto. Podemos advertir cómo su disposición en el espacio 
connota el poder del rey; el manejo de las proporciones no es arbitrario, es 
metafórico, no corresponde ni con el poder real, ni con la influencia. Sin 
embargo, para un ciudadano de esa época representaba cierta esperanza de 
seguridad ante una situación muy incierta, representaba una suerte de 
publicidad gráfica del monarca junto con su promesa – y podemos decir que 
cumplió con ella. 
 
Desde el mundo del diseño y la comunicación, esta concepción absolutista ha 
permeado distintos esquemas metafóricos que incluso llegan a ordenar ciudades 
lo mismo que los libros. La retícula subyacente es una analogía del Estado, ambos 
sirven para regular la colocación de sus elementos. En uno ciudadanos, en otro 
textos e imágenes. La diferencia es que una imagen no tiene responsabilidad 
propia, el ciudadano sí, aunque a veces parece como si la hubiera perdido; otras 
veces obedece a la retícula social de manera consciente o inconsciente, pero en 
concordancia con su responsabilidad y libertad personal. En muchos casos la 
retícula no es visible pero ejerce un poder considerable, es decir, el trazado no 
siempre es evidente o las columnas son delimitadas de manera drástica, pero en 
todo momento representa las creencias sobre las fuerzas y el orden que 
gobiernan el mundo y la razón, según las distintas épocas. Muchos artistas 
 186 
juegan conscientemente con la retícula sin dejar de reconocerla y respetarla, 
otros la siguen sin darse cuenta sintiéndola pero no comprendiéndola. 
 
En el caso de Hobbes, su filosofía política permeó de manera contundente la 
época que vivió y, por herencia, este concepto fue asimilado en la formación de 
generaciones subsecuentes. Si bien los esquemas de ejercicio del poder 
históricamente mutaron a posturas más sofisticadas o radicales, la estructura 
subyacente quedó marcada como autónoma e indisoluble. No es desconocido, en 
este sentido, que el concepto de monarca, rey, príncipe o soberano sea algo 
entendido en el presente como figura central del poder al cual todo se ha de 
subordinar. En las sociedades sin la tradición democrática, la cabeza formal del 
Estado se contempla generalmente como un príncipe absoluto, no depende si 
tiene o no este poder realmente. Para los rusos Stalin o Putin es otro zar histórico, 
para los chinos era Mao uno de sus emperadores más grandes. Más complicado 
es con las ideas o ideologías que la gente acepta más fácilmente que las personas 
para personificarlas después para familiarizarse con ellas. 
 
El orden reticular de una página de libro y sus cuadros es tal como el de los 
edificios o la traza urbana de las ciudades. Condicionan la percepción de los 
niveles jerárquicos que están en juego. Por ello la disposición reticular que parte 
del referente monárquico es un fenómeno de estudio desde ambas áreas: lo que 
lo político representa al hombre, asentado en lo visual; así mismo, lo visual como 
analogía del momento que se vive. 
 
 
Otros modelos políticos, otras visualidades 
 
Este fenómeno de evolución histórica nos hace recordar el importante papel que 
tiene la articulación del espacio sobre la percepción, para poner de manifiesto el 
 187 
orden social. No es gratuito el impacto que cada época del pensamiento ha dejado 
en las estructuras mediante las cuales se representa el mundo. 
 
Así, en un ejercicio más amplio podemos ver que lo aquí ejemplificado en el 
análisis de Leviatán de Thomas Hobbes, y su esencia política, es susceptible de 
quedar manifiesto en otros modelos de pensamiento, de tal suerte que cada época 
política del hombre deja una impronta en su manera de concebir visualmente el 
mundo. 
 
De igual modo en que la cultura helénica nos ha brindado el carácter armónico 
de la democracia, ordenado en los textos de Sócrates, Platón, Aristóteles y 
acrecentado con el uso de la proporción áurea como valor estético y a la vez 
rector de un mundo virtuoso desde la política, también podemos observar otros 
modelos políticos, como la aristocracia, la tiranía, la oligarquía y muchos otros, 
sin embargo el opósito del absolutismo es el anarquismo que puede establecerse 
en condiciones distintas. El absolutismo, especialmente el absolutismo ilustrado, 
es un estado transitorio, pero efectivo en la vida política. Por eso encontramos 
muchos de sus elementos como la jerarquía, la estructura interna, el punto, el 
nivel o el motivo central en todos los regímenes reales, incluso en los sistemas 
de comunicación y en el arte. 
 
En la estructura sintáctica de la oración simple o compleja como tal, esta 
organización jerárquica es obligatoria como el principio universal de la 
articulación. Complementado por la coordinación de miembros oracionales y de 
oraciones mismas. Mucho más libre es por eso la organización del texto. Hay 
formas de organización fijas, en la poesía más que en prosa, en la modernidad y 
especialmente en la actualidad aparecen obras que juegan con las fronteras de la 
organización del texto igual que por ejemplo el cubismo juega con el poder 
absoluto de un único punto de vista. Sin embargo, si en un sistema político la 
destrucción del centro del poder normalmente lleva a la aparición de otro, por 
 188 
eso no menos desequilibrado y problemático, en el arte la destrucción de la 
dominante tradicional suele significar la búsqueda de otra diferente. Una, 
siempre incierta, una aventura siempre incierta, pero preferida en comparación 
con el estancamiento y decadencia que en la política engendra el absolutismo. 
La respuesta extrema al absolutismo extremo es clara: el anarquismo. 
 
Con ello, el pensamiento que en su momento establecieron Sebastián Faure y 
otros anarquistas, expone la desaparición del Estado para evitar la explotación 
del otro. Invita a quebrantar iniciativas, avasallar el pensamiento y con ello 
destruir la estructura capitalista y autoritaria. Sin embargo, para luchar en 
contra de la jerarquía del Estado, Faure y otros anarquistas tienen que servirse 
de oraciones y textos perfecta y jerárquicamente organizados para ser 
comprendidos, muchas de sus ideas son de amplia aceptación en la actualidad, 
nada extremistas. Lo anterior ha tenido un impacto en la visualidad de lo 
contemporáneo. 
 
Tenemos columnas de texto que no se respetan, textos que anárquicamente roban 
los márgenes de la página, tipografía que se rompe en texturas irregulares, 
titulares que disgregan las líneas de base, horizontalidades que no se respetan, 
alejamiento del centro, ruptura contra todo lo establecido. El problema es 
reconocer si se está buscando algo nuevo (aunque sin mucho efecto visible), o si 
es sólo un resultado de descuido, de falta de preparación, de incompetencia delautor. En ese sentido, pareciera que es mejor si se destruye el orden sin pensar 
en la construcción de algo. La diferencia es, la mayoría de las veces, poco clara, 
el paso de un estadio de anarquía a una sociedad mucho menos libre y justa, que 
es el Estado de cualquier absolutismo, se produce prácticamente siempre. 
 
La historia de la humanidad puede ser representada y resumida por los valores 
políticos que la han gobernado. De igual manera, la filosofía política nos da 
cuenta de las características que cada etapa persiguió. Así, en el devenir 
 189 
histórico hemos de formarnos una concepción crítica de lo que ha sido y 
dilucidar las razones por las que cada acto político fue generado. En tanto 
estructuras de poder, éstas pueden ser metaforizadas. El problema es que las 
razones de un acto político se construyen a posteriori, no suelen ser resultado de 
una dinámica interna de la sociedad o de una casualidad pura. Aunque podemos 
observar que en casos deterministas, donde una causa lleva a un resultado, y 
también en los sistemas estocásticos, absolutamente impredecibles, se pueden 
tener causas, sin embargo, esas cusas no son únicas y llevan a resultados basados 
en probabilidades. Por eso la metáfora puede ser útil sin ser correcta o 
exhaustivamente verificable. 
 
En la metáfora del poder que emplea el hombre podemos advertir su 
pensamiento, no obstante para lograr su concreción es menester del hombre 
analizar los productos que en dicho momento éste construyó. De ahí se sigue la 
decantación de las formas de poder en, por citar un ejemplo, las maneras de 
organizar las partes de un libro durante su puesta en página, de tal manera que 
en franco símil con el pensamiento nos permita dilucidar la filosofía subyacente, 
entenderla, asirla. Al estudio de lo anterior la historia del arte ha de aportar 
fundamentales conceptos. La filosofía política y la antropología filosófica por su 
parte han de completar el análisis. 
 
Por ejemplo, si en épocas anteriores el arte tiene un rasgo dominante, que se 
puede comprender como absolutista; en el modernismo podemos ver que el arte 
está siempre en busca de lo nuevo, tiene un punto de vista universalmente válido, 
es crítico a la tradición e incluso la niega. Por otro lado, el posmodernismo se 
caracteriza precisamente por un pluralismo de puntos de vista, por su 
aleatoriedad, por producir la cacofonía en vez de la eufonía en sus elementos. 
 
En la actualidad, decíamos al inicio, es apremiante reconocer la complejidad de 
los problemas humanos para establecer espacios de diálogo. Entender la historia 
 190 
y sus manifestaciones, bajo la criba de lo visual, nos permite dialogar en un nivel 
tanto sutil como efectivo sobre las construcciones humanas del espacio y la 
visualidad, con el referente de la ideología que éstas asumen como implícitas. 
Nos encontramos cada vez más con una falta absoluta de respeto hacia la 
historia, hacia la tradición, hacia la autoridad, hacia la distinción básica entre lo 
imaginario y lo real. Nos encontramos en un momento de ignorancia absoluta, 
donde se confunde la anarquía con la libertad. 
 
Comprender el mundo es menester del hombre; representarlo es tarea de quien 
construye mensajes. Existiendo entonces convergencias y divergencias en los 
sistemas de creencias, resulta pertinente hacer evidente tal diversidad, 
respetarla o transgredirla a fin de lograr un nivel discursivo más hondo. Las 
imágenes, como vehículo de la realidad y su forma de entenderlo, son un valioso 
elemento para el discurso contemporáneo: un punto de partida para la búsqueda 
del consenso y el diálogo, fundado en antecedentes con carga simbólica tal, que 
permita avanzar en la construcción del debate. Es tarea del que genere el 
mensaje, que se adentre en el continuo proceso de conocer y dilucidar el lugar 
del que parten las contradicciones y coincidencias con las que regimos nuestra 
manera de ver el mundo. 
!
 
 191 
4.2 Las humanidades, la phrónesis y el diseño: Vehículos 
para entender la comunicación gráfica como 
constructora de acuerdos. 
 
 
 
«En tiempos de la Grecia clásica, cuando un ciudadano era 
anfitrión de alguien de su afecto, obsequiaba al huésped la 
llamada 'tessera hospitalis' o tablilla de recuerdo. «Rompía 
una tablilla en dos, conservando una mitad para sí y 
regalándole la otra al huésped para que, si al cabo de 
treinta o cincuenta años vuelve a la casa un descendiente 
de ese huésped, puedan reconocerse mutuamente juntando 
los dos pedazos. Una especie de pasaporte en la época 
antigua; tal es el sentido técnico originario de símbolo. 
Algo con lo cual se reconoce a un antiguo conocido». 
 
– Hans George Gadamer (1991:84) 
!
!
!
Así como se reconoce a un antiguo conocido, mediante la tablilla de recuerdo griega, 
el hombre precisa de reconocer al otro, sus interacciones, ideales y a sí mismo 
dentro del mundo en el que vive. Como ser gregario, el hombre requiere del 
contacto con sus semejantes para poder desenvolverse y llevar a buen cauce su 
existencia. Esta interacción entre los individuos, sin embargo, no está exenta del 
equívoco que arrojan las imprecisiones en la comunicación entre sí; se advierte 
entonces que en la vida común es imprescindible generar los acuerdos y 
convenciones que, de manera simbólica, les permitan intercambiar visiones 
sobre la realidad y comprenderse mutuamente. 
 192 
 
Cuando las personas, empresas o instituciones desean dialogar con sus pares y 
no les es posible hacerlo de viva voz, comúnmente acuden a diversos medios que 
les permitan ser portavoces de sus ideas, algunas de ellas condensadas en 
materiales impresos o electrónicos que habrán de diseñarse para tal fin. Dicha 
encomienda es, a su vez, parte del oficio del diseñador gráfico: favorecer el 
diálogo con el otro a partir de un discurso apoyado en argumentos visuales, 
textos e interacciones. 
 
En la actualidad, la vorágine que ha traído consigo la modernidad y el 
consecuente avance tecnológico ha generado nuevos artificios que fungen como 
vehículos para dicha comunicación, entre los que se encuentran los dispositivos 
móviles, equipos interconectados gracias al Internet, que aunados a los impresos 
tradicionales forman un maremágnum de información a la que nos encontramos 
expuestos. Esto ha derivado en que resulte «demasiado fácil olvidarse de los 
individuos cuando nos enfrascamos en un debate» (Nussbaum, 2005:24). A decir de 
Martha C. Nussbaum, filósofa estadounidense, con frecuencia somos llamados a 
tomar decisiones que requieren algún tipo de comprensión del otro; como 
ciudadanos estamos siendo llamados cada vez más fehacientemente a entender 
cómo los problemas están forjando discusiones que reúnen a personas de otras 
latitudes y que viven su realidad desde otros puntos de vista. 
 
Es apremiante entonces, antes de emprender la emisión de discursos y mensajes 
al otro –apoyados por la comunicación gráfica–, reconocer la complejidad de los 
problemas humanos para establecer instancias dialógicas, máxime si esto 
implica poner en juego un sistema de creencias que hace evidente la diversidad 
entre los hombres. Los espacios son heterogéneos, circundado por minorías, un 
sistema multicultural y formaciones de vida disímbolas. Muchos de nuestros 
problemas «requieren, para una solución inteligente y compartida, un diálogo que una a 
 193 
personas de muy diversas formaciones nacionales, culturales y religiosas [...] con un amplio 
sentido histórico y multicultural» (Nussbaum, 2005:27). 
 
En el entorno actual es costumbre dejar en segundo plano «la humanidad» de 
aquel a quien se le habla. Los medios de los que se vale la comunicación gráfica 
en ocasiones no suelen considerar de suyo la diversidad de visiones sobre las 
cuales inciden los símbolos que emite. Ese juego de significados queda trastocado 
y reduce, en consecuencia, la capacidad de construir acuerdos.De manera paralela, emerge el fenómeno de la visualidad como signo distintivo 
de la convivencia cotidiana. Las imágenes son ahora los nuevos medios a través 
de los cuales los argumentos buscan anidarse en la colectividad y generar 
consenso. Siendo la visualidad una de las condiciones que definen la interacción 
en el presente, resulta imprescindible entender cómo se lleva a cabo la traslación 
del mensaje a estas nuevas formas de manifestarse, sin que ello implique la 
renuncia al cultivo de lo humano. 
!
El inicio del camino: ver este fenómeno desde lo humano 
!
Siguiendo el pensamiento de Nusbbaum, tres habilidades han de ser cultivadas 
para no perder de vista lo humano en el mundo actual –y por ende en el ejercicio 
profesional del diseño–: 
 
a)! hacer un examen crítico de uno mismo, desarrollar la habilidad de 
razonar lógicamente; 
b)! tener la capacidad de verse a sí mismos no sólo como ciudadanos 
pertenecientes a un grupo, sino como seres humanos vinculados a 
los demás por lazos de reconocimiento y mutua preocupación, esto 
es, reparar en las necesidades y capacidades que compartimos con 
el otro; 
 194 
c)! Hacer uso de la imaginación narrativa, esto es, ser capaces de «pensar 
cómo sería estar en el lugar de la otra persona, ser un lector inteligente de 
la historia de esa persona, y comprender las emociones, deseos y anhelos 
que alguien así pudiera experimentar [lo cual conlleva la necesidad de...] 
ser capaces de participar con la imaginación en la vida de alguien y ver 
cómo el medio social configura las aspiraciones y emociones» (Nussbaum, 
2005:30) 
!
Si vemos lo anterior desde el ejercicio habitual del diseñador gráfico, podrán 
saltar a la vista carencias en el sentido de comprensión crítica del otro. Si vemos 
esto desde los fenómenos de comunicación gráfica, por citar un ejemplo, hemos 
de hacer un ejercicio consciente de reflexión antes de estructurar los discursos 
y argumentos que se habrán de poner en marcha. Afortunadamente, en la 
interdisciplinariedad, podemos vislumbrar un potencial aliado: el estudio de las 
humanidades, que en esencia se dedican a ello. 
 
En suma, la invitación es a no transitar por inercia el camino trazado por las 
creencias propias, sea por mera tradición o costumbre, sino situar en un plano 
razonado la idea del otro. El espíritu humanista contempla para esto analizar las 
narraciones que el otro ha hecho de sí para reinterpretarlas y entender su mundo. 
Esto es adentrarse, de inicio, en el mundo de las humanidades para, en un sentido 
aristotélico, lograr un estado razonado de capacidad para crear. 
 
Nuestra naturaleza nos lleva a razonar de forma apresurada y descuidada. El 
mundo de la comunicación gráfica no está libre de ello. Se suele sustituir la 
verdadera deliberación por la injuria, el prejuicio y los estereotipos. El estudio 
humanista de la configuración de mensajes visuales implica comprender cómo 
es que las necesidades y objetivos comunes pueden ser distintos en el otro, 
modelado por sus circunstancias. 
!
 195 
Cambio de rumbo: ver al diseño desde la phrónesis griega 
!
Puede sonar extraño que abordemos los tópicos humanistas en el ámbito del 
diseño, no obstante que éstos han estado relacionados desde siempre. Cabe 
recordar, por citar un ejemplo, que se genera una pieza gráfica pensando en el 
usuario o lector; se configura una retícula desde el conocimiento de una 
estructura que lo ordena desde las metáforas; usamos el lenguaje mismo como 
materia prima. Todo ello forma parte de los temas estudiados a fondo por las 
humanidades. 
 
Para entender el fenómeno descrito anteriormente y dar cabida a una visión 
humanista, resulta fundamental pensar el mundo desde la realidad del otro y 
compararlo con la propia: dialogar con «el que no se es» –a partir de las 
manifestaciones del lenguaje empleado en su comunicación con el afán de 
trasladarlas al diseño gráfico– y observar de cerca las expresiones que de él 
emergieron, las cuales en su momento sirvieron como punto de comunicación 
entre los hombres. 
!
Siguiendo a Martín Heidegger filósofo alemán del siglo pasado, el lenguaje 
utilizado en tales expresiones nos permite encontrarnos con «el advenimiento del 
ser mismo, que aclara y oculta» (2000: 31). Esto es, las expresiones que el hombre 
concibe nos dan cuenta de su existencia, su esencia. Ver al diseño desde el 
humanismo es meditar sobre ello, reconocer a la persona hacia quien dirigiremos 
la comunicación, en el entendido de que lo que está en juego «ya no es el hombre, 
sino la esencia histórica del hombre» (Heidegger, 2000:72). 
 
 196 
Para entender las expresiones que cada individuo o sociedad plasmó en cierta 
época, debemos dar cauce a un espíritu crítico"#, un discernimiento dado por el 
estudio cuidadoso de las manifestaciones del otro –transfiriéndole a éstas el 
estatuto de «texto» que puede «ser leído»– y las acciones que en su devenir 
pudieron convertirse en productos lingüísticos o visuales que fijaron la realidad 
de su existencia. Esto es, analizar las manifestaciones materiales que ha tenido, 
exige volver a la tradición que les dio vida, enmarcarla, discernir o 
discriminarle"$ y de ahí partir para la construcción de mensajes que busquen 
coadyuvar –desde lo visual– a la puesta en común de una visión del mundo y por 
ende, abonar a la construcción de un acuerdo entre los hombres. 
 
Ahora bien, delimitando las múltiples contribuciones que las humanidades 
aportan al diseño, salta a la vista un concepto aristotélico de gran utilidad, que 
nos permite ejemplificar este cruce interdisciplinar: la phrónesis o prudencia. 
 
La phrónesis versa sobre el buen juicio, buscando un modo práctico y armónico, 
de cómo llevar la vida pública en favor de la convivencia entre los humanos. El 
estudio de la phrónesis o prudencia latente en las expresiones humanas, tanto 
lingüísticas como visuales, puede hablar de las decisiones que ese hombre hubo 
de tomar dentro de sus propias circunstancias, entender el momento justo o de 
oportunidad (algo a los que los griegos llamaban kairós) en que sus decisiones 
 
12 Concepto aristotélico que define a la crítica como una disciplina y formación por la cual 
se llega al discernimiento (krisis), es decir, la capacidad de distinguir (krinein) el sentido de 
un texto «en tanto que fija un estado de la lengua, misma que sufre transformaciones a lo 
largo del tiempo y por ende su comprensión está ligada al ejercicio erudito del conocimiento 
amplio de sus autores y los sistemas de pensamiento prevalecientes durante su concepción 
y que transmitieron a la posteridad. Implica a su vez la lectura directa de sus ediciones 
originales, comparación, situación de éstas en contextos culturales, intelectuales, sociales, 
políticos, económicos, entre otros, así como la pregunta de la cual partió en su momento y 
no en la lectura que desde la actualidad se le de». En: Leal, F. (2003). 
13 En el sentido griego de la krisis o krinein mencionado en la nota anterior. 
 197 
fueron dadas y, en consecuencia, lo que en su momento fue un factor de acuerdo 
o convención con el otro. 
!
A decir de Rafael Valenzuela (2014) «se trata de la praxis en las relaciones 
humanas y contingentes en cada situación en particular [...] no sólo es obrar por 
reflexión y elección, sino con sentido de oportunidad, a tiempo» Aristóteles 
(2002), en su Ética a Nicómaco, concibe a la phrónesis «como un saber que consiste 
en discurrir sobre la buena dirección de la vida del hombre, algo que no es 
matemático ni científico, sino que puede ser de diversas maneras». Por ello 
podemos pensar que se halla cercana a la labor del diseñador, en tanto virtud o 
techné de saber hacer algo que puede ser de diversas maneras y en el buen juicio 
del diseñador queda la elección de las formas idóneas o pertinentes para ello. 
Citando en extenso a Nussbaum,«entender el mundo desde el punto de vista del otro es esencial para 
cualquier juicio responsable, puesto que no sabremos lo que estamos 
juzgando hasta no ver el significado de una acción según la intención de 
la persona que la realiza, ni entenderemos el significado de un discurso 
mientras no conozcamos la importancia de lo que expresa el contexto de 
la historia y el mundo social de esa persona» (2005:30). 
 
Como citábamos al inicio de esta investigación, siendo el discurso «un artificio 
humano que comunica y discrimina entre lo que puede decirse y lo que debe 
decirse» (Gutiérrez, 2012:21), a fin de lograr dicha mediación, los acuerdos y 
convenciones requieren tanto de la voluntad de ambas partes como de una 
estructura que les permita lograr conciliar los intereses comunes. Sin duda, la 
estructura o plataforma que por excelencia lo permite es el lenguaje y en el caso 
de la comunicación gráfica éste resulta piedra toral ante la cual lo visual se 
supedita a lo discursivo. 
 
 198 
La voz de uno y el ideal del otro encuentran concilio en el objeto diseñado, en el 
momento en que “la voluntad de ambos es depositada y representada por un 
discurso que coincide con sus intereses comunes, lo que permite que esa voz 
colectiva sea escuchada y tomada en cuenta al mismo tiempo que otras voces, y 
donde se acepta conscientemente que los otros, aunque difieran, tienen razones 
válidas y el derecho también de ser escuchadas” (Nussbaum, 2005:22) 
 
Estamos, ante todo, frente a un proceso de argumentación –decantado en la 
combinación de lo lingüístico y lo visual– en el que se busca lograr una 
convención o encontrar lo pertinente en cada caso –lo que Perelman desde la 
retórica tiene a bien llamar «acuerdo previo» (1989)-. 
!
A decir del filósofo belga Michel Meyer, el universo actual se caracteriza por 
que «ya no hay lenguaje común sino la ilusión de comprender a los otros. [...] Las 
personas parecen entenderse pero esto es ilusorio [...] pero lo que realmente 
importa es poder comunicarnos y hacer que las esferas concurrentes de discursos 
y funciones se comuniquen. La ética de la discusión puede generar así 
comprensión, pacificación social y armonía gracias a la toma de conciencia 
crítica y argumentada de las posiciones respectivas» (Meyer cfr. Lyotard, 1991) 
!
Situándonos en concreto en el fenómeno de la visualidad del siglo XXI aparecen 
preguntas que en lo sucesivo habrá que ir planteando: ¿qué sucede cuando las 
palabras son sustituidas por imágenes? ¿La eficacia en lograr acuerdos, generar 
consenso y mediar voluntades se dispersa? Esa es la pregunta paradigmática que 
nos depara la actualidad, misma que puede ser analizada desde el ámbito de las 
humanidades. 
!
 199 
 
 
Humanismo y diseño: nuevos paradigmas, mismas preguntas 
!
En un mundo como el contemporáneo, donde las imágenes ganan la partida al 
texto en su interminable sucesión y, siendo el reino de la imagen un medio para 
una nueva forma de lectura, resulta imprescindible entender cómo se lleva a cabo 
la traslación del mensaje de un lenguaje verbal a uno eminentemente visual. Las 
plataformas cambian día con día, pero la necesidad de mediación permanece 
intacta: los individuos siguen y seguirán requiriendo hacer convenciones para 
coexistir. 
 
Aquí es donde germina la profesionalización del diseñador, quien estructura 
mensajes desde los lenguajes visuales. Como articulador de procesos de 
comunicación visual, deberá asumir las veces de constructor de mensajes 
simbólicos que tratan de producir un acuerdo social. En un ejercicio de phrónesis 
deberá resolver el problema de la comunicación basado en recursos que –a la 
misma usanza que los griegos en debates públicos- acuden a los acuerdos que 
operan en la realidad del otro y, en caso de no existir tales, buscará en primera 
instancia sentar las bases para el advenimiento de éstos. 
 
Recíprocamente a la acción verbal, la construcción social del acuerdo por medios 
gráficos, abundará en vías para ser alcanzado en tanto considere que el diálogo 
e interacción no deja de ser una instancia argumentativa, destinada de origen a 
ser mediadora entre experiencias que le son comunes a los miembros de la 
sociedad en cuestión. El diseño gráfico, por extensión, puede ser considerado 
como «un artificio que produce mensajes para ordenar oportunamente las 
convenciones sociales» (Gutiérrez, 2012:26). 
 
 200 
Excluyendo prejuicios y visiones meramente formalistas, Nussbaum, nos da 
nuevamente luz con su concepto de «imaginación narrativa», al considerar que 
las artes –y en nuestro estudio, rescatando de ellas las visuales– desempeñan un 
papel vital: 
 
«puesto que cultivan poderes de la imaginación que son esenciales para la 
construcción de la ciudadanía [...] Las artes cultivan las capacidades de juicio y 
sensibilidad que pueden y deben expresarse en las opciones de los ciudadanos. 
Hasta cierto punto, esto se puede aplicar a todas las artes, todas participan en la 
formación de nuestra capacidad de entender a la gente que nos rodea». [De esas 
imágenes argumentadas, puede devenir el acuerdo. n. del a.] «De estas 
maneras muy diversas, la imaginación narrativa constituye una preparación 
esencial para la interacción moral» (Nussbaum, 2005:125). 
 
A fin de acercarnos a una primera conclusión sobre estos temas, y siendo la 
configuración de mensajes visuales una representación del hombre situado en el 
mundo y sus posibilidades, lo que ante el individuo se exponga responderá y 
formará un sentido de quiénes somos y quiénes podríamos ser. Incorporar 
nuevas visiones, manifestarlas y entenderlas puede dotarnos de un aparato 
crítico que nos dé nuevas perspectivas de ellas. Esto, de manera paralela, implica 
adentrarse en el estudio humanista de la comunicación. 
 
Las imágenes, como vehículos portadores de argumentos y productores de 
convenciones, son a su vez una veta para la empresa humanística: nos permite 
salir de lo individual para transitar en la otredad, en lo colectivo, en el espíritu 
de la polis y la mentalidad de lo que nos define. La imagen, en tanto motor de 
evocaciones, cumple a su vez la promesa de transportarnos a otros escenarios, 
haciéndolos comprensibles ante nuestros ojos sin dejar de ser nosotros mismos. 
Revela similitudes, oculta también desvíos. Como mencionaba Heidegger, 
 201 
muestra y oculta, sin embargo un ejercicio en esencia retórico habrá de dar luz a 
lo que resulte pertinente en la búsqueda del bien común. 
 
Lo anterior nos acerca al concepto que esboza Martha Nussbaum: 
 
«advertir que la gran contribución que otorga la construcción de 
argumentos visuales a la vida del ciudadano es su capacidad de arrancar 
de nuestras obtusas imaginaciones un reconocimiento de aquellos que no 
son nosotros, tanto en circunstancias concretas como en la manera de 
pensar y sentir» (Nussbaum, 2005:125). 
 
Lo humano se nutre de ello, será tarea de las humanidades y el diseño encontrar 
los textos y contextos que permitan llegar a tal encomienda; vislumbrar la 
historia y lo que de ella se hereda al mundo actual; dilucidar lo que se renueva y 
lo que resulta inmanente en la realidad del otro. 
 
Retomar el estudio de lo humano en el ejercicio del diseño es el reto que plantea 
la nueva visualidad. Al igual que en aquel hábito griego de obsequiar la mitad de 
una tablilla de recuerdo, hemos de buscar reconocer con ello a un antiguo conocido: el 
hombre mismo. 
 
 
 
 202 
4.3 Humanismo, comprensión y diseño: La actitud 
hermenéutica ante los problemas de comunicación 
gráfica. 
 
Lo hermenéutico en el quehacer del diseñador 
 
Al ser el diseño gráfico una actividad proyectual encaminada a la construcción 
de mensajes o discursos visuales, hemos de advertir que tal proceso se desarrolla 
a partir del momento en que se define un texto14 –susceptible de un análisis 
lingüístico, semántico, pragmático, sintáctico,con sus propias premisas y 
expresiones– y se busca traducirle hacia diversas metáforas, sinécdoques o 
metonimias gráficas que acerquen el mensaje original a su lector o auditorio. Se 
entiende por texto no sólo lo verbal o lingüístico, sino en un sentido más amplio, 
todo aquel registro de la realidad susceptible de ser interpretado 
independientemente del soporte del cual provenga. 
 
Esta tarea lleva implícita una doble operación que compete a las humanidades: 
una, la comprensión del texto original que servirá de base para el desarrollo 
gráfico, y otra la interpretación y adecuación del mensaje en una suerte de 
elocución que la materialice. La primera resulta por naturaleza una actividad 
hermenéutica y la segunda, de índole retórica15. 
 
14 En el ámbito propio del diseño, el texto del cual se parte puede ser un discurso de identidad, 
posicionamiento mercadológico, un brief o planteamiento de requerimientos del propio 
proyecto, resultados de análisis de mercado u opinión, así como –con mayor importancia 
aún– los referentes textuales, bibliográficos, icónicos, visuales, multimediales, orales, 
patrimoniales o contextuales que sirven como base para la conformación de contenidos. 
15 Al respecto se han creado decenas de líneas de investigación en México –desde hace más 
de veinte años– sobre la interrelación del diseño y la retórica. Uno de sus principales 
exponentes se encuentra en RIVERA, Antonio (2007) La retórica en el diseño gráfico. México: 
Encuadre, Universidad Intercontinental, Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas 
Artes. 
 203 
A decir de Hernández (2009:155), citándolo en extenso, 
 
«el trabajo del diseñador debe entenderse como una acción a través de la 
cual se crean discursos visuales que estarían sujetos tanto a la 
interpretación como a la traducción de la intencionalidad comunicativa 
del usuario por parte de quien diseña. De este modo, un diseño pensado 
como un discurso visual abierto a la interpretación, plantea la posibilidad 
tanto para una hermenéutica que aspire a la comprensión como a una 
retórica que privilegia la persuasión». 
 
Por tanto, el estudio que comporta la operación antes mencionada está 
relacionado directamente con el dominio del lenguaje; en concordancia con ello 
«el hermeneuta es un intérprete, un mediador que sobre la base de su 
conocimiento lingüístico hace comprensible lo no comprendido, lo que ya no se 
acierta a comprender. Él obtiene esto, sustituyendo una palabra que ha dejado de 
ser clara por otra que corresponde al nivel lingüístico de sus lectores» (Ferraris, 
2002:16). Bajo tal premisa, el diseñador gráfico es a su vez quien busca sustituir 
una palabra o enunciado por elementos visuales que conlleven a una 
interpretación equiparable al original. 
 
Una acotación importante es que el acto hermenéutico se da en la comprensión 
que ha de tener el diseñador sobre el tema a comunicar y no del acto de recepción 
del público al que va dirigida la pieza de diseño. En la práctica profesional este 
acto interpretativo se da de manera intuitiva, mostrando en ocasiones carencias 
en el traslado de sentido; a causa de ello «proyectar posibilidades de 
configuración visual se hace difícil» (Hernández, 2009:160). 
 
Habrá que considerar de igual manera que en la traducción que se lleve a cabo 
habrá una pérdida de sentido, misma que ha de ser suplida o resarcida por el 
 204 
diseñador en el momento de reemplazar la lengua (verbal) por el código (visual): 
ahí radica la complejidad y sutileza de la labor diseñística. 
 
En tanto actividad que se apoya en la hermenéutica, el diseño gráfico ha de tomar 
en cuenta una amplia variedad de posibles caminos y soluciones de traducción. 
No existe un sentido unívoco que determine la traducción a elementos visuales 
(Hernández, 2009:162), por ende, la polisemia emerge y las soluciones pueden ser 
distintas en cada creativo, de ahí que podamos tener innumerables soluciones 
visuales a un mismo problema planteado. El factor clave es la riqueza de la 
formación, contexto y erudición del diseñador sobre el medio en que se ha de 
proyectar la pieza ya traducida. 
 
Algunos aportes concretos de la hermenéutica al proceso de diseño 
 
Al ser este un acercamiento a los vasos comunicantes entre la hermenéutica y el 
diseño, resulta de especial interés señalar algunas de las aportaciones y posturas 
que desde esta disciplina humanística se pueden retomar en la actividad 
creativa. De una manera enunciativa, pero sin agotar los referentes, presento a 
continuación un listado de conceptos y criterios que pueden ser relevantes al 
tema. Emanan, mayormente, de autores provenientes de la escuela hermenéutica 
forjada por los alemanes Wilhem Dilthey (1833-1011), Martin Heidegger (1889-
1976), seguida por Hans-George Gadamer (1900-2002) y decantada por el francés 
Paul Ricœur (1913-2005). El listado es el siguiente: 
 
A.! Dilthey se interesa por la pretensión de la verdad y su idea fundamental, 
a decir de Grondin (2008: 18), es que desde la hermenéutica «la 
comprensión y la interpretación no son únicamente métodos de las 
humanidades, sino procesos fundamentales que hallamos en el corazón de 
la vida misma». Si hacemos una lectura desde las artes creativas, veremos 
 205 
que no sólo se trata del estudio de obras literarias a las que la 
hermenéutica clásica se avocaba, sino que ahora se muestra en un sentido 
más amplio que permite resignificar y traer al presente nuestra presencia 
misma en el mundo. Es importante señalar que en cualquier caso, la 
interpretación es el método o la operación mediante la cual se puede llegar 
a la comprensión del sentido, que no es sino una «transmisión de 
significado que pude producirse en dos direcciones: del pensamiento al 
discurso, o bien, del discurso al pensamiento» (Grondin, 2008:22), El propio 
Dilthey establece que el objetivo de la interpretación es comprender la 
individualidad a partir de sus signos externos. «Al proceso por el cual, 
partiendo de signos que se nos dan por fuera sensiblemente [como los que 
se dirigen a la mirada, n.a.], conocemos una interioridad, lo denominamos 
comprensión» (Dilthey, 1944). 
 
B.! Sobre la interrelación que al inicio de este texto se señalaba entre 
hermenéutica y retórica en el diseño, Friederich Sleiermacher (1768-1834) 
establece desde su teoría hermenéutica una clara distinción, que todo 
discurso parte de un pensamiento anterior y que habría que buscar lo que 
el autor habría querido expresar. Ante ello, partimos de una expresión 
(retórica) hacia una interpretación (hermenéutica). El diseñador ejecuta 
este proceso también, en el momento en que recibe una elocución o 
discurso expuesto por la realidad a representar y a partir de éste ha de 
realizar las inferencias necesarias para encontrar su sentido. Ahí, desde 
la visión de Sleiermacher, se estaría cumpliendo la premisa anterior. Sería 
en todo caso volver a su génesis, sin embargo la intención es no quedar 
ahí sino trasladar el sentido hacia lo contemporáneo, asir el sentido y 
expresarlo de modo que algo extraño sea comprendido en las 
circunstancias actuales. La traslación que esto implica se convierte en un 
reto mayúsculo si advertimos que la labor no es solamente lingüística 
 206 
sino también de una traducción a los códigos visuales de una cultura y 
lector determinado –incluyendo quien lee una imagen–. 
 
C.! Heidegger, por su parte, establece que primero hay que comprender para 
después interpretar. Toda comprensión a su vez pasa por un haber previo 
–el horizonte del que interpreta–, una manera previa de ver –o intención 
o punto de vista que subyace en el observador y que matiza su 
interpretación– y finalmente una manera anterior de entender –la manera 
de conceptualizar de la persona que interpreta, quien se anticipa y pone 
en juego su propio pensamiento y cultura–. Estoes, no podemos hablar de 
una interpretación objetiva, ya que en todo momento incide la cognición 
del que desarrolla la labor hermenéutica. El diseñador, por tanto, ha de 
renunciar a la pretensión de tratar de encontrar una verdad única, pues 
las múltiples significaciones de la realidad lo hacen imposible, pues 
habría que descartar los prejuicios del intérprete y su época. Ante ello, el 
diseñador debe asumir la incertidumbre de la interpretación sin renunciar 
a la búsqueda de sentido; será a la vez tarea pragmática y dialéctica el 
encontrar en su materialización lo que resulte pertinente y, a la vez, 
nutrirse de elementos que enriquezcan su pensamiento y tenga con ello 
mayores elementos de juicio para la toma de decisiones. 
 
D.! La comprensión sólo es posible cuando el sujeto pone en juego sus propios 
presupuestos, haciendo con ello un aporte productico como intérprete. El 
intérprete y el texto o correlato de la realidad tienen su propio horizonte 
y la comprensión supone una fusión de estos horizontes, mediado por el 
lenguaje. La actividad creadora, como tal, permite actualizar lo 
comprendido, transferir de un mundo a otro sentidos manifiestos. Es 
importante señalar que la necesidad de comprensión surge cuando no está 
claro o es equívoco el sentido de algo. El diseño, al partir de problemas 
indeterminados, requiere de este pensamiento hermenéutico para poder 
 207 
enunciar en referentes visuales asequibles lo que antes provenía del 
extrañamiento; 
 
La actitud hermenéutica ante los problemas de diseño 
 
La traducción resultante de la acción de diseñar –ese traslado de los verbal a lo 
visual, o bien de un correlato de la realidad a una metáfora, sinécdoque o 
metonimia gráfica– implica un acto vinculante entre la realidad traducida en lo 
estético y formal, y la realidad tangible de la cual partieron esos referentes, a 
manera de símbolos, textos, pensamientos o registros en el tiempo. 
 
Ante la polisemia, el carácter selectivo del diseñador demanda reconocer lo que 
resulta pertinente en cada caso y, en una instancia posterior, acudir a un 
esquema de intelección, invención, disposición, elocución y acción –modelo de la 
retórica griega– para dotar de materialidad a la experiencia manifiesta. Esta 
labor sería de suma dificultad si no se hiciese con una intención clara de lograr 
una adquisición de conocimientos y la capacidad dialéctica entre lo propio y lo 
ajeno, misma que otorga el pensar hermenéutico. 
 
La hermenéutica, ajena al afán científico, no comporta un método en sí mismo 
ni establece pasos concretos para realizar una apropiación de sentido, por lo 
contrario, se trata de una fusión de horizontes en la cual el objeto de estudio no 
es algo que quede aislado de prejuicios y preguntas disímbolas, sino que se 
construye de manera experiencial. El diseñador ha de reconocer, con esa actitud 
hermenéutica, el ímpetu de reapropiación de todo lo que nos pareciera ajeno, 
escuchar las voces de la tradición y encontrar en ello un sentido que traducir. 
Sin duda la traducción involucra la creación de una nueva realidad discursiva, la 
cual será a su vez actualización de nuestra capacidad de juicio y, en consecuencia 
derivará en construcciones discursivas y metafóricas más cercanas al ser 
 208 
humano al que se dirija. Será entonces cuando al fin la imagen coadyuvará en la 
construcción de un nuevo sentido en el otro. 
 
!
4.4 Caso de estudio: Indiferencia, sobrevaloración y 
realidad del diseño gráfico en el cine ficcional. Análisis de 
la película «NO» de Pablo Larraín (2012) 
 
En diversos ámbitos, tanto profesionales como académicos, así como en algunos 
sectores de la población, es creencia común que el diseño posee la capacidad de 
generar de manera intrínseca cambios significativos en entornos complejos, más 
allá de sus meros objetivos comunicacionales. El cine, replicando tal creencia, 
acude a este tópico para dotar de interés y credibilidad a escenas que por sus 
características particulares buscan la persuasión del otro a través de la imagen, 
llegando incluso a constituirse en el leitmotiv de ciertas cintas. 
!
Habitualmente, hablar de diseño gráfico en el cine es un asunto extraordinario. 
Salvo contadas excepciones en las que el protagonista lleva por oficio el de 
publicista (Mel Gibson, Lo que ellas quieren"%), o diseñador gráfico (Gael García, 
La ciencia del sueño"#) o bien cuando la historia gira en torno a algún libro, mapa, 
cartel o pieza gráfica evidente, la actividad del diseño gráfico pasa inadvertida. 
Al igual que en la vida cotidiana, en el cine de ficción raramente el diseño gráfico 
forma parte de la narrativa o estructura argumental de la cinta; la excepción la 
presentan aquellas historias que ponen en evidencia la construcción de acciones 
comunicativas de índole visual –sea impresa o electrónica– por mediación del 
diseño, tal como lo son el diseño de campañas políticas o publicitarias. 
 
 
16 Lo que ellas quieren, What women want, Estados Unidos, 127 min, Dir. Nancy Meyers. 
17 La ciencia del sueño, La science des rêves, Francia-Italia, 106 min, Dir. Michel Gondry. 
 209 
Tal es el caso de la película «No» de Pablo Larraín"& (2012) –y que será nuestro 
objeto de estudio– en la cual se traslada este estereotipo a escenarios histórico-
electorales, en el marco del plebiscito que expulsa del poder al dictador Augusto 
Pinochet en Chile (1988), donde de primera instancia se infiere que uno de los 
factores decisivos en la elección del rumbo político del país por parte de los 
ciudadanos fue la representación o imagen gráfica con la cual se presentó la 
alternativa que proponía la No continuidad de Pinochet al frente de la nación. 
Este fenómeno de interpretación cinematográfica sobre tal potencial del diseño, 
sin duda, obliga a realizar un par de consideraciones: 
!
a) De índole terminológica: 
No es extraño escuchar expresiones del tipo «tal candidato ganó la 
elección gracias a su imagen», entendiéndose ésta de dos maneras, a saber: 
de manera coloquial como un objeto-imagen o hecho objetivo'! sensible, 
estético y que comporta una configuración gráfico-visual que se hace del 
sujeto para identificarle, basada en medios y sistemas de producción 
material de mensajes icónicos como la fotografía, cinematografía, video, 
comunicación impresa, signos identificadores básicos (logotipos, color, 
tipografía) y que se sustenta como un «fenómeno exterior perceptible» 
(Chaves, 1988:20) por los sentidos, tal como lo puede ser todo aquel 
material promocional y propagandístico que compone una campaña 
política; En un segundo uso, «la palabra imagen alude en cambio a un 
fenómeno representacional, un hecho subjetivo» (Chaves, 1988:21), de 
representación mental, cognitiva o imaginaria planteada en alusión a una 
serie de atributos intrínsecos del sujeto así como la suma de las 
experiencias que se hubiesen generado en torno a él. Tal polisemia es el 
resultado de vacíos lexicales propios del uso coloquial y frecuente del 
término en la primer instancia y, en un sentido semántico distinto, en un 
 
18 No, Chile, 116 min, Dir. Pablo Larraín 
 210 
uso más técnico y menos frecuente, anidado usualmente en los análisis 
formales del diseño. 
!
«Cuando pronunciamos la palabra imagen, sin duda la primera 
representación por ella inducida es un fenómeno estrictamente visual» 
(Chaves, 1988:21). A fin de convenir terminológicamente este fenómeno de 
representación y hacer un uso contextual del mismo al interior del 
presente texto, proponemos distinguir el registro objetivo-perceptual 
denominando al primero como expresión compuesta: «imagen gráfica» o 
«representación visual»; por su parte, al registro subjetivo-representacional, 
cognitivo o conceptual le denominaremos como «imagen» únicamente, sin 
mayor descriptivo. 
!
b)De índole metodológica: 
Este análisis busca distinguir el valor o utilidad propia que se le atribuye 
al diseño gráfico al ser representado en el cine, tomando como ejemplo la 
cinta «No», por lo cual centraremos el encuadre en la relación existente 
entre la concepción y uso narrativo que se le da a las representaciones 
gráficas y las manifestaciones visuales dentro del contexto ficcional de la 
película. Por lo tanto, dejaremos de lado el enfoque documental que pudiera 
hacerse de las mismas ya que esto implicaría un abordaje 
metodológicamente distinto al que pretende este texto. Sin embargo 
advertimos que –excluyendo las variables argumentales a que obliga la 
construcción de un filme– pudiesen existir similitudes entre el resultado 
de ambos enfoques, dada la inclusión en la obra de construcciones gráficas 
reales empleadas en el contexto de Chile en 1988 y que establecen 
inferencias coincidentes a nivel pragmático. 
 
 
 211 
Ahora bien, para poder dimensionar la imagen que guarda en los tópicos 
cinematográficos el propio diseño o los elementos gráficos que le acompañan 
(sean construcción independiente o bien contextualizados al interior de una 
campaña o sistema comunicacional complejo), es menester describir la cinta que 
sirve como punto de partida para el análisis, misma que comprende las 
características que se describen a continuación: 
!
!
!
!
!
!
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 10. Cartel promocional de la película «No» 
!
 212 
Nombre de la película: No. 
País: Chile 
Duración: 116 min 
Director: Pablo Larraín 
Género: Drama 
Guión: Pedro Peirano, basado en la obra teatral «El Plebiscito» de Antonio 
Skármeta. 
Reparto: Gael García Bernal, Alfredo Castro, Luis Gneco. 
Producción: Coproducción Fábula (Chile), Participant Media (Estados Unidos), 
Canana Films (México), Funny Ballons (Francia). 
Premios: 2012: Óscar: nominada a la mejor película de habla no inglesa; Festival 
de Cannes: Premio Quincena de Realizadores a la mejor película; Festival de La 
Habana: Mejor película; Premios Ariel: Nominada a mejor película 
iberoamericana. 
 
!
Sinopsis: 
Situada en Chile durante el año de 1988, esta historia narra el diseño que 
se realizó durante la pauta publicitaria de la oposición al régimen del 
dictador chileno Augusto Pinochet de frente al plebiscito que decidiría la 
permanencia o no de éste en el poder tras quince años de mandato. En este 
drama de ficción se exponen las vicisitudes por las que transita el joven 
publicista René Saavedra (interpretado por el actor mexicano Gael García 
Bernal) al diseñar la exitosa campaña de la alternativa del No, concebida 
bajo una estética comercial de videoclip a transmitirse televisivamente 
durante los últimos días del proceso electoral previos a las primeras 
elecciones democráticas en el país –forzadas por la presión internacional– 
desde el golpe de estado que derrocó al presidente Salvador Allende en 
1973. Ante las escasas posibilidades de ganar y bajo la suposición de que 
el plebiscito estaría amañado por el régimen, el objetivo de Saavedra será 
 213 
dar forma y voz a una campaña a solicitud de un disímbolo grupo de 
opositores que encabezan la alternativa del "No". La cinta muestra el 
proceso de diseño de la campaña, desde la creación de la imagen gráfica, 
cápsulas televisivas hasta la configuración de piezas de comunicación que 
implicaron la elaboración de sus canciones, contenidos, conceptos 
rectores y personajes emblema. Ante el éxito inicial de la campaña del 
«No», la junta militar del gobierno de Pinochet elige a Lucho Guzmán 
(Alfredo Castro), socio de René Saavedra, para encabezar la creación de la 
campaña oficialista de "Sí" que buscaría desprestigiar la innovadora 
perspectiva publicitaria de su adversario mediante fórmulas tradicionales 
de comunicación política de esa época. En el marco de la pugna entre los 
dos rumbos de nación, la represión y violencia que impone el régimen 
militar de Augusto Pinochet generan una contraposición y debate 
narrativo que aborda asuntos de carácter universal tales como la 
democracia, la lucha pacífica mediante el ejercicio en las urnas, así como 
la utilización de los medios de comunicación como herramienta de 
denuncia y persuasión a través de la publicidad. 
!
Cinematográficamente, la cinta No, desde el uso que hace del espectador 
(Squenazi, P. y Odin, R., 2000), acude al drama para que, a manera de ficción, 
narre una serie de acontecimientos que buscan despertar en el espectador la 
toma de partido por la propuesta del «No» y, acudiendo a estructuras estéticas 
del documental (aludido en tanto formatos, tratamiento cromático, contextual y 
ritmo narrativo) busca establecer un discurso sobre la realidad que se vivió en 
ese momento y espacio determinados. La estructura narrativa es lineal e inicia 
con un prólogo que en dos slides o láminas contextualiza sobre el panorama 
político en que se sitúa la acción. Mediante transiciones mecánicas, como cortes 
directos y fade in/out, aunadas a elementos extra-diegéticos permiten seguir una 
estructura narrativa tradicional. Entre ellos tenemos la inserción de pautas 
publicitarias de ambos contendientes políticos, así como escenas de disturbios y 
 214 
represiones militares, mismas que contextualizan la situación argumentativa 
expuesta. 
!
!
Figura 11. Prólogo o cortinillas iniciales de la cinta. 
 
Tanto en elementos visuales insertos en la escena, como en las secuencias 
propias de la película, el color predominante en la imagen y la representación 
fílmica se encuentra basado en formatos de pantalla atípicos para la fecha de su 
exhibición (2012), los cuales aportan significados más allá de lo dicho de manera 
explícita. En la búsqueda del suspenso deseado, el autor acude a la inmersión del 
espectador en la trama bajo el juego de contraposición entre situaciones 
conflictivas y sus resoluciones parciales las cuales van in crescendo; la historia 
no juega con las expectativas del público, ya que no dosifica información, crea 
enigmas o restringe el carácter omnisciente del espectador, por lo contrario, el 
desarrollo, clímax y desenlace resultan tradicionales. A manera de epílogo, el 
director muestra el retorno del protagonista a su vida cotidiana en la agencia 
 215 
publicitaria, haciendo ver que el proceso de comunicación de los veintisiete días 
que duró la campaña fue un proyecto de diseño más, regresando también a las 
gamas cromáticas con que inició la película, entre ambientes luminosos y 
decoraciones de oficina de la época, en contraposición a la estética cada vez más 
sombría y restringida a la mirada que ofreció gradualmente conforme se 
acrecentaba el conflicto argumental. 
!
Decisiones inherentes a la actividad profesional del diseño dentro del 
filme 
!
 
Figura 12. Elementos gráficos de la campaña política del «No» 
 
 216 
Es justo en la visión de Larraín en donde se perciben las decisiones visuales que 
hubo de tomar a fin de establecer la visión ideológica y comercial de su filme. 
En tanto a lo ideológico, esta película forma parte de una triada de cintas del 
mismo director contra la dictadura (Tony Manero; Post-Mortem) siendo, a decir de 
la crítica especializada, la que resuelve con mayor solvencia. Sin embargo, es 
evidente la visión comercial de este proyecto, la cual puede ser advertida en al 
menos dos rasgos de No y que ponen de manifiesto al diseño como actividad 
comercial y proyectual de relevancia, a saber: 
!
a) Perfil en pro del diseño: La emergencia de ritmos narrativos y estéticas de 
videoclip y producciones de corte comercial para transnacionales, así como su 
abordaje visual, hablan de una adaptación de la historia hacia un lenguaje que el 
espectador pueda entender más fácilmente y diferenciarla de un documental o 
filme biográfico, poner de manifiesto la trascendencia del diseño y las agencias 
de publicidad incluso en lasdecisiones políticas de un país. A decir de Piñuel 
Raigada «la película NO de Pablo Larraín sitúa en 2012 a los publicistas en un primer plano 
de entre los factores que contribuyeron a que en ese momento se votara contra la 
continuidad de la dictadura, pero como espectadores no deberíamos olvidar que el principal 
papel de los creativos fue proporcionarle un lenguaje televisivo y las pautas expresivas del 
medio a un discurso político y social al que habían contribuido comunicadores sociales, 
políticos, artistas y ciudadanos» (Piñuel, 1992:11). Es decir, la decisión sobre el estilo 
discursivo del filme fue orientada a una mejor aceptación de la película entre el 
público, relegando a un segundo plano su posible intención historicista. Esto es, 
en esencia el filme remite a la actividad diseñística como un factor decisivo en 
instancias de trascendencia, avalado esto por el acuerdo que prevalece entre el 
público sobre el poder que ejercen la mercadotecnia y visualidad en la vida 
cotidiana. Agrega: 
 
«Sin embargo, hay que tener en cuenta que la película de ficción no 
pretende ser un reflejo fiel de los hechos y no se trata de reprocharle nada 
 217 
al director, la obra de Larraín emplea documentación histórica y la 
aprovecha de la manera en que cree que puede llegarle mejor a un público 
internacional en el siglo XXI».(Piñuel, 1992:11). 
!
b) De igual manera, el hecho de darle preponderancia al valor estratégico 
que otorga contar con una agencia publicitaria no es gratuito, sino que 
responde a intereses comerciales de la casa productora. Para ello es 
necesario trascender el filme hacia un análisis contextual como el propuesto 
por Bordwell, Staiger y Thompson (1995) el cual implica observar, entre 
otros factores, las condiciones de producción y la situación económico 
política al momento de la misma. Aquí resulta pertinente acudir a la 
génesis de la cinta, relatada por Teresa Delgado (2013) quien habla de las 
condiciones en las cuales se obtuvo el financiamiento para la cinta y sus 
posteriores implicaciones en la forma argumentativa que ésta adquirió. 
Relata que inicialmente un productor canadiense, Niv Fichman, se 
interesó en producir la película, sin embargo, tras el rechazo del gobierno 
chileno para otorgarle un apoyo económico por ser concebida en una 
lengua extranjera, el director tuvo que acudir a dos instancias con 
intereses y actividad orientados al mercado publicitario: Fábula, empresa 
de los hermanos Larraín, dedicada a la producción de anuncios 
publicitarios y largometrajes, así como Participant Media, productora 
estadounidense orientada al mercado de filmes con la premisa de ser 
«comercialmente viables y con un alto atractivo comercial» (Delgado, 2013:15). 
Vemos entonces que el interés de otorgar al público una cinta que 
privilegie al mundo de la producción publicitaria no es gratuito, ya que 
forma parte del trabajo cotidiano de la principal productora y que, en su 
traducción al mercado, debiese ser asequible al público masivo, lo cual 
implica a su vez alejarse de visiones particulares y partir de tópicos e 
ideas prototípicas que tiene éste sobre las agencias de publicidad, 
asegurando con ello una cercanía experiencial con la mayor parte de los 
 218 
espectadores. Este último punto, hacer el filme de interés masivo, por ser 
un tópico ampliamente difundido bajo el esquema tradicional «de 
agencia», resultaba conveniente a las intenciones de la productora 
norteamericana. 
!
 Lo anterior deriva en un abordaje parcial y orientado a la exaltación de la 
intervención publicitaria en los asuntos trascendentales de la vida política y 
cotidiana y, en consecuencia, al ser el diseño gráfico parte integrante de la 
publicidad, le hereda el carácter de imprescindible ante los ojos del público. De 
manera sostenida, los 116 minutos de No abonan a la idea de que el diseño es de 
vital importancia para ello y de él depende en gran medida el éxito de un 
emprendimiento. 
!
Realidad profesional versus ficción cinematográfica: la influencia 
limitada del diseño 
!
El diseño gráfico como tal es solamente una parte del proceso de producción de 
mensajes visuales, los cuales de manera estructurada buscan la persuasión del 
otro. Su uso dentro de campañas publicitarias o electorales corresponde sólo a 
una parte de éstas, siendo la cara visible de la estrategia pero no la estrategia 
misma. Es posible sostener que una campaña orquestada con bases 
argumentativas sólidas puede valerse de distintas formas de manifestación, 
siendo la visual solamente una de ellas. En contraposición a lo que sostiene 
implícitamente el filme No, resulta ingenuo pensar que el destino de la nación 
puede ser definido únicamente por la exposición a materiales audiovisuales. 
!
Se habla del poder que emana de la cultura de la imagen, sin embargo, citando 
en extenso a Miguel Rojas (2007) 
 
 219 
«es falso que nos encontremos en la llamada cultura de la imagen. En 
realidad ella es anterior al texto escrito. Desde sus primeras expresiones 
culturales el hombre trata de domesticar el mundo apropiándoselo por la 
imagen. A través de ella ordena el sentido de las cosas y sacraliza su 
función. [...] Veremos que la imagen siempre tuvo una función 
adoctrinadora y persuasiva. Pero es a partir de la imprenta y la 
divulgación del grabado que se convierte en campo de batalla de las ideas» 
(Rojas, 2007:15-20). 
!
Tanto al diseñador como al publicista les interesa mostrar al público su 
pertinencia profesional al saber dominar el mundo de la imagen, así como 
validar ante los ojos de la sociedad la pertinencia de su quehacer profesional en 
aras de mantener su presencia, prestigio, valor comunicacional e incluso 
comercial. En ambas visiones, diseño y publicidad, lo que subyace no es el 
estudio del fenómeno en sí, sino las implicaciones de su eficacia discursivo-
pragmática que, en última instancia, se decantan en ingresos económicos y 
mayor prestigio de ambas profesiones. En el caso de este filme, es evidente el 
deseo de priorizar las actividades creadoras de René Saavedra, como creativo en 
el mundo de la imagen, en función del éxito de una alternativa política. 
!
En todo caso, el análisis y la lectura que podemos hacer del diseño y la imagen 
gráfica en el filme deberán pasar por diversas etapas que los describan, que 
evoquen su contexto y orienten hacia una interpretación pertinente. Habrá que 
delimitarle para no sobrevalorar el papel del diseño, siendo necesario «someter 
la imagen a diversas críticas. Por ejemplo, la crítica de la autenticidad de la 
imagen como fuente: ¿Es realmente un documento o una escena reconstituida? 
Así mismo es necesario estar alerta a la manipulación de la imagen» (Rojas, 
2007:15-20). 
!
 220 
Es cierto que en No la imagen busca generar un «acuerdo previo"(» con el 
espectador, lo cual obliga a que se construya desde diversos polos, con una 
dialéctica entre productor y receptor, respondiendo a intereses de un tercero: el 
del distribuidor o difusor (De la Calle: 1981). La imagen gráfica también opera 
connotando en distintos niveles, entre los cuales podemos advertir la confluencia 
de parámetros contextuales (dictadura, exilio, publicidad, influencia 
internacional), así como la intertextualidad que brinda la mezcla de medios y 
recursos coadyuvantes en la generación de sentido. 
 
En este tenor, las videograbaciones del régimen de Pinochet y las revueltas 
violentas se ven acompañadas por material gráfico diseñado ex profeso para la 
cinta, mismo que aparece de manera paralela en la narración (carteles, campañas 
impresas, mantas, cortinillas de televisión). Sin embargo, la connotación que 
deriva de las imágenes diseñadas no es otorgada por sus cualidades intrínsecas 
ni por la solvencia con las que el diseño gráfico las ha construido, sino que éstas 
son solamente vehículos portadores de acuerdos que subyacían antes de ellas:es 
en su elocuencia, forma material y pertinencia, que adquieren relevancia, como 
una premisa más dentro de un entorno argumentativo. 
 
Sería un error –al leer y analizar el propio filme– juzgar que todo éxito se 
encuentra en la forma material o en darle un valor absoluto al montaje visual. 
Por citar un ejemplo, dentro de las manifestaciones estéticas que podemos 
advertir están algunas escenas que se acercan a lo grotesco e inhumano dada su 
violencia y sentido de represión a los derechos del otro; tales imágenes 
responden a un conocimiento y experiencia previa que tiene el público sobre los 
conceptos relativos a la violencia. Sin embargo, es menester que el diseño los 
 
19 Término acuñado por Perelman en su teoría de la argumentación, misma que conlleva el 
uso discursivo y persuasivo del lenguaje desde las operaciones retóricas. Para mayor 
referencia se puede acudir a: PERELMAN, Chaim. «Tratado de la Argumentación», Madrid, 
Editorial Gredos, 1976. 
 221 
comprenda, sintetice y haga visibles, que es justo en donde adquiere su valor 
referencial. 
!
La experiencia nos demuestra que las imágenes diseñadas «adquieren sentidos 
diferentes en función del uso que de ellas hacemos y del contexto en que las 
situemos» (Pericot, 2007:128-134). En la práctica comunicativa que establece la 
cinematografía hay una clara diferencia entre lo que se muestra en pantalla y lo 
que se comunica en el conjunto, ya que «el hecho de mostrar una imagen va 
mucho más allá de la simple representación icónica de un objeto real. En un 
discurso visual, las referencias que expresan las imágenes nos vienen dadas, ante 
todo, por las circunstancias de uso y por la conexión dinámica que se establece 
entre ellas y el usuario» (Pericot, 2007). Trasladando el sentido que Wittgestein 
en sus Investigaciones Filosóficas aplica al lenguaje hacia el mundo de la imagen 
diseñada, podemos sostener que es imposible definir el uso correcto de la imagen 
desde la lógica que conforman las imágenes mismas, proponiendo en cambio 
centrar el estudio en las innumerables y diversas maneras que los seres humanos 
tienen de usarlas. 
!
Diferentes sentidos y significados a partir de la misma imagen 
diseñada: Secuencia de la presentación de propuesta gráfica a los 
políticos de la oposición 
(min 33:00 - 41:00) 
!
Lo anterior puede ser ejemplificado a partir de los propios diálogos de la película 
No, en una escena en la cual René Saavedra presenta en su papel de creativo la 
propuesta gráfica y conceptual ante los políticos de la alternativa del «No» que 
son, en esa instancia, clientes directos de su agencia. Al respecto, el publicista 
inicia con el mismo diálogo que en su momento empleó al principio de la película 
frente a otros clientes de índole comercial (min 2:00) y ahora, traslada el mismo 
discurso a un público eminentemente político, alejado de la lógica mercantil. 
 222 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Figura 13. Presentación de la campaña del «No» ante los partidos 
políticos contratantes 
 
René Saavedra, ante clientes comerciales: «– Bueno, antes que nada queremos 
mencionarles que lo que van a ver a continuación está enmarcado dentro 
del actual contexto social. Nosotros creemos [la agencia de publicidad] que 
el país está preparado para una comunicación de esta naturaleza. No hay 
que olvidar que la ciudadanía ha subido sus exigencias en torno a la 
 223 
verdad, en torno a lo que le gusta. Seamos honestos: hoy Chile piensa en 
su futuro». (min 02:00) 
!
!
A continuación muestra en un televisor el video producido para la campaña del 
No, matizada por una estética comercial estadounidense e imágenes similares a 
las que emplean empresas transnacionales para comercializar sus productos o 
servicios en el mercado masivo. La propuesta causa desconcierto y el grupo de 
políticos, aproximadamente diez líderes de distintos partidos de oposición que 
formaron un solo bloque para enarbolar la alternativa del No. El anuncio es 
acompañado de imágenes de jóvenes en días de campo, bailarinas de danza 
contemporánea, adolescentes en centros comerciales, personas en la playa, 
universitarios vestidos a la moda y presenta un cierre gráfico de fondo azul con 
un arcoíris multicolor que le cruza en diagonal, trayendo al frente únicamente 
dos letras (N-o) en blanco, de estilo quirográfico o manuscrito, con las 
limitaciones propias de la postproducción de esa época. El asombro es total. Ante 
la sorpresa de encontrar imágenes diseñadas ajenas al estilo habitual o 
descontextualizado de la gráfica imperante en la comunicación política 
latinoamericana de la década de los ochentas, viene la colérica reacción de un 
líder de la oposición: 
!
Líder de la oposición (cliente 1): « – Oye, ¿eso es todo lo que tienes? A mí esto 
me parece un comercial de Coca-Cola». 
Saavedra: «– No, no, no. Con todo respeto, perdón: estamos haciendo algo 
mucho más serio que eso. Yo también soy exiliado. Estamos utilizando un 
lenguaje publicitario que es universal, familiar, atractivo, optimista pero 
armando un concepto político detrás». 
Líder de la oposición (cliente 2, min 38:34): [Respetuosamente levanta la mano 
para pedir el uso de la palabra] « – Mira José Tomás [Urrutia, colaborador y 
enlace de Saavedra con el grupo político, personaje representado por el actor Luis 
 224 
Gnecco], entiendo perfectamente que hay una semiología propia de la 
publicidad, es una campaña, entiendo que debemos tener una actitud 
pragmática. Qué mayor pragmatismo que habernos involucrado en este 
plebiscito hecho a la medida de la dictadura, corremos grandes riesgos, no 
sabemos lo que va a pasar. Lo entiendo. Pero también entiendo que hay 
límites éticos [...] Mira, a lo mejor tú usas la edición haciendo publicidad 
para las grandes corporaciones. Has perdido un poco la perspectiva: 
nosotros hemos vivido en carne propia la violencia de esta dictadura, yo 
tengo un hermano desaparecido, yo tengo a mis mejores amigos 
degollados... y esta es una campaña del silencio. [En ello, José Tomás le 
dice que está consciente de su dolor, pero que el político no está 
entendiendo]. Entiendo, yo no soy un huevón, entiendo perfectamente de 
qué se trata; está plagado de imagen, esto es una campaña para silenciar 
lo que realmente ha ocurrido. A mí me está afectando, Fernando, 
compañero y amigo mío que tú te prestes a esta mierda [dirigiéndose a un 
colaborador de Saavedra]. Lo que yo veo ahí es lo que ustedes son 
realmente, esas imágenes son lo que ustedes son. No voy a ser cómplice 
de algo que la historia nos va a pasar la cuenta, así que te puedes ir 
directamente a la concha de tu madre, antes a la cachucha». (min 40:25). 
!
Este diálogo pone en evidencia la polisemia de la imagen presentada en la 
película. Lo que para unos representa la promesa optimista del futuro para los 
ciudadanos, para otros es una afrenta a los valores y dolor de los chilenos que 
han vivido en carne propia la represión de la dictadura militar. Esto sucede a 
merced de que las 
 
«imágenes actúan, en primer lugar, por su analogía con el mundo exterior. 
La estructura icónica y convencional de las imágenes compone una visión 
del mundo que actúa como primera norma de aceptabilidad. [...] Es el saber 
cotidiano y personal que tenemos de una parte de la realidad. Se trata de 
 225 
un saber pre-teórico, es decir, un saber intuitivo, acreditado y dirigido a 
las imágenes icónicas. Este saber no es provocado por una convención o 
un código socializado, sino por la simple analogía que existe entre la 
imagen y el objeto [o experiencia] real». (Pericot, 2007:129). 
!
Continuando con el diálogo suscitado en esa presentación, el grupo político 
cuestiona a Saavedra sobre el significado de la imagen. Éste metaforiza y 
vagamente justifica una construcción visual sin presentar argumentos sólidos. 
Este es un ejemplo prototípicode lo que sucede en una gran cantidad de agencias 
en la actualidad. Se establece como ejemplo esta escena, a manera de espejo, 
también como crítica y evidencia los conceptos tan abstractos y disímbolos que 
se pueden presentar en un ejercicio de diseño como éste: 
!
Líder de oposición (Cliente 3, min 40:28): « – Oye, ¿dónde están los partidos 
acá?» 
Urrutia: « – Bueno, [titubeante] yo veo que los partidos están acá, aquí están 
todos los partidos, obvio... ustedes [René Saavedra y Fernando] lo pueden 
explicar mejor que yo.» 
Líder de oposición (interrumpe): « – ¿Es el arcoíris porque ahí están todos los 
partidos políticos? ¿Esa es la idea?» 
René Saavedra: « – Mmmh… Sí. Sí, sí están ahí [expresado con manifiesta 
duda, incredulidad y a tono de justificar algo que no tenía claramente definido para 
sí]. Están... es el... el... el concepto detrás del arcoíris donde están todos los 
colores de los partidos políticos y las tendencias políticas representadas. 
Está por ejemplo el rojo que es muy potente, que es muy fuerte, que es de 
los radicales, del comunismo [a lo que se sobresaltan los políticos de oposición 
y le corrigen: «socialismo», evidenciando el desconocimiento mismo de Saavedra 
sobre elementos básicos del pensamiento político]. Perdón, sí, del socialismo; 
está el azul que es esperanzador -que es más esperanzador que el de la 
Democracia Cristiana–, está el verde que es totalmente socialdemócrata, 
 226 
está el naranja que es humanista, todo puede ser incluido con esa 
tendencia; bueno, están todos los colores de todos los partidos, todos los 
partidos de una manera democrática aportan con sus diferencias para 
estar ahí en el No». 
!
Esto es irrisorio dentro de lo que acontece en la cinta, pero evidencia lo que en 
la práctica cotidiana también sucede: una multiplicidad de significados que, a 
partir de procesos metafóricos, subjetivos y abstractos, no pueden componer 
esquemas tan denotativos como lo sugiere el protagonista; por el contrario, la 
experiencia del publicista en el mundo comercial y creativo resulta tan distinta 
al contexto del que parte el político opositor, que es militante de la lucha social, 
que ha estado marcado por muertes, violencia y represión que incluso las 
connotaciones son contradictorias y enfrentan serias diferencias. 
!
Las imágenes de arcoíris, jóvenes sonriendo, fondos limpios y su estética 
tipográfica fresca resulta chocante a quien espera ver imágenes diseñadas y 
encuadradas en un tono beligerante, de denuncia y lucha por la justicia a costa 
de la vida propia. En este entorno, el diseño gráfico no puede ser un medio por el 
cual se pueda conciliar tal brecha. Siendo la imagen diseñada una construcción 
pragmática y dotada de significados desde los contextos de los que parte, es 
necesaria una elección: partir de los tópicos de uno o el otro. En la historia se 
optó por darle continuidad a la propuesta del publicista, lo cual implica trasladar 
a un público a un tono discursivo para el que no basta sólo la imagen y exige de 
los actores políticos esfuerzos mayúsculos en las interacciones reales con el 
electorado. 
!
Lo anterior expone la necesidad de reflejar en lo visual una acción que se debe 
verificar en lo real. La imagen sólo puede manifestarse sobre esta realidad, no 
alterarla. A lo sumo, puede proporcionar premisas que permitan al otro 
establecer inferencias y deliberaciones internas que lo lleven a un cambio de 
 227 
opinión, pero eso ya implica una tarea de retórica política#). Desde la 
argumentación, la información pura y objetiva aislada del contexto social no 
existe, puesto que la imagen diseñada, al igual que las palabras 
 
«resultarían signos improcesables sin un contexto y porque además 
resulta que toda información es indiscutiblemente fruto de una previa 
selección. [...] Los medios de comunicación de masas [únicamente] fijan la 
existencia del acontecimiento que recogen –lo que no recogen no existe–, 
fijan el orden de prioridad de los acontecimientos y establecen cuáles son 
los temas de actualidad y cuáles no, con lo que determinan la capacidad 
de discriminación del público» (López-Eire, 2000:9). 
!
Es evidente entonces que desde el propio mecanismo de emisión y recepción 
expresado en la cinta No, los enunciados visuales ahí presentados no se limitan 
a dar una información intuitiva de la realidad, donde las imágenes sean meros 
sustitutos de ésta. En términos del enunciado visual o imagen diseñada, diremos 
que éste «es aceptable si los enunciatarios, dentro del contexto, pueden 
entenderlo. [...] su aceptabilidad dependerá de la posibilidad de adecuarlo al 
sistema de entendimiento mutuo que rige entre los comunicantes y permita, por 
lo tanto, seguir jugando al mismo juego» (Pericot, 2007:134). Podemos 
encontrarnos, como muestra el éxito de la campaña del No en la ficción aquí 
analizada, con discursos anacrónicos o innovadores desde el punto de vista 
político, pero absolutamente eficaces desde el punto de vista comunicacional y 
retórico, «y todo gracias al cabal conocimiento por parte del orador o sus 
asesores de la situación de comunicación, de las características del emisor y los 
receptores y del contexto sociopolítico en el que se emiten» (López-Eire, 2000:137). 
 
20 En el sentido de procesos argumentativos siguiendo el modelo de la retórica clásica y no 
en el uso despectivo del término como arte del engaño o mero adorno por figuras de lenguaje. 
 228 
Es en esta última expresión donde se valida y surge la posibilidad de que 
campañas como las propuestas en la cinta puedan tener efectividad. 
 
El mero dispositivo gráfico no puede funcionar si la enunciación –sea en 
pantalla, sea en la realidad– no corresponde a acuerdos, conocimientos, 
reacciones, posturas y convenciones presentes en el público al que van dirigidos. 
Aún con un estilo mercantil, la gráfica del No pudo adquirir validez por acudir a 
tópicos preexistentes en el auditorio, y a la vez coexistentes con los que 
semánticamente se detonasen de inicio ante los términos «dictadura», «represión» 
o el propio apellido «Pinochet». 
!
A manera de conclusión 
!
Esta reflexión puede trasladarnos a nuevos estadios de operación y visualización 
del propio diseño gráfico, inaugurando nuevas preguntas: ¿Cuánto de ficción y 
de documentación hay en esta historia, en la que aparecen personajes reales e 
inventados, publicidad auténtica y un proceso de producción ficticio#"? El propio 
Genaro Arriagada, político de oposición en la vida real, secretario del comando 
dirigente e integrante del No en Chile de 1988 – representado por el personaje de 
José Tomás Urrutia en el filme–, confirma que le presentaron un anuncio de 
Coca-Cola en las conversaciones sobre la campaña y no tuvo nada en contra de 
tomar esa estética en cuenta. Agrega algo de valor para este artículo: 
!
«La franja (pauta publicitaria y diseño gráfico de la campaña) no inscribió 
a nadie. Cuando parte, hay siete millones de personas inscritas, e 
inscribirlas fue una proeza enorme. Y cuando se hacen las marchas: por 
ejemplo, recuerdo haber caminado por Avenida Matta. Para no exagerar, 
había unas 300 mil personas -nosotros hablábamos de un millón-. Y no 
 
21 Pregunta que establece desde su análisis documental Delgado, op. cit, p. 8 
 229 
había un solo desorden. Eso revela un grado de organización política muy 
grande. Reducir esto a un problema publicitario no corresponde. No estoy 
criticando la película, porque tiene otro fin. Es una ficción que recoge muy 
bien ese clima. Pero la construcción de eso es una tarea política de la más 
alta complejidad y envergadura» (Rivas:2012). 
!
El diseño gráfico, a lo sumo, acude a la realidad que representa y le da forma. En 
la puesta en pantalla de esta historia política chilena podemos advertir dos 
niveles, unoficcional y narrativamente compuesto para el gran público y otro 
real, en el Chile de aquella década. En el proceso real, el diseño jugó un papel 
secundario, dándole forma a un movimiento y forma de pensar que subyacía en 
la oposición y ciudadanía chilena en contra del régimen. 
 
En cambio, en la película el diseño jugó un papel fundamental para lograr tal 
meta. Estamos ante un juego de imágenes y una intencionalidad tras la 
producción fílmica que, como hemos advertido con anterioridad, no es tampoco 
gratuita dados los intereses de las casas productoras. Yendo más allá, «no se 
puede describir una historia tan compleja como esa, en la que trabajaron cientos 
de personas en distintas áreas, reduciéndola a uno o dos personajes un par de 
personajes [publicista, diseñador] que son los que llevan el peso de la historia» 
(Llaudés, 2013). 
!
La historia, en su contexto actual de producción y exhibición (2012) presenta 
imágenes reales y ficticias, producidas ex profeso para la cinta. Son unificadas 
con maestría mediante procesos técnicos de deslavado de color, ajustes en el 
matiz de las imágenes en secuencia. En cuanto a su producción fílmica, los 
recursos empleados parecen dotar a la narración de una credibilidad tal que el 
espectador puede irse con la idea de que está frente a un documental y no una 
ficción –y en consecuencia, con el concepto de que el impacto del diseño mismo 
y los gráficos empleados en la campaña del No operaron con tal nivel de 
 230 
efectividad y pregnancia que lograron un cambio radical en la vida del país, 
falacia insostenible desde innumerables realidades– todo acrecentado por el 
formato: utiliza cinta magnética de la época en formato 4:3, como la utilizada en 
la televisión de aquel tiempo y que actualmente presenta inconsistencias para 
su conversión a medios análogos y digitales actuales; exhibe una calidad muy 
inferior al estándar actual, pero es justificada dado que la hace lucir similar al 
material de archivo de la época, haciendo las transiciones ficción/realidad 
menos notorias. Evoca la visualidad de la época para contextualizar la historia 
respecto de las nuevas generaciones jóvenes que no vivieron en las décadas de 
1970 y 80. El formato casi cuadrado y los movimientos erráticos de cámara son 
incómodos para el espectador, el cual tarda en acostumbrarse a ellos; sin 
embargo, cuando lo logra, pareciera que está frente a un documento histórico y 
referencial válido, cual si fuera un «detrás de cámaras» al que los tiempos 
modernos han acudido para proporcionar material extra en sus versiones en 
DVD y digitales. 
!
En suma, la obra cinematográfica coadyuva al establecimiento de supuestos o 
implícitos convenidos paulatinamente con el espectador sobre la realidad 
representada, entre ellos, indudablemente se devela el de la primacía del diseño 
y gráfica publicitaria –leitmotiv de la cinta– sobrevaluándole. En contraparte, 
hemos visto cómo ésta cinta no cumple con las condiciones para ser tomada en 
cuenta para análisis profundos sobre el impacto de la imagen y el diseño en la 
vida política de un país, tanto por su carácter ficcional y no documental, como 
por las intencionalidades vertidas en ella desde la misma casa productora que la 
llevó a la realidad. 
 
Tenemos pues, un ejercicio visual y narrativo interesante en el cual podemos 
advertir tres estados de percepción que se tienen del diseño gráfico en el cine: el 
de una indiferencia habitual hacia esta disciplina; la sobrevaloración de sus 
construcciones proyectuales al grado de pensar que pueden definir y cambiar el 
 231 
rumbo de la propia realidad; y, finalmente, un punto medio provisto por el 
análisis cinematográfico de la cinta y su contexto de producción, en el cual 
convergen el potencial evocador de las imágenes, connotador y contextualizador 
de éstas como vehículo para transmitir de manera pertinente conceptos e ideas 
que fuesen del interés del emisor, así como entendibles y relevantes para el 
público receptor, así como los intereses comerciales, publicitarios y persuasivos 
vertidos por las casas productoras que, como clientes, habitualmente le solicitan. 
El diseño es parte de un proceso de generación de mensajes articulados visual y 
gráficamente, los cuales, de origen, deberán partir de contextos y situaciones 
que van más allá de lo que la disciplina puede ofrecer: deberán partir 
pragmáticamente de su realidad. 
!
!
!
!
 
 
 
 !
 232 
CONCLUSIONES 
El ejercicio razonado de la virtud 
aristotélica 
 
 
 
El mundo en el cual surgió el diseño gráfico a principios del siglo pasado, ha 
cambiado en diversos sentidos y las interacciones simbólicas de las que se valía 
para realizar su labor también han mutado. Es necesario hoy en día clarificar 
cuáles son los paradigmas que rigen el mundo contemporáneo para que la labor 
de comunicación gráfica sea atingente y acorde a la realidad que vive el hombre. 
 
Las imágenes, como vehículo de la realidad y su forma de representarlo, son un 
valioso elemento para entender el discurso de nuestros días: un punto de partida 
para la búsqueda del consenso y el diálogo. Es tarea del que genere el mensaje, 
adentrarse en el continuo proceso de conocer y dilucidar el lugar del que parten 
las contradicciones y coincidencias con las que regimos nuestra manera de ver 
el mundo para establecer instancias dialógicas y de respeto al otro. 
 
Ante la problemática que plantea la posmodernidad en el mundo actual, la 
pregunta sería ¿qué dice el propio diseño de si mismo? ¿qué se requeriría para 
voltear la mirada hacia un pensamiento que coloque nuevamente al hombre en 
el centro de sus preocupaciones? ¿cuál pudiera ser el camino para frenar la 
cosificación del individuo y el dictado de sus valores desde la industria de 
consumo? 
 
Es ahí donde resulta necesario el reflexionar sobre el quehacer de la profesión 
del diseño desde una perspectiva más amplia. Para ello, las humanidades, con sus 
 233 
corpus teóricos y reflexiones sobre lo humano en contexto pueden dar el fiel a la 
balanza de tales reflexiones. 
 
El cruce interdisciplinar se vuelve entonces imprescindible, no para actualizar 
su acervo herramental y de formatos de comunicación, sino para alcanzar un fin 
mayor: incidir activamente en la forma en que el diseñador toma decisiones, 
discierne y elabora juicios de valor en el marco de su profesión en beneficio o 
detrimento de la sociedad. 
 
Disciplinas como la literatura, historia, filosofía, hermenéutica, semiótica, 
semántica, pragmática y pragma-dialéctica, retórica, antropología, lingüística, 
ética entre muchas otras ramas del estudio humanístico, son sólidas fuentes de 
reflexión, acuñadas por décadas o siglos de investigación y debates, de los cuales 
puede abrevar el diseño para tal fin. 
 
Es ahí, en la veta humanista del ejercicio del diseño en donde se puede indagar y 
encontrar puntos de reflexión que permitan realizar los planteamientos de fondo 
para una reorientación o enriquecimiento de la profesión. Este debate puede dar 
pie a una profunda transformación en la profesión, desde la formación 
universitaria del diseñador, del currículo universitario y la formación docente, 
hasta la consecuente y necesaria renovación del ejercicio profesional del 
egresado de las carreras de diseño. 
 
Desafortunadamente, hablar de las humanidades al interior del diseño, así como 
abordar tópicos del diseño en los círculos de humanistas es, por lo menos, una 
labor titánica y con añejas resistencias. El desinterés de ambas partes hacia el 
establecimiento de puentes de diálogo se suma a la impronta irreflexiva que 
caracteriza al ejercicio actual del diseño, basado más en una lógica de consumo 
que de cultivo de lo humano. 
 
 234 
La falta de una mirada crítica al interior del diseño, desde la perspectiva 
humanista, deriva en la ausencia de establecimiento de juicios de valor acerca