Vista previa del material en texto
OOCiv
346.83
R98le
v.4 c. 3
191994
GONZALO RUZ LÁRTIGA
EXPLICACIONES
DE DERECHO CIVIL
Contratos y responsabilidad
extracontractual
TOMO IV
aセLᆴ@ a「・ャ・、ッp・イイッイセ@
W LegalPublishing Chile
EXPLICACIONES DE DERECHO CIVIL Tomo IV
CONTRATOS Y RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
© GONZALO Ruz LÁRTIGA
2011 Legal Pubhshmg ChIle' Mlraflores 383, pISO lO, Santtago, Chtle • Teléfono: 5105000' wwwlegalpubhshmg.c\
l.S.B.N. obra completa 978 - 956 - 238 - 997 - 6
RegIstro de PropIedad Intelectual N" 204.905 • l.S.B.N. 978 - 956 - 346 - 016 - 2
l' edIcIón junIo 2011 Legal Pubhshing Cht1e
Ttraje. 500 ejemplares
Impresores: CyC Impresores - San Francisco 1434, SantIago
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE
(S) ADVERTENCIA
La Ley N" 17.336 sobre PropIedad Intelectual prohíbe el uso no exceptuado de obras protegIdas sm la automación expresa de los titulares de
los derechos de autor. El fotocopIado o reprodUCCIón por cualqUIer otro medIO o procedImIento, de la presente publicaCIón, queda expresamente
prohtbido Usos mfractores pueden constItuIr dehto.
PRIMERA LECCIÓN
LA TEORÍA GENERAL DEL CONTRATO
Clase N° 1. EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CON-
TRATACIÓN
Clase N° 2. LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS
Clase N° 3. CONTENIDO y EFECTOS DE LOS CONTRATOS
Clase N° 4. LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS
CLASE N° 1
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE
INFORMAN LA CONTRATACIÓN
A. GENERALIDADES
Las palabras del gran profesor francés Louis Josserand, escritas en 1937
en una crónica para la Revista Trimestral de Derecho civil, son las que
mejor revelan la riqueza del fenómeno contractual. Decía Josserand "nous
vivons de plus en plus contractuellement". Con esto Josserand demostra-
ba la extrema vitalidad del contrato: una cosa originalmente específica a
ciertas personas (un asunto de comerciantes), hoy, extendido a todas las
personas.
La expansión del fenómeno contractual no es sólo cuantitativa, sino
cualitativa. Los contratos son cada vez más especiales, ya no hay un con-
trato de venta, hay contratos de venta para cada tipo de cosa o bien. El
fenómeno que constatan los profesores franceses Collard y De1ebecque se
hace cruda realidad: El Derecho general de los contratos se especializa y el
Derecho especial de los contratos se generaliza. Si a eso agregamos que en
la actual etapa del ciclo el movimiento de retomo a un Derecho común de
la contratación (civil y comercial) está en pleno desarrollo, gran tarea queda
-entonces- por delante para el estudioso del Derecho de los contratos.
Nuestro Código civil y, en general, nuestro Derecho recoge la idea de
contrato como un acuerdo de voluntades. Es en este aspecto, entonces, la
principal de las fuentes de las obligaciones.
Basar el poder obligaciona1 de una persona en su voluntad obedece, por
cierto, a una concepción ius1ilosófica determinada: la del individualismo.
4 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Nuestro Código, siguiendo al Código civil francés, está impregnado de in-
dividualismo, que en teoría jurídica contractual está reflejado en el principio
de la autonomía de la voluntad y en su corolario lógico en este punto, el de
la libertad contractual, todo ello unido a la preponderancia del consensua-
lismo corno fonna general de manifestar los acuerdos, hoy probablemente
venido a menos por el fenómeno del "fonnalismo contractual".
a. Concepto
Nuestro Código define el contrato en el Art.1438 corno un acto por el
cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
Definición perfecta, a nuestro juicio, por su simpleza y extensión a la vez.
En efecto, es un acto, y el acto jurídico bilateral más importante, por el
cual los hombres, que pasarnos a llamamos parte en la filosofía contractual,
nos obligamos unos a otros (recordemos que el contrato corno acto jurídico
bilateral, tiene por objeto hacer nacer obligaciones) a dar, hacer o no hacer
una cosa, es decir, nos obligarnos a realizar una prestación detenninada, cuyo
contenido nos impone la observancia de una conducta típica que debernos
ejecutar, so pena de devenir responsables de su inejecución.
b. Acerca de las críticas a la definición legal
Primera crítica. Se suele señalar, por la doctrina unánime chilena, que
esta definición confunde contrato con convención.
Sabernos, por nuestra base dogmática sobre el acto jurídico, que con-
vención es todo acto jurídico bilateral, cualquiera sea su función o efecto,
aunque principalmente éstos sean de crear, modificar o extinguir derechos
y obligaciones. Dentro de ese concepto genérico se situaría el específico de
contrato: convención destinada solamente a crear obligaciones.
Confusión, entonces, no existe sino en aquellos que no reconocen la
relación de género a especie entre la convención y el contrato. ¿Podríamos
sostener que hay confusión en aquel que denomina cosa a un bien o en aquel
que denomina persona a un hombre o una mujer?
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRlNCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 5
La distinción en todo caso carece de relevancia, y no es privativa de Bello y
nuestro Código. El Código italiano, francés o alemán, por mencionar algunos,
suelen utilizar indistintamente las expresiones contrato o convención.
Segunda crítica. Se señala que dentro de la definición de contrato aparece
que el objeto que se le atribuye sería el de dar, hacer o no hacer algo, en
circunstancias que el objeto del contrato son las obligaciones (y derechos)
que él genera y son éstas las que tienen como objeto una prestación deter-
minada que puede consistir en dar, hacer o no hacer una cosa o algo. Se
caricaturiza con que nuestro legislador tenía serios problemas en relación
al objeto, pues si analizamos el Art.1460 se advertiría que A. Bello volvería
a confundir el objeto del acto jurídico (o declaración de voluntad) con el
objeto de la obligación.
Tampoco hay fundamento en la crítica anterior. En efecto, como señala-
mos, hay en el concepto de Bello una exquisita y clara secuencia del objeto
en el contrato como pasamos a graficar.
En la secuencia la flecha HセI@ se reemplaza por la frase "tiene por ob-
jeto". Léase como sigue: El contrato tiene por objeto el nacimiento de las
obligaciones que de él se generan para las partes, y el objeto de estas obli-
gaciones es la prestación que impone a una de ellas la observancia de una
determinada conducta que puede consistir en dar, hacer o no hacer algo a
favor de la otra y ese algo recaerá en una cosa.
Contrato セ@ obligación セ@ prestación (dar, hacer o no hacer) セ@ cosa
Tercera crítica. Como las anteriores críticas demostrarían 10 malo del
concepto, los autores recurren a un concepto "doctrinal" más simple de
contrato y que daría mejor cuenta del fenómeno: "Acuerdo de voluntades
destinado a crear obligaciones".
Esta definición, sin embargo, no es de los autores sino del propio Bello y
se encuentra en el Art.143 7, primera parte: "Las obligaciones nacen, ya del
concurso real de voluntades de dos o más personas, como en los contratos
o convenciones ... ", que leída al revés nos daría "contrato o convención
es el acuerdo real de voluntades de dos o más personas del cual nacen
obligaciones ".
6 GONZALO Ruz LÁRTIGA
En resumen, A. Bello definió correctamente el contrato sea siguiendo
el Art.l438 como un acto jurídico bilateral por el cual una de las partes se
obliga para con la otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa; sea siguiendo el
Art.143 7, como el concurso real (acuerdo) de las voluntades de dos o más
personas destinado a hacer nacer obligaciones.
c. Funciones del contrato
El contrato es, desde distintos puntos de vista, un instrumento jurídico
de intercambio de bienes o servicios.
Lo que pareciera ser un aspecto puramente económico, no es sino la
realidad de una técnica jurídica puesta al servicio de los intereses de las
personas.
El contrato en este aspecto cumple una función económica, social y por
supuesto jurídica, que pasamosa revisar.
c.l. La función económica
Innegable es sostener que el contrato es una técnica de optimización del
intercambio de bienes y servicios. Por el contrato circula la riqueza desde
un patrimonio a otro, por el contrato se transfieren bienes y servicios, por un
contrato se cierran o abren mercados para explotar u obtener beneficios de
una actividad determinada. En conclusión, el contrato es el útil o herramienta
más eficiente para plasmar las relaciones económicas de las personas.
Todo contrato tiene una causa que en un análisis económico pretende, en
definitiva, obtener la mejor eficiencia en el intercambio de bienes, pero aún
más, el contrato se causa en un interés tanto privado (el de las partes que
contratan y que tienen en mira el beneficio que de él reportarán) como el
interés público, el que tiene en vista el Estado regulador, que le va a generar
ingresos, por ejemplo, a través del cobro del impuesto a la transferencia.
c.2. Lafunción social
El Derecho en sí tiene como función social el obtener la paz social y el
bien común.
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 7
El contrato contribuye a este fin del Derecho en el sentido que pennite
lograr esta paz a través de la justa colaboración entre los hombres. Qué
mejor manifestación de la libertad de los hombres que la de pennitirles
colaborar en un contrato en donde ambos buscan la justicia a través de la
correcta correlación de los intereses en juego. Un autor francés señalaba,
con mucha razón, "quien dice justo dice contractual".
En concreto, todas las actividades sociales se basan finalmente en contra-
tos. Piénsese sólo en las más básicas como alimentarse (para eso celebramos
frecuentemente contratos de compraventa), obtener el sustento para ello
(celebramos contratos de trabajo), instruimos para poder ser más valorados
por nuestros empleadores (suscribimos contratos con los colegios o univer-
sidades que nos educan a nosotros o a nuestros hijos), para transportamos a
nuestros hogares, lugares de estudio o de trabajo (suscribimos contratos de
transporte), etc.
El contrato impone, y con eso contribuye a la paz social también, el
respeto del actuar leal y de buena fe y la dura sanción, por lo tanto, del
actuar doloso o fraudulento.
El contrato, eso sí, no puede ser concebido como el solo regulador de la
vida social. Reflexiónese sobre el siguiente aspecto: el contrato voluntarista
impide en ocasiones la obtención de la paz social, pues genera injusticias en
donde aquel que tiene más o que se encuentra en posición dominante puede
imponer los contenidos de la relación contractual al más débil.
Veremos en su momento que esta situación pennite la intervención del
Estado, para restablecer los equilibrios, sea fijando un contenido mínimo
protector dentro de ese contrato a la parte que considera en desequilibrio
de fuerzas (lo veremos luego en los contratos dirigidos), sea aceptando la
imposición de las reglas de la contratación a una de las partes, pero velando
porque no se incluyan cláusulas abusivas.
e.3. Lafuneiónjurídiea
1. Análisis general de esta función
La función jurídica del contrato puede ser analizado desde distintos
puntos de vista.
8 GONZALO Ruz LÁRTlGA
El contrato es un canal difusor del Derecho, de la regla jurídica. A través
de él las partes, los ciudadanos conocen la nonna, se relacionan con la regla
jurídica y se interiorizan de sus derechos y obligaciones.
El contrato es una técnica jurídica insuperable para la obtención del
beneficio privado como del público. De qué mejor manera que a través de
un contrato puede el Fisco de Chile recaudar sus ingresos (la compraventa
gravada de IVA, por ejemplo). De qué mejor manera que a través de un
contrato, como técnica jurídica, podemos respetar y hacer respetar nuestros
derechos o hacer exigibles las obligaciones correlativas.
El contrato, entre otras cosas, es el lugar jurídicamente más seguro e
inviolable para respetar y hacer respetar nuestros compromisos. Ni el juez
ni la ley ni autoridad alguna pueden violarlo.
2. Funciones jurídicas específicas
El contrato si se quiere, para tener un mejor orden, cumple subfunciones
jurídicas especificas:
1 a. Función de intercambio o circulación de los bienes.
A través de los contratos traslaticio s de dominio, como son la compraven-
ta, la pennuta, la donación y el aporte en sociedad, se realiza el intercambio
de bienes que pennite su circulación de un patrimonio a otro.
En Chile hay que tener presente que por la naturaleza compleja del
procedimiento para adquirir el dominio, el solo contrato, aisladamente
considerado, no cumple por sí mismo esta función de cambio, sino que es
necesario que se agregue el modo de adquirir tradición, porque mientras
ésta no opera, no hay transferencia de dominio.
Algunos estiman que esta función de cambio o de circulación de los bie-
nes no se cumple solamente a través de los contratos tras1aticios, sino que
también se estaría cumpliendo a través de los contratos de mera tenencia por
un tiempo prolongado, porque estos contratos operarían un cambio temporal,
pero de larga duración, de las cosas a que se refieren. Es 10 que sucedería con
el contrato de arrendamiento a largo plazo y con el contrato de 1easing.
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 9
r Función de crédito.
La función de crédito es una función patrimonial, de carácter general-
mente oneroso que opera a través de los contratos de mutuo, de apertura de
crédito y, en general, de todos los contratos bancarios; es decir, todo contrato
que pone a disposición de otra persona ciertos bienes, principalmente dinero,
con cargo de restituirlos en ciertas y detenninadas condiciones.
La regla general es que estos contratos sean onerosos, excepcionalmente
la función de crédito se cumple a través de un contrato gratuito, cual es el
contrato de comodato o el mutuo civil.
3<1 Función de garantía.
Es frecuente que al contraer una obligación, se exija por la contraparte que
asegure el cumplimiento de esa obligación constituyendo alguna caución.
Aquí aparece la función de garantía del contrato, ya que mediante contra-
tos accesorios -como la prenda, hipoteca y fianza- el deudor garantiza al
acreedor el cumplimiento de la obligación principal.
4
G
Función de custodia.
Se cumple a través de contratos que tienen por objeto la guarda y conser-
vación de bienes ajenos. Es lo que sucede con el típico contrato de depósito y
con ciertos contratos atípicos o innominados bastante frecuentes como el que
se refiere al arrendamiento de cajas de seguridad, los contratos de garaje, el
contrato de hotelería en relación al equipaje que se introduce al hotel, etc.
5
G
Función laboral.
Se cumple a través de las diversas variantes que presenta el contrato de
trabajo. Pero, no solamente se logra esta función a través de este contrato,
sino que también a través de otros, como el contrato de arrendamiento de
servicios y el mandato mercantil.
6
G
Función de previsión.
Esta función se cumple por medio de contratos destinados a precaver
riesgos o a cubrir las consecuencias de esos riesgos, es lo que sucede con el
10 GONZALO Ruz LÁRTIGA
contrato de seguro, que presenta una amplia y diversa gama. No sólo contratos
específicos como el señalado cumplen esta función de previsión. Más am-
pliación, en todo caso, el contrato en general, cumple una función previsora,
pues las partes al obligarse previenen las consecuencias del incumplimiento
de la otra o, más lato aún, se obligan sólo en la medida que racionalmente han
previsto que el contrato resguarda suficientemente sus intereses privados.
7a Función de recreación.
Son numerosos los contratos que intervienen en el cumplimiento de
esta función, por ejemplo: el contrato de transporte para fines turísticos, el
contrato de hotelería. Hay veces que se combinan varios de éstos en uno
solo, como sucede cuando se contrata un tour.8a Función de cooperación.
Se presenta, principalmente, en los denominados contratos intuito per-
sonae, como por ejemplo: en el mandato, en que hay una cooperación entre
mandante y mandatario; también se nos presenta en las sociedades, espe-
cialmente en las colectivas, en que varias personas ponen algo en común
con la mira de repartirse las utilidades que de ellos provengan. En el ámbito
colaborativo de negocios el contrato denominado en inglés Joint venture
agreement, refleja en todas sus dimensiones esta función.
B. PRINCIPIOS GENERALES QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN
El estudio de los contratos en particular se puede transformar en una te-
diosa tarea si no se internaliza suficientemente los principios que informan
la contratación.
El estudio de los contratos especiales se vuelve entonces más fácil
cuando se descubre la mecánica de principios que gobiernan al contrato
en general y a cada una de las categorías contractuales. Por ejemplo, los
contratos consensuales se rigen por principios que permiten caracterizarlos
a todos y diferenciarlos de los contratos reales, que se gobiernan, a su vez,
por principios diferentes.
El estudio de los principios generales que informan la contratación es
el primer paso.
EL CONTRATO. SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACION 11
a. El principio básico que inspira la contratación en el
Derecho privado y en particular en el Derecho civil chileno, es el de la
autonomía de la voluntad
En el Código civil el hombre no es un cuerpo humano (este es una cosa).
El hombre es esencialmente una voluntad, un ser capaz de tomar decisiones
libres. Piénsese solamente que la leyes percibida como una declaración de
voluntad soberana.
La voluntad, en efecto, atraviesa todo el Código civil y, en definitiva, la
vida del hombre como lo señala el profesor Mauricio Tapia. El matrimonio
se contrae por voluntad de los cónyuges, los contratos se forman por el
concurso de voluntades, se ejecutan e interpretan según la voluntad de los
contratantes, la responsabilidad supone una voluntad libre del agente, y el
testador puede voluntariamente disponer de una parte de sus bienes, por no
citar sino algunos ejemplos.
La voluntad sería fuente y medida de los derechos y obligaciones que
el contrato produce.
En materia contractual rige, por lo tanto, ampliamente el principio de la
autonomía de la voluntad, autonomía que veremos es tanto de forma (para
celebrar la convención nominada o innominada que se quiera) o de fondo
(para fijar el contenido del contrato, mediante la inclusión libre de elementos
accidentales a la convención).
Si en materia de responsabilidad civil no contractual la libertad es la
justificación de sus reglas, pues sólo el hombre libre de gobernar sus actos
puede ser declarado responsable de las consecuencias perjudiciales que su
actuación puede provocar a terceros, en materia de responsabilidad contrac-
tual ellos es más evidente aún, pues el contratante es responsable porque así
lo quiso en pleno conocimiento de sus obligaciones y de las consecuencias
de su incumplimiento eventual, ello por su propia y sola voluntad.
Más que un principio, según nos dice lean Carbonnier, la autonomía
de la voluntad es una teoría de filosofía jurídica según la cual, la voluntad
humana tiene en ella a su propia ley, ella se crea su propia obligación, pues
si el hombre se encuentra obligado por un acto jurídico, especialmente por
12 GONZALO Ruz LÁRTIGA
un contrato, es porque él lo ha querido. El contrato es el principio de la vida
jurídica y la voluntad individual, el principio del contrato.
Esta teoría ha marcado el Código civil francés y el chileno, todo ello en
armonía con la ideología del individualismo.
La autonomía de la voluntad se manifiesta, en cuanto al fondo y a la
forma, en varias etapas de la formación del contrato.
a.J. En cuanto alfando
En plena discusión contractual, es decir, antes que el contrato sea
formado, en el período de negociación, el individuo tiene una doble li-
bertad y autonomía: contratar o no contratar, entrar o salir libremente de
la negociación, más todavía, él puede determinar a su gusto el contenido
del contrato. Esta libertad de contenido es la que se denomina corriente-
mente libertad contractual donde se ve la esencia de la autonomía de la
voluntad.
El individuo puede contratar no sólo la oferta de contratos que se en-
cuentran en las leyes (se les llama contratos nominados o típicos), también
puede crear sus propias convenciones. Ciertamente no le está permitido
eliminar todas las reglas legales, pues hay algunas que son imperativas o
de orden público. El orden público, lo veremos más adelante, es un límite
a la libertad contractual.
Recordemos que uno de los axiomas del liberalismo y que inunda el De-
recho privado es el contenido en la Declaración de Derechos del Hombre de
1789, Art. 5°, que dice que "todo lo que no está prohibido está permitido".
Podemos decir, sin temor a equivocamos, que el principio de la autono-
mía de la voluntad y su corolario en materia de contratos, el de la libertad
contractual, inundan todo el Código civil y en general nuestro Derecho
privado, inundando según las modernas tendencias al Derecho de familia,
un enclave público en el dominio privado.
Una vez el contrato formado, cada parte se puede cobijar o atrincherar
en 10 pactado, impidiendo que cualquiera autoridad, incluido eljuez, pueda
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 13
inmiscuirse en su contenido libremente pactado. Sólo las partes pueden
modificar, de común acuerdo, ese contrato, pero ya no será el mismo con-
trato sino uno nuevo y, por lo mismo, un nuevo triunfo de la autonomía de
la voluntad.
a.2. En cuanto a la forma
Es a la vez la existencia del contrato y su interpretación los que se en-
cuentran en causa.
En efecto, el contrato tiene existencia jurídica por la sola fuerza de la
voluntad sin que ella requiera un beneplácito de autoridad alguna. Por
otro lado, la interpretación de las partes oscuras del contrato debe hacerse
buscando lo que los contratantes han querido en lo más profundo de su
voluntad.
El Código civil chileno comienza a configurar desde temprano la pre-
eminencia de este principio. Es visible desde el Art. 12 del Código que
establece la renuncia de los derechos conferidos por las leyes, siempre que
los derechos que se renuncian miren al solo interés del renunciante y su
renuncia no esté prohibida por ley. El Art. 1445 que establece que "para que
una persona se obligue por un acto o declaración de voluntad es necesario:
2° que consienta en dicho acto o declaración ... "; el Art.1444 que faculta
a las partes para introducir expresamente elementos de la naturaleza y ac-
cidentales por medio de cláusulas consentidas mutua y libremente por las
partes; el Art. 1545 que determina el efecto de las obligaciones señalando
que "todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes y
no puede ser invalidado sino por consentimiento mutuo o causas legales",
con lo que se establece que la forma de deshacer el contrato libremente
consentido es de la misma forma como éste nació a la vida del derecho:
por consentimiento mutuo.
Este último artículo nos retrata la fuerza de la declaración de voluntad,
ella es una ley para los contratantes. En su efecto relativo, ella es similar
al efecto universal que tiene una ley emanada de la potestad legislativa.
A tal punto es completo el alcance de la ley del contrato que procede el
recurso de casación en el fondo, que sólo tiene lugar contra sentencia
pronunciada con infracción de ley. Vemos que la infracción de la ley del
14 GONZALO Ruz LARTIGA
contrato es asimilada por la Corte Suprema a la infracción de una ley de
normativa corriente, emanada de la potestad legislativa.
Al interpretar los contratos el Art. 1560 del Código establece como regla
primera que "conocida claramente la intención de los contratantes debede
estarse más a ella que a lo literal de las palabras".
Es cierto que los flujos publicizadores son fuertes en materia de con-
tratación, imponiendo, por ejemplo, en ciertas áreas del Derecho un con-
tenido mínimo de justicia en la relación que surja entre los contratantes,
es el caso del contrato de trabajo. En otras situaciones, como el de los
contratos de adhesión, se permite que el contenido del contrato no sea
libremente debatido, sino que impuesto en su integridad por uno de los
contratantes, pero ello no es la regla general. En el caso de los contratos
de adhesión subsiste la libertad del contratante que no ha propuesto el
contenido de contrato de no consentir, y al hacerlo -cuando surgen pro-
blemas de interpretación- esas cláusulas serán interpretadas en contra del
contratante que las impuso.
a.3. Los límites del principio de la autonomía de la voluntad
1. El primer límite que conoce la autonomía de la
voluntad es la propia ley.
La ley se presenta como límite en dos aspectos: 1 ° El acto voluntario no
puede transgredir la ley; y 2° Por el acto voluntario no se puede renunciar
a aquellos derechos que la ley declara irrenunciables.
En el primer caso vemos los ejemplos del objeto y de la causa ilícita. En
el segundo el señalado Art.12 del Código civil.
2. El segundo límite que conoce la autonomía de la voluntad
es la protección del orden público y las buenas costumbres.
Según Carlos Ducci, debemos entender por orden público el respeto de
"ese espíritu general de la legislación a que se refiere el Art. 24 del Código
civil". Las buenas costumbres, según el mismo autor, "corresponden a
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 15
aquellos usos y costumbres que la sociedad considera en un momento dado
como normas básicas de convivencia social".
3. El tercer límite está dado por la protección de
los derechos legitimas de terceros.
Se entiende que se afectan derechos de terceros cuando se abusa del
derecho propio. En otras palabras, el uso legítimo de un derecho termina
donde el abuso comienza.
a.4. Principios que derivan del de autonomía de la voluntad
Del principio de la autonomía de la voluntad se derivan subprincipios,
como son el del consensualismo y el de la libertad contractual, el de la fuerza
obligatoria y el del efecto relativo de los contratos.
1. El principio del consensualismo
Este principio se ha visto deteriorado, últimamente, por el avance de
las formalidades (de publicidad, habilitantes o de prueba) y, sobre todo,
por fenómenos como el de la estandarización contractual o la contratación
mediante nuevas tecnologías.
El principio de la libertad contractual se ha visto deteriorado, además,
como ya hemos señalado, por el fortalecimiento de los contratos dirigidos,
forzosos y de adhesión.
2. El principio de la fuerza obligatoria de los contratos
Los contratos, en tanto actos jurídicos bilaterales, producen efectos res-
pecto de las partes que han concurrido a su celebración. Los terceros, sean
éstos absolutos o relativos no se ven afectados de las consecuencias del
acto, sino en situaciones especiales y, generalmente, cuando se enfrentan
crisis contractuales.
En otras ocasiones, el legislador se introduce en un contrato vulnerando
su fuerza obligatoria. Ello se puede producir en situaciones de emergencia,
dictando leyes que ordenan suspender remates o que prorrogan los ven-
16 GONZALO Ruz LÁRTIGA
cimientos de plazos (leyes de morosidad, aplazar plazos para el pago del
crédito universitario).
En otros casos, hay normas de aplicación permanente en que la ley
desconoce 10 pactado, como en ciertos artículos del Código civil como
el Art.1879 (pacto comisorio calificado) o el Art. 2180 (en el comodato,
respecto de la obligación del comodatario de restituir antes del tiempo
estipulado ).
Ha habido leyes que han alterado contratos en curso, ordenando man- .
tener una relación jurídica contractual que a la luz del título convencional
había expirado.
Pero 10 más grave es cuando la alteración de contratos en curso afecta
retroactivamente el Derecho de propiedad sobre los derechos emanados del
contrato. Ello es claro a partir de los nuevos términos en que está concebido
el Art. 19 N° 24 de la Constitución Política.
Sobre esta materia ha habido múltiples recursos de protección y de in-
constitucionalidad, recogiendo la idea de que el acreedor es dueño de su
derecho personal.
Famosos fueron los recursos de inaplicabilidad contra el Art. 2° transi-
torio del D.F.L. N° 9 de 1968, que dispuso que los plazos convenidos con
anterioridad a la ley debían entenderse prorrogados hasta completar 10 años.
Esta norma afectaba al derecho de dominio del acreedor sobre su derecho
personal a exigir la restitución en el plazo convenido de acuerdo a la ley
vigente a la celebración del contrato. Por tal motivo esta materia guarda
íntima relación con el Art. 22 inciso 1 ° de la Ley sobre Efecto Retroactivo
de las Leyes.
En todo caso, aun suponiendo que exista Derecho de propiedad sobre
derechos personales (10 que es discutible doctrinalmente a la luz de la concep-
ción cosificada del derecho de dominio de raigambre romanista), podría ser
perfectamente dable afirmar la legitimidad y constitucionalidad de las leyes
que alteran derechos personales emanados de contratos en curso justificadas
por la función social del Derecho de propiedad que la misma Constitución
garantiza.
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN
i. El principio de lajúerza obligatoria de los contratos
llevada a los ojos del juez. nos conduce a tratar al tema de la
teoría de la imprevisión
17
Para comprender adecuadamente lo que se entiende por imprevisión
recurramos al concepto del profesor De la Maza, quien definía la teoría de
la imprevisión como aquella "doctrina jurídica (conjunto de principios de
derecho debidamente fundados) que sostiene que el juez puede intervenir a
petición de cualquiera de las partes, en la ejecución de la obligación, con el
objeto de atenuar sus efectos, cuando, a consecuencia de acontecimientos
imprevisibles para las partes al momento de formarse el vínculo jurídico,
ajenos a su voluntad y que producen una perturbación grave en relación a
toda una categoría de contratantes, la ejecución de la obligación se hace
más dificil o más onerosa, y siempre que aquél llegue a formarse la convic-
ción de que siendo previsibles esas perturbaciones, las partes no se habrían
obligado en las condiciones fijadas".
El problema de la imprevisión se traduce entonces en el estudio de las
facultades de intervención del juez en la ejecución del contrato. La posibi-
lidad de revisar judicialmente el contenido del contrato está en juego.
La doctrina francesa y, en especial, la alemana han enfatizado la intan-
gibilidad de los contratos aun frente a cambios de circunstancias ruinosas
para una de las partes, fundada en que así como no hay libertad sin riesgo,
no hay libertad contractual sin riesgo contractual.
Nuestra doctrina y jurisprudencia siguen esta intangibilidad como una
propiedad del contrato, impidiendo la intervención del juez para regular
sus efectos.
Con excepción de algunos pocos fallos arbitrales, la doctrina de nuestros
tribunales superiores de justicia ha afirmado que "los tribunales carecen
de facultad para derogar o dejar sin cumplimiento la ley del contrato, ya
sea por razón de equidad o bien de costumbre o de reglamentos adminis-
trativos" .
La intangibilidad del contrato se presenta como una consecuencia del
pacta sunt servanda.
18 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Tanto es la adscripción a la intangibilidad del contrato y, por lo mismo,
la poca posibilidad de aplicación de la teoría de la imprevisión que Chile,
al ratificar el 09 de abril de 1981 la Convención de Viena sobre el Dere-
cho de los Tratados de 1969, formuló una reserva al Art. 62 concerniente
al problema de la imprevisión, declarando su adhesión al principiode la
inmutabilidad de los tratados.
Como nos lo explica el profesor Barcia, en nuestro Código civil hay
normas que se inspiran en una actitud favorable a la revisión, como los
Arts. 2180, 2227, 2003 regla 2a y otras inspiradas en sentido contrario
(1983, 2003 regla 1 a). También se ha citado el Art. 1544. Estas normas,
sin embargo, no caen de lleno en el problema de la imprevisión. El tema
de la imprevisión queda circunscrito más bien a la posibilidad de que un
juez pueda en general y sin norma legal específica que lo autorice, para
revisar la vigencia de un contrato que por circunstancias imprevistas
se ha tomado excesivamente oneroso de cumplir para una de las partes
(aunque no imposible, pues lo imposible por caso fortuito o fuerza mayor
extingue la obligación según el Art.1670), sea disminuyendo la obligación
agravada, agravando la prestación recíproca, acortando la vigencia del
contrato o, derechamente, dando por terminado el contrato por faltar la
conmutatividad de las obligaciones.
En otros países se ha dado a veces soluciones legislativas para casos
específicos. En enero de 1918 se dictó en Francia la Ley F aillot, que facultó
a los jueces para dejar sin efecto los contratos celebrados con anterioridad
a la guerra y cuyo cumplimiento se hubiere hecho excesivamente oneroso
para los deudores; más tarde, tras la Segunda Guerra Mundial, e122 de abril
de 1949 se dictó otra ley en el mismo sentido, lo que llevó a George Ripert
a decir, sin poca razón, que "la jurisprudencia contraria a la imprevisión ha
tenido tal vez el inconveniente de incitar al legislador a hacer él mismo 10
que el juez no quería hacer. Ha intervenido mediante medidas generales que
han destruido aún más contratos que los que hubiere hecho la más amplia
interpretación jurídica".
ii. Explicaciones que justifican la imprevisión
Diversas teorías han pretendido encontrar en ciertos principios del
ordenamiento jurídico la posibilidad de revisar judicialmente el contrato,
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACION 19
justificando con ello la aplicación de la teoría de la imprevisión. Pasemos
a revisar algunas de ellas.
Primera teoría. Una de las teorías en que se hafimdado la teoría de la
imprevisión es la que la explica extrapolando al derecho privado la cláusula
del Derecho internacional rebus sic stantibus.
De acuerdo a esta explicación, los contratantes contratan en el entendido
de que las obligaciones que contraen y, en general, la fuerza vinculante del
contrato quedan supeditados a que se mantengan las circunstancias de hecho
vigentes al momento de contratar.
Los autores no se convencen de esta teoría y le asignan la debilidad en
que presumir la cláusula rebus sic stantibus en los contratos sería una ficción
sin base real. En efecto, la verdad es que cuando se contrata, lo normal es
que las partes consideran tan ventajosas sus condiciones que no prevean
una modificación de circunstancias.
Nada obsta a que las partes lo prevean, expresándose en una cláusula.
Sin embargo, en la práctica rara vez se hace, salvo en los contratos interna-
cionales, con la denominada cláusula Hardship.
Segunda teoría. Otra explicación a la teoría de la imprevisión se fimda-
menta en el principio del enriquecimiento sin causa.
En efecto, siendo un principio de derecho universalmente aceptado que
nadie tiene derecho a enriquecerse sin causa a costa ajena, el cambio brutal
e imprevisto de las circunstancias podría generar en uno de los contratos
un enriquecimiento inmotivado.
Recordemos que para que se aplique este principio es necesario: Que haya
habido un enriquecimiento de un patrimonio a costa del empobrecimiento de
otro patrimonio, todo ello sin causa legítima que lo justifique y sin que haya
otro medio que la acción in rem verso para conseguir la reparación.
La debilidad de esta explicación reside precisamente en que el principio
del enriquecimiento sin causa supone ausencia de causa y en el caso de la
imprevisión, la causa es el contrato.
20 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Tercera teoría. Otros explican la teoría de la imprevisión invocando el
concepto de causa de los actos jurídicos.
Juan Carlos Dorr ha desarrollado muy bien esta idea, que siendo ingeniosa
tiene una gran debilidad. Nos señala este autor que la causa no interviene
sólo al momento de perfeccionarse el contrato, sino que su influencia se
deja sentir hasta cuando el contrato ha sido puesto en ejecución. Como
consecuencia de lo anterior, si al momento del cumplimiento esta causa ha
desaparecido, por sobrevenir circunstancias extraordinarias e imprevisibles,
el contrato carecerá de causa y, por ende, sería nulo.
La gran debilidad de esta postura radica en que, como lo puso de mani-
fiesto César Parada en una ponencia en el Colegio de Abogados en 1994,
"no puede aceptarse la teoría de que un contrato que nazca como válido se
transforme con el transcurso del tiempo en nulo".
Cuarta teoría. Hay quienes han explicado la teoría de la imprevisión so-
bre la base del concepto de contrato conmutativo, que aparece violentamente
destruido con sucesos extraordinarios e imprevistos e imprevisibles.
El profesor Pablo Rodríguez elabora la siguiente explicación: "La obliga-
ción no es un imperativo de realizar una prestación sino que impone un deber
de realizar una conducta típica, con una determinada y precisa exigencia
de diligencia (Art. 1547) más allá de la cual ésta no cubre el imperativo,
dificultado por sucesos imprevistos".
Lo que nos enseña este autor es que la obligación impone a las partes un
deber de comportamiento, de conducta, que va asociado a un determinado
grado de diligencia en la ejecución de dichas obligaciones. Por lo anterior,
si acaecen sucesos imprevistos que toman excesivamente oneroso el cum-
plimiento de las obligaciones, se le impodría al deudor una conducta que
va más allá de la que le imponía el contrato. El juez podría entrar a revisar,
en caso de imprevisión, si la conducta debida impuesta ya no es exigible.
Quinta teoría. Otros explican la teoría de la imprevisión invocando la
doctrina del abuso del derecho.
El cambio imprevisto de circunstancias del contrato que toman excesi-
vamente onerosa de cumplir las obligaciones, caería dentro de los supuestos
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 21
de un ejercicio abusivo del derecho del acreedor que pretende igualmente
hacerlas cumplir al deudor.
Sin embargo, señalan los autores, que el problema, al menos en la doctrina
nacional, con algunas excepciones, de la teoría del abuso del derecho se ha
explicado no tanto en el contexto de la funcionalidad de los derechos, sino
en el de las normas sobre responsabilidad extracontractual. Luego, desde
esa perspectiva, pareciera fuera de lugar explicar en la responsabilidad ex-
tracontractual un tópico esencialmente contractual como es el de la teoría
de la imprevisión.
iii. La teoría de la imprevisión en Chile
La teoría de la imprevisión en Chile podría llegar a justificarse en las
propias reglas de la responsabilidad contractual por incumplimiento, cuando
se solicita la resolución del contrato más indemnización de perjuicios.
En efecto, el Art. 1558 establece como regla la de excluir los perjuicios
imprevistos o imprevisibles, salvo en caso de dolo en la inejecución de la
obligación.
Si el deudor incumple sus obligaciones por la excesiva onerosidad
sobreviniente que el cambio de circunstancias ha generado, no incumple
dolosamente, por lo que el acreedor no podría demandar los perjuicios
imprevistos e imprevisibles generados.
Por otra parte, la teoría de Pablo Rodríguez calzaría en los contratos en
que el deudor responde de culpa leve (Art.154 7), pues frente a un imprevisto
cambio de circunstancias que haga excesivamente oneroso el cumplimiento,
el deudor podría demandar judicialmente se declare su no exigibilidad de
cumplir sin arriesgarse a ser condenado a indemnizar todavez que cumplir,
en las nuevas condiciones, sería exigirle un grado de diligencia mayor que
aquel al que está obligado, esto es, el de un simple buen padre de familia.
La teoría de la imprevisión podría sustentarse, también, sobre la base
de que los contratos deben ejecutarse de buena fe (Art. 1546). En efecto,
los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y
considerando que el contrato es, en sí mismo, un instrumento de previsión
22 GONZALO Ruz LÁRTIGA
al que acuden las partes para cautelar sus intereses privados, el contrato
no podría interpretarse sino en el escenario que las partes entendieron o
pudieron entender que se ejecutarían las obligaciones.
3. El principio del efecto relativo de los contratos
Alcance general del principio. El contrato por regla general sólo produce
efectos entre las partes y no beneficia ni perjudica a terceros.
La ley del contrato lo es sólo para las partes y no para los terceros. Partes
en un contrato son aquellas personas que personalmente o representadas
concurren a la formación del acto.
Sin embargo, hay terceros más próximos a las partes y terceros más
lejanos a ellas.
Los herederos, continuadores de la persona jurídica del causante, son
considerados terceros relativos o próximos. Generalmente sucederán a sus
causahabientes en todas las obligaciones y derechos transmisibles, de ahí
que no se descarte que los efectos de los contratos los tengan (a un momento
dado -a la muerte del causante-) como partes de la convención.
Aunque puede ocurrir que los herederos no adquieran los derechos y
obligaciones que del contrato surgieron para su causante-parte. Ello puede
ocurrir por varios motivos, como que el derecho u obligación era intuito per-
sonae, o lo era el contrato, o en el contrato se estipuló la intransmisibilidad
(como en la sociedad), o el heredero aceptó limitadamente (con beneficio
de inventario), entre otras situaciones.
Los acreedores de las partes, bien que considerados terceros absolutos,
en realidad podrían ser alcanzados por los efectos del acto, y con ello
aproximarse más a los terceros relativos, sobre todo, si el acto se realiza en
perjuicio de sus intereses.
Fuera de los terceros relativos, los terceros absolutos o lejanos son aque-
llos que, al no participar en el contrato ni en forma personal ni representados
y al no estar ligados con las partes por vínculo alguno, no serán alcanzados
por los efectos del acto.
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACION 23
En sentido estricto, los efectos del acto o contrato no les alcanzan; sin
embargo, en sentido amplio la situación jurídica que crea el contrato les
impone igualmente el deber de respetarlas, lo que veremos luego con el
denominado efecto expansivo del contrato.
Los causahabientes a título singular (legatarios, compradores, donatarios,
mutuarios) se ven afectados por un acto del que no han sido parte sino sus
autores, y que han generado derechos reales (Arts. 792 ó 2033).
El efecto expansivo del contrato. Sin discutir que el contrato produce
efectos relativos, es decir, alcanza sólo a las partes, ello no se opone al he-
cho que puedan llegar a serles oponibles a los terceros (a favor o en contra)
como consecuencia que el contrato crea o genera una situación jurídica
erga omnes.
En otras palabras, se habla de efecto expansivo o absoluto de los con-
tratos cuando un contrato puede ser invocado por un tercero en su favor u
opuesto a un tercero en su detrimento. Así, por ejemplo, la víctima de un
accidente del tránsito puede accionar directamente contra la Compañía de
Seguros en sede contractual, aunque no haya sido parte del contrato. Del
mismo modo, es perfectamente posible que esta víctima accione contra el
garaje que no arregló bien el vehículo que lo atropelló, a pesar de no haber
contratado con el garaje. Las partes pueden valerse de los efectos del con-
trato contra el tercero. Lo demuestra un caso resuelto en Francia, donde
fueron acogidas demandas indemnizatorias del promitente comprador en
contra del comprador final (tercero) que incitó al vendedor a no respetar el
contrato de promesa.
Nuestros tribunales de justicia, han considerado que una persona que
ocupa un inmueble como promitente comprador o como arrendatario tiene
derecho de oponer esos contratos al tercero que con posterioridad adquirió
el inmueble y que ejerce la acción de precario.
i. Excepciones a este principio
Cuando analicemos las excepciones al principio del efecto relativo de los
contratos, advertiremos que ellas (al menos la estipulación a favor de otro y la
promesa de hecho ajeno) no son tales, sino una confirmación de dicho efecto.
24 GONZALO Ruz LÁRTIGA
(Recomendamos revisar el primer tomo de estas "Explicaciones": Clase 31. Los
efectos del acto jurídico. C. Efectos de los actos jurídicos entre terceros).
Ambas excepciones tienen una base común. Dos personas contratan y
en ambas un tercero es alcanzado por los efectos del acto. Sea como even-
tual deudor de una de las partes, en la promesa de hecho ajeno, sea como
acreedor de una de las partes, en la estipulación a favor de otro.
Entremos al estudio de estas "excepciones", partiendo de esta última.
i.1. La estipulación a favor de otro
Constituye una excepción a la relatividad de los efectos del contrato
en la medida en que se admita la doctrina que la explica como la creación
directa de un derecho en favor de un tercero.
La estipulación en favor de otro, repudiada por el Derecho romano, y
reconocida por el Derecho francés (Art.121) y por el Derecho alemán (Art.
328 del BGB), ha sido consagrada en nuestro Código en el Art. 1449, en
los términos siguientes: "Cualquiera puede estipular a favor de una tercera
persona, aunque no tenga derecho para representarla, pero sólo esta tercera
persona podrá demandar lo estipulado y mientras no intervenga su acep-
tación expresa o tácita es revocable el contrato por la sola voluntad de las
partes que concurrieron a él".
Si Juan estipula con Diego que éste dará, hará o no hará algo a favor de
Pedro (Juan no es ni mandatario ni representante legal de Pedro), los efectos
del acto no van a alcanzar a Pedro sino cuando él acepte. Mientras no lo haga,
pues nadie puede adquirir derechos u obligaciones contra su voluntad, el
contrato puede ser dejado sin efecto por Juan y Diego, lo que es normal, pues
ellos son las partes del contrato. Diego, sin embargo, se habría obligado ab
initio a favor de Pedro, quien es ya su acreedor. Pedro ejercerá sus derechos
de acreedor cuando acepte, expresa o tácitamente, lo estipulado.
Obsérvese que cuando Pedro acepte, estará consintiendo en ejercer el
derecho que ya nació del pacto del que no fue parte. Ese consentimiento
no lo hará parte de la convención originaria, pero en el fondo confirmará
lo obrado por Juan.
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 25
Como se advierte, tres son los intervinientes: Juan llamado "estipulante";
Diego llamado "promitente", y Pedro llamado "beneficiario).
La estipulación a favor de otro es práctica corriente en el mundo jurídico.
Ejemplos comunes son el contrato de seguro de vida, donde yo (estipulan-
te) contrato con la Compañía de Seguros (promitente), la que se obliga a
pagar a mi hijo Pedro (beneficiario), una cierta cantidad de dinero cuando
yo muera. Pedro es acreedor de la compañía y podrá reclamar el dinero,
aunque no haya sido parte del contrato.
Lo vemos en el contrato de transporte, donde yo (estipulante) contrato
con la empresa de transportes (promitente), la que se obliga a llevar las
mercaderías a la casa de Juan (beneficiario). Juan puede reclamar a la
empresa de transportes la entrega de las mercaderías, a pesar de no haber
contratado con ella.
Si la aceptación del beneficiario no lo hace parte de la convención, pues
su crédito contra el promitente nació desde que se perfeccionó el contrato,
¿para アオセ@ es necesaria, entonces,la aceptación del beneficiario?
Hay tres razones que nos entrega Jean Carbonnier, por las cuales ella
resulta necesaria:
lO Porque nadie puede ser obligado a adquirir derechos contra su vo-
luntad.
2° Porque la aceptación consolida o da certeza el derecho del beneficia-
rio, en el sentido que hasta mientras el beneficiario no acepte, el estipulante
puede revocar el beneficio y entregárselo a otro o a él mismo.
3 ° Porque la aceptación es necesaria para obligar al beneficiario a favor
del estipulante, en el caso que el beneficio estipulado esté gravado de una
obligación correlativa. Recordemos el ejemplo del contrato de transporte
donde yo (estipulante) contrato con la empresa de transportes (promitente),
la que se obliga a llevar las mercaderías a la casa de Juan (beneficiario).
En un primer caso (yo pago el precio del transporte), ninguna obligación
se le impone a Juan. Pero si estipuló que Juan es quien pagará el precio del
transporte a la entrega de las mercaderías, la aceptación de Juan le permitirá
26 GONZALO Ruz LÁRTIGA
reclamar a la empresa de transportes la entrega de las mercaderías a pesar
de no haber contratado con ella, pero al mismo tiempo lo obliga sólo a él
para con el transportista en relación al precio del transporte.
De allí, entonces, que se concluya que la estipulación a favor de otro
es una excepción al principio del efecto relativo de los contratos, pues
genera un derecho directo a favor del beneficiario y contra el promitente,
en circunstancias que los efectos obligatorios deberían circunscribirse al
estipulante y promitente, únicas partes del contrato.
El problema está en determinar la relación que existirá entre el derecho
directo que se genera a favor del beneficiario y la convención originaria
del cual nació.
Tratemos de resolver la pregunta con casos concretos, a modo de pre-
misas, para llegar a una conclusión.
Primer caso. Si efectivamente se genera un derecho directo del beneficiario
en contra del promitente, el beneficiario podría demandar judicialmente el cum-
plimiento del beneficio al promitente. Sin embargo, no podrá pedir l¡resolución
del contrato originario, pues no fue ni ha devenido parte de esa convención.
Segundo caso. Si efectivamente se genera un derecho directo del be-
neficiario en contra del promitente, quiere decir que ese derecho no le ha
sido transferido por el estipulante. Consecuencia de ello es que el beneficio
nunca ha ingresado al patrimonio del estipulante; sin embargo, el derecho
del beneficiario no es independiente del contrato originario. Imaginemos
un contrato de seguros de vida. La compañía podría oponerle al beneficia-
rio todas las excepciones que hubiere podido oponerle al estipulante. Por
ejemplo, negarse a pagar el monto del seguro, por incumplimiento en el
pago de las primas del estipulante.
Del mismo modo, si el contrato es declarado nulo, desaparece el benefi-
CIO.
Conclusión. La relación que existe entre el derecho directo que se genera
a favor del beneficiario y la convención originaria del cual nació, es que
ésta es la única fuente del derecho y de las obligaciones del beneficiario,
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 27
por lo que para entenderlo mejor, el beneficio es un accesorio del contrato,
sigue su suerte. El beneficiario no es ni será parte del contrato, obtiene su
derecho de él, pero tanto la existencia como la subsistencia del beneficio
penden del contrato originario.
Para explicar el funcionamiento de la estipulación a favor de otro, se han ela-
borado teorías o explicaciones que ofrecemos al lector y pasamos a revisar:
Una primera teoría explica esta institución como una oferta que hace el
estipulante al beneficiario, seguido de la aceptación del beneficiario.
El estipulante, en un primer acto, titular de un crédito adquirido frente
al estipulante, haría una oferta de cesión de dicho crédito al beneficiario,
quien -en un segundo acto- aceptaría la oferta de cesión.
Esta explicación tiene, pues, el inconveniente de que el crédito, al enten-
derse integrado al patrimonio del estipulante, puede serle embargado, con
lo cual no se protegería suficientemente los intereses del beneficiario.
El otro inconveniente de esta teoría es que no puede hacerse cargo de
un efecto inevitable que se produce para la oferta falleciendo el estipulante
antes de la aceptación del beneficiario: la caducidad de la oferta.
Una segunda teoría explica la estipulación en favor de otro como una
agencia oficiosa operada por el estipulante.
La debilidad de esta explicación radica en que en la agencia oficiosa el
agente actúa en representación del interesado, en tanto que en la estipula-
ción en favor de otro el estipulante actúa a nombre propio. Además, dos
características de la agencia oficiosa no se encuentran en la estipulación
en favor de otro: 1 ° El interesado en la agencia oficiosa debe cumplir las
obligaciones contraídas por el agente si éste ha administrado bien el nego-
cio (Art. 2290), lo que no ocurre en la estipulación en favor de otro, pues
el tercero, aunque el negocio haya sido bien administrado, pude rechazar
la estipulación, y 2° El agente oficioso después de iniciada la gestión está
obligado a proseguirla, lo que tampoco acaece en la estipulación a favor
de otro, pues el estipulante puede revocar la estipulación de común acuerdo
con el promitente, mientras no acepte el tercero.
28 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Una tercera teoría explica esta institución como una declaración uni-
lateral de voluntad generadora de obligaciones.
Se pretende explicar que la obligación del promitente se generaría a
partir de su sola voluntad, con lo cual esta teoría desconoce de partida la
naturaleza jurídica contractual de la estipulación a favor de otro que es un
perfecto contrato entre estipulante y promitente.
Una última teoría explica esta institución simplemente como una dero-
gación del principio del efecto relativo de los contratos.
Como señalábamos, se trataría de un caso de adquisición directa de un
derecho por una persona que no ha sido parte del contrato de donde emana
precisamente el derecho.
En efecto, el derecho del beneficiario no nace de su aceptación sino
del contrato. La aceptación es sólo un presupuesto para la exigibilidad del
derecho, como nos lo explicaba Carbonnier.
El estipulante y el promitente son las únicas partes del contrato. Conse-
cuencia de lo anterior es que:
1 ° Sólo el estipulante puede demandar la resolución si el promitente no
cumple y viceversa. El estipulante no puede demandar nada para sí porque
no es acreedor, pero sí podría demandar para (en favor) del beneficiario.
2° El promitente y el beneficiario, aunque nada han pactado, se hallan
en relación de deudor-acreedor desde el perfeccionamiento del contrato
celebrado entre estipulante y promitente.
3° El beneficiario no podría ejercer acción resolutoria, pues no es parte
contratante.
4 ° Si el beneficiario muere después de la estipulación pero antes de
aceptar, transmite a sus herederos el derecho de aceptar.
En fin, a nuestro entender, la estipulación a favor de otro no representa
una excepción al principio del efecto relativo de los contratos, por dos
razones básicamente:
EL CONTRATO. SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 29
1 a Pues el beneficiario no es, en realidad, un tercero absoluto a la con-
vención, es un tercero relativo en relación al estipulante, y prueba de lo
anterior es que, como ya vimos, el promitente puede oponerle las mismas
excepciones que hubiera podido oponerle al estipulante en caso de incum-
plimiento de éste.
2a Pues el contrato entre estipulante y promitente, incluso después de la
aceptación del beneficiario, sigue produciendo efectos entre ellos, las partes.
Prueba de ello es que en caso de incumplimiento del beneficio, puede el
estipulante pedir la resolución del contrato.
i.2. La promesa de hecho ajeno
Contemplada en el Art. 1450del Código civil, tiene también su re-
conocimiento en el Código civil francés en el Art.1120. Señala nuestro
Código que: "Siempre que uno de los contratantes se compromete a que
por una tercera persona, de quien no es legítimo representante, ha de dar-
se, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá
obligación alguna sino en virtud de su ratificación; y si ella no ratifica,
el otro contratante tendrá acción de perjuicios en contra del que hizo la
promesa".
Juan contrata con Diego y promete a éste que Pedro dará, hará o no hará
alguna cosa a su favor. Con la promesa de hecho ajeno Juan le demuestra
a Diego que está en condiciones de convencer a Pedro que le conviene
consentir en el contrato.
Triangulan, como se advierte, tres intervinientes: Juan llamado "el pro-
mitente", Diego llamado "el contratante o acreedor" y Pedro "el tercero
y/o eventual deudor"
Claramente hay dos estructuras contractuales en juego, como nos lo enseña
el Decano Carbonnier: Un contrato inmediato y que está produciendo todos sus
efectos, entre Juan y Diego; y otro contrato eventual, entre Pedro y Diego.
En el contrato inmediato el promitente no promete, en realidad, el hecho
del tercero, sino que se obliga a su propio hecho, que consiste en hacer que
el tercero consienta. Se trata claramente de una obligación de hacer.
30 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Si el tercero consiente en el contrato eventual, el contrato inmediato
habrá producido todos sus efectos y la obligación del promitente se habrá
cumplido. Si el tercero no consiente, habrá incumplimiento del promitente
del contrato inmediato, por lo que podrá ser condenado a la indemnización
de los perjuicios derivados de su incumplimiento.
El contrato eventual, que en realidad no es sino una oferta de contrato,
es un contrato abierto a la suscripción del tercero y permanecerá en ese
estado eventual hasta mientras éste no consienta en obligarse. Si el tercero
no consiente, el contrato no nacerá a la vida del derecho. Si consiente en
obligarse, el contrato nace, se perfecciona y se retrotrae a la fecha del con-
trato inmediato, el cual por cierto se extingue.
i.3. La inoponibilidad
La inoponibilidad es mencionada como una excepción al principio de la
fuerza obligatoria de los contratos.
Una clásica definición de Daniel Bastian la define como la ineficacia
respecto de terceros de un derecho nacido como consecuencia de la cele-
bración o de la nulidad de un acto jurídico.
Recomendamos la lectura del Tomo 1 de estas Explicaciones en donde
ya fue tratado el tema, a fin de evitar repeticiones (Véase Tomo 1 "Parte
General y Acto Jurídico ", Séptima Lección, "Las sanciones civiles o las
patologías que afectan el acto jurídico" Clase N° 34, "Las sanciones civiles
de ineficacia del acto jurídico ").
4. El principio de igualdad
Dentro de los principios que informan la contratación el de igualdad
resulta uno de sus pilares, sobre todo cuando se eleva la voluntad de los
individuos como el motor de la contratación. A. Bello es particularmente
defensor de este principio no solo en materia contractual. La noción unitaria
de persona es una muestra de ello (Art. 55).
A. Bello fue realmente innovador en este punto, al consagrar la igual-
dad entre chilenos y extranjeros en el Art. 57. En efecto, en circunstancias
que cuando se dicta el Código casi todos los países hacían distinción entre
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRlNCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 31
nacionales y extranjeros, nuestro Código establece el principio general de
la igualdad.
En materia patrimonial, los contratantes se encuentran casi siempre
(salvedad hecha en los contratos de adhesión) en igualdad de condiciones
para discutir el contenido del contrato.
5. El principio de la buena fe
Nuestro Código civil es ejemplarizador al proteger la buena fe de los
contratantes y al sancionar o castigar duramente la mala fe. Más de 40
disposiciones, nos dice don Carlos Ducci, de nuestro Código se refieren a
la buena y a la mala fe.
Comienza el Código señalando en su título preliminar lo que se entiende
por dolo: "la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad
de otro". La mala fe aquí está asociada a una intención positiva, aunque a
veces se actúa de mala fe a través de una actitud meramente culpable (sin
intención) o sin mediar actitud alguna, es decir, sin hacer nada u omitiendo
una información esencial, como es el caso de la reticencia dolosiva.
El respeto de la buena fe se encuentra en todas las regulaciones de la vida
civil que contiene el Código, y en materia contractual, en todo el iter contrac-
tual, tanto en la etapa anterior a la conclusión del contrato, en el tratamiento
de los vicios de que puede adolecer la voluntad de los contratantes, en la etapa
de la ejecución de los contratos (los contratos deben ejecutarse de buena fe);
en la etapa de crisis del contrato, en donde éste debe de interpretarse, en la
etapa posterior a la completa ejecución del mismo, en donde muchas veces
las partes deben respetar cláusulas de exclusividad que se basan en la buena
fe en el uso de las informaciones obtenidas o de los medios empleados para
la realización efectiva de los fines del contrato.
En general, podemos decir que existe una presunción general de buena fe
en todo el ámbito del Derecho privado; es la mala fe la que no se presume
y, por lo tanto, debe de probarse en cada oportunidad.
Este principio de la buena fe contractual es inspirador, a su vez, de otros
principios o doctrinas, como la de la imprevisión, la doctrina de los actos
32 GONZALO Ruz LÁRTIGA
propios (venire contra factum proprium non valet) o la del error común
(Arts. 1013, 1576 inc. 2°) y, en general, en toda la denominada ''Teoría de
la Apariencia ".
La buena fe puede apreciarse en abstracto o en concreto. Particularmente
puede examinarse desde una perspectiva subjetiva y objetiva.
La buenafe subjetiva es la creencia que, por efecto de un error excusable,
tiene la persona de que su conducta no atenta contra el derecho de otro.
Tiene aplicación en varias normas de nuestro Código civil como los Arts.
122, 706 inciso 1°, 1842, 1859,2300.
La buena fe objetiva es la que consagra el Art. 1546, consiste en la
conducción correcta o leal en el contexto de las relaciones contractuales.
Se trata de una apreciación en abstracto a partir del comportamiento de
un estándar legal, por 10 que tiene un valor normativo flexible que queda
entregado primordialmente al criterio del juez.
6. El principio del enriquecimiento sin causa
Regularmente se habla de enriquecimiento sin causa como una infrac-
ción a un orden que es causal en materia de obligaciones. En efecto, toda
obligación, todo acto jurídico más generalmente hablando, debe tener una
causa, en términos amplios, una razón de ser o de deber ser, 10 que en De-
recho anglosajón se denomina consideration.
Así, todo aquello que enriquezca o aumente el patrimonio de una persona
debe situarse en una relación causal con la disminución o el empobreci-
miento patrimonial del otro, esta relación es además correlativa, aunque no
necesariamente de estricta equivalencia.
Como el Código civil es el Código de Derecho privado común, este
principio se encuentra en numerosas disposiciones de su texto como en
la accesión (Arts. 658 y ss.), en las prestaciones mutuas (Arts. 905 al
917), en la nulidad de los actos de un incapaz o en la nulidad del pago
(Arts. 1688 y 1578), en la lesión enorme dentro de la compraventa (Arts.
1889 y ss.).
EL CONTRATO, SUS FUNCIONES Y LOS PRINCIPIOS QUE INFORMAN LA CONTRATACIÓN 33
Todo aquello que es recibido sin causa o inmotivado no se entiende que
es donado, debe por lo tanto ser restituido, pues "el que da lo que no debe
no se entiende que lo dona", así la víctima tiene acciones para reclamar su
restitución (acrio in rem verso).
7. El principio de la responsabilidad
Más que un principio de Derecho privado es un principio general deDerecho, del ordenamiento jurídico.
La responsabilidad es un principio transversal que abarca temas de
Derecho público (la responsabilidad de los agentes del Estado, donde se
habla de responsabilidad política y administrativa), la responsabilidad de
los jueces por sus conductas ministeriales (donde se habla de responsabili-
dad ministerial o funcionaria), en el ámbito del Derecho privado, donde se
habla de responsabilidad civil y penal, distinción esta última que se recoge
con claridad a partir del Código de Napoleón.
La diferencia entre la responsabilidad penal que acarrea la comisión de un
delito y la responsabilidad civil, que consiste en la reparación de un perjuicio
o de un daño ilícitamente causado, se encuentra claramente establecida en
nuestro ordenamiento jurídico.
En materia civil, el Código la distingue en dos áreas fundamentales: La
responsabilidad contractual, es decir, la que incurren aquellas personas
que han incumplido una obligación derivada de un contrato, y la responsa-
bilidad extracontractual, aquella en la que incurren aquellos que dolosa o
culposamente han cometido un hecho o que han perpetrado un ilícito civil
que causa daño a un tercero.
Los partidarios de la unicidad de la responsabilidad dicen que en ambos casos
hay incumplimiento de una obligación: dentro de la primera es la obligación
contractual la que se incumple; mientras que dentro de la segunda es la obliga-
ción genérica de no causar daño injusto a otro la que se encuentra violada.
A pesar de no tener una regulación en su texto, las disposiciones comunes
de la responsabilidad de nuestro Código penniten su aplicación a la respon-
sabilidad precontractual que es aquella que se produce precisamente antes
que nazca el vínculo contractual personal, es decir, en el período de nego-
34 GONZALO Ruz LÁRTIGA
ciación del contrato. Se la incluye, por parte de nuestra doctrina, dentro de
la responsabilidad extracontractual pues no hay aún contrato; sin embargo,
no se trata de la violación dolosa o culposa de la obligación genérica de no
causar daño a otro, hay aquí la infracción específica de deberes morales o
precontractuales que han sido incumplidas, nos referimos a los deberes de
lealtad, buena fe, fidelidad, de información, etc., que gobiernan el período de
los tratos preliminares, por lo que debería considerarse los particularismos
que la hacen propia.
A la responsabilidad precontractual se le aplican también, por otra parte
de la doctrina, las reglas de la responsabilidad contractual, por ser éstas la
regla general.
En materia de responsabilidad, no podemos dejar de asociar ésta al
Derecho de prenda general de los acreedores (Art. 2465), por cuya virtud
"toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecu-
ción sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o
futuros, exceptuándose solamente los no embargables". Sin esta institución,
el Derecho de los daños o de la responsabilidad sería letra muerta.
CLASE N° 2
LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS
Seguiremos, en un primer momento, las clasificaciones legales y luego
las doctrinales, a fin de presentar un cuadro completo de las tipologías
contractuales más comunes.
A. CLASIFICACIONES LEGALES
La ley se encarga a partir del Art.143 7 del tratamiento de los contratos
(o de los actos jurídicos en términos más amplios), entregando una clasifi-
cación general a partir de la cual pueden adscribirse los distintos contratos
especiales que se regulan en el mismo Código y a los cuales, además, eljuez
deberá atender al momento de ser llamado a recalificar un contrato.
a. Contratos unilaterales y bilaterales (Art. 1439)
Todo contrato es una convención, es decir, un acto jurídico bilateral,
que requiere para su formación del consentimiento de dos o más partes.
El contrato es unilateral o bilateral según que imponga obligaciones sólo a
una de las partes o a ambas.
Tal clasificación tiene enorme importancia, pues hay una serie de problemá-
ticas que sólo se plantean a propósito de los contratos bilaterales, como 10 son
la teoría de los riesgos, la teoría de la imprevisión (y sus derivados, es decir, la
teoría de la revisión o de la resolución por excesiva onerosidad sobreviniente),
la resolución por incumplimiento de obligaciones, la excepción del contrato
no cumplido ("la mora purga la mora") o la cesión del contrato.
36 GONZALO Ruz LÁRTIGA
El contrato es unilateral cuando sólo una de las partes se obliga para con
la otra, que no contrae, en consecuencia, obligación alguna.
Es bilateral el contrato cuando ambas partes contratantes se obligan
recíprocamente. Hay sinalagmia perfecta.
Como se advierte, siendo el contrato generador de obligaciones, la ca-
tegoría de unilateral y bilateral es una categoría originaria, en el sentido
que aparece una vez perfeccionado el contrato, que es cuando nacen las
obligaciones. Por 10 que, para la ley, no hay categorías intermedias. Un
contrato nace unilateral o bilateral y muere como tal.
Sin perjuicio de 10 anterior, la doctrina de los autores discute la existencia
de una categoría intermedia, los denominados contratos sinalagmáticos
impelfectos, que serían aquellos contratos unilaterales que después de
perfeccionados, generan obligaciones para aquella parte que originalmente
aparecía dispensada de toda obligación.
Serían tales, por ejemplo, el depósito, el comodato o el mutuo (Arts. 2235,
2191 y 2192,2203). Las nuevas obligaciones, sin embargo, no emanan del
contrato sino de la ley. De ahí que el contrato no deje de ser unilateral.
Hay también una categoría contractual cercana al contrato bilateral, que
es el contrato plurilateral o asociativo. El Art. 1420 del Código italiano los
define como aquellos con dos o más partes, en los que las prestaciones de
cada una de ellas van dirigidas a la consecución de un fin común.
El contrato plurilateral o multilateral es realmente una categoría distinta
del contrato bilateral, pues en él las partes no se obligan recíprocamente.
Tomemos como ejemplo el contrato de sociedad, en donde claramente
los socios no se obligan recíprocamente a efectuar el aporte, pues esa
obligación la contraen para con la persona jurídica que se forma a partir
del contrato.
En la doctrina comparada, nos resume el profesor Barcia, se ha desa-
rrollado la idea del contrato plurilateral con algunos caracteres especiales.
Desde luego, el vicio del consentimiento que pudiere afectar a alguno de los
contratantes no afectará, por regla general, a la validez del contrato en su
LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS 37
totalidad. En segundo lugar, los contratos plurilaterales admiten la incorpo-
ración o salida de algunas partes. En tercer lugar, los contratos plurilaterales
tienen vocación de permanencia en el tiempo, a diferencia de los contratos
bilaterales, que normalmente se extinguen al paso de haber nacido.
b. Contratos gratuitos y contratos onerosos (Art.1440)
Esta clasificación de los contratos no dice relación con las partes que
resultan obligadas, sino con las partes que resultan beneficiadas.
El contrato oneroso es aquel del que ambas partes reportan beneficio y con-
trato gratuito es aquel del que sólo una de las partes obtiene un beneficio.
En consecuencia, no todo contrato unilateral es gratuito y no todo con-
trato bilateral es oneroso.
Unilateral oneroso es el mutuo de dinero (de la Ley N° 18.010), el de-
pósito en que se faculta al depositario para usar de la cosa en su provecho
(Arts. 2220 y 2222 N° 2), el como dato celebrado en utilidad de ambas partes
(Art. 2179), la prenda, fianza o hipoteca en que el tercero que contrata con
el acreedor reporta una utilidad del acreedor.
Bilateral gratuito es el mandato no remunerado y la donación con cargas
(o "con causa onerosa" como le llama nuestro Código).
¿Qué importancia tiene la clasificación de los contratos entre gratuitos
y onerosos?
Es importante, por ejemplo, en materia de gradación de la culpacontrac-
tual (Art. 1547), pues el deudor responderá, en ausencia de convención en
contrario, de un grado mayor o menor de culpa dependiendo del grado que
utilidad que le reporte el contrato. También lo es, en relación a la obligación
de saneamiento de la evicción (Arts. 1838 y ss., 1928 y ss., 2085), o de la
cláusula resolutoria tácita (Art. 1489), ambas propias de los contratos bila-
terales. Interesa también para determinar la relación entre estos contratos y
la propiedad de ser intuito personae, pues la regla no dice que los contratos
onerosos no son intuito personae, salvo excepciones, como la transacción
(Art. 2456); en cambio, los contratos gratuitos son, por regla general, intuito
personae.
38 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Tiene importancia también en relación a los presupuestos para el ejer-
cicio de la acción pau1iana (Art. 2468), para analizar cuándo el adquirente
de una cosa arrendada está obligado a respetar el arriendo (Art. 1962), para
la procedencia de la reivindicación en el pago de 10 no debido (Art. 2303),
entre muchas otras.
c. Contratos conmutativos o aleatorios (Art.1441)
Esta clasificación es propia de los contratos onerosos y, por lo mismo,
no es aplicable a los contratos gratuitos, 10 que se critica, por cuanto esta
norma supone injustificadamente que los contratos onerosos son siempre
bilaterales, en circunstancias de que un contrato oneroso puede ser, como
hemos visto, unilateral. Además, excluye de los contratos conmutativos a
aquellos que generan obligaciones de no hacer.
Esta clasificación atiende, entonces, al contenido de la obligación que
genera para las partes el contrato oneroso.
Contrato oneroso conmutativo es el que genera a una de las partes una
obligación de dar o hacer una cosa, cuyo contenido se mira como equiva-
lente a lo que la otra parte se obliga a dar o hacer a su vez. Es, en cambio,
oneroso aleatorio cuando la equivalente de lo que se debe dar o hacer por
cada una de las partes se funda en una contingencia incierta, de la cual una
de las partes pueda ganar o perder.
Definiendo el Código civil el contrato conmutativo sólo en relación al
contrato bilateral oneroso, podríamos señalar que, en general, contrato con-
mutativo es aquel en que las partes pueden, al momento de la conclusión del
contrato, apreciar o valorar la equivalencia de sus intereses representados
en los resultados económicos que esperan del contrato.
Como señala la doctrina acertadamente, únicamente en los contratos
conmutativos las partes están en condiciones de pronosticar si el contrato
les reportará utilidad o no, cómo, en cuánto y por qué. En el contrato alea-
torio ningún cálculo es posible. El destino del contrato queda enteramente
supeditado al azar, la suerte, a la total incertidumbre.
Nuestro Código califica de aleatorios el seguro, la renta vitalicia, el censo
vitalicio, el juego o la apuesta. El seguro es aleatorio desde el punto de vista
LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS 39
del asegurado, pero no lo es desde la perspectiva del asegurador, como lo ve-
remos oportunamente. En el caso de la compraventa de cosas que no existen
pero se espera que existan, el contrato puede ser conmutativo-condicional o
aleatorio-puro y simple, según las circunstancias (Art. 1813).
Esta clasificación de los contratos tiene importancia desde la perspectiva
de la lesión enorme y de la teoría de la imprevisión, que operan sólo en los
casos de contratos bilaterales onerosos y conmutativos.
d. Contratos principales y accesorios (Art.1442)
Esta clasificación mira a la autonomía o capacidad de subsistencia de
la convención.
Son principales los contratos que subsisten por sí mismos, por lo que no
requieren de otra convención. Los accesorios no pueden subsistir sin otra
convención, por lo que su autonomía de vida está limitada a la suerte del
contrato principal.
Nuestro Código, al definir el contrato accesorio, le asignó un objeto
que es el de asegurar el cumplimiento de una obligación principal, con lo
cual quiso demostrar que el contrato accesorio subsistirá mientras exista el
contrato principal, pues desde que se cumplen las obligaciones que nacen
de este último, el accesorio deja de existir también.
Lo anterior quiere decir que el Código supone que el contrato de garan-
tía no sólo es dependiente de una obligación principal, sino que además
tiene necesariamente por objeto garantizar esa obligación principal. Un
contrato que depende de otro, pero que no tiene por objeto garantizar el
cumplimiento de otro contrato es un contrato "dependiente", y en éstos lo
que se encuentra en riesgo no es su subsistencia sino su existencia, pues
precisamente dejan de existir si llega a existir el contrato principal, como
es el caso de las capitulaciones matrimoniales.
De ahí que los contratos principales se basten a sí mismos y accesorios
presupongan otra obligación a la que acceden. La importancia de esta cla-
sificación radica en el principio de que lo accesorio sigue la suerte de 10
principal (Arts. 2381 N° 3, 2434, 2516).
40 GONZALO Ruz LÁRTIGA
e. Contratos consensuales, reales y solemnes (Art.1443)
Esta clasificación mira a la forma corno la ley exige que se exprese o ma-
nifieste la voluntad necesaria para dar nacimiento al acto jurídico. Si para su
perfeccionamiento sólo se requiere del consentimiento, es decir, de la expre-
sión no fonnal de las voluntades de las partes, el contrato será consensual. Si,
en cambio, la ley exige que esa voluntad sea revestida de ciertas formalidades,
el contrato será solemne. En fin, si el legislador requiere que la voluntad se
exprese materialmente mediante la entrega de una cosa, el contrato sea real.
Los contratos consensuales son en Chile la regla general, aunque pareciera
que este consensualismo ha dejado su lugar de primacía al formalismo de
nuestros días, lo que en todo caso no los hace solemnes. Los contratos so-
lemnes son excepcionales, por lo que hay que interpretarlos restrictivamente.
En los contratos reales, el consentimiento puro y simple no basta, la ley
exige a quien consiente que entregue la cosa a fin de dar por perfeccionado
el contrato. Éste se transforma en acreedor de la obligación restitutoria.
B. CLASIFICACIONES DOCTRINARIAS
Siguiendo, entonces, la forma corno Jorge López Santa María divide el
estudio de los contratos, concentrémonos a partir de ahora en las clasifica-
ciones que ha efectuado la doctrina.
a. Contratos nominados o innominados, típicos y atípicos
Contratos típicos son los que la ley ha reglamentado en forma expresa,
por lo que generalmente les asigna un nombre, con lo cual son además no-
minados. En los contratos atípicos la ley no ha reglamentado su estructura,
forma, funcionamiento, y producto de ello, generalmente, no les ha asignado
una denominación determinada, por lo que son además innominados.
La regla general, entonces, es asociar los contratos típicos a los nominados
y los atípicos a los innominados, pero no son sinónimos.
Si uno analiza de cerca las expresiones "típico" e "innominado" no tienen
ninguna relación de sinonimia, jurídicamente hablando típico es algo que
LA CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 41
obedece a un tipo determinado, que responde a cada una de sus caracterÍs-
ticas, mientras innominado es algo que no tiene nombre.
Por lo mismo, no todos los contratos nominados son típicos ni todos los
contratos atípicos son innominados. Existe un sinnúmero de contratos que
son nominados pero no por ello son típicos, por ejemplo, cuando contratamos
un camión de mudanza celebramos un contrato de mudanza pero éste no
está regulado; lo mismo cuando contratamos a un jardinero, contratamos un
"mantenimiento de jardines" o de "talaje" de árboles sin que en parte alguna
se encuentre regulado; los escombros que mantenemos en nuestra propiedad
después de una remodelación los hacemos extraer por una empresa que nos ex-
tiende un contrato de retiro de escombros que es nominado pero no típico.
La existencia de loscontratos atípicos nace del principio de la libertad
contractual y no tiene más limitación que el cumplimiento de los requisitos
generales de todo acto jurídico y, en particular, los relativos al objeto lícito
y a la causa lícita.
Importancia. Resulta importante esta clasificación cuando las partes
no han previsto en el contrato atípico una determinada situación y surgen
conflictos en su interpretación, el juez debe recurrir a las disposiciones
supletorias de la ley, buscando la aplicación de las reglas del contrato tí-
pico más parecido. Este procedimiento de interpretación judicial se llama
"calificación". ¿Quiere decir esto que los contratos atípicos o innominados,
para seguir con la distinción criticada, no son ley para las partes?
Claro que no. Los contratos atípicos son ley para las partes, lo que sucede
es que los términos de ese contrato no son suplidos, salvo calificación en
contrario, por ninguna reglamentación determinada a priori.
b. Contratos de ejecución instantánea y de tracto sucesivo
Para recordarnos de estos contratos podemos cambiarle el nombre y
llamarlos contratos de cumplimiento instantáneo, de cumplimiento diferido
o de cumplimiento constante o escalonado en el tiempo.
Contratos de ejecución instantánea son aquellos en que las obligaciones
nacen y se cumplen apenas se celebra el contrato que las genera. Podemos
42 GONZALO Ruz LÁRTIGA
decir que el contrato nace y se extingue apenas celebrado, como sucede cuando
compramos un café de contado en la cafetería. Si el contrato se perfecciona
en el acto pero su cumplimiento queda diferido en el tiempo, estamos frente
al contrato de ejecución d?ferida (ejemplo, compraventa a plazo).
Contratos de tracto sucesivo, en cambio, son aquellos en que el nacimien-
to de las obligaciones del mismo modo que su cumplimiento, se prolongan
en el tiempo, como en el arrendamiento, contrato de trabajo o contrato de
suministro de servicios básicos.
Importancia. En los contratos de ejecución instantánea, sea de cumpli-
miento instantáneo o diferido, la nulidad y la resolución operan retroacti-
vamente. En cambio, en los contratos de tracto sucesivo, la nulidad o la
terminación operan sólo hacia el futuro.
La distinción de los contratos de ejecución instantánea tiene interés
también en relación a la teoría de los riesgos, a la extinción del plazo por
su caducidad, legal o convencional, o a la teoría de la imprevisión.
c. Contratos individuales y contratos colectivos
Contrato individual es aquel para cuyo nacimiento o formación es indis-
pensable la manifestación de voluntad de todas las personas que resultan
jurídicamente vinculadas.
El contrato colectivo es aquel que obliga a personas que no concurrieron
a celebrarlo, que no consintieron o que incluso disintieron.
El contrato colectivo es, pues, una excepción al principio de la relatividad
de los efectos de los contratos.
d. Contratos de adhesión, de libre discusión, forzoso y dirigido
De libre discusión son aquellos contratos en que las partes se encuentran
en un pie de igualdad, y tienen plena libertad para discutir el contenido de
las cláusulas contractuales. Son la regla general. Se les llama también actos
jurídicos abiertos.
LA CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS 43
Contrato dirigido es aquel cuyos elementos básicos o esenciales se en-
cuentran regulados en la ley, las partes no pueden modificarlos o alterarlos.
Porque la ley supone que las partes no están en una condición de igualdad,
entra a regular las condiciones mínimas del acto. Ej.: contrato de trabajo.
Alessandri lo definía como aquel "reglamentado y fiscalizado por los
poderes públicos en su formación, ejecución y duración o aquel en que el
poder público establece la fijación predetenninada y oficial de algunas de
sus principales condiciones".
Como se advierte en estos contratos, generalmente el poder público,
interviene fijando imperativamente las cláusulas más relevantes a fin de
cautelar los intereses de la parte más débil.
Contratos forzosos son aquellos que el legislador obliga a celebrar para
desarrollar una determinada actividad. Por ejemplo, los estatutos de las coo-
perativas o asociaciones gremiales y en algunos casos el contrato de seguro
(cuando debemos contratar uno para sacar el permiso de circulación).
En el contrato forzoso, entonces, el legislador obliga a ciertas y deter-
minadas personas a celebrarlo o darlo por celebrado.
Hay contratos que se celebran forzadamente por causa de circunstancias
de hecho excepcionales, como el depósito necesario, pero ello no los hace
contratos forzosos.
El profesor López Santa María clasifica estos contratos forzosos en dos
tipos: el contrato forzoso ortodoxo y el contrato forzoso heterodoxo.
El contrato forzoso ortodoxo o puro tiene dos etapas. En una primera
etapa existe una orden o mandato de la autoridad exigiendo contratar. En la
segunda el contratante celebra el contrato libremente, en el sentido que puede
elegir su contratante y determinar el contenido de las cláusulas respectivas.
Por ejemplo, en el Art. 374, que se refiere a la obligación de rendir caución a
los guardadores; o en el Art. 775, la misma obligación para el usufructuario;
la del Art. 30 de la ley N° 18.045, la obligación de rendir caución para los
corredores de bolsa, o más cotidianamente, sobre todo en el mes de marzo de
44 GONZALO Ruz LÁRTIGA
pago de pennisos de circulación, el del seguro obligatorio para los vehículos
motorizados.
En el contrato forzoso heterodoxo, en cambio, no hay libertad contractual
alguna o autonomía de la voluntad ni de fondo ni de fonna, pues el legislador
elabora el contrato "de un solo golpe", como dice el autor citado.
En efecto, todo el contenido del contrato viene predetenninado por la
autoridad.
Pongamos el caso de la enajenación de empresas quebradas como unida-
des económicas, por el solo ministerio de la ley, se entienden constituidas
hipotecas en los inmuebles y prendas en los muebles, para garantizar las
obligaciones del adquirente (Art. 129 de la ley N° 18.l75).
Los contratos de adhesión o estandarizados son aquellos en que una de
las partes tiene la facultad de imponer a la otra todas las condiciones del
acto o contrato, restándole a la otra sólo la libertad para aceptar o rechazar
la celebración del acto.
De aceptarlo, rigen todas las condiciones preestablecidas unilateralmente
por la que ofrece el contrato, por ello las partes no están en pie de igualdad,
una está subordinada a la otra y la autonomía de la voluntad se ve reducida.
El derecho protege en este punto a la parte más débil, ya sea interpretando
el contrato en caso de dudas en contra de los intereses de la parte que lo
redactó o imponiéndole detenninadas obligaciones como las que se señalan
en la Ley de Protección al Consumidor.
La discusión ya clásica, acerca de la naturaleza contractual de los con-
tratos de adhesión, ha llevado a una parte de la doctrina a considerarlos más
propiamente actos jurídicos unilaterales cuyos efectos, una vez verificada
la adhesión por el tercero, se detenninan según la sola voluntad del oferen-
te. Sin embargo, se mantiene su categoría contractual pues el contratante
es libre de contratar o no, asignándoseles al juez o la ley la posibilidad de
restablecer los desequilibrios originarios.
En efecto, la ley en ciertos casos pennite la denuncia y posterior exclusión
de ciertas cláusulas en los contratos de adhesión que considera leoninas o
abusivas; en otros casos, prefiere un mecanismo preventivo por el que se
LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS 45
exige la necesidad de la aprobación previa por la autoridad de los modelos
de ciertos contratos.
e. Contratos preparatorios y definitivos
El contrato preparatorio o preliminar también denominado precontrato o
avant contrato es el que tiene por objeto establecer las condiciones necesarias
a fin de hacer posible la celebración de un contrato en el futuro. Generan una
obligación de hacer, que consisteprecisamente en suscribir dentro de un plazo
o verificada que sea una condición el contrato futuro que preparan. Son de
este tipo los contratos de promesa de celebrar un contrato (Art.1554).
El contrato definitivo. en cambio, es aquel que no tiene por objeto
establecer condición alguna para la celebración de un contrato posterior.
Precisamente el contrato definitivo es aquel que se celebra en cumplimiento
de la obligación contraída en el contrato preparatorio
C. OTRAS CATEGORÍAS CONTRACTUALES
Sigamos con el mismo plan de trabajo del profesor López Santa María.
a. El contrato tipo
El contrato tipo responde a la corriente jurídica denominada de estanda-
rización contractual, por ello se trata de acuerdos de voluntades en que las
partes predisponen las cláusulas de futuros contratos o establecen lo que se
denomina "condiciones generales de la contratación", que van a repetirse
una y otra vez.
Siguiendo al profesor Leslie Tomasello, podemos decir que son aque-
llos en que se estipulan las condiciones generales que deberán observar
los contratos individuales ulteriores ante las partes, las cuales habrán de
ser aceptadas por ellas a través de la elaboración de un modelo o estándar,
contenido en un formulario destinado a servir de base a los contratos que
más adelante se concluyan.
Podemos decir que tienen la ventaja de reducir la fase de negociación,
pero presentan el gran inconveniente de que se prestan para la introducción de
cláusulas abusivas, como renuncia a derechos, plazos de caducidad ("cláusulas
de aceleración"), renuncia a acciones, cláusulas de irresponsabilidad.
46 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Hay contratos tipo unilaterales (que en el fondo son además de adhesión)
como las pólizas de seguros, los contratos de transporte aéreo, y contratos
tipo bilaterales (como los contratos individuales de trabajo luego de una
negociación colectiva).
Los contratos tipos se encuentran regularmente vinculados a los contratos
de adhesión, pues aquel es normalmente el instrumento del que se vale el
oferente en la contratación de adhesión.
Resulta interesante exponer aquí la reflexión del profesor Tomassello,
quien señala que entre el contrato de adhesión, el contrato dirigido y el
contrato tipo hay muchas veces una relación secuencial. En efecto, "los con-
tratantes, ya sea individualmente o conjuntamente con el grupo económico
de que forman parte, cuando están en condiciones de dictar a sus futuros
clientes o contrapartes los términos del contrato, suelen elaborar un contrato
tipo que en el futuro será fuente de contratos singulares de adhesión, con
los riesgos que una contratación de esta naturaleza encierra y que muchas
veces mueve al poder público a intervenir para dirigir el contrato, dándose
el fenómeno del contrato dirigido .. ".
b. El contrato-ley
Podemos definirlo como aquel tipo de contrato mediante los cuales el Es-
tado garantiza que hacia el futuro (aunque normalmente dentro de un espacio
de tiempo limitado), no se alterarán esos estatutos jurídicos excepcionales
otorgados corno incentivo, regalía o franquicia a un momento dado.
En materia tributaria, para atraer inversionistas o para beneficiar con una
carga impositiva menor a un sector, se establecen franquicias tributarias
bajo esta forma de contratación.
c. El subcontrato
Es aquel contrato nuevo derivado y dependiente de otro contrato de la
misma naturaleza.
La profesora Baeza 10 define corno "aquel contrato en virtud del cual
una parte transfiere a otra, por vía de una sucesión constitutiva, derechos u
LA CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS 47
obligaciones que han nacido para ella de una relación contractual previa,
sin que esta última relación se extinga".
Nuestro Código lo admite en el arrendamiento, cuando entrega al arren-
datario la facultad de subarrendar, en el mandato cuando entrega la facultar
de delegarlo al mandatario, o en el contrato de construcción por suma alzada
(Art. 1003 N° 5) Y en el contrato se sociedad (Art. 2088).
La expansión del subcontrato ha sido desarrollada en el último tiempo
en Chile en el área laboral y de la construcción, en donde los denominados
"subcontratistas" y, en especial, sus trabajadores eran excluidos de las más
elementales normas de protección para los dependientes de ese sector.
d. El autocontrato
Podemos decir que es el acto jurídico que una persona celebra consigo
misma, pero en calidades diferentes. No es, por tanto, necesaria la concu-
rrencia de otra persona, en razón de que el compareciente actúa a la vez
como parte directa y como representante de otra, o bien simultáneamente
como representante de partes diferentes, o bien, por último, como titular
de dos patrimonios (o fracciones de un patrimonio) sometidos a estatutos
jurídicos diferentes.
Pongamos ejemplos al respecto.
Imaginemos que actuamos dentro de un negocio como vendedores di-
rectos de una cosa y como mandatarios del comprador para adquirirla. O
viceversa, donde vemos el caso del mandatario que compra para sí lo que
el mandante le ha ordenado vender, siempre que no le haya sido prohibida
la operación.
Podemos actuar para comprar una cosa de un tercero como mandatarios
del comprador y a la vez como mandatarios del vendedor (como los corre-
dores de la Bolsa de Comercio).
Fuera de la hipótesis del conflicto de intereses que éste genera, la cuestión
acerca de la naturaleza contractual del autocontrato parece ya superada,
por cuanto es perfectamente posible que una persona expresa no sólo su
48 GONZALO Ruz LÁRTIGA
propia voluntad, sino la de otro u otros. Sostener lo contrario sería negar la
existencia de la representación.
Alessandri, sobre el punto, negaba la calidad contractual al sostener
que se trataba de un acto jurídico unilateral, toda vez que un contrato era la
conciliación de voluntades opuestas, lo que en la especie no ocurriría. Claro
Solar, en tanto, sostenía que el auto contrato era propiamente contrato, pues se
manifestaban dos voluntades diferentes por parte de una misma persona.
Lo importante es revelar, como lo hace Tomasello, una regla general que
parta de la admisión de la naturaleza contractual del aucontrato. Esta regla
sería que el autocontrato resulta inadmisible en todos los casos en que la
ley lo haya prohibido expresamente y en todos aquellos en que suscite un
conflicto de intereses, aunque no exista un texto legal que expresamente lo
prohíba, puesto que las prohibiciones legales están basadas precisamente
en la contraposición de intereses y cuando la ley ha querido permitir la
auto-contratación, no obstante tal contraposición de intereses la ha sometido
a determinadas condiciones que deben llenarse si se pretende que el acto
tenga valor; de lo contrario, no valdrá, así como no valen los expresamente
prohibidos.
CLASE N° 3
CONTENIDO y EFECTOS DE LOS CONTRATOS
A. GENERALIDADES
Hablar del contenido de los contratos nos evoca inmediatamente uno de
los principios que informan la contratación: la autonomía de la voluntad,
principalmente en su aspecto de fondo que tiene directa relación con el
principio de la libertad contractual, por cuanto las partes son libres en ra-
zón de que son movidos por su propia voluntad para fijar el contenido del
contrato que celebran, es decir, para determinar las cláusulas del mismo,
cuidando por cierto de respetar la trilogía de base que ya estudiamos (ley,
orden público y buenas costumbres).
Decíamos, además, que del principio de la autonomía de la voluntad
se derivan subprincipios como es el del consensualismo y el de la libertad
contractual, ya mencionado, el de la fuerza obligatoria y el del efecto rela-
tivo de los contratos.
Los dos primeros subprincipios los relacionaremos directamente con la
génesis o nacimiento del contrato y en parte con su contenido, mientras los
dos últimos con los efectos de los contratos. De esta manera, abriremos y
cerraremos esta clase.
a. El contenido de los contratos
Fijar el contenido del contrato nosobliga, primero, a redescubrir el
estudio de los elementos propios de todo acto jurídico (el contrato lo es,
bilateral).
50 GONZALO Ruz LARTIGA
En todo contrato (yen todo acto jurídico en general) debemos ana-
lizar si se dan los elementos de existencia y los de validez que hacen
posible que la convención pueda nacer, válidamente además, a la vida
del derecho.
Dentro de los elementos de la esencia, estudiábamos los que son ge-
nerales a todo acto jurídico, entre los cuales reconocíamos los elementos
de existencia, y aquellos especiales para cada convención. Los primeros
los encontrábamos en la primera parte de la definición del Art. 1444,
es decir, aquellos sin los cuales el acto o contrato no producía efecto
alguno, mientras que los segundos los encontrábamos en la segunda
parte del mismo, cuando se señalaba que sin ellos el contrato degenera
en otro diferente.
El contrato, además, se integra de los llamados elementos de la natura-
leza, aquellos que no siendo esenciales en la forma señalada se entienden
pertenecerle sin necesidad de cláusulas especiales.
Finalmente, las partes podían incorporar al contrato todos los pactos
especiales que estimaran convenientes, lo que la ley llama elementos acci-
dentales, que adquieren importancia, cuando producen como efecto el de
alterar los efectos normales del contrato, ocasión en la que estudiamos las
llamadas "modalidades".
Sin embargo, los elementos accidentales del contrato no se refieren
siempre necesariamente a las modalidades, en general, podemos decir que
todo elemento incorporado por medio de una cláusula especial al acto o
contrato que no sea de aquellos de la esencia o naturales, modifiquen o no
los efectos normales del contrato, son elementos accidentales.
Pues bien, tenemos entonces a las partes libres de decidir si contratan o
no, y decididas a contratar libres para fijar el contenido del mismo.
Estudiábamos con ocasión de la clasificación de los contratos, y en par-
ticular, con el acápite de las otras formas contractuales, que esta libertad de
contenido del contrato se nos limita fuertemente cuando el Estado interviene
en sus cláusulas (contrato dirigido y contrato forzoso), o bien cuando una
de las partes ofrece el contenido del mismo a la otra, la que sólo se puede
CONTENIDO y EFECTOS DE LOS CONTRATOS 51
sentir libre de contratar o no, pero no de discutir el contenido de las cláusulas
(contratos de adhesión).
La gran mayoría de los contratos, afortunadamente, continúan de ser
libremente discutidos, por lo que las partes pueden esforzarse en fijar su
contenido.
En esta parte cobra relevancia el rol que ocupa el jurista en el contenido
del contrato.
El contrato nunca debe dejar de ser la técnica jurídica que refleje, pri-
mero que todo, los intereses de los contratantes. El jurista, entonces, puede
servirse de los modelos o estándares, pero no subyugarse a ellos.
Al momento de contratar no debe sino velar porque el contrato refleje
lo querido por las partes. Este es el fin del contenido del contrato.
b. Ejecución y efectos de los contratos entre las partes
y respecto de terceros
Desde el preciso momento en que las voluntades de los contratantes se
reencuentran (la oferta del solicitante y la aceptación del destinatario) tratán-
dose de contratos consensuales, o desde el momento en que por mandato de
la ley se exteriorizan en una forma determinada esas voluntades (mediante
la entrega en los contratos reales y la observancia de las formalidades reque-
ridas en los contratos solemnes), el contrato comienza a producir efectos,
es decir, nacen de él las obligaciones respectivas.
El contrato, entonces, desde ese momento puede ejecutarse, entendido
este último término como "cumplimiento". En otras palabras, desde el mo-
mento en que el contrato se perfecciona, las obligaciones que de él derivan
deben cumplirse.
De toda evidencia, en esta parte, habrá que estar a la forma del contrato,
es decir, si se trata de un contrato cuyas obligaciones se cumplen instantá-
neamente o su cumplimiento es diferido o escalonado en el tiempo, en el
primer caso hablábamos de contrato de ejecución instantánea; en el segundo,
de ejecución diferida y, en el tercero, de tracto sucesivo.
52 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Salvo la existencia de una modalidad que altere los efectos normales del
acto (contratos sujetos a modalidad), el contrato va a producir sus efectos
in actum (contratos puros y simples).
Pues bien, la regla general es que los efectos del contrato alcancen a
las partes que con su propia voluntad o debidamente representados han
concurrido a celebrarlos.
Excepcionalmente los contratos, en sus efectos, alcanzarán a terceros
que no han participado en su generación.
Estas excepciones ya las analizamos con ocasión del estudio del principio
de la fuerza obligatoria de los contratos y su corolario del efecto relativo
de los mismos.
¿Por qué el contrato es obligatorio para las partes, por qué es una ley
para ellas?
Se ha pretendido justificar la obligatoriedad del contrato por varias ra-
zones, que muchas veces escapan al Derecho positivo para adentrarse más
en una cuestiónjus-filosófica.
Jeremías Bentham, gran representante del utilitarismo, justifica la obli-
gatoriedad del contrato en la noción de utilidad o interés individual, que
impulsa -por motivos de conveniencia- a cumplir las promesas. Así, los
contratos tienen fuerza obligatoria porque es útil y conveniente para los inte-
resados que las promesas se cumplan. De no cumplirse, nadie contrataría.
Samuel Von Pudendorf, filósofo alemán del Derecho natural, basaba la
obligatoriedad del contrato en un pacto social tácito, según el cual cada
hombre se compromete con los demás a guardar fidelidad a su palabra.
Giorgi, el gran jurista italiano, por su parte recurría al concepto de ve-
racidad, pues estando el hombre obligado a decir la verdad y a obrar en
conformidad a ella, este deber se presenta al momento de obligarse.
Otro jurista italiano como Ruggiero, postulaba que el verdadero funda-
mento de la obligatoriedad del contrato se encuentra en la voluntad o más
CONTENIDO y EFECTOS DE LOS CONTRATOS 53
precisamente en la "unidad de la voluntad contractual". Las voluntades
individuales al momento de rencontrarse pierden su propia autonomía y
al fundirse dan lugar a una voluntad unitaria (voluntad contractual). Las
voluntades aisladas no pueden sustraerse a la voluntad contractual, porque
su contenido se ha independizado totalmente.
En fin, que el contrato es ley y obliga no hay dudas, porque las partes
así 10 han querido. La ley del contrato 10 es, en todo caso, sólo para ellas y
no para los terceros.
Por el efecto expansivo del contrato, el contrato mismo se transforma
en una realidad jurídica que crea situaciones jurídicas con efecto general
o erga omnes. El contenido del contrato se hace público, como si en cierta
medida generara un estatuto propio, respetado y respetable por todos.
Es en este fenómeno de expansión que el contrato se revela a terceros
que pueden, por cierto, verse afectados por los efectos del acto, pero en esos
casos no hablamos de excepción al principio del efecto relativo de las con-
venciones, sino de aplicación del principio de la expansión del contrato.
CLASE N° 4
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS
A. GENERALIDADES
La interpretación de la ley del contrato, al igual que la interpretación
de la ley general, es un proceso en el cual el intérprete se sitúa entre la
voluntad de las partes y el caso concreto en que pretende aplicarse. En la
interpretación de la ley general el grado de abstracción de la regla impone
la necesidad racional de adaptarla al caso concreto. En la interpretación de
la ley del contrato, no existe normalmente tal abstracción, 10 que se pide
es disipar las dudas en su aplicación y resolver las contradicciones en su
redacción (lo que a veces motiva también la intervención del juez en rela-
ción a la ley general).
Interpretanauténticamente la ley del contrato, las partes mismas que
le han dado nacimiento, a través de las convenciones complementarias
al pacto o addendum. La interpretación por vía de autoridad se le entrega
al juez, quien desentraña la voluntad de las partes o descubre la utilidad
económica del mismo, pero sin desnaturalizar su contenido, pudiendo sólo
llegar a calificarlo adecuadamente de ser necesario.
De ahí que la interpretación judicial de los contratos tenga una enorme
importancia práctica, toda vez que permite definir los efectos del contrato
a falta de acuerdo entre las partes.
En la interpretación de la ley del contrato el juez busca la voluntad per-
dida de las partes. Si esa voluntad es conocida pero se encuentra inadaptada
a la realidad, por un cambio de circunstancias, el juez procede a la revisión
56 GONZALO Ruz LARTIGA
del contrato. Como decía elegantemente Carbonnier: La interpretación es
un homenaje rendido a la autonomía de la voluntad, mientras que la revisión
parece desmentirla.
En estricto rigor, entonces, no se interpreta sino la ley del contrato. Cuando
hablamos de interpretación del contrato, nos referimos al proceso de califica-
ción contractual, que es la definición del contrato, la atribución de las carac-
terísticas típicas legales al pacto en cuestión, cuando éstas merecen dudas.
Básicamente pueden ser interpretados de una manera subjetiva y de una
manera objetiva.
En el primer caso, se pretende buscar la intención o voluntad de los con-
tratantes. En el segundo caso se intenta descubrir, al margen de la voluntad
de los contratantes, cuál es la aplicación más eficiente o útil del mismo o
qué es lo que en justicia parece más razonable.
a. El método de la interpretación subjetiva de los contratos
El método subjetivo o teoría de la voluntad, que seguiría según opinión
mayoritaria nuestro Código civil, se basa en la búsqueda de la voluntad real
de las partes, causa eficiente del contrato, más que en la fórmula escrita o
voluntad declarada.
El Código chileno reflejaría este método en el Art. 1560 que señala:
Conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella
más que a lo literal de las palabras.
Se concluye con ello que todo nuestro sistema legal interpretativo se
sustenta en las intenciones de los contratantes. La regla del Art. 1560 ex-
presaría el ideal del voluntarismo jurídico liberal.
El método impulsa al intérprete a desarrollar un trabajo de investigación
sicológica. Se trata de una labor muy compleja que, de llegar a tener éxito,
muchas veces será gracias al buen sentido más que a las normas legales sobre
interpretación que supuestamente sirven de guía o ayuda al intérprete. En
todo caso, se puede decir que la misión del intérprete consiste en establecer
presunciones, nunca certezas, acerca de la voluntad común. Ahora bien, el
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS 57
juez no debe detenerse en el sentido literal de los ténninos, sino que debe
tomar en consideración las "circunstancias de la especie", es decir, todos
los hechos susceptibles de esclarecer el sentido de la convención. Esta idea
la recoge nuestro Código al señalar en el art 1564 inc. 2° que "las cláusulas
de un contrato podrán también interpretarse por las de otro contrato entre
las mismas partes y sobre la misma materia".
La intención sobre la redacción.
El texto, los ténninos que han utilizado las partes, no tendrían más valor
para el intérprete que el de cualquier otro elemento de apreciación intrínseco
o extrínseco al contrato, para descubrir la real voluntad de las partes.
La redacción del Art.1560, sin embargo, parece dar esa imagen tan sólo
en una primera y superficial lectura. En efecto, claramente este artículo
contempla una hipótesis secundaria, anonnal, una hipótesis de contradicción
entre la intención y el texto. La primera hipótesis, la nonnal, aquella en que
no haya contradicción se parece a la primera hipótesis de la interpretación
de la ley general: Cuando el texto del contrato es claro, no se desatenderá
su tenor literal a pretexto de consultar la real intención de las partes.
Salvo que la ley suponga lo anonnal, es decir, que las partes no son sujetos
racionales, y que presentan una grosera asimetría entre lo que piensan y lo
que exponen, la regla ausente del texto es la primera regla de interpretación
del contrato.
Se presume lo normal, la buena fe en el actuar de los contratantes,
lo contrario sería presumir que los contratantes hacen declaraciones
contrarias a su real intención y ello es presumir la mala fe de los con-
tratantes.
En caso que el texto sea confuso, contradictorio, o pennita dobles aplica-
ciones, el intérprete podrá iniciar su investigación acerca de cuál fue la real
intención de las partes. Descubierta, ella dará claridad al texto, pudiendo
-en el límite incluso- imponerse a él.
Pero para llegar a detenninar la confusión, contradicción o ambigüedad
que se le imputa al texto, deberá necesariamente el intérprete comenzar por
58 GONZALO Ruz LÁRTIGA
el texto mismo. Y sobre la intención que se extrae del texto aquel (¿Qué
habrán querido decir?), fijará en su ruta el intérprete el primero de los
indicios para dar con la real voluntad de las partes.
Llama poderosamente la atención que la doctrina clásica en Chile
invoque el inciso segundo del Art.1564 para justificar el método subje-
tivo, señalando que el juez no debe detenerse en el sentido literal de los
términos, sino que debe tomar en consideración las "circunstancias de la
especie". En efecto, el Art.l564 inc. 2°, señala que "las cláusulas de un
contrato podrán también interpretarse por las de otro contrato entre las
mismas partes y sobre la misma materia". En otras palabras, para inter-
pretar las cláusulas dudosas, oscuras o contradictorias de un contrato,
podrá recurrirse al tenor, texto o fórmula utilizada en otro contrato entre
las mismas partes y sobre la misma materia.
En ninguna parte dice que para interpretar las cláusulas de un contrato
podrá recurrirse a la real intención que han tenido las partes al celebrar otro
contrato entre ellas mismas y sobre la misma materia.
A nuestro entender, y con ello concordamos absolutamente con el profesor
Barcia, el tenor literal del Art.1560 "parece inclinarse por la interpretación
objetiva del contrato".
En el método de la interpretación objetiva de las reglas del contrato, la
fórmula empleada al redactar el contrato tiene un valor en sí misma. Exprime
la voluntad de las partes, que normalmente declaran lo que quieren, al menos
cuando actúan de buena fe. La real intención de las partes será investigada
sólo en la medida en que el tenor de sus cláusulas no la incorpore.
a.1. Situaciones que llaman al juez a
interpretar la ley del contrato
Las controversias que hacen necesaria la interpretación de un contrato
pueden ser innumerables, pero podrían agruparse del siguiente modo:
1. Ambigüedad en el contrato. Las cláusulas del contrato admiten dos o
más sentidos diferentes y perfectamente razonables. Puede producirse esta
situación ya sea por palabras o frases equívocas.
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS 59
2. Oscuridad del contrato. El contrato tiene contradicciones internas,
de modo tal que no presenta ningún sentido determinado. Un contrato, por
ejemplo, puede contener referencias que permitan calificarlo de donación
y otras que sólo lo expliquen como compraventa.
3. Los términos del contrato son claros, pero inszificientes o excesivos o
se han empleado de manera dudosa.
Nuestro Código no sólo contempla reglas de interpretación, sino que tam-
bién establece casos de interpretación legal, esto es, hipótesis o situaciones
fácticas en las cuales el legislador directamente da la solución, con lo cual
el juez deberá limitarse a aplicarla en todos los casos que correspondan a
la hipótesis legal.
Como nos lo enseña la doctrina de los autores, en ciertos casos el le-
gislador fija el sentido que deberá atribuirsea una determinada cláusula
dudosa si las partes la introducen en algún acto o contrato, sin explicar su
extensión (Arts. 567 a 575, 1242 a 1244, 1823, 1829, 1874, 1879, 1956).
En otros casos, el legislador al constatar que los contratantes no se han
pronunciado sobre un aspecto particular de la convención, suple el silencio
"adivinando" cuál habría sido la voluntad de los contratantes si hubiesen
previsto la hipótesis legal. Por último, hay casos en que la voluntad de las
partes es derechamente interpretada por el legislador, como cuando en el
momento de la celebración del matrimonio, los contrayentes si nada dicen,
se entiende celebrado bajo el régimen de sociedad conyugal.
a.2. Las reglas de interpretación de los contratos
Las reglas de interpretación las podríamos clasificar en dos grandes
bloques, según se refieran a los elementos intrínsecos o a los elementos
extrínsecos del contrato.
1. Reglas de interpretación relativas a los
elementos intrínsecos del contrato
Esto es, reglas que llevan a interpretar el contrato en sí mismo, conside-
rando sólo los elementos que es posible hallar en él. Estas reglas carecen
de jerarquía. No hay entre ellas un orden de preferencia.
60 GONZALO Ruz LARTIGA
Primera regla. Regla de la armonía de las cláusulas (Art.1564 inc.l 0).
Parte de la base que el contrato es un todo, distinto de la suma de sus
cláusulas, pues dispone que las cláusulas de un contrato se interpretarán
unas a otras, dándoles el sentido que mejor defina el contrato. Supone con
ello que en todo contrato las cláusulas son interdependientes.
Segunda regla. Regla de la utilidad de las cláusulas (Art.1562).
Reza la regla que al momento de interpretar la cláusula debe preferirse
el sentido en que la cláusula pueda producir algún efecto, desestimando
aquel en el cual no ha de producir efecto alguno.
Pothier ponía el siguiente ejemplo: Se conviene entre Pedro y Pablo que
Pablo "podrá pasar por sus heredades". Aunque puede interpretarse que se
refiere ya sea a las heredades de Pedro o a las de Pablo, debe interpretarse que
se refiere sólo a las de heredades de Pedro, ya que no tendría sentido ni efecto
la cláusula en que se autoriza a Pablo a pasar por sus propias heredades.
Esta regla, eso sí, no se puede invocar como pretexto para validar una
cláusula nula.
Tercera regla. Regla del sentido natural. (Art. 1563 inc.l 0).
Parte de la misma base que la regla primera. Si el contrato posee una
naturaleza definida, la interpretación, en ausencia de voluntad contraria,
debe encuadrarse con esa naturaleza. Lo que es finalmente obvio, pues de
10 contrario el juez estaría desnaturalizando el pacto.
Por ejemplo, si no aparece del contrato que las partes han querido celebrar
otro contrato y no uno de arrendamiento de predios urbanos, entonces al
interpretar la cláusula sobre los períodos de pago de las rentas, se deben en-
tender mensuales, pues ella cuadra mejor con este tipo de arrendamiento.
2. Reglas de interpretación relativas a los
elementos extrínsecos del contrato
Busca fuera del contrato las denominadas "circunstancias de la especie".
LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS 61
Primera regla. Regla de la aplicación restringida del texto contractual.
(Art. 1561).
La regla es así: Por generales que sean los ténninos de un contrato, sólo
se aplicará a la materia sobre que se ha contratado.
Citemos un ejemplo de nuestra jurisprudencia. Si se estipula que en la
administración de los bienes del poderdante, podrá el banco mandatario
prestar y exigir fianzas, la facultad de afianzar que se concede sólo se
refiere al otorgamiento de fianzas dentro de la administración de los bie-
nes del poderdante. En relación a la transacción, se repite la regla en el
Art. 2446. Si se llega a una transacción en un juicio de nulidad de un embar-
go, ello no obsta a que se podría demandar con posterioridad indemnización
de perjuicios producidos por la traba del embargo.
Segunda regla. Regla de la natural extensión de la declaración. (Art.
1565).
Cuando en un contrato se ha expresado un caso para explicar la obliga-
ción, no se entenderá por sólo eso haberse querido restringir la convención
a ese caso, excluyendo los otros a que naturalmente se extienda.
Ejemplo de Pothier: Si en una capitulación matrimonial se dice que los
esposos estarán en comunidad de bienes, en la cual entrará el mobiliario de
las sucesiones que pudiere tocarles, ello no obsta a que entren al régimen
todas las demás cosas que de acuerdo a la ley corresponde que ingresen.
Tercera regla. Regla del complejo contractual. (Art. 1564 inc. 2°).
Le damos esa denominación, porque la regla pennite al intérprete de
una cláusula de un contrato interpretarla por las de otro contrato entre las
mismas partes y sobre la misma materia. Lo anterior supone un completo
contractual entre las partes, es decir, que están vinculadas por más de un
contrato, sean anteriores o posteriores al contrato cuya cláusula se trata
de interpretar.
Cuarta regla. Regla de la interpretación auténtica (Art. 1564 inc. 3°).
Esta regla pennite al intérprete recurrir a la aplicación práctica que hayan
hecho de las cláusulas que se interpretan ambas partes, o una de ellas con
aprobación de la otra.
62 GONZALO Ruz LÁRTIGA
En el fondo, los contratantes mediante la aplicación práctica del contrato
lo han "interpretado" de común acuerdo y en un mismo sentido. En claro,
es aplicación de la teoría de los actos propios, pues el contratante que en
la aplicación práctica le da un detenninado sentido, no podría después ir
contra sus propios actos intentando desvirtuar esa interpretación.
3. Reglas subsidiarias de intelpretación contractual
La regla de las cláusulas usuales (Art. 1563 inc. 2°).
Expresa esta regla que: "Las cláusulas de uso común se presumen aunque
no se expresen".
Se refiere al fenómeno de la integración contractual (Art.1546) o al rol
que cumplen los elementos de la naturaleza del contrato frente el silencio
de las partes.
La regla de la última alternativa (Art. 1566 inc.l 0).
Esta nonna es estrictamente supletoria. Se interpreta a favor del deudor.
Pero no se sustenta en la equidad como se ha creído, sino en la regla de
que incumbe probar las obligaciones al que las alega, al acreedor. Actori
incumbit probatio. (Art. 1698).
Expresa la regla que: "No pudiendo aplicarse ninguna de las reglas pre-
cedentes de interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a favor
del deudor.
Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por
una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella,
siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que
haya debido darse por ella".
a.3. Valor de las reglas de interpretación precedentes
Señalan los autores que se consideró por algún tiempo que las reglas
de interpretación eran simples consejos que el legislador daba al juez, sin
carácter vinculante, impidiendo deducir el recurso de casación, por no
constituir infracción de ley.
LA INTERPRETACION DE LOS CONTRATOS 63
Señalan los autores que se consideró por algún tiempo que las reglas
de interpretación eran simples consejos que el legislador daba al juez, sin
carácter vinculante, impidiendo deducir el recurso de casación, por no
constituir infracción de ley.
Actualmente, la doctrina que impera es que la infracción de las reglas
de interpretación de los contratos puede dar motivo a la interposición del
recurso de Casación en el fondo.
b. El método de intelpretación objetiva de los contratos
Señalábamos anteriormente que en el método de la interpretación objetiva
de las reglas del contrato la fórmula empleada al redactar el contrato tienen
un valor en sí mismo, por cuanto ella manifiesta la voluntad de las partes
racionales, que normalmente declaran lo que quieren, es decir, actúan de
buena fe.
En el fondo para la escuela objetiva o de la teoría de la declaración de
voluntad, para interpretar lafórmula utilizada en la cláusula, llama a utilizar
datos objetivos, como por ejemplo, la costumbre imperante en la materia
del contrato, la aceptación que tiene la cláusula en el medio social, la mayor
eficiencia o utilidad social del contrato, etc.
No interesa, en el fondo, desentrañar la real voluntad que tuvieron las
partes al concluir el contrato, sino que interesa descubrir el alcance que debe
dársele al contrato de modo que los efectos jurídicos sean los que cualquier
hombre razonable atribuiría a la convención.
BIBLIOGRAFÍA DE LA PRIMERA LECCIÓN
BIBLIOGRAFÍA GENERAL
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, Derecho civil. De los contratos, Edit.
Ediar-ConoSur, 1988; ALESSANDRI, SOMARRIVA y VODANOVIC (redactado y
puesto al día), Curso de Derecho Civil, Fuentes de las Obligaciones, T. 4 ..
Edit. Nascimento, 1942; BARCIA LEHMANN, Rodrigo, Lecciones de Derecho
Civil Chileno. Fuentes de las Obligaciones, tomos n y nI, Colección de
Manuales Jurídicos, N° 119, Edit. Jurídica de Chile, 2008; FUEYO LANERI,
Fernando, Derecho Civil: Tomo Quinto: Los Contratos en p。イエゥ」オャ。ャセ@ y
demás Fuentes de las Obligaciones, volumen 11: Contratos Preparatorios,
Imprenta y Litografía Universo S.A., 1963; LÓPEZ SANTA MARÍA, Jorge,
Los Contratos, Parte General, Edit. Jurídica de Chile, 1986; NAVARRO
ALBIÑA, René, Teoría general del contrato y contratos en particular,
Edit. Jurídica de Santiago, 2005; PUELMA ACCORSI, Álvaro, Contratación
Comercial Moderna, Edit. Jurídica de Chile, 1991: TRONCOSO LARRONDE,
Hernán y ÁLVAREZ CID, Carlos, Contratos, AbeledoPerrot, 2010.
BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL
GUZMÁN BRITO, Alejandro, "La Historia Dogmática de las Normas sobre
Interpretación ", en Interpretación, Integración y Razonamiento Jurídicos,
Edit. Jurídica de Chile, 1992; DÍAZ MUÑoz, Erika, El Efecto Relativo de
los Contratos, Edit. Jurídica de Chile, 1985; LÓPEZ SANTA MARÍA, Jorge,
Sistemas de Interpretación de los Contratos, Ediciones Universitarias de
Valparaíso, 1971.
66 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Lecturas recomendadas
BARCIA, LEHMANN, Rodrigo, "Los Contratos desde la Perspectiva del Aná-
lisis Económico del Derecho", lus et Praxis, año 4, N° 2,1998, pp.149-l76;
BRANTT, María Graciela, "La exigencia de exterioridad en el caso fortuito: su
construcción a partir de la distribución de los riesgos del contrato", RDUCV,
XXXIII, 2009, 2° semestre, pp. 39 Y ss.; CARVAJAL RAMÍREZ, Patricio, "Arts.
1437 y 1438 del Código civiL 'Contrato' y 'Convención' como sinónimos en
materia de fuentes de las obligaciones", RDPUC, voL 34, N° 2, 2007, pp. 289-
302; FERRADA V ALENZUELA, Ricardo, "El juez y la interpretación y el desarrollo
de las cláusulas generales" RDUCV, XVII, 1996, pp. 229 Y ss.; GUZMÁN BRITO,
Alejandro, "La consensualización de los contratos reales", RDUCV, XXIX,
2007,2° semestre, pp. 35 Y ss.; HINESTROSA, Fernando, "Autonomía privada
y tipicidad contractual", RDUCV, XX, 1999, 123; HINESTROSA, Fernando,
"Eficacia e ineficacia del contrato", RDUCV, XX, 1999, pp. 143 Y ss. LEÓN
URRUTIA, Rodrigo, "La calificación contractual y el régimen jurídico de los
contratos innominados", in Estudios de Derecho Civilll. Jornadas naciona-
les de Derecho civil Olmué 2006, Hernán Corral T. y María S. Rodríguez P.
(coord.), Ed. LexisNexis, 2007, pp. 651-664; LÓPEz SANTA-MARÍA, Jorge, "La
interpretación de los contratos" in GUZMÁN BRITo, Alejandro (edit. científico)
El Código civil de Chile (1855-2005), LexisNexis, 2007, pp. 569-582; LÓPEz
SANTA MARÍA, Jorge, "Algunas consideraciones sobre el contrato, formuladas
a propósito de los artículos 1351 y 1352 del nuevo Código civil del Perú",
RDUCV, IX, 1985, pp. 121 Y ss.; LÓPEZ SANTA MARÍA, Jorge, "Las cadenas de
contratos o contratos coligados", RDUCV, XIX, 1998, 159; LÓPEz SANTA MARÍA,
Jorge, "Las clasificaciones de los contratos formuladas en los artículos 1440 y
1441 del Código civil Chileno. Contratos gratuitos y onerosos, conmutativos
y aleatorios", RDUCV, VII, 1983, pp. 31 Y ss.; MALDONADO CALDERÓN, Sonia,
"Particularidades de los contratos de adhesión en la ley N° 19.496", RDUCV,
XIX, 1998, pp.167 Y ss.; MEUCH ORSINI, José, "La interpretación de los con-
tratos", RDUCV, XX, 1999, pp. 133 Y ss.; MEUCH ORSINI, José, "La revisión
judicial del contrato por onerosidad excesiva", RDUCV, XX, 1999, pp. 163 Y
ss.; PIZARRO WILSON, Carlos, "El efecto relativo de los contratos: partes y ter-
ceros", " in GuzMÁN BRITo, Alejandro (edit. científico) El Código civil de Chile
(1855-2005), LexisNexis, 2007, pp. 551-567; VIDALOLIVARES, Álvaro Rodrigo,
"Contratación y consumo. El contrato de consumo en la ley N° 19.496 sobre
protección a los derechos de los consumidores", RDUCV, XXI, 2000, pp. 229
y ss.; VIDAL OLIVARES, Á1varo Rodrigo, "La construcción de la regla contractual
en el derecho civil de los contratos", RDUCV, XXI, 2000, pp. 209 Y ss.
SEGUNDA LECCIÓN
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR Y DE
LOS CONTRATOS CONSENSUALES Y SOLEMNES
TÍPICOS EN ESPECIAL
Clase N° 5. DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR. Los CONTRATOS ATÍPICOS. Los
CONTRATOS PREPARATORIOS: EL CONTRATO DE PROMESA DE CELEBRAR UN
CONTRATO
Clase N° 6. DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO
Clase N° 7. DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. LA COMPRAVENTA, LA PERMUTA
Y LA CESIÓN DE DERECHOS
Clase N° 8. DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO
Clase N° 9. DE LOS CONTRATOS SOLEMNES TÍPICOS EN PARTICULAR. EL CONTRATO DE
SOCIEDAD
CLASE N° 5
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR. CONTRATOS ATÍPICOS Y LOS CONTRATOS
PREPARATORIOS. EL CONTRATO DE PROMESA DE CELEBRAR UN CONTRATO
A. Los CONTRATOS EN PARTICULAR Y ALGUNAS
CLAVES PARA ENTENDER SU FUNCIONAMIENTO
El estudio de los contratos especiales lo hace el egresado o estudiante
de Derecho de memoria, lo que resulta admirable pues hay que tener una
gran capacidad para retener toda la información que ellos proporcionan:
Concepto, clases, características, elementos, efectos, etc.
Amén de lo tedioso y dificultoso que semejante empresa puede significar,
ello no garantiza la comprensión de una mecánica contractual, que es perfec-
tamente detectable tratándose de contratos típicos. Recuérdese que al estudiar
la teoría de la causa, el gran valor que tuvieron los primeros causalistas fue el
de asignar una única y misma causa para todos los contratos típicos: "La causa
de la obligación de una de las partes es el objeto de la obligación del otro".
a. Primera clave. La comprensión del fenómeno contractual pasa
necesariamente por reconocer los principios que inspiran el
Código civil en materia de contratos
Como a ellos ya nos hemos referido, nos remitimos a lo dicho.
b. Segunda clave. Para la comprensión de la estructura de los contratos
típicos se pueden aplicar técnicas facilitadoras
La memorización para cada contrato típico de sus características y elementos
puede facilitarse empleándose técnicas sencillas, que cada uno puede crear.
70 GONZALO Ruz LÁRTIGA
A título meramente ejemplar, esquematicemos el estudio de los contratos
en base a la función que cumplen, apoyándonos en la clasificación tripartita
de consensuales reales y solemnes.
Los contratos consensuales, que son siempre bilaterales, si cumplen una
función de cambio, serán onerosos, conmutativos, principales, de ejecución
instantánea, entre vivos y representan títulos traslaticios (compraventa,
permuta, "sociedad"). Cuando lafimción de intercambio se refiere al goce
de una cosa, se toman de tracto sucesivo y representan títulos de mera
tenencia (arrendamiento).
Nótese que los elementos esenciales de estos contratos, como su función
es la de cambio, serán: la cosa y el precio.
Los contratos reales, que son necesariamente unilaterales. Cuando cum-
plen lafunción de entregar el uso y goce de una cosa, serán principales, de
ejecución instantánea, entre vivos y generalmente gratuitos (mutuo civil,
comodato, depósito) pudiendo representar títulos traslaticios (mutuo civil)
o de mera tenencia (comodato, depósito).
Loscontratos reales (prenda) y los solemnes (hipoteca, prendas espe-
ciales, anticresis) cuando cumplen una función de entregar una cosa en
garantía, serán unilaterales, accesorios, de ejecución instantánea, entre
vivos, generalmente gratuitos y títulos de mera tenencia.
Nótese aquí que los elementos esenciales de estos contratos, como su
función es la de entrega de una cosa, sea para que se goce de ella o sirva de
garantía, serán la cosa y la gratuidad.
Evidentemente que se presentarán excepciones, pero la base estará dada
para poder situarlos en cada categoría.
c. Tercera clave. La comprensión de los efectos de los contratos típicos
se facilita, pues se repiten para cada grupo definido
Sabemos que cada vez que hablemos de efectos de un contrato, nos esta-
mos refiriendo a las obligaciones que nacen de él. Si el contrato es bilateral,
estudiaremos las obligaciones para ambas partes. Si es unilateral, sólo una
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 71
de ellas resulta obligada, aunque pueden nacer obligaciones legales para la
otra, al ténnino del contrato (sinalagmia imperfecta).
Las características de los contratos típicos siguen una lógica. La clave
para el estudio de los efectos de los contratos es entender algunas reglas
que responden a la mecánica contractual prevista por A. Bello.
A nuestro entender, la clave está en detenninar si el contrato en estudio
es título traslaticio de dominio (compraventa, pennuta, mutuo) o de mera
tenencia (comodato, arrendamiento).
Si el contrato es título traslaticio, nacerán obligaciones de dar en sentido
estricto, es decir, las que importan la transferencia del dominio de la cosa
como en la compraventa o pennuta, que evidentemente no generan para el
deudor la obligación de restituir la misma cosa (con lo que desaparece su
cadena de obligaciones consecuenciales), pero generan para el acreedor una
obligación de garantía (saneamiento).
Para el acreedor nacerá una dupla de obligaciones: Entregar ---+ sanear.
Para el deudor nacerá siempre la obligación de recibir. Ahora bien, sólo
si es oneroso, nacerá la de pagar un precio por ella (compraventa), pero si
es gratuito no (donación).
En cambio, si el contrato corresponde a un título de mera tenencia, nacerá
siempre para el deudor la obligación principal de restituir la misma cosa.
Además, si es oneroso, nacerá la de pagar un precio (arrendamiento), pero
si es gratuito no (comodato).
En estos contratos obligándose siempre el deudor a restituir la misma
cosa, inevitablemente se genera una cadena de obligaciones consecuenciales,
según el siguiente esquema:
Recibirla ---+ usarla ---+ cuidarla ---+ repararla ---+ restituirla
y como consecuencia de la relación de causa a efecto entre las dos
extremas (recibir y restituir), nos preguntaremos: ¿Cómo podré restituir la
misma cosa si no la he recibido? Recibo la cosa para usarla legítimamente,
72 GONZALO Ruz LÁRTIGA
pero para ello debo cuidarla, y en su cuidado debo repararla para que no se
deteriore, ya que si no la cuido y reparo podría destruirse y, en ese caso, no
podré restituir la misma cosa.
Para el acreedor a la obligación principal de entregar y la lógica de recibir,
le siguen las obligaciones correlativas necesarias para que el deudor use la
cosa y se representan en la siguiente trilogía:
Entregar セ@ mantener en buen estado de uso セ@ sanear セ@ recibir
También aparecerán excepciones, pero es innegable que junto con fa-
cilitarse el estudio y memorización de los efectos, lo que se logrará es la
comprensión de la mecánica contractual que subyace.
Que estas claves para aprender su funcionamiento sirvan, entonces, para
facilitar el estudio de los contratos típicos en particular.
B. CONTRATOS ATÍPICOS
a. Generalidades
En clases pasadas analizábamos clasificaciones doctrinarias de los contratos.
En ellas estudiamos la de los contratos nominados e innominados, que decíamos
en su momento no eran lo mismo que los contratos típicos a atípicos.
Señalábamos, en su oportunidad, que el contrato típico es el que está
regulado por el ordenamiento jurídico y encaja, por lo tanto, de una estruc-
tura o tipo preestablecido. Como consecuencia de ello, se exigía la concu-
rrencia de los elementos de la esencia especiales del contrato en cuestión
y, por supuesto, los de la esencia-generales que deben estar presentes en la
celebración del contrato y ser respetados por las partes. La falta de estos
elementos producía como consecuencia jurídica que el contrato no producía
efecto alguno o degeneraba en otro diferente.
También señalábamos que el contrato atípico es el creado por las partes
en virtud del principio de la autonomía privada. Exponíamos que el contrato
innominado tenía las mismas "virtudes" que el nominado, pero su "defecto"
consistía en que sus efectos debían ser regulados enteramente por las partes.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 73
El mentado defecto se presentaba, en realidad, cuando la regulación que
hacían las partes era deficiente.
La tendencia del derecho, como fenómeno social que se moderniza, es
que los contratos innominados (que responden a una necesidad de los con-
tratantes y de la sociedad) con el tiempo pasen a ser nominados, un ejemplo
concreto es el contrato de leasing.
El contrato nominado e innominado debe respetar las normas que regulan
la estructura del contrato, ambos deben cumplir con los requisitos propios de
la estructura del acto jurídico en general: consentimiento y consentimiento
no viciado, causa, objeto, licitud de ambas, etcétera. Sin embargo, en los
elementos de la esencia particulares, ambas figuras se diferenciaban, pues
en los contratos nominados, aquéllos son determinados por la ley. De esta
forma, en la compraventa no puede faltar la cosa y el precio; en cambio,
los elementos particulares de la esencia en los contratos atípicos no los
establece la ley, sino las partes. En resumen, los contratos innominados,
generalmente, no gozan de una estructura particular tipificada.
Concluíamos que no todos los contratos nominados son típicos ni todos los
contratos atípicos son innominados. Señalábamos que existe un sinnúmero de
contratos que son nominados pero no por ello son típicos, y ejemplificamos
diciendo que cuando contratamos un camión de mudanza celebramos un con-
trato de mudanza pero éste no está regulado, lo mismo cuando contratamos
a un jardinero, contratamos un "mantenimiento de jardines" o de "talaje" de
árboles sin que en parte alguna se encuentre regulado.
b. Una subclasificación de los contratos atípicos
La doctrina nos enseña una subclasificación del contrato atípico, que
puede ser:
l. Inédito e híbrido,
2. Mixto, coligado y complejo.
b.l. El contrato atípico inédito e híbrido
Es inédito aquel contrato que no corresponde en nada a los tipos regla-
mentados por el legislador, como el "franchising" o "engeneering".
74 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Son contratos híbridos aquellos que mezclan distintos tipos contractuales,
como el leasing.
b.2. El contrato atípico mixto, coligado o complejo
El contrato mixto es aquel en el cual dentro de un único contrato conflu-
yen elementos que pertenecen a tipos de contratos diferentes.
El contrato coligado es aquel en que las partes yuxtaponen varios con-
tratos típicos en un negocio único, para tratar de alcanzar con la unión de
todos ellos la finalidad contractual que persiguen.
El contrato complejo es aquel en que las prestaciones de cada una de las
partes, las obligaciones asumidas y los pactos establecidos, aisladamente
considerados, pertenecen a un tipo contractual preexistente del cual par-
cialmente se aíslan para integrarse en el negocio.
C. Los CONTRATOS TÍPICOS
Dentro de la categoría de los contratos típicos estudiaremos tres tipos
de contratos regulados:
1. El contrato preparatorio.
2. El contrato definitivo.
3. Los contratos de garantía.
a. Contrato preliminar o preparatorio
Contrato preparatorio, preliminar, precontrato o avant contrat es aquelmediante el cual las partes estipulan la celebración de un contrato futuro.
Generan, por tanto, estos contratos una obligación de hacer, que consiste
precisamente en suscribir dentro de un plazo o verificada que sea una con-
dición, otro contrato futuro. Son de este tipo los contratos de promesa de
celebrar un contrato (Art.l554).
En consecuencia, el objetivo del contrato preliminar o preparatorio es
establecer las condiciones necesarias a fin de hacer factible la celebración
de otro contrato en el futuro.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 75
b. Contrato definitivo
Contrato definitivo es aquel que se celebra en cumplimiento precisamente
de la obligación contraída en el contrato preparatorio.
c. Los contratos de garantía
Los contratos de garantía, como su nombre 10 indica, son aquellos
contratos cuyo fin es asegurar el cumplimiento de las obligaciones de otro
contrato. Desde esta perspectiva los contratos de garantía son necesaria-
mente accesorios, pues no pueden subsistir sin la existencia del contrato
cuyas obligaciones garantizan.
Son contratos accesorios y, por 10 mismo de garantía, las cauciones, en
los ténninos del Código civil, que constituyen contratos, como la prenda,
hipoteca y fianza. (Las que a su tumo pueden ser reales o personales).
Es importante no confundir los contratos accesorios que son de garantía
con los contratos dependientes, que subordinan su existencia a otro contrato
sin por ello asegurar su cumplimiento.
En Chile es de la esencia del contrato accesorio, como lo explicamos en
su momento, garantizar el cumplimiento de otra obligación. Por eso, los
contratos dependientes no son contratos accesorios.
Un ejemplo que ya habíamos dado de contrato dependiente es el de
"capitulaciones matrimoniales", que necesitan del contrato de matrimonio
para existir, pues se celebran precisamente para regular las relaciones pa-
trimoniales entre los futuros cónyuges. Como consecuencia de su carácter
dependiente, los derechos que nacen de las capitulaciones matrimoniales
son eventuales, ya que se consolidan sólo por el matrimonio. No están
sujetos a condición suspensiva, ya que celebrado el matrimonio, los de-
rechos consolidados valen desde el día de la celebración y no nacen con
efecto retroactivo.
La garantía que tiene un acreedor para los efectos de hacer valer su crédito
se consagra en el mal denominado "Derecho de Prenda General", mediante el
cual el deudor afecta la totalidad de su patrimonio afectable al cumplimiento
76 GONZALO Ruz LÁRTIGA
de una obligación (Art. 2465). Este Derecho de prenda general se fundamenta
en la idea de patrimonio como universalidad.
Como señalábamos, suele ser el Derecho de prenda general insuficiente
para la seguridad del crédito del sujeto activo, ya sea porque ese patrimonio
no es sino una fotografía en un momento dado de la solvencia del deudor.
Por lo mismo, al momento de contraerse la obligación ese patrimonio
fijado como una fotografía es el que da la seguridad al acreedor de que el
deudor responderá en caso de incumplimiento. Nada impide, por tanto,
que inmediatamente después ese patrimonio se acreciente o disminuya,
es decir, el patrimonio comprometido del deudor para con la obligación,
no impide la circunstancia que los bienes salgan de su patrimonio. Tam-
poco impide que el deudor utilice esa misma "fotografía", para obligarse
en nuevos créditos que no hagan sino distribuir ese patrimonio entre más
acreedores.
En conclusión, en muchos de los casos los acreedores necesitan o even-
tualmente pueden necesitar que se les asegure, más allá del patrimonio del
deudor que constituye la garantía general de pago de la obligación, que se
adscriba uno o más bienes o uno o más patrimonios al cumplimiento de
la misma obligación, lo que se suele lograr mediante la celebración de los
contratos de garantía que son contratos accesorios de otro principal.
Recordemos que contratos accesorios, según el Art. 1442, son aquellos
que tienen por objeto la seguridad del cumplimiento de una obligación prin-
cipal. Son, en síntesis, cauciones y el Art. 46 define lo que es caución.
Caución es cualquier obligación que se contrae para la seguridad de otra
obligación propia o ajena. Son especies de caución: la fianza, la hipoteca
y la prenda.
En consecuencia, coexisten dos términos que tienen relación de género
a especie entre ellos: la garantía, que es el género y la caución, que es la
espeCIe.
Por ejemplo, el Derecho de prenda general que es una garantía para el
cumplimiento de una obligación, el Derecho legal de retención también es
una garantía, pero ambos no son caución.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 77
Las cauciones, que son garantías, admiten la clasificación de reales o
personales.
Las cauciones reales son aquellas por las que se afectan determinados
bienes al cumplimiento de una obligación. Suelen ser más restringidas
que las personales, ya que en esta última generalmente se comprometen
patrimonios completos, pero más eficaces (por ejemplo: hipoteca, prenda,
anticresis ).
Las cauciones personales son aquellas por las cuales se asegura el cum-
plimiento de una obligación, por regla general, mediante la incorporación
de un tercer patrimonio al cumplimiento de la obligación. Por ejemplo, la
solidaridad pasiva y la fianza.
No siempre la caución personal es dada u otorgada por un tercero, la
regla general es que lo sea, pero el propio deudor puede otorgar una caución
personal. Por ejemplo, la cláusula penal, que es una caución en la que el
propio deudor como seguridad de que va a cumplir la obligación contraída,
avalúajunto al acreedor convencionalmente en forma anticipada los perjui-
cios que su posible incumplimiento pueda causarle al acreedor.
En consecuencia, en las cauciones personales no se toman en cuenta
bienes detenninados que posea el que garantiza la obligación, sino que su
solvencia, y en cierto modo, la confianza que merezca al acreedor.
Entremos al estudio de los contratos en particular, partiendo por los
contratos preparatorios y una breve clasificación.
D. Los CONTRATOS PREPARATORIOS
a. Generalidades y algunas tendencias modernas
El ámbito de acción de los contratos preparatorios, precontratos o avants
contrats, es amplio. Muchas son las razones por las cuales las partes desean
preparar la celebración de otro contrato y no celebrar éste directamente.
Las partes pueden no querer contratar inmediatamente (esperando mejores
condiciones), o no poder hacerlo (una incomerciabilidad transitoria que
afecte a la cosa) o por la complejidad de las relaciones contractuales en las
78 GONZALO Ruz LÁRTIGA
que van a unirse las partes (un contrato de sociedad o unjoint venture cuyas
condiciones sea necesario discutir más latamente) prefieren comprometerse
sin obligarse definitivamente en distintas etapas, dependiendo del avance
de las prospecciones.
En fin, el precontrato o contrato preparatorio tiene como objetivo la
preparación de un contrato futuro, al cual comprometen las partes su cele-
bración, sea cual sea la causa que motive la no celebración inmediata del
contrato futuro o definitivo.
Las figuras precontractuales son muchas y variadas, las hay típicas, como
el contrato de promesa de celebrar un contrato, regulado en nuestro Código
civil; o atípicas, como los proyectos de contrato, los acuerdos de principio,
los pactos de preferencia, las promesas unilaterales, etc.
Un proyecto de contrato evoca la idea de un acto más o menos comple-
jo en el cual los negociadores, acordados sobre ciertos puntos que no se
discutirán más, deciden exponer esos puntos de avance en un documento,
el proyecto de contrato, que en principio no es generador de ningún tipo
de obligación. En efecto, el proyecto de contrato no lleva implícito, origi-
nalmente, ningún compromiso de contratar, las partes pueden libremente
modificarlo, aceptarlo o rechazarlo.
El acuerdo de principio es un compromiso contractual de realizar una
oferta o de proseguiruna negociación ya encaminada con el fin de llegar
a la conclusión del contrato, cuyo contenido aún no está completamente
definido. Es un contrato preparatorio que se encuentra a medio camino entre
el proyecto de contrato y el contrato de promesa de celebrar un contrato. El
acuerdo de principio hace nacer una obligación de negociar, una obligación
como dice Jacques Mestre, "de sentarse a la mesa a discutir".
Los pactos de preferencia son compromisos contractuales por los cuales
una persona, en el caso de querer llegar a contratar, se obliga a proponer la
conclusión prioritaria de un contrato a otra persona, la cual se mantiene libre
de aceptar o rechazar. "Preferir no es 10 mismo que prometer", con 10 cual se
debe de asentar la idea que el pacto de preferencia depende de dos condiciones
potestativas: 1 a la del contratante que se decida a contratar y la 2a la del otro
contratante que materializa la preferencia o el derecho de ejercerla.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 79
El contrato de promesa unilateral de celebrar un contrato es un pre-
contrato, siguiendo al profesor Ghestin, que consiste en fijar la oferta cuya
aceptación posterior, por el beneficiario de la promesa, formará el contrato
definitivo. Es decir, en la promesa unilateral uno debe representarse la idea
de un contrato, por el cual una de las partes, el promitente, se obliga defi-
nitivamente a contratar con otra persona determinada, una vez verificado
un determinado evento futuro, sólo si este último lo desea. La promesa
transforma al beneficiario en acreedor de una obligación de hacer o no hacer
en contra del promitente.
En fin, son muchas las figuras precontractuales que, salvo escasísimas
excepciones, han sido tratadas por la doctrina nacional. Sea la anterior una
pequeña muestra de esta riquísima etapa de negociación del contrato, aún
inexplorada por nosotros.
b. Clasificación de los contratos preparatorios
b.l. Contrato preliminar nominado e innominado
El contrato preparatorio puede estar establecido y regulado por la ley,
en cuyo caso será nominado, como sucede con la promesa, elleasing ha-
bitacional o las arras. Puede ser un contrato de libre creación de las partes,
como sucede con el contrato de corretaje de propiedades, la opción, o las
figuras precontractuales señaladas anteriormente.
b.2. Contrato general y especial
Esta clasificación se refiere a si el contrato definitivo es un tipo abierto
o cerrado.
Para don Fernando Fueyo el contrato preparatorio de arbitraje o cláusula
compromisaria sería típicamente un contrato especial, ya que el contrato
definitivo es cerrado. Así, la cláusula compromisoria sólo puede llevar a
un arbitraje.
En cambio, la promesa sería un tipo general, ya que el contrato definitivo
puede ser consensual, real o solemne.
80 GONZALO Ruz LARTIGA
E. EL CONTRATO DE PROMESA DE CELEBRAR UN CONTRATO
a. Generalidades
El contrato de promesa está regulado en el título XII del libro IV del Có-
digo civil, relativo al efecto de las obligaciones, a continuación del Art.1554
que trata las obligaciones de hacer.
El contrato de promesa, como todo contrato preparatorio, engendra
obligaciones de hacer, y la prestación que él impone es la de celebrar un
acto o contrato.
Lo primero que debemos decir es que su nombre correcto o completo
es el de "contrato de promesa de celebrar un contrato", pues la promesa
no es un contrato, sino un acto jurídico unilateral, que se puede explicar
como una oferta hecha a persona determinada o indeterminada, como las
promesas de recompensa hechas en general al público.
Lo segundo a destacar es que este contrato es un contrato, al origen,
inválido, pues no es sino cumplidas las cuatro condiciones que señala el
Art.1554, que adquiere validez y genera las obligaciones de hacer a que se
refiere el Art.1553.
b. Concepto
Nuestro Código no define el contrato de promesa de celebrar un contrato.
El profesor René Ramos lo define como "un contrato por el cual las dos
partes se obligan a celebrar un contrato determinado en un cierto plazo o
en el evento de cumplirse una determinada condición".
La definición del profesor Ramos limita, como veremos, el alcance del
contrato de promesa de celebrar un contrato, sólo a las promesas bilaterales,
es decir, a aquellos contratos de promesa en que ambas partes se obligan,
finalmente, a celebrar un contrato definitivo.
Lo cierto es que la utilidad de la conclusión de promesas sinalagmáticas
o bilaterales es bastante reducida, y no se visualiza esta utilidad sino en el
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 81
contexto de un evento futuro que se aguarda, evento que impide la conclu-
sión inmediata del contrato definitivo.
El contrato de promesa es infinitamente más rico que circunscribirlo a
las solas promesas bilaterales.
Proponernos definir el contrato de promesa de celebrar un contrato, corno
el contrato preparatorio por el cual una o ambas partes se obligan, en el
futuro, a celebrar otro contrato, bilateral o unilateral.
El Art. 1554 no define el contrato de promesa, sólo se limita a señalar
que: "La promesa de celebrar un contrato no produce obligación alguna,
salvo que concurran las circunstancias siguientes:
1 a Que la promesa conste por escrito;
2a Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes declaran
ineficaces;
3a Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la época de la
celebración del contrato;
4a Que en ella se especifique de tal manera el contrato prometido, que
sólo falten para que sea perfecto, la tradición de la cosa, o las solemnidades
que las leyes prescriban.
Concurriendo estas circunstancias habrá lugar a lo prevenido en el ar-
tículo precedente".
Lo que nos dice esta norma es que el contrato de promesa es original-
mente inválido, aunque la doctrina mayoritaria prefiere describirlo corno
"excepcional", pues se deben cumplir todos los requisitos que la norma
indica para que valga, pues en caso contrario no tienen valor alguno.
Nuestro Código civil trata el contrato de promesa en el Art. 1554, un
artículo que se encuentra al medio del tratamiento del efecto de las obli-
gaciones, y particularmente del tratamiento que da estos efectos en las
obligaciones de hacer (Art. 1443) Y a las de no hacer (Art. 1555).
82 GONZALO Ruz LÁRTIGA
c. Características
c.l. Genera obligaciones de hacer
Este contrato no genera otra obligación para las partes que la de realizar
un acto jurídico, de celebrar el contrato prometido.
c.2. Es solemne
La solemnidad consiste en que debe constar por escrito (Art. 1554
N° 1). El escrito en que debe constar puede ser cualquiera, bastando nada
más que esté firmado por las partes. No se requiere, por 10 tanto, instru-
mento público.
Sin embargo, la doctrina ha puesto en duda esta simple solemnidad cuan-
do el acto prometido requiere escritura pública. Se plantea cierta doctrina
que si existe comunicabilidad en la solemnidad y se exige por ello que deba
otorgarse también por escritura pública el contrato de promesa.
Situémonos en el contrato de promesa de celebrar un contrato de com-
praventa sobre un inmueble. Sabemos que la compraventa de un inmueble
es solemne y la solemnidad consiste en la escritura pública, se deduce en-
tonces, por esta doctrina clásica, que la promesa también debería constar
por escrito en una escritura pública.
Lo cierto es que esta no es una solución dada por la ley, pues el Art. 1554
N° 1 en parte alguna exige el instrumento público como solemnidad. No es
sino la práctica la que 10 ha impuesto por supuestas "razones de seguridad
jurídica". La mentada comunicabilidad de la solemnidad tampoco es una
exigencia que tenga validez universal.
La opinión generalizada en la jurisprudencia y en la doctrina, en todo
caso, afirma que no cabe confundir el contrato de promesa con el contrato
prometido, en razón que los requisitos de validez de la promesa son autó-
nomos de aquellos que debe satisfacer el contrato prometido.
Se concluía10 anterior relacionando los numerando s 1° y 4° del
Art. 1554.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 83
En efecto, el número 4° establece que en el contrato de promesa debe
especificarse de tal manera el contrato prometido que sólo falte para que sea
perfecto la tradición de la cosa o la solemnidad respectiva, lo que pennite
la celebración de una promesa de contrato solemne, dejando la solemnidad
del contrato prometido pendiente.
De lo anterior, resulta lógico concluir que exigir la solemnidad del con-
trato prometido a la promesa del mismo, significa confundir los requisitos
del contrato de promesa con aquellos del contrato prometido. Confonne a
esto el contrato de promesa de compraventa de un inmueble puede otorgarse
por instrumento privado.
El argumento del N° 1 es de texto, pues en parte alguna el Código exige
esta comunicabilidad, estableciendo como requisito de existencia (solem-
nidad) que el consentimiento se exprese por escrito.
A pesar de lo anterior, la praxis continúa aplicando tácitamente esta
comunicabilidad de la solemnidad, por lo que no es raro encontrarse con
esta autoexigencia que se hacen los abogados, los notarios o, incluso, el
Conservador respectivo.
c.3. Es un contrato preparatorio
Se celebra antes del contrato futuro y precisamente para preparar éste, por
lo que nace la obligación de las partes de celebrarlo en el futuro. En conse-
cuencia, la promesa supone siempre otro contrato, el contrato prometido.
Por tratarse de contratos distintos, cada contrato, tanto el preparatorio
como el definitivo, deben satisfacer por separado los requisitos de existencia
y de validez, propios del acto.
Además, es un contrato preparatorio de carácter general, pues es un contrato
que prefigura o anticipa cualquier otro contrato, pudiendo celebrarse contratos
de promesa de sociedad, de promesa de compraventa, de arrendamiento, etc.
c.4. Es un contrato esencialmente sujeto a modalidad
El Art.1553 N° 3 dispone que para que la promesa tenga valor ha de
contener un plazo o condición que fije la época en que ha de celebrarse
84 GONZALO Ruz LARTIGA
el contrato prometido. Por lo mismo, el plazo o la condición o ambos son
elementos de la esencia del contrato de promesa.
c.5. Por regla general, es un contrato bilateral
Ambas partes resultan obligadas, y la obligación consiste en celebrar
-generalmente- ambas partes, también, el contrato prometido.
Sin embargo, nada impide que sólo una de ellas se obligue a celebrar el
contrato prometido, pues la otra podría obligarse inmediata y definitivamente.
En este caso estamos en presencia de un contrato de promesa unilateral.
Entiéndase que el contrato de promesa en un contrato, es decir, un acto
jurídico bilateral que requiere necesariamente la concurrencia de dos volunta-
des. Nada obsta a que una de las voluntades concurrentes (parte) sea la única
en obligarse en virtud de la promesa a suscribir el contrato definitivo.
Por ejemplo, concurrimos Ud. y yo a la celebración de un contrato de
promesa de compraventa en el cual yo le vendo definitivamente, pero Ud.
no me compra sino que se obliga a comprarme, cumplida que sea una deter-
minada condición o plazo, con lo cual sólo la promesa genera la obligación
que Ud. concurra a firmar el contrato definitivo.
Lo anterior permite, por ejemplo, la celebración de contratos de promesa
unilaterales cruzados, que podrían llevar al mismo efecto que las promesas
bilaterales.
Conforme a lo anterior, los contratos de promesa pueden ser de varios
tipos:
i. Promesa bilateral de contrato bilateral. Ej. Pedro y Juan prometen
celebrar una compraventa.
ii. Promesa bilateral de contrato unilateral. Ej. Pedro y Juan prometen
celebrar un comodato.
iii. Promesa unilateral de contrato bilateral. Ej. Pedro y Juan desean
celebrar una compraventa, prometiendo sólo Pedro que lo celebrará, mientras
Juan se reserva la posibilidad de hacerlo o no.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 85
iv. Promesa unilateral de contrato unilateral. Ej. Pedro y Juan desean
celebrar un mutuo, donde Pedro es el mutuante y Juan el mutuario. Pedro
promete que lo celebrará (que prestará el dinero a Juan), mientras Juan se
reserva la posibilidad de hacerlo o no (de pedir en definitiva el dinero).
La anterior clasificación suele complicar el análisis de los autores. De
hecho, la doctrina en Chile ha discutido la validez de la promesa unilateral
de celebrar un contrato bilateral, lo que se hace extensiva a la promesa
unilateral de celebrar un contrato unilateral.
Con esta posición, la doctrina siente que el contrato de promesa es siempre
bilateral. Incluso, bajo esta perspectiva otro punto que suscita controversias
es el hecho que el contrato prometido pueda ser unilateral. Es decir, que se
pueda prometer por ambas partes la celebración de un contrato futuro, en
el cual una de ellas solamente resulte obligada.
Veamos algunas de las razones doctrinarias que se han dado para negar
la existencia de promesas unilaterales en Chile.
Las razones fundamentales son dos:
Primera razón. Aceptar la existencia de promesas unilaterales importaría
aceptar que la obligación del contrato estaría sujeta a una condición que
depende de la sola voluntad del deudor, pues se trataría de una condición
meramente potestativa (Art.1478), que son inválidas.
Segunda razón. El numerando 4° del Art.1554 dispone que para que el
contrato de promesa sea válido es necesario que en él se especifique de tal
manera el contrato prometido que sólo falten para que sea perfecto, la entrega
de la cosa o las solemnidades que las leyes prescriban. Con ello deducen
que no podría faltar el consentimiento del contrato prometido, pues no se
cumpliría el requisito contemplado en dicho precepto.
En efecto, según esta posición, en la promesa unilateral de contrato
bilateral faltaría el consentimiento de aquel que no se obliga a celebrar el
contrato prometido, sino que tiene la opción de celebrarlo o no.
A nuestro entender, ninguna de las razones dadas es convincente.
86 GONZALO Ruz LÁRTIGA
La práctica nos muestra todos los días promesas unilaterales de compra-
venta, por ejemplo, en el área inmobiliaria, con la comúnmente denominada
"reserva de inmueble". En ella, cuando estamos interesados en comprar
un inmueble, reservamos el que nos interesa pagando una cantidad de
dinero determinado. Si nos decidimos a comprar (derecho absolutamente
potestativo), la constructora se obliga a vendemos, y si nos arrepentimos
de comprar, perdemos la reserva.
Lo cierto es que se produce una confusión innecesaria en materia de
contrato de promesa, que convendría disipar desde ya.
La regla general es que los contratos de promesa de celebrar un contrato
sean bilaterales, bien que en ellos se prometa la celebración de un contrato
futuro bilateral o unilateral.
Ninguna disposición del Código impide que el contrato de promesa de
celebrar un contrato sea unilateral, es decir, que concurriendo ambas par-
tes sólo una de ellas se obligue a suscribir el futuro contrato y la otra no
adquiera obligación alguna.
c. 6. No se podría prometer la celebración de contratos consensuales
Esto se deduciría del Art.1554 N° 4, que parece dar a entender que el
contrato prometido sólo puede ser real o solemne.
Lo anterior, tampoco tiene ningún sentido. ¿Cuál sería la razón por la
cual no podría prometerse la celebración de un contrato consensual?
Se dice por la doctrina mayoritaria que prometer la celebración de un
contrato consensual sería absurdo, pues ya se habría consentido en él al ce-
lebrarse el contrato preparatorio. Se cuestiona, entonces, ¿por qué prometer
un contrato que podrían celebrar inmediatamente?
Lo cierto es que la posición estudiada está absolutamente errada.
Las razones por las cuales Pedro no quiera o no pueda vender su auto o
su Código civil inmediatamente y/o Juan no pueda o no quiera comprarlo
inmediatamente, pueden ser innumerables.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 87
Lo que pasaes que se confunde el contrato preparatorio y el contrato
futuro. Tanto en el contrato de promesa como el contrato definitivo deben
darse los elementos de existencia y validez, propios a todo acto jurídico.
En el contrato de promesa las partes consienten en la celebración de un
contrato futuro, sea éste consensual, real o solemne. Ese es el objeto y la
causa de su celebración.
En el contrato definitivo las partes consienten no en prometer celebrar
un determinado contrato, sino en vender o comprar una determinada
cosa.
La promesa y el contrato prometido son dos contratos distintos y los
consentimientos se reencuentran en relación a objetos y causas diferen-
tes.
Si seguimos a la doctrina expuesta llegaríamos al absurdo que todos los
contratos prometidos serían inexistentes o nulos por haberse otorgado ya
el consentimiento al contrato en otra convención anterior (el contrato de
promesa). Volver a manifestar la voluntad en el contrato prometido, sería
absurdo, pues nadie puede consentir en el mismo contrato dos veces, a
menos que pensemos en una confirmación del consentimiento anterior, lo
que no tiene ningún sentido.
Otra razón para desestimar la posibilidad de concluir contratos de pro-
mesa de celebrar contratos consensuales, estaría dada en que el tenor del
numeral 40 del Art.1554 descartaría a los contratos consensuales, pues los
únicos en los que sólo basta la tradición (entrega) de la cosa o el cumpli-
miento de las solemnidades legales para que sea perfecto, es el contrato real
yel solemne, respectivamente. La regla estaría, en consecuencia, excluyendo
los contratos consensuales.
Respecto a esta situación, la doctrina ha estudiado la historia fidedigna
del Art.1554, para rechazar esta postura.
En efecto, en el proyecto de 1853 el actual numeral 4° establecía que en
el caso que el contrato prometido fuere consensual, el contrato de promesa
se identificaba con él. Luego, en el proyecto denominado inédito que ante-
cedió al Código civil, esa parte del numerando 4° se suprimió.
88 GONZALO Ruz LÁRTIGA
A partir de esta constatación se dice que Bello comprendió que la promesa
de contrato consensual era perfectamente válida. Sin embargo, se señala
que dicha frase habría desaparecido por ser obvia la identificación entre el
contrato de promesa y el contrato prometido consensual.
d Requisitos para la validez del contrato de promesa
Los requisitos para que el contrato de promesa valga, son los que señala
el Art.1554, que deben concurrir todos, es decir, copulativamente, so pena
de resultar inválida la promesa si falta uno.
dI. La promesa debe constar por escrito
La exigencia de escrituración transfonna a la promesa en un contrato
solemne. Recordemos todo lo señalado al momento de estudiar esta carac-
terística anterionnente. Retengamos solamente que la solemnidad consiste
en que debe constar por escrito, sin importar que sea en un instrumento
privado o público.
d2. Para que la promesa sea válida el contrato prometido
no debe ser de aquellos que la ley declara ineficaces
Así como en materia de solemnidades se discutía, y finalmente se des-
cartaba, la comunicabilidad de la solemnidad del contrato prometido al
contrato de promesa, con este segundo requisito podríamos señalar que se
presenta un nuevo caso de comunicabilidad, esta vez, de comunicabilidad
de la eficacia de los contratos.
En claro, se trata de concluir que habría comunicabilidad, pues si el
contrato prometido es ineficaz, lo será también la promesa.
La cuestión relevante es detenninar la oportunidad en la cual la exigencia
de que el contrato prometido no sea inválido debe presentarse.
Dos interpretaciones se han hecho de esta segunda exigencia:
10 Que al tiempo de celebrarse la promesa el contrato prometido deba
ser eficaz.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 89
2° Se exige que el contrato prometido sea eficaz, no al tiempo de celebrar-
se la promesa, sino al tiempo de perfeccionarse el contrato prometido.
Esta segunda postura es la más aceptada. En efecto, parece ser la más
lógica y razonable, si se piensa que el contrato de promesa permite asegurar
la celebración de un contrato que por ahora no puede celebrarse.
Los sujetos celebran la promesa cuando el contrato prometido no puede
ser celebrado en el presente, ya sea por no quererlo las partes o por impedi-
mentos legales. Luego, parece claro que la eficacia del contrato prometido
debe concurrir a la época que se fije para celebrarlo y no al momento de
celebrarse la promesa.
Para advertir las consecuencias de cada interpretación, basta considerar
lo previsto en el Art.1464, sobre el objeto ilícito.
El Art. 464 N° 3 señala que hay objeto ilícito en la enajenación de las
cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o
el acreedor consienta en ello. Por su parte, el Art. 1810 nos dice que no se
puede celebrar compraventa respecto de aquellos objetos cuya enajena-
ción se encuentra prohibida por las leyes, entonces, si tengo un inmueble
embargado de mi propiedad, sé que no puedo venderlo o enajenarlo, pero
¿podré prometer venderlo?
La respuesta depende de la interpretación que se adopte del Art. 1554 N° 3.
La segunda interpretación permite la promesa de cosas cuya enajenación
se encuentra actualmente prohibida, permite, por ejemplo, que los herederos
puedan, sin practicar ninguna de las inscripciones previstas en el Art. 688,
prometer vender un inmueble que forma parte de la masa hereditaria o, po-
sibilita que el fallido, no obstante el desasimiento, pueda prometer vender
un bien bajo condición de que cese el estado de quiebra.
3° Existe una tercera interpretación del Art.1554 N° 2. Se excluiría la
posibilidad de prometer contratos prohibidos por las leyes, pero no las
promesas de contratos sometidos a leyes imperativas de requisito, aunque
al momento de celebrarse la promesa estos requisitos no se encuentren
cumplidos.
90 GONZALO Ruz LARTIGA
Según esta interpretación, no se podría prometer vender una cosa in-
comerciable, pero sí se podrá prometer vender una cosa embargada. Lo
mismo cuando existe respecto de un bien una prohibición convencional de
enajenar, porque impide al dueño del bien prometer vender, bajo condición
que cese la prohibición de enajenar.
d.3. Es necesario que en la promesa se contenga un plazo o condición
que fije la época de celebración del contrato prometido
La promesa es un contrato esencialmente sujeto a modalidad. En con-
secuencia, la ausencia de modalidad, condición o plazo, provoca que la
promesa no produzca efecto alguno.
La modalidad que fija la época de celebración del contrato puede ser:
condición, plazo o ambos.
Como se sabe, la condición se clasifica en suspensiva y resolutoria, ambas
pueden utilizarse para fijar la época de celebración del contrato prometido,
aunque sus efectos son diametralmente distintos.
Así, entonces, si se fija una condición resolutoria, se podrá exigir la
celebración del contrato prometido hasta el momento en que la condición
se cumpla, pues cumplida se extingue el derecho.
Si se trata, en cambio, de una condición suspensiva, la facultad de exigir
el cumplimiento del contrato nacerá sólo cuando se verifique el hecho del
que pende la condición. En este caso la condición suspensiva normalmente
irá asociada a un plazo determinado.
En ambos casos se satisface el requisito de fijar la época o condición de
celebración del contrato.
La clasificación de las condiciones en determinadas e indeterminadas
tiene relevancia en el contrato de promesa.
Recordemos que la condición determinada es aquel hecho futuro e incierto
que suponiendo que vaya a suceder, se sabe cuando, por ejemplo, cuando se
fija como evento el cumplimiento de una determinada edad de una persona.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 91
Condición indeterminada es aquella que suponiendo que ocurra, no se
sabe cuando, por ejemplo, cuando se fija que Pedro se reciba de abogado.
El problema que presenta la condiciónindeterminada es que en principio
no resulta posible precisar cuándo se ha cumplido o cuándo debe estimarse
fallida.
Imaginémonos que una sociedad constructora celebra sendas promesas
de compraventa de acciones y en el mismo contrato ésta se obliga a cons-
truir un club de golf mediante una sociedad anónima, cuyas acciones han
sido prometidas vender a los promitentes compradores. En la promesa no
se establece plazo para cumplir con la obligación. ¿Es válida la promesa?
Primera postura.
Se ha sostenido que en el evento que en la promesa se establezca una
condición indeterminada, ésta no satisface el requisito contemplado en el
numerando tercero del Art. 1554, porque no fija ninguna época de celebra-
ción del contrato prometido.
En consecuencia, una promesa con condición indeterminada sería nula.
Segunda postura.
Sostiene que en el evento que se pacte una condición indeterminada
en la promesa, la ley de modo supletorio establece un plazo que, llegado,
determina si la condición se ha cumplido o ha fallado.
El Mensaje del Código civil en el párrafo XXIX consigna que una regla
fundamental es la prohibición de fideicomisos sucesivos, ya que éstos en-
traban la libre circulación de los bienes, en ese párrafo se contiene una idea
más general que tiende al mismo objetivo: la limitación de las condiciones,
las cuales se reputan fallidas si tardan más de treinta años en cumplirse.
El plazo de treinta años estaba establecido en el antiguo Art.739, hoy este
plazo se ha reducido a cinco años.
De 10 anterior se seguiría que las condiciones indeterminadas se reputan
fallidas si al cabo de cinco años no se cumplen.
92 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Hay autores que sostienen que la regla enunciada por Bello en el Men-
saje tiene por objeto reputar fallidas las condiciones en el plazo máximo
establecido en el Código. Por 10 tanto, las condiciones indetenninadas se
entenderían fallidas al transcurrir 10 años. La jurisprudencia ha fallado en
ambos sentidos, aunque mayoritariamente se estima que la condición inde-
tenninada se entiende fallida una vez transcurridos 10 años.
Lo anterior, en todo caso, enseña que debe tomarse la precaución de
establecer condiciones detenninadas al redactar una promesa de contrato.
El plazo también puede ser una modalidad que fije la época de celebra-
ción del contrato prometido.
Según sabemos, el plazo también admite clasificaciones, en plazo sus-
pensivo y plazo extintivo.
En el caso que se estipule como modalidad un plazo extintivo, su cum-
plimiento importa la caducidad del contrato de promesa, pues la llegada
del plazo de esta naturaleza deja sin efecto las obligaciones emanadas del
contrato de promesa.
La época de celebración del contrato prometido se puede configurar, a
la vez, por medio de condición y plazo.
Caso típico de condición y plazo se verifica cuando la condición es
detenninada.
Otra combinación posible es que se estipule una condición suspensiva
que, verificada, establezca el inicio de un plazo.
Pongamos como ejemplo, la situación de los herederos que no pueden
disponer de los inmuebles hereditarios sin practicar las inscripciones que
se establecen en el Art. 688.
La expresión "disponer" que emplea el citado precepto ha de ser entendida
como sinónimo de "enajenar", con 10 que se colige que elArt. 688, entonces,
no impediría prometer vender, y la promesa cumpliría con el requisito del
número 3° del Art.l554. Bastaría, por ejemplo, estipular una cláusula del
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 93
siguiente tenor: "el contrato prometido se celebrará dentro de los seis meses
siguientes a la inscripción especial de herencia".
A contrario sensu, es posible estipular un plazo seguido de una condición
para celebrar el contrato prometido: "se celebrará tal contrato siempre que
acaezca tal condición dentro del plazo de X días".
d.4. La promesa debe especificar de tal manera el contrato prometido
que sólo falten para que sea perfecto la entrega de la cosa o el
otorgamiento de la solemnidad prescrita en la ley
La exigencia fundamental es la necesidad de especificar el contrato pro-
metido. Lo importante es saber ¿qué se entiende por especificar?
Dos opiniones al respecto:
]U opinión: Especificar equivaldría a configurar en el contrato de promesa
todos y cada uno de los aspectos del contrato prometido, incluso sus requisitos
de validez, faltando solamente la entrega (si el contrato prometido es real), o
el otorgamiento de la solemnidad (si el contrato prometido es solemne).
Por ejemplo, si 10 prometido es un contrato de compraventa, se satisfaría
el requisito que estamos considerando si se detalla el contrato de compra-
venta que en el futuro se pretende celebrar.
En otras palabras, especificar el contrato prometido llevaría al extremo
de dejarlo establecido en tales términos que cuando llegue la época de cele-
brarlo, nada más haya que reemplazar las expresiones promitente vendedor
y promitente comprador, por las expresiones vendedor y comprador y, luego,
otorgar el contrato por escritura pública.
r opinión. La Corte Suprema señaló que especificar equivaldría a
individualizar, es decir, se cumpliría el requisito cuando se individualiza
suficientemente el contrato prometido, 10 que significaría de acuerdo al
Art.1444 señalar nada más que los elementos esenciales del contrato que
se pretende celebrar a fin de evitar confusiones en la calificación.
Por ejemplo, en el mismo caso de la compraventa, indicar que 10 que se
promete vender y comprar es tal cosa y a tal precio.
94 GONZALO Ruz LÁRTIGA
En cuanto a los elementos de la naturaleza y accidentales no sería necesario
establecerlos, pues los primeros están previstos por la ley y los segundos no
son obligatorios, sino que están supeditados a la voluntad de las partes.
e. La promesa J' el régimen matrimonial
El Código civil establece como régimen matrimonial de pleno derecho
la "sociedad conyugal" para los matrimonios celebrados en Chile, pues el
régimen de pleno derecho para los matrimonios celebrados en el extranjero
es el de separación de bienes.
Según los preceptos aplicables y luego de la reforma introducida por la
Ley N° 18.802, la mujer casada es plenamente capaz. No obstante la capa-
cidad legal de la mujer casada bajo sociedad conyugal, ésta no administra
sus bienes propios, sino que son administrados por el marido. Además, el
marido administra los bienes comunes del matrimonio que forman el haber
social.
A pesar que la administración de los bienes sociales y propios de la
mujer casada bajo régimen de sociedad conyugal corresponde al marido,
el Art.1754 somete esta administración a especiales exigencias, así por
ejemplo, el marido no podrá enajenar ni gravar los bienes raíces de la mujer
sin el consentimiento de ésta, lo mismo establece el Art. 1749 respecto de
los bienes sociales.
Con la modificación de la Ley N° 18.802 se estableció que el marido no
podía enajenar, prometer enajenar, ni gravar o prometer gravar los bienes
raíces sociales sin autorización de la mujer, ni tampoco los derechos here-
ditarios de la mujer.
El problema se presenta con el Art.17 54, que no se alteró en su redacción
luego de la modificación, señalando que "no se podrán enajenar ni gravar
los bienes raíces de la mujer, sino con su voluntad". Como se advierte, en
parte alguna se impide prometer enajenar o prometer gravar los bienes
propios de la mujer por el marido.
El profesor Somarriva sostenía que la promesa sin el consentimiento de
la mujer respecto de sus bienes propios era inválida, pues la promesa cons-
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 95
tituye un principio de enajenación. Agregaba que si se aceptaba la promesa
de enajenar se estaría permitiendo que el marido burlara la ley al no contar
con el consentimiento de la mujer.
Imaginemos que se celebra por el marido un contrato de promesa de
enajenar un bien raíz de la mujer sin su consentimiento, fijándose el plazo
de un año para la celebración del contratodefinitivo. Llegado el plazo el
marido puede señalar que no puede celebrar el contrato prometido, ya que
no cuenta con la autorización de la mujer, lo que permitiría al acreedor, pro-
mitente comprador, solicitar la ejecución forzada de la promesa (Art.1553).
Le bastaría al marido, en consecuencia, simplemente incumplir para que la
enajenación (forzada en este caso) de los bienes raíces propios de su mujer,
tenga lugar sin autorización alguna de ella.
Esta posición pena a consolidarse a pesar que la práctica la adopta. En
efecto, la promesa es válida sin que la mujer la autorice, pues no existe
precepto alguno que impida al marido prometer enajenar o gravar bienes
propios de la mujer, salvo sus derechos hereditarios. Ni las sanciones ni
las prohibiciones legales, pueden interpretarse extensivamente o aplicarse
por analogía. Por otro lado, no es indiscutible que la promesa constituya un
principio de enajenación. En efecto, estricto sensu, el contrato de promesa
sólo genera obligaciones de hacer, y no incorpora un derecho de persecución
propio de los contratos que significan principios de enajenación, como la
prenda o la hipoteca.
Veamos el problema desde otro punto de vista.
El contrato de promesa de venta celebrado por el marido sobre un bien
propio de la mujer, le impone a éste el cumplimiento de una obligación de
hacer, que consiste en la realización de un hecho ajeno: la autorización de
la mujer para celebrar el contrato prometido.
La doctrina que ha estudiado el problema desde este punto de vista,
concluye que, en estricto rigor, el juez no podría proceder a la ejecución
forzada de la promesa. El prometiente comprador sólo podría exigir la in-
demnización de perjuicios en contra del marido (Art. 1553 N° 4).
96 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Nuestra opinión es distinta. Pensamos que la promesa en este caso no
impone al marido la realización de un hecho ajeno, le impone la realización
de un hecho propio, que es la suscripción del contrato definitivo de venta.
El problema para el juez se presenta que no tendría sentido -represen-
tando al deudor- concurrir por él a la firma del contrato definitivo, pues
éste no podría llevarse a efecto por faltar la autorización de la mujer. Esta
autorización es un hecho de la mujer que el magistrado no podrá suplir,
representándola, pues no es ella deudora. En la mayoría de los casos, una
promesa de vender un bien raíz propio de la mujer será hecha precisamente
bajo la condición de consentir la mujer a la enajenación.
f La promesa de compraventa de inmuebles
y la lesión enorme
El contrato de compraventa de inmuebles posee una específica forma de
rescisión, que ya hemos estudiado anteriormente: la lesión enorme.
Sabemos que cuando hay lesión enorme, el contratante afectado puede
interponer la acción de nulidad relativa. El otro contratante puede acep-
tar que se rescinda el contrato o impedir su rescisión pagando el justo
precIO.
El problema que se plantea es si puede demandarse la rescisión por lesión
enorme respecto del contrato de promesa de compraventa.
Quienes pretenden que se puede rescindir han invocado el numerando 2°
del Art.1554, por cuanto la promesa sería nula porque el contrato prometido
sería ineficaz.
La opinión mayoritaria señala que no puede anularse la promesa de
compraventa por lesión enorme.
Argumentos:
lONa es efectivo que la compraventa prometida en este caso sea ineficaz.
El demandado puede evitar la rescisión enterando el justo precio o con
deducción de una décima parte o restituir el exceso del precio recibido
aumentado en una décima parte.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 97
Dicho de otra manera, el demandado de lesión enorme tiene la opción
de consentir en la rescisión o hacer pervivir el contrato, lo que pasa es que
esta alternativa sólo puede verificarse una vez que se encuentre otorgado
el contrato prometido.
JO De aceptarse el argumento de nulidad del contrato de promesa de
compraventa, sería de nulidad absoluta, al faltar un elemento esencial del
Art.1554.
Esta solución significaría el absurdo que la sanción sería mayor en la
promesa de compraventa que en el contrato de compraventa, respecto del
cual se regula la rescisión por lesión enorme.
3° La nulidad del contrato de promesa de compraventa por lesión enorme
infringiría dos principios:
i. El principio según el cual las sanciones son de derecho estricto. La
lesión, en efecto, está prevista para el contrato de compraventa y no para
la promesa de compraventa, por lo que no cabe hacerla extensiva a la pro-
mesa.
ii. El principio que obliga a no confundir la promesa con el contrato
prometido.
Todavía en relación a la lesión enorme, se ha planteado la interrogante
si puede rescindirse la compraventa cuando la lesión se configuró al tiempo
de la promesa.
Precisemos el problema.
La pregunta que cabe resolver es si resulta válida una promesa de venta si
al momento que debe otorgarse el contrato prometido, la cosa cuya venta se
prometió ha aumentado en su valor en más del doble del justo precio o, por
el contrario, ha disminuido su valor en más de la mitad del justo precio.
Supongamos que el precio pactado en la promesa se ajustaba al justo
precio a la época de su celebración, pero al momento de otorgar la compra-
venta, existe lesión enorme.
98 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Argumentos para rechazar el cumplimiento de la promesa.
1 ° Se sostiene que el contrato de promesa no sería válido, pues adolece
de lesión enonne o es nulo absolutamente por ser ineficaz el contrato pro-
metido.
2° Si bien se reconoce validez al contrato de promesa, la alteración en las
circunstancias posteriores a su celebración daría lugar a la imprevisión.
Frente a esta posición aparece otra que rechaza los argumentos prece-
dentes y estima que el contrato prometido debe cumplirse, esta es la opinión
mayoritaria.
La posición minoritaria, aquella que rechaza el cumplimiento de la compra-
venta pues estima aplicable la lesión enonne al contrato de promesa requiere
que la lesión se verifique al momento de la celebración de la promesa.
En esta época, las partes acuerdan el precio por la cosa y, en consecuen-
cia, en este momento debe verificarse la lesión para rescindir el contrato
de promesa.
Una vez más vemos que se confunde el contrato de promesa y el contrato
prometido (la compraventa). Además, sabemos que las sanciones civiles
son de derecho estricto y no corresponde extender la lesión contemplada
respecto a la compraventa al contrato de promesa. Para que haya lesión
se requiere que exista la compraventa, así lo ha señalado, por lo demás, la
Excma. Corte Suprema.
Descartada la posibilidad de exigir la rescisión por lesión enonne del
contrato de promesa, cabe interrogarse sobre las posibles consecuencias
de existir lesión al momento de celebrarse la promesa o con posterioridad
a su perfección.
Si la lesión se produce al momento de la promesa de compraventa,
puede estimarse que el contrato prometido no es eficaz según lo exige el
Art.1554 N° 2.
Aquí procede la nulidad absoluta del contrato de promesa por no cum-
plirse con la condición prevista en el N° 2.
DE LOS CONTRATOS EN PARTICULAR 99
¿ Qué pasaría si la lesión desaparece con posterioridad a la celebración de
la promesa?, ¿qué ocurre si la desproporción desaparece con posterioridad
a la promesa?
En este caso no cabe descartar la nulidad, pues la condición de eficacia
del contrato prometido debe concurrir al momento de la celebración de la
promesa.
Cuestión distinta se verifica cuando la lesión ocurre con posterioridad a
la celebración del contrato de promesa.
Aquí no cabe anular la promesa, pues a la época de su celebración el
contrato prometido era eficaz.
La única posibilidad de restar eficacia al contrato de promesa sería aceptar
la teoría de la imprevisión y, por esta razón, proceder a la resolución del
contrato de promesa o el reequilibrio del mismo. Sin embargo, como ya
vimos, esta teoría no es aceptada porla jurisprudencia, pese a la opinión
favorable de la doctrina.
Por último, al momento de celebrarse la compraventa prometida puede
que persista la desproporción entre el precio y la cosa.
En aplicación del Art.1889 procede la rescisión por lesión enorme de
este contrato, aunque se ejecute en virtud de una promesa y que al tiempo
de celebrarse ésta no existiere la lesión.
Al perfeccionarse la compraventa puede configurarse la lesión y el
contratante afectado puede hacer efectiva las reglas previstas en los Arts.
1889 y ss.
g. Efectos del contrato de promesa
g.l. Sólo genera obligaciones de hacer
El contrato de promesa es un contrato que sólo genera una obligación
de hacer y por tratarse de una obligación de hacer ha de someterse, en sus
efectos, a lo previsto en el Art.1553.
100 GONZALO Ruz LÁRTIGA
g.2. Las cláusulas del contrato de promesa y la verificación de si
satisfacen o no los requisitos del Art.1554 han de interpretarse en
términos estrictos
Como señalamos en un principio, la promesa de celebrar contrato no
produce por regla general efecto alguno, a no ser que satisfagan los requi-
sitos allí previstos.
g.3. La promesa de celebrar contrato no priva al promitente vendedor de
la facultad de disponer del inmueble que promete vender
No limita la facultad de enajenar del promitente vendedor el hecho de
prometer vender al promitente comprador. Si vende el promitente vendedor
a un tercero, 10 único que se verifica es el incumplimiento de la obligación
contractual de hacer y ésta sólo da lugar a la indemnización de perjuicios.
Lo anterior no obsta, sin embargo, a que el tercero adquirente pueda verse
expuesto a pagar una indemnización de perjuicios al haber concurrido do-
losa o culpablemente al incumplimiento de la obligación contractual del
vendedor.
El promitente vendedor puede enajenar el inmueble a un tercero, aunque
exista cláusula de no enajenar, pues esa cláusula de no enajenar también
genera una obligación de no hacer, cuya infracción produce los efectos
previstos en el Art. 1555.
g.4. El contrato de promesa de celebrar contrato, incluso de celebrar
compraventa de inmuebles, no requiere inscripción
En efecto, porque no es enajenación, ni como lo señalamos oportuna-
mente principio de enajenación, no se trata de tramitar el dominio sobre
el inmueble que se promete vender. Nada obsta a que pueda inscribirse la
promesa, pero no es obligatorio.
g.5. Situación especial del contrato de promesa en el D.L. N° 2.695
Si bien el contrato de promesa no tiene efectos reales, sino puramente
obligacionales, el contrato de promesa excepcionalmente tiene valor de
título posesorio en el caso del D.L. N° 2.695 sobre regularización de la
pequeña propiedad raíz.
CLASE N° 6
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO
A. EL CONTRATO DE MANDATO
Regulado en el título XXIX del libro cuarto (Arts. 2116 y ss.), el mandato
constituye uno de los contratos típicos más utilizados en el mundo jurídico.
Es uno de los contratos de servicio o de gestión más empleados en la vida
contractual moderna. Está regulado también en el Código de comercio, bajo
la figura de la comisión mercantil.
a. Concepto
El Art. 2116, 10 define en los siguientes términos: "El mandato es un
contrato en que una persona confía la gestión de uno o más negocios a otra,
que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la
que 10 acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario".
b. Características
b.1. El mandato es un contrato consensual (Art. 2123)
En efecto, esa es la regla general, pero admite variadas excepciones, en
donde el mandato es un contrato solemne. La tendencia, sin embargo, es a
formalizar el mandato, sin que por ello deje de ser consensual.
Art. 2123. "El encargo que es objeto del mandato puede hacerse por es-
critura pública o privada, por cartas, verbalmente o de cualquier otro modo
102 GONZALO Ruz LÁRTIGA
inteligible, y aun por la aquiescencia tácita de una persona a la gestión de
sus negocios por otra; pero no se admitirá en juicio la prueba testimonial
sino en conformidad a las reglas generales, ni la escritura privada cuando
las leyes requieran un instrumento auténtico".
Excepciones a la regla general las encontramos en el mandato judicial
(Art. 6° CPC) o en el mandato para contraer matrimonio (Art.103) y en
que se le otorga al marido para vender un bien raíz social o propio de la
mujer, pues todos son solemnes, aunque estos dos últimos además son
específicos.
¿Hay comunicabilidad de la solemnidad en el mandato? es decir, ¿cuando
el mandato se da para ejecutar un acto solemne, debe aquél cumplir con la
misma solemnidad?
Es el mismo punto que se nos planteó respecto de la comunicabilidad de
la solemnidad del contrato prometido al contrato de promesa.
La solución debiera ser la misma, es decir, que se trata de dos actos ju-
rídicos distintos, y aun cuando el acto por el cual se otorga el mandato sea
solemne, no es necesario que el mandato también lo sea.
La tesis contraria está relacionada con la teoría del nuncio o mensajero o
de la ficción en relación con la teoría de la representación en la formación
del consentimiento, pues según estas teorías la voluntad que concurre a la
celebración el acto jurídico es la del mandante y, por tanto, es él quien debe
cumplir con la solemnidad.
b.2. Es un contrato bilateral
En efecto, ambas partes (mandante y mandatario) se obligan recíproca-
mente. Básicamente, el mandante tiene la obligación de proveer al manda-
tario de lo necesario para ejecutar el mandato y de pagar la remuneración
pactada o la usual, y el mandatario asume la obligación de ejecutar lo pactado
y de rendir cuenta.
Algunos dicen que si el mandatario no es remunerado, el contrato sería
unilateral, lo que resulta inexacto, pues significaría reducir las obligaciones
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 103
del mandante sólo al pago de la remuneración, en circunstancias que también
se obliga a proveer de lo necesario para el cumplimiento del cometido.
En todo caso pese a que es un contrato bilateral, se estima que no opera la
condición resolutoria tácita, porque cuando el contrato se celebra a través de
un mandatario hay un tercero que pudiese verse afectado por la condición.
b.3. Es un contrato naturalmente oneroso
Corno la onerosidad es un elemento de la naturaleza del mandato, las
partes pueden pactar perfectamente que sea gratuito. Si nada se dice en el
contrato, entonces será remunerado, por lo que el mandatario tendrá derecho
a una remuneración llamada "honorario".
Otra cosa es que no se haya estipulado la cuantía de la remuneración, en
este caso la ley da la solución en el Art. 2158 señalando que el monto de
los honorarios del mandatario será el "usual", con lo cual aparece una clara
remisión a la costumbre en materia civil (costumbre praeter legem).
b.4. Dentro de su onerosidad es un contrato conmutativo
La regla general es la expuesta, es decir, lo que reciba el mandatario se
mira por el mandante corno equivalente a lo que éste le ha impuesto hacer.
Excepcionalmente será aleatorio cuando la remuneración del mandatario
quede subordinada al éxito o fracaso de un negocio.
b.5. Es un contrato principal
Claramente no requiere de la subsistencia de algún otro contrato para
subsistir. Lo anterior no significa que generalmente el mandato se otorgue
para la celebración de otro contrato, en cuyo caso habría una cierta depen-
dencia en los caracteres de este contrato.
b.6. Es un contrato de confianza
Esta característica se encuentra en la propia definición y trae consecuen-
cias varias. Primeramente participa de los caracteres de un contrato intuÍfo
104 GONZALO Ruz LÁRTIGA
personae, por lo que en materia de vicios de la voluntad y de extinción del
contrato tendrá particularidades. En relación a la extinción del mandato,
veremos que precisamente por sucarácter intuito personae termina por
voluntad de cualquiera de las partes o más precisamente por la declaración
unilateral de cualquiera de las partes que ha perdido la confianza en el otro
(en el caso del mandante puede revocar y el mandatario puede renunciar);
termina por la muerte de cualquiera de las partes (con la excepción del
mandato judicial (Art. 7° del CPC)); termina también cuando al mandatario
o mandante cae en incapacidad sobreviniente.
c. El mandato y la representación
En tanto contrato, el mandato supone un acuerdo de voluntades.
La representación (la convencional), en cambio, es tomada según la doc-
trina moderna como una modalidad del acto jurídico. Como consecuencia
de este carácter se concluye que debe de pactarse por las partes e incluirse
dentro del contrato por medio de cláusulas especiales.
De lo anterior, se colige que puede haber representación sin mandato,
como ocurre con los representantes legales y, por extensión, habrá de con-
cluirse que, si no se ha pactado expresamente, el mandato ha de entenderse
sin representación, situación que en nuestro Código contempla el Art. 2151,
en los siguientes términos:
Art. 2151. "El mandatario puede, en el ejercicio de su cargo, contratar
a su propio nombre o al del mandante; si contrata a su propio nombre, no
obliga respecto de terceros al mandante".
Nuestra opinión, sin embargo, es la contraria, al menos en materia civil,
en donde creemos que la representación es un elemento de la naturaleza
del mandato. Partimos de la definición del Código en donde aparece que
el mandatario actúa "por cuenta y riesgo" del mandante. Utilizamos, luego,
el artículo recién transcrito que resalta precisamente el carácter accidental
de la representación dentro de los actos jurídicos, pues al señalar que el
mandatario "puede" contratar a su propio nombre, implica una potestad
que modifica el orden normal existente.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 105
Convengamos que la idea de representación no es esencial, porque pue-
de perfectamente el mandatario contratar a nombre propio y no a nombre
del mandante, así 10 dice expresamente el Art. 2151. Si contrata a nombre
propio, no obliga al mandante respecto de terceros. Si contrata a nombre del
mandante lo obliga respecto de terceros, pues éstos presumen que contratan
con un representante del mandante.
En este caso, la representación en el mandato es un elemento de la natura-
leza que no es necesario precisar, pues la ley suple el silencio de las partes.
Ahora bien, el mandato que no lleva la idea de representación puede ser
de dos clases.
En ciertos casos, el que contrata con el mandatario sabe que éste está
actuando a su propio nombre, como sucede con la comisión o mandato
mercantil, pues el comisionista es un comerciante independiente.
Pero en otros casos el mandato se oculta. El que contrata con una per-
sona cree que contrata directamente con él, cuando en el fondo no es sino
un mandatario que obra por cuenta ajena. El mandante aquí, por diversas
razones, puede tener interés en no dar a saber a los terceros que la operación
se celebra por su cuenta.
Que de la definición del Código aparezca que el mandatario actúa "por
cuenta y riesgo" del mandante no significaría, para algunos autores, que los
efectos del acto se radiquen en éste o que el mandatario actúe representan-
do al mandante, sino que se interpreta como que el negocio le interesa al
mandante y no al mandatario, es decir se subrayaría que todo mandatario
ejecuta el encargo como algo que le es ajeno.
La cuestión en discusión, pareciera que se refiere más bien a la interpre-
tación que se tiene de lo que es un elemento de la naturaleza.
Sabemos que el mandatario puede cumplir el encargo sea actuando bajo
su propio nombre o en nombre de su mandante (nombre ajeno). Sabemos
también que la actuación a nombre propio del mandatario, 10 obliga sólo
a él, y que la actuación fuera de los límites del mandato, es más bien una
gestión de negocios, un cuasicontrato y no un contrato propiamente tal.
106 GONZALO Ruz LARTIGA
El problema se nos presenta con la consecuencia de esta conclusión:
los autores señalan, entonces, que si nada se dice sobre la representación
se entiende que el mandatario puede actuar a nombre propio o a nombre
ajeno.
Es en esta parte que no compartimos esta consecuencia, pues si se le
considera a la representación como elemento de la naturaleza, si nada se
dice en el contrato se presume que el mandatario actúa en la representación
del mandante. Esa es realmente la función de los elementos de la natura-
leza (aquellos que no siendo esenciales en él se entienden pertenecerle sin
necesidad de una cláusula especial que los introduzca).
En materia comercial el Art. 259 del Código de comercio dispone que en
caso de duda se presume que el mandatario ha actuado en nombre propio,
por lo que la representación no es elemento de la naturaleza del mandato
comercial. Dicho de otro modo, la no representación es el elemento de la
naturaleza del mandato mercantil.
La principal diferencia entre actuar a nombre propio o en nombre de
un tercero, es que en este último caso opera la representación (elemento
accidental de los actos jurídicos, pero no del mandato según nuestro ra-
zonamiento), en cuya virtud los efectos del acto se radican directamente
en el patrimonio del representado, por lo cual éste goza de acción directa
contra el otro contratante, como también queda obligado directamente
para con éste.
Cuando el mandatario actúa en su propio nombre, los efectos del acto
se radican en su patrimonio y no en el de su mandante, quien para todos
los efectos resulta ser un extraño en la relación jurídica, de forma tal que el
mandatario en su momento, al rendir cuenta, deberá transferir al mandante
los derechos que para él hubiere adquirido.
Lo que pasa es que si el mandatario actúa a nombre del mandante en
el mandato civil, el contratante presume que ha contratado con un repre-
sentante del mandante. A nuestro juicio, entonces, el mandatario en este
caso se obliga a transferir al mandante, cuando a éste así le convenga, los
derechos que para él hubiere adquirido pero de ahí a concluir que deba de
transferírselos en todo caso es otra cosa.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS. EL MANDATO 107
d. ¿Mandato)' poder es lo mismo?
Regulannente nos expresamos sin distinción señalando "aquí está mi
mandato" o "éste es mi poder", hablamos de "mandatario o apoderado"
indistintamente.
Podemos decir que el mandato es el continente y el poder el contenido.
Los límites del mandato son los poderes conferidos. El apoderado tiene
poder en virtud de un mandato.
Confiemos en el sentido natural y obvio de las palabras. El poder es la
capacidad de hacer algo. Recordemos siempre la pregunta ¿qué es lo que
podemos hacer en virtud del mandato que se nos ha conferido?
En cuanto a las extensiones del poder del mandatario en materia civil
(lo veremos enseguida en la clasificación de mandato general y especial) es
más reducido que en materia comercial. El poder, como contenido de las
facultades otorgadas al mandatario, en materia comercial, a falta de deter-
minación o en su silencio es suplido por la ley en el Art. 340 del Código del
ramo, por cuya virtud se le otorga al mandatario facultades de disposición,
lo que obviamente no sucede en materia civil.
e. Capacidad de las partes para celebrar el contrato de mandato
Siendo el mandato un contrato, este elemento de validez del acto debe
precisarse. Sin embargo, no se exige la misma capacidad para ambos con-
tratantes (mandante y mandatario).
e.l. Capacidad del mandante
En cuanto al mandante, la ley no establece reglas especiales y, por tanto,
se aplican las reglas generales de capacidad. Esto es que para poder celebrar
un acto jurídico por sí mismo y sin el ministerio ni la autorización de otro,
se requiere capacidad de ejercicio.
e.2. Capacidad del mandatario
Respecto del mandatariohay reglas especiales, que están en el Art. 2128,
que distingue dos situaciones, referidas a los efectos del mandato celebrado
108 GONZALO Ruz LÁRTIGA
por un mandatario incapaz respecto del propio mandante y respecto de los
terceros que con él contratan.
Art. 2128. "Si se constituye mandatario a un menor adulto, los actos
ejecutados por el mandatario serán válidos respecto de terceros en cuanto
obliguen a éstos y al mandante; pero las obligaciones del mandatario para
con el mandante y terceros no podrán tener efecto sino según las reglas
relativas a los menores".
Consecuencia lógica de lo anterior es que no existe problema alguno en
que el mandatario puede ser un menor adulto.
Es lógico, pues si le doy un mandato a un menor adulto, no es el patrimonio
del menor adulto que corre peligro, sino el del tercero y el del mandante.
Lo que dice la leyes que en cuanto a las obligaciones que contraiga el
mandatario respecto del mandante, se rigen por las reglas generales sobre
su validez, pero los actos ejecutados por el mandatario son siempre válidos
en cuanto generan obligaciones entre el mandante y los terceros.
f Clasificación del mandato
f 1. Atendiendo a la naturaleza del encargo
Hay mandato civil, comercial y judicial.
Mandato civil es aquel en que el negocio encomendado es de naturaleza
civil.
Mandato comercial es aquel en el que el negocio encomendado es un
acto de comercio.
Mandato judicial es aquel que se confiere para ser representado en juicio
y se rige por las reglas especiales del Código de Procedimiento Civil.
f2. Atendiendo a su extensión
Hay mandato general y especial.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 109
Especial, es el mandato que se da para uno o más negocios especialmente
determinados (Art. 2130); general, en cambio, es el mandato que se da para
todos los negocios del mandante (Art. 2130).
Esta clasificación se hace atendiendo al texto del Art. 2130, no tiene que
ver con las facultades del mandatario.
Art. 2130. "Si el mandato comprende uno o más negocios especialmente
determinados, se llama especial; si se da para todos los negocios del man-
dante, es general; y lo será igualmente si se da para todos, con una o más
excepciones determinadas.
La administración está sujeta en todos los casos a las reglas que siguen".
f3. Atendiendo a las facultades del mandatario
Puede ser de general o especial. El general, a su vez, puede ser de simple
o de libre administración.
En todo caso, bien que el mandato sea general o especial no da al man-
datario más facultades que las que el mandante le ha conferido, salvo que
la ley lo faculte para obrar de otra manera (Art. 2131).
Art. 2131. "El mandatario se ceñirá rigurosamente a los términos del manda-
to, fuera de los casos en que las leyes le autoricen para obrar de otro modo".
l. Mandato General
i. Mandato general de simple administración
(Art. 2132 inc.I 0), es aquel en el que se le confieren al mandatario las
facultades de administración propias del negocio de que se trata, las que
excluyen la posibilidad de disponer de los bienes del mandante. Estas facul-
tades de administración son de la naturaleza del mandato y, por lo mismo,
están señaladas en la ley.
Art. 2132. "El mandato no confiere naturalmente al mandatario más
que el poder de efectuar los actos de administración; como son pagar las
110 GONZALO Ruz LARTIGA
deudas y cobrar los créditos del mandante, perteneciendo unos y otros al
giro administrativo ordinario; perseguir en juicio a los deudores, intentar
las acciones posesorias e interrumpir las prescripciones, en lo tocante a di-
cho giro; contratar las reparaciones de las cosas que administra; y comprar
los materiales necesarios para el cultivo o beneficio de las tierras, minas,
fábricas, u otros objetos de industria que se le hayan encomendado".
La regla, entonces, es que el mandatario sólo está facultado para efectuar
los actos de administración que digan relación con el giro administrativo
ordinario.
Sin embargo, no todos los actos administrativos son de la misma entidad
o importancia.
Habría tres categorías de actos administrativos que conviene recordar:
Los actos de mera conservación, los actos de simple administración y los
actos de disposición.
Son actos de mera conservación aquellos en que se requiere el nivel más
bajo de facultades para actuar y no dicen relación necesariamente con el giro
del negocio. Son tales, por ejemplo, las reparaciones necesarias de aquello que
administra, comprar 10 necesario para el cultivo o beneficio de un inmueble.
Son actos de administración aquellos que dicen relación con actos pro-
pios del giro del negocio. Por ejemplo: interrumpir prescripciones, intentar
acciones posesorias, cobrar créditos, percibir dineros, pagar deudas, etc.
Son actos de disposición aquellos que se refieren al nivel más completo
de facultades conferidas, toda vez que ellas habilitan para la enajenación
jurídica o material de las cosas que se dan en administración.
Sobre este punto no hay que ser tan categóricos, pues si lo enajenado
recae sobre cosas que forman parte del giro ordinario del negocio, el acto
es de administración y no de disposición, por ejemplo, la venta de zapatos
en una zapatería no es un acto de disposición sino de administración. En el
mismo negocio del ejemplo, será acto de disposición la venta de110cal de
la zapatería, puesto que ello no es parte del giro del negocio y, por tanto,
requiere poder especial.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO JJI
Concluyamos, entonces, que el mandato no confiere naturalmente al
mandatario sino las facultades de administración, dentro de las cuales se
engloban o comprenden las de administración propiamente tales y las de
conservación, pero en caso alguno las de disposición, las cuales siempre
requieren de pacto expreso, tal como lo dispone el inciso final del Art. 2132
que señala que todos los actos que salgan de estos límites (facultades de
administración y conservación) necesitarán de poder especial.
ii. Mandato de libre administración
A él se refiere el Código (Art. 2133 inc. 2° y Arts. 1629 y 1580) cuando
señala que: "Por la cláusula de libre administración se entenderá solamente
que el mandatario tiene la facultad de ejecutar aquellos actos que las leyes
designan como autorizados por dicha cláusula".
2. Mandato Especial o con Poder Especial
De acuerdo al Art. 2132 inc. 2° son aquellos que exceden la limitación de
administración de los actos del mandante: "Para todos los actos que salgan
de estos límites, necesitará de poder especial".
Se trataría de aquellos que se dan para uno o más negocios determinados
del mandante y en el cual se le confieren al mandatario más facultades que
las facultades naturales de administración.
f4. Atendiendo al número de negocios
que se le confieren al mandatario
l. Mandato general, que es aquel que se concede para la gestión de todos
los negocios del mandante.
2. Mandato especial, es aquel que se le concede al mandatario para
gestionar uno más negocios determinados del mandante.
3. Mandato específico, es aquel que se le concede para desarrollar una
gestión precisa y determinada en el nombre y la representación del man-
dante.
112 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Son ejemplos de este último caso el mandato que se confiere para con-
traer matrimonio.
g. Efectos del mandato
Hay que distinguir los efectos respecto de las partes y los efectos respecto
de terceros.
g.1. Efectos entre las partes
Se estudian desde el punto de vista de las obligaciones y derechos que
se generan para mandante y mandatario.
1. Obligaciones del mandatario
i. Cumplir el encargo en laforma convenida. (Arts. 2131 y 2134)
i.1. Regla general. Lo establece en fonna clara el Art. 2131, cuando señala
que "El mandatario se ceñirá rigorosamente a los ténninos del mandato,
fuera de los casos en que las leyes le autoricen para obrar de otro modo".
Esta regla se completa conla del Art. 2134, que expresa que "La recta
ejecución del mandato comprende no sólo la substancia del negocio en-
comendado, sino los medios por los cuales el mandante ha querido que se
lleve a cabo.
Se podrán, sin embargo, emplear medios equivalentes, si la necesidad
obligare a ello y se obtuviere completamente de ese modo el objeto del
mandato".
Como se advierte, en el fondo lo que nos dice el Art. 2134 no es sino
aplicación del Art.1546, pues si el mandatario está imposibilitado de cumplir
con el mandato rige el Art. 2150.
Art. 2150. "El mandatario que se halle en la imposibilidad de obrar con
arreglo a sus instrucciones, no es obligado a constituirse agente oficio-
so; le basta tomar las providencias conservativas que las circunstancias
exijan.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 113
Pero si no fuere posible dejar de obrar sin comprometer gravemente al
mandante, el mandatario tomará el partido que más se acerque a sus ins-
trucciones y que más convenga al negocio.
Compete al mandatario probar la fuerza mayor o caso fortuito que le
imposibilite de llevar a efecto las órdenes del mandante".
i.2. Reglas especiales)' prohibiciones para cumplir el encargo en la
forma convenida
El Código establece una serie de reglas especiales en los Arts. 213 9,
2142 y 2143.
"Art. 2139. En la inhabilidad del mandatario para donar no se compren-
den naturalmente las ligeras gratificaciones que se acostumbra hacer a las
personas de servicio".
"Art. 2142. El poder especial para vender comprende la facultad de
recibir el precio".
"Art. 2143. La facultad de hipotecar no comprende la de vender, ni
viceversa" .
Las prohibiciones del mandatario son propiamente incapacidades espe-
ciales, de las mismas que estudiamos en el Art.1448 inciso final, referidas
a ciertos y determinados actos o contratos.
Prohibición relativa al contrato de compra o venta. Art. 2144. "No
podrá el mandatario por sí ni por interpuesta persona, comprar las cosas
que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante
lo que éste le ha ordenado comprar, si no fuere con aprobación expresa del
mandante".
Prohibición relativa al contrato de mutuo. Art. 2145. "Encargado de
tomar dinero prestado, podrá prestarlo él mismo al interés designado por
el mandante, o a falta de esta designación, al interés corriente; pero facul-
tado para colocar dinero a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin
aprobación del mandante".
114 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Art. 2146. "No podrá el mandatario colocar a interés dineros del man-
dante, sin su expresa autorización.
Colocándolos a mayor interés que el designado por el mandante, deberá
abonárselo íntegramente, salvo que se le haya autorizado para apropiarse
el exceso".
Prohibición general en relación a los 「・ョHセヲゥ」ゥッウ@ de la gestión. Art. 2147.
"En general, podrá el mandatario aprovecharse de las circunstancias para
realizar su encargo con mayor beneficio o menor gravamen que los desig-
nados por el mandante; con tal que bajo otros respectos no se aparte de los
términos del mandato. Se le prohíbe apropiarse lo que exceda al beneficio
o minore el gravamen designado en el mandato.
Por el contrario, si negociare con menos beneficio o más gravamen que
los designados en el mandato, le será imputable la diferencia".
ii. Debe indemnizar al mandante de los perjuicios que le cause
ii.l. Regla general. Responde de culpa leve
Esta regla es consecuencia inmediata del beneficio mutuo que origina el
contrato de mutuo (remunerado) para las partes.
En efecto, el Art. 2129 señala que el mandatario remunerado responde
hasta de culpa leve, salvo que se haya visto forzado a aceptar el encargo,
en cuyo caso responderá de culpa lata.
Art. 2129. "El mandatario responde hasta de la culpa leve en el cumpli-
miento de su encargo.
Esta responsabilidad recae más estrictamente sobre el mandatario re-
munerado.
Por el contrario, si el mandatario ha manifestado repugnancia al en-
cargo, y se ha visto en cierto modo forzado a aceptarlo, cediendo a las
instancias del mandante, será menos estricta la responsabilidad que sobre
él recaiga".
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO lIS
ii.2.Regla especial en relación a la solvencia de los deudores
ElArt. 2152 responde la interrogante de la responsabilidad del mandatario
ante la solvencia de los deudores. Si no hay pacto especial, no responde de
la solvencia de éstos.
Art. 2152. "El mandatario puede por un pacto especial tomar sobre su
responsabilidad la solvencia de los deudores y todas las incertidumbres y
embarazos del cobro. Constitúyase entonces principal deudor para con el
mandante, y son de su cuenta hasta los casos fortuitos y la fuerza mayor".
¡¡.3. Regla especial en relación a los riesgos de
pérdida de las especies metálicas
El Art. 2153 establece una regla especial en relación con el principio de
las cosas se pierden para su dueño.
Art. 2153. "Las especies metálicas que el mandatario tiene en su poder
por cuenta del mandante, perecen para el mandatario aun por fuerza mayor
o caso fortuito, salvo que estén contenidas en cajas o sacos cerrados y sella-
dos sobre los cuales recaiga el accidente o la fuerza, o que por otros medios
inequívocos pueda probarse incontestablemente la identidad".
iii. Obligación de rendir cuenta
Esta obligación es propia de todas las convenciones de gestión. En
efecto, en el mandato el mandatario es obligado a rendir cuenta de su ad-
ministración, y ésta puede requerirla en cualquier momento el mandante,
salvo que se haya estipulado fecha o fechas para rendirla (Arts. 2155 y
2156). Es relevante destacar que la obligación de rendir cuenta por escrito
de las gestiones (partidas) importantes, es una obligación de la naturaleza
del mandatario.
Art. 2155. "El mandatario es obligado a dar cuenta de su administra-
ción.
Las partidas importantes de su cuenta serán documentadas si el mandante
no le hubiere relevado de esta obligación.
116 GONZALO Ruz LÁRTIGA
La relevación de rendir cuentas no exonera al mandatario de los cargos
que contra él justifique el mandante".
Art. 2156. "Debe al mandante los intereses corrientes de dineros de éste
que haya empleado en utilidad propia.
Debe asimismo los intereses del saldo que de las cuentas resulte en contra
suya, desde que haya sido constituido en mora".
2. Obligaciones del mandante (Art. 2158)
El Art. 2158 lo señala en forma ordenada, consignando que el mandante
es obligado:
ii.l. A proveer al mandatario de lo necesario para la ejecución del man-
dato;
ii.2. A reembolsarle los gastos razonables causados por la ejecución del
mandato;
ii.3. A pagarle la remuneración estipulada o usual;
ii.4. A pagarle las anticipaciones de dinero con los intereses corrientes;
ii.5. A indemnizarle de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa, y
por causa del mandato.
ii.6. A cumplir respecto de terceros las obligaciones contraídas por el
mandatario (Art. 2160).
Art. 2160. "El mandante cumplirá las obligaciones que a su nombre ha
contraído el mandatario dentro de los límites del mandato.
Será, sin embargo, obligado el mandante si hubiere ratificado expresa o
tácitamente cualesquiera obligaciones contraídas a su nombre".
El inciso final del Art. 2158 contiene una regla interesante que puede ser
interpretada corno una excepción a la exceptio non adimpleti contractus,
salvo en caso de prueba de negligencia del parte del mandatario.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS. EL MANDATO 117
Señala el inciso final que: "No podrá el mandante dispensarse de cumplir
estas obligaciones, alegando que el negocio encomendado al mandatario
no ha tenido buen éxito, o que pudo desempeñarse a menos costo; salvo
que le pruebe culpa".
g.2. Efectos respecto de terceros
Ya habíamos señalado que si el mandatario contrata a su propio nombre
no obliga al mandante respecto de terceros. Si el mandatario contrata, en
cambio, a nombre del mandante obliga a éste siempreque haya actuado
dentro de sus facultades.
h. Delegación del mandato
A pesar de ser el mandato un contrato de confianza, la posibilidad de
delegarse ha sido admitida por el Código que ha dado reglas especiales en
cuanto a la posibilidad de delegarlo. La regla general, en consecuencia, es
que se puede delegar el mandato, sin responsabilidad alguna para el man-
datario, cuando el mandante lo haya autorizado expresamente. Si no existe
autorización expresa y siempre que no se le haya prohibido la facultad
expresamente podrá igualmente delegarse, pero responderá el mandatario
del hecho del delegado (Art. 2135 inc. 1°).
Art. 2135. "El mandatario podrá delegar el encargo si no se le ha pro-
hibido; pero no estando expresamente autorizado para hacerlo, responderá
de los hechos del delegado, como de los suyos propios".
En resumen, pueden darse tres situaciones distintas:
1 ° Que al mandatario no se le haya autorizado ni prohibido: puede dele-
garse el mandato, pero se hace responsable del hecho del delegado.
2° Si al mandatario se le ha prohibido delegar: no puede hacerlo.
3° Si se le ha autorizado expresamente para delegarlo. Puede delegarlo
en principio sin responsabilidad alguna, pero habrá que distinguirse si el
mandante ha designado la persona del delegado o no.
118 GONZALO Ruz LÁRTIGA
3.1. El mandante designó al delegado: En ese caso se entiende constituido
un nuevo mandato entre el mandante y el delegado, y los actos del delegado
obligan al mandante (Art. 2137).
3.2. El mandante autoriza para delegar, pero no indicó la persona del
delegado (Art. 2135 inc. 2°): Responde el mandatario de la mala elección
del delegado, particularmente, si era notoriamente insolvente o incapaz.
Art. 2137. "Cuando la delegación a determinada persona ha sido auto-
rizada expresamente por el mandante, se constituye entre el mandante y el
delegado un nuevo mandato que sólo puede ser revocado por el mandante,
y no se extingue por la muerte u otro accidente que sobrevenga al anterior
mandatario" .
Art. 2135 inc. 2° "Esta responsabilidad tendrá lugar aun cuando se le haya
conferido expresamente la facultad de delegar, si el mandante no le ha de-
signado la persona, y el delegado era notoriamente incapaz o insolvente".
i. Terminación del mandato (Art. 2163)
Señala el Art. 2163 que El mandato termina:
i.1. Por el desempeño del negocio para que fue constituido
Causal de extinción que se comprende, sobre todo, en los mandatos
especiales y específicos.
i.2. Por la expiración del término o por el evento de la condición
prefijados para la terminación del mandato
Esta causal demuestra que el mandato, como cualquier contrato, puede
ser integrado por elementos accidentales del tipo modalidades a los cuales
puede sujetarse.
i.3. Por la revocación del mandante
Es una situación especial, pues la regla general es que los contratos bila-
terales se deshagan de la misma manera que se hacen, es decir, concurriendo
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 119
la voluntad de ambos contratantes. El contrato de mandato puede terminar
por voluntad unilateral de una de las partes, en este caso del mandante, y
esto se debe a que es un contrato de confianza.
Lo que se discute hasta hoyes si la facultad de revocar es un elemento de
la esencia del contrato o sólo de la naturaleza. Dicho de otro modo, se trata
de estudiar la posibilidad de concebir mandatos irrevocables o de considerar,
por el contrario, la regla que todo mandato es esencialmente revocable.
El profesor David Stichkin decía que la facultad de revocar no era de la
esencia sino que de la naturaleza del mandato, por lo que las partes podrían
acordar mandatos irrevocables.
Añadía que el mandato debía entenderse como irrevocable en cuanto
comprometía el interés de un tercero. Esto lo extraía del Art. 241 del Código
de comercio, que establece este principio en materia mercantil y lo aplica
por analogía en materia civil.
A nuestro entender, en materia civil, el mandato es esencialmente revo-
cable. La revocabilidad del mandato no tiene por qué afectar los intereses
de terceros, si la revocación es debidamente puesta en conocimiento de
estos terceros y, por supuesto, del mandatario.
En relación al mandatario, el Art. 2165 establece la regla que la termina-
ción del mandato produce sus efectos tan pronto como el mandatario tome
conocimiento de ella.
Esta regla debe de estudiarse en relación con lo dispuesto en el Art. 2173,
del cual de desprende:
10 Que el mandatario no tiene ninguna responsabilidad por los actos que
hubiere ejecutado con posterioridad a la revocación del mandato, siempre
que no hubiere tenido conocimiento de la revocación.
Si el mandante revoca, pero el mandatario no conoce la revocación, los
hechos posteriores a la revocación obligan al mandante y no hace respon-
sable al mandatario.
120 GONZALO Ruz LÁRTIGA
2° Que aun en el caso de ponerse la revocación en conocimiento del
mandatario, queda el mandante obligado por los actos posteriores a la revo-
cación con respecto a los terceros que hayan contratado con el mandatario
de buena fe.
El mandato se revocó en enero pero el mandatario, teniendo todavía
en su poder el documento que lo acreditaba como tal, contrata en febrero
con un tercero que ignora la revocación. El tercero de buena fe (el que no
tiene conocimiento de la revocación) no queda afecto a la revocación y el
mandante tendrá que cumplir con la obligación que contrajo el mandatario
con este tercero de buena fe.
De lo anterior se colige, entonces, que la revocación del mandato pro-
ducirá respecto de terceros efectos desde que éstos tomen conocimiento.
Corresponderá, en consecuencia, al mandante arbitrar los medios para que
estos terceros sepan que el mandatario ya no los representa.
De ahí que el inciso tercero del Art. 2173 consigne que si el mandante hace
pública la revocación por medio de avisos y carteles, queda al arbitrio del juez
eximir de responsabilidad al mandante, es decir, desligarlo de responsabilidad
por los actos que pudiera ejecutar el mandatario a nombre del mandante.
Respecto de estos avisos, la jurisprudencia ha resuelto que por este solo
hecho no tiene derecho el tercero a solicitar indemnización de perjuicios
al mandante.
i.4. Por la renuncia del mandatario
Así como el contrato de mandato puede terminar por voluntad unilateral
de una de las partes, como vimos del mandante, a través de la revocación,
puede hacer 10 mismo el mandatario, a través de la renuncia, con el mismo
fundamento, es decir, a que el mandato es un contrato de confianza.
De acuerdo con este Art. 2167, el mandatario está obligado a continuar
atendiendo los negocios del mandante mientras éste se halle en situación de
hacerse cargo del mandato, so pena de indemnizarle de perjuicios, a menos
que el mandatario se halle en la imposibilidad de administrar por enfermedad
u otra causa o sin grave perjuicio de sus intereses propios.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 121
Esta facultad del mandatario es una consecuencia de la facultad del
mandante de revocar el mandato.
i.5. Por la muerte del mandante o del mandatario
Tennina el mandato por la muerte, tanto del mandante como del manda-
tario, precisamente por su carácter de contrato intuito personae.
El mandante confiere mandato porque tiene confianza en el mandatario, y
puede que no la tenga en sus herederos; y el mandatario lo acepta en consi-
deración a quien se lo confiere, pero no en consideración a sus herederos.
Aquí hay una diferencia con el mandato judicial, el cual no expira por
la muerte del mandante.
De lo anterior, la Corte Suprema ha hecho aplicación señalando que
si un mandatario vende una cosa una vez fallecido el mandante, estaría
vendiendo una cosa ajena, siempre que el mandatario tenga conocimiento
de la muerte del mandante pues, de lo contrario, la venta obligaría a los
herederos de éste.
Hay mandatos que precisamente son conferidospara ser ejecutados des-
pués de la muerte del mandante, por lo que éstos no se extinguen por esta
causal. De ellos trata el Art. 2169, refiriéndose al mandato que se confiere
al albacea, que es mandatario del testador.
i.6. Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro
Tennina el mandato por la quiebra o insolvencia del mandatario o man-
dante, pues la ley considera, según la doctrina, que estas situaciones de
incapacidad de pago del mandante o del mandatario es un hecho que pone
fin a la reciprocidad que debe presidir las relaciones de ambos.
Consideramos que en el caso de la quiebra, es el efecto del desasimiento
del fallido (incapacidad comercial) lo que causa la extinción del mandato.
Sólo en el caso de la insolvencia, pueden considerarse las razones dadas
por la doctrina más arriba.
122 GONZALO Ruz LÁRTIGA
i.7. Por la interdicción del uno o del otro
Tennina también el mandato por la interdicción del mandante o del man-
datario, pues al igual que en la quiebra, la declaración judicial de interdicción
priva a una persona de la facultad de administrar sus bienes.
Si el mandante carece de esta facultad, es lógico que tampoco pueda ha-
cerlo su mandatario, ya que éste sólo manifiesta la voluntad de su mandante.
Al declararse la interdicción, el mandante interdicto pasa a ser representado
legalmente por su curador.
Si es declarado en interdicción el mandatario, ha sido acreditado que
no puede administrar competentemente sus negocios, por 10 que si no sabe
administrar 10 suyo tampoco sabrá hacerlo con 10 ajeno.
i.8. Por la cesación de las funciones del mandante,
si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas
El mandato tennina cuando han cesado las funciones del mandante, si
el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas, como cuando Pedro, gerente
de una sociedad anónima mandata a Juan, en dicha calidad, y luego deja
de ser gerente.
i.9. Extinción especial en caso de existir mandatarios conjuntos
De acuerdo con el Art. 2172, si se ha dado mandato a dos o más mandata-
rios y por la constitución del mandato se ha establecido que están obligados
a obrar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de las causas
antedichas podrá fin al mandato.
j. La prueba en el mandato
El mandato, en cuanto a su prueba, está sujeto a las reglas generales
establecidas por la ley para probar la existencia de los derechos y obliga-
CIOnes.
El hecho de que por regla general el mandato sea un contrato consensual,
no impide que, por 10 que respecta a la prueba, se le apliquen las limitaciones
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL MANDATO 123
de los Arts. 1708 y 1709 si se trata de un mandato para un asunto referido
a un acto que contenga la entrega o promesa de entrega de una cosa que
valga más de dos Unidades Tributarias.
En todo caso, la prestación de los servicios que constituyen el mandato,
puede acreditarse perfectamente por testigos, cualquiera que sea el valor
de ellas.
CLASE N° 7
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. LA COMPRAVENTA, LA
PERMUTA y LA CESIÓN DE DERECHOS
A. LA COMPRAVENTA
La compraventa es el contrato típico-consensual más conocido y em-
pleado en el mundo en que vivimos y, probablemente, el más antiguo del
ser humano, a partir del momento en que los hombres adoptan un tipo
de mercancía que asume la función de común medida de valor de las
demás.
En un primer momento, en Roma, operaba por actos simbólicos, como
el rito de la mancipatio que comprendía el contrato y al mismo tiempo
el traslado del dominio de la cosa. Más tarde la tradición se separa del
contrato, y queda relegada al traslado del dominio de la cosa, por lo que la
compraventa se toma consensual e insuficiente para transferir el dominio
de la cosa al comprador.
a. Concepto
El Código civil la define en elArt. 1793, señalando que "La compraventa
es un contrato en que una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a
pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el
comprador da por la cosa vendida, se llama precio".
La compraventa es un contrato consensual, no real, y ello lo señala ex-
presamente el Código cuando señala que en este contrato "una de las partes
se obliga a dar", no dice "una de las partes da". De lo anterior se colige que
tampoco es un modo de adquirir, pues de este contrato nacen obligaciones:
126 GONZALO Ruz LÁRTlGA
para el vendedor, la de dar la cosa vendida y para el comprador, la de pagar
su precio en dinero.
El gran jurista francés Louis Josserand definía la compraventa como
un contrato por el cual el vendedor se compromete a ceder al comprador
y a garantizarle una cosa o derecho preexistente, mediante el pago de un
precio en dinero.
b. Características
b.l. Por regla general, es un contrato consensual
Si generalmente es un contrato consensual, entonces sólo excepcional-
mente es solemne, como por ejemplo, en los casos del Art. 1801 inc. 2°,
que señala que la venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de
una sucesión hereditaria (derechos hereditarios), no se reputan perfectas
ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.
En estas ventas la solemnidad no consiste solamente en que el contrato
conste por escrito, sino que sea otorgado mediante escritura pública.
La compraventa de bienes raíces solemne se refiere a los denominados
bienes inmuebles por naturaleza, puesto que los inmuebles por adherencia
o por destinación se reputan muebles por anticipación.
Por aplicación del principio de la autonomía de la voluntad, nada impide,
como aparece del Art. 1802, solemnizar las compraventas simplemente con-
sensuales. En efecto, los contratantes pueden entonces estipular (elemento
accidental) que la venta de otras cosas se vendan por escrito o, incluso, por
escritura pública.
La sanción por la omisión de esta solemnidad voluntaria en caso alguno
será la nulidad absoluta, pues una cosa es convenir en hacer solemnes actos
que por su naturaleza no 10 son y otra es aplicarle una sanción (que son de
derecho estricto y, por 10 tanto, de interpretación restringida) de aquellas
que sólo afectan a los actos solemnes.
El efecto de la omisión de la solemnidad convencional será distinto: Confie-
re el derecho de retractarse de la venta. En concreto, cualquiera de las partes
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 127
podrá arrepentirse de la celebración del contrato hasta mientras no se haya
otorgado la escritura o se haya dado principio a la entrega de la cosa.
Art.1802. "Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que
las enumeradas en el inciso 2° del artículo precedente no se repute perfecta
hasta el otorgamiento de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las
partes retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya principiado
la entrega de la cosa vendida".
b.2. Es un contrato principal
Porque subsiste por sí solo, sin necesidad de alguna otra convención y
no está destinado a garantizar otra obligación.
b.3. Es un contrato bilateral
Pues ambas partes se obligan recíprocamente, por ejemplo, el vendedor
entrega la cosa vendida y el comprador a pagar el precio.
b.4. Es un contrato oneroso y, por regla general, conmutativo
En efecto, las partes se gravan recíprocamente una en beneficio de la otra
y, generalmente, estas prestaciones recíprocas se consideran equivalentes
por las partes. Excepcionalmente, la compraventa será aleatoria cuando,
por ejemplo, en la venta de una cosa futura (Art. 1813) cuya existencia es
incierta, vemos que entre lo que se obliga a dar el vendedor y 10 que se
obliga a pagar el comprador no hay equivalencia, sino una incertidumbre
de ganancia o pérdida.
"Art. 1813. La venta de cosas que no existen, pero se espera que exis-
tan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se exprese
lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró
la suerte".
b.5. Es de ejecución instantánea
Porque por su naturalezalas obligaciones que de él emanan nacen y se
extinguen en un solo acto. Ello es importante porque se puede resolver el
128 GONZALO Ruz LÁRTIGA
contrato, y esta resolución operará con efecto retroactivo, por lo que las
partes vuelven al estado anterior al del momento de celebrarse la convención.
En los contratos de tracto sucesivo opera la tenninación que sólo produce
efectos para el futuro.
b.6. Es un título translaticio de dominio (Art.703 inc.2;
No es que transfiera el dominio sino que sirve, por su propia naturaleza,
para transferirlo.
Los títulos translaticios de dominio generan para una de las partes la
obligación de efectuar la tradición de la cosa, si no cumple con ello el
contrato puede resolverse.
Si el vendedor es dueño de la cosa transfiere el dominio, si no lo es, sólo
transfiere los derechos que tiene sobre la cosa traída. Si el vendedor no es
dueño de la cosa, como en el caso de la venta de cosa ajena, la compraventa
igualmente servirá de título posesorio, pues pone en posesión de la cosa al
comprador quien podría llegar a ganarla por prescripción. (Art. 683).
c. Elementos de la compraventa
Como todo acto jurídico la compraventa debe cumplir con los requisi-
tos de existencia y validez. Importante resulta el estudio de los requisitos
de existencia que corresponden a los elementos esenciales especiales de
ella, de aquellos que si faltan degeneran al contrato y penniten calificarlo
diferentemente.
Los elementos esenciales especiales o específicos son la cosa y el pre-
CIO.
c.1. La cosa
1. Concepto
La cosa es el objeto material de la compraventa, aquello que se obliga a
dar el vendedor y por lo cual paga su precio el comprador. En consecuencia,
la cosa es el objeto de la obligación del vendedor, por lo que si falta el objeto
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 129
en el acto, en este caso, la cosa, el acto es nulo de nulidad absoluta. La cosa
puede ser corporal o incorporal (Art. 1810) Y debe cumplir con los requisitos
que expondremos que nos resultarán conocidos, ya que corresponden a las
condiciones que debe reunir el objeto del acto jurídico:
2. Requisitos de la cosa
i. Debe ser comerciable o susceptible de
poder ser enajenada (Art.1810)
Siendo la cosa el objeto de la obligación del vendedor, debe ser lícito
en los términos del Art.1464, de ahí que se asocie el carácter comerciable
a la ausencia de prohibición para enajenarse.
Art. 1810. "Pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales,
cuya enajenación no esté prohibida por ley".
ii. Debe ser real, es decir, debe existir o esperarse que exista
Tal como el objeto del acto jurídico, la cosa que se vende y se compra debe
existir o en el peor de los casos esperarse que llegue a existir, lo que se con-
firma con el que hecho que la venta de cosa futura es válida (Art.1813).
Sin embargo, la venta de la cosa futura puede presentarse bajo dos for-
mas:
1 ° Regla general: Como una venta condicional suspensiva, esto es, sujeta
a la condición de que la cosa exista. Si la condición falla, no habrá venta,
porque no habrá objeto. Como cuando Pedro compra el departamento en
construcción (venta en verde).
2° Excepcionalmente: Como una simple venta aleatoria, es decir, aquella
en que, se haya expresado claramente o que de la naturaleza del contrato,
aparezca que lo que se está comprando es la suerte, es decir, la incertidumbre
que significa la contingencia de ganancia o pérdida. Como cuando Pedro
compra el mismo departamento expresando que la venta se reputará perfecta,
aunque el edificio no llegue a ser construido o como cuando Pedro compra
un billete de Lotería con la intención de ganarse el premio mayor.
130 GONZALO Ruz LÁRTIGA
iii. Debe ser singular y determinada cualitativa y cuantitativamente
La ley admite la venta ilimitada de cosas singulares, las que deberán deta-
llarse si corresponden a especies o géneros, y el número de ellas. Lo que no
permite nuestro Código, según se desprende del Art.1811, es la venta de todo
el patrimonio de una persona viva, como un todo, como universalidad.
Lo anterior se explica por la adscripción a la teoría clásica del patrimonio
que lo considera un atributo de la personalidad, por lo que su enajenación
importaría dejar de ser persona.
Por ello se admite la enajenación del real de derecho de herencia, lo que puede
representar todo el patrimonio del difunto o una cuota de él. Aquí la justificación
de que dejará de ser persona el difunto cuyo patrimonio se enajena, no tiene
sentido, pues desde su muerte ha perdido esta calidad y pasado a ser cosa.
Art.1811. "Es nula la venta de todos los bienes presentes o futuros o
de unos y otros, ya se venda el total o una cuota; pero será válida la venta
de todas las especies, géneros y cantidades, que se designen por escritura
pública, aunque se extienda a cuanto el vendedor posea o espere adquirir,
con tal que no comprenda objetos ilícitos.
Las cosas no comprendidas en esta designación se entenderán que no lo
son en la venta: toda estipulación contraria es nula".
iv. La cosa comprada no debe ser propia (Art.1816)
Esta exigencia de la cosa en la compraventa se refiere a un elemento de
existencia de todo acto jurídico: la causa. En efecto, quien compra lo que
es suyo, produce como efecto que el objeto de su obligación, la de pagar el
precio, carece de razón, no tiene causa.
Lo anterior no dice relación con la situación que se produce en las ventas
que se hacen en pública subasta, donde se permite que el deudor pague hasta
incluso antes del remate, pues ese pago impide precisamente el remate y
con ello no se adjudica lo suyo.
"Art. 1816. La compra de cosa propia no vale: el comprador tendrá de-
recho a que se le restituya lo que hubiere dado por ella".
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 131
Decíamos que la compra de cosa propia carece de causa, pero la venta
de cosa ajena no, ésta vale según lo prescribe el Art.1815, no le afecta vicio
alguno de nulidad, 10 que pasa es que es inoponible al dueño por falta de
concurrencia. Como consecuencia de ello, el dueño tiene acción reivindi-
catoria, que es la forma especial que tiene de hacer valer la inoponibilidad,
salvo que el tercero que la adquirió haya ganado la cosa por prescripción o
cuando él mismo hubiere ratificado la venta.
"Art. 1815. La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos
del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiem-
po".
Ciertos autores dicen que aquí el vendedor al vender la cosa ajena no
estaría cumpliendo con su obligación de transferir el dominio y en tal caso
podría pedirse la resolución. La transferencia del dominio de la cosa es el
propósito o fin principal de la obligación de dar, y es esta la obligación que
le incumbe al vendedor y que de llegar a incumplirse causaría su resolución.
La obligación de dar, como ya 10 estudiamos, puede tener otros fines.
c.2. El precio
1. Concepto
El precio es aquello que se obliga a dar el comprador y por 10 cual recibe
la cosa del vendedor. En consecuencia, el precio es el objeto de la obliga-
ción del comprador, por 10 que si falta el objeto en el acto, en este caso,
el precio, el acto es nulo de nulidad absoluta, amén que la obligación del
vendedor carecería de causa.
El Art.1793 define el precio, señalando que: "El dinero que el comprador
da por la cosa vendida, se llama precio".
2. Condiciones o requisitos del precio
i. El precio "debe estipularse" en dinero
Señala la doctrina que el precio debe estipularse o pactarse en dinero,
a pesar de que finalmente llegue a pagarse sólo parte en dinero y parte en
132 GONZALO Ruz LÁRTIGA
otras cosas, o incluso enteramente en otra cosa mediante una dación en
pago. Aclaran, eso sí, que el precio no puede ser íntegramente una cosa,
pues degeneraría la compraventa en un contrato distinto: la permuta.
Somos de una opinión diferente en este punto.
Lo determinante no es que el precio se estipule en dinero,sino que se pa-
gue en dinero. La propia definición de la compraventa impone al comprador
la obligación de "pagarla (la cosa) en dinero". Además, el precio consiste
en dinero y no puede consistir en otra cosa, por algo el propio Código lo
define, sin dar lugar a interpretaciones, como el dinero que el comprador
da por la cosa vendida. Nótese que se define el precio como el dinero que
el comprador da por la cosa vendida y no como el dinero que el comprador
se obliga a dar por la cosa vendida.
Pongámonos en la siguiente situación: Si llegara a estipularse que el
precio se pagará en dinero, pero en realidad se paga enteramente en otra
cosa ¿podría mantenerse igualmente la calificación del contrato como
compraventa? Si llegare a estipularse que se vende un Código civil y que
el precio se pagará entregando un Código de comercio, aunque finalmente
se pague por él la cantidad única y total de $40.000 ¿no habría que dudar
que estemos en presencia de una permuta?
Poco importa lo que se estipule, sino la forma en que el comprador
cumplirá su obligación y ésta no puede ser sino en dinero.
Ahora bien, las hipótesis en las que se pone elArt.1794, cuando se refiere
a la situación que se produce cuando lo dado por el comprador consiste parte
en dinero y parte en otra cosa, es la propia de un proceso de calificación
del acto o contrato. Advertimos que en parte alguna la hipótesis se plantea
señalando si el precio se estipula parte en dinero o parte en cosas, aunque
reconocemos que el empleo de la palabra precio incomoda.
Las reglas, sin embargo, son claras: la Si la parte en dinero que se paga es
menor a la otra parte (cosas) que se da, el menor valor del dinero en relación
a la cosa no alcanza para considerar el contrato como compraventa, por lo
que será recalificado en permuta. 2° Si la parte en dinero es mayor o vale
más que la parte en cosas, la compraventa mantiene su calificación.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS 133
En el primer caso, el Código entiende que la intención del comprador
fue mayoritariamente dar otra cosa a cambio de la cosa comprada. En el
segundo, se entiende que la intención del comprador fue mayoritariamente
dar dinero por la cosa comprada.
En la aclaración que hace la doctrina al señalar que el precio no puede
consistir íntegramente en una cosa, pues degeneraría la compraventa en un
contrato distinto, la permuta, hay que remarcar la exactitud de la aclaración.
En efecto, no se presenta en este caso un problema de calificación. Si lo
que paga el comprador es íntegramente una cosa, no hay precio, por lo que
tampoco hay compraventa, y lo que no existe no puede recalificarse. Ese
contrato nació como permuta.
Finalmente, el ejemplo de la dación en pago para justificar que el precio
puede consistir íntegramente en una cosa y no dinero, es descartable de
inmediato, pues precisamente la teoría que la considera venta fue la pri-
mera en ser rechazada. La dación en pago es una modalidad de cumplir la
obligación consistente en dinero.
ii. Debe ser real
No es real el simulado, pero sí lo es el ridículo o irrisorio. En la simu-
lación se da cuenta del hecho de haberse pagado el precio sin que se haya
realmente efectuado (simulación absoluta). En el pago ridículo o risible el
precio no es equivalente con el valor de la cosa, sea porque es muy menor
o exorbitantemente mayor.
El precio ridículo o risible podría llevamos a la noción de "precio jus-
to". Cuando el precio no es justo, la ley permite la rescisión por lesión
enorme tratándose de la compraventa de bienes raíces según lo prescribe
el Art.l888.
iii. Debe ser determinado (Art.1808) o determinable (Art.1809)
Generalmente el precio queda determinado, de común acuerdo por las
partes (he ahí el núcleo de su carácter conmutativo), al momento de la
celebración del acto o contrato. Puede, sin embargo, ser determinado por
las partes de cualquier otra forma, usando cualquier medio que ellas ha-
134 GONZALO Ruz LÁRTIGA
yan acordado, para después de la convención, siempre que de esto se deje
constancia en el contrato. Otra posibilidad es que las partes acuerden que
sea un tercero el que detennine el precio de la compraventa (Art.1809) y
en ese caso si él se niega a detenninarlo puede hacerlo otra persona que las
partes convengan. Si llegado el momento de acordarse sobre la persona del
tercero no hay consenso en ella, entonces, no habrá venta.
Lo que sí es de toda lógica es que el precio no puede dejarse al arbitrio
de uno de los contratantes.
Art. 1808. "El precio de la venta debe ser detenninado por los contra-
tantes.
Podrá hacerse esta detenninación por cualesquiera medios o indicaciones
que lo fijen.
Si se trata de cosas fungibles y se vende al corriente de plaza, se entenderá
el del día de la entrega, a menos de expresarse otra cosa".
"Art. 1809. Podrá asimismo dejarse el precio al arbitrio de un tercero; y
si el tercero no lo detenninare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona
en que se convinieren los contratantes; en caso de no convenirse, no habrá
venta.
No podrá dejarse el precio al arbitrio de uno de los contratantes".
c.3. Las arras (Arts.1803, 1804, 1805)
Al estudiar el precio aparecía que éste era el objeto de la obligación
del comprador. Tan pronto se perfecciona el contrato, salvo que se incluya
alguna modalidad, nace la obligación del comprador de darlo al vendedor.
Consecuencia de lo anterior es que el precio no podría darse antes de que la
obligación nazca, pues entonces la obligación del vendedor se extinguiría
antes de la conclusión del contrato.
Esto se presenta corrientemente en la práctica cuando se celebra un
contrato de promesa de compraventa y el promitente comprador paga o
"adelanta" el precio de la compraventa definitiva. Con ello en la promesa
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 135
se "extingue" una de las obligaciones principales de la convención futura.
Si, además, y sobre todo tratándose de una compraventa consensual, se hace
entrega de la cosa, la promesa podría ser calificada de compraventa.
Puede que en una convención anterior, como la promesa, 10 que se haga
sea entregarse efectivamente "un adelanto" del precio, sea en señal de se-
riedad de la suscripción del contrato futuro.
La situación que abordaremos ahora es aquella que se produce antes de
la celebración de la venta, y sin que necesariamente intervenga contrato
preparatorio, cuando una de las partes entrega a la otra una cantidad de
dinero como parte del precio de la venta o como una señal de haber que-
dado convenidos en todos los términos del contrato o cuando ese dinero,
que se da anticipadamente, 10 es a título de garantía de la celebración o
del cumplimiento del contrato. Los dineros o cosas entregados bajo estas
motivaciones por los contratantes se conocen como arras.
Las arras consisten, generalmente, en una cosa o cantidad de dinero que
una de las partes da a la otra como garantía o señal de formalización de un
contrato cualquiera.
No son una técnica jurídica propia del Derecho civil, pues también se
consagran en el Derecho comercial, aunque las arras allá tienen un sentido
distinto. El Código civil, en particular, trata las arras con ocasión del contrato
de compraventa que estamos estudiando (yen el arrendamiento también), no
obstante 10 cual se ha entendido que son aplicables a todo tipo de contrato.
El efecto de la dación de arras en Derecho civil será distinto, dependiendo
de la motivación con las cuales se han dado.
Regla General. Si las arras se han dado en garantía de la celebración o
ejecución del contrato, el efecto es el de conferir el derecho de retractarse
a los contratantes. Así, ejerciéndose este derecho de retracto, el que las ha
dado, las pierde a favor del otro, y el que las ha recibido, debe restituirlas
dobladas (Art.1803).
Eso, si el tiempo de retractación no es ilimitado. No procede la retrac-
tación pasados dos meses desde que se convino en la dación de las arras ni136 GONZALO Ruz LÁRTIGA
tampoco otorgada que sea la escritura pública de venta o de principiada la
entrega de la cosa (Art.1804) vendida.
Excepción. Si las arras se han dado como parte del precio o en señal que
quedar convenidos (Art.1805), el efecto no es otro que el de dar por perfecta
la venta, salvo que ésta exija el cumplimiento de solemnidades para perfec-
cionarse. Esta fonna de dar las arras es una excepción a la regla general,
pues requiere expresamente texto escrito que así 10 establezca, es decir, la
escrituración de una convención de arras. A falta de él, se entenderán dadas
las arras en prenda.
El legislador entiende aquí que las partes se han puesto de acuerdo en
todos los elementos esenciales de la compraventa consensual, por 10 que
las arras representan un adelanto del precio. La conjunción disyuntiva "o"
no excluye, sino que hace sinónimas las situaciones.
En el Derecho comercial la dación de arras, según el Art.1 07 del Código
de comercio, no importa reserva del derecho de arrepentirse del contra-
to, ya perfecto, a menos que se hubiese estipulado 10 contrario, las arras
-entonces- no facultan a las partes para arrepentirse de la celebración
del contrato, ellas constituyen, por 10 contrario, una garantía de que el
contrato se celebrará.
c.4. La capacidad de las partes
1. Situaciones generales
La regla general es la capacidad (Art.1446), es decir, toda persona capaz
puede celebrar contratos de compraventa. Los incapaces pueden ser partes
de una compraventa, sea como compradores o vendedores, pero deberán
actuar debidamente representados o autorizados según corresponda.
La compraventa puede celebrarse personalmente o a través de manda-
tario.
Cuando se tiene poder para vender se tiene para hacer la tradición y
también recibir el precio.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 137
En las ventas forzadas, como consecuencia de la ejecución llevada a cabo
contra el deudor, el juez actúa como representante legal del vendedor. En
estos casos no tiene cabida la lesión enorme.
Existen también incapacidades particulares o especiales o prohibiciones
(Art.1447, inciso final) para vender, para comprar, o para vender y comprar.
La sanción por la inobservancia de estas prohibiciones es la nulidad absoluta,
al tratarse de una norma prohibitiva.
2. Casos de incapacidades especiales o prohibiciones
En todos estos casos de prohibiciones el denominador común es el conflic-
to de intereses que se presenta al momento de celebrarse la compraventa.
la. La delArt.1796: "Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges
no separados judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria
potestad". La sanción, como se aprecia, es la nulidad absoluta.
2a. La delArt.1797: "Se prohíbe a los administradores de establecimientos
públicos vender parte alguna de los bienes que administran, y cuya enajena-
ción no está comprendida en sus facultades administrativas ordinarias; salvo
el caso de expresa autorización de la autoridad competente". La sanción
también es la nulidad absoluta.
3a. La del Art.1798. "Al empleado público se prohíbe comprar los bie-
nes públicos o particulares que se vendan por su ministerio; y a los jueces,
abogados, procuradores o escribanos los bienes en cuyo litigio han inter-
venido, y que se vendan a consecuencia del litigio; aunque la venta se haga
en pública subasta".
La ley no distingue si la venta es forzada o voluntaria, la prohibición por
lo tanto es aplicable a todo tipo de venta. El profesor Somarriva estimaba,
sin embargo, que en las ventas que se hacían por el partidor en la partición
esta norma no se aplicaba.
4a. La del Art.1799 en relación con el Art. 412, que se trataría más bien
de una norma imperativa y no prohibitiva.
138 GONZALO Ruz LÁRTIGA
"Art. 1799. No es lícito a los tutores y curadores comprar parte alguna
de los bienes de sus pupilos, sino con arreglo a lo prevenido en el título De
la administración de los tutores y curadores".
"Art. 412. Por regla general, ningún acto o contrato en que directa o
indirectamente tenga interés el tutor o curador, o su cónyuge, o cualquiera
de sus ascendientes o descendientes, o de sus hermanos, o de sus consan-
guíneos o afines hasta el cuarto grado inclusive, o alguno de sus socios de
comercio, podrá ejecutarse o celebrarse sino con autorización de los otros
tutores o curadores generales, que no están implicados de la misma manera,
o por el juez en subsidio.
Pero ni aun de este modo podrá el tutor o curador comprar bienes raíces
del pupilo, o tomarlos en arriendo; y se extiende esta prohibición a su cón-
yuge, y a sus ascendientes o descendientes".
5a . La del Art.1800. "Los mandatarios, los síndicos de los concursos, y
los albaceas, están sujetos en cuanto a la compra o venta de las cosas que
hayan de pasar por sus manos en virtud de estos encargos, a lo dispuesto
en elArt. 2144".
Se trata, entonces, de una prohibición para comprar.
A pesar de la referencia que se hace al Art. 2144 para todos estos admi-
nistradores de bienes ajenos, sólo a los mandatarios y síndicos se les aplica
sin restricción el Art. 2144.
A los albaceas, según el Art.1294, también se les aplicaría el Art. 2144;
sin embargo, los albaceas deben estar expresamente autorizados para ello y
siempre deben comprar en pública subasta, siempre y cuando se trate de bie-
nes muebles. Tratándose de inmuebles jamás, por impedírselo el Art. 412.
d. Efectos del contrato de compraventa
d.i. Obligaciones del vendedor
El Art. 1824 nos dice que las obligaciones del vendedor se reducen a dos.
Por nuestra parte, agreguemos que cuando la venta recae en una especie o
cuerpo cierto, nace también la obligación de cuidar la cosa.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 139
"Art. 1824. Las obligaciones del vendedor se reducen en general a dos:
la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida.
La tradición se sujetará a las reglas dadas en el Título VI del Libro 1I".
1. Obligación de entregar la cosa vendida
La obligación de entregar la cosa vendida, o de hacer la tradición,
demuestra el carácter de título traslaticio que tiene el contrato de com-
praventa.
La obligación de entregar la cosa vendida, en un primer momento, pa-
reciera apremiar sobre todo al comprador, ello corno consecuencia de la
aplicación de la teoría de los riesgos que obliga a asumirlos no al dueño
(vendedor), sino al comprador.
En efecto, si la cosa se destruye entre la fecha de celebración del contrato
y la entrega, de acuerdo a las reglas generales, el riesgo de la cosa debida
es de cargo del comprador (Art. 1820).
"Art. 1820. La pérdida, deterioro o mejora de la especie o cuerpo cierto
que se vende, pertenece al comprador, desde el momento de perfeccionarse
el contrato, aunque no se haya entregado la cosa; salvo que se venda bajo
condición suspensiva, y que se cumpla la condición, pues entonces, pere-
ciendo totalmente la especie mientras pende la condición la pérdida será
del vendedor, y la mejora o deterioro pertenecerá al comprador".
Esta regla ya 10 habíamos visto al estudiar la teoría de los riesgos y,
a juicio de la mayoría de la doctrina, resulta una norma tremendamente
injusta y contraria al aforismo según el cual las cosas perecen para su
dueño. En efecto, el comprador no ha adquirido todavía el dominio de la
cosa vendida y, por aplicación del principio señalado, 10 lógico sería que
el riesgo fuese del vendedor, sin embargo, nuestro Código 10 hace recaer
en el comprador.
A nuestro entender, esta regla está bastante atenuada no sólo porque no
rige tratándose de la compraventa condicional, sino porque las reglas de la
mora influyen considerablemente al alterar el riesgo.
140 GONZALO Ruz LÁRTIGA
En efecto, generalmente los contratos son consensuales y de ejecución
instantánea, por lo que las obligaciones nacen tan pronto se perfecciona el
contrato. En la gran mayoría de los contratos corrientes, el vendedor, como
deudor de la obligaciónde entregar, deberá hacerlo dentro de un plazo
expreso o tácito, por lo que se encontrará en mora bajo la figura de la inter-
pelación contractual y no judicialmente. Incurriendo en mora de entregar,
el riesgo pasa automáticamente al vendedor.
Ahora bien, la regla que consigna A. Bello en el Art.1820, es muy apropiada
para una nación jurídicamente poco civilizada como la nuestra (asÍ se expresa
al comenzar el Mensaje del Código), o si quiere didácticamente bien cons-
truida para nuestra idiosincrasia. A. Bello nos manda una advertencia como
compradores: Exigir cuanto antes que el vendedor cumpla su obligación para
con nosotros, so pena de asumir el riesgo de pérdida o deterioro de la cosa.
En materia de bienes estudiamos una advertencia absolutamente coincidente
con ésta al momento de estudiar la tradición de los inmuebles inscritos.
i. Momento de la entrega de la cosa vendida. (Art. 1826)
La regla general corresponde a la generalidad de los contratos más co-
rrientes: instantáneos, puros y simples y de ejecución inmediata. Por ello,
la entrega de la cosa debe efectuarse inmediatamente después del contrato,
a menos que se haya convenido en introducir un plazo, pues en ese caso se
hará la entrega en el plazo convenido.
El inciso final del Art. 1826 contiene una regla especial, que consagra
un verdadero derecho legal de retención a favor del vendedor.
Art. 1826. "El vendedor es obligado a entregar la cosa vendida inmedia-
tamente después del contrato o a la época prefijada en él.
Si el vendedor por hecho o culpa suya ha retardado la entrega, podrá
el comprador a su arbitrio perseverar en el contrato o desistir de él, y en
ambos casos con derecho para ser indemnizado de los perjuicios según las
reglas generales.
Todo lo cual se entiende si el comprador ha pagado o está pronto a pagar
el precio íntegro o ha estipulado pagar a plazo.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 141
Pero si después del contrato hubiere menguado considerablemente la
fortuna del comprador, de modo que el vendedor se halle en peligro in-
minente de perder el precio, no se podrá exigir la entrega aunque se haya
estipulado plazo para el pago del precio, sino pagando, o asegurando el
pago".
Esta regla relativa al momento de la entrega de la cosa, cobra impor-
tancia, además, cuando se vende separadamente la misma cosa a dos o
más personas (Art.1817), pues en ese caso ésta determinará a quién de los
compradores se preferirá.
Art. 1817. "Si alguien vende separadamente una misma cosa a dos
personas, el comprador que haya entrado en posesión será preferido al
otro; si ha hecho la entrega a los dos, aquel a quien se haya hecho prime-
ro será preferido; si no se ha entregado a ninguno, el título más antiguo
prevalecerá"
ii. Contenido de la obligación de entregar
El estudio del contenido de la obligación de entregar responde a la pre-
gunta ¿qué comprende la obligación de entregar la cosa?, y para desarrollarlo
hay que distinguir distintas situaciones:
1 a situación. Venta de predios rústicos (Art.1831)
Un predio rústico puede venderse como una especie o cuerpo cierto o
en relación a su cabida. En este último caso puede ser que la cabida que
se haya consignado en el contrato sea diferente a la real y en dicho caso
habrá de haberse pagado más precio del correspondiente o hacerse recibido
menos, 10 que requiere de soluciones legales. Si se vende, en cambio, el
predio como especie o cuerp.o cierto, que es la regla general, no podrán ni
vendedor ni comprador pedir modificación del precio, cualquiera sea la
cabida del predio. Hace excepción a este último caso, como 10 veremos, si
se vende con señalamiento de linderos.
Los Arts. 1831, 1832 Y 1833 se encargan de todas estas situaciones, para
10 cual disponen las partes de un año, contado desde la entrega, para incoar
la acción para reclamar problemas de cabida predial (Art.1834).
142 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Art. 1831. "Un predio rústico puede venderse con relación a su cabida
o como una especie o cuerpo cierto.
Se vende con relación a su cabida, siempre que ésta se expresa de cual-
quier modo en el contrato, salvo que las partes declaren que no entienden
hacer diferencia en el precio, aunque la cabida real resulte mayor o menor
que la cabida que reza el contrato.
Es indiferente que se fije directamente un precio total, o que éste se
deduzca de la cabida o número de medidas que se expresa, y del precio de
cada medida.
Es asimismo indiferente que se exprese una cabida total o las cabidas de
las varias porciones de diferentes calidades y precios que contenga el predio,
con tal que de estos datos resulte el precio total y la cabida total.
Lo mismo se aplica a la enajenación de dos o más predios por una sola
venta.
En todos los demás casos se entenderá venderse el predio o predios como
un cuerpo cierto".
Si se vende en relación a la cabida y la cabida estipulada difiere de la
real, se aplican las soluciones del Art. 1832.
Art. 1832. "Si se vende el predio con relación a su cabida, y la cabida
real fuere mayor que la cabida declarada, deberá el comprador aumentar
proporcionalmente el precio; salvo que el precio de la cabida que sobre,
alcance a más de una décima parte del precio de la cabida real; pues en
este caso podrá el comprador, a su arbitrio, o aumentar proporcionalmente
el precio o desistir del contrato; y si desiste, se le resarcirán los peIjuicios
según las reglas generales.
y si la cabida real es menor que la cabida declarada, deberá el vendedor
completarla, y si esto no le fuere posible, o no se le exigiere, deberá sufrir
una disminución proporcional del precio; pero si el precio de la cabida que
falte alcanza a más de una décima parte del precio de la cabida completa,
podrá el comprador, a su arbitrio, o aceptar la disminución del precio, o
desistir del contrato en los términos del precedente inciso".
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 143
El Art.183 3, finalmente, se hace cargo del caso que se venda el predio
rústico como especie o cuerpo cierto, que es la regla general. La solución
es que no podrán ni vendedor ni comprador pedir modificación del precio,
cualquiera sea la cabida del predio, a menos que se haya vendido con se-
ñalamiento de linderos, pues en ese caso el vendedor deberá entregar todo
10 comprendido en dichos linderos.
Art.1833. "Si el predio se vende como un cuerpo cierto, no habrá derecho
por parte del comprador ni del vendedor para pedir rebaja o aumento del
precio, sea cual fuere la cabida del predio.
Sin embargo, si se vende con señalamiento de linderos, estará obligado
el vendedor a entregar todo 10 comprendido en ellos; y si no pudiere o no
se le exigiere, se observará 10 prevenido en el inciso 2° del artículo prece-
dente".
r Situación. ¿El contenido material de la obligación de entregar contiene
la de transferir el dominio de la cosa?
Se discute si la obligación de entregar consiste o no en transferir el
dominio. Como consecuencia de resolver esta interrogante podrá respon-
derse, también, si en la venta de cosa ajena se cumple con la obligación de
entregar.
Es problema se plantea a partir del propio Código que señala en el
Art. 1824 que la obligación del vendedor es la entrega o tradición de la cosa.
Tradicionalmente se ha enseñado que la obligación del vendedor consiste
en hacer tradición de la cosa vendida, sin que esto implique necesariamente
transferir el dominio de la cosa. La obligación del vendedor, según señalaba
el profesor Alessandri, consistía solamente en poner en posesión tranquila
de la cosa vendida al comprador. Las razones son las siguientes:
1 a razón: De tipo histórica. Se argumentaba que en esta materia nuestro Có-
digo civil se separó del Código civil francés y volvió a las raíces romanas.
r razón. El argumento de la validez de la compraventa de cosa ajena.
En efecto, la compraventa de cosa ajena vale (Art.1815), luego el vendedor
144 GONZALO Ruz LÁRTIGA
cumplirá entregando la cosa vendiday tramitará la cosa, aun cuando no
sea de él.
El profesor U garte Godoy ha manifestado una posición discrepante,
sosteniendo que el vendedor se obliga a transferir el dominio de la cosa
vendida, por lo que si la cosa es ajena, no se cumpliría con esta obligación.
Las razones son las siguientes:
¡a razón. La existencia de obligaciones incompatibles. Se señala que
cuando el vendedor está en posesión de una cosa ajena, la obligación primera
es la de entregársela a su dueño, en consecuencia, esta obligación resulta
incompatible con la de entregársela al comprador.
2a razón. La definición del Código. Cuando el Código define el contrato
de compraventa, en el Art. 1793, señala que el vendedor "se obliga a dar
una cosa", y las obligaciones de dar consisten en transferir el dominio o
constituir un derecho real sobre la cosa.
3a razón. La obligación de saneamiento. Al analizar la obligación de
saneamiento, en el Art. 1837, aparece que la obligación del vendedor es
amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida,
de lo cual se desprende que previamente debió hacer dueño al comprador
al transferirle el dominio de la cosa.
Frente al texto y a la clara regla del Art. 1815, que establece que la
venta de cosa ajena vale, esta corriente manifiesta que lo que este artículo
pretendió remarcar fue solamente que esta venta no adolecía de ningún
vicio de nulidad.
2. LA OBLIGACIÓN DE SANEAMIENTO
La obligación de saneamiento es una obligación que contrae el vendedor
de procurar al comprador la posesión pacífica y útil de la cosa, y de indem-
nizarle de los daños y perjuicios por vicios de la misma o en caso de que
alguien le inquietara o privara de la posesión o dominio de la cosa.
La obligación de saneamiento es una obligación de la naturaleza del
contrato de compraventa, por lo que su omisión se suple por la ley, así
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 145
como por la voluntad de las partes se puede renunciar. La obligación de
entregar sería letra muerta si no asumiera el vendedor su obligación de
garantizar una tranquila y útil posesión de la cosa en manos del comprador.
Como se advierte, esta obligación es una "garantía" de responsabilidad
del vendedor.
Comprende dos objetivos:
l. Amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa
vendida, y
2. Responder por los vicios redhibitorios de la cosa vendida.
i. El saneamiento de la evicción (Art. 1838)
i.1. Concepto
El saneamiento de la evicción es la obligación del vendedor de respon-
der, indemnizando los daños y perjuicios causados, al comprador cuando
ha sido privado de la cosa vendida. EIArt. 1838 establece que hay evicción
de la cosa comprada, cuando el comprador es privado del todo o parte de
ella, por sentencia judicial.
La privación total o parcial de la cosa se llama evicción, y la experimenta
el comprador por un derecho anterior al suyo que se invoca por un tercero
y que es reconocido como tal por sentencia judicial ejecutoriada.
La evicción, por lo tanto, es un hecho generador de una obligación de
saneamiento. De lo anterior se deduce que producida la evicción sólo que-
da al comprador ser indemnizado por el vendedor. Si está en discusión el
derecho del tercero, es decir, aún no se ha producido la evicción, citará el
comprador al vendedor para que cumpla su obligación de saneamiento y
asuma su defensa frente a la pretensión del tercero. Este llamado de auxilio
del comprador se denomina "citación de evicción".
i.2. Requisitos del saneamiento de la evicción
1. Que el comprador sea privado del todo o parte de la cosa comprada.
146 GONZALO Ruz LÁRTIGA
2. Que la causa de la pérdida sea anterior al contrato de compraventa
(Art.1839).
3. Que la pérdida sea por sentencia judicial.
Art. 1839. "El vendedor es obligado a sanear al comprador todas las
evicciones que tengan una causa anterior a la venta, salvo en cuanto se haya
estipulado lo contrario".
i.J. Fases del saneamiento de la evicción.
rfase. Está alÍn en discusión el derecho del tercero. El vendedor tiene
la obligación de concurrir al pleito a defender al comprador, para 10 cual
éste debe proceder a citarlo de evicción (Art. 1843).
Si el comprador no lo hace o lo hace inoportunamente, caduca o precluye
su derecho. Esta obligación de amparar al comprador es una obligación de
hacer.
Art. 1843. "El comprador a quien se demanda la cosa vendida, por
causa anterior a la venta, deberá citar al vendedor para que comparezca a
defenderla.
Esta citación se hará en el término señalado por el Código de Enjuicia-
miento.
Si el comprador omitiere citarle, y fuere evicta la cosa, el vendedor no
será obligado al saneamiento; y si el vendedor citado no compareciere a
defender la cosa vendida, será responsable de la evicción; a menos que el
comprador haya dejado de oponer alguna defensa o excepción suya, y por
ello fuere evicta la cosa".
Una vez citado el vendedor, pueden presentarse las siguientes situacio-
nes:
1 o No comparece al juicio en defensa del comprador. La consecuencia
de ello es que responderá de la evicción.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 147
2° Comparece al juicio y asume algunas de las siguientes actitudes:
2.1. Se allana a la evicción (acepta la pretensión del tercero), ello traerá
como consecuencia que el comprador estará facultado para seguir el pleito
por su cuenta;
2.2. Se defiende (controvierte el derecho del tercero), en cuyo caso el
pleito se sigue contra el vendedor, pasando a intervenir el comprador como
tercero coadyuvante.
rfase. Se produce la evicción.
Cuando se produce la evicción, es decir, cuando el comprador es privado
de la cosa, nace la responsabilidad del vendedor de indemnizar perjuicios,
que es una obligación de dar, prescriptible y divisible. El Art. 1847 señala
los rubros que comprende la indemnización y los tres artículos que le siguen
reglan otros aspectos de ella.
Art. 1847. "El saneamiento de evicción, a que es obligado el vendedor,
comprende:
1. La restitución del precio, aunque la cosa al tiempo de la evicción
valga menos;
2. La de las costas legales del contrato de venta que hubieren sido satis-
fechas por el comprador;
3. La del valor de los frutos, que el comprador hubiere sido obligado a
restituir al dueño; sin perjuicio de lo dispuesto en el Art.1845;
4. La de las costas que el comprador hubiere sufrido a consecuencia
y por efecto de la demanda; sin perjuicio de lo dispuesto en el mismo
artículo;
5. El aumento de valor que la cosa evicta haya tomado en poder del
comprador, aun por causas naturales o por el mero transcurso del tiempo.
Todo con las limitaciones que siguen".
148 GONZALO Ruz LÁRTlGA
Art. 1848. "Si el menor valor de la cosa proviniere de deterioros de que
el comprador ha sacado provecho, se hará el debido descuento en la resti-
tución del precio".
Art. 1849. "El vendedor será obligado a reembolsar al comprador el
aumento de valor, que provenga de las mejoras necesarias o útiles, hechas
por el comprador, salvo en cuanto el que obtuvo la evicción haya sido
condenado a abonarlas.
El vendedor de mala fe será obligado aun al reembolso de 10 que importen
las mejoras voluptuarias".
Art. 1850. "El aumento de valor debido a causas naturales o al tiempo,
no se abonará en lo que excediere a la cuarta parte del precio de la venta;
a menos de probarse en el vendedor mala fe, en cuyo caso será obligado a
pagar todo el aumento de valor, de cualesquiera causas que provenga".
La obligación de indemnizar tiene una regla especial en el caso de las
ventas forzadas (Art. 1851), por cuya virtud el vendedor no es obligado, por
causa de la evicción que sufriere la cosa vendida, sino a restituir el precio
que haya producido la venta.
i.4. Extinción de la obligación de saneamiento de la evicción
Siendo la obligación de saneamiento un elemento de la naturaleza del
contrato de compraventa podrá renunciarse libremente y por su carácter
patrimonial es prescriptible.Del mismo modo el actuar del comprador
determinará el alcance de esta obligación, pudiendo por su culpa, llegar a
relevar de dicha obligación al vendedor.
l° Por renuncia (Art. 1852)
Expresión evidente que la obligación de saneamiento es un elemento de
la naturaleza del contrato de compraventa y que mira al interés particular
del comprador, puede éste renunciar a la obligación de saneamiento.
Art. 1852. "La estipulación que exime al vendedor de la obligación de sa-
near la evicción, no le exime de la obligación de restituir el precio recibido.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 149
y estará obligado a restituir el precio íntegro, aunque se haya deteriorado
la cosa o disminuido de cualquier modo su valor, aun por hecho o negligencia
del comprador, salvo en cuanto éste haya sacado provecho del deterioro.
Cesará la obligación de restituir el precio, si el que compró lo hizo a
sabiendas de ser ajena la cosa, o si expresamente tomó sobre sí el peligro
de la evicción, especificándolo.
Si la evicción no recae sobre toda la cosa vendida, y la parte evicta es
tal, que sea de presumir que no se habría comprado la cosa sin ella, habrá
derecho a pedir la rescisión de la venta".
]O Por prescripción (Art. 1856)
La acción de saneamiento no es una acción ordinaria, por lo que el plazo
de prescripción es especial: cuatro años.
Art. 1856. "La acción de saneamiento por evicción prescribe en cuatro
años; mas por lo tocante a la sola restitución del precio, prescribe según
las reglas generales.
Se contará el tiempo desde la fecha de la sentencia de evicción; o si ésta
no hubiere llegado a pronunciarse, desde la restitución de la cosa".
3° Casos de cesación de la obligación de saneamiento
Art. 1846. "Cesará la obligación de sanear en los casos siguientes:
1. Si el comprador y el que demanda la cosa como suya se someten al
juicio de árbitros, sin consentimiento del vendedor y los árbitros fallaren
contra el comprador.
2. Si el comprador perdió la posesión por su culpa, y de ello se siguió
la evicción".
ii. El saneamiento de los vicios redhibitorios (Arts. 1857 a 1870)
Junto a la posesión pacífica de la cosa, el vendedor debe proporcionar al
comprador, según el Art.1837, la posesión útil de ella, 10 que significa que
150 GONZALO Ruz LÁRTIGA
si la cosa vendida tiene vicios que la hacen inútil para el uso para el cual fue
adquirida o para el fin de la cosa, conforme a su naturaleza, tiene derecho a
que el vendedor le sanee estos vicios. Este derecho se pone en ejercicio me-
diante la acción redhibitoria delArt. 1857, sea que se resuelva la venta, sea
que se rebaje proporcionalmente el precio.
Art. 1857. "Se llama acción redhibitoria la que tiene el comprador para
que se rescinda la venta o se rebaje proporcionalmente el precio por los
vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios".
Cuando hablamos de vicios redhibitorios no sólo nos referimos a los
defectos de hecho de la cosa, es decir, a los defectos intrínsecos de la cosa
vendida, también deberían comprenderse los defectos jurídicos de la cosa
(gravámenes ocultos), como lo sería una grave limitación al dominio, por
ejemplo, la existencia de una servidumbre inaparente.
Sin embargo, son los primeros los que reciben, estricto sensu, la deno-
minación de vicios redhibitorios.
ii.l. Concepto de vicios redhibitorios
El Código no define a los vicios redhibitorios, pero señala sus requisitos
en el Art. 1858.
Podemos intentar definirlos, sin embargo, como aquellos defectos in-
trínsecos a la cosa vendida que, reuniendo las condiciones legales, sean
de tal entidad o magnitud que pueda motivar la resolución de la venta o
la modificación posterior de uno de los elementos esenciales del contrato,
como lo es el precio.
En efecto, el Art. 1858, consigna que: "Son vicios redhibitorios los que
reúnen las calidades siguientes:
1. Haber existido al tiempo de la venta;
2. Ser tales, que por ellos la cosa vendida no sirva para su uso natural,
o sólo sirva imperfectamente, de manera que sea de presumir que cono-
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 151
ciéndolos el comprador no la hubiera comprado o la hubiera comprado a
mucho menos precio;
3. No haberlos manifestado el vendedor, y ser tales que el comprador
haya podido ignorarlos sin negligencia grave de su parte, o tales que el
comprador no haya podido fácilmente conocerlos en razón de su profesión
u oficio".
U.2. Requisitos
De las calidades que señala el artículo transcrito, se desprenden los re-
quisitos copulativos que deben reunir los defectos para considerarse vicios
redhibitorios.
1. Deben ser anteriores a la venta, o al menos haber existido en gennen
o principio al momento de celebrarse, aunque luego se manifiesten.
2. Deben ser graves, es decir, nocivos a la utilidad de la cosa, como
señalaba el gran Marcel Planiol, en los ténninos del N° 2 del Art.1858, es
decir, total o parcialmente ineptos para su uso natural, en ténninos que apa-
rezca que el comprador consintió por error, por cuanto de haber conocido
la entidad de los defectos, no hubiese comprado la cosa o hubiere pagado
por ello un precio considerablemente menor.
3. Deben ser ocultos y desconocidos del comprador, es decir, un vicio
oculto es aquel que no está a la vista, y un gravamen desconocido es aquel
que puede estar a la vista del comprador pero, en razón de que no es un
perito o experto en detenninarlo, no se encuentra obligado a reconocerlo.
U.3. Derechos del comprador ante los vicios redhibitorios
La existencia de vicios redhibitorios, hace nacer para el comprador el
derecho potestativo u opción discrecional de solicitar la resolución de la
venta (aunque el Código diga rescisión) o solicitar la intervención del juez
para modificar el precio del contrato, rebajándolo.
Sólo en los casos de ventas forzadas (Art.1865) la existencia de estos
defectos no pueden reclamarse vía acción redhibitoria, salvo que el vende-
152 GONZALO Ruz LARTIGA
dor, no pudiendo o no debiendo ignorar los vicios de la cosa vendida, no los
hubiere declarado a petición del comprador, pues en ese caso podrá ejercerse
la acción redhibitoria y, con más, la indemnización de perjuicios.
Art. 1860. "Los vicios redhibitorios dan derecho al comprador para exigir
o la rescisión de la venta o la rebaja del precio, según mejor le pareciere".
En efecto, la acción tendiente a obtener la resolución de la venta se deno-
mina "acción redhibitoria", mientras que la acción para pedir la rebaja del
precio se llama "actio cuan ti minoris". El ejercicio de cualquiera de estas
acciones es compatible, en el caso de mala fe del vendedor, con el ejercicio
de la acción de indemnización de perjuicios (Art.186l).
Art. 1861. "Si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los
vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos por razón de su
profesión u oficio, será obligado, no sólo a la restitución o la rebaja del pre-
cio, sino a la indemnización de perjuicios; pero si el vendedor no conocía
los vicios ni eran tales que por su profesión u oficio debiera conocerlos,
sólo será obligado a la restitución o la rebaja del precio".
ii.4. Extinción de la acción para pedir la resolución
o rebaja del precio
1 ° Por renuncia (Art. 1859)
Como el ejercicio de estos derechos sólo mira al interés del comprador y
no lo prohíbe la ley, puede renunciarse la acción que lo pone en movimiento.
Así lo deja ver elArt. 1859, cuando señala que: "Si se ha estipulado que el
vendedor no estuviese obligado al saneamiento por los vicios ocultos de
la cosa, estará sin embargo obligado a sanear aquellos de que tuvo conoci-
miento y de que no dio noticia al comprador".
2° Por prescripción (Arts. 1866, 1867 Y 1869)
Tratándose de la acción redhibitoria, siendo su naturaleza patrimonial
y disponible es, por lo tanto, prescriptible, siendo el plazo de prescripción
aquel que pacten las partes, aplicándose en caso de silencio de éstas, el
plazode seis meses respecto de las cosas muebles y un año respecto de los
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 153
bienes raíces. La convención de las partes puede indistintamente ampliar
o restringir el plazo legal. Igualmente las leyes especiales pueden prever
plazos distintos a los señalados.
En el caso de la actio cuanti minoris, el plazo de prescripción es mayor.
En efecto, esta acción prescribe en un año para los bienes muebles y en
dieciocho meses para los bienes raíces.
Puede suceder perfectamente, entonces, que habiendo prescrito la acción
redhibitoria aún se encuentre vigente la acción para pedir la rebaja del precio
o la indemnización de perjuicios.
Art.1866: "La acción redhibitoria durará seis meses respecto de las
cosas muebles y un año respecto de los bienes raíces, en todos los casos
en que leyes especiales o las estipulaciones de los contratantes no hubieren
ampliado o restringido este plazo. El tiempo se contará desde la entrega
real" .
Art. 1867. "Habiendo prescrito la acción redhibitoria, tendrá todavía
derecho el comprador para pedir la rebaja del precio y la indemnización de
perjuicios según las reglas precedentes".
Art. 1869. "La acción para pedir rebaja del precio, sea en el caso del Art.
1858, o en el del Art. 1868, prescribe en un año para los bienes muebles y
en dieciocho meses para los bienes raíces".
d.2. Las obligaciones del comprador
1. Pagar el precio
Esta obligación del comprador es la correlativa de la principal obligación
del vendedor, y constituye la causa del objeto de su obligación de entregar
la cosa. Es decir, el vendedor entregará la cosa sólo porque espera recibir
el precio.
El Art.1871 señala que la principal obligación del comprador es la de
pagar el precio convenido. Al utilizar la palabra "principal" quiere decir que
no es la única y que lógicamente le asisten obligaciones secundarias.
154 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Art. 1871. "La principal obligación del comprador es la de pagar el
precio convenido".
Lo importante será entonces determinar cuándo y dónde hacerlo para
no constituirse en mora y, consecuencialmente, ponerse en situación de
incumplimiento. El Art. 1872 nos aclara el lugar y el tiempo en que debe
pagarse el precio.
En cuanto al lugar y tiempo, la regla es que prima lo convenido por las
partes. En silencio de pacto en el lugar y tiempo en que se efectúa la entrega
de la cosa vendida. Aplicación de la frase popular: "pasando y pasando ".
Art. 1872. "El precio deberá pagarse en el lugar y el tiempo estipula-
dos, o en el lugar y el tiempo de la entrega, no habiendo estipulación en
contrario.
Con todo, si el comprador fuere turbado en la posesión de la cosa o pro-
bare que existe contra ella una acción real de que el vendedor no le haya
dado noticia antes de perfeccionarse el contrato, podrá depositar el precio
con autoridad de la justicia, y durará el depósito hasta que el vendedor haga
cesar la turbación o afiance las resultas del juicio".
El inc. 2° del Art.1872 recién transcrito consigna la facultad de pagar el
precio por consignación, a fin de evitar la constitución en mora por cierto,
pero sobre todo, a fin de que el vendedor no pueda negarse a ampararlo de
las turbaciones que allí se indican.
La constitución en mora es uno de los presupuestos que confirman
el incumplimiento de las partes en la compraventa y una de las con-
diciones para que tenga lugar la indemnización de perjuicios en sede
contractual.
Como la compraventa es un contrato bilateral, el incumplimiento que se
confirma con la constitución en mora despierta a la condición resolutoria
tácita que va envuelta en ellos, lo que confirma elArt.1873, cuando dispone
que "Si el comprador estuviere constituido en mora de pagar el precio en
el lugar y tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho para exigir el precio
o la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios".
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS 155
Eso sí, cuando opera la resolución de la compraventa por no pago del
precio, elArt. 1875 establece algunas reglas especiales. Justifica la retención
de las arras o la exigencia de restituirlas dobladas. Además, en materia de
abono de expensas y deterioros asimila al comprador con el poseedor de mala
fe. Sin embargo, en materia de frutos es donde se manifiesta lo excepcional
del tratamiento del incumplimiento. A pesar de estar frente a la resolución
de un contrato, en donde -por regla general- no se restituyen los frutos, en
la resolución por el no pago del precio sí se restituyen, total o parcialmente,
dependiendo de si el precio no se ha pagado en todo o parte.
En materia de efectos de la resolución por el no pago del precio respecto
de terceros, el Art. 1876 se refiere a ellos en los siguientes términos:
Art. 1876. "La resolución por no haberse pagado el precio no da derecho
al vendedor contra terceros poseedores, sino en conformidad a los Arts.
1490 y 1491.
Si en la escritura de venta se expresa haberse pagado el precio, no se
admitirá prueba alguna en contrario sino la de nulidad o falsificación de
la escritura, y sólo en virtud de esta prueba habrá acción contra terceros
poseedores" .
2. Obligación secundaria. La obligación
de recibir la cosa comprada
Si nos atenemos a que la obligación principal del comprador es pagar
el precio, debemos concluir que la obligación de recibir la cosa vendida es
una obligación secundaria. Esta obligación tiene su origen en el Art.1827,
un caso de mora accipiendi o mora del acreedor, cuyos efectos son anali-
zados a continuación.
Sin embargo, la obligación en comento, por muy secundaria que la
consideremos, no por ello puede provocar la resolución de la compraventa
(con más indemnización de perjuicios), por cuanto constituye igualmente
un incumplimiento por parte del comprador de sus obligaciones. Digamos,
entonces, que esta mora produce este efecto general y otro especial que es
el que trata el Art.1827, consistente en la asunción de los costos de custodia
de la cosa vendida y la atenuación de la responsabilidad del vendedor.
156 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Art. 1827. "Si el comprador se constituye en mora de recibir, abonará
al vendedor el alquiler de los almacenes, graneros o vasijas en que se
contenga lo vendido, y el vendedor quedará descargado del cuidado or-
dinario de conservar la cosa, y sólo será ya responsable del dolo o de la
culpa grave".
e. Pactos accesorios al contrato de compraventa
Las partes pueden agregar a los contratos típicos los pactos que estimen
conveniente con tal que éstos sean lícitos y no desnaturalicen el contrato
en cuestión. Esta aplicación del principio de la autonomía de la voluntad
se refleja en el Art.1887.
Ahora bien, el Código ofrece algunos pactos que se encarga de regular
en sus efectos, éstos son:
1. Los pactos comisorios.
2. El pacto de retroventa.
3. El pacto de retracto.
e.l. Los pactos comisarios
Al tratar las condiciones en el tomo dos de estas Explicaciones de Derecho
civil nos referimos a los pactos comisorios. Trataremos, ahora, el que regula
el Código especialmente para la compraventa y que consiste en la expresión
de la condición resolutoria por no pagarse el precio convenido.
Dice, en efecto, el Art.1877: "Por el pacto comisorio se estipula expre-
samente que, no pagándose el precio al tiempo convenido, se resolverá el
contrato de venta.
"Entendiéndose siempre esta estipulación en el contrato de venta; y
cuando se expresa toma el nombre de pacto comisorio y produce los efectos
que van a indicarse".
Por el pacto comisorio no se priva al vendedor de la elección de acciones
que le concede el Art.1873, esto es, el derecho para exigir el precio en caso
de mora o la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 157
Esta norma regula en consecuencia el pacto comisario simple, es decir, la
expresión de la condición resolutoria tácita del Art.1489 referida al evento
de no pago del precio.
Esel mismo pacto anterior, pero con el agregado de que el contrato se
resolverá ipso jacto, constituye el pacto comisario calificado.
Este pacto comisorio opera ipso jacto y no ipso il/re como cuando se
expresa en algún otro contrato o en la misma compraventa, pero por el
incumplimiento de otra obligación.
En efecto, que opere ipso jacto y no ipso il/re, significa que la resolu-
ción no es inmediata. Lo anterior lo comprueba el Art.1879 que faculta
al comprador para hacer subsistir el contrato, pagando el precio, lo más
tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la notificación judicial de
la demanda.
Finalmente, el pacto comisorio prescribe al plazo prefijado por las
partes, si no pasare de cuatro años, contados desde la fecha del contrato.
Transcurridos estos cuatro años, prescribe necesariamente, sea que se
haya estipulado un plazo más largo o ninguno (Art. 1880).
e.2. El pacto de retroventa (Arts. 1881 a 1885)
El Art. 1881 nos da el concepto del pacto de retroventa, cuando señala
que: "Por el pacto de retroventa el vendedor se reserva la facultad de reco-
brar la cosa vendida, reembolsando al comprador la cantidad determinada
que se estipulare, o en defecto de esta estipulación 10 que le haya costado
la compra".
Se colige de este pacto que su inclusión transforma la compra pura y
simple, en un contrato de compraventa sujeta a una condición resolutoria
ordinaria, potestativa de la voluntad del acreedor, que consiste en que el
vendedor haga uso de la facultad de recobrar la cosa vendida.
Tiene una enorme utilidad práctica cuando se le utiliza como garan-
tía.
158 GONZALO Ruz LÁRTIGA
1. Requisitos del pacto de retroventa
i. Que se haya estipulado al tiempo del contrato.
ii. Que se estipule la cantidad que va a tener que reembolsar el vendedor,
aunque si ello no se hace se entiende que esta cantidad será la misma que
se ha pagado.
iii. Sólo se puede intentar dentro de un plazo que no puede ser superior
a cuatro años contados desde la celebración del contrato (Art.1885).
A pesar de los ténninos imperativos que se consignan para el ejercicio
de la acción que emana del pacto, llamada acción de retroventa, el inciso
segundo del Art.1885 establece que, en todo caso, tendrá derecho el com-
prador a que se le dé noticia anticipada, que no bajará de seis meses para
los bienes raíces ni de quince días para las cosas muebles para que se le
restituya la cosa. Agrega que si la cosa fuere fructífera, y no diere frutos
sino de tiempo en tiempo y a consecuencia de trabajos e inversiones pre-
paratorias, no podrá exigirse la restitución demandada sino después de la
próxima percepción de frutos.
Este plazo no es, en consecuencia, un plazo de prescripción, sino que es
un plazo de caducidad.
2. Efectos del pacto de retroventa
i. Respecto a terceros
Se sujeta lo dicho en el Art. 1882, en donde se consigna que el pacto
de retroventa en sus efectos contra terceros se sujeta a lo dispuesto en los
Arts. 1490 y 1491.
ü. Entre las partes
El principal efecto es el propio de la resolución, es decir, nace el de-
recho para el vendedor de exigir la restitución de la cosa vendida con
sus aumentos naturales, con más indemnización de perjuicios en caso
de serIe imputable al comprador los deterioros de la cosa. La obligación
correlativa es la de indemnizar las expensas necesarias. Que haya hecho
el comprador.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 159
Art. 1883. "El vendedor tendrá derecho a que el comprador le restituya
la cosa vendida con sus accesiones naturales.
Tendrá asimismo derecho a ser indemnizado de los deterioros imputables
a hecho o culpa del comprador.
Será obligado al pago de las expensas necesarias, pero no de las inver-
tidas en mejoras útiles o voluptuarias que se hayan hecho sin su consenti-
miento".
En fin, el Art. 1884, dispone que "El derecho que nace del pacto de retro-
venta no puede cederse", regla a la que la doctrina no encuentra explicación,
pero así está establecido en el Art. 1884.
f El pacto de retracto
También es una especie de contrato de compraventa bajo condición
resolutoria.
Se refiere a él el Art.1886, según el cual, si se estipula que si se presenta un
interesado que ofrece mayor precio que el pagado por el comprador dentro de
un plazo no mayor de un año, se resuelve el contrato, se cumplirá 10 pactado,
y se aplicarán en todo las reglas del pacto de retroventa, a menos que el com-
prador se allane a pagar el nuevo precio que ofrece el nuevo interesado.
Imaginemos que vendo mi auto a Pedro en $600, y estipulamos que si
dentro del plazo de un año encuentro otro interesado que me dé un precio
mayor, se resuelve el contrato, pero conservando Pedro el derecho de pa-
garme este mayor precio, para quedarse así con la cosa.
Se le da poca aplicación práctica, aunque puede resultar bastante atrac-
tivo para el vendedor, quien recupera el precio pagado, no responde de los
deterioros naturales de la cosa, a menos que se produzcan por su culpa y
hace suyos los frutos.
B. EL CONTRATO DE PERMUTA (ARTS. 1897 A 1890)
Permuta proviene del latín permutare que refleja la acción de cambiar
una cosa por otra.
160 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Es el contrato traslaticio más antiguo, practicado en los inicios de la hu-
manidad, que con el invento del dinero pasa a constituirse en el antecedente
lógico de la compraventa. De ahí que se explique la regla del Art.1900 que
señala que le son aplicables a la permuta, salvo en lo que sean contrarias a
su naturaleza, las reglas del contrato de compraventa.
a. Concepto
Como contrato la pennuta es aquel por el cual cada uno de los contra-
tantes se obliga a dar una cosa para recibir otra a cambio. En ese sentido la
define el Art.1897, señalando que: "La permutación o cambio es un contrato
en que las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto
por otro".
Es un contrato consensual (aunque puede ser solemne si lo que se
intercambian son cosas cuya venta está sujeta a la observancia de una
solemnidad, como cuando se permutan inmuebles), es bilateral, oneroso
y conmutativo, principal y pareciera que específico, es decir, que sólo
puede recaer en cosas específicas o cuerpos ciertos, según se desprende
del concepto mismo.
Lo anterior, en realidad, es una imprecisión, pues y siendo fiel a sus orí-
genes, la permuta procede perfectamente respecto de cosas genéricas entre
sí o cambiando ésta por una o más cosas específicas. No hay inconveniente
en permutar 20 sacos de trigo de mi cosecha de este año, por una primera
edición autografiada de Bello de nuestro Código civil.
b. Las cosas permutables (Art.1899)
Descartando que sólo puedan ser cosas específicas o cuerpos ciertos, la
regla se presenta más amplia: pueden permutarse todas las cosas que en
definitiva puedan venderse, como lo expresa el inciso primero Art.1899:
"No pueden cambiarse las cosas que no pueden venderse".
c. Los intervinientes y su capacidad (Art.1899 inc. r)
En la permuta, y por aplicación de las reglas supletorias de la compra-
venta, ambos intervinientes son considerados vendedores y compradores
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS 161
a la vez y como en toda compraventa no puede faltar el precio, el Código
dispone que el justo precio de ella a la fecha del contrato se mirará como
el precio que paga por lo que recibe en cambio.
De lo anterior debe colegirse, además, que a ambos se les exige plena
capacidad de ejercicio (facultad de enajenar).
Señala el inciso segundo del Art.l899 que "Ni son hábiles para el con-
trato de permutación las personas que no son hábiles para el contrato de
venta".
Las grandes semejanzas entre ambos contratos, de hecho la permuta es
el antecedente histórico de la compraventa y ésta el soporte dogmático de
aquélla, es que ambos son títulos traslaticios de dominio, la permuta de
cosa ajena vale y el valor de la cosa que se da representa el precio que se
paga por la que se recibe a cambio, podría sostenerse, incluso,que no hay
realmente dos contratos diferentes.
Si analizamos, como enseña Planiol, amparados además por la regla del
Art.1900, los contratos no como juristas sino como economistas, en ambos
el fin es el mismo, el intercambio de bienes. La venta, en consecuencia,
no sería sino la mitad de la operación cambiaria completa, representada
en la permuta. En efecto, la permuta se descompondría en dos partes: una
primera, en donde Juan vende una cosa a Pedro; y una segunda, en donde
con su precio Juan me compra otra cosa que le vendo.
Ciertamente puede haber semejanzas entre ambos contratos, pero no
para llegar al límite de identificarlas como lo hicieron los sabinianos en su
tiempo.
Lo que distingue principalmente a ambos contratos, aunque este ele-
mento permite al mismo tiempo formas impuras de cada uno de ellos, es
la existencia del precio en dinero. Esto hace, estricto sensu, que no pueda
distinguirse entre los permutantes un comprador y un vendedor (de ahí
que el Código diga que los permutan tes serán considerados vendedores y
compradores a la vez) y que, por lo mismo, la obligación de saneamiento
nazca para ambos permutantes.
162 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Decíamos que el precio en dinero como elemento diferenciador permitía,
al mismo tiempo, fonnas impuras sea de compraventa o de permutas. En
efecto, ya las estudiamos al momento de analizar el precio en la compra-
venta y con ocasión de la lectura del Art.1794, que se pone en la situación
que el precio consista parte en dinero y parte en una cosa y donde la regla
de solución era que primaba el elemento prevalente en prestación.
Lejos de lo que pueda pensarse, la permuta es un contrato cuya vigencia
actual es innegable, tanto en el ámbito interno como en el internacional,
en donde un país rico en reservas petroleras intercambia éstas por otras
materias primas que detenta otro país.
C. LA CESIÓN DE DERECHOS
Proveniente del latín cessionis, la cesión implica renuncia de alguna
cosa, posesión, acción, derechos o créditos a favor de otro. De allí que
se puedan ceder bienes (en el derecho de quiebras se estudia en toda su
amplitud), o sus accesorios (intereses), contratos (cesión del contrato de
arrendamiento), derechos reales (derecho de herencia), derechos personales
o créditos, etc.
Nos limitaremos en esta parte a estudiar la cesión de derechos, conforme
al tratamiento que le da el Código en el título :XXV del Libro Cuarto, que
I
contiene tres párrafos:
l. De la cesión de créditos personales;
2. pe la cesión del derecho de herencia, y
3. De la cesión de derechos litigiosos.
De esta última, la cesión de derechos litigiosos, sólo nos limitaremos a
mencionarla pues su tratamiento es objeto de estudio en Derecho proce-
sal.
a. De la cesión de derechos personales o créditos
El derecho personal o crédito pertenece a la categoría de cosas incorpo-
rales cuya definición se encuentra en el Art. 578.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS 163
El estudio de la cesión de los créditos nos impone conocer una clasifica-
ción de los títulos que los cobijan, que mira a la forma como se encuentran
extendidos y a la persona que puede instar a su cobro:
1. Créditos nominativos, son aquellos que se encuentran extendidos
a nombre de un titular determinado y que sólo pueden ser pagados a esa
persona.
2. Créditos a la orden, son aquellos que están extendidos a persona
determinada, pero que pueden ser pagados a otra persona que el titular
designe.
3. Créditos al portad01; son aquellos que no designan la persona del
titular, por lo que pueden ser cobrados por cualquiera que lo porte o de-
signándose su titular el mismo título contiene las instrucciones para que
cualquiera persona lo presente a cobro.
La cesión de créditos a que se refiere el título de la cesión de derechos
personales es a la cesión de los créditos nominativos, pues los créditos a la
orden se ceden mediante endoso, y su regulación escapa al Código civil,
mientras que en los créditos al portador basta la entrega del mismo para
ser cedidos (Art.1908).
Art. 1908. "Las disposiciones de este título no se aplicarán a las letras de
cambio, pagarés a la orden, acciones al portador y otras especies de trans-
misión que se rigen por el Código de Comercio o por leyes especiales".
El Código redunda al utilizar la expresión cesión de "créditos personales".
Si revisamos los antecedentes del título XXV del Libro Cuarto veremos que
la referencia original se hacía a la cesión de los "créditos nominativos".
a.1. Naturaleza de la cesión de créditos
Se ha discutido acerca de si la cesión de derechos personales o créditos
es un contrato o no.
Pareciera que sí lo es y se presentaría bajo la forma de una compraventa
de derechos, lo que es corroborado por la ubicación de estas normas. Sin
164 GONZALO Ruz LÁRTlGA
embargo, la opinión mayoritaria se plantea por la negativa señalando que
en esta parte el Código no trata sino de la tradición de los derechos perso-
nales, y sabernos que los contratos no son modos de adquirir, de ellos no
nacen derechos reales. Los argumentos de la opinión mayoritaria son los
siguientes:
1 0. Se esgrime que el Art.190 1 utiliza el vocablo "título" en dos senti-
dos ("Art. 190 l. La cesión de un crédito personal, a cualquier título que se
haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario sino en virtud de la
entrega del título"). En efecto, cuando señala" ... a cualquier título que se
haga ... ", se está refiriendo al título de dominio, mientras que lo utiliza por
segunda vez " ... sino en virtud de la entrega del título", se haría alusión al
instrumento en el que consta la obligación, lo que sirve de argumento para
concluir que hablarnos de la cesión corno la forma de hacer la tradición del
crédito personal.
2°. Se señala que no puede entenderse a la cesión corno contrato, pues
sería una redundancia ya que si pueden venderse todas las cosas corporales
e incorporales, no tendría sentido que se trate en especial de la venta de
derechos personales, pues bastaría con las normas de la compraventa.
3 0. Se sostiene que el Art. 699 (referido a la tradición) y el Art. 1901
dicen lo mismo, lo que reafirma que lo que se trata en este título es de la
tradición.
4 0. Se argumenta que si la cesión de derechos fuere un contrato de venta,
la exigencia de entrega del título haría que fuese un contrato real, lo que
desnaturaliza el contrato de venta.
5°. Finalmente, la razón de su ubicación, entremedio de los contratos,
es de orden histórica, siguiendo con ello el Codeo
a.2. Requisitos de la cesión de derechos personales
Corno es la forma de hacer la tradición, y este modo de adquirir requiere
de un antecedente consistente en un título translaticio, los requisitos son
los propios de la teoría a dos marchas: El título traslaticio de dominio y la
entrega o tradición del título representativo del derecho.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 165
En efecto, el Art.190 1, consigna que la cesión de un crédito personal, a
cualquier título que se haga, no tendrá efecto entre el cedente y el cesionario
sino en virtud de la entrega del título.
a.3. Condiciones para que la cesión produzca efectos
Entre las partes. Para que se perfeccione la cesión de créditos, como
modo de adquirir el dominio de ellos, es necesaria la entrega del título
o instrumento en que consta la obligación desde el cedente (tradente) al
cesionario (adquirente).
Respecto del deudor y demás terceros. Sin embargo, esta cesión para que
pueda afectar al deudor del crédito y a terceros, es necesario que se notifique
al deudor o que éste la acepte, tal como lo expresa el Art.1902: "La cesión
no produce efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido
notificada por el cesionario al deudor o aceptada por éste".
1. ¿Puede el deudor oponerse a la cesión?
Se ha discutido si puede o no el deudor oponerse a la cesión del crédito,
es decir, negarse a pagar al cesionario aquello que le debía al cedente.Se
concuerda entre los autores que notificado el deudor, éste no puede oponerse
por dos razones:
1 ° Por cuanto a él no le afecta la cesión, recuérdese que su obligación
es pagar y le da lo mismo a quién pague, lo que le interesa es que ese pago
extinga sus obligaciones.
2° El deudor no puede limitar la facultad de disposición del dueño del
crédito. Esto se da aplicando un simple razonamiento: si el cedente no
pudiere enajenar su crédito porque el deudor se opone, significaría que no
puede disponer de un bien del que es dueño.
2. ¿ Cómo debe practicarse la notificación de la cesión al deudor?
Se ha planteado la situación de si la notificación puede hacerse fuera de
toda gestión judicial, por ejemplo, recurriendo a un Notario Público quien
pondría en conocimiento del deudor el hecho del traspaso con las indica-
166 GONZALO Ruz LÁRTIGA
ciones legales o incluso sin la intervención de este funcionario, mediante
carta certificada u otro medio similar.
Pareciera que la opinión mayoritaria participa de la idea que se trata
de un trámite judicial, donde interviene un Receptor judicial. La duda se
presenta, entonces, acerca del procedimiento al que debería recurrirse
para ello, pues los procedimientos no contenciosos están establecidos
en la ley (lo que no impediría tampoco -en el límite- el de transformar
en contencioso el asunto) y este trámite no está dentro de la numeración
respectiva.
Estimamos que no existe razón para negar la posibilidad que la cesión se
verifique extrajudicialmente. Si es la concurrencia del ministro de fe lo que
la garantiza o asegura, la intervención de un notario, fuera de toda gestión
judicial, es perfectamente posible.
Sin embargo, si el deudor puede "aceptar" expresa o tácitamente la cesión,
lo que hace sin formalidad alguna, no vemos por qué no pueda notificársele
la cesión bajo una forma menos rigurosa, siempre que se garantice que éste
ha tomado debido conocimiento de ella.
El Código nos señala la forma en que debe hacerse la notificación.
En efecto, el Art.1903, prescribe que, "La notificación debe hacerse con
exhibición del título, que llevará anotado el traspaso del derecho con la
designación del cesionario y bajo la firma del cedente".
Cuando 10 que se cede es el crédito hipotecario, deberá subinscribirse la
cesión en el Registro de Hipotecas del Conservador respectivo, anotándose
ésta al margen de la inscripción hipotecaria.
3. De la aceptación
La aceptación es el acto por el cual el deudor tomando conocimiento de
la cesión, asiente en ella. Puede ser expresa o tácita.
Será expresa, cuando se estipula en términos formales y explícitos en
el instrumento mismo en que consta la cesión; y tácita, cuando se ejecute
por parte del deudor algún acto que no pueda haberse realizado sino en
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 167
virtud del conocimiento que haya tenido de la misma, como cuando el
deudor paga el crédito al cesionario o recurre a él para que le conceda
esperas.
a.4. Efectos de la cesión de créditos
El primer efecto, es que la cesión del crédito, que es lo principal, con-
lleva la cesión de todos sus accesorios, privilegios, fianzas e hipotecas
(Art.1906), pero excluye las excepciones personales del cedente, lo que
es obvio, pues ellas no son transferibles. En ese escenario se encuentra la
acción de resolución que se entiende no cesible, pues la facultad resolutoria
corresponde a los "contratantes", y el cesionario no lo es del crédito cedido.
Por lo anterior, regularmente en el título se deja constancia que por ese acto
se cede también la acción de resolución.
Art.l906. "La cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios
e hipotecas; pero no traspasa las excepciones personales del cedente".
a.5. Responsabilidad del cedente
Para saber de qué se hace responsable el cedente hay que estarse al
título de la cesión, es decir, si se trata de un título gratuito u oneroso. La
responsabilidad del cedente puede recaer en cuestiones que son esenciales
para consentir en la adquisición del crédito. Por ejemplo, la existencia del
derecho, la solvencia del deudor, etc.
La regla es la siguiente, si el título del crédito es gratuito el cedente no
responde de ninguno de estos hechos, por aplicación del Art.1422.
Si la cesión se refiere a un título oneroso, el cedente se hace respon-
sable de la existencia del título al momento de la venta, pero no se hace
responsable de la solvencia del deudor, a menos que se obligue expresa-
mente a ello.
Lo anterior conforme al Art.1907, cuya regla es muy clara, por lo que
nos limitaremos a transcribirla: "El que cede un crédito a título oneroso,
se hace responsable de su existencia al tiempo de la cesión, esto es, de que
verdaderamente le pertenecía en ese tiempo; pero no se hace responsable
168 GONZALO Ruz LÁRTIGA
de la solvencia del deudor, si no se compromete expresamente a ello; ni en
tal caso se entenderá que se hace responsable de la solvencia futura, sino
sólo de la presente, salvo que se comprenda expresamente la primera; ni
se extenderá la responsabilidad sino hasta concurrencia del precio o emo-
lumento que hubiere reportado de la cesión, a menos que expresamente se
haya estipulado otra cosa".
b. La Cesión del derecho de herencia (Arts. 1909 y 1910)
Señalábamos que los derechos reales también podían cederse, es decir,
su titular renunciar a él en beneficio de otro.
Cuando hablamos de cesión del derecho de herencia, estamos hablan-
do de la forma como se tradita ese derecho real cuando lo enajenamos,
a pesar de la posición del profesor Alessandri que creía ver en la cesión
de cualquier derecho una denominación legal especial de la venta de los
mIsmos.
La discusión acerca de la forma de hacer la tradición del derecho real de
herencia la tratamos con ocasión del estudio de los bienes en el tomo se-
gundo de estas Explicaciones. Allí concluíamos que se aplicaba finalmente
la regla general en materia de tradición de cosas corporales muebles, es
decir, significando el heredero que le transfiere el dominio de la herencia o
una cuota de ella a otro heredero o un tercero y figurando esa transferencia
por algunas de las formas de entrega que señalaba el Código.
El heredero tradente cede su derecho real de herencia que ha adquirido
previamente por haber operado el modo de adquirir "sucesión por causa de
muerte". El accipiens, sea un heredero o un tercero, adquiere, en ese caso,
el derecho por tradición.
En la cesión del derecho real de herencia reconocemos, entonces, la
forma como se significa su transferencia.
Se puede definir la cesión del derecho de herencia como la forma de
hacer tradición del derecho real de herencia o, siguiendo al profesor Silva
Segura, como la transferencia o enajenación que hace el heredero de su
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 169
derecho a suceder en el patrimonio de su causante o una parte alícuota de
él, a otro heredero o a un tercero.
Si la cesión es la forma de hacer la tradición del derecho real de
herencia (modo), el título, que puede estar contenido en el mismo ins-
trumento de la cesión, puede ser gratuito (donación) u oneroso. Esto,
como lo veremos más adelante, resulta esencial para determinar de qué
responde el cedente.
La regulación de esta forma de cesión se encuentra en los Arts. 1909 y
1910.
Art. 1909. "El que cede a título oneroso un derecho de herencia o legado
sin especificar los efectos de que se compone, no se hace responsable sino
de su calidad de heredero o de legatario".
Art. 1910. "Si el heredero se hubiere aprovechado de los frutos o per-
cibido créditos o vendido efectos hereditarios, será obligado a reembolsar
su valor al cesionario.
El cesionario por su parte será obligado a indemnizar al cedente de los
costos necesarios o prudenciales que haya hecho el cedente en razón de la
herencia.
Cediéndose una cuota hereditaria se entenderá cederse al mismo tiempo
las cuotas hereditarias que por el derecho de acrecer sobrevengana ella,
salvo que se haya estipulado otra cosa.
Se aplicarán las mismas reglas al legatario".
b.l. Requisitos de la cesión
i. Que haya muerto el causante. Si se cede el derecho de herencia mien-
tras el causante esté vivo hay objeto ilícito por tratarse de un pacto sobre
sucesión futura.
ii. El cedente debe tener la calidad de heredero o legatario.
170 GONZALO Ruz LÁRTIGA
iii. Debe haber intervenido un título translaticio de dominio.
iv. Es necesario que el derecho de herencia exista. No se debe haber
hecho la partición.
Cuando se cede el derecho de herencia, lo que cede el heredero son los
derechos asociados a su calidad de tal, no transfiere el dominio de las cosas
que lo componen, no está cediendo bienes determinados, por lo que para
ceder esos derechos hereditarios, aun cuando en él haya bienes raíces, no
se requiere inscripción.
Lo anterior es discutido por una parte de la doctrina, pero refleja el sentir
mayoritario. En definitiva, no se requeriría posesión efectiva ni inscripción.
Una cosa distinta, pero a la vez complicada y en la cual no ahondaremos
demasiado, y que probablemente sea la que cause la confusión en la doctrina,
se da cuando el objeto de la cesión o lo que se cede no es el derecho real
de herencia, sino un "derecho hereditario cuotativo", es decir, cuando un
heredero cede su cuota indivisa en la comunidad hereditaria o sobre cosa
universal, pues allí está cediendo su derecho en esa cuota y se entiende
adquirirse la cuota cedida. En ese caso para traditar o ceder esos derechos,
habiendo en él bienes raíces, se requiere inscripción.
Por ejemplo, cuando leemos que lo que se cede son los derechos heredi-
tarios que le corresponde a Pedro en la herencia quedada al fallecimiento de
Juan, estamos hablando correctamente de cesión del derecho de herencia. Si,
por el contrario, expresamos que lo que se cede es la cuota hereditaria que
a Pedro le corresponde en la comunidad de bienes quedada al fallecimiento
de Juan, estamos frente a una cesión de cuota indivisa.
La mayoría de las convenciones se redactan sin esta claridad, lo que
origina un problema de interpretación difícil de resolver pues no se sabe
que se está cediendo. Es típico encontrar la siguiente redacción: "Por el
presente acto Pedro vende, cede y transfiere los derechos o cuotas heredi-
tarias que le corresponden en la herencia quedada al fallecimiento de Juan,
principalmente los referidos al inmueble de calle ... inscrito a fojas ... ".
Bajo el argumento que "lo que abunda no daña" al redactarse esta cláusula,
se esconde una confusión que puede ser fuente de contencioso.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS 171
b.2. Efectos de la cesión
1. Explicación previa
Para entrar al estudio de los efectos, conviene recordar que el objeto de la
cesión es el derecho que tiene el heredero sobre la herencia, es decir, sobre
el patrimonio del causante, lo que en el fondo no refleja sino los derechos
asociados a la calidad de heredero, pues es ésta precisamente la que confiere
los derechos en dicha universalidad.
Señalábamos que el heredero no transfiere el dominio de las cosas que
componen la herencia. Consecuencia de ello es, por ejemplo, que si una
de las cosas específicas que componen ese patrimonio es evicta, entonces
el cesionario no podrá citar de evicción al cedente. De lo único que podría
reclamar al cedente es de ser privado de la herencia que adquirió, lo que
podría suceder si éste pierde la calidad de heredero.
De ahí que si el heredero creía serlo y termina no siéndolo, entonces
responderá al cesionario. Si, en cambio, cede su derecho creyendo que es el
único heredero, circunstancias que luego cambia pues toma conocimiento
de la existencia de otros herederos de igual derecho, no responde, salvo que
así lo haya estipulado, por cuanto su calidad no ha sido desconocida.
Para que no queden dudas en esta materia, trataremos los efectos de
la cesión del Derecho real de herencia y, luego, nos haremos cargo de los
efectos de la cesión de los derechos del heredero-comunero sobre su cuota
indivisa hereditaria.
2. Efectos de la cesión del Derecho real de herencia
i. Regla general. A pesar de que la calidad de heredero no se transfiere,
sin embargo, el cesionario actúa y se obliga como tal
En efecto, a pesar de que la calidad de heredero es personalísima y por lo
mismo intransferible, el cesionario adquiere el derecho a suceder al causante
en lo que resulte del activo y del pasivo.
En efecto, el heredero -al ceder el derecho de herencia- coloca al cesio-
nario en la posición de poder ejercer todos los derechos de heredero (pedir
CLASE N° 8
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO
A. DEL ARRENDAMIENTO
El contrato de arrendamiento es otro de los contratos, generalmente
consensuales, pero actualmente cubierto de formalidades recomendables
de observar, en donde el objeto del contrato también es una cosa, aunque
más particulannente es el goce sobre ella. En efecto, una de las partes se
obliga a dar el goce (o más propiamente a hacer gozar o permitir el goce)
de una cosa a la otra parte, por un cierto tiempo, y a cambio de un precio
determinado o determinable.
El arrendamiento (sin apellidos), puede discutirse si responde a un
género contractual, del cual, dependiendo de la naturaleza del objeto de
la prestación (cosa mueble, inmueble urbano, inmueble rural, trabajo,
etc.) se definirán las especies contractuales propias (arrendamiento de
cosa mueble, arrendamiento de inmuebles urbanos, arrendamiento de
servicios, etc.).
Decimos que puede discutirse pues, en realidad, el Código civil no nos
entrega, a pesar de las apariencias, un régimen normativo único, sino que
reglas propias para cada tipo de arrendamiento, relegándose incluso a nor-
ma supletoria por el advenimiento de diversos estatutos especiales o leyes
particulares que regulan un tipo en particular de arrendamiento, como es el
caso del arrendamiento de predios urbanos o el arrendamiento con promesa
de compra o leasing habitacional.
Lo que sí mantiene el Código civil es un doble e importante rol: 1 ° Un
rol supletorio de la voluntad para la determinación del régimen contractual;
176 GONZALO Ruz LÁRTIGA
y 2° Un rol de generador de principios generales y de reglas comunes a
todos los tipos de arrendamiento, en cuanto éstas no resulten contrarias a
las de los estatutos especiales.
En claro, el Código civil, en materias de arrendamiento, constituye el
derecho común aplicable a los contratos de arrendamiento.
Los orígenes se encontrarían en la figura contractual romana de la locatio
conductio que comprendía, en realidad, una serie de contratos (locatio con-
ductio rei, operis, operarum) que hoy la técnica contractual considera como
contratos independientes (arrendamiento de cosas, de obra y de servicios).
a. Concepto
Nuestro Código civil 10 define en el Art. 1915, señalando que: "El
arrendamiento es un contrato en que las dos partes se obligan recípro-
camente, la una a conceder el goce de una cosa o a ejecutar una obra o
prestar un servicio, y la otra a pagar por este goce, obra o servicio un
precio determinado".
Nótese que el Código no utilizó la tipología clásica de las obligaciones
de dar, hacer o no hacer. A. Bello cuidó en señalar que la obligación del
arrendador era de "conceder" el goce de una cosa. El Código civil español,
por ejemplo, optó por especificar que la obligación es de dar el goce o uso
de una cosa, mientras el Código civil francés utilizó la obligación de hacer
(jaire jouir a I 'aufre d 'une chose) para definirla.
b. Clases
El Código civil trata cinco tipos o clases de arrendamiento:
b.l. El arrendamiento de cosas, que es aquel donde el objeto de la pres-
tación es una cosa de la cual se concede el goce de la misma.
b.2. La confección de obra material, donde el objeto de la prestación es
la realización de un hecho material (trabajo) que tiene por fin la ejecución
de una obra.
DE LOS CONTRATOSCONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 177
b.3. El arrendamiento de servicios inmateriales, donde el objeto de la
prestación es la ejecución de un hecho inmaterial, que tiene por fin la rea-
lización de un servicio determinado.
b.4. El arrendamiento de transporte, que es aquel donde el objeto de la
prestación también es un hecho material, pero que recae en una actividad
relacionada con una persona o cosa.
b.5. El arrendamiento de criados domésticos, donde el objeto de la pres-
tación es también la realización de un hecho material (trabajo) que tiene por
fin la ejecución de las labores de casa. Estas reglas a pesar de encontrarse
tratadas en los Arts.1992 a 1995, se encuentran, en realidad, derogadas
orgánicamente por el Código del Trabajo.
Estas diferentes clases de arrendamiento los desarrollaremos latamente,
más adelante.
Las materias que a continuación se analizan se refieren, en consecuencia,
al arrendamiento de cosas salvo que se exprese 10 contrario.
c. Características del arrendamiento
El arrendamiento es un contrato y, por 10 mismo, genera obligaciones.
El precio que paga el arrendatario por el goce concedido por el arrendador,
10 diferencia del comodato, en el que también se concede el uso y goce de
una cosa, pero gratuitamente.
Por su naturaleza contractual, se distingue del usufructo, aunque en ambos
también se concede el goce de una cosa (gratuita u onerosamente), en que
aquel es un Derecho real. De ahí que se expliquen otras tantas diferencias
entre ambos, como por ejemplo:
1. Que en el usufructo el nudo propietario no puede turbar el goce
del usufructuario, y no tiene obligaciones correlativas con éste, en
cambio, el arrendatario tiene un crédito en contra del arrendador para
que le proporcione el goce de la cosa, a través de prestaciones de tracto
suceSIVO.
178 GONZALO Ruz LARTIGA
2. Que el usufructo está protegido por una acción real, la reivindicatoria;
mientras el arrendamiento, como contrato, sólo confiere acciones personales.
Dispone en casos excepcionales de la querella de restablecimiento, que es
una acción posesoria.
3. Que el arrendamiento no se extingue con la muerte de las partes; en
cambio, el derecho de usufructo, por ser de carácter personalísimo, se ex-
tingue por la muerte del usufructuario.
4. Que el sistema de restituciones a que da lugar el usufructo cuando se
extingue, está regido por reglas especiales (arts.795 al 802), mientras que el
arrendamiento se regula primero por el contrato y en subsidio por la ley.
5. Que el arrendatario se hace dueño de los frutos en virtud del contrato,
mientras el usufructuario los adquiere por su derecho real en cosa ajena.
6. Que el derecho de usufructo puede adquirirse a título oneroso o gratui-
to, por acto entre vivos o por causa de muerte; en cambio, el arrendamiento
es un contrato esencialmente oneroso, siendo el precio o renta un requisito
de existencia propio del negocio, que de no estar presente degeneraría en
otro diverso, esto es, en comodato o préstamo de uso.
c.l. Es un contrato consensual
El contrato de arrendamiento, en efecto, se perfecciona por el mero
acuerdo de las partes sobre los elementos esenciales del mismo (cosa cuyo
goce se concede y precio).
DeCÍamos que este contrato se ha solemnizado en la práctica, al punto
de exigirse su escrituración por varias razones:
1 a. Tratándose de predios urbanos, la Ley N° 18.10 1 sobre Arrendamiento
de Bienes Raíces Urbanos, prescribe que si el contrato es solamente verbal
y surge discrepancia en cuanto a la renta de arriendo, se presumirá que la
renta será la que declare el arrendatario.
2a. En materia de prueba, pues existe la limitación de la prueba de testigos
respecto de aquellos actos o contratos que contengan la entrega o promesa
de una cosa que valga más de dos unidades tributarias (Art.1709).
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 179
3a . Para efectos de oponibilidad, cuyo es el caso respecto del tercer
acreedor de una finca hipotecada (Art.1962), donde si el arrendamiento
de bienes raíces consta en escritura pública para hacerlo oponible al tercer
adquirente le basta inscribirlo antes de la inscripción hipotecaria en el Re-
gistro de Hipotecas y Gravámenes.
4a . Tratándose de predios rústicos, que es solemne por disposición de la
ley, pues el contrato debe celebrarse por instrumento público o privado, y
en este último caso se requiere presencia de testigos mayores de 18 años
(Art. So D.L. N° 993).
sa. En materia de administración de bienes raíces, pues si el administrador
quiere celebrar un contrato cuyo plazo sea mayor a S u 8 años, dependiendo
de si el predio es urbano o rústico, requerirá autorización judicial, o auto-
rización de la mujer casada en sociedad conyugal, en su caso.
6a. En materia de oferta. Pongamos el ejemplo que el profesor Ramos Pazos
ofrece para explicar el valor de la oferta en un arrendamiento que no conste
por escrito. Nos señala este autor que es usual que el dueño de la propiedad
o un intermediario publique en el periódico avisos en los cuales ofrece una
propiedad raíz en arriendo, o bien ponga letreros o carteles en el mismo
inmueble ofertándolo. Estos avisos jurídicamente son ofertas al público, y
se encuentran reguladas por los Arts. 99 Y ss. del Código de comercio. El
arrendador tendrá libertad para elegir entre los distintos postulantes que se
presenten, pero aceptado uno, dado el carácter de consensual que tiene este
contrato, se perfecciona en el acto y no podría el arrendador retractarse. En
efecto, es frecuente que, posteriormente se presente otra persona ofreciendo un
precio mayor, y el arrendador ante la expectativa de celebrar un contrato más
beneficioso, convenga con éste un nuevo contrato. En la práctica, el primitivo
arrendatario tendrá a su disposición todos los mecanismos ligados al incum-
plimiento del contrato hasta obtener una adecuada y completa indemnización
de perjuicios, acreditada que sea la existencia del contrato.
c.2. Es un contrato bilateral
El arrendador debe proporcionar o conceder el goce de la cosa, realizar
la ejecución de la obra o la prestación de un servicio, y el arrendatario debe
pagar por este goce, obra o servicio un precio determinado.
180 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Al ser bilateral cobra importancia la incorporación de la condición reso-
lutoria tácita en virtud de la cual si uno de los contratantes deja de cumplir
lo pactado, el diligente podrá solicitar la terminación o el cumplimiento del
contrato, con indemnización de perjuicios.
c.3. Es un contrato de tracto sucesivo
En este tipo de contratos la resolución no opera con efecto retroactivo,
por eso hablamos de terminación.
Cierta doctrina estima que no sería válido convenir un pacto comisario
calificado en el contrato de arrendamiento de predios urbanos con cláusula
"ipso facto", puesto que la ley N° 18.10 1 en su Art.19 dispone que los dere-
chos conferidos a los arrendatarios por esa ley son irrenunciables y, dentro
de estos derechos, se encuentran los referidos al término del arriendo, el
que debe solicitarse judicialmente por el arrendador o mediante notificación
personal efectuada por un Notario.
c.4. Es un contrato oneroso-conmutativo
El arrendamiento tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gra-
vándose cada uno en beneficio del otro. Normalmente, además las prestacio-
nes se miran como equivalentes, por lo que tiene carácter conmutativo.
A pesar de su carácter oneroso-conmutativo, no opera la lesión enorme
al pactarse una renta excesiva en relación a la que se considere un justo
precio. Lo anterior no significa que no opere este vicio del contrato en la
cláusula penal pactada (Art. 1 544).
c.5. Es un contrato nominado y típico
Recibe una denominación por la ley y se encuentra reglamentado en
ella.
c.6. Es un contrato entre vivos
Está destinado a producir sus efectos en vida de sus autores. Tratándose
del arrendamiento de cosas, además sus obligaciones sontransmisibles,
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 181
por lo que continúan produciendo sus efectos aun después de la muerte de
cualquiera de las partes. No ocurre lo mismo, por cierto, en el arrendamien-
to de servicios y, a veces, en el de ejecución de una obra, como veremos
oportunamente.
c.7. Es un contrato temporal
Lo que resulta obvio, pues una de las características de las obligaciones
es su carácter temporal. Lo anterior no debe confundirse con el plazo de
duración del arrendamiento. Si este es indetenninado o se arrienda por toda
la vida del arrendatario, no significa por ello que sea perpetuo, siempre será
temporal y expuesto, por cierto, a tenninarse anticipadamente en caso de
incumplimiento.
c.8. Es un contrato principal
Subsiste por sí mismo sin necesidad de otra convención.
c.9. Constituye un título de mera tenencia (Art.714)
El arrendatario reconoce dominio ajeno. Es más, el precio que paga es
precisamente por gozar de uno de los atributos propios del dueño, el uso y
goce de la cosa.
d. Intervinientes del contrato de arrendamiento
Intervienen dos partes que reciben una denominación común y general
para todo tipo de arrendamiento: La que da el goce de ellas se llama arren-
dadora, y la que da el precio por ese goce, arrendataria (Art.1919).
Estas partes pueden recibir, además, nombres especiales dependiendo
del tipo de arrendamiento de que se trate, como el arrendatario de predios
urbanos que se le denomina inquilino; el arrendatario de predios rústicos
que se denomina colono; el arrendatario de los servicios o ejecutor de la
obra material se denomina artífice o empresario; en el arrendamiento de
servicios inmateriales, el arrendador pasa a ser empleador, y el arrendata-
rio de empleado; en el arrendamiento de transporte se llama consignante a
aquel que confía las cosas para el transporte, acarreador al que efectúa el
182 GONZALO Ruz LÁRTIGA
transporte y consignatario a la persona a quien van dirigidas las mercaderías;
y finalmente, amo y criado, al arrendador y arrendatario, respectivamente,
en el arrendamiento de criados domésticos.
e. Elementos esenciales del arrendamiento
Siendo el arrendamiento un contrato y, por lo mismo, un acto jurídico,
deben concurrir todos los elementos esenciales, generales (de existencia y
validez) y los esenciales especiales que lo hacen propio.
e.l. La voluntad de las partes
Sin vicio que la afecte y atendida su naturaleza consensual, las volunta-
des de las partes deben acordarse sobre los elementos esenciales especiales
del contrato para perfeccionarlo: la cosa cuyo goce se concede y el precio
a pagar por él.
l. La representación en el arrendamiento
Pudiendo celebrarse por medio de mandatario o representantes, el
arrendamiento al ser considerado como un acto de administración y no de
disposición, no exigiría al mandatario mandato especial, bastándole que se
hayan otorgado las facultades del Art. 2132.
2. Consentimiento, formalidades habilitantes y autorizaciones
Estas formalidades no son exigidas en consideración al contrato mismo,
sino en atención a la calidad de las personas que los celebran, con la excep-
ción del arrendamiento de predios rústicos regido por el D.L. N° 993, que
debe celebrarse por instrumento público o privado, que en este último caso
requiere la presencia de testigos mayores de 18 años.
Los Arts.1756 y 1761 contienen limitaciones referidas al régimen de
la sociedad conyugal en que se protegen los intereses de la mujer bajo la
administración ordinaria del marido, o -en su caso- los derechos de la
sociedad o del marido bajo la administración ordinaria especial a cargo de
la mujer o la extraordinaria realizada por la mujer o un tercero, ambos en
calidad de curadores.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 183
El Art.1756 dispone que sin autorización de la mujer, el marido no podrá
dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces rústicos por más de
ocho años, ni de los urbanos por más de cinco años, incluidas las prórrogas
que hubiere pactado el marido.
Por su parte, el Art.1761 señala que la mujer administradora no podrá
dar en arriendo los inmuebles sociales o ceder su tenencia, y el marido o sus
herederos estarán obligados al cumplimiento de los pactado por un espacio
de tiempo que no pase de los límites señalados en el inc. 4° del Art.1749.
Este arrendamiento o cesión, sin embargo, podrá durar más tiempo, si la
mujer para estipularlo así, hubiere sido especialmente autorizada por la
justicia, previa información de utilidad.
Existe una disposición análoga en cuanto a los plazos, para los guar-
dadores que dan en arriendo bienes raíces de las personas que tienen a su
cargo (Art. 407), norma que también se aplica a la administración de los
bienes de los hijos de familia, por expresa disposición del Art. 256, todo ello
sin perjuicio de la limitación natural establecida para los casos en que los
pupilos cesen su incapacidad, como cuando el menor cumple los 18 años
o el demente recupera la razón.
La sanción legal a la omisión de las antedichas autorizaciones es la
inoponibilidad del arrendamiento o la cesión de la tenencia, pero sólo en
lo que excede a los plazos legales o el autorizado por el juez en su caso,
conforme lo establecen los Arts.1756 y 1761.
Por último, la voluntad de ambos cónyuges se requiere, tratándose de
un bien declarado familiar (Art.142 inc.1°), a fin de poder darlo en arren-
damiento. La sanción, si se celebra un contrato de arrendamiento sin la
autorización del cónyuge no propietario, es la nulidad relativa.
e.2. La cosa arrendada
Cuando hablamos de la cosa arrendada, entendemos que se refiere al
objeto sobre el cual recae el goce que se concede y causa el precio que se
paga por él.
184 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Esta cosa arrendada, entonces, debe reunir los requisitos generales del
objeto del acto jurídico, es decir, existir o esperarse que exista, ser comer-
ciable y lícito.
El Art.1916 indica la regla general en esta materia, expresando qué
cosas son susceptibles de darse en arrendamiento, todas las cosas cor-
porales e incorporales que pueden usarse sin consumirse, incluyendo la
cosa ajena.
Dándose en arrendamiento la cosa ajena, el arrendatario, de buena fe
tendrá acción de saneamiento contra el arrendador, en caso de evicción.
Excepcionalmente no pueden darse en arrendamiento a pesar de tener
esta calidad, 1 ° las cosas cuyo arriendo la ley prohíbe y 2° los derechos
personales (habitación yuso).
e.3. El precio o renta en el contrato de arrendamiento
Las reglas de la determinación del precio en la compraventa se aplican
supletoriamente al precio del arrendamiento. En consecuencia, el precio
debe ser real, serio y determinado o determinable, con tal que en el contrato
se fijen normas o se contengan datos que sirvan para determinarlo.
Lo que sí hay que remarcar como diferencia notable es que el precio
del arrendamiento puede consistir en dinero, parte en dinero y parte en
frutos de la cosa arrendada, o incluso, exclusivamente en frutos. En este
último caso, el arrendamiento recibe el nombre jurídico de aparcería y el
nombre corriente o popular de "medias", siendo propio del arrendamiento
de predios rústicos.
f Efectos del arrendamiento
Pongamos en aplicación las claves dadas para el estudio de los efectos
de los contratos. Recordemos que si el contrato correspondía, como en este
caso, a un título de mera tenencia, nacía siempre para el deudor la obli-
gación principal de restituir la misma cosa. Además, si es oneroso, nacerá
la de pagar un precio. En estos contratos inevitablemente se generaba una
cadena de obligaciones consecuenciales para el deudor: Recibirla セ@ usarla
セ@ cuidarla セ@ repararla セ@ restituirla.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 185
Para el acreedor a la obligación principal de entregar y la lógica de reci-
bir, le seguían las obligaciones correlativas necesarias paraque el deudor
pudiera usar la cosa: Entregar セ@ Mantener en buen estado de uso セ@ sanear
セ@ recibir.
f 1. Obligaciones del arrendador
Aquí constatamos la utilidad de lo dicho. El arrendamiento, en efecto,
genera para el arrendador la obligación entregar la cosa セ@ Mantenerla en
estado de servir para el fin para el que ha sido tomada en arrendamiento セ@
Librar al arrendatario de toda perturbación y amenaza que pudiera afectar
el goce.
1. Obligación de entregar la cosa arrendada
En el Art.1920 se señala que la entrega de la cosa que se da en arrenda-
miento podrá hacerse bajo cualquiera de las formas de tradición reconocidas
por la ley.
Aunque no puede llegar a confundimos, hubiese sido preferible que el
legislador utilizara la palabra entrega en lugar de tradición. En efecto, si la
cosa arrendada es un inmueble inscrito la única forma de traditar el domi-
nio de estos bienes es mediante la inscripción en el Conservador de Bienes
Raíces. Ciertamente esta exigencia no es aplicable en el arrendamiento, por
10 que cualquier forma de entrega ficta servirá, como cuando se entregan las
llaves del inmueble. La utilidad de la inscripción del arrendamiento existe,
por cierto, pero para otros efectos (Art.1962).
i. Estado en que debe entregarse la cosa arrendada
El arrendatario paga un precio por el goce temporal de la cosa, por 10 que
debe entregarse en el estado de servir para el fin para el que fue arrendada.
Este estado se obliga a mantenerlo el arrendador durante todo el tiempo
del arrendamiento.
En esta parte el arrendamiento se distingue fuertemente del usufructo,
pues el usufructuario no puede reclamar el mal estado de la cosa que recibe
en usufructo.
186 GONZALO Ruz LARTIGA
ii. Responsabilidad del arrendador por el
mal estado de la cosa
Dependerá de la magnitud del mal estado, en relación a la imposibilidad
total o parcial de usar la cosa.
Imposibilidad Total. En efecto, si el mal estado o la mala calidad de la
cosa impidiesen al arrendatario usarla para el fin para el que la arrendó,
podrá demandar el término o incluso la nulidad del contrato en conformidad
a lo que dispone el Art.1932.
Imposibilidad Parcial. Si el mal estado impide parcialmente el goce, o
si la destrucción es sólo en parte, el juez decidirá según las circunstancias,
si debe tener lugar la terminación del contrato, o concederse una rebaja del
precio o renta, según lo señala el Art.1932 inc. 2°.
Por regla general. en ambos casos podrá demandar, además, la indem-
nización de perjuicios conforme lo pennite el Art.1933.
Esta disposición es especial, nos recordaremos, por cuanto limita la in-
demnización al daño emergente cuando el vicio fuere anterior al contrato.
Sólo abre la posibilidad de indemnizar el lucro cesante en caso de mala fe
o grave negligencia del arrendador, entendida como el conocimiento del
vicio o la imposibilidad de ignorarlo.
Excepcionalmente, el arrendatario no tiene derecho a indemnización
cuando de su actuar se revela negligencia que justifica la aplicación del
principio del nema auditur (la ley no protege a los negligentes):
1 ° Si contrató a sabiendas del vicio y no se obligó el arrendador a sa-
nearlo.
2° Si el vicio era tal que no pudo ignorarlo sin grave negligencia de su
parte.
3 ° Si renunció a la acción de saneamiento por el vicio, designándolo
(Art.1934).
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS EL ARRENDAMIENTO
iii. Incumplimiento y mora del arrendador en
entregar la cosa arrendada
187
La regla general es la misma para todos los contratos bilaterales, el
arrendatario asume las consecuencias del incumplimiento, salvo que opere
una eximente de responsabilidad. Los derechos que se le conceden al arren-
datario frente al incumplimiento parecieran ser diferentes, dependiendo de
la situación en que éste se verifique. Lo cierto es que en realidad son los
mismos, pero atendida los particularismos del arrendamiento (no hay reso-
lución sino tenninación) y el errado empleo de la voz "desistirse" (aunque
no cabe duda que se refiere a la tenninación), parecieran distintos.
1" situación (terminación más indemnización). Si el incumplimiento se
debe a un hecho o culpa del arrendador, o de sus agentes o dependientes,
el arrendatario tiene derecho a desistirse del contrato, con indemnización
de perjuicios.
Si el arrendatario de alguna manera tuvo conocimiento de que el arren-
dador se encontraba imposibilitado de efectuar la entrega o bien, si ésta
proviene de fuerza mayor o caso fortuito, desaparece la obligación de
indemnizar y sólo podrá solicitarse el ténnino del contrato.
2a situación (cumplimiento forzado más indemnización). En caso de que
no exista imposibilidad de la entrega, y el arrendador haya sido constituido
en mora, el arrendatario tendrá derecho a obtener indemnización de perjui-
cios, a menos que con ocasión del retardo disminuya notablemente para éste
la utilidad del contrato; en este caso, además de la indemnización, podrá
desistirse del mismo, siempre que el retardo no se deba a caso fortuito o
fuerza mayor, pues en este caso no hay mora (Arts. 1925 y 1926).
iv. Tiempo y lugar de la entrega de la cosa arrendada
En ambos casos se siguen las reglas generales, en relación a la entrega
de la cosa en la compraventa.
En cuanto al tiempo, la entrega se verificará en la época fijada en el
contrato y, a falta de estipulación, inmediatamente después de su cele-
bración.
188 GONZALO Ruz LÁRTlGA
En cuanto al lugar, la entrega se verificará en el lugar designado en la
convención y a falta de designación en el lugar en que dicho cuerpo cierto
existe al tiempo de constituirse la obligación. Si el arrendatario se hubiere
mudado de domicilio entre la celebración del contrato y el pago, se hará
siempre éste en el lugar en que sin esa mudanza correspondía, salvo que las
partes dispongan de común acuerdo otra cosa (Arts.l587, 1588 y 1589).
2. Obligación de mantener la cosa en el estado de
servir para el fin que ha sido arrendada
Para justificar esta obligación de la naturaleza del arrendamiento, por
lo que puede pactarse de contrario, decíamos que el arrendatario pagaba
un precio por el goce temporal de la cosa, por lo que debe entregarse en el
estado de servir para el fin para el que había sido arrendada y que ese estado
se obligaba a mantenerlo el arrendador durante todo el tiempo del arrenda-
miento (Art.1927). En otras palabras, no basta con que la cosa arrendada
sea sólo al principio apta para su uso.
El contenido de esta obligación le impone al arrendador la carga de
asumir todas las reparaciones necesarias en la cosa arrendada, que no sean
locativas, que son de cargo del arrendatario (a menos que los deterioros de
las locativas provengan de caso fortuito o mala calidad de la cosa arrendada
Art.1927 inc. 2°).
Lo estudiado en materia de clasificación de las mejoras (necesarias, útiles
o voluptuarias) es completamente aplicable en este caso.
Reparaciones necesarias son las inversiones o trabajos que aparecen
como indispensables para mantener la cosa en el estado de servir para el
objeto a que ha sido arrendada.
Son de cargo del arrendador, por lo que si las efectúa el arrendatario, el
arrendador debe reembolsarle su costo, a menos que concurran los presu-
puestos que señala el Art.l93 5:
1. Que se hayan hecho necesarias por culpa del arrendatario, y
2. Que de ellas no le haya dado pronta noticia al arrendador.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 189
Si el arrendatario dio la noticia, pero no pudo darla oportunamente o si el
arrendador no trató de hacerlas oportunamente, el arrendador deberá pagar
al arrendatario su costo razonable, siempre que éste pruebe la necesidad
de dichas reparaciones.
Las reparaciones útiles. Son aquellas inversiones o trabajos no indis-
pensables, pero que aumentan el valor venal de la cosa.
No siendo necesarias, no está obligada a abonarlas el arrendador a menos
que haya consentido en que se efectúen y que selas pagaría (Art.1936). Si
no se hubieren efectuado en esas condiciones el arrendatario podrá separar
y llevarse los materiales siempre que sea sin detrimento de la cosa arren-
dada, a menos que el arrendador esté dispuesto a abonarle lo que valdrían
los materiales considerados separadamente.
Las mejoras voluptuarias son aquellas que, no siendo ni necesarias ni
útiles, consisten en objetos de lujo y recreo, como jardines, miradores, fuen-
tes, cascadas artificiales, que no aumentan, generalmente, el valor comercial
de la cosa o sólo lo aumentan en una proporción insignificante.
Estas mejoras en el contrato de arrendamiento jamás se indemnizan. El
arrendatario podrá llevárselas en conformidad a las reglas generales.
3. Obligación de librar al arrendatario de toda turbación
en el goce de la cosa
Esta obligación es una obligación de garantía propia de los contratos de
cambio onerosos (saneamiento) y que impone, por un lado, un no hacer al
arrendador, cuando lo obliga a no turbar él mismo el derecho del arrenda-
tario y, por el otro lado, una obligación de hacer, cuando le impone la de
garantizar al arrendatario frente las turbaciones de terceros.
i. Primer aspecto. Las turbaciones del arrendador en
el goce de la cosa arrendada
El arrendador no sólo turba o molesta por sí, sino que se entiende hacerlo
por aquellos respecto de los cuales es civilmente responsable. Turba, molesta
o inquieta al arrendatario cuando, en términos generales, le impide hacer
190 GONZALO Ruz LÁRTIGA
uso O goce legítimos de la cosa, sea porque la cambia, altera o modifica, sea
porque provoca inconvenientes con las reparaciones que en ella introduce.
De todo ello responde conforme al Art.1929.
En efecto, la ley prevé especialmente la situación de mutaciones en la
forma de la cosa arrendada o la ejecución de trabajos en ella, disponiendo
en el Art.1928 que el arrendador no podrá, sin el consentimiento del arren-
datario, mudar la forma de la cosa arrendada, ni hacer trabajos en ella que
puedan turbarle o embarazarle el goce de las mismas.
Evidentemente, en situaciones excepcionales donde las reparaciones sean
urgentes e indispensables, es decir, de aquellas que no pueden sin grave
inconveniente diferirse, la ley obliga a asumir al arrendatario una parte del
daño, obligándolo a sufrirlas, aunque le priven del goce de una parte de la
cosa arrendada. La otra parte del daño la asume el arrendador, sufriendo
la rebaja proporcional (dependiendo de la magnitud de la parte de que lo
priva) y temporal (por el tiempo que dure la privación) de la renta. Claro
está que si la magnitud de la perturbación recae sobre tan grande parte de
la cosa, que el resto no aparezca suficiente para el objeto con que se tomó
el arriendo, podrá el arrendatario dar por terminado el arrendamiento.
Para que el arrendatario tenga, en todo caso, derecho a indemnización
por causa de reparaciones, es necesario:
10 Que las reparaciones provengan de una causa anterior al tiempo del
contrato y desconocida del arrendatario, pero que el arrendador conoció
o era tal que tuviere antecedentes para temerla o por su profesión debiese
conocerla (Art.1928 inc. 4°).
20 Que las reparaciones hayan de dificultar el goce por mucho tiempo,
de manera que no pueda subsistir el contrato de arrendamiento sin grave
molestia o peIjuicio del arrendatario (Art.1928 inc. 5°).
ti. Segundo aspecto. Las turbaciones de terceros
en el goce de la cosa arrendada
Los terceros pueden perturbar el goce de la cosa como consecuencia de
trabajos materiales que allí realicen o como consecuencia de derechos que
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 191
reclaman sobre ella. En el primer caso las turbaciones son por vías de hecho,
y en general, se consideran problemas de vecindad que debe solucionar di-
rectamente el arrendatario; mientras que en el segundo caso, las turbaciones
se realizan por vías de derecho, que obligan al "saneamiento".
Hay que distinguir si estas perturbaciones son por vías de hecho o de
derecho:
Las perturbaciones por vías de hecho como sólo importan ejecución
de actos materiales y no implican pretensiones de derecho, no imponen al
arrendador ninguna responsabilidad según el Art. 1930 inc. 1°. El propio
arrendatario deberá preocuparse de perseguir la responsabilidad y obtener
la reparación del daño.
Las turbaciones por vías de derecho, en cambio, como cuando un ter-
cero un derecho real sobre la cosa (ser usufructuario o beneficiarse de una
servidumbre o dueño, ejerciendo la acción reivindicatoria para reclamarla),
afectan el derecho del arrendador, por lo que necesariamente debe intervenir
en auxilio del arrendatario y en tutela de su propio derecho.
En este caso, las obligaciones del arrendatario siguen la mecánica de
las obligaciones del comprador frente al vendedor en el saneamiento de la
evicción.
Efectivamente, según el Art.193l, esta acción que dirige el tercero contra
el arrendador, impone al arrendatario la obligación de notificarle a éste de
su ocurrencia, por lo si la omitiera o dilatare culpablemente, abonará los
perjuicios que de ello se sigan al arrendador (Art.193 1 inc.2°).
Esta obligación del arrendatario hay que entenderla en relación con el
Art. 896 cuando, en un juicio reivindicatorio, el mero tenedor de la cosa
debe declarar el nombre y residencia de la persona a cuyo nombre la tiene.
En realidad, se trata de la misma citación de evicción aplicada al contrato
de arrendamiento.
Los derechos del arrendatario perturbado en el goce de la cosa arrenda-
da a un tercero serán diferentes según la magnitud de la perturbación que
sufriere:
192 GONZALO Ruz LÁRTIGA
10 Cuando la perturbación es de escasa importancia. sólo tiene derecho
a una rebaja en el precio o renta de arrendamiento (Art. 1932 inc. 2°).
]O Si la perturbación es considerable podrá pedir la terminación del
contrato (Art.1930 inc. 3°).
Tendrá derecho a demandar indemnización de perjuicios si la causa del
derecho justificado por el tercero fue o debió haber sido conocida por el
arrendador al tiempo del contrato, pero no lo fue del arrendatario, o siendo
conocida de éste intervino estipulación especial de saneamiento respecto
de ella.
Si la causa del referido derecho no era no debía ser conocida del arren-
dador al tiempo del contrato, no será obligado el arrendador a abonar el
lucro cesante (Art.1930 Incs. 4° y 5°).
f2. Obligaciones del arrendatario
También aquí se comprueba la utilidad de las claves dadas para entender
los efectos de los contratos con la secuencia enunciada. El arrendatario se
obliga a recibir la cosa ---+ a usarla legítimamente ---+ a pagar por ese uso ---+
a cuidar la cosa como un buen pater familae ---+ a efectuar las reparaciones
(locativas) ---+ ya restituirla.
1. Obligación de pagar el precio
Por su carácter bilateral y oneroso, el Art.1942 inc.l ° impone al arrendata-
rio la obligación de pagar un precio o renta por el goce que se le concede.
La fijación del precio se sujeta a las mismas reglas que el contrato de
compraventa, por lo que no hay contrato si las partes no llegan a un acuerdo
en el precio.
Una situación diferente se presenta cuando existe disputa en cuanto
al monto o renta del arrendamiento después de que se haya efectuado la
entrega, pues en este caso, se estará al precio que fijen peritos, y los costos
de este peritaje se dividirán entre el arrendador y el arrendatario por partes
iguales (Art.1943).
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 193
En esta parte, la ley N° 18.10 1, contempla un mecanismo más efectivo
y que fomenta la escrituración del contrato, pues presume que la renta es
la que declara el arrendatario.
i. Época en que debe pagarse el precio
Siendo un elemento de la naturaleza del arrendamiento, la época en que
debiera hacerse el pago, debería ser aquella que convinieron o acordaron
las partes y en su silencio, la que define la ley. Sin embargo, el Código
integra lacostumbre antes de aplicar la ley, por lo que a falta de estipu-
lación, se pagará en la época que señale la costumbre del país y sólo en
defecto de costumbre, se aplicarán las reglas del Art.1944 y que son las
siguientes:
1 a. Tratándose del arrendamiento de predios urbanos, será mensual.
Generalmente por meses anticipados y dentro de los cinco o diez primeros
días de cada mes.
2a . Si se trata de predios rústicos, será anual.
3a . Si se refiere a una cosa mueble o semoviente que se arrienda por
cierto número de años, meses o días, cada una de las pensiones periódicas
se deberá inmediatamente después de la expiración del respectivo día, mes
o año.
4a . Si se arrienda por una suma única y total, se deberá ésta luego que
termine el arrendamiento, como en el caso de las casas de veraneo, en que
se acostumbra a pagar, o por adelantado, o la mitad al inicio y la otra al
término del contrato.
ii. Efectos del incumplimiento en el pago de la renta
El no pago de la renta confiere al arrendador el derecho alternativo del
Art.1489. La demanda de terminación del contrato por no pago de rentas,
puede enervarse pagándolas el arrendatario, en dos ocasiones, denominadas
reconvenciones de pago: Cuando se le practica la primera reconvención de
pago, es decir, a la notificación de la demanda; o, en la audiencia del juicio
sumario respectivo, en donde se le practica la segunda reconvención.
194 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Ahora bien, el Código establece una regla general, que reconoce en la
ley N° 18.101 una excepción importante. Esta regla general señala que si
el incumplimiento del contrato le es imputable a culpa del arrendatario,
cualquiera sea la obligación incumplida, incluyendo el no pago de rentas, el
arrendatario deberá pagar las rentas insolutas y, además, todas las pendien-
tes por el tiempo que falte hasta el día en que desahuciado hubiera podido
hacer cesar el arriendo (arrendamiento a plazo indeterminado), o en que el
arriendo hubiera terminado, sin desahucio (arrendamiento a plazo fijo). La
única forma de eximirse es proponiendo bajo su responsabilidad persona
idónea que lo sustituya por el tiempo que falta, y prestando al efecto fianza
u otra seguridad competente.
Como se ve, éste es un caso de subrogación personal, que importaría
una suerte de novación por cambio de deudor. También podría asimilar-
se a una cesión de contrato, pero con la particularidad que habría una
obligación legal de caucionar la responsabilidad de un tercero, esto es,
el cesionario.
La excepción en el caso de la ley N° 18.101 viene dada en que el arren-
datario se encuentra obligado a pagar las rentas sólo hasta el día en que
restituya el inmueble, independiente del plazo pendiente.
iii. Derecho legal de retención del arrendador
Expresión de la autotutela en el Derecho civil, el derecho legal de reten-
ción se le concede al arrendador sobre los bienes que hubiere introducido
el arrendatario en el inmueble arrendado a fin de garantizar o dar seguridad
del pago del precio o renta y de las indemnizaciones que el arrendatario
adeude.
Procede, bajo declaración judicial, en los siguientes casos:
1 0. Si el arrendatario usare la cosa contrariamente a los términos o es-
píritu de contrato.
2°. Si la cosa experimentare deterioros imputables al arrendatario.
3 0. Por la mora de restituir la cosa arrendada.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 195 .
4°. Por ténnino del contrato por culpa del arrendatario.
5°. Para responder por las rentas y servicios adeudados.
El arrendador, para asegurar el pago del precio y de las indemnizacio-
nes a que tenga derecho, puede retener (previa declaración judicial que así
10 autorice) todos los frutos existentes de la cosa arrendada, y todos los
objetos con que el arrendatario la haya amoblado, guarnecido o provisto y
que le pertenecieren, y se entenderá que le pertenecen a menos de prueba
contraria.
2. Obligación de usar de la cosa según los términos o
el espíritu del contrato
Las cosas tienen un uso natural y un uso social que hace que las partes
puedan omitir su señalamiento expreso en la convención, como cuando se
arrienda un libro, se entiende que es para leerlo, o un automóvil, se entiende
que es para movilizarse en él.
Por lo mismo, si las partes han consignado el destino que se le dará al
uso de la cosa, ésta deberá usarse según lo allí expresado o el espíritu de
la convención.
A falta de estipulación, el Código recurre a la naturaleza social de la
cosa, es decir, a los usos '"a que la cosa es naturalmente destinada", o a los
que resulte evidente de deducir de la propia naturaleza del pacto, o sea "que
debían presumirse de las circunstancias del contrato" o a la costumbre del
país.
Pareciera que el uso de la conjunción disyuntiva "o" se emplea para
mostrar un orden a seguir para definir el uso de la cosa, aunque en el fondo
la función del elemento consuetudinario es el que está presente en esta
regla.
3. Obligación de cuidar la cosa como un buen padre de familia
El arrendatario no sólo responde de su propia culpa, sino también de la
culpa de su familia, huéspedes y dependientes, confonne lo establece el
196 GONZALO Ruz LÁRTIGA
Art.194l en relación con el Art. 2320, el que señala que toda persona es
responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que
estuvieren a su cuidado.
i. Regla general
El Art.1939 expresa que el arrendatario empleará en la conservación de
la cosa el cuidado de un buen padre de familia, es decir, responde de culpa
leve, 10 que es lógico si se considera que en este contrato ambas partes
reportan utilidad.
Sin embargo, el Código parece introducir aquí, en materia de incum-
plimiento de la obligación de conservación de la cosa, la noción de "in-
cumplimiento relevante o esencial", en cuanto señala que el arrendatario
responderá de los perjuicios y dará derecho al arrendador para poner fin al
arrendamiento, sólo en el caso de un grave y culpable deterioro. El deterioro
leve sólo autoriza para demandar indemnización de peIjuicios.
ii. La delegación de la obligación de conservación.
La cesión y el subarrendamiento
Al subarrendar o ceder el arrendamiento el arrendatario podría delegar,
con efectos vinculantes para el arrendador, la obligación de conservación.
El Art.1946 contiene la regla general en esta materia, que como en otros
casos, no resulta aplicable en un caso especial de arrendamiento de predios
urbanos regido por la ley N° 18.101.
Regla general. El arrendatario no tiene la facultad de ceder el arriendo
ni de subarrendar, a menos que se le haya expresamente concedido. En
este caso, no podrá el cesionario o subarrendatario usar de la cosa en otros
términos que los estipulados con el arrendatario directo.
Hay dos situaciones distintas.
En el subarrendamiento, hay una convención de arrendamiento entre
el arrendatario y el tercero, sobre la cosa que el primero detenta a su vez
como arrendatario. Ese contrato, como cualquier otro, produce efectos
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 197
relativos. El arrendador es un tercero en la convención de subarrenda-
miento.
En la cesión. en cambio, hay transferencia del derecho personal a un tercero,
el cesionario, que pasa a ocupar el lugar del arrendatario, lo que genera una
relación directa entre el cesionario y el arrendador, conservando este último
todas las cauciones que se habían dado en virtud del contrato cedido.
Excepción. Tratándose de bienes raíces urbanos destinados a la habita-
ción, a plazo fijo superior a un año, según el Art. 5° de la ley N° 18.101 la
facultad de subarrendar es un elemento de la naturaleza. Es decir, se en-
tenderá siempre implícita la facultad del arrendatario de subarrendar, salvo
estipulación en contrario.
Habiéndose estipulado la prohibición, el arrendatario podrá poner tér-
mino anticipado al contrato sin la obligación de pagar renta por el período
que falte.
En consecuencia, laregla general sobre la prohibición, como elemento
de la naturaleza, se entiende también implícita en los contratos a plazo fijo
inferiores a un año y a los de duración indefinida.
4. Efectuar las reparaciones locativas
Son reparaciones locativas las que tienen por objeto subsanar aquellos
deterioros habituales o corrientes que se originan por el uso legítimo que
se hace de las cosas, por lo que corresponde asumirlas al arrendatario, a
menos que ellos provengan de fuerza mayor o caso fortuito o de la mala
calidad de la cosa arrendada.
En general constituyen, también, reparaciones locativas las que según la
costumbre del país son de cargo de los arrendatarios, sin que necesariamente
correspondan al primer tipo de deterioros (Arts. 1927 y 1940).
De ellas se encarga el Código en el Art. 1940: "El arrendatario es obligado
a las reparaciones locativas. Se entienden por reparaciones locativas las que
según la costumbre del país son de cargo de los arrendatarios, y en general las
de aquellas especies de deterioro que ordinariamente se producen por culpa
del arrendatario o de sus dependientes, como descalabros de paredes o cercas,
albañales y acequias, rotura de cristales, etc.".
198 GONZALO Ruz LÁRTlGA
5. Restituir la cosa arrendada
El goce del arrendatario es esencialmente temporal y, por tanto, debe
restituir la cosa al término del arriendo (Art.1947).
i. Forma de restitución de la cosa arrendada
El estado de entrega puede figurar expresamente (lo que es altamente
conveniente) como estipulación en el pacto. En ese caso, la cosa debe ser
restituida en el estado en que fue entregada, habida cuenta del deterioro
propio del uso y goce legítimos (Art.194 7).
Si no constare el estado de la cosa al momento de la entrega, el Código
-en una primera lectura- nos sorprende al presumir un estado "regular de
servicio" de la cosa y no lo que sería lo normal, que la cosa esté en buen
estado, pues de otro modo no se habría contratado o se habría reclamado
de ella oportunamente.
Pero la sorpresa no es tal y aparece de inmediato la lógica de presumir ese
estado, pues esa presunción legal ampara al arrendador y como tal admite la
prueba en contrario del arrendatario, es decir, la prueba de que la cosa fue
recibida en mal estado de servicio, lo que será muy dificil de acreditar, pues en
ese caso no es lógico que se haya contratado o no se haya reclamado. Creemos
que igualmente el arrendador puede desestimar la presunción y probar que la
cosa le fue entregada en buen o excelente estado de servicio.
Si la cosa arrendada es mueble se restituye, poniéndolo materialmente a
disposición del arrendador. Si es inmueble, el Art.1948, se hará entregándolo
enteramente desocupado (de cosas y personas), poniéndola a disposición
del arrendador, fictamente entregándole las llaves.
ii. El incumplimiento de la obligación de restituir y
la mora del arrendatario
Como los plazos se extinguen por la llegada del día fijado, la regla general
es que basta el simple retardo, pues se produce la interpelación contractual
(expresa o tácita) del deudor, para constituirlo en mora.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 199
En materia de arrendamiento, sin embargo, la doctrina mayoritaria cree
que la llegada del plazo y el retardo en la restitución no bastan para dar por
expirado el arrendamiento. Se fundan en que la ley exige igualmente que
se requiera judicialmente al deudor para constituirlo en mora.
Lo expresado 10 deducen del Art.1949 que dispone que para que el arren-
datario sea constituido en mora de restituir la cosa arrendada, será necesario
requerimiento del arrendador, aun cuando haya precedido desahucio; y si
requerido no la restituye, será condenado al pleno resarcimiento de todos
los perjuicios de la mora, y a 10 demás que contra él competa como injusto
detentador.
Creemos que hay un error en esta lectura que se hace de la regla. Nóte-
se, antes que todo, que el Art. 1950 contempla dentro de las reglas por las
cuales expira el arrendamiento, la del N° 2: "por la expiración del tiempo
estipulado para la duración del arriendo". El tiempo expira cuando llega el
día fijado y éste hace expirar el contrato.
La exigencia o alteración de la regla general, se explica por dos razones:
1 ° Como la negativa de restituir puede ser legítima (en casos que se
invoque derecho legal de retención por el arrendatario) o dar cuenta de la
reconducción tácita del arrendamiento (cuando éste recae en cosa inmueble),
10 que implica una renovación temporal limitada del mismo, la ley exige
al arrendador una manifestación clara de la voluntad de dar por expirado
el arrendamiento.
2° Que sólo a partir del requerimiento judicial nacerá la obligación de
indemnizar los perjuicios de la mora, aunque el contrato haya terminado el
día fijado para su vencimiento.
iii. Derecho legal de retención del arrendatario
Veíamos que el arrendador podía retener los frutos y los muebles que
había introducido el arrendatario en el inmueble a fin de garantizar el
pago de la renta e indemnizaciones. Para el arrendatario, la ley concede el
mismo derecho legal de retención, cuando con motivo del arrendamiento
200 GONZALO Ruz LÁRTlGA
se han producido perjuicios al arrendatario, dando origen a indemniza-
ciones.
Para seguridad del pago de dichas indemnizaciones, la ley otorga al
arrendatario el derecho legal de retención sobre la cosa arrendada, mien-
tras no se le pague lo que se le debe, o se le asegure debidamente el pago.
Mientras eso sucede no se entiende en mora de restituir.
El arrendador puede encontrarse obligado a indemnizar al arrendatario
los perjuicios provocados en los siguientes casos (Art.1937):
l. Por los trabajos o reparaciones que emprende el arrendador turbando
y embarazando el goce para el arrendatario o cambiando o alterando la cosa
arrendada (Art.1928).
2. Por la turbación de que sea víctima el arrendatario a consecuencia
de los derechos que terceros justifiquen sobre la cosa arrendada (Art.1930
inc.4°).
3. Por el mal estado de la cosa arrendada (Art.l928 inc. 4°).
4. Por las mejoras útiles introducidas en la cosa, con el consentimiento del
arrendador y con la expresa condición de abonarlas (Art. 1936 inc. 1°).
5. Por el exceso en el pago de las rentas de arrendamiento (Art. 2° tran-
sitorio ley N° 18.101).
El arrendatario deberá hacer valer su derecho de retención en la audiencia
de estilo.
El único caso en que el arrendatario carecerá del derecho de retención se
da cuando se produce la extinción involuntaria (caso fortuito o expropiación),
del derecho del arrendador sobre la cosa arrendada (Art.1937 inc. 2°).
iv. La tácita reconducción
Suele haber una enorme confusión en cuanto a este efecto excepcional
del contrato de arrendamiento. Se cree que él es un elemento de la natura-
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS. EL ARRENDAMIENTO 201
leza de todo contrato de arrendamiento de bienes raíces a plazo fijo y más
ampliamente de todo contrato en donde se entrega una cosa para su uso y
goce (comodato), aplicable, además, a todo tipo de cosas y cuyo efecto es la
prórroga o renovación automática del contrato bajo exactamente las mismas
modalidades anteriores y en particular por el mismo tiempo.
Todo lo dicho es inexacto.
De partida, este efecto es aplicable sólo al arrendamiento de cosas raíces
sin que sea determinante que el contrato sea de plazo fijo, aunque nonnal-
mente éstos lo sean. No es aplicable, en consecuencia, al como dato de cosas
raíces o muebles ni al arrendamiento de cosas muebles o servicios.
Enseguida, no opera automáticamente, sino cuando, bajo cualquier forma,
aparece de manifiesto y de manera inequívoca la intención de ambas partes
de perseverar en el arrendamiento a pesar de encontrarse éste terminado.
En el ejemplo del Código se reúnen las condiciones de esta fórmula cuan-
do el arrendatario, con el beneplácito del arrendador (se excluye el pago
por consignación) hubiere pagadola renta de cualquier espacio de tiempo
subsiguiente a la terminación.
Finalmente, los efectos de la tácita reconducción son precisos: Se entiende
renovado el contrato bajo las mismas condiciones, salvo en lo que se refiere
a la vigencia del plazo. Es decir, si el predio es urbano, el contrato "con esta
renovación" se transforma en un contrato de plazo fijo expreso no superior
a tres meses, prorrogables por tácita reconducción, por el mismo tiempo,
en forma sucesiva. Si en cambio es un predio rústico, se transforma en un
contrato de plazo fijo tácito, que es aquel necesario para utilizar las labores
principiadas o coger los frutos pendientes.
iV.l. Concepto
La doctrina suele definirla, imprecisamente, como la renovación o continua-
ción de un contrato de arrendamiento de bienes raíces por el consentimiento
tácito de ambas partes, concurriendo una serie de requisitos legales.
La tácita reconducción constituye una excepción, pues la regla general
es que los contratos no se renueven a su extinción. Consecuencia de este
202 GONZALO Ruz LÁRTIGA
carácter excepcional es que se extinguen las cauciones que terceros cons-
tituyeron para garantizar el arrendamiento primitivo, como 10 señala el
Art. 1957: "Renovado el arriendo, las fianzas como las prendas e hipotecas
constituidas por terceros, no se extenderán a las obligaciones resultantes
de su renovación".
v. La cláusula de no enajenar la cosa arrendada
Según el Art.1964 la cláusula de no enajenar la cosa arrendada no pro-
duce efecto alguno.
El pacto de no enajenar la cosa arrendada, aunque tenga cláusula de nuli-
dad de la enajenación, no dará derecho al arrendatario sino para permanecer
en el arriendo, hasta su terminación natural.
Lo anterior es lógico. De partida, estas cláusulas de no enajenar son ex-
cepcionalísimas pues a11egis1ador no le gustan, ya que violentan la libertad
contractual y la libre circulación de los bienes. Legalmente, se admiten en
escasas ocasiones, como en la donación, usufructo, fideicomiso. Doctrina-
riamente, sólo cuando no afectan derechos de terceros, tienen una duración
limitada en el tiempo y un fundamento legítimo.
vi. El embargo de la cosa arrendada
La resolución judicial que decreta el embargo de la cosa arrendada no
pone fin al arriendo.
El Art. 1965 señala que si por el acreedor o acreedores del arrendador
se trabare ejecución y embargo en la cosa arrendada, subsistirá el arriendo,
y se sustituirán el acreedor o acreedores en los derechos y obligaciones del
arrendador.
Si se adjudicare la cosa el acreedor o acreedores, tendrá lugar lo dispuesto
en el Art.1962, ya analizado.
vii. El pacto comisario en el arrendamiento
El profesor Ramos piensa que no habría inconveniente alguno en cele-
brar un pacto comisorio en el contrato de arrendamiento, simple o califi-
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 203
cado, pero respecto a este último y tratándose de bienes regidos por la ley
N° 18.101, lo rechaza pues considera que implicaría la renuncia de dere-
chos irrenunciables. Deduce que entre los derechos irrenunciables está el
de que la restitución de la propiedad deba solicitarse jurídicamente, por 10
que habría pugna con los efectos inmediatos que tiene aparejado un pacto
comisorio calificado. Estima el profesor Ramos que la sanción, en caso de
que se pacte, sería la nulidad absoluta del pacto.
viii. La expiración o término del contrato
de arrendamiento de cosas
El Art.1950 señala que el arrendamiento de cosas expira de los mismos
modos que los otros contratos, y especialmente:
10 Por la destrucción total de la cosa arrendada;
20 Por la expiración del tiempo estipulado para la duración del arrien-
do;
3 o Por la extinción del derecho del arrendador, según las reglas que más
adelante se expresarán.
4 o Por sentencia del juez en los casos que la ley ha previsto.
viii. l. La destrucción total de la cosa arrendada
Para que la destrucción ponga término al contrato de arrendamiento, ésta
debe ser total, quedando liberado el arrendatario de pagar el precio, pues
su obligación deja de tener causa, por haber desaparecido el objeto de la
prestación contraria.
Si la destrucción se debe a hecho o culpa del arrendatario o de las personas
que éste llama al goce de la cosa, también se extingue el contrato, pero se
debe indemnizar perjuicios.
Si la destrucción no es total, el juez decidirá -atendidas las circunstan-
cias- si debe tener lugar la terminación del arrendamiento, o concederse
una rebaja del precio o renta (Art.1932, inc. 2°).
204 GONZALO Ruz LÁRTIGA
viii. 2. La expiración del plazo estipulado para la
duración del arriendo
La duración del contrato puede ser detenninada o indetenninada.
En el contrato de duración detenninada las partes han señalado un plazo,
o la duración del mismo está detenninada por la naturaleza del servicio;
esto es, existe un plazo tácito, o bien su ténnino está detenninado por la
costumbre del país.
En tales casos, la llegada del ténnino pone fin automáticamente, ipso
iure al contrato, sin que sea menester un aviso previo o una declaración de
voluntad de las partes, según lo dispone el Art.1954.
El contrato de arrendamiento de duración indetenninada no se extin-
guirá mientras las partes no manifiesten su voluntad de ponerle término,
noticiándole esa intención a través del denominado desahucio. El desahu-
cio pasa a constituir el aviso anticipado que una de las partes da a la otra
de su voluntad de poner fin al contrato.
ElArt.1951 señala que si no se ha fijado tiempo para la duración del arrien-
do, o si el tiempo no es detenninado por el servicio especial a que se destina
la cosa arrendada o por la costumbre, ninguna de las dos partes podrá hacerlo
cesar sino desahuciando a la otra, esto es, noticiándoselo anticipadamente.
El Art.1953 se pone en el caso de que una sola de las partes tenga un
plazo obligatorio, estableciendo que si se ha fijado tiempo forzoso para una
de las partes y voluntario para la otra, se observará lo estipulado, y la parte
que puede hacer cesar el arriendo a su voluntad estará, sin embargo, sujeta
a dar la noticia anticipada que se ha dicho.
viii. 2. 1. El desahucio
El desahucio constituye un acto unilateral que se puede poner en ejercicio
sea por vía judicial o extrajudicial (Art. 588 CPC).
El extrajudicial puede ser verbal o escrito. Actualmente, el desahucio
extrajudicial que emana del arrendador sólo tiene cabida tratándose de
cosas muebles.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 205
El desahucio de los bienes raíces por iniciativa del arrendador es siempre
judicial y se practica por intermedio de los tribunales de justicia a través de
la correspondiente notificación. A esta regla hacen excepción las especiales
de la ley N° 18.10 1, aplicables a los bienes raíces urbanos.
ElArt. 588 CPC dispone que el desahucio judicial se efectuará notificando
al arrendador o arrendatario el decreto con que el juez manda poner de uno
o de otro la noticia anticipada a que se refiere el Art.195l.
El desahucio es irrevocable, no es posible la retractación unilateral. Así
se desprende del Art.1952 que establece que el que ha dado noticia para la
cesación del arriendo, no podrá después revocarla, sin el consentimiento
de la otra parte.
Resultaría posible solicitar la rescisión del desahucio por afectarle un
vicio de la voluntad.
viii.2.2. Los plazos de desahucio
La notificación de poner término al contrato debe manifestarse con la
debida antelación.
Se entiende, entonces, por la anticipación del desahucio la oportunidad
en que debe ponerse en conocimiento de la otra parte la intención de no
perseverar en el arrendamiento. La anticipación se ajustará al período o
medida de tiempo que se regula para los pagos.
Si se arrienda por día, semana, mes, el desahucio será respectivamen-
te con una antelación de una día, de una semana, de un mes (Art.195l,
inc.2°).
El desahucio empezará a correr al mismotiempo que el próximo periodo
(Art.1951, inc. 3°).
Si el arrendamiento es de casas, almacenes u otros edificios, el Art.197 6
dispone que el desahucio deberá darse con una anticipación de un período
entero de los designados por la convención o la ley para el pago de la
renta.
Si se trata de predios rústicos, el Código civil regula la antelación del
desahucio en el Art.1985, señalando que no habiendo tiempo fijo para la
206 GONZALO Ruz LÁRTIGA
duración del arriendo, deberá darse el desahucio con anticipación de un
año, para hacerlo cesar.
Las partes podrán acordar otra regla, si lo juzgaren conveniente.
Tanto en los bienes raíces rústicos como urbanos el juez determinará la
época de restitución de la propiedad, según las normas que se analizan en
el capítulo de procedimiento y que, en todo caso, dependen del tiempo de
permanencia del arrendatario en la propiedad
viii.3. La extinción del derecho del arrendador
Por extinción del derecho del arrendador se incluyen varios casos o hi-
pótesis diferentes. Lo concreto es que el efecto que producen es el mismo:
se pone fin al contrato, ya que el arrendador se coloca en la imposibilidad
de cumplir su principal obligación, la de proporcionar al arrendatario el
goce de la cosa arrendada.
Las causas que hacen expirar el derecho del arrendador pueden no ser
atribuible s a su voluntad, como cuando con ocasión de una fuerza mayor o
caso fortuito pierde su derecho, por ello las denominaremos involuntarias, o
bien, pueden serles atribuible s a su hecho o culpa, por lo que las llamaremos
voluntarias. La importancia de esta clasificación se encuentra en determinar
si esta extinción generará indemnización de perjuicios.
viii.3.1. La extinción involuntaria del derecho del arrendador
Regla general, hace expirar el arrendamiento aun antes de cumplirse el
tiempo estipulado para su duración, sin que genere obligación de indemnizar
los perjuicios.
Excepción. Se obliga a indemnizar los perjuicios al arrendador de mala
fe, esto es, aquel que tiene la conciencia de haber arrendado la cosa sabiendo
o debiendo saber la incertidumbre de su derecho.
El Art.1959 prescribe que cuando el arrendador ha contratado en una
calidad particular que hace incierta la duración de su derecho, como la de
usufructuario, o la de propietario fiduciario, y en todos los casos en que su
derecho esté sujeto a una condición resolutoria, no habrá lugar a la indem-
nización de perjuicios por la cesación del arriendo en virtud de la resolución
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 207
del derecho. Pero si teniendo una calidad de esa especie, hubiere arrendado
como propietario absoluto, será obligado a indemnizar al arrendatario, salvo
que éste haya contratado a sabiendas de que el arrendador no era propietario
absoluto.
El Art.1960 se pone en el caso de que la causa de expiración del derecho
del arrendador sea causada por una expropiación.
En este caso, para que el contrato expire, la expropiación debe ser
total; la parcial sólo autoriza al arrendatario para pedir la tenninación
del contrato cuando sea de presumir que sin la parte que falta no habría
contratado.
Cuando se expropie el bien arrendado, se dará al arrendatario un tiempo
para utilizar las labores principiadas y recoger los frutos pendientes.
Si la causa de la expropiación fuere de tanta urgencia que no dé lugar
a ello, o si el arrendamiento se hubiere estipulado por cierto número de
años, todavía pendientes a la fecha de la expropiación, y así constare por
escritura pública, se deberá al arrendatario indemnización de perjuicio por
el Estado (Art. 1960).
viii.3.2. La extinción del derecho de arrendador
por hecho o culpa suyos
Cuando el arrendador, por ejemplo, enajena la propiedad arrendada o no
paga el precio debido al vendedor de la cosa dada en arrendamiento o no
paga los impuestos fiscales que grava al inmueble, perderá la cosa y con
ello su derecho sobre ella por su hecho o culpa.
El arrendador se obliga a indemnizar los perjuicios causados al arrenda-
tario, sólo si el adquirente no estaba obligado a respetar el arriendo. Pues
si 10 estaba, no hay perjuicio.
1. El arrendador indemniza los perjuicios causados al arrendatario e
incluso al subarrendatario, cuando el que adquiere la propiedad
no está obligado a respetar el arriendo (Art.1963)
En este caso el arrendatario directo reclamará la indemnización de estos
perjuicios a su propio nombre o cederá su acción al subarrendatario, pues
208 GONZALO Ruz LÁRTIGA
éste no puede directamente reclamar perjuicios sino al subarrendador,
quien deberá reembolsarle las pensiones pagadas anticipadamente.
2. El arrendador no indemniza los perjuicios causados al
arrendatario cuando el que adquiere la propiedad está obligado a
respetar el arriendo
La obligación de respetar el arriendo es excepcional, pues el adquirente
es un tercero absoluto frente al contrato, por 10 que sus efectos no le al-
canzan.
Sin embargo, hay casos excepcionales en que el adquirente debe respetar
el arrendamiento (Art.1962).
2.1. Está obligado a respetar el arriendo todo aquel a quien
se transfiere el derecho del arrendador por un título lucrativo
Título lucrativo, aunque parezca 10 contrario, es sinónimo de título gra-
tuito, se comprende entonces al heredero, al legatario y al donatario.
Sabemos que el heredero es el continuador de la persona del causante
y, como tal es un tercero relativo, el que se verá afectado por los contra-
tos celebrados por el causante, ya que le sucede en todos sus derechos y
obligaciones transmisibles, dentro de los cuales están los que emanan del
arriendo (Art.1 097).
El legatario también es un tercero relativo, ya que está recibiendo un
legado. En este caso, recibe la cosa arrendada en el estado y con las cargas
que tiene.
2.2. Está obligado a respetar el arriendo todo aquel a quien
se transfiere el derecho del arrendador, a título oneroso, si el
arrendamiento ha sido contraído por escritura pública,
exceptuados los acreedores hipotecarios"
Señalamos en su oportunidad que el contrato de arrendamiento, por regla
general, es consensual pero tiene importancia que se otorgue por escritura
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 209
pública en atención a que el legislador obliga a respetar el contrato al nuevo
adquirente cuando se ha realizado con dicha solemnidad.
2.3. Están obligados a respetar el arriendo los acreedores hipotecarios,
si el arrendamiento ha sido otorgado por escritura pública, inscrita en el
Registro del Conservador antes de la inscripción hipotecaria
En este caso, los acreedores hipotecarios deben respetar el arriendo por
el conocimiento de la situación contractual de la propiedad hipotecada.
viii.4. Otras causales de extinción del contrato de arrendamiento
viii.4.1. La sentencia judicial de término de
contrato (Art.1950 N° 4)
Esta forma de tenninación tendrá lugar cuando arrendador o arrendatario
reclamen el término del mismo, por incumplimiento de cualquiera de las
obligaciones contraídas.
viii.4.2. La insolvencia del arrendatario (Art.1968)
La insolvencia declarada del arrendatario (su declaración de quiebra), no
pone necesariamente fin al arriendo, ya que el síndico, habiendo decidido
y propuesto la continuación del giro del fallido, podrá sustituirse al arren-
damiento, prestando fianza a satisfacción del acreedor.
viii.5. Extinción del contrato de arrendamiento
por culpa del arrendatario
Si por culpa del arrendatario se pone término al contrato, éste deberá
indemnización de perjuicios al arrendador, y especialmente estará obligado
al pago de la renta por todo el tiempo que falte para el término del contrato,
o hasta el día en que desahuciando hubiera podido hacer cesar el arriendo.
Sin embargo, podrá eximirse de este pago proponiendo persona idónea que
le sustituya por el tiempo que falta, y prestando al efecto fianza u otra segu-
ridad competente (Art.1945). Regla que,como hemos dicho, no es aplicable
al arrendamiento de predios urbanos regidos por la ley N° 18.101.
210 GONZALO Ruz LÁRTIGA
viii. 6. Restitución anticipada de la cosa arrendada
Si el arrendatario restituye anticipadamente la cosa, deberá pagar
la renta hasta el fin del contrato. El Art.1955 establece que cuando el
arrendamiento debe cesar en virtud del desahucio de cualquiera de las
partes, o por haberse fijado su duración en el contrato, el arrendatario
estará obligado a pagar la renta de los días que falten para que cese, aun-
que voluntariamente restituya la cosa antes del último día. Regla que, al
igual que la anterior, no es aplicable al arrendamiento de predios urbanos
regidos por la ley N° 18.1 O 1.
B. ESTUDIO PARTICULAR SOBRE EL ARRENDAMIENTO DE
BIENES RAÍCES URBANOS REGIDOS POR LA LEY N° 18.101
El arrendamiento de bienes raíces urbanos se rige, en lo general y con
carácter supletorio, por las reglas del arrendamiento de cosas del Código
civil y, en lo especial, y para los tipos de inmuebles que allí se definen, por
un estatuto especial, la ley N° 18.101.
a. Tipos de inmuebles que caen bajo el ámbito
de aplicación de la ley N° 18.101
1 ° Los bienes raíces ubicados dentro del radio urbano;
2° Las viviendas ubicadas fuera del radio urbano, aunque incluyen te-
rreno, siempre que su superficie no exceda de una hectárea.
Exclusiones: Se exceptúan de la aplicación de esta ley, por disponerlo
así su Art. 2°, los siguientes bienes raíces:
1. Predios de una cabida superior a una hectárea que tengan aptitud agríco-
la, ganadera o forestal o que estén destinados a este tipo de explotación;
2. Inmuebles fiscales;
3. Viviendas que se arrienden por temporadas no superiores a tres meses,
por períodos continuos o discontinuos, siempre que lo sean amobladas y
para fines de descanso o turismo;
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS. EL ARRENDAMIENTO 211
4. Hoteles, residenciales y establecimientos similares, en las relaciones deri-
vadas del hospedaje, esto es, entre el hotelero o posadero y sus parroquianos;
5. Estacionamientos de automóviles o vehículos, y
6. En los arrendamientos con compromiso de ventas de la ley de
leasing habitacional N° 19.281 se establece expresamente que no se
aplicarán las disposiciones de la ley N° 18.101 sobre arrendamiento de
predios urbanos.
No obstante, los juicios que se originen en relación con los contratos
que se refieren a viviendas temporales y estacionamientos se sustancia-
rán de acuerdo al procedimiento establecido en el Título III de la ley en
comento.
b. Reglas que alteran los principios de aplicación
general del Código civil
b.l. Presunción en el monto de la renta
Si el contrato no consta por escrito, se presume que la renta es la que
declara el arrendatario.
b.2. La mora y el reajuste de las devoluciones de dinero
En caso de mora, los pagos o devoluciones que deban hacerse entre las
partes de todo contrato de arriendo, regido o no por esta ley, se efectuarán
reajustados en la misma proporción en que hubiere variado el valor de la
unidad de fomento entre la fecha en que debieron realizarse y aquella en
que efectivamente se hagan.
b.3. lrrenunciabilidad de los derechos de los arrendatarios
Se consagra la irrenunciabilidad de los derechos del arrendatario.
Ello podría explicar esa resolución que dictan los tribunales cuando se
solicita la aprobación de un avenimiento logrado en un juicio regido por
estas normas, normalmente se provee "Téngase por aprobado en 10 que
no fuere contrario a derecho", para así dejar firme todo aquello que no
212 GONZALO Ruz LÁRTIGA
implique una renuncia del arrendatario a los derechos conferidos por la
ley N° 18.10 1.
b.4. Simplificación del procedimiento del pago por consignación
de la renta ante la negativa del arrendador de recibir el pago
Si el arrendador se niega a recibir el pago, la renta se puede consignar
en la Tesorería respectiva; esto es, la que corresponda a la ubicación del
inmueble.
Se le comunicará al arrendador por carta certificada la existencia del
depósito, conforme lo señala el Art. 23, que dispone que en caso de ne-
gativa del arrendador a recibir la renta de arrendamiento o a otorgar el
correspondiente recibo al arrendatario que no deseare recurrir al procedi-
miento de pago por consignación establecido en el párrafo 7°, del Título
XIV, del Libro IV del Código civil, podrá depositar aquélla en la Unidad
de Servicio de Tesorería que corresponda a la ubicación del inmueble,
indicando el nombre, apellido y la residencia del arrendador. Dicha uni-
dad le otorgará el respectivo recibo y comunicará al arrendador, por carta
certificada, la existencia del depósito. Este pago se considerará hecho al
arrendador para todos los efectos legales, pero su suficiencia será calificada
en el juicio que corresponda.
El retiro del depósito por el arrendador no significará renuncia a sus
derechos ni producirá los efectos previstos en el inc. 3° del Art. 1956, esto
es, la tácita reconducción.
Esta es una forma especial y excepcional de extinguir las obligaciones
dentro del pago, es lo que se conoce como pago por consignación.
Tratándose de rentas de arrendamiento periódicas se aplica el Art. 1601
inc. 5° que dispone que cuando se trata del pago periódico de sumas de
dinero provenientes de una misma obligación, las cuotas siguientes a la
que se haya consignado se depositará en la cuenta bancaria del tribunal
sin necesidad de nuevas ofertas. En materia de arriendo, las rentas se
depositarán en Tesorería, como lo establece la ley N° 18.10 1, y no será
necesaria la oferta de las siguientes a la que ya se haya consignado.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TIPICOS. EL ARRENDAMIENTO 213
No obstante que la ley facilita al arrendatario el pago, en la fonna se-
ñalada, no podemos olvidar que de todas maneras subsiste el problema de
calificar la suficiencia del pago, lo que nonnalmente hará el arrendador a
través del procedimiento correspondiente.
b.5. Monto de la garantía que entrega el arrendatario al arrendador
La garantía no puede exceder de un mes de renta y debe restituirse re-
ajustada de acuerdo a la variación del IPC.
b.6. Desahucio y restitución
El desahucio no tiene que ser fundado, y exige que sea efectuado judicial-
mente o mediante notificación personal efectuada por un Notario Público.
too
Los plazos están establecidos en relación a la duración del arrendamien-
1. Tratándose de contratos pactados mes a mes y
los de duración indefinida
El plazo es de dos meses, contados desde la notificación de la demanda,
y se aumentará en un mes por cada año completo que el arrendatario hubiere
ocupado el inmueble.
Eso sí, el plazo total no puede durar más de seis meses (Art. 3°).
El arrendatario desahuciado puede restituir el inmueble antes del ténnino
de desahucio y no estará obligado a pagar la renta sino hasta el día de la
restitución.
2. En los contratos a plazo fijo que no exceden de un año
El plazo es de dos meses, contados desde la notificación de la demanda
(Art.4°).
También aquí el arrendatario puede restituir antes del vencimiento del plazo,
pagando la renta de arrendamiento sólo hasta el día en que ella se efectúe.
214 GONZALO Ruz LÁRTIGA
3. Contratos a plazo fijo con duración superior a un año
En este caso la ley N° 18.101 no dio plazo especial, por ende, se aplica
el Art.1976, que establece la regla general remitiéndose al Art.l944.
El Art.195l establece la misma regla a propósito del arrendamiento de
cosas.
C. EL CONTRATO PARA LA EJECUCIÓN DE UNA OBRA MATERIAL
a. Concepto y aclaraciones previas
De acuerdo con el Art.19l5, el arrendamiento puede tener por objeto
"ejecutar una obra", de ahí que el contrato de arrendamiento para la ejecu-
ción de una obra material se puede definir corno "aquel en que las partes se
obligan mutuamente, la una a ejecutar una obra material y la otra a pagar
por ella un precio determinado".
La persona que torna a su cargo la ejecuciónde la obra se llama artífice.
El problema que se presenta es de calificación y consiste en la dificultad
de saber si estarnos o no frente a un arrendamiento, pues puede ocurrir que
el artífice no sólo realice la obra sino que, además, suministre o proporcione
los materiales necesarios para la ejecución de la misma.
El Art.1996 nos aclara que si el artífice suministra la materia para la
confección, el contrato es de venta, con una modalidad incorporada, cual
es la condición de que se apruebe la obra.
Por lo tanto, en este caso el contrato se perfecciona obtenida la aproba-
ción, lo que tiene importancia para la teoría de los riesgos, por cuanto el
riesgo de la cosa pertenece al comprador desde que aprobó la obra, o desde
que se haya constituido en mora de declarar si la aprueba o no.
Ahora bien, si la materia es suministrada por la persona que encargó la
obra, el contrato es de arrendamiento, pero si la materia principal es aportada
por el artífice, aun cuando el que encargó la obra haya aportado también
una parte, estarnos frente a una venta, y a la inversa, si la materia principal
es aportada por el que encarga la obra sería un arrendamiento.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO 215
En conclusión, cuando ambos suministran la materia, el contrato será
venta o arrendamiento, según cuál de ellos suministre lo principal.
b. Algunas reglas especiales que alteran los principios de aplicación
general del Código civil
Le son aplicables, con carácter supletorio, las reglas estudiadas del arrenda-
miento de cosas y, más ampliamente, las reglas y principios generales del Có-
digo civil. Destacaremos sólo dos particularidades que conviene desarrollar.
b.l. En cuanto a la teoría de los riesgos
No hay excepciones al principio general, la pérdida de la materia su-
ministrada por el que ordenó la obra la soporta éste, y no es responsable
el artífice sino cuando la materia perece por su culpa o por culpa de las
personas que le sirven.
Lo que pasa es que cuando la obra perece el artífice pierde con ello su
trabajo, aun cuando no sea por su culpa o la de las personas de las cuales
responde. En este sentido, podemos decir que el artífice comparte la pérdida
con la persona que le encargó la obra.
El riesgo sabemos, por aplicación del principio general de los contratos, per-
tenece al acreedor. En este contrato habrá que saber quién es el acreedor.
Quien debe el trabajo es el artífice, por lo tanto, el acreedor es quien en-
cargó la obra. El riesgo, por lo tanto, también es íntegramente asumido por
el que encargó la obra, esto es, pierde los materiales y debe pagar el precio
por el trabajo realizado siempre que se den las siguientes condiciones:
1 ° Que la obra haya sido reconocida y aprobada por él;
2° Que no se haya reconocido la obra por encontrarse en mora de reco-
nocerla y aprobarla, y
3 ° Si la cosa perece por vicio de la materia suministrada por el que encargó la
obra, salvo que el vicio sea de aquellos que el artífice por su oficio haya debido
conocer, o que conociéndolo no haya dado aviso oportuno (Art. 2000, inc. 3°).
216 GONZALO Ruz LÁRTIGA
b.2. En cuanto al precio en el contrato de ejecución de obra material
La regla general es que las partes 10 hayan detenninado de común
acuerdo.
El problema se suscita sólo ante el silencio de las partes, pues si lo han pac-
tado se estará a esta detenninación, la que normalmente será un precio fijo por
la obra terminada o un precio especial por cada una de las partes de la obra.
El Art.1997 señala que si no se ha fijado precio se presumirá que las partes
han convenido en el que ordinariamente se paga por la misma especie de
obra, y a falta de éste por el que se estimare equitativo a juicio de los peritos.
En otras palabras, para que se someta a la decisión de peritos es menester
que las partes no hayan acordado un precio o que frente al silencio de las
mismas no sea posible recurrir a normas consuetudinarias.
Nos encontramos, como es habitual, en materia de arrendamiento frente
a un caso en que la ley se remite a la costumbre.
c. Efectos del contrato de arrendamiento de obra material
Son los derechos y obligaciones que nacen para las partes.
c.J. Obligaciones de la parte que encarga la obra
J. Declarar si aprueba o rechaza la obra
Concluida la obra, y a requerimiento del artífice, el que la encargó deberá
declarar si la aprueba o no, con la sanción, para el que incurre en mora de
aprobarla o no de asumir los riesgos de la cosa, según se explicó.
También es posible una aprobación parcial, cuando se ha convenido que
la obra se apruebe por partes (Art. 2001).
2. Pagar el precio
El precio debe pagarse en la fonna y oportunidad convenida. A falta de esti-
pulación, será exigible una vez concluida la obra y debidamente aprobada.
DE LOS CONTRATOS CONSENSUALES TÍPICOS. EL ARRENDAMIENTO
c.2. Obligación del artífice
1. Ejecutar la obra oportunamente en la
forma convenida (Art.2002)
217
Si el que encargó la obra alegare que no se ha ejecutado debidamente,
se nombrarán por las partes dos peritos que decidan.
Siendo fundada la alegación del que encargó la obra, el artífice podrá
ser obligado, a elección del que encargó la obra, a hacerla de nuevo o a la
indemnización de perjuicios.
La restitución de los materiales podrá hacerse con otros de igual calidad
o en dinero.
d. Del incumplimiento de las obligaciones de
arrendamiento de obra material
Se aplican las reglas generales, y procederá la indemnización de perjuicios
correspondiente, siempre que por una o por otra parte no se haya ejecutado
lo convenido o se haya retardado su ejecución.
Analicemos las diferentes situaciones de incumplimiento, distinguiendo
a cuál de las partes éste le es imputable.
d.l. ¡a situación. Si el incumplimiento es del artífice
Si el incumplimiento es imputable al artífice, deberá éste hacer de nue-
vo la obra o pagar la indemnización de perjuicios correspondiente. Los
materiales deberá reembolsarlos con otros de igual calidad y cantidad o su
precio en dinero.
d.2. r situación. Si el incumplimiento es del
que encargó la obra
Si el incumplimiento es del que encargó la obra, debe éste resarcir al
artífice todos los costos, dándole además lo que valga el trabajo hecho, y
lo que hubiera podido ganar en la obra (Art.1999).
218 GONZALO Ruz LARTIGA
e. De la extinción del contrato de arrendamiento de obra material
Se aplican las reglas generales y, además, concurren dos causales espe-
cíficas.
e.l. Por manifestación unilateral de voluntad del que encargó la obra
En este caso, el que encargó la obra deberá pagar lo que valga el trabajo
hecho. Como debe indemnizar al artífice del total, su desistimiento no aca-
rrea perjuicio alguno (Art.1999, inc. 2°).
En consecuencia, el que encargó la obra, aun en el caso de haberse esti-
pulado un precio único y total por ella, podrá hacerla cesar, reembolsando
al artífice todos los costos, y dándole 10 que valga el trabajo hecho y 10 que
hubiere podido ganar en la obra.
e.2. Por muerte del artífice
El Art. 2005 señala que todos los contratos para la construcción de
una obra se resuelven por la muerte del artífice o del empresario; y si
hay trabajos o materiales preparados, que puedan ser útiles para la obra
de que se trata, el que la encargó será obligado a recibirlos y a pagar su
valor. Lo que corresponda en razón de los trabajos hechos se calculará
proporcionalmente, tomando en consideración el precio estipulado para
toda la obra.
Eso sí, por la muerte del que encargó la obra no se resuelve el contrato.
En consecuencia, este contrato es intuito personae sólo para una de
las partes: el artífice o empresario, porque su prestación no es fungible,
en cambio, quien encargó la obra contrae una obligación de dar una cosa
genérica: el precio en dinero.
D. CONTRATOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE EDIFICIOS
Un edificio es una obra material, qué duda puede caber. Lo que diferen-
cia a la construcción