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HARVEY - Manual de Historia Constitucional Argentina

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Dr. Ricardo J. G. Harvey
MANUAL
deHISTORIACONSTITUCIONALARGENTINA
ISDN N" 987-98466-5-6
Queda licclio el depósito que previene la Ley 11.723
Prohibida su reproducción
(.'onltol fie edición: Arturo Zamndio
''dilado por M OGLIA EDICIONES - Impreso en MOGLEA S.R.L.
i a Rio ja 755 - 3400 Corrientes, Argentina
moglin@gigared.com
lincro de 2005
mailto:moglin@gigared.com
Para mis queridos nietos,
María Denise, 
Ricardo Eduardo, 
María Cecilia, 
María Emilia, 
.José Adolfo, 
Bárbara, 
Edwin Guillermo, 
María Elvira, '■María Elis* ' 
Benjamín Juan Alberto
hermosas reclidades de hoy 
maravillosa esperan. :a del mañana.
PROLOGO
Este MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCÍO 
NAL ARGENTINA ha sido elaborado siguiendo en forma 
total la metodología impuesta en el Programa de Estudios 
aprobado por la Facultad de Derecho de la Universidad 
Nacional del Nordeste que ha sido adoptado, sin mayores 
modificaciones, por la Facultad de Ciencias Sociales de la 
Universidad de la Cuenca del Plata.
Me propuse satisfacer un permanente redamo de 
nuestros alumnos que aspiran a contar con un texto que 
guíe su aprendizaje y que, en líneas generales, se ajuste a 
las exigencias requeridas por nuestras Casas de Altos 
Estudios.
Me apresuro a advertir que, como l o señala s i i Ulu­
lo, no se trata sino de un Manual que aspira a facilitar el 
estudio de nuestros educandos recién iniciadas en las au­
las de la Facultad de Derecho que no han logrado desa­
rrollar aún la técnica de un estudio de mayor profundi­
dad, consultando la numerosa bibliografía genera! y espe­
cial que le sugiere el programa o ficial.
Si bien estas páginas pueden orientarlos en el cono­
cimiento de la materia, no serán ellas suficientes para un 
estudio profundo de un tema tan atrapante como lo es >.! 
de nuestra Historia Constitucional, y la consulta de las 
tratadistas sugeridos, será el medio adecuado para cum­
plir cabalmente con aquél fin.
He tratado de volcar en este Manual la experiencia 
de más de 40 años de cátedra, adquirida como profesor 
adjunto del amigo Dr. Carlos María Vargas Gómez, y más 
adelante ya como titular de la materia.
He recorrido durante mi carrera docente gran parte 
de la nutrida bibliografía sugerida, tanto aquella de vieja 
data como la recientemente publicada, realizando el fi- 
chaje y guías que me permitieron el desarrollo de las cla­
ses; esa información me ha servido para ordenar las pá­
ginas que siguen de tal manera que el alumno tenga un 
medio rápido de ir tomando conocimiento de los temas 
que deberán desarrollarse en los cursos regulares y en la 
oportunidad de rendir los exámenes pertinentes.
Confio en que esta obra será de utilidad para nues­
tros alumnos, especialmente aquéllos que residiendo en el 
interior de las provincias de nuestra región tienen mayor 
dificultad para obtener material de estudio que los resi­
dentes en nuestra ciudad. El recuerdo de mis propias difi­
cultades para lograr el material bibliográfico necesario 
cuando debía concurrir a rendir exámenes libres en la 
querida Facultad de Derecho de la Universidad Nacional 
del Litoral en Santa Fe, me inspiran en esta etapa de mi 
vida a dejar este trabajo que espero logre cumplir el ob­
jetivo propuesto: facilitar el estudio de nuestros educan­
dos universitarios.
Corrientes, Febrero de 2001.
*•
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. H an ey
PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION
Las Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Políticas 
de la Universidad Nacional del Nordeste y la de Abogacía de la 
Universidad de la Cuenca del Plata, ambas con asiento en la 
ciudad de Corrientes, han hecho reformas para ajustar sus pro­
gramas de estudio a las exigencias de los nuevos tiempos.
La asignatura "Historia Constitucional Argentina" ha sido 
una de las que ha experimentado algunos cambios especial­
mente referidos a las enmiendas constitucionales producidas en 
el siglo XX, a la inclusión de los partidos políticos nacionales 
como tema de estudio, y a una mejor estructuración de los ante­
riores contenidos del programa.
Mantengo en esta segunda edición el propósito inicial que 
me propuse, esto es facilitar el estudio de los educandos univer­
sitarios que recién se inician en la carrera de Abogacía, me­
diante un Manual ágil y ordenado según las exigencias del pro­
grama.
Reitero lo que también manifestara en el sentido de que pa­
ra un estudio más profundo será necesario recurrir a otras 
fuentes, para lo cual he ampliado considerablemente la biblio­
grafía adecuada de carácter general y especial, que los alumnos 
pueden consultar.
A un año y medio de la Primera Edición que tuvo favorable 
acogida en el estudiantado pongo a consideración de los mis­
mos esta nueva edición que espero sea una valiosa herramienta 
para la mejor y más rápida comprensión de los temas exigidos 
en los respectivos programas.
1
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTt,'C1 ON.VL ARGENTINA Dr. Ricardo J. C. lU rrcr
No puedo más que agradecer la muy valiosa y eficiente 
predisposición de Xfoglia Ediciones para la elaboración de esta 
segunda edición, empresa que se destaca en nuestra región por 
su permanente apoyo a la difusión de autores locales, entre los 
cuales están, naturalmente, los estudiosos del Derecho.
Corrientes, Julio de 2002.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. A 'oW ., J. G. lU rrrr
CAPITULO 1
1. Introducción. Abordaje de la Historia,
La palabra ‘"Historia” significa, etim ológicamente, la informa­
ción obtenida mediante búsqueda. Búsqueda de los hechos ocurridos. 
Si se entiende por “hecho” lo que sucede, es decir algo dinámico, his­
toria tiene un significado de descripción de los diversos estadios por 
los que ha pasado una realidad determ inada hasta llegar a su situación 
presente. En este sentido, la realidad cuya, dinám ica es más interesante 
para el hombre es su propia realidad como ser humano, la cual sólo se 
da como tal en un contexto social. Por ello, la historia ha venido a sig­
nificar casi exclusivamente “ la narración y exposición de los hechos 
pasados" de la humanidad (Historia Universal), de un determinado 
■¡jrjpo social ( por ejemplo la Historia de Roma), o de un determinado 
.ispéelo de la actividad del hombre (por ejemplo Historia del Dere­
cho).
lil contenido de esta asignatura, según lo desarrolla el Programa 
vigente en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del 
Nordeste y en la Universidad de la Cuenca del Plata, comprende el 
estudio de los antecedentes constitucionales y políticos que sirvieron 
de base a nuestra Organización Nacional plasm ada en la Carta Fun­
damental de 1853 y las reformas que posteriorm ente le fueron intro­
ducidas, especialmente la de 1860 que posibilitó la unión definitiva de 
la República Argentina.
La denominación de “Historia Constitucional"’ resulta insufi-
. I
cíente en relación al contenido de dicho program a de estudios, ya que 
este se refiere a objetos más amplios. Pareciera querer referirse a un 
•ana determinado que seria la historia de la Constitución de nuestro 
pjis. o si se lo prefiere, como la génesis histórica de la ley fundamen­
ta!, cuando hoy, con el avance de la ciencia política, se iia ampliado 
considerablemente el terreno de su contenido.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ocnrdo J . C. ílunrcy
Se trata de una historia “constitucional” y “política" , lo cual nos 
obliga a prescindir de la narrativa de hechos que no tienen una directa 
relación con los aspectos mencionados, los que -p o r otra parte- se 
consideran adecuadam ente estudiados en el nivel secundario. Se ha 
estudiado la génesis y evolución de nuestras instituciones políticas y, 
por ello, en m uchos casos, el programa no sigue el método cronológi­
co, que es dejado de lado, por ejemplo, en el tratamiento de las algu­
nas Bolillas referidas al Federalismo Argentino y a la G eneración del 
37, respectivam ente.
El estudio de la H istoria Constitucional estará directam ente inte- 
rrelacionado con el Derecho Constitucional, alque necesariam ente 
habrá que referirse en el desarrollo de este curso, de la m isma m anera 
que en m uchos casos habrá que hacerlo con el Derecho Político y con 
el Derecho Público Provincial y Municipal.
Al final del estudio de cada una de las Bolillas que com ponen el 
Program a de Estudio, señalam os las fuentes bibliográficas consultadas 
y utilizadas que han servido de guía para la confección de este M a­
nual, procurando en todos los casos recom endar al alumno textos cuya 
obtención sea accesible, a los que deberá recurrir en todos los casos 
para obtener una más am plia y profunda información.
D igam os, para term inar esta introducción, que el historiador debe 
m anejarse con la m ayor objetividad posible, lo cual no le quita en ma­
nera alguna su posición filosófica en la valoración de los hechos y 
fuentes que m aneje, pero sin que por ello caiga en la posición negativa 
de las pasiones que ensalzan a unos para denigrar a otros. La adopción 
de una determ inada posición por parte del autor no significa dejar de 
lado la posibilidad de otros enfoques, y el alumno tiene la más amplia 
libertad para em plear los métodos, fuentes y bibliografía que conside­
re más adecuados a su personal punto de vista, que perm anentem ente 
tratamos de incentivar en la Cátedra.
En tal sentido resulta oportuno recordar las palabras de S.S. el 
papa Paulo VI hablando sobre la “ Dignidad de la H istoria”, señalando 
como cualidad fundamental para el historiador el espíritu critico, que 
le perm ite discernir, apreciar, comparar, dar su justo valor a cada do­
cum ento, utilizar sin forzar sus límites el argumento del silencio, im­
poniéndose una lealtad intelectual absoluta para el logro de la verdad 
histórica. Y recordaba acertadamente que la “verdad histórica” no es 
la verdad m atem ática de las ciencias exactas, porque ella no reposa en
10
m a n u a l d e h i s t o r i a c o n s t i t u c i o n a l a r g e n t i n a a -, « w » j . a ¡U rrrr
la demostración sino en el testimonio y en la interpretación de ese tes­
timonio. Y precisamente la búsqueda de esa verdad es el nobilísimo 
elemento de la dignidad de la Historia.
2. Historia en general.
La primera aproximación al tema de la Historia, en su más am­
plio sentido, es el de llamar así a la narración de los hechos humanos. 
Como se advierte, tres son los contenidos: 1) la narración elaboracla_£n- 
base a distintos elementos que luego estudiaremos como “ fuentes ’’; 2) 
esta narración jfi-tgfiere a “hechos” o acontecimientos ya j 3cmriiÍQ¿_y. 
finalmente, 3) que estos hechos han sídS'prodücidos por el hombre.
A lo anterior debemos agregar que la Historia o narración de los 
hechos humanos del pasado, está realizada por hombres, quienes in­
vestigan y exponen los acontecimientos que han ocurrido a través del 
tiempo, que han tenido alguna importancia o repercusión colectiva pa­
ra que la Humanidad, así, considere necesario recordarlos.
Como los hechos motivo de la Historia son acontecimientos del 
pasado, qué no pueden volver a repetirse físicamente, al historiador le 
corresponde indagar cómo han ocurrido, quiénes han sido sus actores, 
.|ué causas los han determinado, que trascendencia han tenido en la 
marcha de la humanidad, y para realizar esa tarea tendrá que valerse 
de un método que le permita, con relativa certeza, “recrear intelec- 
;ualmente‘’ ese pasado. Esa es en definitiva la labor de la Historia: re­
creación intelectual del pasado humano trascendente.
Se ha señalado que la primera forma de la Historia ha sido la na­
rración, y de allí el nombre con que se caracteriza ese periodo, o sea el 
de "historia narrativa”. Se trata por lo general de una mera narración 
de los hechos ocurridos, y aún de anécdotas, a los que muchas veces 
se adornaba con aspectos poéticos, épicos, para ensalzar un.determ i­
nado héroe o conjunto de héroes, la tradición de un pueblo, etc., y en 
los que parecen tomar intervención junto a los hechos puramente hu­
manos el accionar de dioses y semidioses, a los que el historiador les 
atribuye una divina voluntad capaz de torcer la marcha de tales acon­
tecimientos. Pueden citarse como ejemplos “La lliada” o “La Odisea” . 
Por eso también esta etapa es llamada “poética” .
En un prim er momento de la historia narrativa o poética, por lo 
general se refieren leyendas, se formulan cronologías, listas de gober­
nantes y la narración de los principales acontecimientos referidos a sus
11
MANUAL DE ¡flSTORIA CONSTITUCIONALARGENTINA Dr. M om io J. G. / k i t y
vidas, pero esto se hace sin una valoración específica de los hechos, 
sin resaltar unos hechos sobre los otros; es historia original de escrito­
res que, por sobre todo, han venido observando acciones y situaciones 
que pasan bajo sus propios ojos.
Pero en el avance de esta etapa, como dice Galletti, va apare­
ciendo un carácter nuevo dentro de la narrativa, que es el nexo de cau­
salidad. Se com ienza a analizar los hechos y a estudiar la influencia 
que ellos tienen sobre otros acontecimientos contem poráneos o poste­
riores. Asi, se señalan las obras de Julio César “ Las Guerras de las 
G alias” y "La G uerra C ivil” en las que el historiador, además de rela­
tar las acciones bélicas, formula com entarios o anotaciones que van 
más allá de la m era narrativa. De la misma m anera, se menciona a 
autores como Tucidides y Cornelio Tácito, que además de sus valiosas 
descripciones form ulan valoraciones de los hechos narrados.
Hasta el Siglo XIV perduraba la noción del tiempo propia de la 
Edad Media en !a que los historiadores se limitaban a hacer cronolo­
gía, sumando hechos cada año, sin darles otra significación. Con el 
Renacimiento, com ienza a darse un quiebre a esta concepción y los 
pensadores hum anistas retomaron el pasado griego y reflexionaron 
sobre el destino humano. Vino después la filosofía de la Ilustración en 
el Siglo XVIII, que entronizó a la razón como instancia definitoria de 
la naturaleza hum ana. Y, el romanticismo, de fines del siglo XVIII y 
,-comienzos del XIX, abrazando la ¡dea de la razón la instaló en la his­
toria.
Una segunda etapa, podríamos decir, referida a la concepción de 
la Historia, ya no se limita a una mera relación de hechos humanos; 
ahora se busca obtener del conocimiento del pasado humano una ex­
periencia aleccionadora para mejor orientar el accionar dé los hombres 
en el presente y con proyección hacia el futuro. A esta etapa de la 
Historia se la conoce como f'Pragm ática” o "D idáctica” .
Partiendo del falso supuesto de que los hechos humanos se repi­
ten, los acontecim ientos del pasado servirían d e lecc ió n para evitar in­
currir en los m ism os errores y, así se ha dicho que la Historia era 
“maestra de la vida”. Se afirmaba tam bién que los buenos ejemplos de 
la antigüedad y, especialmente de sus “arquetipos”, sus héroes, sus 
grandes hom bres, eran la mejor referencia para el buen gobierno y 
manejo de los pueblos. Hasta hoy se sigue discutiendo si la Historia, 
como tal, debe enseñar por la vía de la exaltación del espíritu cívico, la;
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RU^rdo J. G. ftx r,r r
glorificación de las virtudes y el destaque de ¡os hechos más signifi­
cativos y heroicos. Las historias de uso escolar de cada nación, tien­
den a orientarse por lo general en ese sentido. Los nuevos países que 
buscan afirmar el sentimiento de nacionalidad recurren a este expe­
diente de exaltación patriótica, especialm ente cuando describen vida y 
obra de sus padres fundadores.
El Dr. Ricardo Levene ha dicho a su respecto que esta historia no 
debe ocultar el conocimiento de las fuertes pasiones humanas que han 
sacudido aún a los héroes -pero pasiones al servicio de ideales- evo­
cando la emoción del pasado con elevación y serenidad, sirviendo 
como substancia para la cultura de un pueblo.
El profesor Sigfrido Radaelli nos dice que la Historia sirve a los 
hombres para dos cosas: para entretenerlos o para que hagan política. 
En el primer caso, la historia esun espectáculo sumamente interesan­
te, apreciando objetos y sucesos ocurridos hace muchos o muchísimos 
artos, ver como obraban las sociedades antiguas, algo así como inter­
namos en la visión de un álbum de viejas fotografías. En el segundo 
aspecto, el espectador no mira ni piensa simplemente en las reliquias 
^ue se le exhiben, sino que se entrega a desentrañar todos los signos 
Jel pasado que se refieren a la com unidad de que forma parte. Co­
mienza a advertir que ese conocimiento de la historia le permite expli­
carse mejor la vida de hoy y entender si ese pueblo cumple o no su 
destino. Explicamos este vivir nuestro de hoy y quizá algo del que nos 
socará vivir mañana. En este sentido, afirma que la obra histórica hace 
política, en el mejor de los sentidos del término. Dice este autor que 
esta seria una variante de la historia ' ‘m agistra vitae” (maestra de la 
vida). Termina aseverando que la política utiliza de la historia aqué­
llos elementos que le sirven. Típico ejemplo de la Historia Pragmática 
<> Didáctica, es decir la búsqueda del conocim iento del pasado, humano 
y la mcmoración de los hechos brillantes o heroicos ocurridos, para 
exhibirlos como fuente de lecciones morales, políticas o estéticas.
Una tercera etapa es aquella que considera a la Historia como 
'evolutiva'’ o “genética”, situación que conduce a tratar el carácter 
científico de la misma. Sobre este aspecto muchas han sido las discu­
siones entre quienes le atribuían el carácter de ciencia y quienes se lo 
negaban. La controversia tuvo su origen en la circunstancia de que se 
consideraba ciencia a aquéllos conocim ientos susceptibles de ser em ­
píricamente comprobables y por m edio de los cuales podían formular­
se leyes, que invariablem ente debían cumplirse. Estas son las así lla­
m adas ciencias de la naturaleza, cuyas leyes absolutas, han com enzado 
a ponerse en duda en m uchos casos, con los adelantos de este siglo.
Esa discusión acerca del carácter científico de la H istoria ya no 
tiene razón de ser, pues -com o lo expresa Galletti- esta es una ciencia 
perteneciente al sector de las culturales o del espíritu, totalm ente ale­
jadas tanto en sus finalidades como en sus métodos de las ciencias fí- 
sico-naturales. Explica este autor que les ciencias pueden distinguirse 
unas de otras, no sólo por los objetos de que tratan, sino tam bién por 
los m étodos que aplican. Puede, entonces, señalarse un m étodo natu­
ralista y un m étodo histórico. Marca la diferencia entre la naturaleza y 
la cultura, significando que lo primero es aquello que ha nacido por sí, 
oriundo de sí y entregado a su propio crecimiento y lo cultural es lo 
producido directam ente por el hombre actuando según fines por él 
valorados. Hay por lo tanto objetos naturales y objetos culturales, cada 
uno de los cuales es m ateria de ciencias diferenciadas. El ejem plo de 
una piedra encontrada en el camino, que no es más que un objeto de la 
naturaleza; pero si a esa piedra el hombre le ha dado una transform a­
ción, la ha labrado im poniéndole algún sentido, la ha convenido en su 
elem ento de defensa o agresión, le ha incorporado a ella un valor. 
Deja de ser así un objeto puramente natural para convertirse en objeto 
“cultural".
La Historia entonces se encontraría dentro de las ciencias del es­
píritu, y sería necesario determ inar si como tal, ciencia, busca la obje­
tividad y la verdad con referencia a los’ objetos de que ella trata, para 
lo cual el prim er planteo será determinar cuales son los objetos de que 
se ocupa la H istoria. Necesario es recalcar que la Historia se m aneja 
con conceptos ideográficos, y no con leyes invariables como las cien­
cias naturales, aún cuando algunas corrientes históricas han querido 
encontrar ciertas analogías con estas últimas. Sin embargo, la Historia 
como ciencia cultural no puede formular leyes a la m anera deJ a s x ie n - 
cias naturales.
^Dentro de lo que llamamos historia evolutiva o genética debemos 
considerar el origen o génesis y la evolución de los hechos del hom­
bre, considerados dentro del ámbito social y geográfico en que el 
m ism o se ha desenvuelto a través del tiempo, y esa consideración de­
berá hacerse con sentido dinámico, a través de los sucesivos cambios. 
No estáticam ente, com o dice Galletti, como si se tratara de una línea
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUaONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. Ummrr
V» V>v'
14
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcmrx/a J. G. fU rrcr
horizontal, sin quiebras, que se limitaría a catalogarlos y colocarlos, 
como si se tratara de un fichero mental, dentro de un orden cronológi­
co. ‘ .....................
3. Objeto de la Historia.
De lo que se viene expresando podemos desprender que el objeto 
de la historia es el saber qué hicieron o qué pensaron antes otros hom ­
bres que actuaban, igual que nosotros, integrando una organización 
social, dice Zonraquin Becú. para agregar seguidamente que la historia 
no se limita sólo a conocer el pasado sino que. además, necesita cono­
cer ¡os hechos, explicarlos, investigar sus motivaciones y sus finalida­
d e s /) ' sobre todo, extraer de ellos ideas generales que permitan com ­
prender un proceso o una época, para juzgar tales acontecimientos y 
su tiempo, con arreglo a ciertos ideales superiores.
El objeto, entonces, es el pasado humano en general que ha teni­
do trascendencia social o repercusión colectiva. La Historia se ocupa 
de objetos reales, que han ocurrido en el tiempo y en el espacio, pero 
que hoy no existen. Son hechos pasados e irreversibles, trascendentes, 
que han gravitado hacia el futuro. Y serán tanto más importantes 
cuanto mayores hayan sido sus consecuencias.
Es necesario remarcar aquí que el objeto de la Historia no se li­
mita a un simple relato o al comentario de docum entos u otras fuentes, 
sino que forma parte del objeto la determinación de los motivos que 
produjeron tales sucesos y cuales fueron losjpropósitos que sus autores 
tuvieron al realizarlos, para entenderlos cabalmente.
De esta manera la historia se transforma en una obra del intelec­
to, pues el historiador debe tratar de pensar e interpretar como pensa­
ron los hombres del pasado.
4. Concepto moderno.
No existe una única definición para conceptualizar a la historia 
desde el punto de vista actual. Muchas son las escuelas que se dispu­
tan la apreciación acerca de lo que debe considerarse Historia, desde 
el punto de vista científico.
Para Berheim, la historia es la ciencia que investiga y expone los 
fechos del pasado humano, en el espacio y en el tiempo, en sus accio­
nes como seres sociales, y de la relación psico-fisica de causalidad que 
entre ellos existe. Tal conceptualización no difiere demasiado de lo
15
MANUAL DE HISTORIA CONSTriL’aO N A L ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. lU m rr
que hemos venido exponiendo anteriormente, salvo en lo relativo -a la 
relación o nexos causales, que entre los hechos humanos existen.
Bauer, otro estudioso de la Historia, dice a su vez que es la cien- 
ein que trata de describir, explicar y com prender los fenómenos de la 
vida de los pueblos, en cuanto a los cambios que lleva consigo en las 
distintas sociedades y analizando aquéllos fenómenos desde el punto 
de vista de sus efectos sobre las épocas sucesivas o la consideración 
de sus propiedades típicas, pero dirigiendo su atención especialmente 
sobre los cambios que no se producen.
V*Para Ricardo Zorraquin Becú es el conocimiento del pasado hu­
mano para explicarlo, ordenar sus variadas estructuras, discernir las 
razones de sus cambios y juzgarlos con arreglo a ideales superiores y, 
en lo posible, permanentes. Como se advierte hay gran similitud con 
los anteriores, aunque aquí se incorpora el concepto de “estructura'’, 
que es una forma de encarar el estudio de la Historia, analizando el 
conjunto de hechos vinculados entre sí, cuyas íntimas relaciones for­
man un proceso orgánico.
Cassani y Pérez Amuchástegui, la definen como la re-creación 
intelectual del pasado humanomediante la búsqueda de los hechos, 
realizada sobre la base de testimonios .y la exposición congruente de 
sus resultados.
El Dr. Levene señala que la historia integral analiza la sociedad 
en todos sus aspectos, desde lo económico y jurídico hasta sus más 
J^rillantes expresiones culturales y científicas, pero no es la suma o la 
.?-yuxtaposición, sino la síntesis de las descripciones laterales. Y el crite­
rio de la historia genética reclama la organización de las series históri­
cas. vinculando las de un país con las series universales y desterrando 
de la interpretación toda especie de historia m icroscópica y catastrófi­
ca.
Finalmente, señalemos que Carlos Marx con su visión m ateria­
lista de la Historia, interpreta los hechos del pasado humano como la 
adaptación de sus actores al mundo y a la sociedad. Dice que ésta 
avanza mediante una serie de luchas de clases, que se originan en las 
desigualdades económicas fundamentales. Así la marcha de la civili­
zación tiene por bases fundamentales a los procesos y cambios eco­
nómicos, siendo efectos secundarios de ese proceso el arte, las letras, 
la filosofía, 1a religión y las instituciones jurídicas y políticas. A po­
yándose en el concepto de ley natural, Marx ha establecido una con­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Riairdo J. G. lU m rr
cepción científica de !a Historia, según la cual las relaciones sociales 
resultan de las relaciones económicas. La actividad material humana 
revela las leyes.de la Historia (M aterialismo Histórico).
5. Método.
Toda ciencia dispone de un método que le permite arribar co­
rrectamente al conocimiento del objeto de que se trata. Las ciencias 
naturales cuentan con métodos que le permiten la comprobación de la 
certeza de sus afirmaciones, que son consagradas como leyes inmuta­
bles. en los que dado un hecho antecedente debía necesaria e inevita­
blemente producirse un resultado consecuente.
La Historia como ciencia del espíritu o cultural tiene también su 
propio método, que le es indispensable para confirmar la veracidad de 
sus afirmaciones. Afirma Zorraquin Becú que la metodología histórica 
que predominaba hasta hace poco tiempo se refería a las causas de los 
acontecimientos, creyendo que en todo hecho era posible descubrir 
una causa determinante.
Para llegar al conocimiento histórico es necesario contar con un 
método que nos permita su comprobación mediante los instrumentos 
Je investigación adecuados y de principios que guíen la selección de! 
material. El método histórico, según cita Galletti, no es otra cosa que 
los medios de que se vale el historiador para transformar el frío y mu­
do testimonio en fuente de información y posibilitarla transformación 
del hecho pasado en actualidad presente.
| — La primera parte del proceso metodológico es la “heurística” , que 
nos da las normas para el adecuado tratamiento de las fuentes históri­
cas. La palabra heurística viene del griego y significa “hallar”, y en 
consecuencia la primera tarea del método consiste en el hallazgo de 
los testimonios que van a servir de fuentes, tarea en la que ciencias 
auxiliares como la museología, la archivística o la bibliotecología, nos 
brindarán una ayuda inapreciable. Obviamente, lo primero es determi­
nar la temática y el alcance que se aspira a dar a la tarea de investiga­
ción. y lo segundo verificar la bibliografía existente sobre el tema, pa­
ra evitar realizar una tarea que ha sido hecha antes por otros historia­
dores.
En esta primera parte se trabajará con medios científicos hacien­
do uso de ciencias como la paleografía, diplomática, epigrafía, etc., y 
la investigación se realiza a través del método inductivo a la manera
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUCiaNALARGENTINA Dr. Riemrdo J. G. ¡binrcr
de las ciencias naturales, partiendo de lo particular para llegar a lo ge­
neral.
S intetizando, la heurística tiende a la búsqueda y hallazgo de tes­
tim onios que pueden convertirse en fuentes del conocimiento, a la re­
unión de antecedentes, elección del tema, etc., seleccionando ese ma­
terial y realizando la diagnosis y el fichado correspondiente.
| | — ■ El segundo paso es el de la crítica, Esta crítica se realiza de dos 
m aneras, esto es, desde el punto de vista externo e interno. La primera 
com probación que el historiador debe realizar es la verificación acerca 
de la autenticidad del testim onio del que pretende valerse. Es decir, 
realizar por los m edios científicos a su alcance, si el testimonio co- 
. rresponde al tiem po en que se pretende originado, para no correr el 
riesgo de trabajar con un m aterial falsificado, para lo cual la química, 
ia física y otras ciencias resultan de un valor inestimable. Se logrará a 
través de este procedim iento la determ inación de los caracteres exter­
nos de los antecedentes hallados y reunidos como propios de la época 
de origen, del autor, del lugar, etc. en suma, la autenticidad del testi­
monio.
V erificada la autenticidad del testimonio, corresponde realizar 
b-' una tarea m ucho m ás difícil que es la de la critica interna, para deter­
m inar en forma fehaciente que el hecho histórico contenido en el tes­
tim onio refleja la verdad histórica. ¡Cuántas veces una carta, un diario, 
un docum ento, que son auténticos de su época, sin embargo, no refle­
jan la realidad de los acontecim ientos ocurridos, que son distorsiona­
dos por m últiples razones! Es m uy fácil que las circunstancias hicieran 
torcer la voluntad de decir la verdad. Entonces la tarea más ardua del 
h istoriador es la de desentrañar la veracidad del contenido de un tes­
tim onio, y nos encontrarem os aquí con el problem a fundamental de la 
crítica histórica, que es el de la objetividad.
III Una vez cum plida esta etapa, viene la tarea de la ordenación de 
los hechos. Una vez elegido el o los temas que le interesan, agrupa los 
datos que le parecen más característicos para ordenarlos, darles una 
estructura y constru ir con ellos el proceso que es su propósito descri­
bir. U na de las formas de esta ordenación era el de construir series 
cronológicas, m ostrando de esta manera, cómo unos hechos eran con­
secuencia de otros anteriores; hoy prefiere hablarse de estructuras o 
conjuntos de hechos vinculados entre sí, cuyas íntimas relaciones for­
m an un proceso orgánico.
La más importante función del historiador consiste en presentar 
los resultados de su investigación y sus reflexiones sobre el tema estu­
diado, como también el juicio que surja de ese conjunto de hechos. No 
una mera relación o comentario de los documentos, sino la investiga­
ción de los motivos que produjeron tales sucesos, para lograr expli­
carlos cabalmente. Y en esa tarea deberá el historiador tratar de pensar 
como pensaron los hombres del tiempo o la época motivo de su estu­
dio. y no tratar de explicar el pasado con ideas actuales, como si los 
hombres de entonces hubieran podido pensar de la misma manera que 
los de ahora. Pretender que los acontecimientos pretéritos se ajusten a 
los criterios contemporáneos resultaría anacrónico e injusto.
Zorraquin Becú, a quien seguimos, dice que el juicio histórico 
tiene siempre una gran importancia, ya que al valorar una situación 
determinada deberá analizarse si se ha producido o no un perfeccio­
namiento de los hombres y de los pueblos, es decir los objetivos supe­
riores que toda sociedad debe proponerse, tales como el asegurar a to­
dos sus libertades y sus derechos naturales para que puedan realizar 
sus tiñes lícitos, el perfeccionamiento moral, el adelanto de la cultura. 
Je la técnica y de la ciencia, el aumento de los niveles de vida, el pro­
greso material y el establecimiento de un orden social justo que con­
tribuya a la obtención de todos esos fines. El juicio histórico, por lo 
:anto, debe analizar la realización de esos valores universales y conve­
nientes. y no fundarse sólo en ideologías transitorias o parciales.
6. División. -v
Seguimos en este punto los lineamientos expuestos por Carlos 
Sánchez Viamonte referidos alas Edades Históricas. A la clásica divi­
sión de Prehistoria e Historia, y a esta última dividida en Edad Anti­
gua. Edad Media. Edad M oderna y Edad Contemporánea, teniendo en 
cuenta la contemplación de la Historia Universal desde el punto de 
vista de las “ Instituciones Políticas” se inclina a replantear el proble­
ma de las Edades y su clasificación, pues el aspecto institucional de la 
'•ida humana es el único que puede suministrar jalones ciertos para la 
cronología de la sociedad.
En principio no encuentra ninguna dificultad para aceptar el 
nombre de Edad Antigua, aplicado a los pueblos de Oriente y también 
a Grecia y Roma, porque esa etapa abarca todo un ciclo que se cierra 
con la caída del mundo romano por efecto de las “invasiones de los
JIANUAL DE H1ST0 RIA CONSTITUCIONAL ARGENTITiV Dr. U J . O. H*m r,
19
MA-NUAI. DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJc*rdo J. G. tlir-rry
bárbaros”. Grecia y Roma pertenecen al Mundo A ntiguo y aun cuando 
actúan en el escenario geográfico de Europa, constituyen el corona­
m iento de un proceso histórico de origen oriental, y nunca dejaron de 
tener sus ojos puestos en aquél Oriente, que constituía todo el pasado 
para la civilización y la cultura.
El fin del M undo Antiguo es el comienzo de una nueva edad. En 
Historia nada term ina sin el hecho o los hechos nuevos por los cuales 
adquirim os la convicción de que algo empieza y de que ese algo es 
distinto de lo anterior. Así el mundo europeo, con el que se inicia la 
JEdad M edia, adquiere una personalidad propia como consecuencia de 
dos hechos capitales que señalan el fin de la edad anterior, el triunfo 
del Cristianism o y las m igraciones o invasiones de los bárbaros.
No obstante su origen oriental, el Cristianismo va a constituir el 
rasgo primordial de una nueva cultura que com ienza su ciclo cuando 
se inicia la decadencia de la cultura romana, construyendo un sistem a 
poHtico, religioso y social, con una moral propia, que va a dar su fiso­
nom ía y carácter a todo Occidente.
Esta revolución profunda que significó el Cristianism o se verá 
com plem entada con las invasiones de los bárbaros, que traen consigo 
el problema de una sociedad primitiva,tprgamzada-tedavía_enjilaQ£¡Ly 
_tribus, y dominan y ocupan las regiones que los rom anos habían po­
blado y organizado. Estos “bárbaros” se incorporan a la cultura ante- 
rior de ¡os pueblos invadidos, como ha ocurrí do liTempre en las inva­
siones. Una vez com pletada la irrupción buscan en la cultura romana 
los frutos de una experiencia humana que era ineludible aprovechar-?-
La calificación de “Edad M edia” para esta etapa, que es la época 
inicial de la vida europea propiam ente dicha, responde a un criterio 
sim plista que consiste en contem plar la Historia como una pura cro­
nología. Ei nombre de Edad M edia indica un m om ento histórico que, 
dentro de una evolución apreciable en conjunto, sirve de pasaje o de 
tránsito de un estado anterior a otro ulterior. En realidad, a la Edad 
M edia se ¡a puede considerar como el momento inicial del ciclo euro­
peo propiam ente dicho, no sólo por su alcance geográfico, sino por 
sus características propias, que le dan hom ogeneidad al conjunto y 
conservan sus rasgos esenciales hasta nuestros días.
El nuevo ciclo de cultura que los europeos com enzaron a crear 
tem a sus fuentes en el Cristianism o y en el Derecho Romano,, que se
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. R i^rdo J. G. / /« r^ r
conjugaron para servir de fundamento y punto de partida a un nuevo 
espíritu, con el cauce común y materno de la lengua latina.
La llamada Edad Moderna ha merecido ese calificativo para ca­
racterizar una etapa que se suponía comenzada en la Edad Antigua y 
que, pasando por la Edad Media, clausuraba un gran proceso evoluti­
vo, en el cual era conveniente hacer aquella separación. La Edad M o­
derna fue “moderna” para los hombres que vivieron en ella y también 
para los que luego entraron en una nueva época a la que se vieron en 
la necesidad de llamar “Edad Contemporánea”, y la que hoy comienza 
3 llamarse “Edad Atómica”.
Durante la llamada ;Edad Moderna subsisten, en trance de des­
composición, las formas feudales de organización social, pero los es­
fuerzos realizados para lograr el cambio se verán cristalizados con el 
constitucionalismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y del 
Ciudadano y la forma de gobierno republicano-democrática. Son sus 
características, además de la descomposición política del feudalismo 
con la afirmación y acentuación centralista de la monarquía, y el pre­
dominio de la vida urbana sobre la rural o campesina, el poderío cre­
ciente de la burguesía, el desarrollo del comercio interurbano e inter­
nacional y las industrias, las ciencias y las artes, los inventos, los des­
cubrimientos y el influjo cada vez mayor de ia cultura en todas sus 
formas.
Se sale de la Edad Moderna para entrar en la Contemporánea con 
la Revolución Francesa, cuyo punto de partida, para nuestro Conti­
nente, puede señalarse en la Independencia de los Estados Unidos de 
Norteamérica. La marcha de la historia, que se acelera progresiva­
mente, ha sido dividida en periodos o edades que se acortan en el 
üempo a medida que aumenta la densidad de su contenido.
El autor señala el error de perspectiva en que se incurrió cuando 
se hizo esa clasificación en Edades, como si los historiadores que la 
efectuaron hubieran partido del supuesto de que la Historia terminaba 
con ellos. Primero fueron tres Edades para los hombres que inventaron 
¡a clasificación; pero todavía quedaba un nuevo tiempo, que fue trans­
curriendo con caracteres propios y distintos de los anteriores. Ante la 
necesidad de clasificarlo y denominarlo lo llamaron “Edad Contempo­
ránea”. sin advertir que toda edad es contemporánea para quien perte­
nece a ella, y que tal cualidad contingente y transitiva es susceptible
21
)
)
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. lU m r
de ser invocada para cada época, con igual derecho por cada genera­
ción.
7 .Fuentes.
El conocim iento de los hechos históricos se adquiere mediante la 
investigación de las fuentes que reflejan lo que se hizo en el pasado, 
sean éstos vestigios, docum entos, escritos de toda índole, m onum en­
tos, utensilios, armas, etc. Señala Galletti que se han establecido dife­
rentes divisiones de las fuentes historiográficas, siendo una de las más 
conocidas la que distingue entre “ restos” y “tradiciones” .
Los “restos” pueden ser los de las obras producidas por el hom­
bre, los modos de vida de las com unidades, los ordenam ientos juríd i­
cos, las obras literarias o filosóficas y los documentos en general: y las 
“tradiciones”, que pueden clasificarse en orales y escritas, por las 
cuales se transm ite la m em oria de los hechos pasados.
Bauer hace un cuadro más im portante de las fuentes históricas, 
señalando entre otras a las “etnológicas” (antigüedades, m onedas, se­
llos); las transm itidas oralm ente (que pueden ser atribuidas a persona­
lidades); las que no tienen origen personal ( informes orales, mitos y 
leyendas, rumores, anécdotas, proverbios, canciones populares, etc.). 
Hay otras fuentes basadas en la tradición oral ( testigos presenciales 
de los hechos); y otras, de im portancia mucho más considerable, 
transm itidas por escrito.
En este último caso, los docum entos ocupan el prim er lugar, 
tam bién los escritos juríd icos, la convención, la costumbre, la ley, co­
mo fundamentos del derecho; ias actas o generalidades, los informes 
diplom áticos, las actas de la adm inistración, las militares y las deriva­
das de la vida parlam entaria o social.
Tam bién m erecen especial referencia los registros y libros ofi­
ciales, las exposiciones históricas, las fuentes autobiográficas, los dia­
rios, mem orias, cartas, publicaciones a través de los distintos medios 
de expresión, los libelos, periódicos, y, finalmente, la opinión pública 
como fuente historiográfica.
Las fuentes se han enriquecidocon la incorporación de nuevos 
m edios técnicos de expresión o difusión, como las reproducciones fo­
tográficas, cartográficas, fonográficas, etc. (microfilmes, facsímiles, 
alam bres, cintas m agnéticas, discos, C .D ., Internet, etc.
22
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Jücmrdo J. G. H *m r
Frente a ias fuentes, el investigador tendrá que determinar su fe­
cha originaria, sus caracteres externos, lugar de origen, determinación 
del autor y Verificar su autenticidad, y cum plida esta tarea, comprobar 
la veracidad de su contenido. Estos pasos, como ya dijimos, corres­
ponden a la tarea heurística y crítica.
8. Las Ciencias Auxiliares de la Historia.
La ciencia de la Historia o la técnica de la investigación histórica 
necesitan del apoyo de las disciplinas o ciencias auxiliares, en su pri­
mera fase de investigación, la que tiene cierta similitud con la investi­
gación “científica” ya que el investigador deberá trabajar con medios 
provenientes de esas disciplinas a las que se denomina, por ello, como 
“auxiliares” . En esta fase de la investigación se trabaja con el método 
inductivo a la manera de las ciencias naturales, partiendo de lo parti­
cular para llegar a lo general, aunque buscando conexiones causales y 
no leyes generales.
En sentido estricto se incluyen como “ciencias auxiliares”, entre 
otras, a la Diplomática (Ciencia que estudia los diplomas u otros do­
cum entos oficiales); la Biografía (H istoria de la vida de una persona); 
la Genealogía (Ciencia que estudia los ascendientes de cada individuo
o de una familia); la Num ism ática (Ciencia que se dedica al estudio de 
monedas y medallas antiguas); la Iconografía (Ciencia de las imáge­
nes y pinturas); Paleografía (Ciencia o arte de descifrar las escrituras 
antiguas) y la Cronología ( o Ciencia de las fechas históricas).
En un sentido más general, se ubica a la Arqueología (Ciencia 
que estudia los monumentos y cosas de la antigüedad); la Etnología 
(Ciencia que estudia la formación y los caracteres físicos de las razas 
humanas); la Antropología (Ciencia que estudia al hombre y su evolu­
ción como ser físico), el Folklore (C iencia de las tradiciones y cos'- 
tumbres de un país); la Paleontología (Ciencia que estudia los fósiles 
animales y vegetales); la Filosofía (Ciencia general de los seres, de los 
principios y de las causas); Arte (Aplicación del entendimiento a la 
realización de una concepción.); la Religión (Estudio de los cultos con 
que se tributa a la Divinidad); la Geografía (Ciencia que estudia la tie­
rra desde el punto de vista del suelo, el clima, las producciones del 
suelo, de las razas, las lenguas, los límites de los pueblos, la forma del 
globo y su posición en el sistema solar, etc.), el Derecho (Conjunto de 
leyes y disposiciones que determ inan las relaciones sociales, desde el
23
punto de vista de las personas y de la sociedad); la Estadística (C ien­
cia que tiene por objeto agrupar metódicamente todos los hechos que 
se prestan a una valuación numérica, ya sea población, riqueza, im­
puestos, cosechas, etc.); la Econom ía (Ciencia que trata de 1a produc­
ción, la repartición y el consum o de la riqueza), etc.
Guillermo B auer ha distinguido las ciencias de las cuales la H is­
toria toma conocim ientos auxiliares de carácter general y las ciencias 
y conocim ientos relacionados más íntimamente con ella. También se 
ha hecho una distinción entre las ciencias que auxilian a la H istoria y 
las que están a su servicio, señalándose como ejemplos a la geografía 
en el primer caso, y a la cronología y paleografía en el segundo. La ta­
rea fundamental de estas.ciencias será el estudio de los testimonios y 
fuentes que sirven de base a la Historia.
9. H istoria del D erecho .
La Historia del Derecho comprende el estudio de los sistemas j u ­
rídicos del pasado y su posterior evolución, abarcando a la vez al de­
recho público y ai privado, pero formando parte de la Historia de la
Civilización, no se circunscribe a la dogmática jurídica, sino que abar­
ca el horizonte de 1o económ ico y espiritual conexo, como lo afirma el 
Dr. Ricardo Levene.
Es ia disciplina fundamental que estudia uno de los aspectos del 
Derecho, que es ei origen y proceso formativo del fenómeno y de las 
instituciones jurídicas, de la m isma manera que la Ciencia, la Filosofía 
y la Sociología del Derecho, se ocupan de otras manifestaciones del 
mismo fenómeno.
Sigue diciendo que la H istoria del Derecho, como ciencia del es­
píritu, mdaga las fuentes del Derecho y todo lo concerniente al desa­
rrollo y transform ación de las instituciones jurídicas, formando parte 
integrante del dilatado dom inio de la Historia Universal y del campo 
más circunscripto de la H istoria de la Civilización y la Cultura. Es el 
estudio de la convivencia organizada, las normas éticas, religiosas, 
etc.
Dice este autor que en las entrañas del fenómeno jurídico se des­
cubre la psicología de un pueblo, las ideas y sentimientos dom inantes, 
sus arraigados intereses, los residuos tradicionales del pasado, la lenta 
penetración del porvenir; en sum a, la continuidad de la Historia.
MANUAL D E HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTELA Dr. Ricardo J. G. ffurrer
24
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. K avdo J . G. Hmrrer
A través de la vida del derecho, y su interpretación por la Histo­
ria y la Sociología, se pulsa el ritmo regular y se ausculta el proceso 
de formación gradual de la coexistencia organizada, conforme a los fi­
nes de justicia y bienestar colectivos, sin cesar renovados.
Lo permanente y orgánico constituye su contenido, que se es­
tructura y sedimenta en el derecho consuetudinario, en ia jurispruden­
cia de los Tribunales, en la Ley y en la doctrina científica. La vida del 
Derecho resulta dinámica y funcional, Cuando un derecho nuevo es 
reconocido o uno revolucionario es impuesto avasalladoramente por la 
lucha, es porque anteriormente la revolución se ha impuesto en los es­
píritus.
Podemos sintetizar el concepto diciendo que es el estudio de la 
convivencia organizada, las normas éticas, religiosas, morales y ju rí­
dicas que han existido y rigieron la conducta humana. No puede reali­
zarse ningún estudio sobre la actividad del hombre, especialmente en 
su vida de relación, sin conocer primero cuáles son o han sido las 
norm as éticas reguladoras de esa actividad.
Las normas religiosas y morales permanecen generalmente in­
mutables, aunque tengan una vitalidad cambiante según las épocas, 
m ientras que el derecho está en constante evolución, sobre todo en los 
aspectos que no derivan de la ley natural, es decir, del contenido ético 
que guía y orienta a las instituciones.
Así, la Historia del Derecho es una disciplina que investiga los 
sistem as jurídicos del pasado y su evolución respectiva, proponiéndo­
se conocer las estructuras políticas, sociales y económicas que cada 
com unidad ha tenido en las distintas etapas de su existencia. Este es­
tudio requiere, para ser completo, analizar las razones de sus cambios, 
la aparición de nuevas normas e instituciones, el contenido jurídico de 
estas últimas, su vigencia y las consecuencias de su aplicación.
No hay dudas de que el conocimiento de los sistemas jurídicos 
antiguos es indispensable para com prender las formas de vida y las 
instituciones que han regulado la existencia de una sociedad en el pa­
sado. Pero si el análisis del derecho que ha regido en el pasado es in­
dispensable para comprender la evolución social y la cultura de un 
pueblo, estas circunstancias no deben hacer perder de vista el objetivo 
fundamental de la Historia del Derecho, que es eminentemente juríd i­
co. Por ello, conviene acentuar el enfoque jurídico. La circunstancia 
de que integre los planes de nuestra Facultad de Derecho muestra cla­
25
) MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUaONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. lU rnrr
ram ente que está destinado a com pletar la formación de los abogados, 
jueces y juristas, aum entando y profundizando la cultura jurídica, en 
cuantopermite superar la m era contem plación estática de las norm as 
vigentes para ofrecer un panoram a completo de las doctrinas y de las 
realidades que han contribuido a su elaboración y a sus transform acio­
nes.
Hay una estrecha relación entre la Historia y el Derecho, pues 
este último se m odifica y evoluciona a través del tiempo y es, gene­
ralmente. consecuencia de los cambios que ocurren en una sociedad. 
La religión, la moral, los problemas económicos y las condiciones po­
líticas influyen y determ inan esos cambios. De tal m anera un sistema 
jurídico no puede nunca ser bien comprendido sino en función de los 
antecedentes históricos que nos explican las razones de su evolución y 
e! sentido de sus normas.
10. Sujeto y O bjeto de la H isto ria del D erecho.
El objeto de la Historia del Derecho, ya se ha dicho, es el estudio 
de los sistemas juríd icos del pasado y su evolución. El derecho ha 
existido y existe en todas las sociedades, porque toda com unidad hu­
mana necesita un sistem a de normas que regule la actividad de sus 
miembros e imponga sanciones a los transgresores, corrigiendo así las 
debilidades de la naturaleza del hombre en su vida de relación.
En doctrina se habla de un derecho inmutable, conocido como el 
Derecho Natural, pues se ajusta a la naturaleza física y espiritual del 
hombre, a sus instintos y apetencias como ser biológico y como ente 
racional. La otra pane del derecho suele reformarse para que responda 
a las necesidades, tendencias o ideales que predominan, y se lo llama 
Derecho Positivo.
Ese estudio de la evolución jurídica de una com unidad, no debe 
limitarse a las leyes sancionadas o a las doctrinas expuestas, pues ese 
estudio sistem ático nos daría una visión incom pleta del panorama ju ­
rídico. Debe analizarse, especialm ente, la entidad productora del dere­
cho que es la com unidad que se da tales normas, estudiar las razones 
de 'os cambios, buscando los motivos que los determinaron y los fines 
que se propusieron sus autores, que en definitiva son los sujetos de la 
Historia del Derecho, a fin de lograr una explicación cabal del proceso 
histórico. Bien entendido que el derecho no siempre es la expresión de 
una sola voluntad, llámese Rey, Presidente, Congreso o Parlamento,
26
MANUAL DE ÍUSTORLV CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJardo J. G. JUrrcr
sino que en la mayor parte de los casos responde a verdaderas necesi­
dades de la comunidad, verdadero sujeto de esta disciplina.
11. Importancia de la Historia del Derecho como disciplina social, 
filosófica, cultural y jurídica.
La Historia del Derecho, como ciencia, ilustra sobre los princi­
pios que presiden el desenvolvimiento general del derecho y el propio 
de cada pueblo o Nación, ofreciendo enseñanzas provechosas para la 
reforma y mejoras progresivas de las instituciones jurídicas. Desde el 
punto de vista científico la Historia del Derecho de cada pueblo repre­
senta un valor notable como contribución a la evolución integral del 
Derecho y como conocimiento básico en la evolución nacional de ca­
da país.
La Historia de! Derecho constituye una ciencia sociai con plena 
vigencia, ya que estudia la realidad plena del derecho a través de la 
evolución en el tiempo y en el espacio, además de analizar la entidad 
creadora, que es el pueblo, colectividad o Nación, que resulta el sujeto 
activo y propulsor de esa evolución, es decir lo que llamamos “dere­
cho en acción".
Como disciplina filosófica presupone el conocimiento puro de la 
naturaleza y finalidad del Derecho, como también de la trabazón de 
los hechos sociales que le dan nacimiento y sustento. La Historia del 
Derecho nos permite com prender la noción de las causas objetivas y 
subjetivas que dieron nacimiento y le dan fundamento a las institucio­
nes jurídicas. Finalmente, esta disciplina nos permite apreciar la uni­
dad de los valores superiores del espíritu de la Historia.
Tal como se ha venido expresando la Historia en general y la 
Historia del Derecho en particular, es una disciplina cultural vigente, 
una ciencia del espíritu, por contraposición a las ciencias que se ocu­
pan de los fenómenos físico-naturales. Estas últimas se explican por 
las leyes generales de la causación exterior al hombre. La Historia del 
Derecho, al evocar los cuadros encendidos de la vida humana, nos 
muestra al hombre y a la sociedad o com unidad en la que actuó a tra­
vés de los tiempos, señalándonos el grado de avance o retroceso, de 
civilización o barbarie en que se desenvolvía, según los sistemas ju rí­
dicos que regulaban su vida.
También hemos señalado que la Historia del Derecho estudia la 
convivencia organizada, las norm as éticas, religiosas y jurídicas que
27
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H * m j
han existido, el derecho consuetudinario, los fallos de los tribunales y 
la opinión de los tratadistas. Es el conocimiento del origen y evolución 
de las instituciones jurídicas. Desde este punto de vista científico, la 
Historia del Derecho de cada pueblo representa un valor notable como 
contribución a la evolución integral del Derecho y como conocimiento 
básico en la evolución nacional de cada país, abarcando la crónica 
m uerta y la historia viva del pasado jurídico que sobrevive en la 
Constitución, las leyes, el pensam iento y la creencia del pueblo. El de­
recho contem poráneo es original, como lo es el que corresponde a ca­
da época nueva, pero no se lo com prende sin la indagación de la His­
toria y la com paración de sus instituciones pretéritas, como lo afirma 
el m aestro Dr. Levene. ^
12. División de la Historia del Derecho.
G odofredo Leibniz, filósofo alemán, dividió a la historia del de­
recho en externa e interna. La historia extem a debía abarcar todo lo 
que no fuera estrictam ente jurídico, es decir era materia de su estudio 
las fuentes materiales que preceden y provocan las transformaciones 
del derecho, o sea los m otivos que han promovido su creación, tales 
como los cambios ideológicos, políticos, sociales o económicos.
La historia interna com prendía el proceso subsiguiente, es decir 
la aparición de las.nuevas norm as a través de las fuentes formales, 
como las leyes, costum bres, jurisprudencia, etc. y el contenido in stitu í 
cional de las mismas.
El Dr. Ricardo Levene, por su parte, ha hecho también una divi­
sión de la Historia del D erecho en extem a e interna, comprendiendo 
en la prim era a las fuentes y en la segunda el estudio de las institucio­
nes juríd icas, siguiendo en esto la nueva orientación dada por los se­
guidores de Leibniz y los expositores de la Escuela Histórica. El Dr. 
Levene sostiene que no es posible establecer una diferencia científica 
entre am bos aspectos de la H istoria del Derecho, aunque considera 
que la distinción tiene im portancia didáctica, porque impulsa las in­
vestigaciones históricas en forma metódica, comenzando por las 
fuentes del derecho y los sucesos políticos y sociales, para conocer en 
seguida las instituciones juríd icas.
El estudio de la historia externa o de las fuentes (materiales y 
form ales) tiene básicam ente un interés histórico, ya que aspira a cono­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. U J. G. /fcm y
cer como se han ido creando las normas, las causas de sus transforma­
ciones y los modos de su elaboración.
j^La historia interna, por su parte, penetra en el análisis del conte­
nido de aquellas fuentes, para^desentrañar de ellas el origen y evolu­
ción de las instituciones jurídicas^ Busca señalar la evolución de los 
sistemas jurídicos para explicar el derecho actual como un resultado 
de ese proceso. Este aspecto de la Historia del Derecho tiene un senti­
do predominantemente jurídico, interesa sobre todo al estudioso del 
derecho y debe ser tratado con el método que utilizan los juristas en 
sus estudios doctrinarios.
Por ello se ha dicho que para la tarea de recopilación de las 
' g e n te s formales se requiere fundamentalmente de los conocimientos 
propios del historiador, pero paradesentrañar de tales fuentes el ori­
gen y evolución de las instituciones jurídicas, hace falta un conoci­
miento profundo del derecho.
13. Historia del Derecho Argentino.
Contrariamente a lo que alguna vez sostuvo Alberdi y algunos 
otros publicistas, para estudiar la Historia del Derecho Argentino, de­
be partirse del estudio de los sistemas jurídicos que precedieron a 
nuestra Nación como Estado independiente. En tal sentido se señala 
que debe considerarse formando parte de la historia de tal derecho al 
Derecho Castellano, al derecho de los aborígenes americanos, al Dere­
cho Indiano y, finalmente, al Derecho Argentino propiamente dicho.
No existe una división tajante entre los derechos mencionados, 
en orden a las etapas de la evolución histórica, ya que las normas del 
derecho castellano tuvieron vigencia en los territorios americanos, pe­
ro debieron necesariamente acomodarse a las nuevas circunstancias 
que enfrentaban los conquistadores y colonizadores, dando lugar a un 
derecho propio al que llamamos Indiano; recordando por otra parte 
que m uchas instituciones que los naturales de estas tierras observaban, 
terminaron siendo aceptadas por la legislación. Digamos también, que 
ya constituido el gobierno patrio y posteriorm ente declarada la inde­
pendencia, las disposiciones que mayores modificaciones sufrieron 
fueron las del derecho público lo que resultaba lógico pues se trataba 
de una nueva Nación Soberana, pero en cambio las disposiciones del 
derecho privado, continuaron vigentes en gran medida hasta la sanción
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcmrdo J. G. iU rrcr
de los C ódigos Nacionales, y aún a través de ellos se conservan m u­
chísim as disposiciones provenientes del viejo derecho español.
14. División.
Por razones metodológicas se divide el estudio de la Historia del 
Derecho Argentino en la siguiente forma: a) Derecho Castellano; b) 
Derecho Indiano; c) Derecho Indígena y d) Derecho Argentino pro­
piam ente dicho.
El Derecho Castellano era el que regia en gran parte de España, a 
la fecha del descubrimiento. Era el derecho propio de los conquistado­
res y con él iban a tratar de manejarse en el gobierno y en las relacio­
nes con ios habitantes del Nuevo Mundo. España había iniciado con la 
Edad M oderna un nuevo periodo, caracterizado por la política unifica- 
dora de los Reyes Católicos y con ella la formación de un derecho na­
cional com o resultado de la expansión del derecho castellano en la pe­
nínsula y su posterior expansión a las Indias.
La penetración jurídica castellana se prolongó durante centurias 
hasta dictarse los Códigos Nacionales en la segunda mitad del Siglo 
XIX. Com o las Indias, o América como se dio en llamar después, fue­
ron incorporadas en 1519 a ¡a Corona de Castilla y León como verda­
deros reinos y no como factorías o colonias, se mandó aplicar en ellas 
las Leyes de Castilla, según un orden de prelación que comprendía 
desde las más modernas recopilaciones de leyes castellanas hasta los 
fueros, com o el Fuero Juzgo del Siglo VII y el Fuero Real del Siglo 
XIII, e inclusive las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, que llegó a te­
ner mayor vigencia en América que en España, además de dictarse 
normas propias para ser aplicadas exclusivamente en el Nuevo M un­
do, a las que clasificamos como Derecho Indiano.
Cabe señalar aquí que las instituciones del Derecho Castellano 
provienen en muchos casos de otros sistemas que sucesivamente lo in­
fluenciaron, como los derechos romano, germánico, musulmán y ca­
nónico, producto de la evolución general del derecho en la Europa oc­
cidental.
Pero iniciada la conquista y colonización, se puso de manifiesto 
que en m últiples aspectos la legislación Castellana era inaplicable o no 
respondía cabalm ente a las exigencias jurídicas y políticas de la nueva 
sociedad en formación. En su reemplazo una nueva legislación espe­
cialm ente dictada para Indias se fue enriqueciendo sin cesar, m odifi­
30
MANUAL DE ÍÍ1ST0RU CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rh*rdo J. G. Hmrrcr
cando en forma lenta pero inexorable el derecho público y privado 
castellano.
Para ello hay que tener presente el inmenso escenario hispanoa­
mericano y las profundas diferencias que separaban las culturas de sus 
pueblos, para interpretar el significativo hecho de la “Legislación In­
diana" desde el punto de vista de su cambiante m ovilidad por una 
pane y su orientación social por la otra. El Derecho Indiano fue for­
mado y acumulado durante la pacificación y población del Nuevo 
Mundo.
La Legislación Indiana, que no debe confundirse con el Derecho 
Indígena, pretendía continuar en América el espíritu y tendencia del 
Derecho Castellano, porque -com o afirmaba el jurista Juan de Ovan- 
do- “siendo de una corona los reinos de Castilla y de las Indias, las le­
yes y maneras de gobierno de los unos y los otros debe ser lo más se­
mejante y conforme que se pueda". Pero, la diversa realidad de los he­
chos en su natural desenvolvimiento, determinaba la elaboración de un 
derecho nuevo, con caracteres propios.
En principio y siempre hubo un trasvasamiento hacia las Indias 
de las instituciones castellanas, pero también emanaba vigorosa de los 
órganos locales con potestad legislativa. El Dr. Levene, a quien se­
guimos, señala que el Derecho Indiano se constituyó sobre nuevas ba­
ses políticas, administrativas, jurídicas, económicas y éticas, creándo­
se en cada una de ellas instituciones propias. Fue armándose una com­
pleja estructura política que hizo imposible el ejercicio del gobierno 
absoluto. Ninguna autoridad detentaba todo el poder y éste se des­
prendía de la fuente de la Monarquía, am pliándose en una vasta orga­
nización.
El Dr. José María Ots, refiriéndose a los períodos históricos del 
Derecho Indiano, admite la existencia de una etapa insular caracteri­
zada por las grandes experiencias iniciales, muchas veces de carácter 
contradictorio frente a una realidad social y geográfica desconocida, y 
de una etapa continental en la que se perfilan los grandes descubri­
mientos y conquistas y la acción individual predomina todavía sobre 
la acción oficial del Estado, y un tercer período en el que van apare­
ciendo las distintas instituciones jurídicas con la presencia enérgica 
del Estado Español en esos territorios, por medio de una nutrida buro­
cracia.
31
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. lU rrcr
A m edida que se extendía la administración, creándose institu­
ciones desconocidas hasta entonces, las leyes y ordenamientos arre­
batan a los V irreyes im portantes facultades para distribuirlas en las 
entidades de nueva creación. Las instituciones centrales o m etropoli­
tanas y las locales o indianas se desenvolvían en órbitas propias, en el 
juego de las funciones respectivas.
Puede afirm arse que todo el Derecho Indiano es esencialmente 
de naturaleza social, abarcando no sólo la vasta esfera de los derechos 
Penal, Político, Internacional, Eclesiástico, sino también al propio de­
recho privado, que m odificó en m uchos aspectos al derecho castella­
no. Se pueden señalar en tal sentido las disposiciones referidas a la 
com posición de la familia, al m atrim onio del español con indias y la 
form ación de una nueva raza, disposiciones referidas a la capacidad 
ju ríd ica de indios, negros y mestizos; disposiciones referidas al dere­
cho sucesorio, disposiciones testamentarias, un régimen distinto del 
derecho de propiedad, en un continente casi desierto, que se caracteri­
za por el principio de la regalía. Las tierras, las minas, las aguas, etc. 
pertenecían al M onarca y era éste quien daba las concesiones de la 
propiedad y era él quien imponía la obligación del trabajo y las m últi­
ples restricciones al dom inio, tanto en la manera de cultivar las tierras 
y laborar las m inas, beneficiar estancias de ganados, y la inversión de 
las rentas; pero ninguna de sus ramas tiene un carácter tan entraña- 
sr'b lem ente social, com o la regulación del trabajo de los indios,conteni­
do en el Libro VI de la Recopilación de 1680, gloria ju ríd ica de Espa­
ña.
El "D erecho Indígena” preexistía al descubrimiento y conquista 
de España. Cada una de las etnias que habitaban las Indias, tenía su 
propia organización juríd ica de m ayor o menor com plejidad, según el 
grado de evolución cultural de cada una de ellas. Se conocen grados 
de civilización destacables entre algunos pueblos americanos, como 
los M ayas y los Aztecas, que tenían adelantados regím enes jurídicos, 
aunque debe recordarse que es la zona geográfica que corresponde 
hoy a nuestra Nación, las tribus que la poblaban no eran de las más 
evolucionadas.
El Derecho Indígena, o de los aborígenes, sobrevivió en muchos 
aspectos a la colonización española e inspiró la sanción de leyes que 
se integraron a la legislación indiana. Se recom endaba a los gober­
nantes en Indias que no entraran de inmediato a m udar las costumbres
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H*rr*r
y hacer nuevas leyes y ordenanzas hasta conocer suficientemente las 
costum bres y condiciones de los naturales de la tierra y de los espa­
ñoles que en ella se habían asentado. Cabe señalar, entre otras institu­
ciones aborígenes subsistentes al Cacicazgo, el Ayllú, la Mita, el Ya- 
naconazgo, etc., que estudiaremos en el capítulo correspondiente.
15. El Derecho Patrio Argentino.
Finalmente, en esta clasificación corresponde referimos al Dere­
cho Patrio Argentino, que es un derecho nuevo, fonmativo de la nacio­
nalidad, elaborado durante el proceso histórico que se cumplió en el 
Virreynato del Río de la Plata y creado por la Revolución de Mayo 
que tuvo como finalidad la Independencia y la Libertad.
Las revoluciones que en forma sincrónica se producen en toda 
América hispana constituyen la ruptura con el pasado y la afirmación 
de nuevos principios sociales del derecho en todas sus ramas.
El Derecho Patrio Argentino comprende dos etapas: Ia) La etapa 
del derecho pre-codificado desde 1810 hasta 1853 y los Códigos N a­
cionales. 2a) La etapa del derecho codificado, con los Códigos Nacio­
nales de Comercio en 1862, Civil en 1871, Penal en 1886 y de M ine­
ría en 1887.
Después de la revolución de 1810 las normas del derecho indiano 
fueron perdiendo rápidamente vigencia, especialmente en las materias 
de Derecho Público, mientras que en Derecho Privado subsistieron las 
normas del Derecho Castellano hasta la sanción de los Códigos. El 
sistema jurídico argentino queda elaborado cabalmente en la época de 
la Organización Nacional, esto es, desde 1853 en adelante.
Dice el Dr. Levene que los diferentes antecedentes históricos de 
nuestro ordenamiento jurídico son demostrativos de que nuestra Re­
volución de 1810 no es un epifenómeno de otras revoluciones, sino 
que se trata de un proceso elaborado durante la dominación española, 
proceso de formación de naciones independientes y libres común a to­
da Hispanoamérica, que encontró su oportunidad histórica -agrega­
mos por nuestra parte- como consecuencia del proceso de descompo­
sición a que asistió la Madre Patria entre 1808 y 1814. Termina el au­
tor citado expresando que la Constitución y los Códigos nacionales, 
sin desconocer las influencias exteriores universales, no son copia de 
Canas y legislaciones extranjeras.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. tU rrcy
16. Historia Constitucional Argentina. Objeto particular.
Aristóbulo del Valle delim itaba la materia Historia C onstitucio­
nal como la génesis del derecho constitucional positivo, esto es la su­
ma de los antecedentes históricos necesarios para com prender nuestra 
Carta M agna. Las palabras “ Historia” y “Constitucional” se aparecen 
com o formando una sim biosis. que daría por resultado un cam po de 
trabajo y de estudio referidos sólo a la historia de la Constitución. Pe­
ro el término resultaría restringido, desactualizado, frente a las nuevas 
corrientes e ideas en ios ám bitos de la historia y del constitucionalis­
mo.
De tal m anera quedaban delimitados dos campos: uno que se 
ocupaba del estudio de los antecedentes y de la génesis de la Constitu­
ción, que seria la "H istoria Constitucional” propiam ente dicha, y el 
otro que se ocupaba del estudio de las normas constitucionales positi­
vas vigentes en el Estado.
Linares Q uintana anota sobre otros intentos de sistem atización, 
pareciendo inclinarse por la anexión de la Historia Constitucional al 
cam po del derecho constitucional, como génesis de éste, estudio histó­
rico de los precedentes constitucionales, organización constitucional a 
través de la historia o, tam bién, como historia de las instituciones po­
líticas.
El Dr. Galletti apunta que a partir de 1930, el profesor Emilio 
Ravignani intentó dar un contenido efectivo a la materia, sistem ati­
zando con claridad los elem entos informativos, afirmando que la H is­
toria Constitucional no es pura y simplemente historia de las constitu­
ciones. Sostenía que en m uchas ocasiones las normas legislativas y 
proyectos de constituciones sin sentido de la realidad a la que se pre­
tendía aplicar, sin adecuarse a las circunstancias históricas, sociales o 
políticas, resultaba un instrum ento meramente teórico que era recha­
zado o bien m erecía el desprecio de sus destinatarios. Para Ravignani, 
entonces, la H istoria Constitucional es el estudio de un proceso que 
tiene por finalidad la organización política de la República. Es decir, 
que debía estudiarse lo que denom inaba la vida constitucional dei pa­
ís, cuya estructura interna consideraba aún en formación.
Entendía que se trataba de un proceso dinámico en el cual había 
que tener presente la historia de las ideas políticas y los procesos de 
canalización de las mismas a través de las facciones, grupos y parti­
dos.
El estudio de la Historia Constitucional no puede ni debe pres- 
ü t : cindir de la faz documental, pero al hacerlo deben tenerse presentes 
dos vertientes: la de la historia y la de la constitución, con los apones 
. nacionales y extranjeros consiguientes. Pero no debe, de ninguna ma- 
%■ ñera, detenerse exclusivamente en lo documental y a él debe agregár­
sele un nuevo tipo de interpretación, en el cual los hechos sociales, 
económicos y políticos tienen preponderancia. La Historia y la Cons­
titución, ambas venientes de la Historia Constitucional, toman nuevos 
aspectos formando pane de una esfera cada vez más amplia y la in- 
J-ocvlw vestigación tiende a una mejor comprensión de los procesos, la inser­
ción de los hechos dentro de ellos y su consiguiente valoración. Queda 
claro, dice el autor, que el documento tendrá primacía en la valora­
ción. pero nuevas fuentes habrán de incorporarse y nuevas disciplinas 
ofrecerán sus apones.
Más adelante señala que se podría afirmar que la Historia Cons­
titucional posee un ámbito o campo dentro del cual ejerce cieña auto­
nomía, aunque se encuentran en ella “zonas interdisciplinarias”, por lo 
que no pueden señalarse con toda nitidez sus límites. En primer térmi­
no, si bien en ella participa la Historia en forma activa como motor 
esencial, se trata primordialmente de una historia política, atinente a 
las instituciones, y como tal, se acentúa su carácter jurídico. Pero esa 
historia jurídico política tiene proyecciones o está condicionada por 
hechos sociales y económicos.
Los términos “historia” y “constitución” están bastante delimita- 
... dos. La constitución, tomada en sentido estricto, será el resultado de 
un proceso histórico. Y en este proceso se van dando los pasos para el 
logro del Estado de Derecho a través de la Constitución. Considerado 
asi. la Historia Constitucional podría asimilarse a la génesis de la 
Constitución. Pero aún así, ella no es un todo, una solución que re­
suelva ios problemas.
Pueden haberse elaborado a través de la historia sus grandes te­
mas: pero será necesario estudiar, sin embargo, a lo largo de la Histo­
ria. las diferentes manifestaciones de soberanía. la formación del Esta­
do, los diferentesgrupos y tendencias, los intereses económicos en lu­
cha, el grado de movilidad social que permita o no llevar adelante pla­
nes de organización social y política, etc.
Sintetizando el pensamiento del M aestro Ravignani, podemos 
afirmar que la Historia Constitucional no es pura y simplemente la
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. Hmrrr?
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. Hamry
historia de las diversas constituciones que pudieron regir en el país o 
las que no llegaron a tener vigencia, sino que será necesario analizar el 
divorcio existente entre los textos escritos y la realidad del país, la ac­
ción de lo que se ha dado en llam ar “fuerzas colectivas" mediante cu­
yo crecim iento y transform aciones se llega a una norm a juríd ica, có­
mo se va formando una conciencia común, como las masas populares 
con sus caudillos van buscando, vagamente en sus com ienzos, y en 
forma concreta después, una línea de definición. Las tentativas cons­
tituyentes, textos escritos y no vividos, no pueden ocupar la misma 
atención que los cuerpos legales definitivamente impuestos a los pue­
blos.
Dice finalm ente que nuestra H istoria Constitucional es un proce­
so que tiene como fin la organización política de la República, pero 
term ina reconociendo que el estudio de la vida constitucional de un 
país, cuya estructura interna sigue en formación, por los constantes 
cam bios en la conform ación dem ográfica y por el desarrollo económ i­
co, impone el conocim iento de variantes de interpretación de todo el 
proceso.
El proceso histórico constitucional argentino no ha concluido, es 
por lo demás, dinám ico y continúa abierto.
17. H isto ria de las In stituciones.
En el desarrollo de esta Bolilla hemos empleado muchas veces el 
térm ino “ Instituciones” e “ Instituciones jurídicas” y hem os insistido 
en que para com prender y extraer de lás fuentes formales de nuestra 
investigación la existencia de tales instituciones, su origen y evolu­
ción, como así su transform ación o desaparición, hacen falta no sólo 
los conocim ientos propios del historiador sino que a ellos debe agre­
garse el de los juristas.
¿Pero qué debe entenderse por Institución?. Digamos que puede 
ser definida, de m anera sintética, como un |sistem a de vigencias^ que 
tienen actualidad espacio tem poral y ejercen de alguna m anera in­
fluencia sobre la sociedad.
"P recisando un poco*más, diríam os que es una ordenación parcial 
de la vida del hom bre en sociedad, que ha llegadO cTurTcIesaiíólíos oTí̂ 
d o y autónom o a través de la actividad desplegada y la renovada adhe­
sión de muchas generaciones. Las instituciones forman una compleja 
red que abarca los m ás diversos aspectos de la vida del hombre, repre­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcxrdo J . G. JUrver
sentando cada una de ellas sendos ordenam ientos parciales, ya que no 
existe institución que abarque la integridad del ser humano ni de la so­
ciedad que él in tegra....................... ~
Para mejor comprender el alcance de lo que es una Institución, es 
necesario analizar los diversos elementos que la integran y caracteri­
zan:
a) Vigencia, utilización y uso social, que constituyen el fundamento 
de la Institución. En el uso social, la costumbre, moral y derecho 
son elementos ideales para descubrir el mecanismo de la Institu­
ción y analizar su desarrollo.
b) La Institución tiene sentido de permanencia. El dinamismo vital 
de las generaciones es el del cambio.
c) La Institución es creada, conservada y transformada por el hombre 
y está exclusivamente a su servicio. Depende de la actividad hu­
mana y necesita de su adhesión.
d) Los individuos que integran una sociedad tienen relación directa 
con las Instituciones y resultan agentes pasivos prestando su adhe­
sión. y agentes activos actuando sobre su vigencia.
e) La Institución que no responde a necesidades cesa de ser útil; en­
tra en crisis y es adecuada, entonces, a las nuevas exigencias del 
medio social.
0 La generación es la que da fuerza existencial a las Instituciones, 
que son, en última instancia el producto resultante de la actividad 
generacional.
g) Existen instituciones en los diversos ámbitos de la vida de rela­
ción. El derecho es uno de los elementos o componentes de la 
Instituciones, que en tal caso son llamadas Instituciones Jurídicas. 
El derecho regla su existencia para responder a las necesidades 
sociales. Por ello no debe confundirse norm ativa con Institución.
El Dr. Carlos Sánchez Viam onte refiriéndose al tema dice que 
cuando las formas jurídicas llegan a convenirse en formas orgánicas 
se llaman Instituciones, y a eso se llega únicamente cuando la forma 
adquiere consistencia, rellenada por una conciencia viva y operante 
que actúa desde adentro hacia fuera.
Toda Institución, inclusive las políticas, es la estabilización de 
formas jurídicas de convivencia. La continuidad no basta por si misma 
para crear la Institución. Sólo se institucionaliza lo que adquiere vita-
37
MANUAL DE IDSTORLV CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. Harrcr
üdad orgánica, lo que se incorpora a la sociedad con caracteres ana- 
tom ofisioiógicos.
Se podría decir que el material plástico y cambiante de que está 
form ado el derecho adapta sus formas a las exigencias de un constante 
fluir, característico de la vida social a lo largo de la Historia. Cuando 
este m aterial plástico fragua, es decir se solidifica o consolida, sus 
formas adquieren firmeza definitiva o, por lo menos, durable. En ese 
m om ento se configura la Institución, que es siempre una estructura. Su 
durabilidad reposa sobre el acierto con que se plasma la substancia 
ética m ediante la cual se expresa la voluntad humana de ser y de per­
sistir.
De esa m anera, lo institucional trasciende lo individual y lo efí­
m ero. y satisface cierta apetencia espiritual de la hum anidad dirigida 
hacia una finalidad que, por remota, se confunde con valores de impo­
sible realización completa.
i Bibliografía consultada v utilizada.
! ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. "Historia de la Na- 
| ción Argentina” Tomo 1°.
| BAUER, Wilhem "Introducción al Estudio de la Historia"
| BIDART CAMPOS, Germán J. "Historia Política y Constitucional 
| Argentina” Tomo 1°.
¡ CARR, Edward H. “ ¿Que es la Historia?
I CROCCE, Bcnedetto. "La Historia como hazaña de la Libertad" 
j GALLETTI, Alfredo. “Historia Constitucional Argentina” Tomo Io.
I KAHLER, Erich. "Historia Universal del Hombre" 
í LEVENE, Ricardo. “Manual de Historia del Derecho Argentino” .
| LEVENE. Ricardo. “Historia del Derecho Argentino” . Tomo Io.
| RADAELLl, Sigfrido. “ El Hombre y la Historia”.
¡ SANCHEZ VIAMONTE, Carlos. “Las Instituciones Políticas en la 
j Historia Universal”.
j SIERRA. Vicente D. “Historia de la Argentina” Tomo Io.
| TOYNBEE. Amold J. "Estudio de la Historia" Tomo Io 
! ZORRAQUIN BECU, Ricardo. “Historia del Derecho Argentino". 
| Tomo 1°_____________________________________________________
38
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL .\RGENTINA Dr. Ricardo J . G. Ifarrrr
CAPITULO 2
1. E spaña y los JustosT ítuIos a la dom inación de Indias.
Este es un tema cuyo estudio es esencial para determinar la signi­
ficación y naturaleza de la conquista y colonización española en in­
dias. Se trata de los tíralos con los que España pretendía justificar el 
dominio de aquéllos territorios para incorporarlos a su patrimonio.
A ntecedentes históricos: Para m ejor comprender el tema es ne­
cesario remontamos a antecedentes no muy lejanos en el tiempo del 
descubrimiento de América referidos a la disputa existente entre los 
reinos de Castilla por un lado y el de Portugal por el otro. Citamos 
como tal a la que se suscitara acerca del dominio de las Islas Canarias, 
reclamadas por ambas potencias, fundamentalmente por la proyección 
que de su dominio pudiera derivarse respecto al derecho sobre el te­
rritorio africano, que había sido reconocido especialmente por los 
portugueses. La cuestión tenia unaimportancia económica pues la 
Guinea, ubicada en Africa, producía marfil, oro y esclavos. En el año 
1454 (poco menos de medio siglo antes del descubrimiento de Améri­
ca) el Papa Nicolás V m ediante la Bula “ Romanus Pontifex” da el 
dominio del Africa a Portugal y en 1456, dos años después, el Papa 
Calixto III daba el patronato eclesiástico del océano a la portuguesa 
'Orden de Cristo".
En 1465 comienzan las guerras civiles en España referidas a la 
sucesión de la corona, guerras en las que interviene el Rey de Portu­
gal. triunfando finalmente Isabel de Castilla, esposa de Fem ando de 
Aragón. El Papa Sixto IV dicta la Bula “Aetemi Regis” que bendice el 
Tratado de Alcaipobas de 1479 y de Toledo de 1480, que había puesto
• in a la guerra, y que concedía a Portugal el mar desde las Islas Cana­
nas "para abajo” contra Guinea, pero nada se decía acerca del mar oc­
cidental. Se ha considerado el Tratado de A lcafobas como un verdade­
ro reparto de espacios oceánicos entre castellanos y portugueses. .
39
V
*
MANUAL DE H1ST0RLV CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. Í W
N ecesario es señalar aquí que el derecho público de la época 
asignaba al Sumo Pontífice, como árbitro y defensor del orden univer­
sal, la facultad de disponer de los territorios ocupados.por infieles para 
atribuirlos en plena soberanía a algún príncipe cristiano. Este poder 
había sido ejercido en m uchas oportunidades, señalándose como 
ejemplo la donación del reino de Jerusalén a Carlomagno, la conce­
sión de la isla de Irlanda al Rey de Inglaterra (1155), la Islas Canarias 
a un rey español (1344) y las costas de Guinea a los portugueses como 
ya hem os referido.
2. T eo ría s .
El exam en de los títulos de los Reyes de Castilla y León a la do­
minación de Indias es un tema de gran significación jurídica. En su 
época alentó polém icas entre teólogos y jurisconsultos, em peñados en 
la búsqueda de razones para fundamentar la conquista. Estas teorías 
estarán referidas a cubrir dos aspectos fundamentales en orden al de­
recho de Castilla a posesionarse de las tierras descubiertas.
En prim er lugar, Castilla deberá asegurar su dominio sobre Indias 
con relación a los demás reinos cristianos de la época y, especialm en­
te, contra su rival en los mares, ei reino de Portugal. En segundo lugar, 
deberá justificar su dom inio respecto de los aborígenes y, muy espe­
cialm ente, acerca de ios medios que legítimamente podía em plear para
* incorporar esas tierras a su Corona.
En relación al primer aspecto, España invocará como titulo váli­
do las Bulas que rápidam ente obtendrá del Papa Alejandro VI y que le 
otorgaban el señorío sobre tales tierras, a las que agregará las similares 
disposiciones pontificias dadas con anterioridad y a la que ya nos he­
mos referido. A ellas le agregará otros ‘'justos y legítimos títulos” que 
fueron alegados por los juristas del reino.
En el segundo, se deprimió la categoría del aborigen por conside­
rarlo bárbaro, pecador, infiel y vicioso, señalándose el deber de los in­
dios de som eterse pacíficam ente a los conquistadores. Una conse­
cuencia de esta posición era que, en caso de no hacerlo así, se debía o 
no hacérseles la guerra para someterlos. Numerosos e intensos fueron 
los debates que se suscitaron con tai motivo.
/
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H irrcr
3. La versión teológica.
Ya hemos anticipado al hablar de los antecedentes históricos la 
potestad del Sumo Pontífice para arbitrar y defender el orden univer­
sal. En opinión del Ostiense, Cardenal Arzobispo de Ostia, canonista 
del Siglo XIII, “ los pueblos gentiles tuvieron jurisdicción y derechos 
antes de la venida de Cristo al mundo, pero desde su venida todas las 
potestades espirituales y temporales quedaron vinculadas a su persona 
y luego, por delegación, en el Papado de suene que los infieles podían 
ser privados de sus reinos y bienes por autoridad apostólica, la cual 
estaban obligados a obedecer”. A su vez, en la “Suma Teológica” de 
Santo Tomás de Aquino hay ideas muy claras sobre las relaciones del 
mundo cristiano con los gentiles, llegando a afirmar que cuando estos 
últimos posean injustamente, se les podían quitar las cosas, y de este 
modo limitaban el derecho de los gentiles. Esta teoría tomista era en­
señada en las Universidades y los teólogos y juristas se inspiraban en 
el Angélico Doctor.
El principio general señalaba que Cristo, hijo de Dios y Dios El 
mismo, eligió de entre sus Apóstoles a San Pedro como Ministro o 
Pastor, dándole el poder de que "lo que atares en la tierra, atado será 
en los cielos", poder que se extendía a sus sucesores, los romanos 
pontífices, para el engrandecimiento y dirección de su Iglesia Univer­
sal y, en virtud de ese mandato, podían repartir tierras en poder de los 
infieles para la propagación de la fe católica, correspondiendo a los 
principes descubrir lugares e- informarse de sus gentes. De allí que la 
Iglesia ejercía aquella suprema jurisdicción pudiendo los infieles ser 
despojados de sus tierras si no reconocían la fe católica. Se apoyaba 
esta teoría en expresiones de N. Señor Jesucristo en el Nuevo Testa­
mento, cuando decía a San Pedro “apacienta mis ovejas”, o bien que, 
“al final de los tiempos, se hará un sólo rebaño bajo un sólo Pastor”.
Por ello, cuando Colón presentó su proyecto de viaje hacia el 
Oeste de la mar océano a la Reina Isabel de Castilla, la Junta Real de 
Salamanca a la que fue derivado el estudio, tuvo opiniones encontra­
das, pero finalmente prevaleció el criterio juríd ico considerando lícita 
la posibilidad de descubrir nuevas tierras al dirigirse en aquella direc­
ción. Señalábase que en el Tratado de Toledo, reconocido por una 
3ula Papal, se había convenido que Castilla renunciaba al Océano 
"solamente para debajo de las Canarias contra Guinea”, pero de nin­
41
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGESTINA Dr. Ricardo J. G. lU rrcr
guna m anera quedaba obligada respecto del m ar occidental de “arriba 
de las Canarias fuera de G uinea", o lo que es lo mismo, que los reyes 
de Castilla eran señores de todo el océano al norte y oeste de las Islas 
Canarias.
En el viaje de Colón se cuida muy bien de ultrapasar la zona 
portuguesa al sur; no obstante ello, al regreso de su prim er viaje, el rey 
de Portugal formula formal protesta invocando los títulos em ergentes 
de las Bulas Papales de 1454 a 1456, que le habían dado soberanía so­
bre las costas africanas al sur del Cabo Bojador y, accesoriamente, el 
dominio del mar situado frente a esas costas y la soberanía sobre las 
islas M adeira, Azores y Cabo Verde. Este monarca entendía que Co­
lón había tocado tierra dentro de la linea de los dominio que el Papa 
Caiixto II le había acordado por Bula de 1456.
Cuando los reyes de Castilla y Aragón, Isabel y Fem ando, toman 
conocim iento de la protesta de su vecino, sin perder tiempo, buscan 
una justificación, un titulo “ legal” que le dé a Castilla el mar al Norte 
y Oeste de las Islas Canarias y aprovechando la circunstancia de que 
ocupa el Papado un aragonés con el nombre de Alejandro VI, recla­
man de él su reconocim iento. Quieren poner al rey de Portugal ante el 
hecho consum ado; m ediante una nueva Bula que confirme los dere­
chos españoles y, al mismo tiempo, sirva para quitarle una eventual 
interpretación favorable a Portugal de las anteriores bulas dictadas por 
los antecesores de la Silla Apostólica.
4. Las Bulas Papales de 1493. ,r
A nte el pedido de los monarcas españoles, el Papa Alejandro VI 
expidió el 3 de mayo de 1493 la primera bula “ Inter Caetera” . conoci­
da como de "donación '’, en la cual teniendo en cuenta el propósito de 
los reyes españoles de difundir el catolicismo en las tierras descubier­
tas, les otorgaba todas las islas y tierras que no se hallaran sujetas al 
dom inio de algún otro príncipe cristiano, con plena, libre y om nímoda 
jurisdicción. Pero si bien este documento dejaba a salvo el derecho 
que pudieran acreditar otros reyes, por casoel de Portugal, adolecía de 
una falla que era la falta de precisión geográfica, para determ inar con 
exactitud el alcance de cada una de las jurisdicciones.
Se dicta entonces una segunda “ Inter Caetera” el 28 de junio del 
mismo año, aunque aparece antedatada con fecha 4 de mayo, (cabe 
acotar que la prim era “ Inter Caetera” la tuvo reservada el m onarca es­
MANUAL DE HI5TORLS CONSTmJCIONAI, ARGENTINA Dr. RJc*nJo J . G. H trrcr
pañol sin darla a conocer.). Por esta nueva bula llamada de “dem arca­
ción" se determinaba que la donación a los Reyes Católicos era de las 
tierras que se encontraban al oeste de una línea imaginaria que corría 
de polo a polo, ubicada a cien leguas al occidente de las Islas Azores y 
de Cabo Verde. Bien entendido que no se quitaba ni se debía quitar el 
derecho adquirido a ninguno que lo posea anteriormente.
Aunque dictada con fecha posterior, a la Bula “ Eximias Devatin- 
n is '\ se le puso fecha 4 de mayo, y parece ser su objetivo dotar a ios 
Reyes Católicos de una letra pontificia que les permitiera contener 
cualquier avance de las reclamaciones portuguesas mientras se estu­
diaba la segunda “ Inter Caetera” de demarcación. Como dice en su 
texto, se concede a los monarcas españoles y a sus herederos y suceso­
res, las islas y tierras descubiertas o que se descubran, con todas y ca­
da una de las gracias, privilegios exenciones, libertades, facultades e 
indultos concedidos hasta hoy a los Reyes de Portugal.
Se dicta posteriormente la Bula “Eiis-EideLLum” que está dirigida 
al Vicario de la Orden religiosa de los Mínimos, y en ella se expresa 
que los Reyes de España, deseosos de hacer florecer y exaltar la fe 
católica en las regiones orientales y en la Mar Océano, se había re­
suelto destinar a estas regiones a esos religiosos con otros seculares y 
seglares, concediéndoles el Pontífice la más amplia facultad, licencia, 
potestad y autoridad para trasladarse y residir sin licencia de sus supe­
riores, predicar y hacer predicar la palabra de Dios para convertir a la 
fe a los naturales, bautizarlos, instruirlos y administrarles los sacra­
mentos. El contenido de esta Bula enfatiza el sentido de la donación 
pontificia, que fue el de la evangelización de los indios.
Finalmente la “Dudum Siquidem” del 25 de septiembre de 1493. 
am plía la donación “a todas y cada una de las islas y tierras firmes, 
halladas o por hallar, descubiertas o por descubrir, que estén, fuesen o 
apareciesen a los que navegan o marchen hacia Occidente y aún el 
mediodía, bien se hallen en las regiones occidentales como en las 
orientales y existan en la India...” . La redacción de esta Bula viene a 
demostrar que la línea de demarcación de Alejandro VI no fue un me­
ridiano completo.
5. Bases jurídicas de la Bula de Donación
Para una clara comprensión de las bases y naturaleza jurídicas en 
virtud de las cuales el Papa donaba las tierras a los Reyes Católicos,
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . G. Ilarrer
m enester es tener presente dos circunstancias muy importantes: 1) Las 
bulas no hacen donación del continente americano, como hoy lo cono­
cem os, sino un núm ero reiarivamente insignificante de islas recorridas 
por Colón en su prim er viaje; 2) Durante la Edad Media, en materia de 
derechos se entendían los derivados del uso y la costumbre.
Las Bulas alejandrinas respondían a incuestionables antecedentes 
vaticanos, existiendo como ya hemos dicho, muchas concesiones ante­
riores dadas por diferentes Pontífices. Estas “islas” fueron concedidas 
a la soberanía castellana en el documento que analizamos, pero en el 
m ism o no se explicaba cual era la fuente del derecho bajo cuyas de­
term inaciones pudo el Papado hacer concesión semejante.
Necesario es reconocer que Alejandro VI al otorgar las Bulas de 
Donación y Demarcación, lo hizo como un acto propio de su sobera­
nía, conforme a antecedentes de otorgamientos semejantes apoyados 
en la doctrina que veía en el Papa al “verus imperatur” .
Si bien se afirma que las bulas respondían a una costum bre, a un 
derecho consuetudinario, esa costumbre tenía que haber surgido de un 
hecho primario de carácter jurídico. Y tal hecho jurídico se trataría de 
una pretendida donación hecha por el Emperador Constantino al papa 
Silvestre y a sus sucesores, creando un derecho especial que fue apli­
cado en las donaciones de la Isla de Cerdeña, la de Irlanda y las Cana­
rias, entre otras. La base juríd ica invocada es que todas las islas son de 
derecho público, y que éstas habrían sido donadas por el Emperador 
Constantino al Papado. Lo que interesa aquí dejar sentado es que este 
hecho dio origen a un principio del derecho público nedioeval que 
m antuvo viva como tradición vaticana la afirmación de la soberanía 
pontifical sobre las islas.
De cualquier manera, con gran habilidad, el documento señala el 
hecho de que los reyes Católicos, según la costumbre de sus progeni­
tores, decidieron som eter al Papa las islas y tierras descubiertas y sus 
habitantes y m oradores y convertirlos, por lo que aún en el supuesto 
de que las tales islas pudieran no ser consideradas entre las donadas 
por el Em perador Constantino, si bien aplicaba la doctrina insular ya 
referida, declaraba que ios reyes de España que la habían descubierto 
y poblado “la habían colocado bajo su jurisdicción”.
Cabe señalar aquí que la bula de donación no era por sí sola un 
título de dominio, sino un derecho a ocupar los nuevos territorios y
44
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. U b J . C. H*rr*T
ejercer soberanía sobre ellos, que para hacerlo efectivo requería la 
conquista y consiguiente ocupación por pane de los españoles.
6. Tratado de Tordesillas^.............
Sabido es que el Rey de Portugal no estuvo conforme con el sentido 
de las Bulas Papales, por lo cual presionó a los de España para arribar 
a un aneglo razonable. Ya que no podía, como príncipe cristiano que 
era, cuestionar la decisión del Romano Pontífice, se limitó a reclamar 
acerca del agravio que constituía la línea fijada en la “ Inter Caetera” 
de demarcación, señalando que los límites allí establecidos eran tan 
angostos que impedirían en lo futuro que pudiesen pasar sus navios 
más adelante, en sus excursiones hacia los territorios que por anterio­
res concesiones papales le habían sido otorgados, dadas las condicio­
nes y características de la navegación y los vientos y mareas predomi­
nantes.
A consecuencia de ello, se firmó el Tratado de Tordesillas, el 7 
de junio de 1494, por el cual de común acuerdo se amplía la línea de 
demarcación y se la fija a 370 leguas al Oeste de las Islas de Cabo 
Verde, quedando el hemisferio occidental en poder de Castilla y el 
Oriental en el de Portugal. Ambas partes acuerdan, además, no realizar 
exploraciones en el sector atribuido a la otra y cederse las tierras que 
por casualidad descubriesen en él.
Cabe mencionar que ambas potencias reconocen la línea demar- 
catoria trazada por el Papa, limitando su iniciativa sólo a modificar la 
distancia, y por ello suplican al Pontífice que confirme y apruebe esta 
Capitulación, lo que es aprobado por el Vaticano. Sabido es que, a 
consecuencia de esta nueva traza Portugal adquirirá derechos para ha­
cer pié en América, luego de las expediciones de Vicente Yañez Pin­
zón y de Alvarez Cab'ral.
Como España y Portugal eran entonces las únicas naciones en 
aptitud de realizar empresas ultramarinas en gran escala, el Tratado de 
Tordesillas significó la más com pleta panición del mundo, atribuyen­
do la exclusividad de la navegación y de las conquistas a cada uno de 
esos dos Estados, y en tal sentido debe señalarse que ninguna otra na­
ción europea se opuso ni discutió, en ese momento, ni las Bulas de 
donación ni el Tratado de Tordecillas.
45
MANUAL DE H1STORU CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcnnJo J. G. f k m r
1. Otros Justos Títulos invocados.
Los Reyes de Castilla reconocieron el supremo derecho del Pon­
tífice, pero alegaron el propio derecho a la posesiónde las Indias, fun­
dados en otros títulos. Así lo hacen constar en la Real Cédula por la 
cual se declaraban incorporadas las Indias a su Corona, el 14 de sep­
tiembre de 1519, al expresar en el inicio del documento que “por do­
nación de la Santa Sed^ Apostólica y otros justos y legítimos títulos 
somos Señor de las Indias Occidentales, Islas y Tierra Firme del Mar 
Océano descubiertas y por descubrir...”
Ello fue así, pues si bien en las primeras décadas posteriores al 
descubrimiento no se discutió la validez de las bulas como título de 
soberanía, a medida del transcurso del tiempo la Santa Sede dejó de 
ser reconocida en su posición eminente dentro de la Cristiandad, y 
después de! Renacimiento y de la Reforma sus actos atributivos de so­
beranía perdieron eficacia en un mundo que ya no respetaba la jerar­
quía del pontificado. Y entonces, todas las naciones se creyeron auto­
rizadas para navegar los mares y ocupar las tierras que Castilla había 
incorporado al mundo conocido. Primero fueron empresas privadas, 
auspiciadas por sus soberanos, luego fueron los mismos Estados los 
que se instalaron en los lugares que España no había conquistado, ci­
tándose en tal sentido a ingleses, franceses y holandeses, principal­
mente, 
f
A ello se irán agregando las polémicas suscitadas por los teólo­
gos que cuestionaban aquél derecho emergente de la concesión ponti­
ficia, desde el punto de vista de los indígenas que poblaban el conti­
nente americano. ¿Bastaba la donación pontificia para quitar sus tie­
rras y destruir los señoríos políticos del nuevo continente? Este fue el 
interrogante que se planteó España misma en el Siglo XVI, empeñán­
dose en discutir los fundamentos mismos del dominio que sus reyes 
ejercían en las Indias.
Analizaremos primero los “otros justos y legítimos títulos” invo­
cados por España, que en su mayoría fueron auspiciados por los ju ris­
tas del Reino, para luego entrar a considerar las objeciones que a ellos 
le harían los clérigos empeñados en buscar otra justificación, sobre 
otras bases y en miras, fundamentalmente, de la protección del indio 
frente a los avances de una explotación exagerada por pane de los 
conquistadores.
46
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. R icrJo J. G. H ^rcr
a) La ocupación efectiva: Este es el título más contundente que 
los españoles tuvieron para oponer a los avances de las otras poten­
cias. La ocupación territorial fue el título indiscutido e indiscutible 
que España tuvo frente a las demás naciones europeas para conservar 
su dominio en el Nuevo Mundo. Este título provenía del Derecho Ro­
mano que autorizaba al primer ocupante a adueñarse de las tierras 
deshabitadas (res nullius), y tuvo reconocimiento internacional. La 
propia España, pese a los títulos provenientes de la concesión pontifi­
cia, debió reconocer a otras potencias el dominio de territorios que 
aquellas llegaron a ocupar y conquistaban, aun cuando se hallaren 
dentro de las tierras concedidas por la autoridad papal.
b) El hecho del Descubrimiento: Consideraba que habían sido 
los castellanos quienes habían descubierto estas tierras y en virtud del 
Derecho Natural les correspondía su propiedad.
c)" Títulos religiosos: Se señalaban muchos divinos impulsos, 
inspiraciones y revelaciones que habían incitado a los Reyes Católicos 
a realizar esa empresa, manifestándose esa voluntad divina en la feli­
cidad y facilidad con que se llevó a cabo y por los muchos y sorpren­
dentes milagros y apariciones. Se invocaba, también, la palabra divina 
a través de un versículo de Isaias; o de las profecías de Isaias según las 
cuales el Nuevo Orbe habría de ser convertido a Cristo por gente es­
pañola; o por la significación del apellido del descubridor (Colón = 
Columbus = Paloma = representación del Espíritu Santo).
d) La misión evangélica: Colonización destinada a incorporar a 
los indios a la fe católica; algo así como una guerra santa destinada a 
convenir a los infieles, autorizada por el Papa al otorgarles las tierras 
en donación a los Reyes Católicos. Se admitía la licitud del previo 
dominio temporal sobre los indios para implantar la cristiandad y para 
conservarla una vez recibida por éstos y, especialmente, para defender 
a los conversos de los eventuales ataques de los gentiles.
e) La barbarie e incultura de los Indios: Se afirmaba que los 
aborígenes de estas tierras apenas merecían ser llamados “hombres” y 
necesitaban quienes los elevaran a la condición humana, ya que llega­
ba a afirmarse que carecían de razón, y citando a Aristóteles, se los 
consideraba una especie de “bestias parlantes”, con una condición de 
siervos por naturaleza, que tenían el deber de someterse a los europeos 
de una cultura superior.
47
MANUAL DE IÍISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H urer
f) Los abom inables vicios: que dominaban entre ios indios, co­
mo la idolatría, con sacrificios humanos a sus ídolos, antropofagia, 
sodomía e incesto, así como la embriaguez y la tiranía
g)La vo lun taria aceptación de los Indios de la soberanía es­
pañola: En muchos casos tribus indias buscaban voluntariamente la 
protección de los españoles en contra de la sangrienta tiranía que les 
era impuesta por otras tribus dominantes, que los sometían a esclavi­
tud.
Sintetizando: En esta primera etapa del descubrimiento y con­
quista, ¡os títulos alegados se fundaban en la exaltación de jurisdiccio­
nes y valores locales de Occidente, como ser la autoridad temporal del 
Papa, y la jurisdicción universal del Emperador, o bien en deprimir la 
categoría del indio por considerarlo, bárbaro, siervo por naturaleza, 
pecador, infiel y vicioso, por lo que de ello se concluía el deber de los 
naturales de someterse pacíficamente y que si no se sometían, podían 
los españoles declararles la guerra.
8. Opinión de F ray Bartolom é de las Casas y del P ad re Francisco 
Vitoria.
Las Indias estaban pobladas en el momento del descubrimiento 
por una cantidad de razas y de tribus de diversa cultura y hábitos dife­
rentes. Junto a los aztecas y a los incas, que eran pueblos ya evolucio­
nados y organizados, otros grupos evidenciaban un estado muy rudi­
mentario de civilización. También fueron muy distintas las reacciones 
de estos indígenas frente a los españoles, aceptando algunos su domi­
nación, sometiéndose y mezclándose con ellos, mientras otros mantu­
vieron una resistencia a veces prolongada y tenaz, que en algunos ca­
sos llegó hasta la época independiente.
Posición sim plista: Pero ante la oposición que muchas tribus hi­
cieron a la penetración española, surgía el interrogante acerca de si era 
lícito o no el hacerles la guerra, para así lograr los fines que perseguía 
la conquista. La posición más simplista para los que no acatasen vo­
luntariamente la dominación de los españoles, la representa el jurista 
Palacios Rubios, autor de un famoso “requerimiento” que debía ser 
leído por el Escribano ante los indígenas, y en el cual, en nombre de 
los reyes de España, muy católicos y muy defensores de la Iglesia, se 
íes notificaba que Dios existe, que creó el mundo, que existía un Papa 
a quien el Señor encargó que de todos los hombres del mundo fuese
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rkxrdo J . G. fíkrrrr
señor y superior y a quien todos obedeciesen, dándole todo el mundo 
por su reino, señorío y jurisdicción, y que uno de los Papas hizo dona­
ción de estas tierras a los reyes de Castilla y sus sucesores, y que co­
mo tales reyes debieran ser obedecidos, y que si así lo hicieren se Íes 
daría privilegios y mercedes y en caso contrario se les haría la guerra y 
los sometería al yugo y obediencia de la Iglesia y de los reyes, y toma­
ría sus mujeres e hijos y ios haría esclavos y les haría todos los males 
y daños que pudiera.
Fácilmente se comprenderá que la lectura de esta documento ha­
bría de dejar perplejos a los nativos, pues no entendían el idioma en 
que estaba redactado, y la falta de intérpretes que lo tradujeran, sería 
un factor más que suficientepara el rechazo de los indios conminados. 
No faltaron en España críticas ácidas e irónicas a este procedimiento, 
que no podía terminar sino en el enfrentamiento armado con los indios 
hostiles, o en el acatamiento de aquéllos que estaban dispuestos a ha­
cerlo, para lo cual no era menester leerles tan sesudo documento.
Posición de Bartolomé de las Casas: Cabe destacar que muchos 
teólogos de la época aceptaban la necesidad del previo dominio tem­
poral sobre los indios, como medio lícito para implantar la cristiandad 
entre ellos, y otros aceptaban la dominación temporal sobre los indios 
para conservar la religión cristiana una vez recibida por éstos.
El Padre Bartolomé de las Casas desconoció el poder temporal 
invocado por el Papado sobre los infieles para poder disponer de sus 
tierras, razón por la cual no podía sustraérselas, quitarles el dominio y 
entregarlo a otros príncipes. Sólo reconocía el poder temporal del Pa­
lpado en orden al logro de los fines espirituales que era su misión 
cumplir, esto es la evangelización del Orbe. Aceptaba, entonces, que 
se pudiera atribuir determinadas jurisdicciones a los príncipes cristia­
nos para cumplir ese fin evangélico, pero de ninguna manera para 
quitarles el señorío y dominio que sobre tales jurisdicciones ejercían 
sus legítimos propietarios los indios.
Bartolomé de las Casas, desde un principio se manifestó contra­
río a la conquista de América por la fuerza, rechazando totalmente ese 
medio para el cumplimiento de los fines apostólicos. Sostuvo firme­
mente la teoría general de la injusticia de la guerra contra los indios, 
porque no era un procedimiento lícito para convertirlos al cristianis­
mo, En los casos en que la actitud de los indigenas ofrecía peligro para 
la integridad física de los conquistadores, estos debían limitarse a le­
49
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Or. R icrdo J. G. ÍU m y
vantar fortalezas y desde allí iniciar el trato con ellos, y poco a poco, 
se fuese multiplicando la religión, ganando tierra por paz y amor, y 
fundamentalmente, dándoles el ejemplo de una vida mejor a la que 
llevaban.
Las Casas condenó siempre las guerras contra los indios porque 
ellas eran violatorias de sus derechos naturales, pues sin haber ofendi­
do eran agraviados y reducidos por la fuerza; porque no eran un medio 
lícito para atraer a nadie a la fe cristiana; porque tampoco lo podían 
ser para cumplir algún fin temporal o político, siempre de menor ran­
go que el fin espiritual, y porque además faltaba autoridad en los reyes 
para declararlas y no existía justa causa.
Terminemos diciendo que este sacerdote, gran defensor de los 
indios, sostenía que estos, como criaturas de Dios, participaban de los 
atributos humanos y que tenían, por lo tanto, uso de razón y que eran 
capaces de religión, de virtud y de vivir como hombres libres en so­
ciedad civil y de tener propiedades, leyes y gobiernos legítimos, todo 
lo cuai habían demostrado tener y usar antes de la llegada de los espa­
ñoles.
La posición del P ad re V itoria: Este sacerdote estuvo de acuer­
do con la posición de Las Casas respecto a la potestad temporal del 
Papa, señalando que éste sólo había concedido el cuidado de la predi­
cación, conversión y protección general de los indios, y no que el do­
minio otorgado fuese general y absoluto, ya que para ello no tenía fa­
cultades suficientes, y menos pudiera otorgar tal poder a los príncipes.
Francisco de Vitoria hizo un profundo análisis de los títulos in­
vocados hasta ese momento para justificar la dominación de Indias, 
llegando a la conclusión de que ellos eran ilegítimos.
Siguiendo el orden en que los tratamos al analizarlos anterior­
mente. señalemos las razones que llevaban a Vitoria a esa conclusión:
a) Concesión pontificia: Negaba la potestad temporal del Papa 
que emergía de su condición de monarca universal temporal, y que por 
lo mismo pudiera constituir a los reyes de Castilla en príncipe de los 
indios. Recordaba que, si bien conforme a las Sagradas Escrituras, 
Nuestro Señor había puesto a San Pedro y a sus sucesores al frente de 
la Iglesia, ese poder estaba circunscrito a lo temporal en orden a lo es­
piritual. es decir, en cuanto es necesario para la recta administración 
del orden espiritual. En tal sentido eran de aplicación la parábola refe­
rida al momento en que N.S. Jesucristo recuerda que “Su Reino no es
50
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rkardo J. G. H ^rry
de este Mundo”, o cuando responde a los fariseos diciéndoles “Dad al 
Cesar lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, palabras que 
determinan claramente las potestades terrenas y las espirituales de la 
doctrina cristiana. Por ello, no toda la potestad divina había sido 
transmitida al Papa, y aún en el supuesto de que el Sumo Pontífice 
estuviera dotado de tal poder secular universal sobre todo el mundo, 
no podría darlo a los príncipes seglares pues sería anexo al papado.
b) La ocupación efectiva y el hecho del descubrim iento: Sobre 
estos títulos Vitoria decía que apoyaba el principio, hoy consagrado 
por el Derecho de Gentes del cual fue un precursor, de que si no es de 
nadie, no tiene dueño, debe concedérselo al ocupante. Pero en el caso 
americano no careciendo de dueños esos territorios, ya que los indios 
eran verdaderos señores, no podían comprenderse en las leyes prece­
dentes. No podía descubrirse lo que ya lo estaba, y menos podía ocu­
parse a titulo de dueño, establecer un dominio, a territorios que ya es­
taban poseídos en tal carácter por otras naciones.
c) Títulos religiosos y misión evangélica: Sobre el primer as­
pecto no le atribuye el valor jurídico para otorgar titulo de dominio, 
más allá de la existencia o no de tales milagros. En relación a la evan- 
gelización de los indios, como un imperativo impuesto por las Bulas 
Papales, Vitoria señalaba que los indios, antes de oír cosa alguna de la 
fe de Cristo no podían ser considerados como incurriendo en pecado 
de infidelidad; que tampoco tenían el deber de creer al primer conoci­
miento de esta fe, y aún cuando ésta Ies hubiese sido anunciada razo­
nablemente, y ellos no hayan querido aceptarla, no por eso había ra­
zón suficiente para hacerles la guerra y quitarle sus bienes.
d) La barbarie e incu ltu ra de los Indios: Sobre este aspecto, 
Vitoria consideraba que, en general los indios eran criaturas suscepti­
bles de ser atraídas a la fe católica, pero creía que esta circunstancia 
no autorizaba a los reyes a desposeerlos de sus propiedades. Hacía, sin 
embargo, alguna salvedad respecto de algunas tribus, como los Cari­
bes. cuya antropofagia era conocida, lo cual los ubicaba por debajo de 
ia categoría humana, en el nivel de bestias que podían ser conquista­
das.
e) Los abom inables vicios de los indios: Que contrariaban los 
principios del Derecho Natural, especialmente la tiranía que afectaba a 
los naturales en muchos casos, tiranías muchas veces sangrientas, o la 
sodomía, incesto, la antropofagia, etc., no bastaban para apartarlos
51
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H*rrcy
violentamente de ellos ni castigarlos, porque tal potestad suponía la 
falsedad de aceptar que el Papa tenía jurisdicción sobre ellos.
f) La voluntaria aceptación de los indios: Aun cuando a su lle­
gada los españoles hubieran hecho ver a los indios que el Rey los 
mandaba allí para hacer su felicidad y ellos lo aceptaran, tampoco este 
antecedente satisfacía demasiado a Vitoria, pues entendía que pudo 
haber miedo o ignorancia, elementos que viciaban toda elección por 
parte de los naturales.
Los legítimos títulos según el P adre V itoria: El principal título 
que Vitoria reconoce como legítimo para la penetración en Indias es el 
de la propagación de la religión. Argumenta que por ley divina los 
cristianos tienen el derecho y la obligación de predicar y anunciar el 
Evangelio entre los indios, y aunque considera que esto es lícito a to­
dos los puebles cristianos, no obstante ello está dentro de lasfaculta­
des del Papa atribuir a un determinado reino la realización de esta ta­
rea y prohibírselo a los demás, porque aunque el Romano Pontífice no 
sea señor universal, sin embargo tiene poder sobre las cosas tempora­
les en orden a las espirituales. Y ello siendo su misión divulgar el 
Evangelio por todo el mundo, pudo confiárselos a ellos que habían 
dado sobradas muestras de su fe y su adhesión a la jerarquía eclesiás­
tica, y prohibírselo a los demás.
Al considerar en este titulo si era legítimo o no hacer la guerra a 
los indios a los efectos de predicarles la fe, Vitoria se muestra en prin­
cipio contrario a esa medio bélico. Pero hace una importante disquisi­
ción, en el sentido de que si los predicadores son atacados, si se pone 
en peligro sus vidas que ellos estaban también obligados a preservar 
por mandamiento de la propia religión, resultaba legítimo que ejercie­
ran su defensa mediante el uso de la fuerza. De tal manera para cum­
plir el objetivo de la predicación de la fe justificaba el uso de la fuerza, 
siempre que los indios los atacaran. Pero, se manifiesta total y abso­
lutamente contrario a que la aceptación de la fe les sea impuesta por la 
fuerza, ya que este es un acto libre en el que la voluntad no puede ser 
forzada por aquél medio.
El segundo titulo que Vitoria aceptaba, aún cuando con reservas 
para ciertas tribus como los Caribes, era el de la superioridad cultural 
de los españoles, que ante el ataque de aquéllos, debían someterlos por 
la fuerza.
52
Partiendo de principios def Derecho Natural, que era conocido 
por los seres racionales precisamente por contar con la razón necesa­
ria, consideraba que los indios cometían pecados muy graves, como la 
sodomía, la antropofagia, el incesto, y especialmente, la tiranía. Por lo 
que era legítimo enseñarlos para seguir la buena senda, pero ante su 
oposición por la fuerza, era legítimo hacerles la guerra.
Partiendo también de principios del Derecho Natural, que poste­
riormente dieron lugar al Derecho de Gentes, existía una sociedad y 
comunicación natural, la libertad de puertos y de mares, por cuya vir­
tud los españoles tenían el derecho de recorrer aquellas tierras y de 
permanecer allí, sin que se les haga daño alguno por parte de los in­
dios y sin que puedan prohibírselo, pues todas las naciones considera­
ban que los huéspedes y peregrinos recibieran el mal sin justa causa, a 
menos que los viajeros obraran mal al llegar a tierra ajena.
Si los indios querían impedir a los españoles todo lo que podían 
hacer, como el comercio y otras cosas, que es de derecho de gentes, 
deben éstos primero evitar el escándalo con razones y mostrarle que 
no han ido allí para hacerles mal, sino que quieren ser sus huéspedes. 
Pero si los indios no se aquietaban, podían los españoles defenderse, 
porque es lícito rechazar la fuerza con la fuerza. En consecuencia si 
los españoles no podían conseguir seguridad de parte de los indios, si­
no ocupando sus ciudades y sometiéndolos, también esto les era licito 
hacer.
Francisco de Vitoria planteó el tema de la guerra indiana de la 
forma más conforme a la doctrina escolástica, superando en sus con­
clusiones a Bartolomé de las Casas en el tema de la guerra para quien 
siempre ella era injusta. Vitoria no fue un impugnador ni un defensor 
de la conquista, sino un autor de tipo considerativo que resolvía la 
justicia de la guerra indiana, según la conducta que observaban los in­
dios. Si éstos no violaban los derechos que el autor concedía a los es­
pañoles en tomo a los títulos legítimos aceptados en su “Primera Re­
elección”, como ser el comercio, la predicación, etc., no había injuria, 
y por lo tanto faltaba ia causa justa para guerrearles.
9. Evolución de la legislación española.
El estudio de las Instituciones del derecho español y más espe­
cialmente del derecho castellano, es fundamental para el conocimiento 
del derecho indiano. Trátase de la historia que ha revelado el genio ju-
MANUAL DE1IIST0RLV CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. IUc*rdo J. G. flarrrr
53
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KJcmnhJ. G. fUrrrr
rídico, como dice Levene, del pueblo que con tanta personalidad y vi­
gor elaboró el derecho foral y las Partidas. Además de señalarse que 
Castilla y León, en primer término, hicieron el descubrimiento y colo­
nización de América, los soberanos de estos reinos fueron incorpora­
das las tierras descubiertas, formando parte de la monarquía y se man­
dó aplicar en ellas en forma subsidiaria su legislación.
Pero esta vigencia en las Indias del Derecho Castellano tuvo su 
m ayor alcance en la esfera del derecho privado más que en el público. 
En este último debieron adaptarse ios viejos modelos que lo habían 
inspirado, a las nuevas circunstancias que le imponía un mundo dis­
tinto.
En cambio, en el ámbito del derecho privado, la aplicación de los 
preceptos jurídicos contenidos en los distintos cuerpos legales de Cas­
tilla, alcanzaron en América casi la misma amplitud que en España, 
sin alterar su doctrina jurídica tradicional.
España tenía una tradición jurídica propia, formada desde sus 
orígenes, en las sucesivas oleadas invasoras de pueblos, resultado de 
su complicada composición social y, por lo tanto, de su nueva y origi­
nal organización jurídica. Ese pasado culmina con Alfonso el Sabio y 
la imponente creación de las Partidas, en las que hay recepción del de­
recho extranjero, del romano y del canónico, aunque sin desconocer la 
importante contribución del Derecho Foral autóctono.
En la Recopilación de Leyes de Indias promulgada en 1680 se 
establecía el orden de prelación de los cuerpos jurídicos que se debía 
aplicar en las Indias. Por ello, el programa de estudios considera nece­
sario tener algunas noticias históricas sobre el carácter y significado 
de tales fuentes.
Los fueros m unicipales: Son fuentes del derecho de carácter lo­
cal que recogen normas jurídicas de aplicación en un municipio de­
terminado y representan la manifestación más importante del derecho 
vigente en las ciudades de los distintos Estados hispano-crístianos du­
rante la Alta Edad Media y aún durante los primeros siglos de la Baja 
Edad Media. Con los llamados “fueros” o cuadernos forales se inicia 
en España un tipo de legislación cantonalista cuyo ámbito de vigencia 
fue bastante extenso.
Por “fuero” debe entenderse la regla jurídica especial y privile­
giada. excepción del derecho común y que sólo obliga a las personas 
de determinada clase o vecindad. Resumiendo lo mucho que se ha es-
54
MANUAL DE HISTORIA CONS'nTL'GONAL ARGENTINA Dr. Rhmnio J. G. / í m r
crito al respeto, dice Cabral Texo, que “ fuero” era la costumbre local o 
guardada entre determinada clase de personas y promulgada o manda­
da observar por la autoridad del monarca. Algunos encuentran el ori­
gen de los fueros en las distintas formaciones territoriales que se fue­
ron gestando por quienes tuvieron a su cargo la reconquista española 
de manos de los árabes, obra realizada en gran parte por verdaderos 
caudillos, que terminaron convirtiéndose en señores feudales. El ger­
men de los fueros territoriales o municipales, por oposición a los fue­
ros personales o de clase, se halla en las cartas de inmunidades o en 
los privilegios que el rey o el señor de la ciudad, en su caso, concedían 
a los señores territoriales. El período de formación de estos fueros se 
los ubica entre los Siglos IX al XI
En los Fueros se encuentra siempre manifestada de una manera 
expresa o tácita, la idea de que las normas en ellos contenidas consti­
tuyen una especie de derecho pactado entre el Rey, el señor feudal y 
los vecinos de la ciudad. Es importante señalar que no siempre los 
fueros de cada ciudad eran originales de ella, sino que en muchos ca­
sos se reproducían normas jurídicas procedentes de los fueros de otras 
ciudades, según lo afirma Ots y Capdequí. El contenido de estos fue­
ros no reflejaban por lo general todo el conjunto del derecho vigente 
en una ciudad, sino que más bien recogían losprivilegios y exenciones 
peculiares de la ciudad de que se trataba.
Al producirse en la península la recepción del derecho romano 
justinianeo. los fueros recogieron en sus preceptos las nuevas tenden­
cias jurídicas. Por lo general. Jos fueros representaron un intento de 
unificación del derecho “dentro” de la ciudad, sometiendo a unas 
mismas normas a todos los vecinos. Cabe señalar, sin embargo, que, 
aunque estos fueros municipales no tuvieron vigencia alguna en los te­
rritorios de Indias, se hallan incluidos en los ordenamientos que orde­
nan su aplicación.
10. El Fuero Juzgo.
En el reino hispanogodo aparecen desde muy temprano compila­
ciones jurídicas con formas de leyes, entre ellas las “Teodoricianas” 
(419 al 467); “Código de Eurico” (467^85); “Código de Leogivildo” 
(582-586); "Código o Breviario de Alarico” (506) y el “Liber Judicia- 
rum” (654). Precisamente esta última compilación, por disposición de 
Fernando III el Santo, padre de Alfonso X el Sabio, se tradujo al
55
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Kh*rdo J. G. Hmrrcr
idioma castellano para que con el nombre de “Fuero Juzgo” fuera la 
base del derecho territorial de Castilla y León. Se creyó que podría 
vencerse la resistencia de las ciudades, celosas en la defensa de sus 
propios fueros municipales. En el caso de la ciudad de Córdoba, se 
trató de imponer como fuero municipal a este Fuero Juzgo.
El Fuero Juzgo fue tenido como derecho común en los reinos de 
León, Asturias y Galicia, rigiendo en Castilla como ley supletoria y 
como fuero particular en una serie de ciudades
Es interesante señalar que en todos aquéllos cuerpos de legisla­
ción visigótica, que contienen en su mayor parte disposiciones sobre 
derecho privado, pueden encontrarse sin embargo principios y pre­
ceptos dirigidos ostensiblemente a fijar límites morales al ejercicio del 
poder real. Por ejemplo, el Fuero Juzgo contiene máximas y reflexio­
nes según las cuales “el Rey y toda forma de autoridad, tienen por fi­
nalidad ei beneficio del pueblo y no pueden ser utilizadas en provecho 
propio. El Rey que no corrige con misericordia no rige sus estados 
piadosamente; el rey que obra rectamente merece ser exaltado y re­
cordado. pero se pierde irremisiblemente si obra mal".
11. El Fuero Real.
A los tres años de comenzar a reinar Alfonso X, llamado “el Sa­
bio”. se redactó y fue acordado como fuero local en un lugar denomi­
nado Aguilar del Campo (1255) el Fuero Real, que es, desde el punto 
de vista cronológico el primero de los códigos alfonsinos. Se trataba 
de una adaptación de otros fueros municipales y, en parte, también del 
Fuero Juzgo, que el monarca hizo preparar con miras a obtener un de­
recho territorial uniforme para todo su reino, y procurar con su aplica­
ción, la substitución definitiva de los fueros municipales.
Una de las características señalables en este cuerpo de leyes es 
que con él se inicia la recepción del derecho romano, que bien pronto 
habrá de desplazar a los cuadernos forales. No existen dudas de que 
fue redactado para servir como texto en los tribunales reales, en subs­
titución del Fuero Juzgo y reemplazo de las costumbres locales, para 
corregir la anarquía legislativa propia de las instituciones forales y 
propender a la unificación de la legislación. Este propósito encontró 
resistencias entre los señores feudales, por lo que el rey debió acceder 
a que aquéllos no debieran ser juzgados por el Fuero Real, salvo que 
expresamente lo aceptaran.
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcmrdo J. G. lUrrcr
La vitalidad del Fuero Real se debió, dice Cabral Texo, a que de­
be ser considerado como el mejor y más difundido de los fueros de ti­
po municipal. Si bien fue redactado con criterio romanista, por razón 
de su división en libros, títulos y leyes, lo fue de acuerdo con un dere­
cho más conforme con el que imperaba en Castilla en aquél entonces, 
y eso explica que haya logrado ir sustituyendo a numerosos fueros lo­
cales a punto tal que llegó a convertirse en ley general o derecho te­
rritorial, y no pocos de sus preceptos pasaron a las recopilaciones 
posteriores, aunque sin lograr concretar los esfuerzos para conseguir 
su vigencia con carácter general .
12. Las Partidas.
El Código de las Siete Partidas, promulgado también bajo el rei­
nado de Alfonso X, dice Ots y Capdequí, es la obra más importante 
del derecho histórico castellano y una de las que alcanzaron más difu­
sión, por su alta autoridad doctrinal. Representan las Partidas el in­
tento más ambicioso de sustituir el viejo derecho local de los fueros 
municipales por un nuevo sistema jurídico de carácter territorial inspi­
rado en la doctrina del derecho romano justinianeo. Pero la hostilidad 
con que fueron recibidas por las clases populares hicieron infructuosa, 
una vez más, la política de unificación legislativa seguida por este 
monarca.
La primera redacción de Las Partidas fue terminada en 1263 y la 
segunda en 1265. Como lo indica su nombre está dividido en siete 
partidas, que tratan sucesivamente de los siguientes aspectos del dere­
cho:
1)Referido a la génesis del Derecho y a la aplicación de la ley. 
Asimismo, trata de las relaciones entre la iglesia y el Estado.
2)Trata de la Constitución política del Reino. Normas de de­
recho político, denominada como la Constitución politicomilitar de la 
monarquía española, asegurándose que la fuente que se ha seguido ha 
sido Aristóteles. En esta partida se sostuvo que la facultad de dictar la 
ley pertenecía sólo al Rey, lo que estaba en oposición a la tradición fo­
ral, y aunque se sienta el principio democrático de la igualdad ante !a 
ley, por otro lado se fundamenta el absolutismo gubernamental basado 
en la propiedad personal del monarca sobre el reino, afirmando que la 
soberanía tiene un origen divino.
MANUAL DE HISTORIA CO.NSTTTUQONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. ¡Urrcr
3 )Se refiere a las leyes procesales y referidas a la administra­
ción de justicia. Esta parte se ha mantenido incólume a través de los 
tiempos, a tal punto que no pocas disposiciones de esa época están 
actualmente en vigor.
4 )Organización de la familia.
5)Herencias, testamentos y otras instituciones de derecho pri­
vado. Se regulan aquí aspectos referidos ai comercio marítimo, si­
guiéndole la compilación denominada Leyes de Olerón.
6)Obligaciones e instituciones del derecho común.
7)Legislación Penal. No obstante la riqueza de su contenido 
ha sido poco estudiada; su jurisprudencia criminal es un extracto del 
Código Justinianeo, remozado con penalidades contra los herejes, mo­
ros y judíos.
Respecto de las Partidas los conceptos tradicionales las han con­
siderado unos como una Enciclopedia de valor jurídico doctrinario y 
otros, como un Código o cuerpo de derecho positivo. Los que las ca­
talogan como una obra didáctica, parten de la base de su fuerte conte­
nido literario, y que ha sido redactada con la mira de enseñar y tender 
a elevar la cultura jurídica media a fin de preparar al país para futuras 
y trascendentales reformas de orden legal. En rigor de verdad, y en 
función de la época en que fue dictada, la determinación sobre si fue 
dictada como una enciclopedia o como un código no tiene mayor im- 
„ portancia, pues lo doctrinario y lo preceptivo de la ley andaban muy 
mezclados.
No obstante los propósito del rey Alfonso, las Partidas no pudie­
ron ser puestas en vigencia durante su reinado: muchos obstáculos se 
opusieron a ello, tales son sus trabajos en busca de la exaltación al 
trono alemán, la anarquía producida por su propio hijo, Sancho, la ig­
norancia de la época y por sobre todo, la tenaz resistencia de los cas­
tellanos a ver abolidos sus venerados fueros. Recién tuvo vigencia al 
ser promulgado el Ordenamiento de 1349 por las Cortes de Alcalá, 
aunque en el orden de prelación se la ubica en tercer lugar.
Las Partidas, por estar escritas en un castellano elegante, muy li­
terario y correcto, se difundieron grandemente en las escuelas convir­
tiéndose en textosde enseñanza por su gran fondo romanista, que le 
aseguraba una evidente superioridad, por lo completa, frente a los di­
minutos cuadernos forales.
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MANUAL DE HISTORIA CONSTTTL'QONAL ARGENTINA Dr. R kxrdo J. C. / W c r
En los territorios de Indias las Partidas alcanzaron una difusión 
extraordinaria y, probablemente, su vigencia fue más efectiva allí que 
en la propia España, pues los letrados y Oidores de las Audiencias 
coloniales no tuvieron necesidad de luchar para su aplicación como 
derecho supletorio, contra las resistencias que hubo de vencer en la 
metrópoli por las razones históricas que ya se han expuesto.
13. Ordenamiento de Alcalá.
Ya hemos señalado que las Partidas fueron puestas en vigencia 
por un Ordenamiento dictado en Cortes Generales reunidas en Alcalá 
de Henares en 1348. Mediante este Ordenamiento se tendió a ordenar 
la legislación en vigor, poner término al desbarajuste y a la arbitrarie­
dad de los procedimientos judiciales. Podemos decir de este Ordena­
miento que es el que inaugura el periodo transaccional en la historia 
del derecho castellano, entre la antigua legislación foral, la tendencia 
hacia la territorialización y el nuevo derecho de fondo romanocanóni- 
co, a fin de llenar las lagunas de los fueros y el arbitrarismo judicial 
que se cometía en su aplicación.
El Ordenamiento de Alcalá está compuesto por Ordenamiento de 
Burgos del año 1328, el Ordenamiento de Segovia de 1347, el Orde­
namiento de las peticiones formuladas en las mismas Cortes de Alcalá 
en 1348 y por el Ordenamiento de Nájera. El contenido del Ordena­
miento de Alcalá versa fundamentalmente sobre la administración de 
justicia y el régimen señorial y la parte fundamental la constituye la 
que fija el orden de prelación legal a seguirse en lo sucesivo para-la 
invocación, enjuicio, de los distintos cuerpos legales, a) primeramente 
debía tenerse en cuenta las leyes aprobadas en Alcalá en 1349; b) en 
segundo lugar se aplicarían los fueros en cuanto estuvieran en uso y en 
cuanto no fuesen contra Dios, razón o leyes; c) en subsidio se estaría a 
lo declarado en Las Partidas y d) en último término se recurriría a la 
interpretación real para que diera la norma a seguirse en caso de duda 
o vacío o silencio de las anteriores disposiciones. Cabe señalar que, a 
partir de entonces, la aplicación de los fueros quedó supeditada a la 
demostración de que estuvieran en uso.
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MANUAL DF. HISTORIA CONSTTTUaONAL ARGETfTINA Dr. Rícxrdo J . G. Hmttct
14. Ordenanzas Reales de Castilla.
Durante un largo período de tiempo hasta el gobierno de los Re­
yes Católicos (1474-1517), siguió vigente lo ordenado en Alcalá sobre * 
prelación de leyes, no alterándose la legislación dispuesta en el Orde­
namiento, salvo las disposiciones adoptadas por la Realeza mediante 
pragmáticas, ordenanzas, reales cédulas, etc., que sólo llegaron a 
compilarse mucho más tarde. Pero las disposiciones dictadas con 
posterioridad al Ordenamiento transformaron el derecho positivo de 
Castilla en un verdadero mosaico legal. A fin de remediar esa situa­
ción, los procuradores a Cortes reclamaron se consolidara toda la le­
gislación en un sólo código.
Resultado de estas peticiones fue el encargo dado por los Reyes 
Católicos a Alonso Diaz de Montalvo para que recopilase todas las le­
yes y ordenanzas en vigor, lo cual se hizo mediante las Ordenanzas 
Reales de Castilla. Este cuerpo estaba integrado por leyes dispersas, 
algunas compiladas anteriormente, como el Fuero Juzgo, el Fuero Re­
al' el Ordenamiento de Alcalá y otros ordenamientos parciales.
Se han hecho muchas criticas a estas Ordenanzas, conocidas vul­
garmente como “ El Montalvo", por falta de expurgo o sentido heurís­
tico, achacándosele muchos errores como los de incluir títulos equivo­
cados con relación a sus originales, inclusión de disposiciones ya re­
vocadas por otras posteriores, o derogadas por su uso en contrario; 
asimismo, por haber fraccionado o fusionado indebidamente muchas 
disposiciones legales, alterándose el sentido del precepto, razón por la 
cual la compilación se resintió por una falta de sistematización.
Con todo lo apuntado, el Montalvo, desde el punto de vista prác­
tico, prestó importantes sen/icios en los tribunales al reunir no pocas 
disposiciones legales que estaban dispersas, debiendo su nombradla 
no a su valor científico sino al servicio que prestó como digesto legal.
15. Las Leyes de Toro.
En el orden del tiempo, la compilación legal que sigue es la lla­
mada “Leyes de Toro”, así llamadas por ser ésta la localidad donde 
fueron promulgadas en 1505. El origen de estas leyes está en la peti­
ción de los procuradores populares sobre la necesidad de poner fin. le­
gislativamente, a las encontradas interpretaciones que se daban a los 
fueros, partidas y ordenamientos, dictándose una ley de carácter inter-
60
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA. Dr. Ricardo J. G. lla m r
pretativo. La misma fue puesta en vigencia al asumir la reina Juana, 
hija de los Reyes Católicos.
'Es importante señalar que al tiempo en que fueron promulgadas 
las Leyes de Toro el derecho castellanoleonés había variado en forma 
notable, pues el derecho territorial privaba sobre el local, especial­
mente por su romanización y centralización y en todo lo relativo a la 
administración de la justicia. Prácticamente, estas Leyes de Toro son 
las últimas que se dictan en Cortes y tienen, en alguna medida, un 
cierto carácter democrático, pues sus disposiciones son de índole ge­
neral con prescindencia de la clase de personas a quienes se les iba a 
aplicar y fueron dadas con la mira de conciliar al derecho romano y al 
canónico con el foral.
La legislación de Toro continuó con el sistema de establecer el 
orden de prelación de leyes, aclarándose que son un conjunto de 83 
leyes que no forman un todo orgánico, destacándose su carácter acla­
ratorio e interpretativo enlazando, como se ha dicho, el antiguo con el 
nuevo derecho, llenando vacíos legislativos puestos en claro por la 
interpretación jurisprudencial y supliendo, principalmente, el antiguo 
derecho civil con aclaraciones y correcciones concretas que pasaron a 
formar parte, más adelante, de la Nueva y la Novísima Recopilación. 
Las leyes de Toro establecían el siguiente ordenamiento: 1) La Nueva 
Recopilación; 2) En lo que en ella no se pudiere determinar, se aplica­
ran las leyes de los fueros, como las de los fueros municipales de cada 
ciudad, mientras no fueren contrarias a las leyes del Ordenamiento y
3) Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio.
Debe señalarse que esta fuente de! derecho jugó un papel muy 
importante en la formulación histórica de aigunas instituciones jurídi­
cas del pueblo castellano, especialmente los requisitos exigidos para la 
presunción de viabilidad en el nacimiento, así como para definir la 
condición jurídica de los hijos naturales y las disposiciones en materia 
hereditaria, que consiguieron amplia repercusión histórica.
16. Nueva y Novísima Recopilación.
Con posterioridad a las Leyes de Toro las compilaciones jurídi­
cas castellanoleonesas ya no son elaboradas mediante ordenamientos o 
disposiciones dictadas en Cortes, sino por decisiones.tomadas por los 
monarcas obrando como Supremo Legislador del Reino y recibieron 
la denominación de Pragmáticas.
61
MANUAL DE HISTORIA CXhNSTTTUCJONAL ARGENTINA Dr. RUardo J. G. H ^rer
Durante los siglos XVI y fines del XVIII se elaboraron dos gran­
des recopilaciones o códigos no sistematizados, ya que comprenden 
las materias más dispares, siendo denominadas Nueva y Novísima Re­
copilación. Debe señalarse que estas recopilaciones que hacen su apa­
rición durante la Edad M oderna en todos los territorios peninsulares, 
nada innovan pues se limitan a recoger, con mayor o menor orden, los 
elementos jurídicos existentes en forma dispersa en otras leyes o com­
pilaciones.
La Nueva Recopilación, obra de varios juristas del reino, fue 
promulgada y puesta en vigencia por Real Cédula de Felipe II en Ma­
drid en 1567, disponiendoque los preceptos legales en ella contenidos 
tendrían valor de tal aunque sus originales no hubieren sido publica­
dos y aunque fuesen contrarios a otras leyes dadas con anterioridad. 
Pero como se mantenía el orden de prelación de las leyes establecido 
en Alcalá y Toro, tenemos que con ello no se dio satisfacción a los 
pedidos formulados en el sentido de dictarse una nueva recopilación, 
un sólo código general que derogase a los demás cuerpos legales y no 
que se dejase subsistentes a las anteriores. Pero en definitiva continuó 
en vigor la anterior legislación local o territorial de vieja data, con lo 
que se em brollaba aún más la legislación castellanoleonesa, por la 
aplicación conjunta de muchísimas disposiciones legales que en su 
mayoría eran casi desconocidas.
Se trata de una obra voluminosa de 3005 leyes extensas, dis­
puestas en 212 títulos, siendo el método seguido bastante deficiente, al 
extremo de que algunos consideran de que fue la más imperfecta de 
las compilaciones conocidas, y fue un motivo más de desorden del de­
recho castellano, ya anarquizado y desorganizado por dejar subsistente 
en forma prom iscua al derecho foral, al romano y al real.
La N ovísim a Recopilación fue sancionada oficialmente en 1805, 
ya en vísperas del proceso de independencia de los países americanos, 
por lo que puede afirmarse que prácticamente no llegó a tener vigencia 
en nuestro medio. Labor realizada por el jurista de la Reguera y Val- 
delomar, quien pretendió presentar sistemáticamente el conjunto de 
las normas jurídicas vigentes en su época, sin reproducir los textos le­
gales de donde aquellas procedían. Para ello utilizó las leyes recogidas 
en la Nueva Recopilación, juntamente con las dictadas con posteriori­
dad, elaborando un proyecto poco afortunado, ya que la aplicación-de 
esta fuente del derecho resultó sumamente difícil ya que se advierten
62
MANUAL DE I tlSTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA. Dr. J M , J a H ~r*r
contradicciones entre la doctrina jurídica contenida en el texto de las 
leyes y la que se contiene en las notas que a estas leyes se acompañan.
Su promulgación no hizo disminuir la autoridad doctrinal de las 
Partidas que durante toda la Edad Moderna había venido siendo la 
fílente del derecho más consultada, tanto por los juristas de la metró­
poli como por los funcionarios de Indias.
17. Las O rdenanzas de Bilbao.
Conforme con la Real Cédula de 1494. dice Galletti, expedida 
por los Reyes Católicos, se concedió a los mercaderes y comerciantes 
de Burgos la facultad de gobernarse en sus transacciones y asuntos 
mercantiles en base a algunas ordenanzas que dicha Cédula cita expre­
samente, facultad que se hizo extensiva a los comerciantes de Bilbao. 
Las ordenanzas referidas al comercio y a la navegación tienen las ca­
racterísticas de un verdadero y ordenado código.
Los temas tratados son los siguientes: en el Capítulo I se deter­
mina la jurisdicción en materia comercial y de navegación, los modos 
de proceder enjuicio y el grado de apelación; se establece un proce­
dimiento de carácter sumario interviniendo el Tribunal de! Consulado 
y las diferencias entre las partes -comerciantes- debían substanciarse 
breve y sumariamente sin dar lugar a dilaciones. Los Cónsules o los 
Priores debían hacer acudir a las partes en audiencia verbal tratando de 
solucionar amigablemente los pleitos.
Los Capítulos II al VI se refieren a la elección de los Cónsules, 
Conciliarios, Síndicos y las calidades que debían tener, nombramiento 
de contador y tesorero de averías y otros funcionarios, así como las 
juntas y los salarios que debían percibir los funcionarios.
En el Capítulo IX se determina las condiciones que deben reunir 
los comerciantes y mercaderes, los libros de comercio que habrían de 
llevar, y la obligación de hacer balances. En el Capítulo X se hace re­
ferencia a las compañías de comercio: contrato entre dos o más perso­
nas mediante el cual las partes se comprometían a proseguir en común 
los negocios, conforme al caudal y proporción de lo que cada uno 
aporte, echándose las bases de las sociedades mercantiles con caracte­
rísticas que aún perduran. Los capítulos siguientes se refieren a con­
tratos de comercio entre mercaderes, las comisiones, las letras de 
cambio, aceptaciones, endosos, protestos y términos, vales, libranzas, 
seguros y fletamientos y todo lo referido al comercio marítimo en
63
MANUAL D E HISTORIA CONSTTTUQONAL ARGENTLNA Dr. Riendo J. G. JUmrr
particular. En ei Capítulo XVII se legisla sobre quiebras y en el modo 
cíe proceder en el caso de atrasos, falencias, etc.
Las disposiciones referentes a navegación son minuciosas y se 
ocupan de los problemas emergentes de los naufragios, daños o ave­
rías, el modo y forma de contar las averías, los seguros y pólizas de 
mercancías, etc.
18. Las C ortes: O rigen y evolución.
José María Ots, dice que los orígenes históricos de las Cortes 
castellano-leonesas hay que buscarlos en los célebres concilios nacio­
nales de Toledo, celebrados en España durante el período de la mo­
narquía visigoda. Pero debe señalarse que a aquéllos concilios sólo 
asistían, presididos por el Rey, los miembros del alto clero y los 
miembros de la nobleza. En cambio, a las Cortes de León y Castilla 
asiste un tercer elemento : el estado llano o brazo popular integrado 
por los procuradores representantes de las ciudades, que es el que en 
realidad imprime el carácter a estas asambleas, hasta el punto de que 
sin su presencia no hay Cortes, aun cuando asistan a la reunión nobles 
y prelados. Pero por el contrario, basta con la sola actuación del estado 
llano, bajo la presidencia del Monarca, para que la reunión tenga el ca­
rácter de Cortes, aun cuando dejen de concurrir el clero y la nobleza. 
Es muy difícil precisar el momento en que se le da nacimiento.
Para Sánchez Albornoz, el origen de las Cortes se encuentra en 
las Curias Regias, alto organismo consultivo que asesoraba a los mo­
narcas de Asturias y León, en los primeros siglos de la reconquista 
peninsular. Los avances territoriales de los estados hispano-cristianos 
motivaron el desdoblamiento de esta Institución en una Curia Regia 
Ordinaria o restringida, y en otra Curia Regia Plena o Extraordinaria. 
A la primera concurrían sólo los miembros del Alto Clero y de la No­
bleza que vivían en la propia Corte del Rey. A la segunda se convoca­
ba sólo cuando las circunstancias lo requerían, y eran llamados todos 
los miembros calificados de la nobleza y del clero que vivían disper­
sos radicados en los distintos territorios del Estado. Con el aumento de 
la complejidad de la administración publica y los cambios sociales y 
económicos, se transformaron las curias regias en Consejos y las Cu­
rias Regias extraordinarias en Cortes, al ser requerida la colaboración 
de un tercer eiemento, el estado llano o brazo popular, por exigirlo así
64
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Kk*rdo J. G. Ih n xy
el régimen económico y fiscal de ia época y la necesidad de contar con 
las ciudades dada la creciente pujanza de los Municipios.
La aparición de las Cortes a partir del Siglo XIII fue un factor de 
moderación del poder real. Concurrían a ellas el Rey, su familia y al­
tos funcionarios de palacio, y los tres brazos, constituidos por repre­
sentantes del Clero, la Nobleza y del Pueblo. Estos últimos eran de­
signados por las ciudades, ya por elección popular, ya por sorteo entre 
un escogido grupo según las modalidades de los Concejos Municipa­
les. Los representantes de las ciudades o concejos municipales eran 
llamados Procuradores a Cortes, y gozaban de la prerrogativa de in­
munidad durante el desempeño de su mandato. Los procuradores pre­
sentaban al Rey peticiones en las cuales denunciaban los males que 
padecían los pueblos y proponían los remedios mas convenientes.
El Rey podía convocar a uno o dos de dichos brazos, pero no ha­
bía Cortes sin la concurrencia del brazo popular. Era condición indis­
pensable para que una ciudad o villa ruvierael derecho de enviar re­
presentantes a las Cortes, el ser de realengo, es decir, pertenecer a la 
jurisdicción de la Corona, sin estar sujeta a otro señorío. El número de 
ciudades o concejos que tenían derecho de voto en las Cortes no fue 
constante, pero se siguió al principio la norma de convocar a todas las 
ciudades y villas, concurriendo aproximadamente unas cincuenta y en 
algunos casos más.
Debía convocar a Cortes para todos los asuntos de interés gene­
ral, pero no se determinó cuales eran esos asuntos ni se estableció pla­
zo para su funcionamiento.
La prerrogativa más relevante de las Cortes fue el otorgamiento 
de los Impuestos extraordinarios, ya que los ordinarios eran obligato­
rios y el Rey procedía directamente a recaudarlos. Aquella facultad de 
las Cortes obligó muchas veces a los monarcas en aprietos económi­
cos, a otorgar concesiones a las ciudades en cambio del voto favora­
ble. Era también costumbre convocar a Cortes para consultarlas sobre 
declaraciones de guerra y tratados de paz.
Las Cortes recibían el juramento que prestaba el Rey al ocupar el 
trono, de respetar los fueros, privilegios y libertades otorgados por sus 
predecesores, rindiendo a su vez al nuevo Rey tributo de fidelidad y 
vasallaje. Le competía asimismo entender en todo lo relativo a la re­
nuncia al trono y decidir lo concerniente a la tutoría cuando el monar­
ca era menor de edad. También las Cortes presentaban al Rey peticio-
65
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. &c*rdo J. G. Hmtkt
nes en las que especialmente los representantes de las ciudades solici­
taban diversas medidas que conceptuaban convenientes para el reino. 
El Rey en consulta con el Consejo resolvía en definitiva.
Las cortes castellanas decayeron paulatinamente. La autoridad 
real no sólo se fortaleció sino que el mejoramiento hacendístico hizo 
innecesaria la obtención de recursos extraordinarios, principal objeto 
de la reunión del organismo. Con todo, si redujeron la participación en 
el gobierno, no dejaron de intervenir en los actos de juramento de los 
nuevos monarcas.
Bibliografía consultada y utilizada.
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. Historia de la Nación 
Argentina” Vol.il - Cap. VII. Cabral Tcxo, Jorge. "Evolución del De­
recho Castellanoleonés desde los Fueros a la Nueva Recopilación”. 
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. “Nueva Historia de la 
Nación Argentina" Tomo 1°. Cap. 12. Cuesta Domingo, Mariano. 
“Castilla en el dominio del Atlántico".
GALLETTI, Alfredo. “ Historia Constitucional Argentina”. Tomo Io. 
LEVENE, Ricardo. “Historia del Derecho Argentino” Tomo 1". 
LEVENE, Ricardo. “Manual de Historia del Derecho Argentino”.
OTS y CAPDEQUI, José María. “Instituciones”.
ROSA. José María. "Historia Argentina” Tomo Io.
SANCHEZ VIAMONTE, Carlos. "Las Instituciones políticas en la 
Historia Universal'’.
SIERRA, Vicente D. “Historia de la Argentina” Tomo Io. 
ZORRAQUIN BECU, Ricardo. “Historia del Derecho Argentino” 
Tomo Io.
ZORRAQUIN BECU, Ricardo. “La Organización Política Argentina 
en el Período Hispánico".
66
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. IUtykt
CAPITULO 3
1. Organización política y administrativa.
En 1492 con el viaje de Colón, España descubre lo que creian ser 
islas de las Indias Occidentales y, con el correr de los meses, adverti­
rán se trataba de un nuevo continente. El Estado que había realizado 
esta hazaña y que luego va a realizar la conquista y colonización del 
Nuevo Mundo era un conglomerado político resultante de la unión de 
diversos reinos que conservaban celosamente su propia personalidad.
Esa unión comenzó a hacerse efectiva con el matrimonio de Isa­
bel, reina de Castilla y Femando, rey de Aragón que iniciaron su rei­
nado juntos en 1479. Castilla era el reino aglutinante de mayor im­
portancia en la península ibérica y se fue ampliando con la incorpora­
ción de otros reinos como los de León y Galicia, las provincias vas­
congadas y Granada. La reconquista de esta última se realizó en 1492, 
fecha memorable para España pues completó la expulsión de los mo­
ros de su territorio. Mas tarde, en 1515, incorporaría el reino de Nava­
rra. Aragón, por su parte, reunió bajo el mismo cetro a Cataluña, Va­
lencia, las Islas Baleares y más adelante Nápoies y Sicilia.
Desde el punto de vista de la estructura política el Imperio Espa­
ñol constituía una unión de Estados que se va haciendo cada vez más 
estrecha. AI incorporarse a la corona de Castilla o a la de Aragón, cada 
reino había conservado su propio derecho y sus órganos de gobierno, 
siendo el único vínculo común la existencia del matrimonio reinante 
de Femando e Isabel..
Por eso es importante señalar aquí que, luego del descubrimiento, 
estas nuevas tierras fueron incorporados a la corona de Castilla y Le­
ón, y con ello se produjeron las consecuencias institucionales confor­
me a las cuales las leyes y gobiernos castellanos modelaron las de 
América. Conforme a las Bulas de Concesión, estas tierras habían sido 
entregadas precisamente a Castilla para cumplir la misión histórica de 
ia evangelizador y ese principio de anexión implicaba la igualdad le­
67
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. JGc*rJo J. G. / W
gal entre Castilla e Indias o América, amplio concepto que así abarca 
la jerarquía de sus instituciones. La igualdad de los Consejos de Cas­
tilla y de Indias, como el reconocimiento de iguales derechos a sus 
naturales.
El gobierno y administración a partir del descubrimiento se inicia 
con la Capitulación de Santa Fe, de abril de 1492. por la que los reyes 
reconocían a Colón el carácter de Virrey y Gobernador de las islas y 
tierra firme que descubriese, con autorización para designar funciona­
rios en las villas y ciudades que se fundasen, y además la facultad de 
resolver en segunda instancia las sentencias dictadas por los funciona­
rios a él subordinados.
Estas nuevas tierras descubiertas adquieren la categoría de rei­
nos, distinto de los otros que integraban el imperio hispánico, espe­
cialmente a partir de la organización del Consejo de Indias en 1524.
Debe señalarse, también, que los Reyes Católicos dispusieron la 
prohibición de enajenar las Indias, lo cual significaba que pasaban a 
ser bienes realengos, es decir, bienes incorporados al dominio directo 
de la corona y exentos de toda jurisdicción y vasallaje feudal. Las In­
dias no fueron ni propiedad particular de los reyes, ni dominio del 
Estado español, sino bienes públicos de la corona de Castilla, la cual 
no podía enajenarlos ni concederlos en beneficio.
Estas y otras razones, como ser la potestad legislativa que ejer­
citaban ¡os virreyes, audiencias, cabildos, consulados, etc., por la si­
militud que se busca a la legislación castellana, por depender exclusi­
vamente de la corona de Castilla, la idea de colonia o factoría no apa­
rece mencionada en ninguna disposición emanada de la metrópoli, si­
no que por el contrario, se las llama provincias, reinos o señoríos.
Esta circunstancia nos permite comprender que las instituciones 
que se fueron dando para el gobierno de Indias fueron delineadas si­
guiendo el molde de las instituciones de gobierno castellanas, aunque 
necesariamente tuvieron que ir adaptándose a las modalidades, cir­
cunstancias y características del Nuevo Mundo.
2. Instituciones Metropolitanas.
Lo dicho anteriormente nos permite afirmar que las autoridades 
creadas en la metrópoli para el gobierno de Indias, nada tenían que ver 
con los organismos actuantes en la península en cada uno de los reinos
6 8
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. K cvdo J. G. lU m ?
unidos, con la lógica excepción del Rey que era el vinculo común en­
tre todos ellos y las Indias.
El derecho político indiano constituye un sistema orgánico de 
instituciones metropolitanas y provinciales o territoriales destinadas al 
gobierno de las Indias. Su organización política y administrativa no se 
hizo cumpliendo planes sistemáticos, sino que fue un resultado empí­
rico que a la vez iba ensayandomúltiples creaciones institucionales. 
Las divisiones administrativas y los organismos creados para ellas se 
fueron adecuando a los resultados de la conquista y a las particulari­
dades de cada región. Con posterioridad tampoco se trató de unifor­
mar los distintos regímenes así creados, salvo a fines del siglo XVlf, 
al implantarse el sistema de las Intendencias.
Consecuentemente, además de la autoridad deij l e y que era co­
mún para todos los territorios integrantes de la Corona, encontraremos 
las entidades metropolitanas que irradiaron su acción gubernativa: en 
primer lugar, cronológicamente hablando, a lajTasa de Contratación y 
luego al Consejo de Indias, aunque necesario es destocar que en el pe­
riodo intermedio'eTTTre latreación de uno y otro, funcionó en el Corw 
sejo de Castilla una Secretaria encargada de los asuntos de Indias o 
“Plenum Consilium Indiarum”..
Podemos mencionar también entre las autoridades metropolitanas 
a las Juntas de Guerra, organismo éste que se integraban en las graves 
circunstancias bélicas que debía soportar la corona, en cualquiera de 
los territorios de su vasto imperio.
3. El Rey: Evolución de la m onarquía Ibérica. Su característica 
institucional.
La monarquía castellana que por razón del descubrimiento, con­
quista y donación pontificia vino a convertirse también en monarquía 
indiana, fue un producto secular de las circunstancias históricas y de 
las influencias ideológicas que habían presidido y orientado su lenta 
evolución, dice Zorraquin Becú. Señala que sus orígenes se remontan 
a la época en que los visigodos formaron sus propios reinos en Espa­
ña. cuando se rompieron los vínculos políticos que los unían al Impe­
rio Romano, en decadencia.
A la organización predominantemente militar de las primeras re- 
yecías, surgió muy pronto un régimen más estabilizado, que fue afian­
zando su autoridad sobre la mayor parte de las poblaciones de la anti­
69
MANUAL. DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. JVcrdo J. G. /¿ trrrr
gua Hispania. Esa monarquía no era otra cosa que “la jefatura de una 
comunidad en armas”, con una base electiva que le daba cierta base 
popular, si es que así puede calificarse la reunión de los guerreros que 
participaban de ese acto.
Más tarde recibió la influencia de las concepciones políticas del 
Bajo Imperio, caracterizadas por la idea de un príncipe despótico cuya 
voluntad se imponía a todos los súbditos. Pero la conversión de los 
godos al catolicismo y la preponderancia creciente que adquirió la 
Iglesia, suavizaron desde fines del Siglo VI ese concepto absolutista 
para dar paso a las ideas más moderadas y cristianas.
A partir de la conversión del rey Recaredo (587 DC.) y sobre to­
do de la promulgación del Liber Judiciorum (654 DC), la monarquía 
hispano-goda se convierte en un principado dirigido a realizar el bien 
común y que está sometido a las leyes, a las costumbres y a las nor­
mas religiosas y morales.
' El Rey recibirá desde entonces un poder emanado de Dios, que lo 
convierte en una persona sagrada a la cual los súbditos deben fidelidad 
y obediencia, pero cuyo ejercicio está condicionado por la observancia 
de las normas ¿ticas a cuyo cumplimiento se obliga solemnemente y la 
historia demostró que el soberano podía ser depuesto si dejaba de 
obrar con rectitud y de proceder con justicia. (“Rey serás, si ficieres 
derecho, et si non fecieres derecho, non serás Rey”: Fuero Juzgo I.i.2).
A esta etapa sucedió la invasión de los musulmanes que llegaron 
a adueñarse de casi toda la península, aunque algunos de los reinos en 
que se dividía, no pudieron ser dobiegadp.s. La tradición de la monar­
quía hispano-goda fue restaurada en el reino asturleonés y los demás 
estados que se formaron durante la Edad'Media. El principio electivo 
fue sustituido en el Siglo X por el principio hereditario, que permitió 
mantener el poder dentro de la familia real.
Pero en esa época y durante las guerras de la reconquista contra 
los árabes aparecen modalidades señoriales que, sin dar a la península 
una organización propiamente feudal, debilitan la autoridad de los 
monarcas y les hacen perder la soberanía directa sobre muchos territo­
rios y poblaciones. En esa época se mantuvo la concepción de una re- 
yecía limitada en sus poderes. El monarca asumía el poder mediante 
un pacto tácito con el pueblo, exteriorizado en el juramento de respe­
tar las leyes de! país y los derechos de sus habitantes. El crecimiento 
del poderío de los nobles y las ciudades y la necesidad de obtener el
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KcmnJo J. G. Hm^cy
consentimiento dei alto clero, limitan su actuación gubernativa. No se 
trataba sólo de limitaciones exteriores, ya que el Estado Medioeval fue 
en toda Europa y especialmente en España, “un Estado ético- 
religioso”, cuya autoridad es restringida por un orden superior, inmu­
table, conocido bajo la denominación de derecho natural, que com- 
prendía también el derecho de gentes, los derechos de las personas, el 
cumplimiento de los pactos y contratos, etc. todo lo cual se introducía 
profundamente en el derecho humano o positivo.
La m onarquía Castellanar^Én la baja Edad Media, sigue di­
ciendo el autor citado que transcribimos, la monarquía castellana ya 
definitivamente constituida, se fortalece y ocupa un lugar preponde­
rante en España y pese a su tendencia centralizados, subsistieron los 
principios que limitaban el ejercicio de sus poderes. Las teorias esco­
lásticas acentúan el fundamento pactista de su autoridad, que proviene 
de Dios por intermedio del pueblo y debe ejercitarse en beneficio de 
éste. También se acuña la teoría de que el Rey es Vicario de Dios en la 
tierra y debe actuar sometido a las leyes divinas y humanas, todo lo 
cual conduce a la limitación de sus facultades, pues está obligado a 
respetar los derechos de los súbditos, los Fueros, los privilegios con­
cedidos y las normas fundamentales que regulaban su autoridad. Las 
Cortes, las ciudades y los nobles pueden recordarle esas obligaciones 
y contrarrestar sus abusos.
Los Reyes Católicos: Esta monarquía así limitada en sus pode­
res por la existencia de aquéllos estamentos procurará, en el tránsito 
de la Edad Media a la Moderna eliminar las trabas impuestas a su au­
toridad^ Esa fue la obra de los Reyes Católicos y, especialmente, de su 
nieto Carlos V, que aseguraron la unidad del Estado, al mismo tiempo 
que fortalecieron la potencia y la majestad de su oficio, mediante la 
! desaparición de los principales privilegios y resabios feudales, con lo 
cual entraron en decadencia política las ciudades y las Cortes, aunque 
este afianzamiento del poder real no elimina las limitaciones de orden 
religioso, moral y jurídico.
Triunfa así una concepción paternal y tutelar de la monarquía, 
que se mantiene hasta fines del Siglo XVII, una monarquía a la que 
podemos caracterizar como “moderada”, que autolimita sus poderes al 
reconocer la superioridad de los principios religiosos y morales y el 
derecho establecido, acordando garantías a sus súbditos para que pue­
dan hacerlas valer aún contra el propio Rey.
71
MANUAL DF. HISTORIA CONSTTTUaONAL ARGENTINA Dr. K cxJo J . G. lU rrcr
La teoría política sostiene el fundamento contractual de la reye- 
cía y señala que el deber de fidelidad y obediencia desaparece cuando 
ei soberano infringe el pacto y se convierte en tirano. Puede, entonces, 
decirse que en el gobierno de los Reyes Católicos el absolutismo esta­
ba en el origen de la autoridad, pero no se manifestaba mayormente en 
su ejercicio.
A fines del Siglo XV y principios del XVI aparecen debidamente 
estructurados los diversos reinos que en España integran la monarquía. 
El de Castilla y León presidido por Isabel, unida en matrimonio a Fer­
nando, Rey de Aragón, asume una evidente superioridad a la que se 
agrega la incorporación de los reinos de Galicia, las provincias vas­
congadas y Andalucía y Granada, recuperados de los árabes en 1492, 
y de Navarra en 1515, además de su influenciaen Marruecos y las Is­
las Canarias. .Aragón, por su parte, reunió bajo el mismo cetro a Ca­
taluña, Valencia y las Baleares; y a principios del Siglo XVI los reinos 
de Ñapóles y Sicilia. Los Reyes Católicos son, en verdad, los primeros 
reyes de una España casi definitivamente unida.
Si bien aquéllos Estados se habían incorporado con mayor o me­
nor autonomía, la unión personal de los monarcas citados, que se 
afianza y mantiene con sus descendientes, crea un verdadero Estado 
español, en los que la unidad de la monarquía va creando relaciones 
cada vez más estrechas entre los respectivos territorios, afianzándose 
la política central dirigida no sólo por los reyes, sino también por los 
organismos que a su lado gobiernan la península y que aseguran la 
unidad de dirección y de fines.
Los A ustrias o H absburgos: Al morir la Reina Isabel la sucedió 
en Castilla su hija Juana, pero la enajenación mental de ésta y el falle­
cimiento de Femando de Aragón en 1516, dieron ambos reinos al hijo 
de Juana y Felipe el Hermoso, conocido como Carlos de Austria, que 
ya tenía por herencia de su abuelo las posesiones de los Habsburgos y 
luego iba a recibir la corona imperial de Alemania, siendo éste el mo­
mento en que el Imperio Español tuvo su máxima amplitud y poderío.
Con Carlos de Austria, llamado Carlos V de Alemania y Carlos I 
de España se inicia desde 1517 la dinastía de los Habsburgos o Casa 
de Austria, pudiendo afirmarse que es el verdadero fundador del ab­
solutismo español, pues con la caída de las libertades comunales en la 
batalla de Villalar (1521) llevada a cabo por este monarca, se solidifi­
72
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KxmdoJ. G. }I*ry*r
ca el estado autoritario y absolutista que abarca tantos territorios que 
llegó a decirse que “en él nunca se pone el sol”. -......... -
España adquiere el rango de gran potencia mundial y reordena su 
predominio a través de la fundación de la Compañía de Jesús en 1534, 
convirtiéndose en una monarquía absolutista y teocrática.
En 1556 Carlos V cedió el trono a su hijo Felipe II, que gobernó 
hasta 1598, las posesiones hispánicas y los Países Bajos, continuando 
así el Siglo de Oro de España. Durante su reinado España se caracteri­
za por el logro de su Unidad interna, constirayéndose, además, en guía 
del mundo católico y centro de la Contrareforma. Su reinado llega al 
punto máximo del poderío español, pero en sus últimos años ya co­
mienzan a manifestarse los signos de decadencia.
Lo suceden Felipe III (1598-1621) y Felipe IV (1621-1665) que 
mantienen todavía cierta prestancia frente a la preponderancia que ad­
quieren Inglaterra y Francia, y con el último de los Austrias, Carlos II 
(1665-1700) “el Hechizado”, la decadencia militar y económica de 
España le hacen perder su rango de primer potencia europea, luego de 
ruinosas guerras, aniquilada por sus malos gobiernos, exhaustas sus 
arcas y totalmente empobrecida.
El de los Austrias fue un gobierno que tenía en el origen de la 
autoridad el absolutismo, aunque ya sea en forma directa o más ade­
lante. por sus ministros o validos supieron reconocer siempre las tra­
bas impuestas a su autoridad y orientaron su accionar por el camino 
del derecho. No .sólo debía el Rey cumplir el derecho establecido, sino 
que invitaba a no cumplir sus mandatos cuando estos violaban la le­
gislación imperante (Obedezco, pero no cumplo) o cuando tenían los 
vicios de obrepción o subrepción (información falsa o incompleta).
El pueblo tenía la facultad de pedir revocación de las órdenes 
reales, injustas o inconvenientes, pero fuera de estas restricciones el 
Rey era el Supremo Legislador y el más alto Magistrado.
En los últimos tiempos de esta dinastía se produce la decadencia 
española, el descuido administrativo, la entrega de la función real a los 
validos y ministros, un creciente abandono del espíritu imperial, la 
pobreza, el estancamiento de las actividades, fallas en el gobierno, pe­
culado, venta de oficios, etc.
Cada vez menos las fuerzas del reino (nobleza, clero y represen­
tantes de las ciudades) podrán servir de contrapeso al poderío de los 
reyes y los cabildos abiertos dejaran de reunirse, especialmente des-
73
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUaONAL ARC ENTINA Dr. PJairJa J. G. lU m cr
pues de haber sido abatidas sus libertades comunales en la batalla de 
Villalar.
Los Borbones: A la muerte de Carlos II se produce la guerra de 
la sucesión, en la que triunfa el heredero instituido Felipe VI (1701- 
1746), ei primero de la Casa de Barbón, emparentado con el Rey Luis 
XIV de Francia. La subida al trono de España implicó la implantación 
de un nuevo sistema de gobierno inspirado en el despotismo francés, 
expresado en los conceptos de “centralismo”, “unificación” y “poder 
personal” de los reyes. La frase que compendiaba el pensamiento de 
gobierno era la de “Todo para el pueblo, pero nada con el pueblo”. Las 
Cortes dejaron de reunirse; los Cabildos municipales con las reformas 
introducidas vieron languidecer sus tradicionales autonomías y la bu­
rocracia estatal más perfeccionada será más un instrumento del Rey 
que de la Nación. El sistema francés de las Intendencias hace cambiar 
toda la estructura administrativa, pasando a ser la columna vertebral 
del nuevo estado.
El advenimiento de la dinastía borbónica le otorga un carácter 
distinto a las instituciones de América, afirmándose un acentuado 
centralismo, manifestándose cada vez más directa la acción del mo­
narca en la administración del Estado, produciéndose en esta época 
importantes reformas a través del pensamiento de sus ministros libe­
rales, imbuidos del espíritu del “iluminismo” y del “regalismo” propio 
de los Borbones. Puede decirse que el absolutismo adquiere en esta 
dinastía caracteres significativos, cayendo incluso en el despotismo.
Durante su reinado, en virtud de la Paz de Utrecht, pierde nuevas 
posesiones. Los otros reyes Borbones serán Femando VI (1746-1759), 
Carlos III (1759-1788) y Carlos- IV (1788-1808), quienes tratan de 
restablecer la grandeza española con la ayuda de Francia, pero no lo­
gran eliminar la preponderancia inglesa. Las vergonzosas situaciones 
exhibidas por la familia real en este último periodo determinaron la 
decadencia española, a lo que se agregó el intento de dominación por 
parte de Napoleón Bonaparte, y la disgregación del viejo Imperio Es­
pañol con las guerras de independencia de parte de las naciones de sus 
extensas colonias americanas. Femando VII, hijo de Carlos IV, asisti­
rá a las exequias del vasto imperio español.
C aracterísticas: Hemos visto la evolución de la monarquía ibé­
rica partiendo de los primeros reyes visigóticos hasta llegar a los Re­
yes Católicos, seguir con la dinastía de los Austrias y terminar con la
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAI. ARGENTINA Dr. Ricardo J. a lU ^cr
de los Borbones, última que rige a los reinos de Indias en la etapa en 
que éstos inician su proceso de revolución e independencia.
La corona era una entidad que personificaba a la monarquía y 
que por lo tanto se distinguía del reino o Estado, integrado por el go­
bierno, el pueblo y los territorios, sin confundirse tampoco con la per­
sona de los reyes.
La monarquía castellana, por razón del descubrimiento, con­
quista y donación pontificia vino a convertirse también en monarquía 
indiana.
Características: Corresponde ahora hablar de la monarquía como 
tal. señalando sus características institucionales, más allá de recordar 
que entre las distintas dinastías existieron, y aún entre los reyes de una 
misma Casa gobernante, diferencias substanciales en el alcance de sus 
poderes y las limitaciones que a ellos se oponían.
Como expresa Zorraquin Becú, la forma de gobierno que cada 
uno de estos reinos tenía era la de una monarquía hereditaria, que ge­
neralmente era transmitida por testamento y, a falta de él, llamando al 
primogénito varón o a sus descendientes. Debe recordarse que Felipe 
V excluyó de la sucesión a las hijas mujeres.
El Rey ejercía todos lospoderes o funciones del Estado; era el 
supremo legislador y podía sancionar nuevas leyes o reformar las 
existentes y. además, establecer su interpretación auténtica. En materia 
judicial tenía la atribución suprema en lo civil o criminal, pero no la 
ejercía en forma personal sino por medio de Consejos y demás orga­
nismos judiciales.
En algunos casos delegaban en sus ministros o "validos” muchas 
de las funciones que le correspondían, aunque otros las desempeñaron 
en forma personal con singular capacidad.
Ningún otro organismo podía limitar o reducir la autoridad de los 
reyes, no obstante lo cual algunos monarcas, especialmente los de la 
Casa de Austria, reconocieron la existencia de importantes restriccio­
nes a sus amplias facultades. Por ello, se afirma que en esos casos, no 
existía una monarquía absoluta total, aunque el absolutismo estuviera 
en la naturaleza de la institución.
Los monarcas ejercían una función o un servicio público: eran 
Vicarios de Dios “puestos sobre la gente para mantenerlos en justicia 
y verdad en cuanto a lo temporal”. El primer deber del soberano era 
asegurar el mantenimiento de un orden justo en la sociedad, a fin de
75
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rk*rJoJ. C. lUrr*r
realizar el bien común. Ese deber que derivaba de los principios reli­
giosos y morales, se cumplía respetando el derecho y especialmente 
las normas más elevadas. De allí que las órdenes y disposiciones con­
trarias al derecho divino y al derecho natural no tenían valor alguno ni 
debían ser cumplidas por los súbditos. Tampoco debían cumplirse las 
órdenes “contra derecho o contra la ley o contra los fueros usados”
El recurso que tenían los súbditos en esos casos era obedecer o 
acatar el mandato real y no cumplirlo, como lo establecían las leyes 
del reino. E! poder del rey era amplísimo, pero sometido al orden jurí­
dico.
Cabe señalar que estas normas no se modificaron en la época de 
los Borbones, pero en la práctica bajo la influencia de las nuevas ideas 
y concepciones políticas se afirmó cada vez más la tendencia a pres­
cindir de esas limitaciones tradicionales, hasta llegar al despotismo 
ilustrado que ponía todos los derechos en manos del rey.
Durante esta última dinastía, se introduce en España la ideología 
que predominaba en Francia durante el reinado de Luis XIV, en el 
sentido de que los reyes ya no recibían el poder de Dios por interme­
dio del pueblo y con el consentimiento de éste, sino que lo obtienen 
directamente de Dios, como “ungidos del Señor”. Esta teoría del dere­
cho divino de los reyes contribuye no sólo a exaltar su personalidad, 
sino que también los exime del cumplimiento de las leyes, acentuando 
el absolutismo real. Este absolutismo se afirma con la supresión de la 
mayor pane de los privilegios regionales y de los Consejos que los re­
presentaban, la decadencia de los otros Consejos, y la centralización 
gubernativa en tomo al rey, a sus ministros, y a los intendentes que se 
nombran en cada provincia.
Resumiendo, podemos señalar como características instituciona­
les del Rey, las siguientes:
1) Era la más alta autoridad en España e Indias.
2) Las Indias (América) le pertenecían en virtud del descubri­
miento al Rey. No a España, ya que eran considerados “reinos de In­
dias”, propiedad de la Corona.
3) El dominio de las nuevas tierras era personal , absoluto y per­
petuo.
4) Concentraba en sí la autoridad suprema, en cualquiera de los 
órdenes, sean estas ejecutivas, legislativas, judiciales o militares. 
Aunque no puede hablarse de división de poderes.
)
5) Era Vicario de Dios dentro de su reino, España e Indias.
6) Las funciones de la monarquía, podían dividirse en las de Go­
bierno, Justicia, Guerra y Hacienda.
7) El Gobierno era realizado tanto en lo espiritual como en lo 
temporal.
8) La Justicia no estaba confiada exclusivamente a un sólo órga­
no en forma excluyente.
9) En materia de Guerra, estaba a cargo la organización militar, 
la defensa contra los enemigos del exterior, la protección armada del 
comercio ultramarino y la campaña contra los indígenas.
10) En materia de Hacienda, correspondía todo lo relativo a la 
administración financiera, el cobro de los impuestos, y la organización 
de los funcionarios y medios de percepción.
11) Tenía carácter hereditario, correspondiendo la corona, en 
principio, al primogénito varón.
Debe señalarse que la mayor parte de los órganos o las autorida­
des de Indias ejercían varias de las funciones señaladas, reuniendo en 
sí lo que hoy llamaríamos poder ejecutivo, legislativo o judicial.
Los reinos de Indias nunca intervinieron en el reconocimiento y 
proclamación de sus monarcas y nunca fueron consultadas al respecto.
4. El Consejo de Indias.
Después de la persona del Rey, la más alta autoridad para el co­
nocimiento de los asuntos de América fue el Consejo Real y Supremo 
de Indias.
Origen y evolución: Tan pronto se produjo el descubrimiento se 
designó, dentro del Consejo de Castilla, como encargado del Despa­
cho sobre los asuntos administrativos de Indias al Arcediano de la 
Catedral de Sevilla, Juan Rodríguez de Fonseca, mientras las funcio­
nes judiciales se la reservaba al mencionado Consejo.
Posteriormente, al producirse el fallecimiento del Rey Femando, 
se habilitó una sala especial para el tratamiento de estos asuntos lla­
mada “Plenun Consilium Indiarum”, actuando así en forma colegiada 
y perdiendo Fonseca una pane de su autoridad exclusiva. Al subir al 
trono Carlos Io en 1517, se rehabilitó a Fonseca, creándose la Supe­
rintendencia para asuntos de Indias.
A raíz de una disputa entre Fonseca y Bartolomé de las Casas, se 
designó a Fray Gerónimo de Loaysa para el gobierno de las Indias en
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. H irrrr
77
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KlcnrJoJ. C . ¡U r*r
1522, y dos años después por Real Cédula, se crea definitivam ente el 
Consejo Real y Supremo de las Indias, encargándose la presidencia al 
religioso Loaysa.
Durante el reinado de Felipe V, en 1714, se crearon las Secreta­
rías de Despacho, con amplias facultades para expedir reales decretos 
y órdenes del Rey, y al implantarse en 1717 la Secretaría del Despa­
cho Universal de las Indias, el Consejo quedó limitado a sus funciones 
judiciales y tratar los problemas que se les encomendaban, con lo cual 
perdió la importancia que había tenido en los siglos anteriores. Sub­
sistió hasta 1812, fecha en la que fue suprimido por las Cortes de Cá­
diz y la Constitución dictada en ese año.
O rgan ización : Fue organizado con independencia del Consejo 
de Castilla, habiéndose producido muchas transformaciones desde su 
inicio hasta la definitiva supresión. Se trataba de un organismo cole­
giado, con única subordinación al Monarca, integrado por un Presi­
dente y de siete a nueve Consejeros Togados, que debían ser “perso­
nas aprobadas en costumbres y limpieza de linaje, temerosos de Dios 
y escogidos en letras o prudencia”, que llegó a aumentarse a doce, 
compuesto de clérigos, letrados y “caballeros de capa y espada”.
Dependían del Consejo como “oficiales salariados”, pero sin in­
tegrarlo, el Gran Canciller custodio del Sello Real, dos Secretarios (de 
Justicia y Gobierno); un Cronista encargado de recopilar crónicas e 
historias de Indias; un Cosmógrafo encargado de las cartas geográfi­
cas; un Matemático, un Contador, un Tesorero, un Fiscal y un Agente 
del Real Patronato ante la Santa Sede, con residencia en Roma. Tanto 
los Consejeros, como los oficiales salariados tenían carácter vitalicio y 
sus cargos no podían ser comprados. Generalmente estos cargos eran 
provistos con quienes habían desempeñado magistraturas o dignidades 
eclesiásticas en Indias, resultando así la culminación de una carrera 
administrativa o religiosa.
Dependían, además, del Consejo otros funcionarios como el Al­
guacil Mayor, con funciones policiales, tres relatores de Cámara que 
debían leer y resumir los expedientes que debía resolver elConsejo, 
Escribanos de Cámara, Procuradores. Capellanes, .Defensores de Po­
bres, etc.
El Consejo residía en la Corte y tuvo su asiento definitivo en 
Madrid al ser declarada Capital del reino. A los efectos de sus reunio­
nes se dividían en Salas para tratar temas distribuidos entre ellas pero
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Kc*nk> J. G. / W
dándose preferencia en el tratamiento a aquéllos asuntos que requerían 
la concurrencia en pleno de los miembros del Consejo, generalmente 
materias graves de gobierno.
Impedimentos: El presidente y los consejeros tenían rigurosos 
impedimentos en el ejercicio de sus funciones, por ejemplo no tener 
encomienda de indios ni negocios particulares en las Indias, no debían 
recibir dádivas, préstamos o presentes, no debían casar a sus hijos con 
quienes tuvieran intereses en las colonias, no recibir cartas de reco­
mendación, y guardar estricto secreto de las actuaciones del cuerpo.
Funciones: Aunque de acuerdo a las disposiciones de Indias na­
da podía hacerse sin consultar la voluntad del Rey, la realidad fue que 
el Consejo ejerció casi exclusivamente la más alta autoridad en Amé­
rica y, como se decía en la Recopilación de 1680, "el Consejo de In­
dias tiene la jurisdicción suprema de todas las tierras descubiertas y 
por descubrir, con facultad de ordenar, previa consulta, las leyes, 
pragmáticas y provisiones generales y particulares que por el tiempo y 
para el bien de aquellas provincias conviniere”. En su mayor esplen­
dor, tuvo a su cargo la totalidad de las funciones de gobierno y admi­
nistración.
Legislativas: elaborar las leyes, cédulas, ordenanzas, pragmáti­
cas, provisiones reales, todos los cuales venían a servir de fuente del 
derecho indiano. Los consejeros debían realizar un intenso estudio de 
los antecedentes antes de dictar nuevas leyes, las cuales debían tener 
por base la legislación castellana. También intervenía en la confirma­
ción de la legislación dictada por los órganos de Indias que tenían po­
testad para hacerlo.
Administrativas: Eran múltiples sus funciones administrativas, 
nombrando y removiendo con el consentimiento del rey a los funcio­
narios residentes en América y establecía sus divisiones territoriales. 
Los vigilaba con el envío de jueces “visitadores” y “pesquisadores” 
manteniendo con los funcionarios coloniales permanente comunica­
ción. Ejercía la censura de los libros que se intentaba introducir o im­
primir en las Indias.
Judiciales: Tenía funciones originarias y en grado de apelación 
En forma originaria lo hacían en causas de suma gravedad que les eran 
confiadas por real cédula, o pleitos originados en España referidos a 
asuntos de Indias, los relativos a encomiendas, y los juicios de resi­
dencia y visita, a que debían someterse obligatoriamente al término de
79
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. IVcirJo J. G. lU rrcr
su mandato en el primer caso, y ante sospechas o denuncias, en el se­
gunda. En grado de apelación, actuaba en los recursos de segunda su­
plicación interpuestos respecto de los fallos de las Audiencias colo­
niales o de la Casa de Contratación.
Eclesiásticas: Vigilaba el cumplimiento de las prerrogativas rea­
les en virtud del Patronato sobre las iglesias de Indias, conferido a los 
reyes por los Sumo Pontífices; examinaba bulas, breves, cartas y de­
cretos papales, para concederles su pase y vigencia en las colonias-
Militares: Estas funciones las cumplía a través de las Juntas de 
Guerra.
Hacienda: En una primera etapa tuvo a su cargo todo lo concer­
niente al manejo de la Real Hacienda Indiana, pero a partir del Rey 
Felipe II, estas funciones les fueron transmitidas a una Junta o Con­
sejo de Hacienda, modificación por la cual perdió gran parte de su 
autonomía.
Im portancia: El Consejo tenía jurisdicción en todos los reinos 
de Indias, que además de los territorios españoles establecidos en 
América del Sur, Central y del Norte, comprendía las Filipinas y las 
Islas de Oceania, es decir, todos los territorios de ultramar sobre los 
que ejercía la más alta potestad en todos los ramos del gobierno. Es de 
destacar la permanente preocupación de este organismo por hacer 
cumplir las disposiciones referidas al buen trato de los indios y el co­
metido apostólico de la evangelización.
5. Casa de Contratación.
Como señala Ots y Capdequi, la Casa de la Contratación de Se- 
vilia fue , al mismo tiempo que el organismo rector del comércTo*pe- 
ninsular con las Indias, una institución de gobierno con, atribuciones 
políticas, especialmente en el orden fiscal, una pieza importante en el 
ramo de la administración de Justicia y un factor poderoso para el es­
tudio de la geografía colonial y de la ciencia náutica de la época. Fue 
la primera institución, cronológicamente hablando, instilada en Espa­
ña con la finalidad específica de gobierno sobre el Nuevo Mundo.
O rigen: Antes de su creación, todo lo referido a 1a organización 
de las expediciones colombinas había sido encomendado al Arcediano 
Fonseca y al Contador Juan de Soria. En 1493 se había dispuesto, 
además, la creación de una Aduana especial en Cádiz, para controlar 
todo lo que se enviaba o se traía de América. La Casa de Contratación
80
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. C. H tr-cr
fue creada por Real Cédula de 1503, integrándose en sus comienzos 
con un tesorero, un factor y un escribano-contador con funciones ad­
ministrativas y comerciales.
Evolución: En sus comienzos, expresa Galletti, se trataba de una 
simple casa de comercio, almacenes de mercancías y abastos navales. 
Más tarde tiene por finalidad el estudio y situación del mercado, la 
compra y venta de mercancías en cuanto ello fuera ventajoso para las 
colonias, y el registro sistematizado y pormenorizado de todas las 
transacciones que se llevaban a cabo. Luego se transforma en Tribunal 
de Justicia y Junta Económica que constituyen sus caracteres funda­
mentales. Tan larga como proficua fue su tarea, con facultades cada 
vez más amplias, aunque con posterioridad con la creación de los 
Consulados, sus facultades mermaron sensiblemente. Muy numerosas 
reglamentaciones diversificaron sus funciones, desde el contralor de lo 
atinente a la navegación, al fomento del comercio de ultramar, hasta la 
de actuar como verdadero registro de comercio, con sentido moderno 
y dinámico. A medida que aumentó el volumen y complejidad de los 
negocios y asuntos americanos, el organismo fue acrecentando sus 
atribuciones y su personal.
Desde que fue creado el Consejo de Indias, la Casa de Contrata­
ción se mantuvo en estrecha comunicación con aquél alto organismo, 
viendo disminuir la gran autonomía de que antes gozaba La decaden­
cia que se produjo durante el gobierno de los Austrias menores, en el 
Siglo XVII, repercutió en forma negativa en su desenvolvimiento y, 
finalmente, a consecuencia de las reformas introducidas por los Bor­
bones en el Siglo XVIII se precipitó el ciclo histórico de su decaden­
cia. En 1722 se ordenó su traslado a la ciudad de Cádiz, donde siguió 
funcionando hasta su extinción en 1790.
Composición: A los primeros'funcionarios establecidos con oca­
sión de su creación, se irán agregando otros hasta adquirir el rol prota- 
gónico que asumió como organismo destinado a fortalecer los descu­
brimientos americanos, aumentando en complejidad sus atribuciones, 
especialmente a lo largo de todo el Siglo XVI. A mediados de esta 
centuria, el cuerpo estará compuesto por un Presidente, con dignidad 
de “Caballero de Capa y espada", al que lo acompañaran tres Jueces 
oficiales, un Tesorero, Contador, Factor, tres Oidores o Jueces letra­
dos y un Fiscal. Se agregaron, además, el cargo de Piloto Mayor, un
81
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Kcmrdo J. G. flurrxrr
Cosmógrafo, un Correo Mayor, un Proveedor General de Armadas y 
Flotas, un Promotor Fiscal y un Comandante de la Maestranza.
Funciones: Se ha señalado ya cuales eran sus funciones más im­
portantes. según se resume seguidamente:(Administrativas'; Fiscalización del comercio entre España y las 
Indias: contralor de las entradas y salidas de los bienes reales; registro 
de ¡os despachos que la Corona dirigía a sus autoridades americanas; 
registro de toda clase de objetos almacenados para el apresto de las 
flotas y compras de materiales; organización y despacho de las expe­
diciones colonizadoras; control de la importación del oro y minerales 
preciosos para evitar su contrabando; medidas sobre ios bienes de los 
fallecidos en las Indias: licencia de pasajeros, registros de mercancías, 
cobro de las rentas procedentes de ultramar, etc.
jJudiciales: Una de las cuestiones más debatidas fue la referente a 
la competencia de la Casa de Contratación en asuntos judiciales. En 
1539 se estableció que la Casa tuviera jurisdicción en materia civil y 
comercial para conocer en primera instancia todos los asuntos de la 
Real Hacienda, Contratación y Navegación de Indias. En 1511 se dis­
puso que todos los pleitos organillos entre mercaderes o marinos que 
iban a las Indias debían resolverse por los jueces de la Casa. De las 
sentencias que dictara se podía apelar a la Audiencia de Sevilla o ai 
Consejo de Indias, según la importancia del pleito. En materia crimi­
na!. la jurisdicción se extendía a los delitos cometidos en los viajes de 
ida o regreso de las Indias. Tanta importancia llegó a tener la Casa de 
Contratación en materia judicial que en 1596 su Sala de justicia, inte­
grada por tres oidores, alcanzó la categoría de Real Audiencia, que­
dando bajo la dirección del Presidente. Figuraban además, entre sus 
atribuciones las de actuar como amigables componedores en las dis­
putado diferencias entre navegantes.
'Educacionales y científicas! Promediando el siglo XVI se institu­
yó una oficina hidrográfica y una escuela de navegación, anexándose 
el personal científico, tal como el Cosmógrafo, encargado de la con­
fección de cartas de navegación. Se creó en 1552 una cátedra de Cos­
mografía. constituyendo una veráattefá~e5CuéTá~de navegación donde' 
'se'eñseñaba la ciencia nautica de la época, y donde, ad em aste la ela- 
.boración-de-mapas, se fabricaban instrumentos marinos y se adiestraba 
v'exam inaba a los pilotos para la travesía del Océano, lo cual estuvo a
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rkmrxk, J. C. /Ur^rr
cargo del Piloto Mayor, siendo el primero en esa función Américo 
Vespucio.
Dice Longhi que bajo su extrema vigilancia el monopolio comer­
cial pudo ser una realidad; ella despachaba desde su puerto único to­
das las naves encargadas del tráfico colonial, ya fueran aisladas al 
principio o en las grandes expediciones anuales o bianuales que orga­
nizó con destino a Portobello, Panamá y el Callao. Claro está, dice, 
que su extremado celo fue doblemente perjudicial para América y para 
España, ya que esto no era otra cosa que la práctica de un sistema eco­
nómico que para desgracia de la Metrópoli y de las Colonias, era el 
único que entendían los gobernantes de España.
Cabe señalar que con la habilitación de gran cantidad de puertos 
en América y en España, a consecuencia de las reformas introducidas 
por los Borbones con el Reglamento de Comercio Libre, se consideró 
innecesaria la continuidad del vetusto organismo, que fue suprimido el 
18 de junio de 1780.
6. Jun tas de G uerra.
Los asuntos militares y navales estaban a cargo de una Junta de 
Guerra de Indias, integrada por cuatro miembros del Consejo de In­
dias y cuatro miembros del Consejo de Guerra de Castilla, y tenía por 
función la dirección de los asuntos de gobierno, justicia y hacienda, en 
tiempos en que algún problema bélico involucrara a los territorios del 
Nuevo Mundo. Fue creada en 1597. Además de todo lo referido al or­
den militar por tierra y por mar, tenía a su cargo el despacho de las 
flotas y armadas que viajaban-a las Indias y retomaban con el tesoro 
real y dineros enviados por los particulares, en miras a garantizar su 
seguridad.
7. Autoridades residentes en Indias.
Son las que se fueron creando en América a medida que se pro­
dujo la conquista y colonización de estas tierras, necesarias para el 
mejor manejo de los intereses de la Corona. A los primeros conquista­
dores. por lo general se les confería el titulo de Adelantados. En una 
segunda etapa desaparece esta Institución que va paulatinamente sien­
do reemplazada por funcionarios de la Corona con el titulo de Gober­
nadores. En una etapa siguiente, al crearse nuevas y mas extensas ju ­
risdicciones se denomina Virreyes a las cabezas de tales territorios.
83
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUaONAL ARGENTINA Dr. ¡Cardo J. G. Hmttct
Los demás funcionarios se irán creando a medida que ei transcur­
so del tiempo y los requerimientos del buen gobierno lo hicieron asi 
necesario, aunque indispensable es destacar la presencia desde los 
primeros tiempos de la institución de los Cabildos.
Los A delantados. La primera institución creada para entender en 
los asuntos de Indias, de carácter unipersonal, es la del Adelantado, 
haciendo la salvedad de que a Cristóbal Colon por las Capitulaciones 
de Santa Fe del 17 de abril de 1492 se le habían conferido, además, los 
tíralos de Virrey y Almirante y Gobernador de los territorios que por 
él fuesen descubiertos.
En la primera etapa de la organización política indiana, los Ade­
lantados constituyen su figura más característica. Puede decirse que la 
organización de estas empresas iniciales por medio de Capitulaciones 
representa un sistema intermedio entre la concepción señorial, propia 
del feudalismo, y la concepción política del Estado. En rigor de ver­
dad, todas las instituciones inicialmente utilizadas para la conquista de 
América tenían ascendencia medioeval, puesto que era lógico encua­
drar la organización de los nuevos territorios en los moldes y en las fi­
guras ya existentes y conocidos, aún cuando adecuándolas a las nue­
vas circunstancias que se presentaban.
O rigen y evolución: Esta institución trasunta el sentido y carác­
ter de la monarquía de los Reyes Católicos, durante la cual persisten 
características heredadas de los antiguos fueros. La institución tiene su 
origen en tiempos de la reconquista española, en la lucha contra los 
moros y, etimológicamente, resulta de “adelantar”, es decir llevar 
adelante, dice Galleti. Necesitando el Rey extender sus fronteras, 
adelantar sus dominios, nombraba “Adelantados” a aquéllos que 
avanzaban en la conquista, asentando poblaciones, y en mérito a su 
campaña recibían, en el territorio ganado, pleno poder civil y militar. 
Isabel de Castilla establece la institución en el Nuevo Mundo, otor­
gando las mismas o mayores atribuciones que poseyeron en España.
Esta típica institución castellana desapareció al organizarse ad­
ministrativamente las vastas posesiones de España en América y pre­
cisamente al superarse la época de los descubrimientos, es decir al 
transcurrir el primer siglo de la conquista. Debemos recordar además 
que el adelantazgo participaba de las características de emprendi- 
miento o empresa costeada por los propios adelantados con concesión 
estatal, dada la difícil situación por la que atravesaba el tesoro espa-
84
MANUAL DF. HISTORIA CONSTTTUGONAL ARGENTINA Dr. JUcmrda J . G. / £ r c ?
nol, situación que mejora ostensiblemente, a medida que se afirma el 
dominio español en Indias y hace innecesario e inconveniente aquél 
sistema.
En el Río de la Plata hubo cinco Adelantados, Pedro de Mendo­
za, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, Juan de Sanabria que no pudo con­
cretar su empresa en razón de su deceso, y fue realizada por su hijo 
Diego, Juan Ortíz de Zárate, cuya tarea fue cumplida por su yerno 
Juan Torres de Vera y Aragón, fundador de Corrientes. El estudio de 
sus viajes e historia pertenece a lo que comúnmente se conoce como 
“época de los Adelantados”
Atribuciones, deberes y facultades: El Adelantado firmaba con 
el Rey las Capitulaciones, contrato de naturaleza especial, por el cual 
se comprometía a realizar una expedición de conquistade territorios 
americanos, la cual debía realizar a su propia costa, con el fin de esta­
blecer el dominio de las tierras conquistadas a favor de la Corona, 
fundar, poblar y asentar nuevas ciudades, cumplir el objetivo apostóli­
co de la evangelización de los indios.
En la práctica el Adelantado resultaba tener las mismas faculta­
des que más adelante serán propias de los gobernadores, ejerciendo el 
gobierno tanto en la esfera política como en la administrativa y mili­
tar. Su cargo tenía carácter de vitalicio y era susceptible de transmitir­
se por una o dos vidas. Es decir que reunía todos los poderes en sus 
manos.
El oficio de Adelantado era de elevada jerarquía, sin llegar a te­
ner carácter nobiliario.
Sus atribuciones fueron minuciosamente detalladas en la Reco­
pilación de Leyes de Indias, pudiéndose sintetizar la mismas de la si­
guiente manera:
Gobierno y administración: El Adelantado era al mismo tiempo 
Gobernador. Capitán General y Alguacil Mayor del territorio con­
quistado. Se le daban varios títulos para significar las diversas faculta­
des que les eran concedidas, en vez de señalar en forma expresa sus 
atribuciones. Entre otras podían trazar los límites de las provincias, 
fundar ciudades y nombrar a sus autoridades; realiza el primer repar­
timiento de tierra a los pobladores de cada pueblo fundado y enco­
mendarles indios, podía poseer troqueles propios para acuñar mone­
das; tenía también facultad para nombrar los Oficiales reales, que no
85
MANUAL DE IflSTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTE'wV Dr. Ricardo J. G. Hmmr
hubiese sido prevista en la respectiva Capitulación, como así la de cu­
brir las vacantes que se produjeran.
Militares: Debía construir fortalezas necesarias para la defensa de 
las tierras conquistadas y dotarla de los medios necesarios para cum­
plir ese objetivo, correspondiéndole el mando de todas las fuerzas te­
rrestres y de mar que estaban a su cargo.
Legislativas: Dictaba las ordenanzas necesarias para la primera 
colonización como también para el laboreo de las minas, con un plazo 
de validez de dos años, prorrogables por confirmación de la Corona..
Judiciales: Como Justicia Mayor, el Adelantado entendía en la 
apelación de las sentencias de los Corregidores o Alcaldes de las ciu­
dades, y sus fallos podían ser apelados ante el Consejo de Indias.
C apitulaciones: Los adelantados firmaban con el Rey las capi­
tulaciones. documentos que si bien revisten la forma de una concesión 
real, eran verdaderos contratos de derecho público, que entrañaban fa­
cultades y obligaciones recíprocas. Como señala Zarini, el contenido 
de las capitulaciones no es uniforme; difiere notablemente según la 
importancia de los casos y la época en que se conceden, lo que difi­
culta la determinación exacta de las atribuciones conferidas.
Ya hemos señalado las obligaciones asumidas por el Adelantado 
y las facultades de que quedaba investido para el cumplimiento de su 
misión. A cambio del cumplimiento de lo convenido se le otorgaban 
< mercedes reales, consistentes en una parte del valor de la riqueza re­
caudada, la concesión de tierras, la promesa de otorgar títulos nobilia­
rios, etc.
8. Los Virreyes.
El cargo de Virrey fue el más elevado en la organización indiana, 
ya que representaba a la persona del Monarca y debía ser obedecido 
como si se tratara del propio soberano. Su nombramiento estaba reser­
vado al Rey. Es necesario recordar que la institución virreinal aparece, 
cronológicamente hablando, con posterioridad a la de los Adelantados 
y a la de los Gobernadores.
O rigen: El origen de la Institución, señala López Rozas, es ante­
rior al descubrimiento de América, expresando que hacia fines de la 
Edad Media la corona de Aragón creó para el ejercicio del gobierno de 
los dominios que fue anexando, el titulo de Virrey. Era necesario dar 
la más alta dignidad y los poderes más amplios a los lugartenientes
86
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rkardo J. G. Hmnrr
que gobernaban lejos de ia sede real, refiriéndose a los virreyes que se 
designaron para regir en Cataluña, Cerdeña, Ñapóles y Sicilia. E in­
clusive los hubo en el propio reino de Aragón, pues cuando el monar­
ca se encontraba fuera del reino designaba un virrey que gobernaba en 
su ausencia.
Creación en América: Debe señalarse que antes de realizar 
Colón su primer viaje, obtuvo de los Reyes Católicos la Capitulación 
de Santa Fe el 17 de abril de 1492, por la que se le concedía el titulo 
de Virrey y Gobernador de las tierras que descubriera, pero este nom­
bramiento tuvo más un carácter honorífico que efectivo.
Corresponderá al rey Carlos Io de España, el primero de los 
Austrias, institucionalizar este cargo en el Nuevo Mundo, con la crea­
ción de los virreinatos de Nueva España en 1535 y del Perú en 1544 y, 
dos siglos después, se van a subdividir éstos, dando lugar a la creación 
de los de Nueva Granada en 1739 y del Río de la Plata en 1776.
Es necesario recordar que la institución virreinal, como todas las 
instituciones jurídicas indianas, va cambiando su estructura y aún sus 
funciones, según los lugares y los momentos políticos e históricos.
Atribuciones y facultades: Ya hemos señalado la jerarquía de 
este funcionario dentro de la organización gubernativa de Indias. Si 
bien se los consideraba como la “encamación misma del Rey, el otro 
yo del soberano español en las colonias”, y la representación directa 
del monarca, al extremo de estar dotados de las más amplias atribu­
ciones para hacer cuanto podía hacer el rey, no es menos cierto, que 
estas facultades estaban restringidas por otras disposiciones que ex­
presa o tácitamente, recortaban la amplitud de aquéllos poderes.
En tal sentido, podemos resumir cuáles eran aquellas facultades:
Políticas: Todas las autoridades del Virreinato estaban sometidas 
a su jurisdicción, con excepción de los Adelantados, lo cual fue causa 
de muchos conflictos, que desaparecieron a medida que terminaban 
los “adelantamientos”.
Legislativas: Dictaban Ordenanzas, reglamentos e instrucciones 
para el cumplimiento de las disposiciones reales, aunque en muchos 
casos debía hacerlo en acuerdo con la real Audiencia y en algunos ca­
sos con el Cabildo. Cabe señalar que sus disposiciones legislativas 
sólo podían dejarse sin efecto por el Consejo de Indias o por el propio 
Rey. La inmensidad de las distancias, la dificultad de comunicaciones 
con la metrópoli y la urgencia de los múltiples problemas a resolver.
87
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RUardoJ. G. ÍU rrrj
que en cada caso se le presentaban, obligaba a los Virreyes a decidir 
por si y ante si, sin plantear la cuestión a los organismos'metropolita­
nos, al extremo de que los propios monarcas los autorizaron a modifi­
car y aún suspender las Reales Cédulas, cuando las circunstancias así 
lo exigieran imperiosamente, mediante la formula de “se acata, pero 
no se cumple”.
Administrativas: Nombraban a los empleados cuya designación 
no correspondiera a la Corona; y proponía al Rey la designación de los 
gobernadores de su jurisdicción; podía suspenderlos y pedir su desti­
tución; repartían tierras o autorizaban la venta en remate de los bienes 
realengos; realizaban los censos de población; entregaban indios en 
encomienda; ejercían la superintendencia de las obras públicas; perci­
bían las rentas reales, procurando incrementar los ingresos del tesoro; 
promovían la agricultura, la ganadería, la explotación minera y el co­
mercio, y la vigilancia del orden público. Debía fomentar la actividad 
colonizadora procurando la fundación de nuevos pueblos y ciudades. 
Resolvía las causas contencioso-administrativas y presidía el Cabildo 
metropolitano. Resolvía también las cuestiones de competencia que se 
producían entre los distintos funcionarios bajo su mando.
Judiciales: Era presidente de la Real Audiencia Virreinal, a la 
que dividía en Salas, controlando su funcionamiento mediante inspec­
ciones; juzgaba a los indios con asistencia de un Oidor letrado; nom­
brabajueces para causas especiales, y asistía a los juicios de residen­
cia. Inspeccionaba las cárceles y tenía la facultad de indultar penas.
Militares: Tenían el mando de las fuerzas de mar y tierra asigna­
dos al Virreynato; reclutaban tropas, ordenaban construir fortificacio­
nes, sostenían los cuarteles y hospitales militares y ejercían las fun­
ciones judiciales en el fuero castrense. El Virrey podía conceder as­
censos y resolvía las expediciones contra los indios y. aún, las guerras 
contra sus vecinos hostiles a España. Por lo general el Virrey era un 
militar de reconocido prestigio, y su titulo agregado al de Virrey era el 
de Capitán General.
Religiosas: Tenía a su cargo el ejercicio del Real Vice-Patronato, 
ejerciendo importantes funciones, colaborando con el clero en el cum­
plimiento del objetivo evangélico de la conquista en las empresas mi­
sionales, controlando la edificación, organización y funcionamiento de 
los templos, conventos, colegios y hospitales que eran creados y sos­
tenidos por la Iglesia. Controlaba también la recaudación de los im­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. ¡dardo J. C. ¡Ism y
puestos que la Iglesia debía satisfacer a la Corona. Castigaba a los 
blasfemos, hechiceros, amancebados y demás “pecados públicos”, de­
biendo intervenir en el logro de la paz y conformidad entre los prela­
dos y eclesiásticos.
Hacienda: Vigilaba la percepción de las rentas reales, que estaba 
a cargo de un tesorero, un contador y un depositario de cada ciudad, 
además de un Tribunal de la Reai Hacienda establecido en la capital 
dei Virreinato, al que también presidía. Para los gastos extraordinarios 
debía requerir la autorización de la Real Audiencia. Tenía a su cargo 
el cuidado de la conducción de los metales preciosos hacia las Cajas 
Reales y de su despacho hacia la Casa de Contratación de Sevilla. Or­
denaba la cantidad de moneda que podía acuñarse y, en caso de nece­
sidad, recibía del Rey la autorización para percibir donativos de veci­
nos acaudalados o recabar empréstitos más o menos voluntarios. De­
bía mantener una estricta vigilancia para evitar y reprimir el comercio 
de contrabando.
Obligaciones y prohibiciones: El Virrey debía consignar en una 
memoria sus experiencias de gobierno para que pudieran ser aprove­
chadas por su sucesor. Debía consignar en un documento llamado 
"pliego de mortaja”, el nombre de la persona que debía hacerse cargo 
del Virreinato en caso de su fallecimiento y hasta tanto el Monarca 
proveyese lo necesario. A falta de este instrumento, en caso de su 
muerte, lo reemplazaba la Audiencia en pleno, de la misma manera 
que en caso de ausencia temporaria del asiento del virreinato, lo reem­
plazaba el Oidor más antiguo. Tenía obligación de informar minucio­
samente al monarca de todos .los pormenores de su gestión y debía 
someterse a los juicios de residencia y de visita.
El Virrey no podía tener propiedades ni encomiendas de indios 
en su jurisdicción, ni vincularse social o familiarmente con sus gober­
nados, estándole prohibido contraer enlace él o cualquiera de sus fa­
miliares, con personas domiciliadas en su jurisdicción, salvo dispensa 
real. Es decir, que en todo debía parecer superior y equidistante como 
un monarca.
Duración: A los primeros virreyes designados para América se 
les dio el titulo con carácter vitalicio, pero luego se fueron estable­
ciendo plazos que se extendían de tres a cinco años, aunque este pe­
riodo no era estricto, ya que el monarca podía reemplazarlos cuando lo
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUaONAL ARGENTINA Dr. R iarJoJ. G. //Wrrcr
creyera conveniente. No podían abandonar su puesto hasta la llegada 
del sucesor. ...........
9. Capitanes Generales.
Ya hemos señalado que los Virreyes tenían además el titulo de 
Capitán General, esto es. que estaba a su cargo todo lo referido al 
mando de las fuerzas de mar y tierra de su jurisdicción. Pero por múl­
tiples razones, algunas demarcaciones territoriales ubicadas en regio­
nes fronterizas, escasamente colonizadas, que requerían una autoridad 
de mano fuerte para asegurar la paz y el mantenimiento del orden pú­
blico, y exigencias apremiantes de índole militar, fueron creadas como 
Comandancias o Capitanías Generales, tal el caso de la Capitanía Ge­
neral de Chile. El alto funcionario que allí se designaba ejercía, con 
respecto a su circunscripción, funciones análogas a las del Virrey, con 
sus mismas facultades y restricciones. Para esta función siempre se 
designaba a un militar de probada competencia en el arte de la guerra.
Cumplía generalmente sus funciones con la asistencia de una 
Junta de Guerra y un Auditor, encontrándose entre sus tareas específi­
cas. además del gobierno y administración de la Capitanía, el reclutar 
tropas, administrar víveres y municiones, sostener cuarteles, hospitales 
militares, dirimir las contiendas castrenses venidas en grado de apela­
ción y preocuparse por la defensa y fortificación de su territorio.
10. Gobernadores.
El Gobernador indiano constituye la figura más representativa 
del régimen establecido por España en el Nuevo Mundo, desde su or­
ganización definitiva en el Siglo XVI hasta la implantación de las In­
tendencias a fines del Siglo XVIII. Cabe destacar, como lo señala Zo- 
rraquín Becú, se llamaba gobernador a todo el que ejercía la función 
de gobierno, desde los virreyes hasta los mandatarios de las provincias 
subalternas, y a este oficio se agregaban generalmente funciones de 
justicia y de guerra que configuraban la magistratura más alta de cada 
región.
O rigen y evolución: Como en otros casos, el cargo de Goberna­
dor aparece antes del descubrimiento de América ya que en las cono­
cidas capitulaciones celebradas por Colón en 1492, antes de empren­
der su histórico viaje, se le concedió a su pedido, el titulo de Virrey y 
Gobernador de todas las tierras firmes e islas que descubriese.
90
MANUAL DE HISTORIA COCSSTmjCIONAL ARGENTIXV D r. R icnráo J . G. lU n ^ y
En los reinos aragoneses existían desde mediados dei Siglo XIV 
gobernadores generales que ejercían el mando en ausencia del sobera­
no, en su condición de delegado de éste. En Cataluña, Aragón, Ma­
llorca, Valencia y Cerdeña, hubo gobernadores que ejercían elevadas 
funciones, siempre subordinadas al Rey. También en Castilla algunos 
funcionarios eran conocidos como “gobernadores”, aunque su titulo 
oficial fuera otro.
El cargo de gobernador va a aparecer en Indias años después 
configurando una creación original. En 1499 los reyes católicos en­
comendaron a Francisco de Bobadilla la gobernación y oficio del Juz­
gado de las islas y tierra firme, ordenando fuera reconocido como 
“juez gobernador”, sucediéndose posteriormente designaciones simila­
res en todo el nuevo mundo. Estos nombramientos significaban la 
creación en Indias de una nueva magistratura que sólo en parte tenia 
precedentes españoles, ensayándose una creación institucional por ra­
zones circunstanciales. A las dos funciones primitivas se agregó des­
pués la de guerra incorporándole el titulo de Capitán General, dejando 
asi debidamente perfilada la nueva institución.
Cabe señalar, siguiendo al autor mencionado, que el titulo de go­
bernador se dio tanto a los que habían capitulado con el Rey para rea­
lizar determinadas conquistas, como a los que actuaron más adelante 
como funcionarios administrativos designados para una provincia que 
ya estaba poblada y organizada. Los primeros recibían por lo general 
un nombramiento vitalicio, la tenencia de una fortaleza, el cargo de 
Alguacil Mayor, como así la posibilidad de atribuirse una extensión de 
tierras o una encomienda de indios.
Concluida la conquista desapareció esta clase de gobernadores 
"capitulantes”, suprimiéndose los resabios feudales, siendo en ade­
lante sólo funcionarios administrativos, con sueldo fijo, carga tempo­
rario y poderes limitados, encargados de gobernar una provincia ya 
organizada.
Designación y clases: Los gobernadores eran nombrados por el 
Rey a propuesta del Consejo deIndias, aunque los virreyes tuvieron la 
facultad de proponer candidatos para esos cargos, y aún de designarlos 
provisoriamente para cubrir vacantes.
Dentro de la clase de gobernadores “administrativos” aparecen 
cuatro categorías que se distinguen nítidamente por su diversa jerar­
quía, a saben Io) Los virreyes eran también gobernadores del distrito
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUQONAL ARGENTINA Dr. Riendo J. G. H urey
en el cual ejercían el mando directo; 2o) Los presidentes de las Au­
diencias pretoriales o subordinadas gobernaban la provincia mayor 
sobre la cual tenía jurisdicción el tribunal; 3o) Los gobernadores y Ca­
pitanes Generales que presidían una provincia menor; y 4o) Los go­
bernadores subordinados que ejercían su función en una provincia 
menor, bajo la dependencia de cualquiera de los anteriores. En esta 
última categoría se encontraban los Corregidores así llamados en una 
comarca o Alcaldes Mayores, en otras, limitados generalmente al go­
bierno de una ciudad y sus términos, siendo los jefes políticos y admi­
nistrativos de su jurisdicción y, a la vez, jueces superiores de los Al­
caldes ordinarios.
Una vez concluida la etapa de organización, las provincias india­
nas aparecen regidas políticamente por gobernadores de las tres prime­
ras categorías. Todos ellos ejercen la función con gran autonomía, 
aunque subordinados jerárquicamente al Virrey, cuyas órdenes debían 
acatar, aunque nunca quedó bien precisada esa dependencia, actuando 
con gran libertad en la esfera de sus atribuciones.
A tribuciones y facultades: Con la aclaración referida a las dis­
tintas categorías de funcionarios que llevaron la designación de Go­
bernadores, podemos sintetizar sus funciones de la siguiente manera:
Gubernativas: La función de gobierno era amplísima y compren­
día vastas atribuciones vinculadas con el desarrollo espiritual y mate­
rial de las poblaciones. Tenía a su cargo resolver las cuestiones admi­
nistrativas, las que podían ser apeladas ante el Virrey. Podía proponer 
la designación de funcionarios y empleados y le correspondía presidir 
el cabildo metropolitano de su jurisdicción, aprobar la elección de sus 
miembros y vigilar el funcionamiento del cuerpo. Debía realizar pe­
riódicas visitas a los términos de su provincia, para informarse perso­
nalmente de su marcha. Podía designar un Teniente General que a ve­
ces era letrado y que desempeñaba las funciones políticas, judiciales o 
militares que aquél le señalaba, y podía reemplazarlos en caso de 
muerte o ausencia.
Legislativas: Podía sancionar ordenanzas relativas a la condición 
de los indios y al régimen de las ciudades, aunque esta actividad deca­
yó posteriormente cuando en la Recopilación de 1680 se dispuso que 
antes de sancionar nuevas leyes informara al Consejo de Indias a fin 
de que éste resolviera.
92
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rjcanb J. G. lltrw r
Militares: Comandaba, bajo la dirección dei Virrey, ias tropas 
establecidas en su jurisdicción. _ - ---------------
Judiciales: Como se dijo, el gobernador en un principio era Justi­
cia Mayor, ante el cual se podían recurrir las sentencias dictadas por 
los Alcaldes. Más adelante sólo conocerá de causas penales que le lle­
gan por vía de apelación, y los fallos que dictaba eran recurribles, a su 
vez, ante la Real Audiencia.
Eclesiásticas: El Gobernador debía cooperar con las autoridades 
eclesiásticas para difundir la religión, proveer los curatos a propuesta 
en tema de los Obispos, informar acerca de las iglesias y hospitales 
que era necesario erigir.
Cabe anotar aquí que los gobernadores mantenían corresponden­
cia directa con las autoridades metropolitanas y recibían también en 
forma directa las órdenes de ellas, sin pasar por la vía jerárquica del 
Virrey. Una manera de tener un directo control de ¡a marcha de los 
asuntos de Indias, sin que los funcionarios coloniales pudieran atarse a 
lealtades inconvenientes con sus similares de mayor jerarquía.
Para ejercer el mando en cada una de las ciudades que no eran 
capitales de provincia, se nombraban Tenientes de Gobernador, que 
eran además Capitanes a guerra y Justicia mayores, cumpliendo las 
órdenes del mandatario provincial.
Duración: El nombramiento del gobernador emanaba del Rey. a 
propuesta del Consejo de Indias y en un principio era por tiempo in­
determinado o vitalicio. Con posterioridad a la Recopilación de las 
Leyes de Indias se establece una duración de tres años en el caso de 
personas establecidas en América, y de hasta cinco años, para aquéllos 
que debían trasladarse desde la Metrópoli.
En caso de muerte eran inmediatamente reemplazados por el Te­
niente General de la Gobernación, y a falta de éste por los tenientes de 
gobernador en cada ciudad subalterna y por el Alcalde de primer voto 
en la ciudad Capital.
Prohibiciones: Les estaba vedado a los Gobernadores tener o 
celebrar negocios dentro de su jurisdicción, ni procurarse granjerias 
por si o por interpósita persona, ni a negociar con el sueldo de los em­
pleados inferiores, según se determinaba en la Recopilación referida. 
Al asumir su cargo debía realizar un inventario de sus bienes, para 
determinar en oportunidad del juicio de residencia, al que estaban
93
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RicmrdoJ. G. lU m cr
obligados como todos los funcionarios coloniales superiores, si su pa­
trimonio había engrosado notoriamente.
Los gobernadores indianos no podían establecer impuestos ni de­
cretar gastos y en los casos de urgencia o de invasión de enemigos po­
día realizárselos con aprobación del Virrey. No manejaban la Real 
Hacienda ni aprobaban las cuentas de los oficiales, pero debían juntar­
se con ellos semanalmente para procurar el aumento de los recursos.
11. Organismos co leg iad o^ ^ h ü ¿osT j
A través de toda la conquista y colonización de América, dice 
López Rosas, numerosas instituciones se arraigan en el continente 
americano. Algunas dan poco resultado y otras sólo proliferan en de­
terminadas regiones o son creadas solamente para un singular mo­
mento histórico. Así, adelantazgos, capitanías generales, intendencias, 
consulados, gobernaciones o virreinatos van cambiando al pasar de las 
épocas. Unas son suprimidas ante la experiencia institucional; otras 
son modificadas o reestructuradas; y lo que era aceptado en tiempo de 
los Austrias deja de funcionar en época de los Borbones. Solamente 
una institución permanece a lo largo y a lo ancho de toda América, y 
ésta es el órgano colegiado Cabildo.
Fundada una ciudad en lo más remoto del continente, podrá care­
cer de organización, habrá conflictos de jurisdicciones acerca de su 
dependencia, carecerá de las cosas más elementales, pero cumplido el 
rito de la fundación, habrá necesariamente un Cabildo. A partir de ese 
momento este Cabildo tendrá que afrontar todos los problemas, desde 
lo meramente municipal hasta la solución de la paz o la guerra en su 
lucha contra los piratas o los indios. Tendrá que improvisar su vida, 
enfrentar el hambre, la seca, la langosta y las pestes, tendrá que forta­
lecer sus instituciones, designar sus sucesores y velar por todos para 
sobrevivir. Y en medio del desierto, aislado por distancia de leguas de 
las más cercanas poblaciones, conformará su propio estilo de vida.
O rigen y evolución: Analizando esta institución, dice el autor 
citado, que el signo característico y fundamental del pueblo español es 
su "individualismo”, signo bajo el cual se realizó la conquista de 
América y conformó sus instituciones desde siglos atrás. Dice que ese 
espíritu individualista, proveniente de los celtas e íberos, dio origen a 
un verdadero espíritu regional, influido por las condiciones físicas y
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Wc*rdo J. C. /£u-»tr
geográficas y acentuado luego por las posteriores invasiones, primero 
de los romanos y luego de los visigodos.
Este espíritu que animaba a los antiguos ayuntamientos españoles 
de la Edad Media, ya en franca decadencia frente alavance del poder 
absoluto de los monarcas que afirmaba la unificación española con la 
expulsión de los moros, será trasplantado a América y allí recuperará 
el perdido vigor de otras épocas.
Las nuevas circunstancias geográficas y sociales van a imprimir 
a esta Institución una gran vitalidad. Y ellos servirán, además de satis­
facer las elementales necesidades de las poblaciones a las que regían, 
un valladar para hacer frente a los privilegios de los descendientes de 
los fundadores y a los desmanes de la alta burocracia venida de Espa­
ña.
Los Cabildos, que cumplieron una tarea fundamental, van a sen­
tir también, con la marcha del tiempo, su decadencia provocada espe­
cialmente cuando se produce la venta de los oficios concejiles, cayen­
do éstos en manos de verdaderas oligarquías, más atentas a la satisfac­
ción de vanidades sociales que a la defensa de los intereses ciudada­
nos, como afirma Ots y Capdequí. Y esta decadencia se acentúa aún 
más con el advenimiento del régimen intendencial, que le quita mu­
chas de sus atribuciones y especialmente los recursos llamados “arbi­
trios”. Sólo en los últimos años de la dominación española en Améri­
ca, con el relajamiento de los poderes del Estado, vuelven los munici­
pios coloniales a dar muestras de mayor actividad social y política, y 
algunos de ellos, como el de Buenos Aires, tuvieron papel decisivo en 
las luchas por la Independencia, afirma el autor citado.
Composición y funciones. Los Cabildos tenían distinta compo­
sición, según rigieran la vida de ciudades diocesanas o bien de las su­
fragáneas. El nombramiento de los distintos funcionarios u “oficios 
concejiles” del primer Cabildo, correspondía a la persona a quien se 
había confiado la erección de la ciudad. Pero en los casos en que la 
ciudad hubiese sido fundada por un grupo de vecinos, situación que en 
algunos casos se daba, la Recopilación de 1680 los facultaba para que 
entre ellos mismos eligieran a los Alcaldes Ordinarios y a ios oficia­
les, los que se renovaban en forma anual.
Los Alcaldes Ordinarios tenían a su cargo el ejercicio en prime­
ra instancia de la justicia ordinaria, tanto en materia civil como crimi­
na!, cuyos fallos podían ser recurridos a los Corregidores o Gobema-
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARC ENTINA Dr. R¿*rdo J. G. lUt-rer
dores, que por tal motivo eran llamados Justicias Mayores. Estos Al­
caldes eran elegidos anualmente por los propios cabildantes, y fueron 
oficios que no eran vendibles, como ocurrió con otros, tales los Escri­
banos, Alguaciles, Alféreces, Regidores, Fieles ejecutores, etc.
Los Regidores tenían como atribución todo lo referido a la poli­
cía de abastos e intervenir en las obras públicas de la ciudad. También 
corría a su cargo la visita de cárceles y el desempeño de la función de 
Alcalde en caso de ausencia o muerte de éstos. Tenían obligación de 
concurrir a los ejercicios militares, cuando concurrieran el Gobernador
o el Capitán General y además vigilaban la administración de los hos­
pitales existentes en la ciudad.
El Alférez Real era el encargado de pasear el estandarte real en 
las ceremonias públicas, tenía voz y voto en las reuniones del Cabildo 
y en caso de ausencia o muerte de los Alcaldes podía sustituirlos.
Los Procuradores tenían como misión representar al Cabildo 
ante las más altas autoridades, tales como Audiencias y Tribunales e 
inclusive ante el Consejo de la Corte del Rey- Su elección se realizaba 
por medio de los Regidores y únicamente en Cabildo cerrado. Cuando 
se presentaba algún caso que por su gravedad hiciese necesario que 
alguna ciudad enviase a España su Procurador, el Cabildo debía obte­
ner previamente la licencia del Virrey o la Audiencia del distrito a que 
pertenecía la ciudad. El Procurador debía estar presente en los repar­
timientos de tierra o de ganados.
Fieles Ejecutores. Su función específica era la de intervenir en 
la policía de Abastos de la ciudad, tarea que cumplía en compañía del 
Regidor. Ponía precio a los abastos que se traían a la ciudad, determi­
naba los lugares donde debía tirarse la basura, vigilaba la venta en las 
pulperías evitando se excediese el precio fijado para mercaderías de 
primera necesidad como el pan, hortalizas, pescados, etc. Para el me­
jo r cumplimiento de su misión se le concedió el ejercicio de ciertas fa­
cultades jurisdiccionales en asuntos de su incumbencia.
Alguacil M ayor. Era su tarea la de prender a las personas que se 
les mandara y se les encomendaba hacer cumplir las órdenes y man­
damientos de los Gobernadores, Alcaldes Ordinarios y demás funcio­
narios judiciales. Tenían también a su cargo perseguir los juegos 
prohibidos y “los pecados públicos’’.
Escribanos y Depositarios: El Escribano debía llevar el Libro 
de Acuerdos, donde se asentaban las resoluciones del Cabildo. Esta-
96
bar, obligados a guardar secreto absoluto de lo que se tratare, hasta el 
punto de que no podía ser obligado a quebrantar ese secreto. El nom­
bramiento de Depositario General competía al Cabildo, y este funcio­
nario tenía a su cargo los depósitos de los bienes que eran motivo de 
litigios y debía dar cuenta detallada al Escribano del detalle de lo reci­
bido. con indicación de la fecha en que se recibió el depósito.
FuncionamientorLos Cabildos sólo podían reunirse en las Casas 
Capitulares y estaban integrados por los Alcaldes Ordinarios y los Re­
gidores, los que eran presididos por el Gobernador o su lugarteniente. 
Los Corregidores y Alcaldes Mayores podían entrar libremente en los 
Cabildos, pero en cambio se prohibía la entrada a los Oidores,-inte­
grantes de las Audiencias, y tanto a éstos como a ¡os Virreyes se les 
ordenaba que no impidieran la elección de sus componentes.
Otros funcionarios que tenían voz y voto en los Cabildos, como 
ya hemos dicho, eran los Alféreces como también el Alguacil Mayor y 
los Oficiales Reales de la ciudad donde residieran ejerciendo sus fun­
ciones.
AtribucionesrLos Cabildos tenían facultades legislativas, pu- 
diendo redactar o confirmar Ordenanzas para el buen gobierno de las 
ciudades, aunque sujetas a la aprobación superior.
Tenían facultades electivas, ya que como es sabido, podían elegir 
a los miembros del siguiente Cabildo, que tenían mandato por un año.
El Cabildo tenía facultades para conocer en grado de apelación 
en ciertas causas falladas por los Justicias Ordinarios en primera ins­
tancia, y sus decisiones no eran'apelables hasta cierto monto. Cuando 
¡as sumas del pleito superaban los montos señalados se podía apelar al 
Gobernador o Alcalde Mayor, pero si la cuantía era superior a 500 pe­
sos podía apelarse al Consejo de Indias o a la Audiencia Virreinal.
Además el Cabildo tenía facultades de policía, pudiendo-castigar 
los actos que atentaran contra las buenas costumbres, regulaban los 
honorarios que podían cobrar ciertas actividades, intervenían en los 
repartimientos de solares, y en la vigilancia de obras y servicios públi­
cos
Las atribuciones que hemos mencionado eran propias de los Ca­
bildos “cerrados”. Los Cabildos “abiertos” prácticamente no aparecen 
mencionados en la legislación de Indias, y sólo en situaciones excep­
cionales habla de esa posibilidad para la elección de Regidores en los 
lugares de nueva fundación, o cuando determina que la elección de los
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARCENTINA Dr. Riendo J. G. Ih m r
97
MANUAL DE HISTORIA CXhNSTITUClONAL ARGENTINA Dr. R íanlo J. G. H*rrx-r
Procuradores sea hecha por los Regidores y no por “Cabildo Abierto’’. 
No obstante, es sabido que en los tiempos de descomposición del ré­
gimen colonial se hizo uso de esta facultad extraordinaria.
Importancia en el Derecho Constitucional Argentino. Los 
autores se plantean acerca de si los Cabildos fueron o no cuna de 
nuestra democracia representativa. Y también si ellos fueron el origen 
de nuestras acruales provincias.
Siguiendo el pensamiento de Galletti digamos que en el primer 
caso, se señala que los Cabildos se organizaron con la ciudad misma 
(ciudad-cabildo)y que intervenía directamente en los asuntos atinen­
tes a la ciudad, y así se lo compara con los viejos Concejos castella­
nos.
A lo largo de nuestra historia política vemos en numerosas oca­
siones interviniendo el Cabildo como autoridad soberana y convirtién­
dose en otras como poder constituyente. No podemos dejar de recor­
dar que en el Cabildo Abierto de 1810, el pueblo de Buenos Aires por 
medio de esta Institución ejerció el derecho de retroversión del poder, 
y no es menos cierto que el Fiscal de la Real Audiencia Genaro de Vi- 
llota, reclamó la presencia de los demás pueblos del interior, confián­
dose la elección de sus diputados precisamente a los Cabildos de cada 
una de las futuras provincias. Recordemos también que cuando se 
producía la vacancia del poder por distintas razones, el Cabildo de 
Buenos Aires pretendía ejercer el poder que le había sido retrovertido 
en 1810. Es cierto que la elección de los miembros de los cabildos 
coloniales estaba circunscripta a un grupo restringido, pero alr menos 
tenía el mérito o el valor de que eran los propios habitantes de estas 
tierras, los que designaban los funcionarios que regían la ciudad, más 
allá de que otros principales funcionarios, como gobernadores, te­
nientes, etc. venían nombrados desde la metrópoli. En tai sentido se 
podría hablar de una democracia restringida, pero democracia primiti­
va o atisbo de democracia al fin.
El otro punto está referido al Cabildo como origen de nuestras 
actuales provincias. En general se admite que cada uno de los Cabil­
dos coloniales con sus respectivas jurisdicciones terminaron convir­
tiéndose en ¡as primeras catorce provincias fundadoras de nuestra Na­
ción. La circunstancia de que en la Banda Oriental existiesen varios 
Cabildos, y en Buenos Aires y Entre Ríos dos, pareciera ser la excep­
ción que confirma la regla, pues el resto del país se dividió en provin-
98
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. f t j i t t
cias tomando como cabeceras, cada una de ellas, la ciudad donde teníai 
asiento el Cabildo. i
La excesiva ingerencia del Cabildo de Buenos Aires cir-tos' 
asuntos políticos va a determinar al Gobernador Martin Rodríguez, 
por acción de su ministro Bemardino Rivadavia, la supresión tie sus 
dos cabildos, política que será seguida rápidamente por todas las-p 
vincias. El régimen municipal, que era parte de las funciones del Ca­
bildo, recién será restablecido al dictarse la Constirución de 1853.
12^E! Consulado. [
Con el objeto de desarrollar el comercio se creó en Burgos (Es­
paña) un Consulado o Casa de Tratantes, facilitando a sus miembros el 
transporte y colocación de sus mercaderías. Los altos beneficios al­
canzados por la nueva institución determinaron más tarde a los comer­
ciantes de Sevilla a presentar un petitorio al Rey para establecer idén­
tico organismo en aquella ciudad.
En el trasplante de las Instituciones metropolitanas a América no 
faltó el Consulado que los reyes crearon primeramente en Méjico y 
después en Lima. La causa de la creación en aquellas dos ciudades se 
debía a que el comercio entre España e Indias pasaba únicamente por 
aquellas.
La administración de justicia en lo comercial estuvo a cargo de 
los Consulados, una vez que fueron creados en América y sus fallos, 
en causas por montos superiores a 1.000 pesos fuertes, podía apelarse 
ante la Audiencia que a ese efecto se constituía en Tribunal de Alzada, 
integrado por el Oidor Decano y dos Oidores nombrados por él entre 
los candidatos propuestos por las partes interesadas.
Las reformas introducidas por ¡os Borbones al dictarse el Regla­
mento de Comercio Libre en 1778, facilitaron el desarrollo del comer­
cio en todo el continente, con la apertura de nuevos puertos, lo cual 
favoreció especialmente al Río de la Plata, hasta entonces relegada en 
el aspecto comercial.
Por Real Cédula de 1794 se creó el Consulado en la ciudad de 
Buenos Aires, el cual además de tener funciones de Junta Protectora 
del Comercio y de Fomento Económico, era tribunal en asuntos co­
merciales y entendía además en todas las causas por delitos cometidos 
durante la navegación. Este tema será ampliado al tratárselo en el Ca­
pítulo V.
MANUAL. DE HISTORIA CO-NSTITUO0NAL ARGENTTiA Dr. R ^rd o J . C. IUttct
Era un organismo predominantemente judicial. Las primeras fun­
ciones judiciales en América fueron desempeñadas por el descubridor 
Cristóbal Colón. Las Capitulaciones firmadas con la Corona le conce­
dían como privilegio el administrar justicia en los territorios que des­
cubriera, y de la misma manera se establecieron cláusulas semejantes 
con relación a las facultades de los Adelantados que continuaron el 
proceso de descubrimiento y conquista.
Una vez que Castilla tomó conciencia de la necesidad de estable­
cer la administración de las Indias sobre bases estables, se crearon las 
Audiencias similares a los organismos ya existentes en España.
La primera Audiencia americana fue establecida en Santo Do­
mingo en el año 1511. Estos altos tribunales de Justicia llegaron a re­
vestir mayor autoridad que los establecidos en la metrópolis, dada las 
enormes distancias que existían entre los súbditos y el Rey. En su ori­
gen la Audiencia americana tuvo como modelo a las Reales Audien­
cias de Valladolid y Granada, pero pronto se diferenciaron de estos 
precedentes, ya que adquirieron importantes funciones de gobierno 
que en España no tenían.
Las audiencias americanas pueden ser clasificadas en tres grupos:
a) las Virreinales, presididas por el Virrey; b) Pretoriales, presididas 
por el Gobernador y c) Subordinadas, presididas por un presidente to­
gado. Todas ellas estaban integradas por cinco oidores, un canciller 
que guardabael sello real, un fiscal en lo civil, otro en lo criminal, un 
alguacil y varios tenientes. El Fiscal intervenía en las causas en las 
que estuvieran en juego los intereses de la Real Haciendo o del Real 
Patronato.
No obstante ser un organismo predominantemente judicial, sus 
funciones eran más amplias que las de un mero tribunal de justicia, 
pudiendo clasificarse en
Políticas: Ejercitaban un contralor de la actividad del Virrey o del 
gobernador en su caso, siendo un contrapeso de su autoridad, aconse­
jándolos en los casos de gravedad institucional. Entendían en el juicio 
de residencia del Virrey y, además, en caso de ausencia temporal de 
éste, lo reemplazaba el Oidor más antiguo. En el caso de producirse 
acefalía, asumía el cuerpo en pleno como “Audiencia gobernadora” 
hasta tanto el monarca designara al reemplazante.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RxmrJo J. G. Hmrrrr
Judiciales: Eran Tribunal de primera instancia en los juicios im­
portantes, y actuaba como Tribunal de Apelación de los fallos emiti­
dos por los tribunales inferiores (Alcaldes, Alcalde Mayor, etc.). En 
las Audiencias Virreinales había Alcaldes del Crimen, en cuyo caso 
actuaba como tribunal de apelación presididos por el Virrey.
Administrativas: Tenía a su cargo el cuidado de los intereses fis­
cales y autorizaba a la autoridad superior la realización de gastos ex­
traordinarios, Conocía en todo lo referido a los diezmos y patronato y 
estaba facultada para enviar jueces pesquisadores contra cualquier 
autoridad de su jurisdicción.
Los Oidores gozaron en América de grandes honores y preemi­
nencias, y el Virrey debía considerarlos sus iguales y en ningún caso
■as**-
MANUAL DE HJSTORLV CONSTTTUQONAL ARGENTINA Dr. JVcxrdo J. C. Hmt^ t
Bibliografía consultada y utilizada.
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA. “Nueva Historia de la 
Nación Argentina’’ Tomo 1“
GALLETTI, Alfredo. "Historia Constitucional Argentina” Tomo Io 
j LAFONT, Julio B. “Historia de la Constitución Argentina” Tomo 1°
! LEVENE, Ricardo. “Manual de Historia del Derecho Argentino” 
i LEVENE, Ricardo. "Historia del Derecho Argentino” Tomo Io 
¡ LONGHI, Luis R. “Génesis e Historia del Derecho Constitucional Ar- 
! gentino y Comparado”
| LÓPEZ ROSAS, José Rafael. “Ensayo de Historia ConstitucionalAr- !
! gemina”
OTS Y CAPDEQUI. José María. “Instituciones”
OTS Y CAPDEQUI, José María. Trasplante en Indias de las Institu­
ciones castellanas y organización legal de Hispanoamérica hasta fines 
del Siglo XVH” en Historia de la Nación Argentina de la Academia 
Nacional de la Historia.
ROSA, José María. “Historia de la Argentina" Tomo Io 
SIERRA, Vicente D. “Historia de la Argentina” Tomo Io.
ZAR1N!, Helio Juan. "Historia e Instituciones en la Argentina" 
ZORRAQUIN BECU. Ricardo. “Historia del Derecho Argentino” 
i Tomo lu
! ZORRAQUIN BECU, Ricardo. "La Organización política argentina |
i en el período hispánico”________________________________________ j
102
■MANUAL DE HISTORIA CO.NSTTTL'QO.NAL ARGENTINA D r.XcnrdoJ. G. IL m r
CAPITULO 4
1. Legislación hispano-americana.
Para comenzar el tratamiento de este tema, es conveniente recor­
dar con Ots y Capdequí en su libro “Instituciones”, que España, al 
tiempo del descubrimiento, no tenía una verdadera unidad nacional. A 
pesar del matrimonio de los Reyes Católicos, Castilla seguía mante­
niendo su propia personalidad política y jurídica, con sus autoridades 
y sus cuerpos de leyes que reflejaban su derecho peculiar.
Como la que patrocinó la empresa colombina fue Isabel de Cas­
tilla, ello motivó que los territorios descubiertos se incorporaran a la 
corona de Castilla, y que fuese el derecho castellano el que rigiese 
desde los primeros momentos la vida jurídica de las Indias.
Pero la intención de los soberanos españoles de organizar los te- 
rrttorios descubiertos bajo las mismas normas jurídicas imperantes en 
Castilla, tuvo que ceder en gran parte ante el imperativo inexcusable 
de la realidad. Las circunstancias económicas, raciales y geográficas 
del Nuevo Mundo, tan complejo en su enorme extensión, tan distante 
y tan distinto, no pudieron ser encuadradas dentro de los rígidos pre­
ceptos del viejo derecho castellano. Se tuvieron que'dictar normas ju ­
rídicas nuevas para hacer frente a situaciones de hecho desconocidas 
hasta entonces, y así nació el derecho propiamente indiano que alcan­
zó un desarrollo extraordinario y que en muchos aspectos desplazó ai 
derecho castellano tradicional.
Frente a ello, se dispuso desde la metrópoli que las disposiciones 
dictadas por los altos organismos del gobierno radicados en España, 
para su aplicación en Indias, como así las normas dadas por las autori­
dades coloniales facultadas para ello, tuvieran primacía en su vigencia 
y observancia, no pudiendo acudirse a las fuentes del derecho caste­
llano más que a falta de derecho aplicable en las fuentes del derecho 
propiamente indiano, es decir que el derecho castellano no tuvo sino 
un carácter meramente supletorio.
103
MANUAL D E HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KcxrJo J. G. H trrcr
Cabe señalar que la vigencia del derecho castellano en Indias tu­
vo un alcance mucho mayor en la esfera del derecha privado que en la 
del derecho público.
2. Sus características.
Como rasgos más característicos de la legislación indiana pueden 
ofrecerse los siguientes, que hemos extractado del trabajo del Dr. José 
María Ots y Capdequí::
a) Un casuismo acentuado. No se intentó, salvo en contadas excep­
ciones, realizar amplias construcciones jurídicas que fijasen ple­
namente los contornos de una institución o una rama especial del 
derecho. Por el contrarío, se legisló sobre problemas muy concre­
tos y se trató de generalizar, en lo posible, la solución en cada ca­
so adoptada. Por esa razón en la esfera del derecho privado se tu­
vo que recurrir preferentemente a las fuentes del derecho castella­
no, a pesar de su carácter supletorio, porque en las del derecho in­
diano propiamente dicho apenas si se hallan preceptos que supon­
gan una verdadera innovación jurídica de la doctrina tradicional­
mente aceptada en la metrópoli.
b) Una profusión legislativa: Las sucesivas disposiciones dictadas 
por los diversos organismos, tanto metropolitanos como residen­
ciales, pobló de disposiciones el gobierno de Indias, dándose el 
caso de situaciones en las que existían disposiciones contradicto­
rias, a las que quiso poner fin el Ordenamiento de 1680.
c) Una tendencia asimiladora y uniformadora: En un primer mo­
mento por parte de la Casa de Austria, y en mayor medida por la 
de los Borbones, se intentó estructurar la vida de las Indias con 
criterio uniformador y tratando de asimilarlos al propio territorio 
metropolitano. Así se indicaba que “siendo de una misma corona 
los reinos de Castilla e Indias, las leyes y maneras del gobierno de 
los unos y de los otros deben ser lo más semejantes y conformes 
que se pueda”. Pese a ello las mismas instituciones creadas para 
América, adquirieron modalidades diferentes en las distintas re­
giones, según el ambiente geográfico, social y económico en que 
hubieron de desenvolverse.
d) Una gran minuciosidad reglamentaria: Los monarcas españoles 
pretendieron tener en sus manos todos los hilos del gobierno de. un 
mundo tan vasto, tan complejo en su diversidad y tan lejano. No
sólo les preocupaban los problemas de las grandes divisiones ad­
ministrativas, llámense virreinatos, gobernaciones o audiencias si­
no que querían conocer los propios de una ciudad o de reducidos 
núcleos rurales. Como esto les era prácticamente imposible, tuvie­
ron que otorgar a los funcionarios amplias facultades, pero movi­
dos por la desconfianza buscaron un equilibrio de poderes entre 
los organismos más elevados del gobierno, con interferencias pe­
ligrosas entre sus respectivas esferas de acción, multiplicando las 
instrucciones políticas y administrativas y complicando extraordi­
naria y minuciosamente los trámites burocráticos,
e) Un profundo sentido ético y religioso. El fin religioso fue una de 
las preocupaciones primordiales de la Corona, y al incorporarse a 
ella las tierras americanas, la conversión a la fe cristiana de los 
aborígenes sometidos y la defensa de la religión en aquellas regio­
nes, fue uno de los móviles que impulsaron su política colonizado­
ra, y esa actitud se reflejó ampliamente en las leyes de Indias. 
Teólogos y moralistas, más que juristas y hombres de gobierno, 
fueron los animadores espirituales de esta legislación, que acusa 
un tono de plausible elevación ética, aunque en la realidad de los 
hechos se observaba un divorcio en su aplicación concreta. En 
muchas ocasiones fueron distintas la doctrina declarada en la ley y 
la realidad de la vida social.
0 Vigencia de la costumbre. La costumbre tuvo gran importancia en 
la formación de algunas instituciones, aunque algunas de ellas no 
estuvieron consignadas en la Recopilación de 1680, pero esas 
costumbres subsistieron vigorosamente no obstante las disposi­
ciones en contrario de las nuevas leyes. Puede afirmarse que en 
América el derecho consuetudinario llegó a constituir todo un 
cuerpo de derecho positivo, formado natural y espontáneamente a 
espaldas de la legislación que se dictaba, 
g) Supervivencia de instituciones aborígenes. Las primitivas costum­
bres jurídicas de los indios aborígenes se hicieron respetar por el 
legislador español, siempre que no estuvieran en contradicción in­
salvable con los principios básicos del pueblo colonizador y no 
constituyeran un peligro para la seguridad y soberanía del nuevo 
estado.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. ¡U m y
105
MANUAL DE HISTORIA CO N STrrU aO N A L ARGESTLNA Dr. fücmrjo J. C. //^ > rr
3. Capitulaciones. - ---- -
Eran los instrumentos jurídicos celebrados en forma previa a la 
empresa de descubrimiento por parte de los Adelantados y la Corona..
Las capitulaciones son contratos firmados entre el Rey, por una 
parte, y el Adelantado, por la otra, en cuya virtud se establecen dere­
chos y obligaciones recíprocas. Según las opiniones se trata de un 
contrato de derecho público, por la naturaleza especial de una de las 
panes contratantes (la Corona), por la naturaleza de su contenido y por 
la función política, económica y social que llenaban, aún cuandoentre 
sus cláusulas se determinaban cuestiones que importan la vigencia de 
normas contractuales de derecho privado.
Cuando España decidió realizar la conquista y colonización de 
las nuevas tierras descubiertas, la situación del tesoro real no era lo 
más floreciente, por lo que se vio en la necesidad de convenir con 
particulares la efectivización de tales empresas, quedando a cargo de 
éstos todos los gastos que ellas demandaban.
Galleti dice que se trataba de un contrato de naturaleza especial, 
por el cual se comprometía a adelantar o conquistar nuevas tierras para 
y en nombre del Rey, sostener los gastos de la expedición y de la con­
quista a su propia costa; promover la conversión de los indios y reali­
zar fundación de ciudades, llevando adelante la empresa de la con­
quista. Por su parte, José María Rosa dice que el Rey, o el Consejo de 
Indias en su nombre, dispone con el Adelantado la capitulación de los 
derechos y obligaciones recíprocas, a la que no se le quiere dar la for­
ma de un “pacto feudal” concluido, por escrito o de palabra, y por eso 
reviste la apariencia de un nombramiento donde el Rey hace merced 
durante “dos vidas", al Adelantado y su sucesor, de una zona de In­
dias, con sus tesoros naturales, botines de guerra, tierras y habitantes. 
El Adelantado se compromete a explorarla, pacificarla, y poblarla por 
su cuenta, pero a nombre del Rey y bajo la vigilancia del Consejo de 
Indias.
En la mayor parte de las Capitulaciones, ya que no todas eran 
iguales, se concedía al Adelantado, por una o dos vidas y a veces a 
perpetuidad, las facultades de repartir tierras y encomendar indios, asi 
como para nombrar, libremente o con limitaciones, a los funcionarios 
menores que habrían de regir en las tierras descubiertas, para lo cual Je 
concedía los títulos necesarios para ejercer en ellas el gobierno políti­
106
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricarda J. G. ll*r.*r
co y administrativo y ei mando militar, además de las judiciales, aun­
que en estas debía actuar junto a dos alcaldes mayores.
Antecedentes históricos:
a) Existen capitulaciones como instrumento jurídico para comisionar a 
particulares el desempeño de funciones determinadas, antes del 
descubrimiento de América (por ejemplo en las Islas Canarias).
b) Se utilizó no sólo para empresas de descubrimiento y colonización, 
sino también para formalizar mandatos de naturaleza muy diversa, 
confiados por el Estado a los particulares.
c) A su vez, existían casos en que el que ha contratado con la Corona, 
capitulaba a su vez con un tercero que asociaba a su empresa, cele­
brando nuevo asiento o capitulación, llamado “de compañía”.
Facultad de otorgar capitulaciones: La Corona o las autorida­
des expresamente facultadas por ella a ese efecto. En la Metrópoli go­
zó de esa facultad el Consejo de Indias y la Casa de Contratación. En 
las Indias, podían hacerlo las Audiencias, los Virreyes, y los goberna­
dores, con la reserva de la confirmación real.
Partes de las Capitulaciones:
1) Licencia otorgada por el Rey para conquistar, descubrir, etc.
2) Obligaciones del descubridor y mercedes otorgadas por la Co­
rona.
3) Carácter condicional de las mercedes regias, supeditadas al 
éxito de la empresa y la conducta del descubridor. Se determinaban 
los castigos por el incumplimiento de lo pactado.
4) Más tarde se incorporaron preceptos relativos al buen trato de 
los indios conquistados.
Las mercedes regias variaban de una capitulación a otra, pero a 
medida que la colonización avanzaba, se observa una tendencia a 1a 
uniformidad en la concesión de mercedes.
4. Ordenanzas. Reales Cédulas. Otras formas de instrumentar las 
disposiciones.
Desde el punto de vista técnico se distinguían muy diversas cla­
ses de normas jurídicas, como lo señala Zorraquin Becú:.
Leyes: En sentido estricto eran las disposiciones sancionadas en 
las Cortes del Reino, las cuales tenían siempre alcance general y gran 
autoridad. Tuvieron muy poca importancia en la formación del dere­
107
MANUAL DE HISTORIA CONSTmjaONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J .G . H *m y
cho indiano, y aún en Castilla las Cortes entraron en decadencia en el 
Siglo XVI............................................... - ............ - ............. -
Pragm áticas sanciones: Fueron dictadas por los Reyes en em­
plazo de las leyes. Versaban sobre materias muy generales y tuvieron 
la misma autoridad que las leyes. De esta naturaleza fueron las que 
dispusieron la incorporación de los reinos de Indias a Castilla (1520), 
las Nuevas Leyes de 1542 y la que ordenó expulsar a los jesuítas en 
1767.
Las demás disposiciones del monarca derivaban del ejercicio 
normal de su actividad legislativa, y se distinguían por su contenido y 
por su forma.
O rdenanzas: Se las llamaba así cuando eran de carácter muy 
general, aunque no necesariamente destinadas a todas las provincias, y 
sobre materias muy importantes. Reglamentaban, por lo general, una 
institución en forma más o menos completa, como por ejemplo las 
Ordenanzas de Poblaciones, del Consejo de Indias, la de Intendentes, 
etc. No emanaban necesariamente del Rey, pero eran suscritas a su 
nombre y a través de ellas se daban atribuciones a las instituciones pa­
ra dictarlas, aunque debían ser elevadas al monarca para su aproba­
ción.
Las Instrucciones: Estaban destinadas casi siempre a un funcio­
nario o a un organismo y tenían por objeto señalar las normas que de­
bían aplicar o a las que debían sujetarse en el ejercicio de sus funcio­
nes.
O tras disposiciones: Emanadas de los Reyes, eran los nombra­
mientos o títulos, las mercedes de tierra, oficios, etc., los privilegios, 
las declaraciones destinadas a interpretar o modificar normas anterio­
res, las sobrecartas mediante las cuales el Rey insistía en imponer re­
soluciones suplicadas.
Por su forma de promulgación, se distinguían en:
Provisiones reaies: Estas iban encabezadas con el nombre del 
monarca, precedido del “Don” (Don Carlos, Don Felipe, etc.) y segui­
do de todos sus títulos, indicándose a quien o quienes se dirigía, expo­
niéndose los motivos de la medida, la decisión tomada, la fecha y la 
firma (Yo, el Rey). También podían expedirse provisiones reales, con 
el nombre y los títulos del monarca pero con la firma de sus miem­
bros, tanto el Consejo de Indias como los Virreyes y las Audiencias:
108
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. JUcxrda J. G. liarr*r
Las reales Cédulas: Eran las más frecuentes y sólo tenían como 
encabezamiento la fórmula “El Rey”-,- sin su nombre ni sus títulos.
Las C artas Reales: Asumían una forma epistolar, mediante la 
cual los reyes contestaban las consultas hechas por las autoridades y a 
veces les comunicaban la resolución tomada.
5. Potestad legislativa de los O rganos de Indias.
En un sentido doctrinal estricto, tanto en España como en Indias, 
la potestad de dictar las leyes radicaba en forma exclusiva en la Coro­
na, supremo legislador del reino. Los demás organismos a quienes se 
facultaba para dictar disposiciones de carácter legislativo, lo hacían en 
nombre del Rey y sujeto a su confirmación.
Las autoridades designadas para gobernar el nuevo mundo, resi­
dentes en las colonias, tuvieron en mayor o menor medida, potestades 
legislativas que es necesario estudiar separadamente en cada una de 
las instituciones.
Según lo explica Zorraquin Becú, los Adelantados podían im­
partir órdenes particulares y generales en todo lo relativo al gobierno 
de su territorio, aunque las Capitulaciones respectivas les imponían 
algunas restricciones. Tal, por ejemplo, la de asesorarse con los sacer­
dotes y los oficiales reales, pero dentro de ese amplio marco podían 
dictar ordenanzas generales que requerían la confirmación del Rey, 
pero que entre tanto eran aplicadas. Los lugartenientes de aquéllos, en 
su ausencia, también podían sancionar múltiples disposiciones, por si 
solos o en acuerdo con los oficiales reales.
Los Virreyes gozaron de la autorización para expedir normas 
nuevas, ya sea sobretrato a los indios, organización de los cabildos, 
laboreo de las minas, comercio interior, y todas las que pareciesen 
convenientes para el buen gobierno, exigiéndoseles en todos los casos 
contar con el acuerdo de la Real Audiencia, sobre todo en las materias 
graves o extraordinarias. En este caso no requerían confirmación real, 
pero era de su obligación el comunicarlas al Consejo de Indias. En la 
Recopilación de 1680 se prohibió a los virreyes, audiencias y gober­
nadores dictar leyes nuevas sin previa consulta al Consejo. Esta legis­
lación virreinal debía ajustarse a las normas del derecho indiano o su­
plir sus vacíos.
Los gobernadores tuvieron también facultades legislativas, es­
pecialmente para regular el trato de los indios y organizar el gobierno
109
MANUAL DF. ¡nírTORU CONSTITUClOiNAL ARGESTLNA Dr. Ricmrdo J. G. Umrrcr
de las ciudades, y las referidas al buen gobierno de su jurisdicción, 
hasta la prohibición de 1680. ■ ............ - . ........................ ...
Los Intendentes, establecidos en el Siglo XVIII por los Borbo­
nes, continuaron con poderes similares, y aún recibieron mayor am­
plitud de facultades en asuntos vinculados a la organización financiera 
y el régimen económico.
Los Visitadores, Jueces de Residencia, Jueces de Comisión, 
etc. funcionarios enviados esporádicamente para realizar investigacio­
nes o regular el funcionamiento de algún órgano gubernativo, tuvieron 
a veces facultades legislativas expresamente concedidas en sus res­
pectivos nombramientos, señalándose como ejemplo el caso del Visi­
tador Alfaro y sus conocidas Ordenanzas.
C orregidores, Tenientes de G obernador y Cabildos, ubicados 
en un plano inferior, unos y otros podían tomar medidas de importan­
cia secundaria para resolver los problemas inmediatos de sus distritos, 
fijar salarios, precios, medidas de carácter edilicio, sanitarios, abasto 
de ¡a ciudad, uso y distribución del agua, etc.
Las Audiencias, aunque eran organismos fundamentalmente ju ­
diciales, que podían dejar sin efecto las providencias gubernativas de 
¡os virreyes y de los gobernadores, mediante la apelación de los inte­
resados, cuando las consideraban contrarias a las leyes y, además, es­
taban facultadas para impartir órdenes fundadas en derecho a las auto­
ridades inferiores, mediante acuerdos solemnes que tenían la forma de 
reales provisiones expedidas con el nombre y sello del Rey. Estas pro­
visiones muchas veces eran verdaderas leyes por el carácter general de 
su contenido, que suplía los vacíos del derecho vigente o le daba una 
interpretación definitiva.
6. Legislación Indiana.
Se llamaba así a la legislación dictada desde los órganos metro­
politanos con el fin de regir en los reinos de Indias, y también a la que 
dictaban los funcionarios e instituciones de gobierno establecidos en 
América.
Como los problemas locales no eran idénticos, se dictaban nor­
mas especiales para cada provincia sin pretender implantar un régimen 
uniforme en todas ellas, por lo que la legislación sancionada en Espa­
ña para Indias no tenía necesariamente un alcance general. Ya hemos 
dicho que una de las características del derecho indiano era su casuis-
1 1 0
MANUAL DE mSTORUCONSTTTUaONAL ARGENTINA Dr. Ricmrdo J. G.Hsrrcr
mo. La legislación indiana se formó así con multitud de disposiciones 
particulares, que a veces constituían precedentes para otras regiones, 
pero que sólo con respecto a ciertas instituciones dieron origen a un 
sistema orgánico.
La abundancia de tales disposiciones obligó a pensar en la nece­
sidad de reunir y ordenar ese vasto material legislativo. Esa labor era 
indispensable para asegurar su difusión y su conocimiento y para eli­
minar disposiciones caducas o contradictorias.
7. Situación jurídica y social del Indígena.
El maestro Ots y Capdequí en su libro "‘Instituciones” analiza la 
situación del indio, con posterioridad ai descubrimiento de América, 
expresando que desde el primer momento se mantuvieron en la Corte 
dos criterios opuestos acerca de cual debía ser la condición jurídica de 
los indios sometidos. Dice que algunos juristas y hombres de gobierno 
se pronunciaban a favor de mantenerlos en la servidumbre, como es­
clavos; los teólogos y especialmente el Padre Bartolomé de las Casas, 
propugnaban que se considerase a los indios como hombres libres.
Los primeros indios llevados por Colón al regreso de su expedi­
ción fueron vendidos, aunque se ordenó prestar fianza por ellos hasta 
que dicha venta fuera confirmada, pero poco tiempo después se orde­
naba que tales indios fueran puestos en libertad y restituidos a sus paí­
ses de origen.
Doctrinariamente no tardó en imponerse el criterio de conside­
rarlos como hombres libres, vasallos de la Corona de Castilla, pronun­
ciándose así en forma terminante en contra de su esclavitud. No obs­
tante ello, en los primeros tiempos los indios sirvieron como elemen­
tos de cambio por animales u otros bienes, pero las Audiencias se en­
cargaron de aplicar la sana doctrina legal. Sin embargo, en algunos ca­
sos como el de los indios salvajes o caníbales tales como los caribes, 
se permitía reducirlos a la esclavitud, aunque con carácter excepcional 
cuando ellos eran cautivados en una guerra justa. Tal lo que reproduce 
la Recopilación de Leyes de Indias de 1680.
Prevaleció, sin embargo, el criterio de considerarlos vasallos li­
bres de la Corona, aunque considerándolos personas rústicas o mise­
rables, necesitados de tutela o protección jurídica. Así lo establecía la 
legislación emanada del Consejo de Indias, especificando que en con­
dición de vasallo debía pagar tributos a la Corona, aunque equiparado
111
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. lU m rr
a lo que en nuestra legislación actual se considera como “menor inca­
paz”, y como tal necesitado de una tutela legal, que generalmente es- _ 
taba a cargo de un Protector de Indios.
Desde un punto de vista social, una vez decidido por teólogos y 
juristas que los habitantes de América eran seres humanos, dotados de 
alma, y no meros “animales parlantes” , la relación entre conquistado­
res y conquistados cambió radicalmente, no obstante lo cual su situa­
ción esruvo en la generalidad de los casos en verdadera servidumbre.
Si bien se los colocaba en un pie de igualdad a españoles e indios, 
pues todos eran vasallos y debían pagar tributo al Rey, la realidad de 
la vida era otra, ya sea por el imperativo de la conquista de atraerlos a 
la fe cristiana, como el propósito de incorporarlos a la economía en la 
que su mano de obra era indispensable.
Los indios asi', eran entregados mediante repartimientos hechos 
por el Adelantado, y sujetos a regímenes de trabajo como la Mita, la 
Encomienda o el Yanaconazgo, buscándose de esta manera hacerles 
abandonar sus hábitos nómades, reduciéndolos y encomendándolos.
Resulta interesante destacar que en la medida en que las normas 
protectoras dictadas a favor de los indios se ponían en práctica, la ne­
cesidad permanente de mano de obra encontró un camino para satisfa­
cerla en la adquisición de esclavos negros traídos del Africa por los 
comerciantes ingleses y holandeses y más adelante por los propios es­
pañoles, medidas que fueron aconsejadas hasta por los propios teólo­
gos como el Padre Bartolomé de las Casas, quien había solicitado del 
Rey se autorizara su introducción en las Indias.
8. Normas Protectoras Civiles, penales y laborales.
En primer lugar debe considerarse como un grave error ocuparse 
de las normas dictadas a favor de los indígenas cómo si durante los 
tres siglos de la dominación española, éstas hubiesen tenido un carác­
ter invariable. Estas normas fueron cambiando según las épocas, la 
política de la metrópoli y la acción perseverante de muchos defensores 
de los indios, que hicieron conocer a los monarcas españoles muchos 
de los excesos que aquí se cometían.
La colonización española en Indias fue realizada por una minoría 
de europeos y los aborígenes constituyeron la base con que se desen­volvió aquella actividad, adquiriendo una presencia preponderante, en 
la primitiva vida económica y social y de allí la preocupación de los
112
MANUAL DF. HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. K crdo J. G. f ím y
gobernantes en dictar normas protectoras de esta mano de obra fun­
damental, más allá del fin de la conversión al cristianismo que fue la 
base misma de la conquista.
El Dr. Levene recuerda que una ley de Indias proclamaba que los 
indios son útiles a todos y para todo, y que todos debían mirar por 
ellos y por su conservación, pues si los indios faltasen todo cesaría. Se 
reconoce ahora que la legislación de los aborígenes tuvo marcada in­
fluencia en la legislación indiana, la que en gran medida se apartó de 
la originaria normativa castellana, adecuándose a las nuevas circuns­
tancias que les tocaba vivir en estos nuevos territorios.
La colonización española no abolió el sistema político y econó­
mico de ios Incas, y si bien en las cabeceras de ios pueblos se desig­
naban corregidores españoles, los caciques continuaban con el gobier­
no de sus tribus, y para evitar los abusos que sobre ellos pudieran co­
meterse, se designaba un funcionario con el titulo de “Protector de In­
dios”, que debía asumir su defensa.
Puede afirmarse que la legislación española para Indias, espe­
cialmente la Recopilación de 1680, es una verdadera “gloria jurídica 
de España” ya que especialmente en su libro VI legisla sobre los in­
dios de la misma manera en que lo hace para los castellanos, con amor 
y humanidad, en una época en que aún no habían desaparecido del to­
do las supervivencias bárbaras y la división de la sociedad en clases, 
propia de la Europa del Feudalismo.
En el orden civil, la protección de los indios estuvo orientada a 
evitar que a los indios reducidos se les quitaran las tierras que antes 
hubiesen tenido, a que se procurase fundar pueblos de indios, en los 
que debían designarse alcaldes y regidores indios, y se evitaba en ge­
neral el contacto de éstos con los españoles, negros, mulatos y mesti­
zos. En general a los indios se les destinaba las tierras necesarias, re­
partiéndoseles lo que fuere necesario para labranza y sementeras y pa­
ra poder disponer de animales de cría.
En las Leyes de Indias se encontraba también una definida políti­
ca de protección de la niñez, y respecto de los niños abandonados se 
creó la obligación de recogerlos en asilos o entregándoselos a familias 
para su crianza. Uno de los aspectos en que se diferencian las leyes 
castellanas de las indianas es la referida a la familia, tanto para los es­
pañoles como para los indios. Frente al amancebamiento en que iban 
cayendo los conquistadores con las mujeres indias, se fijaron piazos
113
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rkarxh J. G. Hmr^r
para que éstos contrajeran matrimonio, señalándose penas tales como 
las de perder lo que habían recibido de las indígenas. Desde 1503 se. 
había autorizado el casamiento de cristianos con indias y de mujeres 
cristianas con indios, en cambio se coartó la de los españoles con mu­
jeres negras o mulatas.
Esta prescripción tiene un valor excepcional, dice Levene. por el 
espirita igualitario que la alienta y el pensamiento de la formación de 
una nueva sociedad, como la que se iba formando en América. En el 
Libro V! de la Recopilación de Leyes de Indias de 1680 se consignan 
numerosas disposiciones sobre la organización de la familia indígena 
sobre la base del modelo de la familia española, castigándose a aqué­
llos que incurrían en poligamia. También se prohibió el “matrimonio 
por compra” que usaban los indios para vender a sus hijas al mejor 
postor, lo que generalmente llevaba a los maridos a tratar a sus muje­
res como si fueran esclavas.
En el orden penal, la legislación indiana mandaba respetar las 
costumbres y gobiernos antiguos de los indios, transformándolos gra­
dualmente en cuanto lo permitía su capacidad. Los excesos de tiranía 
en que pudieran incurrir los principales, eran castigados sin que por 
ello se suprimieran los cargos. Cabe destacar como un hecho signifi­
cativo el que en Indias se atenuaran los castigos frente a faltas o deli­
tos que en España eran más severamente castigados. Así, resultaba 
muy rara la aplicación de la pena de muerte o de prisión, la que en la 
mayoría de los casos era sustituida por las de carácter pecuniario, im­
puestas por la necesidad de dedicar a las gentes, españoles o indios, ai 
trabajo productivo. Para los indios se establecía una jurisdicción espe­
cial. y en ella los Alcaldes podrían poner preso al indio que faltase a la 
mita o a la doctrina o se emborrachase y aún aplicarle azotes por mano 
de otro indio, pero si el delito era de mayor importancia, debía ser lle­
vado a 1a ciudad y entregarlo a la justicia. Este sistema funcionó con 
mayor eficiencia en las misiones jesuíticas.
En el orden laboral, los repartimientos de indios y las enco­
miendas constituyen una materia vital dei derecho indiano. Sobre estas 
instituciones se erigió el edificio de la Conquista y Colonización ame­
ricana, debiendo señalarse que estas instituciones fueron diferentes en 
las distintas zonas geográficas y según el momento histórico vivido, 
cambiando su estructura en el curso de la dominación española.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. JLtney
Así, pueden señalarse períodos claramente definidos: una primera 
etapa en la que el indio prácticamente fue tomado en grado de servi­
dumbre similar a la esclavitud, sin retribución alguna, etapa de la que 
rápidamente se reaccionó, y en tal sentido, ¡as Leyes de Burgos de 
1513 fueron dictadas a consecuencia del informe producido por los 
frailes dominicos que consideraron a los repartimientos de indios co­
mo contrarios a los principios de humanidad y de igualdad del derecho 
natural. El Rey convocó a una Junta de Teólogos, resultando de ella 
una serie de proposiciones fundamentales, como la de que debia tra­
tarse a los indios como seres libres; que debían ser instruidos en la fe; 
que se los podía mandar a que trabajen , pero sin que ello impidiera la 
instrucción de la fe y fuera provechoso a los indios y ai reino; que de­
bía dárseles el debido descanso; que tuvieran casa y hacienda propia; 
que se les diera tiempo para labrar su tierra y que se les pagara un sa­
lario adecuado por su trabajo.
Puede afirmarse que éstas fueron las primeras leyes obreras de 
carácter general dictadas para los indios, aunque conservando el sis­
tema de repartimientos, aunque rodeándolos de garantías para asegurar 
el trato humano de los indios.
En 1542 se dictaron las “Nuevas Leyes" que se ocupaban deteni­
damente de la situación de los indios, entre ellas las de que no se car­
gasen a los indios contra su voluntad ni sin pagárseles; prohibía a los 
funcionarios reales en Indias el otorgamiento de indios en encomien­
da, y a medida que se producía la muerte del encomendero, los indios 
encomendados se incorporaban a la Corona. El Dr. Levene afirma que 
con estas leyes se destruían los fundamentos de la propiedad y de una 
plumada se convertía en libre a una nación de esclavos. Sin embargo, 
los encomenderos se resistieron a libertar a los indios y a disolver los 
repartimientos realizados con anterioridad.
Con respecto al régimen de trabajo de los indios, en la segunda 
mitad del siglo XVI, éste consistía en un alquiler obligatorio, con in­
tervención oficial, para que no se impusiera un trabajo excesivo y éste 
fuera debidamente remunerado. En el siglo siguiente, por Real Cédula 
de 1601, se mandaron cesar los repartimientos de indios, pero como 
eran inevitables los servicios se disponía que en adelante se llevara a 
éstos a las plazas y lugares públicos para que convinieran libremente 
con los patrones, concertándose el trabajo por días o por semanas. Se 
determinaba que el Virrey y los Gobernadores tasarían con espíritu de
115
MANUAL. DE inSTORLV CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Hiendo J. G. Hmrr*r
justicia los jóm ales, evitándose queel trabajo fuera excesivo y asegu­
rándose el pago de sus jornales. Cabe señalar que ante la actitud de los 
indios poco afectos al trabajo, se determinó compulsivamente la obli­
gación de trabajar, aunque dejando al indio la libre elección de su pa­
trono.
Al analizar el tema del servicio persona! de los indios y la enco­
mienda se estudiaran las características laborales de estas institucio­
nes.
Respecto de los trabajos en las minas se adoptaron, también, una 
serie de medidas protectoras en defensa de la seguridad de los obreros, 
que en su mayoría eran indios.
Las primeras leyes destinadas a reglar las relaciones del trabajo, 
derechos y obligaciones de los españoles e indios, fueron dictadas por 
Domingo de Irala, Juan Ramírez de Velazco, Juan de Garay y Her­
nando Arias de Saavedra, aunque las más significativas fueron las del 
Fiscal y Visitador, el Licenciado Francisco de Alfaro, que veremos en 
un punto siguiente.
9. Instituciones que regulaban la vida del indígena. R epartim ien­
tos y Encom iendas.
Los indios convertidos a la doctrina cristiana eran considerados, 
como hemos dicho, vasallos libres de la Corona al igual que los espa­
ñoles, aunque sujetos a tutela. También hemos señalado que en los 
primeros tiempos de la Conquista los españoles se repartían a los in­
dios como bienes mostrencos para beneficiarse con su servidumbre. 
Poco a poco la legislación empezó a poner orden en el reparto de estos 
seres e hizo resurgir una vieja institución del derecho Castellano, la 
■'encomienda” .
Esta era un pacto feudal clásico necesario por el estado de inse­
guridad de Europa entre los siglos IX a XII y en virtud de él los tra­
bajadores de la tierra se “encomendaban” a un Señor a quien daban 
una pane de los beneficios del suelo a cambio de la seguridad de de­
fenderlos en sus vidas y bienes. El Señor mediante sus huestes guerre­
ras debía defenderlos y levantar su castillo que debía servar de lugar de 
refugio ante las invasiones a que estaban expuestos.
Esta institución fue adaptada en América a las circunstancias di­
ferentes que se vivían en estas tierras: ios miembros de una tribu, con 
su cacique y su propia organización eran “encomendados” a la protec­
116.
MANUAL DE HISTORIA CONSTTrL’aONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G.
ción de un ‘‘encomendero” . En nombre de los indios, el Protector de 
- indios, expresaba !a presunta voluntad de éstos de trabajar en benefi­
cio del español, debiendo éstos como contraprestación velar por su 
instrucción doctrinaria y responder a su integridad física y seguridad 
personal.
Variaron mucho en el tiempo las características y formalidades 
de la encomienda, así como la vigilancia de los funcionarios sobre los 
procederes de los encomenderos, dice el historiador José María Rosa a 
quien seguimos en este tema, . En un principio las encomiendas fue­
ron temporales, reintegrándose los indios a la Corona una vez vencido 
el plazo. Luego adquirieron carácter vitalicio, mientras no se produje­
sen excesos por parte del encomendero, pero luego surgió la práctica 
de que los indios no volviesen a la Corona, sino que siguiesen para 
beneficio de la viuda y de los hijos del encomendero, otorgándose 
desde entonces las encomiendas por dos vidas, que luego son extendi­
das a tres, según una real provisión de 1513.
Sobre la institución de las encomiendas hubo fuertes polémicas. 
Los que eran contrarios a ella exhibían los excesos de algunos enco­
menderos, mientras sus partidarios argumentaban sobre la imposibili­
dad de establecer otro régimen más apropiado al trabajo y cuidado de 
los indios. Hubo reglamentaciones protectoras de los indios, y por las 
Leyes Nuevas llegó a suprimirse el régimen de encomiendas, dando 
lugar a serias resistencias, y más tarde se reemplazó el servicio perso­
nal por un tributo que debía ser pagado por el indio al encomendero. A 
comienzos del Siglo XVII se comenzaron a abolir las encomiendas y 
un siglo más tarde quedaron prácticamente extinguidas.
El autor que venimos siguiendo comenta que el objetivo de las 
distintas formas de encomienda era la formación de un proletariado 
indígena, más o menos protegido y defendido contra las expoliaciones 
de terceros. Afirma ser éste el objetivo fundamental ya que el español 
no arriesgaba su vida para ejercer en el Nuevo Mundo funciones su­
balternas. sino que buscaba convertirse en Señor con buena mano de 
obra a su alcance; tanto ello es asi, que al finalizar el Siglo XVI habi­
taban las siete ciudades del Tucumán setecientos españoles, de los que 
trescientos eran encomenderos, formando la clase “alta” de la socie­
dad. La clase “media” restante estaba constituida por los que ejercían 
oficios, o esperaban simplemente su tumo para convertirse en propie-
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. C. Hmrr*r
torios de encomiendas. La clase “proletaria” la constituían los 14.000 
indígenas que laboraban o pastoreaban las tierras de sus señores.
Contrasta esta desproporción con relación a Buenos Aires, donde 
para comienzos del Siglo XVII hay 2.730 habitantes, con 600 en cali­
dad de “vecinos” y no más de 4.900 indios, casi todos en reducciones, 
lo que señala que en esta zona no arraigaran las encomiendas por el 
carácter indócil de los naturales. Partiendo de estas circunstancias el 
autor sostiene que la función del proletariado debieron cumplirla los 
estantes blancos o los hijos desposeídos de antiguos pobladores, ya 
que la introducción de esclavos negros no dio el resultado esperado, y 
de allí proviene el carácter más igualitario de la sociedad “porteña” 
comparándola con la del interior.
10. Reducciones y Misiones.
Debe tenerse presente siempre al estudiar la situación del indio 
en América los distintos periodos de aquella colonización, diferen­
ciando momentos y lugares y ubicando al indio, para su examen histó­
rico, dentro de instituciones muy diversas como las que se han estu­
diado. Ya hemos visto el primitivo sistema de repartimientos y enco­
miendas: alcanzó a una parte de ellos, pero grandes núcleos de pobla­
ción india quedaron al margen de aquellas instituciones, lo que motivó 
a la Corona a adoptar otras medidas como fueron las de crear reduc­
ciones, o corregimientos como luego se las llamó.
Desde el primer momento de la conquista se buscó fijar en nú­
cleos de población regular a los indios, entendiéndose que los altos fi­
nes de la colonización sólo podían lograrse mediante su inteligente 
utilización sometiéndolos como sujeto de trabajo y sujeto fiscal, do­
tándosele de la necesaria capacidad económica. Y ello exigia, como 
dice Ots y Capdequi, que los indios vivieran en núcleos de población 
regular, como nuevos súbditos de los monarcas españoles, dedicados 
al cultivo de las tierras o de otras actividades productivas.
A la realización de esta política se opusieron por una parte la re­
sistencia de los propios indios, y por la otra ios intereses de los coloni­
zadores españoles, que preferían explotarlos en forma directa a través 
de servicios personales, en la forma que hemos señalado. Por lo tanto 
no hubo verdaderos pueblos de indios incorporados directamente a la 
Corona en la etapa inicial de la colonización como tampoco hubo un
118
MANUAL DE KISTORLV CONSTITL'aO.VVL ARGENTINA Dr. Rk^nk> J. G. U rrr,,
régimen tributario de carácter fiscal, ni la organización del trabajo so­
bre bases de libertad económica.
Recién va a surgir en el Virreinato de Nueva España la institu­
ción de las reducciones o corregimientos o pueblos de indios incorpo­
rados directamente a la Corona, puestos bajo la autoridad de los corre­
gidores que habían de ejercer, en nombre del Rey, funciones tutelares 
que antes habían estado confiadas a los encomenderos. Se trata, como 
hemos dicho, de pueblos de indios no encomendados a particulares, 
que constituyen pequeñas entidades políticas y administrativas, en las 
que no se olvida por cierto la finalidad espiritual de la conquista.
En cada reducción de indios debía edificarse una iglesia y existirpor lo menos un cura encargado de la doctrina, que debía ser sostenido 
con el tributo que aquéllos pagaban. El legislador tuvo especial preo­
cupación por determinar que en los sitios donde se establecieran re­
ducciones hubiese suficiente agua, tierra apta para el labradío y con 
pastos para sus ganados, y también se aconsejaba que donde existieran 
minas se formaran reducciones de indios. A los indios reducidos no se 
les podía quitar las tierras que hubiesen poseído, ni se podía mudar de 
sitio a las reducciones sin la autorización del Rey, Virrey o las Au­
diencias. Los indios reducidos no podían abandonar el pueblo en que 
residían, y se prohibía que viviesen en éstos españoles, negros, mesti­
zos y mulatos. Excepcionalmente a los viajeros se les permitía quedar 
un día en las reducciones, por aplicación del principio de hospitalidad, 
y los mercaderes no podían estar más de tres días, no pudiendo alber­
garse en las casas particulares de los indios.
Estas reducciones estaban organizadas bajo la dirección de un 
Regidor español, pero a medida que la institución se fue afirmando, 
sucesivas disposiciones reales posibilitaron que nombraran indios há­
biles para desempeñarse como Regidores y Alguaciles del pueblo, al 
comienzo propuestos por la autoridad española y con el tiempo nom­
brados por los propios indios, con participación de sus caciques y el 
protector español.
Con respecto a las misiones: en los primeros años del Siglo 
XVIL.dice Ots y Capdequi, secundando la política de colonización 
pacífica defendida por la Corona para poblar y proteger las comarcas 
todavía no exploradas y las regiones fronterizas, se establecieron en 
América las primeras misiones de religiosos jesuítas, que pronto al- . 
canzaron extraordinario desarrollo, oreanizando pueblos de indios que
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. iU rrer
vivieron sometidos a la autoridad de un padre jesuíta, secundado por 
uno o dos asistentes. Se consiguió así, por el esfuerzo y perseverancia 
de estos religiosos, que se crearan importantes núcleos de población 
en regiones hasta entonces no colonizadas y que vivieran sometidos a 
normas de trabajo y convivencia social dentro de los principios de la 
religión católica, numerosas familias indias que antes vivían errantes y 
entregadas a costumbres no civilizadas.
El autor citado señala que las misiones del Paraguay no fueron 
las únicas creadas en las distintas regiones fronterizas de América, ni 
tampoco fue la de los jesuítas la única orden religiosa que tuvo a su 
cargo tal tarea, pero destaca el volumen alcanzado por las Misiones de 
ia Guaira, dirigidas por los jesuítas, que sobrepasan a todas las otras 
en importancia. Al ser expulsados los jesuítas en 1767, los indios de 
sus misiones fueron entregados a funcionarios civiles o militares, que 
fueron secundados en el orden espiritual por sacerdotes pertenecientes 
a otras órdenes, especialmente los franciscanos.
Se recuerda que el padre del que después fuera el Gral. San Mar­
tin, tuvo a su cargo la dirección de la antigua misión jesuítica de Ya- 
peyú, en territorio de ia actual provincia de Corrientes.
11. Instituciones aborígenes recepcionadas en la legislación india­
na.
La colonización fue realizada por una minoría de españoles y las 
sociedades indígenas constituyeron la base de su dominación, dice el 
Dr. Ricardo Levene, y de ahí la preponderante intervención aborigen 
en virtud de su número, en la primitiva vida económica y social. 
Planteado el problema de la población en los términos expuestos, se 
desprende de él la fusión de las razas, la formación de nuevas clases 
en la sociedad hispano americana y su incesante renovación.
Como el trabajo del indio era el factor básico en el descubri­
miento y explotación de las fuentes de riqueza en el Nuevo Mundo, 
bajo la dirección de los españoles, su obligada consecuencia consiste 
en admitir que las instituciones indígenas de naturaleza económica y 
política fueron utilizadas, adaptándolas y haciéndolas servir a los fines 
de la administración hispana. En tal sentido podemos precisar con el 
autor citado que la colonización española no abolió el sistema econó­
mico y políticos de los Incas, sino que por el contrario, las institucio­
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MANUAL DE inSTORJA INSTITUCIONAL AKGENTINA Dr. Ricardo J. G. Hmmr
nes propias de los habitantes de América fueron receptadas total o 
parcialmente en la legislación de Indias.
12. La Mita. . ...............
La mita es, también, una, institución jje origen indígena, que po­
día abarcar diferentes tipos de trabajo, aunque en la práctica fue la 
manera más usual de reclutar indios para_Ja explotación minera, La 
palabra “mita” significa “tumo”, y esto es en esencia la naturaleza de 
esta forma de explotación del indio, que consistía en ir dando el labo­
reo dejas minas a un grupo de mitayos, provenientes de una tribu en 
el que su cacique los había dividido de tal manera para el cumpli­
miento de sus tareas, turnándose cada tres meses para evitar el des­
gaste físico agotador que podía llevarlos a la muerte. De hecho, esto 
muchas veces ocurría, por los abusos que se cometían al no respetarse 
las disposiciones protectoras reguladas por la Corona.
De la mita minera se pasó a la mita “pastoril” y agrícola y tam­
bién a la de servicio doméstico. Un pueblo indígena se sorteaba para 
establecer los tumos del pastoreo de los ganados propiedad del con­
quistador o bien para servir en sus casas en periodos de quince días.
En todos los casos tenían derecho a un salario fijado por los vi­
sitadores, y debía pagárseles los jornales de ida y regreso a sus pue­
blos.
En la mita agrícola se turnaban los indios por terceras partes para 
cultivar la tierra. El encomendero, como contraprestación debía dar 
¡otes a los indios para sus cultivos propios y debía, además, sostener 
los servicios de adoctrinamiento cristiano, la atención de su salud y la 
administración de la justicia.
Por las Ordenanzas de Alfaro el trabajo mitayo fue reglamentado 
con minuciosidad, estableciéndose tumos de cuarenta días por año en 
el laboreo de las minas, jomadas de ocho horas, especificaciones del 
salario y tipo de alimento que debía entregárseles.
13. El Yanaconazgo.
El Yanaconazgo tiene, al igual que ¡a mita, un origen incaico. Era 
una institución auxiliar, mediante la cual, algunos indios a los que se 
denominaba “yanaconas” o sin caciques, se los adscribía a algunas 
propiedades para el trabajo rural en particular, trabajo que debían 
cumplir sin retribución alguna, ya que esta institución tenía un verda­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. lU m cr
dero castigo para aquéllos que no se sometían a sus caciques. Las
condiciones de las tareas que les eran encomendadas eran extremada­
mente duras.
La particularidad de esta institución era que los indios yanaconas 
no podían desvincularse de las tierras a las que habían sido ‘‘adheri­
dos” como cosas o como bestias y, en el caso de que tales tierras pasa­
sen a otro propietario, eran traspasados al nuevo adquirente o usuario 
como cosa accesoria de ia heredad.
14. El Avllú.
Esta es una institución típica de una especie de comunismo agra­
rio, que representa al mismo tiempo el régimen de la comunidad de la 
tierra, dei parentesco y del culto. Para conocer esta institución es me­
nester remontarse a la organización incaica: el reparto de la tierra se 
hacía en tres grandes secciones, tierras para la divinidad que servían 
para mantener el culto; tierras del Inca para atender los gastos del go­
bierno, y tierras de los habitantes poseídas en común, que no se podían 
enajenar ni dividir entre los herederos. El agua y el ganado también se 
repartían entre las tres secciones mencionadas. Posteriormente, ya 
dentro del régimen que subsistió entre los españoles, se repartían entre 
los indios las tierras de cultivo y las de pastoreo quedaban para uso 
común. Los montes les pertenecían si estaban dentro de los límites fi­
jados a los terrenos repartidosentre las familias del ayllú, según el 
número de personas que la integraban. En época de la dominación es­
pañola el número de familias oscilaba entre 30 y 190.
15. El Cacicazgo.
Ots y Capdequi señala que España adoptó frente a los caciques 
de los distintos pueblos de indios una actitud análoga a la adoptada 
por otros pueblos colonizadores, frente a los antiguos señores de los 
pueblos colonizados. Les realizaban una guerra implacable de exter­
minio a aquéllos que fueran un obstáculo a los fines de la conquista, y 
una política de captación para aquéllos que manifestaran un menor es­
píritu de resistencia o se pusieran a su servicio, a fin de poder utilizar­
se su ascendencia sobre su tribu facilitando la obra colonizadora.
En cabeceras de los pueblos indios se designaban corregidores 
españoles, dice el Dr. Levene, pero los caciques, “curacas” o princi­
pales continuaban gobernando aquéllos pueblos.
122
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARCENTINA Dr. KcmdoJ. G. Umyxr
Por ello, las disposiciones dictadas por la Corona recomendaban 
que en el régimen de cacicazgo que existiese en los pueblos conquis­
tados no se hiciera novedad, es decir, que no se modificaran los usos y 
costumbres referidos al gobierno de sus pueblos y al modo y la forma 
en que se operaba la sucesión de ese atributo de gobierno, reconocién­
dose el derecho de sangre a imitación de los mayorazgos de España. 
En tal sentido se llegó a insistir en que los hijos de los caciques goza­
ran de la condición propia de los “hijosdalgo" o hidalgos, como en el 
derecho español. Las disposiciones que reconocían la institución del 
cacicazgo y protegían a los caciques de los abusos de los españoles, 
tenían también disposiciones que protegían a los indios del manejo ar­
bitrario y tiránico de su propio cacique, disponiendo castigos pero sin 
hacerles perder el cargo.
Más adelante, con motivo de la rebelión de Tupac Amarú, se 
dictaron normas muy severas en cuanto al nombramiento de los caci­
ques y a los privilegios que a estos representantes de la nobleza indí­
gena se les había venido reconociendo, pero sin dejar de reconocer 
que así como era justo que a los caciques rebeldes y a sus descen­
dientes y cómplices se Ies prive de sus cacicazgos, no sería justo que 
se les privase a los caciques leales.
16. Ordenanzas de Alfaro.
Francisco de Alfaro fue un funcionario de la Corona que con el 
titulo de Visitador recorrió especialmente el Tucumán y el Rio de la 
Plata, dictando una serie de Ordenanzas que tuvieron importancia en 
la organización de la vida del indio, contribuyendo a suprimir algunas 
instituciones que hasta entonces habían sido motivo de abusos en su 
perjuicio. Estas ordenanzas ofrecen especial interés por el espíritu de 
protección al indígena y su importancia radica en que fueron aproba­
das por la Corona y posteriormente incorporadas a la Recopilación de 
Leyes de Indias de 1680, convirtiéndose así en leyes aplicables en to­
das ¡as colonias de Indias.
Las. Ordenanzas de Alfaro datan de los años 1611 y 1612 y una 
de sus principales disposiciones está referida a la forma de organizar 
las reducciones, disponiéndose que en cada caso hubiera un alcalde y 
un regidor indígenas, los que tendrían a su cargo elegir anualmente a 
sus sucesores, a semejanza de lo establecido en los Cabildos colonia­
les. Estos funcionarios indígenas tendrían el gobierno de sus pueblos
123
gg&inaja,
MANUAL DF. HISTORIA CONSTTtUaONAL ARGENTINA D r. Ricardo/. G . Hm rrtr
quedando a su cargo inclusive el repartimiento de las mitas. También 
disponía Alfaro que en cada reducción se hiciesen construcciones para 
viviendas, dotándoselas de iglesia y cura doctrinero. Cabe recordar 
que en jurisdicción de Corrientes se organizó la de “Limpia y Pura 
Concepción de Itatí” en 1615, sin dudas la más importante de todas las 
que se organizaron en nuestro actual territorio, la de “Santa Lucía de 
los Astos” en 1622, “Santa Ana de los Guacaras”, etc.
También se ocupó Francisco de Alfaro del servicio personal 
prestado por los indios a sus encomenderos, motivo de muchos abu­
sos, transformándolo en un sistema de trabajo obligatorio y remunera­
do, mediante el cual los indios debían concurrir a las plazas de las ciu­
dades para conchavarse libremente en determinadas épocas y por pe­
ríodos establecidos. Esta reforma fijó la condición definitiva de los in­
dios en el Río de la Plata y en el Tucumán, generando reacciones ne­
gativas tanto de parte de los antiguos beneficiarios como de algunos 
cabildos protestando porque el nuevo régimen había introducido un 
peligroso germen de disolución social, al otorgar a los indígenas una 
libertad excesiva.
Cabe señalar también que Francisco de Alfaro en sus Ordenanzas 
no se limitó a dar disposiciones sobre la organización de reducciones 
y el mejor trato de los indios, sino que además incursionó en otros as­
pectos referidos al buen gobierno de las tierras por él visitadas, sugi­
riendo entre otras cosas la necesidad de dividir la antigua gobernación 
del Paraguay creándose la del Río de la Plata, con asiento en Buenos 
Aires y comprensiva de las ciudades de Santa Fe, Corrientes y Con­
cepción del Bermejo, ésta última hoy desaparecida, Además autorizó a 
las autoridades para que en compañía de oficiales reales pudiera visi­
tar los navios que entraban y salían de Buenos Aires con la finalidad 
de combatir el contrabando, que afectaba los ingresos de las Arcas 
Reales.
17. Recopilación de Leyes de Indias de 1680. Contenido e Im por­
tancia.
José María Ots y Capdequi señala que la recopilación fue pro­
mulgada en el año 1680 y constaba de nueve iibros, divididos en 218 
títulos y 6.377 leyes, indicándose al frente de cada ley la fuente de la 
que procede. Los textos de las distintas leyes tratan de resumir las di­
124
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUaONAL ARGENTINA D r.X iardoJ. G .H am r
versas disposiciones reales que se consideran vigentes sobre las res­
pectivas materias. — - ...... —...........- ........
El Dr. Ricardo Levene ha dicho que desde el punto de vista teó­
rico y de los principios de la ética, la Recopilación de Leyes de Indias 
es admirable en alguno de sus libros, especialmente el VI que conside­
ra "una gloria jurídica de España”, al legislar para los indios como lo 
hacía para con los españoles, esto es con amor y humanidad.
Los primeros libros están en gran pane destinados a organizar el 
gobierno indiano, representando un tipo evolucionado de organización 
política, si se tiene especialmente en cuenta el criterio absolutista que 
en materia de gobierno se profesaba entonces y el atrasado concepto 
que se tenía sobre el papel y destino de las colonias en la historia del 
mundo.
En el libro 1, dedicado al derecho público eclesiástico, organiza a 
la Iglesia como institución dependiente del rey, afirmándose su autori­
dad suprema, con lo cual volvían a adquirir el antiguo derecho de eri­
gir obispados y nombrar y remover obispos.
En otras muchas disposiciones, el soberano aconseja el bien e in­
duce a sus súbditos a vivir honestamente, o bien fustiga el vicio del 
juego, o persigue la vagancia, normas que más se parecen a un código 
moral que a normas jurídicas propiamente dichas. Otras normas man­
dan la obligación de trabajar y contemplan humanitariamente la situa­
ción de los esclavos negros, manteniéndose sin embargo la vigencia 
de esta institución.
Se han objetado otras disposiciones, tales las que impedían la 
impresión o ingreso de libros a las colonias sin la previa aprobación 
del Consejo, o las que impedían el ingreso de extranjeros con excep­
ción de los que tuviesen oficio mecánico, disponiéndose además la 
expulsión de los gitanos, sus mujeres, hijos y criados.
Se trata, además, en esta Recopilación del régimen rentístico y el 
sistema comercial adoptado
Teóricamente, ha dicho el Dr. Levene, la Recopilación de Indias 
es un Código encomiable, pero la realidad viva, el choque de intereses 
sórdidos y desmedidas ambiciones, el espíritu individualista y rebelde,la incultura de la sociedad colonial, la diferencia y mezcla de razas di­
versas, contribuyeron a hacer pedazos muchas de esta disposiciones 
escritas y a subvertir el régimen legal establecido. El mismo autor se­
ñala la existencia de defectos técnicos, como la falta de precisión en la
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricmrdo J. G. Hmrrcr
redacción y más parece que aconsejaran antes que mandar, faltando 
además un plan orgánico de distribución y ordenación del material le­
gislativo.
El autor citado termina diciendo que la Recopilación de Indias es 
un código que a pesar de notables insuficiencias y a pesar de graves 
desacuerdos con las ideas modernas, por su amplio espíritu humanita­
rio y de protección a favor de los súbditos americanos del rey, encierra 
un valor mucho más grande que todo lo que se ha hecho en las colo­
nias inglesas o francesas en el mismo orden. Las Leyes de Indias de 
los Monarcas Españoles forman un monumento de protección y bene­
volencia que puede ser equiparado con ventaja a las leyes de cualquier 
país europeo relativas a la condición de las clases trabajadoras.
El Dr. Luis R. Longhi, por su parte, ha dicho que a despecho de 
la legislación escrita que nadie ha negado ni dejado de reconocer su 
por gran espíritu humanitario, no es posible revalorar la práctica de un 
sistema que no se puede juzgar a través de la ley y fuera del medio. 
Hay que remitirse a la realidad de un hecho, cual es, el exterminio y la 
miseria degradante de una raza fuerte y rica e inteligente, cuyo pode­
río y cultura cada día se aprecia más, a medida de que nuevas excava­
ciones y hallazgos se realizan en el suelo americano. Y termina seña­
lando que, si alguna excepción hubo a lo dicho, la constituyeron las 
reducciones guaraníticas, donde la organización impuesta por las mi­
siones jesuíticas sirvió para cohonestar las necesidades de la conquista 
y civilización con la condición humana de los indios.
Más allá de tales consideraciones digamos que el gran valor 
práctico de la Recopilación es el de haber logrado reunir la suma ó' 
compendio de la experiencia adquirida a través de dos siglos de go­
bierno en América, llevando a sus vasallos -como era el propósito de 
los monarcas- tantas y tan variadas disposiciones contenidas en Reales 
Cédulas, Cartas Provisiones, Ordenanzas, Instrucciones y Autos de 
gobierno, que por razón de distancia entre una provincia y otra, pudie­
ron no haber sido conocidas de todos.
18. O rden de prelación de las Leyes de Indias.
En el Libro II de la Recopilación se especifican normas acerca 
del orden de prelación en que deben ser aplicadas a las leyes, determi­
nándose qué en primer lugar debía aplicarse la normativa contenida en 
dicho ordenamiento, y si ello no estuviese previsto o en las cédulas,
126
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. FicmdoJ. C. Hmrrrf
provisiones u ordenanzas reales dadas y no revocadas para las Indias, 
debía recurrirse supletoriamente a las Leyes del Reino de Castilla, 
conforme al ordenamiento dispuesto en las Leyes de Toro (1505). Es­
tas últimas establecían el siguiente ordenamiento: 1) La Nueva Reco­
pilación; 2) En lo que en ella no se pudiese determinar, se aplicaran 
las leyes de los fueros, como las de los fueros municipales de cada 
ciudad, mientras no fuesen contrarias a las leyes del Ordenamiento y
3) Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio.
Es interesante, dice Galleti, anotar que entre las disposiciones de 
la Recopilación hay algunas leyes que contemplan aspectos particula­
res del antiguo derecho indígena, lo que significa que no obstante la 
uniformidad y generalización de las leyes, en determinados casos han 
debido ceñirse a la realidad existente. Y en tal sentido transcribe ia ley 
IV del Titulo I y Libro II, ordenando que las leyes y buenas costum­
bres que antiguamente tenían los indios para su buen gobierno y poli­
cía, sus usos y costumbres observadas y guardadas después de haber 
sido convertidos al cristianismo, que no se contrapongan a la religión 
ni a las disposiciones de la Recopilación, como los que hayan hecho 
posteriormente y se ordenara guardar y ejecutar, quedaban confirma­
das para su aplicación.
127
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUCJONAL ARG FITINA Dr. RUardo J. G. / /« n tr
Bibliografía consultada y utilizada.
FURLON'G CARDIFF, Guillermo. "Las Misiones Jesuíticas" en His­
toria de la Nación Argentina. Tomo 3o de la Academia Nacional de la 
Historia.
GALLETTI, Alfredo. “Historia Constitucional Argentina” Tomo 1°. 
GANDIA, Enrique de. “Francisco de Alfaro y ¡a condición social de 
los Indios”
LEVENE, Ricardo. “Manual de Historia del Derecho Argentino” 
LONGHI, Luis R. “Génesis e Historia del Derecho Constitucional Ar­
gentino y Comparado”
LORENZO, Celso Ramón. “Manual de Historia Constitucional Ar­
gentina” Tomo Io.
OTS Y CAPDEQUI, José María. “Instituciones”.
ROSA, José María. “Historia Argentina” Tomo 1°.
SOLVE1RA, Beatriz R. "Encomiendas de Indios y distribución de la 
tierra'' en Nueva Historia de la Nación Argentina. Tomo Io de la Aca­
demia Nacional de la Historia.
TAU ANZOATEGU1, Víctor y MARTIRE, Eduardo. “Manual de 
Historia de las Instituciones Argentinas”
! ZORRAQUIN BECU, Ricardo. “La Organización política argentina 
i en el periodo hispánico”
¡ ZORRAQUIN BECU, Ricardo. "Estudios de Historia del Derecho"
| Tomo 2°__________________________________________________ __
MANUAL DE HISTORIA COÍS'STTTUGONALARGENTINA Dr. Ricardo J. G. /U n rr
CAPITULO 5
1. Reformas españolas para América en el Siglo XVIII.
A partir de Felipe III la vida y el poderío político de España 
muestran su tendencia a la declinación. Hasta entonces España había 
sido el Estado más poderoso de Europa.
Hubo una gran indiferencia por los negocios públicos por pane 
de los monarcas. Lo que si lograron mantener es el principio de la 
unidad religiosa.
Con la muerte de Carlos II “El Hechizado”, sin descendencia, se 
extinguía en España la Casa de los Austrias. Tres candidatos podían 
legalmente reclamar la herencia de este monarca, por ser ellos hijos de 
Infantas españolas: Luis XIV Rey de Francia; Leopoldo 1 de Austria y 
Femando, Elector de Baviera. Antes de morir Carlos 11 había hecho 
testamento dejando el trono a Femando de Baviera, pero éste falleció 
en 1699. Por ello y para impedir que se produjera un desmembra­
miento de España, a consecuencia de las pretensiones de los demás 
herederos, hizo un nuevo testamento en virtud del cual dejaba como 
único heredero de la corona española a Felipe, Duque de Anjou y 
nieto de Luis XIV, dejando establecida la condición de que España y 
Francia no podrían reunirse bajo una sola corona y que el territorio es­
pañol no se desmembraría.
El Io de noviembre de 1700 moría Carlos “El Hechizado” y Luis 
XIV aceptaba en 1701 el testamento a favor de su nieto, que asumiría 
al trono como Felipe V, provocando la reacción de otros países euro­
peos que veían en esta circunstancia la ruptura del tan delicado equili­
brio de las potencias europeas. A consecuencia de ello, Inglaterra, 
Austria, Holanda, Suecia. Dinamarca, Portugal y otros principados 
menores constituyeron una coalición opositora, provocándose enfren­
tamientos especialmente con el otro pretendiente, Carlos de Austria, 
hijo segundo de Leopoldo de Austria, instituido primeramente herede­
ro del trono de España.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricarda J. C. ILrrrcr
El enfrentamiento bélico va a terminar mediante ia paz de 
Utrecht, que restablece el equilibrio de las potencias europeas, que se 
reparten amigablemente una parte de España.
Así como el siglo XVII fue un siglo de tristezas, lamentacio­
nes y desesperanzas en cuanto a los problemas más apremiantes de la 
vida nacional, el XVIII fue un siglo de alegría, de confianza en las 
fuerzas propias y de acometividad para producir un renacimiento.
El rey Felipe V, cabeza de una nueva monarquía, traía la influen­
cia espiritual del pueblo francés, que se encontraba entonces en pleno 
esplendor de civilización,se valió de sus compatriotas de aquél origen 
para plantear las reformas que requerían la hacienda y la administra­
ción pública española. Su influencia fue muy grande y beneficiosa pa­
ra el Estado español.
Tan absolutistas o más que los Austrias los Borhonps trajprnn 
una adminisrrnrinn hi,*n r.rri>»nnHQ y una burocracia muy elaborada y 
absorbente. Fue una administración esencialmente centralista v unifir 
jvn jnra-
Una novedad la constituyó el entronizamiento del régimen mi­
nisterial, ya que en época de los Austrias los órganos asesores eran los 
Consejos, aunque éstos no desaparecen del todo.
2. Las nuevas ¡deas en lo filosófico, político y económico..
José Ingenieros, al estudiar la evolución de las ideas argentinas, 
dice que a mediados del Siglo XVIII se acentuaron en Europa los sín­
tomas precursores de la revolución que opondría al mundo feudal, el 
mundo moderno, iniciando un renacimiento de creencias, costumbres 
e instituciones. Todos los hombres de pensamiento, sin acuerdo pre­
vio, convergían a un nuevo modo de plantear los problemas y de juz­
gar los hechos. Tres grandes corrientes de ideas se sumaron en ese es­
fuerzo común: Locke y Condillac tuvieron la hegemonía filosófica, 
Quesnay creó la economía social y Montesquieu y Rousseau renova­
ron el derecho político. En tomo de esas tres direcciones fundamenta­
les se constituyó una mentalidad nueva, reflejada en cierta medida en 
La Enciclopedia, por influjo principal de Diderot. Todo ese movi­
miento de ideas ha pasado a ¡a Historia con el nombre de enciclope­
dismo y constituyó el renacimiento espiritual que sacudió los cimien­
tos del antiguo régimen.
130
MANUA1.DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KcmrdaJ. C. ÍUrrrr
En su contenido básico había cierta unidad, especialmente en su 
hostilidad contra todo lo que tenía sus raíces en el pasado medioeval y 
su definida aspiración hacia los ideales del liberalismo, tanto en lo fi­
losófico como en lo religioso, político y económico.
Como expresa el Dr. Galletti, estas nuevas ideas, que son co­
rrientes en la época que se denomina “edad de la razón” impregnada 
de un espíritu racionalista e iluminista. se van introduciendo en las 
clases altas y desde arriba, oponiendo al dogmatismo religioso y al ab­
solutismo eclesiástico, la razón, la libertad del espíritu, la tolerancia 
religiosa y la libre critica, con ideales de progreso y cosmopolitismo y 
el predominio del conocimiento científico.
Descartes nos presentará un nuevo método para la investigación 
científica; Voltaire ataca las tradiciones del culto en nombre de la ra­
zón; Hobbes y Locke hablan de una nueva interpretación filosófica a 
través de los sentidos, las sensaciones o la reflexión. En la Enciclope­
dias. obra que recoge y divulga el saber de la época, trabajan grandes 
figuras y echan las bases que serán retomadas por la Revolución Fran­
cesa.
Cabe señalar aquí, como lo hace el autor citado, que los Borbo­
nes. pese a su espíritu fuertemente centralista y absolutista, represen­
tan, sin embargo, ese nuevo espíritu en España, aunque limitado a de­
terminados y reducidos sectores, a consecuencia de la influencia fran­
cesa que los nutre, y esa etapa será conocida como la del Despotismo 
Ilustrado, que no fue sólo patrimonio de ese país, sino que reflejó el 
accionar de la gran mayoría de las testas coronadas de Europa en esa 
época.
El movimiento de las nuevas ideas se vio complementado en el 
siglo XVIII por la extraordinaria producción filosófico política de una 
serie de grandes pensadores entre los que se destacaban Fenelón, Ba- 
yle, Mably, Condorcet, Diderot y los que ya hemos señalado. También 
aparecen, especialmente en Francia, los sostenedores de un nuevo or­
den económico, agrupados con el rótulo de fisiócratas, ente ellos 
Quesnay, fundador de la escuela y sus seguidores Goumay, Turgot. 
Dupont de Nemours, Le Mercier de ia Riviere y otros, que considera­
ban a la tierra como la única fuente de riqueza y el trabajo que se apli­
ca a extraer sus productos es la única forma de esfuerzo que produce 
utilidad. Son enemigos de! antiguo orden económico, contrarios a la 
reglamentación y al monopolio y partidarios de la libertad económica,
131
y
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KcmrJo J. C. Hv-rrr
que encontrarán en Inglaterra con Adam Smith su principal sostene­
dor, luego complementado con los estudios de su compatriota David 
Ricardo.
3. El Despotismo Ilustrado.
Los Borbones trajeron una novedad que produjo grandes y bene­
ficiosas consecuencias en el orden de la cultura, de la economía y de 
la política misma: una especie de mezcla de absolutismo con la forma 
de "revolución desde arriba” y de democracia de carácter económico 
social, al que se llamó “despotismo ilustrado”.
Francia tuvo influencia en las letras y en las artes españolas, co­
mo así en el renacimiento científico, todo lo cual fue en esencia obra 
de los propios españoles. Se desarrolló un gran entusiasmo por el es­
tudio de las ciencias, incorporando a la sociedad española ilustrada al 
movimiento científico y educativo europeo. Se fundaron escuelas de 
artesanos, centros de estudios científicos, certámenes para premiar 
trabajos de investigación de materias económicas, educación, agri­
cultura, etc.
Aunque el movimiento en favor de la educación de las clases tra­
bajadoras parezca haber obedecido a un sentimiento democrático, lo 
que sin duda algo de esto llevaba el filantropismo del siglo, y el des­
potismo ilustrado con la frase “todo para el pueblo”, lo que propia­
mente guiaba era el resultado económico, beneficioso no sólo para las 
clases pobres, sino también para las ricas; y, como máxima conse­
cuencia de carácter popular, el reconocimiento implícito del valor que 
corresponde a la mano de obra en la producción.
Una de las más importantes reformas se refirió a la de las clases 
labradoras, independizándolas de los grandes propietarios, en la propia 
península. Se buscó a través de una forma de explotación colectiva de 
la tierra, o bien mediante la formación de una numerosa clase de pe­
queños propietarios, sobre la base del reparto de tierras no cultivadas 
del Estado (baldíos). La expresión doctrinal más completa de esta po­
lítica se encuentra en el Proyecto de Ley Agraria escrito por Jovella- 
nos, siendo digno de mencionar el Discurso sobre el fomento de la in­
dustria popular de Campomanes.
Las medidas de carácter democrático referidas se completaron 
con leyes que ampliaban a los diferentes oficios manuales los privile­
gios de hidalguía (nobleza en su grado inferior) y con el acceso de los
132
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RScirJo J. G. Hmytr
plebeyos a los oficios concejiles: única concesión propiamente política 
que registra la historia del absolutismo borbónico, cuya fórmula de 
despotismo ilustrado era “todo p o r el pueblo, pero sin el pueblo”.
Se desarrollaron en esa época los estudios de matemática, de físi­
ca, química, medicina, historia natural, economía, de historia y de de­
recho. Se continuaron las expediciones científicas, de descubrimientos 
geográficos y de estudios náuticos y una admirable producción carto­
gráfica, cuyo terreno principal fue América.
El Siglo XV11I fue eminentemente enciclopedista en el doble 
sentido de esa palabra, que comprende las enciclopedias propiamente 
dichas en forma de diccionario o en cualquiera otra forma expositiva, 
y los diccionarios especiales para cada una de las ramas de estudios.
La Enciclopedia fue una obra metódica, escrita por un grupo de 
científicos y filósofos franceses de ideas avanzadas, un cuadro muy 
completo de las doctrinas políticas, filosóficas y de ciencias matemáti­
cas y de observación que pretendían substituir con ventajas a la cien­
cia y a las creencias medioevales, contra las que en parte se había le­
vantado el Renacimiento.
Los hombres que aceptaron esas ideas y trataron de aplicarlas al 
gobierno y educación de los pueblos fueron llamados enciclopedistas
La política borbónica inicialdirigida a la reforma de la adminis­
tración y de la hacienda, se completó con medidas fomentadoras de las 
diversas fuentes de producción nacional (agricultura, industria y co­
mercio) y de los medios auxiliares de la vida económica (obras publi­
cas, etc.).
Resultado de esto fue disminuir gran parte de la deuda pública y 
aumentar los ingresos del Estado. Pero más adelante la mala adminis­
tración de Carlos IV y de su favorito Godoy, hizo retroceder nueva­
mente la hacienda hacia finales del siglo XVIII.
La política regalista de los Borbones tuvo por objeto unificar en 
la comunidad de una misma organización económica y jurídica, a la 
metrópoli con sus provincias. Se quería reaccionar contra el concepto 
de la dinastía austríaca tendiente a la descentralización que había lle­
vado a la América española a la ruina. Se hacia cada vez mas necesa­
rio uniformar el gobierno de estas grandes colonias con el de su me­
trópoli, y así se propuso el plan de Intendencias
Con el Despotismo Ilustrado, se acentúa el absolutismo y el cen­
tralismo del gobierno, manifestándose en la acción cada vez más di­
133
MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUaONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. tU m *
recta del monarca en la administración del Estado y sus colonias, des­
tacándose en la época ministros de tendencia liberal e iluminista como 
fueron Floridablanca, Campomanes y Jovellanos
4. Causas que determinaron la creación del Virreynato del Río de 
la Plata.
Con ia terminación de la dinastía de los Austrias, se iniciaron las 
Guerras de Sucesión. España había perdido su rol hegemónico, mien­
tras se constituían en principales potencias Francia, Inglaterra Austria 
y Holanda.
Luis XIV de Francia consigue imponer a su nieto Felipe de An- 
jou, quien inicia la dinastía de los Borbones como Felipe V de España. 
Por el Tratado de Utrecht se logra el anhelado equilibrio europeo, y 
sale gananciosa Inglaterra que así puede comerciar libremente. España 
e Inglaterra celebran el Tratado de Asiento (1713), beneficioso para 
Inglaterra, que adelanta fondos a España y ésta le permite el comercio 
de esclavos negros y de productos manufacturados a cambio de meta­
les (plata y oro).
Esto se proyecta a América, donde se inicia la llamada “época 
del cuero” que continuaría por largo tiempo en nuestro país. El aporte 
de mano de obra barata -los negros reemplazan ventajosamente al in­
dio- provoca cambios en la economía y en la demografía.
La paz de Utrecht convierte a Inglaterra en el arbitro de Europa, 
y trae una secuela de complicaciones para España en América, con el 
dominio de! mar por Inglaterra.
También se producen problemas por la separación del Portugal 
de la corona de los Borbones (1762), y sus pretensiones reivindicato­
rías de tierras americanas, lo que darán lugar a conflictos como los de 
Colonia del Sacramento. La revisión del Tratado de Tordesillas tiene 
como consecuencia otorgar al Portugal las tierras de Rio Grande Do 
Sul y los siete pueblos de las misiones jesuíticas en la orilla oriental 
del Uruguay.
El Virreinato del Río de la Plata fue creado por Real Cédula de 
Carlos III el 8 de agosto de 1776.
Demarcación: El Virreinato estaba integrado por las antiguas 
gobernaciones del Río de la Plata, del Paraguay, de Tucumán y de 
Charcas, agregándosele la región de Cuyo, que hasta entonces había 
pertenecido a la Capitanía General de Chile.
134
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Xkardo J. G. /U m r
Extendíase, pues, a los territorios que cubren actualmente la Re­
pública Argentina, el Paraguay, Uruguay, Bolivia y Río Grande do 
Sul.
Causas políticas: La continua expansión dei Portugal hacia e! 
Oeste, en detrimento territorial de las posesiones españolas determina­
ron la necesidad de una dirección militar cercana para contener tales 
avances y cubrirse de los eventuales ataques de las grandes potencias 
marítimas. La enorme extensión territorial que abarcaba el Virreinato 
del Perú, especialmente las distancias de la gobernación del Río de la 
Plata, impedían el buen gobierno desde la capital ubicada en Lima, y 
la oportuna adopción de medidas en defensa del patrimonio de la Co­
rona Española. La presencia de un Virrey, con amplios poderes, se ha­
cia cada vez más necesaria para asegurar los propósitos indicados.
Cabe apuntar que para la época en que se va a crear el Virreinato 
del Río de la Plata (1767), se habían generado problemas internacio­
nales en la zona del Atlántico Sur, derivados de la rivalidad hispano 
portuguesa y de las pretensiones inglesas sobre los territorios ubicados 
en ese área. Pocos años antes de aquella fecha, el gobernador de Bue­
nos Aires, D. Pedro de Ceballos, había tomado posesión de toda la 
Banda Oriental inclusive el territorio de Río Grande, pero se vieron 
obligados a devolver la estratégica Colonia del Sacramento, ubicada 
frente a Buenos Aires. Pese a encontrarse en paz, los portugueses fue­
ron tomando sucesivamente posesión de territorio considerado espa­
ñol, lo cual determinó al Rey Carlos 111 a organizar la expedición mi­
litar más importante que España hubiese enviado hasta ahora a las 
Américas, en la que puso a su. frente precisamente a D. Pedro de Ce­
ballos, designándolo Virrey, Capitán General de las provincias de 
Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Potosí. Santa Cruz de la Sierra, 
Charcas y todos los pueblos comprendidos en la jurisdicción de la 
Audiencia de Charcas. Por ello puede afirmarse que la creación del vi­
rreinato rioplatense estuvo determinada casi exclusivamente por con­
sideraciones estratégicas que hacían necesario oponer un fuerte con­
glomerado político a las desmedidas ambiciones lusitanas y al latente 
peligro británico.
Causas económicas: Hemos señalado ya que con el adveni­
miento de los Borbones se impusieron una serie de nuevas medidas de 
tipo económico, en las que se buscaba mejorar la situación de la Real 
Hacienda por medio de un contralor más cercano. Los cambios opera-
135
XtVMiALDEHlSTORL\CONSTTTLTa(>NALARGENTIN,V Dr. Ricardo J . G . lU rv c j
dos en el Río de la Plata a consecuencia de las transformaciones intro­
ducidas, especialmente por el Reglamento de Comercio Libre, sobreseí 
que hablaremos más adelante, hicieron necesaria la creación de una 
autoridad virreinal que pudiera ejercitar una más efectiva vigilancia 
del incremento de transacciones comerciales y, especialmente, para 
frenar el contrabando que perjudicaba fundamentalmente el erario.
Otro aspecto significativo lo constituyó el desarrollo ganadero 
operado en la región y el aprovechamiento del cuero y orros subpro­
ductos de ¡os vacunos, que eran la base del incremento comercial le­
gitimo con los navios españoles y el no autorizado con navios de otros 
países.
Para cumplir tales fines, se crean y establecen en Buenos Aires y 
en el nuevo Virreynato, el régimen de Intendencias, la Aduana y el 
Consulado, sobre los que nos referimos más adelante.
5. Principales Reformas.
El Dr. Zorraquin Becú, refiriéndose a esta etapa de la vida colo­
nial, señala que los numerosos organismos y las distintas autoridades 
que se establecieron dieron una fisonomía muy diversa al territorio 
actualmente argentino, tanto desde el punto de vista administrativo 
como político y, a su vez, estas reformas produjeron múltiples conse­
cuencias de orden social y económico, que unidas a la transformación 
* universal del mundo moderno, iban a conducir paulatinamente hacia ia 
independencia.
... La política económica seguida anteriormente por el Estado Espa­
ñol estuvo regulada por dos principios: exclusivismo colonial y la teo­
ría de los metales preciosos. Las colonias eran mercados complemen­
tarios de la economía peninsular, reservado a los comerciantes de la 
metrópoli.
Cádiz era el puerto natural de este comercio, pero luego la in­
fluencia de los mercaderes de Sevilla y la creación de la Casa de Con­
tratación en esa ciudad, destruyeron la influencia o tendencia liberal 
del comercio.
En un primer momento, Carlos V, basándose en razones de téc­
nica comercialdecretó en 1529 la apertura de nuevos puertos comer­
ciales en la península. Con Felipe II, triunfa el criterio centralizador 
del comercio y la influencia de Sevilla, y se establece el régimen de 
“flotas y galeones” en 1561.
136
MANUAL DE JI1STORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J, G- tJmrvcr
Por la Recopilación de Leyes de Indias de 1680 se asegura el 
cumplimiento y eficacia de la política de monopolio y protección de la 
navegación contra los corsarios. Se realizaban así dos flotas anuales, 
para asegurar la tranquilidad del comercio y el ataque de navios pira­
tas o de naciones beligerantes.
Las reformas fundamentales impuestas por los Borbones en 
este período, estaban dirigidas a lograr una mayor fluidez comercial 
con sus colonias, poniendo así en práctica las nuevas ideas económi­
cas que se imponían ante el obsoleto sistema de “flotas y galeones”, 
imperante desde los tiempos de Felipe II y que en realidad sólo era de 
beneficio para los comerciantes monopolistas de Cádiz y Sevilla y a 
quienes los representaban en los dos únicos puertos hasta entonces ha­
bilitados en América.
La prosperidad económica del Rio de la Plata fue enorme durante 
esta centuria, dicen Tau Anzoategui y Martiré, ya que las medidas 
adoptadas por la Corona o las decretadas por los gobernantes locales, 
determinaron una coyuntura francamente favorable para el nuevo Vi- 
rreynato mediante una política más liberal. El comercio de toda Amé­
rica se enriqueció con el nuevo sistema y una estadística dada a cono­
cer por el Dr. Ricardo Levene señala que el movimiento comercial 
entre Indias y España se sextuplicó entre 1778 y 1800. El mismo autor 
señala que desde 1772 hasta 1776 apenas habían entrado en el Río de 
la Plata 35 embarcaciones, pero luego que se hicieron sentir los efec­
tos del libre comercio, los navios alcanzaron a duplicar esa ciña en los 
diez últimos años del siglo. El auge dei comercio superó todas las de­
más fuentes de riqueza virreinales y Buenos Aires se constituyó en la 
distribuidora de las provisiones que necesitaron no sólo los mercados 
rioplatenses, sino también los del Alto y Bajo Perú, en atención a la 
baratura de sus precios.
6. El Reglamento de Comercio Libre.
El objetivo que movió esta serie de reformas rué el de activar el 
comercio marítimo como la mejor manera de generar una mayor re­
caudación impositiva para sus arcas y posibilitar, además, un mayor 
desarrollo de sus colonias. En tal sentido la sanción de este Regla­
mento, cumplida en octubre de 1778, constituyó un factor gravitante 
en la transformación que se buscaba. Se ponían en práctica las teorías
MANUAL DE HISTORIA CONSTm;QO.NAL ARGENTESA Dr. Ricardo J. G. llrn cy
del mercantilismo ya probadas en Francia por el Ministro Colbert. que
buscaba conseguir una balanza comercial ac tiva ..........................
Sus principales disposiciones son las siguientes:
a) La habilitación de nuevos puertos tanto en España como en Améri­
ca. Esto posibilitó un creciente intercambio no sólo entre los diver­
sos puertos de la Metrópoli y los de sus colonias, sino que además 
autorizó el intercambio de los puertos americanos entre sí.
b) La supresión de los diversos impuestos hasta entonces vigentes, re­
emplazándolos por los del almojarifazgo y la aleábala.
c) Otra importante medida de política fiscal fue la liberación impositi­
va de algunos productos, con el fin de favorecer su comercializa-
. ción.
d) Cabe anotar que la libertad de comercio que por este Reglamento se 
establecía, no tenía un carácter general, sino que estaba limitada al 
comercio de españoles con sus colonias, con la aclaración de que 
los navios que ingresaran a los puertos americanos debían ser de 
propietarios españoles, como también debía serlo la tripulación, 
aceptándose que hasta un tercio de extranjeros pudieran compo­
nerla.
e) Por otra disposición se alentaba la construcción de navios, a cuyo 
fin la Corona proporcionaba la madera necesaria para su construc­
ción, a lo que debía agregarse que en el primer viaje redondo que 
realizara el barco se beneficiaba con una importante reducción de 
los impuestos.
f) La creación del Consulado, tema que tratamos más adelante. Los 
efectos de este Reglamento resultaron positivos para los comer­
ciantes en general, con un ascenso marcado de la burguesía, pero 
sus consecuencias resultaron desastrosas para las clases producto­
ras, principalmente campesinas, asestándole golpes, a veces mor­
tales, a las producciones locales, a las artesanías y manufacturas de 
las diferentes regiones del Virreinato, afirma el Dr. Galletti.
7. La Aduana de Buenos Aires.
Su creación es una consecuencia inmediata del régimen de co­
mercio libre, permitido por la inclusión del puerto de Buenos A.ires 
entre los habilitados por el Reglamento que hemos analizado. El vo­
lumen creciente del comercio hacía imposible que el contralor pudiera 
seguir a cargo de los funcionarios de la Real Hacienda, ya que se da­
138
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTES,V Dr. Ricardo J. G. H *m r
ñaba a los particulares con las demoras que se producían en los despa­
chos. .......................
Fue creada por Real Orden del 7 de abril de 1778 y comenzó a 
funcionar el año siguiente bajo la dirección de un Administrador Ge­
neral de Aduana y Aleábalas, al que asistían un Vista de Aduana, un 
Contador y dos Oficiales de Contaduría. Por iniciativa de la Aduana 
de Buenos Aires se crea la similar de Montevideo, ciudad que contaba 
con un mejor puerto para recibir los navios de ultramar, desde la cual 
se enviarían a Buenos Aires los géneros y efectos por medio de lan- 
chones o barcos menores.
La Aduana se estableció en el edificio que llamaban de la Ran­
chería. Se dictó un Código Aduanero dividido en 7 títulos, y es la or­
denanza de aduana inicial que se puso en práctica en el Río de la Plata.
Tenia como función fundamental la vigilancia de la entrada y sa­
lida de mercaderías, el cobro de los derechos de importación, exporta­
ción y aleábalas, la policía aduanera y la contabilidad respectiva. Más 
adelante, en 1794 se organizó el Resguardo de la Capital, destinado a 
la vigilancia del contrabando, estando ambos organismos bajo la de­
pendencia del Superintendente General.
8. La Audiencia.
El Virrey, D. Pedro de Cebados, tan pronto se terminó la acción 
bélica contra los portugueses, pidió que la creación provisional del Vi­
rreinato se convirtiese en definitiva y se trasladase la Audiencia de 
Charcas a la ciudad de Buenos Aires. Y al no producirse esto, pide la 
creación de una nueva Audiencia en esta ciudad. El Rey accede por 
Real Cédula de 1782 y el 14 de abril de 1783 se dicta la Cédula erec- 
cional. Fundamentaba su pedido en la circunstancia de haberse au­
mentado en gravedad e importancia los negocios de toda clase, a con­
secuencia de la creación del Virreinato y el incremento de las activi­
dades comerciales.
Composición: La presidía el Virrey y estaba integrada por un 
Regente, cuatro Oidores, un Fiscal, que era, a su vez, Protector de In­
dios. Se integraba además con dos agentes fiscales, dos relatores, dos 
escribanos de Cámara y otros funcionarios. Comenzó a actuar en 1785 
y su jurisdicción comprendía las provincias del Río de la Plata. Tucu- 
mán, Paraguay y Cuyo.
139
MANUAI. DE inSTORU CONSTITUaONAL ARGENTINA Dr. Ricxrdo J. G. H xn*r
Ya había habido una primera audiencia en Buenos Aíres en 1661, 
pero fue abolida. Las disposiciones que entonces se dictaron para esa 
Audiencia fueron aplicadas con leves modificaciones en la nueva Au­
diencia.
Una de las novedades en esta institución es la figura del Regente, 
funcionario encargado del gobierno interior de !a Audiencia, una es­
pecie de enlace entre el cuerpo y su presidente. Estaba facultado para 
presidir el organismo en caso de ausencia de su titular, asistiendo a to­
dos los acuerdos con voz y voto, pudiendo dividir a la Audiencia en 
Salas, designando a los Oidores que las compondrían, teniendo facul­
tades de vigilar la marcha de los asuntospara evitar demoras injustifi­
cadas. Además, como novedad, se le acordaba al Regente la facultad 
de actuar como Juez de Primera Instancia en juicios verbales de poca 
monta, en los casos que las partes sometieran voluntariamente. Este 
funcionario formó parte de la Audiencia de Buenos Aires desde su 
fundación y fue incorporado como una medida destinada a fortalecer 
la administración de justicia indiana, desterrando viejos males y co­
rruptelas.
La Audiencia era un órgano que tenía predominantemente facul­
tades judiciales, como ser las de apelación de resoluciones adoptadas 
por los alcaldes ordinarios, los tenientes letrados en las Intendencias, 
los que debían resolver la Audiencia en pleno. Además, los oidores 
individualmente tenían funciones a su cargo.
Actuaban además en las funciones de Justicia administrativa, en 
causas de gobierno, militares, hacienda y correos.
Pero además tenía funciones en lo político, ya que reemplazaban 
al Virrey en caso de muerte, incapacidad, o ausencia definitiva, salvo 
que aquél funcionario hubiese dejado instrucciones acerca de quien 
debía ser su reemplazante, lo que se conocía como “Pliego de Morta­
ja ” . En el caso de una ausencia temporaria del Virrey, lo reemplazaba 
el Oidor mas antiguo.
En lo financiero, debía autorizar al Virrey para realizar determi­
nados gastos, y ejercitaba un contralor de la Real Hacienda.
Tenía a su cargo la realización de ios juicios de residencia de los 
funcionarios del Virreinato, de menor jerarquía.
La Audiencia de Buenos Aires desarrolló una intensa y prestigio­
sa labor, no sólo judicial, sino de gobierno, como afirman los Dres. 
Tau Anzoátegui y Martiré, ya que procuró en todo momento orientar
ta tendencia avasalladora de los gobernantes o el desordenado dina­
mismo popular, obrando con gran prudencia y decoro. Sus miembros 
demostraron un profundo saber jurídico y una conducta digna del alto 
cargo que ejercían.
9. El Consulado.
El Reglamento de Comercio libre prevé la creación de un Con­
sulado en cada puerto habilitado en España, y se aplicó este principio 
por analogía en América. Los comerciantes de Buenos Aires solicita­
ron su habilitación en 1785 y tras una ardua gestión, recién rué autori­
zado en 1794, dándosele jurisdicción sobre todo el Virreinato del Rio 
de la Plata.
El cuerpo estaba compuesto por un Prior, dos Cónsules, nueve 
Conciliarios y un Sindico, todos con sus respectivos Tenientes a los 
que se agregaba un secretario, un contador y un tesorero.
Además podían nombrar diputaciones consulares en todo el te­
rritorio, los que duraban dos años y debían actuar asociados a los co­
merciantes y con el Escribano del Cabildo del lugar, y tenían como 
función facilitar la atención de los pleitos mercantiles.
Una de las funciones más importantes atribuidas a los Consula­
dos era la de actuar como Tribunal Judicial en asuntos mercantiles, pa­
ra lo cual debía integrarse con el Prior y los dos Cónsules, debiendo 
entenderse comprendida en esa facultad todas las cuestiones atinentes 
al comercio, contratos mercantiles, transporte marítimo, fletes y de­
más cuestiones conexas, inclusive juzgaban los delitos cometidos a 
bordo durante la navegación.
Funcionaban además como Junta de Fomento Económico para 
procurar el progreso de la agricultura y la industria, la introducción de 
herramientas y el aumento del comercio, ocupándose además de las 
ciencias y artes útiles, así como la construcción de obras públicas y de 
conservar las existentes que estuvieran vinculadas con su ramo.
En sus inicios el Consulado tenía predominio total de comer­
ciantes, pero la importancia que fueron adquiriendo rápidamente los 
hacendados, decidió a la Corona a disponer que este organismo se 
constituyese con igual número de comerciantes y hacendados, a fin de 
que el comercio y ia agricultura recibiesen el mismo fomento.
MANUAL DE HISTORIA (XXNSTTTUC30NAL ARGENTINA Dr. Ríarda J. G. f/*r*cr
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Riau-Jo J. G. Hamry f
____________________________________________________ :___________is
10. La Real Ordenanza de Intendentes»
La creación del régimen intendencial es una consecuencia de las - 
nuevas ideas imperantes en la Metrópoli, y la necesidad de mejorar la 
recaudación hacendista, promover el desarrollo económico y acentuar 
la centralización político-administrativa del Imperio, constituyendo un 
nuevo sistema administrativo que modificó la estructura tradicional. 
Fue creado en el Virreinato del Río de la Plata por Real Ordenanza de 
1782, extendiéndose paulatinamente, y para 1790 está implantado en 
todo el Imperio Español.
De acuerdo con la Real Cédula de erección del sistema intenden­
cia!. el Virreinato del Río de la Plata estuvo dividida en 8 Intenden­
cias, bajo la dirección de la Superintendencia establecida en Buenos 
Aires. Las ocho intendencias fueron las siguientes: la de Buenos Aires 
que comprendía además a Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes; la de 
Asunción del Paraguay: la del Tucumán, que comprendía a las juris­
dicciones de Córdoba, La Rioja, Mendoza, San Juan y San Luis: Salta 
del Tucumán, que abarcaba Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Este­
ro y Catamarca y más adelante Tarija; la jk X h atcas o Chuquisaca: la- 
de Potosi; la de Cochabamba v la de La Paz.
El Intendente era elegido directamente por el Rey y estaba al 
frente de cada uno de los distritos mencionados,. Dependía directa­
mente del Superintendente Delegado de la Real Hacienda. En al cús­
pide del sistema estaba el Superintendente General de la Real Hacien­
da, función que desempeñaba en la Metrópoli el Secretario de Estado
o del Despacho Universal de Indias.
Este nuevo sistema no significó la eliminación del anteriormente 
vigente, por lo que vino a injertarse en el antiguo, ya que el Virrey 
continuaba con su real autoridad, pero las funciones de hacienda le 
fueron confiadas al nuevo funcionario. Con el tiempo se irán produ­
ciendo roces por materia de conflictos jurisdiccionales, que determina­
ron a la Corona a establecer en una sola persona las funciones de Vi­
rrey y Superintendente de la Real Hacienda.
A tribuciones: La Ordenanza otorgaba a los Intendentes las si­
guientes funciones, a saber:
De Policía: Tenía a su cargo el fomento económico y el progreso 
material (agricultura, ganadería, industria, minería, comercio; cons­
trucción de caminos, puertos, transportes, etc.) Debían realizar perió­
dicas visitas a los distritos de su jurisdicción. En estas amplias funcio-
k p p f t f c
nes de policía se resume el ímpetu de progreso material que se consi­
deraba necesario para la revitalización del Imperio. También se les 
concedía a los Intendentes el vicepatronato real en sus respectivas 
provincias.
De Hacienda: Este aspecto estaba minuciosamente reglamentado 
en la Ordenanza, estando a su cargo la administración de las rentas 
reales y jurisdicción contenciosa en todo lo referido a la materia de 
Hacienda, que hasta entonces había estado a cargo de los oficiales 
reales.
De Justicia: En la Capital de cada Intendencia, tenía a su cargo la 
administración de justicia civil y criminal a cargo de un Teniente Le­
trado nombrado por el Rey, quien, además, era asesor en todos los ne­
gocios de la Intendencia, siendo sus fallos apelables ante la Real Au­
diencia. Los alcaldes continuaron funcionando, pero con menores atri­
buciones. El Intendente tenía además a su cargo la vigilancia de la 
administración de Justicia y el cumplimiento de las leyes.
En materia de Guerra, tenía a su cargo todo lo concerniente a 
aprestos militares que tuviera conexión con la Real Hacienda. Los in­
tendentes no tenían mando militar alguno, sólo debían atender a la 
subsistencia de la tropa y a los gastos militares.
Si bien, conforme al nuevo régimen el Intendente debía reempla­
zar al Gobernador, se dispuso que a los funcionarios que ya estaban al 
frente de las gobernaciones de provincias ejercieran las atribuciones 
¡ntendenciales, dándoseles el titulo de “Gobernadores Intendentes”.Había también Sub-Delegados de Intendentes de dos categorías. 
Los de pueblos de Indios, que ejercían las funciones ya descriptas. En 
las ciudades o villas subalternas, atendían sólo las atribuciones de ha­
cienda y de guerra. En todos los casos estaban subordinados a los Go­
bernadores Intendentes.
Quedó al margen de la organización de Intendencias el gobierno 
de ciertas regiones fronterizas, como gobernadores político-militares, 
como en el caso de los distritos de Moxos, Chiquitos, Montevideo y 
Misiones, con atribuciones en materia de gobierno, justicia y guerra, 
pero que dependían de los Intendentes en materia de hacienda, sin 
perjuicio de su subordinación a la autoridad general del Virrey.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RicmrJo J. G. !t*r>*r
143
MANUAL DE HISTORIA COiNSTnUQOiNAL ARGENTINA Dr. K i^rdo J. G .H m m y
j Bibliografía consultada y utilizada.
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¡ mitad del Siglo XVllt” en Nueva Historia de la Nación Argentina ” 
Tomo 1° de la Academia Nacional de la Historia.
INGENIEROS, José. "La evolución de las ideas argentinas" 
GALLETTI, Alfredo. “Historia Constitucional Argentina” 
INGENIEROS, José. “Evolución de las Ideas Argentinas”.
LEVENE, Ricardo. “Manual de Historia del Derecho Argentino” 
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! Historia de la Nación Argentina. Tomo 3o de la Academia Nacional de J 
¡ la Historia.
LEVENE, Ricardo. "Funciones económicas de las Instituciones vinre- 
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mia Nacional de la Historia.
LOPEZ ROSAS, José Rafael. “Ensayo de Historia Constitucional Ar- i 
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| LORENZO, Celso Ramón. “Manual de Historia Constitucional Ar- ¡ 
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| TAU ANZOATEGUI, Víctor y MART1RE, Eduardo. “Manual de I 
| Historia de las Instituciones Argentinas”
! ZARINI, Helio Juan. “Historia e Instituciones en la Argentina” 
j ZORRAQUIN BECU, Ricardo. “La Organización Política Argentina
i en el periodo Hispánico”
MANUAL DE HISTORLV CONSTTTUCIONAL ARGENTINA Dr. Kkarda J. G.
CAPITULO 6
1. Revolución de Mayo. Las ideas filosóficas y políticas sobre el 
origen del poder.
Los historiadores discuten acerca de la filiación ideológica de ios 
hombres que llevaron adelante nuestra Revolución de Mayo, conside­
rando algunos que éstos se hallaban estrechamente ligados al pensa­
miento expuesto en las universidades americanas, cuyo mayor expo­
nente era el Padre Francisco Suárez, mientras otros autores que res­
ponden en mayor medida a la tendencia liberal, creen encontrar ese 
fundamento en el pensamiento del ginebrino Juan Jacobo Rousseau, 
cuyas ideas habían llegado en forma posterior al Río de la Plata, aun­
que de manera más o menos clandestina, y eran conocidas por los" 
principales actores del proceso revolucionario. Ambos pensamientos 
son expuestos para conocimiento de los educandos:
x
2. Las ideas dei Padre Francisco Suárez.
Francisco Suárez fue un sacerdote de la Cqrnpañía de Jesús, na­
cido en Granada (España) en 1548 y fallecido en el año 1617. Fue uno 
Je los expositoresj:ató!icos más lúcidos de su época -llamado por sus 
dotes el Doctor Eximio- y las doctrinas por él sustentadas encuentran 
precedentes en la Summa Teológica de Santo Tomás de Aquino, en 
Fray Francisco de Vitoria, San Roberto Belarmino, San Isidoro de Se­
villa, etc.
Enseñó en las Universidades de Salamanca y Coimbra y su pen­
samiento se tíadujo en numerosas obras de gran valor filosófico- 
teolóefco^jtmdjcor siendo las que más nos interesan en orden al tema a 
desarrollar el Tratado de las Leyes (“De Legibus”) y Defensa de la fe 
católica y apostólica contra los errores de la secta anglicana, con res­
puesta a la apología dei juramento de fidelidad y a la carta enviada a 
ios principes cristianos por el Serenísimo Jacobo, Rey de Inglaterra 
C'Defensio Fidei”), las que tuvieron gran repercusión en España y to-
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RiavxJoJ. G. tU m r
da Europa y, trasladadas a América por los sacerdotes jesuítas, sirvie­
ron de base para la enseñanza en las Universidades de Charcas y Cór­
doba, con influencia directa sobre los hombres que habrían de tener un 
papel protagónico en los sucesos de nuestra Revolución de Mayo.
^Suárez desarrolló su teoría sobre el origen de la autoridad o del 
Estado'poder, jomando como base la tradición cristiana y consideran­
do especialmente el momento histórico en que vivió, ya que sus estu­
dios nunca fueron indiferentes a la realidad contemporánea que lo ro­
deaba, y la segunda de las obras mencionadas más arriba es precisa­
mente una refutación a las ideas del monarca inglés sostenedoras del 
principio del absolutismo de origen divino inmediato, dado por Dios 
directamente al Príncipe.
Suárez divide en cuatro pasos sus enseñanzas respecto al origen y 
posesión de la autoridad:
El primero de ello puede resumirse diciendo que “a ninguna per­
sona. física o moral, le viene inmediatamente de Dios la potestad civil, 
ya sea por naturaleza o por donación graciosa”
Para entender este primer paso es necesario apreciar que siendo 
el hombre de naturaleza racional, lo es también de naturaleza social. 
El ejercicio de la razón presupone en la propia raíz del hombre el im­
pulso a la vida en común. No es llamado a lo social por el temor ni por 
la indigencia, ni para librarse del caos, ya que si estos elementos han 
movido el instinto radical de conservación, debe entenderse que pre­
viamente lo pensó, lo evaluó y lo aceptó como medio para salir de 
aquél estado anterior.
Sigue diciendo que “natural y voluntariamente los hombres tien­
den a asociarse en comunidad perfecta” y que “por naturaleza todos 
ios hombres nacen libres y, por lo tanto, ninguno tiene jurisdicción o 
potestad política sobre otro, ya que esa potestad no ha sido dada en 
forma inmediata por Dios a ningún hombre en particular”
Analiza más luego que los hombres pueden presentarse como 
“muchedumbre” en cuanto son un agregado sin orden y no son pro­
piamente un cuerpo político, por lo que no necesitan una cabeza o 
autoridad o principe. Pero si por especial voluntad o común consenti­
miento se reúnen en un sólo cuerpo político por un vinculo de socie­
dad para ayudarse mutuamente en orden a un fin político, necesita él 
de una sola cabeza.
146
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcmrdoJ. C. fbrrer
Señala que esta potestad de jurisdicción no es un arbitrio utilita­
rio de la razón, o encuentro casual para un mejor vivir, sino que fluye 
normalmente de la naturaleza racional cuando los hombres se unen 
con un fin político y forman la comunidad perfecta.
Es decir, que en la “muchedumbre” o “multitud” ningún miem­
bro puede tomar la dirección de cada una de las partes, ya que nadie lo 
ha investido para ello, por lo que antes tendrá que darse la muche­
dumbre un “cuerpo político” para que se dé en él, como propiedad 
natural, el poder de jurisdicción que no obliga a los particulares como 
tales sino como socios de un destino común.
La potestad civil por ser y por naturaleza está en la misma comu­
nidad. Por derecho natural inmediato sólo la comunidad humana per­
fecta y congregada para formar el cuerpo de la república tiene la su­
prema jurisdicción temporal sobre si misma.
Este hacer la “comunidad política” es de derecho natural y de allí 
se concluye que la potestad de jurisdicción responde a la misma ley. 
Pero como el derecho natural es la ley de Dios en el hombre, se en­
tiende que el poder civil, como todo poder, tiene su origen en Dios.
"Todas las cosas que son de derecho natural vienen de Dios co­
mo autor de la Naturaleza; pero como el principado político es de de­
recho natural, luego viene de Dios como autor de la Naturaleza”
2. El segundo paso de su argumentación nos dice que es mediante 
el pueblo que leviene al gobernante la autoridad. En su concepción re­
ferida al origen del poder, señala que Dios no nos da la potestad civil 
por una acción especial, sino que ella se deriva de cierta natural con­
secuencia que muestra la razón natural, resultando que el poder civil 
sólo existe en el sujeto naturalmente dispuesto para recibirlo, que es el 
puebio. o sea la muchedumbre congregada como cuerpo político.
El tercer paso dice que el pueblo otorga la autoridad por su libre 
consentimiento, derivándose de allí los títulos legítimos de gobierno.
Antes de formarse la comunidad perfecta nadie tiene poder civil: 
y después de la unión la potestad no es de nadie sino del todo y se en­
vende que ningún miembro tiene autoridad sobre los otros, ni la auto­
ridad del todo puede ejercerse sobre todos, sin que previamente el 
.■¡cuerdo de las partes objetivice su autoridad en un centro que queda 
como cabeza visible del cuerpo civil y con el poder de la conducción 
política. A la comunidad le toca establecer el régimen gubernativo y 
entregar la potestad a una persona determinada.
147
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricarda J. G. H *m r
Esta actitud de la comunidad perfecta hacia uno o un grupo de 
sus miembros es la invesüdura que recibe el principe directamente de 
la soberanía popular, que a su vez la ha recibido directamente de Dios, 
h El cuarto paso dice que al hacer este traspaso hay limitaciones en 
el poder tanto por parte del gobernante que la recibe y no puede usar 
de ella a su antojo, como por parte dei pueblo o comunidad perfecta 
que la confiere, quien ya no puede reasumirla a su capricho.
El pacto ciudadano por el que se otorga el poder al príncipe, de 
ninguna manera deja sin soberanía al cuerpo social. La potestad es 
siempre propiedad formal del cuerpo. Al transferir la potestad el pue­
blo no enajena su poder en el sentido de quedar sin la cosa dada. Por 
el contrario, la institución del gobernante resulta de su consentimiento 
y de su voluntad.
De tal manera, si el principe cambiase en tiranía la potestad que 
le ha sido dada, abusando de ella para daño manifiesto del pueblo, po­
dría éste usar de su potestad natural para defenderse, porque nunca se 
ha desprendido de ese derecho
Pero, transferida la potestad política al príncipe el pueblo no 
puede, sin razones fundadas en la necesidad común, desposeer al titu­
lar de la investidura que le ha sido otorgada en forma libre. Ambos 
hechos, el de conferir la potestad y el de privarla de ella, es ejercicio 
directo de la comunidad perfecta.
Ni el hombre ni el pueblo crean el poder civil. Al pueblo le viene 
inmediatamente de Dios y también al príncipe, pero mediante el pue­
blo.
"N o se dice que la potestad viene simplemente de Dios, sino sólo 
en cierto sentido; porque es dada por el hombre y depende de él”. 
“ Porque no puso medio entre Dios y el Pueblo, sino que quiso que en­
tre Dios y el Rey, el pueblo fuese el medio, por el cual el Rey recibe la 
potestad”
Resumiendo: para Suárez la sociedad responde a la naturaleza de 
las cosas, a la propia condición humana, que es social o política; y así 
es designio de Dios la existencia de la sociedad.
Toda sociedad necesita de un gobierno, pero ningún hombre tie­
ne poder sobre otro, pues todos nacen libres, por lo que los individuos 
se reúnen entre sí por libre decisión, respondiendo a la necesidad natu­
ral de hacerlo y deciden darse una autoridad, un gobierno.
148
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. !Uc*rJa J. G. ¡Umrr
No se trata de darse un contrato social a la manera de Rousseau 
como un fruto caprichoso de la voluntad general, sino por que la so­
ciedad es necesaria por naturaleza.
“La “potestas”, es decir el derecho de gobernar reside en la tota­
lidad de los miembros que integran la sociedad, es decir, en el pueblo. 
El origen de la autoridad, como de todos los derechos humanos es de 
Dios; pero Dios no la deriva directamente al príncipe o monarca, co­
mo ocurre en la teoría del origen divino del poder real, sino que Dios 
la deriva al pueblo (organizado como comunidad perfecta) y éste se da 
la forma de gobierno que mas le agrade y elige a ios gobernantes que 
desea.
El consentimiento, tácito o expreso, de los gobernados es el título 
que legitima el poder, pero una vez que los ciudadanos escogen el ré­
gimen que desean, éste ya no puede ser modificado, salvo las excep­
ciones de vacancia de poder o cuando el príncipe incurre en tiranía.
Esta teoría del poder recibido en forma indirecta de Dios, se 
completa con la afirmación de la autonomía de la autoridad civil frente 
a la autoridad religiosa. La teoría de las dos espadas se concreta en el 
sentido de que ambas jurisdicciones son autónomas y completas en si 
mismas, aunque el Sumo Pontífice tiene poder directo en el ámbito ci­
vil en la medida en que en él se jueguen intereses espirituales. Tal po­
der llegaría incluso a deponer a los monarcas que sean ocasión de es­
cándalos para los cristianos.
3. Las Ideas de Juan Jacobo Rousseau.
Juan Jacobo Rousseau pertenecía a una familia de calvinistas 
suizos de origen francés, nacido en Ginebra ( 1712 - 1778 ). Ha sido 
considerado como el término que completa la excepcional trilogía cu­
yos dos primeros son Montesquieu y Voltaire, y a quienes se puede 
considerar como los precursores de la Revolución Francesa.
Pero especialmente se considera a Rousseau como el verdadero 
revolucionario en todo el sentido de la palabra. Innovador en todos los 
campos, su influencia fue tan duradera que se percibe claramente la 
marca de sus ideas en toda la Revolución, animada por la ideología 
del Contrato Social y su obra se encuentra manifestada en las Consti­
tuciones de casi todos los pueblos modernos.
Promediaba el Siglo XVIII y reinaba en Francia Luis XV con la 
Ilustración en su apogeo. El joven ginebrino, hombre de exasperada
149
- *
sensibilidad, enfermizo, trotamundos por temperamento que frecuen­
taba los salones parisienses, llegará a convertirse en uno de los hom­
bres mayores de la filosofía política de todos los tiempos.
El centro de la teoría política de Rousseau esta en el Contrato 
Social. Es el paladín de la Razón, de la razón iluminista, que se refu­
gia en un mítico primitivismo natural, en una Naturaleza ideal, de la 
que los hombres no debieron salir.
En su libro “El Contrato Social” define lo que debe entenderse 
como "legitimo cuerpo político”, diciendo que supone a los hombres 
viviendo en estado de naturaleza, llegados a un punto tal en que los 
obstáculos que le impiden mantenerse en ese estado superan las fuer­
zas de cada individuo. De tal manera ese estado primitivo de naturale­
za no puede subsistir y el género humano estaría destinado a perecer si 
no cambiara su manera de ser. Así, no le quedará otro remedio que 
formar por asociación una suma de fuerzas que pueda superar a esos 
obstáculos, poniéndolas en juego con un sólo móvil y haciéndolas ac­
tuar al unísono.
Será entonces necesario encontrar una forma de asociación que 
defienda y proteja con toda la fuerza común la persona y los bienes de 
cada asociado, por la cual cada uno, uniéndose a todos, no obedezca si 
no a si mismo y permanezca tan libre como antes.
Este Contrato Social estará determinado por la misma naturaleza 
del acto, y aunque no hayan sido formalmente enunciadas son siempre 
las mismas en todos los tiempos y en todos los países, siempre tácita­
mente emitidas y . reconocidas. Este reconocimiento tendrá vigencia 
mientras el pacto social no sea violado, en cuyo caso cada cual reco­
brará sus primitivos derechos y su libertad natural.
En síntesis, las cláusulas se reducen a una sola: la enajenación 
total de cada asociado con todos sus derechos a la comunidad, porque 
al darse cada uno por entero, la condición es igual para todos y, siendo 
igual tal condición, nadie tiene interés en hacerla onerosa para los de­
más. Y al efectuarse la enajenación de los derechos sin reserva alguna 
la unión resultará insuperablemente perfecta, sin que ningúnasociado 
pueda reclamar. Pues si se dejase algún derecho a los particulares, 
como no habría ningún superior común que pudiese sentenciar entre 
ellos, cada cual, siendo su propio juez, pretendería serlo de los demás.
Y entonces el estado de naturaleza subsistiría y la asociación se con­
vertiría en tiránica o inútil.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGEsTINA Dr. Ri.-M.-doJ. G. lÍMrrcr
150
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Kkwrdo J. G. ÍUrrrr
La esencia del Contrato Social consiste en que cada uno de no­
sotros pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema di­
rección de la voluntad general, y cada miembro es considerado como 
pane indivisible del todo. Y para terminar de ilustrar su concepto 
Rousseau agrega que este acto de asociación convierte la persona par­
ticular de cada contratante en un cuerpo moral y colectivo, compuesto 
de tantos miembros como votos tiene la Asamblea, el cual recibe de 
este mismo acto su unidad, su yo común, su vida y su voluntad.
La persona pública que constituye asi por la unión de todos los 
demás, tomaba en otro tiempo el nombre de “ciudad" y toma hoy el de 
"república” o el de “cuerpo político", el cual es denominado por sus 
miembros “Estado” cuando es pasivo y “Soberano” cuando es activo y 
"Potencia” cuando se le compara con sus semejantes. Los asociados 
toman colectivamente el nombre de "Pueblo” y se llaman en particular 
"Ciudadanos” como participantes de la autoridad soberana, y “Súbdi­
tos" como sometidos a las leyes del Estado.
Se ha señalado que Rousseau considera al derecho natural como 
punto de partida para lograr los resultados de su Contrato Social, pues 
afirma que no está permitido violar las leyes naturales por el pacto, de 
la misma manera que no está permitido violar las leyes positivas por 
ios convenios entre los hombres.
La teoría del pacto social importa en su consecuencia una for­
mulación concreta de la teoría de la Soberanía Popular de antiquísima 
existencia y constituye un excelente punto de partida para asentar en él 
la doctrina de la “voluntad general” como único asiento legítimo de la 
soberanía. Termina afirmando que el Contrato Social en lugar de des­
truir la igualdad natural, la sustituye por una igualdad moral y legítima 
a lo que la naturaleza pudo haber puesto de desigualdad física entre 
los hombres; y esta desigualdad que proviene de su fuerza o de su ge­
nio, se convierten ahora en igualdad por convención y por derecho.
Con referencia a la soberanía, dice que el acto de asociación 
contiene un compromiso reciproco y cada individuo, contratando, por 
•isí decirlo, consigo mismo, se encuentra obligado desde dos puntos de 
vista: como miembro del poder soberano hacia los particulares y como 
miembro del Estado hacia el Soberano.
En la doctrina de Rousseau el Soberano está formado por los 
particulares que lo componen y por ello no tiene ni debe tener ningún 
interés contrario al de los mismos. Pero para que el Contrato Social no
sea una vana fórmula debe contener tácitamente una cláusula en el 
sentido de que quienquiera rehúse obedecer a la voluntad general será_. 
compelido a ello por todo el cuerpo social, lo que no significa otra co­
sa que lo forzará a ser libre.
Y ello, porque al pasar del estado de Naturaleza y perder su li­
bertad natural y su derecho ilimitado sobre todo lo que esté a su alcan­
ce, con el Contrato Social lo que gana es la libertad civil y la propie­
dad de lo que posee. La libertad natural no tiene otros límites que las 
fuerzas del individuo y la libertad civil está limitada por la voluntad 
general.
Refiriéndose a como se ejerce y cuál es la naturaleza de la Sobe­
ranía, Rousseau dice que uno de sus principales caracteres es la de ser 
inalienable. Siendo el Soberano un ser colectivo sólo puede ser repre­
sentado por si mismo. El poder puede transmitirse pero no la voluntad.
Y así la voluntad general puede dirigir las fuerzas del Estado de 
acuerdo a los fines de su institución que es el bien común.
Dado que la Soberanía se identifica con la voluntad general de 
todos los miembros del Estado, jamás puede ser enajenada la sobera­
nía en provecho de un sólo hombre y desde el momento en que existe 
un “amo” ya no existe el “Soberano” y, por lo tanto, el cuerpo político 
queda destruido.
La segunda característica de la Soberanía es su indivisibilidad. Si 
las resoluciones surgen de la manifestación de la voluntad de todo el 
pueblo, se está en presencia de un acto de soberanía. Si proviene de 
una fracción del pueblo, ya no se tratará de la voluntad general, sino 
de un acto de magistratura, de una voluntad particular.
Rousseau sostiene que la voluntad general es incapaz de equivo­
carse ya que conoce sus propios intereses y lo que ella disponga a su 
respecto no es susceptible de ser superado. Pero la voluntad general no 
debe confundirse con la voluntad de una mayoría. “La voluntad gene­
ral es siempre recta y tiende siempre a la utilidad pública”.
Sigue este pensador analizando las diferencias entre la voluntad 
de todos y la voluntad general: esta última sólo se refiere al interés 
común, mientras que la otra sólo al interés privado y no constituye si­
no una suma de voluntades particulares. Para lograr un perfecto enun­
ciado de la voluntad general es menester que no existan asociaciones 
parciales dentro del Estado y que cada ciudadano no opine sino por si 
mismo. Esta última aserción es característica del individualismo de
MANUAL DE HISTORIA INSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J. G. / W e r
152
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. JUardo J. G. Hmmr
Rousseau basado en el Derecho Natural, y justificaba la adopción del 
voto nominal por oposición al voto colectivo de cada una de las órde­
nes en los Estados Generales de Francia.
Analizando los límites del poder soberano, dice que el Estado es 
una persona moral que para conservar su vida, que no es sino la unión 
de todos sus miembros, debe disponer de una fuerza suprema y com­
pulsiva. “Así como la Naturaleza otorga a cada hombre un poder ab­
soluto sobre sus miembros, así también el pacto social otorga al cuer­
po político un poder absoluto sobre todos los suyos, y es ese mismo 
poder, dirigido por la voluntad general, el que lleva el nombre de So­
beranía.
El pacto social establece entre los ciudadanos tal igualdad que 
todos deben comprometerse bajo las mismas condiciones y gozar de 
los mismos derechos. Dada la naturaleza del Contrato Social, todo 
acto de soberanía o todo acto emanado auténticamente de la voluntad 
general obligará o favorecerá por igual a todos los ciudadanos.
Resumiendo: para Rousseau el hombre es bueno por naturaleza y 
vivía en libertad. La sociedad lo hizo malo y lo somete, a menos que 
se establezca una situación similar a aquélla (la Naturaleza), lo cual 
para Rousseau es posible con la fórmula del contrato. Considera que 
es menester asociarse de tal modo que cada asociado, en virtud del 
contrato, no obedece a nadie más que a si mismo y permanece tan li­
bre como antes de asociarse.
Así, la sociedad política no tiene su fundamento en el Derecho 
Natural, sino que se trata de una libre y voluntaria creación humana, 
fruto de una convención. “Cada cual pone en común su p e r s o n a y todo 
su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general” y cada 
miembro es considerado como parte indivisible del todo, reiterando la 
existencia de la voluntad general, a la que califica de soberana, inape­
lable, indivisible, infalible y absoluta. Esta voluntad general se distin­
gue de la voluntad de todos. Es siempre recta y dirigida al interés co­
mún.
El individuo queda cobijado en ella, con su libertad “protegida”, 
sin someterse a nadie en particular. Sigue manteniéndose en él su so­
beranía, ia que no será transmisible ni enajenable, y el poder sólo será 
transmitido al gobernante como a un mandatario para que ejerza sobre 
todos lo resuelto por la “Voluntad General”, y como tal, por naturale­
za, será revocable cuando se aparte de los fines delbien común.
153
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. JUarxh J. G. Hju-ttt
4. Quien fue el filósofo de la Revolución de Mayo.
Cuando se analiza quienes fueron los pensadores que mayor in­
fluencia tuvieron en los sucesos de Mayo de 1810, con mayor fre­
cuencia se lo ha considerado a Juan Jacobo Rousseau, teniendo en 
cuenta que así como su Contrato Social fue el camino que condujo a la 
Revolución Francesa, de la misma manera vino a guiar los pasos de 
los americanos en la obtención de la independencia.
Son muchos los que afirman que la producción fiiosófico-politica 
del Siglo XVII alcanzó un desarrollo extraordinario y que sus figuras 
cumbres Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Diderot y Condorceí ilu­
minaron en las sesiones hispánicas de América una influencia que con 
el correr dei tiempo adquirió los contornos y el contenido de la doctri­
na revolucionaria.
Se afirma que en la España del “ Iluminismo” y el “Despotismo 
Ilustrado” eran conocidas las obras de Juan Jacobo Rousseau, mayor­
mente gracias a las refutaciones que le hizo Fray Benito Jerónimo 
Feijoo y Montenegro que, sin quererlo, constituyeron para el ginebri- 
no su mejor propaganda. También se dice que en el Río de la Plata se 
habían introducido las obras del nuevo pensamiento europeo y que 
muchos de los hijos de la clase media aburguesada de estas tierras pu­
dieron beber el conocimiento de las nuevas ideas al ser enviados a es­
tudiar a la España. Y es el propio Dr. Manuel Belgrano, estudioso en 
Salamanca, quien se encarga de advertirlo. Terminan señalando que la 
Revolución de Mayo derribó las barreras que se oponían al conoci­
miento abierto de estas nuevas ideas y que la publicación del Contrato 
Social de Rousseau por el Secretario de la Junta Dr. Mariano Moreno, 
inmediatamente después de hacerse cargo, nos hace suponer un cono­
cimiento anterior de esta obra por parte de los hombres de su'genera­
ción.
Sin embargo, el Padre Guillermo Furlong Cardiff, Sacerdote Je­
suíta, en un interesante trabajo que integra un libro de homenaje al 
Doctor Eximio, afirma que fue el Padre Suárez, sacerdote de su misma 
orden, el filósofo que dio a los hombres de 1810 la formula filosófico- 
juridica y el substractum ideológico sobre el que levantaron una nueva 
estructuración que diera por finalizada la subordinación de estas tie­
rras a los Reyes de España y, andando el tiempo, se constituyera en
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA D r.Rk^rdoJ. G.Hmrrcr
Nación Soberana e Independiente, negando al mismo tiempo el que 
Rousseau haya tenido influencia alguna en ella.
En tal sentido recuerda la influencia de Suárez en el Río de la 
Plata desde principios del Siglo XVII hasta 1767, año en que fueron 
expulsados los jesuítas de estas tierras donde tenían instalados Cole­
gios y Universidades en que se formaba la juventud estudiosa ameri­
cana, como es el caso de Córdoba y Chuquisaca.
El Padre Furlong llega a afirmar que la expulsión de los jesuítas 
del Río de la Plata tuvo como causa eficiente la doctrina populista de 
Francisco Suárez que, originada en Santo Tomás de Aquino, era favo­
rable a la idea democrática y hostil a los tronos, especialmente cuando 
estos desvirtuaban la razón de ser de su existencia y se llegaba a justi­
ficar el tiranicidio.
Para Furlong los hombres que gestaron la independencia nacional 
pusieron toda su fuerza en el hecho de haberse disuelto o roto el con­
trato o pacto que había existido entre los reyes españoles y las colo­
nias americanas, disolución o rotura que había sido causada por la ab­
dicación del Rey Femando VII, ruptura que ponía al Río de la Plata en 
circunstancia de reasumir su soberanía y organizar un nuevo sistema 
de gobierno.
Suárez había desarrollado en “De Legibus” la teoría de que la 
potestad le viene al gobernante inmediatamente de los hombres y me­
diatamente de Dios. Al Rey Jacobo Io de Inglaterra le desagradaba so­
bremanera esta opinión de Suárez, desaprobando este modo de pensar 
que consideraba un fundamento de sediciones, ya que si el rey depen­
de, en su'potestad, del pueblo que le ha entregado el poder, éste puede 
levantarse contra él siempre que le parezca, apoyado en la misma po­
testad. Y Suárez lo resumía diciendo que “si el rey tiene la potestad 
recibida del pueblo siempre depende de él: luego la potestad del pue­
blo es superior y puede hacer todo lo que se ha mencionado”
Pero seguidamente puntualizaba y limitaba las potestades tanto 
del gobernante como del pueblo, expresando que después que el pue­
blo ha transferido en el rey su potestad no puede, apoyado en la misma 
potestad, a su arbitrio proclamar su libertad, pero puede hacerlo cuan­
do hay razón suficiente para ello y debe hacerlo cuando el rey desapa­
rezca sin dejar sucesor legítimo.
Partiendo de los principios esbozados en el pensamiento suare- 
ciano, Furlong afirma que son tales doctrinas y no las roussonianas las
que inspiraron a los hombres de 1810, ya que ellas no se referían al 
pacto o contrato social de-Rousseau que unía a los ciudadanos entre sí,- 
sino al que ligaba a los ciudadanos con el gobernante, que era el plas-- 
mado y preconizado por Suárez.
Para el pensamiento de Rousseau no podía haber pacto o contrato 
alguno entre la comunidad y el jefe o gobernante de la misma y la so­
beranía era intransferible; en cambio, para Suárez la autoridad o sobe­
ranía del pueblo podía y debía ser transferible, pudiendo ser ejercida 
por otro.
Para Suárez la soberanía era atributo de la comunidad perfecta 
pero no de cada individuo; para Rousseau la soberanía era de todos y 
de cada uno, pero no la podían abdicar en todos ni en una sola perso­
na.
Para Suárez el hombre era culto y social y de esa condición brotó 
la necesidad de reunirse y una vez hecha la reunión con un fin político 
nacia la autoridad suprema en la comunidad, como algo que emana de 
ia naturaleza, lo quieran o no lo quieran los hombres que se habían re­
unido en comunidad perfecta.
Para Rousseau, en cambio, el hombre era naturalmente salvaje y 
la autoridad sólo fue efecto de un pacto enteramente artificial ; es de­
cir no fue emanación de la naturaleza.
Según Suárez, Dios da inmediatamente la suprema autoridad a la 
comunidad perfecta por el mero hecho de formarse por la unión de las 
voluntades; en cambio para Rousseau la autoridad es la simple suma 
de las voluntades materialmente tomadas.
Según Suárez, la comunidad no siempre’ se despoja de toda su 
autoridad sino que ordinariamente la comunica limitadamente al prín­
cipe; en cambio para Rousseau los individuos pierden toda su libertad 
natural y adquieren la libertad civil y política, viniendo la suma de las 
voluntades a convertirse en fuente y origen de todos los derechos, sin 
ninguna limitación.
Castelli, en su memorable discurso de! 22 de Mayo expuso y 
sostuvo la realidad de un contrato existente entre los reyes hispanos y 
los pueblos de América o Reinos de Indias, como los llamaron los 
Austrias, y sobre la existencia de ese contrato basó toda su argumenta­
ción, afirmando que con la disolución de la Junta Central había cadu­
cado el gobierno soberano de España y se deducía de este hecho la 
“reversión de los derechos de la soberanía al pueblo de Buenos Aires
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rjcmnio J. G. Iltm er !m
MANUAL DE HISTORIA CONSTTIUaONAL ARC ENTINA Dr. K o m h J . G. H er^y
y el libre ejercicio en la instalación de un nuevo gobierno principal­
mente no existiendo, como se suponía, la España en la.dominación de 
Femando VII.
Puede entonces sintetizarse la doctrina sustentada por Castelli en 
los siguientes puntos:
1) Hay una crisis del derecho político hispano iniciada en 
1808, conforme a la cual los pueblos de la península constituyeron 
Juntas de Gobierno propias y mas luego la Junta Central.
2) Esta Junta Central había quedado disuelia y no tenía facul­
tades para organizar un Consejo de Regencia, entre otras razones por­
que no habían concurrido a su elección los diputados de las Américaso Indias-
3) Por tanto el gobierno soberano de España había caducado, 
produciéndose en consecuencia la reversión de los derechos de la so­
beranía al pueblo y su libre ejercicio de establecer un nuevo gobierno.
4) La resolución del Cabildo fue que debía subrogarse la auto­
ridad que investía el Virrey Cisneros y reasumirla el Cabildo a nombre 
del pueblo.
Y se ratifica ese pensamiento con las palabras de D. Comelio de 
Saavedra cuando afirmaba “que no quede dudas de que es el pueblo el 
que confiere la autoridad o mando”, posición que fue seguida por el 
bloque mayoritario de los asistentes al Cabildo Abierto, confirmándo­
se así el principio suareciano de “la reversión de los derechos de la 
soberanía al pueblo”, esgrimido en el discurso del Dr. Castelli.
Sintetizando: queda claro que al afirmarse que habiendo fenecido 
la Junta Central Suprema debía reasumirse el derecho de nombrar la 
autoridad superior de Buenos Aires, se estaba aplicando el principio 
del contrato político pensado por Suárez celebrado entre el pueblo y 
su gobernante y no así el contrato social de Rousseau para lo cual no 
era menester que feneciese la Junta Central para que el pueblo pudie­
se, a su arbitrio, disponer de la soberanía.
Y tampoco está adecuado al lenguaje de Rousseau hablar de 
“reasunción del poder” pues el pueblo no podría “reasumir” un poder 
que ya poseía y que nunca había perdido.
El propio Padre Furlong reconoce, sin embargo, que algunos 
asertos de Moreno y de Castelli, posteriores a la Semana de Mayo, son 
de neta filiación roussoniana, pero nada hubo hallado de tal naturaleza 
con anterioridad al 25 de mayo de 1810 y, por e! contrario, reproduce
un párrafo de lo expresado por el Secretario de la Primera Junta en la 
“Gazeta de Buenos Aires” del 8 de diciembre de ese año en el sentido 
de que “la autoridad de los pueblos, en la presente causarse deriva de 
la reasunción del poder supremo que por el cautiverio del Rey ha re- 
trovertido al origen de que el monarca lo derivaba; y el ejercicio de 
éste es susceptible de las nuevas formas que libremente quieran dár­
sele” . Y seguía diciendo que “en otra oportunidad, discurriendo sobre 
la instalación de las Juntas en España, manifesté que disueltos los vín­
culos que iigaban los pueblos con el monarca cada provincia era due­
ña de si misma por cuanto el pacto social no establecía relaciones en­
tre ellas directamente, sino entre el Rey y los pueblos", entre los que 
se contaban los reinos de Indias, conforme lo establecía la legislación 
dada en época de los Austrias.
Terminemos negando con Galleti que las influencias recibidas 
por los hombres de Mayo hayan sido excluyentes y, por el contrario, 
en numerosas oportunidades pudieron coexistir y tuvieron decisiva 
importancia, señalándose como ejemplo a Moreno, en el que conflu­
yeron dos líneas de pensamiento distintas: la francesa y la hispánica.
5. Causas políticas, económicas y sociales.
Cuando se analizan las causas de la Revolución de Mayo, hemos 
señalado ios diferentes movimientos ocurridos en el Continente Ame­
ricano, que pueden ser tomadas como factores precursores, aunque 
ninguna de ellas lo suficientemente directa como para ser considerada 
■ tal en forma absoluta. En el capítulo siguiente, analizaremos las causas 
política constituida por los hechos desencadenados en la península, 
tales como la subordinación de Carlos IV y el Ministro Manuel Godoy 
a la política napoleónica, el desastre de la flota española en Trafalgar 
en 1805. que posibilita al año siguiente las invasiones inglesas a Bue­
nos Aires, el Motín de Aranjuez (1808) que determina la abdicación 
de Carlos IV a favor de su hijo Femando VII; el rechazo español a la 
invasión francesa y la constitución de Juntas locales de gobierno y 
posteriormente la Junta Central de Sevilla, su posterior disolución y la 
consiguiente retroversión de la soberanía que ella investía a favor de 
los pueblos constitutivos de la monarquía ibérica, primero en España y 
luego en América..
Pero ahora nos toca hablar de un aspecto, sin duda gravitante, 
como es el referido al aspecto económico, a los hechos de esta natu­
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUaO.NAL ARGENTINA Dr. ¡tien to J. G. H m rr
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KcxrdoJ. G. lU n tr
raleza que gravitaron en la decisión de nuestros proceres en la toma de 
la decisión de gobernarse a si mismos, sin injerencia de los españoles 
que desde Cádiz pretendían seguir gobernándonos como Consejo de 
Regencia.
Debe recordarse que en el largo período de la dominación espa­
ñola se estableció un sistema de monopolio comercial a favor de los 
españoles y sus representantes en las colonias. El intercambio comer­
cial estuvo durante muchos años ceñido a las esporádicas travesías que 
las flotas hacían, trayendo sus productos pero muy especialmente en 
busca del oro y la plata que tan generosamente producían estas tierras. 
A ello se agregaba la prohibición de comerciar con navios de otros 
países, salvo situaciones excepcionales, y también a realizar intercam­
bio con puertos que no estuvieran habilitados, dándose el caso de que 
en América española fueran sólo dos.
El encarecimiento y la escasez de los productos europeos y el 
estancamiento y reducido precio de los productos coloniales trajo co­
mo consecuencia dos hechos* el primero de los cuales fue el contra­
bando, forma lucrativa e ilegal de introducir mercaderías por parte de 
navios ingleses, holandeses o franceses, con la obvia complicidad de 
comerciantes locales y la ceguera de las autoridades. En segundo lu­
gar, el monopolio español que no lograba satisfacer las exigencias de 
los colonos, generó la aparición de una industria precaria pero activa, 
que generó el intercambio entre las distintas regiones.
La política de los Borbones advirtió la necesidad de agilizar el 
comercio para lo cual dictó el Reglamento de Comercio Libre, a fines 
del siglo XVIII, que entre otras cosas habilitó al puerto de Buenos Ai­
res y muchos otros puertos americanos y otros tanto en la Metrópoli, 
circunstancia que agilizó las transacciones mediante el intercambio 
comercial, trajo la riqueza de importantes sectores e hizo gustar de la 
conveniencia de que haciéndolo extensivo a las demás naciones, gene­
raría una mejor situación para estas tierras. Debe agregarse a ello la 
presencia de los ingleses, dos veces vencidos por las armas, pero 
triunfadores en la propagación de sus ideas a favor del comercio libre, 
como así en la colocación de sus productos en el tiempo de su domi­
nación y el correlativo aumento de los productos locales.
Los reclamos en materia comercial se hicieron cada vez más exi­
gentes a medida que nos acercamos al proceso de Mayo, y es en el 
Consulado, cuyo Secretario es el Dr. Manuel Belgrano, donde se con­
159
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Rxmrdo J. G. Hin-cr
traponen las teorías que cada sector pretende imponer. Por ello, nada 
extraño resultará que una de las banderas de la Revolución de Mayo 
haya sido el establecimiento de relaciones comerciales con todas las 
banderas del mundo.
Cabe también recordar que las ideas físiocráticas de Quesnay, 
Turgot, Herbet, Moreller y sus discípulos, imperantes en Europa, lle­
garon al Río de la Plata y hallaron eco al amparo de la decidida pro­
tección que les prestaba el despotismo ilustrado de los Borbones. Y 
evolucionando por sobre aquéllos pensadores, el inglés Adam Smith 
dio origen a la escuela liberal que posteriormente será perfeccionada 
por David Ricardo. La necesidad del fomento de la agricultura y de las 
artes útiles, los oficios y las ciencias, como la libre circulación de los 
bienes fueron temas corrientes en las reuniones de los patriotas.
Entre las causas sociales debe señalarse una cada vez más tensa 
relación entre los habitantes del Río de la Plata, especialmente entre 
“españoles peninsulares” y los “criollos” descendientes de aquéllos, a 
los que habría que agregar los “mestizos” originados en las relaciones 
entreespañoles e indias.
Si bien la sociedad indiana de los primeros tiempos de la con­
quista y colonización presentaba un espíritu igualitario que desconocía 
las diferencias de clase, especialmente la estructura estamental vigente 
en la Península, y las fronteras que eventualmente pudieron separar a 
los grupos sociales no eran infranqueables. Pero durante los Siglos 
XVII y XVII se produjo una lenta pero progresiva decadencia de ese 
espíritu igualitario, advirtiéndose un desprecio de los españoles a los 
que no lo eran y se trato de impedir, y en líneas generales se lo consi­
guió, que los integrantes de los grupos sociales inferiores ocupasen 
cargos públicos, contrajeran matrimonio con personas de condición 
superior, e ingresaran en las universidades o aspirasen al sacerdocio. 
Contra esta situación reaccionarían las corrientes ideológicas, exterio­
rizadas especialmente a fines del Siglo XVIII y principios del XIX. 
Cabe, sin embargo, señalar que en el Río de la Plata las diferencias 
sociales no eran tan pronunciadas, aunque se debiera soportar el pre­
dominio de los “peninsulares” en el ejercicio de las funciones públicas 
más importantes. Tanto ello es así que el Fiscal de la Audiencia de 
Charcas en 1797 propugnaba medidas “para la reforma del reino”, 
creando órganos representativos en los cuales debían intervenir los
160
americanos, valorándose a los “criollos” al colocarlos en una verdade­
ra y real igualdad con los peninsulares.
6. Las ideas de los enciclopedistas.
Se conoce como “Enciclopedia” a la inmensa obra publicada en 
Francia por D'Alembert y Diderot, entre 1751 y 1765, que recopila los 
trabajos de los pensadores más importantes de su época, más de un 
centenar de colaboradores, pretendiendo encerrar en sus varios volú­
menes prácticamente todo el conocimiento universal de la época. Las 
ideas en ella encerradas constituyeron un arma poderosa en el movi­
miento filosófico del Siglo XVIII.
Para el Dr. López Rosas, al impulso del Renacimiento el mundo 
occidental cambia fundamentalmente su fisonomía. Nuevas concep­
ciones filosóficas, políticas, económicas o religiosas revolucionan a 
los pueblos echando por tierra seculares instituciones. Entre los siglos 
XVII y XVIII a merced de las ideas y dogmas proclamados, al ideal 
mágico del progreso y al fundamento de las novísimas escuelas se lo­
gra sepultar definitivamente la antigua concepción del mundo. El 
principio de autoridad inicia su declinación y los derechos absolutos 
del hombre nacidos al amparo del liberalismo dan nueva fisonomía al 
campo político y filosófico.
Dando fuerza a todas estas corrientes ideológicas, toda una gene­
ración de pensadores, precursores unos y enciclopedistas en su mayo­
ría, van a dar doctrinas renovadoras que fundamentan sus ideales. 
Asistiremos así a la aparición de obras como “Emilio”, “El Discurso 
sobre la desigualdad” y en especial ‘‘El Contrato Social” de Juan Ja­
cobo Rousseau; “El Espíritu de las Leyes” de Montesquieu, que re­
produce las ideas imperantes en Inglaterra, la “Historia Natural” de 
Buffon; el “Diccionario Filosófico” de Voltaire, el “Tratado de las 
Sensaciones” de Condillac, entre muchos otros, conforman el panora­
ma de un mundo que surge al amparo de nuevas ideas, sustentando la 
libertad del hombre frente a la estructura anterior, quebrantando el 
principio de autoridad de los absolutismos reinantes y reclamando pa­
ra el pueblo los atributos de la soberanía.
Si bien es cierto que en todas las colonias españolas de América 
la Corona prohibió la introducción de éstas y otras obras, no es menos 
cierto que ellas fueron conocidas por los americanos, aunque se tratara 
sólo de una “elite”, una minoría ilustrada, que supo aplicarlas en lo
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MANUAL DE HISTORIA (XkNSTTTUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricmrdo J. G. Hmrvcr
que era adecuado a nuestra idiosincrasia, aunque sin aceptar en la ma­
yoría de los casos, todo aquello que pudiera afectar el profundo espí­
ritu religioso de nuestro pueblo. Así, se ha podido determinar sin lugar 
a dudas, que tanto Moreno como Belgrano conocieron las obras de 
Juan Jacobo Rousseau, también Juan José Castelli y el Deán Funes, 
las de aquél y de Montesquieu, y también se pudo determinar la exis­
tencia de obras de autores como Voltaire, Diderot, Filangieri o Condi- 
llac, expresiones del “ Iluminismo Enciclopedista”. Entiende el autor 
que venimos siguiendo que el Río de la Plata no pudo escapar al mo­
vimiento ideológico del Siglo XVIII ya que todo ese acervo indivi­
dualista se volcó en las instituciones surgidas desde 1810, pero al es­
tablecer la influencia y gravitación que tuvieron estas ideas, hay que 
considerarlas dentro de un todo, pero no como fuerza exclusiva y ex­
cluyeme de toda otra formación ideológica, como lo fue el pensa­
miento escolástico español.
7. Influencia de las revoluciones norteam ericana y francesa.
Otras de las causas de la Revolución de Mayo que se han men­
cionado son las revoluciones ocurridas en los Estados Unidos de Nor­
teamérica y Francia.
Cronológicamente, el primero de estos hechos ocurrió en la 
América del Norte en 1776. Los colonos ingleses de aquella parte de 
América se rebelaron contra su monarca en razón de no haber sido 
consultados para la aplicación de impuestos que los perjudicaban no­
toriamente. La lucha emprendida llevó varios años, pero finalmente 
lograron independizarse, sancionando en 1787 una Constitución que 
habría de regirlos, estableciendo un régimen republicano y representa­
tivo en consonancia con las ideas de Rousseau y Montesquieu, y lo 
que es muy importante, consagraron la organización del Estado bajo el 
sistema federal, que habría de ser el modelo que reclamaron después 
nuestras provincias y finalmente consagraron en la Constitución de 
1853.
Este movimiento ejerció una honda influencia en las colonias es­
pañolas del sur, pues, aparte de la analogía que se desprendía de la si­
tuación colonial de ambas, el nuevo régimen político permitía abrigar 
la esperanza de modificar substancialmente el gobierno al que se ata­
caba por ineficaz y corrompido, como afirman los autores Tau An- 
zoategui y Martiré.
Cabe destacar aquí la existencia de un verdadero activismo re­
volucionario por parte de potencias interesadas en provocar conflictos 
entre España y América, especialmente los intereses británicos, no 
sólo por el viejo resquemor de que España había ayudado a las colo­
nias norteamericanas en sus luchas por la independencia, sino que, so­
bre todo, tenían en cuenta sus propias necesidades de expansión co­
mercial, que exigían imperiosamente la obtención de nuevos merca­
dos.
La revolución estallada en Francia en 1789 contra el régimen 
monárquico, dicen los autores mencionados, asumió también una 
orientación republicana y proclamó los “Derechos del Hombre y del 
Ciudadano”. Pero desde el primer momento , la violencia y el terror 
que caracterizaron buena parte de su realización, así como la persecu­
ción religiosa, le retrajeron adhesiones, y aunque significó un podero­
so toque de atención para los tronos europeos, no contó en España y 
en América con la simpatía que inspiraban algunos de los principios 
por ella sustentados.
Sin embargo, estos principios, esbozados doctrinariamente por 
los autores franceses, ejercieron notable influencia, preparando el cli­
ma adverso al régimen imperante en España y América. En esta nutri­
da bibliografía, afirman los autores citados, los americanos encontra­
ron elementos que permitieron elaborar planes de emancipación, atra­
yendo sus ideas a figuras de tanta gravitación en los sucesos de Mayo 
como lo fueron Moreno, Belgrano, Pueyrredón, Funes y otros.
8. Las prim eras m anifestaciones del ejercicio de la soberanía y 
proceso de independencia en Am érica Latina.
El Dr. Bidart Campos, refiriéndose a los antecedentes de la Re­
volución de Mayo, expresa que una cadena de movimientos insurrec­
cionales ocurridos en América es siempre traída acolación cuando se 
habla de este tema. Expone que a su juicio no se trata de levanta­
miento que con el transcurso del tiempo hayan originado la revolu­
ción, sino que son exclusivamente indicios de la capacidad de oposi­
ción y resistencia de algunos sectores de la comunidad y explican así 
que el fenómeno de la Revolución de Mayo no sea un episodio aisla­
do, improvisado ni imprevisto, sino en algún modo una reacción que 
ya conocía rebeldías anteriores análogas. Los movimientos insurrec­
cionales americanos no conducían necesariamente a la independencia,
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RicmrdoX G. I ! m r
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MANUAL DE HISTORIA CONSTnUCIONAI. ARGENTOU Dr. RicxrJo J. G. IU m r
pero muestran que en la mal llamada “siesta colonial” ya existían vi­
gilias de agitación y de lucha............................... ...............
Y citando al historiador D. Vicente D. Sierra éste expresa que los 
movimientos insurreccionales americanos tienen como característica 
su espontaneidad, o sea, la inexistencia de injerencia extranjera. En 
ningún caso se encuentra una concepción revolucionaria previa. Se 
trata siempre de rebeldías locales y por problemas locales, conside­
rando que puede verse en esos movimientos una manifestación del in­
dividualismo español, pero lo es también del sentido político comar­
cal, localista, determinado en parte por los desiertos que separaban a 
una comarca de otra.
Bidart Campos cita como antecedentes americanos a los si­
guientes movimientos: a) Insurrección de Gonzalo Pizarro en el Perú 
al promediar el Siglo XVI; b) la insurrección de Contreras en Nicara­
gua en la misma época; c) el complot de los Cortés en el Virreinato de 
Nueva España, en la segunda mitad del Siglo XVI; d) en el mismo pe­
ríodo las insurrecciones de Tucumán y de Quito; e) los motines de 
México de 1624 y 1642; f) de Concepción de Chile de 1655; g) de 
Asunción del Paraguay en 1691 y 1702; h) de Corrientes en 1764; i) 
otro movimiento comunero en el Paraguay en el Siglo XVIII; j) el 
movimiento indígena de Tupac Amarú en 1780 en el Perú y k) los 
motines de Chuquisaca y La Paz en el Siglo XIX.
Antes de abordar el estudio de las primeras muestras de rebeldía, 
resulta interesante transcribir la opinión de Máximo Soto Hall, referi­
da a los movimientos separatistas que se dejaron sentir en las colonias 
españolas casi a raíz de la conquista. Dice este autor que no pudiendo 
España por su propia fuerza realizar la conquista de América, tuvo que 
pactar con sus aventureros que iban por su propia cuenta ganando con 
su brazo la tierra en nombre dei Rey, pero una vez ganada apelaban a 
éste para que los consagrara en la posesión y disfrute de todo lo gana­
do. Entre lo que ellos pretendían y lo que quería restarles el Rey, se 
pasó la lucha de la colonia, sobre todo en los primeros días cuando no 
estaba asentada la conquista ni el sistema.
Luego de considerar que estos antecedentes tienen mucho que 
ver con la lucha entre los criollos y peninsulares que se produce mu­
cha después, como también la lucha fina! entre criollos y la madre pa­
tria. Y para el autor citado, siguiendo la opinión de Eugenio Sellés, di­
ce que no es ajeno a este fenómeno la actitud de los nobles durante la
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. KJatrdo J. G. h W
Edad Media, la que pujante por sus privilegios, turbulenta por su or­
gullo,, acostumbrada al mando y a la guerra, imponía sus consejos, 
quitaba y nombraba ministros a su antojo, Constituía camarillas a su 
gusto y devoción. Dice que no es maravilla que usara despóticamente 
el poder quien lo ganaba como si fuera despojo de infieles, con la 
punta de la lanza, y lo disfrutaba con derecho de conquista.
Y termina expresando que desde el Siglo X con Alfonso III hasta 
el Siglo XV con Enrique IV, en todos los reinados se advierte cons­
tantes conspiraciones, un encadenamiento de actos subversivos de los 
grandes señores contra los reyes, y cuando no era contra éstos, los 
complots iban contra los ministros, pero siempre de una manera u otra 
se vivía en un estado de inquietud y de intriga, deduciendo de ello que 
este temperamento levantisco e independiente de ia Península, con los 
conquistadores fue trasplantado al Nuevo Mundo no tardando en dar 
sus frutos en e! suelo americano.
Analizaremos sintéticamente cada uno de los movimientos y ve­
remos sus características mas salientes.
Insurrección de Gonzalo Pizarro en el Perú: En conocimiento de 
los abusos que se cometían contra los indios fue enviado como Virrey 
Blasco Nuñez de Vela con severas instrucciones que, apenas llegado a 
Lima en 1544, comenzó a pone en práctica, generan grandes resisten­
cias. Estos rápidamente adquirieron la magnitud y el carácter de un 
movimiento separatista que fue encabezado por Gonzalo Pizarro quien 
después de la muerte de su hermano Francisco se sintió con títulos 
bastantes para heredar los derechos de aquél. Los actos del Virrey de­
terminaron a la Real Audiencia de Lima a disponer su destitución y 
embarque para España, y posteriormente capturado el Virrey fue de­
capitado por orden de Pizarro, quien quedó así dueño absoluto del go­
bierno y aspiró a ser nombrado soberano de todas las posesiones que 
España contaba en América del Sud. Los refuerzos enviados por el 
Rey consiguieron vencerlo y fue, finalmente, condenado a muerte co­
mo traidor al rey.
Insurrección de Contreras en Nicaragua: Probablemente repercu­
sión directa de los hechos que se desarrollaron en el Perú, son los ocu­
rridos en Nicaragua en 1549. Rodrigo de Contreras había sido gober­
nador de Nicaragua, pero por los abusos que cometía contra los indios 
fue destituido. Sus reclamos ante la Corte no tuvieron éxito y con la 
ayuda de algunos de los facciosos que habían huido del Perú, concibió
165
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricmrdo J. G. Hmrrcr
la idea de tomar el gobierno de Nicaragua, pasar luego a Panamá y fi­
nalmente dirigirse al Perú para terminar la obra que no pudo culminar 
Gonzalo Pizarro. Luego de asesinar al Obispo en Nicaragua, y hacerse 
del gobierno, se dirigieron a Panamá, a la que sometieron e intentaron, 
luego de importantes caudales que serian enviados a España, tarea en 
la que fracasaron y, finalmente, fueron vencidos. Con su muerte, tuvo 
término el segundo proyecto de independencia y fundación de un rei­
no en el Nuevo Mundo.
El complot de los Cortes en el Virreynato de Nueva España: La 
tercera intentona se llevó a cabo en Nueva España en 1564. Al produ­
cirse la muerte del virrey, la Real Audiencia, a. falta de “pliego de 
mortaja" designando sucesor provisorio, se hizo cargo del gobierno. 
Durante esta gestión llegaron desde España los hijos de Hernán Cor­
tés, descontentos con la Corte por no haber sido reconocidos sufi­
cientemente los méritos y servicios prestados por su padre. Comenza­
ron a urdir un complot que terminaría deponiendo a las autoridades y 
elevaría en la dignidad al hijo legítimo de Cortés, Don Martin, Mar­
qués del Valle, pero el secreto no pudo ser bien guardado y, anoticiado 
de los propósitos la Real Audiencia, dispuso la detención de Cortés y, 
finalmente, de los principales cabecillas que fueron condenados a 
muerte o a largas y severas penas, no así los hijos de Cortés, los que 
quedaron sin castigo, pero constante y cuidadosamente vigilados.
La insurrección de Quito: A fines de 1591 una decisión real impo­
niendo nuevos impuestos, que la Audiencia hizo pregonar sin esperar 
a que el Cabildo diera su aprobación, generó la reacción de este orga­
nismo que invocaba la extrema pobreza en que se encontraba el país. 
Al haber puesto la Audiencia en prisión a un importante miembro del 
Cabildo que había logrado levantar al pueblo, esto dio origen a un 
motín en el que se habló claramente de la independencia de España. El 
pueblo entero se levantó en armas y fue necesario requerir auxilios y, 
tras largo asedio, éstos pudieron imponerse y dar término a la rebeldía. 
Los historiadores ecuatorianos loconsideran como el primer intento 
de emancipación de la corona realizado en el país.
En 1659 se produjo un movimiento en Nueva España, acaudillado 
por Guillermo Lombardo de Guzmán con la finalidad de independizar 
el Virreinato; en el mismo Virreinato se produjo en 1799 el movi­
miento llamado de Los Machetes, animado de igual tendencia y que 
consistía en arrojar del país a todos los “gachupines”, matar al Virrey,
166
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricardo J . C. lU m v
proclamar la independencia y aún declarar la guerra a España, debien­
do hacerse cargo del movimiento Don Pedro Portilla, pero denunciado 
éste por uno de los conjurados, fracasó y su cabecilla, condenado a 
muerte.
En 1780 se produjo en Nueva Granada el levantamiento de los 
Comuneros, en el que los rebeldes triunfaron transitoriamente y las 
autoridades españolas se vieron en la necesidad de firmar un pacto de 
compromiso, que posteriormente fue incumplido por los españoles. 
Un nuevo levantamiento fue sometido por la autoridad española.
Levantamientos indígenas en el Yucatán: Los indios mayas, po­
seedores de mayor cultura, consideraban que eran los verdaderos due­
ños de las tierras que por la fuerza habían ocupado los conquistadores. 
En 1546 se produjo la revuelta conocida como de “los hechiceros", 
condición que se le atribuía a sus principales jefes; en 1558 Andrés 
Cocom encabezó otra en Campeche; en 1610 hubo un gran motín en 
Tekax, dándosele muerte al cacique por creer que estaba de parte de 
los españoles; en 1624 en el pueblo de Saclum los indios se levantaron 
en armas y mataron al Capitán Diego Mirones y acabaron con las tro­
pas que allí se encontraban; en 1761 tuvo lugar el más importante en­
cabezado por el indio Jacinto Canee, que se proclamó rey, ya que por 
sus venas corría sangre de caciques de los mayas; en 1800 produjo 
otro indígena de nombre Mariano, en Tepik, con el objeto de restable­
cer la monarquía azteca, relacionándose con muchos pueblos indíge­
nas. Pero el proyecto fue desbaratado.
Levantamientos indígenas en Perú: En 1661 se produjo en La Paz 
un levantamiento encabezado por el mestizo Antonio Gallardo, que 
logró apoderarse de importantes funcionarios a ios que dio muerte, 
tomó por asalto el cuartel y quedó dueño de la ciudad. En las calle se 
oía el grito de “Libertad a los americanos” y durante tres años los es­
pañoles no lograron vencerlo, hasta que finalmente las tropas del rey 
lograron sofocar la rebelión; en Agosto de 1780 otra revuelta, en este 
caso dirigida por el indio Tomas Catad, a consecuencia de no ser 
atendidas sus justas reclamaciones a favor de los indios. El movi­
miento tuvo éxito y se tomaron varias poblaciones, pero finalmente 
fue vencido; en 17S0 el de Tupac Amarú, José Gabriel Condorcanqui: 
detuvo e hizo ajusticiar a un corregidor español y dispuso declarar 
abolidos los repartimientos y las mitas y se promulgó emperador del 
Perú como José Io. En poco tiempo su movimiento se extendió consi­
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MANUAL DF. lflSTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. Ricmrdo J. G. líurrcr
derablemente aunque en forma sangrienta y asoladora. Aunque Tupac 
Amarú era contrario a estos procederes, no pudo controlarlos. Sus 
ideas libertarias comprendían también a los criollos descendientes de 
españoles, pero su movimiento fue finalmente derrotado y cruelmente 
ajusticiado su conductor; tres años después se produjo otro movi­
miento, que se dijo continuador del anterior, dirigido por Tupac Inga 
Yupanqui, que también terminó vencido por las armas reales, no sin 
oponer una denodada resistencia.
Levantamiento en Asunción: En 1717 se produjo por parte de José 
de Antequera contra el gobernador Balmaceda, cuyos procedimientos 
hicieron surgir las quejas del común, procediendo a su destitución. El 
Virrey del Perú repudió el procedimiento y le ordenó a Antequera 
trasladarse a Lima, pero éste organizó una gran fuerza militar y se de­
claró abiertamente contra el dominio de España; finalmente, las fuer­
zas venidas de Buenos Aires consiguieron vencerlo y atrapado, tiempo 
después, fue condenado a muerte.
Levantamiento de los Comuneros en Corrientes en 1764.
A todo este ciclo de insurrecciones que se fueron sucediendo a lo 
largo de los siglos, se sumaron los de Chuquisaca y La Paz, precisa­
mente el 25 de mayo de 1809, en que se depone al gobernador. La 
Audiencia tomó el gobierno político y ia revolución en marcha era di­
rigida por elementos criollos, figurando entre ellos nuestros conocidos 
Bernardo de Monteagudo y Juan Antonio Alvares de Arenales. En La 
Paz se creó una Junta Representativa del Pueblo en julio de 1809, pero 
ambas revoluciones fueron sofocadas sangrientamente, y sus jefes pa­
sados a degüello o ahorcados.
El profesor López Rosas dice que es verdad que los focos revolu­
cionarios producidos durante los Siglos XVI y XVII estaban lejos de 
poseer el espíritu que alentó a la emancipación americana del Siglo 
XIX, ni de tener la filiación ideológica del mismo, pero, ya sean los 
intentos tanto de criollos como de españoles, manifiestan el descon­
tento y el espíritu de rebelión que se anidaba en los pueblos de Améri­
ca, como consecuencia de la despótica política española. En cuanto a 
los criollos, especialmente, un ansia de gobierno propio les fue domi­
nando a medida que los privilegios de la oligarquía española los iba 
reduciendo a la impotencia.
Las insurrecciones indígenas no fueron menos importantes.
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. ItkmrdoJ. C. J ü m r
9. Las invasiones inglesas como antecedente.
Las invasiones inglesas llevadas a cabo en los años 1806 y 1807 
van a producir importantes alteraciones en el orden político, militar y 
económico en el Río de la Plata.
A consecuencia de este hecho militar y el abandono que hizo el 
Virrey Sobremonte de la ciudad de Buenos Aires, retirándose hacia el 
interior en busca de refuerzos, generó una actitud de rebeldía por parte 
de aquel pueblo, que poco tiempo después en épicas jomadas logró la 
reconquista de su ciudad y la rendición de los invasores.
A consecuencia de ello el Cabildo Abierto depone al Virrey y el 
pueblo toma conciencia de que puede gobernarse en forma indepen­
diente de la metrópoli, imponiendo su voluntad con la designación 
como Virrey al héroe de la reconquista Santiago de Liniers, lo que en 
definitiva no es sino el ejercicio del poder soberano.
Desde el punto de vista económico los ingleses sembraron ideas 
acerca de las ventajas del comercio libre, que pudieron apreciar con 
los efectos que sus navio trajeron para comercializar en esta parte de 
América durante su ocupación.
Y desde el punto de vista militar recordemos que la expulsión de 
los invasores se basó en la organización de un poder puramente criollo 
que actuó en forma absolutamente independiente del que ejercía el Vi­
rrey, poder éste que va a gravitar poderosamente en los sucesos revo­
lucionarios de Mayo.
169
MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. R¡c*rdo J. G. lU m v
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Tomo 5“ ( l 4) de la Academia Nacional de la Historia.
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FRANCESCHI. Gustavo J. “Francisco Suárez y el origen del poder civíi” en 
Presencia y Sugestión del Filósofo Francisco Suárez. Su influencia en la Re­
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| MF.N'OCI. Doncel. "Dios en el orden de la potestad temporal según Suárez" 
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cho" Capítulos VIII y X de Historia de la Nación Argentina. Academia Na­
cional de la Historia. Volumen IV - 2* parte.
SALVADORES. Antonino. "El Real Colegio San Carlos" y “La Universidad 
de Córdoba”. Capítulos VI y Vil de Historia de la Nación Argentina. Acade­
mia Nacional de la Historia. Volumen IV - (2*)
SOTO HALL, Máximo. “Síntesis del proceso revolucionario en Hispanoamé­
rica hasta IS00" En Historia de la Nación Argentina Tomo 5° (I1) de la Aca- 
j demia Nacional de la Historia.
; ZARINI. Helio Juan. “Historia e Instituciones en la Argentina”______________
170
MANUAL DF. 1UST0WA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. RJcnío J. G. H*mrr
CAPITULO 7
1. La invasión francesa a España y sus consecuencias políticas.
La Historia considerada como ciencia busca en la relación de los 
hechos trascendentes de la vida del hombre y de los pueblos el nexo o 
relación causal que entre ellos puedan existir, para sacar una explica­
ción coherente de sus causas y de sus móviles.
La historia de nuestro país y de los acontecimientos que dieron 
origen a la Revolución de Mayo no es una excepción a ese principio y 
es necesario hurgar en los hechos que la precedieron, para encontrar 
en ellos las razones que impulsan a sus protagonistas a adoptar las 
trascendentes decisiones que llevaron a formar con los años “una nue­
va y gloriosa Nación”.
Las colonias americanas dieron a España siglos de esplendor. El 
oro y la plata inundaron sus reales tesoros. Eran los tiempos de bonan­
za. Los conquistadores habían penetrado la tierra, fundado ciudades, 
establecido la dominación del español sobre el indio nativo, y se ha­
bían fusionado sus razas. Se habia organizado el gobierno, se habían 
dictado leyes para estas comarcas, y finalmente, lo que hoy es nuestro 
país había pasado a convertirse en un Virreinato con asiento en la ciu­
dad de Buenos Aires, que comenzará a brillar, a partir de entonces, 
como la orgullosa “Reina del Plata”.
Al esplendor de los Austrias había sucedido la decadencia de esta 
dinastía con los Austrias menores; tras las guerras de sucesión, habían 
llegado los Borbones, con sus nuevas ideas y la influencia francesa 
transformadora de las tradiciones netamente españolas, el adveni­
miento de tendencias liberales, y la consagración del “Despotismo 
Ilustrado”.
La Revolución Francesa puso en tela de juicio los valores soste­
nidos por el absolutismo monárquico, V ante la deposición y posterior 
muerte del Rey Luis XVI, puso a España en el inevitable enfrenta­
miento con Francia. Que no duró mucho, sin embargo. El “Pacto de 
Familia” que había unido a ambos reinos en una causa común, se que­
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MANUAL DE HISTORIA CONSTTTUOOXAL ARGENTINA Dr. ÍVcxrJo J. G. H*rrcr
bró ante la presión francesa y los españoles debieron sufrir la humilla­
ción de que su "propio rey tuviera que cerrar los ojos ante el regicidio 
en la persona del primo de su consorte María Luisa de Borbón y Par-
ma.
Los acontecimientos más significativos que preceden a la inva­
sión Francesa a España, tema de nuestro trabajo, pueden sintetizarse 
en los siguientes: después de la paz de Basilea firmada luego de la 
contienda desatada entre Francia y España en 1795, se suscribe el 
Tratado de San Ildefonso con el Directorio francés, conviniéndose una 
alianza ofensiva-defensiva que pone a España en la dependencia de 
aquella potencia. Ello motiva la declaración de guerra por parte de In­
glaterra que le destruirá parte de ia flota en el Cabo San Vicente, de­
jando a España sin medios para asumir la defensa de sus colonias.
Siempre como aliada de los franceses, en 1801 España acepta 
llevar la guerra al Portugal enfrentando a la propia hija de Carlos IV, 
la princesa Carlota Joaquina casada con el Regente de aquél país, en la 
conocida "Guerra de las Naranjas”, que impone al vencido la obliga­
ción de clausurar sus puertos a los ingleses, completándose así el blo­
queo continental que Napoleón había decretado contra la Gran Breta­
ña, con la que estaba enfrentado. San Martín participa de esta guerra 
como 2° Teniente del Regimiento español de Murcia.
Napoleón afirma su poderío al ser declarado Emperador de los 
franceses en 1804.
Ese mismo año, España declara nuevamente la guerra a Inglate­
rra, y ello trae como consecuencia la suspensión de! envío de navios 
con destino a las colonias, quedando así América aislada de la metró­
poli, y la batalla de Trafalgar, llevada a cabo en 1805, significará la 
destrucción de su flota marina y la consiguiente desprotección de sus 
dominios de América.
Esto ocurre en los preliminares de la Primera invasión de los in­
gleses a Buenos Aires, que es ocupada por las fuerzas al mando de Be- 
resford. El Virrey del Río de la Plata, Marqués de Sobremonte, por ra­
zones "estratégicas” , huyó a Córdoba pretendiendo salvar el tesoro re­
al y organizar la resistencia, produciendo muy mala impresión en 
Buenos Aires, asiento de su gobierno, a cuyos habitantes dejaba des- 
protegidos.
La reconquista de aquella ciudad se produjo por el accionar de 
sus habitantes, pero el mérito de la conducción se le atribuye al mari­
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MANUAL DE HISTORIA CONSTITUCIONAL ARGENTINA Dr. ¡UcmrdaJ. G. y
no francés Santiago de Liniers, ai servicio de la Corona Española. El 
triimfo entusiasmó a los porteños, les dio conciencia de su valer, y los 
impulsó a entregar el mando de las armas y la conducción del Virrei­
nato a Liniers. Aquí hay un acto de ejercicio de la soberanía, que ya 
estaba ínsito en el espíritu español americano, aunque dormido por 
muchos años de dominio y servidumbre.
En 1807 se produce la segunda invasión y una nueva reconquista 
por parte de sus habitantes.
Conviene tener presente estos antecedentes, porque llegado el 
momento, sólo tres años después, ellos van a influenciar de manera 
categórica a los patriotas en el proceso revolucionario de Mayo.
Dice el historiador Diego Luis Molinari que “la separación de los 
procesos históricos americanos de los europeos, no obedece sino a un 
criterio equivocado acerca de la verdadera naturaleza de la vida políti­
ca y económica internacional”,... y así “toda nuestra historia se ve in­
fluenciada por los sucesos de Europa y, querer hallar solamente en los 
episodios que se producen en nuestro país, la clave de todos ellos, es 
olvidar lamentablemente la interrelación necesaria que suponían con 
los que allá se producían”
Digamos a manera de síntesis. Inglaterra necesitaba expandir sus 
mercados. El bloqueo continental napoleónico se lo impedía. Volvía 
sus ojos hacía América que consideraba una presa fácil anie la impo­
sibilidad de la metrópoli de protegerla.
Y ya estamos en vísperas de los sucesos que nos interesa anali­
zar.
2. El T ratado de Fontainebleau y la tom a de Portugal.
Para 1807 Napoleón estaba en el apogeo de su meteórica carrera. 
Había triunfado en Jena y desaparecido con ello el peligro ruso y aus­
tríaco, mediante la paz de Tilsit. España estaba totalmente sometida a 
los designios de la política del Gran Corso.
Ello estaba favorecido por la vergonzosa situación de la familia 
real: Carios IV, era un monarca anciano y débil, que había entregado 
finalmente el manejo de los asuntos de Estado al favorito de la reina. 
Manuel Godoy, “El Príncipe de la Paz”.
El único enemigo