2 Bro and the Beast L C Davis

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Esto es lo que Brad obtiene por finalmente "hundirle por 
fin el diente a un libro", como su hermano nerd siempre lo 
está acosando. Definitivamente no esperaba que el libro le 
hundiera los dientes. 
Con el nuevo conocimiento de que puede quedar 
embarazado como omega, la urgencia de Brad por volver a su 
mundo de touchdowns y barriles de cerveza se intensifica por 
momentos. Desafortunadamente, también lo hace su atracción 
por Raul, el posesivo shifter alfa que medita misteriosamente y 
huele a sándalo y a algo singularmente masculino. 
Brad, que no es de los que se quedan al margen, está decidido 
a cambiar el destino de sus personajes favoritos antes de volver 
a casa. Pero, ¿qué puede hacer un hermano de fraternidad 
cuando la heroína original aparece y él no está tan dispuesto a 
devolverle el papel como pensaba en un principio? 
_ 
Nota del autor: Esta es la segunda entrega de una nueva serie mpreg 
que sigue a Brad, un hermano de fraternidad por excelencia, y a Raul, el 
melancólico hombre lobo que nunca pidió y que, al estilo típico de los 
héroes alfa de los 80, nunca va a renunciar a él. Prepárate para shifters 
ardientes, bromas, despertar gay, dinámicas familiares encontradas, 
hermanos descarados (y entrometidos), una heroína villana, montones de 
momentos de suspenso y meta caos. 
 
 
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Capítulo Uno 
 
BRAD 
 
 
Mientras miro a Raul, tratando de procesar el hecho de que la 
alfombra de realidad ha sido arrancada de debajo de mí por 
segunda vez en los últimos días, espero que responda. 
—Brad, mira, sé que estás molesto, pero... 
—No —espeto. —No, no creo que lo sepas. ¡Porque si lo 
supieras, habrías dicho algo jodidamente antes de anudarme! 
Sueno tan cabreado como estoy, y eso es infinitamente 
preferible a sonar ni la mitad de aterrorizado de lo que estoy. Ni 
siquiera estoy seguro de creerle, aunque solo sea porque 
necesito que sea una mierda, pero ¿qué razón tendría para 
mentir? Seguro que no le hará ningún favor. 
Hace una mueca como si realmente se sintiera mal. 
 
 
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—Yo... asumí que sabías que podías quedar embarazado. Eres 
un omega. 
—¡Sí, en este mundo! —No puedo creer que lo haya 
aceptado, más o menos, pero con el nudo de un tipo enterrado 
en mi culo, algo que prácticamente le supliqué, no es como si 
tuviera muchas opciones. —Todo eso de que los "hombres cis1 
se queden preñados" es nuevo para mí. 
—Lo siento —dice, y lo más irritante es que estoy bastante 
seguro de que lo dice en serio. Parece sincero, al menos. —Pero 
no hay exactamente una manera de prevenir el embarazo que 
también resuelva un celo. 
—¡Te hubiera hecho usar un condón, amigo! 
—No hacen condones que resistan el nudo de un alfa —
responde en un tono monótono. 
—¿Qué, me estás diciendo que esa manzana gigante en tus 
pantalones es más fuerte que el Kevlar? —Yo desafío. 
—No es eso —dice con un resoplido. —Simplemente no 
hacen nada de eso. La mayoría de los omegas quieren estar 
embarazados. No hay mercado para eso. 
—Por supuesto que no lo hay —murmuro. —La mayoría de 
los omegas aprovecharían la oportunidad de estar descalzos y 
embarazados de tus cachorros, ¿eh? 
—Eso no es lo que yo dije. 
 
1 Lo dejo tal cual, pero se puede traducir como Bisexual, Trans o incluso Homosexual 
 
 
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—No era necesario —le digo. —Está claro por la forma en que 
todos actúan. Y no me interesa ser tu incubadora de hombres 
lobo. 
—No lo eres —dice con seriedad. —Esa no es la forma en que 
te veo en absoluto. 
—Bueno, tampoco estoy interesado en ser un suplente de tu 
Catalina —gruñí. —Y no voy a tirar mi identidad por la borda 
para ser tu puto omega. 
—Ni siquiera sé quién es —protesta. —Y nunca te pediría que 
fueras ella, o cualquier otra persona. 
—¡Ni siquiera sabes quién soy! 
—No —acepta, entrelazando sus dedos con los míos, lo que 
tiene el efecto de congelarme. 
Bien jugado, idiota. 
—Pero yo quiero —continúa. —Y tú tampoco me conoces. 
Crees que sí. Tienes todas esas ideas en la cabeza sobre quién 
soy y qué quiero, pero si pudieras olvidarte de eso durante cinco 
minutos y llegar a conocerme de verdad, quizá empezarías a 
entender lo que siento por ti. 
Lo miro por unos momentos, procesando lo que está 
diciendo. 
—No me quedaré aquí —digo una vez que confío en mí 
mismo para hablar. —Y en cuanto a estar embarazado, eso ni 
siquiera es algo en lo que pueda pensar en este momento. 
No es como si fuera a durar una vez que regrese al mundo 
real... ¿verdad? 
 
 
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—No necesitas pensar en eso —me asegura, apretando mis 
manos con más fuerza. —Pero ahora estás aquí. Conmigo. 
¿Podemos dar un paso a la vez e intentar empezar desde cero? 
Suspiro con irritación. 
—Sí, está bien —le digo. —Supongo. 
Raul me da una leve sonrisa. 
—Gracias. Entonces... ¿todavía necesito correr tan pronto 
como mi nudo esté fuera de ti? 
—Aún no lo he decidido —me quejo. 
Él se ríe. 
—Bueno, supongo que lo disfrutaré mientras tanto. Aquí —
dice, moviéndose con cuidado para estar a mi lado en lugar de 
encima de mí, pero nuestros cuerpos aún están unidos. Hago 
una mueca ya que todavía me duele, tan gentil como está 
siendo. Sin embargo, la nueva posición es ciertamente más 
cómoda, incluso si eso significa que tengo que enganchar mi 
muslo sobre su cadera. 
Raul envuelve un brazo alrededor de mi espalda y me acerca 
más, agarrando la manta con la otra mano para cubrirnos. 
—Así está mejor —dice, acariciando el lugar debajo de mi 
oreja. No me produce la misma sensación electrizante que 
antes, pero aún me hace temblar. Porque aparentemente eso es 
algo que hago ahora. 
—Sí, supongo —le digo, mi voz ahogada en su cuello. Sin 
embargo, no puedo evitar respirar su olor. Eso sigue siendo tan 
reconfortante como lo era antes. 
 
 
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—Bien —murmura Raul, presionando un beso en mi frente. 
Es otro gesto inesperadamente tierno que me pone tenso 
cuando debería estar dándole un puñetazo en la nariz. 
Supongo que no es sólo cosa del celo. Las extrañas respuestas 
a sensaciones físicas que deberían hacerme estremecer, sobre 
todo viniendo de otro hombre, y en cambio me hacen 
derretirme, joder. 
—¿Por qué sucede eso? —Pregunto a pesar de mí mismo. 
Raul duda, mirándome confundido. 
—¿Por qué sucede el qué? 
—Cuando me tocas, se siente... 
—¿Bien? —Él ofrece. 
Me estremezco. 
—No —respondo de nuevo. —Quiero decir... sí, pero no 
debería. 
Él me da una sonrisa de complicidad. 
—Por un lado, eres un omega. Por otro lado, eres mi omega. 
—Déjame adivinar. ¿Esa cosa del vínculo de pareja? —
Pregunto con cautela. 
—Así es —dice. —Por supuesto, no eres oficialmente mi 
compañero hasta que te marque. 
Hago una doble toma, completamente despierto a pesar de 
que estaba empezando a caer en un sueño feliz. 
—¿Hasta qué ahora? 
—No te preocupes por eso ahora mismo. —Él suspira. —
Vamos a descansar un poco. 
 
 
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—No hemos terminado con esta conversación —le advierto, 
pero por ahora tiene razón. Realmente no tengo energía, ni 
física ni de ningún otro tipo, para recibir más revelaciones 
demoledoras. 
Cierro los ojos y siento que mi cuerpo se relaja contra el suyo, 
lo quiera o no. Ha sido un día muy largo y todavía tengo la 
esperanza de que todo haya sido un sueño cuando abra los 
ojos. 
Pero, por primera vez, hay una pequeña y microscópica parte 
de mí que no está seguro de querer que lo sea. 
 
 
 
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Capítulo Dos 
 
BRAD 
 
 
En algún momento de la noche, el nudo de Raul debe de 
haber bajado, porque ya no está cuando me despierto. Y es una 
prueba de lo jodidamente agotado que estaba, porque ni 
siquiera recuerdo que me sacara su monstruosa polla. 
Giro sobre mi estómago y gimocuando me doy cuenta de 
que tengo el semen seco de un tipo resbalando por mis nalgas y 
muslos. Y luego todo vuelve a mí. 
Jooooooder. 
Respiro hondo, intentando despejarme, y me sorprende ver 
que la cabeza no me late con fuerza. Por alguna razón, esperaba 
una resaca por el celo. De hecho, lo único que me duele ahora 
es el culo. 
 
 
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Me siento, haciendo una mueca por la forma en que mi 
dolorido agujero protesta por el movimiento, pero el resto de 
mí se siente... bien. 
Mejor que bien, en realidad. Todos los rastros de mi celo han 
desaparecido y me siento extrañamente relajado. Más que en 
mucho tiempo, si soy sincero conmigo mismo. 
Al menos hasta que resurge la idea de que podría estar 
embarazado. Lo hago a un lado y decido recurrir al viejo y 
probado método de la negación mientras saco mi dolorido culo 
de la cama y me meto en la ducha. 
Por suerte, no tengo que hacer el camino de la vergüenza y 
bajar por el pasillo a riesgo de encontrarme con alguien. Estoy 
seguro de que si no oyeron nada anoche, habrán percibido el 
olor de Raul dentro de mí. Sabiendo lo que sé del libro sobre los 
hombres lobo y sus molestos sentidos agudizados, eso parece 
jodidamente probable. 
El agua caliente me tranquiliza de inmediato y vuelvo a 
relajarme mientras empiezo a restregarme de pies a cabeza, 
intentando quitarme el olor del alfa. Si yo aún puedo olerlo, 
estoy seguro de que ellos pueden hacerlo. 
La parte más molesta es que a una parte de mí realmente le 
gusta. Hay algo primario del cerebro omega que quiere más de 
él y de su alfa. Es embarazoso, y no estoy seguro de lo que 
significa. Estoy tan confundido. 
Finalmente, después de lo que parece una eternidad, cierro la 
ducha, me seco con la toalla y me doy cuenta de que no tengo 
 
 
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nada para ponerme. Por supuesto, Raul entra en ese momento, 
con una bandeja de comida. 
Cierra la puerta detrás de él y se detiene para mirarme de 
arriba a abajo, aprobando claramente el hecho de que estoy 
desnudo, excepto por la toalla alrededor de mi cintura, y todavía 
empapado. 
—Buenos días —dice con una voz ronca que me hace sentir 
cosas que no debería ser capaz de sentir ahora que no estoy en 
celo. —¿Has dormido bien? 
—Dormí bien —murmuro, cruzando los brazos sobre mi 
pecho. —¿Estás tratando de ganarme con comida o algo así? 
Deja la bandeja en el borde de la cama y observo la deliciosa 
vista de panqueques, tocino y una taza de café. 
—No exactamente —dice con una sonrisa. —Te traje el 
desayuno a la cama porque pensé que podrías tener hambre 
después de una... noche tan agitada. 
—Oh, vete a la mierda —digo, aunque mi estómago gruñendo 
me traiciona, Y puedo decir por el brillo de diversión en sus ojos, 
que lo escucha. 
—No es que la necesites, pero hay ropa en el cajón —dice, 
asintiendo hacia la cómoda. —Te llevaré a la ciudad más tarde 
para elegir algunas cosas que te queden mejor. 
—No necesito que me compres ninguna maldita ropa —
espeto, yendo hacia la cómoda a pesar de que todo lo que 
realmente quiero hacer es hurgar en la comida. Efectivamente, 
hay una camiseta limpia y un par de pantalones de chándal, así 
 
 
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que me los pongo y suelto la toalla, porque Raul ya ha visto más 
que suficiente de mi cuerpo en posiciones mucho más 
comprometidas. 
—Por supuesto que sí. Eres mi compañero —dice en un tono 
práctico. —Es mi responsabilidad cuidar de ti. 
Me irritan sus palabras, aunque la verdad es que no estoy en 
condiciones de rechazarlo. Tengo unos cuantos billetes en la 
cartera y sé que ninguna de mis tarjetas va a funcionar, teniendo 
en cuenta que estoy bastante seguro de que ni siquiera tienen 
los mismos bancos en este universo. 
Y entonces, caigo en la cuenta. 
—Oye —digo con urgencia, mirando a mi alrededor. —
¿Dónde está mi ropa? 
Raul me parpadea. 
—¿Qué quieres decir? 
—Con las que vine aquí —respondo. —Mis vaqueros y mi 
cartera. 
—Oh. Seguro que el doctor Wilson las puso en algún lugar 
seguro —responde. 
—Sí, bueno, las necesito ahora —le digo. —Puedo probarte 
que soy quien digo que soy. 
Raul me mira con recelo, y estoy seguro de que es porque 
cree que estoy teniendo una "recaída" o lo que sea. Pero si 
puedo enseñarle mi carné de conducir, por no hablar de una 
tarjeta de crédito con chip, eso al menos tiene que dar cierta 
 
 
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credibilidad al hecho de que no soy de por aquí. O de esta 
época en absoluto. 
—Te diré algo. ¿Por qué no te sientas y desayunas algo, y 
luego vamos a buscar tus cosas? —Ofrece, aunque me doy 
cuenta de que es menos una sugerencia y más él diciéndome 
cómo va a ser. 
Estoy a punto de decirle cómo va a ser cuando el canto de 
sirena del tocino recién cocinado se vuelve demasiado fuerte 
para ignorarlo. 
Me ocuparé del ego de este hijo de puta después del 
desayuno. No ayuda el hecho de que anoche estuviera 
demasiado excitado por el celo como para comer nada. 
Me siento a regañadientes y amontono un montón de huevos 
y tocino en una rebanada de pan tostado antes de darle un 
mordisco. Estoy a la mitad de mi sándwich abierto cuando me 
doy cuenta de que Raul me está mirando y miro hacia arriba 
para encontrarlo mirándome con una mirada soñadora en su 
rostro, como si fuera un gatito con un sombrero de copa o algo 
así. 
—¿Cuál es tu puto problema? —Pregunto con la boca llena de 
tostadas, acompañándolas con la botella de jugo de naranja en 
la bandeja. 
—Nada —dice Raul rápidamente. —Eres simplemente lindo. 
Inmediatamente siento una oleada de ira, que es mucho mejor 
que los sentimientos de lujuria y calor que me invadieron 
anoche. Vuelvo a sentirme como antes. Al menos en gran parte. 
 
 
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—No soy lindo —espeto. —¿Tienes algo raro en Shallow Hal 
donde me ves como un pequeño brote de soja 'uwu' con ojos 
brillantes de Hello Kitty y no como un hermano débil que podría 
mandar al banquillo a toda tu familia? 
Raul me mira fijamente antes de decir: 
—No tengo ni idea de lo que significan la mayoría de esas 
palabras. 
—Jodido bicho raro —murmuro en mi tostada antes de 
terminar el resto de mi desayuno en un tiempo récord y volver a 
levantarme. —Está bien, el desayuno terminó. Es hora de hacer 
lo que prometiste. 
Raul se detiene y mira fijamente la bandeja casi vacía, luciendo 
impresionado y un poco confundido, pero se levanta de mala 
gana. 
—Bien —dice con un suspiro. —Vamos a ver al médico. Parece 
que te sientes mejor. 
—Si 'mejor' es un eufemismo para decir que ya no estoy 
cachondo, entonces sí, claro —le digo, rozándolo mientras salgo 
al pasillo. Normalmente, visitar al Dr. Wilson no estaría en la 
parte superior de mi lista de tareas pendientes, pero estoy 
desesperado por demostrarle quién soy. Tal vez entonces 
empiece a tomarme en serio y me ayude a encontrar una 
manera de salir de esta mierda. 
Y dejando a un lado las distracciones de anoche, todavía 
tengo que encontrar una manera de sacar a Trent de la prisión. 
 
 
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Para mi alivio, no nos encontramos con nadie más en el 
camino hacia abajo. De hecho, la mansión está en completo 
silencio. 
—¿Dónde está todo el mundo? —Pregunto, mirando 
alrededor. 
El incómodo silencio de Raul me dice que no me va a gustar la 
respuesta a esa pregunta. 
—¿Qué pasa? —Exijo, dándome la vuelta para mirarlo. 
—Los envié lejos —finalmente responde. 
Estrecho los ojos. 
—¿Por qué...? 
—Estabas en celo —dice en el tono de un hombre que está 
convencido de que tiene razón, pero sabe que lo va a meter en 
problemas. Y tiene razón en una de esas cosas. —Soy protector, 
Brad. Eres mi compañero. El impulso de proteger mi guarida era 
fuerte, y de todos modos es incómodo para otros shifter estar 
presentes cuando hay una pareja apareada en celo. 
—Uno, no somos una 'pareja apareada', así que guárdalo en la 
biblioteca del cerebro —digo entre dientes. —Dos, ¿cuántasveces tengo que decirte que no necesito ni quiero tu puta 
protección? 
Me está dando esa mirada que dice que soy yo el que está 
siendo irrazonable otra vez. Pobre y sufrido Raul. 
—Eres humano, más o menos. Claro que necesitas mi 
protección. ¿De verdad crees que podrías enfrentarte a otro 
alfa? ¿O incluso a un beta? 
 
 
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Abro la boca para replicar, pero entonces recuerdo a Lenore 
dándome una patada de judo en el culo, con música clásica de 
fondo, y me callo. 
—¡Eso no viene al caso! 
La puerta de la clínica se abre y sale el Dr. Wilson, luciendo 
molesto y sin cafeína. Debo admitir que esperaba que todos los 
personajes de este libro actuaran como si comenzaran a existir 
cada vez que el personaje principal, o, desafortunadamente, yo, 
entra en una habitación, como los NPC en un videojuego. En 
cambio, está bastante claro que todos tienen su propia mierda, 
y el agotamiento del Dr. Wilson me dice que probablemente 
estuvo despierto toda la noche lidiando con algo. 
—Ah. Raul, Brad —dice, asintiendo con la cabeza antes de que 
su mirada caiga sobre mí. —Parece que te sientes mejor. 
Hago una mueca, sabiendo que no hay duda de lo que 
implican sus palabras. Sabe que no estoy en celo. 
Y sabe por qué. 
Todos en esta maldita casa, al menos los que Raul no echó 
porque me estaba follando, lo saben. 
Jódeme. 
 
 
 
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Capítulo Tres 
 
RAUL 
 
 
Puedo sentir la tensión entre Brad y el médico, pero hago 
todo lo posible por ignorarla. Puedo decir que Brad está 
avergonzado por toda la situación, pero realmente no puedo 
culparlo por ello. Estoy seguro de que me sentiría de la misma 
manera si estuviera en su lugar. 
—Nos preguntábamos si podrías ayudarnos a encontrar la 
ropa de Brad de cuando vino aquí por primera vez —le digo, 
interviniendo rápidamente para evitar cualquier incomodidad. 
El Dr. Wilson mira entre Brad y yo, vacilante. 
—Estoy seguro de que puse esas cosas viejas en algún lugar... 
veamos. 
Brad parece que va a transformarse en un lobo en cualquier 
segundo y desgarrar la garganta del otro hombre. De hecho, 
 
 
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estoy bastante seguro de que, si solo se trata de que su lobo 
esté latente, el Dr. Wilson frotándolo de la manera incorrecta 
sería todo lo que se necesita para sacarlo. 
Lo seguimos a la clínica y observamos cómo hurga en sus 
gabinetes antes de sacar una pequeña caja. 
—Toma —dice, sacando la ropa que ha depositado en una 
bolsa de riesgo biológico, porque es así de capullo. Le entrega 
la bolsa a Brad, que inmediatamente abre la cremallera y 
empieza a rebuscar en sus vaqueros. Finalmente saca una 
billetera como si fuera un artefacto perdido. 
—¡Lo tengo! —Grita triunfalmente, hojeando la billetera. Saca 
una tarjeta y me la lanza. —Prueba. 
Agarro la tarjeta, la examino y enarco una ceja. Es la 
falsificación de identificación más ridícula que he visto nunca, y 
teniendo en cuenta la mitad de las mierdas que hacen los lobos 
rebeldes más jóvenes de la manada, eso es mucho decir. Ahí 
está la foto de Brad, junto con su nombre, fecha de nacimiento, 
peso, color de ojos... y, efectivamente, es de Massachusetts. Pero 
también tiene una especie de película holográfica extendida 
sobre la superficie de la tarjeta que brilla a la luz, como el 
monedero de juguete de mi hermana pequeña. 
Sin mencionar que la fecha de impresión fue en 2020. 
—Esto es... —Me interrumpo porque no estoy muy seguro de 
cuál es la palabra, antes de finalmente decidirme por una. —
Interesante. 
La expresión de suficiencia de Brad vacila. 
 
 
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—¿Interesante? Hermano, ¿tienes ojos? ¡No soy de la maldita 
manada Blue Fang! ¿De qué otra manera podría tener esto? 
—Claramente es una identificación falsa, Brad —le digo tan 
suavemente como puedo. Sin embargo, lo único peor que 
molestarlo es reforzar su engaño. —No es muy buena. 
—¿Puedo verla? —Pregunta el Dr. Wilson. De mala gana se la 
entrego y entrecierra los ojos, levanta la tarjeta y la mueve hacia 
la luz. —¿Qué diablos es esto? Parece el bolso de Mina. 
—¡Es mi puta identificación! —Brad grita, una vena saltando 
en su frente. —¿Qué es lo que no entienden idiotas? 
—Es brillante, Brad —le digo deliberadamente. 
—¡Así es como las imprimen ahora! —Grita. 
—¿En 2020? —Lo desafío, con la esperanza de que al menos 
eso lo ayude a procesar lo que está pasando. —Estamos en 
1986. 
—Quiero decir, ya no es 2020, ¡pero sí! ¡Es 1986 en este 
estúpido libro! —Grita. —No de donde vengo. 
—¿Qué es eso de un libro? —Pregunta el Dr. Wilson, 
mirándolo con recelo. 
Yo suspiro. Realmente esperaba tener esta conversación con 
él en privado, pero aquí vamos. 
—Brad cree que es de otro mundo —explico. —Uno en el que 
nuestro mundo es solo el contenido de un libro. 
—"El compañero del lobo" —refunfuña Brad. 
El Dr. Wilson lo mira fijamente durante lo que parece un 
minuto completo antes de finalmente responder. 
 
 
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—Eso es... toda una teoría. 
Brad resopla, cruzando los brazos sobre el pecho. 
—No es una teoría. Es la verdad. 
—Ya veo —dice el Dr. Wilson lentamente, y puedo ver las 
ruedas girando detrás de sus ojos. —¿Y cuánto tiempo te has 
sentido así? 
—¿Qué quieres decir? —Brad frunce el ceño. —Desde que me 
metí en un accidente automovilístico y me desperté en este 
choque de trenes de una novela romántica, ese es el tiempo. 
El Dr. Wilson frunce el ceño. 
—Mmm. 
—No me digas 'Mmm' —dice Brad. —¡No estoy loco! 
El Dr. Wilson me da una mirada mordaz. 
—¿Podemos hablar a solas por un minuto? 
—¡No! —Brad chasquea. —¡No puede ser! Malditos imbéciles, 
no estoy loco. 
—Brad, nadie está diciendo eso —le digo, poniendo una 
mano en su hombro a riesgo de molestarlo aún más. Él se 
estremece, pero puedo sentir que el músculo tonificado de su 
hombro se relaja poco después. No puede evitar responder 
instintivamente a mis caricias. Al fin y al cabo, es un omega, y si 
algo ha quedado demostrado esta noche, es eso. 
Me siento aliviado. Me preocupaba que le llevara mucho más 
tiempo recuperarse, pero parece que ya se está calmando. 
Debería ser más fácil para él aceptar ser un omega ahora que ha 
 
 
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entrado en celo. Es difícil negar eso cuando es toda una 
montaña de evidencia en sí misma. 
Y teniendo en cuenta que ya no está en celo, hay una gran 
posibilidad de que esté embarazado, lo cual es un control de la 
realidad en sí mismo. Necesito asegurarme de que esté en un 
lugar mejor antes de que tenga que aceptar eso. 
—Vamos a hablar en mi oficina —dice el Dr. Wilson en voz 
baja, y puedo ver la preocupación genuina en sus ojos. 
Asiento con la cabeza y Brad nos sigue de mala gana. 
Saco una de las sillas frente al gran escritorio de roble del Dr. 
Wilson antes de que pueda contenerme. Brad me fulmina con la 
mirada, pero se hunde en ella, y el doctor Wilson y yo tomamos 
asiento poco después. 
—Entonces, Brad —comienza el Dr. Wilson, cruzando las 
manos sobre el escritorio. —Háblame de este otro mundo tuyo. 
¿En qué se diferencia del que vivimos? 
—Oh, es diferente, está bien —murmura Brad. —Por un lado, 
no hay hombres lobo santurrones que te vuelvan gay con su 
almizcle mágico. 
Entierro mi cara en mi mano. Esto no ha tenido un gran 
comienzo. 
El Dr. Wilson se aclara la garganta, claramente tan incómodo 
con la dirección de esta conversación como yo. 
—Está bien —dice lentamente. —¿Qué más es diferente? 
—Todo tiene sentido —dice Brad deliberadamente. —No hay 
ninguna mierda de magia. Solo soy un tipo normal que va a una 
 
 
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universidad normal con una familia normal y una puta vida 
normal. 
—Ya veo —dice el Dr. Wilson, escribiendo algo en su 
cuaderno. —¿Y cómo es que crees que llegaste a estar aquí? 
—Tuve un accidente de coche —dice Brad, frunciendo el ceño. 
—Estaba lloviendo y un gilipollas iba en dirección contraria.Me 
aplastó, y lo siguiente que sé es que me despierto aquí, a un 
lado de la carretera, y todo es jodidamente raro. 
—Hmm —el Dr. Wilson tararea de nuevo, obviamente sin 
estar convencido. 
Brad le frunce el ceño. 
—¡Es verdad! 
El Dr. Wilson levanta las manos en un gesto apaciguador. 
—No estoy diciendo lo contrario. 
—No, pero lo estás escribiendo en tu maldito diario —gruñe 
Brad, lanzándonos a ambos una mirada acusadora. —Ambos 
piensan que estoy loco. 
—Eso no es cierto —insisto. —Solo estamos tratando de 
ayudarte, Brad. 
—Bueno, puedes irte a la mierda con tu 'ayuda'—. Gruñe, 
levantándose de la silla. —He terminado. 
—Brad... 
Me levanto instintivamente para ir tras él, pero el Dr. Wilson se 
aclara la garganta. 
—Yo le daría un momento si fuera tú. No es bueno que se 
excite más, sobre todo tan cerca de un celo. 
 
 
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Aprieto los dientes con frustración, pero tiene razón. Me guste 
o no, soy capaz de provocar emociones negativas en Brad con la 
misma facilidad con la que le hice gemir de éxtasis anoche. 
Además, no es que se vaya a ir a ninguna parte. Todavía tengo 
la casa cerrada y guardias apostados fuera de ella. 
Mi oído es lo suficientemente sensible como para escuchar 
sus pesados pasos en las escaleras cuando vuelve a subir a su 
habitación y da un portazo, así que me relajo en mi silla. 
—Eso no salió bien —murmuro. 
—No —está de acuerdo el Dr. Wilson. —Pero está en 
negación. ¿Qué esperabas? 
—Supongo. 
—Esto realmente es bastante serio —reflexiona, mirando hacia 
el techo mientras se recuesta en su silla. —¿Tienes alguna idea 
de dónde viene? 
—De la manada Blue Fang —respondo, notando la forma en 
que su comportamiento cambia, sus ojos se abren de par en par 
con aprensión. —Se escapó, eso lo sé. Y todavía niega más o 
menos ser un omega, así que asumo que ellos tienen la culpa. 
—Pobrecito —murmura el Dr. Wilson en un nuevo tono 
comprensivo. —He oído que este tipo de cosas suceden de vez 
en cuando. 
—¿Lo has oído? —Pregunto dudoso. 
Él asiente. 
—A veces, los omegas traumatizados proyectan lo que han 
vivido en su propia naturaleza omega e intentan enmascararlo. 
 
 
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En casos extremos, pueden negar que son omegas. No puedo 
decir que haya oído a nadie decir que es de otro mundo, pero... 
la psicosis se presenta de forma diferente en cada persona. 
—¿De verdad crees que es tan malo? 
—No soy psicólogo —dice encogiéndose de hombros. —Pero 
basándome en lo que he oído de él, diría que es probable. Me 
gustaría que viniera una colega a examinarlo, si te parece bien. 
Está especializada en atención psiquiátrica para omegas. 
—No lo sé —digo, aunque sólo sea porque ya puedo saber 
cuál va a ser la reacción de Brad. Lo último que necesito es que 
se cierre conmigo. —Él ya está en una situación difícil. 
—Esa es una razón más para que un profesional lo revise —
insiste el Dr. Wilson. —Especialmente considerando la razón por 
la que cree que está aquí. 
—¿Qué quieres decir? 
—Piénsalo. Cree que llegó aquí porque tuvo un accidente de 
coche —responde. —¿Qué crees que va a ver como la solución 
si se desespera lo suficiente como para 'regresar'? 
Sus palabras me llenan de un nuevo temor. Desde el principio 
me he preocupado por el bienestar mental de Brad y por lo que 
pasaría en caso de que consiguiera escapar a todas mis medidas 
de seguridad, pero ¿y si fuera una amenaza aún mayor para sí 
mismo? ¿Una directa? 
—Dile que venga tan pronto como pueda —murmuro. —
Pagaré diez veces su tarifa habitual. 
 
 
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Puede que no esperara encontrar a mi compañero en este 
momento, pero ahora que lo he hecho, voy a hacer lo que sea 
necesario para protegerlo. 
Incluso si es de sí mismo. 
 
 
 
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Capítulo Cuatro 
 
BRAD 
 
 
Incluso cuando era adolescente, nunca fui de los que se 
metían en su habitación, daban un portazo y se encerraban. Eso 
era más propio de Devon, pero desde que me desperté en este 
nuevo mundo, mis emociones han sido una montaña rusa. 
Doy vueltas por la habitación, mi ira desaparece poco a poco y 
es sustituida por una extraña sensación de surrealismo. Estoy 
aquí. Soy un omega. Y aparentemente estoy acoplado. No 
puedo explicar nada de eso, pero tampoco puedo negarlo. 
No después de todo lo que pasó anoche. 
Entierro la cara entre las manos y gimo, apoyándome en la 
cómoda. En serio, no puedo creer que dejara que Raul me 
follara. Prácticamente le supliqué su maldito nudo. 
 
 
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¿Qué demonios es lo que me pasa? Ahora que el celo se ha 
ido, por fin puedo volver a pensar con claridad y empiezo a 
asimilar la realidad de la situación. Aunque Raul y todos los 
demás piensen que estoy loco. 
Y honestamente, ni siquiera puedo culparlos. 
Oigo que llaman a la puerta y puedo decir que es Raul sin 
siquiera mirar. Solo él podía tocar con ese nivel de audacia. 
—Jódete —gruñí. 
—Brad —dice, su voz suave. —¿Puedo pasar? 
—¿Qué parte de 'jódete' no quedó clara? Porque los últimos 
acontecimientos me llevan a creer que sabes lo que significa 
'joder'. ¿Es el adjetivo lo que te ha despistado? 
—Estoy bastante seguro de que es una preposición —
responde. 
Gruño de frustración, dejándome caer de nuevo en la cama. 
—Entonces, pasa, joder, si la única otra opción eres tú 
quejándote a través de la puerta. 
La puerta se abre y se cierra suavemente. Honestamente, 
estoy sorprendido de que me haya dado incluso unas pocas 
horas de privacidad. Los omegas tienen la reputación de ser 
pegajosos, pero estoy empezando a pensar que los alfas son los 
verdaderos culpables. 
—¿Qué quieres? —Pregunto rotundamente. 
—Solo quería ver cómo te sentías después de... 
—¿Después de que tú y el Dr. Capullo tuvieran su pequeña 
intervención y se rieran en mi cara? —Yo ofrezco. 
 
 
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—Nadie se reía, Brad. 
—No —digo, levantando las piernas de la cama y sentándome 
frente a él. La cabeza me da vueltas por haberme levantado 
demasiado rápido. Lo siguiente que voy a sentir son vapores, 
sea lo que sea eso. Seguro que es lo que pasa cuando Steve el 
Apestoso ha bebido demasiado. —Te sentaste allí mirándome 
como si fuera un pobre idiota que ha perdido la puta cabeza. 
—Nadie piensa eso —insiste, sentándose en el borde de la 
cama. —Solo estoy preocupado por ti. También lo está el Dr. 
Wilson. 
—Sí, claro —resoplé. 
—Es la verdad. Puede que no te caiga bien, y no voy a fingir 
que su trato con los pacientes es perfecto, pero confío en él —
dice Raul. —Si no lo hiciera, no lo dejaría acercarse a ti. 
Por mucho que sus palabras me irriten el culo, hay algo en 
ellas que también resulta conmovedor. Cuando extiende la 
mano para acariciar mi mejilla, algo que nunca me ha pasado en 
toda mi vida, pero que parece ser la expresión de cariño 
habitual en el Mundo de los Libros, me congelo. 
—Estás peligrosamente cerca de perder un nudillo, amigo —le 
advierto. 
Él me da una mirada como si estuviera fanfarroneando. 
—¡Yo- joder! —Grita, tirando de su mano hacia atrás cuando 
la muerdo. —¿Qué diablos, Brad? 
—Te lo advertí —le digo, sintiendo un poco de pánico cuando 
pruebo la sangre. Saco la lengua y soplo frambuesas, tratando 
 
 
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de sacármela de la boca. —¡Oh, mierda! ¿Me voy a convertir en 
un hombre lobo ahora? 
—Así no es como funciona —dice Raul, mirándome con una 
nueva cautela mientras agarra su mano. No lo mordí tan fuerte, 
joder. —Si fuera así, anoche tenías más que suficiente de mi 
ADN para hacer el cambio. 
Mi cara se calienta, pero él tiene un punto. 
—La próxima vez que te diga que no me toques, tómame en 
serio —me quejo. 
Él resopla, sacudiendo la cabeza. 
—Tomo nota. Me disculpo. 
—Lo que sea —murmuro. Entonces, tengo una idea de cómo 
puedo hacer que todo esto funcione a mi favor. —Si realmente 
lo sientes, hay algo que podrías hacer para compensarme. 
—¿Oh?—Pregunta, levantando una ceja. A juzgar por su tono, 
creo que este jodido idiota realmente piensa que voy a pedir 
más polla o algo así. —¿Y qué podría ser eso? 
Podría golpearlo en la polla. O podría seguirle el juego y 
humillarlo. Estoy de un humor particularmente sádico, así que 
decido ir con este último. 
—Bueno, estoy de humor pervertido. Látigos, cadenas, barras, 
ese tipo de cosas. 
—¿Es eso así? —Raul pregunta, su voz ronca y sus ojos 
vidriosos con una lujuria que apenas reconocí anoche, 
considerando lo concentrado que estaba en mí mismo. Él se 
 
 
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inclina y yo me inclino más cerca, nuestros labios a solo un 
cabello de distancia. 
—Sí —le digo, con una sonrisa tirando de mis labios. —¿Así 
que sabes qué me excitaría mucho? 
Está pendiente de cada una de mis palabras, y parece que está 
tomando todo su control para no besarme, lo que no me 
molesta tanto como probablemente debería. Siempre he tenido 
mujeres arrojándose sobre mí, pero todavía he sido yo quien 
inicia las cosas, y no estoy acostumbrado a estar en este lado de 
la ecuación. No estoy acostumbrado a seducir a nadie, y es más 
agradable de lo que me gustaría admitir. 
—¿Qué? —Pregunta, su voz tensa con desesperación casi 
tanto como esos vaqueros están tensos por su polla. 
—Si bajaras a esa prisión y dejaras salir a Trent —respondo, 
bajando la voz ronca. 
La expresión de Raul vacila en confusión antes de que la 
realización lo golpee y retroceda, frunciendo el ceño. 
—Muy divertido —murmura. 
—Genial, pero no estoy bromeando —le digo, cruzándome de 
brazos. —Si vas a mantenerme encerrado aquí y tratarme como 
un paciente en una sala de psiquiatría, lo menos que puedes 
hacer es dejar salir a mi amigo. 
—Tú mismo has dicho que ni siquiera le conoces —protesta 
Raul. 
—Lo hago en este mundo —respondo. —Y si quieres que 
salga de mi 'delirio' o lo que coño sea que crees que está 
 
 
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pasando, deberías querer a alguien cerca que me conociera de 
antes. Alguien que me ayude a refrescar la memoria. 
Raul frunce el ceño, pero veo que se le mueve algo detrás de 
los ojos, así que creo que he dado en el clavo. 
—Si considero traerlo a la casa, tienes que prometerme algo. 
—¿Qué cosa? —Pregunto con cautela, pensando que va a 
intentar hacer un trato por su cuenta. 
—Prométeme que no harás nada que te ponga en peligro —
dice. —Eso incluye tratar de escapar por cualquier medio. 
Mientras escucho, me doy cuenta de que ni siquiera sé a qué 
se refiere, pero tengo demasiado miedo de que cambie de 
opinión como para cuestionarlo. 
—Sí, bien —murmuro. No me gusta hacer promesas que no 
puedo cumplir, ni siquiera en un sueño, pero si eso es lo que se 
necesita para que saque a Trent... 
—Lo digo en serio, Brad. Su destino está ligado al tuyo si hago 
esto —dice Raul, cada vez más solemne mientras sus ojos se 
clavan en los míos. —Eres responsable de lo que le pase. Quiero 
tu palabra. 
Trago saliva al asimilar el significado de sus palabras. Si huyo, 
la tomará con Trent, lo que significa que cuando encuentre la 
forma de salir de aquí, tendré que llevarme a Trent conmigo 
como mínimo. 
No es ideal, pero es mejor que nada. Y bueno, podría ser 
bueno tener un aliado. 
—Está bien —digo entre dientes. —Te doy mi palabra. 
 
 
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Eso parece satisfacerlo, al menos. 
—Bien. Entonces veré qué puedo hacer. 
 
 
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Capítulo Cinco 
 
RAUL 
 
 
—Esto no era exactamente lo que tenía en mente —protesta 
Brad, mirando mientras mis hombres colocan el cerrojo 
resistente a la prisión glorificada que se ha instalado en el 
sótano en un tiempo récord. 
—No es la prisión —razono. —Está dentro de la casa. 
—Técnicamente —dice entre dientes. 
—Si querías algo más, deberías haber sido más específico —le 
digo en un tono irónico. 
No puedo evitar disfrutar de meterme debajo de su piel de 
vez en cuando. La forma en que sus pupilas se estrechan y sus 
fosas nasales se ensanchan como un toro a punto de 
enloquecer es linda. Es un juego peligroso, pero es uno que no 
 
 
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puedo resistir jugar. Especialmente después de ese pequeño 
juego que jugó conmigo antes. 
—Todavía es un prisionero —protesta Brad. 
—Por supuesto que lo es —le digo. —Nunca dije lo contrario. 
Él es de una manada enemiga y entró ilegalmente en mis tierras, 
tratando de capturarte. ¿De verdad crees que lo dejaré caminar 
libremente por mi casa donde hay niños, sin mencionar a mi 
compañero? 
Se ve visiblemente molesto, y no puedo decir si es porque lo 
llamé mi compañero, o porque insinué que necesita protección. 
De cualquier manera, ese no es el tipo de cosas que puedo 
endulzar. Necesita entender la realidad de su situación, poco a 
poco. 
Ojalá cuando llegue el momento pueda aceptarlo. 
Brad no dice nada por unos momentos, mirando fijamente la 
pesada puerta de metal que acordona la mitad trasera del 
sótano. Es tan grande como la mansión misma, y hay varios 
apartamentos terminados de los días en que más miembros de 
la familia vivían en la mansión. 
—¿Puedo verlo? —Finalmente pregunta. 
Asiento con la cabeza y saco la tarjeta para abrir la puerta. Me 
sigue hasta el espacio abierto que conduce al apartamento 
recién reformado que hice que mis hombres convirtieran en 
prisión con poca antelación, y por la forma en que sus ojos se 
abren de par en par mientras lo asimila todo, me doy cuenta de 
que está impresionado, lo quiera o no. 
 
 
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—¿No es exactamente la mazmorra que esperabas? 
—Es decente, supongo —murmura. 
—Él se quedará aquí —le digo, abriendo una segunda puerta 
que conduce al apartamento. —Hay una cocina y un baño, 
como puedes ver. Estará perfectamente cómodo. 
Si este tipo es realmente importante para Brad, entonces eso 
lo hace importante para mí, sin importar cuánto me disguste. 
No evita que esté irracionalmente celoso, pero si no puedo 
moderar eso por el bienestar de Brad, entonces no merezco 
llamarme su compañero. 
No vuelve a decir nada durante tanto tiempo que empiezo a 
preocuparme de que, después de todo, no se sienta aliviado. 
—¿Hay algo mal? —Pregunto con cautela. 
—No —dice, mirándome. —Nada está mal, solo... gracias. 
Supongo. 
Puedo decir por la tensión en su voz y el hecho de que no me 
mira a los ojos que no se siente cómodo diciendo eso, lo que 
hace que signifique aún más. Yo sonrío. 
—Por supuesto. Solo espero que tu amigo aprecie que te 
arriesgues por él. 
Él resopla. 
—Estoy bastante seguro de que todavía te odia, con total 
revelación. 
—No te preocupes. Es mutuo. 
Brad inclina la cabeza, un toque de curiosidad en sus ojos 
mientras me mira. 
 
 
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—¿Hay tanta mala sangre entre tú y Blue Fang? 
—No realmente —admito. —Nuestras manadas nunca se han 
llevado bien, pero realmente no tengo nada personal en contra 
de ellos. Solo contra él. 
—¿Por qué? —Pregunta, frunciendo el ceño. —Pensé que 
acababas de conocerlo. 
—Lo hice —le digo, dejando que eso se hunda por un 
momento. 
Cuando lo hace, Brad pone los ojos en blanco hasta el fondo 
de su cabeza. 
—No puedes hablar en serio. 
—Soy un alfa —le digo encogiéndome de hombros. —No 
puedo evitarlo. 
—Eres ridículo —responde. 
—Nunca dije lo contrario. 
Brad solo suspira pesadamente. 
—Para que conste, nunca pasó nada entre nosotros. Quiero 
decir... entre él y Catalina. Joder, ya no sé ni lo que quiero decir. 
—No te estreses por eso —le digo. —Los recuerdos volverán 
solos. No deberías forzarlos. 
Frunce el ceño y, por el veneno de su mirada, me doy cuenta 
de que el momento ha terminado. Tengo que aprender a no 
meter la pata cuando se trata de él, pero es más fácil decirlo que 
hacerlo. 
—No son recuerdos —suelta. —No sé lo que son ni qué clase 
de chorrada woo es todo esto, pero no es represión o lo que 
 
 
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sea. Estuve despierto la mitadde Introducción a la Psicología, 
eso lo sé. 
Me río. 
—Me parece bien. 
Probablemente ahora no sea el momento de mencionar el 
hecho de que tengo a alguien que viene a hablar con él. Algo 
me dice que no se va a creer que la manada de lobos tenga un 
psicólogo. Esperaba que esto lo ablandara un poco ante la 
noticia, pero esa buena voluntad no llegó tan lejos como 
pensaba. 
Tal vez espere hasta que estemos en la cama de nuevo. Eso 
definitivamente parece ablandarlo un poco. 
Escucho pasos arriba y, un momento después, Brad también 
parece darse cuenta. La forma en que se anima de inmediato 
levanta mis sospechas, pero las aplaco. Necesito creer en su 
palabra si dice que no hay nada entre él y Trent. Mi lobo, en 
cambio... no siempre es tan lógico. Ni por asomo. 
Lenore y otro guardia bajan las escaleras, llevando a Trent 
entre ellos. Me doy cuenta de que Lenore sospecha de él, y 
probablemente de mi decisión de traerlo aquí, pero como mi 
beta, no me cuestionaría delante de los demás. Sin embargo, 
estoy seguro de que me enteraré más tarde, y no puedo 
culparla por ello. 
Trent me mira con el ceño fruncido como si quisiera desgarrar 
mi garganta, y si no fuera por ese collar alrededor de su cuello 
que evita que cambie, probablemente lo intentaría. Es solo otra 
 
 
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medida que se debe tomar para que me sienta cómodo con él 
aquí, incluso bajo llave. La forma en que su mirada se suaviza 
inmediatamente cuando mira a Brad me tranquiliza y me llena 
de una ira cegadora y posesiva. 
—Oye —dice Brad torpemente, mirando entre nosotros como 
si pudiera sentir la tensión. Y estoy seguro de que puede. —Echa 
un vistazo a tu nuevo alojamiento. Mejor que el antiguo, ¿eh? 
Trent mira entre nosotros, entrecerrando los ojos con 
creciente sospecha. 
—¿Por qué me trajiste aquí? 
—Puedes agradecerle por eso —le digo, asintiendo hacia Brad 
mientras me cruzo de brazos. —Pero no me hagas arrepentirme. 
Trent no dice nada, pero no aparta la mirada como lo harían la 
mayoría de los betas en su posición cuando se enfrentan a la 
mirada fría como una piedra de un alfa. Es valiente, le concedo 
eso. 
—Estarás bien aquí —dice Brad con confianza, golpeándolo 
en el hombro lo suficientemente fuerte como para que Trent se 
estremezca un poco. —Simplemente no hagas nada tonto. 
Trent frunce el ceño y me doy cuenta de que hay algo más 
que quiere decir, pero no quiere decirlo delante de mí. Pero si 
cree que se va a quedar a solas con Brad, está muy equivocado. 
—Sí —murmura. —No lo haré. 
—Raul, ¿puedo hablarte de algo? —Pregunta Lenore. 
 
 
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No es un gran momento. Al menos no para mí. Dudo, mirando 
hacia atrás a Brad y Trent, que parecen más que ansiosos por 
deshacerse de mí. 
—Tú. Quédate apostado en la puerta —le susurro al otro 
guardia. 
—Sí, señor —dice, asintiendo hacia mí. 
Sigo a Lenore fuera de la habitación y me detengo al otro 
lado. 
—Preferiría no ir más lejos. 
Suspira, pero se detiene y se vuelve hacia mí. Por la forma en 
que me mira a la cara, me doy cuenta de que cree que he 
perdido la cabeza. 
—¿Te has vuelto loco? —Suelta. —¿Un lobo Blue Fang? ¿En 
nuestra casa? 
Sí, eso lo confirma. 
—¿Qué es eso de mantener a tus amigos cerca y a tus 
enemigos más cerca? —Yo desafío. 
—Estoy bastante segura de que no se trata de tus jodidos 
enemigos literales —grita. —Ya es bastante malo que lo hayas 
traído aquí. 
Me enfurezco de inmediato, a pesar de que no ha llamado a 
Brad por su nombre. 
—No lo hagas. Puedes cuestionarme sobre todo lo demás, 
pero no sobre esto. No sobre él. 
 
 
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—¿Por qué? —Ella exige —¿Qué diablos tiene él de especial 
que estás dispuesto a arriesgarte a arrastrarnos a la guerra con 
otra manada? 
—La guerra con Blue Fang era inevitable, y Brad es prueba de 
ello —respondo. Me doy cuenta de que eso llamó su atención, 
así que continúo: —Él huyó porque estaba siendo forzado a un 
apareamiento arreglado con Constantine. 
—¿Constantine? —Sus ojos se abren y puedo ver la ira 
creciendo detrás de ellos. Como muchos de nosotros, ha 
perdido seres queridos por culpa de ese monstruo. Su hermano 
y su tío. 
—Blue Fang y Grayridge están forjando una alianza —
respondo. —Y él es quien debe cimentarla. Sea lo que sea lo 
que pasó allí, le conmocionó, pero tengo a alguien que viene a 
hablar con él y espero que le ayude a asimilarlo todo. Mientras 
tanto, Trent podría tener información que podamos usar. 
—Eso explica la prisión del sótano, supongo —murmura. —
Pero no explica por qué Brad no está en ella. 
—Porque es un omega, para empezar —respondo en tono 
cortante. —Y no ha hecho nada malo. Buscar refugio no es un 
delito. 
—La última vez que lo comprobé, él estaba tratando 
activamente de escapar —dice, cruzándose de brazos. 
Aprieto la mandíbula. No es el tipo de cosas que quería decir 
en este momento, sobre todo teniendo en cuenta que Brad aún 
 
 
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no ha aceptado el hecho de que es mi compañero, pero está 
claro que no tengo muchas opciones. 
—Brad es mi compañero —le digo, sin sorprenderme del todo 
por el hecho de que parezca que acabo de darle un puñetazo en 
las tripas. Sé que Lenore siempre ha estado interesada en mí 
como algo más que un amigo y líder de la manada. 
Por mucho que la respete y por mucho que la valore como 
amiga de confianza y beta, eso es todo lo que siempre ha sido 
para mí. Incluso antes de que llegara Brad, el romance no estaba 
en las cartas entre nosotros. La respetaba demasiado como para 
que fuera sólo una aventura, y ahora entiendo por qué nunca he 
sentido más que una atracción fugaz por nadie más. Mi 
compañero predestinado estaba ahí fuera, esperando a que lo 
encontrara. 
Tanto si quería que lo encontraran como si no. 
El shock de Lenore es claro, pero lo cubre lo suficientemente 
rápido. 
—Ya... veo —dice, aclarándose la garganta. —Supongo que 
eso cambia las cosas. 
—Lo hace —respondo. —Eres mi beta de mayor confianza, 
Lenore. Eres la única persona en la que confío para mantenerlo a 
salvo cuando no estoy aquí. ¿Puedo contar contigo? 
Ella sostiene mi mirada, asintiendo. 
—Siempre. 
—Gracias —le digo, mirando hacia atrás a la puerta que 
conduce al otro apartamento. Puedo escuchar a Brad y Trent 
 
 
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conversando en un tono relativamente relajado, pero el tema de 
su conversación es lo suficientemente inocuo, así que asumo 
que al menos Trent sabe que lo estoy vigilando. 
Será mejor que no lo olvide. 
 
 
 
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Capítulo Seis 
 
BRAD 
 
 
—¿Quién era esa? —Pregunta Trent, frunciendo el ceño 
cuando Lenore y Raul salen de la habitación. 
—Esa es Lenore. Ella es su beta —respondo. —Y me odia un 
poco, pero vamos a ser mejores amigos en poco tiempo, así que 
no pasa nada. Escucha, no puedes hacer esa mierda. 
—¿Qué mierda? —Pregunta. 
—La mirada machista de 'si pudiera apuñalarte con los ojos, lo 
haría' cada jodida vez que Raul está en la habitación —
respondo. ¿Por qué diablos la gente en este mundo tiene ojos 
tan agudos, de todos modos? 
Trent pone los ojos en blanco. 
—Es un poco difícil no hacerlo cuando te ha secuestrado. 
Gruño. 
 
 
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—No es un secuestro —le digo. Raul tenía razón. Realmente 
no quiero que esto sea un secuestro. Especialmente después de 
que me acaba de anudar. No necesito el golpe del ego. —Es 
solo una... reubicación estratégica de un ser humano en contra 
de su voluntad. O al menos lo fue. Estoy bien por el momento. 
—Sabes quién es, ¿verdad? —Pregunta Trent, señalando hacia 
la puerta. —Él es el puto alfa regional. 
—¿Qué, todos sabían eso menos yo? —Murmuro, sacudiendo 
la cabeza. —No importa. Sé quién es. Pero no es una amenaza 
para ninguno de nosotros, siempre y cuando te comportes. 
—¿Comportarme? —La ira parpadea en sus ojos. —¿Es eso lo 
que hiciste? ¿Es por eso que su olor está sobre ti?Lo miro por un momento en estado de shock. Y yo que 
pensaba que colocar los cincuenta mil millones de tipos de 
champú, acondicionador, gel de baño y jabón que Raul guarda 
en su ducha taparía eso. Tal vez debería haber ido con lana de 
acero en lugar de una esponja vegetal. 
—¿Disculpa? —Pregunto entre dientes. 
—¿Vas a negarlo? —Desafía. —Por favor, dime que no te 
apareaste con ese imbécil sólo para conseguirme una celda 
mejor. 
Antes de que haya procesado por completo lo que estoy 
haciendo, lo tengo clavado contra la pared por la garganta. La 
mirada de asombro en su rostro sugiere que no es así como 
Catalina maneja sus conflictos interpersonales. 
Oh jodidamente bien. 
 
 
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—Aclaremos una cosa, imbécil —gruño mientras aún tengo el 
factor sorpresa que le distrae del hecho de que es muchísimo 
más fuerte que yo, aunque por lo que parece, debería ser capaz 
de partirlo como una ramita. Al menos tengo años de confianza 
en mí mismo por ser el más fuerte de la sala. —Con quién me 
'apareo' o por qué no es de tu maldita incumbencia. No eres mi 
dueño, y él tampoco. ¿Tenemos un entendimiento? 
Todavía puedo ver la ira encendida en la mirada de Trent, 
pero la tensión de su cuerpo se relaja. Empiezo a ser capaz de 
captar las señales de que un shifter se está sometiendo. No es 
muy diferente de poner a uno de los novatos rebeldes en su 
lugar. 
Tal vez Raul tenía razón acerca de que su manada y la mía no 
eran muy diferentes, después de todo. 
—Sí —murmura Trent, finalmente apartando la mirada. 
Suficientemente bueno. Suelto mi agarre sobre él y doy un 
paso atrás, poniendo algo de espacio entre nosotros. 
—Bien —digo. —Ahora voy a hacerte una pregunta, y necesito 
que me digas la verdad. 
—Cualquier cosa —responde, dándome los ojos de cachorro 
una vez más. Supongo que ponerlo en su lugar no ha hecho 
nada para disolver el enamoramiento que siente por mí por 
alguna maldita razón. Soy el polo opuesto de Catalina que se 
puede encontrar, a menos que mi imaginación hiciera una 
lectura seria entre líneas cuando estaba devorando el libro, pero 
él parece tan enamorado de mí como lo estaba de ella. 
 
 
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Desafortunadamente, no va a terminar mejor para él en el 
departamento de romance, pero al menos puedo asegurarme 
de que llegue al final del libro con vida. 
—Toda esta mierda de 'heredero de acuerdo' entre Blue Fang 
y Grayridge —comienzo. —¿Es eso lo que se necesitará para 
asegurar esta alianza? 
—Sí —responde con cuidado, como si estuviéramos pisando 
aguas peligrosas. —Eso lo hará oficial, pero la alianza está ahí en 
todos los términos excepto en los formales. 
—Sí, eso es lo que me temía —suspiré. 
—No deberías preocuparte por la política —dice. —Eres un 
omega. 
Y así, vuelve a estar en mi lista negra. 
—¿No debería preocuparme por la política? —Gruño. —Como 
si la política no fuera la razón por la que estoy aquí. 
Trent se estremece. Antes de que pueda decir algo, la puerta 
se abre y entra Raul, mirando entre nosotros como si pudiera 
sentir la tensión. 
—¿Ocurre algo? 
—Nada —gruñí, caminando hacia él. No porque necesite su 
protección, sino porque espero que me detenga si Trent hace 
otro comentario. 
No es que Raul sea mucho mejor en ese departamento, pero 
estoy empezando a darme cuenta de que no solo los alfas 
tienen ideas retrógradas sobre los omegas. Estoy bastante 
 
 
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seguro de que las feromonas de celo liberan algún tipo de 
gusano cerebral. 
—Por cierto. Trent te va a contar todo lo que sabe sobre la 
alianza con Grayridge —digo intencionadamente, mirando a 
Trent por encima del hombro. —¿No es así? 
Trent aprieta la mandíbula, y puedo decir por la forma en que 
mira a Raul, está tratando de decidir si quiere o no atacarlo aquí 
y ahora. En cambio, sus hombros se desploman y murmura: 
—Claro. Lo que sea. 
—Ya veo —dice Raul, estudiándolo de cerca. —En ese caso, 
volveré más tarde con mi beta para tener una conversación. 
Lo sigo por el pasillo y escaleras arriba, y se detiene para 
mirarme con desconfianza una vez que estamos solos. 
—¿Qué pasó allí? 
—Nada —le digo encogiéndome de hombros. —Simplemente 
dejando las cosas claras. 
Puedo decir que quiere ir más allá, pero en lugar de eso, 
suspira. 
—Está bien. Ya sabes, si realmente coopera, esto podría ser un 
punto de inflexión en la guerra. 
—Yo no me haría demasiadas ilusiones —le advierto. —Trent 
es sólo un soldado de infantería. Dudo que tenga acceso a 
información seria. 
—Aún así. Incluso pequeños fragmentos de información 
pueden marcar una gran diferencia —responde Raul. —Por 
 
 
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supuesto, sabes que él está completa y locamente enamorado 
de ti, ¿verdad? 
No hay duda de los celos en su tono. 
—¿Qué, y Lenore no está completa y locamente enamorada 
de ti? —Yo desafío. —Porque o no te das cuenta, o crees que yo 
sí. 
Él suspira. 
—Soy consciente de sus sentimientos, pero son unilaterales y 
siempre lo han sido. Lenore es mi aliada más confiable, y ella 
sabe cuál es mi posición. Sobre todo, cuando se trata de ti. 
Hago una mueca 
—¿Quieres decir que le dijiste que crees que soy tu 
compañero? 
—Le dije que eres mi compañero —me corrige. 
Pongo los ojos en blanco. 
—Genial. ¿Toda la maldita manada sabe que jodimos? 
—No —responde. —Cualquiera que se haya acercado lo 
suficiente como para sentir mi olor en ti. 
Sí, eso es más o menos lo que me temía. 
—Estaría más que feliz de que todo el mundo lo supiera —
dice, acercándose para tocarme la mejilla. Antes de que pueda 
apartar su mano de un manotazo, su tacto hace lo mismo que la 
noche anterior. 
Hijo de puta, odio esta mierda de omega. 
—Mira, no voy a fingir que lo de anoche no sucedió —digo, 
decidiendo que esta conversación es inevitable, sin importar lo 
 
 
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poco que quiera tenerla. —Pero ambos tenemos cosas más 
importantes de las que preocuparnos sin distraernos con... lo 
que sea que sea esto —digo, haciendo un gesto entre nosotros. 
—Tienes una guerra que ganar y yo tengo un mundo al que 
volver. 
Por la forma en que se arrugan las líneas de su frente, me doy 
cuenta de que no está muy contento con el rumbo que está 
tomando la conversación. Eso y que siempre se pone raro 
cuando menciono mi mundo y el hecho de que todavía necesito 
volver a él. 
—Esto no es una distracción, Brad —dice. —Lo es todo. No 
eres una aventura, eres mi compañero. No creo que entiendas 
exactamente lo que eso significa. 
—Está bien, entonces explícamelo —dije entre dientes, 
cruzándome de brazos para poner algún tipo de barrera entre 
nosotros. No me gusta que sea mucho más fuerte que yo 
físicamente, pero eso no es nada comparado con cómo me hace 
sentir. Como si fuera un armadillo sobre su lomo y todo mi 
blando interior estuviera vulnerable y expuesto. 
Esta mierda de sentimientos es una mierda. Y el hecho de que 
no vaya a ninguna parte a pesar de que mi celo se acabó me 
está volviendo loco. 
—Significa que estamos unidos —responde, sosteniendo mi 
mirada. Ahí está de nuevo. Esa sensación incómoda que hace 
que sea difícil mantener el contacto visual e imposible mirar 
hacia otro lado. —Atado el uno al otro para siempre. Nuestros 
 
 
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destinos estuvieron entrelazados desde el principio, y en el 
momento en que nos conocimos, esa conexión se volvió 
inquebrantable. 
—¿Y qué pasaría si alguien aplicara un cortador de alambre 
industrial a esa conexión? —Yo desafío. —Solo teóricamente. 
Su expresión permanece pétrea, no se agrieta como suele 
hacerlo en respuesta a mis comentarios de sabelotodo. 
—No se puede romper un vínculo de pareja excepto con la 
muerte. Los compañeros predestinados casi siempre se siguen 
el uno al otro en la otra vida, y cuando un alfa pierde a su 
omega antes de tiempo, ya sea por muerte o por separación, se 
vuelve salvaje. 
—¿Salvaje? —Pregunto concautela. —¿Qué significa eso? 
—Significa que eventualmente se convierte en un monstruo 
—responde Raul en un tono solemne. —Una criatura hecha de 
pura rabia ciega que no se detendrá ante nada para conseguir lo 
que es suyo, y la única forma de detenerlo es sacrificarlo. 
Trago saliva. 
—Siempre es algo dramático con ustedes los alfas, ¿verdad? 
Raul sopla una bocanada de aire a través de sus fosas nasales, 
y solo cuando mi espalda golpea la pared me doy cuenta de 
que me ha acorralado contra ella. Mi cuerpo parece tener una 
mente propia en lo que a él respecta. 
—Tal vez. Pero lo único que tienes que aceptar es que no vas 
a ir a ninguna parte —dice, acariciando con las yemas de los 
dedos el ángulo de mi mandíbula. —Si te separaran de mí, no 
 
 
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me detendría ante nada para recuperarte, aunque eso significara 
destrozar este mundo. O el siguiente. 
Trago saliva de nuevo, pero tengo la garganta completamente 
seca. Otras partes de mí, no tanto. Supongo que esa molesta 
auto lubricación no solo está en juego durante el celo. 
Tengo el mal presentimiento de que no solo está siendo 
dramático al respecto. Y si alguien puede abrirse camino a 
través de las páginas de un libro y llegar a la realidad, es el 
hombre que tengo delante. El fuego detrás de esos ojos 
dorados me hace preguntarme si no es un poco salvaje para 
empezar. 
Antes de que pueda formular una respuesta a nada de eso, 
una pequeña voz rompe la tensión entre nosotros. 
—¿Qué estás haciendo, Raul? —Una niña grita. 
Raul se congela, y su actitud vuelve a ser la misma de siempre. 
Se gira para mirar a la niña que está al final del pasillo, con los 
ojos dorados tan abiertos como platos mientras nos mira 
fijamente. No parece tener más de seis o siete años, con la cara 
en forma de corazón y el pelo oscuro recogido en dos moños a 
ambos lados de la cabeza. Los moños están decorados con 
pequeñas horquillas en forma de gato. Lleva una camiseta 
arcoiris debajo de un mono cubierto de suciedad, y algo de ésta 
se le ha manchado también en la mejilla. Parece como si 
acabara de salir de una maldita mina. 
 
 
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—Hola, Minnie —dice Raul con una risa cariñosa, levantándola 
en sus brazos cuando ella corre hacia él. —Hay alguien a quien 
me gustaría que conocieras. 
La niña sigue mirándome como si fuera uno de esos pequeños 
fantasmas espeluznantes en El resplandor, y de repente 
recuerdo por qué estaba pensando en hacerme una vasectomía. 
Los niños y yo nunca nos hemos mezclado. Demonios, ni 
siquiera me gustaba a mí mismo cuando era un niño. Todos 
parecen venir en una de dos variedades: del tipo que siempre 
están chillando como campesinos medievales cuyo pueblo está 
siendo asaltado por dragones, y de alguna manera se las 
arreglan para estar siempre pegajosos, o son del tipo que te 
miran fijamente como un diminuto fantasma victoriano en un 
pozo. 
Esta es definitivamente el último. 
—Uh, hola —digo, saludando torpemente. 
Ella no parpadea. ¿Alguna vez parpadea? 
—Brad, esta es mi hermana, Mina —dice Raul en un tono 
agradable. —Mina, este es mi amigo, Brad. Se quedará con 
nosotros de ahora en adelante. 
Aprieto los dientes, pero no voy a empezar a discutir con un 
niño de primer grado. ¿O es tercero? Todos se mezclan para mí 
a esa edad. 
—Encantado de conocerte. 
Mina frunce el ceño, mirándome de arriba a abajo, y juro que 
nunca me he sentido más juzgado en mi puta vida. Ni siquiera 
 
 
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cuando Devon me pilló comiendo atún de una lata con los 
dedos a las 3 de la mañana. 
—Huele a humano —dice, arrugando la nariz como si yo 
apestara. 
Puedo decir por el brillo en los ojos de Raul que está tratando 
de no reírse, y no estoy seguro si le divierte más ella o mi 
evidente parálisis. 
—Bueno, él es humano. Pero también es un omega, por lo 
que pertenece aquí con nosotros. 
—¿Un omega? —Ella me mira dos veces, lo que la hace un 
poco más simpática. —Él no parece un omega. 
—Gracias —digo. 
Raul la baja y le dice: 
—¿Por qué no vas a asearte? Cenaremos pronto y Hannah se 
asustará si te ve cubierta de tierra. 
—Bien —se queja, como si hubiera estado cuidando 
personalmente su colección de mugre y lo considera un gran 
revés. Puedo respetar eso. Me mira por encima del hombro con 
un brillo malicioso en los ojos. —¿Vamos a cenar humanos? 
Parpadeo, mirando entre ellos. 
—¿Ahora qué? 
Mina solo se ríe y sale corriendo. 
—Niños —dice Raul encogiéndose de hombros, caminando 
por el pasillo. 
—¡Oye, espera un segundo! —Llamo tras él. —Estaba 
bromeando, ¿verdad? Ustedes no comen humanos, ¿verdad? 
 
 
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Raul se ríe. 
—No, no comemos humanos —dice, con un brillo travieso en 
sus ojos mientras me mira. —Aunque definitivamente te ves lo 
suficientemente jugoso como para tentarme. 
—Oh, vete a la mierda —gruño, aunque estoy bastante seguro 
de que está bromeando. 
Al menos, eso espero. 
 
 
 
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Capítulo Siete 
 
RAUL 
 
 
Con la forma en que han estado las cosas últimamente, es 
raro para mí sentarme y disfrutar de una cena familiar, y más 
raro aún que casi todos logran estar presentes, pero es 
importante tener esta oportunidad de presentarles a Brad 
adecuadamente. 
Y no puedo evitar esperar que tal vez ver a una manada 
comportándose como una familia en lugar de lo que sea que 
esté acostumbrado lo ayude a aceptar sus circunstancias 
actuales más fácilmente. 
Mi familia puede ser grande, ruidosa y un poco loca, pero son 
buenas personas y están llenas de amor. Sé que lo aceptarán, 
aunque solo sea porque es mi compañero, y la mayoría de ellos 
han estado esperando lo suficiente para que tome uno. De 
 
 
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acuerdo, no pensé que sucedería ahora, pero lo único que 
lamento es no haberlo encontrado antes. 
Brad es el único que no ha aparecido todavía mientras todos 
se sientan alrededor de la mesa. Lenore y Curtis están sentados 
con el Dr. Wilson en el otro extremo de la mesa, mientras que 
Mina y mi otra hermana, Hannah, están más cerca de mí en la 
cabecera de la mesa. Mis primos, los gemelos Matthew y Kyle, 
están sentados uno frente al otro. No es una casa llena, 
considerando que los padres de los mellizos viven al final de la 
calle y mi cuñado, Rick, está fuera de la ciudad por asuntos de la 
manada, pero probablemente sea mejor ya que Brad se ve 
abrumado en el momento en que entra al comedor. 
Me levanto para sacar su silla instintivamente, pero incluso si 
tuviera un segundo para pensarlo, no voy a dar un ejemplo de 
mierda al no sacar la silla para mi compañero. Especialmente 
cuando es un omega. 
Para mi alivio, él no da pelea, solo me mira con el ceño 
fruncido, pero estoy seguro de que me enteraré más tarde. No 
es que realmente me importe si la pelea termina como la 
última... 
—Todos, me gustaría presentarles formalmente a Brad —digo, 
tomando asiento junto a él. —Brad, estos son... 
—Hannah, Matthew, Kyle, Dr. Wilson, Curtis, Lenore y el 
devorador de hombres —dice, señalándolos a todos, Mina al 
final, mientras enumera sus nombres. —Sí, lo sé. 
 
 
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Me mira fijamente, como si eso demostrara que los conoce a 
todos por su aspecto porque ha leído sobre mi vida en un libro. 
Tengo mucho trabajo por delante. 
Suspiro. 
—Sí. —Me vuelvo hacia los demás. —Seguro que ya lo saben, 
pero Brad vivirá aquí con nosotros a partir de ahora. —Me doy 
cuenta de que él también quiere discutir eso, pero continúo de 
todos modos. —Y sé que lo harán sentir bienvenido. 
—Es un placer conocerte, Brad —dice Hannah, dándole una 
cálida sonrisa. Ella es cuatro años más joven que yo, y mi 
opuesto en casi todos los sentidos. Es menuda y rubia con ojos 
dorados como la miel, y es más o menos la luz del sol en una 
persona. Alguien por aquí tiene que ser emocionalmente 
estable, supongo. 
—Sí, ahora que no está tratando de patearmeel culo —dice 
Matthew con un resoplido. 
—Para que conste, si fueras humano, lo habría hecho —
anuncia Brad. 
—Matthew —regaña Hannah. —Lenguaje. Hay niños 
presentes. 
—Yo también podría patearle el culo a Matthew —anuncia 
Mina con orgullo antes de darle un mordisco a su filete casi 
crudo. 
Hannah entierra la cara entre las manos. Sus intentos de 
educar a nuestra hermana pequeña como una "señorita 
 
 
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civilizada" en ausencia de nuestros padres son admirables, pero 
en última instancia inútiles. Cuanto antes lo acepte, mejor. 
—No pude —murmura Matthew por lo bajo. Sin embargo, él 
se estremece cuando Mina blande su cuchillo para carne, y ella 
se ríe, pateando sus pies debajo de la mesa. 
De acuerdo, tal vez la cena familiar fue un error. Olvidé el 
detalle crucial de que mi familia venía a cenar. 
Sin embargo, Brad parece lo suficientemente cómodo. De 
hecho, ya se ha comido la mitad del bistec y no parece ni 
remotamente desconcertado por el hecho de que prácticamente 
sigue mugiendo. 
—Entonces —dice Kyle, mirando al recién llegado con cautela. 
—¿Cuál es el trato, de todos modos? ¿Te imprimaste en él o 
algo así? 
La mesa se queda en un silencio absoluto. Deja que Kyle se 
meta tanto el pie en la garganta que pueda realizar una 
endoscopia. Sin embargo, puedo decir por las miradas ansiosas 
en los rostros de todos los demás que solo está preguntando lo 
que desearían poder hacer. Todos menos el Dr. Wilson y Lenore, 
que ya lo saben. 
Esta última ha estado notablemente silenciosa desde nuestra 
conversación anterior, pero solo puedo esperar que las cosas 
vuelvan a la normalidad entre nosotros pronto. Como le dije a 
Brad, sé de sus sentimientos desde hace un tiempo, y ella sabe 
que no son mutuos, pero ahora que he tomado compañero, es 
probable que me dé cuenta de que es un poco diferente. Sin 
 
 
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embargo, eso es lo que me pasa por no ser tan directo como lo 
habría sido con cualquier otra persona. 
Después de que la manada Grayridge atacara la nuestra, 
Lenore, Curtis, Matthew y Kyle fueron en quienes me apoyé para 
ayudarme a unir las piezas de nuestras vidas destrozadas. Ella es 
la única con la que no estoy relacionado por sangre, pero se 
convirtió en familia de todos modos. Al menos en mi mente. 
Miro a Brad, sabiendo que se enfadará si les digo la verdad, 
pero la confianza es lo que une a una manada de lobos y a una 
familia. Al menos la que dirijo. No tengo ninguna intención de 
empezar las cosas con una mentira. Brad todavía piensa que 
esto es algo de lo que se va a despertar y olvidar algún día, y 
aunque eso duele, tengo que recordarme a mí mismo que es 
justo desde su perspectiva. Es humano, y ya sea que pueda 
sentir el efecto de estar imprimado o no, es imposible que 
pueda entender la profundidad de lo que siento por él. 
Paciencia y tiempo. Tengo que darle esas cosas, por lo menos. 
—Sí —le digo, eligiendo mis palabras con cuidado. Puedo 
sentir los ojos de mi familia fijos en mí, y estoy seguro de que 
todos tienen reacciones encontradas. El shock parece ser el 
único denominador común entre todos ellos. Incluso Mina ha 
dejado caer su tenedor, mirándome como si acabara de decir 
que íbamos a adoptar un gato. —Brad es mi compañero, mi 
omega. 
—Mierda —murmura Kyle. 
 
 
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Incluso Hannah no se molesta en corregirlo. Sin embargo, es 
la primera en reaccionar con una sonrisa y un brillo de emoción 
en los ojos. 
—¿Te imprimaste? —Chilla, mirando entre nosotros como si 
no pudiera entender por qué nadie más está tan emocionado 
como ella. —¡Eso es asombroso! Felicidades. Pero... él no es... 
um... 
—¿Humano? —Brad ofrece, puliendo el resto de su copa de 
vino. —Sí. Y eso no es ni la mitad, hermana. 
Antes de que pueda divulgar algo, prefiero que no sepan 
sobre sus... teorías sobre nuestra realidad, me aclaro la garganta 
y digo: 
—Ha habido mucho que procesar en los últimos días, pero lo 
resolveremos... Juntos. Como siempre lo hacemos. 
Brad pone los ojos en blanco y alcanza la botella de vino más 
cercana a él. Al menos está cumpliendo. Por ahora. 
—¿Estás seguro de que es una buena idea? —Matthew 
pregunta con cautela. —Un humano que vive entre lobos... hay 
una razón por la que no se hace. 
—No se hace porque los lobos no impriman a los humanos —
dice Curtis deliberadamente. —¿Qué se supone que debe hacer, 
pedirle al destino que tire los dados de nuevo? 
Matthew gruñe en reconocimiento. 
—Solo digo que podría causar problemas. ¿Él alguna vez ha 
visto un cambio de lobo? 
 
 
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—'Él' está aquí, idiota —dice Brad bruscamente. —Y viví con 
cincuenta Kappa Nus mis primeros dos años de universidad, así 
que un montón de perros callejeros no es nada. 
—¿Kappa qué? —Pregunta Matthew, arrugando la nariz. 
—Mi fraternidad —responde Brad. 
Lenore me mira, frunciendo el ceño. 
—Creí que habías dicho que era de Blue Fang. 
—Lo es —digo rápidamente. —Es una... sociedad dentro de la 
manada. Para... omegas. 
—¿En serio? —Kyle pregunta, levantando una ceja. —¿Blue 
Fang tiene cincuenta omegas? Lo siento, Raul, pero es posible 
que tengas que intercambiar manada. 
El Dr. Wilson se aclara la garganta. 
—Alguien pase la sal, por favor. 
Estoy seguro de que es su intento de distracción, teniendo en 
cuenta que siempre me regaña por el sodio, pero se lo 
agradezco. Kyle se ve confundido y le pasa la sal. 
—Mientras todos están aquí, hay algo que debemos discutir 
—digo, decidiendo que es hora de cambiar de tema. —Con los 
intrusos recientes, tengo a todos los soldados que me sobran 
realizando patrullas, por lo que la manada necesitará toda la 
mano en la cubierta durante las próximas semanas. Todos 
tienen que hacer su parte. Eso te incluye a ti, mocosa —digo 
mirando deliberadamente a Mina. 
Se sienta erguida, clavando su cuchillo en la mesa mientras 
hace un contacto visual innecesariamente intenso conmigo. 
 
 
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—Estoy lista para pelear. 
Yo suspiro. 
—Tu devoción por la causa es admirable, pero hacer tu tarea 
sin hacerle pasar un mal rato a Hannah y terminar tus tareas era 
más lo que tenía en mente. 
—Aww, hombre —murmura decepcionada, empujando su 
puré de papas y zanahorias con su tenedor. 
—En cuanto a ustedes dos —digo, mirando a los gemelos. —
Liam estará de patrulla durante la próxima semana, así que voy 
a necesitar que lo reemplacen, revisando a los miembros más 
vulnerables de la manada. Los Felman dicen que su techo tiene 
goteras, y la Sra. Donovan está entrando en trabajo de parto en 
cualquier momento, por lo que necesitará a alguien para 
reemplazar en la tienda en cualquier momento. 
—Sí, sabemos cómo hacerlo —dice Kyle con aburrimiento. 
—Te tengo cubierto —me asegura Matthew. 
—Tengo la clínica si el Dr. Wilson tiene que salir al campo —
interviene Hannah. 
—Gracias, Hannah —dice con un asentimiento cortés. —Me 
sentiré mejor sabiendo que está en tus hábiles manos. 
Ella sonríe amablemente, pero estoy bastante seguro de que 
no tiene ni idea de cuánto anhelo hay detrás de esas palabras. Y 
teniendo en cuenta que ya tiene pareja, probablemente sea lo 
mejor. 
—¿Qué necesitas que haga? —Curtis pregunta, mirándome. 
 
 
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—Lenore y yo saldremos de patrulla mañana —respondo. —
Solo mantén un ojo en la casa por mí. 
Eso es lo más cerca que puedo estar de admitir que quiero 
que vigile a Brad sin activar el radar de mi compañero. 
—Espera un segundo, es mi semana para patrullar —protesta 
Curtis. —¿Pensé que no querías que nos desconectáramos a 
menos que tuviéramos que hacerlo? 
Dudo, mirando entre él y Lenore. Asumí que dejarlos a ella y a 
Brad solos sería un error, pero deja que Curtis fuera fiel a las 
reglas. De acuerdo, son reglas que establecí, pero aún así. 
Lenore deja de masticar, me mira a mí, luego a Brad, 
claramente incómoda. 
—Claro —murmura ella—. Puedo vigilarla casa. 
Estoy tentado a discutir, pero lo último que necesito es que 
Brad tenga la idea de que específicamente quiero que ella vaya 
conmigo. No es que parezca que estaría celoso, cuando ni 
siquiera quiere ser mi compañero, pero aún así no quiero darle 
una razón para estarlo. 
Estoy empezando a darme cuenta de todas mis inquietudes 
acerca de buscar compañero porque complicaría las cosas. No 
solo se fundaron, sino que no fueron lo suficientemente lejos. 
No es que importe. No importa cuán complicada se haya 
vuelto mi vida, ya no puedo imaginar cómo sería no tener a 
Brad en mi vida. Y no hay forma de que vuelva a eso ni por un 
segundo. 
—¿Qué voy a hacer? —Pregunta Brad, mirándome expectante. 
 
 
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Parpadeo. 
—¿Qué quieres decir? 
—Estás repartiendo trabajos a todos los demás —responde, 
cruzándose de brazos. —¿Qué se supone que debo hacer, 
sentarme en mi... —Hace una pausa, mirando con cautela a 
Hannah y Mina. —¿Mi silla todo el día? 
—Suave —Kyle resopla. 
Dudo, porque sé que no le va a gustar la respuesta en la 
punta de mi lengua, que es un omega, y en la mayoría de las 
manadas, los omegas son adorados y atendidos de pies y 
manos. Pero algo me dice que consideraría eso un destino peor 
que la muerte. 
—Todavía te estás adaptando a todo —respondo con 
cuidado. —No quería sobrecargarte, pero estoy seguro de que 
el Dr. Wilson o Hannah podrían encontrar algo para que hagas 
si te aburres. 
Brad le da al médico una mirada cautelosa, como si pensara 
que lo va a tranquilizar de nuevo. 
—Sí, claro —murmura al final. 
Respiro un suspiro de alivio. Por el momento, parece que eso 
lo satisfizo, y decido que debería estar agradecido de que esté 
interesado en involucrarse en la manada después de todo. Si 
está más involucrado en la manada, tal vez sea más fácil para él 
dejar todas estas tonterías de libros. Cuanto antes vea este lugar 
como su hogar, mejor. 
 
 
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Capítulo Ocho 
 
BRAD 
 
 
La cena fue mejor de lo que pensé que sería, pero todavía me 
pregunto en qué diablos me he metido. Son mucho más 
normales de lo que esperaba, aparte de Mina, pero esa es parte 
de la razón por la que me siento como un pez fuera del agua. 
No, no fuera del agua. Me siento como un pez con un traje de 
tres piezas haciendo cola en un puto Costco. No tengo un 
marco de referencia para la felicidad doméstica, teniendo en 
cuenta que la idea de mi familia de "cena familiar" solía ser yo y 
Devon cocinando rollos de pizza en el microondas mientras 
nuestros padres estaban ocupados fingiendo que nunca habían 
tenido hijos. 
También está bastante claro que Raul es el jefe de esta familia 
idílica, y todo el mundo gira en torno a él. Ni siquiera en una 
 
 
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espeluznante forma de "obedecer al líder de tu culto" como 
asumí inicialmente, sino en el sentido de que todos parecen 
respetarlo y confiar en él de manera genuina. Es tan autoritario 
que pensé que mandaría a todo el mundo como el típico alfa 
idiota, pero fuera del campo de batalla, ese no parece ser el 
caso. 
A pesar de la tentación que tengo de volver directamente a mi 
habitación, hay algo en mi mente y me encuentro demorando 
mientras Raul habla con Kyle, quien lo llamó después de la cena. 
Estoy tratando de lucir como si estuviera en el área del salón no 
muy lejos del pasillo donde están conversando, y no como si lo 
estuviera esperando, así que tomo un libro del estante y 
pretendo estar leyendo mientras me aseguro de que mi cerebro 
no absorba ninguna de las palabras. 
No volveré a cometer ese error. La última vez que leí algo, me 
absorbió, y lo último que necesito es terminar dentro de un libro 
dentro de un libro. Demonios, cuando encuentre una manera de 
volver a casa, llevaré un Sharpie a cada superficie de mi 
apartamento con palabras. Cajas de cereales, botellas de 
champú, la pequeña etiqueta de "no quitar bajo pena de ley" en 
mi almohada... Incluso podría hacer que Devon encuentre una 
manera de apagar permanentemente los subtítulos en el 
televisor porque no estoy dejando nada al azar. 
—¿Planificando el futuro? 
Levanto la vista bruscamente ante el sonido de la voz de Raul. 
—¿Eh? 
 
 
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—”Qué saber sobre un embarazo omega“ —dice, señalando el 
libro en mis manos. 
Miro el título y siento una oleada de pánico cuando lo cierro y 
lo devuelvo al estante. 
—No —gruñí. —Solo pensé que era una broma. 
—Te dije que los omegas masculinos pueden quedar 
embarazados —dice, levantando una ceja. —¿De verdad no me 
creíste? 
—Es una ilusión, supongo —murmuro. 
Raul me da una mirada de complicidad, caminando hacia mí. 
—Sabes... ahora que no estás en celo, el Dr. Wilson podría 
darte supresores si eres inflexible en evitarlo. 
—Uh, ¿por qué diablos no sería inflexible al respecto? —Yo 
desafío. —Soy un maldito linebacker. No es como si fuera mi 
sueño sacar un montón de bebés hombre lobo. O cachorros... 
¿Son cachorros? 
—No estoy seguro de por qué no podrías hacer ambas cosas 
—dice encogiéndose de hombros. —Pero solo digo que tienes 
opciones. Si no quieres quedar embarazado, los supresores son 
una de ellas. 
Gruño. 
—Lo que sucedió fue algo de una sola vez, para tu 
información. No creas que vamos a estar golpeando 
regularmente, y no planeo quedarme lo suficiente como para 
volver a entrar en celo. 
Ahí está de nuevo. Esa mirada preocupada. 
 
 
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—Brad, incluso si tienes razón y eres de un mundo diferente, 
¿cómo regresarías si ni siquiera sabes cómo llegaste aquí en 
primer lugar? 
Dudo, porque plantea una pregunta decente. Una que me ha 
estado molestando, incluso si no he tenido mucho tiempo para 
contemplarlo. 
—Todavía no lo he descubierto. Y ahora, mi hermano 
definitivamente me está buscando. Es un completo cerebrito. Si 
alguien puede resolverlo, es él. 
—Seguro que lo es —dice Raul con ese tono cuidadoso que 
me hace sentir como un toro bravo en una cacharrería. Lo peor 
es que ni siquiera creo que pretenda ser condescendiente. —Si 
me dices más sobre él, tal vez pueda ayudarte a encontrarlo. 
—¡No puedes encontrarlo, amigo, vive en otra maldita 
dimensión! —Grito. —No lo entiendes. 
—Tal vez no —dice pacientemente. —Pero por eso creo que 
deberías hablar con alguien más. Alguien que pueda darte una 
perspectiva neutral sobre todo esto. Porque tienes razón, no lo 
entiendo. Quiero, pero no puedo, y yo... Mentiría si dijera que no 
estoy preocupado por ti. 
Entrecierro los ojos mientras escucho, cada vez más suspicaz 
con cada palabra. 
—Oh, diablos, no. Reconozco una intervención cuando la 
escucho —gruñí. —Esto es como esa vez que todos nos 
reunimos y pegamos a Dustin a una silla porque no podía dejar 
 
 
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de vapear ni siquiera en la ducha, y no estoy jodidamente aquí 
para eso. 
Raul me miró parpadeando. 
—¿Pegaron a alguien a una silla? 
—No cambies de tema —espeto. —¿Estás planeando llevarme 
a una celda acolchada o algo así? 
—¿Qué? —Pregunta, sonando genuinamente horrorizado. —
¡No, por supuesto que no! El Dr. Wilson solo tiene una amiga 
que trabaja en psiquiatría, y le gustaría que viniera a hablar 
contigo. A mí también, de hecho. 
—Así que es una intervención —acuso. —Porque ustedes hijos 
de puta piensan que estoy loco. 
—No estás loco —corrige. —Nunca dije eso, y le patearía el 
culo a cualquiera que lo hiciera. Como dije antes, creo que has 
pasado por un montón de traumas. El accidente por sí solo 
dejaría a cualquiera fuera de control, sin mencionar estar 
separado de su hermano y lejos de casa. Esas cosas afectarían a 
cualquiera, e incluso si todo lo que dices es verdad, no estaría 
de más hablar con alguien al respecto, ¿verdad? 
Aprieto los dientes, preparado para discutir cuando se me 
ocurre una idea. 
—¿Y si hablo con tu psiquiatra y me dice que estoy cuerdo? 
¿Me creerás entonces? 
Raul secongela, y puedo decir que no estaba preparado para 
eso. 
—Yo... supongo que tendría que tomarlo en consideración. 
 
 
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—Bastante bien —digo. —Entonces hablaré con ella, y cuando 
te diga que estoy más cuerdo que cualquiera de ustedes, hijos 
de puta, puedes besarme el culo. 
Inmediatamente me arrepiento de esa elección de palabras 
cuando veo el destello de diversión en los ojos de Raul. 
—Felizmente —dice en un tono seco. —O podríamos ir arriba 
y empezar con ventaja. 
Hago una mueca. 
—Oh, vete a la mierda. Como dije, eso fue algo de una sola 
vez. Me quedaré en mi habitación esta noche y será mejor que 
te quedes en la tuya. 
—Está bien, está bien —dice, levantando las manos. —Lo que 
tú digas. Pero en ese caso, probablemente deberíamos 
despedirnos ahora. 
—¿Despedirnos? —Pregunto con cautela. Mi pecho 
inmediatamente se contrae al pensar en eso. Todavía podría 
estar en negación sobre todo el asunto del compañero, pero mi 
cuerpo está más que a bordo. —¿Por qué? 
—Me iré antes del amanecer —dice. —Algo me dice que, si 
trato de despertarte, terminaré con un gancho de derecha en la 
mandíbula. 
No se equivoca en eso. Pero esto nos lleva de vuelta a lo que 
quería hablar con él en primer lugar. 
—¿Qué vas a hacer ahí fuera, de todos modos? 
El hecho de que no responda de inmediato me tiene aún más 
sospechoso. 
 
 
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—Estamos en guerra, Brad. Soy el alfa. No sería un gran líder 
si no estuviera dispuesto a liderar mis manadas desde el frente. 
—¡Por supuesto que lo harías! Noticia de última hora, la 
cobardía es prácticamente un requisito para entrar en política en 
estos días —le digo. —¿Por qué no puedes conseguir una 
oficina y una pizarra y enviar a otras personas a hacer tu trabajo 
sucio como todos los demás? 
Las comisuras de su boca se inclinan ligeramente hacia arriba. 
—Si no te conociera mejor, pensaría que estás preocupado 
por mí. 
Hago una mueca. 
—Tú eres el que me acaba de decir que nuestras almas están 
unidas con super pegamento cósmico o lo que sea. ¿Qué me 
pasa si te nerfean? 
—Con eso, supongo que te refieres a matar —dice. —
Depende de cuánto tiempo ha estado junta una pareja, pero los 
omegas no se ven tan afectados como los alfas. Y eres humano, 
así que imagino que eso sería un problema aún menor. 
—Bueno, eso es sexista —murmuro. —O omegaist o lo que 
sea. 
—Me temo que tendrás que hablar de eso con la madre 
naturaleza —dice en un tono monótono. —Pensé que te 
sentirías aliviado. 
—Bueno, no lo estoy —le digo. —Así que... no hagas ninguna 
tontería y te dejes matar. 
 
 
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Raul sonríe, y detesto las mariposas que me provocan en el 
estómago incluso más de lo que lo detesto a él. Es hora de 
tomar una lata entera de Raid. 
—Haré lo que pueda —dice, acercándose aún más. 
Instintivamente retrocedo contra la estantería, congelándome 
cuando él pone sus manos sobre mis hombros. Mi cuerpo se 
derrite en respuesta a su toque. 
Tal vez tome esos supresores, después de todo. 
—Te voy a extrañar —dice, su voz baja e íntima. Su rico tono 
se siente como agua caliente cayendo sobre mí. —¿Hay alguna 
parte de ti que me va a extrañar? ¿Al menos un poco? 
Trago saliva, porque hay una parte de mí que ya lo extraña 
más de lo que quiero admitir, y si se acerca más, lo descubrirá. 
—No —miento. —Lo siento, hermano. Pero buena suerte con 
tu, eh, guerra de lobos y todo eso. 
—Oh, bueno —dice Raul, su boca se curva en una sonrisa más 
peligrosa mientras se inclina tanto que puedo sentir su aliento 
en mis labios, sus manos aún descansan firmemente sobre mis 
hombros. —Supongo que tendré que extrañarte lo suficiente 
por los dos, entonces. ¿Quizás solo un beso? Para la buena 
suerte. 
Lo fulmino con la mirada, a pesar de que mis labios ya están 
hormigueando con el recuerdo de su presión contra ellos tan 
recientemente. Demonios, ni siquiera recuerdo mi primer beso 
tan vívidamente, pero todavía puedo sentir el suyo y, a pesar de 
mí mismo, me inclino, mis labios se separan ligeramente en 
 
 
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preparación para encontrarse con los suyos. En el momento en 
que nos tocamos, lo siento de nuevo. La misma chispa que me 
recorrió la primera vez que nos tocamos en el bar. No es tan 
discordante ahora que sé lo que es, pero sigue ahí. Todavía 
igual de poderoso. 
Me hundo contra Raul mientras me besa y su lengua se 
desliza en mi boca. Envuelve sus brazos alrededor de mí, fuerte 
y cálido, y en este momento, si pudiera hablar con su lengua a la 
mitad de mi garganta, me traicionaría pidiéndole que se 
quedara. Que se quede conmigo por la noche. Que se quede en 
casa, para siempre. 
Afortunadamente, en el momento en que rompe el beso, ese 
instinto autodestructivo ha pasado lo suficiente como para que 
mi autocontrol se recupere. 
—Eso es sólo para la suerte —murmuro. —Con la forma en 
que funcionan las cosas en este estúpido libro, si no te besaba, 
probablemente te lastimarías en el campo de batalla y 
terminaría sintiéndome tan culpable que tuve que cuidarte hasta 
que recuperaras la salud. 
Raul se ríe. 
—Entendido. En ese caso, te agradezco tu valiente sacrificio. 
—Lo que sea. —Pongo los ojos en blanco, esperando hasta 
que sale de la habitación para hundirme contra el estante y 
gemir. 
De hecho, estoy jodidamente preocupado por este monstruo 
abdominal alimentado con maíz que se convierte en un 
 
 
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monstruo literal en la luna llena. Y cuando diablos quiera, que 
yo sepa. 
¿Qué demonios es lo que me pasa? 
 
 
 
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Capítulo Nueve 
 
BRAD 
 
 
Pasé la mayor parte de la noche anterior dando vueltas, lo que 
nunca sucede. Casi todas las noches, tan pronto como mi 
cabeza toca la almohada, estoy dormido. Demonios, me han 
gritado un puñado de veces por quedarme dormido mientras 
una chica me estaba masturbando. 
Y, sin embargo, cuando finalmente logré conciliar el sueño 
durante una hora aquí y allá, inevitablemente me desperté de 
una pesadilla en la que un hombre lobo negro gigante con ojos 
dorados familiares era destrozado por un monstruo aún más 
grande con pelaje tan blanco como la nieve, y una gran cicatriz 
sobre su ojo izquierdo. 
Así es como sé que es Constantine, porque el autor de este 
libro tiene más clichés dando vueltas en su cráneo que células 
 
 
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cerebrales, así que, por supuesto, el villano tiene una cicatriz. 
Una cicatriz sexy que hizo que todos en su manada lo trataran 
como una mierda hasta que ascendió de rango y se hizo un 
nombre. 
Como si eso fuera a pasar en la vida real, donde el único 
inconveniente sería tener que compensar a todos aquellos cuyas 
bragas se derritieran al verlos. Quiero decir, si tuviera una 
cicatriz como esa, sería imparable, pero esa mierda siempre se 
desperdicia en villanos emo y nunca en tipos que le darían un 
buen uso. 
Sin embargo, esto no es la vida real, y los residentes de este 
mundo de fantasía son bastante superficiales, supongo. Los 
miembros de la manada de Raul no parecen tan malos, incluso 
si se han quejado un poco de que soy humano, pero creo que 
también puedo entender eso. Seguro que me sentiría incómodo 
con un pollo rostizado corriendo por mi apartamento. 
Cuando me despierto por tercera vez, dejo de dormir por 
completo y salgo de la cama. Es apenas el amanecer fuera de mi 
ventana, así que ni siquiera me molesto en vestirme antes de 
salir de mi habitación y correr por el pasillo. 
No porque espero poder atrapar a Raul. Realmente necesito 
orinar, eso es todo, y olvidé que mi suite tiene su propio baño. 
Pero ya que estoy despierto, y su habitación está de camino al 
otro baño, me imagino que podría pasarme y comprobarlo. 
Llamo a la puerta, pero no hay respuesta, y mi corazón se hunde 
un poco por razones totalmente ajenas a Raul. 
 
 
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Bajo corriendo las escaleras,tomándolas de tres en tres, y casi 
caigo sobre la pequeña mujer rubia que cruza desde el pasillo 
más cercano en el proceso. 
—Mierda, lo siento —digo, estirando la mano para estabilizar 
a Hannah. 
—Está bien —dice con una risa sorprendida, ajustando el 
cesto de la ropa en su cadera. —¿Está todo bien? 
—Sí, está bien —digo rápidamente. —Sólo estaba... 
—¿Buscando a Raul? —Ofrece, levantando las cejas. 
Tan tentado como estoy de negarlo, estoy bastante seguro de 
que ella se daría cuenta. 
—Eso es obvio, ¿eh? 
Ella solo me da una sonrisa de complicidad. Definitivamente 
puedo ver el parecido familiar en sus ojos. 
—Me temo que te lo perdiste. Se fue con los demás hace 
aproximadamente media hora. 
—Oh, cierto —digo, pasándome una mano por el pelo. 
De repente, me arrepiento de haber bajado en pijama, ya que 
Hannah ya está vestida como si fuera a ir a la iglesia con un 
ondulante vestido amarillo y el pelo recogido en un moño 
perfecto. No habría esperado que los shifter estuvieran 
despiertos al amanecer, pero está bastante claro que voy a tener 
que cambiar mis hábitos mientras esté aquí sí tengo alguna 
esperanza de mantenerme al día con el resto de la casa. 
—Estará bien —dice ella en un tono suave. —Siempre lo está. 
Raul es el lobo más fuerte que conozco. 
 
 
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—No estaba preocupado —le digo encogiéndome de 
hombros. —Olvidé preguntarle algo, eso es todo. 
Puedo decir que no lo cree, pero sonríe y asiente. 
—Me temo que la mayoría de nosotros ya desayunamos, pero 
si tienes hambre, estoy segura de que el chef estará feliz de 
prepararte algo. 
—¿Tienen un chef? —Pregunto con incredulidad. 
Ella ríe. Es un sonido ligero y aireado, y estoy empezando a ver 
por qué Catalina describió a Hannah como "un sol 
embotellado". Por supuesto, estoy bastante seguro de que no lo 
dijo como un cumplido. 
—Se rotan cada pocos días y, a veces, el chef soy yo, pero 
estamos bastante ocupados por aquí, así que es conveniente. Si 
no te has dado cuenta, los shifter tienen un gran apetito. 
—Sí, tienen eso en común con los hermanos de fraternidad —
reflexiono, mirando la canasta en sus manos. —¿Quieres ayuda 
con eso? 
—Lo tengo cubierto, pero gracias —dice, radiante. —Pero si 
quieres algo para mantenerte ocupado, siempre hay algo que 
hacer en el jardín. 
—Jardín. Lo tengo —digo, dirigiéndome hacia las escaleras. —
Te veo luego. 
Me dirijo arriba para ducharme y vestirme para el día, 
tomándome mi tiempo ya que de repente no tengo mucho 
apetito. Por lo general, mi cabeza está maravillosamente 
tranquila, pero se siente como una estación de autobuses 
 
 
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abarrotada, llena de todo tipo de preguntas y qué pasaría si me 
arrepiento de no haberle hecho a Raul anoche. 
¿Hasta dónde van él y los demás? 
¿Cuánto tiempo se habrá ido? 
¿Qué es lo que va a hacer, exactamente? 
Mierda, si hubiera sabido que me iba a molestar tanto, me 
habría ofrecido a ir con él. Pero de alguna manera, ya sé cuál 
sería su respuesta, y no quiero tener otra razón para enfadarme. 
Una cosa es segura, ahora más que nunca. No estoy hecho 
para la vida de un omega, haciendo tareas livianas y esperando 
a que regresen los alfas y betas. A la mierda esa mierda. 
Cierro los ojos y respiro hondo antes de cerrar el grifo y 
acercarme a la cómoda para ponerme algo de la ropa que me 
dejó Raul. 
Para mi sorpresa, hay más ropa de la que había antes y, de 
hecho, me quedan perfectamente. Elijo un par de vaqueros y 
una camiseta blanca lisa, que es más o menos lo que usaría en 
casa. Quienquiera que fue de compras no solo tenía un ojo 
extraordinario para mi tamaño, sino también mi gusto, y tengo 
la sensación de que Raul es de alguna manera responsable. 
Cuándo encontró el tiempo, no tengo ni puta idea. 
Vuelvo abajo y decido obligarme a comer algo. La falta de 
apetito es otro problema que nunca antes había tenido. El chef 
no está cuando llego a la cocina, así que me preparo media 
docena de huevos, un poco de tocino y una pila de waffles del 
congelador. Estoy a medio terminar cuando siento que me 
 
 
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observan y me doy la vuelta para encontrar a Lenore acechando 
en la puerta como una especie de maniquí gótico. 
—¡Mierda! —Grito. —¿Cuánto tiempo has estado parada ahí? 
—Un minuto o dos —dice encogiéndose de hombros. 
La miro fijamente. 
—Ustedes, fanáticos de los lobos, tienen que dejar de mirar a 
la gente, ¿lo sabían? 
—Aprendes mucho observando a alguien —responde ella. 
—¿Oh, sí? —Me recuesto en la mesa. —¿Y qué has aprendido 
al observarme? 
—Por un lado, he aprendido que comes como un caballo —
dice, mirando deliberadamente mi plato. 
—Defensor, cariño —le digo, acariciando mi estómago duro. 
—Tengo que mantener el combustible en el tanque. 
Ella rueda los ojos. 
—¿De verdad dejan que los omegas jueguen al fútbol en Blue 
Fang? 
—No sé qué dejan hacer a los omegas en Blue Fang —le digo 
encogiéndome de hombros. —De donde soy, los omegas son 
solo lobos a los que molestan. Me refiero a lobos reales, no del 
tipo que se convierte en personas. ¿O es al revés? 
—Depende de a quién le preguntes —dice, entrando en la 
cocina para hundirse en la silla frente a mí. —Cuando nos 
conocimos, dijiste algo acerca de ser de otro mundo. ¿Sigues 
hablando de eso? 
 
 
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Considero mi respuesta por un minuto, porque no estoy 
seguro de qué le ha dicho Raul o qué quiere que sepa. Pero 
decido a la mierda eso. No voy de puntillas por la verdad solo 
porque lo incomoda. 
—Es la realidad —le digo encogiéndome de hombros. —Y 
esto no lo es. Al menos no para mí. 
Ella frunce el ceño. 
—¿De qué estás hablando? 
Suspiro, porque no importa cuántas veces haya explicado 
todo esto, sigue sonando más raro. Y si estoy siendo honesto 
conmigo mismo, lo es. A veces me pregunto si estoy loco, 
especialmente cuando el presente se siente tan real y vívido, y el 
pasado casi parece un sueño en comparación. 
Honestamente, si no fuera por Devon y mis hermanos de 
fraternidad, ni siquiera estoy seguro de que lo creería. Y no 
tengo idea de lo que eso dice sobre mi vida anterior, pero estoy 
bastante seguro de que no es nada bueno. 
Estoy seguro de que Lenore va a pensar que estoy loco como 
todos los demás, pero cuento mi historia desde el principio, 
porque ¿por qué diablos no? 
Para cuando termino, su expresión no ha cambiado mucho. 
Estaba medio esperando que se partiera de risa. 
—¿Bien? —Finalmente pregunto. —Termina con esto. Dime 
que todo es una mierda y que estoy loco. 
—Oh, definitivamente suena como una mierda, y que estés 
loco es un eufemismo —dice en un tono práctico. —Pero tiene 
 
 
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tanto sentido como que seas un omega humano de la manada 
Blue Fang que acaba de huir de un apareamiento arreglado con 
nuestro mayor rival. 
—Huh. Supongo que es una reacción mejor de lo que 
esperaba —admití. 
—Vuelve a lo que estabas diciendo antes —dice, frunciendo el 
ceño. —Sobre esta chica que crees que reemplazaste de alguna 
manera. 
—Catalina. Sí, lo sé —le digo, decidiendo quitarme el tema del 
nombre. —Ella es el personaje principal de este libro. Se te mete 
en la piel desde el primer día. 
—Tienes eso en común —dice rotundamente, cruzándose de 
brazos. 
Bufo. 
—Sí, sí. De todos modos, se supone que ella es el alma 
gemela de Raul o lo que sea. Lo siento. Sé que probablemente 
no quieras escuchar eso. 
Ella entrecierra los ojos, y si las miradas pudieran matar... 
aunque estoy bastante seguro de que la daga atada a su cadera 
le ganará a los ojos. 
—Por el amor de Dios, ¿todos lo saben? 
—¿Sobre tu enamoramiento? No sé —le digo encogiéndome 
de hombros. —Catalina tiene un láser de orientación para la 
competencia romántica, así que probablemente no. 
 
 
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—Así que Raul se imprimó en ella en este libro que leíste —
continúa. —Y ahora, él está imprimado en ti. Asíque crees que 
eres Catalina. 
—No sé qué más pensar —respondo. —No pretendo saber 
cómo funciona nada de esto. Como dije, tuve un accidente de 
coche y desperté viviendo en el libro favorito de mi hermano. 
Hasta ahora, todas las señales apuntan a que yo soy el suplente 
para la vinagreta balsámica, pero hay algunas diferencias. 
—Eres un hermano de fraternidad musculoso, por ejemplo —
dice, levantando un dedo. 
—Sí, eso —respondo. —Algunas otras cosas, también. No 
recuerdo que Raul y los demás hayan salido justo después de 
que ella llegó, así que creo que la línea de tiempo está un poco 
fuera de lugar. Y Raul es menos idiota de lo que esperaba. 
Lenore suspira. 
—Él tiene sus días. Entonces, ¿cuál es tu plan? ¿Regresar a tu 
mundo y luego vuelve Catalina? 
—Ese es el escenario ideal, sí —respondo. —Simplemente no 
he descubierto un libro de jugadas todavía. Pero estoy seguro 
de que mi hermano descubrirá algo en cualquier momento. 
—No estoy segura de que esperar a tu hermano en otro 
mundo sea el plan de acción más sencillo —dice Lenore, 
levantando una ceja. 
—¿Así que me crees? —Pregunto con esperanza. 
Ella duda. 
 
 
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—No creo nada sin pruebas, pero estoy abierta a la 
posibilidad. Y no hay explicación de cómo aterrizaste en nuestra 
puerta que no requiera un acto de fe en un grado u otro. 
—Está bien, entonces, ¿cómo puedo demostrártelo? —
Pregunto. —Podrías preguntarme algo que yo no sepa. 
Hace una pausa como si lo estuviera considerando. 
—Realmente no hay respuestas que puedan probar que eres 
de otro universo —dice finalmente. —No importa cuán 
improbable sea, es factible que hayas descubierto casi todo lo 
que hay que saber sobre nosotros. Ahora, si lograras saber algo 
que aún no ha sucedido... Eso sería un poco más interesante. 
—Oh —digo, sentándome más erguido. —Sí, así es. Todavía 
no he terminado el libro, pero al menos leí más adelante de 
donde estoy ahora. 
—¿Bien? —Pregunta expectante. 
Hago una pausa, tratando de contar todo lo que he leído que 
está a punto de suceder y que le probaría sin sombra de duda 
que sé cosas que no debería tener forma de saber. 
Desafortunadamente, cuando estaba leyendo el libro, estaba 
más concentrado en las partes sexuales, y no voy a admitirlo 
ante ella por un millón de razones diferentes. 
—Creo que lo tengo —le digo, chasqueando los dedos. —
Después de que Catalina se une a la manada, ustedes le 
organizan una gran fiesta de bienvenida, pero hay una tormenta 
eléctrica y se va la luz. Raul sale a revisar la caja de fusibles, pero 
 
 
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no funciona y se da cuenta de que alguien cortó la energía justo 
antes de que la manada Grayridge ataque. 
Lenore me parpadea. 
—¿No tienes nada en juego un poco más bajo que eso? 
¿Preferiblemente antes de que nuestros enemigos ataquen? 
—Uh... —Me devano los sesos, tratando de recordar. Casi todo 
es Catalina pensando en los abdominales de Raul. O la polla de 
Raul. O cuánto más sexy se ve con los atuendos ceremoniales de 
la manada que los demás. 
Ella también piensa mucho en el queso, y eso lo respeto. 
—¡Oh, sí! —Grito. —Curtis tendrá un accidente de cuatro 
ruedas y se romperá la pierna derecha. Pero supongo que eso 
no es mucho en juego, ¿verdad? 
—No, es solo Curtis —dice encogiéndose de hombros. —Eso 
funciona. 
—Er... seguro. Intentaré pensar en alguna otra mierda, 
también —dije, realmente deseando no haber leído un montón 
de mierda para llegar al sexo. Ahora que tengo experiencia de 
primera mano, ni siquiera estaba tan bien escrito. —Gracias. 
—¿Por qué? —Ella pregunta. 
—Por escuchar —digo encogiéndome de hombros. —Y no 
juzgar de inmediato. 
—Oh, definitivamente te estoy juzgando —me informa. —
Simplemente no por eso. 
Me río. 
—Me parece bien. 
 
 
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Capítulo Diez 
 
RAUL 
 
 
Solo he estado fuera con Curtis la mitad de la mañana, y ya 
tengo ganas de rendirme y dar marcha atrás. Para ser justos, eso 
es solo parcialmente culpa de mi hermano. Principalmente tiene 
que ver con el hecho de que tanto mi cerebro animal como el 
humano están obsesionados con el omega en casa. 
No está en la naturaleza de un alfa dejar a su compañero sin 
vigilancia y solo en casa, especialmente tan cerca de un celo. Por 
supuesto, Brad en realidad no está en celo, y no está 
desprotegido. Ni mucho menos, pero eso no significa que sea 
más fácil convencer a mis instintos. Nada de lo que siento por 
Brad es racional. Nada en absoluto. 
Por otro lado, tengo la sensación de que Brad está disfrutando 
de sus vacaciones conmigo. Claramente no le gusta que lo 
 
 
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merodeen, y aunque estoy tratando de comportarme bien, es 
más una prueba de voluntad de lo que esperaba. 
¿Estás bien, hombre? Curtis pregunta, mirándome. Puedo 
decir por la expresión de su rostro de lobo que he estado 
distraído de nuevo, pero solo estamos corriendo por el bosque 
en el perímetro exterior del territorio, así que no es como si 
necesitara enfocarme con láser en este momento. 
De hecho, no ha habido señales de ningún intruso adicional. 
Todos los viejos senderos se han enfriado hace mucho, y tengo 
la sensación de que una vez que terminemos de rastrearlos, 
tendrán más que cubierto sus huellas antes de regresar a su 
base de operaciones. 
Por supuesto, ya sé de dónde vinieron. Grayridge y Blue Fang. 
No hay duda de eso, y tengo un rehén para corroborar mi 
versión de las cosas, pero necesitaré más para justificar la 
invasión de la manada Blue Fang, incluso si soy el alfa regional. 
E invadir es exactamente lo que planeo hacer, tarde o 
temprano. Llevamos demasiado tiempo esperando a que 
Constantine dé el siguiente paso. Especialmente considerando 
que sé cuál será ese movimiento. Lo mismo que siempre es con 
la manada Grayridge. Derramamiento de sangre. 
No tengo ningún problema con derramar la sangre de la 
manada que mató a tantos de mis propios compañeros de 
manada. Tantos familiares, amigos, y hermanos y hermanas en 
armas. Pero no puedo justificar la escalada de la guerra más allá 
 
 
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de las medidas defensivas para mi venganza personal. Por mi 
compañero, sin embargo... 
Hay suficientes pactos dentro de nuestro sistema de manada 
que tienen vínculos persistentes con Blue Fang para complicar 
las cosas. Y el hecho de que haya reclamado a un compañero de 
Blue Fang que estaba comprometido con otra manada no les va 
a sentar bien. 
No es que me importe un bledo lo que piensen sobre nada, 
pero incluso yo tengo que dar cuenta de mis acciones. 
Especialmente cuando podría estar llevando a mis compañeros 
de manada a la muerte como resultado de ellas. 
Estoy bien, digo, empujando mis patas para golpear la tierra 
más rápido. 
Es raro que salga en mi forma de cuatro patas en lugar de una 
bestia alfa bípeda, pero puedo cambiar con bastante facilidad si 
lo necesito, y llamar la atención en este momento no es mi 
objetivo. Especialmente no cuando cruzamos al territorio de los 
forasteros, y hay una posibilidad decente de encontrarnos con 
humanos. Se asustan bastante al encontrarse con el tipo de 
cuatro patas de mi especie en el bosque. 
¿De verdad? Curtis desafía, luchando por seguirme el ritmo. 
Disminuyo un poco la velocidad, ya que él es más pequeño 
incluso cuando estoy en esta forma. La mayoría de las personas 
lo son, incluidos otros alfas. No es por eso que tengo el papel 
que tengo, pero ciertamente hace que sea más fácil ganarse el 
respeto. 
 
 
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El único lobo con el que me he encontrado cara a cara que es 
un rival para mí en mi otra forma es Constantine, y en ese 
sentido, puedo entender a Brad mejor de lo que probablemente 
piensa. Sé lo que es ser el fuerte. Sé lo que es sentirse 
invencible, hasta que te encuentras con alguien que te recuerda 
que no lo eres. Quién te recuerda cuáles son tus limitaciones 
exactas.Me prometí a mí mismo que la próxima vez que me 
encontrara con Constantine, habría cerrado esa brecha entre 
nosotros, si no la había superado. Y esa es una promesa que 
pretendo cumplir. 
Sí, de verdad, respondo. ¿Por qué me estás acosando? 
No te estoy acosando, se burla. Pero has tenido la cabeza en 
las nubes todo el día. Déjame adivinar, ¿pensando en tu 
compañero? 
¿Qué pasa con eso? Yo desafío. ¿Es tan extraño? 
Nunca dije que lo fuera, protesta. Sólo digo que has estado 
preocupado últimamente. 
Por supuesto que sí, espeto. Él es mi compañero. Veremos 
cómo te va cuando te llegue el momento. 
Solo gruñe en reconocimiento y se pone a caminar a mi lado 
en silencio, lo cual es mucho más preferible. Sin embargo, no 
dura. 
Sabes, te apoyé en la mesa, pero los demás tienen razón. Su 
pertenencia a Blue Fang va a causar algunos problemas, dice. Le 
 
 
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lanzo una mirada fulminante y sus orejas se aplastan contra su 
cabeza. Solo digo, hombre. 
Tal vez deberías decir menos, respondo. Y sí, lo he 
considerado. No soy idiota, sé lo que me espera, pero como 
dijiste antes, ¿qué quieres que haga? ¿Entregar mi destino a 
nuestros enemigos? 
Por supuesto que no, dice. Sin embargo, Blue Fang no es 
exactamente nuestro enemigo. Al menos no todavía. 
Soplo una bocanada de aire a través de mis fosas nasales. 
No en ninguna capacidad oficial, tal vez. Pero si se están 
aliando con Grayridge, entonces eso iba a cambiar en cualquier 
momento de todos modos. 
Sí, supongo que sí, él está de acuerdo. Pero no es como si 
fueran a admitirlo. 
También tiene razón en eso, por desgracia. Mis acciones al 
tomar a Brad como mi compañero están justificadas a los ojos 
de las otras manadas solo si Blue Fang se alió con nuestros 
enemigos, pero el alfa de Blue Fang bien podría afirmar que 
secuestré a Brad y que es por eso que se vieron obligados a 
formar una alianza en el primer lugar. Es exactamente el tipo de 
política de mierda que esperaría de Blue Fang, y Grayridge 
tampoco está por encima de explotar esas cosas. 
No, estoy de acuerdo. Pero es por eso que vamos a encontrar 
más pruebas del hecho de que invadieron nuestro territorio. 
¿Cómo? Exige Curtis. Ya se han ido hace mucho y ya tenemos 
un rehén. 
 
 
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Me erizo en respuesta a su pregunta. Tiene razón de nuevo, 
por supuesto. Tenemos un rehén. Y si tengo que usarlo, lo haré, 
pero también sé cuál será la reacción de Brad si intento cambiar 
a su amigo como rehén, que es exactamente lo que cualquier 
intento de negociación va a resultar. Y si creen que hay alguna 
posibilidad de que Trent divulgue información, van a matarlo 
tan pronto como lo recuperen. 
Menos preguntas, más intrusos a la caza, digo bruscamente. 
Puedo decir que Curtis quiere discutir, y en su defensa 
"porque yo lo digo" no es mi línea habitual de razonamiento. Sin 
embargo, cuando se trata de proteger a mi compañero, estoy 
dispuesto a romper todas las reglas. 
Incluidas las mías. 
 
 
 
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Capítulo Once 
 
BRAD 
 
 
—Nada como ensuciarse las manos —murmuro por lo bajo 
mientras me arrodillo en el jardín, mis dedos se hunden en la 
rica tierra. El sol me golpea, el sudor me corre por la espalda y 
empapa la cinturilla de mis vaqueros. Preferiría hacer ejercicio, 
pero teniendo en cuenta que este lugar está lleno de shifter que 
sacan su energía en forma de lobo, el gimnasio es una mierda y 
necesito algo para mantenerme ocupado mientras espero 
noticias sobre la peligrosa misión de Raul. 
Hace dos días que se fue, y cuando regrese, le haré comprar 
uno de esos ladrillos caros que pasan por teléfonos celulares en 
esta década. No me importa si tiene que atarlo a un collar de 
perro. 
 
 
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No puedo creer que esté jodidamente preocupado por él. Un 
tipo del que todavía estoy planeando alejarme en la primera 
oportunidad que tenga. Pero eso no impide que me preocupe, y 
aunque quiero echarles las culpas a las hormonas omega o lo 
que sea, definitivamente no estoy todavía en celo y no estoy 
seguro de que sea mucho mejor para mi ego que la alternativa, 
de todos modos. 
Al menos el jardín se beneficia de mi neurosis. 
—¿Quién sabía que tenía un pulgar verde? —Me río para mis 
adentros, tratando de imaginar lo que dirían mis amigos en casa 
si me vieran ahora. 
Mientras paso los dedos por la tierra, no puedo evitar dejar 
que mis pensamientos vuelvan a Raul. El tipo que entró en mi 
vida y destrozó todo lo que creía saber sobre mi sexualidad 
como una maldita bola de demolición. 
Se supone que debo concentrarme en la jardinería, no soñar 
despierto con la misma persona de la que estoy tratando de 
dejar de pensar. Pero es difícil no pensar en él, especialmente 
con su olor adherido a mi ropa, o más bien, la camiseta que 
robé de su habitación porque supongo que ahora soy así de 
jodidamente patético. 
Está bien, Brad, contrólate, me digo a mí mismo, obligando a 
mi atención a volver a la tarea que tengo entre manos. Le dije a 
Hannah que la ayudaría, y dado que parecía que se iba a 
desmayar cuando salió ayer y vio el estado de caos que había 
creado, la presión definitivamente está activa. 
 
 
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Vuelvo a hundir las manos en la tierra, saboreando la 
sensación de tierra entre los dedos. El trabajo físico es catártico 
y puedo sentir cómo se alivia la tensión en mis músculos. 
Funciona por un tiempo, pero finalmente, mis pensamientos se 
desvían hacia Raul, como ese maldito coche que se salió de la 
carretera y comenzó toda esta mierda. Sacudo la cabeza, como 
si pudiera desalojar físicamente su recuerdo de mi cerebro. 
Eventualmente, dejo de intentarlo y eso ayuda un poco. 
Pierdo la noción del tiempo mientras trabajo, cavando hoyo tras 
hoyo con una especie de energía maníaca que me sorprende 
incluso a mí. Solo cuando doy un paso atrás para admirar mi 
trabajo manual, me doy cuenta de que me he excedido un poco. 
—Maldita sea —digo, examinando el macizo de flores recién 
cavado que se extiende por la mitad del jardín. —No pensé que 
me dejaría llevar por esto. 
—¿De quién es la tumba que estás cavando? 
Mientras me seco el sudor de la frente, me doy la vuelta y 
encuentro a Mina observándome desde el borde del jardín, sus 
ojos recorriendo el macizo de flores. 
—Eres una cosita espeluznante, ¿no? —Repliqué, tratando de 
no dejar que su inquietante presencia se me metiera debajo de 
la piel. 
—Tal vez —dice ella, su sonrisa se ensancha. —Pero en serio, 
¿qué pasa con todas las excavaciones? ¿Estás comenzando un 
cementerio o algo así? 
 
 
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—Ja, muy divertida —respondí, rodando los ojos. —Le dije a 
Hannah que ayudaría a arreglar el jardín. Y tal vez me dejé llevar 
un poco, pero ¿a quién no le gustan las flores? 
—Me encantan las flores —dice Mina en un tono práctico. —
Especialmente Sombra Nocturna. Pero Hannah no me deja 
plantar ninguna. 
—Sí, no puedo imaginar por qué ella no querría que tuvieras 
acceso al veneno —le digo rotundamente. 
Mientras Mina se acomoda en un banco cercano, vuelvo a mi 
trabajo, tratando de ignorar su presencia. Pero es difícil no darse 
cuenta de que ella me mira, su risa burbujeante cada vez que 
hago un movimiento particularmente torpe. 
—Oye —llamo por encima de mi hombro. —Al menos lo 
estoy intentando, ¿de acuerdo? 
—Eso es triste —dice sin perder el ritmo. 
Pongo los ojos en blanco. Pero a pesar de sus bromas, no 
puedo decir que me importe la compañía. 
—Oye, ¿estás seguro de que lo hiciste bien? —Mina me llama, 
señalando el rosal que acabo de plantar. —Estoy bastante 
segura de que se supone que las raíces van al suelo. 
Me cruzo de brazos, dándole una mirada poco entusiasta. 
—Está bien, princesa. ¿Por qué no vienes aquí y me muestras 
cómo se hace entonces? 
—No soy una princesa. —Mina salta del banco y se acerca a 
mí con un brillo travieso en los ojos.—Tú lo pediste —advierte. 
 
 
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Antes de darme cuenta, Mina está hundida hasta los codos en 
la tierra, desenterrando mi arduo trabajo. Incluso como humano, 
puedo ver la naturaleza de cachorro saliendo. Para mi disgusto, 
ella parece saber lo que está haciendo. Observo cómo manipula 
hábilmente la tierra y las raíces, sus pequeñas manos son 
sorprendentemente hábiles. 
—¿Ves? —Dice deliberadamente, cepillándose las manos una 
vez que ha terminado. —Pan comido. 
—Considérame impresionado —admito. —¿Dónde aprendiste 
todo esto? 
—De Hannah —responde Mina, con un toque de orgullo en 
su voz. —Ella me enseñó todo lo que sé. Nuestra madre era 
jardinera. 
Me estremezco internamente. Lo siento por ella, perder a sus 
padres a una edad tan temprana. Dudo que incluso los recuerde 
mucho, si es que lo hace. 
—Hannah te cuida, ¿eh? 
—Y Raul —responde ella. —Él me enseña cosas que Hannah 
es demasiado aburrida para dejarme hacer. 
—¿Oh, sí? —Pregunto, apoyándome en mi pala. —¿Como 
qué? 
—Como cómo pelear —dice con entusiasmo, flexionando un 
bíceps inexistente. —¡Y cómo sacarle los ojos a alguien! 
No puedo evitar reír. 
 
 
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—Sí, supongo que es una habilidad vital bastante importante 
para un cachorro de lobo. Pero no deberías descartar las 
lecciones de Hannah. También eres una buena jardinera. 
Ella parece sorprendida por el cumplido y vuelve a hundir las 
manos en la tierra, saca un gusano y lo tira a un lado. 
—Supongo que no eres completamente inútil. Para ser un 
humano. 
—Gracias —resoplé, secándome el sudor de la frente mientras 
continuamos trabajando codo con codo. 
A decir verdad, la presencia de Mina es una distracción 
bienvenida de mi preocupación por Raul, que se suma a mi 
preocupación por volver a Devon y el resto de mi vida en casa. Y 
mientras nos reímos y bromeamos uno con otro, plantando 
flores bajo el cálido sol, no puedo evitar sentir una sensación de 
camaradería y pertenencia que no había sentido en mucho 
tiempo. 
Ella no ha dicho nada durante mucho tiempo cuando siento 
su quietud a mi lado y miro hacia mí para encontrarla 
observándome de cerca. 
—Hueles a miedo. 
—¿Miedo? —Me burlo —No le tengo miedo a una mierda. 
—Tienes miedo de que no vuelva, ¿verdad? —Ella presiona —
Te gusta él. 
Aprieto la mandíbula, concentrándome en las raíces del 
arbusto que he estado cubriendo. Soy mucho mejor en todo el 
asunto de excavar y destruir que en el delicado acto de plantar, 
 
 
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pero con la guía de Mina, he podido hacer algunos progresos 
decentes. Estoy bastante seguro de que Hannah no dejará que 
Mina me envenene como represalia por arruinar su jardín, al 
menos. 
—Eso es probablemente ir demasiado lejos —murmuro. —Él 
está bien. 
Ella me da una mirada que dice que no está comprando mi 
mierda. Cliente inteligente, esta chica. 
—No tienes que preocuparte —dice con total naturalidad. —
No morirá. Raul es el alfa más fuerte que existe. 
Es difícil no admirar su confianza. Y probablemente no esté 
muy equivocada, pero dado lo poco que sé sobre Constantine, 
es difícil estar tan seguro de ello. Especialmente cuando siento 
que una parte de mí está ahí fuera. 
Dios, ¿qué me pasa? 
—Sí —digo, porque lo último que quiero hacer es asustarla 
cuando ya ha perdido a tanta gente. No importa lo valiente que 
sea su fachada, sigue siendo una niña pequeña que ha conocido 
más dolor y pérdida que la mayoría de los adultos en toda su 
vida. —Estoy seguro de que él lo es. Eres bastante madura para 
tu edad, ¿lo sabías? Y solo la mitad de malvada de lo que pensé 
originalmente. 
Su nariz se arruga, como si acabara de insultarla 
horriblemente. 
—No digas eso. Tengo una reputación que mantener. 
Me río. 
 
 
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—Tu secreto está a salvo conmigo —prometo mientras 
continuamos con nuestras tareas de jardinería hasta que el sol 
se pone bajo en el cielo, proyectando largas sombras sobre 
nuestro jardín transformado. Mina y yo retrocedemos para 
admirar nuestro trabajo, ambos cubiertos de suciedad y sudor, 
pero con una sonrisa de oreja a oreja. 
—Mira esto —digo, señalando con orgullo las hileras de flores 
recién plantadas. —Hicimos esto. Somos como... magos del 
jardín o algo así. 
—Más como gnomos de jardín —se ríe Mina, limpiándose una 
mancha de tierra de la mejilla. 
—¿Mina? —Hannah llama desde la puerta que da al jardín. 
—¡Aquí! —Mina grita, saltando arriba y abajo y agitando los 
brazos en un intento de ser vista por encima de los setos. 
Hannah finalmente nos encuentra a través del laberinto de 
plantas y sus ojos se abren como platos mientras observa el 
paisaje fresco detrás de nosotros. Contengo la respiración con 
anticipación, porque definitivamente me tomé algunas 
libertades creativas con todo el asunto de la ayuda. 
—Oh, mi... —Ella respira. 
—¿Qué opinas? —Pregunta Mina, saltando hacia su hermana 
mayor, agarrando el brazo de Hannah. —Si lo odias, Brad lo 
hizo. 
—Traidora —murmuro por lo bajo. 
 
 
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—Es increíble —dice Hannah, sus ojos escaneando las líneas 
de rosales que acabamos de plantar. —Hace años que no veo el 
jardín así. ¿Cómo es que...? 
—¡Yo ayudé! —Mina gritó. 
Levanto una ceja. 
—Pequeño diablillo de Fairweather. 
—Parece que has estado en las minas —dice Hannah, 
peinando un mechón de tierra del cabello de la niña. —Sube y 
límpiate antes de la cena. 
—Bien —se queja Mina, caminando penosamente por el 
sendero del jardín. 
—Lo siento. Soy una mala influencia —digo, pasando una 
mano por mi cabello. 
Hannah me da una sonrisa de complicidad. 
—No sé nada de eso. Hacía mucho tiempo que no la veía de 
tan buen humor. Por lo general, cuando Raul no está, ella 
simplemente se enfurruña en su habitación. 
—Eh —digo. —Supongo que se preocupa más de lo que deja 
ver. 
—Él significa mucho para ella —dice Hannah en voz baja. —
Para todos nosotros. Siempre nos ha cuidado. Incluso cuando 
nuestros padres estaban vivos, él era más como otro padre que 
como un hermano mayor, siempre sacrificando sus propias 
necesidades para asegurarse de que las de los demás fueran 
satisfechas. —Un brillo entra en sus ojos mientras me mira. —
Por eso estoy tan contenta de que estés aquí. 
 
 
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—¿Yo? —Pregunto con cautela. —¿Por qué? 
—Porque por primera vez en mi vida, estoy viendo a mi 
hermano seguir su corazón en lugar de solo su cabeza —
responde ella. —Raul ha sido un adulto desde que éramos 
niños, pero cuando te mira, veo a un adolescente enamorado. 
—¿Enamorado? —Doy una risa incómoda. —Apenas nos 
conocemos. 
—Tal vez —reconoce ella. —Pero ustedes son compañeros. 
Eso tiene una forma de hacer que cosas como el tiempo sean 
irrelevantes. 
Ahogo un gemido. Como si necesitara sentirme peor por el 
hecho de que eventualmente me iré, sin importar lo que piensen 
cualquiera de ellos. 
El problema es que no creo que la culpa vaya a ser el mayor 
obstáculo. 
 
 
 
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Capítulo Doce 
 
RAUL 
 
 
El viento agita mi pelaje mientras vuelvo a mi forma humana y 
camino penosamente a través de la densa espesura que rodea la 
mansión de Stone Hollow. Han pasado días desde que estuve 
fuera en esta persecución inútil, tratando de encontrar pruebas 
de intrusos entrometiéndose en nuestro territorio. Me duelen 
los músculos y mi mente está cansada por la falta de sueño y la 
vigilancia constante. Por mucho que me duela admitirlo, me he 
quedado con las manos vacías. 
Envié a Curtis de regreso un poco antes, mientras hacía un 
último recorrido alrededor del perímetro interior de la manada 
para asegurarme de que nada nos siguiera, para que pudiera 
hacerles saber a los demás que al menos estábamos bien. Por 
 
 
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mucho que esté desesperado por volver con mi compañero, 
volver con las manos vacías me llena de vergüenza. 
—Maldita sea —murmuro por lobajo, apartando un mechón 
rebelde de mi cara. Camino de regreso al jardín para tomar una 
muda de ropa que tengo escondida en el hueco de una de las 
estatuas de piedra antes de entrar, y me sorprenden los 
cambios. 
¿Cuándo coño logró Hannah todo esto? 
Nuevas flores se asoman debajo del exuberante follaje y el 
diseño parece haber sido reorganizado. Los colores vibrantes y 
las fragancias asaltan mis sentidos. La vista del jardín alivia mi 
agotamiento y siento una sensación de regreso a casa en lo más 
profundo de mi pecho. Camino por el jardín resplandeciente, 
observando el intrincado patrón de flores y vegetación que ha 
sido arreglado con tanto amor. 
—¡Raul! —Una voz familiar grita, y me giro para encontrar a 
Matthew y algunos de nuestros otros compañeros de manada 
corriendo hacia mí, el alivio inundando sus rostros. Lenore se 
queda atrás a pesar de que normalmente sería la primera en 
saludarme, y solo puedo suponer que es el resultado de la 
tensión reciente entre nosotros, pero estoy más impresionado 
por el hecho de que Brad no está entre ellos. —¡Has vuelto! 
Estábamos empezando a preocuparnos. 
—Lamento haberlos hecho esperar a todos —respondí, 
forzando una sonrisa. —Sin embargo, no hay necesidad de 
preocuparse. Soy un lobo difícil de derrotar. 
 
 
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—Curtis dijo que no tuvieron suerte —dice Matthew, 
frunciendo el ceño con preocupación. 
—Desafortunadamente, no —admito, mi sonrisa vacilando en 
los bordes. —Pero ya encontraremos algo. Siempre lo hacemos. 
—Por supuesto —dice, asintiendo con decisión. 
Antes de que pueda decir algo más, soy abordado por mi lado 
derecho por Mina, quien gruñe ferozmente: 
—¡Te tengo! 
Me río, levantando a la chica en mis brazos. 
—Hola, pequeño duende —bromeo, alborotando su cabello. 
—¿Estuviste bien mientras estuve fuera? 
—No —dice ella sin disculparse. 
—Tenía un comportamiento sorprendentemente bueno —
dice Hannah, con los brazos cruzados mientras se acerca a 
nosotros con una sonrisa. 
Mina pone los ojos en blanco. 
—Chismosa. 
Mientras mi familia y los otros miembros de la manada que 
están reunidos en la mansión para mi regreso me rodean, 
queriendo saber los detalles de mi misión sin incidentes, me 
encuentro buscando cualquier señal de Brad y sin nada. 
—Está dentro —dice Hannah en un tono de complicidad, una 
vez que tenemos un segundo a solas. —Deberías ir a verlo. 
—No estoy seguro de que quiera que lo encuentren —admito. 
No puedo evitar sentirme un poco dolido porque no vino a 
saludarme, aunque no estoy seguro de por qué esperaba eso. 
 
 
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Hannah me da una mirada. 
—Oh, vamos. Pensé que serías diferente cuando fuera el 
momento de tomar compañero, pero eres tan despistado como 
cualquier otro alfa, ¿no es así? 
—¿Qué quieres decir? —Pregunto. 
—Ha estado reorganizando los muebles todo el día, y eso fue 
después de que se quedó sin cosas que hacer, destrozando mi 
jardín y volviéndolo a armar —dice rotundamente. —Ha estado 
muy preocupado. Simplemente no sabe cómo demostrarlo, eso 
es todo. 
Me tomo un momento para procesar sus palabras, sabiendo 
que no tendría motivos para mentir. Y si tiene razón, tal vez haya 
una razón diferente para su fría recepción. ¿Por qué tengo la 
sensación de que estoy en la casa del perro? 
—Continúa —me insta Hannah, dándome un codazo. —Antes 
de que decida hacer más renovaciones permanentes. 
—Gracias —digo con una sonrisa, dirigiéndome adentro. 
Así que Brad es el responsable de las renovaciones del jardín. 
No debería sorprenderme. Es tan vibrante y lleno de color como 
lo es ahora. 
No me toma mucho tiempo encontrarlo. Efectivamente, él 
está en la sala de estar con un sillón levantado en sus brazos 
como si nada, y resisto el impulso de apresurarme y quitárselo, 
ya que una mirada helada de esos ojos verdes ardientes y sé 
que mi suposición anterior es correcta. 
No está apático. Está cabreado. 
 
 
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—Brad, yo... 
Antes de que pueda sacar el resto de mi pensamiento, deja 
caer el sillón con un ruido sordo y sale por la otra entrada de la 
habitación. 
Bueno, este regreso a casa no ha tenido un gran comienzo. 
Apenas me di la vuelta antes de que Kyle entrara corriendo en 
la habitación. 
—¡Oye, has vuelto! —Grita. —Justo a tiempo. Hannah no nos 
dejaría comer hasta que estuvieras aquí. 
—Conmovedor —digo secamente, siguiéndolo al comedor. 
Brad ya está sentado junto a mi lugar en la cabecera de la mesa, 
así que me siento a su lado, aliviado de que al menos esté 
dispuesto a esforzarse tanto por ser civilizado. 
Hablaré con él después de la cena, pero sé mejor no 
presionarlo cuando está así. Incluso si no tengo idea de qué hice 
para enojarlo tanto, pero algo me dice que va a ser un patrón. Al 
menos es un omega típico en un aspecto, porque la mitad del 
tiempo, no tengo ni puta idea de lo que está pensando, o lo que 
he hecho mal. 
La cena transcurre como de costumbre, con Curtis 
embelleciendo sus historias de nuestra misión, y ni siquiera 
puedo molestarme en llamarlo como lo haría normalmente. Ni 
siquiera tengo mucho apetito. No para la comida, en cualquier 
caso. 
A mitad de la cena, los agudos ojos verdes de Brad finalmente 
se encuentran con los míos por solo un segundo antes de 
 
 
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apartarse de nuevo. La tensión entre nosotros es palpable, una 
corriente cargada que amenaza con estallar en cualquier 
segundo. 
Estoy en piloto automático durante el resto de la cena, y 
cuando Brad aprovecha la primera oportunidad para irse, lo sigo 
sin dudarlo. Los otros parecen saber lo suficientemente bien 
como para no seguir. Para mi alivio, Brad no intenta evitar que 
lo siga al estudio, lo cual sé que no irá solo porque tiene ganas 
de leer, considerando su política de "no más libros nunca más". 
Lo que no esperaba es que una vez que estemos dentro, él 
cierre la puerta de golpe, gire y me sujete contra la pared, sus 
manos agarrando mis bíceps con tanta fuerza que sus uñas se 
clavan en mi piel. Su rostro está sonrojado, una mezcla de ira y 
algo más que no puedo identificar. 
—¿Dónde demonios has estado? —Exige, con la voz tensa. —
¡Te fuiste por días, Raul! ¡Días! ¡Ni una palabra, ni nada! 
Lo miro a los ojos, que brillan con intensidad, y trato de 
encontrar las palabras adecuadas para explicarme. 
—Estaba buscando respuestas, Brad. Necesitaba encontrar 
pruebas de los intrusos, pero... no pude. 
—¿Por qué? —Exige. —Estaban aquí, ¿qué importa si tienes 
pruebas? Además, ¿Trent no es prueba suficiente? 
Me quedo en silencio y una mirada de confusión cruza su 
rostro. 
—¿Qué pasa? —Exige. 
 
 
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—Necesito pruebas para justificar una mayor agresión al 
Consejo —respondo con cuidado. —Estoy tratando de no 
usarlo. 
—¿Por qué? —Exige Brad. 
Cuando no respondo, su confusión se convierte en 
reconocimiento. 
—¿Por mí...? 
—No confío en él —murmuro. —Pero está claro que es 
importante para ti. No quiero que le suceda ningún daño solo 
por esa razón. 
Brad no dice nada y su expresión no cambia durante mucho 
tiempo. Cuando finalmente lo hace, hay una pizca de sonrisa en 
sus labios. 
—Suenas celoso. 
—Por supuesto que estoy celoso —le digo, sin ver el sentido 
de negarlo. —Eres mi compañero. Y claramente está enamorado 
de ti. 
Él rueda los ojos. 
—Eres un jodido idiota —dice entre dientes en un 
inconfundible tono de afecto. —No importa lo que él sienta por 
mí. Es un amigo, y no lo veo de esa manera. 
—¿Y yo? —Aventuro, aunque ese es el único tipo de riesgo 
que me asusta. El que le implica a él. —¿Cómo me ves? 
Suelta una bocanada de aire por la nariz. 
—Eres un dolor en el culo. 
—¿Literal o figurativamente? 
 
 
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La irritación brilla en sus ojos, pero antes de que pueda 
replicar, lo estrecho entre mis brazos y lo beso. Para mi sorpresa, 
no me aparta. Me agarra la camisa como si estuvieraa punto de 
hacerlo, pero en lugar de eso, aprieta los puños y separa los 
labios para recibir mi lengua como si no pudiera resistirse más 
que yo a esto que hay entre nosotros. 
La única diferencia es que estoy bastante seguro de que él es 
el único que lo intenta. 
Se separa de repente, como si acabara de volver en sí. 
—¿Q-qué demonios fue eso? —Brad tartamudea, con los ojos 
muy abiertos por la sorpresa. 
—Considéralo una disculpa —digo con indiferencia. 
—¿Una disculpa? ¿Crees que un beso compensa tu 
desaparición? —Se burla, tratando de recuperar la compostura. 
—En todo caso, debería dejarte con el culo al aire. 
—Pero no lo hiciste —le recuerdo. 
Brad parece considerar esto por un momento, su ira se disipa 
lentamente. 
—Considérate afortunado de que me alivie que estés de 
vuelta en una sola pieza. 
—Afortunado —le aseguro. —¿Tan afortunado como para 
volver a besarte? 
Sus ojos se entrecierran ligeramente, pero no hay mordacidad 
tras la mirada y no se aparta. 
—No me presiones. 
No puedo evitar sonreír. 
 
 
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—Siento haberte preocupado. 
Solo gruñe en reconocimiento, con los brazos cruzados. El 
muro volvió a levantarse, pero hubo un momento de 
vulnerabilidad que no olvidaré pronto. Esos pequeños 
momentos son los que me dan la esperanza de que algún día, 
mi compañero realmente me acepte en su corazón de la forma 
en que el mío ya lo ha reclamado. 
Siento que me invade una ola inesperada de agotamiento. 
—Creo que me vendría bien descansar un poco. Han sido 
unos días largos. 
—Sí. Seguro. —Brad asiente. —Buenas noches. 
—En realidad, estaba pensando... ¿tal vez podrías unirte a mí? 
Brad levanta una ceja, claramente desconcertado por mi 
sugerencia. 
—¿Quieres que... duerma contigo? 
—No tiene por qué ser así —le digo encogiéndome de 
hombros. —Solo pensé... no sé, tal vez a los dos nos vendría 
bien un poco de compañía. 
Brad duda, pero no me está diciendo que me vaya a la mierda 
como esperaba. Supongo que realmente me extrañaba. 
—Sí, supongo. 
Me sorprende su respuesta, pero asiento y subo las escaleras 
con él antes de que pueda cambiar de opinión. 
Se detiene a la mitad de las escaleras, dándome tiempo para 
admirar su delicioso culo. 
 
 
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—Pero si intentas algo raro, no dudaré en darte una patada en 
el culo. 
—No soñaría con eso —le aseguro con una sonrisa. 
—Bien. 
Cuando llegamos a la puerta del dormitorio, no puedo evitar 
sentir una extraña mezcla de alivio y excitación. De alguna 
manera, su presencia ha conseguido ahuyentar la decepción de 
volver a casa con las manos vacías. 
Cualquier día que pueda volver a casa con él es algo por lo 
que estar agradecido. 
Una victoria que hay que celebrar. 
 
 
 
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Capítulo Trece 
 
BRAD 
 
 
Me doy cuenta de que me dirijo a la habitación de Raul sin 
siquiera pensarlo, y teniendo en cuenta que me he quedado 
dormido en su cama todas las noches desde que se fue, se ha 
convertido en un hábito. Si piensa algo al respecto, no dice 
nada, al menos. 
Cuando entro en la habitación, el aroma de la colonia de Raul 
llena mis fosas nasales y no puedo evitar sentir una punzada de 
anhelo. Me toma un minuto darme cuenta de que no es su 
colonia. Las narices de los lobos son demasiado sensibles para 
esa mierda. Ese aroma seductor es todo él. 
Y mi cuerpo parece preparado para responder a ello. 
Maldita mierda omega. 
Solo han pasado días desde que se fue, pero se sienten como 
semanas. Me acerco al borde de la cama y me quito los 
 
 
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vaqueros, quedando en calzoncillos y camiseta. Por lo general, 
duermo a comando, pero no voy a hacerlo si ya me cuesta 
mantener la polla en su sitio cuando él está cerca. 
Él también se desviste y levanto la vista justo a tiempo para 
ver cómo se quita la camiseta por la cabeza. 
Se me corta la respiración al ver su pecho tonificado y sus 
abdominales, aún más marcados de lo que recordaba. Tiene un 
mechón de pelo esparcido por el pecho que baja hasta el 
ombligo antes de desaparecer bajo la cintura de los calzoncillos. 
Siento cómo se me calientan las mejillas y desvío rápidamente 
la mirada para que no me descubra. Pero entonces me sonríe 
con complicidad y eso solo sirve para empeorar las cosas. 
Sin embargo, no puedo evitar admirarlo a pesar de mí mismo. 
Sus ojos son brillantes e intensos, y parecen tener el poder de 
penetrar a través de mí. Sus labios son carnosos y tentadores, 
pidiendo atención. 
Se ve tan atractivo que casi duele mirarlo, pero tampoco 
puedo apartar la mirada. Estoy cautivado por cada centímetro 
de él y cada segundo que pasa, siento que mi tarjeta hetero está 
en peligro aún mayor de ser arrancada de mi alcance. 
¿A quién quiero engañar? Esa mierda se revocó cuando él 
estaba enterrado hasta el nudo en mi culo. 
Cuando me meto en la cama, siento el peso de Raul trepando 
por el otro lado. Alcanza la almohada y hace una pausa, 
acercándosela a la cara. 
—Esto huele a ti. 
 
 
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Mi columna se pone rígida. Atrapado. 
—Estaba... lavando la ropa —digo entre dientes. 
—¿Ah, de verdad? —Él desafía. —¿No estabas durmiendo aquí 
mientras yo no estaba? 
—No —espeto, incapaz de mirarlo a los ojos porque entonces 
estoy seguro de que sabrá que estoy mintiendo. No es como si 
fuera otra cosa que notoriamente obvio. 
Se ríe con complicidad y estira su brazo alrededor de mi 
cintura, acercando nuestros cuerpos debajo de las sábanas. 
—Yo también te extrañé. 
—No te adelantes —digo, plantando mis manos en su pecho 
para empujarlo hacia atrás. Gran error, porque mis dedos tienen 
mente propia, clavándose en sus firmes bíceps. 
Mi polla se contrae, haciendo que mis calzoncillos estén casi 
insoportablemente apretados. Maldita traidora. 
Raul mira hacia abajo entre nosotros, el calor llameando en 
esos ojos penetrantes. 
—Parece que una parte de ti lo hizo. 
—Oh, vete a la mierda —murmuro, mirando hacia otro lado. 
Se inclina, su cabello oscuro cae en un dosel sobre mi 
hombro. 
—Por lo general, disfruto la oportunidad de alejarme por un 
tiempo y aclarar mi mente, pero mientras estaba ahí fuera, todo 
en lo que podía pensar era en volver a casa contigo. 
 
 
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Aprieto la mandíbula, manteniendo la cabeza girada mientras 
su barba roza mi mejilla y él me acaricia, como una especie de 
bicho raro. 
—¿Por qué tienes que decir mierda como esa? 
—¿Como qué? —Me desafía, sus labios rozando muy 
levemente mi garganta mientras habla. —¿La verdad? 
Un escalofrío recorre mi columna vertebral. 
—No tienes que decir cosas como esa —murmuro, intentando 
y fallando en no parecer afectado. 
Se ríe suavemente y se aleja, su mirada se encuentra con la 
mía. 
—¿Por qué no? Eres lo más hermoso que he visto en mi vida, 
Brad. Y mereces escucharlo. 
—No soy hermoso —gruño, con mi irritación 
momentáneamente por encima de mi calentura y de la estúpida 
y cálida sensación de hormigueo que me invade cada vez que 
me toca, por alguna puta razón. 
—Apuesto, entonces —ofrece. 
Gruño. Marginalmente mejor. Está besando mi cuello ahora, 
su lengua recorriendo mi yugular, y eso me relaja por completo, 
como si mi cuerpo fuera un ovillo de hilo. 
Se abre camino hacia abajo sobre mi pecho, prestando 
atención a mis pezones. Su boca está caliente y húmeda y me 
estoy derritiendo en la cama mientras su lengua los rodea. 
Jadeo, agarrándome a las sábanas mientras él chupa y muerde 
 
 
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suavemente, enviando chispas de placer que irradian por todo 
mi cuerpo. 
Mis caderas se levantan en respuesta y la mano de Raul se 
desliza por mi costado, dibujando una línea de fuego a su paso. 
Se mueve más abajo, apartando la tela de mis calzoncillos para 
poder deslizar sus dedos entre mis piernas. 
Gimo en voz alta, arqueándome hacia él mientras agarra mi 
polla y me acaricia con precisión experta.Mi respiración viene 
en jadeos cortos ahora mientras soy empujado más y más alto 
hasta que finalmente siento que voy a estallar en pedazos de 
puro placer. 
Raul se aleja justo antes de que llegue a ese punto, 
dejándome colgando al borde de correrme mientras él vuelve a 
subir para besarme profundamente en los labios. Su toque es 
tierno pero apasionado, y puedo sentir mi corazón latir con 
fuerza en mi pecho mientras desliza su lengua en mi boca. 
Cambia su peso para que ahora esté acostado encima de mí, 
nuestros cuerpos presionados juntos desde el pecho hasta los 
muslos. Su mano se mueve hacia abajo para ahuecar mi culo y 
jadeo de placer mientras lo amasa suavemente. Me besa de 
nuevo, esta vez empujando sus caderas hacia adelante para que 
pueda sentir su dura longitud presionándose contra mí a través 
de sus calzoncillos. 
Gimo en su boca, deseando más que nada que esté dentro de 
mí. Parece leer mi mente porque antes de darme cuenta, está 
deslizando su mano por la cintura de mis calzoncillos y 
 
 
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metiendo un dedo en mi culo, que está resbaladizo y listo para 
él. 
Hago una pausa por un momento, completamente abrumado 
por las sensaciones. Ser un omega es jodidamente incómodo, 
pero es difícil sentirse así cuando me mira y me toca como si 
fuera la cosa más sexy que jamás haya visto. 
No estoy acostumbrado a ser... buscado. O perseguido. Por lo 
general, soy yo quien persigue, y ser volcado al otro lado de la 
ecuación es desconcertante, por decir lo menos. 
Pero... no tanto como debería. 
—¿Estás bien? —Pregunta Raul, deteniéndose con su dedo a 
medio camino dentro de mí. 
Asiento con la cabeza, aunque debería usar esto como excusa 
para echar el freno. La verdad es que quiero pisar el acelerador a 
fondo. Aunque esta vez no estoy en celo y no tengo excusa. 
—Sí —le digo, mi voz suena más entrecortada de lo que 
quiero. —Supongo que podríamos, eh... joder un poco. 
—Joder, ¿eh? —Pregunta Raul, con un brillo en los ojos 
mientras mueve su dedo un poco más dentro de mí. Cuando 
golpea ese lugar, mi cuerpo se pliega contra él y se me escapa 
un gemido de placer. 
—Maldita sea —gruñí, clavando mis uñas en sus hombros y 
tratando de no retorcerme. —¿Por qué sucede eso? 
—Estoy acariciando tu próstata —dice, como si eso lo 
explicara. Luego, agrega la condenación: —Y tú eres un omega. 
—No me lo recuerdes —murmuro. 
 
 
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—¿Es realmente tan malo? —Me desafía, presionando otro 
beso a un lado de mi cuello mientras continúa acariciándome. 
—Te gusta, ¿no? 
—Ese es el problema —jadeo, enterrando mi cara en su cuello 
porque no quiero que vea la expresión en este momento. 
Cuando me toca, es como si todo... se detuviera. Me concentro 
en el calor de su piel y en la fricción de sus dedos, ahora dos, 
moviéndose dentro de mí. 
—No hay nada de malo en ser un omega, Brad —me dice, 
besándome de nuevo, la barba incipiente de su mejilla roza la 
mía mientras continúa acariciándome, su otro brazo envuelto 
alrededor de mi cintura y acercándome a su cuerpo. —No te 
hace débil, o menos. Ni mucho menos. 
Cuando lo dice con tanta sinceridad en su voz, realmente 
quiero creerle. Y creo que me asusta que una parte de mí lo 
haga. Pero estoy demasiado sin aliento para responder, y 
cuando empujo mi muslo entre sus piernas, frotando mi rodilla 
contra su entrepierna, su respiración también se entrecorta. 
Algunas cosas se dicen mejor sin palabras. 
—Brad —gruñe, su voz adquiriendo una cualidad oscura y 
apremiante. Él me mira, sus ojos ardiendo mientras empuja sus 
dedos aún más adentro. —Quiero ver esa cara cuando te corras. 
Trato de hablar, pero todo lo que sale es un jadeo ahogado 
cuando empuja sus dedos en mi próstata y así, como si mi 
cuerpo siguiera órdenes de él, una corriente de semen caliente 
pulsa de mi polla, empapando mis calzoncillos. 
 
 
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—¡Joder! —Gimo, un escalofrío recorre todo mi cuerpo 
mientras aprieto contra él, aguantando las olas del orgasmo. 
Cuando me derrumbo, con el corazón martillándome en los 
oídos, saca los dedos y me quita los calzoncillos. 
Apenas tengo tiempo de recuperar el aliento antes de que 
termine de desnudarse. 
Raul se coloca entre mis piernas, su dura polla presiona contra 
mi muslo interno mientras desliza sus manos por mis costados. 
Sus labios rozan los míos, saboreando el deseo que se ha estado 
acumulando desde el momento en que nos conocimos. 
Mueve sus caderas hacia adelante hasta que puedo sentirlo 
presionado contra mí, y luego tira hacia atrás lo suficiente para 
volverme loco. Luego empuja hacia adelante de nuevo, 
empujándose hacia adentro hasta que puedo sentir que la punta 
entra. 
Mi respiración se atasca en mi garganta cuando comienza a 
moverse, cada golpe más intenso que el anterior. Gimo cuando 
el placer se convierte en un dolor sordo, pero no es tan malo 
como la primera vez, aunque no estoy en celo. Al menos no 
hasta que empieza a empujar en mí más allá de la punta. 
A pesar de lo resbaladizo que estoy, sigue siendo un reto 
tomarlo. Y entonces me doy cuenta de que, después de todo, es 
peor que cuando estaba en celo. El dolor sordo se extiende y se 
vuelve agudo en algunas partes, pero Raul va despacio. Con 
delicadeza. Aunque eso debería cabrearme, lo agradezco. 
 
 
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Arqueo mi espalda y envuelvo mis piernas alrededor de él 
mientras su cuerpo se balancea contra el mío. Cada nervio de mi 
cuerpo está vivo de placer mientras Raul me acerca más y más al 
borde, nuestros cuerpos en perfecta armonía mientras nos 
movemos juntos. Apenas ha llegado a la mitad, y me doy cuenta 
cuando meto la mano entre los dos para intentar untarme el 
agujero con más lubricante y facilitarme un poco las cosas. 
—¿Tienes que tener todo un tronco de árbol por polla? —
Gruño contra sus labios. 
Él se ríe y empuja hacia adelante, y yo gimo cuando lo siento 
empujar más dentro de mí. 
—¿Se siente bien? 
—Se siente como si me fueras a partir en dos —respiro, mi 
cuerpo comienza a temblar. —No sé si puedo soportarlo todo. 
—Lo hiciste antes —me recuerda. 
—Sí, cuando estaba en celo —respondo. 
—Solo trata de relajarte —me persuade, tirando hacia atrás 
para arrodillarse entre mis piernas, saliendo lo suficiente para 
mantener la punta de su polla dentro de mí. Me estremezco 
incluso por eso, hasta que empieza a tocarme con los dedos, 
masajeando el apretado anillo muscular que rodea su polla. 
—Raul —jadeo, mis ojos se cierran porque se siente bien y 
porque no puedo soportar que me vea de esta manera. Nunca 
he estado así con nadie más que con él. Vulnerable. 
Necesitado... El hecho de que parece necesitarme tanto como yo 
 
 
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lo necesito a él en este momento hace que sea un poco más 
fácil de manejar, pero no del todo. —Eso se siente... 
—¿Bien? —Él ofrece. 
Asiento, porque no confío en mí mismo para hablar. 
—Podemos ir despacio —me asegura, sin dejar de 
masajearme hasta que mi cuerpo se relaja lo suficiente como 
para que su polla se deslice una pulgada más sin que me cause 
ningún dolor. —Estás tan mojado. 
Normalmente, le regañaría por el recordatorio, pero me doy 
cuenta por la tensión de su voz de que le excita. Tampoco sé 
qué pensar de eso, pero joder, lo que está haciendo me sienta 
demasiado bien como para preocuparme. Y ahora que mi 
cuerpo ha tenido un poco de tiempo para adaptarse, lo quiero 
aún más dentro de mí. 
—Más —jadeo, mis puños se clavan en las sábanas. —
Necesito... más de ti. 
El calor se enciende en la mirada de Raul cuando deja de 
hacer lo que está haciendo y retrocede para acostarse encima 
de mí, su polla se adentra lentamente en mi culo. Esta vez, estoy 
listo para él, y el dolor sordo en sí mismo es placentero junto 
con la dicha vertiginosa y opresiva. 
—Estás tan apretado —respira, su voz aún tensa mientras sus 
manos descansan sobre la cama a cada lado de mí. Sulargo 
cabello cae, jugueteando con mis pezones mientras se inclina 
para besar mi garganta. 
 
 
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Mi cuerpo se aprieta alrededor de su gruesa polla, como en 
respuesta. Realmente me estoy hartando de que reciba órdenes 
de él, no de mí. 
—Eres enorme —le recuerdo, ganándome una sonrisa 
burlona. Está claro que le gusta que se lo recuerden. 
—Tú también eres bastante grande —dice, alcanzando entre 
nosotros para agarrar mi polla, dándole un largo golpe. 
Gimo, lo rodeo con los brazos y me retuerzo en sus caricias, 
que tienen el doble efecto de introducirlo más dentro de mí. 
Se inclina para golpearme la próstata justo en el punto exacto, 
y vuelvo a enloquecer. Me echo hacia atrás y le agarro la cara 
con las manos, aplastando mis labios contra los suyos. De algún 
modo, es aún más íntimo que dejar que me folle, pero en este 
momento no me importa. Solo lo quiero a él... a todo él... y 
después de días sin verlo, hay una furiosa codicia que se 
acumula en mi interior. Una que no será satisfecha con nada 
menos. 
Raul devuelve el beso con la misma avidez, con un gruñido 
bajo retumbándole en el pecho. Se queda inmóvil, y por eso sé 
que ha sido involuntario. 
—Lo siento —murmura contra mis labios. 
—No lo sientas —le digo, besándolo más fuerte, arrastrando 
su labio inferior entre mis dientes. —Esa mierda es jodidamente 
caliente. 
—Lo es, ¿verdad? —Pregunta, con un toque de diversión y 
curiosidad en sus ojos mientras me mira. 
 
 
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Siento que mi cara se calienta, pero todo mi cuerpo ya está 
tan sonrojado que dudo que él pueda darse cuenta. La verdad 
es que me gustaron las partes obscenas de ese maldito libro 
muchísimo más de lo que quiero admitir. Suficiente para ver por 
qué tenían orejas de perro en esos lugares. 
Sin embargo, estar en el extremo receptor de la atención de 
Raul es... otra cosa. Llegar a sentirlo, tocarlo y saborearlo... No 
estoy seguro de cómo voy a volver a las conexiones al azar 
después de saber que el sexo puede ser así. Crudo y emocional 
y áspero y tierno y significativo, todo al mismo tiempo. 
Incluso las partes dolorosas que provocan lágrimas, porque 
todo es él. 
Me estoy enamorando demasiado rápido de él, pero no creo 
que pueda detenerlo ahora. 
—Yo... —Raul comienza, su mano se detiene en mi polla 
mientras me mira. 
Lo beso de nuevo, fuerte, tratando de alejar los sentimientos. 
—Solo cállate y fóllame —digo con voz áspera, ganándome 
un suave gemido de él. 
—Si es lo que quieres. 
Él comienza a moverse entonces, tirando hacia atrás lo 
suficiente como para deslizarse dentro y fuera de mí en 
movimientos largos y lentos. Mis dedos se clavan en los duros 
músculos de su espalda mientras envuelvo mis piernas 
alrededor de sus caderas, queriendo atraerlo aún más profundo. 
 
 
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—Oh, joder —gimo, arqueando la espalda mientras el placer 
comienza a construirse de nuevo. 
—Esa es la idea —dice, con la voz tensa. 
Acelera el ritmo y sus caderas chasquean contra las mías 
mientras bombea dentro de mí. El chasquido de piel contra piel 
resuena a nuestro alrededor y ya siento que mi orgasmo está 
creciendo, incluso después de haberme corrido hace poco. 
—Más duro —le digo, esperando de alguna manera poder 
eliminar toda esta mierda de sentimientos esponjosos de mi 
mente si él me folla lo suficientemente fuerte. 
Raul me da lo que quiero, golpeándome con la fuerza 
suficiente para expulsar el aire de mis pulmones con cada 
embestida. Es jodidamente asombroso, y no puedo detener los 
gemidos entrecortados que salen de mí ahora. 
Su mano agarra mi hombro como palanca mientras me folla 
aún más fuerte, y son solo unos pocos golpes más antes de que 
sienta su nudo empujando contra mi agujero, que ya está 
jodidamente estirado. 
—¿Quieres que yo...? 
Puedo decir que se necesita una gran moderación para que se 
abstenga de anudarme el tiempo suficiente para preguntar. 
Desafortunadamente, no estoy en un estado mental para 
apreciar el autocontrol en este momento cuando yo mismo no 
tengo ninguno. 
 
 
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—Solo hazlo —dije entre dientes, empujando mis caderas 
hacia él a pesar de que definitivamente estaba escribiendo un 
cheque que mi culo no puede cobrar. 
Un gruñido profundo sale de su garganta cuando empuja de 
nuevo en respuesta y entierra su nudo profundamente dentro 
de mí. 
Dejé escapar un grito estrangulado, olvidando por completo 
que vivimos en una casa con otras personas, pero no es como si 
fuera voluntario, de todos modos. El dolor se vuelve 
insoportable por un momento, pero luego el placer de su nudo 
rozando mi próstata, empujando más fuerte que nunca, borra el 
recuerdo de mi cerebro y me deja sintiendo nada más que un 
placer imposible y cegador. 
—Oh, joder, Raul —gimo, apretando mis piernas alrededor de 
sus caderas mientras llego al orgasmo de nuevo, chorros de 
semen caliente aterrizando en mi estómago. 
En ese momento, el control de Raul se rompe, y se mete 
dentro como un animal salvaje, sus dedos se clavan en mis 
caderas mientras se estrella contra mí, gimiendo mientras su 
nudo sigue clavándose en mí con tanta fuerza que mi visión se 
vuelve borrosa. 
Ni siquiera creía que fuera posible, pero vuelvo a correrme 
mientras su orgasmo se extiende, llenándome de más semen del 
que creía que podría contener. Siento que mi estómago está un 
poco hinchado por su semilla y su nudo, pero intento no pensar 
demasiado en ello mientras aguanto las últimas oleadas de mi 
 
 
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orgasmo debajo de él, con nuestras lenguas enredadas en un 
violento duelo. 
Finalmente rompe el beso mientras yo todavía estoy jadeando 
y empapado en sudor. Pero, por supuesto, parece una especie 
de dios hombre lobo, mirándome con su cabello largo y 
perfecto cayendo en ondas oscuras. 
—Dios, eres hermoso —dice, rozando sus dedos contra mi 
mejilla. Sin embargo, puedo decir que algo le preocupa, ahora 
que el placer se está desvaneciendo. 
—Deja de pensar tanto —le digo, colocando mi mano en su 
mejilla y manteniendo su rostro en su lugar. —Lo estás haciendo 
raro. 
Él me da una sonrisa de complicidad. 
—Lo siento —dice, presionando un beso en mis labios. —
Supongo que estamos atrapados juntos de nuevo. 
—Sí —suspiré, enterrando mi cara en su cuello mientras nos 
cambia a una posición más cómoda. —Supongo que sí. 
Y ni siquiera puedo fingir que me importa. 
 
 
 
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Capítulo Catorce 
 
BRAD 
 
 
Me despierto con el más leve atisbo de luz solar que se cuela 
en la habitación y, por un momento, estoy desorientado. El 
aroma de pino y almizcle flota en el aire, recordándome que 
estoy en la cama de Raul, sin Raul. Mientras mis ojos se 
acostumbran a la tenue luz, veo una nota doblada en la 
almohada a mi lado. Sentándome, desdoblo el papel y leo los 
garabatos pulcros. 
 
Brad, he tenido que ocuparme de unos asuntos. Volveré 
pronto. Dile a Lenore si me necesitas. -R 
 
Resoplé ante sus palabras tranquilizadoras, como si fuera una 
damisela en apuros. Salgo de la cama con un suspiro exagerado 
 
 
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y me estiro, sintiendo el tirón satisfactorio de los músculos. Me 
ducho para quitarme las huellas de la noche anterior y me visto. 
Luego, me dirijo al comedor en busca del desayuno y, lo que es 
más importante, del café. 
El olor a tocino y huevos revueltos me recibe cuando entro en 
la habitación. La vista de Matthew parado junto al mostrador de 
la cocina, sonriéndome, es menos acogedora. 
—Buenos días, sol —bromea, volteando un trozo de tocino en 
la sartén. —Hueles a Raul. 
—¿Se supone que eso es un insulto? —Le respondo, 
entrecerrando los ojos hacia él, pero secretamente sintiéndome 
un poco nervioso. —Hueles a tinte para el cabello. 
—Ouch —dice, riéndose. —Pero en serio, si quieres ocultar el 
olor de un alfa, necesitarás más que Irish Spring. —Da un paso 
máscerca, olfateando dramáticamente. —Y algo más... ¿podría 
ser amor? 
—Cállate —gruñí, mis mejillas ardiendo. Con un rápido 
movimiento, le doy un puñetazo en el estómago, 
sorprendiéndome de lo bien que se siente. 
—¡Uff! —Gruñe, doblándose. Pero después de un momento, 
se endereza y se ríe. —Bien jugado, omega. 
—Vete a la mierda —murmuro, agarrando un plato y 
llenándolo con comida. El hecho de que probablemente no esté 
equivocado sobre el olor solo me irrita más. 
Mientras me acomodo en la mesa, mi mente se desvía hacia 
Raul. Es confuso. Soy heterosexual, o al menos eso creía. Pero 
 
 
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hay algo en Raul, su fuerza, su protección, que me atrae como 
una polilla a la llama. Y ahora ni siquiera puedo echarle la culpa 
al celo... 
—Tierra a Brad —dice Matthew, sacándome de mis 
pensamientos. 
—¿Qué? —Gruño, masticando un trozo de tocino. —Estoy 
pensando. 
—¿Sobre Raul? —Pregunta, levantando una ceja. 
—Tal vez —digo a la defensiva. —¿Y qué? 
—Nada —responde, sonriendo de nuevo. —Es lindo, eso es 
todo. 
—Cállate y come tu desayuno —me quejo, tratando de 
ignorar el aleteo en mi pecho ante la mención del nombre de 
Raul. Realmente tengo que largarme de aquí mientras pueda. 
Pero incluso si dejara la mansión ahora, no es como si supiera 
cómo volver a mi mundo. 
Me meto el último bocado de huevos en la boca, molesto por 
el sabor persistente de la risa de Matthew en el aire. Mientras 
aparto mi plato, decido que es hora de visitar a Trent. Ha 
pasado un tiempo desde que hablamos, y probablemente se 
sienta solo y confundido, cautivo en el sótano. 
—Oye —le digo, inclinándome hacia Matthew. —Voy a ver 
cómo está Trent. 
—Ten cuidado, amigo —dice, su sonrisa característica 
reemplazada por una expresión seria. —Tal vez deberías esperar 
hasta que Raul regrese. 
 
 
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—No necesito que Raul me cuide —digo, lanzándole una 
mirada mientras llevo mi plato al fregadero. —Dile una mierda a 
cualquiera y apuntaré más bajo la próxima vez. 
—Sí, sí —dice, encogiéndose de hombros mientras da un 
bocado a la tostada. 
Al descender las escaleras hacia el sótano, el aire se vuelve 
más frío y viciado con cada paso. La vista de Trent solo en su 
habitación, celda de la prisión, inmediatamente me agria el 
humor. Está desplomado contra la pared, luciendo derrotado y 
muy diferente al Trent confiado y despreocupado que recuerdo 
desde el principio del libro. 
Para mi sorpresa, el guardia apostado fuera de su habitación 
no intenta detenerme mientras me acerco a la ventana de la 
puerta. 
—Hola, Trent —digo a través del vidrio grueso. —¿Cómo lo 
llevas? 
—¿Brad? —Inmediatamente salta de la cama y se acerca a la 
puerta. —Estás bien. 
—Por supuesto que lo estoy —me río entre dientes, tratando 
de aligerar el estado de ánimo. —Yo no soy el prisionero en este 
escenario. 
—Ambos somos prisioneros —dice con firmeza. —Que 
camines por ahí arriba no cambia eso. 
Suspiro. 
 
 
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—Sé que no entiendes todo lo que ha pasado. A veces ni yo 
mismo lo entiendo, pero tienes que confiar en mí, este lugar es 
mejor que Blue Fang o Grayridge. Para los dos. 
Él no necesita saber que planeo dejar este mundo por 
completo con el tiempo. No necesito que otra persona me mire 
como si estuviera loco. 
—¿Cómo puedes decir eso? —Él exige —Él es el enemigo. 
—Raul no es el enemigo —respondo, sintiendo una oleada de 
protección por el alfa al que me he acercado tanto. 
—Te ha lavado el cerebro —acusa. 
—No, no lo ha hecho —le espeto. —Y Blue Fang tampoco, así 
que sácate esa mierda de la cabeza. Estoy tratando de cuidarte, 
así que solo hazme un favor y coopera, ¿de acuerdo? 
—Eres un omega —responde, como si eso fuera un 
argumento. —Se supone que debo protegerte y no puedo hacer 
exactamente eso desde aquí. 
—Que yo sea un omega no tiene nada que ver —digo entre 
dientes, cansado de discutir. Y es difícil, cuando anoche fue 
prueba suficiente. Como si necesitara más. —Estoy trabajando 
para sacarte. 
—¿Con qué, prostituyéndote con Raul? —Sisea amargamente. 
Lo miro por un momento en estado de shock, y puedo decir 
que lamenta sus palabras, pero ya las dijo. 
—En primer lugar, vete a la mierda —digo, haciéndole una 
mueca. —No me voy a prostituir con nadie. Lo que haga o deje 
 
 
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de hacer con Raul no es asunto tuyo. O de cualquier otra 
persona. 
Él frunce el ceño. 
—Brad... 
—No, escucha tú —espeto. —Porque he intentado ir a lo fácil 
contigo, pero si quieres ir allí, bien. Sé que crees que estás 
enamorado de mí o lo que sea, pero no va a pasar. Nunca iba a 
pasar, Raul o no Raul. Me importas, Trent, pero como amigo. 
Nada más y nada menos. ¿Entendido? 
Parece un cachorro dejado en una caja de cartón al costado 
del camino bajo la lluvia torrencial, pero murmura: 
—Sí. Entendido. 
—Bien —digo con firmeza, suavizando mi tono. Lo siento por 
él, ¡pero no es como si yo me hubiera apuntado a esto! Ni 
siquiera sabía lo que era un shifter lobo hasta hace poco, y 
ahora estoy metido en medio de un drama de Romeo y Julieta 
peludos. Y yo soy la maldita Julieta en esta ecuación, para 
colmo. 
—Oye, hombre, no te enojes por esto —le digo, tratando de 
aligerar el ambiente. —Nunca pensé que me encontraría en un 
triángulo amoroso con dos tíos, y menos siendo yo por quien se 
pelean. Pero aquí estamos. 
—Bien —murmura Trent, apartando la mirada de mí. —Haz lo 
que quieras, pero no esperes que te anime desde la barrera. 
 
 
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—No esperaba que lo hicieras —suspiro, alejándome de la 
puerta. —Solo trata de estar tranquilo. Vendré a verte de nuevo 
cuando pueda. 
Justo cuando estoy a punto de salir del sótano, el sonido de 
pasos en las escaleras llama mi atención. Aparece Lenore, su 
cabello rubio contrasta fuertemente con su atuendo oscuro. 
—Ahí estás —dice con un aire de urgencia, cruzándose de 
brazos. Estoy medio esperando que me regañe por estar aquí 
abajo, pero en cambio, agrega: —Tienes una visita. 
—¿Una visita? —Pregunto, frunciendo el ceño. —¿Quién es? 
Ella frunce los labios y no responde de inmediato. 
—Deberías ir a verlo por ti mismo. 
Y así, estoy al límite como el infierno. ¿Quién diablos vendría 
aquí a verme, de todos modos? 
 
 
 
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Capítulo Quince 
 
BRAD 
 
 
Cuando subo, hay una mujer de pie en el vestíbulo que lleva 
un traje negro a rayas con una blusa blanca, y de inmediato, sé 
que es banquera o psiquiatra. Siempre tienden a tener el mismo 
aspecto. 
—¿Puedo ayudarle? —Pregunto, tratando de contener la 
molestia en mi voz. 
—Hola. Tú debes ser Brad —dice ella, sonriendo. Es alta y 
esbelta, con cabello corto y ondulado que enmarca sus rasgos 
afilados. El olor a lavanda emana de ella, lo cual es extraño ya 
que los shifter no suelen usar perfume ni esencias de ningún 
tipo. —Soy la Dra. Donahue. Raul y el Dr. Wilson me pidieron 
que viniera a verte. 
 
 
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—Por supuesto que lo hicieron —murmuro en voz baja. Pero, 
reconociendo que ella no es la que merece mi ira, suspiro y 
digo: —Pasa, supongo. 
—Gracias —responde ella, entrando. —Entiendo que te 
sientas... resistente a hablar conmigo. Pero, solo estoy aquí para 
ayudarte. 
—Claro —digo, rodando los ojos. —Eso es lo que todos dicen. 
—Me apoyo contra la pared, cruzándome de brazos. —
Entonces, ¿cuándo vamos a tener esta pequeña charla? 
—Bueno, ¿te gustaría fijar una hora? —Pregunta la Dra. 
Donahue, levantando una ceja. 
—Terminemos con esto de una vez —me quejo, sintiéndome 
como un animal atrapado. Ya es bastante malo estar atrapado 
en este maldito libro, ¿pero ahora también tengo que lidiar con 
un aspirante a Freud? Simplemente perfecto. 
—Muy bien —dice la Dra. Donahue, abriendo su bolso y 
sacando un cuaderno. —¿Por qué no me muestras un lugar 
cómodo donde podamos sentarnos y hablar un rato? 
—Claro —le digo, llevándola másadentro de la casa. Mientras 
caminamos, no puedo evitar preguntarme qué espera Raul de 
esta mierda. Casi había olvidado que había accedido a ello. 
Incluso si no era exactamente un acuerdo entusiasta. 
—¿Brad? —La voz de la Dra. Donahue rompe mis 
pensamientos. —¿Está todo bien? 
 
 
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—Sí —respondo rápidamente. —Muy bien. Aquí estamos —
digo mientras abro la puerta del estudio. No sé exactamente 
quién estudia aquí, o qué, pero así es como lo llaman todos. 
—Gracias —dice la Dra. Donahue mientras entra, mirando a su 
alrededor con aprobación. Toma asiento en una de las lujosas 
sillas de cuero y me hace un gesto para que haga lo mismo. 
Mientras me siento a regañadientes, no puedo evitar sentir que 
me estoy hundiendo en una especie de silla de interrogatorio. 
—Empecemos por conocerte un poco mejor —sugiere la Dra. 
Donahue, abriendo su cuaderno. —Cuéntame sobre tu vida, 
Brad. ¿Qué haces normalmente cuando no estás... aquí? 
—Bien —murmuro, tratando de ignorar la irritación que me 
corroía por dentro. —Soy estudiante universitario. Pertenezco a 
la fraternidad Kappa Nu y tengo un hermano gemelo, Devon. La 
mayoría de las veces salgo con mis hermanos o con mi hermano 
de verdad. Dardos, fiestas, ese tipo de cosas. 
—Interesante —murmura el Dr. Donahue, anotando algo. —¿Y 
qué estudias en la universidad? 
—Uh... ¿universidad? —Respondo, moviéndome 
incómodamente en la silla. —Nunca me decidí por una 
especialidad. 
—Ah, ya veo. —La Dra. Donahue asiente pensativa antes de 
pasar a la siguiente pregunta. —¿Y cómo se sintió tu manada 
acerca de tu asistencia? 
La pregunta me toma por sorpresa y mi irritación estalla de 
nuevo. Es una pregunta capciosa, y lo sé tan bien como ella. 
 
 
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—¿Te refieres a mis delirios acerca de ser de otro mundo? 
—Yo no dije eso —dice con cuidado. 
—No, pero lo estabas pensando —contraataco. 
—Está bien, hablemos de eso —dice la Dra. Donahue, 
mirándome con genuino interés. —¿Puedes explicar cómo 
llegaste a creer que estás atrapado dentro de una... qué era, una 
novela romántica de shifter? 
Gimo por dentro. Lo último que quiero es tener que dar 
explicaciones a un perfecto extraño, pero cuando este perfecto 
extraño técnicamente tiene el poder de ponerme en una celda 
acolchada, se siente necesario. Pero se siente tan absurdo 
incluso decirlo en voz alta, incluso si es la verdad y toda la 
mierda que me rodea es lo que solía parecer absurdo. 
—Bien —suspiré, pasándome una mano por el pelo. —A mi 
hermano, Devon, le encantan esos libros. Nos peleamos por 
uno, en el que se basa este mundo, de hecho, justo antes de 
que yo tuviera un accidente de coche. De algún modo, acabé 
aquí, viviendo esta ridícula vida como omega, rodeado de putos 
hombres lobo literales, y uno de ellos cree que soy su 
compañero predestinado. Enciérrame y tira la llave si quieres, sé 
cómo suena. Créeme, nadie piensa que esta mierda es más loca 
que yo. 
Para su crédito, escucha sin que su expresión cambie en 
absoluto. Por otra parte, tal vez eso no sea algo bueno. 
—Cuéntame más sobre tu relación con Raul —me pide la Dra. 
Donahue, sin dejar de mirarme a los ojos. 
 
 
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—¿Raul? ¿Qué hay decir? —Trato de sonar indiferente, pero 
mi corazón se acelera ante la mención de su nombre. —Él es el 
alfa de esta manada, o lo que sea. Somos... amigos, supongo. 
Pero es complicado. 
—¿Complicado? —La Dra. Donahue hace eco, su mirada 
aguda e inquisitiva. —¿Cómo es eso? 
—Mira, ¿podemos simplemente dejarlo? —Chasqueo, 
sintiéndome acorralado. Lo último que quiero es que esta 
psiquiatra empiece a hurgar en mis sentimientos por Raul. 
Incluso yo no estoy listo para ir allí todavía. 
—Muy bien —dice la Dra. Donahue, cerrando su cuaderno con 
un ruido sordo. —Pero solo puedo ayudarte en la medida en 
que estés dispuesto a ser honesto conmigo. 
—Mira, no estoy loco, ¿de acuerdo? —Chasqueo, cruzando 
mis brazos a la defensiva sobre mi pecho. Los ojos de la Dra. 
Donahue se abren un poco, pero mantiene su actitud tranquila. 
—Al menos no lo suficiente como para necesitar tu 'ayuda'. 
—Nunca dije que lo estuvieras —responde suavemente, su 
voz suave y uniforme. —Solo estoy tratando de entender tu 
perspectiva. 
—Claro —me burlo, mi molestia burbujeando. —Y tú 
perspectiva es que a la mía le falta una patata para ser un Happy 
Meal. 
No lo niega, pero tampoco lo confirma. En cambio, inclina la 
cabeza ligeramente y me mira pensativa. 
 
 
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—Bueno, tienes que admitir que tu situación es única. Pero 
eso no significa que no podamos resolverla juntos. 
—Sí, claro. Ese es el código de los psiquiatras para decir 'voy a 
sentarme aquí y juzgarte mientras gano un millón de pavos a la 
hora' —murmuro. 
—No te gusta mucho mi profesión, ¿verdad? —Pregunta ella, 
levantando una ceja. —¿Puedo preguntar por qué? 
—Porque son unos gilipollas engreídos, por eso —digo, 
recordando el recuerdo exasperante del terapeuta de mi 
hermano. —Como aquel al que mis padres llevaron a Devon 
cuando descubrieron que era gay. Para 'arreglarlo', como si 
fuera él quien estuviera roto. 
—Eso es horrible —dice la Dra. Donahue con lo que parece 
ser un horror bastante genuino. —¿Puedo preguntar qué pasó? 
Si te sientes cómodo hablando de eso, por supuesto. 
Aprieto la mandíbula, teniendo dificultades para controlarme 
cuando el recuerdo resurge. 
—Cuando me enteré de lo que estaba pasando, irrumpí en su 
despacho y le amenacé con partirle la cara si no dejaba en paz a 
mi hermano. Luego saqué a Devon de allí y nunca miramos 
atrás. 
—Vaya —dice la Dra. Donahue, su expresión suavizándose 
con simpatía. —Realmente lamento que tú y tu hermano hayan 
tenido que pasar por eso. Debes saber que desprecio 
absolutamente ese tipo de pensamiento retrógrado. Mi objetivo 
aquí es simplemente ayudarte a navegar tu situación actual, no 
 
 
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juzgarte o cambiarte. Y para que conste, no creo que tu 
hermano sea algo roto para ser reparado, o tú, para el caso. 
—Genial —murmuro, sin saber si encontrar consuelo en sus 
palabras mecánicas o permanecer en guardia. Mi mirada se 
desvía hacia la ventana, y de repente soy muy consciente de la 
creciente tensión en mis hombros. La presencia de la Dra. 
Donahue está despertando emociones que prefiero mantener 
enterradas. 
—Brad, entiendo que esto sea difícil para ti —dice, con voz 
suave pero firme. —Pero te lo prometo, estoy aquí para ayudar, 
no para lastimar. ¿Podemos continuar nuestra conversación? 
—Vale —cedo, aunque la palabra sale más como un gruñido. 
Pero por mucho que quiera mantener la guardia alta, una 
parte de mí reconoce que tal vez, solo tal vez, la Dra. Donahue 
podría ayudarme a dar sentido a este lío en el que me he 
encontrado. Y eso es algo que necesito desesperadamente en 
este momento, considerando que no estoy más cerca de 
encontrar una salida a este lío que antes. 
Justo cuando estoy a punto de responder a regañadientes 
otra de las preguntas de sondeo de la Dra. Donahue, la puerta 
principal se abre con un suave crujido. Escucho pasos en el 
vestíbulo que ya me resultan extrañamente familiares. Unos 
momentos después, Raul aparece en la puerta del estudio, su 
cuerpo macizo llena el espacio como una pieza de 
rompecabezas de gran tamaño. Sus ojos se abren con sorpresa 
cuando ve a la mujer sentada frente a mí. 
 
 
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—¿Dra. Donahue? —Pregunta, frunciendo el ceño. —No te 
esperaba todavía. Habría enviado a alguien a recogerte al 
aeropuerto. 
—No pasa nada. Tomé un vuelo temprano —dice ella, 
poniéndose de pie para estrecharle la mano. Tengo la sensación 
de que es otra alfa, por la forma en que se comporta. Tan 
amable como es su comportamiento, todos tienen una especie 
de energía, y estoy empezando a tener miedo de que sea algo 
que pueda captar porque soy un omega. 
—Brad, podemos continuar nuestrasesión más tarde si lo 
prefieres —ofrece la Dra. Donahue, su voz paciente y 
comprensiva. Pero todo lo que escucho es lástima, y no puedo 
salir de esta habitación lo suficientemente rápido. 
—No puedo esperar —murmuro, levantándome de mi asiento 
como si estuviera en llamas. Sin esperar una respuesta, paso 
corriendo junto a Raul y salgo de la oficina. 
—¡Brad, espera! —Raul me llama, su voz profunda mezclada 
con preocupación. Pero no disminuyo la velocidad; no puedo. 
Mi pecho se siente apretado, mi corazón late como un animal 
atrapado desesperado por escapar. 
Esto definitivamente fue un error. Nada bueno viene de 
desenterrar toda esta mierda. 
—Déjame en paz, Raul —gruño por encima de mi hombro, 
sintiendo que la ira y la frustración se retuercen en un nudo 
dentro de mí. ¿Por qué diablos pensaron que sería útil traer a un 
extraño para hurgar en mi psique? 
 
 
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—Brad, por favor —suplica Raul, pero no me atrevo a 
enfrentarlo en este momento. En cambio, camino a través de la 
casa, mi visión se vuelve borrosa por las lágrimas contenidas. 
Dios, odio sentirme así: débil, impotente, tan malditamente 
emocional. 
Cuando toca mi hombro, mucho más cerca de lo que debería 
estar, me giro hacia él y parece sorprendido por la fuerza con la 
que empujo su mano hacia atrás. 
—Dije que me dejaras jodidamente en paz —le espeto. 
Para mi alivio, se queda allí de pie en lugar de hacer otro 
movimiento para contenerme. Mis instintos de lucha o huida 
están a toda marcha y realmente no quiero golpearlo. No es que 
fuera a hacer otra cosa que romperme la mano, pero aun así. 
—¿Hay algo mal? —Pregunta, con una mirada grave en su 
rostro. —¿Dijo la Dra. Donahue algo que te molestó? 
—No es el puto psiquiatra —gruño. La verdad es que ni 
siquiera sé qué me pasa, aunque el hecho de que ella esté aquí 
sin duda lo ha provocado. —Solo quiero estar solo en este 
momento. ¿Eso está permitido? 
El sarcasmo de mi voz es más mordaz de lo que pretendía, 
pero ahora mismo soy un manojo de nervios crispados y sólo 
quiero alejarme de él cuanto antes, porque nunca me he sentido 
más vulnerable, para bien o para mal, que entre sus brazos. 
—Está bien —dice Raul en voz baja, su voz suena derrotada y 
preocupada. —Que sepas que estoy a tu disposición, Brad, 
siempre que quieras hablar. 
 
 
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—Claro —digo, caminando por el pasillo antes de que pueda 
cambiar de opinión. Trago saliva, intentando recuperar el 
control sobre mis emociones, pero es una batalla perdida. Y 
mientras me dirijo a mi habitación y cierro la puerta tras de mí, 
no puedo evitar preguntarme por enésima vez desde que llegué 
aquí... 
¿Qué demonios es lo que me pasa? Sin embargo, por primera 
vez, estoy empezando a preguntarme si este lugar es algo más 
que una casualidad cósmica o una jodida pesadilla. ¿Qué pasa si 
él, Raul, es solo la forma en que mi cerebro vive algunos deseos 
insatisfechos? 
Decido que es una pregunta para la que realmente no estoy 
preparado, así que me meto en la cama, me acurruco bajo las 
sábanas y espero no soñar con nada. 
 
 
 
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Capítulo Dieciséis 
 
RAUL 
 
 
Bostezo mientras llamo a la puerta de la oficina temporal de la 
Dra. Donahue, con el sueño tirándome de las comisuras de los 
ojos. El lobo que llevo dentro está inquieto, porque me he 
pasado la mayor parte de la noche despierto, mirando al techo y 
pensando en Brad. Ya me he acostumbrado demasiado a dormir 
con él en brazos, pero sé que ahora necesita espacio. 
Sin embargo, eso no se traduce bien en términos de lobo. 
Especialmente no cuando puedo decir que algo anda mal con 
mi compañero, y no tengo idea de cómo arreglarlo. 
La doctora me llama para que entre, así que entro en la 
habitación y la encuentro sentada detrás de la gran mesa de 
roble del despacho contiguo al del Dr. Wilson. Es un resto de los 
 
 
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días en que teníamos dos médicos de manada, ya que vivíamos 
más en la manada central. 
—Buenos días —dice la Dra. Donahue en un tono agradable. 
—¿Puedo ayudarte? 
—En realidad, esperaba poder hablar contigo sobre Brad —le 
dije, acercándome al escritorio. —Parecía un poco... apagado 
desde tu sesión de ayer. 
—Raul —dice la Dra. Donahue con frialdad, dejando el 
portapapeles en su escritorio. —Sabes que no puedo revelar 
ninguna información confidencial del paciente, ni siquiera a ti 
como su compañero. 
—Por supuesto —murmuro. —No te lo pediría. Es solo que... 
Brad no parece el mismo, y quiero ayudarlo. 
Mis manos se aprietan en puños a mis costados, la frustración 
burbujea dentro de mí. Si tan solo pudiera obtener una 
respuesta directa sobre lo que está pasando con mi compañero, 
tal vez podría hacer algo para ayudarlo. No estoy acostumbrado 
a sentirme impotente, pero si lo que lo lastima está dentro de su 
cabeza, ¿cómo se supone que debo protegerlo de eso? 
—Mira, Raul —comienza la doctora, su tono se suaviza un 
poco. —Entiendo que estés preocupado, pero confía en mí 
cuando digo que Brad está en buenas manos. Solo necesita 
espacio en este momento para resolver esto. 
—Lo sé —me quejo, mi lobo aún no está satisfecho. —Estoy 
tratando de darle espacio, confía en mí. Pero él es mi 
compañero y quiero protegerlo. 
 
 
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—Créeme, lo entiendo —dice la Dra. Donahue con una sonrisa 
de complicidad. —Pero a veces la mejor manera de proteger a 
alguien es dándole espacio para que resuelva las cosas por su 
cuenta. 
—¿Y si es un peligro para sí mismo? —Desafío, expresando el 
miedo que no me atrevo a decir en voz alta en presencia de 
Brad, incluso si nunca deja de molestarme. 
Su comportamiento se vuelve sombrío. 
—Si pienso eso, te puedo asegurar que tomaré las medidas 
necesarias para asegurarme de que esté a salvo. Pero no tengo 
ninguna razón para creer que estemos ahí todavía. 
Antes de que pueda responder, una voz aguda resuena por el 
pasillo llamando mi nombre, seguida por el rápido golpeteo de 
diminutos pies. Mina abre la puerta de par en par, con los ojos 
muy abiertos con picardía mientras agita triunfalmente una rata 
de juguete sobre su cabeza. 
—¡Mira lo que he encontrado! 
Parpadeo, ni siquiera estoy seguro de por dónde empezar. Es 
demasiado temprano, y ni siquiera he tomado café todavía. 
Decido empezar con lo básico primero. 
—¿Qué hemos discutido acerca de llamar a la puerta? 
—No lo sé —dice encogiéndose de hombros. —A veces eres 
aburrido, no te escucho. 
Arrugo la frente. 
 
 
 
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—Bueno, aquí está la versión abreviada: hazlo. Ahora, ¿por 
qué estás cargando esa cosa? 
—Iba a colarme en la habitación de Brad y ponerlo a sus pies 
antes de que se despertara —responde ella, como si fuera una 
respuesta perfectamente razonable. Entonces, ella frunce el 
ceño. —Elegí el único día en que se despertó antes que los 
demás. 
—¿Brad no está en su habitación? —Pregunto con cautela, 
decidiendo esperar un minuto a que empiece el sermón sobre el 
allanamiento de morada. 
Ella niega con la cabeza. 
—No. Pensé que sabrías dónde está. Tal vez lo ponga en el 
refrigerador para que lo vea cuando prepare el almuerzo. 
—Tampoco hagas eso —digo, pasando junto a ella hacia el 
pasillo. Tiene razón en una cosa, no es propio de Brad no ser el 
último en levantarse en la casa. Los humanos necesitan dormir 
más que los shifter, y definitivamente tiene el reloj interno de un 
chico de fraternidad. Esa es más evidencia de sus teorías que esa 
licencia de conducir falsa. 
Me digo a mí mismo que estoy siendo paranoico, porque 
tengo la casa vigilada por todos lados y siempre hay un guardia 
vigilando para asegurarse de que no se aventura demasiado 
fuera por su cuenta. Sé que se enfadaría si tuviera alguna idea, 
pero es por su propio bien. Eso y que hay aún más seguridad de 
lo habitual con todo lo que ha estado pasando, y nuestro 
prisionero en el sótano.No voy a dejar nada al azar. 
 
 
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Cuando casi he desarmado la mansión por las costuras y 
todavía no hay señales de él, entro en pánico. 
—Whoa —dice Lenore cuando casi choco con ella en mi 
camino hacia la puerta principal. —¿Dónde está el fuego? 
—Brad se ha ido —digo, y debo parecer tan aterrorizado 
como lo estoy a juzgar por el cambio inmediato en su 
semblante. 
—¿Ido? —Repite. —Eso no es posible. Tenemos guardias 
apostados en ambos extremos de la casa, y luego está el 
perímetro... 
—Lo sé, pero él no está en la casa —digo bruscamente. 
—¿Has revisado el sótano? —Ella pregunta. —Estaba 
hablando con ese tipo de su antigua manada antes. 
—Por supuesto que sí —murmuro. —Él tampoco está allí. 
—¿Pero Trent todavía está aquí? —Ella presiona 
—Sí —respondo, mirando por la ventana junto a la puerta. 
Cada segundo que pasa, siento que estoy perdiendo un tiempo 
precioso. —Necesito que llames a los demás. Que todos los que 
podamos busquen por la zona y luego interrógale tú misma. 
Voy a buscarle. 
Lenore no pierde el tiempo discutiendo. Ella asiente e 
inmediatamente se dirige a hacer lo que le pedí. 
Tan pronto como mis pies tocan el otro lado del umbral, 
cambio a mi forma de lobo bípedo, sin siquiera molestarme en 
quitarme la ropa que se rompe en pedazos como resultado. 
 
 
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Olfateo el aire, pero no hay señales de que haya estado aquí 
recientemente. Salí corriendo hacia el bosque de todos modos, 
decidido a encontrarlo. 
Algo va mal. Lo noto. Anoche no era él mismo, y nunca debí 
dejarle estar solo en este estado, diga lo que diga la maldita 
doctora. 
¿Dónde estás, Brad? 
¿Y qué diablos pasó para que te fueras? 
Solo puedo esperar encontrarlo antes de que sea demasiado 
tarde. Incluso si no es una amenaza activa para sí mismo, su 
manada todavía lo persigue. Constantine también, y sé que el 
otro alfa no se detendría ante nada para recoger lo que cree 
que es suyo. Tenemos eso en común, por lo menos. 
El mero pensamiento de Constantine poniendo un dedo sobre 
mi compañero me llena de una ira cegadora, y tengo que 
respirar profundamente solo para concentrarme. 
Mientras corro, me cruzo con Kyle y Curtis, y disminuyo la 
velocidad para encontrarlos. 
¿Alguna señal de él? Yo exijo. 
Curtis niega con la cabeza, con las orejas bajas. 
Nada aún. 
Sigan buscando, ladré, pasando rozándolos en mi camino más 
profundo en el bosque. De alguna manera, supe cuál sería la 
respuesta incluso antes de preguntar. 
De alguna manera, sé que no van a encontrar nada. De hecho, 
a pesar de lo bien sintonizados que están mis sentidos con Brad, 
 
 
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los rastros más fuertes de su olor están en la mansión. Es como 
si nunca se hubiera ido. 
No tiene sentido. No podía estar allí sin que yo lo encontrara, 
y no podía haberse ido sin que nadie se diera cuenta, entonces, 
¿qué posibilidad deja eso? Él simplemente... ¿desapareció? 
Pienso en la historia de la que está tan seguro, de cómo 
terminó en este mundo. Cómo simplemente desapareció de su 
propio mundo y apareció aquí sin explicación. Siento una 
creciente sensación de pavor cuando sus palabras vuelven a mí. 
¿Y si...? 
No. Eso es una locura. No hay forma de que en realidad sea 
de otro mundo. Es demasiado absurdo incluso para entretener, 
especialmente considerando que su única explicación es que de 
alguna manera cayó en un libro. Pero, ¿cómo podría 
simplemente desaparecer sin dejar rastro en una casa llena de 
lobos con sentidos agudizados? 
Eventualmente, dejo de correr y vuelvo a mi forma humana 
para llamarlo por su nombre, porque es la única maldita cosa 
que no he probado. Lo llamo hasta que me quedo ronco, luego 
hago una pausa, escuchando atentamente cualquier respuesta, 
pero todo lo que escucho es el susurro distante de las hojas y la 
risa burlona de los pájaros en lo alto. Me están observando con 
ojos penetrantes, y daría cualquier cosa por ver a través de ellos 
por siquiera una pista de dónde se ha ido. 
 
 
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—Bien —me quejo para mí mismo, sintiendo un hilo de 
frustración filtrarse en mi resolución. —Te encontraré a la 
antigua usanza. 
Mientras vuelvo a mi forma de lobo y avanzo más allá de los 
límites del territorio, no puedo evitar pensar en nuestra relación, 
o en la falta de ella. Estoy tratando desesperadamente de buscar 
respuestas sobre lo que podría haberlo empujado a esto, justo 
cuando pensaba que las cosas finalmente estaban mejorando. 
Sé que está luchando por ser un omega, y estoy seguro de 
que la presencia de Trent aquí ha provocado algunos 
sentimientos contradictorios sobre un pasado que preferiría 
olvidar, incluso si una parte de él parece estar aferrándose a él. 
Pero la aparición de la doctora es lo que realmente parece 
haberle llevado al límite. 
Eventualmente, no tengo más remedio que retroceder y 
esperar que Lenore haya tenido mejor suerte al interrogar a 
nuestro único sospechoso. Estaba dispuesto a perdonar a Trent 
por el bien de Brad, pero si existe la posibilidad de que tenga 
algo que ver con la desaparición de mi compañero, no dudaré 
en torturarlo. Haré todo lo que esté a mi alcance para traer a 
Brad a casa. 
A medida que la mansión aparece a la vista, se siente 
extrañamente extraña y distante, sabiendo que mi compañero 
no está allí para convertirla en un hogar. Un frío nudo de miedo 
se ha formado en el centro de mi pecho y en su centro hay una 
pregunta única e inquietante. 
 
 
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¿Y si tenía razón en todo? 
¿Y si lo he perdido para siempre? 
 
 
 
CONTINUARÁ… 
 
 
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Brad finalmente consigue lo que quiere. Ha vuelto a su 
mundo, donde es el mandamás y los únicos machos alfa son los 
hermanos de fraternidad que lo adoran como un fiestero 
legendario. 
Entonces, ¿por qué volver a Raul y al resto de los personajes 
de la cursi novela romántica de la que estaba tan ansioso por 
escapar es todo en lo que puede pensar? 
Cuando Brad descubre que Constantine, el villano de El 
Compañero del Lobo, lo ha seguido, necesitará un poco de 
ayuda de sus hermanos, literal y figurativamente, para volver a 
donde pertenece. 
Ah, ¿y el giro de la trama? Constantine no es la única parte de 
El Compañero del Lobo que lo siguió al mundo real. En nueve 
meses, va a estar lidiando con un gran spoiler. 
 
 
 
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Hermano y la Bestia P1 
Hermano y la Bestia P2 
Hermano y la Bestia P3 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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SOBRE EL AUTOR 
 
¡Hola! Soy L.C. Davis, autora de The Mountain Shifters Series, 
Queer Magick y la próxima serie Great Plains Shifters. Escribo 
MPREG y M/M fantasía. 
Me encanta escuchar a los lectores, así que no dudes en 
comunicarte con nosotros en Goodreads o por correo 
electrónico a autor@lcdavisbooks.com. 
 
 
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TTTrrraaaddduuucccccciiióóónnn yyy CCCooorrrrrreeecccccciiióóónnn 
CCCHHHAAARRROOO 
 
DDDiiissseeeñññooo yyy EEEdddiiiccciiióóónnn 
000000222 PPPIIISSSTTTAAACCCHHHOOO 
 
EEEPPPUUUBBB 
MMMAAARRRAAA 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Es de fans para fans y no recibimos ninguna compensación 
económica por las traducciones que realizamos. 
Y no olviden comprar a los autores, sin ellos no 
podríamos disfrutar de estas maravillosas historias